Subido por Luis Gonzales

La adoracion. - Curso

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Serie caminando con Dios
La adoración
Natán Hege
Traducido por Pablo Yoder
Publicadora Lámpara y Luz
Farmington, New Mexico, EE.UU.
Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado
a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna.
—Juan 3.16
Por tanto, id, y haced discí­
pulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo.
—Mateo 28.19
“Asidos de la palabra de vida”
Filipenses 2.16
ISBN-13: 978-1-61778-263-3
ISBN-10: 1-61778-263-7
Edición original en inglés: Worshiping Him
© 1999 Lamp and Light Publishers
Publicadora Lámpara y Luz
26 Road 5577
Farmington, NM 87401
Tel.: 505-632-3521
© 2001 Publicadora Lámpara y Luz
Todos los derechos reservados
Primera impresión 2001
Quinta impresión 2014
Impreso en los Estados Unidos de América
42100/6-14
Contenido
Dios está presente. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
Lección 1: El significado de la adoración . . . . . . . . . . . . . . 7
A. ¿Qué es la adoración? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
B. ¿Qué significa postrarse? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Lección 2: Dios es digno de nuestra adoración . . . . . . . 15
A.
B.
C.
D.
E.
F.
¿Cómo podemos conocer a Dios? . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
¿Cómo es Dios? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Dios es soberano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
Dios es grande . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
Dios es bueno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
Dios es perfecto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
Lección 3: ¿Quién debe adorar?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
A.
B.
C.
D.
Dios se complace en el hombre que lo adora . . . . . . . . 25
Dios hizo que la adoración
fuera una decisión voluntaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
Aquel horrendo rechazo de adorar a Dios . . . . . . . . . . . 27
Dios siempre quiere que lo adoremos . . . . . . . . . . . . . . 28
Lección 4: El género humano quiere adorar . . . . . . . . . . 33
A. ¿Por qué todo el género humano adora? . . . . . . . . . . . . 33
B. El hombre adora muchas cosas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
C. Necesitamos a Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
Lección 5: La adoración que a Dios le agrada. . . . . . . . . 39
A. Adoradores mecánicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
B. Adoradores sensuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .40
C. Adoradores espirituales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
3
Lección 6: Adorémosle en espíritu. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
A. ¿Cómo postramos nuestro espíritu? . . . . . . . . . . . . . . . . 47
B. ¿Cómo se manifiesta el espíritu postrado? . . . . . . . . . . .49
C. Una sombra de la adoración en espíritu . . . . . . . . . . . . . 50
Lección 7: Adorémosle en verdad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
A. La adoración está arraigada en la verdad . . . . . . . . . . . . 54
B. La adoración es una respuesta a la verdad . . . . . . . . . . . 55
C. La adoración revela la verdad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
Lección 8: Adorémosle en privado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
A. La adoración privada requiere esfuerzo . . . . . . . . . . . . . 59
B. Daniel estableció su adoración
por medio de la disciplina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
C. Variedad en nuestra adoración privada . . . . . . . . . . . . . 65
Lección 9: Adorémosle en público. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
A.
B.
C.
D.
E.
F.
G.
Un cambio notable en la adoración pública . . . . . . . . . . . 69
Preparémonos para la adoración pública . . . . . . . . . . . . 70
Adorémosle al cantar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
Adorémosle al escuchar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
Adorémosle al orar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Adorémosle al ofrendar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76
Un ambiente para la adoración pública . . . . . . . . . . . . . 77
Lección 10: Adorémosle por la eternidad. . . . . . . . . . . . . . 83
A. En la eternidad veremos a Dios como es él . . . . . . . . . . 83
B. En la eternidad nuestro espíritu
estará libre para adorar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
C. Lo que significará la adoración en la eternidad . . . . . . . 85
Don Fortunas aprende a inclinarse. . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
4
Dios está presente
Dios está presente,
Vamos a postrarnos
Ante él con reverencia;
En silencio estemos
Frente a su grandeza,
Implorando su clemencia.
Quien con él quiera andar,
Su mirada eleve;
Votos le renueve.
Dios está presente,
Y los serafines
Lo adoran reverentes:
“Santo, santo, santo,”
En su honor le cantan
Los ejércitos celestes.
Oh buen Dios, nuestra voz
Como humilde ofrenda
A tu trono ascienda.
Como el sol irradia
Sobre el tierno lirio,
Que contento se doblega;
Dios omnipresente,
Ilumina mi alma
Y feliz yo te obedezca;
Haz que así, tú en mí
Seas reflejado,
Y tu amor, probado.
—Gerhard Tersteegen
5
6
Lección 1
El significado
de la adoración
L
a gente de nuestros días piensa
que hay muchas maneras de adorar. Desde la adoración más tradicional
hasta la más moderna... desde la muy
formal hasta la muy informal... desde
la muy carismática hasta la muy aburrida... Las iglesias de hoy ofrecen
todas estas formas de adoración.
Esta gran variedad de adoración ha debilitado el verdadero significado de la adoración. Por eso quizá tú te preguntes: “En todo esto,
¿qué significa la adoración?”
Tenemos que volver a la palabra de Dios para saber cuál es la
verdadera adoración.
“Y los veinticuatro ancianos
que estaban sentados delante
de Dios en sus tronos, se
postraron sobre sus rostros,
y adoraron a Dios.”
—Apocalipsis 11.16
A. ¿Qué es la adoración?
En el Antiguo Testamento la palabra adorar se traduce de la palabra
hebrea shajah. En el libro de Daniel se traduce de la palabra aramea segad.
Para saber qué significaba la adoración para los escritores hebreos
y para los lectores del Antiguo Testamento, nosotros tenemos que
explorar los significados de las palabras shajah y segad.
Según el “Diccionario Expositivo, VINE”, shajah significa “postrarse, bajarse, inclinarse”, como cuando uno se inclina en homenaje delante
de un rey o una deidad. Shajah bien se traduce como adorar, inclinarse o
arrodillarse. Los traductores no siempre han estado de acuerdo cuándo
debe traducirse “adorar” o cuándo debe traducirse “inclinarse”.
Para los hebreos, adorar significaba “inclinarse boca abajo en humildad y sumisión ante algún ser honorable”. Ya que la palabra shajah
7
Lección 1
aparece docenas de veces en las escrituras, esto demuestra que Dios
aprueba este significado de la adoración.
La palabra aramea segad significa “postrarse en homenaje”. Cuando
el rey Nabucodonosor quiso que la gente adorara la estatua que había
hecho, el pregonero les gritó a todos: “Que al oír el son de la bocina
(...) os postréis y segad”. Los tres jóvenes hebreos sabían que la palabra
segad quería decir adorar. Por eso le dijeron al rey: “Oh rey, (...) no
serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos [es decir, no podemos
segad (postrarnos) delante de] la estatua que has levantado”. Nabucodonosor comprendió que los hebreos rehusaron postrarse en tierra, no
porque no querían ensuciarse la ropa, sino porque no querían adorar
su ídolo. Entonces Nabucodonosor los condenó a muerte.
Ya que vivimos en la época del Nuevo Testamento, nos interesa aun más
lo que significa la adoración en el Nuevo Testamento que su significado
en el Antiguo Testamento. Sin embargo, es más complicado el estudio de
la palabra adorar en el Nuevo Testamento porque los escritores usaron
una variedad más amplia de palabras para comunicar la idea de adoración.
En el Nuevo Testamento la palabra adorar y sus derivados aparecen
muchas veces. Estos derivados se han traducido de varias palabras
griegas. Pero aparece una palabra griega que fue traducida como adorar
que aparece muchas veces más que cualquiera de las otras palabras.
Esa palabra griega es proskuneo, y queremos prestarle mucha atención.
Proskuneo significa “agacharse o postrarse en homenaje”.
Juan utilizó la palabra proskuneo cuando escribió acerca de la plática de Jesús con la mujer samaritana (véase Juan 4.20–24). En esa
conversación con ella, Jesús le dijo así: “Más la hora viene, y ahora es,
cuando los verdaderos adoradores [se postrarán] al Padre en espíritu
y en verdad; porque también el Padre a tales adoradores busca que [se
postren delante de él]”.
Las otras palabras griegas que usa el Nuevo Testamento para adorar
significan casi lo mismo que proskuneo. Algunas se refieren solamente
a una actitud como de “reverencia o respeto”.
En los tiempos antiguos la gente se postraba para expresar su adoración. Cuando Dios se le apareció a Abram, Abram se postró sobre su
rostro (véase Génesis 17.1–3). Cuando el Señor consumió el sacrificio
de Elías en el Monte Carmelo, viéndolo todo el pueblo, se postraron
y dijeron: “Jehová es el Dios” (1 Reyes 18.39). Cuando Pedro entró
8
El significado de la adoración
en la casa de Cornelio, “salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus
pies, adoró. Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo
también soy hombre” (Hechos 10.25–26). En la visión de Juan, él vio
que “los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron
en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían:
¡Amén! ¡Aleluya!” (Apocalipsis 19.4).
La Biblia nos dice que la gente expresaba su adoración al:
Inclinar la cabeza
“Mas el publicano, estando lejos, no quería ni
aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí,
pecador” (Lucas 18.13).
Doblar la rodilla
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre
de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 3.14).
Postrar el cuerpo
“Y los veinticuatro ancianos (...) se postraron
sobre sus rostros, y adoraron a Dios” (Apocalipsis 11.16).
B. ¿Qué significa postrarse?
Imagínate el salón del trono de un palacio. El rey, con sus vestidos reales
y su corona perlada, está sentado en el trono alfombrado. Hay guardas a
su lado, protegiéndolo. Se oye una música suave que entonan los músicos.
Al lado extremo del salón se abre una puerta y un hombre entra
tímidamente. Aunque su ropa está limpia y planchada, por sus manos
callosas se ve que es un hombre trabajador y del campo. El hombre
cruza el salón lentamente como de puntillas. Al acercarse al rey, él alza
9
Lección 1
su mirada y mira al rey a los ojos. Se detiene de pronto y rápidamente
se inclina. Después se arrodilla. El hombre baja su cabeza más, más y
más... hasta que parece apoyar su rostro contra el piso. Entonces grita:
“¡Oh rey, viva para siempre!”
Desde que el hombre se ha sometido a los reyes, han ocurrido
escenas como ésta una y otra vez. En algunas culturas y en algunas
ocasiones los hombres simplemente inclinan la cabeza delante de sus
superiores. Pero muchos inclusive se inclinan hasta el suelo, apoyando
sus rostros contra la tierra. Eso es lo que significa postrarse.
La persona se postra a sí misma. El rey no la postra. Ni sus guardas
la obligan. No. Se espera que la persona se postre a sí misma.
El propósito de postrarse es para demostrar cierta actitud. Al postrarse, la persona expresa la actitud que reina en su corazón. ¿Cuál
es esa actitud? La respuesta es importante, porque es la clave para
entender la adoración.
Al postrarse, la persona le dice a la que está sobre él:
 “Yo reconozco tu grandeza.” La gente no se postra ante cualquiera. Los humildes se postran ante sus superiores. Los pequeños delante de los grandes. Se inclinan con asombro por
la autoridad, el poder y el esplendor del que está sobre ellos.
Demuestran reverencia y respeto. “Y al entrar [los magos] en
la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo
adoraron” (Mateo 2.11).
 “Yo reconozco mi bajeza.” Cuando la persona se postra, ésta
se sitúa en una posición más baja que cuando está parada. Esa
posición da a entender claramente que la persona postrada reconoce su bajeza y su pequeñez delante del que está por encima de él. La Biblia nos cuenta como David le mostró bondad
a Mefi-boset , el hijo de Jonatán, su mejor amigo. Éste le dio
las tierras de Saúl su abuelo e invitó a Mefi-boset a comer a
la mesa del rey siempre. Mefi-boset se sintió tan indigno que
inclinándose, dijo: “¿Quién es tu siervo, para que mires a un
perro muerto como yo?” (2 Samuel 9.8).
 “Yo me rindo a ti.” Cuando se encuentra postrada, la persona
no está preparada para atacar o mandar. Muchos profesores
prefieren enseñar estando parados que estando sentados. Ellos
10
El significado de la adoración
creen que su enseñanza tiene más autoridad cuando están parados. Cuando la persona que antes estaba parada se inclina,
demuestra que está entregando su posición de enseñar o de
mandar. Esa persona está lista para escuchar y obedecer al que
está por delante. Después que Joab mató a Absalón, él necesitaba que alguien llevara la noticia a David. Joab dijo a un
etíope: “Ve tú, y di al rey lo que has visto. Y el etíope hizo
reverencia ante Joab, y corrió” (2 Samuel 18.21).
Si fuéramos iguales a Dios, no sería necesario inclinarnos delante
de él. Más bien lo saludaríamos como a un vecino. Nos pararíamos en
alto, le miraríamos a los ojos y le daríamos la mano. Sólo los necios
se atreven a comportarse de esta manera con nuestro gran Dios.
El paso del tiempo ya casi ha encubierto el significado original de
la adoración. Este significado yace olvidado en el texto original de la
escritura mientras los religiosos de nuestros días corren para allá y para
acá buscando remediar la gran debilidad que sienten en su adoración.
Si nuestra generación de veras quiere adorar, tenemos que volver a
descubrir qué es lo que Dios tenía en mente en las escrituras cuando él
invitó a los hombres a adorarlo. Tenemos que adorar como lo hicieron
los fieles de la antigüedad, postrándonos delante del gran Dios del cielo.
Adoración, honor y potestad
Todo mereces oh Señor;
Postrándonos en nuestra humildad,
Te damos gloria y loor.
—Juan Kempthorne
Traducido por Pablo Yoder
En esta era de grandeza y orgullo religioso, ¿estás tú dispuesto a
aceptar que el verdadero significado de la adoración es el de postrarse? ¿Estás tú dispuesto a adorar a Dios así aun cuando la mayoría
buscan adorarlo con entretenimiento, emociones y espectáculo?
11
Lección 1
Preguntas sobre la lección
1. ¿Por qué en la actualidad cuesta tanto entender el significado de
la adoración?
2. Explica qué significan las siguientes palabras.
Shajah:
Segad:
Proskuneo:
3. ¿Qué está dando a entender la persona que se postra delante de
otra?
4. ¿Por qué conviene que uno se postre delante de un rey?
¿Y delante de Dios?
5. ¿Qué significa adorar?
12
El significado de la adoración
Para más estudio
Lee las siguientes escrituras y escribe lo que piensas que había en los
corazones y las mentes de estas personas mientras se postraban. Aunque
algunos de estos no adoraban en sí, note que sus actitudes eran parecidas a las de aquellos que se inclinan delante de Dios para adorarlo.
1. Génesis 24.26–27:
2. Rut 2.8–10:
3. 2 Samuel 14.22:
4. 2 Samuel 24.18–23:
5. 2 Reyes 2.12–15:
6. Lucas 24.5:
13
14
Lección 2
Dios es digno
de nuestra adoración
C
uando el apóstol Pablo visitó
Atenas, “su espíritu se enardecía
viendo la ciudad entregada a la idolatría” (Hechos 17.16). Los atenienses
se habían inventado muchos dioses,
se habían forjado muchos ídolos para
representar esos dioses, y luego los
adoraban. Pero no quedaron satisfechos con los dioses que se habían hecho. Además, trataron de adorar
a un dios que no conocían... el Dios verdadero.
Pablo sintió el deseo de hablarles a los atenienses acerca de su ignorancia
de Dios, pues habían errado en su esfuerzo de adorarlo. Pablo se paró en
medio del Areópago (una loma rocosa donde adoraban al dios ares) y dijo:
“Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio”
(Hechos 17.23). Él después les explicó que no se podía adorar a Dios con
los métodos que ellos usaban porque Dios “no habita en templos hechos por
manos humanas, ni es honrado por manos de hombres” (Hechos 17.24–25).
Para adorar a Dios como se debe, nosotros tenemos que conocerlo como
él es. Tenemos que convencernos de cuán digno él es de nuestra adoración.
Por eso, al comienzo de este estudio acerca de la adoración, nos enfocamos
en Dios. Sólo al conocerlo más y más es que podemos adorarlo más y más.
“¿Quién como tú, oh Jehová,
entre los dioses? ¿Quién como
tú, magnífico en santidad,
terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?”
—Éxodo 15.11
A. ¿Cómo podemos conocer a Dios?
Un día, en el Huerto del Edén, Adán y Eva desobedecieron a Dios.
En ese día tan triste, el conocimiento del hombre acerca de Dios
se oscureció. Aunque Dios “no está lejos de cada uno de nosotros”
(Hechos 17.27), nuestra humanidad y naturaleza pecaminosa nubla
15
Lección 2
nuestra visión de Dios. “Ahora vemos por espejo, oscuramente”
(1 Corintios 13.12).
Pero Dios quiere que el hombre lo conozca. Desde Génesis 3.8 en adelante, la Biblia es un relato de cómo Dios se revela al hombre manchado
por el pecado. La Biblia también cuenta acerca del esfuerzo del hombre
por buscar a Dios. Sus esfuerzos son débiles y muy pequeños comparados
con los esfuerzos de Dios. La debilidad humana limita la habilidad del
corazón, la mente y las emociones de hallar y conocer a Dios.
No obstante, busca conocer a Dios de todos modos. Él te invita:
“Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que
está cercano” (Isaías 55.6). Dios quiere que lo conozcamos. Él quiere
revelarse a nosotros. Él nos atrae a sí mismo.
Dios se revela a nosotros por medio de lo que él creó y sostiene (véase
Hechos 14.17). Los cielos cuentan la gloria de Dios (véase Salmo 19.1).
La gloria que vemos en una estrella resplandeciente, en el esplendor del
sol y en la tierna luz de la luna nos cuenta acerca de la gloria del que los
creó. Sin embargo, la gloria de Dios es mucho mayor que las glorias del
firmamento, pues el Creador es mucho más glorioso que su creación.
Hebreos 3.3 nos dice que “tiene mayor honra que la casa el que la hizo”.
La creación sólo puede revelar un poco de la gloria, la creatividad,
la inteligencia y el poder de Dios. Esto es porque la creación es limitada mientras que Dios y sus atributos no tienen límites. Él no conoce
límites ni fronteras. Vea lo que dijo Job acerca de la creación:
“He aquí, estas cosas son sólo los bordes de sus caminos;
¡Y cuán leve es el susurro que hemos oído de él!”
