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Las cenizas de Gramsci - Paolo Pasolini

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Pier Paolo Pasolini
Las cenizas de Gramsci
Traducción de Stéphanie Ameri y Juan Carlos Abril
Colección Visor de Poesía
PIER PAOLO PASOLINI
LAS CENIZAS DE GRAMSCI
Traducción de Stéphanie Ameri y Juan Carlos Abril
VISOR LIBROS
VOLUMEN DCCXXXII DE LA COLECCIÓN VISOR DE POESÍA
Título original: Le ceneri di Gramsci, Garzanti Editore, 1957
Foto de la portada: Pier Paolo Pasolini ante la tumba de Antonio Gramsci, 1954
© Traducción Stéphanie Ameri y Juan Carlos Abril
© Garzanti Editore
© VISOR LIBROS
Isaac Peral, 18 - 28015 Madrid
ISBN: 978-84-9895-732-7
Depósito Legal: MImpreso en España - Printed in Spain
Gráficas Muriel. C/ Investigación, n.º 9. P. I. Los Olivos - 28906 Getafe (Madrid)
INTRODUCCIÓN
Cuando en 1957 se publica Las cenizas de Gramsci, Pasolini lleva ya siete años viviendo en Roma y para entonces se
había extinguido definitivamente el sueño de una Italia campesina, dejando espacio a otra realidad urbana. Esta nueva experiencia llena al poeta de una extraordinaria («desesperada»,
como titulará años más tarde la cuarta sección de Poesia in
forma di rosa) vitalidad que le permitirá llevar a cabo, precisamente en estos primeros años romanos, un periodo de intensa producción literaria. Sus horizontes se ensanchan puesto
que el eje poético en el que se moverá se desarrolla alrededor
de un mundo mucho más extenso: el microcosmos de Casarsa
será sustituido por el macrocosmos de la metrópolis —con
particular atención a las borgate, los barrios periféricos y proletarios— e incluso por el del país entero. A través de estas razones el foco de atención de Las cenizas de Gramsci se había
venido forjando desde aquellos años septentrionales anteriores a la vida romana. En efecto, ya allí se fue fraguando toda
la crítica a la hipocresía de un pensamiento —mal llamado
marxista— que se estaba convirtiendo en un instrumento oxidado y endurecido, sin capacidad operativa. Ahora en la capital italiana Pier Paolo Pasolini elaborará sus críticas hacia la
doctrina —mal llamada ideología— de un aparato burócrata
del que fue el mayor —recordemos, el más poderoso— partido comunista de Occidente.
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Otro rasgo muy revelador de la evolución de su pensamiento es el abandono —temporal, intermitente— del dialecto friulano y la consecuente adopción de la lengua nacional, instituida por la clase burguesa, sin olvidar tampoco la
jerga de las periferias. Así, tras la publicación de su primera
novela, Ragazzi di vita, en la que domina la germanía romanesca, Pasolini escribe su primer libro de poemas en lengua italiana. Subrayamos que no se trata en ningún modo de un
italiano cotidiano sino de un lenguaje explícitamente culto y
complejo al que, además, se le añade una sintaxis aún más
compleja y a menudo indescifrable, muy personal: el autor
pasa del código jergal a otro tipo de código, no ya reservado
a la clase baja de los arrabales romanos, sino a la elite culta de
la clase alta italiana. Y lo combinará con una discursividad
muy elaborada que distinguirá los textos pasolinianos con extremada singularidad, como podrá apreciarse.
Antes de ser recogido en el conjunto de la obra que hoy
se conoce, cada uno de los once poemetti que componen Las
cenizas de Gramsci fue publicado individualmente en diversas revistas o en plaquettes desde 1951 hasta mayo de 1957,
fecha última en que aparece «La Tierra de Trabajo» en Nuovi
Argomenti, dirigida entonces y fundada por Alberto Moravia
(uno de sus más grandes valedores y fiel amigo) y Alberto Carocci (también fundador en los años 20 de la mítica Solaria).
Algunas de estas híbridas composiciones, tan líricas y narrativas a la vez, tuvieron en aquellas primeras versiones distintos títulos y leves variantes que no merece la pena señalar
ahora. De cualquier modo la obra finalmente se publicó
con orden cronológico a su redacción —excepto «Cuadros
friulanos», antepuesto por razones temáticas, de materia descriptiva— en dos series, una de seis partes, y otra de cuatro,
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divididas por la composición central y homónima del poemario.
Nada más aparecer el libro fue un éxito de crítica y de público, caso extraño tratándose de un conjunto de poemas. Calificado «como uno de los episodios poéticamente más válidos de los últimos años» (Seroni, 1957), es galardonado con
el Premio Viareggio de poesía, ex æquo con las Poesie de Sandro Penna y Quasi una vicenda de Alberto Mondadori. Pasolini obtiene el pleno consenso de la crítica para una obra que
según muchos sigue siendo la mejor de su excelente producción poética. «Las cenizas de Gramsci atestigua una mezcla verdaderamente única de inteligencia filológica y de avidez sensual: la filología misma se vuelve, en Pasolini, un medio para
penetrar físicamente en el mundo popular; sus búsquedas lingüísticas y la tensión de su escritura, que roza incluso el barroco, no son sino tentativas para identificarse con la anónima
realidad, ciega y paciente, la realidad concreta de una humilde
Italia todavía debajo de la historia más oscuramente tendida
hacia ella.» (Gramigna, 1957)
Desde un punto de vista métrico, «el poeta toma partido
por una completa libertad que le permite romper con la
norma y la tradición en un claro deseo de violación de ésta»
(cfr. Siti, 1972). Esto no significa que nuestro autor descuide
la forma: todo lo contrario, una mirada rápida anuncia lo que
se podría comprobar en un detallado estudio: una apasionante
inquietud por las cuestiones formales, aunque haría falta una
investigación detallada para darse cuenta realmente de su alcance, y alguna indicación hemos dejado a pie de página, en
concreto en la tercera tirada de «La humilde Italia». Así, de los
tercetos endecasilábicos —con claro matiz pascoliano— pasa
a las estrofas más largas de nueve endecasílabos («El canto po9
pular»), para invertir su propia clave numérica con las de diez
eneasílabos («La humilde Italia») y, por fin, seguir combinando metros como los dísticos martelliani, es decir, el alejandrino de influencia francesa («Récit»).
El ritmo de los versos aparece constantemente partido, sea
por la particular y vehemente narración, entrecortada por una
voz lírica que se intercala en el decurso de las descripciones,
sea por los innumerables guiones o enjambements, definitivamente integrados en la métrica pasoliniana hasta producir el
efecto de una perpetua fragmentación en el interior del periodo sintáctico, el cual parece que ha extraviado las coordinaciones entre cada uno de sus singulares núcleos. Los guiones pasolinianos, hay que decirlo, no funcionan como
explicación o aclaración, sino que alternan y superponen diferentes capas de la narración, diversos planos de significación,
y por eso en algunos casos no poseen un signo de apertura y
otro de cierre, sino simplemente un guión que va veteando los
textos, y que aparece según las necesidades elocutivas de la
frase. Por eso, además, estos particulares guiones no van pegados a las palabras, como sucede en la gramática española,
sino que mantienen sus espacios antes y después, gozando de
una especie de categoría independiente (podrían funcionar
como barras separadoras, para entendernos). Por otra parte,
los hipérbatos, los incisos y las aposiciones llevan la frase a una
extraordinaria largura que el lector difícilmente alcanza a
controlar sin una repetitiva lectura de los versos. Hay en
multitud de momentos mezcla de ensayo o reflexión filosófica, y narración descriptiva, sin perder la intensidad lírica,
propia del género al que pertenece la obra. Único punto de
referencia estable en este complejo y caótico conjunto son algunos temas recurrentes en ciertas composiciones y que son
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fruto de una misma y coherente conciencia, de un único narrador cuya señal o voz, en primera persona, quisiera volver
a darnos una continuidad espacial de poema en poema. Esta
técnica versificadora, compleja y contradictoria —métrica /
sintaxis— corresponde, pues, a un íntimo rasgo del carácter
de Pasolini: su irremediable e interior contradicción ideológica.
Antes de desarrollar la cuestión de los temas intrínsecos a
la obra, habría que detenerse algunas líneas para hablar —sucintamente— sobre el título elegido para el libro. Queda
claro que se trata de un homenaje explícito a Antonio
Gramsci, del cual se publicaron en 1948 sus Quaderni dal carcere. Éstos se convirtieron muy pronto en una imprescindible
referencia para el P. C. I. y para la izquierda en general. La crítica gramsciana representaba una continuación de la dialéctica hegeliana esgrimida también por Benedetto Croce, a
través de la inversión práctica que realizó el marxismo. Toda
una herramienta. Y más allá de una simple aplicación literaria, se trataba de un asunto geo-político: el establecimiento de
una literatura nacional-popular (al menos desde la perspectiva
teórica), es decir focalizar la atención sobre aquel mundo
marginado por la dictadura fascista, en el cual se incluyen
tanto las periferias lingüísticas (dialectos / jergas) como las periferias socioculturales (en general, el proletariado de los arrabales). Fueron éstos los argumentos que llevaron a Pasolini a
asimilar el pensamiento gramsciano hasta considerar al teórico
sardo como su maestro.
«El Apenino» abre el libro y automáticamente la primera
parte, realizando un verdadero viaje nocturno, dominado
por la luna y por sus reminiscencias leopardianas, geográficocultural y antropológico, a través de Italia, sus cumbres, sus
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ríos y sus pueblos… Los adjetivos se acumulan para describir
un paisaje inmóvil, nocturno y, a veces tétrico, en unos versos cuyo centro simbólico es la figura durmiente de Ilaria del
Carretto, esculpida por Jacopo della Quercia, emblema
del sueño histórico en que se encuentra la Italia contemporánea. Al continuo juego que plantea con el empleo de aliteraciones, hipérbatos y sinécdoques, se le añaden los repetitivos puntos suspensivos, que interrumpen las frases y cortan
al lector. Toma el estribillo de Giuseppe Ungaretti, concretamente de los versos 3-6 del poema «Memoria de Ofelia de
Alba»: «Toda la luz vana fue bebida, / Bellos ojos saciados en
los párpados cerrados / Ya privados de peso», de su libro de
1933 Sentimento del tempo (Ungaretti, 1992: 160), y no es
sino el pretexto para hacer alusión al mundo del subproletariado —de los míseros arrabales romanos— inmerso en un
sueño arcaico, extrahistórico y ucrónico, cuyas contradicciones (realidad estática / conciencia dinámica) impregnan también los versos de «La humilde Italia». Y es que la influencia
—también una gran relación de amistad— entre Ungaretti y
Pasolini había comenzado en los 40, cuando nuestro autor escribió un artículo sobre él (Pasolini, 1943).
La atmósfera nocturna desaparece para dejar paso a la
diurna en «El canto popular», donde se desvela un interés filológico a través de algunas coplas populares encarnadas por
un muchacho que canta a las orillas del Aniene y que simbolizan la fuerza revolucionaria del pueblo. El poemetto «Picasso»
nace tras la visita a una exposición de algunos lienzos del pintor malagueño en el museo de Villa Borghese, y sirve para denunciar el posicionamiento contradictorio de la crítica marxista, defensora del arte picassiano —un icono del
pensamiento de izquierdas— a pesar de la falta total en sus te12
las del elemento popular. En «Comicio», el poeta describe una
reunión o asamblea vespertina del Movimento Sociale Italiano en Plaza de España, en Roma, asombrado por la obsoleta parafernalia fascista de éste y de sus partidarios, y recuerda
en sus últimas estrofas —con algunas señales cristianas— a su
hermano Guido, partisano muerto en el frente yugoslavo
casi al acabar la II Guerra Mundial, una muerte que le causó
un trauma difícil de superar.
El tema pictórico se repite en «Cuadros friulanos» donde
Pasolini regresa a los tiempos adolescentes gracias al recuerdo
de los cuadros de su amigo el pintor Giuseppe Zigaina. Y habría que relacionar aquí a aquel Pasolini artista integral —preferentemente poeta, como él se definía— que también pintaba y que fue sobresaliente en las múltiples disciplinas
artísticas que desarrolló con curiosidad y espontaneidad. Un
artista y una mirada que siempre nos recordará a aquella del
Humanismo y de la Baja Edad Media, que tanto admiraba.
Con la composición central «Las cenizas de Gramsci» el libro
toma un cariz más filosófico y comprometido puesto que se
abre la segunda parte, en la que verdaderamente se desvela la
ideología pasoliniana, con todos sus aspectos contradictorios,
aquélla en la que se debatía la pasión más viva y la ideología
más inconformista. Entonces el poeta se sincera estableciendo
un diálogo con Antonio Gramsci, o mejor dicho, un monólogo delante de la tumba de éste, en una inolvidable oda civil en la que nos revela su lucha interior, moral y política, relacionada en algunas ocasiones por su ser diverso, su azorado
polemismo y su homosexualidad, mientras escucha los rumores de los talleres y de los jóvenes que provienen del cercano Testaccio, el barrio popular lleno de vida donde le gusta
sumergirse con absoluta e inmoral nocturnidad. Plenamente
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consciente de su elección vital, el poeta se encuentra solo
frente a una sociedad anclada en valores tradicionales, y una
izquierda incapaz, moralmente retrógrada pero que se llama
revolucionaria y marxista y que sólo se preocupa por vivir del
partido o de las instituciones, que se ha quedado anquilosada
desde el punto de vista teórico ya que no acepta debates ni
asume críticas. He ahí ese aire impuro y ese mayo romano maloliente, que poco tiene que ver con lo que proyectara el
teórico revolucionario sardo, del que Pasolini es su más ferviente discípulo.
Su soledad frente al mundo se muestra también en «Récit»,
cuyos versos nos narran el día en que conoció la noticia del
proceso con el cargo de obscenidad contra su novela Ragazzi
di vita. Sus defensores en aquel juicio, del que salió inmune,
fueron Carlo Bo y Giuseppe Ungaretti. Pero quien le hizo llegar la noticia no fue otro que Attilio Bertolucci, padre del cineasta (Bernardo por otra parte trabajaría en sus inicios en el
cine de Pasolini); y recordemos que los Bertolucci fueron muy
amigos suyos, siendo incluso vecinos del mismo bloque. Es
Attilio Bertolucci, magnífico poeta, el personaje que aparece
interpelado en el poema.
También la reacción ante el dolor sufrido por aquella experiencia se halla en el pasaje más extenso del libro, «El llanto
de la excavadora», donde a través de la evocación de sus primeros tiempos romanos, Pasolini se pierde en un sueño regresivo a una ciudad apenínica, del cual despierta al final, con
el ruido de una excavadora, voz de un mundo —del mundo—
que está cambiando, y llanto por «lo que muda también para
hacerse mejor». La emoción con la que describe cómo una excavadora araña a la tierra sus entrañas —era el desarrollismo
de las ciudades italianas de entonces, comenzando por la ca14
pital del país— muestra el conflicto de una ciudad que está
transformándose rápidamente en su periferia, también en
sus clases medias, pero que mantiene en su seno todo su
poso animal, como podría verse también en algunas secuencias de su película Mamma Roma, de 1962.
Por fin llegamos a los dos últimos textos, «Una polémica en
versos» y «La Tierra de Trabajo», donde atravesamos, respectivamente, una fiesta del P. C. I. y el cotidiano trayecto en tren
de algunos trabajadores, delante de los cuales el poeta pierde
toda esperanza comunicativa, debido al enorme contraste
entre él, un intelectual, y el pueblo, optando como único consuelo por mirar el paisaje. Por cierto, nuestro autor, siempre
en el foco de los debates más polémicos de su época, hace alusión en «Una polémica en versos» a las reacciones que desencadenó su artículo «La posizione» (Pasolini, 1956), en el cual
criticaba la dureza —el estatismo reaccionario— ideológicotáctica de algunos líderes ortodoxos del P. C. I., y que tuvo inmediatas réplicas en la prensa de izquierdas (prensa que gozaba de bastante repercusión entonces), sobre todo desde
aquellos sectores más rancios o corporativistas (pero también motivó algún artículo, apoyándole, de algún intelectual
reconocido, véase Calvino, 1957).
Habría que decir, además, como matiz filológico, que sorprenden los esfuerzos de Pasolini durante toda esta obra por fechar las composiciones al final de los poemas, al igual que algunos otros detalles destacables, como la aparición esporádica
de elementos contingentes del día a día, por ejemplo algunas
fábricas u otros lugares más o menos eventuales. La elección
de estos espacios no es casual. Al margen de acercarse al
mundo popular y obrero, que tanto le apasiona, donde cree
que se encuentra la vida más dinámica y chispeante, más es15
pontánea y real, Pasolini, testigo excepcional de su época, tiene
especial interés en fechar y datar históricamente lo que sucede,
esto es: el definitivo paso —o cambio antropológico— de un
país que ha dejado atrás la posguerra y que ha desembocando en una sociedad descaradamente consumista y postindustrial.
* * *
Prescindiendo del conocido hecho de que tradurre è tradire,
hay que aclarar que hemos intentado restituir el texto original en nuestra versión. De esta manera hay que explicar, aun
a costa de nuestro final resultado, que las similitudes entre la
lengua original y la de destino, en este caso el italiano y el español, son más bien puras apariencias, puesto que ambos idiomas poseen sus propias marcas —de evolución histórica, de
regímenes funcionales prepositivos particulares, con regencias
definidas— y sus propios rasgos pertinentes, caracterizados a
un nivel gramatical con autonomía plena. Ahí podría radicar
el conocido problema de la difícil sustitución de una palabra
por otra, incluso cuando son las mismas. Además hay que
considerar que al disponernos a traducir este libro teníamos
la clara responsabilidad de enfrentarnos sin duda alguna a una
de las mejores obras de la lírica del siglo XX.
Ha habido excepcionales casos en que hemos conservado
algunas rimas, pues se habría tenido que alterar demasiado el
original para evitarlas, aunque la mayor parte de las veces hemos procurado buscar alguna solución, ya sea léxico-gramatical, o versal, para sustituirlas o minimizarlas, puesto que entendemos nuestra versión como un trabajo que consiste,
fundamentalmente, en dos objetivos: mantener el sentido
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del texto —lo hemos apuntado más arriba— y, a partir de ahí
construirlo en torno a su legibilidad, es decir articulando
esos mecanismos necesarios que posibilitan internamente
una adecuada comprensión, por lo que un requisito imprescindible era obviar la rima. Y también en ese sentido hemos
acoplado una red aclaratoria de topónimos, necesaria para ese
lector español que se acerca a una obra que deambula por la
geografía italiana —no siempre conocida ni por los propios
italianos— y romana de manera singular, que nos sitúa territorialmente. Del mismo modo, hemos anotado cada vez que
nos parecía pertinente algunos apuntes biográficos —sin caer
en ningún caso en falacias interpretativas—, explicativos, o de
cualquier otra naturaleza, que podían incidir en el texto.
También las notas del propio autor y de su editor literario han
sido insertadas donde corresponde, dejando constancia de su
procedencia. Otro aspecto delicado, de carácter formal, ha
sido el ritmo. Hemos intentado conciliar en la versificación
hispana las dos versiones, combinando sus variedades métricas y rítmicas, a pesar de ciertas dificultades inevitables. A veces incluso nos hemos ceñido más a la lógica discursiva del
texto en sí que a un ritmo determinado, para que no diera sensación de encajonamiento o en ningún caso sonsonete, prevaleciendo el sentido de la frase —que suelen ser largas, elocutivas— y dejándonos llevar por el carácter fónico y narrativo
de los versos, que posibilitaban, sin duda, esta opción. La puntuación caprichosa —y excesiva muchas veces, al igual que el
ritmo— de Las cenizas de Gramsci (curioso rompecabezas no
exento de algunos datos inescrutables, con referencias personales) nos ha llevado a tomar en algunas ocasiones la solución
de simplificarla, siempre que fuera posible y no se alteraran demasiado los versos o estrofas de llegada.
17
No dejamos de hacer mención a la anterior traducción al
castellano de Antonio Colinas, publicada en 1975 en esta
misma colección y que necesitaba una puesta al día. Asimismo la redacción de la revista madrileña Gaceta Literaria
tradujo en su primer y único número (mayo de 1973) el
poemetto central «Las cenizas de Gramsci». Y por cierto, a la
hora de citar cada uno de estos largos poemas de este libro (en
italiano subtitulados poemetti), como el lector atento habrá notado, hemos optado por una forma híbrida, con cursivas y
comillas, que armoniza su carácter narrativo y extenso, explícitamente discursivo, para recalcar su singularidad textual.
Un detalle curioso para el lector español que cotejase las
ediciones disponibles en la lengua original italiana —primero apareció en Garzanti, después en Einaudi (la cual luego
fue absorbida por Arnoldo Mondadori Editore), reeditándose
en multitud de ocasiones tanto de forma individual como en
tomos de poesías completas o antologías— puede ser la disparidad de criterios a la hora de colocar las tildes existente en
italiano y que en la gramática castellana no deja lugar a dudas para posibles motivos tipográficos de imprenta. Ante las
diferentes ediciones, que vienen a reproducir con meridiana
exactitud todos los detalles, y tras el más escrupuloso de los
esfuerzos por comparar, hemos optado por seguir como base
la de Einaudi, que es más completa —ya que también hemos
traducido el apéndice— y que presenta una tipología diacrítica más rica y cercana a nuestra lengua. Pero respecto a la separación de los textos, que ésta sigue dejando espacios en
blanco, nos parece que no contrastan lo suficiente las secuencias narrativas, y hemos preferido la versión de Garzanti, marcando estos espacios con asterisco. Por lo demás la
fidelidad más absoluta ha regido nuestros propósitos.
18
Como último apunte hay que hacer hincapié sobre dos
cuestiones: Primero, la cuestión topográfica, a la que nos hemos enfrentado manteniendo la mayoría de las veces el conjunto de los topónimos de la lengua base, y no del todo conocidos: a un nivel general, o para lugares menores (pueblos,
barrios, calles…), hemos añadido la información necesaria
para situarlas y situarnos, a pie de página. Y en segundo lugar, los hipérbatos: su complejidad —como la de cualquier
texto poético largo que se precie, aunque no sea exclusivo de
las composiciones mayores— nos ha abandonado numerosas
veces en una tierra de nadie, aunque también hay que señalar que nos hemos esforzado en mantener una estructura paralela en castellano, siguiendo ese lema de la fidelidad y la literalidad. Frente a estas dificultades globales, que el texto
original repite con insistencia, nosotros por el contrario hemos intentado hacer posible una comprensión lo más correcta
del texto a través de nuestra versión.
19
REFERENCIAS CITADAS
CALVINO, I. (1957): «La poesia e il dialetto», Il Contemporaneo,
n. 26, III, 30 de junio.
GRAMIGNA, G. (1957): «La buona poesia si fa con tutto», Corriere
d’Informazione, 9 de julio.
GRAMSCI, A. (1948): Quaderni dal carcere, a cura di Palmiro Togliatti, Torino, Einaudi, 1948. En España Jordi Solé-Tura tradujo una selección titulada Cultura y literatura, Barcelona, Península, 1967.
PASOLINI, P. P. (1942): «Per una morale pura in Ungaretti», Il Setaccio, n. 3, I, noviembre.
—, (1956): «La posizione», Officina, n. 6, abril.
SERONI, A. (1957): «Le ceneri di Gramsci», l’Unità, 29 de junio.
SITI, W. (1972): «Saggio sull’endecasillabo di Pasolini», Paragone,
n. 270, agosto.
UNGARETTI, G. (1992): Vita d’un uomo. Tutte le poesie, a cura di
Leone Piccioni, Milano, Arnoldo Mondadori Editore.
20
LE CENERI DI GRAMSCI
Poemetti
LAS CENIZAS DE GRAMSCI
L’App enni no
El Apenino
I
Teatro di dossi, ebbri, calcinati,
muto, è la muta luna che ti vive,
tiepida sulla Lucchesia dai prati
troppo umani, cocente sulle rive
della Versilia, cosí intera sul vuoto
del mare — attonita su stive,
carene, vele rattrappite, dopo
viaggi di vecchia, popolare pesca
tra l’Elba, l’Argentario...
La luna, non c’è altra vita che questa.
E vi si sbianca l’Italia da Pisa
sparsa sull’Arno in una morta festa
24
I
Teatro de ebrias cimas calcinadas,
mudo, es la muda luna que en ti vive
tibia sobre Lucchesia1 con los prados
demasiado humanos, ardiente en las riberas
de Versilia2, tan entera en el vacío
del mar — atónita sobre estibas,
quillas y velas recogidas
tras viajes de vieja pesca popular
entre el Elba, el Argentario...3
La luna, no hay otra vida sino ésta.
En ella empalidece Italia desde Pisa
derramada sobre el Arno4 en una muerta
1
Provincia de la ciudad de Lucca, en Toscana, atravesada por el río
Serchio.
2
Litoral italiano que se extiende desde Marina di Massa hasta la ciudad de Livorno.
3
La isla de Elba se encuentra en el mar Tirreno, al este de Córcega;
como el monte Argentario, pertenece a Toscana.
4
El río Arno nace en el Apenino, en la cumbre del monte Falterona, y atraviesa toda Toscana antes de alcanzar el mar Mediterráneo. Es el
célebre río que pasa por Florencia.
25
di luci, a Lucca, pudica nella grigia
luce della cattolica, superstite
sua perfezione...
Umana la luna da queste pietre
raggelate trae un calore
di alte passioni... È, dietro
il loro silenzio, il morto ardore
traspirato dalla muta origine:
il marmo, a Lucca o Pisa, il tufo
a Orvieto...
II
Non vi accende
la luna che grigiore, dove azzurri
gli etruschi dormono, non pende
che a udire voci di fanciulli
dai selciati di Pienza o di Tarquinia...
Sui dossi risuonanti, brulli
26
fiesta de luces, hasta Lucca, púdica en la gris
luz de su católica, superviviente
perfección...
Humana la luna, de estas piedras
heladas saca un calor
de altas pasiones... Está detrás
de su silencio el muerto ardor
transpirado desde el origen mudo:
el mármol, en Lucca o Pisa, la toba
en Orvieto…5
II
No enciende allí
la luna sino el gris donde duermen
azules los etruscos, no cuelga
sino es para oír voces de niños
desde los adoquines de Pienza o Tarquinia...6
Sobre las cimas resonantes, yermas
5
Orvieto es una hermosa ciudad de Umbria conocida por sus canteras de toba, una piedra caliza, porosa y ligera.
6
Pienza es una pequeña ciudad de Toscana; Tarquinia una ciudad
del Lacio.
27
ricava in mezzo all’Appennino
Orvieto, stretto sul colle sospeso
tra campi arati da orefici, miniature, e il cielo. Orvieto illeso
tra i secoli, pesto di mura e tetti
sui vicoli di terra, con l’esodo
del mulo tra pesti giovinetti
impastati nel tufo.
Chiusa nei nervi, nel lucido passo,
tra sgretolate muraglie e scoscese
case, la bestia sale su dal basso
con ai fianchi le tinozze d’accesa
uva, sotto il busto di Bonifacio
prossimo a farsi polvere, difeso
da barocca altezza nella medioevale
nicchia della muraglia.
28
extrae en medio del Apenino
a Orvieto, apretada en el cerro suspendido
entre campos arados por orfebres,
miniaturas, y el cielo. Orvieto
ilesa entre los siglos, negra de muros y tejados
sobre los callejones de tierra, con el éxodo
del mulo entre morenos jovencitos
amasados en la toba.
Cerrada en los nervios, en el lúcido desfiladero,
entre resquebrajadas murallas y escarpadas
casas, la bestia sube arriba desde abajo
con las tinajas de encendida uva
en los flancos, bajo el busto de Bonifacio7
ya casi hecho polvo, defendido
por su barroca altura en el nicho
medieval de la muralla.
7
En la ciudad de Orvieto, en la región de Umbria, a las orillas del
Tíber, se encuentra el Palacio de los Papas construido en el siglo XIII.
Casi con seguridad el poeta se refiere al Papa Bonifacio VIII (Benedetto
Caetani, 1235-1303), mecenas de Giotto, entre otros artistas del trecento, y gran intrigador, quien desbancó al franciscano Celestino V, que renunció a su pontificado; o tal vez a Bonifacio IX (Pietro Tomacelli,
¿?-1404), Papa de Roma en tiempos del Cisma de Occidente y de Benedicto XIII (el aragonés Pedro de Luna, 1328-1424) de Aviñón.
29
III
È assente dal suo gesto Bonifacio,
dal reggere la fionda nella grossa
mano Davide, e Ilaria, solo Ilaria...
Dentro nel claustrale transetto
come dentro un acquario, son di marmo
rassegnato le palpebre, il petto
dove giunge le mani in una calma
lontananza. Lí c’è l’aurora
e la sera italiana, la sua grama
nascita, la sua morte incolore.
Sonno, i secoli vuoti: nessuno
scalpello potrà scalzare la mole
tenue di queste palpebre.
30
III
Ausente de su gesto Bonifacio,
de aguantar la honda en su gruesa
mano David, e Ilaria, solamente Ilaria...8
Dentro del transepto claustral,
como dentro de un acuario, son de mármol
resignado los párpados, el pecho
donde junta las manos en una calma
lejanía. Allí está la aurora
y el atardecer italiano, su insalubre
nacimiento y su muerte incolora.
Sueño, los siglos vacíos: ningún cincel
podrá minar la mole
tenue de estos párpados.
8
A lo largo de este poema se hace alusión a la tumba de Ilaria del Carretto, esculpida por Jacopo della Quercia (circa 1374-1438), que se encuentra en la ciudad toscana de Lucca.
31
Jacopo con Ilaria scolpí l’Italia
perduta nella morte, quando
la sua età fu piú pura e necessaria.
IV
Sotto le palpebre chiuse ride
tra i pidocchi il mammoccio di Cassino
comprato ai genitori; per le rive
furenti dell’Aniene, un assassino
e una puttana lo nutrono, nelle
coloniali notti in cui Ciampino
abbagliato sotto sbiadite stelle
vibra di aeroplani di regnanti,
e per i lungoteveri che sentinelle
32
Jacopo con Ilaria esculpió a Italia
perdida en la muerte, cuando
más pura y necesaria fue su edad.
IV
Bajo los párpados cerrados ríe
entre los piojos el mamón de Cassino9
comprado a sus padres; por las orillas
furiosas del Aniene10 un asesino
y una puta lo nutren en las noches
coloniales en que Ciampino11,
deslumbrado bajo estrellas desteñidas,
vibra por los aviones de los reyes;
y por los lungoteveri 12, que centinelas
9
Cassino es un pueblo del Lacio.
El Aniene es un río de Italia central que tras atravesar la ciudad de
Tívoli desemboca en el río mayor del Lacio, el Tíber.
11
Uno de los aeropuertos de Roma.
12
Así se denominan las calles romanas paralelas al río Tíber (Tevere en italiano). Este término aparecerá repetidamente durante todo
el libro.
10
33
del sesso battono in spossanti
attese intorno a terree latrine,
da San Paolo, a San Giovanni, ai canti
piú caldi di Roma, si sentono supine
suonare le ore del mille
novecento cinquantuno, e s’incrina
la quiete, tra i tuguri e le basiliche.
