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SER Y HACER DISCIPULOS EN EL SIGLO XXI

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05 y 06 de
mayo de
2017
SER Y HACER DISCIPULOS EN EL SIGLO XXI
El propósito de este taller es que podamos prepararnos como iglesia en cuanto al discipulado. Puede
que tengamos ya mucho tiempo oyendo sobre “discipulado”, y no solamente escuchando, sino
también trabajando en pro de ello. Hace unos días estaba escuchando sobre un versículo que dice
que “David sirvió a Dios en su generación” (en hechos capítulo 13), allí me puse a pensar, a analizar
cómo David sirvió a Dios en su generación. Sabemos que David fue rey de Israel después de Saúl. Y
que en los tiempos de David Israel gozo de riqueza y dominio; era como la época de oro de Israel.
Sin embargo, lo que SI se puede considerar como importante en el reinado de David, es la parte de
la adoración. David sirvió en su generación en el sentido de que dirigió a su país a ser un pueblo que
adorase a Dios, un pueblo adorador. A fin de lograr eso, David actuó en pro de:
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El establecimiento del templo: nosotros hablamos del “templo de Salomón”, dándole todo el
crédito a él. No obstante, casi todo el trabajo lo hizo David: David compro el terreno, tenía los
planos, fue el que reunió todos los recursos para construir el templo y el que tenía a todos los
trabajadores para realizar la obra; lo único que Dios le dijo fue que él no se encargaría de
construir el templo, sino que debía preparar a su hijo Salomón para que él lo hiciese. Esta fue
la obra considerada una de las maravillas del mundo para aquel entonces, y representaba la
presencia de Dios en medio del pueblo.
El programa del templo: el programa de adoración. Él preparo un sistema de adoración
donde estableció cantores, personas al servicio que por turnos, durante las 24 horas,
brindasen adoración a Dios.
Composición de salmos: escribió la mayoría de los salmos, además de fabricar
instrumentos musicales.
Como vemos, pues, todo esto resume la expresión “David sirvió a Dios en su generación”, cuya labor
más importante fue llevar al pueblo a la adoración a Dios; no solo a esa generación, sino también a
nosotros mismos hoy día con el legado que ha dejado.
Ahora ¿Cuál es el aporte que nosotros podemos hacer en nuestra generación? Podemos saber
mucho sobre el tema del discipulado, pero es hora de llevarlo a la acción de una manera estratégica:
SER Y HACER DISCIPULOS. Debemos ser una generación donde la iglesia sea discipulada y
preparada para discipular a todo al que decide creer en Jesús.
Una de las fases más importantes en ser y hacer discípulos es iniciar un MOVIMIENTO
DISCIPULAR, y es quizás la fase más importante, porque si llega cada uno a iniciar un movimiento
discipular, usted puede llegar a morir, pero ese movimiento va a continuar. Sin embargo, puede que
al iniciar dicho movimiento nos encontremos con ciertas “trancas”, aun dentro de la misma iglesia:
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Establecer el discipulado como clase de escuela dominical: muchas veces los pastores
ven esto como una estrategia viable establecerlo asi: “…vamos a iniciar el discipulado para
toda la iglesia en la escuela dominical…”, y le quitan el efecto que tiene un movimiento
discipular. Al final, no se convierte en ningún movimiento, porque cuando se da el discipulado
en las clases de escuela dominical, al terminar todas las lecciones los hermanos dicen: “… ay
que bueno, aprendí mucho…”, y llega todo hasta allí; se comienza otro material en la escuela
dominical y el discipulado termina allí, o si no continúan las clases de escuela dominical (por
el motivo que sea) se paraliza el discipulado. En realidad, nunca se creó un “movimiento”.
Establecer el discipulado solo para los miembros de la iglesia: se discipulan todos, y
cuando ya todos terminan, no hay más candidatos para discipular: “… no hermano, aquí ya
todo el mundo está discipulado…”.
YSAC ELEAZAR BERMÚDEZ
05 y 06 de
mayo de
2017
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SER Y HACER DISCIPULOS EN EL SIGLO XXI
Establecer el discipulado solo para los nuevos creyentes: se enfoca solo en discipular a
los nuevos creyentes, y se forma un buen movimiento con los nuevos creyentes, pero vienen
entonces los viejos creyentes, le terminan dividiendo la iglesia y le acaban con todo.
Tener metas bien intencionadas, pero con muy poca visión: llega el pastor, ministro de
evangelismo o un líder de la iglesia y propone a la iglesia: “…” este año, todos nosotros
vamos a tener un discípulo…”, y se centran solo en eso, en uno solo. Es una meta bien
intencionada, pero el problema va a venir a largo plazo; cuando pasen 6 meses, de 100
personas solo 50 van a seguir con el entusiasmo de hacer un discípulo; al cabo de los 9
meses solo quedan unos 10, y al finalizar el año hasta el líder que lo propuso se le olvido, y le
pena pasar a preguntar cuántos lograron la meta. Entonces, vemos que el centrarse en algo
asi nos impide explotar lo que en realidad podemos hacer.
