Subido por Daniel Vanegas Mesa

El campo psicoanalítico

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EL CAMPO PSICOANALÍTICO
Mariana Gómez
Coordinadora
EL CAMPO PSICOANALÍTICO
ESCRITOS, ENSAYOS Y APUNTES SOBRE LOS PRINCIPALES
CONCEPTOS DEL PSICOANÁLISIS Y SU DIÁLOGO CON LA
ACTUALIDAD
Autores
Jorge Assef
Mauro Biondini
Mariano Caminos
Sergio Campbell
María Eugenia Celis
Leticia de Bortoli
Jorge Gárate
Mariana Gómez
Claudia Huergo
Candela Méndez
Alexis Morales
Liliana Pereyra
Alejandro Rostagnotto
Roberto Sabán
M. Eugenia Stechina
Mariela Yesuron
Aris Yosifides
Alejandra Zurita
El campo psicoanalítico
Título: El campo psicoanalítico.
Autores: Jorge Assef
Mauro Biondini
Mariano Caminos
Sergio Campbell
María Eugenia Celis
Leticia de Bortoli
Jorge Gárate
Mariana Gómez
Claudia Huergo
Candela Méndez
Alexis Morales
Liliana Pereyra
Alejandro Rostagnotto
Roberto Sabán
M. Eugenia Stechina
Mariela Yesuron
Aris Yosifides
Alejandra Zurita
Coordinadora de la edición: Mariana Gómez [email protected]
Corrección y revisión de estilo: Sergio Campbell
Colaboración en la edición: Lucía Busquier
Gómez, Mariana
El campo psicoanalítico / Mariana Gómez ; coordinado por Mariana
Gómez. - 1a ed. - Córdoba : Brujas, 2011.
230 p. ; 23x15 cm.
ISBN 978-987-591-257-1
1. Psicoanálisis. I. Gómez, Mariana, coord. II. Título.
CDD 150.195
© Editorial Brujas
1° Edición.
Impreso en Argentina
ISBN: 978-987-591-257-1
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de tapa, puede ser
reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio, ya sea electrónico,
químico, mecánico, óptico, de grabación o por fotocopia sin autorización
previa.
PRESENTACIÓN
Mariana Gómez
Este texto nace con la intención de acompañar las lecturas
de los textos princeps del psicoanálisis freudiano que conforman el
conjunto de lecturas que, desde la Cátedra de Psicoanálisis, hemos
pensado como fundamentales en la formación del que se inicia en el
estudio de esta disciplina.
Se trata de una compilación de artículos y ensayos producidos
por docentes y ex docentes de la Cátedra, quienes se abocaron a trabajar,
pensar, discutir y poner en tensión algunos conceptos y nociones del
campo epistémico del Psicoanálisis. Y esto, como se advertirá, ha dejado
traslucir en su escritura las intertextualidades e interdiscursividades
que potencian y fecundan el Psicoanálisis actual.
Cada uno de ellos tiene su propia marca de autor. Marcas
atravesadas por lecturas, recorridos, estudios diferentes y particulares
y que hacen que cada cual le otorgue a su texto la singularidad de
su propia posición subjetiva. Sabemos que el Psicoanálisis no es sin
subjetividad.
De esta forma, el lector encontrará en el presente libro, diversos
modos de abordaje y aproximación al texto freudiano, y la posibilidad
de acercase a ellos de la mano del trabajo de quienes dedicamos gran
parte de nuestras vidas al estudio, la investigación, la práctica y la
transmisión del Psicoanálisis en Córdoba.
Deseo provoque y despierte parecida pasión a quienes se
encuentren con sus páginas.
Córdoba, marzo de 2011
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LOS LUGARES DE LOS BIÓGRAFOS
Liliana Valentina Pereyra
María Eugenia Celis
I
La presente comunicación tiene como objetivo proponer
a la discusión algunas líneas de abordaje posibles a las biografías de
Sigmund Freud.
Esta inquietud se asienta, por una parte, en una suerte de
diagnóstico que surgió de la experiencia del curso de extensión “La (pre)
historia del psicoanálisis y la psicología” y del desarrollo del seminario
optativo “Historia del psicoanálisis: Orígenes y antecedentes”, de
la Facultad de Psicología de la UNC durante los años 2003 y 2004
respectivamente.1
En esas circunstancias pudo percibirse con bastante claridad
que, en la mayoría de los alumnos participantes, había una concepción
previa en relación a la vida de Freud: que saber sobre ella era importante
para comprender mejor el psicoanálisis; pero además, pudo advertirse
que la mirada prevaleciente sobre la vida de Sigmund Freud abrevaba
en una posición considerablemente estática.
Se tendía a reproducir acríticamente una serie de lugares
comunes en relación a la importancia de la vida (biografía) de Sigmund
Freud y la importancia de su conocimiento para el desarrollo/estudio
del psicoanálisis.
1
Esta comunicación se insertó asimismo en el marco del proyecto de investigación
“Historia de la experimentación en psicología y su impacto en el psicoanálisis”
SeCyT UNC-2005
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Liliana Valentina Pereyra | María Eugenia Celis
II
Otra de las razones y estímulo para esta propuesta, se vincula
con reflexiones de orden epistemológico que podríamos sintetizar
en términos de Danziger, como la preocupación por la pertinencia
disciplinar de la historia de la psicología, las características de los modos
vigentes de historiar este saber, la serie de desafíos que conlleva repensar
la historización y la acción vivificante de la producción y reflexión
sobre el hacer disciplinario con cierta distancia de observación y desde
una explícita vinculación con otras áreas del conocimiento.
Kurt Danziger percibe a la historia de la psicología, como un
campo divido, por los intentos críticos, por un lado, y la tendencia a
mantener el statu quo, por el otro.
Se pregunta por el perfil que ofrecerán los futuros estudios
históricos de la psicología e identifica tres maneras, tres posibles
posicionamientos del hacer historia de las disciplinas científicas.
Toma, por un lado, como ejemplo a la física, en la que la
responsabilidad de historizar descansa en “historiadores profesionales”
y donde se advierte la interrupción del diálogo entre la historia y la
disciplina sobre la que se trabaja.
Por otro, reflexiona sobre cómo se produce el conocimiento
de la historia de la biología, donde se presenta una especie de modelo
mixto: el trabajo de historiadores de la ciencia convive con el de los
biólogos.
La economía presenta un modelo diferente: la producción
historiográfica está desarrollada por personas vinculadas a la disciplina,
por economistas, eminentes en muchos casos (Schumpeter, Galbraith,
North por citar algunos casos). La importancia del estudio del propio
recorrido disciplinar se evidencia por lo demás, en las numerosas
publicaciones, ofertas de cursos, y de manera clara, por el lugar que
ocupan los antecedentes y antecesores en la comprensión y desarrollo
de la propia disciplina.
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Los lugares de los biógrafos
¿Será la tendencia para la psicología, realizar estudios a la
manera de las ciencias naturales? ¿Será al modo de la economía?
En el ámbito de las ciencias naturales la historia no es el lugar
donde se pretende encontrar alguna verdad, la que deberá emerger del
laboratorio. Desde el punto de vista de los especialistas “la historia,
en el mejor de los casos, arribará a verdades obsoletas que ya han sido
superadas” (Danziger, 1993:2)
Quienes atribuyen a la historia una función decorativa,
tomarán al presente como referencia para comprender el pasado y
esa historia “implícitamente será una celebración del presente y de los
pasos dados para llegar a él” (Danziger, 1993:3).
Lucien Febvre lo expondría de manera maravillosa en sus
Combates por la historia: “Supongamos la historia del Rin. Empezáis
a escribirla de buena fe partiendo de la ilusión de que seguís el hilo
de los acontecimientos, mientras que de hecho habéis empezado por
remontarlo” (Febvre, 1953, 1971:24). Se trata del tipo de historia que
sufre de rigidez cadavérica.
En términos de Danziger, estamos frente a la historia disciplinar,
autocomplaciente.
Otra posibilidad de posicionamiento es la que caracteriza
la producción de quienes no pertenecen al campo: generalmente
producen un tipo de conocimiento valioso, pero deben pagar un
precio: su público lector estará constituido por otros historiadores, no
por científicos.
Así, en la encrucijada de estas maneras de concebir la
historiografía de la disciplina, Danziger instala su preocupación por
construir un espacio para “la tensión creativa entre la distancia y el
compromiso”.
Distancia en relación a la mirada celebratoria, que toma como
referente primario, aceptado y defendido, a la autoridad moral de la
comunidad científica.
Compromiso con un enfoque que ve a la ciencia y a su
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Liliana Valentina Pereyra | María Eugenia Celis
desarrollo, como problemas inscriptos en lo social.
Para este autor, dentro de la psicología, hay escaso lugar para
una historia crítica o reflexiva, lugar que se deja a los historiadores
outsiders. Sin embargo, rescata cierta perspectiva esperanzadora en ese
corrimiento de la historia escrita por psicólogos a la escrita desde fuera:
ésta última tiende a un tono más crítico y distanciado de la celebración
y la autocomplacencia.
La distancia deseada no hace referencia sólo a la pertenencia
o no pertenencia al ámbito de la psicología: se escribe desde dentro o
fuera según el lugar en que se posicione.
Desde dentro del campo puede producirse un discurso crítico,
alternativo, en algún sentido periférico.
La historia crítica torna visibles las discontinuidades, destaca
las alternativas (los saltos y los afluentes de Febvre) dice de un creciente
escepticismo en relación al progreso acumulativo y objetividad no
problemáticas de la ciencia.
Es importante, en este sentido, remarcar la necesidad para el
autor, de inscribir a la psicología en el ámbito de las ciencias sociales:
sólo de ese modo “la historiografía de la disciplina tendrá un rol dentro
de la disciplina” (Danziger, 1993:4)
Sin dudas, esa inscripción sólo será posible en tanto se acentúen
los vínculos de la psicología con las culturas locales, lo que fortalece
“el lazo entre la reflexión histórica y la práctica efectiva, creando un
rol para el historiador disciplinar que es crítico en más de un sentido”
(Danziger, 1993:11)
Entendemos que el espíritu de estas preocupaciones y desafíos
son extensibles a la historia del psicoanálisis.
El psicoanálisis ha sido instituido por Freud como un
movimiento. Esta idea de movimiento se asocia a la importancia de
conocer la vida de los hombres, y esto distancia su abordaje de una
aproximación como historia disciplinar.
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Los lugares de los biógrafos
El discurso y el desenvolvimiento del psicoanálisis han estado
recargados por el peso de las biografías y de los vínculos entre analistas,
por lo tanto, adoptan la forma de una novela familiar o saga religiosa.
Se establece un modelo de historia dominado por la biografía,
ante todo por la de Freud.
Freud, ubicado en el lugar de fundador y creador; la historia
del psicoanálisis (desde el propio psicoanálisis), como una historia
generacional.
Al respecto Emilio Rodrigué refiere: “Soy un analista de la cuarta
o la quinta generación...alguien que fue un joven analista del tiempo
viejo y que ahora es un viejo analista del tiempo joven.”(Rodrigué,
1996:14)
III
El trabajo que proponemos a la discusión en este caso, ha sido
elaborado a partir de la relectura de clásicas biografías de Sigmund
Freud; el corpus quedó constituido entonces por: Vida y obra de
Sigmund Freud, de Ernest Jones (1953, la versión abreviada de la
misma, a cargo de Lionel Trilling (1961; Sigmund Freud. Enfermedad
y muerte en su vida y en su obra, de Max Schur (1972); Freud: una vida
de nuestro tiempo, de Peter Gay (1989), y Sigmund Freud. El siglo del
psicoanálisis, de Emilio Rodrigué (1996). 2
En cada caso se ha desarrollado una lectura, que sin dejar de atender
a los lugares sociales de producción, pone especial acento en pensar a los
textos como objetos que remiten a representaciones en juego.
Hemos considerado válido, también, ensayar un abordaje
que ponga en diálogo miradas construidas desde dentro del campo y
2
En los textos referidos la lectura se centró primordialmente en las introducciones,
prólogos y/o prefacios (la denominación elegida varía en cada caso) y se recurrió al
resto de cada texto de manera puntual.
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Liliana Valentina Pereyra | María Eugenia Celis
desde fuera del campo psicoanalítico: insiders y outsiders en términos
de Danziger, proclives a creer en lo fructífero de los abordajes
transdisciplinarios.
Arlette Farge desde La Atracción de Archivo nos propone una
forma de acercamiento: dépouiller las palabras. Analizar, desnudar,
quitar el ropaje de que están ataviados los textos:
Se empieza suavemente por manipulaciones casi banales
en las que finalmente se piensa pocas veces. Sin embargo,
al realizarlas, un nuevo objeto se fabrica, se constituye una
forma diferente de saber... Y ello se hace de forma insensible,
yuxtaponiendo una serie de gestos, tratando los materiales
con juego simultáneos de oposición y de construcción (Farge,
1989:51).
De este examen resultará un objeto más cercado. Los textos
escogidos serán tratados en orden a encontrar lo singular en tensión
con los parecidos.
Los relatos biográficos sobre S. Freud pueden ordenarse para
una primera presentación por el momento de su producción y grado de
cercanía de sus autores con respecto a S. Freud: claramente la obra de
E. Jones y la versión abreviada de la misma, se inscriben en un primer
círculo.
El texto de Max Schur, a pesar de haber sido escrito y publicado
más de treinta años después de la muerte de S. Freud, se instala sin
duda dentro de este tipo de abordaje.
Estos relatos se emparentan por el hecho de que en todos
resulta determinante a la hora de legitimar la escritura, el “haber estado
allí”, “haber pertenecido”.
14 |
Los lugares de los biógrafos
Biógrafos I, un destino aciago
Iniciando el examen de los relatos sobre la vida de Freud,
nos acercamos, en primer lugar, a los tres textos clásicos/históricos.
Estos comparten la importancia atribuida a conocer la historia del
psicoanálisis y en los tres casos, ésta se cifra, coincide, con la vida de
Sigmund Freud.
Esta creencia descansa en un piso común; la vida y la obra de
S. Freud son inseparables: “La obra es dilatada, metódica, valiente y de
miras generosas; y lo mismo cabe decir de su vida” (Trilling, 1961:6).
En términos de Jones: “El psicoanálisis, tal como cualquier
otra rama de la ciencia, sólo puede ser estudiado provechosamente si se
lo encara en su proceso histórico, nunca como un conjunto acabado de
conocimientos, y su evolución estuvo ligada, de manera muy peculiar
e íntima, a la de su creador.”
Los tres biógrafos se justifican por “entrar y decir” sobre la
vida privada de S. Freud. Comparten la preocupación de contar “los
hechos tal cual fueron”, y para lograr ese objetivo, el recurso de trabajar
la mayor cantidad posible de documentos, es clave.
No obstante, cada uno materializa su impronta. En Jones,
aunque no faltan las referencias a la predestinación, a un seguro destino
brillante y una admiración sólo sostenible desde una relación distinta a
la de pares, se lee insistentemente la preocupación del autor por retratar
a S. Freud sin perder de vista su eminente condición humana.
En el caso de la introducción a la obra de Schur, concitan la
atención dos cuestiones, en primer lugar un acercamiento insistente
a las opiniones de Freud en relación a las biografías, los biógrafos y lo
biografiable:
Cierto es que el biógrafo no pretende acabar con su héroe
sino aproximarlo a nosotros; pero ello significa reducir la
distancia que de él nos separa, o sea que, de hecho tiende a
la degradación. Y es inevitable que al familiarizarnos con la
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Liliana Valentina Pereyra | María Eugenia Celis
vida de un gran hombre nos enteremos de circunstancias en
las cuales realmente no se portó mejor que nosotros, en las que
en efecto, se nos aproxima como ser humano. No obstante,
creo que debemos considerar legítimas las aspiraciones de la
biografía. Nuestra actitud para con padres y maestros es, a
fin de cuenta, ambivalente, pues la veneración que por ellos
sentimos oculta siempre un componente de hostil rebeldía.3
En segundo lugar, una afirmación recurrente: la intención
del texto es diferente del relato biográfico. Sin embargo, a partir
de los vertebradores Living and Dying resulta una biografía. Max
Schur recuerda al lector con frecuencia su privilegiada posición de
cercanía (física y afectiva) en relación a Freud, paciente al que amó y
reverenció.
Nada de aquel “componente hostil” puede percibirse en las
palabras de L.Trilling, quien da cuenta de la responsabilidad que
implica para él, presentar una nueva versión de la obra de Jones. Trilling
no perteneció al círculo; su contacto fue Jones.
Su introducción, es el texto que concentra la mayor cantidad
de referencias a S. Freud que habilitan a percibir su naturaleza como
difícilmente asimilable a lo humano: personaje legendario, que
anheló la condición de intemporalidad para su existencia, signado
desde su nacimiento para un gran destino, niño que en su apariencia
predecía grandeza, aspiración de convertirse en héroe cultural, genio,
deseos de ser el hombre más poderoso, con rasgos de inteligencia y
carácter que justificaban esperanzas sobre una vida exitosa, actitud de
imperturbabilidad olímpica frente a las injurias, hombre con actitudes
homologables a las de personajes bíblicos y míticos…
¿Acaso Trilling intenta acortar la distancia de “no haber estado
allí” a fuerza de adjetivaciones?
Resulta del todo notable y evidente que el personaje Sigmund
Freud, construido por estos tres dadores de vida, tiene nudos que
3
S.Freud 1930. Fragmento de aceptación del premio Goethe.
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Los lugares de los biógrafos
sintonizan con la mirada admirada y celebratoria a la que referíamos.
El Freud resultante es Uno, Solo, Genial, Fuerte, Completo.
Ese es el Freud responsable único de haber dado origen a una
disciplina (?), a una estrategia para bucear en la subjetividad, a una
mirada sobre los sujetos que generara impacto e influencia sobre todas
las áreas del saber, de la cultura. Un medio que se ve modificado por sus
conquistas, pero no influyó en las búsquedas. Un medio ausente.
No sólo “todo estaba en su cabeza”, sino que además era capaz
de sintetizar las contradicciones, de reconciliar lo que para otro podría
parecer irremediablemente desunido.
Aproximadamente trescientas páginas del tercer tomo de
la obra de Jones (suprimidas en la versión de Trilling), se dedican a
recorrer la influencia del psicoanálisis sobre las religiones, la sociología,
el arte, la biología, etc. Sin que se ponga de manifiesto en ningún
momento cómo el desarrollo de esos ámbitos del quehacer humano
hubieran tocado las búsquedas freudianas. Desde esos discursos, el
hecho que la formación de S.Freud se desarrollara en el clima de la
Viena del novecientos, parece significativo.
El lugar otorgado a los pares en este derrotero es absolutamente
secundario, y los discípulos (cualquier semejanza con el discurso
religioso no es pura coincidencia) respetados si no se alejan, pero
devenidos en un completo otro amenazante si se apartan.
Este Freud fuerte, pudo sobrevivir a los duros golpes
profesionales y afectivos de su vida “manteniendo su talla”, “sin tomar
analgésicos“, casi imperturbable.
Ese Freud genial convertía en éxito lo que tocaba, y si no era ese
el resultado, esto obedecía sencillamente a que el mismo protagonista
había decido cambiar el rumbo.
El resultado de todo este recorrido nos presenta un personaje
demasiado similar al héroe de ficción rastreado por Propp en los
cuentos folklóricos rusos. En la trayectoria del Freud de estos biógrafos,
aparecen muchas de las funciones que los relatos tradicionales atribuyen
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Liliana Valentina Pereyra | María Eugenia Celis
a este personaje: la ausencia, la prohibición, los antagonistas, los daños
infringidos al héroe, las pruebas a sortear, las luchas y marcas en su
cuerpo, las persecuciones, la salvación el triunfo, la tarea cumplida.
Todo este andamiaje que sostenía a una persona, que
obviamente no necesitaba ser sostenida porque podía lograrlo solo, se
refuerza con la mirada que los tres relatos imponen sobre lo disidente,
sobre lo potencialmente cuestionador.
Es el mismo Freud quien presenta un cierto temor frente a la
posibilidad de opiniones críticas o más precisamente a afirmaciones
falsas (... “ni puedo morir sin antes librarme de la inquietante idea de
que mis viejos papeles puedan caer quien sabe en manos de quien”).
En numerosas ocasiones el texto de Jones pone en evidencia
una posición recelosa en relación a opiniones críticas, no se abre la
posibilidad de considerar, de reflexionar sobre la palabra de otro que
puede pensar diferente. La disidencia es homologada a la agresión: “no
hay límite para las caprichosas fantasías que son capaces de inventar
quienes procuran hallar fundamentos para sus críticas contra Freíd”.
Un outsider
En FREUD. Una vida de nuestro tiempo título que inaugura el
texto, Peter Gay pone el acento sólo en el apellido de su biografiado,
esta operación que da por sentado que se habla de Sigmund, elude
la posibilidad de equívoco con Ana Freud, también psicoanalista,
también significativa en la historia del psicoanálisis.
El autor sugiere que se trata de una vida..., y en esto apunta
a reubicar a Sigmund Freud en el orden de lo humano, del uno entre
otros, movimiento que logra amortiguar el enaltecimiento provocado
por el uso del nombre.
Al leer...de nuestro tiempo surge la pregunta por el alcance
de tal afirmación, cuándo comienza y cuándo termina este “nuestro
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Los lugares de los biógrafos
tiempo” Aquí aparece el recurso a la atemporalidad, como marca de
la dimensión del impacto de la obra freudiana, permitiendo por tanto
una inclusión temporal de cualquier lector que se acerque al texto, en
cualquier tiempo.
Peter Gay es historiador, y eso lo sitúa, al decir de Kurt
Danziger, entre los “outsider”, ya que sin pertenecer al psicoanálisis, se
acerca a presentar una mirada biográfica de Freud.
Al avanzar en el texto, encontramos una cita del texto de
Freud Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci; “Nadie es tan grande
como para que sea una desgracia para él estar sometido a las leyes que
gobiernan con igual severidad la actividad normal y la patológica.” en la
elección de la cita P. Gay se apoya en la palabra de Freud para enunciar
desde el inicio de su libro, a través de la palabra “nadie”, que a todos nos
atañe, incluyendo al mismo Freud, lo normal y lo patológico que, en
algún sentidolo está incluyendo en el orden de lo humano. Reaparece
aquí, nuevamente, la estrategia de situar a Freud, uno entre otros.
Entrando de lleno en las palabras introductorias del libro de
P. Gay encontramos el título “Prefacio”; si ubicamos dicho término en
el diccionario de La Real Academia en su vigésima primera edición de
1992, encontramos que prefacio es, en su primera acepción, sinónimo
de prólogo o introducción de un libro, y en su segunda acepción, parte
de la misa que precede inmediatamente al canon, y canon significa
regla o precepto. Entonces, sin ánimo de exageración, podríamos
aventurar quizás, que luego del prefacio de la obra de P. Gay aparecerían
entonces “las verdades” que este autor nos presenta. Esto nos aproxima
nuevamente al lugar del ideal en que por momentos se presenta a Freud
y en un mismo acto enaltece la palabra de su biógrafo.
El prefacio comienza con la alusión a una carta de Freud a su
prometida, fechada en abril de 1885; en la misma Freud le anunciaba
que había destruido todas las notas, cartas y resúmenes científicos
de los últimos catorce años, diciendo “que los biógrafos trabajen y se
afanen, no queremos hacérselo demasiado fácil”. A primera vista llama
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Liliana Valentina Pereyra | María Eugenia Celis
nuestra atención que en 1885 el joven Freud, ya que contaba con 29
años de edad, tuviera tan tempranamente la certidumbre de que iba
a ser biografiado. Esto nos hace pensar en los aportes que el mismo
Freud hace para la construcción de la leyenda sobre sí mismo. Años
más tarde, ya un Freud consagrado, repetirá igual gesto destructor con
parte de sus manuscritos y correspondencia, episodio del cual Ana
Freud recuperará valiosos materiales.
Esta acciones de Freud, por un lado, intentan desalentar a
sus biógrafos, pero a la vez, proponen el desafío que muchos autores
aceptarán.
Freud, ya en su etapa final, insistirá: “la verdad biográfica no se
pude poseer....” lo cual sigue en la línea del enigma y el desafío a quienes
escriban sobre él.
P. Gay plantea que por cada adorador de Freud que lo aclama
como un Colón, hay un detractor que lo escarnece como un Cagliostro.
Se trata de posiciones dicotómicas a lo que P. Gay sugiere que tampoco
sería deseable que la verdad acerca de Freud resida en el término medio,
el autor deja al descubierto la idea de complejidad y controversias que
implica el género biográfico.
Finalmente P. Gay afirma, “no he escrito este libro para halagar
ni para denunciar, sino para comprender. En el texto en sí no discuto
con nadie: he tomado posición acerca de los problemas polémicos que
siguen dividiendo a los analistas de Freud y del psicoanálisis...”
El texto de Peter Gay puede leerse entonces como una especie
de bisagra. Escrito y publicado en la década de los ´80, producto de
un autor outsider con marcada pretensión de rigurosidad y distancia,
el texto se inscribe en la tensión de hacer de S. Freud “uno entre otros”,
pero sin poder escapar al no explicitado deslumbramiento por la
singularidad.
20 |
Los lugares de los biógrafos
Un Insider desde los arrabales
Cuando nos aproximamos a la biografía propuesta por Emilio
Rodrigué, en un primer vistazo aparece el nombre completo de
Sigmund Freud, y en el subtítulo, “El Siglo del Psicoanálisis”, Emilio
Rodrigué, psicoanalista argentino, intenta elaborar una mirada
biográfica de Freud y del psicoanálisis desde dentro de la disciplina (un
“insider”). El texto tiene su primera edición en el año 1996, ya en el
cierre del siglo XX. Esto nos plantea las coordenadas temporales de su
propuesta biográfica, ya que alude al autor y a la obra en un espacio de
tiempo prefijado. La decisión de colocar el nombre completo de Freud,
a diferencia de la propuesta de P. Gay, descarta el posible malentendido
de pensar que en el desarrollo del psicoanálisis hay lugar para un sólo
Freud: Sigmund.
Luego el subtítulo, “La hora de los arqueros”, esto hace referencia
a un cuento de arco y flecha con el que inicia el primer párrafo del que
se sirve para situar al biógrafo y su tarea. Allí, Rodrigué hace referencia
a quienes le precedieron en la tarea de biografiar a Freud.
Rodrigué platea que, “el biógrafo nato es un sujeto cruel, ávido
de anécdotas...” a lo que agrega, “soy uno de ellos.” Pero a diferencia
de sus congéneres E. Rodrigué, ensaya un juego de aproximaciones
y distancias en la mirada que hecha sobre la vida de Freud. Lejos de
proponerse como una biografía laudatoria y acrítica, este autor nos
demuestra en sus líneas, su capacidad de distanciarse de la dinámica
interna del movimiento.
En las líneas siguientes, al hacer referencia a Freud, Rodrigué lo
nombra como “este Conquistador que vino a perturbar la complacencia
del planeta.” Tal afirmación, extiende el impacto producido en
occidente con la de todo el planeta. Rodrigué intenta presentar una
visión con cierta distancia crítica del autor de la obra, pero a la vez
reconoce su posición subjetiva ante la misma y su implicación en cada
palabra que escribe. Más adelante Rodrigué agrega, “en este baño de
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Liliana Valentina Pereyra | María Eugenia Celis
psicología profunda, aprendí mi oficio en la espiral de un movimiento
doble de identificación y distanciamiento respecto del proyecto de un
gran hombre, de un genio misterioso (Rodrigué, 1996)” y nos muestra
su toma de posición que va fluctuando entre la visión crítica y la puesta
en descubierto de las determinaciones subjetivas de sus afirmaciones. Al
mismo tiempo, hace explícita su posición al interior del psicoanálisis en
tanto nos plantea que, “esta biografía se nutre con las contribuciones de
los analistas del Hemisferio Sur. Nuestra geografía e historia nos coloca
en una posición, digamos versátil. Debemos superar el servilismo del
colonizado sin caer en la idealización indigenista (Rodrigué, 1996).”
El autor nos presenta su “lugar”, su posición determinada de manera
múltiple, la cual sostiene en cada una de sus palabras, a lo largo del
texto. Se trata de un insider en los márgenes del mundo psicoanalítico,
lo cual quizás le permite tomar distancia y ofrecer una mirada particular
de la vida de Freud y de su lugar en la historia del psicoanálisis.
Tal vez lo más seductor de la propuesta de Rodrigué radique
en la tranquilidad con la que puede sostener la necesidad de reconocer
la importancia (¿imprescindibilidad?) de un mito fundacional, el de
los orígenes de cualquier relato, no sólo en el de la vida de Freud.
“Partiendo del capullo mítico se alcanza, por los tortuosos
caminos biográficos, la conquista del gusano de seda. Dicho de otra
manera: los mitos, como los sueños, son indispensables en la fabricación
de un perfil de vida.”
Concluyendo
Recorridas las lecturas quedan preguntas para seguir
reflexionando: ¿Por qué continuar sosteniendo qué saber sobre la
vida de Freud resulta importante? ¿Por qué importa inmiscuirse ya no
(sólo) en la vida de Freud, sino en lo que otros han dicho sobre ella?
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Los lugares de los biógrafos
¿Qué interés puede tener indagar sobre lo dicho por algunos
biógrafos de Freud, qué podemos aportar a lo ya dicho?
Se propuso un ensayo de reflexión propiciada por un lugar
textual; los biógrafos de Freud, que procura una cierta autonomía
para pensar y decir acerca de lo ya pensado y dicho por otros. Nuestro
acercamiento no tiene el propósito de descubrir “la verdad biográfica”
en quienes tomaron como objeto de indagación la vida de Freud,
por el contrario, se trata de poder encontrar allí, en los textos, otros
sentidos, de poder confrontar la idea de que “así fue, puesto que está
allí escrito”.
La idea que motivó esta escritura, tampoco pretende la
denuncia de formas de decir la vida de Freud, esta comunicación es
el comienzo de la producción de un singular, que pueda hacer con la
tensión de un pasado, mirado y dicho desde un presente que atraviesa
las palabras.
No creemos que exista el relato posible y verdadero sobre la vida
del “padre del psicoanálisis”, hay interpretaciones posibles, ficciones
con efecto de verdad que no por eso ejercen menor peso sobre lo que
podemos pensar como “la historia del psicoanálisis”; sin embargo
estamos convencidas que los discursos que pretenden suturar, borrar
las fisuras, sostener una pretendida perfección dejan menos espacio
para la pregunta, para la apropiación.
Sabemos, por lo demás, que resultan provechosas las instancias
de interdisciplinariedad densa; que no deja a los otros lo que escapa a su
dominio, sino que con los otros discursos redefine espacios, abordajes
y herramientas posibles.
Esto también impregna nuestra propuesta didácticometodológica de acercamiento a los textos, en una actitud de repensar
y repesar las palabras que implica una instancia dialógica.
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Liliana Valentina Pereyra | María Eugenia Celis
Bibliografía
DANZIGER, Kurt. Tres desafíos para la historia de la psicología.
Discurso invitado, División 26 de la APA, Toronto. 1993.
FARGE, Arlette desde La Atracción de Archivo. Edición .Alfons el
Magnanimun, Valencia. 1989.
FEBVRE, Lucien Combates por la historia: Colección Obras Maestras
del pensamiento contemporáneo, Nro. 28, Planeta Agostini, Barcelona,
1993.
JONES, Ernest “Vida y obra de Sigmund Freud (1953) la versión de la
misma a cargo de Lionel Trilling, 1961.
RODRIGUÉ, Emilio. Sigmund Freud. El siglo del psicoanálisis.
Editorial Sudamericana. Bs. As. 1996
SCHUR, Max “Sigmund Freud. Enfermedad y muerte en su vida y en
su obra” en GAY, Peter Freud: una vida de nuestro tiempo. Ediciones
Paidos. Bs. As. 1989.
PROPP, Vladimir. Morfología del cuento [1928] [1950] Editorial
Akal. 1998.
24 |
TRASTORNOS ALIMENTARIOS Y ADICCIONES
Patologías de la ciencia
Claudia Huergo
Alejandra Zurita
Un adicto y su manual de anatomía
Hace ya unos años, un paciente internado por abuso de
sustancias, señala el problema del target de los psicofármacos. Lo
preocupaba encontrar algo más fino, que apuntara más precisamente a
las voces que lo insultaban y no a él.
En efecto, la pregunta es: ¿Adónde apuntan, cuál es su diana
o su target?
El primero en responder es, por supuesto, el Farmacólogo. Y
responde con las coordenadas estereotáxicas bajo el brazo, con el viejo
sueño del mapa. El razonamiento farmacológico es impecable: si la
introducción en el organismo de una molécula artificial produce efectos
sobre la actividad psíquica, entonces, tiene que estar interviniendo de
algún modo en el lugar donde esa actividad psíquica se produce. Es una
tarea posible entonces, con la tecnología adecuada, hacer un mapa de
la actividad psíquica.
Hace ya más de un siglo, en varios quirófanos del mundo se
materializó una escena onírica. El paciente, despierto, con el cerebro
expuesto tras una amplia craneotomía, conversaba con el cirujano. Este
se situaba a sus espaldas con un electrodo, estimulando cada centímetro
de corteza y registrando la respuesta. Luego de varias décadas, este tipo
de investigación produjo al fin un verdadero mapa de curiosa forma
especular: el homúnculo de Penfield. Un mapa sensomotriz, que no
aportó nada a la comprensión de lo psíquico.
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Claudia Huergo | Alejandra Zurita
Lo propiamente humano se escurre entre las circunvoluciones
de la corteza cerebral como un pez resbaloso. Los cirujanos devolvieron
su tapa al cráneo y abandonaron esa técnica de exploración. Pero una
centuria de fracasos no desalentó a los cartógrafos. Por el contrario,
el proyecto de localización estereotáxica de las funciones psíquicas ha
cobrado nuevas alas con el desarrollo de la psicofarmacología.
Actualmente, en los laboratorios se utilizan marcadores
radioactivos que permiten establecer la trayectoria y el sitio de
adherencia de una molécula. También se utiliza la inyección in situ, a
través de una cánula implantada en un punto específico del cerebro, de
modo de observar en qué punto exacto la droga produce cuál efecto.
Se mapean receptores. Encontrar el mecanismo biológico del malestar
e intervenir sobre él, es una apuesta final.
Ahora bien, no es necesario ser Farmacólogo para participar de
esta apuesta. Es evidente que los pacientes llamados adictos no precisan
ni siquiera el primario completo para abocarse a esa heroica empresa
epistemológica.
El Sr. J. lo expone con claridad. Percibe que algo falla en el
enfoque de la medicación que lo afecta a él pero no a las voces. Sin
embargo, es un hombre razonable, y como tal sospecha que la causa de
su padecimiento debe estar dentro de él, probablemente en su cabeza.
Entonces salta hacia delante y progresa con el razonamiento. Pide
que se le realicen tomografías y resonancias para localizar el extraño
artilugio que tiene en el cuerpo y que lo hace padecer.
Ese dispositivo implantado en su interior (con toda
probabilidad se tratará de un chip), a través del cuál ellos
están intentando comandarlo, es a la vez la causa y la solución.
Preguntamos: ¿No es este el famoso ‘reduccionismo médico’?
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Trastornos alimentarios y adicciones. Patologías de la ciencia
Una bulímica en su laboratorio
Un congreso de gastronomía y salud se organiza bajo el lema
“El hombre es lo que come”. Muchos de los disertantes (médicos,
nutricionistas, gastrónomos) se aventuran en probar esa hipótesis.
Para ello avanzan sobre los circuitos de la saciedad, la regulación
neuro-hipotalámica-endócrina, moléculas y receptores implicados en
la absorción de nutrientes, el famoso set point. Otros se aventuran en
el terreno de los trastornos de alimentación. Allí también “El hombre
es lo que come”. Insisten sobre el valor de la buena alimentación, la
capacidad de conformar hábitos alimentarios saludables. Hablan de
calorías, hidratos de carbono, fibras, frecuencias y particiones en que
la ingesta debe organizarse. Toda una dietética que confluiría en una
vida de armonías y sin sobresaltos. Explican, por ejemplo, un atracón
en relación a las horas de ayuno previas y la caída en la curva de la
glucosa, por lo que si alguien comiera cada dos horas no tendría esa fea
costumbre de atorarse con lo que encuentre en la alacena. Y de sentirse
luego un tacho de basura... Porque si el hombre es lo que come, y los
atracones son con comida “chatarra” de ahí a ser una basura humana,
un material de descarte… en fin, hay un paso.
Esto nos deja en cierta perplejidad. La lógica de esta investigación
cursa por los mismos caminos de cornisa por los que transitan lo
portadores de estas locuras actuales, agrupados bajo el diagnóstico de
trastornos de alimentación. También nos hablan de calorías, hidratos,
proteínas, frecuencias y horas a través de las cuales van haciendo de su
cuerpo un pequeño laboratorio de experimentación.
M., enrolada en las filas de portadores de estas patologías
actuales, se explaya en este punto: explica a qué hora exacta del sábado
debe dejar de comer para que su vientre luzca como en las propagandas
de yogures “laxantes” (siempre que haya planes de salida nocturna).
Por lo cual, lo que come el sábado tiene un valor diferencial respecto
al martes, y está empeñada en comprobar y cartografiar desde su
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Claudia Huergo | Alejandra Zurita
pequeño laboratorio (cuerpo) cómo circulan esas inflamaciones y
abotagamientos o, por el contrario, las fluideces y liviandades, según se
trate de martes o de sábado. De algún modo hay que poner en orden el
mundo, podríamos pensar.
Dentro de su orden, inevitablemente la asaltan el riesgo de los
feriados, de los días sándwich, de las promesas de salidas nocturnas
que no se concretan. Como un chef enloquecido vuelve a revisar
proporciones, combinaciones de alimentos, sus manuales favoritos, las
revistas de vida sana que dan tantas indicaciones: el valor curativo del
pomelo, la promesa desinflamante de la manzanilla, la importancia de
los 2 litros de agua diaria... intrincados laberintos de indicaciones y
contraindicaciones que terminan su mayoría en callejones sin salida.
¿Qué pasa entonces con su pequeño laboratorio, con su pequeño
-y vital- trabajo de investigación? Vuelve a empezar. Como una
procesadora omnipotente y enfurecida frente al error de cálculo en
aislar ese componente básico de su dieta, sin el cual no puede vivir,
su boca se vuelve un gran embudo por el que se traga el mundo.
Remontar el día luego del micro holocausto se vuelve imposible. La
monstruosidad de su acto le impone complejos rituales de expiación.
A veces le lleva días volver a ensamblar un cuerpo, y una imagen, con
la que poder presentarse ante los demás. Un trabajo interminable. Un
esfuerzo de locos.
Una exclusión científica
Se han hecho muchas críticas del reduccionismo médico o
del biologismo. Ahora bien, ¿qué se propone a cambio? Se le opone
por lo general una fórmula célebre: el abordaje bio-psico-social. La
integración avanza de modo prolífico. Pronto tenemos abordajes
bio-psico-neuro-endocrinos, o psico-ambientales, o socio-políticoculturo-familiares. Con este método de acumulación lingüística,
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Trastornos alimentarios y adicciones. Patologías de la ciencia
ladrillo sobre ladrillo sería posible incluirlo todo, a condición, claro,
de que nadie discuta nada.
No cabe duda, aunque más no fuera por consideración al
órgano de la audición, preferiremos cualquier reducción a tamaña
proliferación. Ni el homúnculo de Penfield, ni el marcado de moléculas
de nuestro Farmacólogo son palabrerío, y no pueden ser rebatidos con
palabrería. La reducción médica es una operación efectiva, sostenida
por un núcleo de racionalidad rigurosa, que afecta a lo real. Y nuestro
reduccionista Sr. J. no tiene un pelo de tonto.
El trabajo que el Sr. J. sostiene se basa en una refinada
percepción de la organización del cuerpo humano, a saber, que este
contiene un elemento extraño que lo comanda. Lo guía una praxis.
Sabe por experiencia que localizar, circunscribir, reducir ese elemento,
volverlo de algún modo separable, produce efectos. Muchos efectos.
Al igual que el Farmacólogo, el Sr. J. no sabe exactamente
de qué modo esto se produce, ni dónde está ni qué es ese elemento
extraño. Así que procede con las drogas por ensayo, es decir, procede
científicamente. El también planea obtener un mapa de su padecimiento
para poder manejarlo mejor. El éxito de su operación ya está a la vista:
puede ser considerado un adicto, pero nunca se lo ha tratado como a
un loco.
Ahora bien, en sus momentos de desasosiego el Sr. J. también
percibe que, a pesar de todo, algo anda mal en ese enfoque. La
medicación lo afecta a él y no a ellos. Intuye a veces que un éxito total
en el proyecto de mapeo cerebral tampoco lo dejará un milímetro más
cerca de resolver el enigma de esa mala voluntad que lo insulta, por la
sencilla razón de que ella, incluso con la mediación del chip, no se está
en su interior. Ellos siguen ahí fuera pergeñando horrores.
Uno puede imaginar al Sr. J. y al Farmacólogo trabajando
codo a codo. Conseguirán con un poco de suerte aislar el elemento
extraño implantado en el cuerpo, el microchip o el aminoácido del
caso. Y funcionará, sin ninguna duda, producirá efectos. Sin embargo,
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Claudia Huergo | Alejandra Zurita
ese implante interior conecta con otra cosa, algo exterior, algo que
está excluido de su sistema. Eso retorna desde lo real. Y no dejará de
perseguirlos.
Una política de lo que renguea
No es menor el desasosiego en que nos deja la rimbombante
fórmula de nuestro Congreso “El hombre es lo que come”. M. no puede
aislar ese componente básico de su dieta, sin dejar por eso de ensayar
combinaciones posibles: cosa que come -sus propiedades- + día de la
semana + eventos contingentes asociados = ¿? Exactamente la misma
trampa en la que caen sus pares facultativos, experimentando con su
caja negra a la que ingresan sustancias... ¡y salen conductas!
Decidimos seguir el experimento especulativo hasta la propia
cocina: ¿qué comíamos cuando niñas? ¿De qué nos alimentaron?
La charla nos llevó hasta una mesa de domingo, en casa de abuelos
inmigrantes. Sus mesas y recetarios de posguerra eran variados,
calculados y sobre todo, contundentes. Había que aplacar el hambre.
De modo que, comiéramos lo que comiéramos, siempre comíamos
lo mismo: miedo al hambre. Los platos tienen que quedar limpios.
La comida no se tira. Era difícil no atragantarse con la culpa del
sobreviviente, que guarda cifrado en el cuerpo la memoria de todos
sus muertos. De modo que regularmente, comíamos hambre. Y
eso era parte de lo que se cocinaba. Era parte de lo que se servía a
la mesa los domingos. El pan nuestro de cada día, arrastraba junto
a sus ingredientes, ese resto irreductible a nuestra investigación.
Por lo tanto, para aislar ese componente tendríamos que descomponer
y poner sobre el plato - balanza- la guerra según la abuela, el hambre y el
miedo al hambre según la abuela, la mirada que insiste en inspeccionar
los platos, que no sólo ve restos de comida sino que avanza más allá,
hasta interrogar -paranoicamente- por qué no me come, así como el
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Trastornos alimentarios y adicciones. Patologías de la ciencia
responder a esa pregunta -informulable- con la certeza de saber que algo
no nos gustaría jamás, incluso sin haberlo probado. Aún así, poniendo
todo eso sobre el plato, apenas se trataría de partes de una máquina
loca que se ensambla y conecta cada vez de un modo muy preciso. No
es cualquier cosa lo que produce efectos. No es de cualquier forma que
funciona. Quizá por eso, ni nuestros locos, ni nuestros facultativos, se
cansan de probar combinaciones.
No necesitamos rebatir el lema del congreso, para reconocer
que tamaña generalidad “El hombre es lo que come”, deja intocado el
asunto central: qué es lo que provoca efectos. Tanto la investigación
de M. como la de sus pares facultativos, no cuentan con ese resto
incoercible, el régimen de deseancia, como le llamó R. Rodulfo a esas
primeras operaciones psíquicas que se efectúan sobre la comida. Todo
eso queda por fuera de la Ciencia. Eso desborda. Se sale de los perfiles,
se cae de los diagnósticos, por eso la operación de la Ciencia es fallida.
Y política, aunque se diga aséptica. Y humana, aunque reniegue de ello.
Sin embargo, todo parece estar preparado para obviar este detalle. Al
menos, es lo que nos muestra la arrolladora proliferación de proyectos
que, -como bien lo presenta la película “21 gramos”-, nos seduce con la
expectativa de medir lo que pesa el alma.
Frente a esto, sólo queda constatar: la enfermedad de la ciencia,
goza de buena salud.
Bibliografía
CARPINTERO, Enrique. El exceso de realidad produce monstruos.
http://www.topia.com.ar/articulos/el-exceso-de-realidad-producemonstruos
FOUCAULT, Michel. Los Anormales. Fondo de Cultura Económica.
Buenos Aires. 2007.
REVISTA TOPIA: Psicoanálisis Sociedad y Cultura- Año XIX-
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Claudia Huergo | Alejandra Zurita
Numero 55- Abril 2009- Julio 2009.
RODULFO, Ricardo. El psicoanálisis de nuevo: elementos para la
deconstrucción del psicoanálisis tradicional. Ed. Eudeba. 2004.
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LAS SERIES PULSIONALES EN FREUD
DIFERENCIAS Y ARTICULACION
Jorge Assef
M. Leticia De Bortoli
M. Eugenia Stechina
Introducción
Lo que conocemos como series de elección de objeto en
psicoanálisis es la elaboración de autores como Lacan y los que
lo estudiaron posteriormente, que para explicar los fenómenos
intersubjetivos del amor y del deseo, recurrieron a ordenar en la obra
de Freud los hitos que él mismo descubre y conceptualiza como
estructurantes de la forma de amar y de gozar del sujeto.
