Subido por Antonio Moreno

7 formas de sanar tu corazón herido

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7 formas de sanar tu corazón
herido
Quizás te preguntas si sanar es realmente posible. Aunque sea sanación
física, espiritual o emocional, todos estamos buscando desesperadamente
alivio.
El 05 de noviembre de 2006, un conductor ebrio viajando a más de
ochenta millas por hora chocó el lado frontal de nuestra camioneta. En un
momento, mi esposo, mis dos hijos y yo estuvimos físicamente rotos,
aplastados de múltiples formas. Mi hija, Jen, no tenía un buen pronóstico
de supervivencia debido a unas heridas cerebrales traumáticas y
múltiples fracturas óseas. Permaneció en coma por cinco semanas, y
pasaron meses y meses antes de que pudiésemos reunirnos. Hoy nuestras
vidas no lucen de la manera que lo hicieron alguna vez, y nunca lo harán.
Los años siguientes luego de nuestro accidente automovilístico, la única
cosa que me daba alivio era pensar como Dios pensó que su hijo inocente
sufriera y muriera en una cruz por mí. Mientras rogaba a Dios que me
diera sanación, comencé a escuchar cuidadosamente las palabras que
Jesús dijo cuando estaba en esas horas de sufrimiento final.
Siendo la cruz un acto único de redención, las palabras finales de Jesús se
habrían vuelto cruciales para mi sanación diaria.
Las últimas palabras de Jesús – Una prescripción única para la
sanación
1. Preguntarle a Dios “¿Por qué?”
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46; Marcos
15:34).
En su deidad, Jesús conocía el corazón y la mente de Dios. No necesitaba
preguntar por qué. Pero Jesús también fue un hombre. Sintió dolor como
nosotros lo hacemos. Es un consuelo saber que, en su momento de peor
sufrimiento, tuvo que preguntarle a Dios ¿Por qué?
Pero al preguntar por qué, Jesús nos dio permiso de traer nuestras
preguntas duras a Dios. Por este hecho, no necesitamos avergonzarnos de
nuestras propias dudas y miedos. Dios no se molestará porque
necesitemos respuestas. De hecho, nuestras preguntas más complicadas
deben ser lo que nos acerque más a Él.
Si estuvieras parada ante Dios ahora mismo, ¿Qué le preguntarías?
Satanás controla lo que mantenemos oculto, pero cuando sacamos
nuestras heridas a la luz, Satanás ya no tiene poder sobre ellas. ¡Jesús es
la luz! Cuando reconocemos nuestro dolor, Él comienza a sanarnos.
Adelante ¡Pregúntale! Las respuestas de Dios y su presencia son una
forma de sanar tu corazón herido.
2. Escoge perdonar
“—Padre —dijo Jesús—, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas
23:34).
Mientras acercaban los clavos a sus manos, Jesús hablo fuertemente
“Padre, perdónales”. Él se negó a que la amargura echara raíces. Sospecho
que nos enseñaba que mientras más pronto perdonemos, mejor.
Quizás alguien que se suponía que te protegiera y te mantuviera seguro,
te hirió. Abuso de ti. Destruyo tu seguridad. Puedes estar pensando, es
imposible perdonar. Tienes razón. No creo que podamos perdonar en
nuestra propia fortaleza. Necesitamos pedirle a Dios, nuestro padre, que
nos ayude.
Mi hija Jen dice así “Saca a las personas de tu radar y ponlos en el radar de
Dios. De esa manera, estarás liberado”
3. Comparte el evangelio
“—Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso —le contestó
Jesús” (Lucas 23:43).
Uno de los criminales colgados al lado de Jesús en la cruz, entendió que su
pecado era quejarse de sus problemas y Jesús era su única esperanza. Él
dijo “Jesús, recuérdame cuando entres a tu reino” Y Jesús respondió, haré
más que recordarte, estaré contigo.
Mientras moría, Jesús aún tenía la intención de salvar a otros. Él nos
moldeo para ayudar a otros en medio de su propio sufrimiento.
Tu dolor te da el derecho de ser escuchado. Cuando compartes el
evangelio, tu dolor tiene un propósito. ¿Y si tu dolor terrenal pudiese
cambiar la realidad celestial de alguien para siempre?
¿Compartirías el amor de Jesús?
4. Asegura tu espíritu
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46).
