Subido por Andres Felipe Caicedo

CUENTOS

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EL LOCO
A
quí nos encontramos con el héroe de nuestro camino a
la manera del misterioso dios Dionisos, el que Nació Dos
Veces. Era hijo del gran Zeus, rey de los Dioses, y de
Semele, una mujer mortal, princesa de Tebas. La esposa
de Zeus, Hera, furiosa por la infidelidad del marido, se
disfrazó de niñera y susurró a Semele que tenía que
probar su devoción de amante pidiendo a Zeus que se le
manifestara en toda su divina gloria. El dios, que había
prometido a Semele cualquier cosa que deseara su
corazón, se vio obligado por su promesa cuando ella
insistió en que le revelara su divinidad. Con disgusto, se
manifestó como trueno y relámpago y Semele ardió en
llamas. Pero Zeus logró rescatar al niño que iba a nacer.
Hermes, el mensajero de los dioses y protector de la
magia, cosió el feto en el muslo de Zeus; así nació
Dionisos.
Hera seguía persiguiendo al extraño niño con cuernos, y mandó a los Titanes, los
dioses de la tierra, a que lo hicieran pedazos. Pero Zeus rescató el corazón del niño,
que aún latía. A este corazón lo transformó en una pócima de semillas de granada, y
esta bebida mágica fue ofrecida a la virgen Perséfone por Hades, el dios oscuro del
mundo subterráneo, cuando la raptó. Perséfone quedó embarazada, y así Dionisos
volvió a nacer en el mundo subterráneo. Por eso se llamó Dionisos Yaco, el Nacido
Dos Veces, dios de la luz y del éxtasis. Su padre Zeus le ordeno vivir entre los hombres
y compartir sus sufrimientos, Hera le hirió con la locura, y él vagó por todo el mundo,
seguido por sátiros silvestres, muchachas y animales. Obsequiaba con vino al género
humano, y llevaba el éxtasis de la ebriedad y la redención espiritual a los que estaban
dispuestos a renunciar a su apego al poder mundano y a la riqueza. De vez en cuando,
su padre celestial, Zeus, lo elevara al Olimpo, donde tomaba su asiento a la derecha
del rey de los dioses.
EL MAGO
A
quí encontramos al dios Hermes, guía de caminantes,
protector de ladrones y embusteros, soberano de la magia
y la adivinación, y el que trae la buena suerte inesperada y
los cambios de fortuna. Se llama el Tramposo porque es
falso y ambiguo, no obstante, es el mensajero acreditado
de los dioses y el que guía a las almas al mundo
subterráneo. En la mitología Griega Hermes era hijo de
Zeus, rey de los dioses, y de la misteriosa ninfa Maia, que
se llamaba también Madre Noche. Por eso él es hijo tanto
de la luz espiritual como de las tinieblas primordiales, y
sus colores —rojo y blanco— reflejan la mezcla de las
pasiones terrenales y de la claridad espiritual que forman
parte de su naturaleza.
Cuando Hermes era tan sólo un niño, salió de la cuna con
paso vacilante y le robó una manada de vacas a su hermano Apolo, el dios-sol. Para
engañar a Apolo se puso las sandalias al revés, para que el dios airado fuera en
dirección contraria a la del culpable. Cuando Apolo al final se enfrentó con él y le
preguntó quién había robado su ganado, Hermes se presentó ante él con un regalo: una
lira hecha de concha. Hermes hizo alabanzas a su hermano con un lenguaje adulador y
melifluo, diciéndole al viejo dios que el regalo era en honor de la extraordinaria
habilidad de Apolo para la música. Apolo quedó tan seducido que se olvidó del
ganado, y a cambio le otorgó a Hermes un regalo propio: el don de la adivinación.
Hermes se convirtió así en el maestro de los cuatro elementos, con el poder de enseñar
a los hombres las habilidades de la geomancia (la adivinación a través de la tierra), la
piromancia (adivinación por el fuego), la hidromancia (adivinación por el agua) y la
aeromancia (adivinación por el aire). Él fue siempre adorado en los cruces, donde se
erigían en su honor estatuas llamadas Hermes y se invocaban sus bendiciones sobre el
caminante, el vagabundo y el que no tenía hogar.
LA EMPERATRIZ
E
ncontramos aquí a la gran diosa Deméter, que es la
Madre Tierra, soberana de toda la naturaleza y
protectorade las pequeñas criaturas indefensas. En la
mitología griega, Deméter hacía madurar cada año el
trigo dorado, y al final del verano el pueblo le daba las
gracias por la generosidad de la tierra. Deméter
gobernaba los ciclos ordenados de la naturaleza y la vida
de todas las cosas que crecen —de ahí el vestido que
lleva. Ella presidía la gestación y el nacimiento de una
nueva vida, y bendecía los ritos de la boda como un vaso
para la continuidad de la naturaleza. Deméter es una diosa
matriarcal, una imagen del poder dentro de la misma
tierra, que 110 necesita confirmación espiritual del cielo,
Decían que ella había enseñado a los hombres las artes de
arar y cultivar la tierra, y a las mujeres las artes de moler el
trigo y cocer el pan. Deméter vivió con su hija Perséfone, protegidas de los conflictos
y querellas del mundo. Pero un día esa vida pacífica y feliz fue violentamente
transformada. Perséfone se había ido a pasear y no había vuelto. Deméter, angustiada,
buscó a su hija por todas partes, pero Perséfone había desaparecido sin dejar rastro.
