1) CÓMO DESARROLLAR UN INTERROGATORIO Y CONTRAINTERROGATORIO Contrainterrogatorio es el interrogatorio que realiza el abogado o el fiscal al testigo que sostiene una versión de los hechos contraria a los intereses de quien interroga. Esta modalidad es la típica que se emplea frente a un testigo hostil, o, aquel que realiza la acusación al acusado o la defensa a la víctima. A continuación, y partiendo de dicha conceptuación, vamos a exponer diez claves para la preparación y ejecución de un contrainterrogatorio eficaz: 1.- Conocimiento del caso: Todo interrogatorio va precedido de un exquisito conocimiento de los antecedentes del caso y del papel que juega el testigo y su testimonio en la historia de aquel. De lo contrario, el interrogatorio estará condenado al fracaso. En el supuesto del contrainterrogatorio, con más motivo, puesto que el riesgo de encontrarnos ante un testimonio hostil es elevadísimo. 2.- Preparación: Al igual que en el contrainterrogatorio, es esencial la adecuada planificación del contrainterrogatorio, excluyendo así la improvisación y ausencia de un plan trazado, pues de lo contrario el interrogatorio quedará condenado al fracaso. Por preparación se entiende la elaboración de una estrategia en la que se establezca el objetivo, preguntas, secuenciación, ritmo, lenguaje verbal y no verbal, etc., recursos que nos permitirán ejecutar el interrogatorio con solvencia y seguridad. 3.- Objetivo: Los objetivos esenciales del contrainterrogatorio son la limitación de daños o limitación de los efectos negativos derivados del interrogatorio directo, el ataque a la credibilidad del testigo y desmontar relato para invalidar la declaración. 4.- Uso de las preguntas: En el contrainterrogatorio se emplearán mayoritariamente preguntas cerradas neutras, entendiéndose por cerradas aquellas preguntas que esperan una respuesta que confirme o niegue el contenido ínsito en las mismas caracterizándose porque el interrogador suministra mucha información relevante al testigo a través de la pregunta, requiriendo su admisión o rechazo; neutras porque carecen de signo de de orientación, es decir, en las que "el emisor hace explícita su neutralidad con respecto a la formulación interrogativa y al contenido que esta contiene" La razón es obvia, si se realizaran preguntas abiertas, es decir, orientadas a recibir respuestas amplias, destinadas a conocer circunstancias generales, estados de ánimo, sensaciones y opiniones del testigo, se estaría facilitando al testigo reiterar la historia expuesta durante el interrogatorio directo y, literalmente, irse por las ramas. 5.- Secuenciación: El contrainterrogatorio debe conseguir resaltar las manifestaciones realizadas durante el interrogatorio directo que favorezcan la pretensión del contrainterrogador o evidencien inconsistencias o incoherencias en la declaración del testigo. Por ello, alejado de una secuencia cronológica, el contrainterrogatorio deberá ser esencialmente temático a fin de analizar temas o materias anteriormente examinadas en el contrainterrogatorio o incluso omitidas. 6.- Ritmo: Si bien existen muchas variables, ritmo lento equivale a sosiego y tranquilidad para el testigo; ritmo rápido supone mayor tensión y exigencia. Por ello, el contrainterrogatorio requiere un ritmo rápido y muy fluido que impida al testigo pensar demasiado para buscar una salida mientras que un ritmo lento y pausado permitirá que el testigo se explaye para ganar confianza. No obstante, podrá llevarse a cabo una combinación de ritmos, si bien, cuando se trate de atacar las contradicciones o falsedades, tendremos que emplear el ritmo rápido. 7.- Preparación del testigo: Partiendo de la base de que toda preparación del testigo excluye cualquier intento de predeterminación del contenido de la declaración del testigo o el adoctrinamiento del mismo, será muy difícil que el abogado pueda preparar al testigo dada la naturaleza hostil del mismo. Ello no impide que se realice una profunda investigación de las circunstancias de todo tipo del testigo a fin de disponer de información sobre la razón de su conocimiento, circunstancias concurrentes, etc. 8.