Subido por VICTOR ALFONSO MORENO PINEDA

LA TRIBU Interior

Anuncio
2
3
PAISAJES DEL AMOR
Boyas locas en un mar sin frenos.
Brote de laguna en la niña del ojo.
Camas clamorosas al borde del mundo.
Madres, surtidoras de algún paraíso.
Plazas y más plazas
con niños sonoros.
Y siempre sol
y muchos patios.
4
TROVA DEL ASALTO
Forajido de tu alma,
soy el mar de tus costumbres
donde hasta la lejanía sangra.
Rey herapiento de tu lengua,
mando que sobre tu cuerpo
sean la expedición y el acoso
y, también, la más alta ofrenda.
Por lo pronto,
derribo las puertas
y gozo las colinas laterales
que incendian mi mano dispersa.
Alta la luna del asedio,
de tus labios tomo
la primera tierra de la rendición.
Ya soy el conquistado.
5
REGRESO DEL SILENCIOSO
Volver a ti
como el patio que sabe ejercer sus sombras
Volver a tu lengua
con el ansia de morder un mango vivo
Volver a tu pelo
con mano arrendataria
Volver a tus caderas
como niño disperso
Volver a tu pecho
con diente que solloza
Volver a ti,
única casa,
roto y posible paraíso.
6
RUEGOS (O MANDATOS) A ZOÉ
Zoé, lo que viene
vendrá por los dos
pero no me dejes
ser mejor que mis orígenes.
Tú conoces qué animal de monte
se desdobla y batalla
en mis siete multitudes.
Apacigua mis errores.
Toca mis dientes una vez por día.
Dame cielo en tu saliva.
Protege las tribus de mi soledad.
Percute en mis labios
esa música de olvidados
que incendia todo muro.
Sácame a soñar, Zoé
lávame por dentro y llévame
a bailar sones antiguos
7
para aplazar la muerte.
EL FONDO DE LA CASA
Hay un pájaro moribundo, deslumbrado por mi párpado.
Hay un mundo de labios que veré o soñaré hasta mi muerte
Hay una axila que es, también, pueblo herido.
Encuentro a dios
en tu ropa sucia.
Comprendo tu sangre
en el fondo de la casa.
Muerdo tu corazón
en mi vieja cuchara.
8
GLORIAS DEL AMOR
Día para recordar,
tierra a tierra,
el cuerpo original de Zoé,
la leve labranza de tres días
en sus sobacos domésticos,
sus orígenes rigurosos
al hacer ensalada
y la miel inmediata
que la ausencia preserva
en el fondo de su paladar.
Las glorias del amor abundan
de ropa sucia
y goteras obsesivas
Y tierra
a tierra
el cuerpo ofrece su poquito de inmensidad.
9
NOTA DE TIENDA PARA UNA MUJER CANSADA
Defendería a muerte los ripios de tu rosa,
los misterios que nutren
tu condición de isla,
a guayaba puntual que fortalece tu sombra.
Mía, partidaria,
que alabas mi sangre precaria,
y sabes sacar de mi voz
una ilusión eterna.
Soy de signos extraños
y de una tierra rotunda, pero puedo,
tú lo sabes,
lamer tu corazón un día muy blanco,
puedo hacerte joya de mi esquina,
azul roto,
tamborito.
En tus ojos cansados
está toda la magia antigua.
10
GARDENIA PARA TI
(Si la aceptas)
Este pacto va al fin del mundo:
altas las dos sangres lamen la misma llaga.
El amor busca su candela instantánea,
el jolgorio de su olvido.
La música abotona la lejanía.
Y el mejor sol nace en los paladares.
Habrá un tiempo en que la rosa será, otra vez,
grande disturbio.
Una carta hice el día en que temblé de solo imaginar
la gota de calor que acampa en tus costillas,
cada mediodía.
Muchacha, acepta esta gardenia, que de mí saca baile.
11
MEMORIA DE MUSLOS
Tu mirada que saca de mí
el ángel mugroso y partidario
que soy y acompaño,
herido por un mundo de payasos diagonales.
