Título original: MacArthur’s Millennial Manifesto Subtítulo original: A Friendly Response Copyright © 2008 por Samuel E. Waldron. Todos los derechos reservados. Traducción al español por Ailet Torres Hernández. Revisión (inglés–español) por Alaín J. Torres Hernández. Revisión (uso del español) por Javier Martínez Pinto. Lectura de prueba por Luis J. Torrealba. Diseño de portada por Jorge A. Rodríguez Vega. Traducido y Publicado por © Editorial Legado Bautista Confesional (Santo Domingo – Ecuador, 2020). Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o copiada, ya sea de manera electrónica o mecánica, incluyendo fotocopias, grabaciones, digitalización o archivo de imágenes electrónicas, excepto cuando sean autorizados por la editorial. Traducción de Las Santas Escrituras: LA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS. Copyright © 1986, 1995, 1997. La Habra, CA: Editorial Fundación, Casa Editorial para La Fundación Bíblica Lockman; a menos que se indique otra versión. ISBN 978-9942-8821-8-9 Clasificación Decimal Dewey: 236 Escatología. Versión Digital. Todos estamos en deuda con el Dr. Waldron por esta cuidadosa y minuciosa refutación al intento quijotesco de John MacArthur de matrimoniar el calvinismo con una forma de premilenarismo dispensacionalista. Con caridad, este libro expone las falacias históricas, exegéticas y teológicas que son inherentes a la presentación del Dr. MacArthur. Aunque el Quiliasmo {o Kiliasmo} en sí no es antitético a algunos sistemas teológicos predestinistas históricos, el Dr. Waldron demuestra que el calvinismo en sí no respalda los argumentos que favorecen el premilenarismo como reclama MacArthur. Gracias, Dr. Waldron, por mostrarnos cómo se puede hacer una refutación teológica con gracia y amabilidad. Dr. James M. Renihan, Trinity Evangelical Divinity School. Profesor de teología histórica en el Institute of Reformed Baptist Studies, Escondido, California, EE. UU. Editor de True Confessions: Baptist Documents in the Reformed Family {trad. no oficial: Confesiones veraces: Documentos bautistas en la familia reformada}. ************************************ La «respuesta amistosa» de Samuel Waldron al «manifiesto milenarista» de John MacArthur contribuirá en gran medida a aclarar lo que los amilenaristas reformados realmente creen acerca de la Iglesia e Israel. Es muy lamentable que el Dr. Waldron tuviera que escribir un libro así, pero dadas las circunstancias, es difícil imaginar a alguien haciendo un mejor trabajo. Este libro es irénico {reconciliador}; es claro y juicioso. Lo que es más importante, Waldron hace una fuerte defensa de que esta postura es la que se encuentra en la Escritura. Recomiendo mucho este libro a todos los que estén interesados en esta controversia. Dr. Kim Riddlebarger, Fuller Theological Seminary. Pastor principal, Christ Reformed Church (URCNA), Anaheim, California, EE. UU. Profesor visitante de teología sistemática, Westminster Seminary, California, EE. UU. The White Horse Inn {coanfitrión de la emisión radial La posada del caballo blanco}. Autor de A Case For Amillennialism {trad. no oficial: Una defensa del amilenarismo}. ************************************ La respuesta de Samuel Waldron al controversial sermón de John MacArthur («Por qué todo calvinista que se respete es premilenarista») es una joya. Con un espíritu manso y consciente de lo que está en juego, Waldron hace una defensa convincente en contra de la improbable afirmación de MacArthur, a saber, que los verdaderos calvinistas tienen que suscribir los principios del premilenarismo dispensacionalista. Waldron no se contenta con hacer su defensa basándose en la historia, aunque sí nota que la historia difícilmente está del lado de MacArthur ― después de todo, ¡el primer «calvinista» (Juan Calvino de Ginebra) difícilmente haya sido un dispensacionalista! El corazón de la defensa de Waldron radica en su tratamiento cuidadoso y claro de la enseñanza bíblica con respecto a Israel y la Iglesia de Jesucristo. En vez de enseñar una teología «suplantacionista» o «del reemplazo», que considera a la Iglesia como una alternativa a Israel en el propósito redentor de Dios, Waldron demuestra cómo la Iglesia es el nuevo Israel, compuesta por judíos y gentiles por igual. La Iglesia es el «Israel de Dios» en la que todas las promesas del Antiguo Pacto encuentran su verdadero cumplimiento. Dr. Cornelis P. Venema, Princeton Theological Seminary. Pastor asociado, Redeemer United Reformed Church, Dyer, Indiana, EE. UU. Presidente y profesor de estudios doctrinales, Mid–America Reformed Seminary, Dyer, Indiana, EE. UU. Coeditor de Mid–America Journal of Theology {trad. no oficial: Revista de teología del Mid–America Reformed Seminary}. Autor de The Promise of the Future {trad. no oficial: La promesa del futuro}. ************************************ ÍNDICE DE CONTENIDOS PARTE UNO: Inquietudes preliminares Prefacio: ¡John MacArthur es mi amigo! Capítulo 1: El suplantacionismo y la teología del reemplazo Capítulo 2: ¿Todos los calvinistas deben ser... ¡qué!? PARTE DOS: Asuntos históricos Capítulo 3: MacArthur versus la historia de la Iglesia Capítulo 4: MacArthur ―El dispensacionalista con goteras Capítulo 5: Este no es el amilenarismo del tiempo de nuestros padres PARTE TRES: El quid doctrinal Capítulo Capítulo Capítulo Capítulo Capítulo Capítulo 6: El Israel de Dios 7: Gálatas 6:16 8: Romanos 9:6 9: 1 Corintios 10:18 y 12:2 10: Efesios 2:12-19 11: De lo doctrinal a lo hermenéutico PARTE CUATRO: Asuntos hermenéuticos Capítulo 12: ¿Quién es el espiritualizador? Capítulo 13: La interpretación literal, normal, objetiva, tal como aparece, y específica Capítulo 14: El caso de Génesis 1-3 Capítulo 15: ¿Cómo puede la interpretación «literal» concluir que la Iglesia es Israel? Capítulo 16: La verdad literal de que la Iglesia es Israel Capítulo 17: La Iglesia como el remanente elegido de Israel Capítulo 18: ¿Tienen que ser judíos étnicos los israelitas? Capítulo 19: El Nuevo Testamento es el Nuevo Testamento Capítulo 20: Si la Iglesia es Israel, ¿por qué no hereda las maldiciones de Israel? PARTE CINCO: Argumentos variados Capítulo 21: Del evangelismo a los judíos Capítulo 22: ¿Juntos por el evangelio? PARTE SEIS: Pensamientos conclusivos Capítulo 23: Del panmilenarismo y el hiperpreterismo Capítulo 24: ¿Hay algún problema en casa? APÉNDICES Apéndice I: Romanos 11 ― ¿Y qué del futuro del Israel físico? Apéndice II: Primer mensaje de la «Conferencia de pastores» de 2007 por John MacArthur (El manifiesto milenarista de MacArthur) PREFACIO ¡John MacArthur es mi amigo! MacArthur es mi amigo. Ahora bien, tengo que apresurarme a decir John que él puede no saberlo, incluso, puede que no me recuerde; pero sí lo considero mi amigo. Cuando llamé a mi esposa por teléfono para la primera de una serie de citas que condujeron a nuestro matrimonio, le dije que era «Sam» quien estaba llamando. Su respuesta un tanto humillante fue ― ¿quién es Sam? Sospecho que John MacArthur podría decir lo mismo si se le dice que Sam Waldron es su amigo. Es cierto que ha escrito un prólogo para uno de mis libros. Este hombre tan ocupado y útil puede recordar eso; no lo sé. No obstante, permítame ser claro para que no se me confunda con algún tipo de evangélico con ansias de protagonismo. Considero a John MacArthur mi amigo, pero puede que él no sepa que lo es. Ha sido mi amigo desde que asumió su postura en contra de esa plaga en el evangelicalismo conocida como el evangelio fácil. Lo convirtió en un tema candente y suscitó el debate entre los evangélicos con su libro {título oficial}[1] El evangelio según Jesucristo. Nunca dejaré de estar agradecido por esa obra. El evangelio fácil llevó al evangelicalismo al borde de la herejía; por tanto, requería refutación y reproche públicos. MacArthur es mi amigo por influir contra este mal doctrinal. Además, comencé a considerar a MacArthur como mi amigo y mi alma gemela en una nueva manera mientras escuchaba {nombre oficial} Gracia a Vosotros un día en mi auto. Su sermón se dirigía a aquellos maestros que reclaman ser cristianos, pero defienden la homosexualidad y la agenda homosexual. Cuando terminó el mensaje en oración, pidió a Dios primeramente que concediera a tales individuos arrepentimiento genuino. Entonces hizo algo que nunca había escuchado a un predicador de la radio hacer antes: lanzó una oración imprecatoria en la cual invocó las maldiciones de Dios sobre tales maestros. En efecto, dijo: «Si no les das arrepentimiento, entonces haz caer Tus maldiciones sobre sus cabezas». Mi corazón se unió al suyo y se regocijó en el eco del trueno profético que escuché en su oración. Él ha sido ― lo sepa o no— mi profundamente respetado amigo desde aquel día. Digo todo esto para aclarar que no me deleito en responder de forma crítica al reciente manifiesto de MacArthur en defensa del premilenarismo. Él es uno de mis héroes de la actualidad. Amo a John MacArthur y agradezco a Dios por su ministerio. Entonces, ¿por qué simplemente no mantengo mi boca cerrada? Supongo que la respuesta corta a esta pregunta es que hay al menos una cosa que amo más que a nuestro querido hermano ― la verdad. En su mensaje de apertura en la {título oficial} «Conferencia de pastores»[2] de 2007, MacArthur expuso nada menos que un manifiesto premilenarista y dispensacionalista. Por supuesto, hay que tener en cuenta el hecho de que MacArthur estaba predicando, no disertando ni escribiendo. Sin embargo, su mensaje es representativo de significativas tergiversaciones que se hacen del amilenarismo, y confunde enormemente la verdadera naturaleza del debate entre el premilenarismo dispensacionalista y el amilenarismo. Permítame recalcar lo que acabo de decir. En toda esta crítica y respuesta al manifiesto de MacArthur, trataré de tener bien en cuenta la vía de comunicación que él usó. No quiero tergiversar las palabras de mi amigo ni acusarlo de pecador por una palabra (fuera de lugar) mientras se expresaba libremente durante la predicación. Nótese que MacArthur mismo no llamó sermón a lo que estaba haciendo. Sus primeras palabras fueron: «Esta mañana no voy a predicar un sermón». No quisiera que alguien me exigiera la misma precisión teológica que se necesita para una revista teológica en el contexto de un sermón, ni quiero exigírselo a mi amigo; ni tampoco quiero tergiversar sus posturas por mucho que él haya ― pienso— tergiversado las mías y las de otros amilenaristas contemporáneos. Permítame aclarar también que no creo que mi amigo tergiversara nuestra postura deliberadamente; pienso que él está mal informado. Creo que ha sido conducido por un sendero de conceptos errados por sus propios prejuicios teológicos, y por sus consejeros en este asunto. Verdaderamente, es difícil para todos nosotros entender correctamente y representar adecuadamente posturas con las cuales discrepamos de forma enfática. Sin embargo, el hecho de que exista esta tendencia debería conducirnos a una vigilancia constante para evitar las tergiversaciones. Permítame resaltar una de esas tergiversaciones que ― creo— MacArthur combatió en su mensaje. En todo su manifiesto, MacArthur caracterizó una y otra vez el amilenarismo como la postura que sostiene la «teología del reemplazo» y el «suplantacionismo».[3] Me he tomado la libertad de transcribir su mensaje y luego someter esa transcripción a una cuidadosa lectura de prueba. He aquí lo que dijo según la grabación de su mensaje en CD: ...y si dicen que todas esas promesas hechas a Israel realmente fueron para la Iglesia, entonces carecían de significado y eran ininteligibles para ellos [los judíos]. A propósito, a esto se le llama teología del reemplazo, y los escolásticos a menudo se refieren a esto como suplantacionismo. ...¡No hay teología del reemplazo en la teología de Jesús! No hay suplantacionismo. ...Esto [el suplantacionismo] es un movimiento para establecer que no hay reino terrenal alguno para Israel. Eso es absolutamente ajeno al Antiguo Testamento, y completamente ajeno al Nuevo Testamento. ...Es una obra realmente buena sobre la teología del reemplazo. Muestra el efecto {las implicaciones} que tuvo esta idea en la formación de la Iglesia durante el Oscurantismo Medieval al explicar cómo la Iglesia fue del concepto neotestamentario de la Iglesia al sistema institucional sacramental sacerdotal del Oscurantismo Medieval que conocemos como catolicismo romano. Diprose culpó de esto en buena medida a la teología del reemplazo que surge con Agustín y unos pocos antes de él ― Orígenes y Justino. ...Otro efecto {implicación} de la teología del reemplazo es el daño que hace al evangelismo a los judíos. Estas citas requieren muchos comentarios. Sin embargo, por el momento, mi propósito es muy sencillo; solo quiero decirle a MacArthur y a otros que piensan que los amilenaristas abrazan la «teología del reemplazo» y el «suplantacionismo», que están equivocados. La idea de que la Iglesia reemplaza o suplanta a Israel es simplemente ajena a la forma en que entendemos la relación entre el Antiguo y el Nuevo Israel. Explicaré por qué a lo largo de este libro. En este punto, solo quiero decir que estoy seguro de que la mayoría de los amilenaristas hoy rechazarían la «teología del reemplazo» y el «suplantacionismo». De hecho, solo me encontré con estos términos, por primera vez, mientras daba los toques finales a mi tesis doctoral. No sabía lo que significaban ni lo que implicaban, aunque había sido amilenarista por veinticinco años. Ahora que entiendo los términos, puedo decir confiadamente que soy un amilenarista que rechaza la idea de que la Iglesia reemplaza a Israel. También rechazo enfáticamente el tipo de hermenéutica espiritualizadora o alegórica que sería necesaria para defender semejante postura como si fuera bíblica. MacArthur y sus amigos tienen la libertad de pensar lo que quieran de esto. Sin embargo, está mal presentar cargos y acusaciones contra nosotros asumiendo que sostenemos puntos de vista que simplemente rechazamos. Puede pensar que nuestras posturas conducen de manera lógica al «suplantacionismo»; no, no lo hacen; pero supongo que a usted se le permite pensar que sí. No obstante, por favor, no nos llame suplantacionistas cuando no lo somos y rechazamos enfáticamente semejantes posturas. Por favor, tampoco vaya de mal en peor acusándonos de espiritualizar (no sostenemos esa hermenéutica) para defender una «teología del reemplazo» que tampoco sostenemos. Hay algunos a quienes MacArthur ha enojado con su manifiesto. Yo sí siento que mi parecer ha sido tergiversado y me siento incomprendido por un hermano muy mal informado; pero no creo que esté enojado. De hecho, esto me lleva a la razón fundamental por la cual estoy respondiendo, que es simplemente poner las cosas en su lugar. Nadie que piense que entiende las Escrituras en un punto importante puede soportar ver a otros tergiversar las posturas que él cree que son completamente bíblicas. Mis compañeros amilenaristas y yo realmente creemos que tenemos una escatología bíblica correcta. ¿Cómo entonces podemos tolerar ver que nuestros puntos de vista son drásticamente tergiversados? No podemos; y la lealtad a la verdad demanda que respondamos. Agradecemos al Dr. John MacArthur, con motivo de su mensaje, por hacernos posible poner las cosas en su justo sitio. Sam Waldron Septiembre de 2007 CAPÍTULO UNO El suplantacionismo y la teología del reemplazo C omo hemos notado, los términos suplantacionismo[4] y teología del reemplazo son esenciales para el debate entre MacArthur y el amilenarismo. La importancia fundamental de estos términos demanda que sean definidos clara y cuidadosamente. Varios centenares de referencias en Internet revelaron que suplantacionismo y teología del reemplazo son prácticamente sinónimos y se usan en una amplia variedad de contextos y debates. Permítame ofrecer tres observaciones con respecto a estos términos. En primer lugar, permítame aclarar un asunto de ortografía que puede ser confuso para algunos {en relación con el término suplantacionismo en inglés}. Encontré supercessionism {con c después de super–} y también supersessionism {con s después de super–} como variantes ortográficas de la misma palabra o concepto. La confusión parece tener su origen en que la raíz latina sedere también se escribe cedere en francés antiguo. De esta raíz se deriva el verbo inglés supersede {suplantar, reemplazar, sustituir, superar}; por esto {cuando hagamos referencia al término suplantacionismo en inglés}, escribiremos supersessionism {con s después de super–}. En segundo lugar, permítame señalar la variedad de formas y contextos en los que se usa esta terminología. Usualmente ( ― no siempre— he visto usarla con referencia al Islam como suplantacionista), la referencia está relacionada de algún modo con la idea de que el cristianismo suplanta al judaísmo. Hoy las iglesias con una inclinación liberal rechazan el suplantacionismo por considerarlo antisemítico. Quienes tienen una inclinación dispensacionalista, rechazan el suplantacionismo porque este se opone a la idea de una futura restauración de Israel y afirma el reemplazo de Israel por la Iglesia en los propósitos de Dios. El cristianismo conservador, especialmente el calvinista (el presbiterianismo en particular), es visto por muchos como suplantacionista. El catolicismo romano es visto como suplantacionista de un modo similar porque reemplaza las ceremonias sacerdotales judías por ceremonias sacerdotales cristianas. En tercer lugar, permítame aseverar que, por naturaleza, esta terminología es peyorativa en gran manera. Al menos tres observaciones me llevan a esta conclusión. Para empezar, mi investigación reveló que el suplantacionismo ― según se usa comúnmente— transmite la postura teológicamente extremista y hermenéuticamente insensible de que la Iglesia ha reemplazado, simplemente y a como dé lugar, a Israel en las promesas y propósitos de Dios. Además, la acusación de antisemitismo asociada con la acusación de suplantacionismo sugiere aún más que esta terminología tiene un tono peyorativo. Finalmente, mi propia experiencia y estudio me han demostrado que los defensores del amilenarismo o la teología del pacto no usan esta terminología para describir su propia postura. En cambio, queda claro que quienes se oponen a nuestra postura son los que han desarrollado y usado casi exclusivamente los términos suplantacionismo, teología del reemplazo y sus derivados. Entonces, ser identificado como suplantacionista tiene connotaciones negativas similares a otras etiquetas como «sabatario del domingo» y «puritano rigorista». Por estas razones, pienso que es mejor que los amilenaristas rechacen esta terminología. Quizá algunos amilenaristas se hayan identificado imprudentemente como suplantacionistas. Es más probable que hayan dejado que otros los caractericen con estos términos sin pensar del todo en su significado o implicaciones. Sin embargo, hablando a título personal, no estoy persuadido de que esta sea una descripción adecuada o precisa de mi postura teológica o exegética. En el contexto del debate entre la teología del pacto y el dispensacionalismo, pienso que es extremadamente imprudente e impreciso que los mismos que sostienen mi postura la describan como suplantacionismo o teología del reemplazo. Además del tono peyorativo mencionado anteriormente, esta terminología también tiene connotaciones lingüísticas que ― pienso— simplemente tergiversan nuestras posturas. Un vistazo a un tesauro proveerá los sinónimos «suplantar», «reemplazar» y «desplazar» para la palabra supersede.[5] Decir que la Iglesia suplanta, reemplaza o desplaza a Israel no representa de forma precisa mi postura como amilenarista. El suplantacionismo y la teología del reemplazo, por igual, llevan más allá la distorsión ya presente en términos como «suplantar» y «reemplazo». Describen mi postura como un sistema completo y riguroso erigido a partir de los aspectos no provechosos de estas palabras. No obstante, permítame matizar mi rechazo a esta terminología. Por supuesto, podría decir que la Iglesia suplanta a Israel haciendo una gran cantidad de salvedades. Otro de los sinónimos de supersede, según el tesauro de mi computadora, es «sobrepasar». Ciertamente pienso que la Iglesia como el Nuevo Israel sobrepasa al Antiguo Israel. Sin embargo, mi punto es que, así como la mariposa sobrepasa a la oruga de la que proviene, así la Iglesia como el Nuevo Israel sobrepasa al Antiguo Israel. La mariposa no reemplaza exactamente a la oruga; es la oruga en una nueva fase de existencia. De la misma manera, decir que la Iglesia reemplaza a Israel es olvidar que la Iglesia es Israel en una fase de existencia nuevamente reformada y expandida. En pocas palabras, la terminología relacionada con la teología del reemplazo o el suplantacionismo oculta el hecho bíblico de que la Iglesia es en realidad la continuación de Israel. Argumentaré más adelante que hay una continuidad genética e incluso física entre Israel y la Iglesia que es esencial para la postura bíblica. Argumentaré que tal continuidad es consistente con la teología del pacto y que no es representada adecuadamente por términos como suplantacionismo y teología del reemplazo. CAPÍTULO DOS ¿Todos los calvinistas deben ser... ¡qué!? M acArthur afirmó que no estaba predicando un sermón durante la sesión inaugural de la «Conferencia de pastores». Sus primeras palabras fueron: «Esta mañana no voy a predicar un sermón». Entonces ¿qué nombre le pondremos a lo que hizo MacArthur? Tengo que llamarlo de alguna forma. ¿Fue una charla? No lo creo; eso no es lo que hace MacArthur. Espero que no sea ofensivo si lo llamo un mensaje. Ha sido llamado de muchas otras maneras en los blogs y en la radio. He oído que lo que hizo puede ser llamado «carne roja para los premilenaristas fieles que no convencerá a nadie más de la postura de estos» ― quizás. Lo llamaré sencillamente un mensaje o un manifiesto. La categoría de este evento plantea otra pregunta interesante. ¿Qué estaba intentando hacer MacArthur con este mensaje? Analizaré esto en detalle en mi último capítulo. Fundamentalmente, tenemos que ver este mensaje como un manifiesto (una política, un programa o una propuesta); en el cual, él no solo llama a todos los calvinistas a convertirse en premilenaristas, sino que también les dice por qué deberían serlo. Es cierto que MacArthur lo declara en formas que son un poco escandalosas; lo tomo como señal de cuán ferviente y comprometido está con su escatología. Si en ocasiones es burlón (y pienso que es mucho menos burlón de lo que algunos puedan imaginar), solo lo dice medio en broma. MacArthur es serísimo {muy serio} en su compromiso con el premilenarismo. Es igualmente serio a la hora de recomendar su postura a los hermanos calvinistas en el foro más grande que pueda encontrar. Personalmente, pienso que está preocupado por lo que el futuro pueda deparar al premilenarismo y lo que le ocurrirá después que él no esté. No puede tolerar en su propio corazón la idea de que el premilenarismo no predomine en el cristianismo calvinista al que él está ayudando a recuperar su protagonismo evangélico. Este es mi intento de psicoanalizar a MacArthur. Sin embargo, el propósito de este capítulo es exponer de forma clara la naturaleza de su tesis y argumento. Su tesis básica es declarada muy intencionadamente: «¿Por qué todo calvinista que se respete es premilenarista?». Este es el impactante fragmento en el que declara su tesis: Ahora bien, esto nos conduce a mi título: «¿Por qué todo calvinista que se respete es premilenarista?». Ya es demasiado tarde para Calvino, pero no lo es para el resto de ustedes [Risas del auditorio]. Y si Calvino estuviera aquí, se uniría a nuestro movimiento [Más risas]. Pero, en resumidas cuentas, las personas más premilenaristas de todo el planeta deberían ser los calvinistas, los que aman la elección soberana. Dejemos el amilenarismo para los arminianos. Es perfecto; es ideal; es cosa fácil. Dios no elige a nadie ni preserva a nadie. Perfecto... los arminianos dan para estupendos amilenaristas. Es consistente, pero no para quienes viven y respiran el enrarecido aire de la gracia soberana de la elección. Eso no tiene ningún sentido. Podemos dejar el amilenarismo para los teólogos del proceso, o la gente del teísmo abierto que piensan que Dios se está convirtiendo en lo que será, y que Él está mejorando porque cada día que pasa obtiene más información; y a medida que obtiene más información, está calculando si en realidad puede o no cumplir algunas de las promesas que hizo sin tener que ajustarlas todas basado en la falta de información {que Él tenía} cuando originalmente las hizo. Dejemos el amilenarismo para los carismáticos, y para los semipelagianos, y para otros como ellos que entran y salen de la salvación a como dé lugar; tiene sentido para su teología. Seguro, Israel pecó, apostató, mató al Hijo de Dios. Se acabó. Israel está fuera y pierde el derecho a todo. La Iglesia se queda con todo, si es que puede superar a Israel. Hasta ahora no parece realmente esperanzador. Hay muchas razones para que este parecer le resulte impactante, y hasta escandaloso, si es un amilenarista comprometido. No obstante, intentemos adentrarnos en el impresionante razonamiento de MacArthur. ¿Por qué piensa él que todo calvinista debería ser premilenarista?; o para decirlo en términos más teológicos, ¿por qué piensa él que el calvinismo es incoherente con el amilenarismo y que es mucho más coherente con el premilenarismo? MacArthur aclara su razonamiento allí y en muchas otras partes de su mensaje. Cree que el amilenarismo puede ser reducido a la idea de que el cumplimiento de las promesas de Dios es completamente condicional; en otras palabras, que el cumplimiento de las promesas de Dios depende totalmente de las respuestas de aquellos a quienes las promesas son hechas. Para ilustrar su argumento, MacArthur reúne muchas cosas en una especie de conglomerado de herejía. Dice que el amilenarismo es coherente con el arminianismo, la teología del proceso, el teísmo abierto, y ― para rematar— menciona a los carismáticos y a los semipelagianos. El punto es que todos estos diferentes grupos, de un extremo al otro, afirman que el cumplimiento de las promesas de Dios está condicionado, en última instancia, a la respuesta humana. Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con el amilenarismo? Aquí llegamos al punto crucial del razonamiento de MacArthur, revelado en la conclusión de los párrafos citados anteriormente: Seguro, Israel pecó, apostató, mató al Hijo de Dios. Se acabó. Israel está fuera y pierde el derecho a todo. La Iglesia se queda con todo, si es que puede superar a Israel. Hasta ahora no parece realmente esperanzador. MacArthur considera que el amilenarismo enseña que Israel finalmente ha perdido el derecho a todas las promesas de Dios por su desobediencia; y que, en consecuencia, perdieron su estatus original como pueblo de Dios; que estas promesas han sido transferidas a la Iglesia, la cual ― MacArthur presupone con su mentalidad dispensacionalista— es una entidad completamente diferente de Israel. Piensa que esta postura ignora y pone en duda la elección soberana de Dios porque enseña que Israel pudo perder su estatus como la nación elegida. MacArthur dice que esto es nada más y nada menos que la perspectiva esencial y fallida de la elección que sostienen los arminianos. Esta línea de razonamiento recalca la importancia del reclamo de MacArthur, a saber, que el amilenarismo es teología del reemplazo y suplantacionismo. En el Prefacio {de este libro}, resalté la centralidad del suplantacionismo en la tergiversación que hace MacArthur del amilenarismo. Ahora podemos ver por qué este elemento es tan central. La acusación de suplantacionismo tiene que ser necesariamente cierta para sustentar el reclamo de MacArthur, a saber, que el amilenarismo presupone una perspectiva arminiana de la elección. En otras palabras, la acusación de suplantacionismo es la suposición fundacional de su argumento principal. Esto puede ser probado en muchas partes de su manifiesto; pero, la afirmación más clara para nuestros propósitos aquí quizá se encuentre en la conclusión de su mensaje. Note especialmente las palabras que he escrito en cursiva en la siguiente cita: Otro efecto {implicación} de la teología del reemplazo es el daño que hace al evangelismo a los judíos. He aquí una breve escena, están hablando con un judío: Le dicen: ― Jesús es el Mesías. Él dice: ― ¿De veras?, ¿dónde está el reino? ― Oh, ¡está aquí! ― Ah, ¿está aquí? Bueno, ¿por qué nos están matando todo el tiempo? ¿Por qué estamos siendo perseguidos, y por qué no tenemos la tierra que se nos prometió? Y, ¿por qué no está el Mesías reinando en Jerusalén, y por qué la paz, la alegría y la felicidad no están dominando el mundo, y por qué no está floreciendo el desierto, y...? ― Oh, no, usted no entiende. Nada de eso va a ocurrir. Vea, el problema es que ustedes ya no son el pueblo de Dios; somos nosotros. ― ¡Oh! Ya veo, pero este es el reino, y los judíos están siendo asesinados y odiados, y Jerusalén está asediada. ¿Este es el reino? Si este es el reino, Jesús no es el Mesías. No puede serlo. Es ridículo. No importa cuántas maravillosas relaciones judeocristianas tratemos de tener con rabinos, esto es un enorme hueso en la garganta. ― ¿Por qué no puede ser Jesús el Mesías? ― Porque este no es el reino. A menos que puedan decirle a un judío: ― Dios guardará cada promesa que Él les hizo, y Jesús cumplirá cada una de las promesas, y es por eso que aún hay judíos en el mundo, y es por eso que ustedes están en la tierra y Dios está preparándose para un gran día de salvación en Israel; y Jesús es su Mesías. Pero, considere el Salmo 22, Isaías 53 y Zacarías 12:10, y entienda que Él tuvo que venir y morir para ratificar el Nuevo Pacto antes que Él pudiera perdonar su pecado, y el reino está viniendo—, {a menos que puedan decirle eso} ¡no tienen la posibilidad de comunicarse! Lo demás no tiene sentido. Ahora, si entienden la elección correctamente ― la elección divina, soberana, por gracia, incondicional, unilateral, irrevocable —, y entienden a Dios correctamente, y entienden a Israel correctamente, y entienden la escatología correctamente, entonces, hombres, ¿saben qué?, solo tienen que abrir sus Biblias y predicar ese texto con el corazón en la mano, y decir lo que {el texto} dice. Una vez más, mi punto es simplemente que MacArthur ve al amilenarismo como una postura que es coherente con el arminianismo porque él reclama que el amilenarismo enseña la teología del reemplazo. Todo esto nos lleva a una segunda característica prominente en el razonamiento de MacArthur. Se trata del reclamo de que el amilenarismo sostiene una hermenéutica espiritualizadora o alegórica. Puesto que MacArthur presupone que los amilenaristas modernos creen en la teología del reemplazo (es decir, cree que son suplantacionistas), los acusa de tener una hermenéutica espiritualizadora o alegórica. En su opinión, los amilenaristas son culpables de negar sustancialmente que Dios cumple Sus promesas. Note las siguientes citas: ¿Es en realidad innecesario, incluso imposible, trabajar duro para entender los pasajes proféticos porque requieren un conjunto de interpretaciones espiritualizadas o alegorizadas que dice que la verdad está de alguna manera escondida detrás del significado normal de las palabras, de modo que cualquier idea de lo que podría significar es tan buena como cualquier otra, ya que no significa lo que dice? Sin embargo, la idea de que el Nuevo Testamento es el punto de partida para entender el Antiguo Testamento es exactamente de donde viene el amilenarismo, viendo incorrectamente {el Nuevo Testamento} en el Antiguo Testamento; y {así}, por supuesto, dañan la perspicuidad o claridad del significado del Antiguo Testamento en y de sí mismo. Semejante enfoque conduce a una forma de espiritualización aún mayor que va más allá de los textos proféticos inclusive, y da licencia para espiritualizar otras cosas, y para ver incorrectamente principios cristianos neotestamentarios en aquellos textos del Antiguo Testamento de donde no se derivan con una interpretación legítima. Ahora bien, la cuestión de la hermenéutica y la esencia de la tesis de MacArthur serán examinadas de forma crítica en los próximos capítulos. El propósito de este capítulo es asegurar que todos nosotros entendamos cuál es su tesis. En realidad, esta se resume claramente en el título de su mensaje, y dicho título abarca o implica los argumentos o suposiciones principales de su mensaje. Permítame resumirlo brevemente en varios puntos: Todo calvinista debería ser premilenarista (tesis principal). Porque el amilenarismo es esencialmente arminiano en su perspectiva de la elección. Porque el amilenarismo sostiene la teología del reemplazo, la cual enseña que Israel perdió el derecho a las promesas de Dios, por su pecado, y fue reemplazado por la Iglesia. Por lo tanto, el amilenarismo tiene que ser culpable de la horrible hermenéutica de espiritualizar o alegorizar las promesas literales hechas a Israel, convirtiéndolas en promesas espirituales hechas a la Iglesia. Si este razonamiento es correcto, entonces pienso que la impactante afirmación de MacArthur (a saber, que todo calvinista debería ser premilenarista) tiene cierta lógica. Si sus afirmaciones sobre el amilenarismo son ciertas, sus conclusiones se deducen de una forma bastante lógica. Por tanto, esta línea de razonamiento tiene que ser cuidadosamente examinada en los próximos capítulos. CAPÍTULO TRES MacArthur versus la historia de la Iglesia A ntes de sumergirnos en un análisis de la tesis de MacArthur, pienso que es importante insertar una breve consideración de los hechos históricos. En este capítulo y el próximo, trataremos con la cuestión de cómo el manifiesto de MacArthur se corresponde con la historia de la Iglesia. Pretendo analizar dos asuntos específicamente. En primer lugar, quiero hacer notar la forma interesante en la que la historia de la Iglesia no corrobora los puntos de vista de MacArthur. En segundo lugar, me propongo aclarar la verdadera naturaleza de los puntos de vista de MacArthur y del debate histórico en el que él ha decidido entrar. Mi argumento en este capítulo es que la historia de la Iglesia no corrobora las opiniones de MacArthur. Desde mi perspectiva, no estoy diciendo nada controversial aquí. MacArthur mismo admite este hecho en la introducción de su mensaje. Escúchelo nuevamente: Ese no es el título; solo es el tema. Quisiera comenzar con una oración que voy a leerles. Es una oración muy extensa, así que no contenga la respiración esperando por un punto: Una de las extrañas ironías en la Iglesia y en la teología reformada es que los que aman la doctrina de la elección soberana de manera más suprema y sincera, y quienes son más inquebrantables en su devoción por la gloria de Dios, el honor de Cristo, la obra del Espíritu en la regeneración y la santificación, la veracidad y la inerrancia de la Escritura, y los más exigentes en la hermenéutica, aquellos que son los más cuidadosos e intencionalmente bíblicos con respecto a las categorías de las doctrinas, y que se ven como guardianes de la verdad bíblica y no están contentos para nada con estar equivocados, y están totalmente de acuerdo en los temas esenciales de la verdad cristiana, de modo que se esfuerzan con todas sus energías por examinar de una manera bereana cada texto relevante para discernir la verdadera interpretación de todos los temas de la revelación divina, están ― ese es el verbo principal— en mayor o menor grado desinteresados en aplicar esas pasiones y habilidades al fin de la historia, y más bien están contentos con discrepar alegremente, e incluso en broma, con respecto a la vasta información bíblica sobre la escatología, como si el fin no importara mucho. Punto. Otra forma de decirlo sería: ¿cuántos de ustedes han asistido a una conferencia amilenarista sobre profecía? [Risas del auditorio]. Note cómo MacArthur enfatiza que a él le resulta extraño que los teólogos de la teología del pacto, que fueron los que más celebraron la elección soberana, por lo general no hayan sido premilenaristas. Ciertamente no fueron la misma clase de premilenaristas que MacArthur. Por el contrario, los teólogos de la teología del pacto históricamente tendían a ser amilenaristas. En este sentido, no debemos dejar de citar uno de los comentarios más controversiales que hizo MacArthur durante su mensaje: Ahora bien, esto nos conduce a mi título: «¿Por qué todo calvinista que se respete es premilenarista?». Ya es demasiado tarde para Calvino, pero no lo es para el resto de ustedes [Risas del auditorio]. Y si Calvino estuviera aquí, se uniría a nuestro movimiento [Más risas]. Pero, en resumidas cuentas, las personas más premilenaristas de todo el planeta deberían ser los calvinistas, los que aman la elección soberana. Ahora bien, no estoy molesto por el comentario de MacArthur ― que Calvino habría sido premilenarista en nuestro tiempo. Tan escandalosa como pueda ser esta declaración, supongo que pudo haberla dicho en broma. Ciertamente no admite demostración histórica en lo absoluto. Sin embargo, mi propósito es simplemente hacer notar lo que MacArthur admite allí con franqueza. Juan Calvino no era premilenarista; y después de él, históricamente, la mayoría de los calvinistas hasta hoy tampoco lo han sido. Por supuesto, podría decirse mucho más al respecto. De igual manera, MacArthur admite en otra parte que Agustín no estaba a favor de su escatología; sino que ― según MacArthur— fue un defensor de (los horrores) de la teología del reemplazo: «Diprose culpó de esto en buena medida a la teología del reemplazo que surge con Agustín y unos pocos antes de él ― Orígenes y Justino». Se entiende y se reconoce comúnmente a Agustín como aquel que colocó a la Iglesia en una trayectoria amilenarista por más de mil años al abandonar el premilenarismo y defender una interpretación amilenarista de Apocalipsis 20. El pasaje clave se encuentra en {título oficial} La ciudad de Dios, Libro 20, capítulos 6‑10.[6] ¿Qué ha admitido MacArthur tranquilamente en estas declaraciones? Que los principales defensores históricos de su entendimiento de la gracia y la elección soberanas han rechazado consistentemente su escatología. MacArthur piensa que las perspectivas calvinistas de la elección deben conducir ― de hecho, lógica y claramente tienen que conducir— a perspectivas premilenaristas de la escatología. Sin embargo, y en contundente contraste, la historia de la Iglesia muestra exactamente la conexión opuesta. Los principales defensores de la elección soberana también han sido los principales defensores del amilenarismo. Agustín se opuso casi en solitario a la desviación insidiosa y centenaria de la iglesia en sus primeros siglos hacia el pelagianismo. La perspectiva de la elección soberana que MacArthur sostiene es comúnmente conocida como calvinismo, lleva el nombre de Calvino. Los descendientes teológicos de Calvino han sido los defensores principales, y a veces los únicos defensores, de la elección soberana en el periodo moderno. Además, la misma era moderna que marcó el auge del premilenarismo, también marcó la caída del calvinismo. Sin embargo, a pesar de todo esto, MacArthur nos dice que el calvinismo, de forma clara y lógica, conduce al premilenarismo. Ahora bien, tengo que apresurarme a admitir que la historia de la Iglesia a veces nos confronta con algunos espectáculos doctrinales muy extraños y varias teologías muy contradictorias. Algunas teologías parecen ser criaturas mitológicas que son pez, ave, hombre y bestia a la vez. No deja de asombrarme la prevalencia que tiene el dispensacionalismo entre los pentecostales ― cuando sus puntos de vista acerca de los dones milagrosos deberían inclinarlos a cualquier otra escatología excepto a esa. Recientemente tuve una conversación con un profesor de estudios bíblicos en un colegio universitario. Él es pentecostal, y admitió que esta era una extraña inconsistencia. También he observado a bautistas que, en contra de toda lógica, fueron teonomistas. De manera similar, es bien sabido que algunos de los primeros dispensacionalistas como L. S. Chafer fueron ― ¡menuda sorpresa!— presbiterianos. Mi propósito no es ofender a ningún lector que sostenga una combinación de doctrinas que, en mi opinión, son tan incoherentes. Mi punto es simplemente que los personajes y acontecimientos de la historia de la Iglesia no siempre muestran congruencia lógica.[7] Reconozco que la historia de la Iglesia no es nuestra autoridad final. También admito que tenemos que ser cuidadosos con lo que deducimos de la historia de la Iglesia. Sin embargo, habiendo reconocido todo esto, aún me parece que la historia de la Iglesia y la teología histórica reflejan generalmente cierta progresión lógica. Hubo una razón por la que el canon tuvo que ser establecido (básicamente) antes que sus contenidos doctrinales pudieran ser debatidos. Hubo una razón por la que la doctrina de la deidad de Cristo en Nicea tuvo que preceder la doctrina de la Persona de Cristo en Calcedonia. Hubo una razón por la que la doctrina del hombre, del pecado y de la gracia, defendida por Agustín, tuvo que preceder la doctrina de solo por la fe, defendida por Lutero, y la de la gracia soberana, defendida por Calvino. Hubo una razón por la que la doctrina de la Persona de Cristo en Calcedonia tuvo que preceder la doctrina Cur Deus Homo {Por qué Dios se hizo hombre}, defendida por Anselmo, con esa nueva claridad con respecto a la expiación. Aunque de forma imperfecta, la historia de la Iglesia manifiesta cierta progresión lógica en sus acontecimientos. Es así porque, tanto el Espíritu divino que la guía como los espíritus humanos que la llenan, son racionales y lógicos. Esto significa que las concesiones de MacArthur acerca de la postura que realmente adopta la historia de la Iglesia con respecto a su tesis no pueden ser ignoradas a la ligera. Agustín, Calvino y sus descendientes teológicos han ejercido influencia durante siglos porque sus escritos fueron predominantemente bíblicos y consistentemente lógicos. Nunca vieron ― al contrario, rechazaron intencionalmente— la idea de que la elección soberana conduce clara y lógicamente al premilenarismo. Si este asunto es tan claro como MacArthur sugiere, ¿por qué mentes teológicas tan grandes no lo entendieron de forma consistente? CAPÍTULO CUATRO MacArthur ― El dispensacionalista con goteras E l hecho de que la historia de la Iglesia no corrobora la perspectiva de MacArthur (que ―según él— el calvinismo lógicamente conduce al premilenarismo), no es la única observación histórica a considerar. Es necesaria, además, una aclaración de la verdadera naturaleza de los puntos de vista de MacArthur y del debate histórico en el que él ha decidido entrar. Esta aclaración, cuando se sitúa en el contexto de siglos de pensamiento cristiano, resalta aún más la incongruencia histórica de su postura. Entonces, ¿cuál es la verdadera naturaleza de su punto de vista? Por lo general, se conoce que MacArthur se ha clasificado a sí mismo como un tipo específico de dispensacionalista. Pienso que abraza la descripción «dispensacionalista con goteras».[8] Sin embargo, es interesante notar que MacArthur a propósito evita presentar su enseñanza como dispensacionalismo en este mensaje. En esta ocasión, está claro que quiere verse como representante de la línea principal del premilenarismo. Considere los siguientes comentarios: Ahora, en este punto, siento la efervescencia de aquellos de ustedes que están diciendo: ― Ay no, vinimos a una conferencia de pastores, y se ha vuelto una conferencia dispensacionalista. Lo próximo que va a hacer es sacar los gráficos de Clarence Larkin, y vamos a recibir una hermosa Biblia de Scofield encuadernada en cuero, y luego todos vamos a recibir la serie {título oficial} Dejados atrás. Ah, nos vemos reducidos a la ficción del rapto. Entonces nos va a decir probablemente que hay siete dispensaciones, dos reinos, dos nuevos pactos, dos formas de salvación...