ESTUDIO SOBRE VIOLENCIA ESCOLAR EN EL INSTITUTO TECNOLÓGICO DE ZACATEPEC Roberto Yáñez Hernández, [email protected]; José Luis Langarica Hernández, [email protected]; Diana Mayra Chavarría Estudillo, [email protected]; Anel Reza Manzanares, [email protected]. Instituto Tecnológico de Zacatepec. Resumen Esta investigación se abocará a determinar si existen casos de lo que en la jerga técnica se ha dado en llamar “acoso escolar y violencia entre iguales” en el Instituto Tecnológico de Zacatepec, dependiente del Sistema Nacional de Educación Superior Tecnológica, mediante el descubrimiento de situaciones de acoso escolar, las causas y los contextos por los que ocurren, los factores implicados, la prevalencia del fenómeno y las consecuencias para las víctimas, agresores y observadores. En el marco de la certificación sobre equidad de género, que han emprendido las instituciones de educación superior, especialmente, los institutos tecnológicos que dependen de la Dirección General del Tecnológico Nacional de México (DGTNM), la presente investigación se aborda para detectar las manifestaciones de un fenómeno que está afectando a las escuelas no solo del país, sino del extranjero, y que ha llamado poderosamente la atención de profesionales en estudios sociales, puesto que la problemática ha alcanzado niveles preocupantes en su dinámica de desenvolvimiento que afectan seriamente la vida personal y familiar de millones de personas, todas ellas actores principales de los procesos educativos, con su consecuente corolario de disturbios y perturbaciones en el desenvolvimiento sano de la convivencia social. El problema se agrava cuando se constata en las estadísticas sobre el fenómeno, que la violencia en la escuela se ejerce mayoritariamente sobre las mujeres. PALABRAS CLAVE: Violencia, escuela, tecnológicos. Introducción Esta investigación se abocará a determinar si existen casos de lo que en la jerga técnica se ha dado en llamar “acoso escolar y violencia entre iguales” en los Institutos tecnológicos dependientes del TNM, mediante el descubrimiento de situaciones de acoso escolar, las causas y los contextos por los que ocurren, los factores implicados, la prevalencia del fenómeno y las consecuencias para las víctimas, agresores y observadores. Es importante señalar que el esfuerzo por certificar una institución en materia de equidad de género, así como la operación de las tutorías que se orientan a que el estudiante concluya satisfactoriamente sus estudios, no pueden desenvolverse con eficacia si no se cuenta con el correspondiente estudio fiable que le dé sentido a sus cometidos. Ese es el propósito de la presente investigación. 1. Antecedentes Definición de bullying como fenómeno. El hecho de contar con un vínculo de apego que sea seguro y que cubra de forma satisfactoria las necesidades afectivas desde la primera infancia a la adolescencia, ofrece la base para un desarrollo armónico que permite la promoción del desarrollo integral de la persona, así como las buenas relaciones y la comunicación positiva con los demás. Las relaciones afectivas, la autoestima y la capacidad de construir valores positivos hacia los demás, está en íntima relación con los estilos educativos que utilizan los padres. Los niños que habían establecido uniones seguras con sus madres evitaban ellos mismos la intimidación o ser víctima. Entre los factores del contexto familiar que fomentan la convivencia y la prevención de la violencia se pueden destacan unas relaciones entre padres e hijos basadas en el afecto positivo, en el amor, que fomenten el establecimiento de vínculos de apego seguros, ya que éstos aportan sentimientos de seguridad básica que favorecen el autocontrol de la conducta agresiva. También están los padres como agentes trasmisores de valores socio-morales positivos, que sean modelos de empatía y de conducta pro -social; o los que son capaces de decir “no”, que plantean normas educativas claras y razonadas, supervisando su cumplimiento, que ponen límites que demoren la gratificación inmediata y potencien la gratificación a largo plazo: Además están los padres que controlan la exposición de sus hijos/as a modelos de conducta violentos tanto en la realidad como en los medios (TV, video-juegos, etc.) o los que vuelven a investir a los profesores de su rol de figuras de autoridad actualmente