Estas son unas de las tantas razones por las cuales nunca se da, o nunca se ha dado un verdadero
movimiento discipular en la iglesia local. El discipulado es un proceso, un proceso de
TRANSFORMACION. Este se da en cada persona que recibe a Cristo, y que termina cuando parte a
la presencia del Señor. Un día mi hija (que estudia psicología en la universidad) me pregunta: “…
papa, ¿una sociedad puede transformar un país?...”, y yo le digo: “… claro que sí, puede
transformarla para mal o para bien…” y todo ello va a depender de la educación que reciba esa
sociedad. Si nosotros vamos a producir, o a formar, o a transformar la vida de una persona, o de una
sociedad, lo principal es la educación.
Nosotros en la iglesia hablamos de transformación, pero la transformación no consiste en un rito: “…
no mira, vamos a hacer este rito, o vamos a hacer una serie de ritos para que tu vida cambie…”.
Nosotros a veces creemos que con una oración y listo, la vida de una persona va a cambiar, pero
NO es asi. Si una persona dice: “… yo quiero cambiar…”, ¿qué es lo primero que usted hace? LO
EVANGELIZA, si recibe a Cristo ¿Qué hacer después? Le ENSEÑA LA PALABRA DE DIOS. He allí
la base de la transformación. Y uno va viendo la transformación de la persona cuando va
comprendiendo la palabra de Dios y van poniendo en práctica lo que va aprendiendo; todo ello se
resume en EDUCACION. El principio que nos enseña romanos 12: 2 es este: que la transformación
se da por medio de la RENOVACIÓN DE NUESTRO ENTENDIMIENTO; un PROCESO que se va a
dar cuando la persona empiece a asimilar la PALABRA DE DIOS (conocer la persona de Dios, el
carácter de Dios, la obra de Dios, los planes de Dios, los principios de Dios), y ese es el propósito
fundamental del discipular a los creyentes.
Ahora que sabemos las vitales razones por las cuales debemos discipular ¿Cómo debemos empezar
el movimiento discipular?
Lo primero es lo primero: la iglesia debe ser discipulada. La primera fase consiste en la
TRANSFORMACION DE LOS DISCIPULOS EN DISCIPULADORES. Eso es como si ustedes fueran
la iglesia y yo el pastor, y yo como pastor veo cierta consistencia de los hermanos el ir a los cultos,
en recibir la escuela dominical, en el ánimo para estudiar la palabra de Dios y dedicarse a la oración,
y que tienen el verdadero deseo y la convicción de seguir a Cristo, entonces ya doy por sentado que
ustedes son discípulos de Cristo. Pero ahora yo les empiezo a preguntar a ustedes como iglesia:
“…¿Cuántas personas estas discipulando tu… y tu… y que tal tú?...” y veo que ninguno está
discipulando a nadie, y por supuesto, NUNCA se va a dar si no se les ENSEÑA cómo hacerlo. Lo
otro que hay que saber es que este es un PROCESO INTENCIONAL: los pastores se ponen roncos
de tanto decir desde el pulpito: “… ¡¡hermanos!!... tenemos que discipular… hay que discipular…” y
puede pasar 20 años diciendo lo mismo, y difícilmente pude lograr que 10 hermanos empiecen a
YSAC ELEAZAR BERMÚDEZ
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discipular: “… ¿y por qué no discípula USTED pues?...” es lo que pueden preguntar de forma
obstinada los hermanos de tanto oír y oír lo mismo, asi que gritar desde el pulpito todos los domingos
no va a funcionar. Eso tampoco se va a lograr con un taller o conferencia como esta; lo que si puede
lograr es animar, o inquietar, más no preparar ni monitorear. Una predicación tampoco lo va a lograr;
simplemente concientiza del deber, mas no es la forma como se va a dar ese proceso. Todo proceso
REQUIERE TIEMPO, y requiere el propósito intencional que mencionamos previamente, lo que
significa que todo aquel que comienza este movimiento es porque voluntariamente a decidido
hacerlo, quiere hacerlo, y nadie lo está obligando sino su anhelo de servir al Señor.
Nosotros conocemos a pastores que no saben discipular, y nos ha tocado formar a misioneros y a
pastores para que aprendan a hacerlo. Yo conozco a un hombre que, en tiempos anteriores yo lo
ponía a hacer culto en los barrios y ese hombre llegaba a reunirme hasta 100 personas, pero asi
como lograba reunirme 100 personas, a medida que pasaba el tiempo empezó a bajar la asistencia,
hasta que ya no quedaba nadie. Y lo ponía en otro lugar, y hacia lo mismo. ¿y todo esto por qué?
Porque no discipulaba; le costaba mucho esta parte. A mí me costó como 5 años enseñarle para que
pudiera discipular con buenos resultados. Cuando por fin logro hacerlo, lo puse encargado de una
misión en otra ciudad, y lo impresionante del asunto es que cuando el empezó a hacer discípulos en
esa misión, los familiares y otras personas cercanas empezaron a decirle: “… hermano… ¿será que
yo puedo hacer también ese “curso”?... ¿será que yo también puedo recibir ese material que usted
recibió?...”, y hoy en día ese hombre es pastor de una iglesia grande.
Una cosa muy importante es que no podemos ver el discipulado como “un don de Dios”, porque
entonces nos justificamos con eso y nos limitamos a nosotros mismos. Cuando Cristo dio la gran
comisión no dijo:”… los que tienen el don de discipular vayan y hagan discípulos…” sino que dijo: “…
VAYAN Y HAGAN DICIPULOS…”. Por ende, este mandato no es para un grupo determinado de
personas “con un don”, sino para todo aquel que decide seguir a Cristo. Aun hasta las analfabetas
pueden discipular, que mediante el hablar y con su testimonio puede realmente hacer discípulos.
