Sombras y ambivalencias de la igualdad y la libertad Colombia a principios del siglo XIX Max S. Hering Torres* Colombia tiene todos los problemas del mundo de pobreza y de inequidad, pero en la grandes mayorías colombianas históricamente no ha habido una actitud de exclusión racial. Álvaro Uribe Vélez (cit. en Mosquera Rosero-Labbé y León Díaz, 2009: xviii) Problema En Colombia, la independencia se ha percibido tradicionalmente como una liberación del yugo colonial y, en aparente corolario, se constituyó la equivalencia: independencia es igual a libertad, igualdad y cohesión nacional. Sin embargo, esta supuesta equivalencia se someterá a revisión a lo largo del presente artículo. El origen de este planteamiento está inspirado en trabajos que han subrayado la ambivalencia de la Ilustración europea. Para esclarecer el punto de partida y determinar el problema, se señalará a manera introductoria un ejemplo de la ambivalencia * Profesor Asociado, Departamento de Historia, Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá. Folio del documento Fauna Cundinamarquesa. Tomo primero. Jorge Tadeo Lozano. 443 · max s. hering torres · en alusión. No se trata de extrapolar «lo europeo» a la situación independentista; tan solo es un intento de derivar y formular la pregunta. El pensador político Montesquieu propició la teoría de la división de poderes como alternativa del absolutismo y le confirió las bases democráticas al modelo político de la república. Pese a su teoría, afirmaba: «Pero, como todos los hombres nacen iguales, hay que decir que la esclavitud va contra la Naturaleza, aunque en algunos países esté basada en una razón natural»1. Este enunciado explica por qué Montesquieu también concluía que el carácter del alma y las pasiones variaba según el clima y, por tanto, las leyes debían ser relativas a las diferencias humanas. Con base en lo anterior aseveraba que el frío le confería al cuerpo fuerza, confidencia y por ello aumentaba la actividad; mientras el aire cálido, por lo contrario, hacía que la fuerza y la actividad del cuerpo disminuyeran: «Así, pues, el hombre tiene más vigor en los climas fríos» y más adelante concluía: «Es tan natural pensar que la esencia de la Humanidad la constituye el color [de la piel]»2. El filósofo ilustrado ha sido celebrado tradicionalmente como uno de los tantos precursores del modelo político de la república y la democracia, pero ciertamente no se le ha prestado suficiente atención al siguiente hecho: sus ideas también presentaban «justificaciones racionales» para la esclavitud y la esencialización del cuerpo. Montesquieu es solo uno de los tantos ejemplos de referencia, como también lo son los precursores de la tolerancia ilustrada y la emancipación de la minoría de edad —Voltaire y Kant— de quienes se podría, sí el espacio lo permitiera, extraer ambivalencias similares3. El anterior ejemplo se fortalece si recordamos la hipótesis presentada en Die Dialektik der Aufklärung [1947] por Horkheimer y Adorno4. Los autores argumentan que no ha sido accidental que la razón y su carácter instrumental hayan ido de la mano con el autoritarismo, denunciando no solamente el fracaso, sino el peligro de la modernidad. Michel Foucault5 [1961] también ha criticado el legado de la Ilustración arguyen1 2 3 4 5 444 Charles-Louis de Secondat Montesquieu, Del Espíritu de las Leyes (Madrid: Alianza Editorial, [1748] 2003) 307. Montesquieu 305. Gudrun Hentges, Schattenseiten der Aufklärung. Die Darstellung von Juden und «Wilden» in philosophischen Schriften des 18. und 19. Jahrhunderts (Schwalbach: Wochenschau Verlag, 1999) y Max S Hering Torres, «Raza: Variables Históricas», Revista de Estudios Sociales 26 (2007): 16-27. Max Horkheimer und Theodor W Adorno, Die Dialektik der Aufklärung (Amsterdam: Querido, 1947). Michel Foucault, Historia de la locura en la época clásica, 2 vols. (México: Fondo de Cultura Económica, [1961] 1979). 6 7 8 · Sombras y ambivalencias de la igualdad... do que la razón y la ciencia, lejos de promover la libertad, han operado bajo una dogmática diferenciación entre verdad y mentira con relación al raciocinio, hecho que ha propiciado prácticas excluyentes más no la pluralidad y diversidad de valores. El objetivo del presente artículo, inspirado en la reflexión introductoria, es discutir la siguiente pregunta: ¿Reprodujeron los principios de igualdad y libertad paradójicamente mecanismos de inequidad? ¿Se trata de un problema contradictorio? Antes de denominar la hipótesis como paradójica, se pretende reflexionar sobre la independencia como algo inherente a una «contradicción lógica»; es decir, como un proceso ambivalente, un proceso que si bien propicia la libertad y la igualdad, a su vez anida sombras, esto es: dispositivos de inequidad. De acuerdo con Zygmunt Bauman la ambivalencia representa «la posibilidad de referir un objeto o suceso a más de una categoría»6. A pesar de esta concordancia rechazo que pueda ser considerada como «un desorden en la especificidad del lenguaje»7; por lo contrario, en el presente artículo se considera que la ambivalencia es un el arte de configurar duplas específicas, que en muchos casos desembocan en un orden jerarquizado. Existen múltiples estudios sobre los temas nación, raza y ciudadanía a principios del siglo xix8 y, aunque parto de estas investigaciones, gracias a sus resultados es posible pensar otros aspectos: en este caso, la ambivalencia como cateZygmunt Bauman, Modernidad y ambivalencia (Barcelona: Anthropos, 2005) 19. Bauman, Modernidad… 19. Javier Ocampo López, El proceso ideológico de la emancipación. Las ideas de génesis, independencia, futuro e integración en los orígenes de Colombia (Tunja: Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 1974); Margarita Garrido, «Convocando al pueblo, temiendo la plebe», Historia y Espacio 14 (1991): 79-97; Margarita Garrido, Reclamos y representaciones: variaciones sobre la política en el Nuevo Reino de Granada, 1770-1815 (Bogotá: Banco de la República, 1993); Frank Safford, «Race, integration and progress: Elite attitudes and the indios in Colombia, 1750-1850», Hispanic American Historical Review 71.7 (1991): 1-33; Hans-Joachim König, En el camino hacia la nación. Nacionalismo en el proceso de formación de estado de la nación de Nueva Granada, 17501856 (Bogotá: Banco de la República, 1994); Alfonso Múnera, El fracaso de la nación: región, clase y raza en el Caribe colombiano 1717-1821 (Bogotá: El Áncora, 1998); Sarah C. Chambers, From Subjects to Citizens. Honor, Gender, and Politics in Arequipa Peru 17801854 (Pennsylvania: The Pennsylvania State University Press, 1999); Aline Helg, «The Limits of Equality», Slavery and Abolition 20 (1999): 1-30; Julio Arias Vanegas, Nación y Diferencia en el Siglo XIX. Orden nacional, racialismo y taxonomías poblacionales (Bogotá: Universidad de los Andes, 2005); Julio Arias Vanegas, «Seres, cuerpos y espíritus del clima, ¿pensamiento racial en la obra de Francisco José de Caldas?», Revista de Estudios Sociales 27 (2007): 16-30, y Marixa Lasso, Myths of Harmony: Race and Republicanism during the Age of Revolution, Colombia 1795-1831 (Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 2007). 445 · max s. hering torres · goría histórica que permite relacionar la igualdad y la desigualdad como aspectos de una misma narrativa. Este propósito obedece a una inquietud teórica, pero, al adentrarnos en el tema, se observa que dichas sombras y ambivalencias también se manifiestan en las fuentes de la época. Gracias a los trabajos de Enrique Pérez Arbeláez9 y Renán Silva10 se puede citar un pasaje epistolar de Alejandro von Humboldt que lo comprueba. El naturalista escribía el 17 de octubre de 1800 a su hermano, Guillermo, lo siguiente: En verdad se encuentran [en estas sociedades…] medios de instruirse; solo que a menudo se encuentran hombres que, con la boca llena de máximas filosóficas, desmienten sin embargo los primeros principios de la filosofía por sus actuaciones; maltratando a sus esclavos con el Raynal en la mano, y hablando con entusiasmo de la importancia de la causa de la libertad, venden los hijos de sus negros a los pocos meses de nacidos. ¡Qué desierto no sería preferible al trato con semejantes filósofos!11 Con este problema de trasfondo, el artículo se estructurará de la siguiente forma. En el primer aparte se presentará un corte histórico para indicar las formas de diferenciación poblacional a finales de la colonia. Este punto de partida es importante para entender cuáles fueron las estructuras que se buscaron derrocar con la Independencia, y también nos ayudará a discutir sí se perpetuaron a través de otro lenguaje a principios del siglo xix. En el segundo capítulo se presentarán dos planteamientos científicos enunciados en la prensa de la época para esclarecer el rol del saber disciplinar en torno a la igualdad y la diferencia. Se trata de los trabajos de Jorge Tadeo Lozano y Francisco José de Caldas, eruditos idealizados como próceres y mártires de la independencia. En un tercer capítulo se puntualizan dos ejemplos también provenientes de los diarios de la época —La Gazeta Ministerial de Santafé de Bogotá y El Constitucional de Boyacá— que permiten discutir las ambivalencias de la libertad y la igualdad, y proporcionan algunas pistas sobre la cotidianidad de grupos al margen de la sociedad. 