2 3 Miguel Clemente Díaz 4 5 Introducción 1. Las formas de unión como pareja 1.1. More uxorio 1.2. Las uniones de hecho 1.3. El matrimonio 1.4. Los tipos de sociedades Preguntas de autoevaluación 2. La disolución de la convivencia 2.1. La nulidad 2.2. La separación matrimonial 2.3. El divorcio 2.4. Psicología aplicada a la ruptura de la pareja 2.4. 1. Los diversos procesos de divorcio 2.4.2. Conflicto en la pareja y conflicto legal Preguntas de autoevaluación 3. La protección del menor 6 3.1. El interés del menor 3.2. La protección de los hijos 3.3. La tutela 3.4. La curatela 3.5. La tutela de hecho 3.6. El defensor judicial 3.7. La tutela automática 3.8. La guarda 3.9. El acogimiento Preguntas de autoevaluación 4. La patria potestad y la crisis de la convivencia 4.1. La patria potestad 4.2. La extinción de la patria potestad 4.3. El contenido de la patria potestad 4.3.1. El domicilio 4.3.2. La educación y las creencias religiosas 4.3.3. La salud 43.4 La nacionalidad Preguntas de autoevaluación 7 5. La guarda y custodia 5.1. Evolución histórica de la determinación de la guarda y custodia 5.2. Los tipos de guarda y custodia 5.3. El régimen de visitas 5.4. Algunas reflexiones sobre los regímenes de visitas Preguntas de autoevaluación 6. La guarda y custodia compartida 6.1. El sentido de la guarda y custodia compartida 6.2. La estabilidad física del menor 6.3. La estabilidad afectiva del menor 6.4. Tipos de custodia compartida 6.5. Argumentos contra la custodia compartida Preguntas de autoevaluación 7. La mediación 7.1. El sentido de la mediación 7.2. La actualidad: mediación como imposición 7.3. Alternativas para conseguir acuerdos 7.3.1. El arbitraje 8 7.3.2. La negociación 7.3.3. La mediación en sí 7.4. El empoderamiento, factor clave 7.5. Propiedades y características de la mediación 7.5.1. Mediación legal versus mediación psicológica, 7.5.2. Características de la mediación 7.5.3. Las fases de la mediación 7.5.4. Limitaciones de la mediación Preguntas de autoevaluación Ó. Teorías psicológicas del desarrollo infantil y del apego a los hijos 8.1. El apego 8.2. La vivencia del conflicto para los hijos 8.3. La teoría del altruismo del progenitor 8.4. La función de utilidad altruista 8.5. La teoría de la estrategia de vinculación 8.6. La teoría de la información asimétrica 8.7. La presunción de aproximación Preguntas de autoevaluación 9. Los conceptos de prueba judicial y de la pericial psicológica 9 9.1. El sentido de las periciales 9.2. La petición de la pericial 9.3. El concepto de prueba 9.4. La prueba de peritos 9.4.1. Concepto 9.4.2. Características, 9.5. Deberes del perito 9.6. Régimen de responsabilidad del perito Preguntas de autoevaluación 10. Las periciales psicológicas y el bien del menor 10.1. Habilidades del perito: la toma de decisión 10.2. Mendacidad y falacia 10.3. La investigación de los hechos 10.4. Las áreas a evaluar 10.5. El informe 10.6. La cientificidad de la prueba pericial 10.6.1. Sobre las pruebas aplicadas 10.6.2. Sobre los tipos de pruebas 10.63. Sobre las clasificaciones médicas 10 10.6.4. Sobre las puntuaciones de las pruebas 10.65. Sobre la grabación de las entrevistas 10.6.6. Sobre los mecanismos de denuncia Preguntas de autoevaluación 11. El supuesto síndrome de alienación parental 11.1. Definición y características del supuesto síndrome 11.2. Síndrome de confusión filial y síndrome de indefensión parental 11.3. Síntomas del síndrome de alienación 11.4. Niveles del síndrome de alienación 11.5. Comportamientos del progenitor alienador 11.6. Clasificación según el nivel de victimización del menor 11.7. La actuación de los juzgados ante el SAP 11.8. ¿Solución? Preguntas de autoevaluación 12. Los malos tratos y el abuso sexual infantil 12.1. La "debida diligencia" ante un grave problema 12.2. Definición y prevalencia 12.3. Formas de aparición del abuso y cómo detectarlo 12.3.1. Efectos a corto plazo 11 12.3.2. Efectos a largo plazo 12.4. Instrumentos de detección del abuso 12.5. Formas de evitar la victimización secundaria 12.6. Conclusión: hacia una redefinición del abuso sexual infantil que defienda al menor Preguntas de autoevaluación Bibliografia 12 Si hablamos de la guarda y custodia de los hijos inevitablemente hemos de partir de la idea de que ha habido previamente una unión entre dos personas, y que han tenido hijos que se les reconocen como propios desde un punto de vista legal. Dicho reconocimiento legal puede ocurrir porque son los hijos biológicos de ambos; porque tal hecho no se ha puesto en cuestión; porque sólo son hijos de uno de ellos pero el otro miembro de la pareja ha procedido a reconocerlos para la unión de ambos, o porque los han adoptado. Hemos especificado como primera característica el que no se haya cuestionado el asunto de la paternidad biológica porque no siempre se cumple ésta; pongamos un ejemplo a continuación. Imaginémonos una pareja que desea tener hijos, no está casada, y ella no consigue quedarse embarazada. Supongamos también que la única manera de conseguirlo es implantando a la mujer óvulos de alguna donante que han sido previamente fecundados con el semen del varón. Si se consigue así el embarazo, esa mujer va a dar a luz a su hijo, y ambos miembros de la pareja van a ser padres. Pero, legalmente, ¿de quién es hijo? Puede parecer una pregunta absurda, pero recurramos a la legislación. Se puede ser hijo por ser reconocido legalmente como tal (el caso más común es el de los niños adoptados) o porque en una prueba biológica así se puede determinar. Normalmente los "padres" que hemos descrito en este ejemplo no suelen proceder a reconocer legalmente a su hijo recién nacido. ¿Y si hacemos una prueba llamada de paternidad (no se llama de maternidad, y lo lógico es tratar de detectar quién es el padre, no la madre, que es la que ha dado a luz)? Puesto que el óvulo se inseminó con el semen del padre, no hay duda, es su progenitor. Pero como el óvulo no es de la madre en nuestra actual legislación no se puede establecer que ella sea su madre biológica. ¿Qué pasará si esa pareja quiere romper su relación y ambos reclaman el ocuparse de ese hijo? Desgraciadamente la madre tiene todas las de perder, ya que no puede establecerse que sea la madre biológica, y no procedió a "adoptarlo" 13 como hijo. Si el padre quisiera, en ese momento podría alegar ante un juzgado que sólo él tiene derecho a ocuparse de ese niño, ya que sólo él es el padre biológico. Afortunadamente este caso es raro. Lo es menos el hecho de que fallezca un miembro de una pareja, y la familia del fallecido reclame ocuparse de los hijos del fallecido que no lo son del miembro vivo de la pareja, ya que no fueron reconocidos como hijos de esa unión. Estos ejemplos ponen de manifiesto cómo si bien las leyes deben ser un reflejo de la sociedad, en cuanto que la ley se aprueba y determina un procedimiento para actuar (el llamado Derecho positivo; Clemente, 2010), en muchas ocasiones se aparta de las ideas que tenemos los ciudadanos de cómo abordar la realidad, ya que suponemos que todo el mundo va a creer que efectivamente la madre descrita es la "madre" de ese hijo a todos los efectos. Salvo en el caso de la institución del jurado, las ideas de justicia de los ciudadanos no tienen por qué coincidir con las que emanan de las leyes. Y sin embargo, las leyes son las que "crean" la realidad, y en un ejemplo como el citado, esa realidad, a partir de ese momento, podría ser, por ejemplo, una desvinculación real entre la madre y su hijo. Dejamos en el aire una pregunta, que sin duda habrá que retomar después: ¿se protege al menor otorgándole a ese padre la responsabilidad de ocuparse de ese hijo? E incluso nos vamos a permitir añadir otra pregunta: ¿qué pone de manifiesto el que ese padre solicite ser el único responsable de ese niño, con respecto a su idoneidad como padre? De estas cuestiones - entre otras - trata este libro. Pues bien, el Estado regula los diversos aspectos de trascendencia pública de la familia, creando para ello una serie de normas del llamado Derecho de familia (Morant-Vidal, 2002). Se puede definir el Derecho de familia como el complejo de normas jurídicas que regulan las relaciones personales y patrimoniales de los pertenecientes a la familia entre sí y respecto a los terceros. Por tanto, será objeto del Derecho de familia todo lo relativo a relaciones familiares, alimentos, matrimonio, régimen económico matrimonial, filiación, relaciones 14 paterno-filiales e instituciones tutelares. El Derecho de familia está regulado fundamentalmente en el Código Civil, pero también encontramos normas referentes a la familia en la Constitución y en numerosas leyes, entre las que destacan: •La Ley de 13 de mayo de 1981 sobre filiación y régimen económico matrimonial. •La Ley de 7 de julio de 1981 sobre matrimonio y divorcio. •La Ley de 24 de octubre sobre tutela. •La Ley de 24 de noviembre de 1987 sobre adopción y otras formas de protección de menores. •La Ley de 15 de octubre de 1990 sobre no discriminación por razón de sexo. •La Ley de 15 de enero de 1996 de protección jurídica del menor. •La Ley de 8 de julio de 2005, por la que se modifican el Código Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil en lo que respecta a la separación y el divorcio. En cuanto al carácter de sus normas, es importante destacar que las normas del Derecho de familia son imperativas, indisponibles (de manera que no se puede renunciar a los derechos y deberes que imponen), intransmisibles y tienen un acentuado carácter de función. En cuanto a la estructura de la obra, comienza tratando el tema de cómo se unen las personas y, tras esa unión, se produce una descendencia. Así, el capítulo primero, titulado "Las formas de unión como pareja", analiza dichas formas de unión, que grosso modo son tres: el matrimonio, las uniones de hecho, y el more uxorio. 15 Es tras este análisis de cómo se forman parejas para tener una descendencia (excluyendo a partir de aquí a aquellas parejas que no tienen descendencia, ya que estas últimas no nos interesan desde la perspectiva de este libro), cuando, ya en el segundo capítulo, se aborda la denominada "Disolución de la convivencia". Dicha disolución se puede producir de varias formas, en función de cuál haya sido el tipo de unión. Las uniones de hecho y las denominadas more uxorio rompen la convivencia por deseo incluso de uno sólo de sus miembros, mientras que los matrimonios deben recurrir a una de tres fórmulas: la anulación matrimonial (que es más habitual en los matrimonios religiosos), la separación o el divorcio. Y puesto que en este libro nos interesan aquellas parejas que han tenido descendencia, el tercero de los capítulos de este libro se centra en "La protección del menor", es decir, las fórmulas que se pueden adoptar para lograr dicha protección, bien por una situación en la que sus progenitores no pueden o no quieren desempeñar esa función, o para evitar futuros problemas debido a la ruptura de la convivencia entre los padres. El cuarto de los capítulos aborda "La patria potestad y la crisis de la convivencia". Puesto que el Estado reconoce que los progenitores pueden ostentar tanto la patria potestad como la guarda y custodia, se aborda primero la patria potestad, o capacidad de los progenitores de tomar decisiones por el menor, en especial con respecto a su educación y desarrollo como persona. El quinto de los capítulos aborda el segundo de los aspectos, "La guarda y custodia", centrado en el progenitor que de manera continua se ocupa del menor ante la separación de los padres, y por lo tanto convive y vive con él. Se plantean también aquí algunas discusiones, tanto por el hecho de que en muchos sistemas jurídicos no existe el concepto de patria potestad, como por el hecho de que un progenitor que no tiene la guarda y custodia poco poder decisorio posee sobre sus hijos. Por eso se plantea también el régimen de visitas que se reconoce al progenitor no custodio para que esté en contacto con sus hijos. Los tiempos han cambiado, y frente a la perspectiva clásica, en la que lo 16 habitual era que sólo uno de los progenitores ostentara la guarda y custodia, desde 2005 la ley establece que es preferible que se produzca una custodia compartida, otorgando un papel más participativo en las relaciones con sus hijos a ambos progenitores. Así, el sexto de los capítulos, denominado "La guarda y custodia compartida", se centra en esta perspectiva, no exenta de luces y de sombras. Además, una de las características de la reforma de la ley es que convierte a los padres en los decisores de cómo debe ser la relación con sus hijos, por lo que enfatiza el concepto de la "mediación", y crea servicios al respecto, con la idea de que eviten los conflictos y se acuerden las cuestiones problemáticas entre los mismos padres, interviniendo el juez sólo si es imposible llegar a dicho acuerdo. El capítulo séptimo se dedica en exclusiva a este aspecto. Un libro sobre guarda y custodia no puede ni debe olvidar que estamos tratando con niños, y por lo tanto es importante analizar el desarrollo de los niños y adolescentes, y analizar cómo les puede afectar un proceso de ruptura de la convivencia familiar. Por eso el capítulo octavo, denominado "Teorías psicológicas del desarrollo infantil y del apego a los hijos", se centra exclusivamente en los aspectos psicológicos, si bien siempre en su relación con el proceso de ruptura de la convivencia de los padres o progenitores. Hasta el octavo capítulo de este libro, no hemos hecho hincapié en que puedan existir discrepancias entre los progenitores que les lleven a pleitear y que obliguen al juez a decidir entre posturas discrepantes. Y si existen dichas discrepancias, puesto que en un proceso de menores se debe actuar tratando de procurar el bien del menor, la Psicología adquiere un papel fundamental, y en concreto un tipo de pericial o elemento de prueba: la prueba pericial psicológica. Y dada su importancia son dos los capítulos que hemos desarrollado respecto a dicha cuestión. El noveno, titulado "El concepto de prueba y la pericial psicológica", enfoca su análisis hacia lo que significa y el sentido de la prueba en el campo judicial, para después abordar el de prueba pericial psicológica. Y el décimo, titulado "Las periciales psicológicas y el bien del menor", ahonda de manera concreta en este tipo de informe pericial, 17 con especial atención a cómo interpretar una pericial y cómo verificar que científica y metodológicamente es válida. Los dos últimos capítulos del libro plantean dos graves problemas que a veces surgen en la relación entre los menores y los padres, y que implican la ruptura de cualquier tipo de acuerdo entre los progenitores. Así, el capítulo once, "El supuesto síndrome de alienación parental", aborda la idea preconcebida de que hay padres que utilizan al niño como arma arrojadiza para dañar o maltratar a su anterior pareja y hoy enemigo. El doceavo y último capítulo (el treceavo es la bibliografia) aborda una lacra social, "Los malos tratos y el abuso sexual infantil". Ante ambas cuestiones se debe reaccionar sin contemplaciones, y en este libro hemos seguido la tendencia de que dicha falta de contemplaciones lo sea desde el punto de vista científico. Creemos que se consigue así un libro de interés académico para quienes albergan interés teórico en los temas de guarda y custodia, y por otra parte un manual de interés práctico, especialmente para los progenitores que tras un proceso de ruptura con sus parejas, requieren información acerca de cómo debe ser la relación con sus hijos y cuáles son los límites legales existentes dentro de los cuales se debe producir dicha relación. Así que, sin más dilación, animamos al lector o lectora a introducirse en este apasionante y vital tema. 18 Cuando dos personas deciden compartir sus vidas lo pueden hacer de muy diversas maneras. Algunas de ellas parten de la idea de que esa decisión implica que a partir de ese momento todo lo que les afecte es algo común, y que todos sus actos en la vida son compartidos por ambos, aunque se refieran sólo a uno de ellos. Otros guardan sus llamados espacios personales, a veces también denominados espacios de libertad. La decisión de compartir la vida con alguien, y de hacerlo en mayor o menor medida, de todas formas, es algo personal, y puede ser reconocida desde el punto de vista de la sociedad o no. Por otra parte, si la sociedad crea un reconocimiento social a una pareja, éste puede ser institucionalizado (diríamos que ajustado a Derecho) o simplemente libre, no reconocido o no necesariamente reconocido por el Derecho. En un primer momento, las leyes sólo reconocían una unión entre las personas, que recibió la denominación de matrimonio. Más adelante, ante la presión de determinados colectivos que no querían asumir las obligaciones y los derechos inherentes a una unión de tales características - que siempre ha implicado una gran dificultad para poder romper posteriormente esa unión se creó el concepto de pareja de hecho, que recoge el reconocimiento jurídico de esa unión, pero la posibilidad de romper el vínculo al momento. A veces, el poder acceder a una u otra institución obedecía incluso a cuestiones de preferencias sexuales, ya que no se reconocía el matrimonio entre homosexuales, pudiendo ser estas personas sólo parejas de hecho. Con la reforma de la ley del divorcio de 2005 (es curioso que sea bajo el concepto de divorcio) se legalizan los matrimonios homosexuales, reconociendo los mismos derechos civiles a todas las personas, independientemente de su condición sexual y de su orientación sexual. Se rompe así la determinación de 19 que el matrimonio es una institución que reconoce legalmente la unión entre dos personas de distinto sexo (nos referimos, claro está, al matrimonio civil; el matrimonio canónico sigue basándose en la llamada unión de un hombre y una mujer, y afirmando que el fin primordial de dicha unión es la reproducción, quizá uno de los frenos para que también desde el ámbito civil se reconociera el matrimonio homosexual). De hecho, España ha sido el tercer país del mundo en legalizar el matrimonio homosexual, tras Holanda, que lo reconoció en 2001, y Bélgica, que lo hizo en 2003. Hoy en día, muchos más países, paulatinamente, van modificando o creando leyes que permiten este tipo de uniones. En realidad, el pistoletazo de salida para el reconocimiento de los matrimonios homosexuales se produjo por parte del Parlamento Europeo, que en 1994 aprobó una resolución en la que pedía a los Estados miembros que suprimieran todas las disposiciones jurídicas que criminalizaban y discriminaban las relaciones sexuales entre las personas del mismo sexo, y que pusieran fin a la prohibición de contraer matrimonio o de acceder a regímenes jurídicos equivalentes a las parejas de lesbianas o de homosexuales. Pero no nos olvidemos de que para compartir la vida con otra persona, o a efectos de lo que nos ocupa en este libro (tener hijos con otra persona) no es preciso ni que dicha relación sea reconocida por ninguna institución, ni por la sociedad siquiera en general, sino simplemente convivir con alguien, y si se quiere, tener hijos; a este tipo de uniones se les ha denominado con el nombre de more uxorio y serían las uniones más libres. Pensemos por último que las sociedades avanzan, de forma que a lo mejor en el futuro se reconocen otro tipo de uniones, como es el caso de los países musulmanes que permiten que un solo varón tenga reconocidas a cuatro mujeres como máximo. De momento, nuestra sociedad sólo reconoce la unión de parejas, y con una serie de requisitos que luego se especificarán con más detalle. Vamos a efectuar un repaso de en qué consisten cada una de estas formas de unión, desde la más libre, la unión more uxorio, hasta la más reglamentada, el matrimonio. 20 1.1. More uxorio Se trata de una auténtica unión de hecho, es decir, por la vía de su existencia sin más. Sin embargo, el concepto de unión de hecho se ha reservado para aquellas parejas inscritas en un registro. Este tipo de unión se define como aquella que se desarrolla en régimen vivencial, es decir, debido a la coexistencia diaria y estable, de forma que a lo largo de los años se consolide. Se produce de forma pública, visible ante los demás, de manera que, ante todos, la pareja realiza actividades conjuntas y vive dentro del mismo hogar. Al menos así las define una sentencia del Tribunal Supremo en 1992. De manera resumida, las parejas que se podrían clasificar bajo esta denominación deben cumplir o poseer los siguientes requisitos: •Se trata de una convivencia pública, conocida por los demás. •Existe una ausencia de todo tipo de formalidad en el tipo de unión. •Debe existir una relación sexual entre los miembros de la pareja. •Se trata de una comunidad de vida estable y de carácter duradero. •Sus integrantes pueden ser del mismo o de diferente sexo. •La relación tiene que ser monógama. •Sus integrantes tienen que ser mayores de edad, o estar emancipados legalmente. Quizá la característica fundamental del more uxorio es que, en la gran mayoría de este tipo de uniones, sus integrantes no quieren tener ningún tipo de lazo legal ni de reconocimiento administrativo de su unión. Se trata, por lo tanto, de la unión más libre, en la que la convivencia se reconoce como válida por la vía de los hechos, de la costumbre. 1.2. Las uniones de hecho 21 El resto de uniones que vamos a tratar sí que implican un reconocimiento formal, es decir, las instituciones sociales, no sólo la sociedad en general, reconocen la unión. La unión de hecho es el reconocimiento por parte de la sociedad de que una pareja se ha formado, de manera que tendrá derecho a una serie de cuestiones, y por lo tanto, también tendrá unas obligaciones como pareja. Fueron los países nórdicos los primeros en efectuar un reco nocimiento no matrimonial de las parejas; en concreto, el primero fue Dinamarca, que efectuó este reconocimiento en 1989, seguido por Noruega (1993), Suecia (1994), Islandia (1996) y Finlandia (2001). Es preciso reseñar, sin embargo, que el concepto que ellos tienen de unión de hecho o pareja de hecho es distinto del nuestro, ya que nacieron pensando precisamente en las parejas homosexuales, para que éstas pudieran disponer de un recurso de los poderes públicos que las reconociera. En líneas generales se trató de crear un matrimonio para personas homosexuales, y por lo tanto el concepto de matrimonio quedaba reservado a las parejas heterosexuales. Precisamente por esto en los países nórdicos a este tipo de parejas se les aplica la denominación de "uniones registradas", y desde un punto de vista legal no tienen ninguna distinción con el matrimonio. Se trata de nuestro concepto de matrimonio homosexual, y por lo tanto, y al tener la misma fuerza legal, en estos países no existe el concepto de pareja de hecho como en el nuestro. En España lo normal es que aquellas parejas que quieren inscribirse administrativamente como parejas de hecho sean las que han optado por no "atarse" legalmente, por una libertad mayor para poder deshacer esa unión en cualquier momento. Son las comunidades autónomas, en el caso español, las que han desarrollado legislativamente esta posibilidad, y ha sido Andalucía la pionera al respecto, al aprobar la Ley 5/2002 de parejas de hecho en Andalucía. Esta ley, en la exposición de motivos, es decir, en la motivación de la misma, especifica: En la sociedad actual, la familia no se constituye exclusivamente sobre la base de una unión matrimonial, sino también sobre unidades de convivencia que han ido surgiendo como consecuencia del 22 ejercicio por los ciudadanos del derecho a regular sus relaciones personales, sin la sujeción a reglas previamente establecidas que condicionarán su libertad de decisión [...1. Estos nuevos modelos familiares no han recibido un tratamiento jurídico adecuado, hasta el punto de que aún en la actualidad cabe referirse a ellos, con carácter general, como integrantes de una realidad ajurídica. Al haber sido cada comunidad autónoma la que se ha planteado el reconocimiento de las parejas de hecho, la forma de denominarlas varía de un sitio a otro. Así, en el caso de Asturias reciben el nombre de "parejas estables", en Aragón se les denomina "parejas estables no casadas"; la Comunidad Valenciana las denomina "uniones de hecho"; en Cataluña el nombre que reciben es el de "uniones estables de pareja" y en Extremadura el de "parejas de hecho". En cualquier caso, en todas ellas se definen y se recogen los requisitos pertinentes para ser reconocidas de manera bastante similar. Ya que fue la primera, vamos a especificar la definición y sus características tomando como ejemplo a Andalucía. En esa comunidad autónoma, se define la pareja de hecho como: La unión de dos personas, con independencia de su opción sexual, a fin de convivir de forma estable, en una relación de afectividad análoga a la conyugal. Se trata de una definición breve y que aclara la situación. Sin embargo, en otras definiciones incluso se establecen los requisitos de exclusión de tal consideración. Así ocurre, por ejemplo, en el caso de Asturias; su definición es la siguiente: Unión libre y pública, en una relación de afectividad análoga a la conyugal, con independencia de su sexo, de dos personas mayores de edad o menores emancipadas sin vínculo de parentesco por consanguinidad o adopción en línea directa o colateral hasta el segundo grado, siempre que ninguna de ellas esté unida por un 23 vínculo matrimonial o forme pareja estable con otra persona. En el caso de la ley andaluza, los requisitos no aparecen en la definición, sino que se especifican con posterioridad. Puesto que la unión de hecho se inscribe legalmente y se reconoce en cuanto tal, no se produce tal reconocimiento si no se procede a solicitar la inscripción. En el caso de la Comunidad de Madrid, este requisito de la inscripción aparece incluso en la misma definición: La situación de aquellas personas que convivan en pareja, de forma libre, pública y notoria, vinculadas de forma estable, al menos durante un periodo ininterrumpido de doce meses, existiendo una relación de afectividad, siempre que voluntariamente decidan inscribirse en el Registro de Uniones de Hecho de la Comunidad de Madrid. En cuanto que existen uniones de hecho y existen matrimonios, el problema jurídico está planteado, siendo la cuestión hasta qué punto son equiparables o no, cuestión que, como se especificó, en los países nórdicos no presenta ningún problema. Sin embargo, en el caso español, el Tribunal Constitucional ha establecido que ambas uniones no son equiparables por el hecho de que el matrimonio se reconoce como un derecho recogido en la propia Constitución, cuestión que no ocurre en el caso de las parejas de hecho. Una de las principales diferencias se refiere al régimen económico de la pareja. Mientras que en el matrimonio suele estar establecido por defecto (en la mayoría de las comunidades autónomas es directamente un régimen de gananciales si no se especifica lo contrario - si bien en otras es de separación de bienes, y también se puede optar por el de participación-), en el caso de las parejas de hecho éstas no tienen ningún régimen establecido, por lo que deben ser sus integrantes quienes procedan a establecerlo por escrito para evitar problemas posteriores de reparto de propiedades. Vamos a referirnos, por último, a cómo disolver una pareja de hecho. Dicha disolución puede producirse por tres motivos: por el fallecimiento de 24 uno de los miembros de la pareja, porque uno de los dos decida poner término a dicha convivencia, o por último, por el abandono de uno de ellos del domicilio común. Y si existen bienes comunes (vivienda, diversas propiedades) los mismos se pueden liquidar o bien de mutuo acuerdo entre ambos, o bien de forma contenciosa. En el caso de que sea posible que dicha liquidación se produzca de mutuo acuerdo las formas pueden ser: •De forma verbal. •Mediante un documento privado. •Mediante una escritura pública en el caso de bienes inmuebles. •Sometiéndose a lo establecido ante un documento notarial en su día optando por un régimen económico determinado, por ejemplo, las denominadas como capitulaciones paramatrimoniales. Si es preciso recurrir a un contencioso, es decir, a que sea un juez quien realice el reparto de bienes, es preciso previamente acreditar los siguientes extremos: •Que la unión de hecho ha existido. Que en tal caso se ha regido por un sistema económico determinado. 9Que ha finalizado la unión entre ambos. 1.3. El matrimonio El matrimonio ha sido la forma de unión tradicional entre hombres y mujeres, y lo sigue siendo. De hecho, el matrimonio (véase, por ejemplo, Pérez Vaquero, 2011) ya existía incluso en la Antigua Roma, si bien bajo la forma de otorgar a las mujeres la posibilidad de ser madres tras salir de la casa del padre y unirse con un varón. 25 Pues bien, el requisito para que se pudiera otorgar tal condición es la llamada incluso hoy affectio maritalis, es decir, la existencia de una relación emocional entre los futuros cónyuges. Esta affectio maritalis va a conllevar necesariamente el que vivan juntos, el prestarse mutuo apoyo, y en definitiva, el formar lo que podríamos denominar como una sociedad de convivencia. De manera más cercana, la legislación sobre cuestiones matrimoniales tiene su antecedente en el Código Civil francés de 1804, y curiosamente el mayor reconocimiento a esta institución ha provenido y proviene de las Naciones Unidas, puesto que ha establecido el derecho a contraer matrimonio y a fundar una familia. Considera la familia como el elemento fundamental de la sociedad, y establece que una de las obligaciones de los estados es protegerla. Esta unión se puede producir en España de dos maneras: mediante un enlace civil o mediante uno religioso. En España, hasta 1870 sólo tenía existencia y era reconocido el matrimonio celebrado ante la Iglesia Católica. Sin embargo, ya la Constitución Española de 1869 abrió la posibilidad de existencia del matrimonio civil, creándose como desarrollo del mandato constitucional la Ley de Matrimonio Civil, que por primera vez separó el rito y el reconocimiento civil del religioso. Pero esta ley duró apenas cinco años, si bien el primer Código Civil español (1889) estableció validez para ambos tipos de uniones. Hoy, la Constitución Española (1978), establece la regulación del matrimonio. Y así, en su artículo 32 expresa lo siguiente: 1.El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica. 2.La Ley regulará las formas de matrimonio, la edad y capacidad para contraerlo, los derechos y deberes de los cónyuges, las causas de separación y disolución y sus efectos. En España existe no sólo la posibilidad de poder contraer matrimonio de acuerdo a un rito religioso, sino que además ese matrimonio sea reco nocido desde un punto de vista civil, es decir, se pueda inscribir como tal y tenga sus 26 mismos efectos. Esta posibilidad se puede realizar gracias a la aprobación de la Ley Orgánica 7/1980 de libertad religiosa, en la que se establece lo siguiente: La libertad religiosa y de culto garantizado por la Constitución comprende [...1 el derecho de toda persona a [...] celebrar sus ritos matrimoniales. Además, en el caso de la religión católica existe el Concordato con la Santa Sede, que también establece el reconocimiento civil de los matrimonios católicos. Si bien es poco conocido, legalmente el Estado español reconoce el matrimonio celebrado de acuerdo a cuatro ritos: el católico, el evangélico, el musulmán y el judío. Se trata de las cuatro religiones inscritas y reconocidas dentro del Estado español. Pero a pesar de esta posibilidad de reconocimiento, para los ritos distintos al católico se exige un certificado de capacidad matrimonial, que debe ser tramitado en el Registro Civil. Para que el matrimonio se considere como tal debe ser válido, por lo que en este caso es el Código Penal el que establece que existirá un delito contra las relaciones familiares, no siendo además el matrimonio válido, si se da alguna de las siguientes características: •Artículo 217: El que contrajere segundo o ulterior matrimonio, a sabiendas de que subsiste legalmente el anterior, será castigado con pena de prisión de seis meses a un año. •Artículo 218: El que, para perjudicar al otro contrayente, celebrare matrimonio inválido, será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años. El responsable quedará exento de pena si el matrimonio fuese posteriormente convalidado. •Artículo 219: El que autorizare matrimonio en el que concurra alguna causa de nulidad conocida o denunciada en el expediente, será 27 castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años e inhabilitación especial para empleo o cargo público de dos a seis años. Si la causa de nulidad fuere dispensable, la pena será de suspensión de empleo o cargo público de seis meses a dos años. Pero volviendo al Código Civil, es a partir del artículo 46 en el que se establece, por diversos motivos, quiénes no pueden contraer matrimonio (Pérez-Vaquero, 2011): •Los menores de edad no emancipados (es decir, los jóvenes de 16 a 18 años que aún dependan de la patria potestad de sus padres). •Los ligados con vínculo matrimonial (bigamia o poligamia). •Parientes en línea recta por consanguinidad o adopción (endogamia). •Parientes colaterales por consanguinidad hasta el tercer grado (endogamia). •Los condenados como autores o cómplices de la muerte dolosa del cónyuge de cualquiera de ellos; es decir, cuando alguien quisiera casarse con quien mató a su anterior cónyuge. Existe la posibilidad de que desde la Administración Pública se obtenga una dispensa. Así, el Ministerio de Justicia puede dispensar, a instancia de parte, el impedimento de muerte dolosa del cónyuge anterior. El juez de primera instancia puede dispensar, de nuevo a petición de parte y con justa causa, los impedimentos del tercer grado entre colaterales y el de la edad de los menores no emancipados (a partir de los catorce años). En el caso de la dispensa por edad, deberán ser oídos tanto el menor como sus padres o tutores legales. 1.4. Los tipos de sociedades Vamos a tratar, por último, en este capítulo, si bien muy brevemente, los 28 tipos de sociedades que pueden caracterizar la unión entre dos personas. Evidentemente sólo es aplicable a los matrimonios. Se pueden distinguir tres tipos de sociedades a la hora de establecerse un matrimonio: gananciales, separación de bienes y régimen de participación. En la sociedad de gananciales, a partir del momento del matrimonio, cualquier ganancia o bien pertenece a ambos cónyuges, y lógicamente, también cualquier pérdida o deuda. Lo contrario ocurre en el régimen de separación de bienes, en el que cada cónyuge actúa de manera particular. Es menos conocido, sin embargo, el régimen de participación, por lo que le dedicaremos unas líneas. Se trata de un régimen que pretende conjugar las ventajas del de separación de bienes y del régimen de gananciales. Los patrimonios de los cónyuges están separados como en el régimen de separación de bienes, pero en la fase de liquidación del régimen se establece una participación de cada cónyuge en las ganancias obtenidas por el otro. De esta manera, el régimen se concreta al liquidarse, en función de las pérdidas y ganancias que cada patrimonio haya sufrido. Su mayor inconveniente reside en que exige una contabilidad bastante precisa de la evolución del patrimonio de cada cónyuge, con el fin de determinar las ganancias habidas en los patrimonios de cada uno. Además, hay que tener en cuenta que la participación es sólo en las ganancias, y no en las pérdidas. De esta manera, si el patrimonio de uno de los cónyuges presenta un saldo positivo y el del otro negativo, este último tendrá derecho a la mitad del incremento obtenido por el primero (aunque los cónyuges pueden pactar otro porcentaje). Además, el que tiene derecho a recibir parte de las ganancias del otro no tiene ningún privilegio frente a otros acreedores que tuviese este último. En todo lo no previsto legalmente, se rigen por lo estipulado para el régimen de separación de bienes. 29 En caso de ruptura de la pareja, el problema se plantea si existe un régimen de gananciales, si bien el divorcio no implica la disolución de los gananciales. A menudo los procesos de mediación ayudan a dicha disolución del régimen de gananciales. Es una de las partes más difíciles en las que llegar a acuerdos. A menudo es preciso aclarar a las partes que, si se divorcian como pareja, no es sensato seguir "casados" económicamente en una entidad jurídica - denominada masa patrimonial - de la extinta sociedad de gananciales. Los problemas que suscita a posteriori no haber liquidado los bienes a la vez que el vínculo matrimonial, sólo beneficia a la posibilidad de provocar nuevos desencuentros y problemas. Asimismo, de este sistema de no liquidar a la vez que se disuelve el vínculo matrimonial se benefician los profesionales del Derecho en general, ya que los abogados/as tendrán de esta forma más trabajo; y también los jueces desde que existe el pago de pluses por el mayor número de casos y otros asuntos legales que van a para a sus juzgados. Preguntas de autoevaluación 1.El pistoletazo de salida para el reconocimiento de los matrimonios homosexuales fue (señale la alternativa correcta): a)Que en los países nórdicos se reconocieran legalmente las parejas de hecho con todos los derechos y deberes civiles similares al matrimonio. b)Que el Parlamento Europeo en 1994 aprobó una resolución en la que pedía a los estados miembros que suprimieran todas las disposiciones jurídicas que criminalizaban y discriminaban las relaciones sexuales entre las personas del mismo sexo. c)La presión de los movimientos de feministas, de gays y de lesbianas que reclamaban, a través de distintos medios de protesta, el respeto a unos roles de género mucho más igualitarios y acordes con un modelo de tipo no patriarcal y no homofóbico. d)Que se incrementaran de manera tan fuerte las parejas more uxorio, por 30 lo que el Estado se vio obligado a crear una nueva forma de concebir la unión matrimonial. e)La necesidad de separar radicalmente los tipos de unión de los aspectos económicos de cada una de las uniones, de forma que los planos de la convivencia y del patrimonio se puedan tratar de forma diferenciada. 2.Establezca cuál de las siguientes características no se aplica al tipo de unión more uxorio: a)Se trata de una convivencia pública, conocida por los demás. b)Existe una ausencia de todo tipo de formalidad. c)Debe existir una relación sexual entre los miembros de la pareja. d)Se trata de una comunidad de vida estable y de carácter duradero. e)Sus integrantes tienen que ser del mismo sexo. 3.Señale la alternativa correcta respecto a la comparación entre las uniones de hecho y el matrimonio: a)Unas están reconocidas por la Constitución, y otras no. b)El matrimonio suele tener asociado un régimen económico de gananciales, mientras que las uniones de hecho tienen asociado el régimen de separación de bienes. c)El cese de la convivencia en el matrimonio tiene que plasmarse legalmente en un divorcio o una nulidad matrimonial, mientras que en la unión de hecho no es aplicable el término de nulidad. d)La unión de hecho es más libre que el matrimonio sólo si la pareja no tiene hijos en común, ya que de no tenerlos, en la primera el deseo de uno de los miembros de cesar la convivencia establece el fin de la 31 misma. e)La unión de hecho se reserva específicamente para las parejas homosexuales, mientras que el término de matrimonio sólo se aplica aparejas heterosexuales. 4.El Estado español reconoce el matrimonio celebrado de acuerdo a cuatro ritos. Además del católico, son los siguientes (señale la alternativa correcta): a)El cristiano ortodoxo, el evangélico y el musulmán. b)El evangélico, el musulmán y el protestante. c)El cristiano ortodoxo, el judío y el budista. d)El evangélico, el musulmán y el judío. e)El musulmán, el judío y el adventista. 5.El requisito para otorgar el matrimonio es la condición denominada affectio maritalis. Señale cuál de las siguientes características no está implicada dentro de esta condición: a)La existencia de una relación emocional entre los cónyuges. b)Que los cónyuges vivan juntos. c)Que los cónyuges elijan un régimen económico matrimonial que implique una actividad económica diferenciada entre ellos. d)Que los cónyuges se presten mutuo apoyo. e)Que exista una sociedad de convivencia. 32 33 La esencia de que exista una guarda y custodia (dentro del contexto que nos ocupa) es el hecho de que ha existido una pareja, y esa pareja va a proceder a dar por terminada una relación en la que existen hijos de ambos. Es por esta razón por lo que nos vamos a ocupar, a continuación, del tema de la disolución de la convivencia. En este sentido, desde un punto de vista jurídico, la disolución de la convivencia sólo tiene sentido si nos encontramos ante una unión matrimonial, puesto que como ya se especificó, si existía la condición de more uxorio o la existencia de una pareja de hecho, el mero deseo de uno de ellos de romper la unión, o el abandono del hogar común, ya va a implicar de por sí el que se determine dicha disolución. No ocurre lo mismo si se ha celebrado un matrimonio, en cuyo caso existen tres formas de disolución de dicho vínculo: nulidad, separación y divorcio. 2.1. La nulidad Se trata de la forma menos habitual de disolver un matrimonio. Parte del hecho de que en el momento de contraer matrimonio, existió un vicio, un defecto esencial que anuló todo el proceso. No se puede admitir dicho matrimonio porque dicho vicio o problema implica que el acto no fue lícito, que debe ser anulado. Y si se anula, si a quien habiendo estado casado se le anula su matrimonio, vuelve a su estado civil anterior, que puede ser el de soltero, divorciado o el de viudo. Por esta razón la causa que se alegue para solicitar la anulación no puede haber ocurrido a posteriori - es decir, de manera sobreseída - sino que tuvo que ser o previa al matrimonio o haberse producido en la propia ceremonia de celebración. 34 Si bien la nulidad puede producirse dentro del matrimonio civil o del religioso, lo cierto es que suele emplearse en los procesos religiosos, ya que la Iglesia católica no admite el divorcio, por lo que la disolución sólo puede producirse mediante la nulidad. Y como desde el punto de vista eclesiástico no existen los sujetos divorciados, ambos cónyuges pasarían de estar casados a ser solteros. Los procesos eclesiásticos, por otra parte, no se ocupan de dos problemas que implican enormes disputas en la pareja, como son los del reparto económico de los bienes y la determinación de la ostentación de la patria potestad, guarda y custodia, régimen de visitas y pensiones posibles compensatorias con respecto a los hijos. Estos problemas los deben resolver los tribunales civiles, cuando las personas implicadas en la nulidad decidan tramitar civilmente la misma, estando obligado el Estado a respetar esa determinación según los acuerdos adquiridos con la Santa Sede. Es decir, el Estado reconoce el nuevo estado civil de los cónyuges (solteros) pero debe determinar en un proceso todas las demás cuestiones. Por lo tanto, el proceso puede ser sólo civil, sólo eclesiástico o ser primero eclesiástico y después tramitarse civilmente. Sin embargo, la mayoría de las causas se derivan de los matrimonios eclesiásticos, por lo que las abordaremos a continuación. El Derecho Canónico es el que establece cuáles son las causas de la nulidad. Entre otras, pueden ser las siguientes: •La impotencia antecedente y perpetua de uno de los esposos para el acto matrimonial (debe ser antecedente, porque tenía que existir en el momento del matrimonio; y es causa de nulidad porque para el matrimonio católico el fin del matrimonio es la procreación, el tener descendencia). •La falta de consentimiento debido a dos posibles motivos: Por carecer de suficiente uso de razón (es decir, por ejemplo, por ser una persona muy infantil, no tener suficiente uso de razón). 35 Por la existencia de un grave defecto de discreción de juicio acerca de los derechos y deberes esenciales del matrimonio, que mutuamente se han de dar y aceptar ambos cónyuges (es decir, no ser consciente de la trascendencia del acto que se está realizando). •Por la existencia de un problema psíquico que impida asumir las obligaciones del matrimonio (es decir, debido a la existencia de una enfermedad mental). •Por razones de parentesco, si por ejemplo son hermanos o primos, y no han procedido además a pedir dispensa para poder contraer matrimonio. •Por el padecimiento de uno de los cónyuges de alguna enfermedad que ha ocultado al otro miembro de la pareja, de forma que la decisión del segundo podría haber cambiado si hubiera tenido tal información. •Si uno de los cónyuges se casa teniendo el propósito de no tener hijos nunca (va contra el espíritu católico de "creced y multiplicaos"). •Por existir una falta de libertad en el consentimiento de uno de los cónyuges. Ejemplos comunes son: el rapto de la mujer por parte del hombre o el varón que se casa bajo la presión de la familia de ella por haberla dejado embarazada. •Si uno de los miembros que se casan (o los dos) no está bautizado previamente. Es decir, ha existido un fraude ante la Iglesia alegando un bautismo que nunca se produjo. •Si uno de los cónyuges se casa con una persona viuda, cuando de manera material o intelectualmente uno de los dos nuevos contrayentes provocó o colaboró en la muerte de la anterior pareja, para poder contraer el actual matrimonio. •Si conociendo cuáles son las dos propiedades esenciales del matrimonio (unidad e indisolubilidad) de manera razonada se hubiera obrado 36 queriendo excluir alguna de ellas. •Si al contraer matrimonio existía una causa externa que implicaba violencia o miedo grave y que sólo se podía superar mediante la opción matrimonial. Además, existen dos tipos de nulidad: la relativa, que puede ser "corregida" por la acción de cada una de las partes, y la absoluta, que no se puede corregir e incluso debe implicar la actuación directa de un juez eclesiástico si la llega a conocer. Esta nulidad absoluta tendrá que decretarse o bien por acción (he cometido un acto contrario al matrimonio eclesiástico) o por omisión (he obviado algún requisito). Los responsables de otorgar la nulidad eclesiástica son los jueces de los Tribunales Eclesiásticos. Existe una pirámide judicial eclesiástica, de forma que si una persona así lo desea puede recurrir la decisión de un juez eclesiástico, hasta llegar incluso a la Santa Sede, en Roma. Y dentro de los tribunales se sitúa el elenco donde pueden actuar los peritos, por ejemplo, psicólogos peritos, psiquiatras, etc., que evalúen la salud mental de las partes implicadas en el momento de contraer matrimonio. Por otra parte, los tribunales eclesiásticos no se ocupan sólo de las nulidades matrimoniales. Fundamentalmente desempeñan otras dos tareas: •Las secularizaciones; es decir, el despojar de los votos a los sacerdotes, hermanos y monjas que desean colgar los hábitos, o que aunque no lo desean, debido a su salud, deben dejarlos (por ejemplo, esquizofrenias). •El levantamiento de los vetos. Ante una nulidad matrimonial, si la Iglesia determina que una persona no debería haberse casado, le impone una serie de vetos, es decir, le impide volver a casarse para evitar que vuelva a surgir una situación igualmente problemática. De esta manera, una persona a la que se le ha otorgado la nulidad no podría volver a casarse por la Iglesia. Sin embargo, estas personas pueden pleitear ante el tribunal para levantar esos vetos, tratando de demostrar que dicha 37 causa ya no existe (y por lo tanto, pudiendo volver a contraer matrimonio eclesiástico). En los levantamientos de vetos también intervendrán los peritos del elenco. Por lo tanto, la nulidad se emplea fundamentalmente dentro de la Iglesia católica, y las decisiones de los tribunales, en España, tienen plena validez civil. Los peritos se encuentran en el elenco, y actúan tanto en los casos de nulidad como en los de secularizaciones y los de levantamiento de vetos. Se trata de un proceso externamente muy parecido al civil, es imprescindible presentarse al mismo con un abogado y existen los peritos - a los que quien acuda a ellos está obligado a someterse a las pruebas que el tribunal estime pertinentes, sean psicológicas, biológicas o las que se estimen oportunas-. Por último, las decisiones de estos tribunales son apelables (Tribunal de la Rota, de Roma, etc.). 