Los mensajes de Luis Muñoz Marín para nuestros tiempos

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Los mensajes de Luis Muñoz Marín para nuestros tiempos
Mensaje del Prof. Héctor Luis Acevedo ante la Legislatura Municipal de
Mayagüez con motivo del natalicio 112 de Don Luis Muñoz Marín
25 de febrero de 2010
Hoy venimos a hablar de Luis Muñoz Marín.
Todo empezó en la punta de un lápiz. Con ella se escribió el primer poema
reclamando que “he ahogado mis sueños, para saciar sueños que me duermen en
las venas de los hombres que sudaron y lloraron y rabiaron para sazonar mi café”
-De esa punta del lápiz salió la protesta contra los abusos políticos y la injusticia
social, de una punta de un lápiz salieron los votos para cambiar el rumbo de
nuestra historia para darle mayor igualdad y esperanza a nuestra gente;
-Con esa misma mano se firmó la Constitución del Estado Libre Asociado de
Puerto Rico- el mayor logro en toda nuestra historia de Pueblo,
-Con esa misma mano se elevó la bandera de Puerto Rico por primera vez en las
astas de la libertad, para nunca más volverla a bajar
-Con esa misma mano se le dio vida a la esperanza de la gente de esta tierra de un
futuro mejor, para que sus hijos provistos de la riqueza de la inteligencia y el
sacrificio y no del dinero pudieran llegar al Colegio de Mayagüez y a la Escuela de
Medicina y convertirse en profesionales al servicio de su gente.
Los pueblos como los seres humanos necesitamos maestros. Maestros cuyos
mensajes no se disipen a través del tiempo y que nos brinden luz en las noches
oscuras de la incertidumbre. Maestros que inspiren lo mejor de nuestro ser y forjen
con su presencia una cultura a la altura de las más dignas cualidades de su gente.
Puerto Rico tiene maestros. Esa frase marcada por Doña Inés no tiene vuelta
a atrás.
Cuando me preguntan por qué soy muñocista, empiezo por decir que en la
década que yo nací el promedio de vida de un niño era de 48 años y hoy son casi
treinta años más, que solo 5,000 estudiantes entraban en la universidad y hoy sobre
200,000 lo logran, que el 70% de nuestra gente morían sin ver a un médico en su
último año de vida y hoy eso no ocurre, que antes moría gente de hambre y hoy
nadie se acuesta con hambre en esta tierra.
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Esa agenda de vida es nuestra épica de pueblo. Es una épica muy particular,
no es una épica de sangre derramada, sino de vidas transformadas, de
oportunidades logradas, de misiones compartidas.
Somos un pueblo con épica y con derecho propio a sentirnos orgullosos de
sus logros y crecer sobre ellos. No permitamos que nos destruyan su recuerdo y su
legado, pues los pueblos crecen sobre su pasado y se superan sintiendo orgullo de
sus logros obtenidos.
Es por ello crucial conocer nuestra historia, pues no se aprecia lo que no se
conoce. El conocimiento precede al aprecio y el aprecio a las grandes gestas
resulta en la inspiración para las del mañana. Hay que valorar nuestras esencias y a
nuestros maestros.
El aprecio de este pueblo a Muñoz Marín corresponde por tres razones
principales: por su ejemplo, por su entendimiento del alma puertorriqueña y por
sus obras y sus mensajes.
-Ejemplo de entrega total y de integridad, con una distancia cultural del dinero que
inmunizó a su liderato de los peligros de la corrupción. Como dijera un amigo la
mayor riqueza de Puerto Rico era la pobreza de sus gobernantes;
-Ejemplo de dejar el poder en el momento de mayor respaldo de su pueblo, pues lo
importante es el mensaje y no el mensajero;
-Nos enseñó con su ejemplo que el protagonismo no puede matar al protagonista,
ni debilitar sus causas. Los líderes individuales tienen que ceder ante los que
tienen mejor posibilidad de llevar la antorcha triunfante al nuevo tramo. Lo vital
es la antorcha, no el corredor;
-Ejemplo de reconocer errores, por su ejemplo de escuchar y valorar a los seres no
por lo que tienen sino por lo que puedan aportar.
