Subido por Braulio Pilier

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“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” – Mateo 11:28
Este versículo nos dice que Cristo nos invita a dejar nuestros problemas a sus pies y descansar
en Él.
En el mundo de hoy, muchos de nosotros nos enfrentamos a muchas presiones en el día a día.
A menudo se espera que nosotros encontremos un equilibrio satisfactorio en el uso de tiempo
para el ministerio, familia, amigos, trabajo y nosotros mismos. Y es fácil llegar a estar
frustrados y agotados. ¿Cómo podemos aprender a experimentar el descanso al cual Cristo
tiernamente nos invita?
La intención de Dios para nosotros es que podamos experimentar el descanso para el cuerpo,
alma y espíritu. Esto sólo puede ocurrir a partir de confiar completamente y verdaderamente
rindiéndole a Él todas nuestras cargas. Debemos decidir poner nuestras cargas a Sus pies y
abandonarlos allí.
El salmista estaba convencido de la capacidad de Dios para satisfacer la necesidad de su alma
cuando dijo: “Mi alma encuentra descanso en Dios, mi salvación viene de él. Sólo él es mi roca y
mi salvación, él es mi fortaleza, que nunca serán conmovidas” – Salmos 62:1-2.
Él continúa animado por su propia alma: “Buscar el descanso, oh alma mía, en Dios, mi esperanza
viene de él. Sólo él es mi roca y mi salvación, él es mi fortaleza, no serán conmovidas” –
Salmos 62:5-6.
Con el fin de entender completamente el concepto de descanso, tenemos que estudiar
también Mateo 11:29-30, que dice: “Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave
y mi carga es liviana”.
Jesús nos invita a tomar Su yugo sobre nuestros hombros. Se utiliza un ejemplo de la
agricultura, tan familiar a sus discípulos, para ilustrar su enseñanza. Los yugos de bueyes
eran de madera, el buey es llevado, y las medidas son tomadas. El yugo era entonces
terminado, y el buey era traído de vuelta para ser probado. El yugo era cuidadosamente
ajustado, para que encajara bien.
El yugo es un marco de madera utilizado para unir un par de bueyes por cuello para que
pudieran tirar de un arado o una carga. Se trataba de un dispositivo de compensación. A
veces un buey joven necesita que se les enseñe a trabajar y así fue emparejado con un
animal de más experiencia. Esto ilustra a la perfección nuestra relación con Cristo. Mientras
caminamos a su lado, compartiendo el yugo y la carga, la carga no desaparece, sino que se
hace más ligera.
En comunión con Jesús, nos enteramos de que su yugo no es duro y opresivo, pero
razonable. La dulce compañía de Jesús es la que nos trae la paz y la comodidad y Él nos
permite seguir adelante. Es por eso que el apóstol Pablo podría decir: “Estando persuadido de
esto, que el que comenzó la buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo
Jesús” – Filipenses 1:6
¿Cómo podemos aprender a experimentar la presencia de Cristo en una manera que traiga paz y
consuelo? ¿Cómo podemos realmente compartir nuestras cargas con Él? Nuestra parte es
mantener una relación de momento a momento de comunión con Él. Esto requerirá un esfuerzo
decidido y consciente de nuestra parte al buscar “trabajar por nuestra salvación con temor y
temblor” – 2:12 Filipenses. Después de aceptar a Jesús en nuestros corazones y vidas, nos invita a
venir a Él y descansar (Mateo 11:28), el siguiente paso es aceptar su yugo de la obediencia y
dejar que Él nos ayude (vs 29). A medida que aprendemos de Jesús, se nos enseña a permanecer
en Él.
“Permaneced en Mí, y Yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no
permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.” – Juan 15:4
“Mi yugo es suave y mi carga es ligera”
“Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí.” (MATEO 11:29.)
1, 2. a) ¿Qué cosas le producen refrigerio a usted? b) ¿Qué tenemos que hacer para recibir el refrigerio
que prometió Jesús?
