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2010 Soto Metapolitica 70 El pederasta y su cerebro

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LA JAULA DE LOS CUYOS
EL
pederasta
Y SU CEREBRO
Enrique Soto Eguibar*
El hombre en su miserable confusión,
levanta con la mente complicadas arquitecturas
y cree que aplicándolas con rigor
conseguirá poner orden al tumultuoso
y caótico latido de su sangre.
Álvaro Mutis, La muerte del estratega
L
os acontecimientos obligan. Reflexionar sobre la
conducta sexual, la heterosexualidad, la homosexualidad, la pedofilia1, la violación, tratar de imaginar qué nos lleva a comportarnos de una u otra manera, de entender sin prejuicios (no quiere decir que sin un
juicio crítico finalmente), para poder imaginar las causas
y eventualmente soluciones a asuntos que hoy percibimos
como problemas sociales. Decir que las causas son de orden social, psicológico o biológico no aporta nada. Se requiere una confluencia de reflexiones y evidencias que
permitan entender, juzgar críticamente cuando es el caso
y finalmente, de nuevo cuando sea el caso, aplicar la ley.
La pedofilia consiste en la excitación o el placer sexual derivados principalmente de actividades o fantasías sexuales
repetidas o exclusivas con menores prepúberes (en general, de 8 a 12 años). A continuación, algunas ideas sobre
la neurobiología del sexo y la pedofilia.
*
Profesor titular del Instituto de Fisiología de la BUAP.
Pedofilia: un tipo de parafilia que consiste en la excitación o el
placer sexual derivados principalmente de actividades o fantasías sexuales repetidas o exclusivas con menores prepúberes (en general, de
8 a 12 años).
1
SEXO Y CEREBRO
Las hormonas sexuales causan una diferenciación significativa no solo en el cuerpo, sino que también juegan
un papel fundamental en el desarrollo de distintos circuitos neuronales, lo que determina diversos aspectos
conductuales relacionados con la reproducción y la sexualidad. Diversas evidencias indican que el cerebro del
hombre y el de la mujer son en algunas regiones ligeramente diferentes. Esto que algunos pensarán es una verdad de perogrullo tiene un significado trascendental, ya
que en el fondo desconocemos el verdadero significado
funcional de estas diferencias —si se llegan a corroboran
de forma confiable— y su influencia en los procesos
cognitivos. Por ejemplo, existe evidencia de que la asimetría cerebral es mayor en los hombres que en las mujeres. Las mujeres tienen un desempeño superior en la
esfera verbal; los hombres, por su lado, parecen verse favorecidos en tareas espaciales, lectura de mapas, solución de laberintos, rotación mental de objetos. Estas diferencias son significativas hasta la madurez, pero ¿qué
importancia tienen?, ¿quiere decir que hombres y mujeres percibimos las cosas de formas radicalmente diferentes, o simplemente estamos ante diversas soluciones que
conducen a resultados similares?, ¿cómo saberlo?, ¿son
estas diferencias debidas a factores genéticos, culturales
o de crianza?, ¿estudios futuros con mejores controles
permitirán corroborarlas?, ¿ son solo debidas a la influencia de las diferencias individuales que existen en todos nosotros independientemente del sexo?
METAPOLÍTICA
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SOCIEDAD SECRETA | ENRIQUE SOTO EGUIBAR
Si bien las hormonas sexuales influyen en la conducta de los individuos, queda abierta la pregunta respecto de las preferencias sexuales hacia uno u otro sexo.
Como sea, parece que las hormonas sexuales juegan un
papel facilitador, aunque este no es para nada determinante de preferencias sexuales. Quizá en relación a conductas reproductivas lo más preciso e interesante sean
los hallazgos relacionados con la influencia de la vasopresina y la oxitocina en la formación de vínculos de
pareja y el despliegue de conductas relacionadas con el
cuidado de las crías. En este caso pareciera bien demostrado que la producción de vasopresina en los machos,
y de oxitocina en las hembras, asociada a la conducta de
apareamiento, determina, al menos en los animales,
la formación de vínculos entre parejas. Por otra parte, la
expresión de receptores a vasopresina y oxitocina en determinadas regiones del cerebro determina en gran parte la conducta de crianza por parte de ambos sexos. Son
investigaciones cuyas implicaciones aún están por demostrarse fehacientemente entre humanos.
