CUADERNOS SOBRE Nº 11 - Dic. 2016 SOBRE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL Y CONVENCIONAL Un enfoque transversal en el Derecho Escriben: Samuel B. Abad Yupanqui Luis Castillo Córdova Domingo García Belaunde José Víctor García Yzaguirre César Landa Arroyo Susana Mosquera Monelos Jorge Portocarrero Quispe Juan Manuel Sosa Sacio Pedro P. Grández Castro (Coordinador) Lima - 2016 La interpretación constitucional y la doctrina del “bloque de constitucionalidad” o de las “normas interpuestas” Juan Manuel Sosa Sacio Sumilla: Tanto la legislación como la jurisprudencia vienen precisando afirmando que resulta insuficiente considerar que las normas de jerarquía constitucional son el único parámetro para el control de constitucionalidad, afirmando la llamada doctrina del “bloque de constitucionalidad”, conforme la cual suele entenderse que existe un bloque normativo de rango o valor constitucional, en el cual se incluyen a las leyes de desarrollo constitucional (generalmente “leyes orgánicas”), y que sirven como referente para determinar la validez (la conformidad constitucional) de las normas legales. En este trabajo el autor realiza un análisis crítico de lo anterior, refiriéndose a la noción de “bloque de constitucionalidad”, mostrando la inconveniencia de la denominación en atención a las confusiones que podrían generarse; así, sostiene que esta concepción puede completarse o corregirse si se asume más bien la tesis de las “normas interpuestas”. Asimismo, se hace referencia a cuáles son las disposiciones que, conforme a lo dispuesto por la Constitución, merecen ser consideradas como “normas interpuestas”, es decir, como integrantes del parámetro de control de constitucionalidad. Palabras clave: Control de constitucionalidad, Bloque de constitucionalidad, normas interpuestas, jerarquía normativa. DATOS DEL ARTÍCULO: Recepción: 10 de noviembre de 2016 || Aprobación: 22 de noviembre de 2016 Cuadernos sobre Jurisprudencia Constitucional - N° 11 - Diciembre 2016 Págs. 159-180 160 JUAN MANUEL SOSA SACIO Abstract: Both legislation and jurisprudence have stated that it is insufficient to consider that the laws of constitutional hierarchy are the only parameter for the constitutionality review, affirming the so-called doctrine of the “constitutionality block”, according to which it is understood that there exists a normative block of constitutional rank or value, in which the laws of constitutional development (generally “organic laws”) are included, and work as reference to determine the validity (constitutional compliance) of the legal norms. In this paper the author makes a critical analysis of the above, referring to the notion of “constitutionality block”, showing the inconvenience of that denomination in attention to the confusions that could be generated; Thus, he argues that this conception can be completed or corrected if the thesis of the “interposed norms” is assumed. Likewise, reference is made to the provisions that, according to the Constitution, deserve to be considered as “interposed norms”, that is, as members of the constitutionality control parameter. Keywords: Constitutional review, constitutional block, interposed norms, hierarchy of rules. Sumario: I. INTRODUCCIÓN AL TEMA.- II. LA DOCTRINA DEL “BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD”.- III. LA DOCTRINA DE LAS “NORMAS INTERPUESTAS”.- IV. ¿QUÉ NORMAS LEGALES PUEDEN SER PARTE DEL PARÁMETRO DE CONSTITUCIONALIDAD (O NORMAS INTERPUESTAS)?.- 4.1. Las leyes orgánicas.- 4.2. El Reglamento del Congreso.- 4.3. Los tratados sobre derechos humanos.- 4.4. Las leyes de delegación de facultades.- V. EXCUSO: DIFERENCIANDO EL “BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD” Y EL “BLOQUE COMPETENCIAL”.- VI. CONSIDERACIONES CONCLUSIVAS. P or amable invitación de Pedro Grández, tengo el privilegio de participar en esta obra colectiva conmemorativa de los veinte años de Palestra. Muchas cosas me unen con esa casa editorial, que de tantas formas ha sido, y siento que continúa siendo, mi casa. La mayoría de abogados de mi generación agradecemos al “sello de los buenos libros en Derecho” el haber puesto en circulación libros de primerísima calidad en medio de un ambiente más bien árido en cuanto a publicaciones de buen nivel. Más específicamente, para quienes nos interesamos en el Derecho Constitucional y en la Teoría del Derecho, el agradecimiento es por partida doble: en efecto, creo que es posible afirmar que el desarrollo del constitucionalismo contemporáneo en el Perú, con los contenidos que hoy todos reconocemos, en gran parte se debe al impulso de Palestra. Y ni qué decir del tremendo aporte en similar sentido del, aun joven, Instituto Palestra. Además de lo señalado, en mi caso he tenido el privilegio de trabajar en Palestra como coordinador de contenidos y, mejor aún, como Secretario de Redacción la revista Palestra del Tribunal Constitucional, revista pionera en el análisis de las decisiones de nuestro Alto Tribunal, y que fue una feliz iniciativa de Edgar Carpio Marcos y Pedro Grández, cuya confianza y amistad no dejo de agradecer. En Palestra aprendí mucho: a trabajar con mística, a diferenciar lo importante de lo urgente, a disfrutar mucho del trabajo (que felizmente nunca se acababa) y a que las cosas deben hacerse Cuadernos sobre Jurisprudencia Constitucional - N° 11 - Diciembre 2016 162 JUAN MANUEL SOSA SACIO de una sola forma: bien. Quiero creer que desde entonces llevo una parte de Palestra en mí y que la reproduzco en cada sitio en que me toca trabajar. Por todo ello, participar en esta obra para mí no solo es un acto de reconocimiento hacia una importante editorial, sino también, y sobre todo, una muestra de sincera gratitud por todo lo aprendido y vivido. Salud entonces por estos veinte años y por los que vienen, Palestra. I. INTRODUCCIÓN AL TEMA El objeto del proceso de inconstitucionalidad —y del control de constitucionalidad, en general— es contrastar si una disposición o norma es compatible o no con otra de rango constitucional. En el caso del proceso de inconstitucionalidad, la norma controlada es siempre una ley o norma con rango legal, mientras que el parámetro que debe tenerse en cuenta para saber si dicha ley o norma con rango de ley es constitucional o no está constituido básicamente por las disposiciones contenidas en la Constitución, así como por las interpretaciones que válidamente puedan hacerse de ellas. Adicionalmente, deben entenderse como incorporadas a este parámetro aquellas normas que detentan rango constitucional, aunque no formen parte del articulado inicial de la Constitución, como son las leyes de reforma constitucional (artículo 206 de la Constitución) o los tratados que afectan disposiciones constitucionales que hayan sido debidamente aprobados (conforme a lo dispuesto en el artículo 57 de la Constitución). Sin embargo, en la doctrina, jurisprudencia y legislación comparadas se ha precisado que resulta insuficiente considerar que las normas de jerarquía constitucional son el único parámetro para el control de constitucionalidad, por lo que este se ha extendido a otro tipo de normas, en especial, a aquellas que podrían calificarse como normas de “desarrollo constitucional”. De este modo, se ha entendido que la constitucionalidad de una ley o norma con rango legal