2 3 PAISAJES DEL AMOR Boyas locas en un mar sin frenos. Brote de laguna en la niña del ojo. Camas clamorosas al borde del mundo. Madres, surtidoras de algún paraíso. Plazas y más plazas con niños sonoros. Y siempre sol y muchos patios. 4 TROVA DEL ASALTO Forajido de tu alma, soy el mar de tus costumbres donde hasta la lejanía sangra. Rey herapiento de tu lengua, mando que sobre tu cuerpo sean la expedición y el acoso y, también, la más alta ofrenda. Por lo pronto, derribo las puertas y gozo las colinas laterales que incendian mi mano dispersa. Alta la luna del asedio, de tus labios tomo la primera tierra de la rendición. Ya soy el conquistado. 5 REGRESO DEL SILENCIOSO Volver a ti como el patio que sabe ejercer sus sombras Volver a tu lengua con el ansia de morder un mango vivo Volver a tu pelo con mano arrendataria Volver a tus caderas como niño disperso Volver a tu pecho con diente que solloza Volver a ti, única casa, roto y posible paraíso. 6 RUEGOS (O MANDATOS) A ZOÉ Zoé, lo que viene vendrá por los dos pero no me dejes ser mejor que mis orígenes. Tú conoces qué animal de monte se desdobla y batalla en mis siete multitudes. Apacigua mis errores. Toca mis dientes una vez por día. Dame cielo en tu saliva. Protege las tribus de mi soledad. Percute en mis labios esa música de olvidados que incendia todo muro. Sácame a soñar, Zoé lávame por dentro y llévame a bailar sones antiguos 7 para aplazar la muerte. EL FONDO DE LA CASA Hay un pájaro moribundo, deslumbrado por mi párpado. Hay un mundo de labios que veré o soñaré hasta mi muerte Hay una axila que es, también, pueblo herido. Encuentro a dios en tu ropa sucia. Comprendo tu sangre en el fondo de la casa. Muerdo tu corazón en mi vieja cuchara. 8 GLORIAS DEL AMOR Día para recordar, tierra a tierra, el cuerpo original de Zoé, la leve labranza de tres días en sus sobacos domésticos, sus orígenes rigurosos al hacer ensalada y la miel inmediata que la ausencia preserva en el fondo de su paladar. Las glorias del amor abundan de ropa sucia y goteras obsesivas Y tierra a tierra el cuerpo ofrece su poquito de inmensidad. 9 NOTA DE TIENDA PARA UNA MUJER CANSADA Defendería a muerte los ripios de tu rosa, los misterios que nutren tu condición de isla, a guayaba puntual que fortalece tu sombra. Mía, partidaria, que alabas mi sangre precaria, y sabes sacar de mi voz una ilusión eterna. Soy de signos extraños y de una tierra rotunda, pero puedo, tú lo sabes, lamer tu corazón un día muy blanco, puedo hacerte joya de mi esquina, azul roto, tamborito. En tus ojos cansados está toda la magia antigua. 10 GARDENIA PARA TI (Si la aceptas) Este pacto va al fin del mundo: altas las dos sangres lamen la misma llaga. El amor busca su candela instantánea, el jolgorio de su olvido. La música abotona la lejanía. Y el mejor sol nace en los paladares. Habrá un tiempo en que la rosa será, otra vez, grande disturbio. Una carta hice el día en que temblé de solo imaginar la gota de calor que acampa en tus costillas, cada mediodía. Muchacha, acepta esta gardenia, que de mí saca baile. 11 MEMORIA DE MUSLOS Tu mirada que saca de mí el ángel mugroso y partidario que soy y acompaño, herido por un mundo de payasos diagonales. Mar deshecho. Sal bastarda que pudre mi canción. Pero tu paladar en guerra y la memoria de tus muslos abierta para este hombre de casa mientras el mundo solloza. 12 CATEGORICA Sin ti, ni las plazas. Contigo, hasta sin sol. TANTO POR TANTO En veinticuatro horas Tanto por tanto Empleando a fondo mi corazón que patea Regreso casa a casa hasta mi casa con la risa a plazos partido como cualquier peinado cargando cosas y como precipicios cuando de pronto tú y tu música. 13 CLAUDIA LUNAR Cuando la noche es una miel ciega tú en puntillas, buenamoza de cuello moro arribas a este tedio de tejas cómplices peinándote de pechos y cadereos míos lista para la cabalgata cielo adentro donde los jinetes regresan al punto de partida hechos con jirones de laguna y lunares recientes (Cada noche vuelves, Claudia, a la oferta de esta luna descalza). 