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ESTUDIO SOBRE VIOLENCIA ESCOLAR EN EL INSTITUTO TECNOLÓGICO
DE ZACATEPEC
Roberto Yáñez Hernández, [email protected]; José Luis Langarica
Hernández, [email protected]; Diana Mayra Chavarría Estudillo,
[email protected]; Anel Reza Manzanares,
[email protected].
Instituto Tecnológico de Zacatepec.
Resumen
Esta investigación se abocará a determinar si existen casos de lo que en la jerga
técnica se ha dado en llamar “acoso escolar y violencia entre iguales” en el
Instituto Tecnológico de Zacatepec, dependiente del Sistema Nacional de
Educación Superior Tecnológica, mediante el descubrimiento de situaciones de
acoso escolar, las causas y los contextos por los que ocurren, los factores
implicados, la prevalencia del fenómeno y las consecuencias para las víctimas,
agresores y observadores.
En el marco de la certificación sobre equidad de género, que han emprendido las
instituciones de educación superior, especialmente, los institutos tecnológicos que
dependen de la Dirección General del Tecnológico Nacional de México (DGTNM),
la presente investigación se aborda para detectar las manifestaciones de un
fenómeno que está afectando a las escuelas no solo del país, sino del extranjero,
y que ha llamado poderosamente la atención de profesionales en estudios
sociales, puesto que la problemática ha alcanzado niveles preocupantes en su
dinámica de desenvolvimiento que afectan seriamente la vida personal y familiar
de millones de personas, todas ellas actores principales de los procesos
educativos, con su consecuente corolario de disturbios y perturbaciones en el
desenvolvimiento sano de la convivencia social. El problema se agrava cuando se
constata en las estadísticas sobre el fenómeno, que la violencia en la escuela se
ejerce mayoritariamente sobre las mujeres.
PALABRAS CLAVE: Violencia, escuela, tecnológicos.
Introducción
Esta investigación se abocará a determinar si existen casos de lo que en la
jerga técnica se ha dado en llamar “acoso escolar y violencia entre iguales” en los
Institutos tecnológicos dependientes del TNM, mediante el descubrimiento de
situaciones de acoso escolar, las causas y los contextos por los que ocurren, los
factores implicados, la prevalencia del fenómeno y las consecuencias para las
víctimas, agresores y observadores.
Es importante señalar que el esfuerzo por certificar una institución en
materia de equidad de género, así como la operación de las tutorías que se
orientan a que el estudiante concluya satisfactoriamente sus estudios, no pueden
desenvolverse con eficacia si no se cuenta con el correspondiente estudio fiable
que le dé sentido a sus cometidos. Ese es el propósito de la presente
investigación.
1.
Antecedentes
Definición de bullying como fenómeno.
El hecho de contar con un vínculo de apego que sea seguro y que cubra de
forma satisfactoria las necesidades afectivas desde la primera infancia a la
adolescencia, ofrece la base para un desarrollo armónico que permite la
promoción del desarrollo integral de la persona, así como las buenas relaciones y
la comunicación positiva con los demás. Las relaciones afectivas, la autoestima y
la capacidad de construir valores positivos hacia los demás, está en íntima
relación con los estilos educativos que utilizan los padres. Los niños que habían
establecido uniones seguras con sus madres evitaban ellos mismos la intimidación
o ser víctima.
Entre los factores del contexto familiar que fomentan la convivencia y la
prevención de la violencia se pueden destacan unas relaciones entre padres e
hijos basadas en el afecto positivo, en el amor, que fomenten el establecimiento
de vínculos de apego seguros, ya que éstos aportan sentimientos de seguridad
básica que favorecen el autocontrol de la conducta agresiva. También están los
padres como agentes trasmisores de valores socio-morales positivos, que sean
modelos de empatía y de conducta pro -social; o los que son capaces de decir
“no”, que plantean normas educativas claras y razonadas, supervisando su
cumplimiento, que ponen límites que demoren la gratificación inmediata y
potencien la gratificación a largo plazo: Además están los padres que controlan la
exposición de sus hijos/as a modelos de conducta violentos tanto en la realidad
como en los medios (TV, video-juegos, etc.) o los que vuelven a investir a los
profesores de su rol de figuras de autoridad actualmente perdido.
Nos encontramos ante una crisis de valores. La familia tradicional va
desapareciendo -es normal que ambos cónyuges trabajen y como consecuencia
se pasa menos tiempo con los hijos- por lo cual la transmisión de valores dentro
