El calendario de Anahuac La cuenta del tiempo entre los mayas, mexicas y demás naciones del México antiguo Frank Díaz Diseño e ilustración: Carlos López Nota: el título de esta obra contiene el término Anahuac escrito con ortografía popular, a fin de facilitar el entendimiento. Sin embargo, en el interior de la obra, dicho nombre se escribe con ortografía fonética (Anawak). Título: El calendario de Anahuac © 2009, por Frank Díaz [email protected] Primera edición: 2009 © Kinames, S.A. de C.V. Segunda edición: 2011 © Fundación Rafael Dondé Tercera edición: 2012 Chakana Creations www.chakana-creations.com Dirección de arte y diseño: Carlos Alberto López © Ilustraciones: Carlos Alberto López Diseño de portada: Frank Díaz Derechos reservados 1 Índice Introducción Primera parte: El año sagrado 1.1 El origen del calendario mesoamericano 1.2 Las variantes del calendario mesoamericano 1.3 La unidad de medida del calendario: el día 1.4 El horario mesoamericano 1.5 Los ciclos básicos 1.6 La trecena 1.7 La veintena 1.8 El año sagrado 1.9 El mecanismo del año sagrado 1.10 Las resonancias astronómicas del año sagrado Segunda parte: El año civil 2.1 La estructura del año civil 2.2 Los segmentos del año civil 2.3 Los cargadores de los años civiles 2.4 Los múltiplos del año civil 2.5 La rueda de los atados 2.6 El Sol cosmogónico 2.7 La rueda de los Soles Tercera parte: Los ajustes astronómicos 3.1 El bisiesto anahuaca 3.2 Un ajuste superior al bisiesto 3.3 El Fuego Nuevo Cuarta parte: La correlación gregoriano-anahuaca 4.1 La correlación de los atados 4.2 La correlación del año y la cruz de cargadores 4.3 La correlación del tonal 4.4 La correlación del cargador 4.5 Correlaciones astronómicas 4.6 La correlación de las veintenas y el año nuevo 4.7 La desaparición del bisiesto anahuaca 4.8 La correlación de los años civiles mayas Apéndice: Cómo calcular el tonal Glosario de términos en nawatl Libros citados 2 7 13 17 22 26 32 38 43 48 54 59 67 73 80 85 90 96 100 109 118 126 135 143 148 162 168 175 180 186 193 199 205 Introducción La importancia del calendario para entender a Anawak Anawak, rodeado de agua, es el nombre antiguo de Mesoamérica, una extensa zona cultural que incluye la mayor parte de los territorios de México y Centroamérica, y ejerció influencia sobre el sur de los Estados Unidos y el Mar Caribe. Sus moradores recibían el título de anahuacas. Los anahuacas dedicaron una gran atención al estudio de los fenómenos cíclicos. Concebían al tiempo como una eterna recurrencia y plasmaron esa creencia en su calendario, un mecanismo formado por un conjunto de ruedas que se contenían unas a otras. Había ciclos pequeños, apropiados para medir las actividades cotidianas; otros eran tan enormes que, en comparación, la edad del Universo es apenas un breve instante. Algunos eran artificiales, pero otros fueron calculados a partir de minuciosas observaciones de los movimientos celestes. ¿Por qué era tan complejo el calendario de Anawak? Porque era más ambicioso que el que empleamos en la actualidad. No sólo medía el tiempo, sino también el espacio. Su punto de partida, como estudiaremos en este curso, era una determinada sincronización entre los astros y la superficie terrestre, con la cual se trazaba una retícula espacial que reflejaba el diseño de la cosmogonía. También servía para confeccionar los horóscopos personales, una función de gran importancia en aquella sociedad. Y, puesto que las fechas se repetían cíclicamente, proporcionaba a los sacerdotes una explicación del pasado y una base para elaborar profecías. Los ciclos y símbolos del calendario se relacionaban con todo: las fiestas y costumbres, los mitos y creencias, la producción agrícola, el nombramiento de los mandos políticos y religiosos, la construcción de los edificios y la planificación de las ciudades; incluso, estaban presentes en la definición política y territorial de Anawak. Se puede asegurar que, allí donde existió este calendario, existió Anawak; por ello, resulta imprescindible estudiarlo si queremos comprender a profundidad la civilización mesoamericana. Otra razón para estudiarlo, es que este calendario es un símbolo de la identidad profunda de los mexicanos. Debido a su contenido profético, cada vez más personas se interesan en conocerlo, tanto en México como 3 en el resto del mundo, haciendo que su desciframiento rebase el ámbito académico y se torne un asunto de interés social. Fuentes de esta investigación La presente investigación se basa en las fuentes documentales del México antiguo. Las fuentes son aquellos documentos que contienen datos “puros” sobre los mesoamericanos, es decir, datos que son producto del atestiguamiento, no de la interpretación. Las fuentes se clasifican en tres categorías: 1. Primarias: aquellas que no recibieron influencia del exterior, como los códices prehispánicos, las esculturas, relieves, murales y cerámicas. En esta categoría también entra el diseño astronómico de ciertos edificios, ciudades y monumentos. 2. Secundarias: aquellas que fueron redactadas por autores nativos en el siglo 16, de modo que contienen información original, pero con influencia española. Entre ellos sobresalen los cronistas Chilam Balam, Cristóbal del Castillo, Ixtlilxochitl, Tezozomoc, Chimalpahim y los informantes de Sahagún y Alarcón. 3. Terciarias: las crónicas escritas por los cronistas europeos que fueron testigos presenciales del funcionamiento de la sociedad mesoamericana, como Landa, Sahagún, Durán, Cortés y Motolinia. Para interpretar los datos proporcionados por las fuentes, hemos aprovechado los descubrimientos de la Arqueoastronomía, una disciplina científica en formación que estudia el contenido astronómico y calendárico de las antiguas ciudades y templos. Esta investigación parte de la idea de que el calendario de Anawak era uno solo; en consecuencia, se aprovechan los datos procedentes de todo el territorio mesoamericano. La concordancia de estos datos, tanto en la descripción de los mecanismos cronológicos como en su correlación con el calendario europeo, demuestra lo correcto de este enfoque. Ortografía Siempre que es posible, mencionamos los nombres de los ciclos en las tres principales lenguas calendáricas mesoamericanas: nawatl, maya y zapoteca. Debido a que las fuentes de la zona nahua son más abundantes, algunos ciclos sólo aparecen en su versión nawatl. A fin de propiciar su correcta pronunciación, estos términos se escriben tal como suenan, según los valores actuales del alfabeto español. Sólo debemos tener en cuenta lo siguiente: 4 • Todas las palabras del nawatl de más de una sílaba son llanas (se acentúan en la penúltima sílaba), por lo que el acento no se escribe. • Casi todas las palabras del maya son agudas (se acentúan en la última sílaba), de modo que su acento no se escribe. • La doble L se pronuncia como L larga. • El apóstrofe indica una breve suspensión del sonido, sin aspiración. Se ha conservado la ortografía convencional del nawatl en el título, en las citas textuales, en los nombres de lugares aún en uso y en los términos nativos incorporados al español, tales como “mexicas”, “anahuacas”, etcétera. El presente curso Este curso forma parte del programa de clases del Centro de Estudios para la Arqueoastronomía y la Calendárica Mesoamericanas (CEACM). Tiene dos objetivos: 1. Que el estudiante conozca el funcionamiento del calendario mesoamericano, tal como quedó descrito en las fuentes. La interpretación del mecanismo que manejamos en las siguientes lecciones recibe el nombre de Cuenta Unificada de Anawak. 2. Que el estudiante pueda correlacionar dicho mecanismo con las fechas cristianas. Nos basamos en un grupo de correlaciones denominadas Ecuación de Tenochtitlan. Para más información sobre las ciencias del México antiguo, le invitamos a consultar las páginas nawatl.com y ceacm.com.mx. 5 Primera Parte El año sagrado 1.1 El origen del calendario mesoamericano El calendario que estudiaremos en este curso es exclusivo de Anawak y fue empleado por todos los mesoamericanos durante toda su historia. Sin dudas, es el elemento más característico de aquella civilización. Algunos de sus números más significativos no son oriundos de América, pues aparecen en el Viejo Mundo desde tiempos remotos con funciones astronómicas y astrológicas; he aquí unos ejemplos: • Los sumerios crearon o heredaron un zodiaco de 13 casas, similar al que ha quedado recogido en el códice maya de París. • La cábala hebrea, tomada de la caldea, describe una cosmogonía de 13 cielos y 9 inframundos, idéntica en ese sentido a la mesoamericana. • Uno de los sistemas empleados por los antiguos hindúes y árabes dividía el año en 18 veintenas, tal como hicieron los anahuacas. • Los caldeos asociaron a Venus con el número cinco y emplearon en su cálculo el intervalo 73. • Los egipcios identificaron a Thoth, el dios del calendario, con el número 52, y llamaron a las ciencias cosmogónicas “el secreto del 52”. Si seguimos buscando, encontraremos otros ciclos comunes a las culturas de Eurasia y Mesoamérica, tales como la semana de siete días, el bloque de 260 días y el ajuste cuadrienal del bisiesto. Algunas de esas similitudes se explican como convergencias a las que llegaron los diversos pueblos al tratar de descifrar los mismos fenómenos naturales, pero otros números y ciclos son tan arbitrarios, que es más sencillo interpretarlos como el producto de la influencia de unos pueblos sobre otros. ¿Cómo llegaron tales influencias a América? Se sabe que el ser humano surgió en África y emigró a los demás continentes. El poblamiento de América comenzó hace unos 60 mil años y terminó hace 10 mil, cuando 6 quedó sumergido el puente terrestre de Behring 1. Al migrar a América, aquellos nómadas trajeron consigo su cultura, incluyendo la medida del espacio y el tiempo, y la descripción del movimiento celeste. Sin embargo, en Mesoamérica, algunos elementos cronológicos se combinaron de un modo nuevo para producir ese extraordinario mecanismo que es el calendario de Anawak. Al preguntar los españoles a los mexicas cómo había surgido su calendario, les respondieron: “Dicen que los inventores de la astrología de los indios, de donde debieron salir estos signos, fueron Cipactonal y su mujer Oxomoco, que son como Adán y Eva, de quienes descienden todos los hombres.” (De la Serna, Tratado de las Supersticiones) “Dando relación los indios viejos del principio de su calendario... dicen que, como sus dioses vieron que ya había hombre en el mundo y no tenía libro por donde guiarse, estando en cierta caverna de Cuernavaca dos personajes llamados Oxomoco y Cipactonal, pareció (bien) a la vieja tomar consejo de su nieto, Quetzalcoatl.” (J. Mendieta, Historia Eclesiástica Indiana) Sipaktonal y Oshomoko son la personificación de aquellos sabios que, hace miles de años, organizaron la cosmogonía mesoamericana. Con mayor sentido histórico, los informantes del padre Sahagún explicaron que el calendario fue invención de los toltecas, título con el que describían a todos los pueblos cultos de Anawak, incluyendo a los olmecas, zapotecas, mayas, teotihuacanos y nahuas. Tableta con fecha 3 Caña y sello con fecha 3 Ajau, de origen olmeca. Inscripciones de Cuenta Larga. Dibujo rupestre de Acapulco y mural olmeca de Oxtotitlan, Guerrero. “Eran tan hábiles en la astrología natural los toltecas, que ellos fueron los primeros que tuvieron la cuenta de los días que tiene el año, las noches y sus horas, la diferencia de los tiempos… Y eran tan sabios que conocían las estrellas del cielo y les tenían puestos nombres, sabían sus influencias y calidades, y sabían los movimientos de los cielos.” (Historia General) Debido a su origen, los mexicas le llamaron al calendario Toltekaʼ shiuʼtlapoalli, la cuenta tolteca del tiempo. 1 Es posible que, en tiempos remotos, hayan vivido en América humanidades anteriores al Homo Sapiens. También pudieron ocurrir en tiempos históricos pequeñas migraciones de asiáticos y europeos a través de los océanos Pacífico y Atlántico. 7 La evidencia arqueológica más antigua de este mecanismo es una fecha que aparece en un dibujo rupestre de Acapulco, Guerrero, la cual ha sido estudiada por Pedro de Eguiluz y otros investigadores. Dicha fecha consiste en cinco números (3.3.4.3.2) escritos con el sistema de puntos sobre el brazo de un mono que conforma el jeroglífico 2 Mono. Los arqueólogos fechan el dibujo hacia el 2000 antes de Cristo, lo cual coincide con los números inscritos, si se leen con arreglo a la llamada Cuenta Larga maya. A este vestigio le siguen los siguientes: • Un sello olmeca de Tabasco de siglo 12 antes de Cristo, con la fecha 3 Señor. • Una tableta olmeca de Guerrero de los siglos 12 al 10 a. C., con la posible fecha 3 Caña. • Un dintel de San Juan Mogote, Oaxaca, de los siglos 9 al 7 a. C., con la fecha 1 Movimiento. • Un mural olmeca de Guerrero de los siglos 8 al 5 a. C., con una expresión de cinco órdenes vigesimales sobre su brazo derecho. • Varias estelas olmecas y zapotecas fechadas entre los siglos 4 y 1 antes de Cristo, según la correlación que se emplee para leerlas. La aparición de vestigios calendáricos cada vez más antiguos concuerda con el hecho de que la Cuenta Larga coloca su punto de inicio a fines del cuarto milenio antes de Cristo. Los arqueólogos han interpretado este dato como un cálculo retroactivo que hicieron los cronólogos olmecas a partir de cierto evento mítico, pero es más probable que corresponda a un evento histórico. 1.2 Variantes del calendario mesoamericano El padre Motolinia, uno de los primeros cronistas de Indias, observó que todos los anahuacas empleaban el mismo calendario: “Aunque en esta tierra, como es tan grande, hay diversas gentes y lenguas, en lo que yo he visto, todos tienen la cuenta del año de una manera.” (Historia de los indios de la Nueva España) Contradiciendo esta observación de un testigo presencial, los investigadores actuales por lo general opinan que en Mesoamérica hubo diversos calendarios; por ejemplo, Joyce Marcus afirma: 8 “Los calendarios mesoamericanos son parecidos en su estructura, pero… son distintos los nombres de los días, (pues) los cargadores (de los años) no son iguales. Por eso no podemos usar el calendario mexica como modelo para interpretar otros menos conocidos.” (Los Calendarios Prehispánicos, Arqueología Mexicana no. 41) A partir de esta idea, con frecuencia leemos, tanto en la literatura especializada como en la de divulgación, referencias a supuestos calendarios mexicas, mayas, zapotecas, quichés, otomís, etcétera. Esta es una interpretación apresurada, ya que no podemos estar seguros de que hubo varios calendarios en Anawak hasta que los descifremos por completo. Para entender este asunto, tenemos que considerar el factor psicológico. Imaginemos que dos pueblos se referían al mismo mecanismo con dos términos distintos, pero hoy no sabemos cuál era ese mecanismo. O, imaginemos que encontramos datos aparentemente contradictorios, pero no el mecanismo que les dio origen. En tales circunstancias, nos veremos impulsados a encontrar diferencias donde no las hay. Si a esto sumamos el hecho de que, aunque se conservan cientos de fechas en Anawak, la mayoría de ellas aún no se ha correlacionado con nuestro calendario, entonces resulta imprudente negar a priori la unidad calendárica mesoamericana. La esencia de un calendario es poner de acuerdo los pueblos sobre el nombre de los días. Si un pueblo no entra en el consenso de la fecha, se pierde la eficacia del calendario. Pongamos una analogía: a pesar de que el calendario gregoriano que empleamos en la actualidad es un mecanismo relativamente joven, lleno de soluciones improvisadas, con ciclos dispares y con una pobre dimensión astronómica, es aceptado en todo el mundo. ¿Por qué? Porque así es más cómodo. Entonces, ¿cómo explicar que un pueblo como el mesoamericano, que le dedicó al problema de la medición del tiempo mucha más energía que nosotros y que tuvo milenios de desarrollo autónomo para llegar a acuerdos, fallara en el intento de unificar sus mecanismos cronológicos? A través de este curso demostraremos que el calendario de Anawak era uno solo. Sin embargo, dicha unidad no era rígida, pues permitía la convivencia de diversas versiones. Para entenderlo mejor, pongamos otra analogía: nuestro calendario tiene dos modos de medir la duración del año; el primero es una sucesión de 52 semanas de siete días, de origen semita, y el segundo es una sucesión de 12 meses de 30 días promedio, de origen latino. Aunque ambas series tienen orígenes diferentes y no se interfieren 9 ni se combinan entre sí para formar ciclos superiores2 , no las consideramos exponentes de dos calendarios distintos, sino versiones de un mismo mecanismo. De modo similar, los anahuacas desarrollaron tres variantes o versiones calendáricas a las que llamaremos versión civil, Cuenta Larga y versión vigesimal. 1. La versión civil, impropiamente conocida como “calendario azteca o mexica” (pues los mexicas no la inventaron), se basaba en el año trópico, que es el tiempo que toma la Tierra en dar una vuelta en torno al Sol. Tenía unos ciclos relativamente breves, pero muy precisos, desde el punto de vista astronómico. Se dedicaba a propósitos civiles como la agricultura, la organización de las fiestas calendáricas, las inscripciones históricas, el comercio, los censos, los horóscopos y la imposición de nombres calendáricos a los niños recién nacidos. Esta versión fue empleada por todos los pueblos de Anawak. Una aplicación de esta versión, basada en ciclos de 20 y 24 años llamados katunes, fue empleada por los Chilames o profetas mayas para elaborar sus famosas profecías. 2. La Cuenta Larga, impropiamente conocida como “calendario maya” (pues los mayas no la crearon), se basaba en unos ciclos sumamente extensos y regulares de tiempo, cuya unidad de medida era un año artificial de 360 días. Servía para medir las eras creativas, los eventos míticos y las genealogías de los gobernantes, así como para la investigación astronómica. Esta versión sólo se ha encontrado en el territorio de los olmecas, mayas, zapotecas y algunas pequeñas culturas limítrofes, como las de Izapa y El Baúl; sin embargo, es difícil creer que en el resto de Mesoamérica no se conociera. En el área nawatl aparecen leves, pero interesantes vestigios de esta versión; por ejemplo, el cronista Ixtlilxochitl menciona la presencia de años de 360 días entre los moradores de Tula. La crónica anónima llamada Teogonía e Historia de los Mexicanos afirma que los mexicas contaban bloques de 20 años, y describe duraciones periódicas de 23 y 102 mil años 3. Tales referencias no parecen concordar con la versión calendárica civil, pero cobran sentido si las interpretamos en el contexto de la Cuenta Larga. 2 El ciclo de las “letras dominicales” fue un intento medieval de combinar los meses y las semanas. Sin embargo, en la actualidad este sistema ha caído en desuso, excepto en la liturgia católica. 3 La primera es quizás resultado de una mala lectura del glifo de Venus, compuesto por los números 1.3, lo cual vale 23 en clave vigesimal. La segunda duración pudiera ser la reducción a años civiles del ciclo katúnico de 13 piktunes o 104 mil años tunes. 10 3. Por su parte, la versión vigesimal fue usada exclusivamente (hasta donde sabemos) por los quichés, cakchiqueles, tzutujiles y otros pueblos mayas del Occidente. Se basaba en un año de 400 días4 dividido en 20 bloques de 20 días; es posible que tuviera ciclos superiores en múltiplos de 20. Por su regularidad y simplicidad, esta parece ser la más antigua de las tres versiones calendáricas, pues reflejaba de modo exacto la forma de contar por veintenas. Tenía un uso civil, pues fue aprovechada para fechar los sucesos históricos descritos en los Anales de los Cakchiqueles. Aunque ha sido poco estudiada, esta versión del calendario es de gran interés, ya que sirve de puente entre la versión civil y la Cuenta Larga, al compartir características de ambas. Hay cinco razones para considerar que estas versiones del calendario mesoamericano no son independientes, sino mecanismos correlativos de un sistema único: 1ro. Las tres fueron creadas por el mismo pueblo: los antepasados de los olmecas. 2do. Las tres eran mutuamente convertibles, pues compartían los ciclos básicos y los nombres de los días. 3ro. Las tres fueron usadas simultáneamente, y las primeras dos suelen aparecer en los mismos documentos. Por ejemplo, las estelas mayas expresan la cantidad de tiempo transcurrido en katunes de Cuenta Larga, pero fechan el día según la versión civil. 4to. Las tres se combinaban para producir ciclos superiores. 5to. Las tres compartían ciertos principios generales y reglas operativas diseñadas para ajustar astronómicamente el calendario, que servirán de base para organizar las siguientes lecciones. Distribución territorial de las versiones calendáricas mesoamericanas. 1.3 La unidad de medida del calendario: el día La unidad de medida de las tres versiones calendáricas era el día. El día natural se llamaba en maya Kin, sol, en zapoteca Pi, día, y en nawatl 4 Esto parece ser una aproximación al año sinódico o aparente de Júpiter, de 399 días. 11 Ilwitl, cielo. Este último nombre indica que lo consideraban como una rotación completa del cielo. Al principio, el glifo con el que se escribía dicho concepto era un arco que representaba al cielo pero, en la época mexica, se había estilizado tanto que más parecía una punta de flecha. Al día como unidad calendárica los nahuas le llamaron Tonalli, de la raíz Ton, luz, calor, que daba nombre a Tonatiuʼ, el sol. El jeroglífico del tonal eran cuatro puntos ordenados en cuadro. Los mayas le llamaron Kin, como al día natural, y lo representaron con una cruz encerrada en un cuadrado o círculo. Glifos Ilwitl, Tonalli y Kin. Aunque pudieran parecer la misma cosa, en verdad, el tonal no era exactamente igual al día natural, pues incorporaba diversos mecanismos de ajuste astronómico que estudiaremos adelante. Cada tonal tenía nombre propio, así como ciertas aspectaciones simbólicas que se aprovechaban para confeccionar los horóscopos de la “astrología” mesoamericana. Había tonales favorables y nefastos. El tonal tenía una duración precisa. Según los informantes de Sahagún, el punto donde dos tonales se encontraban se llamaba Semilwitonalli, empalme del día natural con el tonal. Diversos cronistas afirmaron que ese punto tenía lugar a la medianoche. Como es obvio, los atributos astrológicos del día también comenzaban a regir a la medianoche: “Ante todo, los lectores de los destinos preguntaban la hora exacta en que había nacido la criatura. Si antes de la media noche, le aplicaban el signo del día anterior; si pasada la media noche, la consideraban dentro de la cuenta del signo del día siguiente.” (Sahagún, Historia General) El tonal tenía una estructura interna; su división más simple era en dos partes determinadas por la cantidad de luz, llamadas en nawatl: 1. Tonalli, calor, desde el amanecer hasta el atardecer. 2. Yowalli, oscuridad, desde el atardecer hasta el amanecer. Como veremos en la próxima lección, esta división no era exactamente en mitades, pues la parte diurna era un poco más larga que la nocturna. Había otra división basada en los movimientos ascendente y descendente del Sol, que fue reportada así por el cronista texcocano Cristóbal del Castillo: “La aspectación del tonal comienza su trabajo a la medianoche, siendo su comienzo una estrella determinada, y concluye su trabajo al mediodía. Entonces comienza el tiempo del ave preciosa, que avanza desde el mediodía hasta la medianoche, cuando de nuevo empieza a trabajar un tonal. Siempre es así.” (Historia de los Mexicanos) 12 Los nombres de tales mitades eran: 1. Tlaʼkaʼtli, mitad, comenzada a la medianoche, cuando el Sol inicia su ascenso desde el inframundo. Durante ese lapso, el astro recibía el nombre de Kuauʼtleʼko, águila que sube, y se suponía que era escoltado por los guerreros muertos en batalla. 2. Aki, penetrar, comenzada al mediodía, cuando el Sol inicia su descenso. En ese intervalo apodaban al astro Kuauʼtemok, águila que desciende, y consideraban que era escoltado por las madres muertas en la guerra del parto. La combinación de ambas formas de dividir el día producía una organización en cuartos de día, los cuales eran marcados por los momentos en que el Sol pasaba por el horizonte o por el centro del cielo. Los cuartos de día se relacionaban con los rumbos cardinales del siguiente modo: el amanecer con el Este y el atardecer con el Oeste, por causa de la salida y la puesta del Sol; el mediodía con el Sur pues, en el hemisferio Norte, el Sol parece desviarse hacia ese rumbo a medida que asciende durante la mayor parte del año; por oposición, el Norte se relacionaba con la medianoche, por lo que se le consideraba el rumbo del Miktlan, la región de los muertos. Las partes del día y su relación con los rumbos. 1.4 El horario mesoamericano A los mesoamericanos no les bastó con dividir el día en cuartos, hay evidencia de que dividieron los cuartos en fragmentos más pequeños, probablemente motivados por la necesidad de medir el curso de los astros. Tales porciones u “horas” fueron referida por diversos cronistas, según vemos en las siguientes citas: “(Los mayas) se regían de noche para conocer la hora por medio del Lucero... y de día por el mediodía. Y, desde él, al oriente y al poniente tenían puestos a (los) pedazos (del día) nombres con los cuales se entendían.” (Diego de Landa, Relación de las Cosas de Yucatán) “(Los mexicas) tenían escribas para cada rama del conocimiento. Algunos trabajaban con los anales, anotando en orden las cosas que 13 pasaban cada año, dando el día, el mes y la hora.” (Ixtlilxochitl, Historia Chichimeca) Las horas se llamaban en nawatl Imman, momento. Aunque ningún cronista consignó su duración, podemos inferirla de uno de los nombres que aplicaron los mayas al día natural: Kalkin, las veinte (partes) del día. La presencia de una estructura vigesimal en los días es congruente, tanto con la forma de contar de los mesoamericanos como con los demás mecanismos cronológicos, pues la base del calendario era una rueda de 20 signos. Resulta lógico que dicha rueda se aplicara hacia fuera, para crear paquetes de 20 días, y hacia dentro, para ordenar las 20 divisiones del día. Una referencia a este sistema aparece en el Popol Vuh (Popwuj), libro sagrado de los quichés, en el relato del descenso de los héroes Junajpu e Ishbalanke al inframundo: “Ya quería amanecer, el horizonte se teñía de rojo. Entonces dijeron (los muchachos) al buitre: ¡Oscurece de nuevo, anciano! Está bien, dijo el buitre, y al instante oscureció. Cuatro veces retrocedió el anciano; por eso dice ahora la gente: ʻya va a oscurecer el buitreʼ.” (Popol Vuj II.11) Observemos la relación que se establece entre el amanecer y el signo de Buitre, que es el número 16 de la veintena. El dicho que se menciona a continuación: “oscurecer en buitre”, es una ironía que significa algo contrario al orden natural. Esto sólo tiene sentido si suponemos que, lo habitual, era que amaneciera en Buitre. Confirmando que la veintena se empleaba para marcar las horas, en otra parte del mismo libro se afirma: “Entonces salió el Sol. Se alegraron los animales y todos dirigieron la vista al punto por donde sale el Sol. Primero cantó el ave verde, luego rugió el ocelote y extendió sus alas el águila; a continuación salió el buitre y tras él echaron a volar las aves pequeñas y grandes.” (Popol Vuj III.9) Estos versos revelan un aspecto importante del simbolismo de la veintena y nos permiten correlacionarla con los momentos del día. Es de notar que los animales descritos corresponden a los signos 13 al 16 de la veintena. El primero en la relación es el 13vo., Caña, que ha sido sustituido por un quetzal. A Caña le siguen, en el orden correcto, los signos de Ocelote, Águila y Buitre. Si este último se asociaba con la salida del Sol, entonces el anterior, Águila, debió estarlo con el Sol a punto de aparecer en el horizonte, lo cual explica el nombre de Kuauʼtleʼko, águila que sube, que le daban los nahuas al Sol ascendente. Siguiendo la secuencia, después de Buitre hay tres signos que poseen una naturaleza solar, tal como corresponde al ascenso del astro: Movimiento, Cuchillo de Pedernal y Lluvia. El primero era el nombre 14 calendárico al Sol, el segundo se asociaba con los rayos solares, metaforizados por cuchillos, y el tercero formaba el concepto de “lluvia de fuego” que le daba nombre al Sol de Fuego. Siguiendo el orden de los signos, el Sol llegaría al centro del cielo en el medio del signo de Flor/Señor, que le proporcionaba al astro su nombre esotérico: 1 Flor. Esta asociación explica por qué los mayas llamaron al signo de Flor Ajau, señor solar. Cinco signos más tarde, en Serpiente - un animal asociado con la oscuridad -, el Sol se habría acercado al horizonte, pero su puesta ocurriría en el signo siguiente, Muerte, apropiadamente dedicado a Miktlantekuʼtli o Ah Puch, el señor del inframundo, regente de los ocho signos siguientes. Al signo de Muerte le siguen tres signos de naturaleza lunar o descendente: Venado, Conejo y Agua. La correspondencia se hace aún más clara al llegar la medianoche, pues el Sol pasaría por el nadir o parte inferior de la Tierra en el medio del signo de Perro, el animal guardián de los planos del inframundo. Ya que los signos tenían una secuencia regular, podemos inferir que regían sobre períodos iguales de tiempo, de donde se deduce que las horas mesoamericanas duraban 72 de nuestros minutos. Correlación de las horas mesoamericanas con las que actuales (horario regular). Ahora bien, el relato indica que las horas diurnas no sólo se denominaban mediante sus correspondientes signos de veintena, sino también con los nombres de “las aves pequeñas y grandes”. Dicha referencia concuerda con una cita del cronista Del Castillo que estudiamos en la lección pasada, según la cual, “al mediodía comienza el tiempo del ave preciosa”. Ambas fuentes se refieren a un conjunto de 13 advocaciones divinas llamadas colectivamente en nawatl Tonaltekuʼtli, los señores del día, y en maya Oshlajuntiku, los trece divinos. Estos señores o personificaciones del poder de los signos eran aludidos tanto por sus nombres propios como por los de las aves que les servían de dobles, llamadas las “aves preciosas”. He aquí sus nombres: 15 Nombres divinos Dobles animales 1. Shiuʼtekuʼtli, señor del fuego 2. Tlaltekuʼtli, señor de la tierra 3. Chalchiuʼtlikue, su falda de jades 4. Tonatiuʼ, sol 5. Tlasolteotl, divina inmundicia 6. Miktlantekuʼtli, señor de los muertos Neshwitsilin, colibrí gris Ketsalwitsilin, colibrí de cola Kokotsin, paloma Solin, codorniz Kakalotl, cuervo Chikoatl, cotorra 7. Shochipilli, príncipe de las flores 8. Tlalok, sobre la tierra, fluido 9. Ketsalkoatl, serpiente emplumada 10. Teskatlipoka, humo del espejo 11. Yowaltekuʼtli, señor de la noche 12. Tlawiskalpantekuʼtli, señor del alba 13. Sitlalinikue, falda de estrellas Papalotl, mariposa Tloʼtli, gavilán Chalchiuʼtotolin, pavo verde Tekolotl, lechuza Alo, loro Ketsaltototl, pavo Tosnene, papagayo Tales aves aparecen en la lámina 71 del Códice Borgia, de origen mixteca, asociadas a un día llamado 4 Movimiento del año 1 Caña, lo cual demuestra dos cosas: que las aves tenían una función horaria o de división del día, y que este mecanismo no sólo fue conocido por los mayas, sino también por los mixtecas y mexicas. Es de notar que el séptimo señor, correspondiente al horario del mediodía y por ello llamado en nawatl Shochipilli, príncipe de las flores, en verdad no es un ave, sino una mariposa, el insecto heráldico del Sol, lo que confirma el análisis que acabamos de hacer. Así como las 13 aves les daban nombre a las horas del día, las horas nocturnas estaban regidas por 9 advocaciones divinas llamadas en nawatl Yowaltekuʼtli, señores de la noche, y en maya Bolontiku, los nueve divinos. Estos señores no tenían aves u otros animales representativos ya que, al operar en la noche, eran naguales por sí mismos; se conservan sus nombres en nawatl: 1. Shiuʼtekuʼtli, señor del fuego. 2. Itstli, cuchillo de obsidiana. 3. Piltsintekuʼtli, niño señor. 4. Senteotl, divina unidad. 5. Miktlantekuʼtli, señor del inframundo. 6. Chalchiuʼtlikue, su falda de jades. 7. Tlasolteotl, divina inmundicia. 8. Tepeyollotl, corazón de la montaña. 9. Tlalok, sobre la tierra, con tierra, fluido. 16 Las 13 aves diurnas asociadas al día 4 Movimiento del año 1 Caña, lámina 71 Códice Borgia. Traslape de los 13 y 9 señores y su asociación con los 20 signos. Algunos investigadores consideran que las series de 13 y 9 señores eran lineales, es decir, se contaban una a continuación de la otra, formando secuencias de 22 términos. Sin embargo, el número 22 es ajeno al calendario anahuaca. El análisis de la estructura del día demuestra que los 22 señores encajaban en los 20 signos de la veintena mediante el recurso de traslapar los puntos de inicio y conclusión de ambas series. Este mecanismo nos presenta el primer principio del calendario, al que llamaremos Principio del Traslape, el cual afirma que todos los ciclos se traslapaban entre sí en una de sus unidades formativas. Eso significa que los ciclos de este calendario no se podían unir en forma secante, tal como ocurre en el calendario que empleamos hoy, sino que cada uno se fundía con los que le flanqueaban. Sin embargo, para una mejor comprensión, en el presente curso trabajaremos con los ciclos como si fueran unidades autónomas, lo cual no afecta a su mecanismo o correlación. 1.5 Los ciclos básicos El simbolismo secundario Los tonales o días de este calendario se agrupaban en bloques básicos (no compuestos por otros bloques) de 5, 7, 9, 13 y 20 días. El más pequeño conjunto era el bloque de cuatro días en los cuales rotaban los elementos alquímicos, los rumbos cardinales, los colores y las formas geométricas básicas de esta cosmovisión5 , en el siguiente orden: Elemento Atl, agua Tlalli, tierra Tletl, fuego Ekatl, aire Rumbo Siwatlampa, rumbo femenino (Oeste) Witstlampa, rumbo de las espinas (Sur) Tlawistlampa, rumbo de la luz (Este) Miktlampa, rumbo de la muerte (Norte) 5 Color Negro Amarillo Rojo Blanco Había un quinto elemento llamado Olin, movimiento, asociado al Tlaʼkotlampa, rumbo central, y al color Shoshouʼki, verde-azul, pero no participaba en los ciclos básicos. 