14 EL OTRO BESO Mi mano reconoce los desconciertos de tu primera vez de tu violento horóscopo y un golpe de vientre tuyo funda en mi boca una distancia de sangre inseparable. 15 PALABRAS DIARIAS (Para ratificarle a Zoé que esto del amor se viene muy adentro) Dentro y sin compasión, a prueba de fechas como un ladrón admirable va metiéndose esta cosa algebraica que rompe el día en besos puntuales. Ocupa poblaciones del pelo a los talones. Echa sales en el recuerdo. Pone punto y saliva a los finales. Este asunto que no ayuna ni limita Este trozo de trapo reventado contra el sueño Este día revuelto y repetido, impacificable. Asaltada por una boca que revienta el orden del viento esta cosa algebraica no quiere parentelas con la melodía. 16 POSTAL DE PRIACO ESPORADICO Orillado, esplendoroso, súbito; como la mata del relámpago, como la boca llena de brisa, como un niño en límite del acantilado, como el cabello obstinado en vadear todo el mar, la vena intensa clama por la primera luna y se hace sol en los griteríos de la piel. Así se retuerce la sangre y canta en un ritmo que evapora el mundo y ansía solo sombras. No te descuides. A la orilla de todo mar el cuerpo es solo intemperie. 17 DATOS SOBRE LA OCURRENCIA DEL AMOR Contra el alba de los destrozos el amor sabe defender el lujo de su inminencia y su caráter municipal. Todo lo que ama, entonces, es taller de ángeles. Paso de mar a la mujer y su pacto con el primer árbol, y a las formas del amor y sus fieras inmediatas. Amemos esa ventana donde el amoroso asoma su pecho de aprendiz para mejorar los tratos con la ilusión. Amemos ese fulgor que abre su reino entre nosotros y nos convierte en caballos intensos. Ocurre el amor, la carnicería más celeste. 18 El sol sobre los animales elegidos. El mar, al fin, él último mar. ENCINTURADOS Saca todo lo que de mí está detrás del silencio, la escasez de alas y el error intenso, el pronóstico de luna que encontré en tus axilas, el pacto fluvial de los vientres. La ternura sabrá cavar sus proverbios en dos ombligos. Usa la vieja piedra para las más viejas inscripciones: la muerte nos topará en ese cielo previo: encinturados. 19 MAGIA DE TODA CALLE Toda calle tiene el sol que la convoca, sombras que defienden la música propicia, gestos que prolongan la leyenda, éxtasis vulnerados por su condición fugitiva. El amor, ese inmenso inquilinato. En toda la calle, para el amor el rostro revela su hoguera imprevista. El cuerpo otorga su penúltima belleza. Toda calle, todo amor, magnificas prisiones del paraíso. 20 DE NOCHE PENSANDO EN TI En tu centro de luz de hiedra mi mano reúne tierra buena. Sobre la sombra, tu sombra dispersa mi memoria. A esta hora en que nos amamos rencorosa, por el viento viaja una voz de ahorcado. 21 LA SOLA MIRADA Si es para dos, el mar es trago exacto. El sol pauta sus alturas, prueba la extensión de cada héroe. Y hondo, como su madre, vive el amor. Lejana, por la calle, la sola mirada sostiene el enigma. 22 DESNUDA, DE PUEBLO. Desnuda, eres más de pueblo, lavandera en el río original, tierra última de alianzas. Zoé, dando las vidas, en el trabajo de hacerme, por fin, selva normal. Piedra a piedra, Muerdo tus purezas. De viento a viento, los palacios de tu amor. Y allí, cantando, desnuda, corriges el mundo. 23 POEMA DE LA MUJER EXTENDIDA Ni si el mar arreglara sus líneas de espesa urdimbre, ni si el viento indispone el secreto dominio de su selva ansiosa. Una mujer extendida para la más untuosa ceremonia. Yegua de bruces sobre la página inútil, mar ente mares palabraza. Cada metro de mujer extendida garantiza que no moriremos sin participar en la última cacería. Ver y recordar allí la perfecta desesperación de la tierra. 