depende de su compatibilidad formal o material con la Constitución, pero también con sus leyes de desarrollo, por igual, considerándosele muchas veces a todas ellas como un solo “bloque” normativo. La doctrina nacional, nuestra jurisprudencia y nuestra legislación procesal constitucional parten de similar entendimiento. En este sentido, el artículo 79 del Código Procesal Constitucional dispone que, además de las normas constitucionales, al parámetro de constitucionalidad deba incorporarse “las leyes que, dentro del marco constitucional, se hayan dictado para determinar la competencia o las atribuciones de los órganos del Estado o el ejercicio de los derechos fundamentales de la persona”. Lo dispuesto en esta disposición merece varios comentarios y algunas observaciones, y lo mismo puede decirse de lo desarrollado jurisprudencialmente al respecto por el Tribunal Constitucional. Con los matices que LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL Y LA DOCTRINA DEL “BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD” 163 oportunamente se harán, tanto la legislación1 como la jurisprudencia vienen afirmando la llamada doctrina del “bloque de constitucionalidad”, conforme la cual suele entenderse que existe un bloque normativo de rango o valor constitucional, en el cual se incluyen a las leyes de desarrollo constitucional (generalmente “leyes orgánicas”), y que sirven como referente determinar la validez (la conformidad constitucional) de las normas legales. En el presente trabajo vamos a realizar un análisis crítico de lo antes anotado. Con ese propósito, vamos dividir el cuerpo principal de este trabajo en tres partes: una primera en la que nos referiremos a la noción “bloque de constitucionalidad”, mostrando la inconveniencia de la denominación en atención a las confusiones que podrían generarse; una siguiente en la que sostendremos que esta concepción puede completarse o corregirse si se asume más bien la tesis de las “normas interpuestas”; y, en tercer lugar, haremos referencia a cuáles son las disposiciones que, conforme a lo dispuesto por la Constitución, merecen ser consideradas como “normas interpuestas”, es decir, como integrantes del parámetro de control de constitucionalidad. Asimismo, estamos incorporando una digresión que consideramos necesaria, en la cual explicaremos cómo la noción de “bloque de constitucionalidad” es usada por parte del Tribunal Constitucional con un distinto significado y alcance en los conflictos competenciales, en los cuales sería mejor hacer referencia a un “bloque competencial” Avancemos, pues, conforme a lo ofrecido. II. LA DOCTRINA DEL “BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD” Como es de conocimiento general, en nuestro medio ha tenido buena acogida la doctrina del “bloque de la constitucionalidad”. A partir de ella se afirma la existencia de un grupo de normas que, debido a que desarrollan materias constitucionales, forman un todo con la Constitución al momento de analizar la conformidad de una ley con respecto a la propia Norma Suprema. Suele emplearse, asimismo, para indicar que los tratados sobre derechos humanos —y la jurisprudencia supranacional— forman parte del parámetro de validez constitucional de las leyes (e incluso se señala que tales disposiciones cuentan con rango constitucional). Esta expresión, “bloque de constitucionalidad”, llega a nosotros, de modo más directo, por influjo de la doctrina y jurisprudencia española, que utilizó este término para explicar que las leyes o normas con rango legal pueden ser declaradas inconstitucionales si trasgreden las competencias o atribuciones fijadas en la Constitución, así como en las leyes que “se hubieran dictado para 1 Incluso desde antes de la vigencia del Código Procesal Constitucional; por ejemplo, en el artículo 21 de la Ley Orgánica del Tribunal de Garantías Constitucionales (Ley N.° 23385) o en los artículos 21 y 22 de la anterior Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (Ley N° 26435). 164 JUAN MANUEL SOSA SACIO delimitar las competencias del Estado y las diferentes Comunidades Autónomas o para regular o armonizar el ejercicio de las competencias de éstas”, o también cuando aquellas “hubieran regulado materias reservadas a Ley Orgánica” sin tratarse de normas de ese tipo (artículo 28 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional español, Ley Orgánica 2/1979). Sin embargo, pese a la influencia española, el origen de esta expresión se encuentra en Francia, donde fue utilizada para hacer referencia a una cuestión no exactamente igual a la esbozada hasta ahora. En efecto, en el mencionado país, el Conseil Constitutionnel estableció, hacia el año 1971, la idea de bloc de constitutionnalité, indicando que, en adelante, incluirá como parte de su parámetro de control de constitucionalidad al preámbulo su Constitución (1958), el cual a su vez remite a diversos textos clásicos del constitucionalismo francés, como son la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), el Preámbulo de la Constitución de la IV República (Constitución de 1946) y la más reciente Carta del Medio Ambiente (2004). El Conseil, asimismo, considera como parte de este bloque a los “principios fundamentales de la República”, conformados básicamente por algunas libertades públicas y garantías institucionales. Como puede apreciarse, en Francia el bloc está integrado por normas de rango constitucional, algunas mencionadas de modo expreso, y otras no, por la propia Constitución. El aporte del Consejo Constitucional ha sido, entonces, explicitar la jerarquía constitucional de estas normas, con la finalidad de tomarlas en cuenta conjuntamente con el cuerpo de la Constitución, como parámetro o canon de control constitucional. Al tratarse de un conjunto de normas del mismo rango que pretenden cierta unidad (cuando menos con ocasión de realizar en control constitucional de las normas), tiene sentido utilizar la expresión de “bloque de constitucionalidad”, pues esta recoge de manera adecuada lo que se quiere expresar. Sin embargo, no podemos decir lo mismo cuando, sobre la base de esa denominación, los ordenamientos hacen referencia a la inclusión de otras normas, de rango infraconstitucional, como parte del mencionado parámetro de control, que es lo que ocurre en el caso peruano (o en el español, como indicamos antes). En efecto, como ya lo habíamos adelantado, en nuestro medio suele considerarse que este bloque se encuentra conformado por, además de la Constitución, un conjunto de normas de jerarquía legal (y principalmente leyes orgánicas) que, conjuntamente con la propia Carta Fundamental, conforman una unidad que sirve de canon para enjuiciar la constitucionalidad de otra ley o norma de rango legal. Ahora bien, no obstante lo señalado, también es cierto que en la jurisprudencia del Tribunal se encuentran ideas muy diferentes (y algunas difícilmente compatibles entre sí) con respecto a qué contiene este “bloque”. Así, por ejemplo, existe copiosa jurisprudencia en la que se indica, de manera bastante general, que las normas que integran este bloque no son LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL Y LA DOCTRINA DEL “BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD” 165 solo las leyes orgánicas, sino las normas que “desarrollan y complementan” la Constitución2: Las normas del bloque de constitucionalidad son aquellas que se caracterizan por desarrollar y complementar los preceptos constitucionales relativos a los fines, estructura, organización y funcionamiento de los órganos y organismos constitucionales, amén de precisar detalladamente las competencias y deberes funcionales de los titulares de éstos, así como los derechos, deberes, cargas públicas y garantías básicas de los ciudadanos.3 Por otra parte, también se encuentra alguna jurisprudencia del Tribunal Constitucional en la que este señala cuáles deberían ser las características que deben tener las normas legales para que formen parte de este parámetro o bloque4. En efecto, ha señalado que estas, para ser consideradas como parte de este canon (cfr. STC Exp. n.