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los rostros de la homosexualidad una mirada desde el escenario

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LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD
Una mirada desde el escenario
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LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD
Una mirada desde el escenario
DR. JUAN LUIS ÁLVAREZ-GAYOU JURGENSON
Director general y profesor titular del Instituto Mexicano
de Enseñanza Superior e Investigación Sexológica, A.C., (IMESEX)
SALVADOR MARTÍN CAMACHO Y LÓPEZ
Maestro en sexología educativa por el
Instituto Mexicano de Enseñanza Superior
e Investigación Sexológica, A.C. (IMESEX)
ERRNVPHGLFRVRUJ
Editor Responsable:
Lic. Santiago Viveros Fuentes
Editorial El Manual Moderno
Los rostros de la homosexualidad. Una mirada desde el escenario
D.R. © 2013 por Editorial El Manual Moderno, S.A. de C.V.
ISBN: 978-607-448-335-2
ISBN: 978-607-448-336-9 Versión electrónica
Miembro de la Cámara Nacional
de la Industria Editorial Mexicana, Reg. núm. 39
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de
esta publicación puede ser reproducida, almacenada
en sistema alguno o transmitida por otro medio
—electrónico, mecánico, fotocopiador, etcétera—
sin permiso previo por escrito de la Editorial.
Álvarez Gayou, Juan Luis
Los rostros de la homosexualidad : una mirada desde el escenario /
Juan Luis Álvarez-Gayou Jurgenson, Salvador Martín Camacho y López. ––
1ª. edición. –- México : Editorial El Manual Moderno, 2013.
xii, 112 páginas : ilustraciones ; 23 cm.
Incluye índice
ISBN 978-607-448-335-2
ISBN 978-607-448-336-9 (versión electrónica)
1. Homosexualidad – Aspectos sociales. 2. Homosexuales – Conducta
sexual. 3. Lesbianismo – Aspectos sociales. I. Camacho y López, Salvador Martín. II. título.
306.766-scdd21
Biblioteca Nacional de México
Director editorial y de producción:
Dr. José Luis Morales Saavedra
Editora asociada:
LCC Tania Uriza Gómez
Diseño de portada:
LCS Adriana Durán Arce
CONTENIDO
PREFACIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . vi
PRESENTACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . viii
ACERCA DE LOS AUTORES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . xii
CAPÍTULO 1
CONCEPTOS BÁSICOS CUANDO SE HABLA DE SEXUALIDAD . . . . . . . . . . . . . . 1
CAPÍTULO 2
CONTEXTO HISTÓRICO DE LA HOMOSEXUALIDAD . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
CAPÍTULO 3
LA HOMOSEXUALIDAD EN CONTEXTO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
CAPÍTULO 4
LA HOMOSEXUALIDAD FEMENINA, AL REENCUENTRO DE SAFO. . . . . . . . . . . 43
CAPÍTULO 5
HOMOSEXUALIDAD, LAS TEORÍAS Y EL MODELO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
CAPÍTULO 6
LA HOMOFOBIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
CAPÍTULO 7
LAS EXPRESIONES ARTÍSTICAS EN LA ESCENA HOMOSEXUAL . . . . . . . . . . . . . 83
CAPÍTULO 8
LAS PROPUESTAS DESDE LA ESFERA DE LA EDUCACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
REFERENCIAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
ÍNDICE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
PREFACIO
Aquello que no tuvimos que descifrar,
que esclarecer por esfuerzo propio,
aquello que ya era claro desde antes,
no nos pertenece.
Marcel Proust, 1983.
Sin duda, la homosexualidad es un tema que está presente en toda conferencia
o participación de los medios de comunicación. En la población general existe un enorme desconocimiento de lo que es la homosexualidad tanto masculina
como femenina, y la gran pregunta siempre es: ¿la persona homosexual nace o se
hace? Otras preguntas que surgen alrededor de este tema son: ¿los homosexuales
son violadores?, ¿un profesor homosexual puede convertir en homosexuales a sus
alumnos?, ¿los niños educados por dos hombres homosexuales o dos lesbianas se
vuelven homosexuales?, ¿los niños que viven en familias homoparentales son más
discriminados que los otros?, las dudas son interminables y siempre muestran la
inquietud y las dudas que el tema genera.
Por otro lado, incluso en la formación de especialistas, rara vez se presenta la
oportunidad de hablar de la propia diversidad que existe en el ámbito de la llamada subcultura gay, y menos aún de los detalles históricos del desarrollo de esta
diversidad sexual.
Es un hecho que pocas veces se puede profundizar en la homofobia, sus diversas manifestaciones, sus orígenes e incluso en la llamada homofobia internalizada.
Existen diversas manifestaciones culturales de las personas que integran la comunidad homosexual, y ello también constituye una parte de esta “mirada desde
el escenario” que presentamos en este texto.
En México existen actoras y actores que han sido cruciales o para el desarrollo
y la consolidación de lo que hoy es—como yo lo llamo— “el Distrito Federal, una
isla perdida de Holanda en México”. El desarrollo de las leyes han dado a la comunidad homosexual un sitio al mismo nivel de los derechos de los heterosexuales
vi
(matrimonio gay, adopción, actas de nacimiento nuevas para personas transexuales, entre otras). Reconocerle y darle un sitio a esta comunidad en su participación
es fundamental.
Este libro pretende proporcionar a los lectores en general la información básica
y esencial del tema, y develar además a los especialistas aspectos que difícilmente
se abordan en la formación académica.
La inquietud manifiesta de Salvador Camacho, colega, amigo y coautor, fue la de
estudiar en su tesis de maestría las actitudes de los universitarios ante la homosexualidad, y de ahí nació el proyecto de este libro.
Agradecemos a los editores de Editorial El Manual Moderno por la visión con
que decidieron publicar esta obra, brindando así la oportunidad de abrir este tema
para fines de educación y discusión.
Juan Luis Álvarez-Gayou Jurgenson
vii
PRESENTACIÓN
Este escrito forma parte de una inquietud personal y profesional, así como de más
de 30 años de experiencia en el quehacer académico (desde el nivel medio, medio
superior, superior y posgrado), además de años de observar la preferencia de género homosexual en su contexto escolar y social, de conocer la apreciación equivocada y profundamente discriminatoria, hasta la descalificación permanente y
absoluta, la nulificación y la burla sistemática, así como el señalamiento, el estigma y la exclusión de que se ha hecho objeto a esta comunidad.
Hablar de sexualidad es referirse al ser humano de manera totalitaria; es hablar
del ser biológico, del ser psicológico y del ser social. La sexualidad remite al ser
humano sexual que es, piensa y convive con otros seres humanos, quienes también piensan y conviven.
La homosexualidad, al igual que la masturbación, ha sido motivo de múltiples
escritos y especulaciones. En la cultura occidental de origen judeo-cristiano, la
Iglesia ha intentado suprimir esta expresión sexual al considerarla pecaminosa y
merecedora de castigo. A lo largo de la historia, la homosexualidad ha sido tratada de manera característica y peculiar, respondiendo al contexto y al espíritu
de la época y el lugar. Algunos s la definen como una cuestión ritual, y otros más
como una manifestación maligna, una herejía, un desorden o trastorno mental,
una perturbación, una perversión o una desviación, hasta llegar a la actual consideración de ser una orientación diferente de la sexualidad, una preferencia de
género. La homosexualidad constituye una actividad erótica sexual en la que participan personas de un mismo género.
Álvarez-Gayou define a la homosexualidad como la mayor atracción preferencial para relacionarse afectiva o eróticamente con personas del mismo género. El
elemento angular que define la preferencia es la atracción, que no se refiere exclusivamente a la atracción sexual y erótica, sino también al simple y cotidiano hecho
de que los seres humanos, al enfrentarse con un grupo mixto de personas, enfocarán su atención en individuos de un solo género en particular, con fundamento
en el elemento esencial de la atracción. Así, es más adecuado y descriptivo hablar
de preferencia de género en sustitución de la denominación de preferencia sexual.
Las actitudes y opiniones que surgen cuando alguien menciona la palabra homosexual, o gay (en el mejor de los casos), así como los estereotipos preconcebidos,
viii
los estigmas, la intolerancia, la discriminación, las bromas y burlas sobre “putos”, “maricones”, “lilos”, “marimachas”, “jotos”, “jotetes”, “locas”, “manfloras”, “torcidas”, “degenerados(as)”, “invertidos”, “chanclas”, “desviados(as)”, “pozoleras”,
“pervertidos(as)”, “comepapaya”, “chichifos”, “se les va la tunca al monte”, “muerdesábanas”, ”mariquitas”, “vaquerobvias”, “gansos”, “raros(as)”, “lenchas”, “amanerados”, “chopas”, “soplanucas”, “muerdealmohadas”, “fuas” “comearroz”,
“musculocas”, “tortilleras”, “volteados(as)”, “traileras”, “mariposones”, “chotos”,
“muxes”, “mampos”, “mujercitos”, “del otro lado”, “del otro bando”, “del otro sindicato”, “puñales”, “cachagranizo”, “mesero sin charola”, “puto-cascajo”, “guagüeros”,
“machacanueces”, “mayates”, “mayatones”, “closetero(a)”, entre otros, no menos
ofensivos y denigrantes, son comunes y constantes. Algunos psicólogos consideran que tales actitudes son un intento por negar o suprimir sentimientos homosexuales propios. Por lo general, los hombres suelen expresar actitudes más
negativas hacia los homosexuales que las mujeres.
Estos términos, abiertamente hostiles, son parte de los estereotipos que se mantienen. Así, hay hombres heterosexuales que pueden ser femeninos y mujeres heterosexuales que pueden ser masculinas. En una sociedad heterosexista y machista,
donde los valores masculinos adquieren mayor importancia y prevalece la subordinación de la mujer y de lo femenino, es “entendible” una percepción negativa hacia
los hombres homosexuales. Por ello, el hombre homosexual es doblemente cuestionado, porque no sólo es femenino y por ello mal visto, sino que además, como
hombre, decidió adquirir características femeninas y rechazar su masculinidad. Algunos autores señalan que la discriminación no es hacia lo homosexual sino hacia los comportamientos propios de un género que no les corresponde; es decir, un
hombre gay masculino es mejor aceptado que un hombre gay femenino.
Algunos autores señalan algo similar con las mujeres homosexuales. En este
caso se perciben como mujeres que no quieren ni asumen sus papeles de “madre”
y “cuidadora”. El hombre homosexual, considerado como un hombre afeminado,
es despreciado porque se “rebaja” a la condición femenina. Por su parte, la lesbiana peca de orgullo al pretender usurpar una masculinidad que no le corresponde.
Es importante señalar que en la actualidad se viven los rezagos de estos estereotipos; la investigación y las revoluciones sexuales y sociales no han logrado aún una
apertura de la sociedad, rompiendo tabúes y estereotipos.
Los estereotipos expresan propiedades estructurales de la sociedad, en este caso,
la gran diferencia entre géneros, que son estructuras sociales con las cuales las
personas se identifican y a las cuales pertenecen. No es de extrañar que para que
un homosexual se entienda como tal debe encajar en las etiquetas de “amanerado” o “marimacha”. Por esta razón, se convierten en una profecía autocumplida. Así, culturalmente se ve a los hombres homosexuales como afeminados y a
las lesbianas como masculinizadas, y si una persona homosexual está fuera de
estas etiquetas simplemente ya no lo es. Los estereotipos también cumplen otra
función: comparar y resaltar diferencias entre grupos. Si se relaciona lo anterior
con la homosexualidad, se halla una dualidad: por un lado, el homosexual puede
ix
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
identificarse con su endogrupo en lo referente a conductas, pensamientos y sentimientos “homosexuales” o “gays”.
La homofobia es miedo, odio, desprecio y repulsión dirigidos a los homosexuales, sentimientos cuyas causas pueden ser psicológicas, psiquiátricas o sociológicas. De cualquier forma, conviene contextualizarlas como íntimamente
relacionadas con las estructuras existentes en la sociedad, pudiendo afirmar entonces que la homofobia, a diferencia de la homosexualidad, es una enfermedad
personal y social que se manifiesta de diversas maneras, desde sutiles e inconscientes hasta verdaderamente francas y evidentes.
Las actitudes ante una preferencia de género diferente a la heterosexual son producto de la ignorancia y los prejuicios irracionales de índole cultural y social, y se
consideran como un problema más relevante que la homosexualidad como expresión comportamental de la sexualidad.
La homosexualidad representa en México un tema polémico y controvertido
que genera opiniones y actitudes diversas, que se comprenden con base en los
contextos histórico, político, sociológico, educativo, religioso, cultural, biomédico y psicológico, entre otros. Los avances científicos que plantean una causalidad multifactorial y que descartan la homosexualidad como entidad patológica
confirman la imperiosa necesidad de dimensionar la preferencia genérica u opción de manera integral. A pesar de lo anterior, en algunos sectores de la población están presentes el prejuicio, la intolerancia y el estigma ante el tema de la
homosexualidad.
En el ámbito educativo aún persisten actitudes de rechazo y desconocimiento hacia los alumnos(as) con preferencia de género homosexual, que afectan de manera
directa el entorno de calidad y calidez que debe formar parte del proceso enseñanza-aprendizaje, sobre todo en los años de formación básica y media básica.
La homosexualidad plantea modelos alternativos de pareja, relación, comunicación y expresión de la sexualidad. Ejemplifica rasgos, conductas y formas de relación que no se circunscriben a roles tradicionales y convencionales dictados por la
sociedad heterosexual. La homosexualidad representa una postura y una actitud
frente a la vida y la sociedad.
Frente a la práctica generalizada de incluir toda conducta sexual no heterosexual dentro de la perspectiva homosexual, habría que resaltar que la realidad
homosexual, como la heterosexual, es muy compleja. Por ello no debe hablarse de
homosexualidad sino de personas homosexuales, con historias, contextos y experiencias de vida distintas.
Tanto hombres como mujeres homosexuales constituyen, con su mera existencia, un desafío permanente a los roles sexuales, la familia tradicional y el monopolio heterosexual sobre el amor y las relaciones humanas.
x
AGRADECIMIENTOS
IN MEMORIAN, SALVADOR CAMACHO Y SOTOMAYOR
AL DR. JUAN LUIS ÁLVAREZ-GAYOU JURGENSON
Por coincidir en el tiempo, con profunda admiración, por sus innumerables aportaciones al estudio científico de la sexualidad y por
acceder a compartir en este escrito sus vastos conocimientos.
AL IMESEX, A.C.
A sus facilitadores(as), por mostrarme la Gestalt y sus bondades.
A LAS VOCES VISIBLES Y SILENCIADAS…
A LOS PERSONAJES PASADOS, PRESENTES Y FUTUROS
Salvador Novo, Nancy Cárdenas, Elías Nandino, Jesusa Rodríguez,
Liliana Felipe, Carlos Pellicer, Luis Zapata, Francisco Estrada, Xavier
Lizárraga, Luis González de Alba, Juan Luis Alvarez-Gayou, Enoé
Uranga, Chavela Vargas, Carlos Monsiváis, Eusebio Rubio, Guerrilla
Gay, Ave de México, El Clóset de Sor Juana, Círculo Cultural Gay,
Colectivo Sol, IMESEX, A.C., Letra S, El Hábito, El Taller, Palomilla
Gay, Museo Universitario del Chopo.
A MIS AMIGOS
A quienes permanecen, a los que ya no están, a los que aún aguardan.
A MIS ALUMNOS
Quienes han sido cómplices de estos 30 años de quehacer académico.
Por recordarme que todos libramos día con día un 2 de octubre en
nuestro propio Tlatelolco.
GRACIAS A TODOS
xi
ACERCA DE LOS AUTORES
JUAN LUIS ÁLVAREZ-GAYOU JURGENSON
Médico Cirujano por la Universidad Nacional Autónoma de México y maestro en
psiquiatría social. Es miembro certificado del Consejo Mexicano de Psiquiatría y de
la Asociación Psiquiátrica Americana. Educador y terapeuta sexual, certificado por
la American Association of Sex Educators Counsellors and Therapists de Washington.
Miembro del Instituto Masters y Johnson y ex presidente de la Asociación Mundial
de Sexología. Fundador, director general y profesor titular del Instituto Mexicano de
Enseñanza Superior e Investigación Sexológica, A.C., (IMESEX) desde 1979.
Director de la revista científica Archivos hispanoamericanos de sexología. Es autor de infinidad de artículos en diversas publicaciones, así como de los libros Sexoterapia integral, Cómo hacer investigación cualitativa, Te celo porque te quiero,
Educación de la sexualidad, ¿en la casa o en la escuela? Los géneros, la escuela y la
educación profesional de la sexualidad, Sexualidad: los jóvenes preguntan, Sexualidad en la pareja, entre otros. Ha participado en innumerables programas de televisión y radio nacional e internacional.
SALVADOR MARTÍN CAMACHO Y LÓPEZ
Médico Cirujano por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Instituto de Ciencias de la Salud. Especialista en sensibilización y en manejo de grupos,
maestro en sexología educativa por el Instituto Mexicano de Enseñanza Superior
e Investigación Sexológica, A.C. (IMESEX). Profesor investigador de la UAEHEscuela Superior de Tlahuelilpan con perfil deseable PROMEP-SEP. Profesor de
licenciatura y posgrado en la Universidad del Nuevo México, en las áreas de psicología, ciencias de la comunicación y pedagogía. Profesor de la maestría en sexología en el área biomédica del IMESEX, A.C.
Articulista en diversas publicaciones de investigación científica y divulgación:
Boletín de investigación de la Secretaría de Salud-Hidalgo, Archivos hispanoamericanos de sexología, Revista electrónica de psicología científica (Colombia), entre
otras. Locutor profesional, ha recibido el Premio Regional de Periodismo por el
programa de radio “Palabras mayores”, y el premio “Decano” por su trayectoria en
radio y televisión en el estado de Hidalgo.
xii
1
CONCEPTOS BÁSICOS CUANDO
SE HABLA DE SEXUALIDAD
Está mi lecho lánguido y sombrío porque me faltas tú,
sol de mi antojo, ángel por cuyo beso desvarío…
Salvador Novo, 1968.
Es importante referir al lector acerca de los principales conceptos utilizados en
este escrito, los cuales permitirán abordar y desmitificar algunas ideas preconcebidas sobre los mismos.
En opinión de Álvarez-Gayou, el estudio de la sexualidad requiere como base la
definición y contextualización de conceptos específicos que sirvan como marco
referencial para la comprensión de la misma.
SEXO
Serie de características físicas determinadas de forma genética que colocan a los
individuos de una especie en algún punto del continuo que tiene como extremos
a los individuos reproductivamente complementarios.
SEXUALIDAD
Punto donde se reúnen el sexo (biológico), el sexo de asignación, el papel sexual
(rol) y la identidad sexogenérico (psicológico).
SEXISMO
Actitud discriminatoria o trato diferencial fundamentados en diferencias biológicas y fisiológicas entre ambos géneros, que se manifiestan mediante las relaciones
interpersonales y estructuras de poder.
SEXOLOGÍA
Disciplina multidisciplinaria cuya finalidad es el estudio, atención y solución de la
problemática sexual del ser humano, orientados a propiciar el desarrollo armónico
1
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
y equilibrado de las diversas intervenciones del individuo como ente social. Dicha
disciplina engloba gran número de disciplinas y especialidades médicas, humanísticas y no médicas.
EROTISMO
Capacidad humana de experimentar las respuestas subjetivas que evocan los fenómenos físicos percibidos como deseo sexual, excitación sexual y orgasmo, y que
por lo general se identifican con placer sexual.
DIVERSIDAD SEXUAL
Cuando se habla de diversidad sexual se hace referencia a prácticas no heterosexuales. Por tanto, este término no alude a la pluralidad de prácticas y creencias que
regulan la expresión sexual en las distintas culturas del mundo.
PREFERENCIA DE GÉNERO
Heterosexualidad. Atracción predominante hacia personas del otro género.
Homosexualidad. Atracción predominante hacia individuos del mismo género.
Bisexualidad: Atracción hacia individuos de uno u otro género.
HOMOFOBIA
Temores irracionales a la homosexualidad de los otros(as). Miedo a tener sentimientos homosexuales propios o aversión por la propia homosexualidad.
GAY
Término utilizado para referirse a los hombres o mujeres homosexuales. También
incluye una autoidentificación o connotación, y otorga identidad de grupo. Palabra
de origen inglés que significa alegre o llamativo. Con este término se designa a lo
homosexual. Lo equivalente en México sería “ser de ambiente”. Gay es una palabra
internacionalizada con profundas implicaciones culturales, económicas y políticas.
GAYCIDAD
Entendida como una experiencia social distinguible de la experiencia social homosexual, es heredera de procesos de desdiferenciación social que posibilitan
procesos diferenciadores al interior del contexto gay.
EGODISTÓNICO
Persona que presenta conflictos sobre su preferencia de género homosexual.
EGOSINTÓNICO
Persona que no percibe su preferencia de género homosexual como trastorno sino
como una elección.
2
Conceptos básicos cuando se habla de sexualidad
QUEER
En el contexto de las políticas de identidad, término genérico para una serie de
orientaciones sexuales y de identidades de género que incluyen homosexuales de
ambos géneros, bisexuales, travestis y transexuales. El término puede tener una
connotación más política.
HSH
Acrónimo utilizado para los hombres que tienen relaciones sexuales con otros
hombres. Genéricamente, se refiere a conductas sexuales con personas del mismo
género, que puede o no implicar identidad homosexual o atracción emocional.
MSM
Acrónimo utilizado para las mujeres que tienen relaciones sexuales con otras mujeres. Genéricamente, se refiere a la misma conducta sexual entre mujeres, que
puede o no implicar identidad homosexual o atracción emocional.
TRAVESTISMO
Expresión comportamental de la sexualidad en la que los individuos gustan de
utilizar prendas, manerismos, expresiones, accesorios, adornos, lenguaje e incluso comportamientos característicos del otro género en la cultura propia de cada
persona.
TRANSGENERISMO
Término utilizado para aludir a una variación que se encuentra entre el travestismo y el transexualismo. Los individuos pueden sentir rechazo sólo a la forma
física masculina pero aceptan sus genitales (pene, testículos). Pueden vivir y desarrollarse plenamente sin haberse realizado todas las cirugías de reasignación sexual. Desean someterse a tratamiento hormonal para lograr una apariencia física
externa femenina o masculina. Rechazan los roles masculino y femenino establecidos socialmente y apuntan a una sociedad con ambigüedad de géneros.
TRANSEXUALIDAD
Convicción psicológica de identificación con el sexo que no corresponde al genotipo y fenotipo sin alteraciones genéticas u hormonales. Esto se denomina discordancia de la identidad sexo-genérica. (Disforia de género, término acuñado por
Money).
BAREBACK (BAREBACKING)
Término que se originó en la comunidad gay para describir actos sexuales sin protección, especialmente sexo anal. Sin embargo, el uso del término se ha expandido
y ha terminado por abarcar cualquier tipo de acto sexual con penetración en la que
no se use condón. Los practicantes del bareback sienten atracción o excitación al
pensar que pueden contagiarse por el virus de la inmunodeficiencia humana.
3
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
SALUD SEXUAL
Integración de los aspectos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser
humano sexual en formas que sean enriquecedoras y realcen la personalidad, la
comunicación y el amor.
SALUD REPRODUCTIVA
Estado general de bienestar físico, mental y social, y no de mera ausencia de enfermedades o dolencias, en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo, sus funciones y procesos.
PAPEL SEXUAL
Conjunto de ideas, normas y expectativas acerca de los comportamientos sociales “apropiados” para hombres y mujeres, respectivamente. Comportamiento que los individuos adoptan por los requerimientos sociales en función de su
sexo.
SEXO POR ASIGNACIÓN
El que se les asigna a los individuos al momento del nacimiento, por lo general en
función del aspecto de sus órganos sexuales pélvicos externos, y que los condiciona a un lugar determinado dentro del contexto social. Algunas veces el sexo por
asignación no concuerda con el sexo, o bien ciertas alteraciones genéticas u hormonales modifican el aspecto de los mismos, lo que implica un marco específico
de comportamientos y actitudes transmitidas y esperadas que refuerzan en el individuo la colocación en uno de los dos grupos.
GÉNERO
Asignación social que se hace de un individuo. El género es fundamental desde
el punto de vista biológico y en aspectos genotípicos de la persona. Money introduce este término en la sexología para expresar el contenido social de la sexualidad. Se refiere al nivel alcanzado, una de cuyas funciones es la socialización, y
tiene componentes sociales, culturales y psicológicos. Es resultado de un proceso
de aprendizaje de experiencias directas e indirectas, formales e informales, en las
que se desarrollan imágenes, concepciones y percepciones de lo que es ser hombre y ser mujer.
IDENTIDAD DE GÉNERO
Autopercepción (percepción subjetiva) y sentimiento íntimo de pertenecer a alguno de los géneros. Experiencia o vivencia psíquica y emocional de sentirse
hombre o mujer.
ROL
Papel, carácter, cometido o función que desempeña una persona en una acción o
representación en un grupo social determinado.
4
Conceptos básicos cuando se habla de sexualidad
IDENTIDAD DE ROL
Papel sexual o comportamiento en una sociedad y una época determinadas que se
le impone al individuo en función de su sexo. Es un concepto eminentemente social.
ROL DE GÉNERO
Comportamientos y actitudes que demanda una sociedad en un contexto histórico determinado hacia hombres o mujeres.
ENFOQUE DE GÉNERO
Explica el ordenamiento social y la distribución desigual de los recursos, las decisiones, el poder y el trabajo entre mujeres y hombres, basados en las diferencias
de género y en relaciones de subordinación.
PERSPECTIVA DE GÉNERO
Concepto que pretende fortalecer la familia, promover relaciones equitativas, armónicas y solidarias entre hombres y mujeres, y la promoción de la igualdad de
derechos y oportunidades para niños(as), jóvenes, mujeres, hombres y adultos(as)
mayores. La perspectiva de género se basa en la teoría de género y se inscribe en
el paradigma teórico histórico-crítico y en el paradigma cultural del feminismo.
SISTEMA DE SEXO / GÉNERO
Conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en producto de la actividad humana, y en el cual se satisfacen esas necesidades humanas transformadas.
DIVERSIDAD
Multiplicidad e interacción de diversos contextos que pueden darse en una región
en particular y que coexisten.
HÁBITUS
Espacio de encuentro complejo de diversas normatividades, asignaciones y posibilidades genéricas para cada persona.
ESTATUS
Juego de los diferentes roles sociales cumplidos por un individuo.
ESTEREOTIPO
Concepción simplificada y comúnmente aceptada por un grupo sobre un personaje, aspecto de la estructura social o determinado programa social.
ESTIGMA
Condición, rasgo o comportamiento que hace que su portador sea incluido en una
categoría social, generando una respuesta culturalmente inaceptable o inferior.
5
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
DISCRIMINACIÓN
Distinción o segregación que atenta contra la igualdad de oportunidades. Se utiliza para referirse a la violación de la igualdad de derechos para los individuos por
cuestión social, cultural, racial, religiosa, sexual, política o de género.
INTOLERANCIA
Actitud irrespetuosa hacia las opiniones o características diferentes de las propias.
Se relaciona con el miedo y el temor a lo desconocido.
PREJUICIO
Proceso que implica la elaboración de una opinión acerca de una persona o situación antes de determinar la preponderancia de la evidencia. Criticar de forma negativa una situación o una persona sin tener suficientes elementos previos.
LGBTTTIP
Siglas de lésbico, gay, bisexual, travesti, transexual, transgénero, intersexual, poliamorosa. Término colectivo para referirse a los sectores socialmente incluyentes
en donde se congregan los diversos grupos de personas que se identifican como
no heterosexuales.
6
2
CONTEXTO HISTÓRICO DE LA
HOMOSEXUALIDAD
La luna aparece como un barco, iluminando los muros,
la ropa olvidada al azar en una silla,
y los cuerpos tendidos en la alfombra.
En el calor intenso de la noche, suda la piel estrellas…
José Luis Cuevas, 1994.
La Historia enmudece, pero asienta con un gesto: la homosexualidad, como cualquier
realidad, como cualquier fenómeno que signifique en las diversas culturas y a través
del tiempo, tiene una historia. La Historia y la cotidianidad parecen no reconocerse
mutuamente, quizá no logran comprender sus personales formas de expresión, quizá
las ha obligado a un rencor recíproco o se les ha impuesto la mutua indiferencia, aunque sean parte de un mismo cuerpo palpitante. Los olvidos, por tanto, no son pocos:
las fechas se olvidan de los días y las noches, los acontecimientos se olvidan de las experiencias en ocasiones fugaces, los procesos se olvidan de los instantes.
¿Cuál es la historia de la homosexualidad?, no es suficiente decir que siempre ha
existido y que cabe suponer que seguirá existiendo. Sin duda, la historia de la homosexualidad es amplia, que no se centra en un único ámbito geográfico ni se limita a un
periodo: es una historia-río subterráneo que corre entre las historias de las culturas, las
ideas, los inventos, las jerarquías y las terroríficas imposiciones de las leyes. La historia
de la homosexualidad es parte de la historia insolente del patriarcado, de las historias
de la misoginia, la imposición de juicios y las culpabilidades aprendidas. Hoy por hoy,
todo intento de reconstruir la historia de la homosexualidad, tanto masculina como
femenina, desde momentos tan remotos, no deja de ser peligrosamente especulativo.
En opinión de Xavier Lizárraga, todo aquello que pretenda ignorar la existencia
y presencia de los deseos homosexuales se tambalea en una tabla de naufragio. La
historia silenciada, la historia de las homosexualidades, ha tomado la pluma y escribe, ha tomado el micrófono y se hace oír.
¿Son los homosexuales diferentes de los heterosexuales?, la respuesta estriba
desde Tomás de Aquino hasta la circunscrita de Foucault, que resume un siglo de
pensamiento desde la creación del término homosexual en 1869.
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LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
Tomás de Aquino y otros escritores religiosos declaraban que la sodomía era un
pecado que todo el mundo se podía ver tentado a cometer, no una característica
de un tipo particular de persona. En sentido opuesto, la postura de Foucault se
sintetiza en su famoso pasaje de la voluntad de saber: la sodomía —la de los antiguos derechos civil o canónico— era un tipo de acto prohibido. Pero a partir de
un artículo del psiquiatra alemán Kart Westphal, en 1870, la sodomía encarna en
un personaje, el homosexual, que posee un pasado, una historia y una infancia, un
carácter, una forma de vida, y también una morfología. El sodomita era un pecador inminente; el homosexual es ya una especie.
Libres de censuras, los antecedentes históricos revelan que la realidad es exactamente la contraria: que el “instinto” del amor entre hombres es una constante
universal. Lo único que varía es la actitud de la sociedad. Todas las culturas han regulado el amor entre hombres, y algunas han intentado —sin éxito— desaparecerla.
Existen dos pueblos del antiguo Oriente que revisten una importancia especial: los
hititas y los hebreos. Los hititas porque, al parecer, en uno de sus códigos existía (1400
a.C.) una ley que autorizaba el matrimonio entre hombres, aunque tal interpretación
es muy controvertida, y los hebreos porque condujeron contra la homosexualidad una
lucha encarnizada que, perpetuada por su religión y después por el cristianismo, sigue
siendo, al cabo de casi 15 siglos, la base de la condena por parte de la civilización occidental. La antigua China, durante toda su historia pero sobre todo a partir del siglo
II antes de Jesucristo (dinastía Han), conoció una intensa actividad homosexual. En el
Japón feudal era característica la homosexualidad de tipo militar.
En la antigüedad mediterránea, el país donde la homosexualidad fue relativamente más libre, socialmente aceptada y, en ciertos aspectos, incluso exaltada, fue
Grecia. En ella los amores pederastas (de hombres por muchachos) y sáficos (de
mujeres por otras mujeres) conocieron un florecimiento excepcional, arropado
por un gran prestigio literario, artístico y filosófico. Gran parte del arte griego es
de inspiración homosexual, empezando por el desnudo masculino, celebrado mediante la escultura, sobre todo en los siglos IV y V antes de Jesucristo, con un fervor jamás igualado. También la poesía griega debe gran parte de su inspiración a
la homosexualidad, como lo testimonia la obra de la poetisa Safo.
La civilización romana no ignoró la homosexualidad, aunque, sobre todo durante la República, la reprimiera severamente (pero sólo si se practicaba con un
ciudadano romano).
La civilización árabe de la Edad Media, heredera bajo múltiples puntos de vista de
la civilización griega, conoció una extraordinaria época poética de inspiración pederasta, con gran número de anécdotas sobre el tema, de las que es posible formarse
una idea leyendo Las mil y una noches. En los países árabes la tradición pederasta se ha mantenido hasta nuestros días. En los países musulmanes, famosos poetas
árabes e iraníes (como Hafiz-Shirazi y Abu Nuwas) loaron y maldijeron a la vez la
belleza de los jóvenes. Los hombres santos sufies, desde India hasta Turquía, intentaron encontrar a Alá en la belleza de jóvenes imberbes. Artistas como Riza I-Abassi deleitaron a reyes y príncipes con miniaturas y caligrafías persas exquisitamente
8
Contexto histórico de la homosexualidad
trabajadas. Los mulás y los censores se volvieron contra estas historias de amor entre hombres, pero éstas eran celebradas por personas de todos los estratos de la sociedad, desde califas a porteadores, y todos deseaban ser servidos por “chicos de
juventud eterna, tan bellos como las perlas” cuando llegasen al paraíso.
En la Edad de Piedra, en América del Norte y en Siberia, las tradiciones chamánicas reconocían los poderes espirituales singulares de estos hombres y mujeres atraídos por
el amor homosexual.Entre los amerindios, la tradición de los hombres de dos espíritus
sobrevive hasta hoy. En el occidente premoderno, el amor entre hombres sobrevivió
prácticamente oculto y sólo salía a la superficie cuando los amantes tenían la desgracia
de verse descubiertos o cuando artistas suficientemente resueltos para mofarse de las
convenciones osaban mencionarlo.
Multitud de artistas, músicos o poetas describieron el amor entre hombres, pero
siempre de manera oculta. Por ejemplo, Miguel Ángel adornó la Capilla Sixtina
con espléndidos desnudos masculinos, Shakespeare cantó a su amado en sus sonetos y Blake se volvió contra los clérigos que “con zarzas atan mis alegrías y mis
deseos”. La lista de celebridades, artistas, hombres o mujeres de Estado, personalidades de la Iglesia, caballeros y villanos que sintieron la atracción del amor hacia
otros hombres —solo o junto con el amor hacia mujeres— es infinita.
También en los países occidentales, aun tras la afirmación del cristianismo y de
su prohibición de la homosexualidad, los testimonios —aunque menos frecuentes— se sucedieron en gran parte de la Edad Medía. Las condenas de los papas y
los obispos, las sentencias de los procesos y las ejecuciones son una prueba de que
este amor prohibido seguía sobreviviendo a pesar de todo. En los siglos XV y XVI,
el Renacimiento estimuló el florecimiento de la homosexualidad, que traía consigo el recuerdo de la Grecia antigua. Asimismo, en la Europa renacentista y en la
Europa moderna han existido célebres personajes que han practicado la homosexualidad de manera exclusiva o en alternancia con la heterosexualidad.
La persecución de la homosexualidad por la Iglesia católica fue constante a lo largo
de la Edad Media, si bien la sodomía (concepto utilizado comúnmente durante la época) era una acusación útil que a veces se unía, y no siempre se distinguía, de la herejía,
lo que hace francamente difícil y complicado cualquier tipo de análisis. Los procesos
más sonados, como el ataque contra los templarios, acusados de entregarse a prácticas homosexuales y heréticas, son sospechosos y promovidos por razones políticas. La
“Santa” Inquisición de la Iglesia católica no se diferencia mucho en su persecución de
la homosexualidad de lo que era corriente en casi todas partes, y es culpable de la tortura y muerte de innumerables personas acusadas del denominado pecado nefando.
En el caso de Sodoma y Gomorra, no hay homosexualidad consensuada sino un intento de violación de hombres con fines de sometimiento y humillación.
El punto de vista de los cristianos que aceptan la homosexualidad mantiene
que la Biblia no condenó la homosexualidad en sí misma, y esto a pesar de que
a los miembros de la tribu de Leví (a saber, los sacerdotes) se les prohibió el “yacer con un hombre como con una mujer” como abominación, recordando el asco
que producía a la religiosidad hebrea la existencia de los Qodeshím, los prostitutos
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LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
sagrados o prostitutos de templo, los que sí estaban prohibidos por razones religiosas, ya que practicaban la prostitución para beneficio de los templos de los dioses y diosas cananeos. El texto, citado en Levítico 20,13-14, señala: “Y cuando un
hombre se acuesta con un varón igual a como uno se acuesta con una mujer, ambos han hecho una cosa detestable. Deben ser muertos sin falta. Su propia sangre
está sobre ellos.” Esta última frase, relativa a “su propia sangre”, significa que debían ser sus familiares los encargados de ajusticiarlos.
Uno de los argumentos más comunes contra la homosexualidad es que ésta es
condenada en la Biblia. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, los actos homosexuales son tratados de forma negativa. Sin embargo, no
hay nada en los evangelios acerca de la homosexualidad. Hoy en día, en la Iglesia existen fundamentalmente dos concepciones de la homosexualidad, las cuales
tienen que ver con el modo de interpretar la Biblia. Una de éstas implica la aceptación de los sentimientos y la sexualidad homosexuales. Se sostiene que la Biblia
debe ser interpretada sobre las bases de la época, la cultura y el contexto religioso en que fue escrita. También existe una serie de mandamientos en la Biblia que
son obsoletos, y por tanto no se les atribuye importancia alguna. Esta corriente
acostumbra denominarse la interpretación histórica crítica de la Biblia. La postura negativa frente a la homosexualidad se encuentra principalmente entre quienes hacen una interpretación fundamentalista y al pie de la letra de la Biblia. Éstos
consideran que la palabra de la Biblia tiene igual validez hoy que cuando se escribió. No obstante, los partidarios de esta interpretación aceptan la existencia de los
homosexuales, pero se oponen tanto al amor como a la sexualidad de éstos.
El estudio de la homosexualidad en México puede dividirse en tres etapas, que coinciden con las tres grandes épocas históricas de este país: la época precolombina, el virreinato y la independencia. Empero, el rechazo hacia la homosexualidad forma un
hilo conductor que concatena las tres épocas. Los datos sobre los pueblos precolombinos y de la primera época de la colonización son escasos y confusos. Los cronistas describían a menudo las costumbres indias que les sorprendían o que desaprobaban, pero
tendían a tomar una postura acusadora o de disculpa, lo que hace imposible distinguir
entre realidad y propaganda. En general, parece que los mexicas eran tan homofóbicos
como los españoles y que otros pueblos indígenas tendían a ser mucho más tolerantes,
hasta el punto de honrar a los berdaches, los “dos espíritus”, como chamanes.
Los berdaches, inicialmente tenidos por hermafroditas por los conquistadores españoles, eran hombres que tomaban funciones y comportamientos femeninos; no eran
considerados ni hombres ni mujeres por sus sociedades, sino como un tercer sexo, y a
menudo tenían funciones espirituales. Los conquistadores los veían como la parte pasiva de los homosexuales y fueron tratados con desprecio y profunda crueldad.
Los mayas eran relativamente tolerantes con relación a la homosexualidad. Se
sabe de fiestas sexuales entre los integrantes de esta cultura que incluían el sexo homosexual, lo que no impide que la sodomía estuviese condenada a muerte en horno ardiente. La sociedad maya consideraba preferible la homosexualidad al sexo
prematrimonial, por lo que los nobles conseguían esclavos sexuales para sus hijos.