24 ESTE DÍA Como patio que borra lejanías como la gata que se sacia con la escoba como el cuerpo que venera sus arrugas como el miedo que regula la secreta orgía como aterrada por la lentitud de los amantes como la hamaca y su sobrante mediodía como el suspiro que se sabe música perfecta como gente que rema ya sin río como el beso y su geometría infinita Así, este día. 25 CUENTA DE TINAJA En los bastos alborozos que saben anteceder la muerte, en el sol que atiza el delirio de los soñadores, en las espaldas mordidas al final de los pequeños deberes, seremos héroes de nuestras más orondas caídas. Lejos de las guaridas del hastío. el mar educa siempre el pañuelo de los asaltantes. Madres sin rostro fortalecen la lamentación del viento. Lavan la culpa como trapo casero. Cuentan la tinaja: estos rostros rotos de manigua empequeñecen toda sabiduría extraña. 26 DECLARACIÓN DE UNA QUE ME RECHAZO Tú ya sabes cómo contemplo yo mis otras voces, qué papel acumulo y educo, qué profuso prefiero. Busco una joya estable, un resplandor de portales. A ti, en cambio, te gusta cómo se desangra la brisa, cómo el mar se alimenta de técnicas tristes, llevas la ronda de la noche a modo de materia original, y buscas siempre esa música obscena que mejora a los infelices. 27 SONATINA DEL DESPECHO Lentamente, en la mañana me asomo al día, alto, con colores, ofrecido, con su cargamento de brisas, causas y muchachas Y una música que resplandece y hostiga. Día para reír sin leyes, Para fiestas de encías, Para ser mejor que uno. Y entonces, lentamente, en la mañana memorable Ella pasa frente a mí Con el otro. 28 BALANCE DEL DESAMADO Y entenderme ahora con todos estos escombros del recuerdo que se creen ángeles en promoción. 29 DEFENSA DEL BESO TORPE Ciudad adentro cuerpos solos y sedientos buscan una plaza solitaria para la guarnición de sus deseos. En la noche que engendra ángeles mortíferos, los torpes regresan a casa como primeros borradores del deseo. Isla indeble donde toda excursión termina en una orgía de silencios. En un mar de muchas velocidades tan agudo como la punta de una pena. Sólo por los torpes la noche conserva su estilo de establo, y el deseo su bosque sonámbulo. 30 Llenos de noche, aprendemos que toda la ciudad sobrevive en el salmo de un muro toda la grandeza del amor en la torpeza del beso. 31 LA CANCIÓN DEL DESPRECIADO Esta es la canción del despreciado: La ronda en voz alta del que a solas escribe un altanero cuaderno de bitácora. Escupido o descartado, mi corazón yergue aún su menesterosa trompeta, y sabe reconocer, en una docena, a la dulce que le quitará las vendas y la sed. Esta es la canción del despreciado: tan necesaria como la cicatriz en una rodilla, o en un patio cantado por mujeres sudadas, pero cuando pasan muchachas demasiada espuma él conserva siempre a tiro los fusileros de la memoria. 32 (CASI) COPLAS DEL QUE CAMINA No abandones ese amanecer, ni siquiera sin compañía. Lee los silencios de los otros, atiende sus incontables plagas. Habla de la muerte sólo con desconocidos. Escruta la espléndida monarquía de los niños. Jadea, según las costumbres. Apiádate del que puede odiar un tambor. Aléjate de quien, frente al mar, No habla de sí mismo. Deja que tu tristeza te medite. Sé dulce mirando a quién. Y lame todo viento. 33 RASTRO DE LOS ABANDONOS Como guitarra tocada a prisa por un desengañado Como el vómito violador en el centro de la primera embriaguez Como el azote del crepúsculo en el rostro de quien orina de frente al mar Como la rotura de burbuja sideral de la eyaculación primera Como el amigo que te traiciona y te abraza, y repetía la ceremonia hasta la muerte Así, la tierra crece y te abandona. 