¡QUÉ refrescante es ducharse con agua fría al final de un día caluroso y húmedo, o disfrutar de un sueño
reparador después de un viaje largo y agotador! Así nos sentimos cuando se nos quita una carga pesada o se
nos perdonan los pecados y transgresiones. (Proverbios 25:25; Hechos 3:19.) El refrigerio que producen estas
experiencias estimulantes nos infunde nuevo vigor y nos fortalece para seguir adelante.
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Los que nos sentimos cargados y cansados podemos acudir a Jesús, pues él prometió darnos precisamente
eso: refrigerio. Pero a fin de hallar ese refrigerio tan deseable, tenemos que estar dispuestos a hacer algo.
“Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí —dijo Jesús—, [...] y hallarán refrigerio para sus almas.” (Mateo
11:29.) ¿Qué es este yugo? ¿Cómo produce refrigerio?
Un yugo suave
3. a) ¿Qué clase de yugos se empleaban en tiempos bíblicos? b) ¿En qué sentido figurado se utiliza la
palabra yugo?
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Jesús y sus oyentes vivían en una sociedad agrícola, por lo que conocían bien lo que era un yugo.
Esencialmente, un yugo es una barra larga de madera con dos gamellas en la parte inferior que se apoyan
sobre el cuello de dos animales de tiro, generalmente bueyes, para que tiren juntos de un arado, un carro u
otra carga. (1 Samuel 6:7.) Los seres humanos también utilizaban yugos. Estos eran barras o palos sencillos
que se colocaban sobre los hombros con carga en ambos lados. Los obreros podían transportar cargas
pesadas con estos yugos. (Jeremías 27:2;28:10, 13.) Ya que el yugo está relacionado con cargas y trabajo, la
Biblia muchas veces se refiere a él en sentido figurado como símbolo de dominación y control. (Deuteronomio
28:48; 1 Reyes 12:4; Hechos 15:10.)
4. ¿Qué simboliza el yugo que Jesús ofrece a los que van a él?
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Por lo tanto, ¿cuál es el yugo que Jesús nos invita a tomar a los que acudimos a él en busca de
refrigerio? Recordemos que dijo: “Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí”. (Mateo 11:29.) El que
aprende es un discípulo. De modo que tomar el yugo de Jesús significa hacernos sus discípulos.
(Filipenses 4:3.) Sin embargo, esto exige más que solo conocer sus enseñanzas. Requiere que obremos
en armonía con ellas, que hagamos la obra que él hizo y vivamos como él vivió. (1 Corintios
11:1; 1 Pedro 2:21.) Exige que nos sometamos de buena gana a su autoridad y a las personas en
quienes él delega autoridad. (Efesios 5:21; Hebreos 13:17.) Significa ser cristianos dedicados y bautizados
que aceptan todos los privilegios y responsabilidades que vienen con esa dedicación. Este es el yugo que
Jesús ofrece a todos los que van a él en busca de consuelo y refrigerio. ¿Está usted dispuesto a aceptarlo?
(Juan 8:31, 32.)
5. ¿Por qué no sería una experiencia severa tomar el yugo de Jesús?
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¿No es contradictorio decir que hay que tomar un yugo para hallar refrigerio? En realidad, no lo es, pues
Jesús dijo que su yugo es “suave”. Esta palabra significa bueno, placentero, grato. (Mateo 11:30; Lucas
5:39; Romanos 2:4; 1 Pedro 2:3.) Como había sido carpintero, es muy probable que Jesús hubiera hecho
arados y yugos, de modo que supiera qué forma dar al yugo para que el animal pudiera realizar el máximo
trabajo de la manera más cómoda posible. Tal vez los forrara con tela o cuero. Muchos se fabricaban de esa
manera para que no rozaran el cuello excesivamente. De igual modo, el yugo figurativo que Jesús nos ofrece
es “suave”. Aunque ser su discípulo implica ciertas obligaciones y responsabilidades, no es una experiencia
severa ni opresiva, sino refrescante. Los mandamientos de su Padre Celestial, Jehová, tampoco son
gravosos. (Deuteronomio 30:11; 1 Juan 5:3.)
6. ¿Qué quiso decir probablemente Jesús con las palabras: “Tomen sobre sí mi yugo”?