2.2. La separación matrimonial Otra de las posibilidades de disolución del matrimonio es mediante la separación. La característica fundamental es que implica que ambos cónyuges deciden interrumpir sus relación matrimonial, darse un respiro dentro de la misma, dejar de convivir y hacer vidas independientes, pero no romper el vínculo matrimonial. Es decir, siguen casadas a todos los efectos, ya que la relación matrimonial sólo se extingue por defunción de uno de los cónyuges o por un proceso de divorcio, pero suspenden su relación. La realidad es que hoy, en España, apenas se utiliza esta figura, que tenía pleno sentido antes, pues se exigía como paso previo al divorcio. Por lo tanto, la separación se entiende como un punto intermedio desde el que volver a una relación matrimonial plena o desde el que avanzar hacia la ruptura total de la relación jurídica mediante el divorcio. Por otra parte, a la separación se puede acceder por la vía de los hechos. Una de las posibilidades es que ambos cónyuges decidan de mutuo acuerdo la misma, y otra que uno de los dos tome la decisión de manera unilateral, abandonando el domicilio familiar. Si el caso fuera el segundo, es preciso 38 destacar la existencia de dos problemas. En primer lugar, cuando uno de los cónyuges decide desaparecer y no volver por el domicilio conyugal, normalmente no se ha procedido a la liquidación del régimen económico del matrimonio - especialmente si el régimen es de gananciales - lo que para el cónyuge que no abandonó el hogar puede generar problemas, al ser éste responsable de igual manera que el otro de cuantas cuestiones económicas se planteen. Y en segundo lugar, quien abandona el domicilio incurre en un delito de abandono de domicilio familiar. Por otro lado, las cosas se complican si hay hijos. Existen formas para evitar este problema, y quizá la más adecuada es que ambos cónyuges acudan a un notario, que especifiquen de mutuo acuerdo cómo van a ser sus relaciones a partir de ese momento y determinen una distribución de bienes y los acuerdos referentes a cómo van a actuar con sus hijos. Normalmente, dicho acuerdo ante un notario, en el futuro, se utilizará como convenio regulador que se presentará ante un juzgado o, si los cónyuges así lo desean, volver a reanudar la convivencia. Otra vía, distinta a la notarial, es la judicial; mientras que la notarial sólo puede emplearse si existe mutuo acuerdo, la judicial se puede utilizar tanto si existe como si no, ya que en el segundo de los casos el juez decidirá al respecto. Bajo el supuesto de que se emplee la vía judicial pero dentro del mutuo acuerdo, es preciso tener en cuenta dos cuestiones: •Que esta opción no es posible si no han pasado como mínimo tres meses desde que se celebró el matrimonio, y además junto a la demanda de separación se debe adjuntar un convenio regulador en el que conste el acuerdo de los cónyuges al menos con respecto a la guarda y custodia de los hijos, el régimen de visitas, la pensión alimenticia, la pensión compensatoria (si ésta procede) y el uso de la vivienda familiar. Este plazo mínimo de tres meses no tiene que cumplirse, sin embargo, en el caso de que quede acreditado que existe peligro para la vida, la integridad física, la libertad, la integridad moral o la libertad e indemnidad sexual del cónyuge que efectúa la solicitud, de los hijos o de ambos. 39 •No hay por qué alegar ninguna causa, simplemente es bastante con que ambos cónyuges expresen su conformidad en poner fin a la convivencia. Si bien lo ideal es siempre que los procedimientos sean de mutuo acuerdo, no siempre va a ser posible que suceda así, por lo que se plantearía un procedimiento contencioso. De ser así, no tiene por qué aportarse un convenio regulador, ya que éste debe ser impuesto por el juez. No obstante, lo mejor es que cada parte presente el suyo, ya que así el juez podrá examinar las razones y las pretensiones de cada una de las partes. Una de las ventajas de la ley de 2005 es la no necesidad de alegar causas para proceder a separarse o divorciarse. Por otra parte, en función de la gravedad y de las características de cada caso, se puede tramitar (previamente o de manera simultánea) las medidas provisionalísimas y/o las medidas provisionales, que especifiquen de manera más ágil cómo va a ser la situación patrimonial y sobre todo cómo se va a actuar con respecto a los hijos. Por último, al igual que en el caso del divorcio, cualquier procedimiento litigioso puede convertirse en otro de mutuo acuerdo, si bien dicha conversión implica que deben elaborar y tramitar un convenio regulador. 2.3. El divorcio La tercera forma de disolución del matrimonio es el divorcio. A partir de la modificación legal de 2005, es posible solicitar el divorcio sin necesidad de haber obtenido previamente la separación. Las modificaciones introducidas en el texto implican que el divorcio es un asunto que pertenece a la intimidad de la pareja, y por lo tanto el Derecho no debe involucrarse en lo que lo motive o no, de forma que no es preciso argumentar ningún tipo de causa. Es más, la causa se sobreentiende por el mero hecho de que se presenta la demanda y no es preciso especificar cuál es. Por otra parte, si se asume dicho argumento, se debe asumir también que quienes dirigen el proceso deben ser sus protagonistas antes que el juez. Esta nueva perspectiva abre la puerta al empleo fundamental de la mediación, y al intento de los jueces de que su 40 actuación sea la mínima posible y que sean las partes las que tomen las decisiones. La forma jurídica de dichas decisiones la fijarán los abogados y, en última instancia, también el juez. Por supuesto, si no existe tal posibilidad de acuerdo, tendrá que decidir el juez. Es preciso destacar también que el cambio en los trámites, el hecho de que el divorcio no sea el último tramo que se puede y/o debe seguir para romper del todo un matrimonio hace cambiar ese punto de vista terminal y desdramatiza el proceso, ya que el divorcio se concibe como una forma sin más de disolución de la convivencia. De hecho, hasta 2005 lo que no se contemplaba era el libre albedrío de los cónyuges para disolver el matrimonio, sino que debería encontrarse una causa excepcional que explicara el "fracaso" del mismo. Los tiempos eran otros, y la sociedad entendía que un matrimonio, aun siendo civil, lo era para toda la vida, por lo que si se debía romper implicaba un fracaso de las partes, y una sensación de culpabilidad, de que una de las dos partes o las dos habían fracasado. Así, la otra parte no se puede oponer a la demanda de separación de quien la tramite, ni tampoco la puede rechazar el juez, salvo circunstancias que no tienen que ver con el tema en sí. Los requisitos para poder interponer una demanda de divorcio son los siguientes: •Que hayan transcurrido tres meses desde la celebración del matrimonio, excepto, al igual que se estableció con la separación, que se acredite la existencia de un riesgo para la vida, la integridad física, la libertad, la integridad moral o la libertad e indemnidad se xual del cónyuge demandante, de los hijos o de ambos. Es decir, ante una situación de peligro. •Que en la demanda que se presente en el juzgado se realice una solicitud y una propuesta de las medidas que han de regular los efectos derivados de la separación. Y al igual que en la separación, podemos distinguir dos tipos de divorcio: 41 de mutuo acuerdo o mediante procedimiento contencioso. En el caso de que haya mutuo acuerdo, los requisitos para presentar la demanda de divorcio son los siguientes: •Que hayan transcurrido tres meses desde el matrimonio. •Que exista un acuerdo entre ambos cónyuges tanto en lo que se refiere a la voluntad de celebrar el divorcio como con respecto a los efectos que se derivan del mismo. •Que se presente un convenio regulador, en el que se deben incluir los pactos a los que llegan ambos cónyuges, y en concreto deben figurar los siguientes aspectos: -La custodia de los hijos menores de edad, especificando cuál va a ser la persona que los cuide, salvo que se determine que se va a tratar de una custodia compartida. -Cuál va a ser el régimen de visitas, comunicaciones, y estancia de los hijos con el progenitor no custodio, en el caso de nuevo, de que no exista custodia compartida. -A quién se atribuye el uso de la vivienda conyugal, así como de los muebles y enseres de la familia. -La fijación de las pensiones a favor de los hijos, y si es necesario del otro cónyuge, y quién está obligado al pago de las mismas. -Qué contribución va a realizar cada cónyuge a las cargas económicas familiares. -La disolución del régimen económico matrimonial y, si es el caso, la liquidación de los bienes comunes. Si bien la demanda de divorcio se interpone con abogado y procurador, en este caso, al existir mutuo acuerdo, no hace falta que ambas partes presenten 42 los mismos, sino que pueden ser comunes. Una vez presentada la demanda, el juez va a citar por separado a cada cónyuge, para que ratifiquen la misma y den su conformidad con lo que han especificado en el convenio regulador. En el caso de que alguno de ellos no se ratifique, el juez ordenará el archivo del expediente y cada una de las partes podrá presentar una demanda contenciosa. Por supuesto, además de que ambas partes deben ratificar la demanda y el convenio, el juez debe determinar que éste no es dañoso para los hijos, por lo que debe intervenir en el proceso, emitiendo un informe, el Ministerio Fiscal. Y si el Juez estima que no debe aprobarse el convenio presentado porque puede ser perjudicial para los menores, tiene que conceder a las partes un plazo de diez días para que propongan un convenio nuevo, cuyas modificaciones se limiten a los puntos que han presentado algún problema. Es preciso reseñar también que el juez debe oír a los hijos, siempre que éstos tengan suficiente capacidad o juicio para ello, y en todo caso si tienen doce años o más. Además, la forma de oírlos debe ser tal que respete su intimidad y confidencialidad. Por último, se dictará sentencia y se inscribirá la misma en el Registro Civil. ¿Y si no es posible que se pueda realizar el divorcio de mutuo acuerdo? En ese caso se puede plantear litigiosamente; se trata del divorcio contencioso, del que nos vamos a ocupar a continuación. Si se plantea un divorcio contencioso, el único requisito necesario para presentar la demanda es el de haber transcurrido tres meses desde la celebración del matrimonio, salvo de nuevo si se acredita la existencia de riesgo para la vida, integridad física, libertad, integridad moral o libertad e indemnidad sexual del cónyuge demandante, de los hijos o de ambos. Quien la presenta la debe solicitar y proponer las medidas que deben regular la nueva situación, de forma que el demandado está obligado a contestar a lo solicitado y propuesto. Además, el juez debe intentar que se llegue a un acuerdo, parcial o total, sobre los puntos de la demanda. 43 ¿Qué efectos tiene el divorcio? Los resumimos a continuación: •La disolución del matrimonio, es decir, la desaparición del vínculo matrimonial de forma irreversible. De todas formas, los que van a pasar a ser excónyuges, pueden volver a ser cónyuges si se casan de nuevo. 9La modificación de su estado civil, que pasa a ser de divorciado. •La disolución del régimen económico matrimonial, aunque a veces no esté expresamente liquidado. •La pérdida de derechos, por ejemplo el sucesorio, entre los cónyuges. 2.4. Psicología aplicada a la ruptura de la pareja 2.4.1. Los diversos procesos de divorcio Las sociedades varían mucho a la hora de enfocar la ruptura de una pareja, y la misma sociedad cambia de opinión con el tiempo. Así, es posible entender que haya posturas que oscilen entre valorar la ruptura conyugal como un paso más en el crecimiento adaptativo de una familia, como el final de la misma o, más bien, como un episodio degenerativo que dificulta el desarrollo de los miembros que la sufren (Clemente, 2011). La ruptura genera dolor en todos los miembros de la familia y afecta especialmente a los hijos cuando los hay. Pero sus efectos no deben ser concebidos únicamente como perniciosos. Una crisis de desarrollo forma parte de la evolución normal de cada familia (matrimonio, nacimientos de hijos, etc.), y una superación adecuada facilita el crecimiento, aunque los problemas pueden aparecer cuando una parte de la familia intenta impedirla o provocarla antes de tiempo. Desde un modelo evolutivo de crisis, podemos concebir la separación como un proceso que transcurre en diferentes niveles relacionados entre sí, ubicable temporalmente y puesto en contexto en función de las múltiples 44 cuestiones que deben resolverse en cada uno de sus estadios. Algunos autores (Bohannan, 1970; Giddens, 1989) distinguen hasta seis "procesos de divorcio": •Emocional •Legal •Económico •Coparental 9Social 9Psíquico Todos ellos debe afrontarlos una pareja indefectiblemente para completar su ruptura. Todos ellos tienen que ser abordados y en todos puede surgir el conflicto cuando no se obtienen los resultados deseados. Éste puede ir expresándose alternativamente en cada proceso, al mismo tiempo que van generándose las diferentes soluciones. También es posible que alguno de ellos adquiera una especial preponderancia conflictiva sobre los demás, impidiendo la resolución de los otros y provocando que el tiempo de elaboración de la ruptura se alargue más de lo debido. Los diferentes procesos no son temporalmente paralelos, aunque en algunos momentos transcurren solapados y se interrelacionan mutuamente. Así, la ruptura emocional suele iniciarse mucho antes de llegar la separación física y puede prolongarse una vez finalizado el proceso legal. Ésta va íntimamente asociada a la económica, mientras que la social y la psicológica suelen ser las últimas en resolverse. Kaslow (1988) propone un modelo explicativo de las fases por las que atraviesa una ruptura (divorcio), al que define simultáneamente como ecléctico y dialéctico, y denomina "diacléctico". El modelo, esquemáticamente resumido, es el siguiente (véase Clemente, 2011): 45 •Predivorcio. Se trata de un periodo de deliberación y desaliento. Se plantea el divorcio emocional, que hace referencia al deterioro de la relación y al aumento de la tensión que conduce a la ruptura. Se producen sentimientos de desilusión, insatisfacción, alienación, ansiedad, incredulidad, desesperación, temor, angustia, ambivalencia, shock, vacío, enojo, caos, inadecuación, baja autoestima y pérdida. Se producen fenómenos como la evitación del otro cónyuge, llantos, confrontaciones, riñas, negación, abandono físico y emocional, pretensión de que todo está bien, intentos de recuperar el afecto y búsqueda de consejo en la red social. •Divorcio. Se trata de un periodo de compromisos legales. El divorcio legal legitima la separación y regula sus efectos. Se producen sentimientos como la depresión, la separación, el enojo, la desesperanza, la autocompasión y/o la indefensión. A continuación se produce el divorcio económico, que conlleva el reparto de los bienes y la búsqueda de garantías que salvaguarden la subsistencia de ambos cónyuges y de sus hijos. Se aborda también el divorcio coparental, mediante la regulación de las cuestiones de custodia y visitas respecto a los hijos. Y por último el divorcio social, o reestructuración funcional y relacional ante la familia, las amis tades y la sociedad en general. Por último, el divorcio psíquico supone la consecución de independencia emocional y elaboración psicológica de los efectos de la ruptura. 2.4.2. Conflicto en la pareja y conflicto legal Muchas personas deciden separarse en fases muy avanzadas de alejamiento emocional. Son parejas que se han ido desligando progresivamente y a las que la ruptura no supone más que un nuevo paso en dicho proceso. Otras han podido comunicarse sus insatisfacciones y deseos de cambio, han intentado alternativas de relación y han llegado a una conclusión más o menos conjunta. Pero no es fácil cumplir con todos los requisitos para una "buena separación". Son inevitables unos ciertos niveles de conflicto (Clemente, 2011). Analicemos algunos de estos procesos: 46 •Parejas semidesligadas: la pareja ha evolucionado por separado previamente a la ruptura, y ésta ha sido manejada con un relativo bajo nivel de conflicto. La aparición posterior de problemas prácticos en cuanto a la custodia o las visitas, puede indicar la persistencia de vínculos emocionales no resueltos entre los padres. •Conflictos de puertas cerradas: son parejas que evitan la confrontación directa refugiándose, tanto física como psicológicamente, en un silencio que pretende indicar rechazo, ira o frustración, pero tras el que se ocultan sentimientos de apego, dolor profundo y miedo al abandono. Este patrón puede ser fácilmente transmisible a los hijos. •La batalla por el poder: la separación puede constituir un intento de desequilibrar el reparto de poder dentro de la familia. Aquel que siente que más ha perdido durante la vida en común, puede ahora reaccionar luchando por conseguir una posición dominante en el proceso, poniendo en juego para ello armas como el culpar al otro, la utilización de los hijos o la explotación de ventajas legales en el juzgado. •El enganche tenaz: un cónyuge intenta dejar al otro, mientras que éste hace lo posible por evitarlo. Puede utilizar el chantaje emocional, a veces bajo la forma de intentos de suicidio o autolesiones. En ocasiones, el que corta la relación se ve impulsado al retorno, pero el intento de reconciliación suele durar poco tiempo, y el que es abandonado se sentirá más lastimado y enfadado que antes. Algunos autores han descrito esta misma situación como el "síndrome del esposo ambivalente". •Confrontación abierta: muchas parejas se sienten negativamente conmocionadas y humilladas cuando se descubren a sí mismas agrediéndose verbalmente de una forma completamente inusual. El conflicto puede llegar a ser tan intenso que, inevitablemente, cada vez que se produce una discusión se desencadena una brusca escalada de la violencia. Ambos pueden sentirse avergonzados por lo que ocurre, al mismo tiempo que incapaces de controlar sus reacciones. 47 •Conflictos enredados: se trata de parejas que dan la impresión de estar realizando una fuerte inversión emocional en un intento de procurar que su lucha continúe. Son capaces de sabotear todo tipo de decisiones relacionadas con su ruptura por continuar con la batalla. Reavivan el conflicto cuando están a punto de solucionarlo. Su resistencia a encontrar y aceptar soluciones frustra cualquier intento de ayuda legal o psicosocial. •Violencia doméstica: cuando se ha creado una dinámica en la que un cónyuge (normalmente una mujer) es repetidamente maltratado por el otro, la ruptura puede resultar algo inalcanzable. La conjunción de agresiones y amenazas coloca a muchas personas en un permanente estado de temor e intimidación que dificulta sus intentos de romper con la violencia o con la relación. Dicho estado puede continuar mucho tiempo después de materializada la ruptura. Kressel y colaboradores (en Clemente, 2011) elaboraron una interesante tipología de parejas basada en tres dimensiones: nivel de conflicto, frecuencia y apertura de la comunicación, y grado de ambivalencia respecto de la decisión de ruptura. Así, describieron cuatro patrones de interacción, como se muestra en el cuadro 2.1. Cuadro 2.1. Patrones de interacción en la pareja según Kressel •Las parejas enredadas debaten intensa e interminablemente los pros y contras de la ruptura. Acuerdan separarse pero no llevan a cabo su decisión y suelen mantener la misma residencia - e incluso dormir en el mismo lecho y mantener relaciones sexuales- hasta que tienen una decisión judicial. Son proclives a conflictos legales crónicos. 48 •Las parejas autistas se evitan física y emocionalmente. Evitan el conflicto por ansiedad. Las dudas y la incertidumbre sobre el destino de la pareja se extiende a todos los miembros de la familia. La ruptura suele ser brusca y decidida unilateralmente, lo que produce un mayor rechazo comunicativo en el otro. •Las parejas con conflicto abierto pueden expresar claramente sus deseos de ruptura y llegar a acuerdos al respecto con relativa facilidad. Son capaces de negociar sobre los bienes o los hijos con una intensidad aceptable de conflicto, pero habitualmente no se quedan conformes con los resultados y pueden provocar nuevas negociaciones o litigios años después de la separación. •Las parejas desligadas han perdido todo tipo de interés mutuo. Han pasado un período relativamente largo en el que uno o los dos, de forma incomunicada, han considerado la posibilidad de la ruptura, de forma que cuando ésta se produce no suele generar grandes reacciones emocionales. Las decisiones posteriores se toman por separado o a través de los abogados, pero sin excesivo conflicto. Preguntas de autoevaluación 1.La nulidad matrimonial suele ser un proceso eclesiástico. Señale cuál de los siguientes motivos no se puede emplear para solicitarla: a)La impotencia antecedente y perpetua de uno de los esposos. b)Por la existencia de un grave defecto de discreción de juicio acerca de los derechos y deberes esenciales del matrimonio. c)Si existe al contraer matrimonio una causa externa que implica violencia o miedo grave, que sólo se pueda superar mediante la opción del matrimonio. d)Por la existencia de una enfermedad mental sobrevenida tras haber 49 contraído matrimonio. e)Si uno de los cónyuges se casa teniendo el propósito de no tener hijos nunca. 2.La separación por vía judicial existiendo mutuo acuerdo implica los siguientes requisitos (señale la alternativa incorrecta): a)Deben haber pasado como mínimo tres meses desde que se celebró el matrimonio, en los casos en que exista. b)Junto a la demanda se debe adjuntar un convenio regulador. c)Se debe alegar una causa que determine el porqué de querer poner fin a la convivencia entre los cónyuges. d)Ambos cónyuges deben expresar su conformidad en poner fin a la convivencia. e)De solicitarse la separación únicamente solicita tal condición legal, pero no el divorcio. 3.En el caso de que haya mutuo acuerdo de divorcio entre los cónyuges, se debe presentar un convenio regulador, en el que se deben incluir los pactos a los que llegan ambos cónyuges, y en concreto deben figurar los siguientes aspectos (señale la alternativa falsa): a)La disolución del régimen económico matrimonial y, si es el caso, la liquidación de los bienes comunes. b)De establecerse una custodia compartida, la de los hijos menores de edad, especificar cuál va a ser la persona que los cuide. c)La fijación de las pensiones a favor de los hijos y, si es necesario, del otro cónyuge y de quién está obligado al pago de las mismas. 50 d)Cuál va a ser el régimen de visitas, comunicaciones y estancia de los hijos con el progenitor no custodio, en el caso de de que no exista custodia compartida. e)A quién se atribuye el uso de la vivienda conyugal, así como de los muebles y enseres de la familia. 4.Algunos autores establecen la existencia de varios tipos de divorcio, además del legal. Dichos tipos pueden ser los siguientes (señale la alternativa falsa): a)Administrativo. b)Emocional. c)Psíquico. d)Social. e)Económico. 5.El conflicto de puertas cerradas se refiere al que se produce (señale la alternativa correcta): a)Cuando un cónyuge intenta dejar al otro, mientras que éste hace lo posible por evitarlo. b)Cuando un cónyuge intenta dejar al otro, mientras que éste hace lo posible por evitarlo. Puede utilizar el chantaje emocional, a veces bajo la forma de intentos de suicidio o autolesiones. c)Cuando la separación puede constituir un intento de desequilibrar el reparto de poder dentro de la familia. d)En aquellas parejas que se sienten negativamente conmocionadas y humilladas cuando se descubren a sí mismas agrediéndose verbalmente 51 de una forma completamente inusual. e)En aquellas parejas que evitan la confrontación directa refugiándose, tanto física como psicológicamente, tras un silencio que pretende indicar rechazo, ira o frustración. 52 3.1. El interés del menor El tan extendido concepto de interés del menor, que guía tantas leyes, en especial las referentes al divorcio y a la disolución de la convivencia, es algo vago, difícil de definir y voluble en función de la evolución de la sociedad. Esto implica que cuando alguien (léase un juez) quiere interpretar este concepto para actuar en consecuencia, efectúe una interpretación distinta a otros, y por lo tanto se produzca una alta disparidad de sentencias. Por lo tanto, el juzgador efectuará interpretaciones dispares según su percepción del significado del concepto, y además, tendrá que considerar circunstancias externas, de forma que deberá tener en cuenta, por ejemplo, la edad de los menores o el tipo de familia. Así, el juez puede seguir varias interpretaciones, que según MartínCalero (2010) se pueden englobar de la siguiente manera: •La preferencia de la madre a la hora de cuidar a los hijos de menor edad. Así lo reconoce incluso el principio sexto de la Declaración de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas. De esta manera, muchos jueces interpretan que es la mujer la más capacitada para atender a los niños pequeños, y será a ella a la que se le atribuya la guarda y custodia, salvo que exista alguna característica que lo impida; es decir, que se demuestre la incapacidad de la misma, por ejemplo, por padecer una enfermedad, padecer una adicción, etc. •Procurar la estabilidad del menor o el mantenimiento de la situación previa. De esta manera, lo que deberían hacer los jueces es investigar cuáles eran las tareas que realizaban con el menor cada uno de sus progenitores e intentar que la situación legal que se establezca como guarda y custodia recoja el menor cambio posible con respecto a la 53 situación previa a la ruptura de pareja. •Que siempre exista y se mantenga un contacto con ambos progenitores. Este concepto también está recogido por la Convención de los Derechos del Niño, que en su artículo 9.3 obliga a las naciones a respetar los derechos del niño que esté separado de uno o de ambos padres y a que dicho menor pueda mantener relaciones y recibir el cuidado de ambos progenitores de manera regular. De hecho, esta idea se convierte precisamente en el modelo fundamental a seguir en el tipo de custodia compartida. •Abogar por el bienestar emocional del menor. Si se prima el interés emocional y afectivo del menor, se debe hacer caso fundamentalmente a éste, de forma que el niño mantenga un contacto mayor o menor con cada progenitor según el mismo suponga un bienestar emocional para él. El concepto de interés superior del menor ha orientado en la actualidad todo lo relativo al Derecho de Familia (De Torres, 2011), ya que dicha especialidad del Derecho se convierte en el hilo conductor de las siguientes normas jurídicas: •La Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor. La Ley de Modificación parcial del Código Civil. •La Ley de Enjuiciamiento Civil. La filosofía inherente a este sistema (De Torres, 2011) es la de garantizar al menor un entorno adecuado, de forma que éste pueda desarrollar las capacidades y cualidades necesarias para que pueda desarrollarse, conseguir un crecimiento personal, se proteja su dignidad, se garantice que crezca libre de injusticias y de posibles discriminaciones, y que se prioricen sus intereses por encima de los de los demás de su entorno. Así, el Derecho cumpliría con su obligación de proteger a la parte que a priori es más débil. Así, para poder 54 conseguir este ideal lo que debe hacer toda institución es conseguir que prevalezca el interés del menor por encima de cualquier otro interés, aunque esos otros merezcan también ser protegidos. Se rompe así la prevalencia, dentro del Derecho de familia, de la integridad de la familia sobre el interés del menor. Respecto a la prevalencia anterior del interés de la conservación de la familia, visión basada en la ideología católica, habría mucho que debatir, y no es éste el lugar. Baste reseñar, sin embargo, que esa prevalencia que sitúa al menor por encima de todo, al señalar que se debe conseguir una situación que propicie su forma de vida anterior, entiende que se puede conseguir dicha forma independientemente de que la relación de sus padres se haya roto, lo cual es imposible. La realidad es que salvo casos en los que ha habido malos tratos de cualquier tipo, los niños preferirían seguir viviendo con ambos progenitores, lo cual es imposible e incongruente con la situación de ruptura. Por lo tanto, lo que quiere el Derecho es incongruente, o simplemente una mera utopía absolutamente inalcanzable: el niño sería feliz si ambos progenitores estuvieran con él conjuntamente, y eso es imposible, por lo que ayudaría más al menor tener clara la nueva relación. Por otra parte, el reconocimiento de la individualidad de cada parte permite que cada una de ellas pueda defenderse como persona y que todas sean iguales, cuestión que con anterioridad perjudicaba tanto a la mujer como a los niños, ya que se reconocía la primacía del varón como padre de familia, y esa primacía le permitía incluso aplicar "correcciones" (léase malos tratos) sobre la mujer y sobre sus hijos. De esa manera, se sometía a mujeres y niños a vivir en ocasiones en hogares desestructurados y a sufrir malos tratos. Así, el hecho de que la actual legislación haga prevalecer el interés del menor, en realidad se refiere a que dentro del respeto a los derechos de cada miembro individual, de existir conflicto, hace prevalecer el de la parte más débil, en este caso el menor. 3.2. La protección de los hijos 55 Desde un punto de vista ético, cuando una pareja decide romper la relación que existía entre ellos, ambos deberían fijarse como prioridad proteger a sus hijos, especialmente a los que sean menores de edad. Y la obligación de los poderes públicos es verificar que esos niños están protegidos; o lo que es lo mismo, que no están en una situación de desprotección. Caso de que las administraciones públicas observaran que un menor está en desprotección, deben actuar asumiendo lo que se denomina la tutela de ese menor. Lo normal es que ambos progenitores cuiden de sus hijos, que se preocupen por ellos y que por lo tanto sean los primeros en actuar por el bien del mismo. Pero no siempre los padres cumplen adecuadamente con esta función, por lo que dichos poderes deben actuar, bien quitando la patria potestad a uno de los progenitores, bien a ambos. Hasta que se aprobó la Ley de Protección Jurídica del Menor (1996), se entendía que los niños eran "propiedad" de sus padres, y por lo tanto, si por ejemplo se infringía un castigo corporal a un niño, los poderes públicos no intervenían, salvo que dicho castigo fuera excesivo. Igual pasaba con el trato a la mujer por parte del marido. De hecho, como el matrimonio sólo podía ser religioso, normalmente eran los tribunales eclesiásticos los que intervenían en los casos de malos tratos (por ejemplo por sevicias) imponiendo la separación eclesiástica de los cónyuges. En una palabra, era el varón el que poseía la potestad de actuar como considerara pertinente con su mujer y con sus hijos. Afortunadamente dicha ley cambió la filosofía existente, estableciendo que los menores no son "propiedad" de sus padres, sino que los poderes públicos delegan en ellos la posibilidad de cuidarlos, delegación que se puede retirar si éstos no cumplen adecuadamente con su labor, y en especial si se demuestra la existencia de malos tratos de cualquier tipo. Es por este motivo por el que vamos a tratar, en primer lugar, el concepto de tutela. 3.3. La tutela La tutela es un concepto que se aplica a la hora de ocuparse o bien de los menores de edad o bien de las personas discapacitadas, y tiene como objetivo la guarda y la protección, tanto de las personas en sí como de sus bienes (a 56 veces sólo de uno de los dos). Existen dos sistemas de tutela: •El sistema de tutela familiar, que otorga la función de protección del menor a un grupo familiar. Al protegido se le denomina pupilo. •El sistema de tutela de autoridad, que consiste en que es la autoridad pública (el juez o el fiscal, normalmente de menores) la que controla al tutor. La reforma de nuestro Código Civil, efectuada en 1983, ha elegido el sistema de autoridad. Así, si un menor pasa a estar bajo la protección de uno de sus progenitores, a su vez la autoridad pública estará atenta para determinar si ese menor está bajo condiciones adecuadas. Desde el punto de vista legal, las personas que pueden estar sujetas a tutela son las siguientes: •Los menores no emancipados que no estén bajo la patria potestad. Un ejemplo es cuando ambos progenitores han fallecido, o, sin que hayan fallecido, se les ha privado de la patria potestad sobre sus hijos (por ejemplo, por haber querido matarlos). Si así sucede se dice que la tutela tiene un carácter pleno, es decir, comprende tanto la protección del menor como de sus bienes materiales. •Las personas incapacitadas, pero siempre que la sentencia de incapacitación así lo establezca. •Las personas sujetas a la denominada patria potestad prorrogada al cesar ésta. Esto se refiere al hecho de que se prorrogó la patria potestad de personas que antes habían sido menores, y se convierten en adultos. No sería así si se aplicara la curatela, que comentaremos en breve. •Los menores que estén en situación de desamparo. Una situación así se produce cuando es imposible o inadecuado el cumplimiento de los deberes de protección; en definitiva, si el menor queda privado de una adecuada asistencia moral y material. Recibe el nombre de tutela automática. 57 La tutela no se puede llevar a cabo si no se produce un proceso de delación, que consiste en la designación de la persona o de las personas que van a ejercer la función de tutor. Será, lógicamente, el juez quien nombre al tutor, y sus preferencias son el elegir: •Al cónyuge que conviva con el tutelado. •A los padres. •A las personas designadas por éstos en su última voluntad. •Al descendiente, ascendiente o hermano. •En defecto de las personas anteriores, a quien, por sus relaciones con el tutelado, y en beneficio de éste, considere como más idóneo para ejercer la tutela. •A la entidad pública que en la correspondiente comunidad autónoma tenga encomendada la protección de menores. ¿Y quiénes tienen la obligación de promover la tutela? Pues por orden, las siguientes personas o instituciones: •Los parientes a los que se cite para tratar la misma y a quienes hayan designado para ello los padres o tutores en un documento público anterior, de tipo notarial. •La persona bajo cuya guarda se encuentre el menor o incapacitado, y que podrá ser o bien la entidad pública, o bien el guardador de hecho. •El Ministerio Fiscal. •El juez competente en esa zona. Cuando existe una tutela, la labor del juez consiste en controlar los aspectos del tutelado que sean de mayor trascendencia, y concederá o no la 58 autorización de los mismos. Por otra parte, la labor del fiscal es la de vigilar el ejercicio de la tutela, y puede exigir al tutor que le informe acerca de la situación del menor o incapacitado, y del estado de la Administración de la tutela. Resumidamente, las obligaciones que tiene el tutor son las siguientes: •Prestar fianza que asegure el cumplimiento de sus obligaciones, si bien el juez puede modificar la prestada o dejarla sin efecto. •Formar inventario de los bienes del tutelado. •Constituir depósito con el dinero, alhajas, objetos preciosos y valores mobiliarios que a juicio de la autoridad judicial no deban quedar en poder del tutor. Por otra parte, el tutor tiene una serie de atribuciones, que también resumimos a continuación: •Representar al menor o incapacitado. •Velar por el tutelado, ya que éste es sin duda su deber esencial. •Recabar autorización judicial previa para realizar una serie de actos, como por ejemplo para enajenar bienes inmuebles. Y por supuesto, el tutor tiene una serie de derechos: 9Exigir respeto y obediencia al pupilo. •Percibir una retribución que el juez podrá fijar en función del trabajo que deba realizar y del valor y rentabilidad de los bienes. Se fija en forma de porcentaje, que normalmente oscila entre el 4% y el 20% del rendimiento líquido de los bienes. •Percibir una indemnización por los daños y perjuicios que sufra en el ejercicio de su cargo. 59 Pero además existen una serie de acciones que el tutor tiene prohibido, como las siguientes: •Recibir liberalidades del tutelado o de sus causahabientes, mientras no se haya aprobado definitivamente su gestión. •Representar al tutelado cuando en el mismo acto intervenga por cuenta de un tercero o haya conflicto de intereses. •Adquirir a título oneroso bienes del tutelado o transmitirle por su parte bienes por igual título. Para finalizar, hemos de referimos a las causas de extinción de la tutela, que son las siguientes: •Si el menor de edad cumple los dieciocho años, salvo cuando de forma anterior haya sido incapacitado judicialmente. •Por la adopción del tutelado menor de edad. •Por fallecimiento del tutelado. •Por la concesión al menor del beneficio de la mayoría de edad. •Cuando habiéndose originado la tutela por privación o suspensión de la patria potestad, el titular de ésta la recupere. •Cuando se dicte resolución judicial que ponga fin a la incapacitación, o que modifique la sentencia de incapacitación en virtud de la cual se sustituya la tutela por la curatela. Y es la curatela el concepto que vamos a tratar a continuación. 3.4. La curatela Cuando se estima que una persona no tiene la capacidad suficiente como para 60 ocuparse de sí misma y de sus bienes, pero sin embargo sí posee ciertas capacidades - es decir, su limitación es parcial pero no total - en lugar de designarle un tutor lo que se hace es recurrir a la figura de la curatela. Por lo tanto, la curatela es un cargo tutelar de asistencia al sometido a ella, de forma que se complemente pero no se reemplace su capacidad de autosuficiencia social, económica y cívica. Es decir, el llamado "curador" no suple ni representa ni cuida al sometido a la curatela, sino que lo que hace es "complementar" su capacidad en los actos que el titular no pueda realizar por sí mismo. De igual manera que la tutela, se trata de una figura que está bajo la salvaguardia permanente de la autoridad judicial. El Código Civil establece que las personas sometidas a curatela pueden ser las siguientes: •Los emancipados cuyos padres fallecieren o quedaren impedidos para el ejercicio de la asistencia prevenida por la ley. •Los que obtuvieren el beneficio de la mayoría de edad. 9Los declarados pródigos. •Los incapacitados cuya sentencia de incapacitación o la resolución judicial que la modifique los coloque bajo esta forma de protección. Suponemos que cualquier lector o lectora estará pensando que es muy difícil determinar si una persona ha de quedar sujeta a tutela o a curatela. Salvo en el caso de menores de edad o de personas que debido a una enfermedad psíquica poseen una discapacidad grande, es muy difícil determinar cuál de las dos medidas puede ser más correcta. Por eso los informes técnicos en este caso son fundamentales, elaborados fundamentalmente por psicólogos. El caso se vuelve problemático cuando puede quedar claro que la persona es capaz de cuidarse por sí misma, pero no está tan claro que se pueda ocupar de su patrimonio. Destacaremos por último que el acto realizado por la persona bajo curatela sin que intervenga el curador no es nulo, sino anulable. 61 3.5. La tutela de hecho A menudo, sobre todo en el caso de las personas mayores, se produce una tutela de hecho. Es decir, jurídicamente no se ha nombrado un tutor ni un curador, ya que en ningún momento se ha solicitado legalmente la incapacitación total o parcial de una persona, pero al no valerse por sí sola, son normalmente sus hijos quienes se ocupan de su cuidado, ejerciendo dichos papeles. Resulta curioso que ante una tutela de hecho el guardador no tiene ningún derecho pero sí obligaciones, ya que cualquiera que en la práctica desempeñe esta figura, debe siempre actuar con buena fe y diligencia. 3.6. El defensor judicial Se trata de un ente o de una persona que ante un asunto concreto, y por lo tanto durante un tiempo limitado, representa a la persona sometida a esta figura. Normalmente esta medida se adopta porque existe un conflicto de intereses, de forma que, por ejemplo, el tutor no puede ejercer su función, al tener interés o afectarle personalmente una decisión que debería tomar por el bien del pupilo. Por eso en ese caso, y sólo para resolver un asunto concreto, se nombra esta figura, que sustituye al tutor o curador sólo para ese asunto. Una situación típica es cuando los padres, que actúan de tutores, poseen un interés contrario al de su hijo, como en el caso, por ejemplo, de que el menor reciba una herencia, pero exista disputa sobre el porcentaje de los bienes que han de repartirse entre él y uno de sus progenitores. De ser así, debe ser una figura imparcial la que represente al menor, no una parte interesada. Esta situación es salvable en el caso de que dicha incompatibilidad sólo afecte a uno de los padres, ya que, de ser así, el otro se convertiría en el defensor judicial de manera automática. 3.7. La tutela automática Se trata de un término que se aplica cuando existe un menor en desamparo, es decir, cuando debe actuar la entidad pública de protección de menores que, 62 sin nombramiento previo, asume ex lege automáticamente la tutela del menor. Así, si la entidad pública (en España las comunidades autónomas) estiman que deben proteger a un menor, lo deberán hacer a la mayor rapidez posible, por lo que se produciría la tutela automática, disponiendo de cuanto sea necesario para evitar dicha desprotección del menor. Una vez que se aplican esas medidas (por ejemplo, llevar al menor a un centro de protección), deben comunicarle al Ministerio Fiscal que se ha adoptado esta medida, así como a sus padres, tutores legales o guardadores en un plazo máximo de cuarenta y ocho horas. Una situación de desamparo se produce ante un incumplimiento (o bien del inadecuado o imposible ejercicio) de los deberes considerados de protección que establecen las leyes. Puesto que se ha producido un hecho que ha requerido que la Administración actúe para proteger a ese menor, la adopción de la tutela automática supone inmediatamente la suspensión de la patria potestad o de la tutela ordinaria de los padres o tutores, si bien dichos actos pueden realizar actos patrimoniales siempre que no perjudiquen al menor. 3.8. La guarda La guarda se produce cuando los padres o tutores, debido a una circunstancia grave, no pueden cuidar del menor a su cargo, por lo que son ellos los que solicitan a la Administración que se ocupe de sus hijos durante el tiempo necesario para solventar el problema que ha ocasionado esta circunstancia. Lo que se realiza es un contrato de guarda, es decir, se constata por escrito que ambos padres siguen teniendo responsabilidades para con sus hijos, y se determina cómo se va a ejercer dicha guarda por parte de la Administración. Lo descrito es la denominada guarda voluntaria; sin embargo, existe una variante, que es la guarda forzosa, que se produce cuando es el juez el que impone la misma (guarda forzosa). 63 ¿En qué consiste la guarda? Pues en la realización con el menor de un acogimiento, que puede ser residencial (si se le traslada a un centro de protección de menores) o familiar (si se dispone de una familia que le integre en su hogar de manera temporal). En ambos caso siempre existen responsables de dicha guarda, bien el director del centro o los padres o tutores de la familia concreta. En todas estas actuaciones debe primar el interés del menor, que quiere decir que si esta medida se aplica a varios hermanos se debe procurar no separarlos, y que se debe evaluar y realizar un seguimiento de la idoneidad de dichos niños en cada una de las familias, evitando que se produzcan problemas de convivencia; de producirse éstos, se buscaría otra familia para el menor o los menores. 3.9. El acogimiento La figura del acogimiento se define como una situación temporal y revocable que se orienta a la protección de los menores que se encuentran privados de una adecuada atención familiar. Las posibilidades que presenta esta figura son las siguientes: •Acogimiento familiar simple: se trata de una medida de carácter transitorio, bien porque la vuelta del menor a su familia está prevista que se realice dentro de un periodo muy corto de tiempo, o bien porque esta solución de convivencia con la familia sea también muy temporal, ya que la medida de protección más adecuada es otra. •Acogimiento familiar permanente: no se prevén cambios en la situación de convivencia del menor, debe haber una estabilidad, y lo más adecuado es intentar que el menor siga en una familia determinada. Cuanto más pequeño es el menor, más suele optarse por esta solución. •Acogimiento familiar preadoptivo: se trata de asegurarse de que existe una adecuada vinculación y por lo tanto la medida de la adopción de un 64 menor por parte de una familia es totalmente adecuada. Es un periodo de prueba antes de adoptar, que sirve además como periodo de adaptación. Todos los tipos de acogimiento se tienen que formalizar por escrito, y debe incluirse el consentimiento del menor en el caso de que tenga doce años o más. De todas formas, en última instancia, el juez siempre tiene la potestad de determinarlo Dado que se trata de integrar al menor o a los menores dentro de una familia que se pueda ocupar de él o de ellos, tiene preferencia el acogimiento dentro de la familia natural extensa; sin embargo, esta característica debe valorarse, a veces porque puede ser pernicioso para el menor (posibles malos tratos o inculcación de malas costumbres) o porque la relación del menor con su familia haya sido prácticamente inexistente, de forma que no sea especialmente valorable este hecho. Por supuesto que el acogimiento familiar implica la plena participación del menor en la vida de la familia de acogida, por lo que se le impone a la familia en cuestión la obligación de velar por el, acompañarlo, alimentarlo, educarlo, etc. Vamos a referimos por último a los motivos por los que se producirá el cese del acogimiento: •Por decisión judicial. •Por decisión de las personas que lo tienen acogido, previa comunicación de éstas a la entidad pública. •A petición del tutor o de los padres que tengan la patria potestad y reclamen a su hijo. •Por decisión de la entidad pública que tenga la tutela o guarda del menor, cuando, oídos los acogedores, lo considere necesario para salvaguardar el interés de éste. 65 Preguntas de autoevaluación 1.Las interpretaciones de los jueces sobre el interés del menor pueden ser varias. Señale cuál de las siguientes es falsa: a)Considerar la opinión del menor como elemento crucial e ineludible de su mejor interés. b)La preferencia de la madre por cuidar a los hijos de menor edad. c)Procurar la estabilidad del menor o mantener la situación previa. d)Que exista y se mantenga un contacto con ambos progenitores. e)Abogar por el bienestar emocional del menor. 2.El concepto que se aplica a la hora de ocuparse o bien de los menores de edad o bien de las personas discapacitadas y tiene como objetivo la guarda y la protección, tanto de las personas en sí como de sus bienes, o a veces sólo de uno de los dos, se denomina: a)Curatela. b)Tutela de hecho. c)Tutela. d)Defensor judicial. e)Tutela automática. 3.Lo que se realiza en un contrato de guarda voluntaria es que: a)Se formaliza la decisión de las personas que tienen acogido a un menor, previa comunicación de éstas a la entidad pública. b)Se constata por escrito que 66 ambos padres siguen teniendo responsabilidades para con sus hijos, y se determina cómo se va a ejercer dicha guarda por parte de la Administración. c)Se asigna a los cuidadores el acogimiento de un menor por parte de la entidad pública. d)Se establece la voluntad del menor, tenga la edad que tenga, de ser acogido por quien establezca la ley. e)El juez constata por escrito las responsabilidades de los padres para con sus hijos, y se determina cómo se va a ejercer dicha guarda por parte de la Administración. 4.En el acogimiento familiar preadoptivo: a)Se trata de asegurarse de que existe una adecuada vinculación y que, por lo tanto, la medida de la adopción de un menor por parte de una familia es totalmente adecuada. b)Se plantea una medida de carácter transitorio, bien porque la vuelta del menor a su familia está previsto que se realice dentro de un periodo muy corto de tiempo, o bien porque esta solución de convivencia con la familia sea también muy temporal, ya que la medida de protección más adecuada es otra. c)No se prevén cambios en la situación de convivencia del menor, debe haber una estabilidad y lo más adecuado es intentar que el menor siga en una familia determinada. d)No se implica la plena participación del menor en la vida de la familia de acogida, debido a su carácter meramente temporal. e)Se le impone a la familia de acogida la obligación de velar por el menor, acompañarlo y alimentarlo, pero no así la de educarlo ya que esta función sigue asignada a sus padres. 67 5.La figura del defensor judicial: a)Sólo se aplica si no hay conflicto de intereses entre tutor y pupilo. b)Sustituye al tutor o curador ante todo asunto durante el periodo temporal que determine el juez. c)Es aplicable a los casos en que exista una incompatibilidad que afecte a uno de los padres, ya que en ese caso una persona diferente a los padres o progenitores se convertiría en el defensor judicial. d)Se trata de un ente o de una persona que ante un asunto concreto, y por lo tanto durante un tiempo limitado, representa a la persona sometida a esta figura. Un caso típico es cuando los padres, que actúan de tutores, poseen un interés contrario al de su hijo. e)Se aplica cuando se estima que una persona no tiene la capacidad suficiente como para ocuparse de sí misma y de sus bienes, pero sin embargo sí posee ciertas capacidades. 68 Una de las maneras que prevé la sociedad para garantizar la protección de los menores es la de atribuir su cuidado a los adultos, a aquellos que los pueden cuidar. Ya que el Derecho regula la costumbre, ha de partir necesariamente de la idea de que aquellos hijos que poseen unos padres biológicos que les cuidan (salvo circunstancias excepcionales: maltrato, descuido, falta de medios, fallecimiento, invalidez grave...) deben quedar bajo cuidado. Y también, consiguientemente, para aquellos niños que no poseen padres que puedan desempeñar esta función, la sociedad va a tratar que sean otros adultos los que ostenten tal protección. Se parte así de una asunción previa: si no se demuestra lo contrario, el padre o madre biológica es la persona ideal para ejercitar dicho cuidado; y que si se trata de cuidar a un niño o una niña que es descendiente biológico, dichos cuidadores deben ser evaluados para verificar si efectivamente pueden desarrollar su función. Es decir, se parte a priori del "amor paternal", de que cualquier padre biológico está "programado" genéticamente para el cuidado de sus hijos. Y los conceptos que desde el Derecho se refieren a esa capacidad reconocida a los padres para proteger a sus hijos, en España reciben el nombre de patria potestad y de guarda y custodia. Estos conceptos, en cuanto creados por la sociedad, son discutibles, y no son ni iguales ni existen en todas las sociedades; después abordaremos ese tema. Pero por el hecho de que existan y de que la sociedad otorgue los mismos a los denominados padres - bien de manera automática si se trata de hijos biológicos reconocidos como tales al nacer o me diante un proceso legal en el resto de circunstancias - esta circunstancia implica que la sociedad se convierte en el garante de la protección a la infancia y, por lo tanto, también puede restringir o anular dicha concesión. 