34 MÚSICA Vendrá la música y me enchará del mundo. Vendrá la música y firmaré todos los manifiestos. Vendrá la música y perdonaré a los atroces. Vendrá la música y mi madre me dirá qué hacer con las noches que faltan. Vendrá la música y creeré que soy bueno, puro y eterno mientras tanto. Vendrá la música y terminaré de conocer a mi padre. Vendrá la música y mi palabra se echará a temblar. Vendrá la música y nadie podrá ofenderme. Vendrá la música y podrás ver en el fondo de mis ojos 35 a todos mis otros reunidos, abrazados, con ganas de volar, pobrecitos. a Pepe NOTICIAS DEL OCIO Radiante como un acuario sonámbulo Tendido como un arco sin fin entro al día donde hasta el canario llueve encendido Desde el milenio del lunes, por fin, la luz me concede su tropel blasfemo En este día del ocio bebible Paseo con mi pereza a cinco manos Qué pérfida guaracha ocupa mi aire 36 Lamo la purísima axila de la sombra El pan con leche de una cama usada por cuerpos francos y una sola ventana para mamar el aire En su blanco sueño exiliado tercas muchachas interiores satinan la memoria del durmiente con la insolación de los muslos Invicto, saludo el día libre, con su desenfado de cosa bella, sin precio Quieta, muerte. Hay reunión de reinos en el fondo de mi hamaca. 37 PIANISTAS Verlos preparar el fuego es ya asunto de una vasta disposición al sacrificio. Lentos, yacentes, con una cautela que proviene del límite de la noche se imponen en los ojos la gula del sacerdocio. Con la mirada sobre la noche extrema distribuyen las porciones de fiebre individual y nos obligan a viajar por la últimas islas de adentro. Ah, en mitad de la música ese olor rojo y triangular de la desesperación. Pero ellos persisten, firmes, abstractos en la continuación de la locura. Descubren ventanas que alimentan la congoja de los muertos, 38 familias que sufren con la boca de los locos y ese nácar ritual que estrella el solsticio de la pesadumbre. El olvido graba en ellos el signo de los recomienzos. Ahora, con unos ojos de exánimes corderos vuelven a preparar las armas de iniciación. Murmuran la vieja alabanza y alejan de nosotros toda tierra. A Margarita Vélez G. 39 CANTILENA DE LA MALA SOLTERONA Aborrezco el perfil de veinte caballos que desgarran el velo de la mañana en el único instante en que el mundo y yo somos iguales. Hay tanta impudicia en los peldaños de una encía como en la hierba que, húmeda aturde las disciplinas del rocío, y en algunas enfermas insistencias del viento. Y creo que la forma de un hombre dibujada en el vientre de una hamaca o dos blusas sudorosas colgadas en un comedor no son más que llamados de perdición. Odio la lluvia que aúlla y escurre, jadeando por los desaguaderos, las axilas estrujadas por la atención de un solitario, y la mermelada en alguna de sus manifestaciones humanas. 40 Ah, y odio el mar, ese montón de agua vieja y perversa. Lo niegan pero sé que pugido de los exostos averiados es una propuesta sexual. He dicho a las mías que desconfíen de los bazares nutridos, del color que aprendan los mostradores de madera por el frote de las manos, de la lengua de los perros campesinos y de los vecinos que arreglan escaleras. Pero odio, sobre todo, la forma en que al ser empujada una puerta de dobla y queja y por sus bisagras mana, hierro abajo, un aceite bochornoso. 41 NOTA DE TIENDA SOBRE EL BESO PROPIO Mi beso puede hacer un alto fuego. Peno una tierra más vieja que la sed y los pozos. Veo pasar a las mujeres felices por la magnificencia de sus ofrendas y el peso de sus tinajas. Late el níspero en la mano del durmiente, desemboca el río, con alaridos y desaires, y todos se acuestan y fundan. Este es mi paisaje, Con hocicos y cántaros. Entre tanto gesto notorio y extranjero, mi beso, que no es virtuoso, 42 acaudala sus dones irrisorios. MEMORIAL DE LOS HÉROES No nos salvará este heroísmo de puertas cerradas. Arden las plazas, pero, apalabrado, el consuelo es la candela del que espera, del que entiende los rostros como archivo. Funcionarios del cuerpo estamos aquí entre las flamas del tambor y el lustre del espanto esperando las lepras abisales de la noche. Al fin de cada día todo lo que nos salva tiene purezas de estadio. De pie, suspiro por antiguas erosiones que hacen de mí, un rey de esquinas, una formidable congoja. 