Incluso, la misma necesidad de conocer la biblia puede impulsar a esa analfabeta a aprender a leer y
a escribir, y asi adquiera el potencial máximo para enseñar a otros.
Otra cosa que hay que tener en cuenta es que la iglesia SIEMPRE TIENE QUE EVANGELIZAR, no
es que porque “la iglesia no está preparada para discipular”, o porque “no hay suficientes
discipuladores en la iglesia” voy yo como pastor o líder impedir que la iglesia salga y evangelice, o
que no programe tomas evangelísticas por eso. No es tampoco que voy a hacer lo siguiente: “no…yo
solamente voy a evangelizar a los que yo crea que pueda discipular…” entonces llego y evangelizo a
3 personas en el año, porque según yo es la cantidad que puedo tomar. NO mis hermanos, no
podemos limitar la obra de Dios asi, ya que al evangelizar, y evangelizar, y hacer tomas
evangelisticas, y otra vez hacer otra toma evangelística, y asi, y asi otra vez, todo esto
constantemente va a inquietar, va a impulsar de manera casi que automática a que los hermanos
aprendan a discipular, de otra manera, si no se evangeliza constantemente ¿a quién vamos a
evangelizar si ya todos en la iglesia están discipulados?
FASE 1: los hermanos discipuladores forman a otros hermanos de la iglesia como
discipuladores
El líder/pastor/misionero debe seleccionar un equipo. ¿Cuánto puede durar este proceso? Bien,
un proceso como este no tiene una fecha determinada de finalización, y menos el proceso de
transformación. Pero este proceso de enseñanza sistemática, lección tras lección, si tiene una fecha
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calculada de terminación. Por tanto, el pasto o líder que va a iniciar el movimiento discipular va a
escoger un grupo determinado de hermanos (10 o 15 hermanos) para asi comenzar a trabajar con
ellos. El libro “manual del discipulador” contiene todos los niveles, con todas las lecciones de cada
uno e ellos. Quien empiece a dar la formación a los hermanos notara que el orden de los niveles es
el siguiente:
1. “PREPARESE PARA DISCIPULAR”, es el nombre del primer nivel que se recibe, a fin de
formarse como discipuladores. Como ven, a un nuevo creyente NO le deben dar este nivel al
comienzo, sino que son los hermanos de la iglesia los que lo verán asi, a fin de que, cuando
empiecen a ver “mi identidad en Cristo” (el primer nivel que recibe un nuevo creyente) ya
tengan el conocimiento, la preparación y el enfoque adecuado de un discipulador, de aquel
que va a enseñar a otros. Este consta de 8 lecciones.
2. “MI IDENTIDAD EN CRISTO”, es el segundo que verán, y el primero que ve un nuevo
creyente. Consta de 8 lecciones.
3. “FORMANDO UN CARÁCTER CRISTOCENTRICO”, muy importante de ver y de aplicar.
Consta de 12 lecciones.
4. “ENTENDIENDO EL LLAMADO DE DIOS”, que consta de 11 lecciones.
Si vemos que cada lección se da en una o dos horas, y que se aparta un día a la semana para
recibirlo, al final el proceso de formación de discípulos a discipuladores duraría unas 39 semanas, y
si le metemos la semana de introducción, serian 40 semanas. (Póngale unos 10 meses). Sin
embargo, si le metemos los inconvenientes e interrupciones que a veces surgen, consideremos que
en un año se puede recibir este tipo de formación (para discípulos pasando a ser discipuladores).
Ahora, ¿Cuál es la mejor excusa para discipular a la iglesia? Bueno, usted llega y agarra un librito de
estos que se le está presentando, y se lo da a un hermano de la iglesia, ¿Qué es lo él o ella le va a
decir a usted? “… no hermano… ya yo estoy discipulado… ya no necesito eso…”, pero si usted
empieza a darle, no un discipulado”, sino un pase “de discípulo a discipulador”, se verá muy
diferente, ese hermano(a) aprenderá de una manera que valdrá la pena, además de que va a ver
cosas que no sabía, y otras que necesita recordar.
Para esto se requiere disciplina hermanos: si usted tiene la disciplina, o se propone de verdad a dar
esta clase de formación (considerando el tiempo que dura, pero teniendo el ánimo de que si lo hace
los resultados serán impactantes), usted va a ser un gran EJEMPLO. Por eso es necesario que sean
los pastores o misioneros los que inicien este proceso de formación, porque como dice el dicho: “de
tal palo da la astilla”; si el pastor lo logra, las ovejas verán el ejemplo y se verán animadas e
impulsadas a hacerlo: “… si el(a) lo hizo, yo también puedo hacerlo…”. Por ejemplo, yo (Ysac
Eleazar Bermúdez, pastor de la Iglesia Central de Barquisimeto) tome a 15 hermanos, y les dedique
todo el año a enseñarles (bueno, en realidad dure como un año y 4 meses). Cada martes me reunía
con ellos.
El equipo que está siendo preparado debe, simultáneamente, ir transfiriendo sus
conocimientos a otros discípulos. Imagínense ustedes que yo me pusiera a decirle a mi equipo:
“… bueno muchachos, yo voy a empezar a darles este proceso de formación para ser
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discipuladores, y HASTA QUE NO LO TERMINEN, no se lo pueden enseñar a otros…”, es decir,
¿tendrían que esperar un año para tener discípulos? NO mis hermanos. Si yo hago eso, en una año
pueden pasar muchas cosas, y el proceso movimiento discipular se volvería MUY LENTO. Además,
mis discípulos tardarían otros año con sus discípulos si siguieran ese método; o sea, serian dos años
perdiéndonos de discipular a gente que necesita ser educada conforme a la palabra de Dios.
