Subido por Alexis Chavez Guzman

CalendariodeAnahuacFrankDiaz

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El calendario de Anahuac
La cuenta del tiempo entre los mayas, mexicas
y demás naciones del México antiguo
Frank Díaz
Diseño e ilustración: Carlos López
Nota: el título de esta obra contiene el término Anahuac escrito con ortografía
popular, a fin de facilitar el entendimiento. Sin embargo, en el interior de la obra,
dicho nombre se escribe con ortografía fonética (Anawak).
Título: El calendario de Anahuac
© 2009, por Frank Díaz
[email protected]
Primera edición: 2009
© Kinames, S.A. de C.V.
Segunda edición: 2011
© Fundación Rafael Dondé
Tercera edición: 2012
Chakana Creations
www.chakana-creations.com
Dirección de arte y diseño: Carlos Alberto López
© Ilustraciones: Carlos Alberto López
Diseño de portada: Frank Díaz
Derechos reservados
1
Índice
Introducción
Primera parte: El año sagrado
1.1 El origen del calendario mesoamericano
1.2 Las variantes del calendario mesoamericano
1.3 La unidad de medida del calendario: el día
1.4 El horario mesoamericano
1.5 Los ciclos básicos
1.6 La trecena
1.7 La veintena
1.8 El año sagrado
1.9 El mecanismo del año sagrado
1.10 Las resonancias astronómicas del año sagrado
Segunda parte: El año civil
2.1 La estructura del año civil
2.2 Los segmentos del año civil
2.3 Los cargadores de los años civiles
2.4 Los múltiplos del año civil
2.5 La rueda de los atados
2.6 El Sol cosmogónico
2.7 La rueda de los Soles
Tercera parte: Los ajustes astronómicos
3.1 El bisiesto anahuaca
3.2 Un ajuste superior al bisiesto
3.3 El Fuego Nuevo
Cuarta parte: La correlación gregoriano-anahuaca
4.1 La correlación de los atados
4.2 La correlación del año y la cruz de cargadores
4.3 La correlación del tonal
4.4 La correlación del cargador
4.5 Correlaciones astronómicas
4.6 La correlación de las veintenas y el año nuevo
4.7 La desaparición del bisiesto anahuaca
4.8 La correlación de los años civiles mayas
Apéndice: Cómo calcular el tonal
Glosario de términos en nawatl
Libros citados
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Introducción
La importancia del calendario
para entender a Anawak
Anawak, rodeado de agua, es el nombre antiguo de Mesoamérica, una
extensa zona cultural que incluye la mayor parte de los territorios de
México y Centroamérica, y ejerció influencia sobre el sur de los Estados
Unidos y el Mar Caribe. Sus moradores recibían el título de anahuacas.
Los anahuacas dedicaron una gran atención al estudio de los
fenómenos cíclicos. Concebían al tiempo como una eterna recurrencia y
plasmaron esa creencia en su calendario, un mecanismo formado por un
conjunto de ruedas que se contenían unas a otras. Había ciclos pequeños,
apropiados para medir las actividades cotidianas; otros eran tan enormes
que, en comparación, la edad del Universo es apenas un breve instante.
Algunos eran artificiales, pero otros fueron calculados a partir de
minuciosas observaciones de los movimientos celestes.
¿Por qué era tan complejo el calendario de Anawak? Porque era más
ambicioso que el que empleamos en la actualidad. No sólo medía el
tiempo, sino también el espacio. Su punto de partida, como estudiaremos
en este curso, era una determinada sincronización entre los astros y la
superficie terrestre, con la cual se trazaba una retícula espacial que
reflejaba el diseño de la cosmogonía. También servía para confeccionar
los horóscopos personales, una función de gran importancia en aquella
sociedad. Y, puesto que las fechas se repetían cíclicamente,
proporcionaba a los sacerdotes una explicación del pasado y una base
para elaborar profecías.
Los ciclos y símbolos del calendario se relacionaban con todo: las
fiestas y costumbres, los mitos y creencias, la producción agrícola, el
nombramiento de los mandos políticos y religiosos, la construcción de los
edificios y la planificación de las ciudades; incluso, estaban presentes en
la definición política y territorial de Anawak. Se puede asegurar que, allí
donde existió este calendario, existió Anawak; por ello, resulta
imprescindible estudiarlo si queremos comprender a profundidad la
civilización mesoamericana.
Otra razón para estudiarlo, es que este calendario es un símbolo de la
identidad profunda de los mexicanos. Debido a su contenido profético,
cada vez más personas se interesan en conocerlo, tanto en México como
3
en el resto del mundo, haciendo que su desciframiento rebase el ámbito
académico y se torne un asunto de interés social.
Fuentes de esta investigación
La presente investigación se basa en las fuentes documentales del México
antiguo. Las fuentes son aquellos documentos que contienen datos
“puros” sobre los mesoamericanos, es decir, datos que son producto del
atestiguamiento, no de la interpretación. Las fuentes se clasifican en tres
categorías:
1. Primarias: aquellas que no recibieron influencia del exterior, como los
códices prehispánicos, las esculturas, relieves, murales y cerámicas. En
esta categoría también entra el diseño astronómico de ciertos edificios,
ciudades y monumentos.
2. Secundarias: aquellas que fueron redactadas por autores nativos en
el siglo 16, de modo que contienen información original, pero con
influencia española. Entre ellos sobresalen los cronistas Chilam Balam,
Cristóbal del Castillo, Ixtlilxochitl, Tezozomoc, Chimalpahim y los
informantes de Sahagún y Alarcón.
3. Terciarias: las crónicas escritas por los cronistas europeos que
fueron testigos presenciales del funcionamiento de la sociedad
mesoamericana, como Landa, Sahagún, Durán, Cortés y Motolinia.
Para interpretar los datos proporcionados por las fuentes, hemos
aprovechado los descubrimientos de la Arqueoastronomía, una disciplina
científica en formación que estudia el contenido astronómico y calendárico
de las antiguas ciudades y templos.
Esta investigación parte de la idea de que el calendario de Anawak era
uno solo; en consecuencia, se aprovechan los datos procedentes de todo
el territorio mesoamericano. La concordancia de estos datos, tanto en la
descripción de los mecanismos cronológicos como en su correlación con
el calendario europeo, demuestra lo correcto de este enfoque.
Ortografía
Siempre que es posible, mencionamos los nombres de los ciclos en las
tres principales lenguas calendáricas mesoamericanas: nawatl, maya y
zapoteca. Debido a que las fuentes de la zona nahua son más
abundantes, algunos ciclos sólo aparecen en su versión nawatl. A fin de
propiciar su correcta pronunciación, estos términos se escriben tal como
suenan, según los valores actuales del alfabeto español. Sólo debemos
tener en cuenta lo siguiente:
4
• Todas las palabras del nawatl de más de una sílaba son llanas (se
acentúan en la penúltima sílaba), por lo que el acento no se escribe.
• Casi todas las palabras del maya son agudas (se acentúan en la
última sílaba), de modo que su acento no se escribe.
• La doble L se pronuncia como L larga.
• El apóstrofe indica una breve suspensión del sonido, sin aspiración.
Se ha conservado la ortografía convencional del nawatl en el título, en
las citas textuales, en los nombres de lugares aún en uso y en los
términos nativos incorporados al español, tales como “mexicas”,
“anahuacas”, etcétera.
El presente curso
Este curso forma parte del programa de clases del Centro de Estudios
para la Arqueoastronomía y la Calendárica Mesoamericanas (CEACM).
Tiene dos objetivos:
1. Que el estudiante conozca el funcionamiento del calendario
mesoamericano, tal como quedó descrito en las fuentes. La interpretación
del mecanismo que manejamos en las siguientes lecciones recibe el
nombre de Cuenta Unificada de Anawak.
2. Que el estudiante pueda correlacionar dicho mecanismo con las
fechas cristianas. Nos basamos en un grupo de correlaciones
denominadas Ecuación de Tenochtitlan.
Para más información sobre las ciencias del México antiguo, le
invitamos a consultar las páginas nawatl.com y ceacm.com.mx.
5
Primera Parte
El año sagrado
1.1
El origen del calendario mesoamericano
El calendario que estudiaremos en este curso es exclusivo de Anawak y
fue empleado por todos los mesoamericanos durante toda su historia. Sin
dudas, es el elemento más característico de aquella civilización. Algunos
de sus números más significativos no son oriundos de América, pues
aparecen en el Viejo Mundo desde tiempos remotos con funciones
astronómicas y astrológicas; he aquí unos ejemplos:
• Los sumerios crearon o heredaron un zodiaco de 13 casas, similar al
que ha quedado recogido en el códice maya de París.
• La cábala hebrea, tomada de la caldea, describe una cosmogonía de
13 cielos y 9 inframundos, idéntica en ese sentido a la mesoamericana.
• Uno de los sistemas empleados por los antiguos hindúes y árabes
dividía el año en 18 veintenas, tal como hicieron los anahuacas.
• Los caldeos asociaron a Venus con el número cinco y emplearon en
su cálculo el intervalo 73.
• Los egipcios identificaron a Thoth, el dios del calendario, con el
número 52, y llamaron a las ciencias cosmogónicas “el secreto del 52”.
Si seguimos buscando, encontraremos otros ciclos comunes a las
culturas de Eurasia y Mesoamérica, tales como la semana de siete días, el
bloque de 260 días y el ajuste cuadrienal del bisiesto. Algunas de esas
similitudes se explican como convergencias a las que llegaron los diversos
pueblos al tratar de descifrar los mismos fenómenos naturales, pero otros
números y ciclos son tan arbitrarios, que es más sencillo interpretarlos
como el producto de la influencia de unos pueblos sobre otros.
¿Cómo llegaron tales influencias a América? Se sabe que el ser
humano surgió en África y emigró a los demás continentes. El poblamiento
de América comenzó hace unos 60 mil años y terminó hace 10 mil, cuando
6
quedó sumergido el puente terrestre de Behring 1. Al migrar a América,
aquellos nómadas trajeron consigo su cultura, incluyendo la medida del
espacio y el tiempo, y la descripción del movimiento celeste. Sin embargo,
en Mesoamérica, algunos elementos cronológicos se combinaron de un
modo nuevo para producir ese extraordinario mecanismo que es el
calendario de Anawak.
Al preguntar los españoles a los mexicas cómo había surgido su
calendario, les respondieron:
“Dicen que los inventores de la astrología de los indios, de donde
debieron salir estos signos, fueron Cipactonal y su mujer Oxomoco, que
son como Adán y Eva, de quienes descienden todos los hombres.” (De la
Serna, Tratado de las Supersticiones)
“Dando relación los indios viejos del principio de su calendario... dicen
que, como sus dioses vieron que ya había hombre en el mundo y no tenía
libro por donde guiarse, estando en cierta caverna de Cuernavaca dos
personajes llamados Oxomoco y Cipactonal, pareció (bien) a la vieja tomar
consejo de su nieto, Quetzalcoatl.” (J. Mendieta, Historia Eclesiástica
Indiana)
Sipaktonal y Oshomoko son la personificación de aquellos sabios que,
hace miles de años, organizaron la cosmogonía mesoamericana.
Con mayor sentido histórico, los informantes del padre Sahagún
explicaron que el calendario fue invención de los toltecas, título con el que
describían a todos los pueblos cultos de Anawak, incluyendo a los
olmecas, zapotecas, mayas, teotihuacanos y nahuas.
Tableta con fecha 3 Caña y sello con fecha 3 Ajau, de origen olmeca.
Inscripciones de Cuenta Larga.
Dibujo rupestre de Acapulco y mural olmeca de Oxtotitlan, Guerrero.
“Eran tan hábiles en la astrología natural los toltecas, que ellos fueron
los primeros que tuvieron la cuenta de los días que tiene el año, las
noches y sus horas, la diferencia de los tiempos… Y eran tan sabios que
conocían las estrellas del cielo y les tenían puestos nombres, sabían sus
influencias y calidades, y sabían los movimientos de los cielos.” (Historia
General)
Debido a su origen, los mexicas le llamaron al calendario Toltekaʼ
shiuʼtlapoalli, la cuenta tolteca del tiempo.
1
Es posible que, en tiempos remotos, hayan vivido en América humanidades anteriores al
Homo Sapiens. También pudieron ocurrir en tiempos históricos pequeñas migraciones de
asiáticos y europeos a través de los océanos Pacífico y Atlántico.
7
La evidencia arqueológica más antigua de este mecanismo es una
fecha que aparece en un dibujo rupestre de Acapulco, Guerrero, la cual ha
sido estudiada por Pedro de Eguiluz y otros investigadores. Dicha fecha
consiste en cinco números (3.3.4.3.2) escritos con el sistema de puntos
sobre el brazo de un mono que conforma el jeroglífico 2 Mono. Los
arqueólogos fechan el dibujo hacia el 2000 antes de Cristo, lo cual
coincide con los números inscritos, si se leen con arreglo a la llamada
Cuenta Larga maya.
A este vestigio le siguen los siguientes:
• Un sello olmeca de Tabasco de siglo 12 antes de Cristo, con la fecha
3 Señor.
• Una tableta olmeca de Guerrero de los siglos 12 al 10 a. C., con la
posible fecha 3 Caña.
• Un dintel de San Juan Mogote, Oaxaca, de los siglos 9 al 7 a. C., con
la fecha 1 Movimiento.
• Un mural olmeca de Guerrero de los siglos 8 al 5 a. C., con una
expresión de cinco órdenes vigesimales sobre su brazo derecho.
• Varias estelas olmecas y zapotecas fechadas entre los siglos 4 y 1
antes de Cristo, según la correlación que se emplee para leerlas.
La aparición de vestigios calendáricos cada vez más antiguos
concuerda con el hecho de que la Cuenta Larga coloca su punto de inicio
a fines del cuarto milenio antes de Cristo. Los arqueólogos han
interpretado este dato como un cálculo retroactivo que hicieron los
cronólogos olmecas a partir de cierto evento mítico, pero es más probable
que corresponda a un evento histórico.
1.2
Variantes del calendario mesoamericano
El padre Motolinia, uno de los primeros cronistas de Indias, observó que
todos los anahuacas empleaban el mismo calendario:
“Aunque en esta tierra, como es tan grande, hay diversas gentes y
lenguas, en lo que yo he visto, todos tienen la cuenta del año de una
manera.” (Historia de los indios de la Nueva España)
Contradiciendo esta observación de un testigo presencial, los
investigadores actuales por lo general opinan que en Mesoamérica hubo
diversos calendarios; por ejemplo, Joyce Marcus afirma:
8
“Los calendarios mesoamericanos son parecidos en su estructura,
pero… son distintos los nombres de los días, (pues) los cargadores (de los
años) no son iguales. Por eso no podemos usar el calendario mexica
como modelo para interpretar otros menos conocidos.” (Los Calendarios
Prehispánicos, Arqueología Mexicana no. 41)
A partir de esta idea, con frecuencia leemos, tanto en la literatura
especializada como en la de divulgación, referencias a supuestos
calendarios mexicas, mayas, zapotecas, quichés, otomís, etcétera. Esta
es una interpretación apresurada, ya que no podemos estar seguros de
que hubo varios calendarios en Anawak hasta que los descifremos por
completo.
Para entender este asunto, tenemos que considerar el factor
psicológico. Imaginemos que dos pueblos se referían al mismo
mecanismo con dos términos distintos, pero hoy no sabemos cuál era ese
mecanismo. O, imaginemos que encontramos datos aparentemente
contradictorios, pero no el mecanismo que les dio origen. En tales
circunstancias, nos veremos impulsados a encontrar diferencias donde no
las hay. Si a esto sumamos el hecho de que, aunque se conservan cientos
de fechas en Anawak, la mayoría de ellas aún no se ha correlacionado con
nuestro calendario, entonces resulta imprudente negar a priori la unidad
calendárica mesoamericana.
La esencia de un calendario es poner de acuerdo los pueblos sobre el
nombre de los días. Si un pueblo no entra en el consenso de la fecha, se
pierde la eficacia del calendario. Pongamos una analogía: a pesar de que
el calendario gregoriano que empleamos en la actualidad es un
mecanismo relativamente joven, lleno de soluciones improvisadas, con
ciclos dispares y con una pobre dimensión astronómica, es aceptado en
todo el mundo. ¿Por qué? Porque así es más cómodo. Entonces, ¿cómo
explicar que un pueblo como el mesoamericano, que le dedicó al problema
de la medición del tiempo mucha más energía que nosotros y que tuvo
milenios de desarrollo autónomo para llegar a acuerdos, fallara en el
intento de unificar sus mecanismos cronológicos?
A través de este curso demostraremos que el calendario de Anawak
era uno solo.
Sin embargo, dicha unidad no era rígida, pues permitía la convivencia
de diversas versiones. Para entenderlo mejor, pongamos otra analogía:
nuestro calendario tiene dos modos de medir la duración del año; el
primero es una sucesión de 52 semanas de siete días, de origen semita, y
el segundo es una sucesión de 12 meses de 30 días promedio, de origen
latino. Aunque ambas series tienen orígenes diferentes y no se interfieren
9
ni se combinan entre sí para formar ciclos superiores2 , no las
consideramos exponentes de dos calendarios distintos, sino versiones de
un mismo mecanismo.
De modo similar, los anahuacas desarrollaron tres variantes o
versiones calendáricas a las que llamaremos versión civil, Cuenta Larga y
versión vigesimal.
1. La versión civil, impropiamente conocida como “calendario azteca o
mexica” (pues los mexicas no la inventaron), se basaba en el año trópico,
que es el tiempo que toma la Tierra en dar una vuelta en torno al Sol.
Tenía unos ciclos relativamente breves, pero muy precisos, desde el punto
de vista astronómico. Se dedicaba a propósitos civiles como la agricultura,
la organización de las fiestas calendáricas, las inscripciones históricas, el
comercio, los censos, los horóscopos y la imposición de nombres
calendáricos a los niños recién nacidos. Esta versión fue empleada por
todos los pueblos de Anawak. Una aplicación de esta versión, basada en
ciclos de 20 y 24 años llamados katunes, fue empleada por los Chilames
o profetas mayas para elaborar sus famosas profecías.
2. La Cuenta Larga, impropiamente conocida como “calendario
maya” (pues los mayas no la crearon), se basaba en unos ciclos
sumamente extensos y regulares de tiempo, cuya unidad de medida era
un año artificial de 360 días. Servía para medir las eras creativas, los
eventos míticos y las genealogías de los gobernantes, así como para la
investigación astronómica. Esta versión sólo se ha encontrado en el
territorio de los olmecas, mayas, zapotecas y algunas pequeñas culturas
limítrofes, como las de Izapa y El Baúl; sin embargo, es difícil creer que en
el resto de Mesoamérica no se conociera.
En el área nawatl aparecen leves, pero interesantes vestigios de esta
versión; por ejemplo, el cronista Ixtlilxochitl menciona la presencia de años
de 360 días entre los moradores de Tula. La crónica anónima llamada
Teogonía e Historia de los Mexicanos afirma que los mexicas contaban
bloques de 20 años, y describe duraciones periódicas de 23 y 102 mil
años 3. Tales referencias no parecen concordar con la versión calendárica
civil, pero cobran sentido si las interpretamos en el contexto de la Cuenta
Larga.
2
El ciclo de las “letras dominicales” fue un intento medieval de combinar los meses y las
semanas. Sin embargo, en la actualidad este sistema ha caído en desuso, excepto en la
liturgia católica.
3
La primera es quizás resultado de una mala lectura del glifo de Venus, compuesto por los
números 1.3, lo cual vale 23 en clave vigesimal. La segunda duración pudiera ser la
reducción a años civiles del ciclo katúnico de 13 piktunes o 104 mil años tunes.
10
3. Por su parte, la versión vigesimal fue usada exclusivamente (hasta
donde sabemos) por los quichés, cakchiqueles, tzutujiles y otros pueblos
mayas del Occidente. Se basaba en un año de 400 días4 dividido en 20
bloques de 20 días; es posible que tuviera ciclos superiores en múltiplos
de 20. Por su regularidad y simplicidad, esta parece ser la más antigua de
las tres versiones calendáricas, pues reflejaba de modo exacto la forma de
contar por veintenas. Tenía un uso civil, pues fue aprovechada para fechar
los sucesos históricos descritos en los Anales de los Cakchiqueles.
Aunque ha sido poco estudiada, esta versión del calendario es de gran
interés, ya que sirve de puente entre la versión civil y la Cuenta Larga, al
compartir características de ambas.
Hay cinco razones para considerar que estas versiones del calendario
mesoamericano no son independientes, sino mecanismos correlativos de
un sistema único:
1ro. Las tres fueron creadas por el mismo pueblo: los antepasados de
los olmecas.
2do. Las tres eran mutuamente convertibles, pues compartían los ciclos
básicos y los nombres de los días.
3ro. Las tres fueron usadas simultáneamente, y las primeras dos
suelen aparecer en los mismos documentos. Por ejemplo, las estelas
mayas expresan la cantidad de tiempo transcurrido en katunes de Cuenta
Larga, pero fechan el día según la versión civil.
4to. Las tres se combinaban para producir ciclos superiores.
5to. Las tres compartían ciertos principios generales y reglas operativas
diseñadas para ajustar astronómicamente el calendario, que servirán de
base para organizar las siguientes lecciones.
Distribución territorial de las versiones calendáricas mesoamericanas.
1.3
La unidad de medida del
calendario: el día
La unidad de medida de las tres versiones calendáricas era el día. El día
natural se llamaba en maya Kin, sol, en zapoteca Pi, día, y en nawatl
4
Esto parece ser una aproximación al año sinódico o aparente de Júpiter, de 399 días.
11
Ilwitl, cielo. Este último nombre indica que lo consideraban como una
rotación completa del cielo. Al principio, el glifo con el que se escribía
dicho concepto era un arco que representaba al cielo pero, en la época
mexica, se había estilizado tanto que más parecía una punta de flecha.
Al día como unidad calendárica los nahuas le llamaron Tonalli, de la
raíz Ton, luz, calor, que daba nombre a Tonatiuʼ, el sol. El jeroglífico del
tonal eran cuatro puntos ordenados en cuadro. Los mayas le llamaron Kin,
como al día natural, y lo representaron con una cruz encerrada en un
cuadrado o círculo.
Glifos Ilwitl, Tonalli y Kin.
Aunque pudieran parecer la misma cosa, en verdad, el tonal no era
exactamente igual al día natural, pues incorporaba diversos mecanismos
de ajuste astronómico que estudiaremos adelante. Cada tonal tenía
nombre propio, así como ciertas aspectaciones simbólicas que se
aprovechaban para confeccionar los horóscopos de la “astrología”
mesoamericana. Había tonales favorables y nefastos.
El tonal tenía una duración precisa. Según los informantes de Sahagún,
el punto donde dos tonales se encontraban se llamaba Semilwitonalli,
empalme del día natural con el tonal. Diversos cronistas afirmaron que ese
punto tenía lugar a la medianoche. Como es obvio, los atributos
astrológicos del día también comenzaban a regir a la medianoche:
“Ante todo, los lectores de los destinos preguntaban la hora exacta en
que había nacido la criatura. Si antes de la media noche, le aplicaban el
signo del día anterior; si pasada la media noche, la consideraban dentro
de la cuenta del signo del día siguiente.” (Sahagún, Historia General)
El tonal tenía una estructura interna; su división más simple era en dos
partes determinadas por la cantidad de luz, llamadas en nawatl:
1. Tonalli, calor, desde el amanecer hasta el atardecer.
2. Yowalli, oscuridad, desde el atardecer hasta el amanecer.
Como veremos en la próxima lección, esta división no era exactamente
en mitades, pues la parte diurna era un poco más larga que la nocturna.
Había otra división basada en los movimientos ascendente y
descendente del Sol, que fue reportada así por el cronista texcocano
Cristóbal del Castillo:
“La aspectación del tonal comienza su trabajo a la medianoche, siendo
su comienzo una estrella determinada, y concluye su trabajo al mediodía.
Entonces comienza el tiempo del ave preciosa, que avanza desde el
mediodía hasta la medianoche, cuando de nuevo empieza a trabajar un
tonal. Siempre es así.” (Historia de los Mexicanos)
12
Los nombres de tales mitades eran:
1. Tlaʼkaʼtli, mitad, comenzada a la medianoche, cuando el Sol inicia
su ascenso desde el inframundo. Durante ese lapso, el astro recibía el
nombre de Kuauʼtleʼko, águila que sube, y se suponía que era escoltado
por los guerreros muertos en batalla.
2. Aki, penetrar, comenzada al mediodía, cuando el Sol inicia su
descenso. En ese intervalo apodaban al astro Kuauʼtemok, águila que
desciende, y consideraban que era escoltado por las madres muertas en
la guerra del parto.
La combinación de ambas formas de dividir el día producía una
organización en cuartos de día, los cuales eran marcados por los
momentos en que el Sol pasaba por el horizonte o por el centro del cielo.
Los cuartos de día se relacionaban con los rumbos cardinales del
siguiente modo: el amanecer con el Este y el atardecer con el Oeste, por
causa de la salida y la puesta del Sol; el mediodía con el Sur pues, en el
hemisferio Norte, el Sol parece desviarse hacia ese rumbo a medida que
asciende durante la mayor parte del año; por oposición, el Norte se
relacionaba con la medianoche, por lo que se le consideraba el rumbo del
Miktlan, la región de los muertos.
Las partes del día y su relación con los rumbos.
1.4
El horario mesoamericano
A los mesoamericanos no les bastó con dividir el día en cuartos, hay
evidencia de que dividieron los cuartos en fragmentos más pequeños,
probablemente motivados por la necesidad de medir el curso de los
astros. Tales porciones u “horas” fueron referida por diversos cronistas,
según vemos en las siguientes citas:
“(Los mayas) se regían de noche para conocer la hora por medio del
Lucero... y de día por el mediodía. Y, desde él, al oriente y al poniente
tenían puestos a (los) pedazos (del día) nombres con los cuales se
entendían.” (Diego de Landa, Relación de las Cosas de Yucatán)
“(Los mexicas) tenían escribas para cada rama del conocimiento.
Algunos trabajaban con los anales, anotando en orden las cosas que
13
pasaban cada año, dando el día, el mes y la hora.” (Ixtlilxochitl, Historia
Chichimeca)
Las horas se llamaban en nawatl Imman, momento. Aunque ningún
cronista consignó su duración, podemos inferirla de uno de los nombres
que aplicaron los mayas al día natural: Kalkin, las veinte (partes) del día.
La presencia de una estructura vigesimal en los días es congruente,
tanto con la forma de contar de los mesoamericanos como con los demás
mecanismos cronológicos, pues la base del calendario era una rueda de
20 signos. Resulta lógico que dicha rueda se aplicara hacia fuera, para
crear paquetes de 20 días, y hacia dentro, para ordenar las 20 divisiones
del día.
Una referencia a este sistema aparece en el Popol Vuh (Popwuj), libro
sagrado de los quichés, en el relato del descenso de los héroes Junajpu e
Ishbalanke al inframundo:
“Ya quería amanecer, el horizonte se teñía de rojo. Entonces dijeron
(los muchachos) al buitre: ¡Oscurece de nuevo, anciano! Está bien, dijo el
buitre, y al instante oscureció. Cuatro veces retrocedió el anciano; por eso
dice ahora la gente: ʻya va a oscurecer el buitreʼ.” (Popol Vuj II.11)
Observemos la relación que se establece entre el amanecer y el signo
de Buitre, que es el número 16 de la veintena. El dicho que se menciona a
continuación: “oscurecer en buitre”, es una ironía que significa algo
contrario al orden natural. Esto sólo tiene sentido si suponemos que, lo
habitual, era que amaneciera en Buitre.
Confirmando que la veintena se empleaba para marcar las horas, en
otra parte del mismo libro se afirma:
“Entonces salió el Sol. Se alegraron los animales y todos dirigieron la
vista al punto por donde sale el Sol. Primero cantó el ave verde, luego
rugió el ocelote y extendió sus alas el águila; a continuación salió el buitre
y tras él echaron a volar las aves pequeñas y grandes.” (Popol Vuj III.9)
Estos versos revelan un aspecto importante del simbolismo de la
veintena y nos permiten correlacionarla con los momentos del día. Es de
notar que los animales descritos corresponden a los signos 13 al 16 de la
veintena. El primero en la relación es el 13vo., Caña, que ha sido
sustituido por un quetzal. A Caña le siguen, en el orden correcto, los
signos de Ocelote, Águila y Buitre. Si este último se asociaba con la salida
del Sol, entonces el anterior, Águila, debió estarlo con el Sol a punto de
aparecer en el horizonte, lo cual explica el nombre de Kuauʼtleʼko, águila
que sube, que le daban los nahuas al Sol ascendente.
Siguiendo la secuencia, después de Buitre hay tres signos que poseen
una naturaleza solar, tal como corresponde al ascenso del astro:
Movimiento, Cuchillo de Pedernal y Lluvia. El primero era el nombre
14
calendárico al Sol, el segundo se asociaba con los rayos solares,
metaforizados por cuchillos, y el tercero formaba el concepto de “lluvia de
fuego” que le daba nombre al Sol de Fuego.
Siguiendo el orden de los signos, el Sol llegaría al centro del cielo en el
medio del signo de Flor/Señor, que le proporcionaba al astro su nombre
esotérico: 1 Flor. Esta asociación explica por qué los mayas llamaron al
signo de Flor Ajau, señor solar.
Cinco signos más tarde, en Serpiente - un animal asociado con la
oscuridad -, el Sol se habría acercado al horizonte, pero su puesta
ocurriría en el signo siguiente, Muerte, apropiadamente dedicado a
Miktlantekuʼtli o Ah Puch, el señor del inframundo, regente de los ocho
signos siguientes.
Al signo de Muerte le siguen tres signos de naturaleza lunar o
descendente: Venado, Conejo y Agua. La correspondencia se hace aún
más clara al llegar la medianoche, pues el Sol pasaría por el nadir o parte
inferior de la Tierra en el medio del signo de Perro, el animal guardián de
los planos del inframundo.
Ya que los signos tenían una secuencia regular, podemos inferir que
regían sobre períodos iguales de tiempo, de donde se deduce que las
horas mesoamericanas duraban 72 de nuestros minutos.
Correlación de las horas mesoamericanas con las que actuales (horario regular).
Ahora bien, el relato indica que las horas diurnas no sólo se
denominaban mediante sus correspondientes signos de veintena, sino
también con los nombres de “las aves pequeñas y grandes”. Dicha
referencia concuerda con una cita del cronista Del Castillo que estudiamos
en la lección pasada, según la cual, “al mediodía comienza el tiempo del
ave preciosa”. Ambas fuentes se refieren a un conjunto de 13
advocaciones divinas llamadas colectivamente en nawatl Tonaltekuʼtli, los
señores del día, y en maya Oshlajuntiku, los trece divinos. Estos señores
o personificaciones del poder de los signos eran aludidos tanto por sus
nombres propios como por los de las aves que les servían de dobles,
llamadas las “aves preciosas”. He aquí sus nombres:
15
Nombres divinos
Dobles animales
1. Shiuʼtekuʼtli, señor del fuego
2. Tlaltekuʼtli, señor de la tierra
3. Chalchiuʼtlikue, su falda de jades
4. Tonatiuʼ, sol
5. Tlasolteotl, divina inmundicia
6. Miktlantekuʼtli, señor de los muertos
Neshwitsilin, colibrí gris
Ketsalwitsilin, colibrí de cola
Kokotsin, paloma
Solin, codorniz
Kakalotl, cuervo
Chikoatl, cotorra
7. Shochipilli, príncipe de las flores
8. Tlalok, sobre la tierra, fluido
9. Ketsalkoatl, serpiente emplumada
10. Teskatlipoka, humo del espejo
11. Yowaltekuʼtli, señor de la noche
12. Tlawiskalpantekuʼtli, señor del alba
13. Sitlalinikue, falda de estrellas
Papalotl, mariposa
Tloʼtli, gavilán
Chalchiuʼtotolin, pavo verde
Tekolotl, lechuza
Alo, loro
Ketsaltototl, pavo
Tosnene, papagayo
Tales aves aparecen en la lámina 71 del Códice Borgia, de origen
mixteca, asociadas a un día llamado 4 Movimiento del año 1 Caña, lo cual
demuestra dos cosas: que las aves tenían una función horaria o de
división del día, y que este mecanismo no sólo fue conocido por los
mayas, sino también por los mixtecas y mexicas. Es de notar que el
séptimo señor, correspondiente al horario del mediodía y por ello llamado
en nawatl Shochipilli, príncipe de las flores, en verdad no es un ave, sino
una mariposa, el insecto heráldico del Sol, lo que confirma el análisis que
acabamos de hacer.
Así como las 13 aves les daban nombre a las horas del día, las horas
nocturnas estaban regidas por 9 advocaciones divinas llamadas en nawatl
Yowaltekuʼtli, señores de la noche, y en maya Bolontiku, los nueve
divinos. Estos señores no tenían aves u otros animales representativos ya
que, al operar en la noche, eran naguales por sí mismos; se conservan
sus nombres en nawatl:
1. Shiuʼtekuʼtli, señor del fuego.
2. Itstli, cuchillo de obsidiana.
3. Piltsintekuʼtli, niño señor.
4. Senteotl, divina unidad.
5. Miktlantekuʼtli, señor del inframundo.
6. Chalchiuʼtlikue, su falda de jades.
7. Tlasolteotl, divina inmundicia.
8. Tepeyollotl, corazón de la montaña.
9. Tlalok, sobre la tierra, con tierra, fluido.
16
Las 13 aves diurnas asociadas al día 4 Movimiento del año 1 Caña, lámina 71 Códice Borgia.
Traslape de los 13 y 9 señores y su asociación con los 20 signos.
Algunos investigadores consideran que las series de 13 y 9 señores
eran lineales, es decir, se contaban una a continuación de la otra,
formando secuencias de 22 términos. Sin embargo, el número 22 es ajeno
al calendario anahuaca. El análisis de la estructura del día demuestra que
los 22 señores encajaban en los 20 signos de la veintena mediante el
recurso de traslapar los puntos de inicio y conclusión de ambas series.
Este mecanismo nos presenta el primer principio del calendario, al que
llamaremos Principio del Traslape, el cual afirma que todos los ciclos se
traslapaban entre sí en una de sus unidades formativas. Eso significa que
los ciclos de este calendario no se podían unir en forma secante, tal como
ocurre en el calendario que empleamos hoy, sino que cada uno se fundía
con los que le flanqueaban. Sin embargo, para una mejor comprensión, en
el presente curso trabajaremos con los ciclos como si fueran unidades
autónomas, lo cual no afecta a su mecanismo o correlación.
1.5
Los ciclos básicos
El simbolismo secundario
Los tonales o días de este calendario se agrupaban en bloques básicos
(no compuestos por otros bloques) de 5, 7, 9, 13 y 20 días. El más
pequeño conjunto era el bloque de cuatro días en los cuales rotaban los
elementos alquímicos, los rumbos cardinales, los colores y las formas
geométricas básicas de esta cosmovisión5 , en el siguiente orden:
Elemento
Atl, agua
Tlalli, tierra
Tletl, fuego
Ekatl, aire
Rumbo
Siwatlampa, rumbo femenino (Oeste)
Witstlampa, rumbo de las espinas (Sur)
Tlawistlampa, rumbo de la luz (Este)
Miktlampa, rumbo de la muerte (Norte)
5
Color
Negro
Amarillo
Rojo
Blanco
Había un quinto elemento llamado Olin, movimiento, asociado al Tlaʼkotlampa, rumbo
central, y al color Shoshouʼki, verde-azul, pero no participaba en los ciclos básicos.
17
Este conjunto de atributos, al que llamaremos en adelante “simbolismo
secundario”, tenía una gran importancia para ordenar el calendario.
La quintana
Le seguía en extensión el bloque de cinco días llamado en nawatl
Makuiltika, quintana, y en maya Jokin, cinco días. Aparentemente, la
quintana deriva de la costumbre de contar con los dedos de la mano. Era
de uso popular, pues regulaba las actividades laborales y mercantiles, tal
como hacemos nosotros con nuestras semanas; de ahí que Sahagún les
llame “semanas”:
“Sus semanas eran de cinco días, y hay en cada mes cuatro de estas
quintanas.” (Historia General)
Los primeros cuatro días de la quintana se llamaban Nemmanian,
dispuestos o a disposición, pues se dedicaban al trabajo, y se contaban
por su número de orden: Achto, primero, Okkan, segundo, Ikei, tercero, e
Iknawi, cuarto. El quinto día tenía nombre propio: Tiankispan o Tiankistli,
mercado, pues se dedicaba al comercio.
