Subido por isabela.jimenez.bustos

EVALUACIÓN ÉTICA 3. Maltrato Animal.

Anuncio
Instituto profesional Esucomex
Técnico en Construcción
Ética Profesional Sección 2
Maltrato animal
¿Es ética la experimentación en animales?
Integrantes: Víctor Durán
Felipe Hernández
Profesor:
Felipe León
Fecha:
22 de noviembre, 2020
Entrega de antecedentes
¿Qué es el maltrato animal?
En Chile, como en otros países, el maltrato animal por acción u omisión, las
peleas de animales, así como la promoción de prácticas y espectáculos que
impliquen maltrato grave, deterioro de la salud o la muerte de los animales, son
conductas que son castigadas por la ley (1). El código penal también castiga
“ausencia de suministros en alimento y agua, el empleo de instrumentos o
sustancias que provoquen a los animales sufrimiento o muerte. Al igual que la
remoción, destrucción o alteración de cualquier miembro, órgano o apéndice del
animal que por causas distintas a las propiamente veterinarias, sanitarias u otras
expresamente autorizadas por la ley. como por ejemplo, la investigación
científica”(1)
La experimentación en animales es un método científico que tiene como objetivo
el empleo de uso de animales para experimentos científicos. No es método
recomendado en la medida que existan alternativas en experimentación con el
mismo nivel de evidencia científica, pero en determinados casos es necesario su
uso ya que no puede realizarse los experimentos con humanos. (2)
Desde el siglo pasado los experimentos con animales han desempeñado un papel
crucial en el desarrollo de la medicina moderna, más aún, no se conoce ninguna
área de la medicina que no deba muchos de sus principales avances a la
experimentación animal (3). Por ejemplo: Pasteur investigó las enfermedades
infecciosas en animales domésticos y descubrió también que la inmunización
podía proteger contra esas patologías; Lister declaró ante la Comisión Real en
1875 que los experimentos con animales habían sido fundamentales en sus
propios trabajos sobre la asepsia y que restringir el uso de animales en la
investigación impediría descubrimientos beneficiosos para la humanidad (3). En
este siglo son también numerosos los avances científicos que han dependido de
una previa experimentación con animales, como ocurrió con las sulfamidas que
disminuyeron notablemente las cifras de sepsis puerperal, neumonía lobular e
infecciones en heridas superficiales. Sin olvidarnos de la cirugía y tantos otros
campos donde la experimentación animal ha sido fundamental (4).
Sin embargo, las críticas a la experimentación animal son abundantes. Un
argumento frecuente es que los animales utilizados no sirvan de modelos de
enfermedades, ya que no reflejan con exactitud las condiciones humanas; Se
critica también, el hecho de que si estas prácticas hubiesen sido ilegales, los
investigadores habrían desarrollado su imaginación y habrían inventado las
técnicas adecuadas para sustituir a los animales (2,3).
A partir de esto es que surge la pregunta ¿es ética la experimentación científica en
animales?
