BUAP Facultad de psicología Enfoques contemporáneos en psicoterapia Martes y Jueves 09:00 – 11:00. Alumno: Arredondo Vernet Luis Beltran Cuento terapéutico “La isla” Este cuento está destinado hacia un sujeto femenino de 20 años, quien tuvo la pérdida de su padre aproximadamente hace 4 años, no tuvo un buen duelo por lo cual se encuentra en una etapa en la cual evade toda actividad que le recuerde a su padre, quedándose ella con muchos ciclos sin cerrar y la impotencia de no poder expresarle muchas cosas a su padre. El objetivo del cuento es que la persona a través de la narración tenga una buena imagen al asimilar la muerte y la pérdida y a su vez fomentar la resiliencia y tolerancia que en momentos actuales necesita ya que la dinámica familiar que está viviendo es muy disfuncional para ella. De esta manera se emplea la ecología del problema para que en un mismo cuento se expresen ambas situaciones. Inicio… El cuento narra la historia de un niño de 10 años el cual le gustaban muchos los botes y compartía la afición con su papa de cada fin de semana ir a pescar con él, el sábado a las 4 salían los dos a la zona de botes del lago para rentar uno y poder salir a pescar, pero ese sábado en particular el padre no pudo ir con el niño así que este subió al bote y decidió ir sólo a pescar. A él siempre le gustaba imaginar historias de pesca, en las que él atrapaba grandes peces, con ese entusiasmo lanzó el sedal al agua y espero a que algún pez desprevenido picara el anzuelo. Justo antes de que se diera por vencido y se retirara del lago observó como el hilo tiraba fuertemente, se dio cuenta de que era un gran pez y esta sería su oportunidad de atraparlo, se apresuró fuertemente a tomar la caña y darle hilo al pez para poder después recuperarlo y atraparlo, lucho unos breves momentos con el pez hasta que el hilo se rompió y el niño cayó al agua perdiendo el conocimiento. El niño sintió la arena en la piel y escuchó el sonido de las olas del mar inmediatamente su mente se inundó con recuerdos de su padre pescando con él, pero al reaccionar notó que estaba en una isla, el bote que había rentado su padre estaba encallado en la playa, su caña estaba rota y no había rastro de civilización alguna, el niño tenía conocimientos de supervivencia gracias a su padre y decidió explorar la isla, comenzó a caminar y se dio cuenta de que habían plantas de coco con las que podría obtener comida y bebida por unos cuantos días, así que su preocupación disminuyo, pero teniendo en la mente el pensamiento de que haría su padre cuando llegase a la zona de botes y no lo encontrase ahí. El niño siguió caminando hasta encontrarse con un caminito que parecía hecho por alguien, la vegetación se veía cortada justo para que alguien pudiese transitar por ahí, así que tomo el riesgo y empezó a caminar por el camino, hasta que dio con una peculiar cabaña hecha de maderos muy grandes y robustos, tenía ventanas repletas de polvo que parecían que no se habían limpiado en meses, se acercó para observar más de cerca y ver si alguien estaba adentro para que lo pudiesen ayudar. Se acercó y miró a través de las ventanas, no vio a nadie, decidió tocar la puerta y para su sorpresa esta estaba abierta, entró en la cabaña lentamente, allí adentro solo había un cuarto grande con una cama, una mesa con un radio antiguo, un mapa viejo de hace veinte años y un diario, abrió el diario para echarle un ojo, este relataba las travesías de un señor a lo largo de una cadena de islas las cuales ocultaban leyendas a través de los años. Decidió permanecer la noche allí para que en la mañana siguiente fuera por uno de esos cocos en la playa y afianzara el bote en algún árbol. A la mañana siguiente así lo hizo y al regresar a la cabaña se encontró con un señor de avanzada edad, al principio dudó de él pero era la única persona que estaba en ese recóndito lugar, así que tuvo la confianza de contar su historia. El señor le explicó que en esa isla solo estaba él a la