° 00023-2007-AI, f. j. 32; STC Exp. n.° 000202005-PI y otro, f. j. 28): • Deben regular algún requisito esencial del procedimiento de producción normativa. Por ejemplo, ha sostenido que las ordenanzas distritales tienen como requisito de validez su ratificación por las municipalidades provinciales, como lo dispone la Ley Orgánica de Municipalidades, Ley N.° 27972 (artículo 40). • Deben regular algún contenido materialmente constitucional. El Alto Tribunal ha explicado que este sería el caso, “por ejemplo, de las leyes que, por mandato de la propia Constitución, se encuentran encargadas de configurar determinados derechos fundamentales”. • Deben determinar las competencias o límites de las competencias de los distintos órganos constitucionales. El Tribunal en este punto ha hecho referencia, como ejemplo, a la Ley de Bases de la Descentralización, que 2 3 4 En este mismo sentido amplio, en el artículo 79 del Código Procesal Constitucional se indica que “Para apreciar la validez constitucional de las normas el Tribunal Constitucional considerará, además de las normas constitucionales, las leyes que, dentro del marco constitucional, se hayan dictado para determinar la competencia o las atribuciones de los órganos del Estado o el ejercicio de los derechos fundamentales de la persona”. Valga precisar que la extensión del bloque a las normas que regulan “el ejercicio de derechos fundamentales” tiene sentido en el contexto español, pues allí estos derechos son regulados mediante ley orgánica (artículo 81 de la Constitución española), lo cual no ocurre en el caso peruano. STC Exp. N.° 00013-2003-CC, f. j. 10.5. Aunque el Tribunal utiliza aquí la denominación “normas interpuestas”. La doctrina de las normas interpuestas, como veremos luego, se refiere en realidad a una tesis diferente a la del “bloque de constitucionalidad” en relación con el parámetro de control constitucional. 166 JUAN MANUEL SOSA SACIO sirve de parámetro para evaluar la constitucionalidad o inconstitucionalidad de ordenanzas regionales. Visto así, conforme a este criterio jurisprudencial, si una norma con rango legal se encuentra en alguno de estos tres supuestos se entiende que forma parte del mencionado canon o bloque de constitucionalidad. El Tribunal ha precisado que ello es así, siempre que estas normas “sean plenamente compatibles con la Constitución”. Asimismo, ha precisado que el hecho de que ellas formen parte del denominado “bloque de constitucionalidad” no significa que tengan la misma jerarquía que la Carta Fundamental. Ahora, no obstante esto último, no puede negarse que hacer referencia a un supuesto “bloque de constitucionalidad” ciertamente nos remite a la experiencia francesa, lo cual inicialmente podría llevarnos a pensar que lo allí contenido tiene rango o “sustancia” constitucional (como, de hecho, algunos profesores han considerado5). Felizmente, pese a algunas idas y venidas, el Tribunal ha rechazado esa interpretación6. En cualquier caso, la idea de bloque de constitucionalidad sí implica entonces que el parámetro normativo que debe tenerse en cuenta al analizar la constitucionalidad de normas con rango legal puede incluir normas de ese mismo rango. Esto último genera no poca perplejidad: ¿cómo puede ser posible que diferentes normas con rango legal sirvan para controlar la constitucionalidad de otras normas de la misma jerarquía? Asimismo, si una norma legal se opone a otra que desarrolla la Constitución, ¿no estamos entonces ante una nueva norma que también regula materia constitucional y, por ende, debería también formar parte del “bloque”? Llegado a este punto, se hace evidente que la doctrina del “bloque de constitucionalidad”, tal cual viene siendo empleada, parte de una imprecisa comprensión del sistema de fuentes del Derecho. Efectivamente: la constitucionalidad de una ley no puede depender del contenido de otra norma con rango legal, aunque esta sea de desarrollo constitucional, pues lo cierto es que ambas se encuentran igualmente subordinadas a la Constitución. 5 6 Por ejemplo, el profesor Luis Castillo considera que cuando una ley desarrolla directamente un elemento del contenido de un derecho fundamental, “la decisión legislativa pasa a formar parte del contenido esencial y tendrá rango constitucional (conformará el llamado bloque de constitucionalidad)” (Castillo Córdova, Luis. “Ser y deber ser en los procesos constitucionales de la libertad”, en: Pensamiento Constitucional, Nº 19, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2014, p. 270). Se ha referido expresamente a que en nuestro ordenamiento no tiene cabida la doctrina francesa del “bloc de la constituionnalité” y sus alcances (STC Exp. n.° 00023-2007-PI, f. j. 27). No obstante ello, también es cierto que el Tribunal Constitucional viene afirmando que los tratados que regulan derechos humanos tienen “rango constitucional”, si bien dicha jerarquía no se desprende de ninguna forma de lo previsto en la Constitución, tal como explicaremos en la nota 13. LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL Y LA DOCTRINA DEL “BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD” 167 En efecto, si alguna norma con rango de ley se opone a una ley de desarrollo, no correspondería entonces declarar sin más la inconstitucionalidad de la primera tan solo por oponerse a la segunda. Lo que corresponde hacer, en todo caso, es analizar si la ley cuestionada invadió o no una competencia asignada constitucionalmente a la ley, la cual haría las veces de “norma interpuesta” en el análisis de constitucionalidad. De este modo, sería debido a que ley cuestionada contravino lo previsto por la Constitución que se le puede considerar como inconstitucional o no, con lo cual el verdadero parámetro de control constitucional habría sido siempre la misma Norma Fundamental y no la ley de desarrollo. En el siguiente acápite vamos a explicar y desarrollar mejor esta idea. III. LA DOCTRINA DE LAS “NORMAS INTERPUESTAS” La legislación procesal constitucional (artículo 75 del Código Procesal Constitucional) refiere que las infracciones a la Constitución pueden ser: directas o indirectas, totales o parciales y por la forma o por el fondo. Sobre la primera clase de infracciones constitucionales (directas o indirectas), el Tribunal Constitucional ha explicado que existe una infracción directa cuando se verifica la inconstitucionalidad de una norma teniendo como parámetro exclusivo de control de constitucionalidad a la Constitución, sin necesidad de apreciar además su incompatibilidad con otras normas (STC Exps. N.