Planteamiento y justificación del problema
El dilema ético en la experimentación animal está en relación con la posible
contraposición entre dos valores. Por un lado, el atentar a la sensibilidad de los
animales y la posibilidad de daño que pueden llegar a sufrir en el propio
experimento y, por otro lado, la necesidad de estos experimentos, pues son vitales
para la protección de los humanos, e incluso, para la salud y seguridad de los
propios animales(4). Como consecuencia de esto existen dos tendencias éticas
extremas: a) los llamados “defensores de los animales” que mantienen una
postura absoluta donde señalan que nunca está justificado dañar animales para
propósitos humanos. En el otro extremo. b) los que defienden que los animales
pueden ser usados por el humano a nuestro libre criterio. Sin embargo, la mayoría
de la población y de los bioeticistas, parece mantener una actitud que se sitúa en
un punto medio al aceptar el uso de animales para experimentación pero sólo bajo
ciertas condiciones.(5)
Es importante destacar que una de las características que diferencian al ser
humano de otras especies, es que el ser humano es un sujeto ético; es decir, está
genéticamente capacitado para prever las consecuencias de sus actos, para hacer
juicios de valor (moral) y distinguir el bien del mal, teniendo la libertar de elergir
hacer uno o lo otro(3). Por otra parte, desde el punto de vista bioético, los
animales no son, por sí mismos, sujetos de derechos ni de responsabilidades,
pero las personas sí tenemos responsabilidades hacia ellos: los animales no son
sujetos morales pero sí objetos morales(3). Sin embargo, desde otra perspectiva,
los animales poseen ciertas características que los acercan a ser considerados
también como sujetos morales. Existe una línea continua en la adquisición de
características que hace difícil una división estricta y exacta. Se aducen los
siguientes rasgos con potencial de sustrato moral: son seres sensibles, con
capacidades cognitivas, capacidad para mejorar, sociabilidad y posesión de una
vida(2). No obstante, filósofos como Malebranche y Descartes establecieron una
concepción dualista de la mente y el cuerpo que sólo se aplica a los seres
humanos, argumentando que los animales carecen de capacidades cognitivas
relevantes(3). Y aun admitiendo que los animales no tuvieran capacidad moral,
tampoco se podría justificar el ejercer crueldad sobre ellos. Por carecer de
autonomía, los animales no pueden negarse a ser objeto de experimentos y, por
tanto, la responsabilidad de no ocasionar daños innecesarios recae en el ser
humano: no se justifica infligir dolor y sufrimiento ilimitado a animales de
investigación, tengan más o menos capacidades moralmente relevantes(3).
¿En qué medida se justifica el sufrimiento de animales para beneficio del ser
humano? Para defender el uso de animales experimentales los científicos se
basan en los espléndidos logros de la medicina preventiva, la erradicación de
muchas enfermedades infecciosas y el control o disminución de la peligrosidad de
otras. Bajo esta premisa, se asume que el valor de la vida de los animales de
laboratorio no existe en ninguna media y que es aceptable sacrificarlos por el
avance del conocimiento (4). Existen posturas en contra de todo tipo de
experimentación en animales, pero no parece lógico que toda la carga de
experimentación en sistemas vivos se la lleve el ser humano. Es por evitar daños
irreversibles en seres humanos que se experimenta primero en animales.(3)
Desarrollo.
La experimentación animal no es nueva y los problemas han existido desde hace
muchos años. Ya en la antigüedad, los conocimientos se basaban en buena parte
en la observación y la disección anatómica (2). En el Corpus Hipocrático (en el
350 a.C.) aparecen experimentos con cerdos y en el siglo VI se habla de
inmunoprofilaxis en China. También es conocido como Anaxágoras, Aristóteles,
Hipócrates, Galeno y muchos otros disecaron animales para conocer su cuerpo.
Sin embargo, la "vivisección" es relativamente poco practicada en Occidente hasta
el Renacimiento; a partir de entonces se aplica de manera esporádica tanto en el
animal como en el hombre, y se desarrolla, sobre todo, en el siglo XVII,
principalmente, con W. Harvey (1578-1657), quien puso de manifiesto la
circulación de la sangre en 1628 (3).