4.1. La patria potestad 69 La patria potestad se puede adquirir por dos condiciones; normalmente, por el nacimiento de un hijo biológico, y si no mediante un proceso de adopción (que puede ser nacional o internacional). Pero en el momento en que los padres tienen otorgada la patria potestad, se encuentran obligados a velar por sus hijos y actuar en pro de su protección, y, a su vez, se les reconoce un poder decisorio sobre ellos, ya que al ser menores de edad ellos se encuentran incapacitados para poder actuar por sí mismos. Evidentemente esto pone también de manifiesto que cuanto mayor sea ese menor, menos necesitará esa protección y más podrá expresar sus deseos. La propia Constitución Española de 1978, en su art. 39.3, ya señala las funciones de los padres diciendo que: Los padres deben prestar asistencia de todo orden a los hijos habidos fuera y dentro del matrimonio, durante su minoría de edad y en los demás casos en que legalmente proceda. Tras la reforma llevada a cabo en el Código Civil en 1981, podemos señalar los siguientes deberes y facultades de los padres: •Velar por los hijos. •Tenerlos en su compañía. •Alimentarlos, educarlos y procurarles una formación integral. •Corregirlos moderada y razonablemente. Además, se especifica que para cumplir estos deberes y facultades, los padres podrán en el ejercicio de la patria potestad recabar el auxilio de la autoridad. Por lo que respecta a los deberes y facultades de los hijos, se pueden resumir en los siguientes: •Obedecer y respetar siempre a sus padres mientras permanezcan bajo su 70 potestad. •Contribuir según sus posibilidades al levantamiento de las cargas de la familia mientras conviva con ella. •Ser escuchados antes de adoptar decisiones que les afecten, si tuvieren suficiente juicio. En este punto hay que tener en cuenta que el artículo 154 no impone que necesariamente los hijos hayan de ser escuchados en el proceso sobre privación de la patria potestad (como así sucede en caso de desacuerdo en su ejercicio conjunto), sino que más bien los padres habrán de oírles para adoptar las decisiones que les afecten. Tienen derecho, por otra parte, a relacionarse con sus padres, con sus parientes y con sus allegados. Los menores de edad carecen de la capacidad de obrar para actuar en la vida jurídica, por lo que deberán ser representados por sus padres, titulares de la patria potestad. Así lo expresa nuestro Código Civil (artículo 154), de la siguiente manera: Los hijos no emancipados están bajo la potestad de los padres [...1 La patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los hijos, de acuerdo con su personalidad y con respecto a su integridad física y psicológica. Esta potestad comprende los siguientes deberes y facultades: 1)Velar por ellos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procurarles una formación integral. 2)Representarlos y administrar sus bienes. [...1 Si los hijos tuvieren suficiente juicio deberán ser oídos siempre antes de adoptar decisiones que les afecten. [...1 Los padres podrán, en el ejercicio de su potestad, recabar el auxilio de la autoridad. Como se desprende de la lectura de este artículo de la ley, queda claro que esta redacción se refiere a aquellas personas que ostentan ellos solos la patria 71 potestad, o a una pareja. Sin embargo, cuando se produce una ruptura de la convivencia en una pareja, lo normal es que los niños no sigan viviendo con ambos progenitores, por lo que es preciso, para seguir garantizando la protección de los mismos, que se establezcan nuevas reglas de funcionamiento. Cuando un niño nace, la patria potestad y la guarda y custodia se atribuye a quienes se reconozcan como sus progenitores, normalmente sus padres. Pero si dicha pareja se rompe, son los juzgados los encargados de determinar quién debe ostentar dichas propiedades. Por ello, quizá lo mejor será analizar en primer lugar el significado de cada término. Seguiremos fundamentalmente en esta exposición a Morant-Vidal (2002). La patria potestad es un sistema de protección, cuidado, asistencia, educación y un medio de suplir la incapacidad. En general, en nuestro contexto, se puede definir como el poder global que la ley otorga a los padres sobre los hijos. Inicialmente, la patria potestad era un derecho absoluto del padre, tal y como se concebía en el derecho romano primitivo y en la redacción original de nuestro Código Civil. Afortunadamente, hoy en día el Código Civil establece que la patria potestad se ejercerá por ambos progenitores conjuntamente, o por uno solo con el consentimiento expreso o tácito del otro. Este mismo precepto dicta reglas para el ejercicio de la patria potestad en caso de desacuerdo o de separación de los padres. 4.2. La extinción de la patria potestad En este punto hay que distinguir entre causas de extinción propiamente dichas y causas de privación de la patria potestad. Las causas de extinción que establece la ley son los siguientes: •La muerte o la declaración de fallecimiento de los padres. •La muerte o la declaración de fallecimiento del hijo. 72 •La emancipación del hijo. •La adopción del hijo. Pero además de estas causas de extinción de la patria potestad, existen, como acabamos de comentar, causas que pueden acarrear la privación de la misma. Así, el padre o la madre podrán ser privados total o parcialmente de la patria potestad: •Por sentencia fundada en incumplimiento de deberes inherentes a la misma. Ésta es la causa más habitual de privación de la patria potestad. Los motivos que dan lugar a su aplicación son variados, pero en la práctica la causa más invocada es la falta de cumpli miento de las obligaciones económicas. Por ejemplo, una sentencia del Tribunal Supremo de 1998 consideró que es motivo determinante de la privación de la patria potestad el hecho de que el padre jamás se preocupó o veló por la situación de su hija desde su nacimiento en 1988 hasta 1991, y no satisfizo cantidad alguna para su sustento y cuando lo hizo fue obligado por sentencias de tribunales. Por lo tanto, la patria potestad hace referencia realmente a la responsabilidad parental. •Por sentencia dictada en causa criminal. Esto se produce, por ejemplo, cuando uno de sus progenitores ha dado muerte al otro y es condenado por ello con las penas legalmente establecidas o el menor ha sufrido malos tratos. En la práctica, es frecuente que se invoque como causa de privación el mero de hecho de haber sido condenado uno de los progenitores a pena privativa de libertad. Incluso alguna audiencia y Juzgado de primera instancia lo han entendido así en función del argumento de que el progenitor condenado a pena privativa de libertad no puede cumplir sus deberes legales, estando, por tanto, incurso de hecho en causa de privación de la patria potestad. No lo interpreta así, sin embargo, el Tribunal Supremo, que ha declarado que la mera condena de pena privativa de libertad no es causa de privación de la patria potestad, pues este dato por sí sólo no nos dice que el condenado 73 sea un mal padre o madre. Además, la medida de privación de la patria potestad se revela innecesaria, porque ya el legislador ha previsto que en los casos de imposibilidad de ejercicio o cuando los cónyuges vivan separados, la misma sea ejercida por el cónyuge con el que los menores convivan; un ejercicio total de la patria potestad que deja reducido a un mero rótulo la titularidad de la misma. •Por sentencia dictada en causa matrimonial. Al Derecho le preocupa, entre otras cuestiones, el tema de la alimentación de esos menores, ya que si bien si no hay ruptura de pareja esta función se realiza in natura, es decir, de forma natural, ahora deja de ser así, y de manera clásica uno de los progenitores debe aportar la llamada pensión alimentaria a quien de manera más habitual se ocupa de ellos. Es decir, lo que se pretende (si es que se puede conseguir) es que la vida de los niños quede inalterada, de forma que sigan viendo a los dos padres y que ninguna de sus necesidades quede sin cubrir (y al tener contacto con ambos progenitores, tampoco las funciones de afecto y de desarrollo de la personalidad junto con sus padres). Y claro, sólo en casos excepcionales, evitar que uno de los padres siga desempeñando esas funciones, por ejemplo, por haberse demostrado que ha maltratado a esos menores. Resumiendo, se entiende que la patria potestad se posee por el mero hecho de ser padre o madre, y que se debe privar de la misma a uno de los progenitores sólo en casos de extrema gravedad. A cualquiera que tenga hijos se le ocurrirá que en el momento en que se rompe una pareja y los hijos deben dividir su tiempo por separado con cada uno de sus padres, la relación con los mismos cambia totalmente. Cuestión aparte es que ésta sea la mejor solución para ellos, frente a la alternativa de vivir una situación familiar problemática. Y, de hecho, si sus padres se llevan bien entre ellos, los niños normalmente desean estar con ambos a la vez (cuestión por lo normal imposible), y si la relación es mala, se inclinan hacia uno de ellos. Por otra parte, si los hijos van a vivir en un domicilio en el que van a ser cuidados por uno sólo de sus progenitores (es lo que se denomina la guarda y custodia, que luego se comentará), es evidente que ese ejercicio conjunto de la patria potestad queda vacío de contenido para quien no vive 74 con ellos (el llamado progenitor no custodio), ya que su papel se reduce a ver a sus hijos durante periodos de tiempo menores (llamados visitas), y no va a poder ni ocuparse de ellos ni tomar decisiones en lo que les afecta en el día a día. Es más, sería imposible crear un sistema en el que todas las decisiones puntuales y continuas fueran decididas por ambos progenitores. Este modelo, por lo tanto, llamado de custodia uniparental, lo que hace es excluir de la toma de decisiones a uno de los progenitores, reduciendo al otro a un contacto pequeño con sus hijos y a la aportación de un dinero mensual para la manutención. Este aspecto es el que ha sido criticado fundamentalmente por los partidarios de la guarda y custodia compartida, que implica que los niños no quedan bajo el cuidado de uno sólo de los progenitores, sino que existe una rotación. En cualquier caso, la tendencia actual es, de no ser posible la consideración de una guarda y custodia compartida, determinar un régimen de visitas muy amplio para el progenitor no custodio, de forma que de facto estaríamos ante una custodia compartida, hasta tal punto que incluso los niños no sepan que ésta no existe legalmente, sino que piensen que tienen dos casas. Volviendo a la patria potestad, en la actualidad existe una contradicción entre la mayoría de las actuaciones de los jueces y el sentido de la ley. Porque si el espíritu de la ley (según se ha expuesto) es que la patria potestad la ostente quien convive habitualmente con los hijos, es raro que ésta se atribuya de manera exclusiva a uno de ellos. Es decir, se entiende que negar la patria potestad a un progenitor es un hecho grave, ya que pone de manifiesto una incapacidad de ese progenitor, más que el hecho evidente de que no va a tener poder decisorio sobre sus hijos. Se entiende que la patria potestad es una potestad inherente a la condición de padre, y que es la guarda y custodia el concepto que se convierte en el representante de las características citadas. Así, el hecho de atribuir la patria potestad en exclusiva a uno de los progenitores se utiliza más como sanción ante la existencia de graves incumplimientos por parte del progenitor no custodio que en la forma que presupone el espíritu de la ley. 75 Por otra parte, en el caso de que ambos progenitores no se pusieran de acuerdo sobre las cuestiones que afectan a la patria potestad, y que se comentarán a continuación, debe ser el juez quien determine cómo se debe actuar. El que así suceda, evidentemente imprescindible en el caso de que no se pongan de acuerdo los progenitores, lleva implícita la obligación del progenitor custodio de consultar con el no custodio cuantos temas se refieran a la misma, y ambos deben tratar de llegar a un acuerdo posible; es decir, el juez sólo debe decidir si el acuerdo es imposible, cuando los padres, por incompatibilidad de pareceres, no puedan ser quienes tomen decisiones sobre la forma de actuar con sus hijos. 4.3. El contenido de la patria potestad A pesar de lo comentado, vamos a especificar los contenidos que legalmente se atribuyen al desempeño de la patria potestad, y que son los siguientes: el domicilio, la educación y las creencias religiosas, la salud y la nacionalidad. 4.3.1. El domicilio Cuando dos personas cortan su convivencia judicialmente se establece cuál va a considerarse el domicilio llamado familiar, salvo en caso de custodia compartida con dos domicilios. Sin embargo, es normal que con el paso del tiempo el progenitor custodio se cambie de domicilio, y aunque no tan normal, también suele pasar que a veces ese progenitor custo dio deba, tenga que o decida vivir en otro país. El cambio de dicho domicilio es una de las cuestiones que deben pactarse entre ambos progenitores, ya que afectan muy directamente al contacto de ambos progenitores con sus hijos. La mayoría de las sentencias especifican que se debe respetar la decisión del progenitor custodio dentro de ciertas limitaciones, que normalmente se refieren a que con el cambio de domicilio no se perjudique a los niños. Se trata del denominado favor filii, concepto basado en la Convención sobre los Derechos del niño establecido por Naciones Unidas, que en su artículo 3 expresa: 76 Todas las medidas que se adopten por todo tipo de instituciones y organismos públicos y privados concernientes a menores deberán atender al interés superior de éstos. Es preciso señalar que lo mismo ocurre en el caso del progenitor no custodio, ya que no es de recibo que el progenitor custodio no conozca el domicilio en el que van a vivir sus hijos durante el régimen de visitas, ni saber si en el domicilio donde van a pasar esa visita pueden estar en perfectas condiciones. Por lo tanto, se trata de una obligación común, y si uno de los progenitores no la cumple, puede ser el juez quien, en el caso más leve, obligue a que quien no notifique el cambio lo haga, o en el peor de los casos, a obligar a uno de los cónyuges a que no se cambie de domicilio o recupere un domicilio anterior. Además, los cambios de domicilio pueden obligar a nuevas determinaciones de la guarda y custodia o del régimen de visitas. 4.3.2. La educación y las creencias religiosas Otra de las cuestiones importantes que deben ser consensuadas por ambos progenitores se refiere a las decisiones sobre la forma en que deben ser educados y socializados los hijos. Y normalmente, una de las cuestiones que suelen plantearse al respecto es en qué centro deben estudiar. Como lo usual es que cuando los padres rompen la convivencia los niños suelen estar ya escolarizados en algún centro, la discusión se suele plantear cuando es preciso buscar otro centro educativo. El argumento que suelen utilizar a veces los padres custodios para no notificar a los no custodios que se debe elegir otro centro educativo, evitando que el otro progenitor opine, es que se trata de algo rutinario, ya que el niño o la niña tiene que estar escolarizado. Sin embargo, se trata de una decisión que afecta a toda la socialización y la formación del menor, y por lo tanto debe ser consensuada. Por otra parte, además, esta decisión de vital importancia suele estar unida a otra de carácter religioso, ya que a veces el problema es elegir un centro de una religión concreta o laico; y también, en ocasiones, si el menor debe recibir clase de religión o no. Con este ejemplo se puede apreciar aún más la importancia de la decisión y la necesidad de que se considere por parte de ambos 77 progenitores, porque de la misma va a depender la forma de enfrentarse al mundo de ese menor. Pues bien, el artículo 14 de la Convención sobre Derechos del Niño aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, un 20 de noviembre de 1959 (desde entonces el 20 de noviembre se celebra el Día del niño y de la niña), se centra en la cuestión de la siguiente manera: 1)Los estados partes respetarán el derecho del niño a la libertad de pensamiento, conciencia y religión. 2)Los estados partes respetarán los derechos y deberes de los padres y, en su caso, de los representantes legales, de guiar al niño en el ejercicio de su derecho de modo conforme a la evolución de sus facultades. 3)La libertad de profesar la propia religión o las creencias estará sujeta únicamente a las limitaciones prescritas por la ley que sean necesarias para proteger la integridad, el orden, la moral o la salud públicos o los derechos y libertades fundamentales de los demás. De la lectura de este artículo 14 se desprende que se deben respetar totalmente las creencias religiosas de los niños. Además, en teoría les defiende de la posibilidad de que los padres les inculquen una religión concreta y, sobre todo, una serie de creencias que pudieran incluso ser perjudiciales para ellos. Pero evidentemente la realidad es otra, ya que los niños, sobre todo los más pequeños, no van a entender o a opinar acerca de tal cuestión, sino que obedecerán lo que elijan sus padres o expresarán su opinión de acuerdo a otros criterios (por ejemplo, mejor ver vídeos en clase de Religión que tener que estudiar más Matemáticas). Por lo tanto, el problema se plantea si los padres no están de acuerdo en una opción religiosa concreta o entre una elección religiosa y otra laica; y adicionalmente, en la educación que va a vivir el menor en la casa del progenitor custodio, ya que si éste es religioso le inculcará sus costumbres y creencias, que no coincidirán, por ejemplo, con las del progenitor no custodio. Una vez más, en 78 caso de que no haya acuerdo entre los progenitores, el que un juez tenga que dictaminar al respecto es un gran problema. En la misma línea se ha expresado la Comisión Europea al establecer, en 1978, que los menores de edad son titulares plenos de sus derechos fundamentales. Y en este caso, sus derechos fundamentales se refieren a la libertad de creencias y a la integridad moral. Pero insistimos, ¿se imagina alguien a un niño de tres años, por ejemplo, decidiendo una cuestión religiosa que va a afectar a cómo concebirá el mundo en el futuro?; difícil. Es cierto también que la Comisión Europea establece que dicho poder decisorio debe modularse en función de la edad de los menores, es decir, reconoce que a mayor madurez debe tenerse más en cuenta su opinión personal al respecto, esto es, sus creencias. En una palabra, tanto Naciones Unidas como el Consejo de Europa anteponen la opinión de un menor a la de sus progenitores, a pesar de la inviabilidad habitual de que así sea. También la legislación española, basándose en los textos citados, expresa la misma idea. Y así, la Ley Orgánica 1/1996 establece, en su artículo 6, lo siguiente: El menor tiene derecho a la libertad ideológica, de conciencia y religiosa. El ejercicio de los derechos dimanantes de esta libertad tiene únicamente las limitaciones prescritas por la ley y el respeto a los derechos y libertades fundamentales de los demás. Los padres y tutores tienen el derecho y el deber para que el menor ejerza esta libertad de modo que contribuya a su desarrollo integral. Así, por lo tanto, el Derecho resuelve el problema argumentando que se trata de un derecho fundamental del menor, y por lo tanto estableciendo que los padres no pueden imponer nada, ni por supuesto tratar de cercenar la libertad de un menor a propósito. Por nuestra parte, seguimos pensando que educar es moldear, es inculcar, es proveer de una visión del mundo al 79 educado, por lo que todo lo establecido por la ley es un brindis al sol, un respeto imposible. Aunque también es cierto que en muchas ocasiones los padres no dan tanta importancia a esta cuestión (desgraciadamente) y la realidad nos demuestra que no suelen establecerse disputas al respecto. Queremos referirnos por último a un asunto muy puntual y que sí plantea habitualmente conflictos: la necesidad de que ambos progenitores posean información académica sobre el desarrollo de su hijo. Es bastante habitual que los centros educativos sólo manden dicha información a un progenitor (normalmente al custodio) obviando al otro, y debe ser el progenitor no custodio quien aporte la sentencia de estar rota la convivencia y de que es el progenitor no custodio para que así se le envíe la información. Ambos progenitores tienen derecho a poseer dicha información, y ambos tienen derecho a solicitar citas (tutorías) con los profesores y tutores de su hijo, y deben hacerlo. Si lo anterior plantea problemas de por sí, y los centros educativos no conocen adecuadamente lo que aquí se está exponiendo, peor es aún el hecho de que, por supuesto, ambos progenitores tienen derecho a participar en todas las actividades escolares destinadas a ellos. Y lo es porque en esas actividades ambos progenitores van a coincidir, y si no hay ningún problema adicional es bueno que participen por el bien de su hijo; sin embargo, si la relación no es buena entre ellos (y normalmente es así ya que se rompió la convivencia) se producen situaciones muy tensas, con el consiguiente perjuicio para el menor. De ahí que en muchas ocasiones uno de los progenitores no acuda (normalmente el no custodio) y el progenitor custodio asume que como lo es, tiene el derecho de ir y de que no vaya el otro progenitor, cuestión absolutamente falsa. 4.3.3. La salud La salud de los niños se inscribe también dentro del ámbito relativo a la patria potestad. Y esto se produce en un doble sentido: en el referente a que ambos progenitores deben tener la información relativa a enfermedades y problemas de salud que manifieste el niño y en el que se refiere a decisiones que se deben tomar de cara al futuro. La primera de las cuestiones se refiere a temas 80 puntuales: tener que llevar al niño o a la niña a un servicio de urgencias por un problema, estar al tanto de las vacunaciones o saber si toma unas medicinas u otras. A veces se puede informar al progenitor no custodio antes, y en otras sólo a posteriori (caso de tener que acudir a urgencias, por ejemplo), pero siempre se debe informar al progenitor que no tenga la información de la manera más inmediata posible. Y la otra cuestión se refiere a decisiones de ma yor futuro y alcance, como decidir entre un tratamiento u otro (y que pueden afectar incluso gravemente al futuro del menor). 4.3.4. La nacionalidad Nos vamos a referir en último término a la nacionalidad. Si bien hace unos años apenas se planteaba esta cuestión, hoy en día es bastante común ya que existen muchas parejas de nacionalidades diferentes o no españolas. Los casos pueden ser varios: •Uno de los cónyuges no era de nacionalidad española, pero ahora sí la ha obtenido y puede conseguir que sus hijos accedan también a la misma, ya que no la poseen. •Uno de los progenitores adquiere una doble nacionalidad, que también puede solicitar para sus hijos. En ambos casos, los dos progenitores deben estar de acuerdo, ya que esta cuestión se inscribe también dentro del contexto de la patria potestad. Y de no ser así, de nuevo tendrá que ser el juez quien tome la decisión al respecto. Preguntas de autoevaluación 1.Tras la reforma del Código Civil de 1981, podemos señalar los siguientes deberes y facultades de los padres (señale la incorrecta): a)Velar por los hijos. b)Tenerlos en su compañía. 81 c)Alimentarlos, educarlos y procurarles una formación integral. d) Corregirlos moderada y razonablemente. e)Amarlos y crear un ambiente cariñoso en el hogar. 2.Los deberes y facultades de los hijos se pueden resumir en los siguientes (señale la incorrecta): a)Obedecer a sus padres mientras permanezcan bajo su potestad y respetarles siempre. b)Contribuir según sus posibilidades al levantamiento de las cargas de la familia mientras conviva con ella. c)Ser escuchados en el proceso sobre privación de la patria potestad. d)Ser escuchados antes de adoptar decisiones que les afecten, si tuvieren suficiente juicio. e)Ser escuchados por sus padres para adoptar las decisiones que les afecten. 3.El denominado favor filii, concepto basado en la Convención sobre los Derechos del Niño establecido por Naciones Unidas, se refiere a que (señalar la alternativa correcta): a)Todas las medidas que se adopten por todo tipo de instituciones y organismos públicos y privados concernientes a menores y a las madres que han sufrido violencia de género deberán atender al interés superior de los niños y sus madres. b)Todas las medidas que se adopten por todo tipo de instituciones y organismos públicos y privados concernientes a menores y a la familia en general deberán atender al interés superior de éstos. 82 c)Todas las medidas que se adopten por todo tipo de instituciones y organismos públicos concernientes a menores deberán atender al interés superior de éstos. d)Todas las medidas que se adopten por todo tipo de instituciones y organismos públicos y privados concernientes a menores deberán atender al interés superior de éstos. e)Todo menor tiene derecho a ser escuchado en sede judicial, y su declaración deberá ser contemplada por el juez a la hora de determinar el bien del mismo. 4.La Convención sobre Derechos del Niño establece, con respecto a las creencias religiosas de los niños, que (señalar la incorrecta): a)Los estados partes respetarán el derecho del niño a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. b)Si dos padres profesan distintas creencias, el órgano judicial competente determinará la religión del menor, considerando su bien. c)Los estados partes respetarán los derechos y deberes de los padres y, en su caso, de los representantes legales, de guiar al niño en el ejercicio de su derecho de modo conforme a la evolución de sus facultades. d)La libertad de profesar la propia religión o las creencias estará sujeta únicamente a las limitaciones prescritas por la ley que sean necesarias para proteger la integridad, el orden, la moral o la salud públicas o los derechos y libertades fundamentales de los demás. e)Se deben respetar totalmente las creencias religiosas de los niños. 5.Si el progenitor custodio cambia de domicilio (señale la correcta): a)La mayoría de las sentencias especifican que se debe respetar la decisión del progenitor custodio, pero dentro de ciertas limitaciones, que 83 normalmente se refieren a que con el cambio de domicilio no se perjudique a los niños. b)Es obligatorio que se pacten los cambios de domicilio entre ambos progenitores. c)Debe procederse al cambio de la guarda y custodia. d)El juez debe autorizar todo cambio de domicilio antes de que se produzca. e)Debe respetar la escolarización del menor en el mismo centro educativo en el que estaba estudiando. 84 5.1. Evolución histórica de la determinación de la guarda y custodia El concepto de guarda y custodia ha ido evolucionando en los últimos años, hasta establecerse, con la reforma de 2005 (la misma en la que se aprobaba el matrimonio homosexual), en la forma que se entiende como más adecuada de establecer el contacto de los hijos con sus padres cuando éstos rompen la convivencia. No existe una definición adecuada de lo que es la guarda y custodia, pero se podría decir que es la capacidad que se le otorga a uno de los progenitores para cuidar de sus hijos de manera habitual, y consiguientemente, al otro progenitor se le asigna un régimen de visitas; es decir, unos espacios predeterminados en los que se va a ocupar de los niños y poder seguir manteniendo contacto con ellos. Antes de 1981 se establecía por ley que la patria potestad, ya discutida, se otorgaba de manera única al padre, mientras que la guarda y custodia era atribuida a ambos, pero reservándose sobre todo a la mujer el cuidado de los hijos, y específicamente de los menores de siete años. Es decir, se atribuía a cada sexo una función según las normas del patriarcado: al padre la posibilidad de decidir y a la madre la de cuidar. Y precisamente por esta cuestión, en casos de separación o nulidad (no existía el divorcio) los hijos quedaban bajo la tutela del progenitor "inocente", es decir, quien no hubiera tenido la culpa de la ruptura, menos si se trataba de hijos menores de siete años, caso en el que siempre quedaban bajo tutela de la madre. La reforma de la ley el 9 de Julio de 2005 (Martín-Calero, 2010), implica justamente lo contrario: para no discriminar en función del género, ambos progenitores deben ocuparse de sus hijos, y se entiende que la ruptura de la convivencia es algo que pertenece al ámbito privado de quienes así lo deciden, de forma que no se puede determinar legalmente que uno de los miembros de la pareja sea inocente o culpable. 85 Así, hasta 1981, para los supuestos de nulidad matrimonial, el artículo 70 del Código Civil establecía que: •Los hijos mayores de siete años quedarían bajo el cuidado del padre, y las hijas bajo el cuidado de la madre, en el supuesto de que hubiera habido buena fe por parte de ambos. •Si la buena fe hubiera estado de parte de uno sólo de los cónyuges, todos los hijos mayores de siete años, fueran varones o mujeres, quedarían bajo la guarda y custodia de quien hubiera tenido esa buena fe. •Y hubiera buena o mala fe, siempre los hijos e hijas que no hubieran cumplido los siete años quedaban bajo el cuidado de la madre. En el caso de que se optara por la separación matrimonial, había que atenerse al artículo 73, que establecía que los hijos deberían ser puestos bajo la potestad y protección del cónyuge "inocente", y si en el momento del juicio no se dispusiera otra cosa, era siempre la madre quien se ocupaba de los hijos menores de siete años. Por fin en las dos reformas que se llevaron a cabo en 1981 (el 13 de Mayo y el 7 de julio), a pesar de que se establece que los hijos e hijas menores de siete años queden bajo la guarda y custodia de la madre (así como la preferencia por un modelo de custodia hacia uno sólo de los progenitores) se promulgó que no es posible mantener el concepto de "inocente" o "culpable" para los progenitores, y simplemente dejó a decisión del juez la atribución a uno u otro progenitor de la guarda y custodia (de los hijos mayores de siete años), debiendo ser el interés superior del menor el que guíe la decisión. Más adelante se suprimirá ese criterio de preferencia materna para los hijos menores de siete años, discriminatorio para los padres, en aplicación del principio de no discriminación por razones de género. La evolución histórica de la atribución de la guarda y custodia refleja de manera clara, por lo tanto, la propia evolución de la sociedad, mucho más patriarcal hace tres décadas. Para definir esa época ya pasada en la que el 86 cuidado de la prole se atribuía fundamentalmente a la madre, se ha empleado el término de "los años tiernos", que presupone que toda madre, por el mero hecho de serlo, tiene más capacidad que el padre para proceder a la crianza y al cuidado de sus hijos. El problema que se plantea, de todas formas, es el poder determinar con cierta exactitud cómo se vuelve operativo y qué es el "interés superior del menor". 5.2. Los tipos de guarda y custodia Ya establecimos con anterioridad que el problema de no ostentar la guarda y custodia, para un progenitor, por mucho que ambos tengan la patria potestad, supone vaciar de contenido dicha patria potestad. Y por lo tanto, cuando uno de los progenitores ostenta la guarda y custodia esto es tanto como afirmar que normalmente los hijos pierden casi todo el contacto con el progenitor no custodio, mientras que el progenitor custodio se convierte en la única figura con la que pueden interactuar. Debido a este hecho, y sobre todo cuanto más pequeños sean los niños, éstos van a aprender e imitar un único modelo de comportamiento, el del progenitor custodio. Pero además el sistema es desigual incluso en los pequeños periodos de tiempo en que los niños están con su progenitor no custodio, que avocado por las circunstancias, se encuentra predispuesto a ocuparse de las cuestiones lúdicas, a hacer grandes regalos a sus hijos y, con el paso del tiempo, en ocasiones, a que se vayan enfriando las relaciones con sus hijos, a que se vaya dilatando el contacto por múltiples motivos y, por lo tanto, a que poco a poco deje de producirse el contacto. Ya hemos comentado que la terminología legal no es la misma en todos los países, y con el concepto de guarda y custodia esto ocurre aún más (véanse, por ejemplo, los trabajo de Marta Ramírez), hasta el punto de que hay legislaciones en las que no existe el concepto de patria potestad, al quedar englobado en el de guarda y custodia. Así, al progenitor que obtiene la guarda y custodia le corresponde la responsabilidad legal completa sobre sus hijos. 87 ¿Cuáles son los tipos de guarda y custodia? En la exposición de los mismos vamos a seguir el trabajo de Ibáñez-Valverde (2004, pp. 4 y ss.), que recoge los tipos señalados por Folberg: •Custodia exclusiva: se trata del tipo de guarda y custodia que más ha predominado en España y la que era utilizada por ley antes de la re forma de 2005. El juez determina que uno sólo de los progenitores ostentará la guarda y custodia; en compensación, el otro progenitor, denominado no custodio, ostentará un régimen de visitas. •Custodia partida: consiste en que, en el caso de que existan varios hermanos, se divide la custodia de éstos, otorgando la guarda y custodia de algunos de ellos a un progenitor, y la de los otros al otro progenitor. No se suele utilizar, ya que salvo casos excepcionales, se intenta no separar al grupo de hermanos. •Custodia repartida: se trata de un concepto más cercano a la custodia compartida, pero de manera rotatoria. Así, uno de los progenitores poseerá la guarda y custodia durante un periodo temporal determinado (unos meses o un año, por ejemplo), y durante ese periodo el otro progenitor tendrá derecho a las visitas; posteriormente, el progenitor que tuvo las visitas pasará a ser el custodio, y el otro a tener derecho a las visitas. Cada uno de ellos ejercerá el control exclusivo del niño cuando esté bajo su custodia. •Custodia conjunta o compartida: ambos progenitores van a mantener la responsabilidad legal y la autoridad por lo que se refiere al cuidado y al control sobre sus hijos, igual que si no hubiera habido una ruptura de la pareja. El niño o los niños van a pasar periodos determinados de tiempo con uno o con otro, más o menos similares en duración, de forma que equivale a tener dos casas, o una sola casa y los progenitores son los que se cambian de domicilio. A veces la rotación es cada pocos días, a veces cada pocos meses, o incluso anual. No hay régimen de visitas, ya que la rotación implica el continuo contacto de los menores con ambos progenitores. El padre que en cada caso reside con sus hijos 88 es el que en ese momento toma las decisiones pertinentes de la vida diaria de los hijos. Esta clasificación recogida por Ibáñez-Valverde (2004), basada en la de Folberg, es bastante similar a la establecida por Justicia y Cantón (véase de nuevo Ibáñez-Valverde, 2004, pp. 4 y ss.), de manera más simple: •Custodia exclusiva: uno sólo de los progenitores es quien la ostenta, normalmente la madre. Los autores citados comentan que, sin embargo, desde 1970 el número de familias monoparentales en las que es el padre el que ostenta la guarda y custodia ha aumentado en un 300%. A pesar de ello, aún con dicho incremento, la madre ostenta esta custodia en el 90% de los casos, el padre en un 7,5% de los mismos y en un 2,5% otras personas. •Custodia partida: la especificada de dividir a los niños, quedando uno o alguno de ellos bajo custodia de un progenitor y otro u otros bajo custodia del otro progenitor. La única explicación válida para efectuar esta división es la existencia de una relación muy negativa entre hermanos. •Custodia conjunta: se trata de la denominada por nosotros como compartida, en la que se supone que se conserva la coparentalidad, o, lo que es lo mismo, una igualdad en la implicación de ambos progenitores en la crianza de los hijos. Es difícil encontrar datos recientes sobre hasta qué punto los jueces deciden imponer un tipo de sentencia u otra, más aún porque dicho dato es preciso rastrearlo en cada comunidad autónoma. Pero un estudio de Catalán (2011) es indicativo al respecto. Este trabajo compara datos a nivel estatal durante 2008 y 2009, así como las comunidades de Asturias y de Murcia. Los datos son bastante similares a los ya expresados antes: se otorga la guarda y custodia sólo a la madre entre el 85% y el 89% de las ocasiones, sólo al padre entre el 3% y el 7% de las ocasiones, y a ambos de manera conjunta (custodia compartida) entre un 5% y un 10%. 89 Puesto que aún a día de hoy predomina el modelo en el que la guarda y custodia no es compartida, al progenitor no custodio se le reconoce un régimen de visitas, que es el tema que vamos a abordar a continuación. 5.3. El régimen de visitas Si no existe una custodia compartida, lo preferible es que sean los propios progenitores los que se pongan de acuerdo para establecer cuál debe ser el régimen de visitas del progenitor no custodio. Pero de no ser así, tendrá que ser el juez quien lo determine. Ya se ha comentado anteriormente que una de las grandes confusiones es considerar que el régimen de visitas es un derecho del progenitor no custodio, en lugar de una forma de actuar en pro del menor para preservar la relación de éste con el progenitor con quien no va a vivir, y así mantener un lazo afectivo entre ese progenitor y sus hijos. Repetido esto, el régimen de visitas, desde un punto de vista operativo, se convierte en una decisión sobre los tiempos, condiciones y contextos en los que el progenitor no custodio puede mantener contacto con sus hijos. A pesar de que debe adaptarse a las peculiaridades de cada niño y de sus progenitores, de manera general se pueden distinguir grandes tipos de posibilidades: •Régimen ordinario o amplio: se le suele denominar dentro de los ambientes judiciales como el régimen "estándar" de visitas. Normalmente implica que el progenitor no custodio podrá estar con sus hijos los fines de semana alternos, habitualmente desde el viernes por la tarde (a veces desde el sábado por la mañana) hasta el domingo por la noche (o incluso el lunes por la mañana). Suele ser normal que el progenitor no custodio recoja a sus hijos en el centro escolar el viernes por la tarde y los lleve de nuevo a dicho centro el lunes por la mañana. Además, pasará con ellos la mitad de las vacaciones de verano, de Semana Santa y de Navidad, y una o dos tardes entre semana. Salvo en el caso de los fines de semana (o también), la recogida y la entrega de los niños suele ser en el domicilio considerado familiar, es decir, en el 90 que viven los hijos con el progenitor custodio. Dado que por muy cordiales que sean las relaciones entre los progenitores éstas nunca suelen ser demasiado buenas, es bastante común que los niños bajen solos al portal de la casa o se les deje en el portal y suban solos de nuevo a su casa, evitándose el contacto entre ambos progenitores. •Régimen ordinario o amplio con "punto de encuentro familiar": se trata de un régimen de visitas similar al anterior, pero para evitar la conflictividad a la que estábamos aludiendo entre los progenitores, y sobre todo si es imposible que el niño acuda solo al portal, se va a efectuar la entrega y recogida de los niños en un lugar destinado a tal fin, denominado "punto de encuentro familiar". En este lugar se citará a una hora determinada al progenitor custodio para entregar al niño o a los niños y a otra hora al no custodio para recogerlos, y viceversa. •Régimen progresivo: se trata de un régimen más restrictivo que el ordinario o amplio, de forma que, por ejemplo (normalmente) no se conceden las pernoctas de los menores con el progenitor no custodio. Suele ocurrir cuando ha habido denuncias de malos tratos o abuso sexual hacia el progenitor no custodio, por ejemplo, o si la relación del progenitor no custodio con sus hijos es mala. La entrega y recogida de los menores se realizará en el domicilio familiar. Por lo general este régimen se adopta temporalmente, con la idea de que más adelante se vuelva a implantar un régimen ordinario o amplio. •Régimen progresivo con "punto de encuentro familiar": se trata del régimen anterior, pero con entregas y recogidas de los menores en un "punto de encuentro familiar". •Régimen restrictivo: al igual que el régimen progresivo, limita el contacto de los menores con el progenitor no custodio (normalmente también evitando las pernoctas) pero a diferencia de él, no se aplica pensando en que su aplicación es temporal y que con el paso del tiempo se tenderá a un régimen ordinario, sino que se entiende que durante un tiempo considerable se va a limitar dicho contacto. 91 •Régimen restrictivo con "punto de encuentro familiar": se trata del mismo régimen anterior, pero de nuevo con entrega y recogida del menor en el "punto de encuentro familiar". •Régimen de visitas dentro del "punto de encuentro familiar": se trata de un aspecto aún más restrictivo, ya que la visita de los menores con el progenitor no custodio se debe llevar a cabo sin salir del punto de encuentro. Normalmente la visita no sobrepasa la hora de duración. •Régimen de visitas dentro del "punto de encuentro familiar" con vigilancia: aún más restrictivo que el anterior, no sólo se producirá dentro del punto de encuentro, sino que además estará presente siempre un trabajador del punto de encuentro. Existen otras muchas posibilidades, puesto que, como hemos comentado, dependerá de cada caso el determinar una u otra. Por ejemplo, que la visita del progenitor a sus hijos se produzca siempre con acompañamiento de otra u otras personas, bien del entorno familiar del padre o de la madre, o pactando algún sitio concreto. También es posible que el juez determine que debe actuar un organismo que restaure la relación entre los hijos y el progenitor que desea tener contacto con sus hijos (pero que es rechazado por éstos) de cara a restaurar la confianza y poder normalizar las visitas, por lo que puede suspenderlas temporalmente mientras que se realice la intervención. Así, son varios los organismos e instituciones que podrían intervenir al respecto, como por ejemplo: •Los equipos psicosociales de los juzgados de familia. •Las unidades de salud mental y de salud mental infantil de los organismos de salud de las comunidades autónomas. •Los equipos de tratamiento familiar, normalmente dependientes de los ayuntamientos. •Psicólogos, terapeutas familiares y otros especialistas de asociaciones y 92 organizaciones de ayuda y apoyo a las familias. •Psicólogos, terapeutas familiares y otros especialistas privados. Es posible que algunas personas se estén cuestionando la idoneidad de llevar a cabo una visita entre un progenitor y sus hijos con tantas limitaciones e, incluso, si es positivo para los menores. Evidentemente la respuesta es que no es recomendable que tenga que ser así, y que si debe ser así, sea para no separar a los niños del contacto con sus progenitores cuando éstos han efectuado alguna acción negligente o punible contra ellos y, por lo tanto, podrían repetirla, afectando a su integridad y a su salud. Normalmente, un niño que ha sufrido una agresión por parte de un progenitor va a querer separarse de él, y a menudo los jueces, a petición de ese progenitor, optan por las medidas citadas en último lugar (sobre todo en la presencia del punto de encuentro) para que no se pierda la relación con el padre. A menudo lo que ocurre es que el provocar la visita suele ser contraproducente para el menor y suele generar una animadversión aún mayor de los hijos hacia su progenitor. Será el tema que discutamos seguidamente. 5.4. Algunas reflexiones sobre los regímenes de visitas Salvo en el caso de que se determine una custodia compartida, de forma que no existan diferencias cuantitativas en el contacto de los niños con sus progenitores, se debe establecer cómo va a mantener contacto el progenitor no custodio con sus hijos. Hay que recalcar de nuevo que lo más adecuado es que los progenitores lleguen a un acuerdo antes de recurrir al juez, si bien, evidentemente, será quien lo haga de no existir acuerdo entre ellos. Tanto si hay acuerdo como si no, el juez fijará y aprobará el tiempo, el modo y el lugar donde se va a ejercitar ese derecho que tiene el progenitor no custodio para seguir manteniendo el contacto con sus hijos. La premisa debe ser que los padres deben intentar ponerse de acuerdo, y lo deben hacer tomando en consideración el mismo criterio que teóricamente debe emplear el juez si debe tomar la decisión por ellos, o verificar si debe aprobar lo que han decidido los progenitores: hacer lo mejor para el menor, procurar el 93 mejor bien para los hijos. Existen dos representaciones colectivas no probadas que se supone que deben guiar esta toma de decisión: •Todo menor requiere, para su adecuado desarrollo, de la presencia de sus dos progenitores, y por lo tanto, la falta de contacto con alguno de ellos siempre es perjudicial. •Los padres van a ser capaces de pensar en el bien del menor, apartarlo de sus intereses personales y de otras disputas dentro del proceso de separación, e incluso modificar sus vidas para que el desarrollo del menor sea el más adecuado posible. La primera premisa es falsa, o mejor dicho: normalmente es verdadera, pero no siempre. Hay niños que sufren estados de ansiedad extrema si tienen que estar en contacto con uno de los progenitores, y esos estados se han desarrollado por algo, a pesar de que en la mayoría de las ocasiones no se ha podido probar judicialmente. Pero los niños no entienden de sentencias sino de sentimientos, y son ya varios los casos de niños que, al obligarlos a ver a uno de sus progenitores en un punto de encuentro, se han intentado suicidar o se han suicidado, por ejemplo, tirándose por una ventana. Y la segunda también es falsa (afortunadamente sólo a veces), si bien no es verdadera tan a menudo. Hay progenitores que prefieren renunciar a seguir en contacto con sus hijos, por ejemplo, porque una nueva pareja no percibe esa relación con buenos ojos, o Juegan con el régimen de visitas para conseguir una compensación económica mayor. Tristemente son realidades que ocurren. Desde un punto de vista teórico e ideal, ambos progenitores deben ponerse de acuerdo por el bien del menor y asumir algo muchas veces repetido: los que se divorcian no son los hijos, sino los padres; y por lo tanto, aquéllos no tienen por qué sufrir la separación de sus padres (o al menos deben sufrir la situación lo menos posible). 94 Las circunstancias de los padres pueden ser muy variadas, en función de sus profesiones, dedicaciones o apoyo familiar, y por lo tanto cada régimen de visitas es un mundo. Por otra parte, se ha de garantizar que los niños no pierdan el contacto tampoco con las familia extensa, especialmente con los abuelos y recomendablemente con sus tíos. Por definición, en cuanto que legalmente se determina un régimen de visitas, éste se convierte en algo monolítico y debe cumplirse por ley. Sin embargo, se contempla también que éste no debe ser tan inflexible a partir de que los menores cumplan catorce años, edad a partir de la cual debe ser ese menor el que lleve la "voz cantante" al respecto, el que decida ya en cierta manera lo que quiere o no quiere hacer: el que esté en contacto con sus progenitores según su voluntad. Nos gustaría destacar, por último, que a menudo la percepción de lo que es el régimen de visitas no es la adecuada por las siguientes cuestiones: •Se suele entender como régimen de visitas hacia el progenitor no custodio, es decir, como un derecho del progenitor no custodio a mantener contacto con sus hijos. Sin embargo, como ya se expresó con anterioridad, en realidad esta visión no es la correcta, sino que hay que plantearlo como una forma de cubrir las necesidades afectivas de los menores, es decir, como una protección del menor. •A veces se plantea como un problema de cumplir con la obligación de que el niño esté con ambos progenitores, y no como un tema de convivencia. Pero desde un punto de vista personal y socioafectivo se trata precisamente de interacción social, de convivencia. •La base que se debe tratar de conseguir y el efecto que debe tener un régimen de visitas es el fomento y la conservación de la afectividad entre los padres y sus hijos. Preguntas de autoevaluación 95 1.El concepto de custodia repartida se refiere a que (señale la correcta): a)Ambos progenitores van a mantener la responsabilidad legal y la autoridad por lo que se refiere al cuidado y al control sobre sus hijos, igual que si no hubiera habido una ruptura de la pareja. b)Uno de los progenitores poseerá la guarda y custodia durante un periodo temporal determinado y durante ese periodo el otro progenitor tendrá el derecho a las visitas; posteriormente, se hará a la inversa. c)El juez determina que uno sólo de los progenitores es quien debe ostentar la guarda y custodia, y por lo tanto, en compensación, el otro progenitor, denominado no custodio, va a ostentar un régimen de visitas. d)En el caso de que existan varios hermanos, se divide la custodia de éstos, otorgando la guarda y custodia de algunos de ellos a un progenitor y la de los otros al otro progenitor e)Ambos progenitores van a mantener la responsabilidad legal y la autoridad por lo que se refiere al cuidado y al control sobre sus hijos, pero en proporción diferente a la existente antes de la ruptura de la pareja. 