Subido por Camilo Cisterna Espinoza

!!Comparacion-Coran-Evangelio.Seminario

Anuncio
Comparativa entre el Corán y el Evangelio.
Advertencias. Legitimidad de la comparación
Advertencias preliminares
Legitimidad de la comparación
Una teoría científica de la religión
Procedimiento de la investigación
Las fuentes comparadas: Corán y Nuevo Testamento
Este estudio se propone una comparación, quizá arriesgada, entre dos textos
fundacionales de dos diferentes sistemas religiosos, el cristianismo y el islamismo,
ambos insertos históricamente en la tradición más amplia que, junto con el judaísmo,
se suelen llamar religiones proféticas o abrahánicas. Se tratará de un análisis
aproximativo que pretende poner al descubierto una serie de semejanzas y diferencias
significativas.
Advertencias preliminares
Una comparación de esta índole puede resultar polémica para algunos. Evidentemente
no es fácil y requiere cierto ascetismo intelectual por parte del investigador: espíritu
crítico, actitud ecuánime y razonamiento objetivado.
En el plano personal, cada uno tiene derecho a sustentar las opiniones, convicciones y
creencias que vea o quiera. Pero aquí es obligado dejar al lado la ideología, salvo como
objeto de estudio, con el fin de atenerse a los hechos, o a los textos, en cuanto
referentes empíricos, y presentar los datos, las teorías y los argumentos mejor
fundados.
Los que tengan prejuicios globales o juicios negativos o positivos respecto a la religión,
deberían saber que eso es irrelevante para el análisis, siempre que este respete los
hechos. Aunque esto no niega de ninguna manera que puede haber mala religión,
como hay mala filosofía, o mala política, o malas artes. Sería la que se deja llevar por
mitos falaces y mentiras, hasta el fanatismo, por rituales de división, que siembran
odio, y por acciones violentas hacia los disidentes. Nada de esto es intrínseco a su
concepto.
Otra gente asegura con contundencia que "todas las religiones son iguales", o que "se
explican por el miedo a la muerte" y ocurrencias por el estilo. Deberían estar
dispuestos a ir un poco más allá de las ideologías escasamente ilustradas del siglo XIX.
En cuanto a quienes estén leyendo o escuchando este discurso, en todo momento
deben tener en cuenta varias advertencias:
1
1. No se trata de personas, no se habla de individuos ni de comunidades. Voy a tratar
de ideas y sistemas de ideas, no de personas. Por ejemplo, hablo del islam, no de los
musulmanes.
2. Tampoco se trata de política, no se pretende estudiar las implicaciones políticas o
económicas, y menos aún apoyar ninguna opción. Lo que presento es una indagación
del sistema religioso específicamente tal, utilizando instrumentos científicos
normalizados, como el método histórico-crítico o el análisis estructural, y añadiendo a
veces una reflexión filosófica.
3. El trabajo es con textos y con significados. Las referencias al contexto de los hechos
históricos serán en función del mejor entendimiento del texto. Al tratarse de ideas y
sistemas de índole religiosa, lo importante son los significados codificados en los
textos, y no las prácticas que hayan podido inspirarse en ellos.
También hay que advertir que analizar críticamente una ideología o un sistema de
ideas de determinado signo no presupone defender la de signo contrario, sino
simplemente que se analiza lo que se está analizando.
La meta, y el camino, del análisis es la búsqueda de la verdad, el avance hacia una
mejor inteligibilidad, el progreso en el conocimiento. El valor de una teoría depende de
los datos y argumentos que aporte en su nivel epistemológico pertinente. En esto,
defiendo que, más allá del conocimiento propio de las ciencias naturales y sociales,
delimitado por la posibilidad de contrastación empírica, el pensamiento humano
todavía tiene espacio para la filosófica, la mitología o la poesía.
Y, a fin de cuentas, en cualquier saber, hay que ser conscientes de una incertidumbre
que nunca se disipa del todo. Y en nuestra tarea, comenzando por la incertidumbre en
la traducción y la interpretación del significado.
Todo esto exige un esfuerzo permanente por ir superando los obstáculos ideológicos
de todo tipo que impiden pensar con libertad, en particular, en ciertos casos, el miedo
a abordar el estudio del islam.
Legitimidad de la comparación
La primera pregunta: ¿es legítima la comparación? Creo que depende del
planteamiento, pues puede ser un disparate comparar cualquier cosa y de cualquier
manera. Es necesario establecer el marco de las condiciones que han de darse para
que la comparación sea legítima, bien fundamentada y aceptable.
Debo insistir en que lo que se compara no es el islamismo y el cristianismo en su
conjunto, ni los respectivos desarrollos históricos, porque es inabordable -por su
complejidad- comparar un sistema como un todo con otro. Lo que se analizan son tan
solo algunos aspectos significativos de los textos fundamentales, temas o subtemas,
2
del Corán y del Nuevo testamento, a condición de que haya correspondencia en el
campo semántico aludido de un lado y de otro.