El siglo XVIII marca una inflexión: en Inglaterra, el filósofo Jeremy Bentham (5)
invita a algo más que amabilidad hacia los animales, plantea el "problema ético"
de su sufrimiento y su explotación abusiva por el hombre. Para Hume (6), la
moralidad: "es objeto del sentimiento, no de la razón". Las fundamentaciones
"emotivistas" de la moral surgidas en el siglo XVIII introdujeron cambios
importantes. Este "emotivismo" moral desarrolló una mayor sensibilidad hacia el
dolor animal. Y el hecho de haber surgido principalmente en Inglaterra puede
explicar que este país haya sido la cuna de los movimientos antiviviseccionistas y
que tenga la legislación proteccionista más antigua (de 1871) (5)
Desde el siglo pasado los experimentos con animales han desempeñado un papel
crucial en el desarrollo de la medicina moderna (7), más aún, no se conoce
ninguna área de la medicina que no deba muchos de sus principales avances a la
experimentación animal. Pasteur investigó las enfermedades infecciosas en
animales domésticos y descubrió también que la inmunización podía proteger
contra esas patologías. Lister declaró ante la Comisión Real en 1875 que los
experimentos con animales habían sido fundamentales en sus propios trabajos
sobre la asepsia y que restringir el uso de animales en la investigación impediría
descubrimientos beneficiosos para la humanidad. En este siglo son también
numerosos los avances científicos que han dependido de una
previa
experimentación con animales, como ocurrió con las sulfamidas que disminuyeron
notablemente las cifras de sepsis puerperal, neumonía lobular e infecciones en
heridas superficiales. Sin olvidarnos de la cirugía y tantos otros campos donde la
experimentación animal ha sido fundamental(3).
Conforme un organismo es más evolucionado, son más complejos sus
mecanismos para salvaguardar la integridad, así como el desarrollo de la
experiencia dolorosa y la expresión del comportamiento relacionado con ella, lo
que implica necesariamente el desarrollo del sistema nervioso. (3). Aunque no se
ha podido esclarecer si la percepción consciente del dolor está presente en otros
organismos, en ellos también se manifiestan casi todas las señales externas que
ayudan a deducirlo para el ser humano, tales como cambios de conducta,
contorsiones, quejas, intentos por evitar la fuente de daño e, incluso, trastornos
fisiológicos como elevación inicial de la presión en la sangre, pupilas dilatadas,
transpiración, pulso agitado y, si el estímulo continúa, caída de la presión
sanguínea (5, 6). Por lo tanto no existen razones científicas para negar que los
animales sientan el dolor, aunque es posible que no interpreten la sensación de la
misma manera que el ser humano, ya que éste reflexiona y es sujeto de
emociones (3).
Se cuestiona también la extrapolación de los datos obtenidos en animales, ya que
no reflejan la fisiopatología del dolor de la misma manera y existe una enorme
cantidad de efectos secundarios producidos por medicamentos no son detectados
en los animales, por ejemplo el dolor de estómago, malestar general, jaqueca,
náusea, visión borrosa, zumbido en los oídos, etc (2, 3). Por lo cual no es
suficiente la validación de la extrapolación de datos a pacientes con dolor,
especialmente en síndromes de dolor crónico; se necesitan, igualmente, estudios
con seres humanos. Un ejemplo de los peligros de extrapolar fue lo que ocurrió
con la Talidomida en los años 60’ y 70’. Esta droga apareció en el mercado al final
de los años 50’ en Alemania, después de ensayos realizados en miles de animales
para comprobar su seguridad. Fue vendida como un sedante para las mujeres
embarazados o lactantes y, a pesar de las pruebas de seguridad, por lo menos
10.000 niños de madres que la consumieron nacieron con deformidades severas.