2.El régimen ordinario o amplio con "punto de encuentro familiar": a)Normalmente implica que el progenitor no custodio podrá estar con sus hijos los fines de semana alternos, habitualmente desde el viernes por la tarde (a veces desde el sábado por la mañana) hasta el domingo por la noche (o incluso el lunes por la mañana). b)Se trata de un régimen más restrictivo que el ordinario o amplio, de forma que, por ejemplo (normalmente) no se conceden las pernoctas de los menores con el progenitor no custodio. c)Se trata de un régimen de visitas en el que para evitar la conflictividad 96 entre los progenitores, se va a efectuar la entrega y recogida de los niños en un lugar destinado a tal fin, denominado "punto de encuentro familiar". d)Limita el contacto de los menores con el progenitor no custodio (normalmente también evitando las pernoctas) pero, a diferencia de él, no se aplica pensando en que su aplicación es temporal y que con el paso del tiempo se tenderá a un régimen ordinario, sino que se entiende que durante un tiempo considerable se va a limitar dicho contacto. e)No sólo se producirá dentro del punto de encuentro, sino que además estará presente siempre un trabajador del punto de encuentro. 3.Los organismos e instituciones que podrían intervenir a la hora o bien de evaluar o de tratar a los menores y a sus progenitores pueden ser (señale la respuesta incorrecta): a)Los equipos de orientación de los centros educativos. b)Los equipos psicosociales de los juzgados de familia. c)Psicólogos, terapeutas familiares y otros especialistas privados. d)Psicólogos, terapeutas familiares y otros especialistas de asociaciones y organizaciones de ayuda y apoyo a las familias. e)Los equipos de tratamiento familiar, normalmente dependientes de los ayuntamientos. 4.Desde la reforma del Código Civil de 2005, se establece que (señale la alternativa correcta): a)Si se determina que uno de los progenitores no es culpable de la ruptura de la pareja, es éste quien debe ostentar la guarda y custodia, mientras que la patria potestad debe ser compartida. 97 b)Si se determina que uno de los progenitores es culpable de la ruptura de la pareja, es éste quien debe ostentar la patria potestad y la guarda y custodia si los hijos tienen más de siete años. c)Los menores de siete años deben quedar siempre bajo la guarda y custodia de la madre. d)Se debe tender a la guarda y custodia compartida al producirse la ruptura de la convivencia. e)Si se determina que uno de los progenitores no es culpable de la ruptura de la pareja, es éste quien debe ostentar la patria potestad y la guarda y custodia 5.La guarda y custodia se refiere a que: a)El progenitor custodio toma todas las decisiones referentes al menor. b)El progenitor no custodio no debe participar en la decisión sobre cómo debe ser la educación de sus hijos, pero sí sobre los demás aspectos de su formación. c)Ambos progenitores deben consultar al juez sobre las decisiones que afecten al menor en su desarrollo. d)La Fiscalía de Menores debe proponer al juez si el menor puede tener algún tipo de contacto con el progenitor no custodio. e)Uno de los progenitores, el que la ostente, se ocupa de la manutención, mantenimiento y vida cotidiana del menor. 98 99 6.1. El sentido de la guarda y custodia compartida Quizá el argumento más adecuado para justificar que en caso de ruptura de la pareja el régimen idóneo de contacto de los progenitores es la opción de que ambos progenitores compartan dicho contacto en tiempos más o menos iguales y conservando la posibilidad de decisión sobre las cuestiones que afectan a sus hijos, sea, como expresa González-Martínez (2009, pp. 62 y ss.), que esta es la situación que existía antes de que se produjera la ruptura, y que en aras de la defensa de los menores, se debe intentar no cambiar su vida, sino sólo la de sus progenitores. Evidentemente es imposible que la vida de los niños no se altere al cambiar la de sus progenitores, ya que aquéllos compartían una vida en común con sus padres, y eso se rompe. Por lo tanto, lo cierto es que el cambio será menor si se mantiene el mayor contacto con ambos y si las decisiones no se limitan a uno de ellos. Claro está, siempre que existan circunstancias normales de capacidad de ambos padres para poder optar por este modelo, como luego se analizará. Así, González-Martínez (2009) especifica que las ventajas de este modelo son evidentes porque suponen: Mayor participación de ambos progenitores en la vida de sus hijos. Un incremento de la autoestima de los niños. •Una disminución de los conflictos entre los progenitores, lo que significa además una menor presencia de procesos litigiosos posteriores en los juzgados. Así, desde un punto de vista teórico, la guarda y custodia compartida se 100 convierte en el modelo idílico a seguir (Sariego, 2013b), ya que, parafraseando la filosofía de este modelo, es el que tiende a conseguir un reparto equitativo e igualitario sobre los derechos y los deberes de los progenitores con respecto a sus hijos (que se podría denominar como corresponsabilidad parental y marental) y un reparto de espacios y tiempos mucho más igualitario (ya que en la condición normal de este modelo los niños tendrán dos casas y estarán el mismo tiempo en una y en otra). Se consigue teóricamente así -y por eso precisamente se trata de una noción idílica - que la ruptura de la pareja no sea un problema para sus hijos. Y aún más, se entiende por parte de muchos expertos que ésta es la solución a lo que debe pretender el Derecho, que es guiarse por el supremo interés del menor, ya que su vida cambiará lo menos posible. Incluso no faltan aquellos que argumentan que es la solución que más felicidad supondrá a los progenitores, que se sentirán felices con el reparto de tiempo, de espacios y de responsabilidades, al ser igualitario. Esta visión se ha argumentado también en negativo, es decir, como forma de solucionar todo un problema social de nuestra era, el incremento constante de la ruptura de las parejas y la necesidad de encontrar una solución para los menores (si bien "legalmente" las crisis implican un menor número de rupturas). Así, Ibáñez (2004, p. 6), recoge las palabras de la responsable neozelandesa de bienestar social, Muriel Newman, que expresaba: La carencia de padre ha sido descrita como la más grande patología del siglo xxi. Uno de cada cuatro niños de Nueva Zelanda vive en la actualidad en hogares sin padre. Muchos han perdido toda la conexión con su papá. Cientos de miles de madres están esforzándose para sacar adelante a niños ellas solas, y cientos de miles de padres han sido marginados. Es ciertamente un desastre sociológico. Claro que, esta visión de la situación de los niños y de sus progenitores como problema social, implica una concepción de la realidad según la cual los niños suelen quedar bajo la guarda y custodia de la madre, y los padres 101 suelen perder el contacto con ellos, ignorando que en muchas ocasiones las parejas se rompen por el hecho de que suceden desgracias que son auténticos delitos (como los abusos sexuales a los menores o, sin llegar a un hecho tan grave, otras muchas formas de maltrato, que incluso algunas estadísticas señalan que se producen en el 20% de las familias) normalmente cometidos por los varones, que no se pueden demostrar objetivamente, y ante los que muchas madres, por este motivo, reaccionan protegiendo a sus hijos, haciendo todo lo posible para que ese progenitor no tenga contacto con sus hijos. Es la cruz de la moneda, su cara fea, pero no por eso inexistente e incompatible con la custodia compartida. Lo cierto es que la sociedad cambia debido a que nacen grupos de presión que reivindican un cambio en la situación previamente existente, y esa situación en España era la de que la guardia y custodia se atribuía normalmente a la madre. El grupo de presión que se organiza para cambiar esa situación bajo el lema de conseguir una custodia compartida es el de los varones a los que se les "condena" a ver a sus hijos un fin de semana da cada dos en la mejor de las condiciones. Son esas asociaciones las que han presionado para cambiar la situación y han conseguido que hoy se reconozca que la decisión judicial que debe prevalecer es el establecimiento de la guarda y custodia compartida, y que, para cualquier persona ajena a este problema, se considere lo mejor (no en vano es la forma idílica). Sin embargo, animamos al lector o lectora a revisar en internet los argumentos que algunos defensores de esta postura utilizan: llamar "feminazis" a las madres, argumentar que el papel de la mujer es dar placer al varón (uno de los carteles de la mayor asociación al respecto utiliza el eslogan Las mujeres piden "soluciones", los hombres piden lo mismo pero al revés) y llenar sus páginas de imágenes que suponen un atentado contra la dignidad de las personas y contra el respeto a las mujeres y al ser humano en general. No en vano en muchas ocasiones esos padres han sido denunciados por malos tratos a su hijo, e incluso por abusos sexuales. Además, esta situación ha supuesto el recrudecimiento de la postura de las organizaciones feministas, que evidentemente no pueden negarse a que se determine la custodia compartida en los casos en los que no existan problemas entre los progenitores y que no 102 exista un peligro para el menor, pero sí en los casos en los que pueda llegar a existir una situación de posibles malos tratos. También por negativa del menor, ya que si un padre no ha sabido ganarse el cariño de sus hijos, o incluso, como suele ocurrir en algunos casos, los hijos manifiestan auténticamente pánico a estar con su progenitor, éste es el mejor indicador de que han existido malos tratos de ese progenitor a sus hijos. Este fenómeno es lo que algunos autores (Clemente, 2014a) denominan como el efecto perverso del empoderamiento de la mujer. La lucha de la mujer por conseguir su incorporación activa a la sociedad, conseguida y defendida mediante la constitución de organismos de todo tipo (también a nivel mundial: ONU-mujeres, el BDI, ACNUR, etc.) ha supuesto a su vez que se plantee también que los hijos no pueden quedar sistemáticamente a su cuidado, perpetuando un modelo machista. Así, es imposible negar hoy que la incorporación de la mujer al mundo del trabajo y el reconocimiento de que el padre varón debe ocuparse también de sus hijos, hace que el modelo ideal de custodia en caso de ruptura debe ser el compartido. Fue la reforma del Código Civil que se produce en 2005 (Ley 15/2005) la que reconoce que deben ser los cónyuges los que pacten el modelo de guarda y custodia que consideren más adecuado y que se favorezca el que ese modelo sea el de la guarda y custodia compartida; e incluso va más allá, posibilitando que sea el juez el que opte por tal modelo aunque no sea solicitada por los cónyuges sino sólo por uno de ellos (éste es el aspecto más criticado de la ley, ya que si uno de los cónyuges no desea esta solución, no parece ser previsible que el modelo vaya a funcionar adecuadamente). Comentan Alascio y Martín (2007) que la ley de 2005 no crea nada nuevo, ya que la posibilidad de adoptar una guarda y custodia compartida ya existía en la Ley 30/1981 pero el propio espíritu de la ley permitía entender que lo mejor para el menor era quedar bajo la guarda de la madre, ya que ésta supondría para el niño un apoyo emocional que el padre, se entendía, no podía facilitar, relegándole a aportar económicamente cuanto necesitara el menor, ya que su papel tradicional era ese. Así, la vivienda solía atribuirse a la madre y los hijos, siempre con pensión alimenticia y en algunos casos con 103 compensación, y el padre podía tener contacto puntual con los niños mediante el establecimiento de un régimen de visitas. Precisamente, el argumento principal de los colectivos de varones reivindicando la custodia compartida era y es que es desproporcionada su aportación económica en relación al tiempo que pueden disfrutar de ellos, teniendo la impresión de que "compran" el tiempo que pueden pasar con sus hijos. Es preciso considerar, sin embargo, que los estereotipos suelen tener siempre una base de realidad, y si bien la sociedad evoluciona, son muchas las madres que se ocupan aún hoy de sus hijos sin que los padres lo hagan, y bastantes los padres que tras un proceso de disolución de la convivencia se desentienden de sus hijos. Este estereotipo se puede verificar tomando en consideración los resultados encontrados por Alascio y Mar tín (2011), que exponen cómo en 2002 los progenitores pactaron en un 64% el régimen de guarda y custodia, y de ellas, un 93% especificó que las madres ejercerían la guarda y custodia. De cualquier forma, la reforma del Código Civil en 2005 supone una concepción diferente, ya que con anterioridad la falta de una especificación favorable hacia la postura de la custodia compartida implicaba su poca utilización, e incluso el reconocimiento de que la mejor manera de proteger los derechos del menor era precisamente el que la guarda y custodia la ejerciera la madre. Sin embargo la discrecionalidad del juez a la hora de optar por esta fórmula no es total, y así, frente a sistemas jurídicos como el noruego o el alemán que reservan esta opción a que exista acuerdo entre ambos progenitores, el modelo español se caracteriza por una serie de presuposiciones y características, fundamentalmente la presuposición de que son los padres los más idóneos a la hora de prever cuál debe ser el régimen que sea mejor para sus hijos y, por lo tanto, menos dañino para una convivencia posterior a la ruptura de la pareja. Es decir, son los padres quienes pueden y deben determinar de la mejor manera posible cuál es el interés superior del menor. Así, los jueces sólo se pueden oponer al acuerdo de los padres motivando de manera adecuada que dicha decisión no protege a los menores. Por lo tanto, la obligación de los jueces es la de respetar la 104 decisión de los padres, y lógicamente, si no se ponen de acuerdo, buscar dicha protección. Su papel debería ser, en condiciones normales, el de ratificador de las decisiones de los padres. Cuando el juez se encuentre ante la petición de una o de las dos partes de guarda y custodia compartida, debe verificar si efectivamente se cumplen los requisitos que plantea el artículo 92 del Código Civil, que son los siguientes: •Evidentemente, que sea solicitado, al menos, por una de las partes. •Que el Ministerio Fiscal emita un informe que determine que este tipo de régimen protege adecuadamente el interés del menor. •Que ninguno de los padres esté incurso en un proceso penal por atentar contra la vida, la integridad física o moral, la libertad e indemnidad sexual contra el otro progenitor o contra los hijos. El término guarda y custodia compartida ha sido bastante criticado, ya que en realidad los progenitores no comparten nada, puesto que no suelen vivir juntos (a veces sí, al existir sólo un hogar). En su lugar sería más idóneo hablar de "alternativa". También algunos autores han expresado que jurídicamente debe existir un progenitor que sea el encargado superior del menor, y no ambos, aunque el niño esté en tiempos más o menos similares con ambos. Por otra parte, también se ha criticado el empleo del término custodia, ya que implica considerar al menor como una cosa. Igual ocurre con el derecho de visitas, ya que es peyorativo para el progenitor que no tiene la custodia, al excluirle de ésta y considerarle una especie de padre o madre de segunda categoría. Por otra parte, es preciso tener en cuenta que para que se pueda llevar a cabo una guarda y custodia compartida se deben dar una serie de condiciones tanto formales como psicológicas de los progenitores. Es lo que desde el Derecho se entiende como la necesidad de que la guarda y custodia consiga la estabilidad física y afectiva del menor (Rivera, 2013). Serán los temas que trataremos a continuación. 105 6.2. La estabilidad física del menor Según Sariego (2013a), dichos requisitos de tipo formal (con los que se hace referencia a la estabilidad física del menor) se pueden englobar en cuatro categorías: •Disponibilidad temporal de los cónyuges. Cada uno de ellos debe disponer de tiempo para poder dedicarse al cuidado de los hijos. La estructura anterior liberaba al varón normalmente de dicha disposición temporal, determinando que su vida se debería enfocar hacia el trabajo, mientras que cargaba a la mujer con el cuidado del niño a costa de sus posibilidades laborales. Pero no siempre ambos cónyuges pueden ocuparse de los hijos, por lo que no siempre esta forma de custodia es la más adecuada. •Disponibilidad de recursos económicos de la familia en su conjunto. Mientras que el sistema de custodia tradicional implicaba que se asignaba la vivienda familiar a uno de ellos, en este sistema lo normal es que ambos deban tener una vivienda con las dotaciones necesarias para que los hijos estén en ella en momentos temporales, por lo que debe existir la posibilidad de posesión de dos viviendas. Tampoco esto es posible siempre. Peor es la situación en la que se designa una vivienda en la que viven los niños, y los padres acuden a ella por periodos temporales (es el sistema denominado como "nido de águila", ya que implica la posesión de tres viviendas). Por supuesto, todas las viviendas tienen que estar próximas geográficamente entre sí. •Disponibilidad de recursos sociales y familiares. Dado que existen cambios constantes entre progenitores, en muchas ocasiones esto implica la necesidad de un apoyo constante de las dos familias. •Posibilidad de articular cambios medioambientales de toda la familia, debido al mismo argumento que en el punto anterior. Alascio y Martín (2007) plantean, por otra parte, que la custodia 106 compartida puede implicar un efecto perverso, efecto que se concreta en dos cuestiones: •Que una de las partes (normalmente el padre) solicite la custodia compartida con la intención de evitar que se le otorgue el uso de la vivienda común a la madre y poder "castigar" de esa manera a la otra parte. •Que una de las partes (normalmente la madre) esté dispuesta a ceder parte de los bienes patrimoniales que le puedan corresponder a cambio de conseguir la guarda sólo para ella. Este sistema es lo que en inglés se denomina como clean break; lo desarrollaremos con un poco de detenimiento a continuación. El clean break es un concepto que en España se planteó por primera vez en el código de familia catalán, que permite sustituir el pago de la pensión por la entrega de bienes en dominio. Y de hecho, la reforma del Código Civil de 2005 (Ley 15/2005) permitió tal posibilidad, admitiendo la temporalidad y el pago único de la pensión compensatoria. Nace en Inglaterra, como forma de eliminar las obligaciones periódicas patrimoniales entre los progenitores, concentrándolas. Existen fundamentalmente tres formas de ejecución: la entrega de una cantidad alzada, la adjudicación de inmuebles y el establecimiento de pagos periódicos durante un tiempo determinado (normalmente dos años). Este tipo de acuerdos suelen ser apropiados en el caso de ruptura de matrimonios que han tenido corta duración y que no suelen tener hijos, y que gozan de una previsión de estabilidad económica para establecer los pagos; normalmente existe an tagonismo entre ellos. La custodia compartida en sí es independiente del sistema clean break (que podría traducirse como "ruptura limpia"), pero se inscribe dentro de la misma filosofía de acuerdo y de evitar discrepancias entre los excónyuges. 6.3. La estabilidad afectiva del menor Sin duda, el primer requisito para pensar que la custodia compartida será la mejor opción para el menor es que ambos progenitores estén de acuerdo en 107 esta opción. Sin embargo, la ley contempla que no tiene por qué ser así, y que si sólo uno de ellos lo solicita, el juez puede determinarla. Aparte de esta cuestión, trataremos otras (Martín-Calero, 2010, pp. 13 y ss.) que tampoco recoge la ley, pero que garantizarían que este sistema pueda tener visos de éxito: •Capacidad de los padres para mantener una cooperación activa y una corresponsabilidad. El sistema sólo será eficaz si ambos progenitores poseen una predisposición al diálogo. Es posible incluso que sólo uno de ellos haya deseado este sistema, pero si ambos son dialogantes y aceptan las reglas del juego, el sistema puede funcionar. Al tratarse de un sistema en el que el niño constantemente está en dos hogares, la necesidad de solucionar problemas cotidianos es muy grande, por lo que el diálogo entre los progenitores y la capacidad de decidir de manera común todos los asuntos que tienen que ver con los hijos es fundamental. •Capacidad de los padres para mantener un modelo educativo común. Puesto que el niño está continuamente cambiando de hogar, los modelos educativos deben ser muy comunes. •Baja conflictividad entre los padres. Si están dispuestos a dialogar, pero cualquier toma de decisiones implica una larga discusión, el sistema no es adecuado. •Consideración de la relación previa de los padres y los hijos, y de la actual. Los psicólogos decimos que el mayor predictor de la conducta futura es el pasado. Si se ha demostrado en el pasado una alta conflictividad entre los padres, se puede predecir con facilidad que ésta se mantendrá en el futuro. 6.4. Tipos de custodia compartida Existen varios tipos de custodia compartida. Vamos a exponer los mismos siguiendo para ello el esquema de Sariego (2013b): 108 •Custodia compartida tradicional: este tipo de custodia consiste en la existencia de un régimen muy parecido a la custodia no compartida, ya que los menores conviven de manera habitual sólo con uno de los progenitores, pero el otro tiene derecho a que los niños estén en su casa en periodos muy amplios, lo que sería en realidad equivalente a un régimen de visitas muy amplio. Dado que los niños están más tiempo con uno de los progenitores, a veces debe establecerse una pensión de alimentos a favor del progenitor que permanece más tiempo con los menores. •Custodia compartida semanal: consiste en que los niños conviven semanas alternas con cada progenitor. Es decir, el sistema de rotación es cada semana. En estos casos no suele existir pensión por alimentos. •Custodia compartida mensual: la rotación se realiza cada mes. Se establecen visitas entre semana y en fines de semana alternos. No suele existir pensión por alimentos. •Custodia compartida semestral: igual que la compartida mensual, pero con rotación cada seis meses. Se establecen las visitas y la pensión. •Custodia compartida por años escolares alternos: aprovecha las vacaciones estivales para efectuar el cambio de custodia. De nuevo se establece un amplio régimen de visitas para el progenitor que no vive con los niños durante el año y la pensión por alimentos con alternancia. Evidentemente este sistema exige que los domicilios de los cónyuges estén cerca, y concomitantemente que los centros escolares también, pues si no el sistema de custodia es imposible de desarrollar. Entre otras cuestiones, no es positivo que los menores cambien continuamente de centro escolar. 6.5. Argumentos contra la custodia compartida Quizá la investigación que más ha recalcado el hecho de que la guarda y custodia compartida puede suponer efectos negativos sobre los menores es la 109 de Berger et al. (2013), que ha sido ampliamente difundida. En cualquier caso es preciso recalcar antes de nada dos cuestiones: que el citado trabajo, que ahora vamos a desarrollar, no posee - como otros muchos que apoyan la custodia compartida - un rigor científico suficiente y que sólo se refiere a niños de edades muy tempranas. Este trabajo se desarrolló en Francia, tras la reforma legislativa que en dicho país fomentó la custodia compartida, con el argumento de favorecer que el niño mantenga contacto regular con ambos progenitores. La crítica fundamental que se puede aplicar a los autores (igual se puede afirmar de la legislación española) es que el texto no diferencia entre las necesidades de un bebé de dos meses y las de un adolescente. El trabajo recopila 150 casos de niños menores de seis años que presentaron trastornos psicológicos debido a una decisión de residencia alterna (51% de los casos) o "equivalente" a la residencia alterna (división de tiempos en el 29,2% de los casos, y fin de semana largo con la mitad de las vacaciones en el 19,8% de los mismos). Las conclusiones de los autores señalan que existe una patología psíquica en los niños provocada por la residencia alterna, con la aparición de uno o más de los siguientes síntomas, que enumeramos a continuación: •Sensación de inseguridad con ansiedad, provocada por una percepción de abandono que no existía antes; estos niños no soportan el alejamiento de su madre y demandan estar en contacto permanente con ella. •Un sentimiento depresivo (con la mirada perdida durante varias horas), trastornos del sueño, eccemas... •Agresividad, en especial hacia la madre, considerada por los niños como responsable de la separación. •Pérdida de confianza en los adultos, especialmente en el padre, cuya visión provoca una reacción de rechazo. 110 •Un comportamiento de control exacerbado en niños de 7-8 años con residencia alterna por vía judicial, que se manifiesta en un rechazo a mantener el ritmo propuesto por los padres y la escuela, como si estos niños se rebelaran contra el ritmo marcado por el exterior. Estos problemas pueden prolongarse hasta la adolescencia y se encuentran en la edad adulta, bajo la forma de ansiedad y depresión crónicas. Estos efectos se pueden verificar también en muchos estudios de niños que han sido separados de su madre en repetidas ocasiones en otros contextos. En otros trabajos de investigación (Solomon y George, 1999) se verifica, con una muestra de 145 niños de 12 a 20 meses que se amplió después a niños de 24 a 30 meses, que dos tercios de los hijos de padres divorciados que regularmente pasan una o más noches en casa del padre tienen comportamientos que reflejan el establecimiento de un estilo de apego más inseguro que los niños de padres divorciados que no pasan noches con su padre y que los hijos de parejas no divorciadas. Estos bebés tienen un modo de apego calificado como desorganizado, con momentos de hipervigilancia, acaparamiento, agresividad durante días o semanas e hipersensibilidad a cualquier separación potencial o real de la madre. No consiguen estar bien ni en el momento de la separación, ni en el del reencuentro y creen que sus padres no son capaces de ayudarlos en estas circunstancias. Del resultado de este estudio se desprende que el hecho de que el hijo pernocte en casa del padre no proporciona ninguna ventaja para la calidad del vínculo padre-hijo. Por otra parte, en este estudio, la conflictividad entre los excónyuges también parece ser un importante factor de inseguridad para el niño. Un elemento importante al respecto lo señalan Berger et al. (2013) al hacer referencia al trabajo de Kaplan y Pruett, quienes hacen hincapié en que el niño no tiene el mismo sentido del tiempo que los adultos: un día de separación puede ser el equivalente a varias semanas vividas por un adulto. Estos autores señalan la necesidad, para evaluar la situación, de recibir a cada progenitor con el niño: Un progenitor puede ser muy elocuente a la hora de describir el 111 comportamiento de su hijo y necesidades, pero no tener ninguna conexión emocional con él; por el contrario, un padre con una forma pobre de expresarse y que da poca información puede ser muy sensible a los sentimientos de su hijo y anticiparse a sus necesidades. Añaden que es importante que los cambios en el entorno del niño deben ser necesariamente moderados. Estos autores, de acuerdo con su visión, proponen encuadrar el ritmo de los contactos bajo la forma de un derecho de alojamiento progresivo. Para ello crean un calendario que res ponde al principio de precaución, sobre todo ante situaciones de conflicto parental. Este calendario está inspirado en los trabajos de Brazelton y Greenspan, y parte de la hipótesis de que la madre es responsable de los primeros cuidados, si bien se podría invertir si es el padre el que ha tenido que encargarse de esta tarea debido a la incapacidad de la madre. Este calendario será flexible en función de la implicación del padre en los primeros cuidados, o de la forma en que se ha hecho cargo él solo del niño, debido, por ejemplo, a las obligaciones profesionales de la esposa, a la conflictividad de la pareja y/o a la capacidad del niño para tolerar el cambio. Cabe destacar que este programa introduce una limitación importante para ambos progenitores, ya que no pueden tomarse largas vacaciones, para no privar a los hijos de la presencia continuada de ninguno de ellos. Dicho calendario puede ser el siguiente: •De 0 a 1 año: el niño podría ver a su padre de dos a tres veces por semana, cada una de las veces durante medio día y en el domicilio de este último, sin pasar la noche allí. Dos de estos "medios días" se podrán concentrar, eventualmente, en un día completo. •De 1 a 3 años: tres medios días. Cuando el niño está familiarizado con la casa paterna, se puede añadir una noche en semana pero sin separación de la madre, que supere el día y medio. Esto supone la pernocta de la madre en la casa del padre, lo que suponemos que no va a ser muy aceptado por la madre. •De 3 a 6 años: el alojamiento en casa del padre se podrá realizar bajo la forma de un fin de semana de dos días con dos noches, cada 15 días; y 112 medio día durante la semana. A esto se añade la mitad de las vacaciones escolares, que no deberán exceder de una duración de quince días consecutivos en casa del padre y a condición de mantener los contactos suficientes y no intrusivos con el otro progenitor, y viceversa. Por lo tanto, se trata de un régimen de visitas que no va a ser fácilmente aceptado por ninguno de los progenitores. Preguntas de autoevaluación 1.Las ventajas de la guarda y custodia compartida suelen ser (indique la incorrecta): a)Mayor participación de ambos progenitores en la vida de sus hijos. b)Una disminución de los conflictos entre los progenitores, lo que significa además una menor presencia de procesos litigiosos posteriores en los juzgados. c)Un incremento de la autoestima de los niños. d)Tiende a conseguir un reparto equitativo e igualitario sobre los derechos y los deberes de los progenitores con respecto a sus hijos. e)Permite que los niños elijan con qué progenitor estar en cada momento, por lo que no se les obliga a permanecer con uno de ellos si no quieren. 2.La reforma del Código Civil en 2005 supone una concepción diferente, ya que (señale la respuesta correcta): a)Antes no existía un régimen de guarda y custodia compartida. b)Implica el reconocimiento de que la mejor manera de proteger los derechos del menor es precisamente el que la guarda y custodia la ejerza la madre. 113 c)Establece un régimen de guarda y custodia diferenciado pero existente para el caso de los matrimonios homosexuales. d)Implica que se debe tender a otorgar un régimen de custodia compartida en los procesos de separación y divorcio. e)Establece que debe tenderse a otorgar la guarda y custodia al progenitor capaz de educar más en el afecto a sus hijos menores. 3.Cuando el juez se encuentre ante la petición de una o de las dos partes de guarda y custodia compartida, debe verificar si (señale la alternativa incorrecta): a)Es solicitado, cuando menos, por una de las partes. b)El Ministerio Fiscal emita un informe en el que se determine que este tipo de régimen protege adecuadamente el interés del menor. c)Ambas partes estén de acuerdo en su solicitud. d)Ninguno de los padres esté incurso en un proceso penal por atentar contra la vida, la integridad física o moral, la libertad e indemnidad sexual contra el otro progenitor, o contra los hijos que vivan con ambos. e)Es la medida que más favorece al menor. 4.La llamada estabilidad física del menor de cara a conseguir una adecuada guarda y custodia compartida implica (señale la alternativa incorrecta): a)Disponibilidad de cambiar el régimen de custodia por parte de cada cónyuge. b)Disponibilidad temporal de los cónyuges. c)Disponibilidad de recursos sociales y familiares. 114 d)Disponibilidad de recursos económicos de la familia en su conjunto. e)Posibilidad de articular cambios medioambientales para toda la familia. 5.La llamada estabilidad afectiva del menor de cara a conseguir una adecuada guarda y custodia compartida implica (señale la alternativa incorrecta): a)Capacidad de los padres para mantener una cooperación activa y una corresponsabilidad. b)Capacidad de los padres para poder convivir en el mismo hogar junto con sus hijos. c)Capacidad de los padres para mantener un modelo educativo común. d)Baja conflictividad entre los padres. e)Consideración de la relación previa y actual entre padres e hijos. 115 7.1. El sentido de la mediación Una de las características fundamentales de la reforma de la ley del divorcio de 2005, como ya se ha comentado, es la de otorgar un mayor papel a las partes, en este caso a los progenitores o tutores legales, de forma que sean ellos los que lleven la voz cantante en la determinación de las características del convenio regulador. Así, en todo proceso, aunque se plantee de forma contenciosa, el juez va a intentar que sean los progenitores los que lleguen a un acuerdo, lógicamente, en compañía de sus abogados para darle a dicho acuerdo una forma legal y así evitar que sea la autoridad judicial quien establezca dicho convenio. Pero incluso antes de dicha reforma, si no de una manera enfática, se podía recurrir a ofrecer al juez un acuerdo entre las partes. Pero la Ley 15/2005, de 8 de julio, en su exposición de motivos, subraya la necesidad de ampliar la libertad de los cónyuges, abriéndoles a los mismos la posibilidad de disolver la relación conyugal con mayor agilidad y con mayor capacidad de decisión sobre los aspectos que les conciernen. Con esta finalidad se menciona expresamente la mediación familiar como medio para alcanzar soluciones consensuadas. ¿Qué es la mediación familiar? Se puede definir la mediación familiar (Medina, 2013) como un proceso paralelo a la Justicia, al que las partes acuden voluntariamente para alcanzar desde su propio protagonismo y con la ayuda de un mediador, un acuerdo satisfactorio para todos los participantes en el conflicto. El objetivo es lograr que los padres entiendan que siguen teniendo una serie de funciones parentales y que deben tomar decisiones sobre sus hijos de manera continua, siendo ellos los únicos que pueden conseguir que dichas decisiones sean realmente adecuadas, ya que como muy bien decía Miguel de 116 Cervantes en boca de Don Quijote, "entre casados de honor, cuando hay pleito descubierto, más vale el peor concierto, que no el acuerdo mejor" (es decir, el peor de los acuerdos entre particulares supera a la mejor de las sentencias). El divorcio es una definición legal, pero la familia y sus crisis deben afrontarlas los progenitores (Clemente, 2011). El Derecho sólo establece unas meras pinceladas de cómo debe ser la relación, el resto debe guiarse por la sensatez y la sabiduría a la hora de tomar decisiones, teniendo como meta el bien de los menores. Para conseguir dicha capacidad en algunos progenitores, aquellos que no sepan afrontar la situación de manera positiva hacia los menores, se cuenta con mediadores familiares, muchos de ellos psicólogos. Analizaremos, en un primer momento, cómo se debe producir la mediación, que es tanto como especificar en qué consiste de manera operativa. Para ello vamos a establecer una serie de requisitos previos, siguiendo el trabajo de Medina (2013): •Voluntariedad: es necesario que las partes en conflicto consientan libremente acudir a la mediación. Cualquier imposición conllevaría situaciones incómodas que mermarían la consecución de acuerdos satisfactorios. •Protagonismo: son las partes las que aportan las soluciones llegando a acuerdos; el mediador sólo interviene en el proceso guiando el mismo, a diferencia de otras formas de resolución de conflictos. No puede imponer, ni siquiera proponer, soluciones. •Neutralidad e imparcialidad: la persona mediadora es un tercero neutral e imparcial que debe ayudar a la consecución de acuerdos satisfactorios sin inclinarse en ningún momento del proceso por ninguna de las partes. •Confidencialidad: el mediador o mediadora no podrá difundir ninguna información relativa al objeto de la mediación si no es con autorización 117 de las partes, y de igual forma no podrá intervenir como testigo o perito en ningún procedimiento judicial que afecte al objeto de la mediación, salvo por decisión judicial. Es decir, el mediador debe llevar a cabo un proceso de empoderamiento de las partes, de forma que sean ellas las que alcancen un acuerdo, sin darles pistas de cómo se debe llegar al mismo. Se debe centrar en el proceso y no en el contenido. En una palabra, mediar es lo contrario a imponer o a ofrecer soluciones concretas; estas soluciones concretas las deben encontrar directamente las partes. Este afán mediador de la nueva ley de 2005 está implícito y explícito en el texto, como bien lo reconoce Ibáñez-Valverde (2004, p. 2): Todo el texto [de la ley de Divorcio de 20051, y ésta es otra de las significativas novedades que introduce, se encuentra inspirado por el ánimo de la promoción del mutuo acuerdo, al extremo que afirma que la intervención judicial debe reservarse para cuando haya sido imposible el pacto, o cuando el contenido de sus propuestas sea lesivo para los hijos o para uno de los cónyuges. Con el fin de reducir las consecuencias derivadas de la ruptura para todos los miembros de la familia, mantener la comunicación y el diálogo y - de nuevo garantizar de forma especial la protección del interés superior del menor se establece, explícitamente, la mediación como un recurso voluntario alternativo de solución de los litigios familiares por vía de mutuo acuerdo con la intervención de un mediador imparcial y neutral; recogiéndose así, de forma explícita, la recomendación R(98)1, de 21 de Enero de 1998, del Comité de Ministros del Consejo de Europa. 7.2. La actualidad: mediación como imposición Uno de los principales problemas que existen en la actualidad al establecerse por ley la mediación es el hecho de que tanto jueces como fiscales quieran "provocar" un acuerdo entre los litigantes justo en la puerta de la sala de 118 vistas (Sariego, 2013b). Se trata de una filosofía que implica lo contrario a la mediación y que atenta contra los principios de la misma. Se trata, según Sariego (2013b, pp. 7 y ss.) de algo que está ocurriendo en la praxis de los juzgados en España, y que consiste en provocar acuerdos en el último momento, justo antes del juicio (bien en despachos de fiscales y de jueces de familia, bien en el propio pasillo de la sala de vistas) comentando el juez a los abogados de las partes que disponen de tiempos tan amplios como cinco minutos para poder ofrecerle un acuerdo; lo que, desgraciadamente, se ha convertido en algo habitual. Los litigan tes, ante este tipo de situaciones, en la que el juez les dice que deben llegar al acuerdo en el momento, y con abogados que en lugar de explicarles que no es necesario les comentan que hay jueces que lo ordenan así, suelen firmar lo que se les ponga por delante, ya que el fiscal o el juez de turno (incluso sus abogados) les indican (justo cinco o diez minutos antes del juicio) que tal acuerdo es lo mejor. Por eso ante una situación de este tipo, desde estas páginas abogamos por no aceptar tal imposición: mejor pleitear que llegar a un mal acuerdo. O expresado de manera más concisa: mejor llegar entre ambas partes a un acuerdo asumido con serenidad y convencimiento; pero de no ser posible, mejor dejar que sea el juez quien dicte sentencia según su parecer en acuerdo a la ley. Es decir, la mediación requiere de un proceso, de una calma y de un convencimiento entre las partes de que se opta por la mejor solución. Por fortuna, algunos jueces de familia (desgraciadamente pocos) desaconsejan esta praxis, ya que consideran que los justiciables (las parejas) viven dichas indicaciones como una coacción, esto es, como si negarse a aceptar lo que el fiscal o el juez aconsejan antes del juicio fuera malo para ellos y se pudiera tener en cuenta su negativa en caso de entrar en juicio. Es preciso denunciar públicamente a aquellos operadores jurídicos, tal y como lo hace Medina (2013), sean fiscales, jueces o abogados, pues están permitiendo que esta práctica sea habitual en los juzgados de familia. ¿Cómo puede pedirse a un ciudadano o ciudadana que en diez minutos decida sobre temas que van a afectarle el resto de su vida a él o ella y a sus hijos? Se supone que la expareja y sus abogados respectivos, antes del juicio, han 119 tenido meses para negociar acuerdos, y, si han llegado a la puerta de la sala de juicio sin acuerdo, es porque no es posible que lo consigan. ¿Por qué entonces se jactan tanto jueces y fiscales de haber logrado acuerdos en diez minutos, cuando los progenitores, los mediadores y sus abogados han sido incapaces de hacerlo durante meses de negociación? Lo cierto es que en el juzgado no hay negociación, sino imposición de criterios y acuerdos. Muchos jueces y fiscales (demasiados) quieren hacer creer que ellos median antes de los juicios, y la simple afirmación de ello muestra el desconocimiento de estas personas de lo que es una gestión de un conflicto de pareja y lo que es una mediación, ya que la mediación parte de la base de que es voluntaria y que el mediador está al mismo nivel de poder que las partes en conflicto. En los juzgados no se da ninguna de estas circunstancias, ya que el fiscal o juez están en una situación de poder muy por encima del ciudadano, y además obligan a las partes a una negociación in extremis, desapareciendo todo viso de voluntariedad en el proceso, lo que lo invalida. Las estadísticas demuestran cómo en los últimos tiempos los procesos de nulidad de actuaciones basados en estos hechos se han incrementado. La actuación de los juzgados no facilita que las parejas acuerden un divorcio real, sino sólo ficticio, sin ser conscientes de que realmente las están empujando a nuevos problemas que de otra forma se podrían evitar Medina (2013). Frente a una forma tan nefasta de actuación, se opone una auténtica mediación. Así, existen sistemas de trabajo en mediación con metodologías inversas; por ejemplo, el sistema utilizado por Coy y Sariego (véase Sariego, 2013b, p. 16) parte de la base de que se debe llegar a auténticos acuerdos entre las partes. Incluso, este sistema aboga por poner en práctica unos meses los acuerdos alcanzados por las partes antes de legalizarlos, y poder así reajustar los convenios antes de ser aprobados por el juzgado, ya que la práctica nos ha enseñado que los acuerdos deben ser reajustados al poco tiempo. Un ejemplo de dicho desajuste nos lo proporciona de nuevo Sariego (2013b): hay parejas que decidieron inicialmente una custodia por semanas alternas, pero después se dieron cuenta del alto grado de estrés que producía dicho sistema en la vida de todos. 120 La custodia compartida, también llamada responsabilidad parental conjunta, amplía el campo de autodeterminación de las partes, que a través de un convenio regulador o de acuerdo durante el transcurso del procedimiento podrán decidir sobre los tiempos de convivencia y las relaciones con los menores. En principio, todo este cúmulo de cambios legislativos podría conllevar a no identificar ruptura matrimonial con ruptura familiar puesto que desaparecería la figura del progenitor que tras el divorcio se ve obligado a estar lejos de sus hijos. Sin embargo, estos cambios legislativos no están encontrando una amplia aplicación práctica, al no existir suficientes servicios de mediación familiar, ni de suficiente calidad. 7.3. Alternativas para conseguir acuerdos Normalmente, las formas para solucionar conflictos de forma pacífica se han llevado a cabo a través del arbitraje, la negociación y la mediación. Cada una de estas formas implica características distintas y los procesos que en ellas están implicados son también diferentes. 7.3.1. El arbitraje Healy (1984) distingue la mediación del arbitraje en el sentido de que el segundo es más formal y es el procedimiento que se utiliza normalmente en los litigios. Está regido por unas normas de procedimiento y es una "tercera parte" (el mediador), ajena a los litigantes, la que decide por las otras dos. El arbitraje sería un proceso de negociación en el que el árbitro tiene poder para imponer una decisión, debiendo las partes aceptarlo y someterse al juicio de dicho árbitro. El poder para imponer las reglas y las condiciones recae en esa persona. No tenemos que rebuscar mucho para damos cuenta de que este tipo de "negociaciones" se están llevando a diario en los tribunales de justicia. Es más, en muchos contratos particulares, hoy en día, se incluyen cláusulas de arbitraje y de obligatoriedad de respeto a lo que se arbitre, aceptando no acudir a los tribunales. 121 7.3.2. La negociación La negociación es, básicamente, un proceso de discusión que tienen dos partes a través de unos representantes oficiales de sus intereses. El negociador actúa en nombre de una de las partes y realmente participa poco en la resolución del conflicto. También es lo que suelen hacer habitualmente los abogados cuando representan a su cliente a la hora de elaborar el convenio regulador con el abogado de la otra parte. En la negociación, todas las partes han de procurar llegar a un acuerdo mutuo aceptable mediante conversaciones continuas. La persona que gestiona la negociación está sometida a una serie de presiones y fenómenos de coerción, centrándose la negociación sobre determinadas materias y sin ninguna posibilidad de salirse de esas materias en conflicto. La negociación es utilizada por algunos abogados que intentan conseguir que su cliente acuda a la vía amistosamente, y la manera en que suele hacerse es el contacto entre los abogados que representan las partes para negociar sobre los puntos en conflicto. Aquí las partes no intervienen en la negociación, sólo son informadas por sus representantes respecto a la aceptación o no de las condiciones por la otra parte y de cuáles son las propuestas de ésta. 7.3.3. La mediación en sí La mediación incluye al mediador como la persona que abre las líneas de comunicación entre los que disputan y los invita a examinar sus distintas opciones por ellos mismos. El papel del mediador es el de escuchar, preguntar y encontrar áreas comunes de acuerdos. El mediador no es el que decide, sino que son las partes las que llegan a encontrar una solución y tomar la decisión por ellos mismos. En este sentido, la mediación sería la oportunidad para establecer una paz mejor y duradera entre personas, familias y grupos. La labor del mediador sería centrar el proceso, y son los propios disputantes quienes pueden seleccionar un mediador aceptable para todos y que sea considerado como imparcial. El mediador es quien tiene que recoger la información aportada por las partes y organizarla, determinando qué información es la más pertinente. En la mediación, las partes enfrentadas 122 disponen de una tercera persona, la cual está a su servicio y que, supuestamente, no toma partido por ninguna de ellas. El objetivo de esta persona es facilitar que ambas partes encuentren una solución conjunta a sus problemas y que a la vez no deje descontenta a ninguna de ellas (o si no es posible tal cuestión, que ambas puedan encontrar la mejor solución asumiendo que no hay soluciones mágicas en las que todo sea positivo). Una manera de resolver el conflicto es la presencia en las negociaciones de una tercera persona neutral que facilite el acercamiento de los negociadores en las cuestiones en que no están de acuerdo. Más concretamente, la mediación familiar es una técnica mediante la cual se intenta que las partes negocien un acuerdo sobre los conflictos que surgen en la ruptura conyugal y se invita a los interesados a participar en la regulación de su propia vida con una repercusión beneficiosa sobre ellos y sobre sus hijos (evitando la agresividad y las represalias que son tan normales en este tipo de conflictos) a asumir la separación y negociar los puntos discordantes y a aumentar la autosuficiencia de la pareja. La mediación familiar es una alternativa para aquellos padres que ven la necesidad de cooperar entre ellos como padres de unos hijos, si los tienen, y, si no los tienen o éstos ya son mayores, la de conseguir un acuerdo sin necesidad de enfrentarse entre ellos. El proceso se lleva a cabo a través de una tercera persona que hace de mediador y que les facilita la negociación de los puntos conflictivos en el convenio regulador. 7.4. El empoderamiento, factor clave En el seno de las ciencias sociales nació la noción de empowerment. Dado que se trata de un término anglosajón, ha sido traducido de muy diversas maneras: como "fortalecimiento" (Montero, 2003), como "potenciación" (Hombrados, 1996), o como "empoderamiento" (Sánchez-Vidal, 2007), término escogido en este libro. Se trata de un concepto que alude a dar poder, facultar, autorizar, habilitar. Fue acuñado por Rappaport (1987) y desarrollado por Marc Zimmerman a la hora de definir la Psicología comunitaria. ¿Y cuáles son los referentes del empoderamiento? Se refiere a una condición de dominio o autoridad por la que individuos o grupos logran por sí mismos transformaciones dirigidas a mejorar la calidad de sus vidas y 123 el acceso a bienes y servicios de la sociedad, tanto a través de la determinación individual de la propia vida como mediante la participación democrática en la vida de la comunidad a través de estructuras mediadoras (vecindario, las ONG, etc.). Algunas de las definiciones de empoderamiento son las siguientes: •Rappaport (1987): proceso por el cual las personas, organizaciones y comunidades adquieren control y dominio sobre sus vidas. •Mechanic (1991): proceso por el cual los individuos aprenden a conocer la estrecha correspondencia entre sus objetivos y el sentido de cómo alcanzarlos, la relación entre sus esfuerzos y sus logros. •Comell Empowerment Group (1989): la potenciación es un proceso intencionado y progresivo que, centrado en la comunidad local, fundamentado sobre el respeto mutuo, la reflexión crítica, la ayuda natural y la participación en estructuras sociales de la comunidad, permiten a aquellos que no comparten por igual los recursos tener un acceso y un control sobre los mismos. 