Por casualidad, después de años de búsqueda sin esperanza, se enteró de lo que le
había pasado a Perséfone. Parece ser que Hades, el oscuro señor del mundo
subterráneo, arrastrado por el deseo de la muchacha, la había montado en su carro
conducido por dos caballos negros y la había raptado.
Deméter en su ira hizo que la tierra se volviera estéril, y. se negó a devolverle su
anterior abundancia. Puesto que no pudo aceptar el cambio que había ocurrido
—aunque Perséfone había comido de buena gana la granada, el fruto del mundo
subterráneo, y Hades la había tratado con honor y la había hecho su reina— fue como
si la humanidad entera hubiera parecido por falta de alimento. Por casualidad, gracias
a la intercesión del inteligente dios Hermes que todo lo ve, se llegó a un acuerdo.
Durante nueve meses al año, Perséfone viviría con su madre, pero en los tres restantes
tenía que volver con su tenebroso esposo.Deméter nunca estuvo de acuerdo con esta
resolución. Cada año, cuando su hija se iba, la Madre Tierra se ponía de luto. Las flores
se marchitaban, los árboles dejaban caer sus hojas, y la tierra se volvía inanimada y
fría. Pero cada año, a la vuelta de Perséfone, volvía otra vez la primavera.
EL EMPERADOR
A
quí encontramos al gran Zeus, rey de los dioses, al que
los griegos llamaban Padre-de-Todo, creador del mundo y
soberano tanto de los dioses como de los hombres. En la
mitología, Zeus era el hijo más joven de los Titanes
Cronos y Rea. Cronos recibió una profecía: que algún día
uno de sus hijos le derrocaría y tomaría su puesto.
Prevenido contra eso, decidió destruir a sus hijos y,
durante cinco años, en cuanto Rea daba a luz, hijos e hijas,
él los arrebataba de sus brazos y los devoraba antes de que
abrieran los ojos.
Eso naturalmente no agradaba a Rea, quien, cuando supo
que iba a nacer un sexto hijo, huyó secretamente a Arcadia
y dio a luz a Zeus en una cueva. Luego envolvió en pañales
una piedra grande y se la presentó a Cronos como hijo
suyo. Él se la arrebató inmediatamente. Con el tiempo, Zeus llegó a la edad viril y fue
donde Cronos disfrazado de copero preparó una pócima para su padre, que lo puso
gravemente enfermo, y por la boca del viejo dios salieron los cinco niños que él había
devorado, totalmente ilesos. También salió la piedra. Entonces Zeus indujo a sus
hermanos y hermanas a rebelarse contra Cronos y le derrocó, e inauguró un nuevo
gobierno.
El nuevo rey de los dioses hizo de la montaña del Olimpo su hogar, y estableció una
jerarquía de dioses que obedecieran su ley fundamental. Sus símbolos de poder eran el
trueno y los rayos. Su espíritu ligero, ardiente y libertino se manifestaba no solamente
en la tormenta, sino también en las muchas amantes que persiguió y en los muchos
niños que engendró. Entre ellos estaban Atenea (diosa de la justicia), Dike (diosa de la
ley natural), Moira (diosa del destino) y las nueve Musas (protectoras de las artes). Su
esposa fue Hera, diosa del matrimonio y del alumbramiento, que gobernaba como
consorte suya. Zeus administraba el bien y el mal según las leyes que él mismo
establecía. Era también dios de la tierra y de la amistad, y el protector de todos los
hombres.
LA SACERDOTISA
E
ncontramos aquí a Perséfone, reina del mundo
subterráneo, hija de la Madre Tierra, Deméter, y guardiana
de los secretos de los muertos. Hemos visto ya, en la carta de
la Emperatriz, como, según la mitología, Hades, señor del
mundo subterráneo, fue inundado por el deseo de la
muchacha cuando ella vagaba por los campos recogiendo
flores, y la arrebató a la tierra para llevársela. Cuando la
condujo a su oscura morada, le ofreció una granada, que ella
comió. Tras tomar el fruto de los muertos, ella quedó
vinculada a él para siempre.
Perséfone gobernaba el mundo subterráneo junto con su
marido durante tres meses al año. A pesar de que los nueve
meses restantes los pasaba en el mundo de la luz con su
madre Deméter, jamás podría hablar de los secretos aprendidos en la tierra de los
muertos. El reino de Hades, lleno de misterios y riquezas, era circundado por el
terrible río Estigia, que ningún hombre o mujer viviente podía cruzar sin el permiso
del mismo Hades; aunque Hermes, mensajero de los dioses y guía de las almas, podía
introducir a esos héroes excepcionales que habían ganado el consentimiento del dios.
Ni siquiera las almas de los muertos podían cruzar sin pagar una moneda a Caronte, el
viejo barquero que conducía el bote a través del Estigia, porque en la entrada al reino
de Hades estaba agazapado Cerbero, el terrible perro de tres cabezas que devoraba a
todo el que traspasaba, vivo o muerto, y que no respetara las leyes del reino invisible.
Por ello, al comer la granada, Perséfone dejó atrás su niñez inocente, y se convirtió en
la guardiana de este reino tenebroso y guardiana de sus secretos.