43 Nada nos desengañe: en estos límites de tumulto héroes somos y merecemos aun los cauterios de la danza. POSTDATA DE MARYLIN La rubia ansiosa ya no sabrá de que color será su pubis a los cincuenta años. Su boca, como una fruta desguazada a mano por un borracho de la medianoche. Su espalda, la coraza de un animal solar. Muerta parece que ahorasí entra a los manantiales de su primera inocencia. Pero ese viento que se desliza por las cortinas sonámbulas es como un viejo agitado con el sexo en la mano 44 que llega a babear su cuello por última vez. NOTA DE TIENDA PARA SAFO Por los mares más solo se levanta el buen amor con el código de las medusas que saben escupir el agua extraña. La isla se agolpa en la memoria y afianza el resplandor de los remeros. Otra vez, la fuerza hace libres a los celebrantes y el sol depende de la amargura de las mujeres. Huele a piedra. La sombra se hace hembra aún en la playa vulnerada. Los cuerpos se igualan gracias a un fuego frontal y la doncella más perversa abre las piernas y desoriente la luz. Pasa el sol con su sanguaza sublime 45 mientras blandas mujeres se inventan y desnudan con mordiscos azules. ADVERTENCIAS TROPICALES A LADY MACBETH Un gesto de hombre deslumbra el ritmo de la indolente Un beso miliciano hace desembocar la noche. Una canción para huérfanos desmonta la irrisión de los parques. Un loco musical puede hacer que el olor de la reina se vuelva tambor vaginario. Y éste que te escribe, Lady, cree en la mugre de disturbio que hace de los niños soles verticales. 46 BOCETO DE NEFERTERI Su frente, el gran simulacro por donde cruzan las formas de la espera. La avena del cuello y el talismán de los ojos disponen una lejanía fluvial. El odio, insistente como una pérdida imprevista, aproxima en su perfil la emboscada de la dulzura doméstica. Nadie conocerá su última luna. Boca de sierpe: todo lo que calla, lo ostenta. 47 MODOS MONTUNOS DE ENTENDER LA NOCHE 1 En la noche aluvional y ajena los hombres marchan a sufrir en los chiqueros de su sangre. Yo, escribano ocasional, toco mi saliva como vieja magia. Compadezco en mi frente al viejo que seré. Por el aire usado, los rosales me envían sus nóminas de belleza. Pero yo me quedo examinando las cartas de los muertos. 48 2 La noche que sacude sus despojos violentos hace pensar en ríos desamarrados. No tengo más remedio. que ir por la noche obrera y milagrosa amando esas criaturas de pernicia que facilitan la riqueza de los periódicos. Hecho de noche, me ofrendo de costado y me voy deshaciendo en lugares donde hay demasiado mar. 49 3 Cuando la música es ya la última pureza probable y en la calle, los recuerdos humanos se ubican como venganza del mar, la noche ofrece sus heridas suntuosas y los sueños aparecen como llanuras culpables. Fuera del crepúsculo, hombres de barrio se despiden de sus anchas mujeres. Se sacuden el día y entran a la noche como animales de labranza. 50 4 Nocheadento en algún lugar alguien me espera. No lo sabe pero soy su luz inmediata, su posible rebelión, su verdadero día. 5 En la noche todo lo que me llega, sangra, se enluna y hunde en mí su espléndida pérdida de rostro. 51 6 Oh, una noche sin ti, la peor eternidad. 52 SAGA DE LOS TIERNOS HIPOTECADOS 1 En verdad hemos visto todo: hasta los muertos que pagaremos por usar la ternura en la entresemana. En extinción, la ternura se instala en héroes de muchos mares, en gestos que imitan, vanos, la niñez de la hierba, en músicas que colman la tarde de dulces desbandadas, en lugares donde la saliva de los niños ya se tomó la selva. No hay tiempo para la ternura no hay dónde ni cómo. Al tierno que persiste lo ponen en balance morado, lo señalan riendo, 53 lo creen pálido mensajero, le preparan tácitas carnicerías. 2 Hay un árbol memorable en la miseria de la tarde Hay una tarde versátil con sus despojos azules El tierno agradece la función de la brisa y regresa con los mismos zapatos a una tierra que confirma sus odios. 