perdido. Nos encontramos ante una crisis de valores. La familia tradicional va desapareciendo -es normal que ambos cónyuges trabajen y como consecuencia se pasa menos tiempo con los hijos- por lo cual la transmisión de valores dentro de la familia disminuye y se delega, cada vez más, toda la educación de los hijos en la escuela, lo cual es un grave error. La familia es el primer espacio vital y natural de la persona, donde se transmiten los valores de base, donde se aprenden los primeros protocolos de educación, etc. Si la vida en familia y la comunicación padres-hijos es escasa, la educación y los valores de los hijos también será escasa; carecerán de límites disciplinarios, de hábitos de trabajo y estudio, pasarán horas y horas chateando con un lenguaje muy pobre, grosero y vulgar, jugando con la videoconsola en vez de compartir un juego o un paseo con los padres y hermanos sin necesidad de consumir, las conductas violentas observadas en los medios audiovisuales y en la realidad, modelarán su conducta. Un adolescente de 14, 15 o 16 años que no se integra ni es capaz de adaptarse al modelo educativo establecido deriva en el fracaso escolar y en consecuencia corre el riesgo de ser protagonista de problemas académicodisciplinares y conductuales. 2. Marco teórico Teorías explicativas sobre la violencia escolar. Los estudios sobre bullying han dado lugar a una prolija cantidad de aproximaciones analíticas que parten de diversos marcos teóricos, especialmente donde predominan la sicología, la siquiatría y los estudios socio-económicos en los países donde se ha descubierto una preocupación seria por el problema. No es el caso de México, en donde apenas se ha puesto atención al particular en los últimos meses más como resultado de los ejemplos extranjeros que de problemáticas sociales donde la violencia entre pares se haya revelado como causante. Los estudios sobre el bullying se remontan a la década de los años 70 en países desarrollados, teniendo su origen en Escandinavia (Heinemann, 1972; Olweus, 1978; 1980; 1993) y diseminándose luego por Japón (Morita, 1985), Estados Unidos (Nancy et. al., 2001; Perry, Kusel y Perry, 1988; Tattum, 1993), Irlanda (O’moore y Hillery, 1989), Australia (Rigby y Slee, 1991), Inglaterra (Smith y Sharp, 1994), Italia (Genta et. Al., 1996), Alemania (Schäfer, 1996) y España (Del Rey y Ortega, 2005; entre otros). Por esta razón, recurrimos a las experiencias sobre la materia que se han dado en otros contextos, resaltando sus aquellas particularidades que pueden ayudarnos a enmarcar el análisis del fenómeno en nuestro país y, especialmente, en el caso que nos ocupa. Del Rey y Ortega (2008) llaman la atención sobre una diferencia crucial en la prevalencia del fenómeno entre los países ricos y los países en vías de desarrollo, ya que el bullying viene acompañado en éstos últimos de otros tipos de violencia y en los que la edad y el sexo de los implicados es determinante para la explicación del problema. Las autoras distinguen cuatro categorías de individuos involucrados a los que identifican como víctimas, agresores, agresores victimizados y espectadores. De acuerdo a la prevalencia del maltrato, los primeros son definidos como víctimas verbal, física, social y sicológicamente por parte de compañeros agresores o agresores victimizados. Además de que las victimas confiesan haber participado poco o nada como agresores de otros compañeros. Los agresores son quienes ejercen la agresión y que pocas veces o casi nunca han padecido ellos mismos violencia. Los agresores victimizados son aquellos que ejerciendo violencia contra otros, ellos mismos también son agredidos por sus compañeros. Finalmente, los espectadores son personas del entorno de las tres anteriores categorías que no participan directamente de la violencia ni la sufren, pero que son testigos de su desenvolvimiento. En esta categoría se incluyen los adultos que conviven con los alumnos involucrados. De esta manera, se ha observado que la prevalencia de alumnos que han sido agresores pero también víctimas del bullying, y a los que las autoras identifican como “agresor victimizado”, son porcentualmente mayores en los países pobres que en los ricos, situación que en éstos rara vez se presenta; que las mujeres son en mayor medida que los varones, víctimas del acoso escolar, además de serlo en la