lo que todo mundo debería saber del consenso de washington

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LO QUE TODO MUNDO DEBERÍA SABER DEL CONSENSO DE WASHINGTON
“…un consenso sin consentimiento”
Autores:
Jorge Antonio Dueñas Lozano
Gabriela González
Francisco Javier Robles Morales
Ricardo Alfredo Serrano Rangel
Ensayo preparado durante la maestría en Desarrollo Social, Alta Gestión en Responsabilidad
Empresarial, de la Universidad Panamericana, para la materia de Contexto y paradigmas del desarrollo
social, Guadalajara, México, mayo 2009.
Introducción.
Todos aquellos que dominan el tema de la economía, sabrán que en algún momento en los
noventas, 1989 para ser exactos, se vislumbró un documento conocido como el Consenso de
Washington. Este, pretendió expresar una serie de premisas económicas todas ellas referidas a las
condiciones político-económicas que los países latinoamericanos deberían tomar en sus gobiernos y
economías locales, para poder acceder a los principales fondos internacionales, manejados de manera
discreta por el gobierno americano.
Estas disposiciones tuvieron como fin desde sus inicios “educar” aquellos países que quisiera
líneas de crédito de fondos internacionales, para controlar desde el déficit presupuestario hasta las
paraestatales que desde ese momento eran recomendadas privatizar la mayoría de ellas.
México, en un intento por desbordar la frontera norte y subirse a un tren económico competitivo
en términos de comercio bilateral y acuerdos internacionales, firmó a principios de los noventas el
famoso TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), integrado por los tres poderosos de
Norte América: Estados Unidos, Canadá y por supuesto nuestro país.
Sin embargo, las repercusiones del papel firmado, fueron y han ido más allá de los mismos
objetivos que se tenían trazados. Cabe señalar que para ese entonces, México padecería una crisis—ya a
principios del primer lustro de la década—donde sumado a todo, tuvo la necesidad de ir modificando su
gobierno, su economía, su estructura económica y social, de acuerdo a los términos—10 para ser
exactos—que establece el famoso consenso de Washington.
Así, esta historia que en la América Latina no fuera tan bien vista por los “paisanos del
lenguaje”, tiene sus inicios en esas disposiciones sin equa non, el efectivo tan necesario para el
desarrollo de este país, no hubiese llegado. El presidente Zedillo, a quien la crisis económica de 1995
afectó su gobierno, fue testigo fiel de dichas realidades.
A continuación, trataremos de aclarar los efectos bondadosos y caóticos de la intención de
participar del Consenso de Washington, no tanto para México, sino para Latinoamérica. También
redefiniremos a partir de estos preceptos del consenso, cómo fue cambiando la relación económica,
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política, cultural y social de nuestro país con los países “de abajo” como suelen referirse algunos de
manera discriminatoria.
Este y otros asuntos trataremos en este documento.
El Consenso de Washington:
El Consenso de Washington, al que ahora nos referiremos como CW o simplemente el consenso,
tiene sus orígenes en 1989, y fue acuñado en primera instancia por John Williamson, director asociado
del Instituto de Economía Internacional. Tuvo como intención primaria la explicación del desarrollo de
política económica de los países de Latinoamérica desde los años 50’s, y cuestionó desde su inicio
dichas ideas y su aceptación ordinaria en la OCDE (Organización Para la Cooperación y Desarrollo
Económico).
Sin embargo, la idea del CW no es nueva, de hecho, el Plan Brady, dictado en 1989 por el
Secretario del Tesoro estadounidense Nicholas Brady, hablaba de la necesidad de cambios en la forma
de crédito y cobranza por los americanos, a las deudas que tenían desde principios de los 80’s los países
de Latinoamérica. Es así, que el consenso complementa las medidas tomadas por la Secretaría del
Tesoro americano, para meter en “una dieta económica” a los países deudores con bancos
estadounidenses y con instituciones de crédito internacional como el Fondo Monetario Internacional y el
Banco Mundial.