°s 00020-2005-PI y otro, f. j. 26). Por otra parte, con respecto a la infracción indirecta, el calificado Intérprete de la constitucionalidad ha explicado que ella requiere que se incorpore en el canon del juicio de constitucionalidad a determinadas normas además de la propia Constitución. Por ello precisamente se le considera como una “infracción indirecta” de la Constitución: la invalidez constitucional de la norma impugnada no se establece solo confrontándola con la Constitución, sino que se requiere, además, verificar su conformidad con una norma legal que debe tenerse en cuenta como parámetro de constitucionalidad (“norma interpuesta”), y ello es así por mandato de la propia Carta Fundamental (STC Exps. N.°s 00020-2005-PI y otro, f. j. 27). De esta manera, es por afectar un mandato de la propia Constitución, que reenvió la regulación de determinado asunto a una norma con rango de ley, y no solo por oponerse a lo dispuesto por esta última, que una ley puede declararse inconstitucional. Siguiendo en parte un esquema planteado por el Tribunal Constitucional7, este tipo infracción constitucional indirecta puede graficarse más o menos de la siguiente forma: 7 Con diferencias de forma y redacción, este cuadro aparece en la STC Exp. n.° 000202005-PI y otro, f. j. 27. 168 JUAN MANUEL SOSA SACIO Siendo así, el vicio en el que incurriría una ley cuando se opone a una “norma interpuesta” (noción que proviene de la experiencia constitucional italiana: norme interposte) sería básicamente uno de competencia y no directamente uno de jerarquía. Esto es así porque las normas interpuestas, al igual que la normas cuestionadas, tienen rango legal, por lo que es imposible establecer entre ellas una relación de superioridad jerárquica a favor de alguna de ellas. Al respecto, ocurre que, en algunos supuestos específicos, la Norma Fundamental ha encargado a determinadas fuentes de rango legal el desarrollo de algunos contenidos, no obstante lo cual es posible que otras normas legales no respeten esa reserva constitucional, ocurriendo una invasión de las competencias que fueron dispuestas constitucionalmente (a favor de una determinada entidad o de determinado tipo de norma). En este contexto, se entiende mejor porqué se le llaman “normas interpuestas” a aquellas normas que, por mandato de la propia Constitución, imponen límites formales (formas o formalidades que debe guardar una norma) o materiales (contenido reservado para un tipo de fuente o norma) al resto de normas legales. Así, si las normas interpuestas son contradichas, ello implicaría una inconstitucionalidad (indirecta), pues se estaría trasgrediendo el esquema competencial fijado en la Carta Fundamental. En este sentido, ha explicado muy bien el profesor Edgar Capio sobre las normas interpuestas: Se llaman así porque su presencia determina una alteración del parámetro de control, haciendo que el juicio a la ley no se practique en el esquema binario que Kelsen previó: esto es, entre la ley, como objeto de control, y la Constitución, como parámetro; sino en un esquema trilateral, donde la función de las normas paramétricas la cumplen la Constitución y la norma interpuesta, mientras que, como objeto de control, la ley o las normas con rango de ley. LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL Y LA DOCTRINA DEL “BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD” 169 Desde esta perspectiva, la declaración de inconstitucionalidad deja de ser consecuencia de que la ley afecte “directamente” a la Constitución, para ser resultado de su falta de respeto a los límites (materiales o formales) impuestos a través de la norma interpuesta, tratándose por tanto de una violación “indirecta” de la Constitución. Se trata de un problema de inconstitucionalidad, y no de mera ilegalidad, no sólo porque la Constitución encarga que las normas interpuestas determinen los límites de la ley, sino, además, porque tras de ello subyace la eficacia de ciertos principios constitucionales (como es el caso del carácter unitario del Estado peruano, la eficacia del principio democrático o la protección de los derechos humanos)8. Por su parte, el Tribunal en varias ocasiones ha acogido la doctrina de las “normas interpuestas”, aunque sin abandonar del todo el nombre de “bloque de constitucionalidad” (seguramente por encontrarse sumamente arraigado en nuestro medio). En todo caso, con respecto al canon o parámetro de constitucionalidad, el Alto Tribunal ha indicado que: [E]n determinadas ocasiones, ese parámetro puede comprender a otras fuentes distintas de la Constitución y, en concreto, a determinadas fuentes con rango de ley, siempre que esa condición sea reclamada directamente por una disposición constitucional (...). En tales casos, estas fuentes asumen la condición de normas sobre la producción jurídica, en un doble sentido; por un lado, como normas sobre la forma de la producción jurídica, esto es, cuando se les encarga la capacidad de condicionar el procedimiento de elaboración de otras fuentes que tienen su mismo rango; y, por otro, como normas sobre el contenido de la normación, es decir, cuando por encargo de la Constitución pueden limitar su contenido9. (Las cursivas son nuestras) Es decir, solo por lo dispuesto por la propia Constitución es que una norma de rango legal puede incorporarse al canon de constitucionalidad, y en lo que esta contenga tanto de límite material como de límite formal encargado directamente por la Carta Fundamental. No se trata, entonces, de incluir a estas normas en una especie de “bloque” con valor constitucional, ni de considerar que ellas in toto o en abstracto deben ser tenidas en cuenta como parámetro, sino únicamente en tanto y en cuanto desarrollen lo encomendado por la Constitución (y es que solo una contravención a ese contenido puede considerarse como inconstitucional). 8 9 Carpio, Edgar, “Normas interpuestas en la acción de inconstitucionalidad (El caso peruano)”, en: Juan Vega Gómez y Edgar Corzo Sosa (coordinadores), Instrumentos de tutela y justicia constitucional. Memoria del VI Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F., 2002, pp. 106-107. STC Exp. n.° 0041-2004-AI, f. j. 129 170 JUAN MANUEL SOSA SACIO Señalado esto, aun es necesario explicar cuándo las normas legales pueden considerarse como normas interpuestas y cuáles pueden ser dichas normas. A ello dedicaremos el siguiente acápite. IV. ¿QUÉ NORMAS LEGALES PUEDEN SER PARTE DEL PARÁMETRO DE CONSTITUCIONALIDAD (O NORMAS INTERPUESTAS)? Conforme lo ha precisado calificada doctrina10, a partir de lo dispuesto en la Constitución, consideramos que existen, básicamente, cuatro tipos de normas interpuestas: 4.1. Las leyes orgánicas Las leyes orgánicas son normas de desarrollo constitucional que tienen algunas peculiaridades materiales y formales. Efectivamente, a ellas la Constitución (artículo 106) les ha encomendado expresamente regular algunas materias específicas (que no pueden ser reguladas por leyes ordinarias) y ha señalado algunas formalidades que las distinguen de las otras leyes del Congreso (deben ser aprobadas con votación calificada). De este modo, la Carta Fundamental señala que: Artículo 106.