EL HIROFANTE
A
quí encontramos a Quirón, rey de los Centauros, el
que cura, el sacerdote y el maestro sabio de todos los
héroes jóvenes de la mitología. El nacimiento de
Quirón fue también muy misterioso, porque nació de
la unión de Ixión, hijo de Ares, el dios de la guerra, y
de una nube que Zeus formó con la apariencia de su
esposa Hera, para evitar que Ixión hiciera el amor con
la diosa en persona. El Centauro fue educado por
Apolo, el dios-sol, y Artemisa, la diosa-luna, y a causa
de su gran sabiduría y espiritualidad fue elegido rey de
los Centauros y se le asignó la tarea de inculcar en los
jóvenes príncipes griegos de las casas nobles los
valores espirituales y el respeto a la ley divina que
necesitaban, antes incluso de aprender el arte de
gobernar y el manejo de las armas.
Quirón era también un gran curandero, y conocía los
secretos de las hierbas y la ciencia de las plantas. Pero era incapaz de curarse a sí
mismo. Un día su amigo, el héroe Hércules, le visitó en su cueva después de matar a la
mostruosa Hidra con sus nueve cabezas venenosas. Hércules rozó accidentalmente al
Centauro en el muslo con una de las flechas que habían sido mojadas en la sangre del
monstruo. Esa sangre era un veneno mortal, y el caso es que Quirón no pudo sacarse el
veneno de la herida. Como era inmortal, no podía morir, y de ese modo se vio obligado
a vivir sufriendo, renunciando a toda la felicidad del mundo y dedicando su tiempo a
la enseñanza de la sabiduría espiritual.
LOS ENAMORADOS
A
quí encontramos al príncipe Troyano Paris, al que
Zeus encomendó arbitrar en un concurso de belleza
entre tres diosas: Hera, Afrodita y Atenea. Cuando
Paris nació, un oráculo declaró que algún día sería la
ruina del reino de su padre. Su padre, el Rey Príamo de
Troya, lo sentenció a muerte abandonándolo en la
ladera de una colina, pero el niño fue rescatado por un
buen pastor. Paris se hizo hombre cuidando el rebaño y
llenando sus horas libres de románticas conquistas, ya
que era un joven muy hermoso y atractivo. Cuando
estalló una disputa en el Monte Olimpo entre Hera
(reina de los dioses), Afrodita (diosa del amor sensual)
y Atenea (diosa de la justicia), sobre quién era la más
encantadora, Zeus decidió que Paris, con su
experiencia rica y variada sobre las mujeres, sería el
mejor juez de la contienda. Hermes fue enviado a
informar al joven de ese dudoso honor que le había
sido concedido por el rey de los dioses. Paris, como es lógico, en principio rechazó la
petición, sabiendo muy bien que cualquiera que fuese la diosa que escogiera, las otras
dos jamás se lo perdonarían. Pero Hermes le amenazó con la ira de Zeus. Entonces
Paris se ofreció amablemente a partir la manzana en tres trozos, porque ¿cómo iba a
poder escoger entre tres diosas tan radiantes? Pero Hermes tampoco quería aceptar
esa excusa. Así que las diosas se exhibieron ante el joven. Hera le ofrecía el gobierno
del mundo si la escogía a ella, Atenea le ofrecía convertirle en el más fuerte y más justo
de los guerreros. Afrodita simplemente se destapó, y le ofreció la capa del amor, y le
prometió como esposa a la más hermosa de las mujeres mortales.
El resultado era de prever. Paris, que era joven y, por lo tanto, no tenía aún muy claros
sus valores internos, escogió a Afrodita sin vacilar. Su recompensa fue la famosa
Helena, reina de Esparta que, desgraciadamente, estaba casada con otro. Hera y
Antenea sonrieron y prometieron que no tomarían a mal su elección, y luego se fueron
cogidas del brazo a planear la destrucción de Troya. Por eso estalló la guerra de Troya,
que empezó con la cólera del marido burlado de Helena y acabó con la destrucción de
la ciudad y de toda la casa real. Y así se cumplió el oráculo.
EL CARRO
A
quí encontramos a Ares, dios de la guerra, que,
según la mitología, fue concebido por Hera, reina de los
dioses, sin semen masculino. Como dios de la guerra,
Ares disfrutaba peleando. Sus dos escuderos, Deimos
(Miedo) y Fobos (Terror) —posiblemente sus hijos—
le acompañaban en el campo de batalla. A diferencia de
la diosa Atenea, que, como divinidad de la guerra,
representaba la estrategia fría y la logística, Ares amaba
el ardor y la gloria de la batalla en sí misma, y el
desahogo exultante de su fuerza al desafiar a los
enemigos.
Ares era, en muchos aspectos, un dios que no
despertaba simpatías, porque se le asociaba con la
lucha y con el derramamiento de sangre, y el Olímpico
Zeus y Atenea le detestaban por su fuerza bruta y por su
falta de finura. Pero Afrodita, diosa del amor, tenía diferentes gustos. Impresionada
por el vigor del hermoso guerrero, al que sin duda comparaba con su repulsivo esposo
Hefesto, dios del fuego, se enamoró de Ares. Muy pronto el sentimiento fue recíproco.
Ares aprovechó sin escrúpulos la ausencia de Hefesto para deshonrar el lecho marital.
Pero el marido descubrió el adulterio y planeó una venganza ingeniosa. Forjó en
secreto una malla tan fina que no se podía ver, pero tan fuerte que no se podía romper.