Al terminar de ver el nivel “prepárese para discipular” (es decir, el primer nivel que van a ver los
hermanos de la iglesia), comenzaría a dar el nivel “mi identidad en Cristo” (el primer nivel para
nuevos creyentes), y es en este punto que los hermanos de la iglesia que recibieron su primer nivel,
están capacitados para tomar otro grupo y enseñarles. ¿Qué es lo que yo hago? Cuando yo los
llamo a ellos (es decir, a los que voy a discipular), les digo: “…vamos a comenzar un movimiento
discipular en la iglesia. Ustedes van a ser mis 15; mi equipo piloto. Voy a trabajar con ustedes, y voy
a estar con ustedes durante un año. PERO ustedes ahora van a comenzar a orar, porque asi como
yo tengo un grupo que son ustedes, ustedes también van a tener su grupo. Yo voy a ayudarles para
que ustedes tengan un grupo de la iglesia (de miembros bautizados), a fin de que podamos introducir
a toda la iglesia en este movimiento discipular…ustedes van a orar, porque ustedes van a formar un
grupo (bien sea de 5, de 10 o de 15) para que ustedes puedan hacerlo…”. Yo les dije a ellos eso la
primera semana; la segunda semana, yo me reuní con ellos, y les di la primera lección de
“prepárese para discipular”. Yo les digo a ellos “… usted va a comenzar a orar por el grupo que usted
va a tener de discipulado. Pero eso si, usted TODAVIA NO LOS VA A ELEGIR, usted no le va a decir
a nadie mientras yo les ayudo para que puedan hacer, pero por los momentos, usted solo va a
orar…”. Cuando voy por la lección 4 (que ya llevo 5 semanas con ellos), les digo: “… bueno, ya usted
tiene 5 semanas orando por su grupo. Yo quiero que usted me haga una lista de los posibles
candidatos que usted cree que pueden formar parte de su grupo… pero le voy a dar varios criterios:
primero, mujer con mujer y hombre con hombre (pueden haber excepciones), y segundo, es
preferible, en cuanto sea posible, que la persona que lo evangelizo, o la persona con la que tiene
mejor afinidad, confianza, afecto o cercanía, sea quien lo discipule. Tráiganme la lista de esas
personas, PERO NO LES VAYAN A DECIR NADA TODAVIA…”. a la siguiente semana, ellos me
traen la hojita con los posibles candidatos (me la entrega a mi como discipulador/líder/pastor). Ese
día no les voy a confirmar nada sino que me voy a sentar, voy a revisar esa lista y a analizarla.
Luego yo, a la siguiente semana (sin decirlo o anunciarlo públicamente), llamo a la persona, y si la
lista que muestra no presenta nada que vaya a generar problemas más adelante, le doy el visto
bueno. En caso de que presente algún detalle inapropiado, yo llamo a la persona y hacemos los
ajustes para que empiece a discipular. Por ejemplo, a mí me paso un caso con el que fue pastor de
jóvenes de la iglesia, ya que él me trajo en su lista a 5 muchachas y 5 muchachos, y yo le dije: “no,
no es apropiado”. El muchacho se molestó, y pues asi duro un tiempo. Luego se contentó, ya que no
le quedaba de otra, y cuadramos bien la lista (sin muchachas para no presentar inconvenientes) y
ahí si arranco.
Hay que hacer el desafío. Ya después que se le aprueba la lista al hermano(a), está en la libertad
de decirle a esas personas anotadas para INVITARLE A ESTE MOVIMIENTO DISCIPULAR. Por
supuesto, TODAVIA NO VA A COMENZAR A DARLE EL DISCIPULADO, sino que lo va nada más a
invitar a hacerlo. Luego de que el hermano(a) termina de recibir el nivel “prepárese para discipular”,
yo le pregunto: “… mira, ¿qué te dijo tu grupo?...”, y lo pregunto porque el hermano(a) que va a
hacer la invitación, el desafío, el reto, puede que le digan qué, pero puede que le digan que no. Ya
luego de que queda todo cuadrado para que mi equipo comience a discipular, preparamos “EL
CULTO DE INICIO DEL MOVIMIENTO DISCIPULAR”, donde celebramos de manera formal el inicio
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y donde hacemos la oración de consagración de todo este trabajo para el Señor. Yo recuerdo que
cuando nosotros iniciamos el movimiento, invitamos al pastor Alexander Montero para que predicase
y viera todo lo que estábamos haciendo.
El comienzo. Al comenzar el segundo nivel (“mi identidad en Cristo”) con mi grupo, yo llego y les
pregunto: “… mira, ¿ya comenzaste con tu gente?...”, si ya tienen el visto bueno, ya pueden
comenzar. La idea ahora es que, reuniéndose cada semana, los que son de mi equipo puedan, a su
vez, impartir las lecciones de “preparándose para discipular” a los hermanos que ellos han escogido.