—Relájense [Risas del auditorio]. Olvídense del dispensacionalismo. No estoy hablando de eso… Confieso que rechazo el maniático mundo de la exégesis basada en los periódicos. Rechazo la escatología de caricatura: las interpretaciones descabelladas como que las langostas de Apocalipsis 9 son helicópteros y cosas locas como esas. Si predican eso, bórrenlo del casete... Pero, permítanme decirles algo, amigos, tan loco como pueda ser ese mundo de la escatología dispensacionalista, no es más loco que las interpretaciones de muchos amilenaristas… Dicen: ― bueno, ¿no inventaron los dispensacionalistas el premilenarismo?— Bueno, en la época moderna, dos libros realmente reintrodujeron perspectivas premilenaristas ― la perspectiva francamente bíblica— y ninguno de los dos fue escrito por un dispensacionalista. El primero fue titulado {trad. no oficial} El advenimiento premilenarista.[9] Fue escrito en 1815 por un anglicano llamado William Cunningham. El segundo que reintrodujo esto en la época más moderna fue una publicación en Inglaterra en 1827 escrita por Emmanuel de Lacunza y Díaz, un jesuita. Así es que no hay una conexión necesaria entre todo lo que es extraño en el dispensacionalismo y este claro entendimiento del reino... Una de las ideas descabelladas {sic.} del dispensacionalismo es que Jesús vino y ofreció un reino, y debido a que los judíos no lo aceptaron y mataron a Jesús, Él recurrió a la Iglesia; ideó un Plan B... Para su lectura, sugiero {trad. no oficial} Israel y la Iglesia[10] por Ronald Diprose. Debemos tener algunas copias en la librería. La primera vez que se publicó estaba en italiano. Era una disertación doctoral. No tiene conexión alguna con el dispensacionalismo tradicional. Es una obra realmente buena sobre la teología del reemplazo... Además, el único comentario positivo que puedo encontrar sobre el dispensacionalismo en todo el mensaje es el siguiente: No estoy hablando de eso, si bien cada uno de ustedes es dispensacionalista. ¡Lo son! Ustedes creen que Dios trató con el hombre de una forma antes de la Caída, de otra forma después de la Caída, de otra forma antes de la Ley, de otra forma después de la Ley, de otra forma antes de la Cruz, de otra forma después de la Cruz, de otra forma ahora y de otra forma en la eternidad, ¿no es así? Bueno, eso pensé [Risas del auditorio]. Estos comentarios representan todas las referencias de MacArthur al dispensacionalismo, llamándolo por su nombre. Parece bastante claro que MacArthur está ansioso por presentarse a sí mismo solamente como un simple premilenarista en este mensaje. No desea ser visto allí como defensor del dispensacionalismo. Ahora bien, viéndolo desde cierto ángulo, ¿quién puede culparlo por esto? Sin duda, él cree que gran parte de lo que llama el mundo loco del dispensacionalismo es absurdo, indefendible, y bastante diferente del premilenarismo histórico. Estoy de acuerdo con esta valoración. De hecho, admito que el premilenarismo histórico tiene poco o nada que ver con las fábulas del dispensacionalismo moderno. Por otra parte, se pasa por alto un hecho importante en el deseo de MacArthur de distanciarse del dispensacionalismo. Por ejemplo, los comentarios de MacArthur pueden confundir y ocultar el hecho de que él aún está defendiendo una forma de premilenarismo que solo los dispensacionalistas sostienen. ¿Por qué digo esto? Bueno, como hemos visto, MacArthur edifica todo su argumento sobre el rechazo a la teología del reemplazo y el suplantacionismo. En el transcurso de su argumento, hace este interesante reconocimiento: «Diprose culpó de esto en buena medida a la teología del reemplazo que surge con Agustín y unos pocos antes de él ― Orígenes y Justino». Es llamativa la breve referencia a Justino. Se refiere a Justino Mártir, uno de los principales ejemplos de premilenarismo en su etapa inicial. Sin embargo, según Diprose y (al parecer) MacArthur, Justino ― como uno de los primeros premilenaristas — sostenía la teología del reemplazo. Esta valoración es verdadera en cierto sentido. Es claro que Justino Mártir creía que la Iglesia, no el Israel físico, era el verdadero Israel y la verdadera heredera del reino del Milenio. La siguiente declaración tomada del capítulo 11 de {trad. no oficial} El diálogo con Trifón el judío[11] es representativa de muchas otras: Pues el verdadero Israel espiritual, y {los verdaderos} descendientes de Judá, Jacob, Isaac y Abraham […] somos nosotros, los que hemos sido conducidos a Dios por medio de este Cristo crucificado…[12] Todos coinciden en que Ireneo, la otra figura principal del premilenarismo en su etapa inicial, también sostenía lo que MacArthur llama el suplantacionismo.[13] De hecho, lo que sabemos de todo el premilenarismo histórico en su etapa inicial, lleva a la siguiente conclusión: que Ireneo rechazaba consistentemente la distinción Iglesia /Israel que hace el dispensacionalismo.[14] La distinción que hace el dispensacionalismo entre la Iglesia e Israel parece haber tenido su origen solo en el siglo XIX. Aparentemente, parecía muy novedoso a Charles Spurgeon, quien declaró: …¡incluso hemos escuchado afirmar que aquellos que vivieron antes de la {primera} venida de Cristo no pertenecen a la Iglesia de Dios! Nunca sabemos qué es lo próximo que tendremos que escuchar, y quizá sea una bendición {lit. merced} que estas absurdidades sean reveladas de una en una, para que podamos soportar la estupidez de estas sin morir de asombro.[15] Permítame apresurarme a decir que no estoy llamando estúpido a nadie. Ni estoy diciendo que la distinción Iglesia /Israel que hace el dispensacionalismo es una estupidez. Esas son las palabras de Spurgeon, no las mías. Lo único que estoy haciendo es mostrar lo que un premilenarista de mediados del siglo XIX pensaba acerca de la idea de que la Iglesia e Israel eran dos pueblos de Dios distintos.[16] ¿Cuál es mi punto? El premilenarismo histórico ― el del período de la Iglesia en sus primeros siglos— sostenía lo que MacArthur prefiere describir como suplantacionismo. A la luz de este hecho, MacArthur (seguro involuntariamente) tergiversa el estado real del debate histórico cuando describe {lit. pinta} el tema como premilenarismo contra amilenarismo. No es así; es premilenarismo dispensacionalista (que es lo que MacArthur sostiene) contra premilenarismo histórico (también conocido significativamente como premilenarismo del pacto). De hecho, es dispensacionalismo contra todos los demás. ¿Por qué? Porque todos los demás sostienen una versión de lo que MacArthur llama teología del reemplazo o suplantacionismo. Es premilenarismo dispensacionalista {por una parte} contra premilenarismo histórico, amilenarismo y posmilenarismo {por la otra}. De nuevo, estemos claros acerca de la naturaleza del debate. No es la línea principal del premilenarismo contra el amilenarismo y el posmilenarismo (estos dos últimos agrupados por MacArthur como amilenarismo). Es la versión de premilenarismo de MacArthur ― una versión dispensacionalista del premilenarismo— contra todas las demás posturas sostenidas por cristianos ortodoxos a lo largo de los siglos. Es importante tener un entendimiento claro de esto mientras procedemos a examinar los méritos bíblicos que los argumentos y suposiciones de MacArthur dicen tener. CAPÍTULO CINCO Este no es el amilenarismo del tiempo de nuestros padres T engo mis dudas con respecto a si los amilenaristas reformados realmente han enseñado alguna vez lo que MacArthur llama teología del reemplazo o suplantacionismo. Por supuesto, no niego que los amilenaristas católico romanos pueden haber sido suplantacionistas. Tampoco niego que haya habido amilenaristas antisemíticos que por esta razón fueran suplantacionistas, en el peor sentido del término. Sin embargo, también ha habido premilenaristas ― y no pocos— que pertenecían a sectas heréticas. Ahora bien, esto no hace que el premilenarismo sea sectario. Tampoco el antisemitismo de algunos amilenaristas y el suplantacionismo del catolicismo romano hacen que el amilenarismo sea necesariamente suplantacionista. Sin embargo, aquí pretendo dejar de lado la cuestión de si el amilenarismo realmente sostuvo alguna vez la teología del reemplazo o el suplantacionismo. Incluso, si algunos alguna vez lo sostuvieron, seguramente esta acusación no es apropiada hoy. Por tanto, admito que ha habido un desarrollo dentro del amilenarismo, gracias ― en parte— a su interacción y debate con el dispensacionalismo. Por supuesto, también ha habido un desarrollo (debería ser evidente para cualquiera que conozca el actual escenario dispensacionalista fragmentado) dentro del dispensacionalismo. Hay dispensacionalistas clásicos, modificados y progresivos; y en cada categoría hay subdivisiones. Cada uno le dirá una versión diferente de lo que el dispensacionalismo significa para ellos. Ciertamente, MacArthur se ha distanciado del dispensacionalismo clásico de Scofield de muchas formas y en muchas ocasiones. La realidad de tal desarrollo dentro del amilenarismo y el dispensacionalismo resalta un serio defecto en el mensaje de MacArthur. Los únicos «amilenaristas» que cita en su sermón son O. T. Allis, Floyd Hamilton y Loraine Boettner. Este es un defecto que no se puede pasar por alto. Note lo que MacArthur expone como representativo del amilenarismo: O. T. Allis, un conocido amilenarista, al escribir {trad. no oficial} La profecía y la Iglesia,[17] dice: «Si las profecías antiguotestamentarias son interpretadas literalmente, no pueden ser consideradas como que ya han sido cumplidas, o como que pueden ser cumplidas en este tiempo presente». Esto era un problema para él. Floyd Hamilton en {trad. no oficial} La base de la fe milenarista,[18] dijo: «Ahora bien, tenemos que admitir francamente que una interpretación literal de las profecías antiguotestamentarias nos presenta justo el mismo cuadro de un reinado terrenal del Mesías que el premilenarista se imagina». Para él esto era inaceptable; por tanto, pidió que se cambiaran las reglas de interpretación cuando de profecía se trataba. Otro amilenarista, Loraine Boettner, en {trad. no oficial} El significado de «El Milenio»,[19] dijo: «Generalmente todos están de acuerdo en que, si las profecías se interpretan literalmente, sí predicen una restauración de la nación de Israel en la tierra de Palestina con los judíos teniendo un lugar prominente en ese reino y gobernando sobre las demás naciones». Las obras de estos tres autores fueron escritas en 1945, 1942 y 1958 respectivamente. Pienso que es legítimo responder a las citas de materiales tan antiguos haciendo esta pregunta: ¿Qué le parecería a MacArthur si yo citara la {título oficial} Biblia de estudio Scofield (antigua), o a los autores dispensacionalistas clásicos, y supusiera que él sostiene la postura de ellos? Pensaría (y con razón) que es muy injusto. Asimismo, pensamos igual cuando, después de todo el desarrollo en la defensa y proclamación del amilenarismo durante los últimos cincuenta años, libros que tienen sesenta y dos, sesenta y cinco, y cuarenta y nueve años de edad respectivamente (situándonos en el 2007) son citados como representativos de nuestra postura. Además, es importante para mi defensa notar cuán especialmente increíble es que MacArthur cite a Boettner como un amilenarista suplantacionista. ¿Por qué? Porque Boettner era posmilenarista. Explicaré después por qué esto es tan importante. Sin embargo, no sea que se me malinterprete, permítame decir que estoy seguro de que MacArthur sabe que Boettner es posmilenarista. No lo estoy acusando de ignorancia en este punto. El simple hecho es que MacArthur a propósito y a sabiendas agrupa a los posmilenaristas con los amilenaristas. Al principio de su mensaje dejó claro su punto de vista: Hay varios amilenaristas que se sienten así; y, por cierto, hablaremos solo en términos generales acerca del amilenarismo. (Si algún posmilenarista se queda fuera, puede simplemente pegarse la nueva etiqueta para el posmilenarismo que es la de «amilenarismo optimista», porque ambas posturas son básicamente lo mismo. Si es posmilenarista o amilenarista está diciendo que el reino, como se identificó en el Antiguo Testamento y se prometió a Israel, no ocurrirá. O está diciendo que el reino nunca existirá de forma literal en la tierra [amilenarismo] o que será reemplazado por otro tipo de reino que tendrá lugar en la tierra [posmilenarismo]. Cualquiera sea el caso, está negando el cumplimiento literal del reino prometido a Israel). Entonces, tengo claro que MacArthur sabe que Boettner es posmilenarista. Sin embargo, él piensa que no hace ninguna diferencia para sus propósitos. MacArthur está equivocado. He aquí la razón. ¿Recuerda la tesis principal que MacArthur está afirmando? Él declara repetidamente que los amilenaristas no creen que Dios realmente cumple Sus promesas a Israel. Deduce esto del supuesto hecho de que son suplantacionistas que creen que la Iglesia desplazó a Israel en las promesas de Dios. Aquí está el problema. Todos saben que los posmilenaristas casi universalmente sostienen la futura conversión nacional del Israel étnico en correspondencia con su entendimiento del Milenio.[20] MacArthur debe haberlo sabido. Probablemente sí lo sabe. Por tanto, seguramente, la acusación de suplantacionismo empieza a parecer un sinsentido cuando se hace contra una postura escatológica que, por lo general, sostiene una futura conversión en masa de Israel. MacArthur también alberga la misma esperanza. Entonces, ¿cómo alguien que sostiene una futura conversión nacional del Israel étnico, sobre la base de las promesas de la Biblia, es culpable de enseñar que Dios no cumplirá Sus promesas al Israel étnico? ¿Acaso no es injusto acusar a esta postura escatológica {el posmilenarismo} de sostener la teología del reemplazo o el suplantacionismo? Indudablemente, algunos pueden estar listos para responder indicando que los amilenaristas no sostienen tal conversión futura de Israel. Pueden pensar que la acusación de suplantacionismo o teología del reemplazo se aplica por lo menos a los amilenaristas (incluyéndome). Las siguientes preguntas/acusaciones pueden estar en la punta de la lengua de algunos lectores: ― ¿No niega usted que Romanos 11, por ejemplo, enseña una futura conversión nacional de Israel? ¿No enseña usted que «todo Israel» en Romanos 11 es simplemente todos los elegidos? ¿No es esto una clara evidencia de suplantacionismo? Permítame contestar a estas preguntas con franqueza: ― ¿No niega usted que ¿Romanos 11, por ejemplo, enseña una futura conversión nacional de Israel? ― Bastante cierto, no pienso que Romanos conversión nacional de Israel. 11 enseña una futura ― ¿No enseña usted que «todo Israel» en Romanos 11 es simplemente todos los elegidos? ― No, no pienso que en Romanos 11 «todo Israel» sean todos los elegidos o el Israel espiritual en vez del Israel étnico. ¿Sorprendido? No debería estarlo. La interpretación «todo Israel son todos los elegidos» puede incluso no ser el punto de vista de la mayoría de los amilenaristas contemporáneos. Permítame añadir que, aún si lo fuera, no pienso que sería una clara evidencia de suplantacionismo. Sin embargo, el hecho es que muchos amilenaristas hoy, así como en el pasado, sostienen la opinión de que «Israel» en Romanos 11 se refiere al Israel étnico. Algunos lectores pueden estar asombrados e incluso no creer esta información. Sé que debo una explicación, así que permítame darla. Entre los que MacArthur agrupa como amilenaristas, hay al menos tres puntos de vista del significado de «todo Israel» en Romanos 11:25‑26. Estas perspectivas son delineadas por Anthony Hoekema en {título oficial} La Biblia y el futuro.[21] Digo esto en parte porque si MacArthur hubiera representado correctamente el amilenarismo contemporáneo, habría citado a alguien como Hoekema, no a Allis o Hamilton. Los tres puntos de vista que Hoekema delinea son: (1) «la futura conversión nacional del Israel étnico», (2) «todos los elegidos tanto de gentiles como de judíos ― quienes constituyen el Israel espiritual», y (3) «el número total de los elegidos de entre el Israel étnico». Hay que admitir que estos tres puntos de vista han sido sostenidos por amilenaristas reformados.[22] El primero también es sostenido comúnmente por dispensacionalistas. Tanto el primero como el tercero consideran que «Israel» en Romanos 11 se refiere al Israel étnico. Por consiguiente, el primero y el tercero consideran que Romanos 11 predice la conversión de los israelitas étnicos y, por tanto, no pueden ser culpados de suplantacionismo. Solo con respecto al segundo punto de vista hay una razón, si bien superficial, para hacer la acusación de suplantacionismo;[23] pero, he aquí la sorprendente realidad. Anthony Hoekema, el amilenarista, escoge el tercer punto de vista que afirma que «Israel» en Romanos 11 se refiere únicamente a los elegidos de entre los israelitas étnicos. Escuche lo que Hoekema dice: Una tercera interpretación de la cláusula en cuestión lo entiende como la descripción de cómo el número completo de los elegidos de entre los judíos son traídos a la salvación a lo largo de la historia... La interpretación de las palabras «y así, todo Israel será salvo» que está más a la altura de los pasajes de la Escritura presentados es la tercera.[24] Este no es un punto de vista inusual o excéntrico propio de Hoekema. Muchos amilenaristas contemporáneos, y algunos no tan contemporáneos, también sostienen esta postura exegética. Otros de sus suscriptores, para nombrar solo algunos, son: O. Palmer Robertson,[25] William Hendriksen, [26] Herman Bavinck,[27] e incluso (algo que causa cierta sorpresa) Loraine Boettner,[28] el defensor del posmilenarismo. ¿Cuál es el punto? Que muchos amilenaristas creen de una forma o de otra que Romanos 11 predice la futura conversión de judíos étnicos. Por tanto, ¿no parece un poco inadecuado e impropio decir que esta postura sostiene la teología del reemplazo o que es suplantacionista? Sin embargo, MacArthur repetidamente acusa a los amilenaristas de decir que Dios ha dejado a un lado Sus promesas a Israel por la incredulidad de este último. He puesto en cursiva las declaraciones más relevantes en la siguiente cita: Ahora bien, esto nos conduce a mi título: «¿Por qué todo calvinista que se respete es premilenarista?». Ya es demasiado tarde para Calvino, pero no lo es para el resto de ustedes [Risas del auditorio]. Y si Calvino estuviera aquí, se uniría a nuestro movimiento [Más risas]. Pero, en resumidas cuentas, las personas más premilenaristas de todo el planeta deberían ser los calvinistas, los que aman la elección soberana. Dejemos el amilenarismo para los arminianos. Es perfecto; es ideal; es cosa fácil. Dios no elige a nadie ni preserva a nadie. Perfecto... los arminianos dan para estupendos amilenaristas. Es consistente, pero no para quienes viven y respiran el enrarecido aire de la gracia soberana de la elección. Eso no tiene ningún sentido. Podemos dejar el amilenarismo para los teólogos del proceso, o la gente del teísmo abierto que piensan que Dios se está convirtiendo en lo que será, y que Él está mejorando porque cada día que pasa obtiene más información; y a medida que obtiene más información, está calculando si en realidad puede o no cumplir algunas de las promesas que hizo sin tener que ajustarlas todas basado en la falta de información {que Él tenía} cuando originalmente las hizo. Dejemos el amilenarismo para los carismáticos, y para los semipelagianos, y para otros como ellos que entran y salen de la salvación a como dé lugar; tiene sentido para su teología. Seguro, Israel pecó, apostató, mató al Hijo de Dios. Se acabó. Israel está fuera y pierde el derecho a todo [cursivas añadidas]. La Iglesia se queda con todo, si es que puede superar a Israel. Hasta ahora no parece realmente esperanzador. Pero, para aquellos de nosotros que comprendemos que Dios es soberano y que es el único que puede determinar quiénes se salvarán y cuándo se salvarán, y que Él es el único que los puede salvar, el amilenarismo no tiene ningún sentido porque dice básicamente que Israel, por sí mismo, perdió el derecho a todas las promesas [cursivas añadidas]. ¿Piensan que, por ellos mismos, hubieran podido hacer algo para garantizar recibirlas? ¿Qué tipo de teología es esa? Eso es teología arminiana. Esto no es lo que los amilenaristas enseñan en absoluto. Por el contrario, enseñan que Dios sigue cumpliendo Sus promesas a Israel en la conversión presente y futura de (al menos, un remanente de) israelitas étnicos. En directa contradicción con las afirmaciones de MacArthur, ellos no enseñan que esta conversión depende en última instancia de la fe de Israel, sino de la gracia electiva de Dios. Por tanto, la diferencia entre MacArthur y el amilenarismo no es si Dios cumple o no Sus promesas al Israel étnico; mucho menos si las promesas de Dios al Israel étnico están condicionadas o no, en última instancia, a una respuesta humana (por sí sola) a dichas promesas. Excurso: ¿Son contemporáneos? suplantacionistas los amilenaristas Uno de mis correspondientes señaló varias citas del libro {trad. no oficial} Continuidad y discontinuidad que parecían indicar que los amilenaristas contemporáneos habían abrazado la teología del reemplazo. Este correspondiente señaló que el amilenarista Marten Woudstra había escrito lo siguiente al final de su análisis acerca de la relación entre Israel y la Iglesia: La pregunta que si es más apropiado o no hablar de un reemplazo de los judíos por la Iglesia cristiana, o {si es más apropiado o no hablar} de una extensión (continuación) del pueblo antiguotestamentario de Dios hacia el {pueblo} de la Iglesia neotestamentaria, se contesta de varias maneras. Algunos prefieren pensar en términos de crecimiento de la Iglesia a partir del Israel antiguotestamentario. Hay justificación bíblica para esto. Pero también es cierto que Jesús dice que el dueño de la viña (por «viña» entiéndase el Israel antiguotestamentario) arrendará Su viña a otros labradores (Mat. 21:41). Esto muestra que junto con la continuidad hay discontinuidad con respecto al Israel antiguotestamentario.[29] Y {también señaló} que el amilenarista Bruce Waltke había escrito más adelante en el mismo libro: Así como el lado anverso de la moneda neotestamentaria lleva la impronta indeleble de que ningún pasaje claro enseña la restauración del Israel nacional, así también su reverso tiene impreso el hecho innegable de que el Israel nacional y su ley han sido reemplazados permanentemente por la Iglesia y el Nuevo Pacto. Sin torcer Mateo 15:13 ni Marcos 12:1‑9, nuestro Señor anunció en estos pasajes que la nación judía ya no tiene lugar como el pueblo especial de Dios; ese lugar ha sido tomado por la comunidad cristiana, la cual cumple el propósito de Dios en lugar de Israel.[30] El correspondiente afirmó que a menudo encontraba el lenguaje del «reemplazo» en los escritos de los amilenaristas. También citó el libro de Hans K. LaRondelle, titulado {trad. no oficial} El Israel de Dios en la profecía: Principios de interpretación profética: Esta solemne decisión [en Mat. 21:43] implica que Israel ya no sería el pueblo de Dios, y que sería reemplazado por un pueblo que aceptaría al Mesías y Su mensaje acerca del reino de Dios [...] En resumen, Su Iglesia [...] reemplazaría la nación que rechazó al Cristo.[31] Este correspondiente concluyó diciendo que él reconocía que no todos los amilenaristas caían en la categoría de suplantacionistas, pero que muchos ciertamente sí podían ser clasificados como tal. Otro correspondiente respondió diciendo que parte del problema con el término suplantacionismo era que no distinguía entre el Israel corporativo y los israelitas individuales. Argumentó que el Israel corporativo como la encarnación del reino de Dios claramente había sido reemplazado por la Iglesia: «Por eso os digo que el reino de Dios os será quitado y será dado a una nación que produzca sus frutos» (Mat. 21:43). La Iglesia como entidad corporativa se convirtió en la nación santa del Nuevo Pacto que reemplaza a Israel (1 Ped. 2:9-10). Continuó diciendo que dentro de esa entidad corporativa de la Iglesia encontramos tanto a judíos como a gentiles en abundancia. Por lo tanto, Dios está cumpliendo Su promesa «al remanente» y que, de esta manera, «todo Israel» está siendo salvado. El error dispensacionalista consiste en que requiere una futura restauración corporativa de Israel como el único pueblo de Dios. Un correspondiente diferente respondió declarando que las citas anteriores no establecían el punto contra el cual MacArthur argumentaba. Comentó que, en cierto modo, parece que tiene lugar un tipo de reemplazo y que los teólogos de la teología del pacto lo reconocen; pero que no abrazan el tipo de separación que MacArthur tiene en mente. Para que funcionen los argumentos de MacArthur ― afirmó— debe haber un reemplazo casi completo de Israel con la Iglesia; y argumentó que esta clase de separación no se encuentra en la teología del pacto. Opinó que la continuidad por la que Woudstra y Waltke argumentan no es el abandono de las promesas antiguas, sino el cumplimiento de estas. Comentó además que, en un sistema de continuidad, la Iglesia solo reemplazaría a Israel como una planta reemplaza la semilla. Waltke lo confirma. Es evidente que el reemplazo de las promesas de Dios no es el reemplazo que Waltke plantea. La suposición de que hay un reemplazo de las promesas de Dios es la base sobre la cual MacArthur reclama que el amilenarismo encaja mejor con el arminianismo. El argumento de MacArthur solamente tendrá éxito si la Iglesia no es una continuación de Israel, sino un completo reemplazo de este. Mi respuesta a todo esto es la siguiente: estoy abierto a la idea de que muchos amilenaristas pueden haber utilizado palabras como reemplazar y suplantar de forma inadecuada, y también a la idea de que aún hoy algunos lo hacen. No obstante, el uso de estas palabras no se corresponde con los cargos de teología del reemplazo y suplantacionismo que presentan las acusaciones hechas por los dispensacionalistas. De todos modos, quiero decir que estoy definitivamente con aquellos mencionados por Woudstra, quienes prefieren hablar de una continuación y reforma de Israel en lugar de un simple reemplazo. El hecho es que el pasaje clave citado anteriormente (Mat. 21:43), no está hablando de toda la nación judía de forma absoluta, sino de la nación que estaba dirigida por su liderazgo judío de aquel entonces. A menudo, en los relatos de los evangelios, las referencias a «los judíos» son claramente referencias a este liderazgo.[32] En el caso de Mateo 21:43, pienso que el punto central del lenguaje de Jesús es que va a reemplazar el liderazgo judío existente con líderes nombrados por Él mismo (es decir, Sus Apóstoles). El Israel reconstituido, que comienza ― primero que todo— con el remanente de judíos étnicos conforme a la elección por gracia, dará los frutos del reino bajo este nuevo liderazgo. Aquí es donde radica el valor de la distinción entre el Israel corporativo y los israelitas individuales. CAPÍTULO SEIS El Israel de Dios P ara nada debería ser una sorpresa cuando digo que una de las diferencias claves entre MacArthur y los amilenaristas es nuestra creencia que la Iglesia (para tomar prestado el muy debatido y ahora famoso lenguaje de Gál. 6:16) es el «Israel de Dios». Más tarde, preguntaremos si tal aseveración en verdad requiere una hermenéutica «espiritualizadora» y si merece la acusación de espiritualizar o alegorizar las Escrituras. Este asunto hermenéutico es una segunda diferencia evidente que tenemos con MacArthur. Sin embargo, lo que está en perspectiva aquí es que la Iglesia es el Israel de Dios, no la explicación de ese hecho. En otras palabras, en este capítulo y los que le siguen inmediatamente, afirmaré e intentaré probar lo que la mayoría de los premilenaristas, amilenaristas y posmilenaristas han dado por supuesto históricamente ― que la Iglesia es el Israel de Dios. En mi libro de escatología, titulado con algo de audacia {título oficial} El fin de los tiempos: Una explicación para todos,[33] gasté una cantidad considerable de energía y derramé mucha tinta tratando de proveer un tratamiento equilibrado de la relación que existe entre la Iglesia e Israel. Me esforcé para mostrar tanto la unidad de la Iglesia e Israel como la superioridad de la Iglesia sobre Israel. De manera similar, también intenté cumplir las dos misiones mencionadas en el párrafo anterior: (1) demostrar que la Iglesia es el Israel de Dios; y, (2) demostrar cómo se puede decir eso sin afirmar que el Nuevo Testamento sostiene una hermenéutica espiritualizadora. Finalmente, proporcioné un resumen de la vasta evidencia neotestamentaria que afirma que la Iglesia es el Israel de Dios. Como esa obra es accesible fácilmente, no voy a revisar y ampliar todo ese material probatorio en nuestro presente análisis. Más bien, deseo centrarme en algunos pasajes claves y proveer un tratamiento algo más detallado de estos a la luz de las afirmaciones hechas por MacArthur en su manifiesto. ¿Cuáles son las afirmaciones de MacArthur? La siguiente cita las representa adecuadamente: La Biblia llama a Dios «El Dios de Israel» más de 200 veces ― el Dios de Israel. Hay más de 2000 referencias a Israel en la Escritura. Ni una de estas significa otra cosa sino Israel. Ni una de estas, incluyendo Romanos 9:6 y Gálatas 6:16, que son los únicos dos pasajes a los que acuden los amilenaristas para intentar convencernos de que estos pasajes anulan los otros 2000. No hay dificultad alguna en interpretar que estos últimos pasajes simplemente se refieren a judíos que eran creyentes ― «el Israel de Dios». «Israel» siempre significa Israel; nunca significa otra cosa sino Israel. Los setenta y tres usos neotestamentarios de «Israel» siempre significan Israel. Esta es una de esas escandalosas declaraciones que podrían usarse para hacer que MacArthur parezca y suene ridículo. Realmente deseo evitar hacerlo. Quiero darle el crédito a MacArthur por saber que nosotros en realidad acudimos a «tropecientos millones» de pasajes para probar que la Iglesia es el Israel de Dios ― no a dos solamente. No deseo tomar en serio la falta de lógica que suena arminiana y que MacArthur parece usar allí —«Todos» siempre significa todos y nunca significa otra cosa sino todos. A esto, claro está, la respuesta apropiada es ― Pero, ¿qué significa «todos»? MacArthur ciertamente suena igual, ¿verdad? ― «“Israel” siempre significa Israel y nunca significa otra cosa sino Israel». A esto, la respuesta apropiada es ― Pero, ¿qué significa «Israel»? No le atribuyo semejante razonamiento a MacArthur ―aunque sería fácil hacerlo. No obstante, semejantes declaraciones sí que son «carne roja» para el premilenarista fiel y necesitan cocinarse un rato. He aquí lo que pienso que él está diciendo ― si asamos caritativamente la «carne roja» que encontramos allí. Lo resumiré en varias aseveraciones: (1) Cada referencia bíblica a Israel es una referencia al Israel étnico o nacional. (2) La aseveración de que la Iglesia es Israel es dudosa porque es apoyada solo por dos pasajes. Por el contrario, una multitud de pasajes claramente se refieren al Israel étnico. (3) Los dos pasajes que se usan para apoyar la idea de que la Iglesia es el Israel de Dios pueden interpretarse fácilmente en conformidad con todos los usos claros de «Israel» como el Israel étnico o nacional. Permítame hacer tres contraobservaciones breves en respuesta a estas aseveraciones. En primer lugar, MacArthur parece adoptar un tipo de hermenéutica de gobierno por mayoría en su entendimiento del término «Israel». En otras palabras, él insinúa que si la inmensa mayoría de los usos bíblicos de una palabra tienen cierto significado, entonces tenemos que presuponer que todos estos usos tienen que tener ese significado. Ahora bien, con toda benevolencia, permítame decir que presupongo que MacArthur sabe más, y que normalmente supera esto en su exégesis de la Escritura. No obstante, se supone que su audiencia se percate que es dudoso en extremo o incluso imposible que dos de las setenta y tres apariciones neotestamentarias de «Israel» podrían tener un significado diferente al de los setenta y uno restantes. Pero probemos esta implicación. Tome la palabra bíblica para cielo. Usualmente se refiere al cielo físico donde las aves vuelan y donde moran las estrellas. Sin embargo, una minoría de las veces, cielo se refiere con claridad al cielo de Dios. De modo semejante, tome la palabra bíblica seol como otro ejemplo. Usualmente se refiere a la sepultura o lo que está físicamente abajo; pero, una minoría de las veces, se refiere claramente a lo que llamamos «infierno». Tome también la palabra bíblica para muerte. Usualmente, y casi exclusivamente, se refiere a la muerte física. No obstante, en muy pocos casos (comparativamente), se refiere a la muerte eterna (la segunda muerte en el lago de fuego ― Apo. 2:11), o a la muerte espiritual (la depravación e incapacidad total en el pecado ― Efe. 2:1‑3). Finalmente, tome la palabra hebrea Elohim, que aparece mucho más de 2200 veces en el Antiguo Testamento. Elohim casi siempre se refiere al Dios verdadero o a los dioses falsos. No obstante, hay algunos casos famosos en los cuales no significa ni puede significar «dios». Por el contrario, en tales casos, tiene que significar un gobernante humano (Sal. 82:6), o un ángel poderoso (Sal. 8:5). A la luz de esta realidad, no debería haber nada de sorprendente en particular (por la manera en que la Biblia usa las palabras) si descubriéramos que dos de los 73 usos de «Israel» en el Nuevo Testamento pudieran referirse en realidad a la Iglesia. [34] Sin embargo, no sea que se me malentienda, permítame señalar lo que es obvio. La postura de los amilenaristas no es que «Israel» siempre se refiere a la Iglesia en el Nuevo Testamento. Concedemos que, de hecho, en la inmensa mayoría de los casos sí se refiere al Israel étnico. Señalé en el capítulo anterior que un gran número, y quizá una mayoría de los amilenaristas y posmilenaristas, reconocen libremente una referencia al Israel étnico en Romanos 11. Nuestra postura simplemente es (y solo demanda) que hay buena y necesaria razón para pensar en un pequeño número de casos en los que el término «Israel» tiene la connotación de la Iglesia. En segundo lugar, reconozco que Romanos 9:6 y especialmente Gálatas 6:16 sí son los dos pasajes clásicos que ilustran este modo de empleo del término «Israel». No son los únicos pasajes, pero son los dos textos clásicos. No obstante, sostengo que hay varias cosas reflejadas en otros usos bíblicos de «Israel» que apoyan la descripción de la Iglesia como el nuevo y verdadero Israel de Dios. Finalmente, el argumento de MacArthur ignora un hecho simple. Quienes afirman la postura histórica de que la Iglesia es el Israel de Dios defienden su punto de vista no solo por el uso de «Israel» en Romanos 9:6 y Gálatas 6:16, sino también por el uso de los sinónimos bíblicos de «Israel». Debería reconocerse (y la mayoría lo reconoce) que los términos y frases como «simiente de Abraham», «circuncisión», el único «olivo», y «judío» ― para nombrar solo unos pocos— son sustancialmente sinónimos del término «Israel» o paralelos a este. Si a la Iglesia se le llama la «simiente de Abraham», es descrita como «la verdadera circuncisión», es explicada como el único «olivo», y se hace referencia a esta como los verdaderos «judíos», parece visiblemente absurdo sostener que esto es insignificante para el presente debate. Simplemente está mal que MacArthur ignore el uso de los sinónimos bíblicos de «Israel» cuando la mayor parte de la defensa de sus oponentes se basa precisamente en el uso de tales sinónimos. Además, semejante indiferencia representa mal la verdadera amplitud de la evidencia bíblica que está a favor de ver la Iglesia como el Israel de Dios. CAPÍTULO SIETE Gálatas 6:16 M ientras leo el debate entre los dispensacionalistas y quienes ellos llaman suplantacionistas, enfrento una sensación casi de desesperanza para publicar el verdadero significado de Gálatas 6:16. La causa de esta desesperación incipiente no es que piense que el texto no es claro. Ha sido indiscutiblemente claro para mí desde que me topé con él en la universidad mientras reexaminaba el dispensacionalismo en el cual había sido criado desde niño. Mi «desesperación» se debe más bien a la creatividad con la que los dispensacionalistas han defendido tercamente la idea de que la frase «Israel de Dios» en el texto no puede referirse a la Iglesia. ¿Qué, pues, puedo añadir a los volúmenes que ya se han escrito sobre este texto en contra del dispensacionalismo? Quizá nada; pero, escrito está: «La exposición de tus palabras imparte luz» {Sal. 119:130}. Entonces, permítame volver a intentar dejar claro a mis hermanos dispensacionalistas que el Israel de Dios es y tiene que ser una referencia a la Iglesia de Cristo. Dos cosas pueden ayudarme en esta tarea. En primer lugar, deseo evitar atacar un espantapájaros. Mucho de lo que ya he escrito acerca del manifiesto milenarista de MacArthur ha sido una objeción ampliada, y espero que amable y respetuosa, en contra de esto mismo {atacar espantapájaros} en el mensaje de MacArthur. Él ha demolido exitosamente un espantapájaros en su mensaje. Sin embargo, no ha demolido la verdadera postura amilenarista. No deseo que se me culpe de lo mismo. Por lo tanto, permítame citar del sitio web de alguien que pienso representa la postura de MacArthur y el Master’s Seminary. Michael J. Vlach es profesor de teología en el Master’s Seminary en Sun Valley, California. Es también fundador y presidente de < TheologicalStudies.org > , un sitio web de avanzada dedicado a proveer artículos, noticias e información de calidad relacionados con la teología cristiana. Vlach trata específicamente con el problema de Gálatas 6:16 en su sitio web: Gálatas 6:16 ― Pablo se está refiriendo a los judíos cristianos en su mención del «Israel de Dios». Él reprendió duramente a los judaizantes quienes decían que la circuncisión era necesaria para la salvación, pero reconoce a aquellos judíos en Galacia que no habían seguido a los judaizantes en su error. Estos judíos cristianos son el verdadero «Israel de Dios». Ronald E. Diprose: «Gálatas 6:16 es un fundamento insuficiente para basar un concepto teológico innovador como es entender que la Iglesia es el nuevo y/o verdadero Israel».[35] Esta cita es significativa porque Vlach, al igual que MacArthur, cita a Ronald Diprose para apoyar su llamada «postura antisuplantacionista». Recuerde lo que MacArthur dijo en su mensaje: Para su lectura, sugiero {trad. no oficial} Israel y la Iglesia[36] por Ronald Diprose. Debemos tener algunas copias en la librería. La primera vez que se publicó estaba en italiano. Era una disertación doctoral. No tiene conexión alguna con el dispensacionalismo tradicional. Es una obra realmente buena sobre la teología del reemplazo. La asociación de Vlach con The Master’s Seminary y la cita de Diprose provee muchísima razón para pensar que Vlach está representando la postura de MacArthur respecto a Gálatas 6:16. De todos modos, realmente no hay ninguna otra postura que alguien que defienda la perspectiva de Vlach pudiera adoptar referente a este pasaje. Por tanto, espero que al citar la exégesis de Vlach y Diprose evite atacar un espantapájaros. La segunda ayuda a la que apelaré para progresar en definir «Israel de Dios» es el contexto del pasaje en cuestión. Me apego (y espero que cada uno de los involucrados en este debate se apegue) a la idea de que el verdadero significado de una palabra, frase u oración es su significado dentro de su contexto. En este sentido, el contexto es el rey en la interpretación bíblica. El contexto es el que tiene que determinar, y sí que determina, el significado específico de una palabra. Dentro del campo semántico de un vocablo, el contexto es el que determina el matiz específico que le atribuimos a una palabra o frase en cualquier caso. La aplicación de este principio a Gálatas 6:16 es bastante sencilla en realidad. Aunque reconocemos que «Israel» podría significar, y en algunos contextos sí significa, la nación física o el pueblo étnico de Israel, la pregunta es si este es su significado en Gálatas 6:16.[37] Por ejemplo, reconocí en un capítulo anterior que el significado de «Israel» en Romanos 11 es, de hecho, étnico o nacional. Sin embargo, la pregunta sigue en pie ― si este es su significado allí en Gálatas 6:16. Mi respuesta es ― absolutamente no. En Gálatas 6:16, «Israel» no se refiere exclusivamente a los judíos étnicos, sino a toda la Iglesia de Cristo.[38] El contexto es el que demanda esta aseveración. Pero, permítame anticipar la objeción de Diprose citada por Vlach. Diprose escribe: «Gálatas 6:16 es un fundamento insuficiente para basar un concepto teológico innovador como es entender que la Iglesia es el nuevo y/o verdadero Israel». Diprose considera que mi entendimiento del «Israel de Dios» es innovador. MacArthur incluso dice que solo Romanos 9:6 y el pasaje que estamos estudiando ahora son citados como prueba de que esta frase es una referencia a la Iglesia. En el resto del libro, mostraré que tal referencia no se basa solo en Gálatas 6:16; ni en Romanos 9:6 solamente. Más bien, esta postura tiene una base mucho más amplia tanto en los otros usos de «Israel» en el Nuevo Testamento como en el hecho de que los diversos sinónimos de «Israel» se usan para hacer referencia a la Iglesia. Por tanto, aunque solamente examino el contexto inmediato de Gálatas 6:16 en mi siguiente interpretación, estoy seguro de que esta contará con el respaldo del contexto más amplio del Nuevo Testamento mismo. Para empezar, permítame declarar mi método interpretativo para Gálatas 6:16. La frase en cuestión, «Israel de Dios», aparece casi al final de la carta en el versículo 16. Además, no parece haber nada significativo para nuestro debate en el resto de la carta después del uso de esta frase. Por lo tanto, mi estrategia para interpretar esta frase clave será leer cuidadosamente la carta de atrás hacia delante. Al hacerlo así, veremos cómo el contexto inmediato y distante de la carta arroja luz sobre lo que Pablo quiere decir con «Israel de Dios». Cuando utilizamos esta estrategia de leer la epístola de atrás hacia delante, una sorprendente observación salta a la vista. En el contexto inmediatamente precedente a Gálatas 6:16, Pablo está sosteniendo una polémica en contra de quienes estaban obligando a los gálatas a circuncidarse (Gál. 6:12). Pablo prosigue esta polémica afirmando que quienes hacen esto no guardan la ley ellos mismos (Gál. 6:13). Él entonces asevera que el verdadero gloriarse del cristiano es la crucifixión de Cristo, no la circuncisión de su carne (Gál. 6:14). Después de esto, Pablo enfáticamente declara que, en Jesucristo, ni la circuncisión ni la incircuncisión importan, sino una nueva creación (Gál. 6:15). Ahora bien, en este contexto, ¿acaso no sería sorprendente ― por no decir más— que Pablo termine su polémica haciendo referencia a un subgrupo de cristianos que se distinguen precisamente por su circuncisión? ― Piénselo. Pablo acaba de decir que la circuncisión de nada vale en Cristo. Pero ahora, según la interpretación dispensacionalista, en el mismísimo versículo siguiente, Pablo supuestamente hace distinción entre cristianos judíos y gentiles al otorgar exclusivamente a los cristianos judíos el título honorífico de «Israel de Dios». Y lo hace solamente con base en la circuncisión de estos últimos en contraste con la incircuncisión de los cristianos gentiles. Esto sería algo sorprendente y, ciertamente, antinatural en extremo en el actuar de Pablo ― especialmente en este contexto. Es más, no debemos pasar por alto la relación paralela entre las frases «nueva creación» e «Israel de Dios». La Iglesia es descrita como una nueva creación.