Omar Khayyam nació en Naishapur de Kerossam, a mediados del siglo XI de nuestra era, y falleció en el primer cuarto del siglo siguiente. Su vida estuvo singularmente ligada a la de dos importantes y famosos personajes de su país y época: Hassan el Sabbah y Nizam al Mulk. Hassan y Nizan fueron en su juventud a Naishapur para instruirse en ciencia y sabiduría, atraidos por la fama del anciano y célebre Imán Mowaffik. Allí conocieron a Omar Khayyam, que en su ciudad natal estudiaba matemáticas y astronomía, creándose rápidamente entre ellos una íntima y leal amistad. Los tres amigos entre burlas y veras, juran que si la fortuna, algún día, da a favorecer a alguno de ellos el agraciado no se olvidará de los otros. Quién lo logró primero fue Nizam, que consiguió llegar a secretario y visir del sultán Alp Arlan. El León, y de Malek Chah, hijo y nieto , respectivamente de Toghrul Beg, fundador de a dinastía de los Seldjucidas Omar no le pide otra cosa que un rincón a la sombra de su dicha, para rezar por la prosperidad del amigo y meditar en las matemáticas. Hassan pide y obtiene un cargo elevado, pero las intrigas de la corte y los devaneos lo hacen caer en degracia, retirándose a las montañas al sur del Caspio, en donde se vuelve el “viejo de las montañas” que aterrorizó a los cruzados. (De su nombre viene la palabra ‘asesinos’, los hassasines.) Omar recibe una pensión anual de 1200 miktales de oro y puede consagrarse al estudio. Descree de la astrología judiciaria, pero cultiva la astronomía, colabora en la reforma del calendario que promueve el sultán, y compone un famoso tratado de álgebra, que da soluciones numéricas para ecuaciones de primer y de segundo grado, y geométricas para la de tercero. Lee en la soledad de su biblioteca, los textos de Plotino, que en el vocabulario del Islam es el Platón Egipcio, o el maestro griego, Lee también las cincuenta y tantas epístolas de los hermanos de la pureza, donde se razona que el universo es una emanación del la unidad, y regresará a la unidad. Lo dice prosélito de Al farabi y de Avicena, que enseño que el mundo es eterno. Es ateo, pero sabe interpretar de un modo ortodoxo los más arduos pasajes del al corán, porque todo hombre culto es un teólogo, y para serlo no es indispensable la fe. En los intervalos de la astronomía, del álgebra y de la apologética, Omar ben Ibrahim AlKhayyami labra composiciones de cuatro versos, de los cuales el primero, el segundo y el último riman entre sí; el manuscrito más copioso le atribuye quinientas de estas cuartetas, número exiguo que será desfavorable a su gloria, pues en Persia (como en España de Lope y Calderón) el poeta debe ser abundante. El año 517 de la Héjira (1123 de nuestra era), Omar está leyendo un tratado que se titula el El uno y los Muchos; un malestar o una premonición lo interrumpe. Se levanta, marca la página que sus ojos no volverán a ver y se reconcilia con Dios, con aquel Dios que acaso existe y cuyo favor ha implorado en las páginas difíciles de su álgebra. Muere ese mismo día , a la hora de la puesta del sol. Siete siglos más tarde, en Inglaterra nace un hombre, Fitzgerald, menos intelectual que Omar, pero acaso más sensible y triste. Fitzgeral sabe que su verdadero destino es la literatura y ensaya con indolencia y tenacidad. Ha publicado un diálogo decorosamente escrito, EUPHRANOR, y mediocres versiones de Calderón Hacia 1854 le prestan una colección manuscrita de las composiciones de Omar, hecha sin otra ley que el orden alfabético de las rimas, Fitzgerald vierte algunas al latín y entrevé la posibilidad de tejer con ellas un libro contínuo y orgánico en cuyo principio estén las imágenes de la mañana, de la rosa y el ruiseñor, y al fin las de la noche y la sepultura. A este propósito improbable y aún inverosímil Fitzgeral consagra su vida de hombre indolente, solitario y maníaco. En 1859 publica la primera versión de Rubaiyat, a la que siguen otras ricas en variaciones y escrúpulos. Un milagro acontece: de la fortuita conjunción de un astrónomo persa que condescendió a la poesía, de un inglés excentrico que recorre, tal vez sin entender del todo, libros orientales e hispánicos, surge un extraordinario poeta, que no se parece a los dos. Existen numerosas traducciones, y varían ente la del J.B. Nicolas con un Khayyam místico y la de Fitzgerald con un Khayyam erótico. Parte de la