- Mediante leyes orgánicas se regulan la estructura y el funcionamiento de las entidades del Estado previstas en la Constitución, así como también las otras materias cuya regulación por ley orgánica está establecida en la Constitución. Los proyectos de ley orgánica se tramitan como cualquiera otra ley. Para su aprobación o modificación, se requiere el voto de más de la mitad del número legal de miembros del Congreso. 10 Aquí seguimos, con matices, lo señalado en Carpio, Edgar, Ob. cit., p. 108 y ss. Nuestra principal diferencia se refiere al papel que juegan las leyes que desarrollan los derechos fundamentales y las leyes orgánicas: Carpio considera que las leyes orgánicas no sirven debidamente como parámetro de constitucionalidad, en la medida que son simplemente leyes que pueden ser derogadas por otras de igual naturaleza; nosotros consideramos que, por lo mismo, deben descartarse del parámetro las leyes que desarrollan derechos fundamentales, e incluimos a las leyes orgánicas en la medida que la Constitución ha dispuesto un mecanismo formal para su aprobación y una reserva material a su favor, siendo su contravención un claro caso de inconstitucionalidad indirecta (tal como lo prevé el Código Procesal Constitucional en su artículo 75, segundo párrafo). En todo caso, coincidimos con Carpio en que la redacción del Código Procesal Constitucional favorece utilizar la doctrina de las “normas interpuestas” y abandonar la noción equívoca y problemática de “bloque de constitucionalidad”. Cfr. Carpio, Edgar, “Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes”, en: Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional, N.° 4, México D.F., 2005, pp. 113-114. LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL Y LA DOCTRINA DEL “BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD” 171 En lo que se refiere a la reserva material (reserva de ley orgánica), por mandato explícito de la Constitución, únicamente pueden ser reguladas a través de ley orgánica la estructura y el funcionamiento de los órganos constitucionales, así como, de manera excepcional, aquellos otros asuntos cuya regulación haya sido encomendada a la ley orgánica por el constituyente. Sobre lo primero, conforme ha sido expresado el Tribunal Constitucional, no cualquier órgano mencionado por la Constitución merece ser regulado por ley orgánica, sino solo los poderes del Estado y los llamados “órganos constitucionales autónomos”11. Estos serían (STC Exp. n.° 00047-2004-AI, f. j. 16): • Poder Judicial (Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, Decreto Supremo N.º 017-93-JUS). • Poder Ejecutivo (Ley Orgánica del Poder Ejecutivo, Ley Nº 29158)). Los ministerios deben ser regulados por ley ordinaria: artículo 121 de la Constitución. • Jurado Nacional de Elecciones (Ley Orgánica del Jurado Nacional de Elecciones, Ley N.º 26486). • Oficina Nacional de Procesos Electorales (Ley Orgánica de la Oficina Nacional de Procesos Electorales, Ley N.º 26487). • Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Ley Orgánica del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil, Ley N.º 26497). • Tribunal Constitucional (Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, Ley N.º 28301). • Defensoría del Pueblo (Ley Orgánica de la Defensoría del Pueblo, Ley N.º 26520). • Ministerio Público (Ley Orgánica del Ministerio Público, Decreto Legislativo N.º 052). • Consejo Nacional de la Magistratura (Ley Orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura Ley N.º 26397). • Superintendencia de Banca y Seguros (Ley General del Sistema Financiero y del Sistema de Seguros y Orgánica de la Superintendencia de Banca y Seguros, Ley n.º 26702). • Contraloría General de la República (Ley Orgánica del Sistema Nacional de Control y de la Contraloría General de la República, Ley n.º 27785). 11 Hemos tratado este tema con algo más de espacio, aunque también de manera introductoria, en: Sosa Sacio, Juan Manuel, Guía teórico-práctica para utilizar los criterios interpretativos del Tribunal Constitucional, Gaceta Jurídica, Lima, 2011, pp. 87-91. No estamos incluyendo al Congreso de la República en el listado; nos referiremos a ello en el siguiente apartado. 172 • JUAN MANUEL SOSA SACIO Banco Central de Reserva (Ley Orgánica del Banco Central de Reserva del Perú, Decreto Ley N.º 26123). En lo que concierne a las otras materias que requieren regulación a través de ley orgánica, la Constitución se ha referido expresamente algunas (cfr. STC Exp. n.° 00022-2004-AI, f. j. 18): • Derechos fundamentales: el derecho de ser elegido y de elegir libremente a sus representantes, conforme al artículo 31 de la Constitución (Ley Orgánica de Elecciones, Ley N.º 26859), y el ejercicio de las “garantías constitucionales”, es decir, la regulación de los procesos constitucionales, según el artículo 200 de la Constitución (Código Procesal Constitucional, Ley N.º 28237). • Recursos naturales: las condiciones de utilización y otorgamiento a particulares de los recursos naturales, conforme al artículo 66 de la Constitución (Ley Orgánica para el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, Ley N.º 26821). • Descentralización: el régimen municipal, y es especial lo regímenes especiales de la capital (Lima metropolitana) y de las municipalidades de frontera, según el artículo 198 de la Constitución (Ley Orgánica De Municipalidades, Ley N.º 27972). Asimismo, aunque no ha sido previsto de modo expreso, el Tribunal Constitucional ha entendido legítimamente con respeto a la descentralización que: [C]onforme al criterio de unidad y descentralización del Estado Peruano y considerando el mandato constitucional recogido en el artículo 188 de la Constitución, que establece que la descentralización es una forma de organización democrática y constituye una política permanente del Estado, de carácter obligatorio, la estructura y funcionamiento general de los gobiernos regionales se regulará por ley orgánica.12 (Las cursivas son nuestras). En este sentido, el legislador ha regulado a través de ley orgánica el capítulo XIV (“De la descentralización”) del título IV (“De la estructura del Estado”) de la Constitución a través de la Ley de Bases de la Descentralización, Ley N.º 27783; así como el régimen, la estructura y las funciones de los gobiernos regionales, mediante la Ley Orgánica De Gobiernos Regionales, Ley N.º 27867. Por otra parte, en lo que se refiere a las formalidades para aprobar una ley orgánica (a diferencia de lo que se requiere para aprobar una ley ordinaria), el número de votos requeridos es de “la mitad más uno del número legal de miembros del Congreso” (artículo 106 de la Constitución), el cual, conforme a la actual composición del Congreso tras la reforma constitucional de setiembre 12 STC Exp. N.° 00022-2004-AI 27 LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL Y LA DOCTRINA DEL “BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD” 173 de 2009, es de sesenta y seis congresistas, de un total de ciento treinta (es decir, la “mayoría absoluta” del número legal de congresistas). Con todo lo anotado, entonces, una ley ordinaria contraviene indirectamente la Constitución si regula algo que solo puede hacerse mediante ley orgánica. Si bien prima facie se trataría de una directa contravención al contenido de la ley orgánica (es decir, inicialmente estaríamos ante una antinomia entre normas de jerarquía legal), adicionalmente se produce una infracción indirecta a la Constitución, pues se estaría trasgrediendo la reserva impuesta por Norma Fundamental. En este mismo sentido, el artículo 75 del Código Procesal Constitucional indica que: Artículo 75.