[39] Es la nueva creación ― no la circuncisión ni la incircuncisión — lo que hace a un hombre ser miembro del Israel de Dios. Entonces, hacer que la circuncisión física sea un requisito previo necesario para la membresía en el Israel de Dios ignora el contexto más cercano. Mientras continuamos leyendo la epístola cuidadosamente de atrás hacia delante, Gálatas 5:1‑12 nos recuerda que la polémica en contra de quienes practican la circuncisión está presente en toda la carta dirigida a estas iglesias de mayoría gentil. Algunas declaraciones de muestra tomadas del pasaje demostrarán este punto: Gálatas 5:2 ― Mirad, yo, Pablo, os digo que si os dejáis circuncidar, Cristo de nada os aprovechará. Gálatas 5:3 ― Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a cumplir toda la ley. Gálatas 5:6 ― Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión significan nada, sino la fe que obra por amor. Gálatas 5:11 ― Pero yo, hermanos, si todavía predico la circuncisión, ¿por qué soy perseguido aún? En tal caso, el escándalo de la cruz ha sido abolido. ¿Qué relevancia tienen estos versículos para Gálatas 6:16? En primer lugar, note el paralelo entre 5:6 y 6:15. Una vez más, se asevera enfáticamente la total insignificancia de la circuncisión física con respecto a Cristo Jesús. Es la fe que obra por el amor, en vez de la circuncisión, la que marca a los beneficiarios de las bendiciones del pacto de Dios en Cristo. En segundo lugar, y notable también en el contexto de 5:1‑12, es el rechazo positivo de Pablo a que se circuncidaran. Circuncidarse en el contexto de Gálatas significa que Cristo de nada os aprovechará. Por supuesto, en otros contextos, Pablo podría tomar a alguien como Timoteo y circuncidarlo; pero, en el contexto gálata, esto era un asunto completamente diferente. Y, arriesgándome a señalar aquello que es obvio, Gálatas 6:16 no está en otro contexto. Por lo tanto, en este contexto, atribuir exclusivamente la frase «Israel de Dios» a los cristianos judíos es insinuar que solo la circuncisión haría a un cristiano miembro del Israel de Dios. De nuevo, esto es contrario a toda la idea central del argumento de Pablo. En realidad, hay solo dos posibilidades disponibles para la postura dispensacionalista. O es significativo ser miembro del Israel de Dios, o no lo es. Si es insignificante, ¿por qué Pablo se molesta en mencionarlo? ¿Por qué Pablo confiere un título tan honorífico a los cristianos judíos en contraste con los cristianos gentiles si tal membresía es insignificante? Por otro lado, si es significativo formar parte del Israel de Dios, nos quedamos con una conclusión sorprendente. Justo al final de su carta, Pablo implícitamente estaría promoviendo la circuncisión física. Pues, en la interpretación dispensacionalista, uno no puede ser miembro del Israel de Dios sin la circuncisión. Es imposible pensar que Pablo haría esto precisamente en la Epístola a los Gálatas. Mientras continuamos leyendo Gálatas cuidadosamente de atrás hacia delante, nos encontramos con 4:21‑31. Como resultado, tropezamos con más problemas aún para la interpretación dispensacionalista. En Gálatas 4:28, Pablo describe a los gálatas gentiles como «hijos de la promesa» (un hecho bastante significativo para la interpretación de Romanos 9:6, como se verá). Él también deja claro la naturaleza de la promesa. Esta es la promesa del pacto para la Jerusalén de arriba, la cual es libre y madre de todos los cristianos incluyendo a los gálatas que eran gentiles (Gál. 4:25-26). Ahora bien, no forma parte de nuestro propósito debatir la naturaleza de la hermenéutica de Pablo en este punto. Sin embargo, hay algo que claramente viene al caso. Excluir a los cristianos gentiles del Israel de Dios en 6:16 es paralelo a excluirlos de ser hijos de la promesa en 4:28. De hecho, los dispensacionalistas hacen exactamente lo mismo en Romanos 9:6. No obstante, Pablo lo deja claro como el agua en este texto. Es imposible evitar la conclusión de que los cristianos gentiles son merecedores de la descripción de «hijos de la promesa» e hijos de la verdadera Jerusalén. La clase de distinción que el dispensacionalismo atribuye a la frase «Israel de Dios» es totalmente ajena a Pablo. Yendo más allá, nuestro viaje de atrás hacia delante a través de Gálatas nos lleva a 3:29. Con este texto, encontramos la aseveración de que todos los que son de Cristo, linaje de Abraham son. En este contexto, Pablo enfatiza que las distinciones entre judío y griego son insignificantes con respecto a este asunto (3:28). No puede haber duda (y, ciertamente, muchos dispensacionalistas no niegan) que la simiente de Abraham incluye a todos los cristianos. Esto puede no parecerles inconsistente o extraño, pero a nosotros sí. ¿Realmente tenemos que decir que los cristianos gentiles no son parte del Israel de Dios, pero sí son del linaje de Abraham? ¿En qué extraña distinción dispensacionalista entre Abraham e Israel se basa semejante contraste? Más allá encontramos una aseveración similar en Gálatas 3:7, donde los cristianos gentiles son llamados «hijos de Abraham». Otra vez preguntamos: ¿Sobre qué base tenemos que interpretar una frase como «Israel de Dios» con literalidad estricta e inflexible? Sin embargo, hemos de creer que no debemos interpretar frases como «hijos de Abraham» o «simiente de Abraham» con una hermenéutica literalista similar. Esto es aún más inexplicable y arbitrario a la luz de la constante equivalencia en el Antiguo Testamento entre la simiente de Abraham, la simiente de Isaac y el Israel nacional. Además, permítame añadir que los primeros dos capítulos de Gálatas son consistentes con todo esto también. Pues, en los primeros dos capítulos vemos el inicio de la polémica de Pablo en contra de los que practican la circuncisión. A la luz del contexto de Gálatas 6:16 en la carta, considerada en su totalidad, hay motivos más que suficientes para rechazar el entendimiento dispensacionalista de la frase «Israel de Dios». En cambio, deberíamos considerar que es semánticamente paralela a «hijos de Abraham», «linaje de Abraham», «hijos de la promesa» y ser hijos de la Jerusalén de arriba. En ninguna de estas frases se pone en duda que los cristianos gentiles están incluidos. No debe haber tal duda acerca del Israel de Dios en Gálatas 6:16. La única razón por la que MacArthur y sus hermanos dispensacionalistas excluyen a los gentiles del Israel de Dios en 6:16 es las restricciones doctrinales del sistema dispensacionalista ― no las restricciones exegéticas de la Escritura. Toda la carta es una polémica en contra de los judaizantes, quienes insistían en la necesidad de la circuncisión física para el cristianismo auténtico y la verdadera membresía en el pueblo de Dios. Por lo tanto, cuando los dispensacionalistas argumentan que la circuncisión física es necesaria para la membresía en el Israel de Dios no están en sintonía con el argumento de la epístola entera. Excurso: Del significado de «kai» en la frase «y [kai] sobre el Israel de Dios» en Gálatas 6:16 Hay dos formas posibles (en teoría) de entender la frase en cuestión. En primer lugar, puede traducirse: «...y sobre el Israel de Dios». Esta traducción sugiere y apoya el entendimiento dispensacionalista del texto. Apoya la afirmación de que hay dos grupos distintos a los que Pablo da su bendición: (1) los que anden conforme a esta regla y (2) el Israel de Dios. Esta traducción distingue así entre el Israel de Dios (grupo 2) y los que anden conforme a la regla (grupo 1). La segunda traducción posible de la frase dice: «...para ser específico, sobre el Israel de Dios». Esta traducción de «kai» no hace distinción entre el Israel de Dios y los que anden conforme a la regla; por el contrario, identifica el Israel de Dios con los que anden conforme a la regla. Por tanto, esta {última} traducción apoya la idea de que un solo grupo está en mente ― la Iglesia cristiana identificada allí como el Israel de Dios. Como comenté anteriormente, presupuse desde un inicio que no habría disputa alguna acerca de este segundo significado de «kai» y la legitimidad de mi entendimiento del texto. Pensé que todos, aunque no estuvieran de acuerdo necesariamente con mi interpretación, reconocerían que «kai» podía entenderse de este modo sin ser inconsistentes con su significado y uso en el Nuevo Testamento. En otras palabras, pensé que todos concederían que el significado de la conjunción griega «kai» era lo suficientemente amplio como para admitir sin lugar a dudas que esta frase podría traducirse: «...para ser específico, sobre el Israel de Dios». Sinceramente, no pensé que alguien pudiera retar la plausibilidad de una fuerza aposicional o epexegética de «kai» en esta frase. Esto ocasionó un debate tan prolongado acerca del tema entre mis correspondientes que fui convencido de la importancia de un excurso sobre el significado de «kai» en Gálatas 6:16. En este excurso me propongo hacer dos cosas. En primer lugar, mostrar que el significado epexegético o aposicional de «kai» en esta frase no es socavado porque tal uso de «kai» sea relativamente raro. En segundo lugar, demostrar que el significado interno del texto en el que aparece la frase (Gál. 6:16) exige que interpretemos «kai» con una fuerza epexegética o aposicional. Para comenzar, permítame mostrar cómo el significado epexegético o aposicional de «kai» en esta frase no es socavado porque tal uso de «kai» sea relativamente raro. Uno de mis correspondientes cuestionó mi exégesis de «kai» en Gálatas 6:16 asegurando que yo estaba presuponiendo «un uso extremadamente raro de la conjunción griega “kai”». Estaba bastante sorprendido por esa aseveración, como también lo estaban varios otros correspondientes. He aquí mi respuesta: aunque el uso epexegético o aposicional de «kai» es relativamente raro (no extremadamente raro como mi correspondiente sugirió), aun así, está bien certificado en los diccionarios comunes. El diccionario estándar {trad. no oficial} Léxico griego–inglés del Nuevo Testamento y otra literatura de los primeros cristianos[40] presenta una lista de los significados de «kai» dividida en dos grupos de acepciones. Ambos grupos incluyen, como una definición común, un significado que sustenta la interpretación que le he dado a la frase en cuestión.[41] El primer grupo de acepciones incluye y sustenta una subacepción con función explicativa {conjunción explicativa}, y comenta: «una palabra o cláusula está conectada mediante «kai» a otra palabra o cláusula con el fin de explicar lo que va antes»; y presentan los diferentes significados de «kai» según esta subacepción: «and so {entonces}», «that is {es decir}» y «namely {a saber}». Un posible significado según el enfoque del pacto para Gálatas 6:16 es: «...a saber o es decir, sobre el Israel de Dios». En el segundo grupo de acepciones incluyen la subacepción con función especificativa «even {para ser específico}». Este uso de «kai» también es consistente con la interpretación pactual y se puede traducir como: «...para ser específico, sobre el Israel de Dios». Por lo tanto, creo que la objeción (que el uso que presupongo es extremadamente raro) representa mal los hechos del caso. Este uso puede ser infrecuente e incluso en algún sentido raro en comparación con el resto, pero está bien certificado. La descripción «extremadamente raro» socava esta realidad. En mi opinión, quien desapruebe la interpretación pactual de Gálatas 6:16 con base en dicha objeción, en realidad está dejando que la falsa «hermenéutica de gobierno por mayoría» controle su exégesis. Como mencioné anteriormente, los significados de ángel o gobernante humano para «elohim» (que casi siempre quiere decir Dios o dios) pueden ser mucho más raros, si nos guiamos por puros porcentajes, que los usos explicativos y especificativos de «kai»; y es incuestionable que, en algunos pasajes, elohim no puede significar Dios (Sal. 8:5; 82:6). [42] En segundo lugar, permítame demostrar que el significado interno de Gálatas 6:16 demanda que interpretemos «kai» con una fuerza epexegética o aposicional. Ahora le pido al lector que note la aparición de la palabra ὅσος , que significa tantos como, todos ― ni más ni menos—, todos aquellos que, todos los que, en la frase en griego: ὅσοι τῷ κανόνι τούτῳ στοιχήσουσιν (lit. «todos los que anden conforme a esta regla»). Su aparición sugiere la explicación aposicional o epexegética. Si Pablo ya ha deseado que todos los que anden conforme a esta regla tengan paz y misericordia, ¿por qué es necesario añadir un grupo adicional que ya está incluido en la bendición inicial? Tiene más sentido pensar que Pablo está aclarando que quienes anden conforme a esta regla son el Israel de Dios. Permítame ampliar y aclarar lo que acabo de escribir. Estoy afirmando que la gramática interna de Gálatas 6:16 exige, o al menos sugiere con fuerza, el significado de a saber o para ser específico para «kai». Ambas lecturas del texto («y sobre el Israel de Dios» o «para ser específico, sobre el Israel de Dios») son perfectamente legítimas desde un punto de vista gramatical. En otras palabras, ambas (en teoría) son lecturas posibles de este versículo en griego. Pero, hay un indicio interno en el texto mismo que apunta a que la perspectiva del pacto es la correcta. La primera parte del texto contiene una palabra griega que no es traducida con claridad en la NASB,[43] y significa todos los que. Si tiene una KJV[44], una NKJV[45] o una ESV,[46] verá esta palabra traducida más claramente. Por ejemplo, la KJV antigua dice: «And as many as walk according to this rule, peace be on them, and mercy, and upon the Israel of God» {«Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz sea sobre ellos, y misericordia, y sobre el Israel de Dios»}. Y, ¿por qué esto es importante? Bueno, si Pablo ya ha dado la bendición a todos los que anden conforme a esta regla, entonces, ¿por qué necesita decir ― como la interpretación dispensacionalista le hace decir— «y también sobre el Israel de Dios»? En otras palabras, esta interpretación hace superfluas las últimas palabras del texto. Los judíos cristianos ya andaban conforme a la regla como cristianos verdaderos. Por tanto, no es necesario añadir «también sobre el Israel de Dios». Después de tratar con esta consideración de Gálatas 6:16 y entrar en debate con la correspondencia al respecto, me resultó grato descubrir que O. Palmer Robertson estaba de acuerdo con la postura de que la gramática del texto realmente apoya y exige el significado epexegético de «kai» que aquí se defiende. Robertson comenta: La única explicación para la frase de Pablo, «el Israel de Dios», que satisface tanto el contexto como la gramática del pasaje, también comienza por entender la conjunción griega «kai» como epexegética de «todos los que anden conforme a este canon».[47] En conclusión, entonces, el significado epexegético no es solo admisible, sino que es la opción más satisfactoria teniendo en cuenta el significado interno del pasaje. Una vez más, el dispensacionalismo tiene que hacer una distinción dentro del texto que el texto mismo no requiere. CAPÍTULO OCHO Romanos 9:6 E n este análisis de Romanos 9:6, usaré las mismas dos estrategias que mencioné con relación a Gálatas 6:16. En primer lugar, quiero evitar atacar un espantapájaros. Luego, quiero asegurarme de tener por guía el contexto en mi interpretación de este pasaje clave. Para evitar atacar un espantapájaros, permítame citar de nuevo el sitio web de Vlach como representativo de la postura de MacArthur: Romanos 9:6 ― los judíos creyentes son el verdadero Israel espiritual. Como afirman William Sanday y Arthur C. Headlam: «Pero San Pablo no tiene allí la intención de distinguir un Israel espiritual (o sea, la Iglesia Cristiana) del Israel según la carne, sino manifestar que las promesas hechas a Israel podían cumplirse, incluso si algunos de sus descendientes fueran excluidos de las mismas. Lo que él afirma es que no todos los descendientes físicos de Jacob son necesariamente herederos de las promesas Divinas que están implícitas en el nombre sagrado Israel {cursivas añadidas}». [48] Este comentario es apoyado con la siguiente nota al pie: William Sanday and Arthur C. Headlam, The Epistle to the Romans {trad. no oficial: La Epístola a los Romanos}, ICC (New York: Charles Scribner’s Sons, 1923), 240. Véase también Douglas Moo, The Epistle to the Romans {título oficial: Comentario a la Epístola de Romanos}, NICNT (Grand Rapids: Eerdmans, 1996), 574. En cuanto a Rom. 9:6, Gutbrod escribe: «No se nos dice allí que los cristianos gentiles son el verdadero Israel. La distinción en Rom. 9:6 no va más allá de lo que se presupone en Jua. 1:47...». Walter Gutbrod, «’Israhl, k. t. l.», en Theological Dictionary of the New Testament {trad. no oficial: Diccionario teológico del Nuevo Testamento}, vol. 3, ed. Gerhard Kittel (Grand Rapids: Eerdmans, 1965), 387 [letra negrita añadida].[49] Al igual que con Gálatas 6:16, vemos de nuevo la exclusión intencional de los gentiles del Israel de Dios. A continuación, al usar el contexto para entender este pasaje clave, debo hacer cuatro observaciones acerca de la declaración de Romanos 9:6. Para lograr este objetivo, veremos lo que denominaré el contexto inmediato, el contexto cercano, el contexto distante en Romanos y el contexto más amplio del Nuevo Testamento de este pasaje. Entonces, para comenzar, permítame citar este pasaje {Rom. 9} con algo de su contexto inmediato: (1) Digo la verdad en Cristo, no miento, dándome testimonio mi conciencia en el Espíritu Santo, (2)de que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. (3)Porque desearía yo mismo ser anatema, [separado] de Cristo por amor a mis hermanos, mis parientes según la carne, (4)que son israelitas, a quienes pertenece la adopción como hijos, y la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el culto en el templo[50] y las promesas, (5)de quienes son los patriarcas, y de quienes, según la carne, procede el Cristo, el cual está sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén. (6)Pero no [es] que la palabra de Dios haya fallado. Porque no todos los [descendientes] de Israel son Israel; (7)ni son todos hijos por ser descendientes de Abraham, sino que POR ISAAC SERA LLAMADA TU DESCENDENCIA. (8)Esto es, no son los hijos de la carne los que son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son considerados como descendientes. El contexto inmediato El punto de Pablo en este pasaje es claro. Está explicando un obstáculo para la aceptación del evangelio de Cristo. El obstáculo en cuestión está relacionado con el hecho de que la vasta mayoría del pueblo de Israel en el Antiguo Pacto, a quienes fueron hechas las promesas, ha rechazado el evangelio. ¿Cómo pudo ocurrir esto? ¿Cómo pudo ocurrir precisamente en consonancia con la veracidad del evangelio? Pablo sostiene una respuesta uniforme a este problema allí y a lo largo de Romanos 9‑11. Desde el inicio de los tratos de Dios con la nación de Israel, las promesas siempre han sido para el remanente creyente de la nación judía, no para cada descendiente de Abraham o de Israel según la carne. En el contexto inmediato, Pablo prueba esto con dos citas y ejemplos del Antiguo Testamento: el contraste entre Isaac e Ismael y el contraste entre Jacob y Esaú. Luego argumentará que su propio ejemplo como creyente en el evangelio de Cristo y el relato de Elías en el Antiguo Testamento prueban también que Dios no ha abandonado Sus promesas a Israel. Al contrario, Él las está cumpliendo con el remanente elegido (Rom. 11:1‑6). Por lo tanto, hay que reconocer que el objetivo principal de Pablo allí no es probar que ahora los gentiles están incluidos en el Israel de Dios. Hasta este punto, Vlach y MacArthur están en lo correcto. El objetivo principal de Pablo no es probar que los cristianos gentiles son parte del Israel de Dios, sino más bien que hay un remanente entre los israelitas étnicos en quienes se cumple la promesa de Dios. Sin embargo, esto para nada es lo mismo que probar que la inclusión de cristianos gentiles en el Israel de Dios no es una implicación allí. Aunque algo puede no ser el objetivo principal de una declaración dada, aun así, puede estar implícito. Hay dos cosas en el contexto inmediato que realmente proveen un fundamento para tal implicación. La primera es que hay claramente un énfasis en la elección personal hecha por Dios de Isaac y Jacob para salvación (9:11‑13). Esto al menos abre la puerta a la idea de que los gentiles elegidos para salvación están incluidos en el Israel de Dios. La segunda es que, en el contexto inmediato, hay un énfasis en el nacimiento sobrenatural de la verdadera simiente de Abraham (9:7‑9). No es la capacidad según la carne, sino la poderosa promesa de Dios la que da a luz la verdadera simiente de Abraham. Esto evoca una declaración similar en Juan 1:11‑13 ― (11)A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. (12)Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, [para ser específico],[51] a los que creen en su nombre, (13)que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios. Los hijos de Dios son nacidos del Espíritu ― no de la carne—; y todos los que {v. 12} reciben a Cristo, nacen de esta manera. Son hijos de Dios y simiente verdadera de Abraham. Así que, tanto el énfasis en la elección personal para salvación como un nacimiento sobrenatural crean un fundamento por el que puede pensarse que los gentiles están incluidos en el Israel de Dios. El contexto cercano Por contexto cercano me refiero a las declaraciones que más adelante en Romanos 9 incluyen explícitamente a los gentiles en el pueblo de Dios. Considere Romanos 9:23‑26 ― (23)[Lo hizo] para dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano El preparó para gloria, (24) [para ser específico],[52] nosotros, a quienes también llamó, no sólo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles. (25)Como también dice en Oseas: A LOS QUE NO ERAN MI PUEBLO, LLAMARE: «PUEBLO MIO», Y A LA QUE NO ERA AMADA: «AMADA [mía]». (26)Y ACONTECERA QUE EN EL LUGAR DONDE LES FUE DICHO: «VOSOTROS NO SOIS MI PUEBLO», ALLI SERAN LLAMADOS HIJOS DEL DIOS VIVIENTE. Este pasaje afirma que ahora los gentiles están incluidos en el pueblo de Dios con los israelitas elegidos. Ahora bien, a los dispensacionalistas contemporáneos les gusta decir que los gentiles tienen parte en las bendiciones del pacto con Israel sin llegar a ser realmente parte de Israel. Considere las declaraciones de Vlach sobre este tema: Efesios 2:11‑22 demuestra que los gentiles que solían estar alejados de Dios ahora han sido hechos cercanos a Dios por causa de Cristo. Así que el estatus soteriológico de los gentiles creyentes ha cambiado. Ahora tienen parte con Israel en los pactos y promesas de Israel, pero no se convierten en Israel. Romanos 11:17‑24 enfatiza que ahora los gentiles están relacionados con las promesas de Dios. Así que hay una unidad soteriológica entre judíos y gentiles creyentes; pero esto no indica que ahora la Iglesia sea el verdadero Israel. Hay una diferencia entre decir que los gentiles participan con Israel en los pactos de Israel y reclamar que los gentiles creyentes se convierten en Israel. Los gentiles son partícipes de los pactos; no sustitutos. Este pasaje no descarta un papel futuro para el Israel nacional ni indica que ahora la Iglesia es Israel.[53] Romanos 9:23‑26 sugiere con fuerza que tales distinciones son falaces; que ahora los gentiles elegidos están incluidos en lo que Oseas llama el pueblo de Dios, y que son contados entre los hijos del Dios viviente. Los gentiles elegidos no son un ayudante gentil para el pueblo de Dios. Ellos mismos son parte del pueblo de Dios. El nombre de ese pueblo (entre muchos otros nombres) es Israel. El contexto distante en Romanos Ahora hago referencia a las declaraciones de Romanos confirman las conclusiones que acabo de mencionar: 2:25‑29 que (25) Pues ciertamente la circuncisión es de valor si tú practicas la ley, pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión se ha vuelto incircuncisión. (26)Por tanto, si el incircunciso cumple los requisitos de la ley, ¿no se considerará su incircuncisión como circuncisión? (27) Y si el que es físicamente incircunciso guarda la ley, ¿no te juzgará a ti, que aunque tienes la letra [de la ley] y eres circuncidado, eres transgresor de la ley? (28)Porque no es judío el que lo es exteriormente, ni la circuncisión es la externa, en la carne; (29) sino que es judío el que lo es interiormente, y la circuncisión es la del corazón, por el Espíritu, no por la letra; la alabanza del cual no procede de los hombres, sino de Dios. A Pablo no le bastó decir meramente que la circuncisión física viene a ser equivalente a la incircuncisión física si uno no practica la ley fielmente. No, él va más allá. Lo contrario también es cierto. En el versículo 26, Pablo pregunta si el incircunciso que guarda las ordenanzas de la ley no será considerado como circuncidado. La respuesta que claramente se presupone es «sí». Pablo entonces prosigue aseverando un punto de vista que es idéntico al que encontramos repetidamente en Gálatas 6:16 y 5:6. Hay una completa desestimación de la circuncisión física. La verdadera circuncisión ― Pablo añade— y la verdadera judaicidad son por entero una cuestión del corazón. Uno no es constituido tan solo un ayudante de la verdadera circuncisión o de la nación judía al ser nacido del Espíritu. Uno realmente es constituido parte de la verdadera circuncisión y de la nación judía verdadera. El contexto más amplio en el Nuevo Testamento Regresamos ahora a Gálatas 4:28 y su contexto inmediato (Gál. 4:26‑29): (26) Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésta es nuestra madre. Porque escrito está: REGOCIJATE, OH ESTERIL, LA QUE NO CONCIBES; PRORRUMPE Y CLAMA, TU QUE NO TIENES DOLORES DE PARTO, PORQUE MAS SON LOS HIJOS DE LA DESOLADA, QUE DE LA QUE TIENE MARIDO. (28)Y vosotros, hermanos, como Isaac, sois hijos de la promesa. (29)Pero así como entonces el que [nació] según la carne persiguió al que nació según el Espíritu, así también [sucede] ahora. (27) Gálatas 4:28, con un lenguaje casi idéntico al de Romanos 9:7, identifica a los cristianos gálatas gentiles como «hijos de la promesa». Tanto la palabra griega para «promesa» como la palabra griega para «hijos» usadas en Romanos 9:7, se usan en Gálatas 4:28. En Romanos 9:7, el verdadero Israel es identificado como los hijos de la promesa. En Gálatas, tenemos entonces una refutación explícita de la idea dispensacionalista de que los gentiles no son parte del verdadero Israel. Este último está compuesto por los hijos de la promesa. Los hijos de la promesa incluyen a los cristianos gentiles. Conclusión Considere el aprieto en el que estos textos ponen a Vlach, MacArthur y los dispensacionalistas contemporáneos. Tienen que sostener que un lenguaje como el de «hijos de la promesa», «pueblo mío», «hijos del Dios viviente» y «la circuncisión» incluye, en cada caso, a los cristianos gentiles; pero que el término «Israel» no los incluye. «Israel» es definido como «los hijos de la promesa». Sin embargo, hemos de creer que ― a diferencia de la frase «los hijos de la promesa»— «Israel» no incluye a los gentiles. «Israel» y «la circuncisión» son sinónimos (Jer. 9:25‑26; Efe. 2:11‑12; Flp. 3:5); pero, aunque «la verdadera circuncisión» incluye a los gentiles, el término «Israel» no los incluye. «Israel» era el «hijo» de Dios. Aunque la frase «hijos del Dios viviente» ahora incluye a los gentiles, el término «Israel» no los incluye. Los gentiles son parte de «el pueblo de Dios», y uno de los nombres del pueblo de Dios era «Israel». Sin embargo, aunque la frase «el pueblo de Dios» incluye a los gentiles, el término «Israel» no puede incluirlos, y no los incluye {según los dispensacionalistas}. Tales distinciones ― para decirlo lo más cortésmente posible— son imposibilidades exegéticas. CAPÍTULO NUEVE 1 Corintios 10:18 y 12:2 E n su mensaje, John MacArthur argumenta que los amilenaristas solo tienen dos pasajes (además de Rom. 11:26) a los que apelar para mostrar que la Iglesia es Israel. He argumentado que este enfoque ignora los sinónimos de «Israel» usados en todo el Nuevo Testamento para describir la Iglesia. También he argumentado que tanto Gálatas 6:16 como Romanos 9:6 afirman con mayor o menor explicitud que la Iglesia es Israel. Ahora deseo ir más allá y argumentar que MacArthur también ignora varios otros pasajes que dan indicios o realmente aseveran que la Iglesia Cristiana es el Israel de Dios. Antes de ir al pasaje principal y más explícito, deseo señalar dos pasajes adicionales que, a la luz del resto del Nuevo Testamento, sugieren con fuerza que la Iglesia es el Israel de Dios. Son pasajes que a menudo se pasan por alto, pero cuyas implicaciones ― desde mi punto de vista— son inequívocas. Uno de estos pasajes usa el término «Israel» y el otro usa el término opuesto «gentiles». Ambos se encuentran en la primera epístola de Pablo a los Corintios. En primer lugar, examinemos 1 Corintios 10:18. La KJV provee una traducción literal de este versículo: «Behold Israel after the flesh» {Mirad a Israel según la carne}.[54] Debería notarse que esta traducción es mucho más preferible que la de la NASB: «Look at the nation Israel» {Mirad a la nación de Israel}, la cual disfraza y oscurece las palabras griegas que deberían ser traducidas como «según la carne». La NIV[55] también disfraza este lenguaje y dice: «Consider the people of Israel» {Consideren al pueblo de Israel}.[56] La ASV[57] y la NKJV siguen la traducción más literal de la KJV. ¿Por qué esto es tan importante? Los estudiantes de Pablo reconocerán en la frase preposicional «según la carne» ― kata sarka — el familiar contraste paulino entre lo que es según la carne y lo que es según el Espíritu (véase, además, Rom. 1:3‑4; 2:28‑29; 7:5‑6, 14; 8:4, 5, 6, 9, 12‑13; 1 Cor. 3:1; Gál. 3:3; 4:29; 5:16, 17; 6:8; Flp. 3:3‑4; y 1 Tim. 3:1). ¿Qué significa esto? Cuando Pablo habla de «Israel según la carne», da a entender directamente que hay un Israel según el Espíritu. Como hemos visto, esta no puede ser una referencia a los judíos cristianos meramente; tiene que ser una referencia a todos los que no son nacidos según la carne, sino del Espíritu (Jua. 1:11‑13). En otras palabras, tiene que ser una referencia a la Iglesia de Cristo. Por lo tanto, en 1 Corintios 10:18, tenemos un uso de «Israel» que implícitamente, pero muy sugerentemente, se refiere a la Iglesia cristiana. Hay que reconocer que el segundo pasaje que tengo en mente (1 Corintios 12:2) no usa el término «Israel»; pero sí usa el antónimo de (o lo opuesto a) «Israel» ― o sea, usa el término «gentiles». En todo el Nuevo Testamento, Israel es frecuentemente contrastado con las naciones gentiles. Sin embargo, de nuevo, las verdaderas implicaciones de 1 Corintios 12:2 son disfrazadas por las ― no útiles— paráfrasis del lenguaje de dicho pasaje en algunas traducciones. La NASB dice lo siguiente: «You know that when you were pagans, you were led astray to the mute idols, however you were led» {Ustedes saben que cuando eran paganos, eran extraviados en pos de los ídolos mudos, comoquiera que fueran conducidos}. La NIV también sigue esta traducción en el punto clave. Sin embargo, la ASV y la NKJV hacen una traducción más literal del griego. La ASV traduce: «Ye know that when ye were Gentiles ye were led away unto those dumb idols, howsoever ye might be led» {Ustedes saben que cuando eran gentiles, eran descarriados en pos de esos ídolos mudos, comoquiera que fueran conducidos}. Allí se usa la palabra griega común para «gentiles».[58] No es necesario debatir si la traducción («paganos») destaca o no un aspecto del significado de la palabra original. Solo necesitamos entender que no traducir «gentiles» allí hace que no veamos la conexión entre este matiz y la actitud judía hacia quienes eran «pecadores de entre los gentiles» (Gál. 2:15). Pero, el punto clave es que Pablo coloca la gentilidad de ellos en el pasado y da a entender que ya no son gentiles: «Sabéis que cuando erais paganos [gentiles], de una manera u otra erais arrastrados hacia los ídolos mudos» (1 Cor. 12:2). Los cristianos en Corinto ya no son gentiles. Según el lenguaje de este pasaje, ni siquiera son cristianos gentiles. De hecho, no son gentiles en absoluto desde una perspectiva importante. Son, en cambio, miembros del Nuevo Israel de Dios. Ahora bien, admito que es más probable que pasajes como 1 Corintios 10:18 y 12:2 animen a los amigos de mi postura más de lo que convenzan a los oponentes de la misma de que la iglesia es el Israel de Dios. No obstante, mi esperanza es que la sola acumulación de evidencia y el sonido distintivo de la verdad en la Escritura puedan hacer su parte resquebrajando los muros del entendimiento dispensacionalista de alguien. Además, soy consciente de que probablemente los dispensacionalistas respondan ― especialmente a mi uso de 1 Corintios 12:2— que ya no hay solo dos tipos de personas en el mundo; que más bien hay tres. Como prueba de ello, citarán 1 Corintios 10:32 ― «No seáis motivo de tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios». Argumentarán entonces que Pablo no está dando a entender que los que antes eran gentiles ahora son israelitas, sino que ahora son un nuevo tipo de hombre ― «un solo hombre nuevo» {Efe. 2:15 [RVA–2015]}— conocido como la Iglesia. Por ejemplo, Vlach argumenta: «Los gentiles creyentes no pueden ser incorporados a Israel porque Pablo dice que ahora son parte de una nueva estructura ― el nuevo hombre».[59] Desde un punto de vista, esto es innegable. Por supuesto, la Iglesia está más allá de las antiguas divisiones entre judíos étnicos y gentiles étnicos. Los amilenaristas no niegan que el término «Israel» allí, y en muchas partes, se refiere al pueblo étnico de Israel. Tampoco estamos diciendo que la Iglesia es el Antiguo Israel. Lo que estamos diciendo es que la Iglesia es el Nuevo Israel y, en este sentido, es un nuevo hombre o humanidad. Sin embargo, no creo que el argumento de Vlach satisfaga realmente la implicación de la declaración de Pablo en 1 Corintios 12:2, a saber, que los creyentes corintios ya no eran gentiles. Vlach, MacArthur y otros dispensacionalistas insisten en que la distinción israelita/gentil sigue siendo importante incluso entre cristianos. Recuerde su interpretación del «Israel de Dios» en Gálatas 6:16. No obstante, si ellos están en lo correcto, Pablo no debió haber dicho que los creyentes corintios ya no eran gentiles. Más bien, debía haber dicho que eran gentiles cristianos. Tampoco creo que este enfoque explique en absoluto el contraste implícito entre «Israel según la carne» e Israel según el Espíritu en 1 Corintios 10:18. El contraste entre la carne y el Espíritu en Pablo es dual, no trino. Solo hay «Israel según la carne» e Israel según el Espíritu. No hay un tercer grupo. En otras palabras, Israel según el Espíritu es ― y tiene que ser— la Iglesia de Dios, a la cual no hemos de serle motivo de tropiezo (1 Cor. 10:32). CAPÍTULO DIEZ Efesios 2:12-19 H e reconocido, y por este medio lo vuelvo a hacer, que 1 Corintios 10:18 y 12:2 insinúan sugerentemente, en vez de declarar abierta y explícitamente, que la Iglesia es el «Nuevo Israel» de Dios. No obstante, 1 Corintios 10:18 cuenta, al menos desde mi perspectiva, como un uso más de «Israel» en referencia a la Iglesia. Sin embargo, lo que es más importante, estoy convencido de que el argumento de Vlach fracasa completamente cuando se aplica a Efesios 2:12‑19. Este pasaje es el más explícito y crucial para evaluar la negación dispensacionalista de que la Iglesia es el Israel de Dios. El uso de «Israel» en Efesios 2:12 solo puede ser considerado como una referencia explícita a la Iglesia. Sé que esto es una declaración fuerte. Ahora tengo que sustentarla. Pero primero pienso que será útil citar el pasaje comenzando desde el versículo 11: (11) Recordad, pues, que en otro tiempo vosotros los gentiles en la carne, llamados incircuncisión por la tal llamada circuncisión, hecha por manos en la carne, (12)[recordad] que en ese tiempo estabais separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a los pactos de la promesa, sin tener esperanza, y sin Dios en el mundo. (13)Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo. (14) Porque El mismo es nuestra paz, quien de ambos [pueblos] hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, (15)aboliendo en su carne la enemistad, la ley de [los] mandamientos [expresados] en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo [así] la paz, (16)y para reconciliar con Dios a los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la enemistad. (17)Y VINO Y ANUNCIO PAZ A VOSOTROS QUE ESTABAIS LEJOS, Y PAZ A LOS QUE ESTABAN CERCA; (18) porque por medio de El los unos y los otros tenemos nuestra entrada al Padre en un mismo Espíritu. (19)Así pues, ya no sois extraños ni extranjeros, sino que sois conciudadanos de los santos y sois de la familia de Dios. El versículo 11 comienza con varios comentarios acerca de la circuncisión en la carne que no deben pasarse por alto en nuestro examen del pasaje. Pablo describe a sus lectores en el versículo 11 como «gentiles en la carne». Esta descripción es significativa en dos sentidos. En primer lugar, es claro que Pablo en este pasaje se ocupa del contraste entre los gentiles étnicos y el Israel étnico. En segundo lugar, esta frase insinúa con fuerza que Pablo considera a los gentiles creyentes a quienes se está dirigiendo como gentiles solo «en la carne». Es decir, la frase «en la carne» sugiere que según (o en cuanto a) el Espíritu no eran gentiles, sino judíos o israelitas (recuerde 1 Cor. 10:18 y 12:2). Esta sugerencia cobra aún más fuerza por la manera en que Pablo enfatiza que los israelitas étnicos incrédulos son solo llamados o denominados «circuncisión», del mismo modo que ellos solo llaman o nombran a los gentiles creyentes «incircuncisión». No hay razón alguna para andar en nimiedades con la traducción de la frase «tal llamada» en el versículo 11. Eso es precisamente lo que Pablo quiso decir. En otras palabras, el versículo entero insinúa que juzgar la judaicidad o gentilidad de alguien por la circuncisión física es un error. Además, por implicación, los gentiles creyentes son la verdadera circuncisión (Flp. 3:3; Rom. 2:25‑29), y los judíos incrédulos no pueden ser «la circuncisión» ni «Israel» en absoluto, espiritualmente hablando. Al pasar al versículo 12, encontramos la primera mitad de un contraste temporal que concluye en el versículo 13. En el pasado, los gentiles estaban separados o excluidos de cinco cosas que se mencionan en el versículo 12: «...separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a los pactos de la promesa, sin tener esperanza, y sin Dios en el mundo». Estaban sin Cristo, sin la ciudadanía de Israel, sin los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios. El versículo 13 expone la segunda mitad de este contraste temporal. En este tiempo, los gentiles creyentes han sido acercados a, o han sido hechos partícipes en, todas las cosas de las que habían sido excluidos anteriormente: «Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo». No debería ser necesario decir, aunque con frecuencia los dispensacionalistas lo pasan por alto, que la aseveración del versículo 13 tiene que entenderse de acuerdo con el contexto establecido por el versículo 12. En otras palabras, cuando el versículo 13 dice que los gentiles creyentes han sido acercados, surge la pregunta: ¿acercados a qué? Esta pregunta no puede ni debe ser contestada de la nada o según nuestra imaginación. Tiene que ser contestada con base en el contexto. Cuando es consultado, el contexto suple una respuesta obvia. Los gentiles han sido acercados a todas las cosas de las que habían sido excluidos anteriormente; y ¿cuáles son esas cosas? Según el versículo 12, habían sido excluidos de Cristo, de la ciudadanía de Israel, de los pactos de la promesa, de la esperanza, y de Dios. Espero que la significación {importancia} de esta conclusión sea obvia. Por si no lo es, permítame precisarla. Los gentiles han sido acercados a, o en otras palabras, han sido hechos partícipes en «la ciudadanía de Israel». Ahora bien, si han sido acercados a ― han sido hechos partícipes en— la ciudadanía de Israel, esto quiere decir (a mí me resulta claro) que son israelitas. Así como los estadounidenses son ciudadanos de los Estados Unidos, también los israelitas son ciudadanos de Israel. Pablo continúa edificando sobre esta unidad en los versículos 14‑18. Note el énfasis en la nueva unidad entre los gentiles creyentes y los israelitas creyentes. La pared intermedia ha sido derribada. En la Iglesia de Cristo hay «un solo hombre nuevo» {Efe. 2:15 [RVA–2015]}. La única carne de Cristo fue partida para reconciliarnos en la única cruz de Cristo. En consecuencia, hay un solo cuerpo de Cristo. La culminación del argumento de Pablo, que comenzó en el versículo 12, se encuentra en el versículo 19. El lenguaje usado en el versículo 19 hace recordar el lenguaje y los conceptos en el versículo 12 que se refieren a la ciudadanía de Israel. La principal reminiscencia se encuentra en la frase «conciudadanos de los santos». ¿Cómo nos hace recordar esta frase los elementos encontrados en el versículo 12? Note que la frase «la ciudadanía de Israel» en el versículo 12 es τῆς πολιτείας τοῦ Ἰσραὴλ en el texto griego. En el versículo 19, el elemento que sirve de reminiscencia se hace notar en el uso de la misma raíz que se encuentra en la palabra traducida como «ciudadanía» ( πολιτείας ). Esta raíz aparece en la frase que es traducida como «conciudadanos»( συμπολῖται ) en el versículo 19. Ahora bien, cuando Pablo dice que los creyentes gentiles son conciudadanos con los santos, estos santos ― según el contexto— son claramente santos judíos. Entonces, cuando Pablo dice que los gentiles efesios son con–ciudadanos, presupone que son de la misma nacionalidad {lit. ciudadanía} de los santos judíos. En otras palabras, son ciudadanos de Israel. Por tanto, Pablo asevera directamente allí que los creyentes gentiles son ciudadanos {lit. son de la ciudadanía} de Israel y ya no extranjeros. De hecho, él usa dos palabras adicionales que afirman sólidamente esta nueva realidad de una manera muy explícita. Dice que los creyentes gentiles ya no son «extraños ni extranjeros». Estas palabras se refieren al estatus de los gentiles que vivían en la tierra {en Israel}, pero no les era permitido ingresar a la congregación (QAHAL) o ciudadanía de Israel. El término «extraño» a menudo significaba alguien de afuera de la congregación de Israel (Rut 2:10; Lam. 5:2; Efe. 2:12). La palabra «extranjero» se usaba también con frecuencia de un modo similar (Éxo. 12:45; Lev. 22:10; 25:6, 45, 47; Núm. 35:15; Deu. 14:21; 2 Sam. 1:13). Entonces, los creyentes gentiles son representados allí ingresando a la ciudadanía o congregación (QAHAL) de Israel. Ya no ocupan el estatus de extraños y extranjeros que están excluidos de la asamblea y la nación de Dios. En resumen, me parece que estas son razones poderosas y convincentes para reclamar que en Efesios 2:11‑19 hay evidencia explícita a favor de la membresía de creyentes gentiles físicamente incircuncisos en el Nuevo Israel de Dios. Sin embargo, parece que los intérpretes dispensacionalistas tienen su propia opinión acerca de la enseñanza de este pasaje. No he visto que los argumentos específicos que he presentado hayan sido tratados, pero he visto comentarios de Efesios 2:11‑19 que manifiestan una concientización de las dificultades que este pasaje representa para la distinción dispensacionalista entre Israel y la Iglesia. Otra vez recurro a Vlach para evitar tergiversar a los «antisuplantacionistas»: Efesios 2:11‑22 demuestra que los gentiles que solían estar alejados de Dios ahora han sido hechos cercanos a Dios por causa de Cristo. Así que el estatus soteriológico de los gentiles creyentes ha cambiado. Ahora tienen parte con Israel en los pactos y promesas de Israel, pero no se convierten en Israel. Los gentiles creyentes no pueden ser incorporados a Israel porque Pablo dice que ahora son parte de una nueva estructura ― el nuevo hombre. Howard Taylor: «La lógica superficial ha seguido argumentando que no hay más singularidad para el Israel judío y físico. Como se dice que Cristo ha derribado la pared entre el judío y el gentil [Efe. 2:11‑18], la elección de Israel se terminó. Pero esta no es la lógica del Nuevo Testamento. Aunque hay un solo camino de salvación tanto para el judío como para el gentil, el Nuevo Testamento enseña que el pueblo judío todavía tiene un lugar único en la resolución histórica de la redención del mundo hecha por Dios en Cristo».