17 Este conjunto de atributos, al que llamaremos en adelante “simbolismo secundario”, tenía una gran importancia para ordenar el calendario. La quintana Le seguía en extensión el bloque de cinco días llamado en nawatl Makuiltika, quintana, y en maya Jokin, cinco días. Aparentemente, la quintana deriva de la costumbre de contar con los dedos de la mano. Era de uso popular, pues regulaba las actividades laborales y mercantiles, tal como hacemos nosotros con nuestras semanas; de ahí que Sahagún les llame “semanas”: “Sus semanas eran de cinco días, y hay en cada mes cuatro de estas quintanas.” (Historia General) Los primeros cuatro días de la quintana se llamaban Nemmanian, dispuestos o a disposición, pues se dedicaban al trabajo, y se contaban por su número de orden: Achto, primero, Okkan, segundo, Ikei, tercero, e Iknawi, cuarto. El quinto día tenía nombre propio: Tiankispan o Tiankistli, mercado, pues se dedicaba al comercio. La cita del padre Sahagún que acabamos de leer indica que las quintanas no eran entendidas como unidades independientes, sino como cuartas partes de las veintenas. Por tal razón, sus días tenían una posición fija con respecto a los signos de la veintena: cada veintena comenzaba en el primer día de la quintana y terminaba en el último. Este ciclo se interrumpía a fin de año por causa de la última quintana del año, la cual no cabía en ninguna veintena. Dicha asincronía generaba un ciclo superior de cuatro años en el cual se acumulaban las cuatro quintanas excedentes hasta completar una veintena extranumeraria. Este mecanismo nos presenta el segundo principio del calendario, al que llamaremos Principio de la Asimetría. Afirma que las asimetrías entre dos ciclos se resolvían acumulándolas hasta formar un ciclo superior, que era su mínimo común múltiplo. Todos los ciclos superiores a la veintena, excepto el de 73 días, se formaban de este modo 6. La semana El bloque de siete días aparece representado en los códices Borgia, Cospi, Fejervary y Laúd; los nahuas le llamaban Chikontika, semana, y denominaban a sus días conforme a su número de orden: 6 No hay que confundir asimetría con irregularidad. Este calendario no tenía irregularidades, pues todos sus ciclos embonaban perfectamente, pero favorecía las asimetrías, ya que era su modo de desarrollarse. 18 1. Tlasemilwitl, primer día 2. Tlaomilwitl, segundo día 3. Tlayeilwitl, tercer día 4. Tlanawilwitl, cuarto día 5. Tlamakuilwitl, quinto día 6. Tlachikuaseilwitl, sexto día 7. Tlachikomilwitl, séptimo día La semana quedó descrita así en las fuentes: “Ellos (los sacerdotes mexicas) ayunaban todo el Chikomilhuitl (durante los siete días).” (Sahagún, Códice Florentino) “(El rey quiché Gukumats) aparecía durante siete días en figura de serpiente; por otros siete días era como águila; a continuación se transformaba en ocelote y así permanecía siete días; luego pasaba otros siete días con la apariencia de sangre en reposo.” (Popol Vuh IV.9) La semana anahuaca se ha investigado poco, pues dejó escasas evidencias y no participaba en la elaboración de las fechas. Según el cronista Núñez de la Vega, su primer día correspondía al viernes, una sincronización que no parece tener influencia del calendario cristiano: “Tienen (los mayas) pintados en sus calendarios siete negritos para hacer adivinaciones, correspondientes a los siete días de la semana, comenzándola a contar en viernes, al que llaman Jodahuntox, ʻel de trece potestadesʼ.” (Constituciones Diocesanas del Obispado de Chiapa) El nombre maya de este ciclo es una corrupción de la composición Oshlajuntosh, trece distribuciones o intervalos, y nos recuerda que, en esta cosmovisión, los números siete y trece estaban vinculados, ya que el trece se consideraba un desarrollo del siete. Una característica interesante de la semana es que divide al año en 52 partes, transformándolo en un modelo en pequeña escala del ciclo de 52 años que estudiaremos adelante. Sin embargo, a pesar de la importancia religiosa y calendárica que tenían los números 7 y 52, en las fuentes que se conservan no hay referencia explícita al ciclo de las 52 semanas. Otra virtud de la semana consiste en que sincronizaba en forma aproximada los ciclos del Sol y la Luna, pues el bloque de cuatro semanas o 28 días refleja las fases lunares, en tanto su multiplicación por 13 se acerca a la medida del año solar. No es casual que los mayas y, probablemente, también los demás pueblos de Anawak, dividieran la eclíptica en 13 casas zodiacales, cada una de cuatro semanas, según quedó recogido en el Códice de París7 . 7 Aclaremos que este códice no vincula al zodiaco de las 13 casas con la Luna, pues el mes lunar de 28 días es una burda aproximación al ciclo lunar de 29,5. 19 Si multiplicamos 28 por 13, el resultado son 364 días, cantidad que algunos investigadores llaman “año calcular”. Hasta donde sabemos, este tipo de año no tenía un papel activo en el calendario, pero no era teórico, pues el cronista texcocano Juan Bautista Pomar afirmó que los nahuas lo conocieron, e incluso especificó su diferencia respecto al año solar: “Ellos tenían el año de 364 días, de manera que, conforme a nuestro calendario, difería en un día y seis horas.” (Relaciones, 1582) Grupos de 9 y 7 días. Códices Cospi y Fejervary. El año de 364 días ejemplifica el principio de la asimetría de los ciclos, pues se adelantaba en un día respecto al año natural de 365 días. Por lo tanto, tenían que pasar siete años o 365 semanas para que ambos tipos de año se sincronizaran de nuevo en el mismo día de la semana. Extrañamente, el ciclo de siete años, con una resonancia numérica tan preciosa, no fue aprovechado para crear periodicidades superiores y prácticamente no se menciona en las fuentes que se conservan. La novena El bloque de nueve días se llamaba en maya Bolonkin, nueve días, y en nawatl Chiknauʼtika, novena. Armonizaba con el bloque de las nueve horas nocturnas que estudiamos en la lección anterior, pues ambas periodicidades estaban auspiciadas por el mismo conjunto de deidades. Sin embargo, el cronista La Serna reportó que, cuando el señor nocturno regía específicamente sobre toda una noche, se añadía a su nombre el título de Teukyowa, señor nocturno, abreviado a veces como Yowa, nocturno. Arreglados de este modo, los nombres de los señores de los nueve días eran los siguientes: 1. Shiuʼteukyowa, señor nocturno del fuego. 2. Itsteukyowa, nocturno cuchillo de obsidiana. 3. Piltsinteukyowa, señor y príncipe nocturno. 4. Senteukyowa, señor nocturno de la unidad. 5. Miktlanteukyowa, señor nocturno del mundo de los muertos. 6. Chalchiuʼtlikueyowa, (señora) nocturna falda de jades. 7. Tlasolyowa, (señora) nocturna de la basura. 8. Tepeyolyowa, (señor) nocturno corazón de la montaña. 9. Kiauʼteukyowa, señor nocturno de la lluvia. 20 El bloque de nueve días no participaba en la denominación de los días, años y demás ciclos calendáricos, pero tenía una activa función astronómica que estudiaremos en próximas lecciones. Los nueve Señores de la Noche. Códice Borgia. 1.6 La trecena El siguiente bloque en extensión era la trecena. Tenía gran importancia pues, en unión con la veintena, servía para componer las fechas. El 13 era un número sagrado de aquella cosmovisión, utilizado, no sólo en el calendario, sino también en el simbolismo religioso, pues era el número de los planos celestes. ¿Cómo surgió este número? Algunos investigadores lo relacionan con las 13 menstruaciones anuales de la mujer o las 13 “lunas” de 28 días que caben en un año solar. También se ha relacionado con las 13 coyunturas principales del cuerpo (tobillos, rodillas, ingles, muñecas, codos, hombros y cuello). Asimismo, se puede derivar de los años sinódicos o aparentes de los planetas visibles, pues estos, con la excepción del año de Júpiter, se dividen en bloques de 13 días más/menos un día. El ciclo 13 está presente desde tiempos inmemoriales entre las culturas del Viejo Mundo, relacionado con el cielo y las constelaciones. Es probable que fuera llevado a América en alguna de las últimas migraciones del período glacial, en cuyo caso, el mérito de los anahuacas consistió en aplicarlo sistemáticamente en sus cálculos. 21 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 Nawatl Maya Zapoteca Se Ome Yei Nawi Makuilli Chikuase Chikome Chikuei Chiknawi Maʼtlaktli Maʼtlaktlionse (Onse) Maʼtlaktliomome (Omome) Maʼtlaktliomei (Omei) Jun Ka Osh Kan Jo Wash Uuk Washak Bolon Lajun Buluk Lajka Oshlajun Tu Chopa Tsona Tapa Gayu Shopa Gaachi Shunu Ga Chi Chineaʼ Chinu Chiʼnu Las cifras del 1 al 13 representadas mediante el sistema de punto y barra. La trecena se llamaba en maya Oshlakin, trece días, y en nawatl Senkalli, unidad de casas; este último concepto parece tomado de las 13 constelaciones zodiacales, genéricamente llamadas “casas”. Los números no tenían nombres especiales, siendo designados únicamente por su orden. En los registros mayas, zapotecas y nahuas se escribían generalmente mediante el sistema de punto y barra, en el cual, un punto vale 1 y una barra vale 5. Sin embargo, en los códices mixtecas (excepto el Cospi) aparecen conformados únicamente por puntos, lo cual le confiere un sabor arcaico al documento. Algo a tener en cuenta es que, según los informantes de Sahagún, el primer signo de la trecena se apodaba Tonalpeuʼka, introductor. Asimismo, los cuatro días del final formaban un bloque especial de buena suerte apodado Tonaltsontli, sellador. “(Los mexicas) siempre estaban pendientes de los signos del final de la trecena y dirigían hacia allí su atención.” (Sahagún, Historia General) De estas referencias podemos deducir que la trecena tenía una estructura interna organizada en tres bloques: • Cuatro días introductores. • Cinco días mediadores. • Cuatro días selladores. Tal estructura no se usaba en los cálculos calendáricos pero tenía interés astrológico. 22 Otro asunto a destacar es que la trecena recibía los atributos del signo de la veintena que acompañaba al primero de sus números. Por ejemplo, si una trecena comenzaba en el signo de Pedernal, estaba marcada por ese signo; los 12 números siguientes sólo matizaban o modificaban el significado intrínseco de Pedernal. Por tal razón, los cronistas les llamaron a esos números secundarios “grados” de desarrollo de la trecena. Ello significa que, lo que marcaba el horóscopo de las personas no era el signo específico bajo el cual habían nacido, sino la trecena a la que pertenecía dicho signo. Por ejemplo, una persona nacida en el tonal 2 Viento pertenecía a la trecena del signo anterior, Dragón, y recibía las aspectaciones de Dragón matizadas por su segundo grado: Viento. Los atributos de los 13 números estaban determinados por sus dioses patronos, cuyos nombres conocimos en la lección dedicada al horario. Debido a que su función era “cargar” y dotar de contenido simbólico al día calendárico, tales dioses eran colectivamente llamados en maya Kuchob, cargadores, y nawatl Tekiti, trabajadores. Desarrollo de las cualidades del primer signo (Dragón) a través de la primera trecena del año sagrado. Rotación recíproca de la trecena y la novena, relieve de Tlalancaleca. Las flores del círculo pequeño representan a los señores nocturnos y los puntos a los planos celestes. Las flores del círculo grande representan a los señores diurnos y los puntos a los planos del inframundo. Además de contar trecenas de horas y días, estos cargadores tenían otra función, pues servían para contar específicamente los aspectos diurnos del paquete de 13 días, en combinación con los 9 señores nocturnos como patronos de 9 noches. Ambos conjuntos de días y noches comenzaba a rotar a la vez, en un día que era “cargado” por el primer señor diurno y el primer señor nocturno. Una vez que los señores nocturnos terminaban su ciclo, comenzaban a trabajar de nuevo pero, esta vez, acompañados por el décimo señor diurno. Cuando terminaba la primera trecena, comenzaba de nuevo el ciclo de los señores diurnos, pero acompañados por el quinto señor nocturno, y así sucesivamente. La siguiente tabla nos muestra cómo se iban combinando las trecenas diurnas y las novenas nocturnas hasta formar un ciclo de 117 días (13 x 9) que fue aprovechado para medir la rotación sinódica o aparente del planeta Mercurio 8. 8 Cuyo año sinódico real es de 115,9 días. 23 La rotación combinada de las trecenas y novenas permitía calcular en forma aproximada el ciclo sinódico o aparente del planeta Mercurio. La rotación recíproca de la trecena y la novena nos ilustra el tercer principio del calendario, al que llamaremos Principio de la Combinación. Afirma que los ciclos básicos o primarios se combinaban entre sí para formar ciclos combinados o secundarios. 1.7 La veintena La veintena era el más amplio de los ciclos básicos o primarios. No se formaba simplemente como resultado de combinar la quintana con el simbolismo secundario de los rumbos-elementos, pues poseía 20 signos propios. La veintena era tan importante como la trecena porque, en combinación con esta, proporcionaba los nombres de los días. Su origen parece ser un antiguo modo de contar en el que se empleaban todos los dedos del cuerpo. El nombre maya de la veintena era Kalkin, veinte días (aplicado también al día natural), y el nawatl Sempoalkalli, veinte casas, según los códices Matritense y Florentino. Su glifo, representado con frecuencia en los relieves de Anawak, era un disco con una cruz en su interior. Este diseño tenía un sentido práctico, pues servía como tablero para calcular fechas; pero, además, expone el hecho de que la veintena contenía cuatro quintanas. Como veremos adelante, tal división cuatripartita era fundamental dentro del mecanismo del año. A diferencia de la trecena, cuyas casas se contaban únicamente por su número, las casas de la veintena tenían nombre y signo propios. Debido a que dos de tales signos (Ocelote y Mono) son animales de la selva, algunos investigadores consideran que los creadores de la veintena fueron los olmecas, pues ellos se establecieron principalmente en la zona selvática de Mesoamérica. Sin embargo, Humboldt, Coe y otros investigadores sugieren que la veintena tiene un origen anterior a los olmecas, ya que han encontrado relaciones entre sus 20 signos y ciertas series astrológicas del sudeste asiático y Oceanía. 24 Por lo general, el nombre del primer signo, Sipaktli, se suele traducir como cocodrilo, pese a que el nombre propio de dicho animal en lengua nawatl es Akuetspalin. Otros traductores lo vierten como pez sierra, al asociarlo con el nombre de este pez: Asipakiʼtli. Sin embargo, la raíz Sipak no es mesoamericana; aparece en gran parte de América y Asia designando a un animal mítico que combina los cuatro elementos alquímicos (tierra, aire, agua y fuego). En la iconografía de Centro y Norteamérica, el Sipaktli se representa como una especie de serpiente con patas cubierta de rombos o cuadros que aluden a la tierra, relacionada con caracoles y otros emblemas acuáticos y dotada de alas o plumas que hacen referencia al aire, que arroja nubes o fuego por la boca. Debido a que estos atributos se corresponden con el simbolismo universal del dragón, en este curso traducimos el término Sipaktli y su equivalente maya Imish como dragón. Al comparar los nombres de los signos en las tres principales lenguas calendáricas de Anawak se notan ciertas diferencias, como podemos comprobar en la siguiente tabla; por ejemplo, el Viento del nawatl es Relámpago en zapoteca; en maya, la Casa es Noche. No hay que interpretar este hecho como evidencia de una pluralidad de calendarios; se trata de adaptaciones de un mismo simbolismo a la fauna, flora y mitología locales, que no implican la menor variación en la mecánica de los ciclos. Representaciones del dragón. Códice Borgia u vaso maya. Los 20 signos en nawatl, maya y zapoteca. Cada signo de la veintena tenía su propia familia de atributos simbólicos secundarios, compuesta por un color, figura geométrica, elemento alquímico, rumbo cardinal, momento del día y deidad auspiciadora. Como dichos atributos se organizaban en paquetes de cuatro, se repetían cinco veces en la veintena, generando la estructura pentagonal que vemos en el siguiente diagrama: Simbolismo secundario de los signos de la veintena. 25 1.8 El año sagrado La trecena y la veintena rotaban recíprocamente, formando un bloque de 260 tonales o días calendáricos (13 x 20). Este era el ciclo más importante de aquella cronología, ya que participaba en la formación de todos los ciclos superiores. Su nombre maya era Chuenilkin, artificio de los días, pero en la actualidad se le conoce como Tsolkin, cuenta de los días. En nawatl le llamaban Tonalpoalli o Tonalpowalli, cuenta de los tonales; también se conoce como Tonalamatl, libro de los días, por el códice donde se escribía. Los zapotecas le decían Piye, cuenta de los días. En adelante le llamaremos año sagrado, ya que regulaba los horóscopos y los ritos, y le daba nombre a los dioses del panteón tolteca. Debido a que se trataba del mecanismo calendárico fundamental, el año sagrado era conocido por todos los anahuacas cultos, tal como afirma un cronista: “Lo sabían todos los ministros de los ídolos y mucha de la gente popular, porque es cosa fácil y toca a todos.” (Sahagún, Historia General, libro VI) ¿Cómo surgió esta periodicidad? Algunos investigadores suponen que fue el resultado casual del encuentro de la trecena con la veintena, ambas de origen independiente. Otros consideran que su duración está relacionada con el ciclo de cultivo del maíz. El investigador Raúl Gonzáles Cortés la deriva de la versión calendárica vigesimal pues, al computar años de 400 días, a tres de estos hay que sumarles 260 días para empatarlos con cuatro años naturales. También se ha interpretado como un mínimo común de los ciclos sinódicos de los planetas visibles. La hipótesis más popular sugiere que su duración se relaciona con el ciclo de gestación de la mujer, calculado por los mesoamericanos en un promedio de 260 días a partir de la primera menstruación que se interrumpe. Esto concuerda con el hecho de que, el nombre que daban a la criatura cuando nacía, era uno de los 260 tonales o combinaciones. Debido a que 13 es un número primo, cada combinación del año sagrado era única y no se repetía hasta que pasaba todo el ciclo de 260 días, tal como podemos comprobar en la siguiente tabla: 26 Dragón 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 Viento 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 Casa/ Noche 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 Lagartija 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 Serpiente 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 Muerte 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 Venado 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 Conejo 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 Agua 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 Perro 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 Mono 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 Hierba 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 Caña 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 Ocelote 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 Águila 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 Buitre 3 10 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 Movimiento 4 11 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 Pedernal 5 12 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 Lluvia 6 13 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 Flor/ Señor 7 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 Los 260 tonales o combinaciones del año sagrado. La lectura es de arriba abajo y de izquierda a derecha. Aquí vemos, en la columna de la izquierda, los nombres de los signos, y en las columnas de la derecha, los números con los cuales se combinaban, formando asociaciones como 1 Dragón, 2 Viento, 3 Casa, 4 Lagartija, etcétera. En este mecanismo se basaba el cuarto principio del calendario, que llamaremos Principio del Tonal o unidad binaria. Este afirma que la unidad de medida del calendario mesoamericano era el tonal o kin, formado por la combinación de uno de 13 números y uno de 20 signos. No existía un día sin nombre, o días que se denominaran únicamente por su número o su signo, como tampoco días que tuvieran varios números o signos; la combinación de número y signo era el principio fundamental. 27 El año sagrado se formaba mediante la combinación de 13 números y 20 signos. Las trecenas y veintenas comenzaban a rotar a partir de la primera casa de cada una, formando la combinación 1 Dragón. La segunda trecena comenzaba en la combinación 1 Ocelote, mientras que la segunda veintena lo hacía en la combinación 8 Dragón. Así continuaban rotando recíprocamente, hasta que se agotaban todas las combinaciones posibles en un tonal al que los nahuas llamaban 13 Flor y los mayas 13 Señor. El día siguiente comenzaba de nuevo el Tonalpowalli en la combinación 1 Dragón. En este nivel de aplicación, el mecanismo era parecido al que nosotros usamos, pues el calendario gregoriano también combina una serie de números del 1 al 31 con los siete días de la semana para producir fechas como Lunes 1, Martes 2, Miércoles 3, etcétera. Sin embargo, el Tonalpowalli se distingue del mecanismo gregoriano por su perfecta regularidad, característica que permite predecir con exactitud cuándo caerá determinada fecha; por ejemplo, el día número 222 de la serie siempre se llama 1 Viento. Dicha regularidad impedía que se le aplicaran a este calendario ciertas soluciones improvisadas que padece el nuestro, tales como la existencia de meses de diversa duración o la asincronía entre las semanas y los meses. Debido a que las combinaciones tenían una posición o número fijo, podemos disponerlas en en la siguiente tabla, que es muy útil para calcular las distancias entre los tonales: 1 2 3 4 5 28 6 7 8 9 10 11 12 13 Dragón 1 41 81 121 161 201 241 21 61 101 141 181 221 Viento 222 2 42 82 122 162 202 242 22 62 102 142 182 Casa/ Noche 183 223 3 Lagartija 144 184 224 4 Serpiente 105 145 185 225 5 Muerte 66 106 146 186 226 6 Venado 27 67 107 147 187 227 7 Conejo 248 28 68 108 148 188 228 8 Agua 209 249 29 69 109 149 189 229 9 Perro 170 210 250 30 70 110 150 190 230 10 50 90 130 Mono 131 171 211 251 31 71 111 151 191 231 11 51 91 Hierba 92 132 172 212 252 32 72 112 152 192 232 12 52 Caña 53 93 133 173 213 253 33 73 113 153 193 233 13 Ocelote 14 54 94 134 174 214 254 34 74 114 154 194 234 Águila 235 15 55 95 135 175 215 255 35 75 115 155 195 Buitre 196 236 16 56 96 136 176 216 256 36 76 116 156 Movimiento 157 197 237 17 57 97 137 177 217 257 37 77 117 Pedernal 118 158 198 238 18 58 98 138 178 218 258 38 78 Lluvia 79 119 159 199 239 19 59 99 139 179 219 259 39 Flor/ Señor 40 80 120 160 200 240 20 60 100 140 180 220 260 43 83 123 163 203 243 23 63 103 143 44 84 124 164 204 244 24 64 104 45 85 125 165 205 245 25 65 46 86 126 166 206 246 26 47 87 127 167 207 247 48 88 128 168 208 49 89 129 169 Esta tabla se usa como sigue: supongamos que queremos averiguar en qué día cae el tonal 4 Movimiento de un año llamado 1 Caña. Primero, localizamos el nombre del año en la tabla, buscando el signo de Caña en la columna de la izquierda y el número 1 en la fila superior, lo que nos lleva al número fijo 53. A continuación, buscamos el número del día, ubicando el signo de Movimiento en la columna de la izquierda y el número 4 en la fila superior, lo que nos lleva al número fijo 17. Para saber cuántos días después de la caída del nombre del año (1 Caña) tuvo lugar el tonal 4 Movimiento, contamos los tonales hay entre los números 53 y 17. Como el primero es mayor que el segundo, tenemos que restarle al año sagrado el número de la combinación del año (260 – 53) y sumarle al resultado el número de la combinación del día (207 + 17), lo cual nos da un intervalo de 224 días. 29 El año sagrado plantea nuevamente el problema de la unidad del calendario. Los investigadores que sostienen que hubo varios calendarios en Mesoamérica, consideran que la secuencia de los tonales no era la misma en todas partes, de modo que un mismo día recibía diferentes denominaciones entre las diferentes comunidades de Anawak. En cambio, quienes sostenemos que sí hubo unidad calendárica, consideramos que el año sagrado se usó en todo el territorio y en toda la historia de Anawak de una misma manera, produciendo tonales o fechas idénticas para todos los pueblos. Alfonso Caso, quien era partidario de esta idea, lo expresó asi, tomando como modelo las cuentas mexicas y mayas: “Según creemos, la correlación entre los años azteca y maya era completa, no sólo en lo que se refiere a los días, sino también a la posición de los meses.” (Nuevos datos para la correlación de los años azteca y cristiano). 1.9 El mecanismo de año sagrado El ciclo de las trecenas Debido a que las combinaciones del año sagrado eran regulares, existía una secuencia ordenada de las trecenas a través de las veintenas. La primera trecena comenzaba en el signo de Dragón y abarcaba los primeros 13 signos, hasta llegar al signo de Caña. La segunda comenzaba en Ocelote y abarcaba hasta Muerte; como esta segunda trecena excedía los signos de la primera veintena, ocupaba también los primeros seis signos de la segunda veintena. La tercera trecena comenzaba en el signo de Venado de la segunda veintena y se extendía por otros 13 signos, y así sucesivamente. El mecanismo rotaba con perfecta regularidad hasta agotar todas las combinaciones posibles, una vez que la trecena completaba 20 vueltas. Debido a su función, los signos que introducían a las trecenas recibían en nawatl el nombre colectivo de Tonalpeuʼkayomeʼ, iniciadores de los tonales9. La siguiente tabla muestra el orden en que rotaban. 9 Compuesto con el sustantivo Tonal, el verbo Peuʼka, iniciar, y el sufijo plural Meʼ. 30 El ciclo de las trecenas fue representado con frecuencia en los códices, pues facilitaba los cálculos. Su uso es como sigue: imaginemos que queremos saber en qué punto del año sagrado se encuentra la fecha 7 Flor/Señor, pero no tenemos a mano la tabla de las posiciones fijas. Lo primero que hacemos es contar hacia atrás a partir de la combinación 7 Flor/ Señor, hasta llegar a la primera combinación de esa trecena, que es 1 Ocelote. Por lo tanto, 7 Flor/Señor es el séptimo grado de la trecena de Ocelote. A continuación, vamos a la tabla de los signos introductores de trecenas y comprobamos que la trecena de Ocelote es la segunda del año sagrado. Esto nos permite extraer la siguiente expresión matemática: (1 x 13) + 7, es decir, una trecena transcurrida más siete tonales, cuya sumatoria es igual a 20. En otras palabras: la combinación 7 Flor/Señor ocupa la vigésima posición del Tonalpowalli. Signo inicial de las 20 trecenas del año sagrado. La secuencia de los signos identificadores de las trecenas también servía para contar cualquier cantidad de días que estuviera conformada por un número entero de veintenas más 13 días, como el intervalo de 73 días usado para sincronizar el año terrestre con el de Venus o el intervalo de 18 993 días del “siglo” de 52 años. El ciclo de las veintenas Con las veintenas también se establece una precisa regularidad, sólo que, en este caso, los que rotan son los 20 signos a través de los 13 números. Si partimos de la combinación 1 Dragón, el último signo de la veintena, Flor/Señor, estará asociado con el número 7 de la segunda trecena, pues 13 + 7 = 20. Por lo tanto, la segunda veintena iniciará en el número 8, la tercera en el 2, la cuarta en el 9 y así sucesivamente, hasta agotar los 13 números, en el siguiente orden: Veintena 1ª 2ª 3ª 4ª 5ª 6ª 7ª 8ª 9ª 10ª 11ª 12ª 13ª Numero inicial 1 8 2 9 3 10 4 11 5 12 6 13 7 El mecanismo de las 13 veintenas también fue representado con frecuencia en los códices, como podemos ver en la lámina 53 del Códice Borgia, en la cual aparece el signo de Dragón acompañado de los 13 números en el orden antes descrito. 31 Sucesión de las veintenas del año sagrado, lámina 53 del Códice Borgia. La lectura comienza abajo a la derecha. El Tonalpowalli tenía 33 combinaciones cargadoras: 20 de trecena y 13 de veintena. Sin embargo, los cargadores de la primera veintena y la primera trecena se sintetizaban en el mismo tonal: 1 Dragón. Como ya mencionamos, la combinación que introducía a una trecena o veintena le daba sus atributos a todo el ciclo. Por ejemplo, los 13 días de la trecena comenzada en 1 Ocelote adquirían los atributos de este animal (fuerza, ferocidad, visión nocturna, etcétera), mientras que la veintena comenzada en 3 Dragón adquiría los atributos del número 3 (armonía, dinamismo). Debido a que la función de la combinación introductora era “cargar” o presentar a las que le seguían dentro de su correspondiente ciclo, dicha combinación recibía en nawatl el nombre de Tlameme, cargador, y en maya los de Ajtok, presentador, Ajkuch, cargador, y Bakab, sostenedor. Este mecanismo nos presenta el quinto principio calendárico, al que llamaremos Principio del Cargador. Afirma que todo ciclo recibía la denominación de una de sus unidades componentes, que le transfería sus atributos. No había un ciclo superior al año sagrado que no se denominara con arreglo a este principio. El cargador y la combinación son los conceptos centrales de este calendario. Sucesión de las trecenas, lámina 56 del Códice Borgia. Los signos se leen en zigzag, comenzando abajo a la derecha. 1.10 Las resonancias astronómicas del año sagrado El año sagrado contenía diversas estructuras internas que permitían a los astrónomos de Anawak calcular los ciclos de los planetas visibles con gran economía de esfuerzo. Tal característica ha llevado a algunos investigadores a sugerir que, en realidad, el bloque de 260 días no surgió en forma mecánica, como producto de la rotación recíproca de las 32 trecenas y veintenas, sino que fue deliberadamente creado como herramienta de cálculo, a partir de la reducción de los movimientos celestes a sus múltiplos comunes. En esta lección estudiaremos algunas de las estructuras internas del Tonalpowalli que parecen corroborar la hipótesis del origen astronómico. Las mitades La organización más simple del año sagrado era en mitades o bloques de 130 tonales. Tales mitades permitían sincronizar con gran aproximación el año sinódico o aparente de Venus (redondeado en 584 días), al rotar en combinación con las novenas. El mecanismo funcionaba así: en 130 días caben 14 novenas y sobran cuatro días. Por lo tanto, los señores de la noche que “cargaban” o introducían a las mitades del Tonalpowalli se iban desplazando a través de la novena con saltos de cuatro puntos, en la siguiente secuencia: 1, 5, 9, 4, 8, 3, 7, 2, 6. Al participar todos los señores en la introducción de las mitades, se formaba un ciclo de 9 mitades, equivalentes a 1 170 días (9 x 130), cantidad que es apenas dos días mayor que dos años sinódicos de Venus. Según aparece en las primeras ocho láminas de los códices Cospi y Borgia, estas mitades, a su vez, tenían una estructura interna formada por grupos de siete y nueve días que, en ambos códices, están separados por huellas de pies. Lo notable es que tales bloques no se alternan de uno en uno, como cabría esperar, sino que antes se multiplican por sí mismos, formando paquetes alternos de siete semanas más nueve novenas, es decir, 72 + 92 = 49 + 81 = 130. Tan complejo diseño tiene dos propiedades astronómicas: 1ro. Permite sincronizar las novenas y semanas con el año terrestre del siguiente modo: si alternamos 11 veces bloques de 81 y 49 tonales [(6 x 81) + (5 x 49)], el resultado son 731 tonales o, lo que es igual, dos años terrestres más medio día, un lapso de tiempo que es muy cercano a la secuencia de nueve veces nueve novenas (93 = 729). 2do. Permite sincronizar las novenas y semanas con el año sinódico de Venus, pues la alternancia de la novena al cubo con nueve semanas al cuadrado es igual a 1 170 días [(9 x 81) + (9 x 49)], apenas dos días superior a dos años venusinos. Como vemos, en ambas sincronizaciones están involucradas cantidades cuadradas y cúbicas, lo que nos lleva a preguntarnos si acaso el recurso matemático de la exponenciación será un principio de este calendario hasta hoy desconocido. 