Subido por Carlos Reyes

2020 06 08 El Heraldo para que recuerde

Anuncio
LA TARDE EN QUE MANOLETE TOREÓ BAJO ESTE CLARUM CŒLUM1
En el primer trimestre de 1947 la epidemia de fiebre aftosa, que afectaba al ganado de pezuña
hendida, estaba en pleno desarrollo en el centro del país, pero en Aguascalientes el asunto no
parecía ser tan grave; por lo menos no como para no poder realizar una corrida de toros,
aunque por poco y no, porque con la emergencia sanitaria en curso, comenzó a escasear el
ganado bravo. O, mejor dicho, comenzaron a presentarse problemas casi insolubles para
transportarlo, debido a la veda aftosa.
La corrida a la que me referiré, en el contexto de esta serie de artículos que estoy
dedicando a la epidemia del coronavi… Perdón, de la fiebre aftosa de 1947, tuvo lugar el 5
de febrero de aquel año, una fecha fuera del calendario, digamos, normal de festejos taurinos
en esta tierra cobijada por el a veces Clarum Cœlum, que en aquel tiempo se circunscribían
a la feria de abril –y en verdad os digo que el asunto no ha cambiado mucho de entonces a la
fecha-. ¿Por qué fue en febrero? Fácil: porque el torero que se presentó no podía en otro dìa,
y es que, para fortuna de la gente gustosa de estos festejos, aquella no fue una corrida
cualquiera, no, sino una muy especial porque, como afirmó Ramón Morales Padilla en su
crónica del festejo; extensa crónica: “son contadas las corridas postineras que se realizan en
esta plaza”, y sí, tenía toda la razón.
Quizá fuera una imprudencia… Un acto arriesgado pero señora, señor: ¿cómo dejar
escapar la oportunidad única de ver en acción al Monstruo de Córdoba? Ver a Manuel
Rodríguez Manolete aquí mismo, enmarcado por la arquería del tendido de sombra de nuestra
Plaza de Toros San Marcos. La corrida fue en ese día santo de nuestro civismo; fiesta de
guardar, porque se trató de la penúltima actuación del español en su segunda temporada
mexicana, que comenzó el 10 de noviembre de 1946, en Tijuana, y culminó en Mérida tres
días después de la corrida de Aguascalientes, el 9 de febrero, según información que consta
en http://altoromexico.com/index.php?acc=noticiadprint&id=20190. Antes; un par de días
antes, Manolete había toreado en México. Entonces, no había de otra que adaptarse a la
agenda del cordobés.
Aunque quizá por poquito y no se llevaba a cabo el festejo, esto por la problemática
señalada líneas arriba. Morales escribió lo siguiente: “a últimas fechas los empresarios se
encontraron con que no podían traerse los toros hasta aquí. La disposición de que no se
puede transportar ganado, para evitar el contagio de la aftosa, casi los hizo perder la
cabeza.
Se buscó ganado de “La Punta”, y no había; de “Hnos Armilla”, y tampoco; y de
otras ganaderías de importancia. Ya con la fecha encima, se echó mano de una corrida de
“Peñuelas”, que aunque no tiene gran cartel por aquí, salvarían la situación.”
El hecho es que hubo toros; ya ve usted que aquí se puede todo incluyendo, desde
luego, lo imposible; las imposturas. Como digo, esta corrida tuvo lugar el miércoles cinco de
febrero de 1947, justo un año después de que Luis Castro, El Soldado, Luis Procuna y el
propio Manolete, inauguraran la Plaza de Toros México.
Ese día El Sol del Centro publicó dos anuncios. Por una la publicidad, digamos
formal, digo, como los conocemos: lugar, fecha, precios, participantes y por la otra, una nota
con toda la apariencia de lo que se ha denominado como una gacetilla, un anuncio pagado,
redactado en forma de noticia.
1
8 de junio de 2020.
En el cartel el rotativo García Valseca anunciaba el “cañonazo taurino del año.
Presentación por única vez en esta plaza de Manolete, el monstruo de Córdoba, alternando
con Luis Procuna y (el jaliciense Manuel Jiménez González) Chicuelín, con 6 finísimos
ejemplares de Pastejé, ganadería de los éxitos, que están a la vista del público en los corrales
de la plaza. Sombra $25, Sol $15. Nota: Hay boletos suficientes para todos los aficionados
que deseen asistir y al precio. Boletos con “Pepe Hillo”, Hotel Imperial y en las oficinas de
la empresa”.
Manolete, El monstruo… Siquiera alcanzaron a corear su nombre las voces de sol y
sombra de Aguascalientes, por lo menos una vez. Todavía no era el inmortal, pero estaba en
camino de convertirse en tal –Islero ya estaba esperándolo tranquilamente en la dehesa de
Miura, masticando tranquilamente su hierbita, para encontrarse con él en agosto siguiente-.
Permítame llamar su atención a propósito de un par de detalles del cartel, inteligente
lector. En primer lugar está la ganadería; esto de dar Peñuelas por Pastejé. Es obvio que ya
no fue posible traer a los del estado de México, por aquello de no andar paseando de un lado
al otro el germen aftoso. Morales escribió que la empresa anunció el cambio de toros a última
hora para que los que tuvieran boleto, no sufrieran alguna desilusión con el cambio.
En segundo lugar está información contenida en el cartel, en el sentido de que “hay
boletos suficientes para todos los aficionados que deseen asistir”. ¿Qué voy a saber yo de
esto?, pero tratándose de Manolete, uno supondría que las entradas se habrían agotado casi
casi que al día siguiente de dar a conocer la celebración de la corrida –es un decir-, y sin
embargo ese día se anunciaba que todavía era posible conseguir “boletos suficientes”. Si me
permite el comentario, y guardando las debidas distancias y proporciones, equipararé la
figura de Manolete con la de José Tomás, que ya es leyenda sin necesidad de que lo mate un
toro.
Descargar