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Contexto histórico de la homosexualidad
Los mexicas o aztecas eran extremadamente intolerantes con la homosexualidad, a pesar de que algunos de sus rituales públicos tenían ciertas connotaciones
homoeróticas. Por ejemplo, adoraban a la diosa Xochiquétzal, que bajo su aspecto
masculino y el nombre de Xochipilli protegía la prostitución masculina y la homosexualidad. La historia mítica del pueblo azteca se dividía en cuatro “mundos”, de
los cuales el anterior había sido “una vida fácil, débil, de sodomía, perversión, del
baile de las flores y de adoración a Xochiquétzal, en la que se habían olvidado las
virtudes masculinas de la guerra, la administración y la sabiduría”. Es posible que
esta historia hiciera referencia a los toltecas. Texler, en su libro Sex and the Conquest
(1987), afirma que los aztecas convertían a algunos de los enemigos conquistados en
berdaches, siguiendo la metáfora de que la penetración es una muestra de poder. La
ley mexica castigaba la sodomía con la horca, el empalamiento para el homosexual
activo, la extracción de las entrañas por el orificio anal para el homosexual pasivo y
la muerte por garrote para las lesbianas. La existencia del lesbianismo está atestiguada por la palabra náhuatl patlacheh, que denomina a mujeres que realizan actividades masculinas, incluyendo la penetración de otras mujeres, como revela la Historia
general de las cosas de la Nueva España de Bernardino de Sahagún.
A pesar del puritanismo de los mexicas, las costumbres sexuales de los pueblos
por ellos sometidos variaban en gran medida. Por ejemplo, Bernal Díaz del Castillo refiere la homosexualidad entre las clases dirigentes, prostitución de jóvenes y
travestismo en la zona de Veracruz. Los yauyos tenían prostíbulos llenos de hombres con la cara pintada y vestidos de mujeres. Por otra parte, los toltecas eran extremadamente tolerantes y permisivos respecto de la homosexualidad.
En el contexto del periodo colonial, en una relación sobre los indígenas realizada en 1519 por el consejo de la villa de Veracruz para informar a Carlos I, atribuida a Hernán Cortés, se comenta que habían “llegado a saber de cierto que son
todos sodomitas y practican ese pecado abominable”. Otro relato anónimo menciona que los hombres y mujeres de Pánuco adoran a un miembro masculino y
han erigido falos en sus templos y plazas públicas para adorarlos: “la multitud de
métodos empleados por los hombres para satisfacer su vicio abominable”. Finalmente, comenta que “todos los habitantes de Nueva España y aquellos de otras
provincias adyacentes comían carne humana, todos practicaban comúnmente la
sodomía y bebían en exceso”, comparando algunas de las costumbres de los indígenas con las de los sarracenos impíos.
A partir de la mitad del siglo XVI aparecen los primeros cronistas que vivieron
y trabajaron realmente en la Nueva España. Fray Toribio de Benavente, llamado
Motolinia por los indígenas (que significa “pobrecito”), uno de los cronistas más
importantes de esa época, escribe que los naturales “bebían cierto vino llamado
pulque, hasta el punto de emborracharse, seguido por sacrificios y los vicios de la
carne, en especial, el pecado nefando”. A partir de 1542, y como reacción a estos
escritos, Bartolomé de las Casas y otros escritores indígenas y misioneros lanzan
una contraofensiva literaria. De las Casas consideraba el “bestial vicio de la sodomía como el peor, el más detestable de cualesquiera malicia humana”. Negaba con
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LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
pasión las noticias trasmitidas por los conquistadores y exploradores, que habían
“difamado a los indios habiéndoles acusado de estar infectados con la sodomía,
una gran y malvada falsedad”, y consideraba que observaban la “abstinencia hacia
las afecciones sensuales, viles y sucias”. Según afirmaciones de fray Agustín de Betancourt, aquellos hombres que se vestían de mujeres eran ahorcados si cometían
pecado nefando y los sacerdotes eran quemados.
La administración colonial impuso las leyes y costumbres españolas sobre los
pueblos indígenas, lo que en el caso de la sodomía fue facilitado por la existencia de
leyes similares en el imperio azteca. Durante el Siglo de Oro, el crimen de sodomía
era tratado y castigado de forma equivalente al de traición o de herejía, los dos crímenes más graves contra el Estado. La Inquisición estuvo controlada inicialmente
por los obispos locales, como el arzobispo Juan de Zumárraga, del que un estudio de
los casos juzgados muestra que la homosexualidad era una de las principales preocupaciones del tribunal. Los castigos para pecados sexuales solían ser multas, penitencia, humillación pública y —en los casos más graves— latigazos. En 1569, Felipe
II creó oficialmente el Tribunal de la Ciudad de México, pero durante el virreinato
en la Nueva España solamente la justicia civil se encargaba de juzgar el pecado nefando. La primera quema de sodomitas conocida en México fue en 1530, cuando
Caltzontzin fue condenado a morir en la pira por idolatría, sacrificio y sodomía.
Sor Juana de la Cruz, la Décima Musa, es un ícono para la cultura lésbica moderna.
La cultura colonial era similar a la de la península y hubo destacados intelectuales entre los nacidos en América. Quizás una de las más importantes fue sor Juana Inés de la
Cruz, de la que también se ha dicho que fue lesbiana, tomando como base las intensas
amistades que tuvo con diversas mujeres, cuya belleza alabó en su poesía.
La invasión francesa introdujo el código de Napoleón en México, el cual no
menciona la sodomía, por lo que ésta deja de ser delito. Sin embargo, en 1871 el
nuevo código penal introdujo el “ataque a la moral y las buenas costumbres”, una
noción relativamente vaga cuya interpretación se dejó a la policía y los jueces y
que sería en adelante empleada contra los homosexuales. Así, a finales del siglo
XIX ya se había formado en la Ciudad de México una subcultura homosexual. En
la década de 1930 ya existían algunos bares y baños para homosexuales en la Ciudad de México, siendo zonas de encuentro la Alameda Central, el Zócalo, el Paseo
de Reforma y la calle Madero. En la década siguiente, durante la Segunda Guerra Mundial, había entre 10 y 15 bares, y en “El África” y “El Triumfo” (sic) estaba
permitido bailar. Esta relativa permisividad terminó en 1959, cuando Ernesto P.
Uruchurtu, el Alcalde de Hierro, cerró todos los bares de ambiente gay de la ciudad tras un multicitado triple crimen.
El escándalo que ocupó los titulares en los periódicos de la época fue el llamado Baile de los 41. El hecho se refiere a una redada realizada el 18 de noviembre
de 1901, durante el mandato de Porfirio Díaz. La redada, realizada en la Calle de
la Paz (hoy Ezequiel Montes), fue organizada con la finalidad de disolver un baile
de hombres que se realizaba en una vivienda particular, de los cuales 22 estaban
vestidos de hombres y 19 de mujeres. La prensa mexicana de la época se centró en
12
Contexto histórico de la homosexualidad
el hecho, a pesar de que el Gobierno se esforzó en soslayar el asunto, puesto que
los detenidos pertenecían a las clases más privilegiadas de la sociedad porfiriana.
La lista de los nombres nunca fue revelada. El número 41 o 42 pasó a formar parte de la cultura popular mexicana para referirse a los homosexuales. El asunto llegó tan lejos que desde entonces el número 41 es tabú. En México el número 41 no
tiene ninguna validez, y la influencia de esa tradición es tal que hasta en lo oficial
se pasa por alto el número 41. En el ejército no hay división, regimiento o batallón
que lleve el número 41. Si acaso, y si no hay más remedio, se utiliza el 40 bis. Nadie
cumple 41 años, y de los 40 se pasa hasta los 42, so pena de ser blanco de burlas.
A finales del siglo XX y principios del siglo XXI, los homosexuales siguen siendo discretos con su condición sexual, estando muchos en el clóset y otros viviendo un secreto a voces. Las clases bajas de la sociedad mexicana solían mantener el
modelo mediterráneo, por el que los homosexuales se dividen en activos y pasivos, siendo los activos “masculinos” y los pasivos “afeminados” y “despreciables”:
“yo soy un hombre; si te chingo, tú no eres un hombre”. Existe incluso miedo entre
los homosexuales activos a ser penetrados, porque temen la posibilidad de que les
guste y dejen de ser “hombres”. Por su parte, los homosexuales de clases altas, más
cosmopolitas, tomaron el modelo europeo del “dandy” de finales del siglo XIX.
Este modelo está siendo sustituido por otro más parecido al anglosajón, en el que
el homosexual no se define por la dicotomía activo/pasivo, sino por el hecho de
que tiene relaciones sexuales con otros hombres.
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3
LA HOMOSEXUALIDAD
EN CONTEXTO
Un hombre que intentó dar cumplimiento
al brevísimo mandato de Nietzsche:
llegar a ser lo que uno es.
Arthur Miller, 1993.
Álvarez-Gayou afirma que la sexualidad es un aspecto inherente al ser humano,
para algunos es una fuente de placer y aceptación, para otros —la mayoría— origina problemas y conflictos de diversa índole. El objetivo de contextualizar, desde una perspectiva holística, el estudio del ser humano, su sexualidad, llegar a
afirmar que es necesario que las sociedades, especialmente la nuestra, acepten la
importancia que reviste la educación para la sexualidad. La homosexualidad se
presenta como uno de los puntos sensibles y neurálgicos de una sociedad.
En palabras de Foucault, una “zona erógena” de una cultura, que para bien o
para mal consigue provocar a los sujetos pertenecientes a dicho contexto cultural.
Si se pretende modificar una actitud, es necesario que la población general reciba información previa, ya que lo que no se conoce es motivo de confrontación,
desconfianza y rechazo. El conocimiento de la homosexualidad, así como el de la
sexualidad en general, fue revolucionado por el trabajo de Alfred Kinsey en los
decenios de 1940 y 1950, cuando estudió las prácticas sexuales de la población estadounidense basándose en encuestas y métodos estadísticos, con lo cual inauguró una nueva era en la investigación de la sexualidad.
Es necesario tener en consideración que los conceptos que habitualmente se
manejan, y en especial los relacionados con la sexualidad, no responden a una
realidad objetiva, sino que varían en el tiempo y son específicos de cada cultura. Sin embargo, para cada individuo son fundamentales, le sirven para valorar
las actuaciones de los demás y para guiar las propias. Desde pequeños se aprende a distinguir lo que está bien de lo que está mal, lo normal de lo anormal. Posteriormente, la propia experiencia hará que se revise este sistema normativo y se
acepten aquellas pautas que parezcan correctas o útiles y se desechen las que se
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LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
consideren inútiles o ineficaces. Esta impronta cultural se graba en lo más profundo del ser humano, impidiéndole valorar con ecuanimidad los comportamientos que se salen fuera de la “norma”, de lo convencional. Por otro lado, esa misma
sociedad tiene un segundo sistema de control de los individuos, mediante el cual
de manera literal castiga a quienes transgreden las normas impuestas, imponiéndoles penas progresivamente más graves, dependiendo del grado de importancia
que la sociedad atribuye a las leyes transgredidas.
La combinación de ambos elementos —control interno y control externo— limita la posibilidad de actuación sexual efectiva de los individuos, imponiéndoles
el cumplimiento de la norma heterosexual-reproductiva-establecida, la adecuada,
deseable y “normal”, según el sistema de cultura imperante.
La educación tradicional marca un rígido guión según el cual los hijos, a partir
de cierta edad, se casan con iguales del otro género. Si la situación no evoluciona
así, una de dos: el hijo o la hija simplemente no ha encontrado con quien casarse o
es homosexual, con el consiguiente derrumbe de ideas, costumbres, expectativas
y sueños, lo que puede ocasionar miedo, enojo, dolor, vergüenza o culpa, emociones complejas de manejar.
La sociedad y la educación conducen a la heterosexualidad como si fuera la única forma válida de relación, como si por el solo hecho de no mencionar otras posibilidades, éstas desaparecieran.
Cualquier comportamiento no heterosexual y, por lo tanto, toda persona con
deseos o “impulsos” homosexuales transgrede diversas reglas y pone en cuestionamiento importantes valores y conceptos en los que se apoya la sociedad profundamente conservadora y de doble moral. Fundamentalmente, se transgrede la
norma reproductiva, interfiere el contrato matrimonial clásico y el sistema de herencia consecuente se enfrenta a la normativa religiosa de nuestra cultura (es considerado “pecado”), confundiendo la norma sobre reparto de roles sexuales en que
se basa la organización social del trabajo. No hay un rol definido en la sociedad al
que estas personas puedan acogerse. No hay normas sobre cómo actuar o cómo vivir, lo que implica la inexistencia de una forma “correcta” de comportarse, lo que
confunde la idea de los sexos y sus caracteres activo/masculino-pasivo/femenino, y
especialmente cuestiona la norma patriarcal según la cual el hombre-heterosexualpadre-activo-proveedor ostenta el poder familiar y social (la falocracia).
En 1973, la Asociación Psiquiátrica Estadounidense determinó eliminar la homosexualidad de su listado de enfermedades mentales. El 17 de mayo de 1990, la
Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó la homosexualidad del Código Internacional de Enfermedades (CIE). Al descriminalizar y despatologizar la
homosexualidad se ha llegado a considerar que el homosexual y la pareja homosexual, independientemente del género, son iguales que los heterosexuales, y se
tiende a verlos y juzgarlos según los criterios sociales aplicados a estos últimos.
Pero el individuo homosexual no es como el heterosexual, y la pareja gay no es
como un matrimonio heterosexual, pues presentan dinámicas, contextos, estructuras, fases, conflictos y recursos específicos.
16
La homosexualidad en contexto
En su práctica y dinámica, la homosexualidad no es una copia fallida de un original (la heterosexualidad), ni tampoco su equivalente. La homosexualidad obliga
a cuestionar las opiniones y prejuicios propios acerca de la feminidad y la masculinidad, la relación entre los géneros, el amor y la amistad. La libre aceptación de
la homosexualidad interfiere el complejo sistema de valores en el que se fundamenta la sociedad, y por lo tanto la norma cultural lo ha rechazado e invalidado.
Sin embargo, prácticamente todos estos valores están siendo puestos en cuestión
en la actualidad. Muy probablemente esta sea la razón por la que la homosexualidad y, en general, las prácticas no reproductivas empiezan a valorarse menos
negativamente.
Durante la niñez y la adolescencia algunas personas homosexuales se percatan
de su homosexualidad y pasan por la experiencia de tener pensamientos y sentimientos homosexuales. Cambios recientes en la actitud de la sociedad hacia la homosexualidad han ayudado a algunos adolescentes homosexuales a sentirse más
cómodos con su preferencia genérica. En otros aspectos de su desarrollo, estos jóvenes son similares a los jóvenes heterosexuales, ya que experimentan el mismo
estrés y luchas durante la adolescencia.
No se conocen las causas de la orientación sexual, mejor definido por el Dr. Álvarez-Gayou como preferencia genérica. Aunque algunas teorías apuntan a que
es innata, no se conoce con exactitud el papel de la herencia genética, las experiencias durante el crecimiento, la relación con los padres, etc. Algunos estudios
científicos —entre los que se incluye Sexual Behavior in the Human Male (1948) y
Sexual Behavior in the Human Female (1953), por el Dr. Alfred C. Kinsey— constataron que, analizados tanto comportamiento como identidad, la mayoría de la
población parece tener por lo menos alguna tendencia bisexual (atracción hacia
personas tanto de uno como de otro género), aunque ordinariamente se prefiere
un género u otro. Kinsey y colaboradores consideraron que sólo una minoría (de
5 a 10%) es completamente heterosexual o completamente homosexual. Y de manera similar, sólo una minoría aún más pequeña puede considerarse completamente bisexual. Estudios realizados posteriormente han intentado demostrar que
el informe Kinsey había exagerado la prevalencia de la bisexualidad o ambisexualidad en la población, pero su idea goza todavía de gran aceptación.
La biología humana afirma que la existencia de homosexuales, transexuales y hermafroditas no es más que una variación natural que se integra perfectamente en la
diversidad mostrada por los demás animales. La expresión social de esta diversidad
se encontraría en sociedades como la de los indios norteamericanos, con sus dos
espíritus, los Mahu polinésicos, los Hirja indios o los eunucos, que identifica con
personas transgénero. Las personas que generalmente tienen una orientación heterosexual pueden sentir deseos leves u ocasionales hacia personas del mismo género.
Del mismo modo, aquellos que generalmente tienen una orientación homosexual
pueden sentir deseos leves u ocasionales hacia personas del género opuesto.
Foucault, al investigar la evolución de la noción de individuo peligroso en
la psiquiatría legal, pone de relieve el pasaje de una adecuación del castigo a las
17
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
“conductas”, en los códigos penales anteriores al siglo XVIII, a una necesidad de
adaptarlo a la “naturaleza” del criminal, cambio que requirió de la intervención de
la “medicina mental” en la institución penal. La medicina, y en particular la psiquiatría como higiene pública, debía bregar por una profilaxis del cuerpo social, individualizando a los sujetos “peligrosos” para, por un lado, protegerlo de ellos, y por
otro lado, aplicar una terapéutica que “reformara” a estos sujetos. Consecuentemente, se pasó de la penalización de las llamadas prácticas de sodomía a la invención del
sujeto homosexual, con el consiguiente interés por indagar su naturaleza —la etiología—, y si puede diseminar o infectar al cuerpo social con su anomalía.
Si lo anatómico, el sistema hormonal y la relación genotipo-fenotipo, o cromosomas-cuerpo, son “normales”, ¿por qué algunos individuos dirigen sus preferencias
eróticas hacia su propio género o hacia ambos? La respuesta que se fundamenta con
observaciones hechas entre animales y humanos pertenecientes a culturas diferentes de la nuestra puede resumirse diciendo que el sexo es de forma innata perverso
y polimorfo, entendiendo por polimorfo el hecho de que sus expresiones adquieran
múltiples formas, y por perverso –despojando al término de su habitual connotación peyorativa– que no está dirigido exclusivamente a la reproducción.
Hay personas con orientación homosexual que, en condiciones de intolerancia
y violencia o de difícil acceso a otras personas del mismo género, mantienen relaciones heterosexuales. La represión, la homofobia y las opiniones de muchas religiones, entre ellas la católica, obliga a los homosexuales a esconder su preferencia
fingiendo ante la sociedad tener una orientación heterosexual, lo que en inglés se
llama estar in the closet (“en el ropero o armario”). En la actualidad, hay personas
con preferencia homosexual que están “saliendo del ropero o del armario”, lo que
se aplicaría a las personas que dejan de fingir o reprimir su preferencia sexual.
El término inglés closet (del latín claustrum) tuvo algunos significados antes de
referirse a la homosexualidad oculta; entre otros, ha denotado un lugar cerrado,
privado. En consecuencia, significa lo privado expuesto a lo público, lo íntimo
frente a lo social, lo oculto frente a lo descubierto. Como derivación de estos significados, hoy en día la expresión “salir del closet” se refiere al hecho de asumir
plenamente la preferencia de género homosexual tanto en la esfera pública como
en la privada. Sin embargo, para la mayoría de los homosexuales salir del closet o
no hacerlo sigue siendo una decisión personal y voluntaria, pues tanto la integridad personal como la lucha por el respeto requieren que las personas homosexuales se autonombren e identifiquen en sus propios términos.
Declararse abiertamente homosexual (“salir del closet”) significa recuperar una
identidad propia, ya no impuesta, clasificarse, para dejar de ser clasificado. Por lo
anterior, “salir del closet” debe involucrar motivos, expectativas y metas personales. La salida del closet es un proceso que pone a la persona que realmente es, significa dejar de sentirse como un fenómeno que necesita ocultarse; la visibilidad
por sí misma fomenta la autoestima, la autoimagen, el autoconcepto, y así el proceso de salir del closet crea un poderoso ciclo en el cual lo personal estimula lo
público, que a su vez retroalimenta lo personal.
18
La homosexualidad en contexto
Existe un falso mito popular que enuncia que en las parejas homosexuales uno de
los hombres adopta el rol de varón y el otro el rol femenino. “¿Quién hace de hombre
y quien hace de mujer?” De esta manera, el hombre más varonil sería activo (el que
penetra analmente al otro y en algunas ocasiones es penetrado) mientras que el afeminado sería pasivo (que desea ser penetrado analmente de manera predominante). En
realidad el coito anal es una práctica poco frecuente en las relaciones esporádicas, y la
mayoría de las parejas homosexuales estables que practican sexo anal son “versátiles o
ínter”, o activos-pasivos (en el transcurso de una relación sexual pueden ser penetrados por el otro o penetrarlo). Este mismo mito erróneo también se aplica a las mujeres: una de ellas tendría facciones, musculatura, actitud, comportamiento y ropas más
masculinas, mientras que la otra sería más “femenina” (pasiva).
El vínculo sexual de la persona homosexual no difiere en intensidad, convencimiento y sinceridad en relación con el vínculo entre heterosexuales. De hecho, el
término homosexual no tiene género, pues se aplica indistintamente para hombres y mujeres. Algunos sexólogos consideran que, por motivos académicos y quizás psicológicos, sería de utilidad diferenciar la “homosexualidad definida como
un acto de la conducta y la homosexualidad definida por inferencia como un estado permanente de disposición y preferencia erótica”. La homosexualidad definida como un acto de la conducta es esencialmente una conducta posible que sería
mejor llamar homosexualidad facultativa.
El universo demográfico en el que estamos inmersos posee sistemas de creencias
más o menos compartidos por un grupo de personas, y genera un autoconcepto
de normalidad, que no necesariamente es resultado de un buen procesamiento de
la información, congruente y generalizado. Algunas de estas moralidades provocan leyes instituidas, conceptualizaciones teóricas, modos de ver y definir la realidad, teorías educacionales y políticas sociales.
Los ejemplos prototípicos en términos sexuales y de identidad son algunas
creencias complejas. En términos de funciones específicas relacionadas con el género, “las mujeres deben tener hijos para que se realicen”; “el instinto maternal”;
“los hombres son los que tienen que ser proveedores, son dueños de sus emociones, reguladores de la vida”, entre otras. En términos de sexualidad, “las relaciones
sexuales tienen como fin exclusivo la reproducción”; “las mujeres son pasivas, los
hombres son activos”; “la mujer es penetrada, los hombres penetran”; “el orgasmo
masculino es fácil e importa, la mujer puede posponer su deseo sexual”; “los hombres son más sexuales que las mujeres”, etc. En términos de preferencias genéricas,
“la homosexualidad es la inversión de la heterosexualidad”; “es una degeneración,
perversión, enfermedad”; “es antinatural”; “es contagioso”; “los homosexuales son
abusadores de niños y promiscuos”; “los bisexuales son homosexuales que no lo
admiten”. Y como una combinación de las anteriores: “los homosexuales varones
son mujeres ‘atrapados’ en el cuerpo de un hombre u hombres feminizados”; “las
lesbianas son mujeres masculinizadas”, entre otros. Dichas creencias tienen una
fuerte raigambre cultural ya que existen evidencias de que hubo y hay comunidades humanas con otra perspectiva sobre el tema.
19
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
Los homosexuales no tienen objetos identificatorios de cierta obviedad en su
nicho ecológico y es frecuente que una pregunta recurrente sea: ¿qué-es-ser-unbuen-homosexual? En esta línea, las discriminaciones responden a una defensa algo
desesperada de construcción de una identidad positiva homosexual. ¿Cuál es la frecuencia de compañeros sexuales que se debe tener para no ser promiscuo?, ¿los
homosexuales no deberían ser afeminados?, ¿es correcto hablar en femenino? O
significados sujetos al rol en el acto homosexual referente a homosexual activo o
pasivo. Los temores homosexuales de volverse “una loca” pasiva y femenina acorralan al individuo que no puede distinguir la diferencia entre preferencia “sexual” y
género, quedando atrapado en el pensamiento dicotómico de la sexualidad.
Algunos autores consideran que “ser gay no es identificarse con los rasgos psicológicos y con las máscaras visibles del homosexual, sino tratar de definir, identificar y desarrollar un modo de vida”. Otros autores se oponen al constructo
teórico de la identidad homosexual: “la homosexualidad no es un sustantivo sino
un adjetivo”. Por lo tanto, “el homosexual no debe ser respetado como el otro, la
“otredad” como pretende el relativismo cultural de las teorías postmodernas, sino
como el igual, representante de una especie, un tipo aparte, sino como individuo.
El problema deja el ámbito ontológico en que lo quieren situar los foucaultianos,
los postestructuralistas, los postmodernos, para bajar al plano más prosaico de la
juridicidad; se trata de una reivindicación esencial de las libertades individuales,
la de ser dueño del propio cuerpo, y el derecho a la privacidad, a la intimidad, un
punto aún no cumplido desde los derechos humanos.
La co-construcción debe tener en cuenta una lista de fortalezas y debilidades. Es
decir, hay cuestiones que los sujetos, en orden de adquirir una identidad homosexual positiva, deben perder o arriesgarse a perder, o luchar para no perder. De
todos modos, hay algunas nuevas dificultades fundadas en los cambios, sumadas a
las viejas, relacionadas intrínsecamente con la preferencia de género homosexual.
“Duelo” por la seguridad de la vida heterosexual, física y socialmente. La seguridad otorgada por la presencia de un hombre en la casa es un relato habitual de algunas personas lesbianas; el temor al ataque discriminatorio es otra de las exposiciones
fortuitas. Las mudanzas a zonas más urbanizadas y de mayor tolerancia demuestra
lo anterior como método compensatorio (proceso de invisibilización). Esto en parte está relacionado con que “la heterosexualidad está en todas las categorías mentales, de algún modo es el contrato social y un régimen político establecido”.
Posibilidad de pérdida del sostén del núcleo familiar primario. Algunas personas homosexuales, en un incierto proceso de coming out, pueden tener dificultades en la relación con su familia de origen.
Correr riesgos sociales debido a la preferencia genérica homosexual. En el ámbito de lo laboral, encubiertamente (o no tanto) se puede poner en riesgo el trabajo
o las posibilidades de crecimiento profesional y desarrollo. Aquí podrían recordarse los desarrollos sobre el techo de cristal de las feministas acerca de las mujeres que encuentran un tope en sus carreras por su condición de mujeres. Se suele
denominar esto como techo púrpura (o techo rosa) entre los homosexuales.
20
La homosexualidad en contexto
Disminución de las posibilidades de “mostrar” su pareja.
El coming out de las relaciones afectivas estables. Las parejas son fuente de autoestima y reconocimiento. En general, las personas esperan enorgullecerse de su
pareja, la “presentan” socialmente, la incluyen en sus charlas en el lugar de trabajo. Las parejas homosexuales habitualmente deben guardar mayor margen de intimidad respecto a ello (condicionando a veces la elección de profesión), y además
respetar el proceso de hacerse visible de su compañero (a).
Tendencia a ser tenido en cuenta como sujeto solo o soltero. Invitaciones familiares, encuentros sociales relacionados con lo laboral o educacional, ser responsable y valioso por los propios méritos y no poder tener un valor social por la
pareja, como ocurre en las uniones heterosexuales.
Replanteo de la paternidad y maternidad en las parejas. Debido a la homofobia
internalizada y por desconocer que la mayoría de los informes referidos a la aptitud para la crianza de niños por padres y madres homosexuales no revelan diferencias en términos de capacidad de cuidado o desarrollo de patología psíquica
o problemas de identificación sexual. Sin embargo, la mayoría de la población
considera que es mejor criar hijos en modelos de familias tradicionales, cuando
la práctica clínica cotidiana evidencia las deficiencias de este modelo. Las parejas
homosexuales deben reconocer que su atipicidad no es tal en el reflejo de la realidad. Estos nuevos sistemas sociales (redes) instaurados reciben el nombre de
neofamilias, tales como las parejas homosexuales, las amistades casi fraternas y
solidarias no consanguíneas, los padres y madres solteros, entre otros.
Las parejas heterosexuales tienen como fuente de modelaje de sus roles sociales a sus padres y madres, que, positivos o no, entregan modelos de identificación
para el rol de género. Si bien esto se está modificando paulatinamente, es de destacar que las parejas homosexuales deben, en cierto modo, reinventar estos roles. La
mayoría de los desarrollos continúan en una pasión clasificatoria, y parten del supuesto de que el género es una línea o “continuum” montada sobre dos extremos
masculino/femenino, asociado a estereotipos que distan mucho de ser “naturales”
y son más bien constructos sociales.
En esta secuencia, es de imaginar que la homosexualidad es la base del cuestionamiento de las teorías de género. Las derriba más allá de la frontera poco realista de que “los homosexuales son hombres que desean a otros hombres” y “las
lesbianas son mujeres que prefieren a otras mujeres”, ya que dichos constructos
son débiles e inexactos. Un hombre con preferencia homosexual es, con mucho,
diferente –en términos de identidad– que un hombre heterosexual. Aunque histológicamente sean iguales, debe volverse a la anatomía y fisiología de la sexualidad, sobre la que se ha dicho lamentablemente poco o casi nada, las definiciones
de activo-pasivo, penetrado-penetrante, que yacen aún en el oscurantismo al que
lo someten las modernas teorías del género y la identidad.
Asimismo, los roles sociales, señalados por la cultura y la cama, en los que se
termina poniendo en duda absoluta lo que se da por cierto, un hombre menos
masculino no es necesariamente más femenino, y una mujer menos femenina no
21
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
es necesariamente más masculina. Confiando que las ulteriores investigaciones
sobre homosexualidad arrojen más información sobre las teorías de la subjetividad como los desarrollos de la teoría queer, el sexo, el género y lo erótico, como se
mapea cruzando del cuerpo político al físico, éstas se irán modificando y se modificarán, y las leyes o el caos lo harán impredecible. Muchas personas creen que algunos homosexuales lo son por lo que les sucedió durante su vida. Pueden haber
sido lastimados emocionalmente y esto puede afectar la manera como se sienten
con ellos mismos. Es posible que hayan sufrido un abuso sexual o hayan tenido
una mala relación con los padres o las madres. En este punto cabe destacar los siguientes aspectos: los factores con los cuales se nació (temperamento, predisposición genética, etc.), experiencias negativas en la infancia, la situación familiar de
la persona (buena o mala), la cantidad y el tipo de apoyo que estuvo disponible
para ayudar al hijo a enfrentar lo que estaba aconteciendo, las decisiones que se
tomaron en respuesta a los sentimientos y atracciones, cuán claros o confusos son
los roles sexuales, entre otros.
Sin embargo, prácticamente todos los conceptos están siendo puestos en cuestión en la actualidad. Muy probablemente esta sea la razón por la que la homosexualidad y en general las prácticas no reproductivas empiezan a valorarse de
manera menos negativa. De alguna forma, el movimiento feminista comparte
muchos de los objetivos por los que luchan los movimientos de liberación homosexual, ya que, en el fondo, ambos chocan contra el sistema normativo patriarcal
que subyace al sistema social establecido y vigente.
Fue en la década de 1970 cuando aparecieron modos totalmente nuevos y positivos de enfrentar la homosexualidad. Tanto psicólogos como sexólogos empezaron a considerar a la homosexualidad como una variante sexual normal. Hoy
en día son cada vez más quienes consideran que la homosexualidad debe verse a
la luz de la herencia, el medio y las opciones positivas. Se despierta un interés por
la homosexualidad como fenómeno social. Antropólogos sociales, historiadores y
otros investigadores señalaban, entre otros aspectos, la forma en que se ha modificado la manera de ver la homosexualidad a lo largo de la historia, así como también las grandes diferencias entre las culturas.
La sexualidad puede expresarse de distintas formas en distintas fases de la vida.
Así, es posible pasar de la heterosexualidad a la homosexualidad o a la bisexualidad y viceversa, al margen de la edad. Ser homosexual es ser invisible, y quien no se
ve tampoco existe. Cuando la homosexualidad se hace visible es sobre todo en actitudes negativas, estereotipos y prejuicios, a menudo mediante bromas pesadas o
como algo ajeno y peligroso (p. ej., los titulares amenazantes sobre “homosexualismo” en los medios de comunicación. Muy pocas veces se retrata la vida cotidiana de
los homosexuales, cuyo contexto de vida implica trabajo, realizar las compras, recoger a los niños en la guardería, vida que es la misma independientemente de si se
es homosexual o heterosexual. El hecho de ser invisibles hace que el conocimiento
que la mayoría de la gente tiene de la vida de los hombres y mujeres homosexuales
sea escaso. La circunstancia de que cada vez sean más los homosexuales que hablan
22
La homosexualidad en contexto
abiertamente de su vida desafía “lo invisible”. Las actitudes negativas se irán modificando con el tiempo en forma gradual a partir de la visibilidad.
Entre los homosexuales se habla de “mostrarse abiertamente”. Esta expresión se
refiere a la comprensión y aceptación de los sentimientos homosexuales, así como
a atreverse a buscar contactos. Pero el mostrarse abiertamente también implica que
uno comunique sus sentimientos a las personas del entorno. Las experiencias de
mostrarse abiertamente pueden ser muy diversas. Algunos homosexuales expresan
que fue y ha sido un proceso rápido y sintieron que todas las piezas de un rompecabezas de vida de pronto encontraban un lugar. Para otros ha sido y es un proceso largo y complicado, hasta doloroso, quizá durante años o incluso durante décadas. Sin
duda, las circunstancias externas influyen en las dificultades que implica mostrarse
abiertamente. Puede depender de la edad, del lugar donde se resida o del medio en
el que la persona viva y trabaje. Otros dependen en mayor grado de la aceptación
de los demás y no creen sea posible vivir como homosexuales. Muchos imaginan
que serían rechazados por el entorno a causa de su homosexualidad, y en algunas
ocasiones las reacciones son negativas. Pero la experiencia demuestra más bien lo
contrario: la familia, los compañeros de trabajo y las amistades no sólo aceptan, sino
que también expresan su estimación por el hecho de haber sido sincero y haber tenido el valor de defender lo que uno es y siente.
El primer encuentro con otros homosexuales a menudo resulta abrumador. Ir
a un lugar de encuentro para homosexuales implica que uno de pronto entre en
contacto con muchos otros que sienten lo mismo que uno, y de pronto ya no se
está solo. Antes de conocer a otros homosexuales, es generalmente la soledad lo
que se hace más difícil; uno cree simplemente que “no hay nadie más que sienta lo
mismo que yo”,. o quizás se sepa que existen otros, pero no cómo entrar en contacto con ellos.
Los hombres y las mujeres homosexuales a veces describen el primer contacto
con otros homosexuales como la sensación de “haber llegado a casa”. Tal vez eso
se perciba por el hecho de que uno finalmente se encuentra con otros que han vivido las mismas experiencias, otros en los que uno puede reconocerse a sí mismo
y que entienden lo que uno expresa y siente.
La adolescencia es el periodo en el que de verdad se descubren los sentimientos
relativos al amor, las relaciones y el sexo. Con los amigos se habla sobre quién nos
interesa y de cómo poder entablar contacto con él o ella. Pero los amigos a menudo suponen que todos se interesan por alguien del otro género, y las actitudes ante
la homosexualidad por lo general son abiertamente negativas en esta etapa especial del desarrollo. Muchos jóvenes homosexuales temen que sus amigos descubran lo que realmente sienten, por lo que en ocasiones optan por alejarse de ellos.
Hay otros que tratan de “comprobar” su heterosexualidad, teniendo muchas relaciones o contactos sexuales con el otro género.
En algunos casos los hombres homosexuales sólo cuentan con “viejos verdes”
o “locas afeminadas” con quienes compararse, y en ninguna de esas imágenes se
pueden reconocer a sí mismos. Las mujeres homosexuales jóvenes experimentan
23
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
un silencio total, y las lesbianas, “tortilleras”, “machorras” o “manfloras” prácticamente son invisibles. Cuando en la escuela se empieza a hablar de sentimientos, en las clases de educación sexual los jóvenes homosexuales se tornan aún más
invisibles porque en la mayoría de los casos la enseñanza se orienta únicamente
hacia los sentimientos y la sexualidad de los jóvenes heterosexuales. En el peor
de los casos, se evita el tema de los sentimientos homosexuales, explicando que se
trata de “algo pasajero” a medida que uno se va haciendo mayor.
También se trata del modo de ver la sexualidad. Se considera que el deseo y la
satisfacción sexual de la mujer dependen totalmente del hombre. Un ejemplo de
esto es el hecho de que sean muy frecuentes las secuencias “lesbianas” en la pornografía para hombres heterosexuales, secuencias que quedan completas recién
cuando el hombre aparece en acción. Esta visión de la sexualidad de la mujer hace
que a muchas personas les cueste imaginarse lo que dos mujeres pudieran hacer
“solas” por carecer de pene. El pene es el significante de la sexualidad erótica.
Por el contrario, nadie cuestiona el hecho de que dos hombres homosexuales
pueden practicar relaciones sexuales entre ellos, puesto que la homosexualidad en
gran medida se asocia con la práctica del sexo, razón por la cual los hombres homosexuales llaman más la atención.
En todas las épocas se han creado imágenes hostiles en torno a los hombres homosexuales, y especialmente alrededor de su sexualidad. De forma constante, el
temor a la homosexualidad masculina se ha reflejado en largos e interminables
debates sociales. Una parte notable de la cultura gay gira en torno a la sexualidad
misma. En todo el mundo son lugares como parques, baños públicos y salas de
cine porno, ejemplos de sitios donde los hombres gay pueden encontrarse para
entablar contacto sexual. Además, existe una cultura de bares y discotecas donde
es posible hacer vida social y establecer contactos para relaciones más duraderas.
Durante las últimas décadas el VIH y el sida han venido a influir sobre la vida de
muchos hombres y mujeres gay. Muchos son los que han perdido amigos y parejas a causa de la enfermedad, y otros la sufren en carne propia. Para el hombre homosexual, y para la sociedad en general, es necesario aprender a vivir con el VIH
y a protegerse a sí mismo y a otros.
Por lo general se piensa que las personas de edad madura no expresan su sexualidad, ni siquiera en el caso de que fueran heterosexuales. Pero naturalmente existen tanto hombres como mujeres gay mayores. Muchos homosexuales mayores
han experimentado una sociedad mucho más prejuiciosa y discriminatoria que
la actual. En los últimos años, la situación de los hombres y mujeres gay de edad
ha sido observada cada vez más dentro del movimiento homosexual. Se han formado grupos especiales para hombres y mujeres de la tercera edad, en los que es
posible proporcionarse apoyo mutuo y ayuda para afrontar las actitudes negativas
frente a la homosexualidad. Algunos homosexuales también son padres y madres,
a menudo con hijos de relaciones heterosexuales previas, y también hay quienes
los tienen después de haber empezado a vivir de forma homosexual, por inseminación o mediante el coito con un amigo o amiga.
24
La homosexualidad en contexto
Hay algunos casos en que homosexuales solteros han adoptado. Existe una serie de prejuicios en torno a cómo son los padres y madres homosexuales y de
cómo se desarrollan sus hijos. Pero de todas las investigaciones que se han efectuado al respecto se deduce que los hijos de homosexuales se desarrollan de la
misma manera que los hijos de heterosexuales, al margen de si se estudia la identidad del género o la conducta de los roles sexuales. Los hijos de padres y madres
homosexuales tienen el mismo contacto con sus amigos que los hijos de heterosexuales y no sufren más de burla y acoso que otros niños. Las investigaciones señalan que la identidad sexual no influye sobre la calidad del medio donde se crece,
y eso al margen de si los padres son heterosexuales u homosexuales. Más bien de
lo que se trata es de cuán aptos sean los padres y madres.
La forma de ver la homosexualidad es distinta en diferentes culturas. La actitud
en México es relativamente “tolerante”. Existen culturas que son menos negativas
que la nuestra ante la homosexualidad, pero lo más común es que esta actitud sea
más intolerante. En los países católicos la homosexualidad es considerada pecado. A menudo la intolerancia tiene su origen en concepciones religiosas, las cuales
han modelado los roles del hombre y la mujer, así como la imagen de la familia.