Mar deshecho.
Sal bastarda que pudre mi canción.
Pero tu paladar
en guerra
y la memoria de tus muslos abierta
para este hombre de casa
mientras el mundo solloza.
12
CATEGORICA
Sin ti,
ni las plazas.
Contigo,
hasta sin sol.
TANTO POR TANTO
En veinticuatro horas
Tanto por tanto
Empleando a fondo mi corazón que patea
Regreso casa a casa hasta mi casa
con la risa a plazos
partido como cualquier peinado
cargando cosas y como precipicios
cuando de pronto
tú y tu música.
13
CLAUDIA LUNAR
Cuando la noche es una miel ciega
tú en puntillas, buenamoza de cuello moro
arribas a este tedio de tejas cómplices
peinándote de pechos y cadereos míos
lista para la cabalgata cielo adentro
donde los jinetes regresan al punto de partida
hechos con jirones de laguna y lunares recientes
(Cada noche vuelves, Claudia,
a la oferta de esta luna descalza).
14
EL OTRO BESO
Mi mano reconoce
los desconciertos de tu primera vez
de tu violento horóscopo
y un golpe de vientre tuyo
funda en mi boca
una distancia de sangre inseparable.
15
PALABRAS DIARIAS
(Para ratificarle a Zoé que esto del amor se viene muy adentro)
Dentro y sin compasión,
a prueba de fechas
como un ladrón admirable
va metiéndose esta cosa algebraica
que rompe el día en besos puntuales.
Ocupa poblaciones del pelo a los talones.
Echa sales en el recuerdo.
Pone punto y saliva a los finales.
Este asunto que no ayuna ni limita
Este trozo de trapo reventado contra el sueño
Este día revuelto y repetido, impacificable.
Asaltada por una boca
que revienta el orden del viento
esta cosa algebraica
no quiere parentelas con la melodía.
16
POSTAL DE PRIACO ESPORADICO
Orillado, esplendoroso, súbito;
como la mata del relámpago,
como la boca llena de brisa,
como un niño en límite del acantilado,
como el cabello obstinado
en vadear todo el mar,
la vena intensa
clama por la primera luna
y se hace sol
en los griteríos de la piel.
Así se retuerce la sangre y canta
en un ritmo que evapora el mundo
y ansía solo sombras.
No te descuides.
A la orilla
de todo mar
el cuerpo es solo intemperie.
17
DATOS SOBRE LA OCURRENCIA DEL AMOR
Contra el alba de los destrozos
el amor sabe defender
el lujo de su inminencia
y su caráter municipal.
Todo lo que ama, entonces, es taller de ángeles.
Paso de mar
a la mujer y su pacto con el primer árbol,
y a las formas del amor y sus fieras
inmediatas.
Amemos esa ventana
donde el amoroso asoma su pecho de aprendiz
para mejorar los tratos con la ilusión.
Amemos ese fulgor
que abre su reino entre nosotros
y nos convierte en caballos intensos.
Ocurre el amor,
la carnicería más celeste.
18
El sol sobre los animales elegidos.
El mar, al fin, él último mar.
ENCINTURADOS
Saca todo lo que de mí
está detrás del silencio,
la escasez de alas
y el error intenso,
el pronóstico de luna
que encontré en tus axilas,
el pacto fluvial de los vientres.
La ternura sabrá cavar
sus proverbios
en dos ombligos.
Usa la vieja piedra
para las más viejas inscripciones:
la muerte nos topará
en ese cielo previo:
encinturados.
19
MAGIA DE TODA CALLE
Toda calle
tiene el sol que la convoca,
sombras que defienden la música propicia,
gestos que prolongan la leyenda,
éxtasis vulnerados por su condición fugitiva.
El amor, ese inmenso
inquilinato.
En toda la calle,
para el amor
el rostro revela su hoguera imprevista.
El cuerpo otorga su penúltima belleza.
Toda calle,
todo amor,
magnificas prisiones del paraíso.