Williamnson trata en su documento, diez premisas necesarias para la reestructura de política
económica de los países deudores:
1. Disciplina fiscal
2. Reordenamiento de las prioridades del gasto público
3. Reforma Impositiva
4. Liberalización de las tasas de interés
5. Una tasa de cambio competitiva
6. Liberalización del comercio internacional (trade liberalization)
7. Liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas
8. Privatización
9. Desregulación
10. Derechos de propiedad
Y antes de comenzar el análisis de las diez políticas económicas, hay que revisar el origen de
ellas. Se le ha denominado el CW a sabiendas de que a principios de los noventas el nacionalismo
latinoamericano está acendrado de manera original, de acuerdo en muchos casos a las historias políticas
y sociales de cada uno de los distintos países. Es así que la forma en que el consenso se vislumbra es mal
tomada por muchos nacionalistas “anti yanquis” sobre todo por llevar un emblema muy norteamericano
como título principal.
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También es necesario recordar que el origen técnico del CW proviene de las disposición no solo
de los congresistas norteamericanos, sino de los tecnócratas—tan de moda entonces—quienes
representaban a las instituciones financieras de ese país, y a los organismos de financiamiento
internacionales, domiciliados para cualquier duda, también en ese país.
Las diez Políticas.
1. Déficit fiscal. En cuanto a lo que trata el documento “What Washington means by policy
reform” Lo que quiere decir Washington por reforma político—económica, en gran medida es
cierto. Sí, efectivamente, los gobiernos latinoamericanos han abusado históricamente de una
indisciplina fiscal en sus administraciones. También concurro en el tema de la imperiosa
necesidad de tener superávit financiero en el corto plazo, tomando en cuenta que el presupuesto
de ingresos no debe verse afectado de formas extrañas tal como lo maneja el autor, metiendo en
la cuenta de ingresos las privatizaciones o agregando la inflación a la deuda pública engrosando
el presupuesto de gastos y más bien no solamente como ya se mencionó, con superávit, sino en la
medida en que el ahorro de la iniciativa privada promueve la inversión, la capacidad de compra
de los ciudadanos.
Cabe decir, que el asunto de la disciplina fiscal es un tema conveniente para todos los países
latinoamericanos, no como una medida impuesta por el FMI o los bancos extranjeros, sino como
una mejor forma de administrar los recursos de cada país, siendo estratégico y maximizador de
los recursos, tal cual lo hace una empresa cuyo fin es generar riqueza.
2. Prioridades del gasto público. El asunto del gasto público, es saber que como en economía, los
recursos son escasos. Al parecer, los gobiernos tratan de acomodar los recursos en diversos
marcos que permitan coadyuvar a la mejora social. Sin embargo, es extraño que el CW pida a los
países una reducción en sus gastos, y posteriormente—me refiero al periodo de Ronald
Reagan—solicita también incrementos graduales en las tasas impositivas. Pero la gravedad del
asunto es que se focalizan en temas como la educación y la pobreza latinoamericana y no
atienden el hecho de la drogadicción y la obesidad americanas.
El gasto público como lo comenta Williamson asertivamente se puede bien basar en 3 elementos
fuertes como lo son: subsidios, educación, salud e inversión pública. Cosa que en las últimas dos
décadas se ha seguido religiosamente cual si el CW fuera una guía de expertos para los
inexpertos, o como los americanos suelen llamar a esta parte del mundo (desde México hasta la
Patagonia) los LDC (Less-Developed Countries) o países subdesarrollados.
Es entonces, que los manifiestos de organismos como el Banco Mundial y el FMI, han opinado
sobre la redistribución del gasto público latinoamericano y su impacto real en la pobreza en sus
dimensiones definidas.
Pero entonces la pregunta es ¿Por qué cada día hay más pobres? ¿Cómo es que la pobreza y
marginación no disminuyen a pesar de tomar estas medidas? La respuesta es simple: los países
son como los mercados, tienen distintos patrones de comportamiento, preferencias, hábitos y
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costumbres, que será imposible determinar una sola fórmula mágica para el gasto público, más
que la ética y el conocimiento aplicado a la política—economía.
Es así, que los americanos no toman el consejo que dan, puesto que en su gasto público han
encontrado otros nichos importantes casi como el pueblo israelita: la guerra por ejemplo. La
producción de armas y la investigación bélica, son temas que no mejoran la salud, la ecología, el
ambiente social. Pero que seguramente reditúan en fortunas inconmensurables que no se
encuentran estas, en este consenso.