—Job 26.14
Dios se reveló en la manera más clara cuando cubrió su ser invisible
e inaccesible con la semejanza de carne de pecado. Jesús el hombre fue
la imagen visible del Dios invisible (véase Colosenses 1.15). Muchos de
los judíos en Palestina vieron cómo Jesús respondía a los éxitos, los retos,
las tentaciones y los gozos de la vida diaria. Ellos vieron su roce con los
pobres y los ricos, los despreciados y los populares, los humildes y los
orgullosos. Ellos vieron en Jesús la perfección del Padre. Cuando veían
a Jesús, veían la revelación corporal de la plenitud de la Deidad (véase
Colosenses 2.9). Conforme creían en él, ellos llegaban a conocer a Dios.
16
Dios es digno de nuestra adoración
¡Gracias a Dios que en las escrituras hallamos a Jesús! Vamos
conociendo a Jesús a medida que el Espíritu Santo nos ilumina el
evangelio. A través de Jesús conocemos a Dios, porque así como es
Jesús así también lo es Dios.
Vemos a Dios por medio de la fe. No hallaremos a Dios en la fe,
sino por la fe. La fe verdadera “es por el oír, y el oír, por la palabra
de Dios” (Romanos 10.17). Por la fe recibimos lo que el Espíritu de
Dios nos muestra a través de las escrituras. Así hallamos y conocemos
a Dios. Por la fe tenemos comunión con él en nuestros corazones. Por
fe vemos que su mano obra en nuestras vidas, moldeando las circunstancias y dirigiendo nuestro peregrinar aquí en la tierra. Por fe vemos
la revelación de su carácter a través de los muchos y perfectos dones
que recibimos de él. Por fe lo adoramos.
B. ¿Cómo es Dios?
Casi siempre la mejor manera de describir a algo o a alguien es al
comparar lo desconocido con algo conocido. Sin embargo, este método
es muy limitado cuando queremos describir a Dios. Él de sí mismo
dijo: “¿A quién me asemejáis, y me igualáis, y me comparáis, para
que seamos semejantes? (...) Yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada
hay semejante a mí” (Isaías 46.5, 9). Dios está solo en su categoría.
Dios es Espíritu (véase Juan 4.24). Él es celestial y el hombre no
puede hacer dibujos terrenales que reflejen correctamente cómo es él.
Cada comparación que pudiéramos hacer para describir a Dios sólo
nos abre una ventanilla a los misterios de Dios. La Biblia dice que Dios
es una Roca. Él es una seguridad inmovible. Pero en otros sentidos él no
es como una roca. Una roca es muerta; Dios es vivo. Una roca se puede
dividir; Dios siempre será uno. La Biblia también dice que Dios es un
pastor. Él ama y cuida de sus ovejas como el pastor cuida de las suyas.
Pero él nunca esquila las ovejas ni manda a los corderos al matadero.
Dios es como una roca y como un pastor en un sentido limitado. Pero
aun estas comparaciones limitadas nos pueden ayudar a conocerlo mejor.
C. Dios es soberano
Las escrituras comparan a Dios con un rey. Incluso le llaman Rey. El
Salmo 47.7 dice: “Dios es el Rey de toda la tierra”. Esta comparación es
17
Lección 2
una semejanza adecuada. Esto se debe a que un rey debe ser soberano
en su reino. Un rey soberano está en una posición más alta que todos
sus súbditos. Él tiene más poder que cualquiera. Él controla a todos.
Pero en realidad, el rey terrenal no es soberano. Tarde o temprano
alguien desafiará su reinado. En algún momento el desafiador derrotará
al rey. Si un rey realmente fuera soberano, sería superior a todos los
demás. Para él no habría desafío o competencia.
Dios sí es soberano. Nada amenaza su reino. Jehová es Rey eternamente y para siempre (véase Salmo 10.16). Todo el poder es suyo en el
cielo y en la tierra. Él domina aun a los más poderosos. Él es el Rey de
todos los reyes, Dios de todos los dioses y Señor de todos los señores.
Dios es el único Dios. Cualquier dios, para ser Dios, tiene que tener
algo que de veras le pertenezca... un reino en donde él sea supremo y
soberano... una fuerza que no esté sujeta a ningún otro. ¿Habrá otro
dios que tenga todo eso?
“Yo soy el Alfa [la primera letra del alfabeto griego] y la Omega
[la última letra del alfabeto griego], principio y fin, dice el Señor”
(Apocalipsis 1.8). Dios es el primero; ningún dios puede adelantársele.
Él es el último; ningún dios puede colársele. Él lo llena todo; no hay
ningún lugar, dentro o fuera del espacio, donde otro dios pudiera tomar posesión. Dios lo sabe todo; no hay sabiduría que algún otro dios
pudiera guardar en secreto del Todopoderoso. Él tiene todo el poder;
no queda más poder que algún dios pudiera controlar por sí solo.
Ya que mucha gente y muchos ángeles usan el poder que tienen para
el mal, se nos olvida quién es la fuente de todo poder. David señaló
la fuente de todo poder cuando dijo: “Tuya es, oh Jehová, la magnifi­
cencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las
cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová,
es el reino, y tú eres excelso sobre todos” (1 Crónicas 29.11). Todo
poder fluye de Dios, ya sea el poder de la mar embravecida, el poder
de los inventos de los hombres o las obras de los ángeles. Ya que Dios
es la fuente de todo poder, cuando alguien usa su poder contra él, Dios
puede restringirlo o eliminar el poder que tiene. Por ejemplo, cuando
Lucero desafió a Dios, sin gran esfuerzo Dios lo echó de su presencia.
Nuestra libertad de rechazar el señorío de Dios parece contradecir
su soberanía. Nuestros corazones parecen ser isletas sin conquistar en
el vasto, eterno dominio donde Dios reina soberano. Pero la misma
18
Dios es digno de nuestra adoración
soberanía de Dios es la que le da la libertad de abrir para nosotros la
ventana del libre albedrío. Porque aunque podemos escoger no servir
a Dios, nunca somos una amenaza para él.
También Dios ha puesto límites inalterables alrededor de nuestro
libre albedrío. Sólo podemos escoger entre dos amos: Dios o Satanás. Luego tenemos que enfrentarnos a las consecuencias que Dios
ha establecido por nuestras decisiones. Podemos escoger sólo por un
tiempo limitado. Cuando la ventana del libre albedrío se cierra, todo
ser humano, no importa cómo haya escogido, se inclinará delante de
la soberanía de Dios. Él dijo: “Por mí mismo hice juramento, de mi
boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará
toda rodilla” (Isaías 45.23). “Terrible será Jehová contra ellos, porque
destruirá a todos los dioses de la tierra, y desde sus lugares se inclinarán
a él todas las tierras de las naciones” (Sofonías 2.11).
Después que Dios hizo el mundo, él no lo dejó a la suerte para ver cómo
le iría. Él no tenía ningún temor de cómo saldrían las cosas. Con la palabra
de su poder (véase Hebreos 1.3), Dios sostiene todas las cosas, controla su
movimiento y da vida a todo ser vivo. En su mano está el corazón de cada
rey y reina terrenal, presidente o dictador, jefe militar o soldado guerrillero.
Dios está al control. Él es soberano. Punto final.
D. Dios es grande
Dios es grande en sí mismo y por sí solo. Su grandeza no depende
de que lo reconozcan.
Las habilidades de Dios declaran su grandeza. Génesis 1.1 nos explica mucho acerca del origen de todo. Todo, menos Dios en sí mismo,
fue hecho por él, para él, y sigue existiendo por causa de él. “Todo” te
incluye a ti y a mí. “En él vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos
17.28). Por su palabra él creó los planetas y marcó sus órbitas. Dios
llenó los mares y puso sus niveles. Él comenzó toda forma de vida.
Dios todo lo puede (véase Job 42.2). Nada lo cansa. El que creó los
confines de la tierra “no desfallece, ni se fatiga con cansancio” (Isaías
40.28). Ni siquiera crear todo el universo lo cansó. Él descansó el
séptimo día, no para refrescarse, sino porque su obra había terminado.
“Todas las cosas son posibles para Dios” (Marcos 10.27). Sin embargo, por su misma grandeza hay algunas cosas que él nunca haría.
19
Lección 2
Por ejemplo, él nunca mentiría; él es verdad (véase Números 23.19).
Él no tendría que aprender, pues ya lo sabe todo. Él no se cansaría;
pues su fuerza es sin límite (véase Isaías 40.28). Él no se mejoraría,
pues ya es perfecto. Él nunca fallaría, pues él siempre hace lo correcto.
“Todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de [Dios]” (Hebreos 4.13). Él lo sabe todo. Su entendimiento es infinito (véase Salmo
147.5). Él nunca tiene que decir: “Ah, eso yo no lo sabía”. Él sabe cuántos cabellos tenemos en la cabeza (véase Mateo 10.30). Y ese número
lo conoce sin tener que contarlos: “Uno, dos, tres, cuatro... cua­renta...
cuatro­cientos... cuatro mil... Él sabe cuántos son sencillamente porque
lo sabe todo. Él sabe lo que ha pasado, todo lo que está pasando y todo
lo que pasará. Para Dios el futuro es tan claro como lo es el pasado.
Dios está en todas partes. Él llena todo el espacio (pero no está
encerrado en el espacio). Eso quiere decir que está cerca de cada uno
de nosotros. Él nunca tiene que viajar para venir a socorrernos.
Al trono majestuoso del Dios de potestad,
Humildes vuestra frente, naciones inclinad.
Él es el ser supremo, de todo es el Señor,
Y nada al fin resiste a Dios el Hacedor.
—Isaac Watts
Traducido por Juan Bautista Cabrera
E. Dios es bueno
De lo más profundo del ser de Dios fluye hacia nosotros la misericordia, la bondad, la honestidad, la amistad y el amor. El Salmo 136 nos
hace una representación de semejante Dios. Cada uno de sus veintiséis
versículos terminan con: “...porque para siempre es su misericordia”.
“Gustad, y ved que es bueno Jehová” (Salmo 34.8). Cuando nosotros
gustamos de Dios, lo hallamos bueno. Los que creen que Dios no es
bueno y dicen que es cruel o injusto realmente no lo conocen.
Dios creó un mundo bueno. Cuando el sol brilló por primera vez
sobre toda la creación, el mundo era muy distinto al mundo que
conocemos hoy. El mundo de entonces era sin falla, mientras que el
mundo de hoy está manchado por el pecado y herido por 6.000 años
de deterioro. No obstante, aún quedan con nosotros algunos rastros
20
Dios es digno de nuestra adoración
del bien original: la felicidad, la sonrisa inocente de un niño, un celaje
encendido, la vegetación saludable y las brisas refrescantes.
Vemos la bondad de Dios en la manera que él responde a la humanidad pecaminosa. Adán y Eva sin duda conocían la bondad y el amor
de su Padre, Dios. Ellos sabían cuán malo sería desobedecer y que
serían castigados si lo hacían. Pero de todos modos pecaron.
Cuando cayeron de la gracia, la bondad de Dios detuvo al género
humano para que no cayera en desgracia total. En lugar de destruir a
los humanos instantáneamente, Dios detuvo la severidad del castigo
de la muerte. Él quería que Adán y Eva respondieran a su bondad que
revelaría a un descendiente de la misma Eva: Jesucristo.
Y aunque el género humano ha entristecido a Dios infinidades de
veces, él sigue estrechándonos su mano de amor. Él rehúsa darse por
vencido con nuestro género rebelde.
Todo lo bueno fluye de Dios. “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay
mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1.17).
Los dones de Dios nos demuestran que él nos ama. Y aun más
preciados que los dones del amante son los amores del donante. Su
amor no tiene medida. Es puro y fuerte. Todo el trato de Dios con los
hombres ha sido en amor. Él escoge lo que es mejor para nosotros.
Cuando mi alma, oh Señor,
Ver a tu bondad alcanza;
Se llena todo el corazón
De asombro y de alabanza.
Son miles y millares
De regalos que me das,
Tanto te agradezco Dios;
Quiero adorarte más.
—Joseph Addison
Traducido por Pablo Yoder
21
Lección 2
F. Dios es perfecto
Dios es perfecto en todo aspecto. Él es perfectamente soberano,
perfectamente grande y perfectamente bueno.
El carácter de Dios es perfecto. Él le dijo a Israel: “Yo Jehová,
Santo vuestro” (Isaías 43.15). Los serafines que vio Isaías daban voces
diciendo: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos” (Isaías 6.3).
Ellos testificaron acerca de la perfección del carácter de Dios. Dios
es magnífico en santidad (véase Éxodo 15.11). Él es sin pecado, sin
falta y sin tacha.
“Exaltad a Jehová nuestro Dios,
Y postraos ante el estrado de sus pies;
Él es santo.”
—Salmo 99.5
La ley de Jehová es perfecta (véase Salmo 19.7). Su obra es perfecta
(véase Deuteronomio 32.4). “Perfecto es su camino” (2 Samuel 22.31).
Su voluntad es perfecta (véase Romanos 12.2). Mateo 5.48 lo resume
todo al afirmar: “Vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.
Es solamente cuando creemos en Dios, como él se reveló a nosotros, que lo podemos adorar. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios;
porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que
es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11.6).
Está muy claro que no hay nadie que ni remotamente es tan excelente, tan poderoso y tan perfecto como lo es nuestro Dios. ¿Cómo
responderás tú a tu conocimiento de Dios y su amor por ti? ¿Sientes
en lo más profundo de tu ser una añoranza por él y deseas inclinarte
delante de él en santo asombro? Él es digno.
22
Dios es digno de nuestra adoración
Preguntas sobre la lección
1. ¿Qué pasará si tratamos de adorar a Dios sin conocerlo?
2. ¿Por qué se requiere esfuerzo para conocer a Dios?
3. ¿Cómo Dios se revela a nosotros?
4. Puesto que no hay nada que sea semejante a Dios, ¿por qué compararlo con otras cosas?
5. ¿Por qué no hay nada que represente una amenaza para Dios?
6. Nombra por lo menos tres maneras en que Dios nos muestra su
grandeza.
7. ¿Cómo Dios nos manifiesta su bondad?
23
Lección 2
Para más estudio
Escribe qué quiere decir cada una de las siguientes características
de Dios. Piensa en cómo cada una de ellas nos muestra que Dios sí
es digno de nuestra adoración.
1. Fiel:
2. Glorioso:
3. Bueno:
4. Santo:
5. Infinito:
6. Justo:
7. Amante:
8. Misericordioso:
9. Perfecto:
10. Inalterable:
24
Lección 3
¿Quién debe adorar?
D
ios creó las cosas con un propósito. Eso lo podemos entender,
pues nosotros también tenemos un
propósito para lo que hacemos. Hacemos comida para comer, casas para
vivir en ellas, ropa para poner y libros
para leer.
¿Por qué Dios hizo el cielo y la tierra?
Dios mismo contesta esta pregunta:
“Así dijo Jehová, que creó los cielos;
él es Dios, el que formó la tierra, el
que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada
la creó” (Isaías 45.18).
Dios creó la tierra con el propósito de proveer un hogar para la
humanidad. Tal y como los contratistas construyen casas para suplir
las necesidades de sus clientes, así también Dios hizo la tierra para
suplir las necesidades del género humano.
Eso nos explica por qué Dios hizo la tierra. Pero, ¿por qué Dios
hizo al género humano? El versículo que aparece al comienzo de esta
lección contesta esa pregunta. Dios nos hizo a fin de que fuéramos
para la alabanza de su gloria.
“Habiendo sido predestinados
conforme al propósito del que
hace todas las cosas según el
designio de su voluntad, a fin
de que seamos para alabanza
de su gloria, nosotros los que
primeramente esperá­bamos
en Cristo.”
—Efesios 1.11–12
A. Dios se complace en el hombre que lo adora
Por lo general, la persona que busca que otros lo alaben es egoísta.
Pero Dios no es hombre. Él no es egoísta. “Dios es amor” (1 Juan 4.8).
Por lo tanto, Dios no se complace en el dolor y las frustraciones
del hombre. Tampoco halla complacencia en que el hombre sólo
cumpla las funciones de la vida tales como comer, dormir, trabajar
y tener hijos.
25
Lección 3
La Biblia dice: “[Dios] no se complace en los insensatos” (Eclesiastés
5.4), y “Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del
impío” (Ezequiel 33.11).
Dios se complace en amar al hombre y en recibir a cambio su amor
y su adoración.
La Biblia dice: “Se complace Jehová en los que le temen, y en los
que esperan en su misericordia” (Salmo 147.11), y “Jehová tiene contentamiento en su pueblo; hermoseará a los humildes con la salvación”
(Salmo 149.4). Aquellos que agradan a Dios al servirle y adorarlo verdaderamente cumplen el propósito de Dios para la humanidad.
Aquellos que agradan a Dios al entregarse a él hallan placeres espirituales ellos mismos. “Los hijos de los hombres se amparan bajo la
sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura de tu
casa, y tú los abrevarás del torrente de tus delicias” (Salmo 36.7–8).
B. Dios hizo que la adoración fuera una decisión
voluntaria
Cuando Adán despertó por primera vez, él estaba consciente de
Dios. Él llevaba la imagen de Dios, pues Dios vivía en él. Al principio
de su vida, él cumplía el propósito por el cual fue creado. Él obedecía
a Dios. Adán cumplía con las responsabilidades que Dios le dejó. Él
se comunicaba con Dios. Adán recibió con gozo la comida y la esposa
que Dios le proveyó. Ya que en todo esto él cumplía el propósito de
Dios para él mismo, Adán estaba inclinado delante de Dios. Lo adoraba.
Dios no obligó a Adán a adorarlo. Adán escogió adorarlo. Dios
permitió que Adán controlara su propia voluntad. Sólo le dijo cómo
debía controlarla. “Y mandó Jehová Dios al hombre: (...) Del árbol de
la ciencia del bien y del mal no comerás” (Génesis 2.16–17).
Imagínate que la voluntad del hombre sea como un interruptor eléctrico
de sólo dos posiciones: Arriba y abajo. Cuando el interruptor está abajo, el
hombre está inclinado en amor y devoción a la voluntad de Dios. Cuando
el interruptor está arriba, el hombre hace lo que él cree ser su propia voluntad, pero que en realidad es la voluntad del enemigo de Dios.
No importa cuánto Dios quiera que el hombre le complazca al
rendirle su voluntad, él no toca el interruptor. Sólo el hombre puede mover el interruptor. Esta libertad parece ser una amenaza al
26
¿Quién debe adorar?
propósito de Dios al crear el hombre, pero Dios quiere que el hombre
lo adore voluntariamente.
