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Revista Colegio de psicologos.

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autor. Las mismas no constituyen necesariamente opinión institucional.
A los efectos de posibilitar que el lector ofrezca sus impresiones, opiniones, sugerencias
o aportes a los autores de los trabajos que se publican; se pone a disposición nuestro
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de abogados de la plata
Año LIII Nº 74
Director
FELIPE PEDRO VILLARO
AUTORIDADES DEL COLEGIO DE ABOGADOS DEL
DEPARTAMENTO JUDICIAL LA PLATA
CONSEJO DIRECTIVO
Presidente:
Dr. Pedro Martín AUGÉ
Vicepresidente 1º:
Dr. Fernando Pablo LEVENE
Vicepresidente 2º:
Dr. José María MARCHIONNI
Secretario General:
Dr. Guillermo Héctor BORDAGARAY
Prosecretaria:
Dra. María Verónica PICCONE
Tesorería a cargo:
Dra. Rosario Marcela SÁNCHEZ
Protesorero:
Dr. Marcelo Enrique AZZARRI
Consejeros Titulares:
Dr. Martín Jorge LASARTE
Dr. Hugo Marcelo GARÓFALO
Dra. María Cristina CIANFLONE
Dr. Francisco José ALMADA
Dr. Germán Maximiliano GLIEMMO
Consejeros Suplentes
Dra. Laura Marcela PALAZZO
Dr. Juan Manuel GRANILLO FERNÁNDEZ
Dr. Ricardo Miguel SALCEDO
Dra. Nora Noemí CHEBEL
Dr. Martín Ulises BOLPE
Dra. Norma Edith ACEVEDO
Dr. Laureano Camilo FABRÉ
Dr. Juan Eduardo CANIGGIA
Dra. Teresa Beatriz GAREIS
TRIBUNAL DE DISCIPLINA
Presidente
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Secretario
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Dra. Marcela Liliana VIEYRA
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COMISIÓN DE PUBLICACIONES
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ÁREA DE INFORMACIÓN Y PUBLICACIONES
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COMITÉ DE REFERATO
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FILOSOFÍA Y TEORÍA GRAL. DEL DERECHO
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DERECHOS HUMANOS
Directora: Dra. María Verónica Piccone
DERECHO DE LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA
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DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO
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DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
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DERECHO LABORAL
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DERECHO DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
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DERECHOS DEL NIÑO/A Y ADOLESCENTE
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DERECHO PENAL
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DERECHO DE PREVISIÓN Y SEGURIDAD SOCIAL
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DERECHO PROCESAL PENAL
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DERECHO DE LA SALUD
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DERECHO TRIBUTARIO Y FINANCIERO
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DERECHO INFORMÁTICO
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DERECHO POLÍTICO
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La responsabilidad por las ideas y opiniones expresadas en los artículos corresponde a su autor.
Las mismas no constituyen necesariamente opinión institucional y pueden o no resultar coincidentes con la opinión del instituto correspondiente y/o los miembros del Comité de Referato
SUMARIO
La lex mercatoria aplicada a la compraventa mercantil
internacional ................................................................................................17
Liliana Etel Rapallini
Una pequeña cuestión procesal de interés notarial ..................................25
Pablo Esteban Sarín
Realidades y perspectivas del derecho al acceso a la información
pública ........................................................................................................................... 33
Jorge Luis Bastons
Actuación del contador frente a los delitos de evasión ............................47
Marcelo Enrique Azzarri - Mauro Fernando Leturia
Los hechos nuevos en el proceso civil y comercial, nacional y provincial........57
Juan Manuel Hitters - Andrés Ferreiro
Los obstáculos que presenta la integración sudamericana: La importancia de los factores endógenos ...................................67
Mariela S. Comas
Transacción y mediación en los procesos colectivos (Requisitos, alcances de la cosa juzgada e impugnación de
acuerdos homologados en acciones de clase) ............................................77
Leandro J. Giannini
Cuestiones de competencia en los procesos de insanía ..........................117
María Donato - Jaquelina Ariccia Vincent - Mabel Herrera
51º Encuentro de Institutos de Derecho Comercial de Colegios de
Abogados de la Provincia de Buenos Aires - Ponencias del Instituto de
Derecho Comercial del Colegio de Abogados de La Plata ....................131
Dr. Manuel Belgrano Abogado Comercialista ...................................................133
Fernando J.J. Varela
La responsabilidad bancaria por la omisión de adoptar medidas de
seguridad en los establecimientos donde desempeñan su función .......................139
Estela Alicia Marmonti y Orfilia Di Leo
Contrato de hospedaje y su visión en la actualidad ...........................................143
Carlos Javier Ontivero
C o n t r a t o s d e C o o p e r a c i ó n . C o n s i d e r a c i o n e s a c e rc a d e l a
operatividad actual de los mismos ...................................................................147
Orfilia Di Leo - Estela Alicia Marmonti
Artículo 54 de la ley 19.550. Sociedades comerciales. Dolo o culpa
del socio o del controlante ...............................................................................151
