RED PENAL INTERNACIONAL Pensar la Paz, Educar para la Paz, Construir la Paz Informe Whitaker Informe revisado y actualizado sobre la cuestión de la prevención y sanción del crimen de genocidio VERSIÓN EN ESPAÑOL Traducción realizada en el marco de la cátedra de Derecho Penal Internacional Profundizado (UBA) del Dr. FREILER, Eduardo, la cual forma parte de la plataforma académica Red de Derecho Penal Internacional. 1 http://www.redpenalinternacional.org/ INFORME WHITAKER Comisión de Derechos Humanos del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas Subcomisión de Prevención de la Discriminación y Protección de las Minorías Trigésimo octavo período de sesiones, Ítem 4 de la agenda provisional, E/CN.4/Sub.2/1985/6 – 2 de julio de 1985 REVISIÓN DE LOS NUEVOS ACONTECIMIENTOS EN LAS ESFERAS QUE HAN PREOCUPADO A LA SUBCOMISIÓN Informe revisado y actualizado sobre la cuestión de la prevención y sanción del crimen de genocidio Preparado por el Sr. B. Whitaker Traducción de Pérez Marín, Natalia1 La presente es una traducción no oficial del informe Whitaker, realizado en el marco de la cátedra de Penal Internacional Profundizado (UBA) del Dr. Eduardo Freiler, la cual integra la Red de Derecho Penal Internacional. El texto publicado es de exclusiva responsabilidad de la autora y no expresa necesariamente la opinión de las organizaciones a las que pertenece. 1 Natalia Pérez Marín actualmente se desempeña como auxiliar en la Universidad de Buenos Aires en las asignaturas Derecho Penal Internacional Profundizado y Fuentes del Derecho Internacional. Fue Becaria por la University of Central Arkansas en la Conferencia Leaders of the World 2015. Participa en actividades de investigación UBACyT y DeCyT. Investigadora en el área de Cárceles y Políticas Penitenciarias en el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP). Miembro de la ONG suiza Track Impunity Always (TRIAL) en actividades de investigación y traducción. E-mail: [email protected] 2 ÍNDICE Parágrafos Página PREFACIO 5 INTRODUCCIÓN 1-13 6 PARTE I: ESTUDIO HISTÓRICO 14-24 7 (A) El crimen de genocidio y el propósito de este estudio 14-16 7 (B) El concepto de genocidio 17-24 8 (A) La Convención 25-68 25-28 11 11 29-68 29 30-31 32-33 34-37 38-39 40-42 43-46 47-49 50-54 55-59 60-61 62-64 17 17 17 17 19 21 21 22 24 25 28 31 36 65-68 39 69-91 69-70 40 40 PARTE II: (B) Análisis de la Convención 1. La extensión de la destrucción de un grupo 2. Los grupos protegidos 3. Genocidio cultura, etnocidio y ecocidio 4. Grupos políticos 5. La intención 6. Actos punibles 7. Apartheid 8. Propaganda en favor del Genocidio 9. Culpabilidad y órdenes del superior 10. Aplicación 11. La cuestión de la limitación temporal 12. Extradición 13. Exhorto a las Naciones Unidas a tomar acciones PARTE III: PROGRESO FUTURO: FORMAS POSIBLES DE AVANZAR (A) Ratificación 3 (B) Futuras opciones (C) Propuestas 1. Prevención 2. Alerta temprana 3. Un organismo internacional para hacer frente al Genocidio 4. Un Tribunal o Corte Internacional de Derechos Humanos (D) Conclusiones PARTE IV: LISTA DE RECOMENDACIONES 71-77 78-90 78-92 83-84 41 43 45 46 85 46 86-90 91 48 49 92 49 4 Prefacio “’Lo que soy no es importante, si vivo o mueroque es lo mismo para mí, lo mismo para ti. Lo que hacemos es importante. Esto es lo que he aprendido. No es lo que somos, sino lo que hacemos’, Dice un niño en el exilio, uno de una familia Una vez feliz en su tamaño. Ahora hay cuatro Estudiantes de la calamidad, graduados de la hambruna, Aquellos a quienes la geografía condena a la guerra…” -James Fenton: Niños en el Exilio [James Fenton (b.1949). Niño en el exilio. Poemas (Edimburgo: Salamander Press, 1983) pág. 24] 5 INTRODUCCIÓN: MANDATO Y PREPARACIÓN DEL INFORME 1. Este reporte es un proyecto, preparado conforme la Resolución del Consejo Económico y Social 1983/33, del 27 de mayo de 1983, por medio de la cual el Consejo solicitó a la subcomisión “nombrar a uno de sus miembros como Relator Especial con el mandato de revisar en su conjunto y actualizar el estudio sobre la prevención y sanción del crimen de Genocidio, teniendo en cuenta las opiniones expresadas por los miembros de la Subcomisión y la Comisión de Derechos Humanos, así como también las respuestas de los gobiernos, organismos especializados y otras organizaciones del sistema de las Naciones Unidas, las organizaciones regionales y las organizaciones no gubernamentales a un cuestionario preparado por el Relator Especial”. En su decisión 1983/2, la Subcomisión decidió nombrar al Sr. Benjamín Whitaker para llevar a cabo el estudio sobre la revisión y actualización. Antecedentes del estudio de la cuestión de la prevención y sanción del delito de genocidio (E/CN.4/Sub.2/416) 2. En la segunda parte de su primer período de sesiones, la Asamblea General afirmó en su resolución 96 (I) del 11 de diciembre de 1946, que el genocidio es un crimen del derecho internacional condenado por las naciones civilizadas y que aquellos culpables de haberlo cometido podían ser castigados sin importan quienes fueran ni la razón por la que lo hubiesen hecho. La Asamblea invitó a los Estados Miembros a promulgar las leyes necesarias para la prevención y castigo de tal crimen y recomendó que la cooperación intersectorial debiera ser organizada con ese propósito. La Asamblea solicitó al Consejo Económico y Social llevar a cabo los estudios que sean necesarios con miras a elaborar un proyecto de convención sobre el crimen de genocidio. La Convención para la prevención y sanción del crimen de Genocidio fue aprobada por la Asamblea General en su resolución 260 A (III) del 9 de diciembre de 1948, y entró en vigor el 12 de enero de 1951. 3. En la resolución 1420 (XLVI) del 6 de junio de 1969, el Consejo Económico y Social aprobó la decisión adoptada por la Subcomisión de Prevención de la Discriminación y Protección de las Minorías en su resolución 8 (XX) para llevar a cabo un estudio sobre la prevención y sanción del delito de genocidio. El Consejo autorizó a la subcomisión a designar Relator Especial para realizar el estudio y la “Resolución Nro. 1de la Subcomisión” (XXIV), del 18 de agosto de 1971, designó al Sr. Nicodème Ruhashyankiko, un nacional de Rwanda que además era parte de la Subcomisión, como su Relator Especial. 6 4. El Sr. Ruhashyankiko presentó a la Subcomisión un informe preliminar y tres reportes sobre su progreso en 1973, y su estudio durante el trigésimo primer período de sesiones en 1978. 5. La Subcomisión expresó su agradecimiento para con el Relator Especial y transmitió su estudio a la Comisión de Derechos Humanos con la recomendación de darle la mayor difusión posible. La Comisión, en su trigésimo quinto período de sesiones en 1979, aprobó lo decidido por la Subcomisión en su decisión 9 (XXXV) del 14 de marzo de 1979. 6. Este estudio anterior figura en el documento E/CN.4/sub.2/416, con fecha del 4 de julio de 1978 está disponible para su consulta. PARTE I: ESTUDIO HISTÓRICO A. El crimen de genocidio y el propósito de este estudio 14. El genocidio es el crimen máximo y la más grave violación a los Derechos Humanos que se puede cometer. En consecuencia, es difícil concebir alguna responsabilidad más grande para la comunidad internacional y los organismos de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que llevar a cabo todas las medidas posibles que puedan ser eficaces para prevenir y castigar el genocidio a fin de disuadir su comisión. 15. Se ha dicho con razón que la gente que no aprende de la historia, está condenada a repetirla. Esta creencia sustenta gran parte del trabajo de las Naciones Unidas en Derechos Humanos. Con el fin de prescribir los remedios óptimos para prevenir futuros genocidios, puede ser una ayuda positiva diagnosticar casos anteriores en miras a analizar su causa junto con las lecciones que la comunidad internacional puede aprender de las historias de estos eventos. 16. El genocidio es una amenaza constante a la paz, y es esencial ejercer la mayor responsabilidad cuando se habla de un tema tan emotivo. Ciertamente, no es la intención de este estudio comentar sobre política o despertar la amargura o sentimientos de venganza. El propósito y la esperanza de este estudio es exactamente lo contrario: disuadir a la violencia futura mediante el fortalecimiento de la responsabilidad y los remedios colectivos internacionales. Se socavaría este fin, además de violar la verdad histórica y la integridad de los estudios de las Naciones Unidas, si alguien culpable de genocidio creería que la preocupación internacional podría ser evitada o los 7 registros históricos cambiados por la presiones políticas u otras. Si ese intento tuviese éxito, serviría para alentar a aquellos en el futuro que puedan estar contemplando crímenes similares. Igualmente, es necesario advertir que nada en estos acontecimientos históricos debe ser utilizado para proveer una excusa para la violencia o la venganza: este estudio es una advertencia dirigida contra la violencia. Su objetivo es disuadir el terrorismo o los asesinatos a cualquier escala, y fomentar el entendimiento y la reconciliación. El escrutinio de la opinión pública y un reconocimiento honesto de la verdad sobre los dolorosos eventos pasados han sido un punto de partida para una base de la reconciliación como por ejemplo en la Alemania de posguerra, lo que contribuirá a lograr un futuro más seguro para la humanidad. B. El concepto de genocidio 17. Entre todos los Derechos Humanos, la primacía del derecho a la vida es unánime por su carácter pre-eminente y esencial: es una condición sine qua non de todos los demás Derechos Humanos (aparte de la propia reputación póstuma), que dependen para su potencial existencia de la preservación de la vida. Además, cada derecho puede sobrevivir sólo como consecuencia del ejercicio de las responsabilidades. El derecho de una persona o de una población a no ser asesinados o ser librados a su suerte depende de la obligación recíproca de otras personas de brindar protección y ayuda para advertirlo. El concepto de esta responsabilidad e interdependencia moral en las sociedades humanas recibió en los últimos tiempos un creciente reconocimiento y afirmación internacional. Por ejemplo, respecto los casos de hambruna en otros países, los Estados Parte del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales reconocieron “el derecho fundamental de toda persona de estar protegida contra el hambre” y han asumido la responsabilidad de tomar “individualmente y a través de la cooperación internacional” las medidas necesarias para “asegurar una equitativa distribución de los alimentos mundiales en relación a las necesidades” [1]. El núcleo del derecho a no morir de hambre es un corolario del derecho a no ser asesinado, conforme con el cual se reconoce que la obligación de salvaguardar la vida no es sólo extensible a los propios individuos o grupos del propio gobierno sino de toda la comunidad internacional. 18. Los problemas más graves se presentan cuando el cuerpo responsable de amenazar y causar la muerte es –o está en complicidad- con el Estado mismo [2]. Las potenciales víctimas en estos casos necesitan protección individual y colectiva de su propio Gobierno, para protegerse de él. Los grupos sujetos al exterminio tienen el derecho a recibir algo que sea más de ayuda que lágrimas y condolencias del resto del mundo. La acción bajo la Carta de Naciones 8 Unidas está, en efecto, específicamente autorizada por la Convención para la Prevención y Protección del Crimen de Genocidio, y podría ser en su caso dirigida –por ejemplo- a incluir a la administración fiduciaria de las Naciones Unidas. Incluso, los Estados tienen la obligación de no cometer genocidio, además de prevenir y sancionar violaciones al crimen por otros; y, en casos de fracasar en este sentido, la Convención de 1948 reconoce que la intervención puede estar justificada para evitar o reprimir tales actos y castigar a los responsables “sea que se trate de gobernantes, funcionarios públicos o particulares”. 19. La Convención sobre el Genocidio fue adoptada por unanimidad por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 9 de diciembre de 1948 y, por lo tanto, precedió por un solo día a la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Mientras la palabra “genocidio” es un neologismo relativamente reciente para un viejo crimen [3], el preámbulo de la Convención señala que “en todos los períodos de la historia el genocidio ha infligido grandes pérdidas a la humanidad, y convencidas de que para liberar a la humanidad de un flagelo tan odioso se necesita de la cooperación internacional”. 20. A lo largo de la historia de la humanidad, la guerra ha sido la causa predominante o pretexto para las masacres de grupos nacionales, étnicos, raciales o religiosos. La guerra en épocas antiguas y clásicas tenía como objetivo exterminar, mas no, esclavizar a otros pueblos. La intolerancia religiosa también pudo ser un factor determinante: en las guerras religiosas de la Edad Media, así como en los lugares del Antiguo Testamento, donde algunos genocidios fueron sancionados por las Sagradas Escrituras. El siglo XX ha visto ejemplos de “guerras totales” que implicaron la destrucción de poblaciones civiles, para las cuales el desarrollo de las armas nucleares construye una matriz para mayores conflictos futuros. En la era nuclear, de hecho, la conclusión lógica de esto puede ser un “omnicidio”. 21. El genocidio, en particular en los pueblos indígenas, con frecuencia ha sucedido como consecuencia del colonialismo, el racismo y los prejuicios étnicos, siendo éstos comúnmente factores preponderantes. En algunos casos las fuerzas de ocupación mantuvieron su autoridad por el terror de la perpetua amenaza de una masacre [5]. Los ejemplos podrían producirse ya sea en casa o en el extranjero: los ingleses, verbigracia, masacraron a la población nativa de Irlanda, Escocia y Gales con el fin de disuadir a la resistencia y “limpiar” la tierra de ataques, y los británicos también casi exterminaron completamente a los indígenas cuando colonizaron Tasmania en una fecha tan tardía como el inicio del siglo XIX. África, Oceanía y las Américas fueron testigos de numerosos otros ejemplos. El efecto del genocidio puede lograrse de diferentes formas: hoy en día, la explotación económica insensible puede amenazar la extinción de pueblos indígenas que aún sobreviven. 