diferencias entre las diversas traducciones es que de los casi 800 cuartetos atribuidos a Khayyam, los traductores seleccionan aquellos que les parecen más hermosos. Ejemplo: La primera vez que supe de Omar Khayyam fue en el Lobo de mar: Ahí el narrador en una discusión con Wolf Larsen lo cita, y de inmediato Wolf Larsen, (y uno que otro lector) se identifica con el texto, además Wolf Larsen incorpora una palabra a la discusión. Quién, sin preguntar, me trajo de lo ignorado a este lugar Y , sin preguntar, me apresura a salir Oh, muchas copas de este vino prohibido Deben ahogar el recuerdo de esa insolencia! Genial, grita Wolf Larsen, esa es la palabara, insolencia. Pasaron muchos años, y al fin encontré los cuartetos originales: Quién me trajo a este mundo sin duda de de donde me arrojará después Nada ni nadie puede cambiar su decisión. Bebamos jovenzuelo. ¿Para que he de esforzarme en variar lo invariable? Esta es una edición española ¿Y qué, y así me traen desde un donde cualquiera Y desde aquí hacia allá, sin pulsar mi albedrío? Si el cielo, al menos, darnos siempre el vino quisiera, Que ahogue este recuerdo que la mente lacera! Edición argentina ¿Quién, sin yo pedirlo, me trajo aquí de lo ignorado? ¿Quién , sin yo quererlo, me arrojará después a lo desconocido? Ah, bebamos copas y más copas, hasta olvidar tamaña necedad! Edición mexicana Al menos aparece la punch line que usa Wolf Larsen, aunque dudo si necedad e insolencia sean lo mismo. Es un lugar comun citar la vieja sentencia que dice: traduttore, traditore. Y ya estoy convencido de que, aunque los pensamientos se tiñen del color del idioma, sólo puede igualar la traducción un genio igual al creador de la obra original. Lo recomendable es evitar las traducciones. Pero atengámonos a lo que se tiene. Último ejemplo I Despertaos, despertaos, durmientes, que la aurora arrojó ya la piedra al piélago nocturno. Ahuyentando a los astros, y el cazador de sombras Prendió en un haz de luz la torre del silencio. I Despertad!, que ya el sol desde el remoto oriente Dispersó las estrellas de su sesión nocturna Y al escalar de nuevo el cielo iridiscente La regia torre ciñe con su lazada ardiente. I Despertad, que ya la aurora puso en fuga a las pálidas estrellas, Y el cazador del oriente ha cogido la torre del sultan en una trampa de luz. Este género de composición exige cierto laconismo y el empleo de frases cortas; se persiguen los contrastes y se recurre a juegos de palabras que resulta imposible, o muy difícil de traducir. La concisión y el gusto por los contrastes se ponen de manifiesto en el siguiente cuarteto: Lámparas que se apagan, esperanzas que se encienden:la aurora Lámparas que se encienden, esperanzas que se apagan: la noche. Como se aprecia en el rubai anterior, algunos de estos presentan gran semejanza con los haikais japoneses. En realidad, el rubai citado puede descomponerse en dos hermosos y perfectos kai-kais, esta forma es común en la literatura persa. A continuación veremos la traducción de Manuel Gallardo a la primera edición de Fitzgeral. II Cerca del amanecer, oí, en sueños, una voz en la taberna, Que decía: “despertad hijos míos, Y llenad vuestra copa antes de que el licor de la vida en su ánfora se agote. III Poco antes del alba, me pareció que una voz clamaba en la taberna: Si ya está preparado todo dentro del templo, ¿por qué cabecean afuera los soñolientos fieles? IV Y, al canto del gallo, la gente que estaba fuera, exclamaron ¡abridnos , pues la puerta. Bien sabéis cuán poco tiempo hemos de permanecer y que, Una vez idos, no tornaremos nunca” V Cierto es que Iram pasó con todas sus rosas Y nadie sabe donde está la copa mágica de Jamshyd Pero aún las viñas se cuajan de rubíes Y mil huertos florecen al margen del río. VIII Venid llenad las copas!, y que el fuego de la primavera Consuma el manto invernal del arrepentimiento El ave del tiempo tiene muy poco espacio para volar Y ved, el pájaro ya tiende las alas! XI Aquí con un pedazo de pan bajo el follaje, Una ánfora de vino, un libro de versos -y tú, a mi lado cantando en la naturaleza Y la naturaleza sería el paraiso. XIII Las mundanas ambiciones que el hombre alberga en su corazón Se vuelven cenizas, o si prosperan No duran más que la nieve sobre la arena del desierto Iluminando una hora o dos. XVII Dicen que los leones y los lagartos frecuentan hoy Los jardines