El Clioquinol fue una droga fabricada en los años 70 y vendida como un
medicamento seguro para la diarrea; No sólo no funcionó contra la diarrea, como
se prometió a los pacientes, sino que, de hecho, acentuó los síntomas. A causa de
la dispensa del Clioquinol al público, 30.000 personas quedaron ciegas y/o
paralíticas y miles más murieron. (3)
Friedmann desarrolló, en los años 30, una prueba de embarazo que consistía en
inyectar a un conejo orina de una mujer, y después de transcurridos algunos días
se abría el conejo. Si el animal había ovulado, la prueba era positiva, es decir, la
mujer estaba embarazada. Con el tiempo se descubrió que la gonadotropina era la
responsable de la estimulación de la ovulación y se desarrolló un sencillo análisis
químico para esta hormona, que se realiza en un tubo de ensayo y que está
siendo utilizado desde hace bastantes años(3). Un simple tubo de ensayo
sustituyó a un conejo(3). Otra prueba que evitó emplear un gran número de
animales es la desarrollada por Bruce Ames en los años 70 para detectar
sustancias potencialmente mutagénicas y carcinogénicas. La prueba hace uso de
Salmonellas y, como se pueden emplear millones de ellas para ensayar una
sustancia concreta, permite detectar frecuencias de mutación muy bajas, con lo
cual no sólo se ha logrado sustituir animales, sino que también se ha ganado en la
sensibilidad de la prueba.(3)
No obstante, aunque es imposible extrapolar directamente datos animales a los
seres humanos, también existe amplia evidencia de los beneficios que ha traído la
experimentación en animales para la biomedicina(2). Existen suficientes
similitudes de comportamiento, anatómicas, fisiológicas, neurológicas, bioquímicas
y farmacológicas como para que los animales sean modelos útiles en el estudio de
efectos biológicos del desarrollo de enfermedades, efectos terapéuticos y otras
intervenciones(3). Existen amplias pruebas que demuestran que la investigación
en animales genéticamente normales y modificados tiene relevancia para el ser
humano y en conjunto con otros métodos (cultivos celulares y estudios clínicos)
por lo cual no se puede sostener que toda la experimentación animal es
defectuosa.(2,3)
Cualquier análisis ético del uso de animales de laboratorio debe tener en cuenta
su justificación científica, es decir, debe existir la necesidad de su uso para
conseguir el fin propuesto (6). Esto exige determinar si ese fin puede ser
alcanzado adecuadamente por experimentación no animal o alternativas menos
intrusivas, por lo que los proyectos deberían ser revisados por personas formadas
sobre los avances en alternativas(3). Los revisores deberían ser los encargados
de considerar si el uso de las especies, su número, etc. es adecuado para
alcanzar la información deseada(3). Pero el sufrimiento también debiese valorarse
y desde aquí nace el cuestionamiento: ¿Qué dolor podemos permitir que soporten
los animales? Para algunos autores la solución es permitir el mismo que
permitiríamos a humanos que no pueden decidir por sí mismos. Otros, basándose
en un menor status moral de los animales, permitirían un mayor daño(3). Hay
posturas contrapuestas. Peter Singer piensa que se debería otorgar a los animales
igual consideración que a los seres humanos en cuestiones de sufrimiento ,
mientras que Peter Carruthers, se manifiesta en contra.(3)
La investigación en animales es un tema muy debatible y posee diversas aristas
que la validan y otras tantas que la rechazan. Por una parte existe la posición
donde se justifica por el beneficio que supone para el ser humano, ya que éste
tiene preferencia por razones evolutivas, filosóficas o religiosas(3). Bajo otro
prisma antagónico del recién mencionado, se considera que toda investigación
con animales supone un dilema moral: mientras el uso de animales es necesario
para ajustarse al imperativo de curar y prevenir enfermedades, también implica
que a éstos se les trata en formas que son moralmente equivocadas, por lo que
buscar formas de reemplazar y reducir el número de animales y disminuir su
sufrimiento se constituye en una prioridad(3)
Hay que considerar que la investigación animal ayuda también a otros animales.
Por ejemplo, las vacunas para el parvovirus en perros y leucemia felina en gatos
fueron posibles gracias a la prueba animal. La investigación con animales también
ha proporcionado métodos para rescatar especies en peligro de extinción (6)
Otra forma de enfocar la "eticidad" de la experimentación con animales y
determinar sus límites es la adoptada en 1964 por la Asociación Médica Mundial,
reunida en Helsinki. Esta declaró que la investigación biomédica en el hombre se
debe apoyar sobre el sólido fundamento de experimentos en animales
cuidadosamente realizados (2). En ello está en juego no sólo la justificación de los
experimentos en animales sino que se postula expresamente que, en
determinadas circunstancias, con el fin de una mejora de la atención médica de
los pacientes, servirse de los experimentos en animales como método de
investigación puede ser una auténtica obligación moral(2). Así pues, en la
actualidad, es aceptado que los animales de laboratorio pueden y deben ser
utilizados como reactivos biológicos y ecológicos, en beneficio de la Ciencia y la
Salud Pública(3). Su utilización ha supuesto y supone notables avances en el
conocimiento de los organismos vivos, en su fisiología y también en el estudio de
las patologías (2). Se han podido ensayar numerosos fármacos que han llevado a
una mejora en la salud humana. Se calcula que la experimentación con animales
ha ayudado a incrementar la esperanza de vida del hombre en 20 años (3).