Nelle chiuse palpebre d’Ilaria trema
l’infetta membrana delle notti
italiane... molle di brezza, serena
di luci... grida di giovanotti
caldi, ironici e sanguinari... odori
di stracci caldi, ora bagnati... motti
34
del sexo recorren en agotantes
esperas alrededor de térreas letrinas,
desde San Paolo hasta San Giovanni13,
hasta los rincones más cálidos de Roma,
se oyen supinas tocar las horas del mil
novecientos cincuenta y uno, y se quiebra
la quietud entre los tugurios y las basílicas.
En los cerrados párpados de Ilaria tiembla
la infecta membrana de las noches
italianas... blanda de brisa, serena
de luces... gritos de jovenzuelos
calientes, irónicos y sanguinarios... olores
de trapos calientes, ya mojados...
13
La basílica de San Paolo fue elevada por Silvestre I en el 324 para
amparar la tumba de san Pablo, quien en el año 64 fue acusado del incendio de Roma y condenado a muerte por el mismo Nerón.
La figura de san Pablo siempre atrajo a nuestro autor; en los años setenta proyectó realizar una película sobre su vida.
35
di vecchie voci meridionali... cori
emiliani leggeri tra borghi e maceri...
Dalla provincia viziosa ai cuori
bianchi dei globi dei bar salaci
delle periferie cittadine,
la carne e la miseria hanno placidi
ariosi suoni. Ma nelle veline
e massicce palpebre d’Ilaria, nulla
che non sia sonno. Forme mattutine
che, precoce, la morte alla fanciulla
legò al marmo. All’Italia non resta
che la sua morte marmorea, la brulla
sua gioventú interrotta...
Sotto le sue palpebre, nel suo
sonno, incarnata, la terra alla luna
ha un vergine orgasmo nell’argenteo buio
che sulla frana dell’Appennino sfuma
scosceso verso coste dove imperla
il Tirreno o l’Adriatico la spuma.
Dentro il rotondo recinto di pelli
e di metallo, isolato tra le fratte
in cerchio in una radura d’erba
36
motes de viejas voces meridionales... coros
emilianos14 ligeros entre aldeas y escombros...
Desde la viciosa provincia hasta los corazones
blancos de los globos de los bares lascivos
de las periferias ciudadanas,
la carne y la miseria tienen airosos
y plácidos sonidos. Pero en los párpados
macizos y vellosos de Ilaria,
nada que no sea sueño. Formas matutinas
que la muerte precoz a la niña
engarzó en el mármol. A Italia le queda
su marmórea muerte, su yerma
e interrumpida juventud...
Bajo sus párpados, en su sueño,
encarnada, la tierra a la luna
tiene un orgasmo virgen en la plateada oscuridad
que sobre el derrumbamiento del Apenino difumina
escarpado hacia costas donde perla
del Tirreno o del Adriático la espuma.
Dentro del redondo recinto de pieles
y de metal, aislado entre las zarzas
cercadas en un prado de verdísima
14
Que pertenecen a la región de Emilia Romaña.
37
verdissima sui dossi del Soratte,
dorme un umido, annerito gregge,
e il pastore con le membra contratte
nel calcare.
V
Sotto le sue palpebre chiuse Luni
all’addaccio, e le trepide
città dove l’Appennino profuma
piú umano nelle cesellate siepi,
tra i caldi arativi della Toscana,
o dove piú selvaggio le vecchie pievi
assorbe nell’etrurio — s’allontanano
sull’ala dei vergini, chiari
suoni serali. Ed essa si dipana,
la catena, nei solchi secolari
delle vene del Serchio, dell’Ombrone
e, dietro rudi imbuti e terrei fari
38
hierba sobre las lomas del Soratte,
duerme un húmedo, ennegrecido rebaño,
y el pastor con los miembros contraídos
en la caliza.
V
Bajo sus párpados cerrados Luni15
al raso, y las trémulas
ciudades donde el Apenino perfuma
más humano en los cincelados setos,
entre las cálidas aradas de Toscana
o donde más salvaje las viejas feligresías
absorbe en el etrurio16 — se alejan
sobre el ala de los vírgenes y claros
sonidos del atardecer. Y ella, la cadena,
se desenreda en los surcos seculares
de las venas del Serchio, del Ombrone17
y tras toscos embudos y térreos faros
15
Pueblo de Liguria en el golfo de La Spezia.
Antiguamente Toscana.
17
Los ríos Serchio y Ombrone atraviesan parte de Toscana antes de
desembocar en el mar Tirreno, en la costa occidental de Italia.
16
39
d’albore, il Tevere, nel polverone
appenninico, pagano ancora...
Roma, dietro radure di peoni,
ruderi alessandrini e barocchi indora
alla luna, e disfatte borgate
irreligiose, dove tutto si ignora
che non sia sesso, grotte abitate
da feci e fanciulli; i lungofiumi
dal Pincio, all’Aventino, alle scarpate
dello spoglio San Paolo dove i lumi
ingialliscono la calda atmosfera,
risuonano dei passi che le umide
pietre macchiano, e la romana sera
echeggiandone, come una membrana
grattata da un vizioso dito, svela
piú acuto l’odore dell’orina.
40
de albor, el Tíber en la polvareda
apenínica, pagano todavía...
Roma se dora, tras prados de peonías,
ruinas alejandrinas y barrocas
bajo la luna, y deshechos arrabales
irreligiosos, donde se ignora todo
lo que no sea sexo, grutas habitadas
por heces y niños; los paseos fluviales
desde el Pincio hasta el Aventino18, hasta los taludes
del expoliado San Paolo donde las luces
amarillean la atmósfera caliente,
resuenan por los pasos que las húmedas
piedras manchan, y la noche romana
retumbando con ellos como una membrana
arañada por un dedo vicioso, desvela
más agudo el olor de la orina.
18
Aquí se extendían en el siglo IV los jardines de la familia Pinci, que
dejaron su nombre a la colina del Pincio. El Aventino, como se sabe, es
una de las siete colinas de Roma.
41
VI
Un esercito accampato nell’attesa
di farsi cristiano nella cristiana
città, occupa una marcita distesa
d’erba sozza nell’accesa campagna:
scendere anch’egli dentro la borghese
luce spera aspettando una umana
abitazione, esso, sardo o pugliese,
dentro un porcile il fangoso desco
in villaggi ciechi tra lucide chiese
novecentesche e grattacieli.
Sotto le sue palpebre chiuse questo
assedio di milioni d’anime
dai crani ingenui, dall’occhio lesto
all’intesa, tra le infette marane
della borgata.
VII
Si perde verso il bianco Meridione,
azzurro, rosso, l’Appennino, assorto
sotto le chiuse palpebre, all’alone
42
VI
Un ejército acampado a la espera
de hacerse cristiano en la cristiana
ciudad, ocupa una extensión de yerba
podrida y sucia en la campiña encendida:
él quiere descender también a la burguesa
luz, esperando una humana
habitación, él, sea sardo o de Puglia,
dentro de una pocilga la mesa enfangada,
en ciegas aldeas entre iglesias lúcidas
del siglo veinte y rascacielos.
Bajo sus párpados cerrados, este
asedio de millones de almas
con los cráneos ingenuos, con el ojo dispuesto
al acuerdo entre las infectas acequias
de los arrabales.
VII
Se pierde hacia el blanco Meridión,
azul y rojo el Apenino absorto
bajo los párpados cerrados, por el halo
43
del mare di Gaeta e di Sperlonga...
Dietro il Massico stende Sparanise
candelabri di ulivi, tra festoni
di piante rampicanti sulle elisie
radure, dove lucono i lampioni
a San Nicola... Si spalanca il golfo
affricano di Napoli, nazione
nel ventre della nazione...
E non piú Jacopo (piú recente è il sonno
di Ilaria) sotto le palpebre fonde
in civile forma il popolare mondo
italiano, e contro gli sfondi
del suo paesaggio, non piú scarnisce
in luce di intelletto — che non nasconde
la buia materia — una mano che unisce
a Dio il povero rione. Quaggiú
tutto è preumano, e umanamente gioisce,
44
del mar de Gaeta y de Sperlonga...19
Tras el Massico cuelga Sparanise20
candelabros de olivos, entre festones
de plantas trepadoras en los prados
elíseos, donde lucen las farolas
en San Nicola... Se abre de par en par
el golfo africano de Nápoles, nación
en el vientre de la nación...
Y ahora Jacopo (más reciente es el sueño de Ilaria)
ya no funde, bajo los párpados,
en civil forma el mundo popular
italiano, y contra los fondos
de su paisaje, ya no descarna
en luz de intelecto — que no oculta
la oscura materia — una mano que une
el pobre barrio a Dios. Aquí abajo
todo es prehumano y humanamente goza,
19
Gaeta y Sperlonga son dos ciudades del Lacio a orillas del mar
Tirreno.
20
El Massico es una montaña de la cadena apenínica que se encuentra en Campania, cerca del pueblo de Sparanise.
45
contro il riso del volgare fu
ed è inutile ogni parola
di redenzione: splende nella piú
ardente indifferenza dei colori
seicenteschi, quasi che al sole
o all’ombra non bastasse che la sola
sfrontata presenza, di stracci, d’ori,
con negli occhi l’incallito riso
dei bassi digiuni d’amore.
Ragazzi romanzi sotto le palpebre
chiuse cantano nel cuore della specie
dei poveri rimasta sempre barbara
a tempi originari, esclusa alle vicende
segrete della luce cristiana,
al succedersi necessario dei secoli:
e fanno dell’Italia un loro possesso,
ironici, in un dialettale riso
che non città o provincia ma ossesso
poggio, rione, tiene in sè inciso,
se ognuno chiuso nel calore del sesso,
sua sola misura, vive tra una gente
abbandonata al cinismo piú vero
e alla piú vera passione; al violento
negarsi e al violento darsi; nel mistero
46
fue contra la risa del vulgo
y es inútil cualquier palabra
de redención: brilla en la más ardiente
indiferencia de los colores del siglo
diecisiete, como si al sol o a la sombra
no bastase la atrevida presencia
sola de trapos, de oros,
y en los ojos la risa endurecida
de los bajos ayunos del amor.
Románicos muchachos bajo los párpados
cerrados cantan en el corazón de la especie
de los pobres que se quedaron bárbaros
en tiempos originarios, excluidos
de las alianzas secretas de la luz cristiana,
de la necesaria sucesión de los siglos:
y hacen de Italia su posesión
con una risa dialectal, irónicos,
que ni provincia ni ciudad lleva grabada,
sino obseso cerro y barrio,
si cada uno encerrado en el calor del sexo,
su única medida, vive entre gente
abandonada al más verdadero cinismo
y a la más verdadera pasión; al violento
negarse y al violento darse; en el misterio
47
chiara, perché pura e corrotta...
Se ognuno sa, esperto, l’ingenuo linguaggio
dell’incredulità, della insolenza,
dell’ironia, nel dialetto piú saggio
e vizioso, chiude nell’incoscienza
le palpebre, si perde in un popolo
il cui clamore non è che silenzio.
1951
48
clara, porque pura y corrompida...
Si cada uno sabe, experto, el ingenuo lenguaje
de la incredulidad, de la insolencia,
de la ironía en el dialecto más sabio
y vicioso, cierra en la inconsciencia
los párpados, se pierde en un pueblo
cuyo clamor no es más que silencio.
1951
49
Il canto popolare
El canto popular
Improvviso il mille novecento
cinquanta due passa sull’Italia:
solo il popolo ne ha un sentimento
vero: mai tolto al tempo, non l’abbaglia
la modernità, benché sempre il piú
moderno sia esso, il popolo, spanto
in borghi, in rioni, con gioventú
sempre nuove — nuove al vecchio canto —
a ripetere ingenuo quello che fu.
Scotta il primo sole dolce dell’anno
sopra i portici delle cittadine
di provincia, sui paesi che sanno
ancora di nevi, sulle appenniniche
greggi: nelle vetrine dei capoluoghi
i nuovi colori delle tele, i nuovi
vestiti come in limpidi roghi
dicono quanto oggi si rinnovi
il mondo, che diverse gioie sfoghi...
Ah, noi che viviamo in una sola
generazione ogni generazione
vissuta qui, in queste terre ora
umiliate, non abbiamo nozione
vera di chi è partecipe alla storia
solo per orale, magica esperienza;
e vive puro, non oltre la memoria
della generazione in cui presenza
della vita è la sua vita perentoria.
52
De improviso el mil novecientos
cincuenta y dos pasa sobre Italia:
solo el pueblo tiene de él un verdadero
sentimiento: nunca fuera del tiempo, no le deslumbra
la modernidad, aunque siempre el más
moderno sea él, el pueblo, esparcido
en aldeas, en barrios con juventudes
siempre nuevas — nuevas al viejo canto —
a repetir ingenuo aquello que fue.
Abrasa el primer sol dulce del año
sobre los pórticos de las pequeñas ciudades
de provincia, sobre los pueblos que aún
saben a nieve, sobre los apenínicos
rebaños: en los escaparates de las capitales
los nuevos colores de las telas, los nuevos
vestidos como en límpidas hogueras
dicen cuánto hoy se renueva
el mundo, qué distintos gozos desahoga...
Ah, nosotros que vivimos en una sola
generación cada generación
vivida aquí, en estas tierras ahora
humilladas, no tenemos noción
verdadera de quién participa en la historia
sólo por oral experiencia mágica;
y vive puro, no más allá de la memoria
de la generación en cuya presencia
de la vida es su vida perentoria.
53
Nella vita che è vita perché assunta
nella nostra ragione e costruita
per il nostro passaggio — e ora giunta
a essere altra, oltre il nostro accanito
difenderla — aspetta — cantando supino,
accampato nei nostri quartieri
a lui sconosciuti, e pronto fino
dalle piú fresche e inanimate ère —
il popolo: muta in lui l’uomo il destino.
E se ci rivolgiamo a quel passato
ch’è nostro privilegio, altre fiumane
di popolo ecco cantare: recuperato
è il nostro moto fin dalle cristiane
origini, ma resta indietro, immobile,
quel canto. Si ripete uguale.
Nelle sere non piú torce ma globi
di luce, e la periferia non pare
altra, non altri i ragazzi nuovi...
Tra gli orti cupi, al pigro solicello
Adalbertos komis kurtis!, i ragazzini
54
En la vida que es vida ya asumida
en nuestra razón y construida
para nuestro pasaje — y que alcanza ahora a ser
otra, más allá de nuestra encarnizada
defensa — espera — cantando supino,
acampado en nuestros barrios
para él desconocidos, y listo
desde las más frescas e inanimadas eras —
el pueblo: muda en él el hombre el destino.
Y si nos dirigimos a aquel pasado
que es nuestro privilegio, otras riadas
de pueblo he aquí que cantan: recobrado
se encuentra nuestro movimiento desde los cristianos
orígenes, pero se queda atrás, inmóvil
aquel canto. Se repite igual.
En las noches no más antorchas sino globos
de luz, y no parece la periferia
otra, ni otros los nuevos chicos...
Entre los huertos sombríos, en el perezoso solecillo
Adalbertos komis kurtis! 21, los chiquillos
21
Traducimos aquí y a lo largo de toda la obra como notas a pie de
página, entre corchetes e indicando su procedencia, algunas de las indicaciones que el autor dejó escritas en apéndice. [Nota de P. P. P.: Adalbertos komis kurtis! son palabras de una cantinela satírica (entre la última
década del siglo IX y la primera del siglo X) que Novati, durante su búsqueda de los orígenes del canto popular italiano, encontró en un pasaje
de las Crónicas de Liutprando, Adalberto I, marqués de Ivrea.] Se trata
del primer canto en vulgar del cual se tiene memoria en Italia.
55
d’Ivrea gridano, e, pei valloncelli
di Toscana, con strilli di rondinini:
Hor atorno fratt Helya! La santa
violenza sui rozzi cuori il clero
calca, rozzo, e li asserva a un’infanzia
feroce nel feudo provinciale l’Impero
da Iddio imposto: e il popolo canta.
Un grande concerto di scalpelli
sul Campidoglio, sul nuovo Appennino,
sui Comuni sbiancati dalle Alpi,
suona, giganteggiando il travertino
56
de Ivrea22 gritan, y por los suaves valles
de Toscana, con chillidos de pequeñas golondrinas:
Hor atorno fratt Helya! 23 La santa
violencia en los toscos corazones el clero
tosco calca, y los somete a una infancia
feroz en el feudo provincial el Imperio
por Dios impuesto: y el pueblo canta.
Un gran concierto de cinceles
sobre el Capitolio24, sobre el nuevo Apenino,
sobre los Comunes25 blanqueados por los Alpes,
suena, descollando el travertino26
22
Ciudad de Piamonte, en el norte de Italia.
[Nota de P. P. P.: Con Hor atorno fratt Helya! alcanzamos el año
1240 y nos encontramos frente a una burla de algunos niños a costa de este tal fraile Helyas y sus devotos compañeros. Esta información, proveniente de los estudios de Novati, nos llega a través de Salimbene y de su
Crónica.] En realidad esta balada se compuso con ocasión del asedio de
Messina de 1228 en la que se compadecía a las mesinesas hambrientas; algunos versos en los que, según cuenta fray Salimbene, le gritaban los niños
a fray Helyas, general franciscano, que «Ya regresa fray Elías / que ha tomado el mal camino» (Hor atorno fratt Helya! / Ke pres’ha la mala via!).
24
Una de las siete colinas sobre las cuales fue construida Roma y en
la que, según la leyenda, se crió Rómulo.
25
El Comune es el ayuntamiento, corporación o concejo; y por extensión el municipio. En Italia, los siglos XIII y XIV se conocen historiográficamente como «la Italia de los Comunes», en aquel contexto del
nacimiento y apogeo de las —doce— ciudades estado.
26
Travertino es una piedra calcárea, blanquecina y porosa de origen
sedimentario, proveniente de la vecina ciudad de Tívoli.
23
57
nel nuovo spazio in cui s’affranca
l’Uomo: e il manovale Dov’andastú
jersera... ripete con l’anima spanta
nel suo gotico mondo. Il mondo schiavitú
resta nel popolo. E il popolo canta.
Apprende il borghese nascente lo Ça ira,
e trepidi nel vento napoleonico,
all’Inno dell’Albero della Libertà,
tremano i nuovi colori delle nazioni.
Ma, cane affamato, difende il bracciante
i suoi padroni, ne canta la ferocia,
Guagliune ’e mala vita!, in branchi
58
en el espacio nuevo donde se franquea
el Hombre: y el peón Dov’andastú
jersera...27 repite con el alma esparcida
en su gótico mundo. El mundo esclavitud
permanece en el pueblo. Y el pueblo canta.
Aprende el burgués naciente el Ça ira 28
y ansiosos en el viento napoleónico,
al Himno del Árbol de la Libertad,
tiemblan los nuevos colores de las naciones.
Mas, perro hambriento, defiende el bracero
a sus amos, canta su fiereza,
Guagliune ’e mala vita! 29 en manadas
27
[Nota de P. P. P.: «¿Dónde estuviste ayer noche?». Ha sido conservado porque pertenecía a la curiosa incatenatura de Bianchino, impresa en 1629 en Verona, y representa una especie de collage de los cantos populares en boga a lo largo del Renacimiento.]
28
[Nota de P. P. P.: El Himno al Árbol de la Libertad es un canto
naturalmente no popular: los filo-revolucionarios italianos poseían, en
principio, nada más que unas traducciones del Ça ira (canto francés de
la época de la Revolución), pero luego se produjeron, por intervención
culta, los variados Árboles de la Libertad. Nacía entonces la tradición
romántico-risorgimental de los cantos de la burguesía liberal e irredentista a los que el pueblo permanecía naturalmente extraño. Éste cantaba, en política más bien, cantos reaccionarios como aquel citado en esta misma estrofa y que es un canto de guappi filo-borbónicos en contra de las fuerzas del orden de la Italia recién unida.] El citado Árbol es
un mástil con el gorro frigio.
29
«¡Muchacho de mala vida!».
59
feroci. La libertà non ha voce
per il popolo cane. E il popolo canta.
Ragazzo del popolo che canti,
qui a Rebibbia sulla misera riva
dell’Aniene la nuova canzonetta, vanti
è vero, cantando, l’antica, la festiva
leggerezza dei semplici. Ma quale
dura certezza tu sollevi insieme
d’imminente riscossa, in mezzo a ignari
tuguri e grattacieli, allegro seme
in cuore al triste mondo popolare?
Nella tua incoscienza è la coscienza
che in te la storia vuole, questa storia
il cui Uomo non ha piú che la violenza
delle memorie, non la libera memoria...
E ormai, forse, altra scelta non ha
che dare alla sua ansia di giustizia
la forza della tua felicità,
e alla luce di un tempo che inizia
la luce di chi è ciò che non sa.
1952-53
60
feroces. La libertad no tiene voz
para el pueblo perro. Y el pueblo canta.
Muchacho del pueblo que cantas
aquí en Rebibbia por la orilla mísera
del Aniene la nueva cancioncilla, alabas
cantando, es cierto, la antigua y festiva
levedad de los simples. Pero,
¿tú qué dura certeza levantas, conjunto
de inminente desquite entre ignorantes
tugurios y rascacielos, alegre semilla
en el corazón del triste mundo popular?
En tu inconsciencia está la conciencia
que en ti la historia quiere, esta historia
donde el Hombre no tiene más que la violencia
de las memorias, no la libre memoria...
Y quizá ya no tenga otra salida
que dar a su ansia de justicia
la fuerza de tu felicidad,
y a la luz de un tiempo que empieza
la luz de quien es lo que no sabe.
1952-53
61
Picasso
Picasso
I
Nel tremito d’oro, domenicale
di Valle Giulia, la nazione è calda,
silenziosa: la sua innocenza è pari
alla sua impurezza. Sembra arda
di popolare gioia, ed è una noia
irreligiosa che solare si sparge
sui floreali gessi e i gran ventagli
degli scalini. Non è questo
che l’atto in cui si sbriciola un’Italia
istituita, un anonimo ed onesto
atto di civiltà... C’è chi lo compie
tra le aiuole infuocate e il fresco
buio che le solca dai prorompenti
pini di Villa Borghese, chi
n’è riverberato nelle pompe
64
I
En el temblor dominical dorado
de Valle Giulia30 la nación es cálida
y silenciosa: su inocencia iguala
a su impureza. Parece que arde
de popular alegría, y es un tedio
irreligioso que, solar, se expande
sobre los floreales yesos y grandes abanicos
de los escalones. No es este más
que el acto en que se desmigaja una Italia
instituida, un anónimo y honesto
acto de civilización... Hay quien lo cumple
entre los céspedes abrasados y la fresca
oscuridad que los surca desde los imponentes
pinos de Villa Borghese31, quien
por esto reverbera en las pompas
30
31
Barrio romano.
Parque de Roma abierto al público desde 1902.
65
festive di Piazza di Spagna e si
confonde in un brusio che trasale
intorno monotono e stupendo: qui
è piú acceso il senso di un’Italia
vibrante in un’antica nota
di pace, in una morte dolce come l’aria,
dove la classe piú alta regna immota.
II
E per la scalea l’anonimo, anima
senza memoria, in un corpo immiserito
da secoli di sogni umilmente umani
di borghese esperienza, ormai è mitico
in questa domenica dorata
che lo vede chiaro nel chiaro vestito.
Come d’improvviso appare ornata,
la sua vita, di mite passione,
e la sua mente (dominata
66
festivas de Plaza de España32
y se confunde en un murmullo que se propaga
alrededor monótono y estupendo: aquí
es más vivo el sentido de una Italia
vibrante en una antigua nota
de paz, en una muerte dulce como el aire
donde la clase más alta reina inmóvil.
II
Y por la escalinata el anónimo, alma
sin memoria, en un cuerpo empobrecido
por siglos de sueños humildemente humanos
de burguesa experiencia, es ya mítico
en este domingo dorado
que lo ve claro en su claro vestido.
Cómo de repente aparece adornada
su vida de apacible pasión,
y su mente (dominada
32
Famosa plaza del centro de Roma. Situada a los pies de la escalera de Trinità dei Monti, tomó este nombre cuando en el siglo XVII se estableció allí la embajada española.
67
dentro il cuore dell’Istituzione
dalla sua dignità dura e servile)
come pare arda, immune testimone,
d’umile desiderio di capire...
III
La prima tela dalla scorza intensa
e ròsa, in un gemmante arabesco
quasi artigiano, dipinta con terra
e nascosto fuoco: ancora fresco
lo spirito del vecchio anteguerra
vi mescola scandalo e festa,
l’abnorme del pensiero e il puro della
tecnica, e ardente e affumicata
la superficie i suoi toni inanella,
ceree corolle su zolla disseccata.
Insegna della Francia piú alta,
quando il tramonto pareva un’infuocata
alba, e la disperazione espanta
pena del creare, e il frantumarsi
del secolo un suo disegno araldico.
68
en el corazón de la Institución
por su dignidad dura y servil)
cómo parece que arde, inmune testigo,
de deseo humilde de comprender...
III
El primer lienzo con el escorzo intenso
y rosa, en un resplandeciente arabesco
casi artesano, con tierra pintada
y fuego oculto: fresco aún
el espíritu del viejo anteguerra,
mezcla ahí escándalo y fiesta,
lo anómalo del pensamiento con lo puro
de la técnica, y ardiente y ahumada
la superficie ensortija sus tonos,
corolas céreas sobre terrones disecados.
Emblema de la Francia más alta,
cuando el atardecer parecía una aurora
abrasada, y la desesperación vertida
pena de crear, y el derrumbarse
del siglo su heráldico dibujo.
69
IV
Ma già gli spumeggianti e crudi figli
in nuvole di biancore, in acciarini
contorni, con purezza di gigli
e carnalità di cuccioli ferini,
delineano pur nel lume di un’idea
degna di Velázquez, pur nelle trine,
l’eccesso di espressione che li crea.
V
L’espressione che sul pelo affiora
del quadro, come da intimità viscerali,
infetta di bruciante disamore,
e ne squassa la squama di tonali
dolcezze, che, se resiste, e anzi
irrigidisce, è per materiali,
inebbrianti cagli. Ma tra i balzi
graffianti del pennello, la zona
di quasi prativa luce, gli sfarzi
dei disaccordi, ecco l’Espressione:
che s’incolla alla cornea e al cuore,
irrichiesta, pura, cieca passione,
70
IV
Pero ya los espumajosos y crudos hijos
en nubes de blancura, en acerados
contornos con pureza de lirios
y carnalidad de cachorros ferinos,
delinean incluso en la luz de una idea
digna de Velázquez, o en los encajes,
el exceso de expresión que los crea.
V
La expresión que aflora a ras del cuadro,
como de intimidades viscerales,
infecta de quemante desamor,
y sacude de esto la escama de dulzuras
tonales, si resiste, y hasta
se endurece, es por materiales,
ebrios cuajos. Pero entre los botes
rasguñosos del pincel, la zona
de luz casi pradeña, los fastos
de los desacuerdos, he aquí la Expresión:
que se pega al corazón y a la córnea,
indeseada, pura, pasión ciega,
71
cieca manualità, impudico gonfiore
dei sensi, e, dei sensi, tersa noia.
A nient’altro che a questo ateo furore
poteva, nella cadente Francia, Goya
cedere la sua violenza. Qui, a esprimersi,
sono pura angoscia e pura gioia.
VI
Dentro l’ordinata processione,
orda del sentire e del fare,
non del credere, paesaggi, persone
sono scheletri in cui corporeo appare
il loro perduto essere oggetti:
esprimerli è esprimerne il male.
La civetta patrizia con sul petto
un avido verde o un viola che altro
senso non ha che infiammare se stesso,
72
ciega manualidad, impúdico bulto
de los sentidos y, de los sentidos, terso tedio.
A ninguna otra cosa sino a este ateo furor
podía en la caduca Francia Goya
ceder su violencia. Aquí se expresan
pura angustia y pura alegría.
VI
Dentro de la ordenada procesión,
horda del sentir y del hacer,
no del creer, paisajes, personas
son esqueletos en cuyo cuerpo aparece
su perdida sustancia de objetos:
expresarlos es expresar su mal.
La lechuza patricia33 lleva en el pecho
un ávido verde o un violeta que otro
sentido no tiene sino inflamarse,
33
Pasolini hace aquí un guiño a la estatua ecuestre de Marco Aurelio,
que se encuentra en la plaza del Campidoglio. En el centro de esta plaza
romana, que diseñó Miguel Ángel, se alza la estatua, con la lechuza entre
las orejas del caballo. La leyenda cuenta que el día que la lechuza cante será para anunciar la desaparición de Roma y, con Roma, el fin del mundo.
73
o nell’occhio uno sgorbio, folle e scaltro,
a tradire; i fiori che s’incarnano
a un feto o una seggiola e uno smalto
di toni che li incera nel composto
ingranaggio; le spiagge dove gongola
la gioia di un cadaverico agosto,
in cui l’inventare ha una mongola,
monumentale libertà che nulla costa,
una brutale libertà che il mondo
trasfigura per l’ignota forza
che ha il vizio, che ha la voluttà
dell’esibirsi: tutto porta
ad una calma furia di limpidità.
VII
Quanta gioia in questa furia di capire!
In questo esprimersi che rende
alla luce, come materia empirea,
la nostra confusione, che distende
in caste superfici i nostri affetti
offuscati! La chiarezza che ne accende
74
o en el ojo un garabato loco y astuto,
traidor; las flores que se encarnan
en un feto o una silla y un esmalte
de tonos que las pule en el complejo
engranaje; las playas donde se recocija
el gozo de un cadavérico agosto
en que inventar implica una mongólica,
monumental libertad que nada cuesta,
una brutal libertad que el mundo
transfigura por la ignota fuerza
que tiene el vicio, que tiene la voluptuosidad
de exhibirse: todo lleva
a una calmada furia de limpidez.
VII
¡Cuánta alegría en esta furia de comprender!
¡Este expresarse que devuelve
a la luz, como empírea materia,
nuestra confusión, que extiende
en castas superficies nuestros cariños
ofuscados! La claridad que enciende
75
le forme interne, li fa nuovi oggetti,
veri oggetti, né conta, anzi è coraggio,
benché delirante, che si rifletta
in essi l’onta dell’uomo che appannaggio
fa dell’Uomo, l’onta dell’uomo piú
recente, questo, questo che con saggio
calore guarda evidenziata salire su
nelle atroci lastre la figura
di se stesso, la sua colpa, la sua
storia. Vede ridotte alla furia oscura
del sesso le esaltanti repressioni
della Chiesa, e dispogliata in pura
chiarezza d’arte la chiara ragione
liberale; vede celebrata
in riverberanti figurazioni
la decadenza della snervata
borghesia ancora avida nel miope
rimpianto e nel cinismo...
Ma che lietezza profonda e quieta
nel capire anche il male; che infinita
esultanza, che vereconda festa,
nell’accorata sete di chiarezza,
nell’intelligenza, che compiuta attesta
la nostra storia nella nostra impurezza.
76
sus formas internas los vuelve objetos nuevos,
verdaderos objetos, ni cuenta, más aún, es valor
aunque delirante, que se refleje en ellos
la vergüenza del hombre que hace del Hombre
asignación, la vergüenza del hombre
más reciente; éste, éste que con sabio
calor mira ascender, resaltada,
en las inmundas losas la figura
de sí mismo, su culpa, su historia.