9 22. Pero el genocidio, lejos de ser solo una materia de estudio histórico, es una aberración que también es un peligro para la civilización moderna. No hay evidencia más fuerte que el problema del genocidio –lejos de retroceder- ha crecido en relevancia contemporánea es el hecho de que el ejemplo más grave documentado de este crimen se encuentra entre los más recientes, y además se produjo en el llamado mundo desarrollado. Los sucesivos avances en el poderpara-matar evidencian que la necesidad de una acción internacional contra el genocidio es ahora más urgente que nunca. Se ha estimado que durante el holocausto Nazi en Europa se sacrificaron cerca de 6 millones de judíos, 5 millones de protestantes, 3 millones de católicos y medio millón de gitanos. Esto fue el producto no de una guerra internacional, sino de una política de Estado de asesinatos en masa que ha sido denominada “una destrucción estructural y sistemática de personas inocentes por el aparato burocrático del Estado” [6]. La intención nazi de destruir determinadas naciones, razas, grupos sexuales, clases y oponentes políticos como un plan premeditado se manifestó incluso antes de la Segunda Guerra Mundial. La guerra más tarde ofreció a los líderes alemanes Nazis una oportunidad para extender su política desde su propio país hacia los pueblos de la Polonia ocupada, partes de la Unión Soviética y en otros lugares, con una intención de germanizar sus territorios. La “solución final” incluyó un “genocidio de acción retardada” (como lo evidencio el juicio de Nuremberg) dirigido a destruir el futuro biológico de los grupos a través de la esterilización, castración, el aborto y el traslado forzoso de sus hijos [7]. El término genocidio, como también su concepto como un crimen internacional, fue utilizado por primera vez de forma oficial en el posterior Tribunal Militar de Nuremberg. La acusación formal del 8 de octubre de 1945 del los principales criminales de guerra alemanes incluía contra los acusados: “Conducción deliberada” [8] El alegato de clausura del Fiscal británico declaró que: “El genocidio no se limitó a la exterminación…” [9] 23. Los dos gobiernos alemanes presentes han sido inquebrantables en su reconocimiento y condena de tales actos culpables en sus esfuerzos para protegerse de una repetición de los hechos o del Nazismo. El gobierno de la República Federal de Alemania había declarado que se tomarán acciones oficiales para enjuiciar a aquellas personas que tratan de negar la verdad sobre los crímenes Nazis, sin la necesidad de una denuncia de algún miembro de la sociedad. El presidente von Weizsacker en un franco discurso reciente al Bundestag (Nota de la T: parlamento alemán) dejó en claro su creencia de 10 que sus compatriotas debían haber sabido de la situación de los judíos durante la guerra: “El genocidio judío no tiene ejemplo alguno en la historia… al final de la guerra, toda la verdad inefable del holocausto emergió. Muchos dijeron que no sabían nada, o que sólo tenían una idea de ello. No hay culpabilidad o inocencia de todo un pueblo porque la culpabilidad, al igual que la inocencia, no es colectiva sino individual. Todos aquellos que vivieron aquella época con plena conciencia deberían preguntarse hoy a sí mismos, en silencio, sobre su participación” [10]. 24. Toynbee señaló que las características distintivas del siglo XX en la evolución del desarrollo del genocidio “son que es cometido a sangre fría por un deliberado consentimiento de los titulares del poder político despótico, y que los autores de genocidio emplean todos los recursos de la tecnología y organización actual para hacer efectivas sus masacres sistemáticas planeadas [11]. La aberración Nazi por desgracia no ha sido el único caso de genocidio en el siglo XX. Otros ejemplos que se pueden incluir en la calificación son la masacre alemana de Hereros en 1904 [12], la masacre armenia por parte de los Otomanos entre 1915 y 1916 [13], el pogromo ucraniano de judíos en 1919 [14], la masacre Tutsi por parte de los Hutus de Burundi en 1965 y 1972 [15], la masacre paraguaya de los indios Ache antes de 1974 [16], la masacre de los Jémeres Rojos en Camboya entre 1975 y 1978 [17], y las matanzas contemporáneas iraníes de los Baha’is [18]. El Apartheid es tratado de forma separada en los párrafos 43-46 a continuación. Un número de otros casos puede ser sugerido. Podría parecer pedante argumentar que algunos asesinatos en masa no son legalmente genocidio, pero por otro lado, podría ser contraproducente devaluar al genocidio a través de la saturación del uso de la definición. PARTE II. LA CONVENCIÓN PARA LA PREVENCIÓN Y SANCIÓN DEL CRIMEN DE GENOCIDIO A. La Convención del 9 de diciembre de 1948 25. A raíz de las atrocidades Nazis, la Convención contra el Genocidio proporciona una definición permanente por parte del concepto de “crímenes de lesa humanidad” contenida en los principios de Nuremberg, la cual era una extensión de la jurisdicción penal internacional en relación a los crímenes de guerra. La Convención, que pretendía codificar un principio fundamental para la civilización, además extendió la responsabilidad por tales crímenes a los tiempos de paz, y no sólo a los tiempos de guerra [19]. 11 26. En su primera sesión en 1946, las Naciones Unidas aprobaron de forma unánime dos resoluciones: la Resolución 95 (I), la cual afirmaba los principios del derecho internacional reconocidos por el Estatuto del Tribunal de Nuremberg y los fallos del Tribunal. Además, el 11 de diciembre de 1946, la Asamblea de las Naciones Unidas adoptó la Resolución 96 (I), que dice lo siguiente: “El genocidio es una negación del derecho de existencia a grupos humanos enteros, de la misma manera que el homicidio es la negación a un individuo humano del derecho a vivir: tal negación del derecho a la existencia conmueve la conciencia humana, causa una gran pérdida a la humanidad en el aspecto cultural y otras contribuciones representadas por estos grupos humanos, y es contrario a la ley moral y al espíritu y los objetivos de las Naciones Unidas. Muchos ejemplos de tales crímenes de genocidio han ocurrido cuando grupos raciales, religiosos o políticos han sido destruidos parcial o totalmente. El castigo del crimen de genocidio es un asunto de preocupación internacional. La Asamblea General, por lo tanto, Afirma que el genocidio es un crimen del Derecho Internacional que el mundo civilizado condena y por el cual los autores y sus cómplices deberán ser castigados, ya sean estos individuos particulares, funcionarios públicos o estadistas y el crimen que haya cometido sea por motivos religiosos, raciales o políticos, o de cualquier otra naturaleza. Invita a los Estados que son Miembros de las Naciones Unidas, a promulgar las leyes necesarias para la prevención y castigo de este crimen. Recomienda que se organice la cooperación internacional entre los Estados, con el fin de facilitar la rápida prevención y castigo del crimen de genocidio y, con este fin, Solicita del Consejo Económico y Social que emprenda los estudios necesarios a fin de preparar un proyecto de convenio sobre el crimen de genocidio, para que sea sometido a la Asamblea General en su próxima sesión ordinaria”. 27. En la primera parte del primer período de sesiones de la Asamblea General, el proyecto de convención preparado por el Comité Ad Hoc fue remitido a la Sexta Comisión. La Sexta Comisión examinó el proyecto artículo por artículo, así como las modificaciones presentadas desde su 63º reunión hasta la 69º, desde la 71º a la 81º, desde la 91º a la 110º y desde la 12 128º hasta la 134º. El proyecto de convención revisado por la Sexta Comisión junto con ciertas modificaciones que no habían sido aceptadas por el Comité, fue considerado por la Asamblea General en sus reuniones 178º y179º. En su Resolución 260 A (III) del 9 de diciembre de 1948, la Asamblea General, reunida en París, aprobó por unanimidad la Convención para la Prevención y Sanción del Crimen de Genocidio, la cual fue adjuntada a la resolución, y la propuso para la firma y ratificación o adhesión de los Estados Miembros de conformidad con su artículo XI. Posteriormente, la Convención entró en vigor el 12 de enero de 1951, según su artículo XIII. 28. Las disposiciones de la Convención son las siguientes: Las Partes Contratantes, Considerando que la Asamblea General de las Naciones Unidas, por su Resolución 96 (I) del 11 de diciembre de 1946, ha declarado que el genocidio es un crimen del derecho internacional contrario al espíritu y a los fines de las Naciones Unidas y que el mundo civilizado condena, Reconociendo que en todos los períodos de la historia el genocidio ha infligido grandes pérdidas a la humanidad, Convencidas de que para liberar a la humanidad de un flagelo tan odioso se necesita la cooperación internacional, Convienen lo siguiente: Artículo I Las Partes contratantes afirman que el genocidio, ya sea cometido en tiempos de paz o en tiempos de guerra, es un delito del derecho internacional que ellas se comprometen a prevenir y sancionar. Artículo II En la presente Convención, se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) Matanza de miembros del grupo; b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo. 13 Artículo III Serán castigados los actos siguientes: a) El genocidio; b) La asociación para cometer genocidio; c) La instigación directa y pública a cometer genocidio; d) La tentativa de genocidio; e) La complicidad en el genocidio. Artículo IV Las personas que hayan cometido genocidio o cualquiera de los otros actos enumerados en el artículo III, serán castigadas, ya se trate de gobernantes, funcionarios o particulares. Artículo V Las Partes contratantes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus Constituciones respectivas, las medidas legislativas necesarias para asegurar la aplicación de las disposiciones de la presente Convención, y especialmente a establecer sanciones penales eficaces para castigar a las personas culpables de genocidio o de cualquier otro de los actos enumerados en el artículo III. Artículo VI Las personas acusadas de genocidio o de uno cualquiera de los actos enumerados en el artículo III, serán juzgadas por un tribunal competente del Estado en cuyo territorio el acto fue cometido, o ante la corte penal internacional que sea competente respecto a aquellas de las Partes contratantes que hayan reconocido su jurisdicción. Artículo VII A los efectos de extradición, el genocidio y los otros actos enumerados en el artículo III no serán considerados como delitos políticos. Las Partes contratantes se comprometen, en tal caso, a conceder la extradición conforme a su legislación y a los tratados vigentes. Artículo VIII Toda Parte contratante puede recurrir a los órganos competentes de las Naciones Unidas a fin de que éstos tomen, conforme a la Carta de las Naciones Unidas, las medidas que juzguen apropiadas para la prevención y la represión de actos de genocidio o de cualquiera de los actos enumerados en el artículo III. 14 Artículo IX Las controversias entre las Partes contratantes, relativas a la interpretación, aplicación o ejecución de la presente Convención, incluso las relativas a la responsabilidad de un Estado en materia de genocidio o en materia de cualquiera de los otros actos enumerados en el artículo III, serán sometidas a la Corte Penal Internacional de Justicia a petición de una de las partes en controversia. Artículo X La presente Convención, cuyos textos en inglés, chino, español, francés y ruso serán igualmente auténticos, llevará la fecha de 9 de diciembre de 1948. Artículo XI La presente Convención estará abierta hasta el 31 de diciembre de 1949 a la firma de todos los Miembros de las Naciones Unidas y de todos los Estados no miembros a quienes la Asamblea General haya dirigido una invitación a este efecto. La presente Convención será ratificada y los instrumentos de ratificación serán depositados en la Secretaría General de las Naciones Unidas. A partir del 1º de enero de 1950, será posible adherir a la presente Convención en nombre de todo Miembro de las Naciones Unidas y de todo Estado no miembro que haya recibido la invitación arriba mencionada. Los instrumentos de adhesión serán depositados en la Secretaría General de las Naciones Unidas. Artículo XII Toda Parte contratante podrá, en todo momento, por notificación dirigida al Secretario General de las Naciones Unidas, extender la aplicación de la presente Convención a todos los territorios o a uno cualquiera de los territorios de cuyas relaciones exteriores sea responsable. Artículo XIII En la fecha en que hayan sido depositados los veinte primeros instrumentos de ratificación o de adhesión, el Secretario General levantará un acta y transmitirá copia de dicha acta a todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas y a los Estados no miembros a que se hace referencia en el artículo XI. 15 La presente Convención entrará en vigor el nonagésimo día después de la fecha en que se haga el depósito del vigésimo instrumento de ratificación o de adhesión. Toda ratificación o adhesión efectuada posteriormente a la última fecha tendrá efecto el nonagésimo día después de la fecha en que se haga el depósito el instrumento de ratificación o de adhesión. Artículo XIV La presente Convención tendrá una duración de diez años a partir de su entrada en vigor. Permanecerá después en vigor por un período de cinco años; y así sucesivamente, respecto de las Partes contratantes que no la hayan denunciado por lo menos seis meses antes de la expiración del plazo. La denuncia se hará por notificación escrita dirigida al Secretario General de las Naciones Unidas. Artículo XV Sí, como resultado de las denuncias, el número de las Partes en la presente Convención se reduce a menos de dieciséis, la Convención cesará de estar en vigor a partir de la fecha en que la última de esas denuncias tenga efecto. Artículo XVI Una demanda de revisión de la presente Convención podrá ser formulada en cualquier tiempo por cualquiera de las Partes contratantes, por medio de notificación escrita dirigida al Secretario General. La Asamblea General decidirá respecto a las medidas que deban tomarse, si hubiere lugar, respecto a tal demanda. Artículo XVII El Secretario General de las Naciones Unidas notificará a todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas y a los Estados no miembros a que se hace referencia en el artículo XI: a) Las firmas, ratificaciones y adhesiones recibidas en aplicación del artículo XI; b) Las notificaciones recibidas en aplicación del artículo XII; c) La fecha en la que la presente