Subido por ssalamo

¿Hijos o jornaleros [Lucas 15 y Mateo 20] esquema

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¿Hijos o Jornaleros?
Una llamado de Dios para este tiempo.
¿Hijos o Jornaleros?
Una llamado de Dios para este tiempo.
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El Coronavirus o COVID-19 y la pandemia que ha desatado sobre gran parte de la
humanidad alcanzando los 5 continentes, con 188 de 194 países y una duración de más de
5 meses, ha tenido como consecuencia que los hábitos cotidianos de vida están totalmente
trastocados y los países prácticamente paralizados en sus actividades normales
centrándose en la lucha contra este virus.
Vivimos un tiempo en que todo lo cotidiano ha sido trastocado por una razón externa
desconocida e incontrolable: el coronavirus.
Pero algo más profundo y superior, al mismo tiempo, está ocurriendo, un llamado de Dios
a reenfocarnos en lo importante, en ponernos a cuenta y restaurar nuestra relación con Él.
Dios quiere llevarnos a aprovechar la circunstancia para restaurar la intimidad con Él y
establecer una relación correcta (recuperarla o empezar a vivirla). Esto tiene que ver con
no solo saber que somos hijos sino que vivir la condición de tener un Padre siendo hijos.
Dios ha encauzado esta situación de pandemia con un propósito (Isaías 55: 8-9).
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Es en esta convicción que nos resulta urgente compartir una visión específica para este
tiempo, una que nos convenza que nuestra meta no puede ser “volver a la normalidad”
sino transformar nuestra forma de vivir; en particular coincidimos con varios pastores y
líderes en que hay un llamado a la intimidad, a ESTAR CON Dios, mucho más que hacer
para Dios; pero hay una condición necesaria para poder estar de la forma que Dios quiere
que estemos con Él, se trata de la condición de hijo (Juan 1: 12), algo que sabemos pero
no necesariamente vivimos como tales.
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¿Qué atenta contra nuestro conocimiento de ser Hijos de Dios?
¿Qué, incluso con Dios como propósito, nos dificulta o tergiversa la vivencia de Hijos?
¿Qué es lo que ensordece u obscurece la paternidad de Dios, incluso sabiendo que somos
sus hijos?
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Hace unos días el pastor Dionicio Viana, nuestro pastor y cobertura espiritual como
llamado a la función ministerial en Casa-Iglesia, nos compartía acerca de la tensión entre
el sentido de Hijos y Jornaleros. Quisiera compartirles algo de eso en este día.
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Arthur Sullivan (1869), Sergei Prokofiev (1929) y Benjamin Britten (1968) en la música;
Alberto Durero (1496), Rembrandt van Rijn (1662) y Pedro Pablo Rubens (1662) en la
pintura, realizaron obran inspiradas en la Parábola del Hijo Pródigo contenida en el
Evangelio de Lucas; esto nos da una pequeña pero importantísima muestra de la forma
que ha trascendido este relato bíblico más allá de la vida de la fe.
La parábola del Hijo Pródigo.
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La parábola del Hijo Pródigo nos entrega dos imágenes poderosas para comprender más
profundamente que puede dificultar SER Hijos, aún sabiendo que lo somos.
Nos presenta un claro ejemplo de como la inmadurez espiritual distorsiona la vivencia de
ser hijos, esto porque nuestra relación se basa en una relación condicionada entre el ser y
el tener/hacer; el primer hijo (el Pródigo) quiso tener todo lo que le correspondía de su
padre para poder hacer como quisiera (Lucas 15: 11-13);
sin embargo, el relato no muestra los resultados de esa “autonomía”; pero esto no es lo
más importante en esta historia para lo que queremos ilustrar, esto lo encontramos en un
punto de quiebre en la vida de este hijo, en el versículo 17 cuando dice “y volviendo en sí”;
pero se trata de un volver en sí cegado por
la necesidad de provisión que había perdido y que estaba asegurada en la casa de su padre:
“cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de
hambre” (Lucas 15: 17), me recordó una frase que el pastor Dionicio compartía en “La
Plomada”: “¿Quieres las bendiciones de Dios o el Dios de las bendiciones?”
También me hace preguntarme: ¿De qué depende que seamos considerados hijos para
nuestro Padre? “Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus
jornaleros” (Lucas 15: 19).
Lucas 15:17-19 RVR1960
“Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de
pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he
pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como
a uno de tus jornaleros”
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En contraste con esta condición de hijo, encontramos aquí una figura del amor único e
inigualable del Padre Perfecto: Dios.
Todo este relato va en contra de la conducta de los judíos de aquella época, cada cosa que
hace este padre al momento de recibir a su hijo es contrario a lo que haría un padre natural
de aquella época e incluso de muchos padres de este tiempo (Lucas 15: 20-24).
Él fue hacia su hijo sin esperar a que el llegara donde se encontraba (Lucas 15: 20),
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y Él le restituyó todo lo que le había sido quitado y le devolvió la honra (Lucas 15: 21-22).