La cita del padre Sahagún que acabamos de leer indica que las
quintanas no eran entendidas como unidades independientes, sino como
cuartas partes de las veintenas. Por tal razón, sus días tenían una
posición fija con respecto a los signos de la veintena: cada veintena
comenzaba en el primer día de la quintana y terminaba en el último.
Este ciclo se interrumpía a fin de año por causa de la última quintana
del año, la cual no cabía en ninguna veintena. Dicha asincronía generaba
un ciclo superior de cuatro años en el cual se acumulaban las cuatro
quintanas excedentes hasta completar una veintena extranumeraria.
Este mecanismo nos presenta el segundo principio del calendario, al
que llamaremos Principio de la Asimetría. Afirma que las asimetrías entre
dos ciclos se resolvían acumulándolas hasta formar un ciclo superior, que
era su mínimo común múltiplo. Todos los ciclos superiores a la veintena,
excepto el de 73 días, se formaban de este modo 6.
La semana
El bloque de siete días aparece representado en los códices Borgia,
Cospi, Fejervary y Laúd; los nahuas le llamaban Chikontika, semana, y
denominaban a sus días conforme a su número de orden:
6
No hay que confundir asimetría con irregularidad. Este calendario no tenía irregularidades,
pues todos sus ciclos embonaban perfectamente, pero favorecía las asimetrías, ya que era
su modo de desarrollarse.
18
1. Tlasemilwitl, primer día
2. Tlaomilwitl, segundo día
3. Tlayeilwitl, tercer día
4. Tlanawilwitl, cuarto día
5. Tlamakuilwitl, quinto día
6. Tlachikuaseilwitl, sexto día
7. Tlachikomilwitl, séptimo día
La semana quedó descrita así en las fuentes:
“Ellos (los sacerdotes mexicas) ayunaban todo el Chikomilhuitl (durante
los siete días).” (Sahagún, Códice Florentino)
“(El rey quiché Gukumats) aparecía durante siete días en figura de
serpiente; por otros siete días era como águila; a continuación se
transformaba en ocelote y así permanecía siete días; luego pasaba otros
siete días con la apariencia de sangre en reposo.” (Popol Vuh IV.9)
La semana anahuaca se ha investigado poco, pues dejó escasas
evidencias y no participaba en la elaboración de las fechas. Según el
cronista Núñez de la Vega, su primer día correspondía al viernes, una
sincronización que no parece tener influencia del calendario cristiano:
“Tienen (los mayas) pintados en sus calendarios siete negritos para
hacer adivinaciones, correspondientes a los siete días de la semana,
comenzándola a contar en viernes, al que llaman Jodahuntox, ʻel de trece
potestadesʼ.” (Constituciones Diocesanas del Obispado de Chiapa)
El nombre maya de este ciclo es una corrupción de la composición
Oshlajuntosh, trece distribuciones o intervalos, y nos recuerda que, en
esta cosmovisión, los números siete y trece estaban vinculados, ya que el
trece se consideraba un desarrollo del siete.
Una característica interesante de la semana es que divide al año en 52
partes, transformándolo en un modelo en pequeña escala del ciclo de 52
años que estudiaremos adelante. Sin embargo, a pesar de la importancia
religiosa y calendárica que tenían los números 7 y 52, en las fuentes que
se conservan no hay referencia explícita al ciclo de las 52 semanas.
Otra virtud de la semana consiste en que sincronizaba en forma
aproximada los ciclos del Sol y la Luna, pues el bloque de cuatro semanas
o 28 días refleja las fases lunares, en tanto su multiplicación por 13 se
acerca a la medida del año solar. No es casual que los mayas y,
probablemente, también los demás pueblos de Anawak, dividieran la
eclíptica en 13 casas zodiacales, cada una de cuatro semanas, según
quedó recogido en el Códice de París7 .
7
Aclaremos que este códice no vincula al zodiaco de las 13 casas con la Luna, pues el mes
lunar de 28 días es una burda aproximación al ciclo lunar de 29,5.
19
Si multiplicamos 28 por 13, el resultado son 364 días, cantidad que
algunos investigadores llaman “año calcular”. Hasta donde sabemos, este
tipo de año no tenía un papel activo en el calendario, pero no era teórico,
pues el cronista texcocano Juan Bautista Pomar afirmó que los nahuas lo
conocieron, e incluso especificó su diferencia respecto al año solar:
“Ellos tenían el año de 364 días, de manera que, conforme a nuestro
calendario, difería en un día y seis horas.” (Relaciones, 1582)
Grupos de 9 y 7 días. Códices Cospi y Fejervary.
El año de 364 días ejemplifica el principio de la asimetría de los ciclos,
pues se adelantaba en un día respecto al año natural de 365 días. Por lo
tanto, tenían que pasar siete años o 365 semanas para que ambos tipos
de año se sincronizaran de nuevo en el mismo día de la semana.
Extrañamente, el ciclo de siete años, con una resonancia numérica tan
preciosa, no fue aprovechado para crear periodicidades superiores y
prácticamente no se menciona en las fuentes que se conservan.
La novena
El bloque de nueve días se llamaba en maya Bolonkin, nueve días, y en
nawatl Chiknauʼtika, novena. Armonizaba con el bloque de las nueve
horas nocturnas que estudiamos en la lección anterior, pues ambas
periodicidades estaban auspiciadas por el mismo conjunto de deidades.
Sin embargo, el cronista La Serna reportó que, cuando el señor nocturno
regía específicamente sobre toda una noche, se añadía a su nombre el
título de Teukyowa, señor nocturno, abreviado a veces como Yowa,
nocturno. Arreglados de este modo, los nombres de los señores de los
nueve días eran los siguientes:
1. Shiuʼteukyowa, señor nocturno del fuego.
2. Itsteukyowa, nocturno cuchillo de obsidiana.
3. Piltsinteukyowa, señor y príncipe nocturno.
4. Senteukyowa, señor nocturno de la unidad.
5. Miktlanteukyowa, señor nocturno del mundo de los muertos.
6. Chalchiuʼtlikueyowa, (señora) nocturna falda de jades.
7. Tlasolyowa, (señora) nocturna de la basura.
8. Tepeyolyowa, (señor) nocturno corazón de la montaña.
9. Kiauʼteukyowa, señor nocturno de la lluvia.
20
El bloque de nueve días no participaba en la denominación de los días,
años y demás ciclos calendáricos, pero tenía una activa función
astronómica que estudiaremos en próximas lecciones.
Los nueve Señores de la Noche. Códice Borgia.
1.6
La trecena
El siguiente bloque en extensión era la trecena. Tenía gran importancia
pues, en unión con la veintena, servía para componer las fechas. El 13 era
un número sagrado de aquella cosmovisión, utilizado, no sólo en el
calendario, sino también en el simbolismo religioso, pues era el número de
los planos celestes.
¿Cómo surgió este número? Algunos investigadores lo relacionan con
las 13 menstruaciones anuales de la mujer o las 13 “lunas” de 28 días que
caben en un año solar. También se ha relacionado con las 13 coyunturas
principales del cuerpo (tobillos, rodillas, ingles, muñecas, codos, hombros
y cuello). Asimismo, se puede derivar de los años sinódicos o aparentes
de los planetas visibles, pues estos, con la excepción del año de Júpiter,
se dividen en bloques de 13 días más/menos un día.
El ciclo 13 está presente desde tiempos inmemoriales entre las culturas
del Viejo Mundo, relacionado con el cielo y las constelaciones. Es
probable que fuera llevado a América en alguna de las últimas
migraciones del período glacial, en cuyo caso, el mérito de los anahuacas
consistió en aplicarlo sistemáticamente en sus cálculos.
21
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
Nawatl
Maya
Zapoteca
Se
Ome
Yei
Nawi
Makuilli
Chikuase
Chikome
Chikuei
Chiknawi
Maʼtlaktli
Maʼtlaktlionse (Onse)
Maʼtlaktliomome (Omome)
Maʼtlaktliomei (Omei)
Jun
Ka
Osh
Kan
Jo
Wash
Uuk
Washak
Bolon
Lajun
Buluk
Lajka
Oshlajun
Tu
Chopa
Tsona
Tapa
Gayu
Shopa
Gaachi
Shunu
Ga
Chi
Chineaʼ
Chinu
Chiʼnu
Las cifras del 1 al 13 representadas mediante el sistema de punto y barra.
La trecena se llamaba en maya Oshlakin, trece días, y en nawatl
Senkalli, unidad de casas; este último concepto parece tomado de las 13
constelaciones zodiacales, genéricamente llamadas “casas”. Los números
no tenían nombres especiales, siendo designados únicamente por su
orden. En los registros mayas, zapotecas y nahuas se escribían
generalmente mediante el sistema de punto y barra, en el cual, un punto
vale 1 y una barra vale 5. Sin embargo, en los códices mixtecas (excepto
el Cospi) aparecen conformados únicamente por puntos, lo cual le confiere
un sabor arcaico al documento.
Algo a tener en cuenta es que, según los informantes de Sahagún, el
primer signo de la trecena se apodaba Tonalpeuʼka, introductor.
Asimismo, los cuatro días del final formaban un bloque especial de buena
suerte apodado Tonaltsontli, sellador.
“(Los mexicas) siempre estaban pendientes de los signos del final de la
trecena y dirigían hacia allí su atención.” (Sahagún, Historia General)
De estas referencias podemos deducir que la trecena tenía una
estructura interna organizada en tres bloques:
• Cuatro días introductores.
• Cinco días mediadores.
• Cuatro días selladores.
Tal estructura no se usaba en los cálculos calendáricos pero tenía
interés astrológico.
22
Otro asunto a destacar es que la trecena recibía los atributos del signo
de la veintena que acompañaba al primero de sus números. Por ejemplo,
si una trecena comenzaba en el signo de Pedernal, estaba marcada por
ese signo; los 12 números siguientes sólo matizaban o modificaban el
significado intrínseco de Pedernal. Por tal razón, los cronistas les llamaron
a esos números secundarios “grados” de desarrollo de la trecena. Ello
significa que, lo que marcaba el horóscopo de las personas no era el signo
específico bajo el cual habían nacido, sino la trecena a la que pertenecía
dicho signo. Por ejemplo, una persona nacida en el tonal 2 Viento
pertenecía a la trecena del signo anterior, Dragón, y recibía las
aspectaciones de Dragón matizadas por su segundo grado: Viento.
Los atributos de los 13 números estaban determinados por sus dioses
patronos, cuyos nombres conocimos en la lección dedicada al horario.
Debido a que su función era “cargar” y dotar de contenido simbólico al día
calendárico, tales dioses eran colectivamente llamados en maya Kuchob,
cargadores, y nawatl Tekiti, trabajadores.
Desarrollo de las cualidades del primer signo (Dragón)
a través de la primera trecena del año sagrado.
Rotación recíproca de la trecena y la novena, relieve de Tlalancaleca.
Las flores del círculo pequeño representan a los señores nocturnos y los puntos
a los planos celestes. Las flores del círculo grande representan a los
señores diurnos y los puntos a los planos del inframundo.
Además de contar trecenas de horas y días, estos cargadores tenían
otra función, pues servían para contar específicamente los aspectos
diurnos del paquete de 13 días, en combinación con los 9 señores
nocturnos como patronos de 9 noches. Ambos conjuntos de días y noches
comenzaba a rotar a la vez, en un día que era “cargado” por el primer
señor diurno y el primer señor nocturno. Una vez que los señores
nocturnos terminaban su ciclo, comenzaban a trabajar de nuevo pero, esta
vez, acompañados por el décimo señor diurno. Cuando terminaba la
primera trecena, comenzaba de nuevo el ciclo de los señores diurnos,
pero acompañados por el quinto señor nocturno, y así sucesivamente. La
siguiente tabla nos muestra cómo se iban combinando las trecenas
diurnas y las novenas nocturnas hasta formar un ciclo de 117 días (13 x 9)
que fue aprovechado para medir la rotación sinódica o aparente del
planeta Mercurio 8.
8
Cuyo año sinódico real es de 115,9 días.
23
La rotación combinada de las trecenas y novenas permitía calcular
en forma aproximada el ciclo sinódico o aparente del planeta Mercurio.
La rotación recíproca de la trecena y la novena nos ilustra el tercer
principio del calendario, al que llamaremos Principio de la Combinación.
Afirma que los ciclos básicos o primarios se combinaban entre sí para
formar ciclos combinados o secundarios.
1.7
La veintena
La veintena era el más amplio de los ciclos básicos o primarios. No se
formaba simplemente como resultado de combinar la quintana con el
simbolismo secundario de los rumbos-elementos, pues poseía 20 signos
propios. La veintena era tan importante como la trecena porque, en
combinación con esta, proporcionaba los nombres de los días. Su origen
parece ser un antiguo modo de contar en el que se empleaban todos los
dedos del cuerpo.
El nombre maya de la veintena era Kalkin, veinte días (aplicado
también al día natural), y el nawatl Sempoalkalli, veinte casas, según los
códices Matritense y Florentino. Su glifo, representado con frecuencia en
los relieves de Anawak, era un disco con una cruz en su interior. Este
diseño tenía un sentido práctico, pues servía como tablero para calcular
fechas; pero, además, expone el hecho de que la veintena contenía cuatro
quintanas. Como veremos adelante, tal división cuatripartita era
fundamental dentro del mecanismo del año.
A diferencia de la trecena, cuyas casas se contaban únicamente por su
número, las casas de la veintena tenían nombre y signo propios. Debido a
que dos de tales signos (Ocelote y Mono) son animales de la selva,
algunos investigadores consideran que los creadores de la veintena fueron
los olmecas, pues ellos se establecieron principalmente en la zona
selvática de Mesoamérica. Sin embargo, Humboldt, Coe y otros
investigadores sugieren que la veintena tiene un origen anterior a los
olmecas, ya que han encontrado relaciones entre sus 20 signos y ciertas
series astrológicas del sudeste asiático y Oceanía.
24
Por lo general, el nombre del primer signo, Sipaktli, se suele traducir
como cocodrilo, pese a que el nombre propio de dicho animal en lengua
nawatl es Akuetspalin. Otros traductores lo vierten como pez sierra, al
asociarlo con el nombre de este pez: Asipakiʼtli. Sin embargo, la raíz
Sipak no es mesoamericana; aparece en gran parte de América y Asia
designando a un animal mítico que combina los cuatro elementos
alquímicos (tierra, aire, agua y fuego).
En la iconografía de Centro y Norteamérica, el Sipaktli se representa
como una especie de serpiente con patas cubierta de rombos o cuadros
que aluden a la tierra, relacionada con caracoles y otros emblemas
acuáticos y dotada de alas o plumas que hacen referencia al aire, que
arroja nubes o fuego por la boca. Debido a que estos atributos se
corresponden con el simbolismo universal del dragón, en este curso
traducimos el término Sipaktli y su equivalente maya Imish como dragón.
Al comparar los nombres de los signos en las tres principales lenguas
calendáricas de Anawak se notan ciertas diferencias, como podemos
comprobar en la siguiente tabla; por ejemplo, el Viento del nawatl es
Relámpago en zapoteca; en maya, la Casa es Noche. No hay que
interpretar este hecho como evidencia de una pluralidad de calendarios;
se trata de adaptaciones de un mismo simbolismo a la fauna, flora y
mitología locales, que no implican la menor variación en la mecánica de
los ciclos.
Representaciones del dragón. Códice Borgia u vaso maya.
Los 20 signos en nawatl, maya y zapoteca.
Cada signo de la veintena tenía su propia familia de atributos
simbólicos secundarios, compuesta por un color, figura geométrica,
elemento alquímico, rumbo cardinal, momento del día y deidad
auspiciadora. Como dichos atributos se organizaban en paquetes de
cuatro, se repetían cinco veces en la veintena, generando la estructura
pentagonal que vemos en el siguiente diagrama:
Simbolismo secundario de los signos de la veintena.
25
1.8
El año sagrado
La trecena y la veintena rotaban recíprocamente, formando un bloque de
260 tonales o días calendáricos (13 x 20). Este era el ciclo más importante
de aquella cronología, ya que participaba en la formación de todos los
ciclos superiores. Su nombre maya era Chuenilkin, artificio de los días,
pero en la actualidad se le conoce como Tsolkin, cuenta de los días. En
nawatl le llamaban Tonalpoalli o Tonalpowalli, cuenta de los tonales;
también se conoce como Tonalamatl, libro de los días, por el códice
donde se escribía. Los zapotecas le decían Piye, cuenta de los días. En
adelante le llamaremos año sagrado, ya que regulaba los horóscopos y los
ritos, y le daba nombre a los dioses del panteón tolteca.
Debido a que se trataba del mecanismo calendárico fundamental, el
año sagrado era conocido por todos los anahuacas cultos, tal como afirma
un cronista:
“Lo sabían todos los ministros de los ídolos y mucha de la gente popular,
porque es cosa fácil y toca a todos.” (Sahagún, Historia General, libro VI)
¿Cómo surgió esta periodicidad? Algunos investigadores suponen que
fue el resultado casual del encuentro de la trecena con la veintena, ambas
de origen independiente. Otros consideran que su duración está
relacionada con el ciclo de cultivo del maíz. El investigador Raúl Gonzáles
Cortés la deriva de la versión calendárica vigesimal pues, al computar
años de 400 días, a tres de estos hay que sumarles 260 días para
empatarlos con cuatro años naturales. También se ha interpretado como
un mínimo común de los ciclos sinódicos de los planetas visibles. La
hipótesis más popular sugiere que su duración se relaciona con el ciclo de
gestación de la mujer, calculado por los mesoamericanos en un promedio
de 260 días a partir de la primera menstruación que se interrumpe. Esto
concuerda con el hecho de que, el nombre que daban a la criatura cuando
nacía, era uno de los 260 tonales o combinaciones.
Debido a que 13 es un número primo, cada combinación del año
sagrado era única y no se repetía hasta que pasaba todo el ciclo de 260
días, tal como podemos comprobar en la siguiente tabla:
26
Dragón
1
8
2
9
3
10
4
11
5
12
6
13
7
Viento
2
9
3
10
4
11
5
12
6
13
7
1
8
Casa/ Noche
3
10
4
11
5
12
6
13
7
1
8
2
9
Lagartija
4
11
5
12
6
13
7
1
8
2
9
3
10
Serpiente
5
12
6
13
7
1
8
2
9
3
10
4
11
Muerte
6
13
7
1
8
2
9
3
10
4
11
5
12
Venado
7
1
8
2
9
3
10
4
11
5
12
6
13
Conejo
8
2
9
3
10
4
11
5
12
6
13
7
1
Agua
9
3
10
4
11
5
12
6
13
7
1
8
2
Perro
10
4
11
5
12
6
13
7
1
8
2
9
3
Mono
11
5
12
6
13
7
1
8
2
9
3
10
4
Hierba
12
6
13
7
1
8
2
9
3
10
4
11
5
Caña
13
7
1
8
2
9
3
10
4
11
5
12
6
Ocelote
1
8
2
9
3
10
4
11
5
12
6
13
7
Águila
2
9
3
10
4
11
5
12
6
13
7
1
8
Buitre
3
10
4
11
5
12
6
13
7
1
8
2
9
Movimiento
4
11
5
12
6
13
7
1
8
2
9
3
10
Pedernal
5
12
6
13
7
1
8
2
9
3
10
4
11
Lluvia
6
13
7
1
8
2
9
3
10
4
11
5
12
Flor/ Señor
7
1
8
2
9
3
10
4
11
5
12
6
13
Los 260 tonales o combinaciones del año sagrado.
La lectura es de arriba abajo y de izquierda a derecha.
Aquí vemos, en la columna de la izquierda, los nombres de los signos,
y en las columnas de la derecha, los números con los cuales se
combinaban, formando asociaciones como 1 Dragón, 2 Viento, 3 Casa, 4
Lagartija, etcétera.
En este mecanismo se basaba el cuarto principio del calendario, que
llamaremos Principio del Tonal o unidad binaria. Este afirma que la unidad
de medida del calendario mesoamericano era el tonal o kin, formado por la
combinación de uno de 13 números y uno de 20 signos. No existía un día
sin nombre, o días que se denominaran únicamente por su número o su
signo, como tampoco días que tuvieran varios números o signos; la
combinación de número y signo era el principio fundamental.
27
El año sagrado se formaba mediante la combinación de 13 números y 20 signos.
Las trecenas y veintenas comenzaban a rotar a partir de la primera
casa de cada una, formando la combinación 1 Dragón. La segunda
trecena comenzaba en la combinación 1 Ocelote, mientras que la segunda
veintena lo hacía en la combinación 8 Dragón. Así continuaban rotando
recíprocamente, hasta que se agotaban todas las combinaciones posibles
en un tonal al que los nahuas llamaban 13 Flor y los mayas 13 Señor. El
día siguiente comenzaba de nuevo el Tonalpowalli en la combinación 1
Dragón.
En este nivel de aplicación, el mecanismo era parecido al que nosotros
usamos, pues el calendario gregoriano también combina una serie de
números del 1 al 31 con los siete días de la semana para producir fechas
como Lunes 1, Martes 2, Miércoles 3, etcétera. Sin embargo, el
Tonalpowalli se distingue del mecanismo gregoriano por su perfecta
regularidad, característica que permite predecir con exactitud cuándo
caerá determinada fecha; por ejemplo, el día número 222 de la serie
siempre se llama 1 Viento. Dicha regularidad impedía que se le aplicaran a
este calendario ciertas soluciones improvisadas que padece el nuestro,
tales como la existencia de meses de diversa duración o la asincronía
entre las semanas y los meses.
Debido a que las combinaciones tenían una posición o número fijo,
podemos disponerlas en en la siguiente tabla, que es muy útil para
calcular las distancias entre los tonales:
1
2
3
4
5
28
6
7
8
9
10 11 12 13
Dragón
1
41 81 121 161 201 241 21 61 101 141 181 221
Viento
222 2
42 82 122 162 202 242 22 62 102 142 182
Casa/ Noche
183 223 3
Lagartija
144 184 224 4
Serpiente
105 145 185 225 5
Muerte
66 106 146 186 226 6
Venado
27 67 107 147 187 227 7
Conejo
248 28 68 108 148 188 228 8
Agua
209 249 29 69 109 149 189 229 9
Perro
170 210 250 30 70 110 150 190 230 10 50 90 130
Mono
131 171 211 251 31 71 111 151 191 231 11 51 91
Hierba
92 132 172 212 252 32 72 112 152 192 232 12 52
Caña
53 93 133 173 213 253 33 73 113 153 193 233 13
Ocelote
14 54 94 134 174 214 254 34 74 114 154 194 234
Águila
235 15 55 95 135 175 215 255 35 75 115 155 195
Buitre
196 236 16 56 96 136 176 216 256 36 76 116 156
Movimiento
157 197 237 17 57 97 137 177 217 257 37 77 117
Pedernal
118 158 198 238 18 58 98 138 178 218 258 38 78
Lluvia
79 119 159 199 239 19 59 99 139 179 219 259 39
Flor/ Señor
40 80 120 160 200 240 20 60 100 140 180 220 260
43 83 123 163 203 243 23 63 103 143
44 84 124 164 204 244 24 64 104
45 85 125 165 205 245 25 65
46 86 126 166 206 246 26
47 87 127 167 207 247
48 88 128 168 208
49 89 129 169
Esta tabla se usa como sigue: supongamos que queremos averiguar
en qué día cae el tonal 4 Movimiento de un año llamado 1 Caña. Primero,
localizamos el nombre del año en la tabla, buscando el signo de Caña en
la columna de la izquierda y el número 1 en la fila superior, lo que nos
lleva al número fijo 53. A continuación, buscamos el número del día,
ubicando el signo de Movimiento en la columna de la izquierda y el
número 4 en la fila superior, lo que nos lleva al número fijo 17. Para saber
cuántos días después de la caída del nombre del año (1 Caña) tuvo lugar
el tonal 4 Movimiento, contamos los tonales hay entre los números 53 y
17. Como el primero es mayor que el segundo, tenemos que restarle al
año sagrado el número de la combinación del año (260 – 53) y sumarle al
resultado el número de la combinación del día (207 + 17), lo cual nos da
un intervalo de 224 días.
29
El año sagrado plantea nuevamente el problema de la unidad del
calendario. Los investigadores que sostienen que hubo varios calendarios
en Mesoamérica, consideran que la secuencia de los tonales no era la
misma en todas partes, de modo que un mismo día recibía diferentes
denominaciones entre las diferentes comunidades de Anawak.
En cambio, quienes sostenemos que sí hubo unidad calendárica,
consideramos que el año sagrado se usó en todo el territorio y en toda la
historia de Anawak de una misma manera, produciendo tonales o fechas
idénticas para todos los pueblos. Alfonso Caso, quien era partidario de
esta idea, lo expresó asi, tomando como modelo las cuentas mexicas y
mayas:
“Según creemos, la correlación entre los años azteca y maya era
completa, no sólo en lo que se refiere a los días, sino también a la
posición de los meses.” (Nuevos datos para la correlación de los años
azteca y cristiano).
1.9
El mecanismo de año sagrado
El ciclo de las trecenas
Debido a que las combinaciones del año sagrado eran regulares, existía
una secuencia ordenada de las trecenas a través de las veintenas. La
primera trecena comenzaba en el signo de Dragón y abarcaba los
primeros 13 signos, hasta llegar al signo de Caña. La segunda comenzaba
en Ocelote y abarcaba hasta Muerte; como esta segunda trecena excedía
los signos de la primera veintena, ocupaba también los primeros seis
signos de la segunda veintena. La tercera trecena comenzaba en el signo
de Venado de la segunda veintena y se extendía por otros 13 signos, y así
sucesivamente. El mecanismo rotaba con perfecta regularidad hasta
agotar todas las combinaciones posibles, una vez que la trecena
completaba 20 vueltas.
Debido a su función, los signos que introducían a las trecenas recibían
en nawatl el nombre colectivo de Tonalpeuʼkayomeʼ, iniciadores de los
tonales9. La siguiente tabla muestra el orden en que rotaban.
9
Compuesto con el sustantivo Tonal, el verbo Peuʼka, iniciar, y el sufijo plural Meʼ.
30
El ciclo de las trecenas fue representado con frecuencia en los códices,
pues facilitaba los cálculos. Su uso es como sigue: imaginemos que
queremos saber en qué punto del año sagrado se encuentra la fecha 7
Flor/Señor, pero no tenemos a mano la tabla de las posiciones fijas. Lo
primero que hacemos es contar hacia atrás a partir de la combinación 7
Flor/ Señor, hasta llegar a la primera combinación de esa trecena, que es
1 Ocelote. Por lo tanto, 7 Flor/Señor es el séptimo grado de la trecena de
Ocelote. A continuación, vamos a la tabla de los signos introductores de
trecenas y comprobamos que la trecena de Ocelote es la segunda del año
sagrado. Esto nos permite extraer la siguiente expresión matemática: (1 x
13) + 7, es decir, una trecena transcurrida más siete tonales, cuya
sumatoria es igual a 20. En otras palabras: la combinación 7 Flor/Señor
ocupa la vigésima posición del Tonalpowalli.
Signo inicial de las 20 trecenas del año sagrado.
La secuencia de los signos identificadores de las trecenas también
servía para contar cualquier cantidad de días que estuviera conformada
por un número entero de veintenas más 13 días, como el intervalo de 73
días usado para sincronizar el año terrestre con el de Venus o el intervalo
de 18 993 días del “siglo” de 52 años.
El ciclo de las veintenas
Con las veintenas también se establece una precisa regularidad, sólo que,
en este caso, los que rotan son los 20 signos a través de los 13 números.
Si partimos de la combinación 1 Dragón, el último signo de la veintena,
Flor/Señor, estará asociado con el número 7 de la segunda trecena, pues
13 + 7 = 20. Por lo tanto, la segunda veintena iniciará en el número 8, la
tercera en el 2, la cuarta en el 9 y así sucesivamente, hasta agotar los 13
números, en el siguiente orden:
Veintena
1ª
2ª
3ª
4ª
5ª
6ª
7ª
8ª
9ª 10ª 11ª 12ª 13ª
Numero inicial
1
8
2
9
3
10
4
11
5
12
6
13
7
El mecanismo de las 13 veintenas también fue representado con
frecuencia en los códices, como podemos ver en la lámina 53 del Códice
Borgia, en la cual aparece el signo de Dragón acompañado de los 13
números en el orden antes descrito.
31
Sucesión de las veintenas del año sagrado, lámina 53 del Códice Borgia.
La lectura comienza abajo a la derecha.
El Tonalpowalli tenía 33 combinaciones cargadoras: 20 de trecena y 13
de veintena. Sin embargo, los cargadores de la primera veintena y la
primera trecena se sintetizaban en el mismo tonal: 1 Dragón.
Como ya mencionamos, la combinación que introducía a una trecena o
veintena le daba sus atributos a todo el ciclo. Por ejemplo, los 13 días de
la trecena comenzada en 1 Ocelote adquirían los atributos de este animal
(fuerza, ferocidad, visión nocturna, etcétera), mientras que la veintena
comenzada en 3 Dragón adquiría los atributos del número 3 (armonía,
dinamismo). Debido a que la función de la combinación introductora era
“cargar” o presentar a las que le seguían dentro de su correspondiente
ciclo, dicha combinación recibía en nawatl el nombre de Tlameme,
cargador, y en maya los de Ajtok, presentador, Ajkuch, cargador, y
Bakab, sostenedor.
Este mecanismo nos presenta el quinto principio calendárico, al que
llamaremos Principio del Cargador. Afirma que todo ciclo recibía la
denominación de una de sus unidades componentes, que le transfería sus
atributos. No había un ciclo superior al año sagrado que no se denominara
con arreglo a este principio. El cargador y la combinación son los
conceptos centrales de este calendario.
Sucesión de las trecenas, lámina 56 del Códice Borgia.
Los signos se leen en zigzag, comenzando abajo a la derecha.
1.10
Las resonancias astronómicas
del año sagrado
El año sagrado contenía diversas estructuras internas que permitían a los
astrónomos de Anawak calcular los ciclos de los planetas visibles con gran
economía de esfuerzo. Tal característica ha llevado a algunos
investigadores a sugerir que, en realidad, el bloque de 260 días no surgió
en forma mecánica, como producto de la rotación recíproca de las
32
trecenas y veintenas, sino que fue deliberadamente creado como
herramienta de cálculo, a partir de la reducción de los movimientos
celestes a sus múltiplos comunes. En esta lección estudiaremos algunas
de las estructuras internas del Tonalpowalli que parecen corroborar la
hipótesis del origen astronómico.
Las mitades
La organización más simple del año sagrado era en mitades o bloques de
130 tonales. Tales mitades permitían sincronizar con gran aproximación el
año sinódico o aparente de Venus (redondeado en 584 días), al rotar en
combinación con las novenas. El mecanismo funcionaba así: en 130 días
caben 14 novenas y sobran cuatro días. Por lo tanto, los señores de la
noche que “cargaban” o introducían a las mitades del Tonalpowalli se iban
desplazando a través de la novena con saltos de cuatro puntos, en la
siguiente secuencia: 1, 5, 9, 4, 8, 3, 7, 2, 6. Al participar todos los señores
en la introducción de las mitades, se formaba un ciclo de 9 mitades,
equivalentes a 1 170 días (9 x 130), cantidad que es apenas dos días
mayor que dos años sinódicos de Venus.
Según aparece en las primeras ocho láminas de los códices Cospi y
Borgia, estas mitades, a su vez, tenían una estructura interna formada por
grupos de siete y nueve días que, en ambos códices, están separados por
huellas de pies. Lo notable es que tales bloques no se alternan de uno en
uno, como cabría esperar, sino que antes se multiplican por sí mismos,
formando paquetes alternos de siete semanas más nueve novenas, es
decir, 72 + 92 = 49 + 81 = 130. Tan complejo diseño tiene dos propiedades
astronómicas:
1ro. Permite sincronizar las novenas y semanas con el año terrestre del
siguiente modo: si alternamos 11 veces bloques de 81 y 49 tonales [(6 x
81) + (5 x 49)], el resultado son 731 tonales o, lo que es igual, dos años
terrestres más medio día, un lapso de tiempo que es muy cercano a la
secuencia de nueve veces nueve novenas (93 = 729).
2do. Permite sincronizar las novenas y semanas con el año sinódico de
Venus, pues la alternancia de la novena al cubo con nueve semanas al
cuadrado es igual a 1 170 días [(9 x 81) + (9 x 49)], apenas dos días
superior a dos años venusinos.
Como vemos, en ambas sincronizaciones están involucradas
cantidades cuadradas y cúbicas, lo que nos lleva a preguntarnos si acaso
el recurso matemático de la exponenciación será un principio de este
calendario hasta hoy desconocido.
33
División de los 365 días del año sagrado en mitades,
cuartos simétricos y cuartos asimétricos.
Los cuartos
Probablemente, la principal estructura interna del año sagrado es su
división en cuartos. Fue notada por un cronista del área zapoteca, quien
escribió:
“El régimen de su año se compone de 260 días, y estos... se dividen en
cuatro tiempos o rayos, cada uno... de 65 días, que todos
ajustan.” (Gonzalo de Balsalobre, Relación Auténtica de las Idolatrías de
los Indios del Obispado de Oaxaca)
Los zapotecas llamaban a los cuartos de Tonalpowalli Gusio, rayo,
pero en la actualidad se conocen como “cocijos”, por causa del nombre
colectivo de sus deidades cargadoras. Aparentemente, el término Gusio es
una traducción del nawatl Tonalmitl, rayo, pues este último término
también se traduce como el ordenamiento radial de los tonales (de Mitl,
flecha, rayo), lo cual describe la orientación de los cuartos del año sagrado
hacia los rumbos cardinales. No obstante, debo aclarar que no he
encontrado el nombre nawatl de este ciclo en las fuentes que he podido
consultar.
Cada rayo se organizaba en cinco trecenas o 13 quintanas (5 x 13 =
65). Debido a que dicha sincronización no deja residuos, cada uno
comenzaba en el primer día de la trecena. Sin embargo, si dividimos 65
entre 20, queda un residuo de cinco días, lo cual significa que cada rayo
era cargado por un signo de la veintena con saltos de cinco puntos, en el
siguiente orden: Dragón, Muerte, Mono y Buitre.
A semejanza de otras periodicidades de este calendario, las
combinaciones cargadoras ordenaban los cuartos del año sagrado hacia
los rumbos cardinales, poniéndolos bajo la tutela de los dioses
correspondientes, cuyos nombres en nawatl eran:
Rumbos y patronos divinos de los cuartos del Tonalpowalli.
Un aspecto notable de esta estructura es que, en combinación con el
ciclo de los nueve señores de la noche, permitía calibrar el año sinódico o
aparente de Venus. El procedimiento era como sigue: debido a que en 65
días caben siete novenas y sobran dos días, los señores nocturnos
introductores de los rayos daban saltos de dos puntos, en el siguiente
orden: 1, 3, 5, 7, 9, 2, 4, 6, 8. Por lo tanto, el ciclo abarcaba un total de
34
nueve rayos o 585 días (65 x 9), lo cual es apenas un día más largo que el
año venusino.
Pero, el valor astronómico de los rayos no se detiene ahí, pues también
servían para sincronizar los años sinódicos de Mercurio y Marte, del
siguiente modo: puesto que el año sagrado tenía cuatro cuartos y el año
de Venus nueve, para que, de nuevo, coincidieran ambos ciclos, tenían
que transcurrir 36 rayos (4 x 9) o 2 340 días (65 x 36), lapso de tiempo
equivalente a:
• Cuatro años sinódicos de Venus más cuatro días.
• 20 años de Mercurio según el cálculo mesoamericano de 117 días.
• Tres años sinódicos de Marte, de 780 días cada uno.
Los quintos
Otra subestructura importante del año sagrado era su quinta parte, un
bloque de 52 días del que no se conserva el nombre, pero que llamaremos
“quinario”. Los cargadores o tonales introductores de estos bloques se
calculan como sigue: debido a que la división de 52 entre la trecena no
deja residuos, el quinario comenzaba siempre en el primer día de la
trecena. Sin embargo, como la división de 52 entre 20 deja un residuo de
12, cada quinario comenzaba 12 signos después que el anterior,
generando los siguientes cargadores: 1 Dragón, 1 Caña, 1 Serpiente, 1
Movimiento y 1 Agua.