Como ejemplo de estudio comparativo, cabe destacar el de Antoine Moussali,
Judaïsme, christianisme et islam. Étude comparée (2000). También es clarificador el
análisis de Samir Amin, "Judaïsme, christianisme, islam: réflexions sur leurs spécificités
réelles ou prétendues (vision d'un non théologien)" (1999).
¿Qué fundamento teórico podemos invocar cuando afirmamos la posibilidad y
legitimidad de la comparación?
1. La teoría antropológica de la universalidad del espíritu humano, es decir, todos los
miembros de la especie estamos dotados de la misma naturaleza y la misma razón
básica.
2. La tesis bien argumentada de la existencia de valores universales, tanto en el orden
cognitivo (lo verdadero) como en el orden ético (lo bueno, lo justo), por muy
discutibles que sean.
Para llevar a cabo la comparación cabe especificar algunos criterios de comparabilidad
que han de cumplirse:
1. No es correcto comparar elementos sueltos de un sistema y de otro, sean escogidos
al azar o por las apariencias, porque el significado del elemento resulta de relaciones
más complejas.
2. Tampoco es posible comparar un sistema con otro tomados cada uno como un todo,
porque, porque no se puede hablar de todo a la vez, ni de golpe, y porque el sentido
del todo depende de las partes Sobre el sistema como tal caben consideraciones
filosóficas, o valoraciones, pero solo después de los análisis.
3. La comparación induce a engaño si se plantea directamente en el plano empírico; en
el caso de un texto, en el sentido literal. Es preciso, primero, el análisis filológico,
semántico, temático, etc. La generalización debe preceder a la comparación: lo que se
compara son estructuras y significados.
4. Para empezar, el asunto objeto de análisis comparativo debe ser el mismo, o
equivalente, en cada lado de la comparación. Por ejemplo, la idea de Dios, los
principios éticos, el estatuto de la mujer, la relación entre religión y política, etc.
5. Debe utilizarse el mismo criterio de selección del material textual o citas, el mismo
método de descripción y análisis, la misma lógica de argumentación, de manera que se
traten con igual objetividad los términos comparados.
6. Finalmente, para un trabajo sobre temas religiosos, es imprescindible disponer de
una teoría capaz de dar cuenta de cualesquiera sistemas estudiados. Es decir, hay que
contar con una teoría de la religión suficientemente bien fundada.
3
Una teoría científica de la religión
Las propuestas para explicar qué se entiende por religión han sido innumerables y muy
controvertidas. Mi punto de partida se atiene al enfoque teórico, histórico y
sistemático que nos propone el exegeta alemán Gerd Theissen. ¿Qué entender por
religión? Escuetamente: "Religión es un sistema cultural de signos que promete una
mejora de la vida en consonancia con una realidad última" (Theissen 2000: 15).
El sistema religioso, como sistema objetivo de signos, ofrece una interpretación del
mundo y favorece la transformación del mundo. Pero no modifica la realidad natural al
modo como lo hace la intervención técnica, sino mediante la producción de relaciones
semióticas:
"Tales signos y sistemas de signos no modifican la realidad designada, sino nuestra
conducta cognitiva, emocional y pragmática con ella: dirigen la atención, organizan las
impresiones en contextos y ayudan a las acciones. Solo podemos vivir y respirar en el
mundo así interpretado" (Theissen 2000: 16).
Lo específico de la religión como sistema semiótico reside en la combinación de tres
"formas expresivas": el mito, el rito y la ética.
El mito da una visión del mundo y la vida en forma narrativa. Es lo "pensado", que
aporta una conceptualización del mundo, del hombre y de lo divino.
El rito representa en forma simbólica esquemas de conducta cargados de sentido, a los
que se adhiere emocionalmente el creyente. Es lo "vivido", que induce una experiencia
de lo narrado en el mito.
El ethos compendia valores morales y normas prácticas que rigen la actuación personal
y social. Es lo "actuado", que plasma en los hechos la modelización pensada y vivida.
Se podría decir que, de alguna manera, mito, rito y ethos corresponden
respectivamente al plano de lo imaginario, lo simbólico y lo empírico.
Conforme a la propuesta de Theissen, un lenguaje de signos no solo posee un carácter
semiótico, sino también sistemático. Cuenta con una serie de elementos específicos
(léxico) y unas reglas de organización, de conexión positiva o negativa (sintaxis,
gramática). En efecto, en cada sistema religioso encontramos un núcleo duro,
compuesto por unos axiomas fundamentales, y luego numerosos temas
fundamentales, subordinados a tales axiomas, y otros temas secundarios alrededor.
Procedimiento de la investigación
El material se limita aquí a los documentos fundacionales de sendas religiones, si bien,
al mismo tiempo, tendré en cuenta en lo posible las investigaciones modernas sobre
tales documentos: monografías sobre el Corán, estudios bíblicos, investigaciones sobre
el Jesús histórico.
4
Las hipótesis deberán plantearse en el marco de los significados más esenciales de
cada sistema, como trazando el espacio de fases de la formación y evolución primitiva
de cada uno de los dos sistemas religiosos. Es previsible, al final, que se pueda detectar
una especie de "atractor" característico en el movimiento de cada tradición.