[60] Permítame repasar estos párrafos uno a uno. En el primero, Vlach admite que este pasaje enseña un cambio de estatus soteriológico para los creyentes gentiles. Ahora ellos participan con Israel en los pactos y promesas de Israel. Sin embargo, él niega que en verdad ellos se conviertan en Israel. Pero nuestro estudio del pasaje ha demostrado que esta interpretación no está a la altura del contenido de estos versículos. En primer lugar, el pasaje no solo enseña que los gentiles participan en los pactos de Israel, sino que también participan en la ciudadanía de Israel. Esta es la aseveración directa que hacen tanto los versículos 12‑13 como el 19. De modo similar, tal membresía en Israel es la sugerencia inmediata del versículo 11, donde se insinúa que los gentiles creyentes cuentan como la verdadera circuncisión (cf. Flp. 3:3; Rom. 2:25‑29). En otras palabras, insinúa directamente que los gentiles creyentes se convierten en israelitas. En segundo lugar, el pasaje no admite el tipo de distinción que el dispensacionalismo modificado asevera, a saber, que la Iglesia tiene parte en las bendiciones de Israel sin tener parte en Israel mismo. Como hemos visto, dentro de la Iglesia no hay distinción alguna entre judíos y gentiles. De hecho, tal distinción es imposible. Por el contrario, hay completa unidad entre ambos por el carácter de la obra redentora de Cristo. Pero esto nos lleva al segundo párrafo. Vlach argumenta allí que la Iglesia no puede ser el Antiguo Israel porque la Iglesia es un nuevo hombre. Sin embargo, esta declaración no hace mella. Los amilenaristas no están argumentando que los gentiles creyentes se convierten en ciudadanos del Antiguo Israel. Estamos afirmando que los gentiles creyentes se convierten en ciudadanos de un Nuevo Israel. Pero no hay contradicción lógica alguna entre la Iglesia como un Nuevo Israel y la Iglesia como un Nuevo Hombre. De hecho, esto es exactamente lo que el pasaje enseña. Hay un Nuevo Israel (reformado y expandido) constituido por hombres nuevos. El Nuevo Hombre es un israelita espiritual. El Nuevo Hombre es aquel que es incorporado en la (nueva, reformada y expandida) ciudadanía de Israel por medio de la obra redentora de Aquel que es la encarnación del Nuevo Israel, Jesucristo mismo. Finalmente, citando a Taylor, Vlach argumenta en el tercer párrafo que la Iglesia no puede ser Israel porque queda para este último un lugar especial en el despliegue de la historia de la redención. En mis comentarios anteriores también yo he reconocido que es así. Realmente, es cierto que el evangelio es para el judío primeramente y también para el griego (como dice Pablo en Romanos). Realmente, es cierto que el Israel étnico tiene un lugar en el propósito de Dios. Romanos 11 predice que Dios se comprometió a salvar un remanente de judíos creyentes de cada generación. El Antiguo Israel ― el Israel étnico— ocupa un lugar estratégico en los propósitos de Dios. Sin embargo, esto no quiere decir que la Iglesia no sea el Nuevo Israel de Dios que está compuesto tanto por el remanente de judíos creyentes como por los gentiles creyentes que son injertados al único olivo de las promesas pactuales y del pueblo pactual de Dios. Para concluir, hay un lugar distinto para los israelitas étnicos antes de la salvación; pero no lo hay para ellos después de esta. Las categorías verdadera circuncisión, verdaderos judíos e Israel de Dios ― posconversión— incluyen a cada creyente en Cristo. Hay ciertamente un elemento ausente en los tres párrafos de Vlach que no debe ser pasado por alto. No se hace corolario alguno de la sólida exégesis que he hecho de este pasaje. No se da explicación alguna al hecho de que el pasaje afirma en varios lugares diferentes, y de manera explícita, que ahora los gentiles creyentes son parte del Israel de Dios ― la ciudadanía de Israel. CAPÍTULO ONCE De lo doctrinal a lo hermenéutico H asta este punto, he tenido la audacia de afirmar que la Iglesia es presentada en el Nuevo Testamento como el Israel de Dios, no solo dos veces, sino muchas veces. MacArthur plantea un completo malentendido y una total tergiversación de nuestra postura cuando asevera que solo dos pasajes apoyan la idea de que la Iglesia es el Israel de Dios. Gálatas 6:16 y Romanos 9:6 en verdad lo enseñan, pero algunos otros pasajes donde se usa el término «Israel» también lo enseñan. De acuerdo, la mayoría de los usos de «Israel» en el Nuevo Testamento son de carácter étnico. No obstante, hay varios usos que claramente describen a la Iglesia como el Nuevo Israel de Dios. Además, los sinónimos de Israel como: «circuncisión», «judío», «simiente de Abraham», «hijos de Abraham» e «hijos de la promesa», se utilizan en cada caso para referirse a la Iglesia de Cristo. Permítame añadir también que la evidencia que he citado aquí es «solo el comienzo de dolores» para la negación dispensacionalista de que la Iglesia es Israel según el Espíritu. En mi libro {título oficial} El fin de los tiempos: Una explicación para todos,[61] cité mucha más evidencia que apoya la verdad de que la Iglesia es el Israel de Dios. Sin embargo, en mi audacia «aún me haré más vil». Pues, ahora tengo que afirmar y defender (por más increíble que pueda ser para los dispensacionalistas) que concluir que la Iglesia es el Israel de Dios no tiene por qué implicar una hermenéutica «espiritualizadora» o «alegórica». De hecho, creo que puedo decir que Dios cumple literalmente todas Sus promesas al Israel étnico, y que la adición de los gentiles convertidos al Israel de Dios también es un cumplimiento literal del Antiguo Testamento. Permítame repetir una vez más lo que he dicho anteriormente. La diferencia entre MacArthur y el amilenarismo no es si Dios cumple o no Sus promesas al Israel étnico; mucho menos si las promesas de Dios al Israel étnico están condicionadas o no, en última instancia, a una respuesta humana (por sí sola) a las mismas. Esto no quiere decir que no hallan diferencias hermenéuticas importantes entre MacArthur y nosotros. Sin embargo, por más importantes que sean, estas diferencias no son del tipo que MacArthur y sus aliados imaginan. Por lo tanto, en el próximo capítulo, vayamos hermenéuticamente «con audacia a donde ningún hombre (o al menos ningún dispensacionalista) ha ido antes». CAPÍTULO DOCE ¿Quién es el espiritualizador? M ientras refrescaba mi memoria de lo que MacArthur tenía que decir sobre la interpretación bíblica en su manifiesto, comencé a copiar y pegar las partes del mensaje que tenían que ver directamente con este tema. Descubrí que alrededor de un tercio de su mensaje estaba compuesto de comentarios específicos relacionados con la hermenéutica. Queda claro que MacArthur piensa que algo importante está ocurriendo en esta área. Por supuesto, históricamente hablando, el premilenarismo dispensacionalista siempre ha enfatizado que la teoría interpretativa es una de las grandes diferencias entre este y la teología del pacto. Para ser específico, el dispensacionalismo ha reclamado sostener una interpretación literal de la Biblia y que los amilenaristas, por el contrario, son espiritualizadores. MacArthur menciona y condena el método de interpretación espiritualizador tres veces en su mensaje. Muchas más veces, aunque no se menciona la misma palabra, está implícita la condena a espiritualizar. Específicamente, MacArthur acusa a los «espiritualizadores» de arruinar la perspicuidad o claridad de la Escritura. Cree que con este método de interpretación el texto de la Escritura puede significar lo que el intérprete quiera. En su opinión, este método representa prácticamente el fin de la autoridad bíblica. He aquí sus palabras: ¿Es en realidad innecesario, incluso imposible, trabajar duro para entender los pasajes proféticos porque requieren un conjunto de interpretaciones espiritualizadas o alegorizadas que dice que la verdad está de alguna manera escondida detrás del significado normal de las palabras, de modo que cualquier idea de lo que podría significar es tan buena como cualquier otra, ya que no significa lo que dice? Sin embargo, la idea de que el Nuevo Testamento es el punto de partida para entender el Antiguo Testamento es exactamente de donde viene el amilenarismo, viendo incorrectamente {el Nuevo Testamento} en el Antiguo Testamento; y {así}, por supuesto, dañan la perspicuidad o claridad del significado del Antiguo Testamento en y de sí mismo. Semejante enfoque conduce a una forma de espiritualización aún mayor que va más allá de los textos proféticos inclusive, y da licencia para espiritualizar otras cosas, y para ver incorrectamente principios cristianos neotestamentarios en aquellos textos del Antiguo Testamento de donde no se derivan con una interpretación legítima.[62] Estas son acusaciones serias. Estaría realmente preocupado si pensara que me involucran a mí o a mi entendimiento de la hermenéutica. Estaría aterrado si yo fuera de los que creen en la espiritualización. Pienso que quienes sostengan una hermenéutica tan alegórica o espiritualizada ― y hay quienes sí lo hacen— deberían arrepentirse y presentar una exégesis digna de arrepentimiento. Realmente está mal echar pañuelos textuales en el sombrero de la interpretación y sacar mágicamente conejitos hermenéuticos. Pienso que algunas personas que han sostenido algo similar a mi escatología han hecho esto de forma ingenua o peligrosa. Permítame decir simplemente que creo que están equivocados y que, en algunos casos, están terriblemente desorientados.[63] «Pero yo y mi casa, serviremos al Señor», y no adoptaremos ni defenderemos la espiritualización. Puesto que esta es mi postura, y creo que es la postura de la mayoría de los intérpretes reformados hoy, siempre me ha parecido que el supuesto abismo hermenéutico entre el dispensacionalismo y la teología pactual nunca ha sido tan grande ni tan profundo como se insinúa. Por supuesto, no estoy diciendo que no haya diferencias en absoluto; solo me parece que las diferencias entre nosotros son más cuantitativas que cualitativas. Probablemente, esta última aseveración llenará de asombro a MacArthur y a nuestros otros amigos dispensacionalistas. Por supuesto, se preguntarán cómo es posible que pueda decir esto. Presuponen que quien crea que la Iglesia es el Israel de Dios tiene que espiritualizar y alegorizar la Escritura. Es cierto que tienen derecho a expresar su opinión. Sin embargo, espero mostrar una forma de interpretar la Biblia que no es cualitativamente diferente a la de ellos (la cual no permite alegorizar o espiritualizar), que realmente afirma que la Iglesia es el Israel de Dios. CAPÍTULO TRECE La interpretación literal, normal, objetiva, tal como aparece, y específica H ay una lección importante que aprender de las siguientes declaraciones en el mensaje de MacArthur. Échele un vistazo y vea si puede definir de qué se trata: …la verdad está de alguna manera escondida detrás del significado normal de las palabras, de modo que cualquier idea de lo que podría significar es tan buena como cualquier otra, ya que no significa lo que dice... …no hay nada en el texto que dé alguna clase de mandato que indique que es algo diferente al lenguaje específico, literal, normal y objetivo… …toda la escatología se desplegará con magnífica belleza. Con la hermenéutica normal [aplicada de forma consistente]… Estaría absolutamente perdido en el Antiguo Testamento si no pudiera interpretar la Escritura tal como aparece. Si afirman una hermenéutica normal… ¿Cuál es la lección que debemos aprender de tales declaraciones? Simplemente que no es tan fácil definir qué es «interpretación literal». MacArthur necesita muchas otras palabras descriptivas para expresarnos lo que él quiere decir con «interpretación literal». Quiere decir interpretación específica, normal, objetiva y tal como aparece. Mi punto es que el término «literal» no se define ni se explica a sí mismo. MacArthur tiene que esforzarse para expresarnos lo que él quiere decir. Sus luchas reflejan los enormes debates que tienen lugar en la actualidad entre eruditos evangélicos acerca de lo que significa la interpretación «literal». No tengo tiempo ni necesito delinear esos debates; pero basta con decir que la definición de «interpretación literal» no puede darse por sentado hoy. Por ejemplo, crecí con la idea de que debíamos interpretar la Biblia literalmente; pero, incluso los dispensacionalistas acérrimos que fueron mis maestros espirituales cuando yo era joven no podían simplemente hablar de «interpretación literal» sin hacer aclaraciones {matizaciones} porque sabían que había pasajes en la Biblia que no podían ser interpretados literalmente. Entonces, la postura a la que recurrieron cambió ― tenemos que interpretar la Biblia literalmente siempre que sea posible—. Hoy, esta matización de «interpretación literal» también me parece totalmente ingenua. Vea, por ejemplo, Apocalipsis 13:1 ― El [dragón] se paró sobre la arena del mar. Y vi que subía del mar una bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas; en sus cuernos [había] diez diademas, y en sus cabezas [había] nombres blasfemos. Creo que los maestros dispensacionalistas que me enseñaron la postura «literal siempre que sea posible» habrían entendido, sin excepción, este texto simbólicamente. Supongo que podían haber argumentado que la afirmación de Apocalipsis 13:1 no es literalmente posible. Sin embargo, hoy se me ocurre (y quizás tengo la audacia de) preguntar, ¿por qué no? ¿Qué hay de imposible en entender este versículo con estricta literalidad? ¿Es imposible que Dios cree dragones y bestias con diez cuernos y siete cabezas? Pienso que es posible. Por lo tanto, la hermenéutica «literal siempre que sea posible» no satisface las exigencias de este texto ni matiza adecuadamente la frase «interpretación literal». Por esta razón, MacArthur habla de una hermenéutica normal. Él necesita matizar el significado de «interpretación literal» para explicar textos como Apocalipsis 13:1. Con esta perspectiva de la hermenéutica podemos ver la razón por la que MacArthur puede citar con facilidad a teólogos de la teología del pacto y decir que rechazan la interpretación literal. Por ejemplo, MacArthur cita a tres teólogos de la teología del pacto que argumentan que las profecías antiguotestamentarias no pueden ser interpretadas «literalmente»: O. T. Allis, un conocido amilenarista, al escribir {trad. no oficial} La profecía y la Iglesia,[64] dice: «Si las profecías antiguotestamentarias son interpretadas literalmente, no pueden ser consideradas como que ya han sido cumplidas, o como que pueden ser cumplidas en este tiempo presente». Esto era un problema para él. Floyd Hamilton en {trad. no oficial} La base de la fe milenarista,[65] dijo: «Ahora bien, tenemos que admitir francamente que una interpretación literal de las profecías antiguotestamentarias nos presenta justo el mismo cuadro de un reinado terrenal del Mesías que el premilenarista se imagina». Otro amilenarista, Loraine Boettner, en {trad. no oficial} El significado de «El Milenio»,[66] dijo: «Generalmente todos están de acuerdo en que, si las profecías se interpretan literalmente, sí predicen una restauración de la nación de Israel en la tierra de Palestina con los judíos teniendo un lugar prominente en ese reino y gobernando sobre las demás naciones». Sin embargo, declaraciones como estas no deberían ser vistas como prueba de que estos hombres se han apartado en pos de la espiritualización. La dicotomía entre la interpretación literal y la espiritualizada es creación de MacArthur y el dispensacionalismo. El problema es el término «literal», que como hemos notado, tiene varias connotaciones. Boettner, Allis y Hamilton están afirmando simplemente que la Biblia contiene lenguaje simbólico que tiene que ser interpretado de forma simbólica. No pienso que ellos hubieran rechazado la mayor parte de lo que MacArthur quiere afirmar cuando promueve la interpretación literal. Ellos no habrían negado que casi toda la Biblia debía ser interpretada de una forma más literal. En las citas que MacArthur presenta, ellos no están hablando de «literal» en un sentido opuesto a «espiritual»; sino que están hablando de «literal» en contraste con «simbólico». No creo ni por un momento que MacArthur negaría la presencia de símbolos en la Biblia que deberían ser interpretados simbólicamente. La hermenéutica «normal y tal como aparece» de MacArthur abarca tanto el lenguaje simbólico como el poético. Pienso que esta es la razón por la que matiza la frase «interpretación literal» con tantos sinónimos. Por supuesto, no es que en este punto ya hayamos desentrañado la confusión por la forma en que MacArthur y sus defensores escriben o hablan. Encontré una interesante declaración en el sitio web de Vlach que ilustra la confusión a la que me estoy refiriendo: Acérquese a la literatura profética/apocalíptica con el mismo enfoque histórico–gramatical–literario que usaría cuando interpreta otras porciones de la Escritura. Entrar en contacto con la literatura profética no significa cambiar nuestro enfoque hermenéutico. Dese cuenta de que hay una verdad literal detrás de cada símbolo y figura del lenguaje en la literatura profética. La presencia de símbolos no significa que la interpretación simbólica o alegórica sea necesaria. [67] Esto me parece verdaderamente confuso. Sin embargo, es la misma clase de confusión que veo en el manifiesto de MacArthur. Note cómo Vlach, al igual que MacArthur, plantea que no deberíamos cambiar nuestro enfoque hermenéutico cuando llegamos a la profecía: «Entrar en contacto con la literatura profética no significa cambiar nuestro enfoque hermenéutico». De forma similar, MacArthur argumenta: En cada uno de estos tres casos, esto probó ser un serio problema para ellos y requirió un cambio dramático en la hermenéutica en cada uno de esos pasajes proféticos a fin de evitar una conclusión premilenarista, un final peor que la muerte [Risas del auditorio]. Así que, para proteger una idea preconcebida es necesario cambiar las reglas de interpretación. Ahora bien, si vamos a cambiar esas reglas, pienso que necesitamos una palabra de Dios. Mejor nos fuera tener una palabra de Dios porque a Él le importa que lo entendamos correctamente. No pienso que Dios quiera que cambiemos las reglas de interpretación cuando vamos a Génesis 1‑3. ¿Qué significa esto? Por un lado, nadie (que yo conozca al menos) aboga por una hermenéutica totalmente diferente para interpretar pasajes proféticos. Por otro lado, ¿no es obvio que tenemos que interpretar diferentes tipos de literatura de forma diferente? Parece que no es tan obvio para Vlach y MacArthur. Aunque a mí me queda claro que ellos están admitiendo la realidad de que hay diferentes tipos de literatura, también parecen decir que esta realidad no debería hacer diferencia alguna en la forma en que interpretamos tales pasajes. ¿Sería esto lo que realmente quieren decir? ¿De verdad quieren decir que tenemos que interpretar el lenguaje simbólico y apocalíptico de forma literal? Al parecer sí. He aquí nuevamente las palabras de Vlach: «La presencia de símbolos no significa que la interpretación simbólica o alegórica sea necesaria». Bueno, por favor, pensaríamos que la presencia de símbolos significaría precisamente que algún tipo de interpretación simbólica es necesaria. Por supuesto, la presencia de símbolos no quiere decir que sea necesaria la interpretación alegórica; pero, este es precisamente el problema. Vlach parece igualar la interpretación simbólica con la alegórica; yo no. Los símbolos no deberían ser interpretados alegóricamente, sino ― bueno— simbólicamente. Aquí está el punto: cualquier hermenéutica exhaustiva tiene que tener en cuenta el hecho de que hay diferentes géneros literarios en la Biblia. Estamos de acuerdo con que toda interpretación debe ser histórica y gramatical. Tengo la impresión que esto es a veces lo que MacArthur entiende principalmente por «interpretación literal». Sin embargo, no estoy de acuerdo con que la aseveración de la interpretación histórico– gramatical proporciona una hermenéutica completa. También tenemos que afirmar la necesidad de la interpretación según el género literario; es decir, la interpretación tiene que tener en cuenta el género literario del pasaje en cuestión.[68] No toda la literatura profética es simbólica, sino solo parte de ella ― especialmente en Daniel y Apocalipsis— es ciertamente simbólica o (como dicen los eruditos bíblicos) apocalíptica. Puesto que tales pasajes son apocalípticos, tienen que ser interpretados figurada y simbólicamente según el género o forma apocalíptica. Daniel 7:2‑8 proporciona un ejemplo de tal literatura: (2) Habló Daniel, y dijo: Miraba yo en mi visión nocturna, y he aquí, los cuatro vientos del cielo agitaban el gran mar; (3)y cuatro bestias enormes, diferentes unas de otras, subían del mar. (4)La primera [era] como un león y tenía alas de águila. Mientras yo miraba, sus alas le fueron arrancadas, fue levantada del suelo y puesta sobre dos pies, como un hombre, y le fue dado corazón de hombre. (5)Y he aquí, otra segunda bestia, semejante a un oso, estaba levantada de un costado, y en su boca, entre sus dientes, [tenía] tres costillas; y le dijeron así: «Levántate, y devora mucha carne». (6)Después de esto seguí mirando, y he aquí, otra más, semejante a un leopardo que tenía sobre su dorso cuatro alas de ave; la bestia tenía cuatro cabezas, y le fue dado dominio. (7)Después de esto seguí mirando en las visiones nocturnas, y he aquí, una cuarta bestia, terrible, espantosa y en gran manera fuerte que tenía enormes dientes de hierro; devoraba, desmenuzaba y hollaba los restos con sus pies. Era diferente de todas las bestias que le antecedieron y tenía diez cuernos. (8)Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí, otro cuerno, uno pequeño, surgió entre ellos, y tres de los primeros cuernos fueron arrancados delante de él; y he aquí, este cuerno tenía ojos como los ojos de un hombre, y una boca que hablaba con mucha arrogancia. Más adelante, Daniel 7:16 prueba que el lenguaje anterior tiene que ser interpretado simbólicamente: «Me acerqué a uno de los que estaban allí de pie y le pedí que me dijera la verdad acerca de todo esto. Y me respondió, dándome a conocer la interpretación de estas cosas». El profeta no responde a la visión diciendo: ― No hay problema. Veo exactamente lo que significan estas palabras. Es simple, si solo aplico los principios de la interpretación literal—. No, Daniel 7:16 deja claro que las visiones que el ojo interior del profeta (o del apóstol) vieron no implican un lenguaje normal que puede ser entendido tal como aparece. Estas visiones requieren interpretación precisamente porque son figurativas. A diferencia del lenguaje literal o la prosa, su significado no es inmediatamente obvio para nosotros. Por lo tanto, la interpretación de Daniel y de Apocalipsis tiene que tener en cuenta el carácter apocalíptico–simbólico de la literatura. Esto no significa que adoptamos una hermenéutica completamente nueva; sino solamente que utilizamos la misma hermenéutica de siempre: la interpretación histórico–gramatical que tiene en cuenta el género literario del pasaje en cuestión. En otras palabras, tenemos que interpretar los pasajes que contengan símbolos de una forma histórica, gramatical y simbólica. Solo una interpretación así está en consonancia con su género literario. Pienso que MacArthur y Vlach realmente lo saben. Sin embargo, de alguna forma no lo tienen en cuenta cuando describen su hermenéutica y prefieren entonces aseverar que interpretan la Biblia literalmente. CAPÍTULO CATORCE El caso de Génesis 1-3 tipo de interpretación simbólica es necesaria se hace evidente Queen este MacArthur a pesar de sí mismo. Esto se ve en sus comentarios sobre Génesis 1-3. Es común que los dispensacionalistas acusen a los amilenaristas de estar en una pendiente hermenéutica resbaladiza que conduce al liberalismo y, específicamente, a una interpretación menos literal de los días de la creación. A su vez, suponen, esto prepara el terreno para perspectivas evolucionistas del origen del mundo y la raza humana. MacArthur generalmente sigue esta táctica. He aquí sus palabras: No pienso que Dios quiera que cambiemos las reglas de interpretación cuando vamos a Génesis 1‑3. No pienso que a Dios le agrade cuando salimos con lo del creacionismo progresivo, la evolución teísta, o cualquier tipo de perspectiva de que un día equivale a una era en Génesis 1‑3. En cambio, Dios es exaltado como el Creador en toda la gloria de Su poder creativo cuando interpretamos Génesis 1‑3 tal como aparece. No hay otra forma de interpretarlo porque no hay nada en el texto que dé alguna clase de mandato que indique que es algo diferente al lenguaje específico, literal, normal y objetivo. De veras, no pueden siquiera justificarse llamándolo poesía porque eso no funciona. Estudios recientes llevados a cabo por uno de nuestros profesores en The Master’s College, que procesaron el relato de la Creación lingüísticamente en un programa informático y graficaron la comparación entre la prosa y la poesía, llegaron a la muy interesante conclusión de que hay un 99,9 % de evidencia de que el relato de la Creación es prosa, y que no hay posibilidad alguna de que sea poesía. No queremos que nadie esté manipulando indebidamente el principio. ¿Por qué somos tan tolerantes con las personas que tratan de hacer lo mismo con el final?; y, ¿por qué, cuando no queremos permitir que introduzcan arbitrariamente su propia hermenéutica en Génesis 1‑3, nos contentamos con permitir que las personas introduzcan su propia hermenéutica en pasajes proféticos en toda la Biblia, y particularmente en el Libro de Apocalipsis? ¿Dónde está el mandato divino en las páginas de la Biblia para hacer esto? ¿En qué pasaje está?; ¿en qué versículo?; ¿dónde está?; y, ¿quién decide entonces las nuevas reglas del engranaje? Sucede que soy «creacionista que cree en seis días literales» y que también pienso que estudios como el que MacArthur menciona son una evidencia bastante convincente de una interpretación prosaica {perteneciente a la prosa}, no poética, de Génesis 1‑3.[69] Sin embargo, hay implicaciones hermenéuticas en lo que él dice, que MacArthur convenientemente quiere que pasemos por alto. En primer lugar, ¿por qué este profesor necesitaría hacer tal estudio? ¿Acaso no sostiene The Master’s College una hermenéutica literal? ¿No piensa MacArthur que toda la Biblia debe ser interpretada literalmente sin excepción y en todas sus partes? ¿Por qué, entonces, hacer ese gasto y tomarse la molestia de demostrar que Génesis 1‑3 es más narración histórica (lenguaje literal) que poesía? Pero, esto nos lleva a lo segundo que está escondido allí en el argumento de MacArthur. ¿De dónde salieron los pasajes poéticos con los que Génesis 1‑3 fue comparado? Salieron de la Biblia. Si lee el estudio, verá que los otros pasajes poéticos hebreos con los que fue comparado Génesis 1-3 salieron del Antiguo Testamento hebreo.[70] Solo tales pasajes del Antiguo Testamento proporcionan una verdadera comparación. Esta es la razón por la que MacArthur piensa que ese estudio es significativo. Él sabe que en la Biblia hay pasajes poéticos, simbólicos, parabólicos y apocalípticos que deberían y tienen que ser interpretados poética, simbólica, parabólica y apocalípticamente ― no como lenguaje prosaico o narrativa histórica. Pienso que MacArthur cree que interpretar tales pasajes de esas formas es consistente con una interpretación literal de la Biblia. Le concederé su definición de «interpretación literal». Habiendo dicho esto, todavía tengo que matizar mi concesión de su definición de «interpretación literal». La razón por la que lo hago es que podríamos imaginar fácilmente a alguien decir apropiadamente: ― La «Parábola del sembrador» tiene que ser interpretada simbólicamente, no literalmente—. MacArthur en otras partes contrasta la interpretación literal con la interpretación simbólica. Por tanto, tiene que aclarar o ser más franco acerca de que alguna interpretación de símbolos ― que entienda los símbolos precisamente como lo que son— es consistente con su definición de «interpretación literal». En segundo lugar, tiene que entender que, en principio, con esa definición de «interpretación literal», él ha reconocido todo lo que los teólogos de la teología del pacto están afirmando en el entendimiento que ellos poseen de una hermenéutica bíblica que tiene en cuenta el género literario de un pasaje dado. Con respecto a Génesis 1‑3, permítame decir que el argumento usado por MacArthur (que los amilenaristas se encuentran en una pendiente resbaladiza) queda deshecho por su admisión implícita de que hay otros pasajes en la Biblia que no deben ser interpretados como narración histórica o, en otras palabras, que no deben ser interpretados literalmente. Al citar ese estudio, MacArthur prácticamente admite que hay pasajes poéticos en el Antiguo Testamento hebreo que deben ser interpretados poéticamente, no literalmente. Siendo este el caso, no es herético en absoluto que simplemente se plantee la cuestión del género literario de Génesis 1‑3. Tampoco se está en una pendiente resbaladiza hacia la herejía por argumentar que el género literario de extensas porciones de Daniel y Apocalipsis (y de otros pasajes proféticos) es claramente apocalíptico, y que esto significa que tales pasajes tienen que ser interpretados no solo histórica y gramaticalmente, sino también simbólicamente. Otro tema sale a colación aquí. MacArthur repetidamente argumenta (como lo hace al inicio de la cita anterior) que los amilenaristas están cambiando las reglas de interpretación a causa de su escatología: En cada uno de estos tres casos, esto probó ser un serio problema para ellos y requirió un cambio dramático en la hermenéutica en cada uno de esos pasajes proféticos a fin de evitar una conclusión premilenarista, un final peor que la muerte [Risas del auditorio]. Así que, para proteger una idea preconcebida es necesario cambiar las reglas de interpretación. Ahora bien, si vamos a cambiar esas reglas, pienso que necesitamos una palabra de Dios. Mejor nos fuera tener una palabra de Dios porque a Él le importa que lo entendamos correctamente. Esta es una acusación seria; sin embargo, en cierta medida puede aplicarse a MacArthur mismo. Si él encuentra útil el argumento del profesor de The Master’s College, tiene que ser porque él mismo reconoce que las reglas, en algún sentido, cambian dependiendo de si estamos interpretando un pasaje prosaico o poético. De lo contrario, su entusiasta aprobación del estudio no tiene sentido. La Biblia siempre tiene que ser interpretada según su género literario. Alegaría que interpretar la Biblia según su género literario no es necesariamente contrario a la interpretación literal. Es decir, un tipo de hermenéutica literal no tiene que negar que hay diferentes géneros literarios en la Biblia, algunos más o menos prosaicos o literales, y otros más o menos simbólicos o poéticos. Defina «interpretación literal» simplemente como: interpretar estos pasajes como Dios quiere que sean interpretados. Defina «interpretación literal» sencillamente como: interpretación histórico–gramatical. Si esta es la forma en la que define «interpretación literal», entonces tener en cuenta el género literario del pasaje complementa la interpretación literal y es consistente con esta; no la contradice. Entendemos como verdad literal todo lo que Dios tiene la intención de decir a través de los diferentes géneros literarios contenidos en la Biblia. No vamos en busca de un significado oculto detrás de la verdad literal que es trasmitida por medio de la narración histórica, el cántico poético, o la visión apocalíptica. También tengo que responder a la inquietud de MacArthur, repetida a menudo, a saber, que la interpretación no literal (a lo que él llama «espiritualizar») conduce a una terrible confusión en cuanto al significado de la Escritura, lo cual supone el fin de cualquier habilidad práctica de predicar la Biblia con autoridad. Esta preocupación es legítima, si es que con «espiritualizar» quiere decir algo parecido a las prácticas de Harold Kamping al predicar y escribir. Pero, déjeme aclarar que tener en cuenta el género literario y el carácter simbólico de un pasaje no conduce a una terrible confusión acerca del significado de la Escritura ni a la erosión de la autoridad de la Biblia. Permítame tratar tanto el género literario como el simbolismo. ¿Cómo decidir el género literario de un pasaje? Es claramente erróneo permitir que cualquier consideración fuera de la Escritura misma (por ejemplo, los paradigmas científicos prevalecientes) dicte cómo interpretamos la Escritura. Esto es lo que muchos han permitido que suceda en su interpretación de Génesis 1‑3. La Escritura misma es, y tiene que ser, la que determina su propio género literario. Hay dos cosas importantes aquí, pero ambas se derivan del principio fundamental de permitir que la Escritura se interprete a sí misma. En primer lugar, como MacArthur mismo da a entender claramente al citar el estudio del género literario de Génesis 1‑3, hay señales internas en el pasaje mismo, incluyendo su gramática, que distinguen su género literario y lo caracterizan como narración histórica o prosaica. Los indicadores citados por el estudio en cuestión constituyen una de las formas que pueden adoptar tales señales internas. En segundo lugar, si la interpretación literal (entiéndase narración histórica o prosaica) de un pasaje parece estar en conflicto con la enseñanza clara de otro pasaje de la Escritura, esto puede ser un indicio importante de que {dicho pasaje} no tiene la intención de ser literal (en el sentido de ser narración histórica o prosaica). Argumentaría, y argumento, que la profecía de las ofrendas por el pecado que los sacerdotes levíticos ofrecían en Ezequiel (40:39; 42:13; 43:19, 21, 22, 25; 44:27, 29; 45:17, 19, 22, 23, 25; 46:20) ― si se interpreta como la predicción de algo que aún está por ocurrir en el futuro, visto desde nuestra ventajosa posición— es una clara contradicción de la enseñanza de Efesios 2 y del Libro de Hebreos. Este es un indicio importante de que este pasaje en su totalidad no es «literal», en cuanto a su género literario. Estos dos indicios permiten al intérprete evitar la subjetividad en su entendimiento del género literario de cualquier pasaje dado. Permítame decir algo acerca de la interpretación de los símbolos bíblicos. El mero reconocimiento por MacArthur y Vlach del hecho de que hay símbolos en la Biblia muestra que no hay conexión necesaria alguna entre la presencia de símbolos y la subjetividad absurda en nuestra interpretación de la Biblia. De nuevo, la clave es que la Escritura tiene que ser usada para interpretar la Escritura. En primer lugar, los símbolos bíblicos a menudo son interpretados en el mismo contexto donde aparecen. Por ejemplo, así sucede varias veces en las parábolas del Señor que se encuentran en Mateo 13. En segundo lugar, los símbolos bíblicos a menudo pueden ser iluminados por paralelos que se encuentran en el contexto. Por ejemplo, allí mismo {en Mateo 13} puede venir a nuestra mente las parábolas gemelas del grano de mostaza y la levadura. En tercer lugar, los símbolos bíblicos también son tomados de pasajes que preceden históricamente al canon donde el significado de dichos símbolos es aclarado. Repito, lo que trato de decir es que no se debe temer a la «interpretación simbólica» como si esta fuera la senda que conduce inevitablemente a la confusión en la interpretación bíblica. Si MacArthur y Vlach admiten la presencia de símbolos en la Biblia, y si aún piensan que la interpretación bíblica clara es posible, entonces ― de algún modo— ellos mismos admiten que esta conclusión es verdadera. Excurso sobre el Apocalipsis 20:1‑10 género y la interpretación de Uno de mis correspondientes desafió el método hermenéutico que expongo en este capítulo diciendo: «Vayamos directo al meollo [...] En el contexto de Apocalipsis 20, ¿qué le indica a usted o a cualquier otra persona que 1000 {«mil»} es un número simbólico? Hago la pregunta para señalar la naturaleza subjetiva que usted le impone al texto».[71] A continuación, mi respuesta a la importante pregunta que plantea este correspondiente: ¿Son literales los mil años de Apocalipsis 20? El género literario del pasaje es crucial. No hay razón alguna para exceptuar los números en cualquier pasaje del género literario del propio pasaje. No... si el género del pasaje es figurado, entonces tiene que suponerse que los números son figurados. Veamos, allí tenemos el encarcelamiento del diablo por mil años. La idea de una prisión es crucial para los versículos 1‑3 y 7‑10. ¿Es el prisionero un dragón o una serpiente literales? No, en este caso el pasaje identifica que el símbolo en realidad se refiere al diablo. ¿Es la llave de la prisión literal? No, claro que no. Satanás es un ser espiritual. ¿De qué serviría una llave literal? ¿Es la cadena de la prisión una cadena literal, como la que usaron para atar a Pablo en Hechos 16 (un pasaje narrativo, a propósito)? No, claro que no. ¿De qué serviría una cadena física o literal para atar a un ser espiritual? El diablo desaparecería a través de esta como lo hizo Voldemort en Harry Potter. ¿Es la prisión, llamada el «abismo», literal o física? Bueno, estaría de acuerdo con que es algún lugar, pero más allá de eso no pienso que deberíamos concluir que hay un hoyo literal en la tierra. Esto tampoco es literal. Entonces, a ver si lo entendemos bien. El prisionero, la llave, la cadena, y hasta la misma prisión son representaciones simbólicas de diferentes aspectos de la atadura de Satanás por parte de Dios, pero la sentencia de prisión ― los mil años— ¿tienen que ser interpretados literalmente? Esto me suena muy inconsistente, para no decir arbitrario. Los premilenaristas argumentan que en Apocalipsis 20 se afirma una futura atadura temporal de Satanás. ¿Puede alguien citar aunque sea un pasaje paralelo para {sustentar} tal doctrina? Los amilenaristas pueden citar muchos pasajes paralelos para {respaldar} la idea de que, como resultado de la obra de Cristo, Satanás ha sido refrenado en el tiempo presente (Mat. 12:24‑29; Luc. 10:17‑19; Jua. 12:31‑32; Col. 2:15; Heb. 2:14; 1 Jua. 3:8; Apo. 12:5‑10). La única interpretación que es apoyada por la analogía de la fe es la que ve a Satanás atado en la primera venida de Cristo. Una futura atadura temporal de Satanás es ajena a otras partes de la Escritura y es, por tanto, puramente especulativa y conjetural. Su única base exegética es la interpretación premilenarista de Apocalipsis 20. La elección aquí está entre interpretar los símbolos simbólica y bíblicamente o interpretarlos de una forma inflexiblemente literal que se niega a tener en cuenta el género literario del pasaje. Pienso que es obvio la opción que deberíamos elegir. Para contestar a otra respuesta de este correspondiente elaboré varios argumentos. Escogí fragmentos de tres de mis argumentos que pienso son cruciales para el presente análisis. Creo que, por mi argumentación, el lector puede discernir la naturaleza de esta otra respuesta del correspondiente. He aquí mi argumentación: En primer lugar, usted piensa que los ángeles son seres tanto físicos como espirituales; y, supongo, tiene que pensar así para sostener su hermenéutica. En segundo lugar, usted cambia el tema a la idea del reino terrenal cuando señalo que no hay ningún pasaje paralelo que apunte a una futura atadura temporal de Satanás. Mantengo mi aseveración. El punto es que su interpretación es contraria a la analogía de la fe. El asunto no es que Dios tenga que decir las cosas más de una vez para que las creamos; sino, si realmente Él las ha dicho o no, aunque sea una sola vez. En tercer lugar, una y otra vez presupone que estoy en desacuerdo con usted cuando dice que el lenguaje simbólico apunta a algo real. «Real» es la palabra que yo he estado usando. Usted usa las palabras «propio», «verdadero», «literal» y «físico», pero esto conduce a la idea de que los ángeles tienen cuerpos físicos; lo cual cuestiono. De cualquier forma, pienso que lo que usted quiere decir con «literal» es «real», y no necesariamente «físico». Sí concuerdo con que los símbolos de la Escritura indican algo «real» y «verdadero». No estoy de acuerdo con que necesariamente apunten a algo «físico». Hay cosas «reales» y «verdaderas» que no son «físicas» en el sentido «normal», como nuestras almas y espíritus, y especialmente como Dios. Que Dios es una «roca» significa que Él es fuerte y fiel. Los atributos divinos de fuerza y fidelidad no son esencialmente físicos. Son reales y, desde luego, tienen aplicaciones físicas. Aquí está el meollo del asunto. Por supuesto, los símbolos de la Escritura apuntan a algo real y, a menudo, incluso físico; pero lo hacen simbólicamente y tienen que ser interpretados simbólicamente para llegar a la verdad literal que expresan. Este es uno de los problemas claves del razonamiento en cuestión. «Literal» puede significar «real», y puede significar «físico». Acepto la interpretación literal en el sentido de que creo en el realismo en la interpretación bíblica. No acepto la interpretación literal si significa que no reconocemos en las Escrituras los géneros literarios que son más o menos figurados (o si quiere decir que tenemos que negar que los símbolos bíblicos tienen que ser interpretados simbólicamente). CAPÍTULO QUINCE ¿Cómo puede la interpretación «literal» concluir que la Iglesia es Israel? E n este momento creo que debo recapitular el argumento. Permítame hacerlo recordándole que MacArthur afirma que los amilenaristas creen en el suplantacionismo o la teología del reemplazo. Ese es el comienzo de su línea de razonamiento. Concluye que tenemos que creer, y que sí creemos, en una hermenéutica espiritualizadora o alegorizadora al creer en la teología del reemplazo, donde la Iglesia simplemente reemplaza a Israel en el plan de Dios. He aquí mi contraargumento. En primer lugar, he aseverado que los amilenaristas hoy no creen (o al menos no tienen que creer) en la teología del reemplazo; o, en otras palabras, no necesitan aseverar, y en la mayoría de los casos no aseveran, que la Iglesia simplemente reemplace a Israel. Recientemente descubrí que mi postura sobre este tema es corroborada por O. Palmer Robertson en su maravilloso libro {trad. no oficial} El Israel de Dios. Recomiendo muchísimo este libro a todos mis lectores y especialmente a mis hermanos dispensacionalistas. Permítame darle un par de exquisitas declaraciones que él hace: De aquí en adelante, no es que la Iglesia tome el lugar de Israel, sino que un renovado Israel de Dios está siendo formado mediante la conformación de la Iglesia. Este reino llegará más allá de los límites del Israel del antiguo pacto. Aunque Jesús comienza con el Israel de antaño, no dejará que Su reino sea limitado por las fronteras de este. [72] El dominio de este reino, el área de gobierno del Mesías, comenzaría de hecho en Jerusalén, el centro de la vida de Israel por siglos. Así que, indudablemente, Israel sería un participante principal en la llegada del reino mesiánico. Jesús no estaba enseñando una teología del «reemplazo» en la que se liquida sumariamente toda conexión con las promesas dadas a los padres, y el Israel de antaño es reemplazado por la Iglesia de hoy.