adolescencia temprana; por otra parte, se observa mayor porcentaje de mujeres en el papel de agresor. En el mismo estudio se detectó que todas las victimas del bullying también forman parte de la violencia que se ejerce en su hogar y de los grupos identificados con comportamientos agresivos; en una palabra, que las víctimas de la violencia escolar son al mismo tiempo víctimas de otros tipos de violencia. “Sin embargo, lo más llamativo de los resultados es el elevado número de estudiantes que están implicados desde el rol de víctima agresiva o agresor victimizado, ya que suponen cerca del 12% de la población escolar total, cuando en las investigaciones europeas los índices son mucho menores” (Del Rey y Ortega, op.cit.) Ortega, et. al., (2007) señalan la dificultad para definir la violencia escolar, debido principalmente a que las distintas sociedades tienen distintos criterios para señalar lo que es o no es violento, pero coinciden en señalar que si se parte del punto de vista de los actores involucrados, los jóvenes y adolescentes, se pueden construir hipótesis de trabajo conforme se analiza la problemática como se presenta en las escuelas. Reconociendo que en el ámbito escolar se desatan fenómenos de agresividad, ellos proponen identificar la violencia escolar como parte del ambiente en el que se desarrollan los jóvenes estudiando su contexto económico, cultural y escolar. Mediante una perspectiva sociológica, estos autores están de acuerdo en involucrar los factores de raza, género y clase social en el análisis; llaman la atención en los factores de riesgo que están presentes en todos los casos, por lo que la violencia escolar depende del contexto que favorece o desalienta las conductas agresivas. Estos autores solo distinguen entre víctima y agresor y señalan algunas características que los identifican a partir del estudio de sus contextos de vida individual, interpersonal, escolar y social más amplio. En el contexto individual caracterizan al agresor como un individuo impulsivo, con poco autocontrol, poca resistencia a la frustración y con importantes deficiencias cognitivas relacionadas con la interpretación de acontecimientos sociales que casi siempre interpretan como hostiles. Smorti, Ortega, y Ortega (2002); y Sutton, Smith, y Swettenham, (1999) los describen como buenos estrategas cognitivos, capaces de apreciar el detalle de sus acciones y consientes del dolor que infringen sin mucha empatía hacia los demás. En lo que corresponde al contexto interpersonal, se ha destacado que la calidad de la amistad influye como factor de riesgo. Sin embargo, las relaciones familiares se han mostrado determinantes en la configuración del papel de víctima o agresor, ya que los estudiantes que viven en un entorno de maltrato familiar y de agresión constante en la casa, ya sea entre sus padres, de uno hacia otro, de ambos o uno de ellos hacia los hijos o entre hermanos, tiende a hacer que el joven víctima reproduzca el mismo patrón de violencia en su entorno escolar. Al respecto, Farrington (1998) indica que hay tres factores familiares relacionados con el riesgo de involucrarse en la violencia escolar: • Ausencia de afecto y calor emocional entre padres y madres, y en general, en el grupo familiar que se pone de manifiesto en los primeros años de vida escolar. • Existencia y uso de violencia física o psicológica en el grupo familiar; vivir en un ambiente familiar en el que la violencia es habitual. • Ausencia de normas, directrices y controles razonables de parte de los adultos sobre conducta, actitud y actividades de los niños. El contexto escolar dimensiona lo que ocurre en la familia y se presenta como un espacio de convivencia entre alumnos y maestros del que depende si existen factores que tiendan a propiciar la violencia o a prevenirla y evitarla. El contexto social más amplio pone atención en cuanto a la vulnerabilidad social, ya que existen grupos que frecuentemente son excluidos de los beneficios que ofrecen las instituciones y viven más próximos a la parte autoritaria de las mismas; son quienes viven experiencias negativas con mayor frecuencia como los problemas de aprendizaje, la expulsión o suspensión, la falta de respeto del personal escolar, bajo rendimiento, etc. que se traducen en una moral baja y en una baja autoestima y que los convierte en sujetos recelosos