cual había llegado de una manera extraña, que con el paso del tiempo había podido establecerse ahí para poder tener una vida modesta viviendo de la pesca y la naturaleza. El niño le dijo que si no existía alguna manera de regresar a la zona de botes en la que él estaba, el señor le habló de una cascada en una isla cercana, en la cual la leyenda decía que había un santuario con una fuente, y estando ahí podría regresar a su lugar de origen bebiendo el agua que de allí emanaba. El señor le propuso al niño ir en unos día mientras él se aclimataba a la isla y pasaba un tiempo disfrutando de la naturaleza, y así lo hizo el niño, exploró lo más que pudo de la isla, reparó su caña y pesco unos cuantos peces, lo que lo lleno de gran satisfacción, limpió el bote para que así pudiesen ir a la isla de la leyenda, recolecto frutas y realmente disfrutó de estar ahí en la compañía de un completo extraño que poco a poco se ganó su confianza. Pasó sorprendentemente un mes y el chico conocía la isla de “pe a pa”, el señor cumplió con lo prometido y llevó al chico a la isla, en la cual estaba una cascada enorme y se tenía que pasar por ella para encontrar una pequeña abertura en el muro de rocas para poder buscar el santuario. Pasaron dos días ahí y no encontraron absolutamente nada, cuando estaban cerca de irse el niño observó una manija tallada en la piedra que no había visto antes, la jaló y abrió una especie de puerta por donde entraron él y el señor, al traspasar esa puerta observaron un gran santuario con una fuente en el centro, ese lugar parecía que nunca había sido tocado por algún ser vivo, todo estaba tranquilo y pacífico, el niño se acercó a la fuente pero ni más estuvo a dos pasos de llegar a ella, una grieta enorme apareció en el techo del santuario, partiéndolo con gran rapidez, sepultando a la fuente y así a la oportunidad del niño para regresar. El señor tomo rápidamente al niño del brazo y ambos corrieron a la puerta para salir por el muro de rocas, el niño pensó por un instante en quedarse allí, pero al final con lágrimas en los ojos decidió salir con el señor antes de que los dos quedaran sepultados en ese lugar. Al salir el niño lloró desconsoladamente al perder su única posibilidad de regresar a casa con su padre, se percató de que no habría forma de regresar y que ahora la isla sería su hogar. El señor lo tomo en sus brazos, ya que el niño se quedó dormido por tanto llorar y ambos regresaron a su isla, al llegar a la cabaña el niño tomo una larga siesta y al despertar el señor le dijo estas mismas palabras: “Sé que estas triste por quedarte aquí, y te comprendo, ya que yo mismo quedé atrapado de la misma manera, pero me llevé una gran dicha al haber tenido la oportunidad de conocerte, de poder aprender de ti, de tu juventud, de tu forma de observar las cosas, y de que a pesar de tu corta edad tengas una visión tan clara de las cosas y sepas arreglártelas tu sólo. Sé que estas palabras no te regresarán de vuelta con tu padre pero sé que tú llevas dentro de ti lo mejor de él, su cariño, su amor, sus secretos de la supervivencia, pero sobretodo esas grandes ganas de seguir pescando”. Después de decirle esto lo abrazó fuertemente, el niño se dejó llevar por el abrazo que cerró los ojos y sintió como su cuerpo perdía respuesta. A la mañana siguiente el niño despertó en la isla un poco desorientado por todo lo que había pasado, aun se encontraba triste por lo que había sucedido el día anterior, toda esa tarde reflexionó sobre las palabras que le había dicho el señor y realmente sintió una profunda paz al saber que siempre llevaría a su padre con él y que disfrutaría de esta nueva aventura en la isla, de que aprendería nuevas cosas y de que tendría la oportunidad de pescar todo los días, era lo que el más amaba y lo que más lo unía a su padre, el decidió disfrutar de esta nueva aventura, se dio cuenta de que su padre haría lo mismo si se encontrara en la misma situación, y el niño salió a pescar… FIN