[73] Estas citas sugieren y conducen al segundo punto de mi contraargumento. Es el mismo punto que trato en esta sección de estudios. Como no creemos en el suplantacionismo o la teología del reemplazo, no sostenemos ni necesitamos sostener una hermenéutica espiritualizadora o alegorizadora. Puede decirse que la Iglesia es el Israel de Dios dentro de los límites de la interpretación histórico–gramatical complementada por un reconocimiento, primero, de la autoría divina de la Escritura (interpretación teológica) y, segundo, de los diversos géneros literarios de la Escritura (interpretación según el género literario). No hay que caer en alguna suerte de espiritualización extremista y lunática para llegar a esta conclusión. Permítame decir esto usando otros términos. Pienso que la hermenéutica que describí anteriormente en este libro merece la etiqueta de «interpretación literal». Permítame llamarle «interpretación literal realista». La interpretación histórico–gramatical, teológica y según el género literario provee una especie de «método de interpretación realista– literal». Este tipo de interpretación no asevera que los símbolos de la Escritura apuntan a {una} «nada etérea»; sino que está de acuerdo con los MacArthurs del mundo en que estos {los símbolos} apuntan a «algo real». [74] Es realista y, en este sentido, literal; pero sostiene que la Biblia a veces habla de «algo real» haciendo uso de lenguaje simbólico. Por tanto, esta interpretación difiere de lo que llamaré «interpretación literal rígida». Esta última rehúsa reconocer la existencia o la significación hermenéutica de los géneros literarios simbólicos de la Escritura. Dentro de los límites del método de interpretación «literal» {realista}, permítame ahora mostrarle el camino por el cual las Escrituras llegan a aseverar que la Iglesia es el Israel de Dios (Gál. 6:16). CAPÍTULO DIECISÉIS La verdad literal de que la Iglesia es Israel M ucho podría decirse acerca de la justificación histórico–redentora y las razones hermenéuticas por las cuales las Escrituras pueden aseverar que la Iglesia es el Israel de Dios. Solo daré aquí una sinopsis del material pertinente. Nuevamente deseo recomendar {trad. no oficial} El Israel de Dios por O. Palmer Robertson. Lo primerísimo que deseo decir es que la Iglesia tiene un origen y una constitución étnicamente judíos. Una vez escuché a un predicador en la radio argumentando que hasta Hechos 10, en el Nuevo Testamento, todo era territorio judío. No disentí porque pienso que todo lo que viene después también es territorio judío. Todo el Nuevo Testamento (seamos claros al respecto) es territorio judío. ¿Por qué afirmo que la Iglesia es una institución judía? Ante todo, lo afirmo porque Jesús el Cristo fue, y tuvo que ser, un judío étnico (Mat. 1:1‑18). Sin embargo, Jesucristo ― en Su oficio de Mesías y Mediador— es el origen y centro de la existencia de la Iglesia. Pedro había acabado de llamarle «el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mat. 16:16‑19) cuando el Señor dijo que edificaría Su Iglesia. Por tanto, era como Mesías de los judíos que Él edificaría Su Iglesia. Entonces, la Iglesia es la Iglesia del Mesías. Ya no es meramente la «Iglesia de Israel» (QAHAL ISRAÉL) o la «Iglesia de Yahweh» (QAHAL YAHWEH) mencionada tan a menudo en el Antiguo Testamento. Ahora es el Israel escatológico, la Iglesia del Mesías (QAHAL MASHÍAJ). Por lo tanto, Pablo argumenta en Gálatas 3 que Cristo es la verdadera simiente de Abraham y que todos los que estén unidos a Él son también simiente de Abraham y herederos según la promesa (Gál. 3:29). Y hablando de promesas, Pablo también afirma que todas las promesas de Dios a Israel son ratificadas en Cristo; y que nosotros, como Iglesia Suya ― tanto judíos como gentiles—, somos beneficiarios de esas promesas. Tal como en Gálatas 3:29, así también esto es confirmado en 2 Corintios 1:19‑20: ― (19)Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que fue predicado entre ustedes por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no fue sí y no, sino que ha sido sí en Él. (20)Pues tantas como sean las promesas de Dios, en Él [todas] son sí. Por eso también por medio de Él, [es nuestro] Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros. (NBLA) Por tanto, la Iglesia vive sobre la base de las promesas de Dios, y estas promesas le pertenecen porque está en unión con el Cristo que es la simiente étnica de Abraham. Así que la Iglesia también es simiente de Abraham y heredera de todas las promesas hechas a la simiente de Abraham. La Iglesia tiene un Redentor y Salvador judío. La Iglesia también tiene un fundamento judío. Está edificada sobre el fundamento de los Apóstoles (Mat. 16:16‑19; Efe. 2:20; Apo. 21:14). Los Apóstoles de Cristo, aun incluyendo a Pablo y Santiago ― el hermano del Señor—, fueron todos judíos étnicos. Los gentiles que vienen a Cristo y son incorporados a la Iglesia, son edificados sobre un fundamento judío y, por tanto, pasan a formar parte de una casa judía. Es más, la Iglesia tiene un núcleo judío en cada generación. Según Romanos 11, Dios tiene un remanente judío elegido en cada generación. La Iglesia es el único olivo de Romanos 11:16‑24. Tiene una raíz y tronco judíos. Además, tiene ramas de judíos y gentiles creyentes injertados a través de la obra del Espíritu y mediante la fe. La acumulación de este remanente judío de cada generación constituye el cumplimiento del «todo Israel» (una referencia al Israel étnico) que será salvo, tal como la plenitud de los gentiles es la suma total de los «gentiles elegidos». Por todas estas razones, afirmo que la Iglesia ― en un sentido físico y étnico— es una institución judía. La Iglesia tiene un Mesías étnicamente judío, un fundamento apostólico étnicamente judío, y un núcleo de su membresía étnicamente judío. Según Efesios 2:12‑19, es «la ciudadanía de Israel» con ciudadanos étnicamente judíos y ahora también con ciudadanos que eran gentiles, quienes se han hecho nuevos israelitas por la circuncisión no hecha por manos (Col. 2:11). Resta mucho por decir. Sin embargo, esto al menos debería comenzar a satisfacer a cualquiera que esté preocupado por los derechos de los judíos étnicos y una «interpretación literal» de la Biblia.[75] CAPÍTULO DIECISIETE La Iglesia como el remanente elegido de Israel N o es que MacArthur desconozca la doctrina del remanente. Él la afirma con bastante claridad, por lo menos en una oportunidad: A través de la historia siempre ha habido un Israel de Dios, siempre ha habido un remanente, siempre ha habido quienes no doblaron sus rodillas ante Baal. Dios siempre ha tenido un pueblo; siempre ha habido Sus escogidos. No todo Israel es Israel; es decir, no todo el Israel étnico es el verdadero Israel de Dios ― los verdaderos creyentes—; sin embargo, Dios siempre ha tenido un remanente, siempre ha tenido un pueblo ― como dice Isaías 6: un «tronco», una «simiente santa»— a lo largo de la historia. Pero, en el futuro habrá una salvación del Israel étnico a nivel nacional, y ese es el mensaje de Jeremías 31. He aquí el Nuevo Pacto; también fue dado a Israel. Nos gusta hablar del Nuevo Pacto porque participamos de la provisión de salvación del Nuevo Pacto ratificado en la muerte de Cristo; pero el juramento original del Nuevo Pacto es dado de una forma especial a una generación futura de judíos. Sin embargo, aún en esta cita, MacArthur revela cuál es la esencia de su entendimiento de las promesas hechas a los judíos. Él está enfocado en el cumplimiento de estas por una conversión futura y nacional del Israel étnico. Por tanto, aunque conoce la doctrina del remanente, no parece que cuente como cumplimiento de las promesas hechas a Israel. Note el repetido enfoque futuro en las citas siguientes: Como ocurre con la perpetuidad de la Iglesia elegida para la gloria de la salvación; así la Escritura, con un lenguaje similar y por promesas hechas por el mismo Dios, afirma la perpetuidad del Israel étnico para una salvación futura de una generación de judíos que cumplirán todas las promesas divinas que Dios les dio. Ahora que el Espíritu de Dios está moviendo a la Iglesia a restablecer la gloriosa posición de autoridad de la gracia soberana en la salvación, es tiempo de restablecer la misma posición de autoridad de la gracia soberana en la salvación de una generación futura del Israel étnico, y {en} el reino Mesiánico terrenal, con el cumplimiento completo de todas las promesas de Dios hechas a Israel. Estoy comprometido resueltamente con la elección soberana de una generación futura de judíos para salvación y la herencia completa de todas las promesas y pactos de Dios dados a ellos en el Antiguo Testamento, porque la verdad de la Palabra de Dios está en juego. Tenemos que darle al mundo la verdad acerca del fin de la historia y de la gloria culminante de Cristo y del cumplimiento de las promesas de Dios a Israel y la Iglesia. Si afirman una hermenéutica normal y la perspicuidad del Antiguo Testamento, este anuncia claramente pactos y promesas, y un reino que ha de venir para el Israel étnico. Que haya algunos judíos que no crean, no anula la fidelidad de Dios. Solo porque haya algunos a los que Dios escoge, no significa que Él no vaya a escoger a toda una generación de judíos debidamente constituida para cumplir Sus promesas [en el futuro]. En un momento dado, MacArthur revela en realidad lo que solo puede llamarse un enfoque exclusivamente futuro del cumplimiento futuro {sic.} de las promesas de Dios. Observe: ...y hay solo dos elecciones de pueblos [grupos de seres humanos] en la Escritura: Israel (un grupo escatológico de israelitas étnicos que constituirán la futura nación que recibirá las promesas de Dios) y la Iglesia. Allí MacArthur descarta por completo la elección presente o pasada de un remanente judío que de alguna manera cuente con respecto a la elección de Israel o el cumplimiento de promesas a Israel. Esto se cumple solo en «un grupo escatológico de israelitas étnicos que constituirán la futura nación». Esta elección de una generación futura de israelitas y la elección de la Iglesia son las únicas dos elecciones de pueblos en la Biblia. Puesto que MacArthur descarta tan completamente el remanente elegido (pasado y presente) de los judíos, piensa que los amilenaristas creen que no hay el más mínimo cumplimiento de las promesas hechas a la nación judía: Seguro, Israel pecó, apostató, mató al Hijo de Dios. Se acabó. Israel está fuera y pierde el derecho a todo. La Iglesia se queda con todo, si es que puede superar a Israel. Hasta ahora no parece realmente esperanzador. ...el amilenarismo no tiene ningún sentido porque dice básicamente que Israel, por sí mismo, perdió el derecho a todas las promesas. ¿Piensan que, por ellos mismos, hubieran podido hacer algo para garantizar recibirlas? Pero este argumento ignora totalmente que los amilenaristas argumentan que, a lo largo de la historia, las promesas de Dios se cumplieron en un remanente elegido de judíos étnicos. He aquí mi punto. Si bien MacArthur no descarta por entero la doctrina del remanente judío, aun así la descarta tanto que pierde su significación bíblica y también su significación para los amilenaristas. En primer lugar, la idea (aseverada por MacArthur una vez de forma explícita, pero muchas veces de forma implícita) de que el único cumplimiento significativo de las promesas hechas a Israel tiene lugar en el Milenio a una generación futura de judíos, es completamente no–bíblica. Significa que nada de lo que ocurrió en la conquista antiguotestamentaria de la tierra o en la prolongada permanencia antiguotestamentaria de Israel en la tierra cuenta como el cumplimiento de promesas de Dios. Eso no tiene sentido. La conquista de la tierra bajo el liderazgo de Josué contó como el cumplimiento de promesas pactuales de Dios ― aunque esa promesa fue cumplida solo a un pequeño remanente del pueblo original involucrado en el Éxodo desde Egipto. Nótense las siguientes declaraciones claves en Josué: Josué 1:2 ― Mi siervo Moisés ha muerto; ahora pues, levántate, cruza este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. Josué 1:6 ― Sé fuerte y valiente, porque tú darás a este pueblo posesión de la tierra que juré a sus padres que les daría. Allí Jehová revela Su propósito de darle a Israel la tierra por medio de Josué. Él también prevé el día en que, habiendo dado la tierra a Israel, los soldados de las tribus que tendrían su herencia en la tierra al otro lado del Jordán regresarían a sus familias en Josué 1:14‑15 ― (14)Vuestras mujeres, vuestros pequeños y vuestro ganado permanecerán en la tierra que Moisés os dio al otro lado del Jordán; pero vosotros, todos los valientes guerreros, pasaréis en orden de batalla delante de vuestros hermanos, y los ayudaréis, (15)hasta que el SEÑOR dé reposo a vuestros hermanos como a vosotros, y ellos también posean la tierra que el SEÑOR vuestro Dios les da. Entonces volveréis a vuestra tierra y poseeréis lo que Moisés, siervo del SEÑOR, os dio al otro lado del Jordán hacia el oriente. Esto ocurrió, realmente, más tarde en Josué 22:4 ― Y ahora, el SEÑOR vuestro Dios ha dado descanso a vuestros hermanos, como Él les había dicho; volved, pues, e id a vuestras tiendas, a la tierra de vuestra posesión que Moisés, siervo del SEÑOR, os dio al otro lado del Jordán. Josué presupone que Dios ha dado a Israel la tierra que Él había prometido. Por tanto, puede amenazarlos con la confiscación de la misma si pecan, como en Josué 23:13‑15 ― (13)ciertamente sabed que el SEÑOR vuestro Dios no continuará expulsando a estas naciones de delante de vosotros, sino que serán como lazo y trampa para vosotros, como azote en vuestros costados y como espinas en vuestros ojos, hasta que perezcáis de sobre esta buena tierra que el SEÑOR vuestro Dios os ha dado. (14)He aquí, hoy me voy por el camino de toda la tierra, y vosotros sabéis con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma que ninguna de las buenas palabras que el SEÑOR vuestro Dios habló acerca de vosotros ha faltado; todas os han sido cumplidas, ninguna de ellas ha faltado. (15) Y sucederá que así como han venido sobre vosotros todas las buenas palabras que el SEÑOR vuestro Dios os habló, de la misma manera el SEÑOR traerá sobre vosotros toda amenaza, hasta que os haya destruido de sobre esta buena tierra que el SEÑOR vuestro Dios os ha dado. Me he esforzado en este punto porque es crucial. Tenemos que estar claros de que las promesas de Dios no fueron cumplidas a la generación que dejó Egipto originalmente. Solo dos de los que tenían más de 20 años de edad sobrevivieron para ver el cumplimiento de la promesa de la tierra. No obstante, se considera que Dios estaba cumpliendo Sus promesas a Israel. Lo que ocurre allí en Josué y en la generación original de la nación del pacto, ocurre también a lo largo de la historia de Israel. Las promesas son cumplidas al remanente elegido, y esto cuenta como el cumplimiento de las promesas a la nación. Así que la permanencia de Judá en la tierra cuenta como cumplimiento de las promesas de Dios, aunque las tribus del norte son deportadas y se pierden para siempre. Por tanto, el regreso del remanente del exilio cuenta como el regreso de Israel a la tierra. Incluso la apología de Pablo en Romanos 9‑11 se fundamenta en este principio del remanente. La Palabra de Dios a Israel no ha fallado (Rom. 9:6) porque las promesas son cumplidas al remanente elegido (Rom. 9:7‑13). Romanos 9:27 enfatiza el punto: Isaías también exclama en cuanto a Israel: AUNQUE EL NÚMERO DE LOS HIJOS DE ISRAEL SEA COMO LA ARENA DEL MAR, [solo] EL REMANENTE SERÁ SALVO… Este es también el punto de Pablo en Romanos comienza su argumento allí: 11. Escuche cómo Romanos 11:1 ― Digo entonces: ¿Acaso ha desechado Dios a su pueblo? ¡De ningún modo! Porque yo también soy israelita, descendiente de Abraham, de la tribu de Benjamín. El punto de Pablo es que, como judío, su propia salvación prueba que Dios no ha desechado a Su pueblo. Pablo es judío, y es salvo. El pueblo corporativamente o como nación es salvo en el remanente. Pablo también ilustra esta idea de la salvación del pueblo de forma corporativa en el remanente con los días de Elías en Romanos 11:2‑4 ― (2)Dios no ha desechado a su pueblo, al cual conoció con anterioridad. ¿O no sabéis lo que dice la Escritura en [el pasaje sobre] Elías, cómo suplica a Dios contra Israel: (3)Señor, HAN DADO MUERTE A TUS PROFETAS, HAN DERRIBADO TUS ALTARES; Y YO SOLO HE QUEDADO Y ATENTAN CONTRA MI VIDA? (4)Pero, ¿qué le dice la respuesta divina?: Me HE RESERVADO SIETE MIL HOMBRES QUE NO HAN DOBLADO LA RODILLA A BAAL. De esto, Pablo concluye que el mismo principio continúa operando en su día. En Romanos 11:5 dice: «Y de la misma manera, también ha quedado en el tiempo presente un remanente conforme a la elección de la gracia [de Dios]». En todo el resto de Romanos 11, Pablo continúa con el tema del cumplimiento de las promesas de Dios a la nación, de forma corporativa, en las personas del remanente elegido: Romanos 11:14 ― si en alguna manera puedo causar celos a mis compatriotas y salvar a algunos de ellos. (Cursivas añadidas) Romanos 11:25 ― Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis sabios en vuestra propia opinión: que a Israel le ha acontecido un endurecimiento parcial hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles… (Cursivas añadidas) Aun en el pasaje de Isaías 59:20‑21, citado por Pablo en relación con la muy debatida aseveración de que todo Israel será salvo en Romanos 11:26, puede verse un énfasis en la salvación del remanente en su original en hebreo: (20) Y vendrá un Redentor a Sión y a los que en Jacob se aparten de la transgresión ― declara el SEÑOR. (21)En cuanto a mí ― dice el SEÑOR—, este es mi pacto con ellos: Mi Espíritu que está sobre ti, y mis palabras que he puesto en tu boca, no se apartarán de tu boca, ni de la boca de tu descendencia, ni de la boca de la descendencia de tu descendencia ― dice el SEÑOR— desde ahora y para siempre. (Cursivas añadidas) Mi propósito aquí no es contestar a la controvertida pregunta de si habrá o no un avivamiento futuro entre los judíos. Mi único propósito es decir que no es necesario que toda una generación futura de israelitas se salve en masa para que Dios cumpla Sus promesas a Israel. No es necesario que Dios salve a cada miembro de tal generación ni a la mayoría de los miembros de tal generación para cumplir Sus promesas. Dios ha cumplido genuina y auténticamente esas promesas muchas veces al remanente elegido. Dichas promesas nunca fueron hechas a cualquiera, sino a aquel remanente elegido del cual Pablo habla extensamente en Romanos 9‑11. Aquí regresamos al punto central. El remanente elegido de entre los judíos es ahora el núcleo de la Iglesia cristiana. Ese remanente elegido de judíos en la Iglesia es el cumplimiento de las promesas de Dios a Israel en el presente. La Iglesia es, y tiene que ser, el Nuevo Israel. En parte, debido a este remanente elegido, toda la Iglesia es simiente de Abraham. CAPÍTULO DIECIOCHO ¿Tienen que ser judíos étnicos los israelitas? S é que la pregunta planteada en el encabezamiento de este capítulo probablemente parezca escandalosa a mis hermanos dispensacionalistas. No sé con seguridad si MacArthur lo dijo en serio, medio en broma, o si estaba bromeando cuando dijo en su mensaje que el Israel moderno estaba haciendo pruebas de ADN para {determinar} la identidad étnica judía. Sí sé que él piensa que ser judío étnico es esencial para ser judío. Escuche algunos de sus comentarios sobre este tema: La Biblia llama a Dios «El Dios de Israel» más de 200 veces ― el Dios de Israel. Hay más de 2000 referencias a Israel en la Escritura. Ni una de estas significa otra cosa sino Israel. Ni una de estas, incluyendo Romanos 9:6 y Gálatas 6:16, que son los únicos dos pasajes a los que acuden los amilenaristas para intentar convencernos de que estos pasajes anulan los otros 2000. No hay dificultad alguna en interpretar que estos últimos pasajes simplemente se refieren a judíos que eran creyentes ― «el Israel de Dios». «Israel» siempre significa Israel; nunca significa otra cosa sino Israel. Los setenta y tres usos neotestamentarios de «Israel» siempre significan Israel. Debería notarse que los judíos todavía existen hoy. Eso es interesante, ¿verdad? ¿Han conocido alguna vez a un hitita? ¿Y a un amorreo, un heveo o un jebuseo? ¿Conoce alguien a alguna de esa gente? ¿Y a un agagueo? [...] El setenta por ciento de la Escritura es la historia de Israel, y pienso que todo el sentido de la historia es llegar hasta el final, no esfumarse. Ahora bien, ya he reconocido que fue necesario que la Iglesia tuviera un Salvador étnicamente judío. Además, dije que la Iglesia está edificada sobre el fundamento étnicamente judío de los Apóstoles de Cristo. También afirmé que un núcleo étnicamente judío en el remanente elegido de la nación de Israel era un ingrediente esencial en la Iglesia cristiana. A la luz de estas declaraciones, no estoy descartando o negando completamente la identidad étnica judía como esencial de algún modo para entender la Iglesia con lo que diré a continuación. No obstante, ahora es necesario declarar una verdad equilibradora. Es una verdad que pienso es absolutamente devastadora para el punto de vista de MacArthur y sus simpatizantes: La etnicidad judía (descender de progenitores étnicamente judíos o incluso de un solo progenitor étnicamente judío) nunca fue esencial para ser un ciudadano de Israel. Desde el principio se previó {o se estipuló} la membresía de gentiles étnicos en la ciudadanía de Israel. En el Antiguo Testamento era posible circuncidarse y así llevar sobre uno las bendiciones y responsabilidades del Pacto Abrahámico y Mosaico. Este rito fue crucial para Abraham mismo, quien originalmente fue un gentil étnico. Se nos dice en Génesis 17:10‑12 (y en Hch. 7:8) que la circuncisión era el pacto y la señal del pacto entre Dios, Abraham y su simiente: (10) Este es mi pacto que guardaréis, entre yo y vosotros y tu descendencia después de ti: Todo varón de entre vosotros será circuncidado. (11)Seréis circuncidados en la carne de vuestro prepucio, y esto será la señal de mi pacto con vosotros. (12)A la edad de ocho días será circuncidado entre vosotros todo varón por vuestras generaciones; [asimismo] el [siervo] nacido en tu casa, o que sea comprado con dinero a cualquier extranjero, que no sea de tu descendencia. Por ende, se nos dice que tanto Moisés como sus hijos e Israel, en el tiempo de Josué, tuvieron que ser circuncidados (Éxo. 4:26; Jos. 5:1‑8). De conformidad con esto, se previó {o se estipuló} más tarde (con algunas restricciones) que los gentiles fueran circuncidados y se convirtieran en miembros de la QAHAL ISRAEL (Deu. 23:1‑9). Fue necesario que tanto los gentiles como los judíos étnicos fueran circuncidados para comer la comida del pacto ― la Pascua (Éxo. 12:43‑48). Al mismo tiempo, también tiene que recordarse que ninguna judía étnica podía pasar a formar parte de la Iglesia o ciudadanía de Israel porque el derecho de circuncisión era crucial para el estatus pactual. He aquí otra prueba de que la judaicidad étnica (el ADN judío) no era suficiente para darle a uno la condición de miembro de Israel. El ADN judío femenino no bastaba.[76] Pero hay mucho más que decir a nuestros hermanos dispensacionalistas acerca de esto. Para tomar prestadas las palabras de Apocalipsis 9:12 ― «El primer ¡ay! ha pasado; he aquí, aún vienen dos ayes después de estas cosas». Ahora bien, está claro que la circuncisión era necesaria para ser miembro del Israel antiguotestamentario; pero, en el Nuevo Pacto, la circuncisión física ha sido abolida y reemplazada por la circuncisión espiritual (la circuncisión de Cristo). Como cumplimiento del tipo antiguotestamentario (Deu. 10:16; 30:6), ahora la circuncisión espiritual es la que avala el estatus del pacto. Esto abre una puerta de inclusión en la ciudadanía de Israel tanto a mujeres como a gentiles no circuncidados, y al mismo tiempo excluye incluso a judíos étnicos físicamente circuncidados (Rom. 2:25‑29; 1 Cor. 7:18‑19; Gál. 5:6; 6:15; Efe. 2:11‑12; Flp. 3:2‑3; Col. 2:11; 3:11). La circuncisión física ahora no cuenta para nada. Solo la circuncisión espiritual hace a uno un verdadero circunciso delante de Dios. Entonces, ¿cuál es el punto? El punto es que incluso en el Antiguo Testamento no era meramente la judaicidad étnica la que hacía a uno miembro de Israel, sino la circuncisión. El énfasis de MacArthur en la judaicidad étnica está en profundo conflicto con lo que la Biblia en realidad enseña acerca de lo que hace que alguien sea israelita. Su énfasis está en conflicto con la necesidad de la circuncisión, en el Antiguo Testamento, para que un judío étnico tuviera parte en el pueblo del pacto. Además, el énfasis de MacArthur minimiza la capacidad que tenía la circuncisión en el Antiguo Testamento para conceder derechos pactuales a los gentiles étnicos, quienes ― mediante la circuncisión física y la adopción de las estipulaciones pactuales— se hacían judíos. En el Nuevo Pacto, la circuncisión física ha sido abolida y reemplazada por la circuncisión espiritual. Ahora la circuncisión espiritual es crucial para el estatus pactual. En consecuencia, los gentiles y las mujeres que creen en Cristo (y, por tanto, han recibido la circuncisión de Cristo) califican como miembros de la ciudadanía de Israel (Efe. 2:11‑19). Si en el Antiguo Testamento los gentiles podían convertirse en verdaderos israelitas, ciertamente pueden convertirse en miembros de la ciudadanía de Israel en el Nuevo Testamento mediante la circuncisión espiritual. Mucho más podría decirse para señalar el carácter típico,[77] provisional y temporal del Israel nacional en el plan de Dios. Por ejemplo, a menudo se ha argumentado que la limitación del pacto de Dios al Israel nacional siempre tuvo una intención universal (Gén. 12:3). Esto es cierto. Sin embargo, lo que se ha dicho aquí es suficiente para demostrar que el énfasis extremista de MacArthur en el Israel étnico y nacional en el plan futuro de Dios está muy equivocado. CAPÍTULO DIECINUEVE El Nuevo Testamento es el Nuevo Testamento L a historia de la exégesis dispensacionalista contiene varios intentos desesperados por evitar una de las características exegéticas más claras del Nuevo Testamento; a saber, el hecho de que el Nuevo Testamento es el Nuevo Testamento o el Nuevo Pacto. Este simple hecho (cuando es respaldado por cada uno de los casos en que aparecen las palabras «nuevo pacto», y también por cada vez que se cita Jer. 31:31‑34 en el Nuevo Testamento) es un problema gigantesco que el dispensacionalismo nunca ha solucionado. Pero quizá necesito explicar más detalladamente lo que quiero decir. En primer lugar, me refiero a que el título de la segunda parte de nuestras Biblias y de las Escrituras cristianas es Nuevo Testamento o Nuevo Pacto. Indiscutiblemente, esta terminología es tomada directamente de Jeremías 31. Ahora bien, el dispensacionalismo clásico argumentaba que el Nuevo Pacto era futuro y que tendría lugar en el Milenio. Algunos dispensacionalistas incluso argumentaban que había dos Nuevos Pactos. El dispensacionalismo progresivo dice que hay dos cumplimientos del Nuevo Pacto ― uno en el tiempo de la Iglesia y otro en el Milenio. Contra todos esos intentos frustrados por reconciliar el dispensacionalismo con el mismo título de las Escrituras cristianas permanece en pie el hecho incorregible de que la Iglesia cristiana siempre ha llamado, y llamará, Nuevo Testamento a la segunda parte de su Biblia. Este simple hecho refuta el dispensacionalismo clásico. Refuta la teoría de los dos Nuevos Pactos. Incluso pone en duda la teoría de los dos cumplimientos del Nuevo Pacto que sostiene el dispensacionalismo progresivo. Tal refutación se hace incluso más clara con los mismos usos de la frase {«nuevo pacto»}, y con las mismas citas de Jeremías 31:31‑34 en el Nuevo Testamento. Los siguientes pasajes aluden claramente a Jeremías 31: Mateo 26:28‑29; Marcos 14:24‑25; Lucas 22:20; 1 Corintios 11:25; 2 Corintios 3:6; y Hebreos 7:22; 8:7‑13; 9:15; 10:16‑20; 12:24; 13:20. Se podría citar muchos otros pasajes que hacen alusión al Nuevo Pacto. Insto al lector a que considere los muchos otros usos de «nuevo» y «pacto» en el Nuevo Testamento; pero los pasajes citados anteriormente son aquellos en los que pienso se hace una innegable alusión a Jeremías 31:31‑34. Ahora bien, el hecho es que cada uno de esos pasajes presupone que la Iglesia es el pueblo con el que se hace el Nuevo Pacto. No hay un solo pasaje que aluda a un Milenio futuro. El Nuevo Pacto se hace con la casa de Israel y la casa de Judá según Jeremías 31. Según el Nuevo Testamento, se hace con la Iglesia. La conclusión natural es que la Iglesia de Cristo es la casa de Israel y la casa de Judá. De hecho, hemos visto que esto es exactamente lo que enseña el resto del Nuevo Testamento. Los pasajes mencionados anteriormente aportan abundante evidencia de que esta identificación de la Iglesia con Israel es correcta. Según estos textos, la Cena del Señor es una ordenanza del Nuevo Pacto. Su copa es la misma copa que simboliza el Nuevo Pacto (Luc. 22:20; 1 Cor. 11:25). El Apóstol a los gentiles, y Apóstol de la Iglesia, en el contexto donde describe su propio ministerio, se identifica como ministro del Nuevo Pacto (2 Cor. 3:6). Jesús es llamado el mediador del Nuevo Pacto en un contexto que describe los gloriosos privilegios de la Iglesia cristiana (Heb. 12:24). A pesar de los excesos de los dispensacionalistas extremistas, el Libro de Hebreos fue escrito a iglesias cristianas con ancianos cristianos (Heb. 13:7, 17, 24). Además, en Hebreos, se dice que todas las instituciones principales del Pacto Mosaico hallarían su cumplimiento en las bendiciones que la Iglesia posee en el Nuevo Pacto. Finalmente, es indiscutiblemente claro que en la Iglesia se encuentra el remanente elegido de Israel. Ellos son físicamente la casa de Israel y de Judá con quienes Dios prometió hacer el Nuevo Pacto. Deben ser vistos como el cumplimiento de las promesas a la nación. ¿Por qué? Porque Pablo argumenta en Romanos 9‑11, de forma innegable, que Dios está cumpliendo Sus promesas a Israel en el remanente elegido. Con la abolición de la circuncisión física, todo lo que se necesita para hacer que un hombre sea un nuevo y verdadero israelita es la bendición de la circuncisión de Cristo (Rom. 2:25‑29; Efe. 2:11‑13; Flp. 3:3). En resumen, todo intento del dispensacionalismo por soslayar hasta la mismísima designación del Nuevo Testamento, así como la enseñanza de este, ha sido totalmente fallido. La necesidad de involucrarse en un esfuerzo tan inútil es en sí misma una de las mejores pruebas del fracaso de ese sistema en general. La Iglesia es el Israel de Dios, y no es necesario ser un espiritualizador para decirlo. CAPÍTULO VEINTE Si la Iglesia es Israel, ¿por qué no hereda las maldiciones de Israel? E n su manifiesto, John MacArthur se hace eco de un argumento que ha usado antes a favor del premilenarismo. Es la afirmación de que los amilenaristas son inconsistentes al identificar la Iglesia con Israel porque no quieren atribuirle a la Iglesia las maldiciones de este último, sino solo sus bendiciones. Estas son sus palabras: También adopta una extraña dicotomía, ya que todas las maldiciones prometidas a Israel cayeron sobre Israel, no sobre la Iglesia ― literalmente— y aún están cayendo. Si se preguntaban si las maldiciones en el Antiguo Testamento eran literales... están ocurriendo ahora. Ahora mismo Israel no está bajo la protección divina. Está bajo la promesa de Dios de que sería perpetuado como un pueblo étnico, pero este grupo actual de judíos que viven en el mundo hoy y en la nación de Israel no está ahora bajo la protección divina. Son apóstatas. Han rechazado a su Mesías. Están bajo el castigo divino, pero aún son un pueblo y lo serán hasta el final. Qué asombrosa apologética es esa para la veracidad de la Escritura. No pueden abandonar eso sin una enorme pérdida de confianza en la Escritura. Todas las maldiciones prometidas a Israel por la desobediencia a Dios se hicieron realidad de forma literal en Israel. Ahora, de pronto, ¿se supone que dividamos todos esos pasajes que ofrecen bendición y maldición, y digamos que todas las bendiciones que se le prometieron a Israel no están viniendo para Israel, que en cambio están viniendo para la Iglesia? ¿Dónde está la justificación textual para una interpretación tan dividida? ¿No pensarían que cualquiera que fuera la forma en la que se cumplieron las maldiciones establecería la norma para cualquier forma en la que se cumplirían las bendiciones? O, para poner la pregunta en otro contexto, ¿no esperarían que todas las profecías que llegaron a ocurrir de modo literal cuando Jesús vino la primera vez establecerían el patrón para cómo llegarían a cumplirse las profecías conectadas con Su segunda venida? No hay lugar alguno para dividir estas interpretaciones. Este argumento es familiar para quien conozca a MacArthur: Ahora bien, cuando Israel pecó, {cuando} desobedeció a Dios, ¿qué ocurrió? Juicio, castigo, maldición, masacre... ¿fue literal? Sí. ¿Fue Israel? Sí. Por tanto, si Israel recibió todas las maldiciones prometidas ― literalmente—, ¿por qué supondríamos que no habrían de recibir las bendiciones prometidas literalmente cuando algunas de ellas están en los mismos pasajes? Y, ¿cómo puede decir en este pasaje que la maldición se refiere al Israel literal, pero que las bendiciones se refieren a la Iglesia? No hay base exegética alguna para eso y ahora usted ha dividido arbitrariamente el versículo por la mitad; usted le ha dado todas las maldiciones a Israel y toda la bendición a la Iglesia ― ¿en qué se basa exegéticamente para hacer eso?[78] Entiendo que la objeción de MacArthur es en realidad dos objeciones en una. La primera tiene que ver con el asunto de la interpretación literal que ya hemos analizado extensamente. En esencia, MacArthur argumenta que los amilenaristas son inconsistentes con su propia hermenéutica al ver las maldiciones cumplidas en el Israel físico, pero las bendiciones cumplidas para el Israel espiritual (la Iglesia). Sin embargo, esta argumentación supone que en realidad la Iglesia no es Israel, sino solo el reemplazo de Israel. No obstante, he argumentado extensamente que los amilenaristas no necesitan sostener la teología del reemplazo o el suplantacionismo; y que, en un sentido real ― e incluso literal—, la Iglesia es la reforma y expansión de Israel. El segundo aspecto de la objeción de MacArthur es el que me interesa en este capítulo. Esa segunda objeción que tengo en mente es la implícita acusación de inconsistencia por reclamar para la Iglesia las bendiciones de Israel, pero no las maldiciones. Pienso que MacArthur está diciendo: ― Eh, sea justo. Tiene que aceptar lo bueno y lo malo. No puede tenerlo todo. Si quiere las bendiciones de Israel para la Iglesia, tiene que tomar las maldiciones de Israel para la Iglesia también—. Ahora bien, admito que en cierto modo ese argumento tiene cierto atractivo ― suena bien {lit. plausible}. A primera vista, parece tanto egoísta como inconsistente que los amilenaristas interpreten la Biblia de esta forma. Sin embargo, pienso que la plausibilidad de este argumento desaparece cuando se considera todo el asunto con una luz menos superficial y más bíblica. Quizá lo principal que deba decirse es que los amilenaristas no están reclamando que la Iglesia es el mismo antiguo Israel bajo el mismo Antiguo Pacto; sino que la Iglesia es el Nuevo Israel bajo el Nuevo Pacto. Busque en Jeremías 31:31‑34, y no encontrará ni una maldición para Israel en el Nuevo Pacto. El Nuevo Pacto asegura el cumplimiento de sus condiciones y, de este modo, garantiza su bendito cumplimiento {lit. fructificación} para aquellos con quienes es hecho. Cristo es el fiador de este mejor pacto (Heb. 7:22). No hay ninguna maldición para los que cumplen las condiciones del pacto. Otra forma de ver este punto es recordar que hemos dicho que la Iglesia es, por definición, el remanente elegido de Israel (Rom. 9:6‑13). ¿Cómo puede haber maldiciones para los elegidos de Dios? La cabeza de la Iglesia es el Mesías elegido. Las piedras fundacionales de la Iglesia (los Apóstoles) son israelitas elegidos. El núcleo de la Iglesia se compone de aquellos judíos que recibieron con fe a su Mesías. No hay maldición alguna para el remanente elegido. ¿Recuerda el único olivo de Romanos 11:1‑24? Este olivo es una ilustración del pueblo del pacto en esta nueva etapa. En otras palabras, es el Nuevo Israel. Se compone del remanente judío (las ramas creyentes que no son cortadas) y de los gentiles (las ramas creyentes que son injertadas). No puede haber maldición alguna para tales creyentes mientras permanezcan en el olivo por la fe. Incluso otra forma de verlo es reconocer que la Iglesia es el Israel escatológico ― la Iglesia del Mesías o QAHAL MASHÍAJ. MacArthur mismo cree en un Israel escatológico cuya porción es bendición, no maldición. Lo único que estamos diciendo es que la Iglesia es ese Israel escatológico. Así que, aunque pueda parecer inconsistente reclamar las bendiciones de Israel para la Iglesia y no las maldiciones, cuando el asunto se examina bíblicamente no constituye un problema. No reclamamos que la Iglesia sea el mismo antiguo Israel bajo el mismo Antiguo Pacto. Lo que afirmamos es que la Iglesia es el Nuevo Israel bajo el Nuevo Pacto; que es el remanente elegido de Israel, el único olivo de bendición, y el Israel escatológico que hereda todas las promesas de Dios. Realmente hay dos Israel. Siempre lo ha habido ― solo que ahora el contraste es más claro. Siempre ha estado la nación externa y el remanente elegido. Para la Iglesia (el Israel Nuevo, Elegido, Creyente, Mesiánico y Escatológico), las bendiciones de Dios continúan. Las maldiciones de Dios son para aquellos que son judíos externamente y que rechazan finalmente a su Mesías. CAPÍTULO VEINTIUNO Del evangelismo a los judíos M acArthur está convencido de que la escatología tiene implicaciones enormemente prácticas. De hecho, concluye su mensaje enfatizando una de estas implicaciones. Cree que solo su escatología pone un maravilloso fundamento para el evangelismo a los judíos; y está seguro de que el amilenarismo lo socava. He aquí un fragmento de las palabras finales de su mensaje: Otro efecto {implicación} de la teología del reemplazo es el daño que hace al evangelismo a los judíos. He aquí una breve escena, están hablando con un judío: Le dicen: ― Jesús es el Mesías. Él dice: ― ¿De veras?, ¿dónde está el reino? ― Oh, ¡está aquí! ― Ah, ¿está aquí? Bueno, ¿por qué nos están matando todo el tiempo? ¿Por qué estamos siendo perseguidos, y por qué no tenemos la tierra que se nos prometió? Y, ¿por qué no está el Mesías reinando en Jerusalén, y por qué la paz, la alegría y la felicidad no están dominando el mundo, y por qué no está floreciendo el desierto, y...? ― Oh, no, usted no entiende. Nada de eso va a ocurrir. Vea, el problema es que ustedes ya no son el pueblo de Dios; somos nosotros. ― ¡Oh! Ya veo, pero este es el reino, y los judíos están siendo asesinados y odiados, y Jerusalén está asediada. ¿Este es el reino? Si este es el reino, Jesús no es el Mesías. No puede serlo. Es ridículo. No importa cuántas maravillosas relaciones judeocristianas tratemos de tener con rabinos, esto es un enorme hueso en la garganta. ― ¿Por qué no puede ser Jesús el Mesías? ― Porque este no es el reino. A menos que puedan decirle a un judío: ― Dios guardará cada promesa que Él les hizo, y Jesús cumplirá cada una de las promesas, y es por eso que aún hay judíos en el mundo, y es por eso que ustedes están en la tierra y Dios está preparándose para un gran día de salvación en Israel; y Jesús es su Mesías. Pero, considere el Salmo 22, Isaías 53 y Zacarías 12:10, y entienda que Él tuvo que venir y morir para ratificar el Nuevo Pacto antes que Él pudiera perdonar su pecado, y el reino está viniendo—, {a menos que puedan decirle eso} ¡no tienen la posibilidad de comunicarse! Lo demás no tiene sentido. MacArthur hace bien en estar preocupado por el evangelismo a los judíos. Todos estamos a favor de ello. Que Dios bendiga de forma maravillosa los esfuerzos de nuestro hermano y los de su ministerio. No obstante, pienso que hay numerosas dificultades con la forma en la que MacArthur usa el evangelismo a los judíos polémicamente contra el amilenarismo en la cita anterior. En primer lugar, MacArthur atribuye a los amilenaristas una escatología sobrerrealizada cuando razona de la siguiente manera: ...están hablando con un judío: Le dicen: ― Jesús es el Mesías. Él dice: ― ¿De veras?, ¿dónde está el reino? ― Oh, ¡está aquí! ― Ah, ¿está aquí? Bueno, ¿por qué nos están matando todo el tiempo? ¿Por qué estamos siendo perseguidos, y por qué no tenemos la tierra que se nos prometió?... He aquí mi respuesta. Yo no diría estas palabras a un judío que está siendo perseguido; ni se las diría a un cristiano que está siendo perseguido. Deseo recordar al lector el capítulo que titulé «Este no es el amilenarismo del tiempo de nuestros padres». Por este medio admitiré que algunos amilenaristas más antiguos pueden haber sido culpables de asociar completamente el reino prometido con el tiempo de la Iglesia, y no con el siglo venidero. Sin embargo, los amilenaristas más contemporáneos y yo estamos comprometidos con la idea del «ya y todavía no» como ha sido desarrollada por teólogos evangélicos en los últimos años. Esto significa que nunca alegaríamos que una tierra en la cual los cristianos aún están siendo perseguidos y matados es el reino consumado de Dios. Esta es la fase inaugural del reino. De esta fase Jesús enseñó que el sacrificio y la persecución serían la realidad de la vida. Recuerde las parábolas de la cizaña, del tesoro escondido en el campo, y de la perla de gran valor (Mat. 13:24‑30, 36‑46). En segundo lugar, MacArthur presupone que los amilenaristas creen que los judíos han perdido el derecho a todas las promesas que Dios les hizo como nación: ―... Nada de eso va a ocurrir. Vea, el problema es que ustedes ya no son el pueblo de Dios; somos nosotros. He argumentado extensamente que esto es un completo malentendido del amilenarismo contemporáneo. Nuestra postura no es que Dios no cumplirá Sus promesas a los judíos; sino que Él ahora mismo está cumpliendo esas promesas a aquellos judíos que abrazan al Mesías Salvador. También sostenemos que a esos judíos les aguarda un reino glorioso en el siglo venidero. Ese reino no será menos de lo que les fue prometido a los judíos. Será infinitamente superior a lo que los tipos y sombras antiguotestamentarios podrían expresar. Los mansos no solo recibirán la heredad, sino también la tierra (Mat. 5:5; Efe. 6:1‑3). Una Nueva Jerusalén ― mucho mejor que la antigua— descenderá del cielo enviada por Dios. En tercer lugar, MacArthur presupone que los amilenaristas tienen que admitir que Dios no guarda Sus promesas a los judíos: «A menos que puedan decirle a un judío: ― Dios guardará cada promesa que Él les hizo, y Jesús cumplirá cada una de las promesas, y es por eso que aún hay judíos en el mundo, y es por eso que ustedes están en la tierra y Dios está preparándose para un gran día de salvación en Israel; y Jesús es su Mesías...». En cierto sentido ya he respondido a este razonamiento, pero queda algo por decir. Puedo decirle, al judío creyente ― o al que aún no ha creído, a condición de que crea—, que Dios cumplirá cada promesa que les hizo. Lo he dicho una y otra vez en estos capítulos; pero, a judíos no creyentes no puedo decirles algo así. Además, que los judíos estén ocupando actualmente su antigua tierra no puede ser ningún cumplimiento en sí del regreso a la tierra que fue prometido a Israel en la Escritura. El regreso a la tierra que fue prometido es el regreso de un pueblo arrepentido. La promesa más antigua que los dispensacionalistas usualmente citan a este respecto es Deuteronomio 30:1‑6. Este pasaje dice claramente que el regreso prometido es el de un pueblo arrepentido: (1) Y sucederá que cuando todas estas cosas hayan venido sobre ti, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y tú [las] recuerdes en todas las naciones adonde el Señor tu Dios te haya desterrado, (2)y vuelvas al Señor tu Dios, tú y tus hijos, y le obedezcas con todo tu corazón y con toda tu alma conforme a todo lo que yo te ordeno hoy, (3)entonces el Señor tu Dios te hará volver de tu cautividad, y tendrá compasión de ti y te recogerá de nuevo de entre todos los pueblos adonde el Señor tu Dios te haya dispersado. (4) Si tus desterrados están en los confines de la tierra, de allí el Señor tu Dios te recogerá y de allí te hará volver. (5)Y el Señor tu Dios te llevará a la tierra que tus padres poseyeron, y tú la poseerás; y Él te prosperará y te multiplicará más que a tus padres. (6)Además, el Señor tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que ames al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas. Es obvio que el actual estado judío persigue a los cristianos, y que gran cantidad de sus habitantes no reconoce a Jesús como el Mesías. Por lo tanto, no puede ser el regreso a la tierra que fue prometido. Jeremías 31:1‑34 y 32:40‑44 confirman aún más esta realidad: (40) Haré con ellos un pacto eterno, por el que no me apartaré de ellos, para hacerles bien, e infundiré mi temor en sus corazones para que no se aparten de mí. (41)Me regocijaré en ellos haciéndoles bien, y ciertamente los plantaré en esta tierra, con todo mi corazón y con toda mi alma. (42)Porque así dice el SEÑOR: «Como he traído a este pueblo toda esta gran calamidad así he de traer sobre ellos todo el bien que les prometo. (43)Y se comprarán campos en esta tierra de la cual decís vosotros: “Es una desolación, sin hombres ni animales; entregada está en mano de los caldeos”. (44)La gente comprará campos por dinero, firmarán y sellarán escrituras y llamarán a testigos, en la tierra de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén, en las ciudades de Judá, en las ciudades de la región montañosa, en las ciudades de la llanura y en las ciudades del Neguev, porque restauraré su bienestar» ― declara el SEÑOR. Estos versículos aseveran con claridad que la restauración en la tierra y la regeneración son coincidentes. Ahora bien, estoy de acuerdo con MacArthur en un punto: los judíos seguirán existiendo como un grupo de personas distinto. En mi opinión, Romanos 11 lo presupone. En varios puntos he argumentado que el núcleo de la Iglesia es el remanente judío escogido. Sin embargo, esto no quiere decir que el Estado moderno de Israel sea el comienzo del regreso prometido. Lo que realmente obstaculiza el evangelismo a los judíos es comunicarles que ellos están en algún tipo de relación privilegiada con Dios sin tener en cuenta su condición espiritual. En mi opinión, decir que la tierra les pertenece sin importar su condición espiritual comunica un mensaje incorrecto. Decirles que el actual Estado de Israel tiene cierta clase de derecho divino a la tierra a pesar de su continuo rechazo del Mesías, también comunica la idea de que tienen algún tipo de privilegio en cuanto a las bendiciones de Dios. Por mucho que yo apoye al Estado de Israel por razones morales, políticas y pragmáticas, esto es completamente diferente a apoyarlos por razones teológicas o proféticas. Comunicar que tienen algún tipo de derecho teológico o profético sobre la tierra y las bendiciones de Dios estando en su impenitente condición de rechazo a Cristo no es bueno para sus almas. Pienso que este es el verdadero peligro para el evangelismo a los judíos ― no el amilenarismo. CAPÍTULO VEINTIDÓS ¿Juntos por el evangelio? A sistí a la primera conferencia de {título oficial} «Juntos por el evangelio»[79] en Louisville (Kentucky, EE. UU.) en el 2006, en la cual MacArthur era uno de los oradores. Fue una experiencia encantadora. Ciertamente es motivo de regocijo ver a líderes evangélicos con inclinaciones reformadas provenientes de varios trasfondos diferentes reconociendo lo que tienen en común y reuniéndose para dar un testimonio unificado de su comunión en el evangelio. En mi opinión, incluso allí en Louisville, MacArthur pareció sonar un poco diferente al resto con sus abiertas referencias tanto a la elección como al premilenarismo. Francamente, aprecié su disposición de ser específico y claro con respecto a sus propias perspectivas doctrinales, aunque estaba en desacuerdo con él en cuanto al premilenarismo. ¿Por qué? Porque, desde luego, hay un peligro en este tipo de maravilloso festival del amor por el evangelio que estaba ocurriendo allí en Louisville. Podía perderse la noción del hecho de que diferencias doctrinales importantes pudieran ser echadas por la borda con el simple objetivo de sentirse bien unos con otros. La unidad no puede ser una excusa para la imprecisión doctrinal. Esto me hizo responder positivamente a la disposición de MacArthur de ser específico en cuanto a sus creencias doctrinales. Sin embargo, bien podría imaginarme a alguien en la «Conferencia de pastores» (y en otros lugares donde MacArthur ha expresado sus perspectivas escatológicas) gruñendo y preguntándose en voz alta: ― ¿Debería MacArthur hacer de esto un tema de discusión ahora? ¿Es el premilenarismo una razón suficiente para correr el riesgo de hacer naufragar el barco de la unidad en torno a un entendimiento reformado del evangelio encallándolo contra las rocas de la controversia?