Ve reducidas a la furia oscura
del sexo las exaltantes represiones
de la Iglesia, y despojada en pura
claridad de arte la clara razón
liberal; ve celebrada
en reverberantes figuraciones
la decadencia de la burguesía
agotada, ávida aún en la miope
añoranza y en el cinismo...
Pero qué encanto profundo y quieto
en entender aun el mal; qué infinita
exultancia, qué verecunda fiesta
en la acongojante sed de claridad,
en la inteligencia que atestigua cumplida
nuestra historia en nuestra impureza.
77
VIII
Poi ecco, colmo, l’errore di Picasso:
esposto sopra le grandi superfici
che ne spalancano in pareti la bassa,
fittile idea, il puro capriccio,
arioso, di gigantesca e grassa
espressività. Egli — tra i nemici
della classe che specchia, il piú crudele,
fin che restava dentro il tempo d’essa
— nemico per furore e per babelica
anarchia, carie necessaria — esce
tra il popolo e dà in un tempo inesistente:
finto coi mezzi della vecchia stessa
sua fantasia. Ah, non è nel sentimento
del popolo questa sua spietata Pace,
quest’idillio di bianchi uranghi. Assente
è da qui il popolo: il cui brusio tace
in queste tele, in queste sale, quanto
fuori esplode felice per le placide
strade festive, in un comune canto
ch’empie rioni e cieli, borghi e valli,
lungo l’Italia, fino all’Alpi, spanto
78
VIII
Luego, aquí colmo, el error de Picasso:
expuesto sobre grandes superficies
que abren de par en par en las paredes
la baja y frágil idea, el puro capricho
airoso de gigantesca y gruesa
expresividad. Él — entre los enemigos
de la clase que refleja, el más cruel
mientras permanecía dentro del tiempo de ella
— enemigo por furor y por babélica
anarquía, caries necesaria — sale entre el pueblo
y da con un tiempo inexistente:
fingido con los medios de su propia
y vieja fantasía. Ah, no está en el sentimiento
del pueblo esta Paz despiadada suya, este
idilio de gorilas blancos. Ausente
se halla el pueblo de aquí: su murmullo calla
en estas telas, en estas salas mientras fuera
explota, feliz por las plácidas
calles festivas, en un común canto
que invade barrios y cielos, aldeas y valles
a lo largo de Italia, hasta los Alpes, derramado
79
per declivi falciati e gialli
frumenti — nei paesi della smarrita
Europa — dove ripete i balli
e i cori antichi nell’antica
aria domenicale... Ed è, l’errore,
in questa assenza. La via d’uscita
verso l’eterno non è in quest’amore
voluto e prematuro. Nel restare
dentro l’inferno con marmorea
volontà di capirlo, è da cercare
la salvezza. Una società
designata a perdersi è fatale
che si perda: una persona mai.
IX
Sfortunati decenni... cosí vivi
da non poter essere vissuti
se non con un’ansia che li privi
di ogni quieta conoscenza, con l’inutile
dolore di assisterne la perdita
nella troppa prossimità... Muti
80
por segados declives y trigales
amarillos — en los países de la extraviada
Europa — donde repite los bailes
y los coros antiguos en el antiguo
aire dominical... Y se halla el error
en esta ausencia. La vía de escape
hacia lo eterno no está en este amor
querido y prematuro. Al quedarse
en el infierno con marmórea
voluntad de comprenderlo se ha de buscar
la salvación. Una sociedad
designada a perderse es fatal
que se pierda: una persona jamás.
IX
Desafortunados decenios... tan vivos
que no pueden ser vividos
sino con un ansia que los prive
del apacible conocimiento,
con el inútil dolor de asistir a su pérdida
en la excesiva proximidad... Mudos
81
decenni, di un secolo ancor verde,
e bruciato dalla rabbia dell’azione
non trascinante ad altro che a disperdere
nel suo fuoco ogni luce di Passione.
Le ultime stanze gremisce la pura
paura espressa in cristalline zone
d’infantile e senile cinismo: scura
e abbagliata l’Europa vi proietta
i suoi interni paesaggi. È matura
qui, se piú trasparente vi si specchia,
la luce della tempesta; i carnami
di Buchenwald, la periferia infetta
delle città incendiate, i cupi camions
delle caserme dei fascismi, i bianchi
terrazzi delle coste, nelle mani
di questo zingaro, si fanno infamanti
feste, angelici cori di carogne:
testimonianza che dei doloranti
nostri anni può la vergogna
esprimere il pudore, tramandare
l’angoscia l’allegrezza: che bisogna
essere folli per essere chiari.
1953
82
decenios de un siglo verde todavía
y quemado por la rabia de la acción
que a nada arrastra sino a dispersar
en su fuego toda luz de Pasión.
El miedo puro agarra a los cuartos
últimos, expresado en zonas cristalinas
de infantil y senil cinismo: oscura
y deslumbrada Europa ahí proyecta
sus paisajes interiores. Está madura
aquí, y al ser más transparente ahí se refleja
la luz de la tempestad; las carnicerías
de Buchenwald34, la periferia infecta
de las ciudades incendiadas, los sombríos
camiones de los cuarteles fascistas,
las blancas azoteas de la costa, en las manos
de este gitano se vuelven infamantes
fiestas, angélicos coros de carroñas:
atestiguan que la vergüenza puede
de nuestros dolorosos años
expresar el pudor, transmitir
la angustia a la alegría: porque
hace falta estar locos para ser claros.
1953
34
Campo de concentración nazi.
83
Comizio
Comicio 35
35
[Nota de P. P. P.: mi hermano Guido, tras un año de heroica lucha
partisana en las filas de la «Osoppo», cayó en los montes de Venecia-Giulia en febrero de 1945.]
Qui è piú puro, nel suo quieto
terrore — se le sere ormai fonde
tremano agli ultimi brusii, poetici
di mera vita — l’incontro delle gronde
urbane con il buio del cielo.
E muri impalliditi, infeconde
aiuole, magri cornicioni, nel mistero
che li imbeve dal cosmo, familiare
e gaio fondono il loro. Ma stasera
un improvviso rovescio sulle ignare
fantasie del passante frana, e gela
il suo trasporto per le calde, care
pareti sconsacrate...
Non piú, come un androne, di passi sonori
perché rari, di voci trasparenti
perché quiete, tra splendori
d’umile pietra, la piazza negli spenti
angoli trasale: né solitarie
frusciano le macchine dei potenti,
sfiorando il fianco del giovane paria
che inebbria coi suoi fischi la città...
Una smorta folla empie l’aria
86
Aquí es más puro en su apacible
terror — si las tardes ya oscuras
tiemblan por los últimos rumores, poéticos
de sólo vida — el encuentro de las goteras
urbanas con la oscuridad del cielo.
Y muros empalidecidos, infecundos
céspedes, delgadas cornisas, en el misterio
que los empapa desde el cosmos, funden
alegre y familiar el suyo. Pero esta tarde
un imprevisto chaparrón sobre las ignotas
fantasías del viandante se desmorona y hiela
su paseo por las calientes, queridas
paredes secularizadas...
No más, como un porche de pasos sonoros
porque escasos, de voces transparentes
porque quietas, entre esplendores
de piedra humilde, la plaza en sus oscuros
rincones se estremece: ni crujen solitarios
los coches de los poderosos
rozando el flanco del joven paria
que embriaga la ciudad con sus silbidos...
Una pálida muchedumbre llena el aire
87
d’irreali rumori. Un palco sta
su essa, coperto di bandiere,
del cui bianco il bruno lume fa
un sudario, il verde acceca, annera
il rosso come di vecchio sangue. Arista
o tetro vegetale guizza cerea
nel mezzo la fiammella fascista.
*
Il dolore, inatteso, mi respinge
indietro, quasi a non voler vedere.
E invece con le lacrime che stingono
intorno il mondo cosí vivo, a sera
nella piazza, mi sospingo come
disincarnato in mezzo a questa fiera
di ombre. E guardo, ascolto. Roma
intorno è muta: è il silenzio, insieme,
della città e del cielo. Non risuona
voce su queste grida; il caldo seme
che il maggio germoglia pur nel fresco
notturno, un greve e antico gelo preme
sui muri preziosi, fatti mesti
come nei sensi di un fanciullo
angosciato... E piú qui crescono
88
de irreales ruidos. Sobre ella
hay un palco cubierto de banderas,
cuyo blanco la bruna luz convierte
en un sudario, ciega el verde y ennegrece
el rojo como vieja sangre. Tétrico
vegetal o arista chispea cérea
en el centro la llamilla fascista.
*
El dolor inesperado me empuja
hacia atrás como si no quisiera ver.
Y sin embargo con las lágrimas que destiñen
alrededor el mundo tan vivo
en la plaza al atardecer, me empujo algo
desencarnado en medio de esta feria
de sombras. Y miro, escucho. Roma
en torno enmudece: es el silencio al lado
de la ciudad y del cielo. No resuena
una voz sobre estos gritos; la cálida semilla
que mayo germina incluso en el fresco
nocturno, un pesado y antiguo hielo oprime
sobre los preciosos muros, vueltos tristes
como en los sentidos de un niño
angustiado... Y cuanto más crecen aquí
89
gli urli (e in cuore l’odio), piú brullo
si fa intorno il deserto
dove il consueto, pigro sussurro
s’è stasera sperduto...
Ecco chi sono gli esemplari vivi,
vivi, di una parte di noi che, morta,
ci aveva illuso d’esser nuovi — privi
d’essa per sempre. E invece, scorta
d’improvviso, in questa lieve piazza
orientale, ecco la sua falange, folta,
urlante — coi segni della razza
che nel popolo è oscura allegria
e in essa triste oscurità — che impazza
cantando la salute. E l’energia
sua non è che debolezza, offesa
sessuale, che non ha altra via
per essere passione, nella mente accesa,
che azioni troppo lecite od illecite:
e qui urla soltanto la borghese
impotenza a trascendere la specie,
la confusione della fede che
l’esalta, e disperatamente cresce
nell’uomo che non sa che luce ha in sé.
90
los gritos (y en el corazón el odio), más yermo
se vuelve en torno el desierto
donde el habitual susurro perezoso
se ha extraviado esta noche...
He aquí quienes son los ejemplares vivos,
vivos de una parte de nosotros que, muerta,
nos dio ilusión de ser nuevos — privados
de ella para siempre. Y sin embargo, de pronto
divisada en esta liviana plaza
oriental, su falange espesa
chillando — con los rasgos de la raza
que en el pueblo es oscura alegría
y en ella triste oscuridad — que enloquece
cantando a la salud. Y su energía
no es más que debilidad, ofensa
sexual que no tiene otro camino
para hacerse pasión en la mente encendida
sino con acciones demasiado lícitas o ilícitas:
y aquí grita solamente la burguesa
impotencia de trascender la especie,
la confusión de la fe
que la exalta y desesperadamente crece
en el hombre que no sabe la luz que lleva en sí.
91
*
Resto in piedi tra questa folla quasi
il gelo, che da Trinità dei Monti,
dai duri vegetali del Pincio, rasi
contro le stelle e i chiusi orizzonti
spegne la città — mi spegnesse il petto,
rendendo puro stupore i monchi
sentimenti, pietà, amarezza. Getto
intorno sguardi che non mi sembran miei,
tanto sono diverso. Non è l’aspetto
di gente viva con me, questo, nei
suoi visi c’è un tempo morto che torna
inaspettato, odioso, quasi i bei
92
*
Me quedo de pie en esta muchedumbre
como si el hielo, que desde Trinità dei Monti36,
desde los duros vegetales del Pincio37 arrasados
contra las estrellas y los cerrados horizontes
apaga la ciudad — me apagase el pecho
volviendo puro estupor los mancos
sentimientos, piedad, amargura. Arrojo
alrededor miradas que no parecen mías,
tan distinto soy ya. No es el aspecto
de gente viva conmigo, éste, en sus rostros
lleva un tiempo muerto que vuelve
inesperado, odioso como si los bellos
36
Iglesia fundada por el rey de Francia Carlos VIII en 1495.
Primitivamente elevada sobre siete colinas, Roma se extiende hoy
hasta las dos nuevas cumbres del Pincio y del Gianicolo.
37
93
giorni della vittoria, i freschi giorni
del popolo, fossero essi, morti.
Per chi è andato avanti, ecco, intorno,
il passato, i fantasmi, i risorti
istinti. Questi visi giovanili
precocemente vecchi, questi storti
sguardi di gente onesta, queste vili
espressioni di coraggio. La memoria
era dunque cosí smorta e sottile
da non ricordarli? Tra i clamori
cammino muto, o forse sono muti
essi, nella tempesta che ho nel cuore.
*
E nel senso di perdita del proprio
corpo, che dà un’angoscia improvvisa,
in silenzio al fianco mi si scopre
un compagno. Con me, intento e indeciso,
si muove tra la ressa, con me guarda
nei visi questa gente, con me il misero
corpo trascina tra petti che coccarde
colmano di vile orgoglio. Poi su me
posa lo sguardo. Tristemente gli arde
94
días de la victoria, los frescos días
del pueblo, ellos, hubieran muerto.
Para quien haya seguido adelante, he aquí
en torno el pasado, los fantasmas, los resucitados
instintos. Estos rostros juveniles
precozmente viejos, estas oblicuas
miradas de gente honesta, estas viles
expresiones de coraje. ¿Se encontraba entonces
la memoria tan apagada y sutil
que no los recordaba? Entre los clamores
camino mudo, o quizás estén mudos
ellos, en la tempestad que llevo en el corazón.
*
Y en el sentimiento de pérdida del propio
cuerpo, que da una angustia imprevista,
en silencio aparece a mi lado
un compañero. Conmigo, sumido e indeciso
se mueve entre la masa, conmigo mira
los rostros a esta gente, conmigo el mísero
cuerpo arrastra entre pechos
que cucardas colman de vil orgullo. Entonces
detiene su mirada sobre mí. Tristemente
95
col pudore che ben conosco; ed è
cosí mio quello sguardo fraterno!
cosí profondamente familiare, nel
pensiero che dà a questi atti senso eterno!
E in questo triste sguardo d’intesa,
per la prima volta, dall’inverno
in cui la sua ventura fu appresa,
e mai creduta, mio fratello mi sorride,
mi è vicino. Ha dolorosa e accesa,
nel sorriso, la luce con cui vide,
oscuro partigiano, non ventenne
ancora, come era da decidere
con vera dignità, con furia indenne
d’odio, la nuova nostra storia: e un’ombra,
in quei poveri occhi, umiliante e solenne...
Egli chiede pietà, con quel suo modesto,
tremendo sguardo, non per il suo destino,
ma per il nostro... Ed è lui, il troppo onesto,
il troppo puro, che deve andare a capo chino?
Mendicare un po’ di luce per questo
mondo rinato in un oscuro mattino?
1954
96
le arde con el pudor que bien conozco;
¡y es tan mía aquella mirada fraternal!
¡es tan profundamente familiar
en el pensamiento que da a estos actos sentido eterno!
Y en esta triste mirada de acuerdo
por vez primera desde aquel invierno
en que su ventura fue conocida
y nunca creída, mi hermano me sonríe,
va junto a mí. Lleva, dolorosa y encendida
en la sonrisa, la luz con la cual vio,
oscuro partisano, todavía
no veinteañero, cómo había que decidir
con verdadera dignidad, con furia indemne
de odio, nuestra nueva historia: y una sombra
en esos pobres ojos, humillante y solemne...
Él pide piedad con esa modesta,
tremenda mirada suya, no para su propio destino
sino para el nuestro... ¿Y es él, el demasiado honesto,
el demasiado puro, que debe ir con la cabeza
gacha? ¿Mendigar un poco de luz
para este mundo renacido en una oscura mañana?
1954
97
L’umile Italia
La humilde Italia
I
Qui, nella campagna romana,
tra le mozze, allegre case arabe
e i tuguri, la quotidiana
voce della rondine non cala,
dal cielo alla contrada umana,
a stordirla d’animale festa.
Forse perché già troppo piena
d’umana festa: né mai mesta
essa è abbastanza per la fresca
voce d’una tristezza serena.
Cupa è qui la tristezza, come
è leggera la gioia: non ha
che atti estremi, confusione,
la violenza: è aridità
il suo ardore. Invece è la passione
mite, virile, che rischiara
il mondo in una luce senza
impurezze, che al mondo dà le care
civili piazzette, dove ignare
rondini scatena l’innocenza.
Borghi del settentrione, dove
dal ragazzo con fierezza
e allegra umiltà nasce il giovane,
100
I
Aquí, en la campiña romana
entre las mutiladas, alegres casas árabes
y los tugurios, la cotidiana
voz de la golondrina no baja
del cielo a la contrada humana
para aturdirla de fiesta animal.
Acaso porque está demasiado llena
de humana fiesta: nunca bastante
melancólica para la fresca
voz de una serena tristeza.
Aquí es sombría la tristeza
como ligera la alegría: no tiene
sino actos extremos, confusión,
la violencia: es aridez
su ardor. Sin embargo, es mansa
y viril la pasión que despeja
el mundo en una luz sin impurezas,
que al mundo concede
estas queridas plazas civiles, donde ingenuas
golondrinas la inocencia desencadena.
Pueblos del septentrión
donde del chico con fiereza
y alegre humildad nace el joven
101
e vive la sua giovinezza
da vero adulto, benché piova
il suo occhio chiaro e la sua bionda
testa luce infantile: ma è
quell’infanzia solo gioconda
onestà: egli nella sua fonda
vita il mondo matura con sé.
Perciò possono ancora le rondini
cantarlo, gettandosi lievi
nelle piazzette dei girotondi,
dei canti puerili, dove le nevi
si dissolvono in biancospini,
piú pure, e questi si mutano
per la dolce foga della semenza
in rose, in gigli: ché confini
le stagioni non v’hanno, né incrina
nuova esistenza l’esistenza.
Qui venti affricani l’assolato
inverno bruciano: nascono
carnai di fiori, è già estate.
I ragazzetti dentro tasche
già impure infilano viziate
le mani: la loro violenza
infantile resterà nella nera
loro bellezza adulta. Esperienza
è ironica durezza: senza
rondini, di cani urla la sera.
102
y vive su juventud
como un adulto verdadero,
aunque brote de su ojo claro y de su cabeza
rubia luz infantil:
pero es aquella infancia sólo gozosa
honestidad: en su honda
vida el mundo con él madura.
Por ello aún pueden las golondrinas
cantarlo, arrojándose leves
en las placetas de los corros
de los cantos pueriles, donde las nieves
se disuelven en espinos albares,
más puras, y éstos mudan
por la dulce fogosidad de su semilla
en rosas, en lirios: porque no tienen
confines las estaciones, ni raja
una nueva existencia la existencia.
Aquí los vientos africanos abrasan
el soleado invierno: nacen
carneros de flores, es verano ya.
Los chicos introducen, ya impuras,
en los bolsillos sus viciosas
manos: su violencia infantil
se quedará en su negra
belleza adulta. Experiencia
es irónica dureza: sin golondrinas,
de perros aúlla el atardecer.
103
O, se rondini volano, alte
vanno a stridere su tetti
di grandi case dove l’arte
straripante dei secoli eletti
scolora come in vecchie carte:
e anche il loro garrito,
se girano in cielo, smuore
in diversi spazi, in un mitico
scenario. E su di esso sbiadito
si chiude un cielo di memorie.
La jungla delle anime scure
come la pelle e gli occhi, che
la moderna vita nutre a dure
necessità e bassezze, ormai è
su Roma, la stringe in impure
confusioni, in ciechi smarrimenti
di stile, come una piena sale
oltre i rotti argini: impotente
la Roma del potere ne sente,
ancora plebe, l’ansia nazionale.
104
O si las golondrinas vuelan altas
para chillar por los tejados
de grandes casas donde el arte
desbordante de siglos elegidos
destiñe como viejos papeles:
e incluso su chillido
si giran por el cielo, se desvanece
en distintos espacios, en un mítico
escenario. Sobre éste, despintado
se cierra un cielo de memorias.
La jungla de las almas oscuras
como la piel y los ojos,
que la moderna vida nutre
con bajezas y duras necesidades,
recubre Roma ya apretándola en impuras
confusiones, en ciegos extravíos
de estilo, igual que sube el agua
más allá de los cauces rotos: impotente,
la Roma del poder siente,
todavía plebe, el ansia nacional.
105
II
Ah, rondini, umilissima voce
dell’umile Italia! Che festa
alle pasquali fonti, alle foci
dei fiumi padani, alla mesta
luce della piazzetta, dei noci,
dei filari a festoni da gelso
a gelso, che ai vostri garriti
verdeggiano piú umani! che eccelso
significato in quel vostro perso
groviglio, nuovo, di gridi antichi.
È dentro il tempo dato al puro,
allo struggente passare che
lanciate con sopita furia
quei vostri gridi: in sé,
quieto, li accoglie un già scuro
cielo primaverile, o un’alba,
o un lieto mezzogiorno... E passa,
con lo stupendo tempo che gli alberi
ingemma e spoglia, le ore scialbe
accende, raggela i caldi sassi.
È nel tempo puramente umano,
accoratamente umano, che
s’incide il vostro guizzo vano
106
II
¡Ah golondrinas, humildísima voz
de la humilde Italia! ¡Qué fiesta
en las fuentes pascuales, en las desembocaduras
de los ríos padanos, en la triste
luz de la placeta, de los nogales,
de las hileras de festones de moral
en moral, que bajo vuestros trinos
más humanos verdean!, qué excelso
significado en vuestra perdida
maraña nueva de antiguos gritos.
Es dentro del tiempo dado al puro
pasar desgarrador donde lanzáis
con furia apaciguada
vuestros gritos: quieto,
los acoge ya en sí un cielo oscuro
de primavera, o un amanecer,
o un feliz mediodía... Y pasa
junto al hermoso tiempo que a los árboles
engalana y despoja, enciende las horas
pálidas, hiela las piedras cálidas.
Es en el tiempo puramente humano,
humano entrañablemente,
donde se graba vuestro vano deslizarse
107
di animale dolcezza, è
— insieme prossimo e lontano —
nel tempo che non torna, e torna
sempre sopra il mondo che non ha
rimpianti, a sprofondar la gorna
solatia, l’acre aia, l’adorna
campagna, quasi in perdute età.
È indifferenza o nostalgia
il sentimento — anch’esso umano
e fuggitivo — di chi vi spia,
in quel meriggio, in quel gramo
vespro, perse in turchine scie...
La natura vi dà e la natura
vi esprime nel cuore che stordite.
Il tempo che uguale s’infutura
con sé vi trasporta nell’oscura
monotonia che rinnova le vite.
Ah, non è il tempo della storia,
questo, della vita non perduta,
non sono questi gli alti, incolori
luoghi di una patria divenuta
coscienza oltre la memoria.
Ma dove meglio riconoscerli
che in questi antichissimi incanti
in cui son piú vicini? Fossili
d’un’esistenza che ai commossi
occhi, non si svela, si canta?
108
de dulzura animal, es en el tiempo
— lejano y próximo a la vez —
que no vuelve, y vuelve siempre
sobre el mundo que nunca se arrepiente
para hundir el canalón soleado,
el corral acre, la adornada campiña
casi en edades perdidas.
Es indiferencia o nostalgia
el sentimiento — también él humano
y fugitivo — de quien os acecha
en ese mediodía, en ese triste
atardecer, perdidas en estelas azuladas...
La naturaleza os da y la naturaleza
os expresa en el corazón que aturdís.
El tiempo que se extiende en el futuro
os lleva igual consigo, en la oscura
monotonía que renueva las vidas.
Ah, no es el tiempo de la historia
éste, de la vida no perdida,
no son éstos los altos e incoloros
lugares de una patria que se ha vuelto
conciencia más allá de la memoria.
¿Y dónde reconocerlos mejor
sino en estos encantos tan antiguos
en los que están más cerca? ¿Fósiles
de una existencia que ante los ojos
conmovidos no se desvela, se canta?
109
Dove meglio capire, intera,
la natura che deve farsi
nazione, l’ombra che s’avvera
nella chiarezza? Ah dolci intarsi
che nella vellutata sera
della Venezia, della Lombardia,
— terrorizzata quasi nella
troppa ebbrezza, nella pazzia
che troppo la trascina — pia
la rondine intreccia sulla terra.
Piú è sacro dov’è piú animale
il mondo: ma senza tradire
la poeticità, l’originaria
forza, a noi tocca esaurire
il suo mistero in bene e in male
umano. Questa è l’Italia, e
non è questa l’Italia: insieme
la preistoria e la storia che
in essa sono convivano, se
la luce è frutto di un buio seme.
110
¿Dónde mejor comprender la naturaleza
entera que ha de hacerse
nación, la sombra que se cumple
en la claridad? Ah, dulces taraceas
que en la tarde de terciopelo
lombarda o veneciana
— casi aterrorizada
en su excesiva ebriedad, en la locura
que excesiva la arrastra — piadosa
la golondrina trenza sobre la tierra.
Más sagrado es el mundo
donde más animal: pero sin traicionar
a la poesía, a la originaria
fuerza, nos toca agotar
su misterio en el bien y en el mal
del hombre. Ésta es Italia
y no es ésta Italia: juntas
la prehistoria y la historia
que en ella se hallan, convivan si la luz
es fruto de una oscura semilla.
111
III
Imperlate già di nascenti
stelle, vibrano tra i castagni
le rondini. Confuse le senti
lacerare l’aria sugli altagni
secchi, sui tiepidi spioventi
della villa, e lo stradone,
cupo nel suo tenero asfalto;
la famiglia tace, del padrone,
ma i figli dei mezzadri, come
nel vecchio mondo gridano alto!
Come si assiepa il secolare
loro gridío di servi indenni
da bassezza, nella popolare
dignità dei rustici e solenni
loro municipi settentrionali...
Loro è la sera, loro è l’accento
della campana; s’è il dolce sabato,
loro è l’allegrezza che il vento
da orti, aie, osterie, lento
e quasi religioso, dirada.
Ecco là, le loro macchie vivide
di tigli, e in nude prospettive
i gelseti che i giovinetti
112
III
Perladas ya de estrellas
nacientes, vibran entre los castaños
las golondrinas. Confusas, el aire
las oyes lacerar sobre las azoteas
secas, sobre las tibias vertientes
de la villa y la carretera,
sombría en su asfalto tierno;
calla la familia del patrón,
¡pero los hijos de los jornaleros
como en el viejo mundo gritan alto!
Cómo se cerca su secular griterío
de siervos de bajeza
indemnes, en la popular
dignidad de sus rústicos
y solemnes municipios septentrionales...
Suyo es el atardecer, suyo es el acento
de la campana; si es el dulce sábado
suya es la alegría que el viento
desde huertos, corrales, mesones,
extiende lento, y casi religioso.
He ahí sus manchas vívidas
de tilos y en desnudas perspectivas
las moraledas que los jovencitos
113
all’imbrunire sfogliano, e le rive
dei fossi caldi di saggine.
Ecco il sambuco, ecco il pioppo
che sbianca, sulle rosse bambine
a erba pei conigli, chine
sotto le campane a doppio.
Ecco, a inazzurrare la pianura,
le loro Alpi: cerchio silente
che se in morene e laghi oscura
i suoi biancori, e i suoi sgomenti
vi quieta, quasi impaura
la sua serenità. Sfuma l’Italia
negli smorti, eccelsi toni
di quei nevai: contro cui l’ala
cieca della rondine esala
piú vera le quotidiane passioni.
Piú vera perché piú espressa,
libera: nel suo fragile arco
non porta il peso dell’ossessa
rassegnazione — furente marchio
della servitú e del sesso —
che il greco meridione fa
decrepito e increato, sporco
e splendido. È necessità
114
deshojan al anochecer, y las orillas
de los cálidos fosos de zahínas.
He aquí el saúco, he aquí el chopo
que blanquea en las niñas sonrojadas
con yerba para los conejos, agachadas
bajo las campanas que redoblan38.
Aquí, azulando la llanura,
sus Alpes: silencioso círculo
que si en morenas y en lagos vuelve
oscuros sus blancores y apacigua
ahí sus miedos, casi espanta
su serenidad. Se difumina Italia
en los grises y excelsos tonos
de esos neveros: contra los cuales ciega
el ala de la golondrina exhala,
más verdadera, las cotidianas pasiones.
Más verdadera porque más expresada,
libre: en su frágil arco
no lleva el peso de la obsesa
resignación — furente rasgo
de la servidumbre y del sexo —
que el griego meridión
hace decrépito e increado, sucio
y espléndido. Es necesario
38
Nótese que en el texto original esta estrofa consta sólo de nueve versos.
115
liberarsi soffrendo, ma
lottando soffrire, la storia.
È necessità il capire
e il fare: il credersi volti
al meglio, presi da un ardire
sacrilego a scordare i morti,
a non concedersi respiro
dietro il rinnovarsi del tempo.
Eppure qualche cosa è piú
forte del nostro ardore empio
a maturare nella mente
a fare della natura virtú.
E ci trascina indietro, al fresco,
all’arso tempo, al tempo vano,
assordato dalle vane feste
dell’umile gente, al tempo umano,
al tempo allegramente terrestre,
al tempo che vive il suo incanto,
con le rondini, nel solatio
paese padano, nel fianco
dei freschi colli, e che di schianto
voi volgete, rondini, all’addio.
1954
116
liberarse sufriendo, pero
luchando sufrir la historia.
Es necesario comprender
y hacer: creerse inclinados
a lo mejor, llevados por una sacrílega
osadía a olvidar a los muertos,
a no concederse respiro
detrás del renovarse del tiempo.
No obstante algo es más fuerte
que nuestro ardor impío
para madurar en la mente
y hacer virtud de la naturaleza.
Y nos arrastra hacia atrás, en el fresco,
en el tiempo quemado, en el tiempo vano,
ensordecido por las vanas fiestas
de la gente humilde, en el tiempo
humano, en el tiempo alegremente terrestre,
en el tiempo que vive su encanto
con las golondrinas en el pueblo
soleado y padano39, en la ladera
de las frescas cumbres, y al que de golpe
vosotras dirigís, golondrinas, el adiós.
1954
39
La llanura padana —este adjetivo deriva etimológicamente del río
Po— se encuentra en el norte de Italia.
117
Quadri friulani
Cu adros friulanos 40
40
[Nota de P. P. P.: Estos versos han sido escritos con ocasión de una
exposición del pintor Giuseppe Zigaina en Roma.] Friul Venecia-Giulia
es una región de la extremidad norte oriental de Italia.
Senza cappotto, nell’aria di gelsomino
mi perdo nella passeggiata serale,
respirando — avido e prostrato, fino
a non esistere, a essere febbre nell’aria —
la pioggia che germoglia e il sereno
che incombe arido su asfalti, fanali,
cantieri, mandrie di grattacieli, piene
di sterri e di fabbriche, incrostati
di buio e di miseria...
Sordido fango indurito, pesto, e rasento
tuguri recenti e decrepiti, ai limiti
di calde aree erbose... Spesso l’esperienza
espande intorno piú allegria, piú vita,
che l’innocenza: ma questo muto vento
risale dalla regione aprica
dell’innocenza... L’odore precoce e stento
di primavera che spande, scioglie
ogni difesa nel cuore che ho redento
con la sola chiarezza: antiche voglie,
smanie, sperdute tenerezze, riconosco
in questo smosso mondo di foglie.
