Subido por Horacio Leon

WALDRON, Sam (2020) Una Respuesta Amistosa al Manifiesto Milenarista de MacArthur. Legado Bautista Confesional

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Título original: MacArthur’s Millennial Manifesto
Subtítulo original: A Friendly Response
Copyright © 2008 por Samuel E. Waldron. Todos los derechos reservados.
Traducción al español por Ailet Torres Hernández.
Revisión (inglés–español) por Alaín J. Torres Hernández.
Revisión (uso del español) por Javier Martínez Pinto.
Lectura de prueba por Luis J. Torrealba.
Diseño de portada por Jorge A. Rodríguez Vega.
Traducido y Publicado por © Editorial Legado Bautista Confesional (Santo
Domingo – Ecuador, 2020).
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser
reproducida o copiada, ya sea de manera electrónica o mecánica,
incluyendo fotocopias, grabaciones, digitalización o archivo de
imágenes electrónicas, excepto cuando sean autorizados por la editorial.
Traducción de Las Santas Escrituras: LA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS.
Copyright © 1986, 1995, 1997. La Habra, CA: Editorial Fundación,
Casa Editorial para La Fundación Bíblica Lockman; a menos que se
indique otra versión.
ISBN 978-9942-8821-8-9
Clasificación Decimal Dewey: 236
Escatología.
Versión Digital.
Todos estamos en deuda con el Dr. Waldron por esta cuidadosa y
minuciosa refutación al intento quijotesco de John MacArthur de
matrimoniar el calvinismo con una forma de premilenarismo
dispensacionalista. Con caridad, este libro expone las falacias históricas,
exegéticas y teológicas que son inherentes a la presentación del
Dr. MacArthur. Aunque el Quiliasmo {o Kiliasmo} en sí no es antitético
a algunos sistemas teológicos predestinistas históricos, el Dr. Waldron
demuestra que el calvinismo en sí no respalda los argumentos que
favorecen el premilenarismo como reclama MacArthur. Gracias,
Dr. Waldron, por mostrarnos cómo se puede hacer una refutación
teológica con gracia y amabilidad.
Dr. James M. Renihan, Trinity Evangelical Divinity School.
Profesor de teología histórica en el Institute of Reformed Baptist Studies,
Escondido, California, EE. UU.
Editor de True Confessions: Baptist Documents in the Reformed Family
{trad. no oficial: Confesiones veraces: Documentos bautistas en la familia
reformada}.
************************************
La «respuesta amistosa» de Samuel Waldron al «manifiesto milenarista»
de John MacArthur contribuirá en gran medida a aclarar lo que los
amilenaristas reformados realmente creen acerca de la Iglesia e Israel. Es
muy lamentable que el Dr. Waldron tuviera que escribir un libro así, pero
dadas las circunstancias, es difícil imaginar a alguien haciendo un mejor
trabajo. Este libro es irénico {reconciliador}; es claro y juicioso. Lo que es
más importante, Waldron hace una fuerte defensa de que esta postura es la
que se encuentra en la Escritura. Recomiendo mucho este libro a todos los
que estén interesados en esta controversia.
Dr. Kim Riddlebarger, Fuller Theological Seminary.
Pastor principal, Christ Reformed Church (URCNA), Anaheim, California,
EE. UU.
Profesor visitante de teología sistemática, Westminster Seminary,
California, EE. UU.
The White Horse Inn {coanfitrión de la emisión radial La posada del
caballo blanco}.
Autor de A Case For Amillennialism {trad. no oficial: Una defensa del
amilenarismo}.
************************************
La respuesta de Samuel Waldron al controversial sermón de John
MacArthur («Por qué todo calvinista que se respete es premilenarista») es
una joya. Con un espíritu manso y consciente de lo que está en juego,
Waldron hace una defensa convincente en contra de la improbable
afirmación de MacArthur, a saber, que los verdaderos calvinistas tienen
que suscribir los principios del premilenarismo dispensacionalista.
Waldron no se contenta con hacer su defensa basándose en la historia,
aunque sí nota que la historia difícilmente está del lado de MacArthur
― después de todo, ¡el primer «calvinista» (Juan Calvino de Ginebra)
difícilmente haya sido un dispensacionalista! El corazón de la defensa de
Waldron radica en su tratamiento cuidadoso y claro de la enseñanza
bíblica con respecto a Israel y la Iglesia de Jesucristo. En vez de enseñar
una teología «suplantacionista» o «del reemplazo», que considera a la
Iglesia como una alternativa a Israel en el propósito redentor de Dios,
Waldron demuestra cómo la Iglesia es el nuevo Israel, compuesta por
judíos y gentiles por igual. La Iglesia es el «Israel de Dios» en la que todas
las promesas del Antiguo Pacto encuentran su verdadero cumplimiento.
Dr. Cornelis P. Venema, Princeton Theological Seminary.
Pastor asociado, Redeemer United Reformed Church, Dyer, Indiana,
EE. UU.
Presidente y profesor de estudios doctrinales, Mid–America Reformed
Seminary, Dyer, Indiana, EE. UU.
Coeditor de Mid–America Journal of Theology {trad. no oficial: Revista de
teología del Mid–America Reformed Seminary}.
Autor de The Promise of the Future {trad. no oficial: La promesa del
futuro}.
************************************
ÍNDICE DE CONTENIDOS
PARTE UNO: Inquietudes preliminares
Prefacio: ¡John MacArthur es mi amigo!
Capítulo 1: El suplantacionismo y la teología del reemplazo
Capítulo 2: ¿Todos los calvinistas deben ser... ¡qué!?
PARTE DOS: Asuntos históricos
Capítulo 3: MacArthur versus la historia de la Iglesia
Capítulo 4: MacArthur ―El dispensacionalista con goteras
Capítulo 5: Este no es el amilenarismo del tiempo de nuestros padres
PARTE TRES: El quid doctrinal
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
Capítulo
6: El Israel de Dios
7: Gálatas 6:16
8: Romanos 9:6
9: 1 Corintios 10:18 y 12:2
10: Efesios 2:12-19
11: De lo doctrinal a lo hermenéutico
PARTE CUATRO: Asuntos hermenéuticos
Capítulo 12: ¿Quién es el espiritualizador?
Capítulo 13: La interpretación literal, normal, objetiva, tal como
aparece, y específica
Capítulo 14: El caso de Génesis 1-3
Capítulo 15: ¿Cómo puede la interpretación «literal» concluir que la
Iglesia es Israel?
Capítulo 16: La verdad literal de que la Iglesia es Israel
Capítulo 17: La Iglesia como el remanente elegido de Israel
Capítulo 18: ¿Tienen que ser judíos étnicos los israelitas?
Capítulo 19: El Nuevo Testamento es el Nuevo Testamento
Capítulo 20: Si la Iglesia es Israel, ¿por qué no hereda las
maldiciones de Israel?
PARTE CINCO: Argumentos variados
Capítulo 21: Del evangelismo a los judíos
Capítulo 22: ¿Juntos por el evangelio?
PARTE SEIS: Pensamientos conclusivos
Capítulo 23: Del panmilenarismo y el hiperpreterismo
Capítulo 24: ¿Hay algún problema en casa?
APÉNDICES
Apéndice I: Romanos 11 ― ¿Y qué del futuro del Israel físico?
Apéndice II: Primer mensaje de la «Conferencia de pastores» de
2007 por John MacArthur (El manifiesto milenarista de
MacArthur)
PREFACIO
¡John MacArthur es mi amigo!
MacArthur es mi amigo. Ahora bien, tengo que apresurarme a decir
John
que él puede no saberlo, incluso, puede que no me recuerde; pero sí lo
considero mi amigo. Cuando llamé a mi esposa por teléfono para la
primera de una serie de citas que condujeron a nuestro matrimonio, le dije
que era «Sam» quien estaba llamando. Su respuesta un tanto humillante
fue ― ¿quién es Sam? Sospecho que John MacArthur podría decir lo
mismo si se le dice que Sam Waldron es su amigo. Es cierto que ha escrito
un prólogo para uno de mis libros. Este hombre tan ocupado y útil puede
recordar eso; no lo sé. No obstante, permítame ser claro para que no se me
confunda con algún tipo de evangélico con ansias de protagonismo.
Considero a John MacArthur mi amigo, pero puede que él no sepa que lo
es.
Ha sido mi amigo desde que asumió su postura en contra de esa plaga
en el evangelicalismo conocida como el evangelio fácil. Lo convirtió en un
tema candente y suscitó el debate entre los evangélicos con su libro {título
oficial}[1] El evangelio según Jesucristo. Nunca dejaré de estar agradecido
por esa obra. El evangelio fácil llevó al evangelicalismo al borde de la
herejía; por tanto, requería refutación y reproche públicos. MacArthur es
mi amigo por influir contra este mal doctrinal.
Además, comencé a considerar a MacArthur como mi amigo y mi alma
gemela en una nueva manera mientras escuchaba {nombre oficial} Gracia
a Vosotros un día en mi auto. Su sermón se dirigía a aquellos maestros que
reclaman ser cristianos, pero defienden la homosexualidad y la agenda
homosexual. Cuando terminó el mensaje en oración, pidió a Dios
primeramente que concediera a tales individuos arrepentimiento genuino.
Entonces hizo algo que nunca había escuchado a un predicador de la radio
hacer antes: lanzó una oración imprecatoria en la cual invocó las
maldiciones de Dios sobre tales maestros. En efecto, dijo: «Si no les das
arrepentimiento, entonces haz caer Tus maldiciones sobre sus cabezas».
Mi corazón se unió al suyo y se regocijó en el eco del trueno profético que
escuché en su oración. Él ha sido ― lo sepa o no— mi profundamente
respetado amigo desde aquel día.
Digo todo esto para aclarar que no me deleito en responder de forma
crítica al reciente manifiesto de MacArthur en defensa del premilenarismo.
Él es uno de mis héroes de la actualidad. Amo a John MacArthur y
agradezco a Dios por su ministerio.
Entonces, ¿por qué simplemente no mantengo mi boca cerrada?
Supongo que la respuesta corta a esta pregunta es que hay al menos una
cosa que amo más que a nuestro querido hermano ― la verdad. En su
mensaje de apertura en la {título oficial} «Conferencia de pastores»[2] de
2007, MacArthur expuso nada menos que un manifiesto premilenarista y
dispensacionalista. Por supuesto, hay que tener en cuenta el hecho de que
MacArthur estaba predicando, no disertando ni escribiendo. Sin embargo,
su mensaje es representativo de significativas tergiversaciones que se
hacen del amilenarismo, y confunde enormemente la verdadera naturaleza
del debate entre el premilenarismo dispensacionalista y el amilenarismo.
Permítame recalcar lo que acabo de decir. En toda esta crítica y
respuesta al manifiesto de MacArthur, trataré de tener bien en cuenta la vía
de comunicación que él usó. No quiero tergiversar las palabras de mi
amigo ni acusarlo de pecador por una palabra (fuera de lugar) mientras se
expresaba libremente durante la predicación. Nótese que MacArthur
mismo no llamó sermón a lo que estaba haciendo. Sus primeras palabras
fueron: «Esta mañana no voy a predicar un sermón». No quisiera que
alguien me exigiera la misma precisión teológica que se necesita para una
revista teológica en el contexto de un sermón, ni quiero exigírselo a mi
amigo; ni tampoco quiero tergiversar sus posturas por mucho que él haya
― pienso— tergiversado las mías y las de otros amilenaristas
contemporáneos.
Permítame aclarar también que no creo que mi amigo tergiversara
nuestra postura deliberadamente; pienso que él está mal informado. Creo
que ha sido conducido por un sendero de conceptos errados por sus
propios prejuicios teológicos, y por sus consejeros en este asunto.
Verdaderamente, es difícil para todos nosotros entender correctamente y
representar adecuadamente posturas con las cuales discrepamos de forma
enfática.
Sin embargo, el hecho de que exista esta tendencia debería conducirnos
a una vigilancia constante para evitar las tergiversaciones. Permítame
resaltar una de esas tergiversaciones que ― creo— MacArthur combatió
en su mensaje. En todo su manifiesto, MacArthur caracterizó una y otra
vez el amilenarismo como la postura que sostiene la «teología del
reemplazo» y el «suplantacionismo».[3] Me he tomado la libertad de
transcribir su mensaje y luego someter esa transcripción a una cuidadosa
lectura de prueba. He aquí lo que dijo según la grabación de su mensaje en
CD:
...y si dicen que todas esas promesas hechas a Israel realmente
fueron para la Iglesia, entonces carecían de significado y eran
ininteligibles para ellos [los judíos]. A propósito, a esto se le llama
teología del reemplazo, y los escolásticos a menudo se refieren a
esto como suplantacionismo.
...¡No hay teología del reemplazo en la teología de Jesús! No hay
suplantacionismo.
...Esto [el suplantacionismo] es un movimiento para establecer que
no hay reino terrenal alguno para Israel. Eso es absolutamente ajeno
al Antiguo Testamento, y completamente ajeno al Nuevo
Testamento.
...Es una obra realmente buena sobre la teología del reemplazo.
Muestra el efecto {las implicaciones} que tuvo esta idea en la
formación de la Iglesia durante el Oscurantismo Medieval al
explicar cómo la Iglesia fue del concepto neotestamentario de la
Iglesia al sistema institucional sacramental sacerdotal del
Oscurantismo Medieval que conocemos como catolicismo romano.
Diprose culpó de esto en buena medida a la teología del reemplazo
que surge con Agustín y unos pocos antes de él ― Orígenes y
Justino.
...Otro efecto {implicación} de la teología del reemplazo es el daño
que hace al evangelismo a los judíos.
Estas citas requieren muchos comentarios. Sin embargo, por el momento,
mi propósito es muy sencillo; solo quiero decirle a MacArthur y a otros
que piensan que los amilenaristas abrazan la «teología del reemplazo» y el
«suplantacionismo», que están equivocados. La idea de que la Iglesia
reemplaza o suplanta a Israel es simplemente ajena a la forma en que
entendemos la relación entre el Antiguo y el Nuevo Israel. Explicaré por
qué a lo largo de este libro. En este punto, solo quiero decir que estoy
seguro de que la mayoría de los amilenaristas hoy rechazarían la «teología
del reemplazo» y el «suplantacionismo». De hecho, solo me encontré con
estos términos, por primera vez, mientras daba los toques finales a mi tesis
doctoral. No sabía lo que significaban ni lo que implicaban, aunque había
sido amilenarista por veinticinco años. Ahora que entiendo los términos,
puedo decir confiadamente que soy un amilenarista que rechaza la idea de
que la Iglesia reemplaza a Israel. También rechazo enfáticamente el tipo de
hermenéutica espiritualizadora o alegórica que sería necesaria para
defender semejante postura como si fuera bíblica.
MacArthur y sus amigos tienen la libertad de pensar lo que quieran de
esto. Sin embargo, está mal presentar cargos y acusaciones contra nosotros
asumiendo que sostenemos puntos de vista que simplemente rechazamos.
Puede pensar que nuestras posturas conducen de manera lógica al
«suplantacionismo»; no, no lo hacen; pero supongo que a usted se le
permite pensar que sí. No obstante, por favor, no nos llame
suplantacionistas cuando no lo somos y rechazamos enfáticamente
semejantes posturas. Por favor, tampoco vaya de mal en peor acusándonos
de espiritualizar (no sostenemos esa hermenéutica) para defender una
«teología del reemplazo» que tampoco sostenemos.
Hay algunos a quienes MacArthur ha enojado con su manifiesto. Yo sí
siento que mi parecer ha sido tergiversado y me siento incomprendido por
un hermano muy mal informado; pero no creo que esté enojado. De hecho,
esto me lleva a la razón fundamental por la cual estoy respondiendo, que
es simplemente poner las cosas en su lugar. Nadie que piense que entiende
las Escrituras en un punto importante puede soportar ver a otros tergiversar
las posturas que él cree que son completamente bíblicas. Mis compañeros
amilenaristas y yo realmente creemos que tenemos una escatología bíblica
correcta. ¿Cómo entonces podemos tolerar ver que nuestros puntos de
vista son drásticamente tergiversados? No podemos; y la lealtad a la
verdad demanda que respondamos. Agradecemos al Dr. John MacArthur,
con motivo de su mensaje, por hacernos posible poner las cosas en su justo
sitio.
Sam Waldron
Septiembre de 2007
CAPÍTULO UNO
El suplantacionismo y la teología del reemplazo
C
omo hemos notado, los términos suplantacionismo[4] y teología del
reemplazo son esenciales para el debate entre MacArthur y el
amilenarismo. La importancia fundamental de estos términos demanda que
sean definidos clara y cuidadosamente. Varios centenares de referencias en
Internet revelaron que suplantacionismo y teología del reemplazo son
prácticamente sinónimos y se usan en una amplia variedad de contextos y
debates. Permítame ofrecer tres observaciones con respecto a estos
términos.
En primer lugar, permítame aclarar un asunto de ortografía que puede
ser confuso para algunos {en relación con el término suplantacionismo en
inglés}. Encontré supercessionism {con c después de super–} y también
supersessionism {con s después de super–} como variantes ortográficas
de la misma palabra o concepto. La confusión parece tener su origen en
que la raíz latina sedere también se escribe cedere en francés antiguo. De
esta raíz se deriva el verbo inglés supersede {suplantar, reemplazar,
sustituir, superar}; por esto {cuando hagamos referencia al término
suplantacionismo en inglés}, escribiremos supersessionism {con s
después de super–}.
En segundo lugar, permítame señalar la variedad de formas y contextos
en los que se usa esta terminología. Usualmente ( ― no siempre— he visto
usarla con referencia al Islam como suplantacionista), la referencia está
relacionada de algún modo con la idea de que el cristianismo suplanta al
judaísmo. Hoy las iglesias con una inclinación liberal rechazan el
suplantacionismo por considerarlo antisemítico. Quienes tienen una
inclinación dispensacionalista, rechazan el suplantacionismo porque este
se opone a la idea de una futura restauración de Israel y afirma el
reemplazo de Israel por la Iglesia en los propósitos de Dios. El
cristianismo conservador, especialmente el calvinista (el presbiterianismo
en particular), es visto por muchos como suplantacionista. El catolicismo
romano es visto como suplantacionista de un modo similar porque
reemplaza las ceremonias sacerdotales judías por ceremonias sacerdotales
cristianas.
En tercer lugar, permítame aseverar que, por naturaleza, esta
terminología es peyorativa en gran manera. Al menos tres observaciones
me llevan a esta conclusión. Para empezar, mi investigación reveló que el
suplantacionismo ― según se usa comúnmente— transmite la postura
teológicamente extremista y hermenéuticamente insensible de que la
Iglesia ha reemplazado, simplemente y a como dé lugar, a Israel en las
promesas y propósitos de Dios. Además, la acusación de antisemitismo
asociada con la acusación de suplantacionismo sugiere aún más que esta
terminología tiene un tono peyorativo. Finalmente, mi propia experiencia y
estudio me han demostrado que los defensores del amilenarismo o la
teología del pacto no usan esta terminología para describir su propia
postura. En cambio, queda claro que quienes se oponen a nuestra postura
son los que han desarrollado y usado casi exclusivamente los términos
suplantacionismo, teología del reemplazo y sus derivados. Entonces, ser
identificado como suplantacionista tiene connotaciones negativas similares
a otras etiquetas como «sabatario del domingo» y «puritano rigorista».
Por estas razones, pienso que es mejor que los amilenaristas rechacen
esta terminología. Quizá algunos amilenaristas se hayan identificado
imprudentemente como suplantacionistas. Es más probable que hayan
dejado que otros los caractericen con estos términos sin pensar del todo en
su significado o implicaciones. Sin embargo, hablando a título personal, no
estoy persuadido de que esta sea una descripción adecuada o precisa de mi
postura teológica o exegética. En el contexto del debate entre la teología
del pacto y el dispensacionalismo, pienso que es extremadamente
imprudente e impreciso que los mismos que sostienen mi postura la
describan como suplantacionismo o teología del reemplazo. Además del
tono peyorativo mencionado anteriormente, esta terminología también
tiene connotaciones lingüísticas que ― pienso— simplemente tergiversan
nuestras posturas. Un vistazo a un tesauro proveerá los sinónimos
«suplantar», «reemplazar» y «desplazar» para la palabra supersede.[5]
Decir que la Iglesia suplanta, reemplaza o desplaza a Israel no representa
de forma precisa mi postura como amilenarista. El suplantacionismo y la
teología del reemplazo, por igual, llevan más allá la distorsión ya presente
en términos como «suplantar» y «reemplazo». Describen mi postura como
un sistema completo y riguroso erigido a partir de los aspectos no
provechosos de estas palabras.
No obstante, permítame matizar mi rechazo a esta terminología. Por
supuesto, podría decir que la Iglesia suplanta a Israel haciendo una gran
cantidad de salvedades. Otro de los sinónimos de supersede, según el
tesauro de mi computadora, es «sobrepasar». Ciertamente pienso que la
Iglesia como el Nuevo Israel sobrepasa al Antiguo Israel. Sin embargo, mi
punto es que, así como la mariposa sobrepasa a la oruga de la que
proviene, así la Iglesia como el Nuevo Israel sobrepasa al Antiguo Israel.
La mariposa no reemplaza exactamente a la oruga; es la oruga en una
nueva fase de existencia. De la misma manera, decir que la Iglesia
reemplaza a Israel es olvidar que la Iglesia es Israel en una fase de
existencia nuevamente reformada y expandida. En pocas palabras, la
terminología relacionada con la teología del reemplazo o el
suplantacionismo oculta el hecho bíblico de que la Iglesia es en realidad la
continuación de Israel. Argumentaré más adelante que hay una
continuidad genética e incluso física entre Israel y la Iglesia que es
esencial para la postura bíblica. Argumentaré que tal continuidad es
consistente con la teología del pacto y que no es representada
adecuadamente por términos como suplantacionismo y teología del
reemplazo.
CAPÍTULO DOS
¿Todos los calvinistas deben ser... ¡qué!?
M
acArthur afirmó que no estaba predicando un sermón durante la
sesión inaugural de la «Conferencia de pastores». Sus primeras
palabras fueron: «Esta mañana no voy a predicar un sermón». Entonces
¿qué nombre le pondremos a lo que hizo MacArthur? Tengo que llamarlo
de alguna forma. ¿Fue una charla? No lo creo; eso no es lo que hace
MacArthur. Espero que no sea ofensivo si lo llamo un mensaje. Ha sido
llamado de muchas otras maneras en los blogs y en la radio. He oído que
lo que hizo puede ser llamado «carne roja para los premilenaristas fieles
que no convencerá a nadie más de la postura de estos» ― quizás. Lo
llamaré sencillamente un mensaje o un manifiesto.
La categoría de este evento plantea otra pregunta interesante. ¿Qué
estaba intentando hacer MacArthur con este mensaje? Analizaré esto en
detalle en mi último capítulo. Fundamentalmente, tenemos que ver este
mensaje como un manifiesto (una política, un programa o una propuesta);
en el cual, él no solo llama a todos los calvinistas a convertirse en
premilenaristas, sino que también les dice por qué deberían serlo. Es cierto
que MacArthur lo declara en formas que son un poco escandalosas; lo
tomo como señal de cuán ferviente y comprometido está con su
escatología. Si en ocasiones es burlón (y pienso que es mucho menos
burlón de lo que algunos puedan imaginar), solo lo dice medio en broma.
MacArthur es serísimo {muy serio} en su compromiso con el
premilenarismo. Es igualmente serio a la hora de recomendar su postura a
los hermanos calvinistas en el foro más grande que pueda encontrar.
Personalmente, pienso que está preocupado por lo que el futuro pueda
deparar al premilenarismo y lo que le ocurrirá después que él no esté. No
puede tolerar en su propio corazón la idea de que el premilenarismo no
predomine en el cristianismo calvinista al que él está ayudando a recuperar
su protagonismo evangélico. Este es mi intento de psicoanalizar a
MacArthur.
Sin embargo, el propósito de este capítulo es exponer de forma clara la
naturaleza de su tesis y argumento. Su tesis básica es declarada muy
intencionadamente: «¿Por qué todo calvinista que se respete es
premilenarista?».
Este es el impactante fragmento en el que declara su tesis:
Ahora bien, esto nos conduce a mi título: «¿Por qué todo calvinista
que se respete es premilenarista?». Ya es demasiado tarde para
Calvino, pero no lo es para el resto de ustedes [Risas del auditorio].
Y si Calvino estuviera aquí, se uniría a nuestro movimiento [Más
risas]. Pero, en resumidas cuentas, las personas más premilenaristas
de todo el planeta deberían ser los calvinistas, los que aman la
elección soberana. Dejemos el amilenarismo para los arminianos. Es
perfecto; es ideal; es cosa fácil. Dios no elige a nadie ni preserva a
nadie. Perfecto... los arminianos dan para estupendos amilenaristas.
Es consistente, pero no para quienes viven y respiran el enrarecido
aire de la gracia soberana de la elección. Eso no tiene ningún
sentido. Podemos dejar el amilenarismo para los teólogos del
proceso, o la gente del teísmo abierto que piensan que Dios se está
convirtiendo en lo que será, y que Él está mejorando porque cada
día que pasa obtiene más información; y a medida que obtiene más
información, está calculando si en realidad puede o no cumplir
algunas de las promesas que hizo sin tener que ajustarlas todas
basado en la falta de información {que Él tenía} cuando
originalmente las hizo. Dejemos el amilenarismo para los
carismáticos, y para los semipelagianos, y para otros como ellos que
entran y salen de la salvación a como dé lugar; tiene sentido para su
teología. Seguro, Israel pecó, apostató, mató al Hijo de Dios. Se
acabó. Israel está fuera y pierde el derecho a todo. La Iglesia se
queda con todo, si es que puede superar a Israel. Hasta ahora no
parece realmente esperanzador.
Hay muchas razones para que este parecer le resulte impactante, y hasta
escandaloso, si es un amilenarista comprometido. No obstante, intentemos
adentrarnos en el impresionante razonamiento de MacArthur. ¿Por qué
piensa él que todo calvinista debería ser premilenarista?; o para decirlo en
términos más teológicos, ¿por qué piensa él que el calvinismo es
incoherente con el amilenarismo y que es mucho más coherente con el
premilenarismo?
MacArthur aclara su razonamiento allí y en muchas otras partes de su
mensaje. Cree que el amilenarismo puede ser reducido a la idea de que el
cumplimiento de las promesas de Dios es completamente condicional; en
otras palabras, que el cumplimiento de las promesas de Dios depende
totalmente de las respuestas de aquellos a quienes las promesas son
hechas. Para ilustrar su argumento, MacArthur reúne muchas cosas en una
especie de conglomerado de herejía. Dice que el amilenarismo es
coherente con el arminianismo, la teología del proceso, el teísmo abierto, y
― para rematar— menciona a los carismáticos y a los semipelagianos. El
punto es que todos estos diferentes grupos, de un extremo al otro, afirman
que el cumplimiento de las promesas de Dios está condicionado, en última
instancia, a la respuesta humana.
Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con el amilenarismo? Aquí llegamos
al punto crucial del razonamiento de MacArthur, revelado en la conclusión
de los párrafos citados anteriormente:
Seguro, Israel pecó, apostató, mató al Hijo de Dios. Se acabó. Israel
está fuera y pierde el derecho a todo. La Iglesia se queda con todo,
si es que puede superar a Israel. Hasta ahora no parece realmente
esperanzador.
MacArthur considera que el amilenarismo enseña que Israel finalmente ha
perdido el derecho a todas las promesas de Dios por su desobediencia; y
que, en consecuencia, perdieron su estatus original como pueblo de Dios;
que estas promesas han sido transferidas a la Iglesia, la cual ― MacArthur
presupone con su mentalidad dispensacionalista— es una entidad
completamente diferente de Israel. Piensa que esta postura ignora y pone
en duda la elección soberana de Dios porque enseña que Israel pudo perder
su estatus como la nación elegida. MacArthur dice que esto es nada más y
nada menos que la perspectiva esencial y fallida de la elección que
sostienen los arminianos.
Esta línea de razonamiento recalca la importancia del reclamo de
MacArthur, a saber, que el amilenarismo es teología del reemplazo y
suplantacionismo. En el Prefacio {de este libro}, resalté la centralidad del
suplantacionismo en la tergiversación que hace MacArthur del
amilenarismo. Ahora podemos ver por qué este elemento es tan central. La
acusación de suplantacionismo tiene que ser necesariamente cierta para
sustentar el reclamo de MacArthur, a saber, que el amilenarismo
presupone una perspectiva arminiana de la elección. En otras palabras, la
acusación de suplantacionismo es la suposición fundacional de su
argumento principal. Esto puede ser probado en muchas partes de su
manifiesto; pero, la afirmación más clara para nuestros propósitos aquí
quizá se encuentre en la conclusión de su mensaje. Note especialmente las
palabras que he escrito en cursiva en la siguiente cita:
Otro efecto {implicación} de la teología del reemplazo es el daño
que hace al evangelismo a los judíos. He aquí una breve escena,
están hablando con un judío:
Le dicen: ― Jesús es el Mesías.
Él dice: ― ¿De veras?, ¿dónde está el reino?
― Oh, ¡está aquí!
― Ah, ¿está aquí? Bueno, ¿por qué nos están matando todo
el tiempo? ¿Por qué estamos siendo perseguidos, y por qué
no tenemos la tierra que se nos prometió? Y, ¿por qué no está
el Mesías reinando en Jerusalén, y por qué la paz, la alegría y
la felicidad no están dominando el mundo, y por qué no está
floreciendo el desierto, y...?
― Oh, no, usted no entiende. Nada de eso va a ocurrir. Vea,
el problema es que ustedes ya no son el pueblo de Dios;
somos nosotros.
― ¡Oh! Ya veo, pero este es el reino, y los judíos están
siendo asesinados y odiados, y Jerusalén está asediada. ¿Este
es el reino? Si este es el reino, Jesús no es el Mesías. No
puede serlo. Es ridículo.
No importa cuántas maravillosas relaciones judeocristianas tratemos
de tener con rabinos, esto es un enorme hueso en la garganta.
― ¿Por qué no puede ser Jesús el Mesías?
― Porque este no es el reino.
A menos que puedan decirle a un judío: ― Dios guardará cada
promesa que Él les hizo, y Jesús cumplirá cada una de las promesas,
y es por eso que aún hay judíos en el mundo, y es por eso que
ustedes están en la tierra y Dios está preparándose para un gran día
de salvación en Israel; y Jesús es su Mesías. Pero, considere el
Salmo 22, Isaías 53 y Zacarías 12:10, y entienda que Él tuvo que
venir y morir para ratificar el Nuevo Pacto antes que Él pudiera
perdonar su pecado, y el reino está viniendo—, {a menos que
puedan decirle eso} ¡no tienen la posibilidad de comunicarse! Lo
demás no tiene sentido.
Ahora, si entienden la elección correctamente ― la elección
divina, soberana, por gracia, incondicional, unilateral, irrevocable
—, y entienden a Dios correctamente, y entienden a Israel
correctamente, y entienden la escatología correctamente, entonces,
hombres, ¿saben qué?, solo tienen que abrir sus Biblias y predicar
ese texto con el corazón en la mano, y decir lo que {el texto} dice.
Una vez más, mi punto es simplemente que MacArthur ve al amilenarismo
como una postura que es coherente con el arminianismo porque él reclama
que el amilenarismo enseña la teología del reemplazo.
Todo esto nos lleva a una segunda característica prominente en el
razonamiento de MacArthur. Se trata del reclamo de que el amilenarismo
sostiene una hermenéutica espiritualizadora o alegórica. Puesto que
MacArthur presupone que los amilenaristas modernos creen en la teología
del reemplazo (es decir, cree que son suplantacionistas), los acusa de tener
una hermenéutica espiritualizadora o alegórica. En su opinión, los
amilenaristas son culpables de negar sustancialmente que Dios cumple Sus
promesas. Note las siguientes citas:
¿Es en realidad innecesario, incluso imposible, trabajar duro para
entender los pasajes proféticos porque requieren un conjunto de
interpretaciones espiritualizadas o alegorizadas que dice que la
verdad está de alguna manera escondida detrás del significado
normal de las palabras, de modo que cualquier idea de lo que podría
significar es tan buena como cualquier otra, ya que no significa lo
que dice?
Sin embargo, la idea de que el Nuevo Testamento es el punto de
partida para entender el Antiguo Testamento es exactamente de
donde viene el amilenarismo, viendo incorrectamente {el Nuevo
Testamento} en el Antiguo Testamento; y {así}, por supuesto,
dañan la perspicuidad o claridad del significado del Antiguo
Testamento en y de sí mismo. Semejante enfoque conduce a una
forma de espiritualización aún mayor que va más allá de los textos
proféticos inclusive, y da licencia para espiritualizar otras cosas, y
para ver incorrectamente principios cristianos neotestamentarios en
aquellos textos del Antiguo Testamento de donde no se derivan con
una interpretación legítima.
Ahora bien, la cuestión de la hermenéutica y la esencia de la tesis de
MacArthur serán examinadas de forma crítica en los próximos capítulos.
El propósito de este capítulo es asegurar que todos nosotros entendamos
cuál es su tesis. En realidad, esta se resume claramente en el título de su
mensaje, y dicho título abarca o implica los argumentos o suposiciones
principales de su mensaje. Permítame resumirlo brevemente en varios
puntos:
Todo calvinista debería ser premilenarista (tesis principal).
Porque el amilenarismo es esencialmente arminiano en su
perspectiva de la elección.
Porque el amilenarismo sostiene la teología del reemplazo, la cual
enseña que Israel perdió el derecho a las promesas de Dios, por su
pecado, y fue reemplazado por la Iglesia.
Por lo tanto, el amilenarismo tiene que ser culpable de la horrible
hermenéutica de espiritualizar o alegorizar las promesas literales
hechas a Israel, convirtiéndolas en promesas espirituales hechas a la
Iglesia.
Si este razonamiento es correcto, entonces pienso que la impactante
afirmación de MacArthur (a saber, que todo calvinista debería ser
premilenarista) tiene cierta lógica. Si sus afirmaciones sobre el
amilenarismo son ciertas, sus conclusiones se deducen de una forma
bastante lógica. Por tanto, esta línea de razonamiento tiene que ser
cuidadosamente examinada en los próximos capítulos.
CAPÍTULO TRES
MacArthur versus la historia de la Iglesia
A
ntes de sumergirnos en un análisis de la tesis de MacArthur, pienso
que es importante insertar una breve consideración de los hechos
históricos. En este capítulo y el próximo, trataremos con la cuestión de
cómo el manifiesto de MacArthur se corresponde con la historia de la
Iglesia.
Pretendo analizar dos asuntos específicamente. En primer lugar, quiero
hacer notar la forma interesante en la que la historia de la Iglesia no
corrobora los puntos de vista de MacArthur. En segundo lugar, me
propongo aclarar la verdadera naturaleza de los puntos de vista de
MacArthur y del debate histórico en el que él ha decidido entrar.
Mi argumento en este capítulo es que la historia de la Iglesia no
corrobora las opiniones de MacArthur. Desde mi perspectiva, no estoy
diciendo nada controversial aquí. MacArthur mismo admite este hecho en
la introducción de su mensaje. Escúchelo nuevamente:
Ese no es el título; solo es el tema. Quisiera comenzar con una
oración que voy a leerles. Es una oración muy extensa, así que no
contenga la respiración esperando por un punto:
Una de las extrañas ironías en la Iglesia y en la teología
reformada es que los que aman la doctrina de la elección
soberana de manera más suprema y sincera, y quienes son
más inquebrantables en su devoción por la gloria de Dios, el
honor de Cristo, la obra del Espíritu en la regeneración y la
santificación, la veracidad y la inerrancia de la Escritura, y
los más exigentes en la hermenéutica, aquellos que son los
más cuidadosos e intencionalmente bíblicos con respecto a
las categorías de las doctrinas, y que se ven como
guardianes de la verdad bíblica y no están contentos para
nada con estar equivocados, y están totalmente de acuerdo
en los temas esenciales de la verdad cristiana, de modo que
se esfuerzan con todas sus energías por examinar de una
manera bereana cada texto relevante para discernir la
verdadera interpretación de todos los temas de la revelación
divina, están ― ese es el verbo principal— en mayor o
menor grado desinteresados en aplicar esas pasiones y
habilidades al fin de la historia, y más bien están contentos
con discrepar alegremente, e incluso en broma, con respecto
a la vasta información bíblica sobre la escatología, como si
el fin no importara mucho. Punto.
Otra forma de decirlo sería: ¿cuántos de ustedes han asistido a una
conferencia amilenarista sobre profecía? [Risas del auditorio].
Note cómo MacArthur enfatiza que a él le resulta extraño que los teólogos
de la teología del pacto, que fueron los que más celebraron la elección
soberana, por lo general no hayan sido premilenaristas. Ciertamente no
fueron la misma clase de premilenaristas que MacArthur. Por el contrario,
los teólogos de la teología del pacto históricamente tendían a ser
amilenaristas.
En este sentido, no debemos dejar de citar uno de los comentarios más
controversiales que hizo MacArthur durante su mensaje:
Ahora bien, esto nos conduce a mi título: «¿Por qué todo calvinista
que se respete es premilenarista?». Ya es demasiado tarde para
Calvino, pero no lo es para el resto de ustedes [Risas del auditorio].
Y si Calvino estuviera aquí, se uniría a nuestro movimiento [Más
risas]. Pero, en resumidas cuentas, las personas más premilenaristas
de todo el planeta deberían ser los calvinistas, los que aman la
elección soberana.
Ahora bien, no estoy molesto por el comentario de MacArthur ― que
Calvino habría sido premilenarista en nuestro tiempo. Tan escandalosa
como pueda ser esta declaración, supongo que pudo haberla dicho en
broma. Ciertamente no admite demostración histórica en lo absoluto. Sin
embargo, mi propósito es simplemente hacer notar lo que MacArthur
admite allí con franqueza. Juan Calvino no era premilenarista; y después
de él, históricamente, la mayoría de los calvinistas hasta hoy tampoco lo
han sido.
Por supuesto, podría decirse mucho más al respecto. De igual manera,
MacArthur admite en otra parte que Agustín no estaba a favor de su
escatología; sino que ― según MacArthur— fue un defensor de (los
horrores) de la teología del reemplazo: «Diprose culpó de esto en buena
medida a la teología del reemplazo que surge con Agustín y unos pocos
antes de él ― Orígenes y Justino». Se entiende y se reconoce
comúnmente a Agustín como aquel que colocó a la Iglesia en una
trayectoria amilenarista por más de mil años al abandonar el
premilenarismo y defender una interpretación amilenarista de
Apocalipsis 20. El pasaje clave se encuentra en {título oficial} La ciudad
de Dios, Libro 20, capítulos 6‑10.[6]
¿Qué ha admitido MacArthur tranquilamente en estas declaraciones?
Que los principales defensores históricos de su entendimiento de la gracia
y la elección soberanas han rechazado consistentemente su escatología.
MacArthur piensa que las perspectivas calvinistas de la elección deben
conducir ― de hecho, lógica y claramente tienen que conducir— a
perspectivas premilenaristas de la escatología. Sin embargo, y en
contundente contraste, la historia de la Iglesia muestra exactamente la
conexión opuesta. Los principales defensores de la elección soberana
también han sido los principales defensores del amilenarismo. Agustín se
opuso casi en solitario a la desviación insidiosa y centenaria de la iglesia
en sus primeros siglos hacia el pelagianismo. La perspectiva de la elección
soberana que MacArthur sostiene es comúnmente conocida como
calvinismo, lleva el nombre de Calvino. Los descendientes teológicos de
Calvino han sido los defensores principales, y a veces los únicos
defensores, de la elección soberana en el periodo moderno. Además, la
misma era moderna que marcó el auge del premilenarismo, también marcó
la caída del calvinismo. Sin embargo, a pesar de todo esto, MacArthur nos
dice que el calvinismo, de forma clara y lógica, conduce al
premilenarismo.
Ahora bien, tengo que apresurarme a admitir que la historia de la Iglesia
a veces nos confronta con algunos espectáculos doctrinales muy extraños y
varias teologías muy contradictorias. Algunas teologías parecen ser
criaturas mitológicas que son pez, ave, hombre y bestia a la vez. No deja
de asombrarme la prevalencia que tiene el dispensacionalismo entre los
pentecostales ― cuando sus puntos de vista acerca de los dones
milagrosos deberían inclinarlos a cualquier otra escatología excepto a esa.
Recientemente tuve una conversación con un profesor de estudios bíblicos
en un colegio universitario. Él es pentecostal, y admitió que esta era una
extraña inconsistencia. También he observado a bautistas que, en contra de
toda lógica, fueron teonomistas. De manera similar, es bien sabido que
algunos de los primeros dispensacionalistas como L. S. Chafer fueron
― ¡menuda sorpresa!— presbiterianos. Mi propósito no es ofender a
ningún lector que sostenga una combinación de doctrinas que, en mi
opinión, son tan incoherentes. Mi punto es simplemente que los personajes
y acontecimientos de la historia de la Iglesia no siempre muestran
congruencia lógica.[7]
Reconozco que la historia de la Iglesia no es nuestra autoridad final.
También admito que tenemos que ser cuidadosos con lo que deducimos de
la historia de la Iglesia. Sin embargo, habiendo reconocido todo esto, aún
me parece que la historia de la Iglesia y la teología histórica reflejan
generalmente cierta progresión lógica. Hubo una razón por la que el canon
tuvo que ser establecido (básicamente) antes que sus contenidos
doctrinales pudieran ser debatidos. Hubo una razón por la que la doctrina
de la deidad de Cristo en Nicea tuvo que preceder la doctrina de la Persona
de Cristo en Calcedonia. Hubo una razón por la que la doctrina del
hombre, del pecado y de la gracia, defendida por Agustín, tuvo que
preceder la doctrina de solo por la fe, defendida por Lutero, y la de la
gracia soberana, defendida por Calvino. Hubo una razón por la que la
doctrina de la Persona de Cristo en Calcedonia tuvo que preceder la
doctrina Cur Deus Homo {Por qué Dios se hizo hombre}, defendida por
Anselmo, con esa nueva claridad con respecto a la expiación.
Aunque de forma imperfecta, la historia de la Iglesia manifiesta cierta
progresión lógica en sus acontecimientos. Es así porque, tanto el Espíritu
divino que la guía como los espíritus humanos que la llenan, son
racionales y lógicos. Esto significa que las concesiones de MacArthur
acerca de la postura que realmente adopta la historia de la Iglesia con
respecto a su tesis no pueden ser ignoradas a la ligera. Agustín, Calvino y
sus descendientes teológicos han ejercido influencia durante siglos porque
sus escritos fueron predominantemente bíblicos y consistentemente
lógicos. Nunca vieron ― al contrario, rechazaron intencionalmente— la
idea de que la elección soberana conduce clara y lógicamente al
premilenarismo. Si este asunto es tan claro como MacArthur sugiere, ¿por
qué mentes teológicas tan grandes no lo entendieron de forma consistente?
CAPÍTULO CUATRO
MacArthur ― El dispensacionalista
con goteras
E
l hecho de que la historia de la Iglesia no corrobora la perspectiva de
MacArthur (que ―según él— el calvinismo lógicamente conduce al
premilenarismo), no es la única observación histórica a considerar. Es
necesaria, además, una aclaración de la verdadera naturaleza de los puntos
de vista de MacArthur y del debate histórico en el que él ha decidido
entrar. Esta aclaración, cuando se sitúa en el contexto de siglos de
pensamiento cristiano, resalta aún más la incongruencia histórica de su
postura.
Entonces, ¿cuál es la verdadera naturaleza de su punto de vista? Por lo
general, se conoce que MacArthur se ha clasificado a sí mismo como un
tipo específico de dispensacionalista. Pienso que abraza la descripción
«dispensacionalista con goteras».[8] Sin embargo, es interesante notar que
MacArthur a propósito evita presentar su enseñanza como
dispensacionalismo en este mensaje. En esta ocasión, está claro que quiere
verse como representante de la línea principal del premilenarismo.
Considere los siguientes comentarios:
Ahora, en este punto, siento la efervescencia de aquellos de ustedes
que están diciendo: ― Ay no, vinimos a una conferencia de
pastores, y se ha vuelto una conferencia dispensacionalista. Lo
próximo que va a hacer es sacar los gráficos de Clarence Larkin, y
vamos a recibir una hermosa Biblia de Scofield encuadernada en
cuero, y luego todos vamos a recibir la serie {título oficial} Dejados
atrás. Ah, nos vemos reducidos a la ficción del rapto. Entonces nos
va a decir probablemente que hay siete dispensaciones, dos reinos,
dos nuevos pactos, dos formas de salvación...—Relájense [Risas del
auditorio].
Olvídense del dispensacionalismo. No estoy hablando de eso…
Confieso que rechazo el maniático mundo de la exégesis basada en
los periódicos. Rechazo la escatología de caricatura: las
interpretaciones descabelladas como que las langostas de
Apocalipsis 9 son helicópteros y cosas locas como esas. Si
predican eso, bórrenlo del casete...