54 3 El tierno hipotecado tiene varias obligaciones natales: visitar parques, gozar, como faraón, la mañana que vuela, anotar, distraído, la furia de los grandes gerentes, buscar locos augurios en las nalgas del muelle. Echarse en la voz algún furor del abuelo. 4 En los tiernos que se citan por las noches con declaraciones de reos ausentes, hábitos de mesitas de noche y perfil de cisne huérfano hay una himno perpetuo. 55 5 Una tierra hipotecada no da su mano a todo el mundo. Mira los ojos del prestatario, su forma de beber café, la organización de su rostro, la altura de sus caídas. Pero la entrega sólo al que reconoce en la calle otro reino agrícola, Al que ofrece sus persona como único palacio. 56 6 Ir por las calles sin entregar franquezas es duro para un tierno original que acuesta su corazón todas las noches sobre un vientre semanal, y camina ladeado llegando a parecer un perro forastero. Trabajar las calles para un tierno original es un derecho musical. Por eso cree que sólo en las esquinas inciertas Dios defeca, charla y amonesta, Y la duda es el gran discurso. 57 7 Los tiernos hipotecados prefieren el mar cuando tiene el rotundo silencio del perfil de una teta viva contra la leve luz de nadie. 8 Un tierno hipotecado, un militante averiado de esta forma del suplicio, nunca moderniza sus amores: por los gestos de desamparo, los ojos de mucha agua, el viento enloquecido tras una mujer preñada, los hombres que ejercen el amor a gritos, el río y sus turbias majestades. Pero se hace acompañar de señales arduamente conquistadas: se emplea a muerte en el adiós con la mano, 58 detesta las almas económicas, aprieta a sus hijos: les muestra la ley de un meñique, el tema de un lunes, habla de madres ya muertas como vastas expediciones futuras. Escombros plácidos aconsejan no equivocarse: cuando el tierno, al fin, ofrece sus ternuras y parece un pobre canario anacrónico Entonces el ángel baja a custodiar la entrada. 59 9 Raza de los tiernos: El cielo los espera con los brazos más altos pero en la tierra posible vivir cuesta un montón de tambores. 60 PRIMER 31: MADRE QUE SE HA IDO 1 El viento de diciembre, Madre, trae, otra vez, la culpa, la usura de la culpa, el botín de la culpa. La culpa, que rompe mi rostro, en espejos que vuelan. La culpa, que empieza en tu dedo, dibujo y destrucción de todo aire. Ahora que la noche es una verdad extranjera. 61 2 La culpa vuelve a mí, por escaleras enfermas, por violentas azoteas. El peso de la culpa sale de las albercas y endulza las cebollas. Me ataca la culpa, Madre, me deja sin compadres. Cuando nadie en la ciudad entiende el abismo de un susurro. 3 Madre, todos, todos mis otros están al pie del precipicio, amarillos y profundos, con ganas de lanzarse. 62 4 Otra vez el viento de diciembre, océano malentendido, trae el sonido de tus pisadas en la madrugada Como el lenguaje de una frontera. Tu voz llega, otra vez, a preparar las ventanas cuando hermanos y primos duermen lejos de sus últimas guerras y el mar sabe alojarse en ti que pasas por los corredores de Santo Domingo hablando con todo el planeta de la condición diurna de la yuca, de la familia como tatuaje nocturno, del hombre que amó y le dejó tres hijos, tres limites pavorosos. 63 5 También los pájaros hunden en mí su inédita inmundicia. También el sol y su palabra maligna empuercan el mundo de mi persona, también el mar me acusa con sus ancianos insaciables. Y la perfección de la culpa quema la última bruja de mi corazón. (Perdóname este día, Madre, que entre tanta bulla enferma no encuentro el rastro de mi pena). 64 6 Te refugias en el baño. Defecas, llorando igual que mucho periódicos. Afuera, ves pasar el médico, un hombrecito peligroso (no lo parecía es idéntico a un pastor puesto a dirigir un aeropuerto) que exhibe una parsimonia profesional como su diploma más verdadero y cuida su vestido blanco inmaculado como a una revelación de las Escrituras. Lo has visto garabatear notas, tartamudear placas y darte la noticia la tremenda irreparable planetaria noticia del mal de tu madre como quien tolera, ecuánime, el nuevo precio del combustible o confirma, orgulloso y cesáreo, la esplendorosa y comprensible vileza de una rutina. 