33 División de los 365 días del año sagrado en mitades, cuartos simétricos y cuartos asimétricos. Los cuartos Probablemente, la principal estructura interna del año sagrado es su división en cuartos. Fue notada por un cronista del área zapoteca, quien escribió: “El régimen de su año se compone de 260 días, y estos... se dividen en cuatro tiempos o rayos, cada uno... de 65 días, que todos ajustan.” (Gonzalo de Balsalobre, Relación Auténtica de las Idolatrías de los Indios del Obispado de Oaxaca) Los zapotecas llamaban a los cuartos de Tonalpowalli Gusio, rayo, pero en la actualidad se conocen como “cocijos”, por causa del nombre colectivo de sus deidades cargadoras. Aparentemente, el término Gusio es una traducción del nawatl Tonalmitl, rayo, pues este último término también se traduce como el ordenamiento radial de los tonales (de Mitl, flecha, rayo), lo cual describe la orientación de los cuartos del año sagrado hacia los rumbos cardinales. No obstante, debo aclarar que no he encontrado el nombre nawatl de este ciclo en las fuentes que he podido consultar. Cada rayo se organizaba en cinco trecenas o 13 quintanas (5 x 13 = 65). Debido a que dicha sincronización no deja residuos, cada uno comenzaba en el primer día de la trecena. Sin embargo, si dividimos 65 entre 20, queda un residuo de cinco días, lo cual significa que cada rayo era cargado por un signo de la veintena con saltos de cinco puntos, en el siguiente orden: Dragón, Muerte, Mono y Buitre. A semejanza de otras periodicidades de este calendario, las combinaciones cargadoras ordenaban los cuartos del año sagrado hacia los rumbos cardinales, poniéndolos bajo la tutela de los dioses correspondientes, cuyos nombres en nawatl eran: Rumbos y patronos divinos de los cuartos del Tonalpowalli. Un aspecto notable de esta estructura es que, en combinación con el ciclo de los nueve señores de la noche, permitía calibrar el año sinódico o aparente de Venus. El procedimiento era como sigue: debido a que en 65 días caben siete novenas y sobran dos días, los señores nocturnos introductores de los rayos daban saltos de dos puntos, en el siguiente orden: 1, 3, 5, 7, 9, 2, 4, 6, 8. Por lo tanto, el ciclo abarcaba un total de 34 nueve rayos o 585 días (65 x 9), lo cual es apenas un día más largo que el año venusino. Pero, el valor astronómico de los rayos no se detiene ahí, pues también servían para sincronizar los años sinódicos de Mercurio y Marte, del siguiente modo: puesto que el año sagrado tenía cuatro cuartos y el año de Venus nueve, para que, de nuevo, coincidieran ambos ciclos, tenían que transcurrir 36 rayos (4 x 9) o 2 340 días (65 x 36), lapso de tiempo equivalente a: • Cuatro años sinódicos de Venus más cuatro días. • 20 años de Mercurio según el cálculo mesoamericano de 117 días. • Tres años sinódicos de Marte, de 780 días cada uno. Los quintos Otra subestructura importante del año sagrado era su quinta parte, un bloque de 52 días del que no se conserva el nombre, pero que llamaremos “quinario”. Los cargadores o tonales introductores de estos bloques se calculan como sigue: debido a que la división de 52 entre la trecena no deja residuos, el quinario comenzaba siempre en el primer día de la trecena. Sin embargo, como la división de 52 entre 20 deja un residuo de 12, cada quinario comenzaba 12 signos después que el anterior, generando los siguientes cargadores: 1 Dragón, 1 Caña, 1 Serpiente, 1 Movimiento y 1 Agua. El quinario adquiría un sentido astronómico al combinarse con las novenas pues, en 52 días, los señores nocturnos daban cinco vueltas y sobraban siete días. Eso significa que los quinarios eran presentados por los nueve señores con saltos de siete puntos, en el orden: 1, 8, 6, 4, 2, 9, 7, 5, 3, lo cual creaba una recurrencia de nueve quinarios o 468 días, en la que caben cuatro años sinódicos de Mercurio. Otra propiedad de este ciclo es que constituye la séptima parte del año terrestre (52 x 7 = 364), lo que establece la siguiente equivalencia: siete años sagrados corresponden a cinco años terrestres menos cinco días. En otras palabras: el bloque de siete años sagrados tenía la virtud de comenzar en el primer día de la primera veintena del primer año civil, y terminar en el último día de la última veintena del quinto año. El ciclo de Marte Por último, estudiaremos una periodicidad que contiene una resonancia astronómica de primer orden: el ciclo de tres años sagrados o 780 días (3 x 260), igual en extensión al año sinódico del planeta Marte. Algunos 35 investigadores consideran que este sincronismo es casual; otros, al contrario, lo interpretan como el origen mismo del Tonalpowalli. Lo cierto es que, después de siglos de observación del cielo, los anahuacas no pudieron dejar de notar que, cada vez que regresaba una combinación dada, Marte había caminado un tercio promedio de su órbita aparente, lo cual les permitía calcular su posición aún sin hacer observaciones directas o sistemáticas. En este lapso de 780 días, los nueve señores nocturnos daban 86 vueltas y sobraban seis puntos, lo cual implica que, los únicos señores que podían presentar a los años de Marte eran los número 1, 7 y 4. Esta secuencia genera un ciclo de tres sinódicos marcianos o 2 340 días, cuyo interés astronómico ya conocimos con respecto al mecanismo de los rayos. Otro uso astronómico del año aparente de Marte derivaba de su correlación con el año terrestre a través del quinto del año sagrado. Ya sabemos que, en el año de la Tierra caben siete quinarios o bloques de 52 días, mientras que en el de Marte caben 15 (es decir, dos años terrestres más un quinario). Para que ambos ciclos se sincronizaran, tenían que transcurrir siete años marcianos o 15 terrestres, con un total de 5 460 días. Esto es prácticamente igual a 185 lunaciones y constituía una forma excelente de sincronizar el año sagrado con la Luna. Una característica notable de los cálculos que hemos estudiado en esta lección es que, excepto en el caso del año marciano, eran los nueve señores nocturnos, en combinación con los múltiplos y submúltiplos del Tonalpowalli, los que permitían llegar a finas aproximaciones a los ciclos de los planetas visibles. Puesto que la novena no formaba parte del año sagrado ni participaba en la elaboración de los tonales o en el ajuste del año terrestre, llegamos a la conclusión de que esta periodicidad fue creada ex profeso para facilitar los cálculos astronómicos. 36 Segunda Parte El año civil 2.1 La estructura del año civil Como otras culturas de la tierra, los mesoamericanos trataron de descifrar los movimientos del cielo. Después de paciente investigación, consiguieron medir la duración del año solar, es decir, el año basado en la sucesión de las estaciones. Es probable que, al principio, calcularan dicha duración en forma aproximada; quizás, una muestra de ese momento inicial es la versión calendárica vigesimal, con años de 400 días. Posteriormente, ese número se fue afinando y se redujo a un bloque de 360 días que tal vez sea el prototipo de los años de la Cuenta Larga. Pero, en algún momento temprano de la historia, un astrónomo hizo un cálculo más refinado y descubrió que, en realidad, el ciclo solar no se podía computar en un número exacto de veintenas porque, al final, quedaba un residuo de cinco días. Así surgió el año de 365 días al que los mayas llamaron Jaab, los nahuas Shiwitl y los zapotecas Isa. Las evidencias directas más antiguas de este tipo de año pertenecen a la cultura zapoteca y son unas estelas de los siglos 7 y 6 antes de Cristo. El buen nivel de confección de dichas estelas sugiere que heredaron una tradición de varios siglos, lo cual nos lleva a suponer que el año solar es un descubrimiento de la época olmeca, o quizás anterior. En esas estelas, el glifo del año consiste en el signo de la veintena (un círculo con una cruz en su interior) colocado sobre una banda frontal que indica condición de autoridad. Sobre dicha composición, hay dos triángulos cruzados o superpuestos que representan el tiempo. Posteriormente, este glifo se fue sintetizando y, en el Período Postclásico (siglos 11 al 16 d. C.), quedó reducido a la banda y los triángulos. Jeroglífico del año civil conformado por los glifos de la veintena, la banda y los triángulos. Estelas zapotecas. Fecha zapoteca con el glifo del año, estela de Monte Albán. Astrónomo con el glifo del doble triángulo, estela mixteca. 37 Evolución del glifo del año solar. Variantes en murales y relieves teotihuacanos. Sucesión de los jeroglíficos del año y la veintena en vasos mayas. La evolución iconográfica de dichos triángulos, tal como se puede seguir en los murales y relieves de Teotihuacan, muestra que su origen fue una primitiva forma de descomponer el cubo. Parece que, en la imposibilidad de representar directamente la cuarta dimensión (el tiempo), los cronólogos mesoamericanos la aludieron a través de las otras tres, esquematizadas en el cubo. Al girar, el cubo se transformó en hexágono y este se descompuso en tres triángulos que, posteriormente, se redujeron a dos y formaron una estrella de seis puntas. A su vez, la estrella fue atada con una banda en señal de contracción periódica y perdió su mitad inferior. El glifo resultante llegó a ser imagen de los ciclos en general, del año en particular y emblema del gremio de los sacerdotes. A fin de manejar el año más fácilmente, los anahuacas lo dividieron en secciones. La escritura del número 365 en el sistema vigesimal se realizaba colocando un 18 encima y un cinco debajo. Quienes diseñaron la estructura del año simplemente reflejaron la de la cantidad, pues lo organizaron en 18 veintenas a las que añadieron un paquete final de cinco días. Este hecho indica que la evolución del calendario fue paralela a la del sistema numérico por posiciones. Un asunto importante a tener en cuenta es que la veintena del año sagrado es una representación ideal del bloque de 20 días. Se trata de una veintena teórica llamada en maya Kalkin, veinte días, y en nawatl Sempoalkalli, veinte casas, que, en ciertas épocas, coincidió con la veintena del año civil, pero en otras no. En cambio, la veintena aplicada al año era una duración concreta, llamada en nawatl Metstli, en maya Winal y en zapoteca Beo, Bio. Debido a que estos términos significan luna o relativo a la luna, algunos investigadores consideran que el origen de la veintena es una contracción del mes lunar. Sin embargo, esos nombres también se traducen de otra manera; Metstli es la pierna humana o animal, Winal es lo relativo a la persona y la raíz Be significa persona. La conclusión es que el nombre del mes civil mesoamericano deriva de los 20 dedos del cuerpo; el glifo lunar con el que se representaban es sólo una asociación fonética. A diferencia de las veintenas del año sagrado, que se sucedían de forma continua, las del año solar se interrumpían por el añadido del paquete final de cinco días. Esta estructura nos presenta la primera regla operativa del calendario, según la cual, cada 18 veintenas se introducía una quintana supernumeraria para efectuar el primer grado de ajuste astronómico (365 días por año). 38 El bloque final de cinco días se llamaba en maya Wayeb, excedentes, y en zapoteca Kicholla, faltantes. Su nombre nawatl, Nemontemi, por lo general se traduce en vano o llenos de nada, pero, de hecho, se compone del adverbio Nemi, faltante, y el verbo Temi, llenar, completar, unidos por la partícula ligativa On, de modo que su traducción literal es los (días) faltantes para completar. Este período se consideraba nefasto, pues rompía la regularidad de las veintenas, como dice un canto ritual maya: “Ha llegado el momento aciago, los días que no caben (en la veintena), en los cuales los dioses evalúan los pecados de la gente.” (Cantares de Dzitbalché) Estos cinco días se simbolizaban mediante el glifo de la quintana, circunstancia que permite correlacionar las quintanas con las veintenas del año, según estudiamos en la lección 1.5. Para terminar esta lección, mencionemos una cuestión sobre la que discuten los investigadores. Como podemos comprobar en la siguiente lista, casi todos los nombres nahuas de las veintenas, y algunos mayas y zapotecas, están relacionados con elementos agrarios como los frutos de la tierra, el ciclo del agua, los animales y genios patronos de la lluvia, las fiestas de invocación y agradecimiento por las cosechas, etcétera; a lo que se añade que el nombre nawatl del año también significa hierba y estación. Todo lo cual indica que el año solar tuvo un uso agrario, y probablemente es supervivencia de un antiguo calendario agrícola. Sin embargo, a medida que la sociedad mesoamericana se iba haciendo más compleja y comenzaban a surgir clases sociales que no estaban directamente vinculadas con el agro, el cómputo del tiempo se fue desligando de su origen rural y comenzó a incorporar nuevos significados, en respuesta a las necesidades de la vida urbana. La principal de estas dimensiones fue el ciclo de los 260 tonales. En la época del esplendor de los olmecas, un milenio antes de Cristo, el calendario distaba de ser una herramienta campesina; por el contrario, se había transformado en símbolo de status, apareciendo en relación con las biografías reales o míticas de los gobernantes, una costumbre que llegó a su apogeo durante el Período Clásico (siglos 1 a. C. a 6 d. C.), con las deslumbrantes estelas mayas. Desde ese momento y hasta la llegada los españoles, el ciclo solar de 365 días se empleó principalmente para fechar eventos históricos y en asuntos relacionados con la organización de la sociedad; es por ello que, en estas lecciones, le llamamos “año civil”. Jeroglíficos de las veintenas en nawatl, maya y zapoteca. 39 2.2 Los segmentos del año civil Las mitades Además de organizarse en 18 veintenas más cinco días, el año civil contenía otras estructuras surgidas como consecuencia de su división por los números 2, 4, 5 y 7. Y, tal como ocurría con las subestructuras del Tonalpowalli, los segmentos del año civil, multiplicados entre sí o por la novena, tenían resonancias astronómicas. La división más simple del año era en mitades o bloques de 182,5 días. Queda justificada por las características del clima del Altiplano de México, que sólo tiene dos estaciones llamadas en nawatl Tonalko, caliente (el período de seca), y Shopanko, fecundo (el período de lluvia). Como indican esos nombres, el uso principal de las mitades era para regular las cosechas; sin embargo, también tenían interés calendárico. Veamos un ejemplo: hacia el fin de la época de los mexicas, los ascensos del Sol y las Pléyades al centro del cielo ocurrieron con intervalos de medio año, de modo que resultaba muy fácil calcularlos; bastaba con contar 14 trecenas a partir del día en que el Sol no da sombra para saber que había llegado el tiempo de celebrar el Fuego Nuevo, señalado por el ascenso de las Pléyades. A su vez, 14 trecenas después del Fuego Nuevo tocaba celebrar la fiesta del calendario, señalada por el ascenso del Sol. Las mitades del año civil tenían un curioso comportamiento respecto a los tonales, que generaba dos periodicidades secundarias. La primera se formaba del siguiente modo: al redondear el año a 14 trecenas o 182 días, cada mitad comenzaba en el mismo número de la trecena, pero con saltos de dos signos de veintena, pues 182 entre 20 deja un residuo de dos. En consecuencia, había diez signos introductores de las mitades del año, los cuales marcaban un ciclo de 1 820 días (182 x 10), equivalentes a cinco años calculares de 364 días. Tal quinquenio tenía resonancias astronómicas, como veremos al final de esta lección. La otra periodicidad se formaba al redondear la mitad del año en 183 días. En este caso, cada mitad comenzaba en el número siguiente de la trecena, de modo que los 13 números participaban en su denominación, dando saltos de tres en tres por los signos de la veintena. Esto generaba un ciclo de 13 x 20 mitades, equivalente a 130 años y 99 días. Aunque dicha duración no aparece registrada en las fuentes, es importante para el ajuste astronómico del año, pues equivale al tiempo necesario para que la 40 aplicación del bisiesto acumule un error de un día. Estudiaremos más al respecto en la tercera parte de este curso. Bloques de 182 días, Códice Dresden. Se han reconstruido los glifos mayas y añadido sus equivalentes nahuas. Los cuartos Si bien las estaciones no son nítidas en la mayor parte de México, los anahuacas también dividieron el año en cuartos por razones simbólicas y astronómicas, según reportó un cronista anónimo: “Ellos dividen el año en cuatro partes, como nosotros.” (Teogonía e historia) Tales cuartos, de 91 días cada uno, se originan en la rotación combinada de las semanas y las trecenas (7 x 13 = 91). Al parecer, tanto su número como su origen fueron representados en la pirámide mayor de Chichen Itzá, dedicada a Kukulkan, la serpiente emplumada. Dicho monumento posee cuatro escaleras, cada una de 91 escalones, orientadas de tal modo que, dos veces al año, durante los equinoccios, las sombras de sus plataformas, proyectadas en las alfardas de las escaleras, crean siete triángulos luminosos y seis oscuros. Este diseño simula el descenso y ascenso de una serpiente, lo cual no sólo tiene un sentido religioso, sino también calendárico, pues la serpiente de 13 triángulos representaba al trecenio - un bloque de gran importancia que estudiaremos adelante. La sincronización de la pirámide de Kukulkan con los equinoccios sugiere que los cuartos del año estaban demarcados por los equinoccios y los solsticios, fenómenos que los anahuacas conocían bien. También indica que estos bloques eran periódicamente rectificados mediante la introducción de días, a fin de que continuaran siendo astronómicamente efectivos, pues existe una diferencia entre la suma de los cuatro cuartos (364 días) y la duración real del año (365.2422 días). Sin embargo, también hay evidencia de que, en forma paralela a la anterior, los mesoamericanos llevaban una cuenta de bloques de 91 días sin rectificación astronómica, pues sólo así se explica el ciclo de 819 días descubierto por el mayista Erick Thomson en las estelas mayas del Período Clásico. El origen de esta periodicidad es como sigue: en 91 días los señores de la noche dan diez vueltas y sobra un día; por lo tanto, los cuartos de año son presentados por los nueve señores en secuencia. Esto forma un ciclo de nueve cuartos u 819 días en los cuales se sincronizan tres de los ciclos básicos del calendario: la semana, la novena y la trecena 41 (7 x 9 x 13 = 819), simbólicamente relacionados con la tierra, el inframundo y el cielo. Pirámide de Kukulkan, Chichen Itzá. Algunos elementos calendáricos de su diseño. Según ha demostrado el investigador Gerardo Aldana, el ciclo de 819 días se utilizaba en eventos sociales como la entronización de reyes y la rotación de los cargos públicos. Pero también tenía cualidades astronómicas que, sin dudas, fueron aprovechados por los sacerdotes para vincular las actividades humanas con el cielo; entre ellas: • En ese lapso caben siete años sinódicos de Mercurio, según la medida mesoamericana. • Es apenas tres días superior a la conjunción de Marte y Júpiter. • Su quíntuplo permite calcular el año sinódico de Venus con buena aproximación, pues 5 x 819 = 7 x 585. • Este lapso sirve para calcular y relacionar los ciclos sinódicos de Júpiter y Saturno, de 378 y 399 días respectivamente, pues comparte con ambos un mínimo común múltiplo: 21. Otras propiedades del ciclo de 819 días derivan de su relación con las trecenas y las veintenas. Puesto que 819 es múltiplo de 13, cada bloque era introducido por el primer número de la trecena; pero, al dividirlo por la veintena, queda un residuo de 19, lo que implica que los 20 signos participaban en su presentación, en conteo regresivo. Esto creaba un ciclo de 16 380 días (819 x 20) en el cual, no sólo se sincronizaban la semana, la novena, la trecena y la veintena (7 x 9 x 13 x 20 = 16 380), sino que también permitía medir las siguientes duraciones: • 140 años sinódicos de Mercurio. • 28 sinódicos de Venus redondeados en 585 días. • 45 años calculares (de 364 días). • 21 sinódicos de Marte. • 41 sinódicos de Júpiter redondeados en 399,5 días. Los quintos A pesar de que quedó profusamente representado en los trazos de las pirámides y ciudades de Anawak, el quinto de año civil o bloque de 73 días fue detectado en tiempos recientes y no se conoce su nombre propio. Su principal virtud es que permite sincronizar el año de la Tierra con el de Venus, pues es múltiplo común de ambos: cinco quintos son 365 días y ocho quintos, 584 días. 42 El quinto se representaba mediante un pentaclo o estrella de cinco puntas inscrito en el círculo del año, razón por la cual este signo llegó a ser el emblema mesoamericano de Venus, tanto en sentido religioso como astronómico. Ahora bien, si ponemos a rotar recíprocamente paquetes de cinco y ocho quintos de año civil, se empatarán una vez transcurridos 40 quintos o 2 920 días. Dicha cantidad equivale a: • 5 años sinódicos venusinos. • 8 años terrestres. • 13 períodos orbitales venusinos10 . • 25 sinódicos de Mercurio ajustados a 116,8 días. • 99 lunaciones. incronismo de los años terrestre y venusino, relieve maya. Relación entre 8 años terrestres y 5 años venusinos. Relieve maya, Chichen Itzá. La relación 5:8 fue aludida de diversos modos en los monumentos de Anawak. Por ejemplo, en un relieve maya aparece en forma de dos ruedas dentadas de cinco y ocho engranes, que flanquean una representación de Venus en su paso por el inframundo. Debido a que el ciclo de 73 días no tiene múltiplo común con la trecena y la veintena, tanto los 20 signos como los 13 números participaban en su presentación, los números en la secuencia 1, 9, 4, 12, 7, 2, 10, 5, 13, 8, 3, 11, 6, y los signos en la misma secuencia que los cargadores de la trecena, ya que 73 tiene un excedente de 13 días sobre un número entero de veintenas. Esto establece las siguientes periodicidades: • Respecto a la trecena, se forma un ciclo de 13 quintos o 949 días (73 x 13) equivalente a un año terrestre más uno venusino (365 + 584). • Respecto a la veintena, el ciclo abarca 20 quintos o 1 460 días, es decir, 4 años solares (4 x 365). • Combinados, ambos ciclos hacen período a los 18 980 días (13 x 20 x 73), equivalentes a 73 años sagrados o 52 civiles, como analizaremos con más detalle dentro de dos lecciones. Los séptimos 10 El ciclo de traslación de Venus es de 224,7 días. No está claro si los anahuacas lo calcularon, pues ello hubiera requerido una noción de astronomía heliocéntrica. Pero la relación 5:8:13 parece demasiado significativa como para que la hayan pasado por alto. 43 La séptima parte de un año civil dura 52 días. Ya conocimos este bloque, al que llamamos “quinario”, pues divide al año sagrado en cinco partes iguales. También aprendimos que este ciclo permite sincronizar el año sagrado con el civil, al ser múltiplo de ambos: 5 x 52 = 260, mientras que 7 x 52 = 364. Pero sus propiedades no terminan ahí. Si ponemos a rotar un paquete de cinco ciclos de 52 días con otro de siete ciclos, se volverán a empatar a los 35 ciclos o 1 820 días, habiendo transcurrido siete años sagrados, equivalentes a cinco años civiles menos cinco días. Este lapso tiene una preciosa resonancia interna, por lo siguiente: • Se forma por la multiplicación de la semana por la trecena por la veintena (7 x 13 x 20). • Equivale a la sucesión de 20 cuartos de año civil (20 x 91), lo cual corresponde al hecho de que los cuartos son presentados por todos los signos de la veintena. • Su triplo permite medir con exactitud siete años marcianos (3 x 1 820 = 7 x 780 = 5 460). También aprendimos en una lección pasada que los bloques de 52 días eran presentados por los nueve señores de la noche, estableciendo un ciclo de 468 días (9 x 52). Ahora bien, si ponemos a rotar dicha duración con los siete séptimos del año, se volverán a empatar una vez transcurridos 3 276 días (7 x 9 x 52), cantidad que posee una notable cualidad: es igual a la suma de los cubos de 7, 9 y 13, más una semana (73 + 93 + 133 = 3 269). Por si esto fuera poco, el ciclo de 3 276 días sincroniza las siguientes duraciones: • 9 años calculares de 364 días. • 28 sinódicos mercurianos. • 111 lunaciones. • 4 conjunciones de Marte y Júpiter redondeadas a 819 días. 2.3 Los cargadores de los años civiles En cierto momento temprano en la historia, a algún sabio mesoamericano se le ocurrió combinar el año civil con el año sagrado. Esta simbiosis fue 44 muy apropiada, pues el año civil puso la duración (365 días), mientras que el sagrado proporcionó los nombres de los días (260 tonales). Pero, ¿cómo se consiguió que cada día del año tuviera su propio nombre, si sólo había 260 nombres a disposición? Haciendo que el año sagrado rotara a través del civil de modo análogo a como las trecenas rotaban por las veintenas. El mecanismo funcionaba así: imaginemos que el día inicial de cierto año civil llevó el nombre de la primera combinación: 1 Dragón. Una vez que transcurrieron los primeros 260 días del año, se acabaron todas las combinaciones, de modo que el día 261 se llamó de nuevo 1 Dragón. 104 días más tarde se acabó ese año y comenzó el año siguiente en la combinación 2 Muerte, y así sucesivamente. Pero había un problema: mientras que el año sagrado era exactamente divisible en veintenas, el año civil no lo era ya que, al final, quedaba un residuo de cinco días; por lo tanto, las veintenas fijas del año civil no eran sincrónicas con los las veintenas rotativas del año sagrado. ¿Cómo se resolvió dicha asincronía? En lugar de tratar de eliminarla, ya fuera ignorando o contando aparte los cinco días, los sabios anahuacas la aprovecharon, convirtiéndola en la base de un mecanismo de formación de ciclos superiores. Este asunto ha suscitado mucha discusión, por lo que vale la pena hacer un poco de historia. Hacia la década de 1740, el historiador mexicano Mariano Veytia, confundiendo las veintenas del año civil con las del año sagrado, interpretó que el año civil y cada una de sus veintenas debían comenzar siempre en el signo de Dragón. Para que ello fuera posible, no le quedó más remedio que detener el consecutivo del Tonalpowalli durante los cinco días finales del año. Al dejar fuera esos incómodos días, redujo el año, de 365 a 360 días, cantidad que era un múltiplo exacto de la veintena, de modo que el año siguiente pudiera recomenzar en Dragón. Esta interpretación fue aceptada durante mucho tiempo y quedó plasmada en 1880 en una obra importante para el despertar de la conciencia nacionalista mexicana, llamada “México a través de los Siglos”. Es de dicha obra de donde los actuales grupos de la tradición mexica han tomado sus ideas sobre el calendario. Siguiendo las sugerencias de Veytia, ellos saltan los días finales del año, contándolos aparte y considerando que su acumulado constituye una rueda calendárica “extra” de 273 días físicos, pero sólo 260 tonales. Sin embargo, el descubrimiento de nuevas evidencias arqueológicas y, sobre todo, la traducción de las crónicas redactadas en yucateco y nawatl por los informantes nativos, ha permitido rectificar esa interpretación. Hoy se sabe que los antiguos mexicanos no interrumpían el consecutivo del 45 Tonalpowalli con motivo de los días finales del año; al contrario, lo contaban de corrido, generando el siguiente dinamismo: supongamos que cierto año comenzó en el tercer signo de la veintena, llamado Casa; por causa del recorrido de los días finales del año, el siguiente comenzó cinco días después, en Conejo; el tercero lo hizo en Caña y el cuarto en Pedernal; el quinto año comenzó de nuevo en el signo de Casa. Estos cuatro signos introductores son llamados los “cargadores” del año; debido a que están regularmente espaciados a través de rueda de la veintena, a su conjunto le llamaremos “una cruz de cargadores”. Tanto el mecanismo que da origen a los cargadores como su nombre quedaron recogidos en las fuentes, según vemos en la siguiente cita: “Acabándose las dieciocho veintenas se han de contar cinco días excedentes siguiendo el consecutivo de los nombres, y al sexto número cae el Cargador (Kuchjaab) del año que entra.” (Chilam Balam de Mani) Durante el Período Postclásico, entre los siglos 11 y 16 después de Cristo, la cruz de cargadores vigente en casi todo el territorio mesoamericano se componía de los signos de Casa, Conejo, Caña y Pedernal, en ese orden; sólo en estos signos podían comenzar los años, como afirma un códice mexica: “Es de notar que siempre comienza el año en un día de cuatro: en uno que llaman Acatl (caña) y de allí toma nombre, o en otro que llaman Calli (casa) y de allí toma nombre, o en otro que llaman Tecpatl (pedernal) y de allí toma nombre, o de otro que llaman Tochtli (conejo) y de allí toma nombre.” (Códice Magliabecchi) Los cargadores de trecena saltan de 1 en 1; los cargadores de veintena saltan de 5 en 5. La razón matemática de este mecanismo es la siguiente: si dividimos 365 entre 20 queda un residuo de cinco; y, si dividimos la veintena entre dicho residuo, el resultado son cuatro signos. Si el año comenzaba en uno de cuatro signos, entonces las veintenas también lo hacían. Esto no es sólo una inferencia lógica del mecanismo antes descrito, sino un hecho reportado por los cronistas: “Los meses todos comenzaban en la misma figura en que comenzaba el año. Pasados cuatro años, comenzado cada uno en su propio día, vuelven al primer año y primer día.” (Motolinia, Memorial) Esta estructura permite definir la segunda regla operativa del calendario, según la cual, todas las veintenas del año civil, así como el bloque de cinco días finales, comenzaban siempre en el mismo signo que le daba nombre al año. 46 ¿Cómo se comportaban las trecenas en este mecanismo? Para averiguarlo, hay que dividir 365 entre 13; el resultado son 28 trecenas y sobra un día. Por lo tanto, si un año comenzaba en el primer día de la trecena, el siguiente lo hacía en el segundo, el otro en el tercero y así sucesivamente, hasta agotar los 13 números. La combinación de los cuatro signos y los 13 números introductores del año producía una secuencia de cargadores; continuando con el ejemplo de los años postclásicos o “mexicas” tenemos que, si un año comenzó en el tonal 1 Casa, el siguiente lo hizo en 2 Conejo, el tercero en 3 Caña y el cuarto en 4 Pedernal; el quinto año cayó de nuevo en el signo de Casa, acompañado del número 5. Ese trecenio concluyó en un año comenzado en la combinación 13 Casa, de modo que el siguiente trecenio comenzó en 1 Conejo, y así sucesivamente. Las series de cargadores aparecen con frecuencia en los códices que tratan sobre asuntos históricos y genealógicos, pues eran un modo muy expresivo de describir el paso del tiempo. En lugar de escribir: “de tal a cual año”, el escriba dibujaba todos los cargadores en la secuencia correcta, apuntando al margen los eventos destacados que hubieran ocurrido en dicho año. Debido a que existía un número relativamente grande de cargadores anuales, la versión calendárica civil no necesitaba denominar a los años mediante un consecutivo numérico lineal a partir de un punto cero, tal como hacemos en la actualidad, pues bastaba con mencionar el nombre del año para ubicarlo dentro de su contexto histórico inmediato. Para contextos más largos se usaba otro tipo de señalización, como veremos adelante. Secuencia de los 15 años transcurridos entre 1 Casa y 2 Caña, con la señalización del año en que se celebró el atado de los Fuegos Nuevos. La lectura comienza abajo a la izquierda. Códice Boturini. 2.4 Los múltiplos del año civil El cuadrienio 47 El mecanismo de los cargadores de los años generaba diversos ciclos; el más pequeño de ellos era el cuadrienio o bloque de cuatro años formado por la rotación de los cuatro signos cargadores. Ya sabemos que el quinto año de una serie llevaba por nombre el mismo signo que el primero; los cuatro años anteriores formaban un bloque al que los mayas llamaron Kanamaite, cuatro sostenedores, y los nahuas Teoshiwitl, año divino. El padre Motolinia afirma que el cuadrienio era tan importante, que incluso tenía una estructura independiente de la de los años que lo componían: “En esta tierra de Anahuac contaban los años de cuatro en cuatro… Contaban dieciocho veces ochenta (días), y la (fiesta) que se hacía de cuatro en cuatro años era fiesta solemne para toda la provincia… (A esta duración) le llamaban Año de Dios.” (Historia de los Indios I.9) En otras palabras: el cuadrienio tenía la misma estructura que el año, pero ampliada; en lugar de sumar 18 veintenas más cinco días, sumaba 18 paquetes de 80 días más una veintena. Esto generaba una asincronía, pues el segundo año del cuadrienio no comenzaba en el día 366 de la serie, sino en el 361, acumulando los cinco días correspondientes11; con el tercero ocurría lo mismo y, en el cuarto, los cuatro bloques de cinco días acumulados se unían en una veintena supernumeraria. Esta estructura sólo pudo haber tenido un propósito: sincronizar las veintenas del año civil con las del año sagrado 12. Organizado de ese modo, el cuadrienio medía 73 veintenas. Es muy significativo que este ciclo recibiera un nombre especial, de valor teológico y en número singular: “año de Dios”, pues ello demuestra que los anahuacas no concebían al cuadrienio como un conjunto de años, sino como una unidad calendárica por sí, cuyas cuartas partes eran los años. Volveremos sobre este asunto en la lección dedicada al bisiesto. Además de poseer una estructura interna propia y cuatripartita, es decir, orientada a los cuatro rumbos, los cuadrienios se unían en pares para formar un ciclo superior de ocho años llamado en maya Washaktun, ocho años, y en nawatl Ineshtiwa, ceniciento. La causa de este último nombre es que, al final del octavo año, se realizaba una ceremonia solemne en la cual la gente se embadurnaba con ceniza, en señal de purificación; por ello, el padre Sahagún traduce ese nombre como “buscar ventura” o mérito espiritual: 11 Como ya mencionamos, el cronista Ixtlilxochitl menciona la existencia de tales años de 360 días entre los mexicas. 12 Lo cual implica la sincronización el año civil de 365 días con el año Tun de 360 días, sólo empleado en la Cuenta Larga. 