con tendencias a reaccionar con hostilidad hacia su entorno. Al respecto, diversos estudios destacan la naturaleza predominantemente capitalista de nuestras sociedades y su importancia en la generación de violencia, ya que este tipo de organización social tiende a fomentar el individualismo y la competencia que conserva las diferencias clasistas y agranda la situación de vulnerabilidad de los grupos desfavorecidos. A continuación presentamos una lista que sintetiza las principales definiciones que sobre la violencia escolar se han promulgado. Definiciones de violencia escolar. a) “La violencia se define como un comportamiento que pretende causar daño, pero también incluye amenazas” (Baldry y Farrington, 2006, p. 107). b) “La violencia no es únicamente un hecho excepcional, brutal e impredecible que se origina fuera de la escuela, sino también el resultado de frecuentes irritaciones banales, pequeñas agresiones… La violencia debería estudiarse a través de tres grupos de variables: delitos y faltas, micro-violencia y sentimiento de inseguridad” (Debarbieux, Blaya, y Vidal, 2003, p. 18). c) “La ‘delincuencia’ denota la ausencia de un vínculo experimentado con la víctima (el entorno victimizado), que puede encontrarse en la propia raíz etimológica de la palabra. El desarrollo, refuerzo o reparación de un vínculo de calidad existencial con el entorno es, por tanto, un tema clave. Las personas que desarrollan un sentimiento de vinculación con su entorno tratarán con el mismo de un forma diferente, más respetuosa” (Depuydt y Deklerck, 1998, p. 137). d) “El comportamiento antisocial en las escuelas comprende todo el espectro de interacciones verbales y no verbales entre personas activas dentro y en el entorno del colegio con intenciones maliciosas o supuestamente maliciosas que causan daños o heridas mentales, físicas o materiales a personas de dentro o en el entorno de las escuelas y que infringen las normas no formales del comportamiento” (Huybregts, Vettenburg, y D’Aes, 2003, p. 35). e) “La violencia o el comportamiento violento es un comportamiento agresivo en el que el actor o autor utiliza su cuerpo o un objeto (incluso armas) para causar daño o malestar (relativamente grave) a otro individuo” (Olweus, 1999, p.12). f) “La violencia es un comportamiento agresivo que puede ser física, sexual o emocionalmente abusivo. El comportamiento agresivo es dirigido por un individuo o grupo sobre otro u otros. Un comportamiento físicamente abusivo es aquél en que un niño, adolescente o grupo, directa o indirectamente, trata mal, daña o mata a otro u otros. El comportamiento agresivo puede incluir empujones, zarandeos, puñetazos, patadas, pellizcos, quemaduras o cualquier otro tipo de ataque físico a una/s persona/s o a la propiedad. El comportamiento emocionalmente abusivo es aquél en el que tienen lugar ataques verbales, amenazas, insultos, burlas, mofas, gritos, exclusión y rumores maliciosos. El comportamiento sexualmente abusivo es aquél en que hay ataque sexual o violación” (O’Moore, s.f.). g) “La violencia interpersonal y el acoso escolar son formas ilegítimas de confrontación de intereses o necesidades en la que uno de los protagonistas persona, grupo o institución – adopta un rol dominante y obliga por la fuerza a que el otro esté en un rol de sumisión, causándole con ello un daño físico, social o moral” (Ortega, 2006, p. 31). h) “El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones.” (OMS, 2002, p. 5)1. Finalmente, debemos considerar para el caso que nos ocupa, que la sociedad mexicana padece un contexto de violencia generalizada provocada por la guerra que contra el narcotráfico y la delincuencia organizada emprendió el Lic. Felipe Calderón Hinojosa, en su calidad de Presidente de la República desde fines del año 2006. Esta violencia ha adquirido proporciones enormes no solo en sus manifestaciones cuantitativas (140 mil muertos en 5 años), sino que ha rebasado toda consideración humana en lo que a la victimización del enemigo se refiere. El grado de sadismo con que son asesinados los delincuentes y el tratamiento a que se someten sus cadáveres han sido ya motivo de otros estudios que van de lo antropológico a lo siquiátrico. Por otra parte, los daños causados a inocentes o personas no involucradas directamente con la delincuencia ni con el aparato de justicia del Estado, han creado un clima de zozobra y terror en amplios sectores de la población, al grado que el fenómeno migratorio por causa de la violencia se ha intensificado en los últimos años. Partiendo de estas premisas, y de acuerdo con el enfoque de Rosario Ortega, Virginia Sánchez, Luc Van Wassenhoven, Gie Deboutte y Johan Deklerck, nuestra investigación se enfocará sobre tres aspectos: 1. Las relaciones familiares 2. Los actores de la violencia escolar 3. El tipo de escuela como fomentadora o inhibidora de la violencia escolar Así mismo, el enfoque metodológico se basará en el que aplicaron Del Rey y Ortega (2008) para el caso nicaragüense. 