Al principio, Adán tenía su interruptor en la posición de abajo.
Su voluntad y deseos eran para Dios. Adán obedecía a Dios. En sus
pensa­mientos favorecía a Dios.
Pero un día, el diablo comenzó a hablarle a la esposa de Adán por
medio de una serpiente. En otras palabras, la serpiente le preguntó:
“¿Será que Dios está buscando lo mejor para usted? ¿Para qué servirle a él si pudiera servirse a usted misma? Sea usted su propio dios.
Tome sus propias decisiones. Haga lo que quiera. Si el fruto le parece
sabroso, pruébelo.”
Eva miró el fruto prohibido. De veras, se veía sabroso. Ella decidió
probarlo. Al tomar esa decisión, su voluntad dejó su posición inclinada delante de Dios. Eva dejó de creer en Dios y empezó a creer en
sí misma. Ella pensó que había llegado a ser su propio dios. Pero en
realidad se inclinó delante de Satanás, el dios de este siglo.
Adán también decidió comer. Para él y Eva la decisión de comer
fue la decisión de apartarse de su Dios. La vida de Dios que habían
recibido en sus espíritus ya no estaba allí. La ausencia de vida que
experimentaban en sus espíritus ahora se llama muerte espiritual.
Dios hizo que la adoración fuera voluntaria... y la primera pareja
escogió no adorar.
C. Aquel horrendo rechazo de adorar a Dios
Si tú sigues la historia del género humano después que la primera
pareja escogió no adorar, verás que la mayoría de la gente ha rehusado adorar a Dios. Para hacer que la adoración falsa no ahogara a la
adoración verdadera, Dios destruyó la tierra con un diluvio y después
confundió el lenguaje de los rebeldes en la torre de Babel. Después,
él llamó a Abram y le pidió que se separara de su ambiente profano
y que comenzara un linaje de adoradores verdaderos. Él mandó a los
hijos de Abram (los israelitas) en el primero de los diez mandamientos:
“No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20.3).
Pero aun los israelitas, su pueblo escogido y amado, se inclinaban ante Baal, pasaron a sus hijos por el fuego delante de Moloc y
cometieron fornicación a la sombra de Baal-peor. La mayor parte del
27
Lección 3
tiempo, aquellos a quienes Dios libró de los horrores de la esclavitud
de Egipto escogieron no adorarlo.
Desde entonces el género humano se ha postrado, no delante de
Dios, sino delante de los pies del “ismo” de su época: Sea el socialismo, el capitalismo, el misticismo, el humanismo, el comunismo, el
liberalismo o el materialismo.
Pero no queremos enfocar las escenas del mundo y pasar por alto
nuestros propios corazones. Por el hecho de que Adán desobedeció,
todos sus descendientes han nacido rebeldes. “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3.23). Todos
nacemos con una orientación hacia el egoísmo... con nuestras espaldas
hacia Dios. En lugar de cumplir con el propósito de Dios para nosotros
(agradarlo a él), seguimos nuestros propios planes y mandatos. “No
hay quien busque a Dios” (Romanos 3.11). Desde una edad muy joven
mostramos con nuestro comportamiento que creemos que somos el
rey en el imperio de nuestra propia vida.
Todos estimamos mucho nuestro pequeño trono. No importa cuán miserable o cuán vacía se vuelva la vida, el trono sigue siendo muy preciado.
Algunas personas hasta prefieren suicidarse antes de rendir sus vidas a Dios.
Pero recordemos: le hemos robado este trono a Dios. Se lo hemos
robado a aquel Soberano que tiene el derecho de reinar en cada rincón
del reino que él creó. Pero en esta vida nadie, ni siquiera el propio
Dios, nos obligará a bajarnos del trono de nuestro corazón.
Reinar en nuestra propia vida realmente es una ilusión. Cuando
pensamos que estamos reinando en el trono de nuestro propio corazón,
quien realmente reina es el enemigo de Dios. Servimos a Satanás y
estaremos entre aquellos que adoran a la bestia de Apocalipsis 13.1–8.
Pero a Satanás le encanta hacernos creer que estamos al mando. Mientras así lo creamos, más fácilmente él nos conduce a la destrucción.
D. Dios siempre quiere que lo adoremos
Dios siempre quiere que el hombre lo adore. Él envió a su Hijo
para llevar nuestras iniquidades y rebeliones a fin de que pudiéramos
adorarlo en la belleza de la santidad.
Dios llama a todo hombre en todo lugar: “Mirad a mí, y sed salvos,
todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más”
28
¿Quién debe adorar?
(Isaías 45.22). Desde las tribus escondidas en las junglas tropicales
hasta las personas más remotas en el norte congelado, él llama a todas
las personas. Dios les habla constantemente a través de la naturaleza,
a través de las leyes escritas en sus propios corazones y de vez en
cuando a través de sueños y visiones. Y si su iglesia está dispuesta,
él envía a los evangelistas para que lleven el mensaje completo de su
amor. Desde los barrios marginales de las ciudades hasta los palacios
de los gobernadores, Dios invita a todas las personas, incluyendo a
los cristianos, a adorarlo.
El destino eterno de cada persona depende de cómo esa persona
responda a la invitación de Dios.
¡Gran Hacedor de mi persona!
Enséñame mis días a contar,
Muéstrame cuán débil soy,
Así te puedo adorar.
O Dios, ¡sé tú mi fiel porción!
Me inclino a ti en adoración;
Renuncio mis tesoros pobres,
Y sólo en ti pongo mi amor.
—Anne Steele
Traducido por Pablo Yoder
Dios nos ama y nos dio a su Hijo en sacrificio vivo y muerto por
nuestros pecados. ¿Amas tú a Dios lo suficiente como para cumplir
con sus propósitos y para complacerlo con tu vida?
29
Lección 3
Preguntas sobre la lección
1. ¿Por qué Dios hizo los cielos y la tierra?
2. ¿Por qué Dios hizo a la humanidad?
3. ¿Cómo la humanidad puede complacer a Dios?
4. ¿Quién trata de evitar que el hombre adore a Dios?
5. ¿Por qué la mayoría de la gente ha rehusado adorar a Dios?
6. ¿Cómo Dios llama al hombre para que lo adore?
30
¿Quién debe adorar?
Para más estudio
El Salmo 100 nos invita a adorar a Dios. El versículo 3 nos explica cuál es el derecho que Dios tiene a nuestra adoración. ¿Cuál es?
Mucha gente quiere negar este derecho. Ellos creen que nosotros
nos hemos hecho a nosotros mismos. Muchos afirman que algunos
procesos naturales de desarrollo han creado el género humano. Si la
gente de veras se hubiera hecho a sí misma, ¿a quién pudiera adorar?
¿Qué teoría de hoy en día promueve esta idea?
¿Cuán eficaz crees que sea el diablo en usar esta teoría para prevenir
que la gente adore a Dios?
31
32
Lección 4
El género humano
quiere adorar
H
ace algunos siglos los conquistadores españoles abandonaron
España con el objetivo de explorar
y conquistar el nuevo mundo. Además de buscar nuevas tierras para su
patria, ellos querían adquirir nuevos
feligreses para la iglesia católica.
Con ese fin, ellos llevaron consigo a
algunos sacerdotes.
Pero dondequiera que los españoles
hallaron gente, ellos se dieron cuenta
que esas personas de aquellos lugares
ya adoraban. Los aztecas, los mayas
y los incas todos tenían sus creencias religiosas, celebraban sus ritos
religiosos y adoraban sus objetos sagrados.
Aunque muchos indígenas aceptaron el catolicismo de los españoles,
otros siempre se aferraron a algunas formas de su adoración antigua.
Aun hoy en día en muchos lugares de América Latina la gente no practica el catolicismo puro que trajeron los sacerdotes de España. Ellos
todavía mezclan el catolicismo con sus formas antiguas de adoración.
Las formas que quedan dan testimonio de esta verdad asombrosa: cada
cultura, en todo lugar y en todo tiempo, ha adorado algo.
“Porque lo que de Dios se
conoce les es manifiesto,
pues Dios se lo manifestó.
Porque las cosas invisibles de
él, su eterno poder y deidad,
se hacen claramente visibles
desde la creación del mundo,
siendo entendidas por medio
de las cosas hechas, de modo
que no tienen excusa.”
­—Romanos 1.19–20
A. ¿Por qué todo el género humano adora?
El hombre adora porque Dios lo hizo con una necesidad interior de
adorar. Todos sentimos y deseamos satisfacer esa necesidad. Cuando
Dios nos hizo, él implantó en nosotros algo muy especial: “Y ha puesto
33
Lección 4
eternidad en el corazón” (Eclesiastés 3.11). Esta eternidad es el mismo
suspiro de Dios en nuestro ser. Por eso nuestro corazón desea adorar
al mismo ser que nos dio de su aliento.
Todo el género humano se siente como un niño cuando tiene miedo
de estar solo en la oscuridad. Tenemos miedo de estar solos en la vida
y en la muerte. Para enfrentarnos a la vida o a la muerte necesitamos
asirnos de alguien más grande que nosotros. Necesita­mos a alguien
en quien confiar y a quien tomar de la mano para que nos acompañe
a través de las angustias de la vida y el valle de la muerte.
Muchos ateos afirman que sólo los débiles y temerosos sienten
una necesidad de Dios. Ellos dicen que la persona fuerte siempre se
sentirá fuerte en sí misma. Sin embargo, para creer y decir tales cosas,
el ateo tiene que desatender, y aun apaciguar, los gritos de su propio
corazón. Su propia alma gime por el deseo de tener a un Padre que
sea tan amoroso y fuerte como lo es Dios. Muchos de los tales ya no
aguantan cuando se enfrentan a la muerte. Es entonces cuando ellos
claman en voz alta por la misericordia de Dios.
Dios tuvo un propósito al hacernos entender nuestra necesidad de
él. Él nos hizo sentir aquel vacío para que lo buscáramos, para que
confiáramos en él y para que lo adoráramos.
Todo el mundo necesita a Dios. Toda la gente responsable sabe que
necesita a Dios. Y como ellos saben que lo necesitan, en un sentido lo
anhelan y quieren adorarlo.
B. El hombre adora muchas cosas
Todos los descendientes de Adán han heredado una naturaleza contraria a Dios. Y aunque deseamos tener comunión con Dios, también
le tememos. Cuando logramos asirnos de Dios y lo amamos y lo adoramos... él se adueña de nosotros. Dios se hace soberano en las vidas
de aquellos que caminan en humildad delante de él (véase Miqueas
6.8). Para nuestra naturaleza contraria a Dios éste es un pensamiento
aterrador. Entonces esa misma naturaleza nos impulsa a buscar a un
dios que pida menos de nosotros. Y si no lo podemos hallar, entonces
esa naturaleza nos impulsa a fabricarlo.
Los hombres que siguen su naturaleza contraria a Dios muchas veces terminan adorando a la propia naturaleza. Ellos dejan de adorar al
34
El género humano quiere adorar
Creador y adoran a la criatura (véase Romanos 1.25). Estos hombres
observan el poder en una parte de la naturaleza, como es el caso del
sol, y lo declaran su dios. Pero luego las nubes cubren el poder del sol,
o la luna le eclipsa. La lógica diría que si las nubes y la luna pueden
someter al sol entonces ellas también son dioses. Ya que cualquier parte
de la naturaleza está sujeta a otros poderes en la misma naturaleza, la
naturaleza misma declara que no hay un verdadero dios en la naturaleza.
Cualquier persona que quiera adorar a un solo dios tiene que buscar más
allá de la naturaleza hasta hallar al que la creó y la controla. La adoración
verdadera de UNO nos lleva a la adoración del verdadero Dios y Creador.
Los hombres que siguen su naturaleza contraria a Dios muchas
veces fabrican sus propios dioses. Ellos inventan leyendas y mitos,
moldean y pintan ídolos y, además, esperan que sus dioses llenen el
vacío interno que es de la forma de Dios. Pero esto nunca sucede.
Tal y como un hombre hecho por Dios refleja a su Hacedor, así
también un dios hecho por el hombre refleja a su hacedor. Los dioses
hechos por los hombres, como el propio hombre, tienen poder limitado
y son cambiables. ¿Qué valor tendría un dios que no es todopoderoso?
Sólo ofrecería una seguridad limitada. ¿Qué valor tendría un dios dado
a cambiar? No se podría confiar en él. Los hombres que confían en
dioses siempre temen y sienten la necesidad de un Dios de confianza
que conquiste a todos sus enemigos y cumpla lo que dice.
Hoy en día muchos le temen a Dios y ven la locura de la idolatría. Entonces confían en los hombres. Ellos son los llamados humanistas. Ellos
dicen que la humanidad no necesita a Dios ni a los ídolos porque el hombre
tiene en sí mismo la solución para las necesidades del género humano.
Pero, ¿cómo puede ser eso posible? ¿Cómo alguien con una deficiencia puede ayudar a otro con la misma deficiencia? ¿Acaso una persona
que se ahoga en un río puede ayudar a otra que también se está ahogando?
No obstante, eso precisamente intentan los humanistas cuando buscan
en el humano la solución para sus necesidades más profundas. “Así ha
dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne
por su brazo, y su corazón se aparta de Dios” (Jeremías 17.5).
El hombre constantemente extiende su mano en busca de alguien
que llene el lugar de Dios en su vida. Aunque no se da cuenta, cuando
rechaza a Dios y los ídolos, él hace que otra cosa sea su dios. El hombre
entonces se vuelve a la filosofía, a la educación, a otros hombres, a
35
Lección 4
las riquezas, a la política, a la fuerza militar o a sus propios poderes
mentales. Cuando el hombre rechaza a Dios, él siempre hallará otra
cosa que ocupe su lugar.
Pero mientras más celosamente el hombre adore a su dios sustituto,
tanto más su vida se vuelve vacía y oscura. Sólo Dios puede llenar la
necesidad interior del hombre porque Dios nos hizo con un vacío que
sólo él puede llenar.
C. Necesitamos a Dios
Encontramos y comprendemos a Dios solamente cuando nos enfrentamos honestamente con nuestra necesidad de él y lo buscamos. Dios
llena a aquellos que reconocen que están necesitados. Jesús dijo: “Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados” (Lucas
6.21). Dios no satisface a aquellos que están satisfechos de sí mismos.
Para la persona que se cree ser todo, Dios es nada.
Para la persona que se cree ser algo, Dios es algo.
Para la persona que se cree ser nada, ¡Dios es todo!
David sintió su necesidad de Dios en una manera muy real. Él exclamó:
“Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de
ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas” (Salmo
63.1). David sabía que Dios era la única fuente que saciaría las necesidades de su alma sedienta. Y Dios satisfizo las necesidades de David. Unos
pocos versículos después en el mismo salmo, David escribió: “Como de
meollo y de grosura será saciada mi alma, y con labios de júbilo te alabará
mi boca. Cuando me acuerdo de ti en mi lecho, cuando medite en ti en
las vigilias de la noche. Porque has sido mi socorro, y así en la sombra
de tus alas me regocijaré” (Salmo 63.5–7).
Sólo Dios puede suplir nuestras necesidades más profundas:




Necesitamos seguridad. Él, nuestra Roca, nos protege.
Necesitamos amor. Él, nuestro tierno Pastor, nos ama.
Necesitamos sabiduría. Él, nuestro Maestro, nos instruye.
Necesitamos salvación. Él, nuestro solícito Salvador, nos salva.
36
El género humano quiere adorar
Somos seres muy necesitados. Y todo lo que necesitamos, “toda
buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de
las luces” (Santiago 1.17).
Verdaderamente, Dios es todo lo que necesitamos. Él nos dio las
escrituras para mostrarnos que él es la respuesta a nuestras muchas
necesidades. El propósito completo de la Biblia se resume en el evangelio según San Juan: “Pero éstas se han escrito para que creáis que
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida
en su nombre” (Juan 20.31).
Nuestra fortaleza, nuestra protección,
Nuestro fiel socorro, nuestro paladión,
Nuestro gran refugio, nuestra salvación,
Es el Dios que adora, nuestro corazón.
—Epigmenio Velasco
¿Has comprendido tu gran necesidad de Dios? ¿Has desafiado la
fuerza de tu naturaleza contraria a Dios al buscar y adorar al único
Dios? ¿Lo has hecho con todo tu corazón, toda tu alma, toda tu mente
y todas tus fuerzas?
37
Lección 4
Preguntas sobre la lección
1. ¿Por qué la gente sigue adorando aunque sepa muy poco acerca
de la adoración verdadera?
2. ¿Por qué el hombre adora a otras cosas en lugar de adorar a Dios?
3. ¿Cómo es que la propia naturaleza declara que ella no es Dios?
4. ¿Por qué es tan absurdo que el hombre busque su seguridad en el
mismo hombre?
5. ¿Por qué las otras cosas nunca pueden ocupar el lugar de Dios en
el corazón del hombre?
Para más estudio
Algunas personas creen que la adoración a un solo Dios evolucionó
de la adoración a muchos dioses. Estas personas creen que el hecho de
que la gente aislada adora a muchos dioses prueba que la adoración
originalmente fue politeísta.
¿Acaso es cierta esta teoría? ¿Qué cree usted? ¿Qué dice la Biblia
al respecto? Lee Romanos 1.21–25.
¿Quién fue el primer adorador? ________ ¿A quién adoró? ________
La Biblia demuestra que la teoría de la cual se habla anteriormente es falsa.
38
Lección 5
La adoración
que a Dios le agrada
S
egún Juan 4.23, Dios busca a verdaderos adoradores. Él los busca
porque hay muy pocos que lo adoran
como él quiere. Y aunque la gente
construye más y más capillas, la escasez de verdaderos adoradores que
comenzó en el Huerto del Edén se
mantiene hasta nuestros días.
Por supuesto, muchos quieren ser
salvos. Muchos gritan aleluya. Pero, lamentablemente, muy poco de
lo que se conoce como adoración es adoración. Muy, pero muy pocos
de los adoradores que Dios encuentra lo adoran como él quiere.
“Mas la hora viene, y ahora
es, cuando los verdaderos
adoradores adorarán al Padre
en espíritu y en verdad; porque
también el Padre tales adoradores busca que le adoren.”
—Juan 4.23
A. Adoradores mecánicos
Las plantas hacen exactamente lo que Dios quiere que ellas hagan.