En este trabajo nos proponemos corroborar si es que en la
obra freudiana podemos encontrar estas series ordenadas como tal, y
finalmente articuladas en el encuentro de un objeto deseado y amado,
donde ambas confluyen.
Es decir, si es posible en Freud delimitar una primera serie
pulsional que hace al desarrollo de la pulsión en tanto siempre
autoerótica, y una segunda serie que hace referencia al amor en tanto
narcisista y constitutivo del yo del sujeto.
Esto a su vez, plantea el desafío de corroborar la articulación
de ambas series en lo que Freud definirá como la elección “normal” de
un objeto sexual.
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Jorge Assef | Leticia de Bortoli | María Eugenia Stechina
La noción de objeto
La noción de objeto del deseo en la obra freudiana, es una
distinción central que involucra la teoría, la práctica y la ética del
psicoanálisis. En nuestro caso el punto de partida para entender todo
el desarrollo posterior es dejar en claro el lugar fundamental que ocupa
el objeto del deseo para Freud.
Durante 1895, en Proyecto de psicología, Freud explicaba, con
un lenguaje cargado del biologismo fisiologista reinante en la ciencia
de la época, que las neuronas del núcleo “psi” al ser “llenadas” buscaban
la descarga, pero que de ninguna manera produce un “aligeramiento”
pues los estímulos internos continúan produciendo tensión, cuya
acumulación genera displacer. La cancelación temporaria de ella se logra
solo mediante una “acción específica” que produzca una alteración en
el mundo exterior. Como al inicio de la vida el sujeto no puede realizar
por sí mismo esa acción, ésta le sobreviene a través de una ayuda del
mundo externo, representado por un adulto que percibe su necesidad y
así logra que se produzca el mecanismo interno necesario para cancelar
el estímulo endógeno. Freud dirá que toda esta operación constituye
una “vivencia de satisfacción”.
Luego Freud continua explicando que por medio de conexiones
y procesos neuronales posteriormente a la vivencia de satisfacción se
genera una “facilitación entre dos imágenes-recuerdos, éstos serán
animados cuando sobrevenga nuevamente el estado de “esfuerzo o de
deseo, tal vez sea la imagen-recuerdo del objeto la alcanzada primero
por la reanimación del deseo” (Freud, 1995:364).
Es decir que lo que se busca es una satisfacción idéntica
a la vivenciada a través de una alucinación, un desengaño, ya que la
satisfacción original no puede ser revivida en su carácter idéntico.
Entonces la memoria busca la repetición de una satisfacción que
nunca volverá a alcanzarse, como ese otro el que brinda la satisfacción,
otro que ahora esta perdido.
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Las series pulsionales en Freud | Diferencias y Articulación
A ese otro se refiere Freud en la “Carta 52” al hablar del ataque
histérico como una acción que persigue la reproducción del placer “...
Apunta a otra persona, pero fundamentalmente a ese otro prehistórico,
inolvidable, ese otro a quien nadie luego igualará” (Freud, 1995:280).
En el apartado C del capítulo VII de “La interpretación de los
sueños”, Freud señala que para la satisfacción de la necesidad hace falta
una acción específica, mientras que para la satisfacción de la realización
del deseo se necesita de la identidad de percepción como regla de la
alucinación.
Diana Rabinovich escribe:
Esta partición entraña la instauración de un abismo en la
supuesta complementariedad del sujeto y el objeto en la
satisfacción de la necesidad...
La realización del deseo aparta al sujeto del camino de la
satisfacción, encaminándolo hacia una búsqueda infructuosa
desde la perspectiva adaptativa, búsqueda signada por
la repetición, búsqueda de una percepción primera que
tiene como marco una mítica primera vez... (Rabinovich,
1988:180).
Freud dedicará todo el primer ensayo de Tres ensayos de teoría
sexual (1905) a mostrar la falta de lazo natural que determine un objeto
para un sujeto, y hará mención al objeto como perdido, como lugar de
falta a lo largo de toda su obra de diferentes maneras.
Este lugar de objeto como perdido nos permite la entrada a
ambas series pulsionales, que ahora comenzamos a desarrollar.
Primera serie pulsional
Encontramos que en Freud es posible la lectura de las dos series
pulsionales diferenciadas.
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Jorge Assef | Leticia de Bortoli | María Eugenia Stechina
En Tres ensayos de teoría sexual (1905) se hace posible la lectura
de la primera de ellas, la serie del desarrollo libidinal, o serie del objeto
pulsional. En este texto Freud observa que la sexualidad infantil tiene
tres caracteres esenciales:
- es “autoerótica”, porque no tiene un objeto sexual ajeno, por
consiguiente la pulsión se satisface en el cuerpo propio.
- está regida por una “zona erógena”, la cual se define como un
“sector de la piel o de mucosa en el que, estimulaciones de cierta clase
provocan una sensación placentera de determinada cualidad “(Freud,
1995:166).
- en 1915, agrega la siguiente consideración: que la sexualidad
infantil nace “apuntalándose” en una de las funciones corporales
importantes para la vida.
Conforme a esto agrega en el mismo texto “... la meta de la
pulsión infantil consiste en producir la satisfacción mediante la
estimulación apropiada de la zona erógena, para que se cree una
necesidad de repetirla, esta satisfacción tiene que haberse vivenciado
antes” (Freud, 1995:166).
A su vez la modalidad de satisfacción varía de acuerdo a la
zona erógena que impera en los distintos momentos de la sexualidad
infantil. De esta manera, la zona erógena donde se apuntala la pulsión,
determina las diferentes etapas de la evolución de la libido, lo cual
constituye la primera serie pulsional.
Etapa Oral:
La primera ocasión que ofrece al niño una experiencia de
satisfacción es el mamar del pecho materno o sus subrogados. En un
principio no hay diferenciación entre la actividad sexual y la nutrición,
comparten el mismo objeto. En este momento la meta sexual es
la incorporación del objeto (paradigma de la identificación). Sólo
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Las series pulsionales en Freud | Diferencias y Articulación
más tarde la necesidad de satisfacción sexual se va a diferenciar de la
búsqueda de alimento. De esta manera, la acción del niño chupeteador
se va a regir por la búsqueda de un placer que ha sido vivenciado antes
y es ahora recordado.
Según Freud, el niño no buscará un objeto ajeno, sino que
elegirá una parte de su propio cuerpo para procurarse satisfacción y así
evitar toda dependencia del mundo exterior, porque a éste no puede
dominarlo.
Esta primera organización pregenital está regida por la zona
erógena de la boca y en virtud de ésta recibe el nombre de etapa oral o
canibálica.
Freud en un párrafo de Tres ensayos de teoría sexual dice:
Cuando la primerísima satisfacción sexual estaba todavía
conectada con la nutrición, la pulsión sexual tenía un objeto
fuera del cuerpo propio: el pecho materno. Lo perdió sólo más
tarde (...). Después la pulsión sexual pasa a ser regularmente
autoerótica (...) el hecho de mamar el niño del pecho de su
madre se vuelve paradigmático para todo vínculo de amor.
El hallazgo (encuentro) de un objeto es propiamente un
reencuentro (Freud, 1995: 202-203).
Etapa Sádico-anal:
En la segunda fase de la organización pregenital, la pulsión se
apuntala en las funciones corporales de la zona anal, de allí su nombre:
etapa sádico-anal.
Esta zona presenta un alto valor erógeno debido a los trastornos
intestinales frecuentes de la infancia, lo cual procura constantes
exitaciones. A su vez, cabe recordar la importancia que cobran las
heces como portadoras de diferentes significados, lo cual permite el
establecimiento de las equivalencias psíquicas heces- regalo-dineropene-hijo.
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Jorge Assef | Leticia de Bortoli | María Eugenia Stechina
Si bien en esta fase no se puede hablar de la oposición masculinofemenino, puede observarse en ella una división de opuestos que se
expresa en los términos de activo y pasivo.
Freud en Tres ensayos... dice que:
La actividad es producida por la pulsión de apoderamiento a
través de la musculatura del cuerpo, y como órgano de meta
sexual pasiva se constituye ante todo la mucosa erógena del
intestino; empero, los objetos de estas dos aspiraciones no
coinciden (...). En esta fase, por tanto, ya son pesquisables la
polaridad sexual y el objeto ajeno (Freud, 1995:180).
Entendemos, a partir de la afirmación de que los objetos de
las aspiraciones activa y pasiva no son coincidentes, que el objeto de la
pulsión de apoderamiento (actividad) es un objeto externo y, el de la
meta sexual pasiva, las heces.
El hecho de que Freud en esta etapa se refiera a un objeto ajeno
no implica que haya una elección de objeto como objeto de amor. Este
objeto ajeno sólo supone un objeto donde la pulsión se satisface.
Así como la pasividad se apoya en el erotismo anal, la pulsión
de apoderamiento, que en su origen es una pulsión no sexual, al entrar
al servicio de la sexualidad recibe el nombre de sadismo.
Freud, en el historial del hombre de los lobos De la historia
de una neurosis infantil, (1918 /1914), explica que éste, cumplidos
ya los tres años, en virtud de una amenaza de castración regresa a una
fase anterior de la organización pregenital con características sádicoanales, donde obtenía satisfacción atormentando a animales pequeños.
Y agrega: “Eran, pues, unos quehaceres enteramente activos, sádicos...”
(Freud, 1995:25).
En esto se puede observar cómo, en el juego de niños, los
animales pueden entrar como un elemento más en la satisfacción
pulsional.
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Las series pulsionales en Freud | Diferencias y Articulación
Fase Fálica:
En 1923 Freud introduce en la organización pregenital
infantil una tercera etapa como sucesora de la sádico-anal, a la cual
en un primer momento le dió el nombre de fase genital para luego
sustituir esta denominación por otra más acorde: fase fálica. Esta
modificación se fundamenta en el hecho de que: “El carácter principal
de esta `organización genital infantil (...) reside en que, para ambos
sexos, sólo desempeña un papel un genital, el masculino. Por tanto, no
hay un primado genital, sino un primado del falo” (Freud, 1995:146).
Este hecho propio de la infancia es el que instaura la diferencia
respecto de la organización genital definitiva del adulto.
El primado fálico se halla expresado en la primera de las teorías
sexuales infantiles, donde los niños consideran que todos los seres
vivientes son poseedores del órgano sexual masculino.
A su vez, en esta etapa de la organización genital infantil, se
consuma una elección de objeto (hacia el cual se dirigen las aspiraciones
sexuales) y se establece una unificación (aunque no completa) de las
pulsiones parciales bajo el primado de los genitales. La subordinación
completa de las pulsiones parciales al servicio de la reproducción, se
consumaría según Freud recién transcurrida la pubertad.
En el desarrollo de esta primera serie pulsional hemos llegado
al punto evolutivo clave de la teoría freudiana, la fase fálica. Fase en la
cual las pulsiones, que en un inicio eran exclusivamente autoeróticas,
se hallan ya unificadas y dirigidas hacia uno de los progenitores, lo cual
posibilita hablar en términos de complejo de Edipo.
La secuencia del desarrollo libidinal se continúa en el período
de latencia, al que luego le sucede lo que Freud en Tres ensayos llamó:
“la metamorfosis de la pubertad”. En este texto el autor dedica todo el
tercer ensayo al desarrollo de este tema. Para Freud es en la pubertad
donde se da una única meta sexual tras la cual todas las zonas erógenas
se subordinan al primado de los genitales, y en virtud de la cual se
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Jorge Assef | Leticia de Bortoli | María Eugenia Stechina
persigue la satisfacción pulsional a través de un objeto sexual externo
al propio cuerpo.
Pero, para Freud, es en el momento correspondiente al
complejo de Edipo donde “... desde el lado psíquico se consuma el
hallazgo de objeto, preparado desde la más temprana infancia...”
(Freud, 1995:202).
A su vez los desarrollos posteriores, como: La organización
genital infantil (1923), El sepultamiento del complejo de Edipo (1924),
Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica de los sexos
(1925), nos lleva a pensar que el momento decisivo para la elección de
objeto es la fase fálica.
Entonces, ¿qué quiere decir Freud al afirmar que la elección de
objeto definitiva se da en la pubertad? Creemos que con “definitiva”
marca la posibilidad de realizar una elección de objeto fuera de
la familia, tras el sepultamiento del complejo de Edipo. Luego de
“superar” el peligro del incesto, puede establecerse definitivamente la
búsqueda de un objeto, el cual será elegido según aquella etapa infantil,
primordial, decisiva.
Por lo tanto, es en la etapa fálica, donde el niño elige a la
madre como objeto a través del cual la pulsión pretende alcanzar la
satisfacción, y a su vez es esta madre la que se erige como objeto de
amor del niño. Todo esto nos permite arribar a una primera inferencia:
es en la etapa fálica donde las dos series pulsionales se articulan gracias
a la presencia del complejo de castración en este momento evolutivo.
Segunda serie pulsional
Al finalizar el primer apartado dijimos que es en la etapa fálica
donde convergen las dos series pulsionales, pero ¿cuál es la evolución
que sigue esta segunda serie?
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Las series pulsionales en Freud | Diferencias y Articulación
Sabemos que la segunda serie pulsional está marcada por los
siguientes pasos sucesivos: autoerotismo, narcisismo y elección de
objeto. De acuerdo a nuestra hipótesis de trabajo buscamos localizar
en los textos de Freud a esta serie una vez hallada la primera, y en efecto
encontramos que es posible leerla en la obra freudiana.
Autoerotismo:
Así vemos que Freud dice, en Tres ensayos de teoría sexual
(1905), como dijimos antes, que la principal característica de la
sexualidad infantil es su cualidad de autoerótica. Este tipo de práctica
sexual no se dirige hacia un objeto externo sino que se satisface en el
cuerpo propio.
Estas son las particularidades del primer momento de la
segunda serie pulsional, que en virtud de ello recibe el nombre de
autoerotismo.
Este es un momento donde las dos series coinciden en
su búsqueda, cuyo fin es renovar una experiencia de satisfacción
anteriormente vivida y ahora recordada (primera vivencia de
satisfacción).
Por lo tanto lo que está en juego es un objeto parcial que nace
como subrogado para la satisfacción de la pulsión a partir de una
pérdida primaria.
Narcisismo:
En 1910, Freud habla por primera vez del narcisismo en la
segunda edición de Tres ensayos... Por otra parte, en Puntualizaciones
psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (dementia paranoides) descripto
autobiográficamente, escrito el mismo año, llama la atención sobre: “...
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Jorge Assef | Leticia de Bortoli | María Eugenia Stechina
un estadio en la historia evolutiva de la libido, estadio por el cual se
atraviesa en el camino que va del autoerotismo al amor de objeto”.
(Freud, 1995:56).
A este estadio le da el nombre de narcisismo.
Aquí explica a este último como un momento en el cual se
produce una síntesis de las pulsiones sexuales autoeróticas en una
unidad, en virtud de lo cual el sujeto se toma a sí mismo, o a su cuerpo
propio, como objeto de amor; ésto se consuma antes de pasar al
momento de elección de objeto que implica una persona ajena.
Podemos decir que a partir de este momento surge en
esta serie el objeto de amor como diferenciado del objeto de la
satisfacción pulsional.
En el texto Tótem y tabú (escrito en 1912, editado en 1913)
Freud, al hablar del yo investido como objeto de amor, aclara que esta
organización narcisística nunca se resigna del todo, aunque el sujeto
haya hallado un objeto externo para su libido.
En 1914, en Introducción al narcisismo, Freud profundizará y
determinará definitivamente este tema:
...es un supuesto necesario que no esté presente desde el
comienzo en el individuo una unidad comparable al yo;
el yo tiene que ser desarrollado. Ahora bien, las pulsiones
autoeróticas son iniciales, primordiales; por tanto algo tiene
que agregarse al autoerotismo, una nueva acción psíquica,
para que el narcisismo se constituya4 (Freud, 1995:74).
En este yo primordial es donde Freud localiza una: “Originaria
investidura libidinal (...) cedida después a los objetos, empero
considerada en su fondo, ella persiste, y es a las investiduras de objeto
como el cuerpo de una ameba a los pseudópodos que emite” (Freud,
1995:74).
4
En relación a este nuevo acto psíquico Lacan conceptualizará el Estadio del Espejo,
momento fundamental para la constitución del sujeto y clave en la elección de objeto,
pero que para ajustarnos a los objetivos de nuestro trabajo no desarrollaremos aquí.
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Las series pulsionales en Freud | Diferencias y Articulación
Esta idea de la ameba puede hacer referencia a lo que en Tótem
y tabú Freud dice acerca de que la organización narcisística nunca es
resignada completamente, aún hallado un objeto de amor externo.
Esta es una conceptualización que Freud sostendrá a través
del desarrollo de su obra. En Más allá del principio de placer (1920),
vuelve a hacer referencia al yo como reservorio genuino y originario de
la libido, la que sólo desde allí es extendida hacia los objetos. En virtud
de esto agrega que la libido recibe el nombre de narcisista cuando
permanece dentro del yo.
Entonces, a partir de la constitución del yo, la libido encuentra
un objeto total, el sujeto se elige a sí mismo como objeto de amor;
nace el objeto de amor diferenciado del de la pulsión. En razón de
esto podemos decir que el primer objeto de amor a través del cual la
pulsión alcanza su satisfacción es el yo. Diana Rabinovich en su libro
El concepto de objeto en la teoría psicoanalítica, dice que el narcisismo,
de esta manera, se considera como una forma de elección de objeto
intermedia, a la que Freud califica de homosexual; diferente de la
elección de objeto heterosexual en la cual culmina esta segunda serie
pulsional. El hecho de que la denomine como heterosexual se debe a
que el objeto de amor es para el niño la madre y para la niña el padre
Luego, en Pulsiones y destinos de pulsión (1915), Freud dice que el
yo se encuentra originariamente investido por pulsiones, en parte es capaz
de satisfacer sus pulsiones en sí mismo. “Llamamos narcisismo a ese estado,
y autoerótica a la posibilidad de satisfacción” (Freud, 1995:129).
En función de lo escrito sobre narcisismo, entendemos que
para que se constituya un objeto externo como objeto de amor, es
necesario en primer lugar la constitución del yo, por esto es que Freud
plantea al narcisismo como momento previo a la elección de objeto.
Establecido esto, en Introducción al narcisismo, Freud se
pregunta: “¿En razón de que se ve compelida la vida anímica a traspasar
los limites del narcisismo y poner la libido sobre objetos?” (Freud,
1995:82).
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Jorge Assef | Leticia de Bortoli | María Eugenia Stechina
A esta pregunta Freud la contestará basándose en el principio
de constancia. Dirá que cuando la investidura de la libido en el yo ha
excedido cierta medida, para no enfermar el sujeto debe empezar a
amar, esto significa, ceder libido al exterior e investir así objetos ajenos
a él mismo.
Elección de Objeto:
Freud en una nota al pié de página agregada en 1910 al texto
de Tres ensayos... escribe: ”… Nos enteramos de que niños de tres a
cinco años de edad son capaces de una muy clara elección de objeto,
acompañada por fuertes afectos” (Freud, 1995:176).
Llegado este momento, de elección de objeto, el otro aparece
como sexuado, en tanto persona, explica D. Rabinovich, lo que permite
diferenciar el lugar que ocupa el objeto en la serie pulsional, en la cual
se toma al otro sólo como apoyo, lo que se expresa en el concepto de
pulsión parcial siendo que ésta nace apuntalándose en la necesidad. La
misma autora señala que es importante tener en cuenta que cuando
Freud habla de objeto pulsional, utiliza los términos de fijación y de
contingencia, pero no utiliza para éste el término elección.
En Tres ensayos de teoría sexual, puede leerse:
La elección de objeto se realiza en dos tiempos, en dos oleadas,
la primera se inicia entre los dos y los cinco años y el período
de latencia la detiene o la hace retroceder; se caracteriza por la
naturaleza infantil de sus metas sexuales; la segunda sobreviene
con la pubertad y determina la conformación definitiva de la vida
sexual (Freud, 1995:181).
Freud continúa diciendo que los resultados de la elección
infantil de objeto se extienden hasta una época tardía; éstos pueden
conservarse de la misma manera o experimentar una renovación en la
pubertad.
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Las series pulsionales en Freud | Diferencias y Articulación
El hecho de que las consecuencias de la elección infantil sean
inaplicables se debe al fenómeno de la represión que se sitúa entre dichos
dos tiempos. En virtud de ésta, las metas sexuales se ven sometidas a un
atemperamiento de la que resulta la corriente tierna de la vida sexual.
Luego en la pubertad, la elección de objeto debe implicar
una renuncia a los objetos infantiles y comenzar nuevamente como
corriente sensual, pero esta vez fuera del ámbito familiar. Freud dice
que, el hecho de que estas dos corrientes no puedan confluir en un
objeto, impide muchas veces que se alcance uno de los ideales de la
vida sexual.
Por otra parte, en Introducción al narcisismo menciona dos
tipos de elección de objeto: el tipo por apuntalamiento o anaclítico, y
el tipo narcisista.
El primero recibe el nombre “por apuntalamiento” debido a
que las pulsiones sexuales se apuntalan en la satisfacción de las pulsiones
yoicas. Y si bien luego se independizan de éstas, éste apuntalamiento
sigue expresándose en el hecho de que, quienes devienen los primeros
objetos sexuales del niño, son aquellas personas que han estado
encargadas de su nutrición, cuidado y protección.
El tipo de elección narcisista implica que el objeto de amor se
elige según el modelo de la propia persona y no según el modelo de la
persona encargada de la nutrición y los cuidados. Freud dice que son
aquellos que se buscan a sí mismo como objetos de amor.
Si bien establece esta distinción entre los dos tipos de elección
de objeto, aclara que:
Todo ser humano tiene abiertos ambos caminos para la
elección de objeto, pudiendo preferir uno o el otro. Decimos
que tiene dos objetos sexuales originarios, él mismo y la mujer
que lo crió, y presuponemos entonces en todo ser humano
el narcisismo primario que eventualmente puede expresarse
de manera dominante en su elección de objeto (Freud,
1995:85).
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Jorge Assef | Leticia de Bortoli | María Eugenia Stechina
Luego Freud realiza una distinción en lo que refiere a estos dos
tipos, en ella expresa que según el tipo de elección narcisista se puede
amar:
. a lo que uno mismo es (a sí mismo)
. a lo que uno mismo fue
. a lo que uno querría ser
. a la persona que fue parte del sí mismo propio
Y según el tipo de apuntalamiento se puede amar:
. a la mujer nutricia
. al padre protector
Luego agrega, a las personas que se alinean formando series en
cada uno de esos caminos.
Diana Rabinovich, en El concepto de objeto en la teoría
psicoanalítica, especifica acerca de este tema lo siguiente:
Así como la pulsión parcial se articula en torno a un objeto
instrumental, que se despliega entre la variabilidad y la fijación, la
elección de objeto de amor se despliega entre la elección narcisista
y la elección anaclítica. No es casual, empero, que Freud sólo
utilice el término de elección en el caso del objeto de esta serie,
que define al objeto de amor (Rabinovich, 1988:25).
La articulación de las series pulsionales
En cuanto a la articulación, podemos leer, en otros autores, que
es el complejo de castración el que articula las dos series pulsionales
entre sí, y a su vez dichas series con el complejo de Edipo. Nosotros,
como ya hemos planteado en la hipótesis de este trabajo, buscamos en
los textos de Freud esta posible articulación.
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Las series pulsionales en Freud | Diferencias y Articulación
La clave del complejo de castración:
En el texto Pulsiones y destinos de pulsión (1915) Freud en
relación a las pulsiones sexuales va a volver a hacer hincapié en los
siguientes aspectos:
Son numerosas, brotan de múltiples fuentes orgánicas, al
comienzo actúan con independencia unas de otras y sólo
después se reúnen en una síntesis más o menos acabada. La
meta a que aspira cada una de ellas es el logro de placer de
órgano; sólo tras haber alcanzado una síntesis cumplida entran
al servicio de la función de reproducción, en cuyo carácter se
las conoce comúnmente como pulsiones sexuales (Freud,
1995:121).
Es a esta síntesis de las pulsiones parciales al servicio de la
reproducción, a la que se llega a través de los sucesivos estadios que
forman parte de la primera serie pulsional. Lo cual hemos desarrollado
en el apartado I.
Luego en el mismo texto Freud escribe acerca de la génesis
del amor, lo cual entendemos tiene relación con el desarrollo de la
segunda serie pulsional. En cuanto a esto dice que, es de la capacidad
del yo para satisfacer autoeróticamente una parte de sus pulsiones,
de donde proviene el amor. Este amor en un primer momento es
narcisista, solo luego pasa a los objetos externos en tanto aparecen
para el sujeto como fuente de placer. Luego se enlaza con el quehacer
de las pulsiones sexuales, y una vez que se cumple la síntesis de éstas,
el amor pasa a coincidir con la aspiración sexual total. De esta manera
las etapas previas del amar (incorporar o devorar y apoderamiento)5
5
Formas preliminares del amor, porque la fuente del amor que en primera instancia
es narcisista a través de su alianza con las pulsiones parciales sexuales alcanza el
placer de órgano. Esto lleva a pensar que las dos series no siguen un curso paralelo
en su desarrollo hasta que se encuentran, sino que se entraman de diferentes formas
durante su evolución.
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Jorge Assef | Leticia de Bortoli | María Eugenia Stechina
surgen como metas sexuales provisionales en el curso del desarrollo de
las pulsiones sexuales.
Entonces, si el amor se enlaza con las pulsiones sexuales luego
de que se cumple la síntesis de éstas, y entendemos que en la etapa fálica
es donde esta síntesis tiene lugar de una forma más o menos acabada,
emergiendo como zona erógena rectora los genitales, podemos pensar
que es en esta etapa donde ambas series se encuentran y se articulan por
medio del complejo de castración.
Decíamos que Freud en Tres ensayos de teoría sexual explica que
la elección de objeto se da en dos oleadas, luego de la primera oleada,
en la cual se consuma la elección de objeto, sobreviene la represión.
En Inhibición Síntoma y Angustia, escrito en 1925 y editado en 1926,
Freud dirá que “la actitud angustiada del yo es siempre lo primario, y es
la impulsión para la represión” (Freud, 1995:104).
En el mismo texto indica que los primeros estallidos de angustia
se producen antes de la diferenciación del super-yo. Sabemos que para
Freud el super-yo se constituye como producto de la represión del
complejo de Edipo. Entonces, si pensamos en una angustia primordial,
pensamos en la angustia de castración. En el texto citado, Freud dice:
“…el motor de la represión es la angustia frente a la castración...” (Freud,
1995:103).
Si bien Freud reconoce que antes de la fase fálica hay situaciones
de pérdidas, por ejemplo el nacimiento, éste no es vivenciado
subjetivamente como una separación de la madre, ya que el feto es
enteramente narcisista (en el sentido de que hasta ese momento no ha
sufrido privaciones), por lo tanto no considera a la madre como objeto.
Pero esta pérdida, condición de angustia, persiste y se resignifica en la
angustia de castración que sobreviene en la fase fálica, es una angustia de
separación y está ligada a idéntica condición. Más adelante, en el mismo
texto, dirá que la privación del pene (revestido en esa fase con una alta
estima narcisista) equivale a una nueva separación de la madre.
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Las series pulsionales en Freud | Diferencias y Articulación
Es en Introducción al narcisismo (1914) donde Freud expresa
que la perturbación a la que está expuesto el narcisismo originario es el
complejo de castración; angustia por el pene en el varón y envidia del
pene en la mujer.
Es decir que en la etapa fálica, ambas series se encuentran
y a su vez se consuma una elección de objeto. Pero en este objeto la
pulsión no puede satisfacerse debido al incompleto desarrollo de los
genitales y a la prohibición del incesto. Este momento de la elección
de objeto está sujeto al complejo de castración, por el cual se produce la
represión. Este mecanismo será el posibilitador de que en la pubertad
pueda realizarse una elección de objeto fuera del ámbito familiar en el
cual pueda alcanzarse la satisfacción pulsional.
El Objeto Producto de la Articulación:
Diana Rabinovich distingue tres perspectivas del objeto que
son posibles de diferenciar en la lectura de los textos de Freud. De
esta manera encontramos el “objeto del deseo”, objeto perdido de la
experiencia de satisfacción alucinatoria que se encuentra en el inicio
de las dos series y que, a su vez, permite el surgimiento de los otros dos.
Por otra parte tenemos el “objeto de la pulsión”, objeto parcial ligado
al autoerotismo y que está implicado en la primera serie pulsional, la
serie del desarrollo libidinal o serie del objeto pulsional. Este objeto es
aquel a través del cual la pulsión alcanza la satisfacción, y que a su vez
no se encuentra ligado a ella. Por eso Freud dice que el objeto es lo más
variable de la pulsión. Por último, el “objeto de amor”, objeto total al
cual se accede a través de la segunda serie pulsional, la de la elección de
objeto.
Luego, esta autora, agrega que “el objeto de la pulsión y el
del amor son ya formas de sustitución del objeto perdido del deseo”
(Rabinovich , 1988:23).
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Jorge Assef | Leticia de Bortoli | María Eugenia Stechina
Teniendo en cuenta esto, concebimos que la articulación de
las dos series, consiste en la confluencia del objeto de la pulsión con
el objeto de amor, si bien no hay una fusión de ambos objetos ya que,
la totalización del amor y el carácter parcial de la satisfacción pulsional,
son incompatibles. Al hecho de que sea el complejo de castración el que
posibilita dicha articulación, lo entendemos teniendo en cuenta de que
es gracias a éste, y luego de la represión, que en la pubertad la pulsión
puede alcanzar su satisfacción en un objeto de amor. Es en esto donde
encontramos la confluencia del objeto de la pulsión y el objeto de amor.
Que esta confluencia no se haya podido concretar antes de la pubertad,
está fundamentada en que, durante el Edipo, el objeto que cae bajo la
elección libidinal pertenece al ámbito familiar, y es la prohibición del
incesto la que impide que en éste se alcance la satisfacción pulsional.
Por otra parte, en este momento del desarrollo infantil, los genitales no
se hallan lo suficientemente desarrollados como para que se concrete el
acto sexual, lo cual también imposibilita que la pulsión se satisfaga en
un objeto de amor.
Diana Rabinovich dice que:
El carácter bifásico de la sexualidad plantea, más allá de los
cambios físicos de la pubertad, el problema de la elección de objeto
definitiva y su relación con el objeto de las pulsiones parciales,
problema que remite a lo que Freud denomina la ‘sexualidad
adulta normal (Rabinovich , 1988:21).
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Las series pulsionales en Freud | Diferencias y Articulación
Gráfico:
Las dos series pulsionales, implicancias clínicas
Resulta interesante luego de este recorrido volver a un texto de
Freud de 1912, puesto que en el se puede leer las consecuencias clínicas
de su descubrimiento aunque aún no lo tuviese conceptualizado.
Corriente Tierna y Sensual:
En su escrito “Sobre la más generalizada degradación de la
vida amorosa” muestra con precisión la diferencia entre ambas series
pulsionales, aplicándolo a la divergencia del objeto pulsional y del
objeto de amor a partir de la investigación de la impotencia, que él
llama psíquica, dejando claro su etiología.
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Jorge Assef | Leticia de Bortoli | María Eugenia Stechina
Freud dirá que la causa de esta afección será,
Una inhibición en la historia del desarrollo de la libido hasta su
plasmación definitiva y merecedora de llamarse normal. En este
caso no confluyen una en la otra dos corrientes cuya reunión
es lo único que asegura una conducta plenamente normal; dos
corrientes que podemos distinguir entre ellas como la tierna y la
sensual (Freud, 1995:174).
Notemos la fuerza que emplea Freud en este párrafo, nombrando,
a la confluencia de las dos series, la “plasmación definitiva y merecedora
de llamarse normal”, es a esto a lo que hace referencia Diana Rabinovich,
cuando marca que es al carácter bifásico de la sexualidad donde remitirá
Freud para pensar la “sexualidad adulta normal”.
¿Cómo definirá Freud a estas corrientes en 1912?
Dirá que la corriente tierna es la más antigua, proviene
de la primera infancia y se forma sobre la base de la pulsión de
autoconservación, dirigiéndose a los encargados de la crianza.
Corresponde a la elección infantil primaria de objeto. De ella
inferimos que las pulsiones sexuales hallan sus primeros objetos
apuntalándose en las estimaciones de las pulsiones yoicas,
del mismo modo como las primeras satisfacciones sexuales
se experimentan apuntaladas en las funciones corporales
necesarias para la conservación de la vida (Freud, 1995:174).
Freud dirá que la corriente sensual caracterizada por las
pulsiones sexuales que la constituyen y que procuran su satisfacción, se
añade a la tierna en la pubertad. Pero agrega:
Al parecer nunca deja de transitar por aquellos tempranos
caminos y de investir, ahora con montos libidinales más
intensos, los objetos de la elección infantil primaria. Pero
como tropieza ahí con los obstáculos de la barrera del incesto,
levantada entre tanto, exteriorizará el afán de hallar lo más
52 |
Las series pulsionales en Freud | Diferencias y Articulación
pronto posible el paso desde esos objetos, inapropiados en
la realidad, hacia otros objetos, ajenos, con los que puedan
cumplirse una real vida sexual (Freud, 1995:175).
Queda claro así que en 1912 sin tener conceptualizada
la noción de narcisismo ni el complejo de Edipo, Freud ya tiene
entendido que es luego de la represión, en el complejo de castración,
donde las dos series se encuentran y posibilitan la elección de objeto,
que se producirá siempre respondiendo al arquetipo de los primeros:
“El varón dejará a su padre y a su madre – según el precepto bíblico – y
se allegará a su mujer; así quedan conjugadas ternura y sensualidad”
(Freud, 1995:175).
Una Cuestión Clínica:
Que el psicoanálisis parte y culmina en la clínica es un hecho
innegable, en el artículo mencionado anteriormente Freud nos habla
de las series pulsionales pero no sin relación a la clínica.
Es a partir de los casos de impotencia que Freud trata en
algunos pacientes hombres, que va investigando cómo la dificultad de
la erección se producía porque la corriente tierna ha quedado fijada al
objeto primario que fue prohibido. A causa de ello, la corriente sensual
solo puede satisfacerse con un objeto que no recuerde en nada al objeto
de amor. La impotencia aparece si, de este objeto, se desprende algo
que pueda llevar a la aparición de lo reprimido, entonces, la impotencia
actúa como defensa ante la angustia de no respetar la prohibición, ante
la amenaza de castración.
Así Freud concluye que:
La vida amorosa de este tipo de seres permanece escindida en
las dos orientaciones que el arte ha personificado como amor
celestial y terreno (o animal). Cuando aman no anhelan, y
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Jorge Assef | Leticia de Bortoli | María Eugenia Stechina
cuando anhelan no pueden amar, a fin de poder mantener
alejada su sensualidad de los objetos amados; y luego, si
un rasgo a menudo nimio del objeto elegido para evitar el
incesto recuerda al objeto que debía evitarse, sobreviene, (...)
esa extraña denegación que es la impotencia psíquica (Freud,
1995:176-177).
De esto Freud entenderá la necesidad de algunos hombres de
degradar al objeto, justamente para alejarlo de la sobrestimación que
reserva para volcar sobre el objeto de amor, que es un subrogado del
objeto incestuoso.
Ampliando la idea Freud buscará respuestas a un fenómeno
bastante común en la Viena de principios de siglo.
La corriente tierna y la sensual se encuentran fusionadas entre
sí en las menos de las personas cultas; casi siempre el hombre
se siente limitado en su quehacer sexual por el respeto a la
mujer y solo desarrolla su potencia plena cuando está frente
a un objeto sexual degradado, lo que de nuevo tiene por
fundamento, entre otros, la circunstancia de que en sus metas
sexuales entran componentes perversos que no osa satisfacer en
la mujer respetada. Sólo le es deparado un pleno goce sexual si
puede entregarse a la satisfacción sin miramientos, cosa que no
se atreve a hacer con su educada esposa... (Freud, 1995:179).
En un cuento de Anton Chéjov, escritor que se empeño en
mostrar la decadencia de la sociedad europea de principios de siglos,
vemos claramente como funciona la escisión que explica Freud.
En La Corista, Chéjov cuenta que, la esposa de un hombre
que se encuentra en la ruina desesperada por salvar su posición, decide
acudir a la casa de la amante de su esposo a pedirle que le devuelva las
joyas que éste seguramente le había regalado. Llorando le suplica que
se las dé para venderlas y comprar comida para sus hijos, la amante le
dice que su esposo nunca le había regalado nada, ante la insistencia
de la mujer que amenaza ponerse de rodillas para que le de las joyas,
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Las series pulsionales en Freud | Diferencias y Articulación
la amante decide darle sus propias joyas, que no las había recibido del
esposo de quien se las pedía. Cuando la mujer recibe las joyas y se va,
del cuarto contiguo sale el hombre en cuestión que había escuchado la
discusión:
- ¿Qué joyas me ha traído usted? – Se arrojó sobre él Pasha ¿Cuándo fue eso?, dígame.
- Joyas... ¡qué importancia tienen las joyas! – Dijo Kolpakov,
y sacudió la cabeza - ¡Dios mío! Ha llorado delante de ti, se ha
humillado...
- ¡Le pregunto que cuándo me ha traído usted joyas! – gritó
Pasha.
- Dios mío, ella tan decente, orgullosa, pura... y hasta quería
ponerse de rodillas ante... ante esta mujerzuela.
Hasta aquí hemos tratado de mostrar como en la obra freudian,
a si bien ambas series no se encuentran conceptualizadas como las
conocemos ahora, se encuentran claramente delimitada, como Freud
trabaja con ellas teóricamente. Se sirve de ellas para explicar el devenir
de la elección de objeto y las aplica en la clínica.
Es justamente en la confluencia de ambas series donde Freud
cifrará la “normalidad” de la elección de objeto, Lacan abrirá la cuestión
al retomar esta dualidad con la idea de “la madre y la puta”, mostrando
que, en esa disociación de la vida amorosa están comprometidas
cuestiones estructurales básicas, cuestiones que tal vez el mismo Freud
ya tenía claras a pesar de su educación victoriana, tal vez por ello decidió
llamar a esa “degradación de la vida amorosa”, la “más generalizada”...
Bibliografía
FREUD, Sigmund. “Carta 52” en Obras Completas. Tomo I. Amorrortu
Edit.. Bs. As. 1995.
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Jorge Assef | Leticia de Bortoli | María Eugenia Stechina
FREUD, Sigmund. “De la historia de una neurosis infantil” en Obras
Completas. Tomo XVII. Amorrortu Edit. Bs. As. 1995.
FREUD, Sigmund. “Sobre la más generalizada degradación de la vida
amorosa” en Obras Completas. Tomo XI. Amorrortu Edit.. Bs. As..
1995.
FREUD, Sigmund. “Inhibición, síntoma y angustia” en Obras
Completas. Tomo XX. Amorrortu Edit.. Bs. As.. 1995.
FREUD, Sigmund. “Introducción al narcisismo” en Obras Completas.
Tomo XIV. Amorrortu Edit.. Bs. As.. 1995.
FREUD, Sigmund. “La interpretación de los sueños” en Obras
Completas. Tomo V. Amorrortu Edit. Bs. As. 1995.
FREUD, Sigmund. “La organización infantil” en Obras Completas.
Tomo XIX. Amorrortu Edit. Bs. As. 1995.
FREUD, Sigmund. “La predisposición a la neurosis obsesiva” en Obras
Completas. Tomo XII. Amorrortu Edit. Bs. As. 1995.
FREUD, Sigmund. “Más allá del principio del placer” en Obras
Completas. Tomo XVIII. Amorrortu Edit. Bs. As. 1995.
FREUD, Sigmund. “Proyecto de psicología para neurólogos” en Obras
Completas. Tomo I. Amorrortu Edit. Bs. As. 1995.
FREUD, Sigmund. “Pulsiones y destinos de pulsión” en Obras
Completas. Tomo XIV. Amorrortu Edit. Bs. As. 1995.
FREUD, Sigmund. “Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso
de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente” en
Obras Completas. Tomo XII. Amorrortu Edit. Bs. AS. 1995.
FREUD, Sigmund. “Tótem y tabú” en Obras Completas. Tomo XIII.
Amorrortu Edit. Bs. As. 1995.
FREUD, Sigmund. “Tres ensayos de teoría sexual” en Obras Completas.
Tomo VII. Amorrortu Edit. Bs. As. 1995.
LACAN, Jacques. Seminario 4. Ediciones Paidos. Bs. As. 1994.
RABINOVICH, Diana. El concepto de objeto en la teoría psicoanalítica
(sus incidencias en la dirección de la cura). Ediciones Manantial S.R.L.
Bs. As. 1988.
56 |
COMENTARIOS ACERCA DEL NARCISISMO
Alexis A. Morales
Introducción
Tratar de abarcar en su totalidad la problemática del narcisismo
escaparía, sin duda, a la realización del más pretencioso volumen, con
mucha mayor razón a la realización de un simple capítulo; es por ello
que hemos decidido concentrar nuestros esfuerzos en algunos pocos y
limitados aspectos: comprender su momento de producción teórica,
problematizar la idea de un narcisismo primario en el niño y su relación
con la constitución del yo, y por último, analizar las implicancias del
narcisismo en el desarrollo posterior del sujeto. Hubiera sido de sumo
interés poder trabajar las implicancias que existen entre el narcisismo, el
amor y el enamoramiento; pero considerando la extensión que cobraría
el presente trabajo, nos hacen mantener esta deuda pendiente.
La Introducción del Narcisismo y el debate Freud – Jung.
Hasta 1912, el psicoanálisis, partiendo de los fenómenos
neuróticos, había conceptualizado a la sexualidad infantil como el
terreno privilegiado en donde se constituye y se desenvuelve el psiquismo.
Ajustado a esto, Freud postula su primera división pulsional entre
sexuales y del yo. Siendo las primeras, las fuerzas que reguladas por el
principio de placer, tienden hacia la satisfacción libidinal y las segundas,
las encargadas de la conservación del organismo mediante la satisfacción
de necesidades inherentes a la vida (hambre, sed, etc.). El padecer
neurótico era el resultante del conflicto entre estas dos tendencias.
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Alexis A. Morales
Esta primera teoría tenía dos serios inconvenientes; primero, y
como reconoce Freud (1914-76), descansaba en supuestos biológicos
y mínimamente en bases psicológicas. Se trataba de la transposición de
las concepciones de Weisman, quien sostenía que el individuo tenía un
doble destino, como ser en sí mismo y como mero portador del plasma
germinal inmortal. La segunda, que el yo quedaba reducido a un mero
regulador de las pulsiones en nombre de la realidad externa fuera de la
historia libidinal del sujeto.
A su vez, con la entrada en escena de la psicosis se producen
dos serios interrogantes6 que exigen poner al yo bajo la lupa del análisis:
¿cuál es el mecanismo detrás del delirio de grandeza y de la pérdida de
la realidad? Colindantes con estas temáticas se van a anudar otras, hasta
ese momento esquivas: la homosexualidad, la omnipotencia de las
ideas, la melancolía, entre otras; lo cual va a requerir la reformulación
completa de la teoría libidinal.
En el caso Schreber, Freud (1912:68,69) plantea el debate en
relación a esta temática en los siguientes términos:
Uno debería entonces hacer coincidir lo que llamamos
investidura libidinal (interés desde fuentes eróticas) con el
interés en general, o bien considerar la posibilidad de que una
vasta perturbación en la colocación de la libido puede inducir
también una perturbación correspondiente en las investiduras
yoicas... (Freud, 1912:68,69).
Luego, refiere el carácter meramente especulativo que posee la
concepción pulsional para continuar con el análisis de la pérdida de la
realidad:
No se puede desechar la posibilidad de que las perturbaciones
libidinales ejerzan unos efectos de contragolpe sobre las
6
“un motivo acuciante para considerar la imagen de un narcisismo primario y normal
surgió a raíz del intento de incluir bajo la premisa de la teoría de la líbido el cuadro de
la dementia praecox (Kraepelin) o esquizofrenia (Bleuler) (Freud, 1914:72).
58 |
Comentarios acerca del narcisismo
investiduras yoicas, como tampoco lo inverso, a saber, que
las alteraciones anormales en el interior del yo produzcan la
perturbación secundaria o inducida de los procesos libidinales.
Y aún es probable que procesos de esta índole constituyan el
carácter diferenciador de la psicosis (Freud, 1912:68,69).
Este párrafo le servirá a Jung para sostener que Freud ha
desistido de considerar a la libido como interés sexual, haciéndola
coincidir con una energía indiferenciada dentro del aparato psíquico,
y que la posibilidad de que la libido sexual sea introyectada al yo no
daría una demencia precoz sino la “psicología de un anacoreta ascético”.
Freud responde a esta crítica del siguiente modo:
Un anacoreta así, que «se afana en desarraigar todo
rastro de interés sexual» ni siquiera tiene que presentar
necesariamente una colocación patógena de la libido. Puede
haber extrañado enteramente de los seres humanos su interés
sexual, sublimándolo empero en un interés acrecentado por lo
divino, lo natural, lo animal, sin que ello le hiciera caer en una
introversión de su libido sobre sus fantasías ni en un regreso de
ella a su yo (Freud, 1914:78).
Freud pone el acento y distingue claramente entre la
introversión de la libido sobre los objetos de la fantasía y la vuelta al yo,
lo cual definirá el destino patológico, neurosis o psicosis según el caso.
