Nabucco; Giuseppe Verdi

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Nabucco es una tragedia lírica dividida en cuatro partes con música de Giuseppe Verdi y libreto
en italiano de Temistocle Solera, basada en el Antiguo Testamento y la obra Nabuchodonosor,
de Francis Cornue y Anicète Bourgeois. Está ambientada en Jerusalén (primera parte) y Babilonia
(segunda parte) en el año 587 a.C .Fue estrenada el 9 de marzo de 1842 en La Scala de Milán.
Esta obra es importante porque es el primer éxito de Verdi, el compositor de ópera italiano más
relevante. Su música es bastante sencilla armónicamente en contraposición a la ópera alemana, que es
más densa. Sus argumentos son más sencillos y generalmente de poca duración.
COMPOSITOR:
Verdi (Roncole 1813 - Milán 1901) fue el gran dominador de la escena lírica europea durante la
segunda mitad del siglo XIX. Su música no fue revolucionaria, al contrario, para él toda renovación
debía buscar su razón en el pasado. En consecuencia, aun sin traicionar los rasgos más característicos
de la tradición operística italiana, sobre todo respecto al tipo de escritura vocal, consiguió dar a su
música un carácter nuevo, más realista.
Nació en el seno de una familia muy modesta, contó desde niño con la protección de Antonio Barezzi, un
comerciante de Busseto (Italia) aficionado a la música que desde el primer momento creyó en él.
Gracias a su ayuda, Verdi pudo desplazarse a Milán con el propósito de estudiar en el Conservatorio, lo
que no logró porque, irónicamente, no superó las pruebas de acceso.
Tras estudiar con Vincenzo Lavigna, fue nombrado maestro de música de Busseto en 1836, el mismo
año en que contrajo matrimonio con la hija de su protector, Margherita Barezzi. El éxito de su primera
ópera: Oberto, conte di San Bonifacio (1839) le procuró un contrato con el prestigioso Teatro de la Scala.
Sin embargo, el fracaso de su siguiente trabajo: Un giorno di regno, y sobre todo, la muerte de su
esposa y sus dos hijos, lo sumieron en una profunda depresión en la que llegó a plantearse abandonar
la música.
Pero no lo hizo, la lectura del libreto de Nabucco le devolvió el entusiasmo por la composición. La ópera
recibió una acogida triunfal, no sólo por su música, sino también por su significado político, ya que la
Italia de la época estaba oprimida y dividida, el público se sintió identificado con el conflicto recreado en
el drama.
Con este éxito Verdi consiguió consagrarse como compositor y convertirse en un símbolo nacional de la
lucha patriótica por la unificación política del país. Durante estos años compuso también I lombardi alla
prima Crociata (1843) y Ernani (1844), son estos los que el italiano calificó como sus «años de galeras»,
en los cuales, por sus compromisos teatrales, se vio obligado a escribir sin pausa una ópera tras otra.
Esta situación empezó a cambiar a partir del estreno, en 1851, de Rigoletto, y, dos años más tarde, de Il
Trovatore y La Traviata, sus primeras obras maestras. A partir de este momento compuso sólo aquello
que deseaba componer. Su producción disminuyó en cuanto a número de obras, pero aumentó
proporcionalmente en calidad. Y mientras sus primeras composiciones participaban de lleno de la ópera
romántica italiana según el modelo llevado a su máxima expresión por Donizetti, las escritas en este
período se caracterizaron por la búsqueda de la verosimilitud dramática por encima de las convenciones
musicales.
Aida (1871) es ilustrativa de esta tendencia, pues en ella las arias se hacen más breves y cada vez más
integradas en un flujo musical continuo y la instrumentación se hace más cuidada. Prácticamente
retirado a partir de este título, aún llegó a componer un par de óperas más, ambas con libretos de Arrigo
Boito sobre textos de Shakespeare: Otello y Falstaff, esta última una encantadora ópera cómica
compuesta cuando el músico rondaba ya los ochenta años.
PERSONAJES:
Nabucodonosor: rey de Babilonia (Barítono)
Ismael: sobrino de Sedequías, rey de Jerusalén (Tenor)
Zacarías: sacerdote principal de los Judíos (Bajo)
Abigail: esclava, cree que es la hija mayor de Nabucodonosor (Soprano)
Fenena: hija de Nabucodonosor (Soprano)
Sumo sacerdote: de los judíos de Jerusalén (Bajo)
Abdallo: un antiguo oficial del rey de Babilonia (Tenor)
Anna: hermana de Zacarías (Soprano)
Coro: soldados babilonios, soldados judíos, levitas, mujeres babilónicas, etc.