Colocó esta red encima de la cama donde los amantes solían retozar. Cuando la pareja
volviera a hacer el amor y posteriormente se quedaran dormidos, la red invisible se
extendería sobre ellos, y Hefesto llamaría a todos los dioses para que presenciaran la
vergüenza de su esposa y de su amante. Pero el ardor de Ares no fue extinguido por su
turbación y más tarde, de su unión con Afrodita, nació una hija, Armonía, cuya
cualidad, como su nombre indica, era un armonioso equilibrio de amor y lucha.
LA JUSTICIA
Aquí encontramos a Atenea, diosa de ia Justicia, a la que
antes vimos en la carta de los Enamorados. Según la
mitología, su padre era Zeus, rey de los dioses, que había sido
advertido por Urano que si tenía un hijo con su primera mujer,
Metis, diosa de la Sabiduría, éste sería más poderoso que él.
Para prevenir esa eventualidad, devoró a Metis antes de que
hubiera dado a luz a la criatura que llevaba. Algún tiempo
después, Zeus fue atormentado por un insoportable dolor de
cabeza. Para curarle, Hefesto, el dios del fuego, partió su
cabeza con un hacha de bronce, y de la herida abierta saltó Atenea, completamente armada, lanzando un triunfante grito de
victoria. Al verla, todos los Inmortales no salían de su asombro
y se llenaron de temor. La diosa se convirtió en la preferida de
los hijos de Zeus, y su predilección por ella era tan marcada que suscitaba los celos de
los otros dioses.
Las inclinaciones guerreras de Atenea aparecieron inmediatamente en su nacimiento,
aunque ella era distinta a Ares, el dios de la guerra, en muchos aspectos. Las artes de la
guerra que Atenea cultivaba no se basaban en el deseo de lucha y de derramamiento de
sangre. Surgían más bien de altos principios y del reconocimiento frío de la necesidad
de defender y conservar la verdad. Ella era una estratega más que una brutal
luchadora, y equilibraba la agresividad y la fuerza física de Ares con la lógica, la
diplomacia y la destreza. Ella protegía al bravo y al valiente, y se convirtió en la
guardiana de muchos héroes. Pero la protección que ofrecía a Perseo, Ulises y otros
famosos guerreros consistía siempre en armas que tenían que ser usadas con inteligencia, prudencia y planificación.
LA TEMPLANZA
A
quí encontramos a Iris, diosa del arco iris y mensajera de
Hera, reina de los dioses. Iris era el duplicado en femenino
de Hermes, el emisario de Zeus, y era amada tanto por los
dioses como por los mortales, a causa de su naturaleza
buena y cariñosa. Si Hera o Zeus deseaban dar a conocer su
voluntad a los hombres, Iris bajaba a la tierra como un rayo,
y allí tomaba aspecto mortal o se aparecía en su forma
divina, la de una hermosa mujer alada. A veces hendía el
aire tan suavemente como el viento del oeste, Céfiro, que
era su esposo. Otras veces deslizaba hacia abajo el arco iris
que unía el cielocon la tierra. Corría por las aguas con igual
facilidad. Incluso el mundo subterráneo se abría ante ella
cuando, por orden de Zeus, iba a llenar de nuevo su copa de
oro con las aguas de Estigia, que los inmortales tomaban
para comprometerse con terribles juramentos. Cuando los
dioses volvían al Olimpo de sus viajes, Iris tenía que
desenganchar a los corceles de sus carros y dar a los viajeros néctar y ambrosía.
Iris no solamente entregaba los mensajes de Hera, también llevaba a cabo su
venganza, aunque lo que nacía más a menudo era ofrecer ayuda y cuidado. Ella
preparaba el baño de Hera, la ayudaba en su aseo, y día y noche estaba a los pies del
trono de su señora. Según una versión del mito, fue Iris, en vez de Afrodita, la que dio a
luz a Eros, el dios del amor.
LA FUERZA
Aquí encontramos al gran guerrero Heracles, llamado
Hércules por los romanos, que según la mitología era el más
invencible de los héroes. Era hijo de Zeus, rey de los dioses,
y de una mujer mortal llamada Alcmene. Hera, la esposa de
Zeus, como siempre, estaba celosa del niño nacido del
adulterio de su marido, y perseguía al héroe con terribles
castigos. Ello lo volvió loco, y él en su locura mató sin
querera su mujer f a sus hijos. Hércules rogó a los dioses que
le dieran algún trabajo para expiar sus crímenes, y el
oráculo de Delfos le ordenó que se sometiera a doce años de
trabajos forzados al servicio del malvado Rey Euristeo, al
que Hera favorecía. Por eso el héroe se sometió
voluntariamente al servicio de la diosa que le persiguió,
para expiar un crimen del que ella era principalmente
responsable.
El primero de los famosos Doce Trabajos que el Rey Euristeo le exigió a Hércules fue
el de cimentarse con el León de Nemea, una enorme fiera con el pellejo duro como el
hierro, el bronce y la piedra. Puesto que el león había asolado al vecindario, Hércules
no encontró a nadie que pudiera llevarle hasta su cubil. Encontró a la fiera por
casualidad, manchada con la sangre de la última víctima. El le disparó una lluvia de
flechas, pero éstas rebotaron indemnes del pellejo grueso del león. A continuación
utilizó su espada, que se torció, y después su garrote, que se hizo astillas sobre la
cabeza del león. Entonces Hércules cubrió con una red una de las dos bocas de la
cueva en la que el león se ocultaba, y se deslizó por la otra entrada. El león sacó una de
sus garras, pero Hércules consiguió agarrarle del cuello y le apretó hasta matarle con
sus propias manos. Entonces despellejó al león con sus propias garras, afiladas como
navajas, y desde entonces usó siempre la piel como armadura y la cabeza como casco,
llegando a ser así tan invencible como la misma fiera.