Freud, en el párrafo de “Schreber”, termina por considerar que
lo más plausible es suponer que la energía libidinal altera el interés
yoico y no lo inverso. Sin embargo, Jung en un punto tiene razón,
Freud ha acercado peligrosamente las dos instancias contrapuestas
por excelencia, haciéndolas dialogar e inmiscuirse una en terreno de
la otra y si esto es así, sí libido e interés se comunican, qué queda del
conflicto pulsional, eje central de la dinámica psíquica. De este cuello
de botella al que se había llegado, las respuestas de Freud y de Jung
serán diametralmente opuestas.
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Alexis A. Morales
Sirve a modo de anécdota y para señalar el contexto en que se
desarrolla la producción intelectual, marcar brevemente el papel jugado
por cada uno de los actores involucrados. Jung había sido siempre
reticente al valor otorgado por Freud a la sexualidad, al mismo tiempo
que deseaba emanciparse del maestro y brillar con luz propia. Su opción
estaba definida, debía optar por el interés, por una energía psíquica
indiferenciada, que erradicaba la parte más urticante del psicoanálisis
y le permitía salir de la sombra del Freud. Este, por el contrario, había
defendido siempre el valor central de la sexualidad contra todo tipo
de ataques, sabiendo que entre todos sus descubrimientos este era
el que más peligro corría de volver a las sombras de las cuales había
sido rescatado. La posición de su discípulo era sentida casi como una
traición, y eso se trasluce en el tono en que Freud se dirige a Jung en
Introducción del Narcisismo.
¿Cuál es la respuesta de Freud? La teoría se corre hacia la
sexualidad, el yo se hace objeto de amor y no simplemente un mero
representante de la realidad frente al polo pulsional, el narcisismo se
constituye en el punto de apoyo sobre el cual se mueve la libido. Si
bien se sigue manteniendo la primera teoría pulsional, esto es solo
a beneficio de inventario, hasta que se encuentre algo mejor que lo
reemplace; en Mas allá del Principio del Placer Freud reconoce que
se había vuelto insuficiente para acceder a fenómenos mas allá de la
neurosis, e insostenible desde la entrada teórica del narcisismo7.
El término narcisismo había sido introducido por primera vez
en 1899 por Paul Näcke para describir el estado de amor hacia sí mismo
presente en los casos de psicosis, considerándola como una nueva
7
Nos vemos obligados a destacar el carácter libidinoso de las pulsiones de
autoconservación ahora, desde que osamos dar otro paso: discernir la pulsión sexual
como el Eros que todo lo conserva, y derivar la libido narcisista del yo a partir de
los aportes libidinales con que las células del soma se adhieren unas a otras. Pues
bien; de pronto nos enfrentamos con este problema; Si también las pulsiones de
autoconservación son de naturaleza libidinosa, acoso no tengamos otras pulsiones
que las libidinosas (Freud, 1920:51).
60 |
Comentarios acerca del narcisismo
categoría nosográfica dentro de la perversión, aunque en realidad no se
diferenciaba del autoerotismo. Näcke, por cierto, lo abandona a favor
de este último, por sugerencia del mismo Freud.
Con la constitución de la sociedad de los Miércoles, el
concepto reaparece por iniciativa de Sadger, quien, interesado en
dilucidar la homosexualidad masculina, priorizaba el objeto primario
y la identificación con él. Freud, al principio, reacio a la utilización del
narcisismo hecha por Sadger, se orientaba más al estudio de la elección
del objeto en función al destino posterior que sufriría en el inconsciente
(Terrazas, 1990:105). Sin embargo, en el análisis de Leonardo, se iba a
acercar mucho más a la posición inicial de Sadger, quien a su vez, había
claudicado las propias a favor de las freudianas.
El narcisismo fue un punto de inflexión para el psicoanálisis,
tanto a nivel institucional como teórico, ya que representó el trampolín
hacia la segunda tópica, permitiendo comprender al yo, tanto en su
génesis como en su dinámica, y la relación que establece con el mundo,
la cual se mostró más compleja que la mera adecuación al principio de
realidad.
El Narcisismo Primario
El narcisismo secundario no ofrece mayores inconvenientes
y una vez que fue establecido por Freud no sufrió modificaciones.
Básicamente se lo define como el retorno de las catexias libidinales
al yo, presente tanto en los estados patológicos propios de la psicosis
como en la normalidad, el sueño, la enfermedad orgánica, etc.
No es el caso del narcisismo primario, cuya concepción fue
cambiando y la dilucidación de esta fase primaria de la libido sigue
estando sujeta a examen. Al solo fin de poder orientarnos y sin pretender
ser exhaustivos, vamos a delimitar dos concepciones principales, a las
cuales se agrega una tercera, si se quiere marginal a las anteriores y no
| 61
Alexis A. Morales
tan claramente desarrollada, pero implícita en distintos momentos de
la obra freudiana y que actualmente cobra la mayor relevancia.
Con respecto a la primera formulación freudiana, se pueden
citar los siguientes párrafos del caso Schreber y La Introducción del
Narcisismo:
Consiste en que el individuo empeñado en el desarrollo, y que
sintetiza, en una unidad sus pulsiones sexuales de actividad
autoerótica, para ganar un objeto de amor se toma primero a sí
mismo, a su cuerpo propio, antes de pasar de este a la elección de
objeto en una persona ajena (Freud, 1911:56).
Es un supuesto necesario que no esté presente desde el comienzo
en el individuo una unidad comparable al yo; el yo tiene que ser
desarrollado. Ahora bien, las pulsiones autoeróticas son iniciales,
primordiales; por tanto, algo tiene que agregarse al autoerotismo,
una nueva acción psíquica, para que el narcisismo se constituya
(Freud 1914:74).
Aquí el narcisismo primario representa el paso del autoerotismo
a la elección de objeto (como totalidad, opuesto a la parcialidad propia
del objeto pulsional) pero para producirse es necesario que el niño
invista primero una representación unitaria de sí, constituyendo de esta
manera su yo. El sujeto, remarca Freud, posee dos objetos primarios de
amor, él mismo y la madre.
Aquí sería bueno detenernos y diferenciar qué se entiende por
yo, ya que Freud nunca manejó una idea univoca de esta instancia. En
el “Yo y el Ello”, cap. II, el yo aparece como una transformación del ello
en función a las presiones del mundo externo.
Es fácil inteligir que el yo es la parte del ello alterada por la
influencia directa del mundo exterior, con mediación del
P-Cc: por así decir, es una continuación de la diferencia de
superficies. Además se empeña en hacer valer sobre el ello
el influjo del mundo exterior... se afana por reemplazar el
principio de placer… por el principio de realidad (Freud
1923:27).
62 |
Comentarios acerca del narcisismo
Sin embargo en el capítulo siguiente, Freud trabaja esta temática
en relación a la identificación: “El carácter del yo es una sedimentación
de las investiduras de objeto resignadas, contiene la historia de estas
elecciones de objeto” (Freud 1923:31).
Existen en Freud dos nociones diferentes con respecto al
yo, por un lado postula un yo como mero regulador de las presiones
internas y externas, un yo – cuerpo; por lo tanto un yo que es posible
desde un inicio, tal como postula en Pulsiones y Destino de Pulsiones
(Freud, 1915: 128-9) al hablar de un yo realidad - inicial. Por otra parte
el yo tiene un segundo sentido al representar la imagen narcisística de
sí, como un objeto privilegiado frente al mundo8. En este caso, el yo
no puede estar dado desde un origen, tiene que ser producto de una
“nuevo acto psíquico”.
Con la segunda tópica, Freud establece al narcisismo
primario como un estado anobjetal9, no posterior sino simultáneo al
autoerotismo, caracterizado por la ausencia total de vínculo con el
medio circundante y donde no se registraría diferencia entre el yo y
el ello, cuyo prototipo lo constituiría la vida intrauterina, de la cual el
sueño sería su reproducción más o menos perfecta10. El supuesto de un
narcisismo simultáneo a la constitución del yo si bien no es abandonado,
se lo considerada como propia del narcisismo secundario, dado que la
libido vuelve al yo por vía de las identificaciones (Freud, 1923:46).
Laplanche y Pontalis tienen razón cuando critican esta
segunda concepción del narcisismo primario al considerarla, en primer
término, una contradicción con la experiencia misma del lactante, al
mismo tiempo que una vuelta a un preformismo endogenista, que
8
Ver Strachey en Freud, 1923:8 .
Sin embargo la misma concepción del narcisismo ya se encontraba anteriormente
en Freud (1915:126).
10
Distinguimos dos de estas regresiones: en el desarrollo del yo y en el de la libido. En
el estado del dormir, este último llega hasta la reproducción del narcisismo primitivo,
y el primero, hasta la etapa de la satisfacción del deseo (Freud, 1915b:221-2).
9
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Alexis A. Morales
hace derivar todas las manifestaciones y funciones superiores del
individuo de formas ya establecidas de antemano e independientes de
los accidentes históricos que se hubieran producido.
Tomada literalmente, tal concepción ofrece un doble peligro:
el de contradecir la experiencia, afirmando que el recién nacido
carecería de una apertura perceptiva hacia el mundo exterior, y el
de renovar, por lo demás en términos ingenuos, la aporía idealista,
agravada aquí por una formulación «biológica» ¿cómo pasar de
una mónada cerrada sobre sí misma al reconocimiento progresivo
del objeto? (Laplanche y Pontalis, 1971:230).
Si bien Freud tiene el mérito de haber problematizado al sujeto
al insertarlo en un diálogo permanente con su propia historia, hay que
decir que nunca pudo librarse totalmente de una metafísica biológica
que reduce todo a un determinismo genético.
Una dificultad en el desarrollo del narcisismo, como cuantum
libidinal que inviste el cuerpo como totalidad, presentes tanto en la
primera aunque más notoriamente en la segunda hipótesis, es que
Freud lo hace dependiente de un bagaje orgánico que el sujeto pondría
en acción, relegando al otro, específicamente el otro primordial que
es la madre, al papel de objeto que está para ser investido, o mero
proveedor de las satisfacciones que el niño no puede procurarse por
si mismo.
Esta tesis resulta difícil de sostener, ya que es clínicamente
observable que un Otro limitado a la conservación biológica del sujeto
es insuficiente para el establecimiento de un aparato psíquico, siendo
el hospitalismo uno de los ejemplos más extremos en este sentido.
Posterior a Freud la mayoría de los autores psicoanalíticos, salvo si se
quiere M. Klein, van a poner en la madre, o si se quiere en el “auxiliar
externo”, la responsabilidad sobre la fundación del aparato psíquico.
La excepción a esta orientación teórica lo constituye un
párrafo de Introducción del Narcisismo. En estas líneas se encontraría lo
que nosotros denominamos el tercer modo que Freud nos ofrece para
64 |
Comentarios acerca del narcisismo
pensar el narcisismo:
El narcisismo primario que suponemos en el niño, y que
contiene una de las premisas teóricas sobre la libido, es más
difícil de asir por observación directa que de comprobar
mediante una inferencia retrospectiva hecha desde otro punto.
Si consideramos la actitud de los padres tiernos hacia sus hijos,
habremos de discernirla como renacimiento y reproducción del
narcisismo propio, ha mucho abandonado. La sobrestimación,
marca inequívoca que apreciamos como estigma narcisista
ya en el caso de la elección de objeto, gobierna, como todos
saben, este vínculo afectivo. Así prevalece una compulsión a
atribuir al niño toda clase de perfecciones… His Majesty the
Baby, como una vez nos creímos. Debe cumplir los sueños,
los irrealizados deseos de sus padres; el varón será un gran
hombre y un héroe en lugar del padre, y la niña se casará con
un príncipe como tardía recompensa para la madre (Freud,
1914:88 – 89).
Nos encontramos en primer lugar con un sinceramiento: el
narcisismo primario no parte de la observación directa del niño, es sólo
un constructo teórico, de lo que se trata es del narcisismo de los padres
proyectado sobre el hijo; que, en tanto es una representación que le
viene del otro, ha de ser resignificada continuamente y es por ello que
el individuo pasa de investir los ideales familiares, a los religiosos, a los
ideológicos, etc.
El hincapié está puesto en la mirada de los padres hacia el niño,
siendo el narcisismo no sólo la unificación del cuerpo pulsional sino
también un lugar de privilegio, un destino que se le otorga al infante,
destino que encarna el punto donde el narcisismo de los padres tuvo
que ceder frente a los apremios de la vida11.
De alguna manera, Freud se acerca a la formulación anterior
en Duelo y Melancolía, cuando postula que los autorreproches
melancólicos son, en realidad, querellas que se dirigen al objeto amado
11
Este punto será tratado más adelante.
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Alexis A. Morales
que se ha perdido y luego ha pasado a ser erigido en el yo. Si este cambio
en la ligadura con el objeto es posible, se debe a que originariamente se
lo invistió narcisísticamente.
Desde luego, corresponde a la regresión desde un tipo de elección
de objeto al narcisismo originario. En otro lugar hemos
consignado que la identificación es la etapa previa de la elección
de objeto y es el primer modo, ambivalente en su expresión,
como el yo distingue a un objeto. Querría incorporárselo, en
verdad, por la vía de la devoración, de acuerdo con la fase oral
o canibálica del desarrollo libidinal. ....Si pudiéramos suponer
que la observación concuerda con las deducciones que hemos
hecho, no vacilaríamos en incluir dentro de la característica de
la melancolía la regresión desde la investidura de objeto hasta
la fase oral de la libido que pertenece todavía al narcisismo
(Freud, 1917:247).
En este párrafo aunque no termine de articularlos, Freud
sitúa en un mismo tiempo y en un juego de relaciones el narcisismo,
la identificación y la fase oral, como caras de una misma moneda. La
fase oral corresponde a la primacía de la zona pulsional pero también
a la modalidad de relación con el objeto, en el cual el amor y el odio
no se distinguen y en el mismo acto en que el sujeto devora al objeto se
identifica con este. Esto sucede igualmente en la melancolía, en donde
el sujeto y el objeto pueden intercambiar sus papeles. Esto contradice
la idea de un aparato psíquico generado a partir de un programa
preestablecido y rechaza la idea de un yo autónomo en donde el sujeto
se afirma.
Tanto en la homosexualidad como en la paranoia sucede
otro tanto. La contribución freudiana a la problemática de la
homosexualidad es haber dilucidado la trama en que se desenvolvía.
Partimos de la misma elección primaria, el sujeto ama a su madre, pero
en el momento en que ha de resignarla desplazando su libido hacia otra
figura femenina, se identifica con ella y coloca en el lugar del objeto a
otro que encarne a ese niño amado que el ha sido. La homosexualidad
66 |
Comentarios acerca del narcisismo
es un modo de elección narcisista en tanto personificando a la madre,
garantiza y fija la mirada libidinizante de ésta hacia el niño12. Si en la
melancolía la sombra del objeto había caído sobre el yo, bien se podría
decir que en la homosexualidad la sombra del yo cae sobre el objeto.
Esta tercera formulación se opone tajantemente a la desplegada
en la segunda tópica pero no así con la primera a la cual enriquece. Así,
el narcisismo, como constitución de un cuerpo y de un yo, es siempre
a partir de la mirada del otro. En este sentido Lacan, con su estadio del
espejo, postula que la constitución del yo esta dada por la captación
amorosa que hace el niño de su propia imagen basada en el modelo
del otro. Desde esta perspectiva el narcisismo nunca podría ser tenido
como una etapa anobjetal del sujeto.
Existe en primer lugar un narcisismo en relación a la imagen
corporal. Esta imagen es idéntica par el conjunto de los
mecanismos del sujeto y confiere su forma a su unwelt*13 en
tanto es hombre y no caballo. Ella hace la unidad del sujeto, la
vemos proyectarse de mil maneras, hasta en lo que podemos
llamar la fuente imaginaria del simbolismo, que es aquello a
través de lo cual el simbolismo, se enlaza con el sentimiento, con
el selbstegefül**14. Este primer narcisismo se sitúa, si quieren,
a nivel de la imagen real de mi esquema, en tanto esta imagen
permite organizar el conjunto de la realidad en cierto número
de marcos preformados. .... El otro tiene para el hombre un
valor cautivador, dada la anticipación que representa la imagen
unitaria tal como ella es percibida en el espejo, o bien en la
realidad toda del semejante. El otro, el alter ego, se confunde
en mayo o menor grado, según las etapas de la vida, con el
Ich - Ideal***15, ese ideal del yo constantemente invocado en el
artículo de Freud. La identificación narcisista... la del segundo
12
En todos los casos indagados comprobamos que las personas después invertidas
atravesaron en los primeros años de su infancia una fase muy intensa, pero también
muy breve, de fijación a la mujer (casi siempre a la madre), tras cuya superación se
identificaron con la mujer y se tomaron a sí mismos como objeto sexual, vale decir,
a partir del narcisismo buscaron a hombres jóvenes, y parecidos a su propia persona,
que debían amarlos como la madre los había amado (Freud, 1905:131, nota 13 –
agregado en 1910).
| 67
Alexis A. Morales
narcisismo es la identificación al otro que, en el caso normal,
permite al hombre situar con precisión su relación imaginaria
y libidinal con el mundo en general (Lacan, 1953:192-193).
Los herederos del Narcisismo Infantil13
El narcisismo infantil puede definirse como el momento
fundante en el cual el sujeto inviste la imagen de sí como totalidad
unificándolo frente al caos anárquico de sus pulsiones parciales, al
mismo tiempo que cierra el circuito de su economía libidinal sobre el
propio cuerpo. Esto no supone que el niño esté solo, por que aunque no
lo reconozca como otro o sólo lo haga en forma precaria, no significa
que el otro no esté ahí, constituyéndolo a partir de la mirada.
El progreso subjetivo estará definido por la posibilidad de
tomar distancia de ese círculo cerrado que el niño representa abriendo
su economía libidinal a la alteridad de los objetos del mundo14.
Es a partir de las amonestaciones que los padres realizaron
para con sus hijos que tiene lugar el fin del narcisismo infantil. El
niño es, en un momento, el objeto perfecto sobre el cual se deposita
la mirada de la madre pero, prontamente, esta irá imponiendo
exigencias, condicionando su amor al cumplimiento de ciertas normas
e ideales socialmente valorados. Estos imperativos serán interiorizados
constituyendo el ideal del yo, que el sujeto tratará de satisfacer
para reencontrarse nuevamente con el amor que se le deparará
primitivamente. La satisfacción de objeto y el cumplimiento de los
idealesregularán el sentimiento de sí, o sea la cantidad de libido que
invista al yo.
Sobre el primero, Lacan (1956) va a plantear que cuando el
niño descubre que la madre puede dar o no el objeto de la satisfacción,
13 *
14 **
En alemán en el original. (Alrededor, contorno, mundo, ambiente.)
Sentimiento de sí
68 |
Comentarios acerca del narcisismo
el objeto mismo se convierte en símbolo del amor materno, es por ello
que cada vez que se produzca la satisfacción pulsional se producirá un
acrecentamiento de la libido narcisistica.
El sentimiento de sí constituye un resto de narcisismo infantil
que permanece en el yo, luego que este fuese desplazado hacia el ideal.
La posibilidad de que pueda acrecentarse o disminuirse se encuentra
relacionado con el fracaso o éxito que tenga el yo en el cumplimiento de
las metas impuestas. En Un recuerdo de infancia en Poesía y Verdad Freud
(1917: 150) postula lo siguiente: “Cuando uno ha sido el predilecto
indiscutido de la madre, conservará toda la vida ese sentimiento de
conquistador, esa confianza en el éxito que no pocas veces lo atraen de
verdad” (Freud, 1917:150).
En esta frase, y mas allá de las resonancias autobiográficas,
Freud vuelve a ubicar el narcisismo infantil como la cristalización de
las investiduras maternas –aunque perfectamente puede investir a
lo paterno en su conjunto - , y el sentimiento de sí como el resto de
omnipotencia infantil que permanece en el yo y que permite enfrentar
al mundo, persiguiendo el rencuentro con el primer estado libidinal.
Así, tanto el cumplimiento con los ideales regulará el sentimiento
de sí, como este último será la fuerza impulsora para alcanzar a los
primeros.
En Introducción del Narcisismo, Freud se pregunta por qué
en algunos individuos ciertas mociones pulsionales son aceptadas sin
conflictos, mientras otros ni si quiera toleran su representación en
la conciencia. La respuesta se encuentra en el ideal como causa de la
represión, en otros términos: la represión parte del respeto del yo por sí
mismo (Freud, 1914:90)15.
Posteriormente, con la introducción de la segunda tópica, al
ideal del yo se le sumará la introyección de la voz censuradora de los
padres, de este modo el yo será juzgado y condenado según se acerque
15 ***
Ideal del yo
| 69
Alexis A. Morales
o se aleje de los valores incluidos dentro del ideal. La represión partirá
entonces del yo en obediencia a las amonestaciones superyoicas (Freud,
1923: 37).
Consecuencias directas de esta situación, son tanto el ingreso
del sujeto al mundo de la cultura como el malestar neurótico que
ocasiona el haberse sometido a exigencias superyoicas por encima
de sus posibilidades, dejando fuera de su control montos de energía
que no encuentran descarga y que perturban el equilibrio del aparato
psíquico.
Paradójicamente, la otra cara de la instauración superyoica, la
constituye la continuación, por otros medios, de la condición infantil
del sujeto16. El desvalimiento y la dependencia del individuo durante
su prolongada infancia lo hacen dependiente de aquellos que satisfacen
sus necesidades, en tanto puede percibir que los otros tienen la potestad
de aceptar o no sus demandas. Buscará, entonces, congraciarse con el
otro, ser todo para el otro, aceptará sus normas, se identificará con sus
ideales y el arrebato pulsional, primero censurado por el medio y luego
reprimido, será sentido como un peligro que conlleva la perdida del
amor de objeto. La necesidad de ser amado, como remarca Freud17, será
algo de lo cual el sujeto no se desprenderá nunca. La fascinación que
nos producen los grandes felinos, el humorista o el criminal célebre es
que justamente ellos se encuentran libres de esta condición, se bastan a
si mismos, no necesitan congraciarse con nadie.
Con el fin de la infancia y el Complejo de Edipo, el superyó,
como interiorización de las voces parentales perpetuará dicha situación,
16
A los fines de la comprensión llamaremos narcisismo infantil a la fase constitutiva
del yo en la cual las investiduras libidinales se recargan sobre esta instancia,
indistintamente si consideramos a esto como narcisismo primario o secundario.
17
El desarrollo del yo consiste en un distanciamiento respecto del narcisismo
primario y engendra una intensa aspiración a recobrarlo. Este distanciamiento
acontece por medio del desplazamiento de la libido a un ideal del yo impuesto desde
fuera; la satisfacción se obtiene mediante el cumplimiento de este ideal (Freud, 1914:
96).
70 |
Comentarios acerca del narcisismo
el sujeto buscará ser amado por el superyó como anteriormente lo hizo
con los padres, su condenación será equivalente a la pérdida de amor
del objeto, garantía de supervivencia.
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RODRIGUÉ, Emilio. Sigmund Freud – El siglo del psicoanálisis. Bs.
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72 |
CONSIDERACIONES SOBRE EL EDIPO I
DEL COMPLEJO DE EDIPO Y LA CASTRACIÓN
Alejandro J. Rostagnotto
Mariela Yesuron
Introducción
Los conceptos relativos al Complejo de Edipo, muestran su
vigencia porque son herramientas útiles y necesarias, tanto para el
abordaje en la clínica, como para la posible transformación de alguna
situación-problema que se nos presente en alguno de los ámbitos donde
el psicólogo puede desarrollar su tarea: educacional, laboral, jurídicocriminológico, sanitario, etc.
La hipótesis que desarrollamos en este trabajo, es la siguiente:
lo que se ha modificado en el devenir histórico respecto al padre como
agente operador del Edipo, son las versiones imaginarias del padre,
no así su función normativa; aunque esta se halle en la actualidad
problematizada -ya sea por la difuminación de su semblante o por lo que
también se denomina cuestionamiento del padre o del patriarcado.
El Edipo freudiano
En la época freudiana, el padre, era una figura prevalente dentro
de una estructura familiar patriarcal, de moral bizantina. Incluso en
1913, Freud con el mito de la Horda Primitiva, nos ha transmitido el
origen de la civilización destacando la importancia del padre. Padre que
perdura, aún después de ser asesinado por sus hijos, como fundamento
del acuerdo entre los hermanos para acceder a la sexualidad, y como ley
pacificadora que posibilita la convivencia.
| 73
Alejandro J. Rostagnotto | Mariela Yesuron
Lo antes expresado, nos permite indicar que el padre -el padre
muerto tal como lo muestra el mito freudiano-, es un padre simbólico,
que tiene como una de sus principales funciones la de normativizar,
y brindar un principio de legalidad y regulación de las relaciones
familiares y sociales. Como ejemplo de esto, en el texto El yo y el
ello, Freud (1923) nos señala cómo, maestros y autoridades fueron
retomando el papel, la función del padre.
El interés por estudiar el Complejo de Edipo y su articulación
con otro concepto importante en la obra freudiana, el Complejo de
Castración, reside en que es un concepto fundamental del psicoanálisis
que implica:
v El complejo nuclear de la neurosis.
v El momento en que culmina la sexualidad infantil
organizando el devenir humano en torno a: los lazos
de amor con el objeto y la diferencia de los sexos y las
generaciones.
v Posibilita la constitución de las identificaciones que
sustentan la identidad y brindan el carácter identitario.
Asimismo, estos aspectos se hallan íntimamente ligados al
descubrimiento freudiano del inconsciente. De esta manera, los sueños,
chistes, olvidos, lapsus, y el síntoma en sí mismo, son entendidos como
producto del trabajo del inconsciente, que poseen una significancia:
son manifestaciones de deseos sexuales, infantiles reprimidos; siendo
la coyuntura edípica, la escena donde se ponen en juego esos deseos,
adquiriendo así una significación en tal sentido.
El psicoanálisis, recurre a la tragedia de Sófocles y al Hamlet
de Shakespeare, como ejemplares trágicos que ilustran las mociones o
deseos libidinosos hacia el progenitor del otro sexo, y la rivalidad con el
progenitor que se percibe como competidor. De esta manera, el deseo
como principio causal explicativo de las formaciones del inconsciente,
es ejemplificado con esta mítica, adquiriendo un valor explicativo.
Vayamos a los argumentos.
74 |
Consideraciones sobre el Edipo I. Del complejo de Edipo y la castración
I
A partir de 1920 es posible articular en la teoría freudiana, las
fases de desarrollo de la libido -oral, anal, genital-, con el descubrimiento
de los deseos edípicos. Lo que queremos resaltar aquí es que Freud,
reemplaza el primado genital por la noción de primado de la fase fálica,
llevando así al primer plano el tema de la Castración.
En 1923 Freud escribe...”para ambos sexos solo desempeña
un papel un genital, el masculino. Por lo tanto no hay un primado
genital, sino un primado del falo” (Freud, 1923). Esta expresión
freudiana, muchas veces confundida con algún sintagma lacaniano, es
la conceptualización de una idea que ya estaba en Freud desde 1908,
en Sobre las teoría sexuales infantiles, donde Freud observa el papel que
desempeña el genital masculino en la teoría sexual infantil, esto es la
universalidad del pene18. Incluso nos aclara que cuando el niño observa
la falta de pene en la niña, se dice “ya le va a crecer”.
Este valor atribuido al genital, es precisado posteriormente
por Freud, como un aspecto meramente simbólico, como un punto
de atribución o valoración que una cultura, en un momento dado,
atribuye a algo.
Freud, dice que “el carácter principal de esta ‘organización
genital infantil’ es, al mismo tiempo, su diferencia respecto de la
organización genital definitiva del adulto. Reside en que, para ambos
sexos, sólo desempeña un papel un genital, el masculino. Por tanto, no
hay un primado genital, sino un primado del falo” (Freud, 1908:146).
Del cual indicamos los siguientes aspectos:
–
Es representante inconsciente privilegiado que no tiene
equivalente. Aparece como esa sola medida para los dos sexos.
18
La represión, hemos dicho, parte del yo; podríamos precisar. Del respeto del yo por
sí mismo. Las mismas impresiones y vivencias, los mismos impulsos y mociones de
deseo que un hombre tolera o al menos procesa concientemente, son desaprobados
por otro con indignación total o ahogados ya antes que devengan concientes (Freud,
1914: 90).
| 75
Alejandro J. Rostagnotto | Mariela Yesuron
–
Sostiene la diferencia entre los sexos, que por esa falta de
equivalente, no se puede inscribir ni escribir. Freud lo
establece como polaridad fálico/castrado.
Es representante psíquico de esa “fuente de saber” sexual
traumática.
La investigación sexual y el apetito de saber, nos señala Freud
en Sobre las teorías sexuales infantiles (Freud, 1908:191), reintroduce lo
que ya estaba lógicamente antes: el complejo nuclear de la neurosis que
reaparece como conflicto psíquico, expresado como escisión psíquica
(psychiescher spaltung) y lleva al trauma de la castración. Concepto
central relativo al Edipo y vinculado a la primacía del falo, a lo que
Freud agrega: “sólo puede apreciarse rectamente la significatividad de
complejo de castración si a la vez se toma en cuenta su génesis en la
fase del primado del falo” (Ob. Cit.:147), explicitando a su vez, que el
niño adquiere una representación de un daño narcisista por pérdida
corporal, a raíz de la pérdida del pecho materno, la cotidianeidad de las
heces y aún, la separación del vientre de la madre al nacer. Experiencias
anteriores que, por el efecto del a posteriori se resignifican en la
constitución del complejo de castración, como una nueva separación.
Ahora bien, la condición necesaria del Complejo de Edipo es
la operación de la castración en la madre, para que pueda inscribirse
la castración en el niño. Esto quiere decir que, reconocer la falta de
pene en la mujer, implica la caída de la premisa universal del pene,
y la posibilidad de establecer el falo como simbólico19. Entonces, la
castración, ese sin pene en la mujer, no tiene que ver con la desnudez
de la madre, ni siquiera con la anatomía, lo que aquí se revela es la
dimensión simbólica donde el falo es el símbolo de la castración.
19
Así la separación del superyó respecto del yo no es algo contingente: subroga los
rasgos más significativos del desarrollo del individuo y de la especie y, más aún, en la
medida en que procura expresión duradera al influjo parental, eterniza la existencia
de los factores a que debe su origen (Freud, 1923: 37).
76 |
Consideraciones sobre el Edipo I. Del complejo de Edipo y la castración
II
De las consideraciones que hemos hecho en torno al primado
de la fase fálica y el complejo de castración, ubicaremos como efecto en el
sujeto, las diferencias en el Complejo de Edipo del niño y de la niña.
Si bien la madre es el primer objeto libidinal tanto para el niño
como para la niña, el Complejo de Edipo en la niña es una formación
secundaria pues las repercusiones del Complejo de Castración le
preceden y lo preparan: “La niña acepta la castración como un hecho
consumado mientras que el varoncito tiene miedo –angustia de
castración- a la posibilidad de su consumación” (Freud, 1924).
La niña debe cambiar la zona erógena y el objeto de amor,
pero ¿cómo se produce este pasaje? Freud se ha enterado por los casos
por él analizados, que la muchacha hace responsable a la madre de su
falta de pene, y no le perdona este perjuicio: “el deseo de pene que la
madre ha denegado ahora se espera del padre”, (Freud, 1917) y este
giro ocurre, cuando el deseo de pene, se sustituye por el deseo del
hijo. Elucidación freudiana que vamos a encontrar en el trabajo Sobre
las transposiciones de la pulsión en particular el erotismo anal, donde
establece la equivalencia en el inconsciente de los conceptos cacadinero-regalo-hijo-pene (Freud. 1917).
El Complejo de Edipo en la niña culmina entonces en “el
deseo de recibir como regalo un hijo del padre, parirle un hijo” (Freud,
1924:186).
En el varón, el Complejo de Edipo culmina con la amenaza de
castración, que obtiene su efecto con posterioridad, cuando percibe la
falta de pene en la mujer, es decir con la observación de los genitales
femeninos. Es importante el señalamiento que hace Freud destacando
que, la mayoría de las veces, la amenaza de castración proviene de
mujeres, quienes “proceden a una mitigación simbólica de la amenaza”
(Freud, 1924:82).
Como ya lo señalamos, para el niño, la madre también es el
objeto libidinal, el padre aparece como rival o perturbador de la
| 77
Alejandro J. Rostagnotto | Mariela Yesuron
sexualidad -Complejo paterno, un ejemplo de ello lo encontramos
también en el caso del Hombre de las ratas-, y como resto del Complejo
de Edipo ubicamos al súper yo. Súper yo del cual debemos destacar,
por un lado, es heredero del complejo de Edipo y su función sostiene
la prohibición; por el otro lado no debemos olvidar que tiene su origen
en las pulsiones y las investiduras libidinosas edípicas, lo que quiere
decir que tiene su origen en el Ello.
En la niña, ausente la angustia de castración, “nunca deviene
tan implacable ni tan impersonal como en el caso del varón” (Freud,
1925:276).
En “El yo y el ello” (Freud, 1923), plantea que podemos hacer
una simplificación o esquematización del Complejo de Edipo, que
se justifica suficientemente en la práctica, pero nos advierte acerca de
78 |
Consideraciones sobre el Edipo I. Del complejo de Edipo y la castración
que una indagación más a fondo, pone en consideración un Complejo
de Edipo más completo: “esto es un duplicado, positivo y negativo,
dependiente de la bisexualidad originaria del niño” (Freud, 1923:35).
Bisexualidad destacada desde 1905 cuando indica que, si no se tiene
en cuenta dicha bisexualidad, difícilmente se llegará a comprender las
manifestaciones sexuales del hombre y de la mujer. Antes aún, podemos
encontrar esta indicación en la carta a Fliess del 1 de agosto de 1899,
donde intuye: “la bisexualidad, Estoy seguro que sobre eso tú tienes
razón”.
En Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica
entre los sexos, (Freud, 1925) plantea algunas consideraciones acerca
de la prehistoria del Complejo de Edipo en el varón, y señala tener en
cuenta que:
–
–
–
–
Hay una identificación de naturaleza tierna con el padre.
El onanismo de la primera infancia.
El análisis de ciertos casos permite vislumbrar qué espiar
con las orejas
El coito de los progenitores a edad muy temprana no sería
un suceso regular aunque permite plantear el concepto
de Fantasía primordial. Ejemplificado en el historial del
Hombre de los lobos.
En el trabajo Sobre la sexualidad femenina (Freud, 1931)
delimita esta prehistoria, como fase de la ligazón-madre que puede
llamarse pre-edípica, y en la Conferencia N° 33 establece los elementos
a considerar en la historia pre edípica en la niña, a saber:
–
Los vínculos libidinosos de la niña con la madre atraviesan
las tres fases de la sexualidad y que se expresan mediante
deseos orales, sádico- anales y fálicos, son por completo
ambivalentes tanto de naturaleza tierna como hostil
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Alejandro J. Rostagnotto | Mariela Yesuron
–
–
agresiva.
Uno de esos tempranos deseos sexuales es el de hacerle o
parirle un hijo a la madre.
Seducción por la madre, fantasía que toca la realidad en
función de los cuidados que ella dispensa y que pueden
despertar sensaciones placenteras en los genitales y acaso
por vez primera.
III
El transcurso de los años en la experiencia de la clínica, llevaron
a Freud a reconsiderar el súper yo como heredero del complejo, en la
medida que no se correspondía con sus observaciones clínicas, ya que
no concordaban con esa secuencia temporal, entonces investigó en las
etapas tempranas mostrando la intensidad de las mismas.
Asimismo, destacó la importancia del Complejo de Edipo
negativo (invertido), y la compleja interacción entre los complejos
positivo y negativo; lo que posteriormente dio lugar a su teoría de la
ambivalencia en la posición depresiva.
Jaques Lacan, en el planteo del retorno a Freud, logifica dicho
Complejo y lo articula con el complejo de castración, presentando 3
tiempos, no cronológicos, sino lógicos, lo que quiere decir que, hay una
modificación del sujeto en el paso de un tiempo a otro. Incluso plantea
la pre-existencia del lenguaje, por lo que el niño, sería en principio más
hablado que hablante.
Interesa señalar sintéticamente, la prevalencia que J. Lacan
otorga a la madre, en tanto que hace las veces de representante del
Otro, a través de la cual se mediatiza todo lo que implica el campo del
Otro (lenguaje, sociedad, cultura), mediatizando fundamentalmente
la palabra del padre. Esto quiere decir que, es importante considerar el
Edipo en esa mujer-madre; a saber, el lugar que en ella ocupa la función
80 |
Consideraciones sobre el Edipo I. Del complejo de Edipo y la castración
simbólica del significante nombre-del-padre. Como así también, es
importante considerar el Edipo en el hombre-padre.
La función paterna es toda expresión simbólica que representa
la prohibición del incesto.
Slavoj Zizek (2001) plantea algunas cuestiones interesantes
para pensar el Edipo y la actualidad. Indica que, en la moderna familia
nuclear burguesa, se unificaron las dos funciones del padre:
v la del Ideal pacificador y punto de identificación.
v La del súper yo feroz, agente de la prohibición, función
simbólica del tótem.
Entonces, la rivalidad ambigua con la figura paterna, generó
las condiciones del moderno individualismo occidental, creativo y
dinámico; pero al mismo tiempo, sembró las semillas de la subsiguiente
crisis del Edipo: la autoridad simbólica fue quedando cada vez más
maculada por la marca de la obscenidad y en consecuencia socavada
por dentro.
Este autor, nos propone entender lo que actualmente se plantea
como la “declinación del Edipo” o la declinación de la autoridad
simbólica, como un retorno de figuras que funcionan según la lógica
del “padre primordial”: desde líderes políticos totalitarios hasta
acosadores sexuales paternos.
La tentación que habría que evitar, es la fácil conclusión
posmoderna de que no tenemos ninguna identidad socio-simbólica
fundamentalmente fijada, sino que vamos a la deriva, más o menos
libremente entre una multitud inconsistente de sí-mismos sin que
ningún unificador asegure la consistencia final.
La hipótesis lacaniana del Otro, implica que todas estas
diferentes identificaciones parciales, no tienen el mismo status simbólico:
hay un nivel en el cual comienza a intervenir la eficacia simbólica como
ficción, un nivel que determina mi posición socio-simbólica en la cual
participo.
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Alejandro J. Rostagnotto | Mariela Yesuron
En la actualidad, el planteo “el Otro ya no existe”, implica que ha
dejado de ser plenamente operativa la ficción simbólica que le confiere
status performativo a un nivel de mi identidad. Entonces, todo ocurre
como si se quisiera compensar la falta de Otro con “comités de éticas”,
como si fueran otros tantos “pequeños grandes Otros” sustitutos, a
los cuales el sujeto transfiere la responsabilidad y de los cuales espera
recibir la fórmula que lo saque del atolladero.
Hoy en día, al estar socavada la función simbólica del padre;
esto es, que está perdiendo su eficacia performativa, el padre ya no
es percibido como Ideal del yo, el portador más o menos frustrado,
inadecuado de la autoridad simbólica, sino que se lo ve como desde
el yo ideal como un competidor imaginario. El resultado, es que los
sujetos nunca crecen realmente, y en la actualidad, podemos encontrar
individuos entre 30 y 50 años, que en términos de su economía psíquica,
siguen siendo adolescentes que compiten con sus padres.
En nuestra exposición mostramos en el Edipo freudiano,
dos aspectos destacables. Por un lado, la función simbólica del padre,
que como agente que opera la castración, está vinculada -en esta faz
normativa- al Ideal del yo, y es heredera del complejo de Edipo y, por
tanto, portadora del peso de la civilización. Por el otro lado, el otro
aspecto que destacamos plantea un vasto campo de investigación en la
experiencia clínica. La difuminación o precarización de la autoridad
simbólica del padre, esto es la proliferación de sus versiones imaginarias
en detrimento de su función simbólica, se vincula con el incremento de
patologías de tinte maníaco (v.g. toxicomanías, bulimias, o patologías
de acto) que muestran la precarización, sino la ausencia, de la instancia
normativa, limitativa, pacificadora. Con lo que decimos que, en el lugar
de la ausencia de la autoridad simbólica, se presenta el imperativo que
impele a la satisfacción desregulada de la pulsión: voces mudas del Súper
yo20 que vociferan impeliendo a la satisfacción, un mandato a gozar
que excede toda respuesta… una modalidad de lo actual, presente ya
20
(Freud, 1923:145).
82 |
Consideraciones sobre el Edipo I. Del complejo de Edipo y la castración
en lo que Freud afirmaba respecto a la pulsión reprimida, esto es que
nunca cesa de aspirar a sus satisfacción.21
De lo expuesto, destacamos al Edipo y la función simbólica del
padre como agente que opera la castración, y concluimos mostrando la
vigencia de esta problemática. La precarización de la función simbólica
del padre y el correlativo incremento del mandato imperativo del Súper
Yo.
Bibliografía
FREUD, S. “Sobre las teorías sexuales infantiles” en Obras Completas,
Vol. IX. Bs. As. Argentina. Amorrortu Editores. 1908.
FREUD, S. “Sobre las transposiciones de la pulsión en particular
el erotismo anal” en Obras Completas, Vol. XVII Bs. As. Argentina.
Amorrortu Editores. 1917.
FREUD, S. “Más allá del principio del placer”, en Obras Completas,
Vol. XVIII, Bs. As. Argentina. Amorrortu Editores. 1920.
FREUD, S. “El yo y el ello” en Obras Completas, Vol. XIX, Bs. As.
Argentina. Amorrortu Editores. 1923.
FREUD, S. “El sepultamiento del complejo de Edipo” en Obras
21
El caso princeps que ilustra de un modo taxativo la problemática de la significancia
del falo en la obra freudiana, es el caso del pequeño Hans, para quien todo tiene un
hace pipi, ya sea el mundo animado como el inanimado, y si no lo tiene como lo
observa en su hermanita, bueno lo arregla diciendo que ya le va a crecer (Cfr. Freud,
S, 1909, “Análisis de la fobia de un niño de cinco años”). Esta también esta presentado
el año anterior (Ob. Cit. 1908, Pág. 147), trascribimos aquí cómo lo presenta
Freud: “Desconocen esa falta; creen ver un miembro a pesar de todo; cohonestan la
contradicción entre observación y prejuicio mediante el subterfugio de que aún sería
pequeño y ya va a crecer, y después, poco a poco, llegan a la conclusión, afectivamente
sustantiva, de que sin duda estuvo presente y luego fue removido. La falta de pene
es entendida como resultado de una castración, y ahora se le plantea al niño la tarea
de habérselas con la referencia de la castración a su propia persona. Los desarrollos
que sobrevienen son demasiado notorios para que sea necesario repetirlos aquí. Me
parece, eso sí, que sólo puede apreciarse rectamente la significatividad del complejo
de castración si a la vez se toma en cuenta su génesis en la fase del primado del falo”.
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Alejandro J. Rostagnotto | Mariela Yesuron
Completas, Vol. XIX, Bs. As. Argentina. Amorrortu Editores. 1924.
FREUD, S. “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia
anatómica de los sexos” en Obras Completas, Vol. XX, Bs. As. Argentina.
Amorrortu Editores. 1925.
FREUD, S. “Sobre la sexualidad femenina” en Obras Completas, Vol.
XXI, Bs. As. Argentina. Amorrortu Editores. 1931.
FREUD, S. “Nuevas conferencias de Introducción al Psicoanálisis en
Obras Completas, Vol. XXII, Bs. As. Argentina. Amorrortu Editores.
1933.
GEREZ AMBERTÍN, M. Las Voces del Súper Yo. (3º Ed.) Bs. As.
Argentina. Letra Viva. 2007.
LACAN, J. “Las formaciones del inconsciente” en El Seminario, Libro
5. Buenos Aires, Ed. Paidós, 1999.
ZIZEK, S. (2001) El espinoso sujeto. El centro ausente de la ontología
política. Bs. A. Argentina. Ed. Paidos.
84 |
CONSIDERACIONES SOBRE EL EDIPO II
EL EDIPO LACANIANO. LOS TIEMPOS LÓGICOS DEL
COMPLEJO DE EDIPO
Alejandro J. Rostagnotto
Mariela Yesuron
Introducción
Freud introdujo el Complejo de Edipo desde el principio de su
obra; ya en La interpretación de los sueños (Freud, 1900) nos enseñó
que el inconsciente revela, bajo la amnesia infantil, los deseos del niño
por la madre, deseos que son primordiales y que de alguna manera
están todavía presentes bajo los efectos de la represión.
En El Seminario 5, Las formaciones del inconsciente (Lacan,
1998), Jaques Lacan nos muestra tres polos históricos sobre los cuales
giraron, en los años ’50, los debates sobre el Complejo de Edipo, que
en general acentuaban la relación madre-hijo a expensas del padre. En
este contexto nos indica que el Complejo de Edipo tiene una función
normativa: “no simplemente en la estructura moral del sujeto, ni en
sus relaciones con la realidad, sino en su asunción de su sexo” (Lacan,
1998:169), esto quiere decir que: el hombre asuma el tipo viril y la
mujer asuma cierto tipo femenino.
Esto implica la relación del Complejo de Edipo con:
a)
El Super Yo: la estructura moral.