Ellas responden a Dios al doblegar sus ramas e inclinar sus cabezas
cuando Dios hace soplar el viento. En un sentido, los adoradores
mecánicos honran y adoran a Dios. Pero lo hacen sin sentimiento,
comprensión o deseo. Sus cantos (véase 1 Crónicas 16.33) y su aplauso
(véase Isaías 55.12) son automáticos o, es decir, mecánicos.
Todo el universo se inclina a la voluntad de Dios. Cuando Dios
habla, la creación responde. “Él mira a la tierra, y ella tiembla; toca
los montes, y humean” (Salmo 104.32).
Adoramos mecánicamente cuando cantamos u oramos por mera
costumbre. Adoramos mecánicamente cuando cumplimos los ritos sin
pensar y sin sentir. Adoramos mecánicamente cuando nuestras palabras
o hechos de adoración no están unidos a nuestra mente, a nuestras
39
Lección 5
emociones o a nuestro espíritu. Algunos cristianos dicen “gloria a
Dios” porque quieren decir algo y no hallan otra cosa que decir. Para
ellos la expresión de adoración es una respuesta mecánica a la sorpresa.
Dios se complace cuando las flores responden a él aunque no sientan
y no escojan hacerlo. Pero los movimientos mecánicos de nuestros
labios (véase Mateo 15.8–9) y manos (véase Hechos 17.24–25) no son
suficientes para adorar a Dios como debemos. En su búsqueda de verdaderos adoradores, Dios no hace caso a los que adoran mecánicamente.
B. Adoradores sensuales
Al decir sensual, me refiero al cuerpo y a los sentidos que son diferentes
del espíritu. La adoración sensual nace de los sentidos y de las emociones.
La adoración sensual se dirige por medio de los deseos y las tendencias
de nuestro cuerpo y alimenta esos deseos y esas tendencias a su vez.
Los animales le ofrecen adoración sensual a Dios porque ellos siempre
responden a sus sentidos e instintos según la naturaleza que Dios les dio.
Aunque es cierto que su naturaleza bella y original ha sido manchada por
la maldición que Dios puso en la tierra por el pecado, los animales no pueden decidir dejar de adorar a Dios. Ellos adoran sin pensar. Nunca tienen
que decidir entre los deseos de sus cuerpos y la voluntad de Dios. Esto se
debe a que es la voluntad de Dios que ellos hagan lo que el cuerpo quiere.
Cuando un pájaro siente deseos de cantar, canta. Y porque hace fielmente lo que Dios quiere que haga, en un sentido adora a Dios. Cuando
el pájaro quiere dejar de cantar, ya no canta más. Pero siempre alaba
a Dios, porque sigue fielmente siendo un pájaro como Dios lo creó.
El pájaro, al igual que cualquier otro animal, no tiene otra alternativa
que seguir sus instintos, sentimientos y deseos.
¿Por qué algunos perros lloran cuando oyen música que no armoniza? Porque los animales tienen la habilidad de responder a la música.
Pero su respuesta es sólo sensual.
Nuestros cuerpos responden automáticamente a nuestros sentidos.
Una música suave con un ritmo y un movimiento natural hace que
nuestros cuerpos se relajen. Por otro lado, si escuchamos música brusca
y chocante, nuestros cuerpos se ponen tensos.
Nuestros cuerpos también responden automáticamente a nuestros
sentimientos. Si escuchamos que un amigo muy querido ha muerto, las
40
La adoración que a Dios le agrada
lágrimas llegan a nuestros ojos sin mucho esfuerzo de nuestra parte.
Nuestros cuerpos responden a los sentimientos de tristeza.
Hay cultos donde la gente grita, chilla o salta por encima de los
bancos. Tal adoración es sensual. Tales adoradores simplemente responden a los impulsos que sienten en sus cuerpos. Ellos gritan, chillan
y saltan por encima de los bancos porque sienten hacerlo, no porque
entienden que eso es lo que Dios quiere que hagan.
Algunos himnos tienen una música muy linda. Eso está bien, si el
himno es piadoso. Pero si esos himnos sólo tocan nuestros sentidos,
entonces adoramos sensualmente. Algunos pastores son muy dinámicos en su manera de predicar. Eso está bien, si predican la verdad.
Pero si lo que nos conmueve es la fuerza de su voz, y no la verdad del
mensaje, entonces adoramos sensualmente. Simplemente respondemos
a los sonidos que escuchamos y no a la verdad que quiere tocar nuestro
corazón y nuestra mente.
La adoración sensual se lleva muy bien con nuestra naturaleza pecaminosa que recibimos de Adán. Por lo mismo, muchas personas adoran
sensualmente. Ellas dependen de sus sentidos y sentimientos para llevarlos
a lo que llaman “adoración”. Pero, ¿qué pasa si los sentimientos no cooperan? Entonces tienen varias opciones. O tratan de estimular sus sentidos
al buscar otro santuario o de subir el volumen de la música o de escoger
otro himno, músico o predicador. O simplemente le pueden decir al Señor:
“No me nace adorar hoy. Lo siento. Tal vez pueda adorar luego.” Todos
los domingos mucha gente va al culto esperando que sus sentimientos los
lleven a llorar o a testificar. Pero si sus sentimientos no son tocados como
ellos esperaban, entonces vuelven a la casa desilusionados.
¿Acaso nuestros sentimientos son dignos de tanta confianza? ¿Se
basa la adoración que a Dios le agrada en lo que sentimos?
Muchos contestarían rápidamente: “¡Por supuesto! Es con mis
sentimientos que me encuentro con Dios.”
Pero, ¿es bíblica semejante respuesta? ¿Se encuentra Dios en nuestros sentimientos como a veces pudiera parecer?
Dios mora en nosotros, pues la Biblia dice: “¿No sabéis que
sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”
(1 Corintios 3.16). Pero el hecho de que el Espíritu Santo esté en nosotros no garantiza que siempre vamos a gozar de buena salud del cuerpo.
Siempre vamos a luchar contra la enfermedad y el dolor. El Espíritu de
41
Lección 5
Dios en nosotros tampoco perfecciona nuestros sentimientos y emociones. Aunque algunos luchan más que otros, todos luchamos contra
sentimientos que nos quieren llevar al desánimo, la incredulidad y el
pecado. Nuestros sentidos, nuestros pensamientos y la condición de
nuestro cuerpo, todo esto influye en nuestros sentimientos.
¿Qué influye en nuestos sentimientos?
Los sentidos
Los pensamientos
La condición del cuerpo
oído
vista
olfato
gusto
tacto
pensamientos de gozo
pensamientos de tristeza
pensamientos de adoración
pensamientos de culpa
pensamientos de rencor
salud
ejercicio
dieta
cansancio
estrés
Ya que no podemos controlar del todo nuestras emociones con
nuestra voluntad, tendemos a pensar que las mismas tienen algún
elemento sobrenatural. Tal vez pensemos de la siguiente manera: “Si
mis emociones cambiaron y yo no las cambié, entonces fue Dios”.
Pero, ¿será que nuestras emociones son un medio de comunicación
de confianza entre nosotros y el Espíritu de Dios?
Supongamos, por ejemplo, que nos sentimos cansados y rendidos. Nuestras emociones están apagadas y aburridas. ¿Qué significa eso? ¿Será esto de Dios para que no nos comportemos mal?
¿Será del diablo para que no hagamos algo bueno? ¿O acaso es el
resultado de trabajar mucho y dormir poco? Cuando tratamos de
recibir mensajes espirituales a partir de nuestras emociones siempre
terminamos confundidos.
Es cierto que no debemos despreciar nuestras emociones y sentidos,
pues Dios nos las dio. Él nos dio la capacidad de conocer la felicidad y
la pesadumbre, el placer y la soledad, el deseo y el disgusto... y muchas
emociones más. Pero ya que las emociones se basan en nuestra humanidad,
son débiles e inestables. No debemos permitir que nuestras emociones nos
dominen, sino que debemos pedirle a Dios que sea él quien las domine.
En su búsqueda de adoradores verdaderos, Dios no escoge a los
adoradores sensuales. Él desea algo mejor.
42
La adoración que a Dios le agrada
C. Adoradores espirituales
En el principio de la vida de Adán, su espíritu ardía con la vida de
Dios. La vida de Dios alumbraba su espíritu (véase Proverbios 20.27)
y le dio a Adán actitudes y un comportamiento del todo piadoso. Adán
adoraba a Dios en espíritu.
Dios le dijo a Adán que el día que él comiere del árbol prohibido moriría.
Pero la Biblia narra como él comió y luego siguió viviendo en este mundo
por muchos años más. ¿Murió Adán el día que comió del árbol prohibido?
Sí, pues la verdadera muerte de los hombres no es la muerte física.
Para los animales la muerte física sí es la única muerte. Pero la muerte
de los hombres es diferente a la muerte de los animales. La muerte de
los animales es el cese de la vida, pero la muerte de los hombres es la
separación de la Vida.
De los hombres Dios espera más...
Adoración
espiritual
Adoración
sensual
Adoración
automática
Las plantas
Los animales
Los hombres
De manera que cuando Adán comió de la fruta, la vida que había
gozado en su espíritu murió. Él experimentó en su espíritu una muerte
absoluta y profunda. Y esta “muerte pasó a todos los hombres, por
cuanto todos pecaron” (Romanos 5.12).
43
Lección 5
¿Qué puede hacer uno que ha muerto físicamente? Nada.
¿Qué puede ofrecerle a Dios uno que ha muerto en espíritu? Nada.
Para poder adorar a Dios en espíritu tenemos que revocar la decisión
de Adán. El dejó de creer en Dios y creyó en sí mismo. Nosotros tenemos que dejar de creer en nosotros mismos y creer en Dios. Tenemos
que morir a nosotros mismos y al pecado para resucitar con vida nueva
de Dios en nuestro espíritu. Y sólo en Cristo podemos efectuar este
cambio. “Si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a
causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia” (Romanos
8.10). Cuando el Espíritu Santo alumbra y aviva nuestro espíritu, éste
nos da gracia para poder adorar en espíritu.
Lo más profundo de nuestro espíritu da a luz la adoración que a
Dios le agrada. Él quiere que nos postremos sobre nuestros rostros
delante de él reconociendo nuestra indignidad y anhelándolo a él en
nuestra vida.
“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.”
—Salmo 51.17
Algunos tratan de adorar a Dios por costumbre, mecánicamente.
Otros tratan de adorar a Dios con los sentimientos, sensualmente.
Pocos adoran a Dios en sus espíritus. Pero ésos son los que Dios está
buscando. “Los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario
que adoren” (Juan 4.24).
Todos tenemos la tendencia de adorar mecánica y sensualmente.
¿Has seguido estas tendencias en el pasado? Si las has seguido, arrepiéntete y pídele a Dios que te ayude a adorarlo en espíritu.
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La adoración que a Dios le agrada
Preguntas sobre la lección
1. ¿Por qué Dios busca a los verdaderos adoradores?
2. ¿Por qué Dios no se complace cuando los hombres lo adoran con
la adoración mecánica?
3. ¿Por qué la adoración sensual es tan popular?
4. ¿Qué es lo que influye en nuestros sentimientos?
5. ¿Por qué tenemos que morir a nosotros mismos y nacer en Cristo
antes de poder adorar en espíritu?
45
Lección 5
Para más estudio
La palabra griega que se traduce espíritu significa sencillamente
“una corriente de aire tal como la respiración o el viento”. Este significado nos muestra la invisibilidad y el poder del espíritu. Pero no
nos muestra muchos detalles acerca de sus habilidades específicas.
Después de cada una de las siguientes citas, escribe qué es lo que el
espíritu es capaz de hacer. Piensa en cómo esta habilidad debe verse
en la adoración.
1. “El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”
(Mateo 26.41).
2. “Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (Lucas 1.47).
3. “Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu enardecía
viendo la ciudad entregada a la idolatría” (Hechos 17.16).
4. “Pablo se propuso en espíritu ir a Jerusalén” (Hechos 19.21).
5. “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el
espíritu del hombre que esta en él?” (1 Corintios 2.11).
46
Lección 6
Adorémosle en espíritu
L
a mujer samaritana que se encontró con Jesús junto al pozo estaba
confundida. Sus antepasados adoraban
en cierto monte. Los judíos adoraban
en Jerusalén. ¿Dónde ella debía adorar?
Ella, como muchas personas hoy en
día, se preocupaba más por la parte visible de la adoración que por la
parte invisible. Pero Jesús aclaró el asunto. Él le dijo a ella que no era
tan importante si adoraba en el monte o en Jerusalén. Lo importante
era adorar en espíritu.
Tal vez nosotros también tengamos una pregunta en cuanto al significado de la adoración. Sabemos que adorar significa “postrarse”.
Pero, ¿dónde, cómo y cuándo debemos hacerlo?
Jesús nos saca de la confusión en Juan 4. Allí, él deja bien claro que
no es tan importante dónde ni cuánto nos inclinemos. Lo importante
es postrar nuestros espíritus delante de Dios. Postrarnos por dentro es
más importante que postrarnos por fuera.
En Juan 4.24 se nota claramente que Dios quiere que nos postremos tanto
en espíritu como en verdad. En esta lección vamos a estudiar la adoración
en espíritu y en la próxima lección estudiaremos la adoración en verdad.
“Dios es Espíritu; y los que le
adoran, en espíritu y en verdad
es necesario que adoren.”
—Juan 4.24
A. ¿Cómo postramos nuestro espíritu?
Cuando adoramos, nuestro espíritu le dice a Dios las mismas cosas
que la persona le dice a un rey cuando se postra ante él. Nuestro espíritu
adora diciendo: “Reconozco tu grandeza. Reconozco mi bajeza. Me
rindo a ti.” Cuando estamos postrados en espíritu postramos nuestra
voluntad, nuestras actitudes y nuestros anhelos.
La voluntad postrada. La voluntad postrada es una voluntad rendida y quebrantada. Es una voluntad que ha dejado el trono y se ha
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Lección 6
doblegado hasta la tierra en sumisión delante de la majestuosa voluntad
de Dios. Allí yace postrada, no porque Dios la tenga allí a la fuerza,
sino porque nosotros hemos decidido que allí es donde queremos
tenerla. Le hemos dicho a Dios: “Que se haga tu voluntad, no la mía.
Que tu voluntad y la mía sean una.” Si verdaderamente adoramos a
Dios, le damos a él el control completo de todo: nuestras habilidades,
nuestros bienes, nuestro cuerpo y nuestro intelecto.
Las actitudes postradas. Cuando postramos nuestro espíritu, reconocemos con dolor que somos indignos, no tenemos la fuerza para
alcanzar las normas de Dios, y somos muy pequeños en comparación
con la bondad, la grandeza y la perfección de Dios. Nos volvemos
muy pequeños en nuestros propios ojos y Dios se vuelve muy grande.
Tenemos una actitud baja y humilde en cuanto a nuestras habilidades,
nuestras obras notables y nuestras opiniones, porque comparadas con
las obras de Dios, todas éstas son muy insignificantes. Reconocemos
que todo el bien en nosotros viene de Dios.
Los anhelos postrados. Un anhelo es una añoranza o un deseo que
nos llena. Los anhelos de nuestro espíritu son más profundos que los
caprichos y las fantasías pasajeras de la mente. Los anhelos de nuestro
espíritu son lo que deseamos hacer y llegar a ser. Son las cosas que nos
dedicamos a hacer y la clase de persona que deseamos llegar a ser. Los
anhelos de la persona incrédula se inclinan hacia sí misma. Los anhelos
del cristiano se inclinan hacia Dios. El espíritu postrado anhela ver y
conocer a Dios, su grandeza, su majestad y sus obras. Anhela que la
voluntad de Dios se cumpla en toda la tierra. La persona postrada en espíritu anhela ver a Dios exaltado entre sus hermanos y entre los perdidos.
Su anhelo más profundo es comprender la palabra de Dios y hacer su
voluntad. El cristiano quiere llegar a ser un hombre o una mujer de Dios.
Muchos reyes terrenales son crueles. Los tales maltratan a la
gente. Ellos hasta podrían matar a la gente a su antojo. Cuando la
gente reconoce que su rey es cruel no llegan a postrarse delante de él
voluntariamente. Al contrario, tratan de evitarlo. Puede ser que hasta
huyan de su reino. Pero la gente que reconoce que tiene un buen rey
voluntariamente vendrá a postrarse delante de él. Ellos saben que él los
ayudará por la buena voluntad de su corazón. Ya que Dios es bueno,
nuestro espíritu postrado anhela estar en su presencia. Cuando dedicaron el templo de Salomón, todos los israelitas “se postraron sobre
48
Adorémosle en espíritu
sus rostros en el pavimento y adoraron, y alabaron a Jehová, diciendo:
Porque él es bueno, y su misericordia es para siempre” (2 Crónicas 7.3).
Los deseos naturales en nuestro ser instan a nuestro espíritu a
ponerse de pie delante de Dios, declarando su independencia y defendiéndose a sí mismo. Nuestro espíritu retrocede en horror ante la
entrega y la humildad. Sólo podemos postrar nuestro espíritu cuando
hemos sido librados del poder del pecado y del orgullo. El apóstol
Pablo pudo vivir una vida de entrega y de adoración porque, como él
mismo dijo, “la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado
de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8.2).
¿Quién subirá al Monte Sión?
Aquel de limpio corazón,
Y aquel que humildemente va
Buscando el rostro de Jehová.
—Anita González
B. ¿Cómo se manifiesta el espíritu postrado?
Se cuenta la historia de la madre que castigó a su hijo desobediente
al sentarlo en una silla. El niño se sentó, pero de repente dijo: “Por
fuera estoy sentado, pero por dentro estoy parado”. Ese niño entendía
que la posición de afuera no siempre indica la posición del corazón.
El espíritu postrado no se manifiesta tanto por medio de la posición de
nuestro cuerpo como por medio del testimonio de nuestra vida. El hombre
que usa el nombre de Dios en vano revela la posición de su espíritu delante
de Dios. Él dice claramente que él piensa que es más grande que Dios.
¿Qué tal el hombre que grita aleluya los domingos pero que se tambalea al
caminar el lunes? Su rebelión demuestra su falta de postrarse en espíritu.
Dios no busca tanto las demostraciones diarias de adoración. Lo que
más Dios busca es una vida que se viva en humilde rendición a él. Eso
es adoración. Él quiere que nuestros espíritus estén postrados delante
de él mientras trabajamos, mientras vamos de compras, mientras jugamos, mientras visitamos a otros y, por supuesto, mientras adoramos.