9 10 11 446 Enrique Pérez Arbeláez, Alejandro de Humboldt en Colombia (Bogotá: Colcultura, 1981). Renán Silva, La Ilustración en el Virreinato de Nueva Granada (Medellín: La Carreta, 2005). Cita en Silva, La Ilustración… 45. La sociedad estamental en Europa reprodujo un sistema de valores que zanjaba la inequidad social. La pertenencia estamental se heredaba por medio de la sangre, hecho que si bien restringía la movilidad, no la imposibilitaba. El orden social se percibía en términos aristotélicos como funcional y, en el marco del cristianismo, se postuló como reflejo de la voluntad divina12. Conforme a este imaginario, la sangre se convirtió en portadora del ethos social, fuente de las virtudes y los vicios de los súbditos. La sangre operó como un poderoso entramado simbólico del linaje, confiriendo significado al origen como antecedente de la diferenciación social. A este esquema de distinción se le sumaron, en las colonias Hispanoamericanas, nuevos factores de orden social con la finalidad de cimentar y perpetuar monopolios de poder: se trataba de las diferencias culturales y fenotípicas. Durante la conquista se gestó una imagen retórica en términos antagónicos entre Europa y el Nuevo Mundo. Este sistema dividía el mundo en salvajes y civilizados, bárbaros y cristianos, polígamos y monógamos, gente con y sin gobierno. La narrativa colonial no solamente tuvo una función moralizadora, también construyó «lo indígena» reduciendo múltiples culturas a una sola categoría de dominación. Después de la prohibición de la esclavitud indígena (Leyes Nuevas, 1542), se incrementó el mercado de esclavos desde Europa y África. En consecuencia, múltiples etnias africanas se redujeron al «negro» como un eslabón de la economía colonial13. La conquista significó la imposición de un imaginario del «deber-ser» reproductor de sistemas de valores ibéricos, una norma desde la cual se entabló el poder de definición y sujeción ante el Otro. Para la segunda mitad del siglo xviii el mestizaje había sido inevitable. En Cartagena, en ese entonces, aproximadamente la mitad de la población estaba conformada por personas libres de todos los colores, es decir, mestizos que ejercían lo más variados oficios. La otra mitad la componían esclavos (19%) y blancos (31%). En Santafé de Bogotá la población se diferenció en: 51% blancos, 35% libres, 9.5% indígenas y 4.5% esclavos14. El mestizaje se había intensificado de tal manera que las fronteras de co12 13 14 · Sombras y ambivalencias de la igualdad... Diferencias poblacionales a finales de la Colonia Georges Duby, Los tres órdenes o lo imaginario del feudalismo (Madrid: Taurus, 1978). José Rabasa, Inventing America. Spanish Historiography and the Formation of Eurocentrism (Oklahoma: University of Oklahoma Press, 1993). Jaime Humberto Borja Gómez, «Un territorio imaginado. Del virreinato de la Nueva Granada a la Gran Colombia 1740-1830». Historia de Colombia. Todo lo que hay que saber, ed. Luis Enrique Rodríguez Baquero (Bogotá: Taurus, 2006) 128. 447 · max s. hering torres · lor empezaron a perder su nitidez. En razón del carácter ordenador y la avidez clasificatoria del régimen español, cada mezcla recibió —con base en el concepto de casta— una asignación semántica, política y social. El sistema de castas pretendía establecer una separación entre los «grupos de mezcla», generalmente asociados a condiciones de ilegitimidad y mal nacimiento15. En el Virreinato de la Nueva Granada, después de la rebelión comunera de mediados de 1781, el capuchino Joaquín de Finestrad presentó su obra «El vasallo Instruido» (1789)16, dedicada al Virrey Francisco Gil y Lemos. Con el ánimo de denotar la variedad poblacional del Reino, sostenía: «como es vario el nacimiento de las criaturas, lo es también el carácter que les ilustra o envilece»17. Además señalaba que los españoles y sus hijos «representan el más distinguido carácter en el pueblo americano, gloriándose de ser originarios de la Europa»18. A sus ojos, existía otra clase de gentes que «se llaman blancos» porque la misma naturaleza no los quiso envilecer con el lunar ignominioso que lleva consigo la sangre de negro, zambo, mulato y otra casta de gentes, exceptuando a los indios puros. Y más adelante detallaba la variedad del mestizaje afirmando: Otra casta de gentes hay que se alimentan con la sobrada embriaguez y ociosidad, amigos de la libertad desenfrenada, sin ninguna aplicación al cultivo de las tierras más fértiles y pingües. Semejantes a los árabes y africanos que habitan los pueblos meridionales, tales son los indios, los mulatos, los negros, los zambos, los saltoatrás, los tente en el aire, los tercerones, los cuarterones, los quinterones y cholo o mestizos. Los que tiene sangre de negro y blanco se apellidan mulatos; los de mulato y negro, zambos; los de zambo y negro, saltoatrás; los de zambo y zamba, tente en el aire; los de mulato y mulata, lo mismo; los de mulato y blanca; tercerón; los de tercerón y mulata, saltoatrás; los de tercerón y blanca, cuarterón; los de cuarterón y blanca, quinterón; los de quinterón y blanca, español, que se reputa fuera de toda raza de negro19. 15 16 17 18 19 448 Guiomar Dueñas Vargas, Los hijos del pecado: ilegitimidad y vida familiar en la Santafé de Bogotá colonial (Bogotá: Editorial Universidad Nacional de Colombia, 1997) 36. Joaquín de Finestrad, El Vasallo instruido en el estado del Nuevo Reino de Granada y en sus respectivas obligaciones, trans. e intr. Margarita González (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, [1789] 2000). Finestrad 134. Finestrad 135. Finestrad 135. Es necesario arrancar de raíz la causa de su brutalidad, inacción y ociosidad, manantial perenne de embriaguez y otros vicios que los dominan. Yo estoy firmemente persuadido que es necesario injertarlos para que insensiblemente se acabe su casta y pasen al estado de zambos y mulatos. Si no degeneran de su ser, al cabo de mil años siempre serán indios y siempre vivirán con ellos sus pasiones naturales21. · Sombras y ambivalencias de la igualdad... El capuchino proponía proyectos económicos con el fin de promover el progreso y hacer florecer el Virreinato. En este contexto, planteaba una estratagema para forjar «hombres útiles»20 mejorando la educación, fomentando la productividad de las minas, recogiendo a los vagos y elaborando padrones para una mejor vigilancia, entre otros. Con todo, lo anterior sería insuficiente si no se recurría a «civilizar a los indios», extrayéndolos del «mísero estado de su inutilidad»: Fuere cual fuere el grado de factores culturales y fenotípicos en la determinación de la estructura social, la sociedad colonial estaba marcada por una estratificación; era una sociedad de castas regida por un lenguaje claro de la diferencia: una diferencia inscrita en el cuerpo y en su escenificación cultural. Sería prematuro afirmar que el saber de la colonia tardía construyó un orden racial en términos modernos, pero sí es posible hablar de una jerarquización de la sociedad cimentada en la triada conceptual de color, calidad y raza. Para la época, entiéndase este último concepto de raza como una sinonimia de linaje o defecto (mancha) del linaje y no como una categoría de orden global22. Aparte de estos tres elementos que configuraban los factores de la diferenciación, se debe tener en cuenta que la calidad de una persona también estaba supeditada a su comportamiento, a sus prácticas cotidianas y a su estatus económico. En este sentido, existieron situaciones límite en la adscripción de la calidad: esta podía variar, ser confusa, ambivalente y ser objeto de negociación pero, en principio, la diferencia era un hecho social de la realidad colonial. Jaime Borja hace bien al afirmar que con la revolución de los comuneros en 1780 y los levantamientos de 1810 se anunciaba el fin de 300 años de dominación española: las reformas borbónicas habían gestado una crisis sin precedentes, reflejada en los nuevos impuestos y en la falta 20 21 22 Finestrad 169. Finestrad 167. Max S. Hering Torres, «Color, pureza, raza. La calidad de los sujetos coloniales», La cuestión colonial, ed. Heraclio Bonilla (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2011) 451-470. 449 · max s. hering torres · de atención a los inconformes. Pero, tanto las reformas como la crisis, habían acelerado el desarrollo de una nueva conciencia ilustrada entre los criollos: «la igualdad se oponía al orden social colonial, jerárquico y escalonado por castas; la libertad se oponía a la fidelidad del rey y, sobre todo, a las autoridades reales»23. Ante esta nueva situación surge la siguiente pregunta: ¿se rearticuló el orden de la diferencia a partir de los principios de la Ilustración que abogaban por la igualdad? Ciencia: entre igualdad y diferencia A finales del siglo xviii y principios del xix, se evidencia una proliferación de publicaciones periódicas en torno a las cuales se forjó una comunidad intelectual que jugó un papel importante en el pensamiento independentista. Entra ellas encontramos en Bogotá el Correo curioso (1801-1810) editado por Jorge Tadeo Lozano y el El Semanario del Nuevo Reino de Granada (1806-1809) dirigido por Francisco José de Caldas. Los diarios, especialmente los mencionados anteriormente, reflejaban el interés de algunos científicos por construir una plataforma para plasmar y diseminar el saber ilustrado como un «poderoso instrumento político»24. Lo anterior es de suma importancia por cuanto los científicos de la época se convirtieron en voceros y divulgadores de los valores sociales de la Ilustración, en vísperas del proceso de independencia. Esto significaba preconizar, mediante la construcción del saber científico, valores tales como la utilidad, el progreso, la propiedad y el imaginario de la felicidad: principios que no fueron ajenos a finalidades políticas. A continuación se discutirán dos de los trabajos de Caldas y Lozano a fin de indagar cómo se comportaban los principios de igualdad y diferencia a la luz de sus valores ilustrados. Entre la igualdad de la «raza mixta» y la «diferencia racial» El criollo Jorge Tadeo Lozano (1771-1816), de familia pudiente y noble, escribió en 1806 la Fauna Cundinamarquesa o colección de láminas que con la posible naturalidad representan los animales de todas clases que habitan en el Nuevo Reyno de Granada y Provincias de tierra-firme en la América Meridional (1806)25. Se trata de un manuscrito inédito del cual se publi23 24 25 450 Borja 143. Garrido, Reclamos… 26. Para consultar otras contribuciones sobre Lozano, profundícese en: María José Afanador Llach, Historia natural y política: reflexiones sobre la ciencia ilustrada de comienzos 26 27 28 29 30 31 32 33 · Sombras y ambivalencias de la igualdad... caron solamente algunos fragmentos en el Semanario del Nuevo Reyno de Granada, en el número 48 y 50 del año 180926. El objetivo de su trabajo era describir y clasificar la variedad de los animales, con la pretensión de contribuir a la historia natural