- (…) Por contravenir el artículo 106 de la Constitución, se puede demandar la inconstitucionalidad, total o parcial, de un decreto legislativo, decreto de urgencia o ley que no haya sido aprobada como orgánica, si dichas disposiciones hubieren regulado materias reservadas a ley orgánica o impliquen modificación o derogación de una ley aprobada como tal. Finalmente, es necesario mencionar que el Tribunal Constitucional ha señalado que no es tan importante que una ley orgánica se denomine oficialmente de ese modo, pues lo fundamental es que se cumplan con los requisitos materiales y formales (se respete la reserva material y la votación calificada). Así, si una norma fue aprobada nominalmente como una ley ordinaria, pero esta regula competencias reservadas para la ley orgánica y nominalmente tuvo la votación que estas requieren, no se incurre entonces en ninguna infracción, sino que nos encontraríamos ante una especie de “ley materialmente orgánica”13; en sentido contrario, si una ley lleva el nombre del “ley orgánica”, pero no cumple con los requisitos formales y sustantivos del artículo 106 de la Constitución, no sería tal (cfr. STC Exp. n.° 00022-2004-AI, f. j. 38). 4.2. El Reglamento del Congreso El Reglamento del Congreso también puede ser considerado como una norma interpuesta. Ella tiene rango legal y, bien visto, hace las veces de ley orgánica del Congreso (pues regula su estructura y funcionamiento) y de estatuto del fuero parlamentario. Al respecto, la Constitución solo señala escuetamente que: Artículo 94.- El Congreso elabora y aprueba su Reglamento, que tiene fuerza de ley (…) 13 Por cierto, en alguna ocasión excepcional el Tribunal Constitucional indicó que sería necesario que el legislador exprese su intención de modificar una ley orgánica (STC Exp. n.° 00023-2008-PI, f. j. 9), aunque terminó resolviendo el caso sin considerar la falta de esta intención como un elemento determinante en la reserva de ley orgánica. 174 JUAN MANUEL SOSA SACIO Empero, en la práctica en este Reglamento se regula casi la totalidad de asuntos contenidos en el Capítulo I (Poder Legislativo) del Título IV (De la estructura del Estado) de la Constitución. Siendo así, en lo que interesa a este apartado, el Reglamento del Congreso debe considerarse como una “norma interpuesta” en la medida que regula cuál es el mecanismo formal a través del cual debe estudiarse, discutirse y aprobarse las leyes (y otras normas de rango legal, como las resoluciones legislativas) que emite el Congreso. En este sentido, contravenir lo allí regulado implica incurrir en el supuesto de inconstitucionalidad previsto en el artículo 200, inciso 4 de la Constitución, donde se dispone que “[l]a Acción de Inconstitucionalidad (…) procede contra las normas que tienen rango de ley (…) que contravengan la Constitución en la forma o en el fondo”. Ello es así porque “la forma” en la que deben ser aprobadas las leyes (del Parlamento) está contenida en el Reglamento del Congreso. Igualmente, debe tenerse en cuenta lo dispuesto en el artículo 105 de la Constitución, que contiene un supuesto de inconstitucionalidad formal: Artículo 105.- Ningún proyecto de ley puede sancionarse sin haber sido previamente aprobado por la respectiva Comisión dictaminadora, salvo excepción señalada en el Reglamento del Congreso. Tienen preferencia del Congreso los proyectos enviados por el Poder Ejecutivo con carácter de urgencia. Al respecto, para saber cuándo un proyecto de ley cuenta con aprobación de la comisión respectiva, cómo se establece a qué comisión (o comisiones) correspondía emitir dictamen, cómo se componen y funcionan estas comisiones, o cuáles son las excepciones para que un proyecto pase por comisión, son asuntos cuya regulación se encuentra a cargo del Reglamento del Congreso. En este sentido, es claro que se incurre en un supuesto de inconstitucionalidad indirecta si se ha trasgredido la forma en que deben ser aprobadas leyes, formalidades que no se encuentran desarrolladas por la propia Norma Fundamental, sino en el Reglamento del Congreso. 4.3. Los tratados sobre derechos humanos La Constitución prescribe lo siguiente en su cuarta disposición final y transitoria: Cuarta.- Las normas relativas a los derechos y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretan de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y con los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por el Perú. LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL Y LA DOCTRINA DEL “BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD” 175 Ello quiere decir que, conforme ordena la Ley de leyes, es necesario acudir a los tratados sobre derechos humanos para interpretar cada uno de los derechos fundamentales garantizados, expresa o implícitamente, por la Constitución. Es, como se ha destacado correctamente, el único criterio de interpretación de los derechos establecido directamente por la Constitución14. Siendo así, no solamente se incurrirá en un vicio de inconstitucionalidad (y en la afectación de un derecho fundamental) si se actúa en contra de lo dispuesto expresamente por una norma constitucional que reconoce un derecho, sino también si se trasgrede lo dispuesto en los tratados de derechos humanos15. Por ello, los tratados sobre derechos humanos deben ser considerados como “normas interpuestas” e incluirse, cuando sea necesario, como parte del parámetro para realizar el examen o juicio de validez constitucional de una norma con jerarquía de ley16. 4.4. Las leyes de delegación de facultades Como cuarto y último supuesto de normas interpuestas tenemos a las leyes a través de las cuales se delegan facultades normativas al Poder Ejecutivo. Al respecto, es sabido que la Constitución dispone que, de manera excepcional y acotada, el Congreso pueda delegar al Poder Ejecutivo la posibilidad de emitir normas con rango legal, llamadas “decretos legislativos”: 14 15 16 Carpio Marcos, Edgar, La interpretación de los derechos fundamentales, Palestra, Lima, 2004, pp. 132 y ss. Así como en la jurisprudencia supranacional que desarrollan el alcance de estos derechos. Nos hemos referido antes a esto en Sosa Sacio, Juan Manuel. “La interpretación de los derechos fundamentales conforme al Derecho internacional de los derechos humanos (artículo V del Código Procesal Constitucional)”, en: Actualidad jurídica, Tomo 135, Gaceta Jurídica, Lima, febrero de 2005. Como ha sido adelantado antes, el Tribunal Constitucional suele considerar a los tratados sobre derechos humanos como normas de rango constitucional, sobre la base de lo dispuesto en los artículos 3 y 55, y la IV disposición final y transitoria de la Constitución. Sin embargo, vale la pena aclarar que el hecho de que los tratados sobre derechos humanos regulen asuntos materialmente constitucionales en nada modifica su rango o jerarquía legal (la cual se desprende de los artículos 55, 56, 57 y 200, inciso 4 de la Constitución). En este mismo sentido, por ejemplo, las leyes orgánicas (o las leyes de desarrollo constitucional) pueden regular asuntos materialmente constitucionales, mas no por ello se afecta o modifica su jerarquía legal. Esta confusión ha generado, asimismo, que el Tribunal en alguna ocasión señale que conforme a su jurisprudencia los tratados sobre derechos humanos tienen rango constitucional, pero a la vez que pueden ser objetos de pronunciamiento en el marco procesos de inconstitucionalidad o de cumplimiento (STC Exp. n.