El apóstol Pablo declara en Romanos 12.1 lo que el Nuevo Testamento demanda para la adoración: “Así que, hermanos, os ruego por
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Lección 6
las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio
vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”.
Durante el culto de adoración el espíritu postrado nos hará humillarnos a nosotros mismos y exaltar a Dios. Con gusto inclinaremos nuestros
cuerpos en adoración para reflejar la actitud postrada de nuestro corazón.
Nuestro hablar, nuestro cantar, nuestras oraciones, todos honrarán a
Dios. Nos debe entristecer darnos cuenta que después de un culto otros
hablaran bien de nosotros, olvidándose de la bondad de Dios.
C. Una sombra de la adoración en espíritu
La adoración ceremonial del Antiguo Testamento formaba una
sombra de la adoración en espíritu que Dios quiere hoy. El enfoque
de la adoración ceremonial del Antiguo Testamento estaba en los sacrificios que se hacían en el tabernáculo y en el templo. La sangre en
estos sacrificios simbolizaba la obra de Dios en proveer la salvación
por medio de la sangre del sacrificio de Cristo. Traer el sacrificio
simbolizaba nuestra parte de postrarnos delante Dios.
Los israelitas sacrificaban mucho al hacer un holocausto. Ellos
sacrifi­caban el mejor animal. En lugar de mandarlo al mercado, lo
llevaban al altar y allí veían morir su cuerpo perfecto. Los primeros
frutos de sus árboles, de sus granos y de la lana al esquilar sus rebaños,
todo se ofrecía a Dios. Si en aquel entonces era como en la actualidad, a veces el grano de la cosecha anterior se terminaba antes de que
madurara la nueva. A pesar de eso, Dios quería los primeros frutos.
Al hacer lo que Dios deseaba con sus animales y sus frutos, en lugar
de hacer lo que ellos deseaban, los israelitas se rendían a Dios en su
adoración. Todo eso lo hacían cada vez que ofrecían un sacrificio. Al
rendir sus bienes a la voluntad de Dios, los israelitas por fe se declaraban rendidos a él también.
Hoy Dios no quiere que le llevemos una vaca o nuestro arroz al
culto de adoración. Pero todavía él requiere sacrificio en la adoración.
Él realmente quiere que sacrifiquemos algo más. Él quiere que nos
demos a nosotros mismos en sacrificio vivo a él.
50
Adorémosle en espíritu
Postrado a sus pies en humilde devoción,
Pidiendo su favor. Verdadera adoración.
—John Shenk
Traducido por Pablo Yoder
¿Acaso los himnos hermosos, las oraciones elocuentes y las prédicas dinámicas en los cultos de tu iglesia significan que verdaderamente
adoran? Dios ve más allá de todo eso y se fija en tu espíritu. ¿Está tu
espíritu postrado delante de Dios?
51
Lección 6
Preguntas sobre la lección
1. ¿Cómo postramos a nuestro espíritu para adorar?
2. ¿Por qué es imposible que la persona orgullosa adore verdaderamente a Dios?
3. ¿Cómo se identifica a un adorador verdadero?
4. ¿Cómo la adoración del Antiguo Testamento simbolizaba la adoración que Dios espera de nosotros hoy?
Para más estudio
Lee Hechos 2.41–47 y después haz la siguiente tarea.
1. Escribe las frases que indican que los hermanos de la iglesia primitiva hallaban gozo y ánimo en su adoración.
2. La adoración pública de la iglesia primitiva fue verdadera y ferviente porque se adoraba en espíritu. Escribe las frases que muestran que la adoración en la iglesia primitiva fue verdaderamente
espiritual (que sus espíritus de veras se postraban delante de Dios).
52
Lección 7
Adorémosle en verdad
Q
ué es esto? —preguntó un hombre que llevaba un pañuelo rojo
amarrado en la frente y tenía el cabello
recogido en una cola. Entonces tomó
el tratado y comenzó a leer.
Pronto lo devolvió diciendo:
—Soy espiritual, pero no soy religioso.
—¿Cuál es la diferencia?
—Yo soy una persona muy espiritual —contestó, señalando su
corazón—. Pero no ando metido en las iglesias. Dios dijo: “Llamad y
se os abrirá”. Yo llamo en mi corazón y hallo. Llame usted en el suyo
y hallará también.
—Entonces usted cree en la Biblia, pues cita de ella.
—La Biblia tiene muchas enseñanzas buenas. Pero cuando los
arqueólogos la comparan con los jeroglíficos, no concuerdan. Yo no
condeno la religión de nadie, no importa si adoran a Buda, Yaweh,
el Gran Espíritu o al Alfa y a la Omega. Hay una expresión de Dios
en cada religión. Cada persona tiene que hacer lo que sienta que es
correcto aquí —dijo, señalando su corazón de nuevo.
Lo que nuestro amigo dijo suena muy bonito, pero no es lo que
enseña la Biblia. Por cierto, aunque sea según el espíritu, no es según
la verdad.
Realmente, la verdadera adoración es espiritual. Pero eso no quita su
realidad y su verdad. La adoración nace de la realidad de las verdades
espirituales. La adoración es real. La adoración es más que tratar de
adorar y después imaginarnos que tal vez adoramos. Los que adoran
en espíritu también tienen que adorar en verdad.
“Dios es Espíritu; y los que le
adoran, en espíritu y en verdad
es necesario que adoren.”
—Juan 4.24
53
Lección 7
A. La adoración está arraigada en la verdad
Para adorar a Dios tenemos que conocer la verdad de quién es él y
quiénes somos nosotros. Cuando conocemos esa verdad y la creemos y
la amamos, entonces estamos listos para adorar. Mientras la verdad esté
imprecisa y fría en nuestras mentes, nuestra adoración será forzada y falsa.
En Isaías 6 la Biblia nos dice cómo adoró Isaías. Dios le dio una
visión de sí mismo en la cual Isaías lo vio sentado en un trono alto y
sublime. Isaías vio a los serafines que volaban y clamaban el uno al
otro de la gloria del Señor. Él vio que los quiciales de las puertas se
estremecieron y la casa se llenó de humo.
Isaías vio al Señor como él es. También se enfrentó cara a cara con
otra verdad importante. Se vio a sí mismo tal como él era.
Él clamó: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre
inmundo de labios...”
Isaías pudo adorar en verdad porque aceptó la realidad de la verdad
inalterable. Aunque fuera humillante, él la creyó.
Lucero rechazó la verdad de quién era él delante de Dios. Él rechazó
la verdad de la grandeza de Dios y también rechazó la verdad de su
propia inferioridad. Él dijo: “Sobre las alturas de las nubes subiré, y
seré semejante al Altísimo” (Isaías 14.14). Lucero rechazó la verdad
y dejó de adorar a Dios.
Cuando nosotros tenemos pensamientos altos acerca de nuestro Dios,
nuestra adoración será pura y profunda. Si nuestros pensamientos acerca
de Dios son menospreciativos y dudan de él, nuestra “adoración” (si así
se le puede llamar) será vacía y aburrida. Hiere nuestro orgullo reconocer
que somos nadie y que otro (Dios) es tanto mejor y mayor que nosotros.
En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre
un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.
Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos
cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban.
Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová
de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.
Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del
que clamaba, y la casa se llenó de humo.
Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre
54
Adorémosle en verdad
Si rechazamos estas verdades lo que hacemos es seguir el ejemplo de
Lucero. Y seguir su ejemplo nos lleva al mismo destino que él.
Aparte de esta verdad, no hay adoración aceptable. Para adorar
verdaderamente tenemos que adorar conforme a la verdad, con un
corazón que acepta la verdad, con formas que van de acuerdo a la
verdad y en la Verdad (Jesús).
La verdad acerca de Dios y el hombre es inalterable. Dios será
digno de nuestra adoración eternamente. Aunque nuestra adoración
puede profundizarse y llegar a ser más sublime, la base de la adoración
verdadera nunca cambia.
B. La adoración es una respuesta a la verdad
Isaías no adoró su visión. Ni adoró la verdad que se le reveló en la
visión. Él respondió a la verdad, y eso es adoración.
Él se humilló a sí mismo. Isaías no justificó sus debilidades. Se
postró a sí mismo y reconoció que él era vil, indigno de estar en la
presencia de Dios.
Él aceptó la obra que Dios quería hacer en él. Dios tuvo en
cuenta que Isaías sintió su vileza en su presencia. Él mandó a un ángel
a limpiarlo. Sin duda Isaías sintió temor cuando el ángel se le acercó
con el carbón encendido, pero aceptó su obra purificadora.
Por naturaleza tenemos temor de la obra que Dios quiere hacer en
nosotros. Su obra crucifica la carne y nuestra carne resiste la muerte.
Pero si de veras creemos que Dios es tanto mayor, tanto más sabio
y tanto más poderoso que nosotros, entonces vamos a desear que él
haga su obra en nosotros.
inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios
inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.
Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un
carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando
con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es
quitada tu culpa, y limpio tu pecado.
Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién
irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.
—Isaías 6.1–8
55
Lección 7
Mientras adoramos, puede ser que nos demos cuenta de algo que
debemos arreglar. En Mateo 5.23–24 Jesús nos dice qué hacer cuando
esto sucede: “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas
de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del
altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y
presenta tu ofrenda”. Dios no quiere nuestra adoración a menos que
hayamos hecho frente a los pecados que él nos ha mostrado.
Cuando nos postramos delante de Dios y nos vemos en la pura
luz de su gran santidad, muchas veces nos damos cuenta de algo que
Dios quiere hacer en nuestras vidas. Su verdad hace resaltar nuestros
pecados, nuestras faltas y nuestras debilidades. El salmista dijo de
Dios: “Pusiste nuestras maldades delante de ti, nuestros yerros a la luz
de tu rostro” (Salmo 90.8). La única manera de seguir adorando es al
reconocer lo que Dios va revelando en nuestras vidas.
Si rechazamos la verdad que Dios nos muestra, podemos seguir
aparentando que estamos adorando. Podemos seguir congregándonos,
seguir cantando, orando y dando en la ofrenda. Sería penoso dejar de
presentar las expresiones exteriores de la adoración. No quisiéramos
que la gente creyera que somos ateos.
Pero no podemos cambiar este hecho: Si rehusamos responder
positivamente a la verdad, ya no estamos inclinados adorando a Dios.
Hemos comenzado a adorar a otros dioses. Ya estamos adorándonos
a nosotros mismos y al autor de todo engaño, Satanás.
Isaías puso su vida en las manos de Dios. Después que Dios había
purificado a Isaías, le hizo una pregunta: “¿A quién enviaré, y quién
irá por nosotros?”
Isaías contestó: “Heme aquí, envíame a mí”.
Una vez la reina Ester se presentó ante el rey Asuero sin invitación
de parte de él. En ese tiempo eso era inaceptable y el rey podía ordenar
que mataran a cualquiera por hacer esto. Ella literalmente puso su vida
en sus manos. “Si perezco, que perezca” dijo ella (Ester 4.16).
Pero nosotros sí sabemos qué hará Dios con nosotros cuando ponemos nuestra vida en sus manos. Él nos ama y hará lo que sea mejor
para nosotros. Poner nuestras vidas en sus manos demuestra nuestra
fe en esa verdad.
Al llegar a conocer a Dios y sus propósitos, nosotros reconocemos
que existimos para él y no él para nosotros. “Todo fue creado por medio
56
Adorémosle en verdad
de él y para él” (Colosenses 1.16). Él creó al hombre con la capacidad
de volverse a rendir a Dios. Eso lo hacemos cuando adoramos.
La vida del adorador verdadero dice: “Tú eres tan sabio y poderoso,
Señor. Tú siempre sabes lo que es mejor para mí. Tú siempre haces lo
que es mejor para mí. No está en mí dirigir mis pasos. Mi vida es tuya
hasta el día en que muera.” Ésa es la adoración en verdad.
Confía tu camino, tu pena, tu dolor
A tu Señor divino, del mundo Creador.
El que a los orbes rige con gloria y majestad,
Él mismo te dirige por sendas de verdad
—Paul Gerhardt
Traducido por Víctor Dorsch
C. La adoración revela la verdad
El rey David conocía a Dios y lo adoraba. Él propuso ser un adorador
de Dios para siempre porque sabía que Dios siempre sería digno de su
adoración. Él le dijo al Señor: “Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. Cada día te bendeciré,
y alabaré tu nombre eternamente y para siempre” (Salmo 145.1–2).
David prometió adorar todos los días, para siempre.
David se enfrentó con problemas personales, problemas familiares
y problemas en su reino. Pero siguió adorando públicamente. Eso les
demostró a los que conocían sus problemas que aunque las circunstan­
cias cambiaban, la verdad en cuanto a Dios y el hombre no cambiaban.
La economía sube y baja, los sistemas políticos fracasan y la salud
falla, pero Dios sigue siendo grande y el hombre sigue siendo pequeño. Dios siempre merece nuestra adoración. Esta verdad se revela al
mundo cuando el pueblo de Dios lo adora aun cuando la vida cambia.
No podemos esconder nuestra respuesta a la verdad, nuestra adoración. Nuestro rostro lo expresa. Nuestros labios lo proclaman. Nuestra
vida lo confirma.
¿Has llegado a reconocer la realidad de lo que eres delante de
Dios? Tu respuesta a la verdad de Dios contesta la pregunta. Y tu vida,
¿revela la realidad de la verdad inalterable a un mundo incrédulo?
Si así lo haces, adoras en verdad.
57
Lección 7
Preguntas sobre la lección
1. ¿En qué verdades está arraigada la adoración?
2. ¿Qué aspectos de la verdad en la que está arraigada la adoración
son difíciles de aceptar por los hombres?
3. ¿De qué forma se asemeja la respuesta de Daniel a su visión a la
respuesta de Isaías? (Véase Daniel 10.4–9.)
4. Explique el resultado de responder correcta e incorrectamente a
las verdades básicas acerca de Dios y del hombre.
Para más estudio
En Job capítulo 1 leemos que Job era un varón perfecto y próspero que adoraba a Dios continuamente. Después, en un día, perdió
sus bueyes, sus ovejas, sus camellos, muchos de sus siervos y todos
sus hijos. ¿Cómo sabemos que la fe de Job en la bondad de Dios
no se basaba en las circunstancias de la vida? (Véase Job 1.20–22.)
Job sabía que Dios era bueno aun cuando las circunstancias estaban en su contra. ¿Cómo Job pudo sentirse seguro en las manos de
Dios aun cuando estas manos parecían destruirlo? (Véase Job 13.15.)
58
Lección 8
Adorémosle en privado
C
aminó, pues, Enoc con Dios, y
desapareció, porque le llevó Dios”
(Génesis 5.24). Enoc vivió una vida radiante en la constante luz de la presencia
de Dios. Imagínate la dulzura que gozaba
en ese caminar, cuán cerca se sentía de
Dios y cuán real era su presencia para él.
¿Será que la vida en el tiempo de Enoc era de alguna manera más sencilla o
que el cielo estaba más cerca? ¿Acaso era difícil para Enoc adorar a Dios?
Muchos de nosotros vivimos vidas ocupadas y bulliciosas. Nos
enfrentamos con desilusiones e incertidumbres. Tenemos que proveer
para nosotros y para nuestras familias. Tenemos que ir al pueblo de
compras y asistir al culto.
Además de las cosas que tenemos que hacer, nosotros tenemos una lista
de las cosas que deseamos hacer. Deseamos hacer algunas cosas en la casa,
en el taller o en la finca. Deseamos hacer algo valioso por nuestro amigo.
Deseamos leer cierto libro. Y, además, deseamos trabajar para el Señor.
Además de todo esto, Dios quiere que lo adoremos. Como cristianos
sinceros, nosotros decidimos hacerlo. Pero no es fácil adorar a Dios
hoy en día. El mundo se nos hace inmenso y muchas veces saca de
nuestros pensamientos al cielo y a Dios. Para nuestra carne es más
fácil hacer otra cosa que adorar.
“Mas tú, cuando ores, entra
en tu aposento, y cerrada la
puerta, ora a tu Padre que
está en secreto.”
—Mateo 6.6
A. La adoración privada requiere esfuerzo
Aunque quisiéramos adorar, y hemos decidido adorar, nos damos
cuenta que no es fácil hacerlo. Esto es cierto para todos, desde el cristiano
más inmaduro hasta el santo más piadoso. Esto es cierto por más que nos
guste adorar. Es cierto porque el diablo se opone a nuestra adoración.
El diablo mismo quiere que a él también se le adore. Después de
enseñarle a Jesús los reinos de este mundo, Satanás le dijo: “Todo esto
59
Lección 8
te daré, si postrado me adorares” (Mateo 4.9). Satanás también quiere
que nosotros lo adoremos.
Cuando adoramos a Dios en privado nuestro hermano no está a
nuestro lado para ayudarnos cuando el diablo trata de distraernos. Pero
Dios está con nosotros. Él es fiel. Con su ayuda podemos gozarnos
adorándolo en privado.
Podemos resistir al diablo mejor si estamos al tanto de sus artimañas. Sin duda, Satanás va a tratar de impedir nuestra adoración con
las siguientes herramientas:
1. El estar demasiado ocupados. Dios quiere que estemos ocupados. Pero el diablo quiere que estemos tan ocupados que no
tengamos ni tiempo ni pensamiento para Dios. Al diablo no le
importa qué es lo que nos distrae de Dios. A él no le importa
que sea algo bueno, inclusive algo que hacemos para Dios,
con tal que no nos deje adorarlo.
2. El desánimo. ¿Alguna vez has tenido los siguientes pensamientos? Estoy tan deprimido. ¿De qué me servirá estar un
rato a solas con Dios? El diablo quiere que pensemos tales
pensamientos y que actuemos así también. Pero, recuerda, la
adoración verdadera no es una respuesta a nuestras emociones
sino la respuesta de nuestro espíritu a la verdad. Los sentimientos de depresión sencillamente nos muestran cuán desesperadamente necesitamos a Dios, su fuerza y su luz.
3. El descuido. Dios sabía que el diablo tentaría a los israelitas
con el descuido cuando se hallaban cómodos y establecidos
en Canaán. Dios les advirtió: “Luego que comas y te sacies,
cuídate de no olvidarte de Jehová” (Deuteronomio 6.11–12).