de la antigua Cundinamarca y «dar al público en una sola colección la descripción y laminas [27] de todos los que habitan en el Nuevo Reyno de Granada y Provincias de tierra firme»28. Su motivación radicaba, desde luego, en la prosperidad y beneficio29 de la «patria y fomento de la Monarquía»30. Con una base epistémica inspirada en Linneo, Buffon, Cuvier y Lamarck entre otros, su planteamiento era antropocéntrico, al considerar al hombre como el más perfecto de los animales debido a su racionalidad y don de la palabra31. Lozano estaba convencido de que a raíz del cruzamiento «se confunden sus facciones distintivas, y sus costumbres características» y pronosticaba «que con el transcurso de los siglos llegará el caso de que solo se vea una raza mixta y un caracter nacional compuesto de los particulares de cada una de las tres razas primitivas, pero siempre prevalecerá algo la Arabe Europea»32. La igualdad se proyectaba como pronóstico poblacional mediante la idea de «mixtura racial». Ahora bien, Lozano estaba convencido de que la «raza» Europea-Arabe, con la que se refiere a los españoles, se sobrepondría a las otras: se trataba de una asimilación forzosa en la cual, mediante la superioridad española, se civilizarían la cultura y la racionalidad americana. «[Los colonos] nos trahen la ilustracion, modas, y usos europeos, con lo qual se fortalece el vinculo, que nos une con la Metropoli, y jamás nos diferenciaremos mucho de ella en usos, costumbres, y lenguaje»33. Lo anterior ayuda a entender la razón por la cual Lozano fue enfático en el objetivo utilitario de su escrito. «Sedel siglo XIX a través de la obra de Jorge Tadeo Lozano (Bogotá: Universidad de los Andes, 2006). A continuación se cita Jorge Tadeo Lozano, «Fauna Cundinamarquesa o colección de láminas que con la posible naturalidad representan los animales de todas clases que habitan en el Nuevo Reyno de Granada y Provincias de tierra-firme en la América Meridional» [Bogotá, 1800-1806] [Manuscrito]. Biblioteca Luis Ángel Arango (Bogotá), Sala de Libros Raros y Manuscritos, 101 ff. Como es evidente, el objetivo de la Fauna era describir la población y representarla mediante láminas, lastimosamente estas no han sido recuperadas y se desconoce su paradero. Lozano f. 9. Lozano f. 12. Lozano f. 10. Lozano f. 33. Lozano f. 66. Lozano f. 67. 451 · max s. hering torres · ría fácil de observar quales son los animales verdaderamente dañosos o por sus venenos o por sus perversas inclinaciones, y quales los medios de oponernos con eficacia y buen éxito a su multiplicación»34. Así las cosas, se puede afirmar que el trabajo de Lozano no era solo una inocente categorización y sistematización de la variedad, sino también un proyecto homogeneizador guiado por un patrón colonizador. Sin embargo —tal como lo señalaba— la realidad era otra, la actualidad estaba conformada por la heterogeneidad racial. Esta flexibilidad que lo ha puesto en posesión de toda la tierra, no ha podido salvarlo del influjo que necesariamente había de tener sobre sus órganos la diferencia de temperaturas a que se expone: así se ve que aunque el hombre es la única especie de su género, está sujeto a variar, como todos los demás animales, según las regiones que habita, el género de vida que sigue, y los alimentos con que se sustenta. Estas causas, junto con las grandes catástrofes de la naturaleza, han influido poderosamente sobre la especie humana, y afectando sus más importantes órganos, la han repartido en muchas razas bien caracterizadas y distintas por la estructura, forma y proporción del esqueleto, facciones del rostro, y lo que es más, por el carácter moral de cada una35. Con base en este fundamento, Lozano indicaba tres razas: 1. La americana: compuesta por los nativos de la región, caracterizada por su variedad cultural y lingüística. 2. La árabe-europea: originaria en su gran mayoría de España, sin variar prácticamente, a pesar de cohabitar en otras regiones. 3. La africana: formada por «los negros» que, para fomentar la cultura, han sido traídos de Guinea y el Congo36. Al hacer referencia a la primera raza, la americana, anotaba los rasgos distintivos de su fisionomía. Hacía alusión al cráneo «poco prominente», a los ojos poco expresivos y al cuerpo lampiño y de estatura mediana. Dividía a los americanos en americanos civilizados (o indios reducidos), que habían recibido el evangelio, la agricultura y el comercio, y americanos bárbaros, quienes todavía conservaban su libertad y antigua ferocidad. 34 35 36 452 Lozano f. 17. Lozano f. 43. Lozano f. 44. 37 38 39 40 41 42 · Sombras y ambivalencias de la igualdad... Los americanos civilizados eran descritos como agricultores, pero carentes de medios para cultivar la ciencia y las artes industriales. El autor explicaba cómo la ignorancia los tornaba «estúpidos e incapaces de hacer a la sociedad todos los servicios, que podría esperar de su constancia en el trabajo […]»37. Al referirse a su carácter moral, el autor señalaba su pusilanimidad, su ignorancia y el «estado de pupilaje perpetuo» que los hacía maliciosos, desconfiados, miserables, perezosos, ociosos, holgazanes, alcohólicos y privados de diversiones racionales38. Los americanos bárbaros se representan simultáneamente como feroces y vagabundos, como personas sin gobierno, religión, ni la menor «apariencia de policía». «En esta clase debe contarse aquella especie de estupidez y abandono con que miran lo pasado, y la falta de previsión para lo futuro; su invencible repugnancia a todo trabajo […]: su extremada paciencia para sufrir todas las incomodidades de la miseria, y los dolores de la enfermedad; […] y sus continuos excesos en la bebida fermentada, y últimamente su desnudez […]39. En alusión a la segunda raza, la árabe-europea, Lozano presentaba una descripción física del cuerpo y describía el cráneo como «sobresaliente». Según él, los europeos, en su nuevo domicilio, habían conservado su gobierno, su religión, su industria y su comercio; incluso declaraba que el «trasplante a estas regiones» les había asegurado cierto grado de perfección40. Aunque los españoles no hubieran enriquecido «al orbe literario», enumeraba varios logros y la prosperidad de la conquista que llevó a los españoles a formar poblaciones, a fomentar la ciencia, la agricultura, el comercio y las invenciones de la industria, aunque en algunos casos por su «carácter moral» se dejaban dominar por la ambición al asumir oficios de la República41. La tercera raza, «la africana compuesta de negros», poseía cráneos menos elevados que los indios y frentes planas: «nariz chata y ancha, mejillas sobresaliente, quixadas salidas […] y labios levantados y gruesos»42. Se trataba de una raza que se acomodaba con facilidad y su robustez los sostenía en la esclavitud, en el culto de la caña y en la minería. Su carácter moral reflejaba pasiones de poca sociabilidad; «en efecto, junto con su extremada robustez se nota, su torpeza con las facultades intelectuales […] para no reconocer su inferioridad y estado miserable Lozano f. 46. Lozano f. 48. Lozano f. 52. Lozano ff. 54-55. Lozano f. 58. Lozano f. 60. 453 · max s. hering torres · […]»43. En fin, a esta raza la dominaba la lujuria y la loca vanidad. Pero el clima menguaba estas características y por eso proponía diferenciar entre bozales, nacidos en África, y ladinos, nacidos y criados en América. Lozano incluía una cuarta raza que no se mencionaba al inicio: una raza que «proviene de la mixtura entre si»; estas mezclas «participan de las qualidades físicas y morales de sus padres, asemejandose más a la raza de que cuentan mayor numero de abuelos»44. Pero conforme al autor era «asunto demasiado prolijo el referir todas estas degradaciones». Por tanto, le relegaba esta tarea a los genealogistas para que documentaran todas las variaciones tales como los tercerones, cuarterones, quinterones. Lozano se limitó a diferenciar solo a aquellos grupos de los cuales estaba convencido de que efectivamente se concluían características naturales en lo físico y en su comportamiento moral: mulatos, mestizo y zambos. Los mulatos los describe de color […] mas o menos amarillo y pardo, el pelo crespo y facciones mixtas de padres africanos y europeos. Del africano heredan la fortaleza del cuerpo y la constancia para el trabajo, algo de su vanidad y soberbia. Y del europeo retoman la perspicacia del entendimiento y agilidad para la industria. Esta casta sería muy estimable, sino sobresaliera en sus miembros la qualidad de traidores45. Los mestizos escasamente se diferenciaban de los europeos por su apariencia, pero se caracterizaban por la sumisión natural a sus patrones y su holgazanería. Los zambos, mezcla entre indio y negro, son «la peor de todas». En su apariencia similares a los negros, pero horriblemente desfigurados y con algunas facciones indígenas. «Su carácter moral se compone de todas las malas qualidades de las razas de su origen, y carece de las buenas prendas que en ellas se notan»46. Como consecuencia de estas categorizaciones raciales se creó una clara relación jerárquica en la sociedad neogranadina. Las diferencias raciales permitían plasmar, mediante lo físico y lo moral, valoraciones generalizadas y absolutas en detrimento del sujeto colonial y en beneficio del español. La igualdad solo se podía constituir mediante la superación de la diferencia: la igualdad entonces se definía no como aceptación de 43 44 45 46 454 Lozano f. 61. Lozano f. 62. Lozano ff. 63-64. Lozano f. 65. · Sombras y ambivalencias de la igualdad... la diversidad, sino como su negación, en tanto se debía superar mediante la fusión racial que desvanecería las características raciales consideradas inferiores. En este sentido, Lozano le da un giro epistemológico a la tradición colonial y a su sistema de clasificación en castas. El ilustrado aplicaba la categoría de raza —como categoría del orden poblacional— derivada de la historia natural europea. Es decir, se distanciaba parcialmente del lenguaje de las taxonomías coloniales y de los genealogistas, quienes se basaban en la apariencia, en documentos y en el rumor de una comunidad para definir el pasado de un individuo. Lozano