Convención entrará en vigor en aplicación del artículo XIII; d) Las denuncias recibidas en aplicación del artículo XIV; e) La abrogación de la Convención, en aplicación del artículo XV; f) Las notificaciones recibidas en aplicación del artículo XVI. 16 Artículo XVIII El original de la presente Convención será depositado en los archivos de las Naciones Unidas. Una copia certificado será dirigida a todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas y a los Estados no miembros a que se hace referencia en el artículo XI. Artículo XIX La presente Convención será registrada por el Secretario General de las Naciones Unidas en la fecha de su entrada en vigor. B. Análisis de la Convención 1. La extensión de la destrucción de un grupo: 29. El genocidio no tiene por qué implicar la destrucción de todo un grupo. El argumento es respecto de si un ataque que afecta a la mitad de un pequeño grupo se aproxima más a un genocidio que una masacre que afecta sólo a una décima parte de un grupo mayor de varios millones de personas. La escala proporcional relativa de la destrucción o de la amenaza de destrucción de un grupo, por cualquiera de los medios indicados en los artículos II y III de la Convención, es sin dudas una evidencia fuerte para probar la intención de destruir a un grupo, en su totalidad o en parte. “En parte” parecería implicar un número razonablemente importante en relación al total del grupo en su conjunto, o bien una parte importante de un grupo como su liderazgo. Por otra parte, se ha instado a que, dado el mens rea de la intención, la Convención debería ser interpretada como aplicable a los casos de “genocidio individual”, donde una sola persona fue víctima de cualquiera de tales actos [20], aunque estrictamente incluso hasta una interpretación minimalista requiere prueba de más de una víctima, ya que el plural es usado constantemente a lo largo del artículo II desde el inciso a) al e). A fin de que la gravedad del concepto de genocidio no sea devaluada o diluida por la saturación de los casos como resultado de una interpretación demasiado amplia, el actual Relator Especial sugiere que las consideraciones tanto de la escala proporcionada y de los números totales son relevantes. Otros ataques y asesinatos, por supuesto, siguen siendo crímenes atroces, incluso si caen fuera de la definición de genocidio. 17 2. Los grupos protegidos: 30. La falta de claridad sobre qué grupos son los protegidos –y cuáles no-, ha hecho a la Convención menos eficaz que popularmente entendida, como debería ser. La Convención de 1948 enumera a los grupos protegidos como “grupos nacionales, étnicos, raciales o religiosos”, sin definir tales términos [21]. Diferentes opiniones han sido expresadas respecto de en qué medida los términos los grupos “nacionales” o “étnicos” incluyen a las minorías. La política Nazi era también para exterminar al grupo sexual minoritario de los homosexuales. Es recomendado que la definición debiera ser ampliada para incluir un grupo sexual, tales como las mujeres, los hombres o los homosexuales. Un grupo de víctimas, de hecho, podría constituirlo cualquier minoría o mayoría en un país, como los Hutus en Burundi. Parte de la asistencia puede ser inminente de la Subcomisión, la cual recibió el mandato de la Comisión de Derechos Humanos para examinar y proponer una definición de minoría. 31. Es de destacar que la definición no excluye los casos donde las víctimas son parte del propio grupo de quien lo lleva a cabo. El Relator de las Naciones Unidas sobre los asesinatos en masa en Camboya calificó a esta masacre como un “auto-genocidio”, término que implica la destrucción masiva interna de una parte significante de los miembros de su propio grupo (E/CN.4/Sr.1510). 3. Genocidio cultural, etnocidio y ecocidio 32. Al menos un experto ha argumentado que la preservación futura y la existencia de las minorías está insuficientemente protegida por la Convención ya que su texto final no incluía ninguna referencia al “genocidio cultural” [22]. El Comité Ad-Hoc, durante la preparación de la Convención, había propuesto incluir una disposición en el proyecto del artículo III, especificando los siguientes actos como ejemplos de constituir genocidio cultural: “Cualquier acto deliberado cometido con la intención de destruir el idioma, la religión o la cultura de un grupo nacional, racial o religioso, por motivos de de origen nacional o étnico o creencias religiosas, tales como: 1. Prohibir el uso de la lengua del grupo en el trato diario o en las escuelas, o la impresión o circulación de publicaciones en el idioma del grupo; 2. Destruir o impedir el uso de bibliotecas, museos, escuelas, monumentos históricos, lugares de culto” [23]. Los partidarios de tal concepto argumentaron que un grupo podía ser suprimido a través de la extinción de sus rasgos específicos, así también como su destrucción física. Sin embargo, en el transcurso de los debates en el seno de la Sexta Comisión, se decidió no incluir ninguna disposición sobre el 18 genocidio cultural en el texto final de la Convención, en razón de que tal disposición era ineludiblemente vaga e invitaría al riesgo de la interferencia política en los asuntos internos de los Estados, y que la protección de la cultura de las minorías debería ser responsabilidad de otros organismos internacionales. 33. No obstante, algunos miembros de la Subcomisión han propuesto que la definición de genocidio debe ser ampliado para incluir el genocidio cultural o “etnocidio”, y también el “ecocidio”: alteraciones adversas, a menudo irreparables al medio ambiente –por ejemplo, a través de explosiones nucleares, las armas químicas, la contaminación grave y la lluvia ácida, o la destrucción de la selva tropical- que amenazan la existencia de poblaciones enteras, ya sea deliberadamente o por negligencia [24]. Los grupos indígenas son muy a menudo las víctimas silenciosas de tales acciones. El Estudio sobre las Poblaciones Indígenas (E/CN.4/Sub.2/1983) hizo hincapié en la necesidad de atención especial y urgente a los “casos de destrucción física de las comunidades indígenas (genocidio) o la destrucción de las culturas indígenas (etnocidio)”. El caso de las adiciones propuestas ha sido reforzado por la creciente atención prestada por parte de los órganos de las Naciones Unidas a los derechos de los pueblos indígenas, incluido el establecimiento de un Grupo de Trabajo de la Subcomisión. Otras opiniones han sostenido que genocidio cultural y el ecocidio son crímenes de lesa humanidad, en lugar de genocidio. Además, se debe considerar a esta cuestión, incluyendo si no hay consenso, la posibilidad de formular un protocolo facultativo. 4. Los grupos políticos 34. Un número considerable de comentaristas de la Convención también han criticado la omisión de proteger a los grupos políticos, económicos, sexuales o sociales, a pesar de las inclusión de los ejemplos de genocidio citados en la resolución 96/1 de la destrucción de “grupos raciales, religiosos, políticos y de otros grupos” [25]. 35. Luego de un amplio debate, la Sexta Comisión decidió no incluir a los grupos políticos entre los protegidos por la Convención [26]. La oposición a la propuesta fue llevada con fuerza por el representante de la Unión Soviética. Los argumentos contra la inclusión de los grupos políticos eran, en esencia, que: (a) un grupo político no tenía características estables, permanentes y claras, por lo que no constituían una agrupación inevitable y homogénea, basándose en la voluntad de sus miembros y no en factores independientes a esa voluntad; 19 (b) la inclusión de los grupos políticos excluiría la aceptación de la Convención por el mayor número posible de Estados y la aceptación de una jurisdicción universal, ya que implicaría a las Naciones Unidas en las luchas políticas internas de cada país; (c) tal inclusión crearía dificultades para el establecimiento de legislaciones por parte de los Gobiernos en sus acciones preventivas contra los elementos subversivos; (d) la protección de los grupos políticos plantearía la cuestión de la protección en virtud de la Convención para los grupos económicos [27] y profesionales; y (e) la protección de los grupos políticos y otros grupos debe ser garantizada fuera de la Convención, bajo la legislación nacional y en la Declaración Universal de Derechos Humanos. 36. En apoyo a la inclusión de los grupos políticos fue y es argumentado que es lógico y justo que sean tratados como los grupos religiosos, una marca distintiva de ambos tipos de grupo es que son las creencias comunes las que unen a sus miembros. Ejemplos específicos tomados de la reciente historia del Nazismo prueban que los grupos políticos son perfectamente identificables y, dada la persecución de la que fueron sujetos en eras de conflictos ideológicos, su protección es esencial. Durante el debate, el representante de Francia proféticamente argumentó que “mientras en el pasado los crímenes de genocidio habían sido cometidos por motivos raciales o religiosos, estaba claro que en el futuro serían cometidos principalmente por motivos políticos”, y éste punto de vista recibió un fuerte apoyo de otros representantes. En una era de la ideología, la gente es asesinada por razones ideológicas [28]. Muchos observadores encuentran dificultades en entender por qué los principios que inspiran la Convención no serían igualmente aplicables a los asesinatos en masa destinados a exterminar, por ejemplo, comunistas o kulaks. Además, en algunos casos de horrenda masacre no es fácil determinar cuál de los superpuestos actores políticos, económicos, nacionales, raciales, étnicos o religiosos fue el determinante. Es decir, por tomar dos ejemplos, el crimen de Apartheid ¿es principalmente racial, político o económico? O ¿fue el selectivo genocidio en Burundi intrínsecamente político o étnico en su intención? Muchos de los genocidios tienen al menos algún tinte político, y un considerado número de los asesinatos en masa por parte de los Nazis eran políticos. Se ha argumentado que dejar a los grupos políticos y otros grupos fuera de la supuesta protección de la Convención ofrece una amplia y peligrosa escapatoria que permite a cualquier grupo designado ser exterminado, aparentemente bajo la excusa de que es por razones políticas [29]. 20 37. Una posible solución al problema de los asesinatos de grupos políticos o de otros grupos que se consideraría en ausencia de consenso, sería incluir esta disposición en un protocolo facultativo adicional. 5. La Intención 38. Es el elemento de la intención de destruir a un grupo determinado total o parcialmente lo que eleva a los delitos de asesinato en masa y de lesa humanidad para calificar como el crimen especial de genocidio. Una condición esencial es proporcionada por las palabras “como tal” en el artículo II, lo que establece que, a fin de caracterizar como genocidio a los crímenes contra varios individuos deben ser dirigidos a la colectividad o contra ellos en su carácter o capacidad colectiva. Por otro lado, los motivos no son mencionados como relevantes. 39. La prueba de este elemento de la intención subjetiva es mucho más difícil de aportar que una prueba objetiva. No todos los regímenes genocidas son propensos a ser tan bien documentados como lo fue el Nazi. Se sugiere que un tribunal debe ser capaz de inferir la intención necesaria desde las pruebas suficientes, y que en algunos casos eso incluiría las acciones u omisiones de tal grado de negligencia o imprudencia que el acusado debe asumir razonablemente haber tenido conocimiento de las consecuencias de su conducta. Sobre la excepción de las órdenes del superior se aborda más adelante infra, desde el parágrafo 51. 6. Actos punibles 40. Las conductas contenidas en los artículos II y III de la Convención para ser punible como genocidio consisten alusivamente en la comisión de ciertas acciones. Sin embargo, resultados similares al artículo II (b) y (c) –por ejemplo-, pueden ser conseguidos por un actuar consciente de omisión. En ciertos casos, el abandono calculado o la negligencia puede ser suficiente para destruir a un grupo designado en su totalidad o parcialmente, verbigracia, a instancias del hambre o la enfermedad. 41. Por lo tanto, el Relator Especial propone que debería añadirse al final del artículo II de la convención palabras tales como: “en cualquiera de las conductas anteriores, un acto consciente o actos de omisión intencionada pueden ser tan culpables como un acto de comisión” (Nota de la T: es similar a la comisión por omisión en el ordenamiento argentino). La provisión para la revisión de la Convención se establece en el artículo XVI del mismo. 42. En la consideración de la posibilidad de ampliar y revisar la Convención en otros aspectos, se ha argumentado que es necesario no debilitar todo el 21 apoyo de los gobiernos para su principio central. Por un lado, el “genocidio” en el uso moderno popular abarca más casos de asesinatos en masa que los contemplados por la Convención. Por otro lado, también se ha señalado que el artículo II (b) “causar graves daños físicos o mentales a los miembros del grupo” es una interpretación más amplia de lo que se entiende en el uso popular o en el diccionario [30]. Sin embargo, en ciertos casos como en un apartheid, el grado de sufrimiento mental y de otro tipo infligido puede ser sentido para constituir un crimen comparable [31]; y el apartheid en general es considerado en más detalle a continuación. 