CONTROL DE L A CON DUCTA SEXUAL
Se ha reportado que los ancianos muestran un aumento persistente en el número de ofensas sexuales hacia los
menores. La pedofilia, pederastia y sodomía se encuentran frecuentemente entre las conductas sexuales de los
ancianos, cuya sexualidad nunca, o raramente, se dirige
a mujeres u hombres adultos (Hader, 1966). ¿Cómo olvidar Muerte en Venencia de Visconti? En los últimos
años se ha encontrado un aumento significativo en la
incidencia de parafilias, aunque existen muy pocos estudios médicos relacionados con este fenómeno.
A pesar de que los estudios sobre el origen de la pedofilia han atendido primariamente a la experiencia social y crianza de los sujetos, hallazgos neuropsicológicos
indican que los pedófilos difieren significativamente en
diversas funciones cerebrales y en su estructura cerebral
respecto de los no pedófilos. Se ha encontrado que la
mayor parte de los pedófilos tienen un bajo coeficiente
intelectual, bajo rendimiento en pruebas de memoria
visuoespacial y verbal, existe entre ellos además una especialmente alta tasa de sujetos zurdos; un número importante tiene el antecedente de haber sufrido, cuando
niños, traumas craneanos con pérdida de la conciencia.
Igualmente se puede identificar que con alta frecuencia
muestran un historial de bajo rendimiento escolar
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(Cantor y cols., 2008). En dos casos bien estudiados se
encontró atrofia de células piramidales en el hipocampo. Los cambios en esta región fueron similares a los
que se encuentran luego de un estrés persistente o de la
administración crónica de hormonas glucocorticoides
(Casanova y cols., 2002).
Las teorías neurobiológicas sobre el origen de la pedofilia caen en dos grandes categorías: 1) Las que proponen una falla en el control ejecutivo del cerebro asociado a una disfunción de la corteza frontal y
desinhibición conductual, ya que, como se sabe bien, la
corteza prefrontal juega un papel fundamental en el
control de nuestras conductas y, sobre todo, en el análisis de las consecuencias de nuestros actos; 2) Las que
proponen que se trata de una disfunción en regiones
temporales y límbicas con alteraciones en las regiones
cerebrales profundas implicadas en el control de la conducta sexual. Las primeras se sustentan en que los ofensores sexuales tienen bajo rendimiento en pruebas de
control ejecutivo como las de asociación verbal, retraso
de gratificaciones, la prueba de ordenación de cartas
Wisconsin, etcétera. En contraste, las teorías relacionadas con disfunción límbico-temporal se sustentan en la
frecuente asociación entre epilepsia del lóbulo temporal y parafílias, y entre lesiones de dicho lóbulo e hipersexualidad, como es el caso del síndrome de KlüverBucy. Recientemente se han propuesto hipótesis que
incorporan ambos componentes, tanto el frontal de
control ejecutivo con desinhibición conductual, como
el del control límbico y temporal que perturba el impulso sexual (Cantor y cols., 2008).
Desde el punto de vista terapéutico es claro que, independientemente de la intervención que se realice, las
preferencias sexuales de los pedófilos no se van a modificar, de la misma manera que no es posible, con terapia,
modificar las preferencias sexuales de un heterosexual o
de un homosexual. Entonces, las intervenciones legales
y terapéuticas deben tener claro este hecho. Un pedófilo será pedófilo hasta el día de su muerte; esto no quiere decir que necesariamente vaya a realizar actos ofensivos contra niños (es decir, cruzar la frontera entre la
pedofilia y la pederastia), ya que ello claramente depende de la oportunidad y del impulso sexual, y ambos pueden intervenirse socialmente: el impulso sexual, mediante el uso de antiandrógenos o mediante la
castración (a la cual se recurre actualmente en Holanda
y Alemania); la oportunidad, alejándolo de los niños e
impidiendo que pueda encontrarse a solas con algún
EL PEDERASTA Y SU CEREBRO | SOCIEDAD SECRETA
menor objeto de su deseo. Luego, el hecho de que se siga sintiendo sexualmente atraído y excitado por los niños es irreversible y estará engramado profundamente
en su cerebro. Esto no quiere decir que todos los ofensores de niños sean pedófilos. Se puede demostrar mediante estudios falométricos que permiten medir de forma objetiva la respuesta sexual que despierta un niño o
un adulto, que entre el 40-50% de los ofensores sexuales
de niños no son pedófilos. En Estados Unidos, por
ejemplo, el 50% de los ofensores de niños son casados.
En estos casos se trata, simplemente, de delincuentes
que se encuentran frente a una extraña oportunidad de
transgredir sexualmente. Esto último hablando desde la
perspectiva del diagnóstico de sus preferencias sexuales.