Escuchémoslo:
“Hubo veces en que Puerto Rico aparecía ante mis ojos como una
interminable vereda entre montes y vegas y caras adoloridas. La vereda fue mi
casa y mi camino; y el dolor y el afecto humanos, mi compañía; y entre el dolor y
el afecto, como una tenue semilla, la esperanza.
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“De aquella enorme tertulia con mi pueblo aprendí muchas cosas. Aprendí
que hay una sabiduría de pueblo, en campos y poblaciones, que la educación puede
instrumentar, pero no mejorar, en sus magníficas esencias humanas.
Yo le
enseñaba algo a muchos de ustedes, pero ustedes me enseñaban más a mí.”
Nadie ha entendido a los puertorriqueños como él. Por eso mereció su
respaldo aún en las circunstancias más difíciles;
Entendió que para el puertorriqueño el concepto de la libertad tiene un
profundo sentido humano mucho más del formal que dicte un documento. Qué una
libertad no pude matar a otra libertad. Entendió que el status político no es un fin
en sí mismo. En sus Memorias nos relata su difícil decisión o guerra civil interna
entra sus ideales independentistas de entonces y sus lealtades a la esperanza de
justicia y progreso real de su gente.
En una reunión con unos picadores de caña en Río Grande un obrero,
Nicanor Guerra, le expresó su visión de la independencia con un gesto de muerte
pasándose el dedo por la garganta.
Ese gesto impactó a Muñoz, pues sabía que su mensaje de justicia social era
incompatible con esa visión del pueblo. En un próximo mitin ante la pregunta de
un líder independentista sobre qué iba a hacer para lograr la independencia
contestó que “el status no estaba en issue”. Y dice Muñoz:
“Y yo que todavía era independentista, comprendí la desolación de su
espíritu.
“Pero en ese mismo momento el Partido Popular aseguró lo que pudo hacer
por treinta años por aquel hombre, por el porvenir de sus hijos, por más de dos
millones de seres, por mejores niveles de vida para los trabajadores,
“Sin los votos no había poder; sin el poder no se realizarían las múltiples
reformas necesarias que guardaban escasa relación con el “status” político. El
‘status’ político en Puerto Rico siempre ha perturbado la realización de ideales de
vida y civilización Lo repito aquí porque es clave histórica que históricamente se
repite.”
Este pensamiento nos conduce a dos reflexiones sobre el presente.
Primera: No hay mayor distancia del pensamiento de Muñoz que devaluar la
importancia de un triunfo electoral con el cual hacer justicia social. Aquellos que
disminuyen el valor de una victoria electoral lo pueden hacer a nombre propio, esa
es su libertad, pero no lo pueden hacer a nombre de Muñoz. Muñoz Marín no tenía
vocación de minoría.
Segunda: El ‘status’ no es un fin en sí mismo sino para servirle a los ideales de
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vida de nuestro pueblo. Hay que escuchar a la gente y aprender de su sabiduría. En
1951 nos relata el producto de su largo caminar diciendo lo siguiente:
“Aprendí muchas cosas, probablemente muchas más cosas que las que
todavía sé que he aprendido--porque se aprende por siembra en el ánimo cosas que
después se cosechan en el entendimiento. Y aprendí mejor que muchas otras, una
cosa de la que ya sabía antes: Que es indigno de la conciencia, que es la negación
de todo ideal, el arriesgar, por conceptos abstractos, la esperanza de mejor vida, la
profunda creencia en la libertad integral de la gente buena y sencilla que puebla de
caminatas la larga vereda, que a veces cruza calles y plazas, que es Puerto Rico. Y
aprendí todo esto y que la gran masa del pueblo de Puerto Rico quiere las anchas
hermandades con sus conciudadanos de la Unión americana, con todos los
hombres de la tierra, mejor que las agrias estrecheces de la separación.”
Esa visión de lo que es la política y su relación de aprendizaje mutuo es una
invitación a los líderes políticos de todas las corrientes a cómo se hace buena
política y al liderato más cercano a él a no actuar valorando las palabras o
conceptos por encima de la gente.