7. Apartheid 43. El apartheid fue examinado en relación a la Convención sobre el Genocidio por un Grupo de Trabajos de Expertos Ad-Hoc, establecido conforme la resolución 2 (XXIII) de la Comisión de Derechos Humanos. Su trabajo produjo el Estudio relativo a la cuestión del apartheid desde el punto de vista del derecho penal internacional [32]. El estudio enumeró ejemplos de las prácticas de apartheid que considerados como casos de genocidio: “(a) La institución de áreas de grupo (“políticas Bantustan”), las cuales afectaron a la población de África a través del hacinamiento en pequeñas áreas donde no podían tener un sustento adecuado, o a la población indígena al prohibirlos en zonas carentes de las precondiciones para el ejercicio de sus profesiones tradicionales; (b) Las regulaciones relativas a la circulación de los africanos en las zonas urbanas y, en especial, la separación forzada de los africanos de sus esposas durante largos períodos de tiempo, evitando de esa manera los nacimientos en África; (c) Las políticas poblacionales en general, de las que se dice que incluían la deliberada desnutrición de grandes sectores de población y el control de natalidad para los sectores no blancos a fin de reducir su número, mientras la política oficial era favorecer la inmigración blanca; (d) En encarcelamiento y los malos tratos de los líderes (de grupos) no blancos y de los presos no blancos en general; (e) La matanza de la población no blanca a través de un sistema de trabajo esclavo o atado, especialmente en los llamados campamentos de tránsito”. El estudio (E/CN.4/1074) también afirma que “En diversos documentos el Grupo de Trabajo Ad-Hoc ha descrito cómo políticos en Sudáfrica, Rhodesia del Sur y Namibia cometen el crimen de genocidio directa o indirectamente, e incitan tales crímenes de forma directa y pública. Muchos ejemplos de intento de genocidio y de complicidad en el crimen han sido descritos en detalle en los documentos E/CN-4/950; E/CN-4/984/Add.18; E/CN.4/1020; E/CN.4/1020/Add,@2.11 Refiriéndose al artículo IV de la Convención, el estudio también indicó que “Las personas que hayan cometido el crimen de genocidio en Sudáfrica, Rhodesia del Sur y Namibia son Jefes de Estado, miembros de diferentes gobiernos, funcionarios públicos, agentes oficiales y 22 ‘todas las demás personas responsables de dar efecto a las políticas del apartheid”. En el parágrafo 161 del estudio el Grupo de Expertos reiteró su recomendación contenida en el documento E/CN-4/984/Add.18 de que la Comisión de Derechos Humanos debe hacer propuestas específicas relativas a la revisión de la Convención sobre el Genocidio, en particular, para hacer a los “actos inhumanos resultantes de las políticas del apartheid” punibles en virtud de la Convención. Además, el Grupo recomendó (en el parágrafo 163) que los actos de “genocidio cultural” deben ser expresamente declarados crímenes de lesa humanidad. 44. En su vigésimo octavo período de sesiones, la Asamblea General en su resolución 3068 (XXVIII) del 30 de noviembre de 1973, adoptó y abrió a la firma y ratificación la Convención Internacional para la Supresión y Castigo del Crimen de Apartheid [33]. Esta Convención entró en vigor el 17 de julio de 1976, de conformidad con el parágrafo I de su artículo XV. La Asamblea General en su resolución 31/80 del 13 de diciembre de 1976 invitó a la Comisión de Derechos Humanos a llevar a cabo las funciones establecidas en el artículo X de la Convención, en particular, para preparar una lista de las personas, organizaciones, instituciones y representantes de los Estados considerados como presuntos responsables de los crímenes enumerados en el artículo II de la Convención. En la misma resolución, la Asamblea decidió examinar anualmente, a partir de su trigésimo segundo período de sesiones, la cuestión titulada “Situación de la Convención Internacional para la Represión y Castigo del Crimen de Apartheid”. Los párrafos quinto, sexto y séptimo de la Convención dicen lo siguiente: “Observando que, en la Convención para la Prevención y Sanción del Crimen de Genocidio ciertos actos que pueden calificarse también de actos de apartheid constituyen un delito del derecho internacional, Observando que, conforme a la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad, ‘los actos inhumanos debidos a la política de apartheid’ están calificados como crímenes de lesa humanidad, Observando que la Asamblea General de las Naciones Unidas han aprobado varias resoluciones en las que se condenan la política y las prácticas de apartheid como crímenes de lesa humanidad”. De acuerdo al artículo I, párrafo I, de la Convención: “I- Los Estados Parte en la presente Convención declaran que el apartheid es un crimen de lesa humanidad y que los actos inhumanos que resultan de las políticas y prácticas de apartheid y las políticas y prácticas análogas de segregación y discriminación racial que se definen en el artículo II de la presente Convención son crímenes que violan los principios del derecho internacional, en particular los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, y que constituyen una amenaza seria para la paz y seguridad internacionales”. 23 45. El estudio previo sobre Genocidio concluyó que, por tanto, el apartheid debe considerarse más bien como un crimen de lesa humanidad y no como genocidio. Su Relator Especial también manifestó que “desde que la Convención Internacional sobre la Represión y Castigo del Crimen de Apartheid ha sido adoptada y ha entrado en vigor, ya no es necesario incluir disposiciones relativas al apartheid en cualquier nuevo instrumento internacional que se trate de genocidio [34]. 46. Más recientemente, el tema junto con una prueba más sobre el apartheid ha sido examinada por un Grupo de Trabajo de Expertos Ad-Hoc sobre Violaciones a los Derechos Humanos en el Sur de África, conforme a la resolución 1983/19 de la Comisión de Derechos Humanos (párrafo 14). El grupo consideró, en particular, la evidencia sobre la pena de muerte, los asesinatos a gran escala, violaciones físicas y mentales de los no blancos, y los efectos del apartheid en la familia africana y la situación de las mujeres y niños. Los expertos llegaron a la conclusión de que “los racistas sudafricanos quieren destruir a los africanos, dejando solamente a los necesarios como fuerza de trabajo esclavo” (su párrafo 51); y que “El Grupo de Trabajo interpreta el término genocidio más ampliamente para referirse a cualquier acto calculado para destruir al individuo o que le impida participar plenamente en la vida nacional. Éste último también debe entenderse en su sentido más general, abarcando la vida política, económica y social” (párrafo 57). El grupo también concluyó que el grado de genocidio mental causada por el apartheid estaba dentro del artículo II (b) de la Convención (en su párrafo 70); y que esas políticas que afectan a los negros en su totalidad están en el artículo II (e) y (d) de la Convención. Ellos recomendaron, inter alia, que “La forma en que el régimen sudafricano implementa la política de apartheid, de ahora en adelante debe ser considerada como una especie de genocidio”, y requirieron a la Comisión “hacer un llamamiento a la Asamblea General para solicitar una opinión consultiva a la Corte Internacional de Justicia sobre la medida en que el apartheid como política conlleva efectos penales que rayan el genocidio” [35]. 8. La propaganda en favor del genocidio 47. Ciertamente, para las víctimas, las medidas preventivas (véase la Parte III) para evitar o prevenir el genocidio son más útiles que la lamentación o la condena después de lo que ha ocurrido. Como en todos los trabajos de derechos humanos, la importancia del papel que debe desempeñar la educación pública no puede ser sobreestimada. Se ha sugerido que la propaganda pública destinada a promover la comisión de actos de genocidio, o los intentos de reescribir la historia o falsificar la verdad, o de glorificar lo ocurrido -de los cuales hay ejemplos en más de un país hoy en día- deben ser interpuestos dentro de los términos de la Convención. 24 48. Cabe señalar que “la incitación directa y pública a cometer genocidio” es también punible bajo el artículo III (c) de la Convención. Un número de las legislaciones de los Estados también prohíben la propaganda o las declaraciones públicas que despiertan el odio racial, nacional o religioso. Y también se puede argumentar que la propaganda de genocidio no debe ser considerada como menos grave que la propaganda de guerra, prohibida por el artículo IV de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial. 49. En cuanto a los intentos de falsificar la verdad histórica sobre el genocidio, del que ya se ha señalado en el apartado 23 supra que el Gobierno de la República federal de Alemania se ha comprometido a tomar acciones oficiales para castigar a cualquier persona que busque negar o minimizar la verdad sobre los crímenes Nazis. Por otro lado, muchos gobiernos creen firmemente que no debería haber ninguna restricción, ya sea por debate histórico legítimo o por la libertad de expresión. Sin embargo, en algunos otros Estados no se permite tal libertad de expresión. Existen diferencias sinceras de la opinión respecto de si este problema está mejor tratado por la educación y constante vigilancia o por la influencia de las legislaciones [36]. 9. Culpabilidad y órdenes del superior 50. Se ha expresado preocupación sobre si la lista exhaustiva de las personas declaradas punibles de genocidio en el artículo IV de la Convención es suficiente para alcanzar a los líderes o gobernantes del control de facto inconstitucional sobre un territorio, por ejemplo, después de un golpe de Estado o durante una contienda civil, ya que éstos no podrían ser considerados ni “gobernantes” ni “personas privadas”. Sin embargo, el Relator Especial cree que tales personas serían propensas a estar en manos de un tribunal por ser “funcionarios públicos” o, en su defecto, “personas privadas”. No obstante, se requiere de cierta certeza, por lo que se podría considerar la posibilidad de incluir palabras como “de iure o de facto” en el artículo IV, siempre y cuando la Convención sea revisada. 51. Una gran preocupación ha sido que el genocidio dentro del ministerio de la ley bajo el mando de un superior o para cumplir con un nacional puede escapar del castigo declarando que no tenían la intención necesaria del artículo II, a pesar de la lista global de culpabilidad del artículo IV. 52. De hecho, la práctica internacional al menos desde la Segunda Guerra Mundial ha aplicado de forma coherente el principio de responsabilidad penal individual por crímenes del derecho internacional, entre ellos el de genocidio. Así, el artículo 6 de la Carta del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg 25 brindó el poder para juzgar y castigar a las personas que, actuando en interés de los países del eje, habían cometido cualquiera de los siguientes delitos, tal como se define en el artículo: crímenes contra la paz, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. En la aplicación de estas disposiciones, el Tribunal hizo declaraciones sobre el principio fundamental implicado: la responsabilidad penal de individuos bajo el derecho internacional [37]. En su sentencia, el Tribunal afirmó inter alia, que los individuos podían ser castigados por violaciones del derecho internacional y continuó: “Los crímenes contra el derecho internacional son cometidos por hombres, no por entidades abstractas, y sólo castigando a los individuos que cometan tales crímenes se pueden hacer cumplir las disposiciones del derecho internacional” [38]. El Estatuto del Tribunal Internacional para el Lejano Oriente también reguló, en su artículo 5, la responsabilidad penal individual [39], y la sentencia de dicho Tribunal aplicó el mismo principio. El Principio I de los Principios de Derecho Internacional reconocidos por el Estatuto y por las sentencias del Tribunal de Nuremberg adoptado por la Comisión de Derecho Internacional en su segundo período de sesiones (1950), dice lo siguiente: “Toda persona que cometa un acto que constituya un delito del derecho internacional es responsable de él y está sujeta a sanción” [40]. El artículo 1 del proyecto de código de delitos contra la paz y la seguridad de la humanidad, que fuera aprobado por la Comisión de derecho Internacional en su sexto período de sesiones (1954), de igual forma establece que: “Las ofensas contra la paz y la seguridad de la humanidad, tal como están definidas en este código, son los crímenes de derecho internacional, por los cuales los responsables individuales serán castigados” [41]. El artículo 25 del proyecto de una corte penal internacional, el cual fue adoptado en 1951 por el Comité de Jurisdicción Penal Internacional establecido por la Asamblea General en su resolución 489 (V) del 12 de diciembre de 1950, establece: “La Corte será competente para juzgar sólo a las personas naturales, incluidas aquellas que han actuado como jefes de Estado o agentes de gobierno” [42]. El Comité de Jurisdicción Penal Internacional de 1953, establecido en virtud de la resolución de la Asamblea General 687 (VII) del 5 de diciembre de 1952, en el proyecto revisado de Estatuto de una Corte Penal Internacional, adoptó la siguiente redacción del artículo 25: “La Corte será competente para juzgar a las personas físicas, ya sean gobernantes, funcionarios públicos o particulares” [43]. 26 En su informe, el Comité señaló que el texto estaba basado en el artículo IV de la Convención contra el Genocidio [44]. El artículo III de la Convención Internacional sobre la Represión y Castigo del Crimen de Apartheid, adoptado por la Asamblea General en su resolución 3068 (XXVIII) del 30 de noviembre de 1973, establece, entre otras cosas, que: “Se considerará criminalmente responsables en el plano internacional, cualquier sea el móvil, a los particulares, los miembros de organizaciones e instituciones y los representantes del Estado, tanto si residen en el territorio del Estado en que se perpetran los actos como en cualquier otro Estado que: (a) Cometan los actos enumerados en el artículo II de la presente Convención”. El artículo 8 del Estatuto de Nuremberg dejó en claro que ningún acusado podría reclamar la protección de haber obedecido órdenes de un superior, a pesar que tales órdenes pueden ser consideradas por el Tribunal como un atenuante en la sentencia. La negación de la defensa alegando las órdenes de un superior a menudo se les ha llamado el “Principio de Nuremberg”. Sin embargo, esto no fue nuevo en el juicio. Esto ya era perfectamente familiar en los ordenamientos internos –y, de hecho, debería haber sido más familiar para los militares alemanes que nadie, ya que el libro de reglas de cada soldado alemán contenía los “Diez Mandamientos”, uno de los cuales establecía que ningún soldado debe obedecer una orden ilegal [45]. Sólo en 1944 los americanos y británicos hicieron aclarar sus manuales jurídicos militares, destacando que cualquier soldado es personalmente responsable de los actos que comete. La defensa alegando las órdenes del superior no había sido permitida ya por los jueces alemanes de los juicios de Leipzig luego de la Primera Guerra Mundial, y su doctrina, por tanto, no fue inventada de novo por los vencedores en Nuremberg. 