En este sentido, se suelen distinguir dos tipos de pedofilia, una primaria o esencial, arraigada en el sujeto, y
otra (u otras) secundaria, que aparecería motivada por
factores circunstanciales (Wikipedia, 2010). Desde el
punto de vista legal, en países europeos y en los Estados
Unidos una vez basta para irse a la cárcel y recibir el estigma social (Seto, 2009). Independientemente de cuestiones de orden legal, existe también la posibilidad que
los pedófilos sean tratados como sujetos dignos de cierta conmiseración en vez de ser individuos simplemente
detestables cuyos impulsos sexuales atípicos requieren
de tratamiento y vigilancia especial y no necesariamente el ostracismo social que reciben los transgresores no
pedófilos. Sé que lo anterior no gustará a muchos, espantará a otros, hará imaginar a algunos más que yo defiendo a criminales. Solamente estoy reflexionando e invitando a reflexionar, a imaginar algo que a los no
pedófilos nos resulta incomprensible y horroroso y, por
tal motivo, castigamos con ira
CLÉ RIGOS, POLÍTICOS Y FISIÓLOGOS
El problema de la pederastia entre los clérigos católicos
ha sido un foco de preocupación social desde 1985
(Jenkins, 1996). La dimensión social del problema en
México ni la imaginamos. Según datos de la Conferencia Episcopal en los Estados Unidos (A Report on the
Crisis of the Catholic in the United States. Established by
the United States Conference of Catholic Bishops, 2004)
entre obispos, curas, diáconos, etc., de 1950 a 2002 fueron acusados de abuso 4,932 (¡el 4% de los miembros
de la Iglesia en esos 52 años!). Estos datos, muy probablemente subestimados por la Iglesia, constituyen lo
que genuinamente se denomina una crisis social que no
ha recibido la merecida atención y que, seguramente, es
mucho mayor en México. Eso que todos —excepto “la
jerarquía” católica— sabíamos, se refiere exclusivamente a los casos extremos de pederastia; nada se ha dicho
de las relaciones sexuales entre hermanos en el seminario y en las distintas órdenes de la grey católica, ni de
los abusos a las monjas y hermanas, a quienes bien sabemos se les ha mancillado históricamente. La pregunta abierta desde hace años es si la estructura misma de
la Iglesia católica predispone a que los clérigos tengan
una especial tendencia a abusar de los niños. El celibato obligado, los años de formación en el seminario, la
estructura burocrática piramidal de la Iglesia, el alto
aprecio moral y social que reciben los clérigos que les
lleva finalmente a pensar erróneamente que todo lo que
hacen es correcto, seguramente contribuyen a perturbar su autocrítica. Un análisis de la pedofilia por el ex
clérigo Eugene Kennedy sugiere que los curas gravitan
hacia los niños varones porque ellos mismos son “niños” en su sexualidad. Finalmente, el ocultamiento y el
secretismo que la institución ha ofrecido a favor de los
clérigos pederastas en contra de sus víctimas ponen a la
Iglesia en jaque y revelan la falsedad de todo el sistema
moral y de creencias que ha fundado. Finalmente, el
encubrimiento que la institución dio a los clérigos pederastas, sin reconocer los reclamos de sus víctimas, revela la falsa y doble moral en que se sustenta la Iglesia
católica. ¿Quién cree hoy en los clérigos católicos? Además, tal como ha declarado el Papa, son simplemente
hombres como cualquier otro. ¿Entonces de dónde les
viene la superioridad moral que se atribuyen? Hace
mucho que la sociedad moderna no conocía un caso de
perversión al extremo del de Marcial Maciel, quien pregonaba en favor de la vida, contra el aborto, contra los
homosexuales, en favor de la moral cristiana, etcétera.
Fundó una de las órdenes más conservadoras y ricas de
la Iglesia (según El País, su patrimonio es de 25,000 millones de euros, algo similar a la fortuna de Carlos Slim.
Camarena, 2010), mientras, como líder espiritual, abusaba incluso de sus propios hijos. No quepa duda: hoy
en día, nada queda de la autoridad moral de la Iglesia
católica.
Sea cual sea el origen de comportamientos atípicos como el que nos ocupa, choca bastante la hipocresía de la sociedad. Un caso notable en este sentido, aparte del ya
mencionado de Marcial Maciel, es el de Daniel Ortega,
actual presidente de Nicaragua y líder del FSLN: él tenia
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SOCIEDAD SECRETA | ENRIQUE SOTO EGUIBAR
34 años y su hijastra 11 cuando abusó de ella. El testimonio de ella puede leerse en: http://www.sandino.org/
zoila.htm. Lo sorprendente es que después de conocerse esta acusación fue electo presidente de Nicaragua, a
pesar de que él, tácitamente, aceptó su responsabilidad.