El quinario adquiría un sentido astronómico al combinarse con las
novenas pues, en 52 días, los señores nocturnos daban cinco vueltas y
sobraban siete días. Eso significa que los quinarios eran presentados por
los nueve señores con saltos de siete puntos, en el orden: 1, 8, 6, 4, 2, 9,
7, 5, 3, lo cual creaba una recurrencia de nueve quinarios o 468 días, en la
que caben cuatro años sinódicos de Mercurio.
Otra propiedad de este ciclo es que constituye la séptima parte del año
terrestre (52 x 7 = 364), lo que establece la siguiente equivalencia: siete
años sagrados corresponden a cinco años terrestres menos cinco días. En
otras palabras: el bloque de siete años sagrados tenía la virtud de
comenzar en el primer día de la primera veintena del primer año civil, y
terminar en el último día de la última veintena del quinto año.
El ciclo de Marte
Por último, estudiaremos una periodicidad que contiene una resonancia
astronómica de primer orden: el ciclo de tres años sagrados o 780 días (3
x 260), igual en extensión al año sinódico del planeta Marte. Algunos
35
investigadores consideran que este sincronismo es casual; otros, al
contrario, lo interpretan como el origen mismo del Tonalpowalli. Lo cierto
es que, después de siglos de observación del cielo, los anahuacas no
pudieron dejar de notar que, cada vez que regresaba una combinación
dada, Marte había caminado un tercio promedio de su órbita aparente, lo
cual les permitía calcular su posición aún sin hacer observaciones directas
o sistemáticas.
En este lapso de 780 días, los nueve señores nocturnos daban 86
vueltas y sobraban seis puntos, lo cual implica que, los únicos señores
que podían presentar a los años de Marte eran los número 1, 7 y 4. Esta
secuencia genera un ciclo de tres sinódicos marcianos o 2 340 días, cuyo
interés astronómico ya conocimos con respecto al mecanismo de los
rayos.
Otro uso astronómico del año aparente de Marte derivaba de su
correlación con el año terrestre a través del quinto del año sagrado. Ya
sabemos que, en el año de la Tierra caben siete quinarios o bloques de 52
días, mientras que en el de Marte caben 15 (es decir, dos años terrestres
más un quinario). Para que ambos ciclos se sincronizaran, tenían que
transcurrir siete años marcianos o 15 terrestres, con un total de 5 460
días. Esto es prácticamente igual a 185 lunaciones y constituía una forma
excelente de sincronizar el año sagrado con la Luna.
Una característica notable de los cálculos que hemos estudiado en esta
lección es que, excepto en el caso del año marciano, eran los nueve
señores nocturnos, en combinación con los múltiplos y submúltiplos del
Tonalpowalli, los que permitían llegar a finas aproximaciones a los ciclos
de los planetas visibles. Puesto que la novena no formaba parte del año
sagrado ni participaba en la elaboración de los tonales o en el ajuste del
año terrestre, llegamos a la conclusión de que esta periodicidad fue
creada ex profeso para facilitar los cálculos astronómicos.
36
Segunda Parte
El año civil
2.1
La estructura del año civil
Como otras culturas de la tierra, los mesoamericanos trataron de descifrar
los movimientos del cielo. Después de paciente investigación,
consiguieron medir la duración del año solar, es decir, el año basado en la
sucesión de las estaciones. Es probable que, al principio, calcularan dicha
duración en forma aproximada; quizás, una muestra de ese momento
inicial es la versión calendárica vigesimal, con años de 400 días.
Posteriormente, ese número se fue afinando y se redujo a un bloque de
360 días que tal vez sea el prototipo de los años de la Cuenta Larga. Pero,
en algún momento temprano de la historia, un astrónomo hizo un cálculo
más refinado y descubrió que, en realidad, el ciclo solar no se podía
computar en un número exacto de veintenas porque, al final, quedaba un
residuo de cinco días. Así surgió el año de 365 días al que los mayas
llamaron Jaab, los nahuas Shiwitl y los zapotecas Isa.
Las evidencias directas más antiguas de este tipo de año pertenecen a
la cultura zapoteca y son unas estelas de los siglos 7 y 6 antes de Cristo.
El buen nivel de confección de dichas estelas sugiere que heredaron una
tradición de varios siglos, lo cual nos lleva a suponer que el año solar es
un descubrimiento de la época olmeca, o quizás anterior.
En esas estelas, el glifo del año consiste en el signo de la veintena (un
círculo con una cruz en su interior) colocado sobre una banda frontal que
indica condición de autoridad. Sobre dicha composición, hay dos
triángulos cruzados o superpuestos que representan el tiempo.
Posteriormente, este glifo se fue sintetizando y, en el Período Postclásico
(siglos 11 al 16 d. C.), quedó reducido a la banda y los triángulos.
Jeroglífico del año civil conformado por los glifos de la veintena,
la banda y los triángulos. Estelas zapotecas.
Fecha zapoteca con el glifo del año, estela de Monte Albán.
Astrónomo con el glifo del doble triángulo, estela mixteca.
37
Evolución del glifo del año solar. Variantes en murales y relieves teotihuacanos.
Sucesión de los jeroglíficos del año y la veintena en vasos mayas.
La evolución iconográfica de dichos triángulos, tal como se puede
seguir en los murales y relieves de Teotihuacan, muestra que su origen fue
una primitiva forma de descomponer el cubo. Parece que, en la
imposibilidad de representar directamente la cuarta dimensión (el tiempo),
los cronólogos mesoamericanos la aludieron a través de las otras tres,
esquematizadas en el cubo. Al girar, el cubo se transformó en hexágono y
este se descompuso en tres triángulos que, posteriormente, se redujeron a
dos y formaron una estrella de seis puntas. A su vez, la estrella fue atada
con una banda en señal de contracción periódica y perdió su mitad inferior.
El glifo resultante llegó a ser imagen de los ciclos en general, del año en
particular y emblema del gremio de los sacerdotes.
A fin de manejar el año más fácilmente, los anahuacas lo dividieron en
secciones. La escritura del número 365 en el sistema vigesimal se
realizaba colocando un 18 encima y un cinco debajo. Quienes diseñaron la
estructura del año simplemente reflejaron la de la cantidad, pues lo
organizaron en 18 veintenas a las que añadieron un paquete final de cinco
días. Este hecho indica que la evolución del calendario fue paralela a la
del sistema numérico por posiciones.
Un asunto importante a tener en cuenta es que la veintena del año
sagrado es una representación ideal del bloque de 20 días. Se trata de
una veintena teórica llamada en maya Kalkin, veinte días, y en nawatl
Sempoalkalli, veinte casas, que, en ciertas épocas, coincidió con la
veintena del año civil, pero en otras no. En cambio, la veintena aplicada al
año era una duración concreta, llamada en nawatl Metstli, en maya Winal
y en zapoteca Beo, Bio.
Debido a que estos términos significan luna o relativo a la luna, algunos
investigadores consideran que el origen de la veintena es una contracción
del mes lunar. Sin embargo, esos nombres también se traducen de otra
manera; Metstli es la pierna humana o animal, Winal es lo relativo a la
persona y la raíz Be significa persona. La conclusión es que el nombre del
mes civil mesoamericano deriva de los 20 dedos del cuerpo; el glifo lunar
con el que se representaban es sólo una asociación fonética.
A diferencia de las veintenas del año sagrado, que se sucedían de
forma continua, las del año solar se interrumpían por el añadido del
paquete final de cinco días. Esta estructura nos presenta la primera regla
operativa del calendario, según la cual, cada 18 veintenas se introducía
una quintana supernumeraria para efectuar el primer grado de ajuste
astronómico (365 días por año).
38
El bloque final de cinco días se llamaba en maya Wayeb, excedentes,
y en zapoteca Kicholla, faltantes. Su nombre nawatl, Nemontemi, por lo
general se traduce en vano o llenos de nada, pero, de hecho, se compone
del adverbio Nemi, faltante, y el verbo Temi, llenar, completar, unidos por
la partícula ligativa On, de modo que su traducción literal es los (días)
faltantes para completar. Este período se consideraba nefasto, pues
rompía la regularidad de las veintenas, como dice un canto ritual maya:
“Ha llegado el momento aciago, los días que no caben (en la veintena),
en los cuales los dioses evalúan los pecados de la gente.” (Cantares de
Dzitbalché)
Estos cinco días se simbolizaban mediante el glifo de la quintana,
circunstancia que permite correlacionar las quintanas con las veintenas del
año, según estudiamos en la lección 1.5.
Para terminar esta lección, mencionemos una cuestión sobre la que
discuten los investigadores. Como podemos comprobar en la siguiente
lista, casi todos los nombres nahuas de las veintenas, y algunos mayas y
zapotecas, están relacionados con elementos agrarios como los frutos de
la tierra, el ciclo del agua, los animales y genios patronos de la lluvia, las
fiestas de invocación y agradecimiento por las cosechas, etcétera; a lo que
se añade que el nombre nawatl del año también significa hierba y
estación. Todo lo cual indica que el año solar tuvo un uso agrario, y
probablemente es supervivencia de un antiguo calendario agrícola.
Sin embargo, a medida que la sociedad mesoamericana se iba
haciendo más compleja y comenzaban a surgir clases sociales que no
estaban directamente vinculadas con el agro, el cómputo del tiempo se fue
desligando de su origen rural y comenzó a incorporar nuevos significados,
en respuesta a las necesidades de la vida urbana. La principal de estas
dimensiones fue el ciclo de los 260 tonales.
En la época del esplendor de los olmecas, un milenio antes de Cristo,
el calendario distaba de ser una herramienta campesina; por el contrario,
se había transformado en símbolo de status, apareciendo en relación con
las biografías reales o míticas de los gobernantes, una costumbre que
llegó a su apogeo durante el Período Clásico (siglos 1 a. C. a 6 d. C.), con
las deslumbrantes estelas mayas. Desde ese momento y hasta la llegada
los españoles, el ciclo solar de 365 días se empleó principalmente para
fechar eventos históricos y en asuntos relacionados con la organización de
la sociedad; es por ello que, en estas lecciones, le llamamos “año civil”.
Jeroglíficos de las veintenas en nawatl, maya y zapoteca.
39
2.2
Los segmentos del año civil
Las mitades
Además de organizarse en 18 veintenas más cinco días, el año civil
contenía otras estructuras surgidas como consecuencia de su división por
los números 2, 4, 5 y 7. Y, tal como ocurría con las subestructuras del
Tonalpowalli, los segmentos del año civil, multiplicados entre sí o por la
novena, tenían resonancias astronómicas.
La división más simple del año era en mitades o bloques de 182,5 días.
Queda justificada por las características del clima del Altiplano de México,
que sólo tiene dos estaciones llamadas en nawatl Tonalko, caliente (el
período de seca), y Shopanko, fecundo (el período de lluvia).
Como indican esos nombres, el uso principal de las mitades era para
regular las cosechas; sin embargo, también tenían interés calendárico.
Veamos un ejemplo: hacia el fin de la época de los mexicas, los ascensos
del Sol y las Pléyades al centro del cielo ocurrieron con intervalos de
medio año, de modo que resultaba muy fácil calcularlos; bastaba con
contar 14 trecenas a partir del día en que el Sol no da sombra para saber
que había llegado el tiempo de celebrar el Fuego Nuevo, señalado por el
ascenso de las Pléyades. A su vez, 14 trecenas después del Fuego Nuevo
tocaba celebrar la fiesta del calendario, señalada por el ascenso del Sol.
Las mitades del año civil tenían un curioso comportamiento respecto a
los tonales, que generaba dos periodicidades secundarias. La primera se
formaba del siguiente modo: al redondear el año a 14 trecenas o 182 días,
cada mitad comenzaba en el mismo número de la trecena, pero con saltos
de dos signos de veintena, pues 182 entre 20 deja un residuo de dos. En
consecuencia, había diez signos introductores de las mitades del año, los
cuales marcaban un ciclo de 1 820 días (182 x 10), equivalentes a cinco
años calculares de 364 días. Tal quinquenio tenía resonancias
astronómicas, como veremos al final de esta lección.
La otra periodicidad se formaba al redondear la mitad del año en 183
días. En este caso, cada mitad comenzaba en el número siguiente de la
trecena, de modo que los 13 números participaban en su denominación,
dando saltos de tres en tres por los signos de la veintena. Esto generaba
un ciclo de 13 x 20 mitades, equivalente a 130 años y 99 días. Aunque
dicha duración no aparece registrada en las fuentes, es importante para el
ajuste astronómico del año, pues equivale al tiempo necesario para que la
40
aplicación del bisiesto acumule un error de un día. Estudiaremos más al
respecto en la tercera parte de este curso.
Bloques de 182 días, Códice Dresden.
Se han reconstruido los glifos mayas y añadido sus equivalentes nahuas.
Los cuartos
Si bien las estaciones no son nítidas en la mayor parte de México, los
anahuacas también dividieron el año en cuartos por razones simbólicas y
astronómicas, según reportó un cronista anónimo:
“Ellos dividen el año en cuatro partes, como nosotros.” (Teogonía e
historia)
Tales cuartos, de 91 días cada uno, se originan en la rotación
combinada de las semanas y las trecenas (7 x 13 = 91). Al parecer, tanto
su número como su origen fueron representados en la pirámide mayor de
Chichen Itzá, dedicada a Kukulkan, la serpiente emplumada. Dicho
monumento posee cuatro escaleras, cada una de 91 escalones,
orientadas de tal modo que, dos veces al año, durante los equinoccios, las
sombras de sus plataformas, proyectadas en las alfardas de las escaleras,
crean siete triángulos luminosos y seis oscuros. Este diseño simula el
descenso y ascenso de una serpiente, lo cual no sólo tiene un sentido
religioso, sino también calendárico, pues la serpiente de 13 triángulos
representaba al trecenio - un bloque de gran importancia que
estudiaremos adelante.
La sincronización de la pirámide de Kukulkan con los equinoccios
sugiere que los cuartos del año estaban demarcados por los equinoccios y
los solsticios, fenómenos que los anahuacas conocían bien. También
indica que estos bloques eran periódicamente rectificados mediante la
introducción de días, a fin de que continuaran siendo astronómicamente
efectivos, pues existe una diferencia entre la suma de los cuatro cuartos
(364 días) y la duración real del año (365.2422 días).
Sin embargo, también hay evidencia de que, en forma paralela a la
anterior, los mesoamericanos llevaban una cuenta de bloques de 91 días
sin rectificación astronómica, pues sólo así se explica el ciclo de 819 días
descubierto por el mayista Erick Thomson en las estelas mayas del
Período Clásico. El origen de esta periodicidad es como sigue: en 91 días
los señores de la noche dan diez vueltas y sobra un día; por lo tanto, los
cuartos de año son presentados por los nueve señores en secuencia. Esto
forma un ciclo de nueve cuartos u 819 días en los cuales se sincronizan
tres de los ciclos básicos del calendario: la semana, la novena y la trecena
41
(7 x 9 x 13 = 819), simbólicamente relacionados con la tierra, el
inframundo y el cielo.
Pirámide de Kukulkan, Chichen Itzá. Algunos elementos calendáricos de su diseño.
Según ha demostrado el investigador Gerardo Aldana, el ciclo de 819
días se utilizaba en eventos sociales como la entronización de reyes y la
rotación de los cargos públicos. Pero también tenía cualidades
astronómicas que, sin dudas, fueron aprovechados por los sacerdotes
para vincular las actividades humanas con el cielo; entre ellas:
• En ese lapso caben siete años sinódicos de Mercurio, según la
medida mesoamericana.
• Es apenas tres días superior a la conjunción de Marte y Júpiter.
• Su quíntuplo permite calcular el año sinódico de Venus con buena
aproximación, pues 5 x 819 = 7 x 585.
• Este lapso sirve para calcular y relacionar los ciclos sinódicos de
Júpiter y Saturno, de 378 y 399 días respectivamente, pues comparte con
ambos un mínimo común múltiplo: 21.
Otras propiedades del ciclo de 819 días derivan de su relación con las
trecenas y las veintenas. Puesto que 819 es múltiplo de 13, cada bloque
era introducido por el primer número de la trecena; pero, al dividirlo por la
veintena, queda un residuo de 19, lo que implica que los 20 signos
participaban en su presentación, en conteo regresivo. Esto creaba un ciclo
de 16 380 días (819 x 20) en el cual, no sólo se sincronizaban la semana,
la novena, la trecena y la veintena (7 x 9 x 13 x 20 = 16 380), sino que
también permitía medir las siguientes duraciones:
• 140 años sinódicos de Mercurio.
• 28 sinódicos de Venus redondeados en 585 días.
• 45 años calculares (de 364 días).
• 21 sinódicos de Marte.
• 41 sinódicos de Júpiter redondeados en 399,5 días.
Los quintos
A pesar de que quedó profusamente representado en los trazos de las
pirámides y ciudades de Anawak, el quinto de año civil o bloque de 73 días
fue detectado en tiempos recientes y no se conoce su nombre propio. Su
principal virtud es que permite sincronizar el año de la Tierra con el de
Venus, pues es múltiplo común de ambos: cinco quintos son 365 días y
ocho quintos, 584 días.
42
El quinto se representaba mediante un pentaclo o estrella de cinco
puntas inscrito en el círculo del año, razón por la cual este signo llegó a
ser el emblema mesoamericano de Venus, tanto en sentido religioso como
astronómico.
Ahora bien, si ponemos a rotar recíprocamente paquetes de cinco y
ocho quintos de año civil, se empatarán una vez transcurridos 40 quintos o
2 920 días. Dicha cantidad equivale a:
• 5 años sinódicos venusinos.
• 8 años terrestres.
• 13 períodos orbitales venusinos10 .
• 25 sinódicos de Mercurio ajustados a 116,8 días.
• 99 lunaciones.
incronismo de los años terrestre y venusino, relieve maya.
Relación entre 8 años terrestres y 5 años venusinos. Relieve maya, Chichen Itzá.
La relación 5:8 fue aludida de diversos modos en los monumentos de
Anawak. Por ejemplo, en un relieve maya aparece en forma de dos ruedas
dentadas de cinco y ocho engranes, que flanquean una representación de
Venus en su paso por el inframundo.
Debido a que el ciclo de 73 días no tiene múltiplo común con la trecena
y la veintena, tanto los 20 signos como los 13 números participaban en su
presentación, los números en la secuencia 1, 9, 4, 12, 7, 2, 10, 5, 13, 8, 3,
11, 6, y los signos en la misma secuencia que los cargadores de la
trecena, ya que 73 tiene un excedente de 13 días sobre un número entero
de veintenas. Esto establece las siguientes periodicidades:
• Respecto a la trecena, se forma un ciclo de 13 quintos o 949 días (73
x 13) equivalente a un año terrestre más uno venusino (365 + 584).
• Respecto a la veintena, el ciclo abarca 20 quintos o 1 460 días, es
decir, 4 años solares (4 x 365).
• Combinados, ambos ciclos hacen período a los 18 980 días (13 x 20 x
73), equivalentes a 73 años sagrados o 52 civiles, como analizaremos con
más detalle dentro de dos lecciones.
Los séptimos
10
El ciclo de traslación de Venus es de 224,7 días. No está claro si los anahuacas lo
calcularon, pues ello hubiera requerido una noción de astronomía heliocéntrica. Pero la
relación 5:8:13 parece demasiado significativa como para que la hayan pasado por alto.
43
La séptima parte de un año civil dura 52 días. Ya conocimos este bloque,
al que llamamos “quinario”, pues divide al año sagrado en cinco partes
iguales. También aprendimos que este ciclo permite sincronizar el año
sagrado con el civil, al ser múltiplo de ambos: 5 x 52 = 260, mientras que 7
x 52 = 364. Pero sus propiedades no terminan ahí.
Si ponemos a rotar un paquete de cinco ciclos de 52 días con otro de
siete ciclos, se volverán a empatar a los 35 ciclos o 1 820 días, habiendo
transcurrido siete años sagrados, equivalentes a cinco años civiles menos
cinco días. Este lapso tiene una preciosa resonancia interna, por lo
siguiente:
• Se forma por la multiplicación de la semana por la trecena por la
veintena (7 x 13 x 20).
• Equivale a la sucesión de 20 cuartos de año civil (20 x 91), lo cual
corresponde al hecho de que los cuartos son presentados por todos los
signos de la veintena.
• Su triplo permite medir con exactitud siete años marcianos (3 x 1 820
= 7 x 780 = 5 460).
También aprendimos en una lección pasada que los bloques de 52 días
eran presentados por los nueve señores de la noche, estableciendo un
ciclo de 468 días (9 x 52). Ahora bien, si ponemos a rotar dicha duración
con los siete séptimos del año, se volverán a empatar una vez
transcurridos 3 276 días (7 x 9 x 52), cantidad que posee una notable
cualidad: es igual a la suma de los cubos de 7, 9 y 13, más una semana
(73 + 93 + 133 = 3 269). Por si esto fuera poco, el ciclo de 3 276 días
sincroniza las siguientes duraciones:
• 9 años calculares de 364 días.
• 28 sinódicos mercurianos.
• 111 lunaciones.
• 4 conjunciones de Marte y Júpiter redondeadas a 819 días.
2.3
Los cargadores de los años civiles
En cierto momento temprano en la historia, a algún sabio mesoamericano
se le ocurrió combinar el año civil con el año sagrado. Esta simbiosis fue
44
muy apropiada, pues el año civil puso la duración (365 días), mientras que
el sagrado proporcionó los nombres de los días (260 tonales).
Pero, ¿cómo se consiguió que cada día del año tuviera su propio
nombre, si sólo había 260 nombres a disposición? Haciendo que el año
sagrado rotara a través del civil de modo análogo a como las trecenas
rotaban por las veintenas. El mecanismo funcionaba así: imaginemos que
el día inicial de cierto año civil llevó el nombre de la primera combinación:
1 Dragón. Una vez que transcurrieron los primeros 260 días del año, se
acabaron todas las combinaciones, de modo que el día 261 se llamó de
nuevo 1 Dragón. 104 días más tarde se acabó ese año y comenzó el año
siguiente en la combinación 2 Muerte, y así sucesivamente.
Pero había un problema: mientras que el año sagrado era exactamente
divisible en veintenas, el año civil no lo era ya que, al final, quedaba un
residuo de cinco días; por lo tanto, las veintenas fijas del año civil no eran
sincrónicas con los las veintenas rotativas del año sagrado. ¿Cómo se
resolvió dicha asincronía? En lugar de tratar de eliminarla, ya fuera
ignorando o contando aparte los cinco días, los sabios anahuacas la
aprovecharon, convirtiéndola en la base de un mecanismo de formación
de ciclos superiores.
Este asunto ha suscitado mucha discusión, por lo que vale la pena
hacer un poco de historia. Hacia la década de 1740, el historiador
mexicano Mariano Veytia, confundiendo las veintenas del año civil con las
del año sagrado, interpretó que el año civil y cada una de sus veintenas
debían comenzar siempre en el signo de Dragón. Para que ello fuera
posible, no le quedó más remedio que detener el consecutivo del
Tonalpowalli durante los cinco días finales del año. Al dejar fuera esos
incómodos días, redujo el año, de 365 a 360 días, cantidad que era un
múltiplo exacto de la veintena, de modo que el año siguiente pudiera
recomenzar en Dragón.
Esta interpretación fue aceptada durante mucho tiempo y quedó
plasmada en 1880 en una obra importante para el despertar de la
conciencia nacionalista mexicana, llamada “México a través de los Siglos”.
Es de dicha obra de donde los actuales grupos de la tradición mexica han
tomado sus ideas sobre el calendario. Siguiendo las sugerencias de
Veytia, ellos saltan los días finales del año, contándolos aparte y
considerando que su acumulado constituye una rueda calendárica “extra”
de 273 días físicos, pero sólo 260 tonales.
Sin embargo, el descubrimiento de nuevas evidencias arqueológicas y,
sobre todo, la traducción de las crónicas redactadas en yucateco y nawatl
por los informantes nativos, ha permitido rectificar esa interpretación. Hoy
se sabe que los antiguos mexicanos no interrumpían el consecutivo del
45
Tonalpowalli con motivo de los días finales del año; al contrario, lo
contaban de corrido, generando el siguiente dinamismo: supongamos que
cierto año comenzó en el tercer signo de la veintena, llamado Casa; por
causa del recorrido de los días finales del año, el siguiente comenzó cinco
días después, en Conejo; el tercero lo hizo en Caña y el cuarto en
Pedernal; el quinto año comenzó de nuevo en el signo de Casa. Estos
cuatro signos introductores son llamados los “cargadores” del año; debido
a que están regularmente espaciados a través de rueda de la veintena, a
su conjunto le llamaremos “una cruz de cargadores”.
Tanto el mecanismo que da origen a los cargadores como su nombre
quedaron recogidos en las fuentes, según vemos en la siguiente cita:
“Acabándose las dieciocho veintenas se han de contar cinco días
excedentes siguiendo el consecutivo de los nombres, y al sexto número
cae el Cargador (Kuchjaab) del año que entra.” (Chilam Balam de Mani)
Durante el Período Postclásico, entre los siglos 11 y 16 después de
Cristo, la cruz de cargadores vigente en casi todo el territorio
mesoamericano se componía de los signos de Casa, Conejo, Caña y
Pedernal, en ese orden; sólo en estos signos podían comenzar los años,
como afirma un códice mexica:
“Es de notar que siempre comienza el año en un día de cuatro: en uno
que llaman Acatl (caña) y de allí toma nombre, o en otro que llaman Calli
(casa) y de allí toma nombre, o en otro que llaman Tecpatl (pedernal) y de
allí toma nombre, o de otro que llaman Tochtli (conejo) y de allí toma
nombre.” (Códice Magliabecchi)
Los cargadores de trecena saltan de 1 en 1; los cargadores de veintena saltan de 5 en 5.
La razón matemática de este mecanismo es la siguiente: si dividimos
365 entre 20 queda un residuo de cinco; y, si dividimos la veintena entre
dicho residuo, el resultado son cuatro signos.
Si el año comenzaba en uno de cuatro signos, entonces las veintenas
también lo hacían. Esto no es sólo una inferencia lógica del mecanismo
antes descrito, sino un hecho reportado por los cronistas:
“Los meses todos comenzaban en la misma figura en que comenzaba
el año. Pasados cuatro años, comenzado cada uno en su propio día,
vuelven al primer año y primer día.” (Motolinia, Memorial)
Esta estructura permite definir la segunda regla operativa del
calendario, según la cual, todas las veintenas del año civil, así como el
bloque de cinco días finales, comenzaban siempre en el mismo signo que
le daba nombre al año.
46
¿Cómo se comportaban las trecenas en este mecanismo? Para
averiguarlo, hay que dividir 365 entre 13; el resultado son 28 trecenas y
sobra un día. Por lo tanto, si un año comenzaba en el primer día de la
trecena, el siguiente lo hacía en el segundo, el otro en el tercero y así
sucesivamente, hasta agotar los 13 números.
La combinación de los cuatro signos y los 13 números introductores del
año producía una secuencia de cargadores; continuando con el ejemplo
de los años postclásicos o “mexicas” tenemos que, si un año comenzó en
el tonal 1 Casa, el siguiente lo hizo en 2 Conejo, el tercero en 3 Caña y el
cuarto en 4 Pedernal; el quinto año cayó de nuevo en el signo de Casa,
acompañado del número 5. Ese trecenio concluyó en un año comenzado
en la combinación 13 Casa, de modo que el siguiente trecenio comenzó
en 1 Conejo, y así sucesivamente.
Las series de cargadores aparecen con frecuencia en los códices que
tratan sobre asuntos históricos y genealógicos, pues eran un modo muy
expresivo de describir el paso del tiempo. En lugar de escribir: “de tal a
cual año”, el escriba dibujaba todos los cargadores en la secuencia
correcta, apuntando al margen los eventos destacados que hubieran
ocurrido en dicho año.
Debido a que existía un número relativamente grande de cargadores
anuales, la versión calendárica civil no necesitaba denominar a los años
mediante un consecutivo numérico lineal a partir de un punto cero, tal
como hacemos en la actualidad, pues bastaba con mencionar el nombre
del año para ubicarlo dentro de su contexto histórico inmediato. Para
contextos más largos se usaba otro tipo de señalización, como veremos
adelante.
Secuencia de los 15 años transcurridos entre 1 Casa y 2 Caña,
con la señalización del año en que se celebró el atado de los Fuegos Nuevos.
La lectura comienza abajo a la izquierda. Códice Boturini.
2.4
Los múltiplos del año civil
El cuadrienio
47
El mecanismo de los cargadores de los años generaba diversos ciclos; el
más pequeño de ellos era el cuadrienio o bloque de cuatro años formado
por la rotación de los cuatro signos cargadores. Ya sabemos que el quinto
año de una serie llevaba por nombre el mismo signo que el primero; los
cuatro años anteriores formaban un bloque al que los mayas llamaron
Kanamaite, cuatro sostenedores, y los nahuas Teoshiwitl, año divino.
El padre Motolinia afirma que el cuadrienio era tan importante, que
incluso tenía una estructura independiente de la de los años que lo
componían:
“En esta tierra de Anahuac contaban los años de cuatro en cuatro…
Contaban dieciocho veces ochenta (días), y la (fiesta) que se hacía de
cuatro en cuatro años era fiesta solemne para toda la provincia… (A esta
duración) le llamaban Año de Dios.” (Historia de los Indios I.9)
En otras palabras: el cuadrienio tenía la misma estructura que el año,
pero ampliada; en lugar de sumar 18 veintenas más cinco días, sumaba
18 paquetes de 80 días más una veintena. Esto generaba una asincronía,
pues el segundo año del cuadrienio no comenzaba en el día 366 de la
serie, sino en el 361, acumulando los cinco días correspondientes11; con el
tercero ocurría lo mismo y, en el cuarto, los cuatro bloques de cinco días
acumulados se unían en una veintena supernumeraria. Esta estructura
sólo pudo haber tenido un propósito: sincronizar las veintenas del año civil
con las del año sagrado 12. Organizado de ese modo, el cuadrienio medía
73 veintenas.
Es muy significativo que este ciclo recibiera un nombre especial, de
valor teológico y en número singular: “año de Dios”, pues ello demuestra
que los anahuacas no concebían al cuadrienio como un conjunto de años,
sino como una unidad calendárica por sí, cuyas cuartas partes eran los
años. Volveremos sobre este asunto en la lección dedicada al bisiesto.
Además de poseer una estructura interna propia y cuatripartita, es
decir, orientada a los cuatro rumbos, los cuadrienios se unían en pares
para formar un ciclo superior de ocho años llamado en maya Washaktun,
ocho años, y en nawatl Ineshtiwa, ceniciento. La causa de este último
nombre es que, al final del octavo año, se realizaba una ceremonia
solemne en la cual la gente se embadurnaba con ceniza, en señal de
purificación; por ello, el padre Sahagún traduce ese nombre como “buscar
ventura” o mérito espiritual:
11
Como ya mencionamos, el cronista Ixtlilxochitl menciona la existencia de tales años de 360
días entre los mexicas.
12
Lo cual implica la sincronización el año civil de 365 días con el año Tun de 360 días, sólo
empleado en la Cuenta Larga.
48
“De ocho en ocho años hacían un ayuno a pan y agua por espacio de
ocho días, y celebraban al cabo una fiesta… a la que llamaban Inextihua,
que quiere decir ʻbuscar venturaʼ.” (Historia General)
El ciclo de ocho años tenía un origen ritual ya que, al duplicar el
cuadrienio, los bloques de cinco días finales acumulados sumaban dos
veintenas o 40 días, que era la cantidad de tiempo asignada a las
ceremonias de autosacrificio y expiación. Pero también tenía una hermosa
resonancia astronómica pues, como estudiamos, los anahuacas notaron
que ocho años terrestres equivalen casi con exactitud a cinco años
sinódicos de Venus.
Es necesario aclarar algo: la estructura del cuadrienio, fuera simple o
doble, no interfería con la estructura de los años que lo componían, pues
se llevaba en forma paralela. La coexistencia de ambas estructuras
permite ejemplificar el sexto principio de este calendario, al que
llamaremos Principio del Paralelismo. Sostiene que los ciclos calendáricos
se conformaban por secuencias paralelas de signos. Este es un principio
difícil de entender, pues implica que un mismo ciclo se puede interpretar
de dos maneras. Ya lo vimos en los cuartos de año, que se pueden ajustar
a los solsticios y equinoccios, o contarse de corrido para crear el ciclo de
819 días. Y conoceremos una aplicación aún más significativa de este
principio cuando estudiemos el bisiesto mesoamericano.
El trecenio
Así como los cargadores de la veintena creaban los cuadrienios, los de la
trecena generaban un período de 13 años llamado en nawatl Tlalpilli,
paquete, y en maya Oshlatun, trecenio. Los años del trecenio se
denominaban con los números del 1 al 13 en forma sucesiva. Debido a
que, en este lapso caben tres cuadrienios y sobra un año, el trecenio
comenzaba y terminaba en años denominados con el mismo signo. Por
causa de su predominio, este signo funcionaba como cargador del
trecenio, dotándole de sus características.
Los cargadores de los trecenios tenían la misma secuencia que los de
los años. Siguiendo con el ejemplo de los cargadores “mexicas”, a un
trecenio “cargado” por el signo de Conejo le seguían otros tres presentados
por Caña, Pedernal y Casa, en ese orden, y luego el ciclo se repetía.
Los cuatro trecenios y los trece cuadrienios del calendario mesoamericano.
El atado
49
La presencia de 13 números, pero sólo cuatro signos, en el mecanismo de
los cargadores anuales, proporcionaba un total de 13 x 4 combinaciones,
es decir, 52 años con nombres propios. Tal es el origen del conocido “ciclo
de Fuego Nuevo”, llamado en nawatl Shiuʼmolpilli o Toshiuʼmolpilia, y
en maya Bukshok, atado de años; en adelante le llamaremos “atado”.
Este ciclo se representaba mediante tres glifos que, a veces, se
combinaban: un atado de cañas, una hoguera alusiva al rito del Fuego
Nuevo y una serpiente de fuego.
Atado de cañas, escultura mexica. Hoguera, relieve de Teotihuacan.
Serpiente de fuego, Códice Laud.
El atado no deriva únicamente del conjunto de nombres de años
disponibles, sino que también es el múltiplo común divisor de los años
sagrado y civil. Si ponemos a rotar ambos tipos de año a partir de un
mismo tonal, se sincronizarán de nuevo a los 18 980 días; en ese lapso, el
año civil habrá dado 52 vueltas y el sagrado 73.
Es de destacar que el ciclo de 52 años tenía un contenido social, pues
se consideraba la edad apropiada para renovar los más altos cargos de la
jerarquía eclesiástica tolteca, así como para el retiro laboral de los obreros
y campesinos, según afirma una fuente:
“Cuando… los indios… habían pasado en vida todas estas cuentas,
que son 52 (años), decían que ya habían atado los años y eran viejos y
jubilados.” (Códice Magliabecchi)
Tal como ocurría con los cuadrienios, el atado no sólo tenía una
estructura interna formada por cuatro trecenios, sino que también se
agrupaba en pares para crear una periodicidad de 104 años llamada en
nawatl Wewetilistli, edad. He aquí su descripción:
“La mayor cuenta de tiempo que contaban era hasta ciento cuatro
años, y a esta llamaban un siglo (edad). A la mitad de esta cuenta, que
son cincuenta y dos años, llamaban una gavilla de años. Este tiempo de
años lo contaban desde muy antiguo.” (Sahagún, Historia General)
El Wewetilistli o doble atado se interpretaba como la duración ideal de
la vida humana. También tenía valor astronómico, pues servía para
sincronizar el Tonalpowalli con los años de Venus y la Tierra, ya que 104
años terrestres equivalen a 65 años venusinos y a 146 sagrados.
El Wewetilistli también se duplicaba, generando un ciclo de cuatro
atados, según quedó registrado:
“Ellos tienen cuatro temporadas, cada una de las cuales vale 52 años...
que hacen 208 años.” (Teogonía e Historia)
50
La razón de este cuadruplicado es que, en 208 años hay 52
cuadrienios, de modo que este ciclo venía a ser como “el atado” de los
cuadrienios. Debido a que tenía organización cuatripartita, se orientaba
hacia los rumbos, haciéndose resonante con otros simbolismos de la
cosmovisión. Además, tenía valor astronómico, pues contenía un número
entero de lunaciones (2 571).
Hay una controversia respecto al momento en que apareció el atado.