La realidad: allí ubica como ejemplos a la perversión y la psicosis
en tanto que conllevan una alteración de la relación con la realidad.
b)
El Ideal del Yo: de manera que cuando se asume la
genitalización, es decir el tipo viril o cierto tipo femenino, cuando el
sujeto asume su propio sexo, el tipo sexual se convierte en elemento del
Ideal del yo.
| 85
Alejandro J. Rostagnotto | Mariela Yesuron
La función del Edipo en tanto que repercute directamente
en la asunción del sexo, concierne a la cuestión del Complejo de
Castración. La castración profundamente vinculada con la articulación
simbólica de la interdicción del incesto, se manifiesta (en la experiencia
analítica y en los neuróticos en tanto sus objetos privilegiados) en el
plano imaginario. Así, nos dice Lacan, la amenaza de castración en
los neuróticos está vinculada con la agresión imaginaria, con una
represalia dentro de una relación agresiva, dónde el temor del niño,
experimentado ante el padre, es netamente centrífugo. Esto quiere
decir que la agresión parte del niño porque su objeto privilegiado, la
madre, le está prohibida. Así la agresión es dirigida al padre, y vuelve
hacia el niño, en función de una relación dual donde ha proyectado
en el padre dichas intenciones agresivas; esto siempre en el plano
imaginario, donde se manifiesta dicha dualidad especular.
En esta relación imaginaria ¿qué introduce Lacan como
elemento explicativo? “lo esencial es que el sujeto, por el procedimiento
que sea, haya adquirido la dimensión del Nombre del Padre” (Lacan,
1999:159). Esta es una dimensión que pertenece al orden simbólico,
significante, y que se puede encarnar en personas que ejerzan esta
autoridad, no se trata de la presencia o ausencia del padre en la realidad,
sino que lo importante para la normatividad es la presencia del padre a
través de su nombre en el discurso, y especialmente en el discurso de la
madre. Es decir en el discurso que rodea al niño, ya que la madre está
conectada con el mundo simbólico en tanto que habla. Esto implica la
dimensión del Otro -lugar del código que reúne todos los significantes
de la lengua, tesoro de los significantes-, y para que este Otro pueda
ejercer plenamente su función de Otro, debe haber el significante de
Otro en cuanto Otro. Aquí Lacan hace referencia a que dentro del
campo del Otro, hay algo mas allá de él, aunque en la misma dimensión
de lo simbólico; esto es que debe existir un principio normativo capaz
de dar fundamento a la ley: es el Otro de la ley (Otro del Otro, su ley),
es el significante Nombre-del-Padre y su función de dar lugar al deseo,
86 |
Consideraciones sobre el Edipo II. El Edipo lacaniano | Los tiempos lógicos del complejo de Edipo
ya que no hay posibilidad de deseo sin ley.
Así se distingue:
v Ley del significante: pone de relieve que el significante
introduce una negativización, en la muerte del das Ding.
Es la ley del asesinato de la Cosa, que implica una pérdida
de goce que introduce la simbolización primordial.
v Significante de la ley: es el significante Nombre-del-Padre,
cuyos efectos inciden sobre la constitución del sujeto.
Ahora bien, el padre no es un sujeto; la función paterna no es la
persona del padre. Entonces “¿Qué es el padre?” (Lacan, 1999:178).
El padre es una metáfora, esto quiere decir que como tal,
implica una función simbólica de sustitución, de ser un significante que
sustituye a otro significante, este es el mecanismo de la intervención del
padre en el complejo de Edipo: “La función del padre en el complejo
de Edipo es la de ser un significante que sustituye al primer significante
introducido en la simbolización, el significante materno” (Lacan,
1999:179).
Entonces, Lacan también nos dice que: “El nombre del
padre hay que tenerlo, pero también hay que saber servirse de él”
(Lacan, 1999:160). El Nombre-del-Padre es una dimensión utilitaria,
instrumental, es un instrumento; lo que es importante no es su ser sino
su uso (Klotz, 2001).
Los tres tiempos del Edipo
Es en el Seminario 5, donde Lacan presenta los tres tiempos
del Edipo, desde una articulación lógica del Complejo de Edipo
introducido por Freud, para dar cuenta de la constitución del sujeto. En
la primer parte del Seminario desarrolla los argumentos que homologan
la estructura del lenguaje (con sus leyes de funcionamiento: metáfora
y metonimia) con la estructura del inconsciente, para demostrar que:
| 87
Alejandro J. Rostagnotto | Mariela Yesuron
“todo lo que es de la categoría del inconsciente,...está estructurado
por el lenguaje...” (Lacan, 1999:69). Así, analiza el chiste como una
formación del inconsciente, mostrando que todo chiste es metafórico
debido al franqueamiento de la represión, lo que implica a su vez, la
creación de sentido, la creación de un valor nuevo. De este modo, el
recurso lingüístico de la metáfora le sirve para explicar cómo es que un
elemento puede transformarse y adquirir así un nuevo valor22.
Para logificar la estructura del Complejo de Edipo, Lacan, se
sirve de la estructura lingüística de la metáfora, lo que conocemos como
la Metáfora Paterna, que es la que nos permite pensar en la estructura
del Complejo de Edipo, donde el sujeto vendrá a introducirse según
opere el mecanismo del Complejo de Castración.
Así, podemos preguntarnos por el Complejo de Edipo en tanto
que operación constituyente del sujeto: ¿cómo es que cada elemento
se transforma?, ¿Cuál es el sentido nuevo que produce la Metáfora
Paterna?
Lacan articula la dialéctica del Complejo de Edipo y su
mecanismo, el Complejo de Castración, desde la elaboración del
complejo en tres tiempos lógicos, no cronológicos. Es una referencia
al concepto de tiempo que postula, y que trabaja en el escrito “El
tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma
(Lacan, 1966). El tiempo en tanto lógico, implica una estructura
dialéctica precisa, y lo especifica en una estructura ternaria compuesta
por: el instante de la mirada, el tiempo de comprender y el momento
de concluir. Esta tripartición no es pensada desde la cronología, sino
desde valores lógicos diferentes y de orden creciente, en donde la
instancia del tiempo, en cada uno de esos momentos, se presenta de un
modo diferente.
22
Podemos ejemplificar la función simbólica con el juego del fort-da, juego de
presencia-ausencia, allí donde la presencia del carretel evoca la ausencia de la madre,
así el falo comporta esa presencia que evoca siempre una ausencia.
88 |
Consideraciones sobre el Edipo II. El Edipo lacaniano | Los tiempos lógicos del complejo de Edipo
En este sentido especifica: “...captar en la modulación del
tiempo la función misma por donde en cada uno de esos momentos,
en el tránsito hasta el siguiente, se reabsorbe en él, subsistiendo
únicamente el último que los absorbe, es sustituir su sucesión real y
comprender verdaderamente su génesis en el movimiento lógico”
(Lacan, 1998:194). De esta manera, el ordenamiento de los tres tiempos
del Complejo de Edipo, se basa en prioridades lógicas y no en fases o
movimientos graduales. El cambio de uno a otro se entiende, como
un pasaje abrupto de una estructura discreta a otra; en cada tiempo
hay transmutaciones y transformaciones del sujeto, y esto es lo que se
anuda al otro tiempo, y es lo que da lugar a que se articule lo nuevo.
La Metáfora Paterna, es lo que escribe la articulación lógica
del Complejo de Edipo y el Complejo de Castración, y concierne a
la función del padre, el padre simbólico. El padre, específicamente
es una metáfora, en tanto que como significante Nombre-del-Padre
sustituye al significante introducido en la simbolización: el significante
materno.
Padre
Madre
v
Madre
x
(Lacan, 1999:179)
Siendo x, el significado en relación a la madre, lo que Lacan
especifica como significado al sujeto.
La Metáfora Paterna, es una operación donde el significante
del Nombre-del-Padre capitonea, anuda, abrocha, la significación. No
hay significación sino por efecto de la metáfora, lo que especifica como
la significación del falo y que da título a otro escrito contemporáneo
del Seminario.
Estos desarrollos se articulan a los tiempos del Edipo, aunque
la escritura definitiva de la Metáfora Paterna, Lacan la presenta en el
escrito titulado De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible
de la psicosis (Lacan, 1966).
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Alejandro J. Rostagnotto | Mariela Yesuron
Si se trata de dar cuenta de la constitución del sujeto, encontramos que Lacan se pregunta ¿qué es un sujeto? y responde:”...apenas hay
un sujeto hablante, la cuestión de sus relaciones en tanto que habla no
podrían reducirse simplemente a otro, siempre hay un tercero, el Otro
con mayúscula, constituyente de la posición del sujeto como hablante...” (Lacan, 1999:185).
Es decir. Lacan plantea un binario de elementos que llamará
signos constituyentes por medio de los cuales la significantización
da valor a los signos constituidos (elementos que reciben la
significación). Es el trabajo que realiza en este Seminario 5; el
pasaje del pene como signo que recibe la significación, al estatuto
de falo como significante en tanto elemento constituyente; y el
padre, que en su función como significante Nombre-del-Padre,
operando en la metáfora, es creador de la significación fálica.
Entonces en este tiempo Nombre-del-Padre y Falo son signos
constituyentes, trascendentales, que velan por la creación de un
valor y dan significado a todos los elementos. Así el Nombre-delPadre permite significar el Deseo de la Madre, y el falo permite
significar la falta de pene en la madre.
A. Primer tiempo: Etapa fálica primitiva
El niño en dependencia de la madre, de la imagen y del lenguaje
anudado.
La Madre: con Freud decimos que, lo que falta es el pene en la
madre; es decir que la introducción imaginaria de la falta es: en el pene
de la madre, que falta. Se trata de una ausencia imaginaria a nivel de la
percepción.
El Padre: la instancia paterna se introduce bajo una forma
velada, o todavía no se ha manifestado (Lacan, 1999:200), es decir que
es parte del mundo simbólico, debido a que en el mundo reina la ley
90 |
Consideraciones sobre el Edipo II. El Edipo lacaniano | Los tiempos lógicos del complejo de Edipo
del símbolo. Así la cuestión del falo como símbolo está planteada en la
madre, donde el niño ha de encontrarla.
En el triángulo imaginario se representa el Estadio del Espejo,
entre el sujeto y la imagen en el espejo, de la misma manera se plantea la
relación dual entre el niño y la madre, dependencia frente a la imagen
unificada del cuerpo materno. En esta relación dual, es donde el niño
experimenta las primeras realidades de su contacto con el medio
viviente.
A nivel simbólico, se presenta la primera simbolización, donde
la madre empieza a existir como un símbolo, ya no solamente como
una imagen. Se introduce la dimensión de la presencia-ausencia, donde
la madre aparece como el primer Otro, con la batería significante
mínima Fort-Da, así el significante Fort significa a la madre, no para
el niño, sino para otro significante Da, que permite la oposición.
De esta manera, la madre es representante del mundo simbólico, en
tanto habla y le habla al niño, y que tiene deseos que el niño puede
comenzar a percibir a través de sus ausencias. Por tal motivo, debemos
leer Deseo de la Madre como el primer significante introducido en la
simbolización por la operación de la ausencia de la madre; así, dicha
operación consiste en establecer a la madre como aquel ser primordial
que puede estar o no estar. Lacan lo escribe Deseo de la Madre (DM).
El niño en tanto súbdito, está profundamente sometido a este
deseo de la madre que solamente puede localizar como un capricho (ya
que todavía no cuenta con la función simbólica del falo normativizado
por el significante Nombre-del-Padre), es una ley incontrolada. Así, el
niño percibe la falta en la madre y va a buscar satisfacer el deseo de la
madre identificándose a lo que le falta: el falo, es “el deseo del deseo
de la madre”. El niño se identifica en espejo con lo que es el objeto del
deseo de la madre, etapa fálica primitiva, dónde al niño le basta y es
suficiente con ser el falo, lo que Lacan escribe como x (Significado al
sujeto). De acuerdo con la forma más o menos satisfactoria en que este
mensaje se realice en el Otro (en M), pueden encontrar fundamento
ciertas identificaciones calificadas como perversas.
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Alejandro J. Rostagnotto | Mariela Yesuron
En este tiempo, nos dice Lacan, la metáfora paterna actúa en sí
y por sí; esto quiere decir que actúa en sí porque la primacía del falo ya
está instaurada en el mundo por la existencia del símbolo del discurso y
de la ley. Es en este sentido también, que Lacan dice que en este primer
tiempo, el padre está velado.
Según hemos ubicado las escrituras Deseo de la Madre y x,
podemos vincular el primer tiempo lógico del Edipo con el segundo
término que compone la Metáfora Paterna:
Deseo de la Madre
X
B. Segundo tiempo: Tiempo de la privación
“...el padre se afirma en su presencia privadora, en tanto que
es quién soporta la ley, y esto ya no se produce de una forma velada sino
de una forma mediada por la madre, que es quién lo establece como
quién dicta la ley” (Lacan, 1999: 200).
No es el niño quien resulta castrado en este tiempo, sino la
madre que es privada del falo, en el plano imaginario. El padre entra
en función aquí como interdictor y privador de la madre; interviene
en esta relación diádica niño-madre, por su palabra en tanto que
oído por la madre y tomando un valor decisivo para ella, es el padre
todopoderoso que priva, como efecto de discurso, como presente en
el discurso, “...la ley del padre como concebida imaginariamente por el
sujeto como privadora para la madre “(Lacan, 1999: 198).
El padre no puede castrar a la madre de algo que no tiene; para
que se establezca que no tiene eso, ya tiene que haber pasado al plano
simbólico como símbolo. Nos dice Lacan que, es aquí donde se plantea
una cuestión esencial, nodal e ineludible en el Edipo, de aceptar, de
registrar, de convertir en significante esa privación de la que la madre
es objeto, es decir la asume o no la asume, la acepta o la rechaza. En este
92 |
Consideraciones sobre el Edipo II. El Edipo lacaniano | Los tiempos lógicos del complejo de Edipo
nivel, en el plano imaginario, se trata de ser o no ser el falo. Esto dice
que el sujeto está en una posición de elegir “entre comillas por que el
sujeto es tan pasivo como activo, sencillamente porque no es él quién
mueve los hilos de lo simbólico” (Lacan, 1999:192).
En este segundo tiempo, se trata de la posibilidad de la
conmoción de la posición del niño como falo imaginario de la madre,
para posibilitar ulteriormente (en el tercer tiempo), el pasaje del
falo imaginario -como significado del deseo materno-, al falo como
significante. Esto es, de su estatuto imaginario al registro de lo simbólico,
según las transformaciones y transmutaciones que sucedan.
Entonces, hay la posibilidad de la remisión de la madre a una
ley que no es la suya sino la del Otro (Otro del Otro)23, y junto con
esto el hecho de que el objeto del deseo de la madre es soberanamente
poseído en la realidad por aquel mismo Otro a cuya ley ella remite.
Es el tiempo de la Metáfora Paterna donde se producirá o no,
la sustitución de la ley de la madre. De producirse, el niño no será más
el falo de la madre, pero restará un enigma sobre su relación con el falo
en ese momento.
C. Tercer tiempo: Tiempo del don del falo
Si el segundo tiempo ha sido atravesado, en este tercer tiempo
es necesario que lo que el padre ha prometido lo mantenga, el padre se
revela como el que tiene el falo, el padre interviene como real y potente,
puede darlo o negarlo, pero debe dar pruebas de que él lo tiene. El
padre puede dar el falo a la madre porque lo tiene. Aquí, nos señala
Lacan, interviene el hecho de la potencia en el sentido genital de la
palabra, y es donde la relación del padre con la madre vuelve al plano
real, es decir al hombre y la mujer.
23
La expresión de “Voces del Súper Yo”, es en referencia a un texto homónimo
de Marta Gerez Ambertin. La autora trabaja allá al Súper Yo como heredero de la
pulsión de muerte, en la clínica psicoanalítica y en el malestar en la cultura.
| 93
Alejandro J. Rostagnotto | Mariela Yesuron
Es el padre permisivo y donador, que en tanto representante de
la ley, interviene como el que tiene el falo, y no como el que lo es. Por
esta intervención, es que se produce el giro que reinstaura la instancia
del falo, no ya solamente como objeto del que el padre puede privar,
sino como objeto deseado por la madre. Significante del deseo dirá en
el escrito La significación del falo (Lacan, 1966).
Lo que va a ser aprehendido en este tiempo, es que en la ausencia
hay una posibilidad, con lo simbólico, de hacer de esta ausencia una
presencia, y es el padre quien va a dar esta posibilidad.
El padre interviene en el “plano de lo real”, y para eso, fue
necesario que fuera instituido en tanto que padre de la ley en el tiempo
precedente. Permite así la salida del Edipo en ambos sexos a través del
don del falo, el don de la presencia-ausencia al sujeto, que es en este
momento constituido como sujeto y le permite vivir y hacer con su
vida.
La salida es favorable si se produce la identificación con
el padre; esta identificación se llama Ideal del yo, se inscribe en el
triángulo simbólico e implica la asunción, por parte del sujeto, de su
propio sexo.
Para el varón: se identifica al padre en una identificación ideal
(rasgos significantes del objeto que el sujeto incorpora) porque el
padre es el poseedor del falo, así el niño adquiere los títulos necesarios
para ser un hombre.
Para la niña: ella encuentra su posición femenina dirigiéndose
hacia el padre, que tiene el falo. El problema para la mujer es que tiene
que encontrar su feminidad a través del otro, lo que produce una
perturbación, un desvarío al no saber su camino.
Una pregunta que Lacan se formula es ¿Cómo se pasa del amor
al padre a la identificación ideal? La respuesta es: porque el padre es
una metáfora. Esto quiere decir que, la intervención del significante
del Nombre-del-Padre, separa, desagrega el significante del Deseo de
la Madre con su conexión lexical; es decir, con su significado. Esto
implica que al significante del Deseo de la Madre ya no le corresponde
94 |
Consideraciones sobre el Edipo II. El Edipo lacaniano | Los tiempos lógicos del complejo de Edipo
el significado del falo, como objeto de deseo materno, sino que el
significante del Deseo de la Madre pasa al rango de significado. Al
desagregarse el Deseo de la Madre del objeto del deseo (que no es otro
que el falo como significado), la madre pasa a ser el significado, y el
padre entra en posesión del objeto en forma de falo.
Así, la Metáfora Paterna ha operado, y se ha instituido la
normatividad simbólica, porque la función del Nombre-del-Padre
introdujo significaciones y funciona como abrochamiento, capitonado,
anudamiento.
Estamos entonces en la fase terminal del Complejo de Edipo,
que no es otra cosa que decir, la fase terminal de la constitución del
sujeto, ya no ligado al Deseo de la Madre como el objeto de dicho
deseo, sino anudado a un deseo que es lo que Lacan va a trabajar en
el capítulo La significancia del falo, y en lo que sigue del Seminario
cuando articula demanda y deseo ya no con la D sino con d, porque es
deseo del sujeto.
Consecuencias estructurales vinculadas a los tiempos lógicos y
las vicisitudes del Complejo de Edipo.
Si cada tiempo lógico del Complejo de Edipo implica una
transformación o transmutación, según se asuma o no las vicisitudes
logificadas, esto determinará la constitución del sujeto. Ahora bien,
| 95
Alejandro J. Rostagnotto | Mariela Yesuron
no siempre el producto es el sujeto neurótico, hay los accidentes en el
Edipo, y “el sujeto perverso, los psicóticos son sujetos que viven pero
no saben hacer, como vivir, sabiendo que tienen la dimensión subjetiva
para hacer con el mundo. El delirio o el pasaje al acto perverso dan
cuenta de esta imposibilidad de testimoniar del hacer con el mundo,
son intentos de ser del lado del mundo” (Klotz, 2001).
Consideremos entonces, en el contexto del Seminario 5 que
estamos desarrollando, Lacan señala:
1- Si la madre está especialmente fijada al falo imaginario, es lo
que Freud ha llamado el peniseid, la envidia del pene, el niño puede venir
a colmar ese deseo y quedarse en esa posición de falo imaginario de la
madre, con trastornos neuróticos o con un serio riesgo de evolucionar
a una perversión. Lacan hace una distinción muy precisa entre:
El fetichismo: en tanto identificación a la madre como
portadora del falo, el sujeto elegirá una mujer siendo portadora del
falo con un fetiche, un zapato por ejemplo, que es la presencia del falo
como tal. El niño, nos dice Lacan “...tiene una determinada relación
con el objeto del más allá del deseo de la madre, cuya prevalencia y
valor de excelencia..., ha observado, y se aferra a él por medio de una
identificación imaginaria con la madre “(Lacan, 1999:190).
El travestismo: es la identificación a la madre, específicamente
identificación al falo escondido entre las polleras de la madre. Así el
sujeto se pone luego en esta posición de travestido.
Es en el Primer tiempo del Complejo donde ubica las
identificaciones calificadas de perversas.
2- En la psicosis, el padre en cuanto función simbólica, el
Nombre-del-Padre, está verworfen, forcluído, está la intervención
en bruto del mensaje no sobre el mensaje de la madre al niño, y este
mensaje en bruto es también fuente de un código que está más allá de
la madre. El caso del presidente Schreber:
96 |
Consideraciones sobre el Edipo II. El Edipo lacaniano | Los tiempos lógicos del complejo de Edipo
...ante el requerimiento, en un momento vital esencial, de
hacer responder al Nombre del Padre en su lugar, es decir, allí
donde no puede responder porque nunca ha llegado a estar, ve
surgir en su lugar esta estructura. Dicha estructura se realiza
mediante la intervención masiva, real, del padre más allá de la
madre, al no apoyarse ésta en él en absoluto como promotor
de la ley (Lacan, 1999: 210).
3- La homosexualidad masculina es una inversión con respecto
al objeto que se estructura en un Edipo pleno y acabado. Vimos cómo
el padre interviene en la dialéctica edípica del deseo en tanto que le
dicta la ley a la madre, lo que sucede es que en un momento decisivo es
la madre quién le dicta la ley al padre, y Lacan lo explicita así:
Cuando la intervención interdictora del padre hubiera debido
introducir al sujeto en la fase de su relación con el objeto del
deseo de la madre, y cortar de raíz para él toda posibilidad de
identificarse con el falo, el sujeto encuentra por el contrario en
la estructura de la madre el sostén, el refuerzo, por cuya causa
esta crisis no tiene lugar (Lacan, 1999: 214).
El homosexual concede un valor predominante al órgano
peniano, hasta el punto de convertirlo en una característica
absolutamente exigible a la pareja sexual.
Lacan subraya que hubo los dos tiempos, hubo la interdicción
pero también hubo el fracaso de dicha interdicción, entonces es la
madre quien ha dictado la ley.
4- Que el padre ame demasiado a la madre, dice Lacan, puede
tener como resultado la homosexualidad, en tanto que el padre
permanece demasiado dependiente de la madre; pero también puede
tener como efecto la neurosis del tipo obsesiva.
5- En Juanito, la madre está con respecto a él en una posición
ambigua, es interdictora (papel que le atribuíamos al padre real),
pero en el terreno de su intimidad admite a Juanito quién le presta
sus mayores servicios. Así encarna para ella su falo, manteniendo la
| 97
Alejandro J. Rostagnotto | Mariela Yesuron
posición de súbdito, lo que es la fuente de su angustia y de su fobia,
gracias a la cual sale del complejo de Edipo, aunque Lacan destaca que
de manera falseada porque su vida amorosa quedará marcada por el
estilo imaginario.
6- Si en el Edipo hay el recorrido de los tres tiempos con la
institución de la lógica del Edipo; en la experiencia analítica de los
neuróticos podrá haber la posibilidad del más allá del Edipo, o el más
allá del padre, pero no sin el recorrido primero.
Bibliografía
KLOTZ, J-P. “Intervención” en Cuadernos del Colegio Freudiano de
Córdoba (Fund. Colegio Freudiano de Córdoba. Asoc. al Inst. del
Campo Freudiano ), 2001, n° 27, 9-29. 2001.
LACAN, J. (1994) El Seminario, Libro 4 La relación de objeto. Buenos
Aires, Ed. Paidós, 1994.
LACAN, J. (1998) El Seminario, Libro 5 Las formaciones del
inconsciente. Buenos Aires, Ed. Paidós, 1999.
LACAN, J. (1966) El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada.
Un nuevo sofisma. En Escritos I. Argentina, Siglo veintiuno editores,
1988.
LACAN, J. (1966) “De una cuestión preliminar a todo tratamiento
posible de la psicosis” en Escritos II. Argentina, Siglo veintiuno
editores,1987.
LACAN, J. (1966) “La significación del falo” en Escritos II. Argentina,
Siglo veintiuno editores, 1987.
MANSUR, G. (1996) “Desde la ley del significante al significante de
la ley” en Cuadernos del Colegio Freudiano de Córdoba, (Fund. Colegio
Freudiano de Córdoba. Asoc. al Inst. del Campo Freudiano), 1996, n°
12, 81-90.
PAZ, M. T. “De la topología del sujeto a la metáfora paterna” en
Cuadernos del Colegio Freudiano de Córdoba (Fund. Colegio Freudiano
de Córdoba. Asoc. al Inst. del Campo Freudiano ), n° 10, 71-82.
98 |
Consideraciones sobre el Edipo II. El Edipo lacaniano | Los tiempos lógicos del complejo de Edipo
PAZ, M. T. “El “tipo” sexual” en Cuadernos del Colegio Freudiano de
Córdoba (Fund. Colegio Freudiano de Córdoba. Asoc. al Inst. del
Campo Freudiano ), n° 27, 59-65.
| 99
SOBRE UN TRUEQUE QUE NO ES COMO LOS OTROS
Sergio Campbell
En el texto Sobre las transposiciones de la pulsión, en particular
del erotismo anal24, Freud afirma que en el inconsciente, las heces, los
niños, el pene, los regalos y el dinero son equivalentes. Quisiera en este
pequeño texto (tan pequeño que es casi inexistente) intentar explorar
qué significa esta afirmación, y de este modo, trazar una coordenada de
lectura; coordenada de lectura que va más allá de este artículo de Freud,
sino que sirve para adquirir una política de lectura, pues debe saberse
ya, que toda lectura implica una política. No me propongo, entonces,
analizar el texto, tampoco alcanzar alturas teóricas, sino detenerme en
esa frase… y deconstruirla ¿Qué significa esto? Desarmarla, tomar cada
una de las palabras que están implicadas en ella y tratar de captar su
sentido, un sentido que, en una mirada rápida, pareciera estar a la mano,
pero que sin embargo, oculta entre sus pliegues, algunas cuestiones que
son capitales para pensar el Psicoanálisis, y evitar así, dejarse llevar, cual
los compañeros de viaje de Ulises, por los cantos de sirenas.
Comencemos. Desarmemos. Deconstruyamos: Freud nos
plantea una equivalencia; empecemos pues, por ella. Si se habla de
equivalencias, es que no se trata de lo mismo, cada uno de los objetos
mantiene su singularidad; sin embargo, la equivalencia los pone en
contacto. Primera disquisición entonces: que dichos objetos sean
equivalentes, no significa que se trate de lo mismo. Según el diccionario
de La Real Academia Española, equivalencia significa igualdad en valor,
estimación, potencia o eficacia de dos o más cosas. Ahora bien, esta
24
Aquí el vienés, para mostrar este más allá del principio del placer, toma del Fausto
de Goethe, las palabras de Mefistófeles acicatea, indomeñado, siempre hacia adelante
(Freud, 1920).
| 101
Sergio Campbell
definición nos introduce dos términos sobre los que hay que detenerse:
igualdad y valor. Términos que nos encaminan, nos conducen hacia
el simbólico, que sería el término que une Freud con la equivalencia.
Podríamos adelantar y decir que no hay ningún tipo de equivalencia
que no sea simbólica, pero tal vez no sea buena idea adelantarse.
La cuestión de la igualdad nos genera un pequeño problema:
igualdad de valor, dice el diccionario. Pequeño problema, pues
estaríamos tentados a pensar que igualdad de valor significa mismo
valor, y sin embargo no; o sí, pero en determinadas condiciones.
Veamos el problema con un pequeño ejemplo de la vida cotidiana, esa
que suele llevarse desde el sentido común y por eso tantos problemas
nos trae: Los habitantes de un edificio de departamentos, todos
los meses deben abonar lo que se llama expensas o gastos comunes,
para sobrellevar los gastos que insume la manutención del edificio;
sin embargo se sabe que no todos pagan el mismo monto, sino que
cada uno paga en relación a los metros cuadrados del departamento;
entonces, a partir del establecimiento del costo por metro cuadrado, se
determina el importe a abonar de cada uno. De este modo, si bien cada
uno paga un monto distinto, ese monto es equivalente, de acuerdo
a un patrón exterior: el metro cuadrado. Todos pagan lo mismo el
metro cuadrado, y a la vez pagan distinto. El problema entonces, es
que igualdad no significa lo mismo, y en el caso de la teoría freudiana,
esto se manifiesta claramente, ligado al concepto de objeto perdido.
Si el objeto está perdido desde y para siempre, la única opción que le
queda al sujeto deseante, es optar por un objeto sustituto, es decir, que
será su equivalente, pero no será el mismo, y no será igual. La igualdad,
entonces, se da en relación a, en este caso, un valor, que es el segundo
término de esta definición.
Vamos a recurrir nuevamente al diccionario: El de La Real
Academia Española nos ofrece trece definiciones, pero vamos a tomar
solamente tres, que nos convienen: la primera es la siguiente: Cualidad
que poseen algunas realidades, consideradas bienes, por lo cual son
102 |
Sobre un trueque que no es como los otros
estimables. Los valores tienen polaridad en cuanto son positivos o
negativos, y jerarquía en cuanto son superiores o inferiores. La segunda:
Grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer las necesidades o
proporcionar bienestar o deleite. Y finalmente la tercera: Equivalencia
de una cosa a otra, especialmente hablando de las monedas. Como
puede verse, el valor sería una cualidad que tienen ciertos bienes que
satisfacen algunas necesidades, y por ellos son estimables, a la vez que
serán intercambiables si se mantienen en una misma escala de valor.
O sea que para estimar el valor, hay que tener en cuenta la escala; y así
sucesivamente, pues de lo que se trata es de que siempre habrá algo
externo, que deberá servir de referencia; eso sería lo simbólico, pero
ahí ya llegaremos. En el ejemplo anterior, entonces, lo invariable será el
precio del metro cuadrado, y la escala se dará de acuerdo a la sumatoria
de metros. Sin que se advierta lo suficiente, se ha introducido la
palabra precio, que nos remite al dinero, que va a ser lo exterior por
excelencia. Sigamos con el valor. Para darnos una idea aproximada
habría que remontarse a los primeros momentos de la humanidad,
cuando surgieron los primeros excedentes de producción, y que Marx
estudió para dar cuenta del surgimiento de las clases sociales y su
particular dialéctica. Pero para no ir tan lejos, podemos referirnos a un
acontecimiento que sucedió acá y que a pesar de la época, se encontró
con los mismos problemas que aquellas comunidades inaugurales:
me refiero a la crisis del año 2001 y el surgimiento de los clubes de
trueque. Cuando se organizaron dichos clubes, cada uno llevaba su
producto, pero se encontraron con el problema del intercambio, ¿Bajo
qué parámetro? E inmediatamente lo resolvieron desde el clasicismo:
inventaron un bono, es decir, una cuasi moneda que sólo circulaba al
interior de dicho club. Así es cómo surgió el dinero en su momento,
que es la exterioridad misma, lo simbólico mismo, pues sólo vale por el
número que lleva impreso. Es decir, el intercambio sólo es posible si algo
tercero, que no pertenece al objeto, (el valor, expresado en un número
dinerario) los homogeneíza. Eso tercero será del orden simbólico, con
| 103
Sergio Campbell
lo cual nos acercamos a definir qué queremos decir con simbólico
y que, para Lacan constituye uno de los registros de la experiencia
humana25, constitutivos del “parletre”26, neologismo que podría leerse
como “hablanteser”, y no ser hablante, pues ser hablante implicaría que
el ser precede al habla, y no es así. Es el lenguaje el que hace ser27, es el
lenguaje el que borra toda “naturaleza” humana. El lenguaje, venido del
Otro28, perfora la animalidad y nos otorga una consistencia diferente.
Cuando lacan afirma que la nominación hace agujero, implica que a
partir del lenguaje, de ese lenguaje que hace agujero, la consistencia
será así, agujereada, y es por eso que Lacan va a topologizar, y ubicar al
parletre en esa figura topológica conocida como “toro”29.
Entonces, lo simbólico podemos definirlo como aquello que es
exterior al objeto, pero que desde su exterioridad lo hace ser, entendido
esto como incorporado en el universo de los objetos aprehensibles,
cognoscibles, cualificables y cuantificables.
Voy a dar un pequeño rodeo por la filosofía Kantiana, para
intentar acercarnos un poco más todavía. Kant, en su libro “Crítica de
la razón pura” distingue entre fenómeno y noúmeno. El noúmeno es lo
incognoscible, pues el sujeto humano sólo puede conocer fenómenos;
pero entonces, qué sería un fenómeno: la respuesta que da Kant, es que
25
Recordemos que la metáfora, implica la sustitución de un elemento por otro, de
un significante por otro, pero también es necesario el franqueamiento de la barra (de
la represión) para que haya creación de un valor nuevo, creación de sentido. Así cada
elemento, por su transformación, adquiere un nuevo valor.
26
Esta expresión que registramos en el Seminario 5, prácticamente no la volvemos
a encontrar en la obra de Lacan. Posteriormente se referirá en el Seminario 16 de un
Otro al otro, cambiando el sentido de que aquí ha desarrollado.
27
Freud, S: Sobre las transposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal.
Amorrortu Editores. Bs. As. 1987.
28
En 1953 lacan da una conferencia llamada “lo simbólico, lo imaginario y lo real,
introduciendo así, en su enseñanza estos tres registros que, 20 años después serán
ordenados en el nudo borromeo.
29
La primera vez que Lacan utiliza este neologismo, es en una conferencia de prensa
en Roma, el 29 de octubre de 1974, antes de comenzar el 7º congreso de la Escuela
freudiana de París, donde lacan presentó su ponencia conocida como “La tercera”.
104 |
Sobre un trueque que no es como los otros
un fenómeno es el noúmeno incorporado en las categorías de espacio
y tiempo. Espacio y tiempo, Kant las define como intuiciones a priori
de la razón, es decir, no son producto de la reflexión, están ahí, como
intuiciones a priori, o sea desde antes de pensar. Entonces, sólo se puede
conocer un objeto ubicado en el espacio y el tiempo, pero espacio y
tiempo no son propiedades del objeto, pues son parte del sujeto A su
vez, son parte del sujeto, pero sin que el sujeto las haya adquirido, están
ahí, operando en la actividad cognoscente del ser humano. Entonces,
el noúmeno es incognoscible, pues en el noúmeno no se encontraría el
espacio y el tiempo, y como toda experiencia humana se da en el espacio
y el tiempo, el noúmeno queda por fuera de la experiencia humana.
Retornando entonces al texto freudiano, lo simbólico sería
aquello que sin pertenecer al objeto lo hace ser, y podríamos agregar:
ser operable.
Si retomamos los objetos de los que habla Freud, tenemos:
pene, heces, niño, regalo y dinero.
Él afirma que dichos objetos, en el inconsciente, son
equivalentes, es decir, de acuerdo a la definición que obtuvimos antes,
intercambiables, pero para serlo, deben ser homogeneizados, es decir,
debe haber algo que, siendo exterior a ellos, los homogeneíce, los ponga
en el mismo plano para que el intercambio sea posible. Esto exterior,
dijimos es del orden simbólico e implica una puesta en valor, pero está
claro que no se trata de un valor dinerario, pues el dinero es uno de los
objetos intercambiables.
En este punto, el discernimiento del texto de Freud se complica,
pues Freud no se detiene a explicar qué sería eso del orden simbólico
que permitiría el intercambio, la equivalencia; se limita a demostrar
cómo opera el desplazamiento de un objeto al otro, y señala un término,
un significante que funciona como puente lingüístico, lo que no deja
de ser interesante pues si bien Freud no estaba al tanto de la lingüística
Saussureana, la intuye, opera con ella, e incluso podría decirse, la
presiente, pues ya en sus primeros textos, como Psicopatología de la
| 105
Sergio Campbell
vida cotidiana, de 1900, Freud opera con el lenguaje, anticipándose
a la lingüística Saussuriana, cuyos cursos datan de 1913. Freud habla
de “das kleine”, el pequeño; el pequeño, como significante, externo al
objeto en sí, haría posible el intercambio entre pene y niño; pero esto
no resuelve la cuestión del valor. Ahí Freud intenta resolverla con la
“independencia” del objeto, es decir, que se puede tener o no, y por lo
tanto que se puede perder, o también, que se lo puede ceder. Tenerlo o
no tenerlo, perderlo, darlo, obsequiarlo, negarlo… todas estas palabras
nos remiten al valor. Es evidente que aquí, Freud está articulando las
equivalencias con el complejo de castración. Pero si afirmo que el
discernimiento del texto de Freud se complica, es porque precisamente,
hay algo que no está en Freud, y que va a ser uno de los aportes de
Lacan al Psicoanálisis: los registros Real, Simbólico e Imaginario, y
estos registros permiten a su vez separar, en términos teóricos al Falo
del pene.
En esto hay que ser claro: quien incorpora como concepto
teórico al falo en la teoría psicoanalítica es Lacan; para Freud, el falo
es un sinónimo de pene, y para ser más precisos, de pene erecto, algo
que Freud toma de los antiguos romanos. Estos, diferenciaban con dos
significantes al pene: mentula para el pene flácido, y fascinum, para el
pene erecto. Lo interesante de esto es que el significante define al objeto
por su cualidad, por el acontecimiento, y no por la esencia. Fascinum,
puede reconocerse, nos va a dar en castellano fascinación, fascinante,
fascinar, etc. Pues fascinum significa “quedar duro”.30
Decía entonces, que para Freud, el falo es el fascinum, salvo
en dos textos: “Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci” y “El
fetichismo”. En estos textos, Freud abre la posibilidad de pensar al
falo como diferente del pene, pues en esos textos, Freud habla del falo
30
Cuando los conquistadores llegaron a nuestras tierras, la iglesia iba por detrás
bautizando. El bautismo es el acto por el cual, al acceder a un nombre, al mismo
tiempo se accede a un ser que, en el caso de la religión, equivale a tener un alma. En
el caso del psicoanálisis, equivale a tener un “cuerpo”
106 |
Sobre un trueque que no es como los otros
femenino. Está claro que las mujeres no poseen pene, y mucho menos
erecto. Lo particular, lo que hace singularmente interesante estas
menciones de Freud, es que ese falo femenino, sólo es inscribible como
faltante, es decir, el falo femenino sólo es pensable desde la ausencia
(la renegación de la percepción para mantener la creencia, es un modo
de sostener lo que decíamos antes, acerca de lo simbólico, algo externo
que hace ser. Para que la madre no sea castrada, o para que mantenga
su falo, puesto ahí, por la mirada del niño, es necesario a su vez, renegar
de lo que se ve, lo que nos llevaría a la diferencia entre ver y mirar; la
segunda, guiada por la pulsión).
Este nuevo rodeo, es para dar cuenta de que el concepto de
falo como articulador teórico, incorporado por Lacan, es fundamental
para entender estas equivalencias que nos propone Freud, pues ahora,
podemos decir que, el falo, en tanto externo a los objetos, es lo que
los homogeneíza, los hace intercambiables, pues el falo es la puesta en
valor, pues es el falo lo que no se tiene, es sobre el falo que recae la
castración; esta es la razón por la cual Lacan escribe el falo como -ρ,
es decir, menos phi. Inscripto en su negatividad, vale por su falta. Esta
incorporación de Lacan tiene consecuencias teóricas notables, pues
nos obliga a repensar la castración, incluso la diferencia del Edipo en
el niño y la niña, pues si la castración recae sobre el falo, y el falo, por
definición es lo que falta… la castración operaría del mismo modo en
el varón y la niña.
Pero no quiero alejarme del texto de Freud, de sus objetos
intercambiables, equivalentes. El falo sería el operador simbólico que
pone en valor a dichos objetos (puede verse entonces que el pene no
vale por sí mismo, sino por la puesta en valor fálica). El falo, entonces,
sería aquello que sin pertenecer a dichos objetos, los hace ser… valiosos,
deseables, intercambiables, perdibles.
Esto nos permite despegar al pene del falo, y hacer una lectura
más actualizada del texto de Freud, que al fin y al cabo no dejó de ser
un hombre de su época.
| 107
Sergio Campbell
Una última cuestión, que nos quedaría por abordar, es que Freud
especifica que esta equivalencia, esta ecuación simbólica se realiza en el
inconsciente, es decir, de esto nada sabe el sujeto. Si bien el concepto
de realidad psíquica es problemático, digamos que la diferencia que
Freud realiza entre realidad y realidad psíquica, nos permite al menos
poder establecer claramente que se trata de la realidad psíquica; es ahí
donde esta equivalencia es posible. Ahora bien, como sabemos, del
inconsciente, nada podemos saber, sólo se nos muestran sus retoños,
por lo tanto, que dichas equivalencias se den en el inconsciente no
significa que no tenga efectos en el sujeto, pues ese movimiento del
inconsciente dejará sus retoños, que aparecerán en la vida de un sujeto,
a través de sus formaciones del inconsciente que, como sabemos, son
los sueños, lapsus, síntomas, chistes, etc.
Las coordenadas de lectura que propuse al comienzo del texto,
no son otra cosa que la incorporación del falo, leer este texto bajo la
guía del falo como diferente del pene, lo que a su vez le da al texto todo
su valor clínico, pues el falo, como tal, sólo será concebible en dador
de valor: faltante pero presente, aletehiando31 sobre los objetos de la
vida cotidiana, otorgándoles un valor que a veces, por su insistencia,
adquiere ribetes trágicos… y cómicos, o acaso en el amor no se pasa del
drama a la comedia sin solución de continuidad.
Bibliografía
FREUD, Sigmund: Sobre las transposiciones de la pulsión, en particular
del
erotismo anal. Amorrortu Ediciones. Bs As. 1987
QUIGNARD, Pascal: El sexo y el espanto. Editorial Minúscula.
Barcelona, 2006.
31
William Bourroughs, poeta beatnik, decía que el lenguaje es un virus, venido del
espacio exterior. Lacan, con las figuras topológicas va poder pensar en un espacio
diferente, un espacio donde lo exterior e interior se suceden, se traspasan, se
atraviesan.
108 |
BREVE RECORRIDO POR EL PLANTEO DE FREUD
RESPECTO DE LA PERVERSIÓN
Mariano Caminos
Introducción
A partir del debate y discusión respecto de la unión civil
homosexual, surgieron artículos y recortes que amparándose en
afirmaciones freudianas se opusieron al proyecto. Citando a Freud32
sostuvieron el carácter “enfermo” o “perverso” de la homosexualidad
para justificar sus planteos. Seguidamente, y con las mismas “evidencias
teóricas”, tamizaron la posibilidad de adopción en parejas gays, y se
pronunciaron negativamente (coherencia argumentativa).
En una rápida pasada por secciones mediáticas, pueden
encontrarse recortes periodísticos (gráficos, televisivos, etc.) donde el
término “perversión” es utilizado para calificar diversos actos (por lo
general violentos, agresivos, y /o sexuales). Una amplia fenomenología
que encuadra en conductas psicopáticas es tildada rápidamente con este
mismo nombre. Ronda, en cualquiera de los casos donde se hace este
ligero33 uso del término, la intención de agravar calificando, puesto que
el añadido “perverso” cierra un juicio sobre el acto y por transitividad
directa sobre el sujeto que lo comete. Más que de nominar se trata de
sentenciar al sujeto portador del acto.
32
Será en el seminario sobre la identificación que Lacan, utilizará por primera vez,
la figura del toro, pero será sobre todo en sus últimos seminarios, donde parletre y
toro se encuentren; sobre todo en el seminario del año 1976/77 “L´insu que sait de
l´une-bevue. S´aile à mourre” título que no es conveniente traducir, pues conlleva
varios juegos de palabras que, al traducirlo se pierde.
33
Qignard, Pascal: El sexo y el espanto. Pag. 51. Editorial minúscula. Barcelona,
2006.
| 109
Mariano Caminos
Si bien podría pensarse que en la liviandad con que esto sucede
va cierto riesgo de que la especificidad teórica se diluya, eso no sería
lo más importante. Lo que se presenta como verdadero riesgo en el
artificio de extirpar conceptos del cuerpo teórico al que pertenecen
(sobre todo en notas como la citada), es que la teoría psicoanalítica pasa
a ser citada como argumento para justificar una posición ideológica
cuyos intereses nada tienen que ver con el psicoanálisis.
En lo que sigue se realizará un seguimiento del concepto
“perversión” en la teorización freudiana, intentando cercar la
teorización en función de los distintos momentos por los que fue
pasando.
Desde un principio se evidencian algunas dificultades.
Laplanche y Pontalis34 las mencionan cuando dicen que “resulta difícil
concebir la noción de perversión si no es por referencia a una norma”.
Agreguemos que si por norma tomamos la ley (jurídica) o la biología
(animal), se abren nuevos interrogantes, pues sabemos de prácticas
“perversas” que no necesariamente atentan contra la ley, como sabemos
que en el ser humano no está prefijado el destino de un instinto que
inexorablemente conduce la sexualidad a la cópula macho hembra,
según la ruta biológica que marca la genética. “En la sexualidad humana
y su desarrollo, lo adquirido sobreviene no sobre la base de lo innato,
sino antes de lo innato. Esto es muy importante para la psicología de la
adolescencia: en el momento en que llega el instinto, el terreno ya está
totalmente ocupado por la pulsión, por el fantasma”35.
34
Aletheiando es un neologismo formado por la palabra griega altheia que
etimológicamente significa desocultar, pero también, privado de olvido. Así, la
verdad es aletheia, pues la verdad se desoculta, pero a condición de que vuelva a
ocultarse. También el ser es aletehia, pues el ser aparece y desaparece, se desoculta
y se oculta. Y por otra parte, la palabra aletear; por lo tanto, aletheiando vendría a
significar aquello que estando ausente se hace presente, ora en un objeto, ora en otro.