introducía otro lenguaje y método —se trataba de un saber moderno, científico e ilustrado— que cumplía con un fin similar: ordenar la diferencia de forma jerárquica a través de la biologización de las relaciones sociales. Lozano se concentraba en la diferencia física y en la pseudo-causalidad entre cuerpo y carácter moral. Con este telón de fondo, creía en el proyecto de la fusión de las razas como factor homogenizador de la nación. Aunque el mestizaje como posible vía de blanqueamiento representaba una herencia colonial, la fusión racial en Lozano iba más allá: apuntaba a constituir, entre iguales, una nación —que para entonces ya tenía el significado de la representación del pueblo—. En relación a la colonia, lo anterior era algo novedoso y diferente. En este sentido Lozano personifica el cambio, pero también la continuidad. El cambio en referencia a la funcionalidad del saber es leve: la sociedad sigue siendo diferenciada de forma jerárquica, pero el saber colonial se supera en el método porque reconfigura la diferencia de castas en un pensamiento y lenguaje racial moderno —abanderado por la igualdad; esta es su ambivalencia—. Las virtudes y los vicios: entre silencios y valoraciones El influjo del clima sobre los seres organizados, publicado por Francisco José de Caldas en el Semanario del Nuevo Reyno de Granada (1808)47, ha sido ampliamente estudiado48. A pesar del estado del arte, el diagnós47 48 Francisco José de Caldas, «Del influjo del clima sobre los seres organizados», Semanario del Nuevo Reino de Granada, vol. 1 (Bogotá: Editorial Minerva, 1942). Julio Arias, «Seres, cuerpos…» describe el estado del arte señalando que la fuente en alusión ha sido interpretada a través de diferentes perspectivas: desde la configuración de identidades [Santiago Castro Gómez, La hybris del punto cero. Ciencia, raza e Ilustración en la Nueva Granada 1750-1816. (Bogotá: CEJA-Instituto Pensar, 2005], desde la formación de la Ilustración en el Nuevo Reino de Granada [Renán Silva, Los ilustrados de la Nueva Granada, 1760-1808: genealogía de una comunidad de interpretación (Bogotá: eafit-Banco de la República, 2002)], desde las prácticas científicas y las relaciones de poder [Mauricio Nieto, Orden natural y orden social. Ciencia y política en el 455 · max s. hering torres · tico de Alfonso Múnera sigue vigente: el pensamiento racial de Caldas deja aún problemas por resolver49. El influjo del clima es una réplica a las críticas pronunciadas por Diego María Tanco, quien no compartía la tesis de Caldas según la cual la influencia del clima afectaba las costumbres de los pueblos, opinión que Caldas había expresado en un artículo previo titulado Estado de la geografía del Virreinato de Santa Fé de Bogotá (1808). Por el contrario, Diego María Tanco preconizaba la educación como el principal factor en la diferenciación entre los hombres. Con el ánimo de defender sus posturas y refutar las de su contradictor, Caldas escribió el trabajo en cuestión. Guiado por la razón y la experiencia50, el payanés dirimía el problema entre aquellas teorías «que son indiferentes al clima y los alimentos» y las que definían el clima como «el primero de todos los imperios» que determinaba el carácter, la sensibilidad, la embriaguez y el amor51. En el marco de este debate, el autor especifica su andamiaje conceptual y terminológico explicando el influjo del clima, el influjo de los alimentos y la constitución física del hombre. El influjo de clima lo entendía como la «fuerza de todos estos agentes» —entiéndase calor, frío, carga eléctrica, cantidad de oxígeno, presión atmosférica, abundancia de ríos, topografía, etc.— sobre los seres vivientes. El influjo de los alimentos, apoyándose en la teoría de los humores, era descrito como «las materias que el hombre saca del reino vegetal y animal, unidas las bebidas»52. Aunque no especifica el concepto de la patología humoral, parte de la siguiente premisa: la alimentación y los líquidos tenían una función primordial, en tanto que durante la digestión estos se transformaban en sustancias corporales, denominadas humores, nutrían el cuerpo y conformaban su constitución. De ahí, el concepto de «complexión del cuerpo» expresaba diferentes cualidades y mezclas de los humores. En consecuencia, en un tercer paso, delimitaba la constitución física del hombre como la «robustez o la debilidad de los órganos, el diferente grado de irritabilidad del sistema muscular, y de sensibilidad en el nervioso, el estado de los sólidos y de los fluidos, la abundancia, escasez 49 50 51 52 456 Semanario del Nuevo Reino de Granada (Madrid: Consejo Sueperior de Investigaciones Cienfíficas, 2007)] y, recientemente, desde las taxonomías y la diferenciación [Alfonso Múnera, Fronteras imaginadas: la construcción de las razas y de la geografía en el siglo XIX colombiano (Bogotá: Planeta, 2005)]. Múnera, Fronteras… 76. Caldas 137. Caldas 136-137. Caldas 138. · Sombras y ambivalencias de la igualdad... y consistencia de estos, la más o menos libre circulación, en fin, el estado de las funciones animales […]»53. Con este andamiaje conceptual presentaba su hipótesis para refutar a su contradictor. Aunque elaboraba un camino intermedio entre las dos posturas —influencia climática e influencia social— se inclinaba de forma teleológica en favor de la primera idea. No obstante, hacía una salvedad aseverando nunca haber afirmado en sus escritos que el clima le niegue la libertad a las personas: «El clima influye es verdad: pero aumentando o disminuyendo solamente los estímulos de la máquina, quedando siempre nuestra voluntad libre para abrazar el bién o el mal»54. Cerraba este enunciado rescatando el libre albedrío y haciendo referencia a la eternidad de la justicia y la gracia divina55. A pesar de este amparo argumentativo, se inclinaba a la teoría del clima, hecho que se manifiesta cuando explica las diferencias del cuerpo y el comportamiento poblacional como resultado de esta influencia. Con todo, pretendía ser cauto al desarrollar esta temática y en su sigilo metódico se traslucía la ambivalencia entre igualdad y desigualdad: «Este sería el lugar más propio para pintar los usos, las costumbres, las virtudes y los vicios de todos los que habitan los diversos puntos de este inmenso país. Pero este objetivo, vasto, difícil y espinoso, nos atraería el odio y la indignación de nuestros compatriotas»56. Incluso, al finalizar las descripciones de la población del Nuevo Reino de Granada, expresaba su insatisfacción por no haber profundizado lo suficiente en los vicios de los individuos que se derivan del clima: ¡Ah! si me fuera permitido levantar el velo, si pudiera indicar en nuestro escrito público, con caracteres sencillos, los usos, las costumbres, las preocupaciones, las virtudes y los vicios de los diferentes pueblos que he visitado en mis excursiones, entonces vería el autor de la carta [Tanco] que he tenido razones para decir que en la Nueva Granada se observa, y se puede decir se toca, el influjo del clima sobre el hombre57. En virtud de lo anterior, intentaba evitar la construcción de una diferenciación poblacional de carácter valorativo porque, recordando su opinión, suscitaría la indignación de sus compatriotas. Esto indica que 53 54 55 56 57 Caldas 138. Caldas 139-149. Caldas 140. Caldas 161. Caldas 168. 457 · max s. hering torres · reproducir aquellas valoraciones típicas de la sociedad colonial empezaba a convertirse en un «tema espinoso», en un tabú y aparentemente no iba de la mano con las ideas de la Ilustración. No obstante, su postura es ambigua por cuanto elabora dos apartes temáticos que le permiten construir un mensaje implícito, un subtexto entre líneas. Es precisamente en este entramado argumentativo en donde se manifiesta la fuerte ambivalencia de Caldas que, a raíz de su fusilamiento el 28 de octubre de 1816, fue mitificado como prócer de la Independencia. Veamos los dos apartes. En el primero, hacía una comparación entre el «lapón» y el «negro de Senegal». Sobre el primero afirmaba que era una «raza infame, degenerada, y circunscrita en los hielos polares»58; sobre el segundo aseveraba que, aunque era sano y bien proporcionado, vivía «desnudo bajo chozas miserables. Simple, sin talentos, lascivo hasta la brutalidad» y se entregaba «sin reserva al comercio de la brutalidad»59. Lo llamativo de la aserción es, no tanto su claro mensaje, sino que estaba respaldada por un aparato de pies de página en el cual se refleja un diálogo tanto con pensadores ilustrados como con teóricos racistas y craneómetras. Especialmente se citaba a Pieter Camper (1722–1789) para justificar la comparación entre los lapones y los africanos. La teoría del neerlandés esgrimía que un «ángulo facial» se formaba trazando dos líneas: una horizontalmente desde la nariz al oído y otra perpendicular desde la parte sobresaliente de la mandíbula superior hasta la parte más prominente de la frente. Por consiguiente las estatuas antiguas presentaban un ángulo de 90°, los europeos de 80°, los negros de 70° y el orangután de 58°, lo que mostraba una visión jerárquica de la humanidad, basándose en una concepción decadente de la historia. Caldas concluye: […] si un monarca poderoso reuniese en su corte un Negro, un Lapón, un Quimio, un Persa, un Chino, un Parisiense, un Hotentote, un Patagón y un Calmuko, y que todos obrasen con la libertad de sus países originarios, ¡qué variedad en el talle, en la estatura y en el color! ¡qué diferentes los gustos, las inclinaciones, las virtudes y los vicios! Yo tomaría por la mano a estos espíritus rebeldes, les mostraría estos hombres, y les diría: Aquí tenéis la obra del calor y del frío; ved los productos de la temperatura y de la latitud [Resaltado en el original]60. En relación con lo expuesto, discutía en el segundo aparte las diferentes poblaciones del Nuevo Reino de Granada. Por un lado, trata 58 59 60 458 Caldas 147. Caldas 147. Caldas 158. 