EL ERMITAÑO
Aquí
encontramos al anciano dios Cronos, cuyo
nombre significa Tiempo. Según la mitología, Urano (el
Cielo) y Gea (la Tierra) se casaron y formaron la
primera raza, la de los Titanes o dioses de la tierra, de la
que Cronos fue el más joven. Pero Urano contemplaba a
sus hijos con horror, porque eran muy feos e
imperfectos y hechos de carne. Por eso encerró a los
Titanes en las profundidades del munco subterráneo
para que no pudieran ofender a sus ojos. Pero Gea se
enfadó y meditó una terrible venganza contra su esposo.
Sacó de su seno un pedernal, fabricó una guadaña
afilada y se la dioal astuto tronos, su último retoño.
Cuando por la tarde bajó Urano, fue, como de
costumbre, a reunirse con su esposa. Mientras dormía
tranquilo, Cronos, que con la ayuda de su madre estaba
agazapado, se armó con una guadaña, castró a su padre
y echó sus genitales sangrantes al mar.
Luego Cronos liberó a sus hermanos y se convirtió en el soberano de la tierra. Bajo su
largo y paciente reinado, la labor de la Creación llegó a su término. Este tiempo en la
tierra llegó a conocerse como la Edad de Oro, a causa de la abundancia que Cronos
presidió. Como dios del tiempo, presidía el paso ordenado de las estaciones, el
nacimiento y el crecimiento seguido de la muerte, y la gestación y el renacimiento, y
era adorado tanto como un inflexible segador que fijaba los límites que el hombre y la
naturaleza no podían sobrepasar, que como dios de la fertilidad. Pero Cronos no podía
aceptar él mismo las leyes cíclicas que había inaugurado, porque, cuando le
profetizaron que algún día su propio hijo le destronaría como hizo él con su padre
Urano, devoró a sus hijos tan pronto como nacían, para poder preservar su gobierno
sin cambios. De este modo sigue la historia de Zeus, el más joven de los hijos de
Cronos, al que encontramos en la carta del Emperador y que, según la mitología,
destronó a Cronos e introdujo a los dioses en el reino del Olimpo. Cronos fue
desterrado, algunos dicen que a las profundidades del mundo subterráneo, pero otros
dicen que a las Islas Benditas, donde duerme, aguardando el comienzo de una nueva
Edad de Oro.
LA RUEDA DE LA FORTUNA
A
quí encontramos a las tres diosas del Destino, que los
griegos llamaban Moiras. Según la mitología, las Moiras
eran hijas de la Madre Noche y habían sido concebidas sin
padre. Cloto era la que hilaba, Láquesis la que medía y
Atropo, cuyo nombre quiere decir «la que no se puede
evitar, la que cortaba. Las tres Parcas urdían el hilo de una
vida humana en la oscuridad secreta de su cueva, y su
trabajo no lo podía hacer ningún dios, ni siquiera el gran
Zeus. Una vez que se urdía el destino de un individuo, eso
era irrevocable, y no podía ser alterado, y la longitud de la
vida y el tiempode la muerte eran la parte y el lote del cupo
que las Moiras adjudicaban. Si un individuo intentaba
desafiar al destino, como a veces hacían los héroes,
entonces padecía de lo que llamaban ubris, que quiere
decir arrogancia, ante los dioses. Dicho individuo no
podía, naturalmente, escapar a su destino, y a veces era castigado severamente por los
dioses por intentar transgredir los límites establecidos por las Moiras. En una versión
de la mitología, se dice que Apolo, el dios-sol, en una ocasión se burló de las Moiras y
maliciosamente las emborrachó para salvar a su amigo Admetus de la muerte. Pero se
creía normalmente que el mismo Zeus tenía miedo de las Parcas, porque no eran hijas
de ningún dios, pero descendían de las profundidades de la Noche, que era el poder
más antiguo del universo
EL COLGADO
Aquí encontramos a Prometeo, el Titán que desafió la
ley de Zeus y robó el fuego de los dioses para dárselo al
hombre, sabiendo muy bien que iba a sufrir por su acción.
El nombre de Prometeo significa «vidente», y el Titán
poseía el don de la profecía. Se decía también en la
mitología que había cerrado al hombre, fuera de la tierra y
del agua, con sus propias lágrimas, mientras que Atenea
infundía la vida en la creación. Por eso Prometeo tenía
una profunda simpatía por toda la humanidad, porque él
los había hecho.
Pero Zeus afirmó su divina supremacía sobre los hombres
ne-gándoles el fuego. Eso quería decir que no podía haber
progreso ni iluminación, porque sin el fuego el hombre
estaba condenado a vivir como los animales, comiendo
carne cruda y ocultándose en cuevas.