7.5. Propiedades y características de la mediación 7.5.1. Mediación legal versus mediación psicológica Los mediadores familiares suelen ser psicólogos o abogados. La ventaja de que el mediador sea abogado es que puede dar forma legal a los acuerdos a los que se llegue entre las partes. Y la desventaja es que el abogado no es experto en relaciones humanas, y por lo tanto el acuerdo al que llegue entre las partes suele ser más efímero, y por lo tanto será más posible que ambas partes tengan que recurrir a pleitear ante la Justicia. El psicólogo, como experto en las relaciones humanas, posee unos conocimientos que le permiten potenciar la capacidad de ambas partes para llegar a acuerdos más perdurables en el tiempo. Quizá la mejor alternativa, para este autor, es que el mediador sea psicólogo, y que sobre dicha base de acuerdo sea el abogado el que le otorgue la forma jurídica adecuada. 124 Dentro de este contexto, existe una gran diferencia según lleven adelante la mediación abogados o psicólogos (Clemente, 2011). Cuando son los abogados los que llevan a cabo la mediación, las partes respectivas o clientes, que son las que realmente deberían estar interesadas en llegar al mejor acuerdo posible, se suelen quedar al margen de este tipo de cuestiones, dejándose guiar por el criterio profesional de sus respectivos abogados en cuanto a determinar cuál de los dos padres va a tener la guarda y custodia, cómo van a cooperar los padres en el ejercicio de las funciones parentales, quién se quedará en la vivienda familiar, cómo se relacionarán los hijos con el padre no custodio, de qué modo participarán los padres en la manutención de los hijos, cómo se van a repartir los bienes de la pareja, determinar si es necesaria una ayuda económica para la manutención de los hijos y del otro cónyuge, y otras cuestiones que tengan a bien quedar reflejadas en el convenio regulador. La no participación directa de la pareja en este tipo de cuestiones hace que, posteriormente, lo establecido en el convenio sea con frecuencia incumplido por las partes, ya que no se sienten vinculados a esa toma de decisiones. Por otra parte, si la mediación la llevan a cabo psicólogos, éstos tratarán de crear un buen clima entre los progenitores para afrontar los temas que deben constar en el convenio regulador de la manera más positiva para ambos, siendo las partes los verdaderos agentes de los acuerdos y procurando siempre el bien de los menores, concediendo a los aspectos puramente legales una importancia menor. A nuestro juicio, sólo se puede hablar de mediación desde esta segunda perspectiva, o, si se desea, a la primera se le debe dar el nombre, mucho más adecuado, de "mediación legal", reservando el genérico de mediación para el psicológico. Por lo tanto, a nuestro entender, sólo se puede llevar a cabo la mediación entre las partes si: •Ambas la desean y la asumen como un proceso que excede lo jurídico y que implica la perspectiva de ceder y negociar por ambas partes, siempre que con dicho proceso se consiga el bien del menor. 125 •Ambas se plantean que los acuerdos deben resolver el futuro de sus hijos y no revolver en el pasado ni utilizar dicho pasado como arma arrojadiza. •Ambas tienen una voluntad clara de asumir la responsabilidad de la educación y del desarrollo de sus hijos, y por lo tanto están dispuestas a seguir negociando cada vez que se plantee un problema, asumiendo que la Justicia no puede reemplazar el papel de ellos como padres. 7.5.2. Características de la mediación La mediación tiene una serie de características, señaladas por Coy (1995): •No es un proceso terapéutico, aunque puede producir ciertos efectos en ese sentido. •Tiende a fomentar la responsabilidad e implicación en la toma de decisiones de los participantes. •Se centra en crear un plan de trabajo y en resolver el conflicto más que en las historias personales de cada uno. •Utiliza una metodología cognitivo-conductual más que existencial. •Se centra en el presente y el futuro dejando a un lado el pasado. •Es un proceso didáctico. •Hay momentos en los que se implica a la familia extensa. Saposnek (1983) pone de relieve que la mediación es un enfoque alternativo para resolver las disputas sobre la custodia de los hijos, de tal forma que es mucho más congruente con lo que actualmente sabemos sobre las necesidades y la evolución psicológica de los niños del divorcio. La mediación tiene un enfoque cooperativo, animando a los cónyuges a resolver los problemas en común. De igual forma, hace hincapié básicamente en 126 cuatro puntos esenciales: •Comunicación. Si se pretende la cooperación, ésta debe buscarse a través de una comunicación abierta y honesta sobre la información de importancia entre los participantes en lo relativo a los hijos. •Percepción. Se debe aumentar la sensibilidad hacia las semejanzas e intereses comunes y minimizar las diferencias. •Actitudes mutuas. Debe ser una actitud amistosa, confiada y tendente a incrementar la voluntad de ayuda hacia el otro. •Orientación hacia la tarea. La atención debe centrarse en cooperar para el mejor bienestar de los hijos, haciendo causa común y utilizando los aspectos positivos de ambos progenitores, evitando duplicar esfuerzos. Según Coy (1989), "el mediador no tiene sólo un cliente, todos los participantes deben ser atendidos y satisfechos por el mediador"; desde este punto de vista, no es como un abogado o un terapeuta y sí es más un facilitador. Ortuño (1993) entiende la mediación familiar como: La actividad de las partes en conflicto, dirigida por uno o diversos profesionales (mediadores), que tiene como finalidad la racionalización y comprensión de los problemas que lo originan y su superación mediante la autorregulación de las consecuencias de la crisis familiar. Bolaños (1993) establece que uno de los primeros objetivos de la mediación debe ser el de ofrecer información fiable a los padres y a los hijos sobre el proceso que están viviendo para permitir normalizar y entender los sentimientos de todos los implicados. La mediación parte del supuesto de que la familia tiene recursos para tomar sus decisiones y, por tanto, es un proceso dirigido a manejar el conflicto desde la propia familia que pretende devolver a los padres su papel decisorio y conseguir acuerdos válidos sobre la forma 127 en que continuarán sus vidas tras la ruptura. Los objetivos serían el logro del mutuo acuerdo que reduzca el coste emocional y económico del proceso, manteniendo a la pareja como un sujeto activo de su propio futuro. Debe centrarse en el futuro y no en el pasado, alentando la cooperación. 7.5.3. Las fases de la mediación Para comentar las fases de la mediación, hemos de destacar los supuestos que para Saposnek (1983) hacen imprescindible que se pueda comenzar una mediación. Dichos supuestos se han de explicar a los padres de manera previa, y son los siguientes: •Hay que asumir que la relación entre ambos es de odio y rechazo radical, incluso hasta desear la muerte de la otra persona. Según este autor, con esto se pretende que alguno de los dos lo desmienta de alguna manera y haga referencia a que no es para tanto. De esta manera se empieza a facilitar la posterior cooperación. •La práctica y la experiencia demuestran que la gente se puede odiar el uno al otro como esposos y, a pesar de ello, poder cooperar como padres en la toma de decisiones importantes sobre sus hijos. Ello supone que los dos aman por igual a sus hijos. •También se ha de asumir que sus hijos les quieren y necesitan de los dos. Hacer que los padres comprendan esto a veces cuesta trabájo. •Es importante que uno y otro acepten con grandes reservas lo que los hijos dicen sobre el otro progenitor, ya que suele ser una estrategia muy utilizada por los niños para controlar a sus padres y conseguir enfrentarlos. •Ha de considerarse a cada hijo por separado, pues cada uno de ellos es distinto. •Se ha de partir de la base de la flexibilidad en cuanto a los acuerdos, ya 128 que las necesidades de los niños van cambiando a medida que van creciendo. •Ninguno de los dos posee a sus hijos, de ahí que sea conveniente utilizar el menor número de términos que inciten a pensar en posesión tales como "guarda", "custodia", "régimen de visitas", etc., y sustituirlos por otros menos inductores de posesión como "tiempo para compartir con los niños", por ejemplo. •Deben hacerse explícitas las reglas básicas para pasar a la negociación, como las que se enumeran a continuación: -Remarcar que el pasado no nos sirve para encontrar las soluciones y lo único que hace es profundizar y agrandar las desavenencias, y hablar por lo tanto siempre en términos de futuro. -Hacer que ambos utilicen el pronombre personal "yo" más que el "tú", incitándoles a exponer sus puntos de vista y sus necesidades sin tener que acusar a la otra persona de cosas que no benefician el avance de las negociaciones. 7.5.4. Limitaciones de la mediación No siempre es la mediación la alternativa más adecuada, y no siempre los progenitores desean realmente respetar esta filosofía. Así, señalamos algunas circunstancias que implican que la mediación puede ser perversa o inadecuada (Clemente, 2011): •Algunos padres recurren a la mediación sólo como forma de demostración de que están dispuestos a llegar a acuerdos (al contrario que su pareja) siendo esto una mera fachada que oculta o el deseo de enzarzarse en una pelea con el otro progenitor o el deseo de demostrar que ellos nunca cerrarán la puerta a una negociación. Un buen mediador no puede permitir que siga adelante una mediación bajo esas condiciones y debe desistir de seguir trabajando bajo dichas 129 circunstancias, puesto que sería una pérdida de recursos. En ese caso se debe acudir a la vía contenciosa. •A veces es imposible emocionalmente para los padres poder reunirse y hablar con racionalidad. Puede que porque no se haya producido el divorcio emocional o por la posesión de bajas habilidades comunicativas. En ese caso, la denominada por nosotros "mediación legal" puede ser la solución; en caso contrario, la vía contenciosa. •Por último, queremos destacar que los progenitores deben ser conscientes de que un divorcio con hijos no se debe enfocar desde el punto de vista que muchos abogados plantean a sus clientes, del tipo: "va a ganar usted mucho más si pleiteamos que si llegamos a un acuerdo". Esa perspectiva economicista no respeta el bien de los menores y, por lo tanto, si los progenitores no están de acuerdo con la misma se lo deben hacer saber a los abogados. Preguntas de autoevaluación 1.Los requisitos de un buen mediador son (señale la respuesta incorrecta): a)Capacidad: debe ser una persona que conozca a fondo el caso para poder aconsejar a las partes. b)Neutralidad e imparcialidad: la persona mediadora es un tercero neutral e imparcial. c)Confidencialidad: el mediador o mediadora no podrá difundir información de la mediación. d)Protagonismo: son las partes las que aportan las soluciones llegando a acuerdos. e)Voluntariedad: es necesario que las partes en conflicto consientan libremente acudir a la mediación. 130 2.El arbitraje se caracteriza porque (señale la alternativa correcta): a)Es básicamente un proceso de discusión que tienen dos partes a través de unos representantes oficiales de sus intereses. b)Es el procedimiento que se utiliza normalmente en los litigios; está regido por unas normas de procedimiento y es una tercera parte, ajena a los litigantes, la que decide por las otras dos. c)Existe una persona que abre las líneas de comunicación entre los que disputan y los invita a examinar sus distintas opciones por ellos mismos. d)Se trata de llegar a un acuerdo entre dos partes sin proponer soluciones concretas al respecto. e)Un tercero escucha, pregunta y propicia acuerdos. 3.El empoderamiento hace referencia a: a)Una situación de poder de una parte sobre otra. b)La posibilidad de toma de conciencia de que la solución propuesta por el mediador es la más adecuada. c)Un sometimiento a la autoridad judicial acotando el favor filii. d)Un concepto que alude a dar poder, facultar, autorizar, habilitar. e)Una situación de crítica a la conducta personal que impide el llegar a posibles acuerdos entre los cónyuges. 4.Sólo se puede llevar a cabo un proceso de mediación entre dos partes si (señale la respuesta incorrecta): a)Ambas la desean y la asumen como un proceso que excede lo jurídico, y que implica la perspectiva de ceder y negociar. 131 b)Ambas se plantean que los acuerdos deben resolver el futuro de sus hijos, y no revolver en el pasado ni utilizar dicho pasado como arma arroj adiza. c)Ambas asumen que la Justicia debe reemplazar el papel de ellos como padres debido a sus limitaciones como cónyuges. d)Ambas tienen una voluntad clara de asumir la responsabilidad de la educación y del desarrollo de sus hijos. e)Ambas están dispuestas a seguir negociando cada vez que se plantee un problema. 5.Algunas de las circunstancias que implican que la mediación puede ser perversa o inadecuada son las siguientes (señale la respuesta incorrecta): a)Algunos padres recurren a la mediación sólo como forma de demostración de que están dispuestos a llegar a acuerdos, al contrario que su pareja. b)A veces es imposible emocionalmente para los padres poder reunirse y hablar con racionalidad. c)Algunos padres desean demostrar que son tolerantes, cuando en realidad tratan de imponer su punto de vista. d)Algunos padres son aconsejados por sus abogados para romper la mediación y así, después, tratar de conseguir más en un proceso contencioso. e)Algunos padres son excesivamente dialogantes, por lo que no son capaces de que su postura se mantenga adecuadamente. 132 133 8.1. El apego Existe bastante consenso dentro de la Psicología en afirmar que los niños, desde que nacen, necesitan fijar la atención en una persona, tener una figura de referencia, alguien que se convierte para ellos en un lugar seguro a quien acuden ante cualquier vicisitud. Es más, desde un punto de vista coloquial, cuando un niño crece en un ambiente en el que no encuentra dicha seguridad decimos que se nota porque es alguien "desapegado", que "no quiere a nadie", a veces incluso decimos que es una persona "infeliz" porque no tiene a nadie a su alrededor. Los seres humanos somos la especie más frágil. Si no nos cuidaran al nacer, directamente moriríamos. Otras especies no, poseen una dotación genética mucho más completa que nosotros, una dotación que les hace aptos para desenvolverse en este mundo. Pero nosotros necesitamos ir adquiriendo esa capacidad de supervivencia, necesitamos desarrollar el aprendizaje, y eso es lo que nos hace dominar el mundo (el antropólogo André LeroiGourham, por ejemplo, planteó esta hipótesis). El aprendizaje es una necesidad ante el desvalimiento, pero otros animales no necesitan desarrollarlo, ya que sin aprender, genéticamente, poseen la posibilidad de sobrevivir. Pero el que otros animales estén más preparados genéticamente para sobrevivir que nosotros no significa que no busquen el apego. Este fenómeno lo estudió primero científicamente un etólogo, Konrad Lorenz, creando el 134 concepto de troquelado. Descubrió que cuando nace una camada de patos, por ejemplo, lo normal es que la primera figura viva que perciben es a su madre, y dicha imagen queda guardada en su cerebro como aquella que implica seguridad y de la que no deben desprenderse. Por este hecho, todos los patos siguen sistemáticamente a su madre y ésta consigue además así que todos se agrupen en torno ella, facilitándole el cuidado. De hecho, parte de la labor de la madre será conseguir, cuando hayan crecido, que se separen de ella, romper ese vínculo. Pues bien, si los patos al nacer perciben otra figura que no es su madre, por ejemplo un ser humano (en sus experimentos el propio Konrad), esta figura humana se convierte en el objeto de apego, y no se separan de ella para nada. El troquelado consiste en el proceso por el cual una figura queda grabada en la mente de un ser vivo, convirtiéndose en su elemento de seguridad. Con los humanos pasa exactamente lo mismo. Desde que nace, el niño tiene una necesidad vital, que es la de establecer contacto sólo con una persona, crear ese vínculo, escoger a alguien que es quien le da seguridad. Y sólo cuando establece dicho vínculo, sólo al comprobar que esa persona está con él o cerca de él, puede ir admitiendo a otras figuras, buscando también la seguridad en las mismas; y si no encuentra dicha seguridad, buscar inmediatamente a esas figuras ya asentadas que se la proporcionan, aunque si es la primera de las figuras, mucho mejor. El niño identifica a esa persona como quien puede defenderle, y en caso de miedo y tensión, quien puede apaciguar sus tensiones, darle seguridad. Y dicha figura, en los seres humanos, incluso debido a que suelen ser quienes se ocupan de su alimentación, suele ser la madre. Un niño que desarrolla un apego adecuado, como expresábamos, va admitiendo más figuras, incluyéndolas en su esquema de apego, y va perdiendo miedo a alejarse de ellas, se va integrando en el mundo, asume que el mundo no es hostil, que puede desplazarse por él sin problemas. A veces esta forma de comportarse se denomina "comportamiento refugio", e implica la utilización de señales que son más intensas cuando somos pequeños, como es el tacto y el olor, antes que la vista. Incluso hay niños de más de cinco 135 años que no saben describir cómo son sus padres físicamente, pero no dudan en identificarlos por el olor o el tacto. Es posible identificar a un niño que no ha recibido esa figura de apego, y se identifica muy bien. Niños huidizos, temerosos, de miradas de miedo. Y que de mayores no son capaces de dar cariño, de tener expresiones de cariño. Los niños que desde pequeños han vivido en residencias o centros de protección, o que han pasado por multitud de cuidadores pagados por sus padres y apenas han tenido contacto con dichos progenitores, manifiestan claramente esta carencia. Otro concepto importante además del troquelado lo estableció otro etólogo, Irenáus Eib-Eibesfeldt, que investigó la existencia de un periodo crítico; es decir, ¿qué ocurre si pasa el tiempo y el animal correspondiente no encuentra la figura de apego? Lo que ocurre es que ya no la buscará, por lo que no quedará troquelado, y en el caso de los animales no humanos, toda la vida serán seres más inquietos y desconfiados. Lo mismo se ha podido observar en los niños: aquellos en los que no se ha desarrollado la figura del apego, en los que no se ha desarrollado dicha posibilidad de estabilidad y seguridad, se desarrolla un llamado "apego perturbado", que implica una inseguridad interior, una ansiedad extrema ante la idea de separación de sus progenitores, un intento de acaparar la atención de los mismos, una constante vigilancia de los mismos tratando de controlarlos sistemáticamente. Por otra parte, algunos estudios han demostrado que el apego es muy diferente con la figura del padre y de la madre. Así, varios trabajos de Jean Le Camus especifican que el apego con la figura de la madre es más de tipo tónico o emocional, mientras que con el padre es más físico. ¿En qué consiste la interacción tónica o emocional? Pues en un lenguaje basado fundamentalmente en las vocalizaciones preverbales, en las expresiones faciales y en las posturas. Normalmente, la madre expresa la preocupación por su bebé a través de la voz, de la sonrisa, del contacto físico... y así le demuestra que debe confiar en ella, que debe estar tranquilo. Es preciso señalar además que normalmente los bebés se expresan a través de la tensión muscular del cuerpo y de las expresiones de la cara, de forma que si tienen 136 hambre o se encuentran a disgusto manifiestan la llamada hipertonía; si se alivia la sensación correspondiente, se produce la relajación. De esta manera, el diálogo tónico que se establece entre la madre y el bebé es el que regula los estados de bienestar y malestar. Y dicho diálogo, según algunos autores, empieza incluso antes del nacimiento, por lo que, si fuera así (ya que esto último es difícil de probar) su inicio es previo al contacto con el padre. Es preciso también reseñar que el feto es capaz de reaccionar ante estados de ánimo diferentes de la madre, o incluso algunos trabajos afirman que es capaz de reconocer la voz de la madre, por lo que ésta ya le es familiar cuando nace, mientras que, evidentemen te, no es capaz de reconocer la del padre (varios trabajos de Casper así lo han puesto de manifiesto). Otras investigaciones han demostrado que el niño, desde que tiene tres días de edad, es capaz de diferenciar el olor del pecho de su madre del de otras madres, así como el olor del cuello de ésta. La forma de diálogo que emplean los padres, sin embargo, es más de tipo fásico, también llamada física, que implica más discontinuidad pero puntualmente mucho más intensa. Un ejemplo típico es tirar al bebé al aire. Así, se puede establecer que los padres mantienen una motricidad mucho más amplia con los niños, y la madre se caracteriza por el empleo de las emociones a través de las expresiones faciales. Las madres fomentan la tranquilidad, la ternura, la sensación de estar a gusto, mientras que los padres son muchos más puntuales e imperativos, con juegos de movimiento, exponiendo al niño problemas, "desestabilizándole" y haciendo que asuman riesgos. Es normal que la madre comente del padre que éste "pone a los niños como una moto y no les deja relajarse y estar tranquilos", y que el padre se queje de la madre porque "les tiene todo tranquilitos y eso es aburrido". Pero el niño necesita ambos estímulos. Un investigador, Lamb, ha enfatizado la idea de que el apego no se desarrolla solamente debido al tiempo que pasa un progenitor con sus hijos, pero, con respecto al tema que estamos tratando de la forma de interactuar, ésta permanece aunque el niño, por ejemplo, pase mucho más tiempo con el padre que con la madre. Así, realizando sus trabajos con padres divorciados y 137 niños de nacionalidad sueca, demostró que los niños preferían a la madre en situaciones que les provocaban tensión o que les eran extrañas. Por lo tanto, el buscar esa base de seguridad es algo en que el niño prefiere a la madre, independientemente de que tenga un contacto mayor o menor con uno de ellos. Lamb comenta que esto ocurre mucho más marcadamente cuando el niño tiene entre ocho y dieciséis meses de edad. Precisamente por las razones expuestas, ha habido investigadores que no consideran conveniente que los niños menores de seis años estén separados de su madre durante periodos de tiempo mayores a un día, que es el mismo periodo que pasarían en una guardería en el caso de que ninguno de los progenitores pueda ocuparse de él. Estos autores afirman que esta falta de contacto prolongado con la madre puede producir un trastorno importante en el apego del niño, y por lo tanto, la traducción de esta cuestión en el terreno jurídico sería la recomendación de que hasta dicha edad la guarda y custodia sea preferentemente con la madre. 8.2. La vivencia del conflicto para los hijos La literatura científica se pliega normalmente ante la evolución de las ideas de la sociedad, siendo imposible en muchas ocasiones que existan argumentos realmente científicos que respalden una u otra postura defendida por los colectivos sociales. Así, es imposible saber cuándo se debe considerar responsable a un menor (y por lo tanto se le puede responsabilizar de sus actos ante un tribunal), pero se ha consensuado para España la edad de catorce años. Igual de imposible es determinar científicamente cómo conseguir compaginar la mayor felicidad posible en el desarrollo de un menor, con la necesidad de que una pareja se rompa y se tenga que establecer una forma de contacto de dicho menor con sus progenitores. La ciencia no puede ni debe responder a esas cuestiones, que son políticas por naturaleza. Fuera de la ciencia, lo cierto es que la sociedad española ha ido avanzando en los últimos años hacia el individualismo (como todas las sociedades industrializadas y modernas), de forma que se entiende que el hecho de tener 138 hijos y ocuparse de ellos no puede impedir el desarrollo personal de los padres en sí. Seguramente hace unos años nadie lo pensaría así, anteponiendo claramente el hecho de ocuparse de los niños, y afirmando que dicho cuidado implica una dedicación que hace imposible un adecuado desarrollo personal de los progenitores, salvo que se entienda que el principal factor de desarrollo personal es el propio desarrollo y el de los hijos; en consecuencia, así lo recogían las leyes que se ocupaban del Derecho de familia. Incluso la ley de 2005, que potencia la custodia compartida, aboga por la necesidad de que el juez actúe siempre en función del interés superior del menor, especificando que no debe considerarse el interés de cada progenitor, de forma que ambos se pongan, en realidad, al servicio del mismo. A nuestro juicio se trata de algo paradójico, un equilibrio mental, ya que no es posible pensar en el bien del menor sin pensar en sus progenitores; no se puede separar en el proceso a los encargados del desarrollo del menor y al propio menor. Ni el menor es independiente de sus padres, ni los padres es deseable que lo sean sin su hijo. Esta línea de pensamiento de la independencia de los padres y de los hijos lleva a concebir que, en ocasiones, tener un niño no es sino un problema, y es bastante común oír expresiones como "de momento disfruta de la vida y ya tendrás hijos de mayor", en clara alusión a que los hijos son un problema, no una alegría o una felicidad. Desgraciadamente los hijos no opinan al respecto. Esta filosofía ha dado origen en ocasiones a plantear una llamada conciliación de la vida familiar-laboral mal entendida, de forma que la vía para conseguirla es abrir guarderías a las seis de la madrugada y cerrarlas a las diez de la noche, en lugar de reducir las jornadas laborales de los padres para que puedan participar de una vida común con sus hijos. Otros países, sobre todo los nórdicos, entienden la conciliación de una forma distinta, intentando fomentar el vínculo entre padres e hijos y el desarrollo de la afectividad de éstos con sus padres, en lugar de que los adultos puedan cumplir íntegramente sus obligaciones laborales. Es evidente que para que pueda ser así se deben desarrollar políticas sociales potentes al respecto. Esta idea la recoge Arch (2010, p. 183), que comenta que durante muchos años se ha tendido a considerar que el divorcio suponía una situación 139 traumática que tenía consecuencias negativas en la evolución y desarrollo de los niños. Sin embargo, hoy en día, bajo la suposición de que a medida que la producción científica provenía de estudios realizados con una base metodológica más sólida, se han evidenciado diversos factores concretos influyentes en ese resultado negativo, entre los que resulta especialmente significativo la influencia de la exposición de los niños a los conflictos parentales. Y evidentemente nadie puede negar tal cuestión, puesto que el conflicto entre los progenitores (sea con o sin divorcio) siempre es negativo para los menores. De hecho, autores como Camara y Resnick (1988), entre otros muchos, informaron que los hijos de padres divorciados que no se encuentran expuestos a conflictividad presentan mejores niveles de ajuste a largo plazo que los niños cuyos padres permanecen juntos en una convivencia con alto nivel de conflictividad. Entre los conflictos más difíciles de resolver en los procesos de ruptura familiar y que mayor ansiedad genera a todos los miembros de la familia, especialmente a los niños, se encuentran aquellos que tienen que ver con la guarda y custodia y con el régimen de visitas a establecer entre los progenitores y sus hijos tras la separación o divorcio. Además, este tipo de conflictos supone actualmente un importante problema de salud pública, habida cuenta de la gran cantidad de padres separados existentes. Lo normal es que todo proceso de divorcio, en mayor o menor medida, sea estresante para los niños, al ser precedido y seguido por un período de conflicto parental. Y los estudios parecen demostrar que esta conflictividad es mayor antes y durante el divorcio, disminuyendo la hostilidad entre los padres tras tres años posteriores al divorcio (Arch, 2010). Sin embargo, varios autores afirman que entre el 5% y el 12% de los padres se mantienen en niveles de conflicto muy altos tras dicho periodo. De hecho, hay parejas, las menos afortunadamente, que entran en un ciclo perpetuo de alto conflicto y que acuden a los juzgados sistemáticamente al no poder pactar acuerdos entre ellos, entrando en un círculo vicioso que satura los tribunales, supone una enorme carga económica a los progenitores y contribuye al 140 mantenimiento de la percepción de la pareja como un enemigo, dificultando así la posibilidad de establecer una comunicación positiva. Diversos autores han afirmado que los niños que más sufren son los que además de enfrentarse a la ruptura familiar se ven sometidos a estos conflictos parentales que perduran tras el divorcio. El peor efecto del mantenimiento de esta situación es el que sufren los menores al verse posicionados de forma continuada en el centro de los enfrentamientos entre sus padres, propiciado porque frecuentemente el niño es el elemento de conexión entre los progenitores, lo que permite una disputa continua. Se ha determinado que los efectos que pueden suponer a los niños el verse inmersos en la experiencia de un divorcio altamente conflictivo, implican un impacto devastador, traumático y extremadamente estresante, asociándose a una mayor presencia de problemas de salud mental. Además, estos conflictos erosionar con facilidad la relación entre los hijos y uno o ambos progenitores. Asimismo, se ha descrito una relación significativa entre factores de riesgo (como el alto conflicto familiar en casos de divorcio) y el establecimiento de disfunciones fisiológicas en respuesta al estrés experimentado, que podrían mantenerse de forma estable en la edad adulta y contribuir al desarrollo de patologías tales como la hipertensión, las enfermedades coronarias o las enfermedades infecciosas. Las diferentes líneas de investigación que han explorado la relación entre alto nivel de conflicto en el periodo de divorcio o posruptura y el bienestar de los niños ponen de manifiesto que (véase Arch, 2010): •El alto nivel de conflicto potencia el riesgo de efectos negativos tanto para los niños como para los adultos durante y después del divorcio. En el caso de los menores, en función de sus características personales y otros factores mediadores, se manifestarán de forma interna (por ejemplo, depresión) o externa (por ejemplo, problemas de conducta). Asimismo, en el caso de los adultos pueden apreciarse una variedad de repercusiones asociadas (depresión, trastornos de ansiedad, problemas de autoestima, etc.). 141 Paralos niños que se enfrentan a la ruptura familiar, el aspecto más estresante es la exposición a los conflictos de sus padres. •El conflicto entre los padres es el predictor más potente de inadaptación infantil en casos de divorcio. •Es frecuente la relación entre la exposición a estas situaciones y diversos tipos de trastornos psicopatológicos, con elevaciones significativas de estrés y de ansiedad, tanto en los niños como en los adultos. En general, se asocia a efectos nocivos en el funcionamiento de los niños y adolescentes inmersos en esa situación. •Se han encontrado perturbaciones en la regulación afectiva o los mecanismos de excitación emocional en niños pequeños expuestos a violencia entre los padres de tipo grave o a conflicto parental repetitivo. •Los efectos negativos en los niños derivados de la exposición al conflicto interparental (por ejemplo, depresión) se han observado hasta la edad adulta. •Entre los efectos a largo plazo, se han descrito efectos en la salud física propiciados por la exposición a los conflictos interparentales. Comenta también Arch (2010, p.185), que la exposición de los niños a estas situaciones abusivas es altamente nociva, pudiendo provocarles diferentes consecuencias físicas y psicológicas, y propiciar ciertos aprendizajes vicarios (de imitación) por parte de los menores en relación a los roles que están percibiendo en su entorno más próximo. En estos casos, el menor corre un riesgo evidente de sufrir a su vez un maltrato directo sobre su persona. Asimismo, es importante recordar que un menor no tiene que ser maltratado físicamente para que se considere que está sufriendo daño debido a la violencia doméstica; en investigaciones con hijos de mujeres que habían sido objeto de maltrato por su pareja, se demostró que la exposición de un menor al maltrato sufrido por su madre se asociaba de forma significativa a los problemas de comportamiento del niño, tanto si existía como si no 142 solapamiento de maltrato infantil directo. Canton y Justicia (véase Arch, 2010), resaltan especialmente aquellos conflictos que se encuentran centrados en el niño - como la disputa por la custodia - y los que le hacen sentirse amenazado físicamente - por ejemplo, los que conllevan violencia física-. La forma de expresión del conflicto y su relación con los posibles efectos negativos en los hijos también ha sido objeto de investigación. Los pro genitores pueden mostrar sus conflictos de forma abierta o cerrada. En el primer caso, apreciamos que pueden comprender conductas físicas y/o verbales, con expresión de diversas emociones y actitudes (por ejemplo, beligerancia, desprecio y burla) y otros comportamientos como gritar, insultar, amenazar, pegar, etc.; en los casos en que estas manifestaciones de agresividad se encuentran presentes, la tendencia observada en los menores es hacia las problemáticas asociadas con la extemalización de problemas. Sin embargo, el conflicto también puede manifestarse de forma encubierta, incluyendo estrategias pasivo-agresivas, más o menos sutiles, tales como tratar de convencer al niño de la bondad de los propios argumentos sobre la disputa interparental, utilizar a los niños para obtener información acerca del otro padre, usar al niño como mensajero o denigrar al otro progenitor en presencia del niño; en estos casos se aprecia más una tendencia a la internalización de los problemas. En relación a los temas concretos conflictivos tras el divorcio, las investigaciones realizadas con padres y madres divorciados (Arch, 2010, p. 186) indican como principales motivos: •Los desacuerdos referidos a las pautas educativas y de crianza. •Los enfrentamientos por el uso por parte de un progenitor del niño como mensajero. •Los problemas aparecidos por la forma en que el progenitor se relaciona con el niño. 143 •La personalidad "difícil" de la expareja. •Que el menor conviva con la nueva pareja de sus progenitores. •La falta de competencia parental que esto pueda generar. Se encontró una variación significativa en función del género del progenitor, de forma que únicamente las madres expresaban su preocupación respecto a que el padre pudiese "estropear al hijo"; mientras que únicamente los padres expresaron como problema la falta de control, respecto a sus propios hijos, a causa de la madre. Arch (2010, p. 187) establece una tipología de las familias en función del nivel de conflicto y cooperación existente, con la implicación de una serie de recomendaciones. Así, combinando conflicto (alto o bajo) con cooperación (alta o baja) se obtienen cuatro posibilidades diferentes, que suponen desde la posibilidad de obtener ayuda terapéutica hasta la de no hacer nada. En realidad, se trata de un esquema adaptado del trabajo de Camara y Resnick (1988). 8.3. La teoría del altruismo del progenitor Una vez analizada la teoría del apego, vamos a centramos en otra cuestión, en concreto en cómo será la relación entre los progenitores y sus hijos una vez que se produce la ruptura de la pareja. Pues bien, según el teorema de Coase, toda la legislación que se refiere a esta cuestión afecta poco o muy poco a lo que ocurre posteriormente en la realidad, ya que los niños estarán en contacto con el progenitor que más los valore o, lo que es lo mismo, del que esté dispuesto a intercambiar el mayor número de "activos" para conseguir o bien tener la custodia de los mismos, o el mayor contacto posible con ellos. Esta teoría se basa en parte en el hecho de que cuando se establece un convenio regulador, el régimen de guarda y custodia se determina a la vez que el reparto de los bienes de los progenitores, por lo que lo que se enfoca, además del contacto con los hijos, es una transferencia de la riqueza entre los 144 progenitores. Y muchas veces los niños son una moneda de cambio, de forma que si uno de los progenitores (desgraciadamente) recibe una pensión alimentaria menor (por ejemplo), el otro puede estar dispuesto a recortar el contacto con sus hijos. Es decir, el interés económico de algunos progenitores está por encima del interés por sus hijos, y no considera en absoluto que en la mayoría de las ocasiones, de no mediar un problema de maltrato, el menor suele querer estar sistemáticamente con ambos progenitores. Así, el teorema lo que establece es que el progenitor que está dispuesto a aportar más económicamente o a perder parte de su riqueza, suele conseguir un mayor contacto con sus hijos. 8.4. La función de utilidad altruista Complementariamente a este fenómeno, se ha creado la noción de función de utilidad altruista (también llamada interdependiente), que se basa en la idea de la felicidad. Lo que afirma esta teoría es que la felicidad que puedan tener los hijos afecta a los padres, de forma que el bie asestar del hijo es un determinante de la función de utilidad de cada progenitor; por eso se denomina como función e utilidad interdependiente o altruista. Trataremos de explicar su funcionamiento. La idea de partida es la contraria al teorema de Coase, de forma que cada progenitor será más feliz si su hijo es más feliz, ya que ese hecho le va a proveer también de felicidad. Y siguiendo ese razonamiento, el progenitor que está aportando más al mantenimiento de su hijo será más feliz, ya que esa aportación tiene justificación en la consecución de la felicidad de su hijo, lo que le hará a él o a ella más feliz, es decir, incrementará el bienestar de ambos. Parte este modelo de la idea de que el progenitor se pone en el papel de su hijo, desea lo mejor para él, y encuentra como principal motivo de felicidad el que sus hijos tengan lo mejor. Sin embargo, la realidad contradice este modelo y otorga la razón más al teorema de Coase; ¿cómo se puede explicar que sea así? Según los creadores de este modelo porque en muchas ocasiones 145 cada progenitor no actúa solamente incorporando la función de utilidad de su hijo, sino también la del otro progenitor, queriendo actuar en contra de ese otro miembro o teniendo presente en su mente que parte de la felicidad que recibirá su hijo debido a su aportación, también será para beneficio de la otra persona. Es decir, el mayor bienestar del otro progenitor le afecta negativamente, por lo que intentará evitar esas aportaciones no para disminuir la felicidad de su hijo sino del otro progenitor, consiguiendo el efecto perverso de reducir la felicidad de su hijo. De esta manera, si bien cada progenitor desea el bienestar y la felicidad de sus hijos, no desea que se produzca una transferencia de su inversión hacia el otro progenitor, por lo que al final el perjudicado es el propio hijo. 8.5. La teoría de la estrategia de vinculación Esta teoría, denominada bonding theory, consiste en determinar, previamente al surgimiento de una ruptura de pareja y cuando la relación entre ambos cónyuges es positiva, cuáles son las reglas que deben regir las relaciones con los hijos si se llega a producir la ruptura. Parte de la idea de que si se ha realizado un pacto entre los progenitores cuando las relaciones son positivas y con unos intereses que protegerán más a los menores que los que se adopten cuando se produzca la ruptura, el acuerdo será más adecuado. Y sobre todo, de que si existe ese acuerdo, cada cónyuge es mucho más consciente de que puede llegar el momento en que las relaciones con sus hijos han de ser otras y valorará una situación en la que puede tener un contacto con sus hijos sin ningún tipo de problemas. Esta valoración supondrá incluso, en muchas ocasiones, que los conflictos entre los miembros de la pareja se traten de solucionar, y que, en caso de querer romperse la relación, ambos tengan ya clarificado cuál va a ser la relación con los mismos. Lo normal es que, de mutuo acuerdo, llevado a cabo en un acto ante notario al realizar las capitulaciones matrimoniales (si bien no tienen por qué producirse estas últimas, sino sólo el acuerdo sobre los hijos), y antes de procederse a la unión (sea por matrimonio o de cualquier otra manera) se 146 especifique el mismo como contrato civil. Este acuerdo, sin embargo, no es ejecutable a posteriori sin que un juez de familia así lo decida, pero su peso en el establecimiento del convenio regulador futuro es muy importante. Se trata, en definitiva, de que se eviten conflictos entre los progenitores y se establezcan previamente, sin que exista un clima adverso, las normas de convivencia en caso de ruptura de la pareja. Así se pretende que se disfrute más de la situación de convivencia normal, y, de producirse la ruptura, de que cada parte sepa a qué atenerse con los hijos. 8.6. La teoría de la información asimétrica Recibe también el nombre de monitoring theory, o problema del principalagente. Esta teoría se centra en el problema de la asimetría informativa que se produce en los casos en que la custodia se atribuye sólo a uno de los progenitores. El progenitor no custodio tiene que abonar una pensión de alimentos, pero no decide ni tiene información sobre cómo se administra ni gasta ese dinero, que él o ella aportan a sus hijos; es más, no existe ninguna posibilidad de que el progenitor no custodio sepa cómo se gasta ese dinero, provocando la sensación en ese progenitor de que está pagando más de la cuenta y de que el progenitor custodio se está aprovechando de la situación. Dentro de este contexto se habla del problema del principal-agente, siendo el principal el progenitor no custodio y el agente el custodio. Una de las formas de reducir este problema es la adopción de la custodia compartida, ya que en ese caso cada progenitor se hace cargo de los gastos de los hijos cuando están con él. Pero de no producirse esa situa ción, una posibilidad es que el progenitor custodio se comprometa a rendir cuentas al no custodio sobre el gasto mensual que ha supuesto el menor. De esta forma, incluso algunos progenitores no custodios se darían cuenta de que la persona que ostenta la custodia suele tener un nivel de gastos mayor, que es superior al doble de la supuesta mitad aportada por cada uno de los mismos. 147 8.7. La presunción de aproximación En aquellos casos en los que es inviable adoptar una custodia compartida, y en que los progenitores no se pongan de acuerdo con qué cantidad de tiempo debe estar en contacto el menor con cada uno de ellos, se puede adoptar esta fórmula, también llamada "reparto de custodia" que pretende crear un clima futuro para los menores que sea lo más parecido al existente antes de la ruptura, de forma que su vida cambie lo menos posible. Operativamente, se debe realizar un cálculo del tiempo que cada menor pasaba a solas con cada uno de los progenitores, y aplicarlo a la situación posterior. Este reparto suele plantear muchos problemas, ya que la información de los propios padres no suele ser realista, pero se puede llegar a conseguir, y de esa forma tratar de conseguir una situación como la del pasado. El problema que suele plantear esta fórmula es que supone que al final suele recaer gran parte de la dedicación y atención de los menores en las madres, tal y como sucedía antes de la ruptura de pareja. Preguntas de autoevaluación 1.Algunos estudios han demostrado que el apego es muy diferente con la figura del padre y de la madre. Así: a)El denominado troquelado sólo se produce con las madres, pero nunca con los padres. b)El denominado troquelado sólo se produce con los padres si no existe presencia de las madres. c)El apego no es diferente con la figura del padre y de la madre. d)La forma de diálogo que emplean los padres es más de tipo tónico, mientras que la de las madres es más de tipo fásico. e)La forma de diálogo que emplean los padres es más de tipo fásico, 148 mientras que la de las madres es más de tipo tónico. 2.Las investigaciones que han explorado la relación entre alto nivel de conflicto en el periodo de divorcio o posruptura y el bienestar de los niños ponen de manifiesto que (señale la alternativa incorrecta): a)El alto nivel de conflicto potencia el riesgo de efectos negativos (para niños y adultos) durante y después del divorcio. b)El alto nivel de conflicto potencia el riesgo de efectos negativos sólo para los niños pero no para los adultos durante y después del divorcio. c)Para los niños que se enfrentan a la ruptura familiar, el aspecto más estresante es la exposición a los conflictos de sus padres. d)El conflicto entre los padres es el predictor más potente de inadaptación infantil en casos de divorcio. e)Es frecuente la relación entre la exposición a estas situaciones y diversos tipos de trastornos psicopatológicos, con elevaciones significativas de estrés y de ansiedad, tanto en los niños como en los adultos. 3.La teoría del altruismo del progenitor: a)Se basa en que la felicidad que puedan tener los hijos afecta a los padres, de forma que el bienestar del hijo es un determinante de la función de utilidad de cada progenitor. b)Consiste en determinar previamente al surgimiento de una ruptura de pareja, cuando la relación entre ambos cónyuges es positiva, cuáles son las reglas que deben regir las relaciones con los hijos si se llega a producir la ruptura. c)Se basa en el hecho de que cuando se establece un convenio regulador, el régimen de guarda y custodia se determina a la vez que el reparto de los bienes de los progenitores, por lo que lo que se enfoca, además del 149 contacto con los hijos, es una transferencia de la riqueza entre los progenitores. d)Se centra en la asimetría informativa que se produce en los casos en que la custodia se atribuye sólo a uno de los progenitores. e)Es idónea en aquellos casos en los que es inviable adoptar una custodia compartida, y en la que los progenitores no se pongan de acuerdo con qué cantidad de tiempo debe estar en contacto el menor con cada uno de ellos. 4.Los principales temas de conflicto entre los progenitores suelen ser (señale la alternativa incorrecta): a)El que uno de los progenitores exprese mayor predilección por alguno de los hermanos que por los demás. b)Los desacuerdos referidos a las pautas educativas y de crianza. c)La falta de competencia parental. d)La personalidad "dificil" de la expareja. e)Que el menor conviva con las nuevas parejas de sus progenitores. 5.La forma de expresión del conflicto de forma abierta se caracteriza por (señale la respuesta incorrecta): a)Beligerancia. b)Desprecio. c)Burla. d)Denigrar al otro progenitor. e)Gritos. 150 151 Las periciales psicológicas son fundamentales cuando, en caso de no haber mutuo acuerdo entre los progenitores, sean los expertos en relaciones interpersonales y familiares los que ofrezcan una visión objetiva y científica sobre el asunto. Hemos dividido la exposición en dos capítulos: en éste, el primero, se va a desarrollar el concepto general de pericial y su relación con el concepto de prueba judicial; y en el segundo, el 10, de los capítulos nos centraremos de manera exclusiva en la pericial psicológica. Comenzaremos por la exposición en este capítulo, por lo tanto, de las cuestiones generales. 