Uno puede pensar diferente a Muñoz, pero no puede adjudicarle
pensamientos opuestos a su continuada visión. Como bien señala el Doctor Carlos
Zapata, Muñoz transitó de independentista a autonomista y nunca volvió atrás.
Murió luchando por la autonomía. Eso me consta.
Es curioso ver a sus adversarios usar su nombre para abogar sus propias
causas. El otro día un líder legislativo pretendió adjudicarle un cambio de partido a
Muñoz post mortem.
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Solo puedo decir que no tengo la menor duda, que de todos los asuntos
acontecidos en este mes, ninguno ofendería su recuerdo como el que el Gobierno
de Puerto Rico dedique el doble de los fondos públicos en Washington a pagar
cabilderos por un proyecto de status, sobre un proyecto de fondos para la salud de
nuestra gente. Entre la gente y el status Muñoz decidió su vida por la salud, la
educación y la vivienda de su gente.
Otra de las grandes contribuciones de Muñoz fue su
aportación al
entendimiento de los conceptos y la realidad de nuestra gente. Nos explicaba el
concepto patria-pueblo:
“La palabra es para que los hombres se entiendan. Pero a veces hay palabras
que por un tiempo hacen que no se entiendan. En nuestro país, la palabra "patria”
ha sido una de ésas. Posiblemente es el puertorriqueño, entre todos los seres de la
tierra, uno de los que más entrañable cariño le tiene a su país.
“La patria tiene el paisaje que amamos, sus colores y las estaciones, el olor
de su tierra que humedece su lluvia, la voz de sus aguas de quebrada (la de mar es
más como la de todas las patrias que dan al mar); sus frutos y canciones y formas
de trabajo y de fiesta; sus platos de celebración y los austeros y socorridos con que
afronta el sustento de todos los días; sus flores y hondonadas y veredas--pero, por
sobre todo, su gente:
el pueblo, la vida, el tono, las costumbres, las maneras de
entender, de hacer, de llevarse unos con otros. Sin eso, la patria es nombre, o
abstracción, o a lo sumo, paisaje. Con la gente: es patria-pueblo. Por eso digo que
quienes profesan amar la patria y desprecian al pueblo sufren un grave enredo de
espíritu.”
¿Qué mensajes tendría Muñoz para nuestros tiempos? Siempre es gesta de
algún riesgo interpretarlo, pero la mía sería la siguiente:
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1. Cuidado con el derecho al voto. Esa fue su primera gran batalla y Puerto
Rico se prenda con orgullo de la honradez de sus elecciones. Hay que estar
muy alerta pues hay dos intentos recientes de alterar la voluntad del
electorado por medio de los tribunales.
Uno, el caso de los “pivazos”, cuando se pretendió anular el derecho al voto
a 6,776 puertorriqueños para declarar vencedor al candidato derrotado.
Dos, la decisión del pasado año, casi ni comentada, donde sin ser parte de la
controversia, la nueva mayoría del Tribunal Supremo de Puerto Rico revocó
la decisión de darle libertad al electorado de votar por ninguna de las
anteriores. O sea, eliminarle el derecho a ejercer su libertad a 787,900, al
50.3% del electorado que así lo ejercitó en el Plebiscito de 1998. Por primera
vez desde 1944 nuestro más alto foro actúa para eliminar derechos
electorales y en este caso para quitarle su derecho a la mayoría del
electorado.
Tres, cuidado con entregarle las elecciones a los intereses del dinero
eliminado las aportaciones públicas que existe desde 1957 y que se creó con
la aprobación de los dos partidos principales de entonces, el PER y El PPD.
2. Hay que educarse para alejarse de “hábitos enloquecidos de consumo” a
lo que nos alertó en su discurso al elevar nuestra bandera en 1952. El gastar
más de lo que se tiene y tomar prestado más de lo que se puede pagar ha
puesto a nuestro pueblo en situaciones muy difíciles. Esa cultura de la
dictadura del presente sobre el futuro y de lo individual sobre lo colectivo,
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contradice sus mensajes y el de nuestros maestros. En 1950 Muñoz nos
explicaba:
“Es decir, el dilema es entre invertir y gastar. Mientras más se gasta
menos se invierte. Mientras menos se invierte menos hay para gastar
después. Mientras más se invierte más hay para gastar después. Gastar es lo
fácil, y además es lo que alivia más visiblemente aunque pasajeramente. Por
eso hay que hacer fuerza de voluntad para invertir lo más posible y gastar lo
menos posible, siendo esa la manera de acortar la actual situación de nuestro
pueblo y llevarlo cuanto antes a libertarse de la miseria, a una vida de
modesta prosperidad y buena seguridad.”