de la familia disminuye y se delega, cada vez más, toda la educación de los hijos
en la escuela, lo cual es un grave error. La familia es el primer espacio vital y
natural de la persona, donde se transmiten los valores de base, donde se
aprenden los primeros protocolos de educación, etc. Si la vida en familia y la
comunicación padres-hijos es escasa, la educación y los valores de los hijos
también será escasa; carecerán de límites disciplinarios, de hábitos de trabajo y
estudio, pasarán horas y horas chateando con un lenguaje muy pobre, grosero y
vulgar, jugando con la videoconsola en vez de compartir un juego o un paseo con
los padres y hermanos sin necesidad de consumir, las conductas violentas
observadas en los medios audiovisuales y en la realidad, modelarán su conducta.
Un adolescente de 14, 15 o 16 años que no se integra ni es capaz de
adaptarse al modelo educativo establecido deriva en el fracaso escolar y en
consecuencia corre el riesgo de ser protagonista de problemas académicodisciplinares y conductuales.
2.
Marco teórico
Teorías explicativas sobre la violencia escolar.
Los estudios sobre bullying han dado lugar a una prolija cantidad de
aproximaciones analíticas que parten de diversos marcos teóricos, especialmente
donde predominan la sicología, la siquiatría y los estudios socio-económicos en
los países donde se ha descubierto una preocupación seria por el problema. No es
el caso de México, en donde apenas se ha puesto atención al particular en los
últimos meses más como resultado de los ejemplos extranjeros que de
problemáticas sociales donde la violencia entre pares se haya revelado como
causante.
Los estudios sobre el bullying se remontan a la década de los años 70 en
países desarrollados, teniendo su origen en Escandinavia (Heinemann, 1972;
Olweus, 1978; 1980; 1993) y diseminándose luego por Japón (Morita, 1985),
Estados Unidos (Nancy et. al., 2001; Perry, Kusel y Perry, 1988; Tattum, 1993),
Irlanda (O’moore y Hillery, 1989), Australia (Rigby y Slee, 1991), Inglaterra (Smith
y Sharp, 1994), Italia (Genta et. Al., 1996), Alemania (Schäfer, 1996) y España
(Del Rey y Ortega, 2005; entre otros).
Por esta razón, recurrimos a las experiencias sobre la materia que se han
dado en otros contextos, resaltando sus aquellas particularidades que pueden
ayudarnos a enmarcar el análisis del fenómeno en nuestro país y, especialmente,
en el caso que nos ocupa.
Del Rey y Ortega (2008) llaman la atención sobre una diferencia crucial en
la prevalencia del fenómeno entre los países ricos y los países en vías de
desarrollo, ya que el bullying viene acompañado en éstos últimos de otros tipos de
violencia y en los que la edad y el sexo de los implicados es determinante para la
explicación del problema. Las autoras distinguen cuatro categorías de individuos
involucrados a los que identifican como víctimas, agresores, agresores
victimizados y espectadores.
De acuerdo a la prevalencia del maltrato, los primeros son definidos como
víctimas verbal, física, social y sicológicamente por parte de compañeros
agresores o agresores victimizados. Además de que las victimas confiesan haber
participado poco o nada como agresores de otros compañeros.
Los agresores son quienes ejercen la agresión y que pocas veces o casi
nunca han padecido ellos mismos violencia.
Los agresores victimizados son aquellos que ejerciendo violencia contra
otros, ellos mismos también son agredidos por sus compañeros.
Finalmente, los espectadores son personas del entorno de las tres
anteriores categorías que no participan directamente de la violencia ni la sufren,
pero que son testigos de su desenvolvimiento. En esta categoría se incluyen los
adultos que conviven con los alumnos involucrados.
De esta manera, se ha observado que la prevalencia de alumnos que han
sido agresores pero también víctimas del bullying, y a los que las autoras
identifican como “agresor victimizado”, son porcentualmente mayores en los
países pobres que en los ricos, situación que en éstos rara vez se presenta; que
las mujeres son en mayor medida que los varones, víctimas del acoso escolar,
además de serlo en la adolescencia temprana; por otra parte, se observa mayor
porcentaje de mujeres en el papel de agresor.
En el mismo estudio se detectó que todas las victimas del bullying también
forman parte de la violencia que se ejerce en su hogar y de los grupos
identificados con comportamientos agresivos; en una palabra, que las víctimas de
la violencia escolar son al mismo tiempo víctimas de otros tipos de violencia.
“Sin embargo, lo más llamativo de los resultados es el elevado número de