Pero, permítanme decirles algo, amigos, tan loco como pueda ser
ese mundo de la escatología dispensacionalista, no es más loco que
las interpretaciones de muchos amilenaristas…
Dicen: ― bueno, ¿no inventaron los dispensacionalistas el
premilenarismo?— Bueno, en la época moderna, dos libros
realmente reintrodujeron perspectivas premilenaristas ― la
perspectiva francamente bíblica— y ninguno de los dos fue escrito
por un dispensacionalista. El primero fue titulado {trad. no oficial}
El advenimiento premilenarista.[9] Fue escrito en 1815 por un
anglicano llamado William Cunningham. El segundo que
reintrodujo esto en la época más moderna fue una publicación en
Inglaterra en 1827 escrita por Emmanuel de Lacunza y Díaz, un
jesuita. Así es que no hay una conexión necesaria entre todo lo que
es extraño en el dispensacionalismo y este claro entendimiento del
reino...
Una de las ideas descabelladas {sic.} del dispensacionalismo es que
Jesús vino y ofreció un reino, y debido a que los judíos no lo
aceptaron y mataron a Jesús, Él recurrió a la Iglesia; ideó un
Plan B...
Para su lectura, sugiero {trad. no oficial} Israel y la Iglesia[10] por
Ronald Diprose. Debemos tener algunas copias en la librería. La
primera vez que se publicó estaba en italiano. Era una disertación
doctoral. No tiene conexión alguna con el dispensacionalismo
tradicional. Es una obra realmente buena sobre la teología del
reemplazo...
Además, el único comentario positivo que puedo encontrar sobre el
dispensacionalismo en todo el mensaje es el siguiente:
No estoy hablando de eso, si bien cada uno de ustedes es
dispensacionalista. ¡Lo son! Ustedes creen que Dios trató con el
hombre de una forma antes de la Caída, de otra forma después de la
Caída, de otra forma antes de la Ley, de otra forma después de la
Ley, de otra forma antes de la Cruz, de otra forma después de la
Cruz, de otra forma ahora y de otra forma en la eternidad, ¿no es
así? Bueno, eso pensé [Risas del auditorio].
Estos comentarios representan todas las referencias de MacArthur al
dispensacionalismo, llamándolo por su nombre. Parece bastante claro que
MacArthur está ansioso por presentarse a sí mismo solamente como un
simple premilenarista en este mensaje. No desea ser visto allí como
defensor del dispensacionalismo.
Ahora bien, viéndolo desde cierto ángulo, ¿quién puede culparlo por
esto? Sin duda, él cree que gran parte de lo que llama el mundo loco del
dispensacionalismo es absurdo, indefendible, y bastante diferente del
premilenarismo histórico. Estoy de acuerdo con esta valoración. De hecho,
admito que el premilenarismo histórico tiene poco o nada que ver con las
fábulas del dispensacionalismo moderno.
Por otra parte, se pasa por alto un hecho importante en el deseo de
MacArthur de distanciarse del dispensacionalismo. Por ejemplo, los
comentarios de MacArthur pueden confundir y ocultar el hecho de que él
aún está defendiendo una forma de premilenarismo que solo los
dispensacionalistas sostienen. ¿Por qué digo esto? Bueno, como hemos
visto, MacArthur edifica todo su argumento sobre el rechazo a la teología
del reemplazo y el suplantacionismo. En el transcurso de su argumento,
hace este interesante reconocimiento: «Diprose culpó de esto en buena
medida a la teología del reemplazo que surge con Agustín y unos pocos
antes de él ― Orígenes y Justino». Es llamativa la breve referencia a
Justino. Se refiere a Justino Mártir, uno de los principales ejemplos de
premilenarismo en su etapa inicial. Sin embargo, según Diprose y (al
parecer) MacArthur, Justino ― como uno de los primeros premilenaristas
— sostenía la teología del reemplazo.
Esta valoración es verdadera en cierto sentido. Es claro que Justino
Mártir creía que la Iglesia, no el Israel físico, era el verdadero Israel y la
verdadera heredera del reino del Milenio. La siguiente declaración tomada
del capítulo 11 de {trad. no oficial} El diálogo con Trifón el judío[11] es
representativa de muchas otras:
Pues el verdadero Israel espiritual, y {los verdaderos} descendientes
de Judá, Jacob, Isaac y Abraham […] somos nosotros, los que
hemos sido conducidos a Dios por medio de este Cristo
crucificado…[12]
Todos coinciden en que Ireneo, la otra figura principal del premilenarismo
en su etapa inicial, también sostenía lo que MacArthur llama el
suplantacionismo.[13] De hecho, lo que sabemos de todo el premilenarismo
histórico en su etapa inicial, lleva a la siguiente conclusión: que Ireneo
rechazaba consistentemente la distinción Iglesia /Israel que hace el
dispensacionalismo.[14]
La distinción que hace el dispensacionalismo entre la Iglesia e Israel
parece haber tenido su origen solo en el siglo XIX. Aparentemente, parecía
muy novedoso a Charles Spurgeon, quien declaró:
…¡incluso hemos escuchado afirmar que aquellos que vivieron
antes de la {primera} venida de Cristo no pertenecen a la Iglesia de
Dios! Nunca sabemos qué es lo próximo que tendremos que
escuchar, y quizá sea una bendición {lit. merced} que estas
absurdidades sean reveladas de una en una, para que podamos
soportar la estupidez de estas sin morir de asombro.[15]
Permítame apresurarme a decir que no estoy llamando estúpido a nadie. Ni
estoy diciendo que la distinción Iglesia /Israel que hace el
dispensacionalismo es una estupidez. Esas son las palabras de Spurgeon,
no las mías. Lo único que estoy haciendo es mostrar lo que un
premilenarista de mediados del siglo XIX pensaba acerca de la idea de que
la Iglesia e Israel eran dos pueblos de Dios distintos.[16]
¿Cuál es mi punto? El premilenarismo histórico ― el del período de la
Iglesia en sus primeros siglos— sostenía lo que MacArthur prefiere
describir como suplantacionismo. A la luz de este hecho, MacArthur
(seguro involuntariamente) tergiversa el estado real del debate histórico
cuando describe {lit. pinta} el tema como premilenarismo contra
amilenarismo. No es así; es premilenarismo dispensacionalista (que es lo
que MacArthur sostiene) contra premilenarismo histórico (también
conocido significativamente como premilenarismo del pacto). De hecho,
es dispensacionalismo contra todos los demás. ¿Por qué? Porque todos los
demás sostienen una versión de lo que MacArthur llama teología del
reemplazo o suplantacionismo. Es premilenarismo dispensacionalista {por
una parte} contra premilenarismo histórico, amilenarismo y
posmilenarismo {por la otra}.
De nuevo, estemos claros acerca de la naturaleza del debate. No es la
línea principal del premilenarismo contra el amilenarismo y el
posmilenarismo (estos dos últimos agrupados por MacArthur como
amilenarismo). Es la versión de premilenarismo de MacArthur ― una
versión dispensacionalista del premilenarismo— contra todas las demás
posturas sostenidas por cristianos ortodoxos a lo largo de los siglos. Es
importante tener un entendimiento claro de esto mientras procedemos a
examinar los méritos bíblicos que los argumentos y suposiciones de
MacArthur dicen tener.
CAPÍTULO CINCO
Este no es el amilenarismo del tiempo de nuestros
padres
T
engo mis dudas con respecto a si los amilenaristas reformados
realmente han enseñado alguna vez lo que MacArthur llama teología
del reemplazo o suplantacionismo. Por supuesto, no niego que los
amilenaristas católico romanos pueden haber sido suplantacionistas.
Tampoco niego que haya habido amilenaristas antisemíticos que por esta
razón fueran suplantacionistas, en el peor sentido del término. Sin
embargo, también ha habido premilenaristas ― y no pocos— que
pertenecían a sectas heréticas. Ahora bien, esto no hace que el
premilenarismo sea sectario. Tampoco el antisemitismo de algunos
amilenaristas y el suplantacionismo del catolicismo romano hacen que el
amilenarismo sea necesariamente suplantacionista.
Sin embargo, aquí pretendo dejar de lado la cuestión de si el
amilenarismo realmente sostuvo alguna vez la teología del reemplazo o el
suplantacionismo. Incluso, si algunos alguna vez lo sostuvieron,
seguramente esta acusación no es apropiada hoy. Por tanto, admito que ha
habido un desarrollo dentro del amilenarismo, gracias ― en parte— a su
interacción y debate con el dispensacionalismo. Por supuesto, también ha
habido un desarrollo (debería ser evidente para cualquiera que conozca el
actual escenario dispensacionalista fragmentado) dentro del
dispensacionalismo. Hay dispensacionalistas clásicos, modificados y
progresivos; y en cada categoría hay subdivisiones. Cada uno le dirá una
versión diferente de lo que el dispensacionalismo significa para ellos.
Ciertamente, MacArthur se ha distanciado del dispensacionalismo clásico
de Scofield de muchas formas y en muchas ocasiones.
La realidad de tal desarrollo dentro del amilenarismo y el
dispensacionalismo resalta un serio defecto en el mensaje de MacArthur.
Los únicos «amilenaristas» que cita en su sermón son O. T. Allis, Floyd
Hamilton y Loraine Boettner. Este es un defecto que no se puede pasar por
alto. Note lo que MacArthur expone como representativo del
amilenarismo:
O. T. Allis, un conocido amilenarista, al escribir {trad. no oficial}
La profecía y la Iglesia,[17] dice: «Si las profecías
antiguotestamentarias son interpretadas literalmente, no pueden ser
consideradas como que ya han sido cumplidas, o como que pueden
ser cumplidas en este tiempo presente». Esto era un problema para
él.
Floyd Hamilton en {trad. no oficial} La base de la fe milenarista,[18]
dijo: «Ahora bien, tenemos que admitir francamente que una
interpretación literal de las profecías antiguotestamentarias nos
presenta justo el mismo cuadro de un reinado terrenal del Mesías
que el premilenarista se imagina». Para él esto era inaceptable; por
tanto, pidió que se cambiaran las reglas de interpretación cuando de
profecía se trataba.
Otro amilenarista, Loraine Boettner, en {trad. no oficial} El
significado de «El Milenio»,[19] dijo: «Generalmente todos están de
acuerdo en que, si las profecías se interpretan literalmente, sí
predicen una restauración de la nación de Israel en la tierra de
Palestina con los judíos teniendo un lugar prominente en ese reino y
gobernando sobre las demás naciones».
Las obras de estos tres autores fueron escritas en 1945, 1942 y 1958
respectivamente. Pienso que es legítimo responder a las citas de materiales
tan antiguos haciendo esta pregunta: ¿Qué le parecería a MacArthur si yo
citara la {título oficial} Biblia de estudio Scofield (antigua), o a los autores
dispensacionalistas clásicos, y supusiera que él sostiene la postura de
ellos? Pensaría (y con razón) que es muy injusto. Asimismo, pensamos
igual cuando, después de todo el desarrollo en la defensa y proclamación
del amilenarismo durante los últimos cincuenta años, libros que tienen
sesenta y dos, sesenta y cinco, y cuarenta y nueve años de edad
respectivamente (situándonos en el 2007) son citados como representativos
de nuestra postura.
Además, es importante para mi defensa notar cuán especialmente
increíble es que MacArthur cite a Boettner como un amilenarista
suplantacionista. ¿Por qué? Porque Boettner era posmilenarista. Explicaré
después por qué esto es tan importante. Sin embargo, no sea que se me
malinterprete, permítame decir que estoy seguro de que MacArthur sabe
que Boettner es posmilenarista. No lo estoy acusando de ignorancia en este
punto. El simple hecho es que MacArthur a propósito y a sabiendas agrupa
a los posmilenaristas con los amilenaristas. Al principio de su mensaje
dejó claro su punto de vista:
Hay varios amilenaristas que se sienten así; y, por cierto,
hablaremos solo en términos generales acerca del amilenarismo. (Si
algún posmilenarista se queda fuera, puede simplemente pegarse la
nueva etiqueta para el posmilenarismo que es la de «amilenarismo
optimista», porque ambas posturas son básicamente lo mismo. Si es
posmilenarista o amilenarista está diciendo que el reino, como se
identificó en el Antiguo Testamento y se prometió a Israel, no
ocurrirá. O está diciendo que el reino nunca existirá de forma literal
en la tierra [amilenarismo] o que será reemplazado por otro tipo de
reino que tendrá lugar en la tierra [posmilenarismo]. Cualquiera sea
el caso, está negando el cumplimiento literal del reino prometido a
Israel).
Entonces, tengo claro que MacArthur sabe que Boettner es posmilenarista.
Sin embargo, él piensa que no hace ninguna diferencia para sus propósitos.
MacArthur está equivocado. He aquí la razón. ¿Recuerda la tesis principal
que MacArthur está afirmando? Él declara repetidamente que los
amilenaristas no creen que Dios realmente cumple Sus promesas a Israel.
Deduce esto del supuesto hecho de que son suplantacionistas que creen
que la Iglesia desplazó a Israel en las promesas de Dios. Aquí está el
problema. Todos saben que los posmilenaristas casi universalmente
sostienen la futura conversión nacional del Israel étnico en
correspondencia con su entendimiento del Milenio.[20] MacArthur debe
haberlo sabido. Probablemente sí lo sabe.
Por tanto, seguramente, la acusación de suplantacionismo empieza a
parecer un sinsentido cuando se hace contra una postura escatológica que,
por lo general, sostiene una futura conversión en masa de Israel.
MacArthur también alberga la misma esperanza. Entonces, ¿cómo alguien
que sostiene una futura conversión nacional del Israel étnico, sobre la base
de las promesas de la Biblia, es culpable de enseñar que Dios no cumplirá
Sus promesas al Israel étnico? ¿Acaso no es injusto acusar a esta postura
escatológica {el posmilenarismo} de sostener la teología del reemplazo o
el suplantacionismo?
Indudablemente, algunos pueden estar listos para responder indicando
que los amilenaristas no sostienen tal conversión futura de Israel. Pueden
pensar que la acusación de suplantacionismo o teología del reemplazo se
aplica por lo menos a los amilenaristas (incluyéndome). Las siguientes
preguntas/acusaciones pueden estar en la punta de la lengua de algunos
lectores: ― ¿No niega usted que Romanos 11, por ejemplo, enseña una
futura conversión nacional de Israel? ¿No enseña usted que «todo Israel»
en Romanos 11 es simplemente todos los elegidos? ¿No es esto una clara
evidencia de suplantacionismo?
Permítame contestar a estas preguntas con franqueza:
― ¿No niega usted que ¿Romanos 11, por ejemplo, enseña una futura
conversión nacional de Israel?
― Bastante cierto, no pienso que Romanos
conversión nacional de Israel.
11 enseña una futura
― ¿No enseña usted que «todo Israel» en Romanos 11 es simplemente
todos los elegidos?
― No, no pienso que en Romanos 11 «todo Israel» sean todos los elegidos
o el Israel espiritual en vez del Israel étnico.
¿Sorprendido? No debería estarlo. La interpretación «todo Israel son todos
los elegidos» puede incluso no ser el punto de vista de la mayoría de los
amilenaristas contemporáneos. Permítame añadir que, aún si lo fuera, no
pienso que sería una clara evidencia de suplantacionismo. Sin embargo, el
hecho es que muchos amilenaristas hoy, así como en el pasado, sostienen
la opinión de que «Israel» en Romanos 11 se refiere al Israel étnico.
Algunos lectores pueden estar asombrados e incluso no creer esta
información. Sé que debo una explicación, así que permítame darla. Entre
los que MacArthur agrupa como amilenaristas, hay al menos tres puntos de
vista del significado de «todo Israel» en Romanos 11:25‑26. Estas
perspectivas son delineadas por Anthony Hoekema en {título oficial} La
Biblia y el futuro.[21] Digo esto en parte porque si MacArthur hubiera
representado correctamente el amilenarismo contemporáneo, habría citado
a alguien como Hoekema, no a Allis o Hamilton. Los tres puntos de vista
que Hoekema delinea son: (1) «la futura conversión nacional del Israel
étnico», (2) «todos los elegidos tanto de gentiles como de judíos
― quienes constituyen el Israel espiritual», y (3) «el número total de los
elegidos de entre el Israel étnico».
Hay que admitir que estos tres puntos de vista han sido sostenidos por
amilenaristas reformados.[22] El primero también es sostenido comúnmente
por dispensacionalistas. Tanto el primero como el tercero consideran que
«Israel» en Romanos 11 se refiere al Israel étnico. Por consiguiente, el
primero y el tercero consideran que Romanos 11 predice la conversión de
los israelitas étnicos y, por tanto, no pueden ser culpados de
suplantacionismo. Solo con respecto al segundo punto de vista hay una
razón, si bien superficial, para hacer la acusación de suplantacionismo;[23]
pero, he aquí la sorprendente realidad. Anthony Hoekema, el amilenarista,
escoge el tercer punto de vista que afirma que «Israel» en Romanos 11 se
refiere únicamente a los elegidos de entre los israelitas étnicos. Escuche lo
que Hoekema dice:
Una tercera interpretación de la cláusula en cuestión lo entiende
como la descripción de cómo el número completo de los elegidos de
entre los judíos son traídos a la salvación a lo largo de la historia...
La interpretación de las palabras «y así, todo Israel será salvo» que
está más a la altura de los pasajes de la Escritura presentados es la
tercera.[24]
Este no es un punto de vista inusual o excéntrico propio de Hoekema.
Muchos amilenaristas contemporáneos, y algunos no tan contemporáneos,
también sostienen esta postura exegética. Otros de sus suscriptores, para
nombrar solo algunos, son: O. Palmer Robertson,[25] William Hendriksen,
[26]
Herman Bavinck,[27] e incluso (algo que causa cierta sorpresa) Loraine
Boettner,[28] el defensor del posmilenarismo.
¿Cuál es el punto? Que muchos amilenaristas creen de una forma o de
otra que Romanos 11 predice la futura conversión de judíos étnicos. Por
tanto, ¿no parece un poco inadecuado e impropio decir que esta postura
sostiene la teología del reemplazo o que es suplantacionista? Sin embargo,
MacArthur repetidamente acusa a los amilenaristas de decir que Dios ha
dejado a un lado Sus promesas a Israel por la incredulidad de este último.
He puesto en cursiva las declaraciones más relevantes en la siguiente cita:
Ahora bien, esto nos conduce a mi título: «¿Por qué todo calvinista
que se respete es premilenarista?». Ya es demasiado tarde para
Calvino, pero no lo es para el resto de ustedes [Risas del auditorio].
Y si Calvino estuviera aquí, se uniría a nuestro movimiento [Más
risas]. Pero, en resumidas cuentas, las personas más premilenaristas
de todo el planeta deberían ser los calvinistas, los que aman la
elección soberana. Dejemos el amilenarismo para los arminianos. Es
perfecto; es ideal; es cosa fácil. Dios no elige a nadie ni preserva a
nadie. Perfecto... los arminianos dan para estupendos amilenaristas.
Es consistente, pero no para quienes viven y respiran el enrarecido
aire de la gracia soberana de la elección. Eso no tiene ningún
sentido. Podemos dejar el amilenarismo para los teólogos del
proceso, o la gente del teísmo abierto que piensan que Dios se está
convirtiendo en lo que será, y que Él está mejorando porque cada
día que pasa obtiene más información; y a medida que obtiene más
información, está calculando si en realidad puede o no cumplir
algunas de las promesas que hizo sin tener que ajustarlas todas
basado en la falta de información {que Él tenía} cuando
originalmente las hizo. Dejemos el amilenarismo para los
carismáticos, y para los semipelagianos, y para otros como ellos que
entran y salen de la salvación a como dé lugar; tiene sentido para su
teología. Seguro, Israel pecó, apostató, mató al Hijo de Dios. Se
acabó. Israel está fuera y pierde el derecho a todo [cursivas
añadidas]. La Iglesia se queda con todo, si es que puede superar a
Israel. Hasta ahora no parece realmente esperanzador.
Pero, para aquellos de nosotros que comprendemos que Dios es
soberano y que es el único que puede determinar quiénes se salvarán
y cuándo se salvarán, y que Él es el único que los puede salvar, el
amilenarismo no tiene ningún sentido porque dice básicamente que
Israel, por sí mismo, perdió el derecho a todas las promesas
[cursivas añadidas]. ¿Piensan que, por ellos mismos, hubieran
podido hacer algo para garantizar recibirlas? ¿Qué tipo de teología
es esa? Eso es teología arminiana.
Esto no es lo que los amilenaristas enseñan en absoluto. Por el contrario,
enseñan que Dios sigue cumpliendo Sus promesas a Israel en la conversión
presente y futura de (al menos, un remanente de) israelitas étnicos. En
directa contradicción con las afirmaciones de MacArthur, ellos no enseñan
que esta conversión depende en última instancia de la fe de Israel, sino de
la gracia electiva de Dios. Por tanto, la diferencia entre MacArthur y el
amilenarismo no es si Dios cumple o no Sus promesas al Israel étnico;
mucho menos si las promesas de Dios al Israel étnico están condicionadas
o no, en última instancia, a una respuesta humana (por sí sola) a dichas
promesas.
Excurso:
¿Son
contemporáneos?
suplantacionistas
los
amilenaristas
Uno de mis correspondientes señaló varias citas del libro {trad. no oficial}
Continuidad y discontinuidad que parecían indicar que los amilenaristas
contemporáneos habían abrazado la teología del reemplazo. Este
correspondiente señaló que el amilenarista Marten Woudstra había escrito
lo siguiente al final de su análisis acerca de la relación entre Israel y la
Iglesia:
La pregunta que si es más apropiado o no hablar de un reemplazo de
los judíos por la Iglesia cristiana, o {si es más apropiado o no
hablar} de una extensión (continuación) del pueblo
antiguotestamentario de Dios hacia el {pueblo} de la Iglesia
neotestamentaria, se contesta de varias maneras. Algunos prefieren
pensar en términos de crecimiento de la Iglesia a partir del Israel
antiguotestamentario. Hay justificación bíblica para esto. Pero
también es cierto que Jesús dice que el dueño de la viña (por «viña»
entiéndase el Israel antiguotestamentario) arrendará Su viña a otros
labradores (Mat. 21:41). Esto muestra que junto con la continuidad
hay discontinuidad con respecto al Israel antiguotestamentario.[29]
Y {también señaló} que el amilenarista Bruce Waltke había escrito más
adelante en el mismo libro:
Así como el lado anverso de la moneda neotestamentaria lleva la
impronta indeleble de que ningún pasaje claro enseña la
restauración del Israel nacional, así también su reverso tiene
impreso el hecho innegable de que el Israel nacional y su ley han
sido reemplazados permanentemente por la Iglesia y el Nuevo
Pacto. Sin torcer Mateo 15:13 ni Marcos 12:1‑9, nuestro Señor
anunció en estos pasajes que la nación judía ya no tiene lugar como
el pueblo especial de Dios; ese lugar ha sido tomado por la
comunidad cristiana, la cual cumple el propósito de Dios en lugar de
Israel.[30]
El correspondiente afirmó que a menudo encontraba el lenguaje del
«reemplazo» en los escritos de los amilenaristas. También citó el libro de
Hans K. LaRondelle, titulado {trad. no oficial} El Israel de Dios en la
profecía: Principios de interpretación profética:
Esta solemne decisión [en Mat. 21:43] implica que Israel ya no
sería el pueblo de Dios, y que sería reemplazado por un pueblo que
aceptaría al Mesías y Su mensaje acerca del reino de Dios [...] En
resumen, Su Iglesia [...] reemplazaría la nación que rechazó al
Cristo.[31]
Este correspondiente concluyó diciendo que él reconocía que no todos los
amilenaristas caían en la categoría de suplantacionistas, pero que muchos
ciertamente sí podían ser clasificados como tal.
Otro correspondiente respondió diciendo que parte del problema con el
término suplantacionismo era que no distinguía entre el Israel corporativo
y los israelitas individuales. Argumentó que el Israel corporativo como la
encarnación del reino de Dios claramente había sido reemplazado por la
Iglesia: «Por eso os digo que el reino de Dios os será quitado y será dado a
una nación que produzca sus frutos» (Mat. 21:43). La Iglesia como
entidad corporativa se convirtió en la nación santa del Nuevo Pacto que
reemplaza a Israel (1 Ped. 2:9-10). Continuó diciendo que dentro de esa
entidad corporativa de la Iglesia encontramos tanto a judíos como a
gentiles en abundancia. Por lo tanto, Dios está cumpliendo Su promesa «al
remanente» y que, de esta manera, «todo Israel» está siendo salvado. El
error dispensacionalista consiste en que requiere una futura restauración
corporativa de Israel como el único pueblo de Dios.
Un correspondiente diferente respondió declarando que las citas
anteriores no establecían el punto contra el cual MacArthur argumentaba.
Comentó que, en cierto modo, parece que tiene lugar un tipo de reemplazo
y que los teólogos de la teología del pacto lo reconocen; pero que no
abrazan el tipo de separación que MacArthur tiene en mente. Para que
funcionen los argumentos de MacArthur ― afirmó— debe haber un
reemplazo casi completo de Israel con la Iglesia; y argumentó que esta
clase de separación no se encuentra en la teología del pacto. Opinó que la
continuidad por la que Woudstra y Waltke argumentan no es el abandono
de las promesas antiguas, sino el cumplimiento de estas. Comentó además
que, en un sistema de continuidad, la Iglesia solo reemplazaría a Israel
como una planta reemplaza la semilla. Waltke lo confirma. Es evidente
que el reemplazo de las promesas de Dios no es el reemplazo que Waltke
plantea. La suposición de que hay un reemplazo de las promesas de Dios
es la base sobre la cual MacArthur reclama que el amilenarismo encaja
mejor con el arminianismo. El argumento de MacArthur solamente tendrá
éxito si la Iglesia no es una continuación de Israel, sino un completo
reemplazo de este.
Mi respuesta a todo esto es la siguiente: estoy abierto a la idea de que
muchos amilenaristas pueden haber utilizado palabras como reemplazar y
suplantar de forma inadecuada, y también a la idea de que aún hoy
algunos lo hacen. No obstante, el uso de estas palabras no se corresponde
con los cargos de teología del reemplazo y suplantacionismo que presentan
las acusaciones hechas por los dispensacionalistas. De todos modos, quiero
decir que estoy definitivamente con aquellos mencionados por Woudstra,
quienes prefieren hablar de una continuación y reforma de Israel en lugar
de un simple reemplazo. El hecho es que el pasaje clave citado
anteriormente (Mat. 21:43), no está hablando de toda la nación judía de
forma absoluta, sino de la nación que estaba dirigida por su liderazgo judío
de aquel entonces. A menudo, en los relatos de los evangelios, las
referencias a «los judíos» son claramente referencias a este liderazgo.[32]
En el caso de Mateo 21:43, pienso que el punto central del lenguaje de
Jesús es que va a reemplazar el liderazgo judío existente con líderes
nombrados por Él mismo (es decir, Sus Apóstoles). El Israel reconstituido,
que comienza ― primero que todo— con el remanente de judíos étnicos
conforme a la elección por gracia, dará los frutos del reino bajo este nuevo
liderazgo. Aquí es donde radica el valor de la distinción entre el Israel
corporativo y los israelitas individuales.
CAPÍTULO SEIS
El Israel de Dios
P
ara nada debería ser una sorpresa cuando digo que una de las
diferencias claves entre MacArthur y los amilenaristas es nuestra
creencia que la Iglesia (para tomar prestado el muy debatido y ahora
famoso lenguaje de Gál. 6:16) es el «Israel de Dios». Más tarde,
preguntaremos si tal aseveración en verdad requiere una hermenéutica
«espiritualizadora» y si merece la acusación de espiritualizar o alegorizar
las Escrituras. Este asunto hermenéutico es una segunda diferencia
evidente que tenemos con MacArthur. Sin embargo, lo que está en
perspectiva aquí es que la Iglesia es el Israel de Dios, no la explicación de
ese hecho. En otras palabras, en este capítulo y los que le siguen
inmediatamente, afirmaré e intentaré probar lo que la mayoría de los
premilenaristas, amilenaristas y posmilenaristas han dado por supuesto
históricamente ― que la Iglesia es el Israel de Dios.
En mi libro de escatología, titulado con algo de audacia {título oficial}
El fin de los tiempos: Una explicación para todos,[33] gasté una cantidad
considerable de energía y derramé mucha tinta tratando de proveer un
tratamiento equilibrado de la relación que existe entre la Iglesia e Israel.
Me esforcé para mostrar tanto la unidad de la Iglesia e Israel como la
superioridad de la Iglesia sobre Israel. De manera similar, también intenté
cumplir las dos misiones mencionadas en el párrafo anterior:
(1) demostrar que la Iglesia es el Israel de Dios; y, (2) demostrar cómo
se puede decir eso sin afirmar que el Nuevo Testamento sostiene una
hermenéutica espiritualizadora. Finalmente, proporcioné un resumen de la
vasta evidencia neotestamentaria que afirma que la Iglesia es el Israel de
Dios. Como esa obra es accesible fácilmente, no voy a revisar y ampliar
todo ese material probatorio en nuestro presente análisis.
Más bien, deseo centrarme en algunos pasajes claves y proveer un
tratamiento algo más detallado de estos a la luz de las afirmaciones hechas
por MacArthur en su manifiesto. ¿Cuáles son las afirmaciones de
MacArthur? La siguiente cita las representa adecuadamente:
La Biblia llama a Dios «El Dios de Israel» más de 200 veces ― el
Dios de Israel. Hay más de 2000 referencias a Israel en la Escritura.
Ni una de estas significa otra cosa sino Israel. Ni una de estas,
incluyendo Romanos 9:6 y Gálatas 6:16, que son los únicos dos
pasajes a los que acuden los amilenaristas para intentar
convencernos de que estos pasajes anulan los otros 2000. No hay
dificultad alguna en interpretar que estos últimos pasajes
simplemente se refieren a judíos que eran creyentes ― «el Israel de
Dios». «Israel» siempre significa Israel; nunca significa otra cosa
sino Israel. Los setenta y tres usos neotestamentarios de «Israel»
siempre significan Israel.
Esta es una de esas escandalosas declaraciones que podrían usarse para
hacer que MacArthur parezca y suene ridículo. Realmente deseo evitar
hacerlo. Quiero darle el crédito a MacArthur por saber que nosotros en
realidad acudimos a «tropecientos millones» de pasajes para probar que la
Iglesia es el Israel de Dios ― no a dos solamente. No deseo tomar en
serio la falta de lógica que suena arminiana y que MacArthur parece usar
allí —«Todos» siempre significa todos y nunca significa otra cosa sino
todos. A esto, claro está, la respuesta apropiada es ― Pero, ¿qué significa
«todos»? MacArthur ciertamente suena igual, ¿verdad? ― «“Israel”
siempre significa Israel y nunca significa otra cosa sino Israel». A esto, la
respuesta apropiada es ― Pero, ¿qué significa «Israel»?
No le atribuyo semejante razonamiento a MacArthur ―aunque sería
fácil hacerlo. No obstante, semejantes declaraciones sí que son «carne
roja» para el premilenarista fiel y necesitan cocinarse un rato. He aquí lo
que pienso que él está diciendo ― si asamos caritativamente la «carne
roja» que encontramos allí. Lo resumiré en varias aseveraciones:
(1) Cada referencia bíblica a Israel es una referencia al Israel étnico o
nacional. (2) La aseveración de que la Iglesia es Israel es dudosa porque
es apoyada solo por dos pasajes. Por el contrario, una multitud de pasajes
claramente se refieren al Israel étnico. (3) Los dos pasajes que se usan
para apoyar la idea de que la Iglesia es el Israel de Dios pueden
interpretarse fácilmente en conformidad con todos los usos claros de
«Israel» como el Israel étnico o nacional.
Permítame hacer tres contraobservaciones breves en respuesta a estas
aseveraciones.
En primer lugar, MacArthur parece adoptar un tipo de hermenéutica de
gobierno por mayoría en su entendimiento del término «Israel». En otras
palabras, él insinúa que si la inmensa mayoría de los usos bíblicos de una
palabra tienen cierto significado, entonces tenemos que presuponer que
todos estos usos tienen que tener ese significado. Ahora bien, con toda
benevolencia, permítame decir que presupongo que MacArthur sabe más,
y que normalmente supera esto en su exégesis de la Escritura. No obstante,
se supone que su audiencia se percate que es dudoso en extremo o incluso
imposible que dos de las setenta y tres apariciones neotestamentarias de
«Israel» podrían tener un significado diferente al de los setenta y uno
restantes. Pero probemos esta implicación. Tome la palabra bíblica para
cielo. Usualmente se refiere al cielo físico donde las aves vuelan y donde
moran las estrellas. Sin embargo, una minoría de las veces, cielo se refiere
con claridad al cielo de Dios. De modo semejante, tome la palabra bíblica
seol como otro ejemplo. Usualmente se refiere a la sepultura o lo que está
físicamente abajo; pero, una minoría de las veces, se refiere claramente a
lo que llamamos «infierno». Tome también la palabra bíblica para muerte.
Usualmente, y casi exclusivamente, se refiere a la muerte física. No
obstante, en muy pocos casos (comparativamente), se refiere a la muerte
eterna (la segunda muerte en el lago de fuego ― Apo. 2:11), o a la
muerte espiritual (la depravación e incapacidad total en el pecado
― Efe. 2:1‑3). Finalmente, tome la palabra hebrea Elohim, que aparece
mucho más de 2200 veces en el Antiguo Testamento. Elohim casi siempre
se refiere al Dios verdadero o a los dioses falsos. No obstante, hay algunos
casos famosos en los cuales no significa ni puede significar «dios». Por el
contrario, en tales casos, tiene que significar un gobernante humano
(Sal. 82:6), o un ángel poderoso (Sal. 8:5). A la luz de esta realidad, no
debería haber nada de sorprendente en particular (por la manera en que la
Biblia usa las palabras) si descubriéramos que dos de los 73 usos de
«Israel» en el Nuevo Testamento pudieran referirse en realidad a la Iglesia.
[34]
Sin embargo, no sea que se me malentienda, permítame señalar lo que
es obvio. La postura de los amilenaristas no es que «Israel» siempre se
refiere a la Iglesia en el Nuevo Testamento. Concedemos que, de hecho, en
la inmensa mayoría de los casos sí se refiere al Israel étnico. Señalé en el
capítulo anterior que un gran número, y quizá una mayoría de los
amilenaristas y posmilenaristas, reconocen libremente una referencia al
Israel étnico en Romanos 11. Nuestra postura simplemente es (y solo
demanda) que hay buena y necesaria razón para pensar en un pequeño
número de casos en los que el término «Israel» tiene la connotación de la
Iglesia.
En segundo lugar, reconozco que Romanos 9:6 y especialmente
Gálatas 6:16 sí son los dos pasajes clásicos que ilustran este modo de
empleo del término «Israel». No son los únicos pasajes, pero son los dos
textos clásicos. No obstante, sostengo que hay varias cosas reflejadas en
otros usos bíblicos de «Israel» que apoyan la descripción de la Iglesia
como el nuevo y verdadero Israel de Dios.
Finalmente, el argumento de MacArthur ignora un hecho simple.
Quienes afirman la postura histórica de que la Iglesia es el Israel de Dios
defienden su punto de vista no solo por el uso de «Israel» en
Romanos 9:6 y Gálatas 6:16, sino también por el uso de los sinónimos
bíblicos de «Israel». Debería reconocerse (y la mayoría lo reconoce) que
los términos y frases como «simiente de Abraham», «circuncisión», el
único «olivo», y «judío» ― para nombrar solo unos pocos— son
sustancialmente sinónimos del término «Israel» o paralelos a este. Si a la
Iglesia se le llama la «simiente de Abraham», es descrita como «la
verdadera circuncisión», es explicada como el único «olivo», y se hace
referencia a esta como los verdaderos «judíos», parece visiblemente
absurdo sostener que esto es insignificante para el presente debate.
Simplemente está mal que MacArthur ignore el uso de los sinónimos
bíblicos de «Israel» cuando la mayor parte de la defensa de sus oponentes
se basa precisamente en el uso de tales sinónimos. Además, semejante
indiferencia representa mal la verdadera amplitud de la evidencia bíblica
que está a favor de ver la Iglesia como el Israel de Dios.
CAPÍTULO SIETE
Gálatas 6:16
M
ientras leo el debate entre los dispensacionalistas y quienes ellos
llaman suplantacionistas, enfrento una sensación casi de
desesperanza para publicar el verdadero significado de Gálatas 6:16. La
causa de esta desesperación incipiente no es que piense que el texto no es
claro. Ha sido indiscutiblemente claro para mí desde que me topé con él en
la universidad mientras reexaminaba el dispensacionalismo en el cual
había sido criado desde niño. Mi «desesperación» se debe más bien a la
creatividad con la que los dispensacionalistas han defendido tercamente la
idea de que la frase «Israel de Dios» en el texto no puede referirse a la
Iglesia.
¿Qué, pues, puedo añadir a los volúmenes que ya se han escrito sobre
este texto en contra del dispensacionalismo? Quizá nada; pero, escrito está:
«La exposición de tus palabras imparte luz» {Sal. 119:130}. Entonces,
permítame volver a intentar dejar claro a mis hermanos dispensacionalistas
que el Israel de Dios es y tiene que ser una referencia a la Iglesia de Cristo.
Dos cosas pueden ayudarme en esta tarea.
En primer lugar, deseo evitar atacar un espantapájaros. Mucho de lo que
ya he escrito acerca del manifiesto milenarista de MacArthur ha sido una
objeción ampliada, y espero que amable y respetuosa, en contra de esto
mismo {atacar espantapájaros} en el mensaje de MacArthur. Él ha
demolido exitosamente un espantapájaros en su mensaje. Sin embargo, no
ha demolido la verdadera postura amilenarista. No deseo que se me culpe
de lo mismo. Por lo tanto, permítame citar del sitio web de alguien que
pienso representa la postura de MacArthur y el Master’s Seminary.
Michael J. Vlach es profesor de teología en el Master’s Seminary en
Sun Valley, California. Es también fundador y presidente de
< TheologicalStudies.org > , un sitio web de avanzada dedicado a proveer
artículos, noticias e información de calidad relacionados con la teología
cristiana. Vlach trata específicamente con el problema de Gálatas 6:16 en
su sitio web:
Gálatas 6:16 ― Pablo se está refiriendo a los judíos cristianos en
su mención del «Israel de Dios». Él reprendió duramente a los
judaizantes quienes decían que la circuncisión era necesaria para la
salvación, pero reconoce a aquellos judíos en Galacia que no habían
seguido a los judaizantes en su error. Estos judíos cristianos son el
verdadero «Israel de Dios». Ronald E. Diprose: «Gálatas 6:16 es
un fundamento insuficiente para basar un concepto teológico
innovador como es entender que la Iglesia es el nuevo y/o
verdadero Israel».[35]
Esta cita es significativa porque Vlach, al igual que MacArthur, cita a
Ronald Diprose para apoyar su llamada «postura antisuplantacionista».
Recuerde lo que MacArthur dijo en su mensaje:
Para su lectura, sugiero {trad. no oficial} Israel y la Iglesia[36] por
Ronald Diprose. Debemos tener algunas copias en la librería. La
primera vez que se publicó estaba en italiano. Era una disertación
doctoral. No tiene conexión alguna con el dispensacionalismo
tradicional. Es una obra realmente buena sobre la teología del
reemplazo.
La asociación de Vlach con The Master’s Seminary y la cita de Diprose
provee muchísima razón para pensar que Vlach está representando la
postura de MacArthur respecto a Gálatas 6:16. De todos modos,
realmente no hay ninguna otra postura que alguien que defienda la
perspectiva de Vlach pudiera adoptar referente a este pasaje. Por tanto,
espero que al citar la exégesis de Vlach y Diprose evite atacar un
espantapájaros.
La segunda ayuda a la que apelaré para progresar en definir «Israel de
Dios» es el contexto del pasaje en cuestión. Me apego (y espero que cada
uno de los involucrados en este debate se apegue) a la idea de que el
verdadero significado de una palabra, frase u oración es su significado
dentro de su contexto. En este sentido, el contexto es el rey en la
interpretación bíblica. El contexto es el que tiene que determinar, y sí que
determina, el significado específico de una palabra. Dentro del campo
semántico de un vocablo, el contexto es el que determina el matiz
específico que le atribuimos a una palabra o frase en cualquier caso. La
aplicación de este principio a Gálatas 6:16 es bastante sencilla en
realidad. Aunque reconocemos que «Israel» podría significar, y en algunos
contextos sí significa, la nación física o el pueblo étnico de Israel, la
pregunta es si este es su significado en Gálatas 6:16.[37] Por ejemplo,
reconocí en un capítulo anterior que el significado de «Israel» en
Romanos 11 es, de hecho, étnico o nacional. Sin embargo, la pregunta
sigue en pie ― si este es su significado allí en Gálatas 6:16. Mi respuesta
es ― absolutamente no.
En Gálatas 6:16, «Israel» no se refiere exclusivamente a los judíos
étnicos, sino a toda la Iglesia de Cristo.[38] El contexto es el que demanda
esta aseveración. Pero, permítame anticipar la objeción de Diprose citada
por Vlach. Diprose escribe: «Gálatas 6:16 es un fundamento insuficiente
para basar un concepto teológico innovador como es entender que la
Iglesia es el nuevo y/o verdadero Israel». Diprose considera que mi
entendimiento del «Israel de Dios» es innovador. MacArthur incluso dice
que solo Romanos 9:6 y el pasaje que estamos estudiando ahora son
citados como prueba de que esta frase es una referencia a la Iglesia. En el
resto del libro, mostraré que tal referencia no se basa solo en
Gálatas 6:16; ni en Romanos 9:6 solamente. Más bien, esta postura tiene
una base mucho más amplia tanto en los otros usos de «Israel» en el
Nuevo Testamento como en el hecho de que los diversos sinónimos de
«Israel» se usan para hacer referencia a la Iglesia. Por tanto, aunque
solamente examino el contexto inmediato de Gálatas 6:16 en mi siguiente
interpretación, estoy seguro de que esta contará con el respaldo del
contexto más amplio del Nuevo Testamento mismo.
Para empezar, permítame declarar mi método interpretativo para
Gálatas 6:16. La frase en cuestión, «Israel de Dios», aparece casi al final
de la carta en el versículo 16. Además, no parece haber nada significativo
para nuestro debate en el resto de la carta después del uso de esta frase. Por
lo tanto, mi estrategia para interpretar esta frase clave será leer
cuidadosamente la carta de atrás hacia delante. Al hacerlo así, veremos
cómo el contexto inmediato y distante de la carta arroja luz sobre lo que
Pablo quiere decir con «Israel de Dios».
Cuando utilizamos esta estrategia de leer la epístola de atrás hacia
delante, una sorprendente observación salta a la vista. En el contexto
inmediatamente precedente a Gálatas 6:16, Pablo está sosteniendo una
polémica en contra de quienes estaban obligando a los gálatas a
circuncidarse (Gál. 6:12). Pablo prosigue esta polémica afirmando que
quienes hacen esto no guardan la ley ellos mismos (Gál. 6:13). Él
entonces asevera que el verdadero gloriarse del cristiano es la crucifixión
de Cristo, no la circuncisión de su carne (Gál. 6:14). Después de esto,
Pablo enfáticamente declara que, en Jesucristo, ni la circuncisión ni la
incircuncisión importan, sino una nueva creación (Gál. 6:15). Ahora bien,
en este contexto, ¿acaso no sería sorprendente ― por no decir más— que
Pablo termine su polémica haciendo referencia a un subgrupo de cristianos
que se distinguen precisamente por su circuncisión? ― Piénselo. Pablo
acaba de decir que la circuncisión de nada vale en Cristo. Pero ahora,
según la interpretación dispensacionalista, en el mismísimo versículo
siguiente, Pablo supuestamente hace distinción entre cristianos judíos y
gentiles al otorgar exclusivamente a los cristianos judíos el título
honorífico de «Israel de Dios». Y lo hace solamente con base en la
circuncisión de estos últimos en contraste con la incircuncisión de los
cristianos gentiles. Esto sería algo sorprendente y, ciertamente, antinatural
en extremo en el actuar de Pablo ― especialmente en este contexto. Es
más, no debemos pasar por alto la relación paralela entre las frases «nueva
creación» e «Israel de Dios». La Iglesia es descrita como una nueva
creación.[39] Es la nueva creación ― no la circuncisión ni la incircuncisión
— lo que hace a un hombre ser miembro del Israel de Dios. Entonces,
hacer que la circuncisión física sea un requisito previo necesario para la
membresía en el Israel de Dios ignora el contexto más cercano.
Mientras continuamos leyendo la epístola cuidadosamente de atrás
hacia delante, Gálatas 5:1‑12 nos recuerda que la polémica en contra de
quienes practican la circuncisión está presente en toda la carta dirigida a
estas iglesias de mayoría gentil. Algunas declaraciones de muestra
tomadas del pasaje demostrarán este punto:
Gálatas 5:2 ― Mirad, yo, Pablo, os digo que si os dejáis
circuncidar, Cristo de nada os aprovechará.
Gálatas 5:3 ― Y otra vez testifico a todo hombre que se
circuncida, que está obligado a cumplir toda la ley.
Gálatas 5:6 ― Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la
incircuncisión significan nada, sino la fe que obra por amor.
Gálatas 5:11 ― Pero yo, hermanos, si todavía predico la
circuncisión, ¿por qué soy perseguido aún? En tal caso, el escándalo
de la cruz ha sido abolido.