Cabe decir, que estamos de acuerdo a lo que comenta Williamson sobre el subsidio: ciertamente
es necesario, pero de una manera responsable. La pregunta es ¿Por qué después de 20 años, se
siguen subsidiando los mismos temas y las mismas cosas (tortillas, gasolinas, canasta básica)? La
respuesta no es sencilla, pero la medida es que en los países latinoamericanos gobierna la
campaña por encima del desarrollo y progreso económico—sociales.
3. Reforma Impositiva. Este punto es un tema que ha dado mucho de qué hablar en nuestro país.
Bandera de candidatos y de partidos de izquierda y de derecha. Sin embargo, tan cierto como lo
dice el autor en su texto, es necesario moderar las tasas impositivas, pero—cosa que no
menciona—es alguna estrategia para acrecentar la cartera de sujetos de pago de impuestos. El
asunto es otra vez cultural y educativo, ético y moral: es una aversión lógica de la ciudadanía a
tratar por todos los medios de pagar lo menos. La referencia base es la realidad. Es distinto vivir
en Baltimore donde pagas impuestos razonables y hay una realidad razonable en la calidad de
vida a cambio de ese pago de impuestos, a vivir en una ciudad común de México, donde la
realidad no convive con la teoría.
Por otro lado, las tasas impositivas es cierto que deben ser razonables para allegarse de inversión
extranjera directa, pero no es ni debe ser la única medida. Cabe señalar que el gobierno con todas
las bondades que brinda a la inversión (exención impositiva, terrenos a bajo costo para instalar
naves industriales, etc.) no ha podido tupir la agenda en cuanto a la generación de empleos y
calidad de vida que supone vivir en un país como el nuestro con los más de 20 tratados
bilaterales.
La reforma hacendaria debe ser un tema de agenda urgente e importante.
4. Tasas de interés. No queda tan clara la imposición del consenso sobre las tasas que deben
aplicar los americanos a los deudores, o los países latinoamericanos a los propios conciudadanos.
Sin embargo, no hay forma de como dice el texto, dejar que las tasas sean determinadas por el
mercado. Tan no hay que actualmente los americanos tienen una intromisión obligada de su
gobierno para salvarlos de la recesión que están sufriendo, todo porque las tasas de interés fueron
del todo impuestas por el mercado, y luego intervenidas para poder ayudar a pagar a los deudores
con sus acreedores.
Las tasas de interés deben ser un acuerdo de voluntades entre el administrador (dígase gobierno),
el acreedor y los deudores. De otro modo, en tiempo “de secas” las carteras vencidas serán un
problema cotidiano.
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Además una tasa atractiva de interés no es aquella que se pueda pagar por pequeña o imposible
por alta, sino conveniente en una relación ganar-ganar. Donde pueda haber una serie de acuerdos
que permitan el crecimiento mutuo tanto de las instituciones como de los intermediarios,
deudores e inversionistas. El FOBAPROA, es un ejemplo de lo que resulta en las tasas de interés
cuando no se tiene en cuenta que la vida económica de un pueblo no es lineal sino latente.
5. Tipo de cambio. Desde la perspectiva norteamericana, bien vale pensar como dicen ellos “no
tanto en cómo determinar el tipo de cambio, sino que este sea competitivo. Sin embargo, la
deuda pública de los países latinoamericanos hace pensar distinto. De hecho los valores
nacionalistas también han sido un asunto que atender desde la medida en que el tipo de cambio
siempre es comparado con el dólar norteamericano. Esto ha llevado a dos resultados: el
nacionalismo a una casi permanente sobrevaluación de la moneda corriente frente al dólar; por
otro lado, a una dependencia macroeconómica de la vida económica de los Estados Unidos.
El tipo de cambio, siempre es un factor para el inicio de las exportaciones, bien lo cita el texto,
pero entonces a qué se debe que históricamente nuestras exportaciones sean en su mayoría hacia
un país que propone que es mejor promover la importación en ciertos temas económicos. Más
bien creo que este es un asunto de negocios, es mucho más rentable producir en países como
India, México, China, que en mismo Norteamérica, por lo que para hacer negocios hay que
hacerlos muchas veces fuera. Otra vez la contradicción.