La idea es que ustedes hagan lo mismo, y que al convertirse en discipuladores, pasarían a ser
también los “mentores” de sus discípulos, estando pendiente de ellos, orando por ellos,
compartiendo con ellos. Además, ustedes deben estar pendientes de que sus discípulos hagan sus
tareas/cuestionarios, preguntándoles, animándoles, recordándoles (claro, no es que se van a poner
como una cerbatana a estar hostigándolos todo el tiempo), para que sus discípulos vayan al día; y si
llegasen a retrasarse, se reúnen con ellos y les hablan al respecto para ayudarlos.
La multiplicación. La idea no es solo que sean preparados para dar el discipulado, sino también
que los que yo voy discipulando vayan también (como ya lo hemos discutido) transmitiendo las
enseñanzas, y sus discípulos, sucesivamente, vayan aplicando lo mismo con la misma metodología
con la que ustedes fueron invitados y enseñados (la que se describió anteriormente); ellos la reciben
y la imparten a otros, hasta que se logra alcanzar a todos los hermanos de la iglesia con el
movimiento discipular. Entonces, esos 10 o 15 que usted tomo, a su vez escogerán a otros 5 o 10 o
15, y esos a su vez tendrán a otros 5 o 10 o 15; todo sucesivamente.
FASE 2: discipulado a los nuevos creyentes
El comienzo. Ahora entramos a la etapa de la educación a los que creen en Jesucristo y están
comenzado su nueva vida en El. Obviamente, discipular a nuevos creyentes va a requerir
EVANGELIZAR primero, ya sea casa por casa o con el plan Andrés (haciendo previa cita con las
personas que se van a evangelizar), o en campañas evangelistas, o aun invitándolos a la iglesia y
que acepten a Cristo, por ejemplo, en un “culto del visitante”. La persona que vaya a ser discipulada,
hay que cuadrar con ella la fecha semanal para recibir el discipulado, y por supuesto, tratando de
seguir el criterio de que es mejor hombre con hombre y mujer con mujer (pueden haber excepciones,
como el caso de una pareja de matrimonio que vaya a ser discipulada junta) y de que es mejor que
lo(la) discipule el(la) que lo evangelizo, o aquel(la) con la que tenga ya establecida una amistad y
que se tengan mayor confianza.
Ciertas diferencias. Aquí no comenzaremos con “prepárese para discipular” puesto que es un
nuevo creyente; empezaremos con “mi identidad en Cristo”. El otro punto que hay que aclarar es que
no es necesario dar este tipo de discipulado en grupos: puede ser individual (en la casa de la
persona que vaya a ser discipulada, por ejemplo), pero si pueden en grupo (si es una pareja o si es
una familia entera, o los que creyeron viven cerca) es mucho mejor, pues se ahorra tiempo. El
segundo nivel, que es “formando un carácter Cristocéntrico”, puede darse individualmente también,
como también, si se presenta la ocasión, lo puede dar grupal. Ya para el tercer nivel, que es
“entendiendo el llamado de Dios”, si puede darlo grupal, ya que el tercer nivel es algo extenso
¿Qué haremos cuando el nuevo creyente haya recibido los tres niveles principales?
Si ya recibieron los tres niveles antes mencionados, usted los puede invitar a realizar el proceso de
formación para ser un discipulador, y darles “prepárese para discipular”: los reúne (si se imposibilita
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que alguien asista al lugar, se lo da individual), y empieza darles las ocho lecciones. Ahora, después
de que vea esas ocho lecciones, ¿hay que darles de nuevo mi identidad en Cristo? Bien, lo primero
que tenemos que saber a este punto es que no hay mejor herramienta para entender algo que
reforzarlo y repasarlo. Asi que, usando el libro “SER Y HACER DISCIPULOS EN EL SIGLO XXI”, a
reforzar cosas que estos nuevo creyentes no lograron entender cuando vieron los tres niveles
anteriores, ya que este libro presenta los cuatro niveles, pero más reforzado y ampliado que los
libros individuales. Por ende, ellos deben recibir “prepárese para discipular” todo completo, mientras
que los otros tres niveles solo van a ser reforzados con pequeños detales y dudas aclaradas.
El ciclo se repite. Supongamos que, mientras yo estoy dando “prepárese para discipular” a esos
nuevos creyentes que ya recibieron los primeros tres niveles, otras tres personas aceptan a Cristo,
¿voy yo a ESPERAR que termine de dar “prepárese para discipular” para poder tomar a estos tres
nuevos creyentes? POR SUPUESTO QUE NO. Mientras estoy dando “prepárese para discipular” a
los que se están formando para ser discipuladores, aparto otro día para dar “mi identidad en Cristo” a
los tres nuevos creyentes, asi mismo van a aplicar los que yo estoy preparando para ser
discipuladores, y asi mismo van a aplicar ustedes.
¿Qué sucederá si dejamos de armar los grupos de discipulado? Se detiene el ciclo, y si se detiene el
ciclo, SE DETIENE EL MOVIMIENTO. Les voy a contar un ejemplo: mi hijo menor (de 17 años) llevo
a cuatro de sus compañeros de liceo a nuestro campamento en enero; muchachos a los cuales
había invitado a la iglesia, y que los estaba animando para que asistieran. De esos cuatro, uno solo
respondió al llamado de Dios de aceptar a Cristo, empezó a recibir su formación con su novia, siendo
mi hijo su mentor (mi hijo es parte de mi grupo de 15). En una de esas, mi hijo llega y me dice: “…
papa… necesito ocho cuadernos…”, y yo le pregunto: “… ¿y eso hijo?...”, “… pasa que por una zona
al oeste de Barquisimeto (por donde queda “santa Isabel”, “Core 4” y varios barrios de poca estima)
hay un grupo de muchachos que quieren oír de la palabra, y necesitan ser atendidos y
discipulados…”. Concluyan pues que, mientras mi hijo atendía a su amigo y su novia (que era uno de
los más sobresalientes de su clase), iba también a atender a ese grupo de jóvenes por aquella zona.