- Comportamiento con el testigo: No todos los testigos son iguales. Existen testigos falsos (voluntarios e involuntarios), neutrales, expertos, investigadores, colaboradores con la justicia, sujetos débiles (ancianos, niños, incapacitados), etc. que requerirán una diferente aproximación a la hora de ser interrogados, es decir, el tratamiento será diferente a cada uno de ellos, debiendo dominarse las técnicas correspondientes según el caso. No obstante, como principio rector se requiere una conducta ética al interrogar, es decir, cortés, educada y respetuosa, evitándose cualquier confrontación con el mismo. No obstante, la una excepción a esta regla se produce cuando interrogamos a un testigo que sabemos que está mintiendo y disponemos de información para evidenciar dicha falsedad. En tales casos, estaría autorizada la confrontación. 9.- Precisión: La precisión va asociada a la necesidad de que la persona interrogada y el juez entienda la pregunta. Por ello, éstas deberán efectuarse con una estructura semántica simple, es decir, preguntas claras, simples y directas. De este modo el interrogatorio será ágil y fluido y así será más fácil controlar adecuadamente al interrogado y trasladar nuestro mensaje persuasivo al juez de forma más eficaz. Finalmente, hay que ser concretos y excluir preguntas sobre cuestiones poco relevantes al caso. 10.- Riesgos: El mayor riesgo al que puede enfrentarse un contrainterrogatorio es el de la falta de estudio, planificación y ejecución del interrogatorio, es decir, el pasar por alto las reglas expuestas, pues en un contrainterrogatorio sería un suicidio procesal. En definitiva, es imprescindible no solo conocer la naturaleza y finalidad de esta modalidad compleja de interrogatorio, sino igualmente conocer y poner en práctica aquellas reglas que pueden ayudarnos a extraer el máximo provecho del mismo. 2) EL INTERROGATORIO Y CONTRAINTERROGATORIO EN COSTA RICA El interrogatorio es una destreza del o de la litigante, que consiste en extraer proposiciones fácticas o hechos, mediante la herramienta de formulación de preguntas, materializadas en palabras de los o las testigos, con el objetivo de obtener de estos, respuestas en forma de relato, sobre lo que percibió por medio de sus sentidos, vista, oído, tacto, olfato o gusto, con el fin de que abonen a su teoría del caso. Tenemos aquí una serie de elementos, que nos van a permitir no solamente conocer mejor esta técnica, sino poderla utilizar adecuadamente. Lo primero que el o la litigante debe hacer es planear, diseñar estratégicamente de acuerdo con su teoría del caso su intervención en el debate, en esa línea debe inicialmente decidir el orden en que va a presentar los o las testigos, esto es muy importante, pues estamos de manera figurada tratando de armar un rompecabezas, en donde les vamos a transmitir a los jueces y las juezas, con la declaración de los o las testigos, información del caso en segmentos, explicando con el relato cómo sucedió, por ello es relevante decidir el orden: por ejemplo primero Pedro, luego Juan y finalmente Inés que me ayudarán con su relato a “armar” una idea general o panorámica del caso; con los testigos Elisa, Marco y Pedro se detallará, por ejemplo, la dinámica del accidente de tránsito. Luego de eso se debe definir, si se necesita ir de lo general a lo particular o viceversa. Posteriormente vamos al detalle, al interrogatorio: qué le voy a preguntar al testigo Pedro, qué le voy a preguntar a Elisa y así sucesivamente. EL CONTRAINTERROGATORIO Como se expresó anteriormente, el contrainterrogatorio no se encuentra regulado en nuestra legislación, lo cual no quiere decir que no exista, sino todo lo contrario, existe como instituto y fácilmente se puede colegir, no solamente del modelo que inspira nuestra reforma procesal penal,(8)sino desde nuestra misma Constitución Política, la Convención Americana de Derechos Humanos, la Ley Orgánica del Poder Judicial y desde el mismo articulado de la Ley penal adjetiva, que estableció una organización por roles de los actores, hay alguien que acusa (Fiscalía), alguien quien defiende (Defensa) y un tercero imparcial que decide (Juez o Jueza). Desde nuestra Carta Magna se nos indica en los artículos 39 y 42lo siguiente: Artículo39.–A nadie se hará sufrir pena sino por delito, cuasidelito o falta, sancionados por ley anterior y en virtud de sentencia firme dictada por autoridad competente, previa oportunidad concedida al indiciado para ejercitar su defensa y mediante la necesaria demostración de culpabilidad. No constituyen violación a este artículo o a los dos anteriores, el apremio corporal en materia civil o de trabajo o las detenciones que pudieren decretarse en las insolvencias, quiebras o concursos de acreedores. Artículo42.