HUMANISMO Las transformaciones socioculturales que se dan de manera constante como parte de la era posmoderna, han planteado desafíos a la educación. Aunado a esto, la condición posmoderna mencionada, se caracteriza por un acentuado individualismo, escepticismo y superficialidad que induce a la ausencia de compromisos personales, sociales y de proyectos a futuro. En este sentido, la educación se entiende actualmente como la responsable de dar respuesta a los problemas que plantean los cambios sociales suscitados como parte de la era digital, reestructurando los sistemas educativos, de adecuar la formación docente y ofrecer nuevos enfoques y contenidos. Desde esta perspectiva, la educación se desarrolla entre la dualidad de presentar propuestas innovadoras y vanguardistas que garanticen la formación de sujetos preparados para las eventualidades y los cambios vertiginosos y constantes a los que se ve sometida la sociedad y, al mismo tiempo, contrarrestar la deshumanización que se presenta al vernos en una realidad en la que la tecnología toma un protagonismo cada vez más elevado, convirtiéndonos en una sociedad que, en el afán de ampliar la comunicación y universalizarla, va aislando al sujeto, mecanizándolo, lo cual representa la superficialidad de la interacción humana actual. Las teorías contemporáneas que sustentan los procesos de enseñanza – aprendizaje centrado en el alumno, buscan que los conocimientos adquiridos sean de manera integral y pretenden generar un aprendizaje para toda la vida. Sin embargo, el conocimiento y su acceso crecen de manera exponencial, por lo que, atendiendo a la manera en la que nos comunicamos y percibimos nuestra realidad actual, la tecnología se vuelve una pieza clave para incursionar en nuevas maneras de poder generar un aprendizaje mediado por ellas. De acuerdo a esto, George Siemens (2013) menciona: “La inclusión de la tecnología y la identificación de conexiones como actividades de aprendizaje, empieza a mover a las teorías de aprendizaje hacia la edad digital” (pág. 236). Entonces, se entiende que las teorías de aprendizaje deben proponer alternativas en las cuales se les de protagonismo a las tecnologías de la información y comunicación, esto como una respuesta a la saturación informacional y al desbordamiento de conocimientos al que nos enfrentamos día a día. Parte de estas propuestas, sin embargo, debe considerar que esta misma avalancha de conocimientos e información nos ha transformado en una sociedad de la información, lo cual no implica que, aunque tengamos acceso a la información de manera casi inmediata, contemos con la facultad para poder ser críticos y reflexivos para su selección y la manera en que la empleamos. Por esto, partiendo de la convicción en la formación integral de los sujetos, la educación es comprendida exclusivamente como un componente social e instrumental que logra los fines formativos que la misma sociedad demanda, lo cual mecaniza el proceso de formación, por lo tanto“… deja de lado la centralidad de la persona humana en la educación” (Stramiello, 2012, pág. 8). La consideración de la actividad educativa solo como un instrumento transicional hace que se dificulte una visión de la importancia de una educación del ser humano desde lo humano, ya que la educación no es un proceso del cual solamente se puedan extraer resultados o determinados productos, sino que se pretende un proceso que busque la liberación y la formación integral del sujeto, lo que implica su reconocimiento contextual, generación de valores, conocimientos y habilidades que lo faculten para poder enfrentar los desafíos profesionales y personales que se le puedan presentar a lo largo de la vida.