estudiantes que están implicados desde el rol de víctima agresiva o agresor
victimizado, ya que suponen cerca del 12% de la población escolar total, cuando
en las investigaciones europeas los índices son mucho menores” (Del Rey y
Ortega, op.cit.)
Ortega, et. al., (2007) señalan la dificultad para definir la violencia escolar,
debido principalmente a que las distintas sociedades tienen distintos criterios para
señalar lo que es o no es violento, pero coinciden en señalar que si se parte del
punto de vista de los actores involucrados, los jóvenes y adolescentes, se pueden
construir hipótesis de trabajo conforme se analiza la problemática como se
presenta en las escuelas. Reconociendo que en el ámbito escolar se desatan
fenómenos de agresividad, ellos proponen identificar la violencia escolar como
parte del ambiente en el que se desarrollan los jóvenes estudiando su contexto
económico, cultural y escolar.
Mediante una perspectiva sociológica, estos autores están de acuerdo en
involucrar los factores de raza, género y clase social en el análisis; llaman la
atención en los factores de riesgo que están presentes en todos los casos, por lo
que la violencia escolar depende del contexto que favorece o desalienta las
conductas agresivas.
Estos autores solo distinguen entre víctima y agresor y señalan algunas
características que los identifican a partir del estudio de sus contextos de vida
individual, interpersonal, escolar y social más amplio.
En el contexto individual caracterizan al agresor como un individuo
impulsivo, con poco autocontrol, poca resistencia a la frustración y con importantes
deficiencias cognitivas relacionadas con la interpretación de acontecimientos
sociales que casi siempre interpretan como hostiles. Smorti, Ortega, y Ortega
(2002); y Sutton, Smith, y Swettenham, (1999) los describen como buenos
estrategas cognitivos, capaces de apreciar el detalle de sus acciones y consientes
del dolor que infringen sin mucha empatía hacia los demás.
En lo que corresponde al contexto interpersonal, se ha destacado que la
calidad de la amistad influye como factor de riesgo. Sin embargo, las relaciones
familiares se han mostrado determinantes en la configuración del papel de víctima
o agresor, ya que los estudiantes que viven en un entorno de maltrato familiar y de
agresión constante en la casa, ya sea entre sus padres, de uno hacia otro, de
ambos o uno de ellos hacia los hijos o entre hermanos, tiende a hacer que el joven
víctima reproduzca el mismo patrón de violencia en su entorno escolar.
Al respecto, Farrington (1998) indica que hay tres factores familiares
relacionados con el riesgo de involucrarse en la violencia escolar:
• Ausencia de afecto y calor emocional entre padres y madres, y en general, en el
grupo familiar que se pone de manifiesto en los primeros años de vida escolar.
• Existencia y uso de violencia física o psicológica en el grupo familiar; vivir en un
ambiente familiar en el que la violencia es habitual.
• Ausencia de normas, directrices y controles razonables de parte de los adultos
sobre conducta, actitud y actividades de los niños.
El contexto escolar dimensiona lo que ocurre en la familia y se presenta
como un espacio de convivencia entre alumnos y maestros del que depende si
existen factores que tiendan a propiciar la violencia o a prevenirla y evitarla.
El contexto social más amplio pone atención en cuanto a la vulnerabilidad
social, ya que existen grupos que frecuentemente son excluidos de los beneficios
que ofrecen las instituciones y viven más próximos a la parte autoritaria de las
mismas; son quienes viven experiencias negativas con mayor frecuencia como los
problemas de aprendizaje, la expulsión o suspensión, la falta de respeto del
personal escolar, bajo rendimiento, etc. que se traducen en una moral baja y en
una baja autoestima y que los convierte en sujetos recelosos con tendencias a
reaccionar con hostilidad hacia su entorno.
Al respecto, diversos estudios destacan la naturaleza predominantemente
capitalista de nuestras sociedades y su importancia en la generación de violencia,
ya que este tipo de organización social tiende a fomentar el individualismo y la
competencia que conserva las diferencias clasistas y agranda la situación de
vulnerabilidad de los grupos desfavorecidos.
A continuación presentamos una lista que sintetiza las principales
definiciones que sobre la violencia escolar se han promulgado.
Definiciones de violencia escolar.
a) “La violencia se define como un comportamiento que pretende causar daño, pero
también incluye amenazas” (Baldry y Farrington, 2006, p. 107).