-Un mismo juez no puede serlo en diversas instancias para la decisión de un mismo punto. Nadie podrá ser juzgado más de una vez por el mismo hecho punible. Se prohíbe reabrir causas penales fenecidas y juicios fallados con autoridad de cosa juzgada, salvo cuando proceda el recurso de revisión.(9)Con estos dos postulados constitucionales podemos construir el argumento que le da entrada al contrainterrogatorio, en primer lugar, la dinámica constitucional que exige para la necesaria demostración de culpabilidad, el ejercicio real del derecho de defensa, desde ese punto de vista, la constitución reconoce la necesidad de organizar el interrogatorio desde los roles de los actores y estos, como ya hemos explicado, tienen objetivos diferentes, en consecuencia está constitucionalmente autorizado el contra examen; por otro lado, el artículo 42nos indica el rol de juez o juez, nos describe un juez o jueza imparcial que como operador u operadora del sistema judicial, se mantiene al margen, escucha a las partes, sus peticiones, argumentaciones y pruebas. Su rol es de conducción, dirección y observación de todo lo que acaece en el juicio, su rol no es litigar como sí lo hacen las partes. 3) Resolución No. 1735-2005 que establece el Reglamento sobre los Tribunales Colegiados de 1ra. Instancia de la Jurisdicción Penal. El Pleno de la Suprema Corte de Justicia aprobó la puesta en funcionamiento de 16 Tribunales Colegiados de Primera Instancia, que estarán integrados por jueces de primera instancia y de paz, a fin de contribuir con el acceso a la justicia, aliviar la elevada carga económica y logística del Poder Judicial y así disminuir los costos operacionales de conformidad con el plan de austeridad puesto en marcha desde principios de año. Al efecto se modificó la Resolución núm. 1735-2005 del 15 de septiembre de 2005, que establece el Reglamento sobre los Tribunales Colegiados del Juzgado de Primera Instancia en la Jurisdicción Penal. El Pleno del máximo tribunal adoptó una nueva modalidad para conformar los tribunales colegiados puestos en funcionamiento, y es que los mismos estarán integrados por jueces de primera instancia y de paz que seguirán ejerciendo sus funciones regulares en los juzgados de los cuales sean titulares, mientras no se encuentren en los tribunales colegiados, esto con el fin de mantener el principio del Juez Natural, el cual establece que todo imputado tiene derecho a ser juzgado por un tribunal preexistente al acto punible, que sea permanente, dependiente del Poder Judicial, creado mediante ley, con competencia exclusiva, indelegable y universal para el hecho en cuestión. La modalidad adoptada significa un ahorro económico importante porque limita además el desplazamiento de un juez de Primera Instancia a otra demarcación territorial, lo que implicaba una elevada carga económica, logística y tiempo. Los nuevos Tribunales Colegiados estarán funcionando en el Distrito Nacional, así como en los distritos judiciales de Monte Plata, Villa Altagracia, San José de Ocoa, Azua, Independencia, Bahoruco, Elías Piña, El Seibo, Hato Mayor, La Romana, Espaillat, Sánchez Ramírez, Hermanas Mirabal, Valverde y Santiago Rodríguez. A estos tribunales se agregan los 19 Tribunales Colegiados de Primera Instancia que ya se encuentran en funcionamiento, elevándose por tanto a la cantidad de 35 los tribunales de esa categoría en todo el territorio nacional. La puesta en funcionamiento de estos tribunales de Primera Instancia será a partir del 11 de Mayo, para lo cual serán juramentados en la Sala Augusta de la Suprema Corte de Justicia, en esa fecha, los jueces asignados a los mismos. La Suprema Corte de Justicia ha venido modificando el nuevo Código Procesal Penal por vía de reglamentos ¿Tiene la SCJ esa facultad? ¿Ud. podría indicarme todas las modificaciones realizadas por la SCJ en el CPP?. Damián Zorrilla Lo primero es aclararle que ni la Suprema Corte de Justicia ni el Poder Ejecutivo ni ninguna otro poder o ministro puede modificar una ley por vía reglamentaria. Solo una ley puede modificar otra ley. Ahora bien, con frecuencia una ley dispone que la misma debe ser complementada por vía de reglamento. La función del reglamento, por tanto no es modificar la ley sino perfeccionarla. La ley de organización judicial, y la ley orgánica de la SCJ, así como el propio CPP, facultan a nuestro mas alto tribunal para, por vía reglamentaria, suplir los vacíos o los procedimientos necesarios para hacer operativa la norma. En virtud de esta disposición, la SCJ ha sido prolija en la elaboración de reglamentos. Específicamente, en relación al CPP ha dispuesto los siguientes: 1) Resolución No. 1920-2003 del 13 de noviembre de 2003, que dispuso las medidas anticipadas a la entrada en vigencia del CPP; 2) Resolución No. 782-2004 del 17 de junio de 2004 que dispuso la incorporación de los abogados de oficio a la Oficina Nacional del de defensa publica; 3) Resolución No. 1170-2004 del 7 de septiembre de 2004 que reglamentó la estructura liquidadora de los expedientes en trámite ante la jurisdicción penal al momento de entrar en vigencia el CPP. 4) Resolución No. 1207-2004 del 23 de septiembre de 2004 que establece el rol de cada uno de los jueces dentro de la estructura de liquidación. 