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Hay algo más que hace que el yugo de Jesús sea “suave” o fácil de llevar. Cuando dijo: “Tomen sobre sí mi
yugo”, pudo haber querido decir una de dos cosas. Si se refería al yugo doble, es decir, el que une a dos
animales de tiro, entonces es una invitación a ponernos junto con él bajo el mismo yugo. ¡Qué bendición sería
tener a Jesús a nuestro lado tirando de nuestra carga con nosotros! Por otro lado, si Jesús tenía presente el
yugo que utilizaba el obrero común, entonces nos ofrece el medio para hacer que nuestra carga sea más fácil
de llevar y controlar. En cualquier caso, su yugo es una fuente de verdadero refrigerio, pues nos garantiza:
“Porque soy de genio apacible y humilde de corazón”.
7, 8. ¿Qué error cometen algunos cuando sienten tensión?
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¿Qué debemos hacer, entonces, si sentimos que la carga ocasionada por los problemas de la vida está
haciéndose intolerable y la tensión que sentimos está llegando a su límite? Puede que algunos piensen
equivocadamente que el yugo de ser discípulo de Jesucristo es muy difícil o exigente, aunque lo que en
realidad los agobia son las preocupaciones de la vida diaria. Algunas de estas personas dejan de asistir a las
reuniones cristianas o de participar en el ministerio del campo, pues creen que tal vez se sentirán aliviadas.
Sin embargo, tal proceder es un error grave.
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Comprendemos que el yugo que ofrece Jesús es “suave”. Pero podría irritarnos si no nos lo ponemos como
es debido. Por ello, debemos examinar con cuidado el yugo que llevamos sobre los hombros. Si por alguna
razón se encuentra en mal estado o está mal colocado, llevarlo encima requerirá más esfuerzo y nos causará
cierto dolor. En otras palabras, si las actividades teocráticas empiezan a parecernos cargas, debemos
examinarnos para ver si las estamos realizando de la manera correcta. ¿Con qué motivo desempeñamos
nuestros deberes? ¿Estamos bien preparados cuando vamos a las reuniones? ¿Estamos física y
mentalmente preparados cuando salimos al ministerio del campo? ¿Disfrutamos de una relación estrecha y
buena con los demás hermanos de la congregación? Y, sobre todo, ¿cómo está nuestra relación personal con
Jehová Dios y su Hijo, Jesucristo?
9. ¿Por qué no debe ser una carga insoportable el yugo cristiano?
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Cuando aceptamos de todo corazón el yugo que ofrece Jesús y aprendemos a llevarlo como es debido, no
hay razón para que en ningún momento parezca ser una carga insoportable. De hecho, si podemos
imaginarnos la escena —a Jesús bajo el mismo yugo con nosotros—, no es difícil ver quién realmente lleva la
mayor parte de la carga. No es muy diferente del pequeño que se apoya en el manillar de su cochecito y
piensa que él lo está empujando, cuando, en realidad, es el padre quien lo hace. Como Padre amoroso,
Jehová Dios es muy consciente de nuestras limitaciones y flaquezas, y satisface nuestras necesidades
mediante Jesucristo. Pablo dijo: “Dios suplirá plenamente toda necesidad de ustedes al alcance de sus
riquezas en gloria por medio de Cristo Jesús”. (Filipenses 4:19; compárese con Isaías 65:24.)
10. ¿Cuál ha sido la experiencia de una cristiana que toma en serio su responsabilidad de ser discípula
de Cristo?
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Muchos cristianos dedicados han llegado a comprender esta verdad por experiencia personal. Por ejemplo,
tenemos el caso de Jenny, que encuentra que ser precursora auxiliar todos los meses y trabajar de jornada
completa en un empleo que le exige mucho le ocasiona demasiada tensión. No obstante, piensa que ser
precursora contribuye en realidad a su equilibrio emocional. Ayudar a otras personas a aprender la verdad
bíblica y ver los cambios que hacen para conseguir la aprobación divina es lo que da el mayor gozo a su vida
ocupada. Concuerda de todo corazón con las palabras del proverbio que dice: “La bendición de Jehová... eso
es lo que enriquece, y él no añade dolor con ella”. (Proverbios 10:22.)
Una carga ligera
11, 12. ¿Qué quiso decir Jesús con las palabras: “Mi carga es ligera”?