9.1. El sentido de las periciales En todas las áreas del Derecho, cuando los tribunales de justicia se enfrentan a la dilucidación de algunos problemas, es posible que necesiten recurrir a expertos que aporten luz sobre el asunto. Esto es algo que de manera predeterminarte va a ocurrir en los temas de Derecho de familia, ya que para determinar cuál es el progenitor más idóneo para ostentar la guarda y custodia de sus hijos, para saber si ambos están capacitados para ostentar la patria potestad o para determinar cuál es la forma más idónea de un posible régimen de visitas, los profesionales más cualificados no son los juristas, sino los psicólogos. Es más, si el Derecho de familia se debe guiar por tratar de actuar por el bien del menor, deben ser los especialistas en menores y en dinámica familiar los que recomienden a los tribunales qué decisiones deben ser las más correctas. Lo normal en unos progenitores es que ambos estén totalmente capacitados para ostentar la patria potestad y la guarda y custodia, y que si se 152 opta, de acuerdo con la nueva ley, por una custodia compartida, no haya necesidad de que intervengan profesionales que asesoren a jueces y fiscales. Pero si no hay mutuo acuerdo entre los progenitores, ambos pretenderán distintas formas de contacto con sus hijos, por lo que deben ser los expertos en relaciones interpersonales y sociales (los psicólogos), los que emitan un informe. Nos hemos referido al caso en el que no existen motivos para pensar que el que los menores estén con un progenitor puede ser perjudicial para él. Pero la realidad es otra, y en un pequeño número de casos (si bien no tan pequeño como sería lo deseable) la necesidad de que se emita un informe pericial por parte de un psicólogo se convierte en la prueba fundamental para poder determinar cómo actuar en la protección del menor. El caso más habitual, desgraciadamente, es cuando es previsible que existan malos tratos. En un capítulo posterior se tratarán los malos tratos, y sobre todo el peor de todos, el abuso sexual infantil. Normalmente quien abusa de un menor (o en nuestro caso, el progenitor - que suele ser el varón - que abusa de su hijo normalmente niña-) suele ser cauto, de forma que médicamente no se puede determinar que existe abuso, al, por ejemplo, no romper el himen. En un caso así, nos encontramos normalmente con niñas aterrorizadas, a las que la mera idea de tener que irse con su padre les produce un cuadro de ansiedad imposible de controlar. Incluso algunas de ellas intentan suicidarse y desarrollan un odio hacia su padre para toda su vida. En este sentido, una madre que tras llevar a su hija a un servicio de urgencias de un hospital con los genitales enrojecidos, a veces con dolores que les impiden andar y con la ropa interior ensangrentada, al no poder probarse médicamente el abuso (puesto que no hay rotura del himen) se enfrenta al grave problema de tener la obligación de cumplir un régimen de visitas a sabiendas de que tienen la seguridad de que el padre abusa de la niña. Ante la descripción que estamos haciendo, cualquier lector optaría por tomar la decisión de cortar todo tipo de contacto entre ese menor y el pro genitor con quien estuviera cuando se produjeron esos hechos. Pero desgraciadamente la realidad y la reacción del sistema de justicia es otra, 153 como relatamos a continuación escuetamente: •La madre lleva a su hija a un hospital o a un servicio de urgencias, que emite un informe que se traslada al juzgado de guardia más cercano exponiendo que la niña presenta signos físicos de irritación vaginal, vulvitis, etc., pero que no es posible determinar que haya habido abuso sexual. •Si la niña ya habla fluidamente, en dicho informe se relata que la misma informa que es su padre la que le ha provocado ese estado, mediante tocamientos o introduciendo objetos. Si no hay lenguaje, se suele relatar el pánico de la niña a ser analizada. •Desde el juzgado se ordena a la policía judicial tomar declaración al padre, que suele expresar que él no ha abusado nunca de la niña, sino que ella misma se toca los genitales constantemente, y que se puede deber a infecciones diversas que le llevan a estarse "tocando" todo el rato. Además, suele informar a la policía de que la niña le odia por culpa de lo que le transmite sobre él su madre, que le odia y quiere denunciarle para que no vea nunca a su hija. •El juez ordena que se realice un análisis psicosocial a la niña y a los progenitores, para determinar si el padre ha abusado de la misma, si la madre le está induciendo odio hacia su padre y si la niña miente o no (y por lo tanto se está abusando de ella o no). •El equipo psicosocial, formado por psicólogo o psicóloga y trabajador o trabajadora social, mediante pruebas muy básicas, no suele detectar ninguna patología en los progenitores, salvo que no coinciden en sus declaraciones, por lo que concluye que entre ellos existe una alta conflictividad (¿acaso sería posible que no la hubiera tras lo que estamos contando?). Analizan a la niña y de nuevo tras aplicar pocas pruebas y basándose mucho en la intuición y en las corriente teóricas que les guíen, pueden determinar que la niña está siendo manipulada por la madre y odia a su padre, por lo que se inventa las agresiones (es 154 lo que se llama el SAP, Síndrome de Alienación Parental, que se desarrollará en un capítulo posterior), o que no hay pruebas de que mienta, pero que no pueden determinar que diga la verdad, debido a la fantasía de los niños (este autor no conoce ninguna pericial de equipos psicosociales que ex prese claramente que una niña dice la verdad). En cualquier caso, no suelen determinar taxativamente ningún extremo. •El juez, al no poderse probar el abuso sexual o en menor medida un maltrato, exculpa al padre, y restringe las visitas a ese progenitor, visitas que, aun así, desmoralizan por completo a la madre. •Aun queriéndolo, muchas madres no consiguen que se cumplan las visitas, ya que la niña presenta tal cuadro de ansiedad cuando conoce que va a ver a su padre (aunque sea en punto de encuentro y con vigilancia) que tiene que ser asistida en urgencias y no se cumplen las visitas. •El padre denuncia a la madre cada vez que no se cumplen las visitas, y como no ha podido demostrarse el abuso, solicita al juez que le otorgue a él la guarda y custodia de la niña. •La madre es requerida para entregar a su hija al padre, y al negarse, el juez ordena a la policía que recoja a la niña en su centro escolar y la lleve a casa del padre, impidiendo a la madre que tenga contacto con su hija durante unos meses. Obvio preguntar al lector si considera que esta secuencia de acontecimientos es justa. Obvio continuar con esta historia, en la que algunas niñas, por necesidad cognitiva, desarrollan un odio tremendo a sus madres por haber permitido según ellas que las lleven con su padre; algunas intentan, y a veces consiguen, suicidarse, mientras que otras simplemente entran en un estado depresivo difícil de superar. Obvio también comentar el daño que se infringe a esa madre, y, a veces, las consecuencias que para esa niña puede tener ese contacto con ese padre. 155 Afortunadamente, quien se enfrenta a un problema como el descrito puede acudir también a un perito psicólogo externo al propio sistema de justicia, el llamado "perito de parte". Este perito, tal y como efectuó el equipo psicosocial de los juzgados, evaluará a los progenitores que pueda (ya que no puede obligar a acudir a la parte que no le contrata) y a los niños, y emitirá un informe que pretende proteger al menor y especificar cuáles considera que deben ser las medidas a adoptar. Por lo tanto, existen peritos que trabajan dentro de la Administración de justicia, que suelen actuar dentro de los equipos psicosociales y de las clínicas médicoforenses, y peritos de parte o privados, que son contratados por una de las partes del proceso, en este caso por el padre o por la madre. 9.2. La petición de la pericial Ante la situación descrita, en la que una de las partes piensa que es importante acudir a profesionales que se pronuncien sobre lo que es mejor para el menor, o si lo determina así la fiscalía o el propio juez, es posible recurrir a los equipos técnicos de los juzgados o a peritos particulares, o como suele suceder habitualmente, a ambas posibilidades. Lo normal es que se den tres escenarios posibles: •Que los jueces y magistrados por un lado, y la Fiscalía por otro (en este caso pidiéndoselo a los jueces), soliciten el asesoramiento de un experto en la materia para recabar su opinión como conocedor de una cuestión que les puede ayudar a tomar la decisión más adecuada. En ese caso, dicho experto necesitará recabar información, acceder a las partes y, a partir de sus investigaciones, hacer un informe. El caso más habitual en Derecho de familia, como se acaba de mencionar, es el del perito psicólogo, que, evaluando a cada progenitor y a los niños, puede asesorar al tribunal sobre la idoneidad de ambos progenitores para el cuidado y la educación de sus hijos, y recomendar sobre cuáles de ellos debe recaer la patria potestad, la guarda y custodia, y, de no ser compartida, cuál debe ser el régimen de visitas del progenitor no 156 custodio. Si simplemente requieren su comparecencia para que responda a cuestiones técnicas sin necesidad de que realice una investigación más completa, se trata de un caso de auxilio a la Justicia, y nadie se puede negar a ello. La definición que más se acerca a esta posibilidad a la hora de ser citado judicialmente es la de testigo cualificado. Un ejemplo de esta segunda oportunidad es preguntar a un experto en educación o a un psicólogo si es conveniente que un niño cambie de colegio de un curso escolar a otro, para poder optar (o no) a una custodia compartida que implique una rotación anual de los menores al vivir los progenitores en domicilios lejanos entre sí. •Que una de las partes implicadas en el proceso, por ejemplo la madre o el padre, soliciten también a los jueces y magistrados que se pida a un experto llevar a cabo una investigación pericial en la materia sobre la cuestión que se debe dilucidar. Los ejemplos serían los mismos que en el caso anterior, pero a solicitud de las par tes. En este caso el juzgado puede solicitar, a la institución pertinente encargada oficialmente de tal cuestión, que realice el correspondiente informe (en el caso de las periciales en Derecho de familia, lo normal es que dicha evaluación sea realizada por el equipo psicosocial adscrito al juzgado, o bien por las clínicas médico-forenses si se trata de un tema penal; aunque de todas formas, esta denominación varía de unas comunidades autónomas a otras). En algunas ocasiones, debido al colapso de los organismos encargados oficialmente de realizar la pericial, o bien porque se trata de temas en los que los órganos de la Administración no tienen conocimientos, se debe recurrir a instituciones o colegios profesionales, y éstos informar al juzgado de la persona que considera idónea para realizar tal pericial, o bien el juzgado puede ponerse en contacto directamente con el profesional. En todos estos casos, el profesional debe aceptar el nombramiento como perito, y notificar al juzgado cuál debe ser la provisión de fondos o los materiales que necesita para realizar la pericial, así como presentar la correspondiente factura una vez acabado su informe. En todo caso, bien se actúe porque lo ha solicitado una de las partes o el propio juzgado, el perito se considera 157 siempre oficial, y deberá ser citado en calidad de tal, de perito. •Que los jueces y magistrados, fiscalía o cualquiera de las partes involucradas en el procedimiento deseen utilizar informes previos ya emitidos por diversas instituciones o particulares, entendiéndose que dichos informes son importantes para la resolución del problema judicial. En este caso, no se solicita realizar una investigación pericial, sino explicar los conceptos reflejados en informes que se han elaborado sin estar enfocados a su utilización judicial. Un ejemplo es el de citar, por seguir con el ejemplo más cercano a este libro (el del Derecho de familia) a profesores o tutores escolares de los niños, a los pediatras, a médicos que les pueden haber atendido en servicios de urgencias, etc. La citación correspondiente se enfocaría más a la categoría, de nuevo, de testigo cualificado. En todos los procedimientos descritos, es bueno que los profesionales realicen informes pensando que es probable que éstos puedan ser utilizados judicialmente. Y por ello es importante que se consideren las siguientes cuestiones: •Una persona citada judicialmente está obligada a comparecer cuando se le ordene, pudiendo alegar ante el juzgado las circunstancias que le impidan hacerlo si así fuera preciso (entre otros motivos, por ejemplo, por tener que comparecer en otro juzgado a la vez), en cuyo caso el juzgado procedería a citarle en otro momento. Como ya se ha explicado, se trata de la labor ineludible de auxiliar a la Justicia. Es decir, los peritos no podemos negamos a aportar nuestros conocimientos. •Si el desplazamiento a la sede judicial donde se nos cite resulta imposible, por ejemplo, por enfermedad, hemos de comunicar al juzgado la imposibilidad de acudir. Se puede realizar tal petición mediante escrito remitido como certificado administrativo al juzgado, o burofax, o notificándolo ante algún Juzgado de Guardia - en el caso del ejemplo, remitiendo un parte de asistencia sanitaria de urgencias-. 158 •Los informes que elaboramos los peritos en nuestro trabajo deben contener aclaraciones a las expresiones y conceptos técnicos, de cara a ser entendidos por personas legas en la materia. Hemos de pensar que el proceso judicial suele estar encaminado no tanto a conocer las causas de los hechos, sino los responsables de que se hayan producido determinados hechos o las idoneidades futuras. Muchas veces hay personas que tratan de explicar ante un juzgado por qué se rompió la convivencia en la pareja, cuando dentro del proceso judicial sólo es importante si afecta a las decisiones de futuro que debe tomar el tribunal sobre los hijos. Y por eso es muy conveniente que todo informe posea unas conclusiones. Para cada una de las partes es importante comprender que un informe pericial emitido por la propia administración sólo responde a las preguntas que les plantea el juez. Si quieren que se investigue un aspecto concreto o se verifique un hecho concreto que es posible que el juez no desee investigar, se debe acudir a un perito privado o de parte. Además, la pericial de parte sirve para verificar y complementar la pericial oficial, ya que normalmente desde un punto de vista oficial se aplican menos pruebas psicológicas y las conclusiones se basan más en la entrevista. Avanzaremos ahora estableciendo el concepto principal sobre el que se basa la labor del perito y del testigo judicial: el concepto de prueba. 9.3. El concepto de prueba La prueba constituye una fase esencial del proceso en la que el órgano jurisdiccional debe formar su convicción sobre la veracidad de las alegaciones vertidas por las partes en el proceso. La prueba es la demostración de la existencia de un hecho o de la verdad de una afirmación, tratando de obtener la convicción psicológica del juez respecto a un dato procesal determinado. Ciñéndonos al ámbito del proceso civil, ya que es en el Código Civil en el que se recoge toda la normativa al respecto - como consecuencia del principio dispositivo y de aportación de parte - son los 159 litigantes quienes deben introducir los hechos y la prueba sobre esos hechos necesitados de prueba, teniendo tal carácter aquellos hechos controvertidos en los que exista discusión entre las partes. La carga de la prueba recae principalmente sobre las partes, valiéndose de los medios de prueba previstos legalmente, si bien, excepcionalmente, el juez puede acordar de oficio alguno de estos medios de prueba a través de las denominadas, hasta ahora, "diligencias para mejor proveer", llamadas también "diligencias finales". Es decir, dado que nos encontramos ante temas civiles y no penales, cada una de las partes es la que debe aportar sus elementos de prueba. El resultado de esta fase procesal condicionará la estimación o desestimación de las pretensiones formuladas por las partes. Es decir, el testimonio de un perito será fundamental para una de las partes y, en general, para el establecimiento de la verdad sobre lo ocurrido, que son los llamados hechos probados (independientemente de que a menudo los "hechos probados" no coincidan con la verdad). No existe unanimidad con respecto a los elementos integrantes del concepto de prueba o su finalidad, de manera que, si bien es cierto que la prueba tiende a la consecución del convencimiento del juez sobre la veracidad de las alegaciones vertidas por las partes en el proceso, también es cierto que a menudo los científicos y profesionales, al realizar su pericial, consideran que la determinación de la verdad se consigue por procedimientos diferentes. En concreto nos estamos refiriendo a que la esencia del sistema de justicia reside en contraponer la versión de las partes en litigio, y estima que la verdad se obtendrá tras dicha contraposición; es decir, oídas las partes, se puede "encontrar" la verdad. Sin embargo, científicamente se puede determinar si un hecho es cierto o no o es indemostrable, independientemente de dicha confrontación. Así, es posible que un juez determine que existen contradicciones entre dos peritos - cuando en realidad uno de ellos no puede presentar pruebas que determinen la responsabilidad de las partes - pero expresa conclusiones diferentes al otro perito. Se trata de la tradición grecorromana, y a título de ejemplo podemos fijamos en que la palabra "parlamento" deriva de "parlar", "hablar", de la dialéctica verbal. 160 Algunos autores distinguen entre la prueba procesal y la prueba civil o prueba material. La primera tiene la finalidad de conseguir la convicción psicológica del juez sobre los hechos aportados al proceso, y la segunda es la que tiende a producir en el desarrollo normal de las relaciones jurídicas convicciones o creencias de tipo jurídicamente objetivo. Hemos de aclarar que hablamos de convencimiento psicológico porque el juez, al dictar sentencia, lo hace porque está convencido (tiene la certeza psicológica) de que algo ha ocurrido de una determinada manera, y de ello se derivan unas responsabilidades concretas. 9.4. La prueba de peritos 9.4.1. Concepto La prueba pericial o dictamen de peritos es un medio de prueba en virtud del cual una persona con conocimientos especializados o técnicos que el órgano jurisdiccional no tiene, pero ajena al proceso, los aporta al mismo para que el juez pueda valorar mejor la naturaleza de los elementos o hechos de prueba, sin olvidar que esa prueba debe referirse precisamente a conceptos, juicios y máximas de experiencia propias de un saber especializado. Por tanto, la función del perito es precisamente ésa: la de aportar dichos conocimientos en razón fundamental a la circunstancia de que por su profesión, por su pericia o por su experiencia, esté en posesión de tales elementos de conocimiento que precise el órgano jurisdiccional para poder resolver o apreciar los hechos o algún hecho de influencia en el pleito. El fundamento pues de la intervención de los peritos en el proceso no es otro que la necesidad surgida en el mismo de unos conocimientos especializados que el juez precisa para llevar a cabo su función, y esta necesidad es la que concreta la función y el objeto de su intervención en el proceso, articulándose por medio de la prueba pericial. Debemos considerar, no obstante, que estamos ante un particular medio de prueba puesto que, como expresa, por ejemplo, Garciandía-González (1999), 161 además de la función probatoria que el perito debe desempeñar en el proceso cuando actúa sobre los hechos, subsumiéndolos en las máximas de experiencia que él incorpora, en otras ocasiones el perito proporciona simplemente estas máximas de experiencia, supliendo la falta de conocimientos especializados del juez; supuesto en el cual actúa como un mero auxiliar del órgano jurisdiccional sin cumplir estrictamente la finalidad probatoria (como se ejemplificó al principio de este capítulo). 9.4.2. Características Perito es, pues, un tercero (es decir, una persona ajena al proceso) que posee unos conocimientos técnicos especializados, con o sin título profesional, y que los lleva al proceso tras haberlos aplicado a los hechos u otros elementos objeto de la prueba. El perito, por tanto, no tiene que haber presenciado los hechos, no es llevado al proceso por ello, y en eso se diferencia del testigo. Sin embargo, en la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil nos encontramos con una figura híbrida: el testigo-perito; quien testificará sobre hechos pasados en los que haya intervenido o de los que haya tenido conocimiento por referencia, admitiéndosele en este sentido las manifestaciones que se deriven de los conocimientos científicos, técnicos, artísticos o prácticos que posea sobre la materia, aunque en relación a tales manifestaciones las partes podrán hacer notar al tribunal la concurrencia de las circunstancias de tacha de peritos, poniendo de este modo sobre aviso al juez o tribunal de la posible parcialidad de su declaración. En consecuencia, el testigo-perito es la persona que interviene en el proceso emitiendo declaraciones sobre hechos que ha podido conocer en razón de sus conocimientos especializados. Así, en la declaración del testigo-perito se puede diferenciar, de un lado, su declaración sobre los hechos (que sería la declaración propiamente testifical) y, de otro, sus manifestaciones sobre aspectos técnicos, artísticos o prácticos en tomo a los hechos declarados (esto es, el dictamen pericial). Y volviendo a nuestro caso, normalmente en la parte de "testigo", el perito no tiene nada que aportar. 162 En segundo término, el perito puede ser tanto una persona física como jurídica, ya que la ley se refiere también a las academias e instituciones culturales y científicas que se ocupen del estudio de las materias correspondientes al objeto de la pericia. Y en tercer lugar, el perito es traído al proceso exclusivamente por su preparación artística, científica o técnica, sin que tenga importancia el modo de adquisición de sus conocimientos, ni siquiera que tenga o no un título oficial que le faculte para ejercer la profesión, aunque la ley otorgue mayor preferencia a los titulados. En principio, hay tantos tipos de peritos como profesiones existen, excluyendo obviamente a las ciencias jurídicas, ya que para eso está el propio juez. Perito es, en efecto, la persona que, sin ser parte, emite declaraciones sobre datos que habían adquirido ya índole procesal en el momento de su observación; estas dos circunstancias son las que diferencian la prueba pericial de la confesión o interrogatorio de las partes, según la terminología que emplea la ley procesal, y de la prueba testifical. Otra característica de la prueba pericial es que para que sea admisible debe ser necesaria para formar la convicción judicial, porque el legislador condiciona su admisibilidad precisamente a que para apreciar algún hecho de influencia en el pleito sean necesarios o convenientes conocimientos científicos, artísticos, técnicos o prácticos, de manera que si no fuere así el juez debería decretar la inadmisión del medio de prueba propuesto por las partes. Por tanto, si el juez ya posee esos conocimientos técnicos especializados no es necesaria la prueba pericial y deberá inadmitirla; o bien si estima que no es pertinente dicha información para el problema judicial que se plantea. En lo que respecta a la posibilidad de que el juez decrete este medio de prueba de oficio, pocas son las probabilidades de que esto suceda en el caso de que faltándole tales conocimientos las partes no hayan propuesto este medio de prueba. Es decir, existe un momento procesal, que se denomina "fase probatoria", que es cuando se debe solicitar la realización de cualquier pericial que se considere oportuna, así como solicitar que se requieran informes a instituciones públicas y además que se cite a los expertos que han 163 elaborado los mismos. 9.5. Deberes del perito Si bien sería lógico tratar el tema no sólo de los deberes sino también de los derechos de los peritos, dado que este libro está orientado a quienes pueden solicitar sus servicios, trataremos sólo el tema de sus deberes. El deber primordial de los peritos es el de elaborar y emitir el dictamen correctamente, aplicando científicamente los conocimientos profesionales y que se requieren para el caso concreto. Se alude además en la ley a la obligación de prestar juramento o promesa de decir verdad y de actuar con la mayor objetividad posible, tomando en consideración tanto lo que pueda favorecer como lo que pueda perjudicar a cualquiera de las partes. Para ello tienen la obligación previa de comparecer en juicio y así, acto seguido, jurar o prometer decir verdad, indicando que va a actuar o que ha actuado con la mayor objetividad posible, manifestando que conocen las sanciones penales previstas para el caso de incumpliendo de este deber. De esta forma, una vez designado el perito por el juez y hecho el correspondiente llamamiento, tienen obligación de comparecer para aceptar el cargo, salvo que concurra justa causa que deberá ser alegada en ese momento. Solamente cuando el motivo de la causa sea aceptado por el juez, quedará el perito relevado de su obligación de aceptar el nombramiento. Por último, no siempre será necesario proceder a la ratificación posterior del dictamen pericial presentado, puesto que la presencia del perito en el juicio queda a criterio del órgano judicial, pudiendo las partes hacer peticiones en ese sentido, si bien el órgano judicial puede acordar en todo caso, mediante providencia, que considera necesaria la presencia del perito en el juicio o la vista para comprender y valorar mejor el dictamen realizado. En estos casos, cuando se considere necesaria la intervención del perito, éste estará obligado a comparecer en el día señalado para la celebración del acto del juicio en el procedimiento ordinario o la vista del juicio verbal, salvo que le resulte imposible por causa mayor u otro motivo de análoga entidad, 164 en cuyo caso deberá manifestarlo así al juez. Si el juez acepta la excusa, decidirá, previa audiencia de las partes, si deja sin efecto el señalamiento del juicio o de la vista y efectúa otro nuevo, o si cita al perito para la práctica de la actividad probatoria fuera del juicio o vista. Por el contrario, si el juez no considera debidamente acreditada o suficiente la excusa del perito, mantendrá el señalamiento del juicio o vista y se lo hará saber a través de la correspondiente notificación, al tiempo que le requiere para comparecer, bajo apercibimiento de proceder contra él por desobediencia a la autoridad judicial. A esto se añade además que si el juez, en el momento de resolver sobre la suficiencia de la excusa del perito, aprecia que éste actuó con dilación injustificada o sin fundamento, podrá imponerle una multa. 9.6. Régimen de responsabilidad del perito El perito judicial puede incurrir en responsabilidad civil o penal, al margen de la responsabilidad disciplinaria, que pudiera resultar exigible. Así, el perito será responsable de los daños que, por falta de la diligencia que le es exigible en la realización de un peritaje, su actuación cause a las partes o a los terceros. Se trata de los supuestos en que los perjuicios sean consecuencia de la culpa, negligencia o ignorancia inexcusable en el reconocimiento o en el acto de emisión del dictamen. El perito, en el desempeño de su función, puede incurrir en conductas constitutivas de infracción penal. En primer término, es posible apreciar cohecho en aquellos casos en que una persona, en provecho propio o de tercero, solicita o recibe, por sí o por persona interpuesta, dádiva o presente, o acepta ofrecimiento o promesa, por realizar un acto injusto o una acción u omisión constitutiva de delito, o por abstenerse de realizar un acto que debiera practicar, todo ello en el ejercicio de su cargo. Esta conducta delictiva, prevista para autoridades y funcionarios públicos, resulta plenamente aplicable a los peritos en la medida que ejercen una función pública. 165 Más dudoso parece exigir al perito responsabilidad penal por infringir los deberes consustanciales a su cargo cuando, sin justa causa, se niega a acudir ante el órgano jurisdiccional o cuando, posteriormente, se niega a la realización del dictamen. A este respecto, Garciandía-González (1999) estima que la única vía real para exigirle responsabilidad penal por estas conductas resulta considerando que en tales casos el perito ha incurrido en el delito de denegación de auxilio por funcionario público. Lo que no suscita ninguna duda es la posibilidad de exigirle responsabilidad penal al perito que incurra en alguna de las conductas tipificadas penalmente como falso testimonio en el artículo 459 del Código Penal en los siguientes términos: Las penas de los artículos precedentes se impondrán en su mitad superior a los peritos o intérpretes que faltaren a la verdad maliciosamente en su dictamen o traducción, los cuales serán, además, castigados con la pena de inhabilitación especial para profesión u oficio, empleo o cargo público, por tiempo de seis a doce años. De esta manera, el artículo 459 del Código Penal extiende la intervención penal por falso testimonio a la prueba pericial. El Código Penal castiga al perito que conscientemente emita dictamen falso. Por otra parte, la ley no distingue a qué clase de procesos debe extenderse esta responsabilidad, por lo que el delito se establece para toda clase de causas. El Código Penal de 1973 se limitaba a declarar tipo cualificado la declaración falsa del perito en juicio, pero el Código Penal de 1995 incluye el concepto de dictamen que también comprende al documento técnico que emite un experto en interés del proceso. Lo que plantea mayores dificultades es la aplicación práctica de este precepto, porque la detección de la falsedad resultará dificil en muchos casos, al requerir a la vez conocimientos técnicos para poder apreciar esa falsedad, que comenzará a partir de la línea que separa lo científica o pericialmente opinable de lo que es insostenible bajo cualquier óptica. Es decir, esto nos llevaría al tema de las metapericiales y los contrainformes, tema del que suelen huir tanto los tribunales como los colegios profesionales. 166 Además, ese dictamen insostenible ha de ser maliciosamente dictado, lo que obliga a considerar la posibilidad de que obedezca simplemente a negligencia, poca capacidad o formación, poca pericia del dictaminador, lo cual, y sin perjuicio de la responsabilidad que se pudiera demandar de la jurisdicción civil, excluye la aplicación del Código Penal, restringido, como en el falso testimonio común, a los dictámenes e interpretaciones conscientemente falsos. El artículo 460 del Código Penal recoge una segunda conducta delictiva y castiga al perito que, sin faltar sustancialmente a la verdad, la altera con reticencias, inexactitudes o silenciando hechos o datos relevantes que fueran conocidos por él, con una pena de multa de seis a doce meses y suspensión de empleo o cargo público, profesión u oficio de seis meses a tres años. También en este supuesto es preciso que el perito actúe maliciosamente. Para finalizar con las conductas encuadrables dentro de la figura del falso testimonio, simplemente hacer constar la posibilidad de que la responsabilidad penal se le exija a la parte que presente a los peritos a sabiendas de que van a prestar un dictamen falso, conducta tipificada penalmente en el artículo 461 del Código Penal y castigada con las mismas penas que para ellos, haciendo especial mención en el párrafo tercero del abogado, procurador, graduado social o representante del Ministerio Fiscal cuando fueren ellos los proponentes de esa prueba emitida con falso testimonio. Por último, los artículos 558 y 633 del Código Penal contemplan las conductas que supongan una alteración del orden público, causando perturbaciones graves o leves al orden en la audiencia de un tribunal o juzgado. El perito que lleve a cabo, de palabra, de obra o por escrito, actos que atenten contra la consideración, respeto u obediencia debidos a los tribunales de justicia, llegando a perturbar el orden público, será detenido y puesto a disposición del juzgado que deba conocer de la causa. Preguntas de autoevaluación 167 1.Con respecto a las siguientes afirmaciones referentes al concepto de prueba, identifique cuál de ellas es falsa: a)La prueba debe ser aportada de parte, y por lo tanto quien la solicite debe buscar al perito correspondiente y asumir los honorarios pertinentes. b)La prueba es la demostración de la existencia de un hecho o de la verdad de una afirmación, tratando de obtener la convicción psicológica del juzgador respecto a un dato procesal determinado. c)Son los litigantes quienes deben introducir los hechos y la prueba sobre esos hechos necesitados de prueba, teniendo tal carácter aquellos hechos controvertidos en los que exista discusión entre las partes. d)La carga de la prueba recae principalmente sobre las partes, valiéndose de los medios de prueba previstos legalmente, si bien, excepcionalmente, el juez puede acordar de oficio alguno de estos medios de prueba a través de las denominadas, hasta ahora, "diligencias para mejor proveer", llamadas también "diligencias finales". e)La prueba constituye una fase esencial del proceso en la que el órgano jurisdiccional debe formar su convicción sobre la veracidad de las alegaciones vertidas por las partes en el proceso. 2.La prueba procesal se distingue por los siguientes aspectos (identifique la alternativa verdadera): a)Tiende a producir en el desarrollo normal de las relaciones jurídicas convicciones o creencias de tipo jurídicamente objetivo. b)Tiene la finalidad de conseguir la convicción psicológica del juez sobre los hechos aportados al proceso. c)Supone una ayuda al juez ante conocimientos que posee pero que debe 168 asegurar y afianzar. d)Pretende, de ser una prueba pericial psicológica, el convencimiento psicológico porque se refiere a la evaluación psicológica de las personas que participan en el proceso. e)Pretende objetivar los hechos a partir de una verificación de la veracidad de las declaraciones de las partes intervinientes en el proceso o litigio. 3.La prueba pericial o dictamen de peritos es un medio de prueba en virtud del cual (señala la alternativa incorrecta): a)Una persona con conocimientos especializados o técnicos que el órgano jurisdiccional no tiene, pero ajena al proceso, los aporta al mismo para que el juez pueda valorar mejor la naturaleza de los elementos o hechos de prueba. b)Una persona ajena al proceso aporta sus conocimientos para que el juez pueda valorar mejor la naturaleza de los elementos o hechos de prueba. c)Una persona que debido a que puede aportar conocimientos en razón fundamental a la circunstancia de que por su profesión, por su pericia o por su experiencia, y que debido a que ha sido testigo del elemento a enjuiciar, puede aportar conocimiento que precise el órgano jurisdiccional. d)Una persona que puede aportar conocimientos para poder resolver o apreciar los hechos o algún hecho de influencia en el pleito. e)Una persona que puede aportar conocimientos en razón fundamental a la circunstancia de que por su profesión, por su pericia o por su experiencia, esté en posesión de tales elementos de conocimiento que precise el órgano jurisdiccional. 4.El perito, en el desempeño de su función, puede incurrir en las siguientes conductas constitutivas de infracción penal (determine la opción falsa): 169 a)El perito será responsable de los daños que, por falta de la diligencia que le es exigible en la realización de un peritaje, su actuación cause a las partes o a los terceros. b)Es posible apreciar cohecho en aquellos casos en un perito por abstenerse de realizar un acto que debiera practicar, todo ello en el ejercicio de su cargo. c)Es posible apreciar cohecho en aquellos casos en que un perito, en provecho propio o de tercero, solicita o recibe, por sí o por perso na interpuesta, dádiva o presente, o acepta ofrecimiento o promesa, por realizar un acto injusto o una acción u omisión constitutiva de delito. d)Se puede exigir al perito responsabilidad penal por infringir los deberes consustanciales a su cargo cuando, sin justa causa, se niega a acudir ante el órgano jurisdiccional o cuando, posteriormente, se niega a la realización del dictamen. e)Se puede apreciar cohecho en aquellos casos en los que el perito haya realizado previamente una pericial o varias sobre el mismo objeto de la pericial o en el que intervinieran los mismos litigantes. 5.La solicitud de realización de una prueba pericial se debe realizar (señale la alternativa correcta): a)Tras haber sido defendidos, por los expertos que han elaborado los mismos en la vista, los informes de instituciones públicas que se hubieran solicitado. b)En el momento en que el abogado de cada parte pretenda recurrir la sentencia establecida en primera instancia. c)Tras haberse obtenido acuerdo entre los abogados de cada parte qué perito debe realizar la prueba pericial. d)En la fase probatoria, que es cuando se debe solicitar la realización de 170 cualquier pericial que se considere oportuna, así como solicitar que se requieran. e)En el momento en que no se puedan aportar a la vista elementos objetivos de convicción. 171 10.1. Habilidades del perito: la toma de decisión Una de las principales características de un buen perito, y de la misma manera de una persona que trata de buscar la causa de un hecho o investigar una cuestión, es la capacidad que debe tener para tomar decisiones de manera lo más correcta posible en función de la información que logra conseguir. Se dice que fue Aristóteles el primero en distinguir las tres principales formas de conocer la realidad y de dar a conocer la realidad a los demás: •Las definiciones, es decir, especificar en qué consiste un fenómeno. Si no se posee una buena definición sobre el concepto que queremos tratar, nuestro conocimiento de la realidad es deficiente. El perito que examina la escena de un accidente, por ejemplo, identifica con claridad aquellos aspectos en los que debe fijarse, y a la vez, tiene la capacidad de no distraerse con indicios o pistas falsas; logra rápidamente una definición adecuada, "vislumbra" las posibles causas. Muchas veces los peritos reciben tal cantidad de informes de tantos servicios e instituciones, que es difícil orientarse entre toda esa maraña; en una palabra, a menudo los árboles no dejan ver el bosque; y es preciso ver el bosque. Por ejemplo, una mujer que en la entrevista con el perito le declara a éste que su pareja está enamorada de ella pero que no soporta la presión que ejercen sobre él sus hijos y ella misma, y por eso les maltrata, sólo puede ser interpretado por un buen perito de una manera: estamos ante un maltratador, y ante una mujer totalmente alienada 172 psicológicamente, lo que suele denominarse como síndrome de Estocolmo. •Las divisiones (que fueron denominadas posteriormente por Kant como "juicios analíticos") y que implican los elementos que componen el concepto. Por ejemplo, los elementos que han sido causantes de un posible maltrato, y que han dado lugar a que se produzca la definición de la situación. •Las argumentaciones (llamadas por Kant en la Crítica de la razón pura como "juicios sintéticos", y que se refiere a la capacidad de integrar los datos que hemos obtenido de cara a "diagnosticar" u ofrecer una solución al problema. El razonamiento es fundamental dentro de un posterior proceso judicial. Mediante el razonamiento conseguimos demostrar que nuestras deducciones son válidas independientemente de nosotros mismos, de forma que cualquier persona, combinando las "divisiones" o elementos de la situación, llegaría a la misma "definición" de la misma. Por lo tanto, cuando un perito o un evaluador examina un problema para conocer y dar a conocer lo que se supone que antes es judicialmente desconocido, debe, mediante el análisis y la síntesis definir, dividir y argumentar. En la peritación se detectan una serie de sesgos o vicios, que son: •La falsa semejanza; es decir, por ejemplo, confundir un diagnóstico con otro. Así, considerar que un menor no está siendo maltratado por su padre, sino manipulado por su madre para que le odie, como ya se comentó al principio de este capítulo, entra dentro de esta categoría. •Contigüidad engañosa; que implica que si dos hechos ocurren de manera similar en el tiempo, están claramente relacionados. Así, en una familia en la que nunca se ha detectado ningún problema previo se es más reticente a admitir que existe un problema. Y en el caso de una familia 173 desestructurada se suele ser más propenso a pensar que uno o ambos progenitores presentarán conductas inadecuadas con sus hijos. Se trata de la denominada atribución interna y externa. •Contraste inapreciable; es decir, saber distinguir las diferencias, tener capacidad para fijarse en los más mínimos detalles. Pasando ya al momento de la posible ratificación de un informe ante un tribunal, quizá uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos es lo que se denomina como la proposición de prueba inquisitorial, o "prueba diabólica", que pretende obligar al perito a certificar lo que no es. Se trata de una prueba de hechos negativos, que si fuera posible, obligaría a la exhaustividad heurística comprobando pericialmente todas las posibilidades positivas de lo que sí es, o de lo que sí puede ser, o bien a razonamientos probatorios indirectos por reducción al absurdo. Es relativamente fácil probar lo que sí es y algo más difícil probar lo que sí fue; pero resulta imposible, sólo por prueba directa, la certificación de lo que no es, y más imposible aún si cabe, tener certeza de lo que no fue. Por ejemplo, podemos detectar que un padre nunca ha acudido al centro educativo de su hijo a consultar con el tutor o con los profesores; pero responder a si ese padre se despreocupa siempre de sus hijos o si no participa ni le interesa en absoluto lo que hacen, es imposible de demostrar, y por lo tanto, de expresar. Si bien dicho así parece obvio, es muy normal que ante preguntas de algún abogado, algunos peritos lleguen a expresar que sí, que lo más normal es que ese padre se porte mal de manera habitual, cuestión indemostrable y que expresa un mero parecer que nunca debe ser una afirmación profesional ni científica. Como muy bien expresa Gallardo, el mayor de los desafíos probatorios es la denominada en latín como probatio diabolica o "prueba diabólica" de hechos negativos. Gallardo expone el siguiente ejemplo: es posible demostrar la existencia de jirafas en un bosque de Canadá, e incluso dar una prueba concluyente de que sí existe vida inteligente en el planeta Júpiter, pero en rigor, no es posible probar que no existen jirafas en un bosque, ni tampoco que no haya vida, inteligente o no, en ningún otro lugar. Esto debe llevar al perito a comentar, e incluso a rechazar, la proposición de prueba que él 174 considere que esté incorrectamente planteada. De hecho, lo que se suele pretender de un perito es que confirme convincentemente lo que interesa a la parte que lo propone, y no que delibere sobre lo que se duda o se contradice entre las partes. La ignorancia judicial es siempre peligrosísima, porque desde los Diálogos, en los que Platón pone en boca de Sócrates que el bien está, y sólo puede estar, en el conocimiento correcto, y el mal en la ignorancia, es el desconocimiento, y más cuando es perversamente intencionado, lo que finalmente mejor explica el mal. 10.2. Mendacidad y falacia El más reprochable delito que puede cometer un perito está siempre relacionado con la falsedad más o menos intencionada. Pero la falsedad, y lo falso nunca son conceptos simples, ni resulta fácil evidenciar que algo es falso. La mendacidad pericial no resulta fácil de probar casi nunca, pero en muchas ocasiones merece la pena intentar que el perito del que se sospecha que miente a sabiendas, con un beneficio además a cambio de su mendacidad, tenga que declarar solemnemente en el juzgado o ante el tribunal, para lo que hay que preparar cuidadosamente un cuestionario y una estrategia dialéctica con la que evidenciar las contradicciones más mendaces,. Para ello es conveniente reservar hasta el momento oportuno cualquier documento que sirva para contradecir el testimonio del perito falsario y hacer que pese al máximo en el criterio del juez. Más sutil que la mendacidad es la falacia, porque decir lo que no es cierto es una falsedad mucho más burda que la elaboración de un argumento intencionadamente incorrecto. Desde las "Refutaciones sofisticas" de Aristóteles en los Tratados de Lógica (Organon), se ha escrito sobre las distinciones entre errores (paralogismos) y falacias malintencionadas o sofismas perversos. Como expresaba Aristóteles: Es completamente absurdo discutir acerca de la refutación sin hacerlo antes acerca del razonamiento: pues la refutación es un 175 razonamiento, de modo que es conveniente tratar acerca del razonamiento antes que de la falsa refutación: pues tal tipo de refutación es un aparente razonamiento de la contradicción. Desde su primera edición en 1895, la obra Lógica de las pruebas en materia criminal, de Nicola Framarino de Malatesta, es el texto de refe reacia obligada para la hermenéutica de la peritación criminalística más rigurosa. Pero Aristóteles, con sus "Analíticos, Tópicos y Categorías", y con el resto de sus Tratados de Lógica, sigue siendo el gran inspirador del buen razonamiento y el primer denunciante por escrito del malo (Sócrates no escribió nada, y Platón dialogaba y hacía dialogar pero era mucho menos concluyente que el estagirita frente a la falacia); también con sus Refutaciones sofísticas, ha influido en el Derecho procesal y en la pericia. Hay un peligroso efecto contraproducente que conocen bien los que mejor argumentan. Ningún perito debe ser apodíctico, porque es un grave error pericial el que se comete al valorar las evidencias más allá de lo que expresamente se pide en la proposición de prueba pericial, y más grave aún es pretender imponer criterios infalibles pretendiendo ignorar otros contradictorios o contrarios. Es mucho mejor ser apofántico en las exposiciones periciales, dejando que sea el juez el que concluya,a la vista de lo que el perito va evidenciando acumulativa y articuladamente, facilitando tanto como sea posible, pero no más, la relación de hechos probados en la sentencia. 10.3. La investigación de los hechos Si bien puede parecer obvio, es preciso afirmar en primer lugar que tanto nuestra investigación como nuestro posible informe posterior deben seguir una metodología científica, huyendo por lo tanto de opiniones particulares, impresiones o elementos que no se pueden interpretar desde un punto de vista científico. Desde un punto de vista científico, lo primero es saber cómo llevar a cabo una investigación, ya que el seguir un procedimiento pautado se convierte en 176 algo fundamental. La metodología podría definirse como el conjunto de normas y pautas para convertir en científico el procedimiento investigador. Y se convierte en científico si se consiguen los siguientes requisitos: •Que cualquiera pueda replicar la investigación, siguiendo los mismos pasos que nosotros. Es decir, los resultados de nuestra investigación no pueden depender del perito concreto que recoja la información y elabore el informe, sino de los propios hechos y el material examinado. •Que los resultados que se han obtenido sean fiables. O lo que es lo mismo, si se realizara un análisis por parte de otro técnico, las conclusiones de su informe deberían coincidir con el nuestro. •Y que sean válidos, es decir, que respondan auténticamente (o lo más auténticamente posible) a lo ocurrido. Los tres aspectos son inseparables; unos se apoyan en otros dando entidad a la investigación. Y para responder a un porqué, todo evaluador genera unas hipótesis o respuestas que el investigador avanza como posibles soluciones al problema. Problema e hipótesis formarían un bloque inicial, que se podría definir como lo relacionado con las expectativas del investigador. Según las hipótesis que se plantee, el perito examinará unos datos u otros, unos materiales u otros, y consecuentemente, dejará sin examinar otros aspectos de la realidad. Es muy importante especificar en el informe posterior nuestras posibles hipótesis, y cómo los exámenes posteriormente realizados verifican o no dicho planteamiento. En función de las hipótesis el perito plantea una serie de técnicas de recogida de la información. El perito va a recoger información de cada persona evaluada mediante dos técnicas: la entrevista y los test psicológicos. Normalmente procede a entrevistar a aquellas personas que pueden facilitar información relevante (padres, hermanos, abuelos, etc.). Y esa información debe figurar en su informe, especificando lo expresado por cada persona entrevistada, si bien reflejando sólo aquellas partes de los relatos que verifican o no las hipótesis que se ha formado sobre el porqué del hecho a 177 investigar. Ha de expresar claramente que en esa parte del informe está analizando una información de tipo cualitativo, y reseñar sólo lo que le aporte información al caso, no efectuar un relato pormenorizado de toda la conversación. A continuación aplicará los test psicológicos, que de manera objetiva le revertirán información cuantitativa, no cualitativa como hace la entrevista. Para ello se debe verificar que dichos test han cumplido con los principios científicos que les convierten en objetivos, que son la fiabilidad, la validez y la baremación. Por último, debemos verificar si existe congruencia entre ambos tipos de datos, de forma que si bien el peso fuerte es la información objetiva, la información subjetiva debe ayudarnos y sobre todo puede determinar si efectivamente el efecto del dato objetivo se produjo de dicha manera. 10.4. Las áreas a evaluar Pintor (2013) comenta cómo las acusaciones entre las partes, verdaderas o no, hacen muy dificil la tarea de decidir quién de los dos progenitores - o los dos - debe tener la custodia del menor. Este autor determina un listado de áreas que deben evaluarse, de las cuales hemos seleccionado las que nos parecen pertinentes: •Continuidad y calidad de los compromisos. La calidad de los compromisos entre el padre y el hijo son el eje central de la evaluación. Cuando se habla de "lo que más le interesa al niño", esto tiene mucho que ver con la relación padre-hijo y los planes de cada padre para con el hijo. Hay que estudiar el nivel de apego entre ellos. El perito debe valorar estas conexiones y considerar cómo estos compromisos deben de introducirse en las recomendaciones forenses. •Preferencias del niño. Las preferencias del niño respecto a dónde le gustaría vivir es un tema importante. Los jueces tienden a dar más peso a la preferencia del niño a partir de los 12 años. Los más pequeños no 178 suelen mostrar preferencias y, si lo hacen, el perito debe averiguar por qué. •Hostilidad a un padre. A veces, un niño puede mostrar hostilidad hacia uno de los padres. El examinador debe evaluarlo y formar una hipótesis de sus orígenes y significado. •Necesidades especiales de un niño. El perito debe evaluar la salud mental y física del niño. Si hay enfermedades crónicas, el nivel de atención y cuidado es distinto. Debe evaluar la habilidad de ambos padres para cubrir estas necesidades del niño. •Educación. Las necesidades de educación de los niños se han de valorar, así como los conflictos paternales respecto a ella. Es indispensable evaluar qué planes educativos tienen cada uno y si éstos se acomodan o no a las necesidades del niño. •Relaciones con los hermanos. Se debe evaluar las relaciones entre los hermanos y la sensibilidad de cada una de las partes hacia ellos. Normalmente, los hermanos que pasan por un litigio de custodia se apoyan unos a otros y quieren permanecer juntos. La separación de los hermanos suele estar recomendada y dictaminada muy pocas veces, a no ser que sea necesario. •Salud mental y física de los padres. Hay que tener en cuenta el estado de salud de los padres, incluyendo hábitos no saludables como el alcohol, drogas, etc. que pueden ser adversas para el niño. •Horarios laborales de los padres. Se debe considerar cómo cada una de las partes vive su trabajo y lo relaciona con el tiempo dedicado al niño. Ya que normalmente y con anterioridad, los padres habían acordado quién pasaba más tiempo con el niño, esto no puede ser determinante para la adjudicación de la custodia, puesto que seguramente se podrá replantear esta distribución del tiempo. El horario de trabajo influye en las necesidades del niño y esto debe valorarse. 