Curiosamente, Daniel Ortega ha pasado a ser un ferviente siervo de la Iglesia católica. Rosario Murillo, actual esposa de Daniel Ortega y madre de Zoila América (la víctima), para justificar la anulación del aborto
terapéutico en Nicaragua, explicó: “… pensamos que
los valores religiosos son el consuelo, el amparo; la fe es
la forma en que los seres humanos encontramos la paz;
los valores religiosos son la fortaleza que necesitamos
para lidiar con la vida cotidiana, que ha sido en los últimos tiempos suficientemente dura.” De qué nos sirve
el cerebro si tenemos el pene, dirá el buen Daniel Ortega. ¿Qué le vamos a hacer? Así es el mundo, y los políticos se regodean con nuestra falta de inteligencia social, corta memoria y pasividad.
Finalmente y pensando en la neurobiología del sexo, no puedo dejar de remitirme al famoso neurofisiólogo Daniel Carleton Gajdusek, estudioso de la enfermedad neurodegenerativa —Kuru— de los indígenas
de Nueva Guinea. Gajdusek descubrió que la causa residía en lo que denominó virus lentos, que posteriormente Stanley Prusiner demostraría son los priones responsables de la enfermedad de las vacas locas
(encefalitis espongiforme bovina). Gajdusek recibió el
premio Nobel en Fisiología y Medicina en 1976, fue
arrestado en 1996 por ejercer la pederastia justamente
con alguno de los jóvenes de Nueva Guinea que tomó
bajo su protección. Tras aceptar su culpabilidad fue
condenado a 19 meses en prisión y 5 años de libertad
condicional. Curiosamente, entre las tribus que estudió
Gajdusek, la usanza era que los varones jóvenes fueran
amancebados con adultos varones con quienes tenían
relaciones homosexuales hasta la madurez, etapa en la
cual pasaban a vivir con alguna mujer de la tribu. Imagino que en los años de estudio, Gajdusek se vio influido por la forma de vida de los papúes y adoptó sus costumbres tomando algún mancebo para sí. Terminada
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su investigación los llevó a vivir al mundo occidental,
donde los mancebos se adaptaron y tomaron las costumbres propias de Occidente. Finalmente lo denunciaron. Este es el cuento que he decidido denominar
“Reverse transculturalization”. Y cualquier parecido
con una telenovela mexicana es pura casualidad. El documental de la BBC The Genius and the Boys, de Bosse
Linfquist (2009), trata sobre este asunto.
Finalmente, e independientemente de curas y fisiólogos, me queda una pregunta: ¿Cuántos hay? ¿Qué tan
frecuente sucede que hombres o mujeres abusen de menores? Lamentablemente la respuesta es: mucho más frecuente de los que imaginamos; alcanza, como ya dijimos,
al menos el 4% de los miembros de la Iglesia Católica y
no hay datos precisos en la población en general. Pero se
sabe que entre 6 y 13% de los menores de 12 años ha sufrido alguna forma de abuso sexual en su vida. I
REFE RE NCIAS
“Camarena S. Maciel y sacerdotes de la Legión repartieron sobres con dinero en efectivo y dieron regalos
a oficiales de la Curia”, El País, 04/09/2010.
Casanova, M. F., G. Mannheim y M. Kruesi (2002),
“Hippocampal Pathology in Two Mentally Ill Paraphiliacs”, Psichiatry Research, núm. 115, pp. 79-89.
Hader, M. (1966), “Homosexuality as Part of Our Aging Process”, Psychiatric Quarterly, núm. 40, pp.
515-524.
Jenkins, P. (1996), Pedophilies and Priests: Anatomy of a
Contemporary Crisis, Oxford University Press.
Kennedy E. The Unhealed Wound: The Church, the
Priesthood, and the Question of Sexuality.
Seto M. C. (2009), “Pedophilia”, Annual Review of
Clinical Psychology, vol. 5, pp. 391-407.
Wikipedia. Pedofilia, http://es.wikipedia.org/wiki/
Pedofilia
Wikipedia. Catholic sex abuse cases: http://en.wikipedia.
org/wiki/Catholic_sex_abuse_cases(consultada el
15 de abril de 2010).
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