¿Qué relevancia tienen estos versículos para Gálatas 6:16? En primer
lugar, note el paralelo entre 5:6 y 6:15. Una vez más, se asevera
enfáticamente la total insignificancia de la circuncisión física con respecto
a Cristo Jesús. Es la fe que obra por el amor, en vez de la circuncisión, la
que marca a los beneficiarios de las bendiciones del pacto de Dios en
Cristo. En segundo lugar, y notable también en el contexto de 5:1‑12, es el
rechazo positivo de Pablo a que se circuncidaran. Circuncidarse en el
contexto de Gálatas significa que Cristo de nada os aprovechará. Por
supuesto, en otros contextos, Pablo podría tomar a alguien como Timoteo
y circuncidarlo; pero, en el contexto gálata, esto era un asunto
completamente diferente. Y, arriesgándome a señalar aquello que es obvio,
Gálatas 6:16 no está en otro contexto. Por lo tanto, en este contexto,
atribuir exclusivamente la frase «Israel de Dios» a los cristianos judíos es
insinuar que solo la circuncisión haría a un cristiano miembro del Israel de
Dios. De nuevo, esto es contrario a toda la idea central del argumento de
Pablo.
En realidad, hay solo dos posibilidades disponibles para la postura
dispensacionalista. O es significativo ser miembro del Israel de Dios, o no
lo es. Si es insignificante, ¿por qué Pablo se molesta en mencionarlo? ¿Por
qué Pablo confiere un título tan honorífico a los cristianos judíos en
contraste con los cristianos gentiles si tal membresía es insignificante? Por
otro lado, si es significativo formar parte del Israel de Dios, nos quedamos
con una conclusión sorprendente. Justo al final de su carta, Pablo
implícitamente estaría promoviendo la circuncisión física. Pues, en la
interpretación dispensacionalista, uno no puede ser miembro del Israel de
Dios sin la circuncisión. Es imposible pensar que Pablo haría esto
precisamente en la Epístola a los Gálatas.
Mientras continuamos leyendo Gálatas cuidadosamente de atrás hacia
delante, nos encontramos con 4:21‑31. Como resultado, tropezamos con
más problemas aún para la interpretación dispensacionalista. En
Gálatas 4:28, Pablo describe a los gálatas gentiles como «hijos de la
promesa» (un hecho bastante significativo para la interpretación de
Romanos 9:6, como se verá). Él también deja claro la naturaleza de la
promesa. Esta es la promesa del pacto para la Jerusalén de arriba, la cual es
libre y madre de todos los cristianos incluyendo a los gálatas que eran
gentiles (Gál. 4:25-26). Ahora bien, no forma parte de nuestro propósito
debatir la naturaleza de la hermenéutica de Pablo en este punto. Sin
embargo, hay algo que claramente viene al caso. Excluir a los cristianos
gentiles del Israel de Dios en 6:16 es paralelo a excluirlos de ser hijos de la
promesa en 4:28. De hecho, los dispensacionalistas hacen exactamente lo
mismo en Romanos 9:6. No obstante, Pablo lo deja claro como el agua en
este texto. Es imposible evitar la conclusión de que los cristianos gentiles
son merecedores de la descripción de «hijos de la promesa» e hijos de la
verdadera Jerusalén. La clase de distinción que el dispensacionalismo
atribuye a la frase «Israel de Dios» es totalmente ajena a Pablo.
Yendo más allá, nuestro viaje de atrás hacia delante a través de Gálatas
nos lleva a 3:29. Con este texto, encontramos la aseveración de que todos
los que son de Cristo, linaje de Abraham son. En este contexto, Pablo
enfatiza que las distinciones entre judío y griego son insignificantes con
respecto a este asunto (3:28). No puede haber duda (y, ciertamente,
muchos dispensacionalistas no niegan) que la simiente de Abraham
incluye a todos los cristianos. Esto puede no parecerles inconsistente o
extraño, pero a nosotros sí. ¿Realmente tenemos que decir que los
cristianos gentiles no son parte del Israel de Dios, pero sí son del linaje de
Abraham? ¿En qué extraña distinción dispensacionalista entre Abraham e
Israel se basa semejante contraste? Más allá encontramos una aseveración
similar en Gálatas 3:7, donde los cristianos gentiles son llamados «hijos
de Abraham». Otra vez preguntamos: ¿Sobre qué base tenemos que
interpretar una frase como «Israel de Dios» con literalidad estricta e
inflexible? Sin embargo, hemos de creer que no debemos interpretar frases
como «hijos de Abraham» o «simiente de Abraham» con una
hermenéutica literalista similar. Esto es aún más inexplicable y arbitrario a
la luz de la constante equivalencia en el Antiguo Testamento entre la
simiente de Abraham, la simiente de Isaac y el Israel nacional. Además,
permítame añadir que los primeros dos capítulos de Gálatas son
consistentes con todo esto también. Pues, en los primeros dos capítulos
vemos el inicio de la polémica de Pablo en contra de los que practican la
circuncisión.
A la luz del contexto de Gálatas 6:16 en la carta, considerada en su
totalidad, hay motivos más que suficientes para rechazar el entendimiento
dispensacionalista de la frase «Israel de Dios». En cambio, deberíamos
considerar que es semánticamente paralela a «hijos de Abraham», «linaje
de Abraham», «hijos de la promesa» y ser hijos de la Jerusalén de arriba.
En ninguna de estas frases se pone en duda que los cristianos gentiles están
incluidos. No debe haber tal duda acerca del Israel de Dios en
Gálatas 6:16. La única razón por la que MacArthur y sus hermanos
dispensacionalistas excluyen a los gentiles del Israel de Dios en 6:16 es las
restricciones doctrinales del sistema dispensacionalista ― no las
restricciones exegéticas de la Escritura. Toda la carta es una polémica en
contra de los judaizantes, quienes insistían en la necesidad de la
circuncisión física para el cristianismo auténtico y la verdadera membresía
en el pueblo de Dios. Por lo tanto, cuando los dispensacionalistas
argumentan que la circuncisión física es necesaria para la membresía en el
Israel de Dios no están en sintonía con el argumento de la epístola entera.
Excurso: Del significado de «kai» en la frase «y [kai] sobre el
Israel de Dios» en Gálatas 6:16
Hay dos formas posibles (en teoría) de entender la frase en cuestión. En
primer lugar, puede traducirse: «...y sobre el Israel de Dios». Esta
traducción sugiere y apoya el entendimiento dispensacionalista del texto.
Apoya la afirmación de que hay dos grupos distintos a los que Pablo da su
bendición: (1) los que anden conforme a esta regla y (2) el Israel de
Dios. Esta traducción distingue así entre el Israel de Dios (grupo 2) y los
que anden conforme a la regla (grupo 1). La segunda traducción posible
de la frase dice: «...para ser específico, sobre el Israel de Dios». Esta
traducción de «kai» no hace distinción entre el Israel de Dios y los que
anden conforme a la regla; por el contrario, identifica el Israel de Dios con
los que anden conforme a la regla. Por tanto, esta {última} traducción
apoya la idea de que un solo grupo está en mente ― la Iglesia cristiana
identificada allí como el Israel de Dios.
Como comenté anteriormente, presupuse desde un inicio que no habría
disputa alguna acerca de este segundo significado de «kai» y la legitimidad
de mi entendimiento del texto. Pensé que todos, aunque no estuvieran de
acuerdo necesariamente con mi interpretación, reconocerían que «kai»
podía entenderse de este modo sin ser inconsistentes con su significado y
uso en el Nuevo Testamento. En otras palabras, pensé que todos
concederían que el significado de la conjunción griega «kai» era lo
suficientemente amplio como para admitir sin lugar a dudas que esta frase
podría traducirse: «...para ser específico, sobre el Israel de Dios».
Sinceramente, no pensé que alguien pudiera retar la plausibilidad de una
fuerza aposicional o epexegética de «kai» en esta frase. Esto ocasionó un
debate tan prolongado acerca del tema entre mis correspondientes que fui
convencido de la importancia de un excurso sobre el significado de «kai»
en Gálatas 6:16.
En este excurso me propongo hacer dos cosas. En primer lugar, mostrar
que el significado epexegético o aposicional de «kai» en esta frase no es
socavado porque tal uso de «kai» sea relativamente raro. En segundo
lugar, demostrar que el significado interno del texto en el que aparece la
frase (Gál. 6:16) exige que interpretemos «kai» con una fuerza
epexegética o aposicional.
Para comenzar, permítame mostrar cómo el significado epexegético o
aposicional de «kai» en esta frase no es socavado porque tal uso de «kai»
sea relativamente raro. Uno de mis correspondientes cuestionó mi exégesis
de «kai» en Gálatas 6:16 asegurando que yo estaba presuponiendo «un
uso extremadamente raro de la conjunción griega “kai”». Estaba bastante
sorprendido por esa aseveración, como también lo estaban varios otros
correspondientes. He aquí mi respuesta: aunque el uso epexegético o
aposicional de «kai» es relativamente raro (no extremadamente raro como
mi correspondiente sugirió), aun así, está bien certificado en los
diccionarios comunes. El diccionario estándar {trad. no oficial} Léxico
griego–inglés del Nuevo Testamento y otra literatura de los primeros
cristianos[40] presenta una lista de los significados de «kai» dividida en dos
grupos de acepciones. Ambos grupos incluyen, como una definición
común, un significado que sustenta la interpretación que le he dado a la
frase en cuestión.[41] El primer grupo de acepciones incluye y sustenta una
subacepción con función explicativa {conjunción explicativa}, y comenta:
«una palabra o cláusula está conectada mediante «kai» a otra palabra o
cláusula con el fin de explicar lo que va antes»; y presentan los diferentes
significados de «kai» según esta subacepción: «and so {entonces}», «that
is {es decir}» y «namely {a saber}». Un posible significado según el
enfoque del pacto para Gálatas 6:16 es: «...a saber o es decir, sobre el
Israel de Dios». En el segundo grupo de acepciones incluyen la
subacepción con función especificativa «even {para ser específico}». Este
uso de «kai» también es consistente con la interpretación pactual y se
puede traducir como: «...para ser específico, sobre el Israel de Dios». Por
lo tanto, creo que la objeción (que el uso que presupongo es
extremadamente raro) representa mal los hechos del caso. Este uso puede
ser infrecuente e incluso en algún sentido raro en comparación con el
resto, pero está bien certificado. La descripción «extremadamente raro»
socava esta realidad. En mi opinión, quien desapruebe la interpretación
pactual de Gálatas 6:16 con base en dicha objeción, en realidad está
dejando que la falsa «hermenéutica de gobierno por mayoría» controle su
exégesis. Como mencioné anteriormente, los significados de ángel o
gobernante humano para «elohim» (que casi siempre quiere decir Dios o
dios) pueden ser mucho más raros, si nos guiamos por puros porcentajes,
que los usos explicativos y especificativos de «kai»; y es incuestionable
que, en algunos pasajes, elohim no puede significar Dios (Sal. 8:5; 82:6).
[42]
En segundo lugar, permítame demostrar que el significado interno de
Gálatas 6:16 demanda que interpretemos «kai» con una fuerza
epexegética o aposicional. Ahora le pido al lector que note la aparición de
la palabra ὅσος , que significa tantos como, todos ― ni más ni menos—,
todos aquellos que, todos los que, en la frase en griego: ὅσοι τῷ κανόνι
τούτῳ στοιχήσουσιν (lit. «todos los que anden conforme a esta regla»). Su
aparición sugiere la explicación aposicional o epexegética. Si Pablo ya ha
deseado que todos los que anden conforme a esta regla tengan paz y
misericordia, ¿por qué es necesario añadir un grupo adicional que ya está
incluido en la bendición inicial? Tiene más sentido pensar que Pablo está
aclarando que quienes anden conforme a esta regla son el Israel de Dios.
Permítame ampliar y aclarar lo que acabo de escribir. Estoy afirmando
que la gramática interna de Gálatas 6:16 exige, o al menos sugiere con
fuerza, el significado de a saber o para ser específico para «kai». Ambas
lecturas del texto («y sobre el Israel de Dios» o «para ser específico, sobre
el Israel de Dios») son perfectamente legítimas desde un punto de vista
gramatical. En otras palabras, ambas (en teoría) son lecturas posibles de
este versículo en griego. Pero, hay un indicio interno en el texto mismo
que apunta a que la perspectiva del pacto es la correcta. La primera parte
del texto contiene una palabra griega que no es traducida con claridad en la
NASB,[43] y significa todos los que. Si tiene una KJV[44], una NKJV[45] o
una ESV,[46] verá esta palabra traducida más claramente. Por ejemplo, la
KJV antigua dice: «And as many as walk according to this rule, peace be
on them, and mercy, and upon the Israel of God» {«Y a todos los que
anden conforme a esta regla, paz sea sobre ellos, y misericordia, y sobre el
Israel de Dios»}. Y, ¿por qué esto es importante? Bueno, si Pablo ya ha
dado la bendición a todos los que anden conforme a esta regla, entonces,
¿por qué necesita decir ― como la interpretación dispensacionalista le
hace decir— «y también sobre el Israel de Dios»? En otras palabras, esta
interpretación hace superfluas las últimas palabras del texto. Los judíos
cristianos ya andaban conforme a la regla como cristianos verdaderos. Por
tanto, no es necesario añadir «también sobre el Israel de Dios».
Después de tratar con esta consideración de Gálatas 6:16 y entrar en
debate con la correspondencia al respecto, me resultó grato descubrir que
O. Palmer Robertson estaba de acuerdo con la postura de que la
gramática del texto realmente apoya y exige el significado epexegético de
«kai» que aquí se defiende. Robertson comenta:
La única explicación para la frase de Pablo, «el Israel de Dios», que
satisface tanto el contexto como la gramática del pasaje, también
comienza por entender la conjunción griega «kai» como epexegética
de «todos los que anden conforme a este canon».[47]
En conclusión, entonces, el significado epexegético no es solo admisible,
sino que es la opción más satisfactoria teniendo en cuenta el significado
interno del pasaje. Una vez más, el dispensacionalismo tiene que hacer una
distinción dentro del texto que el texto mismo no requiere.
CAPÍTULO OCHO
Romanos 9:6
E
n este análisis de Romanos 9:6, usaré las mismas dos estrategias que
mencioné con relación a Gálatas 6:16. En primer lugar, quiero evitar
atacar un espantapájaros. Luego, quiero asegurarme de tener por guía el
contexto en mi interpretación de este pasaje clave.
Para evitar atacar un espantapájaros, permítame citar de nuevo el sitio
web de Vlach como representativo de la postura de MacArthur:
Romanos 9:6 ― los judíos creyentes son el verdadero Israel
espiritual. Como afirman William Sanday y Arthur C. Headlam:
«Pero San Pablo no tiene allí la intención de distinguir un Israel
espiritual (o sea, la Iglesia Cristiana) del Israel según la carne, sino
manifestar que las promesas hechas a Israel podían cumplirse,
incluso si algunos de sus descendientes fueran excluidos de las
mismas. Lo que él afirma es que no todos los descendientes físicos
de Jacob son necesariamente herederos de las promesas Divinas que
están implícitas en el nombre sagrado Israel {cursivas añadidas}».
[48]
Este comentario es apoyado con la siguiente nota al pie:
William Sanday and Arthur C. Headlam, The Epistle to the Romans
{trad. no oficial: La Epístola a los Romanos}, ICC (New York:
Charles Scribner’s Sons, 1923), 240. Véase también Douglas Moo,
The Epistle to the Romans {título oficial: Comentario a la Epístola
de Romanos}, NICNT (Grand Rapids: Eerdmans, 1996), 574. En
cuanto a Rom. 9:6, Gutbrod escribe: «No se nos dice allí que los
cristianos gentiles son el verdadero Israel. La distinción en
Rom. 9:6 no va más allá de lo que se presupone en Jua. 1:47...».
Walter Gutbrod, «’Israhl, k. t. l.», en Theological Dictionary of
the New Testament {trad. no oficial: Diccionario teológico del
Nuevo Testamento}, vol. 3, ed. Gerhard Kittel (Grand Rapids:
Eerdmans, 1965), 387 [letra negrita añadida].[49]
Al igual que con Gálatas 6:16, vemos de nuevo la exclusión intencional de
los gentiles del Israel de Dios.
A continuación, al usar el contexto para entender este pasaje clave,
debo hacer cuatro observaciones acerca de la declaración de
Romanos 9:6. Para lograr este objetivo, veremos lo que denominaré el
contexto inmediato, el contexto cercano, el contexto distante en Romanos
y el contexto más amplio del Nuevo Testamento de este pasaje. Entonces,
para comenzar, permítame citar este pasaje {Rom. 9} con algo de su
contexto inmediato:
(1)
Digo la verdad en Cristo, no miento, dándome testimonio mi
conciencia en el Espíritu Santo, (2)de que tengo gran tristeza y
continuo dolor en mi corazón. (3)Porque desearía yo mismo ser
anatema, [separado] de Cristo por amor a mis hermanos, mis
parientes según la carne, (4)que son israelitas, a quienes pertenece la
adopción como hijos, y la gloria, los pactos, la promulgación de la
ley, el culto en el templo[50] y las promesas, (5)de quienes son los
patriarcas, y de quienes, según la carne, procede el Cristo, el cual
está sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén. (6)Pero
no [es] que la palabra de Dios haya fallado. Porque no todos los
[descendientes] de Israel son Israel; (7)ni son todos hijos por ser
descendientes de Abraham, sino que POR ISAAC SERA
LLAMADA TU DESCENDENCIA. (8)Esto es, no son los hijos de
la carne los que son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa
son considerados como descendientes.
El contexto inmediato
El punto de Pablo en este pasaje es claro. Está explicando un obstáculo
para la aceptación del evangelio de Cristo. El obstáculo en cuestión está
relacionado con el hecho de que la vasta mayoría del pueblo de Israel en el
Antiguo Pacto, a quienes fueron hechas las promesas, ha rechazado el
evangelio. ¿Cómo pudo ocurrir esto? ¿Cómo pudo ocurrir precisamente en
consonancia con la veracidad del evangelio?
Pablo sostiene una respuesta uniforme a este problema allí y a lo largo
de Romanos 9‑11. Desde el inicio de los tratos de Dios con la nación de
Israel, las promesas siempre han sido para el remanente creyente de la
nación judía, no para cada descendiente de Abraham o de Israel según la
carne. En el contexto inmediato, Pablo prueba esto con dos citas y
ejemplos del Antiguo Testamento: el contraste entre Isaac e Ismael y el
contraste entre Jacob y Esaú. Luego argumentará que su propio ejemplo
como creyente en el evangelio de Cristo y el relato de Elías en el Antiguo
Testamento prueban también que Dios no ha abandonado Sus promesas a
Israel. Al contrario, Él las está cumpliendo con el remanente elegido
(Rom. 11:1‑6).
Por lo tanto, hay que reconocer que el objetivo principal de Pablo allí
no es probar que ahora los gentiles están incluidos en el Israel de Dios.
Hasta este punto, Vlach y MacArthur están en lo correcto. El objetivo
principal de Pablo no es probar que los cristianos gentiles son parte del
Israel de Dios, sino más bien que hay un remanente entre los israelitas
étnicos en quienes se cumple la promesa de Dios. Sin embargo, esto para
nada es lo mismo que probar que la inclusión de cristianos gentiles en el
Israel de Dios no es una implicación allí. Aunque algo puede no ser el
objetivo principal de una declaración dada, aun así, puede estar implícito.
Hay dos cosas en el contexto inmediato que realmente proveen un
fundamento para tal implicación. La primera es que hay claramente un
énfasis en la elección personal hecha por Dios de Isaac y Jacob para
salvación (9:11‑13). Esto al menos abre la puerta a la idea de que los
gentiles elegidos para salvación están incluidos en el Israel de Dios. La
segunda es que, en el contexto inmediato, hay un énfasis en el nacimiento
sobrenatural de la verdadera simiente de Abraham (9:7‑9). No es la
capacidad según la carne, sino la poderosa promesa de Dios la que da a luz
la verdadera simiente de Abraham. Esto evoca una declaración similar en
Juan 1:11‑13
― (11)A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. (12)Pero a todos
los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios,
[para ser específico],[51] a los que creen en su nombre, (13)que no
nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad
del hombre, sino de Dios.
Los hijos de Dios son nacidos del Espíritu ― no de la carne—; y todos los
que {v. 12} reciben a Cristo, nacen de esta manera. Son hijos de Dios y
simiente verdadera de Abraham. Así que, tanto el énfasis en la elección
personal para salvación como un nacimiento sobrenatural crean un
fundamento por el que puede pensarse que los gentiles están incluidos en
el Israel de Dios.
El contexto cercano
Por contexto cercano me refiero a las declaraciones que más adelante en
Romanos 9 incluyen explícitamente a los gentiles en el pueblo de Dios.
Considere Romanos 9:23‑26
― (23)[Lo hizo] para dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los
vasos de misericordia, que de antemano El preparó para gloria, (24)
[para ser específico],[52] nosotros, a quienes también llamó, no sólo
de entre los judíos, sino también de entre los gentiles. (25)Como
también dice en Oseas: A LOS QUE NO ERAN MI PUEBLO,
LLAMARE: «PUEBLO MIO», Y A LA QUE NO ERA AMADA:
«AMADA [mía]». (26)Y ACONTECERA QUE EN EL LUGAR
DONDE LES FUE DICHO: «VOSOTROS NO SOIS MI
PUEBLO», ALLI SERAN LLAMADOS HIJOS DEL DIOS
VIVIENTE.
Este pasaje afirma que ahora los gentiles están incluidos en el pueblo de
Dios con los israelitas elegidos. Ahora bien, a los dispensacionalistas
contemporáneos les gusta decir que los gentiles tienen parte en las
bendiciones del pacto con Israel sin llegar a ser realmente parte de Israel.
Considere las declaraciones de Vlach sobre este tema:
Efesios 2:11‑22 demuestra que los gentiles que solían estar
alejados de Dios ahora han sido hechos cercanos a Dios por causa
de Cristo. Así que el estatus soteriológico de los gentiles creyentes
ha cambiado. Ahora tienen parte con Israel en los pactos y promesas
de Israel, pero no se convierten en Israel.
Romanos 11:17‑24 enfatiza que ahora los gentiles están
relacionados con las promesas de Dios. Así que hay una unidad
soteriológica entre judíos y gentiles creyentes; pero esto no indica
que ahora la Iglesia sea el verdadero Israel. Hay una diferencia entre
decir que los gentiles participan con Israel en los pactos de Israel y
reclamar que los gentiles creyentes se convierten en Israel. Los
gentiles son partícipes de los pactos; no sustitutos. Este pasaje no
descarta un papel futuro para el Israel nacional ni indica que ahora
la Iglesia es Israel.[53]
Romanos 9:23‑26 sugiere con fuerza que tales distinciones son falaces;
que ahora los gentiles elegidos están incluidos en lo que Oseas llama el
pueblo de Dios, y que son contados entre los hijos del Dios viviente. Los
gentiles elegidos no son un ayudante gentil para el pueblo de Dios. Ellos
mismos son parte del pueblo de Dios. El nombre de ese pueblo (entre
muchos otros nombres) es Israel.
El contexto distante en Romanos
Ahora hago referencia a las declaraciones de Romanos
confirman las conclusiones que acabo de mencionar:
2:25‑29 que
(25)
Pues ciertamente la circuncisión es de valor si tú practicas la ley,
pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión se ha vuelto
incircuncisión. (26)Por tanto, si el incircunciso cumple los requisitos
de la ley, ¿no se considerará su incircuncisión como circuncisión?
(27)
Y si el que es físicamente incircunciso guarda la ley, ¿no te
juzgará a ti, que aunque tienes la letra [de la ley] y eres
circuncidado, eres transgresor de la ley? (28)Porque no es judío el que
lo es exteriormente, ni la circuncisión es la externa, en la carne;
(29)
sino que es judío el que lo es interiormente, y la circuncisión es la
del corazón, por el Espíritu, no por la letra; la alabanza del cual no
procede de los hombres, sino de Dios.
A Pablo no le bastó decir meramente que la circuncisión física viene a ser
equivalente a la incircuncisión física si uno no practica la ley fielmente.
No, él va más allá. Lo contrario también es cierto. En el versículo 26,
Pablo pregunta si el incircunciso que guarda las ordenanzas de la ley no
será considerado como circuncidado. La respuesta que claramente se
presupone es «sí». Pablo entonces prosigue aseverando un punto de vista
que es idéntico al que encontramos repetidamente en Gálatas 6:16 y 5:6.
Hay una completa desestimación de la circuncisión física. La verdadera
circuncisión ― Pablo añade— y la verdadera judaicidad son por entero
una cuestión del corazón. Uno no es constituido tan solo un ayudante de la
verdadera circuncisión o de la nación judía al ser nacido del Espíritu. Uno
realmente es constituido parte de la verdadera circuncisión y de la nación
judía verdadera.
El contexto más amplio en el Nuevo Testamento
Regresamos ahora a Gálatas 4:28 y su contexto inmediato (Gál. 4:26‑29):
(26)
Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésta es nuestra madre.
Porque escrito está: REGOCIJATE, OH ESTERIL, LA QUE NO
CONCIBES; PRORRUMPE Y CLAMA, TU QUE NO TIENES
DOLORES DE PARTO, PORQUE MAS SON LOS HIJOS DE LA
DESOLADA, QUE DE LA QUE TIENE MARIDO. (28)Y vosotros,
hermanos, como Isaac, sois hijos de la promesa. (29)Pero así como
entonces el que [nació] según la carne persiguió al que nació según
el Espíritu, así también [sucede] ahora.
(27)
Gálatas 4:28, con un lenguaje casi idéntico al de Romanos 9:7,
identifica a los cristianos gálatas gentiles como «hijos de la promesa».
Tanto la palabra griega para «promesa» como la palabra griega para
«hijos» usadas en Romanos 9:7, se usan en Gálatas 4:28. En
Romanos 9:7, el verdadero Israel es identificado como los hijos de la
promesa. En Gálatas, tenemos entonces una refutación explícita de la idea
dispensacionalista de que los gentiles no son parte del verdadero Israel.
Este último está compuesto por los hijos de la promesa. Los hijos de la
promesa incluyen a los cristianos gentiles.
Conclusión
Considere el aprieto en el que estos textos ponen a Vlach, MacArthur y los
dispensacionalistas contemporáneos. Tienen que sostener que un lenguaje
como el de «hijos de la promesa», «pueblo mío», «hijos del Dios viviente»
y «la circuncisión» incluye, en cada caso, a los cristianos gentiles; pero
que el término «Israel» no los incluye. «Israel» es definido como «los hijos
de la promesa». Sin embargo, hemos de creer que ― a diferencia de la
frase «los hijos de la promesa»— «Israel» no incluye a los gentiles.
«Israel» y «la circuncisión» son sinónimos (Jer. 9:25‑26; Efe. 2:11‑12;
Flp. 3:5); pero, aunque «la verdadera circuncisión» incluye a los gentiles,
el término «Israel» no los incluye. «Israel» era el «hijo» de Dios. Aunque
la frase «hijos del Dios viviente» ahora incluye a los gentiles, el término
«Israel» no los incluye. Los gentiles son parte de «el pueblo de Dios», y
uno de los nombres del pueblo de Dios era «Israel». Sin embargo, aunque
la frase «el pueblo de Dios» incluye a los gentiles, el término «Israel» no
puede incluirlos, y no los incluye {según los dispensacionalistas}. Tales
distinciones ― para decirlo lo más cortésmente posible— son
imposibilidades exegéticas.
CAPÍTULO NUEVE
1 Corintios 10:18 y 12:2
E
n su mensaje, John MacArthur argumenta que los amilenaristas solo
tienen dos pasajes (además de Rom. 11:26) a los que apelar para
mostrar que la Iglesia es Israel. He argumentado que este enfoque ignora
los sinónimos de «Israel» usados en todo el Nuevo Testamento para
describir la Iglesia. También he argumentado que tanto Gálatas 6:16
como Romanos 9:6 afirman con mayor o menor explicitud que la Iglesia
es Israel. Ahora deseo ir más allá y argumentar que MacArthur también
ignora varios otros pasajes que dan indicios o realmente aseveran que la
Iglesia Cristiana es el Israel de Dios.
Antes de ir al pasaje principal y más explícito, deseo señalar dos pasajes
adicionales que, a la luz del resto del Nuevo Testamento, sugieren con
fuerza que la Iglesia es el Israel de Dios. Son pasajes que a menudo se
pasan por alto, pero cuyas implicaciones ― desde mi punto de vista— son
inequívocas. Uno de estos pasajes usa el término «Israel» y el otro usa el
término opuesto «gentiles». Ambos se encuentran en la primera epístola de
Pablo a los Corintios.
En primer lugar, examinemos 1 Corintios 10:18. La KJV provee una
traducción literal de este versículo: «Behold Israel after the flesh» {Mirad
a Israel según la carne}.[54] Debería notarse que esta traducción es mucho
más preferible que la de la NASB: «Look at the nation Israel» {Mirad a la
nación de Israel}, la cual disfraza y oscurece las palabras griegas que
deberían ser traducidas como «según la carne». La NIV[55] también
disfraza este lenguaje y dice: «Consider the people of Israel» {Consideren
al pueblo de Israel}.[56] La ASV[57] y la NKJV siguen la traducción más
literal de la KJV. ¿Por qué esto es tan importante? Los estudiantes de
Pablo reconocerán en la frase preposicional «según la carne» ― kata sarka
— el familiar contraste paulino entre lo que es según la carne y lo que es
según el Espíritu (véase, además, Rom. 1:3‑4; 2:28‑29; 7:5‑6, 14; 8:4, 5,
6, 9, 12‑13; 1 Cor. 3:1; Gál. 3:3; 4:29; 5:16, 17; 6:8; Flp. 3:3‑4; y
1 Tim. 3:1). ¿Qué significa esto? Cuando Pablo habla de «Israel según
la carne», da a entender directamente que hay un Israel según el Espíritu.
Como hemos visto, esta no puede ser una referencia a los judíos cristianos
meramente; tiene que ser una referencia a todos los que no son nacidos
según la carne, sino del Espíritu (Jua. 1:11‑13). En otras palabras, tiene
que ser una referencia a la Iglesia de Cristo. Por lo tanto, en
1 Corintios 10:18, tenemos un uso de «Israel» que implícitamente, pero
muy sugerentemente, se refiere a la Iglesia cristiana.
Hay que reconocer que el segundo pasaje que tengo en mente
(1 Corintios 12:2) no usa el término «Israel»; pero sí usa el antónimo de
(o lo opuesto a) «Israel» ― o sea, usa el término «gentiles». En todo el
Nuevo Testamento, Israel es frecuentemente contrastado con las naciones
gentiles. Sin embargo, de nuevo, las verdaderas implicaciones de
1 Corintios 12:2 son disfrazadas por las ― no útiles— paráfrasis del
lenguaje de dicho pasaje en algunas traducciones. La NASB dice lo
siguiente: «You know that when you were pagans, you were led astray to
the mute idols, however you were led» {Ustedes saben que cuando eran
paganos, eran extraviados en pos de los ídolos mudos, comoquiera que
fueran conducidos}. La NIV también sigue esta traducción en el punto
clave. Sin embargo, la ASV y la NKJV hacen una traducción más literal
del griego. La ASV traduce: «Ye know that when ye were Gentiles ye
were led away unto those dumb idols, howsoever ye might be led»
{Ustedes saben que cuando eran gentiles, eran descarriados en pos de esos
ídolos mudos, comoquiera que fueran conducidos}. Allí se usa la palabra
griega común para «gentiles».[58] No es necesario debatir si la traducción
(«paganos») destaca o no un aspecto del significado de la palabra original.
Solo necesitamos entender que no traducir «gentiles» allí hace que no
veamos la conexión entre este matiz y la actitud judía hacia quienes eran
«pecadores de entre los gentiles» (Gál. 2:15). Pero, el punto clave es que
Pablo coloca la gentilidad de ellos en el pasado y da a entender que ya no
son gentiles: «Sabéis que cuando erais paganos [gentiles], de una manera u
otra erais arrastrados hacia los ídolos mudos» (1 Cor. 12:2). Los
cristianos en Corinto ya no son gentiles. Según el lenguaje de este pasaje,
ni siquiera son cristianos gentiles. De hecho, no son gentiles en absoluto
desde una perspectiva importante. Son, en cambio, miembros del Nuevo
Israel de Dios.
Ahora bien, admito que es más probable que pasajes como
1 Corintios 10:18 y 12:2 animen a los amigos de mi postura más de lo
que convenzan a los oponentes de la misma de que la iglesia es el Israel de
Dios. No obstante, mi esperanza es que la sola acumulación de evidencia y
el sonido distintivo de la verdad en la Escritura puedan hacer su parte
resquebrajando los muros del entendimiento dispensacionalista de alguien.
Además, soy consciente de que probablemente los dispensacionalistas
respondan ― especialmente a mi uso de 1 Corintios 12:2— que ya no
hay solo dos tipos de personas en el mundo; que más bien hay tres. Como
prueba de ello, citarán 1 Corintios 10:32 ― «No seáis motivo de
tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios». Argumentarán
entonces que Pablo no está dando a entender que los que antes eran
gentiles ahora son israelitas, sino que ahora son un nuevo tipo de hombre
― «un solo hombre nuevo» {Efe. 2:15 [RVA–2015]}— conocido como
la Iglesia. Por ejemplo, Vlach argumenta: «Los gentiles creyentes no
pueden ser incorporados a Israel porque Pablo dice que ahora son parte de
una nueva estructura ― el nuevo hombre».[59] Desde un punto de vista,
esto es innegable. Por supuesto, la Iglesia está más allá de las antiguas
divisiones entre judíos étnicos y gentiles étnicos. Los amilenaristas no
niegan que el término «Israel» allí, y en muchas partes, se refiere al pueblo
étnico de Israel. Tampoco estamos diciendo que la Iglesia es el Antiguo
Israel. Lo que estamos diciendo es que la Iglesia es el Nuevo Israel y, en
este sentido, es un nuevo hombre o humanidad.
Sin embargo, no creo que el argumento de Vlach satisfaga realmente la
implicación de la declaración de Pablo en 1 Corintios 12:2, a saber, que
los creyentes corintios ya no eran gentiles. Vlach, MacArthur y otros
dispensacionalistas insisten en que la distinción israelita/gentil sigue
siendo importante incluso entre cristianos. Recuerde su interpretación del
«Israel de Dios» en Gálatas 6:16. No obstante, si ellos están en lo
correcto, Pablo no debió haber dicho que los creyentes corintios ya no eran
gentiles. Más bien, debía haber dicho que eran gentiles cristianos.
Tampoco creo que este enfoque explique en absoluto el contraste
implícito entre «Israel según la carne» e Israel según el Espíritu en
1 Corintios 10:18. El contraste entre la carne y el Espíritu en Pablo es
dual, no trino. Solo hay «Israel según la carne» e Israel según el Espíritu.
No hay un tercer grupo. En otras palabras, Israel según el Espíritu es ― y
tiene que ser— la Iglesia de Dios, a la cual no hemos de serle motivo de
tropiezo (1 Cor. 10:32).
CAPÍTULO DIEZ
Efesios 2:12-19
H
e reconocido, y por este medio lo vuelvo a hacer, que
1 Corintios 10:18 y 12:2 insinúan sugerentemente, en vez de
declarar abierta y explícitamente, que la Iglesia es el «Nuevo Israel» de
Dios. No obstante, 1 Corintios 10:18 cuenta, al menos desde mi
perspectiva, como un uso más de «Israel» en referencia a la Iglesia. Sin
embargo, lo que es más importante, estoy convencido de que el argumento
de Vlach fracasa completamente cuando se aplica a Efesios 2:12‑19. Este
pasaje es el más explícito y crucial para evaluar la negación
dispensacionalista de que la Iglesia es el Israel de Dios.
El uso de «Israel» en Efesios 2:12 solo puede ser considerado como
una referencia explícita a la Iglesia. Sé que esto es una declaración fuerte.
Ahora tengo que sustentarla. Pero primero pienso que será útil citar el
pasaje comenzando desde el versículo 11:
(11)
Recordad, pues, que en otro tiempo vosotros los gentiles en la
carne, llamados incircuncisión por la tal llamada circuncisión, hecha
por manos en la carne, (12)[recordad] que en ese tiempo estabais
separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a
los pactos de la promesa, sin tener esperanza, y sin Dios en el
mundo. (13)Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo
estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo.
(14)
Porque El mismo es nuestra paz, quien de ambos [pueblos] hizo
uno, derribando la pared intermedia de separación, (15)aboliendo en
su carne la enemistad, la ley de [los] mandamientos [expresados] en
ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un nuevo hombre,
estableciendo [así] la paz, (16)y para reconciliar con Dios a los dos en
un cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la
enemistad. (17)Y VINO Y ANUNCIO PAZ A VOSOTROS QUE
ESTABAIS LEJOS, Y PAZ A LOS QUE ESTABAN CERCA;
(18)
porque por medio de El los unos y los otros tenemos nuestra
entrada al Padre en un mismo Espíritu. (19)Así pues, ya no sois
extraños ni extranjeros, sino que sois conciudadanos de los santos y
sois de la familia de Dios.
El versículo 11 comienza con varios comentarios acerca de la
circuncisión en la carne que no deben pasarse por alto en nuestro examen
del pasaje. Pablo describe a sus lectores en el versículo 11 como «gentiles
en la carne». Esta descripción es significativa en dos sentidos. En primer
lugar, es claro que Pablo en este pasaje se ocupa del contraste entre los
gentiles étnicos y el Israel étnico. En segundo lugar, esta frase insinúa con
fuerza que Pablo considera a los gentiles creyentes a quienes se está
dirigiendo como gentiles solo «en la carne». Es decir, la frase «en la
carne» sugiere que según (o en cuanto a) el Espíritu no eran gentiles, sino
judíos o israelitas (recuerde 1 Cor. 10:18 y 12:2). Esta sugerencia cobra
aún más fuerza por la manera en que Pablo enfatiza que los israelitas
étnicos incrédulos son solo llamados o denominados «circuncisión», del
mismo modo que ellos solo llaman o nombran a los gentiles creyentes
«incircuncisión». No hay razón alguna para andar en nimiedades con la
traducción de la frase «tal llamada» en el versículo 11. Eso es
precisamente lo que Pablo quiso decir. En otras palabras, el versículo
entero insinúa que juzgar la judaicidad o gentilidad de alguien por la
circuncisión física es un error. Además, por implicación, los gentiles
creyentes son la verdadera circuncisión (Flp. 3:3; Rom. 2:25‑29), y los
judíos incrédulos no pueden ser «la circuncisión» ni «Israel» en absoluto,
espiritualmente hablando.
Al pasar al versículo 12, encontramos la primera mitad de un contraste
temporal que concluye en el versículo 13. En el pasado, los gentiles
estaban separados o excluidos de cinco cosas que se mencionan en el
versículo 12: «...separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel,
extraños a los pactos de la promesa, sin tener esperanza, y sin Dios en el
mundo». Estaban sin Cristo, sin la ciudadanía de Israel, sin los pactos de la
promesa, sin esperanza y sin Dios. El versículo 13 expone la segunda
mitad de este contraste temporal. En este tiempo, los gentiles creyentes
han sido acercados a, o han sido hechos partícipes en, todas las cosas de
las que habían sido excluidos anteriormente: «Pero ahora en Cristo Jesús,
vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la
sangre de Cristo». No debería ser necesario decir, aunque con frecuencia
los dispensacionalistas lo pasan por alto, que la aseveración del
versículo 13 tiene que entenderse de acuerdo con el contexto establecido
por el versículo 12. En otras palabras, cuando el versículo 13 dice que
los gentiles creyentes han sido acercados, surge la pregunta: ¿acercados a
qué? Esta pregunta no puede ni debe ser contestada de la nada o según
nuestra imaginación. Tiene que ser contestada con base en el contexto.
Cuando es consultado, el contexto suple una respuesta obvia. Los gentiles
han sido acercados a todas las cosas de las que habían sido excluidos
anteriormente; y ¿cuáles son esas cosas? Según el versículo 12, habían
sido excluidos de Cristo, de la ciudadanía de Israel, de los pactos de la
promesa, de la esperanza, y de Dios. Espero que la significación
{importancia} de esta conclusión sea obvia. Por si no lo es, permítame
precisarla. Los gentiles han sido acercados a, o en otras palabras, han sido
hechos partícipes en «la ciudadanía de Israel». Ahora bien, si han sido
acercados a ― han sido hechos partícipes en— la ciudadanía de Israel,
esto quiere decir (a mí me resulta claro) que son israelitas. Así como los
estadounidenses son ciudadanos de los Estados Unidos, también los
israelitas son ciudadanos de Israel.
Pablo continúa edificando sobre esta unidad en los versículos 14‑18.
Note el énfasis en la nueva unidad entre los gentiles creyentes y los
israelitas creyentes. La pared intermedia ha sido derribada. En la Iglesia de
Cristo hay «un solo hombre nuevo» {Efe. 2:15 [RVA–2015]}. La única
carne de Cristo fue partida para reconciliarnos en la única cruz de Cristo.
En consecuencia, hay un solo cuerpo de Cristo.
La culminación del argumento de Pablo, que comenzó en el
versículo 12, se encuentra en el versículo 19. El lenguaje usado en el
versículo 19 hace recordar el lenguaje y los conceptos en el versículo 12
que se refieren a la ciudadanía de Israel. La principal reminiscencia se
encuentra en la frase «conciudadanos de los santos». ¿Cómo nos hace
recordar esta frase los elementos encontrados en el versículo 12? Note
que la frase «la ciudadanía de Israel» en el versículo 12 es τῆς πολιτείας
τοῦ Ἰσραὴλ en el texto griego. En el versículo 19, el elemento que sirve
de reminiscencia se hace notar en el uso de la misma raíz que se encuentra
en la palabra traducida como «ciudadanía» ( πολιτείας ). Esta raíz aparece
en la frase que es traducida como «conciudadanos»( συμπολῖται ) en el
versículo 19. Ahora bien, cuando Pablo dice que los creyentes gentiles
son conciudadanos con los santos, estos santos ― según el contexto— son
claramente santos judíos. Entonces, cuando Pablo dice que los gentiles
efesios son con–ciudadanos, presupone que son de la misma nacionalidad
{lit. ciudadanía} de los santos judíos. En otras palabras, son ciudadanos de
Israel. Por tanto, Pablo asevera directamente allí que los creyentes gentiles
son ciudadanos {lit. son de la ciudadanía} de Israel y ya no extranjeros. De
hecho, él usa dos palabras adicionales que afirman sólidamente esta nueva
realidad de una manera muy explícita. Dice que los creyentes gentiles ya
no son «extraños ni extranjeros». Estas palabras se refieren al estatus de
los gentiles que vivían en la tierra {en Israel}, pero no les era permitido
ingresar a la congregación (QAHAL) o ciudadanía de Israel. El término
«extraño» a menudo significaba alguien de afuera de la congregación de
Israel (Rut 2:10; Lam. 5:2; Efe. 2:12). La palabra «extranjero» se usaba
también con frecuencia de un modo similar (Éxo. 12:45; Lev. 22:10;
25:6, 45, 47; Núm. 35:15; Deu. 14:21; 2 Sam. 1:13). Entonces, los
creyentes gentiles son representados allí ingresando a la ciudadanía o
congregación (QAHAL) de Israel. Ya no ocupan el estatus de extraños y
extranjeros que están excluidos de la asamblea y la nación de Dios.
En resumen, me parece que estas son razones poderosas y convincentes
para reclamar que en Efesios 2:11‑19 hay evidencia explícita a favor de la
membresía de creyentes gentiles físicamente incircuncisos en el Nuevo
Israel de Dios. Sin embargo, parece que los intérpretes dispensacionalistas
tienen su propia opinión acerca de la enseñanza de este pasaje. No he visto
que los argumentos específicos que he presentado hayan sido tratados,
pero he visto comentarios de Efesios 2:11‑19 que manifiestan una
concientización de las dificultades que este pasaje representa para la
distinción dispensacionalista entre Israel y la Iglesia. Otra vez recurro a
Vlach para evitar tergiversar a los «antisuplantacionistas»:
Efesios 2:11‑22 demuestra que los gentiles que solían estar
alejados de Dios ahora han sido hechos cercanos a Dios por causa
de Cristo. Así que el estatus soteriológico de los gentiles creyentes
ha cambiado. Ahora tienen parte con Israel en los pactos y promesas
de Israel, pero no se convierten en Israel.
Los gentiles creyentes no pueden ser incorporados a Israel porque
Pablo dice que ahora son parte de una nueva estructura ― el nuevo
hombre.
Howard Taylor: «La lógica superficial ha seguido argumentando
que no hay más singularidad para el Israel judío y físico. Como se
dice que Cristo ha derribado la pared entre el judío y el gentil
[Efe. 2:11‑18], la elección de Israel se terminó. Pero esta no es la
lógica del Nuevo Testamento. Aunque hay un solo camino de
salvación tanto para el judío como para el gentil, el Nuevo
Testamento enseña que el pueblo judío todavía tiene un lugar único
en la resolución histórica de la redención del mundo hecha por Dios
en Cristo».[60]
Permítame repasar estos párrafos uno a uno. En el primero, Vlach admite
que este pasaje enseña un cambio de estatus soteriológico para los
creyentes gentiles. Ahora ellos participan con Israel en los pactos y
promesas de Israel. Sin embargo, él niega que en verdad ellos se
conviertan en Israel. Pero nuestro estudio del pasaje ha demostrado que
esta interpretación no está a la altura del contenido de estos versículos. En
primer lugar, el pasaje no solo enseña que los gentiles participan en los
pactos de Israel, sino que también participan en la ciudadanía de Israel.