*
120
Sin abrigo, en el aire de jazmín
me pierdo por la tarde al pasear
respirando — abatido y ávido
hasta no existir, hasta ser fiebre en el aire —
la lluvia que germina y el sereno
que amenaza árido a asfaltos, farolas,
obras, rebaños de rascacielos llenos
de socavones y de fábricas, incrustados
de oscuridad y de miseria...
Piso sórdido barro endurecido y rozo
recientes y decrépitos tugurios al límite
de áreas cálidas y herbosas... A menudo
la experiencia derrama alrededor más vida,
más alegría que la inocencia: pero este viento
mudo sube desde la región solana
de la inocencia... El olor precoz
y arduo de primavera que difunde, derrite
toda defensa del corazón que he redimido
con claridad sola: antiguas ganas,
afanes y ternuras perdidas reconozco
en este mundo removido de hojas.
*
121
Le foglie dei sambuchi, che sulle rogge
sbucano dai caldi e tondi rami,
tra le reti sanguigne, tra le logge
giallognole e ranciate dei friulani
venchi, allineati in spoglie prospettive
contro gli spogli crinali montani,
o in dolci curve lungo le festive
chine delle prodaie... Le foglie
dei ragnati pioppi senza un brivido
ammassati in silenziose folle
in fondo ai deserti campi di medica;
le foglie degli umili alni, lungo le zolle
spente dove le ardenti pianticine lievita
il frumento con tremolii già lieti;
le foglie della dolcetta che copre tiepida
l’argine sugli arazzi d’oro dei vigneti.
*
Ti ricordi di quella sera a Ruda?
Quel nostro darsi, insieme, a un gioco
di pura passione, misura della nostra cruda
122
Las hojas de los saúcos que sobre los embalses
brotan de las redondas y cálidas ramas
entre las redes sangrientas, entre los soportales
amarillentos y anaranjados de los castaños
friulanos, alineados en perspectivas
desnudas contra las crestas del monte desnudas,
o en dulces curvas por las pendientes
festivas de las riberas... Las hojas
de los chopos arañados sin un escalofrío
amontonados en silenciosas muchedumbres
al fondo de los desiertos campos de alfalfa;
las hojas de los humildes alisos,
por los terrones apagados donde en las ardientes
plantitas fermenta el trigo con temblores de dicha;
las hojas de la caña que cubre tibia el cauce
en los tapices de oro de las vides.
*
¿Te acuerdas de aquel atardecer en Ruda?41
¿Aquel entregarse juntos en un juego
de pasión pura, tamaño de nuestra juventud
41
Localidad de Friul, en el noreste de Italia. Tanto Pasolini como Zigaina, amigos desde la adolescencia, vivieron allí durante los años 40.
123
gioventú, del nostro cuore ancora poco
piú che puerile? Era una lotta
bruciante di se stessa, ma il suo fuoco
si spandeva oltre noi; la notte,
ricordi?, ne era tutta piena nel fresco
vuoto, nelle strade percorse da frotte
di braccianti vestiti a festa,
di ragazzi venuti in bicicletta
dai borghi vicini: e la mesta,
quotidiana, cristiana, piazzetta
ne fiottava come in una sagra.
Noi, non popolani, nella stretta
del popolo contadino, della magra
folla paesana, amati quanto
ci ardeva l’amare, feriti dall’agra
notte ch’era loro, del loro stanco
ritorno dai campi nell’odore
di fuoco delle cene... uno a fianco
all’altro gridavamo le parole
che, quasi incomprese, erano promessa
sicura, espresso, rivelato amore.
E poi le canzoni, i poveri bicchieri
di vino sui tavoli dentro la buia
osteria, le chiare faccie dei festeggeri
124
cruda, de nuestro corazón todavía
poco más que pueril? Era una lucha
quemante en sí misma, pero su fuego
se extendía más allá de nosotros;
la noche, ¿recuerdas?, llena de aquello
en el fresco vacío, en las calles recorridas
por tropeles de braceros vestidos de fiesta,
chicos llegados en bicicletas
desde aldeas cercanas: la triste
y cotidiana placeta cristiana
bullía de aquello como en una feria.
Nosotros, no lugareños, en el abrazo
apretado del pueblo campesino,
del delgado gentío pueblerino, amados
como el amor que nos ardía, heridos
por esa noche agria que era suya,
de su cansado regreso de los campos
en el olor a fuego de las cenas...
uno al lado del otro gritábamos las palabras
que casi incomprendidas eran promesa
segura y expresado amor revelado.
Y luego las canciones, los pobres vasos
de vino sobre las mesas de la oscura
fonda, los claros rostros de los fiesteros
125
intorno a noi, i loro certi occhi sui
nostri incerti, le scorate armoniche
e la bella bandiera nell’angolo piú
in luce dell’umido stanzone.
*
Ora, lontano, diverso, nel vento quasi
non terrestre che smuovendo l’aria
impura, trae vita da una stasi
mortale delle cose, rivedo i casali,
i campi, la piazzetta di Ruda;
su, le bianche alpi, e giú, lungo i canali,
tra campi di granoturco e vigne, l’umida
luce del mare. Ah, il filo misterioso
si dipana ancora: e in esso, nuda,
la realtà — l’irreale Qualcosa
che faceva eterna quella sera.
L’aria tumefatta e festosa
dei tuoi primi quadri, dov’era
il verde un verde quasi di bambino
e il giallo un’indurita cera
di molle Espressionista, e le chine
spigolatrici, spettri del caldo sesso
adolescente — brulicava al confine
126
en torno a nosotros, sus ojos ciertos
sobre los nuestros inciertos, las armónicas
desafinadas y la bella bandera en el rincón
con más luz del húmedo cuarto.
*
Ahora, distinto y lejos, en el viento
apenas terrestre, que removiendo el aire
impuro, saca la vida de un mortal
estancamiento de las cosas, vuelvo a ver
los campos y los caseríos, la placeta de Ruda;
arriba, las blancas cumbres alpinas, y abajo,
por los canales, tras campos de maíz y viñas,
la húmeda luz del mar. Ah, el hilo misterioso
aún se desenreda: y en él, desnuda,
la realidad — ese Algo irreal
que hacía eterno aquel atardecer.
El aire tumefacto y festivo
de tus primeros cuadros, donde el verde
era un verde casi de niño,
y el amarillo una endurecida cera
de blando Expresionista, y las pendientes
espigadas, espectros del cálido sexo
adolescente — hormigueaba en el confín
127
di quel luogo segreto, dove oppresso
da un sole eternamente arancio,
dolcissimo è il meriggio estivo, e in esso
arde una crosta di profumi, un glauco
afrore d’erbe, di sterco, che il vento
rimescola...
Tu lo sai quel luogo, quel Friuli
che solo il vento tocca, ch’è un profumo!
Da esso scende sopra i tuoi oscuri
suonatori di flauto, il dolce grumo
dei neri e dei violetti, e si espande
da esso iridescente il bitume
sui tuoi Cristi inchiodati tra falde
di luce franata dai transetti d’Aquileia,
e reduci da esso, nelle calde
sere riverberanti della Bassa o nei
bianchi mattini gelati nei canali,
vanno i tuoi pescatori verdi di veglie,
a cui arrossa le rozze rughe il sale,
o giovanili nereggiano i braccianti
sulle scarpate del traghetto serale,
128
de aquel lugar secreto, donde oprimido
por un sol eternamente naranja,
dulcísimo es el mediodía veraniego
y en él arde una costra de perfumes,
una glauca aspereza de yerbas, de estiércol
que el viento mezcla...
Tú lo sabes, ¡aquel sitio, aquel Friul
que sólo el viento toca, que es un perfume!
De él desciende sobre los oscuros
músicos de flauta el dulce grumo
de los negros y de los violetas, y de él
se expande iridiscente el betún
sobre tus Cristos clavados entre capas
de derrumbada luz desde los transeptos
de Aquileia; y de él veteranos, en las calientes
tardes reverberantes de la Bassa42
o en las blancas mañanas heladas en los canales,
van tus pescadores verdes desvelados,
cuyas toscas arrugas enrojece la sal,
o ennegrecen juveniles los braceros
sobre las escarpadas del transbordador
42
Aquileia es una pequeña ciudad de Friul cerca del golfo de Trieste. Con
el término la Bassa se indica una llanura, en este caso, la del sur de Friul.
129
appoggiati ai manubri, stanchi,
bruciati, mentre la notte già s’annuncia
nel triste borgo con le luci e i canti.
*
E il vento, da Grado o da Trieste
o dai magredi sotto le Prealpi,
soffia e rapisce dalle meste
voci delle cene, qualche palpito
piú puro, o nel brusio delle paludi
qualche piú sgomento grido, o qualche
piú oscuro senso di freschezza nell’umido
deserto degli arativi, dei canneti,
delle boschine intorno ai resultumi...
Sono sapori di quel mondo quieto
e sgomento, ingenuamente perso
in una sola estate, in un solo vecchio
inverno — che in questo mondo diverso
spande infido il vento. Ah quando
un tempo confuso si rifà terso
nella memoria, nel vero tempo che sbanda
per qualche istante, che sapore di morte...
Non ne stupisco, se a questi istanti
130
de la tarde, apoyados en los manubrios, cansados,
quemados, mientras la noche ya se anuncia
en la triste aldea con las luces y los cantos.
*
Y el viento desde Grado o Trieste43,
o desde los páramos bajo los Prealpes
sopla y arrebata de las tristes
voces de las cenas algún pálpito
más puro, o en el rumor de los pantanos
algún grito más temeroso, o alguna
sensación más oscura de frescor en el húmedo
desierto de las aradas, de los cañaverales,
de los sotos alrededor de los desperdicios...
Son sabores de aquel mundo quieto
y temeroso, ingenuamente perdido
en un solo verano, en un solo invierno
viejo — que en este diferente mundo
expande desconfiado el viento. Ah,
cuando un tiempo confuso vuelve a hacerse terso
en la memoria, en el tiempo verdadero
que huye por algún instante, qué sabor a muerte...
No me asombro si a estos instantes
43
La célebre ciudad de Trieste es la capital de Friul. Grado es una ciudad en el golfo de Trieste.
131
di disfatta e di veggenza, mi portano
anni consumati in una chiarezza
che non muta il mondo, ma lo ascolta
nella sua vita, con inattiva ebbrezza...
*
Felice te, a cui il vento primaverile
sa di vita; se hai scelto un’unica vita
e, insieme piú adulto e giovanile
del tuo amico, sordo all’infinita
stagione di cui cosí imbevuto vivi,
sordo al Qualcosa che ti invita
a ritornare ai tristi, ai sorgivi
sogni dell’esistenza — alla coscienza
squisita che svela il mondo in brividi
non umani — credi nel mondo senza
altra misura che l’umana storia:
nei colori in cui fiammeggia la presenza
di un Friuli espresso in speranze e dolori
d’uomini interi, se pur fatti da orale
rozza esperienza uomini, se pur con cuori
duri come le mani, e spinti a non parlare
altra lingua che il troppo vivo dialetto,
persi in albe e vespri a lavorare
132
de derrota y de profecía, me llevan años
consumidos en una claridad
que no muda al mundo, pero lo escucha
en su vida con ebriedad inactiva...
*
Feliz tú, a quien el viento de primavera
sabe a vida; si has escogido una vida única
y a la vez más adulto y juvenil
que tu amigo, sordo a la estación
infinita de la que vives tan imbuido,
sordo a este Algo que te invita
a volver a los tristes, a los surgentes
sueños de la existencia — a la exquisita
conciencia que desvela el mundo en escalofríos
no humanos — crees en el mundo
sin otra medida que la historia humana:
en los colores en que llamea la presencia
de un Friul expresado en esperanzas y dolores
de hombres enteros, hombres aun hechos
de experiencia oral y tosca, con corazones aun
duros como las manos, e impelidos
a no hablar otra lengua sino su demasiado
vivo dialecto, perdidos en albas y crepúsculos
133
la loro vigna, il loro campetto,
quasi non fosse loro, a festeggiare
le lucenti domeniche col petto
pieno del buio delle vecchie campane.
*
E quale forza nel voler mutare
il mondo — questo mondo perduto
in malinconie, in allegrie pasquali,
giocondamente vivo anche se muto!
Quale forza nel vederne le sere
e i mattini, chiusi nel rustico
lume, quasi sere e mattini di ère
future, ardenti piú di fede che d’affetto!
È floridezza e gioia, questo volere
violentemente essere espresso
che, in roventi vampe d’evidenza,
gonfia di spazio ogni umile oggetto.
Ne avvampano le incolori biciclette
di Cervignano, ammassate ai posteggi
delle sagre, lungo i poveri muretti
134
trabajando su viña, su campillo
como si no fuese suyo, festejando
los lucientes domingos con el pecho lleno
de la oscuridad de las viejas campanas.
*
¡Y qué fuerza en querer mudar
el mundo — este mundo perdido
en melancolías, en alegrías pascuales,
dichosamente vivo aunque esté mudo!
¡Qué fuerza en ver las noches
y las mañanas, encerradas en la luz
rústica, apenas tardes y mañanas de eras
futuras más ardientes de fe que de cariño!
Es prosperidad y dicha este querer
violentamente ser expresado,
que en llamas de evidencia incandescentes
hincha de espacio cada humilde objeto.
Arden por ellas las bicicletas incoloras
de Cervignano44, amontonadas en los aparcamientos
de las ferias, junto a los pobres muros
44
Cervignano del Friul, pequeño pueblo.
135
scottati dal sole, o ai tarlati ormeggi
dei traghetti sui turchini canali;
ne avvampano le camicie di tela, i greggi
calzoni degli allegri manovali
di Snia Viscosa, a file sugli asfalti
dello stradone...
E il polverone del sole e della pula
che ammassa e sfregola arancio e giallo
in un cantone perso nell’arsura
tra smunti salici, come in un ballo
domenicale, confinato sulle rive
del Tagliamento, o tra le arse valli
delle bonifiche, o sulle risorgive
lattee di magri fusti: dove assordante
la trebbia scuote col massiccio brivido
tettoie e stalle, in un ringhio osannante,
impastato di luce, di sudore umano,
del puzzo del vecchio e innocente branco
dei cavalli ammassati in un fulgore di rame...
L’amore di Ruda, gridato dal rosso
palco di povere casse, rimane
136
quemados por el sol, o en las carcomidas amarras
de los transbordadores en los canales azulados;
arden por ellas las camisas de tela, los toscos
pantalones de los alegres braceros
de Snia Viscosa45, en filas sobre el asfalto
de la carretera...
Y la polvareda del sol y del polen
que amontona y restriega amarillo y naranja
en un rincón perdido en el bochorno
entre débiles sauces, como un baile
dominical, confinado por las orillas
del Tagliamento46, o entre los valles abrasados
por el abono, o en los manantiales lácteos
de los delgados tallos: donde la ensordecedora
trilla sacude con macizo escalofrío
establos y tejados, en un gruñido exaltante
amasado de luz, de sudor humano,
del hedor de la vieja manada inocente
de los caballos amontonados en un fulgor de cobre...
El amor de Ruda, gritado desde el palco
rojo de las míseras cajas, permanece
45
Fábrica de tejidos.
Río del norte de Italia que nace en los Alpes, atraviesa Friul y Venecia-Giulia.
46
137
puro nella tua vita. E chi, scosso
dalla paura di non essere abbastanza puro,
aspira nel vento di primavera lo smosso
sapore della morte, invidia il tuo sicuro
espanderti nei solenni, festanti colori
dell’allegria presente, del sereno futuro.
1955
138
puro en tu vida. Y quien, sacudido
por el miedo de no ser bastante puro,
aspira en el viento de primavera
el revuelto sabor de la muerte, envidia tu ensancharte
seguro en los solemnes, festivos colores
de la alegría presente, del sereno futuro.
1955
139
Le ceneri di Gramsci
Las cenizas de Gramsci 47
47
[Nota de P. P. P.: Gramsci está enterrado en una pequeña tumba del
Cementerio Protestante, entre Porta San Paolo y el Testaccio, no muy lejos de la tumba de Shelley. Sobre el cipo se pueden leer estas pocas palabras: Cinera Gramsci, y las fechas.]
I
Non è di maggio questa impura aria
che il buio giardino straniero
fa ancora piú buio, o l’abbaglia
con cieche schiarite... questo cielo
di bave sopra gli attici giallini
che in semicerchi immensi fanno velo
alle curve del Tevere, ai turchini
monti del Lazio... Spande una mortale
pace, disamorata come i nostri destini,
tra le vecchie muraglie l’autunnale
maggio. In esso c’è il grigiore del mondo,
la fine del decennio in cui ci appare
tra le macerie finito il profondo
e ingenuo sforzo di rifare la vita;
il silenzio, fradicio e infecondo...
Tu giovane, in quel maggio in cui l’errore
era ancora vita, in quel maggio italiano
che alla vita aggiungeva almeno ardore,
142
I
No es de mayo este aire impuro
que al oscuro jardín extranjero
hace aún más oscuro o le deslumbra
con ciegas claridades... de babas
este cielo sobre los áticos amarillos
que en semicírculos inmensos velan
las curvas del Tíber, los azules
montes del Lacio... Una paz mortal difunde,
desamorada como nuestros destinos,
este mayo otoñal entre las viejas
murallas. Se halla en él la grisura
del mundo, el final del decenio en que nos aparece
acabado entre los escombros el profundo
e ingenuo esfuerzo de rehacer la vida;
el silencio, infecundo y podrido...
Tú joven, en aquel mayo en que el error
era aún vida, en aquel mayo italiano
que añadía a la vida por lo menos
143
quanto meno sventato e impuramente sano
dei nostri padri — non padre, ma umile
fratello — già con la tua magra mano
delineavi l’ideale che illumina
(ma non per noi: tu, morto, e noi
morti ugualmente, con te, nell’umido
giardino) questo silenzio. Non puoi,
lo vedi?, che riposare in questo sito
estraneo, ancora confinato. Noia
patrizia ti è intorno. E, sbiadito,
solo ti giunge qualche colpo d’incudine
dalle officine di Testaccio, sopito
nel vespro: tra misere tettoie, nudi
mucchi di latta, ferrivecchi, dove
cantando vizioso un garzone già chiude
la sua giornata, mentre intorno spiove.
144
ardor, al menos alocado e impuramente sano
de nuestros padres — nunca padre
sino humilde hermano — ya con tu mano delgada
delineabas el ideal que ilumina
(pero no para nosotros: tú, muerto, y nosotros
muertos igual, contigo en el jardín
húmedo) este silencio. No puedes
¿ves?, sino descansar en este extraño
sitio aún confinado. Tedio
patricio a tu alrededor. Y desteñido,
sólo te llega algún golpe de yunque
de los talleres de Testaccio48, atenuado
por el atardecer: entre tejados míseros,
desnudos montones de hojalata, chatarra,
donde cantando vicioso un aprendiz cierra
ya el día, mientras alrededor escampa.
48
Barrio romano donde se encontraba antiguamente el matadero.
145
II
Tra i due mondi, la tregua, in cui non siamo.
Scelte, dedizioni... altro suono non hanno
ormai che questo del giardino gramo
e nobile, in cui caparbio l’inganno
che attutiva la vita resta nella morte.
Nei cerchi dei sarcofaghi non fanno
che mostrare la superstite sorte
di gente laica le laiche iscrizioni
in queste grigie pietre, corte
e imponenti. Ancora di passioni
sfrenate senza scandalo son arse
le ossa dei miliardari di nazioni
piú grandi; ronzano, quasi mai scomparse,
le ironie dei principi, dei pederasti,
i cui corpi sono nell’urne sparse
inceneriti e non ancora casti.
Qui il silenzio della morte è fede
di un civile silenzio di uomini rimasti
146
II
Entre los dos mundos, la tregua en la que no somos.
Elecciones, entregas... otro sonido ya
no tienen sino éste del jardín triste
y noble en que el engaño obstinado
que suavizaba la vida se queda en la muerte.
En los círculos de los sarcófagos no hacen
sino mostrar la suerte superviviente
de gente laica las laicas inscripciones
en estas grises piedras, cortas
e imponentes. Aún de pasiones
desenfrenadas arden sin escándalo
los huesos de los millonarios de naciones
más grandes; zumban, casi nunca desaparecidas,
las ironías de los príncipes, de los pederastas
cuyos cuerpos están en las urnas dispersas
incinerados y todavía no castos.
Aquí el silencio de la muerte es fe
de un silencio civil de hombres que se han quedado
147
uomini, di un tedio che nel tedio
del Parco, discreto muta: e la città
che, indifferente, lo confina in mezzo
a tuguri e a chiese, empia nella pietà,
vi perde il suo splendore. La sua terra
grassa di ortiche e di legumi dà
questi magri cipressi, questa nera
umidità che chiazza i muri intorno
a smorti ghirigori di bosso, che la sera
rasserenando spegne in disadorni
sentori d’alga... quest’erbetta stenta
e inodora, dove violetta si sprofonda
l’atmosfera, con un brivido di menta,
o fieno marcio, e quieta vi prelude
con diurna malinconia, la spenta
trepidazione della notte. Rude
di clima, dolcissimo di storia, è
tra questi muri il suolo in cui trasuda
altro suolo; questo umido che
ricorda altro umido; e risuonano
— familiari da latitudini e
orizzonti dove inglesi selve coronano
laghi spersi nel cielo, tra praterie
verdi come fosforici biliardi o come
148
hombres, de un tedio que en el tedio
del Parque muda discreto: y la ciudad,
que indiferente lo confina en medio
de tugurios y de iglesias, impía en su piedad
pierde ahí su esplendor. Su tierra
feraz de ortigas y legumbres
da estos escuálidos cipreses, esta humedad
negra que mancha los muros en torno
a pálidos garabatos de boj,
que la tarde al serenarse apaga
en desnudos olores de alga... esta yerbecilla
mísera e inodora, donde violeta se desploma
la atmósfera con un escalofrío de menta
o heno podrido, y quieta ahí preludia
con diurna melancolía, la apagada
trepidación de la noche. De clima
rudo, dulcísimo de historia,
entre estos muros es el suelo en que trasuda
otro suelo; esta humedad
que recuerda a otra humedad; y resuenan
— familiares desde latitudes
y horizontes donde selvas inglesas coronan
en el cielo extraviados lagos, entre praderas
verdes como fosfóricos billares
149
smeraldi: «And O ye Fountains...» — le pie
invocazioni...
III
Uno straccetto rosso, come quello
arrotolato al collo ai partigiani
e, presso l’urna, sul terreno cereo,
diversamente rossi, due gerani.
Lí tu stai, bandito e con dura eleganza
non cattolica, elencato tra estranei
morti: Le ceneri di Gramsci... Tra speranza
e vecchia sfiducia, ti accosto, capitato
per caso in questa magra serra, innanzi
alla tua tomba, al tuo spirito restato
quaggiú tra questi liberi. (O è qualcosa
di diverso, forse, di piú estasiato
e anche di piú umile, ebbra simbiosi
d’adolescente di sesso con morte...)
E, da questo paese in cui non ebbe posa
150
o como esmeraldas: «And O ye Fountains...» —
las piadosas invocaciones...49
III
Un trapillo rojo como aquel
enrollado en el cuello de los partisanos
y junto a la urna, en el terreno céreo,
dos geranios diversamente rojos.
Allí estás tú, con dura elegancia no católica
desterrado en una lista entre extranjeros
muertos: Las cenizas de Gramsci... Entre esperanza
y desconfianza vieja me acerco a ti, me lleva
la casualidad por este estrecho sendero
delante de tu tumba, de tu espíritu
permanecido aquí abajo entre estos libres.
(O es algo distinto, acaso más extasiado
e incluso más humilde, ebria simbiosis
de adolescente de sexo con muerte...)
Y desde este país en el que no tuvo pausa
49
Este verso pertenece a la célebre oda de William Wordsworth titulada «Intimations of Immortaly from Recolletions of Early Childhood».
151
la tua tensione, sento quale torto
— qui nella quiete delle tombe — e insieme
quale ragione — nell’inquieta sorte
nostra — tu avessi stilando le supreme
pagine nei giorni del tuo assassinio.
Ecco qui ad attestare il seme
non ancora disperso dell’antico dominio,
questi morti attaccati a un possesso
che affonda nei secoli il suo abominio
e la sua grandezza: e insieme, ossesso,
quel vibrare d’incudini, in sordina,
soffocato e accorante — dal dimesso
rione — ad attestarne la fine.
Ed ecco qui me stesso... povero, vestito
dei panni che i poveri adocchiano in vetrine
dal rozzo splendore, e che ha smarrito
la sporcizia delle piú sperdute strade,
delle panche dei tram, da cui stranito
è il mio giorno: mentre sempre piú rade
ho di queste vacanze, nel tormento
del mantenermi in vita; e se mi accade
di amare il mondo non è che per violento
e ingenuo amore sensuale
cosí come, confuso adolescente, un tempo
152
tu tensión, siento cuánto equívoco —
aquí en la quietud de las tumbas — y al tiempo
cuánta razón — en nuestra inquieta suerte —
tuviste destilando las supremas
páginas en los días de tu asesinato.
He aquí para atestiguar la semilla
del antiguo dominio aún no dispersa,
estos muertos apegados a una posesión
que hunde en los siglos su grandeza
y su abominación: y a la vez obsesivo
ese vibrar de yunques en sordina,
sofocado y afligido — desde el barrio
descuidado — para atestiguar su fin.
Y he aquí a mí mismo... pobre, vestido con la ropa
que los pobres ojean en escaparates
de esplendor tosco, y que ha descarriado
la suciedad de las calles más remotas,
de los asientos de los tranvías, de los que mi día
se extraña: mientras cada vez más escasas
son estas vacaciones mías, en el tormento
de mantenerme en vida; y si se me ocurre
amar el mundo no es más que por violento
e ingenuo amor sensual
así como, confuso adolescente, lo odié
153
l’odiai, se in esso mi feriva il male
borghese di me borghese: e ora, scisso
— con te — il mondo, oggetto non appare
di rancore e quasi di mistico
disprezzo, la parte che ne ha il potere?
Eppure senza il tuo rigore, sussisto
perché non scelgo. Vivo nel non volere
del tramontato dopoguerra: amando
il mondo che odio — nella sua miseria
sprezzante e perso — per un oscuro scandalo
della coscienza...
IV
Lo scandalo del contraddirmi, dell’essere
con te e contro te; con te nel cuore,
in luce, contro te nelle buie viscere;
del mio paterno stato traditore
— nel pensiero, in un’ombra di azione —
mi so ad esso attaccato nel calore
degli istinti, dell’estetica passione;
attratto da una vita proletaria
a te anteriore, è per me religione
154
entonces, si en él me hería el mal
burgués de mí mismo, burgués: ¿y ahora
escindido — contigo — el mundo,
no parece objeto de rencor y casi de místico
desprecio, la parte que tiene su poder?
Aun sin tu rigor subsisto
ya que no elijo. Vivo en el no querer
de la posguerra decaída: amando
el mundo que odio — en su miseria
desdeñoso y perdido — por un oscuro
escándalo de la conciencia...
IV
El escándalo de contradecirme, de estar
contigo y contra ti; en el corazón contigo,
en la luz, contra ti en las vísceras oscuras;
a mi traidor estado paterno
— en el pensamiento, en una sombra de acción —
me sé a él apegado en el calor
de los instintos, de la pasión estética;
atraído por una vida proletaria
a ti anterior, es para mí religión
155
la sua allegria, non la millenaria
sua lotta: la sua natura, non la sua
coscienza; è la forza originaria
dell’uomo, che nell’atto s’è perduta,
a darle l’ebbrezza della nostalgia,
una luce poetica: ed altro piú
io non so dirne, che non sia
giusto ma non sincero, astratto
amore, non accorante simpatia...
Come i poveri povero, mi attacco
come loro a umilianti speranze,
come loro per vivere mi batto
ogni giorno. Ma nella desolante
mia condizione di diseredato,
io possiedo: ed è il piú esaltante
dei possessi borghesi, lo stato
piú assoluto. Ma come io possiedo la storia,
essa mi possiede; ne sono illuminato:
ma a che serve la luce?
156
su alegría, no su milenaria lucha:
su naturaleza, no su conciencia;
es la fuerza originaria del hombre
que se ha perdido en el acto
para darle la ebriedad de la nostalgia,
una luz poética: y más no sé decir
yo de esto que no sea justo
sin ser sincero, abstracto amor,
no acongojante simpatía...
Como los pobres pobre, me agarro
como ellos a humillantes esperanzas,
como ellos para vivir combato
cada día... Pero en mi condición
desoladora de desheredado,
algo poseo: y es el más exaltante
de los bienes burgueses, el estado
más absoluto. Pero como yo poseo
la historia, ella me posee y me ilumina:
¿pero para qué sirve la luz?
157
V
Non dico l’individuo, il fenomeno
dell’ardore sensuale e sentimentale...
altri vizi esso ha, altro è il nome
e la fatalità del suo peccare...
Ma in esso impastati quali comuni,
prenatali vizi, e quale
oggettivo peccato! Non sono immuni
gli interni e esterni atti, che lo fanno
incarnato alla vita, da nessuna
delle religioni che nella vita stanno,
ipoteca di morte, istituite
a ingannare la luce, a dar luce all’inganno.
Destinate a esser seppellite
le sue spoglie al Verano, è cattolica
la sua lotta con esse: gesuitiche
le maníe con cui dispone il cuore;
e ancor piú dentro: ha bibliche astuzie
la sua coscienza... e ironico ardore
158
V
No digo el individuo, el fenómeno
del ardor sensual y sentimental...
tiene otros vicios, otro es el nombre
y la fatalidad de su pecar...
¡Pero en él amasados, cuántos vicios
comunes, prenatales, y cuánto
pecado objetivo! No son inmunes
los internos y externos actos,
que a la vida lo encarnan, de ninguna
de las religiones que en la vida se hallan,
hipoteca de muerte, instituidas
para engañar la luz, para dar luz al engaño.
Destinados a ser sus despojos
enterrados en el Verano50,
católica es su lucha con ellos: jesuíticas
las manías con las que dispone el corazón;
y aún más adentro: tiene astucias bíblicas
su conciencia... e irónico ardor
50
Nombre de un famoso cementerio católico romano.
159
liberale... e rozza luce, tra i disgusti
di dandy provinciale, di provinciale
salute... Fino alle infime minuzie
in cui sfumano, nel fondo animale,
Autorità e Anarchia... Ben protetto
dall’impura virtú e dall’ebbro peccare,
difendendo una ingenuità di ossesso,
e con quale coscienza!, vive l’io: io,
vivo, eludendo la vita, con nel petto
il senso di una vita che sia oblio
accorante, violento... Ah come
capisco, muto nel fradicio brusio
del vento, qui dov’è muta Roma,
tra i cipressi stancamente sconvolti,
presso te, l’anima il cui graffito suona
Shelley... Come capisco il vortice
dei sentimenti, il capriccio (greco
nel cuore del patrizio, nordico
160
liberal... y luz tosca entre los disgustos
de dandy provinciano con provinciana
salud... Hasta las ínfimas minucias
donde se desvanecen, en el fondo animal
Autoridad y Anarquía... Bien protegido
de la impura virtud y del ebrio pecar,
defendiendo una ingenuidad de obseso,
¡y con qué conciencia! vive el yo: yo
vivo eludiendo la vida, con el sentido
en el pecho de una vida que sea olvido
violento, acongojante... Ah, cómo
entiendo, mudo en el rumor encharcado
del viento, aquí donde enmudece Roma
entre los cipreses cansadamente descompuestos,
junto a ti, el alma cuya inscripción dice
Shelley...51 Cómo entiendo el remolino
de los sentimientos, el capricho
(griego en el corazón del patricio,
51
El poeta inglés Percy B. Shelley (1792-1822). Se ahogó durante una
tempestad en el mar Tirreno y, como dice el texto, está enterrado en el Cementerio Protestante o de los Ingleses, en el Testaccio. Allí también se encuentra la tumba del poeta John Keats (1795-1821).