b) “La violencia no es únicamente un hecho excepcional, brutal e impredecible que
se origina fuera de la escuela, sino también el resultado de frecuentes irritaciones
banales, pequeñas agresiones… La violencia debería estudiarse a través de tres
grupos de variables: delitos y faltas, micro-violencia y sentimiento de inseguridad”
(Debarbieux, Blaya, y Vidal, 2003, p. 18).
c) “La ‘delincuencia’ denota la ausencia de un vínculo experimentado con la víctima
(el entorno victimizado), que puede encontrarse en la propia raíz etimológica de la
palabra. El desarrollo, refuerzo o reparación de un vínculo de calidad existencial
con el entorno es, por tanto, un tema clave. Las personas que desarrollan un
sentimiento de vinculación con su entorno tratarán con el mismo de un forma
diferente, más respetuosa” (Depuydt y Deklerck, 1998, p. 137).
d) “El comportamiento antisocial en las escuelas comprende todo el espectro de
interacciones verbales y no verbales entre personas activas dentro y en el entorno
del colegio con intenciones maliciosas o supuestamente maliciosas que causan
daños o heridas mentales, físicas o materiales a personas de dentro o en el
entorno de las escuelas y que infringen las normas no formales del
comportamiento” (Huybregts, Vettenburg, y D’Aes, 2003, p. 35).
e) “La violencia o el comportamiento violento es un comportamiento agresivo en el
que el actor o autor utiliza su cuerpo o un objeto (incluso armas) para causar daño
o malestar (relativamente grave) a otro individuo” (Olweus, 1999, p.12).
f) “La violencia es un comportamiento agresivo que puede ser física, sexual o
emocionalmente abusivo. El comportamiento agresivo es dirigido por un individuo
o grupo sobre otro u otros. Un comportamiento físicamente abusivo es aquél en
que un niño, adolescente o grupo, directa o indirectamente, trata mal, daña o mata
a otro u otros. El comportamiento agresivo puede incluir empujones, zarandeos,
puñetazos, patadas, pellizcos, quemaduras o cualquier otro tipo de ataque físico a
una/s persona/s o a la propiedad. El comportamiento emocionalmente abusivo es
aquél en el que tienen lugar ataques verbales, amenazas, insultos, burlas, mofas,
gritos, exclusión y rumores maliciosos. El comportamiento sexualmente abusivo es
aquél en que hay ataque sexual o violación” (O’Moore, s.f.).
g) “La violencia interpersonal y el acoso escolar son formas ilegítimas de
confrontación de intereses o necesidades en la que uno de los protagonistas persona, grupo o institución – adopta un rol dominante y obliga por la fuerza a que
el otro esté en un rol de sumisión, causándole con ello un daño físico, social o
moral” (Ortega, 2006, p. 31).
h) “El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o
efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o
tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos,
trastornos del desarrollo o privaciones.” (OMS, 2002, p. 5)1.
Finalmente, debemos considerar para el caso que nos ocupa, que la sociedad
mexicana padece un contexto de violencia generalizada provocada por la guerra
que contra el narcotráfico y la delincuencia organizada emprendió el Lic. Felipe
Calderón Hinojosa, en su calidad de Presidente de la República desde fines del
año 2006. Esta violencia ha adquirido proporciones enormes no solo en sus
manifestaciones cuantitativas (140 mil muertos en 5 años), sino que ha rebasado
toda consideración humana en lo que a la victimización del enemigo se refiere. El
grado de sadismo con que son asesinados los delincuentes y el tratamiento a que
se someten sus cadáveres han sido ya motivo de otros estudios que van de lo
antropológico a lo siquiátrico.
Por otra parte, los daños causados a inocentes o personas no involucradas
directamente con la delincuencia ni con el aparato de justicia del Estado, han
creado un clima de zozobra y terror en amplios sectores de la población, al grado
que el fenómeno migratorio por causa de la violencia se ha intensificado en los
últimos años.
Partiendo de estas premisas, y de acuerdo con el enfoque de Rosario Ortega,
Virginia Sánchez, Luc Van Wassenhoven, Gie Deboutte y Johan Deklerck, nuestra
investigación se enfocará sobre tres aspectos:
1.
Las relaciones familiares
2.
Los actores de la violencia escolar
3.
El tipo de escuela como fomentadora o inhibidora de la violencia escolar
Así mismo, el enfoque metodológico se basará en el que aplicaron Del Rey
y Ortega (2008) para el caso nicaragüense.
1
Fuente: http://www.comune.torino.it/novasres/newviolencedefinition.htm
Objetivo General:
Determinar casos de acoso escolar y violencia entre iguales en el Instituto
tecnológico de Zacatepec, dependiente del SNEST.
Objetivos particulares:

Descubrir situaciones de acoso escolar,

Determinar las causas y los contextos de su ocurrencia,

Señalar los factores implicados,

Definir las consecuencias para las víctimas, agresores y observadores

Proponer estrategias de prevención e involucramiento de los profesionales.
3.
Metas
•
Diseño de estrategias de prevención de la violencia entre iguales en el
Instituto Tecnológico de estudio.
•
Diseño de pautas de acción de profesionistas y profesores implicados en la
situación de violencia entre iguales.
•
Presentación de los resultados de la investigación a los Directivos y
Funcionarios docentes del plantel.
•
Difusión por los medios internos de los resultados de la investigación al
personal del Instituto y a la comunidad estudiantil en general.
•
Participación en congresos, seminarios y foros organizados sobre la
temática de la investigación.
•
Publicación de artículos sobre el proyecto y los resultados de la
investigación
4.
Impacto o beneficio en la solución a un problema relacionado con el
sector productivo o la generación del conocimiento científico o tecnológico.
La realización de este proyecto se enmarca en las tres dimensiones del
Modelo Educativo para el siglo XXI –filosófica, académica y organizacional-, que
se implementó desde el año de 2004 en todos los planteles del Sistema Nacional
de Educación Superior Tecnológica, con el objetivo de afrontar los retos en
materia educativa y de aplicación práctica de los conocimientos que se imparten.
El nuevo modelo de educación se tradujo en la práctica en la articulación de
un plan rector donde se estipularon las metas a lograr en determinado período,
que lleva el nombre de Programa Institucional de Innovación y Desarrollo (PIID)
emitido por la entonces Dirección General de Institutos Tecnológicos, después
Dirección General de Educación Superior Tecnológica, hoy Dirección General del
Tecnológico Nacional de México, organismo desconcentrado de la Secretaria de
Educación Superior (SEP).
La integración del Programa Institucional de Innovación y Desarrollo (PIID)
20013-2018 se realiza bajo un esquema de planeación participativa y acorde al
Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2013-2018, al Programa Sectorial de
Educación (PSE) de la SEP, a lineamientos de la Subsecretaria de Educación
Superior (SES) y al Programa Institucional de Innovación y Desarrollo (PIID) de la
DGTNM, así como de los Planes de Desarrollo de cada una de las áreas que
integran a la Institución.
Al mismo tiempo, la
DGTNM integra un plan de administración de los
recursos como apoyo a las actividades sustantivas del sistema, que se llama
Programa Integral de Fortalecimiento de los Institutos Tecnológicos (PIFIT), el
cual somete a concurso el destino del dinero orientado al Programa de Apoyo a la
Calidad (PAC), y al Programa de Ampliación a la Oferta Educativa (PAOE) que
consisten en la edificación de nuevos planteles, nuevas aulas y talleres, y a la
acreditación de planes y programas de estudio y a la acreditación de programas
de calidad, como el Modelo de Equidad de Género.
En el Instituto Tecnológico de Zacatepec, por su parte, se articula un PIID
específico, en concordancia con el documento rector del sistema.
A pesar de sus aciertos como una guía que propone las acciones
específicas a cumplir en un tiempo determinado, el PIID 2013-2018 se enfoca
excesivamente en los aspectos sustantivos de la educación superior: docencia,
investigación y vinculación, pretendiendo reforzar la calidad educativa mediante la
equivocada estrategia de certificación de sus procesos administrativos al estilo de
las empresas privadas de producción de bienes y servicios.
Por otro lado se esfuerza por atender la creciente demanda de educación
superior, de generar conocimiento científico-tecnológico que impacte en el
desarrollo económico del país, además de atender la permanencia y conclusión de
los estudios y gestionar mayores recursos e infraestructura de apoyo.