De este modo, el falo, aletheia, pasando de un objeto a otro, otorgando valor, pero
también quitando.
35
En el periódico “El Norte”, del 13/05/2010, en un artículo titulado A los gays
no les interesa casarse, sino promover la cultura homosexual, puede leerse: Freud
110 |
Breve recorrido por el planteo de Freud respecto de la perversión
Este sutil juego con los términos “innato” y “adquirido” que
hace Laplanche, se encuentra en franca consonancia con la importancia
del lugar del Otro en la supervivencia del cachorro (en tanto encargado
de implantar la sexualidad ampliada de la que el psicoanálisis viene a
dar cuenta). Allí se pone en evidencia el temprano abandono de lo
autoconservativo36, y la prematura irrupción de un otro que lo ingresa
al mundo de la cultura, (“El malestar en la cultura” expone claramente
los efectos de los renunciamientos que la vida en sociedad impone).
Esto obliga a pensar que si la sexualidad del hombre proviene siempre
desde afuera, y tiene carácter fundante37, está claro que “lo que está
pervertido es siempre el instinto, pero es como función vital que es
pervertido por la sexualidad”38.
Momentos
Si bien algunos autores plantean tres momentos en la producción
freudiana sobre la perversión, la mayoría coincide en señalar sólo dos.
Quienes hablan de tres momentos consideran “Pegan a un niño” de
1919, como un punto intermedio, donde el autor expone el análisis de la
fantasía sado-masoquista, para articular la perversión con el complejo de
Edipo (aunque no se aclare la diferencia con la neurosis).
y la Comunidad Homosexual argentina: Nosotros no andamos controlando y
exigiendo que la gente tenga relaciones sexuales, se case y tenga un hijo tras otro,
pero nuestra Doctrina Social nos dice que lo que el Estado debe promover y proteger
y reconocer es la ordenación del sexo a la procreación-amor, a la solidaridad y la
grandeza de la Patria. No nos oponemos de puro contreras, pues somos positivos y
nos fundamos en el propio Sigmund Freud, cuando colocaba entre las enfermedades
la homosexualidad…
36
“Ligero” porque el concepto se delinea tomando como parámetro una supuesta
norma. Lo que se aleja de ella en el mismo movimiento se acerca a su contrario: la
perversión.
37
Laplanche, J. Pontalis, B. “Diccionario de Psicoanálisis”. Paidos. Bs. As. 2005.
38
Laplanche, J. Revista Uruguaya de Psicoanálisis 1998; 87: 125-136. “Psicoanálisis
y biología: realidades e ideologías”. Conferencia. 30/11/97
| 111
Mariano Caminos
En este trabajo se pondrá especial atención en los dos
momentos más importantes, procurando detallar los cambios que
Freud introduce entre ambos.
Primer momento
“Tres ensayos de Teoría sexual”, de 1905. Veamos algunas de las
cuestiones que se plantean:
El psicoanálisis (...) muestra que los síntomas en modo alguno
nacen únicamente a expensas de la pulsión sexual llamada
normal (no, al menos, de manera exclusiva o predominante),
sino que constituyen la expresión convertida {konvertiert}
de pulsiones que se designarían perversas (en el sentido más
lato) si pudieran exteriorizarse directamente, sin difracción
por la conciencia, en designios de la fantasía y en acciones.
Por tanto, los síntomas se forman en parte a expensas de una
sexualidad anormal; la neurosis es, por así decir, el negativo de
la perversión39.
Inferencias. En este momento la perversión estaría dada por el
ejercicio directo y crudo de la pulsión sexual, y por ende no produciría
síntomas, los cuales son considerados la expresión de una pulsión que
ha sido “difraccionada”, es decir desviada a causa del conflicto entre dos
sistemas (inconciente – preconciente).
La producción de síntomas está a cargo de una sexualidad que
llama “anormal”, en tanto ha sufrido la coerción que la cultura impone
para el libre ejercicio pulsional. Todo indica que la expresión directa
sería sinónimo de normal, y “normal” estaría del lado de la perversión,
en tanto hay expresión libre de lo sexual, sin condicionamientos ni
renuncias. De allí que la frase se remata con “la neurosis es el negativo
de la perversión”. Lo “negativo” puede ser entendido en términos
39
Mariana Karol en el capitulo “La constitución subjetiva del niño”, del texto “De
la familia a la escuela: infancia, socialización y subjetividad”, compilado por Sandra
Carli, Editorial Santillana, Bs. As. 2005
112 |
Breve recorrido por el planteo de Freud respecto de la perversión
fotográficos: la perversión muestra lo que la neurosis (respecto de
lo pulsional) vela. Sin procesamientos lo que hay es pulsión a cielo
abierto.
Más adelante:
La disposición a las perversiones es la disposición originaria y
universal de la pulsión sexual de los seres humanos, y a partir
de ella, a consecuencia de alteraciones orgánicas e inhibiciones
psíquicas, se desarrolla en el curso de la maduración la conducta
sexual normal40.
En correspondencia con el párrafo anterior plantea la
continuidad entre perversión y neurosis, e introduce cierta evolución
en el destino de la pulsión; evolución que estará marcada por la renuncia
(o no) a una “disposición originaria y universal”. En este marco el niño
“perverso polimorfo” sería el modelo que está en el primer eslabón, ya
que la pulsión se caracteriza por la posibilidad de un ejercicio múltiple
que no repara en el objeto. La perversión se define sin necesidad de
articulación con ninguna forma de genitalidad. Esto es más claro
cuando afirma que
Las perversiones se evidenciaron por una parte como
inhibiciones, y por la otra como disociaciones del desarrollo
normal. Ambas concepciones se reunieron en una hipótesis:
la pulsión sexual del adulto engendra una aspiración con
una única meta sexual mediante la composición de múltiples
mociones de la vida infantil en una unidad41.
“Inhibiciones” para el caso que no emerja lo esperado
(recuérdese que Freud apostaba a un modelo de desarrollo donde la
filogénesis tenia un lugar importante), y “disociaciones” en tanto algo
se separa y corre solo por otro carril (la pulsión suelta, no ligada).
40
El ya clásico “Salvaje de Aveyron” (donde se contrastan los planteos de Pinel e
Itard) lo evidencia de un modo irrefutable.
41
Laplanche, J. “Vida y muerte en psicoanálisis”. Amorrortu Editores, Bs. As, 2001.
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Mariano Caminos
Finalmente dirá que recién en la adultez se produciría la recomposición
de lo parcial (pre genital) en una unidad (genital). Freud sostiene una
idea evolutiva que articula neurosis - perversión – pulsión - sexualidad
(se va de lo puramente pulsional a lo ligado, y en las relaciones objetales
de lo parcial a lo total).
Con este breve recorrido podríamos resumir el primer
momento teórico, diciendo que la perversión es definida como resto o
persistencia de un componente sexual (parcial) que marca la relación
con el objeto (al sujeto no le interesa el objeto). También puede ser
definida como regresión a un momento anterior de la libido. La
sexualidad perversa polimorfa de la infancia es la expresión de pulsiones
parciales dominantes, y la perversión sería una falla o déficit en la
síntesis de las pulsiones bajo la supremacía genital: predominancia de
lo pregenital en los momentos en los cuales tendría que estar reprimido
el polimorfismo perverso. Todo lo que llama “aberraciones” (zoofilia,
homosexualidad, fellatio, etc.) estarían enmarcadas como perversiones,
en tanto el otro es sólo punto de descarga. No hay vínculo amoroso
sino ejercicio de la pulsión sobre el otro (otro que es puro objeto). Se
trataría del empleo de zonas no apropiadas, por detención o fijación a
formas pregenitales de placer sexual. Esta teoría de la perversión resulta
del todo solidaria con la teoría de los estadios, donde cada zona marca
los modos de placer erógeno.
Vale aclarar que en este momento el concepto de pulsión no
está aún definido, sino que es concebido como “moción que empuja”.
Segundo momento
Es en “El Fetichismo” de 1927, donde se ocupa de la renegación
de la castración; en “La escisión del yo en el proceso defensivo” y “El aparato
psíquico y el mundo exterior” ambos de 1938, donde intenta explicar este
mecanismo postulando una escisión a nivel del yo.
En el primer texto puede leerse: “el fetiche es el sustituto del
falo de la mujer (de la madre) en que el varoncito ha creído y al que no
114 |
Breve recorrido por el planteo de Freud respecto de la perversión
quiere renunciar”42. El fetiche le permite seguir creyendo que su madre
no está castrada. Pero, evidentemente, no es lo mismo. De ser lo mismo
no habría necesidad de un fetiche. Es que el niño ha visto algo, y para
desmentirlo pone en su lugar al fetiche.
Por eso después agrega:
Si en este (en alusión al fetichismo) se quiere separar de
manera más nítida el destino de la representación del destino
del afecto, y reservar el término «represión» para el afecto,
«desmentida» {«Verleugnung»} seria la designación alemana
correcta para el destino de la representación43.
Este punto ha generado algunos debates interesantes, ya que
el sujeto no niega lo que percibe pues como lo aclara Laplanche44
no puede percibirse una “ausencia”, sino que lo que hace es negar su
significación en función de su teoría explicativa del mundo, la cual esta
articulada en la amenaza de castración. En el mismo sentido puede
retomarse este punto en la vertiente que lo retoma Lacan45, analizando
desde lo simbólico el valor de la castración, y no desde las posibilidades
de la percepción ceñida a los limites de la visión.
En este segundo momento el complejo de Edipo y el temor a
la castración se anudan en la producción de un nuevo mecanismo: la
“verleugnung”; que traducida como renegación46, da cuenta de cómo
la percepción de la ausencia de pene en la mujer, es desmentida por
temor a la propia castración, y a su vez produce un sustituto para lo
renegado: el fetiche. La posición del sujeto ante la castración, sirve
de modelo para su relación con el objeto. No se vislumbra ningún
42
Freud, S. “Tres ensayos de teoría sexual” (1905). Obras Completas. Tomo VII.
Amorrortu Editores, Bs. As. 1986.
43
Obra citada.
44
Obra citada
45
Freud, Sigmund. “Fetichismo” (1927). Obras Completas. Tomo XXI. Amorrortu
Editores, Bs. As. 1986
46
Obra citada.
| 115
Mariano Caminos
planteo que permita pensar que esta nueva definición (centrada en la
forma de relación) se excluya con lo sostenido en el primer momento,
donde la perversión se definía como ejercicio de lo pregenital. Sí se
suma, ahora, un mecanismo específico que la diferencia de la neurosis:
la verleugnung; y ya no se sostiene una definición anclada en un “no”
desarrollo, o “difracción”, sino en una consecuencia del modo de
relación con la castración.
Freud dice que si bien se espera que los niños abandonen
la idea de que todos tienen pene, sobre todo la madre, el perverso
no desterraría esta creencia, porque de hacerlo debería reconocer
su propia castración, y vería amenazada su posición narcisista. Se
muestra interesado en aclarar que no se trata de una escotomización
(para diferenciarse de Laforgue), donde la percepción es borrada, y
enfatiza la presencia de la renegación, como mecanismo que permite
la convivencia de ambas tendencias: la aceptación y el rechazo. En este
marco el fetiche le otorga protección contra la angustia de castración,
es el trofeo del triunfo sobre ésta: si la mujer tiene un falo sustituto
no está castrada, y por ende él tampoco. Para Freud la constitución
del fetiche estaría dada por la última imagen percibida ‘antes’ de la
impresión siniestra o traumática, y por eso puede ser el pie o el zapato,
derivado de cuando el niño espió los genitales femeninos desde abajo,
y el pie o el zapato quedaron como último recuerdo.
Pasemos a otro párrafo:
El yo del niño (...) debe decidirse: reconocer el peligro real,
inclinarse ante él y renunciar a la satisfacción pulsional, o
desmentir la realidad objetiva, instilarse la creencia de que no
hay razón alguna para tener miedo, a fin de perseverar así en
la satisfacción. Es, por tanto, un conflicto entre la exigencia de
la pulsión y el veto de la realidad objetiva. Ahora bien, el niño
no hace ninguna de esas dos cosas, o mejor dicho, las hace a las
dos simultáneamente, lo que equivale a lo mismo (...)
El resultado se alcanzó a expensas de una desgarradura en el
116 |
Breve recorrido por el planteo de Freud respecto de la perversión
yo que nunca se reparará, sino que se hará más grande con el
tiempo. Las dos reacciones contrapuestas frente al conflicto
subsistirán como núcleo de una escisión del yo(...) nuestro
paciente (...) se creó un sustituto del pene echado de menos en
la mujer, un fetiche47.
Freud vuelve sobre el mecanismo específico de la perversión,
y comienza a marcar las diferencias. Pero ahora nos entrega una
explicación causal: la escisión del yo. En el yo se produce un clivaje, una
división en dos partes, donde se sostienen afirmaciones contradictorias:
“la madre fue castrada” y “la madre tiene pene”. Lo “normal”, dice
Freud, es terminar aceptando la prohibición, creyendo en la realidad
del peligro de la castración. Esta es la solución neurótica, donde se
‘abandona’ porque se reprime. En la perversión ambas corrientes no
entran en conflicto, sino que coexisten sin influenciarse mutuamente.
Y esta solución se alcanza al precio de un desgarro, de una escisión en el
yo, y deja la perversión más cerca de la psicosis que de la neurosis.
Si bien en algún momento Freud planteó la renegación
como “rechazo” de una parte de la realidad intolerable, o una defensa
enérgica de las psicosis, asimilable a “abolición” o “forclusión”, en este
momento la renegación aparece como la posición del perverso frente
a la castración de la mujer (madre), diferente de la posición neurótica
(represión) y de la psicótica. Se trata de una posición que agrupa la
corriente neurótica (que sabe de la castración), con la psicótica (que
corta relación con la realidad) sin que se interfieran mutuamente. Se
disuelve el principio de no contradicción. Por eso Mannoni caracteriza
el movimiento del perverso en su célebre frase “lo sé, pero aún así”. No
desconoce que al otro le hace mal o lo lastima, lo sabe. Pero aún así…
lo hace.
En otro momento afirma:
47
Laplanche J., Pontalis B. “Diccionario de psicoanálisis”. Paidos, Bs. As, 2005
| 117
Mariano Caminos
Por un lado, desmienten el hecho de su percepción, a saber,
que en los genitales femeninos no han visto pene alguno; por el
otro, reconocen la falta de pene de la mujer y de ahí extraen las
conclusiones correctas. Las dos actitudes subsisten una junto a
la otra durante toda la vida sin influirse recíprocamente. Es lo
que se tiene derecho a llamar una escisión del yo. Este estado
de cosas nos permite comprender también que con tanta
frecuencia el fetichismo alcance sólo una plasmación parcial.
No gobierna la elección de objeto de una manera excluyente,
sino que deja espacio para una extensión mayor o menor de
conducta sexual normal, y aun muchas veces se retira a un
papel modesto o a la condición de mero indicio. Por tanto, los
fetichistas nunca han logrado el completo desasimiento del yo
respecto de la realidad objetiva del mundo exterior48.
Esto marca, en el planteo freudiano, una clara diferencia con la
psicosis, y resulta de gran importancia, por cuanto pone de manifiesto
que la perversión no se trata de una organización cerrada, sino que
“alcanza sólo una plasmación parcial”, y por lo tanto “no gobierna la
elección de objeto de una manera excluyente”. Freud está más cerca
de considerar la perversión como conducta o rasgo, y no como
estructura.
Más adelante se pregunta por las similitudes entre el mecanismo
de formación del fetiche, y los sueños o síntomas neuróticos, y lo
resuelve mostrando la diferencia en la calidad del conflicto:
Que con respecto a una determinada conducta subsistan en la
vida anímica de la persona dos posturas diversas, contrapuestas
una a la otra e independientes entre sí, he ahí un rasgo universal
de las neurosis; sólo que en este caso una pertenece al yo, y la
contrapuesta, como reprimida, al ello49.
48
El capítulo 16 del seminario 16 “De un Otro al otro”, ofrece una lectura en este
sentido (“el perverso se dedica a tapar el agujero en el Otro”).
49
También puede encontrarse como “desestimación por el juicio”, o “desmentida”
(este último es la traducción de un término francés introducido por G. Rosolato:
dèsaveu.
118 |
Breve recorrido por el planteo de Freud respecto de la perversión
Por lo tanto en la neurosis el conflicto es intersistémico (yo
– ello), mientras que en el perverso sería intrasistémico (el yo está
escindido en dos corrientes), y así se explicaría porqué no se producen
síntomas en la perversión.
Aportes de los planteos Freudianos para una definición de la
perversión
Intentando una síntesis de los dos momentos teóricos de Freud,
y sin ánimo de hacer un listado exhaustivo, sino más bien tratando de
recuperar puntos comunes que no se excluyan, podemos decir que para
la definición de perversión, sería necesario tener en cuenta:
– Renegación de la castración.
– El objeto está recortado del sujeto que lo soporta (sea por
el ejercicio de una sexualidad pre genital, o por renegación
de la diferencia).
– Considerando la castración como reconocimiento de la
falta, y por ende posibilidad de renuncia, lo común sería
la imposibilidad del sujeto de renunciar a una forma de
goce.
– “Disociación” producto de la escisión del yo, por lo cual
conviven corrientes opuestas, pero sin entrar en conflicto
(y sin despegarse de la realidad).
– Presencia de goce erógeno.
– No hay síntomas (estos son producto de la neurosis), si
por ello entendemos el producto de un conflicto entre
sistemas (inconsciente – pre-conciente).
– Más centrados en la primera teoría: fracaso de la represión,
y por ende conductas compulsivas y pasaje al acto.
– Hay algo del orden del indicio, de goce con el detalle. Por
| 119
Mariano Caminos
–
–
–
–
allí pasa parte de la explicación del fetichismo.
Según la primera teorización, para el yo se trata del ejercicio
de un goce que no repara en el objeto. Podría decirse que el
sujeto goza autoeróticamente “sobre” el cuerpo del otro, y
no “con” otro reconocido como tal.
Integrando las dos teorizaciones, la perversión se definiría
no solo por el modo de ejercicio de la sexualidad (primer
momento), sino también por un tipo de vínculo con el
objeto (segundo momento), es decir la desubjetivización
del objeto con el que se estructura el goce.
La norma debería buscarse no solo en el modo de
funcionamiento genital, sino en el modo de vínculo con
el objeto.
Los dos momentos resultan complementarios si se piensa
que desmentir la castración significa de algún modo una
adhesión a lo pregenital, pues al otro se le quita su estatuto
de sujeto, para ubicarlo como objeto parcial sobre el cual
la pulsión ejerce descarga.
Conclusiones
Considerando el primer momento (ejercicio de la pulsión
parcial, neurosis como negativo de la perversión), su correlato en
términos de intersubjetividad estaría dado por una relación de tipo
objetal donde el otro desaparece como sujeto. De esta manera, y
despegándonos de una mirada biologicista que supone la “natural
relación macho – hembra”, no se trataría de analizar si la relación es
homo o hetero, sino el tipo de relación con el otro.
En igual sentido podemos tomar la segunda teorización, y
considerar la renegación no solo en relación con la castración, sino
como un modo de relación al semejante, analizando si hay o no
120 |
Breve recorrido por el planteo de Freud respecto de la perversión
posibilidades de enlace amoroso.
Tanto en el primer como en el segundo momento, sería del
todo incoherente con la teoría, restringirnos a un análisis en exclusiva y
única relación con la sexualidad genital. La sexualidad debe ser tomada
en una dimensión absolutamente mayor y más compleja. En el mismo
sentido, el par falo – castración en las múltiples lecturas que ofrece
Lacan abre una perspectiva más productiva al respecto.
En coherencia con ambos planteos, podemos decir que la
relación pulsional es perversa, porque no puede subjetivar al objeto.
La perversión incluye la desubjetivación del objeto. La renegación se
articula con la renegación del principio de realidad, y la castración
queda planteada como reconocimiento de los aspectos propios que
deben ser rehusados, y no en términos de diferencia anatómica.
Cuando la clínica psicoanalítica no sólo trabaja en ello,
sino que evidencia la presencia del enlace amoroso en las relaciones
homosexuales; cuando buena parte de la sociedad muestra todo un
movimiento reivindicatorio que así lo confirma ya que las minorías
homosexuales solicitan el reconocimiento de los mismos derechos y
beneficios que las parejas heterosexuales como una forma de cuidar y
cuidarse con el otro, y conseguir respaldos que le permitan convivir
con la persona que eligieron, dando cuenta de una preocupación
“neurótica” por el semejante; cuando esto y mucho más sucede,
resulta sumamente limitado, tendencioso y falto de rigor insistir en la
definición de un concepto, atándolo a su primer momento (aún no
estaba claro el concepto de pulsión entre otros) en el derrotero de una
construcción teórica que está lejos de detenerse en Freud.
Si del primer momento sólo se toma una línea biologicista
que supone un destino de unión en la genitalidad a los fines de la
reproducción, toda la homosexualidad estaría dentro de la perversión.
Demás decir que tras este planteo anida la convicción de que lo normal
es la relación genital masculino – femenino. Planteo solidario de la
homologación natural = normal, que se contradice con desarrollos
| 121
Mariano Caminos
propios del psicoanálisis, pues sabemos (como se plantea al principio)
que si hay algo pervertido en el humano, eso es la biología del instinto y
no la sexualidad. Por eso es importante tener en cuenta que la alteridad
no está determinada “sólo” por la diferencia anatómica, sino más bien
por la posibilidad de reconocer al otro como semejante.
Bibliografía
BLEICHMAR, S. Clínica psicoanalítica y neogénesis, Buenos Aires.
AmorrortuEditores, Bs. As. 2001
FREUD, S. “El malestar en la cultura”. (O. C. Tomo XXI). Amorrortu
Editores, Bs. As. 1994.
FREUD, S. “Tres ensayos de teoría sexual” (O. C. Tomo VII).
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FREUD, Sigmund. “Fetichismo” (O. C. Tomo XXI) Amorrortu
Editores, Bs. As. 1986
FREUD, S. “La escisión del yo en el proceso de defensa” (O. C. Tomo
XXIII) Amorrortu Editores, Bs. As. 1985
KAROL, M. En La constitución subjetiva del niño, del texto “De la
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por Sandra Carli, Editorial Santillana, Bs. As. 2005
LACAN, J. De un Otro al otro. Capítulo 16. Editorial Paidós. Bs. As.
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LAPLANCHE, J. y PONTALIS, B. Diccionario de Psicoanálisis.
Editorial Paidós, Bs. As. 2005
LAPLANCHE, J. Revista Uruguaya de Psicoanálisis 1998; 87: 125136. “Psicoanálisis y biología: realidades e ideologías”. Conferencia.
30/11/97
LAPLANCHE, J. Vida y muerte en psicoanálisis. Amorrortu
Editores, Bs. As. 2001.
MANNONI, Octave. Ya lo se... pero aún así, La otra escena.
Amorrortu Editores. Bs. As. 1973.
MILLER Y OTROS. “Perversos, psicópatas, antisociales,
122 |
Breve recorrido por el planteo de Freud respecto de la perversión
caracterópatas, canallas.” Psiquiatría y psicoanálisis 2. Ediciones
Grama, Bs. As. 2008.
MILLOT, C. Gide – Genet – Mishima. La inteligencia de la
perversión. Editorial Paidos, Bs. As. 2008.
| 123
TRANSFERENCIA: TRES ASPECTOS
Jorge Gárate
Aunque un tanto incómodo, Freud, no duda en llamar amor al
fenómeno de la transferencia. Pareciera en principio un mal necesario
a la hora de efectuar un psicoanálisis. Fenómeno tan auténtico como
cualquier amor, la transferencia se rebate, principalmente en Freud,
entre la resistencia y la repetición. Luego, y a pesar de esta sospecha,
las últimas argumentaciones quizás fueron tomando mayor peso
y nos ha hecho perder el asunto del amor50. Entonces, veremos si
podemos señalar algunos trayectos en Freud, de estos tres aspectos de
la transferencia: la resistencia, el amor y la repetición.
Transferencia y resistencia
Aunque un tanto forzados, podemos ubicar el despunte de la
transferencia, con las primeras experiencias de Freud en París y Nancy
con la relación a las prácticas de la hipnosis; posteriormente concederá
suma importancia a la práctica suya y la de otros en la relación médicopaciente y tomando a las manifestaciones transferenciales como un
trastorno de esta relación en el objetivo de la cura, para luego sí, poder
decir que con el caso Dora comprendería su naturaleza y el alcance de
la misma.
¿De que se trata entonces la transferencia en las primeras
menciones del Término?
50
Freud, S. “La escisión del yo en el proceso de defensa” (1938) Obras Completas.
Tomo XXIII. Amorrortu Editores, Bs. As. 1985.
| 125
Jorge Gárate
En el prólogo a la traducción del libro de Bermheim, De la
suggestion (1888),51 Freud decía:
Hückel ha expresado su convicción de que el primer transfert
(transferencia de la sensibilidad de una parte del cuerpo a
la parte homóloga del lado opuesto) manifestado por una
histérica le había sido sugerido en cierta ocasión histórica, y
que desde entonces los médicos han seguido reproduciendo
constantemente, por medio de la sugestión, este síntoma
pretendidamente fisiológico (Freud, 1888).
En 1888, en el texto Histeria, había usado en un mismo párrafo
la palabra en francés transfert y la palabra alemana Ubertragung,
describiendo la independencia que tiene la histeria en su distribución
sintomática con respecto a lo esperable en el campo fisiológico:
En el desplazamiento de síntomas histéricos se destacan
algunas llamativas constelaciones. Mediante intervenciones
“astesiógenas” es posible transferir (ubertragen) una anestesia,
parálisis, contractura, temblor, etc., sobre el lugar simétrico de
la otra mitad del cuerpo (Freud, 1988:53).
En 1895, en su Proyecto de una psicología para neurólogos habla
de transferencia para referirse al paso de la cantidad de excitación de
una neurona a la otra (Freud, 1988:359).
Entonces dos términos: Tranfert que parece designar más bien
los desplazamientos de orden orgánico, neurológicos, y Ubertragung,
palabra que utilizó para lo que reconoció en un primer momento como
los desplazamientos psicológicos.
La transferencia mostró sus efectos (nos referimos, al Caso de
Ana “O” de Breuer), mucho antes de que fuera identificada y sobre
todo utilizada.
51
Freud, S. “El aparato psíquico y el mundo exterior ” (1938). Obras Completas.
Tomo XXIII. Amorrortu Editores, Bs. As. 1985.
126 |
Transferencia: tres aspectos
En Estudios Sobre la Histeria52, nos vamos a encontrar con el
siguiente planteo: la existencia de obstáculos con los que nos podemos
topar en el transcurso de un procedimiento terapéutico, es decir, que
provocan el fracaso del objetivo: hallar los recuerdos patógenos, -de lo
que se trata como meta en esta época es de recordar y abreaccionar-.
Entonces decíamos que hay obstáculos que se oponen a la aparición
del recuerdo y los hay de dos tipos: unos referidos al contenido (de
las representaciones) y otro un obstáculo externo, y señala Freud, es
uno de los mas importantes, cuando “el vinculo con el médico se ve
perturbado, y significa el mas enojoso obstáculo con que se pueda
tropezar...”.53
Nos hallamos en esta época, con la invención del método, en
la que podemos apreciar no sólo los obstáculos que tuvo que superar
sino la manera en que los mismos fueron alcanzados. El primer
obstáculo con el que se encuentra es con la aplicación de la hipnosis:
como se trataba de inventar algo para superar este escollo a favor de la
aparición del recuerdo, ensaya el artilugio de la presión sobre la frente
combinando hipnosis con sugestión.
Para poder hipnotizar el médico tenía que estar investido de
autoridad, tanto el terapeuta como el procedimiento debían ubicarse
en un lugar idealizado, pero ante la dificultad personal y la resistencia
de las histéricas a ser hipnotizadas, Freud tuvo que cambiar de posición,
emprender un camino distinto para obtener los recuerdos patógenos.
Tales experiencias me dejaron la impresión de que un mero
esforzar (Drangen) podía hacer salir a la luz las series de
representaciones patógenas cuya presencia era indudable,
y como ese esforzar costaba empeños y me sugería la
interpretación de tener que superar yo una resistencia traspuse
52
Obra citada.
Solo se harán comentarios demasiados obvios quizás, sobre la posición de Freud en
relación al amor. Quedará pendiente cual es la teoría, si la hay, del amor que sustenta
Freud, tarea que implicaría, a saber por los desarrollos actuales, una exposición que
excede en demasía la intención de este trabajo.
53
| 127
Jorge Gárate
sin más ese estado de cosas a la teoría según la cual mediante
mi trabajo psíquico yo tenia que superar en el paciente una
fuerza que contrariaba el devenir-conciente (recordar) de las
representaciones patógenas.54
Mediante “su trabajo psíquico” debió ubicarse en otra
perspectiva; en efecto no hay nada más inverso a la posición del
terapeuta en la hipnosis (la de amo) a la posición del analista.
Con el método sugestivo de la presión sobre la frente, Freud
encontró un nuevo obstáculo: no siempre el enfermo recuerda algo, no
siempre se encuentra dispuesto a comunicarlo, sino al contrario, mas
bien se resiste o llega a reprimir lo nuevo evocado. La resistencia en este
caso es un fenómeno de discurso, el vacilación, la fluctuación, la duda,
el silencio, daban cuenta que había algo que no podía pasar al plano de
la palabra, que para superarla había que apelar a “motivos intelectuales
y hasta afectivos...”55
Freud comienza a distinguir y verificar que la presencia de las
representaciones patógenas era un hecho indudable y la resistencia a
que estas aparezcan era un efecto de la represión, es decir, que aquello
a lo que el sujeto se resiste, es a una “representación penosa apta para
provocar los afectos de la vergüenza, el reproche, el dolor psíquico,
la sensación de un menoscabo”.56 La resistencia toma su fuerza de la
represión.
Podemos decir que tenemos una primera delimitación de
la resistencia, “no es el enfermo el que se resiste sino algo en él que
resiste”57.
Retomemos, decíamos que unos motivos para la resistencia,
podrían entrar en la categoría de lo que Freud denomina de
54
Freud, Sigmund: Prólogo a la traducción de H. Bermheim: “De la suggestion.”
Obras completas. Amorrortu Editores. T. 1. De aquí en más, todas las citas de Freud,
pertenecen a la misma colección.
55
Freud, Sigmund: Estudios sobre la histeria. Amorrortu Editores.
56
Op. Cit. Pag. 305.
57
Op. Cit. Pag. 275.
128 |
Transferencia: tres aspectos
Contenido (de las representaciones), otro, y representa un factor de
gran importancia tal como lo venimos señalando: la relación con el
médico
...el enfermo... al ponerse en sus manos y concederle la
confianza... difícilmente... pueda evitar que la relación personal
con el medico se adelante hasta el primer plano de manera
abusiva... y aun parece que esta injerencia del medico fuera
la condición bajo la cual, únicamente, se puede solucionar el
problema58
Reconocer este echo es sin duda de gran importancia para la
relación transferencial, ya que este será el sentido de “palanca de cura”
que tendrá mas adelante, en cuanto se puede pensar a la transferencia
como opuesta a la resistencia.. Por el momento el trabajo con la
resistencia se opera desde la sugestión, la relación medico paciente
esta en el plano de la sugestión, Aquí entre transferencia y sugestión
hay superposición. La transferencia no está, por así decir, asimilada al
conjunto de la cura en cuanto a su estructura y su dinámica
58
Op. Cit. Pag. 289. En que consistía el trabajo terapéutico?, cabe suponer
decididamente en superar esta resistencia, ahora bien cuando Freud se pregunta
con que medio contamos dice: “son escasos, pero son casi todos los medios de que
dispone de ordinario un ser humano para ejercer influjo en otro” (288). y continua
mas adelante: “...el enfermo solo se libera del síntoma histérico reproduciendo la
impresiones patológicas causadoras y declarándolas bajo una exteriorización de
afecto, la tarea terapéutica solo consiste en moverlo a ello...” (289) Este trabajo se
vera facilitado siempre que el analista conserve un lugar, Freud dice: “es de alto valor
para el progreso del análisis que uno siempre lleve la razón frente al enfermo, de lo
contrario se depende de lo que el tenga a bien comunicar” (287) En la traducción
de López ballesteros dice conserve la autoridad. (nota: todas las citas de Freud
corresponden a la edición Amorrortu).
| 129
Jorge Gárate
130 |
Transferencia: tres aspectos
Podemos encontrar múltiples referencia con relación a los
enlaces falsos -la más extensa en el caso de Emmy Von M.59 - Pero lo que
nos interesa, es resaltar cómo lo plantea en Neuropsicosis de defensa60;
al comentar los efectos de la defensa contra una representación
inconciliable y el consecuente divorcio entre ella y su afecto, explica
el carácter de “absurdo” que tiene la representación obsesiva; de ahí
también debe su carácter de “falsa”. Freud lo entiende, en el sentido
que los contenidos o afectos de la representación conciente enlazada,
le corresponden a la representación desalojada inconsciente. De igual
manera encuentra Freud que en los sueños se da el mismo mecanismo
de desplazamiento llegando en algunos párrafos a ser equivalentes
transferencia y desplazamiento.61
Como el contenido, el afecto es también susceptible de falso
enlace, esta definición aporta, de entrada, la condición económica de la
transferencia: se trata de afectos enlazados falsamente a representaciones
“tolerables” y transferidas sobre la persona del médico. Pero, como se
verá, la transferencia es algo más que los afectos dirigidos al analista.
Lo de “enlace falso” uno lo puede entender erróneamente
como una desestimación de la transferencia por parte de Freud ya que
funciona como resistencia, pero insistimos en que es de otro orden a
la resistencia u obstáculo de discurso, o de contenido. Este falso enlace
que toma a la persona del médico como representación privilegiada,
es la manera en que se produce la transferencia. Se trata entonces de
un fenómeno inherente a la cura, caracterizada por el despliegue de
59
Op. Cit. Pag. 275 y 276.
Esto es totalmente coherente con la concepción de aparato psíquico y al modo
en que esta organizado el material, recordemos que una segunda, de las tres posibles
formas de ordenamiento, es la estratificación concéntrica en torno del núcleo patógeno
dice: “son estratos de resistencia, creciente esta ultima hasta el núcleo... cuanto mas
hondo se cala, con mayor dificultad se disciernen los recuerdos aflorantes, hasta que
en la proximidad del núcleo, se tropieza con aquellos que el paciente desmiente aun
en la reproducción.” (294).
61
OP. Cit. Pag. 273.
60
| 131
Jorge Gárate
sentimientos tiernos, hostiles o eróticos sobre la persona del médico62.
En el mismo texto, falsa conexión, es una expresión con la
que Freud designa la formación de síntomas por medio de la falsa
conexión63 entre el afecto y la representación; es una idea susceptible
de leer sin forzar el texto, que la transferencia participa de la misma
elaboración que el síntoma, o que la transferencia es un síntoma; Freud
dirá tiempo después incluso, una neurosis: “neurosis de transferencia”
La transferencia, así, empieza a ser una noción más amplia
que la de falso enlace, ya que utiliza las dos posibilidades: en La
Interpretación… cuando tiene que explicar a qué deben su importancia
“los restos diurnos” como ingrediente necesario para la formación del
sueño, recurre a lo ya consabido en la psicología de las neurosis dice
Esta nos enseña que la representación
inconsciente como tal es del todo incapaz de ingresar
en el preconsciente, y que sólo puede exteriorizar ahí
un efecto si entra en conexión con una representación
inofensiva que ya pertenezca al preconsciente,
transfiriéndole su intensidad y dejándose encubrir
por ella, esta es el hecho de la transferencia, que
explica tantos sucesos llamativos de la vida anímica
de los neuróticos. La transferencia puede dejar intacta
esa representación oriunda del preconsciente, la cual
alcanza así una intensidad inmerecidamente grande, o
imponerle una modificación por obra del contenido de
la representación que se le transfiere64.
Freud llama Übertragung al proceso por el cual el sueño se monta
en representaciones destituidas de su sentido propio y retomadas en
una nueva organización a través de la cual logra expresar otro sentido.
En La interpretación de los sueños la palabra transferencia va
62
OP. Cit. Pag. 88 .91.
Freud, S.: Neuropsicosis de defensa. Obras completas, pag. 53.
64
Pero no así Contenido y Afecto, parece ser una distinción de Freud en cuanto a los
componentes de la representación: el contenido es concebido en cuanto al sentido y
el afecto en cuanto a la cantidad.
63
132 |
Transferencia: tres aspectos
ha ser usada en varias ocasiones en plural al igual que en el epílogo
de Dora, lo que es acorde a la concepción que también desarrolla en
Estudios sobre la histeria, hay un uso mas amplio del concepto ya no se
trata sólo de desplazamientos, cada transferencia debe ser tratada como
un síntoma va a decir: “tratar a este síntoma, neoproducido, según un
modelo antiguo, lo mismo que a un síntoma antiguo”65.
Sin embargo, no es una definición conclusiva ya que sigue
empleando el término transferencia ambiguamente, este sentido de
desplazamiento y sustitución. Se puede pensar mas claramente en el
texto Dinámica de la Transferencia donde va a plantear que la vida
amorosa de un sujeto, es decir, las condiciones de amor que establecerá
y las pulsiones que satisfará, así como para las metas que habrá de
fijarse, estarán dadas por la reimpresión de un clisé que se repite de
manera regular en la trayectoria de la vida.
Es por el carácter de desplazamiento y sustitución que se
le da a la transferencia el título de una formación de inconsciente.
Aquí se verifica cómo poco a poco la transferencia se diferencia del
desplazamiento solamente como mecanismo que tiene por objeto el
afecto o el sentido de una representación, mientras que, la transferencia,
es el desplazamiento de una relación afectiva constituida sobre un
objeto nuevo. La transferencia es entonces la reproducción de una
relación anterior, es una idea que acompaña por ejemplo el concepto
de imago.
La imago da cuenta de estructuras simbólicas o imaginarias
en las que quedarían fijadas de modo indestructible la forma y el tono
afectivo de las relaciones del sujeto, dichas estructuras se constituyen
preferentemente durante la infancia en el período edípico. Así, las
posteriores relaciones del sujeto son encausadas a partir de estas
imagos, dando lugar a series psíquicas de sustitutivos, en este sentido,
65
Ver “Dinámica de la transferencia”: lo que el paciente transfiere es un elemento
del complejo patógeno reprimido que puede aferrarse a la persona del médico. Y
también “Amor de transferencia”
| 133
Jorge Gárate
la transferencia sería de imagos sobre la persona del analista.66
La presentación hasta aquí esta puesta con relación a lo que se
le presentaba a Freud en la clínica como resistencia, lo interesante del
recorrido es que luego va a unir todos estos fenómenos clínicos con la
transferencia, dado que todos estos obstáculos pueden ser sorteados
por el importante papel que le corresponde a la persona del médico67.
Si la resistencia es un fenómeno del discurso, y organizado en
torno a ese núcleo patógeno, es imposible imputarla a la mala voluntad
del sujeto contra el tratamiento. La resistencia es INCONCIENTE.
Aunque hay que reconocer que en algunos pasajes de la obra Freudiana,
en la época de Estudios… y La Interpretación de los Sueños, esta
resistencia proviene de esta masa ideacional (llamada YO) que se
opone a otro grupo de representaciones rechazadas y separadas, y con
esto, resistencia, se confunde con el concepto de defensa. 68
Con la segunda tópica, vuelve a generarse la misma confusión,
la defensa vuelve a ser el mecanismo principal del Yo en la evitación del
displacer. En Mas Allá del Principio de Placer dice: “La resistencia en
la cura proviene de los mismos estratos y sistemas superiores de la vida
psíquica que en su momento llevaron a cabo la represión...Podemos
decir que la resistencia del analizado parte de su yo”.69 Sin Embargo, en
66
Esta falsa conexión se describe en el contexto de lo que en el Proyecto llamo
“Protom Pseudos” es decir la primera mentira, el primer error ; en ese sentido la
transferencia es un error o una mentira, apriori, ya que en rigor protom pseudos,
quiere decir falsa premisa, de la cual se esperaría en lógica que arrojara sólo falsas
conclusiones, pero de la que Freud inventa una tabla de verdad diferente, donde
partiendo de la transferencia como una falsa premisa se pueda conducir al sujeto a
conclusiones verdaderas
67
Freud, Sigmund: “La interpretación de los sueños. Obras completas. T5. Pag.
554.
68
OP. Cit. Pag. 307
69
Lo que de paso plantea algunas preguntas: ¿esto explicaría la dimensión de
repetición que parece establecerse en la transferencia? ¿Que lugar ocupan los afectos?
¿Se trata entonces de imagos puestas en escena en el tratamiento analítico?. En este
sentido Lacan se va a ocupar especialmente en señalar, que aunque la transferencia
134 |
Transferencia: tres aspectos
Inhibición síntoma y Angustia pone en cuestión que todo el estado de
cosas que se nos presentan como resistencia en un análisis provenga de
las resistencias del Yo. Así abre un nuevo abanico de 5 (cinco) clase de
resistencia que proviene de 3 (tres) fuentes, a saber: del yo, del ello y
del superyo70.
Del Yo: 1) la resistencia de la represión
2) la resistencia de transferencia: amor odio
3) la resistencia que parte de la ganancia de la enfermedad
Del Ello: la resistencia del inconsciente, la compulsión de
repetición “la atracción de los prototipos inconscientes sobre el proceso
pulsional reprimido” (responsable de la necesidad de la reelaboración
para comprender mejor este concepto hay que pensar en la pulsión
como cantidad de trabajo exigido al psiquismo y por otro lado el
establecimiento de vías asociativas que se suponen previas al recorrido
de la cantidad.- ver mas adelante). A esta modalidad de la resistencia la
denomina: resistencia a la interpretación es una acepción sobre la que
se puede pensar a la reelaboración como el tiempo que lleva el trabajo
de disolución de la resistencia.
aparece notablemente en forma de afectos fuertes, como el amor y el odio, no
gravita en tales emociones, sino en la estructura de una relación intersubjetiva. Esta
definición estructural de la transferencia va a ser tema de reformulación permanente
en el recorrido de la obra de Lacan a través de sus tres registros y por ejemplo de las
categorías amor, saber, demanda, deseo, entre muchas otras.
70
Lacan en el texto de “Intervenciones sobre la transferencia” va a enfatizar que la
resistencia es del analista. Si bien en esta época Lacan entendía que el análisis se desarrolla
en términos dialécticos (de la dialéctica Hegeliana) donde el discurso del paciente se
organiza en torno de una verdad, a la que se irá aproximando en y a través de estos giros
dialécticos. La idea de un discurso organizado de esta manera podría ser análoga a la
organización que le asigna Freud al material psíquico – triple estratificación concéntrica
– con relación a un núcleo patógeno. Así puestas las cosas, cobra por así decirlo, este
núcleo patógeno, una doble significación, una como base o centro en el que se organiza y
estructura el discurso y otra como base o centro de la resistencia. La relectura de Freud es
el famoso retorno a Freud de Lacan, no se podría decir esto sin Lacan!
| 135
Jorge Gárate
Del Superyo: surge de la conciencia de culpa o necesidad de
castigo, esto se traduce en la reacción terapéutica negativa
La resistencia es definida como algo a vencer, en tanto invita
enérgicamente a desechar la interpretación, aplazándola, apartándola
del pensamiento, esto es, reprimiendo de nuevo con el pretexto de su
incoherencia, En Recordar, Repetir, Reelaborar, va a decir que
Es preciso dar tiempo al enfermo para enfrascarse en
la resistencia, no consabida para él; para reelaborarla
(durcharbeiten)... y mas adelante… En la práctica esta
reelaboración de las resistencias puede convertirse en una
ardua tarea para el analizado y en una prueba de paciencia para
el médico. No obstante, es la pieza de trabajo que produce el
máximo efecto alterador sobre el paciente y que distingue al
tratamiento analítico de todo influjo sugestivo...71
Es así que en la aprehensión del sentido de ciertos sueños
Freud comenta que tropezó siempre su interpretación con resistencias
intensísimas.72
La resistencia no es entonces, una mala voluntad del paciente
que se niega a hablar, ese detenimiento que se presenta como limite
en un momento dado del discurso hacia la revelación de la verdad73, es
dirigido al analista, y en ese punto la resistencia se liga a la transferencia.
De acuerdo a lo que se conciba en cuanto a quien habla? o seria lo
mismo preguntar quien resiste? estaríamos tomando posición con
relación al Yo o al Sujeto del inconsciente.
La frase de Freud: El psicoanálisis es desconfiado, y con razón.
Una de sus reglas reza: Was immer die Fortsetzung der Arbeit stort ist
ein Widerstand, “ Todo lo que perturba la prosecución del trabajo
71
La defensa en un mecanismo propio de la estructura, mientras la resistencia es
un fenómeno, en principio solo de la cura y ligado a la transferencia, aunque no solo
eso, ya que decíamos que es inherente al discurso estructurado en torno a este núcleo
patógeno.
72
Freud, Sigmund: “Más allá del principio del placer. Obras completas. T. 18, pag. 19
73
Freud, Sigmund: Inhibición síntoma y angustia: Obras completas. T. 20, pag. 150.
136 |
Transferencia: tres aspectos
[analítico] es una resistencia”.74
En esta frase Freud instituye la resistencia: “como una, porque
designa todo lo que detiene el trabajo analítico, sea aquello psicológico
o no, que venga de la realidad o el azar”.