161
villeggiante) che lo inghiottí nel cieco
celeste del Tirreno; la carnale
gioia dell’avventura, estetica
e puerile: mentre prostrata l’Italia
come dentro il ventre di un’enorme
cicala, spalanca bianchi litorali,
sparsi nel Lazio di velate torme
di pini, barocchi, di giallognole
radure di ruchetta, dove dorme
col membro gonfio tra gli stracci un sogno
goethiano, il giovincello ciociaro...
Nella Maremma, scuri, di stupende fogne
d’erbasaetta in cui si stampa chiaro
il nocciòlo, pei viottoli che il buttero
della sua gioventú ricolma ignaro.
Ciecamente fragranti nelle asciutte
curve della Versilia, che sul mare
aggrovigliato, cieco, i tersi stucchi,
162
veraneante nórdico) que le engulló
en el ciego celeste del Tirreno;
la carnal alegría de la aventura
estética y pueril: mientras Italia, postrada
como dentro del vientre de una cicala52 enorme
abre de par en par blancos litorales
esparcidos en el Lacio de velados escuadrones
de pinos barrocos, de amarillentos
prados de buena hierba donde duerme,
con el miembro abultado entre los harapos,
un sueño goethiano, el pastorcito joven...
Oscuros, en la Maremma53 de hermosos desagües
de hierba acuática, donde el nogal se dibuja
claro, por las veredas que el boyero
rellena de su juventud ignaro.
Ciegamente fragantes en las secas
curvas de Versilia, que expone sobre el mar
enmarañado, ciego, los tersos estucos,
52
Cicala en italiano tiene dos significados: de mar, o sea, cigala, y de
tierra, cigarra.
53
La Maremma es una comarca de Toscana.
163
le tarsie lievi della sua pasquale
campagna interamente umana,
espone, incupita sul Cinquale,
dipanata sotto le torride Apuane,
i blu vitrei sul rosa... Di scogli,
frane, sconvolti, come per un panico
di fragranza, nella Riviera, molle,
erta, dove il sole lotta con la brezza
a dar suprema soavità agli olii
del mare... E intorno ronza di lietezza
lo sterminato strumento a percussione
del sesso e della luce: cosí avvezza
ne è l’Italia che non ne trema, come
morta nella sua vita: gridano caldi
da centinaia di porti il nome
del compagno i giovinetti madidi
nel bruno della faccia, tra la gente
rivierasca, presso orti di cardi,
in luride spiaggette...
164
las ligeras taraceas de su campiña
pascual enteramente humana,
ensombrecida sobre el Cinquale54,
desenredada bajo los tórridos Apuanos55,
los vítreos azules sobre el rosa... De arrecifes,
derrumbamientos, descompuestos,
como por un pánico de fragancia en la Riviera56
blanda, enhiesta, donde el sol lucha con la brisa
para otorgar suprema suavidad
a los aceites del mar... Y alrededor zumba
de dicha el instrumento exterminado
de percusión del sexo y de la luz:
tan habituada está Italia que no tiembla
por ello, como muerta en su vida: gritan
calientes desde cientos de puertos el nombre
del compañero los jovencitos madorosos
con sus rostros morenos, entre la gente
ribereña, junto a huertos de cardos,
en pestilentes playitas...
54
Monte de los Apeninos.
Alpes Apuanos de Toscana.
56
La Riviera es el litoral que se extiende a lo largo del golfo de Génova, desde San Remo hasta La Spezia.
55
165
Mi chiederai tu, morto disadorno,
d’abbandonare questa disperata
passione di essere nel mondo?
VI
Me ne vado, ti lascio nella sera
che, benché triste, cosí dolce scende
per noi viventi, con la luce cerea
che al quartiere in penombra si rapprende.
E lo sommuove. Lo fa piú grande, vuoto,
intorno, e, piú lontano, lo riaccende
di una vita smaniosa che del roco
rotolío dei tram, dei gridi umani,
dialettali, fa un concerto fioco
e assoluto. E senti come in quei lontani
esseri che, in vita, gridano, ridono,
in quei loro veicoli, in quei grami
caseggiati dove si consuma l’infido
ed espansivo dono dell’esistenza —
quella vita non è che un brivido;
corporea, collettiva presenza;
senti il mancare di ogni religione
vera; non vita, ma sopravvivenza
166
¿Me pedirás tú, muerto sin adornos,
que yo abandone esta desesperada
pasión de estar en el mundo?
VI
Me voy de aquí, te dejo en el atardecer
que aunque triste desciende tan dulce
para nosotros, vivos, con la luz cérea
que cuaja por el barrio en penumbra.
Y lo agita. Lo hace más grande, vacío
alrededor y, más lejos, vuelve a encenderlo
de una alocada vida que del ronco
rodar de los tranvías, de los gritos humanos,
dialectales, hace un concierto desvaído
y absoluto. Y sientes, como en aquellos lejanos
seres que en vida gritan, ríen
en sus vehículos, en esos caserones
míseros donde se consume el expansivo
e infiel don de la existencia —
esa vida no es sino un escalofrío;
corpórea presencia colectiva;
sientes la falta de toda religión
verdadera; no vida sino supervivencia
167
— forse piú lieta della vita — come
d’un popolo di animali, nel cui arcano
orgasmo non ci sia altra passione
che per l’operare quotidiano:
umile fervore cui dà un senso di festa
l’umile corruzione. Quanto piú è vano
— in questo vuoto della storia, in questa
ronzante pausa in cui la vita tace —
ogni ideale, meglio è manifesta
la stupenda, adusta sensualità
quasi alessandrina, che tutto minia
e impuramente accende, quando qua
nel mondo, qualcosa crolla, e si trascina
il mondo, nella penombra, rientrando
in vuote piazze, in scorate officine...
Già si accendono i lumi, costellando
Via Zabaglia, Via Franklin, l’intero
Testaccio, disadorno tra il suo grande
lurido monte, i lungoteveri, il nero
fondale, oltre il fiume, che Monteverde
ammassa o sfuma invisibile sul cielo.
168
— acaso más alegre que la vida —
igual que un pueblo de animales
en cuyo arcano orgasmo no haya otra pasión
que la del trabajo cotidiano: fervor
humilde al que da un sentido de fiesta
la humilde corrupción. Cuanto más vano
— en este vacío de la historia,
en esta pausa zumbante donde la vida calla —
es cualquier ideal, mejor se manifiesta
la estupenda, adusta sensualidad
alejandrina casi, que todo minia
e impuramente enciende, cuando aquí
en el mundo algo se derrumba, y arrastra
consigo al mundo en la penumbra, regresando
a plazas vacías, a talleres desgraciados...
Ya se encienden las luces constelando
Via Zabaglia, Via Franklin57, el Testaccio
entero, sin adornos entre su grande
y sucio monte, los lungoteveri,
el fondo negro más allá del río que Monteverde58
difumina o amontona invisible sobre el cielo.
57
Nótese que estas dos calles van con mayúsculas, porque al encenderse se han convertido en constelaciones, igual que la Vía Láctea.
58
Barrio popular romano de la otra ribera del Tíber.
169
Diademi di lumi che si perdono,
smaglianti, e freddi di tristezza
quasi marina... Manca poco alla cena;
brillano i rari autobus del quartiere,
con grappoli d’operai agli sportelli,
e gruppi di militari vanno, senza fretta,
verso il monte che cela in mezzo a sterri
fradici e mucchi secchi d’immondizia
nell’ombra, rintanate zoccolette
che aspettano irose sopra la sporcizia
afrodisiaca: e, non lontano, tra casette
abusive ai margini del monte, o in mezzo
a palazzi, quasi a mondi, dei ragazzi
leggeri come stracci giocano alla brezza
non piú fredda, primaverile; ardenti
di sventatezza giovanile la romanesca
loro sera di maggio scuri adolescenti
fischiano pei marciapiedi, nella festa
vespertina; e scrosciano le saracinesche
dei garages di schianto, gioiosamente,
se il buio ha resa serena la sera,
e in mezzo ai platani di Piazza Testaccio
il vento che cade in tremiti di bufera,
è ben dolce, benché radendo i cappellacci
170
Diademas de luces que se pierden
relucientes y fríos de tristeza
casi marina... Queda poco para la cena;
brillan los autobuses escasos del barrio
con racimos de obreros en las puertas,
y sin prisa van grupos de militares
hacia el monte que oculta, en medio de empapados
socavones y secos montones de basura
en la sombra, agazapadas ramerillas
que esperan irascentes sobre la afrodisíaca
sentina: y no muy lejos, entre ilegales
casillas por los márgenes del monte, o en medio
de edificios, casi mundos, unos muchachos
ligeros como trapos juegan en la brisa
ya no fría, primaveral; ardientes
de aturdimiento juvenil su romanesco
atardecer de mayo silban adolescentes oscuros
por las aceras, en la fiesta
vespertina; y los cierres metálicos de las cocheras
crujen de golpe alegremente,
si la oscuridad ha vuelto sereno el atardecer
y entre los plátanos de Piazza Testaccio
el viento que en temblores de tormenta cae
es muy dulce, aunque rasurando las toscas
171
e i tufi del Macello, vi si imbeva
di sangue marcio, e per ogni dove
agiti rifiuti e odore di miseria.
È un brusio la vita, e questi persi
in essa, la perdono serenamente,
se il cuore ne hanno pieno: a godersi
eccoli, miseri, la sera: e potente
in essi, inermi, per essi, il mito
rinasce... Ma io, con il cuore cosciente
di chi soltanto nella storia ha vita,
potrò mai piú con pura passione operare,
se so che la nostra storia è finita?
1954
172
y las tobas del Matadero, ahí se impregne
de sangre pútrida y por todas partes
agite desperdicios y olor a miseria.
Es un rumor la vida y éstos, perdidos en ella,
serenamente la pierden
si el corazón les llena: aquí
gozan míseros el atardecer: y en ellos
inermes, poderoso para ellos, el mito
renace... Pero yo, con el corazón consciente
de quien sólo en la historia tiene vida,
¿podré alguna vez más esforzarme con pura
pasión, si sé que nuestra historia se ha acabado?
1954
173
Recit
Récit 59
59
[Nota de P. P. P.: La noticia de la que se habla en estos versos, y que
constituye un verdadero trauma, es el anuncio hecho por Attilio Bertolucci,
de la noticia de la denuncia «por obscenidad» contra mi novela Ragazzi di
vita.]
Com’era nuovo nel sole Monteverde Vecchio!
Con la mano, ferito, mi facevo specchio
per guardare intorno viali e strade in salita
vivi di gente nuova nella sua vecchia vita.
Giunsi nella piazza, accaldato e tremante,
chè gelo e sole insieme il quartiere accecante
sbiancavano con muta ed estasiata noia.
Ricco era il quartiere, ma popolana gioia
ne invadeva interrati ed attici con voci
vaghe ma violente, canti lieti e feroci
di garzoni, di serve e d’operai perduti
su bianche impalcature, tra bianchi rifiuti.
Come non sentire, con la vita il cuore
esser diverso e uno, essere gelo e sole?
Come non sentire ch’è pura gratitudine
per il mondo anche l’essere umiliati e nudi?
Mi aspettava nel sole della vuota piazzetta
l’amico, come incerto... Ah che cieca fretta
176
¡Cómo era nuevo en el sol Monteverde Viejo!
Con la mano, herido, me hacía visera
para mirar alrededor avenidas y calles en cuesta
vivas de gente nueva en su vieja vida.
Llegué a la plaza acalorado y tembloroso,
pues juntos hielo y sol blanqueaban el barrio
deslumbrante con mudo y extasiado tedio.
Rico era el barrio, pero alegría pueblerina
invadía sus sótanos y áticos con voces
violentas aunque vagas, cantos dichosos y feroces
de aprendices, de criadas y de obreros perdidos
sobre blancos andamios entre escombros blancos.
¿Cómo no sentir con la vida al corazón
ser distinto y uno, ser hielo y sol?
¿Cómo no sentir que es pura gratitud
aun para el mundo estar desnudos y humillados?
Me esperaba en el sol de la plazuela vacía
el amigo, como incierto... Ah, qué ciega prisa
177
nei miei passi, che cieca la mia corsa leggera.
Il lume del mattino fu lume della sera:
subito me ne avvidi. Era troppo vivo
il marron dei suoi occhi, falsamente giulivo...
Mi disse ansioso e mite la notizia.
Ma fu piú umana, Attilio, l’umana ingiustizia
se prima di ferirmi è passata per te,
e il primo moto di dolore che
fece sera del giorno, fu pel tuo dolore.
Intanto nulla era mutato sotto il fresco sole.
Anzi, l’indorarsi quieto del mezzogiorno
pareva eternare ogni cosa all’intorno.
Rifui solo: seguii con l’occhio l’auto
sparire con lui, nell’aria che ogni smalto
aveva perso ed era aria, soltanto aria,
l’aria in cui si vive, ignorati ed amari,
ogni giorno, mangiando silenziosi la vita,
sia ripugnante o dolce, lieta o nemica.
Com’era estraneo ora, ogni allegro grido,
per chi, ora, andava lungo un diverso lido.
178
en mis pasos, qué ciega mi carrera ligera.
La luz de la mañana se hizo luz de la noche:
en seguida me di cuenta. Era demasiado vivo
el marrón de sus ojos, falsamente jubiloso...
Me dijo ansioso y manso la noticia.
Pero fue más humana, Attilio, la humana injusticia
si pasó por ti antes de herirme
y si el primer impulso de dolor
que volvió noche al día fue para tu dolor.
En tanto, nada había mudado bajo el sol fresco.
Es más, el apacible y dorado mediodía
en torno parecía eternizar cada cosa.
Otra vez solo: con los ojos seguí al coche
que desaparecía con él, en el aire que había
perdido todo su esmalte y era aire, sólo aire,
el aire en que se vive, ignorados y amargos
cada día, comiendo silenciosos la vida,
sea repugnante o dulce, feliz o enemiga.
Cómo era extraño ahora cada grito de gozo
para quien iba ahora por distinta orilla.
179
Il guizzo di rossore che al sole occhieggiava
da una maglia o uno straccio per la sperduta strada,
era sangue colante dal petto ferito
d’un ignaro animale, stanato, inseguito...
Chè intanto il piú recente giorno del creato
dorava il quartiere dolcemente gelato
di un sole mattutino ridestato dal fondo
dei piú antichi giorni che dorarono il mondo.
Come portando sole la carretta spingeva
l’erbivendolo greve sopra il fango lieve;
radendolo il garzone, con un fischio d’amore
s’alzava sui pedali, cantava: Anema e core...
Tutto Monteverde tremava di martelli
da assolati cantieri ad assolati sterri.
Ma era solo un fervore di gente umiliata:
era solo la pace che una città occupata
spande nella sua luce come un tempo pura,
rassegnata a esser vinta, a brulicare oscura.
180
El guiño rojo que al sol ojeaba
desde una tela o un trapo por la extraviada calle,
era del pecho herido sangre derramada
de un ignaro animal perseguido, desanidado...
Pues entretanto, el más reciente día de la creación
doraba el barrio helado dulcemente
de un sol surgido matutino, desde el fondo
de los más antiguos días que doraron el mundo.
Como portando al sol, empujaba pesada
el verdulero la carreta sobre el barro leve;
el aprendiz rozándolo con un silbido de amor
se alzaba sobre los pedales, cantaba: Anema e core...60
Temblaba todo Monteverde de martillos
desde obras soleadas hasta soleados socavones.
Pero era sólo un fervor de gente humillada:
era sólo la paz que una ciudad ocupada
derrama en su luz como antaño pura,
resignada a ser vencida, a hormiguear oscura.
60
«Alma y corazón», una famosa canción sentimental napolitana.
181
Meridionali voci, risa di vecchia gente
hanno allora un clamore che la storia non sente:
dove guizza piú vivo uno straccio, uno sguardo
lí piú morta al sole la natura riarde.
Ed ecco la mia casa, nella luce marina
di via Fonteiana in cuore alla mattina:
la mia tana, indifesa, cieca di speranza,
dove bruciare l’ultima remora che mi avanza.
Entro e mi rinchiudo, muto e spento come
un impiccato solo col suo corpo e il suo nome.
E con quanta dolcezza nella mia stanza cola
l’olio dardeggiante dello svenato sole!
Ah, lo so che le cagne, con il loro latrato,
ridestano ignare il Dio dimenticato:
sento come sono, ricordo come fui,
visto dallo sguardo improvviso di Lui.
182
Meridionales voces, risas de gente vieja,
tienen entonces un clamor que la historia no siente:
donde guiña más vivo un trapo, una mirada,
ahí más muerta al sol se aviva la naturaleza.
Y he aquí mi casa, en la luz marina
de via Fonteiana61, en el corazón matinal:
mi cubil indefenso, ciego de esperanza,
donde quemo la última rémora que me sobra.
Entro y me encierro, mudo y apagado
como un ahorcado solo con su cuerpo y su nombre.
¡Y con cuánta dulzura en mi cuarto se cuela
el aceite punzante del sol desangrado!
Ah, ya sé que las perras, con su ladrido,
despiertan ignaras al Dios olvidado:
siento cómo soy y recuerdo cómo fui
visto por la mirada inesperada de Él.
61
Pasolini nos describe aquí su habitación de la casa en via Fonteiana
86, en el barrio de Monteverde Nuevo —en el mismo edificio que el también escritor Carlo Emilio Gadda— donde vivió desde 1954 hasta 1959.
De 1959 a 1963 residió en via G. Carini 45, y allí vivían los Bertolucci.
183
Ma anche all’uomo piú ingenuo nel petto ferito
il sangue si annera, anche all’uomo piú mite
nello stupito occhio si annera il dolore.
Piú fu un tempo tenero, piú s’indurisce il cuore.
E conosce i geli, le indifferenze, i muti
e scorati disgusti di chi ormai si rifiuti
a vibrare ancora, e sotto essi celi
la sperduta violenza dei suoi affetti veri.
E a dare, egli innocente, ai colpevoli scandalo,
china muto lo sguardo, o ragiona tremando
— il duro disprezzo e lo spaurito riso
confondendo nel vecchio ed infantile viso —
rozzo e cavilloso, sgraziato e squisito.
E, se questo è orgoglio, per questo è punito.
Sconta in esperienze disperate ed oscure
l’inesperienza chi in essa resta impuro.
O sole che inondi d’un pasquale albore
la mia povera stanza, e mi bruci sul cuore,
nella tiepida onda con cui piovi dal cielo
fai qui dentro spirare fatto puro e leggero
184
Pero también al hombre más ingenuo en el pecho
herido le ennegrece la sangre, también al hombre
más manso le ennegrece el dolor en el ojo asombrado.
Más tierno fue un tiempo, más el corazón se endurece.
Y conoce los hielos, las indiferencias, los mudos
y acongojantes disgustos de quien ya se niega
a vibrar todavía, y debajo de ellos oculta
la extraviada violencia de sus verdaderos afectos.
Y para dar, él inocente, a los culpables escándalo,
baja mudo la mirada o temblando razona
— el duro desprecio y la temerosa risa
confundiendo en el viejo e infantil rostro —
tosco y caviloso, desgraciado y exquisito.
Y si esto es orgullo, por esto es castigado.
Purga con experiencias desesperadas y oscuras
la inexperiencia quien en ésta permanece impuro.
Oh sol que inundas de un albor pascual
mi pobre cuarto y el corazón me abrasas
en la ola tibia con la que llueves del cielo,
haces aquí expirar, dentro, ligero y puro
185
l’urlo delle cagne, che strozzate e stolte
promettono disprezzo, disperazione e morte...
Ma perché costringermi ad odiare, io
che quasi grato al mondo per il mio male, il mio
essere diverso — e per questo odiato —
pure non so che amare, fedele e accorato?
Non sono ancora vivi e presenti uomini
che sono per vent’anni vissuti di passioni
soffocate in petto perché nemiche al mondo,
brucianti perché estranee a ogni triste e giocondo
atto della nazione, a ogni pena o festa
che piú è ignara, piú, per l’escluso, è onesta?
Uomini vissuti per vent’anni col cuore,
cosí fecondo, arso da infecondo rancore?
Ecco lí, dietro il lume fragrante del sole
tra sterri e impalcature, l’oleato fulgore
d’una periferia nuda come un inferno,
un fiume di terrazze contro lo sfatto schermo
dell’agro nella cui vampa diffusa fiata
tra le gru la Permolio la vampa ranciata;
186
el aullido de las perras estranguladas y necias
que prometen desprecio, desesperación y muerte...
¿Pero por qué obligarme a odiar, yo
que casi agradecido al mundo por mi mal,
mi ser distinto — y por esto odiado —
aún no sé más que amar, fiel y afligido?
¿No están vivos y presentes todavía hombres
que han vivido veinte años de pasiones
sofocadas en el pecho por ser enemigas del mundo,
quemantes por ser extrañas a cada triste o dichoso
acto de la nación, a cada pena o fiesta
que al ser más ignara es más honesta para el excluido?
¿Hombres que han vivido veinte años con el corazón
tan fecundo, abrasado por rencor infecundo?
Allí, tras la fragante luz del sol
entre andamios y socavones, el fulgor aceitoso
de una desnuda periferia como un infierno,
un río de terrazas contra la deshecha pantalla
del campo en cuya llama difusa respira
entre las grúas la Permolio, la llama naranja;
187
e infossa il divorato vallo la Ferro-Beton
tra frane di tuguri, qualche marcio frutteto,
e file di cantieri già vecchi nel mattino.
Quasi allegri, è vero, con il loro destino
per vie calde d’asfalto, contro baracche e prati,
garzoni, operai, serve, disoccupati
brulicano al piú recente giorno del creato
che dora il quartiere dolcemente gelato
di un sole mattutino ridestato dal fondo
dei piú antichi giorni che dorarono il mondo...
E, però, lo so bene!, se smaniano angosciosi
i latrati in quel sole, tra i rioni festosi,
e minacciano morte, sordidamente ossessi
contro chi tradisce perché è diverso, essi,
nell’aria troppo dolce, nell’umana innocenza
non sono che i messi della mia coscienza.
1956
188
y entierra al devorado valle la Ferro-Beton62
entre derrumbamientos de tugurios, algún marchito frutal
y filas de obras ya viejas en la mañana.
Es verdad, casi alegres con su destino por calles
calientes de asfalto, contra prados y chabolas, aprendices,
obreros, criadas, desocupados hormiguean
bajo el más reciente día de la creación
que dora el barrio dulcemente helado
de un sol surgido matutino, desde el fondo
de los más antiguos días que doraron el mundo...
¡Y sin embargo lo sé bien! Si angustiosos se agitan
los ladridos en ese sol entre los barrios festivos,
y amenazan muerte, obsesos sórdidamente
contra quien traiciona porque es distinto, ellos,
en el aire demasiado dulce, en la inocencia humana
no son sino los mensajeros de mi conciencia.
1956
62
La Permolio y la Ferro-Beton son dos fábricas que se situaban a las
afueras de Roma. De la segunda se encuentra una larga descripción en Ragazzi di vita.
189
Il pianto della scavatrice
El llanto de la excavadora
I
Solo l’amare, solo il conoscere
conta, non l’aver amato,
non l’aver conosciuto. Dà angoscia
il vivere di un consumato
amore. L’anima non cresce piú.
Ecco nel calore incantato
della notte che piena quaggiú
tra le curve del fiume e le sopite
visioni della città sparsa di luci,
echeggia ancora di mille vite,
disamore, mistero, e miseria
dei sensi, mi rendono nemiche
le forme del mondo, che fino a ieri
erano la mia ragione d’esistere.
Annoiato, stanco, rincaso, per neri
piazzali di mercati, tristi
strade intorno al porto fluviale,
tra le baracche e i magazzini misti
192
I
Sólo el amar, sólo el conocer
cuenta, no el haber amado,
no el haber conocido. Da angustia
el vivir de un amor consumido.
El alma no crece más.
He aquí en el calor encantado
de la noche que plena aquí abajo
entre las curvas del río y las visiones
adormecidas de la ciudad derramada
de luces, todavía resuena con mil vidas,
desamor y misterio y miseria
de los sentidos, me vuelven enemigas
las formas del mundo, que hasta ayer
eran mi razón de existir.
Aburrido, cansado vuelvo a casa
por negras plazas de mercados, calles
tristes alrededor del puerto fluvial63
entre las chabolas y los almacenes que se mezclan
63
Se refiere al puerto fluvial de Ripa Grande, enfrente del lungotevere
Aventino y al lado de Porta Portese.
193
agli ultimi prati. Lí mortale
è il silenzio: ma giú, a viale Marconi,
alla stazione di Trastevere, appare
ancora dolce la sera. Ai loro rioni,
alle loro borgate, tornano su motori
leggeri — in tuta o coi calzoni
di lavoro, ma spinti da un festivo ardore —
i giovani, coi compagni sui sellini,
ridenti, sporchi. Gli ultimi avventori
chiacchierano in piedi con voci
alte nella notte, qua e là, ai tavolini
dei locali ancora lucenti e semivuoti.
Stupenda e misera città,
che m’hai insegnato ciò che allegri e feroci
gli uomini imparano bambini,
le piccole cose in cui la grandezza
della vita in pace si scopre, come
andare duri e pronti nella ressa
194
con los últimos prados. Ahí el silencio
es mortal: pero abajo, en viale Marconi,
en la estación de Trastévere64 aparece
dulce la tarde todavía. A sus barrios,
a sus arrabales65 regresan sobre ligeros
motores — con los monos o con los calzones
de trabajo, pero empujados por un festivo ardor —
los jóvenes risueños y sucios con los compañeros
en los sillines. Los últimos clientes
charlan de pie a voces por la noche,
aquí y allá, en las mesas de los bares
medio vacíos y todavía luminosos.
Maravillosa y mísera ciudad
que me has enseñado lo que aprenden los hombres
alegres y feroces desde niños,
esas pequeñas cosas en que la grandeza
de la vida se descubre en paz
como andar impasibles y dispuestos
64
Extensa y entonces periférica avenida, a la espalda de la estación de
Trastevere, que significa ‘más allá del Tíber’.
65
Las borgate eran los barrios periféricos y proletarios de las clases más
humildes, donde nuestro autor se inspiraba, visitándolos con frecuencia.
195
delle strade, rivolgersi a un altro uomo
senza tremare, non vergognarsi
di guardare il denaro contato
con pigre dita dal fattorino
che suda contro le facciate in corsa
in un colore eterno d’estate;
a difendermi, a offendere, ad avere
il mondo davanti agli occhi e non
soltanto in cuore, a capire
che pochi conoscono le passioni
in cui io sono vissuto:
che non mi sono fraterni, eppure sono
fratelli proprio nell’avere
passioni di uomini
che allegri, inconsci, interi
vivono di esperienze
ignote a me. Stupenda e misera
città che mi hai fatto fare
esperienza di quella vita
ignota: fino a farmi scoprire
ciò che, in ognuno, era il mondo.
Una luna morente nel silenzio,
che di lei vive, sbianca tra violenti
ardori, che miseramente sulla terra
196
entre el gentío de las calles, dirigirse
a otro hombre sin temblar, no avergonzarse
de mirar el dinero que recuenta
con perezosos dedos y sudando
el mozo contra las fachadas,
en ruta en un color eterno de verano;
a defenderme, a ofender, a tener
el mundo por delante de los ojos
y no solamente en el corazón,
a entender que conocen pocos las pasiones
en las que yo he vivido:
que no los siento fraternos aunque son
hermanos propiamente por tener
pasiones de hombres
que alegres, inconscientes, enteros
viven de experiencias
por mí desconocidas. Maravillosa y mísera
ciudad que me has hecho hacer
experiencia de esa vida
desconocida: hasta hacerme descubrir
lo que era el mundo en cada uno.
Una luna que muere en el silencio,
que de ella vive, blanquea entre ardores
violentos, que míseramente sobre la tierra
197
muta di vita, coi bei viali, le vecchie
viuzze, senza dar luce abbagliano
e, in tutto il mondo, le riflette
lassú, un po’ di calda nuvolaglia.
È la notte piú bella dell’estate.
Trastevere, in un odore di paglia
di vecchie stalle, di svuotate
osterie, non dorme ancora.
Gli angoli bui, le pareti placide
risuonano d’incantati rumori.
Uomini e ragazzi se ne tornano a casa
— sotto festoni di luci ormai sole —
verso i loro vicoli, che intasano
buio e immondizia, con quel passo blando
da cui piú l’anima era invasa
quando veramente amavo, quando
veramente volevo capire.
E, come allora, scompaiono cantando.
II
Povero come un gatto del Colosseo,
vivevo in una borgata tutta calce
e polverone, lontano dalla città
198
muda de vida, con las avenidas bellas,
las viejas callejuelas, sin dar luz deslumbran,
y en todo el mundo los reflejan
ahí arriba algunas nubes cálidas.
Es la noche más bella del verano.
Trastévere, en un olor a paja
de establos viejos, de mesones
vacíos todavía no duerme.
Las esquinas oscuras, las paredes plácidas
resuenan de rumores encantados.
Regresan hombres y muchachos a sus casas
— bajo festones de luces ya solas —
hacia sus callejones, que atascan basura
y oscuridad, con ese afable paso
por el que más se invadía el alma
cuando yo amaba verdaderamente,
cuando verdaderamente quería entender.
Y como entonces desaparecen cantando.
II
Pobre como un gato del Coliseo,
vivía en un arrabal de polvareda
y cal, lejano del campo
199
e dalla campagna, stretto ogni giorno
in un autobus rantolante:
e ogni andata, ogni ritorno
era un calvario di sudore e di ansie.
Lunghe camminate in una calda caligine,
lunghi crepuscoli davanti alle carte
ammucchiate sul tavolo, tra strade di fango,
muriccioli, casette bagnate di calce
e senza infissi, con tende per porte...
Passavano l’olivaio, lo straccivendolo,
venendo da qualche altra borgata,
con l’impolverata merce che pareva
frutto di furto, e una faccia crudele
di giovani invecchiati tra i vizi
di chi ha una madre dura e affamata.
Rinnovato dal mondo nuovo,
libero — una vampa, un fiato
che non so dire, alla realtà
che umile e sporca, confusa e immensa,
brulicava nella meridionale periferia,
dava un senso di serena pietà.
200
y de la ciudad, apretado
cada día en un autobús renqueante:
y cada ida, cada vuelta
era un calvario de sudor y de ansias66.
En una cálida calígine largos recorridos,
largos crepúsculos delante de papeles
amontonados en la mesa, entre calles de barro,
pequeños muros, casitas mojadas
de cal y sin postigos, con cortinas por puertas...