Prometeo cogió un poco de fuego sagrado de la forja de He- festo, lo ocutló en un tallo
hueco de hinojo, y lo llevó a la tierra. Zeus, ultrajado por el robo, decidió aniquilar a la
humanidad por medio del diluvio para destruir a sus ofensores, porque no solamente
fue injuriado su orgullo, sino que el hombre, con el fuego, podía intentar ser como
dios. Pero Prometeo advirtió a su hijo Deucalión, que construyó un arca y subió a
bordo junto a su esposa, Pirra. El diluvio duró nueve días y nueve noches, pero en el
décimo día la inundación cesó y Deucalión ofreció un sacrificio a Zeus. El rey de los
dioses, conmovido por su piedad, accedió a su petición de renovar la raza humana.
Pero Prometeo no pudo librarse tan alegremente. Como era de imaginar, Zeus lo
agarró y lo ató con unas cadenas indestructibles en lo alto de un precipicio en las
montañas del Cáucaso. Un águila bajaba cada día a devorar el hígado de Prometeo; cada noche el hígado volvía a crecer y la tortura continuaba. Después de 30 años, Zeus
permitió que el héroe Hércules le rescatara, quien mató al águila y rompió las cadenas
del prisionero. Prometeo recibió la inmortalidad, al tiempo que la humanidad, agradecida, levantó altares en su honor y por primera vez usó los anillos, en recuerdo a su
esclavitud.
LA MUERTE
A
quí encontramos al tenebroso dios Hades, señor del
mundo subterráneo, que encontramos primero en la carta
de la Emperatriz, como raptor de Perséfone, hija de
Deméter. Según la mitología, Hades era conocido como el
Invisible. Le llamaban también Plutón, que quiere decir
«opulencia», ya que su reino estaba lleno de riqueza
oculta. Hades era hijo del Titán Cronos y de Rea, y fue
rescatado por su hermano Zeus cuando Cronos vomitó a
sus hijos. Zeus entonces entregó a Hades el reino del
mundo subterráneo como su parte de la herencia. En ese
campo el dios tenebroso gobernó como amo absoluto.
Cuando salía a la luz, su caso le hacía invisible, para que
ningún mortal pudiera verle. Los ritos de la muerte
exigían que se metiera una moneda de oro en la boca del
cadáver, ya que, si no ofrecía a Hades este tributo, el alma se veía obligada a vagar
para siempre en las orillas del río Estigia, que circunscribía el reino del mundo
subterráneo.
Aunque a Hades se le concediera una condición inferior a la de su hermano celestial
Zeus, él poseía el poder más grande, ya que su ley era irrevocable. Una vez que un
alma entraba en el reino de Hades, no había dios, ni siquiera el rey de los dioses, que
pudiera recuperarla. Aunque algunos héroes como Orfeo y Teseo entraran de forma
ilícita en el reino de Hades, engañando al viejo barquero Caronte y consiguieran
escapar al terrible Cerbero, el perro de tres cabezas que custodiaba las puertas, ninguno de ellos volvió al mundo superior del mismo modo. El poder de Hades era tan
irrevocable que los dioses prestaban sus juramentos con las aguas del río Estigia, que
era a la vez un veneno mortal y otorgaba la inmortalidad.
EL DIABLO
A
quí encontramos al gran dios Pan, que los griegos
adoraban como el Gran Todo. Según la mitología, Hermes
engendró a Pan en la ninfa Dryope. El niño era tan
horroroso al nacer —con cuernos, barba, rabo y patasde
cabra— que su madre se marchó aterrorizada, y Hermes se
lo llevó al Olimpo para diversión de los dioses. Pan
frecuentaba los bosques y pastos de Arcadia y
personificaba el espíritu fértil y fálico de la naturaleza
salvaje y bravia. Pero en ocasiones también sabía ser
amable con los hombres guardando rebaños, manadas y
colmenas. Tomaba parte en las juergas de las ninfas del
bosque y ayudaba a los cazadores a encontrar su presa. En
una ocasión persiguió a la casta ninfa Siringa hasta el río
Ladon, donde ella se transformó en junco para escapar a
sus desagradables e hirsutos abrazos. Allí, puesto que no
podía distinguirla de los demás juncos, cortó unos cuantos al azar, e hizo con ellos una
flauta, la flauta de Pan.
Del nombre de Pan deriva la palabra «pánico», porque él se divertía dando sustos de
repente al viajero solitario. Era despreciado por los otros dioses, aunque se
aprovechaban de sus poderes. Apolo, el dios-sol, consiguió de él el arte de la profecía
por medio de halagos, y Hermes emitió una flauta que él había dejado abandonada, la
reivindicó como si fuera su propio invento, y se la vendió a Apolo. Por eso el brillante
dios-sol recibió su música y su profecía de forma ilícita del macho cabrío, el horrible y
bravio dios de la naturaleza.
LA TORRE
A
quí vemos al famoso Laberinto del rey Minos, que fue
alcanzado por un terremoto cuando el dios Poseidón,
enfadado, salió de las aguas para derribar al reino. Según la
mitología, Minos era el rico y poderoso rey de Creta.
Recibió este poder de Poseidón, dios del terremoto y de las
profundidades del océano, que consintió en hacer a Minos
soberano de los mares si el rey ofrecía un hermoso toro
blanco al rey en sacrificio. Pero el rey Minos no quería dar
el toro, y loescondió en su manada, poniendo en su lugar un
animal más pequeño. Poseidón, furioso con Minos por
haber sido arrogante y haber rechazado el pacto, pidió la
ayuda de Afrodita, la diosa del amor. Ella inspiró a la
esposa de Minos, Pasifae, una pasión ardiente por el toro
blanco. La reina sobornó a Dédalo, artesano de palacio,
para que le hiciera una vaca de madera. Pasifae entró en la vaca, el toro penetró a
Pasifae, y de esta unión de la reina y la bestia nació el Minotauro, la vergüenza de
Minos, una horrible criatura con cuerpo de hombre y cabeza de toro, que se alimentaba de carne humana. El rey, aterrorizado, escondió esta criatura en el interior de
un gran Laberinto de piedra que mandó construir a Dédalo.