Por otro lado, también los americanos han sufrido el tipo de cambio con el poderoso Euro, tanto
que su devaluación les ha dejado dinero más que sobreponer su orgullo nacionalista como lo
hacen los latinos. El tipo de cambio favorece el intercambio entre países, pero sigue siendo un
asunto de negocios basado en las minorías cuyo poder supera a las grandes mayorías débiles.
6. Liberalización de los mercados. El libre mercado es bueno. Es una alternativa viable, y si no
preguntémonos por qué el gobierno salinista decidió subirse al tren del libre mercado y los
tratados de libre comercio con diversos países. Hoy es el pan de cada día, pero en esos entonces
era una cosa misteriosa y nueva, como si una conspiración americana se ocultara bajo la firma de
un tratado. Esto es en parte realidad y otra ficción.
Realidad porque efectivamente como lo señala el autor, de ser necesario, la liberalización gradual
del mercado ante el mundo, será buena en la medida en que los mercados son equilibrados. Pero
recordemos que no todos estamos en el mismo tono de desarrollo industrial y productivo, por lo
que en los noventas los tratados fueron una forma ventajosa contra países latinoamericanos que
hoy en día no han podido competir en campo económico alguno, es más, el libre mercado
expandió la brecha de desarrollo entre los industrializados contra los países en desarrollo, que
hasta la fecha, siguen en desarrollo perenne.
Cabe criticar al modelo del libre mercado en particular al que se refiere a la relación
Norteamérica-México, ya que si bien es cierto que la gran mayoría de nuestras exportaciones se
van a los países del norte, también es cierto que en esa liberalización del mercado hay un
“amañamiento” de las relaciones comerciales. Muestra de ello es los bloqueos económicos para
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muchos de nuestros productos y servicios que son rechazados con argumentos irrisorios para
evitar su entrada a sus economías.
También preguntémonos si la propuesta del consenso incluye a países que no comulgan con la
ideología americana. El caso de países con tendencias de izquierda o de mercados cerrados, son
un caso que ocupa las miradas de los economistas internacionales, pero los norteamericanos no
son parejos. Por ejemplo en el bloqueo comercial contra Cuba ¿Dónde está el Laissez faireLaissez passer? ¿Quién si puede abrir su mercado y quién no? ¿Quién les dijo a los americanos
que ellos tienen mano para decidir sobre ese tema? Estas y otras preguntas son temas que el
consenso no toca. No hablemos de la liberalización del mercado laboral, porque ese asunto, ni
siquiera es tocado en nuestro tratado más importante con los países del norte.
Actualmente el gobierno americano promueve el “cierre disimulado de los mercados” para
consumir lo producido ahí. Esto no estaba previsto en el consenso.
7. Liberalización de la Inversión Extranjera Directa. Este es un tema complejo y más lo fue en
los noventas. Como ya se dijo, la radical cultura nacionalista promovida entre otras cosas por una
demagogia arraigada en gobiernos de centro izquierda y basada en historicismos falaces de otras
épocas escritas por ganadores de destierro y mentira, provocó una aversión completa a los
términos de la inversión extranjera en suelo latinoamericano. Ejemplos como la expropiación
petrolera o la compra del ferrocarril en el caso mexicano, nos hacen pensar en un mismo
sentimiento a la necesidad de defender “nuestro patrimonio”, a sabiendas que mucho de ese
patrimonio es desde siempre, de capitales extranjeros.
Sin embargo, cabe señalar que esa apertura bien aplicada, muestra signos de optimismo pues es
una inyección de liquidez directa a la economía interna. Cabe también decir, que
desagraciadamente como el autor dice, para el consenso todo lo nacionalista es una “tarugada”
siempre y cuando, no sea dicho por americanos. Así es la vida de todos modos.
Esta apertura como cito antes, es positiva, es necesaria, pero debe estar calibrada por mecanismos
específicos y exactos sobre la tenencia de la propiedad privada y la intervención extranjera en la
economía nacional. Para muestra el “banco más mexicano de todos”, cuyo capital mayoritario es
del famoso City Group, en quiebra aparente desde hace unos años y mayormente desde la
recesión americana. Este caso es importante porque muestra la inyección de dinero americano en
tierras mexicanas, siendo más allá de una visión nacionalista y “anti gringa” un asunto de
derecho y autonomía constitucional.