5) Resolución No. 295-2005 del 6 de abril de 2005 que habilitó a los jueces de paz a actuar como jueces de la instrucción; 6) Resolución No. 296-2005 del 6 de abril de 2005 que dispuso el reglamento que rige al Juez de la Ejecución de la Pena. 7) Resolución No. 1141-2005 que dispuso el uso de toga, birrete, camisa blanca y corbata negra por jueces, fiscales y abogados postulantes durante la celebración de la audiencia preliminar. 8) Resolución No.1142 -2005 del 28 de julio de 2005 sobre la competencia en materia penal laboral 9) Resolución No. 1731-05 del 15 de septiembre de 2005 que establece el Reglamento sobre Medidas de Coerción y Celebración de Audiencias durante la Etapa Preparatoria; 10) Resolución No. 1732-05 del 15 de septiembre de 2005 que establece el Reglamento para la tramitación de Notificaciones, Citaciones y Comunicaciones Judiciales; 11) Resolución No. 1733-05 del 15 de septiembre de 2005 que establece el Reglamento para el Funcionamiento de la Oficina Judicial de Servicios de Atención Permanente; 12) Resolución No. 1734-05 del 15 de septiembre de 2005 que establece el Reglamento para la Gestión administrativa de los Secretarios/as de los Tribunales al amparo del Código Procesal Penal. 13) Resolución No. 1735-05 del 15 de septiembre de 2005 que establece los Tribunales Colegiados de Primera Instancia. 14) Resolución No. 2469 -2005, del 17 de noviembre del 2005, que instruye a todos a todos los jueces, para que tanto en los casos de la estructura liquidadora como en los del nuevo proceso penal, decreten formalmente el abandono por la incomparecencia injustificada del abogado apoderado de un caso. 15) Resolución No. 2529-2006, del 31 de agosto de 2006 que Reglamenta el tránsito de los procesos del Código de Procedimiento Criminal al Código Procesal Penal. 16) Resolución No.3869-2006 del 21 de diciembre de 2006 que establece el Reglamento para el manejo de los Medios de Prueba en el Proceso Penal. 4) HABILIDADES DEL ABOGADO EN EL SIGLO XXI Es muy habitual que cuando se hable de las habilidades del abogado caigamos en la tentación de limitarnos a identificar unas pocas, si bien pronto reparamos en que éstas son verdaderamente insuficientes. Ello es así, debido a que la amplitud y dificultad de las actividades que desarrollamos los abogados, unida a la complejidad de los vínculos humanos que se crean durante nuestra prestación, hacen que el abogado, como hombre renacentista que es, venga obligado a disponer de innumerables conocimientos y habilidades necesarios para “sobrevivir” en su quehacer diario. Por lo tanto, si me preguntaran cuales son las habilidades que deben constituir prenda del buen abogado, yo diría un número quizás inabarcable, puesto que si reflexionamos sobre esta cuestión, todas las habilidades necesarias para vivir adecuadamente en sociedad, es decir, para disfrutar del ocio y del negocio, van a ser absolutamente ineludibles para el abogado debido a la especial naturaleza y características de su trabajo. No obstante, teniendo en cuenta el propósito de este post, vamos a identificar y sistematizar aquellas que consideramos más importantes desde nuestra perspectiva, quedando por tanto abierta la inclusión de cualquier otra que pueda encajar en la relación. Pero, ¿Qué entendemos por habilidad? Nuestros diccionarios suelen definirla como la capacidad de una persona para hacer una cosa bien y fácilmente, o como aptitud, competencia capacidad de hacer algo correctamente, con facilidad, destreza e inteligencia. Sin embargo, en nuestro caso, cuando hablamos de habilidades, vamos a referirnos no solo a dicho significado, sino que igualmente vamos a incluir algunas virtudes y principios que social, culturalmente y profesionalmente vienen aceptadas como esenciales para el desarrollo íntegro de la persona y que, por su contenido, son plenamente aplicables a la actividad del abogado. Expuesto lo anterior y