Esta no es solo una frase que Jesús dijo porque estuviese muriendo. Él
estaba citando una frase que los niños judíos repetían antes de irse a
dormir, perteneciente a Salmos 31, enseñándonos a usarla a diario
también.
No puedo describir el alivio que me da saber que mi Padre está
sosteniendo mi espíritu frágil en sus manos fuertes y amorosas. Puedo
comenzar a respirar otra vez. Puedo comenzar a pensar otra vez. Puedo
dar un paso adelante y seguir moviéndome.
La próxima vez que Satanás te recuerde las heridas de tu pasado, intenta
diciendo “Padre, venda mi herida. Te la doy para que la sostengas” Estás
sano y salvo en las manos de tu Padre quien puede sanar tu corazón
herido.
5. Encuentren a alguien a quien servir
“Dijo a su madre: —Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo: —Ahí
tienes a tu madre” (Juan 19:26-27).
En medio de su dolor, Jesús notó a Su madre parada cerca de la cruz. El
escogió cuidarla en vez de enfocarse en Él. ¿No crees que Jesús nos estaba
dejando un remedio poderoso para nuestro dolor? Cuando estas
sufriendo, mira las necesidades de otros. ¿A quién puedes ayudar? ¿A
quién puedes servir?
Jesús modelo lo que he descubierto que es cierto por experiencia propia:
a veces la única forma de sobrevivir o tener sentido de tu propio dolor es
ayudando a alguien más.
6. Ten un horario
“Tengo sed” (Juan 19:28).
El gran YO SOY lloró “Tengo sed” y cuando lo hizo, nos dio permiso a ti y a
mí de pedir ayuda y admitir la debilidad física.
Dios creó nuestros cuerpos con la suficiente fragilidad como para
necesitar de su ayuda. Sentimientos como la sed, el hambre y la fatiga
exponen los límites de nuestra humanidad y nos recuerdan a diario que
necesitamos más a Dios.
Con esa fragilidad viene nuestra necesidad de descansar y tener un
espacio, lo que significa un momento designado para descansar. A
menudo estamos tan ocupados ayudando a nuestras familias que
olvidamos cuidarnos a nosotros mismos.
¿Qué haces para cuidar tu cuerpo y tu salud mental? ¿Cuál es la cosa
segura que podrías agendar a diario o semanal para comenzar a obtener
un alivio físico?
7. Intercambia tu quebranto por sanación
“Al probar Jesús el vinagre, dijo: —Todo se ha cumplido. Luego inclinó la
cabeza y entregó el espíritu” (Juan 19:30).
Cuando Jesús dijo, “se acabó”, no fue un llanto de derrota. ¡Sino, un grito
de Victoria! En griego, esas palabras componían una sola palabra
“tetelestai”, que significada “pago completo”
Esta es una variable que cambia nuestra perspectiva. Cuando Jesús por
voluntad propia se sacrificó por nosotros no solo era un castigo sustituto
–su vida por nuestro pecado. Era un intercambio completo –todo Él por
todos nosotros. Él hizo más que pagar un pecado y llevárselo. Jesús nos
dio Su derecho, para con Dios. Se llevó todo lo malo y lo intercambio por
todo lo que estaba bien en Él.
Jesús intercambió nuestro pecado, pena y dolor por su justeza ilimitada,
alegría y sanación. No tienes que seguir llevando la misma vergüenza.
Dios intercambia tus heridas y tu quebranto por la belleza y entereza de
su Hijo.
¿Te ves a ti misma como Dios te ve?
Mi experiencia me convence de que Dios te usara de maneras
inimaginables debido a lo que has atravesado. Él a menudo permite que
nuestras heridas cambien nuestro destino y el destino de otros. Dios no
solo sana nuestras heridas, sino que también convierte nuestras
cicatrices –los recordatorios de lo que hemos soportado—en hermosas
marcas de propósito.
Ahora imagina que Jesús mismo está sosteniendo tu cara en sus manos –
manos heridas—y que mira directamente a tus ojos. Escúchalo decirte
“Te amo. Te veo. Escucho tus súplicas. Te recuerdo. Me llevaré tu dolor.
Te sanare.”
Deja que esas palabras se incrusten en tu alma. Esperamos que estas 7
formas de sanar tu corazón herido te sean de ayuda y sanidad.
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