8. Privatización. Esta solicitud está ampliamente marcada en la realidad. Históricamente los
gobiernos no han sido buenos administradores de ciertos rubros importantes para la detonación
económica. Existe incluso un caso en el gobierno de Echeverría, cuando el gobierno entre sus
tantas empresas tenía hasta un cabaret.
La privatización permite—tal cual lo señala el autor—una mejora gradual en los servicios, una
real competencia en el mercado. Sin embargo, tal cual lo cita, puede correr el peligro de la
corrupción, vendiendo el gobierno empresas a un valor fraccionario de su original costo. Esto no
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es más que un reflejo de la otra realidad mexicana. Algunos casos se han hecho así, por ejemplo
Teléfonos de México, que si bien quedó en manos de un hombre de negocios que todo lo que
toca lo convierte en oro, cabe señalar que esas transacciones se hicieron a la luz de negocios
confusos, tomando “empresas quebradas” para convertirlas en verdaderos negocios para el
dueño.
No así, el gobierno americano se asusta cuando la empresa CEMEX busca la compra de ciertas
empresas cementeras locales, quedando por entendido que la privatización también es un asunto
que no se deja muy claro en el consenso.
9. Desregulación arancelaria. Este es un gran tema, sobre todo si al firmar un tratado tal cual el
TLCAN, donde se supone una apertura de mercado sobre temas específicos, tengamos bloqueado
los mexicanos, la industria atunera, del aguacate, del transporte, ciertas especies de chile y
jitomate, y un largo etcétera. Por lo que este caso, si cumple lo que el autor dice de manera
sarcástica: por un lado habla de las deficiencias en los países latinoamericanos en términos de
barreras de entrada y salida, dumping, corrupción aduanal y administrativa—gubernamental,
entre otros temas. Es cierto, esto sucede.
También es cierto el case-by-case en cuanto a las decisiones propias y aquí me refiero a lo dicho
antes, los casos específicos en que bloquean la entrada de productos que pueden afectar a ciertos
sectores de su economía. Pienso que los países latinoamericanos hacen lo mismo cuando
bloquean o ponen altos aranceles a ciertos productos del extranjero, están defendiendo lo suyo.
Entonces ¿Por qué se quejan si hacen lo mismo?
10. Derechos de propiedad. Al parecer el tema va más en el sentido de formalizar a los informales a
un costo social y económico posible y aceptable para los implicados. Se entiende que de esta
manera, el libre mercado funciona mejor. Es decir, el libre mercado, no es tan libre como parece,
sobretodo porque es necesario que todos los involucrados acaten las formas y reglas escritas o
no, propias del mercado. Una de esas formas de controlar mejor el mercado, es controlando la
informalidad. Creo que en este sentido va el comentario de la última premisa. Cabe decir que
esto de la informalidad es un verdadero problema, que ha sido provocado por muchos factores
como la corrupción y la pobreza, pero es también un asunto de cultura, otra vez la cultura, la
educación y los hábitos de consumo.
Medidas recomendadas.
Además de los 10 medidas señaladas; Rodrick han agregado las siguientes:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
- Reformas Políticas/Legales.
- Gobernabilidad Corporativa.
- Instituciones Reguladoras.
- Anticorrupción.
- Flexibilidad del Mercado Laboral.
- Acuerdos de la Organización Mundial de Comercio.
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7. - Códigos y estándares Financieros.
8. - Apertura "prudente" de Capitales y Contabilidades.
9. – Regímenes de no-intermediación de tasa de interés (Nonintermediate exchange rate regimes)
10. - Bancos Centrales independientes.
11. - Control de Inflación.
12. - Red de Seguridad Social.
13. - Reducción de Pobreza.
Alcances.
Los alcances originales del CW fueron el crear un conceso entre las instituciones de Washington:
políticas (el Congreso de EU, los ejecutivos de la administración en curso y los tecnócratas de las
instituciones internacionales financieras), las agencias económicas del gobierno de EU, la reserva
federal de EU y los "think tanks" o grupos de opinión, para ayudar a los países deudores
latinoamericanos con su carga de deuda y reducir su inflación.