Cuando se habla de sexualidad, muchos suponen que existe una gran diferencia
entre homosexualidad y heterosexualidad. Pero las investigaciones de los últimos
años sobre la sexualidad y el sexo demuestran que las diferencias se encuentran
entre hombres y mujeres más que entre homosexuales y heterosexuales. Los hombres tienen más facilidad para disociar la sexualidad de las relaciones y el enamoramiento. La mujer, para obtener una satisfacción sexual, depende más de un
contexto emocional. De igual manera, se podría decir que para las mujeres la sexualidad se torna valiosa cuando existe un vínculo afectivo. Lo que sucede en las
relaciones homosexuales es que las características típicas de cada género se acentúan. Para los hombres gay existen diferentes lugares donde encontrarse con otros
que buscan contactos sexuales ocasionales. Muchos gay también están dispuestos
a tener varias parejas sexuales aun cuando viven en una relación amorosa.
Las mujeres gay buscan a su pareja en ámbitos donde primero pueden aprender a conocerse, y a menudo también su relación es monógama. Los contactos
sexuales de carácter ocasional son considerados como una amenaza en las relaciones lésbicas, donde la sexualidad rara vez puede disociarse del resto de la
vida afectiva. naturalmente, estas son generalizaciones. Muchos hombres gay son
monógamos en sus relaciones y algunas mujeres gay entablan contactos sexuales
ocasionales aun teniendo una relación estable. No obstante, son más notables las
diferencias entre la sexualidad femenina y masculina que las similitudes.
La concepción de la ciencia médica sobre lo que es normal y anormal siempre
ha tenido más de moral que de “ciencia”. Eso es especialmente notorio cuando se
ve la forma en que se ha descrito y explicado la homosexualidad. Durante más de
cien años la ciencia médica ha actuado como un factor represivo sobre la homosexualidad. Cuando la ciencia médica a finales del siglo XX empieza a interesarse
por la homosexualidad, los médicos opinaban que ésta sería la expresión de una
25
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
androginidad interna, algo de doble sexo. Se consideraba desviados a los homosexuales no sólo en el aspecto sexual sino también física y psíquicamente. A su
vez, la mujer lesbiana era consideradas como “hombrada” con actitudes masculinas, vellosidad abundante, tono de voz grave y espaldas anchas.
Es evidente que la ciencia médica no sólo declaraba enfermiza la sexualidad
“desviada” o “perversa”, sino también los roles sexuales “desviados”. Durante el siglo XX la ciencia médica cada vez se acerca más a una explicación de la homosexualidad mediante conceptos psicológicos. Dichas explicaciones han tenido una
gran influencia de las corrientes y tendencias del momento. Por ejemplo, la aparición del psicoanálisis significó que las teorías respecto de las figuras dominantes
paterna y materna entraran en escena. De la misma forma, la atención puesta en
los últimos años sobre los abusos contra niños ha dado origen a teorías donde se
ve a la homosexualidad como resultado de los abusos sexuales.
La terminación ismo en homosexualismo o lesbianismo implicaba (las palabras
terminadas en ismo indican “partidario de...”) la idea de que la organización comunitaria de los homosexuales tendía a la promoción de sus conductas; al irse
apartando la sociedad de la creencia de que la homosexualidad es voluntaria, se
fue imponiendo “homosexualidad” sobre “homosexualismo”. La actividad sexual
con una persona del mismo género no se considera necesariamente homosexualidad como orientación sexual, sino comportamiento homosexual. No todos los
que desean a personas del mismo género se identifican como homosexuales.
Algunos tienen relaciones sexuales con personas del mismo género, pero son y
se definen como heterosexuales (hombres que tienen sexo con hombres [HSH],
mujeres que tienen sexo con mujeres [MSM]). Así, es importante distinguir entre
comportamiento, deseo e identidad homosexual, los cuales no siempre coinciden.
Por ejemplo, en algunos sitios segregados por género pueden aparecer relaciones
homosexuales “situacionales”, aunque el comportamiento sea heterosexual fuera
de allí. Lo mismo puede ocurrir por razones económicas o ajenas a la voluntad.
La vida de los hombres y mujeres gay tienen, a grandes rasgos, las mismas características que la de los heterosexuales. Sin embargo, la vida de los homosexuales
se diferencia en varios aspectos de la vida de los heterosexuales, pero estas diferencias se deben en la mayoría de los casos al enfoque que le da el contexto social.
La verdad es que las diferencias entre homosexuales y heterosexuales son menores que las que existen entre hombres y mujeres. En realidad, fue en la década de
1970 cuando aparecieron modos y actitudes nuevas (y en el fondo positivas) de
asumir la homosexualidad.
Entonces tanto psicólogos como sexólogos empezaron a considerar la homosexualidad como una variante u opción sexual. Hoy en día son cada vez más los que
consideran que la homosexualidad debe verse a la luz de la herencia, el medio y las
opciones positivas. También se despierta un interés por la homosexualidad como
fenómeno social. Antropólogos sociales, historiadores y otros investigadores han
señalado, entre otras cosas, la forma en que se ha modificado la manera de ver la
homosexualidad a lo largo de la historia, así como también las grandes diferencias
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La homosexualidad en contexto
entre las culturas. La gran mentira de que el amor homosexual es contranatural no
es sino una entelequia que no resiste las verdades de la historia y de la biología, y
depende exclusivamente de la censura para su supervivencia.
EL MOVIMIENTO GAY
Hasta finales de la década de 1960 no hubo grupos LGBT (Lésbico Gay Bisexual
Transgénero) ni publicaciones acerca del tema. Stonewall en EUA y el movimiento estudiantil de 1968 se convirtieron en un parteaguas para considerar que los
homosexuales mexicanos pudieran ser considerados ciudadanos y tener derechos. Los primeros grupos LGBT se formaron a principio de la década de 1970
en la Ciudad de México y Guadalajara. El 15 de agosto de 1971 se formó el Frente
de Liberación Homosexual, el primero de su tipo en México y que se disolvió al
año siguiente. Una de las primeras activistas y pioneras del movimiento LGBT fue
Nancy Cárdenas, escritora, actriz y directora de teatro. Inspirándose en los movimientos LGBT de Europa y EUA, comenzó a efectuar reuniones de escritores
LGBT. En 1973, fue la primera mexicana en hablar pública y abiertamente en la
televisión mexicana acerca de su condición homosexual, hecho casi “suicida” por
la represión existente en ese momento en México.
El 26 de julio de 1978 se produjo la primera marcha LGBT a favor de la Revolución cubana. Ese día un contingente de menos de 300 personas participó con
diferentes consignas, entre ellas “¡Socialismo sin sexismo!” La demanda que manifestaron fue considerar a la comunidad homosexual como un acto de la lucha
social, dejando el prejuicio militante que consideraba a la homosexualidad como
una desviación burguesa, incompatible con la transformación revolucionaria. La
marcha estuvo organizada por el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria
(FHAR). El 2 de octubre de 1978 los grupos FLH, Lesbos, Oikabeth, Lambda de
Liberación Homosexual y Sex-Pol, junto con otros, marcharon en la manifestación para conmemorar el décimo aniversario del movimiento estudiantil de 1968.
En 1979, el FHAR tomó una vez más el escenario público en favor de la Revolución Sandinista en Nicaragua. En sus inicios, el movimiento LGBT estuvo muy ligado a los movimientos y luchas de izquierda. A finales de junio de 1979 se realizó
la primera manifestación a favor de los derechos de los homosexuales, coincidiendo
con el aniversario de los disturbios de Stonewall. Se exigía la libre expresión sexual
y se protestaba en contra de la represión social y policial. En esa marcha las consignas fueron: “¡Durazo fascista, te tenemos en la lista!”, “¡No hay libertad política si no
hay libertad sexual!”, “¡Sin liberación sexual no habrá liberación social!”. En 1979,
Xabier Lizárraga funda “Guerrilla Gay”, la cual permanece vigente.
En 1982 el movimiento homosexual organizado se suma a la campaña presidencial del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), con Rosario Ibarra de
Piedra, Claudia Hinojosa, Patria Jiménez y otros activistas. Las demandas de la comunidad homosexual fueron escuchadas, aunque no ganaron el voto popular. Las
marchas del orgullo homosexual resisten el acoso social y las demandas traducen el
sentimiento. Desde 1984 la consigna es “¡El sida no nos hará volver al clóset!”, y la
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LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
demanda central se enfoca en los medios, centro principal de la desinformación discriminatoria, y al gobierno por permitir políticas de “erradicar homosexuales para
erradicar al sida”. A partir de entonces, México fue testigo de la masificación del ambiente gay, junto a este vigoroso crecimiento en la afluencia de los homosexuales a
los sitios de reunión se produjo como consecuencia un cambio sustancial en los patrones de conducta y en la manera de vivir y asumirse como homosexual.
La década de 1980 fue tiempo para la publicación y consolidación de algunas revistas de contenido homosexual: Hermes, 41 soñar fantasmas, Apolo, Macho Tips
y Atracción. En esa década se comenzó a protestar por los asesinatos de homosexuales y se intentó defender el respeto a la diversidad sexual.
LA ZONA ROSA
Uno de los centros de la cultura y la diversión homosexual en México desde 1967
es indiscutiblemente la Zona Rosa, conformada por algunas calles en la colonia
Juárez, en la ciudad de México. El origen del nombre se debe a que varios edificios estaban pintados de color rosa, hecho mencionado por Carlos Fuentes en
su libro La región más transparente. También se comenta que Zona Rosa fue un
nombre dado a este sitio por el artista plástico mexicano José Luis Cuevas, cuya
explicación fue que el color rosa de la zona proviene de ser una zona roja por la
noche, y blanca de día. Otras fuentes atribuyen el nombre de Zona Rosa al periodista Agustín Barrios Gómez, recordado por su sección Cincomentarios, popular
durante la década de 1970, en la que daba cuenta de la vida de las celebridades de
la época. El nombre también se le atribuye a la actriz mexicana Silvia Pinal. Hoy
en día se le considera como una de las principales zonas de tolerancia en la ciudad
de México, específicamente para la comunidad LGBTTTIP, así como para las llamadas “tribus urbanas”.
El nombre ha tenido raigambre también debido al gran número de bares y discotecas para el público gay, así como por una campaña iniciada por Andrés Manuel
López Obrador, entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, en la que la policía
no podía extorsionar más a los transeúntes por su apariencia, su preferencia sexual
o sus expresiones afectivas. Desde mediados del año 2007, el Gobierno del Distrito Federal y la Delegación Cuauhtémoc –en cuyo territorio se circunscribe la Zona
Rosa– han realizado operativos en algunos antros y bares del lugar, con el propósito de liberar a esta zona turística de problemáticas como el narcomenudeo, el comercio ambulante, el sexoservicio o sexo remunerado masculino y femenino, así
como reducir la incidencia de delitos, principalmente el robo. Otros blancos de los
programas son aquellos sitios de convivencia que carecen de medidas de seguridad para los usuarios –salidas de emergencia, principalmente–. Varias agrupaciones LGBTTTIP han denunciado el hecho como una forma explícita de homofobia.
A principios de la década de 1990, la movilización homosexual comienza a crear
organizaciones y redes de apoyo a personas que viven con VIH-sida, ejerciendo
presión política para obligar a las instituciones de salud a actuar en contra de la
enfermedad. El movimiento homosexual gana en simpatizantes, las menciones al
28
La homosexualidad en contexto
socialismo se abandonan y se comienza a hablar de diversidad sexual. Por tanto,
fue posible también impulsar, primero en la ciudad de México y luego en el resto
del país, excepto en algunos estados, las leyes contra la discriminación por motivos de orientación sexual. El VIH-sida también permitió cobrar consciencia de
la indefensión jurídica de las parejas homosexuales, así como de la necesidad de
garantizar esa seguridad. Apareció entonces un nuevo campo de lucha, que fue el
reconocimiento a las parejas de hecho.
En 1992, Patria Jiménez y Gloria Careaga-Pérez crearon la asociación lésbica “El
clóset de Sor Juana”, una de las asociaciones LGBT más importantes del país. Como
ONG, fue acreditada por la Organización de las Naciones Unidas para la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer. Las manifestaciones, que se han convertido en
anuales, pedían el fin de la discriminación social de los enfermos de VIH-sida, en
particular en el trabajo, los hospitales y los centros de salud, así como medidas de
prevención tales como la promoción del uso del condón. Las consignas de esa época
eran: “¡Ni enfermos ni criminales, simplemente homosexuales!” Las marchas hacen
de las leyes discriminatorias el objetivo de su lucha. Solicitan de las autoridades suprimir del Código Penal la condición de homosexual como agravante de delitos. El
nombre de la marcha por el orgullo se modifica por el de Marcha por el orgullo lésbico, gay, bisexual y transgénero, apelando así a una mayor diversidad sexual, masiva, abierta y merecedora de la cobertura de los medios de comunicación, incluida la
televisión abierta. El Partido de la Revolución Democrática (PRD) organiza en 1998
un foro sobre diversidad sexual, promovido por David Sánchez Camacho.
En la década de 1990 surgen también organizaciones sexológicas como CECASH y su sección “Crisálida” de travestis heterosexuales. Otras que rompieron
el silencio fueron las sexoservidoras, iniciando una resignificación y dignificación
de esta actividad, permitiéndoles crear organizaciones para reclamar y defender
derechos laborales y de salud. Todo este panorama de liberación no podía dejar
de estar acompañado de su contraparte. En esa década también se fortalecieron,
con el apoyo del gobierno de Carlos Salinas de Gortari y de Ernesto Zedillo Ponce
de León, los grupos más conservadores y radicales, como Provida, que llegaron a
exigir cárcel para los “adúlteros”.
La primera década del nuevo milenio presenta y expone un nuevo caleidoscopio con infinidad de colores, matices y texturas con respecto a la diversidad sexual
en México. La comunidad homosexual es ahora un mercado sumamente productivo que viaja, consume y empieza a tener peso y sustento político.
La homosexualidad sigue siendo vista socialmente, y en muchos casos asumida
por muchos homosexuales masculinos, como una subversión. Para quienes piensan así, el condón representa un control sobre el cuerpo más que una solución a la
propagación del VIH-sida. En ese sentido, el sexo bareback es una forma de ir en
contra del canon heterosexual, buscando espacios libres del control, que van desde los lugares de encuentro hasta el Internet; este último se ha convertido en una
herramienta para facilitar encuentros bareback a través de chats, correos y sitios
específicos sobre esta práctica.
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LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
Ya en el año de 1992, en plena crisis del VIH-sida en México y otros países, el
cine francés había planteado la disyuntiva entre usar o no el condón (en Les nuits
fauves [o Las noches salvajes, en español], del director Cyril Collard), y desató la
polémica discusión entre quienes reconocían la urgencia de frenar a la epidemia
del VIH-sida mediante los métodos preventivos recomendados (acceso a la información, uso del condón, abstinencia o monogamia), por un lado, y por el otro, los
que argumentaban que la mejor manera de sentir placer pleno, de suprimir el estrés y el miedo a ser infectado por el VIH-sida era no preocuparse por adquirirlo
y disfrutar con plenitud cada encuentro sexual.
EL BAREBACK O “SEXO A PELO”
El bareback ha llegado lleno de contradicciones y verdades a medias. Muchas de
las personas que lo practican en nuestro país desconocen que en países de Europa
y EUA hay anuncios en los que un pasivo pide ser penetrado “a pelo” por varios
activos portadores de VIH para garantizar su infección. Tampoco saben que en las
fiestas bareback se busca el mismo objetivo.
En México el bareback es una “ruleta rusa” en la que se juega a perder pensando en
ganar. Se argumenta que practicar el bareback tiene sus pros y sus contras: los pros, hacer bareback simplemente se siente mejor que con condón, pues el sexo anal así es más
placentero, conlleva a una mayor intimidad, el sexo es más espontáneo que cuando se
efectúa con condón, y si ambos hombres no están infectados con VIH-sida ni de ninguna otra infección de transmisión sexual (ITS), hacer bareback es 100% seguro y libre de enfermedades infecciosas. En este caso, practicar bareback se incluye dentro en
la categoría de “sexo seguro”. (Desde luego, bajo el supuesto de que ambos sean 100%
fieles a su pareja, monógamos en estricto sentido.) Hacer bareback en algunas ocasiones puede llevar a la monogamia. Si dos hombres son monógamos y VIH negativos, la
posibilidad de hacerlo sin protección y con seguridad les da un incentivo para permanecer monógamos y fieles. En la parte contraria, practicar bareback con una persona
infectada con VIH-sida u otras ITS, incluyendo hepatitis B, puede llevar al contagio
por cualquiera de estas enfermedades. Si bien para muchas personas este tipo de actos
es muy criticable, no se puede dejar de reconocer que como parte de las libertades está
el derecho a ejercer la sexualidad como mejor nos plazca, siempre y cuando las otras
personas estén de acuerdo, actuando siempre responsablemente, asumiendo que todos nuestros actos tienen consecuencias y que debemos aceptarlas.
Una pregunta obligada: ¿por qué los hombres homosexuales y algunos heterosexuales tienen sexo bareback a pesar de los riesgos? Muchos hombres dejaron de
temerle al VIH-sida o las nuevas generaciones de jóvenes homosexuales no lo han
vivido con el dramatismo y estigma de generaciones de mayor edad. Hay personas que viven sólo para el hoy. Algunos hombres piensan que tienen que hacer
todo lo que puedan con sus vidas ahora mismo, pues no esperan vivir por mucho
tiempo. Existen hombres gays que se enfrentan cotidianamente a situaciones de
baja autoestima. No piensan que valga la pena proteger su salud o su vida. La baja
autoestima es común en la comunidad gay y está relacionada directamente con
30
La homosexualidad en contexto
la discriminación y la homofobia con que la sociedad trata a los hombres homosexuales. Algunos hombres están dispuestos a correr los riesgos y las consecuencias, dando prioridad al hedonismo puro. Hombres que son portadores de VIH y
que consideran que ya no es necesario utilizar el condón, se despreocupan de las
consecuencias que conlleva la reinfección del VIH en su salud.
El problema radica en que para decir que una persona es partidaria de este movimiento, en primer lugar debe estar consciente de que el objetivo es llegar a ser
positivo y serlo abierta y orgullosamente. No se trata de jugar a la ruleta rusa esperando ganar siempre. En esta subcultura del sexo sin protección, el hecho de ser
seropositivo es la meta que se pretende lograr, y para ello se tiene sexo sin condón,
además de anunciarlo para que aquellas personas que desean infectarse lo contacten y garanticen de esta manera su contagio seguro.
De acuerdo con la Encuesta nacional sobre comportamiento sexual y pruebas
de detección del VIH en hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH), efectuada en diciembre de 2007 por la Agencia de Noticias sobre Diversidad Sexual y
el Centro de Investigaciones Sociales Interdisciplinarias (CISI), ambos con sede
en la capital del país, 62% de los hombres que tienen relaciones sexuales con otros
hombres manifestaron contar con información acerca del bareback. Su principal
fuente de datos al respecto fue Internet (67%), seguida de los medios de comunicación convencionales (12%). Dicha investigación, en la que participaron 4 153
HSH de toda la República Mexicana, también permitió descubrir que la mitad de
quienes aceptaron saber lo que es el bareback dijeron que tienen algún conocido o
amigo que lo practica, mientras que 14% de los informantes reconocieron abiertamente que lo hacen con regularidad. La encuesta dejó claro que 66% de los aficionados mexicanos al bareback lo practican únicamente con su pareja, y 16% con
personas que conocen desde hace mucho tiempo.
Después del arribo del VIH-sida, el bareback se ha estructurado como una forma de
transgredir el “control” que –dicen quienes lo practican– buscan ejercer sobre el cuerpo homosexual los sistemas de salud y la “ideología heterosexista”. Lo excitante del bareback es transgredir el sexo protegido, “deshumanizar” el coito, quitarle todo carácter
moral. Es “contaminarse” sin arrepentirse de ello. Comprender a los que lo practican
implica comprender por qué el placer corporal es más importante que la salud.
Es fundamental cuestionar la constante oposición que las campañas de prevención del VIH-sida hacen del cuerpo y la persona homosexual. ¿Por qué el cuerpo
sólo es tomado en cuenta como la “víctima” de una ETS? La persona homosexual
se moraliza y se le valora siempre y cuando tenga relaciones sexuales protegidas.
tRaw sex (“sexo piel a piel”). Es otro término utilizado para designar al bareback.
tBarebacking parties. Reuniones de sexo en grupo donde no se permite el uso
de condones. Tiene dos variantes: All positive barebacking parties (todos los
integrantes son seropositivos) y All negative barebacking parties (todos los
integrantes son seronegativos).
tBug chasers. Personas que buscan ser infectados con VIH-sida.
31
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
tGift givers. Personas seropositivas que desean infectar a un bug chaser.
t1BTBSTFFMCJDIJUP&OMBUSBEVDDJØOEFbug por “bichito”, al referirse al virus del
VIH-sida. En México se utiliza el término “dar el regalito”.
tConversion parties. Reuniones de sexo grupal en las que los bug chasers buscan ser infectados por los gift givers.
tRussian roulette parties. Fiestas que reúnen a personas seropositivas y seronegativas. Equiparables a una ruleta rusa, donde las personas VIH-negativos
corren el riesgo de contagio durante las prácticas sexuales.
tFuck of death. Acto sexual durante el cual se produce la infección por VIH-sida.
LA COMUNIDAD DE “OSOS”
La comunidad de “osos” surge a finales de la década de 1980, dentro de la comunidad gay de San Francisco California, EUA. Se trata de un movimiento alternativo que surge como respuesta al prototipo de belleza masculina imperante en la
sociedad, consistente en dar gran relevancia al cuerpo joven, esbelto y depilado y
que es ensalzado en la publicidad y en los medios de comunicación. Muchas personas no se identifican con ese estereotipo, sino con atributos muy diferentes; así,
la barba, el vello corporal, la madurez, la corpulencia o el abdomen prominente
pueden ser también objetos de deseo.
La primera publicación que difundió el contexto alternativo gay de los osos fue
Bear Magazine, a partir de un grupo de personas que se reunían en el Lone Star,
un bar de San Francisco. Lo que en principio era un reducido movimiento de la
subcultura gay de esta ciudad se fue extendiendo a otras regiones, así como con
los boletines y tablones de anuncios por Internet. Se produjo de manera gradual
una importante transformación en los circuitos gays, un cambio para muchas personas en la manera de mirar a los demás y de mirarse a sí mismos.
El modelo de belleza masculino estandarizado dentro de la comunidad gay generaba una especie de exclusión, si no real, al menos sí virtual, de modo que a los
gays gordos, velludos o maduros se les hacía sentir poco atractivos, con pocas posibilidades de relacionarse afectivamente o de tener éxito sexual. Con la aparición
de este movimiento alternativo se valoran esos cuerpos, que gustaban a muchos
anteriormente, pero que parecía tabú reconocerlo y admitirlo. Los osos y afines
tienen ahora un referente cultural que les ha servido para crear lazos sociales y de
afecto, para sentirse atractivos y deseados, y también para contribuir a modificar
el falso estereotipo que contempla a los gays como personas afeminadas o fascinadas por el efebo adolescente.
Además de las referencias físicas, los colectivos de osos suelen potenciar ciertos
valores o “una cierta actitud” La amistad, la solidaridad, el respeto, la honestidad,
la tolerancia o dar importancia a lo lúdico son algunos de los valores que se encuentran a menudo en los ambientes de la comunidad de osos. Según este concepto, el oso es una persona sociable que aprecia y valora a sus amigos y su familia, se
acepta a sí mismo tal y como es, no se preocupa de los estereotipos establecidos
y no le importa lo que diga la sociedad. El fenómeno osuno generó en la década
32
La homosexualidad en contexto
de 1990 sus propias formas de organización e imagen, así como un importante
activismo. En la actualidad hay colectivos y bares de osos en muchos países del
mundo, incluyendo México. También en muchas ciudades se celebran reuniones
periódicamente, llamadas “quedadas”, que por lo general duran todo un fin de semana, en las que hay fiestas y demás eventos lúdicos, y que brindan la oportunidad de conocer personas de otros lugares.
Se publican numerosas revistas, entre ellas American Bear, Bear Magazine, Husky,
etc. Hay muchas páginas web de contactos dirigidas al colectivo osuno. También se
cuenta con productoras de películas y videos eróticos dirigidas específicamente a este
sector, con varias estrellas del “star porno bear”, siendo quizá el más conocido Jack
Radcliffe. Se han rodado películas con osos como protagonistas y se ha publicado un
ensayo analizando el fenómeno social de los osos titulado The Bear Book. Readings in
the History and Evolution of a Gay Male Subculture (El libro de los osos, lecturas acerca
de la historia y la evolución de la subcultura de los gays, del autor Les Wright.
TERMINOLOGÍA UTILIZADA POR LA COMUNIDAD DE OSOS
Cachorro (cub). Hombre joven con apariencia y complexión de oso.
Cazador (chaser, perseguidor). Persona que siente atracción por los osos y que
no corresponde a los estereotipos físicos de oso ni de cachorro.
Chubby o chub (gordito, regordete). Hombre obeso, generalmente sin vello corporal.
Leather bear (oso de cuero). Oso que además gusta de vestir cuero negro, como
marcan los cánones del fetichismo del cuero.
Lobo (wolf). Hombre de complexión normal y velludo.
Muscle bear: Oso musculado.
Nutria (otter). Hombre pequeño o delgado y velludo.
Oso (bear). Hombre con barba y generalmente con vello corporal y de complexión fuerte o gruesa, por lo regular de apariencia madura.
Oso polar (polar bear). Hombre maduro con apariencia de oso, canoso, con
barba y cabello prácticamente blancos.
Papá oso (daddy bear). Hombre grande y mayor que siente atracción por los
hombres jóvenes (cachorros).
Quedada: Encuentro organizado de osos.
Twink. Hombre gay entre 18 y 22 años con apariencia juvenil y belleza física; se
considera el símil del concepto “lolita” aplicable a la cultura gay.
En los anuncios personales y perfiles de Internet para describirse o indicar los
gustos físicos, se utiliza un código especial de letras, números y signos. La primera letra es B, significa barba y viene regulada con números del 0 al 9, que la siguen
para indicar la longitud y densidad de la barba. Las demás letras vienen seguidas
de uno de estos signos: (--,-,+,++,+++) para indicar en orden creciente la intensidad de la cualidad que se especifica. Así, -- indica nada en absoluto y +++ abundancia. Si no lleva signo detrás la letra, señala que la cualidad está en la media.
33
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
Las letras de cualidad y su significado son: f, vello; t, talla; w, peso; ”c, cachorro;
d, papá oso; g, grupo; k, morbo; s, sexo monógamo (-) o promiscuo (+); m, músculos; e, tamaño del pene; h, oso con bigote; r, si se prefiere la casa (-) o el exterior
(+). Los términos c y d, además de la juventud o madurez, pueden indicar la tendencia a ser protegido o protector en la relación, respectivamente.
EL MOVIMIENTO LEATHER
El Club Leather de México nació dentro y para el placer, reunir a hombres homosexuales, con un gusto o fascinación por el “cuero”, en relaciones fetichistas y/o
sadomasoquistas. Al aparecer, en el medio homosexual como un grupo lúdico de
encuentro, gana críticas, opiniones encontradas o prejuiciosas sobre sus actividades, esto a pesar de presentar una estrategia de trabajo con objetivos y ejes particulares de acción dentro de la salud, comunicación, cultura, sexo, política, etc.
Es importante puntualizar algunos aspectos y términos que caracterizan a este
movimiento. Fetichista es la persona a quien le resulta placentero relacionarse
sexoafectivamente con objetos, artículos o ropa (en este caso particular, ropa de
cuero, pantalones, chaparreras, gorras, guantes, botas, cintos, arneses, chamarras,
entre otros accesorios), y que disfrutan usándolos, tocando, mirando, lamiendo,
oliendo, teniendo relaciones sexuales con ella puesta, etc. Se entiende como sádico a la persona a quien de manera consciente le resulta placentero infligir dolor
físico o emocional a otras personas, respetando límites o convenios mutuos libremente asumidos. Como masoquista se incluye a la persona a quien, de manera
libre y consciente, le resulta placentero recibir dolor de otra persona de manera física o emocional, dentro de límites o convenios libremente asumidos, enfatizando
los conceptos del movimiento Leather internacional de sano, seguro y consensuado, en contra de la violencia y el racismo.
A principios de la década de 1980 se organizaron fiestas temáticas, privadas y muy
exclusivas en elegantes casas o departamentos de la ciudad de México, a las que asistían primordialmente homosexuales de clases sociales altas. En varias de ellas se solicitaba atuendo leather, y algunos de los organizadores habían entrado en contacto y
acción con lugares de cuero de EUA y Europa. En 1987, al sur de la ciudad de México, se abre (bajo la batuta de Luis González de Alba, mítico militante del movimiento estudiantil de 1968) el bar leather “El Vaquero”. En la puerta de entrada un letrero
anunciaba: Ingreso sólo en ropa de cuero, atuendo vaquero y botas, sin loción. El código de ingreso opera por corto tiempo, y ante la baja afluencia del sector leather se
abre a todo tipo de visitantes. Lo único que se mantiene es que sólo ingresan hombres.
Con el tiempo se convirtió en otro lugar más de convivencia. Los contactos entre afines se daban por medio de mensajes dejados en la tienda de “El Vaquero”; anuncios
clasificados en las revistas Ambiente, Apolo, Macho Tips, Diferente o Hermes”; bares y
discotecas como “El nueve”, “El Vaquero”, “Cyprus”, “El Taller” y “Spartacus”. Entre las
opciones podía optarse por asistir a una disco, bar, ligar en cines, baños públicos de
tiendas o restaurantes. Entre los anuncios aparecían ocasionalmente algunos redactados con una palabra clave y que pocos entendían en toda su amplitud: Leather.
34
La homosexualidad en contexto
Buscando el respeto hacia la diversidad sexual, colaboran y participan en actividades sexo-políticas en foros como el de Reflexión para Hombres Gay, Redhom,
Unigay, Foros Electorales sobre Derechos Humanos para Gays y Lesbianas, Caminata nocturna silenciosa por los afectados y muertos por el VIH-sida, la Ley para
Sociedades de Convivencia y la Marcha del Orgullo Gay.
El Club Leather de México es un grupo no discriminatorio, y la diversidad de los
miembros que lo conforman comprueba esta aseveración. Si bien el gusto por el
cuero los reúne, promueven valores que consideran importantes para una mejor
interrelación personal: respeto, seguridad y confianza. Forman parte del abanico
de opciones del movimiento gay mexicano. Mantienen presencia permanentemente en las publicaciones Ser gay, Homópolis y Enkidu Magazine, revista electrónica sobre diversidad, sexualidad, género y cultura, con anuncios y artículos.
EL MOVIMIENTO VAQUERO GAY
Realmente no existe mucha información al respecto, pero el movimiento vaquero
gay en México inició con un pequeño grupo de amigos de la ciudad de Monterrey
N.L, León, Gto. y Guadalajara, Jal. En 2007, Julio Clevenger creó una página web
llamada machovaquero.com, que tuvo buen recibimiento y logró posicionarse rápidamente entre los interesados en el movimiento, incluso del extranjero, principalmente de EUA. Los primeros eventos de la comunidad se originaron en las
ciudades de Monterrey, León y Zacatecas. Posteriormente, el grupo fue tomando
fuerza y se fundaron otras fraternidades, y cada estado creó sus propias páginas
web. En la actualidad existen eventos que se realizan cada mes en diferentes ciudades de México, Zacatecas, León, Guadalajara, Chihuahua, Saltillo y Cancún, así
como en Las Vegas y Los Ángeles, EUA.
El perfil de un vaquero gay se ha modificado con el devenir del tiempo. Anteriormente la imagen consistía en camisa de cuadros, pantalón de mezclilla, sombrero y botas. en la actualidad se ha dado brillos al atuendo, cintos de pedrería,
camisas con brillos, botas más llamativas y sombreros con toquillas de piedras,
entre otros accesorios.
LA LEY DE SOCIEDADES DE CONVIVENCIA, ¿ANTECEDENTE DEL MATRIMONIO GAY?
El colectivo LGBTTTIP ha ido ganando algunos derechos en los primeros años
del siglo XXI. El 29 de abril de 2003 se aprobó la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación. La ley, que ha sido criticada como insuficiente, dio pie
a la creación del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred),
que se encarga de recibir y resolver casos de discriminación, así como de desarrollar acciones para proteger a todos los ciudadanos y las ciudadanas de toda
distinción o exclusión basada en el origen étnico o nacional, género, edad, discapacidad, condición social o económica, condiciones de salud, embarazo, lengua,
religión, opiniones, preferencias de género, estado civil o cualquier otra, que impida o anule el reconocimiento o el ejercicio de los derechos y la igualdad real de
oportunidades de las personas.
35
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
La Ley de Sociedad de Convivencia fue aprobada el 9 de noviembre de 2006
por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y publicada el 16 de noviembre
del 2006. Los lineamientos para su aplicación fueron publicados el 5 de marzo del
mismo año. Dio reconocimiento legal a aquellos hogares formados por personas
sin parentesco consanguíneo o por afinidad. La ley contempla y protege los derechos y obligaciones de los miembros de la sociedad de convivencia, . entre los
que se encuentra el derecho a heredar (la sucesión legítima intestamentaria), a la
subrogación del arrendamiento, a recibir alimentos en caso de necesidad y a la tutela legítima. En casi todo México sólo gozan de estos derechos los ascendientes,
descendientes o el cónyuge legal de una persona. Desde el 16 de marzo de 2007 se
pueden registrar sociedades de convivencia en el Distrito Federal. El primer estado mexicano en que se legalizaron las uniones civiles fue Coahuila, el 11 enero de
2007, bajo el nombre de pacto civil de solidaridad. El congreso coahuilense modificó el Código civil en la entidad para introducir la nueva forma de convivencia.
A pesar de estos avances, en el año 2006 la población mexicana se oponía mayoritariamente al matrimonio homosexual. En una encuesta, 61% de los encuestados respondió “no” a la pregunta de si apoyarían una enmienda a la Constitución
para legalizar el matrimonio homosexual. Sólo 17% respondieron afirmativamente, y 14% no dieron o no tenían opinión. En la misma encuesta, 41% se oponía a
la posibilidad de dar los mismos derechos que los disfrutados por un matrimonio
a una pareja gay registrada, apoyando esta posibilidad sólo 28%.
La ley de convivencia es una ley civil autónoma de interés público. Aun si se limitara a dar algún beneficio a una minoría, seguiría conservando este carácter, pero en
realidad reconoce derechos y obligaciones a las personas que suscriben un convenio
de sociedad de convivencia. Desde el momento en que los convivientes firman su
convenio, adquieren derechos y obligaciones bilaterales. Al registrar este convenio
ante la Dirección Jurídica de la Delegación Política correspondiente, comienzan a
surtir efecto sus derechos oponibles a terceros, equivalentes a concubinos (pareja de
hecho). Luego de 2 años del registro, se adquiere además el derecho a ejercer legítimamente la tutela sobre la persona conviviente y sus bienes (en caso de enfermedad
grave o imposibilidad de gobernarse), de manera equivalente a los cónyuges.
Esta ley adquirió notable celebridad debido a que los medios de comunicación la
manejaron como una legislación presuntamente destinada a equiparar las relaciones homosexuales al matrimonio. En realidad, esta ley no reconoce vínculos familiares y solamente concierne a los adultos (de cualquier género) que subscriben el
convenio, y en ningún caso a los menores hijos de cualquiera de los convivientes.
Además, el hecho de establecer una sociedad de convivencia no cambia el estado civil de los convivientes, que siguen siendo solteros legalmente. Por ello, la sociedad
de convivencia no es realmente equiparable a un matrimonio, siendo más bien una
forma de unión civil. Dado que la Ley de Sociedad de Convivencia no presupone
necesariamente un proyecto de vida en común (más allá de compartir un ámbito
doméstico con voluntad de permanencia y de brindarse apoyo mutuo y solidaridad), no implica necesariamente relaciones sexuales entre los convivientes. Otras
36
La homosexualidad en contexto
formas de convivencia doméstica entre personas sin parentesco pueden acogerse a
la sociedad de convivencia, tales como amigos solteros, viudos o divorciados; estudiantes de otros estados que comparten vivienda y se apoyan solidariamente; una
madrina y una ahijada; una persona anciana y la persona a cargo de sus cuidados,
etc. Dado que la sociedad de convivencia puede terminarse por mera notificación
de una de las partes (o de ambas) a la Dirección Jurídica de la Delegación Política,
cada vez más parejas heterosexuales la consideran seriamente como una opción
menos coercitiva que el contrato matrimonial convencional.
EL MATRIMONIO GAY
El matrimonio entre personas del mismo género, matrimonio homosexual, matrimonio homoparental o matrimonio igualitario, es el reconocimiento jurídico que regula la relación y convivencia de dos personas del mismo género, con
iguales requisitos y efectos que los existentes para los matrimonios entre personas
de distinto género. Se mantienen la naturaleza, los requisitos y los efectos que el
ordenamiento jurídico venía reconociendo previamente a los matrimonios.
Junto a la institución del matrimonio, y como alternativa, o en ocasiones superponiéndose a la regulación del matrimonio entre personas del mismo género,
existen instituciones civiles adicionales, muy diferentes en cada país y comunidad,
con denominaciones distintas, como parejas de hecho o uniones civiles (entre
otras denominaciones), cada cual de una naturaleza, requisitos y efectos ad hoc,
según la realidad social, histórica, sociológica, jurídica y aun política de cada sociedad. Estas instituciones son consideradas por movimientos de Derechos Humanos como instituciones apartheid.
El matrimonio entre personas del mismo género es un tema de Derechos Humanos Universales respaldado por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que considera que el matrimonio es un
derecho que asiste a todas las personas con independencia de su orientación sexual. Diversas organizaciones de defensa de los derechos humanos trabajan para
ver reconocido este derecho. Este apoyo se basa en el argumento de la igualdad
ante la ley de todos los ciudadanos, así como en los problemas de salud física y
mental que puede acarrear a las parejas del mismo género la prohibición del acceso al matrimonio. El rechazo al matrimonio entre personas del mismo género
es atribuido a la homofobia o al heterosexismo, y establece comparaciones entre
las prohibiciones al matrimonio homosexual y las antiguas prohibiciones al matrimonio interracial.
El 21 de diciembre de 2009, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó por mayoría de 39 votos a favor, 20 en contra y cinco abstenciones, el establecimiento de la alianza entre personas del mismo género, incluyendo su derecho
a la adopción, a partir de la iniciativa presentada por el Partido de la Revolución
Democrática. Esto convirtió al Distrito Federal en la única entidad federativa de
México y la primera de América Latina que aprueba ese tipo de unión. La iniciativa incluye reformas a seis artículos del código civil, 54 en especial al artículo 146,
37
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
para que en lugar de establecer “El matrimonio es la unión libre de un hombre y
una mujer (...)”, como antes estaba señalado, por “La unión libre de dos personas
(...)”, y al artículo 391, referido a la adopción, de la que podrán disponer las parejas
del mismo sexo. En consecuencia, toda pareja, independientemente de su orientación sexual, podrá casarse en dicha entidad federativa y adoptar en la misma,
cuando los dos estén conformes en considerar al adoptado como hijo (...).