Pero el reino no podía quedar para siempre en esta situación estancada, con un secreto
tan infamante en su interior. Con la ayuda de Ariadna, la hija de Minos, el héroe Teseo,
hijo de Poseidón, vino y mató al Minotauro, y el dios en ese momento salió airado de
su lecho en el fondo del mar y atacó al Laberinto. El edificio fue reducido a escombros
por el terremoto, que enterró a la vez al rey Minos y al cadáver del M i n o t a u r o , a l
tiempo que todos los esclavos que habían estado sometidos, al poder de Minos
fueron puestos en libertad. Teseo fue proclamado rey de Creta, una nueva era fue
inaugurada y el Laberinto no fue levantado nunca más.
LA ESTRELLA
A
quí encontramos a Pandora, que según la mitología
abrió el cofre que Zeus había dado maliciosamente a la
humanidad, y soltó a todas las plagas. Después que el
Titán Prometeo robara el fuego sagrado de los dioses
para dárselo a la humanidad, el rey de los dioses
decidió infligir a la raza humana severos castigos, que
culminaron en el gran diluvio desentonen la carta del
Ahorcado. Antes de este diluvio, sin embargo, su ira
era más sutil, aunque no se había saciado todavía.
Zeus ordenó a Hefesto, el dios del fuego, que hiciera
un cuerpo con barro y agua, le diera fuerza vital y voz
humana, e hiciera a una virgen cuya belleza
deslumbradora fuera igual a la de las diosas
inmortales. Todas las divinidades colmaron esta nueva
criatura con sus regalos especiales, y le dieron el
nombre de Pandora. Hermes, sin embargo, puso
perfidia en el corazón de Pandora y mentiras en su boca. Zeus envió esta mujer a
Epimeteo, hermano de Prometeo, junto con un gran cofre. Pero Epimeteo, habiendo
sido advertido por su hermano de que no aceptara regalos de Zeus, se disculpó
respetuosamente. Pero luego, al ver la terrible venganza que el rey de los dioses
infligió a Prometeo, Epimeteo (cuyo nombre significa «que ve por detrás») se
apresuró a casarse con Pandora.
Prometeo, antes de ser agarrado y aprisionado en su solitario pico de la montaña, logró
advertir a Epimeteo de que no tocara el cofre, y Epimeteo comunicó esta advertencia a
Pandora con espantosas amenazas. Pero Hefesto había hecho a Pandora tan loca,
traviesa y holgazana como hermosa. Al poco rato abrió la tapadera del cofre, y las
terribles plagas que Zeus había juntado —la Vejez, el Trabajo, la Enfermedad, la
Demencia, el Vicio y la Pasión— escaparon y se esparcieron sobre la tierra, infectando a toda la humanidad. Sólo la esperanza, que de algún modo consiguió encerrarse en
el cofre junto con las Plagas, no se fue volando
LA LUNA
A
quí encontramos a la anciana Hécate, diosa del
mundo subterráneo, soberana de la luna, la magia y el
encantamiento. Según la mitología, Hécate a veces se
alternaba con Artemisa, la diosa del amor, aunque era
una divinidad mucho más vieja, y era poderosa tanto
en el cielo como debajo de la tierra. Hija de Zeus y de
Hera, suscitó la cólera de su madre por robarle un
frasco de colorete. Ella huyó a la tierra y se ocultó en
casa de una mujer que acababa de dar a luz un niño. El
contacto con el parto la hizo impura, y por esofue
llevada al mundo subterráneo, para lavar su mancha.
Pero resulta que se convirtió en uno de los soberanos
del mundo subterráneo, y se llamó a la Reina
Invencible, la que presidía las purificaciones y las
expiaciones. Como era una diosa de encantamiento,
enviaba a la tierra demonios que atormentaban a los
hombres en sus sueños. Iba acompañada por Cerbero,
el guardián de la entrada al mundo subterráneo, que tenía tres cabezas, y que era su
forma animal y su espíritu familiar. Los sitios que solía frecuentar más a menudo eran
los cruces de los caminos, las tumbas y los lugares de crímenes, y levantaban en su
honor imágenes sagradas de tres cabezas en los cruces de los caminos y era adorada en
vísperas de luna llena.
El mismo Zeus honró tanto a Hécate que nunca le negó el antiguo poder del que ella
siempre había disfrutado: el de conceder o denegar a los mortales cualquier deseo. Sus
compañeras en el mundo subterráneo eran las tres Erinias o Furias, que castigaban las
ofensas contra la naturaleza y representaban de una forma más amenazadora a las tres
Moiras o Parcas. Por eso Hécate es una de las imágenes más arcaicas de la mitología, y
preside la magia, el parto, la muerte, el mundo subterráneo y el destino..