A pesar de la advertencia de Dios, los israelitas se olvidaron
de Dios. Una y otra vez se descuidaron y dejaron de adorar a
Dios hasta adorar a los ídolos. Si el diablo puede hacer que
descuidemos nuestra adoración personal, entonces él ha logrado el primer paso al hacer que nos olvidemos de Dios.
4. Nuestra carne. Jesús deseaba que los discípulos velaran con
él mientras él sufría la agonía del Getsemaní. Pero ellos estaban cansados y pronto se durmieron. Al referirse a lo que
60
Adorémosle en privado
estaba viendo, Jesús dijo: “El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26.41).
Sin duda, Jesús diría lo mismo de nosotros. Aunque nuestro espíritu
está dispuesto a adorar, el diablo muchas veces usa la carne para ahogar
nuestra adoración. Tenemos que vencer la debilidad de nuestra carne
para darle libertad a nuestro espíritu a fin de adorar a Dios.
En tentaciones o ansiedad
Tu calma da Señor.
Podamos en serenidad
O en la más ruda tempestad
Oír tu voz de amor.
—John Whittier
Traducido por Nicolás Martínez
La Biblia nos cuenta acerca de un hombre que adoró con éxito en su
vida privada a pesar de los obstáculos del diablo. Por cierto, este hombre se
encontró con un obstáculo que la mayoría de nosotros nunca hemos enfrentado. Él adoró en privado bajo amenaza de muerte. Su nombre fue Daniel.
B. Daniel estableció su adoración por medio de la
disciplina
Tenlo por seguro que Daniel se enfrentaba con las mismas presiones
que nosotros. Quizá su estrés era mayor porque él estaba involucrado en
la política en una nación extranjera. El diablo trató de estorbarlo al igual
que a nosotros. Pero Daniel mantenía una adoración privada ferviente.
Daniel venció los obstáculos a la adoración porque estableció disciplinas
que lo ayudaban. Estas disciplinas lo protegían de los ataques del diablo.
Aun cuando él se dio cuenta que el rey había firmado el edicto que prohibía la adoración a Dios, él siguió su adoración como lo había establecido.
Los príncipes y los magistrados de Babilonia le tenían envidia a
Daniel por el puesto que él ocupaba en el gobierno. Ellos observaban
su vida, buscando cómo acusarlo. Sin embargo, no hallaron nada que
estuviera mal. Al final, ellos tuvieron que reconocer: “No hallaremos
contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra
él en relación con la ley de su Dios” (Daniel 6.5). Entonces le pidieron
61
Lección 8
al rey que firmara una ley prohibiendo la adoración a cualquier dios u
hombre fuera del rey mismo. Aparentemente ellos pensaron que Dios le
exigía a Daniel esas oraciones diarias. Pero Daniel sencillamente había
establecido algunas disciplinas que lo ayudaban adorar con constancia.
Daniel estableció un lugar. Para su adoración privada, Daniel entraba a su casa. Si él estaba en el palacio o andaba haciendo cualquier
otra diligencia, él se iba para su casa cuando llegaba la hora de su
adoración privada. Se marchaba para su casa porque ése era el lugar
que él había establecido para su adoración privada.
Nosotros también debemos establecer un lugar para nuestra adoración privada, o sea, para nuestro rato con Dios. Una disciplina importante para llegar a hacer algo regularmente, ya sea comer, dormir
o lavarse el cabello, es establecer un lugar en dónde hacerlo.
Para tu adoración privada, busca un lugar donde tú puedas apartarte
de los quehaceres de la vida para enfocarte totalmente en la adoración.
Éste debe ser un lugar quieto, privado; tu aposento. Refúgiate allí diariamente para que halles la voz apacible de Dios en su palabra. En ese
lugar, inclínate delante de su voluntad. Adóralo allí mismo.
Daniel también estableció una hora para adorar a Dios. La Biblia
dice que Daniel “se arrodillaba tres veces al día” (Daniel 6.10). En caso
de que Daniel haya estado siguiendo el ejemplo de David, entonces
quiere decir que él adoraba por la mañana, por el mediodía y por la
tarde (véase Salmo 55.17). Pero la hora exacta no fue tan importante
como el hecho de que él estableció una hora.
Una disciplina importante para procurar hacer algo con regularidad
es establecer un horario en el cual hacerlo. Si tienes una mascota,
pero no tienes un horario para darle de comer, sin duda algunos días
tu mascota tendrá que soportar el hambre. El éxito al tener un culto
privado con regularidad depende de establecer un horario.
¿Cuál es la mejor hora? La mejor hora debe ser un momento en
que nos encontremos libres para adorar sin ser interrumpidos por las
cosas o las personas que quieren nuestra atención. Para una madre
puede ser mientras su bebé duerme la siesta. Para el padre puede ser
en la madrugada antes de despertarse la familia. Debe ser un momento
en que nuestra mente esté alerta. Algunos casi no pueden despertarse
para adorar por la madrugada. Otros tienen mucho sueño por la noche.
62
Adorémosle en privado
Aunque tú trabajes todo el día sirviéndole a tu familia o trabajando
para otros, el horario que escojas para tu adoración privada es tuyo.
Es el horario que has apartado para adorar al Dios que amas. No es
un horario para preparar mensajes o lecturas que impartirás a otros.
Tu adoración privada es para tu mejoramiento espiritual. Tu adoración privada es para buscar una relación más profunda con Dios. Este
horario bien pudiera ser el único en el día que de veras te pertenece.
Daniel estableció su lealtad. Daniel vivió en un país extranjero,
Babilonia, por mucho tiempo. Él enfrentó la presión de abandonar a
su Dios. A pesar de esto, todos los días él abría la ventana que daba
para Israel. Su lealtad estaba fija en esa dirección con el Dios de sus
padres. Aquel día, cuando él abrió su ventana, haciendo caso omiso a
la nueva ley del rey, Daniel demostró que no cambiaría su lealtad aun
estando amenazado de muerte.
¿Qué será lo primero en nuestra vida? ¿En qué lugar estará nuestra
lealtad? Por supuesto, que esté con el Dios de Daniel. Démosle a Dios
prioridad en nuestras vidas. Pongamos la adoración primero en la lista
de cosas que debemos hacer en el día. Nuestra adoración privada debe
tener prioridad aun sobre las cosas importantes que deseamos hacer
para Dios. ¿Qué agradecimiento sentirá Dios por nuestro servicio si
no dedicamos tiempo a inclinarnos delante de él en adoración?
A veces hay cosas más allá de nuestro control que nos impiden
adorar en nuestro horario establecido. Tal vez un vecino llegue en ese
momento y ocupe el tiempo de adoración conversando con nosotros.
Pero cuando podemos escoger entre dos opciones y escogemos hacer
otra cosa en lugar de adorar, entonces declaramos qué es más importante para nosotros. Declaramos dónde está nuestra lealtad.
Daniel estableció un modelo de adoración. Todos los días Daniel
adoraba de la misma manera. Él oraba y daba gracias frente a la ventana
abierta. Al orar, él mostraba que comprendía su necesidad de Dios. Se
inclinaba delante del trono de Dios rogando su ayuda. Al dar gracias, él
mostraba que comprendía la bondad de Dios hacia él y que Dios de veras
tenía control de todas las cosas en su vida. Daniel loaba la bondad de Dios.
Nosotros también debemos establecer un modelo para nuestra
adoración privada. ¿Qué vamos a hacer en nuestro lugar escogido y
en el horario establecido?
63
Lección 8
Debemos trazarnos un plan. Un plan sencillo. Si planeamos hacer
más de lo que podemos diariamente nos vamos a sentir derrotados.
Sería como un hombre que se propone hacer una casa más grande de
lo que realmente puede económicamente. Sería mejor planear poco y
hacer más, que planear mucho y hacer menos.
Mientras planeas tu adoración diaria, recuerda qué es la adoración.
No busques tanto un dulce sentimiento. Recuerda que sólo deseas
inclinarte delante de Dios para adorar su majestad. Tú deseas ver un
indicio de su gloria y de su verdad. Para hacer eso, tú tienes que leer
la Biblia. Si tú no puedes leer, busca quien te lea: tu cónyuge, tu hijo
o algún vecino de confianza. En la Biblia encontrarás una representación de Dios. La Biblia también te revelará la voluntad de Dios para
tu vida personal. Inclínate en sumisión ante lo que descubras en ella.
Planea de antemano dónde vas a leer y, hasta cierto punto, cuánto
vas a leer. Planea si vas a leer por versículos, por capítulos o por tema.
Si no planeas de antemano, probablemente invertirás mucho tiempo
decidiendo en lugar de leer o adorar.
Además de leer la Biblia, establece la oración como una parte de
tu adoración diaria. Tu andar con Dios depende de ella. Ruega a Dios
que te dé su gracia para tus necesidades diarias. En tus oraciones,
glorifícalo y alábalo. Dile cuán justo y amante, cuán bueno y glorioso,
cuán majestuoso y bello es él para ti.
Tales pensamientos se expresan bien en la alabanza. Puedes incluir
la alabanza como una parte de tu adoración diaria.
Aunque estas disciplinas van a mejorar tu adoración privada, las
mismas no deben encerrarla ni mucho menos hacerla monótona.
Nuestra adoración diaria también debe ser espon­tánea. En tiempos
de dificultad, nosotros debemos orar espontáneamente. En las pláticas
con los vecinos, nosotros debemos hablar libremente de la bondad de
Dios y mostrar nuestra entrega a él.
Tal vez tú temas que al establecer tantas disciplinas en tu adoración
privada la vas a congelar en un rito muerto. Si tu adoración tan sólo
se convierte en disciplinas, de veras va a ser fría y muerta. Estas disciplinas deben proveer un buen ambiente en el cual nuestro espíritu
pueda adorar, así como reunirse puntualmente a la mesa provee un
buen ambiente en el cual podemos degustar una buena comida.
64
Adorémosle en privado
Ya que nuestras experiencias varían y la porción de verdad que
consideramos cambia día tras día, entonces habrá...
C. Variedad en nuestra adoración privada
He aquí una buena pregunta para discernir entre la buena variedad
y la mala variedad: ¿De qué nace la variedad?
Supongamos que tú diariamente te arrodillas junto a tu cama para orar.
Pero hoy tu día ha sido largo, duro, y estás cansado. La cama te llama
mucho la atención. Pueda que tú decidas orar acostado y cobijado (“para
variar”). Tal variedad nace de nuestra humanidad y nuestra carnalidad,
y envenena la adoración. En tal “adoración” buscamos agradarnos a
nosotros mismos en lugar de rendirnos a Dios. Parece que un poco de
variedad hubiera sido muy conveniente para Daniel el día que se dio
cuenta de la nueva ley del rey. (¡Para variar hubiera orado debajo de la
cama!) Pero Daniel siguió adorando como solía hacerlo antes.
La buena variedad nace de un deseo de adorar a Dios como él se lo
merece. Tal vez normalmente no cantas en tu rato con Dios. Pero ayer,
mientras limpiabas tu huerto con un amigo, se te zafó el machete y cortaste a tu amigo. Esta mañana, mientras trabajas solo, te da por cantar:
Divino compañero del camino,
Tu presencia siento yo al transitar;
Ella ha disipado toda sombra;
Ya tengo luz, la luz bendita de tu amor.
—Antonio Rivera
Entonces canta. La variedad que nace del deseo de acercarse a
Dios y de adorarlo merecidamente añadirá sentido y profundidad a tu
adoración diaria.
Pero no te desesperes por añadir variedad en tu adoración. La adoración
puede variar, pero la variedad no es adorar. Un deseo desesperado de añadir variedad en la adoración casi siempre indica que nuestra adoración es
vacía. La variedad nunca arregla ese problema. La solución está en hallar
más de Dios y su verdad y dar más entrega y devoción de parte nuestra.
En este bullicioso siglo veintiuno, ¿puedes andar con Dios en
adoración? ¡Sí! Tú puedes. El cielo está cerca de la tierra cuando el
cielo está en tu corazón.
65
Lección 8
Preguntas sobre la lección
1. ¿Por qué el diablo desea impedir nuestra adoración a Dios?
2. Escribe cuatro formas en que el diablo ataca a los cristianos en su
adoración privada.
3. ¿Qué tipo de lugar debes establecer para tu adoración privada?
4. ¿Qué pasa si fallas al establecer un horario diario para tu adoración
privada?
5. ¿Cómo mostramos nuestras lealtades?
6. ¿Qué es lo que debe inspirar la variedad en nuestra adoración
diaria?
66
Adorémosle en privado
Para más estudio
Yo no conozco a nadie que escuche música cristiana como parte de
su adoración diaria. Pero a muchos les gusta escuchar música cristiana
en otros momentos. En la gran variedad de música que lleva el nombre “música cristiana”, ¿cuál resulta de gran ayuda a la adoración
y cuál es dañina? Al leer las siguientes descripciones de la música,
escribe por qué crees que escuchar tal música sería perjudicial para
la adoración. Recuerda qué tiene que suceder con el egoísmo y la
voluntad propia para adorar.
1. Las palabras dan una imagen de un andar íntimo con Dios, pero
los cantantes tratan de elevar su habilidad e inteligencia al cantar.
2. Las palabras dan una imagen de nuestro amor para con Cristo como
el amor romántico en nuestra cultura; la música no toca más que
las emociones.
67
68
Lección 9
Adorémosle en público
L
os hijos de Israel todavía estaban
en el desierto cuando Dios le dijo
a Moisés: “Reúne toda la congregación
a la puerta del tabernáculo de reunión”
(Levítico 8.3). A Dios le agrada cuando
su gente se congrega para adorar.
A los verdaderos adoradores les encanta cuando tienen una oportunidad
de adorar juntos. Para adorar junto a otros, algunos cristianos han tenido
que caminar muchos kilómetros, padecer frío o hambre y hasta enfrentarse
con las garras crueles de la muerte. Pero el precio no ha sido demasiado alto
al compararlo con el galardón que recibieron. El refrigerio que recibieron
juntos delante del trono de Dios les galardonó ampliamente.
“Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante
de Jehová nuestro Hacedor.”
—Salmo 95.6
A. Un cambio notable en la adoración pública
Aunque es cierto que la gente se está congregando más que nunca,
muchas iglesias han cambiado el enfoque de su adoración pública.
Ya no desean saber que Dios quiere que sus espíritus se dobleguen.
Ahora creen que Dios quiere darles una experiencia fantástica en la
adoración. Una experiencia que gratifica los sentidos y las emociones.
Escuche lo que dice un escritor acerca de las tendencias de adoración
entre los evangélicos de hoy en día: “Parece que a veces la grandeza
de Dios se ha echado de menos mientras que la presencia del Espíritu
en la comunión fraternal ha sido el tema central. En estos momentos,
la adoración ha tenido la tendencia de ser más horizontal que vertical.”
Es cierto que la adoración pública une a los adoradores. Pero esa
unión se logra cuando nos inclinamos juntos en asombro bajo la sombra
del Omnipotente y tenemos comunión con él. Toda adoración, para
ser adoración, tiene que mantener un enfoque vertical y claro que sí
69
Lección 9
nos lleva a arrodillarnos. Pero no los unos hacia los otros, sino todos
juntos inclinándonos hacia Dios.
B. Preparémonos para la adoración pública
Todos sabemos que el pastor debe prepararse antes de predicar su
mensaje. El líder del coro también. Pero, ¿qué tal el resto de nosotros?
Claro que todos nos preparamos antes del culto. Nos lavamos las
manos. Nos ponemos la mejor ropa que tenemos. Si tenemos una
Biblia entonces la llevamos con nosotros.
Si allí se terminan los preparativos, sólo nos hemos preparado para
ser vistos por los hombres. Hemos pasado por alto otros preparativos
aun más importantes.
Los preparativos más importantes son los del corazón y los del espíritu. Preparamos nuestros corazones a través de la oración. Debemos
orar por nosotros mismos para que nuestros espíritus y mentes estén
bajo el control del Espíritu Santo. Son muchas las batallas espirituales
que se libran en los cultos públicos. Satanás ataca a los adoradores
con distracciones y confusión. Conforme la gente aprenda más acerca
de la voluntad de Dios, más lucha por sujetar su voluntad a la de él.
Venimos al culto de adoración preparados para los ataques de Satanás
al vestirnos de toda la armadura de Dios.
Demasiadas veces dependemos de los himnos de apertura o de la
lectura inicial para prepararnos para la adoración. Pocas veces lo hacen.
El adorador preparado llega al culto con una actitud de asombro.* Él
sabe que él y sus compañeros de adoración van a ver la verdad y la
gloria de Dios. Al llegar al culto en tal condición, la apertura le servirá
para unirle en adoración con los demás.
Nuestra adoración privada nos prepara para la adoración pública
porque la adoración pública es la reunión de los adoradores —los
creyentes que viven vidas de devoción y adoración.
C. Adorémosle al cantar
Cantar es un don extraordinario de Dios, pues comunica en otras
maneras lo que no se puede comunicar con palabras. La música añade
*
“Acción y efecto de impresionar a alguien una cosa por su belleza, su magnitud u otra cualidad
extraordinaria.” (Diccionario de uso del español, María Moliner.)
70
Adorémosle en público
otra dimensión al lenguaje. Con tonos, cuerdas, notas y ritmos podemos
expresarnos en otras maneras más amplias que por medio del lenguaje
hablado. La música también afecta nuestra mente y nuestra condición
emocional de forma más completa.
Dios desea que usemos el poder del canto en nuestra adoración. Él
manda que la adoración pública incluya “hablando entre vosotros con
salmos, con himnos y cánticos espirituales” (Efesios 5.19). De manera
que el canto merece un lugar de honor en la adoración pública. Dios desea
que lo usemos para edificarnos los unos a los otros y para alabarlo a él.
Nuestro canto debe estar acordes con nuestra posición postrada en
adoración. Estamos ofrendando, no estamos entreteniendo. Los cantos
que le ofrecemos a Dios le complacen solamente si nuestros corazones
están inclinados en humildad delante de él. La armonía más bella no
le complace tanto como lo complace el espíritu más humillado.
Antes de juzgar el chillido o el canturreo monótono de nuestro
hermano, nosotros debemos recordar que Dios mira el corazón. Si
él canta de corazón mientras nosotros juzgamos en el nuestro, su
canturreo monótono le suena más bello a Dios que nuestra melodía.
Cantar bien tiene su mérito. Ayuda al grupo a cantar todos juntos.