Con el paso del tiempo, rápidamente se convirtió en un "plan" de acción para los países en
desarrollo, e incluso llego de manera indirecta a promover el "neoliberalismo económico" que
prevaleció, por lo menos, en la ultima década, con resultados muy cuestionables por su aplicación, entre
los que se atribuye la actual crisis económica que ha abierto la discusión nuevamente hacia el papel que
debe tener los gobiernos sobre el libre mercado.
Actualmente Williamson, propone una nueva agenda política para Latinoamérica, revisada y
renovada, que se resume en los siguientes cuatro puntos:
1. Una política de estabilización, haciendo uso de políticas fiscales contra cíclicas, políticas de
tipo de cambio y políticas monetarias.
2. Impulsar las reformas de liberalización establecidas originalmente en el CW, pero
extendiendo a otras áreas, en especial el mercado laboral.
3. Construir el fortalecimiento de las instituciones, sobre todo renovando: los sistemas judiciales
arcaicos, las rígidas burocracias de servicio social, los viejos sistemas políticos, las asociaciones
de maestros centradas en sus propios intereses y las débiles estructuras financieras. Es
conveniente el establecer una política industrial y crear instituciones que provean de educación
técnica, promuevan la difusión de información tecnológica, que financien la investigación
precompetitiva, provean incentivos fiscales a la investigación y al desarrollo, que alienten la
inversión de capital, que estimulen el crecimiento de grupos industriales, etc.
4. Combatir el descuido a la equidad. Se siguiere que es importante que los gobiernos logren una
mejor distribución del ingreso simultáneamente a logar una alta tasa de crecimiento.
Atendiéndonos al principio básico de una economía de mercado, en donde las personas
intercambian bienes que les representen valor, para que los pobres puedan tener la oportunidad
de ofrecer algo de valor a otros y los compren, de manera que puedan lograr un ingreso decente
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para vivir, es necesario promover la educación, programas de "titulación" para proveer de
derecho al sector informal, realizar una reforma de la tierra, e impulsar el microcrédito.
Con esta nueva agenda política, Williamson propone que se pueda crear una "revolución social"
en el largo plazo si se aplica de manera constante, de manera que esta "revolución social", como él
[Williamson] la denomina, promueva una verdadera cohesión social, en las sociedades tradicionalmente
fragmentadas, que identifica en los países Latinoamericanos.
Limitaciones e inconvenientes de su aplicación.
El tomar un listado de políticas, que fueron recopiladas en un momento histórico y sacadas de
sus contextos geopolíticos, para luego utilizarlas como una serie de recomendaciones para todos
aquellos países en vías de desarrollo con fuertes déficits fiscales, que requirieran de crédito a través de
los organismo internacionales (cuya sede está en la ciudad de Washington, EU), de presupones una serie
de complicaciones para resolver la problemática especifica de cada país.
Por principio de cuentas, cada uno de los países latinoamericanos tienen una problemática social,
económica y cultural diferente, derivada de su particular evolución histórica, por lo que el caso de éxito
en alguna de las políticas para una nación en particular, puede no ser la solución para otra, además de
que las políticas no dictan reglas especificas de aplicación, solo exponen un problema económico y cual
sería la o las políticas que se recomienda aplicar para llegar a una solución deseada; por ejemplo, al
mencionar una reforma fiscal, se siguiere que se deben moderar las tasas impositivas al mismo tiempo
que se debe ampliar la base fiscal, pero en ningún momento se indica cual debiera ser la manera de
realizarla, ni si es deseable tener un énfasis fiscal en la recaudación al ingreso, a la producción o al
consumo, etc. Dicho en otras palabras, nos presenta la problemática y el resultado "deseado", más no la
manera "correcta" de realizarlo.
Otro de los inconvenientes observados, es que el planteamiento de estas políticas se centra en el
señalamiento y solución de problemas meramente "económicos", y deja de lado los problemas sociales,
tales como la educación, la suficiencia alimentaria, la salud pública, etc., y podemos presuponer que
estos y otro problemas económico-sociales, quedaron supeditados a la correcta aplicación de las
políticas establecidas inicialmente en el CW.
También cabe señalar que, desde la perspectiva de su autor, el CW ha enfrentado dos grandes
problemas: a) su tergiversación, y su b) aplicaciones selectiva.