Algunos autores afirman que se trata de una creación tardía, pues sólo
quedó registrado durante el Período Postclásico (siglos 11 al 16 d. C.).
Otros, basados en la aparición del glifo del atado en las primeras etapas
de Teotihuacan, sostienen que se creó en el Período Clásico (siglos 1 a.
C. a 6 d. C.). Sin embargo, esta controversia carece de sentido, pues el
atado no es una construcción artificial, sino un mecanismo natural del
calendario. No es posible combinar lapsos de 365 y 260 días sin que
hagan ciclo a los 52 años, y no es posible que los mesoamericanos no
hubieran notado ese hecho desde el momento mismo en que inventaron el
año sagrado. Por lo tanto, podemos concluir que el atado es un
mecanismo calendárico tan antiguo como los propios tonales.
2.5
La rueda de los atados
Tan natural como el ciclo de 52 años y, por lo tanto, tan antiguo como el
propio calendario, es la periodicidad que estudiaremos en esta lección. Su
origen radica en la asincronía que existe entre el año civil y el ciclo de las
estaciones al que los astrónomos llaman año trópico.
Todos los calendarios del mundo son sistemas artificiales de medición
del tiempo que intentan aproximarse a ciclos naturales; algunos lo
consiguen con más éxito que otros, pero ninguno es absolutamente
exacto. En el caso de los mesoamericanos, su año civil, en el nivel de
exactitud que estamos analizando hasta aquí, presentaba casi un cuarto
de día de diferencia con respecto al año trópico, ya que este último dura
365 días y cerca de 6 horas. Dicha asincronía se iba acumulando; a los
cuatro años sumaba un día y, cuando se completaba un atado, ya era de
13 días.
En otras palabras: los años civiles se desfasaban de los años trópico a
un ritmo de 13 días por atado. Eso significa que, con respecto al atado, los
bloques de 52 años trópico iban recorriendo el Tonalpowalli con saltos de
51
13 en 13 tonales. Tales saltos fueron observados por el cronista Jacinto de
la Serna, quien escribió:
“Al cabo de estos cincuenta y dos años tenían trece días intercalares,
que ni pertenecían a ningún mes ni a ningún año, ni tenia cada uno
nombre propio, como los demás días. Pasaban por ellos como si no
tuviera tales días, sin aplicarlos a mes ni a año alguno; y los tenían por
desgraciados.” (Tratado de las Supersticiones)
Aclaremos algo: la idea de que los 13 días “no tenían nombre” es
incorrecta. Como ya estudiamos, las fuentes afirman que todos los días
tenían nombre propio, tomado del consecutivo de los tonales. Los 13 días
en que los 52 años trópico excedían al atado se contaban de dos maneras
distintas en dos series paralelas de años, como veremos adelante.
Ahora bien, si comenzamos a saltar bloques de 13 tonales, en algún
momento llegaremos de nuevo al punto de inicio. ¿Cuántos atados tenían
que pasar para que la diferencia entre los años civil y trópico igualara el
número de combinaciones del Tonalpowalli y ambos tipos de año
comenzaran de nuevo en un mismo tonal? Para resolver este problema,
hay que dividir el año sagrado entre los 13 tonales en desfase y multiplicar
el cociente por el atado [(260/13) x 52]. El resultado son 20 atados o 1040
años. No se conserva el nombre de este lapso, pero sí el glifo que lo
identifica, compuesto en la Piedra de los Soles por una banda frontal que
se lee Wei, grande, más el glifo del atado adornado con un signo de llama,
por lo que el conjunto se lee Weshiuʼmolpilli, gran atado.
Este ciclo fue implícitamente reportado por los informantes de Motolinia
quienes, al describir cómo se formaban los atados, especificaron que no
eran independientes, sino que se juntaban “con sus pasados”, es decir, se
iban acumulando como parte de un consecutivo:
“Contaban (los años) de cuatro en cuatro y, cuando llegan a trece, lo
tienen por grande año. Cuatro veces trece, a esto llamaban edad. Cuando
cumplían estos 52 años, ponían esta cuenta con sus pasadas; así que, en
adelante, van contando de 52 en 52.” (Teogonía e Historia).
Algunos monumentos reflejan la secuencia de los atados mediante el
recurso de añadir al nombre del año el número de orden del atado al que
dicho año pertenece. Veamos dos ejemplos: el primero es un relieve que
descubrió el arqueólogo César Sáenz en Xochicalco, donde se lee:
“Primer Fuego Nuevo, año 1 Conejo día 2 Serpiente”. El segundo es una
estela mexica con el registro: “Octavo Fuego Nuevo del año 2 Caña”. Ello
coincide con el hecho de que, según la arqueología, entre ambos
monumentos hay un lapso de cuatro siglos u ocho atados.
Al especificar el atado al que pertenecía, el rango de exactitud de la
fecha pasaba de los 52 a los 1040 años, lo cual daba a los anahuacas un
52
amplio margen para ubicar los eventos históricos. Sin embargo, se
conservan pocas inscripciones de este tipo.
La diferencia entre los años civil y trópico no sólo permitió crear un ciclo
superior, sino que también proporcionó a los cronólogos de Anawak una
manera de dar a los atados un nombre propio. Veamos cómo ocurrió esto:
debido a que todos los atados comenzaban en la misma combinación y
tenían idéntica estructura, carecían de cargadores que les dieran
identidad. Providencialmente, el desfase de 13 días con respecto al año
trópico proporcionó el mecanismo faltante.
Inscripciones calendáricas de Xochicalco y Tenochtitlan.
Para entenderlo mejor, supongamos que cierto paquete de 52 años
trópico comenzó en el tonal 1 Dragón; el siguiente comenzó 18 993 días
después, en 1 Ocelote; el tercero lo hizo en 1 Venado y así
sucesivamente, siguiendo la secuencia de los cargadores de las trecenas.
En otras palabras: los bloques de 52 años trópico proporcionaban a los
atados correspondientes un total de 20 cargadores, conformando una
rueda de 20 atados.
Este análisis destruye un mito moderno según el cual, los atados se
agrupaban en paquetes de 22. La razón que tienen algunas personas para
conformar tan extraña ciclicidad, es el intento de vincular a los atados con
los 9 señores nocturnos y los 13 señores diurnos, contados como un
consecutivo lineal. Tal interpretación refleja el calendario cristiano, basado
en series lineales, pero no el sistema anahuaca donde, como sabemos,
las sucesiones de 9 y 13 elementos se traslapaban por sus extremos.
El ciclo de 20 atados quedó descrito en las fuentes. Había dos
estructuras, la más compleja se componía de bloques alternos de 676 y
364 años que en las siguientes citas son llamados “soles”:
“Tezcatlipoca se hizo sol para alumbrar y duró 676 años… Luego fue
sol Quetzalcoatl y duró 676 años… Y quedó por sol Tlalocatecuhtli, el cual
duró 364 años… Pasados estos años, Quetzalcoatl puso por sol a
Chalchiuhtlicue, la cual fue sol 312 años… Y pereció el mundo durante
(otros) 52 años.” (Teogonía e Historia de los Mexicanos I)
“El Sol 4 Ocelote duró 676 años... El Sol 4 Viento fue llevado por el
viento y vivieron 364 años… El Sol 4 Lluvia fue el tercero y vivieron 312
años… En el Sol 4 Agua hubo agua durante 52 años y (luego) vivieron
(otros) 676 años.” (Leyenda de los Soles)
53
Secuencias pareadas de los bloques de 676 y 364 años.
Las duraciones mencionadas en estas citas se forman por conjuntos de
13 + 7 atados; prueba de ello es que uno de los soles se reduce a 312
años, pero se le añade un diluvio que duró todo un atado. A pesar de que
ambos textos discrepan en el orden de los soles, organizan sus
duraciones del mismo modo: como la sucesión de (13 + 7) + (7 + 13)
atados, creando lapsos de 2080 años. Es probable que estas cantidades
se relacionen con el traslape de los señores diurnos y nocturnos, pero no
quedan suficientes evidencias para probarlo.
Otra forma como se organizaba internamente la rueda de los atados
era en mitades simétricas, cada una de 520 años, equivalentes a diez
atados o cinco Wewetilistli. Las fuentes no describen tales mitades, pero
su existencia se deduce de un examen atento de las fechas en el registro
arqueológico. También quedaron reflejadas en el círculo externo de la
Piedra de los Soles, formado por dos Shiuʼkoatl o serpientes de fuego.
Los cuerpos de ambas serpientes consisten en una sucesión de diez
recuadros ornamentados con los glifos del Fuego Nuevo. Bajo sus pies y
colas se esbozan otros dos recuadros, lo cual, a mi juicio, se refiere al
principio del traslape de los ciclos, un concepto que era descrito en los
textos mayas con la expresión Katun ok, la pisada del katun, y que en la
zona nawatl también se aludía mediante el símbolo de la huella.
Las mitades de la rueda de los atados nos permiten ahondar en el
contenido humano de este calendario. Ya conocimos que los ciclos no
eran especulaciones cronológicas abstractas, sino que estaban
íntimamente vinculados con las costumbres de los anahuacas. Por
ejemplo, el bloque de 260 días servía para poner nombre a las criaturas, el
año civil era el marco de múltiples actividades sociales y religiosas, los
bloques de 52 y 104 años servían para medir la vida humana, etcétera. El
análisis de la historia mesoamericana sugiere que el período de 1040 años
tenía para los anahuacas una función simbólica similar al milenio de los
cristianos, sirviendo de marco a las expectativas mesiánicas de la gente,
centradas en la promesa del retorno cíclico de la Serpiente Emplumada.
La división de esta rueda en mitades nos permite entender el terror que
embargó a los mesoamericanos en 1519, cuando los españoles
aparecieron en la costa del Golfo. Los historiadores suelen explicar dicha
reacción como producto del contacto con la tecnología militar europea,
pero la explicación es deficiente. Desde la óptica nativa, lo más notable de
ese suceso no fueron las armas españolas, sino el hecho de que la
invasión ocurriera exactamente 520 años después de la partida del último
profeta de la Serpiente Emplumada, el rey de Tula Se Akatl Topiltsin,
54
nuestro señor uno caña, quien murió en noviembre del 999 después de
Cristo.
Si esta interpretación es correcta, entonces podemos concluir que las
crónicas de la conquista describen un proceso de alienación social
detonado por la creencia de que, a partir de 1519 comenzaba a regir un
ciclo oscuro de diez atados. De este episodio se deduce que ambas
mitades de la rueda tenían aspectación positiva y negativa.
Mitades del ciclo de 1040 años, relieve mexica.
2.6
El Sol cosmogónico
La rueda de los atados nos adentra en la dimensión cosmogónica del
calendario mesoamericano, caracterizada por la presencia de ciclos largos
de tiempo. A diferencia de los ciclos que hemos estudiado hasta aquí,
cuyo propósito era registrar la historia, los ciclos largos servían para
explicar cómo llegaron a existir el Universo, la vida y la conciencia.
En la Cuenta Larga aparecen duraciones increíblemente extensas, que
hablan de la gran capacidad especulativa de los sabios anahuacas. La
versión civil era más modesta pero, aún así, contenía ciclos lo
suficientemente largos como para contener la totalidad de la historia
humana. Estos eran genéricamente llamados “soles”.
Los documentos que se conservan dan a los soles duraciones
diversas. En la lección pasada vimos dos crónicas que llaman “soles” a los
bloques de 676 y 364 años; otros documentos les atribuyen entre 23 y 102
mil años. Todo lo cual nos lleva a una conclusión: el término “sol” no
representaba una duración específica, sino el concepto de ciclo de tiempo
con contenido cosmogónico.
En esta lección estudiaremos un tipo de Sol que deriva del mecanismo
de los tonales. Quedó descrito en el Códice Vaticano 3738, que narra
cómo los dioses crearon al mundo en cinco etapas, y menciona la
duración de las cuatro primeras: 4 008, 4 010, 4 804 y 5 206 años,
respectivamente. Al respecto, llaman la atención tres elementos:
55
1ro. Estas cantidades no son múltiplos del atado y no derivan de los
mecanismos calendáricos. De ello se deduce que el autor del códice no
supo representarlas correctamente.
2do. Sin embargo, aunque de diversa extensión, estas cantidades nos
ofrecen un rango para la duración promedio de los soles o eras creativas,
de entre 4 y 5 milenios.
3ro. La última cantidad se acerca a un ciclo propio de la Cuenta Larga:
el acumulado de 13 baktunes o 5 200 años tunes. Aunque el año Tun es
un poco menor que el civil, ya que sólo tiene 360 días, produce duraciones
del mismo orden que los años civiles y, lo que es más importante,
establece la cantidad de 5200 años como un principio calendárico. Dicha
cantidad se escribe en el sistema vigesimal con una resonancia
numerológica perfecta: 13.0.0 (es decir, 13 x 400, más 0 veintenas y 0
unidades).
El cuarto Sol, Códice Vaticano.
En la versión katúnica, el bloque de 5 200 años se concebía como una
era completa; era, por lo tanto, un concepto equivalente al Sol de los mitos
del Altiplano. De ahí podemos deducir que este tipo de sol tenía una
duración calendárica de 5 200 años. Dicha cantidad quedó implícitamente
reflejada en el Códice Chimalpopoca, que afirma:
“En el año 1 Conejo comenzó la atadura de los años, la era de los
toltecas. Se dice que en este año 1 Conejo ya habían pasado cuatro eras,
era el CCCC del quinto Sol.” (Leyenda de los Soles)
Este texto se suele interpretar como una alusión a los cuatro soles
pasados, deduciendo de ello que el quinto Sol comenzó con los toltecas
de Tula, hace apenas mil años. Pero, si leemos con atención, veremos
que su contenido es más complejo; lo que dice literalmente es: “Ipan iya
CCCC in macuilli edad – ya era el cuarto ciclo de la quinta edad”. La
expresión parece indicar que, en la época de los toltecas de Tula ya
habían transcurrido cuatro quintas partes del presente Sol.
¿Cuánto duraban esas porciones? La mención de la fecha 1 Conejo,
en la cual se completaban los atados, nos da la clave: se trataba de
múltiplos de los atados. Teniendo en cuenta que el lapso transcurrido
desde los toltecas de Tula hasta la confección de la crónica fue de
aproximadamente medio milenio y que ese lapso, presumiblemente,
formaba parte de la quinta etapa del quinto Sol, resulta claro que las eras
a las que se refiere el texto son las ruedas de atados de 1040 años.
Pero, ¿por qué era necesario que transcurrieran cinco ruedas de
atados para formar un Sol? Ello se comprende a la luz del simbolismo
56
religioso y astronómico. Ya sabemos que las ruedas estaban asociadas
con la Serpiente Emplumada, cuyo emblema celeste era el planeta Venus;
por lo tanto, podemos esperar que reflejaran el ciclo aparente de ese
astro. En 1040 años vagos (sin ajustes bisiestos o de otro tipo) ocurren
650 revoluciones sinódicas de Venus, cada una de las cuales se
computaba en 584 días. Sin embargo, esto es una aproximación, pues el
ciclo real del astro tiene una duración promedio de 583,92 días. Ello
significa que cada revolución venusina se adelantaba 0,08 días respecto al
cómputo teórico. Al multiplicar esa fracción por las 650 revoluciones, se
completa un paquete de 52 días, es decir, un quinto de año sagrado. Esta
duración es tan notable, tanto por su extensión y resonancia calendárica
como por su simbolismo religioso, que los anahuacas por fuerza tuvieron
que observarla.
Surge la pregunta: ¿cuántas ruedas de atados habrían tenido que
transcurrir para que el ciclo de Venus volviera a comenzar en el mismo
tonal que el año civil? Para averiguarlo, tenemos que multiplicar el
adelanto de 52 días por cinco, lo cual nos lleva a la cantidad de 5 200
años. Tal es la justificación astronómica del sol cosmogónico.
Las ruedas de los atados y sus signos cargadores.
También hay una justificación estrictamente calendárica, basada en el
comportamiento de los signos de la veintena. Como estudiaremos
adelante con más detalle, la solución del desfase entre los 52 años civiles
y los 52 años trópico mediante la introducción de 13 días intercalares
dejaba un pequeño residuo por atado. Dicho residuo se acumulaba y, al
cabo de 1040 años, sumaba ocho días. ¿Cuántas ruedas de atados tenían
que transcurrir para que, de nuevo, una de ellas comenzara en el mismo
signo de la veintena? Para averiguarlo, tenemos que buscar el mínimo
común múltiplo de 8 y 20.
El comportamiento de los signos nos ayuda en esta tarea. Puesto que
1040 años civiles comenzaban ocho signos de veintena después que la
correspondiente rueda de atados, cada rueda tenía su propio signo
introductor en la secuencia: Serpiente, Movimiento, Agua, Dragón y Caña.
En consecuencia, la sexta rueda se llamaba igual que la primera, lo cual
establece, de nuevo, la periodicidad de 5200 años. En adelante, nos
referiremos a esta duración como un Sol.
57
2.7
La rueda de los soles
Los documentos mesoamericanos son unánimes en afirmar que, en la
actualidad, estamos viviendo en el quinto Sol. Este número de soles o
edades creativas no es exclusivo de Anawak, también aparece en la
civilización del Tawantinsuyu (la zona andina), e incluso podemos
rastrearlo hasta el Viejo Mundo; se trata de un mito universal al que los
mesoamericanos le dieron un formato calendárico.
Los nombres en nawatl de los soles quedaron recogidos en diversos
documentos, aunque no siempre en el mismo orden. No obstante, todas
las fuentes coinciden en que nuestro Sol es el quinto y le dan el nombre
de Movimiento. Aplicando este hecho al simbolismo cosmogónico,
podemos reconstruir la siguiente secuencia:
1ro. Apantonatiuʼ, sol de agua.
2do. Oselotonatiuʼ, sol de los ocelotes, también llamado Tlaltonatiuʼ,
sol de tierra.
3ro. Tleʼtonatiuʼ, sol de fuego, y Kiauʼtonatiuʼ o Kiyauʼtonatiuʼ, sol de
lluvia (de fuego).
4to. Ekatonatiuʼ, sol de aire.
5to. Olintonatiuʼ, sol de movimiento,
Aunque no se conservan los nombres de los soles en otras lenguas de
Mesoamérica, se pueden reconstruir en maya y zapoteca como sigue:
Sol de agua
Sol de tierra
Sol de fuego
Sol de aire
Sol de movimiento
maya
zapoteca
Kinmuluk
Kinish
Kinkawak
Kinik
Kinkaban
Nisa Gubidsha
Gueche Gubidsha
Appe Gubidsha
Laa Gubidsha
Shoo Gubidsha
Estos nombres se relacionan con los elementos alquímicos, lo cual
significa que los soles se interpretaban como aspectos del proceso de la
creación. Sin embargo, lo que nos interesa descifrar, desde el punto de
vista del calendario, es ¿por qué cinco soles?
De nuevo, encontramos que la causa de este número se relaciona con
el comportamiento del planeta Venus. Este astro tiene un ciclo complejo,
que llamó poderosamente la atención de los anahuacas, quienes
dedicaron muchas horas a su observación. Uno de los aspectos más
58
interesantes de ese ciclo es que, en ocasiones, Venus pasa por delante
del Sol, de modo que es posible verlo como un punto oscuro sobre el
disco brillante. Tales tránsitos ocurren en lapsos asimétricos, pero forman
ciclo cada 152 revoluciones sinódicas de Venus o 243 años terrestres.
Desde hace 15 siglos, dicho ciclo está hermosamente demarcado por
tránsitos gemelos con una separación de 8 años entre sí, proporcionando
una excelente pauta para los cálculos astronómicos 13.
La astronomía europea comenzó a observar los tránsitos venusinos a
partir del siglo 17, gracias a la invención del telescopio. No hay testimonio
de que los mesoamericanos los observaran, aunque es posible verlos a
simple vista, siempre que se protejan los ojos contra la radiación solar con
un vidrio ahumado o una placa de obsidiana. Sin embargo, la duración del
Sol cosmogónico muestra que los sabios de Anawak consiguieron medir
con exactitud el ciclo de Venus.
Nombres y duraciones de los soles.
Ya sea por la observación directa o por el cálculo teórico, los
anahuacas encontraron el modo de seguir los tránsitos de Venus, y la
rueda de los Soles es evidencia de ello; veamos por qué: en 5 200 años
ocurren 21 ciclos de tránsito venusino y sobran 97 años. ¿Cuántos soles
tienen que transcurrir para que el comienzo de un Sol se empate con los
tránsitos? Para averiguarlo, tenemos que acumular esos 97 años hasta
llegar a un número que sea múltiplo de 243. La respuesta es que los
tránsitos de Venus se sincronizan con los soles cada cinco soles, es decir,
cada 26 mil años siderales o 26 001 años trópico, lapso en el que tienen
lugar 107 ciclos de tránsito.
La sucesión de cinco soles o 26 mil años es muy rica desde el punto de
vista simbólico, pues reproduce la serie de los elementos alquímicos y
refleja la estructura de las ruedas de los atados. Pero, además, posee una
valiosa propiedad astronómica: corresponde a un período de rotación de la
bóveda celeste al que los astrónomos llaman Año Magno o Ciclo de
Precesión de los Equinoccios14 . Esta periodicidad se forma debido a un
movimiento de balance que tiene nuestro planeta, el cual da la impresión
13
Los tránsitos pares más recientes ocurrieron el 8 de junio del 2004 y el 5-6 de junio del
2012. Los tránsitos pares no se podían observar en la época en que se inventó este
calendario, por lo que no constituyen un punto de referencia para los ciclos largos.
14
Este ciclo no tiene una duración fija, pues se trata de una espiral. La astronomía moderna
lo calcula entre 25 700 y 26 100 años. Los griegos lo calcularon en 25 920 años, derivados
de la división de la eclíptica en 12 partes, pero los mesoamericanos lo redondearon a 26 mil,
debido a la resonancia trecenal y vigesimal de ese número.
59
de que las estrellas se van corriendo poco a poco, haciendo un círculo en
torno al polo.
Es un movimiento tan lento que pocas culturas antiguas lo percibieron y
ninguna lo incorporó a su calendario. Los mesoamericanos, sin embargo,
reunían las cuatro condiciones necesarias, tanto para realizar el
descubrimiento como para darle aplicación: unas observaciones
astronómicas sistemáticas y milenarias, un soporte material para
registrarlas (los libros, la tinta y la escritura), unas matemáticas capaces
de explicar los ciclos y la necesidad social de vincular al ser humano con
el movimiento del cielo a través del calendario.
Diversos investigadores han llegado a la conclusión de que los
anahuacas conocieron el ciclo de precesión y lo plasmaron en el mito de
los soles. Por ejemplo, Lucrecia Maupomé sincroniza el quinto Sol con el
punto de inicio de la Cuenta Larga, que ella, siguiendo la llamada
“correlación standard”, ubica en el siglo 32 antes de Cristo; de ahí deduce
que los soles surgieron como consecuencia de la división quinaria del ciclo
precesional15.
Major Jenkins encuentra indicios de que este conocimiento ya estaba
presente cuando los olmecas construyeron su segunda capital, a fines del
milenio II antes de Cristo:
“El realineamiento de la pirámide de La Venta ofrece evidencia
persuasiva de que los astrónomos olmecas conocieron la precesión.” (Maya
Cosmogenesis 2012)
Federico Gonzáles, basado en la perfecta articulación de los bloques
calendáricos con el Año Magno, afirma que este último fue la base de todo
el mecanismo:
“No hay duda de que los mesoamericanos estaban familiarizados con
el ciclo (de precesión) a partir de las observaciones y cálculos que
realizaron, y del conocimiento que tenían de los otros cuerpos celestes y
sus revoluciones. Nosotros pensamos que (el ciclo de precesión) es la
llave interna del Tonalamatl.” (Sacred Cosmology)
El contenido astronómico de los soles nos permite entender por qué el
quinto Sol se llama 4 Movimiento. Ese tonal no era una simple fecha, tenía
un significado cosmogónico profundo, pues representaba el concepto del
cambio radical de estado, popularmente interpretado como “el fin del
mundo”. Por ello, los anahuacas conjuraban la llegada de los días 4
Movimiento mediante ceremonias y ayunos.
15
L. Maupomé, Reseña de las Evidencias de la Actividad Astronómica en la América Antigua.
60
“El quinto se llama Sol del Movimiento porque se estremeció y anduvo.
Dijeron los viejos que en este habrá terremotos y hambre general, con los
cuales hemos de perecer.” (Anales de Cuauhtitlan)
Al denominar al quinto Sol con el emblema alquímico de la
transmutación, sin dudas, los diseñadores de esta cosmogonía lo estaban
visualizando como el último término del ciclo de los soles, el período que
resumía los atributos y simbolismos propios de los cuatro soles
precedentes. Ello explica por qué, en los relieves que se conservan, los
soles siempre son representados en forma radial - nunca lineal -, con los
cuatro primeros soles dispuestos hacia los rumbos cardinales, como
elementos de sostén, y el quinto Sol en el centro, emblema de cambio y
manifestación.
Disposición radial de los soles. Relieve mexica.
El establecimiento de la duración del Sol y del ciclo de los soles, y su
justificación simbólica, calendárica y astronómica, descarta otro de esos
mitos modernos según el cual, estamos a las puertas del “sexto Sol”.
Dicha idea es producto de la lógica occidental, acostumbrada a contar
series lineales de sucesos; para nuestra mentalidad, después de una
quinta etapa por fuerza tiene que venir una sexta, luego una séptima, una
octava y así sucesivamente, sin estructura o plan definido.
En Anawak era diferente. Como el resto de los mecanismos
calendáricos, los soles tenían una secuencia circular en la cual no cabía
una sexta etapa. Por tal razón, ningún monumento o crónica menciona la
llegada de un sexto Sol, ni se le alude en las profecías mayas o nahuas
que se conservan. Al referirse a lo que ocurrirá después del quinto Sol, los
sacerdotes mayas mencionaron la llegada de un “nuevo Sol” que iniciará
una nueva serie de soles, como vemos en la siguiente cita:
“Entonces comenzará la humanidad del nuevo Sol, cuando se levante
su señal hasta lo alto del Árbol Erguido. El cambio que hoy se anuncia, la
sustitución del árbol de la Tierra, es la señal del Dios Único (Junabku)...
Veréis entonces al Ave alzarse sobre el Árbol de la Tierra en el oriente, el
norte y el poniente.” (Chilam Balam, Jaculatorias)
Esta cita es muy interesante, pues confirma la deducción que
acabamos de hacer, respecto a que los soles se vinculaban con el ciclo de
precesión de los equinoccios y que su sincronización se establecía a partir
de las recurrencias de Venus. Veamos su interpretación:
• El “árbol erguido” o “árbol de la Tierra” es el eje de la eclíptica,
representado en la actualidad por la estrella Polar. Se demarca por el
sector este-norte-oeste, con exclusión del sur, ya que alude al polo norte.
61
El ciclo de precesión consiste precisamente en la rotación de las estrellas
en torno a dicho eje.
• La “sustitución del árbol” consiste en la atadura del ciclo precesional
en un punto celeste al que el texto llama “la señal del Dios Único”, el cual
corresponde a cierto accidente celestial al que los astrónomos de hoy
conocen como Dark Riff, hueco oscuro.
• El “ave” es una referencia al ciclo de Venus, al que los nahuas
llamaban Ketsalkoatl y los mayas Kukulkan.
En conclusión: tanto las evidencias arqueológicas como el análisis del
calendario indican que, una vez finalizado el quinto Sol, lo que esperaban
los mesoamericanos era el comienzo de una nueva serie de cinco soles.
Tercera Parte
Los ajustes astronómicos
3.1
El bisiesto anahuaca
En esta sección del curso conoceremos diversos mecanismos que
permitían ajustar el año civil a los movimientos del cielo.
Los ciclos que hemos estudiado hasta aquí tienen una característica
común: se basan en un consecutivo no interrumpido de tonales. Al ser
aplicado a los años solares, dicho consecutivo produjo un año de 365 días
al que los antropólogos llaman “vago” o vacío, pues no toma en cuenta el
cuarto de día que se acumula al final de cada año. Este tipo de año se
adelantaba con respecto a las estaciones en un día cada cuatro años o, lo
que es igual, en 13 días por atado. Tal desfase dificultaba las
observaciones astronómicas, pues obligaba a los astrónomos a introducir
constantemente en sus fórmulas un grado de rectificación.
¿Encontraron los mesoamericanos un modo de resolver este
problema? Algunos investigadores sostienen que no. Otros, tomando en
cuenta su interés por la astronomía y su pericia para manejar ciclos
complejos, así como las evidencias arqueológicas, consideran que sí.
Estos últimos se dividen en dos grupos: los que consideran que el ajuste
se hacía cada año y los que sostienen que se trataba de un mecanismo
cuadrienal.
62
Los investigadores de la tradición mexica se suele decir que el ajuste
astronómico del año se resolvía en el momento mismo en que se
presentaba, “estirando” el último día de cada año en seis horas. Esta
hipótesis no se basa en pruebas directas, sino en la siguiente inferencia:
los cuatro signos que fungían como cargadores de los años estaban
asociados con ciertos momentos simbólicos del día, y parece lógico
suponer que esto tenía un sentido astronómico.
La relación entre los cargadores, los rumbos y los momentos del día
fue descrita del siguiente modo por los informantes de Sahagún:
“Los nombres de las figuras dedicadas a las cuatro partes del mundo
son estos: Conejo, dedicado al mediodía (sur); Caña, dedicado al oriente
(amanecer); Pedernal, dedicado al septentrión (medianoche); Casa,
dedicado al poniente (atardecer).” (Sahagún, Suma Indiana)
En el hemisferio norte, el Sol se desvía hacia el sur durante el día y al norte en la noche.
Como ya aprendimos en la lección 1.3, los rumbos del este y el oeste
se relacionaban de una forma natural con la salida y la puesta del Sol. El
rumbo del sur se relacionaba con el mediodía debido a que, durante la
mayor parte del año en el hemisferio norte, el Sol se inclina hacia el sur a
medida que asciende en el cielo. Por el contrario, el rumbo del norte se
asociaba con la medianoche pues el Sol se inclina hacia el norte a medida
que desciende; es por ello que los anahuacas ubicaban hacia el norte la
entrada del Inframundo.
Como podemos comprobar, la hipótesis de que el año se estiraba en
seis horas con motivo de esos horarios tiene una incongruencia: en la
época de los mexicas, los años se sucedían en el orden: Casa, Conejo,
Caña y Pedernal, relacionados respectivamente con los rumbos del oeste,
el sur, el este y el norte, y con los horarios del atardecer, el mediodía, el
amanecer y la medianoche. Si tales horarios se hubieran aprovechado
para dar comienzo al año, en lugar de sumar un día cada cuatro años, se
lo habrían restado, aumentando el desajuste astronómico.
Si añadimos a lo anterior el hecho de que ningún cronista o códice
menciona el supuesto estiramiento del año en seis horas, podemos
concluir que los horarios de los cargadores eran estrictamente simbólicos,
es decir, no servían para sincronizar astronómicamente al año.
Una crónica nawatl especifica que el año no se estiraba con motivo de
las seis horas finales, sino que el nuevo año “se sentaba” sobre ellas - un
modo de decir que comenzaba con adelanto:
“La cuenta de los años se lograba contando los días de veinte en
veinte… quitando (dejando de contar) seis horas que se contaban aparte,
63
sentándose (el nuevo año) sobre estas horas, que se juntaban después
(cada cuatro años).” (Códice Huichapan).
El comienzo de los años en sus horarios simbólicos
habría producido un déficit de un día cada cuatro años.
Casi todos los investigadores que aceptan la existencia de un ajuste
astronómico, consideran que este se consiguió mediante la introducción
de un día extra cada cuatro años, es decir, mediante un bisiesto. Tal
interpretación tiene amplio respaldo en las fuentes nahuas, como vemos
en las siguientes citas:
“Hacían su bisiesto tal como nosotros.” (Durán, Historia de las Indias de
la Nueva España)
“En lo que (se) dice que faltaron en el bisiesto, es falso, pues en la
cuenta de su calendario contaban 365 días y, cada cuatro años, contaban
366.” (Sahagún, Historia General I)
“Pasados cuatro años vuelven al primer año y primer día, el cual tienen
por bisiesto… Porque, de cuatro en cuatro años era fiesta solemne para
toda la provincia.” (Motolinia, Primer tratado)
“La cuenta del año contiene 18 veintenas y cinco días, más seis horas
con las cuales se reduplica un bisiesto cada cuatro años. Así que, de
cuatro en cuatro años, hacen su bisiesto.” (Cristóbal del Castillo, Historia
de los Mexicanos, Ms. 305 f. 127 v)
Esta solución no era exclusiva de los nahuas; también fue reportada
entre los mayas y los zapotecas, lo cual demuestra que el bisiesto se
aplicaba en todo el Anawak:
“Dábanle (los zapotecas al año) 18 meses de a 20 días y otro más de
cinco. Este, al cabo de cuatro años, como nuestro bisiesto, lo variaban a
seis días, por las seis horas que sobraban cada año… Y llamaban en su
lengua a aquellos seis días ʻmes menguado, erráticoʼ.” (Francisco de
Burgoa, Geográfica Descripción II.24).
“Tenían (los mayas) su año perfecto como el nuestro, de 18 (veintenas)
más cinco días y seis horas. De estas hacían cada cuatro años un día, y
así, tenían de cuatro en cuatro años uno de 366 días.” (D. Landa, Relación
de las cosas de Yucatán)
Un testimonio particularmente autorizado, pues fue escrito por un
sacerdote maya experto en calendárica, es el siguiente:
“Cada cuatro años cae un día sin nombre.” (Chilam Balam de Maní)
La existencia del bisiesto prehispánico fue confirmada recientemente
con el hallazgo en el pueblo zapoteca de Sogocho de un almanaque de
1696, que atribuye seis días a la última quintana del año. Este almanaque
llama al bisiesto Keaínij, día sin nombre, lo cual coincide con el reporte de
64
los libros de Chilam Balam que le llaman Ishmakaba, sin nombre. Ambos
términos sugieren que el bisiesto anahuaca interrumpía el consecutivo de
los tonales.
Por su parte, los pueblos de habla nawatl, según el testimonio de los
informantes de Sahagún, le llamaron al día extra Iskalli, resucitado, y
Mowechiwa, hecho doble, indicando que consistía en la reduplicación del
tonal del día anterior. Se comprende por qué el glifo que lo identificaba
estaba compuesto por una mazorca doble de maíz, tal como aparece en el
almanaque del Códice Bobán.
Días Nemontemi de los años Caña y Pedernal, y primer día Nemontemi del año Casa,
en lectura de izquierda a derecha. Los Nemontemi del año Conejo no aparecen
por desgaste del documento. Códice Bobán.
Otro modo de representar el mismo concepto era mediante una vírgula
aplicada en el exterior del glifo de la quintana, según vemos en una
imagen del Códice Telleriano, junto a la cual el escriba apuntó:
“Los V (5) días muertos (en) que no había sacrificios. Estos eran los
cinco días que sobraban a los de veinte en veinte del año.”16
Este códice valida las afirmaciones de los cronistas que acabamos de
leer, respecto a que el día extra se aplicaba en los días Nemontemi. Lo
cual resulta lógico pues, de ese modo, se evitaba romper la regularidad de
las veintenas del año civil. Pero, ¿en qué año del cuadrienio tenía lugar
dicha duplicación? El noble texcocano Cristóbal del Castillo afirma:
“El bisiesto se aplica siempre en los años Pedernal, y estos no son
buenos por causa del día de más.” (Historia de los Mexicanos)
Observemos que el cronista no sólo habla de un bisiesto, sino también
de una superstición asociada a tal día, lo cual le da autenticidad al dato,
indicando que no tiene influencia española. Esto es congruente con el año
reportado en el almanaque zapoteca de Sogocho, y también coincide con
el almanaque del Códice Bobán pues, en este, el pintor dibujó el glifo de la
mazorca doble frente a los días Nemontemi de un año Pedernal.
Sólo nos queda averiguar cuál de los cinco días Nemontemi de los
años Pedernal se duplicaba. Al comentar una imagen de un códice o
apunte hoy desaparecido, el cronista Diego Durán especificó que se
trataba de un día de signo Flor/Señor:
“Hacían su bisiesto tal como nosotros le hacemos. Si notamos la figura,
veremos que encima de un cerro está pintada la letra dominical que a ellos
16
El comentarista tachó el número cinco y puso en su lugar “4”, probablemente por haber
entendido mal la explicación respecto a que, cada cuatro años, se variaba en un día el
número de los Nemontemi.