ARGUMENTO:
ACTO I: JERUSALÉN
Hebreos y levitas se lamentan por la dura derrota sufrida frente las fuerzas de Nabucco, rey de
Babilonia. Llega Zacarías junto a Fenena en calidad de rehén, esperando con tal acto negociar el retiro
de Jerusalén de los babilonios. Aparece en escena también Ismael avisando que las tropas enemigas se
acercan ya a la ciudad. Zacarías ruega a Jehová (Yahveh) que las disperse antes de que esa embestida
pueda concretarse. El sumo sacerdote se retira y deja a Fenena bajo el cuidado de Ismael, sin saber
que los jóvenes mantienen una secreta relación amorosa. Justo cuando Ismael le comunica su plan de
fuga a Fenena, irrumpe Abigail junto a unos soldados, ella también ésta enamorada de Ismael y le
ofrece interceder ante Nabucodonosor para la liberación de los hebreos si él le corresponde, pero es
rechazada.
Mientras tanto, Nabucco ha entrado a la ciudad y los hebreos buscan refugio en el templo, pero el rey
invasor tampoco respeta ese recinto sagrado y entra en él con aires amenazantes. Zacarías intenta
matar a Fenena, pero la joven le es arrebatada de sus manos por Ismael. No contento con su aplastante
triunfo, Nabucco ordena mantener el saqueo del templo. Abigail jura que hará todo lo posible por
exterminar a los hebreos, mientras Zacarías invoca una maldición divina contra aquél que ha traicionado
su patria.
ACTO II: EL IMPÍO
En Babilonia, por un documento que ha llegado a sus manos, Abigail se entera que no es hija de
Nabucco, sino una esclava adoptada por este. Tal descubrimiento le provoca una ira tan grande que jura
vengarse de todos. Aparece el Sumo Sacerdote, que viene a hacerle saber que Fenena ha dado orden
de liberar a los prisioneres hebreos, aprovechando su calidad de subrogante mientras Nabucco se
encuentra en el campo de batalla. Con la complicidad del sacerdote, Abigail hace correr la falsa noticia
de la muerte de Nabucco y decide proclamarse reina de Babilonia.
Un levita acude con las tablas de la ley hasta el lugar donde se halla prisionero Zacarías, quien reza
fervorosamente ante ellas. Poco después llega un grupo de levitas reafirmando ante la acusación de
traición en contra de Ismael, quien trata inútilmente de defenderse. Anna rebate esa acusación
señalándoles que Ismael es inocente y, además, que Fenena se ha convertido a la religión hebrea. Pero
irrumpe Abigail para exigir a Fenena que el entregue la corona. En ese momento llega Nabucco, que
luego de ceñirse la corona se proclama no sólo Rey, sino también Dios de los hebreos. Un rayo castiga
su osadía haciendo caer la corona al suelo, siendo luego Abigail la única que tiene el valor de recogerla.
ACTO III: LA PROFECÍA
Nabucco ha comenzado a dar evidentes muestras de locura, situación que es aprovechada por Abigail
para proclamarse como soberana absoluta. Una de sus primeras acciones como reina es la publicación
de un decreto que condena a muerte a los hebreos. Pero las ejecuciones no pueden llevarse a cabo sin
la previa autorización de Nabucco. Aparece éste y, para falsar la acusación de cobardía por parte de
Abigail, firma el documento. Él piensa que su sed de venganza se calmará cuando se entere de su
condición de hija adoptiva. Sin embargo cuando se lo dice Abigail hace caso omiso de sus palabras y
destruye el pergamino que comprueba su verdadero origen. Nabucco, que sabe de la conversión
religiosa de Fenena, se da cuenta que su hija también está condenada a muerte y pide, sin resultado,
clemencia para ella a la cruel Abigail.
Cautivos y encadenados junto al río Eufrates, los hebreos evocan con nostalgia a la patria perdida con
una grandiosa melodía, es cuando Zacarías se acerca y trata de consolarlos, diciéndoles que el fin de
Babilonia ya se acerca.
ACTO IV: EL ÍDOLO DESTRUÍDO
Trastornado por el giro de acontecimientos, Nabucco tiene esporádicos momentos de lucidez, en uno de
éstos, escucha gritos de algunos babilonios mientras Fenena es conducida al cadalso. Intenta salir en su
ayuda, pero sólo entonces repara que se encuentra prisionero. Desesperado, cae de rodillas e invoca al
dios hebreo. De repente llega un fiel oficial, acompañado de un grupo de soldados. Luego de entregarle
una espada, todos salen apresurados a salvar a Fenena y recuperar la corona real.
Todo está preparado para la ejecución de Fenena y la muchacha se prepara para morir rezando una
oración. En ese instante aparecen Nabucco y sus acompañantes. Después de abatir al verdugo, el rey
ordena destruir el templo del ídolo asirio y decreta la libertad inmediata para los hebreos, a quienes pide
que en el lugar edifiquen un templo consagrado a Jehová. Inesperadamente, Abigail se presenta en el
lugar. Arrepentida de sus malas acciones se ha envenenado y pide el perdón general. Cae desplomada
sin vida, mientras Zacarías corona a Nabucco como rey de los judíos. Todos elevan una alabanza de
acción de gracias a Dios.
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