61 62 63 64 · Sombras y ambivalencias de la igualdad... de distanciarse de la argumentación de Cornelius de Pauw quien, en el espíritu de Caldas, era el «obstinado enemigo»61 de América debido a su trabajo Recherches philosophiques sur les Américains (1768), en el cual desarrollaba la teoría sobre la inferioridad del hombre americano como «criatura degenerada». Aunque Caldas rechazara los planteamientos del neerlandés, no negaba que en Prusia y Alemania el hombre se había perfeccionado debido al clima62. Entonces, ¿cuál era el argumento de Caldas? Primero, distinguía a los habitantes de las cimas de los Andes, de los del valle y las costas y, segundo, aunque se distanciaba de Cornelius de Pauw, creaba una nueva categorización poblacional —sin utilizar explícitamente la categoría de raza— diferenciando los moradores del Nuevo Reyno de Granada en tres grupos: los indios de las costas (del sur), los mulatos y los habitantes de las cordilleras. Es decir, extrapolaba el ejercicio de la diferenciación en boga en Europa y lo proyectaba y adaptaba a su contexto geográfico. Indios de las costas del sur: los describía como un grupo de estatura media, de piel bronceada morena, sin belleza, pero no desagradables. Las mujeres se caracterizaban por sus pechos cortos y las únicas particularidades que las diferenciaban del hombre eran la voz y un trozo de lienzo envuelto en la cintura. La mujer indígena, en pocas palabras, tenía rasgos varoniles y fue sometida discursivamente a un proceso de masculinización63. En sus festines, los indígenas bebían, comían y danzaban sin freno. En su escrito planteaba una pregunta inductiva en la que criticaba el consumo de alcohol al inquirir: «¿Qué efectos tan decisivos, qué trastornos tan palpables no ocasionan el vino y las bebidas fermentadas, no solo sobre la parte material, sino también sobre la razón misma?»64. El autor reactivaba así los imaginarios y las valoraciones sobre los indígenas como consumidores excesivos de chica o aguardiente, para relacionarlos con comportamientos prohibidos por la sociedad. Los mulatos eran descritos como altos, bien proporcionados y de semblante serio. Su hábitat era la selva, vivían desnudos, eran feroces e intrépidos. El autor incluye en esta categoría sus experiencias con un «Indio Nonáma» que evidencia su comprensión sobre la ciencia médica de los salvajes —aunque no pretendía que se creyera su palabra— y manifiesta que su conocimiento debía llamar la atención del gremio de Caldas 159. Caldas 160. Caldas 161-162. Caldas 140. 459 · max s. hering torres · la ciencia65. Aunque en este pasaje no presenta valoraciones extremas, es importante rescatar un fragmento sobre el tercer grupo, los indios y las castas de las cordilleras, que contiene valoraciones sobre los mulatos. Las castas de las cordilleras «no tenían esos furores, esas crueldades, ese carácter sanguinario y feroz del mulato de la costa»66. O sea: el mulato de la costa sí era cruel, sanguinario y feroz. Los indios y demás castas de las cordilleras: eran «menos bronceados», sus facciones se parecían a las de los moradores de la costa; su cabello era cerdo, absolutamente lacio; sus cuerpos eran más blancos, de carácter dulce y las mujeres bellas. El pudor, el recato, el vestido, las ocupaciones domésticas recobran todos sus derechos. Aquí no había intrepidez, no se luchaba con las ondas y con las fieras67, tenían principios de moralidad, de justicia y de civilización. Concluía que las castas habían «cedido a la benigna influencia del clima, y el morador de nuestra cordillera se distingue del que está a sus pies por caracteres brillantes y decididos»68. Es indiscutible que Caldas había realizado una división poblacional del Nuevo Reino de Granada: un ejercicio taxonómico determinado por el clima, que no solamente podía influenciar las características del cuerpo, sino también el comportamiento, las virtudes y los vicios. Se trataba de una valoración generalizada, de diferencias reales, pero también imaginadas. Estas diferencias se incubaban en el clima, y en este sentido eran definitivas, a menos que existiera un desplazamiento de los habitantes o un cambio climático. Lo interesante del trabajo es que estaba inspirado en la Historia Natural de científicos tales como Buffon; la diferencia consistía en que el objetivo de Caldas no era elaborar un orden global de carácter jerarquizado, pero extrapoló dicho principio reproduciéndolo en el contexto del Nuevo Reino de Granada. En este sentido, las altiplanicies de los Andes se convierten en la cuna de la civilización, lo que para muchos naturalistas europeos estaba representado por su continente, y todo lo que está a «sus pies» se considera inferior. El creador del influjo construyó no solo una clasificación, sino una metáfora del cuerpo social de carácter jerarquizado, que determinará las relaciones sociales. A diferencia de Lozano, el payanés intenta ser cauto con la valoración de los vicios y anuncia evitarlo, de hecho solamente utiliza una vez el término de raza. Ahora bien, esto no le impidió a Caldas elaborar tres categorías 65 66 67 68 460 Caldas 163-166. Caldas 167. Caldas 166. Caldas 167. Las sombras de la igualdad y la libertad La insurrección del 20 de julio de 1810 y la época subsiguiente se vieron influenciadas por lógicas diferenciadoras y por los mitos en torno a la igualdad: los imaginarios sobre las diferencias de castas, los nuevos saberes científicos que discutían el orden racial y el mito de la armonía racial presentado en las Cortes de Cádiz por algunos diputados americanos. Preguntémonos entonces ¿cómo se comportó en la cotidianidad la sombra de la igualdad y la libertad? Para responder esta pregunta se seleccionaron dos casos micro-históricos que permiten analizar dicha ambivalencia. · Sombras y ambivalencias de la igualdad... poblaciones caracterizadas puntualmente y complementadas con base en descripciones valorativas encontradas como retículas dispersas a lo largo de su texto. Caldas no pudo evitar las valoraciones y elaboró un orden jerárquico de la sociedad, aunque se hubiera propuesto lo contrario: silenciarlas. Esta es su ambivalencia: un intento malogrado del silencio. El árbol de la libertad y la condena del libertinaje El 28 de abril de 1813 un joven esclavo fue castigado corporalmente por su amo, el Coronel de Cosmógrafos Antonio Bailly. En defensa propia de los azotes y del castigo que le impartió su patrón, el esclavo resistió y le propinó una «herida alevosa». Durante la Colonia no pocos esclavos se defendieron del castigo de sus señores pero, dos años y medio después del 20 de julio de 1810, el ambiente político había cambiado y los principios de igualdad y libertad emergían con nuevos significados e implicaciones sociales. De hecho, en Santafé de Bogotá se había tomado la decisión de sembrar el 29 de abril —al día siguiente del incidente— en la plaza mayor, el Árbol de la Libertad69. El jueves 20 de mayo, se publicó el número 112 de la Gazeta Ministerial de Cundinamarca en el cual se narraban los sucesos y se celebraba la siembra con las siguientes palabras: Los habitantes de Cundinamarca que siempre habían detestado la tiranía y el despotismo y que fueron de los primeros en sacudir el pesado yugo que habían llevado por mas de tres siglos, no habían tenido hasta ahora 69 Sobre el árbol de la libertad existen varios trabajos, por ejemplo: José Manuel Groot, Historia eclesiástica y civil de la Nueva Granada (Bogotá: Editorial A. B. C., 1953) vol, 3, 306; Ocampo 230 y König 265-274. 461 · max s. hering torres · la satisfacción de ver levantado el Arbol en que se escollan estos vicios, es signo augusto de que el hombre ha recobrado sus derechos imprescriptibles, de que se halla revestido de su verdadera dignidad, de que ha sabido rebatir el orgullo de sus opresores y de que solo depende de la ley sancionada legítimamente por los representantes del Pueblo70. Se trataba de un signo de independencia porque, tal como se consignaba en el diario, los cundinamarqueses eran libres y disfrutaban del Estado. Sin embargo, sus habitantes carecían de un monumento que, en lo posible, perpetuara el valor del pueblo por haber quebrado «las ignomiosas cadenas que los oprimían». Así pues, el gobierno tuvo la iniciativa de sembrar esa alegoría de la regeneración política logrando representar «la sujeción á la ley, y á las Autoridades construida por el voto libre de los Pueblos»; era una metáfora que exhortaba «á la paz, á la armonía, á la concordia, prohibiendo toda especie capaz de trastornar el orden […]»71. El árbol se convirtió en la representación del acatamiento de la norma y en la antinomia de la iniquidad, el desenfreno, el libertinaje y la corrupción de costumbres. Eran tiempos en los cuales se vivía una obsesión por diseñar y administrar el nuevo orden, por el control y la jerarquización de valores. De ahí que en el artículo se insistiera en definir la libertad a partir de su negación: no era aquel signo de «la licencia y desenvoltura que malamente se le atribuye para cometer todo género de crímenes, sin temor de que se corrijan»72. Y más adelante: ¡Lexos de nosotros el que mire cifrada en aquel símbolo la garantía de sus excesos! ¡Lexos el que atente contra la vida, propiedad, y seguridad del ciudadano! ¡Y lexos el que no respete las providencias del Gobierno!»73. A las dos de la tarde del 29 de abril, en la plaza mayor de Santafé de Bogotá, se organizaron los diversos cuerpos militares del Estado. Los concurrentes «procuraron presentarse ricamente vestidos y con especialidad las mujeres»74, el entorno estaba adornado, limpio, los músicos amenizaban la celebración y el desfile ecuestre por las principales calles fue uno de los tantos atractivos —todo reflejaba una celebración armónica 70 71 72 73 74 462 Gazeta Ministerial de Cundinamarca 530. Gazeta Ministerial de Cundinamarca 530. Gazeta Ministerial de Cundinamarca 531. Gazeta Ministerial de Cundinamarca 531. Gazeta Ministerial de Cundinamarca 531. · Sombras y ambivalencias de la igualdad... en el marco de tan preciados valores como el orden y la libertad que se convertirían en lema nacional—. Al finalizar el desfile, el corregidor procedió a sembrar un arrayán. El acto lo presenciaron los miembros del cabildo, para después dirigirse al Palacio de Gobierno donde se encontraba el presidente del Estado — junto con los miembros de los Tribunales— para recibir las felicitaciones