65
les era principio de mes. Y, aunque este día acababa en el signo de rosa,
tenían otra (flor) con ella (antes de) mudar la rosa en cabeza de sierpe
(dragón).” (Historia de las Indias)
La reduplicación del signo Flor/Señor también es congruente desde el
punto de vista calendárico, pues así se evitaba romper el consecutivo de
las veintenas del año sagrado. Esta cita no sólo confirma que el bisiesto
mesoamericano consistía en la reduplicación del tonal anterior, sino que
explica por qué, durante el Período Postclásico, los años escogidos para
aplicar el bisiesto eran de cargador Pedernal: sucede que, únicamente en
esos años, los días Nemontemi contienen un tonal de signo Flor/ Señor.
Días Nemontemi de un año Pedernal, Códice Magliabecchi.
La última lámina del Códice Magliabecchi describe detalladamente la
aplicación del día extra. Ante todo, aclaremos que dicha lámina
corresponde a los días Nemontemi de un año Pedernal, tal como queda
claramente especificado en el códice. En la parte inferior del dibujo
aparecen cinco atados de papel de amate que representan los días
finales; el quinto tiene doble volumen, lo que contiene un sentido de
duplicación, no de estiramiento. Esto se confirma al leer los glifos que hay
sobre los atados; mientras que los pequeños tienen un brote de maíz cuya
lectura es Sesen, de uno en uno, el más grande tiene cuatro brotes, lo
cual se lee Nachiwa, hecho doble, un sinónimo de Mowechiwa. Sobre la
composición, a la izquierda, hay un glifo formado por dos flores o
penachos que se anudan por sus tallos, lo que interpreto como alusión al
duplicado del signo Flor.
De lo anterior podemos extraer la tercera regla operativa de este
calendario, según la cual, todos los días de signo Flor/Señor que caían
dentro de los cinco días finales del año se reduplicaban, a fin de conseguir
el segundo grado de ajuste astronómico (365,25 días).
Algunos investigadores consideran que las fuentes coloniales se
equivocan y que los cronistas que reportaron un bisiesto mesoamericano
estaban influidos por el calendario juliano que empleaban por entonces los
europeos. Sin embargo, de haberse copiado mecánicamente el bisiesto
juliano, se habría aplicado al final de los años Caña para que cayera a
pocos días del 29 de Febrero. En cambio, su presencia al final de los años
Pedernal lo traslada al año siguiente de aquellos en los que tiene lugar el
bisiesto juliano, descartando una posible copia.
La idea de que los mesoamericanos no pudieron inventar el bisiesto es
un prejuicio. Dos culturas del Viejo Mundo con menos desarrollo en
calendárica que ellos llegaron a la misma solución: los egipcios y los
66
romanos. De hecho, el bisiesto es más aplicable al calendario de Anawak
que a los del Viejo Mundo pues, como sabemos, en este existía un ciclo
de cuatro años previo a cualquier ajuste astronómico, interpretado como
una unidad con estructura y nombre propios. Resulta natural, entonces,
que se aprovechara para materializar el ajuste astronómico.
El bisiesto mesoamericano permite ejemplificar el séptimo principio del
calendario, al que llamaremos Principio del Acumulado, el cual afirma que
todas las fracciones de ciclo se acumulaban hasta completar su unidad de
orden. Es decir, las asincronías nunca se resolvían con fracciones, pues
ello hubiera ido en contra de la visión integral de los anahuacas, y menos
con fracciones de tonal, ya que el tonal era la unidad básica del calendario
y no se podía “estirar” o “acortar” a conveniencia. Toda fracción se
acumulaba hasta completar su unidad y las unidades, a su vez, se
acumulaban hasta completar el conjunto-unidad correspondiente, pues
sólo este último permitía crear ciclos superiores.
La presencia del bisiesto generó un mecanismo peculiar cuya esencia
conocimos al presentar el principio del paralelismo. Podemos visualizar
dicho mecanismo como si se tratara de una hélice de ADN compuesta por
dos cadenas, una de las cuales consistía en un consecutivo no interrupto
de tonales al que llamaremos Base A, mientras que la otra era un
consecutivo que reduplicaba un tonal cada cuatro años, al que llamaremos
Base B. El primer consecutivo servía como punto de referencia para el
segundo, que era el que se aplicaba a las cuentas civiles. Para encontrar
el ciclo de recurrencia de ambas bases, hay que multiplicar el cuadrienio
por la cantidad de tonales: 4 x 260 = 1040 años.
Estas series paralelas de tonales produjeron dos tipos de año: uno
vago o sin ajuste astronómico y otro ajustado por el bisiesto. Ambos se
sincronizaban cuando transcurrían tantos cuadrienios como días tiene un
año, es decir, cada 1461 años vagos, equivalentes a 1460 años ajustados.
Según podemos deducir del análisis del registro arqueológico, cada serie
tenía un propósito específico: los años vagos se utilizaban para medir los
movimientos de Venus y para la Cuenta Larga, mientras que los años
rectificados, al mantenerse en sincronía con las estaciones, servían para
programar las cosechas, registrar la historia, denominar a los atados e
imponer tonal o nombre calendárico a los recién nacidos.
Sincronización de los ciclos calendáricos con el año natural.
67
3.2
Un ajuste superior al bisiesto
El ajuste de un día cada cuatro años es relativamente discreto, pues el
excedente real sobre los 365 días no es de seis horas, sino de cinco horas
más 48 minutos y 46 segundos. Esos casi 11 minutos que se acumulan
anualmente completan un día de desajuste cada 128 años y 69 días.
Tal era el nivel de exactitud astronómica que tenía el calendario juliano
empleado por los europeos hasta el año de 1582. En ese año, el papa
Gregorio 13 ordenó a los astrónomos que encontraran un modo de
afinarlo; su solución consistió en no aplicar los bisiestos correspondientes
a los años seculares (los que terminan en dos ceros), excepto una vez
cada cuatro siglos. Eso produce un lapso de 133,3 años (400/3) que se
acerca bastante al ciclo de los 128,2 años creado por los 11 minutos. Así
surgió el calendario que empleamos hoy, al que, en honor al papa,
llamamos “gregoriano”.
Casi todos los investigadores consideran que los anahuacas no
aplicaron un ajuste astronómico superior al bisiesto. Sin embargo, los
descubrimientos de los últimos años han permitido ampliar nuestra base
de datos. Hoy sabemos que su interés por los movimientos del cielo y su
capacidad de plasmarlo en fechas no fue tardío, sino que aparece desde
la época olmeca. Un ejemplo de ese interés fue cierto ángulo17 que los
olmecas incorporaron al trazo de su capital, La Venta, mismo que aparece
milenios más tarde en Tenochtitlan, la capital de los mexicas, demostrando
que hubo continuidad de observaciones y soluciones astronómicas a
través de toda la historia de Anawak.
En otras palabras: los mesoamericanos tuvieron amplia oportunidad
para observar que el año civil se adelantaba con respecto al natural en un
día cada 128 años. ¿Encontraron alguna forma de resolver esta
asincronía? Para averiguarlo, tenemos que deslindar nuestro campo de
investigación.
Cargadores anuales 10 Venado, 12 Serpiente, 3 Dragón, 7 Dragón, 4 Movimiento, 7 Viento,
12 Conejo y 8 Caña, en relieves zapotecas, mayas, mixtecas, xochicalcas y mexicas.
17
Este ángulo tiene que ver con la división del año terrestre en bloques de 73 días, a fin de
sincronizarlo con el año venusino. Aprenderemos más al respecto en el curso dedicado a la
astronomía y la arqueoastronomía de Anawak.
68
Por la época en que los españoles llegaron a México, en Europa aún
no se había aplicado la reforma gregoriana; por lo tanto, era muy difícil
que reconocieran en un calendario ajeno un refinamiento que ellos
mismos no tenían. Eso limita nuestra búsqueda a los documentos nativos.
¿Quedó huella en dichos documentos de un mecanismo calendárico que
no hallamos considerado hasta ahora, y que pudiera implicar un ajuste
superior al bisiesto? Si.
Ya conocimos los cuatro cargadores de los años que estuvieron
vigentes durante la época de los mexicas: Casa, Conejo, Caña y Pedernal.
Su constante presencia en los documentos postclásicos parece indicar
que estos eran los únicos signos que podían fungir como cargadores. Sin
embargo, los descubrimientos arqueológicos demuestran que, en períodos
anteriores y posteriores al Postclásico, estuvieron vigentes otras cruces de
cargadores. De hecho, todos los signos de la veintena participaron en
algún momento de la historia de Anawak como denominadores de años.
Este es un asunto que ha dejado perplejos a los investigadores, ya que
no tiene explicación con arreglo a las hipótesis calendáricas comunes. El
mayista John Teeple llega al extremo de afirmar que los cambios de
cruces de cargadores se debían a que los mesoamericanos, en ocasiones,
perdían la cuenta de su calendario y recomenzaban arbitrariamente:
“Por alguna modificación o deslizamiento accidental, las posiciones del
mes habían cambiado un día… En esto no hay más precisión que la de
una máquina que salta un engrane y pierde la cuenta.” (Astronomía Maya)
Dejando de lado esta interpretación prejuiciada, tenemos que
enfrentarnos a un hecho: la presencia de diversos cargadores en la
historia de Anawak prueba, o bien que existieron diversos calendarios, o
que, hasta ahora, se ha ignorado un mecanismo cronológico fundamental.
La idea de que hubo varios calendarios no aclara lo siguiente: ¿por
qué, durante el Período Postclásico, los mesoamericanos utilizaron como
cargadores los signos número 3, 8, 13 y 18 de la veintena, en lugar de
comenzar por el primero? Para responder a esta pregunta es necesario
ordenar las secuencias históricas en que aparecieron los cargadores, a fin
de encontrar alguna lógica en su distribución.
El ingeniero Héctor Calderón, observando los nombres de los años en
las estelas mayas, hace una observación que es válida para todo Anawak:
“Sabemos que los cargadores de los años (epiclásicos) fueron Viento,
Venado, Hierba y Movimiento; que, cuando llegaron los españoles, se
habían deslizado en dos posiciones y eran Lagartija, Agua, Ocelote y
Lluvia. Hay evidencia de que, en una época intermedia, se usaban los
cargadores Casa, Conejo, Caña y Pedernal.” (Correlación de los Katunes)
69
M. Edmonson resuelve dicha pluralidad llamando “calendario olmeca” a
los cargadores del Protoclásico, “calendario zapoteca” a los del Clásico,
“calendario nahuatl” a los del Postclásico, etcétera. Sin embargo, esta
clasificación es impropia, pues las cruces de cargadores no pertenecen a
pueblos específicos, sino que estuvieron vigentes en todo el territorio
mesoamericano durante sus respectivas épocas. Además, los pueblos que
duraron más tiempo, como los zapotecas, mayas y nahuas, emplearon
diversas cruces de cargadores a lo largo de su historia. Por lo tanto, hace
falta otra hipótesis para explicar los hechos.
Si colocamos los cargadores históricos en una tabla cronológica,
notaremos curiosas regularidades; por ejemplo:
1ro. En todas las épocas, los cargadores formaron una cruz sobre el
tablero, confirmando la validez del mecanismo que hemos estudiado.
2do. La vigencia de los cargadores fue homogénea, cambiando a la
vez en todo el territorio, salvo en pequeñas áreas de límite entre culturas,
donde se observa cierta inercia o resistencia al cambio.
3ro. Los traslados entre una cruz y la siguiente siempre fueron de un
punto adelante. Así, a la cruz de Dragón le siguió la de Viento, a esta la de
Casa, etcétera.
4to. Tal como notó el ingeniero Calderón, los saltos de una cruz a otra
ocurrieron con intervalos de aproximadamente cinco siglos:
“Sabemos que únicamente hubo dos de esos deslizamientos en el
espacio de cerca de mil años.” (Obra citada)
Estas regularidades demuestran que las substituciones de las cruces
de cargadores no fueron arbitrarias, sino que responden un mecanismo.
¿Cuál pudo ser este? Para averiguarlo, tenemos que adentrarnos un poco
más en la estructura simbólica de los signos de la veintena.
Ya sabemos que cada signo tenía una familia de atributos secundarios:
Dragón estaba asociado con el este, el fuego, el amanecer y el color rojo;
Viento se asociaba con el norte, el aire, la medianoche y el color blanco;
Casa con el oeste, el agua, el atardecer y el color negro, etcétera. Tales
atributos secundarios formaban grupos de cuatro. De modo que, en tanto
los cargadores saltaban de cinco en cinco por la veintena, sus resonancias
simbólicas lo hacían de cuatro en cuatro.
Substituciones posibles de los cargadores: adelante en un punto y atrás en cuatro puntos.
Sustitución histórica de las cruces de cargadores.
70
Tal disposición establece una fórmula para la sustitución de las cruces
de cargadores, las cuales no podían simplemente saltar un punto delante,
pues ello hubiera creado un caos en el simbolismo secundario. La única
manera de mantener ordenados los atributos del año y, al mismo tiempo,
poner a funcionar la siguiente serie de cargadores, consistía en comenzar
el nuevo año con cuatro días de antelación. Pongamos un ejemplo: un año
Dragón, cuyo rumbo es Este, habría comenzado en el signo de
Movimiento, el cual pertenece a la siguiente cruz de cargadores (Viento),
pero también está orientado al Este. Si esta interpretación es correcta,
entonces las cruces de cargadores se sustituyeron históricamente con
saltos retrógrados de cuatro puntos, en el siguiente orden:
Serie A: Dragón, Muerte, Mono y Buitre.
Serie B: Hierba, Movimiento, Viento y Venado.
Serie C: Casa/Noche, Conejo, Caña y Pedernal.
Serie D: Ocelote, Lluvia, Lagartija y Agua.
Serie E: Serpiente, Perro, Águila y Flor/Señor.
Este mecanismo proporciona una clasificación endógena o interna para
las eras históricas de Anahuac, más precisa que la clasificación en
períodos culturales que se emplea en la actualidad, ya que responde a la
lógica de los propios mesoamericanos. Por ejemplo, la mayor parte del
Período Clásico corresponde a la serie de Dragón, el Epiclásico a la de
Viento, el Postclásico a la de Casa, etcétera.
Período
Siglos
Cargadores
Protoclásico 6 al 1 a. C.
Serie E
Serpiente, Perro, Águila y Flor
Clásico
1 a. C. al 6 d. C.
Serie A
Dragón, Muerte, Mono y Buitre
Epiclásico
6 al 11
Serie B
Viento, Venado, Hierba y Movimiento
Postclásico
11 al 16
Serie C
Casa, Conejo, Caña y Pedernal
Colonial
16 al 21
Serie D
Lagartija, Agua, Ocelote y Lluvia
Correlación estadística entre los cargadores de los años y el período histórico.
Pero, ¿qué implicaba adelantar el comienzo del año en cuatro días
cada medio milenio? Un logro astronómico de gran valor: la solución al
problema de los 11 minutos anuales. De hecho, es una solución casi tres
71
veces superior a la del calendario gregoriano pues, mientras este vuelve a
acumular un día de error a los 3 200 años, el margen de tiempo que tiene
que pasar para que el año civil mesoamericano, rectificado del modo antes
descrito, se desajuste en un día, es de 9 100 años.
Aclaremos algo: al hablar de un promedio de medio milenio de vigencia
para cada cruz de cargadores, estamos haciendo una concesión al modo
occidental de contar por decenas. Los mesoamericanos hubieran
interpretado esa duración como la acumulación de diez atados o cinco
Wewetilistlis, es decir, 520 años. Como sabemos, dicho ciclo existía antes
de cualquier ajuste astronómico, ya que era la mitad de una rueda de
atados, de modo que fue una cantidad muy cómoda de usar.
Ello nos lleva a la siguiente cuestión: si cada cruz de cargadores estuvo
vigente durante 520 años y había cinco cruces disponibles, entonces, ¿a
cuánto ascendía el ciclo mínimo de rotación de los cargadores? Para
calcularlo, basta con multiplicar las cinco cruces por los 520 años: el
resultado son 2 600 años o medio Sol.
Este mecanismo nos plantea la cuarta regla operativa del calendario, la
cual afirma que el año 521 de la serie comenzaba cuatro tonales antes,
para conseguir el tercer grado de ajuste astronómico (365,2422 días).
Surge una pregunta: ¿por qué no resolvieron los mesoamericanos el
desajuste de un día en el momento mismo en que se presentó, es decir,
cada 128 años, o bien redondeándolos a 130 años? Por dos razones:
1ro. Porque 128 o 130 no son múltiplos de 52. De haber hecho el
ajuste en esos lapsos, no se habría podido insertar en la sincronización de
los años civiles con los sagrados y, en consecuencia, no habría sido
armónico con otros ciclos del calendario.
2do. Porque, de comenzar el año un día antes (asignando dos tonales
sucesivos al mismo día), se habría trocado el simbolismo secundario de
los rumbos y los elementos. Por la misma razón, el comienzo retroactivo
del año tampoco se habría podido practicar a los 260 años pues, aunque
esta cantidad sí es múltiplo del atado, la diferencia de dos días entre los
años civil y trópico es apenas la mitad del ciclo mínimo del simbolismo
secundario.
Sin embargo, el hecho de que los 11 minutos anuales se ajustaran
cada 520 años no descarta la posibilidad de que los astrónomos de
Anawak aplicaran un ajuste cada 130 años, de un modo provisional y para
uso personal. Recordemos que esa cantidad de tiempo se formaba por la
multiplicación de la trecena por las mitades del año, de modo que ya
estaba prevista. Si acaso existió, dicho ajuste no dejó huella arqueológica
y no se puede considerar, ni siquiera hipotéticamente, como un
mecanismo del calendario.
72
3.3
El Fuego Nuevo
La sincronización astronómica del año en el orden de un día cada nueve
milenios permitió a los mesoamericanos verificar el fenómeno de la
precesión de los equinoccios y diseñar mecanismos para medirlo.
Al estudiar la rueda de los soles, aprendimos que esta servía para
medir el ciclo de rotación aparente de la bóveda celeste. Por causa de
dicha rotación, el tiempo que le toma a nuestro planeta regresar al mismo
punto de su órbita es un poquito más largo si se mide por las estrellas que
si se mide por el Sol. El modo de calcular la diferencia consiste en
multiplicar el año trópico por el cociente de 26001 entre 26 mil. Esto
equivale a 365 días, 6 horas, 9 minutos y 10 segundos, ciclo al que los
astrónomos llaman “año sidéreo” o de las estrellas.
Pero, ¿cómo podían los astrónomos de Anawak verificar la rotación de
la bóveda celeste, si 26 milenios es mucho más tiempo del que duró su
civilización? De un modo relativamente sencillo: bastaba con que
observaran cada año el ascenso de cierta estrella al centro del cielo y
contaran cada cuántos años se retrasaba dicho ascenso en un día.
Multiplicando ese lapso por la cantidad de días del año, se obtiene el ciclo
de rotación de la estrella y, por extensión, de todo el firmamento.
Una observación de ese tipo fue reportada por Sahagún como marco
de la conocida festividad del Fuego Nuevo:
“Tomaban por señal para esta fiesta el movimiento de las Cabrillas
(Pléyades) cuando estaban en medio del cielo a la medianoche… Cuando
veían que pasaban del medio, entendían que el movimiento del cielo no
cesaba. A esa hora estaban en los cerros circundantes gran cantidad de
gentes esperando ver el Fuego Nuevo. Y, en cuanto lo sacaban,
levantaban un alarido de alegría (por) que el mundo no se acabara y
tuvieran otros 52 años ciertos.” (Historia General IV)
La ceremonia del Fuego Nuevo aparece en casi todas las culturas de la
Tierra desde tiempos inmemoriales. En Anawak, es probable que se
celebrara desde antes del surgimiento del calendario, ya que no depende
del consecutivo de los tonales ni se relaciona con el año solar. Lo que le
dio valor como herramienta astronómica fue que, en cierto momento de la
73
historia, los sacerdotes la vincularon con el máximo acercamiento de las
Pléyades al centro del cielo.
¿Por qué escogieron las Pléyades? Porque este cúmulo, llamado en
nawatl Tiankistli, mercado, y Miek, montón, y en maya Mots, racimo, y Tsab,
cascabel de serpiente, es muy fácil de ubicar en el cielo. Además, tenía un
gran contenido simbólico, pues se consideraba que las Pléyades eran las
almas de los 400 jóvenes que asesinó el gigante del mito con motivo del
cambio de Sol, de modo que llegaron a ser emblema de las edades.
Algunos investigadores consideran que el Fuego Nuevo no se medía
por las Pléyades, sino por el paso del Sol por el el nadir o polo inferior de
la tierra - un suceso que, en la época mexica, coincidía con el ascenso
pleyadiano. Sin embargo, cuatro razones reivindican el dato de Sahagún:
1ro. Los informantes no relacionan al Fuego Nuevo con el Sol, sino
específicamente con las Pléyades.
2do. El relieve xochicalca del Fuego Nuevo que estudiamos en la
lección 2.5 no señala el paso del Sol por el nadir, sino el inicio de la
veintena en que ocurrió el ascenso pleyadiano.
3ro. La Piedra de los Soles muestra que la presencia de estas estrellas
era un aspecto medular del rito. En el centro de dicho monumento se
representó un rostro con atributos solares y terrestres, lo que sugiere un
alineamiento entre ambos astros (el paso del Sol por el cenit o el nadir).
Sobre su frente se labró el cargador anual 2 Caña18 . Esa fecha, en
combinación con el tonal que le da nombre al quinto Sol (4 Movimiento),
revela uno de los sentidos ocultos del monumento pues, por aquella
época, el ascenso de las Pléyades al centro del cielo en los años 2 Caña
ocurría en un día 4 Movimiento. En correspondencia con este simbolismo,
la nebulosa fue representada dos veces en la piedra: en la parte superior,
mediante cascabeles de serpiente, y en la parte inferior, mediante
espirales formadas por siete estrellas colocadas sobre las narices de los
dos dragones que circundan al monumento.
4to. La ceremonia tenía un sentido sideral, no solar, pues, en las
representaciones de los códices, el fuego es encendido sobre el cuerpo de
una serpiente de fuego y este ser mítico, personificado como el dios
Mishkoatl, serpiente de nubes, era el emblema de la Vía Láctea. El
encendido del fuego sobre el cuerpo de la galaxia no sólo era un símbolo
de renacimiento cósmico, sino que funcionaba como herramienta para
medir el ciclo de precesión.
18
Este dato se ha venido ignorando porque las investigaciones del monumento se suelen
basar en dibujos, y estos no resuelven correctamente la parte central del relieve.
74
Glifos maya y nawatl de las Pléyades. Correlación del Fuego Nuevo:
año 2 Caña, día 4 Movimiento. Piedra de los Soles, relieve mexica.
Para entender cómo pudo ser usada esta herramienta, volvamos al giro
de las estrellas. Si dividimos 26 mil años por la cantidad de días que tiene
un año, el resultado son 71 años y 68 días. Eso significa que, si el
calendario hubiese estado perfectamente sincronizado con el movimiento
del Sol, los anahuacas habrían observado que, cada 71 años, el ascenso
de las Pléyades se trasladaba para el tonal siguiente.
Sin embargo, dentro de lapsos de medio milenio, el orden de precisión
de aquel calendario era de 0,25 días por año. Por lo tanto, la diferencia
perceptible entre el año civil y el de las Pléyades era sólo de 9 minutos y
10 segundos. Para que se acumulara un día, tenían que pasar 157,1 años,
es decir, un día dividido entre 9 minutos y 10 segundos. Teniendo en
cuenta que esta duración es apenas un año más que tres atados (3 x 52 =
156), es probable que los mesoamericanos, de hecho, midieran y
celebraran ese día de diferencia en el Fuego Nuevo que tenía lugar cada
tres atados19 .
Puesto que el lapso de tres atados cabe ampliamente dentro del marco
de los registros históricos y astronómicos de Anawak, no hay dudas de
que los mesoamericanos observaron una y otra vez el traslado del
ascenso pleyadiano para el día siguiente. En consecuencia, estaban en
posibilidad de calcular la duración de todo el ciclo con una razonable
aproximación20 . Podemos considerar, pues, que la ceremonia del Fuego
Nuevo era un calibrador de años sidéreos y, por extensión, del ciclo de
precesión de los equinoccios.
La cita de Sahagún que leímos anteriormente se refiere al Fuego
Nuevo celebrado en el año 2 Caña de 1507, en el cual los mexicas dieron
comienzo a un atado. Si añadimos a esta cita el hecho de que algunos
códices emplean el glifo del Fuego Nuevo para representar a los atados,
se comprende por qué la mayor parte de la gente, e incluso muchos
investigadores, tienen la creencia de que dicha festividad tenía lugar cada
52 años. En los textos de divulgación se ha llegado a afirmar que las
19
El adelanto de un año cada tres atados crea un ciclo casi igual al de precesión de los
equinoccios, resultado de multiplicar los tres atados por el tiempo en que se acumula un día
de desfase (156 x 157,1 = 24500 años).
20
Les hubiera bastado con multiplicar los tres atados por el ciclo de ajuste de los 11 minutos
(520 años) y dividir el resultado por el cociente de dicho ciclo entre los tres atados.
75
Pléydes ascienden al cenit sólo cada 52 años. Esa es una interpretación
incorrecta.
El Códice Borgia representa los encendidos de cuatro Fuegos Nuevos
correspondientes a cuatro trecenios consecutivos llamados 4 Casa, 4
Conejo, 4 Caña y 4 Pedernal. Como vemos, se trata de años sin relación
con los años 1 Conejo o 2 Caña, que era cuando tradicionalmente se
celebraba la fiesta de los atados. Esta evidencia ha llevado a los
investigadores Xavier Noguez y Alfredo López Austin a suponer que el
Fuego Nuevo era una festividad anual, lo que explica por qué se
simbolizaba mediante un fenómeno astronómico que ocurre cada año:
“La aparición del rito de fuego nuevo en las láminas del portador del
año del Códice Borgia indica que, hacer el fuego nuevo, puede no haber
estado limitado únicamente a la ceremonia de los 52 años, sino que era un
componente común de los rituales mexicanos de año nuevo.” (Hombres y
Dioses)
Fuegos Nuevos celebrados en los años 4 Casa, 4 Conejo, 4 Caña y 4 Pedernal, Códice
Borgia. Obsérvese el glifo de las Pléyades en la nariz del dragón de la primera imagen.
A esto podemos añadir que, en el Códice Vindobonensis, de origen
mixteca, aparecen Fuegos Nuevos encendidos tanto en cuadrienios como
en años comunes; el códice Vaticano 3738 describe los Fuegos Nuevos
de los años 4 y 8 Caña; el Códice Aubin los relaciona con el año 6 Caña;
el cronista nativo Chimalpahim menciona los años 3, 9 y 11 Casa... Sin
duda alguna, la ceremonia era anual.
Una prueba de lo anterior es que, en el año de 1609, el cual no
coincidió con los atados, los trecenios o los cuadrienios, las autoridades
coloniales interrumpieran el último encendido no sincrético del que se
tiene noticia. He aquí el reporte:
“Se encontró, por el testimonio de estos delincuentes, que había en
algunos pueblos del Valle (Cuernavaca) algunos viejos que tenían por
oficio el sacar el fuego nuevo, que el tal ministro del demonio sacaba con
unos palillos. Como se supo por declaración de un indio de Zumpahuacan
en Octubre de 1609.” (Jacinto de la Serna, Tratado de las Supersticiones e
Idolatrías)
Observemos la fecha en que ocurrió esta delación: octubre de 1609,
unos días antes del ascenso de las Pléyades (ocurrido el 14 de noviembre
de ese año), momento en que los defensores de la tradición calendárica
hacían los preparativos para la ceremonia.
En conclusión: las fuentes indican que el Fuego Nuevo se celebraba
cada año, con ediciones especiales cuando coincidía con los ciclos
76
básicos del calendario a los 4, 13 y 52 años. La razón por la cual, en
ocasiones, el glifo del Fuego Nuevo se asociaba al de los atados, era por
lo espectacular de la ceremonia que tenía lugar cada 52 años. Mientras
que las ofrendas de los años comunes consistían en cargas bien
ordenadas y contadas de leña, en los atados, además, se rompían las
imágenes, se quemaban los códices y se enterraban los templos, a fin de
ejemplificar dramáticamente el cambio de la edad.
Es probable que también hubiera ediciones especiales de la ceremonia
del Fuego Nuevo cada 520 años, con motivo del cambio de los
cargadores, así como al cumplirse la rueda de los atados cada 1040 años.
La arqueología ha encontrado evidencias de renovación por fuego,
repavimentación y abandono de las ciudades capitales de Anawak en
lapsos que se acercan al milenio y al medio milenio.
El Fuego Nuevo se conmemora aún en diversas comunidades
campesinas de la costa mexicana del Pacífico, pero de un modo muy
sincretizado con la religión cristiana. Las ofrendas aún son parecidas a las
de la antigüedad, pero el día de la fiesta ya no se calcula por el
movimiento del cielo, sino por los aniversarios de los santos católicos.
Desde hace algunos años, diversos grupos de la tradición han retomado la
ceremonia, restituyéndole su original sentido astronómico. Debido a lenta
deriva del cielo, el ascenso de las Pléyades que, al final de la época
mexica, ocurría en la noche del 12 al 13 de noviembre, se ha atrasado
desde entonces en un día cada 71 años por lo que, en la actualidad,
ocurre el 19 de noviembre.
77
Cuarta Parte
La correlación
gregoriano-anahuaca
4.1
La correlación de los atados
Por lo general, quienes investigan el calendario mesoamericano tienen el
propósito de correlacionarlo con el calendario cristiano, a fin de poder
ubicar en la historia los sucesos registrados en las fuentes prehispánicas.
Una correlación calendárica es una equivalencia que se establece entre
dos fechas de dos calendarios diferentes; en el caso de Anawak, esto se
puede hacer de cinco modos:
1ro. Comparando las referencias independientes que apuntaron los
cronistas nativos y europeos sobre los mismos eventos. Este es el método
más seguro.
2do. Recurriendo a los fechados comparativos que hicieron algunos
cronistas al tratar de explicar el funcionamiento del calendario.
3ro. Tomando como referencia ciertos eventos astronómicos como los
equinoccios, solsticios y pasos cenitales, pues, si conocemos el tonal en
que ocurrieron, podemos compararlo con la fecha cristiana.
4to. Comparando correlaciones secundarias, es decir, aquellas que no
involucran tonales, sino otros ciclos, como la veintena o los días
Nemontemi, o bien festividades relacionadas con el calendario.
5to. Comparando entre sí las versiones civil y de Cuenta Larga para
llegar a una correlación interna.
En las lecciones siguientes emplearemos todos estos métodos.
Además, para conseguir una correlación confiable, hay que tener en
cuenta tres factores:
1ro. No basta con comparar una fecha cristiana con otra anahuaca,
pues alguna de ellas podría estar equivocada. Una correlación seria
necesita, al menos, dos fechas de cada calendario que concuerden entre sí.
2do. No basta con comparar fechas, hay que conocer las estructuras
de ambos calendarios para aplicar los ajustes que contienen, como
pueden ser traslapes, reduplicados y omisiones reglamentarias de días.
78
3ro. Por último, hay que contextualizar las fechas. Eso significa que es
inútil comparar diversas correlaciones si no se toman en cuenta las
contingencias sufridas por ambos calendarios durante el lapso de tiempo
transcurrido entre ellas; por ejemplo, la omisión de diez días en el paso del
calendario juliano al gregoriano, o la extinción del mecanismo del bisiesto
en el calendario de Anawak poco después de la invasión.
Si descuidamos los puntos anteriores, podemos llegar a una
correlación parcial, válida por unos pocos meses o años, pero insostenible
con el paso del tiempo. O lo contrario: podríamos llegar a dos o más
correlaciones aparentemente discordantes, e interpretar esto como un
error de las fuentes o como la evidencia de una pluralidad de calendarios.
En este punto del curso estamos en posición de ubicar algunos de los
ciclos estudiados. Estableceremos primero las correlaciones que quedaron
claramente asentadas en las fuentes, y deduciremos a partir de ellas otras
menos documentadas.
Los atados
Comenzaremos por los atados de 52 años, pues han demostrado ser un
ciclo clave para la comprensión de este calendario. Pero, antes de
parearlos con los años cristianos, tenemos que aclarar un asunto: las
evidencias arqueológicas muestran que, durante siglos, la ceremonia del
atado se realizó en los años 1 Conejo; sin embargo, los mexicas la
trasladaron al año siguiente, 2 Caña. Según el relieve del Monolito de la
Fundación del Templo Mayor, el cambio ocurrió en 1454, pero una fuente
afirma que se materializó u oficializó un atado más tarde:
“El año 1 Conejo en que ataban los años, en 1506 lo cambió
Moctezuma a 1507.” (Códice Telleriano-Remensis)
A fin de no cometer errores al leer los códices y las crónicas mexicas,
es necesario tener en cuenta que los escribas mexicas aplicaron el cambio
retroactivamente, describiendo los atados anteriores a 1454 como si
también hubieran ocurrido en años 2 Caña. Esto no lo hicieron con el afán
de distorsionar la historia, sino para que la información resultara más clara
a los lectores21.
La transición del atado de los Fuegos Nuevos del año 1 Conejo al 2 Caña.
Monolito de la Fundación, escultura mexica.
21
Es un recurso similar al que empleamos en la actualidad cuando decimos, por ejemplo,
que Jesús nació en el año 1 de la era cristiana, siendo que esta era se inventó cinco siglos
después de su nacimiento.
79
¿A qué se debió el traslado de la ceremonia? Algunos investigadores
especulan que, en la carencia de un mecanismo de ajuste astronómico, se
habían acumulado decenas de días de desfase desde la época en que se
inventó el calendario, y los mexicas decidieron suprimirlos de una vez. Sin
embargo, esta hipótesis enfrenta los siguientes problemas:
1ro. Un hecho tan drástico como la supresión de decenas de tonales
habría dejado huellas arqueológicas, pero ninguna fuente lo menciona.
2do. Tal salto habría desajustado todos los mecanismos del calendario,
tanto simbólicos como astronómicos. Por ejemplo, habría anulado la
relación entre el Fuego Nuevo y el ascenso de las Pléyades.
3ro. Como hemos estudiado, este calendario tenía un elegante
mecanismo de corrección de los cuartos de día y, probablemente, también
de los 11 minutos anuales, de modo que no necesitaba (ni soportaba) una
rectificación tan tosca como la supresión masiva de tonales.
La mayor parte de los investigadores considera que la decisión de
trasladar la ceremonia al año siguiente tuvo causas “mágicas”, pues los
años 1 Conejo quedaron mal aspectados después de una hambruna
ocurrida en 1454. A mi juicio, esto quizás ejerció alguna influencia, pero la
razón determinante fue un cambio en la forma de contar los ciclos.
La expresión “atado de años” se refiere al acumulado de 52 años, es
decir, a ciclos transcurridos; por ello, la festividad se representaba
mediante un haz de 52 cañas. En otras palabras: lo que se celebraba en
los años 1 Conejo no era el comienzo del atado, sino su culminación. Al
parecer, los mexicas prefirieron contar ciclos por transcurrir, por lo que
trasladaron el evento para el año siguiente (el primero del atado), sin que
ello afectara las demás funciones del calendario. Probablemente, en esta
decisión influyó el hecho de que, por entonces, el ascenso de las Pléyades
en los años 2 Caña ocurría el día 4 Movimiento, simbólicamente asociado
con el Fuego Nuevo.
Otro asunto a tener en cuenta es que, si bien la ceremonia se realizaba
con el ascenso de las Pléyades en noviembre, el año en que terminaba el
atado duraba cinco veintenas más, hasta fines de febrero del año
siguiente. De modo que la correlación de los atados se puede establecer
de dos maneras: en sentido astronómico y en sentido calendárico.
Fuego Nuevo de 1507, Códice Telleriano.
Aclarado lo anterior, podemos pasar a comparar los atados con las
fechas gregorianas. Afortunadamente, varias crónicas reportan la fecha en
que comenzó el último de ellos; por ejemplo, afirma Sahagún:
“La última solemnidad que hicieron (los mexicas) de este Fuego Nuevo
(secular) fue en el año de 1507. El año de 1559 se acabó otra gavilla de
80
años, que ellos llamaban Xiumolpilia. En este no hicieron solemnidad
pública porque ya los españoles estaban en esta tierra.”