— Aquí tengo que decir a la persona que me estoy imaginando (porque no pienso que exista solo en mi imaginación) que lo comprendo. Bien podríamos ver a MacArthur como innecesariamente «malhumorado» y «rectangular» por traer a colación, en un contexto como «Juntos por el evangelio», polémicas que solamente conciernen al debate entre el premilenarismo y el amilenarismo. Esto no significa que no sostenga firmemente el amilenarismo en oposición al premilenarismo; pero, si esto fuera todo lo que estuviera en juego, entonces estaría de acuerdo con mi ― no tan imaginario— amigo gruñón. También quisiera decir a MacArthur que el evangelio es mucho más importante que las meticulosas controversias sobre la profecía. Así que, a menos que este debate sea algo más importante que un análisis intramuros entre cristianos reformados sobre el Milenio, esto no debería ser un tema de discusión. CAPÍTULO VEINTITRÉS Del panmilenarismo y el hiperpreterismo P or supuesto, hay temas escatológicos que influyen en nuestro entendimiento del evangelio. Nosotros ― al menos muchos de nosotros— estamos acostumbrados a pensar en la escatología solamente como un tema secundario. Todos hemos escuchado el chiste acerca del panmilenarista; usted sabe... el cristiano que le dice con regocijo que su postura escatológica es que al final todo «saldrá bien».[80] Sin embargo, hay algunas controversias escatológicas que son lo suficientemente importantes como para sacarlas a colación cuando se analizan temas que son esenciales para el evangelio. Es aquí donde comprendo a MacArthur; quien, sin llamarlo explícitamente por su nombre, saca a relucir el tema del hiperpreterismo. Esta es la postura que afirma que todas las profecías se cumplieron en el año 70 d. C., y que Cristo regresó en aquel momento, {y ascendió de nuevo} para no volver jamás. Estoy de acuerdo en que posturas extremistas del preterismo sí afectan nuestro entendimiento de la historia del evangelio, y que no deberían ser minimizadas en aras de ninguna «unidad» por el evangelio. Note la preocupación de MacArthur por causa del hiperpreterismo: Pero, permítanme decirles algo, amigos, tan loco como pueda ser ese mundo de la escatología dispensacionalista, no es más loco que las interpretaciones de muchos amilenaristas cuya eiségesis ficticia ve todo en el año 70 d. C.; y he leído ese tipo de cosas, y es igual de loco. En este contexto, MacArthur se está refiriendo a algunos extremismos del dispensacionalismo popular. Permítame decir solamente: ― ¡Amén, John! — a lo que dice acerca del hiperpreterismo allí. De hecho, déjeme decirle que el hiperpreterismo es mucho peor que los extremismos dispensacionalistas que él describió. Al menos esos maestros dispensacionalistas extremistas creen en la Segunda Venida de Cristo. Ni siquiera eso se puede decir de los hiperpreteristas. Por supuesto, me parece ofensivo que MacArthur identifique semejantes extremismos preteristas con el amilenarismo. Permítame aclarar que, en lo que a mí respecta, el hiperpreterismo es herejía. Lo rechazo de una forma más enfática que al dispensacionalismo. Sin embargo, históricamente hablando, las perspectivas preteristas de la profecía ― aunque no sean hiperpreteristas — han sido identificadas más con el posmilenarismo que con el amilenarismo. Pero, como hemos visto, MacArthur realmente no puede ver la diferencia entre estas dos {últimas} perspectivas. Así que comprendo en cierto sentido el deseo de MacArthur de no posponer el tema de la escatología al asistir a «Juntos por el evangelio». El problema es que cuando MacArthur realmente saca a relucir el tema escatológico, lo hace de una forma que no me convence, si lo tomo en serio. Escuche lo que dice: Ahora, en este punto, siento la efervescencia de aquellos de ustedes que están diciendo: ― Ay no, vinimos a una conferencia de pastores, y se ha vuelto una conferencia dispensacionalista. Lo próximo que va a hacer es sacar los gráficos de Clarence Larkin, y vamos a recibir una hermosa Biblia de Scofield encuadernada en cuero, y luego todos vamos a recibir la serie {título oficial} Dejados atrás. Ah, nos vemos reducidos a la ficción del rapto. Entonces nos va a decir probablemente que hay siete dispensaciones, dos reinos, dos nuevos pactos, dos formas de salvación...— Relájense [Risas del auditorio]. Olvídense del dispensacionalismo. No estoy hablando de eso, si bien cada uno de ustedes es dispensacionalista. Como he dicho anteriormente, MacArthur parece distanciarse del dispensacionalismo en este tipo de declaraciones. En esta y otras aseveraciones se presenta solamente como defensor de la causa del premilenarismo y no de la causa del dispensacionalismo. Por supuesto, MacArthur da a entender que él es dispensacionalista, pero está claro que este no es el tema que desea tratar. El tema que él desea traer a colación (el que nos insinúa) es simplemente el premilenarismo. Por supuesto, allí MacArthur está equivocado. Al plantear el asunto del suplantacionismo y la teología del reemplazo, y también al negar que la Iglesia es el Israel de Dios, se ha colocado justamente en el bando del premilenarismo dispensacionalista. Como he mostrado, en realidad él ha rechazado el premilenarismo histórico o premilenarismo del pacto. Entonces, MacArthur no está defendiendo simplemente la esencia del premilenarismo, está aseverando una variante moderna de premilenarismo que difiere del premilenarismo histórico. En realidad, el premilenarismo histórico tiene más en común con el amilenarismo y el posmilenarismo que con el dispensacionalismo. Pero dejemos de lado todo esto. Si interpreto a MacArthur literalmente, si realmente acepto que su propósito es simplemente defender el premilenarismo en sí y no el premilenarismo dispensacionalista, entonces pienso que es indefendible que presente {lit. inyecte} este tema cuando los evangélicos reformados se reúnen para tratar el entendimiento común que tienen del evangelio. ¿Por qué los demás premilenaristas que forman parte de este movimiento no sienten la necesidad de hablar de ese tema? Pienso que es porque no son dispensacionalistas. Ellos se dan cuenta de que el tema de si Cristo regresa antes o después del Milenio, meramente hablando, no afecta radicalmente nuestro entendimiento del evangelio o del cristianismo. Creo que en esto tienen razón. Estar a favor o en contra del premilenarismo no tiene que afectar la unidad de «Juntos por el evangelio». CAPÍTULO VEINTICUATRO ¿Hay algún problema en casa? E n mi opinión, el premilenarismo solo se convierte en un tema lo suficientemente grande como para plantearlo en el contexto de «Juntos por el evangelio» cuando se entiende en su forma dispensacionalista. Esta es la razón por la cual MacArthur realmente siente la necesidad de sacarlo a relucir. Lo que en realidad él cree y pretende defender no es el premilenarismo genérico, sino el dispensacionalismo. Pienso que ya lo he probado en un capítulo anterior. Ahora bien, permítame apresurarme a reafirmar lo que he acabado de insinuar. No estoy diciendo que el dispensacionalismo sea una herejía. Sin embargo, sí creo que plantea asuntos muy básicos con respecto a la verdadera naturaleza del cristianismo y del evangelio. Pienso que los instintos de MacArthur están en lo correcto cuando él tiene la impresión de que estos asuntos son lo suficientemente importantes como para ser abordados en el contexto actual. ¿Cuál es el asunto que está afectando el evangelio mismo en la controversia que MacArthur suscita? ¿Tiene él algún problema que valga la pena mencionar ahora que estamos juntos por el evangelio? Aunque sí reconozco que MacArthur sostiene el antiguo evangelio de Cristo, aunque aprecio su esfuerzo {lit. ministerio} por rescatar notas que ya no sonaban en el evangelio en nuestros días, pienso que bajo la superficie del manifiesto de MacArthur hay un asunto que afecta todo nuestro entendimiento del evangelio y del cristianismo. Se trata {precisamente} del tema que MacArthur ha traído a colación: el suplantacionismo o teología del reemplazo. Hay una hermenéutica distintiva que está inseparablemente unida a la acusación de suplantacionismo contra sus hermanos evangélicos. Escuche las palabras de MacArthur: ¿Es el Antiguo Testamento amilenarista? En primer lugar, una nota aquí. No es legítimo interpretar el Antiguo Testamento de forma secundaria con respecto al Nuevo Testamento, {y este último} de forma primaria. ¿De acuerdo? Eso no es legítimo. De lo contrario, el Antiguo Testamento sería oscuridad, no luz. Si dicen que el Antiguo Testamento no puede ser interpretado correctamente sin el Nuevo Testamento, entonces han negado la perspicuidad del Antiguo Testamento, y como Walt Kaiser dice: «Ahora tiene un canon dentro de otro». Esta pregunta tiene que ser contestada: ¿Propone el Antiguo Testamento en sí mismo una perspectiva amilenarista? No pueden hacer que el Antiguo Testamento no tenga una interpretación verdadera por sí mismo y relacionar las promesas antiguotestamentarias con la Iglesia, lo cual es ― según la propia declaración de Pablo— un misterio desconocido en el pasado. Por tanto, no pueden hacer que el Antiguo Testamento sea ininteligible e irrelevante para el lector judío. Sin embargo, la idea de que el Nuevo Testamento es el punto de partida para entender el Antiguo Testamento es exactamente de donde viene el amilenarismo, viendo incorrectamente {el Nuevo Testamento} en el Antiguo Testamento; y {así}, por supuesto, dañan la perspicuidad o claridad del significado del Antiguo Testamento en y de sí mismo. Semejante enfoque conduce a una forma de espiritualización aún mayor que va más allá de los textos proféticos inclusive, y da licencia para espiritualizar otras cosas, y para ver incorrectamente principios cristianos neotestamentarios en aquellos textos del Antiguo Testamento de donde no se derivan con una interpretación legítima. No es mi propósito aquí desmantelar las perspectivas hermenéuticas de Walt Kaiser. Estoy en desacuerdo enfáticamente con su rechazo de lo que Berkhof llama la interpretación teológica de la Biblia.[81] Pienso que Kaiser, aunque cree en la autoría divina de la Biblia, se niega a tenerla en cuenta en su interpretación del Antiguo Testamento. No hay dicotomía necesaria alguna entre sostener la perspicuidad del Antiguo Testamento para sus lectores originales, y {al mismo tiempo} sostener que la forma en la que el Nuevo Testamento interpreta el Antiguo es final y autoritativa. Como en todos los demás temas doctrinales, los Apóstoles de Cristo son la autoridad en cuanto a cómo debemos interpretar el Antiguo Testamento. Puede ver el carácter errado de las hermenéuticas de Kaiser y de MacArthur en este punto, en las mismas palabras citadas anteriormente. MacArthur resume la postura de Kaiser en un momento específico al decir: «De lo contrario, el Antiguo Testamento sería oscuridad, no luz». Ahora bien, sin negar que el Antiguo Testamento fue la luz de Dios para Su pueblo del Antiguo Testamento, seguramente tenemos que sopesar esta afirmación recordando que el Nuevo Testamento mismo describe en varios lugares el Antiguo Testamento como un libro lleno de tipos y sombras (Col. 2:16‑17; Heb. 10:1; 1 Ped. 1:10‑12). Por lo tanto, de cierta forma, el Nuevo Testamento sí afirma que el Antiguo Testamento era oscuridad hasta que {este último} fue cumplido por Cristo y el Nuevo Pacto {tuvo lugar}. Por lo tanto, tenemos que reconocer que el Nuevo Testamento es la autoridad final en cuanto a cómo interpretar un libro que, en cierto sentido, era sombrío y oscuro. Estos asuntos están unidos a los cargos de suplantacionismo y teología del reemplazo presentados por MacArthur contra los amilenaristas. Como he dejado claro, rechazo semejantes acusaciones; y creo que tergiversan y distorsionan las verdaderas posturas de los amilenaristas, posmilenaristas y premilenaristas históricos. Sin embargo, aunque tales acusaciones poco revelan acerca de nuestros puntos de vista, sí dejan al descubierto mucho de la postura de MacArthur. Revelan que él no considera que el cristianismo o la Iglesia cristiana sean el cumplimiento del Antiguo Testamento. Sin duda, esta es una importante reclamación. Sus acusaciones revelan que él, junto con el dispensacionalismo, en realidad creen que una futura generación de judíos salvos, el Milenio en el cual ellos dominan, el templo restaurado y los sacrificios de animales con los cuales adoran a Dios, son el cumplimiento histórico verdadero y final del Antiguo Testamento. Verdaderamente, esta es una afirmación que afecta drástica y básicamente nuestro entendimiento del cristianismo. MacArthur hace bien en pensar que semejante postura es tan fundamental que puede ser sacada a relucir en el contexto de nuestra reunión por el evangelio. En el mejor de los casos, semejante perspectiva del Antiguo Testamento tiene que relegar la Iglesia cristiana (y, de hecho, en el dispensacionalismo clásico se relega la Iglesia cristiana), edificada sobre el fundamento de Cristo y Sus Apóstoles, a un papel secundario en el cumplimiento del Antiguo Testamento. Incluso en el dispensacionalismo progresivo, la Iglesia solo es uno de los dos cumplimientos diferentes del Nuevo Pacto. Así que, tanto el dispensacionalismo clásico como el progresivo menosprecian seriamente a la Iglesia de Cristo; la cual no tiene un papel secundario en el plan de Dios, ni comparte el plan de Dios con Israel. Es el Nuevo Israel de Dios; es el pueblo para quienes ha llegado el fin de los siglos (1 Cor. 10:11). Esta afirmación es básica para el cristianismo. Por lo tanto, Pablo ora que a Él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. (Efe. 3:21). En consecuencia, es por la Iglesia que deberíamos orar y afanarnos, hasta que afanes y cuidados se terminen: Original For her my tears shall fall, For her my prayers ascend; To her my cares and toils be giv’n Till toils and cares shall end.[82] Adaptación Traducción no de traducción oficial con literaria énfasis literal publicada oficialmente Por ella mi Por ella mis oración, lágrimas Mis lágrimas, caerán, mi amor, Por ella mis Solicitud, oraciones cuidado, ascenderán; afán, A ella mis Por ella son, cuidados y Señor.[84] afanes sean dados Hasta que afanes y cuidados se terminen.[83] APÉNDICE UNO Romanos 11 ¿Y qué del futuro del Israel físico? U no de los pasajes más interesantes y debatidos en la historia de la profecía neotestamentaria es Romanos 11. El movimiento sionista del siglo XX, que culminó en el establecimiento del Estado de Israel en Palestina en 1948, ha aumentado aún más el interés por este pasaje. Un intérprete de Romanos 11 ha dicho: «…pocos se atreven a negar la probabilidad de una providencia especial para con el Israel étnico en los días del tiempo del fin».[85] A menudo nos damos el lujo de permitir que una tradición teológica confiable nos guíe cuando consideramos pasajes difíciles. Por ejemplo, quienes vienen de una tradición teológica reformada conocen que Hebreos 6:1‑8 no enseña que quienes son verdaderamente salvos pueden finalmente caer de la gracia, sino que más bien enseña la Perseverancia de los Santos. Sin embargo, en el caso de Romanos 11, hasta la ― normalmente confiable— tradición reformada está dividida. John Murray[86] y muchos otros escritores reformados favorecen la postura de que Romanos 11 enseña una futura conversión nacional de Israel. Otros conocidos escritores reformados se oponen a esta perspectiva. Por lo tanto, no hay nada mejor que una revisión cuidadosa del pasaje. Dos exposiciones de Romanos 11 me han ayudado grandemente a estudiar este pasaje: {trad. no oficial} Israel en la profecía, de William Hendriksen, especialmente el capítulo 3, es un estudio muy útil;[87] y un artículo titulado {trad. no oficial} «¿Hay un futuro distintivo para el Israel étnico en Romanos 11?»,[88] en el que O. Palmer Robertson provee lo que para mí ha sido la exposición más útil de Romanos 11. El siguiente tratamiento está muy en deuda con su obra. Las abundantes citas de Robertson provienen todas de este artículo, a menos que se indique una fuente diferente. La pregunta que tiene que ser contestada cuando llegamos a Romanos 11 es la que Robertson plantea: ¿Hay un futuro distintivo para el Israel étnico? Para decirlo de otro modo, ¿enseña Romanos 11 la futura conversión nacional de Israel? Robertson está en lo correcto cuando dice que dos asuntos tienen que ser examinados para contestar a esta pregunta: Primero, debemos examinar la evidencia de que Romanos 11 habla de la intención que Dios tiene actualmente con el Israel étnico. Después, debemos examinar las posibles referencias en Romanos 11 a la intención que Dios tiene de tratar distintivamente con el Israel étnico en el futuro. La evidencia de que Romanos 11 habla de la intención que Dios tiene actualmente con el Israel étnico Allí Robertson reúne la evidencia de que Romanos 11 está hablando de la intención que Dios tiene actualmente con el Israel étnico. La relevancia de dicha evidencia es que esta socava la idea de que el tema de Romanos 11 es cómo Dios tratará con Israel en el futuro. Ahora escuche a Robertson: La mayoría de los comentaristas son conscientes de las referencias en Romanos 11 a la actual actividad salvadora de Dios entre los judíos. Sin embargo, la incidencia de estas referencias, así como su significación para el tema general del capítulo, por lo general se pasan por alto.[89] Robertson demuestra entonces que, en todo el capítulo, Pablo hace referencia continuamente a los tratos de Dios con los judíos en el presente. Los versículos 1‑10 constituyen la primera parte del capítulo {Rom. 11}, el cual comienza con la pregunta: «¿Acaso ha desechado Dios a su pueblo?». Pablo contesta no hablando de los planes futuros de Dios para los judíos, sino de Sus tratos con ellos en el presente. Note la respuesta a esta pregunta en el versículo 1: «...yo también soy israelita...». Observe también el énfasis del versículo 5: «Y de la misma manera, también ha quedado en el tiempo presente un remanente conforme a la elección de la gracia [de Dios]». Los versículos 11‑16 constituyen la segunda parte del capítulo. Allí también se encuentra el énfasis en los tratos de Dios con los judíos en el presente. Note Romanos 11:13‑14 ― (13)Pero a vosotros hablo, gentiles. Entonces, puesto que yo soy apóstol de los gentiles, honro mi ministerio, (14)si en alguna manera puedo causar celos a mis compatriotas y salvar a algunos de ellos. Los versículos 17‑24 constituyen la tercera parte del capítulo. Allí tampoco hay razón alguna para posponer el injerto de los judíos hasta alguna fecha futura. El injerto del judío incrédulo ocurre cuando no permanece en su incredulidad. Los versículos 25‑32 constituyen la cuarta parte del capítulo. Esta es la última parte de dicho capítulo antes que Pablo llegue a su doxología en los versículos 33‑36. El énfasis allí sigue estando en el trato de Dios con los judíos en el presente. Los versículos 30 y 31 enfatizan que el tiempo del que Pablo está hablando es «ahora» al usar esta palabra tres veces: (30) Pues así como vosotros en otro tiempo fuisteis desobedientes a Dios, pero ahora se os ha mostrado misericordia por razón de la desobediencia de ellos, (31)así también ahora estos han sido desobedientes, para que por la misericordia mostrada a vosotros, también a ellos ahora les sea mostrada misericordia. (Cursivas añadidas) La conclusión de Robertson es la más apropiada: Se puede reiterar el punto señalado originalmente. No han sido notadas adecuadamente ni la incidencia que tienen en Romanos 11 las referencias a la intención que Dios tiene actualmente con Israel, ni la significación de estas referencias para el tema general del capítulo. Dichas referencias no excluyen necesariamente referencias paralelas a algún propósito futuro de Dios con Israel. Sin embargo, advierten al exégeta que no debe suponer con demasiada precipitación que Romanos 11 en su totalidad habla del futuro distintivo de Israel. Además, la presencia de referencias al papel actual de Israel en cada sección principal del capítulo indica que el exégeta tiene que tomar en cuenta la significación que este papel actual de Israel tiene en el pensamiento de Pablo, independientemente de la sección particular del capítulo en cuestión.[90] Para resumir, las referencias de Pablo a los tratos actuales de Dios con Israel permean Romanos 11. Están presentes en cada parte del capítulo. Los intérpretes han descuidado este hecho a menudo. Este descuido plantea la interrogante de si los mismos intérpretes habrán entendido mal las supuestas referencias a una futura conversión nacional de Israel. Las posibles referencias en Romanos 11 a la intención que Dios tiene de tratar distintivamente con el Israel étnico en el futuro Aunque las referencias a los tratos actuales de Dios con Israel han sido ignoradas, las posibles referencias a un trato distintivo con Israel en el futuro han sido el centro de muchas exposiciones de Romanos 11. Se piensa que cuatro de estas referencias se encuentran en dicho capítulo. Daré las posibles referencias y luego haré algunos comentarios pertinentes. (1) Se ha entendido a menudo que Romanos 11:1 implica una restauración futura de la nación de Israel Se presupone que la pregunta de Pablo, «¿Acaso ha desechado Dios a su pueblo?», significa ― ¿Acaso ha desechado Dios a Israel con respecto a Su plan especial para el futuro de ellos? Una vez que se ha dado por supuesto este significado, entonces la respuesta de Pablo, «¡De ningún modo!», se ve como una fuerte afirmación de que Dios tiene un plan especial para el futuro de Israel. Sin embargo, el contexto de esta pregunta nos lleva a interpretarla de una forma completamente diferente. Esta otra forma de entender la pregunta no hace referencia alguna a una supuesta restauración futura de la nación de Israel. La pregunta de Pablo no significa ― ¿Acaso ha desechado Dios a Su pueblo finalmente {definitivamente}?, sino que en realidad quiere decir ― ¿Acaso ha desechado Dios a Su pueblo completamente {a todos ellos}? En otras palabras, a la luz de su odioso pecado de crucificar al Mesías, ahora Pablo pregunta ― ¿Hay la más mínima esperanza para ellos? ¿Acaso tropezaron para caer completamente {todos ellos}? (Rom. 11:11). La respuesta de Pablo confirma que este es el tema de su pregunta. Su respuesta no se trata del futuro de Israel, sino de su presente. En el versículo 1 dice: «...yo también soy israelita...». En el versículo 5 escribe: «...también ha quedado en el tiempo presente un remanente conforme a la elección de la gracia [de Dios]». Así que la respuesta de Pablo a su {propia} pregunta no es que Dios tiene un futuro glorioso reservado para la nación de Israel, sino que Dios tiene ahora mismo un remanente elegido en la nación de Israel. No hay indicio alguno de una futura conversión nacional de Israel en Romanos 11:1. (2) Parece a algunos que Romanos 11: 12‑15 también se refiere a un futuro distintivo para el Israel étnico: (12) Y si su transgresión es riqueza para el mundo, y su fracaso es riqueza para los gentiles, ¡cuánto más será su plenitud! […] (15) Porque si el excluirlos a ellos es la reconciliación del mundo, ¿qué será [su] admisión, sino vida de entre los muertos? Quienes entienden que estos versículos se refieren a una futura conversión de Israel como nación presuponen que la transgresión, el fracaso y la exclusión de los judíos coinciden con el presente tiempo del evangelio, mientras que su reconciliación y admisión están relacionadas con el período futuro de su conversión nacional. Sin embargo, esta presuposición es innecesaria. Se puede considerar que ambas cosas tienen lugar durante el tiempo presente del evangelio. Robertson comenta: El pueblo judío rechaza a su Mesías; los gentiles creen; los judíos son provocados a celos y regresan a la fe; {entonces} el mundo recibe una bendición aún más rica como consecuencia de este regreso de los judíos [...] se puede considerar que esta secuencia cronológica se está cumpliendo en el tiempo presente de la proclamación del evangelio.[91] Este entendimiento alternativo de la reconciliación y admisión de Israel es confirmado por Romanos 11:13‑14 ― (13)Pero a vosotros hablo, gentiles. Entonces, puesto que yo soy apóstol de los gentiles, honro mi ministerio, (14)si en alguna manera puedo causar celos a mis compatriotas y salvar a algunos de ellos. Pablo declara allí explícitamente cuál es su propósito al decir estas cosas. A través de su propio ministerio, Pablo se propone salvar a algunos de los judíos. Esto ciertamente sugiere que su admisión y reconciliación no será una realidad futura, sino que es una realidad presente que ya estaba teniendo lugar en los días de Pablo. (3) A veces se interpreta que Romanos 11:17‑24 implica una futura conversión de la nación judía La presuposición de esta postura es que el injerto de las ramas naturales (vv. 23‑24) ocurre en algún momento en el futuro. Sin embargo, esta presuposición contradice la clara enseñanza del pasaje. Pablo dice explícitamente: «Y también ellos, si no permanecen en [su] incredulidad, serán injertados». Nada sugiere que este injerto está a la espera del futuro lejano. Todo en estos versículos deja claro que aquellos serían injertados cuando creyeran. Note especialmente Romanos 11:20‑21 ― (20)Muy cierto; fueron desgajadas por su incredulidad, pero tú por la fe te mantienes firme. No seas altanero, sino teme; (21)porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará. Los pasajes paralelos en el Nuevo Testamento muestran que, en el momento en que alguien cree, comienza a ser partícipe de la rica savia de la raíz del olivo. Es decir, comienza a disfrutar de las maravillosas bendiciones del pacto prometidas a Israel (Efe. 2:12‑18). (4) Romanos 11:25‑26 es (supuestamente) la evidencia más importante de una futura y gloriosa conversión de la nación de Israel: (25) Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis sabios en vuestra propia opinión: que a Israel le ha acontecido un endurecimiento parcial hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; (26)y así, todo Israel será salvo; tal como está escrito: EL LIBERTADOR VENDRÁ DE SIÓN; APARTARÁ LA IMPIEDAD DE JACOB. Se piensa que hay tres declaraciones en estos versículos que anclan el argumento a favor de un futuro distintivo para el Israel étnico. 1.1. Que a Israel le ha acontecido un endurecimiento parcial Esta frase a veces se interpreta como que a Israel le ha acontecido endurecimiento temporal. No hay ninguna evidencia segura de que la frase griega en cuestión jamás haya significado temporal {en lugar de parcial}. La traducción «endurecimiento parcial» es correcta ciertamente. La frase en cuestión significa un endurecimiento parcial, no un endurecimiento temporal. 1.2. Endurecimiento […] hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles Quienes leen este pasaje presuponen a menudo que este indica que el endurecimiento parcial cesará después que entre la plenitud de los gentiles. Entonces, siguen suponiendo que habrá una gloriosa conversión nacional de Israel. Todo esto se basa en el peso o significado que se dé a la palabra «hasta». Sin embargo, esta interpretación de «hasta» es muy cuestionable por dos razones. En primer lugar, la idea de que un endurecimiento parcial de Israel cese algún día es muy poco probable. El «endurecimiento» en las Escrituras tiene que ver con el misterio de la elección. Romanos 11:7 declara: «Entonces ¿qué? Aquello que Israel busca no lo ha alcanzado, pero los que fueron escogidos lo alcanzaron y los demás fueron endurecidos». Hay dos tipos de personas según el punto de vista de la elección: los escogidos y los endurecidos. Los escogidos son salvos; los endurecidos están perdidos. Por tanto, decir que el endurecimiento parcial de Israel cesará un día es aseverar que llegará el día en que cada israelita que esté vivo en ese momento será elegido. Ni la mayoría de los defensores de una futura conversión nacional de Israel querrían decir eso. En segundo lugar, y lo que es aún más importante, la fuerza específica de «hasta» en Romanos 11:25 no implica la cesación del «endurecimiento parcial» después que entre la plenitud de los gentiles. Robertson dice: La frase lleva los asuntos «hasta» cierto punto, o «hasta» que cierta meta es alcanzada. La frase en sí no determina el estado exacto de los asuntos después de la terminación. Esta circunstancia puede saberse solo por el contexto en el que se usa la frase. Hay muchos casos en las Escrituras donde «hasta» tiene un matiz de finalización. En otras palabras, la idea de «hasta» es que cierta condición continúa hasta el final. Note los siguientes usos del término en cuestión: Hechos 22:4 ― Y perseguí este Camino hasta la muerte, encadenando y echando en cárceles tanto a hombres como a mujeres… (Cursivas añadidas) Hebreos 4:12 ― Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y [es poderosa] para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. (Cursivas añadidas) 1 Corintios 15:25 ― Pues Cristo debe reinar hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. (Cursivas añadidas) La idea en Hechos 22:4 no es que Pablo dejaba de perseguir a los cristianos cuando morían. Es que él no dejaba de perseguirlos hasta que morían. La idea en Hebreos 4:12 no es que la Palabra de Dios solo penetra hasta la división del alma y del espíritu, sino más bien que ha penetrado hasta el nivel más profundo posible. La idea en 1 Corintios 15:25 no es que Cristo reina solamente hasta que todos Sus enemigos sean derrotados, sino más bien que Él no deja de reinar hasta que son derrotados. De hecho, Cristo no dejará de reinar, aunque todos Sus enemigos sean derrotados. Así también en Romanos 11:25, la idea es que el endurecimiento parcial de Israel seguirá siendo una realidad hasta que entre la plenitud de los gentiles ― momento en el que Jesús regresa. No hay insinuación alguna de que el endurecimiento parcial cesa después que la plenitud de los gentiles entre. 1.3. Y así, todo Israel será salvo Note ante todo lo que Pablo no dice. Él no dice: ― Y después todo Israel será salvo—. Esta es la manera en que a menudo se interpreta ese texto, pero la NASB traduce correctamente la palabra griega. Pablo no dice «y después», sino «y así». Robertson afirma: Las falsas impresiones que enseguida prevalecen acerca de este versículo deben desaparecer. Generalmente el pasaje se interpreta como si estuviera diciendo: ― Y después todo Israel será salvo— [...] Sin embargo, es bastante difícil respaldar esta traducción de la frase […] sencillamente porque no significa y después, sino y de esta manera o y de esta forma. De las 205 veces aproximadamente que el término aparece en el N. T., el diccionario de Arndt y Gingrich no cita ni siquiera un solo ejemplo que respalde el concepto de significado temporal.[92] Por tanto, cuando Pablo dice ― «y así, todo Israel será salvo»— su mirada no está puesta en el fin del tiempo.[93] Más bien está recorriendo con la mirada todo el tiempo del evangelio. Él ve un remanente elegido de Israel que es salvado en cada generación. Comenta esta visión diciendo: «y así, todo Israel será salvo». Robertson lo expresa de este modo: Pablo no mira prospectivamente al futuro más allá de la «plenitud de los gentiles». En cambio, mira retrospectivamente al pasado. Les recuerda a sus lectores los fantásticos procesos de la salvación de Dios entre los judíos habiendo acabado de describirlos. Conforme al patrón delineado en los versículos anteriores de Romanos 11, «todo Israel será salvo». Primeramente, tanto las promesas como el Mesías fueron dados a Israel. Entonces, de algún modo en el plan misterioso de Dios, Israel rechazó a su Mesías y fue cortado de su posición privilegiada distintiva. Como resultado, la venida del Mesías de Israel fue anunciada a los gentiles. Las naciones alcanzaron entonces por fe lo que Israel no pudo encontrar al buscar con la fuerza de su propia carne. Frustrados al ver las bendiciones de su reino mesiánico colmando a los gentiles, Israel es provocado a celos. En consecuencia, ellos también se arrepienten, creen y participan de las promesas hechas a ellos originalmente. «Y de esta manera» [...] por un proceso tan fantástico que continuará a lo largo de todo el tiempo presente «hasta» [...] el momento en que el número completo de los gentiles haya entrado, todo Israel será salvo.[94] Esta exposición del versículo 26a conduce directamente a la siguiente pregunta: ¿Qué quiere decir Pablo con «todo Israel»? Robertson distingue cinco posibilidades: (1) «todo Israel» se refiere a todos los descendientes étnicos de Abraham; (2) «todo Israel» se refiere a todos los descendientes étnicos de Abraham que vivan en un tiempo futuro en el que Dios iniciará una obra especial entre los judíos; (3) «todo Israel» se refiere a «la masa» o «la mayoría» de los judíos que vivan en el tiempo de una actividad salvadora especial de Dios en el futuro; (4) «todo Israel» se refiere a todos los israelitas elegidos dentro de la comunidad de Israel; (5) «todo Israel» se refiere tanto a los judíos como a los gentiles que constituyen en conjunto la Iglesia de Cristo, el Israel de Dios.[95] La exposición anterior nos permite escoger de entre estas alternativas con relativa facilidad. Las primeras tres son variantes de la misma perspectiva. En cuanto a la alternativa (1), la idea de que todos los descendientes étnicos de Abraham que alguna vez han vivido un día serán salvos, es tan radicalmente no–bíblica que pocos, para no decir nadie, tratarán de defenderla. En cuanto a la (2), la idea de que todos los israelitas que vivan en un tiempo futuro serán salvos, es también tan extremista que pocos desean aseverarla. En cuanto a la (3), la idea de que «todo Israel» se refiere a la mayoría de los judíos que vivan en un tiempo futuro, es la variante más aparentemente aceptable de esta perspectiva. Sin embargo, hay aún dos problemas con esto. En primer lugar, esta postura sostiene que el endurecimiento parcial de los judíos es quitado un día. Como hemos visto, si el endurecimiento parcial es quitado, esto implica que todos los israelitas después de ese momento son elegidos. Así que esta postura se contradice a sí misma. En segundo lugar, y lo que es más importante, hemos visto que Pablo no está contemplando el fin del tiempo, sino todo el tiempo cuando dice: «...así, todo Israel será salvo». Es todo el remanente de cada generación el que constituye el «todo Israel» del que Pablo habla. Entonces, en cuanto a la (5), la idea de que «todo Israel» es simplemente los elegidos, tanto de los judíos como de los gentiles, no puede ser una alternativa correcta. Por supuesto, esta postura es posible en abstracto {en teoría}. Sin embargo, en Romanos 9‑11, y especialmente en Romanos 11, el término «Israel» es usado consistentemente para referirse al Israel étnico. Por tanto, en un contexto así, sería inapropiado atribuirle un significado diferente a «Israel» en Romanos 11:26. La alternativa (4) tiene que ser la respuesta correcta. «[T]odo Israel» se refiere a todos los elegidos del Israel étnico en cada generación. En el versículo 26, Pablo agrupa el remanente de israelitas elegidos en cada generación en «todo Israel». Junto con la «plenitud de los gentiles», «todo Israel» constituye el pueblo elegido de Dios. Conclusión: Romanos 11 no enseña un gran avivamiento futuro entre los judíos. Sin embargo, este pasaje sí contiene dos puntos de interés profético con respecto al Israel étnico. En primer lugar, enseña que un remanente de judíos será salvo en cada generación. En segundo lugar, presupone por esto que los judíos continuarán existiendo como una entidad étnica distinta hasta que Jesús regrese. APÉNDICE DOS Primer mensaje de la «Conferencia de pastores»[96] de 2007 ¿Por qué todo calvinista que se respete es premilenarista? por John MacArthur (El manifiesto milenarista de MacArthur) Nota: Se han editado partes de esta transcripción para ganar en claridad, legibilidad y fluidez; y se publica aquí con permiso.