Pero más importante que cuán bonito canta tu iglesia es cuánto adora en
su canto. Para adorar de veras al cantar, canta humildemente. Mezcla tu
voz con las voces de los demás. Canta cada himno como si fuera nuevo,
buscando un significado fresco y una nueva bendición. Así hallarás
estas cosas. Una buena impresión llega antes de una buena expresión.
¿Será bueno poner a algunos (o a uno solo) a cantar mientras los demás escuchan? Aunque no es malo escuchar a otros cantar, tal sistema
de adoración pública amenaza el mero fundamento de la adoración.
Cuando cantan los mejores cantantes, los que escuchan tienden a
inclinarse delante de ellos porque tienen voces más lindas, en vez de
inclinarse delante de Dios. La adoración es algo que hacemos, no es
algo que observamos. No adoramos al sencillamente oír cantar a otro,
así como no nos limpiamos al observar a otro lavarse.
¿Ayudarán los instrumentos musicales a adorar mejor a Dios? Los
instrumentos añaden música al canto, pero no añaden mensaje. Aunque
quizá los instrumentos hacen más fácil el canto, también hacen más difícil la adoración. El Nuevo Testamento manda que cantemos (Efesios
5.19; Colosenses 3.16; Hebreos 13.15), pero no nos pide instrumentos.
71
Lección 9
Si miramos estas escrituras, vemos claramente que Dios quiere un canto
que comunique la verdad al corazón y al espíritu, no una gran música
emocionante. Los instrumentos musicales tienden a distraer la verdadera
adoración, porque tocan más las emociones y no tanto el entendimiento
y el espíritu. A lo mejor no son necesarios; y a veces son adorados.
Es cierto que el pueblo de Dios usaba instrumentos bajo el Antiguo
Testamento. En aquel entonces la adoración del pueblo de Dios se
apoyaba más en las cosas físicas como los colores vivos en el tabernáculo, los adornos del templo... y los instrumentos de música. Pero
ya ha pasado lo que Cristo le predijo a la mujer samaritana: “La hora
viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre”. Ya
no tenemos que ir a cierto lugar o escuchar cierta música para poder
adorar a Dios, pues ahora el Espíritu de Cristo mora permanentemente
en los corazones de su pueblo y él nos inspira a adorar a Dios.
Nuestros cantos deben estar acordes con la posición postrada en la
adoración. Los himnos legítimos de adoración tienen palabras que dan
loor a la grandeza y la bondad de Dios. Estos himnos exaltan a Dios con
una música que está acorde con su majestad, en vez de la música superficial y frívola que pronto agita las emociones del hombre. Los himnos
de adoración exaltan a Dios a la posición enaltecida que él merece en
el corazón de los adoradores. También son un vehículo adecuado para
expresar nuestra adoración. Los himnos que hablan de la experiencia
cristiana son de adoración en tanto que dan una imagen de nosotros
como recipientes indignos que somos de la multiforme gracia de Dios.
Muchos himnos que llevan el título cristiano no son aptos para que
el adorador los cante o los escuche. Muchos de ellos representan a Dios
Si te toca dirigir
Cuando te piden dirigir los himnos, te han llamado a hacer algo
más que simplemente escoger los himnos. Te han llamado a dirigir
a la gente en la adoración.
Para dirigir la adoración tú tienes que adorar. Toma tiempo con
el Señor y prepárate para dirigir. Pídele a Dios que te ayude a
enfocarte en él y a honrarlo mientras diriges. Estudia el mensaje
de los himnos que has escogido para que tu corazón y tu mente
estén en armonía con el mensaje.
Tu dirección debe ser una expresión del canto en vez de una
expresión de tu persona o de la técnica que hallaste en el manual de
72
Adorémosle en público
como un amante sensual o un amiguito. En otras palabras, intentan
arrastrar a Dios de su trono, bajándolo a nuestro nivel en este suelo
que pisamos. Otros himnos elevan al hombre. No dan la imagen del
hombre postrado, un recipiente indigno de la gracia de Dios, aunque
ciertamente lo somos. Tales himnos no expresan ni inspiran adoración.
Sólo cuando cantamos con espíritus postrados, deseando ver la
gloria de Dios y hallar su verdad, es que los himnos pueden llevarnos
en espíritu para ver las maravillas de Dios y magnificarlo.
Su nombre santo adorad,
Y al Cordero alabad,
Sus cantos entonad;
Alma y espíritu unid,
A él las glorias mil rendid,
La gloria propia renunciad.
Con deliciosa voz;
La música encantadora,
Que al cantar emocionados,
Que siempre estemos con cuidado,
Pudiera ser engañadora,
Y apartarnos del Señor.
—Charles Wesley
Traducido por Pablo Yoder
los himnos
música. Tus gestos deben dirigir e interpretar el himno sin distraer o
molestar a la congregación. Al dar el compás de la música, algunos
líderes de coros exageran el movimiento de las manos y llaman la
atención a sí mismos más que al himno. Sin mostrar nada más que
un rostro sonriente y placentero y una voz entusiasta, tú puedes
dirigir bien.
La congregación refleja a su líder. Si al dirigir estás muy consciente
de ti mismo, la congregación se va a fijar en ti. Si te muestras inseguro
y apenado, sin duda la congregación se va a sentir igual. Si tú te
alegras en el canto que diriges, ellos te seguirán.
73
Lección 9
D. Adorémosle al escuchar
Hebreos 10.25 nos dice: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis
que aquel día se acerca”. La esencia de la adoración consiste en que un
hermano se pare delante de la congregación y exhorte a los oyentes al
exponer las verdades de Dios. Él habla de Dios y de su voluntad para su
pueblo. Él llama a los incrédulos al arrepentimiento y a los convertidos
a una entrega más profunda y constante. Él escudriña los misterios de la
gracia y de la redención y llama a los corazones al asombro y la alabanza.
Escuchar tales mensajes llega a ser adoración cuando el oyente voluntariamente inclina su espíritu a la verdad que oye. El apóstol Pablo puso
énfasis en cuán importante es el oír en la adoración cuando escribió: “Pero
si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y
así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios” (1 Corintios 14.24–25).
Para que el oír sea adoración, la congregación tiene que compren­der la
verdad enseñada. Cuando la congregación no entiende lo que se predica
ni cómo se aplica a ellos, entonces lo que oyen no les ayuda a adorar.
Las verdades no comprendidas son como bolas de hule que rebotan de la
mente y del corazón como una pelota rebota al lanzarla contra un muro
de cemento. Por eso el apóstol Pablo escribió: “En la iglesia prefiero
hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a
otros, que diez mil palabras en lengua desconocida” (1 Corintios 14.19).
El problema más común hoy, sin embargo, es que el mensaje se
enfoca en los gustos y deseos de la congregación en vez de las verdades
inalterables de Dios. Demasiados pastores incluyen entretenimiento
en su mensaje (o mensaje en su entretenimiento) para que aquellos
con poco interés espiritual escuchen. Por otra parte, la iglesia de vez
en cuando ofrece una comida o algún juego para que los que no tienen
ningún interés espiritual escuchen. Tal mensaje no está acorde con la
verdad y el carácter de Dios. Un mensaje así baja a Dios hasta el nivel
del hombre para que los hombres puedan juguetear con él. Esto inclina
a Dios hacia el hombre y no el hombre hacia Dios. Eso no es adoración.
Si el que habla quiere llamar a la congregación a la adoración, él
tiene que adorar primero. El predicador debe tener una visión de la
grandeza de Dios de tal manera que le llene de un respeto santo. Así
74
Adorémosle en público
temerá representar mal a Dios al abusar del humor, al buscar llamar la
atención hacia sí mismo o al buscar la aprobación de los hombres. Él
tiene que hacer resonar el llamado de Dios al hombre para que ellos
dobleguen sus voluntades y adoren en espíritu y en verdad.
E. Adorémosle al orar
Cuando oramos nos acercamos al trono de Dios en una manera muy
directa. Es muy apropiado llegar a ese lugar arrodillados. No nos acercamos al trono de Dios para demandar, sino para pedir y alabar como
la gente hacía en los tiempos antiguos al arrodillarse delante de su rey.
Cuando Jesús dijo que debíamos entrar en nuestro aposento para
orar, él no estaba prohibiendo del todo la oración pública. Él nos enseñó
que las oraciones privadas debían ofrecerse en un lugar privado. Jesús
mismo muchas veces oraba en público y después de su ascensión los
discípulos “perseveraban unánimes en oración y ruego” (Hechos 1.14).
Una necesidad colectiva y una convicción colectiva que Dios puede
suplir tal necesidad da a luz la oración colectiva. Cuando oramos juntos
nos colocamos juntos debajo de la carga del hermano para ayudarlo
a presentar dicha carga ante Dios. Eso nos une en el corazón, nos une
en adoración y nos lleva juntos delante del trono de Dios para rogar
por su misericordia.
Una misión importante de la iglesia es llevar las almas perdidas a
Cristo. La iglesia da un paso importante hacia el cumplimiento de esa
misión cuando los miembros ruegan juntos por los perdidos.
Para enfrentarse al futuro, la iglesia necesita la dirección de Dios.
De lo contrario, ¿cómo hallaría el camino en este tiempo torcido y
lleno de trampas? La iglesia tiene que orar colectivamente pidiendo la
mano de Dios como guiador. Esdras ayudó a Israel a hacer esto mismo.
Él publicó “ayuno allí junto al río Ahava, para afligirnos delante de
nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para
nuestros niños, y para todos nuestros bienes” (Esdras 8.21).
Dios contesta tales oraciones. Esdras dio un resumen de los resultados de buscar el rostro de Dios, al decir: “Ayunamos, pues, y pedimos
a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio” (Esdras 8.23). Dios
escuchará cada vez que su iglesia unida se incline delante de su trono
para buscar su dirección. Él guiará a aquellos que quieran ser guiados.
75
Lección 9
Pero para hallar su dirección tenemos que doblegar más que nuestras
rodillas; tenemos que doblegar nuestra voluntad y postrar nuestro espíritu. Cuando una iglesia no se inclina de forma unida, entonces su
desunión nubla la misma dirección que Dios les quiere dar.
Las oraciones de la iglesia deben resonar con agradecimiento y alabanza.
“Sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4.6). Todo lo que somos y tenemos
viene de Dios. Reconocerlo es humillante. Significa inclinarnos delante
de la bondad de Dios y reconocer nuestras necesidades. Eso es adoración.
F. Adorémosle al ofrendar
Desde el principio de la adoración colectiva de los israelitas, dar de
los bienes materiales formaba parte de su adoración pública. El llamado
de David a adorar también incluía dar. “Dad a Jehová la honra debida
a su nombre; traed ofrenda, y venid delante de él; postraos delante de
Jehová en la hermosura de la santidad” (1 Crónicas 16.29).
El Nuevo Testamento también pone mucho énfasis en dar (2 Corintios
8–9; Efesios 4.28; 1 Timoteo 6.17–19). Jesús nos dice que por medio de dar
podemos hacer tesoros en el cielo (Lucas 12.33–34; Lucas 18.22). Pablo
les mandó a los corintios apartar una ofrenda el primer día de la semana,
que parece ser el día en que se reunían para adorar (1 Corintios 16.2).
En sí, ¿será que dar u ofrendar es adoración? La mera esencia de la
adoración es darle el trono de nuestro corazón a Dios. Cualquier otra
acción de dar que nazca de este regalo de adoración es también adoración. La viuda en Lucas 21 adoró cuando echó las dos blancas en el
arca de las ofrendas porque su dar resultó de la entrega a Dios de ella
misma y de todo lo que tenía. Jesús dijo que su regalo era más grande
que las grandes cantidades de dinero que echaban los ricos. No era más
grande en dinero, pero era más grande porque los ricos no se habían
dado ellos mismos a Dios primeramente. Lo único que le dieron a Dios
fue su dinero. Dios no es adorado por los regalos del corazón del terco,
así como tampoco es adorado por la alabanza de la lengua orgullosa.
El espíritu adorador nos conmoverá a dar. Cuando Israel se preparaba
para construir el tabernáculo y necesitaban materiales, cada hombre
cooperó: “Vino todo varón a quien su corazón estimuló, y todo aquel
a quien su espíritu le dio voluntad, con ofrenda a Jehová para la obra
del tabernáculo” (Éxodo 35.21). Cuando Dios nos da más de lo que
76
Adorémosle en público
necesitamos debemos rendirle a él el sobrante en lugar de malgastarlo en
nosotros mismos. Y si creemos en la fidelidad de Dios a veces daremos
todo lo que tenemos tal y como hizo la viuda, y en nuestra pobreza haremos como hicieron las iglesias de Macedonia (véase 2 Corintios 8.1–4).
El espíritu adorador no le pregunta a Dios: “¿Cuánto tengo que
dar?” Más bien pregunta: “¿Cuánto quieres que yo te dé?” Después
con gusto da lo que Dios quiere que dé.
Nosotros somos los que nos inclinamos, los que damos, regalán­
donos a nosotros mismos primero y después ofrendando nuestras cosas
al que nos hizo y nos dio lo que tenemos.
G. Un ambiente para la adoración pública
Cuando los creyentes se reúnen para adorar, Dios mismo se hace
presente. El Señor no mora en una nube en el cielo raso, sino en el
corazón de cada adorador. El sitio de reunión no es el aposento de
Dios como lo fue en el templo del Antiguo Testamento. Por eso los
creyentes del Nuevo Testamento no necesitan un lugar glorioso como
el templo de Salomón en donde congregarse para la adoración pública.
La arquitectura más grandiosa que se ha visto en la era cristiana se
vio en los santuarios que fueron hechos para adorar. Pero, ¿por qué la
técnica, el gasto y el esfuerzo?
En su búsqueda de adoradores, ¿qué es lo que busca Dios? Él busca
a los que adoran en espíritu y en verdad. Él no es adorado con las obras
de las manos de los hombres (véase Hechos 17.25). Dios no recibe
adoración de catedrales, cristales de colores o de lujos —no importa
cuánto cuesten o cuán lujosos sean.
Aunque estas cosas no son adoración, ¿acaso no inspiren la adoración?
Cuando una persona se asombra por un bello santuario, entonces esa persona no se ha asombrado por lo que Dios es, sino por la arquitectura del
edificio. La reverencia que surge en nuestro ser mientras contemplamos
un arco elegante o la luz que danza a través de un vidrio de colores no es
reverencia por Dios, sino reverencia por un ambiente creado por el hombre.
La adoración no es algo que nos sobreviene cuando la luz es suave
y la música es emocionante. Ni tampoco un monte extraordinario,
una ciudad o un santuario pueden producir la adoración (véase Juan
4.21). La adoración no es algo que nos sucede. Adoramos cuando
inclinamos nuestros espíritus delante de Dios —conmovidos no por
77
Lección 9
algún ambiente, sino por la verdad. Y si adoramos de verdad, entonces
nuestra adoración no se separará de lo que es nuestra vida diaria.
El mejor ambiente para la adoración es aquel que no nos distrae de
Dios y de su verdad. Cualquier cosa que nos distrae de enfrentarnos
abiertamente con la verdad estorba nuestra adoración. Podemos evitar
mucha distracción de arquitectura al tener capillas sencillas. La Biblia
manda que la mujer cubra con un velo la gloria de su cabello. Específica­
mente hace mención de esto para la adoración pública de la mujer (véase
1 Corintios 11.4–16). Cuando las mujeres cumplen con esta enseñanza,
la gloria de su cabello no distrae a los demás de su adoración.
En el tiempo del apóstol Pablo los corintios se distraían de su adoración
por la gran confusión que reinaba en sus cultos. Demasiadas personas
hablaban a la misma vez. Y demasiados hablaban cosas que la mayoría
no entendía. El apóstol Pablo les dijo: “Dios no es Dios de confusión,
sino de paz” (1 Corintios 14.33). Tomando como base este texto podemos
concluir que la confusión, ya sea por sonidos confusos o por comportamientos confusos, es producida por el hombre y no por Dios.
Nuestros cultos deben exaltar a Dios y no al hombre. El programa
debe producir un culto ordenado que evite tanto la formalidad extrema
como también el ambiente casual.
No debemos esperar que el culto nos entretenga. Dios no es un
payaso ni debemos serlo los unos para con los otros. Debemos llegar
al culto llenos de expectación, confiados en que Dios se va a revelar.
Nunca sabemos exactamente cómo lo hará. Esperamos una razón por
la cual postrarnos. Esperamos ser llenados de asombro una vez más
por las grandes obras de Dios, ya sean pasadas, presentes o futuras.
Nuestra expectación es parecida a la expectación del que está listo
para entrar en el salón del trono en un palacio.
78
Adorémosle en público
Juntos en tu presencia,
Henos, bendito Dios,
Con filial reverencia,
Para escuchar tu voz.
Salvos por pura gracia,
Siervos por puro amor;
Llena tú nuestras almas,
Bendícenos, Señor.
Plácido es este sitio,
Sitio de reunión.
Háblanos de tu libro,
En viva comunión.
Te ensalzaremos siempre,
O nuestro Salvador;
Bendito para siempre,
Bendito tú, Señor.
Padre, te suplicamos
En tu gran compasión,
Guárdanos los hermanos,
En dulce comunión.
Prontos a perdonarnos,
Prontos a oír tu voz.
Cual escogidos, santos,
Y amados tuyos, Dios.
—Enrique Turrall
¿Es tu adoración pública horizontal o vertical? ¿Está el enfoque de
tu adoración en Dios y su verdad, o más bien se enfoca en el cantar
de tu compañero, en el acento del predicador, en la ropa nueva de la
fulana o la araña que sube por la pared?
79
Lección 9
Preguntas sobre la lección
1. ¿Por qué los cristianos siempre han querido adorar colectivamente?
2. ¿Cómo nos preparamos para adorar colectivamente?
3. ¿Cuál es el lugar del canto en la adoración? (Nombra por lo menos
dos cosas que debe hacer el canto.)
4. ¿Cómo el oír puede ser adoración?
5. ¿Cuáles son los beneficios de la oración colectiva?
6. Describe un ambiente ideal para la adoración pública.
7. ¿Qué sucede cuando un culto de adoración no lleva preparación?
80
Adorémosle en público
Para más estudio
Lee Apocalipsis 22.8–9.
1. ¿Por qué Juan quería adorar al ángel?
2. ¿Por qué el ángel rechazó la adoración de Juan?
3. En el culto público, ¿cómo pudiéramos tentar a otros a adorarnos
a nosotros en lugar de adorar a Dios?