48 “De ocho en ocho años hacían un ayuno a pan y agua por espacio de ocho días, y celebraban al cabo una fiesta… a la que llamaban Inextihua, que quiere decir ʻbuscar venturaʼ.” (Historia General) El ciclo de ocho años tenía un origen ritual ya que, al duplicar el cuadrienio, los bloques de cinco días finales acumulados sumaban dos veintenas o 40 días, que era la cantidad de tiempo asignada a las ceremonias de autosacrificio y expiación. Pero también tenía una hermosa resonancia astronómica pues, como estudiamos, los anahuacas notaron que ocho años terrestres equivalen casi con exactitud a cinco años sinódicos de Venus. Es necesario aclarar algo: la estructura del cuadrienio, fuera simple o doble, no interfería con la estructura de los años que lo componían, pues se llevaba en forma paralela. La coexistencia de ambas estructuras permite ejemplificar el sexto principio de este calendario, al que llamaremos Principio del Paralelismo. Sostiene que los ciclos calendáricos se conformaban por secuencias paralelas de signos. Este es un principio difícil de entender, pues implica que un mismo ciclo se puede interpretar de dos maneras. Ya lo vimos en los cuartos de año, que se pueden ajustar a los solsticios y equinoccios, o contarse de corrido para crear el ciclo de 819 días. Y conoceremos una aplicación aún más significativa de este principio cuando estudiemos el bisiesto mesoamericano. El trecenio Así como los cargadores de la veintena creaban los cuadrienios, los de la trecena generaban un período de 13 años llamado en nawatl Tlalpilli, paquete, y en maya Oshlatun, trecenio. Los años del trecenio se denominaban con los números del 1 al 13 en forma sucesiva. Debido a que, en este lapso caben tres cuadrienios y sobra un año, el trecenio comenzaba y terminaba en años denominados con el mismo signo. Por causa de su predominio, este signo funcionaba como cargador del trecenio, dotándole de sus características. Los cargadores de los trecenios tenían la misma secuencia que los de los años. Siguiendo con el ejemplo de los cargadores “mexicas”, a un trecenio “cargado” por el signo de Conejo le seguían otros tres presentados por Caña, Pedernal y Casa, en ese orden, y luego el ciclo se repetía. Los cuatro trecenios y los trece cuadrienios del calendario mesoamericano. El atado 49 La presencia de 13 números, pero sólo cuatro signos, en el mecanismo de los cargadores anuales, proporcionaba un total de 13 x 4 combinaciones, es decir, 52 años con nombres propios. Tal es el origen del conocido “ciclo de Fuego Nuevo”, llamado en nawatl Shiuʼmolpilli o Toshiuʼmolpilia, y en maya Bukshok, atado de años; en adelante le llamaremos “atado”. Este ciclo se representaba mediante tres glifos que, a veces, se combinaban: un atado de cañas, una hoguera alusiva al rito del Fuego Nuevo y una serpiente de fuego. Atado de cañas, escultura mexica. Hoguera, relieve de Teotihuacan. Serpiente de fuego, Códice Laud. El atado no deriva únicamente del conjunto de nombres de años disponibles, sino que también es el múltiplo común divisor de los años sagrado y civil. Si ponemos a rotar ambos tipos de año a partir de un mismo tonal, se sincronizarán de nuevo a los 18 980 días; en ese lapso, el año civil habrá dado 52 vueltas y el sagrado 73. Es de destacar que el ciclo de 52 años tenía un contenido social, pues se consideraba la edad apropiada para renovar los más altos cargos de la jerarquía eclesiástica tolteca, así como para el retiro laboral de los obreros y campesinos, según afirma una fuente: “Cuando… los indios… habían pasado en vida todas estas cuentas, que son 52 (años), decían que ya habían atado los años y eran viejos y jubilados.” (Códice Magliabecchi) Tal como ocurría con los cuadrienios, el atado no sólo tenía una estructura interna formada por cuatro trecenios, sino que también se agrupaba en pares para crear una periodicidad de 104 años llamada en nawatl Wewetilistli, edad. He aquí su descripción: “La mayor cuenta de tiempo que contaban era hasta ciento cuatro años, y a esta llamaban un siglo (edad). A la mitad de esta cuenta, que son cincuenta y dos años, llamaban una gavilla de años. Este tiempo de años lo contaban desde muy antiguo.” (Sahagún, Historia General) El Wewetilistli o doble atado se interpretaba como la duración ideal de la vida humana. También tenía valor astronómico, pues servía para sincronizar el Tonalpowalli con los años de Venus y la Tierra, ya que 104 años terrestres equivalen a 65 años venusinos y a 146 sagrados. El Wewetilistli también se duplicaba, generando un ciclo de cuatro atados, según quedó registrado: “Ellos tienen cuatro temporadas, cada una de las cuales vale 52 años... que hacen 208 años.” (Teogonía e Historia) 50 La razón de este cuadruplicado es que, en 208 años hay 52 cuadrienios, de modo que este ciclo venía a ser como “el atado” de los cuadrienios. Debido a que tenía organización cuatripartita, se orientaba hacia los rumbos, haciéndose resonante con otros simbolismos de la cosmovisión. Además, tenía valor astronómico, pues contenía un número entero de lunaciones (2 571). Hay una controversia respecto al momento en que apareció el atado. Algunos autores afirman que se trata de una creación tardía, pues sólo quedó registrado durante el Período Postclásico (siglos 11 al 16 d. C.). Otros, basados en la aparición del glifo del atado en las primeras etapas de Teotihuacan, sostienen que se creó en el Período Clásico (siglos 1 a. C. a 6 d. C.). Sin embargo, esta controversia carece de sentido, pues el atado no es una construcción artificial, sino un mecanismo natural del calendario. No es posible combinar lapsos de 365 y 260 días sin que hagan ciclo a los 52 años, y no es posible que los mesoamericanos no hubieran notado ese hecho desde el momento mismo en que inventaron el año sagrado. Por lo tanto, podemos concluir que el atado es un mecanismo calendárico tan antiguo como los propios tonales. 2.5 La rueda de los atados Tan natural como el ciclo de 52 años y, por lo tanto, tan antiguo como el propio calendario, es la periodicidad que estudiaremos en esta lección. Su origen radica en la asincronía que existe entre el año civil y el ciclo de las estaciones al que los astrónomos llaman año trópico. Todos los calendarios del mundo son sistemas artificiales de medición del tiempo que intentan aproximarse a ciclos naturales; algunos lo consiguen con más éxito que otros, pero ninguno es absolutamente exacto. En el caso de los mesoamericanos, su año civil, en el nivel de exactitud que estamos analizando hasta aquí, presentaba casi un cuarto de día de diferencia con respecto al año trópico, ya que este último dura 365 días y cerca de 6 horas. Dicha asincronía se iba acumulando; a los cuatro años sumaba un día y, cuando se completaba un atado, ya era de 13 días. En otras palabras: los años civiles se desfasaban de los años trópico a un ritmo de 13 días por atado. Eso significa que, con respecto al atado, los bloques de 52 años trópico iban recorriendo el Tonalpowalli con saltos de 51 13 en 13 tonales. Tales saltos fueron observados por el cronista Jacinto de la Serna, quien escribió: “Al cabo de estos cincuenta y dos años tenían trece días intercalares, que ni pertenecían a ningún mes ni a ningún año, ni tenia cada uno nombre propio, como los demás días. Pasaban por ellos como si no tuviera tales días, sin aplicarlos a mes ni a año alguno; y los tenían por desgraciados.” (Tratado de las Supersticiones) Aclaremos algo: la idea de que los 13 días “no tenían nombre” es incorrecta. Como ya estudiamos, las fuentes afirman que todos los días tenían nombre propio, tomado del consecutivo de los tonales. Los 13 días en que los 52 años trópico excedían al atado se contaban de dos maneras distintas en dos series paralelas de años, como veremos adelante. Ahora bien, si comenzamos a saltar bloques de 13 tonales, en algún momento llegaremos de nuevo al punto de inicio. ¿Cuántos atados tenían que pasar para que la diferencia entre los años civil y trópico igualara el número de combinaciones del Tonalpowalli y ambos tipos de año comenzaran de nuevo en un mismo tonal? Para resolver este problema, hay que dividir el año sagrado entre los 13 tonales en desfase y multiplicar el cociente por el atado [(260/13) x 52]. El resultado son 20 atados o 1040 años. No se conserva el nombre de este lapso, pero sí el glifo que lo identifica, compuesto en la Piedra de los Soles por una banda frontal que se lee Wei, grande, más el glifo del atado adornado con un signo de llama, por lo que el conjunto se lee Weshiuʼmolpilli, gran atado. Este ciclo fue implícitamente reportado por los informantes de Motolinia quienes, al describir cómo se formaban los atados, especificaron que no eran independientes, sino que se juntaban “con sus pasados”, es decir, se iban acumulando como parte de un consecutivo: “Contaban (los años) de cuatro en cuatro y, cuando llegan a trece, lo tienen por grande año. Cuatro veces trece, a esto llamaban edad. Cuando cumplían estos 52 años, ponían esta cuenta con sus pasadas; así que, en adelante, van contando de 52 en 52.” (Teogonía e Historia). Algunos monumentos reflejan la secuencia de los atados mediante el recurso de añadir al nombre del año el número de orden del atado al que dicho año pertenece. Veamos dos ejemplos: el primero es un relieve que descubrió el arqueólogo César Sáenz en Xochicalco, donde se lee: “Primer Fuego Nuevo, año 1 Conejo día 2 Serpiente”. El segundo es una estela mexica con el registro: “Octavo Fuego Nuevo del año 2 Caña”. Ello coincide con el hecho de que, según la arqueología, entre ambos monumentos hay un lapso de cuatro siglos u ocho atados. Al especificar el atado al que pertenecía, el rango de exactitud de la fecha pasaba de los 52 a los 1040 años, lo cual daba a los anahuacas un 52 amplio margen para ubicar los eventos históricos. Sin embargo, se conservan pocas inscripciones de este tipo. La diferencia entre los años civil y trópico no sólo permitió crear un ciclo superior, sino que también proporcionó a los cronólogos de Anawak una manera de dar a los atados un nombre propio. Veamos cómo ocurrió esto: debido a que todos los atados comenzaban en la misma combinación y tenían idéntica estructura, carecían de cargadores que les dieran identidad. Providencialmente, el desfase de 13 días con respecto al año trópico proporcionó el mecanismo faltante. Inscripciones calendáricas de Xochicalco y Tenochtitlan. Para entenderlo mejor, supongamos que cierto paquete de 52 años trópico comenzó en el tonal 1 Dragón; el siguiente comenzó 18 993 días después, en 1 Ocelote; el tercero lo hizo en 1 Venado y así sucesivamente, siguiendo la secuencia de los cargadores de las trecenas. En otras palabras: los bloques de 52 años trópico proporcionaban a los atados correspondientes un total de 20 cargadores, conformando una rueda de 20 atados. Este análisis destruye un mito moderno según el cual, los atados se agrupaban en paquetes de 22. La razón que tienen algunas personas para conformar tan extraña ciclicidad, es el intento de vincular a los atados con los 9 señores nocturnos y los 13 señores diurnos, contados como un consecutivo lineal. Tal interpretación refleja el calendario cristiano, basado en series lineales, pero no el sistema anahuaca donde, como sabemos, las sucesiones de 9 y 13 elementos se traslapaban por sus extremos. El ciclo de 20 atados quedó descrito en las fuentes. Había dos estructuras, la más compleja se componía de bloques alternos de 676 y 364 años que en las siguientes citas son llamados “soles”: “Tezcatlipoca se hizo sol para alumbrar y duró 676 años… Luego fue sol Quetzalcoatl y duró 676 años… Y quedó por sol Tlalocatecuhtli, el cual duró 364 años… Pasados estos años, Quetzalcoatl puso por sol a Chalchiuhtlicue, la cual fue sol 312 años… Y pereció el mundo durante (otros) 52 años.” (Teogonía e Historia de los Mexicanos I) “El Sol 4 Ocelote duró 676 años... El Sol 4 Viento fue llevado por el viento y vivieron 364 años… El Sol 4 Lluvia fue el tercero y vivieron 312 años… En el Sol 4 Agua hubo agua durante 52 años y (luego) vivieron (otros) 676 años.” (Leyenda de los Soles) 53 Secuencias pareadas de los bloques de 676 y 364 años. Las duraciones mencionadas en estas citas se forman por conjuntos de 13 + 7 atados; prueba de ello es que uno de los soles se reduce a 312 años, pero se le añade un diluvio que duró todo un atado. A pesar de que ambos textos discrepan en el orden de los soles, organizan sus duraciones del mismo modo: como la sucesión de (13 + 7) + (7 + 13) atados, creando lapsos de 2080 años. Es probable que estas cantidades se relacionen con el traslape de los señores diurnos y nocturnos, pero no quedan suficientes evidencias para probarlo. Otra forma como se organizaba internamente la rueda de los atados era en mitades simétricas, cada una de 520 años, equivalentes a diez atados o cinco Wewetilistli. Las fuentes no describen tales mitades, pero su existencia se deduce de un examen atento de las fechas en el registro arqueológico. También quedaron reflejadas en el círculo externo de la Piedra de los Soles, formado por dos Shiuʼkoatl o serpientes de fuego. Los cuerpos de ambas serpientes consisten en una sucesión de diez recuadros ornamentados con los glifos del Fuego Nuevo. Bajo sus pies y colas se esbozan otros dos recuadros, lo cual, a mi juicio, se refiere al principio del traslape de los ciclos, un concepto que era descrito en los textos mayas con la expresión Katun ok, la pisada del katun, y que en la zona nawatl también se aludía mediante el símbolo de la huella. Las mitades de la rueda de los atados nos permiten ahondar en el contenido humano de este calendario. Ya conocimos que los ciclos no eran especulaciones cronológicas abstractas, sino que estaban íntimamente vinculados con las costumbres de los anahuacas. Por ejemplo, el bloque de 260 días servía para poner nombre a las criaturas, el año civil era el marco de múltiples actividades sociales y religiosas, los bloques de 52 y 104 años servían para medir la vida humana, etcétera. El análisis de la historia mesoamericana sugiere que el período de 1040 años tenía para los anahuacas una función simbólica similar al milenio de los cristianos, sirviendo de marco a las expectativas mesiánicas de la gente, centradas en la promesa del retorno cíclico de la Serpiente Emplumada. La división de esta rueda en mitades nos permite entender el terror que embargó a los mesoamericanos en 1519, cuando los españoles aparecieron en la costa del Golfo. Los historiadores suelen explicar dicha reacción como producto del contacto con la tecnología militar europea, pero la explicación es deficiente. Desde la óptica nativa, lo más notable de ese suceso no fueron las armas españolas, sino el hecho de que la invasión ocurriera exactamente 520 años después de la partida del último profeta de la Serpiente Emplumada, el rey de Tula Se Akatl Topiltsin, 54 nuestro señor uno caña, quien murió en noviembre del 999 después de Cristo. Si esta interpretación es correcta, entonces podemos concluir que las crónicas de la conquista describen un proceso de alienación social detonado por la creencia de que, a partir de 1519 comenzaba a regir un ciclo oscuro de diez atados. De este episodio se deduce que ambas mitades de la rueda tenían aspectación positiva y negativa. Mitades del ciclo de 1040 años, relieve mexica. 2.6 El Sol cosmogónico La rueda de los atados nos adentra en la dimensión cosmogónica del calendario mesoamericano, caracterizada por la presencia de ciclos largos de tiempo. A diferencia de los ciclos que hemos estudiado hasta aquí, cuyo propósito era registrar la historia, los ciclos largos servían para explicar cómo llegaron a existir el Universo, la vida y la conciencia. En la Cuenta Larga aparecen duraciones increíblemente extensas, que hablan de la gran capacidad especulativa de los sabios anahuacas. La versión civil era más modesta pero, aún así, contenía ciclos lo suficientemente largos como para contener la totalidad de la historia humana. Estos eran genéricamente llamados “soles”. Los documentos que se conservan dan a los soles duraciones diversas. En la lección pasada vimos dos crónicas que llaman “soles” a los bloques de 676 y 364 años; otros documentos les atribuyen entre 23 y 102 mil años. Todo lo cual nos lleva a una conclusión: el término “sol” no representaba una duración específica, sino el concepto de ciclo de tiempo con contenido cosmogónico. En esta lección estudiaremos un tipo de Sol que deriva del mecanismo de los tonales. Quedó descrito en el Códice Vaticano 3738, que narra cómo los dioses crearon al mundo en cinco etapas, y menciona la duración de las cuatro primeras: 4 008, 4 010, 4 804 y 5 206 años, respectivamente. Al respecto, llaman la atención tres elementos: 55 1ro. Estas cantidades no son múltiplos del atado y no derivan de los mecanismos calendáricos. De ello se deduce que el autor del códice no supo representarlas correctamente. 2do. Sin embargo, aunque de diversa extensión, estas cantidades nos ofrecen un rango para la duración promedio de los soles o eras creativas, de entre 4 y 5 milenios. 3ro. La última cantidad se acerca a un ciclo propio de la Cuenta Larga: el acumulado de 13 baktunes o 5 200 años tunes. Aunque el año Tun es un poco menor que el civil, ya que sólo tiene 360 días, produce duraciones del mismo orden que los años civiles y, lo que es más importante, establece la cantidad de 5200 años como un principio calendárico. Dicha cantidad se escribe en el sistema vigesimal con una resonancia numerológica perfecta: 13.0.0 (es decir, 13 x 400, más 0 veintenas y 0 unidades). El cuarto Sol, Códice Vaticano. En la versión katúnica, el bloque de 5 200 años se concebía como una era completa; era, por lo tanto, un concepto equivalente al Sol de los mitos del Altiplano. De ahí podemos deducir que este tipo de sol tenía una duración calendárica de 5 200 años. Dicha cantidad quedó implícitamente reflejada en el Códice Chimalpopoca, que afirma: “En el año 1 Conejo comenzó la atadura de los años, la era de los toltecas. Se dice que en este año 1 Conejo ya habían pasado cuatro eras, era el CCCC del quinto Sol.” (Leyenda de los Soles) Este texto se suele interpretar como una alusión a los cuatro soles pasados, deduciendo de ello que el quinto Sol comenzó con los toltecas de Tula, hace apenas mil años. Pero, si leemos con atención, veremos que su contenido es más complejo; lo que dice literalmente es: “Ipan iya CCCC in macuilli edad – ya era el cuarto ciclo de la quinta edad”. La expresión parece indicar que, en la época de los toltecas de Tula ya habían transcurrido cuatro quintas partes del presente Sol. ¿Cuánto duraban esas porciones? La mención de la fecha 1 Conejo, en la cual se completaban los atados, nos da la clave: se trataba de múltiplos de los atados. Teniendo en cuenta que el lapso transcurrido desde los toltecas de Tula hasta la confección de la crónica fue de aproximadamente medio milenio y que ese lapso, presumiblemente, formaba parte de la quinta etapa del quinto Sol, resulta claro que las eras a las que se refiere el texto son las ruedas de atados de 1040 años. Pero, ¿por qué era necesario que transcurrieran cinco ruedas de atados para formar un Sol? Ello se comprende a la luz del simbolismo 56 religioso y astronómico. Ya sabemos que las ruedas estaban asociadas con la Serpiente Emplumada, cuyo emblema celeste era el planeta Venus; por lo tanto, podemos esperar que reflejaran el ciclo aparente de ese astro. En 1040 años vagos (sin ajustes bisiestos o de otro tipo) ocurren 650 revoluciones sinódicas de Venus, cada una de las cuales se computaba en 584 días. Sin embargo, esto es una aproximación, pues el ciclo real del astro tiene una duración promedio de 583,92 días. Ello significa que cada revolución venusina se adelantaba 0,08 días respecto al cómputo teórico. Al multiplicar esa fracción por las 650 revoluciones, se completa un paquete de 52 días, es decir, un quinto de año sagrado. Esta duración es tan notable, tanto por su extensión y resonancia calendárica como por su simbolismo religioso, que los anahuacas por fuerza tuvieron que observarla. Surge la pregunta: ¿cuántas ruedas de atados habrían tenido que transcurrir para que el ciclo de Venus volviera a comenzar en el mismo tonal que el año civil? Para averiguarlo, tenemos que multiplicar el adelanto de 52 días por cinco, lo cual nos lleva a la cantidad de 5 200 años. Tal es la justificación astronómica del sol cosmogónico. Las ruedas de los atados y sus signos cargadores. También hay una justificación estrictamente calendárica, basada en el comportamiento de los signos de la veintena. Como estudiaremos adelante con más detalle, la solución del desfase entre los 52 años civiles y los 52 años trópico mediante la introducción de 13 días intercalares dejaba un pequeño residuo por atado. Dicho residuo se acumulaba y, al cabo de 1040 años, sumaba ocho días. ¿Cuántas ruedas de atados tenían que transcurrir para que, de nuevo, una de ellas comenzara en el mismo signo de la veintena? Para averiguarlo, tenemos que buscar el mínimo común múltiplo de 8 y 20. El comportamiento de los signos nos ayuda en esta tarea. Puesto que 1040 años civiles comenzaban ocho signos de veintena después que la correspondiente rueda de atados, cada rueda tenía su propio signo introductor en la secuencia: Serpiente, Movimiento, Agua, Dragón y Caña. En consecuencia, la sexta rueda se llamaba igual que la primera, lo cual establece, de nuevo, la periodicidad de 5200 años. En adelante, nos referiremos a esta duración como un Sol. 57 2.7 La rueda de los soles Los documentos mesoamericanos son unánimes en afirmar que, en la actualidad, estamos viviendo en el quinto Sol. Este número de soles o edades creativas no es exclusivo de Anawak, también aparece en la civilización del Tawantinsuyu (la zona andina), e incluso podemos rastrearlo hasta el Viejo Mundo; se trata de un mito universal al que los mesoamericanos le dieron un formato calendárico. Los nombres en nawatl de los soles quedaron recogidos en diversos documentos, aunque no siempre en el mismo orden. No obstante, todas las fuentes coinciden en que nuestro Sol es el quinto y le dan el nombre de Movimiento. Aplicando este hecho al simbolismo cosmogónico, podemos reconstruir la siguiente secuencia: 1ro. Apantonatiuʼ, sol de agua. 2do. Oselotonatiuʼ, sol de los ocelotes, también llamado Tlaltonatiuʼ, sol de tierra. 3ro. Tleʼtonatiuʼ, sol de fuego, y Kiauʼtonatiuʼ o Kiyauʼtonatiuʼ, sol de lluvia (de fuego). 4to. Ekatonatiuʼ, sol de aire. 5to. Olintonatiuʼ, sol de movimiento, Aunque no se conservan los nombres de los soles en otras lenguas de Mesoamérica, se pueden reconstruir en maya y zapoteca como sigue: Sol de agua Sol de tierra Sol de fuego Sol de aire Sol de movimiento maya zapoteca Kinmuluk Kinish Kinkawak Kinik Kinkaban Nisa Gubidsha Gueche Gubidsha Appe Gubidsha Laa Gubidsha Shoo Gubidsha Estos nombres se relacionan con los elementos alquímicos, lo cual significa que los soles se interpretaban como aspectos del proceso de la creación. Sin embargo, lo que nos interesa descifrar, desde el punto de vista del calendario, es ¿por qué cinco soles? De nuevo, encontramos que la causa de este número se relaciona con el comportamiento del planeta Venus. Este astro tiene un ciclo complejo, que llamó poderosamente la atención de los anahuacas, quienes dedicaron muchas horas a su observación. Uno de los aspectos más 58 interesantes de ese ciclo es que, en ocasiones, Venus pasa por delante del Sol, de modo que es posible verlo como un punto oscuro sobre el disco brillante. Tales tránsitos ocurren en lapsos asimétricos, pero forman ciclo cada 152 revoluciones sinódicas de Venus o 243 años terrestres. Desde hace 15 siglos, dicho ciclo está hermosamente demarcado por tránsitos gemelos con una separación de 8 años entre sí, proporcionando una excelente pauta para los cálculos astronómicos 13. La astronomía europea comenzó a observar los tránsitos venusinos a partir del siglo 17, gracias a la invención del telescopio. No hay testimonio de que los mesoamericanos los observaran, aunque es posible verlos a simple vista, siempre que se protejan los ojos contra la radiación solar con un vidrio ahumado o una placa de obsidiana. Sin embargo, la duración del Sol cosmogónico muestra que los sabios de Anawak consiguieron medir con exactitud el ciclo de Venus. Nombres y duraciones de los soles. Ya sea por la observación directa o por el cálculo teórico, los anahuacas encontraron el modo de seguir los tránsitos de Venus, y la rueda de los Soles es evidencia de ello; veamos por qué: en 5 200 años ocurren 21 ciclos de tránsito venusino y sobran 97 años. ¿Cuántos soles tienen que transcurrir para que el comienzo de un Sol se empate con los tránsitos? Para averiguarlo, tenemos que acumular esos 97 años hasta llegar a un número que sea múltiplo de 243. La respuesta es que los tránsitos de Venus se sincronizan con los soles cada cinco soles, es decir, cada 26 mil años siderales o 26 001 años trópico, lapso en el que tienen lugar 107 ciclos de tránsito. La sucesión de cinco soles o 26 mil años es muy rica desde el punto de vista simbólico, pues reproduce la serie de los elementos alquímicos y refleja la estructura de las ruedas de los atados. Pero, además, posee una valiosa propiedad astronómica: corresponde a un período de rotación de la bóveda celeste al que los astrónomos llaman Año Magno o Ciclo de Precesión de los Equinoccios14 . Esta periodicidad se forma debido a un movimiento de balance que tiene nuestro planeta, el cual da la impresión 13 Los tránsitos pares más recientes ocurrieron el 8 de junio del 2004 y el 5-6 de junio del 2012. Los tránsitos pares no se podían observar en la época en que se inventó este calendario, por lo que no constituyen un punto de referencia para los ciclos largos. 14 Este ciclo no tiene una duración fija, pues se trata de una espiral. La astronomía moderna lo calcula entre 25 700 y 26 100 años. Los griegos lo calcularon en 25 920 años, derivados de la división de la eclíptica en 12 partes, pero los mesoamericanos lo redondearon a 26 mil, debido a la resonancia trecenal y vigesimal de ese número. 59 de que las estrellas se van corriendo poco a poco, haciendo un círculo en torno al polo. Es un movimiento tan lento que pocas culturas antiguas lo percibieron y ninguna lo incorporó a su calendario. Los mesoamericanos, sin embargo, reunían las cuatro condiciones necesarias, tanto para realizar el descubrimiento como para darle aplicación: unas observaciones astronómicas sistemáticas y milenarias, un soporte material para registrarlas (los libros, la tinta y la escritura), unas matemáticas capaces de explicar los ciclos y la necesidad social de vincular al ser humano con el movimiento del cielo a través del calendario. Diversos investigadores han llegado a la conclusión de que los anahuacas conocieron el ciclo de precesión y lo plasmaron en el mito de los soles. Por ejemplo, Lucrecia Maupomé sincroniza el quinto Sol con el punto de inicio de la Cuenta Larga, que ella, siguiendo la llamada “correlación standard”, ubica en el siglo 32 antes de Cristo; de ahí deduce que los soles surgieron como consecuencia de la división quinaria del ciclo precesional15. Major Jenkins encuentra indicios de que este conocimiento ya estaba presente cuando los olmecas construyeron su segunda capital, a fines del milenio II antes de Cristo: “El realineamiento de la pirámide de La Venta ofrece evidencia persuasiva de que los astrónomos olmecas conocieron la precesión.” (Maya Cosmogenesis 2012) Federico Gonzáles, basado en la perfecta articulación de los bloques calendáricos con el Año Magno, afirma que este último fue la base de todo el mecanismo: “No hay duda de que los mesoamericanos estaban familiarizados con el ciclo (de precesión) a partir de las observaciones y cálculos que realizaron, y del conocimiento que tenían de los otros cuerpos celestes y sus revoluciones. Nosotros pensamos que (el ciclo de precesión) es la llave interna del Tonalamatl.” (Sacred Cosmology) El contenido astronómico de los soles nos permite entender por qué el quinto Sol se llama 4 Movimiento. Ese tonal no era una simple fecha, tenía un significado cosmogónico profundo, pues representaba el concepto del cambio radical de estado, popularmente interpretado como “el fin del mundo”. Por ello, los anahuacas conjuraban la llegada de los días 4 Movimiento mediante ceremonias y ayunos. 15 L. Maupomé, Reseña de las Evidencias de la Actividad Astronómica en la América Antigua. 60 “El quinto se llama Sol del Movimiento porque se estremeció y anduvo. Dijeron los viejos que en este habrá terremotos y hambre general, con los cuales hemos de perecer.” (Anales de Cuauhtitlan) Al denominar al quinto Sol con el emblema alquímico de la transmutación, sin dudas, los diseñadores de esta cosmogonía lo estaban visualizando como el último término del ciclo de los soles, el período que resumía los atributos y simbolismos propios de los cuatro soles precedentes. Ello explica por qué, en los relieves que se conservan, los soles siempre son representados en forma radial - nunca lineal -, con los cuatro primeros soles dispuestos hacia los rumbos cardinales, como elementos de sostén, y el quinto Sol en el centro, emblema de cambio y manifestación. Disposición radial de los soles. Relieve mexica. El establecimiento de la duración del Sol y del ciclo de los soles, y su justificación simbólica, calendárica y astronómica, descarta otro de esos mitos modernos según el cual, estamos a las puertas del “sexto Sol”. Dicha idea es producto de la lógica occidental, acostumbrada a contar series lineales de sucesos; para nuestra mentalidad, después de una quinta etapa por fuerza tiene que venir una sexta, luego una séptima, una octava y así sucesivamente, sin estructura o plan definido. En Anawak era diferente. Como el resto de los mecanismos calendáricos, los soles tenían una secuencia circular en la cual no cabía una sexta etapa. Por tal razón, ningún monumento o crónica menciona la llegada de un sexto Sol, ni se le alude en las profecías mayas o nahuas que se conservan. Al referirse a lo que ocurrirá después del quinto Sol, los sacerdotes mayas mencionaron la llegada de un “nuevo Sol” que iniciará una nueva serie de soles, como vemos en la siguiente cita: “Entonces comenzará la humanidad del nuevo Sol, cuando se levante su señal hasta lo alto del Árbol Erguido. El cambio que hoy se anuncia, la sustitución del árbol de la Tierra, es la señal del Dios Único (Junabku)... Veréis entonces al Ave alzarse sobre el Árbol de la Tierra en el oriente, el norte y el poniente.” (Chilam Balam, Jaculatorias) Esta cita es muy interesante, pues confirma la deducción que acabamos de hacer, respecto a que los soles se vinculaban con el ciclo de precesión de los equinoccios y que su sincronización se establecía a partir de las recurrencias de Venus. Veamos su interpretación: • El “árbol erguido” o “árbol de la Tierra” es el eje de la eclíptica, representado en la actualidad por la estrella Polar. Se demarca por el sector este-norte-oeste, con exclusión del sur, ya que alude al polo norte. 61 El ciclo de precesión consiste precisamente en la rotación de las estrellas en torno a dicho eje. • La “sustitución del árbol” consiste en la atadura del ciclo precesional en un punto celeste al que el texto llama “la señal del Dios Único”, el cual corresponde a cierto accidente celestial al que los astrónomos de hoy conocen como Dark Riff, hueco oscuro. • El “ave” es una referencia al ciclo de Venus, al que los nahuas llamaban Ketsalkoatl y los mayas Kukulkan. En conclusión: tanto las evidencias arqueológicas como el análisis del calendario indican que, una vez finalizado el quinto Sol, lo que esperaban los mesoamericanos era el comienzo de una nueva serie de cinco soles. Tercera Parte Los ajustes astronómicos 3.1 El bisiesto anahuaca En esta sección del curso conoceremos diversos mecanismos que permitían ajustar el año civil a los movimientos del cielo. Los ciclos que hemos estudiado hasta aquí tienen una característica común: se basan en un consecutivo no interrumpido de tonales. Al ser aplicado a los años solares, dicho consecutivo produjo un año de 365 días al que los antropólogos llaman “vago” o vacío, pues no toma en cuenta el cuarto de día que se acumula al final de cada año. Este tipo de año se adelantaba con respecto a las estaciones en un día cada cuatro años o, lo que es igual, en 13 días por atado. Tal desfase dificultaba las observaciones astronómicas, pues obligaba a los astrónomos a introducir constantemente en sus fórmulas un grado de rectificación. ¿Encontraron los mesoamericanos un modo de resolver este problema? Algunos investigadores sostienen que no. Otros, tomando en cuenta su interés por la astronomía y su pericia para manejar ciclos complejos, así como las evidencias arqueológicas, consideran que sí. Estos últimos se dividen en dos grupos: los que consideran que el ajuste se hacía cada año y los que sostienen que se trataba de un mecanismo cuadrienal. 