º 2420-2012-PC). 176 JUAN MANUEL SOSA SACIO Artículo 104.- El Congreso puede delegar en el Poder Ejecutivo la facultad de legislar, mediante decretos legislativos, sobre la materia específica y por el plazo determinado establecidos en la ley autoritativa. No pueden delegarse las materias que son indelegables a la Comisión Permanente. Los decretos legislativos están sometidos, en cuanto a su promulgación, publicación, vigencia y efectos, a las mismas normas que rigen para la ley (…) (Las cursivas son nuestras). Como puede apreciarse, la citada disposición constitucional prevé distintos límites que deben estar previstos en la norma que autoriza al Ejecutivo a emitir legislación delegada. Un primer límite está referido a la materia que puede ser regulada: si el Poder Ejecutivo trasgrede este límite y regula otros asuntos, no solo contraviene a la ley autoritativa, sino también indirectamente el artículo 104 de la Constitución. Asimismo, otro límite está referido al plazo: si el Gobierno intenta continuar regulando más allá del plazo que le otorgó la ley autoritativa, tal normativa no solo sería contraria a esta última norma, sino también a la Constitución, por haber defraudado los límites que esta estableció en su artículo 104. La Constitución también establece límites para el contenido de las leyes autoritativas, pues señala que existen materias que no pueden ser delegadas. En este sentido, la ley autoritativa puede devenir en inconstitucional si pretende delegar al Ejecutivo alguna materia proscrita por la Carta Fundamental. Sobre estas materias que el Congreso no puede delegar, el artículo 104 de la Constitución señala que no puede encargarse al Gobierno la regulación de aquellas materias que tampoco pueden delegarse a la Comisión Permanente (que es el órgano parlamentario que sigue en funciones cuando el Pleno entra receso). Entonces, según la Carta Fundamental: Artículo 101.- (…) No pueden delegarse a la Comisión Permanente materias relativas a reforma constitucional, ni a la aprobación de tratados internacionales, leyes orgánicas, Ley de Presupuesto y Ley de la Cuenta General de la República. Adicionalmente, pese a que de la redacción del artículo 104 de la Constitución (reproducido supra) podría entenderse que únicamente son indelegables las materias cuya regulación tampoco puede encomendarse a la Comisión Permanente, el Tribunal Constitucional ha indicado y justificado que tampoco es posible habilitar al Ejecutivo para que legisle sobre aquellas materias para las que existe una reserva de ley del Congreso (aunque estas no estén indicadas expresamente en el artículo 101 de la Constitución). Tal es el caso, por ejemplo, de las leyes que requieren de votación calificada, como las leyes orgánicas (cfr. STC Exp. n.° 00022-2004-AI, f. j. 33 y ss.), conforme a lo dispuesto en el artículo 106 de la Norma Fundamental, o las leyes que contienen un trato tributario preferente para una zona del país (STC Exp. n.° 00016-2007-AI, f. LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL Y LA DOCTRINA DEL “BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD” 177 j. 22), de acuerdo a lo prescrito en el artículo 79 de la Constitución17. Así, si una ley autoritativa delega abiertamente estas materias, dicha norma sería inconstitucional; de la misma forma que serían inconstitucionales aquellos decretos legislativos en cuyo contenido se desarrolle esta temática. V. EXCUSO: DIFERENCIANDO EL “BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD” Y EL “BLOQUE COMPETENCIAL” Antes de concluir, consideramos necesario hacer algunas precisiones sobre la peculiar idea de “bloque de constitucionalidad” que emplea el Tribunal Constitucional cuando le toca resolver procesos de conflicto competencial. Desde luego, no podríamos detenernos en esta oportunidad en el contenido o los alcances del proceso competencial18. En todo caso, bastará con dejar señalado aquí, a efectos de esclarecer cómo en los conflictos competenciales aparece la idea de “bloque de constitucionalidad”, que si bien la Constitución contiene algunas competencias establecidas para los diferentes niveles de gobierno central, regional y local, existe en realidad un amplio margen de acción para que el legislador, sobre la base de las disposiciones constitucionales que regulan competencias y el proceso de descentralización, regule no solo las competencias de los diversos niveles de gobierno, sino también la normativa sectorial o de coordinación específica que en algún caso es necesario tener en cuenta para delimitar las competencias. Ahora bien, en el supuesto en que se evalúe la validez de ordenanzas regionales o locales (disposiciones que tienen rango de ley), cuando se alegue que estas contravienen competencias estatuidas para otro nivel de gobierno, ¿dicho análisis constituye un control constitucionalidad? Nosotros consideramos que no necesariamente. Sin embargo, el Código Procesal Constitucional, al establecer que estos casos deben formularse como procesos de inconstitucionalidad y no como conflictos de competencia (artículo 110), y el Tribunal Constitucional, al desarrollar en su jurisprudencia el “test de competencia”, consideran que sí. A este último test nos vamos a referir seguidamente. El “test de competencia” es una creación jurisprudencial que tiene por objeto resolver de mejor modo los conflictos de competencia. Según el propio Tribunal, su finalidad es que se pueda “determinar de manera correcta, qué 17 18 “Artículo 79.- (…) Sólo por ley expresa, aprobada por dos tercios de los congresistas, puede establecerse selectiva y temporalmente un tratamiento tributario especial para una determinada zona del país”. Al cual ya le estamos dedicando un breve trabajo: Sosa Sacio, Juan Manuel, “Proceso competencial, forma de Estado ‘unitario y descentralizado’ y test de competencia”, en: Avanzada. Revista de Derecho y Ciencia Política. Nº 8, Avanzada Estudiantil, Lima, 2016. 178 JUAN MANUEL SOSA SACIO competencia corresponde a cada órgano constitucional”19. A lo largo del tiempo el Tribunal le ha atribuido a este test contenidos distintos (cfr. STC Exp. n.° 00004-2009-AI, STC Exp. n.° 0020-2005-PI y 0021-2005-PI (acumulados), STC Exp. n.° 00031-2005-AI, STC Exp. n.° 00010-2008-PI). Entre estos, para lo que aquí interesa, el calificado intérprete de la constitucionalidad ha reconocido al “principio de competencia” como uno de los criterios que forman parte del test y como parte de este último principio ha indicado que otro criterio a considerar es el del “bloque de constitucionalidad”. En este llamado “bloque de constitucionalidad” —como parte del “test de competencia”—, el Tribunal ha considerado incluidas tanto a las leyes orgánicas de desarrollo constitucional referidas al régimen de los niveles de gobierno, como a aquellas otras leyes nacionales que sean pertinentes. Así, dentro del bloque de las leyes orgánicas, en el orden de ideas señalado, encontramos principalmente a la Ley de Bases de Descentralización, la Ley Orgánica de Gobiernos Regionales, la Ley Orgánica de Municipalidades y la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo; mientras que en el bloque de “otras normas legales” (cfr. STC Exp. n.