20
DE NOCHE PENSANDO EN TI
En tu centro de luz de hiedra
mi mano reúne tierra buena.
Sobre la sombra, tu sombra
dispersa mi memoria.
A esta hora en que nos amamos
rencorosa, por el viento
viaja una voz de ahorcado.
21
LA SOLA MIRADA
Si es para dos,
el mar es trago exacto.
El sol pauta sus alturas,
prueba la extensión de cada héroe.
Y hondo, como su madre,
vive el amor.
Lejana, por la calle,
la sola mirada
sostiene el enigma.
22
DESNUDA, DE PUEBLO.
Desnuda, eres más de pueblo,
lavandera en el río original,
tierra última de alianzas.
Zoé, dando las vidas,
en el trabajo de hacerme, por fin,
selva normal.
Piedra a piedra,
Muerdo tus purezas.
De viento a viento,
los palacios de tu amor.
Y allí, cantando,
desnuda,
corriges el mundo.
23
POEMA DE LA MUJER EXTENDIDA
Ni si el mar arreglara
sus líneas de espesa urdimbre,
ni si el viento indispone
el secreto dominio
de su selva ansiosa.
Una mujer extendida
para la más untuosa ceremonia.
Yegua de bruces sobre la página inútil,
mar ente mares
palabraza.
Cada metro de mujer extendida
garantiza que no moriremos
sin participar en la última cacería.
Ver y recordar allí
la perfecta desesperación
de la tierra.
24
ESTE DÍA
Como patio que borra lejanías
como la gata que se sacia con la escoba
como el cuerpo que venera sus arrugas
como el miedo que regula la secreta orgía
como aterrada por la lentitud de los
amantes
como la hamaca y su sobrante mediodía
como el suspiro que se sabe música perfecta
como gente que rema ya sin río
como el beso y su geometría infinita
Así, este día.
25
CUENTA DE TINAJA
En los bastos alborozos
que saben anteceder la muerte,
en el sol que atiza
el delirio de los soñadores,
en las espaldas mordidas
al final de los pequeños deberes,
seremos héroes
de nuestras más orondas caídas.
Lejos de las guaridas del hastío.
el mar educa siempre
el pañuelo de los asaltantes.
Madres sin rostro
fortalecen la lamentación del viento.
Lavan la culpa como trapo casero.
Cuentan la tinaja:
estos rostros rotos de manigua
empequeñecen toda sabiduría extraña.
26
DECLARACIÓN DE UNA QUE ME RECHAZO
Tú ya sabes cómo contemplo
yo mis otras voces, qué
papel acumulo y educo,
qué profuso prefiero.
Busco una joya estable,
un resplandor de portales.
A ti, en cambio, te gusta
cómo se desangra la brisa,
cómo el mar se alimenta
de técnicas tristes,
llevas la ronda de la noche
a modo de materia original,
y buscas siempre
esa música obscena
que mejora a los infelices.
27
SONATINA DEL DESPECHO
Lentamente, en la mañana
me asomo al día,
alto, con colores, ofrecido,
con su cargamento de brisas, causas y muchachas
Y una música que resplandece y hostiga.
Día para reír sin leyes,
Para fiestas de encías,
Para ser mejor que uno.
Y entonces, lentamente,
en la mañana memorable
Ella pasa frente a mí
Con el otro.
28
BALANCE DEL DESAMADO
Y entenderme ahora
con todos estos escombros del recuerdo
que se creen ángeles en promoción.
29
DEFENSA DEL BESO TORPE
Ciudad adentro
cuerpos solos y sedientos
buscan una plaza solitaria
para la guarnición de sus deseos.
En la noche que engendra
ángeles mortíferos,
los torpes regresan a casa
como primeros borradores del deseo.
Isla indeble
donde toda excursión termina
en una orgía de silencios.
En un mar de muchas velocidades
tan agudo como la punta
de una pena.
Sólo por los torpes
la noche conserva su estilo de establo,
y el deseo su bosque sonámbulo.
30
Llenos de noche, aprendemos
que toda la ciudad
sobrevive en el salmo de un muro
toda la grandeza del amor
en la torpeza del beso.