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Además de prometer que su yugo es “suave”, Jesús nos asegura: “Mi carga es ligera”. Llevar un yugo
“suave” facilita de por sí el trabajo; y si además la carga es ligera, la labor es verdaderamente placentera.
Pero ¿qué quiso decir con estas palabras?
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Veamos lo que hace un agricultor cuando quiere poner a sus animales a hacer otro trabajo; por ejemplo, tirar
de un carro en vez de arar. Primero les quita el arado y luego les engancha el carro. Sería absurdo que les
sujetara ambas cosas a la vez. De igual manera, Jesús no dijo a las personas que colocaran su carga encima
de la que ya llevaban. Dijo a sus discípulos: “Ningún sirviente de casa puede ser esclavo de dos amos”.
(Lucas 16:13.) De modo que Jesús dio a las personas una opción. ¿Preferían llevar su propia carga pesada, o
se la quitarían de encima y aceptarían la que él ofrecía? Jesús les dio el siguiente incentivo amoroso: “Mi
carga es ligera”.
13. ¿Qué carga llevaba el pueblo en los días de Jesús, y cuáles fueron los resultados?
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En los días de Jesús, el pueblo estaba agobiado por la carga pesada que le imponían los opresivos
gobernantes romanos y los formalistas e hipócritas guías religiosos. (Mateo 23:23.) A fin de librarse de la
carga de los romanos, algunos judíos intentaron enderezar los asuntos por su propia cuenta. Se involucraron
en contiendas políticas, y terminaron mal. (Hechos 5:36, 37.) Otros estaban empeñados en mejorar su
situación económica, y se envolvieron de lleno en empresas materialistas. (Mateo 19:21, 22; Lucas 14:18-20.)
Cuando Jesús les ofreció alivio invitándolos a hacerse sus discípulos, no todos quisieron aceptarlo. Vacilaron
en quitarse de encima la carga que llevaban, aunque era pesada, y tomar la de Jesús. (Lucas 9:59-62.) ¡Qué
trágico error!
14. ¿Cómo pueden agobiarnos las inquietudes de la vida y los deseos materiales?
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Si no nos cuidamos, podemos cometer el mismo error hoy. Ser discípulos de Jesús nos libra de ir tras las
mismas metas y compartir los mismos valores que la gente del mundo. Aunque tenemos que trabajar
arduamente para conseguir las cosas necesarias, no las convertimos en el centro de nuestra vida. Sin
embargo, las inquietudes de la vida y el señuelo de las comodidades materiales pueden ejercer gran
influencia sobre nosotros. Si lo permitimos, esos deseos incluso pueden ahogar la verdad que hemos
aceptado con entusiasmo. (Mateo 13:22.) Podemos llegar a estar tan preocupados por satisfacer esos deseos
que veamos nuestras responsabilidades cristianas como obligaciones tediosas que hay que cumplir para salir
de ellas cuanto antes. No podemos esperar ningún refrigerio si servimos a Dios con ese espíritu.
15. ¿Qué advertencia dio Jesús en cuanto a los deseos materiales?
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Jesús señaló que la satisfacción de la vida proviene de asegurarse de las cosas más importantes, y no de
esforzarse por ver realizados todos nuestros deseos. “Dejen de inquietarse respecto a su alma en cuanto a
qué comerán o qué beberán, o respecto a su cuerpo en cuanto a qué se pondrán —exhortó—. ¿No significa
más el alma que el alimento, y el cuerpo que la ropa?” Luego habló de las aves del cielo y dijo: “No siembran,
ni siegan, ni recogen en graneros; no obstante, su Padre celestial las alimenta”. Refiriéndose a los lirios del
campo, dijo: “No se afanan, ni hilan; pero les digo que ni siquiera Salomón en toda su gloria se vistió como
uno de estos”. (Mateo 6:25-29.)
16. ¿Qué ha demostrado la experiencia respecto al efecto del materialismo?