La tergiversación del concepto se refiere a que el termino original estaba destinado a utilizarse
como un concentrado de políticas que los países latinoamericanos estaban aplicando para bien, y que
"sería una buena política el ayudar [por parte de Washington] a los países deudores
[Latinoamericanos] a superar la carga de su deuda", de ahí es que emergió este listado de políticas
conocida como el CW. Se ha llegado a confundir con ideas tales como: el nuevo imperialismo, la
creación de la económica global de laissez-faire, que lo único que importa es el crecimiento del GDP, e
inclusive como sinónimo del "neoliberalismo" o del "fundamentalismo de mercado", con la confusión
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creada por la mala interpretación del término, se provoca un fenómeno de rechazo a estas políticas por
considerarlas meramente impositivas.
El otro problema a que nos referimos, tiene que ver con la discrecionalidad con que estas
políticas pueden o no ser adoptadas por cada administración gubernamental en los diferentes países, al
carecer de una política integrativa así como de reglas especificas de aplicación, se vuelve una opción la
manera de aplicarlas, diría que en el mejor de los casos se aplican "conjuntamente aisladas", buscando
resolver cada problemática en lo particular, cuando debieran ser aplicadas todas en su conjunto para
poder lograr las mejoras supuestas por la adopción del CW.
Conclusiones.
El CW fue diseñado originalmente para intentar conquistar la inflación en América Latina,
mediante la aplicación de una política de ayuda por parte de las instituciones económico-políticofinancieras internaciones, son sede en Washington, con las cuales el autor buscaba su consenso, de ahí el
nombre. Esto nos presupone que se trata de una política bien intencionada de carácter intervencionista,
al menos desde una perspectiva "económica", establecida por parte de los organismos financieros y
económicos mundiales, por lo que desde su concepción estaba destinada a fracasar en su aplicación
práctica, pues ninguna sociedad acepta cualquier "ayuda no solicitada", por mas bien intencionada que
esta sea.
Las políticas listadas en el CW fueron concebidas desde la observación de los fenómenos
económico-políticos que se estaban manifestando en un periodo histórico especifico, y no como un
"consenso" de los diferentes países a los que se pretende ayudar a través de instituciones como el Fondo
Monetario Internacional, por lo que es importante consensar estas políticas de acuerdo a la problemática
de cada país específicamente, "tropicalizando" su aplicación, y seria mas fructífero el plantear cuales
debieran ser los resultados esperados en el desarrollo de los países, así como poner a consideración de
los mismos, los diferentes recursos para lograrlos, ya sea en forma de recursos monetarios, políticas
económicas, ayuda asistencial emergente y/o ayuda subsidios temporales para fomentar su desarrollo.
Sin embargo, esto solo será posible, en la medida en que los países "desarrollados" y los países
"en desarrollo", reduzcan la brecha entre ellos de pobreza y crecimiento que los distingue; y que cada
país logre mantener un desarrollo aceptable en términos del bienestar de su población.
Bibliografía.
Rodrik, Dani. 2002. After Neoliberalism, What? Remarks at the BNDES Seminar on “New Paths of
Development”, Rio de Janeiro, September 12-13. Williamson, John. 2002. What Washington means by
Policy Reform. Chapter 2 from Latin American Adjustment: How Much Has Happened? Peterson
Intitute for International Economics.Published pril 1990. November 2002.
Williamson, John. 2004. A Short History of the Washington Consensus Paper commisioned by
Fundación CIDOB for a conference "From the Washington Consensus toward's a new Global
Governance". Barcelona, September 24-25, 2004.
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Williamson, John. 2004. The Washington Consensus as Policy Prescription for Development. A lecture
in the series "Practitioners of Development" deliver at the World Bank on January 13, 2004
Williamson, John. 2006. After the Washington Consensus: Latin American Growth and Sustainable
Development. Keynote speech at the Seminar on Latin American Financing and the Role of
Development Banks organized by the IDB, BDMG, and ALIDE Belo Horizonte, Brazil March 30–31,
2006.
Williamson, John. 2009. The Washington Consensus and the Global Crisis. Presentation at a conference
sponsored by the Johns Hopkins School of Advanced International Studies and the Center for Global
Development, "New Ideas in Development Finance after the Financial Crisis" April 22, 2009.
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