62 Los investigadores de la tradición mexica se suele decir que el ajuste astronómico del año se resolvía en el momento mismo en que se presentaba, “estirando” el último día de cada año en seis horas. Esta hipótesis no se basa en pruebas directas, sino en la siguiente inferencia: los cuatro signos que fungían como cargadores de los años estaban asociados con ciertos momentos simbólicos del día, y parece lógico suponer que esto tenía un sentido astronómico. La relación entre los cargadores, los rumbos y los momentos del día fue descrita del siguiente modo por los informantes de Sahagún: “Los nombres de las figuras dedicadas a las cuatro partes del mundo son estos: Conejo, dedicado al mediodía (sur); Caña, dedicado al oriente (amanecer); Pedernal, dedicado al septentrión (medianoche); Casa, dedicado al poniente (atardecer).” (Sahagún, Suma Indiana) En el hemisferio norte, el Sol se desvía hacia el sur durante el día y al norte en la noche. Como ya aprendimos en la lección 1.3, los rumbos del este y el oeste se relacionaban de una forma natural con la salida y la puesta del Sol. El rumbo del sur se relacionaba con el mediodía debido a que, durante la mayor parte del año en el hemisferio norte, el Sol se inclina hacia el sur a medida que asciende en el cielo. Por el contrario, el rumbo del norte se asociaba con la medianoche pues el Sol se inclina hacia el norte a medida que desciende; es por ello que los anahuacas ubicaban hacia el norte la entrada del Inframundo. Como podemos comprobar, la hipótesis de que el año se estiraba en seis horas con motivo de esos horarios tiene una incongruencia: en la época de los mexicas, los años se sucedían en el orden: Casa, Conejo, Caña y Pedernal, relacionados respectivamente con los rumbos del oeste, el sur, el este y el norte, y con los horarios del atardecer, el mediodía, el amanecer y la medianoche. Si tales horarios se hubieran aprovechado para dar comienzo al año, en lugar de sumar un día cada cuatro años, se lo habrían restado, aumentando el desajuste astronómico. Si añadimos a lo anterior el hecho de que ningún cronista o códice menciona el supuesto estiramiento del año en seis horas, podemos concluir que los horarios de los cargadores eran estrictamente simbólicos, es decir, no servían para sincronizar astronómicamente al año. Una crónica nawatl especifica que el año no se estiraba con motivo de las seis horas finales, sino que el nuevo año “se sentaba” sobre ellas - un modo de decir que comenzaba con adelanto: “La cuenta de los años se lograba contando los días de veinte en veinte… quitando (dejando de contar) seis horas que se contaban aparte, 63 sentándose (el nuevo año) sobre estas horas, que se juntaban después (cada cuatro años).” (Códice Huichapan). El comienzo de los años en sus horarios simbólicos habría producido un déficit de un día cada cuatro años. Casi todos los investigadores que aceptan la existencia de un ajuste astronómico, consideran que este se consiguió mediante la introducción de un día extra cada cuatro años, es decir, mediante un bisiesto. Tal interpretación tiene amplio respaldo en las fuentes nahuas, como vemos en las siguientes citas: “Hacían su bisiesto tal como nosotros.” (Durán, Historia de las Indias de la Nueva España) “En lo que (se) dice que faltaron en el bisiesto, es falso, pues en la cuenta de su calendario contaban 365 días y, cada cuatro años, contaban 366.” (Sahagún, Historia General I) “Pasados cuatro años vuelven al primer año y primer día, el cual tienen por bisiesto… Porque, de cuatro en cuatro años era fiesta solemne para toda la provincia.” (Motolinia, Primer tratado) “La cuenta del año contiene 18 veintenas y cinco días, más seis horas con las cuales se reduplica un bisiesto cada cuatro años. Así que, de cuatro en cuatro años, hacen su bisiesto.” (Cristóbal del Castillo, Historia de los Mexicanos, Ms. 305 f. 127 v) Esta solución no era exclusiva de los nahuas; también fue reportada entre los mayas y los zapotecas, lo cual demuestra que el bisiesto se aplicaba en todo el Anawak: “Dábanle (los zapotecas al año) 18 meses de a 20 días y otro más de cinco. Este, al cabo de cuatro años, como nuestro bisiesto, lo variaban a seis días, por las seis horas que sobraban cada año… Y llamaban en su lengua a aquellos seis días ʻmes menguado, erráticoʼ.” (Francisco de Burgoa, Geográfica Descripción II.24). “Tenían (los mayas) su año perfecto como el nuestro, de 18 (veintenas) más cinco días y seis horas. De estas hacían cada cuatro años un día, y así, tenían de cuatro en cuatro años uno de 366 días.” (D. Landa, Relación de las cosas de Yucatán) Un testimonio particularmente autorizado, pues fue escrito por un sacerdote maya experto en calendárica, es el siguiente: “Cada cuatro años cae un día sin nombre.” (Chilam Balam de Maní) La existencia del bisiesto prehispánico fue confirmada recientemente con el hallazgo en el pueblo zapoteca de Sogocho de un almanaque de 1696, que atribuye seis días a la última quintana del año. Este almanaque llama al bisiesto Keaínij, día sin nombre, lo cual coincide con el reporte de 64 los libros de Chilam Balam que le llaman Ishmakaba, sin nombre. Ambos términos sugieren que el bisiesto anahuaca interrumpía el consecutivo de los tonales. Por su parte, los pueblos de habla nawatl, según el testimonio de los informantes de Sahagún, le llamaron al día extra Iskalli, resucitado, y Mowechiwa, hecho doble, indicando que consistía en la reduplicación del tonal del día anterior. Se comprende por qué el glifo que lo identificaba estaba compuesto por una mazorca doble de maíz, tal como aparece en el almanaque del Códice Bobán. Días Nemontemi de los años Caña y Pedernal, y primer día Nemontemi del año Casa, en lectura de izquierda a derecha. Los Nemontemi del año Conejo no aparecen por desgaste del documento. Códice Bobán. Otro modo de representar el mismo concepto era mediante una vírgula aplicada en el exterior del glifo de la quintana, según vemos en una imagen del Códice Telleriano, junto a la cual el escriba apuntó: “Los V (5) días muertos (en) que no había sacrificios. Estos eran los cinco días que sobraban a los de veinte en veinte del año.”16 Este códice valida las afirmaciones de los cronistas que acabamos de leer, respecto a que el día extra se aplicaba en los días Nemontemi. Lo cual resulta lógico pues, de ese modo, se evitaba romper la regularidad de las veintenas del año civil. Pero, ¿en qué año del cuadrienio tenía lugar dicha duplicación? El noble texcocano Cristóbal del Castillo afirma: “El bisiesto se aplica siempre en los años Pedernal, y estos no son buenos por causa del día de más.” (Historia de los Mexicanos) Observemos que el cronista no sólo habla de un bisiesto, sino también de una superstición asociada a tal día, lo cual le da autenticidad al dato, indicando que no tiene influencia española. Esto es congruente con el año reportado en el almanaque zapoteca de Sogocho, y también coincide con el almanaque del Códice Bobán pues, en este, el pintor dibujó el glifo de la mazorca doble frente a los días Nemontemi de un año Pedernal. Sólo nos queda averiguar cuál de los cinco días Nemontemi de los años Pedernal se duplicaba. Al comentar una imagen de un códice o apunte hoy desaparecido, el cronista Diego Durán especificó que se trataba de un día de signo Flor/Señor: “Hacían su bisiesto tal como nosotros le hacemos. Si notamos la figura, veremos que encima de un cerro está pintada la letra dominical que a ellos 16 El comentarista tachó el número cinco y puso en su lugar “4”, probablemente por haber entendido mal la explicación respecto a que, cada cuatro años, se variaba en un día el número de los Nemontemi. 65 les era principio de mes. Y, aunque este día acababa en el signo de rosa, tenían otra (flor) con ella (antes de) mudar la rosa en cabeza de sierpe (dragón).” (Historia de las Indias) La reduplicación del signo Flor/Señor también es congruente desde el punto de vista calendárico, pues así se evitaba romper el consecutivo de las veintenas del año sagrado. Esta cita no sólo confirma que el bisiesto mesoamericano consistía en la reduplicación del tonal anterior, sino que explica por qué, durante el Período Postclásico, los años escogidos para aplicar el bisiesto eran de cargador Pedernal: sucede que, únicamente en esos años, los días Nemontemi contienen un tonal de signo Flor/ Señor. Días Nemontemi de un año Pedernal, Códice Magliabecchi. La última lámina del Códice Magliabecchi describe detalladamente la aplicación del día extra. Ante todo, aclaremos que dicha lámina corresponde a los días Nemontemi de un año Pedernal, tal como queda claramente especificado en el códice. En la parte inferior del dibujo aparecen cinco atados de papel de amate que representan los días finales; el quinto tiene doble volumen, lo que contiene un sentido de duplicación, no de estiramiento. Esto se confirma al leer los glifos que hay sobre los atados; mientras que los pequeños tienen un brote de maíz cuya lectura es Sesen, de uno en uno, el más grande tiene cuatro brotes, lo cual se lee Nachiwa, hecho doble, un sinónimo de Mowechiwa. Sobre la composición, a la izquierda, hay un glifo formado por dos flores o penachos que se anudan por sus tallos, lo que interpreto como alusión al duplicado del signo Flor. De lo anterior podemos extraer la tercera regla operativa de este calendario, según la cual, todos los días de signo Flor/Señor que caían dentro de los cinco días finales del año se reduplicaban, a fin de conseguir el segundo grado de ajuste astronómico (365,25 días). Algunos investigadores consideran que las fuentes coloniales se equivocan y que los cronistas que reportaron un bisiesto mesoamericano estaban influidos por el calendario juliano que empleaban por entonces los europeos. Sin embargo, de haberse copiado mecánicamente el bisiesto juliano, se habría aplicado al final de los años Caña para que cayera a pocos días del 29 de Febrero. En cambio, su presencia al final de los años Pedernal lo traslada al año siguiente de aquellos en los que tiene lugar el bisiesto juliano, descartando una posible copia. La idea de que los mesoamericanos no pudieron inventar el bisiesto es un prejuicio. Dos culturas del Viejo Mundo con menos desarrollo en calendárica que ellos llegaron a la misma solución: los egipcios y los 66 romanos. De hecho, el bisiesto es más aplicable al calendario de Anawak que a los del Viejo Mundo pues, como sabemos, en este existía un ciclo de cuatro años previo a cualquier ajuste astronómico, interpretado como una unidad con estructura y nombre propios. Resulta natural, entonces, que se aprovechara para materializar el ajuste astronómico. El bisiesto mesoamericano permite ejemplificar el séptimo principio del calendario, al que llamaremos Principio del Acumulado, el cual afirma que todas las fracciones de ciclo se acumulaban hasta completar su unidad de orden. Es decir, las asincronías nunca se resolvían con fracciones, pues ello hubiera ido en contra de la visión integral de los anahuacas, y menos con fracciones de tonal, ya que el tonal era la unidad básica del calendario y no se podía “estirar” o “acortar” a conveniencia. Toda fracción se acumulaba hasta completar su unidad y las unidades, a su vez, se acumulaban hasta completar el conjunto-unidad correspondiente, pues sólo este último permitía crear ciclos superiores. La presencia del bisiesto generó un mecanismo peculiar cuya esencia conocimos al presentar el principio del paralelismo. Podemos visualizar dicho mecanismo como si se tratara de una hélice de ADN compuesta por dos cadenas, una de las cuales consistía en un consecutivo no interrupto de tonales al que llamaremos Base A, mientras que la otra era un consecutivo que reduplicaba un tonal cada cuatro años, al que llamaremos Base B. El primer consecutivo servía como punto de referencia para el segundo, que era el que se aplicaba a las cuentas civiles. Para encontrar el ciclo de recurrencia de ambas bases, hay que multiplicar el cuadrienio por la cantidad de tonales: 4 x 260 = 1040 años. Estas series paralelas de tonales produjeron dos tipos de año: uno vago o sin ajuste astronómico y otro ajustado por el bisiesto. Ambos se sincronizaban cuando transcurrían tantos cuadrienios como días tiene un año, es decir, cada 1461 años vagos, equivalentes a 1460 años ajustados. Según podemos deducir del análisis del registro arqueológico, cada serie tenía un propósito específico: los años vagos se utilizaban para medir los movimientos de Venus y para la Cuenta Larga, mientras que los años rectificados, al mantenerse en sincronía con las estaciones, servían para programar las cosechas, registrar la historia, denominar a los atados e imponer tonal o nombre calendárico a los recién nacidos. Sincronización de los ciclos calendáricos con el año natural. 67 3.2 Un ajuste superior al bisiesto El ajuste de un día cada cuatro años es relativamente discreto, pues el excedente real sobre los 365 días no es de seis horas, sino de cinco horas más 48 minutos y 46 segundos. Esos casi 11 minutos que se acumulan anualmente completan un día de desajuste cada 128 años y 69 días. Tal era el nivel de exactitud astronómica que tenía el calendario juliano empleado por los europeos hasta el año de 1582. En ese año, el papa Gregorio 13 ordenó a los astrónomos que encontraran un modo de afinarlo; su solución consistió en no aplicar los bisiestos correspondientes a los años seculares (los que terminan en dos ceros), excepto una vez cada cuatro siglos. Eso produce un lapso de 133,3 años (400/3) que se acerca bastante al ciclo de los 128,2 años creado por los 11 minutos. Así surgió el calendario que empleamos hoy, al que, en honor al papa, llamamos “gregoriano”. Casi todos los investigadores consideran que los anahuacas no aplicaron un ajuste astronómico superior al bisiesto. Sin embargo, los descubrimientos de los últimos años han permitido ampliar nuestra base de datos. Hoy sabemos que su interés por los movimientos del cielo y su capacidad de plasmarlo en fechas no fue tardío, sino que aparece desde la época olmeca. Un ejemplo de ese interés fue cierto ángulo17 que los olmecas incorporaron al trazo de su capital, La Venta, mismo que aparece milenios más tarde en Tenochtitlan, la capital de los mexicas, demostrando que hubo continuidad de observaciones y soluciones astronómicas a través de toda la historia de Anawak. En otras palabras: los mesoamericanos tuvieron amplia oportunidad para observar que el año civil se adelantaba con respecto al natural en un día cada 128 años. ¿Encontraron alguna forma de resolver esta asincronía? Para averiguarlo, tenemos que deslindar nuestro campo de investigación. Cargadores anuales 10 Venado, 12 Serpiente, 3 Dragón, 7 Dragón, 4 Movimiento, 7 Viento, 12 Conejo y 8 Caña, en relieves zapotecas, mayas, mixtecas, xochicalcas y mexicas. 17 Este ángulo tiene que ver con la división del año terrestre en bloques de 73 días, a fin de sincronizarlo con el año venusino. Aprenderemos más al respecto en el curso dedicado a la astronomía y la arqueoastronomía de Anawak. 68 Por la época en que los españoles llegaron a México, en Europa aún no se había aplicado la reforma gregoriana; por lo tanto, era muy difícil que reconocieran en un calendario ajeno un refinamiento que ellos mismos no tenían. Eso limita nuestra búsqueda a los documentos nativos. ¿Quedó huella en dichos documentos de un mecanismo calendárico que no hallamos considerado hasta ahora, y que pudiera implicar un ajuste superior al bisiesto? Si. Ya conocimos los cuatro cargadores de los años que estuvieron vigentes durante la época de los mexicas: Casa, Conejo, Caña y Pedernal. Su constante presencia en los documentos postclásicos parece indicar que estos eran los únicos signos que podían fungir como cargadores. Sin embargo, los descubrimientos arqueológicos demuestran que, en períodos anteriores y posteriores al Postclásico, estuvieron vigentes otras cruces de cargadores. De hecho, todos los signos de la veintena participaron en algún momento de la historia de Anawak como denominadores de años. Este es un asunto que ha dejado perplejos a los investigadores, ya que no tiene explicación con arreglo a las hipótesis calendáricas comunes. El mayista John Teeple llega al extremo de afirmar que los cambios de cruces de cargadores se debían a que los mesoamericanos, en ocasiones, perdían la cuenta de su calendario y recomenzaban arbitrariamente: “Por alguna modificación o deslizamiento accidental, las posiciones del mes habían cambiado un día… En esto no hay más precisión que la de una máquina que salta un engrane y pierde la cuenta.” (Astronomía Maya) Dejando de lado esta interpretación prejuiciada, tenemos que enfrentarnos a un hecho: la presencia de diversos cargadores en la historia de Anawak prueba, o bien que existieron diversos calendarios, o que, hasta ahora, se ha ignorado un mecanismo cronológico fundamental. La idea de que hubo varios calendarios no aclara lo siguiente: ¿por qué, durante el Período Postclásico, los mesoamericanos utilizaron como cargadores los signos número 3, 8, 13 y 18 de la veintena, en lugar de comenzar por el primero? Para responder a esta pregunta es necesario ordenar las secuencias históricas en que aparecieron los cargadores, a fin de encontrar alguna lógica en su distribución. El ingeniero Héctor Calderón, observando los nombres de los años en las estelas mayas, hace una observación que es válida para todo Anawak: “Sabemos que los cargadores de los años (epiclásicos) fueron Viento, Venado, Hierba y Movimiento; que, cuando llegaron los españoles, se habían deslizado en dos posiciones y eran Lagartija, Agua, Ocelote y Lluvia. Hay evidencia de que, en una época intermedia, se usaban los cargadores Casa, Conejo, Caña y Pedernal.” (Correlación de los Katunes) 69 M. Edmonson resuelve dicha pluralidad llamando “calendario olmeca” a los cargadores del Protoclásico, “calendario zapoteca” a los del Clásico, “calendario nahuatl” a los del Postclásico, etcétera. Sin embargo, esta clasificación es impropia, pues las cruces de cargadores no pertenecen a pueblos específicos, sino que estuvieron vigentes en todo el territorio mesoamericano durante sus respectivas épocas. Además, los pueblos que duraron más tiempo, como los zapotecas, mayas y nahuas, emplearon diversas cruces de cargadores a lo largo de su historia. Por lo tanto, hace falta otra hipótesis para explicar los hechos. Si colocamos los cargadores históricos en una tabla cronológica, notaremos curiosas regularidades; por ejemplo: 1ro. En todas las épocas, los cargadores formaron una cruz sobre el tablero, confirmando la validez del mecanismo que hemos estudiado. 2do. La vigencia de los cargadores fue homogénea, cambiando a la vez en todo el territorio, salvo en pequeñas áreas de límite entre culturas, donde se observa cierta inercia o resistencia al cambio. 3ro. Los traslados entre una cruz y la siguiente siempre fueron de un punto adelante. Así, a la cruz de Dragón le siguió la de Viento, a esta la de Casa, etcétera. 4to. Tal como notó el ingeniero Calderón, los saltos de una cruz a otra ocurrieron con intervalos de aproximadamente cinco siglos: “Sabemos que únicamente hubo dos de esos deslizamientos en el espacio de cerca de mil años.” (Obra citada) Estas regularidades demuestran que las substituciones de las cruces de cargadores no fueron arbitrarias, sino que responden un mecanismo. ¿Cuál pudo ser este? Para averiguarlo, tenemos que adentrarnos un poco más en la estructura simbólica de los signos de la veintena. Ya sabemos que cada signo tenía una familia de atributos secundarios: Dragón estaba asociado con el este, el fuego, el amanecer y el color rojo; Viento se asociaba con el norte, el aire, la medianoche y el color blanco; Casa con el oeste, el agua, el atardecer y el color negro, etcétera. Tales atributos secundarios formaban grupos de cuatro. De modo que, en tanto los cargadores saltaban de cinco en cinco por la veintena, sus resonancias simbólicas lo hacían de cuatro en cuatro. Substituciones posibles de los cargadores: adelante en un punto y atrás en cuatro puntos. Sustitución histórica de las cruces de cargadores. 70 Tal disposición establece una fórmula para la sustitución de las cruces de cargadores, las cuales no podían simplemente saltar un punto delante, pues ello hubiera creado un caos en el simbolismo secundario. La única manera de mantener ordenados los atributos del año y, al mismo tiempo, poner a funcionar la siguiente serie de cargadores, consistía en comenzar el nuevo año con cuatro días de antelación. Pongamos un ejemplo: un año Dragón, cuyo rumbo es Este, habría comenzado en el signo de Movimiento, el cual pertenece a la siguiente cruz de cargadores (Viento), pero también está orientado al Este. Si esta interpretación es correcta, entonces las cruces de cargadores se sustituyeron históricamente con saltos retrógrados de cuatro puntos, en el siguiente orden: Serie A: Dragón, Muerte, Mono y Buitre. Serie B: Hierba, Movimiento, Viento y Venado. Serie C: Casa/Noche, Conejo, Caña y Pedernal. Serie D: Ocelote, Lluvia, Lagartija y Agua. Serie E: Serpiente, Perro, Águila y Flor/Señor. Este mecanismo proporciona una clasificación endógena o interna para las eras históricas de Anahuac, más precisa que la clasificación en períodos culturales que se emplea en la actualidad, ya que responde a la lógica de los propios mesoamericanos. Por ejemplo, la mayor parte del Período Clásico corresponde a la serie de Dragón, el Epiclásico a la de Viento, el Postclásico a la de Casa, etcétera. Período Siglos Cargadores Protoclásico 6 al 1 a. C. Serie E Serpiente, Perro, Águila y Flor Clásico 1 a. C. al 6 d. C. Serie A Dragón, Muerte, Mono y Buitre Epiclásico 6 al 11 Serie B Viento, Venado, Hierba y Movimiento Postclásico 11 al 16 Serie C Casa, Conejo, Caña y Pedernal Colonial 16 al 21 Serie D Lagartija, Agua, Ocelote y Lluvia Correlación estadística entre los cargadores de los años y el período histórico. Pero, ¿qué implicaba adelantar el comienzo del año en cuatro días cada medio milenio? Un logro astronómico de gran valor: la solución al problema de los 11 minutos anuales. De hecho, es una solución casi tres 71 veces superior a la del calendario gregoriano pues, mientras este vuelve a acumular un día de error a los 3 200 años, el margen de tiempo que tiene que pasar para que el año civil mesoamericano, rectificado del modo antes descrito, se desajuste en un día, es de 9 100 años. Aclaremos algo: al hablar de un promedio de medio milenio de vigencia para cada cruz de cargadores, estamos haciendo una concesión al modo occidental de contar por decenas. Los mesoamericanos hubieran interpretado esa duración como la acumulación de diez atados o cinco Wewetilistlis, es decir, 520 años. Como sabemos, dicho ciclo existía antes de cualquier ajuste astronómico, ya que era la mitad de una rueda de atados, de modo que fue una cantidad muy cómoda de usar. Ello nos lleva a la siguiente cuestión: si cada cruz de cargadores estuvo vigente durante 520 años y había cinco cruces disponibles, entonces, ¿a cuánto ascendía el ciclo mínimo de rotación de los cargadores? Para calcularlo, basta con multiplicar las cinco cruces por los 520 años: el resultado son 2 600 años o medio Sol. Este mecanismo nos plantea la cuarta regla operativa del calendario, la cual afirma que el año 521 de la serie comenzaba cuatro tonales antes, para conseguir el tercer grado de ajuste astronómico (365,2422 días). Surge una pregunta: ¿por qué no resolvieron los mesoamericanos el desajuste de un día en el momento mismo en que se presentó, es decir, cada 128 años, o bien redondeándolos a 130 años? Por dos razones: 1ro. Porque 128 o 130 no son múltiplos de 52. De haber hecho el ajuste en esos lapsos, no se habría podido insertar en la sincronización de los años civiles con los sagrados y, en consecuencia, no habría sido armónico con otros ciclos del calendario. 2do. Porque, de comenzar el año un día antes (asignando dos tonales sucesivos al mismo día), se habría trocado el simbolismo secundario de los rumbos y los elementos. Por la misma razón, el comienzo retroactivo del año tampoco se habría podido practicar a los 260 años pues, aunque esta cantidad sí es múltiplo del atado, la diferencia de dos días entre los años civil y trópico es apenas la mitad del ciclo mínimo del simbolismo secundario. Sin embargo, el hecho de que los 11 minutos anuales se ajustaran cada 520 años no descarta la posibilidad de que los astrónomos de Anawak aplicaran un ajuste cada 130 años, de un modo provisional y para uso personal. Recordemos que esa cantidad de tiempo se formaba por la multiplicación de la trecena por las mitades del año, de modo que ya estaba prevista. Si acaso existió, dicho ajuste no dejó huella arqueológica y no se puede considerar, ni siquiera hipotéticamente, como un mecanismo del calendario. 72 3.3 El Fuego Nuevo La sincronización astronómica del año en el orden de un día cada nueve milenios permitió a los mesoamericanos verificar el fenómeno de la precesión de los equinoccios y diseñar mecanismos para medirlo. Al estudiar la rueda de los soles, aprendimos que esta servía para medir el ciclo de rotación aparente de la bóveda celeste. Por causa de dicha rotación, el tiempo que le toma a nuestro planeta regresar al mismo punto de su órbita es un poquito más largo si se mide por las estrellas que si se mide por el Sol. El modo de calcular la diferencia consiste en multiplicar el año trópico por el cociente de 26001 entre 26 mil. Esto equivale a 365 días, 6 horas, 9 minutos y 10 segundos, ciclo al que los astrónomos llaman “año sidéreo” o de las estrellas. Pero, ¿cómo podían los astrónomos de Anawak verificar la rotación de la bóveda celeste, si 26 milenios es mucho más tiempo del que duró su civilización? De un modo relativamente sencillo: bastaba con que observaran cada año el ascenso de cierta estrella al centro del cielo y contaran cada cuántos años se retrasaba dicho ascenso en un día. Multiplicando ese lapso por la cantidad de días del año, se obtiene el ciclo de rotación de la estrella y, por extensión, de todo el firmamento. Una observación de ese tipo fue reportada por Sahagún como marco de la conocida festividad del Fuego Nuevo: “Tomaban por señal para esta fiesta el movimiento de las Cabrillas (Pléyades) cuando estaban en medio del cielo a la medianoche… Cuando veían que pasaban del medio, entendían que el movimiento del cielo no cesaba. A esa hora estaban en los cerros circundantes gran cantidad de gentes esperando ver el Fuego Nuevo. Y, en cuanto lo sacaban, levantaban un alarido de alegría (por) que el mundo no se acabara y tuvieran otros 52 años ciertos.” (Historia General IV) La ceremonia del Fuego Nuevo aparece en casi todas las culturas de la Tierra desde tiempos inmemoriales. En Anawak, es probable que se celebrara desde antes del surgimiento del calendario, ya que no depende del consecutivo de los tonales ni se relaciona con el año solar. Lo que le dio valor como herramienta astronómica fue que, en cierto momento de la 73 historia, los sacerdotes la vincularon con el máximo acercamiento de las Pléyades al centro del cielo. ¿Por qué escogieron las Pléyades? Porque este cúmulo, llamado en nawatl Tiankistli, mercado, y Miek, montón, y en maya Mots, racimo, y Tsab, cascabel de serpiente, es muy fácil de ubicar en el cielo. Además, tenía un gran contenido simbólico, pues se consideraba que las Pléyades eran las almas de los 400 jóvenes que asesinó el gigante del mito con motivo del cambio de Sol, de modo que llegaron a ser emblema de las edades. Algunos investigadores consideran que el Fuego Nuevo no se medía por las Pléyades, sino por el paso del Sol por el el nadir o polo inferior de la tierra - un suceso que, en la época mexica, coincidía con el ascenso pleyadiano. Sin embargo, cuatro razones reivindican el dato de Sahagún: 1ro. Los informantes no relacionan al Fuego Nuevo con el Sol, sino específicamente con las Pléyades. 2do. El relieve xochicalca del Fuego Nuevo que estudiamos en la lección 2.5 no señala el paso del Sol por el nadir, sino el inicio de la veintena en que ocurrió el ascenso pleyadiano. 3ro. La Piedra de los Soles muestra que la presencia de estas estrellas era un aspecto medular del rito. En el centro de dicho monumento se representó un rostro con atributos solares y terrestres, lo que sugiere un alineamiento entre ambos astros (el paso del Sol por el cenit o el nadir). Sobre su frente se labró el cargador anual 2 Caña18 . Esa fecha, en combinación con el tonal que le da nombre al quinto Sol (4 Movimiento), revela uno de los sentidos ocultos del monumento pues, por aquella época, el ascenso de las Pléyades al centro del cielo en los años 2 Caña ocurría en un día 4 Movimiento. En correspondencia con este simbolismo, la nebulosa fue representada dos veces en la piedra: en la parte superior, mediante cascabeles de serpiente, y en la parte inferior, mediante espirales formadas por siete estrellas colocadas sobre las narices de los dos dragones que circundan al monumento. 4to. La ceremonia tenía un sentido sideral, no solar, pues, en las representaciones de los códices, el fuego es encendido sobre el cuerpo de una serpiente de fuego y este ser mítico, personificado como el dios Mishkoatl, serpiente de nubes, era el emblema de la Vía Láctea. El encendido del fuego sobre el cuerpo de la galaxia no sólo era un símbolo de renacimiento cósmico, sino que funcionaba como herramienta para medir el ciclo de precesión. 18 Este dato se ha venido ignorando porque las investigaciones del monumento se suelen basar en dibujos, y estos no resuelven correctamente la parte central del relieve. 74 Glifos maya y nawatl de las Pléyades. Correlación del Fuego Nuevo: año 2 Caña, día 4 Movimiento. Piedra de los Soles, relieve mexica. Para entender cómo pudo ser usada esta herramienta, volvamos al giro de las estrellas. Si dividimos 26 mil años por la cantidad de días que tiene un año, el resultado son 71 años y 68 días. Eso significa que, si el calendario hubiese estado perfectamente sincronizado con el movimiento del Sol, los anahuacas habrían observado que, cada 71 años, el ascenso de las Pléyades se trasladaba para el tonal siguiente. Sin embargo, dentro de lapsos de medio milenio, el orden de precisión de aquel calendario era de 0,25 días por año. Por lo tanto, la diferencia perceptible entre el año civil y el de las Pléyades era sólo de 9 minutos y 10 segundos. Para que se acumulara un día, tenían que pasar 157,1 años, es decir, un día dividido entre 9 minutos y 10 segundos. Teniendo en cuenta que esta duración es apenas un año más que tres atados (3 x 52 = 156), es probable que los mesoamericanos, de hecho, midieran y celebraran ese día de diferencia en el Fuego Nuevo que tenía lugar cada tres atados19 . Puesto que el lapso de tres atados cabe ampliamente dentro del marco de los registros históricos y astronómicos de Anawak, no hay dudas de que los mesoamericanos observaron una y otra vez el traslado del ascenso pleyadiano para el día siguiente. En consecuencia, estaban en posibilidad de calcular la duración de todo el ciclo con una razonable aproximación20 . Podemos considerar, pues, que la ceremonia del Fuego Nuevo era un calibrador de años sidéreos y, por extensión, del ciclo de precesión de los equinoccios. La cita de Sahagún que leímos anteriormente se refiere al Fuego Nuevo celebrado en el año 2 Caña de 1507, en el cual los mexicas dieron comienzo a un atado. Si añadimos a esta cita el hecho de que algunos códices emplean el glifo del Fuego Nuevo para representar a los atados, se comprende por qué la mayor parte de la gente, e incluso muchos investigadores, tienen la creencia de que dicha festividad tenía lugar cada 52 años. En los textos de divulgación se ha llegado a afirmar que las 19 El adelanto de un año cada tres atados crea un ciclo casi igual al de precesión de los equinoccios, resultado de multiplicar los tres atados por el tiempo en que se acumula un día de desfase (156 x 157,1 = 24500 años). 20 Les hubiera bastado con multiplicar los tres atados por el ciclo de ajuste de los 11 minutos (520 años) y dividir el resultado por el cociente de dicho ciclo entre los tres atados. 75 Pléydes ascienden al cenit sólo cada 52 años. Esa es una interpretación incorrecta. El Códice Borgia representa los encendidos de cuatro Fuegos Nuevos correspondientes a cuatro trecenios consecutivos llamados 4 Casa, 4 Conejo, 4 Caña y 4 Pedernal. Como vemos, se trata de años sin relación con los años 1 Conejo o 2 Caña, que era cuando tradicionalmente se celebraba la fiesta de los atados. Esta evidencia ha llevado a los investigadores Xavier Noguez y Alfredo López Austin a suponer que el Fuego Nuevo era una festividad anual, lo que explica por qué se simbolizaba mediante un fenómeno astronómico que ocurre cada año: “La aparición del rito de fuego nuevo en las láminas del portador del año del Códice Borgia indica que, hacer el fuego nuevo, puede no haber estado limitado únicamente a la ceremonia de los 52 años, sino que era un componente común de los rituales mexicanos de año nuevo.” (Hombres y Dioses) Fuegos Nuevos celebrados en los años 4 Casa, 4 Conejo, 4 Caña y 4 Pedernal, Códice Borgia. Obsérvese el glifo de las Pléyades en la nariz del dragón de la primera imagen. A esto podemos añadir que, en el Códice Vindobonensis, de origen mixteca, aparecen Fuegos Nuevos encendidos tanto en cuadrienios como en años comunes; el códice Vaticano 3738 describe los Fuegos Nuevos de los años 4 y 8 Caña; el Códice Aubin los relaciona con el año 6 Caña; el cronista nativo Chimalpahim menciona los años 3, 9 y 11 Casa... Sin duda alguna, la ceremonia era anual. Una prueba de lo anterior es que, en el año de 1609, el cual no coincidió con los atados, los trecenios o los cuadrienios, las autoridades coloniales interrumpieran el último encendido no sincrético del que se tiene noticia. He aquí el reporte: “Se encontró, por el testimonio de estos delincuentes, que había en algunos pueblos del Valle (Cuernavaca) algunos viejos que tenían por oficio el sacar el fuego nuevo, que el tal ministro del demonio sacaba con unos palillos. Como se supo por declaración de un indio de Zumpahuacan en Octubre de 1609.” (Jacinto de la Serna, Tratado de las Supersticiones e Idolatrías) Observemos la fecha en que ocurrió esta delación: octubre de 1609, unos días antes del ascenso de las Pléyades (ocurrido el 14 de noviembre de ese año), momento en que los defensores de la tradición calendárica hacían los preparativos para la ceremonia. En conclusión: las fuentes indican que el Fuego Nuevo se celebraba cada año, con ediciones especiales cuando coincidía con los ciclos 76 básicos del calendario a los 4, 13 y 52 años. La razón por la cual, en ocasiones, el glifo del Fuego Nuevo se asociaba al de los atados, era por lo espectacular de la ceremonia que tenía lugar cada 52 años. Mientras que las ofrendas de los años comunes consistían en cargas bien ordenadas y contadas de leña, en los atados, además, se rompían las imágenes, se quemaban los códices y se enterraban los templos, a fin de ejemplificar dramáticamente el cambio de la edad. Es probable que también hubiera ediciones especiales de la ceremonia del Fuego Nuevo cada 520 años, con motivo del cambio de los cargadores, así como al cumplirse la rueda de los atados cada 1040 años. La arqueología ha encontrado evidencias de renovación por fuego, repavimentación y abandono de las ciudades capitales de Anawak en lapsos que se acercan al milenio y al medio milenio. El Fuego Nuevo se conmemora aún en diversas comunidades campesinas de la costa mexicana del Pacífico, pero de un modo muy sincretizado con la religión cristiana. Las ofrendas aún son parecidas a las de la antigüedad, pero el día de la fiesta ya no se calcula por el movimiento del cielo, sino por los aniversarios de los santos católicos. Desde hace algunos años, diversos grupos de la tradición han retomado la ceremonia, restituyéndole su original sentido astronómico. Debido a lenta deriva del cielo, el ascenso de las Pléyades que, al final de la época mexica, ocurría en la noche del 12 al 13 de noviembre, se ha atrasado desde entonces en un día cada 71 años por lo que, en la actualidad, ocurre el 19 de noviembre. 