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¿Podemos aprender algo de estas sencillas lecciones prácticas? Por lo común, cuanto más se esfuerza la
persona por mejorar su situación económica, más se involucra en el materialismo y más pesada se hace la
carga que lleva sobre los hombros. Muchos empresarios del mundo han alcanzado sus éxitos materiales a
costa de la familia, el matrimonio, la salud, etcétera. (Lucas 9:25; 1 Timoteo 6:9, 10.) El premio Nobel Albert
Einstein dijo en una ocasión: “Siempre he despreciado las posesiones, el éxito aparente, la publicidad y el lujo.
Creo que lo mejor es que uno lleve una vida sencilla y modesta”. Estas palabras nos recuerdan el consejo
sencillo que dio el apóstol Pablo: “Es un medio de gran ganancia, esta devoción piadosa junto con
autosuficiencia”. (1 Timoteo 6:6.)
17. ¿Qué modo de vivir recomienda la Biblia?
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Hay un aspecto importante que no debemos pasar por alto. Aunque “una vida sencilla y modesta” tiene
muchas ventajas, no basta para dar verdadera satisfacción. Hay muchas personas que llevan una vida
sencilla obligadas por las circunstancias, pero no se sienten contentas ni felices. La Biblia no dice que
debemos renunciar a las comodidades materiales y vivir como ermitaños. Da énfasis a la devoción piadosa,
no a la autosuficiencia. Solo cuando combinamos ambas conseguimos “un medio de gran ganancia”. ¿A qué
ganancia se refiere? Más adelante en la misma carta, Pablo dice que los que “cifren su esperanza, no en las
riquezas inseguras, sino en Dios”, estarán “atesorando para sí con seguridad un fundamento excelente para el
futuro, para que logren asirse firmemente de la vida que realmente lo es”. (1 Timoteo 6:17-19.)
18. a) ¿Cómo podemos encontrar verdadero refrigerio? b) ¿Cómo debemos ver los cambios que
tengamos que hacer?
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Sentiremos refrigerio si aprendemos a quitarnos la carga pesada personal que tal vez llevemos y a tomar la
carga ligera que ofrece Jesús. Muchos han reorganizado su vida a fin de participar más de lleno en el servicio
del Reino, lo que ha redundado en su felicidad y satisfacción. Desde luego, se requiere fe y valor para hacer
estos cambios, y puede que haya obstáculos en el camino. Pero la Biblia nos recuerda: “El que está vigilando
el viento no sembrará; y el que está mirando las nubes no segará”. (Eclesiastés 11:4.) Muchas cosas
realmente no son tan difíciles cuando nos las proponemos. Parece que lo más difícil es proponérselas. Luchar
con la indecisión puede agotarnos. Si fortificamos la mente y aceptamos el reto, quizás nos sorprenda
descubrir la gran bendición que resulta ser para nosotros. El salmista instó: “Gusten y vean que Jehová es
bueno”. (Salmo 34:8; 1 Pedro 1:13.)
“Refrigerio para sus almas”
19. a) ¿Qué podemos esperar a medida que siguen deteriorándose las condiciones del mundo? b) ¿Qué
se nos garantiza mientras estemos bajo el yugo de Jesús?
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El apóstol Pablo recordó a los discípulos del siglo primero: “Tenemos que entrar en el reino de Dios a través
de muchas tribulaciones”. (Hechos 14:22.) Esto aún es cierto hoy día. Las presiones que afrontamos todos los
que estamos determinados a llevar una vida de justicia y devoción piadosa van a aumentar, pues las
condiciones mundiales siguen deteriorándose. (2 Timoteo 3:12; Revelación 13:16, 17.) No obstante, nos
sentimos como Pablo cuando dijo: “Se nos oprime de toda manera, mas no se nos aprieta de tal modo que
no podamos movernos; nos hallamos perplejos, pero no absolutamente sin salida; se nos persigue, pero no se
nos deja sin ayuda; se nos derriba, pero no se nos destruye”. Es así porque podemos confiar en que
Jesucristo nos dará la fuerza que es más de allá de lo normal. (2 Corintios 4:7-9.) Al aceptar de todo corazón
el yugo de ser sus discípulos, disfrutaremos del cumplimiento de la promesa de Jesús: “Hallarán refrigerio
para sus almas”. (Mateo 11:29.)
¿Puede explicarlo?
□ ¿Qué es el yugo suave que ofreció Jesús?