¿Saben ustedes a cuantos jóvenes está atendiendo mi hijo? A 13 jóvenes. Mi hija intermedia,
actualmente está atendiendo a 18 adolescentes en un barrio, a quienes visita cada semana, y yo lo
que soy es el “chofer”. Mi hija mayor es la que tiene menor cantidad; a 3 personas. Sin embargo, lo
importante es que están discipulando, y mi esposa (que es también de mis quince) tiene a 10
mujeres, a quienes está preparando para ser discipuladoras.
Otro de mis sobrinos, llegando al barrio “el Ujano” (bien retirado de nuestra congregación), empezó
a hacer deportes con los muchachos de la zona, y como muchos de ellos tenían los zapatos rotos
para jugar futbol, entonces el empezó a ayudarlos y a enseñarles a coser sus zapatos. Luego los
invitaba a la casa para jugar pingpong, y a partir de allí logro crear lazos con esos jóvenes, para
posteriormente empezar a enseñarles la palabra de Dios. Actualmente, esos muchachos están
asistiendo a nuestra iglesia, y mi sobrino está con nosotros formando una academia deportiva.
Hay un barrio llamado “la Antena”, donde tenemos 15 años trabajando, y no hace sino recientemente
que se empezaron a ver los frutos en ese barrio: 10 familias de allí están asistiendo a nuestra iglesia,
están siendo discipuladas, y posteriormente serán preparadas para el bautismo que tenemos en
diciembre, y ¿saben a quién tenemos encargado el trabajo en ese barrio? A dos mujeres, una
profesora y otra costurera, que apartan su tiempo para servir al Señor.
YSAC ELEAZAR BERMÚDEZ
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El método de enseñanza. A la hora de discipular, cada discípulo tiene un cuaderno a parte del libro
del nivel que está viendo (bien sea que lo tengan o que uno se lo pueda regalar). La lección se da a
“libro cerrado”, ¿Qué quiere decir eso? Pues que cada discipulador debe dar la lección de tal manera
que libro sea abierto por el discípulo nada más para llenar el cuestionario como tarea (si se da todo
leyendo el libro, se puede limitar la fluidez de la clase). Al final de cada lección el discípulo va a llenar
las preguntas que están en el cuestionario (dentro del libro), se van a aprender los versículos para
memorizar, y en el cuaderno van a escribir de memoria (es decir, sin leerlos) el versículo y el
contenido del versículo. Cuando el discípulo termina los niveles, le hacemos una celebración tipo
graduación: se hace una especie de culto, ellos llegan y juntan sus cuadernos y libros llenos, y se les
entrega un certificado, valorando asi el esfuerzo y la disposición que tuvieron para aprender de la
palabra de Dios.
Entonces, vemos que a medida que avanzamos en el movimiento, siendo las mujeres discipuladas,
los hombres discipulados y los jóvenes discipulados, y sin descuidar por nada del mundo a los
nuevos creyentes, sino que a medida que los hermanos(as) de la iglesia vayan recibiendo las
lecciones ellos(as) a su vez van a ir enseñando a los nuevos creyentes, al igual que si estoy
formando como discipuladores a un grupo de hermanos de la iglesia voy también enseñando a los
nuevos convertidos bajo mi responsabilidad, va a ir adquiriendo forma dicho movimiento.
La calidad del discípulo. Si observamos en el libro de los hechos, una de las cosas que vamos a
notar es la cantidad de personas que creían: en un lado 3000, por el otro 5000, y asi. Sin embargo,
algo que tenemos que tomar en cuenta es lo que mencionamos ya anteriormente, y es el hecho de
que el discipulado es un proceso de “transformación”. Si tomamos como ejemplo la vida de Moisés
(Hebreos 11: 25-27), vamos a observar las cualidades esenciales que debe presentar un discípulo.
¿Cuánto tiempo tuvo Jocabed a Moisés en calidad de nodriza? Algunos estudiosos dicen que tres
años, otros dicen que cinco; lo cierto es que no pasa de allí. Durante todo ese tiempo, Jocabed tuvo
que haber, de alguna forma factible, todo la concerniente a ser un “hebreo”, y Moisés, a su muy corta
edad, asimilo la educación y las costumbres hebreas. Cuando Moisés- vuelve a las manos de la hija
del faraón, empieza a recibir la educación egipcia: las tradiciones de Egipto, la cultura y religión de
Egipto, etc. Moisés fue preparado con todo un príncipe de Egipto, y al llegar a la edad de la
adolescencia, tenía que definir quién era; tenía que establecer su IDENTIDAD: eran dos opciones,
una (que presentaba una gran ventaja) donde podía constituirse como el posible sucesor del faraón,
con todas las riquezas y placeres de Egipto, y la otra era reconocer su verdadera procedencia de los
hebreos, quienes eran esclavos. Su madre le debió dejar bien claro: “…la sangre que corre por tus
venas no es egipcia, sino hebrea… tus antepasados no son los faraones, sino Abraham, Isaac y
Jacob… tu Dios nos son los dioses de Egipto, sino el Dios de Abraham, Isaac y Jacob…”. Bien
observamos que Moisés, teniendo claro quién era y de donde provenía, y prefirió ser llamado “hijo de
esclava” que “hijo de la hija del faraón”. ¿Qué sucedió cuando Moisés vio al egipcio maltratando a un
hebreo? Lo mato, ¿y qué sucedió cuando vio a dos hebreos peleando entre sí? Trato de separarlos;
tenía apego a su gente.