31
LA CANCIÓN DEL DESPRECIADO
Esta es la canción del despreciado:
La ronda en voz alta
del que a solas escribe
un altanero cuaderno de bitácora.
Escupido o descartado, mi corazón
yergue aún su menesterosa trompeta,
y sabe reconocer, en una docena,
a la dulce que le quitará
las vendas y la sed.
Esta es la canción del despreciado:
tan necesaria como la cicatriz en una rodilla,
o en un patio cantado por mujeres sudadas,
pero cuando pasan muchachas demasiada
espuma
él conserva siempre a tiro
los fusileros de la memoria.
32
(CASI) COPLAS DEL QUE CAMINA
No abandones ese amanecer,
ni siquiera sin compañía.
Lee los silencios de los otros,
atiende sus incontables plagas.
Habla de la muerte sólo
con desconocidos.
Escruta la espléndida monarquía de los niños.
Jadea, según las costumbres.
Apiádate del que puede odiar un tambor.
Aléjate de quien, frente al mar,
No habla de sí mismo.
Deja que tu tristeza te medite.
Sé dulce mirando a quién.
Y lame todo viento.
33
RASTRO DE LOS ABANDONOS
Como guitarra tocada a prisa
por un desengañado
Como el vómito violador
en el centro de la primera
embriaguez
Como el azote del crepúsculo
en el rostro de quien orina de frente
al mar
Como la rotura de burbuja sideral
de la eyaculación primera
Como el amigo que te traiciona y te abraza,
y repetía la ceremonia hasta la
muerte
Así, la tierra crece
y te abandona.
34
MÚSICA
Vendrá la música
y me enchará del mundo.
Vendrá la música
y firmaré todos los manifiestos.
Vendrá la música
y perdonaré a los atroces.
Vendrá la música
y mi madre me dirá qué hacer
con las noches que faltan.
Vendrá la música
y creeré que soy bueno, puro y eterno
mientras tanto.
Vendrá la música
y terminaré de conocer a mi padre.
Vendrá la música
y mi palabra se echará a temblar.
Vendrá la música
y nadie podrá ofenderme.
Vendrá la música
y podrás ver en el fondo de mis ojos
35
a todos mis otros reunidos,
abrazados,
con ganas de volar, pobrecitos.
a Pepe
NOTICIAS DEL OCIO
Radiante como un acuario sonámbulo
Tendido como un arco sin fin
entro al día
donde hasta el canario
llueve encendido
Desde el milenio del lunes,
por fin, la luz
me concede su tropel blasfemo
En este día del ocio bebible
Paseo con mi pereza a cinco manos
Qué pérfida guaracha
ocupa mi aire
36
Lamo la purísima axila de la sombra
El pan con leche de una cama
usada por cuerpos francos
y una sola ventana para mamar el aire
En su blanco sueño exiliado
tercas muchachas interiores
satinan la memoria del durmiente
con la insolación de los muslos
Invicto, saludo
el día libre, con su desenfado
de cosa bella, sin precio
Quieta, muerte.
Hay reunión de reinos
en el fondo de mi hamaca.
37
PIANISTAS
Verlos preparar el fuego
es ya asunto de una vasta disposición
al sacrificio.
Lentos, yacentes, con una cautela
que proviene del límite de la noche
se imponen en los ojos la gula del sacerdocio.
Con la mirada sobre la noche extrema
distribuyen las porciones de fiebre individual
y nos obligan a viajar
por la últimas islas de adentro.
Ah, en mitad de la música
ese olor rojo y triangular
de la desesperación.
Pero ellos persisten, firmes, abstractos
en la continuación de la locura.
Descubren ventanas
que alimentan la congoja de los muertos,
38
familias que sufren
con la boca de los locos
y ese nácar ritual que estrella
el solsticio de la pesadumbre.
El olvido graba en ellos
el signo de los recomienzos.
Ahora, con unos ojos de exánimes corderos
vuelven a preparar
las armas de iniciación.