Pasaban el trapero, el aceitunero
llegando de algún otro arrabal,
con mercancía polvorienta que parecía
fruto del robo, y una cara cruel
de jóvenes envejecidos entre los vicios
de quien tiene una madre hambrienta y dura.
Renovado por el nuevo mundo,
libre — una llama, un aliento
que no sé decir, a la realidad
que humilde y sucia, inmensa y confusa,
hormigueaba en la meridional periferia,
daba un sentido de piedad serena.
66
Desde 1951 hasta 1953 Pasolini trabajó en un instituto de Ciampino y tenía a diario que atravesar la Ciudad ya que vivía en el arrabal de
Ponte Mammolo, justo en el lado opuesto.
201
Un’anima in me, che non era solo mia,
una piccola anima in quel mondo sconfinato,
cresceva, nutrita dall’allegria
di chi amava, anche se non riamato.
E tutto si illuminava, a questo amore.
Forse ancora di ragazzo, eroicamente,
e però maturato dall’esperienza
che nasceva ai piedi della storia.
Ero al centro del mondo, in quel mondo
di borgate tristi, beduine,
di gialle praterie sfregate
da un vento sempre senza pace,
venisse dal caldo mare di Fiumicino,
o dall’agro, dove si perdeva
la città fra i tuguri; in quel mondo
che poteva soltanto dominare,
quadrato spettro giallognolo
nella giallognola foschia,
bucato da mille file uguali
di finestre sbarrate, il Penitenziario
tra vecchi campi e sopiti casali.
202
Un alma en mí que no era sólo mía,
una pequeña alma en aquel mundo sin confines
crecía, nutrida por la alegría de quien amaba
aunque no fuera a su vez amado.
Y todo ante este amor se iluminaba.
Acaso aún de muchacho, heroicamente,
y sin embargo madurado en la experiencia
que nacía a los pies de la historia.
Yo estaba en el centro del mundo, en aquel mundo
de tristes arrabales beduinos,
de amarillas praderas arrasadas
por un viento siempre sin paz
que viniera del cálido mar de Fiumicino67
o del campo, donde la ciudad se perdía
entre los tugurios; en aquel mundo
que tan sólo podía dominar,
cuadrado espectro amarillento
entre la niebla amarillenta,
agujereado por mil filas iguales
de ventanas con barras, el Penitenciario68
entre viejos campos y adormecidos caseríos.
67
Pueblo costero a las afueras de Roma donde se encuentra hoy el
principal aeropuerto de la capital.
68
Se trata de la cárcel de Rebibbia, también a las afueras de Roma.
203
Le cartacce e la polvere che cieco
il venticello trascinava qua e là,
le povere voci senza eco
di donnette venute dai monti
Sabini, dall’Adriatico, e qua
accampate, ormai con torme
di deperiti e duri ragazzini
stridenti nelle canottiere a pezzi,
nei grigi, bruciati calzoncini,
i soli africani, le piogge agitate
che rendevano torrenti di fango
le strade, gli autobus ai capolinea
affondati nel loro angolo
tra un’ultima striscia d’erba bianca
e qualche acido, ardente immondezzaio...
era il centro del mondo, com’era
al centro della storia il mio amore
per esso: e in questa
maturità che per essere nascente
era ancora amore, tutto era
per divenire chiaro — era,
204
Los papelajos y el polvo que el vientecillo
ciego arrastraba de acá para allá,
las pobres voces sin eco
de mujercitas llegadas de los montes
Sabinos69, del Adriático y aquí
acampadas, ya con tropeles
de chiquillos macilentos y duros,
estridentes en sus camisetas de harapos,
en grises y quemados calzoncillos;
los soles africanos, las lluvias agitadas
que hacían de las calles torrentes de barro,
los autobuses en las terminales
en su rincón hundidos
entre una última raya de yerba blanca
y algún ácido, ardiente basurero...
era el centro del mundo, igual que estaba
en el centro de la historia mi amor por todo
aquello: y en esta madurez,
que al ser naciente todavía era amor,
todo tendía a hacerse claro —
¡estaba claro! Aquella desnuda
69
Los montes Sabinos se encuentran en la sierra del Lacio.
205
chiaro! Quel borgo nudo al vento,
non romano, non meridionale,
non operaio, era la vita
nella sua luce piú attuale:
vita, e luce della vita, piena
nel caos non ancora proletario,
come la vuole il rozzo giornale
della cellula, l’ultimo
sventolio del rotocalco: osso
dell’esistenza quotidiana,
pura, per essere fin troppo
prossima, assoluta per essere
fin troppo miseramente umana.
III
E ora rincaso, ricco di quegli anni
cosí nuovi che non avrei mai pensato
di saperli vecchi in un’anima
206
aldea en el viento,
no meridional, no romana,
no obrera, era la vida
en su luz más actual:
vida y luz de la vida, plena
en el caos aún no proletario,
como la quiere el periódico tosco
de la celda, el último
arrastrarse de la revista:
hueso de la existencia cotidiana,
pura para estar
tan próxima, absoluta para ser
tan míseramente humana.
III
Y ahora vuelvo a casa, rico de aquellos
años tan nuevos que nunca habría
pensado de saberlos viejos en un alma
207
a essi lontana, come a ogni passato.
Salgo i viali del Gianicolo, fermo
da un bivio liberty, a un largo alberato,
a un troncone di mura — ormai al termine
della città sull’ondulata pianura
che si apre sul mare. E mi rigermina
nell’anima — inerte e scura
come la notte abbandonata al profumo —
una semenza ormai troppo matura
per dare ancora frutto, nel cumulo
di una vita tornata stanca e acerba...
Ecco Villa Pamphili, nel lume
che tranquillo riverbera
sui nuovi muri, la via dove abito.
Presso la mia casa, su un’erba
208
a ellos lejana como cualquier tiempo pasado.
Subo las avenidas del Gianicolo70,
paro en un cruce liberty 71, en un paseo con árboles,
en un pedazo de muralla — ya en el término
de la ciudad sobre la llanura ondulada
que se abre sobre el mar. Y de nuevo germina
en el alma — inerte y oscura
como la noche abandonada al perfume —
una semilla ya demasiado madura
para dar aún fruto, en el cúmulo
de una vida que se ha vuelto cansada y acerba...
He aquí Villa Pamphili72 en la luz
que reverbera tranquila en los muros
nuevos, la calle donde vivo.
Junto a mi casa, en una yerba
70
El Gianicolo se extiende a la orilla derecha del Tíber. Nunca estuvo
integrado en la Ciudad y se ocupó desordenadamente ya en época tardía.
71
Estilo arquitectónico liberty: de carácter urbano, fue la versión italiana
del Art Nouveau.
72
La Villa Pamphili se encuentra al oeste del Trastévere y constituye
un espacio de densa vegetación y de lomas.
209
ridotta a un’oscura bava,
una traccia sulle voragini scavate
di fresco, nel tufo — caduta ogni rabbia
di distruzione — rampa contro radi palazzi
e pezzi di cielo, inanimata,
una scavatrice...
Che pena m’invade, davanti a questi attrezzi
supini, sparsi qua e là nel fango,
davanti a questo canovaccio rosso
che pende a un cavalletto, nell’angolo
dove la notte sembra piú triste?
Perché, a questa spenta tinta di sangue,
la mia coscienza cosí ciecamente resiste,
si nasconde, quasi per un ossesso
rimorso che tutta, nel fondo, la contrista?
Perché dentro in me è lo stesso senso
di giornate per sempre inadempite
che è nel morto firmamento
in cui sbianca questa scavatrice?
Mi spoglio in una delle mille stanze
dove a via Fonteiana si dorme.
Su tutto puoi scavare, tempo: speranze,
210
reducida a una oscura baba,
una huella sobre los abismos
recién excavados en la toba — caída toda rabia
de destrucción — rampa contra ralos edificios
y pedazos de cielo, inanimada
una excavadora...
¿Qué pena me invade ante estos enseres
supinos, derramados aquí y allá en el barro,
ante este cañamazo rojo
que pende de un caballete, en el rincón
donde la noche parece más triste?
¿Por qué, a este apagado tinte de sangre,
mi conciencia resiste así tan ciegamente,
se esconde casi por un obseso
remordimiento que en el fondo la aflige entera?
¿Por qué dentro de mí se halla el mismo sentido
de jornadas para siempre incumplidas
que está en el firmamento muerto
donde esta excavadora palidece?
Me desnudo en uno de los mil cuartos
donde se duerme en via Fonteiana.
Tiempo, tú puedes excavarlo todo:
211
passioni. Ma non su queste forme
pure della vita... Si riduce
ad esse l’uomo, quando colme
siano esperienza e fiducia
nel mondo... Ah, giorni di Rebibbia,
che io credevo persi in una luce
di necessità, e che ora so cosí liberi!
Insieme al cuore, allora, pei difficili
casi che ne avevano sperduto
il corso verso un destino umano,
guadagnando in ardore la chiarezza
negata, e in ingenuità
il negato equilibrio — alla chiarezza
all’equilibrio giungeva anche,
in quei giorni, la mente. E il cieco
rimpianto, segno di ogni mia
lotta col mondo, respingevano, ecco,
adulte benché inesperte ideologie...
Si faceva, il mondo, soggetto
non piú di mistero ma di storia.
Si moltiplicava per mille la gioia
del conoscerlo — come
212
esperanzas, pasiones. Pero no estas formas
puras de la vida... A ellas
el hombre se reduce cuando se hallan
colmas experiencia y confianza
en el mundo... ¡Ah días de Rebibbia
que yo creía perdidos en una luz
de necesidad y que ahora sé tan libres!
Entonces junto al corazón, por los difíciles
casos que habían apartado
su curso hacia un destino humano,
ganando en ardor la claridad
negada y en ingenuidad
el negado equilibrio — a la claridad
al equilibrio alcanzaba también
la mente en esos días... Y la ciega
añoranza, signo de todas mis luchas
con el mundo, rechazaban, he aquí,
adultas aunque inexpertas ideologías...
Se volvía el mundo sujeto
ya no de misterio sino de historia.
Se multiplicaba por mil la alegría
de conocerlo — como
213
ogni uomo, umilmente, conosce.
Marx o Gobetti, Gramsci o Croce,
furono vivi nelle vive esperienze.
Mutò la materia di un decennio d’oscura
vocazione, se mi spesi a far chiaro ciò
che piú pareva essere ideale figura
a una ideale generazione;
in ogni pagina, in ogni riga
che scrivevo, nell’esilio di Rebibbia,
c’era quel fervore, quella presunzione,
quella gratitudine. Nuovo
nella mia nuova condizione
di vecchio lavoro e di vecchia miseria,
i pochi amici che venivano
da me, nelle mattine o nelle sere
dimenticate sul Penitenziario,
mi videro dentro una luce viva:
mite, violento rivoluzionario
nel cuore e nella lingua. Un uomo fioriva.
214
cada hombre conoce, humildemente.
Marx o Gobetti, Gramsci o Croce73
estuvieron vivos en las vivas experiencias.
La materia mudó de un decenio de oscura
vocación, si me afané por hacer claro
lo que parecía ser más ideal figura
a una ideal generación;
en cada página, en cada línea
que escribía en el exilio de Rebibbia,
se hallaba aquel fervor, aquella
presunción, aquella gratitud.
Nuevo en mi nueva condición
de labor vieja y de vieja miseria,
los pocos amigos que venían a casa
por las mañanas o por las tardes
olvidadas sobre el Penitenciario,
me vieron dentro de una viva luz:
manso, violento revolucionario
en el corazón y en la lengua. Un hombre florecía.
73
Benedetto Croce (1866-1952), crítico literario, historiador y filósofo. Piero Gobetti (1901-1926) fue un intelectual activista y revolucionario: fundó varias revistas de vanguardia.
215
IV
Mi stringe contro il suo vecchio vello,
che profuma di bosco, e mi posa
il muso con le sue zanne di verro
o errante orso dal fiato di rosa,
sulla bocca: e intorno a me la stanza
è una radura, la coltre corrosa
dagli ultimi sudori giovanili, danza
come un velame di pollini... E infatti
cammino per una strada che avanza
tra i primi prati primaverili, sfatti
in una luce di paradiso...
Trasportato dall’onda dei passi,
questa che lascio alle spalle, lieve e misero,
non è la periferia di Roma: «Viva
Mexico!» è scritto a calce o inciso
sui ruderi dei templi, sui muretti ai bivii,
decrepiti, leggeri come osso, ai confini
di un bruciante cielo senza un brivido.
Ecco, in cima a una collina
fra le ondulazioni, miste alle nubi,
di una vecchia catena appenninica,
216
IV
Me aprieta contra su viejo vello
con perfume de bosque, y posa
su hocico con colmillos de verraco
o de oso errante con aliento a rosa,
en la boca: a mi alrededor el cuarto
es un claro, la manta corroída
por los sudores juveniles y últimos
danza como una maraña de polen... Y de hecho
camino por una calle que avanza
entre los primeros prados primaverales
deshechos en una luz de paraíso...
Llevado por la ola de los pasos,
ésta que dejo a mis espaldas, leve y mísero,
no es la periferia de Roma: «Viva Mexico!»74,
escrito con cal o grabado en las ruinas
de los templos, en los muros de los cruces
decrépitos, ligeros como hueso, en los confines
de un cielo quemante sin un escalofrío.
He aquí, en la cumbre de una loma
dentro de las ondulaciones mezcladas con las nubes
de una vieja cadena apenínica,
74
Referencia a la película de Eisenstein sobre la revolución mexicana.
217
la città, mezza vuota, benché sia l’ora
della mattina, quando vanno le donne
alla spesa — o del vespro che indora
i bambini che corrono con le mamme
fuori dai cortili della scuola.
Da un gran silenzio le strade sono invase:
si perdono i selciati un po’ sconnessi,
vecchi come il tempo, grigi come il tempo,
e due lunghi listoni di pietra
corrono lungo le strade, lucidi e spenti.
Qualcuno, in quel silenzio, si muove:
qualche vecchia, qualche ragazzetto
perduto nei suoi giuochi, dove
i portali di un dolce Cinquecento
s’aprano sereni, o un pozzetto
con bestioline intarsiate sui bordi
posi sopra la povera erba,
in qualche bivio o canto dimenticato.
Si apre sulla cima del colle l’erma
piazza del comune, e fra casa
e casa, oltre un muretto, e il verde
d’un grande castagno, si vede
lo spazio della valle: ma non la valle.
Uno spazio che tremola celeste
218
la ciudad medio vacía, aunque sea la hora
de la mañana cuando van las mujeres de compras
— o del crepúsculo que dora a los niños
que corren con las mamás
fuera de los patios de la escuela.
De un gran silencio las calles se han invadido:
se pierden algo desunidos los adoquines
viejos como el tiempo, grises como el tiempo,
y dos largas filas de piedra
bordean las calles, apagadas y lúcidas.
Alguien se mueve en el silencio aquel:
alguna vieja, algún pequeñuelo
en sus juegos perdido, donde se abran serenos
los portales de un dulce
siglo dieciséis, o una pocilla
con bichitos incrustados en los bordes
se halle sobre la pobre yerba en algún cruce
o rincón olvidado.
Se abre en la cumbre del cerro, cuadrada,
la plaza del pueblo, y entre casa
y casa, más allá de un muro
y el verde de un castaño grande,
se ve el espacio del valle: pero no el valle.
Un espacio que tiembla celeste
219
o appena cereo... Ma il Corso continua,
oltre quella famigliare piazzetta
sospesa nel cielo appenninico:
s’interna fra case piú strette, scende
un po’ a mezza costa: e piú in basso
— quando le barocche casette diradano —
ecco apparire la valle — e il deserto.
Ancora solo qualche passo
verso la svolta, dove la strada
è già tra nudi praticelli erti
e ricciuti. A manca, contro il pendio,
quasi fosse crollata la chiesa,
si alza gremita di affreschi, azzurri,
rossi, un’abside, pèsta di volute
lungo le cancellate cicatrici
del crollo — da cui soltanto essa,
l’immensa conchiglia, sia rimasta
a spalancarsi contro il cielo.
220
o apenas céreo... Pero el Corso75 continúa
más allá de esa familiar placeta
suspendida en el cielo apenínico:
se interna entre casas más estrechas, baja
un poco por una cuestecilla: y más abajo
— cuando escasean las casitas barrocas —
he aquí el valle que aparece — y el desierto.
Aún sólo algunos pasos
hacia la esquina, donde la carretera
está ya entre desnudos prados empinados
y rizados. A la izquierda, contra la pendiente,
igual que si estuviera la iglesia derrumbada,
se alza repleta de frescos, azules
y rojos, un oscuro ábside de volutas
por las borradas cicatrices
del derrumbe — del que sólo ella,
la inmensa concha, se ha quedado
de par en par abierta contra el cielo.
75
A finales de la Edad Media se solían organizar carreras de caballos,
de ahí que hoy muchas ciudades o pueblos italianos posean una via del
Corso como avenida principal.
221
È lí, da oltre la valle, dal deserto,
che prende a soffiare un’aria, lieve, disperata,
che incendia la pelle di dolcezza...
È come quegli odori che, dai campi
bagnati di fresco, o dalle rive di un fiume,
soffiano sulla città nei primi
giorni di bel tempo: e tu
non li riconosci, ma impazzito
quasi di rimpianto, cerchi di capire
se siano di un fuoco acceso sulla brina,
oppure di uve o nespole perdute
in qualche granaio intiepidito
dal sole della stupenda mattina.
Io grido di gioia, cosí ferito
in fondo ai polmoni da quell’aria
che come un tepore o una luce
respiro guardando la vallata
………………………….
V
Un po’ di pace basta a rivelare
dentro il cuore l’angoscia,
limpida, come il fondo del mare
222
Es allí, desde más allá del valle, desde el desierto,
que empieza a soplar un aire leve, desesperado,
que incendia la piel de dulzura...
Es como esos olores que desde los campos
mojados de fresco, o desde las orillas de un río,
soplan en los primeros días de buen tiempo
sobre la ciudad: y tú no los reconoces,
pero casi enloquecido
por la añoranza, intentas comprender
si son de un fuego encendido sobre la escarcha
o acaso de uvas, o nísperas perdidas
en algún granero templado
por el sol de la estupenda mañana.
Yo grito de alegría, tan herido
en el fondo de los pulmones por aquel aire
que como una tibieza o una luz
respiro mirando el valle
………………………
V
Un poco de paz basta, te revela
dentro del corazón la angustia
límpida como el fondo del mar
223
in un giorno di sole. Ne riconosci,
senza provarlo, il male
lí, nel tuo letto, petto, cosce
e piedi abbandonati, quale
un crocifisso — o quale Noè
ubriaco, che sogna, ingenuamente ignaro
dell’allegria dei figli, che
su lui, i forti, i puri, si divertono...
il giorno è ormai su di te,
nella stanza come un leone dormente.
Per quali strade il cuore
si trova pieno, perfetto anche in questa
mescolanza di beatitudine e dolore?
Un po’ di pace... E in te ridesta
è la guerra, è Dio. Si distendono
appena le passioni, si chiude la fresca
ferita appena, che già tu spendi
l’anima, che pareva tutta spesa,
in azioni di sogno che non rendono
niente... Ecco, se acceso
alla speranza — che, vecchio leone
puzzolente di vodka, dall’offesa
224
en un día de sol. En ella reconoces,
sin probarlo, el mal
ahí en tu cama, pecho, muslos
y pies abandonados,
como un crucificado — o como Noé
ebrio que sueña, ingenuamente ignaro
de la alegría de sus hijos,
que a su costa los fuertes, los puros se divierten...76
el día ya está sobre ti,
en el cuarto como un león durmiente.
¿Por qué caminos el corazón
se halla pleno, perfecto incluso en esta
mezcla de dolor y beatitud?
Un poco de paz... Y en ti de nuevo
despierta la guerra, es Dios. Apenas se relajan
las pasiones, se cierra la fresca
herida apenas, gastas ya
tu alma, que parecía gastada del todo,
en acciones de sueño que no devuelven nada...
Entonces, si te enciendes a la esperanza
— que, viejo león hediendo a vodka,
desde su ofendida Rusia,
76
Génesis, 9, 18-29.
225
sua Russia giura Krusciov al mondo —
ecco che tu ti accorgi che sogni.
Sembra bruciare nel felice agosto
di pace, ogni tua passione, ogni
tuo interiore tormento,
ogni tua ingenua vergogna
di non essere — nel sentimento —
al punto in cui il mondo si rinnova.
Anzi, quel nuovo soffio di vento
ti ricaccia indietro, dove
ogni vento cade: e lí, tumore
che si ricrea, ritrovi
il vecchio crogiolo d’amore,
il senso, lo spavento, la gioia.
E proprio in quel sopore
è la luce... in quella incoscienza
d’infante, d’animale o ingenuo libertino
è la purezza... i piú eroici
furori in quella fuga, il piú divino
sentimento in quel basso atto umano
consumato nel sonno mattutino.
226
Kruschov jura al mundo —
entonces te das cuenta de que sueñas.
Parece arder en el feliz agosto de paz
cada pasión tuya,
cada tormento interior tuyo,
cada vergüenza ingenua tuya
de no estar — en el sentimiento —
en el punto en que el mundo se renueva.
Es más, aquel nuevo soplo
de viento te arroja hacia atrás,
donde caen los vientos: y allí,
tumor que se recrea, reencuentras
el viejo crisol de amor,
el sentido, el miedo, la alegría.
Y justo en el sopor aquel
se halla la luz... en aquella inconsciencia
infantil, de animal o ingenuo libertino
se halla la pureza... los furores
más heroicos en aquella fuga, el sentimiento
más divino en aquel bajo acto humano
consumido en el sueño matutino.
227
VI
Nella vampa abbandonata
del sole mattutino — che riarde,
ormai, radendo i cantieri, sugli infissi
riscaldati — disperate
vibrazioni raschiano il silenzio
che perdutamente sa di vecchio latte,
di piazzette vuote, d’innocenza.
Già almeno dalle sette, quel vibrare
cresce col sole. Povera presenza
d’una dozzina d’anziani operai,
con gli stracci e le canottiere arsi
dal sudore, le cui voci rare,
le cui lotte contro gli sparsi
blocchi di fango, le colate di terra,
sembrano in quel tremito disfarsi.
Ma tra gli scoppi testardi della
benna, che cieca sembra, cieca
sgretola, cieca afferra,
quasi non avesse meta,
un urlo improvviso, umano,
nasce, e a tratti si ripete,
228
VI
En la llama abandonada
del sol matutino — que vuelve ya
a arder rozando las obras en los postigos
recalentados — desesperadas
vibraciones rajan el silencio
que sabe a vieja leche perdidamente,
a placetas vacías, a inocencia.
Desde las siete ya, ese vibrar
con el sol crece. Pobre presencia
de una docena de ancianos obreros
con los trapos y las camisetas quemadas
por el sudor, cuyas escasas voces,
cuyas luchas contra los sueltos
bloques de barro, las coladas de tierra,
parecen en aquel temblor deshacerse.
Pero entre los golpes testarudos
de la carreta, que parece ciega,
rechina ciega, agarra ciega
como si no tuviese meta,
un grito humano improvisado
nace, y a ratos se repite
229
cosí pazzo di dolore, che, umano,
subito non sembra piú, e ridiventa
morto stridore. Poi, piano,
rinasce, nella luce violenta,
tra i palazzi accecati, nuovo, uguale,
urlo che solo chi è morente,
nell’ultimo istante, può gettare
in questo sole che crudele ancora splende
già addolcito da un po’ d’aria di mare...
A gridare è, straziata
da mesi e anni di mattutini
sudori — accompagnata
dal muto stuolo dei suoi scalpellini,
la vecchia scavatrice: ma, insieme, il fresco
sterro sconvolto, o, nel breve confine
dell’orizzonte novecentesco,
tutto il quartiere... È la città,
sprofondata in un chiarore di festa,
— è il mondo. Piange ciò che ha
fine e ricomincia. Ciò che era
area erbosa, aperto spiazzo, e si fa
cortile, bianco come cera,
chiuso in un decoro ch’è rancore;
ciò che era quasi una vecchia fiera
230
tan loco de dolor que enseguida
no parece ya más humano, y se torna
de nuevo muerto estridor. Luego, despacio,
renace en la luz violenta
entre los edificios cegados, igual, nuevo,
grito que sólo un moribundo
en su instante último puede arrojar
a este sol que cruel brilla todavía,
ya suavizado por un poco de aire de mar...
Es, la que desgarrada grita
tras meses y años de sudores
matutinos — acompañada
por el mudo tropel de sus canteros,
la vieja excavadora: pero a la vez, el fresco
socavón removido, o en el breve confín
del horizonte del siglo veinte,
todo el barrio. Es la ciudad
hundida en un resplandor de fiesta
— es el mundo. Llora lo que se acaba
y vuelve a empezar. Lo que era herbosa
área, espacio abierto y se hace patio
blanco como cera,
cerrado en un decoro que es rencor;
lo que era casi una vieja feria de enlucidos
231
di freschi intonachi sghembi al sole,
e si fa nuovo isolato, brulicante
in un ordine ch’è spento dolore.
Piange ciò che muta, anche
per farsi migliore. La luce
del futuro non cessa un solo istante
di ferirci: è qui, che brucia
in ogni nostro atto quotidiano,
angoscia anche nella fiducia
che ci dà vita, nell’impeto gobettiano
verso questi operai, che muti innalzano,
nel rione dell’altro fronte umano,
il loro rosso straccio di speranza.
1956
232
frescos sesgados por el sol, y se hace
una manzana nueva, hormigueante
en un orden que es dolor apagado.
Llora lo que muda también
para hacerse mejor. La luz
del futuro no cesa un solo instante
de herirnos: está aquí, que quema
en cada uno de nuestros actos cotidianos,
angustia aun en la confianza
que nos da vida, en el ímpetu gobettiano
hacia estos obreros que mudos levantan,
en el barrio del otro frente humano,
su rojo trapo de esperanza.
1956
233
Un a polemica in versi
Una polémica en ve rsos
Buio è quasi il meriggio nel lucore
terreo del coppedè vivace
e del marmo fascista, già incolore
quasi disusata divisa d’orbace
di cinici antemarcia non piú di primo pelo,
in una sporca fotografia; giace
schermato il sole come in un velo
di grassi, di carta carbone,
di polvere alzata dagli urti sul nero
fondo dei tricicli, dalle gomme
dei filobus che ansando ai semafori
scendono soffici in una pressione
avara, pazzi per mafia
o nevrastenia: e svoltano verdi
per via Quattro Novembre, nell’afa...
236
Oscuro es casi el mediodía
en la luz térrea del coppedé 77 vivaz
y del mármol fascista, ya incoloro
uniforme casi desusado de lana,
de antemarchas78 cínicos ya no primerizos,
en una sucia fotografía;
yace el sol protegido como por un velo
de grasas, de papel carbón,
de polvo levantado por los choques sobre el fondo
negro de los triciclos, por las ruedas
de los trolebuses que jadeando en los semáforos
bajan suaves en una presión
avara, locos de mafia
o neurastenia: y viran verdes
por via Quattro Novembre, en el bochorno...
77
Los hermanos Gino, Carlo y Adolfo Coppedé lanzaron un estilo arquitectónico y decorativo que tuvo cierto éxito —sobre todo en Roma y
en Génova— durante los dos primeros decenios del siglo XX. La plaza
Mincio es un fantástico ejemplo de este estilo.
78
Ya adheridos al partido fascista antes de la marcha sobre Roma que
realizó Mussolini en agosto de 1922.
237
È la sera che scende, ancor lontana:
come una tempesta, quando addensa
a un tratto le nuvole, ma le dipana
poi lentamente — della sua violenza
abbandonando in cielo la minaccia.
Scolorato il sole fa piú intensa
la sua luce, e ogni strada, ogni piazza
quasi in silenzio brulica al frastuono
d’una gente, ch’è solo folla, razza.
«L’ora è confusa, e noi come perduti
la viviamo...», mi mormoravi, amaro,
disilluso di ciò che hai avuto
per dieci anni dentro, cosí chiaro
che tra mondo e mente quasi era un idillio:
e ha la tua stanchezza — un po’ volgare —
una smorfia di vecchio figlio
di immigrati meridionali
affamati e vili dietro il cipiglio
di poveri arrivati, d’ingenui dottrinari.
Hai voluto che la tua vita fosse
una lotta. Ed eccola ora sui binari
morti, ecco cascare le rosse
bandiere, senza vento. Hai
quarant’anni, con sorriso e mosse
238
Es el atardecer que desciende, todavía lejano:
como una tempestad, cuando adensa
a las nubes de repente pero luego
las desenreda lentamente — de su violencia
abandonando en el cielo la amenaza.
El sol descolorido hace más intensa
su luz, y cada plaza, cada calle
casi en silencio hormiguea en el alboroto
de una gente que es sólo muchedumbre, raza.
«La hora es confusa, y nosotros como perdidos
la vivimos...», me murmurabas amargado,
desengañado de lo que durante diez años
has llevado por dentro, tan claro
que entre mundo y mente había casi un idilio:
y tiene tu cansancio — algo vulgar —
una mueca de viejo hijo
de inmigrantes meridionales,
viles y hambrientos tras el ceño
de pobres engreídos, de ingenuos doctrinarios.
Has querido que tu vida fuese una lucha.
Y aquí la tienes sobre los raíles muertos,
aquí, cayendo las banderas rojas, sin viento.
Tienes cuarenta años
con sonrisa y ademanes
239
— come quelle di chi non spegne mai
il vecchio fuoco — giovanili.
E, spento, regredito ai padri, ti dai
a me, con la confidenza dei febbrili
moti dell’amicizia, e con il calcolo
di chi, inconscio, invano non si umili.
E io... io cedo: posso soltanto
appassionarmi, come sempre: pazzo,
chè dovrei tacere, non offrire il fianco,
non confessare che sono un ragazzo,
ancora, eternamente indifeso;
che non sempre la passione è grazia.
Lo so, spesso, ciò che ho avuto ho reso
con un atto che non è diverso
dall’arsione del lampo al magnesio.
Ho fissato col mio occhio inesperto
diventato atrocemente esperto — umile
fotografo che la notte inerte
batte dietro l’immoto miraggio del costume —
gli inutili angoli sperduti
del mondo, con qualche grido, qualche lume,
qualche parola di uomini venduti
nei piú scuri mercati della vita.
Ne ho riportato attestati muti
240
— como aquellos de quien nunca apaga
el viejo fuego — juveniles.
Y apagado, vuelto hacia los padres, te entregas
a mí con la confianza de los febriles
movimientos de la amistad y con el cálculo
de quien en vano no se humilla, inconsciente.
Y yo... yo cedo: sólo puedo
apasionarme como siempre: loco,
puesto que debería callar, no ofrecer el flanco,
no confesar que soy un chico
aún, eternamente indefenso;
que no siempre es gracia la pasión.
Lo sé, a menudo he devuelto lo que he tenido
con un acto que no es distinto
a esa quemazón del relámpago en el magnesio.
Me he fijado con mi ojo inexperto
que se ha vuelto horriblemente experto — humilde
fotógrafo que la noche inerte recorre
tras el inmóvil espejismo de la costumbre —
las inútiles esquinas extraviadas
del mundo, con algún grito, alguna luz,
alguna palabra de hombres vendidos
en los mercados más oscuros de la vida.
He traído de ello mudos atestados
241
d’allegria in cuore a una città nemica.