179 •Nivel económico de los padres. Se debe valorar el nivel económico y cómo afecta esto al niño. Este aspecto a menudo se separa del proceso legal para la custodia del menor. •Estilos paternales y disciplina. El estilo educativo de cada padre y el nivel de entendimiento padre-hijo se debe tener en cuenta. Se debe incluir la opinión de cada una de las partes acerca de la conexión de cada uno de ellos con el niño, así como las predicciones de cómo estas relaciones cambiarán tras la disputa por la custodia. •Resolución del conflicto. También se debe evaluar cómo cada una de las partes resuelve los conflictos entre padres, entre padres e hijos y entre hermanos. •Sistemas de ayuda social. El perito debe tener en cuenta los apoyos familiares y sociales (abuelos, "canguros", vecinos...) con los que cuenta cada una de las partes y cuya disponibilidad depende de las soluciones de la custodia. •Factores culturales y étnicos. También se deben valorar, especialmente si la parte que presenta el litigio procede de contextos culturales diferentes. •Ética y valores. Se debe considerar cómo los valores y la ética de los padres afectan al niño. Éstos pueden ser similares o diferentes, lo que marcará el grado de disputa entre ellos. 10.5. El informe El resultado de la evaluación pericial es la elaboración de un informe. Algunos autores han clasificado los datos de los informes en "firmes" (hard data) y "débiles" (soft data). Los primeros provienen de una observación objetiva, directa, y pueden ser verificados por alguien que observe la situación. Los segundos consisten en inferencias o abstracciones y serían las opiniones, declaraciones y otros aspectos subjetivos. Un peritaje debe 180 permanecer tan cerca como sea posible de los datos firmes. Por otra parte, la gran tentación del perito es hacer de juez. No debe olvidarse que los peritos deben ser imparciales y no buscadores de su propia visión de la justicia. Por lo que se refiere a su estructura, la formulación del peritaje se puede llevar a cabo siguiendo varios modelos estructurales. Por nuestra parte, pensamos que se deben incluir los siguientes apartados: •Identificación del perito (nombre, titulación, número de colegiación si está colegiado, número de funcionario o de identificación como trabajador público) y del organismo al que pertenece. •Identificación del peticionario del informe que se va a realizar: si éste se realiza por iniciativa del propio organismo o a petición de otros, y si es así, es preciso especificar el porqué de dicha petición de otros y qué es lo que se quiere investigar (si el informe lo pidiera un juzgado, deberá indicarse qué organismo judicial y qué solicita, por ejemplo). •Identificación de la o las personas evaluadas o entrevistadas (nombres, domicilios, etc.) •Identificación del lugar donde se realiza la evaluación. •Objetivo de la pericia (determinación de qué es lo que va a investigar el perito con exactitud). •Metodología que se va a utilizar, especificando en qué se va a basar el perito para efectuar la evaluación, y determinación de la cientificidad del proceso y de las pruebas. •Resultados obtenidos: exposición de los datos relevantes de la entrevista y de las pruebas científicas practicadas. En el caso de los test psicológicos debe figurar la puntuación obtenida en cada test y el significado de la misma (es decir, su interpretación de acuerdo a un 181 baremo). •Conclusiones que se derivan de los resultados obtenidos y su relación con los objetivos. •Recomendaciones ante los órganos jurídicos (caso de que sea necesario practicar nuevas pruebas o proceder a citar o a entrevistar a otras personas, por ejemplo, que sólo judicialmente es posible que aporten informaciones o de contar con análisis que deben efectuar otros organismos con equipos más especializados). Vázquez y Hernández (1993, p.189 y ss.) ofrecen una serie de consejos sobre la redacción de informes que resumimos a continuación por su importancia: la no expresión de juicios de valor, de aspectos irrelevantes, de datos injuriosos o no verosímiles, de términos técnicos sin explicación y de conclusiones no probadas. Las explicaciones deben estar basadas en: máxima observación, media descripción y mínima inferencia. No hay que dictaminar sobre la imputabilidad, ni entrar más de lo imprescindible en los hechos del delito y, finalmente, no confundir labor pericial con policial. Pero eso sí, dar respuestas que ayuden al sistema judicial a encontrar responsabilidades. 10.6. La cientificidad de la prueba pericia) La pericial psicológica o psicosocial se convierte en un elemento de prueba crucial para la toma de decisiones judiciales en Derecho de familia. Por otra parte, lo más normal es que los peritos que las realizan sean citados ante el juez para que ratifiquen su informe, y en ese momento los abogados de las dos partes, así como el juez y el fiscal, pueden hacerles preguntas que permitan aclarar lo que en ellas se vierte o, si existen contradicciones entre ellas, examinar el porqué. Dada la importancia como elemento de prueba, es necesario tener en consideración una serie de cuestiones, con las que cerraremos este capítulo. 10.6.1. Sobre las pruebas aplicadas 182 Una pericial debe incluir información tanto de la entrevista o entrevistas realizadas con cada persona como de las pruebas psicológicas que se han aplicado. Y en el caso de las pruebas psicológicas, éstas deben poseer, como ya se especificó con anterioridad, fiabilidad, validez y estar baremadas. •La fiabilidad es un requisito de cientificidad que implica que si una prueba se aplicara varias veces sobre el mismo sujeto, siempre obtendríamos la misma puntuación; es decir, ese test es un instrumento que siempre mide de igual manera. •La validez implica que mide justamente el concepto que quiere medir; por ejemplo, si un test mide apego de una persona hacia sus hijos, las preguntas que lo componen permiten obtener una conclusión que coincidiría con la observación detallada durante amplios periodos de tiempo de cómo se comportaría esa persona con sus hijos. Y esa es una de las principales ventajas de los test, miden perfectamente lo que de otra manera implicaría una vivencia que incluso sería imposible de poder obtener. •Y por último están baremadas, con lo que podemos saber si la puntuación obtenida por una persona expresa normalidad o no al compararla con su grupo de edad, por ejemplo. Imaginemos un test de inteligencia; la puntuación obtenida debe ser interpretada de una manera distinta según la edad del sujeto, ya que un niño de cinco años acertará bastantes menos preguntas que otro de ocho; la inteligencia de cada uno debe interpretarse en función de su baremo. Toda esa información debe figurar en el informe pericial o, cuando menos, cerciorarse de que cada prueba aplicada cumple los requisitos pertinentes. 10.6.2. Sobre los tipos de pruebas Al hilo de esta reflexión, es preciso señalar que existen dos tipos de pruebas psicológicas: las psicométricas y las proyectivas. Las pruebas psicométricas cumplen con los requisitos que se acaban de enumerar, pero las proyectivas 183 no. Es más, las proyectivas no cumplen con ninguno. La prueba proyectiva más famosa es el test de manchas, elaborado por Rorschach, de quien toma el nombre. Otras son el test de apercepción temática (TAT), el test de pata negra (PN), el test de la lluvia o el test del árbol, el test casa-árbol-persona. Todos ellos implican que el sujeto construye un relato al enseñarle láminas o realiza un dibujo, y el psicólogo, de manera subjetiva, establece qué expresa dicho relato o dibujo acerca de la vida psíquica de su autor; no es admisible su empleo ni en Psicología, ni como prueba pericial, y cualquier agente jurídico debe impugnar dicha pericial por no basarse en criterios científicos. Otra cuestión es la de las pruebas psicométricas, que sí son científicas, y su índice de fiabilidad y validez nos indica que unas son más válidas científicamente que otras. 10.6.3. Sobre las clasificaciones médicas Importante es también que nos fijemos en que en muchas ocasiones hay peritos que hacen referencia a criterios de clasificaciones médicas de enfermedades. Las clasificaciones más famosas y empleadas son la DSM y la CIE. •La DSM es el "Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales", que en inglés se denomina Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders. Se trata de una clasificación de enfermedades elaborada por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría que contiene una clasificación de los trastornos mentales y proporciona descripciones claras de las categorías diagnósticas. En la actualidad se acaba de publicar la quinta edición, ya disponible en español. •La CIE, por su parte, la creó la Organización Mundial de la Salud, y es también un sistema de clasificación de enfermedades, aunque que se creó con la idea de promover la comparación internacional de la recolección, procesamiento, clasificación y presentación de estas estadísticas de las enfermedades, es decir, crear un estándar 184 comparativo a nivel mundial. Actualmente se emplea la décima edición. Tanto la DSM como la CIE no son sino clasificaciones, que han implicado el acuerdo entre médicos y, en el caso de problemas mentales, entre psiquiatras (es decir, siempre entre médicos y no con otros profesionales de la salud), por lo que sólo son útiles si existe un problema médico 0 biológico de base, y no son aplicables ante problemas exclusivamente psicológicos y/o psicosociales. Además, sólo se trata de una clasificación, lo que no quiere decir que la etiqueta que se utilice para clasificar haya sido verificada en su fiabilidad ni validez, sino simplemente que existe acuerdo entre los médicos para emplearla. Es como si nos ponemos de acuerdo en una dolencia, la úlcera de duodeno; esta etiqueta no quiere decir ni que se acierte en el diagnóstico, ni que se trate de solucionar con procedimientos científicos. En una palabra, no se han verificado desde un punto de vista científico, y por lo tanto, siguiendo el criterio ya expresado con los test proyectivos (de hecho muchos de ellos han sido creados por psiquiatras) no deben utilizarse en el ámbito pericial, y todo agente judicial debe impugnar cualquier pericial que las utilice. Es más, las clasificaciones suelen expresar a menudo modas que no tienen nada que ver con criterios realmente científicos; así, hoy en día existe una tendencia a considerar a muchos niños como hiperactivos, mientras que hasta la segunda edición de la clasificación DSM se consideraba la homosexualidad como una enfermedad. 10.6.4. Sobre las puntuaciones de las pruebas Es preciso reseñar, por último, que cuando se emplean pruebas psicométricas, que son las que efectivamente deben utilizarse en una pericial, en el informe deben figurar siempre las puntuaciones obtenidas por los sujetos periciales junto con la interpretación - lo que significa - dicha puntuación. Existen muchos peritos que no especifican las puntuaciones que los sujetos peritados obtienen en las pruebas, por lo que es imposible poder saber si la interpretación de los resultados es correcta al no ofrecerse el resultado. Esto crea indefensión en el sujeto peritado o en quien le represente; o lo que es lo 185 mismo, se trata de una falta de garantía jurídica, ya que implica la imposibilidad de poder saber si se ha realizado una interpretación adecuada de los datos y la imposibilidad de poder comparar periciales entre sí. Una pericial que no exprese las puntuaciones directas obtenidas, debe ser impugnada por falta de rigor científico y criterio objetivo. Por poner un ejemplo, es similar a cuando una persona se sometiera a una analítica de sangre y se le facilitara un informe que expresara si existe algún problema de salud, pero en el que no figurara el valor de cada elemento analizado de la muestra de sangre ni los puntos a partir de los cuales se ha detectado la anomalía que puede ser el principio de una dolencia o enfermedad. 10.6.5. Sobre la grabación de las entrevistas Un aspecto concreto de esa indefensión jurídica se plasma en la información que se transcribe o se señala como importante en los informes periciales y que se deriva de la entrevista. Imaginemos el caso en el que el informe se hace sobre menores y la propia declaración del menor se considera crucial para determinar si un niño debe vivir con su padre o con su madre. Las declaraciones del niño deben ser grabadas, y sus progenitores tienen derecho a solicitar, a través de sus abogados, la grabación y poder verificar, por lo tanto, si lo expresado en la pericial es coincidente con lo expresado por los niños ante los psicólogos. Resulta curioso que en la llamada prueba preconstituida - en la que se pactan las preguntas a hacer al menor y se le graba o se le examina tras un cristal unidireccional estando presentes juez, abogados y fiscal, y que tiene como objetivo recoger la información del menor en una sola ocasión, evitando interrogatorios continuos del mismo exista tal grabación, pues normalmente los equipos psicosociales y las clínicas médico-forenses no la efectúan. Por supuesto que si la pericial la efectúa un psicólogo de parte, debe grabar la entrevista con el menor. 10.6.6. Sobre los mecanismos de denuncia Por último, queremos referirnos al hecho de qué hacer cuando nos encontramos con alguno de estos problemas en una pericial. Y el qué hacer 186 depende del momento procesal y de si la pericial está realizada por la propia administración de la justicia o por un perito de parte: •Si el informe pericial presenta alguna de las deficiencias aquí reseñadas o no se ha realizado según los parámetros citados, al producirse la ratificación en sede judicial debe ser impugnado por el abogado de la parte que tenga interés en ir contra dicha información. Evidentemente, el juez puede estimar o desestimar dicha impugnación. •Además, si se presentan dichos problemas, se debe denunciar al perito. Si se trata de una pericial elaborada por un psicólogo de la Administración, se debe denunciar ante el Colegio de Psicología de la comunidad autónoma correspondiente, ante la Comisión Deontológica, así como ante el Consejo General del Poder Judi cial. Y si se trata de un perito de parte, privado, únicamente ante la Comisión Deontológica del Colegio Oficial de Psicología de la comunidad autónoma correspondiente. Desgraciadamente, muchas periciales no cumplen con los requisitos citados, y lo que es peor, a veces las periciales no son realizadas por peritos adecuados. En el caso de las periciales psicológicas, éstas deben ser realizadas por psicólogos jurídicos, también denominados psicólogos forenses. Reseñar, por último, que en los equipos psicosociales se emiten dos informes, uno del psicólogo (sobre el que es aplicable todo lo que estamos comentando) y otro del trabajador social; no nos vamos a referir a este informe, sino simplemente especificar que los mismos son también denunciables de la misma manera, salvo que su colegio profesional es el de los trabajadores sociales. Quizá el lector pueda hacerse la idea de que a menudo las pruebas periciales no están bien realizadas. Y evidentemente, como en botica, hay de todo. Y lo que ocurre en este terreno ocurre también en otros aspectos del sistema jurídico. Así, por ejemplo, en un estudio de 1000 sentencias llevado a cabo en todo el territorio nacional por Fariña, Seijo y Arce (2001), se puso de manifiesto que las decisiones judiciales en el establecimiento de la guarda y 187 custodia y el régimen de visitas eran estereotipadas: así, el progenitor custodio es habitualmente la madre, excepto cuando ésta no lo solicita, por la existencia de mutuo acuerdo o cuando existe una causa de incapacitación en la madre; y lo normal es el estableciendo de un régimen de visitas de fines de semanas alternos y la mitad de los periodos vacacionales de los menores a favor del progenitor no custodio. Otro estudio llevado a cabo por Arce, Fariña y Seijo (2005) con 782 sentencias, mostró que el 57,3% de las mismas no estaban motivadas en criterio alguno, y que los criterios de motivación no siempre eran válidos. Preguntas de autoevaluación 1.Las divisiones o juicios analíticos se definen como (especificar la alternativa correcta): a)La capacidad de integrar los datos que hemos obtenido de cara a diagnosticar u ofrecer una solución al problema. b)Los denominados juicios sintéticos. c)Las falsa semejanzas. d)La especificación de en qué consiste un fenómeno. e)Los elementos que componen el concepto. 2.Una pericial psicológica es científica (identifique la alternativa falsa): a)Si cualquiera puede replicar la investigación, siguiendo los mismos pasos que el perito. b)Si los resultados que se han obtenido son fiables, es decir, que si se realizara un análisis por parte de otro técnico las conclusiones de su informe deberían coincidir con el nuestro. c)Si los resultados son consistentes en el tiempo, es decir, si existe 188 concordancia con una pericial anterior o posterior d)Si la interpretación de los resultados se realiza de acuerdo a un baremo establecido. e)Si los resultados son válidos, es decir, que respondan auténticamente (o lo más auténticamente posible) a lo ocurrido. 3.Una de las clasificaciones médicas empleada más habitualmente es la siguiente (identifique la alternativa verdadera): a)La DSM o Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. b)La CIE o clasificación de enfermedades de la Asociación de Psicología Americana (APA). c)La CIE o Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. d)La CEF o clasificación de enfermedades y deterioro funcional de la Asociación de Psiquiatría Americana (APA). e)La DSM o clasificación de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud. 4.Se puede denunciar una pericial psicológica ante (identifique la alternativa incorrecta): a)El Consejo General del Poder Judicial si se trata de una pericial de un organismo de la administración de justicia. b)El Consejo General del Poder Judicial si se trata de una pericial privada. c)El Colegio de Psicología de la comunidad autónoma correspondiente si se trata de una pericial de un organismo de la administración de justicia. d)El Colegio de Psicología de la comunidad autónoma si el psicólogo que 189 ha elaborado la pericial no está colegiado. e)El Colegio de Psicología de la comunidad autónoma correspondiente si se trata de una pericial privada. 5.La grabación de las entrevistas de los menores (señale la alternativa correcta): a)Sólo se debe realizar en la prueba preconstituida. b)No garantiza que la información facilitada por los menores sea la que se refleja en el informe pericial. c)Es perjudicial para los propios menores, en cuanto que otorga una importancia a los hechos que no es buena para su salud mental. d)Es indispensable si se efectúa la prueba preconstituida. e)Vulnera derechos fundamentales de los menores. 190 11.1. Definición y características del supuesto síndrome Quizá el lector se sorprenda por la palabra "supuesto" del título del capítulo. Sin embargo, hemos querido especificar la misma así para recalcar la acientificidad del concepto que vamos a tratar, que, a pesar de ello, es utilizado de manera regular por jueces, fiscales, abogados y aquellos progenitores que no tienen la guarda y custodia, y a los que les interesa, no el carácter científico de las posibles actuaciones con los menores, sino la defensa de sus peticiones. No en vano, se argumenta que una de las ventajas de la custodia compartida es que reduce el riesgo del síndrome de alienación parental (o SAP). La persona que dio nombre a este supuesto síndrome fue Richard Gardner. Gardner (1985) fue profesor de Psiquiatría Clínica del Departamento de Psiquiatría Infantil de la Universidad de Columbia, y comienza a utilizar el término SAP en un artículo titulado "Tendencias recientes en el divorcio y la litigación por la custodia". Este psiquiatra murió en 2003 y es el principal referente teórico de esta orientación. Es más, sus seguidores, al igual que él, no han podido establecer la existencia de dicho síndrome, y ninguno ha alcanzado un renombre dentro de este campo. Gardner define este síndrome de la siguiente manera: Trastorno infantil que surge casi exclusivamente en el contexto de las disputas por la custodia de los niños. Su manifestación primaria es la campaña de denigración del niño contra un padre, una campaña que no tiene justificación. Ello resulta de la combinación de una programación (lavado de cerebro) de adoctrinamiento parental y de 191 las propias contribuciones del niño para el vilipendio del padre objetivo. Cuando un maltrato o abuso sexual está presente, la animosidad puede estar justificada y en ese caso la explicación del síndrome de alienación parental para la hostilidad del niño no es aplicable. Es decir, Gardner entiende que el síndrome se produce porque el progenitor que ostenta la custodia (normalmente la madre) manipula a sus hijos para que perciban de manera negativa al progenitor no custodio (normalmente el padre) e incluso hace que dichos hijos se inventen agresiones y hasta abusos sexuales inexistentes por parte del progenitor no custodio, de forma que se impida el contacto con dicho progenitor por parte de la justicia. Más adelante especificaremos las críticas que ha recibido este concepto, que parte de una idea de Gardner que nunca se ha podido probar. Se trata de un concepto atractivo, ya que supuestamente permitiría conseguir la igualdad en el trato y el contacto de los niños con ambos progenitores, es decir, aquello por lo que aboga la custodia compartida. Y ante la existencia de una sociedad machista que otorga más privilegios a las madres como cuidadoras de los niños, defiende a los padres varones, a los que muestra como víctimas que luchan además por evitar una situación injusta que les hace no poder tener contacto con sus hijos. Desgraciadamente, tras ese aspecto indiscutible, se ocultan otras cosas. Quizá una de las más graves es que dicho argumento, al plantearse dentro de un sistema de justicia tan colapsado como el nuestro, es aprovechado para no investigar posibles delitos muy graves de los que el menor puede ser víctima: los malos tratos, y uno en concreto de ellos: el abuso sexual. Así, ante la existencia de informes de los equipos psicosociales de los juzgados de familia o de los juzgados de violencia sobre la mujer de que el menor está siendo manipulado por uno de los progenitores (cuestión de la que se informa sin que exista ninguna prueba objetiva y científica que lo determine), el sistema de justicia no investiga si existen de verdad malos tratos por parte de dicho progenitor a sus hijos, al justificar que se trata de 192 una manipulación de la madre para separar a sus hijos de su padre. Y como el síndrome es indemostrable científicamente, nunca puede haber ni habrá una prueba objetiva que lo justifique, ni que lo desbarate, siendo la propia ideología de jueces, fiscales y psicólogos de la administración de justicia la que lo justificará o lo desbaratará. Puesto que diversas asociaciones profesionales, así como incluso el propio Consejo General del Poder Judicial lo desacreditan (curiosamente el Consejo de Colegios de Psicólogos ha adoptado, desgraciadamente, la postura contraria), este supuesto síndrome ha ido cambiando de denominación, sin modificar su sentido. Así, se va enmascarando bajo etiquetas como síndrome del progenitor malicioso, proceso de alejamiento, progenitor amistoso, etc. Esta última denominación, "progenitor amistoso" o FP (friendly parent) fue propuesta también por Gardner, y se puede considerar como el concepto pionero desde el que se creó el SAP veinte años antes. Hace referencia al progenitor que no denuncia, no se queja y, por lo tanto, no dificulta las relaciones del menor con el otro progenitor. La forma de probar que un progenitor es amistoso es, curiosamente, demostrando que el otro no lo es. La polémica principal a nivel científico, si bien no todos los científicos pueden aceptar este argumento, radica en la no inclusión del SAP dentro del sistema de clasificación más utilizado en Psiquiatría, el DSM, que en la actualidad acaba de publicar su quinta edición (DSM-V). Y expresábamos que es cuestionable porque el DSM es simplemente una clasificación de las enfermedades mentales, no una verificación de que dichas enfermedades se detecten científicamente ni de la explicación de las mismas. Aun así, lo cierto es que dicha clasificación no reconoce el SAP. Todo esto no tendría por qué suponer mayor problema, si no fuera porque dicha polémica afecta al ámbito judicial, pues nuestra jurisprudencia ha rechazado su existencia en algunas ocasiones por no estar incluido en el DSM, y a la vez, en muchas sentencias se incluye el SAP como argumento para otorgar o negar la custodia a uno de los progenitores. Así, aunque el SAP sea un concepto bastante controvertido y esté rodeado de polémica desde su formulación, cuestionándose su entidad como síndrome (tampoco 193 cumple con los requisitos de lo que se entiende como síndrome en salud mental), hay algo sobre lo que no existe controversia, y es que existen niños que sufren el alejamiento respecto de uno de sus padres, habiéndose alegado en sede judicial la manipulación de uno de sus progenitores. Tejedor, una de las psicólogas españolas que más defiende este síndrome, expuso hasta un catálogo de diez críticas distintas realizadas al SAP, ofreciendo contrarréplicas al respecto. Gardner utilizó el término SAP para definir los síntomas de rechazo y denigración de los menores después de la separación o divorcio de sus padres. Al mismo tiempo, dos psicólogos americanos, Blush y Ross, en 1987, utilizaron el término SAID o Sexual Allegations in Divorce ("acusaciones de abusos sexuales en el divorcio") para describir las acusaciones falsas de abusos durante la crisis familiar. Además, Gardner diferenciaba entre síndrome de alienación parental y alienación parental, de forma que alienación parental se refiere al conjunto de acciones que el progenitor supuestamente alienante realiza sobre los hijos, tales como denigración crítica y ataque al otro progenitor - denominado progenitor objetivo-, mientras que el síndrome de alienación parental es el probable resultado de la influencia de la alienación. Se supone que mientras que la alienación parental está basada en razones racionales, el síndrome de alienación no presenta dicha racionalidad, es decir, no existe ninguna conducta en el progenitor objetivo que justifique la campaña de injurias. Cuando Gardner definió el SAP utilizó los conceptos "lavado de cerebro" y "programación", de manera que se han venido utilizando como sinónimos, perjudicando aún más la entidad científica del SAP. El SAP incluye, según él, la programación del progenitor alienador con las contribuciones del hijo mientras que el "lavado de cerebro" sólo hace referencia a los cambios de conciencia introducidos en el menor ignorando las aportaciones del mismo. Estas diferencias se ponen de manifiesto en el tratamiento, pues mientras que un individuo víctima de un grupo sectario puede apartarse del grupo porque tiene autonomía para hacerlo, los menores víctimas del SAP tienen un tratamiento inviable pues mantienen la residencia con el progenitor alienador, 194 haciendo muy dificil dicho tratamiento. Como han expresado Vaccaro y Barea, sin estudiar las posibles causas de rechazo de un menor hacia un progenitor, hablar directamente de "campaña de denigración" supone presuponer que el niño miente. Y ése es uno de los principales problemas de este supuesto síndrome, ya que parte de la idea de que los niños no dicen la verdad porque están manipulados. Así, si un niño llegara a expresar que no quiere ver a su padre porque está siendo manipulado por la madre, ésta sería acusada de manipular a ese menor; pero si el niño expresa que no quiere ver al padre porque cuando está con él le maltrata, se puede concluir que el niño está siendo manipulado por la madre y por eso se inventa las agresiones; en otras palabras: la madre será siempre una manipuladora. Basándose precisamente en esta imposibilidad de que el niño diga la verdad y de que su madre quiera defender a su hijo de un posible maltrato, Clemente (2013) explica que esta orientación está basada en el psicoanálisis, corriente acientífica, teóricamente explicativa del comportamiento humano, creada por el psiquiatra Sigmund Freud y que parte del hecho de que la realidad se determina por el criterio del psicoanalista, y no por un criterio externo de veracidad. 11.2. Síndrome de confusión filial y síndrome de indefensión parental Algunos autores diferencian el SAP de otros dos síndromes, denominados síndrome de confusión filial (SCF) y síndrome de indefensión parental (SIP). En el síndrome de confusión filial, el hijo que vive una separación conflictiva presenta unos síntomas o cuadro clínico caracterizado por el: desprecio, pasando por la ambivalencia de sentimientos. El conflicto de lealtades consistente en no poder seguir queriendo a los padres por igual. En este caso el menor está confundido, pero esta confusión siempre está presente en toda separación. Esta situación se puede agravar si por decisión 195 judicial se toma al pie de la letra el síndrome de alienación parental y se deduce que el hijo es una víctima del progenitor alienador. Por tanto, en todo momento va a existir este síndrome de confusión filial que lleva a un trasvase de afectos que debe ser paulatino, en particular si el menor tiene corta edad. El síndrome de indefensión parental, sin embargo, es un trastorno que surge en la práctica clínica tras el análisis de los casos de separación y que se manifiesta por una situación asimétrica de poder. Se produce cuando uno de los cónyuges es más poderoso desde el punto de vista económico, judicial y socialmente, lo que genera una superioridad en el ejercicio de las acciones por un progenitor y una situación extrema en el otro progenitor de no querer desprenderse de lo que cree que es suyo: los hijos. El síndrome de indefensión parental presenta tres criterios identificadores: •Respuesta de crispación contenida, mediante la cual el miembro que se cree víctima intenta encontrar una explicación o justificación a las situaciones agravantes que está viviendo, dándose una explicación que transmite a sus hijos. •Respuesta de violencia manifiesta, que es una reacción defensiva que tiene una aparición inicial o progresiva en la que se contraataca con virulencia, agresividad verbal o física unilateral o solidariamente con amigos o familiares. •Respuesta de inhibición conductual. El miembro que se encuentra indefenso sufre un cuadro ansioso-depresivo que puede desembocar en un estado de desesperación del que se deriva impotencia para responder a los agravios de la otra parte. Otro psicólogo defensor del síndrome, Bolaños, expone otros conceptos analizados por diversos autores que se encuentran íntimamente relacionados, tales como: •Conflicto de lealtades. 196 •Mensajes dobles vinculantes o doble vínculo. •Triangulación. •Síndrome de Medea. •Alienamiento. Debido a que es muy difícil permanecer neutral en los casos de crisis conyugal, tener el apoyo de los hijos puede ser el objetivo fundamental del conflicto, de manera que el acercamiento hacia la postura de uno de los padres genera el alejamiento del otro, produciendo el denominado conflicto de lealtades. Así, se habla de la utilización del doble vínculo que puede aparecer en determinados mensajes: frente al contenido explícito "tienes que ver a papá", tienen otro implícito, "no lo veas". El rechazo de los hijos deja en un segundo plano el conflicto entre los padres, y mediante el cisma marital un miembro de la pareja desprestigia al otro delante de los hijos: es el denominado síndrome de Medea. El término "alienamiento" se refiere a las fuertes preferencias hacia un progenitor que producen el alejamiento respecto del otro. Finalmente, Turkat describió el síndrome de la madre maliciosa. Las madres maliciosas son aquellas que utilizan la ley para castigar y acosar al excónyuge, usando todo tipo de medios legales e ilegales, con objeto de interferir en el régimen de visitas del padre objeto de los ataques. También se ha utilizado el término de "alianzas patológicas" para referirse al establecimiento de lazos patológicos entre uno de los progenitores con sus hijos frente al otro progenitor. La expresión alienation es polisémica. Con ella se quiere expresar la transformación del padre o de la madre en un "ajeno", un extraño, rompiendo los nexos de afectividad que lo ligaban con el hijo o hija, mediante una técnica de sustitución de su verdadera imagen por otra desacreditada; la imagen de una persona "envilecida" (vilification). 197 Se supone que en la inevitable ruptura de convivencia simultánea con el padre y con la madre cuando se produce una separación o un divorcio, el progenitor que tiene a su cargo al menor está en óptimas condiciones para lograr este cambio de perspectiva, aprovechando el componente emocional producido por el alejamiento del otro; por eso, en la bibliografía latinoamericana se describe este comportamiento como un "abuso de tenencia". El menor sólo sabe que ese otro ya no está con él y vive la separación como un abandono por su parte. Al dolor por el abandono sigue, si el conviviente alimenta ese sentimiento, un movimiento para culpabilizar y rechazo. La afrenta y la angustia del abandono unen patológicamente al hijo con el progenitor a cuyo cargo ha quedado y ambos alimentan recíprocamente su hostilidad frente al ausente. La participación del menor constituye una característica definitoria del síndrome. 11.3. Síntomas del síndrome de alienación Gardner estableció un catálogo de síntomas de este síndrome que Tejedor, Bolaños, Aguilar y Becerra, entre otros, analizan para determinar el SAP: •Campaña de denigración, manifestada mediante palabras y actos en los que el menor participa de manera activa. Se manifiesta una obsesión odiosa del menor hacia uno de sus padres. El niño contribuye activamente a ir contra el progenitor objetivo. El alienador transmite sentimientos negativos, malas experiencias que ha vivido con el progenitor al que odia, y el hijo absorbe esta negatividad y adopta un papel protector hacia el padre alienador en contra del denominado padre objetivo. •Justificaciones débiles mediante las cuales el menor justifica de forma absurda y ridículamente su actitud, como por ejemplo, "no quiero ir con mi padre porque no me deja un folio para dibujar". •Ausencia de ambivalencia. El menor es inflexible en su sentimiento de rechazo hacia un progenitor, de manera que todo es bueno en un padre y todo es malo en el otro. El comportamiento del menor carece de la 198 ambivalencia, y Gardner entiende que la ambivalencia es algo normal en las relaciones humanas. •Fenómeno del pensador independiente. El menor manifiesta su autonomía en su actitud y afirma no haber sido influenciado por nadie. •Apoyo reflexivo al progenitor alienador o sostén deliberado. Defensa y apoyo del progenitor alienador de manera reflexiva. El niño siente que tiene que elegir al progenitor que tiene el poder y del que depende su supervivencia. Además, sostiene Gardner, contará al progenitor alienador lo negativo de las visitas para agradarle. •Ausencia de culpabilidad. El menor no siente culpabilidad por el odio que tiene hacia uno de sus progenitores, manifestando indiferencia mantenida durante el tiempo y las visitas. •Escenarios prestados. El menor cuenta hechos que no han sido vividos por él, y los temas y frases empleados no son propios de un menor de su edad. El niño manifiesta hechos que no ha vivido pero ha escuchado contar. •Generalización de la familia extendida. El rechazo es extendido por el menor hacia la familia y los amigos del progenitor rechazado sin motivo aparente. En este caso, el SAP actúa como un virus contaminando a todos los miembros de la familia. 11.4. Niveles del síndrome de alienación Los tres niveles identificados por Gardner detectados en el SAP fueron los siguientes (véase, por ejemplo, Padilla, 2013): •El rechazo leve, que se caracteriza por la expresión de signos de desagrado con el padre o la madre. No hay evitación y la relación no se interrumpe. 199 •El rechazo moderado, en el que se constata el deseo del menor de no ver a uno de sus progenitores y busca aspectos negativos que justifiquen su deseo. Niega el afecto hacia dicho progenitor y evita el contacto. La relación se mantiene por obligación o se interrumpe. •El rechazo intenso, en el que el menor afianza sus argumentos y manifiesta una ansiedad intensa en presencia del progenitor rechazado, presentando rechazo con características fóbicas y mecanismos de evitación, apareciendo sintomatología psicosomática asociada. Expresa también Gardner que cuando el SAP entra en conflicto con el sistema legal, se convierte en un síndrome jurídico familiar, en el que los abogados, jueces, fiscales, peritos y demás profesionales vinculados al caso adquieren responsabilidad en su continuidad. 11.5. Comportamientos del progenitor alienador Tejedor describe con detalle los comportamientos clásicos de un progenitor alienador, estableciendo una veintena de actitudes que conforman la destrucción total del vínculo con el padre objeto: •Rehusar pasar las llamadas telefónicas a los hijos. •Organizar actividades en el periodo de tiempo que corresponde al padre objeto para evitar su derecho de visita. •Presentar a la nueva pareja como un nuevo padre o madre. •Interceptar el correo y los paquetes de los hijos. •Desvalorizar e insultar al progenitor objeto delante de los hijos. •Falta de información al progenitor objeto de las actividades de los hijos (deportivas, teatrales, escolares). •Hablar de manera descortés de la nueva pareja del progenitor objeto. 200 •Impedir el derecho de visita. •Olvido de citas importantes, como por ejemplo, médico, psicólogo, dentista, etc. Implicar al entorno en el "lavado de cerebro" del hijo. •Tomar decisiones importantes sin consultar al otro progenitor, tales como cuestiones religiosas, escolares, asignaturas optativas, etc. •Cambiar o intentar cambiar el nombre o apellidos del menor para perder la relación formal con el progenitor objeto. •Impedir el acceso a los expedientes escolares y médicos. •Irse de vacaciones sin los hijos y dejarlos a cuidado de terceras personas, aunque el progenitor objeto esté disponible. •Contar a los hijos que la ropa que le compra el otro progenitor no es adecuada y prohibirles ponérsela. •Amenazar con castigos a los hijos si se atreven a llamar, a escribir o a contactar con el progenitor objeto. •Reprochar al otro progenitor el mal comportamiento de los hijos. •Ridiculizar los sentimientos de afecto de los niños hacia el otro progenitor. •Premiar el rechazo hacia el otro padre. •Aterrorizar a los niños con mentiras sobre el progenitor objeto, afirmando que puede hacer daño e incluso matar. •Presentar falsas alegaciones de abuso físico o sexual para separar al menor del progenitor objeto. 201 •Cambiar de domicilio con el único fin de destruir la relación del progenitor objeto. 11.6. Clasificación según el nivel de victimización del menor Peña Yáñez comenta una serie de "disfraces más habituales que encontramos en los niños", que según él son los siguientes: •El niño correo o mensajero de información, a través del cual los adultos se transmiten los mensajes que no se dicen directamente, de manera que el adulto habla por boca del niño. •El niño paño de lágrimas, que está dispuesto a escuchar penas y desacuerdos y ve al progenitor como víctima. •El niño hipermaduro, que, al parecer, decide por sí mismo pero en realidad no expresa sus preferencias. •El niño espía, que necesita ganarse el afecto de uno de los progenitores y para ello facilita información y manifiesta siempre lo que el progenitor quiere oír. •El niño dividido con cambio de chip, que le dice a ambos padres lo que quieren oír, y así se garantiza el cariño de ambos padres como forma de sobrevivir para no perder el afecto de los dos. Elniño colchón, que trata de amortiguar la crisis y realiza una compensación entre los progenitores, transmitiendo la información y recibiendo la crítica. •El niño confidente, que es considerado como un adulto y los progenitores le cuentan toda la información que no pueden decir a otras personas. •El niño objeto de sacrificio, que se utiliza como medio para castigar al adulto e interrumpe el contacto del menor con uno de los progenitores. 202 •El niño en conflicto de lealtad, que no muestra sus emociones con ninguno de los entornos familiares pues teme la defraudación de los mismos. •El niño testigo, que es un valedor de información. •Por último, el niño alienado. 11.7. La actuación de los juzgados ante el SAP Una investigación de Román et al. (2012), con participación de la ONG Save The Children, a través de un filtrado específico de las sentencias que incorporan el denominado síndrome de alienación parental, ha analizado un total de 24 sentencias que incorporan el mismo. En 21 de ellas se invoca este argumento de forma explícita como fundamento para el litigio en materia de custodia o de visitas. De manera específica, la investigación ha querido estudiar el tratamiento del denominado síndrome de alienación parental (SAP) en las diferentes decisiones judiciales. El análisis de la muestra permite concluir que, tanto en los juzgados de familia como en los (pocos) de violencia sobre la mujer en los que se ha invocado este síndrome, los juzgados se resisten a considerarlo en la adopción de sus decisiones. Si bien es importante señalar que en la mayoría de los casos esto no se debe a que los juzgados de instancia y las audiencias provinciales compartan el criterio fijado por el Consejo General del Poder Judicial - en su Guía de criterios de actuación judicial frente a la violencia de género de 2008 - sobre la con sideración acientífica del SAP. Más bien, el rechazo a la invocación del SAP se produce "caso por caso", lo cual implica que los órganos judiciales generalmente entran a valorar si concurre o no concurre el síndrome en vez de negar de plano su validez argumental. Salvo excepciones, los juzgados de instancia, cuyas decisiones han sido objeto de recurso de apelación, entran a valorar el comportamiento de la madre o el padre acusado de SAP y argumentan si dicha conducta se enmarca en el mismo, basándose en los testimonio de los propios niños o niñas o bien a partir de informes psicológicos. Esto plantea un motivo de 203 preocupación: si el SAP no es un síndrome científico ni reconocido por la doctrina jurisprudencial, ¿qué criterios podrían emplearse como válidos para identificarlo y declarar probada su existencia? El hecho de que la denegación de la invocación del SAP por parte de los juzgados de instancia no parta de la premisa mayor de la falta de rigor del argumento en sí, sino de la falta de concurrencia en cada caso concreto, permite que el SAP siga presente en los pleitos de Derecho de familia. Una característica de las sentencias analizadas en las que se invoca el SAP es que éste no sólo se utiliza como argumento para solicitar un cambio de custodia y determinado régimen de visitas, sino incluso para apoyar pretensiones de índole económica. 11.8. ¿Solución? En un artículo reciente (Clemente, 2013), expresábamos que el SAP es un atentado contra la ciencia, contra el Estado de derecho y contra los menores y sus progenitores. Recogemos esta idea y la plasmamos a continuación, para reflexión del lector y como conclusión de este capítulo. El denominado SAP es un atentado contra la ciencia por los siguientes motivos: •Se basa en la teoría psicoanálitica, que no es científica, no es falsable en sus hipótesis y ha sido reconocida a día de hoy mundialmente más como una corriente filosófica y una forma de plantearse la vida que como una corriente psicológica o científica. •Al no basarse en principios teóricos sólidos y no poder verificarse, no puede crear un instrumento diagnóstico. Si bien el propio Gardner "provocó" una prueba al respecto, ésta no puede ser veri Picada científicamente, y por lo tanto ni posee fiabilidad ni validez ni sensibilidad ni especificidad. Le ocurre como a las denominadas pruebas "proyectivas", que no tienen fiabilidad sino "confiabilidad", y cuya interpretación depende de la acientífica "opinión personal" del 204 propio evaluador. •Consecuentemente, cualquier tipo de tratamiento no es eficaz, ya que no existe un diagnóstico adecuado, por lo que no se puede determinar si el tratamiento afectaría a quien manifieste el supuesto síndrome o a otras personas. En cualquier caso, la propuesta de Gardner de la "terapia de la amenaza" no es una terapia en cuanto tal, sino únicamente una amenaza. De hecho, no se basa en la aplicación de procedimientos psicológicos, sino sólo en la utilización de los sistemas de control social (el sistema de justicia y el sistema policial) para conseguir la paralización del sujeto amenazado. •La terapia de la amenaza, si bien ya se ha comentado que no es una terapia, tampoco posee un mecanismo para poder verificar si es eficaz. Pero en cualquier caso, si tras una supuesta terapia incluso se produce el hecho del posible suicidio del menor al que se le obliga a vivir con el progenitor con quien no desea tener el menor contacto, sólo queda una alternativa terapéutica, que es la eliminación radical del procedimiento. •Pero además, desde un punto de vista de intervención en el área sanitaria, sólo se puede actuar sobre personas que acepten entrar en tratamiento y por lo tanto deseen participar en el procedimiento. Al no ser así, se violan todos los principios éticos tanto científicos como profesionales. •Si en la literatura científica apenas se nombra siquiera el SAP, es porque los investigadores no poseen el mínimo interés en el mismo, lo cual ya es un índice de su nulo impacto científico, y por lo tanto de su prácticamente nulo interés dentro de la ciencia. •Por último, las deficiencias de las ideas que plantea Gardner desde un punto de vista científico son tantas que no vale la pena ni siquiera plantearse un estudio serio de sus teorías. Y mucho menos plantearse cuestiones como la justificación de la pedofilia, que son penadas en la mayoría de los Códigos Penales. Que en una sala de justicia se planteen términos que incluso están recogidos como delito en las propias leyes 205 es toda una incongruencia. Pero el SAP es también un atentado contra el Estado de derecho, por los siguientes motivos: •Penaliza que se denuncien posibles delitos, por lo que atenta contra un derecho de cualquier ciudadano estableciendo que la propia denuncia es uno de los elementos definitorios del propio síndrome. De nuevo se confunde lo jurídico con lo psicológico, pero además se deja en indefensión a aquellas personas que ven vulnerados sus derechos y deben denunciar. •Al evitar la denuncia, favorece que casos de maltrato infantil y de abuso queden sin investigar, por lo que promueve la comisión de delitos y convierte en cifras ocultas las tasas de estos delitos. •Crea una indefensión radical en los afectados, ya que a mayor número de denuncias, mayor pasividad del sistema, que no comprueba la veracidad de las denuncias, sino que incluso justifica su pasividad culpabilizando a las víctimas. •Implica una intromisión del sistema de justicia en la vida privada de los individuos, en este caso de la persona que tiene la custodia del menor, que se ve obligada a seguir, por ejemplo, cursos de mediación familiar para una familia que ya no existe, y, por lo tanto, a seguir manteniendo contacto con una pareja con la que ya no mantiene relación y con la que nadie le puede imponer que siga en contacto, salvo para los asuntos referentes a sus hijos. •En general, atenta contra los derechos de los ciudadanos. Es más, la ciencia sirve socialmente para poder impartir justicia entre las partes, por lo que al apoyarse la Justicia en teorías no científicas, se está siendo injusto con los ciudadanos. Y es un atentado contra los propios menores, entre otras cuestiones por las 206 siguientes: •Les toma como mentirosos, partiendo de la idea de que su testimonio es falso y olvidando que todos los padres educan a sus hijos en decir la verdad. •Desprecia los procedimientos científicos de determinación de la veracidad del testimonio que se aplican a los menores, dejándose llevar por la presunción freudiana de que el menor miente y, por lo tanto, sin hacer caso a la ciencia. •Pone en indefensión a los menores al ser éstos incapaces de asumir la determinación judicial de tener que permanecer con un progenitor si éste les infringe malos tratos, provocando incluso el suicidio. •Provoca, en algunos casos, trastornos graves de comportamiento. •Destroza la relación no sólo con un progenitor que les pueda inculcar daño, sino con el que se ve obligado a que se cumpla el régimen de visitas, que es percibido por el menor como otro maltratador, por no evitar su sufrimiento. Y por último, el SAP supone prejuicios también para los progenitores de los menores, ya que: •Para el progenitor que tiene la seguridad de que el otro progenitor maltrata al menor, le obliga a ser un mal padre o madre, o de lo contrario, a desobedecer los autos y las sentencias judiciales. •Para el progenitor que pueda ser maltratador, le supone que puede maltratar a su expareja al hacerle sufrir a través del menor, pero además genera aún más odio y rencor en el menor. •Para el progenitor que cumple una sentencia y entrega a su hijo en una visita a pesar de que sospeche o tenga la seguridad de que es maltratado, le genera un estado de ansiedad que repercute en su salud 207 mental y física, y que le afectará especialmente a largo plazo. ¿Solución? Basten dos pinceladas que nos permitimos señalar desde aquí; la Justicia sólo es justa si se basa en principios científicos, y sólo basándose en el testimonio del menor se pueden proteger sus derechos y actuar por su bien. Preguntas de autoevaluación 1.El síndrome de alienación parental ha ido cambiando a veces de nombres para ocultar su identidad como concepto. Algunas de esas denominaciones son (identifique la incorrecta): a)Síndrome del progenitor malicioso. b)Disonancia cognitiva. c)Proceso de alejamiento. d)Progenitor amistoso. e)Alienación parental. 