Esta es la aseveración directa que hacen tanto los versículos 12‑13 como
el 19. De modo similar, tal membresía en Israel es la sugerencia
inmediata del versículo 11, donde se insinúa que los gentiles creyentes
cuentan como la verdadera circuncisión (cf. Flp. 3:3; Rom. 2:25‑29).
En otras palabras, insinúa directamente que los gentiles creyentes se
convierten en israelitas. En segundo lugar, el pasaje no admite el tipo de
distinción que el dispensacionalismo modificado asevera, a saber, que la
Iglesia tiene parte en las bendiciones de Israel sin tener parte en Israel
mismo. Como hemos visto, dentro de la Iglesia no hay distinción alguna
entre judíos y gentiles. De hecho, tal distinción es imposible. Por el
contrario, hay completa unidad entre ambos por el carácter de la obra
redentora de Cristo.
Pero esto nos lleva al segundo párrafo. Vlach argumenta allí que la
Iglesia no puede ser el Antiguo Israel porque la Iglesia es un nuevo
hombre. Sin embargo, esta declaración no hace mella. Los amilenaristas
no están argumentando que los gentiles creyentes se convierten en
ciudadanos del Antiguo Israel. Estamos afirmando que los gentiles
creyentes se convierten en ciudadanos de un Nuevo Israel. Pero no hay
contradicción lógica alguna entre la Iglesia como un Nuevo Israel y la
Iglesia como un Nuevo Hombre. De hecho, esto es exactamente lo que el
pasaje enseña. Hay un Nuevo Israel (reformado y expandido) constituido
por hombres nuevos. El Nuevo Hombre es un israelita espiritual. El Nuevo
Hombre es aquel que es incorporado en la (nueva, reformada y expandida)
ciudadanía de Israel por medio de la obra redentora de Aquel que es la
encarnación del Nuevo Israel, Jesucristo mismo.
Finalmente, citando a Taylor, Vlach argumenta en el tercer párrafo que
la Iglesia no puede ser Israel porque queda para este último un lugar
especial en el despliegue de la historia de la redención. En mis
comentarios anteriores también yo he reconocido que es así. Realmente, es
cierto que el evangelio es para el judío primeramente y también para el
griego (como dice Pablo en Romanos). Realmente, es cierto que el Israel
étnico tiene un lugar en el propósito de Dios. Romanos 11 predice que
Dios se comprometió a salvar un remanente de judíos creyentes de cada
generación. El Antiguo Israel ― el Israel étnico— ocupa un lugar
estratégico en los propósitos de Dios. Sin embargo, esto no quiere decir
que la Iglesia no sea el Nuevo Israel de Dios que está compuesto tanto por
el remanente de judíos creyentes como por los gentiles creyentes que son
injertados al único olivo de las promesas pactuales y del pueblo pactual de
Dios.
Para concluir, hay un lugar distinto para los israelitas étnicos antes de la
salvación; pero no lo hay para ellos después de esta. Las categorías
verdadera circuncisión, verdaderos judíos e Israel de Dios
― posconversión— incluyen a cada creyente en Cristo. Hay ciertamente
un elemento ausente en los tres párrafos de Vlach que no debe ser pasado
por alto. No se hace corolario alguno de la sólida exégesis que he hecho de
este pasaje. No se da explicación alguna al hecho de que el pasaje afirma
en varios lugares diferentes, y de manera explícita, que ahora los gentiles
creyentes son parte del Israel de Dios ― la ciudadanía de Israel.
CAPÍTULO ONCE
De lo doctrinal a lo hermenéutico
H
asta este punto, he tenido la audacia de afirmar que la Iglesia es
presentada en el Nuevo Testamento como el Israel de Dios, no solo
dos veces, sino muchas veces. MacArthur plantea un completo
malentendido y una total tergiversación de nuestra postura cuando asevera
que solo dos pasajes apoyan la idea de que la Iglesia es el Israel de Dios.
Gálatas 6:16 y Romanos 9:6 en verdad lo enseñan, pero algunos otros
pasajes donde se usa el término «Israel» también lo enseñan. De acuerdo,
la mayoría de los usos de «Israel» en el Nuevo Testamento son de carácter
étnico. No obstante, hay varios usos que claramente describen a la Iglesia
como el Nuevo Israel de Dios. Además, los sinónimos de Israel como:
«circuncisión», «judío», «simiente de Abraham», «hijos de Abraham» e
«hijos de la promesa», se utilizan en cada caso para referirse a la Iglesia de
Cristo. Permítame añadir también que la evidencia que he citado aquí es
«solo el comienzo de dolores» para la negación dispensacionalista de que
la Iglesia es Israel según el Espíritu. En mi libro {título oficial} El fin de
los tiempos: Una explicación para todos,[61] cité mucha más evidencia que
apoya la verdad de que la Iglesia es el Israel de Dios.
Sin embargo, en mi audacia «aún me haré más vil». Pues, ahora tengo
que afirmar y defender (por más increíble que pueda ser para los
dispensacionalistas) que concluir que la Iglesia es el Israel de Dios no tiene
por qué implicar una hermenéutica «espiritualizadora» o «alegórica». De
hecho, creo que puedo decir que Dios cumple literalmente todas Sus
promesas al Israel étnico, y que la adición de los gentiles convertidos al
Israel de Dios también es un cumplimiento literal del Antiguo Testamento.
Permítame repetir una vez más lo que he dicho anteriormente. La
diferencia entre MacArthur y el amilenarismo no es si Dios cumple o no
Sus promesas al Israel étnico; mucho menos si las promesas de Dios al
Israel étnico están condicionadas o no, en última instancia, a una respuesta
humana (por sí sola) a las mismas.
Esto no quiere decir que no hallan diferencias hermenéuticas
importantes entre MacArthur y nosotros. Sin embargo, por más
importantes que sean, estas diferencias no son del tipo que MacArthur y
sus aliados imaginan. Por lo tanto, en el próximo capítulo, vayamos
hermenéuticamente «con audacia a donde ningún hombre (o al menos
ningún dispensacionalista) ha ido antes».
CAPÍTULO DOCE
¿Quién es el espiritualizador?
M
ientras refrescaba mi memoria de lo que MacArthur tenía que decir
sobre la interpretación bíblica en su manifiesto, comencé a copiar y
pegar las partes del mensaje que tenían que ver directamente con este
tema. Descubrí que alrededor de un tercio de su mensaje estaba compuesto
de comentarios específicos relacionados con la hermenéutica. Queda claro
que MacArthur piensa que algo importante está ocurriendo en esta área.
Por
supuesto,
históricamente
hablando,
el
premilenarismo
dispensacionalista siempre ha enfatizado que la teoría interpretativa es una
de las grandes diferencias entre este y la teología del pacto. Para ser
específico, el dispensacionalismo ha reclamado sostener una interpretación
literal de la Biblia y que los amilenaristas, por el contrario, son
espiritualizadores.
MacArthur menciona y condena el método de interpretación
espiritualizador tres veces en su mensaje. Muchas más veces, aunque no
se menciona la misma palabra, está implícita la condena a espiritualizar.
Específicamente, MacArthur acusa a los «espiritualizadores» de arruinar la
perspicuidad o claridad de la Escritura. Cree que con este método de
interpretación el texto de la Escritura puede significar lo que el intérprete
quiera. En su opinión, este método representa prácticamente el fin de la
autoridad bíblica. He aquí sus palabras:
¿Es en realidad innecesario, incluso imposible, trabajar duro para
entender los pasajes proféticos porque requieren un conjunto de
interpretaciones espiritualizadas o alegorizadas que dice que la
verdad está de alguna manera escondida detrás del significado
normal de las palabras, de modo que cualquier idea de lo que podría
significar es tan buena como cualquier otra, ya que no significa lo
que dice?
Sin embargo, la idea de que el Nuevo Testamento es el punto de
partida para entender el Antiguo Testamento es exactamente de
donde viene el amilenarismo, viendo incorrectamente {el Nuevo
Testamento} en el Antiguo Testamento; y {así}, por supuesto,
dañan la perspicuidad o claridad del significado del Antiguo
Testamento en y de sí mismo. Semejante enfoque conduce a una
forma de espiritualización aún mayor que va más allá de los textos
proféticos inclusive, y da licencia para espiritualizar otras cosas, y
para ver incorrectamente principios cristianos neotestamentarios en
aquellos textos del Antiguo Testamento de donde no se derivan con
una interpretación legítima.[62]
Estas son acusaciones serias. Estaría realmente preocupado si pensara que
me involucran a mí o a mi entendimiento de la hermenéutica. Estaría
aterrado si yo fuera de los que creen en la espiritualización. Pienso que
quienes sostengan una hermenéutica tan alegórica o espiritualizada ― y
hay quienes sí lo hacen— deberían arrepentirse y presentar una exégesis
digna de arrepentimiento. Realmente está mal echar pañuelos textuales en
el sombrero de la interpretación y sacar mágicamente conejitos
hermenéuticos. Pienso que algunas personas que han sostenido algo
similar a mi escatología han hecho esto de forma ingenua o peligrosa.
Permítame decir simplemente que creo que están equivocados y que, en
algunos casos, están terriblemente desorientados.[63]
«Pero yo y mi casa, serviremos al Señor», y no adoptaremos ni
defenderemos la espiritualización. Puesto que esta es mi postura, y creo
que es la postura de la mayoría de los intérpretes reformados hoy, siempre
me ha parecido que el supuesto abismo hermenéutico entre el
dispensacionalismo y la teología pactual nunca ha sido tan grande ni tan
profundo como se insinúa. Por supuesto, no estoy diciendo que no haya
diferencias en absoluto; solo me parece que las diferencias entre nosotros
son más cuantitativas que cualitativas.
Probablemente, esta última aseveración llenará de asombro a
MacArthur y a nuestros otros amigos dispensacionalistas. Por supuesto, se
preguntarán cómo es posible que pueda decir esto. Presuponen que quien
crea que la Iglesia es el Israel de Dios tiene que espiritualizar y alegorizar
la Escritura. Es cierto que tienen derecho a expresar su opinión. Sin
embargo, espero mostrar una forma de interpretar la Biblia que no es
cualitativamente diferente a la de ellos (la cual no permite alegorizar o
espiritualizar), que realmente afirma que la Iglesia es el Israel de Dios.
CAPÍTULO TRECE
La interpretación literal, normal, objetiva, tal
como aparece, y específica
H
ay una lección importante que aprender de las siguientes
declaraciones en el mensaje de MacArthur. Échele un vistazo y vea
si puede definir de qué se trata:
…la verdad está de alguna manera escondida detrás del significado
normal de las palabras, de modo que cualquier idea de lo que podría
significar es tan buena como cualquier otra, ya que no significa lo
que dice...
…no hay nada en el texto que dé alguna clase de mandato que
indique que es algo diferente al lenguaje específico, literal, normal y
objetivo…
…toda la escatología se desplegará con magnífica belleza. Con la
hermenéutica normal [aplicada de forma consistente]…
Estaría absolutamente perdido en el Antiguo Testamento si no
pudiera interpretar la Escritura tal como aparece.
Si afirman una hermenéutica normal…
¿Cuál es la lección que debemos aprender de tales declaraciones?
Simplemente que no es tan fácil definir qué es «interpretación literal».
MacArthur necesita muchas otras palabras descriptivas para expresarnos lo
que él quiere decir con «interpretación literal». Quiere decir interpretación
específica, normal, objetiva y tal como aparece. Mi punto es que el
término «literal» no se define ni se explica a sí mismo. MacArthur tiene
que esforzarse para expresarnos lo que él quiere decir.
Sus luchas reflejan los enormes debates que tienen lugar en la
actualidad entre eruditos evangélicos acerca de lo que significa la
interpretación «literal». No tengo tiempo ni necesito delinear esos debates;
pero basta con decir que la definición de «interpretación literal» no puede
darse por sentado hoy. Por ejemplo, crecí con la idea de que debíamos
interpretar la Biblia literalmente; pero, incluso los dispensacionalistas
acérrimos que fueron mis maestros espirituales cuando yo era joven no
podían simplemente hablar de «interpretación literal» sin hacer
aclaraciones {matizaciones} porque sabían que había pasajes en la Biblia
que no podían ser interpretados literalmente. Entonces, la postura a la que
recurrieron cambió ― tenemos que interpretar la Biblia literalmente
siempre que sea posible—. Hoy, esta matización de «interpretación literal»
también me parece totalmente ingenua. Vea, por ejemplo,
Apocalipsis 13:1
― El [dragón] se paró sobre la arena del mar. Y vi que subía del
mar una bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas; en sus
cuernos [había] diez diademas, y en sus cabezas [había] nombres
blasfemos.
Creo que los maestros dispensacionalistas que me enseñaron la postura
«literal siempre que sea posible» habrían entendido, sin excepción, este
texto simbólicamente. Supongo que podían haber argumentado que la
afirmación de Apocalipsis 13:1 no es literalmente posible. Sin embargo,
hoy se me ocurre (y quizás tengo la audacia de) preguntar, ¿por qué no?
¿Qué hay de imposible en entender este versículo con estricta literalidad?
¿Es imposible que Dios cree dragones y bestias con diez cuernos y siete
cabezas? Pienso que es posible. Por lo tanto, la hermenéutica «literal
siempre que sea posible» no satisface las exigencias de este texto ni matiza
adecuadamente la frase «interpretación literal». Por esta razón, MacArthur
habla de una hermenéutica normal. Él necesita matizar el significado de
«interpretación literal» para explicar textos como Apocalipsis 13:1.
Con esta perspectiva de la hermenéutica podemos ver la razón por la
que MacArthur puede citar con facilidad a teólogos de la teología del pacto
y decir que rechazan la interpretación literal. Por ejemplo, MacArthur cita
a tres teólogos de la teología del pacto que argumentan que las profecías
antiguotestamentarias no pueden ser interpretadas «literalmente»:
O. T. Allis, un conocido amilenarista, al escribir {trad. no oficial}
La profecía y la Iglesia,[64] dice: «Si las profecías
antiguotestamentarias son interpretadas literalmente, no pueden ser
consideradas como que ya han sido cumplidas, o como que pueden
ser cumplidas en este tiempo presente». Esto era un problema para
él.
Floyd Hamilton en {trad. no oficial} La base de la fe milenarista,[65]
dijo: «Ahora bien, tenemos que admitir francamente que una
interpretación literal de las profecías antiguotestamentarias nos
presenta justo el mismo cuadro de un reinado terrenal del Mesías
que el premilenarista se imagina».
Otro amilenarista, Loraine Boettner, en {trad. no oficial} El
significado de «El Milenio»,[66] dijo: «Generalmente todos están de
acuerdo en que, si las profecías se interpretan literalmente, sí
predicen una restauración de la nación de Israel en la tierra de
Palestina con los judíos teniendo un lugar prominente en ese reino y
gobernando sobre las demás naciones».
Sin embargo, declaraciones como estas no deberían ser vistas como prueba
de que estos hombres se han apartado en pos de la espiritualización. La
dicotomía entre la interpretación literal y la espiritualizada es creación de
MacArthur y el dispensacionalismo. El problema es el término «literal»,
que como hemos notado, tiene varias connotaciones. Boettner, Allis y
Hamilton están afirmando simplemente que la Biblia contiene lenguaje
simbólico que tiene que ser interpretado de forma simbólica. No pienso
que ellos hubieran rechazado la mayor parte de lo que MacArthur quiere
afirmar cuando promueve la interpretación literal. Ellos no habrían negado
que casi toda la Biblia debía ser interpretada de una forma más literal. En
las citas que MacArthur presenta, ellos no están hablando de «literal» en
un sentido opuesto a «espiritual»; sino que están hablando de «literal» en
contraste con «simbólico». No creo ni por un momento que MacArthur
negaría la presencia de símbolos en la Biblia que deberían ser
interpretados simbólicamente. La hermenéutica «normal y tal como
aparece» de MacArthur abarca tanto el lenguaje simbólico como el
poético. Pienso que esta es la razón por la que matiza la frase
«interpretación literal» con tantos sinónimos.
Por supuesto, no es que en este punto ya hayamos desentrañado la
confusión por la forma en que MacArthur y sus defensores escriben o
hablan. Encontré una interesante declaración en el sitio web de Vlach que
ilustra la confusión a la que me estoy refiriendo:
Acérquese a la literatura profética/apocalíptica con el mismo
enfoque histórico–gramatical–literario que usaría cuando interpreta
otras porciones de la Escritura. Entrar en contacto con la literatura
profética no significa cambiar nuestro enfoque hermenéutico. Dese
cuenta de que hay una verdad literal detrás de cada símbolo y figura
del lenguaje en la literatura profética. La presencia de símbolos no
significa que la interpretación simbólica o alegórica sea necesaria.
[67]
Esto me parece verdaderamente confuso.
Sin embargo, es la misma clase de confusión que veo en el manifiesto
de MacArthur. Note cómo Vlach, al igual que MacArthur, plantea que no
deberíamos cambiar nuestro enfoque hermenéutico cuando llegamos a la
profecía: «Entrar en contacto con la literatura profética no significa
cambiar nuestro enfoque hermenéutico». De forma similar, MacArthur
argumenta:
En cada uno de estos tres casos, esto probó ser un serio problema
para ellos y requirió un cambio dramático en la hermenéutica en
cada uno de esos pasajes proféticos a fin de evitar una conclusión
premilenarista, un final peor que la muerte [Risas del auditorio].
Así que, para proteger una idea preconcebida es necesario cambiar
las reglas de interpretación. Ahora bien, si vamos a cambiar esas
reglas, pienso que necesitamos una palabra de Dios. Mejor nos fuera
tener una palabra de Dios porque a Él le importa que lo entendamos
correctamente.
No pienso que Dios quiera que cambiemos las reglas de
interpretación cuando vamos a Génesis 1‑3.
¿Qué significa esto? Por un lado, nadie (que yo conozca al menos) aboga
por una hermenéutica totalmente diferente para interpretar pasajes
proféticos. Por otro lado, ¿no es obvio que tenemos que interpretar
diferentes tipos de literatura de forma diferente? Parece que no es tan
obvio para Vlach y MacArthur. Aunque a mí me queda claro que ellos
están admitiendo la realidad de que hay diferentes tipos de literatura,
también parecen decir que esta realidad no debería hacer diferencia alguna
en la forma en que interpretamos tales pasajes. ¿Sería esto lo que
realmente quieren decir? ¿De verdad quieren decir que tenemos que
interpretar el lenguaje simbólico y apocalíptico de forma literal? Al
parecer sí. He aquí nuevamente las palabras de Vlach: «La presencia de
símbolos no significa que la interpretación simbólica o alegórica sea
necesaria».
Bueno, por favor, pensaríamos que la presencia de símbolos significaría
precisamente que algún tipo de interpretación simbólica es necesaria. Por
supuesto, la presencia de símbolos no quiere decir que sea necesaria la
interpretación alegórica; pero, este es precisamente el problema. Vlach
parece igualar la interpretación simbólica con la alegórica; yo no. Los
símbolos no deberían ser interpretados alegóricamente, sino ― bueno—
simbólicamente.
Aquí está el punto: cualquier hermenéutica exhaustiva tiene que tener
en cuenta el hecho de que hay diferentes géneros literarios en la Biblia.
Estamos de acuerdo con que toda interpretación debe ser histórica y
gramatical. Tengo la impresión que esto es a veces lo que MacArthur
entiende principalmente por «interpretación literal». Sin embargo, no estoy
de acuerdo con que la aseveración de la interpretación histórico–
gramatical proporciona una hermenéutica completa. También tenemos que
afirmar la necesidad de la interpretación según el género literario; es decir,
la interpretación tiene que tener en cuenta el género literario del pasaje en
cuestión.[68] No toda la literatura profética es simbólica, sino solo parte de
ella ― especialmente en Daniel y Apocalipsis— es ciertamente simbólica
o (como dicen los eruditos bíblicos) apocalíptica. Puesto que tales pasajes
son apocalípticos, tienen que ser interpretados figurada y simbólicamente
según el género o forma apocalíptica. Daniel 7:2‑8 proporciona un
ejemplo de tal literatura:
(2)
Habló Daniel, y dijo: Miraba yo en mi visión nocturna, y he aquí,
los cuatro vientos del cielo agitaban el gran mar; (3)y cuatro bestias
enormes, diferentes unas de otras, subían del mar. (4)La primera [era]
como un león y tenía alas de águila. Mientras yo miraba, sus alas le
fueron arrancadas, fue levantada del suelo y puesta sobre dos pies,
como un hombre, y le fue dado corazón de hombre. (5)Y he aquí,
otra segunda bestia, semejante a un oso, estaba levantada de un
costado, y en su boca, entre sus dientes, [tenía] tres costillas; y le
dijeron así: «Levántate, y devora mucha carne». (6)Después de esto
seguí mirando, y he aquí, otra más, semejante a un leopardo que
tenía sobre su dorso cuatro alas de ave; la bestia tenía cuatro
cabezas, y le fue dado dominio. (7)Después de esto seguí mirando en
las visiones nocturnas, y he aquí, una cuarta bestia, terrible,
espantosa y en gran manera fuerte que tenía enormes dientes de
hierro; devoraba, desmenuzaba y hollaba los restos con sus pies. Era
diferente de todas las bestias que le antecedieron y tenía diez
cuernos. (8)Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí, otro
cuerno, uno pequeño, surgió entre ellos, y tres de los primeros
cuernos fueron arrancados delante de él; y he aquí, este cuerno tenía
ojos como los ojos de un hombre, y una boca que hablaba con
mucha arrogancia.
Más adelante, Daniel 7:16 prueba que el lenguaje anterior tiene que ser
interpretado simbólicamente: «Me acerqué a uno de los que estaban allí de
pie y le pedí que me dijera la verdad acerca de todo esto. Y me respondió,
dándome a conocer la interpretación de estas cosas». El profeta no
responde a la visión diciendo: ― No hay problema. Veo exactamente lo
que significan estas palabras. Es simple, si solo aplico los principios de la
interpretación literal—. No, Daniel 7:16 deja claro que las visiones que el
ojo interior del profeta (o del apóstol) vieron no implican un lenguaje
normal que puede ser entendido tal como aparece. Estas visiones
requieren interpretación precisamente porque son figurativas. A diferencia
del lenguaje literal o la prosa, su significado no es inmediatamente obvio
para nosotros.
Por lo tanto, la interpretación de Daniel y de Apocalipsis tiene que tener
en cuenta el carácter apocalíptico–simbólico de la literatura. Esto no
significa que adoptamos una hermenéutica completamente nueva; sino
solamente que utilizamos la misma hermenéutica de siempre: la
interpretación histórico–gramatical que tiene en cuenta el género literario
del pasaje en cuestión. En otras palabras, tenemos que interpretar los
pasajes que contengan símbolos de una forma histórica, gramatical y
simbólica. Solo una interpretación así está en consonancia con su género
literario. Pienso que MacArthur y Vlach realmente lo saben. Sin embargo,
de alguna forma no lo tienen en cuenta cuando describen su hermenéutica
y prefieren entonces aseverar que interpretan la Biblia literalmente.
CAPÍTULO CATORCE
El caso de Génesis 1-3
tipo de interpretación simbólica es necesaria se hace evidente
Queen este
MacArthur a pesar de sí mismo. Esto se ve en sus comentarios
sobre Génesis 1-3. Es común que los dispensacionalistas acusen a los
amilenaristas de estar en una pendiente hermenéutica resbaladiza que
conduce al liberalismo y, específicamente, a una interpretación menos
literal de los días de la creación. A su vez, suponen, esto prepara el terreno
para perspectivas evolucionistas del origen del mundo y la raza humana.
MacArthur generalmente sigue esta táctica. He aquí sus palabras:
No pienso que Dios quiera que cambiemos las reglas de
interpretación cuando vamos a Génesis 1‑3. No pienso que a Dios
le agrade cuando salimos con lo del creacionismo progresivo, la
evolución teísta, o cualquier tipo de perspectiva de que un día
equivale a una era en Génesis 1‑3. En cambio, Dios es exaltado
como el Creador en toda la gloria de Su poder creativo cuando
interpretamos Génesis 1‑3 tal como aparece. No hay otra forma de
interpretarlo porque no hay nada en el texto que dé alguna clase de
mandato que indique que es algo diferente al lenguaje específico,
literal, normal y objetivo. De veras, no pueden siquiera justificarse
llamándolo poesía porque eso no funciona. Estudios recientes
llevados a cabo por uno de nuestros profesores en The Master’s
College, que procesaron el relato de la Creación lingüísticamente en
un programa informático y graficaron la comparación entre la prosa
y la poesía, llegaron a la muy interesante conclusión de que hay un
99,9 % de evidencia de que el relato de la Creación es prosa, y que
no hay posibilidad alguna de que sea poesía.
No queremos que nadie esté manipulando indebidamente el
principio. ¿Por qué somos tan tolerantes con las personas que tratan
de hacer lo mismo con el final?; y, ¿por qué, cuando no queremos
permitir que introduzcan arbitrariamente su propia hermenéutica en
Génesis 1‑3, nos contentamos con permitir que las personas
introduzcan su propia hermenéutica en pasajes proféticos en toda la
Biblia, y particularmente en el Libro de Apocalipsis? ¿Dónde está el
mandato divino en las páginas de la Biblia para hacer esto? ¿En qué
pasaje está?; ¿en qué versículo?; ¿dónde está?; y, ¿quién decide
entonces las nuevas reglas del engranaje?
Sucede que soy «creacionista que cree en seis días literales» y que también
pienso que estudios como el que MacArthur menciona son una evidencia
bastante convincente de una interpretación prosaica {perteneciente a la
prosa}, no poética, de Génesis 1‑3.[69] Sin embargo, hay implicaciones
hermenéuticas en lo que él dice, que MacArthur convenientemente quiere
que pasemos por alto.
En primer lugar, ¿por qué este profesor necesitaría hacer tal estudio?
¿Acaso no sostiene The Master’s College una hermenéutica literal? ¿No
piensa MacArthur que toda la Biblia debe ser interpretada literalmente sin
excepción y en todas sus partes? ¿Por qué, entonces, hacer ese gasto y
tomarse la molestia de demostrar que Génesis 1‑3 es más narración
histórica (lenguaje literal) que poesía?
Pero, esto nos lleva a lo segundo que está escondido allí en el
argumento de MacArthur. ¿De dónde salieron los pasajes poéticos con los
que Génesis 1‑3 fue comparado? Salieron de la Biblia. Si lee el estudio,
verá que los otros pasajes poéticos hebreos con los que fue comparado
Génesis 1-3 salieron del Antiguo Testamento hebreo.[70] Solo tales pasajes
del Antiguo Testamento proporcionan una verdadera comparación. Esta es
la razón por la que MacArthur piensa que ese estudio es significativo. Él
sabe que en la Biblia hay pasajes poéticos, simbólicos, parabólicos y
apocalípticos que deberían y tienen que ser interpretados poética,
simbólica, parabólica y apocalípticamente ― no como lenguaje prosaico o
narrativa histórica. Pienso que MacArthur cree que interpretar tales pasajes
de esas formas es consistente con una interpretación literal de la Biblia. Le
concederé su definición de «interpretación literal».
Habiendo dicho esto, todavía tengo que matizar mi concesión de su
definición de «interpretación literal». La razón por la que lo hago es que
podríamos imaginar fácilmente a alguien decir apropiadamente: ― La
«Parábola del sembrador» tiene que ser interpretada simbólicamente, no
literalmente—. MacArthur en otras partes contrasta la interpretación literal
con la interpretación simbólica. Por tanto, tiene que aclarar o ser más
franco acerca de que alguna interpretación de símbolos ― que entienda
los símbolos precisamente como lo que son— es consistente con su
definición de «interpretación literal». En segundo lugar, tiene que entender
que, en principio, con esa definición de «interpretación literal», él ha
reconocido todo lo que los teólogos de la teología del pacto están
afirmando en el entendimiento que ellos poseen de una hermenéutica
bíblica que tiene en cuenta el género literario de un pasaje dado.
Con respecto a Génesis 1‑3, permítame decir que el argumento usado
por MacArthur (que los amilenaristas se encuentran en una pendiente
resbaladiza) queda deshecho por su admisión implícita de que hay otros
pasajes en la Biblia que no deben ser interpretados como narración
histórica o, en otras palabras, que no deben ser interpretados literalmente.
Al citar ese estudio, MacArthur prácticamente admite que hay pasajes
poéticos en el Antiguo Testamento hebreo que deben ser interpretados
poéticamente, no literalmente. Siendo este el caso, no es herético en
absoluto que simplemente se plantee la cuestión del género literario de
Génesis 1‑3. Tampoco se está en una pendiente resbaladiza hacia la
herejía por argumentar que el género literario de extensas porciones de
Daniel y Apocalipsis (y de otros pasajes proféticos) es claramente
apocalíptico, y que esto significa que tales pasajes tienen que ser
interpretados no solo histórica y gramaticalmente, sino también
simbólicamente.
Otro tema sale a colación aquí. MacArthur repetidamente argumenta
(como lo hace al inicio de la cita anterior) que los amilenaristas están
cambiando las reglas de interpretación a causa de su escatología:
En cada uno de estos tres casos, esto probó ser un serio problema
para ellos y requirió un cambio dramático en la hermenéutica en
cada uno de esos pasajes proféticos a fin de evitar una conclusión
premilenarista, un final peor que la muerte [Risas del auditorio].
Así que, para proteger una idea preconcebida es necesario cambiar
las reglas de interpretación. Ahora bien, si vamos a cambiar esas
reglas, pienso que necesitamos una palabra de Dios. Mejor nos fuera
tener una palabra de Dios porque a Él le importa que lo entendamos
correctamente.
Esta es una acusación seria; sin embargo, en cierta medida puede aplicarse
a MacArthur mismo. Si él encuentra útil el argumento del profesor de The
Master’s College, tiene que ser porque él mismo reconoce que las reglas,
en algún sentido, cambian dependiendo de si estamos interpretando un
pasaje prosaico o poético. De lo contrario, su entusiasta aprobación del
estudio no tiene sentido. La Biblia siempre tiene que ser interpretada según
su género literario. Alegaría que interpretar la Biblia según su género
literario no es necesariamente contrario a la interpretación literal. Es decir,
un tipo de hermenéutica literal no tiene que negar que hay diferentes
géneros literarios en la Biblia, algunos más o menos prosaicos o literales, y
otros más o menos simbólicos o poéticos. Defina «interpretación literal»
simplemente como: interpretar estos pasajes como Dios quiere que sean
interpretados. Defina «interpretación literal» sencillamente como:
interpretación histórico–gramatical. Si esta es la forma en la que define
«interpretación literal», entonces tener en cuenta el género literario del
pasaje complementa la interpretación literal y es consistente con esta; no la
contradice. Entendemos como verdad literal todo lo que Dios tiene la
intención de decir a través de los diferentes géneros literarios contenidos
en la Biblia. No vamos en busca de un significado oculto detrás de la
verdad literal que es trasmitida por medio de la narración histórica, el
cántico poético, o la visión apocalíptica.
También tengo que responder a la inquietud de MacArthur, repetida a
menudo, a saber, que la interpretación no literal (a lo que él llama
«espiritualizar») conduce a una terrible confusión en cuanto al significado
de la Escritura, lo cual supone el fin de cualquier habilidad práctica de
predicar la Biblia con autoridad. Esta preocupación es legítima, si es que
con «espiritualizar» quiere decir algo parecido a las prácticas de Harold
Kamping al predicar y escribir. Pero, déjeme aclarar que tener en cuenta el
género literario y el carácter simbólico de un pasaje no conduce a una
terrible confusión acerca del significado de la Escritura ni a la erosión de
la autoridad de la Biblia. Permítame tratar tanto el género literario como el
simbolismo.
¿Cómo decidir el género literario de un pasaje? Es claramente erróneo
permitir que cualquier consideración fuera de la Escritura misma (por
ejemplo, los paradigmas científicos prevalecientes) dicte cómo
interpretamos la Escritura. Esto es lo que muchos han permitido que
suceda en su interpretación de Génesis 1‑3. La Escritura misma es, y
tiene que ser, la que determina su propio género literario. Hay dos cosas
importantes aquí, pero ambas se derivan del principio fundamental de
permitir que la Escritura se interprete a sí misma.
En primer lugar, como MacArthur mismo da a entender claramente al
citar el estudio del género literario de Génesis 1‑3, hay señales internas en
el pasaje mismo, incluyendo su gramática, que distinguen su género
literario y lo caracterizan como narración histórica o prosaica. Los
indicadores citados por el estudio en cuestión constituyen una de las
formas que pueden adoptar tales señales internas.
En segundo lugar, si la interpretación literal (entiéndase narración
histórica o prosaica) de un pasaje parece estar en conflicto con la
enseñanza clara de otro pasaje de la Escritura, esto puede ser un indicio
importante de que {dicho pasaje} no tiene la intención de ser literal (en el
sentido de ser narración histórica o prosaica). Argumentaría, y argumento,
que la profecía de las ofrendas por el pecado que los sacerdotes levíticos
ofrecían en Ezequiel (40:39; 42:13; 43:19, 21, 22, 25; 44:27, 29; 45:17, 19,
22, 23, 25; 46:20) ― si se interpreta como la predicción de algo que aún
está por ocurrir en el futuro, visto desde nuestra ventajosa posición— es
una clara contradicción de la enseñanza de Efesios 2 y del Libro de
Hebreos. Este es un indicio importante de que este pasaje en su totalidad
no es «literal», en cuanto a su género literario. Estos dos indicios permiten
al intérprete evitar la subjetividad en su entendimiento del género literario
de cualquier pasaje dado.
Permítame decir algo acerca de la interpretación de los símbolos
bíblicos. El mero reconocimiento por MacArthur y Vlach del hecho de que
hay símbolos en la Biblia muestra que no hay conexión necesaria alguna
entre la presencia de símbolos y la subjetividad absurda en nuestra
interpretación de la Biblia. De nuevo, la clave es que la Escritura tiene que
ser usada para interpretar la Escritura. En primer lugar, los símbolos
bíblicos a menudo son interpretados en el mismo contexto donde aparecen.
Por ejemplo, así sucede varias veces en las parábolas del Señor que se
encuentran en Mateo 13. En segundo lugar, los símbolos bíblicos a
menudo pueden ser iluminados por paralelos que se encuentran en el
contexto. Por ejemplo, allí mismo {en Mateo 13} puede venir a nuestra
mente las parábolas gemelas del grano de mostaza y la levadura. En tercer
lugar, los símbolos bíblicos también son tomados de pasajes que preceden
históricamente al canon donde el significado de dichos símbolos es
aclarado. Repito, lo que trato de decir es que no se debe temer a la
«interpretación simbólica» como si esta fuera la senda que conduce
inevitablemente a la confusión en la interpretación bíblica. Si MacArthur y
Vlach admiten la presencia de símbolos en la Biblia, y si aún piensan que
la interpretación bíblica clara es posible, entonces ― de algún modo—
ellos mismos admiten que esta conclusión es verdadera.
Excurso sobre el
Apocalipsis 20:1‑10
género
y
la
interpretación
de
Uno de mis correspondientes desafió el método hermenéutico que expongo
en este capítulo diciendo: «Vayamos directo al meollo [...] En el contexto
de Apocalipsis 20, ¿qué le indica a usted o a cualquier otra persona que
1000 {«mil»} es un número simbólico? Hago la pregunta para señalar la
naturaleza subjetiva que usted le impone al texto».[71]
A continuación, mi respuesta a la importante pregunta que plantea este
correspondiente:
¿Son literales los mil años de Apocalipsis 20? El género literario del
pasaje es crucial. No hay razón alguna para exceptuar los números en
cualquier pasaje del género literario del propio pasaje. No... si el género
del pasaje es figurado, entonces tiene que suponerse que los números son
figurados. Veamos, allí tenemos el encarcelamiento del diablo por mil
años. La idea de una prisión es crucial para los versículos 1‑3 y 7‑10. ¿Es
el prisionero un dragón o una serpiente literales? No, en este caso el pasaje
identifica que el símbolo en realidad se refiere al diablo. ¿Es la llave de la
prisión literal? No, claro que no. Satanás es un ser espiritual. ¿De qué
serviría una llave literal? ¿Es la cadena de la prisión una cadena literal,
como la que usaron para atar a Pablo en Hechos 16 (un pasaje narrativo, a
propósito)? No, claro que no. ¿De qué serviría una cadena física o literal
para atar a un ser espiritual? El diablo desaparecería a través de esta como
lo hizo Voldemort en Harry Potter. ¿Es la prisión, llamada el «abismo»,
literal o física? Bueno, estaría de acuerdo con que es algún lugar, pero más
allá de eso no pienso que deberíamos concluir que hay un hoyo literal en la
tierra. Esto tampoco es literal. Entonces, a ver si lo entendemos bien. El
prisionero, la llave, la cadena, y hasta la misma prisión son
representaciones simbólicas de diferentes aspectos de la atadura de Satanás
por parte de Dios, pero la sentencia de prisión ― los mil años— ¿tienen
que ser interpretados literalmente? Esto me suena muy inconsistente, para
no decir arbitrario.
Los premilenaristas argumentan que en Apocalipsis 20 se afirma una
futura atadura temporal de Satanás. ¿Puede alguien citar aunque sea un
pasaje paralelo para {sustentar} tal doctrina? Los amilenaristas pueden
citar muchos pasajes paralelos para {respaldar} la idea de que, como
resultado de la obra de Cristo, Satanás ha sido refrenado en el tiempo
presente (Mat. 12:24‑29; Luc. 10:17‑19; Jua. 12:31‑32; Col. 2:15;
Heb. 2:14; 1 Jua. 3:8; Apo. 12:5‑10). La única interpretación que es
apoyada por la analogía de la fe es la que ve a Satanás atado en la primera
venida de Cristo. Una futura atadura temporal de Satanás es ajena a otras
partes de la Escritura y es, por tanto, puramente especulativa y conjetural.
Su única base exegética es la interpretación premilenarista de
Apocalipsis 20. La elección aquí está entre interpretar los símbolos
simbólica y bíblicamente o interpretarlos de una forma inflexiblemente
literal que se niega a tener en cuenta el género literario del pasaje. Pienso
que es obvio la opción que deberíamos elegir.
Para contestar a otra respuesta de este correspondiente elaboré varios
argumentos. Escogí fragmentos de tres de mis argumentos que pienso son
cruciales para el presente análisis. Creo que, por mi argumentación, el
lector puede discernir la naturaleza de esta otra respuesta del
correspondiente. He aquí mi argumentación:
En primer lugar, usted piensa que los ángeles son seres tanto físicos
como espirituales; y, supongo, tiene que pensar así para sostener su
hermenéutica.
En segundo lugar, usted cambia el tema a la idea del reino terrenal
cuando señalo que no hay ningún pasaje paralelo que apunte a una
futura atadura temporal de Satanás. Mantengo mi aseveración. El
punto es que su interpretación es contraria a la analogía de la fe. El
asunto no es que Dios tenga que decir las cosas más de una vez para
que las creamos; sino, si realmente Él las ha dicho o no, aunque sea
una sola vez.
En tercer lugar, una y otra vez presupone que estoy en desacuerdo
con usted cuando dice que el lenguaje simbólico apunta a algo real.
«Real» es la palabra que yo he estado usando. Usted usa las
palabras «propio», «verdadero», «literal» y «físico», pero esto
conduce a la idea de que los ángeles tienen cuerpos físicos; lo cual
cuestiono. De cualquier forma, pienso que lo que usted quiere decir
con «literal» es «real», y no necesariamente «físico». Sí concuerdo
con que los símbolos de la Escritura indican algo «real» y
«verdadero». No estoy de acuerdo con que necesariamente apunten
a algo «físico». Hay cosas «reales» y «verdaderas» que no son
«físicas» en el sentido «normal», como nuestras almas y espíritus, y
especialmente como Dios. Que Dios es una «roca» significa que Él
es fuerte y fiel. Los atributos divinos de fuerza y fidelidad no son
esencialmente físicos. Son reales y, desde luego, tienen aplicaciones
físicas.
Aquí está el meollo del asunto. Por supuesto, los símbolos de la
Escritura apuntan a algo real y, a menudo, incluso físico; pero lo hacen
simbólicamente y tienen que ser interpretados simbólicamente para llegar
a la verdad literal que expresan. Este es uno de los problemas claves del
razonamiento en cuestión. «Literal» puede significar «real», y puede
significar «físico». Acepto la interpretación literal en el sentido de que
creo en el realismo en la interpretación bíblica. No acepto la interpretación
literal si significa que no reconocemos en las Escrituras los géneros
literarios que son más o menos figurados (o si quiere decir que tenemos
que negar que los símbolos bíblicos tienen que ser interpretados
simbólicamente).
CAPÍTULO QUINCE
¿Cómo puede la interpretación «literal» concluir
que la Iglesia es Israel?
E
n este momento creo que debo recapitular el argumento. Permítame
hacerlo recordándole que MacArthur afirma que los amilenaristas
creen en el suplantacionismo o la teología del reemplazo. Ese es el
comienzo de su línea de razonamiento. Concluye que tenemos que creer, y
que sí creemos, en una hermenéutica espiritualizadora o alegorizadora al
creer en la teología del reemplazo, donde la Iglesia simplemente reemplaza
a Israel en el plan de Dios.
He aquí mi contraargumento. En primer lugar, he aseverado que los
amilenaristas hoy no creen (o al menos no tienen que creer) en la teología
del reemplazo; o, en otras palabras, no necesitan aseverar, y en la mayoría
de los casos no aseveran, que la Iglesia simplemente reemplace a Israel.
Recientemente descubrí que mi postura sobre este tema es corroborada por
O. Palmer Robertson en su maravilloso libro {trad. no oficial} El Israel
de Dios. Recomiendo muchísimo este libro a todos mis lectores y
especialmente a mis hermanos dispensacionalistas. Permítame darle un par
de exquisitas declaraciones que él hace:
De aquí en adelante, no es que la Iglesia tome el lugar de Israel, sino
que un renovado Israel de Dios está siendo formado mediante la
conformación de la Iglesia. Este reino llegará más allá de los límites
del Israel del antiguo pacto. Aunque Jesús comienza con el Israel de
antaño, no dejará que Su reino sea limitado por las fronteras de este.
[72]
El dominio de este reino, el área de gobierno del Mesías,
comenzaría de hecho en Jerusalén, el centro de la vida de Israel por
siglos. Así que, indudablemente, Israel sería un participante
principal en la llegada del reino mesiánico. Jesús no estaba
enseñando una teología del «reemplazo» en la que se liquida
sumariamente toda conexión con las promesas dadas a los padres, y
el Israel de antaño es reemplazado por la Iglesia de hoy.[73]
Estas citas sugieren y conducen al segundo punto de mi
contraargumento. Es el mismo punto que trato en esta sección de estudios.
Como no creemos en el suplantacionismo o la teología del reemplazo, no
sostenemos ni necesitamos sostener una hermenéutica espiritualizadora o
alegorizadora. Puede decirse que la Iglesia es el Israel de Dios dentro de
los límites de la interpretación histórico–gramatical complementada por un
reconocimiento, primero, de la autoría divina de la Escritura
(interpretación teológica) y, segundo, de los diversos géneros literarios de
la Escritura (interpretación según el género literario). No hay que caer en
alguna suerte de espiritualización extremista y lunática para llegar a esta
conclusión.
Permítame decir esto usando otros términos. Pienso que la
hermenéutica que describí anteriormente en este libro merece la etiqueta
de «interpretación literal». Permítame llamarle «interpretación literal
realista». La interpretación histórico–gramatical, teológica y según el
género literario provee una especie de «método de interpretación realista–
literal». Este tipo de interpretación no asevera que los símbolos de la
Escritura apuntan a {una} «nada etérea»; sino que está de acuerdo con los
MacArthurs del mundo en que estos {los símbolos} apuntan a «algo real».
[74]
Es realista y, en este sentido, literal; pero sostiene que la Biblia a veces
habla de «algo real» haciendo uso de lenguaje simbólico. Por tanto, esta
interpretación difiere de lo que llamaré «interpretación literal rígida». Esta
última rehúsa reconocer la existencia o la significación hermenéutica de
los géneros literarios simbólicos de la Escritura.
Dentro de los límites del método de interpretación «literal» {realista},
permítame ahora mostrarle el camino por el cual las Escrituras llegan a
aseverar que la Iglesia es el Israel de Dios (Gál. 6:16).
CAPÍTULO DIECISÉIS
La verdad literal de que la Iglesia es Israel
M
ucho podría decirse acerca de la justificación histórico–redentora y
las razones hermenéuticas por las cuales las Escrituras pueden
aseverar que la Iglesia es el Israel de Dios. Solo daré aquí una sinopsis del
material pertinente. Nuevamente deseo recomendar {trad. no oficial} El
Israel de Dios por O. Palmer Robertson.