por la siembra del árbol. La celebración parecía llegar a su final, cuando se difundió una noticia que invertía el principio de la libertad: su sombra. Según el artículo: «el gozo se convirtió en dolor, y el teatro en que se había representado aquella fiesta se vió de repente trasformado en cadahalso […]»75. Antonio Bailly, Coronel de Cosmógrafos, quien había castigado corporalmente a su esclavo, pero quien, en respuesta del esclavo, también había sido atacado, falleció como resultado de la «alevosa herida». En el diario se lamentaba la ocurrencia, porque dicho acto privaba a la sociedad de un ciudadano «revestido de prendas nada comunes, y adornado de talento, y de industria de la America»76. El gobierno no titubeó en aprovechar esta ocasión para escenificar mediante una pedagogía del miedo la siguiente divisa: la «verdadera libertad» consistía en la «sujeción a la ley, y en el castigo de los que infringen los preceptos de esta […]»77. A pesar de la fiesta de la libertad, reprobatoria del yugo colonial, se prosiguió a ajusticiar y a ejecutar al esclavo. Posteriormente, el Canónigo Magistral D. D. Andrés Rosillo presentó «una oración moral eloquentisima» indicando la diferencia entre libertad y libertinaje. La libertad del hombre, en conclusión, se daba en proporción directa a su mayor dependencia de las leyes y, por tanto, los Gobiernos eran más libres en la medida en que fuesen más celosos en castigar a los criminales o infractores de la ley78. Era una situación ambivalente porque se entonaron y recitaron sonetos condenatorios de la esclavitud pero, entre tanto, se ejecutaba a un esclavo. Cantemos al señor de las Naciones Hymnos de paz de gratitud, y goso. Bendigamos al brazo poderoso, Que rompió de su Pueblo las prisiones. Gloria inmortal, continuas bendiciones 75 76 77 78 Gazeta Ministerial de Cundinamarca 531. Gazeta Ministerial de Cundinamarca 531. Gazeta Ministerial de Cundinamarca 531. Gazeta Ministerial de Cundinamarca 533. 463 · max s. hering torres · Prodigue el Cielo al hombre generoso Que entona libertad en su alboroso En los dulces transportes, y emociones, Desde hoy Granadinos enlazados Con los lazos de amor, y Patriotismo Harán palidecer á los malvados, La fiera esclavitud, y despotismo, Al ver entre nosotros colocada La dulce paz, y la amistad sagrada79. En los versos la esclavitud era objeto de crítica, pero siempre y cuando la ejerciera el yugo español, no cuando la ejerciera la élite en un país independiente y libre de antiguos conquistadores. El esclavo, por supuesto, había cometido un crimen; pero, la normatividad de la esclavitud también había incidido en las circunstancias que llevaron al esclavo a defenderse de la golpiza de su patrón y su defensa, aparentemente, conllevó a la muerte de su amo. No obstante, el esclavo debía ser castigado porque la resistencia y la defensa propia representaban una amenaza para el orden social. Por algunas décadas la legislación española continuó rigiendo las prácticas punitivas y la Independencia no logró desterrarlas. Persistieron la pena capital, los azotes, la vergüenza pública, los trabajos forzados, el confinamiento, la privación o perdida del oficio, entre otras. Pero también se debe aclarar, que con el Grito de la Independencia se abolió, por lo menos en teoría, la tortura80. Tras el 20 de julio 1810, el mismo autor de la Fauna Cundinamarquesa ejerció el cargo de presidente del Colegio electoral constituyente y redactó la Constitución de Cundinamarca, sancionada el 6 y 30 de marzo de 1811; y posteriormente se posesionó como presidente de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, cargo que ejerció entre el 1 de abril y el 19 de septiembre de 1811. En la constitución se confirmaba y ratificaba «la abolición de la tortura ya decretada por la Suprema Junta de esta Provincia, y ninguna Autoridad por eminente que sea podrá hacer uso de la cuestión de tormento, aunque el delito sea de los más atroces.» (Título vii, art. 35). En adición, la constitución era clara a la hora de rescatar en la sección «De los Derechos del Hombre y Ciudadano» que la «Liberta es la facultad que el hombre tiene que hacer todo lo que no sea en 79 80 464 Gazeta Ministerial de Cundinamarca 532. Mario Aguilera. «Las penas. Muerte, vergüenza pública, confinamiento, pérdida de derechos». Revista Credencial Historia 148 (2002): 9-10. 81 82 83 · Sombras y ambivalencias de la igualdad... daño de tercero o en prejuicio de la sociedad». Incluso, en la conclusión se señalaba: «Ciudadanos de la Provincia de Cundinamarca […]: veis aquí al americano por la primera vez en ejercicio de los derechos que la naturaleza, la razón y la Religión le conceden […]»81. Se trataba de una razón ambivalente, porque la razón garantizaba los derechos solo para algunos. En el caso en alusión, se prohibía la tortura, pero no el castigo corporal de los esclavos, se garantizaba la libertad, pero no la de los esclavos y se proscribía el prejuicio de terceros, pero no la ejecución de un esclavo insubordinado, en otras palabras: se celebraba la libertad de una sociedad esclavista. Esta situación estaba también influenciada por otros principios que condicionaban la libertad. Para el acceso a cargos públicos se requería ser hombre, mayor de veinticinco años, dueño de su libertad y no ser demente, sordomudo, baldado o lisiado, criminal, deudor, transeúnte, vago o haber sufrido pena infamatoria; por supuesto, tampoco ser sirviente doméstico, carecer de casa abierta, no tener menos de seis años de vecindad, ni haberse opuesto a la libertad americana y al Gobierno. La esclavitud no había sido abolida, se inhabilitó en 1851, y la ley de vientres entró en vigencia solo en 1821; la pena de muerte tampoco, solo hasta 1863 y debido a su reactivación durante la Regeneración se abolió solamente hasta 1910. En la época no era raro encontrar en los periódicos anuncios de manumisión de esclavos82 y, simultáneamente, avisos de recompensas por la captura de esclavos fugitivos: «El 25 de setiembre de este año han huido del poder del sr. Joaquin Granados los esclavos que se espresan. José María Cano natural de Vituima, de 25 años de edad, color sambo, pelo crespo, mui poca barba, nariz afilada, de estatura regular, los pies torcidos i contrahecho, la parte superior de las piernas gruesa i delgada la inferior, i el ojo triste […]»83. En pocas palabras, para los esclavos el 20 de julio y las postrimerías no habían cambiado sustancialmente su situación. El doble filo de la razón constituía una promesa de libertad, pero también una garantía de control y segregación de los afectados. No se trataba de un sinsentido o una paradoja del derecho. Tanto la Constitución de Cundinamarca, el caso del Coronel Bailly y la siembra del árbol de la Libertad, como la tensión Diego Uribe Vargas, Las Constituciones de Colombia, (Madrid: Cultura Hispánica, 1977) vol. 1, 359. Gaceta de Colombia (Bogotá) 27 mar. 1831. Gaceta de Colombia 18 dic. 1831. 465 · max s. hering torres · entre manumisión y persecución de esclavos, reflejan cómo la promesa de liberación también operó a manera de sistema de sujeción. La igualdad de los colombianos: atraso, pereza y ocio de los indios En 1819 el proceso de reconquista española, liderado por Pablo Morillo, fue combatido eficazmente. Como resultado —y con la finalidad de crear la República de Colombia mediante la unificación de la Nueva Granada, Colombia, Panamá y Venezuela y, posteriormente, Ecuador— se elaboró la Constitución de Cúcuta, también conocida como Constitución de la Gran Colombia (1821). Al inicio de la carta constitucional de 1821, título i, segunda sección, art. 4, se consignaba que los «representantes de los pueblos de Colombia» ordenaban y acordaban la constitución para afianzar «su libertad, seguridad, propiedad e igualdad»84. En ella se definía como colombianos a «todos los hombres libres nacidos en el territorio de Colombia, y los hijos de estos»85 y, en el título ii, segunda sección, art. 9, el Gobierno se definía como «popular representativo»86. No obstante, la representatividad popular, similar a la de la Constitución de 1811, era relativa. Aunque el lenguaje de la constitución evitaba hacer una diferenciación racial, se consignaban principios que afectarían a los grupos que habían sido considerados inferiores en las lógicas coloniales. Su justificación ya no estribaba en las diferencias clásicas de la sociedad de castas, sino en su condición social y material heredadas de la colonia. Para ser sufragante parroquial, el título iii, primera sección, art. 15 señalaba que se debía ser: «casado o mayor de veintiún años años, saber leer y escribir; pero esta condición no tendrá lugar hasta el año de 1840, ser dueño de una propiedad raíz que alcance el valor libre de cien pesos. Suplirá este defecto el ejercitar algún oficio, profesión, comercio o industria útil, con casa o taller abierto, sin dependencia de otro en clase de jornalero o sirviente»87. Este derecho se suspendía en el caso de «los locos, furiosos o dementes, deudores fallidos y vagos declarados por tales», como también los que tenían «causa criminal abierta»88. Y, para ser elector, el título iii, primera sección, artículo. 20, señalaba que se debía «saber leer y escribir»89. Ser dueño de «una pro84 85 86 87 88 89 466 Uribe Vargas, vol. 2, 709. Uribe Vargas, vol. 2 710. Uribe Vargas, vol. 2, 711. Uribe Vargas, vol. 2, 712. Uribe Vargas, vol. 2, 712. Uribe Vargas, vol. 2, 713. 