2.El síndrome de confusión filial se caracteriza porque (señale la alternativa correcta): a)El hijo que vive una separación conflictiva presenta unos síntomas o cuadro clínico caracterizado por el desprecio, pasando por la ambivalencia de sentimientos. El conflicto de lealtades consistente en no poder seguir queriendo a los padres por igual. b)Es un trastorno que surge en la práctica clínica tras el análisis de los casos de separación y que se manifiesta por una situación asimétrica de poder. c)Se produce cuando uno de los cónyuges es más poderoso desde el punto 208 de vista económico, judicial y social, lo que genera una superioridad en el ejercicio de las acciones por un progenitor y una situación extrema en el otro progenitor de no querer desprenderse de lo que cree que es suyo: los hijos. d)Presenta una respuesta de crispación contenida, mediante la cual el miembro que se cree víctima intenta encontrar una explicación o justificación a las situaciones agravantes que está viviendo, dándose una explicación que transmite a sus hijos. e)Presenta una respuesta de inhibición conductual. El miembro que se encuentra indefenso sufre un cuadro ansioso-depresivo que puede acabar desembocando en un estado de desesperación del que se deriva impotencia para responder a los agravios de la otra parte. 3.Gardner estableció un catálogo de síntomas del SAP, entre los que se encuentran (señale la respuesta incorrecta): a)Campaña de denigración, manifestada mediante palabras y actos en los que el menor participa de manera activa. b)Justificaciones fuertes, mediante las cuales el menor justifica de forma absurda y ridículamente su actitud. c)Apoyo reflexivo al progenitor alienador o sostén deliberado. Defensa y apoyo del progenitor alienador de manera reflexiva. d) Fenómeno del pensador independiente. El menor manifiesta su autonomía en su actitud y afirma no haber sido influenciado por nadie. e)Ausencia de ambivalencia. 4.Los comportamientos clásicos de un progenitor alienador según el SAP son los siguientes (identifique la alternativa incorrecta): a)Rehusar pasar las llamadas telefónicas a los hijos. 209 b)Organizar actividades en el periodo de tiempo que corresponde al padre objeto para evitar su derecho de visita. c)Presentar a la nueva pareja como un nuevo padre o madre. d)Interceptar el correo y los paquetes de los hijos. e)Desvalorizar e insultar al progenitor objeto sólo cuando no están presentes los hijos. 5.El denominado SAP es un atentado contra la ciencia por los siguientes motivos (identifique la alternativa incorrecta): a)La terapia de la amenaza no posee un mecanismo para poder verificar si es eficaz. b)Desde un punto de vista de intervención en el área sanitaria, sólo se puede actuar sobre personas que acepten entrar en tratamiento. Al no ser así, se violan todos los principios éticos tanto científicos como profesionales. c)Al no basarse en principios teóricos sólidos y no poder verificarse, no puede crearse un instrumento diagnóstico científico. d)Se basa en la teoría conductista, que no es científica, no es falsable en sus hipótesis, y ha sido reconocida a día de hoy mundialmente más como una corriente filosófica y una forma de plantearse la vida que como una corriente psicológica o científica. e)La "terapia de la amenaza" no es una terapia en cuanto tal, sino únicamente una amenaza. De hecho, no se basa en la aplicación de procedimientos psicológicos, sino sólo en la utilización de los sistemas de control social. 210 211 12.1. La "debida diligencia" ante un grave problema Los malos tratos son una lacra para cualquier sociedad. Y la forma más cruel de maltrato es el abuso sexual. En nuestro caso, nos vamos a preocupar someramente de los malos tratos y abuso sexual infantil, ya que ante tal problemática debemos hacer lo posible para proteger al menor víctima, actuando sobre la guarda y custodia y el régimen de visitas. Desde un punto de vista general, el maltrato se puede encuadrar dentro del denominado como síndrome del niño maltratado, fenómeno que se presenta, desgraciadamente, en todos los países del mundo. Existen muchas formas de manifestación de este síndrome, tales como la negligencia, el maltrato físico, el maltrato psicológico y, por supuesto, el abuso sexual (ASI). Tal y como comentan Román et al. (2012), entre las distintas formas de violencia contra los niños y las niñas, el abuso sexual es una de las manifestaciones más extendidas y, a la vez, más ocultas. El abuso sexual supone la violación de un amplio catálogo de derechos humanos, como la integridad física y mental, el derecho al más alto nivel de salud, a la libertad personal y a la no discriminación, entre otros. Esta forma de violencia contra la infancia resulta especialmente difícil de detectar y de abordar cuando se produce en el seno de la familia, y más aún cuando afecta a niños y niñas en su primera infancia. El derecho internacional obliga a los estados a respetar, proteger y hacer realidad los derechos humanos de las personas bajo su jurisdicción. En aplicación del Pacto de Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas, cada estado debe no sólo garantizar que sus propios funcionarios cumplen 212 con las normas de derechos humanos, sino también actuar con la debida diligencia para responder frente a las violaciones contra los derechos humanos cometidas por particulares. El estándar internacional de la "debida diligencia" describe el grado de esfuerzo que un estado debe hacer para convertir en realidad los derechos humanos, lo cual incluye obligaciones en el plano de la prevención y de la investigación del abuso sexual infantil, de la sanción de los responsables y de la protección, justicia y reparación a los niños y las niñas. En los últimos años se ha multiplicado el impulso normativo internacional para la mejora de la respuesta de los estados ante este tipo de agresiones, a partir del enfoque de "derechos de la infancia" establecido en la Convención sobre los Derechos del Niño. En el ámbito europeo, tanto el Consejo de Europa como la Unión Europea han avanzado en la definición de un régimen de tutela, atención y protección de los derechos de los niños y las niñas, en particular su derecho a la vida, a la integridad y al pleno desarrollo, protegiéndolos de toda forma de violencia. En 2007, el Consejo de Europa aprobó el Convenio para la Protección de los Niños y Niñas Contra la Explotación y el Abuso Sexual (Convenio de Lanzarote), ratificado por España. Más recientemente, la Unión Europea promulgó una Directiva 2011/92/UE, relativa a la lucha contra los abusos sexuales y la explotación sexual de los menores y la pornografía infantil, de 2011. Ambos instrumentos pretenden reforzar el compromiso de los estados de actuar con la debida diligencia para garantizar la protección efectiva de los derechos humanos de los niños y las niñas frente al abuso sexual. La realidad suele ser más compleja, y normalmente el abuso sexual infantil se acompaña de la violencia contra la mujer, por lo que debe actuar Protección de Menores para defender a ese menor, a la vez que, aplicando esa protección, no separarle de su madre. Y esto se consigue con las denominadas casas de acogida. En 2006, Save The Children publicó el informe "Atención a los niños y niñas víctimas de la violencia de género" (Naredo et al., 2011), en el que se analiza la atención prestada a estos niños y niñas desde el sistema de pro 213 tección establecido en la legislación española para las mujeres víctimas de violencia de género. Las principales conclusiones de este informe afirman: •Que los niños y niñas son víctimas de la violencia de género ejercida sobre sus madres. •Que el sistema de protección establecido para las mujeres víctimas de violencia de género considera a los hijos e hijas de estas mujeres como meros objetos de protección y no como titulares de derechos que se ven vulnerados al ser expuestos a este tipo de violencia. Estas dos conclusiones ilustran la carencia de un enfoque de "derechos de la infancia" al abordar una serie de medidas que configuran la política pública con la que dar respuesta a la violencia de género en España. Una de las características de un Juzgado de Violencia sobre la Mujer (JVM) es que, además de tener competencias penales, ostenta atribuciones en materia de Derecho de familia, cuando se trata de parejas en las que median una o más denuncias por violencia de género. De este modo, los juzgados de violencia sobre la mujer son competentes para dictar medidas civiles de disolución matrimonial y en materia de custodia y régimen de visitas de los hijos e hijas en común, entre otras. 12.2. Definición y prevalencia La Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics, 1999) ha definido el abuso sexual infantil como la práctica de un contacto físico o visual cometido por un individuo dentro de un contexto sexual; con utilización de violencia, engaño o seducción, y ante la incapacidad del niño para consentir, en virtud de su edad y diferencia de poder. En la dinámica del abuso sexual infantil, por lo tanto, intervienen diversos factores que es necesario considerar a fin de tener una idea más clara de los elementos implicados (Clemente, 2014b): •La coerción. El agresor utiliza su situación de poder o de fuerza para interactuar sexualmente con el niño; incluye las amenazas, el engaño, 214 la seducción, la fuerza física o varias de ellas. •La diferencia de edad y del nivel de desarrollo. La diferencia en estos factores entre el agresor y la víctima impide que exista liber tad de decisión o consentimiento de esta última; ambos poseen experiencias, grado de maduración biológica y expectativas diferentes. Por lo tanto, se debe tener en cuenta la edad de la víctima y del agresor. •Las experiencias entre niñas o niños y los adultos. Normalmente se entiende que existe abuso sexual infantil si hay interacción sexual entre niñas o niños de 12 años o menos con un adulto de 18 años o más. •Encuentros sexuales entre niñas o niños y adolescentes. Incluye experiencias sexuales entre niñas o niños de 12 años o menos y otra persona que tiene menos de 18 años, pero es al menos cuatro años mayor. •Experiencias sexuales entre adolescentes y adultos mayores. Interacción sexual entre adolescentes de 13 a 16 años y adultos 10 o más años mayor que el adolescente. •Experiencias sexuales entre niños de la misma edad. La coerción física o emocional es criterio suficiente para establecer el diagnóstico de abuso sexual infantil independientemente de la edad del agresor; se incluyen los abusos ocasionados entre iguales. •Tipo de conducta sexual. Es necesario diferenciar las prácticas normales o juegos sexuales, que se dan entre niños con edad similar, y las conductas abusivas en donde la diferencia de edad o del desarrollo y la coerción suelen marcar la diferencia. Los juegos sexuales se presentan generalmente en preescolares y en los primeros años de la edad escolar y son conductas normales. La prevalencia (es decir, hasta qué punto se manifiesta) del abuso sexual, tomando como ejemplo los datos obtenidos por Pereda y Forns (2007) es la 215 siguiente: •Antes de los 18 años se sitúa en un 17,9% (un 14,9% antes de los 13 años y un 3% entre los 13 y los 18 años). •Un 15,5% de los varones y un 19% de las mujeres manifiestan haber sufrido esta experiencia. •Destaca el elevado porcentaje de penetración, tanto en varones como en mujeres, antes de los 13 años (26,7% y 42,1%) y después de esta edad (27,3% y 25%). La primera encuesta nacional sobre la historia del abuso sexual en España, llevada a cabo en adultos (Echeburúa y Del Corral, 2006), indicó que un 27% de las mujeres y un 16% de los hombres reconocían retrospectivamente haber sido víctimas de abusos sexuales en la infancia. La tasa de prevalencia de abusos sexuales graves propiamente dichos, con implicaciones clínicas para los menores afectados, es considerablemente menor (del 4% al 8% de la población). Las víctimas suelen ser más frecuentemente mujeres (58,9%) que hombres (40,1%) y situarse en una franja de edad entre los 6 y 12 años, si bien con una mayor proximidad a la pubertad. Hay un mayor número de niñas en el llamado abuso intrafamiliar (incesto), con una edad de inicio anterior (7-8 años), y un mayor número de niños en el abuso extrafamiliar (pederastia), con una edad de inicio posterior (11-12 años). Los datos de Echeburúa y Del Corral (2006) indican que el 20% del abuso sexual infantil está provocado por otros menores, desmintiendo esa necesaria relación entre un adulto y un menor. Por otra parte, si bien siempre se piensa que el abuso implica un contacto físico (genital, anal o bucal), no siempre es así, ya que a veces se utiliza al menor como objeto de estimulación sexual sin la presencia del contacto, al tenerle como espectador. Pero no nos engañemos, las estadísticas son falaces, porque uno de los principales problemas para determinar la incidencia real del abuso sexual infantil es su ocurrencia habitual dentro de un entorno privado (normalmente la familia), así como el sentimiento de impotencia que se genera en muchos menores a la 216 hora de revelar el abuso. Todo esto hace presuponer que las cifras de prevalencia son mayores a las destacadas por los estudios. 12.3. Formas de aparición del abuso y cómo detectarlo En la mayor parte de los casos (Echeburúa y Del Corral, 2006) el abuso sexual infantil suele ser cometido por familiares (padres, hermanos mayores, tíos, etc.; el incesto propiamente dicho) o por personas relacionadas con el círculo más cercano a la víctima (profesores, entrenadores, monitores, etc.). En uno y otro caso, que abarcan del 65% al 85% del total y que son las situaciones más duraderas, no suelen darse conductas violentas asociadas. Los abusadores sexuales, que frecuentemente muestran un problema de insatisfacción sexual, se ven tentados a buscar esporádicas satisfacciones sexuales con los menores que tienen más a mano y que menos se pueden resistir. Cuando se entrevista a los agresores, éstos suelen mostrar distorsiones cognitivas para justificarse ante ellos mismos por su conducta. La situación habitual incestuosa suele ser la siguiente (Echeburúa y Del Corral, 2006): se comienza con caricias, se sigue después recurriendo a la masturbación y al contacto buco-genital y, excepcionalmente, sólo en algunos casos, se llega al coito vaginal (en el caso de las niñas víctimas). El llegar a ese último acto suele ocurrir a edades de la víctima más tardías, cuando la niña alcanza la pubertad. Poder actuar jurídicamente desde el principio es muy dificil, ya que sólo se cuenta con el testimonio del menor y no hay evidencias de contacto físico; el problema es que si no se actúa en esos momentos, el agresor avanzará hacia el estadio de penetración. En otros casos los agresores son personas desconocidas. Lógicamente este tipo de abuso suele limitarse a ocasiones aisladas, pero, sin embargo, puede estar ligado a conductas violentas o a amenazas de ellas. No obstante, la violencia es menos frecuente que en el caso de las relaciones no consentidas entre adultos, porque los niños, habitualmente, no ofrecen resistencia. Por otro lado, los niños con mayor riesgo de victimización son aquellos con una capacidad reducida para resistirse o revelar la acción, como son los 217 que todavía no hablan y los que muestran retrasos en su desarrollo o manifiestan discapacidades físicas y/o psíquicas. Asimismo, son también sujetos de alto riesgo los niños que se encuentran carentes de afecto en la familia, que pueden inicialmente sentirse halagados por la atención de la que son objeto, al margen de que este placer con el tiempo acabe produciendo en ellos un profundo sentimiento de culpa (Echeburúa y Del Corral, 2006). Es por esta razón por lo que el descubrimiento del abuso suele tener lugar bastante tiempo después (meses o años) de los primeros incidentes. Es posible detectar la aparición de abuso, y poder determinar en función de sus efectos si estamos ante una agresión reciente o si ésta se viene produciendo o se ha producido desde hace tiempo. 12.3.1. Efectos a corto plazo Pereda (2009) realizó una revisión bibliográfica exhaustiva de dichos efectos a corto plazo y creó una clasificación de los distintos síntomas inmediatos del abuso sexual infantil, agrupándolos en cinco categorías que obedecen a diversos factores tomados en consideración y que exponemos a continuación: •Problemas emocionales: miedos y fobias, síntomas depresivos y ansiedad, baja autoestima, sentimiento de culpa y estigmatización, trastorno por estrés postraumático, e ideación y conducta suicida y autolesiones. •Problemas cognitivos: conductas hiperactivas, problemas de atención y concentración, bajo rendimiento académico y un peor funcionamiento cognitivo general, y trastorno por déficit de atención e hiperactividad. •Problemas de relación: problemas de relación social en general, disminución del número de amigos y menor tiempo de juego con ellos, y elevado aislamiento social. •Problemas funcionales: problemas en el sueño (pesadillas), pérdida del control de esfínteres (enuresis y encopresis), trastornos en la conducta alimentaria y quejas somáticas. 218 •Problemas de conducta: conducta sexualizada, conformidad compulsiva y conducta disruptiva y disocial. 12.3.2. Efectos a largo plazo Una de las estrategias más utilizadas para investigar los efectos a largo plazo que se manifiestan en las personas que han sufrido abusos durante la infancia es la de aplicar un cuestionario a adultos y confiar en la veracidad de los datos de autoinforme y en la exactitud de sus recuerdos. Porque si bien quien ha sido abusado lo recuerda perfectamente, la determinación de detalles concretos es algo mucho más complicado, especialmente debido al rechazo emocional que supone en los abusados. Echeburúa y Del Corral (2006) manifiestan también que no todas las personas reaccionan de la misma manera frente a la experiencia de victimización, ni todas las experiencias comparten las mismas características. El impacto emocional de una agresión sexual está modulado por cuatro variables: •El perfil individual de la víctima (estabilidad psicológica, edad, sexo y contexto familiar). •Las características del acto abusivo (frecuencia, severidad, existencia de violencia o de amenazas, cronicidad, etc.). •La relación existente con el abusador. •Las consecuencias asociadas al descubrimiento del abuso. La primera de las variables citadas tiene una clara relación con el afrontamiento que realiza la víctima de la situación que ha sufrido. Un estudio que ha abordado el tema del afrontamiento como forma de minimizar los efectos a largo plazo es el realizado por Cantón y Justicia (2008). En dicho estudio, los participantes víctimas de abuso sexual infantil, comparados con los del grupo de control, presentaron puntuaciones significativamente 219 superiores en depresión e inferiores en autoestima. El análisis de las estrategias de afrontamiento reveló que únicamente el empleo de estrategias de evitación se relacionaba con el ajuste psicológico, mostrando los participantes que hacen uso de ellas puntuaciones superiores en depresión e inferiores en autoestima. Los resultados confirman la idea de que el abuso sexual infantil supone una experiencia que puede afectar en mayor o menor medida al ajuste de las víctimas en función de la estrategia de afrontamiento utilizada. En general, la gravedad de las secuelas se da en función de la frecuencia y duración de la experiencia, así como del empleo de la fuerza y de amenazas o de la existencia de una violación propiamente dicha (penetración vaginal, anal o bucal). De este modo, cuanto más crónico e intenso es el abuso, mayor es el desarrollo de un sentimiento de indefensión y de vulnerabilidad y más probable resulta la aparición de síntomas (Echeburúa y Del Corral, 2006). Respecto a la relación de la víctima con el agresor, lo que importa no es tanto el grado de parentesco entre ambos, sino el nivel de intimidad emocional existente. De esta forma, a mayor grado de intimidad, mayor será el impacto psicológico, que se puede agravar si la víctima no recibe apoyo de la familia o se ve obligada a abandonar el hogar. Por otro lado, en lo que se refiere a la edad del agresor, los abusos sexuales cometidos por adolescentes resultan, en general, menos traumatizantes para las víctimas que los efectuados por adultos (Echeburúa y Del Corral, 2006). Por otra parte, la persona abusada, sobre todo si es varón, suele sufrir el llamado síndrome de acomodación al abuso sexual del niño, inicialmen te detectado por Summit (1983), y que ha sido analizado en España por Redondo y Ortiz (2005). Este síndrome consta de cinco fases: •Secretismo. •Indefensión. •Atrapamiento y acomodación. 220 •Revelaciones retrasadas y escasamente convincentes. •Retractación posterior del abuso revelado. 12.4. Instrumentos de detección del abuso Muchos jueces y fiscales, así como la parte acusada del maltrato, especifican que los menores mienten, y que por lo tanto no es fiable su testimonio. Y es precisamente por este hecho por lo que se requiere que se realice una evaluación de la credibilidad del testimonio. Así, se ha ido creando la imagen de que los menores o son mentirosos o mienten porque están influenciados por uno de los progenitores, normalmente el no custodio, para declarar ante el otro (es el denominado síndrome de alienación parental, o SAP, ya tratado). Pero ¿es cierta esa premisa? Lo cierto es que no (Clemente, 2013; Echeburúa y Del Corral, 2006). No es normal que los niños mientan cuando realizan una denuncia de abuso sexual, y por lo tanto no se debe partir del supuesto de la mentira. De hecho sólo el 7% de las declaraciones son falsas (fenómeno de simulación), si bien algunos autores afirman que los falsos testimonios pueden aumentar cuando las alegaciones se producen en el contexto de un divorcio conflictivo (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000, 2006). Lo que sí es relativamente común en algunos niños es el hecho de retractarse de una denuncia, debido a la presión de la familia (fenómeno de disimulación). La mayoría de las retractaciones sí que son falsas. De hecho, no es infrecuente la retractación, al asustarse el menor por temor a las represalias del abusador o al percatarse de la trascendencia familiar, social o judicial de la revelación de lo sucedido. En general, los menores son más propensos a negar experiencias que les han ocurrido -y que son percibidas como traumáticas - que a hacer afirmaciones falsas sobre este tipo de acontecimientos. Si el menor niega los abusos al inicio del proceso judicial, puede que no se lleve a cabo una valoración pericial o puede hacerse de forma inadecuada. La revelación requiere un periodo de tiem po apropiado, más allá de una o dos sesiones, en el que se cree un clima de confianza para que el menor pueda sentirse seguro y revelar un suceso que habitualmente 221 constituye un profundo secreto. Lo peor de la retractación, en muchas ocasiones, es que produce que se dude del menor y que se alegue que al ser menor puede cambiar de opinión constantemente, por lo que se tacha su testimonio inicial, provocando la indefensión de la víctima. Un elemento importante a tener en cuenta es la cercanía en el tiempo de la denuncia respecto a los hechos sucedidos. En general, el testimonio es mucho más creíble cuando ha transcurrido poco tiempo entre la conducta sexual sufrida y la denuncia presentada (Echeburúa y Del Corral, 2006). Cuando ha pasado mucho tiempo después de la agresión, el efecto del olvido y la interferencia de otras entrevistas que se han ido realizando (por parte de los padres, las policías, los psicólogos, etc.) restan credibilidad al testimonio (Masip y Garrido, 2001, 2007). El problema de la credibilidad del testimonio se convierte en tal debido a que en los casos de abuso sexual de menores, habitualmente, no hay lesiones físicas ni tampoco testigos de lo ocurrido, por lo que el único dato probatorio suele ser el testimonio del niño. Ocurre, además, que el ciclo evolutivo del menor puede imponer restricciones a su capacidad de memoria o de percepción de la realidad (es decir, facilitar la fabulación, lo que supone confundir la fantasía con la realidad), así como propiciar la inducción de un testimonio viciado por parte de un adulto (Cantón, 2003; Cantón y Cortés, 2003; De Paúl, 2000). Son diversos los instrumentos que se utilizan para evaluar la credibilidad del relato que expone el menor en el ámbito forense, entre los que destaca el CBCA ("análisis de contenido basado en criterios" o Criterial Based Content Analysis) por su fiabilidad y aceptación científica y profesional. Este procedimiento consiste en aplicar a la trascripción verbal de la entrevista un conjunto de criterios que, de estar presentes, apoyan la veracidad del menor. El CBCA se basa en la hipótesis de que las declaraciones realizadas por un menor sobre sucesos que realmente ha experimentado difieren de manera cuantificable de las afirmaciones falsas o producto de la fantasía, es decir, de aquellas que pueden haber estado inducidas por un progenitor u otro adulto. De todas formas, es preciso especificar e incluso recalcar que los procedimientos psicológicos existentes para el análisis de credibilidad de las 222 declaraciones no constituyen una técnica válida para detectar mentiras, ya que los detectores de mentiras, por mucha literatura que haya al respecto, no existen (Manzanero, 2001; Manzanero y Diges, 1997). Hasta el momento, como hemos especificado, el procedimiento más elaborado y aparentemente válido para determinar la veracidad del testimonio de las declaraciones de menores víctimas de agresiones sexuales es el SVA ("evaluación de la validez de la declaración" o Statement Validity Assessment) y el CBCA (Raskin y Esplin, 1991a, 1991b) para evaluar la credibilidad. Fue en 1950 cuando Undeutsch realizó la primera descripción del SVA (Undeutsch, 1988) y posteriormente fue modificada hasta su forma actual por Steller y K¿Shnken (1994), así como por Raskin y Esplin. Por otro lado, comenta Manzanero (2001) que no es posible hablar de la exactitud ni de la veracidad de una declaración. No sólo en términos de que no sea posible evaluar la veracidad de un recuerdo o descripción de memoria, sino también en términos jurídicos. En cualquier caso, debemos recalcar que no existen detectores de mentiras, y que las diversas técnicas que en la actualidad pueden utilizarse para realizar una evaluación de la credibilidad de una declaración están sujetas a error, un error regular; de ahí que siempre se hable de una probabilidad de credibilidad (Manzanero, 2001). La utilización de estos procedimientos es relativamente nueva en España, aunque se emplearon por primera vez en 1991 y desde entonces su uso se ha ido extendiendo por diversas jurisdicciones. Su uso se ha aplicado a diferentes tipos de delitos sexuales contra menores, y su acogida por parte de jueces y tribunales de justicia ha sido muy favorable. Conviene dejar bien claro que para la aplicación de estos procedimientos se requiere de amplios conocimientos sobre el funcionamiento de la memoria, tanto desde el punto de vista de la Psicología Cognitiva como desde los factores que afectan a la memoria de los testigos (Manzanero, 2001). Otro problema - menos estudiado y más dificil de abordar - es que el menor oculte los abusos a pesar de existir indicios específicos de su ocurrencia o que realice una revelación parcial (Ceci y Bruck, 1995). Todo ello hace aconsejable la práctica de una prueba pericial psicológica sobre la 223 credibilidad de las manifestaciones del menor para determinar si el niño percibe y recuerda la realidad correcta y adecuadamente, si distingue bien la fantasía de la realidad y si dice la verdad sin presiones externas (AlonsoQuecuty, 1995; Diges, 1997; London, Bruck, Ceci y Shuman, 2005). 12.5. Formas de evitar la victimización secundaria El hecho de que el menor tenga que entrar en contacto con el sistema judicial y policial siempre es negativo para el mismo. Al ser, por otra parte, inevitable, se han comenzado a desarrollar recientemente vías nuevas para atenuar el impacto que puede producir la incorporación del menor al proceso judicial. De hecho, la victimización secundaria hace referencia a las consecuencias emocionales negativas derivadas del contacto de las víctimas (en este caso, los menores abusados sexualmente) con el sistema judicial (Ferreiro, 2005). Es más, el ámbito judicial siempre aumenta el nivel de estrés del niño, y disminuye incluso su capacidad para aportar un testimonio exacto. La denuncia y la consiguiente actuación judicial (en concreto, la repetición de los interrogatorios, las exploraciones reiteradas y la demora del proceso) pueden suponer un suplicio añadido al de los propios abusos y agravar las secuelas psicológicas y hasta físicas que los menores padecen. Es preciso tener en cuenta además que el temor más importante del niño es no ser creído y que se le tome por mentiroso (Echeburúa y Subijana, 2008). El estudio de Echeburúa y Subijana (2008), basado en el de Montero y León (2007), realiza una revisión crítica de los métodos actualmente utilizados en el ámbito judicial en dos aspectos fundamentales: los dictámenes periciales relativos a la credibilidad del testimonio de los menores abusados sexualmente y la actuación de los menores en el juicio oral. Y plantea propuestas alternativas con arreglo a las posibilidades reales y no siempre utilizadas que ofrece el ordenamiento jurídico español actual. La intervención de los menores en el juicio oral, sobre todo cuando son víctimas de abuso sexual, es un reto para la justicia penal (Hernández y Miranda, 2005). Las víctimas pueden sentirse desasistidas en un sistema que 224 parte de la presunción de inocencia del acusado. Y es que a veces se olvida que un juicio justo debe integrar a la víctima. No se trata de excluir a quien ya está (el acusado), sino de incluir a quien no está (la víctima), cuando debe estar. Se debe pretender mantener intangibles las garantías del acusado, y dotar a la vez a la víctima de un estatuto jurídico específico basado en cuatro pilares: la información, la participación, la asistencia y la protección (Beristain, 2001). Hemos de tener en cuenta que al ser el abuso sexual un delito, la intervención de la Justicia es ineludible. De lo que se trata es de hacer compatible el marco judicial - circunscrito al esclarecimiento de los hechos y a la imposición, en su caso, de la pena debida al agresor - con el marco psicológico, centrado en la protección de la salud del menor. Uno y otro marco, desde perspectivas distintas, deben tener como objetivo la consecución del interés preeminente: la protección del menor (véase Cantón y Cortés, 2008). El marco psicológico debe ofrecer, por tanto, una información detallada de la capacidad de comunicación informativa del menor y especificar el tipo de repercusiones psicológicas que podría tener su intervención en el proceso judicial. A su vez, el marco judicial debe adoptar, de forma motivada, las decisiones necesarias para preservar que la intervención del menor en el juicio se circunscriba a los supuestos estrictamente necesarios y garantizar que, en los casos en que sea precisa tal actuación, la misma se ejecute en un contexto adecuado para evitar que el menor sufra un daño psíquico que se acumule, en su caso, al ya padecido con el delito (Sentencias del Tribunal Supremo de 26 de abril de 2000 y de 2 de junio de 2006; citadas por Echeburúa y Subijana, 2008). La interacción entre el marco judicial y el marco psicológico posibilita la existencia de diversas alternativas siempre encaminadas a evitar la victimización secundaria, objetivo principal cuando se trata de menores (Echeburúa y Subijana, 2008). Vamos a repasar dichas posibilidades: •La no intervención del menor en el proceso judicial. Esta alternativa está basada en dos supuestos: la incapacidad cognitiva o emocional del menor para declarar; y el riesgo significativo de causación de daños 225 psíquicos relevantes si se lleva a cabo la declaración. En el primer supuesto (es decir, si el menor no cuenta, por razón de edad, con una mínima capacidad de comprensión o de explicación del abuso sexual sufrido o presenta una amnesia disociativa en relación con el hecho ocurrido), la intervención del menor en el juicio oral carece de sentido porque la fuente de la prueba (el menor) se encuentra inhabilitada para el objetivo buscado (aportar información significativa sobre el hecho juzgado). Es más, forzar la emergencia de los recuerdos dolorosos en un menor cuando hay una amnesia disociativa puede ser perjudicial para la recuperación psicológica del mismo. Los jueces deben en estas circunstancias valerse de otros testimonios. En el segundo supuesto la intervención del menor puede ser contraproducente cuando, aun estando en condiciones de describir el abuso sexual, su exposición en el juicio oral puede desequilibrarle gravemente si tiene una personalidad inestable emocionalmente o presenta unas alteraciones psíquicas severas producidas por el hecho traumático, de las que aún no se ha recuperado. En cualquier caso, ésta siempre debe ser la mejor de las alternativas, ya que se debe mantener al menor lo más separado posible de todo proceso judicial. •La intervención del menor en el proceso judicial, pero en un momento anterior al juicio oral. Al celebrarse con frecuencia la vista oral tiempo después del abuso cometido, cabe la posibilidad de realizar la declaración ante el juez en un momento oportuno psicológicamente, cuando menor perjuicio pueda causar a la evolución psicológica del niño. Realizada de este modo, la práctica del testimonio en una fase procesal previa al juicio oral permite integrar las exigencias psicológicas con los imperativos jurídicos. Así, la práctica anticipada de la prueba puede responder mejor a la situación psicológica de la víctima, reducir al mínimo la repetición de los interrogatorios y evitar las consecuencias perjudiciales de prestar declaración en audiencia pública, sin perjuicio de los derechos procesales del acusado. Otra posibilidad es que el menor testifique ante las preguntas de un psicólogo en una sala con cristal unidireccional, de forma que juez, 226 fiscal y abogados puedan seguir la entrevista, e incluso el psicólogo pueda recibir vía algún dispositivo de audio información del juez o del fiscal para intentar indagar algún aspecto. En general, esta posibilidad es la que se denomina como prueba preconstituida, y pretende que el menor no esté expuesto constantemente a entrevistas en las que tenga que relatar una y mil veces los hechos ocurridos. •La intervención del menor en el juicio oral. En este caso, cuando no se ha practicado la declaración del menor como prueba anticipada y no hay ninguna contraindicación psicológica (lo cual es impensable), se lleva a cabo la prueba en el formato habitual: el menor contesta a las preguntas que se le formulan en el juicio oral. Independientemente del formato utilizado, conviene practicar una única declaración del menor por tres motivos: minimizar el riesgo de victimización secundaria, preservar la calidad del testimonio - evitando su contaminación o el asentamiento en la memoria de falsos recuerdos de abuso - y posibilitar que el futuro vital del menor no esté permanentemente condicionado por la necesidad de evocar el suceso traumático padecido. Reiteramos sin embargo nuestra postura de que esta posibilidad se debe evitar por todos los medios. En resumen, podemos concluir que la Justicia sólo es justa si se basa en principios científicos, y sólo basándose en el testimonio del menor se pueden proteger sus derechos y actuar por su bien. 12.6. Conclusión: hacia una redefinición del abuso sexual infantil que defienda al menor El abuso sexual infantil es una lacra para la sociedad y un drama para un número excesivamente elevado de menores (algunas estadísticas señalan que puede haber un 20% de niños que han sido víctimas de él) y lógicamente para los padres y familiares que se enfrentan a este problema. Es un problema social que permanece en gran medida en silencio, primero porque suele aparecer dentro del entorno íntimo de la familia, segundo porque es un 227 problema que se trata de ocultar, y en tercer lugar porque a veces el abuso ni se conoce por parte de otros ni es denunciable por la víctima, al ser ésta un niño de muy corta edad o discapacitado. Precisamente por ser un problema de estas características, se debe convertir en una tarea fundamental de la sociedad su descubrimiento y la persecución del abusador. Y dicha labor se debe realizar desde diversos frentes (Clemente, 2014b): •Desde dentro de las familias, conociendo el cuadro del menor abusado, o de manera más general, maltratado, recurriendo al apartamiento inmediato del menor de su agresor y procediendo inmediatamente a denunciar. •Desde la Fiscalía de Menores, ya que nos encontramos ante una población, la de los menores, especialmente vulnerable y que no posee recursos para poder defenderse. •Desde el sistema sanitario, procediendo de igual manera a la denuncia ante el juzgado correspondiente ante la menor duda de posible existencia de abuso. •Desde el sistema escolar, previniendo y evitando casos de abuso de niños mayores a niños de menor edad. Pero el problema mayor se plantea cuando se enmascara el abuso sexual infantil, argumentando que la denuncia del mismo no se debe explicar ba sándose en el abuso en sí, sino en una supuesta lucha judicial entre progenitores. Así, por parte de un psiquiatra acusado de pederastia, Gardner, se creó la etiqueta del mal llamado "síndrome de alienación familiar" (SAP), que argumenta que muchas denuncias sobre malos tratos o incluso sobre abuso sexual de madres que ostentan la guarda y custodia de sus hijos hacia los padres de los niños, no se deben a la existencia del abuso en sí, sino al deseo del progenitor custodio (normalmente la madre) de acosar con falsas denuncias al no custodio (normalmente el padre), mediante falsas denuncias. Ningún dato avala esta afirmación, y menos desde un punto de vista científico, como se ha especificado en este capítulo. Pero el hecho de que el 228 sistema de justicia, creyéndose el supuesto SAP, siga permitiendo presumiblemente a un abusador que mantenga contacto con su hijo, provoca una situación que: •Deja en indefensión al menor, que va a sufrir dichos abusos con el permiso y la connivencia de un sistema de justicia que se cree la existencia de un síndrome inexistente. •Condena a un desequilibrio mental y a un estado de desesperación al progenitor custodio, que presencia impotente (ya que en ocasiones es la propia policía la que recoge a su hijo para que se cumplan las visitas) cómo no puede hacer nada para evitar que el otro progenitor abuse del menor (existen madres que por negarse a cumplir el régimen de visitas han sido incluso encarceladas). •Provoca secuelas gravísimas en el menor, agudizando un trastorno por estrés postraumático que es muy difícil que llegue a superar con el tiempo. •Daña gravemente los derechos de las personas ante la Justicia, y en especial el derecho que tiene cualquier persona a denunciar el ser conocedor de un delito, ya que el delito se concibe como una invención del progenitor custodio, y no como realidad punible. Todo esto ocurre debido a la sutileza del abuso sexual infantil, ya que si éste se produce de manera brusca y evidente, es imposible de ocultar; pero si es sutil, las garantías que el sistema de justicia tiene ante un denunciado evitan que se reconozca a éste como tal. Y así, el hecho de que una niña sea devuelta por el padre con las bragas empapadas en sangre (o cortadas a trocitos con tijeras, o con la vagina llena de toallitas de papel, o con enrojecimiento en el ano o en la vagina, sin que en ninguno de dichos casos se haya roto el himen o haya desgarro anal) plantea la duda judicial de si tiene la razón el menor, que expresa que ha sido manipulado sexualmente por su progenitor, o la explicación del progenitor, que explica que el menor se tocaba continuamente los genitales y se hacía sangre (o que no sabe limpiarse 229 bien y se llena la vagina de papeles) y afirma que el testimonio de dicho menor no es cierto, ya que lo que expresa es la manipulación de la madre para que se produzca una falsa denuncia. ¿Y cuál es la solución ante el dilema planteado? ¿Cómo debe actuar el sistema? Sin duda el sistema debe actuar protegiendo, ante todo, al menor, y para ello: •No debería partir nunca de la premisa de que los niños mienten. Ya se ha comentado en este capítulo con anterioridad que es rarísimo que ocurra dicho comportamiento en los menores ante los casos de abusos sexuales infantiles, siendo mucho más frecuente que el niño se retracte en su declaración debido a que percibe que la misma crea un grave problema familiar. Se debe partir siempre del hecho de que el menor dice la verdad. •Pero es que además debe contemplarse siempre algo obvio: para determinar la veracidad de la declaración de un menor debe recogerse su declaración. Es decir, no se debe hacer como ocurre en muchos procedimientos en los que todo se reduce a la declaración de uno y otro progenitor pero nunca se ha tomado declaración al menor. Salvo que por falta de lenguaje no sea posible (y aun así se debe intentar verificar por otros procedimientos si se ha creado una situación de miedo insuperable en el menor), debería ser obligatorio por ley recoger la declaración del menor (bajo condiciones adecuadas, y por personal adecuado, claro). •Para verificar si efectivamente el menor relata adecuadamente lo que le ha ocurrido deben emplearse procedimientos científicos que determinen la veracidad del testimonio. Como ya se expresó también en este capítulo, a día de hoy los procedimientos de verificación poseen limitaciones, ya que no se ha inventado ninguna máquina que realmente detecte claramente la verdad y la mentira. Pero aun con las limitaciones existentes, unos procedimientos son más fiables que otros, y sin duda el sistema SVA, que integra el CBCA, a día de hoy es el 230 más adecuado. •Ni los jueces ni los fiscales poseen formación para determinar si un niño miente o dice la verdad, ni aquellos profesionales que, sin aplicar ninguna prueba científica, determinan en sus informes si existe dicha veracidad "a ojo". Sólo los psicólogos jurídicos formados al respecto, especializados en esta tarea, son idóneos para tal determinación. Y son los que pueden dar validez a la declaración del menor. •Y, por supuesto, no se debe culpabilizar nunca a uno de los progenitores argumentando que es el culpable de la conducta de abuso que relata el menor. Este hecho denota antes un intento aceptado por el sistema de justicia de exculpar al denunciado, que un intento de buscar la verdad. A día de hoy, el sistema de justicia no ha encontrado una forma adecuada de enfrentarse al abuso sexual infantil. Además, la mera intervención del sistema de justicia con los menores, hoy en día, genera una victimización secundaria, es decir, victimiza aún más al menor. Es más, incluso es frecuente encontrar casos de niños que han sido abusados sexualmente, y que hasta que no han cumplido los dieciocho años, no han salido del laberinto judicial que a veces se creó desde casi dicha edad. El sistema, al intervenir, no sólo en ocasiones no protege al menor, sino que genera tal tensión en quien lo sufre durante años que le crea graves problemas de salud a posteriori a él y al progenitor acusado de manipulador (migrañas, fibromialgias, dolores cervicales o lumbares), imposibilitando incluso su vida laboral. Hay mujeres que son denunciadas por el otro progenitor de manera continua por supuestos incumplimientos del régimen de visitas, de forma que a lo largo del año han tenido que acudir a dependencias policiales y judiciales más de treinta veces, de forma que no pueden mantener una actividad laboral o una relación de pareja normal. Sin duda estamos ante una asignatura pendiente, que debe ser abordada. Abordada desde la investigación judicial y policial para obtener pruebas fehacientes y objetivas que detecten el abuso y protejan al menor frente a todas lasa amenazas que pueda sufrir, y creen una nueva forma de actuación 231 en la que no podemos entrar debido a la limitación de páginas de este capítulo. Pero en la que la Psicología (desarrollando sistemas de credibilidad del testimonio cada vez más fiables y válidos) y la sociedad (apostando claramente contra el abuso sexual infantil y contra todo tipo de maltrato) protejan a los niños. Esperemos que entre todos lo consigamos. Preguntas de autoevaluación 1.En la dinámica del abuso sexual infantil intervienen diversos factores, como por ejemplo (señale la alternativa incorrecta): a)Las experiencias sexuales entre adolescentes siempre y cuando impliquen conductas de riesgo o daño para la salud. b)La coerción. El agresor utiliza su situación de poder o de fuerza para interactuar sexualmente con el niño. c)El tipo de conducta sexual. Es necesario diferenciar las prácticas normales o juegos sexuales, que se dan entre niños con edad similar, y las conductas abusivas en donde la diferencia de edad o del desarrollo y la coerción suelen marcar la diferencia. d)Las experiencias entre niñas o niños y los adultos. Se entiende que existe abuso sexual infantil si hay interacción sexual entre niñas o niños de 12 años o menos con un adulto de 18 años o más. e)La diferencia de edad y del nivel de desarrollo. La diferencia en estos factores entre el agresor y la víctima impide que exista libertad de decisión o consentimiento de esta última. 2.Los efectos a corto plazo del abuso sexual infantil son (señale la alternativa incorrecta): a)Problemas emocionales como miedos y fobias, síntomas depresivos y ansiedad, baja autoestima, sentimiento de culpa y estigmatización, 232 trastorno por estrés postraumático, e ideación y conducta suicida y autolesiones. b)Problemas de interacción social como incremento de amistades y deseo de estar en contacto con una gran cantidad de personas. c)Problemas de conducta como conducta sexualizada, conformidad compulsiva, y conducta disruptiva y disocial. d)Problemas funcionales como problemas en el sueño (pesadillas), pérdida del control de esfínteres (enuresis y encopresis), trastornos en la conducta alimentaria, y quejas somáticas. e)Problemas cognitivos como conductas hiperactivas, problemas de atención y concentración, bajo rendimiento académico y un peor funcionamiento cognitivo general, y trastorno por déficit de atención e hiperactividad. 3.El impacto emocional de una agresión sexual está modulado por las siguientes variables (señale la alternativa incorrecta): a)El perfil individual de la víctima (estabilidad psicológica, edad, sexo, contexto familiar). b)Las consecuencias asociadas al descubrimiento del abuso. c)La relación existente con el abusador. d)Las características del acto abusivo (frecuencia, severidad, existencia de violencia o de amenazas, cronicidad, etc.). e)El grado en que la víctima desarrolla una conducta sexualizada. 4.El CBCA o "análisis de contenido basado en criterios" (señale la alternativa correcta): 233 a)Analiza el contenido no verbal de la declaración. b)Supone una alternativa al sistema SVA. c)Es conocido también como polígrafo o coloquialmente como máquina de la verdad. d)Analiza el contenido verbal de la declaración. e)Se basa en la teoría de la comunicación mediante sistemas de movimientos corporales. 5.El sistema de justicia debe actuar protegiendo, ante todo, al menor, y para ello (indique la alternativa incorrecta): a)No debería partir nunca de la premisa de que los niños mienten. b)Para determinar la veracidad de la declaración de un menor debe recogerse su declaración. c)Los jueces y los fiscales poseen formación adecuada para determinar si un niño miente o dice la verdad. d)Para verificar si el menor relata adecuadamente lo que le ha ocurrido, deben emplearse procedimientos científicos que determinan la veracidad del testimonio. e)Es preciso considerar que los procedimientos de verificación poseen limitaciones, ya que no se ha inventado ninguna máquina que realmente detecte claramente la verdad y la mentira. 234 Alascio, L. y Marín 1. 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La salud 243 12 18 20 25 28 30 32 38 40 44 46 52 55 56 59 61 62 63 64 68 69 72 75 76 80 43.4 La nacionalidad 5. La guarda y custodia 5.2. Los tipos de guarda y custodia 5.3. El régimen de visitas 5.4. Algunas reflexiones sobre los regímenes de visitas 6. La guarda y custodia compartida 6.2. La estabilidad física del menor 6.3. La estabilidad afectiva del menor 6.4. Tipos de custodia compartida 6.5. Argumentos contra la custodia compartida 7. La mediación 7.2. La actualidad: mediación como imposición 7.3. Alternativas para conseguir acuerdos 7.3.1. El arbitraje 7.3.3. La mediación en sí 7.4. El empoderamiento, factor clave 7.5.2. Características de la mediación 7.5.3. Las fases de la mediación 7.5.4. Limitaciones de la mediación Ó. Teorías psicológicas del desarrollo infantil y del apego a los hijos 8.2. La vivencia del conflicto para los hijos 8.3. La teoría del altruismo del progenitor 8.5. La teoría de la estrategia de vinculación 8.6. La teoría de la información asimétrica 8.7. La presunción de aproximación 244 81 84 87 89 92 98 105 107 108 109 115 118 120 121 122 123 125 128 129 132 138 144 145 146 147