Lo primerísimo que deseo decir es que la Iglesia tiene un origen y una
constitución étnicamente judíos. Una vez escuché a un predicador en la
radio argumentando que hasta Hechos 10, en el Nuevo Testamento, todo
era territorio judío. No disentí porque pienso que todo lo que viene
después también es territorio judío. Todo el Nuevo Testamento (seamos
claros al respecto) es territorio judío. ¿Por qué afirmo que la Iglesia es una
institución judía?
Ante todo, lo afirmo porque Jesús el Cristo fue, y tuvo que ser, un judío
étnico (Mat. 1:1‑18). Sin embargo, Jesucristo ― en Su oficio de Mesías
y Mediador— es el origen y centro de la existencia de la Iglesia. Pedro
había acabado de llamarle «el Cristo, el Hijo del Dios viviente»
(Mat. 16:16‑19) cuando el Señor dijo que edificaría Su Iglesia. Por tanto,
era como Mesías de los judíos que Él edificaría Su Iglesia. Entonces, la
Iglesia es la Iglesia del Mesías. Ya no es meramente la «Iglesia de Israel»
(QAHAL ISRAÉL) o la «Iglesia de Yahweh» (QAHAL YAHWEH)
mencionada tan a menudo en el Antiguo Testamento. Ahora es el Israel
escatológico, la Iglesia del Mesías (QAHAL MASHÍAJ). Por lo tanto,
Pablo argumenta en Gálatas 3 que Cristo es la verdadera simiente de
Abraham y que todos los que estén unidos a Él son también simiente de
Abraham y herederos según la promesa (Gál. 3:29).
Y hablando de promesas, Pablo también afirma que todas las promesas
de Dios a Israel son ratificadas en Cristo; y que nosotros, como Iglesia
Suya ― tanto judíos como gentiles—, somos beneficiarios de esas
promesas. Tal como en Gálatas 3:29, así también esto es confirmado en
2 Corintios 1:19‑20:
― (19)Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que fue predicado entre
ustedes por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no fue sí y no, sino
que ha sido sí en Él. (20)Pues tantas como sean las promesas de Dios,
en Él [todas] son sí. Por eso también por medio de Él, [es nuestro]
Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros. (NBLA)
Por tanto, la Iglesia vive sobre la base de las promesas de Dios, y estas
promesas le pertenecen porque está en unión con el Cristo que es la
simiente étnica de Abraham. Así que la Iglesia también es simiente de
Abraham y heredera de todas las promesas hechas a la simiente de
Abraham. La Iglesia tiene un Redentor y Salvador judío.
La Iglesia también tiene un fundamento judío. Está edificada sobre el
fundamento de los Apóstoles (Mat. 16:16‑19; Efe. 2:20; Apo. 21:14).
Los Apóstoles de Cristo, aun incluyendo a Pablo y Santiago ― el
hermano del Señor—, fueron todos judíos étnicos. Los gentiles que vienen
a Cristo y son incorporados a la Iglesia, son edificados sobre un
fundamento judío y, por tanto, pasan a formar parte de una casa judía.
Es más, la Iglesia tiene un núcleo judío en cada generación. Según
Romanos 11, Dios tiene un remanente judío elegido en cada generación.
La Iglesia es el único olivo de Romanos 11:16‑24. Tiene una raíz y
tronco judíos. Además, tiene ramas de judíos y gentiles creyentes
injertados a través de la obra del Espíritu y mediante la fe. La acumulación
de este remanente judío de cada generación constituye el cumplimiento del
«todo Israel» (una referencia al Israel étnico) que será salvo, tal como la
plenitud de los gentiles es la suma total de los «gentiles elegidos».
Por todas estas razones, afirmo que la Iglesia ― en un sentido físico y
étnico— es una institución judía. La Iglesia tiene un Mesías étnicamente
judío, un fundamento apostólico étnicamente judío, y un núcleo de su
membresía étnicamente judío. Según Efesios 2:12‑19, es «la ciudadanía
de Israel» con ciudadanos étnicamente judíos y ahora también con
ciudadanos que eran gentiles, quienes se han hecho nuevos israelitas por la
circuncisión no hecha por manos (Col. 2:11).
Resta mucho por decir. Sin embargo, esto al menos debería comenzar a
satisfacer a cualquiera que esté preocupado por los derechos de los judíos
étnicos y una «interpretación literal» de la Biblia.[75]
CAPÍTULO DIECISIETE
La Iglesia como el remanente elegido de Israel
N
o es que MacArthur desconozca la doctrina del remanente. Él la
afirma con bastante claridad, por lo menos en una oportunidad:
A través de la historia siempre ha habido un Israel de Dios, siempre
ha habido un remanente, siempre ha habido quienes no doblaron sus
rodillas ante Baal. Dios siempre ha tenido un pueblo; siempre ha
habido Sus escogidos. No todo Israel es Israel; es decir, no todo el
Israel étnico es el verdadero Israel de Dios ― los verdaderos
creyentes—; sin embargo, Dios siempre ha tenido un remanente,
siempre ha tenido un pueblo ― como dice Isaías 6: un «tronco»,
una «simiente santa»— a lo largo de la historia. Pero, en el futuro
habrá una salvación del Israel étnico a nivel nacional, y ese es el
mensaje de Jeremías 31.
He aquí el Nuevo Pacto; también fue dado a Israel. Nos gusta hablar
del Nuevo Pacto porque participamos de la provisión de salvación
del Nuevo Pacto ratificado en la muerte de Cristo; pero el juramento
original del Nuevo Pacto es dado de una forma especial a una
generación futura de judíos.
Sin embargo, aún en esta cita, MacArthur revela cuál es la esencia de su
entendimiento de las promesas hechas a los judíos. Él está enfocado en el
cumplimiento de estas por una conversión futura y nacional del Israel
étnico. Por tanto, aunque conoce la doctrina del remanente, no parece que
cuente como cumplimiento de las promesas hechas a Israel. Note el
repetido enfoque futuro en las citas siguientes:
Como ocurre con la perpetuidad de la Iglesia elegida para la gloria
de la salvación; así la Escritura, con un lenguaje similar y por
promesas hechas por el mismo Dios, afirma la perpetuidad del Israel
étnico para una salvación futura de una generación de judíos que
cumplirán todas las promesas divinas que Dios les dio.
Ahora que el Espíritu de Dios está moviendo a la Iglesia a
restablecer la gloriosa posición de autoridad de la gracia soberana
en la salvación, es tiempo de restablecer la misma posición de
autoridad de la gracia soberana en la salvación de una generación
futura del Israel étnico, y {en} el reino Mesiánico terrenal, con el
cumplimiento completo de todas las promesas de Dios hechas a
Israel.
Estoy comprometido resueltamente con la elección soberana de una
generación futura de judíos para salvación y la herencia completa de
todas las promesas y pactos de Dios dados a ellos en el Antiguo
Testamento, porque la verdad de la Palabra de Dios está en juego.
Tenemos que darle al mundo la verdad acerca del fin de la historia y
de la gloria culminante de Cristo y del cumplimiento de las
promesas de Dios a Israel y la Iglesia.
Si afirman una hermenéutica normal y la perspicuidad del Antiguo
Testamento, este anuncia claramente pactos y promesas, y un reino
que ha de venir para el Israel étnico.
Que haya algunos judíos que no crean, no anula la fidelidad de
Dios. Solo porque haya algunos a los que Dios escoge, no significa
que Él no vaya a escoger a toda una generación de judíos
debidamente constituida para cumplir Sus promesas [en el futuro].
En un momento dado, MacArthur revela en realidad lo que solo puede
llamarse un enfoque exclusivamente futuro del cumplimiento futuro {sic.}
de las promesas de Dios. Observe:
...y hay solo dos elecciones de pueblos [grupos de seres humanos]
en la Escritura: Israel (un grupo escatológico de israelitas étnicos
que constituirán la futura nación que recibirá las promesas de Dios)
y la Iglesia.
Allí MacArthur descarta por completo la elección presente o pasada de un
remanente judío que de alguna manera cuente con respecto a la elección de
Israel o el cumplimiento de promesas a Israel. Esto se cumple solo en «un
grupo escatológico de israelitas étnicos que constituirán la futura nación».
Esta elección de una generación futura de israelitas y la elección de la
Iglesia son las únicas dos elecciones de pueblos en la Biblia.
Puesto que MacArthur descarta tan completamente el remanente
elegido (pasado y presente) de los judíos, piensa que los amilenaristas
creen que no hay el más mínimo cumplimiento de las promesas hechas a la
nación judía:
Seguro, Israel pecó, apostató, mató al Hijo de Dios. Se acabó. Israel
está fuera y pierde el derecho a todo. La Iglesia se queda con todo,
si es que puede superar a Israel. Hasta ahora no parece realmente
esperanzador.
...el amilenarismo no tiene ningún sentido porque dice básicamente
que Israel, por sí mismo, perdió el derecho a todas las promesas.
¿Piensan que, por ellos mismos, hubieran podido hacer algo para
garantizar recibirlas?
Pero este argumento ignora totalmente que los amilenaristas argumentan
que, a lo largo de la historia, las promesas de Dios se cumplieron en un
remanente elegido de judíos étnicos. He aquí mi punto. Si bien MacArthur
no descarta por entero la doctrina del remanente judío, aun así la descarta
tanto que pierde su significación bíblica y también su significación para
los amilenaristas.
En primer lugar, la idea (aseverada por MacArthur una vez de forma
explícita, pero muchas veces de forma implícita) de que el único
cumplimiento significativo de las promesas hechas a Israel tiene lugar en
el Milenio a una generación futura de judíos, es completamente no–bíblica.
Significa que nada de lo que ocurrió en la conquista antiguotestamentaria
de la tierra o en la prolongada permanencia antiguotestamentaria de Israel
en la tierra cuenta como el cumplimiento de promesas de Dios. Eso no
tiene sentido. La conquista de la tierra bajo el liderazgo de Josué contó
como el cumplimiento de promesas pactuales de Dios ― aunque esa
promesa fue cumplida solo a un pequeño remanente del pueblo original
involucrado en el Éxodo desde Egipto. Nótense las siguientes
declaraciones claves en Josué:
Josué 1:2 ― Mi siervo Moisés ha muerto; ahora pues, levántate,
cruza este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a
los hijos de Israel.
Josué 1:6 ― Sé fuerte y valiente, porque tú darás a este pueblo
posesión de la tierra que juré a sus padres que les daría.
Allí Jehová revela Su propósito de darle a Israel la tierra por medio de
Josué. Él también prevé el día en que, habiendo dado la tierra a Israel, los
soldados de las tribus que tendrían su herencia en la tierra al otro lado del
Jordán regresarían a sus familias en Josué 1:14‑15
― (14)Vuestras mujeres, vuestros pequeños y vuestro ganado
permanecerán en la tierra que Moisés os dio al otro lado del Jordán;
pero vosotros, todos los valientes guerreros, pasaréis en orden de
batalla delante de vuestros hermanos, y los ayudaréis, (15)hasta que
el SEÑOR dé reposo a vuestros hermanos como a vosotros, y ellos
también posean la tierra que el SEÑOR vuestro Dios les da.
Entonces volveréis a vuestra tierra y poseeréis lo que Moisés, siervo
del SEÑOR, os dio al otro lado del Jordán hacia el oriente.
Esto ocurrió, realmente, más tarde en Josué 22:4
― Y ahora, el SEÑOR vuestro Dios ha dado descanso a vuestros
hermanos, como Él les había dicho; volved, pues, e id a vuestras
tiendas, a la tierra de vuestra posesión que Moisés, siervo del
SEÑOR, os dio al otro lado del Jordán.
Josué presupone que Dios ha dado a Israel la tierra que Él había
prometido. Por tanto, puede amenazarlos con la confiscación de la misma
si pecan, como en Josué 23:13‑15
― (13)ciertamente sabed que el SEÑOR vuestro Dios no continuará
expulsando a estas naciones de delante de vosotros, sino que serán
como lazo y trampa para vosotros, como azote en vuestros costados
y como espinas en vuestros ojos, hasta que perezcáis de sobre esta
buena tierra que el SEÑOR vuestro Dios os ha dado. (14)He aquí, hoy
me voy por el camino de toda la tierra, y vosotros sabéis con todo
vuestro corazón y con toda vuestra alma que ninguna de las buenas
palabras que el SEÑOR vuestro Dios habló acerca de vosotros ha
faltado; todas os han sido cumplidas, ninguna de ellas ha faltado.
(15)
Y sucederá que así como han venido sobre vosotros todas las
buenas palabras que el SEÑOR vuestro Dios os habló, de la misma
manera el SEÑOR traerá sobre vosotros toda amenaza, hasta que os
haya destruido de sobre esta buena tierra que el SEÑOR vuestro
Dios os ha dado.
Me he esforzado en este punto porque es crucial. Tenemos que estar
claros de que las promesas de Dios no fueron cumplidas a la generación
que dejó Egipto originalmente. Solo dos de los que tenían más de 20 años
de edad sobrevivieron para ver el cumplimiento de la promesa de la tierra.
No obstante, se considera que Dios estaba cumpliendo Sus promesas a
Israel. Lo que ocurre allí en Josué y en la generación original de la nación
del pacto, ocurre también a lo largo de la historia de Israel. Las promesas
son cumplidas al remanente elegido, y esto cuenta como el cumplimiento
de las promesas a la nación. Así que la permanencia de Judá en la tierra
cuenta como cumplimiento de las promesas de Dios, aunque las tribus del
norte son deportadas y se pierden para siempre. Por tanto, el regreso del
remanente del exilio cuenta como el regreso de Israel a la tierra.
Incluso la apología de Pablo en Romanos 9‑11 se fundamenta en este
principio del remanente. La Palabra de Dios a Israel no ha fallado
(Rom. 9:6) porque las promesas son cumplidas al remanente elegido
(Rom. 9:7‑13). Romanos 9:27 enfatiza el punto:
Isaías también exclama en cuanto a Israel: AUNQUE EL NÚMERO
DE LOS HIJOS DE ISRAEL SEA COMO LA ARENA DEL MAR,
[solo] EL REMANENTE SERÁ SALVO…
Este es también el punto de Pablo en Romanos
comienza su argumento allí:
11. Escuche cómo
Romanos 11:1 ― Digo entonces: ¿Acaso ha desechado Dios a su
pueblo? ¡De ningún modo! Porque yo también soy israelita,
descendiente de Abraham, de la tribu de Benjamín.
El punto de Pablo es que, como judío, su propia salvación prueba que Dios
no ha desechado a Su pueblo. Pablo es judío, y es salvo. El pueblo
corporativamente o como nación es salvo en el remanente.
Pablo también ilustra esta idea de la salvación del pueblo de forma
corporativa en el remanente con los días de Elías en Romanos 11:2‑4
― (2)Dios no ha desechado a su pueblo, al cual conoció con
anterioridad. ¿O no sabéis lo que dice la Escritura en [el pasaje
sobre] Elías, cómo suplica a Dios contra Israel: (3)Señor, HAN
DADO MUERTE A TUS PROFETAS, HAN DERRIBADO TUS
ALTARES; Y YO SOLO HE QUEDADO Y ATENTAN CONTRA
MI VIDA? (4)Pero, ¿qué le dice la respuesta divina?: Me HE
RESERVADO SIETE MIL HOMBRES QUE NO HAN
DOBLADO LA RODILLA A BAAL.
De esto, Pablo concluye que el mismo principio continúa operando en su
día. En Romanos 11:5 dice: «Y de la misma manera, también ha quedado
en el tiempo presente un remanente conforme a la elección de la gracia [de
Dios]».
En todo el resto de Romanos 11, Pablo continúa con el tema del
cumplimiento de las promesas de Dios a la nación, de forma corporativa,
en las personas del remanente elegido:
Romanos 11:14 ― si en alguna manera puedo causar celos a mis
compatriotas y salvar a algunos de ellos. (Cursivas añadidas)
Romanos 11:25 ― Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este
misterio, para que no seáis sabios en vuestra propia opinión: que a
Israel le ha acontecido un endurecimiento parcial hasta que haya
entrado la plenitud de los gentiles… (Cursivas añadidas)
Aun en el pasaje de Isaías 59:20‑21, citado por Pablo en relación con
la muy debatida aseveración de que todo Israel será salvo en
Romanos 11:26, puede verse un énfasis en la salvación del remanente en
su original en hebreo:
(20)
Y vendrá un Redentor a Sión y a los que en Jacob se aparten de
la transgresión ― declara el SEÑOR. (21)En cuanto a mí ― dice el
SEÑOR—, este es mi pacto con ellos: Mi Espíritu que está sobre ti,
y mis palabras que he puesto en tu boca, no se apartarán de tu boca,
ni de la boca de tu descendencia, ni de la boca de la descendencia de
tu descendencia ― dice el SEÑOR— desde ahora y para siempre.
(Cursivas añadidas)
Mi propósito aquí no es contestar a la controvertida pregunta de si
habrá o no un avivamiento futuro entre los judíos. Mi único propósito es
decir que no es necesario que toda una generación futura de israelitas se
salve en masa para que Dios cumpla Sus promesas a Israel. No es
necesario que Dios salve a cada miembro de tal generación ni a la mayoría
de los miembros de tal generación para cumplir Sus promesas. Dios ha
cumplido genuina y auténticamente esas promesas muchas veces al
remanente elegido. Dichas promesas nunca fueron hechas a cualquiera,
sino a aquel remanente elegido del cual Pablo habla extensamente en
Romanos 9‑11.
Aquí regresamos al punto central. El remanente elegido de entre los
judíos es ahora el núcleo de la Iglesia cristiana. Ese remanente elegido de
judíos en la Iglesia es el cumplimiento de las promesas de Dios a Israel en
el presente. La Iglesia es, y tiene que ser, el Nuevo Israel. En parte, debido
a este remanente elegido, toda la Iglesia es simiente de Abraham.
CAPÍTULO DIECIOCHO
¿Tienen que ser judíos étnicos los israelitas?
S
é que la pregunta planteada en el encabezamiento de este capítulo
probablemente
parezca
escandalosa
a
mis
hermanos
dispensacionalistas. No sé con seguridad si MacArthur lo dijo en serio,
medio en broma, o si estaba bromeando cuando dijo en su mensaje que el
Israel moderno estaba haciendo pruebas de ADN para {determinar} la
identidad étnica judía. Sí sé que él piensa que ser judío étnico es esencial
para ser judío. Escuche algunos de sus comentarios sobre este tema:
La Biblia llama a Dios «El Dios de Israel» más de 200 veces ― el
Dios de Israel. Hay más de 2000 referencias a Israel en la Escritura.
Ni una de estas significa otra cosa sino Israel. Ni una de estas,
incluyendo Romanos 9:6 y Gálatas 6:16, que son los únicos dos
pasajes a los que acuden los amilenaristas para intentar
convencernos de que estos pasajes anulan los otros 2000. No hay
dificultad alguna en interpretar que estos últimos pasajes
simplemente se refieren a judíos que eran creyentes ― «el Israel de
Dios». «Israel» siempre significa Israel; nunca significa otra cosa
sino Israel. Los setenta y tres usos neotestamentarios de «Israel»
siempre significan Israel.
Debería notarse que los judíos todavía existen hoy. Eso es
interesante, ¿verdad? ¿Han conocido alguna vez a un hitita? ¿Y a un
amorreo, un heveo o un jebuseo? ¿Conoce alguien a alguna de esa
gente? ¿Y a un agagueo? [...] El setenta por ciento de la Escritura es
la historia de Israel, y pienso que todo el sentido de la historia es
llegar hasta el final, no esfumarse.
Ahora bien, ya he reconocido que fue necesario que la Iglesia tuviera un
Salvador étnicamente judío. Además, dije que la Iglesia está edificada
sobre el fundamento étnicamente judío de los Apóstoles de Cristo.
También afirmé que un núcleo étnicamente judío en el remanente elegido
de la nación de Israel era un ingrediente esencial en la Iglesia cristiana. A
la luz de estas declaraciones, no estoy descartando o negando
completamente la identidad étnica judía como esencial de algún modo para
entender la Iglesia con lo que diré a continuación.
No obstante, ahora es necesario declarar una verdad equilibradora. Es
una verdad que pienso es absolutamente devastadora para el punto de vista
de MacArthur y sus simpatizantes: La etnicidad judía (descender de
progenitores étnicamente judíos o incluso de un solo progenitor
étnicamente judío) nunca fue esencial para ser un ciudadano de Israel.
Desde el principio se previó {o se estipuló} la membresía de gentiles
étnicos en la ciudadanía de Israel. En el Antiguo Testamento era posible
circuncidarse y así llevar sobre uno las bendiciones y responsabilidades del
Pacto Abrahámico y Mosaico. Este rito fue crucial para Abraham mismo,
quien originalmente fue un gentil étnico. Se nos dice en Génesis 17:10‑12
(y en Hch. 7:8) que la circuncisión era el pacto y la señal del pacto entre
Dios, Abraham y su simiente:
(10)
Este es mi pacto que guardaréis, entre yo y vosotros y tu
descendencia después de ti: Todo varón de entre vosotros será
circuncidado. (11)Seréis circuncidados en la carne de vuestro
prepucio, y esto será la señal de mi pacto con vosotros. (12)A la edad
de ocho días será circuncidado entre vosotros todo varón por
vuestras generaciones; [asimismo] el [siervo] nacido en tu casa, o
que sea comprado con dinero a cualquier extranjero, que no sea de
tu descendencia.
Por ende, se nos dice que tanto Moisés como sus hijos e Israel, en el
tiempo de Josué, tuvieron que ser circuncidados (Éxo. 4:26; Jos. 5:1‑8).
De conformidad con esto, se previó {o se estipuló} más tarde (con algunas
restricciones) que los gentiles fueran circuncidados y se convirtieran en
miembros de la QAHAL ISRAEL (Deu. 23:1‑9). Fue necesario que tanto
los gentiles como los judíos étnicos fueran circuncidados para comer la
comida del pacto ― la Pascua (Éxo. 12:43‑48). Al mismo tiempo,
también tiene que recordarse que ninguna judía étnica podía pasar a formar
parte de la Iglesia o ciudadanía de Israel porque el derecho de circuncisión
era crucial para el estatus pactual. He aquí otra prueba de que la judaicidad
étnica (el ADN judío) no era suficiente para darle a uno la condición de
miembro de Israel. El ADN judío femenino no bastaba.[76]
Pero hay mucho más que decir a nuestros hermanos dispensacionalistas
acerca de esto. Para tomar prestadas las palabras de Apocalipsis 9:12
― «El primer ¡ay! ha pasado; he aquí, aún vienen dos ayes después de
estas cosas». Ahora bien, está claro que la circuncisión era necesaria para
ser miembro del Israel antiguotestamentario; pero, en el Nuevo Pacto, la
circuncisión física ha sido abolida y reemplazada por la circuncisión
espiritual (la circuncisión de Cristo). Como cumplimiento del tipo
antiguotestamentario (Deu. 10:16; 30:6), ahora la circuncisión espiritual
es la que avala el estatus del pacto. Esto abre una puerta de inclusión en la
ciudadanía de Israel tanto a mujeres como a gentiles no circuncidados, y al
mismo tiempo excluye incluso a judíos étnicos físicamente circuncidados
(Rom. 2:25‑29; 1 Cor. 7:18‑19; Gál. 5:6; 6:15; Efe. 2:11‑12;
Flp. 3:2‑3; Col. 2:11; 3:11). La circuncisión física ahora no cuenta para
nada. Solo la circuncisión espiritual hace a uno un verdadero circunciso
delante de Dios.
Entonces, ¿cuál es el punto? El punto es que incluso en el Antiguo
Testamento no era meramente la judaicidad étnica la que hacía a uno
miembro de Israel, sino la circuncisión. El énfasis de MacArthur en la
judaicidad étnica está en profundo conflicto con lo que la Biblia en
realidad enseña acerca de lo que hace que alguien sea israelita. Su énfasis
está en conflicto con la necesidad de la circuncisión, en el Antiguo
Testamento, para que un judío étnico tuviera parte en el pueblo del pacto.
Además, el énfasis de MacArthur minimiza la capacidad que tenía la
circuncisión en el Antiguo Testamento para conceder derechos pactuales a
los gentiles étnicos, quienes ― mediante la circuncisión física y la
adopción de las estipulaciones pactuales— se hacían judíos. En el Nuevo
Pacto, la circuncisión física ha sido abolida y reemplazada por la
circuncisión espiritual. Ahora la circuncisión espiritual es crucial para el
estatus pactual. En consecuencia, los gentiles y las mujeres que creen en
Cristo (y, por tanto, han recibido la circuncisión de Cristo) califican como
miembros de la ciudadanía de Israel (Efe. 2:11‑19). Si en el Antiguo
Testamento los gentiles podían convertirse en verdaderos israelitas,
ciertamente pueden convertirse en miembros de la ciudadanía de Israel en
el Nuevo Testamento mediante la circuncisión espiritual.
Mucho más podría decirse para señalar el carácter típico,[77] provisional
y temporal del Israel nacional en el plan de Dios. Por ejemplo, a menudo
se ha argumentado que la limitación del pacto de Dios al Israel nacional
siempre tuvo una intención universal (Gén. 12:3). Esto es cierto. Sin
embargo, lo que se ha dicho aquí es suficiente para demostrar que el
énfasis extremista de MacArthur en el Israel étnico y nacional en el plan
futuro de Dios está muy equivocado.
CAPÍTULO DIECINUEVE
El Nuevo Testamento es el Nuevo Testamento
L
a historia de la exégesis dispensacionalista contiene varios intentos
desesperados por evitar una de las características exegéticas más
claras del Nuevo Testamento; a saber, el hecho de que el Nuevo
Testamento es el Nuevo Testamento o el Nuevo Pacto. Este simple hecho
(cuando es respaldado por cada uno de los casos en que aparecen las
palabras «nuevo pacto», y también por cada vez que se cita Jer. 31:31‑34
en el Nuevo Testamento) es un problema gigantesco que el
dispensacionalismo nunca ha solucionado. Pero quizá necesito explicar
más detalladamente lo que quiero decir.
En primer lugar, me refiero a que el título de la segunda parte de
nuestras Biblias y de las Escrituras cristianas es Nuevo Testamento o
Nuevo Pacto. Indiscutiblemente, esta terminología es tomada directamente
de Jeremías 31. Ahora bien, el dispensacionalismo clásico argumentaba
que el Nuevo Pacto era futuro y que tendría lugar en el Milenio. Algunos
dispensacionalistas incluso argumentaban que había dos Nuevos Pactos. El
dispensacionalismo progresivo dice que hay dos cumplimientos del Nuevo
Pacto ― uno en el tiempo de la Iglesia y otro en el Milenio. Contra todos
esos intentos frustrados por reconciliar el dispensacionalismo con el
mismo título de las Escrituras cristianas permanece en pie el hecho
incorregible de que la Iglesia cristiana siempre ha llamado, y llamará,
Nuevo Testamento a la segunda parte de su Biblia. Este simple hecho
refuta el dispensacionalismo clásico. Refuta la teoría de los dos Nuevos
Pactos. Incluso pone en duda la teoría de los dos cumplimientos del Nuevo
Pacto que sostiene el dispensacionalismo progresivo.
Tal refutación se hace incluso más clara con los mismos usos de la frase
{«nuevo pacto»}, y con las mismas citas de Jeremías 31:31‑34 en el
Nuevo Testamento. Los siguientes pasajes aluden claramente a
Jeremías 31: Mateo 26:28‑29; Marcos 14:24‑25; Lucas 22:20;
1 Corintios 11:25; 2 Corintios 3:6; y Hebreos 7:22; 8:7‑13; 9:15;
10:16‑20; 12:24; 13:20. Se podría citar muchos otros pasajes que hacen
alusión al Nuevo Pacto. Insto al lector a que considere los muchos otros
usos de «nuevo» y «pacto» en el Nuevo Testamento; pero los pasajes
citados anteriormente son aquellos en los que pienso se hace una innegable
alusión a Jeremías 31:31‑34.
Ahora bien, el hecho es que cada uno de esos pasajes presupone que la
Iglesia es el pueblo con el que se hace el Nuevo Pacto. No hay un solo
pasaje que aluda a un Milenio futuro. El Nuevo Pacto se hace con la casa
de Israel y la casa de Judá según Jeremías 31. Según el Nuevo
Testamento, se hace con la Iglesia. La conclusión natural es que la Iglesia
de Cristo es la casa de Israel y la casa de Judá. De hecho, hemos visto que
esto es exactamente lo que enseña el resto del Nuevo Testamento.
Los pasajes mencionados anteriormente aportan abundante evidencia de
que esta identificación de la Iglesia con Israel es correcta. Según estos
textos, la Cena del Señor es una ordenanza del Nuevo Pacto. Su copa es la
misma copa que simboliza el Nuevo Pacto (Luc. 22:20; 1 Cor. 11:25).
El Apóstol a los gentiles, y Apóstol de la Iglesia, en el contexto donde
describe su propio ministerio, se identifica como ministro del Nuevo Pacto
(2 Cor. 3:6). Jesús es llamado el mediador del Nuevo Pacto en un
contexto que describe los gloriosos privilegios de la Iglesia cristiana
(Heb. 12:24). A pesar de los excesos de los dispensacionalistas
extremistas, el Libro de Hebreos fue escrito a iglesias cristianas con
ancianos cristianos (Heb. 13:7, 17, 24). Además, en Hebreos, se dice
que todas las instituciones principales del Pacto Mosaico hallarían su
cumplimiento en las bendiciones que la Iglesia posee en el Nuevo Pacto.
Finalmente, es indiscutiblemente claro que en la Iglesia se encuentra el
remanente elegido de Israel. Ellos son físicamente la casa de Israel y de
Judá con quienes Dios prometió hacer el Nuevo Pacto. Deben ser vistos
como el cumplimiento de las promesas a la nación. ¿Por qué? Porque
Pablo argumenta en Romanos 9‑11, de forma innegable, que Dios está
cumpliendo Sus promesas a Israel en el remanente elegido. Con la
abolición de la circuncisión física, todo lo que se necesita para hacer que
un hombre sea un nuevo y verdadero israelita es la bendición de la
circuncisión de Cristo (Rom. 2:25‑29; Efe. 2:11‑13; Flp. 3:3).
En resumen, todo intento del dispensacionalismo por soslayar hasta la
mismísima designación del Nuevo Testamento, así como la enseñanza de
este, ha sido totalmente fallido. La necesidad de involucrarse en un
esfuerzo tan inútil es en sí misma una de las mejores pruebas del fracaso
de ese sistema en general. La Iglesia es el Israel de Dios, y no es necesario
ser un espiritualizador para decirlo.
CAPÍTULO VEINTE
Si la Iglesia es Israel, ¿por qué no hereda las
maldiciones de Israel?
E
n su manifiesto, John MacArthur se hace eco de un argumento que ha
usado antes a favor del premilenarismo. Es la afirmación de que los
amilenaristas son inconsistentes al identificar la Iglesia con Israel porque
no quieren atribuirle a la Iglesia las maldiciones de este último, sino solo
sus bendiciones. Estas son sus palabras:
También adopta una extraña dicotomía, ya que todas las
maldiciones prometidas a Israel cayeron sobre Israel, no sobre la
Iglesia ― literalmente— y aún están cayendo. Si se preguntaban si
las maldiciones en el Antiguo Testamento eran literales... están
ocurriendo ahora. Ahora mismo Israel no está bajo la protección
divina. Está bajo la promesa de Dios de que sería perpetuado como
un pueblo étnico, pero este grupo actual de judíos que viven en el
mundo hoy y en la nación de Israel no está ahora bajo la protección
divina. Son apóstatas. Han rechazado a su Mesías. Están bajo el
castigo divino, pero aún son un pueblo y lo serán hasta el final. Qué
asombrosa apologética es esa para la veracidad de la Escritura. No
pueden abandonar eso sin una enorme pérdida de confianza en la
Escritura. Todas las maldiciones prometidas a Israel por la
desobediencia a Dios se hicieron realidad de forma literal en Israel.
Ahora, de pronto, ¿se supone que dividamos todos esos pasajes que
ofrecen bendición y maldición, y digamos que todas las bendiciones
que se le prometieron a Israel no están viniendo para Israel, que en
cambio están viniendo para la Iglesia? ¿Dónde está la justificación
textual para una interpretación tan dividida? ¿No pensarían que
cualquiera que fuera la forma en la que se cumplieron las
maldiciones establecería la norma para cualquier forma en la que se
cumplirían las bendiciones? O, para poner la pregunta en otro
contexto, ¿no esperarían que todas las profecías que llegaron a
ocurrir de modo literal cuando Jesús vino la primera vez
establecerían el patrón para cómo llegarían a cumplirse las profecías
conectadas con Su segunda venida? No hay lugar alguno para
dividir estas interpretaciones.
Este argumento es familiar para quien conozca a MacArthur:
Ahora bien, cuando Israel pecó, {cuando} desobedeció a Dios, ¿qué
ocurrió? Juicio, castigo, maldición, masacre... ¿fue literal? Sí. ¿Fue
Israel? Sí. Por tanto, si Israel recibió todas las maldiciones
prometidas ― literalmente—, ¿por qué supondríamos que no
habrían de recibir las bendiciones prometidas literalmente cuando
algunas de ellas están en los mismos pasajes? Y, ¿cómo puede decir
en este pasaje que la maldición se refiere al Israel literal, pero que
las bendiciones se refieren a la Iglesia? No hay base exegética
alguna para eso y ahora usted ha dividido arbitrariamente el
versículo por la mitad; usted le ha dado todas las maldiciones a
Israel y toda la bendición a la Iglesia ― ¿en qué se basa
exegéticamente para hacer eso?[78]
Entiendo que la objeción de MacArthur es en realidad dos objeciones
en una. La primera tiene que ver con el asunto de la interpretación literal
que ya hemos analizado extensamente. En esencia, MacArthur argumenta
que los amilenaristas son inconsistentes con su propia hermenéutica al ver
las maldiciones cumplidas en el Israel físico, pero las bendiciones
cumplidas para el Israel espiritual (la Iglesia). Sin embargo, esta
argumentación supone que en realidad la Iglesia no es Israel, sino solo el
reemplazo de Israel. No obstante, he argumentado extensamente que los
amilenaristas no necesitan sostener la teología del reemplazo o el
suplantacionismo; y que, en un sentido real ― e incluso literal—, la
Iglesia es la reforma y expansión de Israel.
El segundo aspecto de la objeción de MacArthur es el que me interesa
en este capítulo. Esa segunda objeción que tengo en mente es la implícita
acusación de inconsistencia por reclamar para la Iglesia las bendiciones de
Israel, pero no las maldiciones. Pienso que MacArthur está diciendo:
― Eh, sea justo. Tiene que aceptar lo bueno y lo malo. No puede tenerlo
todo. Si quiere las bendiciones de Israel para la Iglesia, tiene que tomar las
maldiciones de Israel para la Iglesia también—. Ahora bien, admito que en
cierto modo ese argumento tiene cierto atractivo ― suena bien {lit.
plausible}. A primera vista, parece tanto egoísta como inconsistente que
los amilenaristas interpreten la Biblia de esta forma.
Sin embargo, pienso que la plausibilidad de este argumento desaparece
cuando se considera todo el asunto con una luz menos superficial y más
bíblica. Quizá lo principal que deba decirse es que los amilenaristas no
están reclamando que la Iglesia es el mismo antiguo Israel bajo el mismo
Antiguo Pacto; sino que la Iglesia es el Nuevo Israel bajo el Nuevo Pacto.
Busque en Jeremías 31:31‑34, y no encontrará ni una maldición para
Israel en el Nuevo Pacto. El Nuevo Pacto asegura el cumplimiento de sus
condiciones y, de este modo, garantiza su bendito cumplimiento {lit.
fructificación} para aquellos con quienes es hecho. Cristo es el fiador de
este mejor pacto (Heb. 7:22). No hay ninguna maldición para los que
cumplen las condiciones del pacto.
Otra forma de ver este punto es recordar que hemos dicho que la Iglesia
es, por definición, el remanente elegido de Israel (Rom. 9:6‑13). ¿Cómo
puede haber maldiciones para los elegidos de Dios? La cabeza de la Iglesia
es el Mesías elegido. Las piedras fundacionales de la Iglesia (los
Apóstoles) son israelitas elegidos. El núcleo de la Iglesia se compone de
aquellos judíos que recibieron con fe a su Mesías. No hay maldición
alguna para el remanente elegido.
¿Recuerda el único olivo de Romanos 11:1‑24? Este olivo es una
ilustración del pueblo del pacto en esta nueva etapa. En otras palabras, es
el Nuevo Israel. Se compone del remanente judío (las ramas creyentes que
no son cortadas) y de los gentiles (las ramas creyentes que son injertadas).
No puede haber maldición alguna para tales creyentes mientras
permanezcan en el olivo por la fe.
Incluso otra forma de verlo es reconocer que la Iglesia es el Israel
escatológico ― la Iglesia del Mesías o QAHAL MASHÍAJ. MacArthur
mismo cree en un Israel escatológico cuya porción es bendición, no
maldición. Lo único que estamos diciendo es que la Iglesia es ese Israel
escatológico.
Así que, aunque pueda parecer inconsistente reclamar las bendiciones
de Israel para la Iglesia y no las maldiciones, cuando el asunto se examina
bíblicamente no constituye un problema. No reclamamos que la Iglesia sea
el mismo antiguo Israel bajo el mismo Antiguo Pacto. Lo que afirmamos
es que la Iglesia es el Nuevo Israel bajo el Nuevo Pacto; que es el
remanente elegido de Israel, el único olivo de bendición, y el Israel
escatológico que hereda todas las promesas de Dios. Realmente hay dos
Israel. Siempre lo ha habido ― solo que ahora el contraste es más claro.
Siempre ha estado la nación externa y el remanente elegido. Para la Iglesia
(el Israel Nuevo, Elegido, Creyente, Mesiánico y Escatológico), las
bendiciones de Dios continúan. Las maldiciones de Dios son para aquellos
que son judíos externamente y que rechazan finalmente a su Mesías.
CAPÍTULO VEINTIUNO
Del evangelismo a los judíos
M
acArthur está convencido de que la escatología tiene implicaciones
enormemente prácticas. De hecho, concluye su mensaje enfatizando
una de estas implicaciones. Cree que solo su escatología pone un
maravilloso fundamento para el evangelismo a los judíos; y está seguro de
que el amilenarismo lo socava. He aquí un fragmento de las palabras
finales de su mensaje:
Otro efecto {implicación} de la teología del reemplazo es el daño
que hace al evangelismo a los judíos. He aquí una breve escena,
están hablando con un judío:
Le dicen: ― Jesús es el Mesías.
Él dice: ― ¿De veras?, ¿dónde está el reino?
― Oh, ¡está aquí!
― Ah, ¿está aquí? Bueno, ¿por qué nos están matando todo el
tiempo? ¿Por qué estamos siendo perseguidos, y por qué no
tenemos la tierra que se nos prometió? Y, ¿por qué no está el
Mesías reinando en Jerusalén, y por qué la paz, la alegría y la
felicidad no están dominando el mundo, y por qué no está
floreciendo el desierto, y...?
― Oh, no, usted no entiende. Nada de eso va a ocurrir. Vea, el
problema es que ustedes ya no son el pueblo de Dios; somos
nosotros.
― ¡Oh! Ya veo, pero este es el reino, y los judíos están siendo
asesinados y odiados, y Jerusalén está asediada. ¿Este es el reino?
Si este es el reino, Jesús no es el Mesías. No puede serlo. Es
ridículo.
No importa cuántas maravillosas relaciones judeocristianas tratemos
de tener con rabinos, esto es un enorme hueso en la garganta.
― ¿Por qué no puede ser Jesús el Mesías?
― Porque este no es el reino.
A menos que puedan decirle a un judío: ― Dios guardará cada
promesa que Él les hizo, y Jesús cumplirá cada una de las promesas,
y es por eso que aún hay judíos en el mundo, y es por eso que
ustedes están en la tierra y Dios está preparándose para un gran día
de salvación en Israel; y Jesús es su Mesías. Pero, considere el
Salmo 22, Isaías 53 y Zacarías 12:10, y entienda que Él tuvo que
venir y morir para ratificar el Nuevo Pacto antes que Él pudiera
perdonar su pecado, y el reino está viniendo—, {a menos que
puedan decirle eso} ¡no tienen la posibilidad de comunicarse! Lo
demás no tiene sentido.
MacArthur hace bien en estar preocupado por el evangelismo a los judíos.
Todos estamos a favor de ello. Que Dios bendiga de forma maravillosa los
esfuerzos de nuestro hermano y los de su ministerio. No obstante, pienso
que hay numerosas dificultades con la forma en la que MacArthur usa el
evangelismo a los judíos polémicamente contra el amilenarismo en la cita
anterior.
En primer lugar, MacArthur atribuye a los amilenaristas una escatología
sobrerrealizada cuando razona de la siguiente manera:
...están hablando con un judío:
Le dicen: ― Jesús es el Mesías.
Él dice: ― ¿De veras?, ¿dónde está el reino?
― Oh, ¡está aquí!
― Ah, ¿está aquí? Bueno, ¿por qué nos están matando todo el
tiempo? ¿Por qué estamos siendo perseguidos, y por qué no
tenemos la tierra que se nos prometió?...
He aquí mi respuesta. Yo no diría estas palabras a un judío que está siendo
perseguido; ni se las diría a un cristiano que está siendo perseguido. Deseo
recordar al lector el capítulo que titulé «Este no es el amilenarismo del
tiempo de nuestros padres». Por este medio admitiré que algunos
amilenaristas más antiguos pueden haber sido culpables de asociar
completamente el reino prometido con el tiempo de la Iglesia, y no con el
siglo venidero. Sin embargo, los amilenaristas más contemporáneos y yo
estamos comprometidos con la idea del «ya y todavía no» como ha sido
desarrollada por teólogos evangélicos en los últimos años. Esto significa
que nunca alegaríamos que una tierra en la cual los cristianos aún están
siendo perseguidos y matados es el reino consumado de Dios. Esta es la
fase inaugural del reino. De esta fase Jesús enseñó que el sacrificio y la
persecución serían la realidad de la vida. Recuerde las parábolas de la
cizaña, del tesoro escondido en el campo, y de la perla de gran valor
(Mat. 13:24‑30, 36‑46).
En segundo lugar, MacArthur presupone que los amilenaristas creen
que los judíos han perdido el derecho a todas las promesas que Dios les
hizo como nación:
―... Nada de eso va a ocurrir. Vea, el problema es que ustedes ya no
son el pueblo de Dios; somos nosotros.
He argumentado extensamente que esto es un completo malentendido del
amilenarismo contemporáneo. Nuestra postura no es que Dios no cumplirá
Sus promesas a los judíos; sino que Él ahora mismo está cumpliendo esas
promesas a aquellos judíos que abrazan al Mesías Salvador. También
sostenemos que a esos judíos les aguarda un reino glorioso en el siglo
venidero. Ese reino no será menos de lo que les fue prometido a los judíos.
Será infinitamente superior a lo que los tipos y sombras
antiguotestamentarios podrían expresar. Los mansos no solo recibirán la
heredad, sino también la tierra (Mat. 5:5; Efe. 6:1‑3). Una Nueva
Jerusalén ― mucho mejor que la antigua— descenderá del cielo enviada
por Dios.
En tercer lugar, MacArthur presupone que los amilenaristas tienen que
admitir que Dios no guarda Sus promesas a los judíos: «A menos que
puedan decirle a un judío: ― Dios guardará cada promesa que Él les hizo,
y Jesús cumplirá cada una de las promesas, y es por eso que aún hay judíos
en el mundo, y es por eso que ustedes están en la tierra y Dios está
preparándose para un gran día de salvación en Israel; y Jesús es su
Mesías...». En cierto sentido ya he respondido a este razonamiento, pero
queda algo por decir. Puedo decirle, al judío creyente ― o al que aún no
ha creído, a condición de que crea—, que Dios cumplirá cada promesa que
les hizo. Lo he dicho una y otra vez en estos capítulos; pero, a judíos no
creyentes no puedo decirles algo así.
Además, que los judíos estén ocupando actualmente su antigua tierra no
puede ser ningún cumplimiento en sí del regreso a la tierra que fue
prometido a Israel en la Escritura. El regreso a la tierra que fue prometido
es el regreso de un pueblo arrepentido. La promesa más antigua que los
dispensacionalistas
usualmente
citan
a
este
respecto
es
Deuteronomio 30:1‑6. Este pasaje dice claramente que el regreso
prometido es el de un pueblo arrepentido:
(1)
Y sucederá que cuando todas estas cosas hayan venido sobre ti, la
bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y tú [las]
recuerdes en todas las naciones adonde el Señor tu Dios te haya
desterrado, (2)y vuelvas al Señor tu Dios, tú y tus hijos, y le
obedezcas con todo tu corazón y con toda tu alma conforme a todo
lo que yo te ordeno hoy, (3)entonces el Señor tu Dios te hará volver
de tu cautividad, y tendrá compasión de ti y te recogerá de nuevo de
entre todos los pueblos adonde el Señor tu Dios te haya dispersado.
(4)
Si tus desterrados están en los confines de la tierra, de allí el Señor
tu Dios te recogerá y de allí te hará volver. (5)Y el Señor tu Dios te
llevará a la tierra que tus padres poseyeron, y tú la poseerás; y Él te
prosperará y te multiplicará más que a tus padres. (6)Además, el
Señor tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tus
descendientes, para que ames al Señor tu Dios con todo tu corazón y
con toda tu alma, a fin de que vivas.