Hasta el mes de abril de 2012 se habían efectuado en la ciudad de México 1450
matrimonios, de los cuales 800 correspondían a hombres, 650 a mujeres, 2714 a
consortes mexicanos, y 186 a extranjeros. Entre las principales nacionalidades de
extranjeros figuran: Rumania, Irlanda, Austria, Alemania, España, Italia, Francia, Inglaterra, Venezuela, Perú, Brasil, Chile, Colombia, EUA, Canadá, Panamá y
Guatemala. Respecto a las delegaciones donde radican más consortes se encuentran: Cuauhtémoc, 614; Benito Juárez, 347, y Gustavo A. Madero, 326. Donde radican menos consortes se tiene: Xochimilco, 38; Cuajimalpa, 23, y Milpa Alta, 2.
Rangos de edades más frecuentes de los consortes: de 21 a 30, 957; de 31 a 40 años,
939; de 41 a 50 años, 600. Régimen: Bienes mancomunados, 916 matrimonios, y
separación de bienes, 534 matrimonios.
Es de puntualizar que, aunque muchos medios de comunicación, organizaciones de derechos humanos y de la sociedad civil, asociaciones políticas y varios políticos locales quisieron hacer énfasis en que esos derechos fueron adquiridos en
el Distrito Federal para la comunidad integrada por las minorías sexuales (reconocida internacionalmente como comunidad LGBTTTI, por sus siglas en inglés),
la generalidad de la reforma, así como su terminología legal, desvirtúan de hecho
el que haya sido un logro de los miembros no heterosexuales de la sociedad mexicana. Ello resulta todavía más evidente unos cuantos meses después de la euforia
inicial provocada por las enmiendas, pues son modificaciones tendientes a evitar cualquier tipo de discriminación (por ejemplo, entre quienes son consortes y
quienes son concubinos).
Cabe señalar que algunas facciones políticas ya estudian hacer lo mismo en las
ciudades de Monterrey, Guadalajara y Veracruz, así como el acceso a los derechos de
los cónyuges en un matrimonio civil reconocido por la autoridad (distintos de los
derechos de los concubinos y de los miembros de las sociedades de convivencia), tales como la seguridad social (en trámite en el ámbito federal), la pensión por viudez
o divorcio, y también la unión del patrimonio para solicitar préstamos personales.
Algunos estados con gobiernos de tendencia conservadora, regidos por el Partido Acción Nacional, promovieron un juicio ante la Suprema Corte de Justicia para
no reconocer los enlaces entre personas homosexuales, en el que argumentaban que
los residentes de los estados en donde la unión civil entre personas del mismo sexo
no está permitido irían al Distrito Federal a contraer nupcias y luego regresarían a
su estado de residencia exigiendo los derechos que esa entidad concede a los matrimonios. Al respecto, la Suprema Corte resolvió que las demandas de dichos estados eran “notoriamente improcedentes”. No fue sino hasta el 5 de agosto de 2010
que la Suprema Corte decidió, por nueve votos contra dos, que los demás estados
38
La homosexualidad en contexto
de la República mexicana están obligados a reconocer la validez de los casamientos
entre personas del mismo sexo que se realicen en el Distrito Federal, pero que si la
aplicación de aquella norma (art. 146 del Código Civil del Distrito Federal) genera
conflicto en esos estados, serán los tribunales locales los que definirán qué hacer en
cada caso.
LA ADOPCIÓN HOMOPARENTAL
Desde el mes de diciembre del año 2009 se permite la adopción a parejas homosexuales en la ciudad de México. Fue el Distrito Federal la primera localidad en
el país en autorizar la adopción a personas homosexuales, lo cual ha provocado
rechazo por parte de la Iglesia católica y ha sido impugnado sin éxito por el Partido Acción Nacional, en cuya impugnación ante la Suprema Corte de Justicia de
la Nación se elevó a rango federal el reconocimiento y derechos de los que en el
Distrito Federal adopten a uno o varios infantes. En el Distrito Federal y otros
estados de la República mexicana la población menor de 35 años se ha manifestado a favor de la medida, mientras el rechazo, generalmente por cuestiones religiosas, se incrementa con la edad. El 18 de agosto del 2010, el Supremo Tribunal
resolvió que las parejas homosexuales tienen el mismo derecho de poder adoptar
a un menor en la ciudad de México. A la fecha diversos expertos en la materia se
encuentran investigando sobre el futuro que tendrá dicha disposición legal, toda
vez que públicamente los ministros de la Suprema Corte han declarado que hay
materias, como la de seguridad social, que no se encuentran aún previstas en las
leyes aplicables; tal es el caso de las garantías a cargo del Instituto Mexicano del
Seguro Social a hombres y mujeres distintamente, por lo que las parejas del mismo género estarían desprotegidas por el cuerpo jurídico que aplica actualmente
al estado mexicano.
POSTURAS DE LA RELIGIÓN ACERCA DE LA HOMOSEXUALIDAD
Las religiones como instituciones promueven un conjunto de creencias, valores e
instrucciones que son introyectadas por los individuos y llegan a influir en su conducta. La relación entre las religiones y la sexualidad implica una moral sexual,
entendida no como parte de la moral general o común a todos sino como la parte
de la moral religiosa que implica restricciones u obligaciones al comportamiento
sexual. Varía enormemente en el tiempo entre unas y otras épocas, así como entre
distintas civilizaciones o culturas. Las normas sociales y los estándares de conducta de las sociedades en lo que se refiere a la sexualidad suelen ligarse a creencias
religiosas. De acuerdo con esto, la mayor parte de las religiones han visto la necesidad de dirigir la cuestión de un papel “propio” de la sexualidad en las interacciones humanas. Diferentes religiones tienen distintos códigos de moral sexual, que
regulan la actividad sexual o asignan valores normativos a ciertas acciones o pensamientos cargados de contenido sexual.
Sin duda, la religión católica es la que mayor influencia ejerce en la sociedad
latinoamericana, no sólo sobre el ciudadano individual sino incluso a niveles
39
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
gubernamentales, de políticas educativas y sanitarias. Las bases de muchos puntos de vista católicos provienen de la idea de que la sexualidad humana fue creada por Dios con el propósito de la procreación y la intimidad que proporciona a
una pareja sexualmente activa una relación íntima, emocional y espiritual a través
de la relación física. De ese modo, el sexo debe restringirse a una relación de por
vida entre un hombre y una mujer. Dado el énfasis en la función procreativa del
sexo, las relaciones sexuales y los actos sexuales específicos que no conduzcan a
la concepción son desaconsejados o expresamente prohibidos. La Iglesia católica,
reflexionando a la luz de la palabra de Dios y de la recta razón bajo la guía del Espíritu Santo, siempre ha enseñado que el acto homosexual es un pecado objetivamente grave. La Congregación para la Doctrina de la Fe declaró en 1975: “Según
el orden moral objetivo, las relaciones homosexuales son actos privados de su regla esencial e indispensable. En las Sagradas Escrituras están condenados como
graves depravaciones e incluso presentados como la triste consecuencia de una
repulsa de Dios”.
Sin embargo, la Iglesia distingue entre la maldad objetiva de la actividad homosexual y la responsabilidad subjetiva de quien la realiza. Esa misma declaración
del año 1975 menciona: “Este juicio de la Escritura no permite concluir que todos los que padecen de esta anomalía son del todo responsables, personalmente,
de sus manifestaciones; pero atestigua que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados y que no pueden recibir aprobación en ningún caso. Esto
no quiere decir que las personas que practican estos actos siempre sean subjetivamente excusables, sino que a veces la ignorancia, el abuso de otras personas, las
influencias ambientales muy fuertes, etc., pueden conducirlas a realizar actos no
totalmente libres. Sin embargo, tales actos son gravemente malos en sí mismos,
pues ofenden a Dios y van en contra del bien auténtico de la persona humana. Es
necesario precisar, por el contrario, que la particular ‘inclinación’ de la persona
homosexual, aunque en sí no sea pecado, constituye sin embargo una tendencia,
más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el
punto de vista moral. Por este motivo, la ‘inclinación’ misma debe ser considerada
como objetivamente desordenada”.
La Iglesia católica expone: “Indudablemente, estas personas homosexuales deben ser acogidas, en la acción pastoral, con comprensión y deben ser sostenidas
en la esperanza de superar sus dificultades personales y su inadaptación social.
También su culpabilidad debe ser juzgada con prudencia”. Sin embargo, dicha
atención pastoral no debe degenerar en una aceptación de la actividad homosexual como algo no reprobable. “Quienes se encuentran en esta condición deben, por tanto, ser objeto de una particular atención pastoral, para que no lleguen
a creer que la realización concreta de tal ‘tendencia’ en las relaciones homosexuales es una opción moralmente aceptable”.
Por su parte, los evangélicos creen que Dios puede sanar y curará completamente a un individuo cambiando su orientación sexual de homosexual a heterosexual por la intercesión de quienes piadosamente piden en fe su sanación. Los
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La homosexualidad en contexto
evangélicos propenden a pensar la homosexualidad como originada por el ambiente (por ejemplo, la niñez). Algunos evangélicos no piensan que una persona
nazca con una predisposición a la homosexualidad. Se puede entender porque
los evangélicos no entienden el concepto de “pecado original” como los católicos.
Los adventistas del séptimo día consideran que la intimidad sexual es apropiada únicamente dentro de la relación marital de un hombre y una mujer. Ese fue
el designio establecido por Dios en la creación. Las Escrituras declaran: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una
sola carne” (Génesis 2:24). La Biblia no da cabida a la actividad o relación homosexual. Los actos sexuales realizados fuera del círculo de un matrimonio heterosexual están prohibidos (Levítico 20:7-21; Romanos 1:24-27; Corintios 6:9-11).
Jesucristo reafirmó el propósito de la creación divina cuando dijo: “¿No habéis
leído que el que los hizo al principio, varón y hembra, los hizo, y dijo: Por esto
el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola
carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne.” (Mateo 19:4-6). Por estas
razones, los miembros de la iglesia adventista se oponen a las prácticas y relaciones homosexuales.
Para los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, o
Iglesia mormona, dicha Iglesia no expresa que las personas con sentimientos homosexuales son esencialmente pecaminosas o maliciosas. La Iglesia reconoce las
investigaciones que sugieren que en la mayoría de los casos los sentimientos homosexuales vienen de una combinación compleja de genes y del ambiente, y no
de una decisión consciente. Los mormones homosexuales se encuentran en una
posición en la que necesitan escoger entre confiar en la expiación de Cristo para
superar emociones que contribuyen a la atracción por personas del mismo sexo o
distanciarse de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, a causa de
una determinación dispuesta a seguir un estilo de vida homosexual. Para la Iglesia
mormona, al igual que otros tipos de fe como la Iglesia católica y muchos grupos
cristianos evangélicos, sostienen que la homosexualidad es un pecado. La estricta Ley de Castidad de la Iglesia aplicada contra el político movimiento prohomosexual algunas veces dificulta que la familia o miembros de la Iglesia simpaticen o
brinden ayuda positiva a aquellos que luchan con sentimientos homosexuales, y
puede generar un estigma añadido a los mormones homosexuales.
Por su parte, los Testigos de Jehová también consideran que la práctica de la homosexualidad es un pecado contranatural, según su interpretación del Levítico
(20:13) y la primera epístola a los corintios (6:9,10). Consideran a la homosexualidad como un defecto o desviación que se puede y se debe corregir. La atribuyen
al vicio de algunos o bien a una educación defectuosa, pero en ningún caso creen
que sea algo natural. La condenación es clara y no necesita interpretación: “Ni fornicadores, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres
que se acuestan con hombres, heredarán el reino de Dios”. según los Testigos de
Jehová, las personas que tengan deseos homosexuales tienen que combatirlos de
manera enérgica, porque se hallan mentalmente en oscuridad y están alejados de
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LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
la vida que pertenece a Dios”. Por consiguiente, los jóvenes que sienten atracción
por su propio sexo no deben ceder frente a sus sentimientos. Para los Testigos de
Jehová, la Biblia transmite que esa forma de vida realmente es enfermiza y pervertida, y cuyas prácticas homosexuales son repulsivas, violentas y completamente
sádicas. Y lo mismo opina sobre la homosexualidad entre mujeres.
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4
LA HOMOSEXUALIDAD FEMENINA,
AL REENCUENTRO DE SAFO
Te dibujo, te vuelvo a dibujar, trazo los contornos de tu cuerpo,
le pongo tres puntos de suspenso… tus pezones y tu ombligo,
mar arriba otros tres puntos, tus ojos y tu boca,
te dibujo como deslumbrada en tu blancura,
te corono con la caligrafía alucinada de tu melena de rizos.
Sabina Berman, 1955.
A lo largo de la historia han existido mujeres que por su orientación sexual han
permanecido en la invisibilidad. No han sido sólo las mujeres en la totalidad de
los casos uno de los sectores más discriminados a lo largo de los siglos; las lesbianas como mujeres han sido doblemente discriminadas y castigadas. Lo interesante de todo esto es que, no por esa especie de ostracismo antihumano, degradante
de la condición del ser, han logrado muchas de estas mujeres sobresalir en el mundo de las letras, la filosofía y las artes, como la pintura, la música, la fotografía, la
medicina, la política e innumerables sectores de la vida. La homosexualidad femenina sólo se concebía entre ciertas mujeres, como las prostitutas, pero en términos generales se entendía como un rechazo implícito a ser sometida a un varón, y
cuestiona el estatus de éste como único proveedor de placer. Si las relaciones lésbicas se interpretaban como un intento por sustituir al hombre, no es de extrañar
que le resultara amenazante a un patriarcado sediento de poder.
Debido al sexismo, la homosexualidad femenina ha sido siempre menos entendida y por ello también menos estudiada que la homosexualidad masculina;
evidentemente, esto es una situación común a todas las mujeres en general y a
cualquier minoría sexual. Sin embargo, hay que decir que a lo largo de la historia las lesbianas han permitido –bien por censura social, bien por omisión– que
se sepa más de ellas por los escritos hechos por hombres heterosexuales, que las
han analizado como sujetos clínicos, inmorales, morbosos, que por lo que las propias lesbianas han escrito de ellas mismas. La homosexualidad femenina ha sido
considerada y estudiada de manera tradicional casi exclusivamente en términos
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LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
procedentes de la experiencia o estudio de los hombres, concentrándose en aspectos como las formas de establecer las relaciones y acceder a la sexualidad, en la expresión sexual y en la duración de las relaciones.
El lesbianismo fue definido como una experiencia de una minoría que se diferenciaba bastante poco de los modelos masculinos. Actualmente, existe abundancia de pruebas que permiten establecer diferencias entre experiencias de mujeres
lesbianas y experiencias de homosexuales masculinos. Las propias lesbianas afirman que no son simplemente unas reproducciones femeninas de los hombres
gays. La “identidad lésbica” específica surgió más tarde que la masculina, el desarrollo subcultural ha sido más lento y las formas de relaciones son diferentes.
En el contexto social, la mujer es sectorialmente enfocada en su formación hacia
un hiperdesarrollo del mundo afectivo. La familia y la maternidad constituyen los
elementos capitales y básicos de las propuestas que se hacen en este enfoque de la
afectividad femenina, pero al mismo tiempo la sexualidad, en su sentido más estricto, es especialmente reprimida. Así, se lleva a cabo una exclusión de las vertientes
más específicamente corporales o genitales. Todo contribuye a que la mujer se constituya en un objeto más que un sujeto de la sexualidad dentro de nuestra sociedad.
Tal negación del mundo sexual femenino trae también consigo el que la homosexualidad femenina sea por ello comúnmente más aceptada o, quizás sea más
exacto afirmar, menos condenada. De este hecho dan testimonio elocuente las
diversas legislaciones que sobre la homosexualidad se han ido sucediendo en la
historia. Contrastan con las terribles condenas de la homosexualidad masculina,
el silencio y el olvido casi generalizado de la homosexualidad femenina. El contexto histórico da cuenta de estas mujeres. En el mismo Código de Hammurabi
aparece la caracterización de Salzikrum, como una especie de mujer-hombre, con
diferentes derechos de herencia respecto a otras mujeres. Eran mujeres que probablemente estaban destinadas a un rol de sacerdotisas, podían tener una o varias
esposas, así como la posibilidad de adoptar hijos.
A lo largo de la historia, el lesbianismo ha sufrido tratos y actitudes diferentes.
Respecto a las épocas, ha habido lugares donde era completamente admitido, como
en ciertas regiones de Albania y la ahora ex Yugoslavia. En ciertas regiones de Italia,
y particularmente en lugares muy apartados de la “civilización”, las relaciones homosexuales eran consideradas una práctica común; las historias relacionadas con
estas relaciones han sido rescatadas gracias a la transmisión oral, cuentos, proverbios, fábulas y canciones, y son ejemplos también la existencia de prácticas lésbicas
en comunidades aisladas. La existencia de relaciones amorosas entre mujeres era
práctica normal en regiones como Cabria, zonas donde difícilmente accedía el imperio de la ley. En esas zonas montañosas y salvajes habitaban las sbraie, mujeres
que no tenían ningún contacto con los hombres, y dicha práctica no era tenida demasiado en cuenta. En la cultura china algunos historiadores evidencian ciertos elementos que denotan la existencia de relaciones lésbicas. Al respecto, Boswell refiere
una cita de Ying Shao (1402 d.C.): “Cuando dos mujeres se relacionan entre sí como
marido y mujer se denomina esa situación como dui shi”. Existe cierta unanimidad
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La homosexualidad femenida, al reencuentro de Safo
entre los historiadores sobre el hecho de que el primer texto poético en la historia
pertenece a una mujer de nombre Enheduanna, una sacerdotisa sumeria que entonaba exaltados cantos a su diosa. Judy Grahn efectúa una lectura lésbica de dichos
himnos, cuya existencia se remonta al año 2300 a.C. Dicha mujer era una sacerdotisa y en sus himnos honraba el poder de la diosa Inanna. La presunción discutible
de Grahn surge de las descripciones que hacía sobre Inanna y su belleza física, junto
a narraciones altamente sensuales, refiriéndose a sí misma además como la “esposa”
de Inanna. Uno de los registros es del grupo Tupinamba, en el que los hombres homosexuales eran llamados tibira y las mujeres lesbianas cacoaimbeguira. Gandavo, un cronista de la época, describió en 1587 la conducta de esas mujeres-macho:
“Hay algunas indígenas que no conocen hombre alguno... abandonan las tareas de
las mujeres e imitan a los hombres, siguen sus oficios como si no fuesen mujeres.
Llevan los cabellos cortados de la misma manera que los machos y van a la guerra
con sus arcos y flechas y a la caza, preservando siempre la compañía de los hombres”.
En Lesbos, al igual que en otros lugares de la Grecia antigua, la mujer gozaba
casi de los mismos derechos que los hombres. En esas ciudades, las culturas dórica
y eólica –entre otras– se hallaban fuertemente arraigadas, y aunque en ellas el poder estaba en manos de unas cuantas familias aristocráticas, en la práctica existía
una democracia más sólida que en ciudades de tradición jónica, como Atenas, en
la que imperaba una cultura eminentemente sexista. No es de extrañar que pasado el tiempo y en la gloriosa época de Pericles, cuando Atenas alcanza su máximo
esplendor, los cómicos atenienses, transmitiendo los sentimientos de su pueblo,
tildasen a Safo de meretriz y cortesana, entre otros desafortunados calificativos.
En la gloriosa Atenas, cuna de la democracia, sólo las mujeres que vendían su
cuerpo (las denominadas friné) tenían acceso a la cultura y a la vida social. Las
demás permanecían recluidas en sus casas, presas de la ignorancia, dedicadas a
las labores del hogar, como custodias y transmisoras de los valores tradicionales
que las privaban a ellas y a sus hijas de los más elementales derechos. Safo, que tenía una manera distinta a la de las atenienses de entender la vida, fundó en su isla
natal una academia para mujeres jóvenes, consagrada a la diosa Afrodita, a quien
dedicó emotivos poemas. Afrodita, que era una de las divinidades de la mitología
griega, pasó a formar parte de la mitología romana con el nombre de Venus. Era
la diosa de la belleza, del amor y de la vida universal.
Safo es la primera artista femenina de las letras del mundo occidental. Alrededor de su persona y de su obra se han tejido innumerables leyendas, pero existen
algunos escritos helenos contemporáneos de la poetisa –la mayoría posteriores a
su existencia– que legan algunos testimonios de su vida y obra. Safo vivió en el
siglo VI antes de Cristo, es decir, es anterior al denominado Siglo de Oro de Pericles, periodo cumbre de las artes griegas en la antigüedad. La poetisa nació en
Mitilene, isla de Lesbos, en el seno de una familia noble y de gran belleza física.
Según Heródoto, su padre se llamó Escamandrónimo y su madre Cleis. Platón la
llamó la décima musa y Plutarco, la bella Safo. Se le atribuye la invención del metro sáfico, adoptado por Cátulo y Horacio. Escribió en dialecto eolio.
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LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
En la Edad Media, en una sociedad esencialmente falocéntrica o falocrática, era
bastante difícil aceptar que las mujeres podían sentirse atraídas hacia otras mujeres. Eran conocidos los casos de juicios de homosexuales masculinos, quienes
eran condenados a perecer en la hoguera, pero las lesbianas prácticamente no
“existían”, no para la ley, la medicina ni la opinión pública.
Siglos más tarde se encontraron sentencias, como la de san Anselmo en su Epístola a los Romanos 1:26: “Se ve a las mujeres atentar contra la naturaleza al cometer actos vergonzosos con otras mujeres”. Pedro Abelardo se pronunció en estos
términos: “Es contranatura. Dios creó los genitales femeninos para uso de los
hombres, y viceversa, y no para que las mujeres pudiesen cohabitar con otras mujeres.” Santo Tomás, con su influyente Suma Teológica, sostiene que existen cuatro
categorías de vicios contra la naturaleza, y enumera la masturbación, el coito con
los animales, el coito en una posición no natural y la cópula con el sexo indebido,
macho con macho, hembra con hembra. Del mismo modo, san Antonio (13631451), arzobispo de la ciudad de Florencia, clasificó la sexualidad lésbica como la
octava de nueve categorías del pecado de lujuria.
En el siglo XVI, el penalista Carlos Borromeo especificó: “Si una mujer fornica
con otra mujer, le corresponderá dos años de penitenciaría”. En los Concilios de
París (1212) y Ruán (1214) se establece la prohibición a las hermanas de dormir
juntas, con orden de mantener una luz encendida en la puerta de los dormitorios
durante toda la noche. A partir del siglo XIII comenzaron a ser frecuentes determinadas órdenes dentro de las reglas monásticas, como la de pedir la abstención
de las monjas de visitar las celdas de otras hermanas, prohibiendo que “tranquen”
sus puertas con el fin de poder ser controladas por la abadesa y evitar que se traben relaciones de amistad especiales entre las hermanas.
El lesbianismo, también llamado safismo, fue severamente perseguido y reprimido durante muchos años. Por ejemplo, en New Haven (EUA) en 1765 se las
castigaba con la pena de muerte. En ese mismo país, en 1800 se aconsejaba la extirpación del clítoris y los ovarios de las lesbianas. Aun en ese siglo se consideraba a la homosexualidad femenina como un crimen o una enfermedad mental, y
hasta se han descrito técnicas de lobotomía para dejarlas sin respuesta sexual. Es
claro que la lesbiana cuestiona seriamente los pilares de esta sociedad: la dependencia con respecto al varón, el matrimonio, la familia y la maternidad.
El placer orgásmico en las relaciones homosexuales se produce de varias maneras, preferentemente por estimulación clitoridiana manual u oral, del punto G o
por la introducción de los dedos o de algún artefacto fálico en la vagina. La mayoría de los varones piensa que las mujeres sólo pueden gozar con la introducción
de un falo intravaginal; no dimensionan que también suelen gustar de estimulación no penetrante. De ahí que muchas mujeres señalan que llegaron por primera vez al orgasmo, o lo lograban con mayor facilidad, cuando fueron estimuladas
por otras mujeres: “la amiga se complace en la certeza de acariciar un cuerpo del
cual conoce todos los secretos y cuyas preferencias les son señaladas por su propio cuerpo”.
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La homosexualidad femenida, al reencuentro de Safo
En la mayoría de los contextos en los que se habla de homosexualidad, ésta se refiere a los hombres gay, ya que las mujeres lesbianas son casi invisibles, en el fondo
porque vivimos en una sociedad dominada por el hombre. Desde el contexto judeocristiano, no se sanciona a las mujeres por relacionarse con personas de su mismo
género, dado que ellas no pierden células germinales en el orgasmo y en cambio,
bajo esta ideología, el pecado supremo es “desperdiciar el semen impregnador”.
La mujer es más invisible que el hombre al margen de si es homosexual o heterosexual. A la vida del hombre se le da más espacio y se considera más interesante, independientemente de si es homosexual o heterosexual. En los últimos años, las lesbianas
se han vuelto cada vez más visibles. En los medios de comunicación, mujeres famosas se han mostrado de manera abierta como homosexuales, y la decisión de algunas
de tener hijos ha llamado poderosamente la atención. Cada vez más se habla tanto de
hombres como de mujeres en relación con la homosexualidad. Las imágenes existentes de la mujer lesbiana son generalmente estereotipos. A principios del presente siglo
se describía a la mujer lesbiana como una mujer mayor, generalmente experimentada
y muy astuta. A menudo era profesora en una escuela de señoritas, un internado o un
reformatorio, donde intencionalmente intentaba seducir a niñas “jóvenes e inocentes”.
Durante la década de 1970 aparece la imagen de la mujer lesbiana como una mujer hombruna, cortada a rape, con una fuerte aversión a los hombres y militante en
el nuevo movimiento feminista. La finalidad de esas imágenes difamatorias es ante
todo la de intimidar y distorsionar. La profesora de la escuela de señoritas constituye una amenaza contra el papel que juega la mujer, al ser soltera y económicamente
independiente. Lo mismo sucede con la feminista que se las arregla sin los hombres.
Las mujeres homosexuales han recurrido en diferentes épocas a diferentes medios o lugares en donde sólo se encontraban mujeres. Puede ser la escuela para señoritas, el movimiento feminista, el cuerpo femenino de la defensa civil, los scouts
o el equipo de futbol. Pero también existen desde hace tiempo clubes y asociaciones para lesbianas; una de las primeras fue “Diana”, que se fundó en cincuentava
década de 1950. El hecho de que los hombres gay sean más visibles que las lesbianas en la sociedad no significa que sea más fácil ser gay, ya que es justamente
en el caso de los hombres homosexuales cuando la relación entre “visibilidad” y
prejuicio se hace más patente. La homosexualidad femenina es una tentativa para
resolver el conflicto vinculado con dos polaridades de la identidad psíquica: la
identidad propia de cada individuo y su identidad sexual. Los múltiples deseos y
conflictos que cada niña enfrenta en la relación con su padre se remitieron renunciando a él como objeto de amor y deseo, y, en lugar de eso, identificándose con
él. El resultado es que, una vez más, la madre se convierte en el único objeto merecedor de amor. La hija adquiere entonces una identidad sexual algo ficticia; su
identificación con su padre la ayuda a alcanzar una identidad subjetiva.
Según el sorprendente descubrimiento de Freud de los conflictos preédipicos,
la niña, mucho antes de llegar a la fase edípica y en su afán de lograr la identificación sexual, debe adaptarse a una relación de amor y odio con su madre y lograr
la identificación con ella como ser individual. A su vez, la madre debe reconocer
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LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
a su hija como un rival con metas y deseo femeninos, y aceptar el amor de ella hacia el padre. Esto, por supuesto, debe abarcar también la actitud del padre hacia la
niña, y depende del grado en que él quiera darle su fuerza y su amor, ayudándola
así a separarse un poco de la madre. Si los padres padecen conflictos inconscientes
que interfieren con las tentativas de la hija de adaptarse a sus deseos narcisistas y
eróticos, así como a su necesidad de hacer frente a las realidades sexuales y aceptar su propia identidad sexual, se corre el riesgo de que reciba mensajes confusos.
Quizá se justifique sostener que para producir un hijo homosexual se precisan dos
padres con problemas.
En las mujeres homosexuales el deseo consciente de ser objeto del deseo erótico
de la otra mujer y de tomar posesión sexual de ella no sólo enmarcará su anhelo
de “ser un hombre”, como señala Freud, sino también su deseo agresivo de obtener
el “tesoro escondido” de la mujer: el derecho al hombre, a su pene y al hijo que él
le brindará. Varias mujeres homosexuales presentan notables similitudes en su estructura yoica y en sus antecedentes edípicos. No es menos llamativa la fragilidad
de su sentimiento de identidad, que se manifiesta en periodos de despersonalización, estados corporales anómalos, etc., especialmente si siente que sobre la relación con su pareja pesa una amenaza externa o interna.
La ciencia comenzó su búsqueda acerca de las causas de la homosexualidad
femenina con la teoría de la frenología de Gall (1791), la cual postulaba que las
distintas partes del cerebro estaban dispuestas para cumplir con funciones mentales distintivas. Esta teoría llevó a los psiquiatras a intentar ligar la estructura cerebral con la homosexualidad. La teoría de Steinach (1919) argumentaba que la
homosexualidad puede ser causada por un desequilibrio en la proporción de las
hormonas femeninas y masculinas. Suponía que las homosexuales mujeres segregaban hormonas masculinas, lo que las convertía en lesbianas. Lemeke aseveró
que la homosexualidad era hereditaria “dentro de un proceso dominante-recesivo”. Argumentaba que los individuos llevaban esta predisposición en sus genes, por lo que se les podía diagnosticar mediante pruebas biológicas y tratarlos
médicamente.
La perspectiva construccionista empezó a tener influencia al ver a la homosexualidad como un estado que no era necesariamente permanente y que podía ser
modificado de manera terapéutica. En consecuencia, se desarrollaron tratamientos para curar la homosexualidad. Las terapias de conversión se desarrollaron y
utilizaron para cambiar la orientación homosexual a heterosexual.
De acuerdo con un estudio realizado por Hines en 2002, en la Universidad de
Londres, se sugiere que los niveles de testosterona en la madre durante el embarazo podrían influir en la conducta de género de las niñas en edad escolar. La autora
y sus colaboradores midieron los niveles de testosterona en mujeres embarazadas,
evaluaron la conducta de sus hijas a la edad de tres años y medio y encontraron
una correlación positiva: a mayores niveles de testosterona materna, presentaban
conductas de género “típicamente masculinas”. El grupo de investigación basó su
hipótesis en estudios de conducta animal que muestran esta misma correlación
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La homosexualidad femenida, al reencuentro de Safo
entre niveles maternos de testosterona y conducta de las crías hembras. El estudio
de Hines y coautores no menciona la homosexualidad, ni podría hacerlo, ya que
trató con niñas en su primera infancia. Comprueba que la testosterona en humanos –como ya se sabía de muchas otras especies– cambia la pauta del juego y produce conducta masculinizada. Pero ni toda niña “marimacho” es lesbiana al llegar
a la adolescencia o la vida adulta, ni toda lesbiana o bisexual fue “marimacho” en
su infancia. En los primeros años del siglo XXI surgió otro debate que trata de establecer un puente entre la naturaleza y la crianza en la homosexualidad. Byne y
Parson propusieron el modelo internacional, cuyo enfoque sugiere que los genes
o las hormonas no especifican la orientación sexual per se, sino que puede desviar
rasgos de personalidad particulares que influyen en la manera como se despliega
la orientación sexual de una persona y sus características personales.
Barzani asienta que la palabra homosexualidad tanto para hombres como mujeres se utilizará para hacer referencia a la práctica de la actividad sexual y a la
excitación psicológica que hace desear el acto sexual o establecer una relación
afectiva con personas del mismo sexo. Kinsey observó que no existe una clara separación entre el comportamiento heterosexual y el homosexual. En encuestas
de la época, 10% de las mujeres y 28% de los hombres admitían tener comportamientos homosexuales, y 37% de los hombres declaró estar interesados en la
homosexualidad.
La homosexualidad femenina, al igual que la heterosexualidad, presenta una
variabilidad amplia en sus manifestaciones. Los patrones de comportamiento son
esencialmente iguales entre homosexuales y heterosexuales; por ejemplo, para
que se inicie una relación de pareja (denominada así por ellas mismas), una de
las partes toma la iniciativa cortejando, flirteando o atendiendo a la otra parte, en
tanto que la parte atendida juega un papel más bien pasivo. Sin embargo, aunque
cabe señalar que ellas no reconocen la existencia de roles como los que se dan en
una relación heterosexual.
Ser lesbiana en una cultura tan supremacista-machista-capitalista-misógina-racista-homofóbica e imperialista es un acto de resistencia que debe ser acogido por
todas las fuerzas progresistas del mundo. No importa cómo viva la mujer su lesbiandad: en el clóset, en la legislatura del Estado o en la recámara. La mujer homosexual ha descolonizado su cuerpo. Ella ha rechazado una vida de servidumbre
que es implícita en las relaciones heterosexistas/heterosexuales occidentales y ha
aceptado el potencial de la mutualidad en una relación lésbica, no obstante los
papeles (se refiere a los papeles masculino/femenino, o butch-femme, que las lesbianas a veces toman, y que parecen reflejar los papeles tradicionales de hombremujer en la relación heterosexual).
Parte de la institucionalización de la heterosexualidad, vinculada a la sexualidad
como sinónimo de relación sexual genital, es que la relación sexual no se percibe
sin pene: si no hay pene, no hay relación sexual. Es curioso cómo el estímulo “homosexualidad” se relaciona directamente al concepto de “hombre”, dándose a entender que la homosexualidad es un fenómeno exclusivo de los hombres. Dicha
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LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
percepción es entendible en los sistemas sexo/género, ya que se sobreentiende que
los hombres son seres sexuales, mientras que las mujeres son asexuales. En este
sentido, no se concibe a la mujer como la que lleva a cabo el acto sexual, y mucho
menos a dos mujeres que lo hacen juntas, lo que indica que en una cultura falocéntrica no es posible concebir el acto sexual sin un pene, razón por la cual no se
entiende que dos lesbianas puedan tener relaciones sexuales.
No existe un solo tipo de lesbiana, no hay un solo tipo de comportamiento lésbico y no hay sólo un tipo de relación lésbica. Igualmente, no hay sólo un tipo de
respuesta a las presiones que las mujeres sufren para vivir como lesbianas. Una visibilidad lésbica más grande en la sociedad no quiere decir que todas las mujeres
que están envueltas con mujeres en relaciones sexuales-sentimentales se llamen
lesbianas, ni que se identifiquen con una comunidad lésbica específica.
El predominio de la homofobia es causante de que muchas mujeres se relacionen
con una comunidad específica como lesbianas y que “pasen” por heterosexuales
mientras anden entre los “enemigos” (esconderse en el “ropero” de la pretensión
o el privilegio heterosexual no evita el descubrimiento). Otras pueden ser políticamente activas como lesbianas, pero temen expresar abiertamente su preferencia
genérica mientras atraviesan territorio heterosexual. Asimismo, hay mujeres que
conscientemente se comprometen con relaciones sexuales-sentimentales con mujeres y se ponen la etiqueta de “bisexual”. Bisexual es un término más seguro, menos amenazante que el de lesbiana, porque sugiere la posibilidad de una relación
con un hombre. Finalmente, existe la mujer que es lesbiana donde sea y dondequiera, que está en directa y constante confrontación con la pretensión, el privilegio y la opresión heterosexual.
Las lesbianas del mundo han experimentado por muchos años la secundariedad
y la opresión como cualquier otra mujer. En la actualidad las mujeres homosexuales cuentan con mecanismos como la sensibilización a través de la información
feminista, la apropiación de sus cuerpos mediante la no dependencia de los hombres en sus relaciones erótico-afectivas, la autosuficiencia económica, la opción
de ser madres o no, aun cuando no cuentan con un reconocimiento jurídico de
su preferencia. La identidad lésbica se convierte en una realidad compleja porque
cada lesbiana tiene distintas perspectivas respecto a la existencia lésbica, amistades y sexualidades, separatismos y coaliciones, teorías del comportamiento y ética, lenguajes y escrituras, formas en que se relacionan y conforman hogares con
otras lesbianas, y de relacionarse con los “otros”, los que son heterosexuales o bisexuales. La lesbiandad alude a mujeres con un estilo de vida compuesto de factores múltiples, que definen su lesbiandad como una opción de vida y no sólo como
la expresión de un imperativo biológico o de alguna orientación intransigente que
se ha fijado a una edad temprana.
Existen varias formas de acercamiento con la lesbiandad, ya que son diversas las
situaciones, las aproximaciones, las metodologías y los lenguajes de las mujeres
que optan por este tipo de preferencia genérica. Cada mujer refleja en su forma de
interactuar sexualmente, directa o indirectamente, las relaciones familiares en las
50
La homosexualidad femenida, al reencuentro de Safo
que se desarrolló, la clase social a la que pertenece, sus habilidades físicas, su edad
y el conocimiento social de género a que ha sido sometida. La construcción de
una identidad lésbica generalmente se convierte en un proceso meramente individual, donde la orientación sobre cuestiones de sexualidad es casi nula, de ahí que
las ambigüedades y diferencias empiecen a tomar su curso en muchos de los casos. Posiblemente esta sea la razón por la que en generaciones anteriores la imitación de los roles tradicionales predominaba frecuentemente dentro de las formas
como se autoconceptualizaba y se interrelacionaban las mujeres homosexuales.
El movimiento lésbico en México ha estado relacionado cercanamente con el
feminismo y los aspectos políticos mucho más que el movimiento homosexual
masculino. A partir de 1985 surgieron grupos que empezaron a trabajar en lo relacionado con el VIH-sida en las mujeres y los hombres homosexuales, apareciendo así una división respecto a los objetivos y el trabajo de los grupos. El trabajo de
los grupos lésbicos tiene dos vertientes principales. La primera vertiente es hacia
el interior de los grupos, mediante el trabajo generador de conciencia y de identidad que propicia la reflexión, cuestiona los roles sexuales y la violencia hacia las
mujeres desde una perspectiva feminista, y en la que los derechos sexuales y reproductivos son temas de discusión, análisis y reflexión. La segunda vertiente es
hacia la sociedad, buscando el reconocimiento y el conocimiento de la existencia
del lesbianismo, buscando actividades que le den mayor visibilidad. Así, se realizan mesas redondas y participaciones en programas de radio y televisión, y se
trabaja con hombres homosexuales en contra de la persecución policiaca, la discriminación y el sensacionalismo de los medios.
Las lesbianas consideran que existe resistencia a reconocer su presencia y existencia entre los grupos feministas y el movimiento gay, aunque aceptan que hay
una mayor aceptación. La aceptación de los movimientos femeninos más amplios
y en los partidos políticos es más limitada. A pesar de la difícil situación económica, los grupos lésbicos de México están trabajando fuertemente hacia el logro
de sus actividades y metas.
La lesbiandad es una amenaza para el patriarcado porque atenta contra muchos tabúes de organización patriarcal, así como los deberes de la identidad de condición
femenina. Esta afirmación parte del hecho de que las lesbianas no se consideran un
apéndice de los hombres ni creen en la conyugalidad obligatoria, y no siempre desean
ser procreadoras o madres. Además, señala que independientemente de la conciencia
de la vida cotidiana de las lesbianas, es un hecho que trastocan el sistema patriarcal
establecido porque anuncia una de las tantas posibles modificaciones de las relaciones entre los géneros, siempre y cuando incida dentro de la vida social, en la cultura
y en las respuestas que reciben del círculo social en que se desenvuelven las lesbianas.
Si el feminismo-lesbianismo radical pretende una visión antiracista, anticlasista y antiodio de la mujer que forma una unión mutua, recíproca e infinitamente
negociable, una unión libre de las antiguas prescripciones y proscripciones de la
sexualidad, entonces toda la gente que lucha para transformar el carácter de las
relaciones en esta cultura tiene algo que aprender de las lesbianas.
51
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
La homosexualidad femenina ha demostrado así una de las tesis centrales del
feminismo: las mujeres son totalmente capaces de vivir sin hombres.