53. Por lo tanto, debe haber pocas dudas de que los tribunales hoy sostendrían que el concepto de responsabilidad individual anulará cualquier defensa de las órdenes de los superiores. Sin embargo, ya que la educación pública más amplia sobre esta doctrina es altamente crucial para la prevención de futuros genocidios, el Relator Especial recomienda que expresiones explícitas deban añadirse a la Convención, quizás al final del artículo III, que “al juzgar la culpabilidad, el alegato de la orden de un superior no es una excusa de defensa”. Del mismo modo, mayor publicidad se debe dar a este principio en los códigos nacionales que rigen a las fuerzas armadas, el personal penitenciario, policía, médicos y otros, para asesorar y advertirles de que no sólo es su derecho desobedecer una orden que sea violatoria de los derechos humanos, tal como llevar a cabo genocidio o tortura, sino también su deber 27 legal de desobedecer. Tales preceptos también deben ser enseñados en todas las escuelas, y las Naciones Unidas en su organización Educacional, Científica y Cultural de la Organización deben ser interpeladas para fomentar esto a nivel internacional. 54. La responsabilidad individual, sin embargo, necesita no necesariamente excluir los casos de la responsabilidad colectiva del Estado también hacia las víctimas, incluyendo a veces la responsabilidad por daños y perjuicios. El representante francés argumentó en el debate preparatorio a la Convención: “Los teóricos del nazismo y el fascismo, que habían enseñado la doctrina de la superioridad de ciertas razas, no podrían haber cometido sus crímenes si ellos no hubiesen contado con el apoyo de sus gobernantes; de manera similar, los pogromos se habían producido con frecuencia sólo en los países que no contaban con severas medidas legales contra sus autores. Así, la experiencia de la historia mostró la forma en que grupos humanos eran exterminados mientras el Gobierno se mantenía indiferente; era inadmisible que la autoridad central debe ser imponente para un freno a los asesinatos en masa cuando el homicidio fue el primero de los delitos punibles. Cuando el delito de genocidio fue cometido, fue cometido directamente por los propios gobiernos o a instancias de ellos; como alternativa, permanecieron indiferentes y fallaron en usar el poder que cada gobierno debe tener a fin de garantizar el orden público. Por lo tanto, siendo autor o cómplice, la responsabilidad del Gobierno estuvo en todos los casos implicada” [47]. Alemania ha pagado con posterioridad reparaciones sustancias de los crímenes contra los judíos. Por ello es recomendable, para disuadir de animar a otros, que cuando la Convención sea revisada, se tendrá en cuenta de incluir disposiciones relativas a la responsabilidad del Estado por genocidio junto con las reparaciones. 10. Aplicación 55. Aunque la Convención a pesar de su título se centra casi exclusivamente en el castigo en lugar de la prevención del genocidio, es en el campo de lo tradicional que su falta de efecto ha sido más marcada. Como el profesor Leo Kuper comenta: “Un gran obstáculo para la aplicación efectiva surgió de la falta de voluntad para aceptar cualquier limitación (“infracción”) a la soberanía nacional, o una disminución del alcance de la jurisdicción interna, así como el temor a la intromisión externa en los asuntos domésticos” [48]. 56. El refuerzo del principio de jurisdicción universal permite a un Estado cuyas autoridades habían detenido a los acusados del crimen ejercitar su jurisdicción, con independencia de la nacionalidad del acusado o del lugar donde se cometió el hecho. También había una disposición de que las partes 28 contratantes pueden llamar a los órganos competentes de las Naciones Unidas a tomar medidas para la prevención y castigo del crimen en cualquier parte del mundo, en cuyo caso las partes harían todo lo posible para dar pleno efecto a la intervención de las Naciones Unidas. Ésta última disposición se mantuvo en el texto final, pero el principio de jurisdicción universal fue eliminado, salvo en la medida en que las Naciones Unidas puede tomar medidas dentro de su competencia general. El proyecto de la Secretaría también impuso a las partes la obligación de proporcionar en su legislación nacional disposiciones sobre los actos de genocidio y su castigo, y que se comprometa a todas las personas culpables de genocidio a ser juzgados por un tribunal internacional cuando (1) son reacios a juzgar a los acusados o de conceder la extradición a otro país, (2) si los actos de genocidio fueron cometidos por individuos que actúan como órganos del Estado. La disposición referida a un tribunal penal internacional despertó polémica, aunque la resolución fue muy reñida. Más tarde, cuando se les negó a los grupos políticos la protección de la Convención, fue más viable restablecer la jurisdicción de un tribunal penal internacional, aunque de una forma opcional y condicional. La Convención ahora ofrece la posibilidad de ser juzgados por un tribunal competente del Estado en cuyo territorio se cometió el acto, “o ante la corte penal internacional que sea competente respecto a aquellas de las Partes contratantes que hayan reconocido su jurisdicción” [49]. Ningún tribunal penal internacional ha sido establecido al momento. En la Asamblea General, la discusión de un Proyecto de Estatuto revisado para un tribunal internacional fue dependiente de la satisfactoria redacción del Código de Delitos contra la Paz y la Seguridad de la Humanidad, que a su vez, dependía de una definición satisfactoria de la “agresión”, problema asignado a una Comisión Especial en 1954, y además a una Comisión de 35 Estados en 1967, la que se ha reunido en varias ocasiones desde entonces. Una definición de la “agresión” llegó finalmente en 1974, pero el proyecto de un tribunal penal internacional para juzgar los casos de genocidio aún permanece en suspenso. Al examinar el problema de la aplicabilidad de la Convención, es necesario tener en cuenta las reservas formuladas por los signatarios cuando ratificaron la Convención como, por ejemplo, las reservas sobre las solicitudes a la Corte Internacional de Justicia de las controversias relativas a la interpretación, aplicación o ejecución del pacto que pueden tener el efecto de debilitar aún más sus disposiciones. Actuar en sentido contrario es el impacto que tendrá la Convención sobre la legislación nacional al incorporar el crimen de genocidio en códigos o leyes penales. Se debe también, por supuesto, tener en cuenta que el genocidio sigue siendo un crimen del derecho internacional, tal como está expresamente al inicio de la Convención, con independencia de la firma de un país o no, aunque la propia Convención es vinculante sólo para las Partes Contratantes. Si bien 96 Estados han ratificado la Convención, entre los que aún no lo han hecho están Burundi, Guinea Ecuatorial, Paraguay, Sudáfrica, Uganda y los Estados Unidos de América (véase el parágrafo 69 infra). 29 57. Sin embargo, algunos estímulos pueden ser extraídos de los recientes juzgamientos nacionales por parte de Camboya y Guinea Ecuatorial [50]. Otro interesante precedente análogo ha sido establecido por el caso Filartiga versus Pena, donde la acción de 10.4 millones por daños en un tribunal de New York fue confirmada por un torturador extranjero que estaba por una visita temporal dentro de la jurisdicción. Pero fue en parte la falta de progreso a nivel internacional la que ocasionó que Israel tome medidas unilaterales para capturar y enjuiciar a Eichmann. 58. Durante la discusión del Comité Jurídico en 1948, el tema de una jurisdicción penal internacional fue considerada cuidadosamente. Como resultado, la idea se previó y estableció en el artículo VI de la Convención. Incluso, en adición a la Convención, la Asamblea adoptó una resolución donde hizo tres disposiciones: En primer lugar, reconoció que el “en el curso del desarrollo de la comunidad internacional habrá una creciente necesidad de un órgano judicial internacional para el enjuiciamiento de determinados crímenes en virtud del derecho internacional”. En segundo lugar, invitó a la Comisión de Derecho Internacional para estudiar tanto la conveniencia como la posibilidad de establecer un órgano judicial internacional “para el enjuiciamiento de personas acusadas de genocidio o de otros crímenes sobre los que se confiere competencia a dicho órgano por convenciones internacionales”. Por último, requirió a la Comisión de Derecho Internacional que al llevar a cabo su tarea, preste atención a la posibilidad de establecer una Sala Penal en la Corte Internacional de Justicia. Después de estudiar la cuestión, la Comisión de Derecho Internacional llegó a la conclusión de que un tribunal penal internacional era posible y deseable, pero se recomendó que sea una institución separada en lugar de una Sala Penal de la Corte Internacional. 59. En los debates de la Subcomisión se ha argumentado a favor de la creación de un tribunal penal internacional, que los perpetradores de actos de genocidio son, en general, las autoridades nacional contra quienes la legislación nacional es muy a menudo menos probable de ser aplicada; y que el establecimiento de la Corte Internacional de Justicia puso de manifiesto que los nuevos organismos internacionales para reforzar el respeto a los Derechos Humanos, aunque no fácil, era factible. Un Estado podría, por ejemplo, tomar la iniciativa de solicitar a la Corte que investigue presuntos casos de genocidio 30 en el territorio de un Estado parte de la Convención sobre el Genocidio. Otros expertos pusieron en duda cuán realista es esto, y apuntaron al limitado número de Estados que han aceptado la jurisdicción obligatoria. Algunos argumentaron que sería mejor establecer un órgano de investigación internacional, para actuar no sólo sobre la base de decisiones de la mayoría de los órganos políticos de las Naciones Unidas, sino también por iniciativa propia, en casos donde haya pruebas de que el genocidio estaba siendo cometido, o a punto de cometerse [51]. En la Subcomisión en 1984, un experto sugirió que podría ser una ventaja observar a los tribunales de todos los países competentes para juzgar a los autores del crimen de genocidio que se hayan refugiado en el extranjero. Dado que uno de los obstáculos es el traer a tales culpables ante los tribunales de forma obligatoria, se argumentó que se debe considerar la modificación del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia para otorgarle jurisdicción penal, ya que era mejor modernizar el uso de organismos internacionales existentes en lugar den proliferar otros nuevos. Otro experto fue tan lejos como para afirmar que la Convención no tendrá ningún valor a menos que se tomen acciones positivas para ponerla en práctica, y propuso un protocolo adicional que extienda la jurisdicción de tribunales distintos de los del país en que el delito de genocidio se ha cometido. Otro experto declaró que los medios de ejecución de cualquier sentencia resultante también eran importantes, para lidiar con el problema de un veredicto que es ignorado, ya que los Estados y las personas con mayor posibilidad de cometer genocidio son los menos propensos a cooperar, mientras probablemente más cooperadores civilizados no estarán en el banquillo. Algunos expertos instaron al establecimiento de sistemas de determinación de hechos, de alerta temprana e internacional, e hicieron hincapié en el papel que la publicidad precisa e imparcial podría desempeñar en la disuasión. Varios expertos formularon observaciones respecto del problema de la extradición, discutido en los parágrafos 62 y 63 a continuación. También se hicieron propuestas renovadoras sobre el papel constructivo que un Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos podría contribuir para la prevención e investigación de las denuncias de genocidio, y en la coordinación de los trabajos de preparación. Muchos comentaristas hicieron gran hincapié en la tarea fundamental de la educación hacia un público más amplio a fin de hacer que la Convención sea más eficaz [52]. 11. La cuestión de la limitación temporal 60. En 1965, la pregunta surgió en algunos países respecto la aplicación del instituto de la prescripción, previsto en las legislaciones nacionales para cortar el posterior enjuiciamiento de los crímenes de guerra y de lesa humanidad luego de cierto período de tiempo. La Comisión de Derechos Humanos solicitó al Secretario General la realización de un estudio sobre los problemas 31 planteados en el derecho internacional por los crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, y un estudio de los procedimientos legales para garantizar que ningún plazo de prescripción pueda aplicarse a este tipo de crímenes. Sobre la base de tal estudio, la Comisión inició, en 1966, la preparación de un proyecto de Convención. La cuestión fue tomada en 1967 por la Asamblea General, la cual el 26 de noviembre de 1968 completó y aprobó la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad. La Convención entró en vigor el 11 de noviembre de 1970. Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad PREÁMBULO Los Estados Parte en la presente Convención, Recordando las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas 3 (I) del 13 de febrero de 1946 y 170 (II) del 31 de octubre de 1947, sobre la extradición y el castigo de los criminales de guerra, la resolución 95 (I) del 11 de diciembre de 1946, que confirma los principios de derecho internacional reconocidos por el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg y las sentencias de este Tribunal, y las resoluciones 2184 (XXI) del 12 de diciembre de 1966 y 2202 (XXI) del 16 de diciembre de 1966, que han condenado expresamente como crímenes contra la humanidad la violación de los derechos económicos y políticos de la población autóctona, por una parte, y la política de apartheid, por otra, Recordando las resoluciones del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas 1074 D (XXXIX) del 28 de julio de 1965 y 1158 (XLI) del 5 de agosto de 1966, relativas al castigo de los criminales de guerra y de las personas que hayan cometido crímenes de lesa humanidad, Observando que en ninguna de las declaraciones solemnes, instrumentos o convenciones para el enjuiciamiento y castigo de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad se ha previsto limitación en el tiempo, Considerando que los crímenes de guerra y los crímenes de lesa humanidad figuran entre los delitos de derecho internacional más graves, Convencidos de que la represión efectiva de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad es un elemento importante para prevenir esos crímenes y proteger los derechos humanos y libertades fundamentales, y puede fomentar la confianza, estimular la cooperación entre los pueblos y contribuir a la paz y la seguridad internacionales, 32 Advirtiendo que la aplicación a los crímenes de guerra y a los crímenes de lesa humanidad de las normas de derecho interno relativas a la prescripción de los delitos ordinarios suscita grave preocupación en la opinión pública mundial, pues impide el enjuiciamiento y castigo de las personas responsables de esos crímenes, Reconociendo que es necesario y oportuno afirmar en derecho internacional, por medio de la presente Convención, el principio de imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad y asegurar su aplicación universal, Convienen en lo siguiente: Artículo I Los crímenes siguientes son imprescriptibles, cualquiera que sea la fecha e que se hayan cometido: (a) Los crímenes de guerra según la definición dada en el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg, del 8 de agosto de 1945, y confirmada por las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas 3 (I) del 13 de febrero de 1946, y 95 (I) del 11 de diciembre de 1946, sobre todo las “infracciones graves” enumeradas en los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 para la protección de las víctimas de la guerra; (b) Los crímenes de lesa humanidad cometidos tanto en tiempos de guerra como en tiempos de paz, según la definición dada por el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg, del 8 de agosto de 1945 y confirmada por la resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas 3 (I) del 13 de febrero de 1946 y 95 (I) del 11 de diciembre de 1946, así como la expulsión por ataque armado u ocupación y los actos inhumanos debidos a la política de apartheid y el delito de genocidio definido en la Convención de 1948 para la prevención y sanción del delito de genocidio aún si esos actos no constituyen una violación del derecho interno del país donde fueron cometidos. Artículo II Si se cometiere alguno de los crímenes mencionados en el artículo I, las disposiciones de la presente Convención se aplicarán a los representantes de la autoridad del Estado y a los particulares que participen como autores o cómplices o que inciten directamente a la perpetración de alguno de esos crímenes, o que conspiren para cometerlos, cualquiera que sea su grado de desarrollo, así como a los representantes de la autoridad del Estado que toleren su perpetración. Artículo III 33 Los Estados Partes en la presente Convención se obligan a adoptar todas las medidas internas que sean necesarias, legislativas o de cualquier otro orden, con el fin de hacer posible la extradición, de conformidad con el derecho internacional, de las personas a que se refiere el artículo II de la presente Convención; Artículo IV Los Estados Partes en la presente Convención se comprometen a adoptar, con arreglo a sus respectivos procedimientos constitucionales, las medidas legislativas o de otra índole que fueran necesarias para que la prescripción de la acción penal o de la pena, establecida por ley o de otro modo, no se aplique a los crímenes mencionados en los artículos I y II de la presente Convención y, en caso de que exista, sea abolida. Artículo V La presente Convención estará abierta hasta el 31 de diciembre de 1969 a la firma de todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas o miembros de algún organismo especializado o del Organismo Internacional de Energía Atómica, así como de todo Estado Parte en el Estatuto de la Corte Internacional de Justicia y de cualquier otro Estado invitado por la Asamblea General de las Naciones Unidas a ser parte en la presente Convención. Artículo VI La presente Convención está sujeta a ratificación. Los instrumentos de ratificación se depositarán en poder del Secretario General de las Naciones Unidas. Artículo VII La presente Convención quedará abierta a la adhesión de cualquiera de los Estados mencionados en el artículo V. Los instrumentos de adhesión se depositarán en poder del Secretario General de las Naciones Unidas. Artículo VIII 1. La presente Convención entrará en vigor el nonagésimo día siguiente a la fecha en que haya sido depositado en poder del Secretario General de las Naciones Unidas el décimo instrumento de ratificación o de adhesión. 2. Para cada Estado que ratifique la presente Convención o se adhiera a ella después de haber sido depositado el décimo instrumento de ratificación o de adhesión, la Convención entrará en vigor el nonagésimo día siguiente a la fecha en que tal Estado haya depositado su instrumento de ratificación o de adhesión. 34 Artículo IX 1. Una vez transcurrido un período de diez años contado a partir de la fecha en que entre en vigor la presente Convención, todo Estado parte podrá solicitar en cualquier momento la revisión de la presente Convención mediante notificación por escrito dirigida al Secretario General de las Naciones Unidas. 2. La Asamblea General de las Naciones Unidas decidirá sobre las medidas que deban tomarse, en su caso, respecto a tal solicitud. Artículo X 1. La presente Convención, será depositada en el poder del Secretario General de las Naciones Unidas. 2. El Secretario General de las Naciones Unidas hará llegar copias certificadas de la presente Convención a todos los Estados mencionados en el artículo V. 3. El Secretario General de las Naciones Unidas comunicará a todos los Estados mencionados en el artículo V: (a) Las firmas puestas en la presente Convención y los instrumentos de ratificación y adhesión depositados conforme a las disposiciones de los artículos V, VI y VII; (b) La fecha en que la presente Convención entre en vigor conforme a lo dispuesto en el artículo VIII; (c) Las comunicaciones recibidas conforme a lo dispuesto en el artículo IX. Artículo XI La presente Convención, cuyos textos en chino, español, francés, inglés y ruso son igualmente auténticos, llevará la fecha 26 de noviembre de 1968. EN FE DE LO CUAL, los suscritos, debidamente autorizados, han firmado la presente Convención. A la fecha, lo siguientes 28 Estados han ratificado o se han adherido a la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad: Afganistán, Albania, Bolivia, Bulgaria, Bielorrusia, Cuba, Checoslovaquia, República Popular Democrática de Corea, Gambia, República Democrática Alemana, Guinea, Hungría, India, Kenia, República Popular Democrática de Laos, Mongolia, Nigeria, Filipinas, Polonia, 35 Rumania, Rwanda, San Vicente y las Granadinas, Túnez, RSS de Ucrania, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, República de Camerún, Vietnam y Yugoslavia. México ha firmado la Convención pero no se ha convertido en parte del mismo. 61. En los primeros 20 años después de la Segunda Guerra Mundial, la República Federal de Alemania instituyó un procedimiento judicial contra 7716 personas sospechadas de complicidad con los Nazis y crímenes de guerra [53]. Todos los crímenes Nazis debieron haber prescrito por la ley alemana existente en tal momento, al 31 de diciembre de 1979. Sin embargo, debido a la protesta pública en Alemania y en otros lugares, las limitaciones legales fueron abolidas para los crímenes de genocidio y de asesinato en 1979. El enjuiciamiento de varios de los restantes principales líderes Nazis de genocidio, si son descubiertos, hace posible la extradición. 12. Extradición 62. El 3 de diciembre de 1973, la Asamblea General aprobó la resolución 3074 (XXVIII), cuyo texto es el siguiente: “La Asamblea General, Recordando sus resoluciones 2583 (XXIV) del 15 de diciembre de 1969, 2712 (XXV) del 15 de diciembre de 1970, 2840 (XXVI) del 18 de diciembre de 1971 y 3020 (XXVII) del 18 de diciembre de 1972, Teniendo en cuenta la necesidad especial de adoptar, en el plano internacional, medidas con el fin de asegurar el enjuiciamiento y el castigo de las personas culpables de crímenes de guerra y de crímenes de lesa humanidad, Habiendo examinado el proyecto de principios de cooperación internacional en la identificación, detención, extradición y castigo de los culpables de crímenes de guerra o de crímenes de lesa humanidad, Declara que las Naciones Unidas, guiándose por los propósitos y principios enunciados en la Carta referentes al desarrollo de la cooperación entre los pueblos y al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, proclaman los siguientes principios de cooperación internacional en la identificación, detención, extradición y castigo de los culpables de crímenes de guerra o de crímenes de lesa humanidad: 1. Los crímenes de guerra y los crímenes de lesa humanidad, dondequiera y cualquiera que sea la fecha en que se haya cometido, serán objeto de una investigación, y las personas contra las que existen pruebas de culpabilidad 36 en la comisión de tales crímenes serán buscadas, detenidas, enjuiciadas y, en caso de ser declaradas culpables, castigadas. 2. Todo Estado tiene el derecho de juzgar a sus propios nacionales por crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad. 3. Los Estados cooperarán bilateral y multilateralmente para reprimir y prevenir los crímenes de guerra y los crímenes de lesa humanidad y tomarán todas las medidas internas e internacionales necesarias a ese fin. 4. Los Estados se prestarán ayuda mutua a los efectos de la identificación, detención y enjuiciamiento de los presuntos autores de tales crímenes, y, en caso de ser éstos declarados culpables, de su castigo. 5. Las personas contra las que existan pruebas de culpabilidad en la comisión de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad serán enjuiciadas y, en caso de ser declaradas culpables, castigadas, por lo general en los países donde se hayan cometido esos crímenes. A este respecto, los Estados cooperarán entre sí en todo lo relativo a la extradición de esas personas. 6. Los Estados cooperarán mutuamente en la compilación de informaciones y documentos relativos a la investigación a fin de facilitar el enjuiciamiento de las personas a que se refiere el párrafo 5 supra e intercambiarán tales informaciones. 7. De conformidad con el artículo 1 de la Declaración sobre el Asilo Territorial, del 14 de diciembre de 1967, los Estados no concederán asilo a ninguna persona respecto de la cual existan motivos fundados para considerar que ha cometido un crimen contra la paz, un crimen de guerra o un crimen de lesa humanidad. 8. Los Estados no adoptarán disposiciones legislativas ni tomarán medidas de otra índole que puedan menoscabar las obligaciones internacionales que hayan contraído con respecto a la identificación, la detención, la extradición y el castigo de los culpables de crímenes de guerra o de crímenes de lesa humanidad. 9. Al cooperar para facilitar la identificación, la detención, la extradición y, en caso de ser reconocidas culpables, el castigo de las personas contra las que existan pruebas de culpabilidad en la ejecución de crímenes de guerra o de crímenes de lesa humanidad, los Estados se ceñirán a las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas y a la Declaración sobre los principios de derecho internacional referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas”. 63. Varios expertos han señalado lo que ellos ven como fallas básicas del artículo VII de la Convención, ya que permite a cada Estado contratante 37 interpretar sus propias leyes en un caso dado. Los asesinos de masas, en la experiencia reciente, se han encargado de buscar refugio en países simpatizantes donde con frecuencia han sido ocultos o han encontrado seguridad. Muchos tratados bilaterales y legislaciones nacionales no declararon al genocidio como un delito extraditable. Por otras partes, la mayor parte de los países no permiten la extradición de sus nacionales, por lo que el autor de un crimen, una vez que haya regresado a su país, no sería extraditado. A la fecha, en lo que se sabe, la extradición por genocidio en virtud de la Convención no ha ocurrido en absoluto. Por consiguiente, el Relator Especial considera que los países o, al menos, los Estados Partes deben estar obligados a modificar su legislación interna a fin de permitir la extradición si ellos no persiguen a los delincuentes por sí mismos. 64. El genocidio, de forma alternativa, podría ser una materia de jurisdicción universal: “aut dedere aut punire”, como es el caso de los delitos de piratería. El artículo 8 de la nueva Convención contra la Tortura del 10 de diciembre de 1984 [54] dice lo siguiente: 1. Los delitos a que se hace referencia en el artículo 4 se considerarán incluidos entre los delitos que dan lugar a extradición en todo tratado de extradición celebrado entre los Estados Parte. Los Estados Parte se comprometen a incluir tales delitos como casos de extradición en todo tratado de extradición que celebren entre sí en el futuro. 2. Todo Estado Parte que subordine la extradición a la existencia de un tratado, si recibe una solicitud de extradición de otro Estado Parte con el que no tiene tratado al respecto, podrá considerar la presente Convención como la base jurídica necesaria para la extradición respecto de esos delitos. La extradición estará sujeta a las demás condiciones exigibles por el derecho del Estado requerido. 3. Los Estados Parte que no subordinen la extradición a la existencia de un tratado reconocerán dichos delitos como casos de extradición entre ellos, con sujeción a las condiciones exigidas por la legislación del Estado requerido. 4. Tales delitos se considerarán, a los fines de la extradición entre Estados Parte, como si se hubiesen cometido no sólo en el lugar donde ocurrieron, sino también en el territorio de los Estados obligados a establecer su jurisdicción de conformidad con el párrafo 1 del artículo 5”. Desde el genocidio no puede ser considerado como una materia menos grave que la tortura, el Relator Especial recomienda que disposiciones similares sean aplicadas por el crimen del genocidio. 38 13. Exhorto a las Naciones Unidas a tomar acciones 65. Ningún uso es conocido igualmente a la fecha por haber aplicado el artículo VIII de la Convención sobre el Genocidio, según el cual: “Toda Parte contratante puede recurrir a los órganos competentes de las Naciones Unidas a fin de que éstos tomen, conforme a la Carta de las Naciones Unidas, las medidas que juzguen apropiadas para la prevención y la represión de actos de genocidio o de cualquiera de los otros actos enumerados en el artículo III”. 