Es obvio que el actual estado judío persigue a los cristianos, y que gran
cantidad de sus habitantes no reconoce a Jesús como el Mesías. Por lo
tanto, no puede ser el regreso a la tierra que fue prometido.
Jeremías 31:1‑34 y 32:40‑44 confirman aún más esta realidad:
(40)
Haré con ellos un pacto eterno, por el que no me apartaré de
ellos, para hacerles bien, e infundiré mi temor en sus corazones para
que no se aparten de mí. (41)Me regocijaré en ellos haciéndoles bien,
y ciertamente los plantaré en esta tierra, con todo mi corazón y con
toda mi alma. (42)Porque así dice el SEÑOR: «Como he traído a este
pueblo toda esta gran calamidad así he de traer sobre ellos todo el
bien que les prometo. (43)Y se comprarán campos en esta tierra de la
cual decís vosotros: “Es una desolación, sin hombres ni animales;
entregada está en mano de los caldeos”. (44)La gente comprará
campos por dinero, firmarán y sellarán escrituras y llamarán a
testigos, en la tierra de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén,
en las ciudades de Judá, en las ciudades de la región montañosa, en
las ciudades de la llanura y en las ciudades del Neguev, porque
restauraré su bienestar» ― declara el SEÑOR.
Estos versículos aseveran con claridad que la restauración en la tierra y la
regeneración son coincidentes. Ahora bien, estoy de acuerdo con
MacArthur en un punto: los judíos seguirán existiendo como un grupo de
personas distinto. En mi opinión, Romanos 11 lo presupone. En varios
puntos he argumentado que el núcleo de la Iglesia es el remanente judío
escogido. Sin embargo, esto no quiere decir que el Estado moderno de
Israel sea el comienzo del regreso prometido.
Lo que realmente obstaculiza el evangelismo a los judíos es
comunicarles que ellos están en algún tipo de relación privilegiada con
Dios sin tener en cuenta su condición espiritual. En mi opinión, decir que
la tierra les pertenece sin importar su condición espiritual comunica un
mensaje incorrecto. Decirles que el actual Estado de Israel tiene cierta
clase de derecho divino a la tierra a pesar de su continuo rechazo del
Mesías, también comunica la idea de que tienen algún tipo de privilegio en
cuanto a las bendiciones de Dios. Por mucho que yo apoye al Estado de
Israel por razones morales, políticas y pragmáticas, esto es completamente
diferente a apoyarlos por razones teológicas o proféticas. Comunicar que
tienen algún tipo de derecho teológico o profético sobre la tierra y las
bendiciones de Dios estando en su impenitente condición de rechazo a
Cristo no es bueno para sus almas. Pienso que este es el verdadero peligro
para el evangelismo a los judíos ― no el amilenarismo.
CAPÍTULO VEINTIDÓS
¿Juntos por el evangelio?
A
sistí a la primera conferencia de {título oficial} «Juntos por el
evangelio»[79] en Louisville (Kentucky, EE. UU.) en el 2006, en la
cual MacArthur era uno de los oradores. Fue una experiencia encantadora.
Ciertamente es motivo de regocijo ver a líderes evangélicos con
inclinaciones reformadas provenientes de varios trasfondos diferentes
reconociendo lo que tienen en común y reuniéndose para dar un testimonio
unificado de su comunión en el evangelio.
En mi opinión, incluso allí en Louisville, MacArthur pareció sonar un
poco diferente al resto con sus abiertas referencias tanto a la elección como
al premilenarismo. Francamente, aprecié su disposición de ser específico y
claro con respecto a sus propias perspectivas doctrinales, aunque estaba en
desacuerdo con él en cuanto al premilenarismo. ¿Por qué? Porque, desde
luego, hay un peligro en este tipo de maravilloso festival del amor por el
evangelio que estaba ocurriendo allí en Louisville. Podía perderse la
noción del hecho de que diferencias doctrinales importantes pudieran ser
echadas por la borda con el simple objetivo de sentirse bien unos con
otros. La unidad no puede ser una excusa para la imprecisión doctrinal.
Esto me hizo responder positivamente a la disposición de MacArthur de
ser específico en cuanto a sus creencias doctrinales.
Sin embargo, bien podría imaginarme a alguien en la «Conferencia de
pastores» (y en otros lugares donde MacArthur ha expresado sus
perspectivas escatológicas) gruñendo y preguntándose en voz alta:
― ¿Debería MacArthur hacer de esto un tema de discusión ahora? ¿Es el
premilenarismo una razón suficiente para correr el riesgo de hacer
naufragar el barco de la unidad en torno a un entendimiento reformado del
evangelio encallándolo contra las rocas de la controversia?— Aquí tengo
que decir a la persona que me estoy imaginando (porque no pienso que
exista solo en mi imaginación) que lo comprendo. Bien podríamos ver a
MacArthur como innecesariamente «malhumorado» y «rectangular» por
traer a colación, en un contexto como «Juntos por el evangelio», polémicas
que solamente conciernen al debate entre el premilenarismo y el
amilenarismo. Esto no significa que no sostenga firmemente el
amilenarismo en oposición al premilenarismo; pero, si esto fuera todo lo
que estuviera en juego, entonces estaría de acuerdo con mi ― no tan
imaginario— amigo gruñón. También quisiera decir a MacArthur que el
evangelio es mucho más importante que las meticulosas controversias
sobre la profecía. Así que, a menos que este debate sea algo más
importante que un análisis intramuros entre cristianos reformados sobre el
Milenio, esto no debería ser un tema de discusión.
CAPÍTULO VEINTITRÉS
Del panmilenarismo y el hiperpreterismo
P
or supuesto, hay temas escatológicos que influyen en nuestro
entendimiento del evangelio. Nosotros ― al menos muchos de
nosotros— estamos acostumbrados a pensar en la escatología solamente
como un tema secundario. Todos hemos escuchado el chiste acerca del
panmilenarista; usted sabe... el cristiano que le dice con regocijo que su
postura escatológica es que al final todo «saldrá bien».[80]
Sin embargo, hay algunas controversias escatológicas que son lo
suficientemente importantes como para sacarlas a colación cuando se
analizan temas que son esenciales para el evangelio. Es aquí donde
comprendo a MacArthur; quien, sin llamarlo explícitamente por su
nombre, saca a relucir el tema del hiperpreterismo. Esta es la postura que
afirma que todas las profecías se cumplieron en el año 70 d. C., y que
Cristo regresó en aquel momento, {y ascendió de nuevo} para no volver
jamás. Estoy de acuerdo en que posturas extremistas del preterismo sí
afectan nuestro entendimiento de la historia del evangelio, y que no
deberían ser minimizadas en aras de ninguna «unidad» por el evangelio.
Note la preocupación de MacArthur por causa del hiperpreterismo:
Pero, permítanme decirles algo, amigos, tan loco como pueda ser
ese mundo de la escatología dispensacionalista, no es más loco que
las interpretaciones de muchos amilenaristas cuya eiségesis ficticia
ve todo en el año 70 d. C.; y he leído ese tipo de cosas, y es igual
de loco.
En este contexto, MacArthur se está refiriendo a algunos extremismos del
dispensacionalismo popular. Permítame decir solamente: ― ¡Amén, John!
— a lo que dice acerca del hiperpreterismo allí. De hecho, déjeme decirle
que el hiperpreterismo es mucho peor que los extremismos
dispensacionalistas que él describió. Al menos esos maestros
dispensacionalistas extremistas creen en la Segunda Venida de Cristo. Ni
siquiera eso se puede decir de los hiperpreteristas. Por supuesto, me parece
ofensivo que MacArthur identifique semejantes extremismos preteristas
con el amilenarismo. Permítame aclarar que, en lo que a mí respecta, el
hiperpreterismo es herejía. Lo rechazo de una forma más enfática que al
dispensacionalismo. Sin embargo, históricamente hablando, las
perspectivas preteristas de la profecía ― aunque no sean hiperpreteristas
— han sido identificadas más con el posmilenarismo que con el
amilenarismo. Pero, como hemos visto, MacArthur realmente no puede ver
la diferencia entre estas dos {últimas} perspectivas.
Así que comprendo en cierto sentido el deseo de MacArthur de no
posponer el tema de la escatología al asistir a «Juntos por el evangelio». El
problema es que cuando MacArthur realmente saca a relucir el tema
escatológico, lo hace de una forma que no me convence, si lo tomo en
serio. Escuche lo que dice:
Ahora, en este punto, siento la efervescencia de aquellos de ustedes
que están diciendo: ― Ay no, vinimos a una conferencia de
pastores, y se ha vuelto una conferencia dispensacionalista. Lo
próximo que va a hacer es sacar los gráficos de Clarence Larkin, y
vamos a recibir una hermosa Biblia de Scofield encuadernada en
cuero, y luego todos vamos a recibir la serie {título oficial} Dejados
atrás. Ah, nos vemos reducidos a la ficción del rapto. Entonces nos
va a decir probablemente que hay siete dispensaciones, dos reinos,
dos nuevos pactos, dos formas de salvación...— Relájense [Risas
del auditorio].
Olvídense del dispensacionalismo. No estoy hablando de eso, si
bien cada uno de ustedes es dispensacionalista.
Como he dicho anteriormente, MacArthur parece distanciarse del
dispensacionalismo en este tipo de declaraciones. En esta y otras
aseveraciones se presenta solamente como defensor de la causa del
premilenarismo y no de la causa del dispensacionalismo. Por supuesto,
MacArthur da a entender que él es dispensacionalista, pero está claro que
este no es el tema que desea tratar. El tema que él desea traer a colación (el
que nos insinúa) es simplemente el premilenarismo.
Por supuesto, allí MacArthur está equivocado. Al plantear el asunto del
suplantacionismo y la teología del reemplazo, y también al negar que la
Iglesia es el Israel de Dios, se ha colocado justamente en el bando del
premilenarismo dispensacionalista. Como he mostrado, en realidad él ha
rechazado el premilenarismo histórico o premilenarismo del pacto.
Entonces, MacArthur no está defendiendo simplemente la esencia del
premilenarismo, está aseverando una variante moderna de premilenarismo
que difiere del premilenarismo histórico. En realidad, el premilenarismo
histórico tiene más en común con el amilenarismo y el posmilenarismo
que con el dispensacionalismo.
Pero dejemos de lado todo esto. Si interpreto a MacArthur literalmente,
si realmente acepto que su propósito es simplemente defender el
premilenarismo en sí y no el premilenarismo dispensacionalista, entonces
pienso que es indefendible que presente {lit. inyecte} este tema cuando
los evangélicos reformados se reúnen para tratar el entendimiento común
que tienen del evangelio. ¿Por qué los demás premilenaristas que forman
parte de este movimiento no sienten la necesidad de hablar de ese tema?
Pienso que es porque no son dispensacionalistas. Ellos se dan cuenta de
que el tema de si Cristo regresa antes o después del Milenio, meramente
hablando, no afecta radicalmente nuestro entendimiento del evangelio o
del cristianismo. Creo que en esto tienen razón. Estar a favor o en contra
del premilenarismo no tiene que afectar la unidad de «Juntos por el
evangelio».
CAPÍTULO VEINTICUATRO
¿Hay algún problema en casa?
E
n mi opinión, el premilenarismo solo se convierte en un tema lo
suficientemente grande como para plantearlo en el contexto de
«Juntos por el evangelio» cuando se entiende en su forma
dispensacionalista. Esta es la razón por la cual MacArthur realmente siente
la necesidad de sacarlo a relucir. Lo que en realidad él cree y pretende
defender no es el premilenarismo genérico, sino el dispensacionalismo.
Pienso que ya lo he probado en un capítulo anterior.
Ahora bien, permítame apresurarme a reafirmar lo que he acabado de
insinuar. No estoy diciendo que el dispensacionalismo sea una herejía. Sin
embargo, sí creo que plantea asuntos muy básicos con respecto a la
verdadera naturaleza del cristianismo y del evangelio. Pienso que los
instintos de MacArthur están en lo correcto cuando él tiene la impresión de
que estos asuntos son lo suficientemente importantes como para ser
abordados en el contexto actual.
¿Cuál es el asunto que está afectando el evangelio mismo en la
controversia que MacArthur suscita? ¿Tiene él algún problema que valga
la pena mencionar ahora que estamos juntos por el evangelio? Aunque sí
reconozco que MacArthur sostiene el antiguo evangelio de Cristo, aunque
aprecio su esfuerzo {lit. ministerio} por rescatar notas que ya no sonaban
en el evangelio en nuestros días, pienso que bajo la superficie del
manifiesto de MacArthur hay un asunto que afecta todo nuestro
entendimiento del evangelio y del cristianismo. Se trata {precisamente}
del tema que MacArthur ha traído a colación: el suplantacionismo o
teología del reemplazo. Hay una hermenéutica distintiva que está
inseparablemente unida a la acusación de suplantacionismo contra sus
hermanos evangélicos. Escuche las palabras de MacArthur:
¿Es el Antiguo Testamento amilenarista? En primer lugar, una nota
aquí. No es legítimo interpretar el Antiguo Testamento de forma
secundaria con respecto al Nuevo Testamento, {y este último} de
forma primaria. ¿De acuerdo? Eso no es legítimo. De lo contrario, el
Antiguo Testamento sería oscuridad, no luz. Si dicen que el Antiguo
Testamento no puede ser interpretado correctamente sin el Nuevo
Testamento, entonces han negado la perspicuidad del Antiguo
Testamento, y como Walt Kaiser dice: «Ahora tiene un canon
dentro de otro». Esta pregunta tiene que ser contestada: ¿Propone el
Antiguo Testamento en sí mismo una perspectiva amilenarista? No
pueden hacer que el Antiguo Testamento no tenga una
interpretación verdadera por sí mismo y relacionar las promesas
antiguotestamentarias con la Iglesia, lo cual es ― según la propia
declaración de Pablo— un misterio desconocido en el pasado. Por
tanto, no pueden hacer que el Antiguo Testamento sea ininteligible
e irrelevante para el lector judío. Sin embargo, la idea de que el
Nuevo Testamento es el punto de partida para entender el Antiguo
Testamento es exactamente de donde viene el amilenarismo, viendo
incorrectamente {el Nuevo Testamento} en el Antiguo Testamento;
y {así}, por supuesto, dañan la perspicuidad o claridad del
significado del Antiguo Testamento en y de sí mismo. Semejante
enfoque conduce a una forma de espiritualización aún mayor que va
más allá de los textos proféticos inclusive, y da licencia para
espiritualizar otras cosas, y para ver incorrectamente principios
cristianos neotestamentarios en aquellos textos del Antiguo
Testamento de donde no se derivan con una interpretación legítima.
No es mi propósito aquí desmantelar las perspectivas hermenéuticas de
Walt Kaiser. Estoy en desacuerdo enfáticamente con su rechazo de lo que
Berkhof llama la interpretación teológica de la Biblia.[81] Pienso que
Kaiser, aunque cree en la autoría divina de la Biblia, se niega a tenerla en
cuenta en su interpretación del Antiguo Testamento. No hay dicotomía
necesaria alguna entre sostener la perspicuidad del Antiguo Testamento
para sus lectores originales, y {al mismo tiempo} sostener que la forma en
la que el Nuevo Testamento interpreta el Antiguo es final y autoritativa.
Como en todos los demás temas doctrinales, los Apóstoles de Cristo son la
autoridad en cuanto a cómo debemos interpretar el Antiguo Testamento.
Puede ver el carácter errado de las hermenéuticas de Kaiser y de
MacArthur en este punto, en las mismas palabras citadas anteriormente.
MacArthur resume la postura de Kaiser en un momento específico al decir:
«De lo contrario, el Antiguo Testamento sería oscuridad, no luz». Ahora
bien, sin negar que el Antiguo Testamento fue la luz de Dios para Su
pueblo del Antiguo Testamento, seguramente tenemos que sopesar esta
afirmación recordando que el Nuevo Testamento mismo describe en varios
lugares el Antiguo Testamento como un libro lleno de tipos y sombras
(Col. 2:16‑17; Heb. 10:1; 1 Ped. 1:10‑12). Por lo tanto, de cierta
forma, el Nuevo Testamento sí afirma que el Antiguo Testamento era
oscuridad hasta que {este último} fue cumplido por Cristo y el Nuevo
Pacto {tuvo lugar}. Por lo tanto, tenemos que reconocer que el Nuevo
Testamento es la autoridad final en cuanto a cómo interpretar un libro que,
en cierto sentido, era sombrío y oscuro.
Estos asuntos están unidos a los cargos de suplantacionismo y teología
del reemplazo presentados por MacArthur contra los amilenaristas. Como
he dejado claro, rechazo semejantes acusaciones; y creo que tergiversan y
distorsionan las verdaderas posturas de los amilenaristas, posmilenaristas y
premilenaristas históricos. Sin embargo, aunque tales acusaciones poco
revelan acerca de nuestros puntos de vista, sí dejan al descubierto mucho
de la postura de MacArthur. Revelan que él no considera que el
cristianismo o la Iglesia cristiana sean el cumplimiento del Antiguo
Testamento. Sin duda, esta es una importante reclamación. Sus
acusaciones revelan que él, junto con el dispensacionalismo, en realidad
creen que una futura generación de judíos salvos, el Milenio en el cual
ellos dominan, el templo restaurado y los sacrificios de animales con los
cuales adoran a Dios, son el cumplimiento histórico verdadero y final del
Antiguo Testamento. Verdaderamente, esta es una afirmación que afecta
drástica y básicamente nuestro entendimiento del cristianismo. MacArthur
hace bien en pensar que semejante postura es tan fundamental que puede
ser sacada a relucir en el contexto de nuestra reunión por el evangelio.
En el mejor de los casos, semejante perspectiva del Antiguo Testamento
tiene que relegar la Iglesia cristiana (y, de hecho, en el dispensacionalismo
clásico se relega la Iglesia cristiana), edificada sobre el fundamento de
Cristo y Sus Apóstoles, a un papel secundario en el cumplimiento del
Antiguo Testamento. Incluso en el dispensacionalismo progresivo, la
Iglesia solo es uno de los dos cumplimientos diferentes del Nuevo Pacto.
Así que, tanto el dispensacionalismo clásico como el progresivo
menosprecian seriamente a la Iglesia de Cristo; la cual no tiene un papel
secundario en el plan de Dios, ni comparte el plan de Dios con Israel. Es el
Nuevo Israel de Dios; es el pueblo para quienes ha llegado el fin de los
siglos (1 Cor. 10:11). Esta afirmación es básica para el cristianismo.
Por lo tanto, Pablo ora que a Él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús
por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. (Efe. 3:21). En
consecuencia, es por la Iglesia que deberíamos orar y afanarnos, hasta que
afanes y cuidados se terminen:
Original
For her my
tears shall
fall,
For her my
prayers
ascend;
To her my
cares and
toils be
giv’n
Till toils and
cares shall
end.[82]
Adaptación
Traducción no de traducción
oficial con
literaria
énfasis literal
publicada
oficialmente
Por ella mi
Por ella mis
oración,
lágrimas
Mis lágrimas,
caerán,
mi amor,
Por ella mis
Solicitud,
oraciones
cuidado,
ascenderán;
afán,
A ella mis
Por ella son,
cuidados y
Señor.[84]
afanes sean
dados
Hasta que
afanes y
cuidados se
terminen.[83]
APÉNDICE UNO
Romanos 11
¿Y qué del futuro del Israel físico?
U
no de los pasajes más interesantes y debatidos en la historia de la
profecía neotestamentaria es Romanos 11. El movimiento sionista
del siglo XX, que culminó en el establecimiento del Estado de Israel en
Palestina en 1948, ha aumentado aún más el interés por este pasaje. Un
intérprete de Romanos 11 ha dicho: «…pocos se atreven a negar la
probabilidad de una providencia especial para con el Israel étnico en los
días del tiempo del fin».[85]
A menudo nos damos el lujo de permitir que una tradición teológica
confiable nos guíe cuando consideramos pasajes difíciles. Por ejemplo,
quienes vienen de una tradición teológica reformada conocen que
Hebreos 6:1‑8 no enseña que quienes son verdaderamente salvos pueden
finalmente caer de la gracia, sino que más bien enseña la Perseverancia de
los Santos. Sin embargo, en el caso de Romanos 11, hasta la
― normalmente confiable— tradición reformada está dividida. John
Murray[86] y muchos otros escritores reformados favorecen la postura de
que Romanos 11 enseña una futura conversión nacional de Israel. Otros
conocidos escritores reformados se oponen a esta perspectiva. Por lo tanto,
no hay nada mejor que una revisión cuidadosa del pasaje.
Dos exposiciones de Romanos 11 me han ayudado grandemente a
estudiar este pasaje: {trad. no oficial} Israel en la profecía, de William
Hendriksen, especialmente el capítulo 3, es un estudio muy útil;[87] y un
artículo titulado {trad. no oficial} «¿Hay un futuro distintivo para el Israel
étnico en Romanos 11?»,[88] en el que O. Palmer Robertson provee lo
que para mí ha sido la exposición más útil de Romanos 11. El siguiente
tratamiento está muy en deuda con su obra. Las abundantes citas de
Robertson provienen todas de este artículo, a menos que se indique una
fuente diferente.
La pregunta que tiene que ser contestada cuando llegamos a
Romanos 11 es la que Robertson plantea: ¿Hay un futuro distintivo para
el Israel étnico? Para decirlo de otro modo, ¿enseña Romanos 11 la
futura conversión nacional de Israel? Robertson está en lo correcto
cuando dice que dos asuntos tienen que ser examinados para contestar a
esta pregunta: Primero, debemos examinar la evidencia de que
Romanos 11 habla de la intención que Dios tiene actualmente con el
Israel étnico. Después, debemos examinar las posibles referencias en
Romanos 11 a la intención que Dios tiene de tratar distintivamente con el
Israel étnico en el futuro.
La evidencia de que Romanos 11 habla de la intención que
Dios tiene actualmente con el Israel étnico
Allí Robertson reúne la evidencia de que Romanos 11 está hablando de la
intención que Dios tiene actualmente con el Israel étnico. La relevancia de
dicha evidencia es que esta socava la idea de que el tema de Romanos 11
es cómo Dios tratará con Israel en el futuro. Ahora escuche a Robertson:
La mayoría de los comentaristas son conscientes de las referencias
en Romanos 11 a la actual actividad salvadora de Dios entre los
judíos. Sin embargo, la incidencia de estas referencias, así como su
significación para el tema general del capítulo, por lo general se
pasan por alto.[89]
Robertson demuestra entonces que, en todo el capítulo, Pablo hace
referencia continuamente a los tratos de Dios con los judíos en el presente.
Los versículos 1‑10 constituyen la primera parte del capítulo
{Rom. 11}, el cual comienza con la pregunta: «¿Acaso ha desechado
Dios a su pueblo?». Pablo contesta no hablando de los planes futuros de
Dios para los judíos, sino de Sus tratos con ellos en el presente. Note la
respuesta a esta pregunta en el versículo 1: «...yo también soy israelita...».
Observe también el énfasis del versículo 5: «Y de la misma manera,
también ha quedado en el tiempo presente un remanente conforme a la
elección de la gracia [de Dios]».
Los versículos 11‑16 constituyen la segunda parte del capítulo. Allí
también se encuentra el énfasis en los tratos de Dios con los judíos en el
presente. Note Romanos 11:13‑14
― (13)Pero a vosotros hablo, gentiles. Entonces, puesto que yo soy
apóstol de los gentiles, honro mi ministerio, (14)si en alguna manera
puedo causar celos a mis compatriotas y salvar a algunos de ellos.
Los versículos 17‑24 constituyen la tercera parte del capítulo. Allí
tampoco hay razón alguna para posponer el injerto de los judíos hasta
alguna fecha futura. El injerto del judío incrédulo ocurre cuando no
permanece en su incredulidad.
Los versículos 25‑32 constituyen la cuarta parte del capítulo. Esta es la
última parte de dicho capítulo antes que Pablo llegue a su doxología en los
versículos 33‑36. El énfasis allí sigue estando en el trato de Dios con los
judíos en el presente. Los versículos 30 y 31 enfatizan que el tiempo del
que Pablo está hablando es «ahora» al usar esta palabra tres veces:
(30)
Pues así como vosotros en otro tiempo fuisteis desobedientes a
Dios, pero ahora se os ha mostrado misericordia por razón de la
desobediencia de ellos, (31)así también ahora estos han sido
desobedientes, para que por la misericordia mostrada a vosotros,
también a ellos ahora les sea mostrada misericordia. (Cursivas
añadidas)
La conclusión de Robertson es la más apropiada:
Se puede reiterar el punto señalado originalmente. No han sido
notadas adecuadamente ni la incidencia que tienen en Romanos 11
las referencias a la intención que Dios tiene actualmente con Israel,
ni la significación de estas referencias para el tema general del
capítulo. Dichas referencias no excluyen necesariamente referencias
paralelas a algún propósito futuro de Dios con Israel. Sin embargo,
advierten al exégeta que no debe suponer con demasiada
precipitación que Romanos 11 en su totalidad habla del futuro
distintivo de Israel. Además, la presencia de referencias al papel
actual de Israel en cada sección principal del capítulo indica que el
exégeta tiene que tomar en cuenta la significación que este papel
actual de Israel tiene en el pensamiento de Pablo,
independientemente de la sección particular del capítulo en
cuestión.[90]
Para resumir, las referencias de Pablo a los tratos actuales de Dios con
Israel permean Romanos 11. Están presentes en cada parte del capítulo.
Los intérpretes han descuidado este hecho a menudo. Este descuido
plantea la interrogante de si los mismos intérpretes habrán entendido mal
las supuestas referencias a una futura conversión nacional de Israel.
Las posibles referencias en Romanos 11 a la intención que Dios
tiene de tratar distintivamente con el Israel étnico en el futuro
Aunque las referencias a los tratos actuales de Dios con Israel han sido
ignoradas, las posibles referencias a un trato distintivo con Israel en el
futuro han sido el centro de muchas exposiciones de Romanos 11. Se
piensa que cuatro de estas referencias se encuentran en dicho capítulo.
Daré las posibles referencias y luego haré algunos comentarios pertinentes.
(1) Se ha entendido a menudo que Romanos 11:1 implica una
restauración futura de la nación de Israel
Se presupone que la pregunta de Pablo, «¿Acaso ha desechado Dios a su
pueblo?», significa ― ¿Acaso ha desechado Dios a Israel con respecto a
Su plan especial para el futuro de ellos? Una vez que se ha dado por
supuesto este significado, entonces la respuesta de Pablo, «¡De ningún
modo!», se ve como una fuerte afirmación de que Dios tiene un plan
especial para el futuro de Israel.
Sin embargo, el contexto de esta pregunta nos lleva a interpretarla de
una forma completamente diferente. Esta otra forma de entender la
pregunta no hace referencia alguna a una supuesta restauración futura de la
nación de Israel. La pregunta de Pablo no significa ― ¿Acaso ha
desechado Dios a Su pueblo finalmente {definitivamente}?, sino que en
realidad quiere decir ― ¿Acaso ha desechado Dios a Su pueblo
completamente {a todos ellos}? En otras palabras, a la luz de su odioso
pecado de crucificar al Mesías, ahora Pablo pregunta ― ¿Hay la más
mínima esperanza para ellos? ¿Acaso tropezaron para caer
completamente {todos ellos}? (Rom. 11:11).
La respuesta de Pablo confirma que este es el tema de su pregunta. Su
respuesta no se trata del futuro de Israel, sino de su presente. En el
versículo 1 dice: «...yo también soy israelita...». En el versículo 5
escribe: «...también ha quedado en el tiempo presente un remanente
conforme a la elección de la gracia [de Dios]». Así que la respuesta de
Pablo a su {propia} pregunta no es que Dios tiene un futuro glorioso
reservado para la nación de Israel, sino que Dios tiene ahora mismo un
remanente elegido en la nación de Israel. No hay indicio alguno de una
futura conversión nacional de Israel en Romanos 11:1.
(2) Parece a algunos que Romanos 11: 12‑15 también se
refiere a un futuro distintivo para el Israel étnico:
(12)
Y si su transgresión es riqueza para el mundo, y su fracaso es
riqueza para los gentiles, ¡cuánto más será su plenitud! […]
(15)
Porque si el excluirlos a ellos es la reconciliación del mundo,
¿qué será [su] admisión, sino vida de entre los muertos?
Quienes entienden que estos versículos se refieren a una futura conversión
de Israel como nación presuponen que la transgresión, el fracaso y la
exclusión de los judíos coinciden con el presente tiempo del evangelio,
mientras que su reconciliación y admisión están relacionadas con el
período futuro de su conversión nacional. Sin embargo, esta presuposición
es innecesaria. Se puede considerar que ambas cosas tienen lugar durante
el tiempo presente del evangelio. Robertson comenta:
El pueblo judío rechaza a su Mesías; los gentiles creen; los judíos
son provocados a celos y regresan a la fe; {entonces} el mundo
recibe una bendición aún más rica como consecuencia de este
regreso de los judíos [...] se puede considerar que esta secuencia
cronológica se está cumpliendo en el tiempo presente de la
proclamación del evangelio.[91]
Este entendimiento alternativo de la reconciliación y admisión de Israel es
confirmado por Romanos 11:13‑14
― (13)Pero a vosotros hablo, gentiles. Entonces, puesto que yo soy
apóstol de los gentiles, honro mi ministerio, (14)si en alguna manera
puedo causar celos a mis compatriotas y salvar a algunos de ellos.
Pablo declara allí explícitamente cuál es su propósito al decir estas cosas.
A través de su propio ministerio, Pablo se propone salvar a algunos de los
judíos. Esto ciertamente sugiere que su admisión y reconciliación no será
una realidad futura, sino que es una realidad presente que ya estaba
teniendo lugar en los días de Pablo.
(3) A veces se interpreta que Romanos 11:17‑24 implica una
futura conversión de la nación judía
La presuposición de esta postura es que el injerto de las ramas naturales
(vv. 23‑24) ocurre en algún momento en el futuro. Sin embargo, esta
presuposición contradice la clara enseñanza del pasaje. Pablo dice
explícitamente: «Y también ellos, si no permanecen en [su] incredulidad,
serán injertados». Nada sugiere que este injerto está a la espera del futuro
lejano. Todo en estos versículos deja claro que aquellos serían injertados
cuando creyeran. Note especialmente Romanos 11:20‑21
― (20)Muy cierto; fueron desgajadas por su incredulidad, pero tú por
la fe te mantienes firme. No seas altanero, sino teme; (21)porque si
Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará.
Los pasajes paralelos en el Nuevo Testamento muestran que, en el
momento en que alguien cree, comienza a ser partícipe de la rica savia de
la raíz del olivo. Es decir, comienza a disfrutar de las maravillosas
bendiciones del pacto prometidas a Israel (Efe. 2:12‑18).
(4) Romanos 11:25‑26 es (supuestamente) la evidencia más
importante de una futura y gloriosa conversión de la nación de
Israel:
(25)
Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que
no seáis sabios en vuestra propia opinión: que a Israel le ha
acontecido un endurecimiento parcial hasta que haya entrado la
plenitud de los gentiles; (26)y así, todo Israel será salvo; tal como está
escrito: EL LIBERTADOR VENDRÁ DE SIÓN; APARTARÁ LA
IMPIEDAD DE JACOB.
Se piensa que hay tres declaraciones en estos versículos que anclan el
argumento a favor de un futuro distintivo para el Israel étnico.
1.1.
Que a Israel le ha acontecido un endurecimiento parcial
Esta frase a veces se interpreta como que a Israel le ha acontecido
endurecimiento temporal. No hay ninguna evidencia segura de que la frase
griega en cuestión jamás haya significado temporal {en lugar de parcial}.
La traducción «endurecimiento parcial» es correcta ciertamente. La frase
en cuestión significa un endurecimiento parcial, no un endurecimiento
temporal.
1.2. Endurecimiento […] hasta que haya entrado la plenitud de
los gentiles
Quienes leen este pasaje presuponen a menudo que este indica que el
endurecimiento parcial cesará después que entre la plenitud de los gentiles.
Entonces, siguen suponiendo que habrá una gloriosa conversión nacional
de Israel. Todo esto se basa en el peso o significado que se dé a la palabra
«hasta». Sin embargo, esta interpretación de «hasta» es muy cuestionable
por dos razones.
En primer lugar, la idea de que un endurecimiento parcial de Israel cese
algún día es muy poco probable. El «endurecimiento» en las Escrituras
tiene que ver con el misterio de la elección. Romanos 11:7 declara:
«Entonces ¿qué? Aquello que Israel busca no lo ha alcanzado, pero los que
fueron escogidos lo alcanzaron y los demás fueron endurecidos». Hay dos
tipos de personas según el punto de vista de la elección: los escogidos y los
endurecidos. Los escogidos son salvos; los endurecidos están perdidos. Por
tanto, decir que el endurecimiento parcial de Israel cesará un día es
aseverar que llegará el día en que cada israelita que esté vivo en ese
momento será elegido. Ni la mayoría de los defensores de una futura
conversión nacional de Israel querrían decir eso.
En segundo lugar, y lo que es aún más importante, la fuerza específica
de «hasta» en Romanos 11:25 no implica la cesación del «endurecimiento
parcial» después que entre la plenitud de los gentiles. Robertson dice:
La frase lleva los asuntos «hasta» cierto punto, o «hasta» que cierta
meta es alcanzada. La frase en sí no determina el estado exacto de
los asuntos después de la terminación. Esta circunstancia puede
saberse solo por el contexto en el que se usa la frase.
Hay muchos casos en las Escrituras donde «hasta» tiene un matiz de
finalización. En otras palabras, la idea de «hasta» es que cierta condición
continúa hasta el final. Note los siguientes usos del término en cuestión:
Hechos 22:4 ― Y perseguí este Camino hasta la muerte,
encadenando y echando en cárceles tanto a hombres como a
mujeres… (Cursivas añadidas)
Hebreos 4:12 ― Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más
cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división
del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y [es
poderosa] para discernir los pensamientos y las intenciones del
corazón. (Cursivas añadidas)
1 Corintios 15:25 ― Pues Cristo debe reinar hasta que haya
puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. (Cursivas añadidas)
La idea en Hechos 22:4 no es que Pablo dejaba de perseguir a los
cristianos cuando morían. Es que él no dejaba de perseguirlos hasta que
morían. La idea en Hebreos 4:12 no es que la Palabra de Dios solo
penetra hasta la división del alma y del espíritu, sino más bien que ha
penetrado hasta el nivel más profundo posible. La idea en
1 Corintios 15:25 no es que Cristo reina solamente hasta que todos Sus
enemigos sean derrotados, sino más bien que Él no deja de reinar hasta que
son derrotados. De hecho, Cristo no dejará de reinar, aunque todos Sus
enemigos sean derrotados. Así también en Romanos 11:25, la idea es que
el endurecimiento parcial de Israel seguirá siendo una realidad hasta que
entre la plenitud de los gentiles ― momento en el que Jesús regresa. No
hay insinuación alguna de que el endurecimiento parcial cesa después que
la plenitud de los gentiles entre.
1.3.
Y así, todo Israel será salvo
Note ante todo lo que Pablo no dice. Él no dice: ― Y después todo Israel
será salvo—. Esta es la manera en que a menudo se interpreta ese texto,
pero la NASB traduce correctamente la palabra griega. Pablo no dice «y
después», sino «y así». Robertson afirma:
Las falsas impresiones que enseguida prevalecen acerca de este
versículo deben desaparecer. Generalmente el pasaje se interpreta
como si estuviera diciendo: ― Y después todo Israel será salvo—
[...] Sin embargo, es bastante difícil respaldar esta traducción de la
frase […] sencillamente porque no significa y después, sino y de
esta manera o y de esta forma. De las 205 veces aproximadamente
que el término aparece en el N. T., el diccionario de Arndt y
Gingrich no cita ni siquiera un solo ejemplo que respalde el
concepto de significado temporal.[92]
Por tanto, cuando Pablo dice ― «y así, todo Israel será salvo»— su
mirada no está puesta en el fin del tiempo.[93] Más bien está recorriendo
con la mirada todo el tiempo del evangelio. Él ve un remanente elegido de
Israel que es salvado en cada generación. Comenta esta visión diciendo: «y
así, todo Israel será salvo». Robertson lo expresa de este modo:
Pablo no mira prospectivamente al futuro más allá de la «plenitud
de los gentiles». En cambio, mira retrospectivamente al pasado. Les
recuerda a sus lectores los fantásticos procesos de la salvación de
Dios entre los judíos habiendo acabado de describirlos. Conforme al
patrón delineado en los versículos anteriores de Romanos 11,
«todo Israel será salvo». Primeramente, tanto las promesas como el
Mesías fueron dados a Israel. Entonces, de algún modo en el plan
misterioso de Dios, Israel rechazó a su Mesías y fue cortado de su
posición privilegiada distintiva. Como resultado, la venida del
Mesías de Israel fue anunciada a los gentiles. Las naciones
alcanzaron entonces por fe lo que Israel no pudo encontrar al buscar
con la fuerza de su propia carne. Frustrados al ver las bendiciones
de su reino mesiánico colmando a los gentiles, Israel es provocado a
celos. En consecuencia, ellos también se arrepienten, creen y
participan de las promesas hechas a ellos originalmente. «Y de esta
manera» [...] por un proceso tan fantástico que continuará a lo largo
de todo el tiempo presente «hasta» [...] el momento en que el
número completo de los gentiles haya entrado, todo Israel será
salvo.[94]
Esta exposición del versículo 26a conduce directamente a la siguiente
pregunta: ¿Qué quiere decir Pablo con «todo Israel»? Robertson distingue
cinco posibilidades:
(1) «todo Israel» se refiere a todos los descendientes étnicos de
Abraham; (2) «todo Israel» se refiere a todos los descendientes
étnicos de Abraham que vivan en un tiempo futuro en el que Dios
iniciará una obra especial entre los judíos; (3) «todo Israel» se
refiere a «la masa» o «la mayoría» de los judíos que vivan en el
tiempo de una actividad salvadora especial de Dios en el futuro;
(4) «todo Israel» se refiere a todos los israelitas elegidos dentro de
la comunidad de Israel; (5) «todo Israel» se refiere tanto a los
judíos como a los gentiles que constituyen en conjunto la Iglesia de
Cristo, el Israel de Dios.[95]
La exposición anterior nos permite escoger de entre estas alternativas
con relativa facilidad. Las primeras tres son variantes de la misma
perspectiva. En cuanto a la alternativa (1), la idea de que todos los
descendientes étnicos de Abraham que alguna vez han vivido un día serán
salvos, es tan radicalmente no–bíblica que pocos, para no decir nadie,
tratarán de defenderla. En cuanto a la (2), la idea de que todos los israelitas
que vivan en un tiempo futuro serán salvos, es también tan extremista que
pocos desean aseverarla. En cuanto a la (3), la idea de que «todo Israel» se
refiere a la mayoría de los judíos que vivan en un tiempo futuro, es la
variante más aparentemente aceptable de esta perspectiva. Sin embargo,
hay aún dos problemas con esto. En primer lugar, esta postura sostiene que
el endurecimiento parcial de los judíos es quitado un día. Como hemos
visto, si el endurecimiento parcial es quitado, esto implica que todos los
israelitas después de ese momento son elegidos. Así que esta postura se
contradice a sí misma. En segundo lugar, y lo que es más importante,
hemos visto que Pablo no está contemplando el fin del tiempo, sino todo el
tiempo cuando dice: «...así, todo Israel será salvo». Es todo el remanente
de cada generación el que constituye el «todo Israel» del que Pablo habla.
Entonces, en cuanto a la (5), la idea de que «todo Israel» es simplemente
los elegidos, tanto de los judíos como de los gentiles, no puede ser una
alternativa correcta. Por supuesto, esta postura es posible en abstracto {en
teoría}. Sin embargo, en Romanos 9‑11, y especialmente en
Romanos 11, el término «Israel» es usado consistentemente para referirse
al Israel étnico. Por tanto, en un contexto así, sería inapropiado atribuirle
un significado diferente a «Israel» en Romanos 11:26.
La alternativa (4) tiene que ser la respuesta correcta. «[T]odo Israel» se
refiere a todos los elegidos del Israel étnico en cada generación. En el
versículo 26, Pablo agrupa el remanente de israelitas elegidos en cada
generación en «todo Israel». Junto con la «plenitud de los gentiles», «todo
Israel» constituye el pueblo elegido de Dios.
Conclusión:
Romanos 11 no enseña un gran avivamiento futuro entre los judíos. Sin
embargo, este pasaje sí contiene dos puntos de interés profético con
respecto al Israel étnico. En primer lugar, enseña que un remanente de
judíos será salvo en cada generación. En segundo lugar, presupone por
esto que los judíos continuarán existiendo como una entidad étnica distinta
hasta que Jesús regrese.
APÉNDICE DOS
Primer mensaje de la
«Conferencia de pastores»[96] de 2007
¿Por qué todo calvinista que se respete
es premilenarista?
por John MacArthur
(El manifiesto milenarista de MacArthur)
Nota: Se han editado partes de esta transcripción para ganar en claridad,
legibilidad y fluidez; y se publica aquí con permiso.[97]
E
sta mañana no voy a predicar un sermón. Tengo una profunda
preocupación en mi corazón que quiero desahogar con ustedes. No
quiero que lo tomen de forma personal; no es un ataque contra nadie. Solo
es una inquietud que he tenido durante mucho tiempo por un área muy
querida de la Escritura que, en mi opinión, necesita una atención mucho
más cuidadosa que la que ha recibido. Así que pretendo hablar acerca de la
elección soberana, Israel y la escatología.
Ese no es el título; solo es el tema. Quisiera comenzar con una oración
que voy a leerles. Es una oración muy extensa, así que no contenga la
respiración esperando por un punto:
Una de las extrañas ironías en la Iglesia y en la teología reformada
es que los que aman la doctrina de la elección soberana de manera
más suprema y sincera, y quienes son más inquebrantables en su
devoción por la gloria de Dios, el honor de Cristo, la obra del
Espíritu en la regeneración y la santificación, la veracidad y la
inerrancia de la Escritura, y los más exigentes en la hermenéutica,
aquellos que son los más cuidadosos e intencionalmente bíblicos
con respecto a las categorías de las doctrinas, y que se ven como
guardianes de la verdad bíblica y no están contentos para nada con
estar equivocados, y están totalmente de acuerdo en los temas
esenciales de la verdad cristiana, de modo que se esfuerzan con
todas sus energías por examinar de una manera bereana cada texto
relevante para discernir la verdadera interpretación de todos los
temas de la revelación divina, están ― ese es el verbo principal—
en mayor o menor grado desinteresados en aplicar esas pasiones y
habilidades al fin de la historia, y más bien están contentos con
discrepar alegremente, e incluso en broma, con respecto a la vasta
información bíblica sobre la escatología, como si el fin no
importara mucho. Punto.
Otra forma de decirlo sería: ¿cuántos de ustedes han asistido a una
conferencia amilenarista sobre profecía? [Risas del auditorio]. O, quizá
podríamos decirlo de esta manera: ¿Qué otra categoría de teología
comienza con el prefijo negativo a–, y se clasifica a sí misma dentro de las
que creen que algo no existe, aparte del ateísmo?
¿Importa el fin? ¿Le importa a Dios? ¿Nos debería importar? Estoy
seguro de que a Dios le importa. Estoy seguro de que ese es todo el
propósito de la historia. Sé que ese es todo el propósito de la historia. La
historia se dirige hacia un fin divinamente ordenado y revelado, y si a Dios
le importa lo suficiente como para revelarlo, nos debería importar lo
suficiente como para entender su revelación.
¿No llenó Dios la Escritura de profecías acerca de los tiempos del fin?
Algunos dicen que casi un cuarto de la Escritura está relacionado con las
profecías del fin. ¿Enredó Dios Sus palabras de alguna forma en este
significativo volumen de revelación de manera tan desesperanzadora que
la posición de autoridad de los teólogos es simplemente reconocer el
enredo y renunciar a cualquier idea de la perspicuidad de la Escritura en
relación con la escatología? ¿Es en realidad innecesario, incluso imposible,
trabajar duro para entender los pasajes proféticos porque requieren un
conjunto de interpretaciones espiritualizadas o alegorizadas que dice que la
verdad está de alguna manera escondida detrás del significado normal de
las palabras, de modo que cualquier idea de lo que podría significar es tan
buena como cualquier otra, ya que no significa lo que dice?
¿Se siente a gusto con la idea de que los sólidos, firmes, probados y
verdaderos principios de interpretación tienen que ser descartados cada vez
que se acerca a un texto profético? Hay varios amilenaristas que se sienten
así; y, por cierto, hablaremos solo en términos generales acerca del
amilenarismo. (Si algún posmilenarista se queda fuera, puede simplemente
pegarse la nueva etiqueta para el posmilenarismo que es la de
«amilenarismo optimista», porque ambas posturas son básicamente lo
mismo. Si es posmilenarista o amilenarista está diciendo que el reino,
como se identificó en el Antiguo Testamento y se prometió a Israel, no
ocurrirá. O está diciendo que el reino nunca existirá de forma literal en la
tierra [amilenarismo] o que será reemplazado por otro tipo de reino que
tendrá lugar en la tierra [posmilenarismo]. Cualquiera sea el caso, está
negando el cumplimiento literal del reino prometido a Israel).