□ ¿Qué debemos hacer si sentimos que nuestro yugo se está convirtiendo en una carga?
□ ¿Qué quiso decir Jesús con las palabras: “Mi carga es ligera”?
□ ¿Cómo podemos asegurarnos de que nuestra carga permanezca ligera?
II.
UN LLAMADO A DESCANSAR.
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.
Este versículo es considerado por muchos una de las mayores promesas de
Jesucristo: el descanso de todas nuestras cargas. En su tiempo existían muchas personas
que se encontraban cansadas y angustiadas por las dificultades de la vida y no habían
encontrado descaso para sus pobres almas; pero un día puesto de pie llamo a esta clase
de personas.
El llamado de Dios es precisamente para esta clase de personas, es
decir, personas cargadas del pecado, angustiados por las injusticias de la vida,
frustradas por los fracasos y en general todo aquel que este cansado de luchar
con sus problemas.
En esto consiste lo maravilloso del ministerio de Cristo, ya que el vino a buscar a
lo más vil, a los necesitados y despreciados de este mundo. El no desarrollo su ministerio
en un palacio, asesorando a reyes y príncipes como lo hacían los líderes religiosos de su
tiempo, ni siquiera su base estuvo en Jerusalén, la capital del reino donde se encontraba
la gente más pudiente. La mayor parte de su ministerio la realizó en Galilea, un región de
mala fama donde vivía gente sencilla, sin estudios, de oficios ordinarios como el de
pescador, no visito los palacios sino al lado de las prostitutas y publicanos se sentó para
predicarles el evangelio del Reino. A eso vino precisamente Jesús: a llamar a todos
aquellos cansados y angustiados.
III.
EL YUGO DE CRISTO.
“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón;
y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.
Aparte de esto Jesús nos invita a tomar su yugo sobre nuestros hombros. Los
judíos usaban la palabra yugo con el sentido figurado de someterse a algo. Por mucho
tiempo trataron someterse al yugo de la ley, pero fracasaron ya que el peso era
demasiado grande para que un humano imperfecto lo llevara. No obstante, Jesús dijo: “Mi
yugo es fácil”. La palabra fácil es jrestós (χρηστός) en griego, que quiere decir realmente
que encaja bien. Los yugos de los bueyes se hacían en Palestina de madera; se llevaba el
buey al carpintero para que le tomara las medidas; luego se desbastaba la madera, y se
llevaba otra vez al buey para probarlos de tal forma que encajaran en la bestia bien a tal
punto de no ocasionarle daño al momento de ponérselos.
Podemos ahora imaginarnos a Jesús usando esta metáfora con la cual
posiblemente está relacionado ya que como carpintero debió haber hechos cientos de
yugos antes de iniciar su ministerio y debió haber sido un verdadero profesional en esto.
Ahora Jesús nos dice: “mi yugo encaja perfectamente en tu vida, yo tengo el plan perfecto
que no te lastimara y te llevara a la felicidad”. Lo que quiera que sea que Dios nos destine
encajará exactamente con nuestras necesidades y habilidades.
CONCLUSIÓN.
En el mundo solo encontraremos angustias y cargas y ningún método humano puede traer a nuestra vida la paz que
tanto anhelamos. Sin embargo, Jesús nos ofrece descansar de estas, solo necesitamos acudir a Él y someternos a su yugo, es decir su
señorío para encontrar la verdadera paz.
Mateo 11:29 NTV: Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles,
porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán
descanso para el alma.
Este texto tiene mucho para enseñarnos si nuestro objetivo es
Jesucristo. Y si aún no lo es, nos demostrará que Jesucristo debe ser
inmediatamente nuestro único objetivo.
Luego de su invitación a que nos despojemos de las cosas que nos
preocupan y agobian para hacernos descansar (28), el Señor Jesucristo
ordena este mandamiento: pónganse mi yugo, que tengo muchas cosas
para enseñarles.
Acepten el yugo que les pongo. Tomen mi yugo,
carguen mi yugo, lleven mi yugo. Este es el
mandamiento de Jesucristo.
El yugo es una herramienta, generalmente de madera, que se usaba y
aún se usa, para unir a dos animales por sus cuellos para transportar
cargas pesadas que tal vez uno sólo llevaría pero a riesgo de lastimarse.