81
82
Lección 10
Adorémosle
por la eternidad
“Después de esto miré, y he
aquí una gran multitud, la cual
nadie podía contar, de todas
naciones y tribus y pueblos y
lenguas, que estaban delante
del trono y en la presencia del
Cordero, vestidos de ropas
blancas, y con palmas en las
manos; y clamaban a gran
voz, diciendo: La salvación
pertenece a nuestro Dios que
está sentado en el trono, y al
Cordero. Y todos los ángeles
estaban en pie alrededor del
trono, y de los ancianos y de
los cuatro seres vivientes; y
se postraron sobre sus rostros
delante del trono, y adoraron
a Dios.”
—Apocalipsis 7.9–11
A
lgún día nos levantaremos de
nuestras rodillas por última vez.
Algún día las notas de nuestro último
canto cesarán. Algún día saldremos
por las puertas de la capilla por última
vez. Esto es verdad porque Dios ha
dicho que todos tenemos que morir.
Pero la muerte no destruirá al adorador verdadero ni a su adoración. Después que el adorador verdadero pase
por el valle de la muerte y entre por las
puertas de la ciudad eternal él entonces
adorará en una manera más profunda y
completa de lo que adoraba en la tierra.
A. En la eternidad veremos
a Dios como es él
Nuestra carne oscurece nuestra visión de Dios al igual que
un vidrio oscuro nubla nuestra visión de lo que está al otro lado. Vemos a Dios, pero de forma oscura.
Sin embargo, eso cambiará en la eternidad. Allí conoceremos a Dios tanto como sea posible para un ser finito (véase
1 Corintios 13.12). Veremos claramente su gloria y su poder. Nosotros
entenderemos perfectamente cuán digno él es de nuestra adoración. La
carne que por tanto tiempo oscureció nuestra visión habrá desaparecido.
83
Lección 10
Cuando Dios, a través de la resurrección, nos traslade al reino espiritual, “seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”
(1 Juan 3.2).
B. En la eternidad nuestro espíritu estará libre
para adorar
Dios hizo al hombre eternal como también temporal. Él puso el
alma eterna en un cuerpo temporal. Podemos sentir la eternidad que
Dios ha puesto dentro de nosotros. Muchas veces el tiempo nos frustra.
Quisiéramos apurarlo o detenerlo. Los tiempos pasados y los tiempos
futuros nos frustran porque siempre están más allá de nuestro alcance.
El único tiempo que verdaderamente podemos llamar nuestro es el momento llamado presente. Y una vez que el tiempo nos haya arrastrado
hasta la tumba, entonces sentiremos que nuestra vida, no importa cuán
larga o placentera, aún fue muy corta y demasiado miserable como
para que sea el propósito principal de Dios. Y es verdad, porque Dios
quiere que vivamos librados del tiempo, eternamente.
En la eternidad nuestro espíritu realmente estará en su ambiente
propio. Ya no contenderemos con las frustraciones del tiempo. Ninguna
interrupción estorbará nuestro cantar. Ningún reloj parará el mensaje.
Nunca nos sentiremos ansiosos por hallar otra oportunidad para adorar.
Nunca habrá que esperar para adorar ni habrá que apurar la adoración.
Nuestro espíritu será librado de la debilidad de la carne. Nuestro espíritu
será libre para adorar como anhelaba tanto en la tierra pero fue estorbado
por nuestra carne. En el cielo nunca nos dormiremos mientras tratamos de
adorar. Además, allí nunca se nos terminará el aire ni nos atacará el hipo
en medio del canto. Las emociones ya no nos distraerán ni nos engañarán.
Nuestra adoración fluirá libremente. Sin distracciones adoraremos a aquel
de quién nació la vida humana en el amanecer del tiempo.
En la eternidad adoraremos puramente en espíritu y en verdad,
porque el espíritu y la verdad habrán prevalecido sobre la materia y la
decepción. Estaremos libres para siempre de las mentiras del diablo y
de las cosas que él usaba para impedir nuestra adoración.
84
Adorémosle por la eternidad
C. Lo que significará la adoración en la eternidad
Aunque la adoración en la eternidad tendrá dimensiones nuevas que
no conocíamos aquí en la tierra, la adoración siempre será adoración.
Aún significará inclinarnos delante de la bondad, la soberanía y la
majestad de Dios. Porque aun en la gloria no podremos gloriarnos en
nosotros mismos. No estaremos parados, sino que nos postraremos
delante de Dios.
Cuando los redimidos entremos en el cielo cantando, será a causa
de la bondad y el amor de Dios. No seremos dignos de las coronas que
llevaremos. Es por eso que los veinticuatro ancianos que Juan vio no
guardaron sus coronas para sí cuando caían delante del trono. Ellos arrojaron esas medallas de honor y gloria delante del trono mientras decían
que la honra y la gloria pertenecían a él (véase Apocalipsis 4.10–11).
En la gloria “sus siervos le servirán” (Apocalipsis 22.3). Estos
siervos de Dios son aquellos que voluntariamente escogieron postrar
sus voluntades en servicio a él aquí en esta vida. Estos mismos serán
los que tendrán el privilegio de postrar sus voluntades en servicio a él
por toda la eternidad. Eso destaca la importancia de postrarnos delante
de Dios en adoración ahora.
¿Anhelas tú entrar en la presencia de Dios para adorarlo eternamente, o anhelas algunos cambios en la adoración? Una vez que
hayamos comprendido cuán perdidos estábamos y cuán bueno fue
Dios al rescatarnos, nunca desearemos dejar de alabarlo.
85
Lección 10
Preguntas sobre la lección
1. ¿Por qué nuestra visión de Dios será más clara en la eternidad?
2. ¿Cómo es que el tiempo nos obstaculiza la adoración?
3. ¿Por qué la adoración fluirá libremente en la eternidad?
4. ¿En qué sentido la adoración en la eternidad será igual a la adoración terrenal?
¿En qué sentido será diferente?
Para más estudio
Anota los versículos del libro de Apocalipsis mencionados en esta
lección que dicen que los adoradores se postraron para adorar.
86
Don Fortunas
aprende a inclinarse
Una alegoría
Fortunas era siervo del rey. Todos los días cuidaba de las ovejas del
rey en una cordillera alta. Ya que cuidar las ovejas del rey no era un
trabajo tan agotador para el cuerpo y la mente de Fortunas, él pasaba
mucho tiempo pensando en otras cosas aparte de las ovejas. A él le
encantaba pensar en otros lugares que no fueran la humilde cordillera.
A él le encantaba pensar en ser algo diferente que ser un siervo.
A Fortunas le gustaba pensar en razones para pedir audiencia con
el rey. ¿Qué problemas con las ovejas eran tan serios como para merecer su presencia en el palacio? ¿Qué ruidos él habría escuchado que
parecieran una invasión del enemigo?
Un día, Fortunas pensó que había encontrado una buena razón para
aparecerse en el palacio del rey. Él reunió a todos sus ayudantes. Ellos
se recostaron en el cerco del corral mientras él con mucho cuidado les
explicaba lo que tendría que hacer.
—Como ustedes sin duda saben —comenzó—, el rey tiene muchas
ovejas aquí en la cordillera. Yo soy responsable de todas ellas. Esta gran
responsabilidad incluye muchas otras responsabilidades. Y por estas
grandes responsabilidades es necesario que yo aparezca delante del rey.
Fortunas hizo una pausa. Sus ayudantes suspiraron en asombro.
Ninguno de ellos jamás había visto al rey ni habían entrado a su palacio. Todos ellos eran gente campesina que nunca había salido más
allá del pueblo vecino en el valle.
—Ahora miren muchachos —Fortunas estiró su pequeña estatura al
máximo—, mientras yo no esté entonces ustedes se tienen que comportar
bien. Cuiden de las ovejas. No anden en travesuras ni se suban en los
peñascos. Aunque no estaré, siempre soy responsable. Si ustedes hacen
un buen trabajo, algún día tal vez podrán también ver al rey y su palacio.
Sin mirar atrás un momento, Fortunas dejó su puesto en la cordillera.
Él se jactó con su esposa diciendo que tenía una reunión con el rey y
87
Una alegoría
le pidió que le planchara sus mejores ropas. Fortunas cortó su cabello
y se peinó, se bañó y se vistió de lo mejor.
Ya cogía su sombrero para viajar a la ciudad cuando alguien tocó
a la puerta. Era Pedro, su vecino.
—Bienvenido al valle —le dijo a Fortunas cuando abrió la puerta.
Fortunas se sonrió y con su mano acomodó su cabello limpio.
—Es bueno estar aquí —dijo—. La vida de esa montaña es algo
primitiva, ya sabes.
—Yo sé bien lo que es eso —respondió Pedro—, después de cuidar
de las ovejas del rey por cuarenta años. —El rostro de Pedro estaba
todo arrugado y seco de llevar tantos veranos de sol brillante en las
montañas. Sus manos mostraban callos y cicatrices de los largos años
de labor—. Y durante todos estos años que el rey nos mandaba a las
montañas con sus ovejas, nos íbamos y allí nos quedábamos. Siete
meses sin conocer una cama suave. Pero nunca nos hizo daño, ¿verdad?
Fortunas pudo sentir la crítica de Pedro por lo de su viaje a ver el rey.
—Yo sé que es peligroso dejar las ovejas con los ayudantes, pero
yo sé que es de mucho interés para el rey que yo hable con él. Siento
que es mi deber ir.
Pedro asintió levemente con la cabeza y se volvió para irse. Al
salir por la puerta, a Fortunas le pareció que susurró: “¿Mi deber...?
¿Deber o deseo?”
Ese Pedro no me va a desanimar, pensó Fortunas. De todos modos hoy
es el día que voy a ver al rey. Caminaré hasta el palacio en mis mejores
ropas. Si los viejos compañeros de la escuela me llegan a ver, se impresionarán al ver que tengo audiencia con el rey. Voy a ver los bellos jardines
del palacio. Voy a ver los elegantes sirvientes del rey. Quizá algunos hasta
me hagan reverencia, pensando que soy algún personaje real de otro país.
Se rió en voz alta al pensar en eso mientras salía por la puerta.
Fortunas bajó por la calle y salió del pueblo. Él trató de no mostrarse
apurado y deseó que alguien le preguntara para dónde iba. Pero una vez
que llegó al campo entonces caminó tan rápido como pudo sin levantar
mucho polvo que le ensuciaría su pantalón. Al llegar a la ciudad, él mermó
su velocidad y caminó con cuidado. Trató de darse un aire importante y
serio. La gente se dará cuenta para dónde voy con sólo verme, se decía.
Fortunas olía profundamente de las flores y se maravillaba de los
arbustos arreglados que había a la orilla del andén que daba a la puerta
88
Don Fortunas aprende a inclinarse
del palacio. Era más grandioso de lo que esperaba. Se emocionó y dijo
para sí: Sí, este viaje sí vale la pena.
Delante del portón del palacio estaba un guarda con una gran espada
desenvainada. A Fortunas no le gustó su mirada fija y fría. Le hizo
sentirse como una molestia más en lugar de sentirse como un hombre
que tenía audiencia con el rey. Sintiéndose algo incómodo ahora casi
se le olvidó el discurso que había preparado en la cordillera. Pero
sólo el pensamiento de estar en aquel piso de mármol frente al rey le
despertó y se acordó de todas las palabras preparadas.
Miró al guarda fijamente y comenzó:
—Estoy aquí para hacer una petición y tener una audiencia con el
rey. Mi preocupación es por el bienestar del rey y su reino. Eso me
trae desde la lejana cordillera donde pastoreo las ovejas del rey. La
razón de esta petición es mi conocimiento de un asunto que amenaza
la seguridad del reino y del propio rey.
A Fortunas le pareció que el guarda pensó en su petición por
más tiempo de lo necesario. Le pareció que el guarda desconfiaba
de él. Entonces el guarda se volteó y habló con el portero por una
abertura pequeña en el portón. Fortunas oyó cuando el candado se
movió y el portón se abrió lentamente. Su corazón latía fuertemente
en su pecho. Por mí se abre ese portón, se regocijó. Pero trató de
mantener una expresión seria. Expresión digna del mandado serio
que hacía.
—Yo lo voy a llevar ante el rey. Venga conmigo, por favor.
Fortunas siguió al escolta a través de un patio ancho. Él contempló
sus alrededores, las paredes tan blanquísimas, los arcos, los jardines y
los sirvientes silenciosos. ¿Cómo se sentiría ser rey y ser dueño de todo
esto? ¿Tener a alguien que arreglara mi cama y trajera mis zapatos y
preparara mi comida? Sería grandioso, estoy seguro, pensó Fortunas.
Entonces comenzó a imaginarse que él era el rey y que caminaba en
su propio patio. Los siervos hacían su voluntad. Las paredes estaban tan
blancas por lo que él había dicho. Las alfombras reales se extendían para él.
Se acordó de que él no era el rey cuando su escolta le dijo:
—Espérese aquí. Tengo que pedir permiso del rey para ver si usted
puede pasar. —El escolta volvió pronto—.Usted puede entrar —dijo.
Fortunas lo siguió, casi mareado con el pensamiento que el rey en
todo su esplendor estaría a la vuelta no más.
89
Una alegoría
Entonces lo vio. Estaba en su trono alto de mármol. Su corona resplandeciente relucía con joyas. A la derecha del trono una banda de músicos
tocaba una música suave. A la izquierda cantaba un grupo de muchachas.
Había llegado el momento tan esperado. Fortunas estaba parado
frente al rey.
De pronto se acordó que frente al rey había que inclinarse. Entonces
él dobló sus rodillas, después sus espaldas y su pescuezo. Su frente se
inclinó contra el piso de mármol.
—Oh rey, ¡viva para siempre! —exclamó.
—¿Y su petición?
—Es asunto de seguridad. De la seguridad del reino.
—Bueno, por favor, diga cuál es la amenaza.
—Solamente a sus oídos, oh rey.
Fortunas se enderezó lentamente del piso. ¿Tendría el valor de subir
las gradas y tocar el trono y aun tal vez tocar al rey mismo? Sí, él tendría
que acercarse al rey para que sólo el rey lo oyera. Se subió a las gradas
y tocó el trono. Se inclinó muy cerca del rey y susurró en su oído:
—Hace diez días vi a un hombre en la cima de la cordillera. Llevaba un lente de largo alcance y espiaba su reino. Debe ser un espía
de algún ejército extranjero que le va a atacar.
El rey apartó su cabeza de Fortunas y preguntó:
—¿Cómo estaba vestido?
—Pantalón y camisa azul y un manto blanco.
El rey pensó por un momento.
—Yo sé quién es él. Él anda en una misión para mí.
El rey volvió a mirar a Fortunas por un momento.
—Usted es uno de mis pastores, ¿no?
—Sí lo soy, señor rey.
—¿Cómo están mis ovejas?
—Bien.
—¿Y el pasto?
—Bien.
—¿Y los ayudantes?
—Bien.
El rey rascó su barbilla y dijo con una voz llena de burla:
—Es tiempo que usted vuelva a su buen pasto para ver como están
los buenos ayudantes con las buenas ovejas, ¿oyó?
90
Don Fortunas aprende a inclinarse
Fortunas sintió deseos de salir huyendo para las montañas, pero
entonces se acordó de la cortesía.
—Como usted diga, mi señor —dijo.
Y otra vez trató de inclinarse, pero se encontraba demasiado cerca
del trono y golpeó la cabeza en el descansa brazo. Levantando la cabeza se retiró rápidamente y bajó las gradas. De puntillas, él buscó la
misma puerta por la cual había entrado erguido minutos antes. A él le
crecía un chichón en la frente donde se golpeó en el trono. Aquello le
dolía y él sabía que se veía horrible.
El portero y el guarda lo miraron de manera extraña. ¿Quién era este
hombre que había entrado momentos antes con confianza en su voz
y un paso firme y que ahora salía sobando un chichón en la cabeza?
De pronto, la inflación dentro de su cabeza misteriosamente se había
pasado para fuera. Fortunas sintió sus miradas, pero no los miró a los
ojos. Él sólo quería salir del palacio y alejarse lo más pronto posible,
olvidándose de su gran falla.
Él se puso en camino para la casa con la cabeza agachada. Pronto
un hombre mayor con paso alegre lo alcanzó. Hablaron de ovejas, de
pastos en las cordilleras y de la corte real.
—¿Puedo preguntarle por la herida en la cabeza? —preguntó el
anciano al fin, señalando la pelota morada en la frente.
—Golpeé la cabeza en el descansa brazo.
—¿Un descansa brazo? ¿Un descansa brazo de qué?
—Del trono del rey.
La quijada del hombre descendió.
—¿Del trono del rey? ¿Tan cerca estaba? ¿Pudiera preguntar por
qué?
—Era por un asunto que tuve que decirle al rey con relación a la
seguridad de su reino.
El anciano sobó su barbilla.
—Tengo una pregunta —dijo al fin—. ¿Estaba usted tan cerca del
trono porque deseaba estar allí, o porque el rey le quería allí?
La pregunta se clavó en el alma de Fortunas. Temía que algo se
iba a destapar dentro de él que prefería esconder. Pero él sintió que el
anciano era compasivo y por eso fue honesto.
—Yo quería arrimarme al trono y al rey —reconoció.
—¿Pudiera ser —preguntó el hombre—, que usted vino de la
91
Una alegoría
cordillera porque deseaba complacerse a sí mismo y no porque deseaba
complacer al rey?
Fortunas se maravilló de la capacidad del anciano para ver lo que
había en su corazón. No contestó. La verdad estaba a la vista.
Ya se acercaban a un cruce en el camino donde el anciano tomaría
otro rumbo. Entonces alzó su mano y le dio un consejo a Fortunas.
—Joven —dijo con solicitud—, recuerde: uno sólo se inclina ante
el rey cuando desea complacerlo a él.
Entonces, con la sombra de una sonrisa en sus labios, el anciano
añadió:
—Porque si lo haces de otra forma, te harás un necio.
Sólo podemos inclinarnos en adoración cuando todo el corazón
está dedicado a descubrir y a hacer la voluntad de Dios.
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93
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¿Cuáles son
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tu adoración?
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Dios tiene la respuesta para esta
última pregunta y él te la revela en
su palabra. Este estudio explora el
significado bíblico de la adoración
Man
en un esfuerzo por abrir un camino
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a la adoración verdadera. Este
camino con seguridad nos llevará
a través de la confusión que
Liturgia
predomina en nuestros días
hasta la adoración que
le agrada a Dios.
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La adoración
Curso por correspondencia Lámpara y Luz
Serie caminando con Dios
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