entrando en materia, a continuación vamos a realizar un ejercicio de clasificación de las habilidades del abogado teniendo en cuenta tanto el carácter profesional de nuestro trabajo y, cómo no, las funciones más representativas de la actividad del abogado. Una vez expuestas, realizaremos una reflexión final a modo de conclusión. Una última cuestión, clasificaremos las habilidades en los siguientes grupos: Generales; Profesionales; Sociales; Empresariales; Comerciales y Psicológicas. HABILIDADES GENERALES: Entendemos por habilidades generales aquellas destrezas que se consideran recomendables para toda persona y cuya posesión se entiende socialmente como un componente positivo y favorable para su personalidad, pues su disfrute facilitará el crecimiento tanto personal como profesional de su titular. En nuestra profesión, participada de factores como la necesidad de realizar un trabajo y un esfuerzo continuo prolongado en el tiempo, sometido a innumerables tensiones e imprevistos, y en el que la interacción con los clientes y operadores jurídicos es esencial, serán de relevancia las habilidades que nos permitan actuar con responsabilidad en el cumplimiento de nuestra actividad y en la relación con los demás. Para ello, el abogado deberá estar revestido de habilidades como la constancia, la disciplina y laboriosidad (esenciales para el trabajo diario); la prudencia, paciencia, serenidad y autocontrol (necesarias para la interacción con terceros) y, finalmente, como un principio informador de los anteriores, la honestidad y sinceridad. HABILIDADES PROFESIONALES: Las habilidades profesionales serán aquellas que empleamos activamente en nuestra profesión como una herramienta directa para el desarrollo de nuestra actividad y que sin ellas no podría concebirse la figura del abogado. Por lo tanto, son habilidades indispensables tanto para el ejercicio de la profesión como para la propia conceptualización del profesional como tal. Estas habilidades podríamos dividirlas en dos clases, las derivadas de estatuto privilegiado que informa el desempeño de nuestra función y las obligaciones principales en su desempeño, reglas éstas que constituyen fiel reflejo de la tradición y cultura profesional y que nutren nuestro Código Deontológico. Por otro lado se encontrarían las habilidades que son necesarias para el desarrollo de las tres actividades que realiza el abogado en su actividad profesional ya citadas: el consejo jurídico, la mediación y negociación y, finalmente, la defensa ante los tribunales. Respecto a las primeras, debemos señalar que tras siglos de experiencia, nuestros códigos profesionales han entendido que nuestra profesión se rija de acuerdo con determinados postulados, lo que ha sido precisamente pensando en garantizar que nuestra función se desarrolle a satisfacción de los intereses del cliente y de la sociedad, por lo que el abogado deberá dar cumplimiento a los mismos. Entre estas habilidades o principios rectores de nuestra actividad se encuentra la independencia, diligencia, lealtad, responsabilidad y cualquier otro principio que derive de nuestro estatuto profesional. En cuanto a las segundas, es decir, las necesarias para realizar la mejor ejecución de nuestras diversas funciones, podemos realizar la siguiente clasificación: Generales: Competencia técnica, comunicación oral y escrita, inteligencia, imaginación, capacidad de estudio, comprensión lectora, habilidad para utilizar las tecnologías de la información y las comunicaciones más avanzadas, capacidad de análisis y síntesis, capacidad de abstracción, flexibilidad y adaptación mental. Asesoramiento: Saber escuchar, empatía, cortesía, concentración. Negociación: Capacidad de resistencia a la frustración. negociación, vocación conciliadora, alta Intervención en el Foro: Oratoria en su más amplio sentido, y derivada de la misma, dominio del lenguaje verbal y no verbal, argumentación, memoria, imaginación, claridad de ideas, previsión, naturalidad. HABILIDADES SOCIALES: El abogado desempeña su labor en un contexto en el que tiene necesariamente que interactuar con otras personas desde perspectivas bien diferentes. Con los clientes interviene primero para captarlos. Una vez captados, para recorrer el largo camino de la resolución del asunto encomendado y, cómo no, para fidelizarlo. Con los restantes operadores jurídicos actuará bien para persuadirlos y convencerlos de la bondad de nuestra argumentación (jueces) o para negociar o trabajar en equipo (otros abogados). Consecuentemente, el