El PIID se elaboró de cara a un entorno sociopolítico e institucional que se
suponía estable y que respondía al statu quo antes de la implementación por parte
de la Presidencia de la República de la guerra contra el narcotráfico y la
delincuencia organizada. Esta estrategia fallida del gobierno federal desató una
dinámica social nacional nunca antes vivida por los habitantes del país, al grado
de poner en primer plano de las preocupaciones cotidianas, el tema de la violencia
y la inseguridad concomitantes.
Por esta razón, fenómenos que no habían sido estudiados anteriormente en
nuestro país, como es el caso que nos ocupa, se revelan indispensables para
garantizar el pleno desarrollo del Modelo Educativo para el siglo XXI cuya base
descansa precisamente en el reconocimiento de las potencialidades humanas del
estudiante como son las intelectuales, físicas, culturales y de valores, así como de
que la organización institucional pueda ser garante del desarrollo sostenido y
sustentable de la calidad de vida de las personas. Ambos factores, el que se
identifica como “dimensión filosófica” y la “dimensión organizacional” son
esenciales para todo proceso educativo y por ende para la “dimensión académica”
del modelo indicado.
Los estudios sobre el Bullying se han elaborado principalmente en los
países más avanzados y hace apenas pocos años se han implementado en los
países en desarrollo como el nuestro. Además, el fenómeno del bullying se ha
asociado a una etapa de desarrollo de la personalidad en los jóvenes que va de
los 12 a los 17 años, aproximadamente, por lo que de origen se identifica
“adolescencia” con “prevalencia del fenómeno”, lo cual, desde nuestro punto de
vista es incorrecto.
Nosotros postulamos, por el contrario que las situaciones de violencia entre
pares no dependen de una edad determinada, sino que forman parte de un
contexto sociológico más amplio y que a pesar de que las experiencias señalan a
la formación de la personalidad como las causas principales del fenómeno, la
agresión y la victimización proceden de un estadio de desarrollo de la violencia
institucional de la sociedad en la que surge y que encuentra en la escuela, como lo
puede hacer en otros ámbitos de interacción social cerrados como ella, su foco de
manifestación problemática.
Así es que al abordar el estudio sobre violencia entre iguales dentro de la
escuela, nos referiremos a ella como un producto social y no como un resultado de
la interacción escolar.
Por
otro
lado,
para
nosotros
la
violencia
puede
prevalecer
independientemente de la edad, por lo que esta investigación se realiza
intencionalmente en una etapa de desarrollo en la que se supone atenuada o
extinguida su prevalencia. Es, por lo tanto, una de las primeras indagaciones
sobre el bullying en el nivel superior o de licenciatura del nivel escolar.
Finalmente, creemos que en caso de detectar la presencia del bullying en
un Instituto Tecnológico y las particularidades que manifiesta, nuestro estudio
puede servir de base para la implementación racional de aquellas acciones
tendientes a reforzar la convivencia sana en el ámbito escolar de centros de
estudio semejantes al nuestro. Si el Modelo Educativo para el siglo XXI sobrevive
para el sexenio que viene, encontrará en esta investigación una contribución
importante para su redefinición. En todo caso, nos conformamos con servir de
alerta sobre el particular.
Referencias bibliográficas:

Baldry y Farrington, 2006

Debarbieux, Blaya, y Vidal, 2003

Del Rey y Ortega, 2005

Depuydt y Deklerck, 1998

Farrington, 1998

Genta et. Al., 1996

Heinemann, 1972

Huybregts, Vettenburg, y D’Aes, 2003

Morita, 1985

Nancy et. al., 2001

O’moore y Hillery, 1989

Olweus, 1978; 1980; 1993

OMS, 2002

Perry, Kusel y Perry, 1988

Rigby y Slee, 1991

Schäfer, 1996

Smith y Sharp, 1994

Smorti, Ortega, y Ortega 2002

Sutton, Smith, y Swettenham 1999

Tattum, 1993
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