en donde Jamshyd bebió la gloria junto al vino Y asnos salvajes patean la tumba de Baharam, el gran cazador, Sin lograr despertarlo. XXIII ¿No es extraño, en verdad que de miriadas que han transpuesto el umbral de las tinieblas, no haya vuelto nunca nadie a hablarnos del camino, que a fuerza hemos de andar, y hasta entonces conocer? XXIV Santos y sabios que discutieron largamente acerca de este mundo y del otro Fueron expulsados del siglo como falsos profetas, Sus palabras dadas al escarnio, Y sus bocas selladas con polvo. XXVI Sembré, con ellos, la simiente de a sabiduría, Y con mis propias manos ayudé a cultivarla, Y ésta fue toda la cosecha que obtuve: Vine como el agua, me iré como el viento. XXXIII Alcé las manos a la impasible esfera, Y pregunté: Que lámpara guía el destino De los niños que tropiezan en la obscuridad? Y una voz respondió : un ciega comprensión. XXIV Al oir eso, llevé mis labios a la frágil copa de arcilla Ansioso de conocer las fuentes secretas de la vida. Y en voz baja murmuró: mientras vivas , Bebe!, una vez muerto , no regresarás ya nunca. XXV Creo que la vasija, que con precaria voz Esto me dijo, una vez vivió, Y gozó, intensamente de la vida. Besé entonces sus labios cuanto pude. XXXIV ¡Ah, llenad las copas ¡¿de que sirve repetir Que el tiempo huye y se desliza bajo nuestros pies? El pasado no existe; el futuro aún no ha llegado ¿Por qué cavilar en ellos si el presente es dulce? XLII Y si el vino que bebes, los labios que besas, Han de terminar donde terminan todas las cosas, -bienReflexiona tan sólo acerca de lo que eres, eres lo que Debes ser, nada, polvom no serás otra cosa. KUZA-NAMA LIX Escuchen otra vez, una tarde al final Del Ramadán, antes de que naciera la más hermosa de las lunas me hallaba solo enauella vieja alfarería rodeado de toda clase de vasijas. LX Y, suena extraño, entre las vasijas Algunas podían hablar, otras no. De pronto, la más impaciente exclamó: Quién es el alfarero, y quién es la vasija? LXI Entonces dijo otra, -seguramente no en vanoMe formaron de la tierra, Y aquel que me ha dado la forma Volverá a pisotearme y volverme a la tierra. LXII Otra replicó, Ni un niño caprichoso Rompería la copa en la cual bebió con deleite. ¿Cómo aquél que la modeló en amor puro Podría destruirla con furia? LXIII Nadie respondió, pero después de un silencio Una vasija defectuosa dijo: Se burlan de mi porque me ven contrahecha, ¿no sería que le tembló la mano al alfarero cuando me hizo? LXIV De pronto, una de ella exclamó: Dicen que hay un hosco mesonero Que cubre su cara con humo infernal Y habla de prueba para probarnos, bah Es un buen tipo, y todo saldrá bien. LX Mientras las vasijas discutían de esta suerte, Una de ella percibió la luna que todas esperaban Entonces, empujándose unas a otras, se decían : Hermano, hermano He aquí el mozo que trae el vino. Finalizaremos con algunos de la versión de Franz Toussaint, la más fiel según Manuel Gallardo, la diferencia con Fitzgerald es notable, y se ve que éste se apartó mucho del original. 3 Cuando la brisa matinal entreabre las rosas, Y les dice que ya las violetas desoegaron su espléndido ropaje, Sólo es digno de vivir quien contempla a una joven dormida, Coge su copa, la apura y la arroja después. 4 Lámpara que se apagan, esperanza que se enciende: la aurora Lámparas que se encienden, esperanzas que se apagan: la noche 11 Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana, Procura ser féliz hoy. Coge una ánfora de vino, Siéntate a la luz de la luna y bebe, Mientras te dices que quizas mañana te busque en vano, El astro de la noche. 15 ¿Sabes lo que te puede acontecer mañana? Ten confanza, pues, de lo contrario no dejará el infortunio de justificar tus temores. No te apegues a nada, No interrogues los libros ni a los hombree: El destino es inescrutable. 18 La verdad y el error, la certeza y la duda, No son sino palabras huecas como pompas de jabón. Iridisadas o grises, estas burbujas son la imagen fiel de nuestras vidas. 19 Todo el mundo quisiera marchar por la senda del conocimiento. Unos la buscan afanosamente; Otros dicen haberla encontrado ya. Mas undía una voz clamará: ‘no hay ruta , ni sendero’. 53 ¿Piensas en tus antepasados? Son polvo con el polvo confundidod. ¿Hablas de tus méritos? Mírame sonreir. Toma esta ánfora y bebamos escuchando sin inquietudes, El vasto silencio del universo