(Historia
General)
Si contamos bloques de 52 años a partir de 1507, entonces el atado en
el que nos encontramos en la actualidad comenzó en febrero de 1975 y se
extenderá hasta febrero del 2027, con atadura astronómica en noviembre
del 2026. En cuanto al día, ya mencionamos que, en este momento, las
Pléyades están ascendiendo al centro del cielo en la noche del 19 de
noviembre.
La rueda de los atados
Por si sola, la correlación anterior no correlaciona la rueda de los atados.
Recordemos que esta rueda es un conjunto de 20 atados (1040 años) en
los cuales se empataban los tonales de los 52 años vagos con 52 años
trópico. Para averiguar cuándo comenzó y cuándo terminará la presente
rueda, tenemos que encontrar alguna referencia en las fuentes que vincule
a los atados con un número de orden.
Al estudiar cómo se formaba esta rueda (lección 2.5), conocimos dos
relieves en los que aparecen fechas anuales acompañadas de números
que interpretamos como indicadores del atado al que pertenecen. El más
antiguo de ellos, de origen xochicalca tardío, tiene el guarismo 1, y el más
reciente, de origen mexica, el guarismo 8, lo cual significa que, entre
ambos monumentos hay ocho atados - aproximadamente cuatro siglos.
Ello coincide con el hecho de la cultura xochicalca se extinguió hacia el
siglo 11 de la era cristiana, mientras que los mexicas comenzaron a labrar
sus estelas calendáricas en el siglo 15.
La comparación entre ambos monumentos nos da una idea
aproximada de cuándo comenzó la presente rueda de atados. Para afinar
nuestra correlación, tenemos que recurrir a algunas crónicas del área
nawatl donde se consignó el número de orden de los atados en relación
con los años cristianos; por ejemplo:
“Año 2 Caña de 1455: aquí tuvo lugar la octava atadura de nuestros
años, los años de la edad chichimeca-mexica.” (Anales de Tecamachalco)
“Esta es la atadura número nueve, ocurrida en el año 2 Caña (de
1507), según el calendario de los viejos.” (Tezozomoc, Crónica Mexicayotl)
Por lo general, se considera que estos textos se refieren a la cantidad
de atados que celebraron los mexicas durante su éxodo a través de
Anawak; sin embargo, las afirmaciones guardan una estrecha relación con
el relieve de Xochicalco. Puesto que los xochicalcas fueron un pueblo
independiente y anterior a los mexicas, podemos concluir que los números
81
de orden no eran exclusivos de este último pueblo, sino que constituían
una forma de contar atados común a todos los anahuacas. En mi opinión,
tanto los relieves como las citas de los cronistas se refieren a un
consecutivo, es decir, a un mecanismo calendárico, y este sólo pudo haber
sido el de las ruedas de atados.
Los datos anteriores tienen peso suficiente como para basar en ellos la
correlación de esta rueda, que se plantea así: si el octavo ciclo se ató en
1455 y el noveno en 1507, entonces el primero se ató en el año 2 Caña de
1091, habiéndose celebrado astronómicamente a fines del 1090. El
cronista Chimalpahim corrobora esta deducción al afirmar:
“(Los mexicas) celebraron su primer atado en el año de 1091, en
Acahualtzingo, cerca de San Juan del Río.” (Relaciones de Chalco)
Restando 52 años al 1091 llegamos al 1039, primer año del primer
atado de la presente rueda. Por lo tanto, el último atado de la rueda
anterior se celebró en noviembre del 1038. A partir de ahí, podemos
ordenar los 20 atados de esta rueda, así como determinar sus cargadores
o nombres propios, de acuerdo con el excedente de 13 días con respecto
a los años trópico que ya estudiamos. El resultado lo vemos en la
siguiente tabla, donde se han contado períodos de tiempo por transcurrir
con fechas gregorianas:
Correlación y cargadores de los atados de la presente rueda a partir de la
celebración del Fuego Nuevo
1º
2º
3º
4º
5º
6º
7º
8º
9º
10º
5 nov. 1038
6 nov. 1090
7 nov. 1142
8 nov. 1194
9 nov. 1246
10 nov. 1298
10 nov. 1350
10 nov. 1402
11 nov. 1454
12 nov. 1506
1 Conejo
1 Dragón
1 Ocelote
1 Venado
1 Flor
1 Caña
1 Muerte
1 Lluvia
1 Hierba
1 Serpiente
11º
12º
13º
14º
15º
16º
17º
18º
19º
20º
12 nov. 1558
13 nov. 1610
14 nov. 1662
15 nov. 1714
15 nov. 1766
16 nov. 1818
17 nov. 1870
17 nov. 1922
18 nov. 1974
19 nov. 2026
al 20 nov. 2078
1 Pedernal
1 Mono
1 Lagartija
1 Movimiento
1 Perro
1 Casa
1 Buitre
1 Agua
1 Viento
1 Águila
La correlación anterior nos permite ubicar los dos tipos de hemiciclos
(simétricos y asimétricos) en que se organizaba la rueda de los atados,
considerando que estos últimos tienen dos formas posibles de
organización.
82
Simétricos (520 años)
Primero: 1038 a 1558
Segundo: 1558 a 2078
Asimétricos (676 y 364 años)
Primera posibilidad
1038 a 1402
1402 a 2078
Segunda posibilidad
1038 a 1714
1714 a 2078
Las ruedas de atados y los soles
La correlación de las ruedas de atados trae a colación otra interrogante: ya
sabemos que cada sol tiene cinco ruedas; ¿será posible determinar en
cuál de ellas nos encontramos en la actualidad? Si.
Según estudiamos en la lección 2.6, el Códice Chimalpopoca afirma
que, en la época de los toltecas de Tula, “ya habían pasado cuatro eras
del Quinto Sol”. Si esta interpretación es correcta, entonces nos
encontramos en la quinta y última rueda de atados del presente Sol, de la
que ya conocemos el momento inicial. A partir de ahí, podemos
correlacionar las demás ruedas, tanto en años sidéreos o pleyadianos (es
decir, a partir del Fuego Nuevo) como en años civiles con rectificación
astronómica. Ambas correlaciones quedan recogidas en esta tabla:
Ruedas En años sidéreos
1ra.
2da.
3ra.
4ta.
5ta.
En años civiles
8 sept. 3123 a. C.
23 sept. 2083 a. C.
7 oct. 1043 a. C.
22 oct. 3 a. C.
5 nov. 1038 al 20 nov. 2078
20 feb. 3122 a. C.
20 feb. 2082 a. C.
21 feb. 1042 a. C.
21 feb. 2 a. C.
21 feb. 1039 al 16 feb. 2079
A su vez, la determinación de los límites del Quinto Sol nos permite
ubicar los demás soles, restándoles bloques de 5200 años. Sólo hay que
tener en cuenta que sus puntos de inicio retroceden con saltos de 73 días
por causa del corrimiento de la eclíptica. El resultado es el siguiente, en
fechas gregorianas:
1ro. Sol de Agua, 20 de noviembre del 23 924 a. C.
2do. Sol de Tierra, 1º de febrero del 18 723 a. C.
3ro. Sol de Fuego, 15 de abril del 13 523 a. C.
4to. Sol de Viento, 27 de junio del 8 323 a. C.
83
5to. Sol de Movimiento, 8 de septiembre del 3123 a. C. al 20 de
noviembre del 2078 d. C.
En conclusión: podemos determinar que el presente año 2009 es el
número 34 del penúltimo atado (1975 a 2027) de la quinta rueda (1039 a
2079) del Quinto Sol (3122 a. C. a 2079) del presente ciclo de precesión
de los equinoccios (23 922 a. C. a 2079).
4.2
La correlación del año
y la cruz de cargadores
La ubicación cronológica de las ruedas de atados correlaciona los
nombres de los años, pues se sabe que la última ceremonia pública de un
atado de Fuegos Nuevos se celebró en el año 2 Caña de 1507. A partir de
ahí, podemos ordenar los años civiles.
Quedan muchos otros datos que confirman esta correlación; por
ejemplo, numerosas crónicas afirman que la llegada de Hernán Cortés al
territorio mexicano ocurrió en el año 1 Caña de 1519. También se
redactaron decenas de códices con posterioridad a la invasión, en los
cuales se correlacionaron los cargadores anuales con los años julianos y
gregorianos. Guiándonos por esas fuentes y calculando hasta la
actualidad, resulta que el presente 2009 se llama 10 Casa.
Correlación anahuaca-juliana. Códice Telleriano.
Sin embargo, sabemos que, en algún momento después de la caída de
Tenochtitlan, la rueda de los cargadores rotó de nuevo. Los mexicas y la
mayor parte de los anahuacas no pudieron aplicar dicho ajuste porque,
para entonces, su cultura había sido aplastada y muertos los sacerdotes
que conocían los mecanismos sutiles del calendario. Pero los mayas,
quienes aún disfrutaban de independencia política, sí tuvieron tiempo de
implementar los nuevos cargadores, a los que llamaremos “coloniales”.
Puesto que la sustitución de las cruces consiste en comenzar
retroactivamente el año en cuatro días, para convertir los cargadores
postclásicos a coloniales basta con restarles cuatro tonales. Rebautizado
así, el año 2009 lleva el nombre de 6 Lluvia. Dicho traslado no modifica en
84
absoluto el funcionamiento del mecanismo de los tonales, de modo que
los días mantienen su consecutivo y se siguen llamando igual.
El cambio de nombre no significa que sea incorrecto emplear los
cargadores postclásicos en la actualidad, sino que estos han perdido
exactitud astronómica. De modo que es tan lícito llamar al 2009 “6 Lluvia”
como “10 Casa”, siempre que tengamos en cuenta que este último
cargador cae varios días después del evento astronómico de referencias,
cuya naturaleza estudiaremos en una próxima lección.
La cruz de cargadores
Ahora bien, para establecer una correlación correcta, no basta con saber
qué cargadores son los equivalentes coloniales de los años postclásicos,
también tenemos que definir en qué momento tuvo lugar el cambio de las
cruces de cargadores.
Las fuentes son unánimes en afirmar que los cargadores vigentes
durante el Período Postclásico fueron Casa, Conejo, Caña y Pedernal, los
cuales aún se usaban cuando cayó Tenochtitlan en 1521. Sin embargo,
cuando se redactó el libro de Chilam Balam de Chumayel22 en 1596, ya
estaba vigente una nueva cruz compuesta por los signos de Lagartija,
Agua, Ocelote y Lluvia. Esto nos da un margen de tiempo para buscar el
cambio, entre los años de 1521 y 1596.
Para llegar a un ajuste más fino, tenemos que proceder por deducción.
Ya conocimos la existencia de dos consecutivos de tonales a los que
llamamos bases A y B, el primero continuo y el segundo, en el que se
duplicaba un tonal cada cuatro años. Esto establecía un ciclo de 1040
años (resultado de multiplicar los 260 tonales por los cuatro años) en el
cual, los años vagos y los rectificados se empataban en una misma
combinación, permitiendo la aplicación de los mecanismos concernientes
a ambos tipos de año, como es el caso de la sustitución de las cruces de
cargadores.
La base B surgió con posterioridad a la base A, pues contenía un
mecanismo de rectificación astronómica que, necesariamente, se tuvo que
aplicar sobre un mecanismo previo no ajustado. Por lo tanto, es razonable
suponer que ambas series partieron de un estado básico de sincronización
y fueron divergiendo poco a poco, para coincidir de nuevo tres o cuatro
veces durante la historia de Anawak.
22
Los textos de Chilam Balam son apuntes que hicieron los sacerdotes mayas durante la
Colonia con el propósito de conservar sus tradiciones. El de Chumayel es el más antiguo.
85
Si el comienzo retroactivo del año en cuatro días cada medio milenio se
calculó a partir de dicho estado de sincronización, entonces es obvio
dónde hay que buscar el cambio de los cargadores: en los lapsos de
cuatro años en los que ambas bases de tonales coincidían, así como, por
defecto, en la mitad de ese ciclo.
En la lección pasada establecimos que una de esas sincronizaciones
ocurrió en el año 1 Conejo de 1038-1039, cuando comenzó la presente
rueda de atados. 520 años más tarde llegamos a año 1 Conejo de
1558-1559. Este cuadrienio encaja en el margen de tiempo que ofrece la
caída de Tenochtitlan y la redacción del primer libro de Chilam Balam, y es
un buen momento para ubicar la sustitución de los cargadores
postclásicos por los coloniales.
En los textos mayas encontramos alusiones a años postclásicos
denominados con cargadores coloniales. En este caso ocurre lo mismo
que con los atados de las crónicas mexicas: los nuevos cargadores se
aplicaron retroactivamente para aclarar las cuentas a los lectores. Pero,
como estudiaremos en el capítulo 4.8, hay pruebas de que, durante la
primera mitad del siglo 16, los mayas emplearon los mismos cargadores
que los demás anahuacas.
Si el mecanismo de ajuste astronómico ha sido correctamente
descifrado, entonces el año 2 Caña de 1559-1560 debió comenzar cuatro
días antes, trasladando su cargador para el tonal 11 Agua, el primero de la
serie colonial. Esta serie aún está vigente pero, como ya han transcurrido
más de cuatro siglos desde su implementación, su período de ajuste
astronómico está a punto de concluir. El único modo de sincronizarla de
nuevo con el movimiento del cielo consiste en echar a andar la siguiente
serie de cargadores.
Año Cargadores Cargadores
postclásicos actuales
Año Cargadores Cargadores
postclásicos actuales
86
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
2019
2020
2021
2022
2023
2024
2025
2026
2027
2028
2029
2030
2031
2032
2033
2034
2035
2036
2037
2038
2039
2040
2041
2042
2043
2044
2045
2046
2047
2048
2049
2050
2051
2052
2053
2054
2055
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
Agua
Ocelote
Lluvia
Lagartija
Agua
Ocelote
Lluvia
Lagartija
Agua
Ocelote
Lluvia
Lagartija
Agua
Ocelote
Lluvia
Lagartija
Agua
Ocelote
Lluvia
Lagartija
Agua
Ocelote
Lluvia
Lagartija
Agua
Ocelote
Lluvia
Lagartija
Agua
Ocelote
Lluvia
Lagartija
Agua
Ocelote
Lluvia
Lagartija
Agua
Ocelote
Lluvia
Lagartija
Agua
Ocelote
Lluvia
Lagartija
Agua
2056
2057
2058
2059
2060
2061
2062
2063
2064
2065
2066
2067
2068
2069
2070
2071
2072
2073
2074
2075
2076
2077
2078
2079
2080
2081
2082
2083
2084
2085
2086
2087
2088
2089
2090
2091
2092
2093
2094
2095
2096
2097
2098
2099
2100
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
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4
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6
7
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1
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10
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12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
Casa
Conejo
Caña
Pedernal
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
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7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
Ocelote
Lluvia
Lagartija
Agua
Ocelote
Lluvia
Lagartija
Agua
Ocelote
Lluvia
Lagartija
Agua
Ocelote
Lluvia
Lagartija
Agua
Ocelote
Lluvia
Lagartija
Agua
Ocelote
Lluvia
Lagartija
Serpiente
Perro
Águila
Flor
Serpiente
Perro
Águila
Flor
Serpiente
Perro
Águila
Flor
Serpiente
Perro
Águila
Flor
Serpiente
Perro
Águila
Flor
Serpiente
Perro
¿Cuándo deberá ocurrir dicho cambio? Para calcularlo, hay que sumar
520 años al momento en que ocurrió el anterior, lo cual nos lleva a febrero
87
del 2079, fin de la presente rueda de atados. Ese año, que con los
cargadores postclásicos debería llamarse 2 Caña y con los coloniales 11
Agua, trasladará su cargador al tonal 7 Serpiente, el primero de una cruz
compuesta por los signos de Serpiente, Perro, Águila y Flor. Como dicho
evento coincide con el fin del Quinto Sol y el comienzo de una nueva serie
de soles, propongo llamar a estos cargadores “la cruz del nuevo Sol”.
Nombres de los años restantes del siglo 21 con los cargadores postclásicos y sus
equivalentes astronómicamente actualizados.
4.3
La correlación del tonal
En esta lección correlacionaremos los tonales con las fechas cristianas.
En teoría, esta es una tarea relativamente sencilla, pues se conservan
decenas de fechamientos pareados. Sin embargo, en la práctica se
complica de tal modo, que es difícil encontrar dos investigadores que
lleguen a la misma conclusión.
Las diferencias se deben al modo como se interpreta el mecanismo del
calendario. Como sabemos, los grupos de la tradición del Altiplano
aceptan la existencia de ajustes astronómicos, pero dejan de contar los
días finales del año para que cada año inicie en Dragón. Como las fuentes
no respaldan este criterio, se ven forzados desechar todas las
correlaciones establecidas por los cronistas, tanto nativos como
españoles, excepto una: la caída de Tenochtitlan. Por su parte, los
investigadores académicos suelen aplicar correctamente el mecanismo de
los cargadores, pero descartan la existencia de ajustes astronómicos, lo
cual también les obliga a desechar la mayor parte de las correlaciones,
escogiendo alguna que coincida con sus hipótesis particulares23.
Ambos enfoques presentan el mismo problema pues, si únicamente
establecemos un punto común entre los tonales y los días cristianos,
podemos probar cualquier criterio preconcebido que tengamos respecto a
la estructura e inicio del año. Como ya mencionamos, para obtener un
23
Algunos investigadores, como Alfonso Caso y Rafael Tena, han enfocado el problema de la
correlación del año civil a partir de un conjunto de fechamientos pareados. De hecho, en esta
investigación se llega a una conclusión muy parecida a la de Tena.
88
resultado confiable es necesario comparar, al menos, dos correlaciones, y
estas deben estar lo suficientemente alejadas entre sí como para
evidenciar los mecanismos calendáricos de mediano y largo plazo.
Sin embargo, esto plantea otro problema pues, mientras más tardía es
una correlación, más posibilidades hay de que haya recibido influencias
del calendario cristiano. Por ello, en el siguiente análisis nos basaremos
en siete correlaciones realizadas hasta 1525 (el primer bisiesto
mesoamericano después de la invasión), es decir, cuando el calendario
anahuaca aún funcionaba en todo su esplendor. Debido a la más conocida
de ellas (la caída de Tenochtitlan), y porque no sólo proporcionan siete
fechamientos individuales, sino también un conjunto de datos susceptibles
de ser analizados como una ecuación matemática, les llamaremos “la
ecuación de Tenochtitlan”.
1
El primer fechamiento tuvo lugar cuando el explorador Juan de Grijalva
llegó a la costa de Veracruz. El libro de a bordo afirma que ello ocurrió
entre el 12 y el 15 de junio de 1518, pero los informantes de Motolinia
fecharon el evento con precisión:
“Vinieron dos navíos y fueron recibidos en la Veracruz. El día que
llegaron se dice Ce Tochtli (1 Conejo).” (Teogonía e Historia de los
Mexicanos)
Esto plantea la correlación: el día 1 Conejo del año 13 Conejo cayó
entre el 12 y el 15 de junio de 1518.
2
El segundo fechado corresponde a la llegada de Hernán Cortés a la
capital mexica, que el propio conquistador describió así:
“Permanecimos (en México) desde el 8 de noviembre hasta mayo de
1520.” (Cartas de Relación II)
Confirma el dato el cronista nativo Chimalpahim Cuauhtlehuanitzin:
“Al otro día (8 de noviembre) salió Motecuhzoma con su sobrino
Cacama y su hermano Cuitlahua y toda su corte a recibir a Cortés.” (13ra.
Relación)
Tanto Chimalpahim como los informantes de Sahagún afirman que ese
día se llamó 8 Viento, estableciendo otra equivalencia, según la cual, el
día 8 Viento del año 1 Caña correspondió al 8 de noviembre de 1519.
3
El tercer evento fue la matanza de los nobles mexicas por Pedro de
Alvarado, un hecho que, según Alba Ixtlilxochitl, tuvo lugar en la fiesta de
89
la veintena de Toshkatl. El momento exacto se infiere de las declaraciones
de varios cronistas, quienes afirman que las fiestas de las veintenas se
celebraban en su último día. Sahagún añade que ya habían pasado 195
días desde la llegada de los españoles a Tenochtitlan; si se suma ese
lapso al 8 de noviembre de 1519, llegamos al 21 de mayo de 1520. De
modo que aquí tenemos una tercera correlación, no de tonal, sino de
veintena, la cual afirma que el último día de la veintena de Toshkatl
correspondió al 21 de mayo de 1520.
4
La cuarta correlación también es de veintena; se estableció en la llamada
“noche triste”, cuando las tropas mexicas rechazaron a los españoles.
Hernán Cortés escribió que ello ocurrió en la noche del 30 de junio al 1ro.
de julio de 1520. La fecha anahuaca no fue reportada, pero Chimalpahim
Cuauhtlehuanitzin y el autor de los Anales de México-Azcapotzalco
informan que la guerra tuvo lugar en el último día de la veintena de
Tekuilwitontli. Tenemos, pues, la siguiente correlación: el 30 de junio de
1520 terminó la veintena de Tekuilwitontli del año 2 Pedernal.
5
El siguiente fechamiento es la caída de Tenochtitlan, que Bernal Díaz del
Castillo reporta así:
“Se rindió Guatemuz (Kuauʼtemok) y sus capitanes en el 13 de agosto,
año de 1521, gracias a Nuestro Señor.” (Historia verdadera de la conquista
de la Nueva España)
La fecha anahuaca fue reportada por numerosos informantes nativos;
he aquí dos ejemplos:
“Cuando fuimos derrotados era el año 3 Casa y el día 1
Serpiente.” (Códice Florentino)
“En el año 3 Casa fue cuando pereció la ciudad, en el día 1
Serpiente.” (Unos Anales históricos de la nación mexicana)
Esta quinta correlación dice que el día 1 Serpiente del año 3 Casa
correspondió al 13 de agosto de 1521.
6
El sexto evento fue la entrada del conquistador Alvarado - a quien los
nativos apodaron Tonatiuʼ, el sol - al territorio quiché. Los Anales de los
Cakchiqueles lo describen así:
“Durante ese año (de 6 Pedernal) llegaron los hombres de Castilla... en
el (día) 1 Conejo. Entonces los de Queche fuimos matados por los
castellanos, comandados por Tonatiuh.”
90
Las crónicas españolas afirman que el hecho ocurrió el 22 de febrero
de 1524. De ahí se extrae la equivalencia: el día 1 Conejo del año 6
Pedernal correspondió al 22 de febrero de 1524.
7
Una correlación cercana a la anterior fue establecida en la siguiente cita:
“Tonatiuh salió de la ciudad (de Gumarcaah). Entonces los zutujiles
fueron muertos por los hombres de Castilla en el (día) 7 Muerte.” (Anales
de los Cakchiqueles)
Según la historia española, Alvarado abandonó la ciudad de
Gumarcaah el 19 de abril y entabló batalla contra los quichés al día
siguiente, lo cual establece la correlación: el día 7 Muerte del año 6
Pedernal fue el 20 de abril de 1524.
Hemos ubicado estas correlaciones en las siguientes tablas a fin de
que el lector verifique su correspondencia. Las relaciones que se
establecen entre sus fechas contienen abundante información calendárica
que analizaremos en próximas lecciones; por ahora, observemos algunos
detalles:
1ro. En todos los casos, las fuentes anahuacas y españolas coinciden.
Esto sólo puede entenderse como una extraordinaria casualidad, o bien
como la prueba de que estas tablas contienen la equivalencia correcta
entre los tonales y los días cristianos.
2do. Aunque seis de los fechados fueron realizados por cronistas
independientes y de diversos pueblos, hay una perfecta sincronía entre
ellos, demostrando que el calendario era uno en todo el territorio.
3ro. Las fechas se engarzan en una serie continua de tonales, lo cual
prueba que los tonales no se interrumpían por causa de los cinco días
finales del año. Si contáramos aparte esos días, entonces sólo podríamos
ubicar en su sitio una cualquiera de las correlaciones, y las demás
quedarían como un inexplicable error de los cronistas nativos.
4to. Se demuestra que todas las veintenas comenzaban en el mismo
signo que le daba nombre al año, lo cual no sólo verifica el mecanismo
que hemos estudiado en este curso sino que, de paso, correlaciona las
veintenas.
5to. Se corrobora la existencia de un bisiesto mesoamericano pues, si
no reduplicamos un tonal al final del año Pedernal de 1520, las últimas
tres correlaciones se adelantarían en un día con respecto a lo que dicen
las fuentes.
Observaciones:
1. Las siguientes tablas contienen fechas julianas; para transformarlas
a gregorianas hay que sumarles diez días. Las veintenas han sido
91
separadas con una línea. Las correlaciones, los cargadores y el día
reduplicado se señalan con un recuadro.
2. Se han saltado los año 4 Conejo y 5 Caña (1522 y 1524) a fin de no
presentar tablas carentes correlación. El lector interesado puede
comprobar la continuidad de los tonales, contando los días transcurridos
en los años omitidos, dividiéndolos por 13 y 20, sumando los residuos al
último tonal del año 3 Casa y comparando el resultado con el primer tonal
del año 6 Pedernal.
92
Año 13 Conejo
12 de febrero de 1518 al 11 de febrero de 1519.
En
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Feb
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Mar
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
93
Abr
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp
Mayo
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
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11
12
13
1
2
3
4
5
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7
8
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11
12
13
1
2
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
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Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Jun
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
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11
12
13
1
2
3
4
5
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Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
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Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Primera correlación: el día 1 Conejo del año 13 Conejo cayó entre el 12 y
el 15 de junio de 1518.
Caída del cargador 13 Conejo: 3 de mayo juliano.
Jul
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
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11
12
13
1
2
3
4
5
6
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8
9
10
11
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
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Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Ag
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
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11
12
13
1
2
3
4
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6
7
8
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11
12
13
1
2
3
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Sep
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
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11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
94
Oct
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
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4
5
6
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9
10
11
12
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
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Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
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Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Nov
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
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12
13
1
2
3
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11
12
13
1
2
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Perro
Mono
Hierba
Caña
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Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
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Casa
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Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
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Mono
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Movim.
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Lluvia
Dic
4
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7
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1
2
3
4
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Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
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Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Año 1 Caña
12 de febrero de 1519 al 11 de febrero de 1520.
En
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
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23
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30
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9
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11
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1
2
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1
2
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7
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11
12
13
Mono
Hierba
Caña
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Águila
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Movim.
Peder.
Lluvia
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Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Feb
Mar
1 Viento
2 Casa
3 Lagart.
4 Serp.
5 Muerte
6 Venado
7 Conejo
8 Agua
9 Perro
10 Mono
11 Hierba
12 Caña
13 Ocelote
1 Águila
2 Buitre
3 Movim.
4 Peder.
5 Lluvia
6 Flor
7 Dragón
8 Viento
9 Casa
10 Lagart.
11 Serp.
12 Muerte
13 Venado
1 Conejo
2 Agua
3 Perro
4 Mono
5 Hierba
6 Caña
7 Ocelote
8 Águila
9 Buitre
10 Movim.
11 Peder.
12 Lluvia
13 Flor
1 Dragón
2 Viento
3 Casa
4 Lagart.
5 Serp.
6 Muerte
7 Venado
8 Conejo
9 Agua
10 Perro
11 Mono
12 Hierba
13 Caña
1 Ocelote
2 Águila
3 Buitre
4 Movim.
5 Peder.
6 Lluvia
7 Flor
Abr
95
8
9
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11
12
13
1
2
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4
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6
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1
2
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6
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11
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
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Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mayo
12
13
1
2
3
4
5
6
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9
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11
12
13
1
2
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1
2
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Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Jun
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Segunda correlación: el día 8 Viento del año 1 Caña correspondió al 8 de
noviembre de 1519.
Caída del cargador 1 Caña: 3 de mayo juliano.
Jul
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Ag
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Sep
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
96
Oct
Nov
9 Lagart.
10 Serp.
11 Muerte
12 Venado
13 Conejo
1 Agua
2 Perro
3 Mono
4 Hierba
5 Caña
6 Ocelote
7 Águila
8 Buitre
9 Movim.
10 Peder.
11 Lluvia
12 Flor
13 Dragón
1 Viento
2 Casa
3 Lagart.
4 Serp.
5 Muerte
6 Venado
7 Conejo
8 Agua
9 Perro
10 Mono
11 Hierba
12 Caña
13 Ocelote
1 Águila
2 Buitre
3 Movim.
4 Peder.
5 Lluvia
6 Flor
7 Dragón
8 Viento
9 Casa
10 Lagart.
11 Serp.
12 Muerte
13 Venado
1 Conejo
2 Agua
3 Perro
4 Mono
5 Hierba
6 Caña
7 Ocelote
8 Águila
9 Buitre
10 Movim.
11 Peder.
12 Lluvia
13 Flor
1 Dragón
2 Viento
3 Casa
4 Lagart
Dic
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Año 2 Pedernal
12 de febrero de 1520 al 11 de febrero de 1521.
En
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Feb
2 Venado
3 Conejo
4 Agua
5 Perro
6 Mono
7 Hierba
8 Caña
9 Ocelote
10 Águila
11 Buitre
12 Movim.
13 Peder.
1 Lluvia
2 Flor
3 Dragón
4 Viento
5 Casa
6 Lagart.
7 Serp.
8 Muerte
9 Venado
10 Conejo
11 Agua
12 Perro
13 Mono
1 Hierba
2 Caña
3 Ocelote
4 Águila
Mar
Abr
5 Buitre
6 Movim.
7 Peder.
8 Lluvia
9 Flor
10 Dragón
11 Viento
12 Casa
13 Lagart.
1 Serp.
2 Muerte
3 Venado
4 Conejo
5 Agua
6 Perro
7 Mono
8 Hierba
9 Caña
10 Ocelote
11 Águila
12 Buitre
13 Movim.
1 Peder.
2 Lluvia
3 Flor
4 Dragón
5 Viento
6 Casa
7 Lagart.
8 Serp.
9 Muerte
97
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Mayo
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Jun
6 Conejo
7 Agua
8 Perro
9 Mono
10 Hierba
11 Caña
12 Ocelote
13 Águila
1 Buitre
2 Movim.
3 Peder.
4 Lluvia
5 Flor
6 Dragón
7 Viento
8 Casa
9 Lagart.
10 Serp.
11 Muerte
12 Venado
13 Conejo
1 Agua
2 Perro
3 Mono
4 Hierba
5 Caña
6 Ocelote
7 Águila
8 Buitre
9 Movim.
Tercera correlación: el 21 de mayo de 1520 terminó la veintena de
Toshkatl del año 2 Pedernal.
Cuarta correlación: el 30 de junio de 1520 terminó la veintena de
Tekuilwitontli del año 2 Pedernal.
Caída del cargador 2 Pedernal: 2 de mayo juliano.
Día reduplicado: 9 de febrero de 1521.
Jul
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Ag
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Sep
Oct
Nov
7 Flor
8 Dragón
9 Viento
10 Casa
11 Lagart.
12 Serp.
13 Muerte
1 Venado
2 Conejo
3 Agua
4 Perro
5 Mono
6 Hierba
7 Caña
8 Ocelote
9 Águila
10 Buitre
11 Movim.
12 Peder.
13 Lluvia
1 Flor
2 Dragón
3 Viento
4 Casa
5 Lagart.
6 Serp.
7 Muerte
8 Venado
9 Conejo
10 Agua
11 Perro
12 Mono
13 Hierba
1 Caña
2 Ocelote
3 Águila
4 Buitre
5 Movim.
6 Peder.
7 Lluvia
8 Flor
9 Dragón
10 Viento
11 Casa
12 Lagart.
13 Serp.
1 Muerte
2 Venado
3 Conejo
4 Agua
5 Perro
6 Mono
7 Hierba
8 Caña
9 Ocelote
10 Águila
11 Buitre
12 Movim.
13 Peder.
1 Lluvia
2 Flor
3 Dragón
4 Viento
5 Casa
6 Lagart.
7 Serp.
8 Muerte
9 Venado
10 Conejo
11 Agua
12 Perro
13 Mono
1 Hierba
2 Caña
3 Ocelote
4 Águila
5 Buitre
6 Movim.
7 Peder.
8 Lluvia
9 Flor
10 Dragón
11 Viento
12 Casa
13 Lagart.
1 Serp.
2 Muerte
3 Venado
4 Conejo
5 Agua
6 Perro
98
Dic
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Año 3 Casa
12 de febrero de 1521 al 11 de febrero de 1522.
En
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Feb
Mar
Abr
4 Caña
5 Ocelote
6 Águila
7 Buitre
8 Movim.
9 Peder.
10 Lluvia
11 Flor
11 Flor
12 Dragón
13 Viento
1 Casa
2 Lagart.
3 Serp.
4 Muerte
5 Venado
6 Conejo
7 Agua
8 Perro
9 Mono
10 Hierba
11 Caña
12 Ocelote
13 Águila
1 Buitre
2 Movim.
3 Peder.
4 Lluvia
5 Flor
6 Dragón
7 Viento
8 Casa
9 Lagart.
10 Serp.
11 Muerte
12 Venado
13 Conejo
1 Agua
2 Perro
3 Mono
4 Hierba
5 Caña
6 Ocelote
7 Águila
8 Buitre
9 Movim.
10 Peder.
11 Lluvia
12 Flor
13 Dragón
1 Viento
2 Casa
3 Lagart.
4 Serp.
5 Muerte
6 Venado
7 Conejo
8 Agua
9 Perro
99
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Mayo
1 Dragón
2 Viento
3 Casa
4 Lagart.
5 Serp.
6 Muerte
7 Venado
8 Conejo
9 Agua
10 Perro
11 Mono
12 Hierba
13 Caña
1 Ocelote
2 Águila
3 Buitre
4 Movim.
5 Peder.
6 Lluvia
7 Flor
8 Dragón
9 Viento
10 Casa
11 Lagart.
12 Serp.
13 Muerte
1 Venado
2 Conejo
3 Agua
4 Perro
5 Mono
Jun
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Quinta correlación: el día 1 Serpiente del año 3 Casa correspondió al 13
de agosto de 1521.
Caída del cargador 3 Casa: 3 de mayo juliano.
Jul
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Ag
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1
2
3
4
5
6
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Sep
Oct
Nov
Dic
7 Lagart.
8 Serp.
9 Muerte
10 Venado
11 Conejo
12 Agua
13 Perro
1 Mono
2 Hierba
3 Caña
4 Ocelote
5 Águila
6 Buitre
7 Movim.
8 Peder.
9 Lluvia
10 Flor
11 Dragón
12 Viento
13 Casa
1 Lagart.
2 Serp.
3 Muerte
4 Venado
5 Conejo
6 Agua
7 Perro
8 Mono
9 Hierba
10 Caña
11 Ocelote
12 Águila
13 Buitre
1 Movim.
2 Peder.
3 Lluvia
4 Flor
5 Dragón
6 Viento
7 Casa
8 Lagart.
9 Serp.
10 Muerte
11 Venado
12 Conejo
13 Agua
1 Perro
2 Mono
3 Hierba
4 Caña
5 Ocelote
6 Águila
7 Buitre
8 Movim.
9 Peder.
10 Lluvia
11 Flor
12 Dragón
13 Viento
1 Casa
2 Lagart
3 Serp.
4 Muerte
5 Venado
6 Conejo
7 Agua
8 Perro
9 Mono
10 Hierba
11 Caña
12 Ocelote
13 Águila
1 Buitre
2 Movim.
3 Peder.
4 Lluvia
5 Flor
6 Dragón
7 Viento
8 Casa
9 Lagart.
10 Serp.
11 Muerte
12 Venado
13 Conejo
1 Agua
2 Perro
3 Mono
4 Hierba
5 Caña
6 Ocelote
7 Águila
8 Buitre
9 Movim.
10 Peder.
11 Lluvia
12 Flor
13 Dragón
1 Viento
2 Casa
3 Lagart.
4 Serp.
5 Muerte
6 Venado
7 Conejo
8 Agua
9 Perro
10 Mono
11 Hierba
12 Caña
13 Ocelote
1 Águila
2 Buitre
3 Movim.
4 Peder.
5 Lluvia
6 Flor
7 Dragón
8 Viento
9 Casa
10 Lagart.
11 Serp.
100
Año 6 Pedernal
12 de febrero de 1525 al 11 de febrero de 1526
En
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
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1
2
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Pedern.
Lluvia
Flor
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Casa
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Serp.