En el centro del madero está el punto de fuerza, y a sus costados
delineados los contornos para el cuello de cada animal que compartiría
la tarea.
Siguiendo esta línea literal, el yugo de Cristo no representa en sí
las obras, las tareas o las cargas que tengamos que hacer o
llevar. El yugo de Cristo simplemente se refiere al nexo con que
el Señor quiere mantenernos unidos a él.
Y éste, es un punto sumamente importante. Nuestro Señor Jesucristo no
tuvo en mente un yugo particular o más bien un arnés para cada uno de
nosotros, para que solos tuviéramos que ver cómo nos arreglaríamos
para hacer todas las tareas que el Padre nos encomendaría, o cómo
superaríamos las diversas situaciones de la vida. Tampoco es un yugo a
compartir con alguien más que no sea Jesucristo.
¡Atentos a esto!
El yugo no es unipersonal, no es nuestro, no es del pastor, no es del
líder, no es de una iglesia, no es de un ministerio. ¡El yugo es de Cristo!
Es decir, el yugo, en uno de sus costados ya está sujeto inevitablemente
al cuello de Jesucristo. ¡Es su yugo! Pero es un yugo que requiere de
dos personas para llevarlo, por eso quiere compartirlo con nosotros.
Quiere que, unidos inseparablemente por su yugo, caminemos a su
costado, caminemos al lado suyo, y juntos, llevemos la carga que él nos
enseñe.
Así como el Padre estuvo con Él en absolutamente todo lo que
hizo y habló, así también Él quiere estar con cada uno de sus
seguidores en todo lo que se nos manda hacer y hablar (Juan
14:10).
Por eso afirma, mi yugo es fácil de llevar… (30). Porque él
está ahí, presente. Porque él está ahí, dispuesto a enseñarnos
todo lo que a su vez aprendió del Padre. Lo único que
tenemos que hacer es ponernos su yugo y caminar a su lado,
dejarnos guiar, ir aprendiendo a compartir los esfuerzos, ir
aprendiendo a avanzar y a detenernos juntos, a la par, yendo
hacia donde Él nos conduzca. Dejándonos corregir y ser
atraídos por Jesús nuevamente a su camino toda vez que
intentemos vivir a nuestra manera, volver a viejas
costumbres, o dar crédito a los criterios de este siglo.
No somos nosotros quienes determinamos qué hablar, qué
hacer, hacia adónde ir, o hasta donde llegar. Esa es
responsabilidad de nuestro Señor, la nuestra, es simplemente
acompañarlo en todo el camino que ya una vez transitó.
Cargar el yugo del Señor nos asegura identificarnos con
él y hacer nuestros sus ideales, su misión, su entereza,
su capacidad, su fortaleza, su determinación, su
fidelidad, su perfección y su unidad inalterable con el
Padre.
¡Qué bendición tan grande es ponernos el yugo
de Cristo! ¡Cuantos beneficios tan necesarios
aporta a nuestra vida!
¡Seguro que ahora mismo estás viendo la nueva vida en
Cristo desde una perspectiva totalmente diferente!
¡Seguro que ahora mismo estás comprendiendo que tan
continua y cercana sería la presencia de Jesús con sus
seguidores cuando prometió estar con ellos hasta el fin!
¡Seguro que ahora mismo te estás dando cuenta del porqué
fracasaste tantas veces y terminaste pensando que el Señor
te había dejado solo, cuando en realidad tú te quitaste su
yugo, y no le permitiste que te ayudara!
¡Seguro que ahora mismo estás viendo que no hay
situaciones, ni circunstancias, ni personas tan difíciles que no
puedas tratar con ellas de manera sabia, prudente, edificante
y comprensivo amor!
¡Seguro que ahora mismo te estás dando cuenta de que ya no
habrán
más
amarguras,
angustias,
preocupaciones,
depresión, bajones, y tantas otras cuestiones que por tanto
tiempo dominaron tu vida!