La comparación entre el islamismo y el cristianismo se debe efectuar en cada uno de
los aspectos sistémicos: la figura de los fundadores, el lenguaje mítico, el lenguaje
ritual y el lenguaje ético. En cada uno ellos, la primera tarea será coleccionar citas y
argumentos sobre los diferentes tópicos que se vayan mostrando como significativos.
Por ejemplo, algún relato histórico o mítico, la idea de Dios, el papel de Jesús, el azalá y
el azaque, una costumbre étnicas (circuncisión, velo, tabúes alimentarios, código de
pureza e impureza), el carácter de la ley, la relación entre religión y política, el
matrimonio, el derecho de la mujer, el estatuto de los no creyentes, la legitimación de
la violencia, etc.
Así, una vez aislado un tema de comparación concreto, que reúna suficientes
condiciones de comparabilidad, el análisis estructural y semántico de los textos
concernientes al tema llevará a ir decantando los significados más generales y los
principios de interpretación pertinentes. La comparación, con toda probabilidad,
sacará a la luz las semejanzas y diferencias, la filosofía y la teología específica de casa
sistema, anidada en el tema estudiado.
Los resultados básicos deberían ser reconocidos y suscritos por cualquier investigador.
Por lo general suelen ser rechazados y atacados por eruditos musulmanes, sin duda
por el atasco intelectual en que está sumido el islam, no solo cuando se compara con
el cristianismo, sino también cuando se enfrenta con la modernidad. Este
impedimento radica en lo siguiente:
- El rechazo de la filosofía, que obstaculiza la crítica racional.
- La sacralización de la charía, que impide el reconocimiento de los derechos humanos
y las libertades individuales, al afirmar que solo Dios tiene derechos, que la revelación
es el fundamento del derecho, que todo derecho deriva del hecho de ser musulmán.
- La negación radical de la libertad de conciencia y la libertad religiosa, que prohíbe al
musulmán cambiar de religión bajo amenaza de severo castigo.
- El tabú sobre la interpretación crítica del texto "sagrado", que veta todo análisis
histórico y científico del Corán.
Las fuentes comparadas: Corán y Nuevo Testamento
Todas las grandes tradiciones religiosas cuentas con unas fuentes documentales
escritas, unos textos canónicos que se consideran "sagrados" de alguna manera (como
revelados, o inspirados; en ocasiones, como racionales, científicos, etc.). Estas
escrituras suelen estar vinculadas, directa o indirectamente, con el personaje fundador
y sirven de fundamento al sistema de creencias que se vuelven preceptivas y
normativas para los seguidores.
5
Los textos fundamentales y autoritativos son respectivamente, para los musulmanes el
Corán y para los cristianos el Nuevo testamento. No se trata de escrituras
completamente extrañas entre sí, porque el islamismo comparte una ascendencia
común con el cristianismo y el judaísmo, pero evolucionó a partir de una secta
judeocristiana e introdujo las mutaciones que lo diferenciaron y autonomizaron.
El Corán dedica numerosas aleyas a profetas anteriores a Mahoma, algunos nabateos y
la mayoría hebreos, de los que da una versión peculiar y simple, si la cotejamos con los
pasajes bíblicos correspondientes, más de un milenio anteriores. De hecho, el Corán se
apropia de los profetas bíblicos, como si se tratara de musulmanes, sustentando la
tesis, fantasiosa y antihistórica, de que el islam sería la primera religión de la
humanidad, respecto a la cual se habrían alejado la religión judía y la cristiana.
Lo cierto es que la vulgata coránica actual resultó de un largo proceso de composición
en el que se emplearon numerosos materiales heteróclitos, así como interpolaciones
de escribas califales, en función de los intereses del poder político. Probablemente
adquirió su primera forma en el reinado de Adb Al-Malik (685-705), y la forma
definitiva en el primer tercio del siglo IX.
No existe aún una edición crítica del Corán. Pasa por vulgata la edición de El Cairo de
1923, aunque hay otras varias en circulación. En cualquier caso, podemos tener a la
vista las traducciones más reconocidas en español, francés, inglés y alemán.
El Nuevo Testamento. A diferencia del islamismo que se funda en un solo libro
canónico, el Corán, es sabido que el "evangelio" cristiano no consiste en un solo libro,
sino que, se halla en el Nuevo testamento, compuesto por una colección de veintisiete
escritos de autores diferentes y de longitud variable. Cronológicamente, se escribieron
entre el año 51 (epístola a los Tesalonicenses) y alrededor del año 100 (primera
epístola de Juan). Existen buenas traducciones, pero, cada vez que nos surja una duda
razonable sobre las traducciones manejadas, será conveniente consultar la edición
crítica griega, dotada de su exhaustivo aparato crítico (la de Nestle-Aland, o la de
Merk).
© SEMINARIO ANÁLISIS HISTÓRICO-CRÍTICO DEL ISLAM · 2019
6
Descargar