65 Fue buscado no para que curara sino para que ayudara a morir. Pero ni eso. Ni eso. Tienes la sangre como el mar de enero y tratas de retenerlo , vengativo, en tu memoria, pero Madre te susurra que no vale la pena. El también enfermará algún día. Entonces, un numeroso tribunal, a su lado dará la consigna y su vestidito blanco no se ajará nunca más mientras su hijo trata de hacerse hombre conociendo el último suburbio de su miedo. Pero, ahora, está suelto, ¡Dios mío! ¡Este hombre anda suelto por la ciudad inerme! 66 7 Hace un año la tierra no es la misma. Oscurece tanto y tan adentro que hay ahora tanta nada en todo y nada tiene cómo en tanto todo. Llueve negro por mi casa como gente comiendo piedra. El mundo me tiende, al mismo tiempo, su limosna, sus payasos invertebrados, la lluvia que moja y salva la cara del hombre, el niño y sus próximos cien años. Entiéndelo y descansa, Usta Tu madre se te ha muerto en todo el mundo. Ahora es tu primera verdad, la hechicera de la tribu interior. 67 ELOGIO DE LA MENTIRA En más de 50 años de vivir juntos, Lucinda Puerta mintió sólo dos veces a Manuel Santiago García. La primera vez fue un tigrillo, la carne de tigrillo. Manuel Santiago había comido de todo: monos colorados, gatos pardos, culebras de corral. Únicamente le faltaba comer tigrillo, Así que salió a cazarlo, y lo cazó. Pero Lucinda había oído decir que comer carne de tigrillo producía lepra. Así que, en su reino de la cocina, Lucinda vertió sobre el imponente tigrillo dos frascos de curarina. Manuel Santiago probó sólo un bocado y dijo: “¡Dios mío!”. Durante 30 años, Lucinda oyó a Manuel Santiago, en reuniones de amigos, ufanarse 68 de haber comido la carne de todos los animales del planeta. Menos tigrillo, porque la carne de tigrillo era lo más amargo de este mundo. Los amigos, especialistas también, perplejos lo contradecían pero Manuel Santiago era vehemente sobre la isoportable amargura de la carne de tigrillo, y ponía a Lucinda como testigo. Ella asentía, firme, con la cabeza, y desaparecía, y los amigos callaban ante la confirmación inapelable de la cordial y huidiza señora de Manuel Santiago. La segunda mentira fue por una gallina. Manuel Santiago era gallero frenético y llevaba una lista de cruces y entrecruces de las dinastías de los gallos y gallinas más finos y bravos de su corral. Un día Manuel Santiago pidió a Lucinda matar una gallina específica. En las abigarradas dinastías del corral, había dos gallinas hermanas, semejantes, pero mientras una era floja y vergonzosa, 69 la otra era el símbolo de la fertilidad y la fuerza. En el cogecoge de los preparativos, Lucinda Puerta, con cuchillo reluciente en mano diestra y deseosa, se confundió y decapitó al símbolo, ante la alarma de Arturo, su hijo mayor, al que Lucinda Puerta hizo guardar silencio eterno con la misma silenciosa fuerza con que manejó los frascos de curarina. Después, nadie supo cómo, hubo puesta en escena y pareció que un árbol pequeño y débil se había derrumbada sobre la gallina ejemplar. Al mediodía, las dos gallinas hermanas reposaban, unidas por el error y la muerte, en la mesa espléndida. El olor era espeso , traía recuerdos. Lucinda le explicó a Manuel Santiago la fatalidad del árbol, el imperceptible verano 70 que acecha y pudre toda cosa. Manuel Santiago probó mucho bocados, silencioso, antes de decir: “Cosas de Dios”. Seis días antes de morir Manuel Santiago, mientras él estaba sentado en el patio, sin camisa, mirando el primer blancor de lo alto, Lucinda fue y le contó todo. Manuel Santiago le agarró la mano, la miró a los ojos húmedos, y le dio las gracias por todo para siempre, sin mencionar a Dios.