Las mujeres homosexuales no sólo se bastan a sí mismas. Confirman que es posible realizarse plenamente como mujeres sin casarse ni tener hijos, condiciones
antes consideradas la esencia misma de la identidad femenina.
52
5
HOMOSEXUALIDAD, LAS TEORÍAS Y
EL MODELO
Cada vez está más claro que cualquier libertad conculcada
pone en peligro la propia.
Xavier Lizárraga, 2003.
La homosexualidad ha sido afrontada casi siempre desde la psiquiatría y la psicología clínica. De este hecho se deriva, en gran parte, la consideración de la homosexualidad como fenómeno patológico, así como el amplio desarrollo de teorías
etiológicas y psicoterapéuticas al respecto. El valor de muchos de estos estudios
psicológicos y clínicos es, sin duda, incuestionable. Sin embargo, también ha
contribuido a crear una limitación importante en el análisis de la temática homosexual. Han sido frecuentes, a veces hasta grotescas, sus deficiencias metodológicas. Las muestras con las que trabajaron clínicos y psicoterapeutas fueron en
general muy reducidas y muy poco representativas la mayoría de las veces. La ausencia de grupos de control, el desconocimiento de muchas de las variables actuantes, la frecuente falta de precisión conceptual, constituyeron limitaciones que
muchas veces no se tuvieron en cuenta para evaluar los resultados.
Al tratar el comportamiento homosexual se plantea la cuestión de si existe alguna
base biológica o genética en el trasfondo de tal conducta. Podría expresarse en términos tales como: el homosexual, ¿nace o se hace? El conocimiento actual señala
que el homosexual nace, igual que el heterosexual o que la persona bisexual. Ninguno “se volvió” cualquiera de las tres posibilidades consciente y voluntariamente.
Por otro lado, es claro que la sociedad ha cambiado su actitud frente a la homosexualidad, pasando para unos de “delito” a “pecado”, de “pecado” a “enfermedad”,
y de “enfermedad” a “condición”, mientras que para otros no es más que un ejercicio de la libertad humana, rechazando que haya algún tipo de condicionamiento.
Muchas teorías se inventaron para dar cuenta de la homosexualidad centrándose en la pregunta por la génesis. Sin embargo, lo que todas ellas tienen en común
es que siempre se ha partido del supuesto de que esta conducta era patológica o
al menos, no era “normal”. Se cataloga a la homosexualidad como “perversión” o
53
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
enfermedad. Asimismo, se insiste en la necesidad de hallazgo del objeto heterosexual como condición para estar dentro de los parámetros de “normalidad”. Esto
es notable en tanto que la OMS sostiene que la “la orientación sexual, per se, no
puede ser considerada un trastorno mental”.
Distintas instituciones y medios públicos continúan sustentando posiciones
anacrónicas o sin fundamento científico frente a la temática de la homosexualidad. Se podrían mencionar cientos de culturas en las que las prácticas sexuales entre sujetos del mismo género forman parte de la vida cotidiana, pero lo relevante
es que, independientemente de la actitud de una cultura determinada con respecto a la homosexualidad, la sexualidad de sus miembros estará “normatizada”, y lo
natural o normal variará de acuerdo con la singularidad de la misma.
Estableciendo los tabúes, prohibiciones y reglas que regirán las prácticas, conductas y relaciones entre sus miembros, las relaciones sexuales entre personas del
mismo género se presentan con una frecuencia mayor de la esperada en la sociedad occidental, existe entre hombres y mujeres, y parece que en definitiva no
tiene una base hormonal, al menos en la mayoría de los casos. Los varones homosexuales no carecen de hormonas masculinas, ni las mujeres homosexuales
de hormonas femeninas, sino que han “aprendido” un patrón de conducta sexual
específico. Cabe señalar que la homosexualidad femenina tiene menos sanciones
sociales que la masculina. Las mujeres homosexuales llegan al orgasmo por medio de estimulación del clítoris, caricias en los senos y masturbación mutua, y los
hombres lo consiguen mediante masturbación recíproca y actividad bucogenital
o anogenital. Según Bach, 64% de la sociedades estudiadas exhibían alguna forma
de homosexualidad, y en muchos casos este tipo de conducta se considera normal
y socialmente aceptable para algunos miembros de la comunidad.
Considerar una fundamentación biológica para explicar la orientación sexual
no es lo mismo que afirmar que ésta es innata o está genéticamente determinada.
No existe duda de que los factores sociales en edades infantiles y adultas son esenciales para el establecimiento de la preferencia homosexual.
A principios del siglo XX se estableció que la homosexualidad y la heterosexualidad son aspectos igualmente normales de la naturaleza humana. Havellock Ellis
y Hisrchfeld propusieron que ambos aspectos se establecían por mecanismos intrínsecos durante etapas tempranas del desarrollo del individuo; a pesar de su
gran importancia, los trabajos de estos autores fueron opacados por las aseveraciones de Freud, quien propuso que la homosexualidad masculina era resultado
de una falla en el rompimiento natural del intenso nexo sexual formado entre el
niño y la madre, cuya consecuencia consistía en que el niño se identifica con ella
y busca establecer la relación existente entre ellos. De acuerdo con Freud, las causas que podrían subyacer a esa falla en la separación son la estrecha relación que
la madre ha desarrollado con el niño; la hostilidad, debilidad o ausencia de la figura paterna; los celos de los hermanos, así como otros factores. A pesar de que
Freud negara años más tarde estas aseveraciones, no hay duda de que entendía la
heterosexualidad como la condición normal y la homosexualidad como un estado
54
Homosexualidad, las teorías y el modelo
patológico en el que se detiene la evolución sexual “normal” causada fundamentalmente por errores en la conducta parental.
Pillard y Bailey refieren un hallazgo reciente y señalan que la homosexualidad se
presenta como un rasgo familiar. Afirman que muchos homosexuales masculinos o
femeninas tienen al menos un hermano o hermana homosexual; así, alrededor de
25% de todos los hermanos de homosexuales son también homosexuales, mientras
que en la población general el índice de homosexualidad masculina es de alrededor
de 5%. Los estudios en mujeres son menos extensos, pero se cree que cerca de 15%
de las hermanas de mujeres homosexuales son también homosexuales. Los hallazgos mencionados sugieren que cierta información contenida en el cromosoma X
podría predisponer a una “orientación homosexual”. La pregunta referente a las posibles diferencias en estructuras anatómicas o sustancias químicas entre cerebros de
individuos homosexuales y heterosexuales sigue aún vigente.
Otras teorías tienen en cuenta los factores biológicos, una familia con una madre dominante y un padre débil, o una situación aprendida (desarrollo de una preferencia por el mismo sexo después de haber sido seducido por un homosexual).
Hasta el momento no existe un respaldo científico para la hipótesis de la conformación familiar. Algunos estudios científicos, incluyendo Sexual Behavior in the
Human Male y Sexual Behavior in the Human Female por el Dr. Alfred C. Kinsey,
constataron que, analizados tanto el comportamiento como la identidad, la mayor
parte de la población parece tener al menos alguna tendencia bisexual (atracción
hacia personas tanto de uno como de otro sexo), aunque ordinariamente se prefiere un sexo u otro. Kinsey y sus colaboradores consideraron que sólo una minoría (de 5 a 10%) es completamente heterosexual o completamente homosexual. Y
de manera similar, sólo una minoría aún más pequeña puede considerarse completamente bisexual. Estudios ulteriores han querido demostrar que el informe de
Kinsey había exagerado la prevalencia de la bisexualidad en la población.
Un argumento frecuente es que la homosexualidad premoderna era diferente de
la homosexualidad moderna, siendo estructurada por edad, sexo o clase en vez de
igualitaria. Los críticos contestan que aunque la homosexualidad de épocas distintas haya tenido rasgos diferentes, el fenómeno básico ha existido siempre y no
es una creación de la sociedad actual.
Otra teoría propuesta para la homosexualidad se basa en la llamada selección social. Propuesta por Roughgarden en su libro Evolution’s Rainbow (El arco iris de la
evolución), la teoría se enfrenta a la selección sexual de Darwin. Básicamente niega
la reducción de la diversidad sexual a dos sexos, uno masculino y agresivo y otro
femenino y cohibido. En el caso de la biología humana, afirma que la existencia de
homosexuales, transexuales y hermafroditas no es más una variación natural que
se integra perfectamente en la diversidad mostrada por los demás animales. Al respecto, existe toda una serie de teorías psicológicas, psiquiátricas, médico-biológicas,
religiosas y sociológicas; sin embargo, las que tienen más reconocimiento científico
son las que se refieren a la opción como libre decisión del individuo de llevar su sexualidad, y de las causas genéticas o innatas de la homosexualidad.
55
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
TEORÍA DEL ORIGEN HORMONAL
En algunos estudios con animales se ha demostrado que la administración de
hormonas o modificaciones de sus cifras pueden producir variaciones en la conducta sexual adulta, posibilitándose una conducta homosexual. En estudios realizados a hombres homosexuales se han encontrado alteraciones en la excreción
urinaria de metabolitos hormonales. En cuanto a la hormona luteinizante y estradiol, hay autores que han encontrado cantidades elevadas de éstos en grupos de
homosexuales masculinos. En relación con la testosterona plasmática, se encontró que no hay diferencia entre heterosexuales y homosexuales, pero sí un aumento de gonadotropinas circulantes en los homosexuales.
Otra variación sobre la idea de la homosexualidad biológica ha sido el factor hormonal. Muchos investigadores han buscado combinaciones de hormonas masculinas
y femeninas en homosexuales tanto hombres como mujeres. Según esta teoría hormonal, la homosexualidad podría curarse con sólo ajustar los niveles hormonales.
Esta teoría nunca se ha comprobado de manera convincente, pero cabe aclarar que las
hormonas no bastan para producir el deseo, la fantasía, la conducta ni el placer sexual.
Esta teoría ha ganado y perdido apoyo con el tiempo de manera alterna, pero el grupo investigador de Masters y Johnson renovó el interés en tales correlaciones biológicas con respecto a la homosexualidad cuando se comparó la cantidad de testosterona
y el número de espermatozoides en un grupo de individuos homosexuales de 18 a 35
años. Las variantes endocrinas de sujetos bisexuales no difieren de las cifras de los heterosexuales, pero aquellos que eran predominante o exclusivamente homosexuales
mostraron una disminución de la concentración de testosterona en plasma y una alteración en la espermatogénesis. Así pues, diversos investigadores han sido incapaces
hasta la fecha de determinar si la presunta anomalía que lleva a la homosexualidad es
testicular, hipofisiaria o hipotalámica en su génesis.
Otra teoría propone que los individuos homosexuales son un fracaso reproductivo,
por lo que tienden a ser eliminados de la población; sin embargo, se propone que los genes que producen la homosexualidad no son una secuencia específica de bases. Además,
la teoría sostiene que estos genes se encuentran en una zona del genoma de alto recambio que permite su conservación, y hasta el momento carece de bases experimentales.
TEORÍA DEL ORIGEN GENÉTICO
Dentro de este enfoque se afirma que la homosexualidad es biológica, congénita
y natural. Según este punto de vista, la homosexualidad es un rasgo biológico que
aparece en todas las sociedades y en todas las épocas. Básicamente, el ser humano
nace homosexual aunque las circunstancias de la vida puedan hacer que presente
o no las conductas correspondientes. En consecuencia, los individuos no eligen
ser homosexuales, por lo que no son responsables de su orientación.
Otra variación dentro de la concepción biológica respecto a la homosexualidad es
el campo de la genética. En los últimos años se han estudiado posibles aspectos genéticos sobre este tema y se ha comprobado que los individuos homosexuales tienen
más posibilidades de tener un hermano homosexual que los heterosexuales, aunque
56
Homosexualidad, las teorías y el modelo
todavía no se ha encontrado una correlación entre hermanos gay y sus hermanas lesbianas. El hecho de que dos hermanos compartan la misma orientación sexual no es
prueba de un rasgo genético común. Los teóricos “nativistas” argumentan que la homosexualidad es innata, y señalan que la mayoría de los individuos homosexuales crecen en una cultura que fomenta la heterosexualidad y que suele desdeñar a quienes
tienen preferencia por individuos de su mismo género. Sin embargo, existen evidencias que permiten cuestionar seriamente la idea de que existen componentes genéticos
que determinan comportamientos humanos tales como la homosexualidad.
Hasta hace poco tiempo, la interpretación intelectualista “la homosexualidad es sólo
fruto de una decisión” fue la más difundida. Quizá como reacción, en tiempos recientes el contexto se ha desplazado hacia lo puramente biologicista, y se ha comenzado la
búsqueda científica de diferencias genéticas o estructurales entre las personas homosexuales y las heterosexuales. Esta es una investigación plagada de dificultades, ya que
ha de tener siempre en cuenta el origen multifactorial de la conducta humana..
En 1991, Le Vay analizó el desarrollo de los llamados núcleos intersticiales, cuatro grupos de neuronas de la zona anterior del hipotálamo, Y descubrió que de los
cuatro núcleos, el número 3 era menor en los varones homosexuales que en los
heterosexuales (ya era sabido que es menor en mujeres que en varones). Sin embargo, este estudio no es definitivo: el número de cerebros estudiado era pequeño,
y casi todos provenían de enfermos de sida. Queda por establecer si esa alteración
morfológica es un rasgo constitucional y no un efecto de la infección. Además,
aunque se demostrara lo primero, habrá que aclarar qué tipo de conexión puede
haber entre esa diferencia anatómica y la tendencia sexual.
Hamer analizó la relación entre la orientación sexual de los varones y un marcador genético del cromosoma X. Este autor investigó el árbol genealógico de 114 familias con algún miembro homosexual e intentó establecer una regla de parentesco
entre los miembros de tendencia homosexual. Al parecer, puede existir un factor
genético ligado al cromosoma X (del que los varones poseen uno y las mujeres dos).
Para comprobar esta hipótesis, realizó un estudio genético a 40 familias con un marcador de ADN específico para esa región del cromosoma X, y encontró que existía
relación entre la presencia de ese marcador en el cromosoma X y el comportamiento homosexual. El resultado de la investigación en una serie de hermanos homosexuales fue que en 64% de los casos encontró marcadores coincidentes de DNA, lo
que lo llevó a postular la probable existencia de “un gen de la homosexualidad masculina’’, el que se encuentra en la región Xq28 del cromosoma X.
Respecto a cómo puede influir la región Xq28 en la orientación sexual, el grupo
de Hamer demostró experimentalmente que no se trataba de un gen que codificara
para el receptor de andrógenos, esencial para la masculinización del cerebro. Otra
posibilidad sería que el supuesto gen de la región Xq28 influyera de alguna manera en el desarrollo de las estructuras neuroanatómicas del cerebro que muestran
dimorfismo sexual cerebral, como es el caso del núcleo intersticial del hipotálamo
anterior. De los datos experimentales no se puede deducir aún la importancia cuantitativa de la información genética contenida en la región Xq28 en la manifestación
57
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
sexual de los varones. En cualquier caso, el papel de los genes en la orientación sexual puede ser más de predisponer que de determinar la conducta homosexual.
Turner publicó un estudio en el que, después de analizar una serie de 133 familias
de homosexuales masculinos y femeninos, ratificó la misma presencia de homosexualidad en parientes por el lado materno en los hombres homosexuales. También
postuló la posibilidad de que el gen de la homosexualidad pueda estar localizado en
una región pseudoautosómica de los cromosomas X y Y: Xq28 y Yq11. Turner concluye explicitando que el reto actual es determinar con precisión cómo actúa el gen
en Xq28 en materia de orientación sexual y su intensidad, cómo y por qué ocurren
variaciones a diferentes edades, y cuáles son los mecanismos que hacen surgir la
homosexualidad tanto masculina como femenina desde una base común.
Sin embargo, este estudio no significa que se ha identificado el gen de la homosexualidad. Dada la complejidad de la conducta sexual, es muy improbable que la orientación sexual masculina dependa de un solo gen. Este hallazgo es sólo una prueba inicial
de que existe uno o varios factores genéticos ligados a la homosexualidad masculina.
Pero sigue sin saberse de qué gen o genes se trata, o cómo influyen en la conducta.
TEORÍAS PSICOANALÍTICAS
La reflexión freudiana acerca del origen de la homosexualidad parte de la afirmación
de su carácter fundamentalmente psicogenético, oponiéndose firmemente a las teorías
que en su tiempo la consideraban como fruto de una degeneración nerviosa congénita. Desde los tres ensayos para una teoría sexual, Freud se sitúa frente a las posiciones “degenerativas” o “innatistas”. Lo adquirido se impone sobre lo congénito, pero sin
duda el dato más revolucionario en la concepción freudiana sobre la homosexualidad
viene dado por la afirmación de su carácter universal; es decir, por la afirmación de
que la sexualidad de todo sujeto humano entraña como una dimensión esencial lo homosexual. De las diversas soluciones que, según la constitución y el ambiente, se aporten a esta dimensión homosexual, dependerá que se desemboque finalmente en una
situación de homosexualidad manifiesta, de neurosis o de “normalidad”.
En su teoría psicoanalítica, Freud consideraba una bisexualidad innata que explica las tendencias latentes hacia la homosexualidad que pueden activarse ante
ciertas condiciones patológicas. Veía el impulso sexual como no específico en
relación con el sexo de objeto en donde se buscaba la satisfacción y aun como
indiferente a la especie del objeto. Otras teorías del psicoanálisis rechazan la bisexualidad innata y señalan diversas experiencias de la infancia y de la adolescencia como causantes de la conducta homosexual. Sintetizando las principales
motivaciones de la orientación homosexual, en primer término se encuentra la
adherencia a la madre, que conduce hasta la identificación con ella, y a partir de
ahí una relación narcisista de objeto por la que el sujeto busca en el otro su propia
imagen, al mismo tiempo que elude la angustia de castración.
En segundo lugar aparece el Edipo invertido por el que el padre (o la madre en la
niña) se convierte en el objeto primario del deseo. Por último, existe, según Freud, otro
tipo de motivación enlazado con la problemática de la agresividad, bien eludiendo la
58
Homosexualidad, las teorías y el modelo
rivalidad de un tercero o bien por transformación de los impulsos hostiles en cariñosos hacia una persona del mismo sexo. En cuanto a la mujer, aparecen como elementos específicos el complejo de masculinidad y la consiguiente envidia del pene.
El pensamiento freudiano en torno a la homosexualidad, aun presentando lagunas y cierto número de contradicciones, se ofrece como un conjunto bastante
coherente y, sobre todo, abierto a elaboraciones posteriores. Freud era consciente de que el fenómeno homosexual posee una complejidad de proporciones suficientes como para no cerrar cuestiones de un modo definitivo o dogmático. Se
tiene la impresión de que cuanto más se avanza siguiendo las posteriores teorías
psicoanalíticas, más se aleja y se pierde la intuición y el descubrimiento de Freud.
Lo cierto es que el discurso posfreudiano sobre la homosexualidad ha llegado a revestir tal confusión, tales contradicciones, tal falta de rigor científico, tal impregnación de prejuicios y actitudes defensivas, que hacen nacer la sospecha de que tras ello
se oculta una cierta imposibilidad teórica, fruto de la falsificación de unos presupuestos o de una insuficiente clarificación de los mismos. De hecho, el psicoanálisis parece
estar hoy todavía muy lejos de ofrecer una teoría consistente, mínimamente unitaria y
totalizadora de la homosexualidad. Es importante destacar que casi todos los estudios
que intentan demostrar el origen psicosocial de la homosexualidad se han realizado
en poblaciones de homosexuales que eran pacientes de psicoanalistas, psiquiatras o
instituciones, lo que inevitablemente sesga e invalida la muestra.
En la actualidad existen otros enfoques que han sido más aceptados, como el
caso de Marmor, el cual señala que la homosexualidad es “multideterminada por
factores psicodinámicos, socioculturales, biológicos y situacionales”. El estudio de
Bell mediante el análisis complejo y cuidadoso de una muestra de homosexuales
establece que no se encuentra ninguna casualidad sociofamiliar universal para explicar la experiencia homosexual.
En la medida en que una persona homosexual pueda gozar de una vida armoniosa, creativa y satisfactoria, y que como cualquier heterosexual pueda trabajar y
amar, llevar a cabo un proyecto de vida y relacionarse amorosamente con los otros
desde la libertad y la diferencia, el psicoanálisis no verá en la homosexualidad un
conflicto psíquico que hay que resolver.
ASPECTOS DEL DESARROLLO DEL NIÑO PREHOMOSEXUAL
El miedo excesivo al daño físico durante la niñez está asociado con varias actitudes
en la conducta de los padres. Surgen síntomas de trastorno sexual que se manifiestan en la culpa masturbatoria, aversión a los genitales femeninos y el deseo de poseer un pene grande. La ciencia psicoanalítica indica que la sintomatología sexual
tiene sus raíces en la infancia. Se supone que una interacción recíproca fue operante
entre el miedo excesivo al daño y la psicodinamia de los síntomas sexuales.
EL SISTEMA TRIANGULAR
La unidad hijo homosexual/madre/padre se analiza como un sistema que engloba
el proceso básico de interacción en las relaciones interpersonales que establecen
59
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
el fundamento para el desarrollo de la personalidad. Se considera que la personalidad se forja dentro de este sistema triangular del núcleo familiar, y en consecuencia es ahí donde las malas adaptaciones de la personalidad tienen su génesis.
La familia con más de un hijo tienen más de un sistema triangular, y cada uno se
interpreta con otros subsistemas del núcleo familiar. El ambiente psicológico del
hijo homosexual difiere claramente del de sus hermanos. La cualidad y el estilo de
las actitudes y la disciplina de los padres, la personalidad y la conducta de los distintos miembros de la familia, las señales y ciertas actitudes verbales y no verbales,
conscientes o inconscientes, así como la vasta y compleja mezcla de pautas interactuantes que operan en la familia, influyen en la dinámica del sistema triangular.
HOMOSEXUALIDAD POR SITUACIÓN O POR PRIVACIÓN
En algunos casos especiales en que la privación de la figura femenina es por mucho tiempo (reclusorios, internados, seminarios, etc.) pueden ocurrir experiencias homosexuales, algunas de forma voluntaria y otras obligadas. En la mayoría
de estos casos las conductas homosexuales son facultativas, aunque también ocurren conductas homosexuales voluntarias. Algunas personas vuelven a su situación heterosexual normal después de pasar esta etapa.
Teoría ambiental
Esta teoría considera que la homosexualidad es resultado de presiones ambientales y otros factores condicionantes. Por ejemplo, el individuo puede buscar
expresiones homosexuales como resultado de un incidente sexual casual, pero
placentero, con sujetos de su mismo género, al experimentar durante la infancia
o en virtud de haber convivido con otros individuos de su mismo género durante
lapsos prolongados.
La dinámica de la homosexualidad no surge tan sólo en el hogar. Otras fuerzas
sociológicas, que actúan principalmente sobre los adolescentes vulnerables, pueden ser igualmente poderosas. Algunos científicos de la conducta humana han
señalado que la homosexualidad por lo regular se relaciona con un temor inconsciente a la heterosexualidad.
Teoría de la libre opción
Esta teoría determina que el individuo, en uso de su libre albedrío, opta por determinada orientación sexual, y conscientemente decide por sentir atracción emocional y sexual hacia alguien del mismo sexo.
EL MODELO DE PREFERENCIA GENÉRICA
Propuesto por el Instituto Mexicano de Sexología (Álvarez-Gayou, 2000), este
modelo parte del concepto de preferencia genérica más que de una preferencia
sexual, y sostiene que la atracción se experimenta hacia los aspectos fenotípicos y
externos, es decir, hacia lo que sitúa a la persona dentro del género masculino o el
femenino. Además, esta definición no se restringe únicamente a un aspecto sexual
60
Homosexualidad, las teorías y el modelo
erótico y genital, sino que también engloba aspectos como el amor, el cariño y el
enamoramiento. Su propósito radica en identificar las variables que existen dentro de la preferencia genérica.
Se propone una división inicial en tres grandes categorías:
Personas cuya atracción es predominantemente hacia los individuos del otro
género (heterosexualidad).
Personas cuya atracción es predominantemente hacia los individuos de su mismo género (homosexualidad).
Personas que sienten un mismo nivel de atracción hacia individuos de uno u
otro género (bisexualidad).
A su vez, y puesto que existen diferentes grados de homosexualidad y heterosexualidad, cada una de las categorías se subdivide en tres grados:
Fundamentalmente homosexual o heterosexual (FHT o FHM).
Básicamente homosexual o heterosexual (BHT o BHM).
Preferentemente homosexual o heterosexual (PHT o PHM).
La categoría fundamentalmente heterosexual (FHT) ubica a los individuos que
sólo se sienten atraídos por personas del otro género y que no son capaces de reconocer de manera subjetiva la belleza, y por ende niegan toda atracción hacia
personas de su mismo género.
En el caso de los individuos fundamentalmente homosexuales (FHM), se considera que sólo se sienten atraídos por personas de su mismo género y no son capaces de reconocer de manera subjetiva la belleza, y por ende niegan toda atracción
hacia personas del otro género.
La persona que se ubica en la categoría de básicamente heterosexual (BHT) es
aquella que sólo se siente atraída hacia personas del otro género, pero es capaz de
reconocer de manera subjetiva la belleza en personas de su mismo género, lo que
teóricamente implica la posibilidad de cierto grado de atracción.
En cuanto a los individuos de la categoría básicamente heterosexual (BHM),
solo se sienten atraídos por personas del mismo género, pero son capaces de reconocer de manera subjetiva la belleza en personas del otro género, lo que teóricamente implica la posibilidad de un cierto grado de atracción.
La categoría de preferentemente heterosexual (PHT) se refiere a aquellas personas
que teniendo mayor atracción por individuos del otro género, también se sienten
atraídos, aunque con menor intensidad, hacia personas de su mismo género.
Los individuos ubicados en la dimensión de preferentemente homosexual (PHM)
son personas que teniendo atracción por individuos del mismo género, también se
sienten atraídos (aunque con menor fuerza) por personas del otro género.
La categoría bisexual (B) se refiere a personas que expresan un mismo grado de
atracción hacia hombres que hacia mujeres.
61
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
Hasta este punto es factible ubicar en el modelo a una gran mayoría de personas,
siempre y cuando reconozcan que sienten cierta atracción hacia otras personas.
No ha sido necesario valorar ni considerar la experiencia erótica, ni la historia sexual del individuo; asimismo, se pueden reconocer y seguir variaciones o fluctuaciones en la preferencia de una persona a lo largo de su vida.
DIMENSIÓN ERÓTICA
Se considera como erótica toda aquella situación que busca o provoca una respuesta sexual fisiológica o una excitación psicológica. El modelo propuesto en la
figura 5-1 contempla la valoración de la experiencia erótica del individuo, que es
relevante en cuanto a la determinación del nivel o grado de preferencia. Así, existen tres posibilidades de expresión en lo referente a la experiencia erótica tanto
con el otro género como con el propio:
1. Nunca haber tenido experiencia erótica (no practicante, o NA).
2. Haber tenido alguna vez experiencia erótica (practicante asumido, o PA)
3. Sólo haber tenido la experiencia erótica mediante sueños o fantasías (onírico-fantasioso, u OF).
De acuerdo con este esquema, queda claro que cualquier persona, independientemente de su ubicación como fundamental, básico o preferente heterosexual u
homosexual, o bien bisexual, tendrá las tres alternativas de expresividad erótica
tanto para la dimensión en relación con personas del otro género, como en cuanto a personas de su mismo género. Es obvia la flexibilidad de este modelo, porque
prácticamente cualquier persona puede encontrar categorías donde encaja mejor,
sin excluir a aquellos que no han ejecutado la conducta erótica.
FHT
BHT
No
Practicante
PHT
BI
PHM
Onírico
Fantasioso
Figura 5-1. Versión de la tabla de Kinsey-Lizárraga.
62
BHM FHM
Practicante
Asumido
6
LA HOMOFOBIA
¿Por qué los crímenes en contra de la diversidad sexual
se disfrazan siempre de crímenes pasionales
y jamás se esclarecen?
Salvador Camacho, 2011.
El término homofobia se refiere a la aversión, odio, miedo, prejuicio o discriminación contra hombres o mujeres, aunque también se considera a las demás personas
que integran la diversidad sexual, incluyendo a las personas trasngenéricas y transexuales. La homofobia está relacionada con estructuras sexistas de la sociedad, es
un trastorno personal y social, y con frecuencia los homofóbicos no respetan los
derechos de las personas homosexuales, como el derecho a la vida y la integridad
personal, a la educación y el trabajo, a la privacidad, al desarrollo de la sexualidad, a
expresar amor y a formar una familia.
Con relación a los grupos humanos homofóbicos, cabe preguntarse acerca de la motivación de dicha hostilidad. Freud sostiene que la pulsión agresiva es inherente al sujeto
humano, que existe una predisposición al odio. Puntualiza que esta agresividad desaparece en la formación de masa, para ser reemplazada por la hostilidad a una minoría que
sea diferente, en algún rasgo, a la comunidad de la masa. Nombró a este fenómeno “narcisismo de las pequeñas diferencias” y postuló que ahí se produce una “satisfacción cómoda e inofensiva de la inclinación agresiva, por cuyo intermedio se facilita la cohesión
de los miembros de la comunidad”, siendo complementarios el amor y la solidaridad
hacia los pares y la agresión y el odio como la aversión y el temor a la homosexualidad
y a los homosexuales. Es muy probable que la fobia heterosexual a tener relaciones sexuales con el propio género se presente sólo en aquellos en que precisamente el deseo es
más fuerte y la represión está en peligro de ceder ante los embates del deseo prohibido.
La homofobia está estrechamente vinculada a cierta concepción de la masculinidad, y por ende no concierne tanto a las mujeres homosexuales. Por otra parte,
en el enfoque machista, la sexualidad gira en torno al pene: donde no hay pene,
no hay sexo. Lo anterior no significa que las mujeres homosexuales no sean un
63
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
blanco para la violencia y la discriminación homofóbicas; las sociedades machistas castigan duramente a las lesbianas, y cuando no, las ignoran.
La homofobia, como las demás variantes del fascismo, prepara siempre las condiciones del exterminio, pasiva o activamente crea y consolida un marco de referencia
agresivo contra los homosexuales, identificándolos como personas peligrosas, viciosas,
anormales y enfermas, marcándolos con un estigma específico que es el cimiento para
las acciones de violencia política, desigualdad legal, social, exclusión y escarnio públicos,
o física (ataques y asesinatos). Mientras que a lo largo del siglo XX los movimientos por
la igualdad consiguieron importantes avances en los derechos de otros colectivos estigmatizados o excluidos, como las minorías raciales, étnicas o las mujeres, la homofobia
sigue subsistiendo en la sociedad impunemente, sin que haya una conciencia colectiva
de su peligro. Muestra de esta situación es que todavía en muchos países las relaciones
homosexuales están penalizadas, son agredidos por bandas de neonazis, se hacen redadas policiales en los locales de ambiente gay, y sus derechos no están equiparados a los de
las personas heterosexuales. Todo mundo recuerda que los nazis exterminaron a varios
millones de judíos, pero nadie recuerda que también exterminaron a cientos de miles de
homosexuales, y que tras la derrota nazi muchos de ellos siguieron en prisión porque en
Alemania (antes y después de la Segunda Guerra Mundial) la homosexualidad era considerada un delito. A nadie se le ocurre hoy hacer un chiste antisemita en la radio o en la
televisión; en cambio, todas las semanas se oyen chistes homófobos en esos medios debido a que aún no hay instrumentos suficientes para que la homofobia sea nombrada,
pensada y rotundamente combatida. Se decretó el año 1997 como el año europeo contra
el racismo y la xenofobia; hubo cientos de actos para sensibilizar a la sociedad contra estas variantes del fascismo, pero no se celebró ningún acto contra la homofobia. La Real
Academia se ha negado a incluir el término homofobia en el diccionario, tras solicitarlo
varias veces distintos colectivos homosexuales y antirracistas.
Otro criterio discriminatorio aplicado con gran frecuencia contra homosexuales es
el de “indecencia pública”, que se castiga sólo cuando ocurre entre personas del mismo
género. En México se persigue como “atentados contra la moral y el pudor”. No se necesita tener relaciones sexuales en la vía pública, ni besarse en la boca con alguien para
caer en esta categoría; basta con platicar largamente en un automóvil estacionado o
caminar en un parque para despertar las sospechas de algún policía. La homofobia tiene una larga tradición en la historia de la humanidad, no tiene un origen único, ni una
cabeza visible, un objetivo o una razón histórica. Está enraizada en diferentes culturas, épocas, clases sociales e instituciones. Una pregunta obligada: ¿cómo combatirla?
ALTERNATIVAS
Infancia
Los niños aprenden de lo que ven y oyen. En un hogar donde los padres (o uno de
ellos) son homofóbicos, donde se escuchan comentarios o insultos contra los homosexuales, se fomenta la futura homofobia de los niños y, por tanto, se reproduce
un sistema fascista. Los padres y madres deben tomar conciencia de esta situación.
64
La homofobia
Escuela
La escuela es un lugar fundamental de socialización y adquisición de valores. Es
imprescindible introducir en las escuelas programas educativos tolerantes con las
diferentes opciones genéricas y críticos contra la homofobia, y que los docentes se
comprometan en esa misma crítica.
Lenguaje
El lenguaje cotidiano está lleno de expresiones homofóbicas que traducen y legitiman ese estado de odio y agresión: “maricón”, “puto”, “joto”, “tortillera”, “marimacha”, “machorra”... La riqueza del castellano en este ámbito es casi ilimitada, fiel
reflejo de nuestra igualmente rica tradición homófoba.
Instituciones
El Estado, el Ejército y la Iglesia son tres instituciones tradicionalmente homófobicas. El Estado aprueba el matrimonio entre parejas de distinto género, concediendo
derechos legítimos a estos ciudadanos, y margina por razones de orientación sexual
a otras personas, lo cual es inconstitucional. El Ejército persigue activamente a las
personas homosexuales cuando están bajo su jurisdicción e inculca valores homofóbicos y machistas. La Iglesia católica, fiel a su histórica tradición de promotora de
exterminios, sigue atacando las relaciones homosexuales con declaraciones agresivas y promoviendo el odio y la intolerancia hacia las personas homosexuales. Lo
mismo ocurre con la mayoría de las demás religiones del mundo. Por tanto, hay que
exigir a estas instituciones que abandonen sus posiciones homofóbicas y que colaboren para erradicar la persecución contra homosexuales.
Movimientos sociales y políticos
Los grupos de crítica social, tradicionalmente identificados con el nombre genérico de izquierda (socialismo, comunismo, anarquismo, etc.), siempre han dejado
de lado el problema de la homofobia, cuando no han participado activamente en
ella (Castro, Stalin). Las organizaciones no gubernamentales (ONG) antirracistas tampoco han tomado de la necesidad de incluir el trabajo contra la homofobia como uno de sus objetivos. Los grupos políticos conservadores siempre han
estado a favor de la homofobia (Reagan, Tatcher, entre otros), financiando a grupos parafascistas homófobos, o rechazando iniciativas legales de igualdad (Felipe
González, Aznar).
El discurso médico relevó en el siglo XIX a la religión en la tarea de estigmatizar
y reprimir ciertas opciones sexuales. A finales de dicho siglo surge la categoría
de homosexualidad como enfermedad, una de las raíces de la homofobia del siglo
XX. Los discursos médicos, psiquiátricos, psicológicos, sociológicos y de la ciencia en general deben abandonar sus estrategias de segregación y dejar de señalar la
homosexualidad como algo específico, desviado, anormal o enfermo.
65
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
Medios de comunicación
La radio, la prensa y la televisión transmiten continuamente imágenes y contenidos homofóbicos. Por ejemplo, cuando se suscita un homicidio, si el asesino o la
víctima es homosexual, se incluye este dato como relevante en el titular, o bien adquiere connotación de “crimen pasional”, pero si es heterosexual, se omite.
Esta manera de dar una noticia es abiertamente homofóbica y manipuladora. La
radio y la televisión emiten chistes y comentarios que hacen escarnio y burla hacia
los homosexuales e introducen imágenes pintorescas y patéticas, en su mayoría
grotescas, para ridiculizarlos. Los profesionales de estos medios deben comprometerse para abandonar ese tipo de prácticas abiertamente homofóbicas.
DESDE LOS HOMOSEXUALES
Se tiene la responsabilidad de luchar contra la homofobia, organizarse, manifestarse, salir del clóset y perder el miedo reivindicando los derechos humanos, denunciando las agresiones, hacerse visibles para atacar a los homófobos, para que
el resto de la sociedad se dé cuenta que existen y entiendan que la lucha contra el
fascismo es una lucha de todos por igual. Recientemente, en México se empieza
a hablar de homofobia, no porque apenas se manifieste esa práctica, sino porque
ahora es reconocida bajo ese nombre.
La homofobia es el miedo irracional –fobia– a personas con una práctica sexual
homosexual. A veces el miedo se manifiesta como rechazo y exclusión, otras se
expresa como agresión y desvalorización, unas más implica disgustos ante mujeres “masculinas” y hombres “femeninos”, aunque éstos puedan tener una práctica
sexual heterosexual. En la homofobia se juegan cuestiones subjetivas, pero básicamente su carga negativa tiene que ver con la concepción dominante que la cultura
tiene de la sexualidad. En todas las sociedades la avasalladora fuerza de la sexualidad, de la pulsión sexual, es celebrada, temida, reglamentada y simbolizada.
La mayoría de los homosexuales, asumidos o no, llevan un conflicto existencial permanente. Como el proceso de salir del clóset, la homofobia internalizada
nunca se acaba, vuelve a surgir y a manifestarse de diferentes maneras, a través de
todo el ciclo vital. La homofobia se vuelve aparentemente natural, se convierte en
un valor implícito que genera reacciones inmediatas, automáticas y aparentemente instintivas. Asimismo, la homofobia sirve para trivializar la homosexualidad.
La viste de estereotipos, la vuelve caricatura, la transforma en parodia del amor y
del ejercicio de la sexualidad, y así le quita lo radicalmente extraño.
Otro problema que puede ser resultado de la homofobia internalizada es una
autoimagen desvalorizada. Muchos homosexuales se consideran, si no inferiores, sí limitados en su potencial, tanto en lo personal como en lo social y profesional. Esta sensación difusa de estar en desventaja rara vez es externada como
tal, y quizá no sea del todo consciente. La disonancia cognitiva consiste en el hecho de sostener al mismo tiempo dos ideas incompatibles. Es la contradicción según la cual “soy homosexual, pero no soy como los demás”. Es un reflejo más de
la homofobia internalizada. La idea de la supuesta promiscuidad inherente en la
66
La homofobia
homosexualidad no considera que no todas las personas homosexuales son promiscuas. El estereotipo lamentablemente sigue vigente no sólo entre heterosexuales, sino entre los mismos homosexuales, de modo que, como tal, forma parte
también de la homofobia internalizada.
Los homosexuales también suelen ser homófobos, consciente o inconscientemente, entre otros aspectos por el simple mecanismo de defensa. Así, para no ser
descubiertos suelen denunciar a sus iguales y, por ende, aprender los prejuicios
de la sociedad, por un odio interiorizado, no declarado, que se hace evidente en
los actos públicos; ir contra uno mismo. El temor al odio o a la burla lleva al autoengaño. Rechazar el homoerotismo es desconocer parte de la historia de la humanidad por un estereotipo que se pretende imponer. Por eso muchos viven en
el clóset, expresamente inventado por el contexto social. El clóset asfixia, invisibiliza, enclaustra y anula. Ante el descubrimiento del ser homosexual es necesario
aprender a aceptarse. Ser o no ser de clóset es lo que menos importa.