Grande, di questa città, è la notte,
e misera: mille fiati di scheletrita
luce getta il flash su file dirotte
di gioventú, torrenti di motori,
laghi d’angoli bui tra palpitanti grotte
e inanimati grattacieli. Ma, in cuore,
ognuno dei mille atti è lo stesso.
Uno, delle mille allegrie, il dolore.
Muti attestati di un popolo oppresso
e non conscio, diviso in scantinati,
tuguri, lotti — proletariato che il sesso
e il terrore tengono attaccato
alle sue strade di fango: ma, per strade
nuove — ancora ignote — a lui segnato
da avidità e cinismo, l’anima invade
la fame della storia. È già vecchio
il piano di lotta di ieri, cade
a pezzi sui muri il piú fresco manifesto.
Muta, in una qualunque notte, il congegno
che fa la conoscenza luce dell’oggetto.
E la vita riappare piú viva: segno
che qualcosa, in chi la viveva, muore.
Essa è proceduta nel disegno
242
de alegría en el corazón de una ciudad enemiga.
De esta ciudad es grande y mísera
la noche: mil alientos de luz
esquelética arroja el flash sobre incesantes
filas de juventud, torrentes de motores,
lagos de oscuros ángulos entre palpitantes
grutas e inanimados rascacielos.
Pero en el corazón, cada uno de los mil actos
es el mismo. Uno el dolor entre mil alegrías.
Mudos atestados de un pueblo oprimido
y no consciente, dividido en sótanos,
tugurios, parcelas — proletariado que el sexo
y el terror tienen apegado a sus calles
de barro: pero por nuevas calles
— aún ignotas — a él marcado
de avidez y cinismo, el alma invade
el hambre de la historia.
Está ya viejo el plan de lucha de ayer, se cae
a trozos de los muros el manifiesto más fresco.
Muda, en una noche cualquiera, el mecanismo
que vuelve al conocimiento luz del objeto.
Y la vida aparece más viva: señal
de que algo en quien la vivía muere.
A ella se ha procedido en el dibujo
243
che non ha fine: ma il vostro dolore
di non esserne piú sul primo fronte,
sarebbe piú puro, se nell’ora
in cui l’errore, anche se puro, si sconta,
aveste la forza di dirvi colpevoli.
Ma troppo fonda è, in voi, l’impronta
della lotta compiuta, nel grande e breve
decennio: vi siete assuefatti,
voi, servi della giustizia, leve
della speranza, ai necessari atti
che umiliano il cuore e la coscienza.
Al voluto tacere, al calcolato
parlare, al denigrare senza
odio, all’esaltare senza amore;
alla brutalità della prudenza
e all’ipocrisia del clamore.
Avete, accecati dal fare, servito
il popolo non nel suo cuore
ma nella sua bandiera: dimentichi
che deve in ogni istituzione
sanguinare, perché non torni mito,
continuo il dolore della creazione.
Come altri compagni di strada,
il mistico rigore d’un’azione
244
que no tiene fin: pero vuestro dolor
de no estar más en ella en el primer frente
sería más puro si, a la hora
en que el error, aunque puro, se paga,
tuvieseis la fuerza de admitiros culpables.
Pero en vosotros demasiado honda es la huella
de la lucha cumplida en el grande y breve
decenio: os habéis arregostado
vosotros, siervos de la justicia, levas
de la esperanza, a los actos necesarios
que humillan al corazón y a la conciencia.
A callar voluntariamente,
a hablar con cuidado,
a exaltar sin amor, a denigrar sin odio;
a la brutalidad de la prudencia
y a la hipocresía del clamor.
Cegados por la acción habéis servido
al pueblo, no en su corazón
sino en su bandera: olvidas
que en cada institución debe
sangrar, para que no se torne mito,
continuo el dolor de la creación.
Como otros compañeros de viaje,
el místico rigor de una acción
245
sempre pari all’idea, non vi chiedo: si paga,
anche questo, con l’aridità. Chi è ossesso
dal timore di essere ciò che fu nei gradi
del suo cammino, ciò che espresse
in ingenui ritorni al popolo, in amori
d’inerme umanitario, in regressi
alla carità — non è. È all’errore
che io vi spingo, al religioso
errore... Si riapre, nel rosso sole
del meriggio d’autunno ancora afoso,
in un’aria di morte, la vostra
festa. Misero e fazioso
è il brusio. Sparge in una chiostra
fra i tronchi freddi falsamente vivace,
le superfici candide la mostra
dei dieci anni d’ingiallite audacie.
Cento baracchette — dove quanto piú
ciò che al popolo umilmente piace
cinicamente appare inattuale virtú
di plebe, tanto piú è esaltato,
con ingenua ipocrisia, — su
246
siempre par a la idea, no os pido: se paga
esto también con la aridez. Quien se obsesiona
por el temor de ser aquello que a lo largo
de su camino fue, aquello que expresó
con ingenuos retornos al pueblo, con amores
de humanitario inerme, con regresos
a la caridad — no es. Es al error
a lo que yo os empujo, al religioso error...
Vuelve a abrirse en el sol rojo
aún bochornoso del otoñal mediodía,
en un aire de muerte, vuestra fiesta.
El rumor es faccioso y mísero.
Expande en un círculo falsamente
vivaz entre los troncos fríos,
las cándidas superficies la exposición
de los diez años de amarillentas audacias.
Cien chabolitas — donde al pueblo
lo que más humildemente le gusta
cínicamente aparece inactual virtud
de plebe, más aún se exalta
con ingenua hipocresía —
247
per le misere gobbe, i bagnati
pendii di Villa Glori, empiono l’aria
primaverile della morente estate
di antichi frastuoni di sagra
alla deriva... A migliaia gli iscritti,
piovendo dai rioni dei paria,
vengono all’assalto, si accampano, fitti,
animosi. Snodati i ragazzi
dentro i panni festivi, ricchi
di nastri, fazzoletti, sono come pazzi
di pregustata gioia sotto i cappelli
messicani, rossi come sangue, e tra spiazzi
e albereti, si muovono in drappelli
disordinati, in branchi, soli,
masticando gomma americana, nella
loro generosità senza pudore.
Gli uomini, già perduti in un’abbietta
ubriachezza, nascosta come un dolore,
si portano dietro la famiglia, stretta
intorno alla sporta della merenda,
quasi guide verso la povera vetta...
248
arriba por las míseras gibas, las pendientes
mojadas de Villa Glori79, llenan el aire
primaveral del verano que muere
de estruendos antiguos de feria
a la deriva... A miles los afiliados,
lloviendo de los barrios de los parias,
vienen al asalto, acampan apretados,
animosos. Los chicos desenvueltos
en sus prendas festivas, ricas
de cintas, pañuelos, están como locos
por la saboreada alegría
con sus sombreros mejicanos,
rojos como la sangre, y entre claros y arboledas
se mueven en tropeles desordenados, en manadas,
solos, masticando chicle
en su generosidad sin pudor. Los hombres
perdidos ya en una borrachera
abyecta, escondida como un dolor
arrastran tras de sí a la familia
toda apretada en torno al cesto de la merienda,
casi guías hacia la pobre cumbre...
79
Jardín público de un barrio rico romano.
249
E là in cima, sotto una tenda
investita dall’incendio senza calore
di cui metà del cielo risplende,
il palco, vuoto. Nulla accora
piú di questa innaturale festa.
Tra i gridi piú alti, affiora
fondo il silenzio. Nulla resta
di vivo: neanche i colpi acerbi
dei giovincelli pugili, in questa
arena tra i pini, improvvisata, superbi
sopra il piccolo ring, ai gridi
del pubblico accecato da diverbi
ironici e cattivi, allegri e infidi.
Eppure all’appressarsi del momento
piú atteso della sera, ha un brivido
umano questo irretimento
di morte: ma non sai ancora
se a piú intenso dolore o a piú intenso
amore. D’improvviso, nell’aria ormai viola,
la folla nel parco sfigurato
è perduta in silenzi ed in clamori
250
Y allí encima, bajo una tienda
envuelta en un incendio sin calor
por el que la mitad del cielo resplandece,
el palco vacío. Nada aflige
más que esta fiesta innatural.
Aflora entre los gritos más altos el silencio
profundo. Nada queda vivo:
ni siquiera los golpes acerbos
de los jóvenes púgiles en esta arena80
improvisada entre los pinos, soberbios
sobre el pequeño ring, en los gritos
del público cegado por desacuerdos
irónicos y malos, alegres e infieles.
Al acercarse, sin embargo, el momento
más esperado de la tarde, tiene un humano
escalofrío este enredo de muerte:
pero no sabes todavía
si hacia más intenso dolor o hacia más intenso amor.
De repente, en el aire ya violeta,
el gentío en el parque deformado
se ha perdido en silencios y en clamores
80
Arena: en plural, antiguos anfiteatros romanos.
251
d’altra vita, di sterminato
esercito, acclamante o in disfatta,
nell’ombra di un vespro dimenticato.
Come un tremito o una cieca risacca
passa sulla folla disordinata tra i clivi,
i prati senza erba, le baracche,
una musica intonata dalle bande
sparse qua e là, luccicando l’ottone
tra magliette e coccarde rosse,
nell’ingorgo del fiume senza nome.
Ed ecco, incerto, un vecchio si leva
dalla testa bianca il berretto,
afferra nella nuova ventata di passione
una bandiera retta sulle spalle
da uno che gli è davanti, al petto
se la stringe, e poi mentre cantano
tutti, affratellati intorno alle gialle
trombe paesane, si pianta
sulle vacillanti gambe, e scuote
al tempo la bandiera a lui santa
sopra le teste, cantando con voce
rauca, di povero manovale ubriaco.
Poi il canto, che s’era levato
gioioso, disperato, cessa, e il vecchio
252
de otra vida, de exterminado
ejército aclamado o en derrota,
en la sombra de un atardecer olvidado.
Como un temblor o una marea ciega
pasa sobre la muchedumbre desordenada
entre los declives, los prados sin hierba
y las chabolas, una música entonada
por las bandas diseminadas aquí y allá,
latón luciendo entre camisetas y cucardas
rojas, en el atasco del río sin nombre.
Y he aquí que, incierto, un viejo se quita
de la cabeza cana la boina,
se aferra en la nueva ola de pasión
a una bandera erguida en las espaldas
de uno que va delante, contra el pecho
la aprieta y luego, mientras cantan todos
hermanados en torno a las trompetas
amarillas del pueblo, se planta
sobre sus piernas vacilantes y agita
al tiempo la bandera, para él santa,
sobre las cabezas, cantando con voz ronca
de pobre peón borracho.
Luego el canto que se había alzado
gozoso, cesa desesperado, y el viejo
253
lascia cadere la bandiera, e lento,
con le lacrime agli occhi,
si ricalca in capo il suo berretto.
Su questa baraonda della Villa, il buio
che sommerge la disperata allegria,
è, forse, piú l’ombra del dubbio
che la precoce notte. È la nostalgia
dei vecchi tempi, la paura, pur bandita,
dell’errore, che spira tanta malinconia
— non l’aria d’autunno, o una sopita
pioggia — sulla sfiorita festa.
Ma in questa malinconia è la vita.
1956
254
deja caer la bandera y, lento,
con las lágrimas en los ojos,
se coloca de nuevo en la cabeza su boina.
Sobre esta barahúnda de la Villa, la oscuridad
que sumerge la alegría desesperada
es quizá más la sombra de la duda
que la noche precoz. Es la nostalgia
de los viejos tiempos, el miedo, aun rechazado
del error, que exhala tanta melancolía
— no el aire de otoño o una lluvia
adormecida — sobre la fiesta desgajada.
Pero en esta melancolía está la vida.
1956
255
La Terra di Lavoro
La Tierra de Trabajo
Ormai è vicina la Terra di Lavoro,
qualche branco di bufale, qualche
mucchio di case tra piante di pomidoro,
èdere e povere palanche.
Ogni tanto un fiumicello, a pelo
del terreno, appare tra le branche
degli olmi carichi di viti, nero
come uno scolo. Dentro, nel treno
che corre mezzo vuoto, il gelo
autunnale vela il triste legno,
gli stracci bagnati: se fuori
è il paradiso, qui dentro è il regno
dei morti, passati da dolore
a dolore — senza averne sospetto.
Nelle panche, nei corridoi,
eccoli con il mento sul petto,
con le spalle contro lo schienale,
con la bocca sopra un pezzetto
di pane unto, masticando male,
miseri e scuri come cani
su un boccone rubato: e gli sale
258
Ya está cerca la Tierra de Trabajo,
algún rebaño de vacas, algún
montón de casas entre plantas de tomate,
hiedras y pobres empalizadas.
De vez en cuando un riachuelo, a flor
del terreno aparece entre las ramas
de los olmos cargados de vid, negro
como un desagüe. Dentro, en el tren
que corre medio vacío, el hielo
otoñal vela la madera triste,
los trapos mojados: si afuera
está el paraíso, aquí dentro está el reino
de los muertos, que pasan de dolor
en dolor — sin tener de ello sospecha.
En los bancos, en los pasillos
he aquí que se hallan con el mentón sobre el pecho,
con las espaldas contra el respaldo,
con la boca en un trozo
de pan untado, masticando mal,
igual que perros míseros y oscuros
con comida robada: y les sube
259
se ne guardi gli occhi, le mani,
sugli zigomi un pietoso rossore,
in cui nemica gli si scopre l’anima.
Ma anche chi non mangia o le sue storie
non dice al vicino attento,
se lo guardi, ti guarda con il cuore
negli occhi, quasi, con spavento,
a dirti che non ha fatto nulla
di male, che è un innocente.
Una donnetta, di Fondi o Aversa, culla
una creatura che dorme nel fondo
d’una vita d’agnellino, e la trastulla
— se si risveglia dal suo sonno
dicendo parole come il mondo nuove —
con parole stanche come il mondo.
Questa, se la osservi, non si muove,
come una bestia che finge d’esser morta;
si stringe dentro le sue povere
vesti e, con gli occhi nel vuoto, ascolta
la voce che a ogni istante le ricorda
la sua povertà come una colpa.
260
si les miras a los ojos, a las manos,
a los pómulos, un sonrojo piadoso
donde el alma enemiga se descubre.
Pero incluso quien no come o sus historias
no cuenta al atento vecino,
si lo miras, te mira a los ojos
con el corazón, casi con espanto,
para decirte que no ha hecho nada malo,
que es un inocente.
Una mujercita de Fondi o Aversa81
mece a una criatura que duerme en el fondo
de una vida de corderillo, y la arrulla
— si se despierta de su sueño
diciendo palabras como el mundo nuevas —
con palabras cansadas como el mundo.
Ésta, si la observas, no se mueve
como una bestia que finge estar muerta;
se recoge en sus pobres prendas
y con los ojos en el vacío escucha
la voz que a cada instante le recuerda
su pobreza como una culpa.
81
Fondi es una pequeña ciudad del Apenino, en la región del Lacio.
Aversa es un pueblo de Campania, entre Caserta y Nápoles.
261
Poi, riprendendo a cullare, cieca, sorda,
senza neanche accorgersi, sospira.
Col piccolo viso scuro come torba,
in un muto odore di ovile,
un giovane è accanto al finestrino,
nemico, quasi non osando aprire
la porta, dare noia al vicino.
Guarda fisso la montagna, il cielo,
le mani in tasca, il basco di malandrino
sull’occhio: non vede il forestiero,
non vede niente, il colletto rialzato
per freddo, o per infido mistero
di delinquente, di cane abbandonato.
L’umidità ravviva i vecchi
odori del legno, unto e affumicato,
mescolandoli ai nuovi, di chiassetti
freschi di strame umano.
E dai campi, ormai violetti,
viene una luce che scopre anime,
non corpi, all’occhio che piú crudo
della luce, ne scopre la fame,
262
Luego, volviendo a mecerla, ciega, sorda,
apenas percatándose, suspira.
Con el pequeño rostro oscuro como turba
en un mudo olor a redil,
un joven se halla al lado de la ventanilla,
enemigo, sin atreverse casi
a abrir la puerta ni a molestar al vecino.
Mira fijamente la montaña, el cielo,
las manos en los bolsillos, la boina82
de malandrín sobre el ojo: no ve al forastero,
no ve nada, el cuello levantado
por frío o por misterio infiel
de delincuente, de perro abandonado.
La humedad despierta los viejos
olores de madera ahumada y untada
mezclándolos con nuevos, de frescos
alborotos de cuadra humana.
Y de los campos ya violetas
viene una luz que descubre almas, no cuerpos,
al ojo que más crudo que la luz
descubre su hambre,
82
Con la palabra basco —en el texto italiano— se indica por metonimia la otrora popular boina, de origen vasco.
263
la servitú, la solitudine.
Anime che riempiono il mondo,
come immagini fedeli e nude
della sua storia, benché affondino
in una storia che non è piú nostra.
Con una vita di altri secoli, sono
vivo in questo: e nel mondo si mostrano
a chi del mondo ha conoscenza, gregge
di chi nient’altro che la miseria conosca.
Sono sempre stati per loro unica legge
odio servile e servile allegria: eppure
nei loro occhi si poteva leggere
ormai un segno di diversa fame — scura
come quella del pane, e, come
quella, necessaria. Una pura
ombra che già prendeva nome
di speranza: e quasi riacquistato
all’uomo, vedeva il meridione,
timida, sulle sue greggi rassegnate
di viventi, la luce del riscatto.
Ma ora per queste anime segnate
dal crepuscolo, per questo bivacco
di intimiditi passeggeri,
d’improvviso ogni interna luce, ogni atto
264
su soledad, su servidumbre.
Almas que el mundo llenan
como imágenes fieles y desnudas
de su historia, aunque se hundan
en una historia que ya no es nuestra.
Con una vida de otros siglos
están vivos en éste: y en el mundo se muestran
a quien del mundo tiene conocimiento, rebaño
de quien no conoce más que la miseria.
Siempre ha sido para ellos ley única
alegría servil y servil odio:
sin embargo en sus ojos se podía
leer ya una señal de hambre distinta
— oscura como la del pan y como aquella
necesaria. Una pura
sombra que tomaba ya nombre
de esperanza: y casi recobrado
por el hombre, veía el meridión,
tímida sobre sus resignados rebaños
de vivientes, la luz del rescate.
Pero ahora para estas almas señaladas
por el crepúsculo, para esta caravana
de intimidados pasajeros,
de pronto cada luz interior, cada acto
265
di coscienza, sembra cosa di ieri.
Nemico è oggi a questa donna che culla
la sua creatura, a questi neri
contadini che non ne sanno nulla,
chi muore perché sia salva
in altre madri, in altre creature,
la loro libertà. Chi muore perché arda
in altri servi, in altri contadini,
la loro sete anche se bastarda
di giustizia, gli è nemico.
Gli è nemico chi straccia la bandiera
ormai rossa di assassinî,
e gli è nemico chi, fedele,
dai bianchi assassini la difende.
Gli è nemico il padrone che spera
la loro resa, e il compagno che pretende
che lottino in una fede che ormai è negazione
della fede. Gli è nemico chi rende
grazie a Dio per la reazione
del vecchio popolo, e gli è nemico
chi perdona il sangue in nome
del nuovo popolo. Restituito
è cosí, in un giorno di sangue,
il mondo a un tempo che pareva finito:
266
de conciencia, parece cosa de ayer.
Es enemigo hoy de esta mujer
que mece a su criatura, de estos negros
campesinos que nada saben de esto,
quien muere para que se salve
en otras madres, en otras criaturas
su libertad. Quien muere para que arda
en otros siervos, en otros campesinos,
su sed, aunque bastarda,
de justicia, es su enemigo.
Es su enemigo quien desgarra
la bandera ya roja de asesinatos
y es su enemigo quien de los blancos asesinos
fiel la defiende.
Es su enemigo el patrón que espera
su rendición, y el compañero que pretende
que luchen con la fe que ya es negación
de la fe. Es su enemigo quien rinde
gracias a Dios por la reacción
del viejo pueblo, y es su enemigo
quien perdona la sangre en el nombre
del nuevo pueblo. Restituido
es así, en un día de sangre,
el mundo a un tiempo que parecía acabado:
267
la luce che piove su queste anime
è quella, ancora, del vecchio meridione,
l’anima di questa terra è il vecchio fango.
Se misuri nel mondo, in cuore, la delusione
senti ormai che essa non conduce
a nuova aridità, ma a vecchia passione.
E ti perdi allora in questa luce
che rade, con la pioggia, d’improvviso
zolle di salvia rossa, case sudice.
Ti perdi nel vecchio paradiso
che qui fuori sui crinali di lava
dà un celeste, benché umano, viso
all’orizzonte dove nella bava
grigia si perde Napoli, ai meridiani
temporali, che il sereno invadono,
uno sui monti del Lazio, già lontani,
l’altro su questa terra abbandonata
agli sporchi orti, ai pantani,
ai villaggi grandi come città.
Si confondono la pioggia e il sole
in una gioia ch’è forse conservata
— come una scheggia dell’altra storia,
non piú nostra — in fondo al cuore
di questi poveri viaggiatori:
268
la luz que llueve sobre estas almas
es aún la del viejo meridión,
el alma de esta tierra es el viejo barro.
Si mides en el mundo, con el corazón,
la desilusión, sientes ya que ella no conduce
a una nueva aridez sino a vieja pasión.
Y te pierdes entonces en esta luz
que arrasa con la lluvia, de repente
terrones de rojiza salvia, casas sucias.
Te pierdes en el viejo paraíso
que aquí fuera, sobre las crestas de lava
da un celeste, aunque humano, rostro
al horizonte donde en la baba gris se pierde
Nápoles, a los meridianos
chubascos que el sereno cielo invaden,
uno sobre los montes del Lacio, ya lejanos,
el otro sobre esta tierra abandonada
a los sucios huertos, a los pantanos,
a los pueblos grandes como ciudades.
Se confunden la lluvia y el sol en un gozo
que quizá se conserve — como una esquirla
de la otra historia, no más nuestra —
en el fondo del corazón
de estos pobres viajeros:
269
vivi, soltanto vivi, nel calore
che fa piú grande della storia la vita.
Tu ti perdi nel paradiso interiore,
e anche la tua pietà gli è nemica.
1956
270
vivos, sólo vivos en el calor
que hace más grande que la historia la vida.
Tú te pierdes en el paraíso interior
e incluso tu piedad es su enemiga.
1956
271
Appendice
Apéndice 83
83
Reproducimos aquí este apéndice incluido en Le ceneri di Gramsci,
a cura di Walter Siti, Torino, Einaudi, 1981; después reimpreso en las poesías completas, P. P. Pasolini, Bestemmia. Tutte le poesie, a cura di Graziella
Chiarcossi e Walter Siti, prefazione di Giovanni Giudici, Milano, Garzanti,
2 vols., 1993; y posteriormente también recogido en la edición definitiva,
P. P. Pasolini, Tutte le poesie, a cura e con uno scritto di Walter Siti, saggio
introduttivo di Fernando Bandini, cronologia di Nico Naldini, Milano,
Arnoldo Mondadori Editore, 2003, 2 vols. Asimismo hemos traducido,
a pie de página y entre corchetes, citando su procedencia con las abreviaturas W. S., las notas que el estudioso apunta.
Il canto popolare (1952-53)
Questo libretto è dedicato ai miei amici
Giorgio Bassani e Attilio Bertolucci
El canto popular (1952-53) 84
Esta plaquette está dedicada a mis amigos
Giorgio Bassani y Attilio Bertolucci
84
[Nota de W. S.: Según la versión de «El canto popular» aparecida en
1954 en la colección de los Quaderni di poesia dirigida por Vittorio Sereni en Milán en Edizioni della Meridiana.]
I
Improvviso il mille novecento
cinquanta due passa sull’Italia;
solo il popolo ne ha un sentimento
vero: mai tolto al tempo, non l’abbaglia
la modernità, benché sempre il piú
moderno sia esso, il popolo, spanto
in borghi, in rioni, con gioventú
sempre nuove — nuove al vecchio canto —
a ripetere ingenuo quello che fu.
E in questa primavera, sulla polvere
e gli intonachi delle case povere,
sul bianco delle piazzette, dissolve
con l’anno il popolo le sue nuove
voci, poco piú umane dei garriti
delle vecchie rondini, e cosí umane!
Pare fermo, nelle sue città e i suoi lidi,
a un’Italia anteriore, che rimane
persa in freschi silenzi, umili gridi.
È l’odierna corruzione in esso
la Corruzione: nelle nuove
borgate come nelle suburre ossesso
276
I
De improviso el mil novecientos
cincuenta y dos pasa sobre Italia:
solo el pueblo tiene de él un verdadero
sentimiento: nunca fuera del tiempo, no le deslumbra
la modernidad, aunque siempre el más
moderno sea él, el pueblo, esparcido
en aldeas, en barrios con juventudes
siempre nuevas — nuevas al viejo canto —
a repetir ingenuo aquello que fue.
Y en esta primavera, sobre el polvo
y los revoques de la casas pobres,
sobre el blanco de las placetas,
disuelve con el año el pueblo sus nuevas voces
apenas más humanas que los chillidos
de las viejas golondrinas, ¡y tan humanas!
Parece detenido en sus ciudades y sus playas,
en una Italia anterior que se queda
perdida en frescos silencios, humildes gritos.
Es la actual corrupción
en él la Corrupción: en los nuevos arrabales
como en las suburras85 obseso
85
Las suburras eran los barrios populares y marginales en el antiguo
Imperio Romano, situados entre las colinas del Celio y del Esquilino. Por
277
di allegria e napoletana fame, dove
piú ride è piú sanguinario, e il vizio
è piú oscuro, dove piú risplendono
gl’ideali dell’uomo al cui servizio
esso vive da ère, e a cui si vende:
corrotto, e puro, chè in lui tutto è inizio.
Scotta il primo sole dolce dell’anno
sopra i portici delle cittadine
di provincia, sui paesi che sanno
ancora di nevi, sulle appenniniche
greggi: nelle vetrine dei capoluoghi
i nuovi colori delle tele, i nuovi
abbigliamenti come in limpidi roghi
dicono quanto oggi si rinnovi
il mondo, che diverse gioie sfoghi...
E poetiche nel popolo si fanno
le bassezze che plebea la borghesia
inventa al suo egoismo, e non s’appanna
il dialetto ch’è assoluta allegria
a quelle parole discese da una lingua
viziosa, empia: le ultime inventate
in una nazione che a caso si spinga
nel presente piú impuro, e infiammate
d’odiernità, le sue contrade tinga,
278
de alegría y hambre napolitana,
donde más ríe es más sanguinario,
y el vicio es más oscuro donde más resplandecen
los ideales del hombre a cuyo servicio
él vive desde eras, y al cual se vende:
corrupto y puro porque en él todo es inicio.
Abrasa el primer sol dulce del año
sobre los pórticos de las pequeñas ciudades
de provincia, sobre los pueblos que aún
saben a nieve, sobre los apenínicos
rebaños: en los escaparates de las capitales
los nuevos colores de las telas, los nuevos
vestidos como en límpidas hogueras
dicen cuánto hoy se renueva
el mundo, qué distintos gozos desahoga...
Y poéticas en el pueblo
se vuelven las bajezas que, plebeya,
la burguesía inventa según su egoísmo,
y no se empaña el dialecto, que es alegría absoluta,
por aquellas palabras descendidas
de una lengua viciosa, impía: inventadas
las últimas en una nación que sin orden
se empuje en el presente más impuro, y llameantes
de actualidad, tiña sus contradas
extensión se usa para indicar los barrios desfavorecidos, suburbanos; en este
caso de la ciudad de Nápoles.
279
con piú violenza, dell’arcaico colore:
dentro la seconda metà del secolo
cosí si cala, senza nessun amore
se non quello pel suo vivere cieco
in una vita improvvisata, in una
incolore confusione di colori,
questa patria che nei trivi raduna
non vivi, ma figli di vivi, milioni
d’uomini che l’impurezza accomuna.
E già le nuove generazioni irrompono:
nel popolo ecco gioventú barbariche
che ancora il dopoguerra corrompe
e vizia; nella borghesia, son cariche
di Umanità consunta se attestata
dai padri: non resta a esse che odio
e pregiudizio, e inutilmente è data
loro, nell’abbrivo dei paterni modi,
una salute livellatrice che placa!
Nati figli di uomini non trovano
che un solo modo di essere Uomo.
In essi, puro nome, si rinnova
la libertà e appare puro suono
la stessa carne, nell’istituzione
in cui il mondo sofferto nei sensi
è uno in un’unica ragione.
E il mondo e essi sono altrove, immersi
in un mistero non espresso dal suo nome.
280
con más violencia del color arcaico:
dentro de la segunda mitad del siglo
así cae, sin ningún otro amor
que no sea el de su ciego vivir
en una vida improvisada,
en una confusión incolora de colores,
esta patria que en las encrucijadas
reúne no vivos, sino hijos de vivos,
millones de hombres que la impureza une.
Y ya las nuevas generaciones irrumpen:
en el pueblo he aquí juventudes barbáricas
que todavía la posguerra corrompe
y vicia; en la burguesía
están cargadas de humanidad consumida
si la atestiguan los padres:
no les queda sino el odio y prejuicio, ¡e inútilmente
se les da, en el ímpetu de los modos paternos,
una salud niveladora que alivia!
Nacidos hijos de hombres no encuentran
más que un solo modo para ser Hombre.
En ellos, puro nombre, se renueva
la libertad y aparece sonido
puro la carne misma, en la institución
donde el mundo sufrido en los sentidos
es uno en una razón única.
Y el mundo y ellos están en otro sitio, inmersos
en un misterio no expresado por su nombre.
281
II
O Italia, sei in chi ha di te pura passione;
in queste scure genti irreligiose
dove è nata la tua Religione;
in queste provincie, in queste corrose
città in cui con schiavo cuore il popolo
crede di saperti, e di te non sa
che ciò che di te splende nel suo fuoco
(splendente solo nella sua beltà):
ti esprime, egli, inespresso, nel suo poco
esistere — un’unica generazione —
ma intera: nei suoi giorni è la storia
che nasce, tutta pura, la nazione
che è nell’atto e non nella memoria.
Oh, un’ora in te, nel rumore d’acque
sorgenti in cui la tua natura
si muta in storia nel gridío di SpaccaNapoli, nei fumi della pianura
lombarda dura d’echeggiante pace,
nella settecentesca Roma, ferma
nel marrone degl’intonachi di via
Condotti e le pietre di bruna perla
di Piazza di Spagna in rapita allegria;
giú pei quartieri, con le calde pareti
282
II
Oh Italia, estás en quien de ti tiene pasión pura;
en esta oscura gente irreligiosa
donde nació tu religión;
en estas provincias, en estas ciudades
corroídas donde, con corazón esclavo
el pueblo cree que te conoce
y de ti no sabe sino aquello que de ti
resplandece en su fuego (esplendoroso sólo
en su belleza): te expresa, él, inexpresado, en su escasa
existencia — una única generación —
pero entera: en sus días se halla la historia
que nace enteramente pura, la nación
que está en el acto y no en la memoria.
Oh, una hora en ti, en el ruido de aguas
surgiendo en las que tu naturaleza
se torna historia en el griterío de Spacca-Napoli86,
en los humos de la llanura
lombarda dura de retumbante paz,
en la Roma del siglo dieciocho,
detenida en el marrón de los revoques
de via Condotti y las piedras
de perla bruna de Plaza de España en raptada
alegría; abajo, por los barrios con las calientes
86
Calle popular de Nápoles que divide la ciudad en dos.