° 0020-2005-PI y 0021-2005-PI (acumulados), f. j. 6971) se incluyen otras disposiciones (leyes orgánicas, simples leyes estatales o decretos legislativos) dependiendo de la materias y la clase de competencia (exclusiva, compartida o delegable) de que se trate. Más claramente, el Tribunal Constitucional ha sostenido que: [E]xiste un parámetro, por así decirlo, “natural” del control de constitucionalidad de las ordenanzas regionales, que se encuentra integrado por la Constitución, la LBD y la LOGR. Pero también, tratándose de la regulación de determinadas materias, el bloque de constitucionalidad puede encontrarse conformado, adicionalmente, por otras leyes nacionales. En estos casos, dichas normas forman parte de lo que bien podría denominarse parámetro “eventual” de constitucionalidad. En otras palabras, en el contexto de conflictos competenciales, y más específicamente al desarrollar el “test de competencia”, el Tribunal ha empleado la expresión “bloque de constitucionalidad”, ya no para referirse propiamente a aquel parámetro que le permite evaluar la constitucionalidad de normas con rango de ley (que es a lo que nos hemos venido refiriendo en este trabajo), sino también para aludir al amplio conjunto de disposiciones que permitirían esclarecer las competencias de distintos gobiernos, incluso 19 El Tribunal respaldó el “test” con la siguiente referencia: “Sobre éste, Muñoz Machado, Santiago. Derecho Público de las Comunidades Autónomas. Madrid: Civitas, 1982. tom. I, pp. 318, ss.; Parejo Alfonso, Luciano. La prevalencia estatal sobre el regional. Madrid, CEC, 1981, pp. 72, 73.” (sic) LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL Y LA DOCTRINA DEL “BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD” 179 si tales normas no son pues “normas interpuestas” o ni siquiera desarrollan contenidos constitucionales. Siendo así, consideramos que la expresión que mejor da cuenta del conjunto de disposiciones que el Tribunal debe tener en cuenta como parámetro al resolver conflictos competenciales es la de “bloque competencial”. Este bloque puede entenderse como un conjunto de normas de diferente grado (incluso podría tratarse de acuerdos entre gobiernos, que pueden celebrarse para el caso de las “competencias delegadas”), los cuales deben tenerse en cuenta para determinar el reparto de competencias que existe en un caso concreto. Como puede apreciarse, la finalidad de este “bloque competencial” es diferente a la del “bloque de constitucionalidad”, y desde luego lo mismo puede decirse de su contenido20. Por esto, sobre la base de todo lo anotado supra, creemos que hacer esta distinción es útil y además de conceptualmente necesaria. VI. CONSIDERACIONES CONCLUSIVAS La noción de “bloque de constitucionalidad” ha sido acogida por la doctrina y la jurisprudencia nacional, y suele entenderse como el conjunto de normas que, debido a que desarrollan materias constitucionales, forman un todo con la Constitución al momento de analizar la conformidad de una ley con respecto a la propia Norma Suprema. 20 De hecho, en el preciso momento en que estamos terminando de escribir este trabajo, se ha publicado la STC Exp. n.° 00024-2013-AI, en la que se analiza si una ordenanza municipal ha trasgredido competencias y por ende es inconstitucional. En la mencionada resolución existe un apartado llamado “Parámetro de constitucionalidad a emplearse en el caso”, en el cual se señala que “Al momento de la interposición de la demanda, la Ordenanza 002-1985-MLM regulaba el comercio ambulatorio en Lima Metropolitana. Posteriormente, dicha norma fue derogada por la Ordenanza 1787, que regula el comercio ambulatorio en los espacios públicos en Lima Metropolitana, publicada en el diario oficial El Peruano con fecha 12 de mayo de 2014. A través de esta última, la Municipalidad Metropolitana de Lima estableció un nuevo marco regulatorio para el desarrollo del comercio ambulatorio en la ciudad”, con lo cual el Tribunal incluye a un ordenanza municipal (de Lima Metropolitana) como parte del “parámetro” o “bloque de constitucionalidad”. Sin embargo, más adelante, al resolver la causa, se señala que “Por todo lo antes expuesto, la ordenanza bajo examen no concuerda con la Ordenanza 1787, emitida por la Municipalidad Metropolitana de Lima, sino que la desnaturaliza y se aparta de ella. Al hacerlo, contraviene el artículo 83, inciso 3.2, de la Ley Orgánica de Municipalidades, e infringe indirectamente el artículo 195 de la Constitución”, con lo cual termina afirmando que si bien la norma impugnada contraviene la ordenanza de Lima, ella es inconstitucional no por esa infracción, sino por oponerse a la Ley orgánica de municipalidades y a la propia Constitución, las cuales sí pueden considerarse como parte del bloque o parámetro de inconstitucionalidad. 180 JUAN MANUEL SOSA SACIO Sin embargo, esa forma de entender el parámetro normativo que debe tenerse en cuenta al realizar el control de constitucionalidad de las normas legales es problemática, por diversas razones. Por ejemplo, no permite reconocer claramente qué disposiciones deben o pueden ser consideradas como parte del parámetro o bloque (con lo cual el bloque resulta ser demasiado abierto e impreciso); asimismo, favorece que se confunda la jerarquía de las normas que la integran, considerándose por ejemplo a todas ellas con rango constitucional (lo cual, además, resulta compatible con la experiencia francesa del bloc de constitutionnalité). Por nuestra parte, hemos señalado que una mejor forma de entender el parámetro de constitucionalidad es siguiendo la doctrina de las “normas interpuestas” (de origen italiano). Conforme a ella, se admite que algunas normas de rango legal pueden formar parte del parámetro de control para analizar la constitucionalidad de las normas legales, siempre que la Constitución le haya delegado a las primeras el desarrollo de algunos contenidos. Así considerado, si las normas interpuestas son trasgredidas por otras leyes, no será por esta infracción de carácter legal que las disposiciones cuestionadas deberán considerarse inconstitucionales; la inconstitucionalidad surgirá debido a la trasgresión de competencias fijadas por la propia Carta Fundamental. Se trataría, en suma, de un supuesto de inconstitucionalidad indirecta (previsto en el artículo 75 del Código Procesal Constitucional). Asimismo, hemos indicado que, conforme a lo dispuesto en la Constitución, básicamente son cuatro las normas interpuestas existentes: las leyes orgánicas, el Reglamento del Congreso, los tratados sobre derechos humanos y las leyes de delegación de facultades. Por último, hemos señalado, a modo de digresión, que el Tribunal Constitucional suele usar la noción de “bloque de constitucionalidad” con un significado y alcances distintos a los tratados en este trabajo cuando le toca resolver procesos constitucionales de conflictos de competencia. Frente a ello, consideramos que en dichos procesos sería mejor hacer referencia a un “bloque competencial”, el cual aludiría al conjunto de normas de diferente grado o nivel que es necesario tener en cuenta para delimitar las competencias en un caso concreto.