90 91 92 93 94 · Sombras y ambivalencias de la igualdad... piedad raíz que alcance el valor libre de quinientos pesos, o gozar de un empleo de trescientos pesos de renta anual, o ser usufructuario de bienes que produzcan una renta de trescientos pesos anuales, o profesar alguna ciencia o tener un grado científico»90. Con todo, ser sufragante parroquial o elector estaba condicionado por una serie de factores que muy difícilmente podía cumplir la mayoría de las personas que habían sido inferiorizadas en las estructuras coloniales: saber leer y escribir, ejercer un oficio considerado como útil, ser propietario o tener grado de científico. Ahora bien, relacionemos lo anterior con un caso específico en el cual se evidencia cómo la población indígena seguía siendo estigmatizada y discriminada por sus prácticas culturales en la cotidianidad, aunque en la constitución de 1821 se reprodujeran consignas sobre la representación de los pueblos de Colombia. En el periódico El Constitucional de Boyacá, cuyos números se publicaron entre el 22 de julio de 1825 y el 2 de junio de 1826, aparecen una serie de artículos de un autor con el seudónimo Un Amigo del Orden91. En estos se discutían las causas de la miseria indígena con el objeto de dar a conocer «el estado de enfermedad, y recetarle el medicamento oportuno» para identificar los «males […] que mas perjudican á la riqueza publica y á la moralidad de nuestro departamento»92. Al señalar las causas de la pobreza, identificaba cuatro puntos: (1) las peregrinaciones y romerías; (2) ocio, fiestas y degeneración de la moralidad; (3) la limosna y (4) la pereza. Es ilustrativo repasar sus planteamientos porque el autor se consideraba «un amigo de la independencia, y libertad de Colombia»93 y planteaba sus soluciones inspirado en los ideales de la Ilustración. «Este antídoto eficaz [en contra de la miseria] no es ni puede ser otro que la verdadera piedad compañera inseparable de la ilustración». Peregrinaciones y romerías: el autor enfatizaba que debido a las peregrinaciones, las personas emprendían largos viajes, abandonaban sus casas, sus ocupaciones y pagaban funciones de la Iglesia a muy alto precio. En cuatro o cinco meses consumen improductivamente su caudal, su tiempo y casi siempre corrompen sus costumbres94. Ausentarse del hogar y del trabajo conllevaba a la suspensión laboral, la interrupción Uribe Vargas, vol. 2, 713. Los artículos del autor seudónimo se publican en varios números de El Constitucional de Boyacá. Al ejemplar preservado por la Biblioteca Nacional le hacen falta los números 18 y 21 y no se sabe si en estos también se encontraban artículos del autor. El Constitucional de Boyacá [Tunja] 23 dic. 1825: 84. El Constitucional de Boyacá 23 dic.1825: 85. El Constitucional de Boyacá, 23 dic. 1825: 85. 467 · max s. hering torres · de las ganancias diarias, por lo menos 3 reales, y la insolencia de los criados por la falta de presencia, hecho que conducía al desorden95. En adición a la falta de productividad —prosigue el argumento—, las romerías incrementaban las obligaciones, debido al pago entre 3.6 y 12 pesos por cada misa y, otro tanto, por la compra de velas, incienso y pólvora; sin olvidarse de los gastos de alimentación y los 20 o 25 pesos que implicaba la compra del manto, túnica o velo que se «ofrenda a la imagen por los devotos»96. En conclusión: «aparece que el desgraciado peregrino, aunque sea un ganapán todos los días tiene una pérdida de 5 rs. los cuales, multiplicados por 8, que pueda invertir en su romerín si està bien cerca del santuario, hacen 5 pesós, que para un jornalero en nuestro departamento forman un capital de consideración»97. Pero el argumento más importante era la degeneración de las costumbres derivadas de la peregrinación: se inducía a la vagabundería y al ocio pero, aún más grave, a las prácticas sexuales fuera del matrimonio poniendo en peligro la virginidad de las jóvenes. Si el padre ó la madre, el esposo ó la esposa, dejan en su casa á sus hijos, su mujer ó el marido no hay ninguno que desconosca, y no sea testigo, de las ocaciones seductoras que se presentan à los van y à los que se quedan para satisfacer sus pasiones: entonces ejercen ellas todo su imperio, por que no es contrabalanceado por la vigilancia domestica; y madres conozco yo, que habiendo dejado á sus hijas virjenes cuando emprendieron su viaje, al regresar al cabo de 4 meses cargadas de reliquias, y entusiasmadas en la devoción peregrina, las han encontrado en los brasos del amante que las habìa sedusido; asi como también hé visto que amontonandose en un mismo alojamiento jovenes peregrinos de ambos secsos, allí han sacrificado la inocencia que trayan de sus casas, por que como dice el adajio, la ocasión hace al ladrón98. El remedio para esas enfermedades radicaba en que los pastores advirtieran y adoctrinaran al pueblo sobre el peligro de esas prácticas. El escritor hacía hincapié en el hecho de que los pastores debían advertir sobre la inexistencia de los milagros y la materialidad de las imágenes, como simples tablas, y quien creyere lo contrario debía ser considerado como «un idolatra, un gentil, que despoja à la Divinidad […]»99. 95 96 97 98 99 468 El Constitucional de Boyacá 23 dic. 1825: 85. El Constitucional de Boyacá 23 dic. 1825: 85. El Constitucional de Boyacá 23 dic. 1825: 85. El Constitucional de Boyacá 23 dic. 1825: 85. El Constitucional de Boyacá 23 dic. 1825: 86. 100 101 102 103 104 · Sombras y ambivalencias de la igualdad... Fiestas, ocio y moralidad: en el artículo se denuncia el «ecsesivo numero de días de fiesta» como causa de la miseria: «Dos meses y medio, ó por lo menos 74 días de fiesta de ambos preceptos guardamos en cada año y hay 18 días mas en que es obligatorio el precepto de misa, es decir que por ínfimo cálculo en la cuarta parte del año está prohibido el trabájo, ó por lo menos el hombre se abstiene de trabajar […]»100. En otras palabras: los habitantes de la región estaban obligados a permanecer ociosos la cuarta parte del año «contraviniendo al precepto del mismo Dios que le impuso el deber de mantenerse con el sudor de su rostro […]»101. El ocio estaba íntimamente relacionado con la moralidad de las personas y por eso preguntaba. «¿Cuál es el día que los trabajadores destinan para embriagarse, tener pleitos y disputas con sus compatriotas, parientes?» Inmediatamente respondía: el domingo y los festivos. Por eso, después de haberse embriagado casi nunca podían trabajar los lunes. Pues es la pésima educación que hemos recibido del gobierno español: «nos ha hecho convertir el dia de reposo en el de una verdadera prostitución, el dia cuya mayor parte debieramos dedicar a la meditación de los misterios de nuestra religión […]»102. Con base en estos argumentos, proponía reducir el número de festivos a los domingos. De esta forma, Un amigo del orden estaba convencido de que se podía disminuir la pobreza, porque los campesinos podrían incrementar su trabajo; en consecuencia, el aumento de sus ganancias haría de sus vidas algo «menos desgraciado». Pero no solo esto: al aumentar la mano de obra, se reducirían los precios y, gracias a la «baratura», se podrían abrir mercados en otras regiones, sin ser excluidos por la competencia extranjera. Y al prohibir las fiestas se gastaría menos y así se incrementaría el ahorro capital. En conclusión: «reducidas à la mitad las ocasiones de dilinquir y embriagarse los pobres jornaleros, nuestras costumbres recibirán una mejora tan grande que no es de calcularse en este momento»103. De la mano con el autor, la limosna era un mal heredado de los españoles porque ellos ostentaban una compasión que no sentía su alma, «nos han enseñado el modo, no de auxiliar al pobre para librarle de los sinsabores de la indijenica, sino de mantenerle en la suía, arruinando nuestra propia fortuna»104. El trabajo era descrito como una molestia El Constitucional de Boyacá 13 ene. 1826: 93. El Constitucional de Boyacá 13 ene. 1826: 93. El Constitucional de Boyacá 13 ene. 1826: 93. El Constitucional de Boyacá 13 ene. 1826: 94. El Constitucional de Boyacá 20 ene. 1826: 97. 469 · max s. hering torres · para la población de Boyacá. Dar limosna se consideraba un mal ejemplo ya que daba a entender que para comer no era necesario trabajar, si no amarrarse un trapo en las piernas, dejarse la barba, no cortarse ni peinarse el cabello, taparse un ojo, andar desnudo o con algunos harapos105. Pero, para colmo de males, el cuestor la malgastaba en las tabernas o en el juego. El autor deseaba que la prudencia compusiera la liberalidad, que no se fomentara la holgazanería y que se distinguiere entre el pobre voluntario y el que realmente no podía. Un amigo del orden cierra instando a las autoridades locales a implementar el artículo 61 de la ley del 11 de marzo de 1825 que prohibía la limosna sin licencia y la presencia de vagos. El vicio de la pereza era otro factor planteado como una herencia colonial debido al mestizaje entre españoles, africanos e indígenas. Se argumentaba que bajo la colonia española no existió un concepto de propiedad, porque siempre se enseñó que el rey era el «señor de vidas y haciendas». Cualquier iniciativa de producción que se escapara del control real era perseguida: «éramos criminales, y castigados con duras penas, si por ventura plantábamos una viña o llegábamos a sobresalir en alguna manufactura […]»106. Los colombianos eran «hijos de los españoles, que siempre han sido los mas perezosos de los pueblos de Europa; nietos de los indijenas que por la vida que tenían no podían adquirir ningún grado de actividad; y esclavos de un gobierno que por sus multiplicadas restricciones nos impedía hasta el ejercicio de pensar»107. Otra causa de la pereza era la falta de comunicación con otras naciones y la falta de actividad económica. La pereza se había reproducido por el adoctrinamiento con «principios ascéticos que nos predicaba la moral inventada» de los españoles: sus misiones exhortaban a los súbditos del rey el amor por la pobreza. Es por eso que era perentorio desterrar el imaginario que «la pobresa es hija de Dios, y la riqueza del diablo»108. De la pereza resultan prácticas detestables, tales como el uso de la hamaca ó chinchorro, o sea columpiarse días enteros en completo reposo o dormir en «países frios hasta las 9, ó por lo menos hasta las 7 de la mañana»109. La flojera concedía preferencia al oficio de pulpero y no al de menestral, la empresa o la agricultura. En fin, enaltecía la vida sedentaria, la vida unitiva 105 106 107 108 109 470 El Constitucional de Boyacá 20 ene. 1826: 97. El Constitucional de Boyacá 24 feb. 1826: 117. El Constitucional de Boyacá 24 feb. 1826: 117. El Constitucional de Boyacá 24 feb. 1826: 118. El Constitucional de Boyacá 24 feb. 1826: 117. 