¿Que quiere decir esta frase tan contundente? Esto conduce a
preguntar si la lluvia, la falta de dinero, el colectivo, el olvido, o cualquier
circunstancia que modifique el encuadre analítico, constituyen una
resistencia. Con el Freud de 1900 se dirá sí ; Él tiene incluso ejemplos
extremos, como la guerra o la muerte de un pariente, son circunstancias
que en cuanto tales no pueden adjudicarse a la resistencia, circunstancias
exteriores al sujeto, pero en cambio el aprovechamiento de éstas y el
grado de perturbación que provocan sí es responsabilidad del sujeto.
La nota esta en favor de lo que venimos diciendo, que la
resistencia no es considerada como interna al sujeto, sobre un plano
psicológico, sino únicamente con relación al trabajo de la interpretación.
“Llamamos resistencia del enfermo a todas las fuerzas que se oponen al
trabajo de curación”75.
El trabajo de curación, el trabajo analítico, que interrumpe la
resistencia es el de la asociación libre. Resistencia es entonces todo lo
que suspende, destruye, interrumpe, la continuidad de la asociación
libre, siendo ésta la revelación del inconsciente. Entonces, todo
lo que se oponga a la revelación del inconsciente es una resistencia,
74
Freud, Sigmund: Recordar, repetir, reelaborar. Obras completas. T 12. Pag. 157
La ilustración formidable de esta afirmación esta en el sueño de la Bella carnicera,
esta comienza el relato de su sueño diciéndole a Freud: “Dice usted que todo sueño
es un deseo cumplido, pues bien; le voy a referir uno que es todo lo contrario. En él se
me niega precisamente un deseo. ¿Cómo armoniza usted esto con su teoría?”
Es
decir que el analista puede provocar sueños en el analizante, darle tema, movilizar
en el paciente el deseo de que este se equivoque, lo cual se liga con la intención de
confirmar o cuestionar la razón o mejor la autoridad del Supuesto Sujeto Saber.
La
resistencia aquí aparece como realizando el deseo de contradecir al analista, es decir,
dentro de la transferencia; es así, que Freud añade en una nota de pie de página que
varios de sus oyentes le habrían comunicado en los últimos años, sueños negativos
que constituyen su reacción a su primer contacto con su teoría.
75
| 137
Jorge Gárate
esta oposición puede venir tanto de parte del analizante, como del
analista.
La aparición de la transferencia como resistencia es un hecho
que se le impone, y Freud está dispuesto a aprender de la resistencia, así
es como revela el inconsciente en el amor, la duda, en la crítica, en la
objeción y no en la certidumbre.
Amor de transferencia
Se trata de la puerta de entrada del psicoanálisis. Es a propósito
de Anna O. que se ha descubierto la transferencia…Breuer estaba muy
complacido con el trabajo que se llevaba a cabo con la paciente. No había
paciente mas dócil que Ana: entraba en hipnosis por autosugestión,
Era (la talking-cure), la cura por la palabra. Ni el menor vestigio en
todo aquello de algo embarazoso, nada de sexualidad76.
La sexualidad, como sabremos mas adelante, entra en escena de
todos modos, esto nos los cuenta Freud, pero ¿cómo pudo él enfrentar
directamente la transferencia de sus histéricas y por este medio inventar
el psicoanálisis? Lacan en su seminario sobre la transferencia plantea
que pudo hacerse amo del pequeño dios Eros. Sin embargo al ser un
fenómeno que se le impuso, y luego de un tiempo mas que prudente
para dar cuenta de él, Freud dice:..”.y no siempre estamos libres de
cometer los errores de los que nos burlamos en los demás, no nos
hemos apresurado hasta ahora -pasaron casi 30 años desde Ana O- a
76
Se trata de la dimensión esencial de la experiencia psicoanalítica. En uno de sus
grandes textos (Análisis terminable e interminable, 1937), Freud escribe que “la
relación psicoanalítica está basada en el amor a la verdad, es decir, el reconocimiento
de la realidad”. Cuando Lacan retoma esta idea, que parece fácilmente aceptable,
es sin embargo, puesta en cuestión de manera implacable: ¿de qué verdad y de qué
realidad se trata?, ¿qué relación hay entre verdad y realidad y qué significa el amor
por la verdad? Lacan retomará frecuentemente esta temática, considerándola desde
al menos tres puntos de vista: filosóficos, epistemológicos, y psicoanalíticos.
138 |
Transferencia: tres aspectos
cumplir con esa tarea”77 (se refiere a un estudio adecuado del fenómeno
del amor de transferencia).
Cual seria el sentido sino, del precepto según el cual el análisis
tiene que ser realizado en la abstinencia, ejecutarse en la frustración78
(versagung: denegación)79. En virtud de que es un fenómeno que se le
impuso, tuvo que idear reglas técnicas para el manejo de la transferencia,
por eso habla de abstinencia.
En Puntualizaciones... Freud comienza diciendo que el manejo
de la transferencia es una necesidad vital para la técnica analítica.
La transferencia fue el concepto cuya función en la cura se
convirtió en el medio de poner a trabajar el amor.
Veamos como le fue a Freud con Dora:
El “humo” va ha ser el significante al que se va a enlazar la
transferencia como condición de posibilidad. El analizante
reconoce un significante cualquiera en el analista, que es el
que le permite como en este caso, a Dora, anudar, transferir
sobre Freud distintos personajes y situaciones de éstos, que
comparten ese significante. Precisamente aquí el señor K.
y el padre de Dora, son fumadores como Freud mismo. El
77
Freud, S.: La interpretación de los sueños. Obras Completas. T2 Pag. 511
Freud, Sigmund: ¿Pueden los legos ejercer el Psicoanálisis? Obras Completas. T
20. Pag. 209.
79
En una nota Strachey, a píe de página en los Estudios sobre la histeria relata lo
siguiente: “En una oportunidad Freud me dijo señalándome con el dedo este pasaje del
libro, que había una laguna en el texto. Se refería al episodio que puso fin al tratamiento
de Anna O., y me lo narró a continuación. Aludió brevemente a él en su Contribución a
la historia del movimiento psicoanalítico -donde adoptando el punto de vista de Breuer,
lo llamó “suceso adverso” y en la Presentación autobiográfica. Hizo un relato mucho
más completo del asunto en su carta a Stefan Zweig del 2 de junio de 1932. Ernest
Jones relata todo el incidente en su biografía de Freud. Bastará decir -anota Stracheyque cuando el tratamiento había llegado en apariencia a una consumación favorable,
la paciente exteriorizó de pronto una intensa transferencia positiva no analizada hacia
Breuer, de inequívoca naturaleza sexual. Según Freud, fue esto lo que movió a Breuer
a postergar por tantos años la publicación del historial clínico y lo llevó, a la postre, a
rehusar toda colaboración con Freud en las ulteriores investigaciones de éste.” Mito o
realidad, ciertamente señala un hecho de carácter mitológico.
78
| 139
Jorge Gárate
apodo “chupadora o chupeteadora” llama la atención porque
relaciona ese rasgo con algo particularmente importante que
luego se desarrollará.80
Freud se explaya y plantea: “por último, recogiendo los indicios
que hacen probable una transferencia sobre mi, porque yo también
soy fumador, llego a esta opinión: un día se le ocurrió, probablemente
durante la sesión, que desearía se besada por mí”.81
Cuando la clave de lectura que aporta Lacan es interrogar estos
pasajes con su fórmula “el deseo del hombre es el deseo del Otro” esta
interpretación conduce a pensar que en algún punto es a Freud a quien
se le ocurre la idea de que Dora quería ser besada por él; antes Freud
aseguraba que eran cosas que no le podían ocurrir sino a un tipo como
Breuer aludiendo al pasaje comentado con Ana O, ahora tiene que
ocuparse de algo análogo.
Freud a continuación dice “... Así, las cosas... acuerdan muy bien,
pero en virtud de las peculiaridades de la “transferencia”, se sustraen a
la prueba”82. Palabra, esta vez, puesta entre comillas por Freud mismo,
para resaltar que se trata de una noción por catalogar como concepto.
Ya se vislumbra el hecho que Freud está ante un fenómeno
que no lo puede simplemente desestimar diciendo que se opone
como resistencia, como obstáculo a la cura, y del cual como decía en
Estudios sobre la histeria, bastaba con breves explicaciones para hacerlo
desaparecer; se trata de un fenómeno del que tiene que ocuparse,
nombrarlo y darle una formalización. Es lo que intenta en el epílogo
del caso cuando dice:
En el curso de una cura psicoanalítica, la neoformación de
síntoma se suspende... Pero, la productividad de la neurosis no
se ha extinguido en absoluto sino que se afirma en la creación
80
Freud: Puntualizaciones sobre el amor de Transferencia
Esto es absolutamente coherente a lo conceptualizado en Introducción del
Narcisismo, con relación a la (versagung) frustración de la libido
82
Op. Cit. Pag.168.
81
140 |
Transferencia: tres aspectos
de un tipo particular de formaciones de pensamiento, la más
de las veces inconscientes, a las que puede darse el nombre de
transferencias83.
Aquí la transferencia es definida como un producto de la
neurosis, ulteriormente Freud hablará en similares términos en
Recordar Repetir, Reelaborar, pero es distintivo que Freud le dé él
mismo estatuto que una formación del inconsciente como el síntoma;
más aún es lo que luego de iniciado el tratamiento viene en lugar de lo
que serían los síntomas nuevos “el nuevo estado ha asumido todos los
caracteres de la enfermedad, pero constituye una enfermedad artificial
asequible por doquiera a nuestra intervención”84. Consecuencia
de esto lo notamos en general, como un efecto terapéutico rápido,
obtenido en el curso de las entrevistas preliminares o por lo menos
la detención de la producción de nuevos síntomas; pero surge, y no
es exagerado decirlo así, un síntoma nuevo llamado transferencia, si
Freud la vincula con aquellos, al designarla como un producto de la
neurosis - que de paso dice es productivo - esto quiere decir que Freud
tratará la transferencia como un síntoma más. Sólo que es un síntoma
del que participa el analista.
Puede subrayarse además la utilización del plural en el
momento en que Freud nombra la transferencia, son varias entonces, y
además el sujeto no tiene noticia de ellas en tanto son inconscientes.
La transferencia es eso, una reedición de impulsos y fantasmas,
de odios y amores con personas anteriores y que son transferidas sobre
el analista, por ejemplo las pretensiones de venganza que Dora tuvo
contra el Sr. K, y que también se expresan en el análisis contra Freud.
Es lo que lo hace suponer a Freud ser destinatario de diversos afectos;
ser amado como el padre o como a K., también el impulso de recibir un
beso tiene allí su entendimiento.
83
Freud, Sigmund: Fragmento de análisis de un caso de histeria. Obras completas.
T 7. Pag. 65
84
Idem.
| 141
Jorge Gárate
No es desmedida esta especulación Freudiana, es incluso una
fantasía frecuente declarada con vergüenza en algunos analizantes.
Algunos confiesan haber tenido sueños o fantasías, desde las más
inocentes hasta las más escabrosas con la persona del analista; a esto se
refiere Freud cuando dice que sobre el analista se transfieren impulsos y
fantasías que han de ser despertados en el análisis. Despertados quiere
decir que estaban ya allí, dormidos.
Freud lo enuncia de esta manera: “Las transferencias:
Son reediciones, recreaciones de las mociones y fantasías que a
medida que el análisis avanza no pueden menos que despertarse
y hacerse concientes; pero lo característico de todo género
es la sustitución de una persona anterior por la persona del
médico. Para decirlo de otro modo: toda una serie de vivencias
psíquicas anteriores no es revivida como algo pasado sino como
vinculo actual con la persona del médico...Son entonces, para
continuar con el símil, simples reimpresiones, reediciones sin
cambios. Otras proceden con más arte; han experimentado
una moderación de su contenido, una sublimación, como yo lo
digo, y hasta son capaces de devenir concientes apuntalándose
en una particularidad real de la persona del médico o de las
circunstancias que lo rodean hábilmente usada85.
Esto quiere decir que, en la transferencia, se actualizan, se
vuelven actuales acontecimientos y vivencias psíquicas del pasado, y en
ocasiones en lo que consiste la variación, es que incluyen la persona del
analista. Esto es que hay prototipos de relación que se actualizan; esto
quiere decir que la relación a los otros está jugada de antemano, y es lo
que querrá reeditarse en el análisis; de allí se deduce una advertencia:
estar avisado de esos modelos, puesto que son a los que el analizante
inconscientemente apostará; así, alguien que anuncia desde la primera
cita que es inconstante, inestable, todo lo deja empezado, abandona
fácilmente lo que emprende, o abandona a sus parejas sin anunciar por
ej., eso es una advertencia de que si no hay una maniobra a tiempo es
85
Idem.
142 |
Transferencia: tres aspectos
altamente probable que el analista sufrirá el mismo destino; es decir, se
trata de captar el tipo de relación al otro que el sujeto establece, para
poder jugar la partida.
Es singular que en este pasaje Freud diga que la transferencia no
es una creación del tratamiento analítico, esto le da el carácter general,
el psicoanálisis se limita a descubrirla.
La única diferencia con el hipnotismo, dice Freud, reside en
que (en éste) espontáneamente, el enfermo solo da vida
a transferencias tiernas y amistosas que contribuyan a su
curación; y donde esto no es posible, se alejará todo lo rápido
que pueda, sin ser influido por el médico que no le es simpático.
En el psicoanálisis en cambio, de acuerdo con su diferente
planteo de los motivos, son despertadas todas las mociones,
aun las hostiles; haciéndolas conscientes se las aprovecha para
el análisis y así la transferencia es aniquilada una y otra vez.
La transferencia, destinada a ser el máximo escollo para el
psicoanálisis, se convierte en su auxiliar más poderoso cuando
se logra colegirla en cada caso y traducírsela al enfermo86.
Además se encuentra una definición doble de la transferencia:
es un obstáculo o un poderoso auxiliar en la cura, todo dependerá de la
parte que el analista pueda jugar en ella, de su maniobra.
Por esta razón, Lacan podrá decir que Freud logró hacerse el
amo del pequeño terrible Eros. Con Dora, Freud declara que este fue
su error, y además añade: “no logré dominar a tiempo”, esto es, que
hay un tiempo para la transferencia. Ni demasiado tarde, ni demasiado
temprano, hay un tiempo oportuno.
...a causa de la facilidad con que Dora ponía a mi disposición
en la cura buena parte del material patógeno, olvide tomar
la precaución de estar atento a los primeros signos de la
transferencia...Desde el comienzo fue claro que en su fantasía
yo hacia de sustituto de su padre, lo cual era facilitado por
86
Idem. Pag. 98.
| 143
Jorge Gárate
la diferencia de edad...Después cuando sobrevino el primer
sueño, en que ella se alertaba para abandonar la cura como en
su momento lo había hecho con la casa del Sr. K., yo mismo
habría debido tomar precauciones diciéndole: ahora usted ha
hecho una transferencia del Sr. K hacia mi. ¿Ha notado usted
algo que le haga inferir malos propósitos, parecidos...a los del
Sr. K? ¿Algo le ha llamado la atención en mí o ha llegado a
saber una cosa de mí que cautive su inclinación como antes le
ocurrió con el Sr. K87.
Esto es lo que Freud llama estar atento a los signos de la
transferencia, aquí es evidente, debido a que Freud mismo señala, que
si Dora coloca a Freud en la serie del señor K. justo en el punto en
que ella abandonaba la casa de éste, es la anticipación de que Freud
será abandonado en venganza contra K. El error sobre la persona
no importa a la sujeto porque se trata, con la transferencia, de un
producto inconsciente. Piensa sin embargo Freud, que si hubiera hecho
consciente en Dora esta transferencia ella tal vez se hubiera quedado.
Pero la transferencia lo tomó por sorpresa, desprevenido.
Sigue Freud: “En el segundo sueño de Dora, la transferencia
estaba subrogada por varias y nítidas alusiones. Cuando me lo contó,
yo aun no sabía... que sólo nos quedaban por delante dos horas de
trabajo”88.
En el manejo de la transferencia hay una situación que es de
recalcar por su frecuencia, se trata del surgimiento de una demanda
apasionada de amor
Es tan enmarañada, de condicionamiento múltiple, tan
inevitable y de solución tan difícil que,... aun la (paciente) mas
dócil hasta entonces, ha perdido de pronto toda inteligencia
del tratamiento y todo interés por él, no quiere hablar ni oír
más que de su amor, demanda que le sea correspondido89.
87
88
89
Freud Sigmund: recordar, repetir, reelaborar. Obras completas T. 12. Pag. 156
Freud, Sigmund: dinámica de la transferencia. Obras completas. T. 12. Pag. 101.
Idem. Pag. 103.
144 |
Transferencia: tres aspectos
¿Cuál es la salida que da Freud? ¿De que modo debe
comportarse el analista?
Consentir la apetencia amorosa de la paciente es.... tan funesto
para el análisis como sofocarla.... El camino del analista es
diverso, uno para el cual la vida real no ofrece modelos.
Uno debe guardarse de desviar la transferencia amorosa, de
ahuyentarla o de disgustar de ella a la paciente; y con igual
firmeza uno se abstendrá de corresponderle. uno retiene la
transferencia de amor, pero la trata como algo no real90.
¿Cabe llamar real o genuino al amor que deviene manifiesto en
la cura analítica?
Freud va a responder que no hay derecho a negar el carácter
de amor genuino, del amor de Transferencia, solo que con respecto a
aquel hay algunos rasgos que lo singulariza;
1° es provocado por la situación analítica. El médico tendió el
señuelo a ese enamoramiento al introducir el tratamiento analítico91
2° procede de la resistencia, la resistencia no crea el amor, lo
encuentra ahí, se sirve de él y exagera sus exteriorizaciones
3° consistente en las reediciones de rasgos antiguos y repite
reacciones infantiles.
4° Carece de realidad objetiva; menos prudente; mas ciego
Transferencia y repetición
Freud elabora sus concepciones de transferencia, recuerdo y
repetición. en estrecha relación con el de Agieren
90
Freud, Sigmund: análisis fragmentario de un caso de histeria. Obras Completas.
T. 7. Pg. 103.
91
Idem.
| 145
Jorge Gárate
Si nos atenemos al signo distintivo de esta técnica
[psicoanalítica] podemos decir que el analizado no recuerda,
en general, nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo actúa
(agieren). No lo reproduce como recuerdo, sino como acción;
lo repite, sin saber, desde luego, que lo hace... 92
¿Por qué partir del Agieren?
Los términos corrientemente utilizados en lengua alemana
para referirse al actuar, a la acción, son die Tat, die Wirkung, etc. pero
Freud introduce el término Agieren, de origen latino, y lo usa en sentido
transitivo, es decir, referido siempre a un elemento que completa la
significación.
Así, por ejemplo, en el epílogo al caso Dora, refiriéndose al
desenlace del tratamiento, dice Freud: “De tal modo, actuó (agieren)
un fragmento esencial de sus recuerdos y fantasías, en lugar de
reproducirlo en la cura”.
También, en La Dinámica de la transferencia: “Al igual que en
el sueño, el enfermo atribuye condición presente y realidad objetiva
a los resultados del despertar de sus mociones inconscientes; quiere
actuar (agiert) sus pasiones sin atender a la situación objetiva”.
Se trata pues de llevar a la acción recuerdos, fantasías, mociones
inconscientes. Pero hay una característica más: estos recuerdos,
fantasías, etc. se presentan sobre una escena.
...el paciente escenifica ante nosotros, con plástica nitidez, un
fragmento importante de su biografía, sobre el cual es probable
que en otro caso nos hubiera dado insuficiente noticia. Por así
decir, actúa (agiert) ante nosotros, en lugar de informarnos.
...una de nuestras pacientes actuaba (agieren) en su conducta
obsesiva a un hombre, a su propio marido abandonado; este
tipo de producción de síntomas, personificando a un hombre,
es muy habitual en las mujeres neuróticas.
92
Freud, Sigmund: Puntualizaciones sobre el amor de transfeencia. Obras
Completas. T. 12. Pag. 165
146 |
Transferencia: tres aspectos
Estas referencias nos remiten a la acepción del termino agieren,
relacionada a lo teatral: actuar una obra, un papel; lo que nos hace
pensar en la existencia de un guión, incluso en el caso en que no existan
palabras garabateadas en un papel, ya que, en ciertas condiciones, un
acto, un gesto, un objeto pueden ser considerados como un escrito. Por
ejemplo, ese “fragmento importante de biografía” podemos decir que
funciona como guión. Es necesario también subrayar ese “ante nosotros”
señalado por Freud, lo que introduce la dimensión del público, de un
otro a quien ese agieren se dirige.
Por ejemplo: El analizado no refiere acordarse de haber sido
desafiante e incrédulo frente a la autoridad de los padres;
en cambio, se comporta de esa manera frente al médico. No
recuerda haberse quedado atascado, presa de desconcierto y
desamparo, en su investigación sexual infantil, pero presenta
una acumulación de sueños confusos, se lamenta que nada le
sale bien y, proclama, es su destino no acabar nunca ninguna
empresa. No se acuerda de haber sentido intensa vergüenza
por ciertos quehaceres sexuales ni de haber temido que lo
descubrieran, pero manifiesta avergonzarse del tratamiento a
que ahora se somete y procura mantenerlo en secreto frente
a todos...
...En especial, él empieza la cura con una repetición así. [...] Y
durante el lapso que permanezca en tratamiento no se liberará
de esta compulsión de repetición; uno comprende, al fin, que
esta es su manera de recordar. 93
Como muestran estas referencias, ante la demanda de
rememoración que plantea la situación analítica, se abren para el
analizante dos modos potenciales de respuesta: acting out (Agieren)
o transferencia.
Que el acting out sea la transferencia sin análisis, “transferencia
salvaje” al decir de Lacan, en tanto que el paciente no rememora sino
que actúa y la transferencia sea el acting out sin análisis, en tanto que
93
Idem. Pag. 169
| 147
Jorge Gárate
en el terreno de la transferencia se actualizan, se actúan las mociones
reprimidas ubica al acting out y a la transferencia en un plano de
equivalencia94.
Pero también es preciso tener en cuenta que Freud no reduce
el Agieren a la situación analítica (como tampoco lo hace con la
transferencia). La posibilidad para un sujeto de repetir, de poner en
escena ese guión fantasmático, se presenta también en el espacio de su
vida cotidiana...
Pronto advertimos que la transferencia misma es sólo una pieza
de repetición, y la repetición es la transferencia del pasado
olvidado; pero no sólo sobre el médico: también sobre todos
los otros ámbitos de la situación presente. Por eso tenemos
que estar preparados para que el analizado se entregue a la
compulsión de repetir, que le sustituye ahora al impulso de
recordar, no sólo en la relación personal con el médico, sino
en todas las otras actividades y vínculos simultáneos de su
vida...95
Se observa además, muy nítidamente en el caso Dora, que
ese Agieren en la vida cotidiana no deja de estar directamente ligado
a figuras significativas, implicadas en ese mismo guión que la joven
actualiza luego en la transferencia con Freud.
En efecto Dora, antes de iniciar su tratamiento con Freud, está
ya implicada en un juego escénico, representando un personaje que
responde al lugar que ocupa con relación a su padre.
Todo el manejo de Dora con el Sr. K. ¿no puede pensarse como
la de-mostración de que ella no ignoraba las relaciones que su padre
mantenía con la Sra. K, lo cual precisamente su conducta trataba de
ocultar?
94
Que del tratamiento analítico provoca este fenómeno llamado transferencia?
Podemos arriesgar que la aplicación de la técnica de las asociaciones libres, cual es la
razón de ello? Y que tipo de relación es está?.
95
Freud, Sigmund: Recordar, repetir, reelaborar. Obras completas. T. 12. Pag. 152
148 |
Transferencia: tres aspectos
En la siguiente cita de Freud se puede distinguir cómo, este
elemento de engaño y ocultación, que Dora actualiza en la transferencia,
jugaba ya antes en las relaciones con su padre.
Me vi obligado a hablar de la transferencia porque sólo este
factor me permitió esclarecer las particularidades del análisis
de Dora.... Desde el comienzo fue claro que en su fantasía yo
hacía de sustituto del padre,... Y aun me comparó consciente
con él; buscaba angustiosamente asegurarse de mi cabal
sinceridad hacia ella, pues su padre «prefería siempre el secreto
y los rodeos tortuosos.96
Al situar en primer plano, en Mas Allá del Principio del Placer,
el concepto de Compulsión a la repetición - evoca en el Cap. IV casi
en el mismo orden, los avatares del avance del método analítico como
lo hizo en los primeros párrafos de Recordar Repetir Reelaborar Freud reagrupa ciertos hechos repetitivos que ponen en cuestión a la
realización de un deseo reprimido, como por ejemplo en las Neurosis
de Destino y las Neurosis Traumáticas y a nivel concreto de la clínica
dice:
Los neuróticos repiten en la transferencia todas estas
ocasiones indeseadas y estas situaciones afectivas dolorosas,
reanimándolas con gran habilidad. Pero el hecho nuevo y
asombroso que ahora debemos describir es que la compulsión
de repetición devuelve también vivencias pasadas que no
contienen posibilidad alguna de placer, que tampoco en
aquel momento pudieron ser satisfacciones, ni siquiera de las
mociones pulsionales reprimidas de entonces.97
96
Op. Cit. Pag. 152
Podemos hacer aquí un señalamiento para relacionar con Recordar Repetir y
Reelaborar con lo que habíamos visto en Estudios... pensar si no hay una diferencia
entre reproducir - revivir.
Reproducción:
en cuanto a las escenas traumáticas en el devenir discursivo evocado en
la actualidad, la resistencia se manifiesta en la interrupción del discurso o la duda o
denegación ante lo recordado.
La
cuestión en la catarsis a dado lugar, a semejanza de otras terapéuticas, a la propuesta
97
| 149
Jorge Gárate
Los ejemplos con los que trabaja también son similares a los
planteados en Recordar, Repetir y Reelaborar, son todas las situaciones
penosas y de sentimientos dolorosos por los que los niños atraviesan
debido al florecimiento temprano de la vida sexual, perdida de amor,
fracaso, desengaño, celos, vergüenza, etc., dice mas adelante Freud “se
trata, desde luego de la acción de pulsiones que estaban destinadas a
conducir a la satisfacción, pero ya en aquel momento no la produjeron,
sino que conllevaron únicamente displacer”.98
Algunos Post Freudianos leyeron en también en Wo es warsoll
ich Werden que el Yo debe desalojar el Ello, ganar terreno del Ello en
favor de la adaptación del Yo a la realidad, reforzar al yo, esto retomando
lo de Anna Freud en cuanto que el Yo es una maquina que se defiende
con diversos mecanismos: represión, inversión, desplazamiento, etc,.
La traducción que hace Lacan propone: Allí donde Ello era, el Yo debe
advenir. En el seminario XI Lacan dice:
No se trata de yo (moi) en el soll ich werden, se trata de lo
que es el ich bajo la pluma de Freud, desde el comienzo hasta
el fin, - cuando se sabe por supuesto reconocer su sitio- el
lugar completo, total, de la red de significantes, es decir, el
sujeto donde eso (ello) estaba desde siempre...el sujeto, no la
psicología- el sujeto debe advenir y para saber que se está allí
no hay mas que un método, detectar la red (significante).99
de llevar al sujeto hasta el acontecimiento pasado para que abreaccionara el afecto y
de este modo insertar a la representación patógena “cuerpo extraño” en el sistema
general de representaciones, se trata mas de un revivir.
98
Op. Cit. Pag. 153.
99
Freud, Sigmund: Análisis fragmentario de una histeria. Obras Completas. T 7.
Pag. 103.
150 |
COMENTARIO SOBRE “LO OMINOSO”100
Mauro Biondini
Vamos a realizar, como lo señala el título, un comentario sobre
el trabajo que Freud lleva acabo sobre el concepto de lo ominoso.
Para ello vamos a utilizar otros textos de su obra y algunos aportes de
Jacques Lacan.
Comencemos: lo ominoso pertenece al orden de lo terrorífico,
genera angustia y horror, es una palabra-concepto que no se puede
definir de manera tajante, pero se puede esperar que tenga un núcleo
que justifique su empleo, núcleo que permitiría distinguir algo ominoso
de lo angustioso, Jentsch realizó un ensayo sobre lo ominoso que es
rico pero no exhaustivo.
Hay dos caminos para entender qué significa lo ominoso:
1. Pesquisar el significado que el desarrollo de la lengua sedimentó
en la palabra ominoso;
2. agrupar todo aquello que en personas, cosas, vivencias,
despierte en nosotros el sentimiento de lo ominoso.
Ambos caminos llevan al mismo resultado, a saber: “…
lo ominoso es aquella variedad de lo terrorífico que se remonta a lo
consabido de antiguo, a lo familiar desde hace largo tiempo…”101.
Emprendamos el primer camino: en alemán heimlich, es lo
familiar, si a esto le agregamos el prefijo de negación un, unheimlich es
lo opuesto a lo familiar. Jentsch no pasó de esta ecuación: ominoso=no
100
Freud, Sigmund: Más allá del principio del placer. Obras Completas. T. 18. Pag.
20.
101
Idem: Pag. 21.
| 151
Mauro Biondini
familiar. Algo de lo novedoso es ominoso, pero no todo. A lo nuevo y
no familiar tiene que agregarse algo que lo vuelva ominoso.
Schelling define a lo ominoso como todo aquello que estando
destinado a permanecer en el secreto, en lo oculto, Ha salido a la luz.
Heimlich no es una palabra unívoca, pertenece a dos círculos
de representaciones, que sin ser ajenos, son opuestos entre sí. Uno, está
compuesto por lo familiar y lo agradable; el otro, lo clandestino, lo que
se mantiene oculto. Unheimlich, usualmente, es el opuesto del primer
círculo de representaciones, es decir de lo familiar y de lo agradable.
Heimlich es una palabra que ha desarrollado su significado
siguiendo una ambivalencia, hasta coincidir con su opuesto. Si se
remiten al texto de Freud, van a ver claramente esto en los ejemplos
que él aporta.
En cuanto al segundo camino, el de las vivencias, personas que
despiertan en nosotros el sentimiento de lo ominoso, Jentsch señala
la duda sobre si en verdad es animado un ser en apariencia vivo, y a la
inversa, si no puede tener alma cierta cosa inerte. Destacó lo ominoso
del ataque epiléptico y del ataque de locura, que despiertan en el
espectador la sospecha de unos procesos automáticos (mecánicos).
También señala a la incertidumbre intelectual como artificio para
producir un efecto ominoso, que consiste en poner en tela de juicio,
en dudar por ejemplo, si una persona está viva o está animada por un
mecanismo, por magia, etc.
Jentsch cita a Hoffman como un maestro en esta maniobra
psicológica, que se ve en sus cuentos fantásticos.
Freud toma un cuento de Hoffman, El hombre de la arena
y lo analiza. Señala que el factor que produce un efecto ominoso en
este cuento, no es exclusivamente la incertidumbre intelectual que se
genera en torno a Olimpia, sino, que el motivo es que el hombre de la
arena, les arranca los ojos a los niños. Llegado a este punto en el texto,
Freud realiza una breve síntesis del cuento.
152 |
Comentario sobre “Lo ominoso”
Ahora bien, ¿por qué lo ominoso se adhiere a la figura del
hombre de la arena?, o lo que es lo mismo, ¿por qué se adhiere a la
representación de ser despojado de los ojos?
El psicoanálisis nos da la respuesta, en la medida en que
demuestra que en los sueños, fantasías y mitos, la angustia de perder los
ojos, de quedar ciegos, es frecuentemente un sustituto de la angustia
de castración. Freud dice que al dejarse ciego, Edipo, no hace más que
llevar acabo una forma atemperada de castración.
Freud se expresa de esta manera: “…tras la amenaza de ser privado
del miembro genital se produce un sentimiento particularmente intenso
y oscuro (…), es ese sentimiento el que presta eco a la representación de
perder otros órganos…”102.
Es interesante notar la importancia que adquiere el complejo
de castración en este escrito, ya que en 1914 Freud señala: “…conozco
también casos de neurosis en los cuales «la propuesta masculina» (o
bien en nuestra doctrina, el complejo de castración) no desempeña
papel patógeno alguno o ni siquiera aparece…”103 Posteriormente, en
1926, es cuestionado por Edoardo Weiss acerca de esta afirmación y
Freud le responde: “…Ya no sé en que pensaba en esa época. Hoy no
sabría indicar neurosis alguna en que no se encontrara este complejo, y
por cierto no escribiría así esa oración…”104
Es interesante reparar en que, en 1926, Freud publica Inhibición,
síntoma y angustia y trabaja sobre la angustia en torno al complejo de
castración.
Volvamos a Lo ominoso. Freud se pregunta ¿por qué la angustia
en torno a los ojos entra en relación con la muerte del padre? ¿Por qué
el hombre de la arena aparece como perturbador del amor?
102
Lacan, Jacques: el seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del
Psicoanálisis.
103
Freud, S. “Lo ominoso” (1919) Obras Completas. T.XVII. Pág. 215 y sig.
Amorrortu editores. Buenos Aires, Argentina. 2006.
104
Freud, S. “Lo ominoso” (1919) Obras Completas. T.XVII. Pág. 220. Amorrortu
editores. Buenos Aires, Argentina. 2006.
| 153
Mauro Biondini
Para dar respuesta a este interrogante voy a utilizar la nota al
pie de página número 6 de Lo Ominoso105 y El manto de Noé, un ensayo
sobre la paternidad de Phillipe Julien.106
Freud, en esta nota, habla de la imago del padre fragmentada,
para dar cuenta de la ambivalencia amor-odio del niño hacia el padre.
Como el concepto de imago es poco frecuente en la obra de Freud
(aparece no más de ochenta veces), trataremos de pensar el contenido
de esta nota a partir de los tres registros que propone Lacan, a saber:
lo real, lo simbólico y lo imaginario, y puntualmente aplicar estos
registros al padre.
Padre simbólico: Julien lo define como: “…el padre es instaurado
como Nombre por la madre…”107. Tomo estas palabras porque me
llama la atención la cercanía de las mismas con lo expuesto por Freud
en Tótem y tabú. En este texto el maestro vienés marca que los niños
heredan el clan de la madre, el clan recibe su nombre del tótem, el
tótem remite al padre. Aquí está presente el significante Nombre del
Padre, es decir el padre simbólico.
Padre imaginario: “en el momento de la declinación del Edipo
y de la interiorización del superyo, el hijo, varón o niña, borra al padre
real. Lo desdobla recubriéndolo de un Padre imaginario. Fomenta,
forja, una imagen paterna de alta estatura, de fuerte status y de bella
estatua. Se vuelve hacia esa imagen digna de ser admirada…”108
Padre real: siguiendo a Julien109 el padre real es el hombre de
una mujer, es el agente de castración en tanto instaura una cortina, un
velo para el niño, un justo decir a medias en lo que concierne al goce
105
Ibíd. Pág. 231.
Freud, S. “Introducción del narcisismo” (1914) Obras Completas. T.XIV. Págs.
89-90. Amorrortu editores. Buenos Aires, Argentina. 2006.
107
Ibíd. Pág. 90. Nota al pie número 1.
108
Freud, S. “Lo ominoso” (1919) Obras Completas. T.XVII. Pág. 232. Amorrortu
editores. Buenos Aires, Argentina. 2006.
109
Julien, P. “El manto de Noé” (Ensayo sobre la paternidad) Alianza Editorial. S.A.
Buenos Aires, Argentina. 1993.
106
154 |
Comentario sobre “Lo ominoso”
de esa mujer (madre).
En El hombre de la arena podemos decir que el padre bueno de
Nathaniel es el padre imaginario, mientras que el padre malo (Copellius)
es el padre real, ya que amenaza con dejarlo ciego (castración). Esto
vale también para Olimpia, padre imaginario=Spalanzani, padre
real=Coppola.
Toda la nota está atravesada por el complejo de Edipo y el
complejo de castración.
La actitud femenina de Nathaniel hacia el padre, materializada
por Olimpia (¿una suerte de alter-ego?) es una posición pasiva hacia
el padre, igualo femenino y pasivo siguiendo a Freud, ya que plantea
en Tres ensayos… y en Pulsiones y destinos de pulsión que lo masculino
y lo femenino se definen (a falta de una representación específica en
lo inconciente) por la actividad y la pasividad respectivamente. Por
este sesgo se lee que la libido es siempre masculina, es decir activa, lo
mismo vale para la pulsión. Además en tanto hay una posición pasiva
hacia el padre, se puede pensar que Nathaniel está fijado al padre por el
complejo de castración.
Por otra parte el amor de Nathaniel por Olimpia, es un amor
narcisista, obedece a una elección de tipo narcisista (lo que uno fue, es,
será o la parte de uno mismo) y no anaclítica o de apuntalamiento.
Ahora bien, Freud reconduce lo ominoso del hombre de la
arena a la angustia del complejo infantil de castración, y sostiene que
en la incertidumbre intelectual acerca de si algo es inanimado, no
interviene la angustia, y la fuente de sentimientos ominosos son deseos
y creencias infantiles.
Otros elementos que generan lo ominoso, son: la presencia de
dobles, es decir identificarse con otra persona, hasta situar al yo ajeno
en el lugar del propio, o viceversa; la repetición de los mismos rasgos
faciales y hasta de los nombres a lo largo de varias generaciones.
Otto Rank destacó el vínculo del doble con la imagen especular
y la sombra, señaló que el doble en su origen, es un seguro contra la
| 155
Mauro Biondini
muerte, contra el sepultamiento del yo.
Esta representación fue generada por el narcisismo primario,
con la superación de esta fase del desarrollo, el doble, pasa de ser un
seguro de vida eterna, a ser el anunciador de la muerte. La representación
del doble, no necesariamente es sepultada, durante el desarrollo, con
el narcisismo primitivo; puede cobrar nuevo contenido, de modo tal,
que se convierte en una instancia psíquica, que se contrapone al yo y
que sirve a la observación de sí, y a la autocrítica; desempeña el trabajo
de censura psíquica y se vuelve notoria a nuestra conciencia como
conciencia moral.
El carácter ominoso del doble está dado por ser éste, una
formación de épocas primordiales del alma ya superadas. Volveremos
más tarde a estos puntos.
Se consigue un efecto ominoso haciendo una regresión a
épocas en que el yo no se había diferenciado del mundo exterior.
Todo lo ominoso concerniente al doble, depende de la
omnipotencia de los pensamientos (animismo, magia, ensalmo,
etc.); esto puede ser rastreado en Tótem y tabú, donde Freud sostiene
que serían ominosas aquellas impresiones que corroborarían a la
omnipotencia de los pensamientos.
Otra fuente de lo ominoso es la repetición, no deliberada, de
lo igual, es decir, que la repetición vuelve ominoso algo en sí mismo
inofensivo, dándole la idea de lo fatal, de lo inevitable.
Es interesante hacer un llamado de atención en este punto, ya
que si bien se vislumbra aquí a la compulsión de repetición, aún no
esta definida tal y como la presenta en 1920: “…Pero el hecho nuevo
y asombroso que ahora debemos describir es que la compulsión de
repetición devuelve también vivencias pasadas que no contienen
posibilidad alguna de placer, que tampoco en aquel momento pudieron
ser satisfacciones, ni siquiera de las mociones pulsionales reprimidas
desde entonces…”110 . En este texto, la repetición está articulada al
110
Ibíd. Pág. 36.
156 |
Comentario sobre “Lo ominoso”
principio del placer, tal y como está presente en Recordar, repetir y
reelaborar.
Con el camino recorrido hasta aquí, se puede marcar dos
puntos:
1. Si el afecto, por obra de la represión se trasmuda en angustia,
esto demostraría que lo angustioso es algo reprimido que
retorna, y este retorno de lo reprimido sería lo ominoso.
2. De ser así, esta es la naturaleza secreta de lo ominoso, es
decir, algo que no es ajeno ni nuevo, sino familiar con
la vida anímica y que por obra de la represión se siente
como extraño. Este nexo con la represión, nos permite una
articulación con la definición de Schelling.
El psicoanálisis, al poner en descubierto los procesos
inconcientes, se vuelve ominoso para muchas personas.
Cabe destacar que los miembros seccionados, cuerpos
mutilados (fragmentados), son ominosos por su cercanía al complejo
de castración; que el temor a ser enterrado vivo, no es más que la
trasmudación de la fantasía de vivir en el seno materno; y que todo
aquello que borre los límites entre la realidad material y la realidad
psíquica, es potencialmente ominoso.
Se volvemos a la palabra alemana unheimlich, el prefijo un de
negación, es la marca de la represión.
No debemos caer en la tentación de postular que todo lo que
recuerda mociones de deseos reprimidos y a la omnipotencia de los
pensamientos, es ominoso sólo por eso.
Podemos reafirmar la anterior, si pensamos en cuentos infantiles
como “El soldadito de plomo” o “Blancanieves y los siete enanitos” en
donde se puede constatar la omnipotencia de los pensamientos, pero
no hay un efecto ominoso.
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Mauro Biondini
Entonces para que surja un sentimiento ominoso, son decisivos
otros factores (aparte de los tratados anteriormente) que se refieren al
material.
Para continuar, hay que diferenciar entre lo ominoso de una
vivencia y lo ominoso que se representa, o sobre el cual se lee.
1) Lo ominoso del vivenciar se subdivide a su vez en dos
subgrupos que se pueden reconducir a lo reprimido familiar de
antiguo.
1.a) Lo ominoso por la reafirmación de convicciones primitivas
superadas (omnipotencia de los pensamiento). Aquí se encuentran la
mayoría de los casos de lo ominoso del vivenciar.
1.b) Lo ominoso que parte de complejos infantiles reprimidos
(complejo de castración, fantasía de vivir en el seno materno, etc.).
Esta variedad de lo ominoso (del vivenciar), se puede articular
con la formulación lacaniana del estadio del espejo, que da cuenta
de la nueva acción psíquica (identificación con el otro, el semejante
que hace las veces de espejo) que permite el paso del autoerotismo al
narcisismo.
En el principio, el cachorro humano siente su cuerpo como
fragmentado, conseguirá la unidad de su cuerpo a través de la
identificación con otro, de la alienación a otro, en tanto que se apropia
de una imagen que no le es propia. En palabras de Lacan: “…la sola
visión de la forma total del cuerpo humano brinda al sujeto un dominio
imaginario de su cuerpo, prematuro respecto al dominio real (…) Es
esta la aventura imaginaria por la cual el hombre, por vez primera,
experimenta que él se ve, se refleja y se concibe como distinto, otro de
lo que él es: dimensión esencial de lo humano…”111.
Cuando hablamos del doble, se lo puede pensar en torno al
111
Ibíd. Pág. 41.
158 |
Comentario sobre “Lo ominoso”
estadio del espejo, como un fenómeno de la autoscopía. Es una regresión
tópica al estadio del espejo. ¿Por qué regresión tópica? Porque inviste al
polo perceptivo (esquema del peine); además, la regresión para Freud,
se la puede presentar de tres maneras diferentes, aunque generalmente
coinciden. Una es la regresión tópica (del polo perceptivo al polo
motor), la otra es la temporal (es decir a formaciones psíquicas más
antiguas) y por último, la formal (a modos de expresión y figuración
primitivos)112.
Tenemos una vivencia ominosa cuando en la imagen especular
no nos reconocemos, esto se puede corroborar en la anécdota que Freud
nos presenta en la nota al pie de página numero 30 de Lo ominoso113,
en donde nos relata un episodio que sucede en un viaje en tren que él
realiza, dice que por el movimiento propio del tren se abre la puerta del
baño de su camarote, baño que comparte con otro camarote, y ve a un
hombre de pie, entonces le quiere decir que está equivocado, que ese
no es su camarote, que éste está en otra dirección, pero después repara
en el hecho de que, ese hombre es el reflejo de su propia imagen en el
espejo de la puerta del baño que se había abierto, y sostiene que esto le
produjo un sentimiento ominoso.
2) Para finalizar, queda por dar cuenta de lo ominoso que es
producido por la ficción. La creación literaria tiene por premisa que
su contenido se sustraiga del examen de realidad. Esto tiene por efecto
que muchas situaciones, si ocurrieran en la vida, serían ominosas, pero
no en la ficción y viceversa.
Es de destacar el hecho de que cuando un autor literario nos
sitúa, aparentemente, en el campo de la realidad de lo cotidiano, entran
en juego las condiciones para la génesis del sentimiento de lo ominoso
del vivenciar conjuntamente con las de las fantasías.
112
Ibíd. Pág. 44 y sig.
Freud, S. “Más allá del principio del placer” (1920) Obras Completas. T.XVIII.
Pág.20. Amorrortu editores. Buenos Aires, Argentina. 2006.
113
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Mauro Biondini
La ficción abre nuevas posibilidades a la producción de
sentimientos ominosos, que en el vivenciar faltan.
Por último, hay que señalar que para la génesis de lo ominoso
de la ficción, juega un papel importante con quién se identifica el lector
o el espectador.
Bibliografía
FREUD, S. “La interpretación de los sueños” (1900) Obras Completas.
T. V. Amorrortu editores. Buenos Aires, Argentina. 2005.
FREUD, S. “Introducción del narcisismo” (1914) Obras Completas.
T.XIV. Amorrortu editores. Buenos Aires, Argentina. 2006.
FREUD, S. “Lo ominoso” (1919) Obras Completas. T.XVII.
Amorrortu editores. Buenos Aires, Argentina. 2006.
FREUD, S. “Más allá del principio del placer” (1920) Obras Completas.
T.XVIII. Amorrortu editores. Buenos Aires, Argentina. 2006.
LACAN, J. “Los escritos técnicos de Freud” Seminario 1. Paidós.
Buenos Aires, Argentina. 1995.
JULIEN, P. “El manto de Noé” (Ensayo sobre la paternidad) Alianza
Editorial. S.A. Buenos Aires, Argentina. 1993.