66. El artículo VIII de la Convención, al tiempo que no añade nada nuevo a la Carta de las Naciones Unidas, es de cierta importancia en la que se afirma explícitamente el derecho de los Estados de recurrir a las Naciones Unidas con el fin de prevenir y reprimir el genocidio y la responsabilidad de los órganos competentes de los [54], Documentos Oficiales de la Asamblea General, trigésimo noveno período de sesiones, Suplemento Nro. 51 (véase en el apéndice de las Naciones Unidas en la materia). Además, es el único artículo de la Convención para la Prevención y Sanción del Crimen de Genocidio que se ocupa de la prevención de tal crimen, refiriéndose a la posibilidad de una acción preventiva por los órganos de las Naciones Unidas exhortados por las Partes de la Convención. Cabe señalar, además, que dicha acción de los órganos de las Naciones Unidas es particularmente de un carácter humanitario, de la necesidad y la justificación que nadie puede negar. Es deseable que los órganos de las Naciones Unidas, de conformidad con el artículo VIII de la Convención, ejerzan su competencia en este campo de forma activa. 67. La Convención Internacional para la Represión y Castigo del Crimen de Apartheid (aprobado por la resolución 3068 de la Asamblea General (XXVIII)) utiliza el texto del artículo VIII de la Convención sobre el Genocidio, con algunos ligeros cambios de redacción. El artículo VIII de la Convención del Apartheid dice: “Todo Estado Parte en la presente Convención podrá pedir a cualquier órgano competente de las Naciones Unidas que adopte, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, todas las medidas que considere indispensable para la prevención y castigo del crimen de apartheid”. 68. El valor de un artículo especificando el papel de las Naciones Unidas en la prevención y castigo del genocidio es especialmente evidente, porque hasta que algún organismo especial sea creado, no hay ninguna otra organización internacional para velar por la aplicación de la Convención. 39 PARTE III: PROGRESO FUTURO: FORMAS POSIBLES DE AVANZAR A. Ratificación 69. A partir del 1 de mayo de 1985, 96 Estados son parte en la Convención sobre el Genocidio. Estos son: Afganistán, Albania, Argelia, Argentina, Australia, Austria, Bahamas, Barbados, Bélgica, Brasil, Bulgaria, Burkina Faso, Birmania, República Socialista Soviética de Bielorrusia, Canadá, Chile, China, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chipre, Checoslovaquia, Kampuchea Democrática, Dinamarca, República Dominicana, Ecuador, Egipto, El Salvador, Etiopía, Fiji, Finlandia, Francia, Gabón, Gambia, República Democrática Alemania, República Federal de Alemania, Ghana, Grecia, Guatemala, Haití, Honduras, Islandia, India, Islámica República del Irán, Iraq, Irlanda, Israel, Italia, Jamaica, Jordania, República Popular Democrática de Laos, Líbano, Lesotho, Liberia, Luxemburgo, Maldivas, Malí, México, Mónaco, Mongolia, Marruecos, Mozambique, Nepal, Países Bajos, Nueva Zelanda, Nicaragua, Noruega, Pakistán, Panamá, Papua Nueva Guinea, Perú, Filipinas, Polonia, República de Corea, Rumania, Rwanda, San Vicente y las Granadinas, Arabia Saudita, Senegal, España, Sri Lanka, Suecia, República Árabe Siria, Togo, Tonga, Túnez, Turquía, República Socialista Soviética Ucraniana, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Uruguay, Venezuela, Vietnam, Yugoslavia y Zaire. Los siguientes Estados miembros han firmado, pero no ratificado: Bolivia y los Estados Unidos de América. Los siguientes Estados aún no lo han firmado o ratificado: Angola, Antigua y Barbados, Bahrein, Bangladesh, Belice, Bhután, Botswana, Burundi, Cabo Verde, República Centroafricana, Chad, Comoros, Congo, República Democrática de Corea, Yemen Democrático, Djibouti, Dominica, Guinea Ecuatorial, Etiopía, Granada, Guinea, Guinea Bissau, Guyana, Santa Sede, Indonesia, Costa de Marfil, Kenia, Kiribati, Kuwait, Jamahiriya Árabe Libia, Liechtenstein, Madagascar, Malawi, Malasia, Malta, Mauritania, Mauricio, Namibia, Nauru, Niger, Nigeria, Omán, Paraguay, Portugal, Qatar, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, Samoa, San Marino, Santo Tomé y Príncipe, Seychelles, Sierra Leona, Singapur, Islas Salomón, Somalia, Sudáfrica, Sudán, Suriname, Suazilandia, Suiza, Tailandia, Trinidad y Tobago, Tuvalu, Uganda, Emiratos Árabes Unidos, República de Camerún, República Unida de Tanzania, Vanuatu, Yemen, Zambia y Zimbabwe. 70. El Relator Especial recomienda firmemente que las Naciones Unidas deben renovar sus esfuerzos y tomar las medidas viables para que la 40 ratificación de los Estados restantes miembros de la Convención Universal sea hecha lo más rápido posible. La delantera de los Estados Unidos sería bienvenida (como los Presidentes Truman, Johnson, Nixon, Carter y Reagan instaron). Se recomienda igualmente a los Estados que aún no lo hayan hecho, a ratificar la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad de 1968. B. Futuras Opciones 71. El hecho es que si bien la Convención ha entrado en vigor desde el 12 de enero de 1951, ningún efecto discernible de ella es difícil de cuantificar, mientras que ante todos mucha evidencia continúa acumulándose de que los actos de genocidio todavía se están cometiendo en diversas partes del mundo. Ciertamente, en su forma actual, la Convención debe ser juzgada por no ser suficiente. Además, la evolución de las medidas internacionales contra el genocidio es necesaria e incluso impostergable. 72. Es importante que el impulso histórico del espíritu de unidad internacional contra el genocidio mostrado por Nuremberg y la Convención no falle y no caduque. Si no se hacen efectivas las disposiciones jurídicas internacionales es muy probable que se amenace la paz, se conduzca a las naciones a medidas unilaterales desesperadas (como el secuestro de Adolf Eichmann en la Argentina para llevarlo a juicio en Israel por actos de genocidio en 1961), o se abra la vía a excusas para la violencia deplorable de represalias terroristas [55]. Durante varios siglos la guerra y la violencia han sido los métodos para vengar agravios, o crear nuevos. Ahora, en la era de las armas atómicas, la sociedad humana depende para su supervivencia futura de establecer a tiempo los medios y alternativas legales internacionales para resolver tales conflictos de forma pacífica. A pesar de los problemas en hacerlo, el tamaño del riesgo permite poco tiempo para cualquier demora. 73. En lugar de la ley de la selva del “vae victis” (“¡Ay, de los vencidos!”), Hugo Grocio sentó las bases del derecho internacional durante la terrible Guerra de los Treinta Años en el siglo XVII con su obra De Jure Belli ac Pacis (Sobre las leyes de la Guerra y de la Paz). Luego de la fundación de la Cruz Roja ocurrida dos siglos después, los Convenios de Ginebra y de la Haya fueron ratificados buscando establecer normas internacionales de conducta, incluso en la guerra. Sin embargo, no hubo sanciones o procedimientos acordados para hacer frente a los criminales de guerra. Después de la Primera Guerra Mundial, los alemanes mismos que habían sido derrotados celebraron algunos juicios por crímenes de guerra en 1922, pero fueron organizados sin éxito y 888 personas, de los 901 acusados fueron absueltos. Cuando durante la Segunda Guerra se tuvo conciencia de la extraordinaria magnitud de los crímenes, una Comisión Europea Asesora sobre Crímenes de Guerra fue 41 establecida para tener en cuenta, tal como fue dicho por un francés “un enemigo que ha tratado de aniquilar naciones enteras, que ha elevado la muerte a un sistema político, por lo que ya no tenemos el deber de castigar sólo a quienes cometen el crimen, sino también a aquellos que lo planean” [56]. Ya en enero de 1942, los representantes de nueve países ocupados confirieron en Londres y emitieron el Acuerdo de Saint James, declarando que “es necesaria la solidaridad internacional para evitar la represión de estos actos de violencia simplemente por actos de venganza por parte del público en general y con el fin de satisfacer el sentido de justicia en el mundo civilizado” [57]. “La declaración anunció que en castigo de los crímenes de guerra, quien los cometió, era ahora un principal objetivo de guerra de los gobiernos en la conferencia. También se dejó en claro la intención de llevar a la justicia no sólo a aquellos que perpetraron físicamente esos crímenes, sino también a los líderes que los ordenaron. El Acuerdo de Saint James fue aprobado por Gran Bretaña, los Estados Unidos y la URSS, quienes expresaron significativamente su disgusto no sólo por las atrocidades, sino también a la mera idea de venganza: ésta implicaba un deseo de algún tipo de proceso judicial para determinar la culpabilidad y satisfacer un sentido de justicia. La conferencia de Saint James fue seguida por un nuevo avance práctico: La Comisión de Crímenes de guerra de las Naciones Unidas fue establecida en Londres en 1943 para recoger y recopilar información sobre los crímenes de guerra y sus autores [58]. En la Conferencia de Moscú de Ministros de Relaciones Exteriores en noviembre de 1943, Gran Bretaña, los Estados Unidos y la Unión Soviética emitieron una declaración conjunta condenando las atrocidades Nazis en la Europa Ocupada. Esta declaró que al tiempo de la concesión de cualquier armisticio a cualquier gobierno que pueda crearse en Alemania, aquellos oficiales alemanes y los hombres y miembros del Partido Nazi que han sido responsables o que han participado en las atrocidades mencionadas, masacres y ejecuciones, serán devueltos a los países en los que sus actos fueron cometidos a fin de que puedan ser juzgados y castigados de acuerdo a las leyes de esos países liderados y de los Gobiernos libres que se erigieron”. 74. Aunque un impulso histórico de acuerdo internacional logró el establecimiento sin precedentes de los Tribunales de Nuremberg y de Tokio, se los acusó de que fueron creados ad-hoc para permitir a los vencedores, juzgar a los vencidos. Sería preferible tener un organismo internacional imparcial, respetado, con autoridad permanente. No obstante, la versión final del Estatuto de Nuremberg abrió un nuevo camino al cargar contra los acusados “Crímenes contra la Humanidad” [59], un término utilizado para cubrir la persecución de los grupos raciales y religiosos y la explotación de los pueblos por mayor. Doenitz sugirió en sus memorias que los actos que el 42 Tribunal había examinado eran asuntos puramente alemanes: Los alemanes – dijo- deberían haber sido autorizados a “investigar y llevar ante la justicia a los responsables de las inhumanas enormidades que habían tenido lugar”. Pero lo que algunos de los abogados internacionales en Nuremberg esperaban era que el juicio sea la fundación de un nuevo orden jurídico. Ellos querían que el derecho internacional avance y gobierne el comportamiento futuro de las naciones. Robert Jackson informó posteriormente al Presidente Truman que el Acuerdo de Londres, anterior a Nuremberg, hizo explícito por primera vez que: “Perseguir, oprimir o violentar a las personas o minorías por motivos políticos, raciales o religiosos en conexión con la guerra, o exterminar, esclavizar o deportar a las poblaciones civiles es un crimen internacional y que por la comisión de tales hechos, los individuos son responsables” [60]. Sin embargo, una vez que el Tribunal Militar Internacional de Nuremberg terminó su trabajo, no hubo corte penal internacional. El presidente Truman dio su bienvenida a la recomendación de Biddle de que se invite a las Naciones Unidas a elaborar un código de derecho penal internacional. Éste al momento no ha sido redactado. Tal como los historiadores de los casos de Nuremberg observan, “es en el sentido más amplio de una cuestión política, si las naciones prefieren tener el mismos cuerpo objetivo de ley y una institución imparcial para administrarlo, o si ellos prefieren resolver sus disputas y cumplir con sus ambiciones por la fuerza” [61]. 75. De la misma forma, se ha sugerido que la influencia de los acontecimientos históricos también generó el carácter de la Convención de protestar más contra los crímenes del pasado inmediato que de crear un instrumento eficaz para la prevención o castigo del genocidio [62]. De hecho, los críticos han alegado que la Convención representa en el mejor de los casos, letra casi muerta, y en el peor, ha sido pervertida como un arma de guerra política [63], en lugar de ser un instrumento para liberar y reconciliar a la humanidad. ¿Qué debería, y qué puede ser hecho? 76. Una dificultad básica es que, si bien la Convención se centra en el castigo del crimen, esto es casi insignificante en el plano internacional, en ausencia de una Corte Penal Internacional. Por lo tanto, son sólo los Gobiernos de los Estado en cuyo territorio el crimen fue cometido, los que pueden instaurar procedimientos para su castigo. Sin embargo, en el caso de genocidios “domésticos”, éstos son cometidos generalmente por o con la complicidad de los Gobiernos, con la extraña consecuencia de que se necesitaría a los Gobiernos para enjuiciarse a sí mismos. En la práctica real, los asesinatos de 43 masas son protegidos por los propios Gobiernos, salvo en casos excepcionales, donde tales Gobiernos fueron derrocados. Así, en Guinea Ecuatorial, Macías fue declarado culpable de varios delitos, entre ellos el genocidio, y ejecutado [64]. En Camboya, sin embargo, Pol Pot se encuentra todavía en libertad, protegido por su propio ejército, y presumiblemente también en alguna medida por el continuo reconocimiento internacional de su régimen. 77. Existe apoyo a una Convención suplementaria o a Protocolos para mejorar la Convención, aunque el consenso sería difícil de lograr por parte de todos los gobiernos [65]. Es posible, y de hecho se esperaba, que la existencia de la Convención disuada la comisión de más genocidios. Pero al igual que en las acciones para mejorar la eficacia de los derechos humanos en general de las Naciones Unidas, con demasiada frecuencia el respecto de la soberanía del Estado, la integridad nacional y territorial puede, y de hecho, tiene prioridad sobre el deseo de protección contra el genocidio. En estas circunstancias, hay una necesidad de nuevas ideas o de instituciones, relativamente independientes de las deliberaciones de las delegaciones de los Estados Miembros, tales como una Corte Penal Internacional, y un Alto Comisionado para los Derechos Humanos, o bien por las formas de la acción organizada fuera de las Naciones Unidas mediante las organizaciones no gubernamentales internacionales, por ejemplo. El reciente apoyo de las Naciones Unidas para la nueva Convención sobre la Tortura puede traer nuevas razones para el optimismo, así como algunos paralelismos útiles. Es importante ser práctico y realista, pero también trabajar duro y sin demora teniendo en vista de la gravedad de la materia. C. Propuestas 1. Prevención 78. El castigo después del hecho no resuelve el problema prioritario de evitar grandes pérdidas de vidas. Esas personalidades que están preparadas psicológicamente para cometer genocidio no siempre son susceptibles de ser disuadidos por la retribución, al menos en este mundo. Tal vez, la debilidad más grande de la Convención sea que no cuenta con medidas preventivas suficientemente formuladas. Tales acciones internacionales a corto, medio y largo plazo tendrían que relacionarse con las diferentes etapas en la evolución de un proceso genocida –anticipación del suceso; alerta temprana de su inicio; y acciones a ser tomadas al comienzo o durante un genocidio en sí para detenerlo. 