1 Fuente: http://www.comune.torino.it/novasres/newviolencedefinition.htm Objetivo General: Determinar casos de acoso escolar y violencia entre iguales en el Instituto tecnológico de Zacatepec, dependiente del SNEST. Objetivos particulares: Descubrir situaciones de acoso escolar, Determinar las causas y los contextos de su ocurrencia, Señalar los factores implicados, Definir las consecuencias para las víctimas, agresores y observadores Proponer estrategias de prevención e involucramiento de los profesionales. 3. Metas • Diseño de estrategias de prevención de la violencia entre iguales en el Instituto Tecnológico de estudio. • Diseño de pautas de acción de profesionistas y profesores implicados en la situación de violencia entre iguales. • Presentación de los resultados de la investigación a los Directivos y Funcionarios docentes del plantel. • Difusión por los medios internos de los resultados de la investigación al personal del Instituto y a la comunidad estudiantil en general. • Participación en congresos, seminarios y foros organizados sobre la temática de la investigación. • Publicación de artículos sobre el proyecto y los resultados de la investigación 4. Impacto o beneficio en la solución a un problema relacionado con el sector productivo o la generación del conocimiento científico o tecnológico. La realización de este proyecto se enmarca en las tres dimensiones del Modelo Educativo para el siglo XXI –filosófica, académica y organizacional-, que se implementó desde el año de 2004 en todos los planteles del Sistema Nacional de Educación Superior Tecnológica, con el objetivo de afrontar los retos en materia educativa y de aplicación práctica de los conocimientos que se imparten. El nuevo modelo de educación se tradujo en la práctica en la articulación de un plan rector donde se estipularon las metas a lograr en determinado período, que lleva el nombre de Programa Institucional de Innovación y Desarrollo (PIID) emitido por la entonces Dirección General de Institutos Tecnológicos, después Dirección General de Educación Superior Tecnológica, hoy Dirección General del Tecnológico Nacional de México, organismo desconcentrado de la Secretaria de Educación Superior (SEP). La integración del Programa Institucional de Innovación y Desarrollo (PIID) 20013-2018 se realiza bajo un esquema de planeación participativa y acorde al Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2013-2018, al Programa Sectorial de Educación (PSE) de la SEP, a lineamientos de la Subsecretaria de Educación Superior (SES) y al Programa Institucional de Innovación y Desarrollo (PIID) de la DGTNM, así como de los Planes de Desarrollo de cada una de las áreas que integran a la Institución. Al mismo tiempo, la DGTNM integra un plan de administración de los recursos como apoyo a las actividades sustantivas del sistema, que se llama Programa Integral de Fortalecimiento de los Institutos Tecnológicos (PIFIT), el cual somete a concurso el destino del dinero orientado al Programa de Apoyo a la Calidad (PAC), y al Programa de Ampliación a la Oferta Educativa (PAOE) que consisten en la edificación de nuevos planteles, nuevas aulas y talleres, y a la acreditación de planes y programas de estudio y a la acreditación de programas de calidad, como el Modelo de Equidad de Género. En el Instituto Tecnológico de Zacatepec, por su parte, se articula un PIID específico, en concordancia con el documento rector del sistema. A pesar de sus aciertos como una guía que propone las acciones específicas a cumplir en un tiempo determinado, el PIID 2013-2018 se enfoca excesivamente en los aspectos sustantivos de la educación superior: docencia, investigación y vinculación, pretendiendo reforzar