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Pero esta historia no es solo de un hijo, aunque la conocemos como la Parábola del Hijo
Pródigo, es una historia de dos hijos;
¿Por qué aparece este otro hijo? ¿Qué nos dice esta parte de la parábola? (Lucas 15: 2531).
Este otro hijo es uno que nunca se apartó del lado de su padre, pero siempre estaba
haciendo trabajando -como un jornalero- para él (Lucas 15: 25, 29);
sus actos parecían correctos (nunca había desobedecido) pero la motivación era la
incorrecta: “nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos ” (Lucas 15:
29), porque se basaba en una mentalidad errónea,
no había comprendido lo que es SER hijo y lo que era suyo por ese hecho (Lucas 15: 31);
por lo cual, además, se sintió ofendido por su padre al comparar su hacer con el hacer de
su hermano; su corazón confundido respecto de su padre revelaba también su falta de
amor por su propio hermano (Lucas 10: 27).
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Uno de los grandes enemigos de aquellos que ya son hijos (por haber recibido a Cristo) es
la Mentalidad de Jornalero, porque nos lleva a actuar en base a tres formas erróneas de
pensar:
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PRIMERO: pensar que nuestras necesidades para “vivir bien” se resuelven teniendo y que,
para tener algo hay que dar algo a cambio, esa es la base de la “Mentalidad del Jornalero”,
la de un asalariado; pero, si tengo mucho (todo lo que me corresponde o merezco), ya no
necesito trabajar para “vivir bien”; esto estaba a la base del pensamiento del Hijo Pródigo,
cuando él pensó que al “hacerse dueño” de su herencia podría ser feliz por poder hacer lo
que quisiera con ella y no tener que trabajar más, no pensaba correctamente;
esto empeoró cuando se quedó sin nada por no saber adminístralo; el resultado es que
terminó en una peor condición que cuando “no tenía su herencia” (Lucas 15: 14-16), luego,
cuando “volvió en sí”, no pudo pensar correctamente y en lugar de volver a verse como hijo,
solo aspiró a verse como jornalero de su padre (Lucas 15: 17); él quería resolver sus
necesidades, tal y como comenzó, pero en sus pensamientos, ya no tenía herencia, no tenía
nada que merecer de su padre porque ya lo había recibido todo.
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SEGUNDO: pensar que recibimos en proporción a lo que damos, lo cual nos lleva a entender
la relación con Dios desde una mirada contractual, recibo en la medida de lo que doy, una
relación mercantilista que limita la Gracia de Dios y su amor a un contrato equivalente;
pero no es esto lo que Dios decidió y quiere para sus hijos.
Esta mentalidad la podemos ver claramente en la parábola de los obreros -jornaleros- de
la viña (Mateo 20: 1-16), donde todos, sin consideración de cuanto trabajaron, reciben la
misma paga (Mateo 20: 9), y no deja de ser interesante que aquí, si bien el relato se refiere
a jornaleros (trabajadores) para el dueño de una viña, esta parábola comienza indicando
que este hombre es un padre de familia (Mateo 20: 1) y la actitud del corazón de este padre
es manifestar su bondad a través de lo que es suyo dándolo sin hacer distinción (Mateo
20: 14-15) y que esto no sea entendido como agravio al comparar el esfuerzo de unos y
otros (Mateo 20: 14).
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TERCERO: pensar que lo que hacemos es tanto o más importante que lo que somos y, en
consecuencia, vivir de acuerdo a esta creencia; esto es precisamente lo que le ocurrió con
el otro hijo del padre de la parábola del Hijo Pródigo; este hermano confundió la condición
de hijo con hacer cosas para el padre (Lucas 15: 19); como Marta en lugar de María, creyó
que era “más valioso” hacer para que estar con.
esta errónea forma de pensar abre la puerta a la ira por un falso sentido de injusticia (como
los jornaleros de todo el día en la Viña del padre de familia); fue esto lo que se levantó en
este otro hijo: enojo, alejamiento y juicio contra el padre (Lucas 15: 28-29).
Por último,
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La INMADUREZ ESPIRITUAL, esta es otra condición que afecta nuestra comprensión y
vivencia de la correcta dimensión de ser Hijos de nuestro Padre (Dios), como aparece en
Gálatas 4:
Gálatas 4 1-2 [TLA]
“1-2 Lo que quiero decir es esto: Mientras el hijo es menor de edad, es igual a cualquier
esclavo de la familia y depende de las personas que lo cuidan y le enseñan, hasta el
día en que su padre le entrega sus propiedades y lo hace dueño de todo.
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Si bien allí dice que esta es la condición de los que aún no conocían a Cristo (Gálatas 4: 3),
tristemente hoy vemos que muchos que si lo han recibido en su vida, viven en esta misma
condición en lugar de disfrutar la plena condición de Hijos (Gálatas 4: 4-5).
Necesitamos que el Espíritu de Cristo clame desde dentro nuestro “Abba Padre” (Gálatas
4: 6) para que, aun sabiendo que somos hijos, no vivamos como jornaleros sino que
disfrutando de la plenitud de ser HIJOS junto al PADRE (Gálatas 4: 7)
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