79. La inteligente anticipación de posibles casos podría basarse en un banco de datos de información actualizada de forma continua, lo que sería útil para 44 remediar, disuadir o brindar medidas para evitar que sean planificadas más adelante. La información fiable es el oxígeno esencial para los derechos humanos: esto podría ser facilitado por parte del desarrollo de una red de comunicaciones vía satélite de las Naciones Unidas. Las comparaciones podrían hacerse con las lecciones, tanto positivas como negativas, de los hechos anteriores. La experiencia de conciliadores internacionales o mediadores de las Naciones Unidas y sus agencias u otras organizaciones como el Comité Internacional de la Cruz Roja, podría servir para reducir la tensión. 80. H.G. Wells declaró, con razón, que “la historia humana es cada vez más una carrera entre la educación y la catástrofe”. Otra área muy importante del estudio es la investigación interdisciplinaria (a ser coordinada, quizás, por la Universidad de las Naciones Unidas) sobre el carácter psicológico y las motivaciones de las personas y grupos que cometen genocidio o racismo, o la psicópata deshumanización de las minorías o chivos expiatorios vulnerables. En todo el trabajo de los derechos humanos, es esencial ir más allá de las condenas para analizar su causalidad. 81. Los resultados de estas investigaciones podrían ayudar formando parte de un programa educativo a lo largo de todo mundo en contra de tales aberraciones, comenzando a una edad temprana en las escuelas. Sin una base fuerte de apoyo público internacional, incluso la Convención más perfectamente redactada será de poco valor. Los convenios y los buenos gobiernos pueden dar una ventaja, pero la movilización de la conciencia y la vigilancia públicas es esencial para evitar la repetición de genocidio y otros crímenes contra la humanidad y los derechos humanos. No ha habido recientemente un cambio alentador respecto de la preocupación sobre genocidios en particular para aumentar la conciencia y tomar medidas efectivas a fin de hacer frente al propio fenómeno en general. 82. Como medida de seguridad adicional, la conciencia pública debe desarrollarse a nivel internacional para reforzar la responsabilidad individual, basada en el conocimiento de que es ilegal obedecer a la orden de un superior o ley que sea violatoria de los derechos humanos. Aunque algunos gobiernos pueden ser reacios en ponerse de acuerdo, dicho concepto ha sido una tradición consagrada en diferentes partes del mundo. Las ideas de Gandhi y de Martin Luther King sobre la desobediencia civil a leyes injustas fueron desarrolladas desde el pensamiento anterior de personas como Thoreau, quien fue a prisión por no consentir el retorno forzado de los esclavos fugitivos a sus propietarios (Thoreau, a su vez, basó su filosofía en las ideas de Granville Sharp, que en 1970 renunció al Ministerio de Guerra de London en vez de autorizar armas para sofocar la revolución americana; las ideas de Sharp, por su parte, contribuyeron en inspirar a Jefferson y otros que redactaron la 45 Declaración de la Independencia). Todas estas personas siguieron su conciencia a costa de su peligro personal; la salvaguardia de los derechos humanos, como último recurso, siempre dependerá de la integridad y la valentía. 2. Alerta temprana 83. En los casos en que aparece la prueba de un conflicto genocida inminente, instalando la represión, incrementando la polarización o los primeros indicios de un caso inesperado, un sistema eficaz de alerta temprana podría ayudar a salvar varias miles de vidas. Esto requiere una red de coordinación eficiente, que se mantenga en un estado de alerta permanente, que podría estar atento también a los primeros indicios de hambruna masiva y éxodos de refugiados en conjunto con organismos tales como la Oficina del Coordinador de Ayuda para Desastres de las Naciones Unidas y el Comité Internacional de la Cruz Roja. 84. Cuando una alerta temprana sea recibida, los pasos a seguir podrían incluir: la investigación de las denuncias; la activación de diferentes órganos de las Naciones Unidas y organizaciones afines, tanto directamente como a través de las delegaciones nacionales, y haciendo gestiones ante los gobiernos nacionales y a organizaciones interregionales para la participación activa; buscando el apoyo de la prensa internacional en el suministro de la información; contando con la ayuda de otros medios de comunicación para acaparar la atención pública sobre la amenaza, o realización, de una masacre genocida pidiendo a los líderes raciales, comunales y religiosos pertinentes, en los casos apropiados, para interceder, y organizar la inmediata participación de los mediadores y conciliadores adecuados desde un principio. Por último, está la posibilidad de sanciones que podrían ser aplicadas con el apoyo público, por medio de boicots económicos, la negativa de llevar mercancías hacia o desde los Estados, y la exclusión selectiva de la participación en actividades y eventos internacionales. Las representaciones también se harían a los gobiernos para obtener su apoyo en la aplicación de sanciones. 3. Un organismo internacional para hacer frente al genocidio 85. Un fuerte apoyo ha sido expresado para el establecimiento de una nueva organización internacional, imparcial y respetada cuya especial preocupación sería la de tratar todo respecto del genocidio. Quizás, tal organización se podría crear en el marco de los “órganos competentes” del artículo VIII de la Convención. El apoyo a esa organización ha sido expresado, entre otros, por el Gobierno de España. Una formulación posible y constructiva de tal organismo fue propuesta por una organización no gubernamental, el Baha’i Internacional: 46 “Creemos que, en la actualidad, el medio más eficaz para prevenir y controlar el genocidio es a través de la creación de un nuevo organismo internacional por parte de las Naciones Unidas, que se ocupe exclusivamente del genocidio y cargue con la responsabilidad de considerar las denuncias de genocidio, la realización de investigaciones en conexión con tales denuncias y tomando pasos urgentes para poner un freno al genocidio donde sea que se cometa. El secreto es el mejor aliado de cualquier gobierno que pretenda participar en el genocidio, y la publicidad internacional y la condena su peor enemigo; se podría esperar que el oprobio de cualquier gobierno que fuese identificado como violador de la convención por parte de un organismo internacional que cuente con un alto nivel de competencia e imparcialidad podría, por sí mismo, actuar como elemento disuasivo para ese gobierno, al margen de cualquier acción que el organismo por sí mismo podría generar. En consecuencia, sugerimos que se estudie la posibilidad de revisar la Convención existente añadiendo a ella las disposiciones adecuadas para la creación de un Comité sobre Genocidio, cuya existencia se derivaría directamente de la Convención y que se ocuparía exclusivamente del objeto contenido en la Convención madre. Concebimos que este Comité para ocuparse, principalmente, de cuestiones de hecho y no de derecho. Prevemos que mantenga un “informe de seguimiento” sobre el genocidio: sería el órgano al que cualquier acusación de genocidio se dirigiría de forma automática, por lo que sería responsable de la investigación de tales denuncias. A fin de que pueda reaccionar con eficacia en los casos donde haya fuertes y fiables indicios de que el genocidio estaba teniendo lugar, el Comité debería –según sugerimos- estar habilitado para: (a) invitar al Estado parte involucrado a presentar sus observaciones con respecto a las acusaciones de genocidio; y (b) si decidió que la situación lo justifica, designar a uno o más de sus miembros a que realicen una investigación confidencial e informen urgentemente al Comité. En resumen, prevemos que el Comité tenga poderes en este sentido similares a los propuestos por el Comité contra la Tortura en la Convención contra la Tortura y otros Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes. Prevemos que el Comité sobre Genocidio, junto a otros órganos creados en virtud de las disposiciones de los instrumentos internacionales de derechos humanos (lo cual sería muy cercano en su afiliación y procedimientos) informaría anualmente a la Asamblea General, pero se sugiere que el Comité debe estar también facultado para llevar las situaciones de urgencia a la atención inmediata del Secretario General de las Naciones Unidas. Creemos que las ventajas del establecimiento de un Comité en virtud de las disposiciones de la Convención, serían: (a) Eliminar al tema del genocidio lo más lejos posible de la arena política; (b) Atraer a un alto calibre de miembros “expertos independientes”; 47 (c) Acelerar la respuesta internacional a las situaciones genocidas, obviando la necesidad de que los casos de genocidio procedan a través de los mecanismos jerárquicos del sistema de derechos humanos de las Naciones Unidas; (d) Proporcionar el alto perfil, la atención internacional de la que el genocidio actualmente carece. Estamos, por supuesto, consecuentes de que cualquier propuesta de revisión de la Convención existente debe ser solicitada por un Estado Parte y debe ganar la aprobación de la Asamblea General de las Naciones Unidas, y somos plenamente conscientes de las dificultades que conlleva dicha aprobación. Sin embargo, creemos que es apropiado considerar este curso de acción, teniendo en cuenta el estado del genocidio como el mayor “crimen contra la humanidad”, el hecho preocupante de que el genocidio persiste en el mundo contemporáneo y la urgente necesidad de una acción internacional decidida para combatirlo. A falta de acuerdo en la creación de un Comité sobre Genocidio en virtud de la Convención, sugerimos que un Grupo de Trabajo sobre Genocidio sea establecido bajo la égida de la Comisión de Derechos Humanos”. 4. Un Tribunal o Corte Internacional de Derechos Humanos 86. El apoyo ha sido expresado, inter alia, por el Gobierno de El Salvador: “En cuanto a la posibilidad de establecer un tribunal penal internacional propuesto en el artículo VI de la Convención para la Prevención y Sanción del Crimen de Genocidio, el Gobierno de El Salvador considera que, en vista de la importancia internacional de este crimen, sería oportuno el establecimiento de un tribunal penal internacional competente para juzgar este y otros crímenes similares. Sin embargo, el carácter vinculante y de obligatorio cumplimiento de las decisiones de dicho tribunal requiere que esto sea formalmente declarado en el instrumento internacional que lo establezca”. El Gobierno de Marruecos también sugiere que “el establecimiento de un tribunal internacional a gran escala con un Fiscalía y un brazo investigador”. Asimismo, el Gobierno de Chad apoya la idea de un tribunal penal internacional y un órgano internacional encargado de llevar las investigaciones. Esto puede obviar mucha discusión sobre qué masacres técnicamente son -o no- un Genocidio, si tal Tribunal o Corte lo tratará con los principales crímenes de lesa humanidad. 87. Otras opiniones y respuestas indican una preferencia por la institución de la jurisdicción universal, o de ambas propuestas para proporcionar una salvaguarda doble o “a prueba de fallas”. 48 88. El estudio anterior (E/CN.4/Sub.2/416) concluyó con una recomendación para la jurisdicción universal: “… Ya que ninguna corte penal internacional ha sido establecida, la cuestión del castigo universal debe ser considerada nuevamente si se decide preparar nuevos instrumentos internacionales para la prevención y castigo del genocidio, ya que en la práctica, incluso si un Gobierno fuese a cometer graves actos de genocidio no habría, como siempre ha sido, algunas dudas en cuanto a la posibilidad de acusarlo, a menos que esto fuese reemplazado por un régimen que tome las medidas legales necesarias. Sin dejar de reconocer las implicaciones políticas de la aplicación del principio de jurisdicción universal para el delito del genocidio, el Relator Especial sigue convencido de que la adopción de este principio ayudaría a que la Convención sobre el Genocidio sea más eficaz. Por una parte, la adopción del principio no debe implicar automáticamente la obligación de enjuiciar a las personas culpables de genocidio. Esto no sería más que una opción que podría ser utilizada, sobre todo en el caso de los gobiernos, a la luz de todas las circunstancias y la conveniencia de tomar las medidas oportunas. Por otro lado, un nuevo instrumento internacional sobre genocidio podría ofrecer la posibilidad de elegir entre la extradición y el castigo del crimen por parte del estado en cuyo territorio se encuentra la persona culpable”. 89. El curso indefendible sería no adoptar alguna de las opciones. 90. Esta reforma, por supuesto, no excluiría medidas más fuertes en las leyes propias de cada país contra el genocidio, lo cual también se debe instar. D. Conclusiones 91. Las reformas recomendadas, tal como la mayoría de las cosas que valen la pena en pos del progreso humano, no serán fáciles. Sin embargo, sería el mejor monumento vivo para todas las víctimas de genocidio. No hacer nada, por el contrario, sería invitar a la responsabilidad por no ayudar a la causa de futuras víctimas. PARTE IV. LISTA DE RECOMENDACIONES 92. Las principales recomendaciones del actual Relator Especial figuran en los parágrafos 50, 55, 57, 41, 55, 54, 64, 70, 79, 80, 81, 82, 83, 84, 85, 86, 8 (¿¿), 90 y 91 supra. 49