77 Cuarta Parte La correlación gregoriano-anahuaca 4.1 La correlación de los atados Por lo general, quienes investigan el calendario mesoamericano tienen el propósito de correlacionarlo con el calendario cristiano, a fin de poder ubicar en la historia los sucesos registrados en las fuentes prehispánicas. Una correlación calendárica es una equivalencia que se establece entre dos fechas de dos calendarios diferentes; en el caso de Anawak, esto se puede hacer de cinco modos: 1ro. Comparando las referencias independientes que apuntaron los cronistas nativos y europeos sobre los mismos eventos. Este es el método más seguro. 2do. Recurriendo a los fechados comparativos que hicieron algunos cronistas al tratar de explicar el funcionamiento del calendario. 3ro. Tomando como referencia ciertos eventos astronómicos como los equinoccios, solsticios y pasos cenitales, pues, si conocemos el tonal en que ocurrieron, podemos compararlo con la fecha cristiana. 4to. Comparando correlaciones secundarias, es decir, aquellas que no involucran tonales, sino otros ciclos, como la veintena o los días Nemontemi, o bien festividades relacionadas con el calendario. 5to. Comparando entre sí las versiones civil y de Cuenta Larga para llegar a una correlación interna. En las lecciones siguientes emplearemos todos estos métodos. Además, para conseguir una correlación confiable, hay que tener en cuenta tres factores: 1ro. No basta con comparar una fecha cristiana con otra anahuaca, pues alguna de ellas podría estar equivocada. Una correlación seria necesita, al menos, dos fechas de cada calendario que concuerden entre sí. 2do. No basta con comparar fechas, hay que conocer las estructuras de ambos calendarios para aplicar los ajustes que contienen, como pueden ser traslapes, reduplicados y omisiones reglamentarias de días. 78 3ro. Por último, hay que contextualizar las fechas. Eso significa que es inútil comparar diversas correlaciones si no se toman en cuenta las contingencias sufridas por ambos calendarios durante el lapso de tiempo transcurrido entre ellas; por ejemplo, la omisión de diez días en el paso del calendario juliano al gregoriano, o la extinción del mecanismo del bisiesto en el calendario de Anawak poco después de la invasión. Si descuidamos los puntos anteriores, podemos llegar a una correlación parcial, válida por unos pocos meses o años, pero insostenible con el paso del tiempo. O lo contrario: podríamos llegar a dos o más correlaciones aparentemente discordantes, e interpretar esto como un error de las fuentes o como la evidencia de una pluralidad de calendarios. En este punto del curso estamos en posición de ubicar algunos de los ciclos estudiados. Estableceremos primero las correlaciones que quedaron claramente asentadas en las fuentes, y deduciremos a partir de ellas otras menos documentadas. Los atados Comenzaremos por los atados de 52 años, pues han demostrado ser un ciclo clave para la comprensión de este calendario. Pero, antes de parearlos con los años cristianos, tenemos que aclarar un asunto: las evidencias arqueológicas muestran que, durante siglos, la ceremonia del atado se realizó en los años 1 Conejo; sin embargo, los mexicas la trasladaron al año siguiente, 2 Caña. Según el relieve del Monolito de la Fundación del Templo Mayor, el cambio ocurrió en 1454, pero una fuente afirma que se materializó u oficializó un atado más tarde: “El año 1 Conejo en que ataban los años, en 1506 lo cambió Moctezuma a 1507.” (Códice Telleriano-Remensis) A fin de no cometer errores al leer los códices y las crónicas mexicas, es necesario tener en cuenta que los escribas mexicas aplicaron el cambio retroactivamente, describiendo los atados anteriores a 1454 como si también hubieran ocurrido en años 2 Caña. Esto no lo hicieron con el afán de distorsionar la historia, sino para que la información resultara más clara a los lectores21. La transición del atado de los Fuegos Nuevos del año 1 Conejo al 2 Caña. Monolito de la Fundación, escultura mexica. 21 Es un recurso similar al que empleamos en la actualidad cuando decimos, por ejemplo, que Jesús nació en el año 1 de la era cristiana, siendo que esta era se inventó cinco siglos después de su nacimiento. 79 ¿A qué se debió el traslado de la ceremonia? Algunos investigadores especulan que, en la carencia de un mecanismo de ajuste astronómico, se habían acumulado decenas de días de desfase desde la época en que se inventó el calendario, y los mexicas decidieron suprimirlos de una vez. Sin embargo, esta hipótesis enfrenta los siguientes problemas: 1ro. Un hecho tan drástico como la supresión de decenas de tonales habría dejado huellas arqueológicas, pero ninguna fuente lo menciona. 2do. Tal salto habría desajustado todos los mecanismos del calendario, tanto simbólicos como astronómicos. Por ejemplo, habría anulado la relación entre el Fuego Nuevo y el ascenso de las Pléyades. 3ro. Como hemos estudiado, este calendario tenía un elegante mecanismo de corrección de los cuartos de día y, probablemente, también de los 11 minutos anuales, de modo que no necesitaba (ni soportaba) una rectificación tan tosca como la supresión masiva de tonales. La mayor parte de los investigadores considera que la decisión de trasladar la ceremonia al año siguiente tuvo causas “mágicas”, pues los años 1 Conejo quedaron mal aspectados después de una hambruna ocurrida en 1454. A mi juicio, esto quizás ejerció alguna influencia, pero la razón determinante fue un cambio en la forma de contar los ciclos. La expresión “atado de años” se refiere al acumulado de 52 años, es decir, a ciclos transcurridos; por ello, la festividad se representaba mediante un haz de 52 cañas. En otras palabras: lo que se celebraba en los años 1 Conejo no era el comienzo del atado, sino su culminación. Al parecer, los mexicas prefirieron contar ciclos por transcurrir, por lo que trasladaron el evento para el año siguiente (el primero del atado), sin que ello afectara las demás funciones del calendario. Probablemente, en esta decisión influyó el hecho de que, por entonces, el ascenso de las Pléyades en los años 2 Caña ocurría el día 4 Movimiento, simbólicamente asociado con el Fuego Nuevo. Otro asunto a tener en cuenta es que, si bien la ceremonia se realizaba con el ascenso de las Pléyades en noviembre, el año en que terminaba el atado duraba cinco veintenas más, hasta fines de febrero del año siguiente. De modo que la correlación de los atados se puede establecer de dos maneras: en sentido astronómico y en sentido calendárico. Fuego Nuevo de 1507, Códice Telleriano. Aclarado lo anterior, podemos pasar a comparar los atados con las fechas gregorianas. Afortunadamente, varias crónicas reportan la fecha en que comenzó el último de ellos; por ejemplo, afirma Sahagún: “La última solemnidad que hicieron (los mexicas) de este Fuego Nuevo (secular) fue en el año de 1507. El año de 1559 se acabó otra gavilla de 80 años, que ellos llamaban Xiumolpilia. En este no hicieron solemnidad pública porque ya los españoles estaban en esta tierra.” (Historia General) Si contamos bloques de 52 años a partir de 1507, entonces el atado en el que nos encontramos en la actualidad comenzó en febrero de 1975 y se extenderá hasta febrero del 2027, con atadura astronómica en noviembre del 2026. En cuanto al día, ya mencionamos que, en este momento, las Pléyades están ascendiendo al centro del cielo en la noche del 19 de noviembre. La rueda de los atados Por si sola, la correlación anterior no correlaciona la rueda de los atados. Recordemos que esta rueda es un conjunto de 20 atados (1040 años) en los cuales se empataban los tonales de los 52 años vagos con 52 años trópico. Para averiguar cuándo comenzó y cuándo terminará la presente rueda, tenemos que encontrar alguna referencia en las fuentes que vincule a los atados con un número de orden. Al estudiar cómo se formaba esta rueda (lección 2.5), conocimos dos relieves en los que aparecen fechas anuales acompañadas de números que interpretamos como indicadores del atado al que pertenecen. El más antiguo de ellos, de origen xochicalca tardío, tiene el guarismo 1, y el más reciente, de origen mexica, el guarismo 8, lo cual significa que, entre ambos monumentos hay ocho atados - aproximadamente cuatro siglos. Ello coincide con el hecho de la cultura xochicalca se extinguió hacia el siglo 11 de la era cristiana, mientras que los mexicas comenzaron a labrar sus estelas calendáricas en el siglo 15. La comparación entre ambos monumentos nos da una idea aproximada de cuándo comenzó la presente rueda de atados. Para afinar nuestra correlación, tenemos que recurrir a algunas crónicas del área nawatl donde se consignó el número de orden de los atados en relación con los años cristianos; por ejemplo: “Año 2 Caña de 1455: aquí tuvo lugar la octava atadura de nuestros años, los años de la edad chichimeca-mexica.” (Anales de Tecamachalco) “Esta es la atadura número nueve, ocurrida en el año 2 Caña (de 1507), según el calendario de los viejos.” (Tezozomoc, Crónica Mexicayotl) Por lo general, se considera que estos textos se refieren a la cantidad de atados que celebraron los mexicas durante su éxodo a través de Anawak; sin embargo, las afirmaciones guardan una estrecha relación con el relieve de Xochicalco. Puesto que los xochicalcas fueron un pueblo independiente y anterior a los mexicas, podemos concluir que los números 81 de orden no eran exclusivos de este último pueblo, sino que constituían una forma de contar atados común a todos los anahuacas. En mi opinión, tanto los relieves como las citas de los cronistas se refieren a un consecutivo, es decir, a un mecanismo calendárico, y este sólo pudo haber sido el de las ruedas de atados. Los datos anteriores tienen peso suficiente como para basar en ellos la correlación de esta rueda, que se plantea así: si el octavo ciclo se ató en 1455 y el noveno en 1507, entonces el primero se ató en el año 2 Caña de 1091, habiéndose celebrado astronómicamente a fines del 1090. El cronista Chimalpahim corrobora esta deducción al afirmar: “(Los mexicas) celebraron su primer atado en el año de 1091, en Acahualtzingo, cerca de San Juan del Río.” (Relaciones de Chalco) Restando 52 años al 1091 llegamos al 1039, primer año del primer atado de la presente rueda. Por lo tanto, el último atado de la rueda anterior se celebró en noviembre del 1038. A partir de ahí, podemos ordenar los 20 atados de esta rueda, así como determinar sus cargadores o nombres propios, de acuerdo con el excedente de 13 días con respecto a los años trópico que ya estudiamos. El resultado lo vemos en la siguiente tabla, donde se han contado períodos de tiempo por transcurrir con fechas gregorianas: Correlación y cargadores de los atados de la presente rueda a partir de la celebración del Fuego Nuevo 1º 2º 3º 4º 5º 6º 7º 8º 9º 10º 5 nov. 1038 6 nov. 1090 7 nov. 1142 8 nov. 1194 9 nov. 1246 10 nov. 1298 10 nov. 1350 10 nov. 1402 11 nov. 1454 12 nov. 1506 1 Conejo 1 Dragón 1 Ocelote 1 Venado 1 Flor 1 Caña 1 Muerte 1 Lluvia 1 Hierba 1 Serpiente 11º 12º 13º 14º 15º 16º 17º 18º 19º 20º 12 nov. 1558 13 nov. 1610 14 nov. 1662 15 nov. 1714 15 nov. 1766 16 nov. 1818 17 nov. 1870 17 nov. 1922 18 nov. 1974 19 nov. 2026 al 20 nov. 2078 1 Pedernal 1 Mono 1 Lagartija 1 Movimiento 1 Perro 1 Casa 1 Buitre 1 Agua 1 Viento 1 Águila La correlación anterior nos permite ubicar los dos tipos de hemiciclos (simétricos y asimétricos) en que se organizaba la rueda de los atados, considerando que estos últimos tienen dos formas posibles de organización. 82 Simétricos (520 años) Primero: 1038 a 1558 Segundo: 1558 a 2078 Asimétricos (676 y 364 años) Primera posibilidad 1038 a 1402 1402 a 2078 Segunda posibilidad 1038 a 1714 1714 a 2078 Las ruedas de atados y los soles La correlación de las ruedas de atados trae a colación otra interrogante: ya sabemos que cada sol tiene cinco ruedas; ¿será posible determinar en cuál de ellas nos encontramos en la actualidad? Si. Según estudiamos en la lección 2.6, el Códice Chimalpopoca afirma que, en la época de los toltecas de Tula, “ya habían pasado cuatro eras del Quinto Sol”. Si esta interpretación es correcta, entonces nos encontramos en la quinta y última rueda de atados del presente Sol, de la que ya conocemos el momento inicial. A partir de ahí, podemos correlacionar las demás ruedas, tanto en años sidéreos o pleyadianos (es decir, a partir del Fuego Nuevo) como en años civiles con rectificación astronómica. Ambas correlaciones quedan recogidas en esta tabla: Ruedas En años sidéreos 1ra. 2da. 3ra. 4ta. 5ta. En años civiles 8 sept. 3123 a. C. 23 sept. 2083 a. C. 7 oct. 1043 a. C. 22 oct. 3 a. C. 5 nov. 1038 al 20 nov. 2078 20 feb. 3122 a. C. 20 feb. 2082 a. C. 21 feb. 1042 a. C. 21 feb. 2 a. C. 21 feb. 1039 al 16 feb. 2079 A su vez, la determinación de los límites del Quinto Sol nos permite ubicar los demás soles, restándoles bloques de 5200 años. Sólo hay que tener en cuenta que sus puntos de inicio retroceden con saltos de 73 días por causa del corrimiento de la eclíptica. El resultado es el siguiente, en fechas gregorianas: 1ro. Sol de Agua, 20 de noviembre del 23 924 a. C. 2do. Sol de Tierra, 1º de febrero del 18 723 a. C. 3ro. Sol de Fuego, 15 de abril del 13 523 a. C. 4to. Sol de Viento, 27 de junio del 8 323 a. C. 83 5to. Sol de Movimiento, 8 de septiembre del 3123 a. C. al 20 de noviembre del 2078 d. C. En conclusión: podemos determinar que el presente año 2009 es el número 34 del penúltimo atado (1975 a 2027) de la quinta rueda (1039 a 2079) del Quinto Sol (3122 a. C. a 2079) del presente ciclo de precesión de los equinoccios (23 922 a. C. a 2079). 4.2 La correlación del año y la cruz de cargadores La ubicación cronológica de las ruedas de atados correlaciona los nombres de los años, pues se sabe que la última ceremonia pública de un atado de Fuegos Nuevos se celebró en el año 2 Caña de 1507. A partir de ahí, podemos ordenar los años civiles. Quedan muchos otros datos que confirman esta correlación; por ejemplo, numerosas crónicas afirman que la llegada de Hernán Cortés al territorio mexicano ocurrió en el año 1 Caña de 1519. También se redactaron decenas de códices con posterioridad a la invasión, en los cuales se correlacionaron los cargadores anuales con los años julianos y gregorianos. Guiándonos por esas fuentes y calculando hasta la actualidad, resulta que el presente 2009 se llama 10 Casa. Correlación anahuaca-juliana. Códice Telleriano. Sin embargo, sabemos que, en algún momento después de la caída de Tenochtitlan, la rueda de los cargadores rotó de nuevo. Los mexicas y la mayor parte de los anahuacas no pudieron aplicar dicho ajuste porque, para entonces, su cultura había sido aplastada y muertos los sacerdotes que conocían los mecanismos sutiles del calendario. Pero los mayas, quienes aún disfrutaban de independencia política, sí tuvieron tiempo de implementar los nuevos cargadores, a los que llamaremos “coloniales”. Puesto que la sustitución de las cruces consiste en comenzar retroactivamente el año en cuatro días, para convertir los cargadores postclásicos a coloniales basta con restarles cuatro tonales. Rebautizado así, el año 2009 lleva el nombre de 6 Lluvia. Dicho traslado no modifica en 84 absoluto el funcionamiento del mecanismo de los tonales, de modo que los días mantienen su consecutivo y se siguen llamando igual. El cambio de nombre no significa que sea incorrecto emplear los cargadores postclásicos en la actualidad, sino que estos han perdido exactitud astronómica. De modo que es tan lícito llamar al 2009 “6 Lluvia” como “10 Casa”, siempre que tengamos en cuenta que este último cargador cae varios días después del evento astronómico de referencias, cuya naturaleza estudiaremos en una próxima lección. La cruz de cargadores Ahora bien, para establecer una correlación correcta, no basta con saber qué cargadores son los equivalentes coloniales de los años postclásicos, también tenemos que definir en qué momento tuvo lugar el cambio de las cruces de cargadores. Las fuentes son unánimes en afirmar que los cargadores vigentes durante el Período Postclásico fueron Casa, Conejo, Caña y Pedernal, los cuales aún se usaban cuando cayó Tenochtitlan en 1521. Sin embargo, cuando se redactó el libro de Chilam Balam de Chumayel22 en 1596, ya estaba vigente una nueva cruz compuesta por los signos de Lagartija, Agua, Ocelote y Lluvia. Esto nos da un margen de tiempo para buscar el cambio, entre los años de 1521 y 1596. Para llegar a un ajuste más fino, tenemos que proceder por deducción. Ya conocimos la existencia de dos consecutivos de tonales a los que llamamos bases A y B, el primero continuo y el segundo, en el que se duplicaba un tonal cada cuatro años. Esto establecía un ciclo de 1040 años (resultado de multiplicar los 260 tonales por los cuatro años) en el cual, los años vagos y los rectificados se empataban en una misma combinación, permitiendo la aplicación de los mecanismos concernientes a ambos tipos de año, como es el caso de la sustitución de las cruces de cargadores. La base B surgió con posterioridad a la base A, pues contenía un mecanismo de rectificación astronómica que, necesariamente, se tuvo que aplicar sobre un mecanismo previo no ajustado. Por lo tanto, es razonable suponer que ambas series partieron de un estado básico de sincronización y fueron divergiendo poco a poco, para coincidir de nuevo tres o cuatro veces durante la historia de Anawak. 22 Los textos de Chilam Balam son apuntes que hicieron los sacerdotes mayas durante la Colonia con el propósito de conservar sus tradiciones. El de Chumayel es el más antiguo. 85 Si el comienzo retroactivo del año en cuatro días cada medio milenio se calculó a partir de dicho estado de sincronización, entonces es obvio dónde hay que buscar el cambio de los cargadores: en los lapsos de cuatro años en los que ambas bases de tonales coincidían, así como, por defecto, en la mitad de ese ciclo. En la lección pasada establecimos que una de esas sincronizaciones ocurrió en el año 1 Conejo de 1038-1039, cuando comenzó la presente rueda de atados. 520 años más tarde llegamos a año 1 Conejo de 1558-1559. Este cuadrienio encaja en el margen de tiempo que ofrece la caída de Tenochtitlan y la redacción del primer libro de Chilam Balam, y es un buen momento para ubicar la sustitución de los cargadores postclásicos por los coloniales. En los textos mayas encontramos alusiones a años postclásicos denominados con cargadores coloniales. En este caso ocurre lo mismo que con los atados de las crónicas mexicas: los nuevos cargadores se aplicaron retroactivamente para aclarar las cuentas a los lectores. Pero, como estudiaremos en el capítulo 4.8, hay pruebas de que, durante la primera mitad del siglo 16, los mayas emplearon los mismos cargadores que los demás anahuacas. Si el mecanismo de ajuste astronómico ha sido correctamente descifrado, entonces el año 2 Caña de 1559-1560 debió comenzar cuatro días antes, trasladando su cargador para el tonal 11 Agua, el primero de la serie colonial. Esta serie aún está vigente pero, como ya han transcurrido más de cuatro siglos desde su implementación, su período de ajuste astronómico está a punto de concluir. El único modo de sincronizarla de nuevo con el movimiento del cielo consiste en echar a andar la siguiente serie de cargadores. Año Cargadores Cargadores postclásicos actuales Año Cargadores Cargadores postclásicos actuales 86 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020 2021 2022 2023 2024 2025 2026 2027 2028 2029 2030 2031 2032 2033 2034 2035 2036 2037 2038 2039 2040 2041 2042 2043 2044 2045 2046 2047 2048 2049 2050 2051 2052 2053 2054 2055 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua 2056 2057 2058 2059 2060 2061 2062 2063 2064 2065 2066 2067 2068 2069 2070 2071 2072 2073 2074 2075 2076 2077 2078 2079 2080 2081 2082 2083 2084 2085 2086 2087 2088 2089 2090 2091 2092 2093 2094 2095 2096 2097 2098 2099 2100 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal Casa Conejo Caña Pedernal 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Serpiente Perro Águila Flor Serpiente Perro Águila Flor Serpiente Perro Águila Flor Serpiente Perro Águila Flor Serpiente Perro Águila Flor Serpiente Perro ¿Cuándo deberá ocurrir dicho cambio? Para calcularlo, hay que sumar 520 años al momento en que ocurrió el anterior, lo cual nos lleva a febrero 87 del 2079, fin de la presente rueda de atados. Ese año, que con los cargadores postclásicos debería llamarse 2 Caña y con los coloniales 11 Agua, trasladará su cargador al tonal 7 Serpiente, el primero de una cruz compuesta por los signos de Serpiente, Perro, Águila y Flor. Como dicho evento coincide con el fin del Quinto Sol y el comienzo de una nueva serie de soles, propongo llamar a estos cargadores “la cruz del nuevo Sol”. Nombres de los años restantes del siglo 21 con los cargadores postclásicos y sus equivalentes astronómicamente actualizados. 4.3 La correlación del tonal En esta lección correlacionaremos los tonales con las fechas cristianas. En teoría, esta es una tarea relativamente sencilla, pues se conservan decenas de fechamientos pareados. Sin embargo, en la práctica se complica de tal modo, que es difícil encontrar dos investigadores que lleguen a la misma conclusión. Las diferencias se deben al modo como se interpreta el mecanismo del calendario. Como sabemos, los grupos de la tradición del Altiplano aceptan la existencia de ajustes astronómicos, pero dejan de contar los días finales del año para que cada año inicie en Dragón. Como las fuentes no respaldan este criterio, se ven forzados desechar todas las correlaciones establecidas por los cronistas, tanto nativos como españoles, excepto una: la caída de Tenochtitlan. Por su parte, los investigadores académicos suelen aplicar correctamente el mecanismo de los cargadores, pero descartan la existencia de ajustes astronómicos, lo cual también les obliga a desechar la mayor parte de las correlaciones, escogiendo alguna que coincida con sus hipótesis particulares23. Ambos enfoques presentan el mismo problema pues, si únicamente establecemos un punto común entre los tonales y los días cristianos, podemos probar cualquier criterio preconcebido que tengamos respecto a la estructura e inicio del año. Como ya mencionamos, para obtener un 23 Algunos investigadores, como Alfonso Caso y Rafael Tena, han enfocado el problema de la correlación del año civil a partir de un conjunto de fechamientos pareados. De hecho, en esta investigación se llega a una conclusión muy parecida a la de Tena. 88 resultado confiable es necesario comparar, al menos, dos correlaciones, y estas deben estar lo suficientemente alejadas entre sí como para evidenciar los mecanismos calendáricos de mediano y largo plazo. Sin embargo, esto plantea otro problema pues, mientras más tardía es una correlación, más posibilidades hay de que haya recibido influencias del calendario cristiano. Por ello, en el siguiente análisis nos basaremos en siete correlaciones realizadas hasta 1525 (el primer bisiesto mesoamericano después de la invasión), es decir, cuando el calendario anahuaca aún funcionaba en todo su esplendor. Debido a la más conocida de ellas (la caída de Tenochtitlan), y porque no sólo proporcionan siete fechamientos individuales, sino también un conjunto de datos susceptibles de ser analizados como una ecuación matemática, les llamaremos “la ecuación de Tenochtitlan”. 1 El primer fechamiento tuvo lugar cuando el explorador Juan de Grijalva llegó a la costa de Veracruz. El libro de a bordo afirma que ello ocurrió entre el 12 y el 15 de junio de 1518, pero los informantes de Motolinia fecharon el evento con precisión: “Vinieron dos navíos y fueron recibidos en la Veracruz. El día que llegaron se dice Ce Tochtli (1 Conejo).” (Teogonía e Historia de los Mexicanos) Esto plantea la correlación: el día 1 Conejo del año 13 Conejo cayó entre el 12 y el 15 de junio de 1518. 2 El segundo fechado corresponde a la llegada de Hernán Cortés a la capital mexica, que el propio conquistador describió así: “Permanecimos (en México) desde el 8 de noviembre hasta mayo de 1520.” (Cartas de Relación II) Confirma el dato el cronista nativo Chimalpahim Cuauhtlehuanitzin: “Al otro día (8 de noviembre) salió Motecuhzoma con su sobrino Cacama y su hermano Cuitlahua y toda su corte a recibir a Cortés.” (13ra. Relación) Tanto Chimalpahim como los informantes de Sahagún afirman que ese día se llamó 8 Viento, estableciendo otra equivalencia, según la cual, el día 8 Viento del año 1 Caña correspondió al 8 de noviembre de 1519. 3 El tercer evento fue la matanza de los nobles mexicas por Pedro de Alvarado, un hecho que, según Alba Ixtlilxochitl, tuvo lugar en la fiesta de 89 la veintena de Toshkatl. El momento exacto se infiere de las declaraciones de varios cronistas, quienes afirman que las fiestas de las veintenas se celebraban en su último día. Sahagún añade que ya habían pasado 195 días desde la llegada de los españoles a Tenochtitlan; si se suma ese lapso al 8 de noviembre de 1519, llegamos al 21 de mayo de 1520. De modo que aquí tenemos una tercera correlación, no de tonal, sino de veintena, la cual afirma que el último día de la veintena de Toshkatl correspondió al 21 de mayo de 1520. 4 La cuarta correlación también es de veintena; se estableció en la llamada “noche triste”, cuando las tropas mexicas rechazaron a los españoles. Hernán Cortés escribió que ello ocurrió en la noche del 30 de junio al 1ro. de julio de 1520. La fecha anahuaca no fue reportada, pero Chimalpahim Cuauhtlehuanitzin y el autor de los Anales de México-Azcapotzalco informan que la guerra tuvo lugar en el último día de la veintena de Tekuilwitontli. Tenemos, pues, la siguiente correlación: el 30 de junio de 1520 terminó la veintena de Tekuilwitontli del año 2 Pedernal. 5 El siguiente fechamiento es la caída de Tenochtitlan, que Bernal Díaz del Castillo reporta así: “Se rindió Guatemuz (Kuauʼtemok) y sus capitanes en el 13 de agosto, año de 1521, gracias a Nuestro Señor.” (Historia verdadera de la conquista de la Nueva España) La fecha anahuaca fue reportada por numerosos informantes nativos; he aquí dos ejemplos: “Cuando fuimos derrotados era el año 3 Casa y el día 1 Serpiente.” (Códice Florentino) “En el año 3 Casa fue cuando pereció la ciudad, en el día 1 Serpiente.” (Unos Anales históricos de la nación mexicana) Esta quinta correlación dice que el día 1 Serpiente del año 3 Casa correspondió al 13 de agosto de 1521. 6 El sexto evento fue la entrada del conquistador Alvarado - a quien los nativos apodaron Tonatiuʼ, el sol - al territorio quiché. Los Anales de los Cakchiqueles lo describen así: “Durante ese año (de 6 Pedernal) llegaron los hombres de Castilla... en el (día) 1 Conejo. Entonces los de Queche fuimos matados por los castellanos, comandados por Tonatiuh.” 90 Las crónicas españolas afirman que el hecho ocurrió el 22 de febrero de 1524. De ahí se extrae la equivalencia: el día 1 Conejo del año 6 Pedernal correspondió al 22 de febrero de 1524. 7 Una correlación cercana a la anterior fue establecida en la siguiente cita: “Tonatiuh salió de la ciudad (de Gumarcaah). Entonces los zutujiles fueron muertos por los hombres de Castilla en el (día) 7 Muerte.” (Anales de los Cakchiqueles) Según la historia española, Alvarado abandonó la ciudad de Gumarcaah el 19 de abril y entabló batalla contra los quichés al día siguiente, lo cual establece la correlación: el día 7 Muerte del año 6 Pedernal fue el 20 de abril de 1524. Hemos ubicado estas correlaciones en las siguientes tablas a fin de que el lector verifique su correspondencia. Las relaciones que se establecen entre sus fechas contienen abundante información calendárica que analizaremos en próximas lecciones; por ahora, observemos algunos detalles: 1ro. En todos los casos, las fuentes anahuacas y españolas coinciden. Esto sólo puede entenderse como una extraordinaria casualidad, o bien como la prueba de que estas tablas contienen la equivalencia correcta entre los tonales y los días cristianos. 2do. Aunque seis de los fechados fueron realizados por cronistas independientes y de diversos pueblos, hay una perfecta sincronía entre ellos, demostrando que el calendario era uno en todo el territorio. 3ro. Las fechas se engarzan en una serie continua de tonales, lo cual prueba que los tonales no se interrumpían por causa de los cinco días finales del año. Si contáramos aparte esos días, entonces sólo podríamos ubicar en su sitio una cualquiera de las correlaciones, y las demás quedarían como un inexplicable error de los cronistas nativos. 4to. Se demuestra que todas las veintenas comenzaban en el mismo signo que le daba nombre al año, lo cual no sólo verifica el mecanismo que hemos estudiado en este curso sino que, de paso, correlaciona las veintenas. 5to. Se corrobora la existencia de un bisiesto mesoamericano pues, si no reduplicamos un tonal al final del año Pedernal de 1520, las últimas tres correlaciones se adelantarían en un día con respecto a lo que dicen las fuentes. Observaciones: 1. Las siguientes tablas contienen fechas julianas; para transformarlas a gregorianas hay que sumarles diez días. Las veintenas han sido 91 separadas con una línea. Las correlaciones, los cargadores y el día reduplicado se señalan con un recuadro. 2. Se han saltado los año 4 Conejo y 5 Caña (1522 y 1524) a fin de no presentar tablas carentes correlación. El lector interesado puede comprobar la continuidad de los tonales, contando los días transcurridos en los años omitidos, dividiéndolos por 13 y 20, sumando los residuos al último tonal del año 3 Casa y comparando el resultado con el primer tonal del año 6 Pedernal. 92 Año 13 Conejo 12 de febrero de 1518 al 11 de febrero de 1519. En 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Feb 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Mar 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila 93 Abr 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp Mayo 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Jun 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Primera correlación: el día 1 Conejo del año 13 Conejo cayó entre el 12 y el 15 de junio de 1518. Caída del cargador 13 Conejo: 3 de mayo juliano. Jul 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Ag 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Sep 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. 94 Oct 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Nov 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Dic 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Año 1 Caña 12 de febrero de 1519 al 11 de febrero de 1520. En 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Feb Mar 1 Viento 2 Casa 3 Lagart. 4 Serp. 5 Muerte 6 Venado 7 Conejo 8 Agua 9 Perro 10 Mono 11 Hierba 12 Caña 13 Ocelote 1 Águila 2 Buitre 3 Movim. 4 Peder. 5 Lluvia 6 Flor 7 Dragón 8 Viento 9 Casa 10 Lagart. 11 Serp. 12 Muerte 13 Venado 1 Conejo 2 Agua 3 Perro 4 Mono 5 Hierba 6 Caña 7 Ocelote 8 Águila 9 Buitre 10 Movim. 11 Peder. 12 Lluvia 13 Flor 1 Dragón 2 Viento 3 Casa 4 Lagart. 5 Serp. 6 Muerte 7 Venado 8 Conejo 9 Agua 10 Perro 11 Mono 12 Hierba 13 Caña 1 Ocelote 2 Águila 3 Buitre 4 Movim. 5 Peder. 6 Lluvia 7 Flor Abr 95 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mayo 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Jun 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Segunda correlación: el día 8 Viento del año 1 Caña correspondió al 8 de noviembre de 1519. Caída del cargador 1 Caña: 3 de mayo juliano. Jul 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Ag 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Sep 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa 96 Oct Nov 9 Lagart. 10 Serp. 11 Muerte 12 Venado 13 Conejo 1 Agua 2 Perro 3 Mono 4 Hierba 5 Caña 6 Ocelote 7 Águila 8 Buitre 9 Movim. 10 Peder. 11 Lluvia 12 Flor 13 Dragón 1 Viento 2 Casa 3 Lagart. 4 Serp. 5 Muerte 6 Venado 7 Conejo 8 Agua 9 Perro 10 Mono 11 Hierba 12 Caña 13 Ocelote 1 Águila 2 Buitre 3 Movim. 4 Peder. 5 Lluvia 6 Flor 7 Dragón 8 Viento 9 Casa 10 Lagart. 11 Serp. 12 Muerte 13 Venado 1 Conejo 2 Agua 3 Perro 4 Mono 5 Hierba 6 Caña 7 Ocelote 8 Águila 9 Buitre 10 Movim. 11 Peder. 12 Lluvia 13 Flor 1 Dragón 2 Viento 3 Casa 4 Lagart Dic 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Año 2 Pedernal 12 de febrero de 1520 al 11 de febrero de 1521. En 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Feb 2 Venado 3 Conejo 4 Agua 5 Perro 6 Mono 7 Hierba 8 Caña 9 Ocelote 10 Águila 11 Buitre 12 Movim. 13 Peder. 1 Lluvia 2 Flor 3 Dragón 4 Viento 5 Casa 6 Lagart. 7 Serp. 8 Muerte 9 Venado 10 Conejo 11 Agua 12 Perro 13 Mono 1 Hierba 2 Caña 3 Ocelote 4 Águila Mar Abr 5 Buitre 6 Movim. 7 Peder. 8 Lluvia 9 Flor 10 Dragón 11 Viento 12 Casa 13 Lagart. 1 Serp. 2 Muerte 3 Venado 4 Conejo 5 Agua 6 Perro 7 Mono 8 Hierba 9 Caña 10 Ocelote 11 Águila 12 Buitre 13 Movim. 1 Peder. 2 Lluvia 3 Flor 4 Dragón 5 Viento 6 Casa 7 Lagart. 8 Serp. 9 Muerte 97 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Mayo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Jun 6 Conejo 7 Agua 8 Perro 9 Mono 10 Hierba 11 Caña 12 Ocelote 13 Águila 1 Buitre 2 Movim. 3 Peder. 4 Lluvia 5 Flor 6 Dragón 7 Viento 8 Casa 9 Lagart. 10 Serp. 11 Muerte 12 Venado 13 Conejo 1 Agua 2 Perro 3 Mono 4 Hierba 5 Caña 6 Ocelote 7 Águila 8 Buitre 9 Movim. Tercera correlación: el 21 de mayo de 1520 terminó la veintena de Toshkatl del año 2 Pedernal. Cuarta correlación: el 30 de junio de 1520 terminó la veintena de Tekuilwitontli del año 2 Pedernal. Caída del cargador 2 Pedernal: 2 de mayo juliano. Día reduplicado: 9 de febrero de 1521. Jul 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Ag 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Sep Oct Nov 7 Flor 8 Dragón 9 Viento 10 Casa 11 Lagart. 12 Serp. 13 Muerte 1 Venado 2 Conejo 3 Agua 4 Perro 5 Mono 6 Hierba 7 Caña 8 Ocelote 9 Águila 10 Buitre 11 Movim. 12 Peder. 13 Lluvia 1 Flor 2 Dragón 3 Viento 4 Casa 5 Lagart. 6 Serp. 7 Muerte 8 Venado 9 Conejo 10 Agua 11 Perro 12 Mono 13 Hierba 1 Caña 2 Ocelote 3 Águila 4 Buitre 5 Movim. 6 Peder. 7 Lluvia 8 Flor 9 Dragón 10 Viento 11 Casa 12 Lagart. 13 Serp. 1 Muerte 2 Venado 3 Conejo 4 Agua 5 Perro 6 Mono 7 Hierba 8 Caña 9 Ocelote 10 Águila 11 Buitre 12 Movim. 13 Peder. 1 Lluvia 2 Flor 3 Dragón 4 Viento 5 Casa 6 Lagart. 