[97] E sta mañana no voy a predicar un sermón. Tengo una profunda preocupación en mi corazón que quiero desahogar con ustedes. No quiero que lo tomen de forma personal; no es un ataque contra nadie. Solo es una inquietud que he tenido durante mucho tiempo por un área muy querida de la Escritura que, en mi opinión, necesita una atención mucho más cuidadosa que la que ha recibido. Así que pretendo hablar acerca de la elección soberana, Israel y la escatología. Ese no es el título; solo es el tema. Quisiera comenzar con una oración que voy a leerles. Es una oración muy extensa, así que no contenga la respiración esperando por un punto: Una de las extrañas ironías en la Iglesia y en la teología reformada es que los que aman la doctrina de la elección soberana de manera más suprema y sincera, y quienes son más inquebrantables en su devoción por la gloria de Dios, el honor de Cristo, la obra del Espíritu en la regeneración y la santificación, la veracidad y la inerrancia de la Escritura, y los más exigentes en la hermenéutica, aquellos que son los más cuidadosos e intencionalmente bíblicos con respecto a las categorías de las doctrinas, y que se ven como guardianes de la verdad bíblica y no están contentos para nada con estar equivocados, y están totalmente de acuerdo en los temas esenciales de la verdad cristiana, de modo que se esfuerzan con todas sus energías por examinar de una manera bereana cada texto relevante para discernir la verdadera interpretación de todos los temas de la revelación divina, están ― ese es el verbo principal— en mayor o menor grado desinteresados en aplicar esas pasiones y habilidades al fin de la historia, y más bien están contentos con discrepar alegremente, e incluso en broma, con respecto a la vasta información bíblica sobre la escatología, como si el fin no importara mucho. Punto. Otra forma de decirlo sería: ¿cuántos de ustedes han asistido a una conferencia amilenarista sobre profecía? [Risas del auditorio]. O, quizá podríamos decirlo de esta manera: ¿Qué otra categoría de teología comienza con el prefijo negativo a–, y se clasifica a sí misma dentro de las que creen que algo no existe, aparte del ateísmo? ¿Importa el fin? ¿Le importa a Dios? ¿Nos debería importar? Estoy seguro de que a Dios le importa. Estoy seguro de que ese es todo el propósito de la historia. Sé que ese es todo el propósito de la historia. La historia se dirige hacia un fin divinamente ordenado y revelado, y si a Dios le importa lo suficiente como para revelarlo, nos debería importar lo suficiente como para entender su revelación. ¿No llenó Dios la Escritura de profecías acerca de los tiempos del fin? Algunos dicen que casi un cuarto de la Escritura está relacionado con las profecías del fin. ¿Enredó Dios Sus palabras de alguna forma en este significativo volumen de revelación de manera tan desesperanzadora que la posición de autoridad de los teólogos es simplemente reconocer el enredo y renunciar a cualquier idea de la perspicuidad de la Escritura en relación con la escatología? ¿Es en realidad innecesario, incluso imposible, trabajar duro para entender los pasajes proféticos porque requieren un conjunto de interpretaciones espiritualizadas o alegorizadas que dice que la verdad está de alguna manera escondida detrás del significado normal de las palabras, de modo que cualquier idea de lo que podría significar es tan buena como cualquier otra, ya que no significa lo que dice? ¿Se siente a gusto con la idea de que los sólidos, firmes, probados y verdaderos principios de interpretación tienen que ser descartados cada vez que se acerca a un texto profético? Hay varios amilenaristas que se sienten así; y, por cierto, hablaremos solo en términos generales acerca del amilenarismo. (Si algún posmilenarista se queda fuera, puede simplemente pegarse la nueva etiqueta para el posmilenarismo que es la de «amilenarismo optimista», porque ambas posturas son básicamente lo mismo. Si es posmilenarista o amilenarista está diciendo que el reino, como se identificó en el Antiguo Testamento y se prometió a Israel, no ocurrirá. O está diciendo que el reino nunca existirá de forma literal en la tierra [amilenarismo] o que será reemplazado por otro tipo de reino que tendrá lugar en la tierra [posmilenarismo]. Cualquiera sea el caso, está negando el cumplimiento literal del reino prometido a Israel). O. T. Allis, un conocido amilenarista, al escribir {trad. no oficial} La profecía y la Iglesia,[98] dice: «Si las profecías antiguotestamentarias son interpretadas literalmente, no pueden ser consideradas como que ya han sido cumplidas, o como que pueden ser cumplidas en este tiempo presente». Esto era un problema para él. Floyd Hamilton en {trad. no oficial} La base de la fe milenarista,[99] dijo: «Ahora bien, tenemos que admitir francamente que una interpretación literal de las profecías antiguotestamentarias nos presenta justo el mismo cuadro de un reinado terrenal del Mesías que el premilenarista se imagina». Para él esto era inaceptable; por tanto, pidió que se cambiaran las reglas de interpretación cuando de profecía se trataba. Otro amilenarista, Loraine Boettner, en {trad. no oficial} El significado de «El Milenio»,[100] dijo: «Generalmente todos están de acuerdo en que, si las profecías se interpretan literalmente, sí predicen una restauración de la nación de Israel en la tierra de Palestina con los judíos teniendo un lugar prominente en ese reino y gobernando sobre las demás naciones». En cada uno de estos tres casos, esto probó ser un serio problema para ellos y requirió un cambio dramático en la hermenéutica en cada uno de esos pasajes proféticos a fin de evitar una conclusión premilenarista, un final peor que la muerte [Risas del auditorio]. Así que, para proteger una idea preconcebida es necesario cambiar las reglas de interpretación. Ahora bien, si vamos a cambiar esas reglas, pienso que necesitamos una palabra de Dios. Mejor nos fuera tener una palabra de Dios porque a Él le importa que lo entendamos correctamente. No pienso que Dios quiera que cambiemos las reglas de interpretación cuando vamos a Génesis 1‑3. No pienso que a Dios le agrade cuando salimos con lo del creacionismo progresivo, la evolución teísta, o cualquier tipo de perspectiva de que un día equivale a una era en Génesis 1‑3. En cambio, Dios es exaltado como el Creador en toda la gloria de Su poder creativo cuando interpretamos Génesis 1‑3 tal como aparece. No hay otra forma de interpretarlo porque no hay nada en el texto que dé alguna clase de mandato que indique que es algo diferente al lenguaje específico, literal, normal y objetivo. De veras, no pueden siquiera justificarse llamándolo poesía porque eso no funciona. Estudios recientes llevados a cabo por uno de nuestros profesores en The Master’s College, que procesaron el relato de la Creación lingüísticamente en un programa informático y graficaron la comparación entre la prosa y la poesía, llegaron a la muy interesante conclusión de que hay un 99,9 % de evidencia de que el relato de la Creación es prosa, y que no hay posibilidad alguna de que sea poesía. No queremos que nadie esté manipulando indebidamente el principio. ¿Por qué somos tan tolerantes con las personas que tratan de hacer lo mismo con el final?; y, ¿por qué, cuando no queremos permitir que introduzcan arbitrariamente su propia hermenéutica en Génesis 1‑3, nos contentamos con permitir que las personas introduzcan su propia hermenéutica en pasajes proféticos en toda la Biblia, y particularmente en el Libro de Apocalipsis? ¿Dónde está el mandato divino en las páginas de la Biblia para hacer esto? ¿En qué pasaje está?; ¿en qué versículo?; ¿dónde está?; y, ¿quién decide entonces las nuevas reglas del engranaje? Ahora volvamos a la oración inicial. La ironía es que quienes más celebran la gracia soberana de la elección con relación a la Iglesia y su lugar inviolable en el propósito de Dios desde la predestinación hasta la glorificación, y quienes defienden más agresiva y militantemente la verdad de la promesa y el cumplimiento, los defensores de que la elección de la Iglesia es divina, unilateral, incondicional e irrevocable por naturaleza, niegan desvergonzadamente lo mismo para el Israel elegido. Esta es una extraña división. Como ocurre con la perpetuidad de la Iglesia elegida para la gloria de la salvación; así la Escritura, con un lenguaje similar y por promesas hechas por el mismo Dios, afirma la perpetuidad del Israel étnico para una salvación futura de una generación de judíos que cumplirán todas las promesas divinas que Dios les dio. En ambos casos, esta es la obra y el resultado de la elección divina y soberana. Ahora bien, esto nos conduce a mi título: «¿Por qué todo calvinista que se respete es premilenarista?». Ya es demasiado tarde para Calvino, pero no lo es para el resto de ustedes [Risas del auditorio]. Y si Calvino estuviera aquí, se uniría a nuestro movimiento [Más risas]. Pero, en resumidas cuentas, las personas más premilenaristas de todo el planeta deberían ser los calvinistas, los que aman la elección soberana. Dejemos el amilenarismo para los arminianos. Es perfecto; es ideal; es cosa fácil. Dios no elige a nadie ni preserva a nadie. Perfecto... los arminianos dan para estupendos amilenaristas. Es consistente, pero no para quienes viven y respiran el enrarecido aire de la gracia soberana de la elección. Eso no tiene ningún sentido. Podemos dejar el amilenarismo para los teólogos del proceso, o la gente del teísmo abierto que piensan que Dios se está convirtiendo en lo que será, y que Él está mejorando porque cada día que pasa obtiene más información; y a medida que obtiene más información, está calculando si en realidad puede o no cumplir algunas de las promesas que hizo sin tener que ajustarlas todas basado en la falta de información {que Él tenía} cuando originalmente las hizo. Dejemos el amilenarismo para los carismáticos, y para los semipelagianos, y para otros como ellos que entran y salen de la salvación a como dé lugar; tiene sentido para su teología. Seguro, Israel pecó, apostató, mató al Hijo de Dios. Se acabó. Israel está fuera y pierde el derecho a todo. La Iglesia se queda con todo, si es que puede superar a Israel. Hasta ahora no parece realmente esperanzador. Pero, para aquellos de nosotros que comprendemos que Dios es soberano y que es el único que puede determinar quiénes se salvarán y cuándo se salvarán, y que Él es el único que los puede salvar, el amilenarismo no tiene ningún sentido porque dice básicamente que Israel, por sí mismo, perdió el derecho a todas las promesas. ¿Piensan que, por ellos mismos, hubieran podido hacer algo para garantizar recibirlas? ¿Qué tipo de teología es esa? Eso es teología arminiana. ¿Creen que Israel perdió su lugar en la economía de Dios porque los judíos, por sí mismos, no hicieron lo que se suponía que hicieran? Cuando contemplamos la gran realidad de la elección en la Biblia, hay solo cuatro personas específicas que se mencionan en relación con su elección. Los santos ángeles son elegidos: 1 Timoteo 5:21 ― los «ángeles escogidos». Cristo es elegido: Isaías 42 y 1 Pedro 2:6. Cristo es elegido, y esas elecciones son eternas, ¿no?; y hay solo dos elecciones de pueblos [grupos de seres humanos] en la Escritura: Israel (un grupo escatológico de israelitas étnicos que constituirán la futura nación que recibirá las promesas de Dios) y la Iglesia. No hay motivo alguno en la Biblia para mezclarlos, o para cancelar la elección de Israel porque la Iglesia es elegida. Isaías 45:4 llama a Israel «mi escogido». Dios dice: «Por amor a mi siervo Jacob y a Israel mi escogido, te he llamado por tu nombre; te he honrado, aunque no me conocías». Isaías 65:9 llama otra vez a Israel «mis escogidos» y declara que heredarán la promesa. Isaías 65:22 dice lo mismo: «mis escogidos». Dios lo ha repetido varias veces ― esas son solo algunas— que Israel es el escogido de Dios. Ahora bien, todo eso nos lleva a lo siguiente: Si entienden a Israel correctamente, entenderán la escatología correctamente. Si no entienden a Israel correctamente, nunca entenderán la escatología correctamente; nunca; y migrarán de una perspectiva a otra solo en dependencia del último libro que se lean, o la última conferencia que escuchen, o la última influencia que llegue. Si entienden la escatología correctamente, es porque entienden a Israel correctamente. Entienden a Israel correctamente cuando entienden los pactos y las promesas antiguotestamentarios correctamente. Dicho a la inversa, entienden los pactos y las promesas antiguotestamentarios correctamente cuando entienden la interpretación de la Escritura correctamente. Entienden la interpretación de la Escritura correctamente cuando son fieles a una hermenéutica legítima, y cuando la integridad de Dios es sostenida. Arreglen su hermenéutica, y entenderán las promesas antiguotestamentarias correctamente. Entiendan las promesas correctamente, y entenderán a Israel correctamente. Entiendan a Israel correctamente, y entenderán la escatología correctamente. La Biblia llama a Dios «El Dios de Israel» más de 200 veces ― el Dios de Israel. Hay más de 2000 referencias a Israel en la Escritura. Ni una de estas significa otra cosa sino Israel. Ni una de estas, incluyendo Romanos 9:6 y Gálatas 6:16, que son los únicos dos pasajes a los que acuden los amilenaristas para intentar convencernos de que estos pasajes anulan los otros 2000. No hay dificultad alguna en interpretar que estos últimos pasajes simplemente se refieren a judíos que eran creyentes ― «el Israel de Dios». «Israel» siempre significa Israel; nunca significa otra cosa sino Israel. Los setenta y tres usos neotestamentarios de «Israel» siempre significan Israel. Debería notarse que los judíos todavía existen hoy. Eso es interesante, ¿verdad? ¿Han conocido alguna vez a un hitita? ¿Y a un amorreo, un heveo o un jebuseo? ¿Conoce alguien a alguna de esa gente? ¿Y a un agagueo? [...] Alguien le preguntó una vez a John Stott en una convención europea: «¿Cuál es el significado de la existencia de Israel hoy?», y él contestó: «no tiene ningún significado bíblico». ¿De veras? Esa es una respuesta extraña; ellos están aquí. El setenta por ciento de la Escritura es la historia de Israel, y pienso que todo el sentido de la historia es llegar hasta el final, no esfumarse. Así que, he aquí cómo obtener el fundamento para un entendimiento preciso de la escatología. Entiendan la elección correctamente y entiendan a Israel correctamente. Estos dos van de la mano, son inseparables. ¿Cómo es que hemos llegado a entender lo primero correctamente y tantas veces fallamos en lo segundo? Confío en que Dios no reveló la verdad profética con tanto detalle para esconder u obscurecer la verdad, sino para dejarla expuesta para nuestra bendición, nuestra motivación, y en última instancia para Su gloria. Por tanto, mis palabras para ustedes hoy son realmente un llamado. Es un llamado a reconectar estas dos grandes realidades. Devuelvan la soberanía de Dios en la elección al lugar que le corresponde y, por tanto, devuelvan a la nación de Israel al lugar que le corresponde en el propósito de Dios, y toda la escatología se desplegará con magnífica belleza. Con la hermenéutica normal [aplicada de forma consistente], pueden interpretar cada pasaje; y cuando se esté diciendo algo que es muy claro, como: «el desierto florecerá como una rosa», pueden estar seguros de que eso es exactamente lo que significa. Y si me dicen que eso no es lo que quiere decir, entonces dejo de escuchar su interpretación porque no tienen ninguna otra revelación [para verificar esa interpretación]. Ahora que el Espíritu de Dios está moviendo a la Iglesia a restablecer la gloriosa posición de autoridad de la gracia soberana en la salvación, es tiempo de restablecer la misma posición de autoridad de la gracia soberana en la salvación de una generación futura del Israel étnico, y {en} el reino Mesiánico terrenal, con el cumplimiento completo de todas las promesas de Dios hechas a Israel. Ahora bien, si puedo ser personal por un minuto, he pensado acerca de estas grandes realidades por casi cincuenta años y, mientras más claramente entiendo la gracia soberana de la elección, el lugar de Israel y la escatología se tornan más claros para mí. No me he apartado {de esto}. Me han preguntado: ― ¿Ha cambiado su escatología?— No me he apartado de la escatología bíblica de la cual me convencí cuando comencé. Mi ordo eschaton {orden del fin} no ha cambiado. Esto es muy alentador para mí porque uno de los beneficios de estar en esta iglesia por casi cuarenta años es que tengo que seguir avanzando; no puedo predicar sermones antiguos. Estas queridas personas... ¿pueden imaginarse escuchar al mismo predicador por casi cuarenta años? ¡Qué sentencia de muerte! [Risas del auditorio]. No será tan bueno para ellos, pero realmente sí lo es para mí, porque básicamente he tenido que enseñar la Biblia continuamente solo para seguir avanzando. Estoy acercándome al final de Lucas ― esa es una idea relativa— entonces, solo me queda Marcos. Por cuarenta años he enseñado y predicado pasando por cada versículo, cada frase y cada palabra en el Nuevo Testamento. He vuelto atrás y he escrito comentarios y libros sobre ello. He predicado un versículo a la vez pasando por cada uno de los versículos del Nuevo Testamento. Todo lo que he dejado, como dije, es un poquito de Lucas, y entonces tengo planeado predicar el libro de Marcos de principio a fin. A través de todo esto, la escatología ha tenido que pasar la prueba de cada versículo neotestamentario, y mi convicción se ha fortalecido. He predicado muchos libros del Antiguo Testamento de principio a fin, como Génesis y otras secciones [del Antiguo Testamento] desde los primeros años aquí. Comencé en Génesis [los miércoles en la noche], y fui un poco rápido por varios años hasta llegar al Salmo 73, antes de darle la oportunidad en las noches de los miércoles a algunos otros hombres que estaban aquí. He predicado de principio a fin los libros proféticos del Antiguo Testamento. He predicado desde el principio de Isaías hasta el final de Ezequiel. He predicado Daniel de principio a fin, versículo por versículo, Zacarías y los Profetas Menores de principio a fin. He escrito todas las notas para la Biblia de estudio; y de nuevo, la prueba justa de una escatología cohesiva es hacerla pasar a través de cada uno de los textos. Estaría absolutamente perdido en el Antiguo Testamento si no pudiera interpretar la Escritura tal como aparece. Si me dicen que no significa lo que dice, estoy perdido. Estoy comprometido resueltamente con la elección soberana de una generación futura de judíos para salvación y la herencia completa de todas las promesas y pactos de Dios dados a ellos en el Antiguo Testamento, porque la verdad de la Palabra de Dios está en juego. Ahora, en este punto, siento la efervescencia de aquellos de ustedes que están diciendo: ― Ay no, vinimos a una conferencia de pastores, y se ha vuelto una conferencia dispensacionalista. Lo próximo que va a hacer es sacar los gráficos de Clarence Larkin, y vamos a recibir una hermosa Biblia de Scofield encuadernada en cuero, y luego todos vamos a recibir la serie {título oficial} Dejados atrás. Ah, nos vemos reducidos a la ficción del rapto. Entonces nos va a decir probablemente que hay siete dispensaciones, dos reinos, dos nuevos pactos, dos formas de salvación... — Relájense [Risas del auditorio]. Olvídense del dispensacionalismo. No estoy hablando de eso, si bien cada uno de ustedes es dispensacionalista. ¡Lo son! Ustedes creen que Dios trató con el hombre de una forma antes de la Caída, de otra forma después de la Caída, de otra forma antes de la Ley, de otra forma después de la Ley, de otra forma antes de la Cruz, de otra forma después de la Cruz, de otra forma ahora y de otra forma en la eternidad, ¿no es así? Bueno, eso pensé [Risas del auditorio]. Confieso que rechazo el maniático mundo de la exégesis basada en los periódicos. Rechazo la escatología de caricatura: las interpretaciones descabelladas como que las langostas de Apocalipsis 9 son helicópteros y cosas locas como esas. Si predican eso, bórrenlo del casete... Pero, permítanme decirles algo, amigos, tan loco como pueda ser ese mundo de la escatología dispensacionalista, no es más loco que las interpretaciones de muchos amilenaristas cuya eiségesis ficticia ve todo en el año 70 d. C.; y he leído ese tipo de cosas, y es igual de loco. Dicen: ― bueno, ¿no inventaron los dispensacionalistas el premilenarismo?— Bueno, en la época moderna, dos libros realmente reintrodujeron perspectivas premilenaristas ― la perspectiva francamente bíblica— y ninguno de los dos fue escrito por un dispensacionalista. El primero fue titulado {trad. no oficial} El advenimiento premilenarista.[101] Fue escrito en 1815 por un anglicano llamado William Cunningham. El segundo que reintrodujo esto en la época más moderna fue una publicación en Inglaterra en 1827 escrita por Emmanuel de Lacunza y Díaz, un jesuita. Así es que no hay una conexión necesaria entre todo lo que es extraño en el dispensacionalismo y este claro entendimiento del reino. Cuando Federico el Grande le pidió a su capellán una prueba de la veracidad de la Biblia, diciéndole: «Hazme una breve defensa». Su capellán contestó: «Puedo hacerlo con una sola palabra: Israel». Israel... Los judíos existen como un pueblo preservado. Allí están. Israel, entendido como un pueblo preservado por Dios para un reino escatológico, tiene un inmenso valor apologético. Esa nación nos ayuda a entender bien todo el consejo de Dios. Tenemos que darle al mundo la verdad acerca del fin de la historia y de la gloria culminante de Cristo y del cumplimiento de las promesas de Dios a Israel y la Iglesia. Entonces, comencemos. Esa fue solo la introducción [Risas del auditorio]. Voy a hacerles una serie de preguntas, comenzando con: ¿Es el Antiguo Testamento amilenarista? En primer lugar, una nota aquí. No es legítimo interpretar el Antiguo Testamento de forma secundaria con respecto al Nuevo Testamento, {y este último} de forma primaria. ¿De acuerdo? Eso no es legítimo. De lo contrario, el Antiguo Testamento sería oscuridad, no luz. Si dicen que el Antiguo Testamento no puede ser interpretado correctamente sin el Nuevo Testamento, entonces han negado la perspicuidad del Antiguo Testamento, y como Walt Kaiser dice: «Ahora tiene un canon dentro de otro». Esta pregunta tiene que ser contestada: ¿Propone el Antiguo Testamento en sí mismo una perspectiva amilenarista? No pueden hacer que el Antiguo Testamento no tenga una interpretación verdadera por sí mismo y relacionar las promesas antiguotestamentarias con la Iglesia, lo cual es ― según la propia declaración de Pablo— un misterio desconocido en el pasado. Por tanto, no pueden hacer que el Antiguo Testamento sea ininteligible e irrelevante para el lector judío. Sin embargo, la idea de que el Nuevo Testamento es el punto de partida para entender el Antiguo Testamento es exactamente de donde viene el amilenarismo, viendo incorrectamente {el Nuevo Testamento} en el Antiguo Testamento; y {así}, por supuesto, dañan la perspicuidad o claridad del significado del Antiguo Testamento en y de sí mismo. Semejante enfoque conduce a una forma de espiritualización aún mayor que va más allá de los textos proféticos inclusive, y da licencia para espiritualizar otras cosas, y para ver incorrectamente principios cristianos neotestamentarios en aquellos textos del Antiguo Testamento de donde no se derivan con una interpretación legítima. Algunos de ustedes han leído años atrás {trad. no oficial} Si perezco, que perezca,[102] la interpretación de Ester desde la perspectiva de una vida cristiana carismática descabellada, o una serie de la que hablé en uno de mis libros sobre Nehemías, donde Nehemías es el Espíritu Santo, y los muros caídos de Jerusalén son los muros caídos del corazón humano; y el Señor quiere reconstruir su corazón caído mediante el uso del mortero,[103] y el mortero es el hablar en lenguas [Risas del auditorio]. Esa fue una serie de seis u ocho casetes que escuché. Pero, ¿por qué no? Si esa es su teología del Nuevo Testamento, entonces (según algunos) tienen todo el derecho de verla en cualquier texto que quieran. Esto ocurre todo el tiempo. Honestamente, raras veces escucho a alguien predicar sobre el Antiguo Testamento e interpretarlo de la manera en que una persona que vivió en el tiempo cuando fue escrito lo hubiera interpretado. Podemos usarlo como una ilustración; podemos usarlo para elucidarlo {aclararlo}; podemos usarlo como un ejemplo. Estas cosas están escritas como ejemplos, le dijo Pablo a los corintios; pero tienen que tener su propio significado para su propio pueblo. Tiene que tener claridad y perspicuidad; y si dicen que todas esas promesas hechas a Israel realmente fueron para la Iglesia, entonces carecían de significado y eran ininteligibles para ellos [los judíos]. A propósito, a esto se le llama teología del reemplazo, y los escolásticos a menudo se refieren a esto como suplantacionismo.[104] Exige que las promesas antiguotestamentarias sean vistas a través de los lentes del Nuevo Testamento [de modo que la Iglesia reemplaza a Israel]. También adopta una extraña dicotomía, ya que todas las maldiciones prometidas a Israel cayeron sobre Israel, no sobre la Iglesia ― literalmente— y aún están cayendo. Si se preguntaban si las maldiciones en el Antiguo Testamento eran literales... están ocurriendo ahora. Ahora mismo Israel no está bajo la protección divina. Está bajo la promesa de Dios de que sería perpetuado como un pueblo étnico, pero este grupo actual de judíos que viven en el mundo hoy y en la nación de Israel no está ahora bajo la protección divina. Son apóstatas. Han rechazado a su Mesías. Están bajo el castigo divino, pero aún son un pueblo y lo serán hasta el final. Qué asombrosa apologética es esa para la veracidad de la Escritura. No pueden abandonar eso sin una enorme pérdida de confianza en la Escritura. Todas las maldiciones prometidas a Israel por la desobediencia a Dios se hicieron realidad de forma literal en Israel. Ahora, de pronto, ¿se supone que dividamos todos esos pasajes que ofrecen bendición y maldición, y digamos que todas las bendiciones que se le prometieron a Israel no están viniendo para Israel, que en cambio están viniendo para la Iglesia? ¿Dónde está la justificación textual para una interpretación tan dividida? ¿No pensarían que cualquiera que fuera la forma en la que se cumplieron las maldiciones establecería la norma para cualquier forma en la que se cumplirían las bendiciones? O, para poner la pregunta en otro contexto, ¿no esperarían que todas las profecías que llegaron a ocurrir de modo literal cuando Jesús vino la primera vez establecerían el patrón para cómo llegarían a cumplirse las profecías conectadas con Su segunda venida? No hay lugar alguno para dividir estas interpretaciones. Entonces, en respuesta a la pregunta: ¿Es el Antiguo Testamento amilenarista? ― Por supuesto que no. Si afirman una hermenéutica normal y la perspicuidad del Antiguo Testamento, este anuncia claramente pactos y promesas, y un reino que ha de venir para el Israel étnico. No voy a tener tiempo para desarrollar todo esto, pero solo quiero que piensen por un minuto acerca de los pactos del Antiguo Testamento a fin de que entiendan algo de la naturaleza de estos. El Antiguo Testamento tiene que ser interpretado, predicado y enseñado como clara revelación de Dios que ha de ser entendida, creída y aplicada por las personas a quienes les fue dado. Por tanto, ¿qué le prometió Dios a Israel? Veamos el capítulo doce de Génesis. Obviamente este es un estudio que va más allá de nuestra capacidad para ahondar en todos los detalles [en esta conferencia]; pero está claro, no es difícil, es sencillo. Quiero que vean la conexión entre estos pactos y la soberanía divina de la elección. En Génesis 12 leemos: «(1)Y el SEÑOR dijo a Abram: Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre...». Ahora, ahí tienen una gran ilustración de la elección; es casi como una experiencia camino a Damasco, ¿verdad? ¿Qué hizo Abraham, o Abram como es llamado aquí, para poner esto en marcha? Nada. Abram no desempeña ningún papel en este pacto. Sigan ahora las expresiones que indican lo que Dios se compromete a hacer: «(2)Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. (3)Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra». «{Yo} haré»; «{Yo} te bendeciré»; «{Yo} bendeciré»; «{Yo} maldeciré». Cinco veces [incluyendo el final del versículo 1]. Elección soberana, unilateral e incondicional. Para sellarlo, vayan al capítulo quince de Génesis; y esto, a propósito, se repite en los capítulos trece y diecisiete en adelante hasta llegar a los patriarcas que siguieron a Abram; pero es maravilloso ver el cuadro en el capítulo quince, comenzando en el versículo 8. Abram quiere un poquito de confirmación; este es un gran paso: «…Oh Señor DIOS, ¿cómo puedo saber que la poseeré?» ¿Cómo sé que esto realmente va a ocurrir? Y esto es lo que Dios dijo: «(9)…Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón». Le trajo todo esto, los partió en dos, colocó cada mitad una frente a la otra. No cortó las aves, solo sería un montón de plumas [risas del auditorio]: «(11)Y las aves de rapiña descendían sobre los animales sacrificados, pero Abram las ahuyentaba». Y ahora, ¿qué ha hecho? Ha tomado estos animales; los ha partido por la mitad; colocó las mitades una frente a la otra; tiene un pequeño camino en medio de estos animales divididos y las dos aves muertas, una a cada lado. Esto está relacionado con el término hebreo cortar {hacer} un pacto. Cuando cortan {hacen} un pacto, hacen sacrificios de sangre como una forma de demostrar seriedad y para hacer un compromiso de sangre, por así decirlo, de que van a cumplir su promesa. Así que Dios prepara lo que sería una forma muy tradicional, muy típica, de comprometerse al hacer un pacto. Solo que esto es muy diferente porque en el versículo 12, mientras el sol se ponía, un sueño profundo cayó sobre Abram; Dios lo anestesió. Terror y gran oscuridad cayeron sobre él, y Dios dijo a Abram: «(13)...Ten por cierto que tus descendientes serán extranjeros en una tierra que no es suya, donde serán esclavizados y oprimidos cuatrocientos años». ¡Cuatrocientos significaba cuatrocientos! Bueno, Dios lo puso a dormir y le dice —esto es lo que va a ocurrir; versículo 14: «Mas yo también juzgaré a la nación a la cual servirán, y después saldrán de allí con grandes riquezas. (15)Tú irás a tus padres en paz; y serás sepultado en buena vejez», y continúa. Entonces más adelante, en el versículo 17, dice: «Y aconteció que cuando el sol ya se había puesto, hubo densas tinieblas, y he aquí, apareció un horno humeante y una antorcha de fuego que pasó por entre las mitades de los animales». Dios durmió a Abram, lo anestesió, y solo Dios pasó por entre los animales divididos ― promesa unilateral, incondicional e irrevocable que Dios hizo Consigo mismo. No hubo condiciones para que Abraham por sí mismo cumpliera. Ese día el Señor hizo un pacto con Abram; un pacto que no tiene fin. Capítulo 17, versículo 7: «Y estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia después de ti, por todas sus generaciones, por pacto eterno, de ser Dios tuyo y de toda tu descendencia después de ti». Dios eligió a Abram, eligió la nación que saldría de sus lomos, e hizo un pacto y una promesa con ellos de ser su Dios. Este es el pacto fundacional en la Biblia ― el pacto bíblico fundacional, la promesa de Dios, unilateral e incondicional. Más tarde, cuando Dios dio el pacto mosaico, se hizo muy evidente cuán pecador era Israel. Incluso en medio del pecado, la apostasía, la idolatría, la violación de la ley de Dios por parte de Israel de una manera desfachatada, aún siguen siendo ellos el objeto de Su amor pactual [sobre la base del pacto abrahámico]. Lean Ezequiel 16. Allí se encuentra esta asombrosa crónica hecha por Dios de Su elección de Israel. No puedo darles un recorrido por todo este capítulo, pero Él habla en términos gráficos acerca de la elección de Israel como encontrar a una bebé arrojada sobre la faz del campo. Versículo 4: «“...el día que naciste no fue cortado tu cordón umbilical, ni fuiste lavada con agua para limpiarte; no fuiste frotada con sal [era lo que hacían para desinfectar], ni envuelta en pañales. (5)Ningún ojo se apiadó de ti para hacer por ti alguna de estas cosas, para compadecerse de ti; sino que fuiste echada al campo abierto, porque fuiste aborrecida el día en que naciste» ― dice Dios— «(6)Yo pasé junto a ti y te vi revolcándote en tu sangre. Mientras [estabas] en tu sangre, te dije: ‘¡Vive!’ Sí, te dije, mientras [estabas] en tu sangre: ‘¡Vive!’”». Ahí está otra vez esa elección soberana. Entonces la historia continúa contando cómo Dios tomó a Israel y, por así decirlo, se casó con Israel, limpió a Israel, hizo a Israel Su pueblo. Si van directo al versículo 28: «...te prostituiste a los asirios porque no te habías saciado; te prostituiste a ellos y ni aun entonces te saciaste». Tuviste una lujuria insaciable por el adulterio con otros dioses y otros pueblos. «... [F]ue derramada tu lascivia» ― versículo 36— «y descubierta tu desnudez en tus prostituciones con tus amantes y con todos tus detestables ídolos...»; solo acusación tras acusación tras acusación. Dios está furioso con ellos; pero, vayan al final del capítulo: «Yo recordaré sin embargo» ― versículo 60— «mi pacto contigo en los días de tu juventud...». ¿Qué atributo de Dios describe esto? Su fidelidad. «(60)...y estableceré para ti un pacto eterno. (61)Entonces te acordarás de tus caminos y te avergonzarás cuando recibas a tus hermanas, las mayores que tú [y] las menores que tú; y te las daré por hijas, pero no por causa de tu pacto. (62) Estableceré mi pacto contigo; y sabrás que yo soy el SEÑOR; (63)para que recuerdes y te avergüences, y nunca más abras la boca a causa de tu humillación, cuando yo te haya perdonado por todo lo que has hecho ― declara el Señor DIOS». ¡Oh! una reiteración de los términos del pacto ante el historial de deserción, desobediencia y apostasía de Israel. Israel es como Gomer, ¿verdad?; la prostituta, la ramera. Escuchen, la decisión de Dios de poner Su amor sobre Israel no estaba determinada en ninguna manera por el actuar de Israel; ni por la valía nacional de Israel, sino estrictamente sobre la base de Su gracia independiente, no influenciada y soberana. Lean Deuteronomio 7:7 y 8. Los escogió porque predeterminó poner Su amor sobre ellos por ninguna otra razón más que la elección. La supervivencia del reino de Judá, a pesar del pecado desfachatado de sus gobernantes, dependió de las promesas del pacto que Dios había hecho. Lean el Salmo 89. Lean el Salmo 132, donde estas son reiteradas. El pacto unilateral de Dios declara que solo el Señor es la única parte responsable de cumplir con las obligaciones. No hay ninguna condición que Abram o algún otro judío podía cumplir por sí mismo. En nada se diferencia de su salvación ― ustedes fueron escogidos; pero no vinieron a Cristo por su propia cuenta; recibieron vida por el Espíritu de Dios en el tiempo de Dios. El pacto unilateral de Dios declara que solo el Señor es la única parte responsable de cumplir con las obligaciones. Ahora escúchenlo de esta manera, la obediencia no es la condición que determina el cumplimiento. El poder divino y soberano es la condición que determina la obediencia que conduce al cumplimiento. Cuando Dios dio el pacto unilateral, sabía que tendría que producir esa obediencia en el futuro, según Su plan; y entregó el pacto davídico en 2 Samuel 7, con el cual llega a David la promesa de que él tendría un hijo mayor quien poseería un reino eterno. A propósito, esto es una ampliación del pacto abrahámico. Los versículos 12‑13 ― bien rápido— dicen: «(12)“...y estableceré su reino. (13)El edificará casa a mi nombre, y yo estableceré el trono de su reino para siempre”». Dios promete a Abram una simiente, una tierra, una nación ― y, por supuesto, eso incluye un reino— y ahora viene la promesa de un rey. Esto es una ampliación del pacto abrahámico; y lo que es notable allí, de nuevo, en los versículos 12‑13 de 2 Samuel 7 es: «(12)“...levantaré a tu descendiente [...] estableceré su reino... (13) ...estableceré el trono de su reino para siempre”». «{Yo} levantaré», «{Yo} estableceré», «{Yo} estableceré» ― otra vez. Esto no quiere decir que el pacto abrahámico es solo para Israel. Todos nosotros participamos de sus bendiciones, espiritualmente, y lo haremos milenaristamente {en el Milenio}. Todos nosotros participaremos de los pactos abrahámico y davídico porque participaremos de la salvación y estaremos en el reino. Hay un tercer pacto, el Nuevo Pacto, y este sí pretendo traerlo a su atención. Jeremías 31 indica que no puede haber ningún cumplimiento de las promesas que Dios le dio a Abraham o a David sin salvación. A través de la historia siempre ha habido un Israel de Dios, siempre ha habido un remanente, siempre ha habido quienes no doblaron sus rodillas ante Baal. Dios siempre ha tenido un pueblo; siempre ha habido Sus escogidos. No todo Israel es Israel; es decir, no todo el Israel étnico es el verdadero Israel de Dios ― los verdaderos creyentes—; sin embargo, Dios siempre ha tenido un remanente, siempre ha tenido un pueblo ― como dice Isaías 6: un «tronco», una «simiente santa»— a lo largo de la historia. Pero, en el futuro habrá una salvación del Israel étnico a nivel nacional, y ese es el mensaje de Jeremías 31. He aquí el Nuevo Pacto; también fue dado a Israel. Nos gusta hablar del Nuevo Pacto porque participamos de la provisión de salvación del Nuevo Pacto ratificado en la muerte de Cristo; pero el juramento original del Nuevo Pacto es dado de una forma especial a una generación futura de judíos. Escuchen el versículo 31: «He aquí, vienen días ― declara el SEÑOR— en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto» ― eso es inconfundible— «(32)...no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto...» ― no como aquel pacto mosaico, que no era un pacto salvífico — «...mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos ― declara el SEÑOR; (33)porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días...». ¿Qué justificación hay para decir que eso no significa Israel? Eso sí significa Israel. «{Yo} haré», «{Yo} pondré», «{Yo} escribiré», «[Y]o seré». «...[E]ste es el pacto que haré con la casa de Israel [...] Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo». Al final del versículo 34: «pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado». ¿Alguna vez vieron tantos Yo..., Yo..., Yo...? Están por todos lados. Este pacto es incondicional, unilateral, soberano, por gracia e irrevocable. Me dicen ― Bueno, quizá Dios cambió Su opinión—. Vayan al versículo 35: «Así dice el SEÑOR, el que da el sol para luz del día, y las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, el que agita el mar para que bramen sus olas; el SEÑOR de los ejércitos es su nombre: (36)Si se apartan estas leyes de mi presencia ― declara el SEÑOR— también la descendencia de Israel dejará de ser nación en mi presencia para siempre». No he notado que eso haya ocurrido, ¿y ustedes? ¿Ha notado alguien eso? No hay ninguna otra forma de entenderlo. Si eso no quiere decir lo que acaba de decir, es incomprensible. Además, el Nuevo Pacto promete la salvación que entonces incluye la recepción de todas las promesas en los pactos abrahámico y davídico, y todas las promesas añadidas a través de todo el Antiguo Testamento. Y, ¿cuál es la característica fundamental de esto {el Nuevo Pacto}? «Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios [...] perdonaré su maldad...». ¿Ven cuán soberano es? ― Lo haré, lo haré en mi tiempo—. Vean Ezequiel 36 porque es un texto paralelo. Sé que les es familiar, pero pienso que es bueno que simplemente se nos recuerde. Ezequiel 36:24 ― «(24)“Porque os tomaré de las naciones, os recogeré de todas las tierras y os llevaré a vuestra propia tierra. (25)Entonces os rociaré con agua limpia y quedaréis limpios; de todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos os limpiaré. (26) Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros...”» ― es abrumador, ¿verdad?— «(27)“...haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas”». ¿Cómo podría alguien caminar en Sus estatutos, obedecer y observar Sus ordenanzas? Solo si Él hace que lo haga. Además: «(28)“Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres; y seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios”». Y ahora, el versículo 32, solo un buen recordatorio: «“No hago [esto] por vosotros...”» ― ¿Qué? ¿No está haciéndolo por ustedes?— «“...sabedlo bien. Avergonzaos y abochornaos de vuestra conducta, casa de Israel”». Entonces, ¿por quién lo está haciendo? Por Sí mismo. Vayan al final del versículo 38: «“...Entonces sabrán que yo soy el SEÑOR”». Pueden leer el versículo 37 —Lo mismo. Así que, cuando Dios dio promesas unilaterales, incondicionales, soberanas y por gracia a un pueblo elegido ― cuyo cumplimiento está garantizado por la fidelidad divina, como toda Su obra de salvación lo está por el poder divino—, y cuando Dios dice que tales promesas pactuales son irrevocables, no podemos sin impunidad ni culpa decir que esas promesas son nulas por cualquier idea o suposición aparentemente conveniente. Me dicen: ― ¿Por qué? Y, ¿qué hay de la apostasía de Israel? ¿No cancela eso las promesas? ¿No cancela la apostasía de Israel las promesas? ¿Entienden que las promesas del Nuevo Pacto en Jeremías y Ezequiel fueron dadas a Israel cuando estaban bajo juicio divino por apostasía? No las recibieron cuando todo estaba bien, y estaban viviendo y floreciendo en obediencia a Dios. Eran tan apóstatas que estaban fuera de su tierra, y entonces recibieron el pacto; y Dios estaba diciendo: ― No se hagan la idea de que lo que está sucediendo por la apostasía cambia Mis promesas. Me responden ― Espere un momento, ¿no rechazaron ellos a su Señor y Mesías? Eso hicieron; lo desecharon; mataron a Jesús—. Pero, eso está en el plan. Una de las ideas descabelladas {sic.} del dispensacionalismo es que Jesús vino y ofreció un reino, y debido a que los judíos no lo aceptaron y mataron a Jesús, Él recurrió a la Iglesia; ideó un Plan B. La Cruz no es un Plan B. ¿De qué piensan que Zacarías 12:10 está hablando cuando dice: «...y me mirarán a mí, a quien han traspasado...»? Lean el Salmo 22; {allí se} describe la Crucifixión. Lean Isaías 53; {allí se} describe la Crucifixión. Está en el plan. En Zacarías 12:10, Zacarías dice: «...me mirarán a mí, a quien han traspasado...», y después en el capítulo 13, versículo 1, habrá una fuente abierta para Israel. Israel será salvo, el Nuevo Pacto se cumplirá, y continúen leyendo hasta el capítulo 14 ― y el reino viene. No hay ninguna otra forma de interpretar Zacarías 12‑14. Entonces, ¿es el Antiguo Testamento amilenarista? ― No. II. ¿Eran los judíos en el tiempo de Jesús amilenaristas? ― No. Consideren el provechoso estudio que hizo Emil Schurer acerca de la escatología judía en la época de Jesús, publicado en 1880 por T & T Clark en Edimburgo ― una nueva edición del mismo fue publicada en 1998 por {la editorial} Hendrickson Publishing. Hace un gran trabajo estudiando la mentalidad escatológica mesiánica judía en el tiempo de Jesús [...] Ellos creían que el Mesías iba a venir, precedido de un tiempo de angustia; que, antes del Mesías, vendría el profeta Elías; que, cuando viniera el Mesías, sería el Hijo de David en persona, tendría poderes especiales para establecer Su reino, y se cumplirían todas las promesas de los pactos abrahámico y davídico. También creían que Israel se arrepentiría y sería salvo en la venida del Mesías. Creían que el reino sería establecido en Israel con Jerusalén en el centro y se extenderían por todo el mundo. Creían que la paz y la justicia dominarían el mundo, todos adorarían al Mesías, no habría guerra ― solo alegría y salud. Creían en una adoración en el templo reinstituida; y en el cumplimiento de los pactos, incluyendo la renovación del mundo, una resurrección general, un juicio final y, después de esto, el estado eterno. Esa es la escatología judía anterior al Nuevo Testamento. Eso es justo lo que creía Zacarías, el padre sacerdotal de Juan el Bautista. Lean las grandes bendiciones de Zacarías en Lucas 1:67 hasta el final del capítulo; y, ¿qué dice? Cada una de las frases allí viene de un pasaje antiguotestamentario sobre el pacto abrahámico, el pacto davídico, o el Nuevo Pacto; cada una {de esas frases}. Él sabía lo que estaba ocurriendo. Los pactos debían cumplirse. III. ¿Era Jesús amilenarista? Vayan a Hechos 1. Esto ha estado allí por mucho tiempo, y no sé si siempre escudriñamos estas cosas. Esto es posterior a la Resurrección: «El primer relato...» ― versículo 1— «...que escribí, Teófilo, [trató] de todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, (2) hasta el día en que fue recibido arriba, después de que por el Espíritu Santo había dado instrucciones a los apóstoles que había escogido». Allí está esa elección otra vez. Así que Él había pasado tiempo antes de Su ascensión con los apóstoles. Ahora, el versículo 3: «A éstos también, después de su padecimiento, se presentó vivo con muchas pruebas convincentes, apareciéndoseles durante cuarenta días...». Literalmente apareciéndoseles durante cuarenta días. Tuvo que haber sido intenso. ¿Pueden imaginarse el nivel de enseñanza que un Jesús resucitado daría a los suyos por un período de cuarenta días? ¿Qué clase de educación de seminario sería esa? Y, ¿de qué estaba hablando? ― «...hablándoles de lo concerniente al reino de Dios». ¡Oh, esto es perfecto! Por cuarenta días habló acerca del reino de Dios. Este es Su momento. Si Jesús es amilenarista, es allí donde Él tiene que decírselo. La apostasía de ellos [de Israel] ― eso es un hecho. Su rechazo del Mesías ― eso es un hecho. Su ejecución del Mesías ― eso es un hecho. Este es el lugar perfecto para que Jesús lance el amilenarismo. Vayan al versículo 6: «Entonces los que estaban reunidos, le preguntaban, diciendo: Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel?» Ahora, ¿qué piensan que Él dijo? ― ¿De dónde sacaron tal estupidez? ¿De dónde sacaron ese concepto? ¿No han estado escuchando por cuarenta días? Soy amilenarista. ¡Qué idea tan extraña: que voy a restaurar el reino a Israel! No escuchan—. Este es el momento. Si Jesús es amilenarista, ¡este es Su momento! Tiene que decir: ― No, la Iglesia es el nuevo Israel—. Los discípulos estaban preguntando si era el tiempo en el que el Padre iba a restaurar [el reino], según fuentes judías {ese era} el término técnico escatológico para el tiempo del fin; estaban usando un término que era parte de su escatología. ― ¿Es este el tiempo del fin cuando vas a restaurar el reino a Israel?