¿Qué quiero decir con todo esto? ¿Qué con el estudios de “mi identidad en Cristo” usted va a
adquirir su identidad en Cristo? NO, pero va a formar las bases para ello; IDENTIDAD como UN
HIJO DE DIOS. Lo segundo en consolidarse en la vida de Moisés fue la FORMACION DE SU
CARÁCTER. Dice el versículo 25, que “prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios que gozar de los
deleites temporales de la carne”. La única manera en la que una prefiere el dolor antes que el placer
es por la CONVICCION DE VALORES. A usted le pueden decir: “… tienes dos opciones: o ser
matado, o recibir un carro… pero eso si… para recibir el carro tienes que hacernos un favorcito…” y
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05 y 06 de
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2017
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resulta que ese favorcito es hacer algo que va en contra de los valores y principios que se te fueron
inculcados; es allí donde un prefiere sufrir. ¿Cómo veía Moisés el pecado? Como deleite temporal ¿y
a que se refiere con deleite temporal? Que es pasajero, y que su final es desgracia y destrucción.
Imagínense a nuestros jóvenes tener esa convicción de valores, de ver el pecado como “deleite
temporal”. Dice también que Moisés prefirió sufrir por la causa de Dios que por los tesoros de los
egipcios. Su mayor riqueza no era el oro, sino hacer la voluntad de Dios; eso es carácter, eso es
convicción de valores ¿y quién le va a enseñar eso a la gente? Las 12 lecciones sobre el carácter
cristo céntrico son muy personales, y ayudaremos a las personas a confrontarse a sí mismas y a
reflexionar, recapacitar y abandonar todo lo que no sea conforma a lo que Dios le agrada. Vamos a
guiar a la persona para superar los fracasos del pasado, y a reconocer y a preferir lo que realmente
importa en la vida; las cosas por las cuales vale la pena sufrir.
Otro aspecto a tener en cuenta en la vida de Moisés fue ENTENDER EL LLAMADO que Dios le
había hecho. “El salió de Egipto, sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si
estuviera viendo al invisible”. Moisés sabía que Dios no lo había rescatado en balde; él tenía que
reconocer que de entre tantos niños muertos había un propósito Divino por el cual él seguía con
vida. Siendo egipcio, el trato de ayudar a su pueblo, pero no pudo hacer gran cosa; tuvo que huir de
Egipto, y estar en el desierto por más de 40 años. Ya a sus 80 años (una edad muy avanzada),
Moisés pudo haber pensado: “… yo pensé que Dios me había rescatado de las aguas para hacer
algo importante… yo creí que Dios iba a ser con mi vida un propósito espectacular… pero ya estoy
viejo, y lo que ahora hago es cuidar una ovejas que ni son mías… creo que era mejor que Dios
hubiese rescatado a otro hombre…”. Imagínense que, mientras concebía eso en su mente, Dios se
le aparece en la zarza ardiente y le dice: “… Moisés, Yo no te rescate de una masacre para que
solamente apacentaras ovejas… Yo te rescate para seas tú por medio de quien Yo liberte a Mi
pueblo…”, y asi fue. Moisés llego a ser el líder, libertador y legislador dentro del pueblo de Israel,
nada más y nada menos que un pueblo de más de 2 millones de personas, sin experiencia en la
guerra y contra el imperio de aquel entonces, que era Egipto. Entonces vemos que Moisés entendió
bien su llamado, y para ello está diseñado este nivel: para ayudar a la persona a entender por qué
Dios lo(a) saco del mundo, y que propósitos quiere Dios lograr en la vida de esa persona.
Nosotros no estamos simplemente para enseñar a la persona, sino también para acompañarla, para
consolarla, para darle el ejemplo, y para aclararle las dudas que tenga. Tampoco estamos para
alcanzar cantidad, sino para formar un verdadero discípulo, y por último, preparándolo(a) para
discipular, ayudarle a tener esa visión discipular, a fin de que también va y haga discípulos. Quizás
hayan personas que al principio puedan comenzar recibiendo el discipulado y que al final terminen
descarriándose, pero esa debe ser una EXCEPCION dentro del movimiento discipular (o sea, no
todos van a ser alcanzados y formados como uno quisiera) y NO UNA REGLA.
Ahora, ¿Quién es el que transforma? Si tomamos 2 corintios 3: 17, 18 vemos que somos
transformados por el Espíritu del Señor: un proceso donde progresivamente la gloria de Dios se va
manifestando en nuestras vidas. Esa es la ESCENCIA DEL DISCIPULADO, donde cada vez
alcanzamos a reflejar más y más la imagen de Cristo. Si vemos la tentación de Jesús por parte de
Satanás desde la perspectiva discipular, observaremos los tres factores del discipulado; son tres
propuestas, pero en ellas observaremos claramente: “… Si Tu eres el Hijo de Dios…” ¿Qué es eso?