EL SOL
A
quí encontramos al radiante dios-sol Apolo, el
caballero del Olimpo y señor de la profecía, la
música y el conocimiento. Su apodo era el de Febo,
que quiere decir «el brillante», y, según la mitología,
se recreaba en lo alto de los picos de la montaña. Era
hijo de Zeus y de Leto, la diosa de la Noché. Al igual
que otros niños, Apolo no fue alimentado con la
leche de su madre. Se hartó de néctar y de dulce
ambrosía, e inmediatamente el recién nacido arrojó
sus pañales y fue dotado de fuerza viril. Con el arco
y las flechas de largo alcance que Hefesto, el dios del
fuego, había hecho para él, salió en busca de un
lugar para su santuario. Pero el lugar que escogió fue
la garganta de una montaña, que era la madriguera
de la maligna serpiente femenina Pitón, una bestia
enviada por Hera, fuera de sí por los celos, para
destruir a Leto, la madre de Apolo. El dios mató a
Pitón con una de sus flechas y se coronó a sí mismo
con el laurel sagrado, y llamó a su nuevo santuario Delfos.
En el santuario de Delfos estableció su oráculo, que se expresaba a través de una
sacerdotisa que fue conocida como la Pitonisa. Mientras tanto, él dejaba Delfos cada
año en otoño y viajaba a la misteriosa tierra de los Nórdicos, donde podía disfrutar de
un cielo eternamente brillante. Apolo era enemigo de toda oscuridad, y podía quitar a
los hombres la maldición del asesinato y las fatigas del dolor. Pero era una divinidad
tramposa, porque su oráculo era de doble sentido y evasivo, y sus flechas podían matar
no solamente a los monstruos, sino también a los hombres. Por eso era el dios de la
muerte repentina lo mismo que era un senador que se llevaba las enfermedades y las
sombras. Respecto a la profecía, que normalmente era el don de las divinidades del
mundo subterráneo, Apolo fue adueñándose de ella poco a poco hasta que llegó a
encarnar en sí mismo la visión trascendental.
EL JUICIO
Aquí como nos estamos acercando al final del ciclo
de los Arcanos Mayores, encontramos a ese dios que
vimos al principio —Hermes el Psicopompeo, Guía
de las Almas—, En la carta del Mago, Hermes
aparece como el guía interior del Loco al comienzo
del camino de la vida —un tramposo, un protector de
los viajeros perdidos y un mago que puede encauzar
el camino a través de las intuiciones misteriosas que
en la mitología se decía que dispensaba el dios.
Ahora se revela como una poderosa divinidad del
mundo subterráneo, emisario de Hades, que llama a
los moribundos de forma amable, y elocuente
posando su báculo de oro sobre sus ojos. Pero
Hermes puede también llamar otra vez a la vida las
almas de los muertos, así como puede introducirlas
en el reino de Hades. Según la mitología, cuando
Tántalo, el rey de Lidia, hizo pedazos a su propio hijo
y lo sirvió en banquete a los dioses, Hermes volvió a juntar los pedazos y devolvió la
vida al joven. Como heraldo de los dioses celestes, Hermes también liberó a héroes
como Te- seo, que entraron en el reino de Hades de forma ilícita y luego se quedaron
allí detenidos. Guió también a Orfeo hasta el reino de las tinieblas a buscar a su
perdida esposa Eurídice, y le condujo otra vez fuera cuando la perdió por segunda vez.
Por eso, el Hermes de la carta del Juicio no es solamente Hermes el Guía, sino Hermes
el Convocante, el que conduce a las almas de los muertos a rendir cuentas y las prepara
para una nueva vida.
EL MUNDO
A
quí encontramos a Hermafrodito, que según la
mitología era hijo de Hermes y de Afrodita. En una
versión del cuento, Hermafrodito había nacido con los
dos sexos. Pero, según otra versión, esa dualidad o
unidad no fue por nacimiento, sino que fue creada.
Hermafrodito en un principio erar un niño, y para ocultar
su nacimiento ilícito Afrodita lo entregó inmediatamente
a las ninfas del Monte Ida, que se lo llevaron a los
bosques. A la edad de quince años era un muchacho
montaraz y salvaje, cuyo principal placer consistía en
cazar en los bosques. Un día llegó hasta las orillas de un
límpido lago en cuyas aguas frescas le dieron ganas de
tomarse un baño. La ninfa Salmacis, que gobernaba el
lago, le vio y se enamoró de su belleza. Ella le habló, y el
tímido muchacho trató de rechazarla, pero en vano.
Salmacis le rodeó con sus brazos y le cubrió de besos. El
seguía resistiéndose, y la ninfa gritó: «¡Oh Dioses! ¡Concededme que nada pueda
jamás separarle de mí, ni a mí de él! Inmediatamente sus dos cuerpos fueron unidos y
llegaron a ser uno solo.
Los cuatro inventos que rodean la imagen de Hermafrodito en la carta del mundo
corresponden a las cuatro divinidades: Afrodita, la diosa del amor; Zeus, el rey de los
dioses; Atenea, la diosa de la sabiduría, y Poseidón, el dios de los terremotos. Hemos
encontrado ya estos símbolos en la carta del Mago: la copa del amor, la vara de la
imaginación creadora, la espada del intelecto y el pentáculo de la realidad física.
Volveremos a encontrar estos cuatro objetos al examinar los cuatro Palos de los
Arcanos Menores. La serpiente que rodea a Hermafrodito es la antigua Serpiente del
Mundo, que, como ya hemos visto, encarna el brutal poder instintivo de la vida
misma, siempre devorándose y recreándose.
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