Murmuran la vieja alabanza
y alejan de nosotros toda tierra.
A Margarita Vélez G.
39
CANTILENA DE LA MALA SOLTERONA
Aborrezco el perfil de veinte caballos
que desgarran el velo de la mañana
en el único instante
en que el mundo y yo
somos iguales.
Hay tanta impudicia en los peldaños de una encía
como en la hierba que, húmeda
aturde las disciplinas del rocío,
y en algunas enfermas insistencias del viento.
Y creo que la forma de un hombre
dibujada en el vientre de una hamaca
o dos blusas sudorosas
colgadas en un comedor
no son más que llamados de perdición.
Odio la lluvia que aúlla y escurre,
jadeando por los desaguaderos,
las axilas estrujadas por la atención
de un solitario,
y la mermelada en alguna
de sus manifestaciones humanas.
40
Ah, y odio el mar, ese montón de agua vieja
y perversa.
Lo niegan pero sé que pugido
de los exostos averiados
es una propuesta sexual.
He dicho a las mías que desconfíen
de los bazares nutridos,
del color que aprendan los mostradores de madera
por el frote de las manos,
de la lengua de los perros campesinos
y de los vecinos que arreglan escaleras.
Pero odio, sobre todo,
la forma en que al ser empujada
una puerta de dobla y queja
y por sus bisagras mana, hierro abajo,
un aceite bochornoso.
41
NOTA DE TIENDA SOBRE EL BESO PROPIO
Mi beso puede hacer
un alto fuego.
Peno una tierra más vieja
que la sed y los pozos.
Veo pasar a las mujeres
felices por la magnificencia
de sus ofrendas
y el peso de sus tinajas.
Late el níspero
en la mano del durmiente,
desemboca el río,
con alaridos y desaires,
y todos se acuestan y fundan.
Este es mi paisaje,
Con hocicos y cántaros.
Entre tanto gesto notorio y extranjero,
mi beso, que no es virtuoso,
42
acaudala sus dones irrisorios.
MEMORIAL DE LOS HÉROES
No nos salvará este heroísmo
de puertas cerradas.
Arden las plazas,
pero, apalabrado, el consuelo
es la candela del que espera,
del que entiende los rostros como archivo.
Funcionarios del cuerpo
estamos aquí
entre las flamas del tambor
y el lustre del espanto
esperando las lepras abisales de la noche.
Al fin de cada día
todo lo que nos salva
tiene purezas de estadio.
De pie, suspiro por antiguas erosiones
que hacen de mí,
un rey de esquinas, una formidable congoja.
43
Nada nos desengañe:
en estos límites de tumulto
héroes somos
y merecemos aun los cauterios de la danza.
POSTDATA DE MARYLIN
La rubia ansiosa ya no sabrá
de que color será su pubis
a los cincuenta años.
Su boca, como una fruta desguazada a mano
por un borracho de la medianoche.
Su espalda, la coraza de un animal solar.
Muerta parece que ahorasí
entra a los manantiales
de su primera inocencia.
Pero ese viento
que se desliza por las cortinas
sonámbulas
es como un viejo agitado
con el sexo en la mano
44
que llega a babear su cuello
por última vez.
NOTA DE TIENDA PARA SAFO
Por los mares más solo se levanta el buen amor
con el código de las medusas
que saben escupir el agua extraña.
La isla se agolpa en la memoria
y afianza el resplandor de los remeros.
Otra vez, la fuerza
hace libres a los celebrantes
y el sol depende de la amargura de las mujeres.
Huele a piedra.
La sombra se hace hembra
aún en la playa vulnerada.
Los cuerpos se igualan
gracias a un fuego frontal
y la doncella más perversa
abre las piernas y desoriente la luz.
Pasa el sol con su sanguaza sublime
45
mientras blandas mujeres
se inventan y desnudan
con mordiscos azules.
ADVERTENCIAS TROPICALES A LADY MACBETH
Un gesto de hombre
deslumbra el ritmo
de la indolente
Un beso miliciano
hace desembocar la noche.