La homofobia va más allá del simple rechazo a la homosexualidad. Cada vez
más explícita y militante, es la que se erige no sólo contra la homosexualidad sino
contra su aceptación. Detrás de la homofobia está un rechazo global y amplio, que
atañe a toda visión progresista de la masculinidad y la feminidad, el sexo, el amor,
la pareja y la familia. La homofobia puede parecer algo instintivo, pero no lo es. Es
un fenómeno cultural que no es universal, ni toma las mismas formas ni las mismas dimensiones, y tampoco tiene el mismo significado en todas partes. Su significado cambia según el tiempo y el lugar; es un fenómeno social y cultural propio
de ciertas sociedades en ciertas fases de su historia.
En México existen otras reglas del juego y, por consiguiente, otras definiciones de la homofobia. Así, el hombre que penetra a otro (“mayate”, “chichifo”) en
muchos casos ni siquiera se considera homosexual, y por lo tanto, no es necesariamente objeto de homofobia. No ocurre lo mismo con el hombre penetrado, al
cual se desprecia y descalifica por “afeminado”, “loca” o “torcida”. La homofobia
no sólo daña a los homosexuales, sino que estigmatiza a todas las personas diferentes que no se ajustan a los estereotipos de género propios de una sociedad machista y androcéntrica.
La homofobia descansa en gran medida sobre una visión polarizada de los géneros y posee un fondo oculto de misoginia. Otra forma de homosexualidad encubierta que promueve la homofobia es el travestismo, entendido no como una
práctica lúdica de algunos individuos sino como una manera de ocultar la naturaleza homosexual del sexo entre hombres. Este fenómeno, consecuencia de la
homofobia, también sirve para exacerbarla. Refuerza el cliché que todos los homosexuales son travestis o afeminados, y alimenta de paso la misoginia. El travesti suele adoptar el papel femenino singularmente devaluado; refleja y retoma
todos los estereotipos de la misoginia al representar a la mujer como un personaje histriónico, celoso y profundamente dependiente. En las sociedades machistas
en las cuales proliferan, los travestis son un blanco especialmente vulnerable de la
violencia homofóbica. La lucha por redefinir una nueva legitimidad sexual tiene
67
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
que difundir una explicación sobre la homofobia. No basta con denunciar los discursos que imponen significados negativos a las identidades homosexuales. Para
enfrentar la homofobia hay que mostrar la genealogía de los arreglos sexuales vigentes y entender cómo opera el sexismo que regula socialmente la vida sexual.
La heterosexualidad tiene hegemonía cultural porque, por el peso simbólico
de la reproducción, la ideología dominante católica la ha hecho aparecer como
la opción “natural”, como el mandato de Dios. Pero eso no la hace ni más natural ni menos antinatural que la homosexualidad. A principios del siglo XX, Freud
cuestionó la idea de la heterosexualidad como la manera “natural” de comportarse, argumentando que la libido es sexualmente indiferenciada. Desde entonces el
psicoanálisis ha mostrado que la pulsión sexual busca su objeto con indiferencia
del sexo anatómico y que el deseo humano, al contrario del instinto animal, jamás se colma. El deseo se mueve a través de las elecciones sucesivas, que nunca
son decididas de manera autónoma, ya que dichas elecciones le son impuestas al
sujeto tanto desde su interior –por sus deseos inconscientes– como desde el exterior, por prescripciones sociales de un orden cultural, es decir, por la ley social.
Sin embargo, las personas que, consecuentes con su estructuración psíquica y con
su inconsciente, no someten su deseo al imperativo heterosexual de la ley social,
esto es, las personas homosexuales que viven abiertamente su “orientación”, son
incomprendidas, estigmatizadas y discriminadas.
¿Qué hacer para combatir la homofobia? Antes que nada, hay que comprender
cómo nos estructuramos psíquicamente, cómo opera la cultura como una
mediación y, sobre todo, comprender el proceso de la lógica de género por el cual
se ha “naturalizado” la heterosexualidad. Hay que aceptar la calidad indiferenciada de la libido sexual y reconocer la multiplicidad de posiciones de sujeto y de
identidades de las mujeres y los hombres. Sólo así podremos cuestionar el pensamiento fundamentalista y aceptar como legítimas, como “naturales”, las relaciones sexuales que NO son heterosexuales. Laplantine expresa que en la medida en
que una sociedad es intransigente en sus aspiraciones, condena a algunos de sus
miembros a conductas marginales. Debemos aspirar a alcanzar una situación en
la que la llamada sexualidad desviada deje de ser marcada como diferente.
Debemos proponernos alcanzar relaciones sanas, respetuosas, libres, satisfactorias, gozosas, responsables, solidarias, independientemente de si se dan entre personas del mismo género o de géneros distintos. La homofobia se presenta como una
experiencia onírica de autoacusación en el otro, reproduciendo los procedimiento
de defensa contra el miedo y la culpabilidad (mecanismo de desplazamiento) con la
posibilidad de defensas contrafóbicas dirigidas hacia sustitutivos de la situación reprimida. Esta angustia subyacente tiene claramente el valor de sensaciones internas
desaprobadas, ya que se trata de pulsiones sexuales o agresivas, o aun de ciertas pulsiones arcaicas, descritas con el nombre de instintos parciales.
La homofobia es una obsesión compulsiva en la sociedad actual, influye en todas las etapas del desarrollo de la persona psicológica y se expresará de acuerdo
con las características de personalidad de la misma. Es así que la expresión fóbica
68
La homofobia
restará energía madurativa para la resolución de las demás problemáticas. No será
posible que el individuo, el grupo o la institución establezcan relaciones estables
con sus objetos internos y externos si no quiere lo que desea o no acepta lo que es.
No será posible que establezcan relaciones estables con sus objetos internos y externos si la persona no respeta lo que el otro desea y no acepta lo que es. No es posible el crecimiento y la superación a través del rechazo a uno mismo o al otro. La
homofobia se expresa en la sociedad contra la persona homosexual como sanción
a aquellos que, por una elección o no, ponen en tela de juicio el lugar de agente
reproductor, enfatizando el lugar del deseo. Es decir, se concluye la posibilidad de
señalar el lugar de la sexualidad en favor de una genitalidad inmadura. Desde una
factura de poder, es necesario tratar de limitar, según el ecúmene, a los que por
una y otra razón señalan el lugar de la trasgresión. Una cultura sexual, entonces,
que se ha visto convertida en exponente del cuestionamiento.
La homofobia desde las instituciones totales toman un particular énfasis, ya que
ponen en juego las viejas prohibiciones. El permiso aún con miedo y con condicionamientos y la expresión de la singularidad pondría en sendos peligros aquellas instituciones totales que se basan en la generalidad; por ejemplo, la institución
militar, a través de su preparación, va minando la singularidad de sus componentes en una pertenencia a un solo cuerpo. El espíritu global, la pertenencia a
la institución, está en clara contradicción con las expresiones individuales, es decir, con el deseo. Por ello sus objetivos estarían seriamente afectados si existiesen
diferentes formas de ver una misma cosa. La psicología militar necesita uniformar la ropa, los giros de pensamientos, los sentimientos y, lo que es peor aún, la
sexualidad. Es por ello que verá como potencial enemigo a cualquier persona o
institución que pregone los derechos individuales de la persona. La expresión se
mediante la proyección de sus miedos y angustias en todo aquel que bregue por
establecer sus derechos y que no considere los parámetros establecidos de manera
estatutaria. Así, la institución total –como la Iglesia, sin importar a cuál se refiera–
claramente intenta doblegar a sus acólitos a través del control de sus pensamientos
y sus sentimientos, y desde su sexualidad impulsará las conductas más sutiles hasta las más agresivas, con el fin de subrogar a todo lo que se aparte de sus preceptos.
Los padres, madres y familiares de una persona homosexual tratarán directa o
indirectamente de “corregir” lo que a la postre es una “forma de ser en el mundo”. Por lo impuesto en la educación, tratarán de enfatizar mediante la homofobia la dificultad a la propia sexualidad. Es decir, más allá de la elección de objeto,
la persona sexuada le está marcando al otro el lugar de la posibilidad. Un entorno
homofóbico es el lugar de la doble negación, ya que conviven y sufren una situación que reniegan y no quieren ver lo que ven. Negación de negación, particular
momento, cuando uno de los miembros de la familia marca el lugar de ser persona sexual. Dicho de otro modo, cuando un miembro de la familia resignifica un
lugar (en este caso la sexualidad), obliga directamente a los demás miembros a
establecer nuevas pautas y valores, es decir, a hacer un corrimiento de significantes en el equilibrio de una situación social, emocional, familiar. Aparecerán en el
69
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
entorno diferentes defensas para mantener el viejo equilibrio ya quebrado. Una
de estas será la conducta homofóbica de sus integrantes y el objeto transicional la
persona homosexual.
Con referencia a la homofobia en la pareja de una persona homosexual, se observa que muchos conflictos, traiciones o infidelidades son patognomónicos de
dudas o permisos internos respecto a la propia sexualidad. Algunas personas
homosexuales tienen variadas dificultades para establecer una relación estable.
Rompen en sí y para sí varios esquemas y estereotipos establecidos. No obstante,
necesitan establecer un tipo de relaciones que es copia fiel de aquello que no aceptan y rechazan; necesitan imprimir en sus relaciones de pareja parámetros inculcados y establecidos por esa sociedad patriarcal que, de alguna manera, con sus
prácticas, conscientes o no, están reformulando. A esto se suman dificultades en el
permiso de esa sexualidad asumida; culpas o situaciones incómodas hacen que algunas personas homosexuales, como mecanismo homofóbico, proyecten en sus
parejas estas trabas, secundadas por una sociedad y un entorno no permisivo. Los
miembros sostienen dentro de la pareja características de individualidad que permiten cierto grado de independencia y acrecientan la expresión del ser persona
como prioridad al ser pareja. Su ser homosexual, exclusivo o no, se mantiene bajo
equilibrio no estable. Es decir, se elaboran las situaciones conflictivas sin elementos proyectivos, los que les permite entrar en conflicto sin necesariamente desplazar el mismo a la pareja; tienden al aislamiento, resguardándose de los daños que
puede causar el entorno. También en mucho menor grado se observa, pero no es
lo habitual, parejas estabilizadas con claras reglas de juego y un entorno adecuado, tanto familiar como de amigos que fomentan el equilibrio creativo casi permanente. Dicho de otro modo, si las relaciones que se conforman no son tan estables
como es de esperar, las causas que aparecen a primera instancia son consecuencia
de la introyección de los aspectos sociales incorporados en la socialización primaria y secundaria, es decir, quedarán como expresión la discriminación social y la
propia homofobia internalizada.
La homofobia de la persona homosexual con sus propios pares y consigo mismo,
el elemento tabú, que la persona expresa, imprimirá mediante diferentes rechazos,
tomando de afuera los objetos que necesite o cree necesitar para aliviar la angustia culposa que produce el lugar de la prohibición. Así aparecen defensas que Tripp
denominaría “defensa del rol de género”, en la que muchos hombres y mujeres se
sienten libres para responder a parejas del mismo género, si pueden mantener el rol
que el género le asigna ante sí mismos, ya que es una forma de racionalizar que lo
que están haciendo “no es realmente homosexual”. Estos aspectos se han extendido
al saber popular a tal punto que el arte erótico de todo el mundo suele representar
la actividad sexual entre dos mujeres de modos exentos de cualquier connotación
homosexual. No hay comprensión, entre la mayoría de los mismos homosexuales,
imaginando que las mujeres que se responden sexualmente están demostrando su
excitabilidad y disposición a responder ante un varón, si él estuviera allí. La realidad
es que todas estas actitudes son respuestas homofóbicas.
70
La homofobia
La defensa del “sólo ahora”, de carácter transitorio, permite la temporalidad de
la expresión del deseo sin la culpa del compromiso o la repetición del acto. La
racionalización de la homosexualidad como fase temporal es tan poderosa que
puede seguir siendo convincente, en ausencia total de actividades heterosexuales.
Pero si una persona también está implicada en actividades heterosexuales, puede
explicar fácilmente su homosexualidad como incidental. Algunos contactos homosexuales son totalmente permisibles siempre que sean promiscuos, oportunistas o carezcan por otras causas de emoción, porque entonces “no significan nada”.
Al volver a considerar los diversos modos que la persona ha descubierto para negar la homosexualidad que está practicando, surgen algunos temas centrales; todas las racionalizaciones o intelectualizaciones evitan las temidas implicaciones
sociales y morales de la homosexualidad. Todas niegan la homosexualidad como
una preferencia (si no de modo total, afirmándola entonces en un sentido oportunista o relegándola a los estrechos confines de una situación particular). Todas llevan, al menos, la afirmación implícita de la heterosexualidad de la persona como
primaria. Todas suelen ser autoengañosas en cuanto que son defensivas. Cada
uno de esos sistemas de re-negación pueden aparecer aislados o en combinación,
pero siempre encuentran el modo de evitar comprometerse en la homosexualidad, definiéndose como un miembro regular de la sociedad que no se encuentra
apartado de ella por nada esencial.
La psicología homofóbica de algunas personas homosexuales puede ser muy
compleja. Motivada por un simple deseo de proteger a los de su propia posición,
es frecuente que construya una complicada moralidad, según la cual justifique
sus preferencias mediante el ataque público a las variaciones de su propia actividad, y puede hacerlo pensando que mantiene una cierta honestidad. El sacerdote que ha mantenido desde hace mucho tiempo una única y continuada relación
homosexual puede unirse a las voces de otros para perseguir las relaciones múltiples en la homosexualidad. Otras que se sientan atraídas por mujeres adultas
pueden tranquilamente menospreciar y preenjuiciar la homosexualidad femenina que implique la elección de jóvenes adolescentes. Algunos estudios han enlazado el odio hacia la homosexualidad con sentimientos homosexuales. Expertos
en teorías de género enlazan a la homofobia con la cultura patriarcal dominante,
que además discrimina a las mujeres. Otros han puesto su atención en la relación
que tiene la homofobia con algunas determinadas estructuras mentales, y más específicamente con la personalidad.
Lo anterior también se constata en las políticas de gobiernos autoritarios. El autoritarismo y el patriarcado muchas veces se relacionan de una forma simbiótica, y
frecuentemente van de la mano con la religión. En el sentido de fobia a la homosexualidad, la palabra fue utilizada por vez primera en 1971 por el psicólogo estadounidense George Weinberg. Combina de manera irregular las palabras griegas fobia
(miedo), con el prefijo homo (igual), que es un apócope de “homosexualidad” (“sexo
con lo igual”). No debe confundirse con el prefijo de origen latino homo, que significa “hombre”). El significado corriente es “fobia a la homosexualidad”.
71
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
La interpretación literal de la etimología griega lleva a la conclusión errónea de
que su significado sería “miedo a lo que es igual”. Sin embargo, éste no es su significado habitual. Es importante en este aspecto destacar que en la sociedad actual es
más aceptada la relación lésbica. Si nos basamos en las películas pornográficas aparecen relaciones lésbicas, pero con mujeres muy femeninas. En el cine, por ejemplo,
el público tiende a ofenderse más cuando ve a dos hombres besarse que cuando se
trata de dos mujeres. Algunas actitudes sociales antihomosexuales provienen de lo
que Weinberg catalogó como homofobia, “como un temor irracional a la homosexualidad de los otros”, el miedo a tener sentimientos homosexuales propios. Sin
lugar a dudas, se trata del producto de la ignorancia, los mitos populares que dan
origen a prejuicios homosexuales, las actitudes negativas y hostiles hacia la homosexualidad. También se ha catalogado como “odio a los hombres”. Las creencias que
niegan, denigran o estigmatizan la conducta, la identidad, las relaciones y las comunidades no heterosexuales han sido definidas asimismo como heterosexismo. El
reconocimiento y el análisis reciente de la homofobia representan un cambio significativo en los puntos de vista respecto a la homosexualidad. Aunque aún no son
muy comunes, es más probable que las actitudes homofóbicas se consideren como
problema relevante más que la homosexualidad misma; no obstante, ciertas reacciones ante la crisis del VIH-sida han reflejado fuertes prejuicios homofóbicos.
Cualquier inversión del rol de género puede percibirse como amenazadora. Algunas personas conciben a los homosexuales como “defectuosos” porque se supone que comparten características con las mujeres, considerada aún como sexo
inferior. La homofobia quizá se relacione con estereotipos de rol de género tradicional, y los individuos que presentan tales estereotipos de manera más acentuada
suelen ser objeto de mayores burlas y actitudes negativas.
Bell y colaboradores analizaron la idea de que la homosexualidad confronta a
las personas con su capacidad de tolerancia a la diversidad en los roles de género. Si bien las mujeres y los hombres heterosexuales mantienen actitudes similares hacia los homosexuales, los reportes indican que los hombres heterosexuales
presentan actitudes más negativas hacia los homosexuales, a diferencia de las lesbianas, cuya actitud es más tolerante. Al parecer, el valor erótico que los varones
heterosexuales atribuyen a las lesbianas mejora sus actitudes negativas. El interés
sexual de los hombres por las mujeres que tienen sexo entre ellas lo ejemplifican
las revistas masculinas y los videos pornográficos que presentan a mujeres teniendo relaciones sexuales. Otra expresión homofóbica puede ser la evitación cuidadosa de cualquier comportamiento que pudiera interpretarse como homosexual.
La homofobia puede tener una repercusión especialmente significativa en lo profundo de la intimidad en la amistad entre varones. La educación para la sexualidad en materia de preferencia de género puede desempeñar también una función
importante. La mayoría de los estudiantes que toman cursos sobre sexualidad humana se tornan más tolerantes y permisivos.
La homosexualidad masculina se “sanciona” gravemente, a menudo hasta
el grado mismo de la violencia, mientras que la femenina es objeto de menos
72
La homofobia
desaprobación restrictiva. Los individuos homosexuales pueden ser tan religiosos, moralistas, leales a su patria o a su causa, inhibidos, fanáticos, críticos de algún tipo de actividades sexuales como cualquier otra persona. No manifiestan
un mayor número de problemas de personalidad que la población general, ni son
más creativos que los sujetos heterosexuales. Por ende, la homosexualidad masculina es reprimida socialmente y es considerada por muchos como una desviación,
un vicio, decadencia o incluso como una enfermedad mental. Lo que predomina en la mayor parte de la población de México es una falta de conocimiento en
materia de sexualidad, y de esta manera prevalecen una gran cantidad de mitos y
falacias, tales como la idea de que los homosexuales son más apasionados y, por
ende, que pueden cometer crímenes sexuales más crueles, o que un maestro homosexual necesariamente será un abusador infantil, entre otras creencias.
Los crímenes de odio, concepto creado en Estados Unidos en 1985 para tipificar los hechos de violencia perpetrados en individuos por su pertenencia a grupos
minoritarios, se dirigen principalmente a minorías raciales, étnicas, religiosas y
sexuales, basadas en el género, filiación política, nacionalidad, discapacidad física
y mental, entre otras. Entre los crímenes de odio homofóbicos, los hombres son
atacados cinco veces más que las mujeres. Los crímenes de odio son diferentes de
otras formas de violencia porque están dirigidos no sólo a víctimas individuales
sino a todo el grupo al cual pertenecen. En México existen incontables casos, disfrazados como “crímenes pasionales”, como ya se ha señalado, ante la mirada indolente de las autoridades correspondientes.
La Comisión ciudadana contra los crímenes de odio por homofobia (CCCCOH)
ha señalado que las familias de los ejecutados han desistido en denunciar por temor
al escarnio público, a la homofobia interiorizada o por el desgaste que les ha implicado toparse con una burocracia policial que hace todo por alargar los procesos de
investigación. De los 387 asesinatos registrados de 1995 a 2005, sólo 17 familias han
persistido en llegar al esclarecimiento de los crímenes y permitido que la CCCCOH
coadyuve para impulsar el esclarecimiento de las ejecuciones. El Distrito Federal es la
entidad con el mayor número de asesinatos registrados, sumando 137 casos. Después
le siguen el Estado de México, con 67, Veracruz con 39, Michoacán con 16, Yucatán
con 13, Colima con 11, y Baja California con 8 crímenes. Según datos de la Comisión,
aún se mantiene la tendencia de tres ejecuciones por mes, con una edad promedio de
las víctimas de 28 años, pues éstas oscilan entre los 20 y 40 años de edad. De los 387
casos de asesinatos registrados, 15 corresponden a mujeres y 372 a hombres.
El bajo índice de registros de asesinatos de mujeres, asegura la CCCCOH, puede
deberse a la invisibilidad de la orientación lésbica en nuestra sociedad. En la mayoría de los casos hay una constante que los unifica: la ferocidad con la que fueron ultimados. Antes de ser asesinados, los homosexuales son sometidos a todo tipo de
torturas; se les veja e intimida; son desnudados, atados, amordazados, golpeados,
pateados, azotados contra el pavimento, apedreados, ahogados, quemados con colillas de cigarros, cerillos o encendedores; en ocasiones son mordidos hasta arrancarles trozos de piel; se les cercenan los genitales y se les desfigura el rostro con navajas
73
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
o vidrios. De los 387 asesinatos, un total de 113 fueron apuñalados; cada uno recibió
en promedio 12 cuchilladas; otros 56 fueron estrangulados; un número similar fue
brutalmente golpeado, y 45 de ellos rematados o ejecutados con armas de fuego. A
los cuerpos de 20 de ellos se les destazó después de acribillarlos.
En su labor de investigación documental, la CCCCOH toma en cuenta tres indicadores para registrar un caso de asesinato homosexual:
tPor la forma del asesinato. Los crímenes cometidos por homofobia parecen
seguir un patrón bien definido. El cadáver aparece desnudo, con manos y
pies atados, así como amordazado, golpeado, con huellas de tortura, apuñalado o estrangulado.
tPor la redacción de la nota. En el caso de los hombres, alude al hecho de que
el individuo vivía solo, con frecuencia era visitado exclusivamente por hombres o que se trata de un individuo de “costumbres raras”.
tPor la información de las fuentes policiacas. Los periodistas suelen completar
su nota con declaraciones de la policía al momento de encontrar el cuerpo.
En éstas destaca la forma en que califican ciertos asesinatos como “crímenes
pasionales” o que se trata de “un individuo de costumbres raras”.
Las ideas de que los homosexuales son conflictivos y de que la promiscuidad es
la regla de su conducta –los dos estereotipos de las autoridades para prejuzgar estos crímenes como simples ejecuciones pasionales– ocupan buena parte de los reportes informativos cotidianos.
En el caso de los asesinatos de homosexuales, la tarea para reconstruir la vida de
la víctima suele verse empañada por los prejuicios hacia esa minoría sexual culturalmente rechazada y discriminada. A los homosexuales se les prejuzga de origen:
el serlo ya es condenable. Pareciera como si el tener una preferencia sexualmente
diferente fuera en sí mismo un delito y su asesinato no fuera sino la consecuencia
de esa “degeneración” o “depravación”. Incluso, en las averiguaciones realizadas en
los casos de asesinato, las pesquisas parecen buscar la causa del crimen entre eso
que definen como lo homosexual y la percepción social que se tiene de su “promiscuidad” y “degeneración”.
En muchos testimonios, a los familiares y amigos entrevistados se les hacen preguntas que denotan más el prejuicio de los agentes hacia los homosexuales que el
interés por dar con las claves que lleven al esclarecimiento del crimen fuera de ese
ámbito: “diga cuándo se enteró que su hijo era homosexual y cuál fue su reacción
al saberlo”, “diga si el occiso cada vez que acudía a un bar gay se retiraba con algún
conocido”, “diga si alguna vez el occiso le comentó que tenía problemas con su pareja sentimental”, “diga si alguna vez conoció que el occiso y su pareja sentimental
tuvieran problemas de índole económico”.
El machismo es una actitud y un comportamiento sexual masculino. Sus dos
rasgos característicos son la agresividad y la creencia en el doble patrón de necesidad sexual. En lo social, el hombre machista acepta como axiomático todas las
74
La homofobia
afirmaciones falaces acerca de la superioridad del varón sobre la mujer. El machismo social le inserta al hombre la idea de que debe estar permanentemente dispuesto a manifestar su agresividad. Al macho le está vedado expresar sentimientos y
emociones (ternura, tristeza, llanto, entre otros); en cambio, debe estar dispuesto a
dar rienda suelta a emociones fuertes como la ira, sin que sea por ello condenado o
censurado. El hombre machista considera a los homosexuales como individuos sumamente inferiores, y en la mayoría de los caso, son su objeto de burla constante y
sistemática.
Como modelo de comportamiento de la sexualidad humana, el machismo no se
puede reducir a su interpretación de origen estrictamente natural (genético-biológico). Como parte de los procesos sexistas, el análisis científico del machismo debe
enfocarse en forma prioritaria a partir de la dimensión del desarrollo psicosexual
de cada persona en su contexto sociocultural específico. El enfoque integrador del
estudio del machismo como modelo de comportamiento sexista debe incluir los niveles de análisis histórico, subjetivo y objetivo del desarrollo psicosexual, donde en
última instancia cada persona actúa como sujeto de su propia sexualidad.
En México, la televisión y la prensa amarillista han perpetuado además una serie de estereotipos burdos e ignorantes al presentar a los hombres homosexuales
como afeminados, frívolos e histéricos, en un acercamiento no sólo homofóbico
sino profundamente misógino e ignorante. Asimismo, las pocas mujeres homosexuales suelen aparecer en roles masculinizados y caricaturescos. Estos estereotipos, y el rechazo que provocan, explican en parte la elevada incidencia de
crímenes homofóbicos en México; nuestro país ocupa el segundo lugar del hemisferio en esta categoría, después de Brasil.
ESTRAGOS SOCIALES DE LA HOMOFOBIA
Encierra a las personas en roles de género rígidos y estáticos, disminuyendo así
la creatividad y la capacidad de expresión.
El condicionamiento homofóbico impide desarrollar vínculos de mayor intimidad entre las personas del mismo género.
Limita la comunicación y los vínculos familiares.
Entorpece los programas preventivos de VIH-sida, infecciones de transmisión
sexual (ITS) y los programas de control de la natalidad.
Inhibe la capacidad de apreciación de la riqueza de la diversidad.
Desacredita los logros de los grupos marginados.
Somete y oprime a otros seres humanos.
Es ampliamente conocido el hecho de que la homosexualidad ha sido retirada como diagnóstico del Diagnostic and Stadistical Manual of Mental Disorders
(DSM). A pesar de ello, no todos los profesionales de la salud mental han desarrollado actitudes positivas, y la homofobia (atada a la homofobia social imperante y al paradigma personal del profesional) sigue siendo un tema ríspido y con
75
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
numerosas aristas. Existen revisiones bibliográficas extensas respecto al sesgo negativo con que caracteriza la homosexualidad en algunas líneas teóricas, que sin
duda fundan una suerte de epistemología de la homofobia. Las creencias más
frecuentes son diagnósticos tales como: narcisismo, desviación, perversión, inversión, detención del desarrollo psicosexual, desafiantes del género, hostilidad fóbica al sexo opuesto, incapacidad de amor maduro, interpersonalidad disfuncional,
entre otras. La homofobia externa es, de algún modo, estructurante o modeladora
del psiquismo (en el sentido de las teorías constructivistas) y se instala en la subjetividad, parasitándola.
Por lo anterior es útil recordar que las personas homosexuales han tenido que
gestionar el estigma a lo largo de su vida. Es decir, tuvieron y tienen que “deconstruir” y construir, desmantelar en proceso la homofobia social y la internalizada.
El coming out (of the closet) –salirse del ropero– es una expresión para referirse al
proceso por el cual una persona con preferencia homosexual se hace visible. Es,
por lo tanto, un acto público de una instancia íntima.
Este complejo sistema de retribuciones podría sistematizarse de la siguiente manera:
Conciencia de la atracción hacia personas del mismo género.
Participación en el acto sexual con personas del mismo género.
Identificarse como homosexual.
Involucrarse en relaciones homosexuales.
Compartir o revelar esto a otras personas.
Participar de la subcultura gay-lésbica.
Autopercepción de una identidad positiva gay-lésbica.
Las personas pueden consultar en diversos estadios de este coming out. El proceso por el cual algunas personas llegan a identificarse como homosexuales concuerda de manera sorprendente entre diferentes sujetos.
Que se hayan establecido circuitos periféricos de información que devengan en
una doble vida –o doble cara– donde el mundo queda dicotomizado entre los que
“ya sabe/no sabe” o “lo hablaré/no lo hablaré”. Esto provoca circunferencias de intimidad y fragmentaciones de la red social.
Que las personas se vean obligadas a la necesidad de engaño (establecer relaciones heterosexuales imaginarias o reales para encubrirse).
Ante el temor de ser identificado como homosexual, el individuo proyecta una
imagen asexuada, estrategia que algunos denominan “capitulación”.
Cuadros de evitación con el repliegue a grupos reducidos de personas (pérdida
de la vida social, alejamiento de la familia de origen, pérdida de amistades anteriores al coming out), con el consiguiente perjuicio que esto significa, los duelos de
esas pérdidas y la disminución de los recursos que aportan los vínculos.
En general se puede observar síntomas somáticos y psicológicos de ansiedad
fóbica y paranoide (la sensación del riesgo de ser “descubierto”, sensaciones de catástrofe inminente); síntomas preferentemente distímicos de tristeza, falta de deseos,
76
La homofobia
sentimientos de vacío y soledad, necesidad imperiosa de pareja (como etapa final
del estrés crónico, o como síndrome en sí mismo, o como un trastorno adaptativo).
Multiplicidad de distorsiones cognitivas como lectura de pensamiento (“tal o
cual ya sabe”, “tal o cual entiende”), profecías (“si mi jefe se entera...”, “si mis compañeros de trabajo supieran”), generalizaciones (“mis amigos heterosexuales...”,
“nadie me comprenderá”, “los homosexuales son todos iguales”), maximizaciones
(“si se enteran, me muero”), pensamiento emocional (“si siento que es así, debe
ser cierto”), entre otros.
A la luz de lo anterior debería suponerse que la homosexualidad egodistónica
no es más que un proceso de enfrentamiento con la homofobia social. La necesidad de cambios sociales que favorezcan el desarrollo de una identidad positiva
homosexual se torna imperiosa al avistar las enormes dificultades con las que los
homosexuales deben lidiar en su cotidianeidad y en su desarrollo. La incidencia
de consultas por motivos emocionales aumenta y se destaca la importancia del
riesgo de suicidio y depresión causada por la homofobia internalizada o el rechazo
social. Por otro lado, algunos investigadores clínicos de diversas líneas defienden
la teorización de que se debería hablar de homosexualidades más que de la homosexualidad, ya que existen diversidades, tantas como heterosexualidades. El coming out es un proceso de desarrollo en etapas de una conciencia o identidad gay.
La verdad es que la mayoría de los homosexuales refieren una gran estabilidad
respecto de su preferencia genérica. Es decir, una vez que alguien se reconoce
como homosexual rara vez se “reconvierte”. En términos de identidad y comportamientos, los límites entre un tipo y otro son movedizos y ambiguos; la característica común parece estar en el performance del género. No se puede hablar de
identidad, sino de identidades que comparten un estilo de vida complejo, contradictorios, cultura de la ambigüedad, la androginia y la trasgresión.
El elemento angular que define la preferencia es el de la atracción; no se refiere
exclusivamente a la atracción sexual y erótica, sino también al hecho simple y cotidiano de que los seres humanos, al enfrentarse con un grupo mixto de personas, enfocarán su atención visual sobre todo en los individuos de un solo género, sea en las
mujeres o en los hombres. En general, la atracción se experimenta hacia los aspectos fenotípicos y externos, los que pertenece más a lo que sitúa a una persona como
integrante del género femenino o masculino. Con fundamento en el elemento esencial de la atracción, es más adecuado y descriptivo hablar de preferencia genérica, en
sustitución de la denominación de preferencia sexual.
Por otra parte, resulta importante destacar la “naturalización” de los roles sexuales y la consecuente rigidización del género. Cuando se habla de género se hace
referencia a lo que social y culturalmente se estipula como femenino y masculino, asociando determinadas actividades y características psíquicas como inherentes naturalmente al hombre y la mujer. No hay ningún condicionamiento de tipo
biológico que establezca que la mujer “debe ser” femenina y el hombre “debe ser”
masculino; por lo tanto, el género, como toda construcción cultural, varía en el
tiempo y de acuerdo a la sociedad.
77
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
Los “mitos sociales” operan por deslizamientos de sentido. Por ejemplo, en el
caso del género masculino, convierte en sinónimos “ser hombre” con el hecho de
“ser heterosexual”, lo cual lleva a preguntarse si para ser “hombre” hay que ser heterosexual. Si se es homosexual, ¿qué se es? Así, no extrañaría que esto conduzca
a un conflicto de identidad. Entonces, cuando se dice que un homosexual es una
persona conflictuada “por naturaleza”, tal expresión oculta la naturaleza discursiva del conflicto, el modo en que el imaginario social –vía los mitos y algunos medios de comunicación– colabora en la construcción de la identidad homosexual
como conflictiva. El mito del homosexual “conflictuado” niega, además, la naturaleza conflictiva del propio ser humano, que, al menos desde la perspectiva del psicoanálisis, condicionado por su prematuro nacimiento y la dependencia de otro
para sobrevivir, tendrá que atravesar todas las vicisitudes del complejo de Edipo
para constituirse como sujeto, y este derrotero no podrá sino ser conflictivo.
Aunque hoy se emplea de manera generalizada, es oportuno reseñar que la existencia de la categoría homosexual en sí misma aplicada a personas y es objeto de
contestación desde diferentes puntos ideológicos. Las corrientes integristas niegan la existencia de personas homosexuales pero admiten la de prácticas homosexuales; otras niegan que la “orientación sexual” de una persona la defina en
modo alguno. La represión, la homofobia y las opiniones de muchas religiones
–entre ellas la católica– obliga a los homosexuales a esconder su orientación fingiendo ante la sociedad tener una orientación heterosexual, lo que en inglés se llama estar in the closet (en el armario).
La especie humana no es la única con manifestaciones homosexuales dentro del
variado repertorio que puede mostrar la sexualidad, pero sí la única que las castiga. Quien nace dentro de una cultura en la que se condena la homosexualidad,
con el desdén y la injuria sociales, se sorprende al saber que no siempre ni en todas partes ha existido la misma valoración. Al revisar la bibliografía antropológica
es notorio que muchas sociedades ofrecen una posición importante a sus miembros homosexuales, y es frecuente que les atribuyan poderes mágicos o religiosos.
La homosexualidad masculina se “sanciona” gravemente, a menudo hasta el grado mismo de la violencia, mientras que la femenina es objeto de menos desaprobación restrictiva. Hay evidencias que sugieren un cambio de actitudes del común
de la gente hacia la homosexualidad, si no es que una aceptación.
Culturalmente hablando, aunque la mayoría de la población es mestiza y católica por la influencia hispana histórica, el país está inmerso en una ideología judeocristiana que entre muchos aspectos censura y reprime de manera importante
cualquier forma de actividad sexual que no sea con fines reproductivos. Por ende,
la homosexualidad masculina es reprimida socialmente y por muchos es considerada como una desviación, una perversión, un vicio, una decadencia o incluso
como una enfermedad mental. Lo que predomina en la mayor parte de la población de México es una falta de conocimiento en materia de sexualidad, y de esta
manera prevalecen una gran cantidad de mitos y falacias, tales como la idea de
que los homosexuales son más apasionados y, por ende, pueden cometer crímenes
78
La homofobia
sexuales más crueles y despiadados, o que un maestro homosexual necesariamente será un abusador infantil, etc.
Si se pretende modificar una actitud es necesario que la población general reciba información previa, ya que lo que no se conoce es motivo de confrontación,
desconfianza y rechazo. Hay evidencias que sugieren un cambio de actitud del común de la gente hacia la homosexualidad, un viraje de la condena a una mayor tolerancia por lo menos hacia los derechos civiles de los homosexuales, si no es que
una aceptación del estilo de vida de éstos. En la mente de muchos individuos aún
prevalece la condena bíblica de la homosexualidad, en otros es el recuerdo inconsciente de sus propios deseos homosexuales reprimidos, y en otros más el miedo
a que los niños pudieran verse influidos por los modelos adultos, como es el caso
de los maestros homosexuales.
Pero si bien es cierto que ha cambiado la actitud de la sociedad hacia la homosexualidad, también lo es que los homosexuales se han adaptado a ella. Las
posiciones contestatarias de la liberación gay, que pusieron en tela de juicio las
estructuras patriarcales y autoritarias de la sociedad heterosexual, se han ido diluyendo en un vasto esfuerzo de asimilación. Las organizaciones gay en la actualidad buscan más el acceso a las estructuras del poder que su transformación, o
la inclusión en los esquemas de la vida heterosexual que su reforma profunda. La
crítica gay de la sexualidad, del género, de los roles de género, de la familia y la sociedad, se han diluido en la búsqueda de ayudas y beneficios y el reconocimiento
jurídico y fiscal de la pareja homosexual. El movimiento lésbico, que estuvo en un
tiempo a la vanguardia de la ideología feminista, ahora persigue más bien metas
económicas y psicológicas puramente individuales. El análisis de clase, la crítica
de la “falocracia” y de la pareja heterosexual, la búsqueda de un discurso original
y la exploración de una nueva sexualidad femenina prácticamente han desaparecido, a favor de reivindicaciones de tipo jurídico, médico y económico. Los homosexuales son aceptados en la medida en que adoptan los valores de la sociedad
heterosexual y, en particular, cierta visión de la sexualidad, la pareja y la familia.
Los homosexuales gozan en la actualidad de una aceptación a la vez superficial y
precaria, aunque debe reconocerse que ejercen un papel innovador, a veces iconoclasta, en la sociedad contemporánea. Forman una comunidad que cuestiona
un sinfín de valores, hábitos, prejuicios y esquemas sociales y mentales. Generan
visiones alternativas de la sociedad y experimentan con nuevas modalidades del
amor, la amistad, la sexualidad, el humor y la familia.
¿Por qué es sobre todo la homosexualidad masculina lo que despierta rechazo,
mientras que la femenina apenas si se considera un problema? ¿Y por qué tanto los
heterosexuales como los homosexuales sitúan sobre todo al homosexual afeminado
en el escalón más bajo en la jerarquía de valores? Es muy común que los hombres,
con mucha mayor frecuencia que las mujeres, muestren dificultades en el momento
de establecer un equilibrio correcto entre la posibilidad de ser la parte sometida o la
dominante. Ello se debe quizá al hecho de que, de manera totalmente injustificada,
estos hombres hacen suyas las equivalencias feminidad igual a sumisión y virilidad
79
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
igual a dominio. Si, por un lado, son nuestros conflictos, y en particular los relacionados con la problemática dominio-sumisión, los que determinan y caracterizan
nuestra actitud ante la homosexualidad, por otro lado una legalización exterior no
basta para modificar la actitud general frente a la homosexualidad. Parece ser que
en dicho contexto lo realmente necesario sería no tanto aprender a tolerar a los homosexuales, sino, más bien, aprender a aceptarse a uno mismo.
La homosexualidad aparece como una dimensión inherente a toda sexualidad
humana. Pertenece, pues, a la naturaleza. Esta dimensión ha sido organizada, reconocida y experimentada de modos muy diversos a través del tiempo y del espacio por las diversas sociedades y culturas. No obstante, en la actualidad se aprecia
una progresiva y cada vez más decidida tendencia a despojar a la homosexualidad
de connotaciones negativas, no sólo en el área de lo ético y lo legal, sino también
en la de su interpretación y diagnóstico clínico. El debate sobre el origen y el diagnóstico de la homosexualidad se mantiene abierto en tanto que existen todavía
una serie de puntos oscuros que impiden cerrar definitivamente el tema. Así, cada
vez se va ganando más espacio a la hipótesis de que sólo una actuación conjunta
de elementos biológicos, psicológicos y sociales en diversos grados de interacción
podrían dar lugar a una “orientación homosexual” prevalente, generalmente establecida desde muy temprano. Las potencialidades existentes en cada uno de estos
órdenes diversos sólo llegarían a activarse en la medida que los otros restantes lo
facilitasen. Se abre así, progresivamente, paso a la idea de que la homosexualidad
no constituye una entidad clínica y de que el conflicto psíquico, de cualquier tipo
que sea, puede estar asociado a la homosexualidad de la misma manera respecto
a la heterosexual.