buen abogado deberá ser una persona sociable que domine las técnicas de comunicación, ser extrovertido y saber relacionarse con los demás en cualquier contexto. Igualmente deberá saber transmitir una imagen adecuada (presencia) HABILIDADES EMPRESARIALES: Los despachos de abogados son empresas de servicios, extremo éste que, a estas alturas, resulta incontrovertido. Por ello, nuestros despachos deben gestionarse como verdaderas empresas, adoptando los sistemas, procesos y herramientas propias del mundo empresarial de modo que el abogado pueda liderar, organizar, planificar y controlar su negocio. Para ello es inevitable el acceso y permanente aprendizaje de habilidades de dirección, gestión y organización de empresas. En este campo, el abogado deberá ser un buen estratega, tener liderazgo, ser proactivo, saber gestionar, organizar y planificar el tiempo, dominar las técnicas de trabajo en equipo, saber delegar, etc… En este apartado incluimos igualmente el dominio de un segundo idioma, que a nuestro juicio debe ser el inglés, actualmente vinculado estrechamente con el mundo de los negocios, pues debido a la globalización ya más que consolidada, la habilidad del dominio de este idioma será fundamental para nuestro crecimiento. HABILIDADES COMERCIALES: Hay que destacar la necesidad que tiene el abogado de disponer de las habilidades que lo conviertan en un verdadero comercial, entendiéndose por comercialidad la capacidad de atraer y captar clientes. Para ello, el abogado deberá concienciarse de la importancia que la actividad comercial tiene para la creación y crecimiento de los despachos profesionales, y el papel que dichas competencias y habilidades jugarán en su propio crecimiento profesional, bien individualmente, bien en la jerarquía profesional de la firma. A tal efecto, el abogado deberá formarse en técnicas de marketing, y especialmente las materias comerciales, deberán ser un referente continúo, ya que las capacidades comerciales se adquieren a través de su conocimiento y puesta en práctica. Igualmente, el abogado deberá dominar las técnicas de atención al cliente, indispensables para generar la satisfacción del cliente a través de un servicio excelente y de calidad. HABILIDADES PSICOLOGICAS: La profesión de abogado requiere de conocimientos psicológicos, entendiendo por éstos, desde un concepto amplio, todos aquellos que pueden guardar una relación con el comportamiento humano de las personas con las que interactuamos ya citadas. Efectivamente, el componente humano, aunque a veces se olvide, es un elemento esencial de nuestra actividad que tiene una repercusión constante, consciente o inconsciente, en el devenir de todos y cada uno de nuestros trabajos. Conocer estas habilidades psicológicas es de inestimable ayuda para la interacción diaria con esas otras personas. Los conocimientos psicológicos en nuestra actividad tienen innumerables aplicaciones, tanto para regular nuestra actuación como para la interacción con terceros. Respecto al empleo para el propio abogado podemos destacar la capacidad del pensamiento positivo, la resistencia a la frustración, el emplear las técnicas de la visualización y el empleo de todas las técnicas que nos permitan estar con nosotros mismos, aprender a conocernos y obtener la tan ansiada relajación mental y corporal. Respecto a los demás, toda técnica que nos ayude a conocer la forma de ser de las personas será bienvenida, destacándose igualmente la empatía, el saber escuchar de forma activa, la atención, etc… CONCLUSION: Estoy seguro que a medida que hayas ido leyendo esta clasificación, te habrán surgido numerosas ideas sobre otras herramientas, destrezas, virtudes o principios que son igualmente aplicables. También te ha podido ocurrir que consideres que algunas habilidades no son aplicables a nuestro sector. Todo es posible. Lo importante de esta experiencia es llegar a sorprendernos con la ingente cantidad de habilidades que debemos dominar, lo que nos debe hacer reflexionar sobre cuestiones de suma importancia y que paso a epigrafiar: 1. Que nuestra actividad es de una riqueza impresionante en todos los aspectos del conocimiento teórico y práctico. 2. Que para el necesario desarrollo de nuestra actividad hemos de estar creciendo constantemente en el conocimiento de nuevas habilidades y destrezas. 3. Que desarrollamos un trabajo muy importante en nuestra sociedad, dotado de una gran complejidad y que requiere de una altísima preparación técnica y humana de quienes lo realizamos.