160 |
LAS IDENTIFICACIONES, UNA PROPUESTA DE
LECTURA
Roberto Sabán
El concepto de identificación tiene un largo desarrollo en
la conceptualización freudiana. La bibliografía post freudiana y la
rutinización del término han llevado a concebirlo como imitación,
comprensión, empatía, en una psicologización del concepto donde
pareciera que lo que se identifica queda reducido a lo mismo114, de
suerte tal que la frase “… nos identificamos porque tenemos algo en
común..” expresara el núcleo del problema
El camino freudiano en el desarrollo de este concepto, fue el
de ir a la búsqueda de lo imprevisible, lo heterogéneo, permítaseme
llamarlo Otro. En tal sentido debemos destacar que sujeto no es de
la misma categoría que yo, el gran consumidor de identificaciones; él
sólo será uno más en la vía de los posibles objetos de la libido.115 La
psicologización del concepto identificación parece llevarnos a dirigir
la atención solamente hacia él.
Con la premisa de que un pensamiento no es bastardo, se
soporta en una red lógico conceptual, propongo recorrer los caminos
de aproximación al concepto de Freud, que comenzó hablando de
identificaciones de múltiples maneras, y sin darse cuenta, (cosa normal
en lo humano), antes de intentar una delimitación del término.
Este trabajo además tiene una segunda intención y es que
114
Lacan, J. “Los escritos técnicos de Freud” Seminario 1. Pág. 128. Paidós. Buenos
Aires, Argentina. 1995.
115
Cf. Freud, S. “La interpretación de los sueños” (1900), Cap. VII, apartado B, “La
regresión”. Obras Completas. T.V. Pág. 527 y sig. Amorrortu editores. Buenos Aires,
Argentina. 2005.
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Roberto Sabán
pueda pensarse que cuando hablamos de identificación mas que a una
delimitación de un concepto nos referimos a un “campo de discusión”
sobre la idea.
El camino de relectura será marcado por tres escansiones en la
producción freudiana.
Período I: será un segmento signado por el interés freudiano
en la eficacia de la lengua en la producción sintomática y que lo llevará
a abandonar el terreno de la compresión psicológica por inoperante.
En las cartas a Fliess (carta del 2 de mayo de 1897)116 planteará
que no habrá síntoma que no se presente como una novela, esto es un
conjunto de relaciones entre diferentes personajes y aquí reconocerá la
presencia de lo que llamará: “identificación neurótica”.
Es el lenguaje el que ubica al yo como una escena sobre la cual
opera una novela dirigida por Otro lugar. El deseo sexual es quien dará
forma a esta metamorfosis del yo.
El yo estalla a consecuencia de una lucha entre deseos
contradictorios y ambivalentes. Se modifica según el deseo sexual,
que será representado por los actores de la novela sexual de cada
neurótico.
¿Cómo entender esta trama? La identificación viene en nuestra
ayuda. El desgajamiento del yo sólo es posible de develar si se siguen los
caminos de las identificaciones. Nos vemos llevados así a una novela, a
una puesta en escena de pulsiones y defensas en juego.
Elizabeth, Catalina, los primeros historiales son algunos de los
ejemplos a citar pero tomaremos del libro de los sueños “El sueño de
la bella carnicera”117 que además, le permitirá a Freud anudar síntomas
y condensación, a las identificaciones. En el momento de explicar
116
Freud, S. “Lo ominoso” (1919) Obras Completas. T.XVII. Pág. 247. Amorrortu
editores. Buenos Aires, Argentina. 2006.
117
Las negritas en el presente trabajo pretenden llamar la atención del lector del uso
que hará Freud de algunos elementos de la teoría que le permitirán forjar campo de
las identificaciones.
162 |
Las identificaciones, una propuesta de lectura
la dificultad para reconocer que en el sueño se figura al deseo como
cumplido, Freud recurre a las identificaciones.
Recordemos que la paciente, esposa del carnicero del pueblo,
pone en cuestión la teoría de su analista que pretende que todo sueño
figura el deseo como cumplido presentándole un sueño que prueba
lo contrario: debe renunciar a dar una cena con tan poco salmón
disponible en su heladera como en las pescaderías del lugar. Las
asociaciones pondrán de manifiesto el drama de esta mujer que motiva
la producción del sueño como de sus síntomas: el marido y su delgada
amiga serán el lugarteniente y el portavoz de una pregunta humana:
¿qué es una mujer…mas allá de sus atributos (las formas de su cuerpo?
¿Qué es lo que él, amante de las redondeces, ve en la flacucha amiga?
Centrándonos solamente en las identificaciones vemos que
este maravilloso relato nos muestra como el deseo se figura en una
escena donde los personajes de esta novela deben ser leídos sobre la
gramática inconsciente que modifica al yo y donde sus objetos pasan
a convertirse en significantes de deseo y no en entidades psicológicas.
La propuesta freudiana: seguir el camino de las identificaciones en la
escucha de esta paciente.
En esta línea debe ser leído también el “fracaso” con Dora. Este
caso escrito desde el análisis de dos sueños de la paciente y un epílogo
en donde Freud analiza las razones del final abrupto del tratamiento
nos interesa con el fin de poner en evidencia el estrecho vínculo que
existe entre los movimientos de la transferencia y la identificación.
Lo que pone traba a la continuidad del trabajo de análisis con
esta paciente son las propias identificaciones de Freud con los objetos
fantasmáticos de la transferencia. Al tomarse a si mismo como “persona”
como “hombre” en la serie de personajes masculinos de la joven y leer
los síntomas como identificaciones amorosas de su paciente, no pudo
entender a tiempo hasta que punto esto obstaculizaba su escucha y así
poder prestar atención a las relaciones de Dora con las mujeres.
| 163
Roberto Sabán
Deben tomarse en cuenta al hablar de identificación las
pulsaciones inconscientes de la repetición de la transferencia. En
ésta, entendida como una actualización permanente de la pulsión, el
analista no es una persona más, una entidad psicológica, es un objeto
que se ofrece a ser sometido a los recortes significantes del deseo
inconsciente.
Podemos destacar ya la revolución freudiana: las identificaciones
del síntoma y del sueño no deben entenderse como un proceso de
imitación de alguna persona, en términos de las descripciones que la
psiquiátrica antigua y contemporánea hace de los comportamientos
histéricos, se trata de un proceso inconsciente, y no tiene nada que ver
con las personas y personajes que se presenta, ellos son, lo repetimos,
representantes de la representación pulsional: significantes.
Para terminar esta primera parte no podemos dejar fuera
el estudio del chiste que abrirá a otra relación, la intimidad entre
identificación y sublimación.
La producción de un chiste sancionado por la risa de los
intervinientes puede describirse como el recorrido de un circuito
intrapsíquico cargada de sobredeterminaciones. El efecto del chiste
es realizar, en un instante, entre los involucrados una identificación.
Surge así una nueva comunidad en el plano del intercambio simbólico,
se trata de la resonancia inconsciente de dos sujetos cuyo encuentro se
da por el puro placer del juego significante y que no estará sometida a
los juegos fantasmáticos del síntoma o del sueño.
Los sujetos se encuentran en otro lugar de aquel donde su
yo y sus censuras los situaba. El trabajo del chiste permite dar otro
curso a deseos reprimidos, modificando su curso original (tentativa de
descarga/prohibición/ represión) en un juego del lenguaje. Este nuevo
destino de orden no sexual (aquí es donde aparece la sublimación)
creará una identificación, una nueva comunidad psíquica donde se
encuentran las involucrados y que será denunciada por la risa.
164 |
Las identificaciones, una propuesta de lectura
Período II: el paso a este segundo tiempo está signado por la
extensión de la práctica analítica por parte de los alumnos de Freud así
como las disidencias de otros que lo obligan a revisar las relaciones del
yo y la sexualidad.
De este período es la teoría de la incorporación, como
prototipo de subjetivación humana y cuya mención será reiterada al
hablar de identificación.
Se trata de pensar la aparición de la sexualidad desde su apoyatura
en lo alimenticio, y en este punto Freud habla de incorporación del
pecho materno tomando los aportes de Karl Abraham118.
El lenguaje es y ha sido confuso en la literatura psicoanalítica
al hablar de objeto, y no deja de ser un punto que funcionará como
divisoria de aguas a la hora de sostener posiciones clínicas119, por eso
creemos oportuno aclarar que si bien se trata del reconocimiento de la
presencia de la pulsión oral canibalística cuyo fin es la incorporación,
donde debe dirigirse la atención es al objeto de esa pulsión.
Pero también debe quedar en claro que el niño no incorpora
el pecho de la madre, y si bien lo nombramos objeto no es del objeto
empírico de la ciencia, de la psicología, de lo que hablamos en
psicoanálisis cuando decimos objeto.
Aquí se hace necesario seguir el movimiento de Freud: no es
posible pensar el objeto sin sujeto, pero éste tampoco será el sujeto de
conocimiento, el sujeto de la acumulación de la ciencia, se trata más
bien del sujeto del deseo.
118
Esto lo sostenemos desde los desarrollos freudianos de 1a llamada segunda tópica,
1917 en adelante.
119
Téngase en cuenta también la carta 125 del 9 de diciembre de 1899 en la cual
Freud sostendrá que la histeria es aloerótica y se manifiesta principalmente como
una identificación con la persona amada mientras que la paranoia deshace las
identificaciones, restablece a las personas que habían sido amadas en la infancia y
escinde al yo en varias personalidades. Estas ideas nos muestran una forma de pensar
al yo que no se modificará en toda la producción freudiana , una estructura de fisión
(huellas capas superpuestas de amores infantiles) y ficción (novela de identificaciones)
| 165
Roberto Sabán
Destaquemos que en la propuesta freudiana ambos conceptos
son solidarios y subversivos respecto de la ciencia positiva.
Sujeto del deseo y no del conocimiento nos lleva a un concepto
nuevo y diferente el de elección de objeto (y no de objeto a secas) y así
como lo propone Freud en “Tres ensayos de teoría sexual” diremos que
esa elección de objeto se realiza mediante una escansión (recuérdese
los dos tiempos de la constitución sexual) y esto entonces abre a una
dimensión de reencuentro con un espacio no fechable ni objetivable
que se realiza permanentemente.120
El análisis de la biografía de Leonardo da Vinci le servirá a
Freud para poner a prueba la relación planteada entre identificación
y elección objetal. Tomará la posición homosexual del artista como
efecto de una identificación con su madre, a quien nombrara como una
mujer altamente seductora, abandonada por su esposo y para quien
su hijo será un objeto sexual. La posición homosexual de Leonardo121
responderá entonces a una elección homosexual mantenida en
represión por una identificación. La identificación con la madre estará
presente para mantener en represión su vínculo incestuoso con esta.
Tótem y Tabú y Duelo y Melancolía son dos textos capitales en
el recorte del concepto y no pueden ser leídos por separado. Hablan
aquí las fobias infantiles de Juanito caballo y Arpad el futuro gallo de
la problemática de la constitución subjetiva.122 El complejo de Edipo se
cruza con la teoría de la identificación.
En Tótem y Tabú la identificación con el padre como símbolo,
como tótem, abre una relación nueva con el padre real, generando
120
Léase Sigmund Freud “La interpretación de los sueños” en Cap IV la desfiguración
Onírica junto con los comentarios de Jacques Lacan en Escritos 1 en “La Dirección
de la cura y los principios de su poder.”
121
Discípulo de Freud que propone el pecho materno como el modelo para pensar
la construcción de objeto en psicoanálisis. .
122
Puedo ubicarme como analista en dos lugares por un lado pensando que perdió,
que por eso sufre, hace síntoma y que debe recuperar el objeto perdido o un sustituto
y por otro que nunca tuvo ni tendrá por estructura humana y que se trata tomar una
posición frente a esto.
166 |
Las identificaciones, una propuesta de lectura
un padre Otro mas allá de la rivalidad edípica. La llamada por Freud
“identificación totémica”, con un rasgo del ideal paterno, permitirá
el duelo, la separación del objeto edípico, abriendo así el espacio de
una metáfora subjetiva, una apertura al tiempo, que la “identificación
neurótica o melancólica” no permitía, pues conservaba el objeto y así
“relación incestuosa” en lo inconsciente, dejando al sujeto detenido.
La “identificación melancólica” de Duelo y Melancolía
sostendrá la ambivalencia de la relación con el objeto, en una fallida
identificación con el ideal, pues no se produce esta tensión en el yo,
entre el yo e ideal del yo, necesaria para una distancia, sino que lo que
se conserva es una relación de dobles entre el yo y el objeto donde uno
amenaza al otro.
Además el reconocimiento de este recorte del ideal paterno
permitirá la “identificación fraterna” entre los hermanos de la horda
como miembros de una comunidad que se funda en la ley del padre.
Período III: El campo de estudio se divide en dos, por un
lado se desarrollarán los modelos de identificaciones planteados,
retomando cuestiones planteadas en Tótem y Tabú y por otro el estudio
del desarrollo del yo y sus relaciones más íntimas, integrándolo a las
cuestiones suscitadas por la introducción de la pulsión de muerte, todo
ello con el Complejo de Edipo como telón de fondo.
El texto al que habitualmente se corre si uno está con prisas
para hacerse una idea de la teoría de las identificaciones en Freud es:
el capítulo VII “La identificación” de Psicología de las masas y análisis
del yo.123 Sin embargo allí lo que se encuentra no es el planteo de una
unificación del concepto, (hemos visto que ha sido utilizado desde los
inicios de la producción freudiana), sino que se trata mas bien de un
reagrupamiento de los procesos expuestos.
123
Para aclarar un poco mas propongo que se tengan presentes los postulados
freudianos de la “Vivencia Primaria de Satisfacción” : no hay allí la representación
de una primera incorporación creadora de un espacio primero de deseo, ni hay la
construcción de un primer objeto perdido, a los fines del deseo solo se trata de la
inscripción de la repetición de una pérdida,.
| 167
Roberto Sabán
Lo nuevo aquí es que en el momento en que Freud parece hacer
un inventario de lo ya expuesto, aparece en juego la problemática de los
orígenes, y magistralmente lleva el desarrollo de la idea de identificación
a otra nodular: la cuestión de la emergencia del sujeto.
Así aparecen en escena los llamados “tres tipos” de
identificación:
a. La identificación “primaria” con el padre de la prehistoria
personal, definida como: “..la más temprana exteriorización
de una ligazón afectiva, contribuye a preparar y prefigurar
el Complejo de Edipo...”
Se tratará de tomar incorporativamente al padre en una
conducta que reconoce como activa (querer ser el padre) preparatoria
de la ambivalencia en relación con el tener. Hay una dimensión de
totalidad en juego.
b. La identificación “neurótica” o de formación de síntomas
donde la cuestión pasa por la apropiación de cualidades
del objeto. Freud plantea la tos de Dora como ejemplo de
un doble juego de identificaciones con su madre y con su
padre, donde la sentencia vía conciencia de culpa es: “...has
querido ser tu madre , ahora lo eres en el sufrimiento...” o
bien “…has querido tener a tu padre, ahora lo tienes en el
síntoma…”
Lo que está en juego es la represión de un vínculo libidinal vía
la introyección de un rasgo del objeto en el yo por identificación.
Aclarando un poco: una identificación ha ocurrido, ella ha
operado de manera inconsciente, nos enteramos de su presencia por la
modificación ocurrida en el yo: el síntoma; pero esto a Freud no le es
suficiente, falta decir por qué ha ocurrido. La respuesta es: a los fines de
mantener reprimido un vínculo libidinal con el objeto.
168 |
Las identificaciones, una propuesta de lectura
Destacamos que son limitadas y no toman más que un único
rasgo del objeto que es un objeto sexual.
c. La identificación conocida como del “internado” será otra
vía para la formación de síntomas basada en la existencia de
un punto común inconsciente (el deseo sexual reprimido)
y que bajo la influencia de la conciencia de culpa terminará
en sufrimiento. Una joven tras observar la crisis en la
que cae una compañera luego de recibir una carta de su
novio puede presentar los mismos síntomas que aquella,
producto de esta forma de identificación histérica.
Es posible pensar con este tipo de identificaciones en la génesis
de los lazos sociales. Por otro lado, la persona en cuestión (la joven que
recibe la carta) no es un objeto sexual de los yo de las demás compañeras,
se trata solamente del recorte de un rasgo.
Retomando las distinciones planteadas en “Introducción del
Narcisismo” entre Yo ideal e Ideal del yo para dar cuenta del destino
de la libido narcisista, esbozará una psicología de las multitudes mas
allá del modelo de la familia. El problema aquí será cómo pensar la
modificación de un individuo “civilizado” cuando se encuentra en una
masa.
Freud pondrá el acento en la dinámica libidinal y no en lo
comportamental, como sería de esperar de la psicología social. Y
utilizará la identificación para pensar el proceso formador del yo, de
sus instancias y de los innumerables lazos humanos.
Sus planteos nos permitirán descubrir la impensada
proximidad entre la multitud, la relación amorosa, la relación hipnótica
y la transferencia. Los neuróticos, los enamorados, los hombres en
grupo pondrán en juego lazos afectivos poderosos y desexualizados.
Sus pulsiones sexuales se desviarán de su fin original para asegurar
vínculos duraderos, así es como postulará que junto con la investidura
erótica de objeto, existirán otros procesos de ligazón afectiva llamados
| 169
Roberto Sabán
“identificaciones”, base de la vida social. Estas identificaciones tienen
el poder de limitar la agresividad con las personas con las cuales uno
se ha identificado, serán resolutivas de celos rencorosos, fundaran la
comunidad del clan.
Entre los textos que deben ser tomados como una referencia
obligatoria para la construcción de una teoría de las identificaciones El
yo y el ello no puede ser dejado de lado.
El Yo se consolida producto de diferentes identificaciones que
lo conforman, y más que como una sustancia, los caminos freudianos
llevan a concebirlo como un espacio de división primordial de lo activo
y lo pasivo en permanente ligazón.124
Los interrogantes de Freud se dirigirán al momento en que no
hay yo, al espacio donde Ello se confronta con algo así como el objeto,
y cierto movimiento pulsátil de presencias - ausencia demandaría
del Ello el recorte de una huella, que por el mismo movimiento de
ausencia lo mantendría incorporado. Este “incorporado” sería el yo
íntimo haciéndose. Las primeras identificaciones formarán lo que
llamará el “núcleo resistente del yo”125 atrayendo hacia sí y marcando
con su “carácter” las identificaciones posteriores. El modelo de esta
construcción, de un objeto ausente, no es otro que el de la incorporación
de la fase oral de la organización pulsional.
La identificación será el mecanismo que permita la resignación
de una investidura de objeto, pues permite conservar la relación
abandonada en otra escena: el yo. Éste, metamorfoseado según el objeto
perdido se ofrece al ello como un nuevo objeto de amor en un intento
de seducción, de imponerse como nuevo objeto de amor126, en un
124
A Freud le llama la atención el desmesurado cuidado que tenía Leonardo con sus
jóvenes aprendices.
125
Me refiero a “Análisis de la fobia de un niño de cinco años” (caso Juanito) de
Sigmund Freud y el caso Arpád de Sandor Ferenczi, mencionado por Freud en
“Tótem yTabú”
126
Freud, Sigmund: Psicología de las masas y análisis del yo. Amorrortu Editores,
170 |
Las identificaciones, una propuesta de lectura
proceso de abandono de los fines sexuales directos que correspondería a
una desexualización de la pulsión, consolidándose así, la identificación,
como el modelo de la sublimación pulsional.
Desde este momento el yo será el gran consumidor de
identificaciones, se desarrollará sin cesar por incorporaciones sucesivas,
proponiendo la sublimación de la pulsión.
Pero ocurre que no todas las identificaciones acompañarán a una
elección de objeto; en el amor, el narcisismo estará presente junto con la
libido de objeto127 contribuyendo a garantizar los lazos de ternura, amistad,
solidaridad. Y toda esta gran madeja de lazos de amor y de identificaciones
será regulada por una nueva instancia: el Superyo o Ideal del yo.
Este es el último texto en el que Freud utiliza la noción de Ideal
128
del Yo . Dirá que el Ideal del Yo es el lugar efectivo de la primera y más
importante identificación del individuo, la identificación con el padre
de la prehistoria personal. Esta identificación es directa, inmediata, no
hay investidura de objeto mediante, pertenece al orden del ser y no del
tener.
En estas afirmaciones Freud está pensando en El Complejo
de Edipo como la apertura de un sujeto a una cronología, a la
introducción de un sujeto en su historia, y por ende el tiempo como la
dura experiencia de vivir, la dura experiencia de la castración parental
y por consiguiente la diferencia de sexos, por eso el uso del término
prehistoria referiría a un tiempo anterior al Edipo.
Bs. As. 1987.
127
Podemos citar aquí la importancia del masoquismo primario como creador de
ese espacio de Yo mencionando el famoso juego del carretel del nieto de Freud.
(Fort –da) acompañado por la oposición significante o – a y que le permite al niño
inventar una metáfora de la ausencia del objeto. Objeto con el que él se identifica,
arrojando un carretel, en tanto puede ausentarse. Espacio de una negación creadora
donde surge el sujeto, juego que replica ante el espejo y la madre que ha vuelto la
afirmación “nene no esta”.
128
Freud habla de “núcleo del yo” en mi opinión correspondería más la estructura de
una cebolla (modelo ya propuesto por Freud en sus inicios al hablar de la organización
sintomal alrededor del núcleo patógeno).
| 171
Roberto Sabán
Pero ¿es que puede pensarse un tiempo anterior al Edipo? En
la lógica freudiana sí, lo encontramos en el empirismo permanente
y su apego a los hechos, a la búsqueda de una verdad histórica129.
Sin embargo y a riesgo de forzar los constructos de Freud, pienso
en el llamado “narcisismo parental” presentado en Introducción del
Narcisismo, en donde produce un espacio de deseo parental por el hijo
más allá de la aparición misma de éste en escena, lo que nos permitiría
pensar en cierta prehistoria del sujeto.
El Ideal del Yo cede su espacio al Superyo cuya función completa
se cumple al producirse la finalización, sepultamiento, del Complejo
de Edipo. Esta instancia se eleva en el espacio de los múltiples lazos
sexuales ambivalentes que fijaban al niño a sus dos compañeros de
complejo.
Producto de identificaciones secundarias con ambos progenitores
se opondrá al resto del yo, teniendo por función la repetición de las
demandas parentales al Yo. Heredero de los apegos incestuosos y
la ambivalencia edípica presentará una profunda ambigüedad; sus
órdenes serán contradictorias y paradojales: tú debes ser como el padre,
a ti te está prohibido ser como él, en una doble exigencia de alcanzar
el ideal y prohibirlo a la vez, en una pesada carga sobre el deseo del
neurótico proponiendo la superación de sí como la inhibición, la
sumisión y el conformismo.
Una lectura rápida de la letra freudiana ha ubicado a esta
instancia como un lugar de prohibiciones, censuras y represiones
sociales en tanto representante ante el Yo de las exigencias pulsionales
del Ello, reduciendo el análisis a un Ello deseante y pulsional y a un
Superyo prohibidor. Se omite de esta manera considerar la otra cara del
Superyo que es la de ser una estructura psíquica que reclama su propia
satisfacción en tanto reside en él la pulsión de muerte, y así considerar
algunas de sus manifestaciones como fuente del masoquismo primario
129
En este punto no podemos dejar de citar la llamada del yo al ello que nos plantea
Freud “…mira, puedes amarme también a mí, soy tan parecido al objeto...”
172 |
Las identificaciones, una propuesta de lectura
y todas sus consecuencias: rehusarse a curar, reacción terapéutica
negativa, inercia, apetito de muerte; diremos al fin que es el lugar de la
cultura, de la pulsión de muerte… Como se ve no toda identificación
desembocará en un éxito sublimatorio, algunas instalarán poderosas
formaciones reactivas, siendo el Superyo el mejor ejemplo de estas
últimas.
Consuelo por las pérdidas que en cada uno se jugarán en el
130
Edipo , por la añoranza del padre, no hay otro lugar para el neurótico
que aquella serie de identificaciones que hacen al Superyo, el trabajo de
análisis consistirá en volver a poner en movimiento la labor de duelo131
del Edipo, que en cada uno se jugará de una manera propia e individual,
por eso no podemos dejar de estar de acuerdo con Freud cuando afirma
que de lo que verdaderamente se trata será “…tomar alguna distancia
del Superyo y eso representará un triunfo de civilización enorme…”dirá
Freud
Para concluir diremos que hemos tratado de dar cuenta de la
identificación y su campo tan vasto en la producción freudiana que
abarca desde el síntoma hasta la sexuación y la ética humana.132
Quizás no sea un buen término el que tenemos en nuestro
idioma para nombrar el proceso que estudiamos, pues parece referir
a cierto congelamiento, mientras la teoría nos habla de historia y
estructura del sujeto, de unicidad y multiplicidad, de su vínculo con
lo mismo y con lo otro, con la imagen y el significante. En ese sentido
el término alemán utilizado por Freud indenti-fizierung hace oír,
para quienes lo escuchan en ese idioma, cierta dimensión de acto, de
actualización, de movimiento permanente, pues como se ha planteado
130
A esto Freud lo llamará el modo femenino de amar
Ideal del yo y Yo ideal fueron conceptos utilizados en la elaboración de su teoría del
Narcisismo en los años 1913/14 y si bien Yo Ideal fue dejada de lado tempranamente,
es hasta este texto donde se extiende el uso del Ideal del Yo.
132
Su arqueología y voluntad de probar mediante el recurso de la empírica lo llevaron
a reconstruir inobservables desde huellas o mitos que dieran sentidos a los hechos
observables, que sin esos mitos seguirían siendo ininteligibles.
131
| 173
Roberto Sabán
aquí, las identificaciones nos llevan a sostener que no hay carnet de
identidad del sujeto, ni unidad como tal, aun cuando el administrador
que vive en cada uno de nosotros sueñe con eso.
Bibliografía
FREUD, S.
Correspondencia Freud-Fliess Carta 61 (2/05/97) Carta 125 (9/12/99)
Amorrortu Editores Obras Completas Tomo I
La interpretación de los Sueños. Op. Cit. Tomo IV
Fragmento de análisis de un caso de histeria. (CasoDora) Op. Cit. Tomo
VII
Tres Ensayos de Teoría sexual. Op. Cit. Tomo VII
El chiste y su relación con lo inconsciente. Op. Cit. Tomo VIII
Análisis de la fobia de un niño de cinco años (caso del pequeño Hans) Op.
Cit. Tomo X
Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci Op. Cit. Tomo. XI
Tótem y Tabú. Op. Cit. Tomo. XIII
Introducción del Narcisismo. Op. Cit. Tomo. XIV
Duelo y Melancolía. Op. Cit. Tomo. XI
Psicología de las masas y análisis del yo. Op. Cit. Tomo. XVIII
El yo y el ello. Op. Cit. Tomo. XIX
174 |
“EL GOCE: DEMONIO DEL MÁS ALLÁ…”
Aris Yosifides
Leticia De Bortoli
Hay en las personas un destino que las persigue…
una influencia demoníaca que rige su vida..
Sigmund Freud
El concepto del goce es crucial en psicoanálisis. Con su
conceptualización el psicoanálisis marca su diferencia con las otras
líneas de pensamiento tanto a nivel de la teoría como a nivel de la
práctica o tratamiento. El descubrimiento de que no siempre el sujeto
persigue su bienestar, o que puede estar bien en el mal, o sentir placer
en el displacer, rompe con la idea obvia de que el hombre busca su
bien y allí encuentra la felicidad. Incluso el acercamiento de Freud a
este concepto va poniendo en jaque sus propias elaboraciones teóricas.
Introduce la idea de que el psiquismo no funciona de manera tan
sencilla, no está regulado sólo por el principio del placer. Implica una
paradoja del sujeto en tanto este apuntaría a preservar el placer y huir
del sufrimiento.
¿Cómo entender si no el acto de la anoréxica de no comer hasta
la muerte? ¿O las mujeres que soportan los golpes del marido durante
treinta años? ¿O las personas que siempre están enfermas?
El goce en Freud
Aunque Freud no conceptualizó el término, lo rodeó en
muchos de sus escritos y fue dejando indicios que permitieron después,
llegar a él. Podemos ver algunos ejemplos de sus pre-elaboraciones
| 175
Aris Yosifides | Leticia de Bortoli
acerca del goce en los siguientes escritos:
ƒ El Caso Elisabeth von R., de 1895: Cuando relata los dolores
que esta paciente tenía en las piernas, Freud percibe que al
pellizcar u oprimir la zona del dolor, su rostro cobraba una
rara expresión, que se parecía más al placer que al dolor. “…
lanzaba unos chillidos, su rostro enrojecía, echaba la cabeza
hacia atrás, cerraba los ojos, su tronco se arqueaba hacia
atrás…” (Freud, 1895:153). Toda la reacción que describe de
la paciente revela que su dolor en las piernas era también una
fuente de placer, por ello la denomina zona histerógena. Este es
un primer indicio que permite unir dolor y placer, sufrimiento
y sexualidad. Freud vislumbraba que el síntoma histérico que
ocasionaba displacer incluía también un placer erógeno, la
libido estaba concentrada en esta zona, lo que lo hacía pensar
que los síntomas eran la práctica sexual de los enfermos.
ƒ El hombre de las ratas, de 1909: Se trata de un caso de neurosis
obsesiva en que el paciente le relata a Freud que estando de
maniobras militares, un capitán le cuenta que ha leído sobre un
castigo terrorífico aplicado en Oriente, en el cual el condenado es
atado y sobre su trasero se le pone un tarro con ratas que penetran
en su ano. Dice Freud: “en todos los momentos más importantes
del relato se nota en él una expresión del rostro de muy rara
composición, y que sólo puedo resolver como horror ante su
placer ignorado por él mismo…” (Freud, 1909: 132-133).
ƒ Esta experiencia que marca al sujeto, lo enfrenta ante su placer
en el sufrimiento, en el tormento. De nuevo Freud se encuentra
con otro indicio donde podemos ver el nexo entre sufrimiento
y placer, y su relación más cercana con el masoquismo.
ƒ Más allá del principio del placer, de 1920: en este escrito su teoría
de que el sujeto está regido por el principio del placer se pone
en jaque. Freud había adoptado sin reservas el supuesto de que
los procesos anímicos eran regulados por el principio de placer.
La hipótesis era que el psiquismo trata de mantener lo más
bajo posible, o al menos constante, la cantidad de excitación;
si esto se incrementa se siente como displacentero (Freud,
1920). Pero, en su práctica clínica observa ciertas conductas
176 |
El goce: demonio del más allá
como los sueños traumáticos, que reconducen al paciente
una y otra vez a la vivencia traumática; el juego del “fort-da”
donde el niño repite una y otra vez la vivencia displacentera
de la ausencia de la madre; estas entre otras observaciones
dan cuenta de una compulsión de repetición como fenómeno
clínico, a la cual le atribuye las características de una pulsión.
Freud observa que los neuróticos repiten en la transferencia
todas las ocasiones indeseadas y las situaciones afectivas
dolorosas. Pero, estos fenómenos pueden encontrarse también
en la vida de las personas no neuróticas, donde parece que un
destino las persiguiera, que un sesgo demoníaco dominará su
vivenciar. Freud llama “demoníaco” a esta tendencia extraña en
el sujeto de obstinarse en buscar su mal. Hombres en quienes
toda amistad termina con la traición del amigo, amantes cuya
relación recorre las mismas fases y desemboca en idéntico
final, como un eterno retorno de lo igual. Ya no puede seguir
sosteniendo que el aparato psíquico está regido sólo por el
principio de placer, sino que hay algo que está más allá de
éste… y tiene suficiente poder como para doblegarlo.
ƒ El problema económico del masoquismo, de 1924: Freud había
definido anteriormente el masoquismo como el placer por
el dolor, la crueldad y por cualquier clase de humillación o
sometimiento. En el problema económico del masoquismo,
Freud admite que ya no puede otorgarle al principio del
placer el título de guardián de la vida. Ya no puede sostener
que el yo intenta preservar el placer y huir del sufrimiento,
el masoquismo plantea el enigma del placer en el displacer.
Dice Freud: “…ni aún la autodestrucción de la persona puede
producirse sin satisfacción libidinosa” (Freud, 1924:176).
Relaciona al masoquismo primariamente con la pulsión de
muerte que permanece en el interior del organismo y toma
como objeto el propio ser. Posteriormente lo relaciona con
el superyó quien tiene a su cargo la función de conciencia
moral, y que al juzgar al yo, si este no está a la altura de su ideal,
produce un sentimiento de culpa que deviene en necesidad de
castigo. Es la vertiente tiránica (inconsciente) del superyó, que
| 177
Aris Yosifides | Leticia de Bortoli
se expresa como una hipermoralidad, la que lanza al sujeto el
imperativo: ¡goza! Esta necesidad de castigarse puede llevar
al sujeto a intentar siempre su fracaso, a someterse a prácticas
autodestructivas, a querer permanecer siempre enfermo, a
extraños empeoramientos en momentos de mejoría en la cura
(reacción terapéutica negativa) (Musicante, 2003:226).
Se puede ver cómo sin nombrarlo Freud va delineando un
complejo concepto que más tarde Lacan llamará goce. Lacan no creó
este término de la nada, es un concepto que tiene sus fundamentos
en la obra de Freud. Según Miller, hay tres palabras freudianas que
convergen en el concepto de goce y justifican que Lacan haya aportado
un sólo término en lugar de tres: la satisfacción pulsional, la libido y el
placer (Miller, 1989).
La satisfacción pulsional implica algo que se obtiene, un punto
de llegada. Se refiere a la satisfacción de la pulsión, y en el goce es la
satisfacción de la pulsión de muerte lo que está en juego. La libido
se refiere a la energía sexual, es un concepto cuantitativo: aumenta,
disminuye, se fija, se desplaza. Circula entre los objetos. El placer se
refiere al principio de regulación del funcionamiento mental que tiene
la finalidad de evitar el displacer y procurar el placer. El placer se liga de
inmediato a la existencia de su opuesto el displacer.
Cada uno de estos términos es utilizado de manera distinta por
Freud, pero también se pueden observar momentos donde se anudan
y convergen. Cuando elabora el masoquismo primordial, la reacción
terapéutica negativa, la resistencia del síntoma, le es necesario pensar
que hay una satisfacción en el displacer. Hay algo de la pulsión que
se satisface en el estar enfermo, en el estar mal, en el dolor. Es posible
que el sujeto concentre su energía, su libido, en este displacer del cual
obtiene un plus de satisfacción. Considerando los anudamientos que
hay entre ellos, estos tres términos podrían representar tres modalidades
freudianas del goce.
178 |
El goce: demonio del más allá
El ombligo, el núcleo
La primera clínica de Freud estaba referida en hacer conciente
lo inconsciente, en intentar que el paciente recuerde aquellas vivencias
displacenteras con el fin de poder reelaborarlas. Para ello debía vencer
una serie de resistencias, a la manera de las capas de una cebolla hasta
llegar al núcleo patógeno, pero a éste no se lo podía abordar, sólo se lo
podía bordear, quedaba un resto, resto que más tarde se hizo escuchar.
Se necesitaba de otra clínica para hacerle frente a eso pulsional que
las palabras no llegan a nombrar, ni a apresar, pero se podía cercar.
Esto no apresable, indomeñable, demoníaco, esta compulsión a repetir
situaciones que están fuera de las palabras, fuera de lo que se puede
ligar, se acerca a lo que Lacan conceptualizó con el concepto de goce.
Ya en la interpretación de los sueños, Freud se refiere a lo
que llama el núcleo de nuestro ser, constituido por lo incoercible, lo
inaprensible, el ombligo del sueño. Este núcleo es aquello que el sujeto
para seguir el camino de su placer debe rodear, contornear, cercar con el
significante. Este contorneo del núcleo es el único goce al que podemos
acceder vía el significante, a lo que Lacan llama lo Real, lo que subsiste
fuera de la significación, lo que está más allá del principio del placer.
Al goce lo relaciona con el ser, de ahí que al final de su enseñanza dirá:
Soy como gozo.
Plus de goce
La vida es el conjunto de fuerzas que se resisten a la muerte…
Bichat
En Freud, podemos pensar esta resistencia de la vida ante la
muerte, en la oposición que plantea entre las pulsiones de vida y el
principio de Nirvana (pulsión de muerte). El término “nirvana” lo
| 179
Aris Yosifides | Leticia de Bortoli
toma de la religión budista, que significa la extinción del deseo, la
aniquilación de la individualidad hasta fundirse en un alma colectiva,
un estado de quietud y felicidad perfectas. Recoge esta expresión y lo
enuncia como la tendencia del aparato psíquico que busca reducir a
cero la excitación interna (Laplanche, J.-Pontalis, 1971:295-296).
La manera en que se puede hacer obstáculo a esta tendencia
es a partir de la representación, la palabra. El saber es lo que hace que
la vida se detenga en un cierto límite frente al goce. Al relacionar la
curiosidad sexual con el deseo de saber, Freud se cuestionaba en qué
consiste el goce en tanto excluido de las representaciones, del lenguaje.
En ese pasaje goce/saber algo se pierde, algo cae, un objeto es perdido.
Esto que se pierde es el plus de goce.
M. Viltard133 dice que Lacan, en 1968, al volver a lo que Freud
elabora sobre el chiste, tratará de situar el objeto a, no sólo como objeto
causa del deseo, sino también como objeto perdido en la relación del
goce con el saber. Lacan piensa esto a partir de un hallazgo realizado
sobre la obra de Marx, El Capital:
Se refiere a que el capitalista despliega su alegato para
demostrarle al trabajador que el mercado es honesto: el
capitalista aporta los medios de producción y el trabajador
su fuerza de trabajo. Pero, al decir esto, en un momento dado
el capitalista ríe. Lacan atribuye esa risa al efecto de lo que es
eludido en el discurso, a lo que pasa en silencio, la plusvalía que
el intercambio produce al paso. Dice Lacan: …yo reemplazo la
energética de Freud por la economía política, y establece una
relación de homología entre la plusvalía, como lo define Marx,
y el nombre que él le da a partir de ese momento al objeto a: el
plus de gozar. En el discurso, el sujeto es lo que un significante
representa ante otro significante. Para seguir el modo como
Marx define la realidad económica, es lo que representa el valor
de cambio ante el valor de uso. En esa falla entre el primero y
el segundo significante algo cae, la plusvalía, el plus de gozar
(Kaufmann, 1996:213).
133
Inermidad, desamparo ante la fuerza pulsional, ante la omnipotencia de las
demandas del Otro en los inicios de la vida,
180 |
El goce: demonio del más allá
Deseo y goce
Debemos situar el término goce en relación al término placer
para marcar algunas diferencias. Nombrábamos recién el placer como
uno de los nombres freudianos del goce, pero Lacan separó el término
goce de sus referencias al registro del placer (Soler, 1994), porque
placer en Freud está ligado al principio del placer que se correlaciona
con la idea de mantener un nivel mínimo de excitación. Corresponde a
querer el bienestar y lo que Freud desenmarañó más tarde fue que uno
se puede sentir bien en el mal, que en el fondo existe otra satisfacción
que la conseguida por el equilibrio, por la homeostasis. Se trata del
Más allá del principio de placer que Freud categorizó bajo la pulsión
de muerte y engloba fenómenos como los sueños traumáticos, el juego
infantil del “ford-da”, el masoquismo, la compulsión de repetición que
nos confrontan con la obstinación del sujeto hacia el sufrimiento, con
esa obsesión que llamó demoníaca.
Para apresar el concepto del goce puede ser útil plantearlo
en una vía diferente a la del deseo. Podemos decir que “el deseo es el
deseo del Otro”, en tanto el Otro está implicado desde el principio en
su constitución. Pero, no podemos decir que el goce es de entrada del
Otro, al menos no es un punto de partida, su punto de partida es el
cuerpo. Solo un cuerpo puede o no gozar. El goce puede bastarse por
sí solo, por ejemplo en la masturbación, no necesita del Otro, sólo del
propio cuerpo, es directo e inmediato. No es social, sólo más tarde se
nos obliga a que pase por el Otro.
Por otro lado, las relaciones del goce con el significante son
diferentes a las del deseo. El deseo está ligado a la cadena significante, a
sus desplazamientos, por eso es móvil, plástico al significante. El goce
no se desliza como el deseo, siempre se trata de lo mismo, siempre vuelve
al mismo lugar, por eso su estatuto de real, es lo que no cambia. Las
relaciones del goce con el significante son de exclusión. El significante
separa el goce del cuerpo y solo se puede tener una idea de él cuando el
| 181
Aris Yosifides | Leticia de Bortoli
sujeto habla de él. El deseo es lo que hace de obstáculo al goce a través
del lenguaje, el deseo es una defensa contra el goce.
Si hay algo que hace necesaria la introducción del concepto
de goce es el síntoma. El goce da cuenta de la satisfacción que el sujeto
encuentra en sus síntomas. Freud lo abordó cuando se encontró con la
reacción terapéutica negativa, el masoquismo primordial. Quizá este
último es el nombre más freudiano del goce (Miller, 1981).
Lacan decía que el goce iba desde la cosquilla hasta la parrilla.
Respecto a esto, Colette Soler dice: “….era la época en que bastante
gente se encendía en el sentido estricto del término. Hoy podríamos
decir que el goce va desde la cosquilla hasta al kamikaze. El goce se
sitúa desde lo que Lacan llamaba las carantoñas masoquistas hasta los
horrores de la guerra…” (Soler, 1994).
El goce de Sacher-Masoch
La palabra masoquismo deriva del escritor Sacher-Masoch,
quien escribió varios libros en los que narraba historias con un alto
contenido masoquista. Uno de los más representativos es La Venus de
las pieles que ha sido considerado casi autobiográfico.
Allí describe la relación sádico-masoquista entre un hombre
y una mujer. La obra de arte es tan portadora de síntomas como el
cuerpo o el alma. En ese sentido el artista o el escritor pueden ser
grandes sintomatólogos. Le hace decir Sacher-Masoch al protagonista
del libro:
Si no puedo gozar la dicha del amor, deseo saborear hasta las
heces sus dolores, sus tormentos; ser maltratado por la mujer
que amo. Y cuanto más cruel, tanto mejor. ¿También eso es
placer!
Hay para mí en el sufrimiento una atracción extraña, no hay
nada capaz de encender tanto en mí pasión como la tiranía, la
182 |
El goce: demonio del más allá
crueldad y la infidelidad de una hermosa hembra. El sufrir, el
soportar tormentos crueles, me ha parecido desde siempre un
goce... (Sacher-Masoch, 2000:46,55-56).
Los caminos del goce pueden ser muy extraños y particulares,
este es el rumbo que debe tomar la clínica.
Bibliografía
FREUD, Sigmund. Estudios sobre la histeria. Historiales clínicos.
Señorita Elisabeth von R. Amorrortu Editores. 1895.
FREUD, Sigmund. Tres ensayos de teoría sexual. Amorrortu Editores.
1905.
FREUD, Sigmund. A propósito de un caso de neurosis obsesiva.
Amorrortu Editores. 1909.
FREUD, Sigmund. Lo Ominoso. Amorrortu Editores. 1919.
FREUD, Sigmund. Más allá del principio del placer. Amorrortu
Editores. 1920.
FREUD, Sigmund. El problema económico del masoquismo. Amorrortu
Editores. 1924.
KAUFMANN, Pierre. Elementos para una enciclopedia del psicoanálisis.
El aporte freudiano. Editorial Paidos. 1996.
LACAN, Jacques. Seminario 17: “El Reverso del psicoanálisis”.
Editorial Paidos. 1992.
LAPLANCHE, J.-PONTALIS, J. Diccionario de Psicoanálisis.
Editorial Labor. 1971.
MILLER, Jacques-Alan. Recorrido de Lacan. Ocho conferencias. Teoría
de los goces. 1984.
MILLER, Jacques-Alan. “Intervención. Estudios de Psicosomática”.
Volumen 1. Editorial Atuel-Cap. 1994.
MUSICANTE, Rubén. Comentarios psicoanalíticos. Serie Nº 2. El
superyó en la obra freudiana. Editorial Brujas. 2003.
RODRIGUE, Emilio. Sigmund Freud. El siglo del psicoanálisis. Vol.
1. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1996.
| 183
Aris Yosifides | Leticia de Bortoli
SACHER-MASOCH, Leopold. La Venus de las pieles. Editorial
Página 12. S.A. 2000.
SOLER, Colette. El cuerpo en la enseñanza de Jacques Lacan.
Estudios de Psicosomática. Volumen 1. Editorial Atuel-Cap. 1994.
184 |
ÉPOCA Y SÍNTOMA
Alejandro J. Rostagnotto
Mariela Yesuron
Decir clínica y época nos ubica de entrada en la encrucijada
contemporánea. Sabemos que Freud atribuyó un papel importante a la
civilización y su devenir.
En el Malestar en la cultura (Freud. 1930) en consideración
de la sexualidad, Freud establece que una variable que interviene en la
configuración de la sexualidad es el peso de la civilización, que entraña
un rebajamiento general de los objetos sexuales. Esto quiere decir que,
desde la civilización, lugar desde donde opera la prohibición del
incesto, y desde donde interviene el factor normativo de limitación de
la satisfacción, Freud ubica un peso para el sujeto que debe sujetarse a lo
que dicha civilización le impone. Se puede subrayar aquí, que hay una
tensión entre la civilización y la satisfacción pulsional, modificándose
la segunda por la presión de la primera; esta modificación, a su vez, no
implica supresión -y en esto Freud se encargará en delimitar los destinos,
las vicisitudes de pulsión. De manera tal que, esa fuerza pulsionante no
cesa de impeler su satisfacción, más allá del evento contingente que se
le ofrezca para su cesación; y la civilización, como contrafuerza que
intenta domeñar la pulsión, e imponer su “peso”.