la calidad educativa mediante la equivocada estrategia de certificación de sus procesos administrativos al estilo de las empresas privadas de producción de bienes y servicios. Por otro lado se esfuerza por atender la creciente demanda de educación superior, de generar conocimiento científico-tecnológico que impacte en el desarrollo económico del país, además de atender la permanencia y conclusión de los estudios y gestionar mayores recursos e infraestructura de apoyo. El PIID se elaboró de cara a un entorno sociopolítico e institucional que se suponía estable y que respondía al statu quo antes de la implementación por parte de la Presidencia de la República de la guerra contra el narcotráfico y la delincuencia organizada. Esta estrategia fallida del gobierno federal desató una dinámica social nacional nunca antes vivida por los habitantes del país, al grado de poner en primer plano de las preocupaciones cotidianas, el tema de la violencia y la inseguridad concomitantes. Por esta razón, fenómenos que no habían sido estudiados anteriormente en nuestro país, como es el caso que nos ocupa, se revelan indispensables para garantizar el pleno desarrollo del Modelo Educativo para el siglo XXI cuya base descansa precisamente en el reconocimiento de las potencialidades humanas del estudiante como son las intelectuales, físicas, culturales y de valores, así como de que la organización institucional pueda ser garante del desarrollo sostenido y sustentable de la calidad de vida de las personas. Ambos factores, el que se identifica como “dimensión filosófica” y la “dimensión organizacional” son esenciales para todo proceso educativo y por ende para la “dimensión académica” del modelo indicado. Los estudios sobre el Bullying se han elaborado principalmente en los países más avanzados y hace apenas pocos años se han implementado en los países en desarrollo como el nuestro. Además, el fenómeno del bullying se ha asociado a una etapa de desarrollo de la personalidad en los jóvenes que va de los 12 a los 17 años, aproximadamente, por lo que de origen se identifica “adolescencia” con “prevalencia del fenómeno”, lo cual, desde nuestro punto de vista es incorrecto. Nosotros postulamos, por el contrario que las situaciones de violencia entre pares no dependen de una edad determinada, sino que forman parte de un contexto sociológico más amplio y que a pesar de que las experiencias señalan a la formación de la personalidad como las causas principales del fenómeno, la agresión y la victimización proceden de un estadio de desarrollo de la violencia institucional de la sociedad en la que surge y que encuentra en la escuela, como lo puede hacer en otros ámbitos de interacción social cerrados como ella, su foco de manifestación problemática. Así es que al abordar el estudio sobre violencia entre iguales dentro de la escuela, nos referiremos a ella como un producto social y no como un resultado de la interacción escolar. Por otro lado, para nosotros la violencia puede prevalecer independientemente de la edad, por lo que esta investigación se realiza intencionalmente en una etapa de desarrollo en la que se supone atenuada o extinguida su prevalencia. Es, por lo tanto, una de las primeras indagaciones sobre el bullying en el nivel superior o de licenciatura del nivel escolar. Finalmente, creemos que en caso de detectar la presencia del bullying en un Instituto Tecnológico y las particularidades que manifiesta, nuestro estudio puede servir de base para la implementación racional de aquellas acciones tendientes a reforzar la convivencia sana en el ámbito escolar de centros de estudio semejantes al nuestro. Si el Modelo Educativo para el siglo XXI sobrevive para el sexenio que viene, encontrará en esta investigación una contribución importante para su redefinición. En todo caso, nos conformamos con servir de alerta sobre el particular. Referencias bibliográficas: Baldry y Farrington, 2006 Debarbieux, Blaya, y Vidal, 2003 Del Rey y Ortega, 2005 Depuydt y Deklerck, 1998 Farrington, 1998 Genta et. Al., 1996 Heinemann, 1972 Huybregts, Vettenburg, y D’Aes, 2003 Morita, 1985 Nancy et. al., 2001 O’moore y Hillery, 1989 Olweus, 1978; 1980; 1993 OMS, 2002 Perry, Kusel y Perry, 1988 Rigby y Slee, 1991 Schäfer, 1996 Smith y Sharp, 1994 Smorti, Ortega, y Ortega 2002 Sutton, Smith, y Swettenham 1999 Tattum, 1993