Una canción para huérfanos
desmonta la irrisión de los parques.
Un loco musical
puede hacer que el olor de la reina
se vuelva tambor vaginario.
Y éste que te escribe, Lady,
cree en la mugre de disturbio
que hace de los niños
soles verticales.
46
BOCETO DE NEFERTERI
Su frente, el gran simulacro
por donde cruzan las formas de la espera.
La avena del cuello
y el talismán de los ojos
disponen una lejanía fluvial.
El odio,
insistente como una pérdida imprevista,
aproxima en su perfil
la emboscada de la dulzura doméstica.
Nadie conocerá
su última luna.
Boca de sierpe:
todo lo que calla,
lo ostenta.
47
MODOS MONTUNOS DE ENTENDER LA NOCHE
1
En la noche aluvional y ajena
los hombres marchan a sufrir
en los chiqueros de su sangre.
Yo, escribano ocasional,
toco mi saliva como vieja magia.
Compadezco en mi frente
al viejo que seré.
Por el aire usado,
los rosales me envían sus nóminas de belleza.
Pero yo me quedo examinando
las cartas de los muertos.
48
2
La noche que sacude sus despojos violentos
hace pensar en ríos desamarrados.
No tengo más remedio.
que ir por la noche obrera y milagrosa
amando esas criaturas de pernicia
que facilitan la riqueza de los periódicos.
Hecho de noche,
me ofrendo de costado
y me voy deshaciendo en lugares
donde hay demasiado mar.
49
3
Cuando la música es ya
la última pureza probable
y en la calle, los recuerdos humanos
se ubican como venganza del mar,
la noche ofrece
sus heridas suntuosas
y los sueños aparecen como llanuras culpables.
Fuera del crepúsculo,
hombres de barrio
se despiden de sus anchas mujeres.
Se sacuden el día
y entran a la noche
como animales de labranza.
50
4
Nocheadento
en algún lugar
alguien me espera.
No lo sabe
pero soy
su luz inmediata,
su posible rebelión,
su verdadero día.
5
En la noche
todo lo que me llega,
sangra,
se enluna
y hunde en mí
su espléndida pérdida de rostro.
51
6
Oh, una noche sin ti,
la peor eternidad.
52
SAGA DE LOS TIERNOS HIPOTECADOS
1
En verdad hemos visto todo:
hasta los muertos que pagaremos
por usar la ternura
en la entresemana.
En extinción, la ternura se instala
en héroes de muchos mares,
en gestos que imitan, vanos,
la niñez de la hierba,
en músicas que colman la tarde
de dulces desbandadas,
en lugares donde la saliva de los niños
ya se tomó la selva.
No hay tiempo para la ternura
no hay dónde ni cómo.
Al tierno que persiste
lo ponen en balance morado,
lo señalan riendo,
53
lo creen pálido mensajero,
le preparan tácitas carnicerías.
2
Hay un árbol memorable
en la miseria de la tarde
Hay una tarde versátil
con sus despojos azules
El tierno agradece la función de la brisa
y regresa con los mismos zapatos
a una tierra que confirma sus odios.
54
3
El tierno hipotecado
tiene varias obligaciones natales:
visitar parques,
gozar, como faraón, la mañana que vuela,
anotar, distraído, la furia de los grandes gerentes,
buscar locos augurios
en las nalgas del muelle.
Echarse en la voz
algún furor del abuelo.
4
En los tiernos
que se citan por las noches
con declaraciones de reos ausentes,
hábitos de mesitas de noche
y perfil de cisne huérfano
hay una himno perpetuo.
55
5
Una tierra hipotecada
no da su mano a todo el mundo.
Mira los ojos del prestatario,
su forma de beber café,
la organización de su rostro,
la altura de sus caídas.
Pero la entrega sólo
al que reconoce en la calle
otro reino agrícola,
Al que ofrece sus persona
como único palacio.
56
6
Ir por las calles
sin entregar franquezas
es duro
para un tierno original
que acuesta su corazón todas las noches
sobre un vientre semanal,
y camina ladeado
llegando a parecer un perro forastero.