“Gran fuerza de voluntad ha de ejercitar el agricultor pobre en
exceso para no aliviar el hambre de sus hijos dándole a comer la semilla que
tiene para sembrar su pequeña finca. Pero si no ejercita voluntad, más
grande y más irreparable será su hambre un poco más tarde; y si la
ejercita la cosecha recompensará su sacrificio.”
“En los niveles más humildes: algunos granos para el surco, no todos
para la olla.”
3. Hay que promover una cultura de trabajo. La creación de fuentes de
trabajo real y competitivo es la prioridad de gestión del gobierno pues de ahí
parten otras posibilidades como lo es la calidad educativa y de salud. Un
buen gobierno propio es la clave del crecimiento político y social de Puerto
Rico. El someter esas posibilidades al análisis partidista llevó a que un
gobernante de Puerto Rico pidiera la eliminación de la sección 936 y la
pérdida de más 50,000 empleos que nutrían de fortaleza y esperanza a
nuestra economía y a nuestra gente. Las necesidades los más sufridos deben
ser siempre la prioridad.
Despedir miles de empleados públicos y decirle que busquen empleos
privados es un cinismo imperdonable cuando los mismo que los cesantearon
fueron los que gestionaron la eliminación de los empleos privados que
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creaban las empresas 936 por razones ideológicas. El debilitamiento del
sector privado en Puerto Rico pone un peso adicional en la búsqueda de
empleos en el sector gubernamental. La pérdida de miles de empleos
privados por causa de la eliminación Sección 936 por ser esta incompatible
con la estadidad y ahora lanzar a la calle a buscar los mismos empleos que
sus propias manos eliminaron, en una burla que no puede pasar con
impunidad y silencio.
Pienso que distribuir entre todos el peso de las soluciones, hubiese
sido más prudente, justo y mucho más a tono con una buena cultura de
solidaridad puertorriqueña.
Quien permanece en el silencio ante la injusticia, tarde o temprano
termina siendo su cómplice o su víctima.
4. Hay que defender el Estado Libre Asociado y luchar porque no se usen
subterfugios y triquiñuelas para cerrarle el paso a la voluntad democrática de
nuestro pueblo. La autonomía fiscal hay que explicarla. Decía don Luis
“Autonomía fiscal es autonomía cultural, es autonomía política.”. Hay que
defenderlo reconociendo sus limitaciones y su capacidad de crecimiento y su
clara ventaja frente a sus alternativas. Al final de sus Memorias hay pasaje
célebre que dice:
“En el Congreso de Estados Unidos cualquier minoría sustancial
puede ejercer, en casos como el de Puerto Rico,
el poder
antidemocrático de frustrar a la mayoría. Señalo esto porque debe
tenerse en cuenta, por aquellos que piensan, que si desapareciera el
respaldo al Estado Libre Asociado, un confrontamiento entre la
independencia y la estadidad frustraría todo intento de establecer la
estadidad. Lo único que puede frustrar semejante intento por una
mayoría pasajera o longeva que favoreciera la estadidad es que el
Estado Libre Asociado sea sostenido por una sustancial minoría.
Desaparecido el Estado Libre Asociado, una confrontación entre
estadidad e independencia resultaría en una minoría tan pequeña a
favor de la segunda (aunque sería probablemente el doble o triple de la
actual) que no tendría poder para evitar la estadidad. Lo único que
puede evitarla, en mayoría como en minoría sustancial, es el Estado
Libre Asociado.
Los independentistas que quieren crear la
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confrontación antiestadista destruyendo el apoyo al Estado Libre
Asociado, resultan ser, claro está que sin quererlo, los más eficaces
favorecedores de la estadidad. Ante la manera de ser y pensar del
pueblo de Puerto Rico, el Estado Libre Asociado, a parte de sus valores
positivos, es la única defensa contra la estadidad”.