México es uno de los países que más discrimina. Es el México donde los mexicanos se asesinan entre sí y se extorsionan, pensando que eso es normal, que así
es la vida, que así es el país. Que “aquí nos toco vivir”. Que no tenemos remedio.
Que la discriminación, la homofobia, el racismo y el sexismo no son motivos de
alarma. Que no son problemas graves que requieren soluciones apremiantes e inmediatas. Que la sociedad sólo enfrenta divisiones de clase, mas no de raza, género o preferencia genérica. Que México no es Estados Unidos, ese país que los
historiadores mexicanos describen como “históricamente excluyente y cargado de
racismo”. Que México no tiene por qué ser sensible a las denominaciones raciales
o de género porque nunca ha sido un país racista, nunca ha sido un país excluyente. Jamás ha sido un país intolerante, nunca ha sido un país discriminatorio.
Dicen aquellos que ignoran los códigos de conducta (aceptados y compartidos)
del lugar que habitan, porque esos argumentos ignoran a millones de mexicanos
forzados a vivir a la intemperie, sin la protección de la ley, sin el paraguas de la
igualdad, sin el cobertor de la ciudadanía, sin el arropo de los derechos civiles y
humanos, hostigados por depredadores sexuales, mutilados por secuestradores,
asaltados por hombres abusivos, asesinados por su género, su edad o su etnia. Millones de mujeres que viven la violencia y millones de indígenas que padecen la
discriminación. Miles de homosexuales que enfrentan la homofobia y miles de
80
La homofobia
discapacitados que sufren el rechazo y la falta de oportunidades laborales. Cifra
tras cifra, dato tras dato, expediente tras expediente: allí está la realidad de ese país
violento, de un país asustado, de un país intolerante, de un país discriminador, de
un país donde prevalece la ignorancia.
Un país donde la violencia se ha adueñado de las calles y las conciencias, donde
regularmente las leyes son parte del problema y no precisamente de su solución,
donde detenerse en un alto después de la medianoche sea en Chihuahua, Torreón,
Monterrey, Villahermosa o en prácticamente cualquier ciudad del país produce
temor y desconfianza. Donde millones viven mirando de reojo, cuidándose las
espaldas. Donde, según lo revela la Encuesta Nacional sobre la Discriminación,
48.4% de la población no permitiría que en su casa vivieran homosexuales. Donde
42.1% no permitiría que vivieran extranjeros. Donde 48.3% rechaza a las personas
con ideas diferentes a las suyas. Donde muchos mexicanos temen a los otros por
su raza o su color de piel. Donde todo esto es percibido como “normal”.
El México clasificado en estados ricos y estados pobres, en los tres Méxicos: en
el México del norte, el industrializado; en el México del centro, el subsidiado, y
en el México del sur, el mísero, el descuidado, el olvidado. El México donde los
indígenas viven del suplicio, de la lástima social. En el México donde los discapacitados no tienen rampas, y si las hay, están obstruidas. En el México donde
se permite llamar “sectas” a los grupos religiosos que no comulgan con la “Santa
iglesia católica, apostólica y romana” a la que nos afiliaron por el simple hecho de
ser mexicanos. En el México donde existe el territorio libre y soberano de la “Nueva Jerusalén”. En el México que vive y se alimenta de telenovelas de Televisa o Televisión Azteca, “Cosas de la vida” o “Laura”. Finalmente, la discriminación no es
otra cosa sino diferenciar, hacer distinción entre las personas. Porque este México
se afilió desde hace mucho tiempo a la cultura VIP (very important people) cuando sencillamente no tenemos porqué sentirnos importantes.
81
7
LAS EXPRESIONES ARTÍSTICAS
EN LA ESCENA HOMOSEXUAL
Somos las amantes que vivimos, invadiendo una la película de la otra,
realidad comprobable, celebración natural, instante en explosión,
polvo ciertamente enamorado.
Nancy Cárdenas, 1972.
Desde tiempos lejanos, las relaciones sexuales entre seres humanos del mismo género han sido una realidad, una constante repetida a través de los siglos, en medio
de una heterosexualidad generalmente mayoritaria. La raíz etimológica de la palabra “homosexual” es el término griego homo, que significa mismo; no se deriva
de la palabra latina homo, que significa hombre, según suele suponerse. El término homosexual no tiene género, pues se aplica por igual a hombres y mujeres. La
universalidad con la que aparece la conducta homosexual en la especie humana
sugiere que es una posibilidad innata para algunos sujetos en cada generación de
todas las sociedades.
La homosexualidad y la heterosexualidad no están forzosamente separadas, y
tampoco constituyen comportamientos humanos radicalmente distintos, pues existen grados en cuanto a la preferencia de relación con las personas a partir de la
identidad genérica, más la bisexualidad, y se extienden más allá de los aspectos meramente eróticos. Aunque se sabe que no se considera un trastorno mental, las enseñanzas del judeocristianismo han influido en la opinión pública de tal maner, que
aún se cataloga a la homosexualidad como un fenómeno que “contradice” el orden
natural de las cosas, que es “contranatural” y, por tanto, es pecaminosa y susceptible
de condena. Las actitudes transculturales hacia la homosexualidad varían de la condena a la aceptación. En muchas sociedades aún predominan las actitudes negativas. Sin duda una de las trincheras más efectivas en donde se ha gestado la lucha por
la defensa de los derechos de la comunidad homosexual en México corresponde al
terreno de las artes. En este sentido, basta recordar la semana cultural de El Chopo
o las diferentes galerías y exposiciones de arte gay que frecuentemente conviven con
obras teatrales, como el caso del Centro Cultural de la Diversidad Sexual.
83
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
LITERATURA DE TEMÁTICA GAY
Una gran variedad de novelas, cuentos y relatos de temática gay ganan cada vez más terreno. Amores, desamores; relaciones tormentosas, clandestinas, adictivas y hasta arriesgadas, son algunos de los temas centrales. La literatura de temática gay, al igual que las
series, los programas de televisión y las películas, ha ganado cada vez más terreno en los
lectores, aunque, como es de suponer, el mayor impacto se genera dentro de la misma
comunidad LGBTTTIP. Para algunos críticos el relato del escritor Miguel Barbachano
Ponce “El diario de José Toledo” constituye la primera novela de temática homosexual
escrita por un mexicano. En 1969, José Ceballos Maldonado publicó “Después de todo”,
una breve novela que abordó la homosexualidad de un modo realista y directo. Su edición marginal parecía buscar un público selecto, acostumbrado a la búsqueda de lecturas escabrosas en la gozosa intimidad de las librerías de viejo o en ediciones clandestinas.
Se trataba, hasta donde se tiene registro, de una de las primeras novelas de tema homosexual acometida por un escritor mexicano. En Cada quien su vida, representada en
distintos foros desde cincuentava década de 1950, Luis G. Basurto deja entrever ciertas situaciones homosexuales en sus personajes masculinos. La estatua de sal, de Salvador Novo, en una autobiografía que relata las andanzas amorosas y eróticas durante los
años posteriores a la Revolución mexicana. El efecto de la lectura se asemeja a una dosis
concentrada de lo que se leía y vivía durante los años en que la obra fue escrita: libertades coartadas, persecución política, perturbadoras conciencias, machismo, sensación de
amenaza, doble moral. Pareciera que no se ha avanzado mucho…
Una obra de culto y referencia obligada sobre la temática homosexual en México es El vampiro de la colonia Roma, de Luis Zapata, autor también de La hermana
secreta de Angélica María, publicada en 1979. Esta obra llamó la atención no sólo
por su estructura –una prosa a renglón seguido, sin puntuación–, sino también
por recrear el descarnado relato de un joven homosexual que se prostituía. En este
caso, el drama radica en las fallidas expectativas de vida de una juventud abandonada a su suerte en el retrato de un sector económicamente marginado. Cuenta
la historia de un vampiro urbano, cuyo centro de operaciones es la colonia Roma,
en el Distrito Federal, quien desencadena un monólogo en el cual dará una revisión retrospectiva de su vida, abordando temas como la homosexualidad, los roles
sociales y la prostitución, entre otros, siendo de las primeras voceras que retrata el
sentir gay. Su éxito le valió el Premio Grijalbo de Novela. Para algunos la obra ocupa una posición privilegiada dentro del acervo literario del México contemporáneo. Con esta novela, Zapata no sólo creó una nueva forma de contar una historia.
Zapateaste autor presentó recientemente La historia de siempre, novela de temática gay en la que retrata las infidelidades en las relaciones humanas.
El ensayo de José Joaquín Blanco, Ojos que da pánico soñar, cuya resonancia alcanzaría el estatus de un texto de culto, retrata con lucidez la percepción social que se tenía acerca de la homosexualidad, sobre todo de la clase media. El autor señala que
las relaciones homosexuales, como opciones de vida distinta e independiente, estaban destinadas a perder ante la embestida de los sistemas del Estado, que buscarían
mantener la dominación vertical en la sociedad. Antes que anochezca es una obra de
84
Las expresiones artísticas en la escena homosexual
Reinaldo Arenas. Publicada en 1992, adquirió notoriedad a raíz de su adaptación al
cine. La obra literaria de este autor cubano resalta el romanticismo llevado con un lenguaje visiblemente poético y, a la vez, brinda un paseo por la represión padecida en
la isla hacia la comunidad homosexual. La obra defiende en todo momento y contra
todo la libertad sexual. Además es un testimonio que el autor escribió cuando se encontraba gravemente enfermo de VIH-sida, el cual concluyó justo pocos días antes
de suicidarse en Nueva York en 1990. Este libro resalta tres etapas sobresalientes en la
vida de Arenas: el romanticismo en su niñez, que es exaltado con un lenguaje poético
y que contrasta con el realismo que emplea al redactar sus otras dos etapas (la persecución y represión, respectivamente, que padeció durante el régimen de Castro); y finalmente, el VIH-sida. Sin duda, un libro claro y sencillo, de fácil lectura.
En el contexto de la temática lésbica sobresale Tu nombre escrito en el agua, narrativa erótica de Irene González Frei, en la que Sofía narra con nostalgia las añoranzas
de un amor vertiginoso, entre las grietas del dolor y el desconsuelo. Sofía es una joven
que vive en Madrid, y tras su matrimonio con Santiago, sus relaciones sexuales se extreman en la violencia a medida que el tiempo mengua el afecto y las apetencias. Sofía,
desencantada y triste, encuentra un día a Marina, y entre ambas se establece una atracción singular, casi mágica. La autora cuenta esos encuentros sexuales con tensión, violencia, pasión, fantasía y delirio. Esta novela ganó el XVII Premio “La sonrisa vertical”.
El beso de la mujer araña, del escritor argentino Manuel Puig, es una novela de amor
y victimización que narra la historia de dos hombres que comparten una celda en una
prisión argentina: Molina, un diseñador de escaparates que es homosexual, egoísta, autodenigrante y al mismo tiempo encantador, y Valentín, un revolucionario ferozmente
dogmático obsesionado con la memoria de una mujer que abandonó tiempo atrás. Ambos son gradualmente transformados por su cautelosa pero creciente amistad, así como
por la obsesión de Molina por la fantasía y el romance. En La virgen de los sicarios, del colombiano Fernando Vallejo, se muestra la cruel realidad que existe en Medellín, ciudad
al norte de Bogotá, desde los conflictos políticos y de negocios hasta el narcotráfico y la
extrema violencia que ahí se vive. La trama gira en torno a un anciano homosexual de
conservadoras costumbres y de espíritu elitista que se dedica a la gramática y que regresa a su ciudad natal después de años de exilio en busca de amantes adolescentes, como
Alexis, de quien se enamora. También está en espera de la muerte. Al igual que otras novelas de temática gay, fue llevada al cine. Aunque no fue grabada en formato de cine, sino
de televisión, causó gran polémica en Colombia debido al tema que retrataba. Algunos
aseguran que el libro es la autobiografía de Vallejo; otros opinan lo contrario.
EL TEATRO GAY MEXICANO
Desde la cultura griega, la dramaturgia ha sido utilizada para representar realidades,
para sacar a la luz y reconstruir las visiones del mundo y representarlas en un escenario. En ocasiones se obedece al principio de que nadie reconoce su propia realidad
hasta que la ve sobre un escenario. Siendo el teatro uno de los géneros literarios más
libres para el desarrollo de tramas, ha sido un instrumento para retratar la vida de los
homosexuales y así luchar en contra de la discriminación y la homofobia sistemáticas.
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LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
Entre la homosexualidad y su relación directa con el teatro es importante recordar el
caso de los pintores y poetas de los siglos XVII al XX para quienes la homosexualidad fue una manera privilegiada de representación donde “se celebra el amor de los
cuerpos”. Esta noción continúa abanderándose hasta hoy, sobre todo en el mundo de
las letras y las artes. Además, es el espacio detrás del telón lo que le da validez y legitimidad a las historias debido a que figura en la categoría de arte, por lo que es aceptado sin mayor recelo. Sólo basta pensar en el caso de un travesti (que tiene su origen
en el teatro isabelino, en donde la falta de actrices obligaba a hombres a representar
papeles femeninos) con la misma historia, los mismos problemas, etc. Aquí aparece otro punto vertebral y neurálgico en el teatro gay: la estereotipia. En la mayoría de
los casos el autor está tan inmerso en el mundo de lo “aparente” que cuando construye un personaje para teatro, aun cuando conozca su verdadero origen, características
y cualidades, forzosamente recurrirá a un estereotipo para hacerlo reconocible para
el público. Se supone así que la representación teatral refleja la posición del autor en
cuanto a sus condiciones particulares de existencia y a su posición en el campo teatral. Bentley complementa esta idea señalando: “Una pieza de teatro es una obra escrita por alguien que no desea sino hablar a un auditorio que sólo desea escuchar”. Lo
anterior se circunscribe al terreno de las subjetivaciones, de formas muy particulares
de ver el mundo, pero que sin embargo son reconocibles para cierto público –en este
caso, el homosexual, pero también la comunidad heterosexual–, que logra identificar
en el personaje características que posee el vecino, la prima, el modisto, el estilista, etc.
El trabajo teatral realizado por Nancy Cárdenas, fundadora y activista de la primera organización homosexual del país, el Frente de Liberación Homosexual, en 1974,
montando obras de escritores extranjeros que abordaban el tema de la homosexualidad, tales como “Los chicos de la banda”, de Mart Crowley, así como la escandalosa
reacción mediática por la puesta de la obra “Y sin embargo se mueven”, de José Antonio Alcaraz, no son sino el reflejo de un movimiento de liberación gay que busca un
lugar en la sociedad marcada por la cultura machista. Así, el teatro se ha constituido
en una de las formas más ricas en las que la libertad de la trama ha permitido que la
sociedad en general haya tenido un acercamiento a las formas de vida, problemáticas
y quehaceres cotidianos de las diferentes formas de vivir la homosexualidad. Así, en
ese espacio se han representado “el chichifo”, “el travesti”, “la vestida” y “el mayate”; en
la mayoría de los casos esas obras están inmersas en un carácter lúdico de la diversidad, pero también son una invitación a “salir del clóset”. Entre las figuras del desarrollo
del teatro gay en México destacan Salvador Novo, Oscar Liera, Nancy Cárdenas, Jesús
González Dávila y José Ramón Enríquez, creadores del teatro contemporáneo y quienes hacen de la homosexualidad un tema recurrente en sus obras. En otro contexto,
Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez muestran desde “El hábito”, en Coyoacán, las diferentes facetas del arte y la música. Actualmente, en ese mismo escenario se presentan
“Las reynas chulas”, espectáculo de teatro-cabaret político.
Una de las primeras obras que tocaron el tema homosexual en la época postrevolucionaria fue “Los signos del zodiaco”, de Sergio Magaña, la cual representa
una vecindad que refleja la vida postrevolucionaria, entre cuyos personajes hay un
86
Las expresiones artísticas en la escena homosexual
homosexual con aspiraciones al arte; sin embargo, no logra “despegarse” (como la
mayoría de las obras de ese tiempo) del estereotipo del homosexual afeminado y
misógino del teatro de vodevil. José Antonio Alcaraz trató de demostrar la parte jocosa, emocional y gozosa del homosexual con la obra “Yo, la Celestina puta vieja”. A
partir de este montaje, algunas autoridades de la embajada estadounidense solicitaron a José Antonio Alcaraz que hiciera el mismo trabajo con la obra de un escritor norteamericanote Estados Unidos. Alcaraz escogió a Walt Withman, un poeta
abiertamente homosexual, y al final de la representación todos los actores se daban
un beso; sólo hubo una función. Emilio Carballido se ocupa de la parte la lésbica, y
en “Una ciudad grande” plantea una relación entre Sabina y Fidela. También es autor de “Acto social”, obra que presenta la convivencia de dos jóvenes heterosexuales
y un homosexual en un departamento. Sergio Magaña escribe “Como las estrellas y
todas las cosas”, que trata acerca de la relación de un homosexual que se enamora de
un discapacitado heterosexual que termina suicidándose.
En 1936 surge el teatro universitario en la Facultad de Filosofía y Letras de la
UNAM, hecho que dará un impulso muy significativo al teatro nacional y a las expresiones homosexuales en este ámbito. La Universidad ha desempeñado un papel
muy importante en este sentido. Así, en la crisis de la década de 1980, la UAM comienza a apoyar al INBA y a la UNAM e impulsa el Movimiento de la nueva dramaturgia, de donde sobresalen Oscar Liera, José Ramón Enríquez, Víctor Hugo Rascón
Banda y José Antonio Alcaraz. En 1979, Liera escribe “Camaleones”,monólogo lésbico que en cierto momento fue representativo de la fracción lésbica de la comunidad. La primera obra de teatro que toca el tema del VIH fue “Sida, así es la vida”,
en 1988, siendo ésta una adaptación de la obra “So Is”, de William M. Hoffman. En
1981, Hugo Argüelles publica El ritual de la salamandra, en 1986 Los gallos salvajes,
obra en la que se relaciona la homosexualidad con incesto, relaciones tormentosas
y violencia. Argüelles, al igual que Novo, fue objeto de discriminación y homofobia,
por lo que afirmaba: ”Soy un autor maldito en un país de autocompasivos”.
Jesús González Dávila escribe ”Pastel de zarzamora” en 1982, obra en la que René,
el personaje principal, confiesa su homosexualidad, lo cual evidencia el conformismo,
la frustración, la corrupción política y la represión homosexual. González Dávila también es autor de “Amsterdam Boulevard”, obra que presenta a una pareja homosexual
con conflictos, violencia, masoquismo, abuso e hipocresía. Tito Vasconcelos escribe
en 1984 “Maricosas” y “A otra cosa... maricosas”; esta última fue montada en el Foro
Shakespeare y llegó a más de 200 representaciones. En la actualidad múltiples foros y
teatros han acogido las obras de carácter gay, surgiendo paulatinamente nuevos autores. “Identidad prohibida” y “Sexualidades” son otros ejemplos de montajes teatrales
en donde se aborda la temática homosexual, y la mayor parte de ellas sólo permanecen por tiempo limitado en cartelera. “Un día nublado en la casa del sol”, “Naturaleza
muerta y Marlon Brando”, “Vamos a hablar de amor entre nosotros” y “El vals de los
buitres” son obras de tématica gay que constituyen una muestra clara de que este teatro tiene historia, que no es una nueva forma de expresión y que hay un trabajo consolidado en este campo. Entre las obras teatrales contemporáneas, la diversidad es un
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LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
factor presente en obras de corte lésbico como “Bellas y atroces”, y otras de corte gay
como “Delirio” o “Entre las sábanas”, que cuentan con gran aprobación y aceptación.
Asimismo la producción de obras de este género en la literatura cobra presencia con escritores como Tomás Urtusástegui, entre cuyas obras se cuentan “Apenas son las 4”, “Mi pareja no es pareja”, “El ornitorrinco” y “Aventurero, la parodia”.
Todas estas obras no han salido de la temática que Owen o Dávila utilizaron, y la
razón es muy simple: las condiciones sociales han cambiado, pero las problemáticas son las mismas. La infidelidad, la infelicidad, el sexo, el travesti y el “chichifo” siguen y seguirán apareciendo en los escenarios gays de nuestro país. Sin duda
una de las trincheras más efectivas en donde se ha gestado la lucha por la defensa
de los derechos de la comunidad homosexual en México corresponde al terreno
de las artes. Siendo el teatro uno de los géneros literarios más libres para el desarrollo de tramas, ha sido utilizado para retratar la vida de los homosexuales y así
luchar en contra de la discriminación y la homofobia. En este sentido, basta recordar la Semana Cultural de El Chopo o las diferentes galerías y exposiciones de arte
gay que frecuentemente conviven con obras teatrales, como es el caso del Centro
Cultural de la Diversidad Sexual.
Sin embargo, ni aun los grandes poetas o escritores se han salvado del –en ocasiones discreto– fantasma de la homofobia, y en otras ha sido el hilo conductor de
sus obras. En el caso de Oscar Wilde, nadie puede negar que La importancia de llamarse Ernesto representa una de las piezas más significativas de la literatura gay y
de la literatura en general. Sin embargo, este extraordinario escritor fue condenado
a trabajar de manera forzada por dos años a causa de su homosexualidad. Salvador
Novo, quien fue apodado “Nalgador Sobo”, fue objeto de escarnio por parte de José
Clemente Orozco, Diego Rivera y Tristán Marof, quien se refería al grupo de “Los
Contemporáneos” –al que Novo pertenecía– como los “señores literatos jotos”.
LA EXPRESIÓN GAY EN EL SÉPTIMO ARTE EN MÉXICO
Durante la mayor parte de su historia, la homosexualidad se ha planteado en el séptimo arte de manera soterrada e indirecta. Los códigos morales imperantes ni siquiera
permitieron la menor insinuación. En Alejandro el Magno de Robert Rossen, la insinuación hay que presentirla. Las veces en que esta condición sexual quedaba más
o menos explícita –más libremente sus cuerpos–-, se ofrecía desde una perspectiva
eminentemente negativa, como sinónimo de perversión, atribuible a los peores emperadores romanos cuando se establecía desde pautas convencionales, o a las clases
dominantes cuando se enfocaba desde la izquierda, como queda claro en El signo de
la cruz y en Espartaco, con Antoninus reclamado para el “servicio corporal” de Craso, “pecado” que se encuentra entre los vicios contra los que Yhavé enviaba castigos
y destruía ciudades “condenadas”, como Sodoma o Pompeya. La homosexualidad ha
estado presente en el cine desde el principio de su historia. Se puede diferenciar entre
el cine de temática LGBTTTIP, la cual gira en torno a personajes homosexuales y sus
relaciones, y las películas en las que uno de los personajes es LGBTTTIP y tiene un
papel secundario, o bien su sexualidad no influye en la trama general de la película.
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Las expresiones artísticas en la escena homosexual
Los estudios acerca de la homosexualidad en el cine mexicano critican las representaciones estereotipadas de la personalidad homosexual. Lo que no analizan concienzudamente es el desplazamiento cinematográfico que poco a poco, entre 1970 y 1999,
y proyectándose sobre el siglo XXI, ha ido construyendo un imaginario del hombre
o la mujer homosexual. Se trata de producciones que presentaban de manera abierta
situaciones y personajes homosexuales y que dejaban ver una actitud diametralmente opuesta a la norma social ante la vida. No obstante lose prejuicios, oposiciones y
censuras institucionales existentes hoy, se advierte una apertura hacia la identidad homosexual y sus representaciones artísticas en el cine mexicano de esas tres décadas, pudiendo detectarse un hilo conductor que muestra una temática abiertamente gay.
La homosexualidad en el cine mexicano aparece retratada de dos maneras. Por
un lado, a lo largo de las décadas de 1970 a 1990, periodo posterior a la llamada Época de Oro del cine mexicano, numerosas producciones cinematográficas
incorporaron a personajes homosexuales. Se trataba casi siempre de personajes
masculinos que tendían a reproducir los estereotipos de la cultura popular sobre
los homosexuales: hombres totalmente afeminados, con vestimentas estrafalarias
y formas de expresión bastante peculiares. Una de las películas más conocidas de
este periodo es “Modisto de señoras”, de Eduardo Jiménez Pons, cinta del año
1969, donde Mauricio Garcés interpreta a un hombre que se hace pasar por homosexual (reproduciendo totalmente el estereotipo) para ingresar en la vida de
sus clientas y finalmente seducirlas.[] En otras cintas los homosexuales aparecen
casi siempre como personajes secundarios, realizando papeles de poca importancia siendo objeto de chistes y burlas por parte del resto de los personajes.
Una película mexicana donde el personaje central es homosexual es “El lugar sin límites”, dirigida por Arturo Ripstein en 1977 y basada en la novela del escritor chileno José Donoso. La trama gira en torno a un burdel pueblerino donde “La Manuela”,
travesti interpretado por Roberto Cobo “Calambres”, es el padre de “La japonesita”,
interpretada por Ana Martín. Ambos ejercen la prostitución. Esta película exhibe el
conflicto interno de un hombre, interpretado por Gonzalo Vega, que se siente atraído
por “La Manuela”. El drama concluye con el brutal asesinato del travesti. En la cinta
también actúan Lucha Villa como “La Japonesitaa”, Julián Pastor, Carmen Salinas y el
primer actor Fernando Soler. Esta cinta se considera actualmente como de culto. Las
producciones del director Jaime Humberto Hermosillo originaron el escándalo de los
mexicanos por el tratamiento que se da a las relaciones homoeróticas. Sus obras también fueron primerotas primeras que incluyeron a un travesti en el reparto de una película: la memorable Xóchitl. Ella compartió escenarios con Héctor Bonilla y María
Rojo en “María de mi corazón”, producción del año 1979, historia de amor que termina en pesadilla. La “vestida” es justamente uno de los detalles que hacen onírico a
este relato, pues Xóchitl interpreta a la enfermera-celadora del pabellón número 5 de
un hospital psiquiátrico, en el que recluyen a María Rojo. Ella misma es también una
alegoría a la exageración travesti. La más conocida de las películas de temática homosexual dirigidas por Hermosillo es “Doña Herlinda y su hijo”. Esta película del año
1984, filmada en Guadalajara, Jalisco, retrata la historia de una pareja homosexual,
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LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
uno de cuyos miembros, neurocirujano de profesión, es presionado por su madre
para casarse. El hombre accede a la presión familiar, para decepción de su compañero, estudiante de música. La madre desempeña un papel central, porque es ella quien
soluciona los conflictos derivados de la presión que ella misma generó sobre su hijo.
Producciones como “Danzón” (1991), de María Novaro; “Miroslava” (1993), de
Alejandro Pelayo con Miguel Pizarro; “El callejón de los milagros” (1995), de Jorge Fons, con Ernesto Gómez Cruz como don Ru y Esteban Soberanes; o “Y tu
mamá también” (2001), de Alfonso Cuarón, adicionaron el contexto homoerótico
como un elemento secundario en sus tramas. Para “Danzón”, María Novaro encontró en Tito Vasconcelos –quien interpreta a Susy– el “artista” cómplice y “amiga” de Julia (interpretada por María Rojo). Luis Felipe Tovar es el mejor ejemplo
de que la dicotomía travestismo-homosexualidad no es una condición sine qua
non y que es un mito muy difundido el que todos los travestis son gays; como
ejemplo puede citarse la cinta “De la calle”. En el cortometraje “Mil nubes de paz
cercan el cielo.Amor, jamás acabarás de ser amor” (2003), dirigido por Julián Hernández, el personaje principal es un adolescente que es abandonado por su recién
conocida pareja. Ninguno de los personajes se acerca a los estereotipos homosexuales que aparecieron en el cine mexicano por décadas. Del mismo director es
la película “El cielo dividido” (2006), que retrata las infidelidades en una pareja.
PELICULAS QUE ABORDAN O EXPLICITAN LA TEMÁTICA LGBTTTIP
“El deseo en otoño” (1967).
“Muchachas, muchachas, muchachas” (1967).
“Tívoli” (1974).
“Tres mujeres en la hoguera” (1977).
“Las apariencias engañan” (1977).
“Cuando tejen las arañas” (1978).
“Flor de lis” (1979).
“Quemar las naves” (1989).
“Crónicas de un desayuno” (2000).
“Un banquete en Tetlapayac” (2000).
“Así del precipicio” (2002).
“Casi divas” (2003).
“Puños rosas” (2004).
“Asesino en serio” (2005).
“Niñas mal” (2006).
“El cielo dividido” (2006).
“7 mujeres, 1 homosexual y Carlos” (2006).
“Ni locas ni pecadoras” (2007).
“Nesio” (2007).
“Tormentos” (2008).
“Aviso de ocasión” (2009).
90
Las expresiones artísticas en la escena homosexual
CORTOMETRAJES ACERCA DE LA TEMÁTICA LGBTTTIP
“Muxes: Auténticas, intrépidas y buscadoras de peligro” (2000).
“La piel blanca, cabello oscuro” (2002), Arturo Castelán (director).
“Mil nubes de paz cercan el cielo. Amor, jamás acabarás de ser amor” (2003).
“Aunque no hablemos, a tu lado” (2003), Arturo Castelán (director).
“Vivir” (2003), Julián Hernández (director).
“Dormiré cuando esté muerto” (2005), Julián Hernández (director).
“El huso de una rueca” (2006), Arturo Castelán (director).
“Espacio de vuelta” (2006), Argel Rojo (director).
“Lesbian Banda” (2007), Guadalupe Olvera (directora).
“Bramadero” (2007), Julián Hernández (director).
“From the Dark to the Heart” (2008), Argel Rojo (director).
“En la luz del sol brillante” (2008), Jesús Torres Torres (director).
“Si nos dejan” (2008), Alejandro Murillo (director).
“El momento de la verdad” (2008), Luis Zapata (director).
“Glamour para las exequias” (2008), Sergio Téllez-Pon (director)
“Yo soy...” (2008), Cinthya Marán (directora).
“Philia” (2008), Constantino Escandón (director).
“Del corazón invadido” (2008), Arturo Castelán (director).
LA HOMOSEXUALIDAD Y LA MÚSICA
En lo que concierne a la música, el tema de la homosexualidad ha sido abordado de
manera poco significativa, con difusión limitada en los medios comerciales, aunque
existen diversos intérpretes, entre los que pueden referirse Raquel Olmedo, Rapahel,
María Medina, Manoella Torres, Juan Gabriel, Daniela Romo, Miguel Gallardo, Lolita de la Colina, Ana Gabriel, Airah, Amaury Pérez y Eugenia León, por citar sólo a
algunos, que han interpretado melodías que hablan de relaciones con el propio género, o “ambiguas”, aplicables a relaciones heterosexuales/homosexuales, según el caso.
Uno de los primeros temas en abordar la temática homosexual fue “Quédate con
nosotros”, interpretado por el cantante hispano Raphael. Este tema forma parte de la
banda sonora de la película “Al ponerse el sol”, del año 1967. Compuesto por Manuel
Alejandro, entre sus versos dice: “Nuestro amor es diferente a los demás. Nos besaremos, y tú en medio de los dos, pero tú no lo notarás”. Un tema explícito sobre el amor
de un amigo lo describe Camilo Sesto en la canción “Amor libre” (1972), censurado
por la radio de entonces: “Amor sin barreras, amor sin fronteras, amor de un amigo, amor libre”. Otra obra de este género de este compositor e intérprete hispano es el
tema “Piel de ángel”, también de 1972: “A escondidas, cada tarde, mi cuerpo arde, piel
de ángel”. Acercamientos eróticos que bien podrían ser aplicados a relaciones del mismo género es el tema “No notas que estoy temblando” (1976), interpretado por Lolita: “Mánchame de tus deseos que no quiero morir santa”. Vedette e intérprete italiana,
Rafaella Carrá describe de manera lúdica en el tema “Lucas” (1976) cómo su novio se
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LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
fue con un “amigo”: “Porque una tarde desde mi ventana, le vi abrazado a un desconocido, no sé quién era, tal vez un viejo amigo, desde ese día nunca más le he vuelto
a ver, Lucas, ¿qué te ha sucedido?”Miguel Gallardo describe en su tema “Amigo mío”
(1982) el respeto a la homosexualidad de su mejor amigo: “Amigo mío, ya sé que disimulas hasta enloquecer, para disfrazar, delante de la gente, tu amor hacia él”. En su
producción musical “Amor prohibido” (1984), Daniela Romo menciona en su tema
“Amigas”: “Tú y yo no somos solamente amigas, recorrimos mundo más de una vez”.
En 1986, Alaska y Dinarama convierten el tema “A quién le importa” en un verdadero
himno de la comunidad homosexual: “A quién le importa lo que yo haga, a quién le
importa lo que yo diga, yo soy así y nunca cambiaré”. En ese mismo año, Rocío Banquells, y posteriormente Lupita D’Alessio, en el tema “Con él”, hacen alusión a una relación homoerótica entablada por su pareja: “Quizás puedas encontrar el amor que te
falta, conmigo… con él”. Agustín Pantoja, en su producción musical de 1986, expresa: “No puedo seguir contigo como yo quisiera, no me lo permitiría esta sociedad”.
En 1987, Juan Gabriel en su tema “Debo hacerlo”, enuncia: “Si en el mundo hay tanta
gente diferente, una de esas tantas gentes me amará”. En la canción “El Noa Noa”, de
su disco “Recuerdos” (1980), el mismo autor describe: “Un lugar de ambiente, donde
todo es diferente, donde siempre alegremente bailarás toda la noche”.
A finales de la década de 1980, el trío español “Mecano” hace referencia a una relación lésbica en el tema “Mujer contra mujer”, de sobrada inspiración poética: “Nada
tiene de especial, dos mujeres que se dan la mano, el matiz viene después, cuando lo
hacen por debajo del mantel, luego a solas sin nada que perder, tras las manos, va el
resto de la piel”. Ana Gabriel expresa en su canción “Quién como tú” (1988) un acercamiento erótico que podría ser ambiguo, y que fue tomado literalmente por la comunidad LGBTTTIP: “Que despertamos abrazados, con ganas de seguir amándonos,
pero es que en realidad no aceptan nuestro amor”. La Sonora Tropicana grabó en 1994
el tema “El gran varón”, haciendo alusión a una persona del género masculino que es
travesti. El tema fue llevado al cine sin mucho éxito. Rudy La Scala, compositor e intérprete venezolano, en su tema “Por qué será” (1995) expone: “Por qué será que los
amores prohibidos son más peligrosos que los permitidos”. En 1998, el cantautor cubano Amaury Pérez describe en su tema “Amor difícil”: “Yo tengo un amor difícil
contigo, que no ventila su amor, que no se exhibe, que no perdona la gente diferente”.
En 2003, Airah, intérprete cubano, con letras explícitas que abordan la temática
LGBTTTIP, incluye, entre otros, los siguientes temas: “Salir del clóset”: “Salir del clóset
es matizar lo que escondes en realidad”; “Yo quiero de ti”: “Yo quiero de ti, tú quieres de
mí, y es que hasta en el sexo somos igual”; “Atrapadas”: “Atrapadas por equivocación, se
transforman, son mujeres aunque no traigan vida, pero hombres por equivocación”; “Es
cosa mía”: “Es cosa mía, soy lo que quiero, no pido permiso, tampoco que aprueben mi
vida”; “Amar se vale”: “Algunos se retiran o se asombran, a otros sin complejos no les importa, que otro hombre más que amigo, sea parte de uno mismo”.. Laura Flores, actriz y
cantante, expresa en el tema “Amor extraño” (“Amor raro”): “Ese hombre encontró amor
extraño, que no entiendo yo, qué triste comprobar que ha cambiado, qué desilusión, qué
burla, qué sorpresas da la vida, al mirarlo no creía, por un hombre me cambió”.
92
8
LAS PROPUESTAS DESDE
LA ESFERA DE LA EDUCACIÓN
Uno es más auténtico, cuanto más se parece
a lo que ha soñado de sí mismo.
Almodóvar, 2002.
Como una realidad social irrefutable, la diversidad sexual ha sido nombrada e interpretada de diferentes maneras a lo largo del último siglo. Hacia fines del siglo
XIX, cuando la medicina empezaba a reemplazar a la Iglesia como formadora de
opinión pública en torno a la sexualidad, los psiquiatras comenzaron a clasificar
las antes “abominables” formas del sexo no reproductivo en un catálogo de “perversiones”. La lista llegó a ser interminable. Cada “perversión” se clasificaba (al estilo de las ciencias naturales de la época), se investigaba con atención “objetiva” y
se especulaba de manera inacabable sobre sus posibles “orígenes”.
En el proceso progresivo de clasificación, la homosexualidad se estableció sin embargo como una categoría separada del resto de las “perversiones”. Varios factores contribuyeron a ese fenómeno, pero la principal motivación del escrutinio médico de
la homosexualidad en ese contexto provino de las demandas de los nuevos códigos
penales. Muchos de los cerca de mil trabajos acerca de la homosexualidad, que, según Magnus Hirschfeld, aparecieron entre 1898 y 1908 –y en los cuales, por cierto,
las lesbianas eran casi siempre sólo parte de los “y viceversas” o “etcéteras” científicos– estaban dirigidos específicamente a los defensores legales. La pregunta central
que plantearon los defensores de la homosexualidad fue si era justo hacer a los homosexuales legalmente responsables de sus actos. En ese sentido, se puede decir que la
sexología en un principio nació y creció estrechamente vinculada al trabajo político
de expandir las fronteras convencionalmente adscritas a la sexualidad humana y a la
defensa de la tolerancia social. Magnus Hirschfeld y otras figuras prominentes de la
primera etapa de la revolución sexológica esperaban que surgiera una nueva era en la
que el prejuicio, el moralismo religioso y los códigos sexuales autoritarios se disolvieran ante la luz de la razón que provendría de la nueva ciencia del sexo.
Las teorías de la homosexualidad “congénita” o fueron los dos polos del debate
por generaciones. Si era “congénita”, ¿estaba justificado castigarla? Y si era “adquirida”,
93
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
¿cómo debía controlarse legalmente? La importancia de las teorías “congénitas” en
ese contexto fue que ofrecieron un argumento a favor de la derogación del castigo
legal. Más allá del impacto legal que tuvo la primera revolución sexológica, la descripción “científica” de innumerables aspectos de la sexualidad expandía considerablemente la definición de lo que entonces se consideraba como “sexual”. Sin embargo,
este entusiasmo clasificador reforzó notablemente la noción de normalidad sexual.
Los debates sobre “las causas de las perversiones”, así como su descripción detallada,
sirvieron inevitablemente para subrayar su patología y para reforzar el carácter “natural” de la heterosexualidad, la cual, entonces como ahora, rara vez era objeto del interés “científico” como tal. Los fundadores de la sexología construyeron entonces un
modelo unitario de sexualidad, que continúa irradiando poderosamente sus efectos
hasta nuestros días y del cual ha sido difícil escapar. Por otra parte, las implicaciones
políticas y morales de la información “científica” de la sexualidad eran, en el mejor de
los casos, ambiguas, y en el peor, peligrosas, ya que contribuyeron también a una justificación “científica” de la persecución homofóbica, como señala Weeks, en su reconstrucción de la historia del movimiento a favor de la reforma legal.