7 Serp. 8 Muerte 9 Venado 10 Conejo 11 Agua 12 Perro 13 Mono 1 Hierba 2 Caña 3 Ocelote 4 Águila 5 Buitre 6 Movim. 7 Peder. 8 Lluvia 9 Flor 10 Dragón 11 Viento 12 Casa 13 Lagart. 1 Serp. 2 Muerte 3 Venado 4 Conejo 5 Agua 6 Perro 98 Dic 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Año 3 Casa 12 de febrero de 1521 al 11 de febrero de 1522. En 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Feb Mar Abr 4 Caña 5 Ocelote 6 Águila 7 Buitre 8 Movim. 9 Peder. 10 Lluvia 11 Flor 11 Flor 12 Dragón 13 Viento 1 Casa 2 Lagart. 3 Serp. 4 Muerte 5 Venado 6 Conejo 7 Agua 8 Perro 9 Mono 10 Hierba 11 Caña 12 Ocelote 13 Águila 1 Buitre 2 Movim. 3 Peder. 4 Lluvia 5 Flor 6 Dragón 7 Viento 8 Casa 9 Lagart. 10 Serp. 11 Muerte 12 Venado 13 Conejo 1 Agua 2 Perro 3 Mono 4 Hierba 5 Caña 6 Ocelote 7 Águila 8 Buitre 9 Movim. 10 Peder. 11 Lluvia 12 Flor 13 Dragón 1 Viento 2 Casa 3 Lagart. 4 Serp. 5 Muerte 6 Venado 7 Conejo 8 Agua 9 Perro 99 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Mayo 1 Dragón 2 Viento 3 Casa 4 Lagart. 5 Serp. 6 Muerte 7 Venado 8 Conejo 9 Agua 10 Perro 11 Mono 12 Hierba 13 Caña 1 Ocelote 2 Águila 3 Buitre 4 Movim. 5 Peder. 6 Lluvia 7 Flor 8 Dragón 9 Viento 10 Casa 11 Lagart. 12 Serp. 13 Muerte 1 Venado 2 Conejo 3 Agua 4 Perro 5 Mono Jun 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Quinta correlación: el día 1 Serpiente del año 3 Casa correspondió al 13 de agosto de 1521. Caída del cargador 3 Casa: 3 de mayo juliano. Jul 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Ag 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Sep Oct Nov Dic 7 Lagart. 8 Serp. 9 Muerte 10 Venado 11 Conejo 12 Agua 13 Perro 1 Mono 2 Hierba 3 Caña 4 Ocelote 5 Águila 6 Buitre 7 Movim. 8 Peder. 9 Lluvia 10 Flor 11 Dragón 12 Viento 13 Casa 1 Lagart. 2 Serp. 3 Muerte 4 Venado 5 Conejo 6 Agua 7 Perro 8 Mono 9 Hierba 10 Caña 11 Ocelote 12 Águila 13 Buitre 1 Movim. 2 Peder. 3 Lluvia 4 Flor 5 Dragón 6 Viento 7 Casa 8 Lagart. 9 Serp. 10 Muerte 11 Venado 12 Conejo 13 Agua 1 Perro 2 Mono 3 Hierba 4 Caña 5 Ocelote 6 Águila 7 Buitre 8 Movim. 9 Peder. 10 Lluvia 11 Flor 12 Dragón 13 Viento 1 Casa 2 Lagart 3 Serp. 4 Muerte 5 Venado 6 Conejo 7 Agua 8 Perro 9 Mono 10 Hierba 11 Caña 12 Ocelote 13 Águila 1 Buitre 2 Movim. 3 Peder. 4 Lluvia 5 Flor 6 Dragón 7 Viento 8 Casa 9 Lagart. 10 Serp. 11 Muerte 12 Venado 13 Conejo 1 Agua 2 Perro 3 Mono 4 Hierba 5 Caña 6 Ocelote 7 Águila 8 Buitre 9 Movim. 10 Peder. 11 Lluvia 12 Flor 13 Dragón 1 Viento 2 Casa 3 Lagart. 4 Serp. 5 Muerte 6 Venado 7 Conejo 8 Agua 9 Perro 10 Mono 11 Hierba 12 Caña 13 Ocelote 1 Águila 2 Buitre 3 Movim. 4 Peder. 5 Lluvia 6 Flor 7 Dragón 8 Viento 9 Casa 10 Lagart. 11 Serp. 100 Año 6 Pedernal 12 de febrero de 1525 al 11 de febrero de 1526 En 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 Movim. Pedern. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Feb 7 8 9 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Mar 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 Abr Buitre Movim. Pedern. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte 1 Venado 2 Conejo 3 Agua 4 Perro 5 Mono 6 Hierba 7 Caña 8 Ocelote 9 Águila 10 Buitre 11 Movim. 12 Peder. 13 Lluvia 1 Flor 2 Dragón 3 Viento 4 Casa 5 Lagart. 6 Serp. 7 Muerte 8 Venado 9 Conejo 10 Agua 11 Perro 12 Mono 13 Hierba 1 Caña 2 Ocelote 3 Águila 4 Buitre Mayo 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Jun 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Peder. Lluvia Flor Dragón Viento Casa Lagart. Serp. Muerte Venado Conejo Agua Perro Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movim. Sexta correlación: el día 1 Conejo del año 6 Pedernal correspondió al 22 de febrero de 1524. Séptima correlación: el día 7 Muerte del año 6 Pedernal correspondió al 20 de abril de 1524. Caída del cargador 6 Pedernal: 2 de mayo. 101 4.4 La correlación del cargador Otra de las revelaciones de la Ecuación de Tenochtitlan es la correlación del cargador, es decir, el día en que caía el tonal que le daba nombre al año. Algunos investigadores consideran que el año tomaba el nombre de su día inicial, otros, que del último día. Sin embargo, las tablas que acabamos de estudiar nos permiten salir de dudas, pues demuestran que el cargador siempre cayó en el interior del año, en un día equivalente al 3 de mayo juliano, excepto en los bisiestos de 1520 y 1524, cuando se trasladó para el día anterior. A partir de la correlación de las veintenas, podemos determinar que ese día era el primero de la quinta veintena, llamada Toshkatl, guirnalda de maíz. Apropiadamente, las fuentes reportan que en ella se realizaba la fiesta del calendario, que era el equivalente mesoamericano de nuestra festividad de año nuevo. “Se juntaba toda la ciudad para celebrar la fiesta del calendario, que ya dijimos se llama Toxcoatl (Toshkatl).” (Joseph de Acosta, Historia Natural y Moral de las Indias) “El quinto mes recibía el nombre de Toxcatl. En su primer día hacían una gran fiesta en honor al dios de los dioses, Tezcatlipoca. Esta era la principal de todas las fiestas.” (Sahagún, Historia General) Se comprende por qué la festividad se dedicaba al principal de los dioses, Teskatlipoka, humo del espejo, pues, según aquellas creencias, este ser sostenía al Universo, una función similar a la del tonal cargador. Surge la pregunta: ¿por qué eligieron los anahuacas el día 3 de mayo juliano (equivalente al 13 de mayo gregoriano) como representativo del año? Por razones astronómicas. Ocurre que, en ese día, el Sol pasa por el centro del cielo en la latitud de 18 grados norte, a la que llamaremos en adelante “latitud epónima o denominadora”. Para entender qué importancia tiene esto, hablemos de los pasos cenitales del Sol. En la zona tropical de la Tierra es posible observar un fenómeno peculiar: en ciertos días del año los objetos no arrojan sombra al mediodía, pues los rayos del Sol caen en forma perpendicular sobre el suelo. La franja donde ello ocurre se extiende hasta los 23,5 grados norte 102 y sur, límites que reciben los nombres de trópicos de Cáncer y Capricornio, respectivamente. Dichos límites se forman del siguiente modo: el eje de rotación de nuestro planeta no es perpendicular a su plano de traslación en torno al Sol, sino que está inclinado en un ángulo de 23 y medio grados. Por tal razón, un hemisferio recibe más luz y calor que el otro durante la mitad del año, lo cual genera el ciclo de las estaciones. Sólo en la franja tropical puede pasar el Sol por el centro del cielo en algún momento del año; en el trópico de Cáncer pasa en el solsticio de verano, en el de Capricornio, en el solsticio de invierno, y en el Ecuador pasa en los equinoccios. En el resto de la franja tropical pasa dos veces al año con distintos intervalos de tiempo, según la latitud. Los pueblos que viven al norte o al sur de la franja tropical no pueden observar los pasos cenitales del Sol pues, en esas latitudes, el astro siempre presenta una inclinación hacia el sur o hacia el norte. Es por ello que las antiguas culturas de las zonas medias de Europa y Asia, e incluso algunas más sureñas, como las de Egipto, Indochina y la India, no aprovecharon un fenómeno tan exacto para calibrar sus calendarios. Las civilizaciones de Anawak y los Andes, en cambio, se ubicaron en la franja tropical, de modo que basaron sus calendarios en lo que, para ellas, era el fenómeno estacional más interesante. En mi opinión, fue la posibilidad de atestiguar la astronomía tropical, aunada a la necesidad de explicar sus asimétricos ciclos, lo que motivó a los anahuacas a desarrollar un sistema tan eficiente de medición del tiempo como el calendario que estamos estudiando. Formación de las franjas tropicales. Observatorio mesoamericano. Los anahuacas inventaron dos herramientas para observar los pasos cenitales. La más sencilla era una columna o bastón cuya sombra permitía determinar a cuántos grados de altura estaba el Sol. También excavaron en los subterráneos de las pirámides cuevas de observación que tenían un largo conducto en el techo por el cual sólo podían entrar los rayos del Sol o de alguna estrella en los días de su máximo ascenso. Con tales herramientas, consiguieron elaborar un mapa del comportamiento del Sol por latitud, descubriendo que los pasos cenitales no ocurrían a la vez en todas partes, sino con distintos intervalos. La más interesantes de las latitudes de Anawak, desde el punto de vista del calendario, es la de los 15 grados norte, pues en ella los dos ascensos cenitales del Sol tienen una distancia de 260 días entre sí, lo 103 cual significa que ocurren en el mismo tonal. Por tal razón, los arqueoastrónomos suelen llamarle “latitud del año sagrado”. Pero, ¿por qué ubicaron el cargador en el primer paso cenital del Sol a los 18 grados norte? Por tres razones. En primer lugar, porque fue en esa latitud donde se creó el calendario. Allí se encuentra lo que los arqueólogos llaman “el triángulo nuclear olmeca”, una zona donde se ubican las principales capitales de este pueblo 24. Es natural que los olmecas tomaran como referente para su calendario la fecha en que podían observar el fenómeno astronómico. División del espacio mesoamericano y ubicación del día epónimo. La segunda razón tiene que ver con el diseño cosmogónico de las ciudades y los conglomerados de ciudades en Mesoamérica; responde a la siguiente pregunta: ¿por qué escogieron los olmecas la latitud de 18 grados norte para fundar su centro político y cultural? Considero que tal elección fue deliberada. Para entenderlo, es necesario analizar el contexto matemático en el que se desarrolló aquel calendario. Los anahuacas basaron su astronomía en la numeración vigesimal; por ello, organizaron la bóveda celeste en una retícula de 400 cuadros (20 x 20), según testifica la siguiente oración nawatl: “Madre y padre de los dioses, tú que soplas tus centellas (estrellas) hacia los cuatro rumbos por el Gran Río Negro de los Cuatrocientos Escalones (Hueitlilapan Centzonmamatlatl).” (Alarcón, Tratado de las Supersticiones II.VIII)25 Por lo tanto, para ellos era muy significativa la latitud de los 18 grados, pues tiene la virtud de dividir la bóveda celeste en 20 partes iguales. Es razonable que hayan tenido en cuenta dicha latitud cuando elaboraron su calendario. La tercera razón es que primer paso cenital del Sol en los 18 grados norte tiene valiosas propiedades calendáricas, como las siguientes: • Dista medio año sagrado (130 días) del equinoccio de otoño. • Dista una veintena del solsticio de invierno. • Dista dos veintenas del solsticio de verano. • Dista 52 días del equinoccio de primavera. 24 San Lorenzo, La Venta, Tres Zapotes y Hueytán. Esta última ciudad - la más grande de la zona olmeca - fue recientemente descubierta por el investigador aficionado Delfino Álvarez. Es posible que corresponda a la Huehuetlapallan de los mitos nahuas. 25 El número 400 no se refiere a las estrellas, sino al espacio donde estas se distribuyen. De ahí que se combine con el término Mamatlatl, escalón, intervalo, equivalente a nuestro concepto de grado zodiacal. 104 • Dista cuatro veintenas del segundo paso cenital del Sol en esa latitud, estableciendo el módulo de la veintena. • Ambos pasos solares distan 13 días de los pasos ocurridos en la latitud del año sagrado (15 grados norte), estableciendo el módulo de la trecena. Lo anterior explica por qué las correlaciones contenidas en la Ecuación de Tenochtitlan son unánimes en afirmar que el denominador del año correspondió al 3 de mayo juliano. Para hallar el equivalente actual de esa fecha, hemos de considerar los cambios que ha sufrido desde entonces el calendario cristiano. El primero de ellos consistió en la supresión de diez días en 1582; el segundo, en la omisión de los bisiestos que debían caer en los años de 1700, 1800 y 1900, lo cual corrió los cargadores postclásicos o “mexicas” en otros tres días. Por lo tanto, en la actualidad, estos cargadores están cayendo 13 días después que en la Ecuación de Tenochtitlan, es decir, el 16 de mayo gregoriano. Para ajustar el resultado anterior a la última rotación de la cruz de cargadores, tenemos que descontar a la fecha obtenida los cuatro días correspondientes al segundo grado de ajuste astronómico. Según esto, los cargadores coloniales están cayendo actualmente el 12 de mayo, excepto en años bisiestos, cuando se trasladan para el día anterior. 4.5 Correlaciones astronómicas Correlacionar los cargadores de los años nos permite leer muchas de las fechas que aparecen en los monumentos y códices de Anawak, aún si fueron consignadas antes de la llegada de los españoles. La condición es que tales fechas se refieran a algún evento astronómico reconocible, como pueden ser los pasos solares o pleyadianos, los solsticios y los equinoccios. En esta lección analizaremos siete de tales correlaciones, siguiendo las coordenadas de la Ecuación de Tenochtitlan. 1 105 La primera fecha aparece en la Piedra de los Soles. Como ya mencionamos, en ella se representó el día 4 Movimiento del año 2 Caña, que hemos interpretado como el día en que se realizó la ceremonia del Fuego Nuevo de 1507. Tal lectura es confirmada por una piedra votiva del Templo Mayor que contienen la misma ecuación: día 4 Movimiento del año 2 Caña, así como por las láminas 42r del Códice Telleriano (ver la lección 4.1) y 85r del Códice Vaticano 3738, en las cuales se especifica que el atado de los 52 años se celebró en el día de Movimiento. Como sabemos que la ceremonia se efectuaba durante el ascenso de las Pléyades, tenemos la siguiente correlación: el día 4 Movimiento del año 2 Caña fue el 13 de noviembre de 1507. Para verificarlo, vamos a la tabla de las posiciones fijas de los tonales y averiguamos que, efectivamente, entre los tonales 2 Caña y 4 Movimiento median 184 días que, contados a partir del 13 de mayo, llevan al 13 de noviembre. 2 La segunda correlación astronómica que analizaremos también aparece en la Piedra de los Soles; está formada por el tonal 4 Movimiento y el cargador del año en el que fue dedicado el monumento: 13 Caña, equivalente a 1479. Entre ambos tonales median cuatro días que, sumados al 13 de mayo gregoriano, llevan al 17 de mayo, cuando ocurre el segundo paso cenital del Sol en la ciudad de Tenochtitlan. Esta lectura nos revela uno de los múltiples significados del monumento pues, el cargador 2 Caña que aparece en la frente del rostro solar no sólo corresponde al año en que se celebraba la fiesta del atado, sino también al día en que ocurre el segundo paso cenital del Sol en la latitud de 18 grados norte, en un año 13 Caña. De modo que estos tres tonales resumen tres fechas distintas, pero simbólica y astronómicamente vinculadas. 3 La siguiente correlación quedó reflejada en la lápida de dedicación de la última ampliación del Templo Mayor de Tenochtitlan. En ella aparecen los gobernantes mexicas Tisok y Awisotl ofrendando su propia sangre. Entre ambos se esculpió el tonal diario 7 Caña; debajo, en grande, el nombre del año: 8 Caña, equivalente a 1487. El día astronómico se deduce del motivo del monumento, pues el Templo Mayor estaba dedicado a Witsilopochtli, colibrí zurdo, patrón de los mexicas, cuya festividad se realizaba en vísperas del solsticio de invierno: 106 “La fiesta de (la veintena de) Pan(ketsalistli), cuando nació Uchilobi (Witsilopochtli)... era cuando el sol estaba en su declinación.” (Motolinia, Relaciones de la Nueva España) Para entender esta correlación, tengamos en cuenta tres elementos: primero, el concepto de “declinación” se refiere a la detención aparente del Sol, cosa que ocurre desde unos días antes del solsticio. Segundo, los cronistas afirman que las fiestas de las veintenas se celebraban en la noche de su último día. Tercero, el monumento se refiere a un día que llevó el mismo signo que su año; por lo tanto, se trata del primero de una veintena. Estos datos establecen la siguiente correlación doble: el día 7 Caña del año 8 Caña fue el siguiente a la fiesta de Panketsalistli, muy cerca del solsticio de invierno. Como podemos constatar a partir de la Ecuación de Tenochtitlan, la veintena de Panketsalistli terminó el 18 de diciembre gregoriano. Por otra parte, entre los tonales 8 y 7 Caña hay 220 días que, contados a partir de la caída del cargador el 13 de mayo, nos llevan al 19 de diciembre, vísperas del solsticio. Día 4 Movimiento del año 1 Caña, fiesta de Witsilopochtli. Códice Borgia, lámina 71. 4 Una correlación similar aparece en la lámina 71 del Códice Borgia. En ella aparece una escena formada por las imágenes del Sol a la izquierda y la Luna a la derecha, conectadas por una corriente de sangre que representa el momento en que el Sol comienza a “nutrirse”, es decir, regresa al rumbo del sur. Este concepto corresponde al solsticio de invierno, cuando comienzan a crecer los días. Arriba, en el centro, se inscribió el nombre del año en que tuvo lugar dicho evento: 1 Caña, equivalente a 1467. El nombre del día está bajo del trono del Sol: 4 Movimiento. Para correlacionar ambos tonales, calculamos los días que hay entre los tonales 4 Movimiento y 1 Caña, y los contamos a partir del cargador. El resultado son 224 días que, sumados al 13 de mayo, nos llevan al 23 de diciembre, cuando comienza a observarse el retorno del Sol. Equinoccios de primavera. Códice Borgia, lámina 27. 5 La quinta correlación se compone de otras cuatro y se encuentra en la lámina 27 del Códice Borgia, dedicada a las aspectaciones agrícolas para los cuatro trecenios que transcurrieron entre los años 1454 y 1506. Al pie 107 de las imágenes del dios de la lluvia aparecen los cuatro cargadores de los trecenios en el orden: 1 Conejo, 1 Caña, 1 Pedernal y 1 Casa. Les acompañan los tonales 1 Buitre, 1 Dragón, 1 Muerte y 1 Mono, respectivamente. En todos los casos, el tonal cayó 52 días antes del cargador del año; según la Ecuación de Tenochtitlan, ese día correspondió al equinoccio de primavera, precisamente el momento que marcaba la renovación de la Naturaleza. Días 4 Movimiento, 3 Águila y 1 Perro del año 2 Caña, Códice Borbónico, lámina 14. 6 La siguiente correlación es triple; aparece en la lámina 14 del Códice Borbónico, el cual está dedicado a la ceremonia del Fuego Nuevo del año 2 Caña de 1507. En la imagen vemos a Shipe Totek, nuestro señor desollado, dios de la renovación asociado al Fuego Nuevo, rodeado de tres tonales que ubican algunos de los principales eventos astronómicos de aquel año. Bajo la imagen del dios hay un glifo que parece el emblema de las Pléyades, formado por un semicírculo celeste rodeado de siete estrellas. En su interior hay una columna que conecta dos estrellas, en probable alusión al alineamiento cenital. De los pies y del escudo de Shipe se proyectan tres tonales que, en asociación con el año en que fue elaborado el códice, permiten establecer las siguientes correlaciones: el primer tonal, 4 Movimiento, ya lo conocemos, era el día en que las Pléyades ascendían al centro del cielo en años 2 Caña, por la época en que se dibujó el códice. Si contamos el segundo tonal, 3 Águila, a partir de la caída del cargador, llegamos al 21 de diciembre, solsticio de invierno. El tercer tonal, 1 Perro, contado desde el cargador, nos lleva al 29 de julio, vísperas del segundo paso cenital del Sol en la latitud del cargador. 7 Por último, analizaremos la lámina 12 del Códice Vindobonensis, que contiene una correlación doble. En ella se describe una escena ritual en la que participan dos sacerdotisas con tocados de cuerno de venado, cuya voluta superior forma el glifo de las Pléyades con 13 estrellas. Ambas sacerdotisas hacen con sus manos unos gestos que conectan el cielo y la tierra, al tiempo que señalan unas fauces que semejan cuevas de observación astronómica, en cuyo interior aparece un glifo de atado. Interpreto este simbolismo como alusión a los pasos cenitales del Sol, vinculados por oposición con el ascenso de las Pléyades. Entre ambas sacerdotisas hay dos fechas: 7 y 5 Pedernal. Gracias a las fechas inscritas 108 debajo, sabemos que la última de ellas tiene doble función: es tonal diario y cargador de año. Ambas fechas corresponden a los días en que el Sol pasa por el cenit en la latitud calendárica, en un año 5 Pedernal. 4.6 La correlación de las veintenas y el año nuevo Otra correlación que podemos extraer de la Ecuación de Tenochtitlan es la de las veintenas. Esto es posible porque dos de los fechados no aluden a tonales específicos, sino al último día de las veintenas de Toshkatl y Tekuilwitontli. Los investigadores que aceptan que el cargador caía en el interior del año discuten sobre si el hecho ocurría en el primero o el último día de la veintena. La correlación de las veintenas según la Ecuación de Tenochtitlan resuelve el asunto pues, sin lugar a dudas, ubica el cargador en el primer día de Toshkatl. Ahora bien, correlacionar las veintenas con respecto al cargador indica en qué signo empezaban estas, pero no qué número de orden tenían. Para saber cuál era la primera veintena del año, necesitamos encontrar una mención en las fuentes. En este punto la investigación se complica, pues las fuentes nahuas mencionan cinco veintenas como introductoras del año, y las fuentes mayas añaden una sexta. Las veintenas más mencionadas son Iskalli, Atlkawalo y Tlakashipewalistli; cada una de ellas tiene su lógica. Iskalli significa resucitado, recomenzado, término muy apropiado para la veintena introductora del año. Esto concuerda con el nombre de la veintena precedente, Tititl, contraído, que también se puede traducir como acabado, en alusión al fin del año. Iskalli comenzaba cien días antes del cargador; si les añadimos los cinco días Nemontemi, ello implica que esta veintena dividía el año en dos partes de 105 y 260 días, lo cual refleja la medida del año sagrado y la latitud calendárica. Por estas razones, es probable que, en su origen, el año civil comenzara en Iskalli, una costumbre que persistió en diversos pueblos hasta la época de la invasión, como testimonian los cronistas Tezozomoc y Del Castillo. Sin embargo, la mayoría de las fuentes mexicas sostiene que la veintena de inicio era la que seguía a Iskalli, llamada de tres maneras: 109 Akawalo, aguas suspendidas, pues transcurría durante el período de seca, Kuawitlewa, levanta árboles, en alusión a los vientos de febrero, y Shilomanilistli, ofrecimiento de mazorcas, por el rito de propiciación de las lluvias. Veamos algunas citas: “El primer mes del año se llamaba entre los mexicanos Atlcahualo.” (Sahagún, Historia General) “En cuanto al principio de las veintenas, comienzan en Cuauitlehua, según lo deliberamos y sabemos.” (Códice Florentino) “La última (de las veintenas), que llaman Izcalli, tiene veinticinco días... La primera… se llama Xilomaniliztli.” (Códice Magliabecchi) La elección de esta veintena también tiene sentido astronómico, pues comienza 80 días antes de la caída del cargador, lo cual divide el año en bloques de 80 y 285 días, reflejando el comportamiento de los pasos cenitales del Sol en la latitud epónima. Sin embargo, otras crónicas, como la Teogonía e Historia de los Mexicanos y el Manuscrito Tovar, aseguran que el año comenzaba en Tlakashipewalistli, desollamiento, la veintena que sigue a Atlkawalo. De nuevo, encontramos una razón para ello pues, de ese modo, el inicio del año se aproximaba al equinoccio de primavera, una marca natural de renovación. Tal pluralidad de veintenas iniciales hace que nos preguntemos: por fin, ¿en qué veintena comenzaba el año mesoamericano? Aunque esta pregunta parece razonable, es sólo un reflejo del pensamiento calendárico cristiano. El año que usamos en la actualidad consiste en un consecutivo llano de días, sin estructuras relevantes en su interior, sean astronómicas o de cualquier otro tipo; por ello, sus puntos significativos son los de arranque y conclusión. Por inercia mental, tratamos de encontrar la misma estructura en el calendario de Anawak, concentrando nuestra búsqueda en el supuesto día de año nuevo. Glifos de las veintenas de Iskalli, Akawalo y Tlakashipewalistli. Códice Magliabecchi. Tipos de año según la veintena inicial. Sin embargo, el año anahuaca tenía en su interior un día mucho más importante que los puntos de arranque y conclusión: el tonal cargador. Este día no sólo le daba identidad al año y lo enlazaba con el movimiento del cielo sino que, además, lo dividía en dos partes asimétricas, dotándole de un gran dinamismo estructural. Entonces, es comprensible que los mesoamericanos no hicieran tanto énfasis en el día de año nuevo como en la caída del cargador. 110 Este enfoque nos permite interpretar la pluralidad de veintenas iniciales que mencionan los cronistas. Lo que, a primera vista, parecen contradicciones de las fuentes, resulta ser evidencia de la relatividad del concepto mesoamericano de año nuevo. Un modo de entender esto, es considerando que existían diversos tipos de año que corrían en forma paralela para usos específicos; aunque la idea no es del todo exacta, refleja los hechos de observación. No es una idea nueva, pues fue esbozada por el anónimo autor de la Teogonía e Historia de los Mexicanos: “Estos naturales tenían dos géneros de cómputos en sus años: el primero era natural de… una primavera a otra, según la revolución del Sol… y fue el primer mes Tlacaxipehualiztli.” El cronista no lo menciona, pero se sobreentiende que el segundo tipo de año al que se refiere era el civil, cuyo inicio se ubicaba en un punto distinto al del año natural o estacional. Tenemos una analogía de esta dualidad en el calendario gregoriano, el cual comienza por lo civil el 1ro. de enero, pero difiere su comienzo zodiacal para 80 días más tarde, con la llegada de Aries el 21 de marzo. Así como nosotros no confundimos los usos civil y zodiacal del año, tampoco los mesoamericanos tenían problemas en computar un año relacionado con la latitud calendárica, comenzado en la veintena de Iskalli, uno civil, relacionado con la latitud epónima y comenzado en Atlkawalo, uno estacional de uso ritual, comenzado en Tlakashipewalistli, un año demarcado por la caída del cargador comenzado en Toshkatl y un año relacionado con el segundo paso cenital del Sol y la celebración del Fuego Nuevo, como estudiaremos adelante. Tal simultaneidad de funciones no creaba confusión, pues en ningún momento se alteraba lo fundamental: la secuencia de los tonales y la caída del cargador. De modo que, más que diferentes tipos de años, podemos hablar de diversas particiones de un mismo consecutivo de tonales para usos específicos. En conclusión: si queremos encontrar el día de año nuevo mesoamericano, primero tenemos que definir de qué aplicación calendárica estamos hablando. En este estudio, por conveniencias prácticas, consideramos que Atlkawalo es la primera veintena, de modo que Toshkatl es la quinta y Tekuilwitontli la séptima. Puesto que la Ecuación de Tenochtitlan nos dice cuándo terminaron ambas, podemos ordenar el resto de las veintenas a partir de ahí, tal como vemos en la siguiente tabla, donde se han señalado los inicios de veintenas con las fechas gregorianas correspondientes a los cargadores postclásicos y a sus equivalentes coloniales: 111 Veintenas 1 - Akawalo, aguas suspendidas 2 - Tlakashipewalistli, desollamiento 3 - Tosostontli, pequeña vigilia 4 - Weitosostli, gran vigilia 5 - Toshkatl, guirnalda de maíz 6 - Etsakualistli, comunión 7 - Tekuilwitontli, fiestita de los señores 8 - Weitekuilwitl, fiesta de los señores 9 - Tlashochimako, tierra florida 10 - Shokowetsi, caída de los frutos 11 - Ochpanistli, caminos limpios 12 - Teotleʼko, descenso de los dioses 13 - Tepeilwitl, fiesta de los montes 14 - Kecholli, plumón 15 - Panketsalistli, bandera preciosa 16 - Atemostli, caída del agua 17 - Tititl, contraído, extendido 18 - Iskalli, resucitado Nemontemi, faltantes para completar Inicio postclásico Inicio colonial 25 febrero 17 marzo 6 abril 26 abril 16 mayo 5 junio 25 junio 15 julio 4 agosto 24 agosto 13 septiembre 3 octubre 23 octubre 12 noviembre 2 diciembre 22 diciembre 11 enero 31 enero 20 febrero 21 febrero 13 marzo 2 abril 22 abril 12 mayo 1 junio 21 junio 11 julio 31 julio 20 agosto 9 septiembre 29 septiembre 19 de octubre 8 noviembre 28 noviembre 18 diciembre 7 enero 27 enero 16 febrero 4.7 La desaparición del bisiesto anahuaca Una característica de este calendario es que, las correlaciones establecidas a partir de 1528 que hemos podido conseguir, excepto una, no encajan en un patrón matemático fácil de reconocer. Esto generalmente se interpreta como un error de los cronistas y ha dado pie a que, por lo general, las correlaciones existentes se basen en un solo fechado, desechando los demás. Analicemos qué hay tras esta idea: nadie pone en duda el funcionamiento del calendario juliano. Todos confiamos en las fechas que reportan los documentos históricos respecto a la llegada Colón, la entrada de Cortés a Tenochtitlan, la aparición de la Virgen de Guadalupe, la 112 reforma gregoriana y otros eventos del pasado. Por lo tanto, cuando se afirma que sólo una de las correlaciones anahuaca-juliana que se conservan es correcta, el error se atribuye, no a las fuentes europeas, sino a las anahuacas. Surge la pregunta: ¿acaso no sabían los mesoamericanos llevar sus propias cuentas? La impresión de que las correlaciones se contradicen se debe a que solemos enfocar el calendario de Anawak como si fuera algo plano, y no es así: era un mecanismo en el tiempo, cuyos ajustes se completaban a medida que iban pasando los años. Por lo tanto, la comparación descontextualizada de dos correlaciones puede conducir a errores interpretativos. Para entender las correlaciones que se conservan, es imprescindible que las organicemos cronológicamente; de ese modo, el caos desaparece y surge un patrón: casi todas son congruentes con la Ecuación de Tenochtitlan si suponemos que, a partir de 1526, se dejó de aplicar el bisiesto anahuaca. Esta idea fue adelantada hace cuatro siglos por el historiador Enrico Martines y retomada poco después por el cronista Jacinto de la Serna: “El año de estos naturales... no tenía bisiesto, por cuya causa discordaron muchos de los autores que trataron de este calendario en su principio de año. Enrico Martines en su Historia Natural de este reino los procura conciliar y dice que, respecto de las seis horas que el año tiene (de) más, comenzaba su año casi un día antes, y esta es la causa de la diferencia.” (Tratado de las Supersticiones) Si bien la premisa es errónea, pues queda demostrado que sí hubo bisiesto, la conclusión es interesante. Analicemos qué ocurre si aplicamos la Ecuación de Tenochtitlan a las correlaciones que se establecieron a partir del momento en que el calendario juliano comenzó a desplazar al anahuaca. 1 Los Anales de los Cakchiqueles afirman que la imposición del tributo entre los quichés ocurrió en un día 6 Perro del año 10 Pedernal, equivalente a 1528: “Aquí, en la ciudad de Tzolola, fue introducido el tributo el día 6 Perro, quince veintenas después de la llegada de Tonatiuh (Alvarado).” Según las crónicas españolas, ello ocurrió el 14 de Enero. Hay una diferencia de un día respecto a la Ecuación de Tenochtitlan, correspondiente al bisiesto anahuaca de 1525. 2 113 Los Anales de los Cakchiqueles afirman el día 2 Pedernal del año 10 Casa de 1541 ocurrió una gran inundación en la zona quiché: “Durante el año hubo un gran desastre que destruyó a los hombres de Castilla en Panchoy. El 2 Pedernal se precipitaron las aguas y enviaron a la muerte a los castellanos.” Las fuentes españolas fechan el suceso el 10 de Septiembre. Hay una diferencia de cinco días entre ambos fechados, correspondientes a los bisiestos de 1525 a 1541. 3 Los Anales de los Cakchiqueles proporcionan otra correlación de este tipo: “En ese mismo año (de 1555) murió el consejero Tzotzil, un lunes 14 de Octubre, día 1 Serpiente.” Esta fecha tiene una diferencia de ocho días respecto a la Ecuación de Tenochtitlan, correspondientes a los bisiestos omitidos hasta 1553. 4 Según el Códice Florentino, el Fuego Nuevo de 1559 correspondió al día “1 Venado, 14vo. de (la veintena) Quecholli”. Puesto que, por entonces, el ascenso de las Pléyades ocurría el 3 de noviembre juliano, tenemos una correlación doble según la cual, el 3 de noviembre de 1559 fue 1 Venado, 14vo. día de la veintena de Kecholli. Ambos datos presentan una diferencia de nueve días respecto a la Ecuación de Tenochtitlan, correspondientes a los bisiestos omitidos entre 1525 y 1557. 5 Una correlación doble quedó establecida en la crónica de Chac Xulub Chen, escrita por el dirigente maya Nakuk Pech en 1562. Allí se describe una sublevación maya comenzada el 9 de noviembre de 1546, en un día llamado 5 Muerte, el 19no. de la veintena de Shul. Comparadas con la Ecuación de Tenochtitlan, tanto la correlación del día como la de la veintena arrojan una diferencia de ocho tonales, atribuibles a los bisiestos omitidos de 1533 a 1561. Como podemos observar, esta diferencia refleja el hecho de que los españoles no penetraron en el territorio maya sino hasta la década de 1530. 6 En 1564, Sahagún estableció una correlación de inicio de año: “Comenzaba la cuenta de las veintenas del año y los cinco días que en balde se completaban. Esta fiesta salía el 1ro. de Febrero.” (Primeros Memoriales) 114 En otras palabras: el 1ro. de Febrero de 1564 fue inicio de de la veintena de Akawalo - una diferencia de diez días respecto a la Ecuación de Tenochtitlan, correspondientes a los bisiestos de 1525 a 1561. 7 La siguiente correlación quedó establecida en el Códice TellerianoRemensis y afirma: “Año 1563, a XXIII (23) de febrero entró el año VI cañas (6 Caña)… Entra siempre a XXIII (23) de febrero el año nuevo.” Puesto que este códice inicia el año en Tlakashipewalistli (la veintena siguiente a Akawalo), resulta una diferencia de 11 días respecto a la Ecuación de Tenochtitlan, correspondientes a los bisiestos transcurridos entre 1525 y 1561, más un día de desfase. 8 En la segunda mitad de la década de 1560, Sahagún consignó otra fecha de inicio de año: “El primer mes del año se llamaba entre los mexicanos Atlcahualo. Comenzaba el segundo día de febrero.” (Historia General) Esta correlación tiene una diferencia de 11 días correspondientes a los bisiestos de 1525 a 1565. 