Trabajar las calles
para un tierno original
es un derecho musical.
Por eso cree que sólo
en las esquinas inciertas
Dios defeca, charla y amonesta,
Y la duda es el gran discurso.
57
7
Los tiernos hipotecados
prefieren el mar
cuando tiene el rotundo silencio
del perfil
de una teta viva
contra la leve luz de nadie.
8
Un tierno hipotecado,
un militante averiado de esta forma del suplicio,
nunca moderniza sus amores:
por los gestos de desamparo,
los ojos de mucha agua,
el viento enloquecido tras una mujer preñada,
los hombres que ejercen el amor a gritos,
el río y sus turbias majestades.
Pero se hace acompañar
de señales arduamente conquistadas:
se emplea a muerte
en el adiós con la mano,
58
detesta las almas económicas,
aprieta a sus hijos:
les muestra la ley de un meñique, el tema de
un lunes,
habla de madres ya muertas
como vastas expediciones futuras.
Escombros plácidos
aconsejan no equivocarse:
cuando el tierno, al fin,
ofrece sus ternuras
y parece un pobre canario anacrónico
Entonces el ángel baja
a custodiar la entrada.
59
9
Raza de los tiernos:
El cielo los espera con los brazos más altos
pero en la tierra posible
vivir
cuesta un montón de tambores.
60
PRIMER 31: MADRE QUE SE HA IDO
1
El viento de diciembre, Madre,
trae, otra vez, la culpa,
la usura de la culpa,
el botín de la culpa.
La culpa, que rompe mi rostro,
en espejos que vuelan.
La culpa, que empieza en tu dedo,
dibujo y destrucción de todo aire.
Ahora que la noche es una verdad extranjera.
61
2
La culpa vuelve a mí,
por escaleras enfermas, por violentas azoteas.
El peso de la culpa
sale de las albercas y endulza las cebollas.
Me ataca la culpa, Madre,
me deja sin compadres.
Cuando nadie en la ciudad
entiende el abismo de un susurro.
3
Madre, todos,
todos mis otros
están al pie
del precipicio,
amarillos y profundos,
con ganas de lanzarse.
62
4
Otra vez el viento de diciembre,
océano malentendido,
trae el sonido de tus pisadas
en la madrugada
Como el lenguaje de una frontera.
Tu voz llega, otra vez,
a preparar las ventanas
cuando hermanos y primos duermen
lejos de sus últimas guerras
y el mar sabe alojarse en ti
que pasas por los corredores de Santo Domingo
hablando con todo el planeta
de la condición diurna de la yuca,
de la familia como tatuaje nocturno,
del hombre que amó
y le dejó tres hijos,
tres limites pavorosos.
63
5
También los pájaros hunden en mí
su inédita inmundicia.
También el sol y su palabra maligna
empuercan el mundo de mi persona,
también el mar me acusa
con sus ancianos insaciables.
Y la perfección de la culpa
quema la última bruja de mi corazón.
(Perdóname este día, Madre,
que entre tanta bulla enferma
no encuentro el rastro de mi pena).
64
6
Te refugias en el baño.
Defecas, llorando
igual que mucho periódicos.
Afuera, ves pasar el médico,
un hombrecito peligroso (no lo parecía
es idéntico a un pastor
puesto a dirigir un aeropuerto)
que exhibe una parsimonia profesional
como su diploma más verdadero
y cuida su vestido blanco inmaculado
como a una revelación de las Escrituras.
Lo has visto garabatear notas, tartamudear
placas y darte la noticia
la tremenda irreparable planetaria
noticia del mal de tu madre
como quien tolera, ecuánime, el nuevo precio
del combustible
o confirma, orgulloso y cesáreo,
la esplendorosa y comprensible vileza de una rutina.
65
Fue buscado no para que curara
sino para que ayudara a morir. Pero ni eso. Ni eso.
Tienes la sangre como el mar de enero
y tratas de retenerlo , vengativo, en tu memoria,
pero Madre te susurra que no vale la pena.