Ponernos el yugo de Cristo nos obliga a estar
continuamente junto a él, y estar junto a Cristo día tras
día no es algo intrascendente, produce resultados,
provoca grandes cambios en nuestra manera de ser y
hacer, nos transforma a su semejanza, hace que
lleguemos a ser como Él en nuestra relación con Dios.
Con razón el apóstol Pablo decía: Todo lo puedo
hacer por medio de Cristo. Y ¡es verdad!
¡Reconozcámoslo! ¡Proclamémoslo!
¡Podemos vivir plenamente en la libertad con que Cristo nos
hizo libres!
¡Podemos ser
Jesucristo!
hijos
de
Dios
completamente
iguales
a
¡Podemos agradar a Dios en el cumplimiento de toda su
voluntad!
¡Podemos tener una vida de continua victoria sobre todas las
tentaciones, los deseos y las obras de la carne!
¡Podemos librarnos definitivamente de todas las opresiones
sicológicas y sociales que de una u otra forma tratan de
desalentarnos y confundirnos!
¡Podemos amar, aceptar, perdonar, ayudar, servir, alentar,
bendecir a todas las personas que en algún momento la vida
los pone en nuestro camino!
¡Podemos! ¡Podemos! ¡Podemos! ¡Todo, absolutamente
todo lo que se ajusta a la voluntad de Dios, podemos!
¡Por el simple, pero a la vez grandioso hecho de que
cargamos y compartimos con el propio Hijo de Dios Su
yugo!
Una de las definiciones de la palabra “yugo” en nuestro idioma es “Dominio u opresión
que una o varias personas ejercen despóticamente sobre otras.”
Me atrevo a afirmar que la definición anterior es la primera que viene a la mente de las
personas cuando escuchan la palabra “yugo”.
La misma connotación negativa de la palabra existía en tiempos de Jesús. William
Hendriksen nos dice que “En la literatura judía, un yugo representa la suma total de las
obligaciones las cuales, de acuerdo a la enseñanza rabínica, una persona debía llevar
sobre sí misma.” (Mateo, Comentario del Nuevo Testamento)
Jesús mismo dijo que los fariseos: “atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen
sobre los hombros de los hombres; pero ellos (los fariseos) ni con un dedo
quieren moverlas” (Mateo 23:4)
En el mismo evangelio de Mateo encontramos una invitación de Jesús, pero muy contraria
a las enseñanzas de los supuestos líderes espirituales de su época: “LLEVAD MI
YUGO sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis
descanso para vuestras almas; porque MI YUGO es fácil, y ligera mi carga.” (vs. 29, 30)
“LLEVAD MI YUGO sobre vosotros…”
Jesús desea que nos sometamos a la palabra de Su Padre y a Su voluntad, sin transigir
en lo más mínimo; pero no lo hace con un espíritu de despotismo, ni tampoco usando la
violencia, la amenaza o la presión. Jesús desea que nos sometamos al control de la
autoridad de Su padre como él mismo lo hizo, con mansedumbre y humildad de corazón.
Asimismo, nos garantiza que al hacerlo nuestras almas hallarán descanso; porque SU
YUGO es fácil y ligera su carga.
El “yugo” de Jesús es cómodo y no causa rozaduras y Su carga es liviana.
Jesús nunca nos prometió que no tendríamos adversidades o problemas en nuestra vida
cristiana; pero sí nos ha garantizado que no los sobrellevaremos solos porque
estamos “enyugados” con El.
J.H.Jowett escribió: “ El error fatal para el creyente es tratar de llevar la carga de la vida
en un solo collar. Dios nunca tuvo el propósito de que el hombre llevase su carga a
solas. Por ello, ¡Cristo solo trata en “yugos”! Un yugo es un arreo para dos cuellos, y el
Señor mismo pide ser Uno de los dos. Quiere compartir las labores de cualquier
amargante tarea. El secreto de la paz y de la victoria en la vida cristiana se encuentra
en quitarse el agotador collar del “yo” y aceptar el relajante YUGO DEL MAESTRO” (
Nuestro Pan Diario )
Someternos al “yugo” de Jesús no significa de ninguna manera que nos convertirnos en
esclavos de un tirano, por lo contrario al servir a Jesús nuestras almas hallan descanso
lo cual produce una libertad perfecta.
Gracia y Paz
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