Solo hay que imaginar el impacto sobre nuestro pueblo
trabajador y el comercio que tendrían unos impuestos federales encima
de los que ya pagamos a Puerto Rico y que no son suficientes en el día
de hoy. Aunque el status no es una prioridad para nuestra gente aunque
sí para algunos de sus líderes, si el gobierno impone una consulta hay
que defenderle con vigor y entusiasmo.
5. Hay que defender nuestra cultura. Valorar nuestra cultura, nuestro modo
de sentir, nuestra empatía con el necesitado, nuestros valores, historia,
idioma, tradiciones y creencias entendiendo que la cultura es un concepto
cambiante pero que brinda ancla y guía ante lo moderno.
Esa aspiración cultural que representa el Instituto de Cultura Puertorriqueña
y Don Ricardo Alegría es hoy más urgente que nunca. La globalización de
comercios, consumos y comunicación requieren una agenda de afirmación
puertorriqueña. En especial para un pueblo donde algunos quieren borrarlo del
mapa cultural haciéndolo una gente sin raíces, fáciles de asimilar. Cuando un
pueblo pierde sentido propio, se convierte en palabras de la poetiza Elsa Tió
“arcilla fácil para la mano ajena”.
Nosotros no podemos controlar nuestra inmersión en el mundo global, pero
si podemos afirmar con voluntad lo nuestro, porque no somos ni menos ni más que
nadie y enriqueciendo nuestro haber colectivo afirmamos el de la humanidad.
Veo un atentado, sin respuesta, de diluir nuestra cultura. Debe darnos
vergüenza que haya funcionarios públicos que le quieren hablar a su gente en un
idioma que entienden menos que el propio. Nadie se comunica en un idioma en
que se entiende menos, salvo que tenga “un grave enredo de espíritu”. "San Juan
City Police", "Guaynabo City", hasta "Guayama City". Basta ya de negar lo
nuestro.
Eso es en contra la naturaleza de Puerto Rico y de los Estados Unidos, a
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ese intento hay que responder con afirmación puertorriqueña; estudiando nuestra
historia, valorando nuestras gestas; afianzando nuestra identidad de pueblo.
Ante este intento de asimilación, afirmación puertorriqueña.
Palabras finales
En el año 2007 asistí a los Juegos Panamericanos de Río de
Janeiro junto a mi familia y allí brindar apoyo a nuestros atletas. En
el estadio de gimnasia había más de 5,000 brasileños y solo 14
puertorriqueños en el público. Nunca podré describir el sentimiento de
ver subir nuestra bandera sobre la de Brasil y la de Estados Unidos.
Pienso que Muñoz y los constituyentes conocerían de qué estoy
hablando. Muñoz al izar nuestra bandera la elevó a nombre de todos
los puertorriqueños y este pueblo nuestro “apretado haz de resistencia
espiritual” como él le llamó, y veía en su bandera las aspiraciones de
una “cultura de libertad de trabajo, de serenidad de justicia de
generosidad; que ve al prójimo y no cree que hay extranjero; cultura
modesta y buena en su vivienda, a gusto en sus quehaceres,
resguardada frente al infortunio, abundante y sencilla en la mesa,
alegre en la fiesta, sin pobreza y sin hábitos enloquecidos de consumo,
viril en la defensa del derecho, que valora al hombre más por lo que
quiere hacer que por lo que se proponga adquirir, reverente en el amor
a Dios. Esta es la imagen de nuestro pueblo que ponemos, con el
hondo cariño de nuestra alma, en la bandera del Estado Libre
Asociado de Puerto Rico que ahora voy a izar en nombre de todos los
puertorriqueños.
¡Y así Dios la bendiga!”
Esa bandera, que vive en nuestros corazones, viene a las manos
de nuestra gente de Mayagüez este verano, custodiémosla con orgullo
y con dignidad, y cuando la elevemos a nuestras máximas alturas
sepan, que desde el infinito, hay una voz que nos dice: ¡adelante
Puerto Rico, adelante Puerto Rico!
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