— Cuarenta días de instrucción sobre el reino y sabían solo una cosa con seguridad, que aún vendría el reino para Israel; y todo lo que querían saber era —¿cuál es la pregunta?— ¿CUÁNDO? Eso es todo. Y Él les dijo: «(7)...No os corresponde a vosotros saber los tiempos ni las épocas...». No pueden saber el momento. Él no dijo: ― Esperen, esperen, esperen... no habrá un reino—; sino: «No os corresponde a vosotros saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha...» ― ¿qué?— «...fijado con su propia autoridad». Allí está de nuevo esa elección soberana; es soberana. Ellos lo sabían: «(6)...Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel?». Sabían que restaurarlo era una obra divina. Esta es la oportunidad perfecta para que Jesús aclare las cosas. Profundicen un poco en el texto, versículo 7: «que el Padre ha fijado» {cursivas añadidas}. Tithemi: establecido, designado. Esto me encanta. «[H]a fijado» está en aoristo medio ― se ha fijado... ha fijado para Sí Mismo. Se trata de Su gloria, ¿verdad? Se trata de Su exaltación. Se trata del mundo entero viendo finalmente el paraíso recobrado. Se trata de Dios siendo finalmente glorificado, quien ha sido tan deshonrado durante toda la historia humana. Se trata de la gloria de Dios y el honor de Jesucristo. Y Dios Padre ha fijado para Sí mismo ese tiempo por Su Propia autoridad. Es singular, unilateral. No hay ninguna otra forma de entenderlo. ¡No hay teología del reemplazo en la teología de Jesús! No hay suplantacionismo. Esto [el suplantacionismo] es un movimiento para establecer que no hay reino terrenal alguno para Israel. Eso es absolutamente ajeno al Antiguo Testamento, y completamente ajeno al Nuevo Testamento. Jesús no dijo: ― ¿De dónde sacaron esa descabellada idea? ¿No han estado escuchando?— Ellos simplemente no podían conocer las épocas, los tiempos. La Cruz siempre fue el plan. Él dijo en el capítulo dieciocho de Lucas, también registrado en Mateo y Marcos: ― subimos a Jerusalén, y ¿saben lo que sucederá?— Si colocan esos tres relatos juntos {diría}: ― Seré traicionado, y entregado a los sumos sacerdotes, y a los escribas, me condenarán, me entregarán a los gentiles porque no pueden ejecutarme —. Todo esto en el orden exacto. ― Entonces, cuando sea entregado a los gentiles, seré objeto de burla {escarnecido}, maltratado, escupido, azotado, crucificado, y resucitaré—. ¡Ese no es el Plan B! De hecho, si piensan que ese es el Plan B, ¡son unos insensatos!; y Jesús los llamó así: «...¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!» (Luc. 24:25). Por tanto, de donde haya venido el amilenarismo, no vino del Antiguo Testamento, no vino de los judíos neotestamentarios, y tampoco vino de Jesús. IV. Me preguntan: ― Bueno, ¿fueron los apóstoles amilenaristas? ¿Qué tal Pedro? ¿Fue Pedro amilenarista?— Quizá Pedro fue el primer amilenarista. Vean Hechos 3:12. Esto me encanta. Pedro está predicando: «...Varones israelitas...», etc.; versículo 13: «El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, [al que] vosotros entregasteis...» ― allí está ese elemento primario y secundario— «...y repudiasteis en presencia de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad. (14)Mas vosotros repudiasteis al Santo y Justo, y pedisteis que se os concediera un asesino, (15)y disteis muerte al Autor de la vida...» ¡Válgame, qué acusación! No podría ser peor; ¡no podría ser más horroroso! ¡Vean lo que han hecho! Versículo 18: «Pero Dios ha cumplido así lo que anunció de antemano por boca de todos los profetas: que su Cristo debería padecer» ― ¡Eso es literal, ¿verdad?!— «(19)Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor» ― «tiempos de refrigerio» es una frase del reino— «(20)y Él envíe a Jesús, el Cristo designado de antemano para vosotros» ― establecido, fijado para vosotros— «(21)a quien el cielo debe recibir hasta el día de la restauración» ― otro término del reino— «de todas las cosas, acerca de lo cual Dios habló por boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos». Y ahora, amo especialmente el versículo 25: «Vosotros sois los hijos de los profetas y del pacto que Dios hizo con vuestros padres…» ¿Cancela Pedro el pacto? ¿Qué dice? ― «Vosotros sois los hijos [...] del pacto que Dios hizo con nuestros padres, al decir a Abraham: Y EN TU SIMIENTE SERAN BENDITAS TODAS LAS FAMILIAS DE LA TIERRA. (26)Para vosotros en primer lugar, Dios, habiendo resucitado a su Siervo, le ha enviado para que os bendiga, a fin de apartar a cada uno [de vosotros] de vuestras iniquidades». ― Y Él lo hará; ustedes aún son los hijos del pacto —. Esta habría sido una oportunidad perfecta para que Pedro cancelara esas promesas si realmente hubieran sido canceladas. ¿Qué tal Santiago, la cabeza de la iglesia de Jerusalén? ¿Tenía una perspectiva amilenarista? En el capítulo quince de Hechos y versículo 13, Santiago respondió: «...Escuchadme, hermanos. (14)Simón ha relatado cómo Dios al principio tuvo a bien tomar de entre los gentiles un pueblo para su nombre. (15)Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, tal como está escrito: (16)DESPUES DE ESTO VOLVERE, Y REEDIFICARE EL TABERNACULO DE DAVID QUE HA CAIDO. Y REEDIFICARE SUS RUINAS, Y LO LEVANTARE DE NUEVO, (17)PARA QUE EL RESTO DE LOS HOMBRES BUSQUE AL SEÑOR, Y TODOS LOS GENTILES QUE SON LLAMADOS POR MI NOMBRE, (18)DICE EL SEÑOR, QUE HACE SABER TODO ESTO DESDE TIEMPOS ANTIGUOS». La aceptación de los gentiles no es la cancelación de las promesas a Israel. Después de la conversión de los gentiles, después que se terminen los tiempos de los gentiles, «REEDIFICARE EL TABERNACULO DE DAVID QUE HA CAIDO [...] REEDIFICARE SUS RUINAS, Y LO LEVANTARE DE NUEVO». Las promesas del pacto davídico y las promesas mesiánicas se cumplirán. Quizá el escritor de Hebreos era amilenarista. Capítulo 6, versículo 13: «...cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por uno mayor, juró por sí mismo, (14)diciendo: CIERTAMENTE TE BENDECIRE Y CIERTAMENTE TE MULTIPLICARE». «{Yo} te bendeciré; {Yo} te multiplicaré»... sin titubeo. Además, Dios recurre a lo que entendemos por jurar: «(16)...los hombres juran por uno mayor [que ellos mismos], y para ellos un juramento [dado] como confirmación es el fin de toda discusión. (17)Por lo cual Dios, deseando mostrar más plenamente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su propósito, interpuso un juramento». Dios jura; ¡hace un juramento!; y es «imposible» ― dice el versículo siguiente— «que Dios mienta». Quizá el apóstol Pablo fue el primer amilenarista. Vean Romanos 3:1 ― «¿Cuál es [...] la ventaja del judío? ¿O cuál el beneficio de la circuncisión? (2)Grande, en todo sentido. En primer lugar, porque a ellos les han sido confiados los oráculos de Dios. (3)Entonces ¿qué? Si algunos fueron infieles, ¿acaso su infidelidad anulará la fidelidad de Dios? (4)¡De ningún modo!...» Y es allí donde Pablo debió haber dicho: ― ¡Absolutamente! ¡Absolutamente anula la promesa de Dios! ¡Incuestionablemente anula la promesa de Dios!—; pero no dice eso. Capítulo 9 y versículo 6: «...no [es] que la palabra de Dios haya fallado. Porque no todos los [descendientes] de Israel son Israel». Es decir, no todos ellos son el verdadero Israel, o sea, verdaderos creyentes. «(7)...[N]i son todos hijos por ser descendientes de Abraham, sino que POR ISAAC SERA LLAMADA TU DESCENDENCIA. (8)Esto es, no son los hijos de la carne los que son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son considerados como descendientes». Y procede a describir esto, diciendo algo tan claro como: «A JACOB AME» ― versículo 13— «PERO A ESAU ABORRECI». Versículo 1: «...TENDRE MISERICORDIA DEL QUE YO TENGA MISERICORDIA, Y TENDRE COMPASION DEL QUE YO TENGA COMPASION».[105] Versículo 16: «...no [depende] del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia». Versículo 18: «...del que quiere tiene misericordia, y al que quiere endurece». ¡Esto vuelve a toda esta idea de la soberanía nuevamente! Que haya algunos judíos que no crean, no anula la fidelidad de Dios. Solo porque haya algunos a los que Dios escoge, no significa que Él no vaya a escoger a toda una generación de judíos debidamente constituida para cumplir Sus promesas [en el futuro]. Y luego, quizá de forma más notable (y nos estamos apresurando un poquito), Romanos 11:26 ― «...todo Israel será salvo». ¿Cómo pueden interpretar eso? ¡Solo hay una forma! ¡¿Me dicen que eso no es Israel?! ¿Dónde dice en el texto que no es Israel? Entendería si dijera: ― Y Dios ha cancelado Sus promesas a Israel—; pero dice que todo Israel será salvo; tal como está escrito: «(26)...EL LIBERTADOR VENDRA DE SION; APARTARA LA IMPIEDAD DE JACOB. (27)Y ESTE ES MI PACTO CON ELLOS, CUANDO YO QUITE SUS PECADOS». Sí, son enemigos en este momento, pero es por el bien de los gentiles. Versículo 29: «...los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables». Y ahora estamos de regreso a donde comenzamos, ¿verdad? Miren, la promesa podría ser cancelada si dependiera de que obedecieran con sus propias fuerzas, pero eso era imposible desde el principio. Solo Aquel que hizo la promesa puede hacer posible la obediencia que está conectada al cumplimiento de la promesa. Ahora podría decirse mucho más sobre Romanos 11. Jonathan Edwards escribió: «Las promesas que los profetas hicieron al pueblo de Israel en lo concerniente a su prosperidad y gloria futuras se cumplen en la Iglesia cristiana, según la verdadera intención de los profetas»; pero, me pregunto, ¿de dónde sacó eso? ¿De dónde vino? No vino de ningún pasaje que yo pueda encontrar. Solo permítanme concluir con algunos efectos {implicaciones}, y hay mucho más que podría decir. Eso es lo que siempre decimos cuando se nos ha agotado el material [Risas del auditorio]. Realmente han soportado una extensa presentación, pero solo un par de comentarios más. Para su lectura, sugiero {trad. no oficial} Israel y la Iglesia[106] por Ronald Diprose. Debemos tener algunas copias en la librería. La primera vez que se publicó estaba en italiano. Era una disertación doctoral. No tiene conexión alguna con el dispensacionalismo tradicional. Es una obra realmente buena sobre la teología del reemplazo. Muestra el efecto {las implicaciones} que tuvo esta idea en la formación de la Iglesia durante el Oscurantismo Medieval al explicar cómo la Iglesia fue del concepto neotestamentario de la Iglesia al sistema institucional sacramental sacerdotal del Oscurantismo Medieval que conocemos como catolicismo romano. Diprose culpó de esto en buena medida a la teología del reemplazo que surge con Agustín y unos pocos antes de él ― Orígenes y Justino. ¿De dónde fue que la Iglesia sacó los altares? No hay ningún altar en el Nuevo Testamento. ¿De dónde fue que la Iglesia sacó los sacrificios? ¿De dónde fue que la Iglesia sacó una señal paralela a la circuncisión? ¿De dónde fue que la Iglesia sacó el sacerdocio? ¿De dónde fue que la Iglesia sacó la ceremonia, el ritual y el simbolismo? ¿De dónde fue que la Iglesia sacó que se debía reintroducir el misterio al hablar en un idioma que las personas presentes no podían entender? Reemplazaron la predicación con el ritual. Desde la formación de la Iglesia en aquellos primeros siglos hasta el sistema del catolicismo romano, toda la ornamentación está en correspondencia con el judaísmo antiguotestamentario; y [Diprose] le sigue el rastro al enfoque jerárquico, institucional, impersonal, inorgánico y sacerdotal de la Iglesia, y esto lo condujo en buena medida hasta la influencia que afirma que la Iglesia es el nuevo Israel. La teología del reemplazo justifica la introducción de toda la ornamentación del judaísmo. Otro efecto {implicación} de la teología del reemplazo es el daño que hace al evangelismo a los judíos. He aquí una breve escena, están hablando con un judío: Le dicen: ― Jesús es el Mesías. Él dice: ― ¿De veras?, ¿dónde está el reino? ― Oh, ¡está aquí! ― Ah, ¿está aquí? Bueno, ¿por qué nos están matando todo el tiempo? ¿Por qué estamos siendo perseguidos, y por qué no tenemos la tierra que se nos prometió? Y, ¿por qué no está el Mesías reinando en Jerusalén, y por qué la paz, la alegría y la felicidad no están dominando el mundo, y por qué no está floreciendo el desierto, y...? ― Oh, no, usted no entiende. Nada de eso va a ocurrir. Vea, el problema es que ustedes ya no son el pueblo de Dios; somos nosotros. ― ¡Oh! Ya veo, pero este es el reino, y los judíos están siendo asesinados y odiados, y Jerusalén está asediada. ¿Este es el reino? Si este es el reino, Jesús no es el Mesías. No puede serlo. Es ridículo. No importa cuántas maravillosas relaciones judeocristianas tratemos de tener con rabinos, esto es un enorme hueso en la garganta. ― ¿Por qué no puede ser Jesús el Mesías? ― Porque este no es el reino. A menos que puedan decirle a un judío: ― Dios guardará cada promesa que Él les hizo, y Jesús cumplirá cada una de las promesas, y es por eso que aún hay judíos en el mundo, y es por eso que ustedes están en la tierra y Dios está preparándose para un gran día de salvación en Israel; y Jesús es su Mesías. Pero, considere el Salmo 22, Isaías 53 y Zacarías 12:10, y entienda que Él tuvo que venir y morir para ratificar el Nuevo Pacto antes que Él pudiera perdonar su pecado, y el reino está viniendo—, {a menos que puedan decirle eso} ¡no tienen la posibilidad de comunicarse! Lo demás no tiene sentido. Ahora, si entienden la elección correctamente ― la elección divina, soberana, por gracia, incondicional, unilateral, irrevocable—, y entienden a Dios correctamente, y entienden a Israel correctamente, y entienden la escatología correctamente, entonces, hombres, ¿saben qué?, solo tienen que abrir sus Biblias y predicar ese texto con el corazón en la mano, y decir lo que {el texto} dice. ¡Cuán liberador es eso! No tienen que revolver Cielo y Tierra y encontrar alguna interpretación extraña. Entiéndanlo correctamente y Dios será glorificado. Entiéndanlo correctamente {y} Cristo será exaltado. Entiéndanlo correctamente {y} el Espíritu Santo será honrado. Entiéndanlo correctamente {y} la Escritura se tornará clara. Entiéndanlo correctamente {y} la mayor ilustración histórica de la obra de Dios en el mundo se hará visible. Entiéndanlo correctamente {y} el significado del misterio en el Nuevo Testamento será preservado. Entiéndanlo correctamente {y verán que} el lenguaje normal queda intacto y la Escritura no fue escrita para místicos. Entiéndanlo correctamente {y verán que} la cronología de la literatura profética queda intacta. Entiéndanlo correctamente y dejarán la imaginación fuera de la exégesis. Entiéndanlo correctamente y tendrán una cosmovisión histórica completa. Entiéndanlo correctamente y su gente conocerá el beneficio práctico de la escatología. Entiéndanlo correctamente. La teología del reino del eschaton {el fin} es la única perspectiva que honra la gracia soberana de la elección, honra la veracidad de las promesas de Dios, honra la enseñanza de los profetas antiguotestamentarios, la enseñanza de Jesús y de los escritores neotestamentarios; y eso hará posible que Cristo sea honrado como el gobernante supremo sobre Su creación, ahora de forma temporal en las manos de Satanás. Además, el reino del Milenio terrenal {que será} establecido al regreso de Cristo es el puente único y necesario que une la historia humana temporal con la eterna gloria divina. Haga de su iglesia una iglesia de la segunda venida, y haga de su vida una vida de la segunda venida. Oremos. Padre, ¡qué día estamos por comenzar! ¡Qué tema tan trascendente y glorioso! Que vivamos a la luz de la venida de Cristo. Que sepamos que se puede confiar en la Palabra, y que podemos predicar cada versículo y decir: ― Esto es lo que dice; esto es lo que significa—; y que así te demos gloria. Gracias por estos preciosos hombres que están aquí. Señor, llénanos a todos de gozo en la verdad y en el privilegio de servirte. En el nombre de Cristo, Amén. [1] Nota de los traductores: Los textos y/o caracteres {entre llaves} son traducciones o aclaraciones para preservar la fidelidad al significado del texto original. La etiqueta {trad. no oficial} indica que la traducción que sigue a continuación pertenece a una fuente que aún no está disponible en español; por tanto, puede aparecer oficialmente con otro título o como parte de otras obras en el futuro. En cambio, si el material citado ya ha sido publicado en español en el momento en que se hace esta traducción, se usará el título oficial precedido de la etiqueta {título oficial}; y {nombre oficial} si se trata de una entidad. Por lo general, la traducción del título de una fuente bibliográfica aparecerá solo la primera vez que el autor la cite. [2] Nota de los traductores: El título original de estas conferencias es «Shepherds’ Conference». [3] Véase el primer capítulo que trata con los términos suplantacionismo y teología del reemplazo. [4] Nota de los traductores: suplantacionismo ― La palabra inglesa usada aquí originalmente es supersessionism. Su grafía no dice mucho al hispanohablante; y, si simplemente se traduce como supersesionismo, no creemos que comunique el significado, y se confundiría con otros términos imaginables como supercesacionismo o supersesión. Teniendo en cuenta el significado del verbo inglés supersede y el uso peyorativo del término, tradujimos supersessionism como suplantacionismo, y supersessionist(s) como suplantacionista(s). No obstante, este término puede encontrarse traducido al español en diversas publicaciones como: «supersesionismo», «supercesionismo», «teología de la suplantación» o «teología de la substitución». [5] Nota de los traductores: supersede ― verbo inglés de donde se deriva el término supersessionism (suplantacionismo). [6] Uno de mis correspondientes señaló que la Iglesia era predominantemente católico–romana durante aquel milenio, y que el catolicismo romano es amilenarista. Se supone que este sea un argumento contra el amilenarismo. Esto no solo olvida que Lutero y Calvino siguieron siendo amilenaristas después de haber dejado Roma, sino también que este tipo de argumento es una espada de doble filo. Sí, tenemos a la mayoría de los católicos romanos de nuestro lado {en un sentido muy específico en cuanto al amilenarismo}; pero el premilenarista tiene a los Testigos de Jehová, a los Adventistas del Séptimo Día y a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días como compañeros en el premilenarismo. El punto es que este tipo de argumentación no prueba nada. Es culpabilidad por asociación {o sea, es un argumento falaz}. [7] Mi mención de teologías contradictorias provocó un intercambio interesante sobre la descripción bautista reformado. Alguien preguntó si no debíamos incluir bautista reformado en una lista de tales teologías y afirmó que históricamente el nombre era contradictorio. Otro respondió preguntando qué contradicción había en ser reformado y bautista, y prosiguió argumentando (a mi parecer de forma convincente) que las primeras confesiones bautistas históricas sugerían que no era contradictorio. [8] Esta descripción de sí mismo puede encontrarse en internet en este enlace: < http://www.biblebb.com/files/macqa/70-16-9.htm > . Nota de los traductores: Es probable que el artículo original en inglés ya no se encuentre (agosto de 2020) en el enlace provisto por el autor. [9] Nota de los traductores: El título original es The Premillennial Advent. [10] Nota de los traductores: El título original es Israel and the Church. [11] Nota de los traductores: El título original es The Dialog with Trypho the Jew. [12] Véase muchas otras declaraciones como estas en The Dialog with Trypho the Jew, capítulos 11, 120, 123, 125, 135. [13] Véase Ireneo, Against Heresies {título oficial: Contra las herejías}, Libro 5, Capítulos 32‑35. [14] Puede ser bueno notar aquí que es común que los dispensacionalistas reclamen que la Iglesia en sus primeros siglos era premilenarista. Pienso que la evidencia apunta claramente a una conclusión diferente. La Iglesia en sus primeros siglos estaba dividida entre el premilenarismo histórico y el amilenarismo. Cf. capítulo 2 de mi libro El fin de los tiempos: Una explicación para todos, segunda edición (Colombia: Publicaciones Faro de Gracia, 2016) donde presento la evidencia para esta conclusión. [15] Iain Murray, The Puritan Hope {título oficial: La esperanza puritana} (London: The Banner of Truth Trust, 1971), 259. [16] Acepto que Spurgeon era premilenarista, aunque esta idea es controversial. [17] Nota de los traductores: El título original es Prophecy and the Church. [18] Nota de los traductores: El título original es The Basis of the Millennial Faith. [19] Nota de los traductores: El título original es The Meaning of the Millennium. [20] Iain Murray, The Puritan Hope (London: The Banner of Truth Trust, 1971), 41 y sigs. [21] Anthony A. Hoekema, The Bible and the Future (Grand Rapids: Eerdmans, 1979), 239‑241. [22] El primer punto de vista fue el de John Murray, The Epistle to the Romans {trad. no oficial: La Epístola a los Romanos} (Grand Rapids: Eerdmans, 1968), ad loc {en dicha fuente, sin especificar las páginas}, y el de la mayoría de los posmilenaristas. [23] El segundo punto de vista fue el de Juan Calvino, Commentaries {título oficial: Comentarios}, ad loc {en dicha fuente, sin especificar las páginas}. [24] Hoekema, The Bible and the Future (Grand Rapids: Eerdmans, 1979), 240‑241. Nota de los traductores: El fragmento citado fue traducido directamente de la cita textual que provee el Dr. Samuel E. Waldron en MacArthur’s Millennial Manifesto: A Friendly Response. [25] O. Palmer Robertson, The Israel of God {trad. no oficial: El Israel de Dios} (Phillipsburg, NJ: P&R Publishing, 2000), 167 y sigs. [26] William Hendriksen, The Bible on the Life Hereafter {título oficial: La Biblia, el más allá y el fin del mundo} (Grand Rapids: Baker, 1959), 146‑149. [27] Herman Bavinck, The Last Things {trad. no oficial: Las últimas cosas} (Grand Rapids: Baker, 1996), 106. [28] Loraine Boettner, The Millennium {trad. no oficial: El Milenio} (Philadelphia: The Presbyterian and Reformed Publishing Company, 1957), 310‑321, parece adoptar una postura sobre Romanos 11 que apoya el tercer punto de vista definido por Hoekema. Sin embargo, tengo que decir que Boettner no comenta sobre Romanos 11:25-26 explícitamente, y su postura parece combinar elementos del segundo punto de vista con el tercero. [29] Marten H. Woudstra, «Israel and the Church: A Case for Continuity» {trad. no oficial: «Israel y la Iglesia: Una defensa de la continuidad»} en Continuity and Discontinuity: Perspectives on the Relationship Between the Old and New Testaments {trad. no oficial: Continuidad y discontinuidad: Perspectivas de la relación entre el Antiguo y el Nuevo Testamento}, ed. {editor} John S. Feinberg (Westchester, IL: Crossway Books, 1988), 237. [30] Bruce K. Waltke, «Kingdom Promises as Spiritual» {trad. no oficial: «Las promesas del Reino interpretadas como promesas espirituales»} en Continuity and Discontinuity, 274‑275. [31] Hans K. LaRondelle, The Israel of God in Prophecy: Principles of Prophetic Interpretation (Berrien Spring, MI: Andrews University Press, 1983), 101. [32] Por ejemplo, en el Evangelio de Juan, la frase «los judíos» es una referencia a los líderes judíos, no al pueblo judío como un todo (Jua. 1:19; 7:13; 9:22). [33] Samuel E. Waldron, El fin de los tiempos: Una explicación para todos, segunda edición (Colombia: Publicaciones Faro de Gracia, 2016). Nota de los traductores: Véase también la segunda parte de esta obra, escrita por el mismo autor, Más del fin de los tiempos: Otra explicación para todos (Santo Domingo, Ecuador: Legado Bautista Confesional, 2020). [34] En realidad, cuento sesenta y ocho usos de «Israel» y nueve usos de «israelita» en el Nuevo Testamento, pero no deseo detenerme en nimiedades. [35] Michael Vlach, «12 Reasons Why Supersessionism/Replacement Theology Is Not a Biblical Doctrine» {trad. no oficial: «12 razones por las que el suplantacionismo o la teología del reemplazo no es una doctrina bíblica»}. Este artículo está disponible en: ˂ http://www.theologicalstudies.citymax.com/page/page/4425336.htm ˃ Lo consulté el 25 de mayo de 2007. La cita pertenece a Ronald E. Diprose, Israel in the Development of Christian Thought {trad. no oficial: Israel en el desarrollo del pensamiento cristiano} (Rome: Istituto Biblico Evangelico Italiano, 2000), 47. Nota de los traductores: En cuanto al artículo de Michael Vlach, al que se hace referencia al inicio de esta nota al pie, es probable que su original en inglés ya no se encuentre (agosto de 2020) en el enlace provisto por el autor; una búsqueda en Internet arrojó que está publicada al menos una traducción de dicho artículo al español titulada «12 razones de por qué el supersesionismo/la teología del reemplazo no es una doctrina bíblica», pero desconocemos si es una traducción oficial del artículo original, y si este es traducido allí en su totalidad, o si es solo un resumen del mismo. [36] Nota de los traductores: El título original es Israel and the Church. [37] No estoy seguro de que la frase «Israel de Dios» pueda referirse al pueblo étnico de Israel. Esta solo aparece allí en el N. T. y en la LXX. Mi punto es solamente que «Israel» puede referirse, y en algunos contextos sí se refiere, a Israel en un sentido étnico. [38] Desde un inicio di por supuesto que nadie disputaría que la frase «y sobre el Israel de Dios» pudiera entenderse epexegéticamente o aposicionalmente, en vez de interpretar que esta añade otro grupo a aquellos que son descritos previamente como a todos «los que anden conforme a esta regla». Sin embargo, sobrevino una gran cantidad de correspondencia acerca de este punto precisamente. Por lo tanto, véase el «Excurso» al final de este capítulo acerca de dicho argumento. [39] Un correspondiente notó astutamente que «una nueva creación» no es precisamente una referencia a la Iglesia, sino que, en este contexto, es una referencia a lo que es importante en Cristo Jesús; a saber, lo que hace que un individuo sea salvo y, por tanto, miembro del pueblo de Dios. En otras palabras, que la «nueva creación» en Gálatas 6:15 habla de la obra de Dios en el individuo en vez de referirse estrictamente a la Iglesia corporativamente. ― ¡Muy cierto! He pasado de lo individual a lo corporativo en mis comentarios. Si una nueva creación hace que un ser humano sea salvo y miembro del pueblo de Dios; entonces, concluir que la Iglesia como un todo es una nueva creación parece ser una deducción sencilla, necesaria y directa. [40] Nota de los traductores: El título original es A Greek–English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature, conocido también como BDAG. [41] Walter Bauer, A Greek–English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature, trans. and adapted by {traducido y adaptado por} William F. Arndt y F. Wilbur Gingrich (Chicago: The University of Chicago Press, 1957), 392‑394. [42] Estoy en deuda con uno de mis correspondientes por esta ilustración del peligro de la «hermenéutica de gobierno por mayoría». [43] Nota de los traductores: NASB ― Traducción de la Biblia al inglés titulada New American Standard Bible. Como el autor es anglófono, está valorando la traducción de este pasaje en varias versiones disponibles en inglés, su idioma nativo. En español, la LBLA, NBLA y la BTX IV traducen «a los que»; mientras que la RVA–2015, RV–1960, BTX III, BTX II, y la NVI traducen «Para todos los que», «a todos los que», «todos los que», «a todos los que» y «todos los que», respectivamente. [44] Nota de los traductores: KJV ― Traducción de la Biblia al inglés titulada King James Version. [45] Nota de los traductores: NKJV ― Traducción de la Biblia al inglés titulada New King James Version. [46] Nota de los traductores: ESV ― Traducción de la Biblia al inglés titulada English Standard Version. [47] Robertson, The Israel of God, 43. [48] Michael Vlach, «12 Reasons Why Supersessionism/Replacement Theology Is Not a Biblical Doctrine». Este artículo está disponible en: < http://www.theologicalstudies.citymax.com/page/page/4425336.htm > Lo consulté el 25 de mayo de 2007. Nota de los traductores: Es probable que el artículo original en inglés ya no se encuentre (agosto de 2020) en el enlace provisto por el autor. Véase la «Nota de los traductores» que insertamos al final de una nota al pie del autor en el capítulo 7 con referencia a este mismo artículo. [49] Michael Vlach, «12 Reasons Why Supersessionism/Replacement Theology Is Not a Biblical Doctrine». Este artículo está disponible en: ˂ http://www.theologicalstudies.citymax.com/page/page/4425336.htm ˃ Lo consulté el 25 de mayo de 2007. Nota de los traductores: Es probable que el artículo original en inglés ya no se encuentre (agosto de 2020) en el enlace provisto por el autor. Véase la «Nota de los traductores» que insertamos al final de una nota al pie del autor en el capítulo 7 con referencia a este mismo artículo. [50] Nota de los traductores: el culto en el templo ― La traducción de LBLA dice simplemente: «el culto»; pero la versión inglesa usada originalmente por el autor (NASB) traduce: «the temple service» (el culto en el templo). [51] Nota de los traductores: [para ser específico] ― LBLA traduce: «[es decir]» (función explicativa); pero la versión inglesa usada originalmente por el autor (NASB) traduce: «even» (para ser específico [función especificativa]). Véase el «Excurso» del autor titulado «Del significado de “kai” en la frase “y [kai] sobre el Israel de Dios” en Gálatas 6:16» en el capítulo 7. [52] Nota de los traductores: para ser específico ― Ídem. [53] Michael Vlach, «12 Reasons Why Supersessionism/Replacement Theology Is Not a Biblical Doctrine». Este artículo está disponible en: ˂ http://www.theologicalstudies.citymax.com/page/page/4425336.htm ˃ Lo consulté el 25 de mayo de 2007. Nota de los traductores: Es probable que el artículo original en inglés ya no se encuentre (agosto de 2020) en el enlace provisto por el autor. Véase la «Nota de los traductores» que insertamos al final de una nota al pie del autor en el capítulo 7 con referencia a este mismo artículo. [54] Nota de los traductores: Esta traducción fue tomada de la RV–1960, la cual traduce esta frase en 1 Corintios 10:18 de una manera equivalente a como lo hace la versión inglesa (KJV) citada por el autor. [55] Nota de los traductores: NIV ― Traducción de la Biblia al inglés titulada New International Version. Su equivalente en español es la {título oficial} Nueva Versión Internacional (NVI). [56] Nota de los traductores: Esta traducción fue tomada de la NVI. [57] Nota de los traductores: ASV ― Traducción de la Biblia al inglés titulada American Standard Version. [58] Nota de los traductores: En español, la LBLA, NBLA, BTX IV, BTX III, BTX II y la NVI traducen «paganos»; mientras que la RVA– 2015 y la RV–1960 traducen «gentiles». [59] Michael Vlach, «12 Reasons Why Supersessionism/Replacement Theology Is Not a Biblical Doctrine». Este artículo está disponible en: ˂ http://www.theologicalstudies.citymax.com/page/page/4425336.htm ˃ Lo consulté el 25 de mayo de 2007. Nota de los traductores: Es probable que el artículo original en inglés ya no se encuentre (agosto de 2020) en el enlace provisto por el autor. Véase la «Nota de los traductores» que insertamos al final de una nota al pie del autor en el capítulo 7 con referencia a este mismo artículo. [60] Michael Vlach, «12 Reasons Why Supersessionism/Replacement Theology Is Not a Biblical Doctrine». Este artículo está disponible en: ˂ http://www.theologicalstudies.citymax.com/page/page/4425336.htm ˃ Lo consulté el 25 de mayo de 2007. En referencia a la cita de Howard Taylor, Vlach escribe lo siguiente en el pie de página: Howard Taylor, «The Continuity of the People of God in Old and New Testaments» {trad. no oficial: «La continuidad del pueblo de Dios en el Antiguo y Nuevo Testamento»}, Scottish Bulletin of Evangelical Theology {trad. no oficial: El boletín escocés de teología evangélica} 3 (1985): 14‑15. Énfasis en el original. Nota de los traductores: Es probable que el artículo original en inglés ya no se encuentre (agosto de 2020) en el enlace provisto por el autor. Véase la «Nota de los traductores» que insertamos al final de una nota al pie del autor en el capítulo 7 con referencia a dicho artículo (Vlach, «12 Reasons...»). [61] Nota de los traductores: Véase también la segunda parte de esta obra, escrita por el mismo autor, Más del fin de los tiempos: Otra explicación para todos (Santo Domingo, Ecuador: Legado Bautista Confesional, 2020). [62] Las cursivas en los tres casos donde se menciona la práctica de espiritualizar fueron añadidas. [63] El principal ejemplo de espiritualización en un amilenarista puede ser Harold Kamping, cuyo libro titulado 1994? {trad. no oficial: ¿1994?} (New York: Vantage Press, 1992) y cuyos sermones están llenos del peor tipo de espiritualización, hipertipología y alegorización. Por supuesto, Harold Kamping es a duras penas un representante del enfoque reformado y pactual de las Escrituras. He visto otros ejemplos entre los amilenaristas o los antidispensacionalistas de lo que pienso es una hermenéutica ingenua y espiritualizadora. También pienso que aquellos amilenaristas que han hallado el cumplimiento del reino solo en el tiempo del evangelio, y no lo han hallado también en la Iglesia consumada en la tierra nueva y redimida, se han comprometido con algún tipo de espiritualización. [64] Nota de los traductores: El título original es Prophecy and the Church. [65] Nota de los traductores: El título original es The Basis of the Millennial Faith. [66] Nota de los traductores: El título original es The Meaning of the Millennium. [67] Michael Vlach, «Interpreting Biblical Prophecy». El artículo está disponible en: < http://www.theologicalstudies.citymax.com/page/page/4425336.htm > Lo consulté el 15 de julio de 2007. Énfasis añadido. Nota de los traductores: Es probable que el artículo original en inglés ya no se encuentre (agosto de 2020) en el enlace provisto por el autor. No obstante, encontramos que fue traducido al español y publicado con permiso; véase Michael Vlach, {título oficial} «Interpretación de la profecía bíblica» en el artículo titulado {título oficial} «Cómo estudiar la Biblia». Trad. Armando Valdez. Disponible en: < https://cristiano-biblicoreformado.blogspot.com/p/blog-page_8.html?m=1 > Consultamos esta publicación el 1 agosto de 2020 para hacer nuestra propia traducción del fragmento. [68] También es pertinente notar que una hermenéutica exhaustiva tiene que tener en cuenta la necesidad de una interpretación teológica de las Escrituras. La Biblia tiene una autoría tanto divina como humana. La interpretación histórico–gramatical no va más allá de la autoría humana. Solamente pregunta lo que el autor humano original pudo o podría haber querido decir con lo que escribió. {Pero} la Biblia misma afirma que tiene también autoría divina. De acuerdo, lo que el Autor divino quiso decir en cualquier pasaje no contradirá lo que los autores humanos quisieron decir. Sin embargo, tiene que ser obvio que la intención del Autor divino podría ir considerablemente más allá de lo que el autor humano quiso decir o podría haber querido decir. Este es el defecto fundamental en las posturas hermenéuticas de Walt Kaiser, a quien MacArthur cita. He aquí la cita de Kaiser que MacArthur menciona: «Si dicen que el Antiguo Testamento no puede ser interpretado correctamente sin el Nuevo Testamento, entonces han negado la perspicuidad del Antiguo Testamento, y como Walt Kaiser dice: “Ahora tiene un canon dentro de otro”». [69] MacArthur se está refiriendo al estudio publicado por Stephen W. Boyd, «The Biblical Hebrew Creation Account: New Numbers Tell the Story» {trad. no oficial: «El relato hebreo bíblico de la creación: Nuevos números cuentan la historia»}, Impact {trad. no oficial: Impacto} #377 (November {noviembre}, 2004), i‑iv. Boyd es allí descrito como profesor asociado de Biblia en The Master’s College en Santa Clarita, California, EE. UU. [70] Boyd, «The Biblical Hebrew Creation Account: New Numbers Tell the Story», Impact #377 (November {noviembre}, 2004), i‑iv. [71] Soy muy consciente que la respuesta que daré a continuación no es un tratamiento o interpretación minuciosos de Apocalipsis 20:1‑10. Para ello, véase mi libro El fin de los tiempos: Una explicación para todos, segunda edición (Colombia: Publicaciones Faro de Gracia, 2016). [72] Robertson, The Israel of God, 118. [73] Robertson, The Israel of God, 133. [74] Nota de los traductores: «nada etérea» versus «algo real» ― Nótese que, en este párrafo, el autor usa dos expresiones contrastantes que riman (en el original) para enfatizar su argumento: «airy nothings» (lit. «nadas etéreas») y «real somethings» (lit. «algos reales»). [75] Este capítulo y varios otros suscitaron la pregunta del significado de Romanos 11 en las mentes de los correspondientes. Para encontrar mi interpretación de este pasaje, véase el Apéndice Uno al final de este libro. [76] Con respecto a esto, nótese la declaración en Ester 8:17 ― «...Y muchos de entre los pueblos de la tierra se hicieron judíos, porque había caído sobre ellos el temor de los judíos». ¡Está claro que en los días de Ester era posible que un gentil étnico se hiciera judío! [77] Nota de los traductores: típico ― Relativo a los tipos a distinción de sus respectivos antitipos. No confundir con típico (peculiar). [78] Consulté este material el 2 de agosto de 2007 en el sitio web que está disponible en la siguiente dirección: < http://www.biblebb.com/files/macqa/70-16-9.htm > . Esta respuesta estaba precedida de la siguiente explicación: «La siguiente “Pregunta” fue hecha por un miembro de la congregación en la Grace Community Church en {el barrio de} Panorama City, {Ciudad de Los Ángeles}, California {EE. UU.}, y fue “Respondida” por su pastor, John MacArthur (hijo). Fue transcrita de la cinta GC 70‑16, titulada “Bible Questions and Answers” {trad. no oficial: «Preguntas y respuestas acerca de la Biblia»}. Se puede adquirir una copia de la cinta escribiendo a: Word of Grace, P.O. Box 4000, Panorama City, CA 91412, o llamando al número gratuito 1‑800‑55‑GRACE. Copyright {derecho de propiedad intelectual} John MacArthur Jr. {hijo}, All Rights Reserved {Todos los derechos reservados}». Nota de los traductores: Es probable que el artículo original en inglés ya no se encuentre (agosto de 2020) en el enlace provisto por el autor. [79] Nota de los traductores: El título original de estas conferencias es «Together for the Gospel». [80] Nota de los traductores: «saldrá bien» ― El verbo usado en inglés es «will “pan out”» (significado original y específico: batear o lavar la arena o la tierra en busca de oro u otro mineral precioso mediante el uso de un sartén o batea ancha y poco profunda [«pan» en inglés]; significado común: salir bien, salir como se esperaba). El chiste está en que el pan–milenarista dice que él no necesita entrar en muchos detalles a diferencia de los defensores de las demás posturas escatológicas cristianas porque él simplemente cree que al final todo va a pan out (salir bien). Nótese que el prefijo pan– (totalidad), en panmilenarista, y la raíz pan, en el verbo inglés pan out, son homófonos. Si el lector, en su investigación, encuentra artículos en inglés que asocien el panmilenarismo con la imagen de un sartén o batea de minería, es porque se estaría haciendo alusión a este mismo chiste. En este caso, la imagen del sartén estaría relacionada con el significado original y específico de pan out, pero en realidad se estaría refiriendo a su significado común (salir bien). [81] Louis Berkhof, Principles of Biblical Interpretation {título oficial: Principios de interpretación bíblica} (Grand Rapids: Baker, 1950), 133 y sigs. [82] Tomado del himno de Timothy Dwight según aparece como himno #280 en The Trinity Hymnal: Baptist Edition {trad. no oficial: El himnario de la Trinidad: Edición bautista} (Suwanee, GA: Great Commission Publications, 1995). [83] Nota de los traductores: El título original del himno es «I Love Thy Kingdom, Lord» {trad. no oficial: «Amo Vuestro Reino, Señor»}. Esta es una traducción más literal, o fiel a la letra del himno original, que se esfuerza por preservar mejor tanto el significado como los recursos literarios que no dependan de la musicalidad. [84] Nota de los traductores: Esta es una adaptación de la traducción literaria que hizo Epigmenio Velasco Urda, quien puso por título a su versión {título oficial} «Tu Reino amo, ¡Oh Dios!». [85] O. Palmer Robertson, «Is There a Distinctive Future for Ethnic Israel in Romans 11?» {trad. no oficial: «¿Hay un futuro distintivo para el Israel étnico en Romanos 11?»}, en Perspectives on Evangelical Theology {trad. no oficial: Perspectivas sobre la teología evangélica}, ed. por Kenneth S. Kantzer y Stanley H. Gundry, (Grand Rapids, Baker Book House, 1979), p. 209. Nota de los traductores: los días del tiempo del fin ― Esta frase también es comúnmente traducida como los días del fin de los tiempos, o los días del fin. [86] John Murray, The Epistle to the Romans (Grand Rapids: Eerdmans, Publishing Co., 1965) ad loc. {en dicha fuente, sin especificar las páginas}. [87] William Hendriksen, Israel in Prophecy (Baker Book House, Grand Rapids, 1981). [88] Nota de los traductores: El título original del artículo es «Is There a Distinctive Future for Ethnic Israel in Romans 11?». [89] Robertson, The Israel of God, 168. [90] Robertson, The Israel of God, 171. [91] Robertson, The Israel of God, 173. [92] Robertson, The Israel of God, 181. [93] Nota de los traductores: el fin del tiempo ― La frase que el autor usa originalmente es «the end of the age», la cual es traducida al español de diversas maneras, por ejemplo: el fin del mundo (Mat. 28:20 [NBLA, LBLA, RVA–2015, RV–1960, NVI]), el fin del siglo (Mat. 28:20 [BTX IV]), el fin de los siglos (Mat. 28:20 [BTX II]), la consumación de [este] siglo (Mat. 24:3 [NBLA, LBLA]). [94] Robertson, The Israel of God, 182. [95] Robertson, The Israel of God, 183. Nota de los traductores: El título original de estas conferencias es «Shepherds’ Conference». [97] Nota de los traductores: Esta nota aparece en la transcripción oficial publicada por la iglesia que pastorea John MacArthur. [98] Nota de los traductores: El título original es Prophecy and the Church. [99] Nota de los traductores: El título original es The Basis of the Millennial Faith. [100] Nota de los traductores: El título original es The Meaning of the Millennium. [101] Nota de los traductores: El título original es The Premillennial Advent. [102] Nota de los traductores: El título original es If I Perish, I Perish. [103] Nota de los traductores: mortero ― mezcla usada en la construcción para fijar ladrillos, cubrir paredes, etc. [104] Nota de los traductores: suplantacionismo ― La palabra inglesa usada aquí originalmente es supersessionism. Su grafía no dice mucho al hispanohablante; y, si simplemente se translitera como supersesionismo, [96] no comunica el significado y se confundiría con términos imaginables como «supercesacionismo» o «supersesión». Teniendo en cuenta el significado del verbo inglés supersede y lo peyorativo del término, supersessionism se tradujo como suplantacionismo, y supersessionist(s) como suplantacionista(s). No obstante, este término puede encontrarse traducido al español en diversas publicaciones como: «supersesionismo», «supercesionismo», «teología de la suplantación» o «teología de la substitución». [105] Nota de los traductores: La transcripción oficial dice «Verse 1», pero la cita del texto bíblico en realidad hace referencia al versículo 15 de Romanos 9. [106] Nota de los traductores: El título original es Israel and the Church.