O. T. Allis, un conocido amilenarista, al escribir {trad. no oficial} La
profecía y la Iglesia,[98] dice: «Si las profecías antiguotestamentarias son
interpretadas literalmente, no pueden ser consideradas como que ya han
sido cumplidas, o como que pueden ser cumplidas en este tiempo
presente». Esto era un problema para él.
Floyd Hamilton en {trad. no oficial} La base de la fe milenarista,[99]
dijo: «Ahora bien, tenemos que admitir francamente que una interpretación
literal de las profecías antiguotestamentarias nos presenta justo el mismo
cuadro de un reinado terrenal del Mesías que el premilenarista se
imagina». Para él esto era inaceptable; por tanto, pidió que se cambiaran
las reglas de interpretación cuando de profecía se trataba.
Otro amilenarista, Loraine Boettner, en {trad. no oficial} El significado
de «El Milenio»,[100] dijo: «Generalmente todos están de acuerdo en que, si
las profecías se interpretan literalmente, sí predicen una restauración de la
nación de Israel en la tierra de Palestina con los judíos teniendo un lugar
prominente en ese reino y gobernando sobre las demás naciones».
En cada uno de estos tres casos, esto probó ser un serio problema para
ellos y requirió un cambio dramático en la hermenéutica en cada uno de
esos pasajes proféticos a fin de evitar una conclusión premilenarista, un
final peor que la muerte [Risas del auditorio]. Así que, para proteger una
idea preconcebida es necesario cambiar las reglas de interpretación. Ahora
bien, si vamos a cambiar esas reglas, pienso que necesitamos una palabra
de Dios. Mejor nos fuera tener una palabra de Dios porque a Él le importa
que lo entendamos correctamente.
No pienso que Dios quiera que cambiemos las reglas de interpretación
cuando vamos a Génesis 1‑3. No pienso que a Dios le agrade cuando
salimos con lo del creacionismo progresivo, la evolución teísta, o cualquier
tipo de perspectiva de que un día equivale a una era en Génesis 1‑3. En
cambio, Dios es exaltado como el Creador en toda la gloria de Su poder
creativo cuando interpretamos Génesis 1‑3 tal como aparece. No hay otra
forma de interpretarlo porque no hay nada en el texto que dé alguna clase
de mandato que indique que es algo diferente al lenguaje específico,
literal, normal y objetivo. De veras, no pueden siquiera justificarse
llamándolo poesía porque eso no funciona. Estudios recientes llevados a
cabo por uno de nuestros profesores en The Master’s College, que
procesaron el relato de la Creación lingüísticamente en un programa
informático y graficaron la comparación entre la prosa y la poesía, llegaron
a la muy interesante conclusión de que hay un 99,9 % de evidencia de que
el relato de la Creación es prosa, y que no hay posibilidad alguna de que
sea poesía.
No queremos que nadie esté manipulando indebidamente el principio.
¿Por qué somos tan tolerantes con las personas que tratan de hacer lo
mismo con el final?; y, ¿por qué, cuando no queremos permitir que
introduzcan arbitrariamente su propia hermenéutica en Génesis 1‑3, nos
contentamos con permitir que las personas introduzcan su propia
hermenéutica en pasajes proféticos en toda la Biblia, y particularmente en
el Libro de Apocalipsis? ¿Dónde está el mandato divino en las páginas de
la Biblia para hacer esto? ¿En qué pasaje está?; ¿en qué versículo?; ¿dónde
está?; y, ¿quién decide entonces las nuevas reglas del engranaje?
Ahora volvamos a la oración inicial. La ironía es que quienes más
celebran la gracia soberana de la elección con relación a la Iglesia y su
lugar inviolable en el propósito de Dios desde la predestinación hasta la
glorificación, y quienes defienden más agresiva y militantemente la verdad
de la promesa y el cumplimiento, los defensores de que la elección de la
Iglesia es divina, unilateral, incondicional e irrevocable por naturaleza,
niegan desvergonzadamente lo mismo para el Israel elegido. Esta es una
extraña división. Como ocurre con la perpetuidad de la Iglesia elegida para
la gloria de la salvación; así la Escritura, con un lenguaje similar y por
promesas hechas por el mismo Dios, afirma la perpetuidad del Israel étnico
para una salvación futura de una generación de judíos que cumplirán todas
las promesas divinas que Dios les dio. En ambos casos, esta es la obra y el
resultado de la elección divina y soberana.
Ahora bien, esto nos conduce a mi título: «¿Por qué todo calvinista que
se respete es premilenarista?». Ya es demasiado tarde para Calvino, pero
no lo es para el resto de ustedes [Risas del auditorio]. Y si Calvino
estuviera aquí, se uniría a nuestro movimiento [Más risas]. Pero, en
resumidas cuentas, las personas más premilenaristas de todo el planeta
deberían ser los calvinistas, los que aman la elección soberana. Dejemos el
amilenarismo para los arminianos. Es perfecto; es ideal; es cosa fácil. Dios
no elige a nadie ni preserva a nadie. Perfecto... los arminianos dan para
estupendos amilenaristas. Es consistente, pero no para quienes viven y
respiran el enrarecido aire de la gracia soberana de la elección. Eso no
tiene ningún sentido. Podemos dejar el amilenarismo para los teólogos del
proceso, o la gente del teísmo abierto que piensan que Dios se está
convirtiendo en lo que será, y que Él está mejorando porque cada día que
pasa obtiene más información; y a medida que obtiene más información,
está calculando si en realidad puede o no cumplir algunas de las promesas
que hizo sin tener que ajustarlas todas basado en la falta de información
{que Él tenía} cuando originalmente las hizo. Dejemos el amilenarismo
para los carismáticos, y para los semipelagianos, y para otros como ellos
que entran y salen de la salvación a como dé lugar; tiene sentido para su
teología. Seguro, Israel pecó, apostató, mató al Hijo de Dios. Se acabó.
Israel está fuera y pierde el derecho a todo. La Iglesia se queda con todo, si
es que puede superar a Israel. Hasta ahora no parece realmente
esperanzador.
Pero, para aquellos de nosotros que comprendemos que Dios es
soberano y que es el único que puede determinar quiénes se salvarán y
cuándo se salvarán, y que Él es el único que los puede salvar, el
amilenarismo no tiene ningún sentido porque dice básicamente que Israel,
por sí mismo, perdió el derecho a todas las promesas. ¿Piensan que, por
ellos mismos, hubieran podido hacer algo para garantizar recibirlas? ¿Qué
tipo de teología es esa? Eso es teología arminiana. ¿Creen que Israel
perdió su lugar en la economía de Dios porque los judíos, por sí mismos,
no hicieron lo que se suponía que hicieran?
Cuando contemplamos la gran realidad de la elección en la Biblia, hay
solo cuatro personas específicas que se mencionan en relación con su
elección. Los santos ángeles son elegidos: 1 Timoteo 5:21 ― los
«ángeles escogidos». Cristo es elegido: Isaías 42 y 1 Pedro 2:6. Cristo
es elegido, y esas elecciones son eternas, ¿no?; y hay solo dos elecciones
de pueblos [grupos de seres humanos] en la Escritura: Israel (un grupo
escatológico de israelitas étnicos que constituirán la futura nación que
recibirá las promesas de Dios) y la Iglesia. No hay motivo alguno en la
Biblia para mezclarlos, o para cancelar la elección de Israel porque la
Iglesia es elegida. Isaías 45:4 llama a Israel «mi escogido». Dios dice:
«Por amor a mi siervo Jacob y a Israel mi escogido, te he llamado por tu
nombre; te he honrado, aunque no me conocías». Isaías 65:9 llama otra
vez a Israel «mis escogidos» y declara que heredarán la promesa.
Isaías 65:22 dice lo mismo: «mis escogidos». Dios lo ha repetido varias
veces ― esas son solo algunas— que Israel es el escogido de Dios.
Ahora bien, todo eso nos lleva a lo siguiente: Si entienden a Israel
correctamente, entenderán la escatología correctamente. Si no entienden a
Israel correctamente, nunca entenderán la escatología correctamente;
nunca; y migrarán de una perspectiva a otra solo en dependencia del
último libro que se lean, o la última conferencia que escuchen, o la última
influencia que llegue. Si entienden la escatología correctamente, es porque
entienden a Israel correctamente. Entienden a Israel correctamente cuando
entienden los pactos y las promesas antiguotestamentarios correctamente.
Dicho a la inversa, entienden los pactos y las promesas
antiguotestamentarios correctamente cuando entienden la interpretación de
la Escritura correctamente. Entienden la interpretación de la Escritura
correctamente cuando son fieles a una hermenéutica legítima, y cuando la
integridad de Dios es sostenida. Arreglen su hermenéutica, y entenderán
las promesas antiguotestamentarias correctamente. Entiendan las promesas
correctamente, y entenderán a Israel correctamente. Entiendan a Israel
correctamente, y entenderán la escatología correctamente.
La Biblia llama a Dios «El Dios de Israel» más de 200 veces ― el Dios
de Israel. Hay más de 2000 referencias a Israel en la Escritura. Ni una de
estas significa otra cosa sino Israel. Ni una de estas, incluyendo
Romanos 9:6 y Gálatas 6:16, que son los únicos dos pasajes a los que
acuden los amilenaristas para intentar convencernos de que estos pasajes
anulan los otros 2000. No hay dificultad alguna en interpretar que estos
últimos pasajes simplemente se refieren a judíos que eran creyentes ― «el
Israel de Dios». «Israel» siempre significa Israel; nunca significa otra cosa
sino Israel. Los setenta y tres usos neotestamentarios de «Israel» siempre
significan Israel.
Debería notarse que los judíos todavía existen hoy. Eso es interesante,
¿verdad? ¿Han conocido alguna vez a un hitita? ¿Y a un amorreo, un
heveo o un jebuseo? ¿Conoce alguien a alguna de esa gente? ¿Y a un
agagueo? [...] Alguien le preguntó una vez a John Stott en una convención
europea: «¿Cuál es el significado de la existencia de Israel hoy?», y él
contestó: «no tiene ningún significado bíblico». ¿De veras? Esa es una
respuesta extraña; ellos están aquí. El setenta por ciento de la Escritura es
la historia de Israel, y pienso que todo el sentido de la historia es llegar
hasta el final, no esfumarse.
Así que, he aquí cómo obtener el fundamento para un entendimiento
preciso de la escatología. Entiendan la elección correctamente y entiendan
a Israel correctamente. Estos dos van de la mano, son inseparables. ¿Cómo
es que hemos llegado a entender lo primero correctamente y tantas veces
fallamos en lo segundo? Confío en que Dios no reveló la verdad profética
con tanto detalle para esconder u obscurecer la verdad, sino para dejarla
expuesta para nuestra bendición, nuestra motivación, y en última instancia
para Su gloria.
Por tanto, mis palabras para ustedes hoy son realmente un llamado. Es
un llamado a reconectar estas dos grandes realidades. Devuelvan la
soberanía de Dios en la elección al lugar que le corresponde y, por tanto,
devuelvan a la nación de Israel al lugar que le corresponde en el propósito
de Dios, y toda la escatología se desplegará con magnífica belleza. Con la
hermenéutica normal [aplicada de forma consistente], pueden interpretar
cada pasaje; y cuando se esté diciendo algo que es muy claro, como: «el
desierto florecerá como una rosa», pueden estar seguros de que eso es
exactamente lo que significa. Y si me dicen que eso no es lo que quiere
decir, entonces dejo de escuchar su interpretación porque no tienen
ninguna otra revelación [para verificar esa interpretación].
Ahora que el Espíritu de Dios está moviendo a la Iglesia a restablecer la
gloriosa posición de autoridad de la gracia soberana en la salvación, es
tiempo de restablecer la misma posición de autoridad de la gracia soberana
en la salvación de una generación futura del Israel étnico, y {en} el reino
Mesiánico terrenal, con el cumplimiento completo de todas las promesas
de Dios hechas a Israel.
Ahora bien, si puedo ser personal por un minuto, he pensado acerca de
estas grandes realidades por casi cincuenta años y, mientras más
claramente entiendo la gracia soberana de la elección, el lugar de Israel y
la escatología se tornan más claros para mí. No me he apartado {de esto}.
Me han preguntado: ― ¿Ha cambiado su escatología?— No me he
apartado de la escatología bíblica de la cual me convencí cuando comencé.
Mi ordo eschaton {orden del fin} no ha cambiado. Esto es muy alentador
para mí porque uno de los beneficios de estar en esta iglesia por casi
cuarenta años es que tengo que seguir avanzando; no puedo predicar
sermones antiguos. Estas queridas personas... ¿pueden imaginarse
escuchar al mismo predicador por casi cuarenta años? ¡Qué sentencia de
muerte! [Risas del auditorio]. No será tan bueno para ellos, pero realmente
sí lo es para mí, porque básicamente he tenido que enseñar la Biblia
continuamente solo para seguir avanzando. Estoy acercándome al final de
Lucas ― esa es una idea relativa— entonces, solo me queda Marcos.
Por cuarenta años he enseñado y predicado pasando por cada versículo,
cada frase y cada palabra en el Nuevo Testamento. He vuelto atrás y he
escrito comentarios y libros sobre ello. He predicado un versículo a la vez
pasando por cada uno de los versículos del Nuevo Testamento. Todo lo
que he dejado, como dije, es un poquito de Lucas, y entonces tengo
planeado predicar el libro de Marcos de principio a fin. A través de todo
esto, la escatología ha tenido que pasar la prueba de cada versículo
neotestamentario, y mi convicción se ha fortalecido.
He predicado muchos libros del Antiguo Testamento de principio a fin,
como Génesis y otras secciones [del Antiguo Testamento] desde los
primeros años aquí. Comencé en Génesis [los miércoles en la noche], y fui
un poco rápido por varios años hasta llegar al Salmo 73, antes de darle la
oportunidad en las noches de los miércoles a algunos otros hombres que
estaban aquí. He predicado de principio a fin los libros proféticos del
Antiguo Testamento. He predicado desde el principio de Isaías hasta el
final de Ezequiel. He predicado Daniel de principio a fin, versículo por
versículo, Zacarías y los Profetas Menores de principio a fin. He escrito
todas las notas para la Biblia de estudio; y de nuevo, la prueba justa de una
escatología cohesiva es hacerla pasar a través de cada uno de los textos.
Estaría absolutamente perdido en el Antiguo Testamento si no pudiera
interpretar la Escritura tal como aparece. Si me dicen que no significa lo
que dice, estoy perdido. Estoy comprometido resueltamente con la
elección soberana de una generación futura de judíos para salvación y la
herencia completa de todas las promesas y pactos de Dios dados a ellos en
el Antiguo Testamento, porque la verdad de la Palabra de Dios está en
juego.
Ahora, en este punto, siento la efervescencia de aquellos de ustedes que
están diciendo: ― Ay no, vinimos a una conferencia de pastores, y se ha
vuelto una conferencia dispensacionalista. Lo próximo que va a hacer es
sacar los gráficos de Clarence Larkin, y vamos a recibir una hermosa
Biblia de Scofield encuadernada en cuero, y luego todos vamos a recibir la
serie {título oficial} Dejados atrás. Ah, nos vemos reducidos a la ficción
del rapto. Entonces nos va a decir probablemente que hay siete
dispensaciones, dos reinos, dos nuevos pactos, dos formas de salvación...
— Relájense [Risas del auditorio].
Olvídense del dispensacionalismo. No estoy hablando de eso, si bien
cada uno de ustedes es dispensacionalista. ¡Lo son! Ustedes creen que
Dios trató con el hombre de una forma antes de la Caída, de otra forma
después de la Caída, de otra forma antes de la Ley, de otra forma después
de la Ley, de otra forma antes de la Cruz, de otra forma después de la
Cruz, de otra forma ahora y de otra forma en la eternidad, ¿no es así?
Bueno, eso pensé [Risas del auditorio]. Confieso que rechazo el maniático
mundo de la exégesis basada en los periódicos. Rechazo la escatología de
caricatura: las interpretaciones descabelladas como que las langostas de
Apocalipsis 9 son helicópteros y cosas locas como esas. Si predican eso,
bórrenlo del casete...
Pero, permítanme decirles algo, amigos, tan loco como pueda ser ese
mundo de la escatología dispensacionalista, no es más loco que las
interpretaciones de muchos amilenaristas cuya eiségesis ficticia ve todo en
el año 70 d. C.; y he leído ese tipo de cosas, y es igual de loco. Dicen:
― bueno, ¿no inventaron los dispensacionalistas el premilenarismo?—
Bueno, en la época moderna, dos libros realmente reintrodujeron
perspectivas premilenaristas ― la perspectiva francamente bíblica— y
ninguno de los dos fue escrito por un dispensacionalista. El primero fue
titulado {trad. no oficial} El advenimiento premilenarista.[101] Fue escrito
en 1815 por un anglicano llamado William Cunningham. El segundo que
reintrodujo esto en la época más moderna fue una publicación en
Inglaterra en 1827 escrita por Emmanuel de Lacunza y Díaz, un jesuita.
Así es que no hay una conexión necesaria entre todo lo que es extraño en
el dispensacionalismo y este claro entendimiento del reino. Cuando
Federico el Grande le pidió a su capellán una prueba de la veracidad de la
Biblia, diciéndole: «Hazme una breve defensa». Su capellán contestó:
«Puedo hacerlo con una sola palabra: Israel». Israel... Los judíos existen
como un pueblo preservado. Allí están. Israel, entendido como un pueblo
preservado por Dios para un reino escatológico, tiene un inmenso valor
apologético. Esa nación nos ayuda a entender bien todo el consejo de Dios.
Tenemos que darle al mundo la verdad acerca del fin de la historia y de la
gloria culminante de Cristo y del cumplimiento de las promesas de Dios a
Israel y la Iglesia.
Entonces, comencemos. Esa fue solo la introducción [Risas del
auditorio]. Voy a hacerles una serie de preguntas, comenzando con: ¿Es el
Antiguo Testamento amilenarista? En primer lugar, una nota aquí. No es
legítimo interpretar el Antiguo Testamento de forma secundaria con
respecto al Nuevo Testamento, {y este último} de forma primaria. ¿De
acuerdo? Eso no es legítimo. De lo contrario, el Antiguo Testamento sería
oscuridad, no luz. Si dicen que el Antiguo Testamento no puede ser
interpretado correctamente sin el Nuevo Testamento, entonces han negado
la perspicuidad del Antiguo Testamento, y como Walt Kaiser dice: «Ahora
tiene un canon dentro de otro». Esta pregunta tiene que ser contestada:
¿Propone el Antiguo Testamento en sí mismo una perspectiva
amilenarista? No pueden hacer que el Antiguo Testamento no tenga una
interpretación verdadera por sí mismo y relacionar las promesas
antiguotestamentarias con la Iglesia, lo cual es ― según la propia
declaración de Pablo— un misterio desconocido en el pasado. Por tanto,
no pueden hacer que el Antiguo Testamento sea ininteligible e irrelevante
para el lector judío. Sin embargo, la idea de que el Nuevo Testamento es el
punto de partida para entender el Antiguo Testamento es exactamente de
donde viene el amilenarismo, viendo incorrectamente {el Nuevo
Testamento} en el Antiguo Testamento; y {así}, por supuesto, dañan la
perspicuidad o claridad del significado del Antiguo Testamento en y de sí
mismo. Semejante enfoque conduce a una forma de espiritualización aún
mayor que va más allá de los textos proféticos inclusive, y da licencia para
espiritualizar otras cosas, y para ver incorrectamente principios cristianos
neotestamentarios en aquellos textos del Antiguo Testamento de donde no
se derivan con una interpretación legítima.
Algunos de ustedes han leído años atrás {trad. no oficial} Si perezco,
que perezca,[102] la interpretación de Ester desde la perspectiva de una vida
cristiana carismática descabellada, o una serie de la que hablé en uno de
mis libros sobre Nehemías, donde Nehemías es el Espíritu Santo, y los
muros caídos de Jerusalén son los muros caídos del corazón humano; y el
Señor quiere reconstruir su corazón caído mediante el uso del mortero,[103]
y el mortero es el hablar en lenguas [Risas del auditorio]. Esa fue una serie
de seis u ocho casetes que escuché. Pero, ¿por qué no? Si esa es su
teología del Nuevo Testamento, entonces (según algunos) tienen todo el
derecho de verla en cualquier texto que quieran.
Esto ocurre todo el tiempo. Honestamente, raras veces escucho a
alguien predicar sobre el Antiguo Testamento e interpretarlo de la manera
en que una persona que vivió en el tiempo cuando fue escrito lo hubiera
interpretado. Podemos usarlo como una ilustración; podemos usarlo para
elucidarlo {aclararlo}; podemos usarlo como un ejemplo. Estas cosas están
escritas como ejemplos, le dijo Pablo a los corintios; pero tienen que tener
su propio significado para su propio pueblo. Tiene que tener claridad y
perspicuidad; y si dicen que todas esas promesas hechas a Israel realmente
fueron para la Iglesia, entonces carecían de significado y eran
ininteligibles para ellos [los judíos]. A propósito, a esto se le llama
teología del reemplazo, y los escolásticos a menudo se refieren a esto
como suplantacionismo.[104] Exige que las promesas antiguotestamentarias
sean vistas a través de los lentes del Nuevo Testamento [de modo que la
Iglesia reemplaza a Israel].
También adopta una extraña dicotomía, ya que todas las maldiciones
prometidas a Israel cayeron sobre Israel, no sobre la Iglesia
― literalmente— y aún están cayendo. Si se preguntaban si las
maldiciones en el Antiguo Testamento eran literales... están ocurriendo
ahora. Ahora mismo Israel no está bajo la protección divina. Está bajo la
promesa de Dios de que sería perpetuado como un pueblo étnico, pero este
grupo actual de judíos que viven en el mundo hoy y en la nación de Israel
no está ahora bajo la protección divina. Son apóstatas. Han rechazado a su
Mesías. Están bajo el castigo divino, pero aún son un pueblo y lo serán
hasta el final. Qué asombrosa apologética es esa para la veracidad de la
Escritura. No pueden abandonar eso sin una enorme pérdida de confianza
en la Escritura. Todas las maldiciones prometidas a Israel por la
desobediencia a Dios se hicieron realidad de forma literal en Israel. Ahora,
de pronto, ¿se supone que dividamos todos esos pasajes que ofrecen
bendición y maldición, y digamos que todas las bendiciones que se le
prometieron a Israel no están viniendo para Israel, que en cambio están
viniendo para la Iglesia? ¿Dónde está la justificación textual para una
interpretación tan dividida? ¿No pensarían que cualquiera que fuera la
forma en la que se cumplieron las maldiciones establecería la norma para
cualquier forma en la que se cumplirían las bendiciones? O, para poner la
pregunta en otro contexto, ¿no esperarían que todas las profecías que
llegaron a ocurrir de modo literal cuando Jesús vino la primera vez
establecerían el patrón para cómo llegarían a cumplirse las profecías
conectadas con Su segunda venida? No hay lugar alguno para dividir estas
interpretaciones. Entonces, en respuesta a la pregunta: ¿Es el Antiguo
Testamento amilenarista? ― Por supuesto que no. Si afirman una
hermenéutica normal y la perspicuidad del Antiguo Testamento, este
anuncia claramente pactos y promesas, y un reino que ha de venir para el
Israel étnico.
No voy a tener tiempo para desarrollar todo esto, pero solo quiero que
piensen por un minuto acerca de los pactos del Antiguo Testamento a fin
de que entiendan algo de la naturaleza de estos. El Antiguo Testamento
tiene que ser interpretado, predicado y enseñado como clara revelación de
Dios que ha de ser entendida, creída y aplicada por las personas a quienes
les fue dado. Por tanto, ¿qué le prometió Dios a Israel? Veamos el capítulo
doce de Génesis. Obviamente este es un estudio que va más allá de nuestra
capacidad para ahondar en todos los detalles [en esta conferencia]; pero
está claro, no es difícil, es sencillo. Quiero que vean la conexión entre
estos pactos y la soberanía divina de la elección.
En Génesis 12 leemos: «(1)Y el SEÑOR dijo a Abram: Vete de tu tierra,
de entre tus parientes y de la casa de tu padre...». Ahora, ahí tienen una
gran ilustración de la elección; es casi como una experiencia camino a
Damasco, ¿verdad? ¿Qué hizo Abraham, o Abram como es llamado aquí,
para poner esto en marcha? Nada. Abram no desempeña ningún papel en
este pacto. Sigan ahora las expresiones que indican lo que Dios se
compromete a hacer: «(2)Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y
engrandeceré tu nombre, y serás bendición. (3)Bendeciré a los que te
bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las
familias de la tierra». «{Yo} haré»; «{Yo} te bendeciré»; «{Yo}
bendeciré»; «{Yo} maldeciré». Cinco veces [incluyendo el final del
versículo 1]. Elección soberana, unilateral e incondicional.
Para sellarlo, vayan al capítulo quince de Génesis; y esto, a propósito,
se repite en los capítulos trece y diecisiete en adelante hasta llegar a los
patriarcas que siguieron a Abram; pero es maravilloso ver el cuadro en el
capítulo quince, comenzando en el versículo 8. Abram quiere un poquito
de confirmación; este es un gran paso: «…Oh Señor DIOS, ¿cómo puedo
saber que la poseeré?» ¿Cómo sé que esto realmente va a ocurrir? Y esto
es lo que Dios dijo: «(9)…Tráeme una novilla de tres años, una cabra de
tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón». Le trajo todo
esto, los partió en dos, colocó cada mitad una frente a la otra. No cortó las
aves, solo sería un montón de plumas [risas del auditorio]: «(11)Y las aves
de rapiña descendían sobre los animales sacrificados, pero Abram las
ahuyentaba». Y ahora, ¿qué ha hecho? Ha tomado estos animales; los ha
partido por la mitad; colocó las mitades una frente a la otra; tiene un
pequeño camino en medio de estos animales divididos y las dos aves
muertas, una a cada lado. Esto está relacionado con el término hebreo
cortar {hacer} un pacto. Cuando cortan {hacen} un pacto, hacen
sacrificios de sangre como una forma de demostrar seriedad y para hacer
un compromiso de sangre, por así decirlo, de que van a cumplir su
promesa. Así que Dios prepara lo que sería una forma muy tradicional,
muy típica, de comprometerse al hacer un pacto. Solo que esto es muy
diferente porque en el versículo 12, mientras el sol se ponía, un sueño
profundo cayó sobre Abram; Dios lo anestesió. Terror y gran oscuridad
cayeron sobre él, y Dios dijo a Abram: «(13)...Ten por cierto que tus
descendientes serán extranjeros en una tierra que no es suya, donde serán
esclavizados y oprimidos cuatrocientos años». ¡Cuatrocientos significaba
cuatrocientos!
Bueno, Dios lo puso a dormir y le dice —esto es lo que va a ocurrir;
versículo 14: «Mas yo también juzgaré a la nación a la cual servirán, y
después saldrán de allí con grandes riquezas. (15)Tú irás a tus padres en paz;
y serás sepultado en buena vejez», y continúa. Entonces más adelante, en
el versículo 17, dice: «Y aconteció que cuando el sol ya se había puesto,
hubo densas tinieblas, y he aquí, apareció un horno humeante y una
antorcha de fuego que pasó por entre las mitades de los animales». Dios
durmió a Abram, lo anestesió, y solo Dios pasó por entre los animales
divididos ― promesa unilateral, incondicional e irrevocable que Dios hizo
Consigo mismo. No hubo condiciones para que Abraham por sí mismo
cumpliera. Ese día el Señor hizo un pacto con Abram; un pacto que no
tiene fin. Capítulo 17, versículo 7: «Y estableceré mi pacto contigo y
con tu descendencia después de ti, por todas sus generaciones, por pacto
eterno, de ser Dios tuyo y de toda tu descendencia después de ti». Dios
eligió a Abram, eligió la nación que saldría de sus lomos, e hizo un pacto y
una promesa con ellos de ser su Dios. Este es el pacto fundacional en la
Biblia ― el pacto bíblico fundacional, la promesa de Dios, unilateral e
incondicional. Más tarde, cuando Dios dio el pacto mosaico, se hizo muy
evidente cuán pecador era Israel. Incluso en medio del pecado, la
apostasía, la idolatría, la violación de la ley de Dios por parte de Israel de
una manera desfachatada, aún siguen siendo ellos el objeto de Su amor
pactual [sobre la base del pacto abrahámico].
Lean Ezequiel 16. Allí se encuentra esta asombrosa crónica hecha por
Dios de Su elección de Israel. No puedo darles un recorrido por todo este
capítulo, pero Él habla en términos gráficos acerca de la elección de Israel
como encontrar a una bebé arrojada sobre la faz del campo. Versículo 4:
«“...el día que naciste no fue cortado tu cordón umbilical, ni fuiste lavada
con agua para limpiarte; no fuiste frotada con sal [era lo que hacían para
desinfectar], ni envuelta en pañales. (5)Ningún ojo se apiadó de ti para
hacer por ti alguna de estas cosas, para compadecerse de ti; sino que fuiste
echada al campo abierto, porque fuiste aborrecida el día en que naciste»
― dice Dios— «(6)Yo pasé junto a ti y te vi revolcándote en tu sangre.
Mientras [estabas] en tu sangre, te dije: ‘¡Vive!’ Sí, te dije, mientras
[estabas] en tu sangre: ‘¡Vive!’”». Ahí está otra vez esa elección soberana.
Entonces la historia continúa contando cómo Dios tomó a Israel y, por así
decirlo, se casó con Israel, limpió a Israel, hizo a Israel Su pueblo. Si van
directo al versículo 28: «...te prostituiste a los asirios porque no te habías
saciado; te prostituiste a ellos y ni aun entonces te saciaste». Tuviste una
lujuria insaciable por el adulterio con otros dioses y otros pueblos. «...
[F]ue derramada tu lascivia» ― versículo 36— «y descubierta tu
desnudez en tus prostituciones con tus amantes y con todos tus detestables
ídolos...»; solo acusación tras acusación tras acusación. Dios está furioso
con ellos; pero, vayan al final del capítulo: «Yo recordaré sin embargo»
― versículo 60— «mi pacto contigo en los días de tu juventud...».
¿Qué atributo de Dios describe esto? Su fidelidad. «(60)...y estableceré
para ti un pacto eterno. (61)Entonces te acordarás de tus caminos y te
avergonzarás cuando recibas a tus hermanas, las mayores que tú [y] las
menores que tú; y te las daré por hijas, pero no por causa de tu pacto.
(62)
Estableceré mi pacto contigo; y sabrás que yo soy el SEÑOR; (63)para
que recuerdes y te avergüences, y nunca más abras la boca a causa de tu
humillación, cuando yo te haya perdonado por todo lo que has hecho
― declara el Señor DIOS». ¡Oh! una reiteración de los términos del pacto
ante el historial de deserción, desobediencia y apostasía de Israel. Israel es
como Gomer, ¿verdad?; la prostituta, la ramera. Escuchen, la decisión de
Dios de poner Su amor sobre Israel no estaba determinada en ninguna
manera por el actuar de Israel; ni por la valía nacional de Israel, sino
estrictamente sobre la base de Su gracia independiente, no influenciada y
soberana. Lean Deuteronomio 7:7 y 8. Los escogió porque predeterminó
poner Su amor sobre ellos por ninguna otra razón más que la elección. La
supervivencia del reino de Judá, a pesar del pecado desfachatado de sus
gobernantes, dependió de las promesas del pacto que Dios había hecho.
Lean el Salmo 89. Lean el Salmo 132, donde estas son reiteradas. El
pacto unilateral de Dios declara que solo el Señor es la única parte
responsable de cumplir con las obligaciones. No hay ninguna condición
que Abram o algún otro judío podía cumplir por sí mismo. En nada se
diferencia de su salvación ― ustedes fueron escogidos; pero no vinieron a
Cristo por su propia cuenta; recibieron vida por el Espíritu de Dios en el
tiempo de Dios. El pacto unilateral de Dios declara que solo el Señor es la
única parte responsable de cumplir con las obligaciones.
Ahora escúchenlo de esta manera, la obediencia no es la condición que
determina el cumplimiento. El poder divino y soberano es la condición que
determina la obediencia que conduce al cumplimiento. Cuando Dios dio el
pacto unilateral, sabía que tendría que producir esa obediencia en el futuro,
según Su plan; y entregó el pacto davídico en 2 Samuel 7, con el cual
llega a David la promesa de que él tendría un hijo mayor quien poseería un
reino eterno. A propósito, esto es una ampliación del pacto abrahámico.
Los versículos 12‑13 ― bien rápido— dicen: «(12)“...y estableceré su
reino. (13)El edificará casa a mi nombre, y yo estableceré el trono de su
reino para siempre”». Dios promete a Abram una simiente, una tierra, una
nación ― y, por supuesto, eso incluye un reino— y ahora viene la
promesa de un rey. Esto es una ampliación del pacto abrahámico; y lo que
es notable allí, de nuevo, en los versículos 12‑13 de 2 Samuel 7 es:
«(12)“...levantaré a tu descendiente [...] estableceré su reino...
(13)
...estableceré el trono de su reino para siempre”». «{Yo} levantaré»,
«{Yo} estableceré», «{Yo} estableceré» ― otra vez. Esto no quiere decir
que el pacto abrahámico es solo para Israel. Todos nosotros participamos
de sus bendiciones, espiritualmente, y lo haremos milenaristamente {en el
Milenio}. Todos nosotros participaremos de los pactos abrahámico y
davídico porque participaremos de la salvación y estaremos en el reino.
Hay un tercer pacto, el Nuevo Pacto, y este sí pretendo traerlo a su
atención. Jeremías 31 indica que no puede haber ningún cumplimiento de
las promesas que Dios le dio a Abraham o a David sin salvación. A través
de la historia siempre ha habido un Israel de Dios, siempre ha habido un
remanente, siempre ha habido quienes no doblaron sus rodillas ante Baal.
Dios siempre ha tenido un pueblo; siempre ha habido Sus escogidos. No
todo Israel es Israel; es decir, no todo el Israel étnico es el verdadero Israel
de Dios ― los verdaderos creyentes—; sin embargo, Dios siempre ha
tenido un remanente, siempre ha tenido un pueblo ― como dice Isaías 6:
un «tronco», una «simiente santa»— a lo largo de la historia. Pero, en el
futuro habrá una salvación del Israel étnico a nivel nacional, y ese es el
mensaje de Jeremías 31.
He aquí el Nuevo Pacto; también fue dado a Israel. Nos gusta hablar del
Nuevo Pacto porque participamos de la provisión de salvación del Nuevo
Pacto ratificado en la muerte de Cristo; pero el juramento original del
Nuevo Pacto es dado de una forma especial a una generación futura de
judíos. Escuchen el versículo 31: «He aquí, vienen días ― declara el
SEÑOR— en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo
pacto» ― eso es inconfundible— «(32)...no como el pacto que hice con sus
padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de
Egipto...» ― no como aquel pacto mosaico, que no era un pacto salvífico
— «...mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos
― declara el SEÑOR; (33)porque este es el pacto que haré con la casa de
Israel después de aquellos días...». ¿Qué justificación hay para decir que
eso no significa Israel? Eso sí significa Israel. «{Yo} haré», «{Yo}
pondré», «{Yo} escribiré», «[Y]o seré». «...[E]ste es el pacto que haré con
la casa de Israel [...] Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones
la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo». Al final del
versículo 34: «pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado».
¿Alguna vez vieron tantos Yo..., Yo..., Yo...? Están por todos lados. Este
pacto es incondicional, unilateral, soberano, por gracia e irrevocable.
Me dicen ― Bueno, quizá Dios cambió Su opinión—. Vayan al
versículo 35: «Así dice el SEÑOR, el que da el sol para luz del día, y las
leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, el que agita el mar
para que bramen sus olas; el SEÑOR de los ejércitos es su nombre: (36)Si se
apartan estas leyes de mi presencia ― declara el SEÑOR— también la
descendencia de Israel dejará de ser nación en mi presencia para siempre».
No he notado que eso haya ocurrido, ¿y ustedes? ¿Ha notado alguien eso?
No hay ninguna otra forma de entenderlo. Si eso no quiere decir lo que
acaba de decir, es incomprensible. Además, el Nuevo Pacto promete la
salvación que entonces incluye la recepción de todas las promesas en los
pactos abrahámico y davídico, y todas las promesas añadidas a través de
todo el Antiguo Testamento.
Y, ¿cuál es la característica fundamental de esto {el Nuevo Pacto}?
«Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo
seré su Dios [...] perdonaré su maldad...». ¿Ven cuán soberano es? ― Lo
haré, lo haré en mi tiempo—. Vean Ezequiel 36 porque es un texto
paralelo. Sé que les es familiar, pero pienso que es bueno que simplemente
se nos recuerde. Ezequiel 36:24 ― «(24)“Porque os tomaré de las
naciones, os recogeré de todas las tierras y os llevaré a vuestra propia
tierra. (25)Entonces os rociaré con agua limpia y quedaréis limpios; de
todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos os limpiaré.
(26)
Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de
vosotros...”» ― es abrumador, ¿verdad?— «(27)“...haré que andéis en mis
estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas”». ¿Cómo
podría alguien caminar en Sus estatutos, obedecer y observar Sus
ordenanzas? Solo si Él hace que lo haga. Además: «(28)“Habitaréis en la
tierra que di a vuestros padres; y seréis mi pueblo y yo seré vuestro
Dios”».
Y ahora, el versículo 32, solo un buen recordatorio: «“No hago [esto]
por vosotros...”» ― ¿Qué? ¿No está haciéndolo por ustedes?—
«“...sabedlo bien. Avergonzaos y abochornaos de vuestra conducta, casa
de Israel”». Entonces, ¿por quién lo está haciendo? Por Sí mismo. Vayan
al final del versículo 38: «“...Entonces sabrán que yo soy el SEÑOR”».
Pueden leer el versículo 37 —Lo mismo.
Así que, cuando Dios dio promesas unilaterales, incondicionales,
soberanas y por gracia a un pueblo elegido ― cuyo cumplimiento está
garantizado por la fidelidad divina, como toda Su obra de salvación lo está
por el poder divino—, y cuando Dios dice que tales promesas pactuales
son irrevocables, no podemos sin impunidad ni culpa decir que esas
promesas son nulas por cualquier idea o suposición aparentemente
conveniente.
Me dicen: ― ¿Por qué? Y, ¿qué hay de la apostasía de Israel? ¿No
cancela eso las promesas? ¿No cancela la apostasía de Israel las promesas?
¿Entienden que las promesas del Nuevo Pacto en Jeremías y Ezequiel
fueron dadas a Israel cuando estaban bajo juicio divino por apostasía? No
las recibieron cuando todo estaba bien, y estaban viviendo y floreciendo en
obediencia a Dios. Eran tan apóstatas que estaban fuera de su tierra, y
entonces recibieron el pacto; y Dios estaba diciendo: ― No se hagan la
idea de que lo que está sucediendo por la apostasía cambia Mis promesas.
Me responden ― Espere un momento, ¿no rechazaron ellos a su Señor
y Mesías? Eso hicieron; lo desecharon; mataron a Jesús—. Pero, eso está
en el plan. Una de las ideas descabelladas {sic.} del dispensacionalismo es
que Jesús vino y ofreció un reino, y debido a que los judíos no lo aceptaron
y mataron a Jesús, Él recurrió a la Iglesia; ideó un Plan B. La Cruz no es
un Plan B. ¿De qué piensan que Zacarías 12:10 está hablando cuando
dice: «...y me mirarán a mí, a quien han traspasado...»? Lean el Salmo 22;
{allí se} describe la Crucifixión. Lean Isaías 53; {allí se} describe la
Crucifixión. Está en el plan. En Zacarías 12:10, Zacarías dice: «...me
mirarán a mí, a quien han traspasado...», y después en el capítulo 13,
versículo 1, habrá una fuente abierta para Israel. Israel será salvo, el
Nuevo Pacto se cumplirá, y continúen leyendo hasta el capítulo 14 ― y
el reino viene. No hay ninguna otra forma de interpretar Zacarías 12‑14.
Entonces, ¿es el Antiguo Testamento amilenarista? ― No.
II. ¿Eran los judíos en el tiempo de Jesús amilenaristas? ― No.
Consideren el provechoso estudio que hizo Emil Schurer acerca de la
escatología judía en la época de Jesús, publicado en 1880 por T & T
Clark en Edimburgo ― una nueva edición del mismo fue publicada
en 1998 por {la editorial} Hendrickson Publishing. Hace un gran trabajo
estudiando la mentalidad escatológica mesiánica judía en el tiempo de
Jesús [...] Ellos creían que el Mesías iba a venir, precedido de un tiempo de
angustia; que, antes del Mesías, vendría el profeta Elías; que, cuando
viniera el Mesías, sería el Hijo de David en persona, tendría poderes
especiales para establecer Su reino, y se cumplirían todas las promesas de
los pactos abrahámico y davídico. También creían que Israel se
arrepentiría y sería salvo en la venida del Mesías. Creían que el reino sería
establecido en Israel con Jerusalén en el centro y se extenderían por todo el
mundo. Creían que la paz y la justicia dominarían el mundo, todos
adorarían al Mesías, no habría guerra ― solo alegría y salud. Creían en
una adoración en el templo reinstituida; y en el cumplimiento de los
pactos, incluyendo la renovación del mundo, una resurrección general, un
juicio final y, después de esto, el estado eterno. Esa es la escatología judía
anterior al Nuevo Testamento. Eso es justo lo que creía Zacarías, el padre
sacerdotal de Juan el Bautista. Lean las grandes bendiciones de Zacarías en
Lucas 1:67 hasta el final del capítulo; y, ¿qué dice? Cada una de las
frases allí viene de un pasaje antiguotestamentario sobre el pacto
abrahámico, el pacto davídico, o el Nuevo Pacto; cada una {de esas
frases}. Él sabía lo que estaba ocurriendo. Los pactos debían cumplirse.
III. ¿Era Jesús amilenarista? Vayan a Hechos 1. Esto ha estado allí
por mucho tiempo, y no sé si siempre escudriñamos estas cosas. Esto es
posterior a la Resurrección: «El primer relato...» ― versículo 1— «...que
escribí, Teófilo, [trató] de todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,
(2)
hasta el día en que fue recibido arriba, después de que por el Espíritu
Santo había dado instrucciones a los apóstoles que había escogido». Allí
está esa elección otra vez. Así que Él había pasado tiempo antes de Su
ascensión con los apóstoles. Ahora, el versículo 3: «A éstos también,
después de su padecimiento, se presentó vivo con muchas pruebas
convincentes, apareciéndoseles durante cuarenta días...». Literalmente
apareciéndoseles durante cuarenta días. Tuvo que haber sido intenso.
¿Pueden imaginarse el nivel de enseñanza que un Jesús resucitado daría a
los suyos por un período de cuarenta días? ¿Qué clase de educación de
seminario sería esa? Y, ¿de qué estaba hablando? ― «...hablándoles de lo
concerniente al reino de Dios». ¡Oh, esto es perfecto! Por cuarenta días
habló acerca del reino de Dios. Este es Su momento. Si Jesús es
amilenarista, es allí donde Él tiene que decírselo. La apostasía de ellos [de
Israel] ― eso es un hecho. Su rechazo del Mesías ― eso es un hecho. Su
ejecución del Mesías ― eso es un hecho. Este es el lugar perfecto para
que Jesús lance el amilenarismo.
Vayan al versículo 6: «Entonces los que estaban reunidos, le
preguntaban, diciendo: Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a
Israel?» Ahora, ¿qué piensan que Él dijo? ― ¿De dónde sacaron tal
estupidez? ¿De dónde sacaron ese concepto? ¿No han estado escuchando
por cuarenta días? Soy amilenarista. ¡Qué idea tan extraña: que voy a
restaurar el reino a Israel! No escuchan—. Este es el momento. Si Jesús es
amilenarista, ¡este es Su momento! Tiene que decir: ― No, la Iglesia es el
nuevo Israel—. Los discípulos estaban preguntando si era el tiempo en el
que el Padre iba a restaurar [el reino], según fuentes judías {ese era} el
término técnico escatológico para el tiempo del fin; estaban usando un
término que era parte de su escatología. ― ¿Es este el tiempo del fin
cuando vas a restaurar el reino a Israel?— Cuarenta días de instrucción
sobre el reino y sabían solo una cosa con seguridad, que aún vendría el
reino para Israel; y todo lo que querían saber era —¿cuál es la pregunta?—
¿CUÁNDO? Eso es todo. Y Él les dijo: «(7)...No os corresponde a vosotros
saber los tiempos ni las épocas...». No pueden saber el momento. Él no
dijo: ― Esperen, esperen, esperen... no habrá un reino—; sino: «No os
corresponde a vosotros saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha...»
― ¿qué?— «...fijado con su propia autoridad». Allí está de nuevo esa
elección soberana; es soberana. Ellos lo sabían: «(6)...Señor, ¿restaurarás en
este tiempo el reino a Israel?». Sabían que restaurarlo era una obra divina.
Esta es la oportunidad perfecta para que Jesús aclare las cosas.
Profundicen un poco en el texto, versículo 7: «que el Padre ha fijado»
{cursivas añadidas}. Tithemi: establecido, designado. Esto me encanta.