En relación a este peso que la civilización impone, podemos
ubicar, paradójicamente como factor que preexiste a la pulsión, el
aspecto civilizante de la cultura, que opera sobre la tendencia pulsional
normalizando, normativizándola. Es así que, la pulsión adquiere el
carácter de sexual, de allí el término “pulsion sexual”, en la medida en
que adquiere una significancia relativa a la historización de la pulsión
en el Edipo. De este modo, entendemos al Edipo como un factor
| 185
Alejandro J. Rostagnotto | Mariela Yesuron
cultural, estructurante de la subjetividad, que intenta imponer su peso
normtivizante a la pulsión. Este encuentro entre la fuerza pulsionante
y el factor normativizante edípico de la cultura, tiene como corolario
un aspecto trágico -en el sentido griego del termino tragedia-, donde
un intento de salida, de solución, es la identificación al Ideal paterno.
Con esto decimos que, el sepultamiento del complejo de Edipo134 es
correlativo a una identificación tipificante al semblante paterno que
Freud llama Ideal del Yo135.
Entonces, planteamos una conjunción problemática relativa al
Ideal, que tiene que ver con lo social, la época y la estructura subjetiva.
Para mostrar este aspecto tomemos el clásico ejemplo prínceps, dentro
de los grandes historiales clínicos de Freud, del hombre de las ratas
(Freud, 1909). En este caso, podemos establecer un par de significantes
que nos permitan acotar la modalidad de aparición de su obsesión.
Es realizando maniobras como oficial de reservas del ejercito, donde
ubicamos la coyuntura dramática de la aparición de su obsesión clínica;
podemos subrayar aquí el significante oficial, y lo que representa para
este sujeto en el contexto de oficiales del Imperio Austro-húngaro. Este
contexto, no es un contexto inocuo para el sujeto, ya que es donde su
padre contrajo una deuda de juego que no pagó, deuda que se inscribe
como herencia en el hombre de las ratas; esta herencia paterna también
se verifica en otra deuda, porque su padre no se casó con la muchacha
que amaba sino con una muchacha rica.
Hay una referencia a este mundo de oficiales del Imperio
Austro-húngaro en Laurent (1993) donde dice que:
134
Recordando el mecanismo del Duelo propuesto por el psicoanálisis diremos que
se tratará de la promoción de nuevas identificaciones que permitan al sujeto tomar
distancia, moverse del lugar donde se encuentra estañado por el Superyo.
135
No podemos dejar de mencionar, si de hacer una teoría de la identificación se trata,
los desarrollos post freudianos, en particular los de Jacques Lacan que al plantear la
primacía del lenguaje como un proceso irreductible a empiria alguna, a ninguna
anterioridad verificable, sitúa el problema de la identidad – singularidad en un lugar
diferente con otro abordaje del objeto y del yo, con la consecuente diferencia en la
cuestión de los orígenes.
186 |
Época y síntoma
Se trataba esencialmente de deudas a pagar, en
fin, de cierta cantidad de actividades que tenía muy
poca relación con la preparación efectiva para lo que
iba a suceder: una guerra moderna en que las tropas del
imperio Austro-húngaro no estuvieron especialmente
a punto... una atmósfera tal que ya no se sabe con qué se
identifica uno, cualesquiera sean los valores en que se crea.
Es en ese marco que se inscribe el Hombre de las Ratas
(Laurent,1993:264).
El hombre de las ratas, es un hombre que tiene ideales, es
un oficial de reserva correcto, con valores, preparación, capaz como
cualquier oficial activo, honesto; es decir, con todo aquello que lo
perfila con el ideal del oficial. Este significante que lo representa, se
relaciona con otro significante, el capitán cruel que es el oficial activo,
este significante está vinculado a su vez, con el complejo anal y la
voluptuosidad de un placer desconocido, nos dirá Freud. Sintéticamente,
podemos decir que el significante del síntoma, rata, aparece todavía
sin hacer cadena y a la vez el significante oficial como un significante
vinculado al ideal, fundamentalmente vinculado a la conmoción del
ideal. Al inicio del tratamiento de este sujeto el significante del síntoma,
no parece representar al sujeto, porque no está articulado todavía a la
cadena significante; habrá que esperar el desciframiento analítico, la
localización del significante de la transferencia.
De este ejemplo freudiano, podemos ver cómo, desde la
incidencia del contexto cultural de la época en donde se localiza la
coyuntura dramática, la labor analítica toma el camino de lo particular,
del uno por uno en la implicación subjetiva. Con Freud decimos que:
más allá de la atmósfera institucional del ejército del Imperio Austrohúngaro debemos abordar las particularidades que la pulsión sexual ha
hecho surgir bajo la presión de la civilización.
En la experiencia clínica, es verificable esta coyuntura de la
conmoción del ideal, donde también es posible aislar, el significante
del síntoma. De esta manera, en las entrevistas preliminares, podemos
| 187
Alejandro J. Rostagnotto | Mariela Yesuron
ubicar además, el significante de la transferencia, para dar paso al
dispositivo analítico.
Desde este ejemplo, podemos mostrar que la época coadyuva a
la contextualización típica de cada tiempo, pero también pretendemos
mostrar el otro aspecto del síntoma, que es su aspecto más singular,
como una entidad sin semejanza a la tipología social. No se trata
para nosotros, en la actualidad, de la época bizantina de los ideales
en donde el cielo del inconsciente se abría bajo la intervención del
Nombre del padre. Asistimos al desasimiento del semblante paterno,
y observamos al sujeto asintomatizado por el discurso del capitalismo,
por la universalización del mercado y la hegemonía del capitalismo
global, sin oposición dialéctica. El sujeto está borrado de sus síntomas,
por efecto del discurso del capitalismo en el consumo, en el uso de los
gadgets… y acude la ciencia forcluyendo al inconsciente.
Nuestro planteo, pretende abrir interrogantes sobre cómo
se caracteriza el factor epocal. Hipotetizamos que el consumismo
enmascara y distrae los excesos. Los excesos actuales -de tóxicos,
comida, juego o lo que fuere-, no hace más que mostrar ese aspecto de
la pulsión ya indicado por Freud:
La pulsión reprimida nunca cesa de aspirar a su satisfacción
plena, que consistiría en la repetición de una vivencia primaria
de satisfacción; todas las formaciones sustitutivas y reactivas,
y todas las sublimaciones, son insuficientes para cancelar su
tensión acuciante, y la diferencia entre el placer de satisfacción
hallado y el pretendido engendra el factor pulsionante, que
no admite aferrarse a ninguna de las situaciones establecidas,
sino que, en las palabras del poeta, «acicatea, indomeñado,
siempre hacia adelante»136 (Freud, 1920:42).
En nuestra época, ya no se observa el peso de la civilización
tal como era en la época freudiana, del lado de los ideales sociales tales
136
Mayette Viltard,” Foucault- Lacan: la leçon des Ménines “, L’unebévue n° 12,
París, EPEL, 1999.
188 |
Época y síntoma
como la patria o la religión. Lo que define a nuestra civilización, es el
discurso del capitalismo, que a su vez, es la resultante de la modificación
hecha por la ciencia al discurso del amo; es decir que, el discurso del
capitalismo es una variante y no un verdadero discurso. La incidencia
de la ciencia y los avances técnicos en la producción de los objetos
de oferta en el mercado, parecen hacer olvidar al sujeto de su propia
división, de su castración, presentándose como sintagma indeleble del
triunfo sobre la amenaza castración137, adjetivando a esta declinación
del discurso del amo como variante perversa por el valor de fetiche del
objeto; es decir, que por medio de los gadgets de la ciencia, el sujeto
tiene la posibilidad de denegar la castración (Lacan.1988:107) y da
la ilusión de posibilidad de la relación sexual en donde el lugar del
partenaire está ocupado por el objeto del mercado. Así, por medio del
valor de fetiche, del objeto del mercado del capitalismo global en sus
diferentes modalidades -nos referimos a un amplio espectro que puede
abarcar desde lo que aparece en las góndolas hasta las drogas sintéticasse obtura la división subjetiva. De esta manera, esta desmentida de la
castración persigue como fin, un no querer saber nada sobre la causa
que divide al sujeto, evitando así la angustia y adormeciendo al sujeto
en el sueño de su completitud fetichizada.
El objeto del mercado, parece prometer sustituir lo particular
del sujeto por un objeto de la técnica, por un elemento de consumo,
que iguala al sujeto, a todos los demás. De esta manera, parecería
que el sujeto, en su falta de goce, se dirige al amo de la ciencia, del
capitalismo global, para que en su saber técnico le produzca un objeto
lo suficientemente versátil para solucionar, “a voluntad”, su falla
estructural, su modo de satisfacción pulsional. Este sujeto “moderno”,
que ha ocupado el lugar del agente en el discurso capitalista, desmiente
137
Esta temática refiere al texto homónimo de 1924 “El sepultamiento del complejo
de Edipo”, también puede ser estudiado en “El Yo y el Ello” , 1927, en el capítulo: “El
yo y el superyó”,
(Ideal
del yo)
| 189
Alejandro J. Rostagnotto | Mariela Yesuron
su castración, buscando engañar el factor pulsionante, buscando
olvidar que el malestar es estructural, entra en un sueño narcotizante,
como escena perversa que intenta velar la castración acontecida.
La desregulación de la función paterna, la apertura a una
satisfacción pulsional emancipada del Ideal del yo, puede ser un lugar
común en lo que se dio en llamar las nuevas modalidades del síntoma,
como lo son las toxicomanías -como se podría incluir los fenómenos
psicosomáticos, las bulimias y las anorexias, las patologías del acto,
etc.
El sujeto -en posición amo-, elige el modo de satisfacción.
Experimento que aplasta la dimensión subjetiva. En la toxicomanía el
sujeto se dirige a la ciencia para que en su saber le procure el tóxico; lo
que le vuelve a través de este objeto, es una identificación al significante
toxicómano138, nombrando su condición de goce con un significante
que no le es particular sino que se constituye como categoría social que
uniformiza los modos de gozar, y que borra la singularidad subjetiva
de los modos de satisfacción particular, narcotizando al sujeto en el
capitalismo global. Las nominaciones tales como toxicómanos, o
politoxicómanos, nombra a los sujetos en una condición de goce que
los iguala, anulando sus particularidades.
Vemos aquí una clara diferencia con relación al ejemplo
freudiano del hombre de las ratas: ya no se trata de la conmoción del
significante del ideal. No se observa la evidencia clínica del significante
del síntoma, sino que por el contrario, a modo de presentación, hay
sujetos que acuden a consulta nominándose a sí mismos como “soy
adicto” o “soy bulímica” o “soy alcohólico”, etc.
En este mismo sentido, con estos sujetos, no es tan fácil
esclarecer la modalidad de la transferencia, y su relación con la palabra
parece ser bastante independiente, hablan pero no dicen nada, su
historia de vida es sustituida por la historia de la experiencia con el
138
Puede consultarse “Introducción al Narcisismo”, 1914. “Psicología de las Masas y
Análisis del Yo”, 1921, en particular el capitulo “La Identificación”.
190 |
Época y síntoma
tóxico. Lejos está la fenomenología de estos síntomas, de responder a la
clásica definición del síntoma como transacción, o satisfacción de deseo
de sentido reprimido y ubicarlos como formación del inconsciente.
La subjetividad se presenta aquí, como una respuesta en exceso que
desmiente la dimensión de la causa que el lenguaje opera sobre el
viviente, se heraldiza la falta en ser, buscando narcotizar la angustia
de castración. Por silenciar el deseo sexual inconciente reprimido, el
hombre debe pagar el precio de su cobardía moral
En síntesis, a diferencia de la época victoriana, época de la
neurosis, donde la neurosis obsesiva era paradigmática como ideal
social; la época actual empuja más bien a la perversión, a un goce que
se aparta del Otro. En este contexto, es que los individuos reclaman
y proclaman el derecho a gozar, más allá de la culpa. Ya no se trata de
la dialéctica deseo-prohibición, sino más bien, de cierta certidumbre
subjetiva, de un pleno derecho a gozar al estilo sadiano.
Bibliografía
FREUD, S. “Más allá del principio del placer” en Obras Completas,
Vol. XVIII, Bs. As.: Argentina. Amorrortu Editores. 1920
FREUD, S. (1930) “Malestar en la cultura” en Obras Completas, Vol.
XXI, 1996. Bs. As., Argentina. Amorrortu Editores.
LACAN, J. “La Tercera” en Intervenciones y Textos 2. Argentina.
Manantial. 1988:107.
LAURENT, E. Entre Transferencia y Repetición. Bs. As. Argentina.
Ed. Atuel – Anafora. 1994
| 191
SUPERYO, LEY Y PULSIÓN DE MUERTE
Mariana Gómez
El Superyo, una cuestión paradójica
EL Superyo es uno de los nombres del inconsciente, pero
no es el inconsciente como sorpresa, al modo del lapsus, ni es un
inconsciente divertido como en el chiste, ni el de algunos actos fallidos.
El Superyo es el inconsciente como ley y Freud lo introduce en la teoría
psicoanalítica con el fin de dar cuenta de la coacción que ejerce sobre el
sujeto y de lo que lo hace padecer.
En la obra freudiana, el Superyo nace como una instancia
normativizadora, ligada a la instauración de la prohibición del incesto
y la represión de las tendencias agresivas, y si bien la palabra Superyo es
la que falta en el título “El yo y el Ello” (1923), una de las innovaciones
de este texto radicará, precisamente, en que este concepto se convertirá
en la báscula para la construcción de la segunda tópica.
El concepto de Superyo implica en Psicoanálisis una cuestión
paradójica, y ésta reside en que el sujeto, gracias al Superyo, ingresa en
su vida una serie de valores, normas éticas y morales pero, al mismo
tiempo, se apega a algo que no colabora con su bienestar, que lo hace
sufrir. Por eso, Freud lo incluye en la misma línea que el masoquismo
primordial y la pulsión de muerte.
Sin embargo, para poder comprender esto, debemos recorrer
el camino que lo llevará a Freud a arribar a estas conclusiones.
Comencemos este recorrido.
| 193
Mariana Gómez
Sentimiento de culpa y necesidad de castigo
En Tótem y tabú (1913), el Superyo, tomando el nombre de
“conciencia moral”, es la percepción interior de que desestimamos
determinadas mociones de deseo. Esta desestimación no necesita
invocar ninguna razón, presentándose como una instancia caprichosa
y tirana que prescinde de justificaciones y razones. Freud relaciona esta
vía con el sentimiento de culpabilidad y la angustia que éste conlleva.
En “Introducción del Narcisismo” (1914) plantea que la
conciencia moral fue, primero, una encarnación de la crítica parental
agenciada por las voces escuchadas y a la que, posteriormente, se le
sumaron los educadores y maestros y demás personas del medio, a
modo de “enjambre indeterminado”.
El sentimiento de culpa y su facultad de autocrítica, siempre
atrajo la atención de Freud, sobre todo, en relación a la neurosis
obsesiva. Y es a partir del concepto de narcisismo que aclara el verdadero
mecanismo de tales autorreproches. En el capítulo III, Freud dice que
el narcisismo de la infancia es reemplazado en el adulto por la devoción
a un “Yo ideal” o “ideal del Yo” que se forma en su interior.
Entonces, como instancia, el Superyo es aquello que instala
al sujeto en la cultura y se presenta como articulado a la prohibición
del incesto en representación del padre ligado a la castración. Aquí el
Superyo es el heredero del complejo de Edipo y Freud nos dice que el
Superyo conserva el carácter del padre, y que en cierta medida toma
prestada su fuerza. Incluso, cuanto más rápido se haya producido su
represión, tanto más riguroso devendrá el imperio del Superyo como
conciencia moral y como sentimiento inconsciente de culpa, sobre el
Yo.
Sin embargo, si bien Freud no abandonará esta idea
del Superyo ligado a la socialización, en “El Yo y el Ello”, aunque
presentándolo como equivalente al ideal del Yo, también lo mostrará
ligado a algo más. Veremos, así, cómo la cuestión del sentimiento de
culpa será el pivote para pensar las dos clases de pulsiones.
194 |
Superyo, ley y pulsión de muerte
Ley insensata, tiranía y crueldad
En “El Yo y el Ello” nos enseña que el Yo se forma desde
identificaciones que toman el relevo de investiduras del Ello, resignadas.
Estas identificaciones se comportan como una instancia particular
dentro del Yo y se contraponen a éste como Superyo.
Así como el niño obedece a sus progenitores, el Yo se somete al
imperativo del Superyo. Es decir, el Superyo desciende de las primeras
investiduras de objeto del Ello y, por lo tanto, del Complejo de Edipo.
De esta manera, el Superyo es reencarnación de anteriores
formaciones yoicas, que han dejado su sedimento en el Ello. Por eso,
mantiene duradera afinidad con el Ello y puede subrogarlo frente al Yo.
Se sumerge profundamente en el Ello, por lo que está más distanciado
de la conciencia que el Yo, y esto Freud lo asocia directamente a la
reacción terapéutica negativa.
Sostiene que en estas personas prevalece la necesidad de estar
enfermos. Así, nos dice, se trata de un sentimiento de culpa que halla
su satisfacción en la enfermedad y en el no querer renunciar a su
castigo del padecer. Este sentimiento de culpa es mudo. El enfermo no
se siente culpable, sino enfermo. Por eso, en la situación analítica, el
Superyo se hace sentir como censura y se presenta en la misma línea de
la transferencia en tanto se oponen al trabajo analítico.
El ejemplo paradigmático lo encontramos en algunas formas
de la neurosis obsesiva, donde los reproches de la conciencia moral, son
absolutamente martirizadores. Esto sucede porque, en la obsesión, una
regresión a la organización pregenital posibilita que los impulsos de
amor se muden en impulsos de agresión hacia el objeto. Así, la pulsión
de destrucción queda liberada y quiere aniquilar al objeto amado. Pero,
el Yo no acepta esto y se defiende con formaciones reactivas, de manera
que estas tendencias permanecen en el Ello.
De este modo, el Superyo se comporta como si el Yo fuera el
responsable de éstas. Así, el Yo debe defenderse en vano, por un lado,
| 195
Mariana Gómez
de las insinuaciones del Ello agresivo y por el otro, de los reproches del
superyo castigador. El resultado: un automartirio interminable.
Esto puede llevar a enormes malestares, aunque, en oposición
a lo que ocurre en la melancolía, Freud sostiene que el neurótico
obsesivo no llega a darse muerte, es como inmune al suicidio, inclusive
está más protegido contra este acto que el histérico. Vemos cómo es la
conservación del objeto lo que garantiza la seguridad del Yo.
Pero en la melancolía advertimos que el Superyo se dirige,
de otra manera, con furia y sadismo sobre el Yo. De acuerdo con la
concepción del sadismo, el componente destructivo se ha depositado
en el Yo, éste se siente odiado y perseguido por el Superyo, en vez de
amado, y lo que en este caso gobierna es, por lo tanto, pura pulsión
de muerte que, a menudo, logra efectivamente empujar al Yo hacia la
misma muerte.
Pero, ¿por qué en la melancolía el Superyo puede convertirse
en un cultivo para las pulsiones de muerte? Esto se debe a que, desde
el punto de vista de la limitación de las pulsiones, el Ello es totalmente
amoral, el Yo se empeña por ser moral y el Superyo es hipermoral, y por
esta razón puede ser tan cruel como sólo puede serlo el Ello. Mientras
el sujeto más limita su agresión hacia fuera, tanto más severo se torna
el ideal del Yo contra el Yo.
Superyó pulsional, gozar hasta la muerte
Vemos, entonces, que el Superyo no sólo introduce al sujeto en
la cultura de una manera benévola, vía la palabra paterna. Hay también
otra vertiente en éste que, lejos de producirle bienestar, lo sumerge en
el sufrimiento del síntoma y del masoquismo. ¿Por qué sucede esto?
Una de las razones es porque el Superyo se engendra por
identificación parental, nos dice Freud. Estas identificaciones conllevan
una desexualización o una sublimación y a raíz de esta transposición, se
196 |
Superyo, ley y pulsión de muerte
produce una desmezcla de pulsiones. Tras la sublimación, el componente
erótico ya no tiene más la fuerza para ligar toda la destrucción aleada
con él, y ésta se libera como agresión. Sería de esta desmezcla de donde
el ideal extrae este contenido cruel del imperioso deber-ser.
Vemos así, que el superyo debe su ubicación particular dentro
del Yo a un factor que tiene dos vertientes: la primera es la identificación
inicial, ocurrida cuando el Yo era todavía endeble y, la segunda, como
heredero del complejo de Edipo. Sin embargo, conserva a lo largo
de la vida su carácter de origen, proveniente del complejo paterno:
la facultad de contraponerse al Yo y dominarlo. Es lo que recuerda la
endeblez y dependencia en que se encontró en el pasado y mantiene su
imperio en el Yo maduro. Así, el Yo se somete al imperativo categórico
de su Superyo.
De esta manera, nos encontramos frente a un círculo vicioso
en donde la instancia que obliga a la renuncia, alimenta a la vez a la
pulsión y donde se puede gozar de la propia renuncia. En definitiva, el
Superyo no es más que un disfraz del Ello.
De allí que en El Problema económico del masoquismo (1924),
al plantear Freud la existencia de la mezcla de pulsiones, atribuya la
peligrosidad que reside en el Superyo a que éste desciende de la pulsión
de muerte. Pero como, por otra parte, tiene valor de un componente
erótico, ni aun la autodestrucción del sujeto puede producirse sin
satisfacción libidinosa. Es lo que ocurre con el masoquista que, para
provocar el castigo, se ve obligado a hacer cosas inapropiadas, a trabajar
en contra de su propio beneficio.
Esto porque la reversión del sadismo hacia la persona propia
ocurre a raíz de la sofocación cultural de las pulsiones. Esa parte
relegada de la pulsión de destrucción sale a la luz como masoquismo
del Yo, donde la destrucción que retorna del mundo exterior es acogida
por el Superyo, aumentando, así, su sadismo hacia el Yo. Un interesante
ejemplo clínico de esta situación lo encontramos en el personaje
principal de la película “El Cisne Negro” (2001) de Darren Aronofsky,
| 197
Mariana Gómez
una bailarina que sacrifica, al extremo, su cuerpo en obediencia a su
mandato de ser la mejor.
Desde esta perspectiva, Freud reconoce, entonces, tres formas
de masoquismo: el masoquismo primario, el femenino y el moral, y
dice que en el masoquismo moral no hay zona erógena porque lo que
está erogeneizado es la propia conciencia. El sadismo del Superyo y el
masoquismo del Yo se complementan uno a otro y se aúnan provocando
las mismas consecuencias.
Es decir, que cuanto más renuncia la pulsión, más se satisface y
más culpable se siente el sujeto. Esto lo lleva a Freud a plantear que no
es la conciencia moral la que impone la renuncia, sino que es ésta la que
instala la conciencia moral.
Esta cuestión también será trabajada en El malestar en la cultura,
donde dirá que la necesidad de castigo es una exteriorización pulsional
del Yo que ha devenido masoquista bajo el imperio del Superyo sádico,
empleando un fragmento de la pulsión de destrucción, preexistente en
él en una ligazón erótica.
Vemos este modo de operar de la pulsión en, por ejemplo,
patologías tales como la anorexia, algunas formas de adicciones,
fenómenos psicosomáticos, etc.
Superyo, mandato a gozar y actualidad
El superyo, dijimos entonces, se presenta en dos vertientes,
la de la ley socializadora, pero también la de la ley insensata. Esto lo
trabaja también Lacan, tomando la referencia freudiana y dándole una
vuelta más.
En el Seminario I, Los escritos técnicos de Freud, Lacan ubica
al Superyo sobre todo en el plano de lo simbólico, pero también dirá
que no sólo es la ley socializadora, sino la ley insensata. Es la ley del
significante cuya significación desconocemos. Es, nos dice, la evidencia
198 |
Superyo, ley y pulsión de muerte
de un significante único que, por estar solo, es insensato.
En el seminario II El Yo en la teoría de Freud y en la técnica
psicoanalítica, sostiene que este imperativo se trata del mandato ¡goza!
y el Superyo es el Otro en cuanto le ordena al sujeto gozar, por eso
el Superyo es la voluntad del goce y no la voluntad del sujeto, es la
voluntad del Otro que, por otro lado, está relacionado con la voz y por
lo tanto con la pulsión invocante.
Así, el Superyo es un imperativo y es coherente con la noción
de ley, es decir con el sistema de la palabra, pero también tiene un
sentido contrario, insensato, ciego, de puro imperativo y tiranía. En
este sentido, el Superyo se identifica a lo más desvastador, a las primeras
experiencias del sujeto, identificándose así con la figura feroz, que
empuja, a veces, sin significantes.
Estas puntuaciones nos llevan a algunas preguntas: ¿Cómo
podemos pensar las patologías de la época, ciertos fenómenos y
prácticas sociales actuales, a la luz de este concepto? ¿Se trata del
mismo Superyo, el freudiano, el de la época actual?
Para emprender una respuesta sobre esto, en primer lugar, es
necesario contextualizar el psicoanálisis, partir de la subjetividad de la
época, donde la globalización y el avance de la tecnología y la ciencia,
la consistencia del mercado capitalista, acentúan, como planteó Lacan,
la inexistencia del Otro.
Podríamos decir que los signos de esta época -como señala
Jorge Alemán, ya anticipados por Lacan- son: “los procedimientos
de homogeneización, la desintegración del concepto de experiencia,
la desaparición de la memoria, la declinación de la imago paterna, el
aumento del racismo, la planetarización de la mirada”, a lo que podemos
agregar: la inclusión del horror en los medios de comunicación y la
banalización de los encuentros virtuales.
La actualidad del malestar en la cultura de nuestra época no
parece estar tan regulado por el sentimiento de culpa ni por los ideales
como en la época freudiana. En el discurso actual vemos que lo que
| 199
Mariana Gómez
cobra relieve es, fundamentalmente, el mercado quien propone e
indica los modos de gozar. Los productos de la tecnología bombardean
constantemente con una oferta saturada de bienes descartables. Vemos
aquí, claramente, la idea de Lacan: el superyó como imperativo de
goce.
Así, si el rasgo de la subjetividad de principio de siglo era soñar
con el deseo insatisfecho, el modo actual se acerca mas al dormir donde
el deseo se vuelve anoréxico, bulímico o adicto. Vemos cómo el Ideal
de renuncia ha dado lugar al consumismo, taponando así la causa del
deseo, evadiéndolo vía los productos del mercado, llámense estos,
productos tecnológicos, cirugías estéticas, moda, bebidas alcohólicas,
drogas, psicofármacos, etc. Entonces, el superyó ya no se alimenta tanto
de renuncias, sino más bien empuja al goce. Como señala E. Laurent, el
imperativo del discurso actual es ¡Debes gozar más!
Entonces, el desafío del psicoanálisis frente a los síntomas y
patologías de hoy ya no es idéntico al de la época de Freud, sin embargo,
puede permitirse intervenciones en el malestar actual.
El desafío de nuestro tiempo es sostener más que nunca el uno
por uno, allí donde esto parece imposible. No trabajar a favor de una
solución para todos y en tiempos breves como demanda la lógica del
mercado. Sino más bien, ofrecerle al sujeto angustiado, tomado por
el exceso, que encuentre su propia solución a la caída de los ideales,
cuando lo que ha quedado para él es sólo vacío y autoerotismo.
Por eso, sabiendo que el sujeto está mal preparado para
enfrentar la tiranía del Superyó de nuestra época y que, a veces, no tiene
demasiados referentes en quien orientarse -salvo, como vimos, los que
van a favor del exceso de consumo- si éste logra modificar su régimen
de goce a partir de los significantes que pueda recortar y encontrar en
un psicoanálisis, es posible que ya no necesite tanto de los objetos que
le propone el mercado y pueda alcanzar, así, cierto bienestar, apoyado
además en el lazo con el otro. Es la propuesta del Psicoanálisis hoy.
200 |
Superyo, ley y pulsión de muerte
Bibliografía
ALEMÁN, J. (1999) Intervención. Seminario-Coloquio. Colegio
Freudiano de Córdoba. Diciembre
ALEMÁN, J. (s/d) Psicoanálisis y política. Huéspedes del porvenir. Ed.
Del cruce.
FREUD, S. (1993) Obras Completas. Amorrortu Editores, Buenos
Aires.
GOLDENBERG, M. El Malestar del Otro (inédito)
KRUGER, F. (2008), “El análisis por añadidura” en Virtualia. Año
VII. Número 17.
LACAN, J. (1985) Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en Escritos,
Tomo I, Editorial Siglo XXI, México
LACAN, J. (1995) El Seminario. Libro I, Los escritos técnicos de Freud.
Ed. Paidós. Barcelona
LACAN, J. (1995) El Seminario. Libro II, El Yo en la teoría de Freud y
en la técnica psicoanalítica, Ed. Paidós, Barcelona
LAURENT, E. (1997) Los nuevos síntomas y los otros. El caldero de la
Escuela no. 57. Buenos Aires.
MILLER, J.A. (1994) Recorrido de Lacan. Ocho conferencias. Ed.
Manantial, Buenos Aires.
| 201
LO QUE DESPIERTA LA ANGUSTIA. UNA
APROXIMACIÓN AL PROBLEMA DE LA ANGUSTIA
DESDE EL PSICOANÁLISIS
Candela Méndez
La angustia es un afecto humano por excelencia. Todos la hemos
experimentado alguna vez. Y si bien podemos decir que a menudo se
asocia a situaciones dramáticas: un duelo, un fracaso amoroso, un examen
que reprobamos, etc., lo característico de ella es que no necesita de un
acontecimiento particular para que irrumpa. Cuando nos sorprende, no
tiene ningún sentido, tanto así que nos resulta difícil encontrar palabras
para rastrear su causa. Surge como sino tuviera motivos, no respeta ni
tiempo ni lugar, insiste de tal modo que parece que estuviera fuera de
toda ley. La angustia nos vuelve indefensos, nos destituye como sujetos y
nos confronta con algo desconocido por nosotros mismos.
La angustia es algo que afecta al cuerpo – por eso Freud
la cataloga como estado afectivo y Lacan como un afecto- pero a
diferencia de otros, como las emociones, el aburrimiento o la tristeza
por ejemplo, es “un afecto que no engaña”.
Esta noción, que ocupa un lugar central en la teoría
psicoanalítica, ha sido conceptualizada por Freud de un modo complejo
oscilando en diferentes concepciones que a partir del concepto de
represión podemos despejar en dos modelos diferentes.
Primera teoría de la angustia. La angustia como efecto.139
En los primeros artículos que datan de antes de 1900, Freud se
ocupa específicamente del problema de la angustia con relación a una
139
Mefistófeles en Fausto, parte I, Escena 4
| 203
Candela Méndez
entidad clínica: la neurosis de angustia.
La diferenciará de la neurastenia ya que esta última sólo es una
neurosis sexual y planteará que la neurosis de angustia puede presentarse
en forma aguda – como un ataque o crisis de angustia- o como un cuadro
de angustia crónica que Freud llama estado permanente. Esta última
modalidad se dividirá en síntomas que implican los órganos del cuerpo
o hipocondría, funciones corporales: agorafobia, claustrofobia, vértigo y
angustia relativa a las decisiones y la memoria, como la folie de doute.
La causa es la imposibilidad de descarga de la energía sexual
que queda como insatisfacción o satisfacción insuficiente y esta energía
que en esta época – a diferencia de los textos de 1900 mencionados
a pie de página- es considerada como física o somática, se acumula
y no es descargada. Como se ve, la represión está pensada como un
concepto mecanicista, al modo de una represa que acumula agua, si
aumenta de tensión – excitación- ésta tenderá a descargarse. En el caso
de la neurosis de angustia, lo que se acumula es tensión sexual física que
no se descargará como inervación somática, al modo de un síntoma
histérico, sino que se transformará en angustia.
A la altura de estos trabajos la excitación sexual acumulada es
pensada como somática y no como libido. Esta última es la expresión
psíquica de la energía sexual y necesitaremos de los escritos de 1900
para que relacione la angustia con la libido reprimida.
Al contrario de la fobia, la neurosis de angustia no está localizada
con relación a un objeto. El miedo, por ejemplo, tiene un objeto definido:
un perro, los payasos, etc. Freud ilustró con el caso Juanito esta diferencia
y el pasaje que va desde una angustia desbordada, que impide al niño
todo movimiento cuando lo asalta, al miedo, un miedo nuevo a los
caballos. Localizado el miedo en ese objeto, el niño puede comenzar a
trazar las fronteras, los límites, que necesita para calmarse con un ejercicio
de dominio. Caballos cerca, caballos lejos, miedo si, miedo no. Freud
sostiene, entonces, que la angustia que aparece antes que se localice en
miedo a los caballos es la transformación de la libido reprimida.
204 |
Lo que despierta la angustia. Una aproximación al problema de la angustia desde el psicoanálisis
Diferencia también angustia realista que es una reacción lógica
al peligro y se justifica por los hechos exteriores, donde se produce un
aumento del estado de atención y aumento de la tensión motriz que
Freud llama apronte angustiado de la angustia neurótica que resulta
enigmática, como carente de fin.
Freud se pregunta a qué tiene miedo la angustia neurótica y
se responde que a la propia libido. Por esta razón, la represión logra
separar afecto y representación, reprime la representación y el afecto
ahora liberado se muda en angustia.
Dicho de otro modo, la angustia es un indicio de algo que se ha
reprimido, expresa la posibilidad de la vuelta de lo reprimido.
Segunda teoría de la angustia. La angustia como causa140.
J.-Alain Miller141 nos orienta al situar la posición del texto
“Inhibición, síntoma y angustia” – que es un texto central para
140
Es la definición que da Freud del fetiche, en el texto “El Fetichismo” (Cfr. Freud,
S. 1927:147-152), la cita textual es la siguiente: “el horror a la castración se ha
erigido un monumento recordatorio con la creación de este sustituto. Como stigma
indelebile de la represión sobrevenida permanece, además, la enajenación respecto
de los reales genitales femeninos, que no falta en ningún fetichista. Ahora se tiene
una visión panorámica de lo que el fetiche rinde y de la vía por la cual se lo mantiene.
Perdura como el signo del triunfo sobre la amenaza de castración y de la protección
contra ella” (Ob. Cit 149)
141
Estas ideas tiene como antecedente un trabajo de Jacques-Alain Miller,
titulado “Para una investigación sobre el goce auto-erótico”, en la serie “Sujeto, Goce y
Modernidad” Buenos Aires, Atuel-TyA, 1993
| 205
Candela Méndez
abordar esta segunda teoría- respecto de obra freudiana, a partir de
dos ternarios:
1. Escritos en torno al desciframiento del inconsciente.
Podemos incluir aquí “La interpretación de los sueños”
de 1900, “Psicopatología de la vida cotidiana” de 1901 y
“El chiste y su relación al inconsciente” de 1905. Es decir,
textos que plantean al síntoma como un fenómeno dentro
de la serie de las formaciones del inconsciente, conteniendo
un sentido sexual oculto que se puede interpretar. Un
inconsciente, entonces, que se puede descifrar vía la
interpretación.
2. Escritos que articulan al inconsciente como un modo de
satisfacción.
Podemos ubicar aquí los escritos “Más allá del Principio de
placer” de 1920, los trabajos de Metapsicología y “El yo y
el ello” de 1923.
Aquí, si bien el síntoma seguirá teniendo una cara
articulada, esto es secundario. En este caso, Freud no se
refiere al inconciente que querría decir y que dice de un
modo encubierto sino a su relación con la pulsión como
un modo de satisfacción que escapa al principio de placer
ya que se manifiesta como displacer.
El viraje o “codo de los años 20”, implica un cambio de
perspectiva para la teoría a partir de que Freud se confronta con lo que
resiste al desciframiento.
“Por eso hay que decir que al principio, cuando había
descifrado el síntoma, despedía al paciente, y este debía arreglárselas
con lo que podía quedarle de eso”– pensemos en el caso Elizabeth, por
ejemplo- “Luego, cuando amplió su experiencia se dio cuenta en efecto
de que, más allá del desciframiento del síntoma, quedaba algo” (Miller
2008) y Freud acuña los conceptos de reacción terapéutica negativa,
206 |
Lo que despierta la angustia. Una aproximación al problema de la angustia desde el psicoanálisis
masoquismo primordial y pulsión de muerte para dar cuenta de ese
resto.
El concepto de angustia no escapa a esta reformulación teórica,
lo que nos lleva a plantear que la angustia apunta o señala aquello del
orden de lo más real del sujeto, que no puede ser puesto en palabras ni
admite desciframiento.
Intentaré despejar brevemente algunos aspectos en torno a la
angustia a partir de este cambio de perspectiva.
Freud dirá, ahora, que la represión no crea la angustia -ésta
existía con anterioridad-, por el contrario es la causa de la represión, la
angustia llama y lleva a la represión. Por esta razón al esquema anterior
debemos añadirle otros dos términos:
Dicho de otro modo, algo angustia al sujeto, algo que por ser
una satisfacción intolerable para su Ideal, lo conduce a la represión.
El yo está implicado en la angustia. En efecto, la función de la
angustia es ser una señal del yo. Pero Freud lo considera – esta es otra
modificación- como una parte diferenciada del ello, por lo tanto una
instancia pulsional. Al ser una señal, la angustia no es un significante o
una representación. No es la metáfora la que causa la angustia sino que
ésta incita la creación metafórica. Como planteamos anteriormente
a propósito de Juanito, la angustia irrumpe sin contexto y demanda,
incita un sentido nuevo: el síntoma. En este caso: la fobia a los caballos.
Mientras un síntoma funciona, la angustia no se presenta.
Lo que subyace a esta perspectiva, es que cuando definimos a la
angustia como señal nos estamos refiriendo a que es un signo que surge
en ausencia de todo contexto posible que lo pudiera poner en palabras.
| 207
Candela Méndez
Por lo tanto, no podemos dominar la angustia mediante el sentido.
Abordar aquello que no se puede representar, que escapa a las
palabras y que insiste en cada síntoma es lo que llevó a Otto Rank, por
ejemplo, a plantear su teoría del trauma de nacimiento como origen
de la angustia, pensando de ese modo que encontraría un hecho más
allá de lo simbólico. Freud rechaza esta concepción sosteniendo que
la supuesta señal de displacer del nacimiento estaría al servicio de las
pulsiones de vida para preservar sus funciones.
La angustia señala un peligro que como todo peligro es
pulsional, de allí el desvalimiento en el que se encuentra el sujeto. Si
bien el nacimiento implica una separación – en este caso de la madreel niño en su narcisismo no distingue la madre como objeto. Es por
la angustia de castración que se resignifican todas las condiciones de
pérdida o separación anteriores.
Lacan reubica el concepto de castración que distingue de
la angustia de castración. Inicia así su disyunción respecto al Edipo
freudiano y generaliza la castración bajo la forma de la separación
-concepto que no nos detendremos a trabajar aquí-. En Freud existe
una suerte de cronología que lleva al sujeto desde unas pérdidas
primordiales que lo preparan para la castración —pérdida de objeto,
ausencia de la madre, angustia de castración— de tal manera que lo
que angustia es el objeto en menos. Mientras que para Lacan se trata
del objeto en más. Aunque en Freud plantea el peligro de la exigencia
pulsional como real, Lacan formaliza el real en juego en las pérdidas y
lo denomina: objeto a, cuya función generalizada no es edípica ni está
inserta en ninguna cronología del desarrollo.
Para Freud, la angustia de castración es uno de los motores de
la represión y la creación de síntomas neuróticos. Si retomamos el caso
anteriormente citado, vemos que lo despeja enlazándolo al complejo
paterno, lo que le permite tratar la fobia adecuadamente.
Esa orientación no ha cambiado en el tratamiento de la
angustia. Es una orientación que va del fuera de sentido de la angustia
al sentido de los síntomas.
208 |
Lo que despierta la angustia. Una aproximación al problema de la angustia desde el psicoanálisis
¿Cómo abordamos la angustia en psicoanálisis?
Tomaré los aportes de Jacques Lacan142 para responder a esta
pregunta. Este hace de la angustia una brújula que nos orienta hacia el
“corazón” del sujeto.
La angustia no es sólo algo negativo que complica a los sujetos
sino que conlleva algo positivo: su certeza. Es una experiencia de
certeza que despierta al sujeto de una buena manera del falso sueño de
bienestar inducido por el mandato de consumo, el no querer pensar, la
captura por las imágenes propias de la época en la cual vivimos.
Decimos que la angustia está enmarcada porque implica la
pérdida de las referencias que sostienen al sujeto. Por ejemplo, “ser
estudiante de psicología” puede otorgar a ciertos sujetos no solamente
un lugar en el mundo sino también un lazo libidinal. Si este lazo se
rompe – ya sea que el sujeto se reciba o por alguna razón no pueda
estudiar más- se conmoverán, entonces, las referencias simbólicas
provocando algo del orden de un agujero.
La angustia no es sin causa por lo tanto si bien no rechazamos su
tratamiento farmacológico –según cada caso- nos interesa atravesarla.
No es un disfuncionamiento o trastorno a eliminar sino que tiene una
importancia fundamental: nos indica la posición del sujeto en relación
a su deseo. La angustia no engaña porque hace que el sujeto se pregunte
sobre su deseo. Estamos angustiados cuando no sabemos lo que el Otro
quiere de nosotros. Lacan nos dice que la función angustiante del deseo
del Otro viene de esto: que yo no sé qué objeto soy para ese deseo.
142
Corresponden a este período las cartas de Freud a Fliess denominadas Manuscritos
B “La etiología de las neurosis” de 1893, Manuscrito E “Cómo se genera la angustia”
de 1894, Manuscrito F “Recopilación III” del mismo año, Manuscrito J “Sra P. J.”
de 1895 y el artículo titulado “Sobre la justificación de separar de la neurastenia un
determinado síndrome en calidad de -neurosis de angustia-” de 1895. También se
incluyen en esta primera teoría los siguientes escritos: “Análisis de la fobia de un niño
de cinco años” de 1909, “Sobre el psicoanálisis silvestre” de 1910 y la 25° Conferencia
de Introducción al Psicoanálisis de 1916-17.
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Candela Méndez
Lacan da indicaciones muy precisas respecto de la angustia:
no arreglarla demasiado pronto y ver en qué puntos y momentos
privilegiados emerge. A diferencia de Freud que plantea que la angustia
no tiene objeto lo que la diferencia del miedo, Lacan plantea que la
angustia no es sin objeto. Pero este es un “objeto en blanco” que no se
puede captar ni por las imágenes ni por las palabras. A este objeto
Freud lo llamó pulsión de muerte: Das Ding, la Cosa, el primer objeto
que escapa a su representación. Y que cuando algo de esto aparece en la
realidad se percibe como siniestro, ominoso.
Es el encuentro con un goce pulsional que no se quiere
reconocer, un goce oculto a la conciencia del sujeto, por eso decimos
que abre un vacío que no debemos cerrar rápidamente sin que hayamos
obtenido algo de su verdad.
El psicoanálisis aborda la angustia, al invitar a los sujetos a
responsabilizarse de eso que despierta: una pregunta por el propio
deseo.
Bibliografía
FREUD S: “Fragmento de la correspondencia con Fliess”. Obras
Completas. Volumen I. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1990.
FREUD S. “Sobre la justificación de separar de la neurastenia un
determinado síndrome en calidad de -neurosis de angustia Inhibición
síntoma y angustia”. Obras Completas. Volumen III. Buenos Aires:
Amorrortu Editores, 1990.
FREUD S. “Inhibición síntoma y angustia”.Obras Completas. Volumen
XX. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1990.
LACAN J. El Seminario. Libro10. Buenos Aires: Paidos, 2006.
MILLER J.-A. El partenaire- síntoma. Buenos Aires: Paidos, 2008.
NARANJO J. Razón del psicoanálisis. Barcelona: ELP, 2006.
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ÍNDICE
Presentación ...........................................................................................7
Mariana Gómez
Los lugares de los biógrafos.................................................................9
Liliana Valentina Pereyra y María Eugenia Celis
Trastornos alimentarios y adicciones. Patologías de la ciencia ....25
Claudia Huergo y Alejandra Zurita
Las series pulsionales en Freud. Diferencias y Articulación .........33
Jorge Assef, Leticia de Bortoli y María Eugenia Stechina
Comentarios acerca del narcisismo ...................................................57
Alexis A. Morales
Consideraciones sobre el Edipo I. Del complejo de Edipo
y la castración.........................................................................................73
Alejandro J. Rostagnotto y Mariela Yesuron
Consideraciones sobre el Edipo II. El Edipo lacaniano
Los tiempos lógicos del complejo de Edipo ....................................85
Alejandro J. Rostagnotto y Mariela Yesuron
Sobre un trueque que no es como los otros .....................................101
Sergio Campbell
Breve recorrido por el planteo de Freud respecto de la perversión...109
Mariano Caminos
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El campo psicoanalítico
Transferencia: tres aspectos.................................................................125
Jorge Gárate
Comentario sobre “Lo ominoso”.......................................................151
Mauro Biondini
Las identificaciones, una propuesta de lectura ................................161
Roberto Sabán
El goce: demonio del más allá ............................................................175
Aris Yosifides y Leticia de Bortoli
Época y síntoma.....................................................................................185
Alejandro J. Rostagnotto y Mariela Yesuron
Superyo, ley y pulsión de muerte ....................................................... 193
Mariana Gómez
Lo que despierta la angustia. Una aproximación al problema
de la angustia desde el psicoanálisis...................................................203
Candela Méndez
212 |
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