Muerte
Venado
Conejo
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Perro
Mono
Hierba
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Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Feb
7
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9
9
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11
12
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1
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3
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5
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9
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Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
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Caña
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Águila
Mar
9
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13
1
2
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4
5
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13
Abr
Buitre
Movim.
Pedern.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
1 Venado
2 Conejo
3 Agua
4 Perro
5 Mono
6 Hierba
7 Caña
8 Ocelote
9 Águila
10 Buitre
11 Movim.
12 Peder.
13 Lluvia
1 Flor
2 Dragón
3 Viento
4 Casa
5 Lagart.
6 Serp.
7 Muerte
8 Venado
9 Conejo
10 Agua
11 Perro
12 Mono
13 Hierba
1 Caña
2 Ocelote
3 Águila
4 Buitre
Mayo
5
6
7
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9
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13
1
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5
6
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9
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1
2
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5
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Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
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Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Jun
10
11
12
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1
2
3
4
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1
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5
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Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Peder.
Lluvia
Flor
Dragón
Viento
Casa
Lagart.
Serp.
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movim.
Sexta correlación: el día 1 Conejo del año 6 Pedernal correspondió al 22
de febrero de 1524. Séptima correlación: el día 7 Muerte del año 6
Pedernal correspondió al 20 de abril de 1524.
Caída del cargador 6 Pedernal: 2 de mayo.
101
4.4
La correlación del cargador
Otra de las revelaciones de la Ecuación de Tenochtitlan es la correlación
del cargador, es decir, el día en que caía el tonal que le daba nombre al
año. Algunos investigadores consideran que el año tomaba el nombre de
su día inicial, otros, que del último día. Sin embargo, las tablas que
acabamos de estudiar nos permiten salir de dudas, pues demuestran que
el cargador siempre cayó en el interior del año, en un día equivalente al 3
de mayo juliano, excepto en los bisiestos de 1520 y 1524, cuando se
trasladó para el día anterior.
A partir de la correlación de las veintenas, podemos determinar que ese
día era el primero de la quinta veintena, llamada Toshkatl, guirnalda de
maíz. Apropiadamente, las fuentes reportan que en ella se realizaba la
fiesta del calendario, que era el equivalente mesoamericano de nuestra
festividad de año nuevo.
“Se juntaba toda la ciudad para celebrar la fiesta del calendario, que ya
dijimos se llama Toxcoatl (Toshkatl).” (Joseph de Acosta, Historia Natural y
Moral de las Indias)
“El quinto mes recibía el nombre de Toxcatl. En su primer día hacían
una gran fiesta en honor al dios de los dioses, Tezcatlipoca. Esta era la
principal de todas las fiestas.” (Sahagún, Historia General)
Se comprende por qué la festividad se dedicaba al principal de los
dioses, Teskatlipoka, humo del espejo, pues, según aquellas creencias,
este ser sostenía al Universo, una función similar a la del tonal cargador.
Surge la pregunta: ¿por qué eligieron los anahuacas el día 3 de mayo
juliano (equivalente al 13 de mayo gregoriano) como representativo del
año? Por razones astronómicas. Ocurre que, en ese día, el Sol pasa por el
centro del cielo en la latitud de 18 grados norte, a la que llamaremos en
adelante “latitud epónima o denominadora”. Para entender qué
importancia tiene esto, hablemos de los pasos cenitales del Sol.
En la zona tropical de la Tierra es posible observar un fenómeno
peculiar: en ciertos días del año los objetos no arrojan sombra al
mediodía, pues los rayos del Sol caen en forma perpendicular sobre el
suelo. La franja donde ello ocurre se extiende hasta los 23,5 grados norte
102
y sur, límites que reciben los nombres de trópicos de Cáncer y
Capricornio, respectivamente. Dichos límites se forman del siguiente
modo: el eje de rotación de nuestro planeta no es perpendicular a su plano
de traslación en torno al Sol, sino que está inclinado en un ángulo de 23 y
medio grados. Por tal razón, un hemisferio recibe más luz y calor que el
otro durante la mitad del año, lo cual genera el ciclo de las estaciones.
Sólo en la franja tropical puede pasar el Sol por el centro del cielo en algún
momento del año; en el trópico de Cáncer pasa en el solsticio de verano,
en el de Capricornio, en el solsticio de invierno, y en el Ecuador pasa en
los equinoccios. En el resto de la franja tropical pasa dos veces al año con
distintos intervalos de tiempo, según la latitud.
Los pueblos que viven al norte o al sur de la franja tropical no pueden
observar los pasos cenitales del Sol pues, en esas latitudes, el astro
siempre presenta una inclinación hacia el sur o hacia el norte. Es por ello
que las antiguas culturas de las zonas medias de Europa y Asia, e incluso
algunas más sureñas, como las de Egipto, Indochina y la India, no
aprovecharon un fenómeno tan exacto para calibrar sus calendarios. Las
civilizaciones de Anawak y los Andes, en cambio, se ubicaron en la franja
tropical, de modo que basaron sus calendarios en lo que, para ellas, era el
fenómeno estacional más interesante.
En mi opinión, fue la posibilidad de atestiguar la astronomía tropical,
aunada a la necesidad de explicar sus asimétricos ciclos, lo que motivó a
los anahuacas a desarrollar un sistema tan eficiente de medición del
tiempo como el calendario que estamos estudiando.
Formación de las franjas tropicales.
Observatorio mesoamericano.
Los anahuacas inventaron dos herramientas para observar los pasos
cenitales. La más sencilla era una columna o bastón cuya sombra permitía
determinar a cuántos grados de altura estaba el Sol. También excavaron
en los subterráneos de las pirámides cuevas de observación que tenían un
largo conducto en el techo por el cual sólo podían entrar los rayos del Sol
o de alguna estrella en los días de su máximo ascenso. Con tales
herramientas, consiguieron elaborar un mapa del comportamiento del Sol
por latitud, descubriendo que los pasos cenitales no ocurrían a la vez en
todas partes, sino con distintos intervalos.
La más interesantes de las latitudes de Anawak, desde el punto de
vista del calendario, es la de los 15 grados norte, pues en ella los dos
ascensos cenitales del Sol tienen una distancia de 260 días entre sí, lo
103
cual significa que ocurren en el mismo tonal. Por tal razón, los
arqueoastrónomos suelen llamarle “latitud del año sagrado”.
Pero, ¿por qué ubicaron el cargador en el primer paso cenital del Sol a
los 18 grados norte? Por tres razones. En primer lugar, porque fue en esa
latitud donde se creó el calendario. Allí se encuentra lo que los
arqueólogos llaman “el triángulo nuclear olmeca”, una zona donde se
ubican las principales capitales de este pueblo 24. Es natural que los
olmecas tomaran como referente para su calendario la fecha en que
podían observar el fenómeno astronómico.
División del espacio mesoamericano y ubicación del día epónimo.
La segunda razón tiene que ver con el diseño cosmogónico de las
ciudades y los conglomerados de ciudades en Mesoamérica; responde a
la siguiente pregunta: ¿por qué escogieron los olmecas la latitud de 18
grados norte para fundar su centro político y cultural? Considero que tal
elección fue deliberada. Para entenderlo, es necesario analizar el contexto
matemático en el que se desarrolló aquel calendario.
Los anahuacas basaron su astronomía en la numeración vigesimal; por
ello, organizaron la bóveda celeste en una retícula de 400 cuadros (20 x
20), según testifica la siguiente oración nawatl:
“Madre y padre de los dioses, tú que soplas tus centellas (estrellas)
hacia los cuatro rumbos por el Gran Río Negro de los Cuatrocientos
Escalones (Hueitlilapan Centzonmamatlatl).” (Alarcón, Tratado de las
Supersticiones II.VIII)25
Por lo tanto, para ellos era muy significativa la latitud de los 18 grados,
pues tiene la virtud de dividir la bóveda celeste en 20 partes iguales. Es
razonable que hayan tenido en cuenta dicha latitud cuando elaboraron su
calendario.
La tercera razón es que primer paso cenital del Sol en los 18 grados
norte tiene valiosas propiedades calendáricas, como las siguientes:
• Dista medio año sagrado (130 días) del equinoccio de otoño.
• Dista una veintena del solsticio de invierno.
• Dista dos veintenas del solsticio de verano.
• Dista 52 días del equinoccio de primavera.
24
San Lorenzo, La Venta, Tres Zapotes y Hueytán. Esta última ciudad - la más grande de la
zona olmeca - fue recientemente descubierta por el investigador aficionado Delfino Álvarez.
Es posible que corresponda a la Huehuetlapallan de los mitos nahuas.
25
El número 400 no se refiere a las estrellas, sino al espacio donde estas se distribuyen. De
ahí que se combine con el término Mamatlatl, escalón, intervalo, equivalente a nuestro
concepto de grado zodiacal.
104
• Dista cuatro veintenas del segundo paso cenital del Sol en esa latitud,
estableciendo el módulo de la veintena.
• Ambos pasos solares distan 13 días de los pasos ocurridos en la
latitud del año sagrado (15 grados norte), estableciendo el módulo de la
trecena.
Lo anterior explica por qué las correlaciones contenidas en la Ecuación
de Tenochtitlan son unánimes en afirmar que el denominador del año
correspondió al 3 de mayo juliano.
Para hallar el equivalente actual de esa fecha, hemos de considerar los
cambios que ha sufrido desde entonces el calendario cristiano. El primero
de ellos consistió en la supresión de diez días en 1582; el segundo, en la
omisión de los bisiestos que debían caer en los años de 1700, 1800 y
1900, lo cual corrió los cargadores postclásicos o “mexicas” en otros tres
días. Por lo tanto, en la actualidad, estos cargadores están cayendo 13
días después que en la Ecuación de Tenochtitlan, es decir, el 16 de mayo
gregoriano.
Para ajustar el resultado anterior a la última rotación de la cruz de
cargadores, tenemos que descontar a la fecha obtenida los cuatro días
correspondientes al segundo grado de ajuste astronómico. Según esto, los
cargadores coloniales están cayendo actualmente el 12 de mayo, excepto
en años bisiestos, cuando se trasladan para el día anterior.
4.5
Correlaciones astronómicas
Correlacionar los cargadores de los años nos permite leer muchas de las
fechas que aparecen en los monumentos y códices de Anawak, aún si
fueron consignadas antes de la llegada de los españoles. La condición es
que tales fechas se refieran a algún evento astronómico reconocible, como
pueden ser los pasos solares o pleyadianos, los solsticios y los
equinoccios. En esta lección analizaremos siete de tales correlaciones,
siguiendo las coordenadas de la Ecuación de Tenochtitlan.
1
105
La primera fecha aparece en la Piedra de los Soles. Como ya
mencionamos, en ella se representó el día 4 Movimiento del año 2 Caña,
que hemos interpretado como el día en que se realizó la ceremonia del
Fuego Nuevo de 1507. Tal lectura es confirmada por una piedra votiva del
Templo Mayor que contienen la misma ecuación: día 4 Movimiento del año
2 Caña, así como por las láminas 42r del Códice Telleriano (ver la lección
4.1) y 85r del Códice Vaticano 3738, en las cuales se especifica que el
atado de los 52 años se celebró en el día de Movimiento. Como sabemos
que la ceremonia se efectuaba durante el ascenso de las Pléyades,
tenemos la siguiente correlación: el día 4 Movimiento del año 2 Caña fue
el 13 de noviembre de 1507. Para verificarlo, vamos a la tabla de las
posiciones fijas de los tonales y averiguamos que, efectivamente, entre los
tonales 2 Caña y 4 Movimiento median 184 días que, contados a partir del
13 de mayo, llevan al 13 de noviembre.
2
La segunda correlación astronómica que analizaremos también aparece
en la Piedra de los Soles; está formada por el tonal 4 Movimiento y el
cargador del año en el que fue dedicado el monumento: 13 Caña,
equivalente a 1479. Entre ambos tonales median cuatro días que,
sumados al 13 de mayo gregoriano, llevan al 17 de mayo, cuando ocurre
el segundo paso cenital del Sol en la ciudad de Tenochtitlan.
Esta lectura nos revela uno de los múltiples significados del
monumento pues, el cargador 2 Caña que aparece en la frente del rostro
solar no sólo corresponde al año en que se celebraba la fiesta del atado,
sino también al día en que ocurre el segundo paso cenital del Sol en la
latitud de 18 grados norte, en un año 13 Caña. De modo que estos tres
tonales resumen tres fechas distintas, pero simbólica y astronómicamente
vinculadas.
3
La siguiente correlación quedó reflejada en la lápida de dedicación de la
última ampliación del Templo Mayor de Tenochtitlan. En ella aparecen los
gobernantes mexicas Tisok y Awisotl ofrendando su propia sangre. Entre
ambos se esculpió el tonal diario 7 Caña; debajo, en grande, el nombre del
año: 8 Caña, equivalente a 1487. El día astronómico se deduce del motivo
del monumento, pues el Templo Mayor estaba dedicado a Witsilopochtli,
colibrí zurdo, patrón de los mexicas, cuya festividad se realizaba en
vísperas del solsticio de invierno:
106
“La fiesta de (la veintena de) Pan(ketsalistli), cuando nació Uchilobi
(Witsilopochtli)... era cuando el sol estaba en su declinación.” (Motolinia,
Relaciones de la Nueva España)
Para entender esta correlación, tengamos en cuenta tres elementos:
primero, el concepto de “declinación” se refiere a la detención aparente del
Sol, cosa que ocurre desde unos días antes del solsticio. Segundo, los
cronistas afirman que las fiestas de las veintenas se celebraban en la
noche de su último día. Tercero, el monumento se refiere a un día que
llevó el mismo signo que su año; por lo tanto, se trata del primero de una
veintena. Estos datos establecen la siguiente correlación doble: el día 7
Caña del año 8 Caña fue el siguiente a la fiesta de Panketsalistli, muy
cerca del solsticio de invierno. Como podemos constatar a partir de la
Ecuación de Tenochtitlan, la veintena de Panketsalistli terminó el 18 de
diciembre gregoriano. Por otra parte, entre los tonales 8 y 7 Caña hay 220
días que, contados a partir de la caída del cargador el 13 de mayo, nos
llevan al 19 de diciembre, vísperas del solsticio.
Día 4 Movimiento del año 1 Caña, fiesta de Witsilopochtli. Códice Borgia, lámina 71.
4
Una correlación similar aparece en la lámina 71 del Códice Borgia. En ella
aparece una escena formada por las imágenes del Sol a la izquierda y la
Luna a la derecha, conectadas por una corriente de sangre que representa
el momento en que el Sol comienza a “nutrirse”, es decir, regresa al rumbo
del sur. Este concepto corresponde al solsticio de invierno, cuando
comienzan a crecer los días. Arriba, en el centro, se inscribió el nombre
del año en que tuvo lugar dicho evento: 1 Caña, equivalente a 1467. El
nombre del día está bajo del trono del Sol: 4 Movimiento. Para
correlacionar ambos tonales, calculamos los días que hay entre los
tonales 4 Movimiento y 1 Caña, y los contamos a partir del cargador. El
resultado son 224 días que, sumados al 13 de mayo, nos llevan al 23 de
diciembre, cuando comienza a observarse el retorno del Sol.
Equinoccios de primavera. Códice Borgia, lámina 27.
5
La quinta correlación se compone de otras cuatro y se encuentra en la
lámina 27 del Códice Borgia, dedicada a las aspectaciones agrícolas para
los cuatro trecenios que transcurrieron entre los años 1454 y 1506. Al pie
107
de las imágenes del dios de la lluvia aparecen los cuatro cargadores de
los trecenios en el orden: 1 Conejo, 1 Caña, 1 Pedernal y 1 Casa. Les
acompañan los tonales 1 Buitre, 1 Dragón, 1 Muerte y 1 Mono,
respectivamente. En todos los casos, el tonal cayó 52 días antes del
cargador del año; según la Ecuación de Tenochtitlan, ese día correspondió
al equinoccio de primavera, precisamente el momento que marcaba la
renovación de la Naturaleza.
Días 4 Movimiento, 3 Águila y 1 Perro del año 2 Caña, Códice Borbónico, lámina 14.
6
La siguiente correlación es triple; aparece en la lámina 14 del Códice
Borbónico, el cual está dedicado a la ceremonia del Fuego Nuevo del año
2 Caña de 1507. En la imagen vemos a Shipe Totek, nuestro señor
desollado, dios de la renovación asociado al Fuego Nuevo, rodeado de
tres tonales que ubican algunos de los principales eventos astronómicos
de aquel año. Bajo la imagen del dios hay un glifo que parece el emblema
de las Pléyades, formado por un semicírculo celeste rodeado de siete
estrellas. En su interior hay una columna que conecta dos estrellas, en
probable alusión al alineamiento cenital. De los pies y del escudo de Shipe
se proyectan tres tonales que, en asociación con el año en que fue
elaborado el códice, permiten establecer las siguientes correlaciones: el
primer tonal, 4 Movimiento, ya lo conocemos, era el día en que las
Pléyades ascendían al centro del cielo en años 2 Caña, por la época en
que se dibujó el códice. Si contamos el segundo tonal, 3 Águila, a partir de
la caída del cargador, llegamos al 21 de diciembre, solsticio de invierno. El
tercer tonal, 1 Perro, contado desde el cargador, nos lleva al 29 de julio,
vísperas del segundo paso cenital del Sol en la latitud del cargador.
7
Por último, analizaremos la lámina 12 del Códice Vindobonensis, que
contiene una correlación doble. En ella se describe una escena ritual en la
que participan dos sacerdotisas con tocados de cuerno de venado, cuya
voluta superior forma el glifo de las Pléyades con 13 estrellas. Ambas
sacerdotisas hacen con sus manos unos gestos que conectan el cielo y la
tierra, al tiempo que señalan unas fauces que semejan cuevas de
observación astronómica, en cuyo interior aparece un glifo de atado.
Interpreto este simbolismo como alusión a los pasos cenitales del Sol,
vinculados por oposición con el ascenso de las Pléyades. Entre ambas
sacerdotisas hay dos fechas: 7 y 5 Pedernal. Gracias a las fechas inscritas
108
debajo, sabemos que la última de ellas tiene doble función: es tonal diario
y cargador de año. Ambas fechas corresponden a los días en que el Sol
pasa por el cenit en la latitud calendárica, en un año 5 Pedernal.
4.6
La correlación de las veintenas
y el año nuevo
Otra correlación que podemos extraer de la Ecuación de Tenochtitlan es la
de las veintenas. Esto es posible porque dos de los fechados no aluden a
tonales específicos, sino al último día de las veintenas de Toshkatl y
Tekuilwitontli.
Los investigadores que aceptan que el cargador caía en el interior del
año discuten sobre si el hecho ocurría en el primero o el último día de la
veintena. La correlación de las veintenas según la Ecuación de
Tenochtitlan resuelve el asunto pues, sin lugar a dudas, ubica el cargador
en el primer día de Toshkatl.
Ahora bien, correlacionar las veintenas con respecto al cargador indica
en qué signo empezaban estas, pero no qué número de orden tenían.
Para saber cuál era la primera veintena del año, necesitamos encontrar
una mención en las fuentes. En este punto la investigación se complica,
pues las fuentes nahuas mencionan cinco veintenas como introductoras
del año, y las fuentes mayas añaden una sexta.
Las veintenas más mencionadas son Iskalli, Atlkawalo y
Tlakashipewalistli; cada una de ellas tiene su lógica. Iskalli significa
resucitado, recomenzado, término muy apropiado para la veintena
introductora del año. Esto concuerda con el nombre de la veintena
precedente, Tititl, contraído, que también se puede traducir como
acabado, en alusión al fin del año. Iskalli comenzaba cien días antes del
cargador; si les añadimos los cinco días Nemontemi, ello implica que esta
veintena dividía el año en dos partes de 105 y 260 días, lo cual refleja la
medida del año sagrado y la latitud calendárica. Por estas razones, es
probable que, en su origen, el año civil comenzara en Iskalli, una
costumbre que persistió en diversos pueblos hasta la época de la invasión,
como testimonian los cronistas Tezozomoc y Del Castillo.
Sin embargo, la mayoría de las fuentes mexicas sostiene que la
veintena de inicio era la que seguía a Iskalli, llamada de tres maneras:
109
Akawalo, aguas suspendidas, pues transcurría durante el período de
seca, Kuawitlewa, levanta árboles, en alusión a los vientos de febrero, y
Shilomanilistli, ofrecimiento de mazorcas, por el rito de propiciación de
las lluvias. Veamos algunas citas:
“El primer mes del año se llamaba entre los mexicanos
Atlcahualo.” (Sahagún, Historia General)
“En cuanto al principio de las veintenas, comienzan en Cuauitlehua,
según lo deliberamos y sabemos.” (Códice Florentino)
“La última (de las veintenas), que llaman Izcalli, tiene veinticinco días...
La primera… se llama Xilomaniliztli.” (Códice Magliabecchi)
La elección de esta veintena también tiene sentido astronómico, pues
comienza 80 días antes de la caída del cargador, lo cual divide el año en
bloques de 80 y 285 días, reflejando el comportamiento de los pasos
cenitales del Sol en la latitud epónima.
Sin embargo, otras crónicas, como la Teogonía e Historia de los
Mexicanos y el Manuscrito Tovar, aseguran que el año comenzaba en
Tlakashipewalistli, desollamiento, la veintena que sigue a Atlkawalo. De
nuevo, encontramos una razón para ello pues, de ese modo, el inicio del
año se aproximaba al equinoccio de primavera, una marca natural de
renovación.
Tal pluralidad de veintenas iniciales hace que nos preguntemos: por fin,
¿en qué veintena comenzaba el año mesoamericano? Aunque esta
pregunta parece razonable, es sólo un reflejo del pensamiento calendárico
cristiano. El año que usamos en la actualidad consiste en un consecutivo
llano de días, sin estructuras relevantes en su interior, sean astronómicas
o de cualquier otro tipo; por ello, sus puntos significativos son los de
arranque y conclusión. Por inercia mental, tratamos de encontrar la misma
estructura en el calendario de Anawak, concentrando nuestra búsqueda en
el supuesto día de año nuevo.
Glifos de las veintenas de Iskalli, Akawalo y Tlakashipewalistli. Códice Magliabecchi.
Tipos de año según la veintena inicial.
Sin embargo, el año anahuaca tenía en su interior un día mucho más
importante que los puntos de arranque y conclusión: el tonal cargador.
Este día no sólo le daba identidad al año y lo enlazaba con el movimiento
del cielo sino que, además, lo dividía en dos partes asimétricas, dotándole
de un gran dinamismo estructural. Entonces, es comprensible que los
mesoamericanos no hicieran tanto énfasis en el día de año nuevo como
en la caída del cargador.
110
Este enfoque nos permite interpretar la pluralidad de veintenas iniciales
que mencionan los cronistas. Lo que, a primera vista, parecen
contradicciones de las fuentes, resulta ser evidencia de la relatividad del
concepto mesoamericano de año nuevo.
Un modo de entender esto, es considerando que existían diversos tipos
de año que corrían en forma paralela para usos específicos; aunque la
idea no es del todo exacta, refleja los hechos de observación. No es una
idea nueva, pues fue esbozada por el anónimo autor de la Teogonía e
Historia de los Mexicanos:
“Estos naturales tenían dos géneros de cómputos en sus años: el
primero era natural de… una primavera a otra, según la revolución del
Sol… y fue el primer mes Tlacaxipehualiztli.”
El cronista no lo menciona, pero se sobreentiende que el segundo tipo
de año al que se refiere era el civil, cuyo inicio se ubicaba en un punto
distinto al del año natural o estacional.
Tenemos una analogía de esta dualidad en el calendario gregoriano, el
cual comienza por lo civil el 1ro. de enero, pero difiere su comienzo
zodiacal para 80 días más tarde, con la llegada de Aries el 21 de marzo.
Así como nosotros no confundimos los usos civil y zodiacal del año,
tampoco los mesoamericanos tenían problemas en computar un año
relacionado con la latitud calendárica, comenzado en la veintena de Iskalli,
uno civil, relacionado con la latitud epónima y comenzado en Atlkawalo,
uno estacional de uso ritual, comenzado en Tlakashipewalistli, un año
demarcado por la caída del cargador comenzado en Toshkatl y un año
relacionado con el segundo paso cenital del Sol y la celebración del Fuego
Nuevo, como estudiaremos adelante.
Tal simultaneidad de funciones no creaba confusión, pues en ningún
momento se alteraba lo fundamental: la secuencia de los tonales y la
caída del cargador. De modo que, más que diferentes tipos de años,
podemos hablar de diversas particiones de un mismo consecutivo de
tonales para usos específicos.
En conclusión: si queremos encontrar el día de año nuevo
mesoamericano, primero tenemos que definir de qué aplicación
calendárica estamos hablando. En este estudio, por conveniencias
prácticas, consideramos que Atlkawalo es la primera veintena, de modo
que Toshkatl es la quinta y Tekuilwitontli la séptima. Puesto que la
Ecuación de Tenochtitlan nos dice cuándo terminaron ambas, podemos
ordenar el resto de las veintenas a partir de ahí, tal como vemos en la
siguiente tabla, donde se han señalado los inicios de veintenas con las
fechas gregorianas correspondientes a los cargadores postclásicos y a
sus equivalentes coloniales:
111
Veintenas
1 - Akawalo, aguas suspendidas
2 - Tlakashipewalistli, desollamiento
3 - Tosostontli, pequeña vigilia
4 - Weitosostli, gran vigilia
5 - Toshkatl, guirnalda de maíz
6 - Etsakualistli, comunión
7 - Tekuilwitontli, fiestita de los señores
8 - Weitekuilwitl, fiesta de los señores
9 - Tlashochimako, tierra florida
10 - Shokowetsi, caída de los frutos
11 - Ochpanistli, caminos limpios
12 - Teotleʼko, descenso de los dioses
13 - Tepeilwitl, fiesta de los montes
14 - Kecholli, plumón
15 - Panketsalistli, bandera preciosa
16 - Atemostli, caída del agua
17 - Tititl, contraído, extendido
18 - Iskalli, resucitado
Nemontemi, faltantes para completar
Inicio
postclásico
Inicio
colonial
25 febrero
17 marzo
6 abril
26 abril
16 mayo
5 junio
25 junio
15 julio
4 agosto
24 agosto
13 septiembre
3 octubre
23 octubre
12 noviembre
2 diciembre
22 diciembre
11 enero
31 enero
20 febrero
21 febrero
13 marzo
2 abril
22 abril
12 mayo
1 junio
21 junio
11 julio
31 julio
20 agosto
9 septiembre
29 septiembre
19 de octubre
8 noviembre
28 noviembre
18 diciembre
7 enero
27 enero
16 febrero
4.7
La desaparición del bisiesto anahuaca
Una característica de este calendario es que, las correlaciones
establecidas a partir de 1528 que hemos podido conseguir, excepto una,
no encajan en un patrón matemático fácil de reconocer. Esto
generalmente se interpreta como un error de los cronistas y ha dado pie a
que, por lo general, las correlaciones existentes se basen en un solo
fechado, desechando los demás.
Analicemos qué hay tras esta idea: nadie pone en duda el
funcionamiento del calendario juliano. Todos confiamos en las fechas que
reportan los documentos históricos respecto a la llegada Colón, la entrada
de Cortés a Tenochtitlan, la aparición de la Virgen de Guadalupe, la
112
reforma gregoriana y otros eventos del pasado. Por lo tanto, cuando se
afirma que sólo una de las correlaciones anahuaca-juliana que se
conservan es correcta, el error se atribuye, no a las fuentes europeas, sino
a las anahuacas. Surge la pregunta: ¿acaso no sabían los
mesoamericanos llevar sus propias cuentas?
La impresión de que las correlaciones se contradicen se debe a que
solemos enfocar el calendario de Anawak como si fuera algo plano, y no
es así: era un mecanismo en el tiempo, cuyos ajustes se completaban a
medida que iban pasando los años. Por lo tanto, la comparación
descontextualizada de dos correlaciones puede conducir a errores
interpretativos.
Para entender las correlaciones que se conservan, es imprescindible
que las organicemos cronológicamente; de ese modo, el caos desaparece
y surge un patrón: casi todas son congruentes con la Ecuación de
Tenochtitlan si suponemos que, a partir de 1526, se dejó de aplicar el
bisiesto anahuaca. Esta idea fue adelantada hace cuatro siglos por el
historiador Enrico Martines y retomada poco después por el cronista
Jacinto de la Serna:
“El año de estos naturales... no tenía bisiesto, por cuya causa
discordaron muchos de los autores que trataron de este calendario en su
principio de año. Enrico Martines en su Historia Natural de este reino los
procura conciliar y dice que, respecto de las seis horas que el año tiene
(de) más, comenzaba su año casi un día antes, y esta es la causa de la
diferencia.” (Tratado de las Supersticiones)
Si bien la premisa es errónea, pues queda demostrado que sí hubo
bisiesto, la conclusión es interesante. Analicemos qué ocurre si aplicamos
la Ecuación de Tenochtitlan a las correlaciones que se establecieron a
partir del momento en que el calendario juliano comenzó a desplazar al
anahuaca.
1
Los Anales de los Cakchiqueles afirman que la imposición del tributo entre
los quichés ocurrió en un día 6 Perro del año 10 Pedernal, equivalente a
1528:
“Aquí, en la ciudad de Tzolola, fue introducido el tributo el día 6 Perro,
quince veintenas después de la llegada de Tonatiuh (Alvarado).”
Según las crónicas españolas, ello ocurrió el 14 de Enero. Hay una
diferencia de un día respecto a la Ecuación de Tenochtitlan,
correspondiente al bisiesto anahuaca de 1525.
2
113
Los Anales de los Cakchiqueles afirman el día 2 Pedernal del año 10 Casa
de 1541 ocurrió una gran inundación en la zona quiché:
“Durante el año hubo un gran desastre que destruyó a los hombres de
Castilla en Panchoy. El 2 Pedernal se precipitaron las aguas y enviaron a
la muerte a los castellanos.”
Las fuentes españolas fechan el suceso el 10 de Septiembre. Hay una
diferencia de cinco días entre ambos fechados, correspondientes a los
bisiestos de 1525 a 1541.
3
Los Anales de los Cakchiqueles proporcionan otra correlación de este tipo:
“En ese mismo año (de 1555) murió el consejero Tzotzil, un lunes 14
de Octubre, día 1 Serpiente.”
Esta fecha tiene una diferencia de ocho días respecto a la Ecuación de
Tenochtitlan, correspondientes a los bisiestos omitidos hasta 1553.
4
Según el Códice Florentino, el Fuego Nuevo de 1559 correspondió al día
“1 Venado, 14vo. de (la veintena) Quecholli”. Puesto que, por entonces, el
ascenso de las Pléyades ocurría el 3 de noviembre juliano, tenemos una
correlación doble según la cual, el 3 de noviembre de 1559 fue 1 Venado,
14vo. día de la veintena de Kecholli. Ambos datos presentan una
diferencia de nueve días respecto a la Ecuación de Tenochtitlan,
correspondientes a los bisiestos omitidos entre 1525 y 1557.
5
Una correlación doble quedó establecida en la crónica de Chac Xulub
Chen, escrita por el dirigente maya Nakuk Pech en 1562. Allí se describe
una sublevación maya comenzada el 9 de noviembre de 1546, en un día
llamado 5 Muerte, el 19no. de la veintena de Shul. Comparadas con la
Ecuación de Tenochtitlan, tanto la correlación del día como la de la
veintena arrojan una diferencia de ocho tonales, atribuibles a los bisiestos
omitidos de 1533 a 1561. Como podemos observar, esta diferencia refleja
el hecho de que los españoles no penetraron en el territorio maya sino
hasta la década de 1530.
6
En 1564, Sahagún estableció una correlación de inicio de año:
“Comenzaba la cuenta de las veintenas del año y los cinco días que en
balde se completaban. Esta fiesta salía el 1ro. de Febrero.” (Primeros
Memoriales)
114
En otras palabras: el 1ro. de Febrero de 1564 fue inicio de de la
veintena de Akawalo - una diferencia de diez días respecto a la Ecuación
de Tenochtitlan, correspondientes a los bisiestos de 1525 a 1561.
7
La siguiente correlación quedó establecida en el Códice TellerianoRemensis y afirma:
“Año 1563, a XXIII (23) de febrero entró el año VI cañas (6 Caña)…
Entra siempre a XXIII (23) de febrero el año nuevo.”
Puesto que este códice inicia el año en Tlakashipewalistli (la veintena
siguiente a Akawalo), resulta una diferencia de 11 días respecto a la
Ecuación de Tenochtitlan, correspondientes a los bisiestos transcurridos
entre 1525 y 1561, más un día de desfase.
8
En la segunda mitad de la década de 1560, Sahagún consignó otra fecha
de inicio de año:
“El primer mes del año se llamaba entre los mexicanos Atlcahualo.
Comenzaba el segundo día de febrero.” (Historia General)
Esta correlación tiene una diferencia de 11 días correspondientes a los
bisiestos de 1525 a 1565.
9
El Códice Matlatzinca nos proporciona dos correlaciones de este tipo. La
primera asegura que el padre Miguel Navarro llegó al territorio matlatzinca
en 1567:
“Llegó el 4 de Septiembre (de 1567), faltando tres (días para que
terminara) Ochpaniztli.”
De aquí extraemos la equivalencia: el 4 de septiembre de 1567 fue el
día 17 de la veintena de Ochpanistli, con una diferencia de 11 días
correspondientes a los bisiestos entre 1525 y 1565.
10
La segunda correlación del Códice Matlatzinca es doble: de tonal y de
veintena. Afirma:
“El 19 de Febrero (de 1575), día 10 Caña, vino a terminar Cuauitlehua
(Akawalo).”
Tanto el tonal como la veintena tienen una diferencia de 13 días
conrespecto a la Ecuación, correspondientes a los bisiestos omitidos entre
1525 y 1573, más un día de desfase. Sin embargo, dicho desfase se anula
porque este códice, con razón o sin ella, coloca el cargador del año en el
último día de la veintena.
115
11
Afirma el padre Joseph de Acosta:
“Su primer día del año era a 26 de Febrero, como consta por el
calendario suyo, en el cual está incorporado el nuestro con notable cuenta
y artificio.” (Historia Natural y Moral de las Indias, VI.2)
Aclaremos que esto se refiere a la veintena de Tlakashipewalistli. Arroja
una diferencia de 18 días, correspondientes a los 17 bisiestos omitidos
entre 1525 y 1589, más un día de desfase.
12
La más tardía correlación de este tipo que he encontrado, fue elaborada a
comienzos del siglo 17 y aparece en el siguiente comentario de La Serna,
sobre un cálculo realizado por Fray Martín de León:
“En cuanto a (que él) da por asentado comenzar el año de los
mexicanos a 2 de febrero, no pasa (por) ser ese día siempre el principio
del año, (sino por) haberlo sido el año que dio su libro a la imprenta, que
fue 1611.” (Tratado de las Supersticiones)
Esto arroja una diferencia de 24 días respecto a la Ecuación de
Tenochtitlan, correspondiente a los 22 bisiestos transcurridos entre 1525 y
1609, más dos días de desfase.
13
Por último, analizaremos una notable correlación que se conserva en el
almanaque de Sogocho, que ya mencionamos en la lección dedicada al
bisiesto, la cual demuestra que los zapotecas, seguramente por su alto
grado de resistencia cultural, continuaron aplicando el bisiesto anahuaca
por lo menos hasta 1697.
Dicho almanaque incluye seis días Nemontemi y menciona el nombre
del día reduplicado. La prueba de que ese duplicado no es simple copia
del bisiesto cristiano, es que ubica el inicio del año el 22 de febrero
gregoriano (23 en el bisiesto anahuaca), lo cual coloca el cargador el 14
de mayo, con sólo un día de desfase respecto a la Ecuación de
Tenochtitlan. Esto es una verdadera proeza cultural si tenemos en cuenta
que el almanaque de Sogocho se elaboró casi dos siglos después de la
invasión.
Desfase gradual del calendario mesoamericano con respecto
al juliano-gregoriano a partir de 1528.
116
Al disponer los datos anteriores en una red de coordenadas que recoge
la progresión temporal de las correlaciones, se observa que su desvío
respecto a la Ecuación de Tenochtitlan forma una línea recta, salvo cuatro
casos que se apartan 1 o 2 días. Ello demuestra que las diferencias entre
los cronistas no son errores absolutos, como se ha venido interpretando
hasta hoy, sino evidencia de la pérdida de un mecanismo de ajuste antes
existente.