9 El Códice Matlatzinca nos proporciona dos correlaciones de este tipo. La primera asegura que el padre Miguel Navarro llegó al territorio matlatzinca en 1567: “Llegó el 4 de Septiembre (de 1567), faltando tres (días para que terminara) Ochpaniztli.” De aquí extraemos la equivalencia: el 4 de septiembre de 1567 fue el día 17 de la veintena de Ochpanistli, con una diferencia de 11 días correspondientes a los bisiestos entre 1525 y 1565. 10 La segunda correlación del Códice Matlatzinca es doble: de tonal y de veintena. Afirma: “El 19 de Febrero (de 1575), día 10 Caña, vino a terminar Cuauitlehua (Akawalo).” Tanto el tonal como la veintena tienen una diferencia de 13 días conrespecto a la Ecuación, correspondientes a los bisiestos omitidos entre 1525 y 1573, más un día de desfase. Sin embargo, dicho desfase se anula porque este códice, con razón o sin ella, coloca el cargador del año en el último día de la veintena. 115 11 Afirma el padre Joseph de Acosta: “Su primer día del año era a 26 de Febrero, como consta por el calendario suyo, en el cual está incorporado el nuestro con notable cuenta y artificio.” (Historia Natural y Moral de las Indias, VI.2) Aclaremos que esto se refiere a la veintena de Tlakashipewalistli. Arroja una diferencia de 18 días, correspondientes a los 17 bisiestos omitidos entre 1525 y 1589, más un día de desfase. 12 La más tardía correlación de este tipo que he encontrado, fue elaborada a comienzos del siglo 17 y aparece en el siguiente comentario de La Serna, sobre un cálculo realizado por Fray Martín de León: “En cuanto a (que él) da por asentado comenzar el año de los mexicanos a 2 de febrero, no pasa (por) ser ese día siempre el principio del año, (sino por) haberlo sido el año que dio su libro a la imprenta, que fue 1611.” (Tratado de las Supersticiones) Esto arroja una diferencia de 24 días respecto a la Ecuación de Tenochtitlan, correspondiente a los 22 bisiestos transcurridos entre 1525 y 1609, más dos días de desfase. 13 Por último, analizaremos una notable correlación que se conserva en el almanaque de Sogocho, que ya mencionamos en la lección dedicada al bisiesto, la cual demuestra que los zapotecas, seguramente por su alto grado de resistencia cultural, continuaron aplicando el bisiesto anahuaca por lo menos hasta 1697. Dicho almanaque incluye seis días Nemontemi y menciona el nombre del día reduplicado. La prueba de que ese duplicado no es simple copia del bisiesto cristiano, es que ubica el inicio del año el 22 de febrero gregoriano (23 en el bisiesto anahuaca), lo cual coloca el cargador el 14 de mayo, con sólo un día de desfase respecto a la Ecuación de Tenochtitlan. Esto es una verdadera proeza cultural si tenemos en cuenta que el almanaque de Sogocho se elaboró casi dos siglos después de la invasión. Desfase gradual del calendario mesoamericano con respecto al juliano-gregoriano a partir de 1528. 116 Al disponer los datos anteriores en una red de coordenadas que recoge la progresión temporal de las correlaciones, se observa que su desvío respecto a la Ecuación de Tenochtitlan forma una línea recta, salvo cuatro casos que se apartan 1 o 2 días. Ello demuestra que las diferencias entre los cronistas no son errores absolutos, como se ha venido interpretando hasta hoy, sino evidencia de la pérdida de un mecanismo de ajuste antes existente. Dicha pérdida es comprensible si tenemos en cuenta que, poco después de la caída de Tenochtitlan, se extinguió la clase sacerdotal, que era la que conocía y tenia autoridad para aplicar los ajustes astronómicos. No obstante, durante todo el siglo 16, los informantes nativos continuaron elaborando correlaciones confiables, lo que indica que siguieron aplicando en forma correcta el mecanismo básico del calendario. 4.8 La correlación de los años civiles mayas Aunque la Ecuación de Tenochtitlan demuestra que en Anawak había un calendario unificado, es preciso dedicar unas palabras a su versión maya. Las fuentes mayas se suelen majenar aparte en los estudios sobre cronología mesoamericana. Esto se debe a que, si bien los mayas emplearon en ocasiones los glifos comunes a todo el Anawak, por lo general, preferían escribir los signos de la veintena con caracteres fonéticos, lo cual genera la impresión de que su calendario civil era diferente al de los demás pueblos. Tal impresión se disipa cuando se analizan las correlaciones procedentes de la zona maya. Este análisis no es sencillo, pues todas las referencias mayas al Jaab o año civil son coloniales y, salvo dos excepciones, están expresadas con los cargadores coloniales (serie de Lagartija). Por su parte, todas las referencias de los demás pueblos de Anawak al año civil están expresadas con cargadores postclásicos, o incluso anteriores. En la carencia de una hipótesis que explique la sustitución de los cargadores, la comparación de los datos calendáricos mayas con los nahuas, zapotecas, mixtecas y totonacas es un diálogo de sordos. Afortunadamente, en los documentos coloniales mayas se conservan dos fechas con cargadores postclásicos, cuya decodificación demuestra 117 que los mayas aplicaron el mismo calendario civil que los demás pueblos. La primepara aparece en el Chilam Balam de Chumayel y afirma: “Dicen que la Madre vino del cielo para sostener el noveno año del katun 9 Ajau, (cuando llegó) el cristianismo. 13 Pedernal fue el día del cielo y de la tierra.” (2da. rueda profética, katun 9 Ajau) Interpreto la expresión “día del cielo y de la tierra” como una referencia al cargador, es decir, al alineamiento vertical del Sol que permitía atar arriba el signo rigente abajo. Si esto es correcto, entonces la cita establece una correlación interna, pues compara el cargador del año civil 13 Pedernal con un ciclo katúnico. Si podemos correlacionar este último, estaremos en posición de averiguar a qué año cristiano corresponde el cargador mencionado. Aunque se suele interpretar como veinte años, el término maya Katun significa ciclo en general; en las inscripciones de las estelas clásicas designa a los bloques de 20 tunes (años de 360 días); sin embargo, los libros de Chilam Balam emplean katunes de 20 y 24 Jaabs (años de 365 días26). Por fortuna, los sacerdotes mayas correlacionaron claramente dichos katunes con los años cristianos, estableciendo que el katun 9 Ajau mencionado en la cita anterior es un K24 o ciclo de 24 años que transcurrió entre 1536 y 1560, de modo que su noveno año en curso correspondió al año 1544. Consultando las fuentes nahuas encontramos que, tal como afirma la cita, ese año recibió el nombre de 13 Pedernal. Hay dos razones por las que el Chilam denominó a dicho año con su cargador postclásico, en lugar del colonial: primero, porque en 1544 aún no se había materializado el cambio de cargadores, y, segundo, porque esa era la única manera de mantener sincronizado el cargador con el evento astronómico descrito en la cita, ya que su equivalente colonial se habría adelantado en cuatro días. La segunda correlación aparece en la crónica de Chac Xulub Chen, donde se menciona una rebelión maya ocurrida el 9 de noviembre de 1546, y se especifica que ese día se llamó 5 Muerte, 19no. de la veintena de Shul. Esto indica que la veintena siguiente comenzó dos días más tarde, en el tonal 7 Conejo. Si contamos hacia atrás a partir de Shul, encontramos que la veintena de Kankin - el equivalente maya de Toskhatl - comenzó en el tonal 2 Conejo, el cual, efectivamente, le dio nombre a ese año según las fuentes nahuas. Estas correlaciones resuelven dos problemas: 26 Estos katunes, prácticamente olvidados por los mayistas, han sido estudiados por Héctor M. Calderón y Alejandro Martínez Tejada. 118 1ro. Establecen cuál es la denominación de los años mayas con cargadores postclásicos, lo cual, a su vez, nos permite inferir el orden correcto de los cargadores coloniales. Este no es un asunto menor pues, a diferencia de lo que ocurre en las fuentes nahuas, que concuerdan en el nombre del año, los textos coloniales mayas cotienen por lo menos ocho linajes diferentes de cargadores, haciendo de la correlación del año civil maya uno de los asuntos más difíciles de la calendárica mesoamericana. 2do. Estas correlaciones demuestran que el cargador del año civil maya correspondía al primer paso cenital del Sol en la latitud epónima (3 de mayo juliano o 13 gregoriano), como entre los demás pueblos. Sin embargo, ubicar el cargador no nos dice cuándo comenzaba el año maya. En la lección dedicada a la correlación de las veintenas estudiamos que las fuentes nahuas colocan el inicio de año 60, 80 y hasta 100 días antes de la caída del cargador, según el tipo de año al que se refieren. ¿Qué dicen al respecto las fuentes mayas? El Chilam Balam afirma: “(He aquí) la serie de las veintenas del año: Poop (la veintena inicial comienza el) 16 de julio.” (Manuscrito de Chumayel) Esto concuerda con lo que escribió el obispo Diego de Landa: “El primer día del año de esta gente era siempre a 16 de nuestro mes de julio, primero de su mes Popp.” (Relación de las Cosas de Yucatán) Landa confirma indirectamente tal correlación en otra parte de su obra al decir que “su mes de Pax cae a 12 de mayo”. Entre Pax y Poop transcurren tres veintenas que, junto con los cinco días finales del año, suman los 65 días que transcurren entre el 12 de mayo y el 16 de julio. En otras palabras: así como el año civil nahua comenzaba varias veintenas antes que su cargador, el año civil maya comenzaba varias veintenas después27 . Este hecho también fue reportado por Landa: “Los indios hacían un modo de calendario con el cual se regían como nosotros por el nuestro, salvo que no (lo) comenzaban el día primero de su año, sino muy adelante.” (Obra citada) Pero, ¿por qué escogieron los mayas la fecha del 16 de julio juliano o 26 gregoriano para comenzar su año? Lo primero que notamos es que ese día está muy cerca del segundo paso cenital del Sol en la latitud epónima. Para entender lo que ello implica, volvamos a los pasos solares. En la mayor parte de Mesoamérica, el ascenso cenital del Sol ocurre dos veces al año, en intervalos que equidistan del solsticio de verano. En la latitud designada por la Ecuación de Tenochtitlan, ambos pasos ocurren, 27 Lo cual no significa que los años mayas y nahuas fueran intrínsecamente diferentes pues, el hecho antes demostrado de que tenían el mismo nombre, indica que compartían tanto los tonales y como las veintenas. 119 según el año, el 12 o 13 de mayo y el 31 de julio o 1ro. de agosto, de modo que están a una distancia de 80 días. Puesto que se trata de un número entero de veintenas, ambos ocurren en el mismo signo, pero con dos dígitos de trecena de diferencia, ya que 80 entre 13 deja un residuo de dos. Las citas anteriores sugieren que los mayas aprovecharon el segundo paso cenital del Sol para dar inicio a su año civil. Tal posibilidad fue sugerida hace más de un siglo por el cronista yucateco Pío Pérez: “Hasta el presente llaman los indios al año Haab, y en su gentilidad (lo) comenzaban el 16 de julio. Siendo digno de notarse que, habiendo querido fijar el principio del año en el día en que el Sol pasa por el zenit de esta península… sólo se hayan adelantado en 48 horas.” (Cronología Antigua de Yucatán) Pasos cenitales del Sol en la latitud de 18 grados norte. Sorprende que esta hipótesis se haya elaborado en la primera mitad del siglo 19, pues tiene un nivel de análisis que no se volvió a alcanzar sino hasta tiempos recientes. Para entenderla, tengamos en cuenta que, tanto la correlación del Chilam Balam como la del obispo Landa, se redactaron en la segunda mitad del siglo 16, es decir, después del cambio de los cargadores postclásicos por los coloniales, el cual parece haber implicado el comienzo retroactivo del año en cuatro tonales. Si al 31 de julio le restamos cuatro días, llegamos al 27 de julio, sólo un días después de la fecha indicada en las fuentes. Y esta diferencia se puede explicar como producto de la supresión del bisiesto nativo tras la conquista del territorio yucateco en la década de 1540. Es difícil encontrar referencias a los años civiles en las estelas mayas; sin embargo, la estela 3 de Ceibal suple tal deficiencia al proporcionar la fecha en que ocurrieron ambos pasos solares. En su parte superior aparecen dos personajes con rostros de Chak (la deidad del agua celeste) cuyas cabelleras los identifican como personificaciones del esplendor solar. Sobre ambos aparecen las fechas 5 y 7 Dragón, escritas, no con signos fonéticos, sino con los pictogramas comunes a todo el Anawak. Ambos días corresponden a los pasos cenitales del Sol en la latitud calendárica, en un año llamado 5 Dragón. El comienzo del año civil en el segundo paso cenital del sol tenía otras dos propiedades astronómicas: 1ro. Establecía una medida de 105 días hasta el ascenso de las Pléyades al cenit, por la época en que fueron consignadas las 120 correlaciones del Haab. Eso significa que, desde el Fuego Nuevo hasta el inicio del próximo año, mediaba un año sagrado completo. 2do. A su vez, usar el Fuego Nuevo como punto de referencia permitía dividir el año civil en dos partes iguales, al contar nueve veintenas desde el Fuego Nuevo hasta el la caída del cargador, y otras nueve veintenas más el Wayeb/Nemontemi desde el cargador hasta el Fuego Nuevo. Los datos anteriores nos permiten correlacionar las veintenas del Haab con las fechas gregorianas. El resultado se recoge en la siguiente tabla, que ha sido calculada a partir de la cruz colonial de cargadores. Esta tabla muestra que, de haber seguido funcionando el calendario maya en forma ininterrumpida, en la actualidad, el Jaab o año civil estaría comenzando el 31 de julio. 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 - Veintenas Fecha gregoriana Poop Woo Sip Sots Sek Shul Yaashkin Mol Cheen Yash Sak Kej Mak Kankin Muan Paash Kayab Kumku Wayeb 31 de julio 20 de agosto 9 de septiembre 29 de septiembre 19 de octubre 8 de noviembre 28 de noviembre 18 de diciembre 7 de enero 27 de enero 16 de febrero 8 de marzo 28 de marzo 17 de abril 7 de mayo 27 de mayo 16 de junio 6 de julio 26 de julio 121 Apéndice Cómo calcular el tonal En la antigüedad, calcular el tonal era un asunto laborioso, pues había que tener en cuenta muchos factores. Era fácil equivocarse, y esa es la causa de que, en la actualidad, prácticamente cada grupo de la tradición mexica tenga una opinión diferente sobre como se llama este día. Sin embargo, los recientes adelantos en computación han resuelto este problema, pues ahora existen programas que pueden calcular cualquier fecha prehispánica en una fracción de segundo, con un rango de exactitud de millones de años. Si usted desea averiguar la fecha prehispánica de hoy o su tonal natal, encontrará un programa basado en la Ecuación de Tenochtitlan en las páginas tonalkin.com y www.teoyaotl.com. En caso de que usted no pueda consultar esas páginas, a continuación se expone un conjunto de pasos que le permitirán averiguar los tonales. Las tablas 3 y 4 han sido calculadas a partir de los cargadores postclásicos o “mexicas”, pues son los más conocidos. Si usted desea convertirlos en cargadores coloniales o “mayas”, solo tiene que restar cuatro tonales a los cargadores de la tabla 2 y cuatro puntos a los números de la tabla 3. Cualquiera sea la cruz de cargadores que utilice, el día lleva el mismo tonal. Paso 1: busque en la tabla 3 el nombre del año al que corresponde el día cuyo tonal desea averiguar. Por ejemplo, el año 2000 se llamó 1 Pedernal Paso 2: convierta el cargador obtenido en un número, apoyándose en la tabla 1. Por ejemplo: el tonal 1 Pedernal tiene los números 1/18. Paso 3: busque en la tabla 4 el valor del día cuyo tonal desea obtener (el 29 de febrero tiene el mismo valor que el 1ro. de marzo). Por ejemplo: el valor del día 21 de marzo es 9/4. Paso 4: sume los números del año y el día, respetando sus respectivas columnas. Por ejemplo: 1/18 + 9/4 = 10/22. Tenga en cuenta la siguiente excepción: si la fecha que busca se encuentra entre el 1ro. de marzo de un año bisiesto y el 22 de febrero del año siguiente, sume 1/1 al total obtenido. Encontrará una lista de bisiestos contemporáneos en la tabla 2. Por ejemplo: 10/22 + 1/1 = 11/23. Paso 5: si el primer número del par es mayor que 13, réstele 13, y si el segundo número es mayor que 20, réstele 20. Por ejemplo: 11/23 = 11/3. 122 Paso 6: convierta el resultado obtenido en un tonal, apoyándose en la tabla 1. Por ejemplo: 11/3 es el tonal 11 Casa. Este es el resultado que usted desea obtener. Puede averiguar los atributos del número y el signo en las tablas 5 y 6. Observación: si desea obtener fechas que se se encuentran antes del año 1900 y después de 1700, sume 1/1 por cada siglo transcurrido desde entonces. Si el año fue bisiesto, sume otro 1/1. Tabla 1 - Orden de los signos de la veintena 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Dragón Viento Casa/Noche Lagartija Serpiente Muerte Venado Conejo Agua Perro 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 Mono Hierba Caña Ocelote Águila Buitre Movimiento Pedernal Lluvia Flor/Señor Tabla 2 - Años bisiestos 1922 1935 1948 1961 1974 1987 2000 2013 2026 2039 1923 1936 1949 1962 1975 1988 2001 2014 2027 2040 1924 1937 1950 1963 1976 1989 2002 2015 2028 2041 1925 1938 1951 1964 1977 1990 2003 2016 2029 2042 1926 1939 1952 1965 1978 1991 2004 2017 2030 2043 1927 1940 1953 1966 1979 1992 2005 2018 2031 2044 1928 1941 1954 1967 1980 1993 2006 2019 2032 2045 1929 1942 1955 1968 1981 1994 2007 2020 2033 2046 1930 1943 1956 1969 1982 1995 2008 2021 2034 2047 1931 1944 1957 1970 1983 1996 2009 2022 2035 2048 1932 1945 1958 1971 1984 1997 2010 2023 2036 2049 1933 1946 1059 1972 1985 1998 2011 2024 2037 2050 1934 1947 1060 1973 1986 1999 2012 2025 2038 2051 123 Tabla 3 - Nombres de los años con cargadores postclásicos 1922 1923 1924 1925 1926 1927 1928 1929 1930 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937 1938 1939 1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947 1948 1949 1950 1951 1952 1953 1954 1955 1956 1957 1958 1959 1 Conejo 2 Caña 3 Pedernal 4 Casa 5 Conejo 6 Caña 7 Pedernal 8 Casa 9 Conejo 10 Caña 11 Pedernal 12 Casa 13 Conejo 1 Caña 2 Pedernal 3 Casa 4 Conejo 5 Caña 6 Pedernal 7 Casa 8 Conejo 9 Caña 10 Pedernal 11 Casa 12 Conejo 13 Caña 1 Pedernal 2 Casa 3 Conejo 4 Caña 5 Pedernal 6 Casa 7 Conejo 8 Caña 9 Pedernal 10 Casa 11 Conejo 12 Caña 1960 1961 1962 1963 1964 1965 1966 1967 1968 1969 1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 13 Pedernal 1 Casa 2 Conejo 3 Caña 4 Pedernal 5 Casa 6 Conejo 7 Caña 8 Pedernal 9 Casa 10 Conejo 11 Caña 12 Pedernal 13 Casa 1 Conejo 2 Caña 3 Pedernal 4 Casa 5 Conejo 6 Caña 7 Pedernal 8 Casa 9 Conejo 10 Caña 11 Pedernal 12 Casa 13 Conejo 1 Caña 2 Pedernal 3 Casa 4 Conejo 5 Caña 6 Pedernal 7 Casa 8 Conejo 9 Caña 10 Pedernal 11 Casa 124 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020 2021 2022 2023 2024 2025 2026 2027 2028 2029 2030 2031 2032 2033 2034 2035 12 Conejo 13 Caña 1 Pedernal 2 Casa 3 Conejo 4 Caña 5 Pedernal 6 Casa 7 Conejo 8 Caña 9 Pedernal 10 Casa 11 Conejo 12 Caña 13 Pedernal 1 Casa 2 Conejo 3 Caña 4 Pedernal 5 Casa 6 Conejo 7 Caña 8 Pedernal 9 Casa 10 Conejo 11 Caña 12 Pedernal 13 Casa 1 Conejo 2 Caña 3 Pedernal 4 Casa 5 Conejo 6 Caña 7 Pedernal 8 Casa 9 Conejo 10 Caña Tabla 4 - Valores de los días Ene Feb Mar Abr 1 8/5 0/16 2/4 2 9/6 1/17 3 Sep Oct Nov Dic 7/15 11/5 3/16 7/6 12/17 4/8 8/18 0/9 4/19 3/5 8/16 12/6 4/17 8/7 0/18 9/19 1/10 5/0 10/7 2/18 4/6 9/17 9/8 1/19 6/10 10/0 2/11 6/1 4 11/8 3/19 5/7 10/18 1/8 6/19 10/9 2/0 7/11 11/1 3/12 7/2 5 12/9 4/0 6/8 11/19 2/9 7/0 11/10 3/1 8/12 12/2 4/13 8/3 6 0/10 5/1 7/9 12/0 3/10 8/1 12/11 4/2 9/13 9/4 7 1/11 6/2 8/10 0/1 4/11 9/2 0/12 5/3 10/14 1/4 6/15 10/5 8 2/12 7/3 9/11 1/2 5/12 10/3 1/13 6/4 11/15 2/5 7/16 11/6 9 3/13 8/4 10/12 2/3 6/13 11/4 2/14 7/5 12/16 3/6 8/17 12/7 10 4/14 9/5 11/13 3/4 7/14 12/5 3/15 8/6 0/17 4/7 9/18 11 5/15 10/6 12/14 4/5 8/15 0/6 4/16 9/7 1/18 5/8 10/19 1/9 12 6/16 11/7 0/15 5/6 9/16 1/7 5/17 10/8 2/19 6/9 13 7/17 12/8 1/16 6/7 10/17 2/8 6/18 11/9 7/10 12/1 3/11 14 8/18 2/17 7/8 11/18 3/9 7/19 12/10 4/1 8/11 0/2 4/12 15 9/19 1/10 3/18 8/9 12/19 4/10 8/0 0/11 5/2 9/12 1/3 5/13 16 10/0 2/11 4/19 9/10 9/1 1/12 6/3 10/13 2/4 6/14 17 11/1 3/12 5/0 10/11 1/1 6/12 10/2 2/13 7/4 11/14 3/5 7/15 18 12/2 4/13 6/1 11/12 2/2 7/13 11/3 3/14 8/5 12/15 4/6 8/16 19 0/3 5/14 7/2 12/13 3/3 8/14 12/4 4/15 9/6 9/17 20 1/4 6/15 8/3 0/14 4/4 9/15 0/5 5/16 10/7 1/17 6/8 10/18 21 2/5 7/16 9/4 1/15 5/5 10/16 1/6 6/17 11/8 2/18 7/9 11/19 22 3/6 8/17 10/5 2/16 6/6 11/17 2/7 7/18 12/9 3/19 8/10 12/0 23 4/7 9/18 11/6 3/17 7/7 12/18 3/8 8/19 0/10 4/0 24 5/8 10/19 12/7 4/18 8/8 0/19 4/9 9/0 1/11 5/1 10/12 1/2 25 6/9 11/0 0/8 5/19 9/9 1/0 5/10 10/1 2/12 6/2 11/13 2/3 26 7/10 12/1 1/9 6/0 10/10 2/1 6/11 11/2 3/13 7/3 12/14 3/4 27 8/11 0/2 2/10 7/1 11/11 3/2 7/12 12/3 4/14 8/4 0/15 4/5 28 9/12 1/3 3/11 8/2 12/12 4/3 8/13 0/4 5/15 9/5 1/16 5/6 29 10/13 4/12 9/3 9/14 1/5 6/16 10/6 2/17 6/7 30 11/14 5/13 10/4 1/14 6/5 10/15 2/6 7/17 11/7 3/18 7/8 31 12/15 6/14 12/8 8/9 0/9 May 0/7 0/0 0/13 Jun 5/18 5/11 5/4 2/15 Jul Ago 11/16 3/7 125 5/9 3/0 0/3 0/16 5/14 0/8 11/0 2/10 5/7 9/11 0/1 Tabla 5 - Atributos de los 13 números Número 1 - Los días a los que aspectaba eran afortunados y propios para comenzar empresas. Número 2 - “Los que nacían en este signo engendraban muchos hijos (empresas) y ninguno de ellos se lograba.” (Sahagún, Historia General) Número 3 - “Decían que las terceras casas de todos los signos eran bien acondicionadas.” (Sahagún) Número 4 - “Generalmente, todos los números cuatro de cualquier signo decían ser dichosos.” (Sahagún) Número 5 - “Decían que todos los días de cada cinco de este calendario son aplicables a esta caída, porque en tal día (Ketsalkoatl) pecó.” (Códice Telleriano) Número 6 - “Todas las sextas casas son mal acondicionadas.” (Sahagún) Número 7 - “La séptima casa de todos los signos era bien afortunada por causa del número séptimo.” (Sahagún) Número 8 - “El octavo signo … era mal afortunado y temeroso. Los que nacían en él eran prósperos por algún tiempo, pero presto caían.” (Sahagún) Número 9 - “Todas las casas nonas eran mal afortunadas… Todas las casas novenas eran favorables a las obras contrarias a la buena fortuna.” (Sahagún) Número 10 - “Todas las décimas casas decían ser bien afortunados, porque pertenecían a Tezcatlipoca.” (De la Serna, Tratado de las Supersticiones) Número 11 - Un día para recapitular lo hecho, replantearse las empresas y buscar alternativas. Número 12 - Favorece la búsqueda espiritual. Número 13 - “Decían que era en parte bueno y en parte malo … Consideraban muy favorables a los signos que terminaban una trecena.” (Sahagún) Tabla 6 - Atributos de los 20 signos 1 - Dragón: “Decían los padres y madres: ʻNuestra criatura es afortunada, tiene buen signo que se llama Cipactliʼ.” (Sahagún, Historia General) 2 - Viento: “Mal afortunado pues su vida sería como viento.” (Sahagún) 3 - Casa: “Este signo era mal afortunado (porque) engendraba suciedades y torpezas.” (Sahagún) 126 4 - Lagartija: “Los que nacían en este signo serían esforzados y sanos de cuerpo.” (Sahagún) 5 - Serpiente: “De fuego es su ánimo, perversos sus pasos, asesino.” (Chilam Balam) 6 - Muerte: “Los que nacían en este signo eran afortunados si eran devotos a su signo. Si no, perdían su fortuna.” (Sahagún) 7 - Venado: “Cualquiera que nacía en este signo era temeroso y de poco ánimo.” (Sahagún) 8 - Conejo: “Borracho; habla demasiado y no dice la verdad. Experimentador de aborrecimiento mutuo.” (Chilam Balam) 9 - Agua: “Algunos de los que nacían en él eran bien afortunados, pero casi todos morían de mala muerte.” (Sahagún) 10 - Perro: “Su signo es: el de vida regalada, el que se adorna. Adúltero, sin juicio, cizañero.” (Chilam Balam) 11 - Mono: “Artífice, maestro de todas las artes, rico toda su vida, bueno todo lo que hace, juicioso.” (Chilam Balam) 12 - Hierba: “Rico cuya riqueza es de la comunidad. Dadivoso, buen hombre.” (Chilam Balam) 13 - Caña: “De este signo se dice que todo es mal afortunado.” (Sahagún) 14 - Ocelote: “Malo. Mas se remedia por no dormir mucho, hacer penitencia y ayunar.” (Sahagún) 15 - Águila: “La alegría es su anuncio. Maestro de todas las artes, hablará pronto con palabras santas.” (Chilam Balam) 16 - Buitre: “Este era bien afortunado y era el signo de los viejos.” (Sahagún) 17 - Movimiento: “Era signo del Sol y le tenían en mucho los señores, (aunque) el que nacía en él, era indiferente su ventura.” (Sahagún) 18 - Pedernal: “Sangrador de fiebres, procura salud y es valiente.” (Chilam Balam) 19 - Lluvia: “Muy imaginativo y noble, (pero) cuando sale como cargador de año, anuncia enfermedades.” (Chilam Balam) 20 - Flor: “Decían que (este signo) era indiferente, bien o mal afortunado.” (Sahagún) 127 Términos en nawatl empleados A Achto, primero, día de la quintana. Akatl, caña, signo 13 de la veintena. Akawalo o Atlkawalo, aguas suspendidas, primera veintena del año civil. Aki, penetrar, segunda mitad del día. Akuetspalin, cocodrilo. Alo, loro, 11vo. nagual diurno. Anawak, el límite del agua, nombre antiguo de Mesoamérica. Apantonatiuʼ, sol de agua, primera era cosmogónica. Asipakiʼtli, pez sierra. Atemostli, caída del agua, veintena 16. Atl, agua, signo 9 de la veintena. Ch Chalchiuʼtlikueyowa, (señora) nocturna falda de jades, sexta señora de la novena. Chalchiuʼtlikue, falda de jades, sexto señor nocturno, deidad de la hora de buitre. Chalchiuʼtotolin, pavo verde, noveno nagual diurno. Chiknauʼtika, novena, ciclo de nueve días. Chiknawi, nueve. Chikoatl, cotorra, sexto nagual diurno. Chikome, siete. Chikontika, semana, ciclo de siete días. Chikuase, seis. Chikuei, ocho. E Eʼekatl, viento, segundo signo de la veintena. Ekatonatiuʼ, sol de viento. Etsakualistli, comunión, veintena 6. I Ikei, tercero, día de la quintana. Iknawi, cuarto, día de la quintana. 128 Ilwikatl, cielo. Ilwitl, día natural. Imman, momento, hora. Iskalli, resucitado, veintena 18 y uno de los nombres del día bisiesto. Ver Mowechiwa y Nachiwa. Itskuintli, perro, signo 10 de la veintena. Itsteukyowa, señor nocturno cuchillo de obsidiana, segundo señor de la novena. Itstli, cuchillo de obsidiana, segundo señor nocturno. K Kakalotl, cuervo, quinto nagual diurno. Kalli, casa, signo 3 de la veintena. Kashtolliomepoalli ommakuilli, dieciocho veintenas más cinco (365). Kawitl, Kauʼtli, tiempo, espacio. Kecholli, plumón, veintena 14. Ketsalkoatl, serpiente emplumada, deidad de la hora de Viento. Ketsaltotol, pavo, 12vo. nagual diurno. Ketsalwitsilin, colibrí de cola, segundo nagual diurno. Kiauʼtonatiuʼ o Kiyauʼtonatiuʼ, sol de lluvia (de fuego), tercera era cosmogónica. Ver Tletonatiuʼ. Kiyauʼteukyowa, señor nocturno de la lluvia, noveno señor de la novena. Kiawitl, lluvia, signo 19 de la veintena. Koatl, serpiente, signo 5 de la veintena. Koatlikue, falda de serpientes, una deidad. Kokotsin, paloma, tercer nagual diurno. Koskakuauʼtli, buitre, signo 16 de la veintena. Kuauʼtemok, águila que desciende, nombre metafórico del Sol vespertino. Kuauʼtleʼko, águila que sube, nombre metafórico del Sol matutino. Kuauʼtli, águila, signo 15 de la veintena. Kuawitlewa, levanta árboles, otro nombre de Akawalo. Kuetspalin, lagartija, signo 4 de la veintena. M Machiyo, signo, casa zodiacal. Makuilli, cinco. Makultika, quintana, ciclo de cinco días. Malinalli, hierba, signo 12 de la veintena. Masatl, venado, signo 7 de la veintena. Maʼtlaktli, diez. 129 Maʼtlaktliomei u Omei, trece. Maʼtlaktliomome u Omome, doce. Maʼtlaktlionse u Onse, once. Metstli, luna, pierna, mes, veintena. Mikistli, muerte, signo 6 de la veintena. Miktlan, la región de los muertos. Miktlantekuʼtli, señor de los muertos, quinto señor nocturno, deidad de la hora de lluvia. Miktlanteukyowa, señor nocturno del mundo de los muertos, quinto señor de la novena. Mishkoatl, serpiente de nubes, la Vía Láctea. Mitl, flecha. Molpilli, atado. Mowechiwa, hecho doble, un nombre del bisiesto. Ver Iskalli y Nachiwa. N Nachiwa, duplicado, un nombre del bisiesto. Ver Iskalli y Mowechiwa. Nawatl, fluido, lengua de Anawak. Nawi, cuatro. Nemi, faltar, faltante. Nemontemi, faltantes para completar. Neshwitsilin, colibrí gris, primer nagual diurno. Nonchipa, en la mañana. O Ochpanistli, caminos limpios, veintena 11. Okkan, segundo, día de la quintana. Olin, movimiento, signo 17 de la veintena. Olintonatiuʼ, sol de movimiento, quinta era cosmogónica. Ome, dos. Oselotl, ocelote, signo 14 de la veintena. Oselotonatiuʼ, sol de los ocelotes, segunda era. Ver Tlaltonatiuʼ. Oshomoko, protonawatl, fecunda, nombre de la primera mujer mítica. Osomatl, mono, signo 11 de la veintena. P Panketsalistli, bandera preciosa, veintena 15. Papalotl, mariposa, séptimo nagual diurno. Piltsintekuʼtli, niño señor, tercer señor nocturno. Piltsinteukyowa, señor y príncipe nocturno, tercer señor de la novena. 130 S Se, uno. Semilwitonalli, empalme del día natural con el tonal. Sempoalkalli, veinte casas, ciclo de 20 días. Senkalli, unidad de casas, ciclo de 13 días. Senteotl, divina unidad, cuarto señor nocturno. Senteukyowa, señor nocturno de la unidad, cuarto señor de la novena. Sipaktli, dragón, primer signo de la veintena. Sipaktonal, dragón de luz, día del dragón, nombre del primer hombre mítico. Sitlalinikue, falda de estrellas, deidad de la hora de Muerte. Siwateteoʼ, mujeres diosas, una deidad. Solin, codorniz, cuarto nagual diurno. Sh Shilomanilistli, ofrecimiento de mazorcas, otro nombre de Akawalo. Shipe Totek, nuestro señor desollado, deidad mexica. Shiuʼkoatl, serpiente luminosa o de fuego, un nombre de la Vía Láctea. Shiuʼmolpilli, atado de años, ciclo de 52 años. Shiuʼtekuʼtli, señor del fuego, primer señor nocturno, deidad de la hora de Ocelote. Shiuʼteukyowa, señor nocturno del fuego, primer señor de la novena. Shiuʼtlapoalli, cuenta de años, un nombre del calendario. Shiwitl, hierba, estación, año. Shochipilli, príncipe de las flores, deidad de la hora de Flor (mediodía). Shochitl, flor, signo 20 de la veintena. Shokowetsi o Shokotlwetsi, caída de los frutos, veintena 10. Shopanko, fructífero, el período de lluvia. T Tekiti, trabajador, las deidades de la trecena. Tekolotl, lechuza, décimo nagual diurno. Tekpatl, pedernal, signo 18 de la veintena. Tekuilwitontli, fiestita de los señores, veintena 7. Temi, completar, lleno. Teoshiwitl, año divino, cuadrienio. Teotlak, atardecer. Teotleʼko, descenso de los dioses, veintena 12. Tepeilwitl, fiesta de los montes, veintena 13. Tepeyollotl, corazón de la montaña, octavo señor nocturno. 131 Tepeyolyowa, (señor) nocturno corazón de la montaña, un dios de la novena. Teskatlipoka, humo del espejo, deidad de la hora de Casa. Tiankistli o Tiankispan, mercado, quinto día de la quintana. Tititl, contraído, extendido, veintena 17. Tochtli, conejo, signo 8 de la veintena. Toltekatl, persona culta. Toltekayotl, toltequidad, cultura. Tonalamatl, libro de los días. Tonalekeʼ, radiantes, deidades. Tonalko, caliente, el período de seca. Tonalli, luz, calor, día calendárico. Tonalmitl, rayo, ciclo de 65 días. Tonalpeuʼka, introductor, primer día de la trecena. Tonalpoalli o Tonalpowalli, cuenta de los tonales, ciclo de 260 días. Tonaltekuʼtli, señores del día, las horas diurnas. Tonaltsontli, sellador, últimos 4 días de la trecena. Tonatiuʼ, sol, deidad de la hora de Movimiento. Toshkatl, guirnaldas, quinta veintena. Tosnene, papagayo, 13vo. nagual diurno. Tosostontli, pequeña vigilia, veintena 3. Tl Tlachikomilwitl, séptimo día, día de la semana. Tlachikuaseilwitl, sexto día, día de la semana. Tlakashipewalistli, desollamiento, veintena 2. Tlaʼkaʼtli, ser de día, primera mitad del día. Tlaʼkotonalli, días mediadores, días medios de la trecena. Tlaʼkotonatiuʼ, mediodía. Tlaʼkoyowak, medianoche. Tlalok, sobre la tierra, fluido, décimo señor nocturno, deidad de la hora de Dragón. Tlaltekuʼtli, señor de la tierra, deidad de la hora de águila. Tlaltonatiuʼ, sol de tierra, segunda era cosmogónica. Tlamakuilwitl, quinto día, día de la semana. Tlamemeʼ, cargador. Tlanawilwitl, cuarto día, día de la semana. Tlanesi, amanecer. Tlaomilwitl, segundo día, día de la semana. Tlasemilwitl, primer día, día de la semana. 132 Tlashochimako, tierra florida, veintena 9. Tlasolteotl, divina inmundicia, séptimo señor nocturno, deidad de la hora de Pedernal. Tlasolyowa, (señora) nocturna de la basura, séptimo dios de la novena. Tlatiuʼ, amanecer. Tlawiskalpantekuʼtli, señor del alba, deidad de la hora de Serpiente. Tlayeilwitl, tercer día, día de la semana. Tleʼtonatiuʼ, sol de fuego, tercera era cosmogónica. Tloʼtli, gavilán, octavo nagual diurno. W Weitekuilwitl, fiesta de los señores, veintena 8. Weitosostli, gran vigilia, veintena 4. Wellakaʼ, en la tarde. Weshiuʼmolpilli, gran atado, ciclo de 1040 años. Wewetilistli, edad, ciclo de 104 años. Witsilopochtli, colibrí zurdo, una deidad. Y Yei, tres. Yowalli, oscuridad, noche. Yowalnepantla, medianoche Yowaltekuʼtli, señor de la noche, deidad de la hora de Lagartija. Yowaltika, antes de la medianoche Yowayan, antes del amanecer 133 Obras citadas Acosta, Joseph de, Historia Natural y Moral de las Indias. UNAM 1995. Alcina Franch, José, Calendarios Zapotecas Prehispánicos según documentos de los siglos XVI y XVII. Cuadernos de Cultura Nahuatl. Aldana, Gerardo, The Apotheosis of Janaabʼ Pakal. University Press of Colorado, 2007. Anales de los Cakchiqueles, Traducción de Adrián Recinos. Guatemala 1998. Anales de Tecamachalco. Fondo de Cultura Económica, 1992. Anónimo, Teogonía e Historia de los Mexicanos. Porrúa 1979. Anónimo, Unos Anales históricos de la nación mexicana. Robredo 1948. Balsalobre, Gonzalo de, Relación auténtica de las Idolatrías de los indios del obispado de Oaxaca. Navarro 1953. Barrera Vásquez, Libro de los Libros de Chilam Balam. Dante, 1989. Bautista Pomar, Juan, Relaciones. México, 1941. Burgoa, Francisco de, Geográfica Descripción. Porrúa, 1997. Calderón, Héctor M., Correlación de la Rueda de Katunes. Dzibil 1982. 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