«[H]a fijado» está en aoristo medio ― se ha fijado... ha fijado para Sí
Mismo. Se trata de Su gloria, ¿verdad? Se trata de Su exaltación. Se trata
del mundo entero viendo finalmente el paraíso recobrado. Se trata de Dios
siendo finalmente glorificado, quien ha sido tan deshonrado durante toda
la historia humana. Se trata de la gloria de Dios y el honor de Jesucristo. Y
Dios Padre ha fijado para Sí mismo ese tiempo por Su Propia autoridad. Es
singular, unilateral. No hay ninguna otra forma de entenderlo. ¡No hay
teología del reemplazo en la teología de Jesús! No hay suplantacionismo.
Esto [el suplantacionismo] es un movimiento para establecer que no
hay reino terrenal alguno para Israel. Eso es absolutamente ajeno al
Antiguo Testamento, y completamente ajeno al Nuevo Testamento. Jesús
no dijo: ― ¿De dónde sacaron esa descabellada idea? ¿No han estado
escuchando?— Ellos simplemente no podían conocer las épocas, los
tiempos. La Cruz siempre fue el plan. Él dijo en el capítulo dieciocho de
Lucas, también registrado en Mateo y Marcos: ― subimos a Jerusalén, y
¿saben lo que sucederá?— Si colocan esos tres relatos juntos {diría}:
― Seré traicionado, y entregado a los sumos sacerdotes, y a los escribas,
me condenarán, me entregarán a los gentiles porque no pueden ejecutarme
—. Todo esto en el orden exacto. ― Entonces, cuando sea entregado a los
gentiles, seré objeto de burla {escarnecido}, maltratado, escupido, azotado,
crucificado, y resucitaré—. ¡Ese no es el Plan B! De hecho, si piensan
que ese es el Plan B, ¡son unos insensatos!; y Jesús los llamó así: «...¡Oh
insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han
dicho!» (Luc. 24:25).
Por tanto, de donde haya venido el amilenarismo, no vino del Antiguo
Testamento, no vino de los judíos neotestamentarios, y tampoco vino de
Jesús.
IV. Me preguntan: ― Bueno, ¿fueron los apóstoles amilenaristas?
¿Qué tal Pedro? ¿Fue Pedro amilenarista?— Quizá Pedro fue el primer
amilenarista. Vean Hechos 3:12. Esto me encanta. Pedro está predicando:
«...Varones israelitas...», etc.; versículo 13: «El Dios de Abraham, de
Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo
Jesús, [al que] vosotros entregasteis...» ― allí está ese elemento primario y
secundario— «...y repudiasteis en presencia de Pilato, cuando éste había
resuelto ponerle en libertad. (14)Mas vosotros repudiasteis al Santo y Justo,
y pedisteis que se os concediera un asesino, (15)y disteis muerte al Autor de
la vida...» ¡Válgame, qué acusación! No podría ser peor; ¡no podría ser
más horroroso! ¡Vean lo que han hecho! Versículo 18: «Pero Dios ha
cumplido así lo que anunció de antemano por boca de todos los profetas:
que su Cristo debería padecer» ― ¡Eso es literal, ¿verdad?!— «(19)Por
tanto, arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a
fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor»
― «tiempos de refrigerio» es una frase del reino— «(20)y Él envíe a Jesús,
el Cristo designado de antemano para vosotros» ― establecido, fijado para
vosotros— «(21)a quien el cielo debe recibir hasta el día de la restauración»
― otro término del reino— «de todas las cosas, acerca de lo cual Dios
habló por boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos». Y ahora,
amo especialmente el versículo 25: «Vosotros sois los hijos de los
profetas y del pacto que Dios hizo con vuestros padres…» ¿Cancela Pedro
el pacto? ¿Qué dice? ― «Vosotros sois los hijos [...] del pacto que Dios
hizo con nuestros padres, al decir a Abraham: Y EN TU SIMIENTE
SERAN BENDITAS TODAS LAS FAMILIAS DE LA TIERRA. (26)Para
vosotros en primer lugar, Dios, habiendo resucitado a su Siervo, le ha
enviado para que os bendiga, a fin de apartar a cada uno [de vosotros] de
vuestras iniquidades». ― Y Él lo hará; ustedes aún son los hijos del pacto
—. Esta habría sido una oportunidad perfecta para que Pedro cancelara
esas promesas si realmente hubieran sido canceladas.
¿Qué tal Santiago, la cabeza de la iglesia de Jerusalén? ¿Tenía una
perspectiva amilenarista? En el capítulo quince de Hechos y versículo 13,
Santiago respondió: «...Escuchadme, hermanos. (14)Simón ha relatado
cómo Dios al principio tuvo a bien tomar de entre los gentiles un pueblo
para su nombre. (15)Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, tal
como está escrito: (16)DESPUES DE ESTO VOLVERE, Y REEDIFICARE
EL TABERNACULO DE DAVID QUE HA CAIDO. Y REEDIFICARE
SUS RUINAS, Y LO LEVANTARE DE NUEVO, (17)PARA QUE EL
RESTO DE LOS HOMBRES BUSQUE AL SEÑOR, Y TODOS LOS
GENTILES QUE SON LLAMADOS POR MI NOMBRE, (18)DICE EL
SEÑOR, QUE HACE SABER TODO ESTO DESDE TIEMPOS
ANTIGUOS». La aceptación de los gentiles no es la cancelación de las
promesas a Israel. Después de la conversión de los gentiles, después que se
terminen los tiempos de los gentiles, «REEDIFICARE EL
TABERNACULO DE DAVID QUE HA CAIDO [...] REEDIFICARE
SUS RUINAS, Y LO LEVANTARE DE NUEVO». Las promesas del
pacto davídico y las promesas mesiánicas se cumplirán.
Quizá el escritor de Hebreos era amilenarista. Capítulo 6,
versículo 13: «...cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo
jurar por uno mayor, juró por sí mismo, (14)diciendo: CIERTAMENTE TE
BENDECIRE Y CIERTAMENTE TE MULTIPLICARE». «{Yo} te
bendeciré; {Yo} te multiplicaré»... sin titubeo. Además, Dios recurre a lo
que entendemos por jurar: «(16)...los hombres juran por uno mayor [que
ellos mismos], y para ellos un juramento [dado] como confirmación es el
fin de toda discusión. (17)Por lo cual Dios, deseando mostrar más
plenamente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su propósito,
interpuso un juramento». Dios jura; ¡hace un juramento!; y es «imposible»
― dice el versículo siguiente— «que Dios mienta».
Quizá el apóstol Pablo fue el primer amilenarista. Vean Romanos 3:1
― «¿Cuál es [...] la ventaja del judío? ¿O cuál el beneficio de la
circuncisión? (2)Grande, en todo sentido. En primer lugar, porque a ellos
les han sido confiados los oráculos de Dios. (3)Entonces ¿qué? Si algunos
fueron infieles, ¿acaso su infidelidad anulará la fidelidad de Dios? (4)¡De
ningún modo!...» Y es allí donde Pablo debió haber dicho:
― ¡Absolutamente! ¡Absolutamente anula la promesa de Dios!
¡Incuestionablemente anula la promesa de Dios!—; pero no dice eso.
Capítulo 9 y versículo 6: «...no [es] que la palabra de Dios haya fallado.
Porque no todos los [descendientes] de Israel son Israel». Es decir, no
todos ellos son el verdadero Israel, o sea, verdaderos creyentes. «(7)...[N]i
son todos hijos por ser descendientes de Abraham, sino que POR ISAAC
SERA LLAMADA TU DESCENDENCIA. (8)Esto es, no son los hijos de
la carne los que son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son
considerados como descendientes». Y procede a describir esto, diciendo
algo tan claro como: «A JACOB AME» ― versículo 13— «PERO A
ESAU ABORRECI». Versículo 1: «...TENDRE MISERICORDIA DEL
QUE YO TENGA MISERICORDIA, Y TENDRE COMPASION DEL
QUE YO TENGA COMPASION».[105] Versículo 16: «...no [depende] del
que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia».
Versículo 18: «...del que quiere tiene misericordia, y al que quiere
endurece». ¡Esto vuelve a toda esta idea de la soberanía nuevamente! Que
haya algunos judíos que no crean, no anula la fidelidad de Dios. Solo
porque haya algunos a los que Dios escoge, no significa que Él no vaya a
escoger a toda una generación de judíos debidamente constituida para
cumplir Sus promesas [en el futuro].
Y luego, quizá de forma más notable (y nos estamos apresurando un
poquito), Romanos 11:26 ― «...todo Israel será salvo». ¿Cómo pueden
interpretar eso? ¡Solo hay una forma! ¡¿Me dicen que eso no es Israel?!
¿Dónde dice en el texto que no es Israel? Entendería si dijera: ― Y Dios
ha cancelado Sus promesas a Israel—; pero dice que todo Israel será salvo;
tal como está escrito: «(26)...EL LIBERTADOR VENDRA DE SION;
APARTARA LA IMPIEDAD DE JACOB. (27)Y ESTE ES MI PACTO
CON ELLOS, CUANDO YO QUITE SUS PECADOS». Sí, son enemigos
en este momento, pero es por el bien de los gentiles. Versículo 29: «...los
dones y el llamamiento de Dios son irrevocables». Y ahora estamos de
regreso a donde comenzamos, ¿verdad? Miren, la promesa podría ser
cancelada si dependiera de que obedecieran con sus propias fuerzas, pero
eso era imposible desde el principio. Solo Aquel que hizo la promesa
puede hacer posible la obediencia que está conectada al cumplimiento de
la promesa.
Ahora podría decirse mucho más sobre Romanos 11. Jonathan
Edwards escribió: «Las promesas que los profetas hicieron al pueblo de
Israel en lo concerniente a su prosperidad y gloria futuras se cumplen en la
Iglesia cristiana, según la verdadera intención de los profetas»; pero, me
pregunto, ¿de dónde sacó eso? ¿De dónde vino? No vino de ningún pasaje
que yo pueda encontrar.
Solo permítanme concluir con algunos efectos {implicaciones}, y hay
mucho más que podría decir. Eso es lo que siempre decimos cuando se nos
ha agotado el material [Risas del auditorio]. Realmente han soportado una
extensa presentación, pero solo un par de comentarios más.
Para su lectura, sugiero {trad. no oficial} Israel y la Iglesia[106] por
Ronald Diprose. Debemos tener algunas copias en la librería. La primera
vez que se publicó estaba en italiano. Era una disertación doctoral. No
tiene conexión alguna con el dispensacionalismo tradicional. Es una obra
realmente buena sobre la teología del reemplazo. Muestra el efecto {las
implicaciones} que tuvo esta idea en la formación de la Iglesia durante el
Oscurantismo Medieval al explicar cómo la Iglesia fue del concepto
neotestamentario de la Iglesia al sistema institucional sacramental
sacerdotal del Oscurantismo Medieval que conocemos como catolicismo
romano. Diprose culpó de esto en buena medida a la teología del
reemplazo que surge con Agustín y unos pocos antes de él ― Orígenes y
Justino.
¿De dónde fue que la Iglesia sacó los altares? No hay ningún altar en el
Nuevo Testamento. ¿De dónde fue que la Iglesia sacó los sacrificios? ¿De
dónde fue que la Iglesia sacó una señal paralela a la circuncisión? ¿De
dónde fue que la Iglesia sacó el sacerdocio? ¿De dónde fue que la Iglesia
sacó la ceremonia, el ritual y el simbolismo? ¿De dónde fue que la Iglesia
sacó que se debía reintroducir el misterio al hablar en un idioma que las
personas presentes no podían entender? Reemplazaron la predicación con
el ritual. Desde la formación de la Iglesia en aquellos primeros siglos hasta
el sistema del catolicismo romano, toda la ornamentación está en
correspondencia con el judaísmo antiguotestamentario; y [Diprose] le
sigue el rastro al enfoque jerárquico, institucional, impersonal, inorgánico
y sacerdotal de la Iglesia, y esto lo condujo en buena medida hasta la
influencia que afirma que la Iglesia es el nuevo Israel. La teología del
reemplazo justifica la introducción de toda la ornamentación del judaísmo.
Otro efecto {implicación} de la teología del reemplazo es el daño que
hace al evangelismo a los judíos. He aquí una breve escena, están hablando
con un judío:
Le dicen: ― Jesús es el Mesías.
Él dice: ― ¿De veras?, ¿dónde está el reino?
― Oh, ¡está aquí!
― Ah, ¿está aquí? Bueno, ¿por qué nos están matando todo el tiempo?
¿Por qué estamos siendo perseguidos, y por qué no tenemos la tierra
que se nos prometió? Y, ¿por qué no está el Mesías reinando en
Jerusalén, y por qué la paz, la alegría y la felicidad no están
dominando el mundo, y por qué no está floreciendo el desierto, y...?
― Oh, no, usted no entiende. Nada de eso va a ocurrir. Vea, el problema
es que ustedes ya no son el pueblo de Dios; somos nosotros.
― ¡Oh! Ya veo, pero este es el reino, y los judíos están siendo
asesinados y odiados, y Jerusalén está asediada. ¿Este es el reino? Si
este es el reino, Jesús no es el Mesías. No puede serlo. Es ridículo.
No importa cuántas maravillosas relaciones judeocristianas tratemos de
tener con rabinos, esto es un enorme hueso en la garganta.
― ¿Por qué no puede ser Jesús el Mesías?
― Porque este no es el reino.
A menos que puedan decirle a un judío: ― Dios guardará cada promesa
que Él les hizo, y Jesús cumplirá cada una de las promesas, y es por eso
que aún hay judíos en el mundo, y es por eso que ustedes están en la tierra
y Dios está preparándose para un gran día de salvación en Israel; y Jesús es
su Mesías. Pero, considere el Salmo 22, Isaías 53 y Zacarías 12:10, y
entienda que Él tuvo que venir y morir para ratificar el Nuevo Pacto antes
que Él pudiera perdonar su pecado, y el reino está viniendo—, {a menos
que puedan decirle eso} ¡no tienen la posibilidad de comunicarse! Lo
demás no tiene sentido.
Ahora, si entienden la elección correctamente ― la elección divina,
soberana, por gracia, incondicional, unilateral, irrevocable—, y entienden
a Dios correctamente, y entienden a Israel correctamente, y entienden la
escatología correctamente, entonces, hombres, ¿saben qué?, solo tienen
que abrir sus Biblias y predicar ese texto con el corazón en la mano, y
decir lo que {el texto} dice. ¡Cuán liberador es eso! No tienen que revolver
Cielo y Tierra y encontrar alguna interpretación extraña. Entiéndanlo
correctamente y Dios será glorificado. Entiéndanlo correctamente {y}
Cristo será exaltado. Entiéndanlo correctamente {y} el Espíritu Santo será
honrado. Entiéndanlo correctamente {y} la Escritura se tornará clara.
Entiéndanlo correctamente {y} la mayor ilustración histórica de la obra de
Dios en el mundo se hará visible. Entiéndanlo correctamente {y} el
significado del misterio en el Nuevo Testamento será preservado.
Entiéndanlo correctamente {y verán que} el lenguaje normal queda intacto
y la Escritura no fue escrita para místicos. Entiéndanlo correctamente {y
verán que} la cronología de la literatura profética queda intacta.
Entiéndanlo correctamente y dejarán la imaginación fuera de la exégesis.
Entiéndanlo correctamente y tendrán una cosmovisión histórica completa.
Entiéndanlo correctamente y su gente conocerá el beneficio práctico de la
escatología. Entiéndanlo correctamente.
La teología del reino del eschaton {el fin} es la única perspectiva que
honra la gracia soberana de la elección, honra la veracidad de las promesas
de Dios, honra la enseñanza de los profetas antiguotestamentarios, la
enseñanza de Jesús y de los escritores neotestamentarios; y eso hará
posible que Cristo sea honrado como el gobernante supremo sobre Su
creación, ahora de forma temporal en las manos de Satanás. Además, el
reino del Milenio terrenal {que será} establecido al regreso de Cristo es el
puente único y necesario que une la historia humana temporal con la eterna
gloria divina. Haga de su iglesia una iglesia de la segunda venida, y haga
de su vida una vida de la segunda venida.
Oremos. Padre, ¡qué día estamos por comenzar! ¡Qué tema tan
trascendente y glorioso! Que vivamos a la luz de la venida de Cristo. Que
sepamos que se puede confiar en la Palabra, y que podemos predicar cada
versículo y decir: ― Esto es lo que dice; esto es lo que significa—; y que
así te demos gloria. Gracias por estos preciosos hombres que están aquí.
Señor, llénanos a todos de gozo en la verdad y en el privilegio de servirte.
En el nombre de Cristo, Amén.
[1]
Nota de los traductores: Los textos y/o caracteres {entre llaves} son
traducciones o aclaraciones para preservar la fidelidad al significado del
texto original. La etiqueta {trad. no oficial} indica que la traducción que
sigue a continuación pertenece a una fuente que aún no está disponible en
español; por tanto, puede aparecer oficialmente con otro título o como
parte de otras obras en el futuro. En cambio, si el material citado ya ha
sido publicado en español en el momento en que se hace esta traducción,
se usará el título oficial precedido de la etiqueta {título oficial}; y {nombre
oficial} si se trata de una entidad. Por lo general, la traducción del título de
una fuente bibliográfica aparecerá solo la primera vez que el autor la cite.
[2]
Nota de los traductores: El título original de estas conferencias es
«Shepherds’ Conference».
[3]
Véase el primer capítulo que trata con los términos suplantacionismo
y teología del reemplazo.
[4]
Nota de los traductores: suplantacionismo ― La palabra inglesa
usada aquí originalmente es supersessionism. Su grafía no dice mucho al
hispanohablante; y, si simplemente se traduce como supersesionismo, no
creemos que comunique el significado, y se confundiría con otros términos
imaginables como supercesacionismo o supersesión. Teniendo en cuenta
el significado del verbo inglés supersede y el uso peyorativo del término,
tradujimos supersessionism como suplantacionismo, y supersessionist(s)
como suplantacionista(s). No obstante, este término puede encontrarse
traducido al español en diversas publicaciones como: «supersesionismo»,
«supercesionismo», «teología de la suplantación» o «teología de la
substitución».
[5]
Nota de los traductores: supersede ― verbo inglés de donde se
deriva el término supersessionism (suplantacionismo).
[6]
Uno de mis correspondientes señaló que la Iglesia era
predominantemente católico–romana durante aquel milenio, y que el
catolicismo romano es amilenarista. Se supone que este sea un argumento
contra el amilenarismo. Esto no solo olvida que Lutero y Calvino siguieron
siendo amilenaristas después de haber dejado Roma, sino también que este
tipo de argumento es una espada de doble filo. Sí, tenemos a la mayoría de
los católicos romanos de nuestro lado {en un sentido muy específico en
cuanto al amilenarismo}; pero el premilenarista tiene a los Testigos de
Jehová, a los Adventistas del Séptimo Día y a la Iglesia de Jesucristo de
los Santos de los Últimos Días como compañeros en el premilenarismo. El
punto es que este tipo de argumentación no prueba nada. Es culpabilidad
por asociación {o sea, es un argumento falaz}.
[7]
Mi mención de teologías contradictorias provocó un intercambio
interesante sobre la descripción bautista reformado. Alguien preguntó si
no debíamos incluir bautista reformado en una lista de tales teologías y
afirmó que históricamente el nombre era contradictorio. Otro respondió
preguntando qué contradicción había en ser reformado y bautista, y
prosiguió argumentando (a mi parecer de forma convincente) que las
primeras confesiones bautistas históricas sugerían que no era
contradictorio.
[8]
Esta descripción de sí mismo puede encontrarse en internet en este
enlace: < http://www.biblebb.com/files/macqa/70-16-9.htm > . Nota de los
traductores: Es probable que el artículo original en inglés ya no se
encuentre (agosto de 2020) en el enlace provisto por el autor.
[9]
Nota de los traductores: El título original es The Premillennial
Advent.
[10]
Nota de los traductores: El título original es Israel and the Church.
[11]
Nota de los traductores: El título original es The Dialog with Trypho
the Jew.
[12]
Véase muchas otras declaraciones como estas en The Dialog with
Trypho the Jew, capítulos 11, 120, 123, 125, 135.
[13]
Véase Ireneo, Against Heresies {título oficial: Contra las herejías},
Libro 5, Capítulos 32‑35.
[14]
Puede ser bueno notar aquí que es común que los
dispensacionalistas reclamen que la Iglesia en sus primeros siglos era
premilenarista. Pienso que la evidencia apunta claramente a una
conclusión diferente. La Iglesia en sus primeros siglos estaba dividida
entre el premilenarismo histórico y el amilenarismo. Cf. capítulo 2 de mi
libro El fin de los tiempos: Una explicación para todos, segunda edición
(Colombia: Publicaciones Faro de Gracia, 2016) donde presento la
evidencia para esta conclusión.
[15]
Iain Murray, The Puritan Hope {título oficial: La esperanza
puritana} (London: The Banner of Truth Trust, 1971), 259.
[16]
Acepto que Spurgeon era premilenarista, aunque esta idea es
controversial.
[17]
Nota de los traductores: El título original es Prophecy and the
Church.
[18]
Nota de los traductores: El título original es The Basis of the
Millennial Faith.
[19]
Nota de los traductores: El título original es The Meaning of the
Millennium.
[20]
Iain Murray, The Puritan Hope (London: The Banner of Truth
Trust, 1971), 41 y sigs.
[21]
Anthony A. Hoekema, The Bible and the Future (Grand Rapids:
Eerdmans, 1979), 239‑241.
[22]
El primer punto de vista fue el de John Murray, The Epistle to the
Romans {trad. no oficial: La Epístola a los Romanos} (Grand Rapids:
Eerdmans, 1968), ad loc {en dicha fuente, sin especificar las páginas}, y el
de la mayoría de los posmilenaristas.
[23]
El segundo punto de vista fue el de Juan Calvino, Commentaries
{título oficial: Comentarios}, ad loc {en dicha fuente, sin especificar las
páginas}.
[24]
Hoekema, The Bible and the Future (Grand Rapids: Eerdmans,
1979), 240‑241. Nota de los traductores: El fragmento citado fue traducido
directamente de la cita textual que provee el Dr. Samuel E. Waldron en
MacArthur’s Millennial Manifesto: A Friendly Response.
[25]
O. Palmer Robertson, The Israel of God {trad. no oficial: El Israel
de Dios} (Phillipsburg, NJ: P&R Publishing, 2000), 167 y sigs.
[26]
William Hendriksen, The Bible on the Life Hereafter {título oficial:
La Biblia, el más allá y el fin del mundo} (Grand Rapids: Baker, 1959),
146‑149.
[27]
Herman Bavinck, The Last Things {trad. no oficial: Las últimas
cosas} (Grand Rapids: Baker, 1996), 106.
[28]
Loraine Boettner, The Millennium {trad. no oficial: El Milenio}
(Philadelphia: The Presbyterian and Reformed Publishing Company,
1957), 310‑321, parece adoptar una postura sobre Romanos 11 que apoya
el tercer punto de vista definido por Hoekema. Sin embargo, tengo que
decir que Boettner no comenta sobre Romanos 11:25-26 explícitamente,
y su postura parece combinar elementos del segundo punto de vista con el
tercero.
[29]
Marten H. Woudstra, «Israel and the Church: A Case for
Continuity» {trad. no oficial: «Israel y la Iglesia: Una defensa de la
continuidad»} en Continuity and Discontinuity: Perspectives on the
Relationship Between the Old and New Testaments {trad. no oficial:
Continuidad y discontinuidad: Perspectivas de la relación entre el Antiguo
y el Nuevo Testamento}, ed. {editor} John S. Feinberg (Westchester, IL:
Crossway Books, 1988), 237.
[30]
Bruce K. Waltke, «Kingdom Promises as Spiritual» {trad. no
oficial: «Las promesas del Reino interpretadas como promesas
espirituales»} en Continuity and Discontinuity, 274‑275.
[31]
Hans K. LaRondelle, The Israel of God in Prophecy: Principles of
Prophetic Interpretation (Berrien Spring, MI: Andrews University Press,
1983), 101.
[32]
Por ejemplo, en el Evangelio de Juan, la frase «los judíos» es una
referencia a los líderes judíos, no al pueblo judío como un todo
(Jua. 1:19; 7:13; 9:22).
[33]
Samuel E. Waldron, El fin de los tiempos: Una explicación para
todos, segunda edición (Colombia: Publicaciones Faro de Gracia, 2016).
Nota de los traductores: Véase también la segunda parte de esta obra,
escrita por el mismo autor, Más del fin de los tiempos: Otra explicación
para todos (Santo Domingo, Ecuador: Legado Bautista Confesional,
2020).
[34]
En realidad, cuento sesenta y ocho usos de «Israel» y nueve usos de
«israelita» en el Nuevo Testamento, pero no deseo detenerme en
nimiedades.
[35]
Michael Vlach, «12 Reasons Why Supersessionism/Replacement
Theology Is Not a Biblical Doctrine» {trad. no oficial: «12 razones por las
que el suplantacionismo o la teología del reemplazo no es una doctrina
bíblica»}.
Este
artículo
está
disponible
en:
˂ http://www.theologicalstudies.citymax.com/page/page/4425336.htm ˃
Lo consulté el 25 de mayo de 2007. La cita pertenece a
Ronald E. Diprose, Israel in the Development of Christian Thought
{trad. no oficial: Israel en el desarrollo del pensamiento cristiano} (Rome:
Istituto Biblico Evangelico Italiano, 2000), 47. Nota de los traductores: En
cuanto al artículo de Michael Vlach, al que se hace referencia al inicio de
esta nota al pie, es probable que su original en inglés ya no se encuentre
(agosto de 2020) en el enlace provisto por el autor; una búsqueda en
Internet arrojó que está publicada al menos una traducción de dicho
artículo al español titulada «12 razones de por qué el supersesionismo/la
teología del reemplazo no es una doctrina bíblica», pero desconocemos si
es una traducción oficial del artículo original, y si este es traducido allí en
su totalidad, o si es solo un resumen del mismo.
[36]
Nota de los traductores: El título original es Israel and the Church.
[37]
No estoy seguro de que la frase «Israel de Dios» pueda referirse al
pueblo étnico de Israel. Esta solo aparece allí en el N. T. y en la LXX. Mi
punto es solamente que «Israel» puede referirse, y en algunos contextos sí
se refiere, a Israel en un sentido étnico.
[38]
Desde un inicio di por supuesto que nadie disputaría que la frase «y
sobre el Israel de Dios» pudiera entenderse epexegéticamente o
aposicionalmente, en vez de interpretar que esta añade otro grupo a
aquellos que son descritos previamente como a todos «los que anden
conforme a esta regla». Sin embargo, sobrevino una gran cantidad de
correspondencia acerca de este punto precisamente. Por lo tanto, véase el
«Excurso» al final de este capítulo acerca de dicho argumento.
[39]
Un correspondiente notó astutamente que «una nueva creación» no
es precisamente una referencia a la Iglesia, sino que, en este contexto, es
una referencia a lo que es importante en Cristo Jesús; a saber, lo que hace
que un individuo sea salvo y, por tanto, miembro del pueblo de Dios. En
otras palabras, que la «nueva creación» en Gálatas 6:15 habla de la obra
de Dios en el individuo en vez de referirse estrictamente a la Iglesia
corporativamente. ― ¡Muy cierto! He pasado de lo individual a lo
corporativo en mis comentarios. Si una nueva creación hace que un ser
humano sea salvo y miembro del pueblo de Dios; entonces, concluir que la
Iglesia como un todo es una nueva creación parece ser una deducción
sencilla, necesaria y directa.
[40]
Nota de los traductores: El título original es A Greek–English
Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature,
conocido también como BDAG.
[41]
Walter Bauer, A Greek–English Lexicon of the New Testament and
Other Early Christian Literature, trans. and adapted by {traducido y
adaptado por} William F. Arndt y F. Wilbur Gingrich (Chicago: The
University of Chicago Press, 1957), 392‑394.
[42]
Estoy en deuda con uno de mis correspondientes por esta ilustración
del peligro de la «hermenéutica de gobierno por mayoría».
[43]
Nota de los traductores: NASB ― Traducción de la Biblia al inglés
titulada New American Standard Bible. Como el autor es anglófono, está
valorando la traducción de este pasaje en varias versiones disponibles en
inglés, su idioma nativo. En español, la LBLA, NBLA y la BTX IV
traducen «a los que»; mientras que la RVA–2015, RV–1960, BTX III,
BTX II, y la NVI traducen «Para todos los que», «a todos los que»,
«todos los que», «a todos los que» y «todos los que», respectivamente.
[44]
Nota de los traductores: KJV ― Traducción de la Biblia al inglés
titulada King James Version.
[45]
Nota de los traductores: NKJV ― Traducción de la Biblia al inglés
titulada New King James Version.
[46]
Nota de los traductores: ESV ― Traducción de la Biblia al inglés
titulada English Standard Version.
[47]
Robertson, The Israel of God, 43.
[48]
Michael Vlach, «12 Reasons Why Supersessionism/Replacement
Theology Is Not a Biblical Doctrine». Este artículo está disponible en:
< http://www.theologicalstudies.citymax.com/page/page/4425336.htm >
Lo consulté el 25 de mayo de 2007. Nota de los traductores: Es probable
que el artículo original en inglés ya no se encuentre (agosto de 2020) en el
enlace provisto por el autor. Véase la «Nota de los traductores» que
insertamos al final de una nota al pie del autor en el capítulo 7 con
referencia a este mismo artículo.
[49]
Michael Vlach, «12 Reasons Why Supersessionism/Replacement
Theology Is Not a Biblical Doctrine». Este artículo está disponible en:
˂ http://www.theologicalstudies.citymax.com/page/page/4425336.htm ˃
Lo consulté el 25 de mayo de 2007. Nota de los traductores: Es probable
que el artículo original en inglés ya no se encuentre (agosto de 2020) en el
enlace provisto por el autor. Véase la «Nota de los traductores» que
insertamos al final de una nota al pie del autor en el capítulo 7 con
referencia a este mismo artículo.
[50]
Nota de los traductores: el culto en el templo ― La traducción de
LBLA dice simplemente: «el culto»; pero la versión inglesa usada
originalmente por el autor (NASB) traduce: «the temple service» (el culto
en el templo).
[51]
Nota de los traductores: [para ser específico] ― LBLA traduce:
«[es decir]» (función explicativa); pero la versión inglesa usada
originalmente por el autor (NASB) traduce: «even» (para ser específico
[función especificativa]). Véase el «Excurso» del autor titulado «Del
significado de “kai” en la frase “y [kai] sobre el Israel de Dios” en
Gálatas 6:16» en el capítulo 7.
[52]
Nota de los traductores: para ser específico ― Ídem.
[53]
Michael Vlach, «12 Reasons Why Supersessionism/Replacement
Theology Is Not a Biblical Doctrine». Este artículo está disponible en:
˂ http://www.theologicalstudies.citymax.com/page/page/4425336.htm ˃
Lo consulté el 25 de mayo de 2007. Nota de los traductores: Es probable
que el artículo original en inglés ya no se encuentre (agosto de 2020) en el
enlace provisto por el autor. Véase la «Nota de los traductores» que
insertamos al final de una nota al pie del autor en el capítulo 7 con
referencia a este mismo artículo.
[54]
Nota de los traductores: Esta traducción fue tomada de la RV–1960,
la cual traduce esta frase en 1 Corintios 10:18 de una manera
equivalente a como lo hace la versión inglesa (KJV) citada por el autor.
[55]
Nota de los traductores: NIV ― Traducción de la Biblia al inglés
titulada New International Version. Su equivalente en español es la {título
oficial} Nueva Versión Internacional (NVI).
[56]
Nota de los traductores: Esta traducción fue tomada de la NVI.
[57]
Nota de los traductores: ASV ― Traducción de la Biblia al inglés
titulada American Standard Version.
[58]
Nota de los traductores: En español, la LBLA, NBLA, BTX IV,
BTX III, BTX II y la NVI traducen «paganos»; mientras que la RVA–
2015 y la RV–1960 traducen «gentiles».
[59]
Michael Vlach, «12 Reasons Why Supersessionism/Replacement
Theology Is Not a Biblical Doctrine». Este artículo está disponible en:
˂ http://www.theologicalstudies.citymax.com/page/page/4425336.htm ˃
Lo consulté el 25 de mayo de 2007. Nota de los traductores: Es probable
que el artículo original en inglés ya no se encuentre (agosto de 2020) en el
enlace provisto por el autor. Véase la «Nota de los traductores» que
insertamos al final de una nota al pie del autor en el capítulo 7 con
referencia a este mismo artículo.
[60]
Michael Vlach, «12 Reasons Why Supersessionism/Replacement
Theology Is Not a Biblical Doctrine». Este artículo está disponible en:
˂ http://www.theologicalstudies.citymax.com/page/page/4425336.htm ˃
Lo consulté el 25 de mayo de 2007. En referencia a la cita de Howard
Taylor, Vlach escribe lo siguiente en el pie de página: Howard Taylor,
«The Continuity of the People of God in Old and New Testaments» {trad.
no oficial: «La continuidad del pueblo de Dios en el Antiguo y Nuevo
Testamento»}, Scottish Bulletin of Evangelical Theology {trad. no oficial:
El boletín escocés de teología evangélica} 3 (1985): 14‑15. Énfasis en el
original. Nota de los traductores: Es probable que el artículo original en
inglés ya no se encuentre (agosto de 2020) en el enlace provisto por el
autor. Véase la «Nota de los traductores» que insertamos al final de una
nota al pie del autor en el capítulo 7 con referencia a dicho artículo (Vlach,
«12 Reasons...»).
[61]
Nota de los traductores: Véase también la segunda parte de esta
obra, escrita por el mismo autor, Más del fin de los tiempos: Otra
explicación para todos (Santo Domingo, Ecuador: Legado Bautista
Confesional, 2020).
[62]
Las cursivas en los tres casos donde se menciona la práctica de
espiritualizar fueron añadidas.
[63]
El principal ejemplo de espiritualización en un amilenarista puede
ser Harold Kamping, cuyo libro titulado 1994? {trad. no oficial: ¿1994?}
(New York: Vantage Press, 1992) y cuyos sermones están llenos del peor
tipo de espiritualización, hipertipología y alegorización. Por supuesto,
Harold Kamping es a duras penas un representante del enfoque reformado
y pactual de las Escrituras. He visto otros ejemplos entre los amilenaristas
o los antidispensacionalistas de lo que pienso es una hermenéutica ingenua
y espiritualizadora. También pienso que aquellos amilenaristas que han
hallado el cumplimiento del reino solo en el tiempo del evangelio, y no lo
han hallado también en la Iglesia consumada en la tierra nueva y redimida,
se han comprometido con algún tipo de espiritualización.
[64]
Nota de los traductores: El título original es Prophecy and the
Church.
[65]
Nota de los traductores: El título original es The Basis of the
Millennial Faith.
[66]
Nota de los traductores: El título original es The Meaning of the
Millennium.
[67]
Michael Vlach, «Interpreting Biblical Prophecy». El artículo está
disponible en:
< http://www.theologicalstudies.citymax.com/page/page/4425336.htm >
Lo consulté el 15 de julio de 2007. Énfasis añadido. Nota de los
traductores: Es probable que el artículo original en inglés ya no se
encuentre (agosto de 2020) en el enlace provisto por el autor. No obstante,
encontramos que fue traducido al español y publicado con permiso; véase
Michael Vlach, {título oficial} «Interpretación de la profecía bíblica» en el
artículo titulado {título oficial} «Cómo estudiar la Biblia».
Trad. Armando Valdez. Disponible en: < https://cristiano-biblicoreformado.blogspot.com/p/blog-page_8.html?m=1 > Consultamos esta
publicación el 1 agosto de 2020 para hacer nuestra propia traducción del
fragmento.
[68]
También es pertinente notar que una hermenéutica exhaustiva tiene
que tener en cuenta la necesidad de una interpretación teológica de las
Escrituras. La Biblia tiene una autoría tanto divina como humana. La
interpretación histórico–gramatical no va más allá de la autoría humana.
Solamente pregunta lo que el autor humano original pudo o podría haber
querido decir con lo que escribió. {Pero} la Biblia misma afirma que tiene
también autoría divina. De acuerdo, lo que el Autor divino quiso decir en
cualquier pasaje no contradirá lo que los autores humanos quisieron decir.
Sin embargo, tiene que ser obvio que la intención del Autor divino podría
ir considerablemente más allá de lo que el autor humano quiso decir o
podría haber querido decir. Este es el defecto fundamental en las posturas
hermenéuticas de Walt Kaiser, a quien MacArthur cita. He aquí la cita de
Kaiser que MacArthur menciona: «Si dicen que el Antiguo Testamento no
puede ser interpretado correctamente sin el Nuevo Testamento, entonces
han negado la perspicuidad del Antiguo Testamento, y como Walt Kaiser
dice: “Ahora tiene un canon dentro de otro”».
[69]
MacArthur se está refiriendo al estudio publicado por
Stephen W. Boyd, «The Biblical Hebrew Creation Account: New
Numbers Tell the Story» {trad. no oficial: «El relato hebreo bíblico de la
creación: Nuevos números cuentan la historia»}, Impact {trad. no oficial:
Impacto} #377 (November {noviembre}, 2004), i‑iv. Boyd es allí descrito
como profesor asociado de Biblia en The Master’s College en Santa
Clarita, California, EE. UU.
[70]
Boyd, «The Biblical Hebrew Creation Account: New Numbers Tell
the Story», Impact #377 (November {noviembre}, 2004), i‑iv.
[71]
Soy muy consciente que la respuesta que daré a continuación no es
un tratamiento o interpretación minuciosos de Apocalipsis 20:1‑10. Para
ello, véase mi libro El fin de los tiempos: Una explicación para todos,
segunda edición (Colombia: Publicaciones Faro de Gracia, 2016).
[72]
Robertson, The Israel of God, 118.
[73]
Robertson, The Israel of God, 133.
[74]
Nota de los traductores: «nada etérea» versus «algo real»
― Nótese que, en este párrafo, el autor usa dos expresiones contrastantes
que riman (en el original) para enfatizar su argumento: «airy nothings» (lit.
«nadas etéreas») y «real somethings» (lit. «algos reales»).
[75]
Este capítulo y varios otros suscitaron la pregunta del significado de
Romanos 11 en las mentes de los correspondientes. Para encontrar mi
interpretación de este pasaje, véase el Apéndice Uno al final de este libro.
[76]
Con respecto a esto, nótese la declaración en Ester 8:17 ― «...Y
muchos de entre los pueblos de la tierra se hicieron judíos, porque había
caído sobre ellos el temor de los judíos». ¡Está claro que en los días de
Ester era posible que un gentil étnico se hiciera judío!
[77]
Nota de los traductores: típico ― Relativo a los tipos a distinción de
sus respectivos antitipos. No confundir con típico (peculiar).
[78]
Consulté este material el 2 de agosto de 2007 en el sitio web que
está disponible en la siguiente dirección:
< http://www.biblebb.com/files/macqa/70-16-9.htm > .
Esta
respuesta
estaba precedida de la siguiente explicación: «La siguiente “Pregunta” fue
hecha por un miembro de la congregación en la Grace Community Church
en {el barrio de} Panorama City, {Ciudad de Los Ángeles}, California
{EE. UU.}, y fue “Respondida” por su pastor, John MacArthur (hijo).
Fue transcrita de la cinta GC 70‑16, titulada “Bible Questions and
Answers” {trad. no oficial: «Preguntas y respuestas acerca de la Biblia»}.
Se puede adquirir una copia de la cinta escribiendo a: Word of Grace, P.O.
Box 4000, Panorama City, CA 91412, o llamando al número gratuito
1‑800‑55‑GRACE. Copyright {derecho de propiedad intelectual} John
MacArthur Jr. {hijo}, All Rights Reserved {Todos los derechos
reservados}». Nota de los traductores: Es probable que el artículo original
en inglés ya no se encuentre (agosto de 2020) en el enlace provisto por el
autor.
[79]
Nota de los traductores: El título original de estas conferencias es
«Together for the Gospel».
[80]
Nota de los traductores: «saldrá bien» ― El verbo usado en inglés
es «will “pan out”» (significado original y específico: batear o lavar la
arena o la tierra en busca de oro u otro mineral precioso mediante el uso
de un sartén o batea ancha y poco profunda [«pan» en inglés]; significado
común: salir bien, salir como se esperaba). El chiste está en que el
pan–milenarista dice que él no necesita entrar en muchos detalles a
diferencia de los defensores de las demás posturas escatológicas cristianas
porque él simplemente cree que al final todo va a pan out (salir bien).
Nótese que el prefijo pan– (totalidad), en panmilenarista, y la raíz pan, en
el verbo inglés pan out, son homófonos. Si el lector, en su investigación,
encuentra artículos en inglés que asocien el panmilenarismo con la imagen
de un sartén o batea de minería, es porque se estaría haciendo alusión a
este mismo chiste. En este caso, la imagen del sartén estaría relacionada
con el significado original y específico de pan out, pero en realidad se
estaría refiriendo a su significado común (salir bien).
[81]
Louis Berkhof, Principles of Biblical Interpretation {título oficial:
Principios de interpretación bíblica} (Grand Rapids: Baker, 1950), 133 y
sigs.
[82]
Tomado del himno de Timothy Dwight según aparece como himno
#280 en The Trinity Hymnal: Baptist Edition {trad. no oficial: El himnario
de la Trinidad: Edición bautista} (Suwanee, GA: Great Commission
Publications, 1995).
[83]
Nota de los traductores: El título original del himno es «I Love Thy
Kingdom, Lord» {trad. no oficial: «Amo Vuestro Reino, Señor»}. Esta es
una traducción más literal, o fiel a la letra del himno original, que se
esfuerza por preservar mejor tanto el significado como los recursos
literarios que no dependan de la musicalidad.
[84]
Nota de los traductores: Esta es una adaptación de la traducción
literaria que hizo Epigmenio Velasco Urda, quien puso por título a su
versión {título oficial} «Tu Reino amo, ¡Oh Dios!».
[85]
O. Palmer Robertson, «Is There a Distinctive Future for Ethnic
Israel in Romans 11?» {trad. no oficial: «¿Hay un futuro distintivo para el
Israel étnico en Romanos 11?»}, en Perspectives on Evangelical
Theology {trad. no oficial: Perspectivas sobre la teología evangélica}, ed.
por Kenneth S. Kantzer y Stanley H. Gundry, (Grand Rapids, Baker
Book House, 1979), p. 209. Nota de los traductores: los días del tiempo
del fin ― Esta frase también es comúnmente traducida como los días del
fin de los tiempos, o los días del fin.
[86]
John Murray, The Epistle to the Romans (Grand Rapids: Eerdmans,
Publishing Co., 1965) ad loc. {en dicha fuente, sin especificar las
páginas}.
[87]
William Hendriksen, Israel in Prophecy (Baker Book House, Grand
Rapids, 1981).
[88]
Nota de los traductores: El título original del artículo es «Is There a
Distinctive Future for Ethnic Israel in Romans 11?».
[89]
Robertson, The Israel of God, 168.
[90]
Robertson, The Israel of God, 171.
[91]
Robertson, The Israel of God, 173.
[92]
Robertson, The Israel of God, 181.
[93]
Nota de los traductores: el fin del tiempo ― La frase que el autor
usa originalmente es «the end of the age», la cual es traducida al español
de diversas maneras, por ejemplo: el fin del mundo (Mat. 28:20 [NBLA,
LBLA, RVA–2015, RV–1960, NVI]), el fin del siglo (Mat. 28:20
[BTX IV]), el fin de los siglos (Mat. 28:20 [BTX II]), la consumación
de [este] siglo (Mat. 24:3 [NBLA, LBLA]).
[94]
Robertson, The Israel of God, 182.
[95]
Robertson, The Israel of God, 183.
Nota de los traductores: El título original de estas conferencias es
«Shepherds’ Conference».
[97]
Nota de los traductores: Esta nota aparece en la transcripción oficial
publicada por la iglesia que pastorea John MacArthur.
[98]
Nota de los traductores: El título original es Prophecy and the
Church.
[99]
Nota de los traductores: El título original es The Basis of the
Millennial Faith.
[100]
Nota de los traductores: El título original es The Meaning of the
Millennium.
[101]
Nota de los traductores: El título original es The Premillennial
Advent.
[102]
Nota de los traductores: El título original es If I Perish, I Perish.
[103]
Nota de los traductores: mortero ― mezcla usada en la
construcción para fijar ladrillos, cubrir paredes, etc.
[104]
Nota de los traductores: suplantacionismo ― La palabra inglesa
usada aquí originalmente es supersessionism. Su grafía no dice mucho al
hispanohablante; y, si simplemente se translitera como supersesionismo,
[96]
no comunica el significado y se confundiría con términos imaginables
como «supercesacionismo» o «supersesión». Teniendo en cuenta el
significado del verbo inglés supersede y lo peyorativo del término,
supersessionism se tradujo como suplantacionismo, y supersessionist(s)
como suplantacionista(s). No obstante, este término puede encontrarse
traducido al español en diversas publicaciones como: «supersesionismo»,
«supercesionismo», «teología de la suplantación» o «teología de la
substitución».
[105]
Nota de los traductores: La transcripción oficial dice «Verse 1»,
pero la cita del texto bíblico en realidad hace referencia al versículo 15 de
Romanos 9.
[106]
Nota de los traductores: El título original es Israel and the Church.
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