283
picaresche, e le sensuali chiese,
calanti a Campo dei Fiori, al Ghetto,
a Trastevere e a Porta Portese,
al Gianicolo ossesso nella quiete.
E, dietro, gli infetti rioni rotti
sulle scarpate del Tevere, sulle
macerie e le immondizie e i barocchi
e imperiali archi, Tormarancio, Trullo,
Quadraro, Quarticciolo... Dà
agli stracci che pendono a migliaia
di finestre il sole un biancore che sa
di festive caserme, ride e abbaia
in ragazzi e cani la felicità.
E intorno l’agro sfigurato, dove
i taccheggiatori e le puttane
e i pischelli allegramente trovano
tra cave e feci penombre lontane.
Dopo il sole la luna le borgate
dilava di luce, alle soglie fangose
l’arido buio imbianca, ristà
brulla sui lotti dove viziose
ghitarre ronzano di felicità.
284
paredes picarescas y las sensuales iglesias,
cayendo a Campo dei Fiori, al Gueto,
al Trastévere y a Porta Portese,
al Gianicolo obseso en la quietud87.
Y detrás los infectos barrios rotos
sobre las escarpadas del Tíber,
sobre los escombros y las basuras
y los barrocos arcos imperiales,
Tormarancio, Trullo, Quadraro, Quarticciolo...88
El sol, a los trapos que cuelgan de ventanas
a miles, da un blancor que sabe
a cuarteles en fiesta, ríe y ladra
en muchachos y perros la felicidad.
Y alrededor el campo desfigurado
donde las putas y los chavalitos
y los estafadores encuentran alegremente
entre cavadas y heces penumbras lejanas.
Después del sol la luna derrubia los arrabales
de luz, blanquea los umbrales enfangados
la árida oscuridad, se vuelve
yerma otra vez en las parcelas donde viciosas
guitarras zumban de felicidad.
87
Via Condotti es una calle céntrica romana delimitada por la escalera de Trinità dei Monti y la via del Corso. Los demás lugares citados son
barrios romanos.
88
Irónicamente no son arcos imperiales sino arrabales romanos.
285
E disegna l’Appennino nel cielo
l’ombra di una esistenza piú antica
dal cuore piú inespresso e piú intero:
nell’Abruzzo o l’Umbria, è la vita
della razza che fu; che resta; e ha
nuove generazioni, e piú non pare
la nostra, e, sopravvissuta, vivrà
dopo di noi, tra pascoli e fiumare,
in questa sua rurale felicità.
E raccolti tra calanchi e crode
o su verdi cocuzzoli, scrostati
cornicioni e torri intorno a un nodo
di recenti strade, vivono appartati
i capoluoghi, Stati, non città,
in Emilia, in Liguria, le Prealpi,
freschi di comunale libertà,
oggi dissolta tra le piazze e i campi
in calma, padana felicità.
O percosse dentro i bianchi muraglioni
sull’Jonio o l’Adriatico, azzittate
per sempre da antiche incursioni
o pestilenze o imposte, con le sguaiate
voci del dialetto, non vivono, ma
stravivono nei vicoli, nei fondaci
sotto i duomi queste affricane città,
dove arde, piú cupa se piú gioconda,
la meridionale felicità.
286
Y en el cielo dibuja el Apenino la sombra
de una existencia más antigua
que el corazón más inexpresado y más entero:
en Abruzzo o en Umbria es la vida
de la raza que fue; que queda; y tiene
nuevas generaciones y no parece
más la nuestra, y superviviente vivirá
tras nosotros, entre rebaños y torrrentes
en su rural felicidad.
Y recogidos entre calas y peñas
o sobre verdes cumbres, decrépitas torres
y cornisas en torno a un nudo
de carreteras recién hechas, apartadas
viven las capitales, Estados, no ciudades,
en Emilia, en Liguria, los Prealpes,
frescos de libertad municipal
disuelta hoy entre las plazas y los campos
en tranquila, felicidad padana.
O golpeadas dentro de los blancos murallones
sobre el Jónico o el Adriático,
acalladas para siempre por antiguas incursiones
o pestilencias o impuestos, con las voces indecentes
del dialecto, no viven
sino que extraviven en los callejones, en las fondas
bajo las catedrales, estas ciudades africanas,
donde arde, más sombría cuanto más dichosa
la meridional felicidad.
287
III
Ma in quest’ora del vespro o del mattino
sulle civili piazze l’incivile,
e stupendo, farsi del nostro virgineo
Stato, diventa cronaca servile;
dove il popolo scolora nella folla
stretta in strade, sale d’aspetto, bar,
lí sono prosa la poetica camorra,
i poetici ozi popolari,
lí è il grigio del benpensare folle;
folle, cattivo: dove c’è miseria
non c’è pietà. La borghesia una pratica
nasconde — dietro i sordi doveri —
di ferocia plebea, furbeschi peccati
di sordidezza; e, dietro la virtú,
— il duro interesse a non peccare —
il pudore: che imposto non è piú
che paura del dono sessuale,
già lieta furia e ora schiavitú.
Il vizio umano che il vizioso dialetto
esprime in canto, o lo intride almeno
della creta di chi ancora deve essere,
è solo colpa in chi è nel pieno
del suo essere: ma si è fermato avanti
d’essere Uomo; e la sua misera lingua
dice come il suo cuore non avanzi
col tempo, non palpiti alla storia. Stinge
con sé, in empia prosa, i sacri canti.
288
III
Pero en esta hora de la tarde o de la mañana
sobre las plazas civiles el incivil
y estupendo hacerse de nuestro virginal
Estado, se hace crónica servil;
donde el pueblo destiñe en el gentío
en calles apretado, salas de espera, bares,
allí son prosa la poética camorra,
los poéticos ocios populares,
allí está el gris del loco biempensar;
loco, malo: donde hay miseria no hay piedad.
La burguesía esconde una práctica
— detrás de los sordos deberes —
de plebeya ferocidad, astutos pecados
de suciedad; y detrás de la virtud,
— el duro interés en no pecar —
el pudor: que impuesto, no es más
que miedo del don sexual,
ya alegre furia y ahora esclavitud.
El vicio humano que el vicioso dialecto
expresa en canto, o lo deslíe
por lo menos de la creta de quien aún debe ser,
es culpa sólo en quien se halla en lo pleno
de su ser: pero se ha parado
antes de hacerse Hombre; y su mísera lengua
dice cómo su corazón no avanza
con el tiempo, no palpita con la historia. Destiñe
consigo, en prosa impía, los cantos sagrados.
289
Ah libertà umiliata a possesso
sia pur spirituale! e tu, pietà
che ti difendi, sentimento oppresso
di una sentimentale eredità,
piú non sei pietà: chi ama non teme...
Si è sperduto lo spirito cristiano
in cuori cristiani ancora: geme
quasi inconsciamente, al Verano,
il passante anonimo che insieme
alle chiazze di sangue caldo, vede,
sul selciato, il cartoccio del pane
e verdura del ragazzo con il piede
staccato dal tram, nel triste panico
mattutino rincorso. A mezzogiorno
mille tram saran passati, un cane
avrà azzannato quel pasto, e intorno
la luce avrà cancellato le grame
tracce del fanciullo che ritorno
non doveva fare ai lieti lotti
di Tiburtino. E come irrompe, come
irrompe liberamente su dai fiotti
di una vita di gioia, e prende nome
d’Italia, poetica, la storia, non fa
che ricadere, nel silenzio di una vita
di miseria, la cronaca: e là
290
¡Ah libertad humillada a la posesión
aunque sea espiritual! y tú, piedad
que te defiendes, sentimiento oprimido
de una sentimental herencia,
ya no eres piedad: quien ama no teme...
Se ha extraviado el espíritu cristiano
en corazones aún cristianos:
gime casi inconscientemente en el Verano
el anónimo paseante
que ve junto a las manchas de sangre caliente
sobre el sendero, el envoltorio
de la verdura y del pan del chico, con el pie
despegado del tranvía en el triste pánico
de la mañana perseguido.
Al mediodía mil tranvías habrán pasado,
un perro habrá mordido aquellos restos
y alrededor la luz habrá borrado las pobres
huellas del niño que no debía regresar
a las felices parcelas de Tiburtino89.
Y cómo irrumpe, cómo libremente irrumpe
arriba desde los flujos de una vida dichosa,
y toma nombre de Italia, poética,
la historia, no hace sino recaer
en el silencio de un vida de miseria,
la crónica: y allá
89
Barrio periférico de Roma.
291
esprime il male: la donna avvilita
che si vende alla borghese empietà...
Il ragazzetto che per via Condotti
porge fiori; le famiglie assiepate
in una stanza di grigiastre, rotte
caserme: e, nel brusio della borgata,
la rissa, il giovane che caccia
il coltello dalla calda saccoccia,
e nella striscia di sangue che già
riga la guancia sporca del capoccia,
il rossore della cristiana empietà...
E nei ciechi Appennini il cieco sonno,
il tanfo, del pastore che alle pecore
e all’onore si aggrappa: unico, fondo
incubo di giustizia in cuore al cieco
suo paese pagano. Ma non dorme e sta
con la morte già sparsa nel petto,
crocifisso, il disoccupato tra
le rotaie, in cui dura si riflette,
dai fari, la nazionale empietà...
IV
Ah, noi che viviamo in una sola
generazione ogni generazione
vissuta qui, in queste terre ora
umiliate, non abbiamo nozione
vera di chi è partecipe alla storia
292
expresa el mal: la mujer envilecida
que se vende a la burguesa impiedad...
El muchachito que por via Condotti
entrega flores; las familias amontonadas
en una habitación de grisáceos cuarteles
rotos: y en el murmullo del arrabal,
la riña, el joven que saca el cuchillo
del bolsillo caliente,
y en la línea de sangre que ya raja
la mejilla sucia del jefe,
el rubor de la cristiana impiedad...
Y en los ciegos Apeninos el sueño ciego,
el hedor del pastor que a las ovejas
y al honor se agarra: única y honda
pesadilla de justicia en el corazón
de su ciego país pagano. Pero no duerme
y está ya con la muerte derramada en el pecho,
crucificado, el desempleado
entre los raíles donde dura se proyecta,
por los faros, la nacional impiedad...
IV
Ah, nosotros que vivimos en una sola
generación cada generación
vivida aquí, en estas tierras ahora
humilladas, no tenemos noción
verdadera de quién participa en la historia
293
solo per orale, magica esperienza;
e vive puro, non oltre la memoria
della generazione in cui presenza
della vita è la sua vita perentoria.
Nella vita che è vita perché assunta
nella nostra ragione e costruita
per il nostro passaggio — e ora giunta
a esser altra, oltre il nostro accanito
difenderla — aspetta — cantando supino,
accampato nei nostri quartieri
a lui sconosciuti, e pronto fino
dalle piú fresche e inanimate ère —
il popolo: muta in lui l’uomo il destino.
E se ci rivolgiamo a quel passato
ch’è nostro privilegio, altre fiumane
di popolo ecco cantare: recuperato
è il nostro moto fin dalle cristiane
origini, ma resta indietro immobile
quel canto. Si ripete uguale.
Nelle sere non piú torce ma globi
di luce, e la periferia non pare
altra, non altri i ragazzi nuovi...
Tra gli orti cupi, al pigro solicello
Adalbertos komis kurtis! i ragazzini
d’Ivrea gridano, e, pei valloncelli
di Toscana, con strilli di rondinini:
Hor atorno fratt Helya! La santa
violenza sui rozzi cuori il clero
294
sólo por oral experiencia mágica;
y vive puro, no más allá de la memoria
de la generación en cuya presencia
de la vida es su vida perentoria.
En la vida que es vida ya asumida
en nuestra razón y construida
para nuestro pasaje — y que alcanza ahora a ser
otra, más allá de nuestra encarnizada
defensa — espera — cantando supino,
acampado en nuestros barrios
para él desconocidos, y listo
desde las más frescas e inanimadas eras —
el pueblo: muda en él el hombre su destino.
Y si nos dirigimos a aquel pasado
que es nuestro privilegio, otras riadas
de pueblo he aquí que cantan: recobrado
se encuentra nuestro movimiento desde los cristianos
orígenes, pero se queda atrás, inmóvil
aquel canto. Se repite igual.
En las noches no más antorchas sino globos
de luz, y no parece la periferia
otra, ni otros los nuevos chicos...
Entre los huertos sombríos, en el perezoso solecillo
Adalbertos komis kurtis! los chiquillos
de Ivrea gritan, y por los suaves valles
de Toscana, con chillidos de pequeñas golondrinas:
Hor atorno fratt Helya! La santa
violencia en los toscos corazones el clero
295
calca, rozzo, e li asserva a un’infanzia
feroce nel feudo provinciale l’Impero
da Iddio imposto: e il popolo canta.
Un solenne concerto di scalpelli
sul Campidoglio, sul nuovo Appennino,
sui Comuni sbiancati dalle Alpi,
risuona, giganteggiando il travertino
nel nuovo spazio in cui s’affranca
l’Uomo: e il manovale Dov’andastù
jersera... ripete con l’anima espanta
nel suo gotico mondo. Il mondo schiavitú
resta nel popolo. E il popolo canta.
Apprende il borghese nascente lo Ça ira,
e trepidi nel vento napoleonico,
all’Inno dell’Albero della Libertà,
tremano i nuovi colori delle nazioni.
Ma, cane affamato, difende il bracciante
i suoi padroni, ne canta la ferocia,
Guagliune ’e mala vita!, in branchi
feroci. La libertà non ha voce
per il popolo cane. E il popolo canta.
Ragazzo del popolo che canti,
qui a Rebibbia sulla fradicia riva
dell’Aniene la nuova canzonetta, vanti
è vero, cantando, l’antica, la festiva
sventatezza dei semplici. Ma quale
dura certezza tu sollevi insieme
d’imminente riscossa, in mezzo a ignari
296
tosco calca, y los somete a una infancia
feroz en el feudo provincial el Imperio
por Dios impuesto: y el pueblo canta.
Un solemne concierto de cinceles
sobre el Capitolio, sobre el nuevo Apenino,
sobre los Comunes blanquedos por los Alpes,
resuena, descollando el travertino
en el espacio nuevo donde se franquea
el Hombre: y el peón Dov’andastù
jersera... repite con el alma esparcida
en su gótico mundo. El mundo esclavitud
permanece en el pueblo. Y el pueblo canta.
Aprende el burgués naciente el Ça ira
y ansiosos en el viento napoleónico,
al Himno del Árbol de la Libertad,
tiemblan los nuevos colores de las naciones.
Mas, perro hambriento, defiende el bracero
a sus amos y canta su fiereza,
Guagliune ’e mala vita! en manadas
feroces. La libertad no tiene voz
para el pueblo perro. Y el pueblo canta.
Muchacho del pueblo que cantas
aquí en Rebibbia por la orilla empapada
del Aniene la nueva cancioncilla, alabas
cantando, es cierto, la antigua y festiva
distracción de los simples. Pero,
¿tú qué dura certeza levantas, conjunto
de inminente desquite entre ignorantes
297
tuguri e grattacieli, allegro seme
in cuore al triste mondo popolare?
Nella tua incoscienza è la coscienza
che in te la storia vuole, questa storia
il cui Uomo non ha piú che la violenza
delle memorie, non la libera memoria...
E ormai, forse, altra scelta non ha
che dare al suo tremore di giustizia
la forza della tua felicità,
e alla luce di un’èra che inizia
la luce di chi è ciò che non sa.
298
tugurios y rascacielos, alegre semilla
en el corazón del triste mundo popular?
En tu inconsciencia está la conciencia
que en ti la historia quiere, esta historia
donde el Hombre no tiene más que la violencia
de las memorias, no la libre memoria...
Y quizá ya no tenga otra salida
que dar a su temblor de justicia
la fuerza de tu felicidad,
y a la luz de una era que empieza
la luz de quien es lo que no sabe.
299
Scrivendo «Il canto popolare»
I
Ragazzi di un popolo
riversato nei vicoli
nelle borgate al gioco
irreligioso, antico,
belli della belleza
del rione, del vizio,
sgolati e ironici,
vecchi nell’inizio
della vita, recenti
nella vecchiezza della
nazione che li esprime:
fatti quasi ardenti
campioni di una razza
che un’allegria assoluta
300
Escribiendo «El canto popular» 90
I
Muchachos de un pueblo
derramado en los callejones
en los arrabales al juego
irreligioso, antiguo,
bellos de la belleza
del barrio, del vicio,
degollados91 e irónicos,
viejos en el inicio
de la vida, recientes
en la vejez de la nación
que los expresa:
hechos casi ardientes
campeones de una raza
que una alegría absoluta
90
[Nota de W. S.: Este poema inédito se encontraba mecanografiado
en una carpeta de Pasolini junto a las primeras redacciones de «El canto popular».]
91
Nótese que en el original ‘degollados’ significa con los cuellos desnudos.
301
nel vivo del dialetto
in tipi eterni muta,
dentro la scura scorza
della razza italiana
la loro debolezza
è la loro forza...
II
È cessata la pioggia
sul sobborgo latino
e riluce il crepuscolo
al canto di un bambino.
Di millenni quel canto
ha civiltà e barbarie
cittadine e campestri
come di mille Italie.
D’oggi solo quel canto
ha senso e passione:
benché puerile in esso
c’è intera la nazione,
il gergo popolare
nel suo estremo colore,
302
en lo vivo del dialecto
muda en eternos tipos,
dentro de la corteza oscura
de la raza italiana,
su debilidad
es su fuerza...
II
Ha cesado la lluvia
sobre el suburbio latino
y reluce el crepúsculo
al canto de un niño.
Ese canto de milenios
tiene civilizaciones y barbaries
ciudadanas y campestres
como de mil Italias.
Ese canto de hoy sólo
tiene sentido y pasión:
aunque pueril en él
se halla la nación entera,
la jerga popular
en su color extremo,
303
il senso volgare
d’allegrezza, d’onore,
di tragica incuranza.
Rebibbia, Portonaccio,
borgate infangate
di caldo cappellaccio,
nel disperato cielo
con la luna che avanza,
sulle strade perdute
in voci, risse e canti,
al lume che allo spiovere
rende assoluta l’aria
tornano forme pure,
sono assoluta Italia.
III
Luna, ancor bagnata
dalla pioggia, l’Italia
attende in sconfinata
pace la luminaria
tua, incolume nei secoli:
e questa è solo una
delle tue sere, eroica
perché l’ultima, luna
che lieta sgorghi... E io,
qui, unico, ridicolo
304
el vulgar sentido
de alegría, de honor,
de trágico descuido.
Rebibbia, Portonaccio,
arrabales enfangados
de toscas calientes
en el cielo desesperado
con la luna que avanza
sobre las calles perdidas
en voces, riñas y cantos,
bajo la luz que al escampar
vuelve absoluto el aire,
se tornan formas puras,
son absoluta Italia.
III
Luna, aún mojada
por la lluvia, Italia
atiende sin confin
en paz tu luminaria
incólume en los siglos:
y es ésta sólo una
de tus noches, heroica
porque última, luna
que alegre brotas... Y yo
aquí, único, ridículo
305
cristiano, in quest’umida
contrada senza Dio.
IV
Luna domenicale
a te muto il sobborgo
ancor umido offre
la vita popolare
che appena desta già
è matura, antica,
nel giorno e nel tempo:
la sua felicità
è profonda quanto
la sua miseria.
Ride e piange l’Italia
se da qui, col canto
d’un ragazzo, improvviso,
il suo esistere esprime.
Luna domenicale,
io, se sono vivo,
lo sono in questa terra,
lo sono per la gioia
di conoscerla, e darmi
ad essa per averla.
306
cristiano, en esta húmeda
contrada sin Dios.
IV
Luna dominical,
a ti el suburbio mudo
y húmedo aún ofrece
la vida popular
que apenas despertada
ya está madura, antigua
en el día y en el tiempo:
su felicidad
es tan profunda
como su miseria.
Italia ríe y llora
si desde aquí un chico,
con canto improvisado,
expresa su existencia.
Luna dominical,
yo, si estoy vivo,
lo estoy en esta tierra,
lo estoy por la dicha
de conocerla, y darme
a ella para tenerla.
307
Il motivo di Charlot
Sulle lenzuola calde, contorte
abbandonato come un ubriaco o come
un crocifisso, molle, appena tolto
dalla croce, è la cieca inazione
di un disgusto senza la purezza
che dà al peccato luce d’espressione,
— la rinuncia del malato che carezza
il vecchio male — che qui mi tiene:
e non è notte; è già mattina, una brezza
calda fiata nella camera piena
di me, del mio letto bianco e infuocato;
e, fuori, abbacina, già alta, la serena
giornata estiva. Che tutto sia peccato
sensuale, bassezza e estasi di carne
— eccheggiando per il dimenticato
308
El motivo de Charlot 92
Sobre las sábanas calientes, arrugadas,
como un borracho abandonado
o como un crucificado blando, apenas
bajado de la cruz, es la inacción ciega
de un disgusto sin la pureza
que da al pecado luz de expresión
— la renuncia del enfermo que acaricia
el viejo mal — que me retiene aquí:
y no es noche; es mañana ya, una brisa
cálida sopla en la habitación llena
de mí, de mi abrasada cama blanca;
y ahí fuera, alta ya, ciega la serena
jornada veraniega. Que todo sea pecado
sensual, bajeza y éxtasis de carne
— resonando por el barrio
92
[Nota de W. S.: Este poema inédito —e inacabado— ha sido encontrado en la misma carpeta que el también inédito «En el aeropuerto»,
y se fechan durante la primavera y el verano de 1953.]
309
quartiere — è una povera radio a darne
nuova certezza, con pazza nostalgia.
Sparge intorno con foga calde e scarne
musiche di ballo; e allegria
popolare accora la borgata,
cosí viva, recente; l’arsa via
festante di ragazzi e cani, il bucato
di stracci in cui sventola la miseria...
Ah, beata la vita altrui, beata
l’umile colpa dei loro desideri!
310
olvidado — una pobre radio lo dice
con nueva certeza, con nostalgia loca.
Expande en torno, con ardor, desnudas y cálidas
músicas de baile; y alegría
popular aflige al arrabal
tan vivo, reciente; la ardida calle
festiva de chicos y perros,
la colada de trapos donde se agita la miseria...
Ah, ¡feliz la vida de los demás, feliz,
la humilde culpa de sus deseos!
311
All’aeropor to
Appare il sole. E percuote le ali,
gli asfalti. Tenero come latte
tra le sfatte nubi, un azzurro siderale
ne sbianca, e i lastrici dell’Appia
proiettano spettri d’oro negli ornati
della pioggia marrone che si smaglia
densa ancora sui greggi accoccolati,
impalpabile sugli alluminii che abbagliano
sfumando, sui trimotori incendiati...
E là, sotto quel cielo d’un gennaio
rotto da nero e argento primaverile,
nell’immensa calotta in cui già gaio
profuma l’agro, regali e servili,
degli uomini lavorano, formiche assorte
312
En el aeropuer to 93
Aparece el sol. Y percute las alas,
los asfaltos. Tierno como leche
entre las nubes deshechas, lo empalidece
un azul sideral, y el empedrado de la Appia94
proyecta espectros de oro en los adornos
de la lluvia marrón que se estropea
densa aún sobre los rebaños acurrucados,
impalpable sobre los aluminios que deslumbran
difuminando, sobre los trimotores incendiados...
Y allá, bajo aquel cielo de un enero
roto por negro y plata primaveral,
en la cúpula inmensa donde, dichoso ya,
perfuma el campo, reales y serviles,
unos hombres trabajan, hormigas absortas
93
[Nota de W. S.: Está compuesto de dos estrofas que mantienen el
mismo esquema métrico de «El canto popular».]
94
La Appia es una antigua vía romana de adoquines construida por
Appio Claudio el Ciego que unía Roma y Capua. Ya que las leyes romanas prohibían los cementerios urbanos esta vía está bordeada, a lo largo de
su extensión, por catacumbas y sepulturas.
313
intorno a casse, baracche, camionette,
con sopite grida, facce sconvolte
da umili ironie, espressioni grette
di gratitudine.
314
en torno a cajas, chabolas, camionetas,
con gritos adormecidos, caras descompuestas
por humildes ironías, expresiones avaras
de gratitud.
315
Domenica all’Acqua Acetosa
Che vita è entrata in voi
a mutare le vostre povere vite
di svegli giovincelli eroi
e di ragazzette assopite?
C’era un modo diverso di capirvi,
se, maschi, vi scoprite
senza pudore, tranquilli
dal ciuffo al cavallo dei calzoni,
e, femmine, ristampate i sigilli
sulle gote baciate, sulle chiome
scomposte, tornando alla pace
del vostro mistero senza nome?
316
Domingo en el Acqua Acetosa 95
¿Qué vida ha entrado en vosotros
a mudar vuestras pobres vidas
de héroes jovenzuelos despiertos
y de muchachitas adormecidas?
¿Había una manera distinta de entenderos,
si, varones, os descubrís
sin pudor, tranquilos
desde el mechón hasta los pantalones,
y, hembras, volvéis a estampar los sellos
en las mejillas besadas, en las melenas
deshechas, volviendo a la paz
de vuestro misterio sin nombre?
95
[Nota de W. S.: Escrito en los primeros meses de 1957. Posterior
a la composición de «La Tierra de Trabajo». Se encuentra en la misma línea de Las cenizas de Gramsci. Fue publicado junto a una breve nota de Alberto Moravia, como prefacio a un catálogo de la pintora Anna Salvatore.
Pasolini intenta mirar con ojos de mujer, y los muchachos aparecen como
hermafroditas: «...né puri né corrotti».] El lungotevere dell’Acqua Acetosa
—‘agua avinagrada’— se halla entre la orilla del Tíber y el límite del parque de Villa Glori, por la periferia norte de Roma.
317
Intanto misteriosamente tace
anche il tramonto intorno,
troppo acre e violaceo
per chi è alla fine del suo allegro giorno.
Non si sente una bestemmia — perso
è anche il lezzo delle feci: tornano
in desolati eserciti nel terso
lume a cantare gli insetti.
Verso la curva del Tevere, verso
la Grotta Rossa o i violetti
campi di Prima Porta,
silenzio. Solo su questi giovinetti
— loro, i maschi, senza piú forza,
abbandonati sul freddo dell’erba,
e le femmine, vive nella morta
tenerezza — il sole riverbera
senza luce. C’era dunque un altro, ignoto
modo di amarli: era, la loro vita, acerba,
318
Entretanto misteriosamente calla
en torno incluso el atardecer
demasiado agrio y violáceo
para quien se halla al final de su alegre día.
No se oye una blasfemia — perdido
también el hedor de las heces: los insectos,
en ejércitos desolados bajo la límpida
luz vuelven a cantar.
Hacia la curva del Tíber, hacia
la Grotta Rossa o los campos
violetas de Prima Porta96,
silencio. Sólo sobre estos jovencitos
— ellos, los varones, sin más fuerza,
abandonados en la hierba fría,
y las hembras, vivas en la muerta
ternura — reverbera el sol
sin luz. Había luego otra ignota
manera de quererlos: era entonces su vida
96
La Grotta Rossa —‘gruta roja’— y Prima Porta —‘puerta primera’— son barrios periféricos del norte de Roma, entre las serpentinas
curvas del Tíber.
319
dunque, il loro corpo senza moto,
il loro cuore in solitudine,
caldo solo negli occhi il loro fuoco.
In questi quadri compitati e crudi
dite — voi, giovincelli assopiti,
sveglie ragazzette — che inquietudine
e malinconia, sono i veri vostri miti?
Fino a sospingere, con oscura
violenza di serali ermafroditi,
chi con ansia puerilmente pura
vi ritrae, troppo dolci e seri,
a fare qualcos’altro che pittura?
Io so che in questi quartieri
che atrocemente rosa vi circondano
non si può essere leggeri
che per cinismo, giocondi
che per empietà: eppure sento
che è abbastanza grande il mondo
per contenervi anche cosí, spenti,
ormai non piú né puri né corrotti,
a conoscere d’improvviso il silenzio...
320
acerba, su cuerpo sin movimiento,
su corazón en soledad,
caliente solamente en los ojos su fuego.
¿En estos cuadros deletreados y crudos
decid — vosotros, jovenzuelos adormecidos,
despiertas muchachitas — qué inquietud
y melancolía son vuestros verdaderos mitos?
Hasta empujar hacia adelante, con oscura
violencia de atardeceres hermafroditos,
¿quién con ansia puerilmente pura
os pinta, demasiado dulces y serios,
haciendo otra cosa que no sea pintura?
Yo sé que en estos barrios
atrozmente rosas que os circundan
no se puede ser ligeros
sino por cinismo, dichosos
sino por impiedad: no obstante siento
que es bastante grande el mundo
para conteneros aun así, apagados,
ya no más puros ni corrompidos,
a conocer de repente el silencio...
321
Che è abbastanza grande la vita
per ridursi ai quattro ardenti lotti
che vegliano sulla campagna sfinita,
a un paio di grossi e neri occhi.
322
Que es bastante grande la vida
para reducirse a las cuatro ardientes parcelas
que velan sobre la campiña agotada,
a un par de grandes ojos negros97.
97
[Nota de W. S.: Anna Salvatore fue una pintora que durante los años
50 fue bastante conocida por sus cuadros de tema popular, aunque también se dedicó al retrato, sobre todo del mundo intelectual romano de la
época. El gran cuadro al que hace referencia el poema se titulaba precisamente así, «Domingo en el Acqua Acetosa», y representaba un grupo de
chicos y chicas tumbados y relajados en un prado, descansando un domingo. Este cuadro, por cierto, fue comprado por Federico Fellini.]
323
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ....................................................
7
REFERENCIAS CITADAS .......................................
20
LE CENERI DI GRAMSCI (POEMETTI) .......................
LAS CENIZAS DE GRAMSCI ....................................
21
21
L’Appennino ......................................................
El Apenino .......................................................
Il canto popolare ................................................
El canto popular ...............................................
Picasso ...............................................................
Picasso ..............................................................
Comizio ............................................................
Comicio ............................................................
L’umile Italia .....................................................
La humilde Italia ..............................................
22
23
50
51
62
63
84
85
98
99
Quadri friulani ..................................................
Cuadros friulanos .............................................
118
119
Le ceneri di Gramsci ..........................................
Las cenizas de Gramsci .....................................
140
141
Recit ..................................................................
Récit .................................................................
174
175
325
Il pianto della scavatrice .....................................
El llanto de la excavadora ..................................
190
191
Una polemica in versi ........................................
Una polémica en versos ....................................
234
235
La Terra di Lavoro .............................................
La Tierra de Trabajo .........................................
256
257
APPENDICE ...........................................................
APÉNDICE ............................................................
272
273
Il canto popolare (1952-53) ...............................
El canto popular (1952-53) ..............................
274
275
Scrivendo «Il canto popolare» ............................
Escribiendo «El canto popular» ..........................
300
301
Il motivo di Charlot ...........................................
El motivo de Charlot ........................................
308
309
All’aeroporto ......................................................
En el aeropuerto ...............................................
312
313
Domenica all’Acqua Acetosa ...............................
Domingo en el Acqua Acetosa ..........................
316
317
326
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