Dicha pérdida es comprensible si tenemos en cuenta que, poco
después de la caída de Tenochtitlan, se extinguió la clase sacerdotal, que
era la que conocía y tenia autoridad para aplicar los ajustes astronómicos.
No obstante, durante todo el siglo 16, los informantes nativos continuaron
elaborando correlaciones confiables, lo que indica que siguieron aplicando
en forma correcta el mecanismo básico del calendario.
4.8
La correlación de los años civiles mayas
Aunque la Ecuación de Tenochtitlan demuestra que en Anawak había un
calendario unificado, es preciso dedicar unas palabras a su versión maya.
Las fuentes mayas se suelen majenar aparte en los estudios sobre
cronología mesoamericana. Esto se debe a que, si bien los mayas
emplearon en ocasiones los glifos comunes a todo el Anawak, por lo
general, preferían escribir los signos de la veintena con caracteres
fonéticos, lo cual genera la impresión de que su calendario civil era
diferente al de los demás pueblos. Tal impresión se disipa cuando se
analizan las correlaciones procedentes de la zona maya.
Este análisis no es sencillo, pues todas las referencias mayas al Jaab o
año civil son coloniales y, salvo dos excepciones, están expresadas con
los cargadores coloniales (serie de Lagartija). Por su parte, todas las
referencias de los demás pueblos de Anawak al año civil están expresadas
con cargadores postclásicos, o incluso anteriores. En la carencia de una
hipótesis que explique la sustitución de los cargadores, la comparación de
los datos calendáricos mayas con los nahuas, zapotecas, mixtecas y
totonacas es un diálogo de sordos.
Afortunadamente, en los documentos coloniales mayas se conservan
dos fechas con cargadores postclásicos, cuya decodificación demuestra
117
que los mayas aplicaron el mismo calendario civil que los demás pueblos.
La primepara aparece en el Chilam Balam de Chumayel y afirma:
“Dicen que la Madre vino del cielo para sostener el noveno año del
katun 9 Ajau, (cuando llegó) el cristianismo. 13 Pedernal fue el día del
cielo y de la tierra.” (2da. rueda profética, katun 9 Ajau)
Interpreto la expresión “día del cielo y de la tierra” como una referencia
al cargador, es decir, al alineamiento vertical del Sol que permitía atar
arriba el signo rigente abajo. Si esto es correcto, entonces la cita establece
una correlación interna, pues compara el cargador del año civil 13
Pedernal con un ciclo katúnico. Si podemos correlacionar este último,
estaremos en posición de averiguar a qué año cristiano corresponde el
cargador mencionado.
Aunque se suele interpretar como veinte años, el término maya Katun
significa ciclo en general; en las inscripciones de las estelas clásicas
designa a los bloques de 20 tunes (años de 360 días); sin embargo, los
libros de Chilam Balam emplean katunes de 20 y 24 Jaabs (años de 365
días26). Por fortuna, los sacerdotes mayas correlacionaron claramente
dichos katunes con los años cristianos, estableciendo que el katun 9 Ajau
mencionado en la cita anterior es un K24 o ciclo de 24 años que
transcurrió entre 1536 y 1560, de modo que su noveno año en curso
correspondió al año 1544. Consultando las fuentes nahuas encontramos
que, tal como afirma la cita, ese año recibió el nombre de 13 Pedernal.
Hay dos razones por las que el Chilam denominó a dicho año con su
cargador postclásico, en lugar del colonial: primero, porque en 1544 aún
no se había materializado el cambio de cargadores, y, segundo, porque
esa era la única manera de mantener sincronizado el cargador con el
evento astronómico descrito en la cita, ya que su equivalente colonial se
habría adelantado en cuatro días.
La segunda correlación aparece en la crónica de Chac Xulub Chen,
donde se menciona una rebelión maya ocurrida el 9 de noviembre de
1546, y se especifica que ese día se llamó 5 Muerte, 19no. de la veintena
de Shul. Esto indica que la veintena siguiente comenzó dos días más
tarde, en el tonal 7 Conejo. Si contamos hacia atrás a partir de Shul,
encontramos que la veintena de Kankin - el equivalente maya de Toskhatl
- comenzó en el tonal 2 Conejo, el cual, efectivamente, le dio nombre a
ese año según las fuentes nahuas.
Estas correlaciones resuelven dos problemas:
26
Estos katunes, prácticamente olvidados por los mayistas, han sido estudiados por Héctor
M. Calderón y Alejandro Martínez Tejada.
118
1ro. Establecen cuál es la denominación de los años mayas con
cargadores postclásicos, lo cual, a su vez, nos permite inferir el orden
correcto de los cargadores coloniales. Este no es un asunto menor pues, a
diferencia de lo que ocurre en las fuentes nahuas, que concuerdan en el
nombre del año, los textos coloniales mayas cotienen por lo menos ocho
linajes diferentes de cargadores, haciendo de la correlación del año civil
maya uno de los asuntos más difíciles de la calendárica mesoamericana.
2do. Estas correlaciones demuestran que el cargador del año civil
maya correspondía al primer paso cenital del Sol en la latitud epónima (3
de mayo juliano o 13 gregoriano), como entre los demás pueblos.
Sin embargo, ubicar el cargador no nos dice cuándo comenzaba el año
maya. En la lección dedicada a la correlación de las veintenas estudiamos
que las fuentes nahuas colocan el inicio de año 60, 80 y hasta 100 días
antes de la caída del cargador, según el tipo de año al que se refieren.
¿Qué dicen al respecto las fuentes mayas? El Chilam Balam afirma:
“(He aquí) la serie de las veintenas del año: Poop (la veintena inicial
comienza el) 16 de julio.” (Manuscrito de Chumayel)
Esto concuerda con lo que escribió el obispo Diego de Landa:
“El primer día del año de esta gente era siempre a 16 de nuestro mes
de julio, primero de su mes Popp.” (Relación de las Cosas de Yucatán)
Landa confirma indirectamente tal correlación en otra parte de su obra
al decir que “su mes de Pax cae a 12 de mayo”. Entre Pax y Poop
transcurren tres veintenas que, junto con los cinco días finales del año,
suman los 65 días que transcurren entre el 12 de mayo y el 16 de julio.
En otras palabras: así como el año civil nahua comenzaba varias
veintenas antes que su cargador, el año civil maya comenzaba varias
veintenas después27 . Este hecho también fue reportado por Landa:
“Los indios hacían un modo de calendario con el cual se regían como
nosotros por el nuestro, salvo que no (lo) comenzaban el día primero de
su año, sino muy adelante.” (Obra citada)
Pero, ¿por qué escogieron los mayas la fecha del 16 de julio juliano o
26 gregoriano para comenzar su año? Lo primero que notamos es que ese
día está muy cerca del segundo paso cenital del Sol en la latitud epónima.
Para entender lo que ello implica, volvamos a los pasos solares.
En la mayor parte de Mesoamérica, el ascenso cenital del Sol ocurre
dos veces al año, en intervalos que equidistan del solsticio de verano. En
la latitud designada por la Ecuación de Tenochtitlan, ambos pasos ocurren,
27
Lo cual no significa que los años mayas y nahuas fueran intrínsecamente diferentes pues,
el hecho antes demostrado de que tenían el mismo nombre, indica que compartían tanto los
tonales y como las veintenas.
119
según el año, el 12 o 13 de mayo y el 31 de julio o 1ro. de agosto, de
modo que están a una distancia de 80 días. Puesto que se trata de un
número entero de veintenas, ambos ocurren en el mismo signo, pero con
dos dígitos de trecena de diferencia, ya que 80 entre 13 deja un residuo de
dos. Las citas anteriores sugieren que los mayas aprovecharon el segundo
paso cenital del Sol para dar inicio a su año civil.
Tal posibilidad fue sugerida hace más de un siglo por el cronista
yucateco Pío Pérez:
“Hasta el presente llaman los indios al año Haab, y en su gentilidad (lo)
comenzaban el 16 de julio. Siendo digno de notarse que, habiendo querido
fijar el principio del año en el día en que el Sol pasa por el zenit de esta
península… sólo se hayan adelantado en 48 horas.” (Cronología Antigua
de Yucatán)
Pasos cenitales del Sol en la latitud de 18 grados norte.
Sorprende que esta hipótesis se haya elaborado en la primera mitad
del siglo 19, pues tiene un nivel de análisis que no se volvió a alcanzar
sino hasta tiempos recientes. Para entenderla, tengamos en cuenta que,
tanto la correlación del Chilam Balam como la del obispo Landa, se
redactaron en la segunda mitad del siglo 16, es decir, después del cambio
de los cargadores postclásicos por los coloniales, el cual parece haber
implicado el comienzo retroactivo del año en cuatro tonales. Si al 31 de
julio le restamos cuatro días, llegamos al 27 de julio, sólo un días después
de la fecha indicada en las fuentes. Y esta diferencia se puede explicar
como producto de la supresión del bisiesto nativo tras la conquista del
territorio yucateco en la década de 1540.
Es difícil encontrar referencias a los años civiles en las estelas mayas;
sin embargo, la estela 3 de Ceibal suple tal deficiencia al proporcionar la
fecha en que ocurrieron ambos pasos solares. En su parte superior
aparecen dos personajes con rostros de Chak (la deidad del agua celeste)
cuyas cabelleras los identifican como personificaciones del esplendor
solar. Sobre ambos aparecen las fechas 5 y 7 Dragón, escritas, no con
signos fonéticos, sino con los pictogramas comunes a todo el Anawak.
Ambos días corresponden a los pasos cenitales del Sol en la latitud
calendárica, en un año llamado 5 Dragón.
El comienzo del año civil en el segundo paso cenital del sol tenía otras
dos propiedades astronómicas:
1ro. Establecía una medida de 105 días hasta el ascenso de las
Pléyades al cenit, por la época en que fueron consignadas las
120
correlaciones del Haab. Eso significa que, desde el Fuego Nuevo hasta el
inicio del próximo año, mediaba un año sagrado completo.
2do. A su vez, usar el Fuego Nuevo como punto de referencia permitía
dividir el año civil en dos partes iguales, al contar nueve veintenas desde
el Fuego Nuevo hasta el la caída del cargador, y otras nueve veintenas
más el Wayeb/Nemontemi desde el cargador hasta el Fuego Nuevo.
Los datos anteriores nos permiten correlacionar las veintenas del Haab
con las fechas gregorianas. El resultado se recoge en la siguiente tabla,
que ha sido calculada a partir de la cruz colonial de cargadores. Esta tabla
muestra que, de haber seguido funcionando el calendario maya en forma
ininterrumpida, en la actualidad, el Jaab o año civil estaría comenzando el
31 de julio.
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
-
Veintenas
Fecha gregoriana
Poop
Woo
Sip
Sots
Sek
Shul
Yaashkin
Mol
Cheen
Yash
Sak
Kej
Mak
Kankin
Muan
Paash
Kayab
Kumku
Wayeb
31 de julio
20 de agosto
9 de septiembre
29 de septiembre
19 de octubre
8 de noviembre
28 de noviembre
18 de diciembre
7 de enero
27 de enero
16 de febrero
8 de marzo
28 de marzo
17 de abril
7 de mayo
27 de mayo
16 de junio
6 de julio
26 de julio
121
Apéndice
Cómo calcular el tonal
En la antigüedad, calcular el tonal era un asunto laborioso, pues había que
tener en cuenta muchos factores. Era fácil equivocarse, y esa es la causa
de que, en la actualidad, prácticamente cada grupo de la tradición mexica
tenga una opinión diferente sobre como se llama este día.
Sin embargo, los recientes adelantos en computación han resuelto este
problema, pues ahora existen programas que pueden calcular cualquier
fecha prehispánica en una fracción de segundo, con un rango de exactitud
de millones de años. Si usted desea averiguar la fecha prehispánica de
hoy o su tonal natal, encontrará un programa basado en la Ecuación de
Tenochtitlan en las páginas tonalkin.com y www.teoyaotl.com.
En caso de que usted no pueda consultar esas páginas, a continuación
se expone un conjunto de pasos que le permitirán averiguar los tonales.
Las tablas 3 y 4 han sido calculadas a partir de los cargadores
postclásicos o “mexicas”, pues son los más conocidos. Si usted desea
convertirlos en cargadores coloniales o “mayas”, solo tiene que restar
cuatro tonales a los cargadores de la tabla 2 y cuatro puntos a los
números de la tabla 3. Cualquiera sea la cruz de cargadores que utilice, el
día lleva el mismo tonal.
Paso 1: busque en la tabla 3 el nombre del año al que corresponde el
día cuyo tonal desea averiguar. Por ejemplo, el año 2000 se llamó 1
Pedernal
Paso 2: convierta el cargador obtenido en un número, apoyándose en
la tabla 1. Por ejemplo: el tonal 1 Pedernal tiene los números 1/18.
Paso 3: busque en la tabla 4 el valor del día cuyo tonal desea obtener
(el 29 de febrero tiene el mismo valor que el 1ro. de marzo). Por ejemplo:
el valor del día 21 de marzo es 9/4.
Paso 4: sume los números del año y el día, respetando sus respectivas
columnas. Por ejemplo: 1/18 + 9/4 = 10/22.
Tenga en cuenta la siguiente excepción: si la fecha que busca se
encuentra entre el 1ro. de marzo de un año bisiesto y el 22 de febrero del
año siguiente, sume 1/1 al total obtenido. Encontrará una lista de bisiestos
contemporáneos en la tabla 2. Por ejemplo: 10/22 + 1/1 = 11/23.
Paso 5: si el primer número del par es mayor que 13, réstele 13, y si el
segundo número es mayor que 20, réstele 20. Por ejemplo: 11/23 = 11/3.
122
Paso 6: convierta el resultado obtenido en un tonal, apoyándose en la
tabla 1. Por ejemplo: 11/3 es el tonal 11 Casa. Este es el resultado que
usted desea obtener.
Puede averiguar los atributos del número y el signo en las tablas 5 y 6.
Observación: si desea obtener fechas que se se encuentran antes del
año 1900 y después de 1700, sume 1/1 por cada siglo transcurrido desde
entonces. Si el año fue bisiesto, sume otro 1/1.
Tabla 1 - Orden de los signos de la veintena
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Dragón
Viento
Casa/Noche
Lagartija
Serpiente
Muerte
Venado
Conejo
Agua
Perro
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
Mono
Hierba
Caña
Ocelote
Águila
Buitre
Movimiento
Pedernal
Lluvia
Flor/Señor
Tabla 2 - Años bisiestos
1922
1935
1948
1961
1974
1987
2000
2013
2026
2039
1923
1936
1949
1962
1975
1988
2001
2014
2027
2040
1924
1937
1950
1963
1976
1989
2002
2015
2028
2041
1925
1938
1951
1964
1977
1990
2003
2016
2029
2042
1926
1939
1952
1965
1978
1991
2004
2017
2030
2043
1927
1940
1953
1966
1979
1992
2005
2018
2031
2044
1928
1941
1954
1967
1980
1993
2006
2019
2032
2045
1929
1942
1955
1968
1981
1994
2007
2020
2033
2046
1930
1943
1956
1969
1982
1995
2008
2021
2034
2047
1931
1944
1957
1970
1983
1996
2009
2022
2035
2048
1932
1945
1958
1971
1984
1997
2010
2023
2036
2049
1933
1946
1059
1972
1985
1998
2011
2024
2037
2050
1934
1947
1060
1973
1986
1999
2012
2025
2038
2051
123
Tabla 3 - Nombres de los años con cargadores postclásicos
1922
1923
1924
1925
1926
1927
1928
1929
1930
1931
1932
1933
1934
1935
1936
1937
1938
1939
1940
1941
1942
1943
1944
1945
1946
1947
1948
1949
1950
1951
1952
1953
1954
1955
1956
1957
1958
1959
1 Conejo
2 Caña
3 Pedernal
4 Casa
5 Conejo
6 Caña
7 Pedernal
8 Casa
9 Conejo
10 Caña
11 Pedernal
12 Casa
13 Conejo
1 Caña
2 Pedernal
3 Casa
4 Conejo
5 Caña
6 Pedernal
7 Casa
8 Conejo
9 Caña
10 Pedernal
11 Casa
12 Conejo
13 Caña
1 Pedernal
2 Casa
3 Conejo
4 Caña
5 Pedernal
6 Casa
7 Conejo
8 Caña
9 Pedernal
10 Casa
11 Conejo
12 Caña
1960
1961
1962
1963
1964
1965
1966
1967
1968
1969
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
13 Pedernal
1 Casa
2 Conejo
3 Caña
4 Pedernal
5 Casa
6 Conejo
7 Caña
8 Pedernal
9 Casa
10 Conejo
11 Caña
12 Pedernal
13 Casa
1 Conejo
2 Caña
3 Pedernal
4 Casa
5 Conejo
6 Caña
7 Pedernal
8 Casa
9 Conejo
10 Caña
11 Pedernal
12 Casa
13 Conejo
1 Caña
2 Pedernal
3 Casa
4 Conejo
5 Caña
6 Pedernal
7 Casa
8 Conejo
9 Caña
10 Pedernal
11 Casa
124
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
2019
2020
2021
2022
2023
2024
2025
2026
2027
2028
2029
2030
2031
2032
2033
2034
2035
12 Conejo
13 Caña
1 Pedernal
2 Casa
3 Conejo
4 Caña
5 Pedernal
6 Casa
7 Conejo
8 Caña
9 Pedernal
10 Casa
11 Conejo
12 Caña
13 Pedernal
1 Casa
2 Conejo
3 Caña
4 Pedernal
5 Casa
6 Conejo
7 Caña
8 Pedernal
9 Casa
10 Conejo
11 Caña
12 Pedernal
13 Casa
1 Conejo
2 Caña
3 Pedernal
4 Casa
5 Conejo
6 Caña
7 Pedernal
8 Casa
9 Conejo
10 Caña
Tabla 4 - Valores de los días
Ene
Feb
Mar
Abr
1
8/5
0/16
2/4
2
9/6
1/17
3
Sep
Oct
Nov
Dic
7/15 11/5 3/16
7/6 12/17 4/8
8/18
0/9
4/19
3/5
8/16 12/6 4/17
8/7
0/18
9/19 1/10
5/0
10/7 2/18
4/6
9/17
9/8
1/19 6/10 10/0 2/11
6/1
4
11/8 3/19
5/7 10/18 1/8
6/19 10/9
2/0
7/11 11/1 3/12
7/2
5
12/9
4/0
6/8 11/19 2/9
7/0 11/10 3/1
8/12 12/2 4/13
8/3
6
0/10
5/1
7/9
12/0 3/10
8/1 12/11 4/2
9/13
9/4
7
1/11
6/2
8/10
0/1
4/11
9/2
0/12
5/3 10/14 1/4
6/15 10/5
8
2/12
7/3
9/11
1/2
5/12 10/3 1/13
6/4 11/15 2/5
7/16 11/6
9
3/13
8/4 10/12 2/3
6/13 11/4 2/14
7/5 12/16 3/6
8/17 12/7
10
4/14
9/5 11/13 3/4
7/14 12/5 3/15
8/6
0/17
4/7
9/18
11
5/15 10/6 12/14 4/5
8/15
0/6
4/16
9/7
1/18
5/8 10/19 1/9
12
6/16 11/7 0/15
5/6
9/16
1/7
5/17 10/8 2/19
6/9
13
7/17 12/8 1/16
6/7 10/17 2/8
6/18 11/9
7/10 12/1 3/11
14
8/18
2/17
7/8 11/18 3/9
7/19 12/10 4/1
8/11
0/2
4/12
15
9/19 1/10 3/18
8/9 12/19 4/10
8/0
0/11
5/2
9/12
1/3
5/13
16
10/0 2/11 4/19 9/10
9/1
1/12
6/3 10/13 2/4
6/14
17
11/1 3/12
5/0 10/11 1/1
6/12 10/2 2/13
7/4 11/14 3/5
7/15
18
12/2 4/13
6/1 11/12 2/2
7/13 11/3 3/14
8/5 12/15 4/6
8/16
19
0/3
5/14
7/2 12/13 3/3
8/14 12/4 4/15
9/6
9/17
20
1/4
6/15
8/3
0/14
4/4
9/15
0/5
5/16 10/7 1/17
6/8 10/18
21
2/5
7/16
9/4
1/15
5/5 10/16 1/6
6/17 11/8 2/18
7/9 11/19
22
3/6
8/17 10/5 2/16
6/6 11/17 2/7
7/18 12/9 3/19 8/10 12/0
23
4/7
9/18 11/6 3/17
7/7 12/18 3/8
8/19 0/10
4/0
24
5/8 10/19 12/7 4/18
8/8
0/19
4/9
9/0
1/11
5/1 10/12 1/2
25
6/9
11/0
0/8
5/19
9/9
1/0
5/10 10/1 2/12
6/2 11/13 2/3
26
7/10 12/1
1/9
6/0 10/10 2/1
6/11 11/2 3/13
7/3 12/14 3/4
27
8/11
0/2
2/10
7/1 11/11 3/2
7/12 12/3 4/14
8/4
0/15
4/5
28
9/12
1/3
3/11
8/2 12/12 4/3
8/13
0/4
5/15
9/5
1/16
5/6
29
10/13
4/12
9/3
9/14
1/5
6/16 10/6 2/17
6/7
30
11/14
5/13 10/4 1/14
6/5 10/15 2/6
7/17 11/7 3/18
7/8
31
12/15
6/14
12/8
8/9
0/9
May
0/7
0/0
0/13
Jun
5/18
5/11
5/4
2/15
Jul
Ago
11/16 3/7
125
5/9
3/0
0/3
0/16
5/14
0/8
11/0 2/10
5/7
9/11
0/1
Tabla 5 - Atributos de los 13 números
Número 1 - Los días a los que aspectaba eran afortunados y propios para
comenzar empresas.
Número 2 - “Los que nacían en este signo engendraban muchos hijos
(empresas) y ninguno de ellos se lograba.” (Sahagún, Historia General)
Número 3 - “Decían que las terceras casas de todos los signos eran bien
acondicionadas.” (Sahagún)
Número 4 - “Generalmente, todos los números cuatro de cualquier signo
decían ser dichosos.” (Sahagún)
Número 5 - “Decían que todos los días de cada cinco de este calendario
son aplicables a esta caída, porque en tal día (Ketsalkoatl) pecó.” (Códice
Telleriano)
Número 6 - “Todas las sextas casas son mal acondicionadas.” (Sahagún)
Número 7 - “La séptima casa de todos los signos era bien afortunada por
causa del número séptimo.” (Sahagún)
Número 8 - “El octavo signo … era mal afortunado y temeroso. Los que
nacían en él eran prósperos por algún tiempo, pero presto
caían.” (Sahagún)
Número 9 - “Todas las casas nonas eran mal afortunadas… Todas las
casas novenas eran favorables a las obras contrarias a la buena
fortuna.” (Sahagún)
Número 10 - “Todas las décimas casas decían ser bien afortunados,
porque pertenecían a Tezcatlipoca.” (De la Serna, Tratado de las
Supersticiones)
Número 11 - Un día para recapitular lo hecho, replantearse las empresas y
buscar alternativas.
Número 12 - Favorece la búsqueda espiritual.
Número 13 - “Decían que era en parte bueno y en parte malo …
Consideraban muy favorables a los signos que terminaban una
trecena.” (Sahagún)
Tabla 6 - Atributos de los 20 signos
1 - Dragón: “Decían los padres y madres: ʻNuestra criatura es afortunada,
tiene buen signo que se llama Cipactliʼ.” (Sahagún, Historia General)
2 - Viento: “Mal afortunado pues su vida sería como viento.” (Sahagún)
3 - Casa: “Este signo era mal afortunado (porque) engendraba suciedades
y torpezas.” (Sahagún)
126
4 - Lagartija: “Los que nacían en este signo serían esforzados y sanos de
cuerpo.” (Sahagún)
5 - Serpiente: “De fuego es su ánimo, perversos sus pasos,
asesino.” (Chilam Balam)
6 - Muerte: “Los que nacían en este signo eran afortunados si eran
devotos a su signo. Si no, perdían su fortuna.” (Sahagún)
7 - Venado: “Cualquiera que nacía en este signo era temeroso y de poco
ánimo.” (Sahagún)
8 - Conejo: “Borracho; habla demasiado y no dice la verdad.
Experimentador de aborrecimiento mutuo.” (Chilam Balam)
9 - Agua: “Algunos de los que nacían en él eran bien afortunados, pero
casi todos morían de mala muerte.” (Sahagún)
10 - Perro: “Su signo es: el de vida regalada, el que se adorna. Adúltero,
sin juicio, cizañero.” (Chilam Balam)
11 - Mono: “Artífice, maestro de todas las artes, rico toda su vida, bueno
todo lo que hace, juicioso.” (Chilam Balam)
12 - Hierba: “Rico cuya riqueza es de la comunidad. Dadivoso, buen
hombre.” (Chilam Balam)
13 - Caña: “De este signo se dice que todo es mal afortunado.” (Sahagún)
14 - Ocelote: “Malo. Mas se remedia por no dormir mucho, hacer
penitencia y ayunar.” (Sahagún)
15 - Águila: “La alegría es su anuncio. Maestro de todas las artes, hablará
pronto con palabras santas.” (Chilam Balam)
16 - Buitre: “Este era bien afortunado y era el signo de los
viejos.” (Sahagún)
17 - Movimiento: “Era signo del Sol y le tenían en mucho los señores,
(aunque) el que nacía en él, era indiferente su ventura.” (Sahagún)
18 - Pedernal: “Sangrador de fiebres, procura salud y es valiente.” (Chilam
Balam)
19 - Lluvia: “Muy imaginativo y noble, (pero) cuando sale como cargador
de año, anuncia enfermedades.” (Chilam Balam)
20 - Flor: “Decían que (este signo) era indiferente, bien o mal
afortunado.” (Sahagún)
127
Términos en nawatl empleados
A
Achto, primero, día de la quintana.
Akatl, caña, signo 13 de la veintena.
Akawalo o Atlkawalo, aguas suspendidas, primera veintena del año civil.
Aki, penetrar, segunda mitad del día.
Akuetspalin, cocodrilo.
Alo, loro, 11vo. nagual diurno.
Anawak, el límite del agua, nombre antiguo de Mesoamérica.
Apantonatiuʼ, sol de agua, primera era cosmogónica.
Asipakiʼtli, pez sierra.
Atemostli, caída del agua, veintena 16.
Atl, agua, signo 9 de la veintena.
Ch
Chalchiuʼtlikueyowa, (señora) nocturna falda de jades, sexta señora de la
novena.
Chalchiuʼtlikue, falda de jades, sexto señor nocturno, deidad de la hora de
buitre.
Chalchiuʼtotolin, pavo verde, noveno nagual diurno.
Chiknauʼtika, novena, ciclo de nueve días.
Chiknawi, nueve.
Chikoatl, cotorra, sexto nagual diurno.
Chikome, siete.
Chikontika, semana, ciclo de siete días.
Chikuase, seis.
Chikuei, ocho.
E
Eʼekatl, viento, segundo signo de la veintena.
Ekatonatiuʼ, sol de viento.
Etsakualistli, comunión, veintena 6.
I
Ikei, tercero, día de la quintana.
Iknawi, cuarto, día de la quintana.
128
Ilwikatl, cielo.
Ilwitl, día natural.
Imman, momento, hora.
Iskalli, resucitado, veintena 18 y uno de los nombres del día bisiesto. Ver
Mowechiwa y Nachiwa.
Itskuintli, perro, signo 10 de la veintena.
Itsteukyowa, señor nocturno cuchillo de obsidiana, segundo señor de la
novena.
Itstli, cuchillo de obsidiana, segundo señor nocturno.
K
Kakalotl, cuervo, quinto nagual diurno.
Kalli, casa, signo 3 de la veintena.
Kashtolliomepoalli ommakuilli, dieciocho veintenas más cinco (365).
Kawitl, Kauʼtli, tiempo, espacio.
Kecholli, plumón, veintena 14.
Ketsalkoatl, serpiente emplumada, deidad de la hora de Viento.
Ketsaltotol, pavo, 12vo. nagual diurno.
Ketsalwitsilin, colibrí de cola, segundo nagual diurno.
Kiauʼtonatiuʼ o Kiyauʼtonatiuʼ, sol de lluvia (de fuego), tercera era
cosmogónica. Ver Tletonatiuʼ.
Kiyauʼteukyowa, señor nocturno de la lluvia, noveno señor de la novena.
Kiawitl, lluvia, signo 19 de la veintena.
Koatl, serpiente, signo 5 de la veintena.
Koatlikue, falda de serpientes, una deidad.
Kokotsin, paloma, tercer nagual diurno.
Koskakuauʼtli, buitre, signo 16 de la veintena.
Kuauʼtemok, águila que desciende, nombre metafórico del Sol vespertino.
Kuauʼtleʼko, águila que sube, nombre metafórico del Sol matutino.
Kuauʼtli, águila, signo 15 de la veintena.
Kuawitlewa, levanta árboles, otro nombre de Akawalo.
Kuetspalin, lagartija, signo 4 de la veintena.
M
Machiyo, signo, casa zodiacal.
Makuilli, cinco.
Makultika, quintana, ciclo de cinco días.
Malinalli, hierba, signo 12 de la veintena.
Masatl, venado, signo 7 de la veintena.
Maʼtlaktli, diez.
129
Maʼtlaktliomei u Omei, trece.
Maʼtlaktliomome u Omome, doce.
Maʼtlaktlionse u Onse, once.
Metstli, luna, pierna, mes, veintena.
Mikistli, muerte, signo 6 de la veintena.
Miktlan, la región de los muertos.
Miktlantekuʼtli, señor de los muertos, quinto señor nocturno, deidad de la
hora de lluvia.
Miktlanteukyowa, señor nocturno del mundo de los muertos, quinto señor
de la novena.
Mishkoatl, serpiente de nubes, la Vía Láctea.
Mitl, flecha.
Molpilli, atado.
Mowechiwa, hecho doble, un nombre del bisiesto. Ver Iskalli y Nachiwa.
N
Nachiwa, duplicado, un nombre del bisiesto. Ver Iskalli y Mowechiwa.
Nawatl, fluido, lengua de Anawak.
Nawi, cuatro.
Nemi, faltar, faltante.
Nemontemi, faltantes para completar.
Neshwitsilin, colibrí gris, primer nagual diurno.
Nonchipa, en la mañana.
O
Ochpanistli, caminos limpios, veintena 11.
Okkan, segundo, día de la quintana.
Olin, movimiento, signo 17 de la veintena.
Olintonatiuʼ, sol de movimiento, quinta era cosmogónica.
Ome, dos.
Oselotl, ocelote, signo 14 de la veintena.
Oselotonatiuʼ, sol de los ocelotes, segunda era. Ver Tlaltonatiuʼ.
Oshomoko, protonawatl, fecunda, nombre de la primera mujer mítica.
Osomatl, mono, signo 11 de la veintena.
P
Panketsalistli, bandera preciosa, veintena 15.
Papalotl, mariposa, séptimo nagual diurno.
Piltsintekuʼtli, niño señor, tercer señor nocturno.
Piltsinteukyowa, señor y príncipe nocturno, tercer señor de la novena.
130
S
Se, uno.
Semilwitonalli, empalme del día natural con el tonal.
Sempoalkalli, veinte casas, ciclo de 20 días.
Senkalli, unidad de casas, ciclo de 13 días.
Senteotl, divina unidad, cuarto señor nocturno.
Senteukyowa, señor nocturno de la unidad, cuarto señor de la novena.
Sipaktli, dragón, primer signo de la veintena.
Sipaktonal, dragón de luz, día del dragón, nombre del primer hombre
mítico.
Sitlalinikue, falda de estrellas, deidad de la hora de Muerte.
Siwateteoʼ, mujeres diosas, una deidad.
Solin, codorniz, cuarto nagual diurno.
Sh
Shilomanilistli, ofrecimiento de mazorcas, otro nombre de Akawalo.
Shipe Totek, nuestro señor desollado, deidad mexica.
Shiuʼkoatl, serpiente luminosa o de fuego, un nombre de la Vía Láctea.
Shiuʼmolpilli, atado de años, ciclo de 52 años.
Shiuʼtekuʼtli, señor del fuego, primer señor nocturno, deidad de la hora de
Ocelote.
Shiuʼteukyowa, señor nocturno del fuego, primer señor de la novena.
Shiuʼtlapoalli, cuenta de años, un nombre del calendario.
Shiwitl, hierba, estación, año.
Shochipilli, príncipe de las flores, deidad de la hora de Flor (mediodía).
Shochitl, flor, signo 20 de la veintena.
Shokowetsi o Shokotlwetsi, caída de los frutos, veintena 10.
Shopanko, fructífero, el período de lluvia.
T
Tekiti, trabajador, las deidades de la trecena.
Tekolotl, lechuza, décimo nagual diurno.
Tekpatl, pedernal, signo 18 de la veintena.
Tekuilwitontli, fiestita de los señores, veintena 7.
Temi, completar, lleno.
Teoshiwitl, año divino, cuadrienio.
Teotlak, atardecer.
Teotleʼko, descenso de los dioses, veintena 12.
Tepeilwitl, fiesta de los montes, veintena 13.
Tepeyollotl, corazón de la montaña, octavo señor nocturno.
131
Tepeyolyowa, (señor) nocturno corazón de la montaña, un dios de la
novena.
Teskatlipoka, humo del espejo, deidad de la hora de Casa.
Tiankistli o Tiankispan, mercado, quinto día de la quintana.
Tititl, contraído, extendido, veintena 17.
Tochtli, conejo, signo 8 de la veintena.
Toltekatl, persona culta.
Toltekayotl, toltequidad, cultura.
Tonalamatl, libro de los días.
Tonalekeʼ, radiantes, deidades.
Tonalko, caliente, el período de seca.
Tonalli, luz, calor, día calendárico.
Tonalmitl, rayo, ciclo de 65 días.
Tonalpeuʼka, introductor, primer día de la trecena.
Tonalpoalli o Tonalpowalli, cuenta de los tonales, ciclo de 260 días.
Tonaltekuʼtli, señores del día, las horas diurnas.
Tonaltsontli, sellador, últimos 4 días de la trecena.
Tonatiuʼ, sol, deidad de la hora de Movimiento.
Toshkatl, guirnaldas, quinta veintena.
Tosnene, papagayo, 13vo. nagual diurno.
Tosostontli, pequeña vigilia, veintena 3.
Tl
Tlachikomilwitl, séptimo día, día de la semana.
Tlachikuaseilwitl, sexto día, día de la semana.
Tlakashipewalistli, desollamiento, veintena 2.
Tlaʼkaʼtli, ser de día, primera mitad del día.
Tlaʼkotonalli, días mediadores, días medios de la trecena.
Tlaʼkotonatiuʼ, mediodía.
Tlaʼkoyowak, medianoche.
Tlalok, sobre la tierra, fluido, décimo señor nocturno, deidad de la hora de
Dragón.
Tlaltekuʼtli, señor de la tierra, deidad de la hora de águila.
Tlaltonatiuʼ, sol de tierra, segunda era cosmogónica.
Tlamakuilwitl, quinto día, día de la semana.
Tlamemeʼ, cargador.
Tlanawilwitl, cuarto día, día de la semana.
Tlanesi, amanecer.
Tlaomilwitl, segundo día, día de la semana.
Tlasemilwitl, primer día, día de la semana.
132
Tlashochimako, tierra florida, veintena 9.
Tlasolteotl, divina inmundicia, séptimo señor nocturno, deidad de la hora
de Pedernal.
Tlasolyowa, (señora) nocturna de la basura, séptimo dios de la novena.
Tlatiuʼ, amanecer.
Tlawiskalpantekuʼtli, señor del alba, deidad de la hora de Serpiente.
Tlayeilwitl, tercer día, día de la semana.
Tleʼtonatiuʼ, sol de fuego, tercera era cosmogónica.
Tloʼtli, gavilán, octavo nagual diurno.
W
Weitekuilwitl, fiesta de los señores, veintena 8.
Weitosostli, gran vigilia, veintena 4.
Wellakaʼ, en la tarde.
Weshiuʼmolpilli, gran atado, ciclo de 1040 años.
Wewetilistli, edad, ciclo de 104 años.
Witsilopochtli, colibrí zurdo, una deidad.
Y
Yei, tres.
Yowalli, oscuridad, noche.
Yowalnepantla, medianoche
Yowaltekuʼtli, señor de la noche, deidad de la hora de Lagartija.
Yowaltika, antes de la medianoche
Yowayan, antes del amanecer
133
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