Subido por Pascual Francisco

3 Razones por las que no escuchamos a Dios con más frecuencia

Anuncio
3 Razones por las que no escuchamos a Dios con más frecuencia
“...muy de mañana., salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Marcos 1:35)
Un líder cristiano muy conocido escribió: “Solía intentar orar sobre la marcha, hasta que
se hizo evidente que el ritmo de mi vida superó mi capacidad de examinarlo detenidamente.
Me agobió el estar muy activo a todas horas, y raramente re exionar acerca de lo que estaba
haciendo. Al terminar el día, solía preguntarme si mi labor tenía signi cado alguno. Así que
desarrollé mi propia manera de practicar el silencio delante de Dios. Se llama “llevar un
diario”.
Es una de las disciplinas espirituales que realmente va bien conmigo y no pienso
abandonarla, porque ha enriquecido tanto mi vida. Tras abrir mi diario, reflexionar
sobre el día anterior, y apuntar mis pensamientos y oraciones, mi espíritu es
receptivo.
Luego me quedo sentado en silencio y sencillamente digo: “Señor, te invito a que
me hables”. Son los momentos siguientes los que realmente tienen importancia. Me
gusta mi forma de calmar la mente y prepararme para escuchar a Dios hablar;
funciona muy bien conmigo. Pero sé que no funcionará con todos. Algunos no
aguantan escribir nada, y mucho menos diarios y oraciones; pre eren hablar con Dios
silenciosamente. A otros les va bien meditar sin escribir o decir una palabra. Y otros
vienen “...ante su Presencia con regocijo” (Salmo 100:2b).
Lo importante es no seguir un método en particular, sino encontrar una forma que
funcione para ti. ¡Adopta un enfoque que calme tu mente acelerada, suavice tu
corazón, y te permita escuchar lo que Dios te está diciendo!
“...ENTRÓ EL REY DAVID Y SE PUSO DELANTE DEL SEÑOR...” (2 Samuel 7:18)
Aquí te dejo 3 razones por las que no escuchamos a Dios con
más frecuencia:
(1) No sabemos cómo manejar su silencio.
Cuando Dios parece estar callado, pensamos: ‘¿He pedido mal? ¿Fui
torpe al esperar una respuesta?’. ¡No te perturbes! Dios es un ser vivo,
y no un contestador automático; Él habla cuando tiene algo que decirte;
(2) No estamos atentos a la voz de Dios.
Además de apartar un rato tranquilo para poder escuchar a Dios,
hemos de aprender cómo mantener nuestros oídos a nados a su voz
todos los días. Un autor creyente escribió: “Un amigo mío tiene su coche
de la empresa equipado con radio AM/FM, CD y teléfono móvil, y tiene
todos trabajando a un nivel de decibelios muy bajo. A menudo, cuando
estamos viajando en su coche, hablando y escuchando música, de pronto
toma el auricular y dice: ‘Aquí estoy; ¿qué pasa?’. Con todos los demás
ruidos en el coche yo nunca oigo el sonido del teléfono, pero él tiene el oído
a nado. Es capaz de llevar una conversación y escuchar música sin perder ni
una sola llamada”. Para ti también es posible desarrollar la misma
sensibilidad hacia la voz de Dios.
(3) No nos proponemos hacer algo al respecto.
Cuando el Señor nos habla, escuchamos, asentimos y decimos: “¡Vaya;
qué interesante!”. Si no seguimos su guía, puede que Dios no vea la
razón para seguir hablando. Cuando nos habla, suele tener un sólo
propósito: ¡la obediencia!
La Obediencia es la parte culminante, es el proposito final por el cual el
Señor nos habla, presta atención cada día, Dios siempre quiere decirnos
algo para llamarnos a la obediencia o para a llamarla en el camino
correcto.
Bueno, ahora estás preparado para oír a Dios con más frecuencia, no dejes
que LAS MUCHAS VOCES DEL MUNDO interrumpan lo más precioso:
Que es oír y obedecer la voz de Dios.
Descargar