110 111 · Sombras y ambivalencias de la igualdad... o contemplativa; en otras palabras: la holgazanería110. Para curar este mal, se necesitaba formar a las personas, enseñarles la decencia del vestido y los muebles de la casa, la buena alimentación (sin chicha, guarapo y yuca mal cocida); enseñar goces, pero inocentes y civilizados y, sobre todo, la afición al trabajo. Solo cuando la gente entienda lo anterior, las costumbres serán menos groseras al lograr alcanzar así la civilidad: «desterrada la pereza, ya podremos compararnos con las naciones cultas de Europa […]»111. Se trata de un proyecto de corrección y normalización que, si bien reprueba el pasado español, niega la cultura indígena y la condena. Lo interesante del escrito es que el autor, inspirado en los valores de la Ilustración, propone secularizar las creencias y las estructuras de la sociedad, porque las considera superfluas y una obstrucción al progreso. Sin embargo, de forma ambivalente, rescata simultáneamente la religión como un ente operativo en términos de adiestramiento social. La religión es entonces aquello que permite circular el poder de la norma y la corrección mediante la razón ilustrada. El cuadrilátero conceptual de la peregrinación, la fiesta, la limosna y la pereza, como espacios de la degeneración indígena, lleva al autor a proponer conductas que reproduzcen los principios de prosperidad material, civilidad y moralidad mediante una ética laboral. Es claro que Un amigo del orden parte de la oposición de algo «que no se es» y que «se debe ser». Se trataba de un proceso de individualización que consistía en transformar las prácticas y los imaginarios, es decir la identidad de la población indígena en Boyacá, de «algo dado» en «una tarea». La inserción en los escalafones sociales dependía del desempeño y responsabilidad de los indígenas y, por tanto, ellos debían asumir las consecuencias de sus prácticas: se trataba de un proceso en el cual la responsabilidad de la integración se desplazaba a la conducta del otro. En este sentido, se puede afirmar que los valores de la Ilustración condicionan nuevos nichos de conducta y rejillas de pensamiento que, al no ser acatadas, producen nuevas formas de diferenciación. Mientras que en la Colonia la idolatría, el salvajismo y la supuesta barbarie eran argumentos de sujeción, ahora, nutriéndose del pasado, se condicionaba el progreso material y nuevas formas de comportamiento que debía reflejar la civilidad: los que no cumplían con este proyecto estaban condenados a la periferia. El Constitucional de Boyacá 24 feb. 1826: 118. El Constitucional de Boyacá 24 feb. 1826: 118. 471 · max s. hering torres · Conclusiones En definitiva, la ambigüedad tanto de los ilustrados neogranadinos como de la situación social es notoria. El saber científico tenía como objetivo crear un entramado de saber funcional y útil para el desarrollo. Para esto se debía estudiar la geografía local y describir sus habitantes con el fin de impulsar la economía. No se deben subestimar estos espacios en los cuales se construyen saberes, en tanto las prácticas científicas constituyen poderosas formas de apropiación y control de los territorios; la construcción del saber puede ser entendida como práctica política112 que desempeña un papel predominante en los procesos de sujeción y dominación mediante la reconfiguración de un pensamiento racial. Los casos estudiados, el Árbol de la Libertad y el Atraso y ocio de los indios, permiten concluir lo siguiente. En relación al primer caso es posible constatar que la razón ilustrada representaba una promesa de libertad, pero también una garantía de control. La razón podía ser liberadora, pero también segregacionista y esclavista. No se trataba de un sinsentido o una paradoja del derecho: en su ambivalencia radicaba su sentido y su objetivo. En referencia al segundo caso es posible reconstruir cómo la cotidianidad indígena simbolizaba una degeneración a la luz de los valores ilustrados. Por tanto, se proponen proyectos de corrección, normalización y civilización para alcanzar el progreso. El proceso independentista aspiraba a edificar una sociedad distante de la colonial, pero no tenía interés en una participación económica o política de los sectores menos privilegiados. Aunque la Ilustración promovió ideales como la igualdad, la libertad, el progreso y la civilización, los principios de progreso y civilización estaban íntimamente ligados al «desarrollo material» de las sociedades. Se trataba de un discurso que reconfiguraba lo colonial bajo nuevos principios de igualdad y soberanía, lo que permitía anidar dispositivos de diferenciación. Dentro de esta maraña social, el umbral del siglo xix parece no querer desistir de sus vínculos con el pasado. El pasado marca, en consecuencia, un devenir cuyo continuum va configurando en parte lo moderno. La Ilustración se convierte así en una «contradicción con lógica» en la medida en que, para alcanzar el progreso, se necesitaba la igualdad de algunos y la desigualdad de muchos. Este aparente «sinsentido» puede ser también descrito como el orden de la igualdad. El objetivo de la ordenación nacional a principios del siglo xix es la superación de la heterogeneidad, y ordenar implica 112 472 Steven Shapin and Simon Schaffer, Leviathan and the Air-Pump: Hobbes, Boyle and the Experimental Life (Princeton, nj: Princeton up, 1985) 332-344. 113 114 115 · Sombras y ambivalencias de la igualdad... dividir y clasificar. Por esta razón podemos afirmar con Zygmunt Bauman que los mecanismos ordenadores producen nuevas ambigüedades y ambivalencias113. En la lógica independentista, la diferencia era algo que se debía superar y absorber mediante el orden. De ahí que el orden ejerza una presión asimiladora, influenciado por unos patrones y valores específicos: se trata de un orden que implica obligación normativa y sumisión cultural. La igualdad se puede entender así como un lugar común para analizar las desigualdades. La heterogeneidad poblacional y simbólica como herencia del pasado hace que a principios del siglo xix se configuren discursos y normas ambiguas: mediante estos se asegura la discriminación de aquellos que no cumplen con los requisitos para ser definidos como ciudadanos, sufragantes o representantes políticos, pero pronostica oportunidades integracioncitas siempre y cuando se cumpla con un deber-ser impuesto por las elites criollas. Estas elites tienen un rol polivalente: se distancian del yugo colonial, pero lo reconfiguran al interior de esa nación endeble, que está en proceso de ser imaginada, para así poder reproducir prácticas de diferenciación jerarquizadas. De esta forma se pretendía heredar y garantizar las estructuras de poder en beneficio de la clase dirigente. Es válido hablar de una reelaboración simbólica del poder cuyo impacto fragmenta la sociedad a través de sus múltiples valencias. La duplicación del sentido se puede estudiar como instrumento y mecanismo de poder que valida e invalida derechos y privilegios con relación a un referente determinado: en este caso el color, la clase, la propiedad, la ética laboral y el estado de progreso. El orden de la ambivalencia y su lógica de la contradicción admite desplazamientos temporales en tanto permite proyectar y consolidar estructuras del pasado —tildadas como coercitivas, pero supuestamente superadas— para ser impuestas en un presente dado sobre grupos marginales; pero de forma sincrónica permite consolidar estructuras de un determinado presente —anunciadas como liberadoras— para ser aprovechadas por los que pretenden monopolizar el poder. Entonces, no es desatinado hablar, en este contexto, de una razón instrumental114 o de una «racionalidad con arreglos a fines»115. Es indudable que la ambivalencia como categoría histórica representa, en el marco estudiado, un doble haz que permite estudiar cómo la razón proporciona sistemas de saberes convincentes que ayudan a la vez a liberar y a subyugar. Bauman La ambivalencia 111. Horkheimer y Adorno. Max Weber, Economía y sociedad (México: Fondo de Cultura Económica, [1921] 1964) vol. 21. 473 · max s. hering torres · No me gustaría cerrar este capítulo sin rescatar que la imagen sobre la sombra de la Ilustración también está presente en la época. En un artículo de la Gaceta de Colombia se señalaba a la Ilustración como un instrumento al servicio de la corrección del desorden. En esta sintonía, se resaltaba que la tolerancia intentaba terminar las disputas religiosas, y que la política ilustrada intentaba dar fin al «despotismo, las estorciones, la feudalidad, los servicios corporales de los vasallos a su señor, el tormento, la bastilla, las ordenes reservadas para la prisión o destierro de alguna persona, el comercio de negros, y la reunión de enfermos de un mismo lecho.» El autor, sin embargo, era consciente de lo siguiente: «A la sombra de la filosofía se han introducido abusos», pero no era consciente de que la sombra era parte integral de la Ilustración y que sus abusos estaba anidados en lo que él había celebrado previamente: «La filosofía en fin reclama la admisión de todos los miembros de la sociedad al goce común de los honores, bienes, y rangos, no según la jerarquía del nacimiento, sino según los servicios y meritos de cada uno de ellos»116. No obstante, el servicio y el mérito habían sido definidos por los criollos mediante las lógicas de la Ilustración, bajo sus reglas de juego, sus valores, su lenguaje y su cultura. Se daba entonces inicio a una competencia, pero no todos competían o partían del mismo lugar. Lo que se celebraba como igualdad y libertad en relación al servicio y al mérito anidaba la posibilidad de referir un principio a más de una categoría: superior o inferior. OBRAS CITADAS I. Fuentes Primarias Manuscritos Lozano, Jorge Tadeo. Fauna Cundinamarquesa o colección de láminas que con la posible naturalidad representan los animales de todas clases que habitan en el Nuevo Reyno de Granada y Provincias de tierra-firme en la América Meridional. Bogotá: 1800-1806. Publicaciones seriadas El Constitucional de Boyacá (Tunja) 1825-1826. Gaceta de Colombia (Bogotá) 1824-1831. Gazeta Ministerial de Cundinamarca (Bogotá) 1813. 116 474 Gaceta de Colombia 22 feb. 1824. 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