Si el número de animales no puede reducirse, otra alternativa es la de desarrollar
métodos más refinados que eviten al máximo cualquier tipo de sufrimiento con la
modificación de cualquier procedimiento que opere desde que el animal entra en
el laboratorio hasta que se acaba el experimento, de forma que se minimice el
dolor y la angustia y aumente su bienestar(2,3). Esta consideración no es solo
importante desde el punto de vista de la ética sino un problema de buen quehacer
científico. La experiencia de dolor y estrés da lugar a cambios fisiológicos que
pueden incrementar la variabilidad de los resultados experimentales(2). Por tanto
es interesante para la ciencia asegurar que las condiciones en el alojamiento
animal sean las mejores posibles. Debe buscarse aquellos métodos menos
invasivos y que duren lo menos posible y una vez que ha terminado el
experimento, utilizar el método de eutanasia más humano posible. (3)
Conclusión.
Según todo lo expuesto anteriormente se podrían hacer conclusiones: Los
animales experimentan dolor y es un error creer lo contrario, pero su dolor es
insignificante en pos del avance científico. La justificación ética del uso de
animales de laboratorio radica en el valor del objetivo principal del experimento y
en la probabilidad de que tal experimento contribuya al objetivo final(2,3). En
términos éticos el fin de la acción investigadora debe ser beneficioso para el
hombre y/o los propios animales. Además la acción debe cumplir una serie de
requisitos o circunstancias que aseguren un racional uso de los animales y una
adecuada metodología de trabajo (4) siempre minimizando el dolor en animales,
pero jamás eliminándolo por completo.
Una gran deuda que tienen las ciencias con el reino animal es la búsqueda de
alternativas a la experimentación animal, aún así existen grandes avances en las
técnicas de tipo cultivo de celular y tejidos, donde la biología molecular se ve como
una gran alternativa a este tipo de experimentos pues los tejidos humanos pueden
ser usados en estos sistemas in vitro, produciendo resultados que obviamente son
más relevantes para la condición humana y obvian la necesidad de realizar
extrapolaciones de otras especies.(3) Por lo que eventualmente, más temprano
que tarde, se podrán desarrollar técnicas moleculares que sustituyan por completo
la experimentación en animales, que si bien ayudan a tener nociones respecto a
algunos experimentos, nunca son prueba suficiente para su aplicación en
humanos.
Como conclusión final nos gustaría señalar que hasta la fecha, la experimentación
con animales ha sido “un mal necesario” en pos de la humanidad pero existen
grandes avances científicos en experimentos que eliminan el uso de animales
para ello y esperamos que no en mucho tiempo, estas prácticas se eliminen por
completo ya que consideramos que esta clase de experimentos son maltrato
animal con el apellido “para beneficio de la humanidad”.
Bibliografía
1.
Cavada JP. Delito de maltrato animal: Descripción general. 2017;4.
2.
Vidal Moreno C. Bioética de la experimentación con animales. Cuad
bioética. 1996;7(28):454–61.
3.
Rodríguez Yunta E. Ética De La Investigación En Modelos Animales De
Enfermedades Humanas. Acta Bioeth. 2007;13(1):25–40.
4.
https://www.coursehero.com/file/69719512/TorresAlejandraEticaDeLaExperimentacionConAnimalesdocx/
5.
https://www.coursehero.com/file/40674959/invest-animalespdf/
6.
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext
Descargar