IDENTIDAD. Si Satanás lograba sembrar en Cristo dudas sobre Su identidad, estaba frito, y por ello
es que en nuestro proceso de discipulado, lo primero que debemos tener es UNA IDENTIDAD BIEN
CLARA Y DEFINIDA EN CRISTO. ¿Qué otra cosa ataco Satanás? “…todos los reinos de la tierra te
daré si postrado me adoras…”, y allí se ve el ataque directo a los valores, por lo cual Jesús le
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responde: “…La escritura dice: solo al Señor tu Dios adoraras, y solo a El servirás…. ESE ES EL
IDEAL DE MI VIDA… Y ES LO QUE YO VOY A HACER…”.
Entonces
una
persona,
transformada a la imagen de Cristo, sabe que su principio fundamental en la vida es adorar y servir
al Señor. ¿Qué otra cosa ataco Satanás? Por supuesto: el llamado. “… lánzate desde este punto
alto, que los mismos ángeles vendrán y te recogerán…”, si Jesús hacia eso y se cumplía, mucha
gente lo iba a seguir por esa obra SENSACIONAL, pero el propósito de Dios de que Jesucristo fuera
el Salvador del mundo SERIA DESVIADO E INCUMPLIDO. Pero Jesús no hizo asi, sino que “fue
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Todo discípulo está llamado a obedecer el llamado de
Dios, y cumplir Su propósito hasta el final.
De la misma manera, Cristo trabajo asi con Sus discípulos. Él les dijo:”… ustedes están en el
mundo… pero ustedes NO son del mundo…”; eso es identidad. “…amaran a sus enemigos… oraran
por los que os persiguen… pagaran siempre con bien…”; esos son valores, eso es carácter. “… asi
como el Padre me ha enviado… asi yo los envió a ustedes…”; eso es llamado, y reafirmo aún más
Su llamado durante los 40 días que estuvo con ellos después de resucitado. Según 1 Pedro 5: 10, es
Dios mismo quien nos llama, es Dios mismo quien nos perfecciona, es Dios mismo quien nos afirma,
es Dios mismo quien nos afianza, y es Dios mismo quien nos establece o fundamenta; Sin Dios, sin
el obrar de Dios, va a ser inútil todo el esfuerzo que hagamos para formar discípulos.
¿para qué necesito tener identidad en Cristo? Para tener estabilidad espiritual. ¿Para qué necesito
convicción de valores? Para tener fortaleza de carácter. ¿Para qué necesito entender el llamado de
Dios? Para tener firmeza de propósito. Estable, fuerte, firme y fiel; asi debe ser u discípulo de Cristo.
Cuando yo presente este proceso de discipulado, hace dos años en Anzoátegui, lo hice con una
audiencia de 100 pastores de todo el país. Uno de ellos, llamado Wilfredo Velásquez (pastor de la IB
la Fe en Maracaibo) se levantó y dijo: “…Eleazar…yo tengo 40 años discipulando en la iglesia… y he
aplicado esto y esto y aquello…”. Yo siendo el conferencista, me sentí un poco incómodo
(imagínense yo dando esto a un hombre de tanta trayectoria). “… ¿qué de nuevo nos estas
presentando?...”, pregunto él. Al siguiente día, les di “prepárese para discipular”, y él llega y dice: “…
tengo que reconocer que hemos estado discipulando… pero asi como lo está presentando Eleazar
no lo estamos haciendo…”. Más tarde, de forma privada llega y se me acerca: “… bueno Eleazar…
vamos a ver qué bueno puedo sacar de esto…”. Un tiempo después llega y me llama: “... Chico…
voy a viajar a Barquisimeto para que me des el libro completo…”. Al cabo de un tiempo, uno de los
líderes de aquella iglesia me llama y me dice: “…Eleazar… ¡¡el pastor cambio todo!!... ahora está
aplicando ese nuevo método de discipulado…”; resulta que el pastor escogió a 48 hermanos, los fue
preparando, cada uno de ellos escogió su grupo de 10, y empezaron el movimiento discipular con
casi 500 hermanos formados para discipular (es una iglesia grande).
El director de Oansa en Zulia también me llama y me dice: “… mira… yo no soy bautista… pero
estoy aplicando también este proceso con mi grupo…”. Más adelante, cuando tuve la oportunidad de
viajar hasta allá, vi que en todos lados se estaba dando este movimiento, y eso me llevo a
reflexionar: “…esto es lo que Dios quiere… que nosotros como discipuladores formemos
discípulos… y que ellos también den frutos como discipuladores...”. y cuando fui a San Félix, el
pastor Etham Pulgar me dijo: “…Eleazar… yo quiero que enseñes sobre el llamado en la iglesia…”, y
después que yo di la enseñanza, el hizo pasar a su grupo de discipulado, asi como también los
grupos de otros hermanos, y fue algo bien bonito. De esta misma manera, este proceso se está
dando en varias iglesias de todo el país. Sin embargo, el proceso no consiste en que los hermanos
vean las 40 y algo semanas de este material, y que después de eso no se haga nada más. El
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proceso consiste en que, si ya recibieron todos los niveles, los puedan a su vez poner en práctica, y
que sean capacitados para darlos a otros; sean hermanos de la iglesia o nuevos creyente. Si esto se
da asi, ténganlo por seguro hermanos que este movimiento discipular nunca se detendrá.
YSAC ELEAZAR BERMÚDEZ
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