El también enfermará algún día.
Entonces, un numeroso tribunal, a su lado dará la consigna
y su vestidito blanco no se ajará nunca más
mientras su hijo trata de hacerse hombre
conociendo el último suburbio de su miedo.
Pero, ahora, está suelto, ¡Dios mío!
¡Este hombre anda suelto por la ciudad inerme!
66
7
Hace un año la tierra no es la misma.
Oscurece tanto y tan adentro
que hay ahora tanta nada en todo
y nada tiene cómo en tanto todo.
Llueve negro por mi casa
como gente comiendo piedra.
El mundo me tiende, al mismo tiempo,
su limosna, sus payasos invertebrados,
la lluvia que moja y salva la cara del hombre,
el niño y sus próximos cien años.
Entiéndelo y descansa, Usta
Tu madre
se te ha muerto en todo el mundo.
Ahora es tu primera verdad,
la hechicera
de la tribu interior.
67
ELOGIO DE LA MENTIRA
En más de 50 años de vivir juntos,
Lucinda Puerta mintió sólo dos veces
a Manuel Santiago García.
La primera vez fue un tigrillo,
la carne de tigrillo.
Manuel Santiago había comido de todo:
monos colorados, gatos pardos, culebras de corral.
Únicamente le faltaba comer tigrillo,
Así que salió a cazarlo, y lo cazó.
Pero Lucinda había oído decir
que comer carne de tigrillo
producía lepra.
Así que, en su reino de la cocina,
Lucinda vertió sobre el imponente tigrillo
dos frascos de curarina.
Manuel Santiago probó sólo un bocado y dijo: “¡Dios mío!”.
Durante 30 años, Lucinda oyó a Manuel Santiago,
en reuniones de amigos, ufanarse
68
de haber comido la carne de todos
los animales del planeta.
Menos tigrillo, porque la carne de tigrillo
era lo más amargo de este mundo.
Los amigos, especialistas también, perplejos
lo contradecían
pero Manuel Santiago era vehemente sobre
la isoportable amargura de la carne de tigrillo,
y ponía a Lucinda como testigo.
Ella asentía, firme, con la cabeza, y desaparecía,
y los amigos callaban ante la confirmación inapelable
de la cordial y huidiza señora de Manuel Santiago.
La segunda mentira fue por una gallina.
Manuel Santiago era gallero frenético y llevaba
una lista de cruces y entrecruces de las dinastías
de los gallos y gallinas más finos y bravos de su corral.
Un día Manuel Santiago pidió a Lucinda matar
una gallina específica.
En las abigarradas dinastías del corral,
había dos gallinas hermanas, semejantes,
pero mientras una era floja y vergonzosa,
69
la otra era el símbolo
de la fertilidad y la fuerza.
En el cogecoge de los preparativos,
Lucinda Puerta, con cuchillo reluciente
en mano diestra y deseosa,
se confundió
y decapitó al símbolo,
ante la alarma de Arturo, su hijo mayor,
al que Lucinda Puerta hizo guardar silencio eterno
con la misma silenciosa fuerza
con que manejó los frascos de curarina.
Después, nadie supo cómo,
hubo puesta en escena
y pareció que un árbol pequeño y débil
se había derrumbada sobre la gallina ejemplar.
Al mediodía, las dos gallinas hermanas
reposaban, unidas por el error y la muerte,
en la mesa espléndida.
El olor era espeso , traía recuerdos.
Lucinda le explicó a Manuel Santiago
la fatalidad del árbol, el imperceptible verano
70
que acecha y pudre toda cosa.
Manuel Santiago probó mucho bocados, silencioso,
antes de decir: “Cosas de Dios”.
Seis días antes de morir Manuel Santiago,
mientras él estaba sentado en el patio,
sin camisa, mirando el primer blancor de lo alto,
Lucinda fue y le contó todo.
Manuel Santiago le agarró la mano, la miró
a los ojos húmedos, y le dio
las gracias por todo
para siempre,
sin mencionar a Dios.
Descargar