Los sexólogos comienzan a reflexionar sobre el papel estigmatizante que tienen
muchos términos para describir a la sexualidad no heterosexual y proponen otros
destinados a suplir los de “perversiones” o “desviaciones sexuales”, en un intento
de eliminar su carga valorativa o de prejuicio. Así surgen, por ejemplo, denominaciones como las “variantes de la sexualidad”, las “expresiones comportamentales
de la sexualidad”, propuesto por Álvarez-Gayou. Si bien las transformaciones del
lenguaje de la sexología proporcionaron un marco teórico para nuevas interpretaciones de la diversidad sexual, el impulso político provino de las llamadas “minorías sexuales”, quienes durante el transcurso de los últimos treinta años salieron
del clóset y del texto clínico para entrar en el escenario de la historia, como pruebas vivientes de la diversidad sexual.
A lo largo de las décadas de 1980 y 1990 surge en la esfera teórica y política el “discurso de la diversidad”, que ha tenido efectos culturales significativos. Sin embargo,
aceptar el hecho de la diversidad sexual no necesariamente ha llevado a una apropiación de la “norma de la diversidad sexual” por parte del movimiento social por la
diversidad sexual ni de la sexología y otras “ciencias del comportamiento”. ¿Qué es
entonces una “orientación”, una “preferencia”, una “opción”, una “tendencia” o una
“inclinación sexual”? De acuerdo a su definición geográfica original, la “orientación” es la posición en relación con el llamado “norte real” o punto de referencia por
excelencia, pese a que las brújulas no lo señalen con precisión debido a los efectos
de los campos magnéticos y a la inclinación de la Tierra. Mientras la heterosexualidad preserve sus presupuestos logísticos de ser la esencia/naturaleza “punto de referencia por excelencia” de la sexualidad y no se construya un nuevo paradigma en el
que la heterosexualidad sea una más de las “orientaciones sexuales”, la “orientación”
permanecerá como una referencia eufemística a la “desviación”.
En relación con las dificultades para escapar del paradigma heterosexual, cabe también
señalar el uso del término “minorías sexuales” para aludir a las diversidades sexuales. De
94
Las propuestas desde la esfera de la educación
manera general, puede decirse que la noción de “minorías” deriva de una comprensión
política de la sociedad como un todo armonioso del cual “pequeños” grupos divergen.
Uno de los problemas que plantea este vocabulario político es que tiende a perpetuar
la idea de la sociedad como intrínseca y normalmente heterosexual. En consecuencia,
también refuerza la percepción de que “las minorías sexuales”, o la llamada “gente de color”, sólo pueden hablar a partir de sus “propias especificidades” y en relación a ellas. A
nivel legislativo, la experiencia ha sido que esta interpretación de las identidades subraya
también el “estatus de minoría”, con todas las connotaciones de inferioridad, es decir, el
sujeto legal continúa siendo el hombre blanco, adulto, con ingreso sólido, heterosexual,
mental y físicamente “equilibrado” y “normal”.
A raíz del auge del discurso de los derechos humanos, el movimiento por la diversidad sexual se apropia de sus principios para declarar que “los derechos sexuales son derechos humanos”. Dicha afirmación, objeto de agitadas polémicas
durante la IV Conferencia Mundial de la Mujer en China en 1995, formula a partir de una reinterpretación de los principios de los derechos humanos “el derecho
a la libertad de expresión”, “a la igualdad ante la ley”, “a la libertad y la seguridad de
la persona”, “a la protección contra toda discriminación”, “a no ser sometido a tratos crueles, inhumanos y degradantes”, el derecho fundamental de todas las personas a ejercer la sexualidad libres de coerción, discriminación y violencia.
La histórica Declaración de Valencia sobre los derechos sexuales en 1997, en el marco del XIII Congreso Mundial de Sexología, parece apuntar hacia la exploración de
nuevas perspectivas y debates en las pesquisas de la disciplina sexológica. La pregunta
es si la sexología y sus profesionistas asumirán el reto de esta transición paradigmática
como una alternativa para trascender los límites del modelo médico-científico, y recuperar las dimensiones éticas de la experiencia sexual humana. La apuesta es que sólo
en este marco, y recuperando la reflexión que en este siglo se ha hecho desde la teoría
feminista, la sociología constructivista, la antropología cultural, la ética, la historia de
la sexualidad o la filosofía de la ciencia, logrará la sexología deconstruir la norma heterosexual y despatologizar efectivamente la diversidad sexual. La apuesta es, también,
que sólo así podrá la sexología renovar su aspiración original de expandir las percepciones e interpretaciones de la experiencia sexual y crear las condiciones propicias
para el ejercicio digno de la sexualidad en toda su riqueza y diversidad.
En relación a los esfuerzos del movimiento social por el derecho a la diversidad
sexual, la pregunta es cómo construir consensos y una cultura política en la que el
derecho fundamental de todas las personas a ejercer la sexualidad libres de coerción, discriminación y violencia se entienda como un elemento indispensable de
la identidad ciudadana y de la convivencia democrática, más allá del llamado a la
tolerancia o de la defensa de los casos de excepción.
La educación es una de las condiciones fundamentales de la existencia y desarrollo de la sociedad. Dado que la sexualidad es parte del lenguaje mismo de la vida,
del ser humano y su devenir como especie, se considera que es potencializadora
del florecimiento de una personalidad sana y autorrealizada y contribuye a la calidad de vida de las personas. El estudio de la sexualidad humana y la construcción
95
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
de género exige, en primer lugar, establecer las cualidades esenciales del individuo,
pues resulta imprescindible considerar que el hombre y la mujer son, en esencia, seres sociales. Precisamente por ser no sólo un hecho biológico sino también social, la
educación para la sexualidad y género no puede ser un hecho aislado del resto de la
educación ni un hecho dirigido al control de la natalidad. La vida sexual es mucho
más compleja y va mucho más allá de la mera función biológica del sistema reproductor; involucra actitudes, valores y prácticas asociadas con la autoestima, la sexualidad, la salud y la prevención, entre los factores más importantes.
De manera simplificada, el género es una construcción simbólica que estereotipa, reglamenta y condiciona la conducta tanto objetiva como subjetiva de los
individuos. Mediante la construcción de género, la sociedad clasifica, nombra,
produce las ideas dominantes de lo que deben ser y actuar los hombres y las mujeres. Lo que se supone deben parecer y tener como “propio” o “adecuado” de cada
género. Y esta construcción cultural o simbólica alude a la relación entre los géneros. Por tanto, referirse a cuestiones de género no es hablar de cuestiones de mujeres sino de feminidad y de masculinidad. Es erróneo sustituir sexo por género.
El sexo está en referencia a lo biológico, el género a lo construido socialmente, a
lo cultural, a lo simbólico y a las interacciones que estas referencias determinan.
El género, más que una categoría, es una teoría amplia que abarca categorías, hipótesis, interpretaciones y conocimientos relativos al conjunto de fenómenos históricos construidos en torno al sexo. El género está presente en el mundo, en las
sociedades, en los sujetos sociales, en sus relaciones, en la política y en la cultura.
El género es la categoría correspondiente al orden sociocultural configurado
sobre la base de la sexualidad, y ésta a su vez está definida y significada históricamente por el orden genérico. El género es una de esas influencias; es decir, expectativas acerca de que las mujeres y los hombres, los niños y las niñas, han de
comportarse de maneras diferentes. Pueden enfrentarse a violencia y discriminación quienes no “encajan” en el molde, como los hombres que no son machistas,
las madres solteras, las mujeres que expresan abiertamente sus deseos sexuales o
tienen relaciones sexuales sin estar casadas, las personas travestis, transgénero o
transexuales, y aquellas con parejas de su mismo género.
Otras expresiones –como homosexuales, bisexuales, transexuales, transgénero– son desalentadas por el estigma social y a veces por penas legales. Parte de
ser lo que se considera que es un “verdadero hombre” o una “verdadera mujer”
consiste en apegarse a los estereotipos y expresar deseos sólo hacia personas del
sexo opuesto o tener relaciones sexuales únicamente con éstas. Es importante no
perder de vista la categoría de género en la que se inscriben estas discusiones, así
como analizar la articulación de lo biológico con lo social y no tratar de negar las
diferencias biológicas indudables que hay entre hombres y mujeres. Pero también
hay que reconocer que lo que marca la diferencia fundamental entre los sexos
es el género. La estructuración del género llega a constituirse en un hecho social
de tanta fuerza que inclusive se piensa como “natural”. La educación para la sexualidad en el proceso de enseñanza general en educación debería impartirse de
96
Las propuestas desde la esfera de la educación
manera sistemática mediante una asignatura o unidad de aprendizaje y reforzada
a través de seminarios, conferencias, disertaciones, discusiones de casos, actividades extradocentes y en las numerosas formas y aspectos de la organización del
proceso docente educativo, de ahí lo imprescindible de su integración a la estrategia que caracteriza el proceso docente, en correspondencia con las exigencias actuales. En este sentido, debe lograrse un estilo pedagógico que sea participativo
y que permita identificar los problemas, las necesidades educativas de las propias
realidades individuales y colectivas de los alumnos planeando y realizando acciones curriculares y extracurriculares con vistas a solucionarlas y evaluando al mismo tiempo los resultados de la práctica reflexiva.
En opinión de Álvarez-Gayou en lo referente a las denominaciones educación de
la sexualidad y educación sexual, se opta por la primera, ya que en función de la conceptualización que se presenta, ésta incluye lo biológico, lo psicológico y lo social,
mientras que la segunda tiende a constreñirse a lo biológico exclusivamente, y por
ende es parcial. La educación de la sexualidad se manifiesta en dos categorías: la informal, que todos impartimos y recibimos en la cotidianidad, en el seno de la familia, por la influencia de los medios de información, entre otros, y la formal, que es el
proceso de enseñanza-aprendizaje con una estructura, un programa, con objetivos,
propósitos y contenidos, en la que existe una relación didáctica docente-alumno. De
hecho, la primera se imparte, es recibida y asimilada por todos, pero con las características básicas de que frecuentemente se basa en mitos y falacias, propicia los prejuicios y refuerza roles o papeles genéricos rígidos y estereotipados. La propuesta de
la educación formal profesionalizada, en contraste con la informal, es que se fundamenta en información científica, propicia el respeto a la diversidad y flexibiliza los
roles de género, e incluso busca eliminar los estereotipos de género. La educación de
la sexualidad trasciende el abordaje exclusivo o predominante de los aspectos eróticos y coitales, y permea la totalidad de la vida de los seres humanos.
En México se presenta una controversia respecto a la llamada “educación sexual”
en el contexto escolar. Grupos altamente conservadores sostienen que el hogar es el
único sitio en el que puede y debe impartirse esta tipo de educación. Por otra parte,
otros grupos con mayor apertura consideran que la educación para la sexualidad es
fundamental para diversos aspectos de la salud de los mexicanos, pues se convierte
en una actitud preventiva de muy diversos problemas de salud, que van desde las infecciones de transmisión sexual, las disfunciones sexuales y los problemas de pareja,
hasta las violaciones, los abusos sexuales a infantes y los aspectos nocivos de los estereotipos de género, entre otros. La educación de la sexualidad impartida de manera profesional no interfiere con los valores familiares y, fundamentalmente, propicia
valores como el respeto, la responsabilidad, el amor y la tolerancia.
Bajo el término de diversidad sexual se alude a la pluralidad de prácticas que regulan la expresión sexual. Habitualmente, cuando se habla de diversidad sexual
se hace referencia a prácticas no heterosexuales y a expresiones comportamentales de la sexualidad, llamadas erróneamente parafilias. El común denominador de
estas expresiones es el ejercicio de la sexualidad que no tiene como fin último la
97
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
reproducción, de ahí su profunda estigmatización. Pese a que cada cultura otorga valor a ciertas prácticas sexuales y denigra a otras a partir de una determinada
concepción de la sexualidad, calificamos de antinatural lo que desconocemos o lo
que nos parece extraño.
¿Por qué el primer tipo de pareja, la heterosexual, ha sido considerada la relación
“natural”? Por su complementariedad reproductiva. Pero ¿es verdaderamente la
reproducción de la especie el sentido esencial del acto sexual? Sin embargo, la
tradición cultural judeocristiana occidental planea la inmoralidad intrínseca del
acto sexual: el placer es malo y sólo se redime la sexualidad si se vuelve un medio
para reproducir a la especie. En tal concepción subyace una creencia: las prácticas
sexuales tienen, por sí mismas, una connotación inmoral “natural”, expiable con
culpa y sufrimiento. Además, por valorar fundamentalmente el aspecto reproductivo, se conceptualiza la sexualidad como actividad de parejas heterosexuales,
donde el coito dirigido a fundar una familia tiene preeminencia sobre otros arreglos íntimos. Por lo tanto, la sexualidad sin fines reproductivos o fuera del matrimonio –no heterosexual, no de pareja– es definida como perversa, anormal,
sucia, enferma o moralmente inferior.
Hoy se sabe que no es válido, ni ética ni científicamente, fijar un imperativo moral
a partir de un supuesto orden “natural”. Lo “natural” respecto a la conducta sexual no
existe, a menos que se le otorgue el sentido de que todo lo que existe, todo lo humano, es
natural. El término “natural” suele encubrir una definición centrada en la propia cultura
etnocéntrica, que descarta otras expresiones de la sexualidad y estigmatiza ciertas prácticas, debido a la “normalización” de los sujetos y, en algunos casos, su represión. Si se
insiste pensar en sexualidad derivada de un orden “natural”, habrá que hacerlo entonces
con el sentido libertario y pluralista de todo lo que existe. ¿Cómo plantear una ética sexual que reconozca la legitimidad de la gran diversidad de prácticas sexuales que existen
en el amplio espacio social? Las recientes transformaciones en las pautas de ejercicio de
la sexualidad están ubicadas dentro del marco de los derechos sexuales y reproductivos,
permiten que el ejercicio de la sexualidad deje de estar subordinado a la finalidad procreativa y evitan que la reproducción sea caracterizada como una consecuencia obligada
del ejercicio de la sexualidad. Pero lo que verdaderamente introduce una nueva mirada
sobre las conductas sexuales de los seres humanos es comprender dos cuestiones fundamentales. La primera es la construcción psíquica de la preferencia genérica. El proceso
de estructuración del deseo se da en la primera infancia, ocurre de manera inconsciente
y no pasa por la voluntad. La fuerza sexual, o libido, es indiferenciada y se orienta, mediante un complejo proceso, sea hacia las mujeres o hacia los hombres. Por eso Freud
pensaba que los seres humanos son originalmente bisexuales y que mediante el proceso
de crianza se decantan hacia uno u otro sexo.
La segunda es que mujeres y hombres no son un reflejo de la realidad “natural”. Las
personas no existen previamente a las operaciones de la estructura social, sino que
son producidas por las representaciones simbólicas dentro de formaciones sociales
determinadas. Los antropólogos manifiestan que la prevalencia es un esquema simbólico dualista donde la complementariedad productiva se extrapola y se piensa que
98
Las propuestas desde la esfera de la educación
los demás aspectos de los seres humanos también son complementarios. Al simbolizar de manera complementaria la condición sexual humana, se produce un sistema
normativo que propicia que se vean como “naturales” disposiciones construidas culturalmente e impone la heterosexualidad como el único modelo. Dicha simbolización, como expone Bourdieu, “transforma la historia en naturaleza y la arbitrariedad
cultural en natural”. Las personas toman por natural un sistema de reglamentaciones,
prohibiciones y opresiones que han sido marcadas y sancionadas por el orden simbólico. Los seres humanos son resultado de una estructuración psíquica, una producción
cultural y un momento histórico. Por eso, la manera en que las personas conceptualizan el cuerpo, el sexo y la sexualidad es de acuerdo a valoraciones subjetivas, culturales e históricas. Con estas condiciones sociales de producción de la cultura, la relación
entre sexualidad y ética ha ido cambiando históricamente.
La sexualidad ha estado imbuida de un conjunto de aspiraciones y regulaciones
políticas, legales y sociales que inhiben muchas formas de expresión sexual, al tiempo que estigmatizan ciertos deseos y actos. Es prioritario diferenciar entre la sexualidad y los contenidos simbólicos que les adjudican las personas. Mientras que para
unas personas ciertas prácticas son per se ilegítimas, para otras es el carácter ético
del intercambio lo que las vuelve legítimas o ilegítimas. Lo definitorio en relación a
si el acto sexual es o no ético radica no en un determinado uso de los orificios y los
órganos corporales sino en la relación de mutuo acuerdo y de responsabilidad de
las personas involucradas. Así, hoy en día, en la mayoría de las sociedades actuales
y democráticas, cualquier intercambio donde haya verdaderamente autodeterminación y responsabilidad mutua es ético. Tal vez por eso un valor de suma importancia es el consentimiento, definido como la facultad que tienen las personas adultas,
con ciertas capacidades mentales y físicas, de decidir su vida sexual y reproductiva.
En México, actualmente muchas personas empiezan a expresar su desacuerdo con
la visión estrecha de la sexualidad. Frente al atraso conservador, que invoca una única moral auténtica para restringir la sexualidad a sus fines reproductivos, se alza una
postura ética que defiende la posibilidad de una relación sexual placentera, consensuada y responsable. Como las premisas valorativas de la sexualidad son subjetivas,
culturales e históricas, hay que buscar una valoración ética que se centre en el carácter del intercambio. En nuestro país el respeto a la pluralidad, en todas sus formas,
todavía no es una realidad. Las creencias sociales que troquelan la organización de
la vida colectiva estigmatizan lo distinto, lo que se aleja de la norma. Y como la norma es la relación heterosexual, las personas con un “deseo” distinto suelen reprimirlo, esconderlo o, incluso, negarlo hasta el punto de casarse y tratar de vivir como
heterosexuales. Son pocas las personas que asumen abiertamente su “deseo distinto”. Sin embargo, el orden simbólico no es inamovible, se ha ido transformando con
el tiempo, y lo seguirá haciendo. Así como a principios del siglo XIX las mujeres que
deseaban asistir a la universidad eran calificadas de antinaturales, y las que a principios del XX querían votar y ser votadas, las personas que a principios del siglo XIX
se calificaban como antinaturales son las que quieren tener relaciones sexuales con
personas de su mismo género.
99
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
Pero el tiempo transforma las creencias. La internacionalización de la información ayuda inmensamente, y México no puede sustraerse a las tendencias democratizadoras que ocurren en las sociedades desarrolladas. Los valores sexuales
defendibles en la agenda política democrática son, a nivel internacional, el respeto a
la diversidad sexual, el consentimiento mutuo y la responsabilidad para con la pareja. Si esta pareja tiene cuerpo de hombre o de mujer es, en todo caso, una cuestión
irrelevante. Lo imprescindible es que haya respeto, consentimiento mutuo y responsabilidad. La diversidad sexual ahí debe quedar enmarcada. Defender la diversidad
sexual implica defender la vida democrática de nuestras sociedades. Y como el proyecto democrático por sí solo no genera condiciones para que exista libertad sexual,
es necesario impulsar ciertos acuerdos sociales que eduquen contra la homofobia,
impidan la discriminación y fomenten el respeto a la diversidad sexual humana
La escuela es un ámbito importante y trascendente de formación por ser un espacio
de socialización, de transmisión de conocimientos, actitudes, valores y de encuentros interpersonales, en un clima de tolerancia, apertura, respeto e individualidad.
La carencia de educación para la sexualidad en México propicia y ha perpetuado graves y serios problemas tanto en el campo de la salud personal como social. La educación para la sexualidad no debe ser una asignatura o actividad aislada y desarticulada,
no debe impartirse en cursos especiales y no puede limitarse sólo a una información
sexual, sino armonizarse junto a todas las asignaturas o unidades de aprendizaje que
conforman el plan curricular, para que así puedan desarrollar una conducta adecuada,
con conocimientos sólidos, además de un encuentro correcto con su propia sexualidad. La educación para la sexualidad y género debe ofrecer al individuo la posibilidad
de elegir los patrones y modo de conducta acordes con sus valores y formación.
El tratamiento metodológico de la educación para la sexualidad debe ser, desde
una perspectiva no discriminatoria y participativa, de respeto a la individualidad
e igualdad y no sólo en el marco de su interrelación con las demás asignaturas o
unidades de aprendizaje, sino de forma general. Entre las prioridades fundamentales para ello está el hecho de preparar previamente al claustro de académicos
desde el punto de vista metodológico, pues el papel del profesor/facilitador como
agente de cambio en educación para la sexualidad es fundamental, pero a la vez
muy complejo, ya que siempre actúan sobre la personalidad del alumnado y su esfera psicosexual, aun cuando no se tenga previsto explícitamente. Si se pudiera lograr que la educación para la sexualidad y género en la enseñanza vaya más allá de
lo académico y tome como referencia los problemas reales de la vida cotidiana y la
práctica profesional para conocerlos, reflexionar y enriquecerlos, innegablemente
se estará ejerciendo un efecto positivo sobre la vida de los alumnos y demostrará
a su vez las posibilidades de mejorar la vida de hombres y mujeres.
Si nos atenemos a la posibilidad de que la educación para la sexualidad sirva
para vivir mejor, para orientar nuestras acciones responsablemente, para ejercitar nuestra libertad, debemos dotar de instrumentos para esas finalidades a seres
sexuados que día con día y año con año de su permanencia en las aulas estarán
en contacto con referencias y experiencias sexuales de muy diversa índole. La
100
Las propuestas desde la esfera de la educación
sexualidad la portan las personas como parte de su corporeidad y de su experiencia subjetiva crucial, y de ninguna manera queda fuera de la escuela al ingresar a
los circuitos de la enseñanza y el aprendizaje.
Una propuesta inicial radica en la necesidad de empezar a abordar las temáticas de
sexualidad y género, dentro del currículum escolar, desde un enfoque que integre los
diferentes puntos de vista y percepciones que confluyen a considerarlos como objeto de estudio complejo que escapa a contextos unidimensionales. En la declaración
de los derechos sexuales y reproductivos, en el artículo 10 se establece el derecho a la
educación sexual integral, definiéndolo como: “Un proceso que se inicia con el nacimiento y dura toda la vida y que debería involucrar a todas las instituciones sociales”.
De manera lamentable, la educación para la sexualidad está basada en mitos y
falacias, eminentemente prejuiciada en contra de las manifestaciones no reproductivas de la sexualidad, en especial la homosexualidad, reforzadora de roles sexuales estereotipados y, sobre todo, considerada todavía como un tema tabú que
suscita temores y recelos.
Se requieren referencias actualizadas y contextualizadas que abarquen el género, la
sexualidad y la diversidad con un enfoque más integral y que, a la vez, orienten para
vivir la sexualidad de manera plena y responsable. Esto es así porque el comportamiento sexual en México ha cambiado a la par de la sociedad, pero no así las leyes,
servicios de salud o programas educativos. En consecuencia, la educación para la sexualidad y género deben preparar a las personas para enfrentar la vida con éxito según sus recursos y potencialidades, y así poder afrontar los retos, las contradicciones
y los problemas propios de la sexualidad actual con profundas diferencias de género.
Sólo la educación para la sexualidad, impartida por profesionales, libre de estereotipos discriminatorios, fundada en un espíritu democrático, puede permitir
al ser humano construir su sexualidad de manera libre y responsable. La problemática está presente. En muchos casos, los patrones de socialización familiar siguen favoreciendo los errores que los propios padres y madres cometieron. Los
patrones sexistas, la intolerancia hacia la diversidad sexual, la violencia intrafamiliar, las representaciones familiares y culturales que tienen que ver con valoraciones inflexibles, con visiones binarias, de dos elementos, sin matices, permanecen.
Educar hacia la libertad y la responsabilidad mediante una educación para la sexualidad descriptiva, científica, incluyente, no valorativa, que desmitifique, libre de
prejuicios, que informe, que favorezca una nueva actitud ante la sexualidad y el género, que permita y privilegie el respeto a la diversidad a partir de la información,
fortaleciendo el rediseño de programas educativos de las diferentes instituciones de
educación pública y privada en todos los niveles que brinden asesoría, consejería,
apoyo y seguimiento a la población general y a la diversidad sexual, reforzando valores universales que permitan el pleno desarrollo de las personas.
La plena realización de las potencialidades de mujeres y hombres sólo podrá
darse cuando, liberándose de las ataduras del género, podamos ser, antes que pertenecientes a un género, seres humanos integrales, “personas”.
El camino está por delante.
101
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105
ÍNDICE
A
Abuso sexual, 22
Aceptación, 15
Actitud(es)
sociales antihomosexuales, 72
transculturales hacia la
homosexualidad, 83
Actividad sexual, 26
Acto
homosexual, 20, 40
sexual, 41, 50, 98, 99
Adolescencia, 17
Adopción
a parejas homosexuales, 39
homoparental, 39
Afrodita, 45
Ambisexualidad, 17
Amor(es)
homosexual, 9, 27
pederastas, 8
sáficos, 8
Análisis de la temática homosexual, 53
Androginia, 77
Antropología cultural, 95
Aprendizaje, 101
Asesinato homosexual, 74
por la forma del, 74
por la información de
fuentes policiacas, 74
por la redacción de la
nota, 74
Autoconcepto, 18
de normalidad, 19
Autoengaño, 67
Autoestima, 18, 96
Autoimagen, 18
Autopercepción, 4
Autoritarismo, 71
Autosuficiencia económica, 50
B
Bareback, 3
Barebacking, 3
parties, 31
all negative, 31
all positive, 31
Berdaches, 10
BHM (básicamente homosexual), 61
BHT (básicamente heterosexual), 61
Biología humana, 17
Bisexual, 50
Bisexualidad, 2, 17, 61, 83
innata, 58
Bug chasers, 31
Butch-femme, 49
C
Cachorro, 33
Capitulación, 76
Cazador, 33
Células germinales, 47
Centro de Investigaciones
Sociales Interdisciplinarias (CISI), 31
Chistes homófobos, 64
Chubby o chub, 33
Cirugías de reasignación
sexual, 3
Civilización, 44
Código(s)
de conducta, 80
de Hammurabi, 44
Internacional de Enfermedades (CIE), 16
sexuales autoritarios, 93
Coito, 46
anal, 19
Coming out, 21, 77
Comportamiento(s)
homosexual, 26
lésbico, 50
sexual, 39
masculino, 74
Comunidad
de “osos”, 32
terminología utilizada
por la, 33
heterosexual, 86
homosexual, 29, 85
NOTA: Los números de página en cursivas corresponden a figuras
106
Índice
Concubinos, 36
Condición sexual, 88
Condón, 29
Conducta
homosexual, 56, 58
masculinizada, 49
parental, 55
sexual adulta, 56
Constructos
débiles, 21
inexactos, 21
Contranatural, 83
Conversion parties, 32
Crímenes
de odio, 73
por homofobia, 73
pasionales, 66, 73
Cromosoma
X, 55, 57
región Xq28 del, 57
Y, 58
Cultura gay, 24
D
Degeneración, 74
nerviosa congénita, 58
Depredadores sexuales, 80
Derecho(s)
a la libertad de expresión, 95
de los homosexuales, 27
humanos, 95
reproductivos, 101
sexuales, 95, 101
Desarrollo psicosexual, 75
Deseo(s), 99
distinto, 99
erótico, 48
eróticos, 48
narcisistas, 48
sexual, 2, 19
Desviación(es)
burguesa, 27
sexuales, 94
Diagnostic and Stadistical
Manual of Mental Disorders (DSM), 75
Dimensión erótica, 62
Discriminación, 6, 31, 80
Disforia de género, 3
Diversidad, 5
sexual, 2, 55, 94, 95, 97, 100
discurso de la, 94
en México, 29
norma de la, 94
Ética, 95
sexual, 98
Eunucos, 17
Excitación
psicológica, 62
sexual, 2
Expresión
gay en el séptimo arte en
México, 88
homofóbica, 72
sexual, 99
F
E
Educación
de la sexualidad, 97
formal, 97
informal, 97
sexual, 97
tradicional, 16
Efebo adolescente, 32
Egodistónico, 2
Egosintónico, 2
Enamoramiento, 25
Enfermedades
infecciosas, 30
mentales, 16
Enheduanna, 45
Enseñanza, 101
Erotismo, 2
Escena homosexual, 83
expresiones artísticas, 83
Espermatozoides, 56
Estatus, 5
Estereotipo, 5
del homosexual, 87
Estigma, 5
Estilo de vida homosexual, 41
Estimulación clitoridiana, 46
Estímulo homosexualidad, 49
Estradiol, 56
Estrés crónico, 77
Falocracia, 16, 79
Fascismo, 64
Feminidad, 17, 96
Feminismo, 5
Feminismo-lesbianismo
radical, 51
Fetichista, 34
FHM (fundamentalmente
homosexual), 61
FHT (fundamentalmente
heterosexual), 61
Fobia, 66
Friné, 45
Fuck of death, 32
G
Gay, 2
literatura de temática, 84
Gaycidad, 2
Género, 2, 4, 96
enfoque de, 5
homosexual, 20
identidad de, 4
perspectiva de, 5
Gift givers, 32
Gonadotropinas, 56
H
Hábitus, 5
Hedonismo puro, 31
107
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
Hepatitis B, 30
Herencia genética, 17
Hermafroditas, 17, 55
Heterosexismo, 37, 72
Heterosexualidad, 2, 17,
49, 54, 61, 68, 83
Higiene pública, 18
Hirja indios, 17
Hombre(s)
machista, 75
que no son machistas, 96
Homoerotismo, 67
Homofobia, 2, 18, 21, 28,
31, 37, 50, 63, 64, 78, 80
ámbito académico-científico y, 65
de los niños, 64
desde los homosexuales, 66
epistemología de la, 76
escuela y, 65
estragos sociales de la, 75
externa, 76
infancia y, 64
Instituciones y, 65
internalizada, 66
lenguaje y, 65
medios de comunicación y, 66
movimientos sociales y
políticos, 65
social, 77
Homofóbicos, 64
Homosexuales, 7, 17, 53, 83
mexicanos, 27
solteros, 25
Homosexualidad, 2, 7, 26,
49, 53, 54, 61, 83
a finales del siglo XX, 13
a principios del siglo
XXI, 13
activos, 13
adquirida, 94
108
como fenómeno social, 26
como perversión, 53
como un acto de la conducta, 19
congénita, 93
contexto,
del periodo colonial, 11
histórico de la, 7
egodistónica, 77
en antigua China, 8
en civilización,
árabe de la Edad Media, 8
romana, 8
en contexto, 15
en el cine mexicano, 89
en la Edad,
de Piedra, 9
Media, 9
en la Nueva España, 11
en mexicas o aztecas, 11
en México, 10
en países occidentales, 9
en pueblos del antiguo
Oriente, 8
en sociedad maya, 10
expresiones artísticas en
la, 83
facultativa, 19
femenina, 43, 49
al reencuentro de
Safo, 43
historia de la, 7
justificación científica, 94
las teorías y el modelo, 53
masculina, 24, 43, 54, 78
moderna, 55
música y, 91
pasivos, 13
por privación, 60
por situación, 60
posturas de religión
acerca de, 39
práctica de la, 41
premoderna, 55
propuestas desde la esfera de la educación, 93
punto de vista de los
cristianos, 9
tratamientos para curar
la, 48
Homosexualismo, 22, 26
Hormonas
femeninas, 48, 54
luteinizante, 56
masculinas, 48, 54
HSH (hombres que tienen
relaciones sexuales con
otros hombres), 3, 26, 31
I
Ideas preconcebidas, 1
Identidad
genérica, 83
lésbica, 44, 50, 51
positiva,
gay-lésbica, 76
homosexual, 20
sexogenérico, 1
Ideología feminista, 79
Impronta cultural, 16
In the closet, 78
Inanna, 45
Incidente sexual casual, 60
Inclinación sexual, 94
Índice de homosexualidad
masculina, 55
Individuo peligroso, 17
Infecciones de transmisión
sexual (ITS), 30, 75, 97
Infelicidad, 88
Infidelidad, 88
Información feminista, 50
Instinto(s)
Índice
maternal, 19
parciales, 68
Intolerancia, 6
Invisibilización, 20
J
Jóven(es)
completamente, 3
homosexual, 17
heterosexuales, 17
L
Leather bear, 33
Lenguaje de la sexología, 94
Lesbianas, 24, 26, 43
Lesbiandad, 49, 50
Lesbianismo, 11, 26, 44, 46
Lesbos, 45
Ley
de Castidad de la Iglesia, 41
de convivencia, 36
de Sociedad de Convivencia, 36
LGBT (lésbico, gay, bisexual, travesti), 27
LGBTTTIP (lésbico, gay, bisexual, travesti, transexual,
transgénero, intersexual,
poliamorosa), 6, 38
Libertad sexual, 85, 100
Libido, 68
Literatura de temática gay, 84
Lobo (wolf), 33
Lobotomía, 46
M
Machismo, 74
social, 75
Machorras, 24
Madres homosexuales, 21, 25
Maestros homosexuales, 79
Mahu polinésicos, 17
Manfloras, 24
Marcha por el orgullo
lésbico, gay, bisexual y
transgénero, 29
Marimacho, 49
Masculinidad, 17, 96
Masturbación, 46
Matrimonio(s)
gay, 35, 37
homoparental, 37
homosexual, 36, 37
igualitario, 37
interracial, 37
Medicina mental, 18
Minorías sexuales, 38, 43,
94, 95
Misoginia, 7, 67
historia de, 7
Mito(s)
del homosexual conflictuado, 78
sociales, 78
Modelo
de comportamiento sexista, 75
de preferencia genérica, 60
unitario de sexualidad, 94
Monogamia, 30
Moral
religiosa, 39
sexual, 39
Moralismo religioso, 93
Mormones homosexuales, 41
Movimiento
de liberación homosexual, 22
feminista, 22
gay, 27
Leather, 34
lésbico, 51
LGBT, 27
vaquero gay, 35
MSM (mujeres que tienen
relaciones sexuales con
otras mujeres), 3, 26
Mujer(es)
gay, 25
homosexuales, 52, 54
lesbianas cacoaimbeguira, 45
Mundo sexual femenino, 44
Muscle bear, 33
N
Narcisismo de pequeñas
diferencias, 63
Neofamilias, 21
Neurosis, 58
Niña marimacho, 49
Niñez, 17
Niño prehomosexual, 59
aspectos del desarrollo
del, 59
Normalidad sexual, 94
Nutria (otter), 33
O
Obsesión compulsiva, 68
Opción sexual, 26
Organización(es)
Mundial de la Salud
(OMS), 16
no gubernamentales
(ONG), 65
Orgasmo, 2, 47, 54
masculino, 19
Orientación, 94
heterosexual, 17, 18
homosexual, 17, 55, 58, 80
sexual, 17, 38, 43, 54,
78, 94
Oso
(bear), 33
polar, 33
Ostracismo antihumano, 43
109
LOS ROSTROS DE LA HOMOSEXUALIDAD. Una mirada desde el escenario
P
Pacto civil de solidaridad, 36
Padres homosexuales, 21, 25
Papá oso (daddy bear), 33
Papel sexual, 1, 4
Pareja(s)
de hecho, 29, 36, 37
heterosexuales, 21
homosexuales, 16, 19, 21
Pasarse el bichito, 32
Patlacheh, 11
Patriarcado, 51, 71
Pecado
nefando, 9, 11
original, 41
Películas pornográficas, 72
Pene, 24
Pensamiento freudiano, 59
Pensión por viudez, 38
Persecución homofóbica, 94
Persona(s)
con orientación homosexual, 18
fingir o reprimir su preferencia sexual, 18
in the closet, 18
Perversiones, 94
PHM (preferentemente
homosexual), 61
PHT (preferentemente heterosexual), 61
Placer, 15
orgásmico, 46
Prácticas sexuales, 15
homosexual, 66
Preferencia
de género, 2
genérica, 17
sexual, 28
Prejuicio, 6, 93
homofóbicos, 72
Proceso
de coming out, 20
110
de enseñanza-aprendizaje, 97
Promiscuidad, 74
Prostitutos
de templo, 10
sagrados, 10
Psicología
clínica, 53
homofóbica, 71
Psiquiatría, 18, 53
Q
Qodeshím, 9
Quedada, 33
Queer, 3
R
Racismo, 80
Raw sex, 31
Relación(es)
erótico-afectivas, 50
fetichistas, 34
heterosexuales, 49
lésbicas, 25, 43, 50
sadomasoquistas, 34
sexual(es),
consensuada, 99
genital, 49
placentera, 99
responsable, 99
sexuales-sentimentales, 50
Represión, 18, 78
Respeto a la pluralidad, 99
Respuesta sexual fisiológica, 62
Revolución sexológica, 94
Rol, 4
de género, 5, 21
defensa del, 70
tradicional, 72
de sacerdotisas, 44
identidad de, 5
Russian roulette parties, 32
S
Safismo, 46
Safo, 45
Salud
física, 37
mental, 37
reproductiva, 4
sexual, 4
Salzikrum, 44
Sbraie, 44
Selección social, 55
Sentimientos homosexuales, 23, 24, 41, 72
Sexismo, 1, 43, 80
Sexo, 1
a pelo, 30
anal, 3
bareback, 29
piel a piel, 31
por asignación, 4
protegido, 31
psicológico, 1
remunerado,
femenino, 28
masculino, 28
seguro, 30
Sexología, 1, 93
lenguaje de la, 94
Sexólogos, 94
Sexoservicio, 28
Sexoservidoras, 29
Sexualidad, 1, 15, 99
conceptos básicos, 1
desviada, 68
en México, 100
erótica, 24
expresiones comportamentales de la, 94
homosexuales, 10
humana, 96
información científica, 94
Índice
lésbica, 46
pensamiento dicotómico de la, 20
variantes de la, 94
SIDA, 24, 30
Síndrome en sí mismo, 77
Sistema(s)
de sexo / género, 5
fascista, 64
hormonal, 18
patriarcal, 51
reproductor, 96
triangular, 59
Sociedad
de convivencia, 36, 37
falocéntrica, 46
falocrática, 46
Sociología constructivista, 95
Sodomía, 8, 9, 18
Sodomita, 8
Star porno bear, 33
Subcultura gay-lésbica, 76
T
Tabla de Kinsey-Lizárraga, 62
Teatro gay, 86
Mexicano, 85
Techo
de cristal de las feministas, 20
púrpura, 20
rosa, 20
Temática lésbica, 85
Temores homosexuales, 20
Tendencia bisexual, 17
Teoría(s)
ambiental, 60
de género, 21
de la frenología de Gall, 48
de la homosexualidad
congénita, 93
de la libre opción, 60
de Steinach, 48
del origen,
genético, 56
hormonal, 56
hormonal, 56
psicoanalítica, 58
psicoanalíticas, 58
queer, 22
Teóricos nativistas, 57
Testigos de Jehová, 41
Testosterona, 48
plasmática, 56
Tibira, 45
Tortilleras, 24
Transexuales, 17
Transexualidad, 3
Transexualismo, 3
Transgenerismo, 3
Trasgresión, 77
Trastorno
adaptativo, 77
mental, 54
personal, 63
social, 63
Travesti, 67, 86
heterosexuales, 29
Travestismo, 3
Travestismo-homosexualidad, 90
Tribus urbanas, 28
Tupinamba, 45
Twink, 33
U
Uniones
civiles, 37
heterosexuales, 21
V
Variantes de la sexualidad, 94
Varones homosexuales, 54
Vida
heterosexual, 20
reproductiva, 99
sexual, 96, 99
VIH, 24, 30
reinfección del, 31
Vínculo sexual, 19
Violencia intrafamiliar, 101
Y
Yauyos, 11
Z
Zona
erógena, 15
Rosa, 28
111
Esta obra ha sido publicada por
Editorial El Manual Moderno, S.A. de C.V.
y se han terminado los trabajos de esta
primera edición el 21 de junio de 2013,
en los talleres de Print Q,
Tomás Vázquez 148,
Col. Barrio San Pedro 08220
México, D.F.
1a edición, 2013
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