Estela Alicia Marmonti
Aspectos prácticos de un “due diligence” (auditoría de compra)
en el procedimiento de transferencia accionaria. ..............................................155
Germán D. Villano
Renuncia no inscripta en la Dirección Provincial de Personas
Jurídicas de un director de sociedad anónima y responsabilidad
s o l i d a r i a p o r d e u d a s t r i b u t a r i a s p ro v i n c i a l e s d e p e r í o d o s
posteriores a ella ............................................................................................161
Agustín Mario Trevisiol
Reorganizaciones societarias e incapacidades de derecho ..................................167
Ariel F. Giménez
Las verificaciones de créditos por multas fiscales: ¿son
verdaderos “créditos” o “sanciones”? ..............................................................171
Carlos Ezequiel Garobbio
El derecho que otorga el artículo 146 L.C.Q. al adquirente
mediante un boleto de compra venta inmobiliaria debe ser de
aplicación restrictiva, debiéndose valorar con rigurosidad las
circunstancias fácticas arrimadas, para que no se constituya en una
forma sencilla de sustraer bienes del activo concursal ............................................. 179
José María Cruset
La continuación de la explotación de la empresa quebrada
¿Excepción o regla? Análisis de la actualidad, en torno a los nuevos
tiempos .........................................................................................................183
Pablo Damián Martinez Buzzoni
Los libros indispensables de los martilleros en el desarrollo de las
subastas de bienes en el marco de la quiebra ............................................................ 189
Marcelo Alejandro David
Rehabilitación del fallido ................................................................................193
Javier Rahman
El artículo 3.575 del Código Civil a la luz y en concordancia con la
ley 23.515. Comentario a fallo..................................................................197
María Alicia Donato
Homenaje al doctor Carlos Santiago Fayt, Ministro
Decano de la Corte Suprema de Justicia de la Nación .............................. 213
Enrique Pedro Basla
LA LEX MERCATORIA APLICADA A LA COMPRAVENTA
MERCANTIL INTERNACIONAL
Liliana Etel Rapallini *
SUMARIO: 1. Solidez de la “lex mercatoria”. 2. Aporte de Organismos Internacionales. 3.
Las reglas de Incoterms. 4. Conclusión sobre el aporte a la Compraventa Mercantil Internacional.
5. Ideas de cierre. 6. Referencias de investigación.
1. Solidez de la “lex mercatoria”
El tema sugerido es propio de la ardua tarea de codificar al derecho del comercio
internacional que compete a nutridos sectores sociales.
Frecuentemente por no decir siempre, se asocia esta pretendida unificación
con la idea de “lex mercatoria” o “ius mercatorum”. El postulado no es erróneo
por cierto, considerando que desde la Edad Media y hasta nuestros días, el área
de la transacción comercial extrafronteriza fue campo propicio para la fijación de
pautas que minimicen los riesgos y simplifiquen las operaciones. Sin embargo, este
plexo integrado sustancialmente por usos y costumbres e identificado con la idea de
generación espontánea, comenzó a expandirse y también a cobrar universalidad a
través de su creación sistematizada, al punto de ser hoy un interrogante si es menester
unificar su contenido dando nacimiento a un Código único y de amplio contenido.
Pero convengamos en que el crecimiento se debió en consecuencia, al nacimiento de fuente convencional internacional que captó las máximas y coordenadas
derivadas de la práctica del comercio internacional.
*
Directora del Instituto de Derecho Internacional Privado del Colegio de Abogados de La Plata. Docente
especializada de grado y de posgrado.
17
LA LEX MERCATORIA APLICADA A LA COMPRAVENTA MERCANTIL ...
Varios han sido los matices del comercio internacional que recibieron y reciben tratamiento pero sin lugar a dudas, la compraventa mercantil internacional
constituyó el puntal a partir del cual se resolvieron cuestiones subyacentes acordes
a las necesidades sobrevinientes.
2. Aporte de Organismos Internacionales
Prestigiosas Instituciones se han dedicado a lograr una cierta armonización
normativa de los diferentes países como estadio previo a la unificación. De entre
ellas se destaca fundamentalmente la CNUDMI (Comisión de Naciones Unidas para
la Unificación del Derecho Mercantil Internacional), la CCI (Cámara de Comercio
Internacional) y en menor medida el UNIDROIT (Instituto para la Unificación del
Derecho).
La dimensión internacional adquirida ha llegado a consolidar el Derecho Uniforme del Comercio Internacional (DUCI); su consistencia se acerca a la búsqueda
de la uniformidad de reglas entendidas como aspiración esencial del sistema, desplazando a la técnica conflictual propia de los casos con elementos extranjeros cuya
resolución ocupa al Derecho Internacional Privado; es por excelencia un derecho
previsor por sobre el tenor resolutivo.
Por otra parte, cuando se alude a “derecho institucionalizado” se enfoca hacia
aquel que obedece su existencia a una autoridad con función legisferante o bien,
que emana de determinadas organizaciones competentes a tal fin.
Así, es derecho institucional el dictado por los órganos propios de un bloque
de integración y lo es también el elaborado dentro de organismos en el caso, internacionales. Los fenómenos de integración económica y jurídica propician un
crecimiento inusitado del Derecho Internacional Privado institucional.
Ahora bien, retomando la institucionalización del derecho comercial internacional y de su ejercicio, puedo acotar que el Instituto para la Unificación del Derecho
Privado (UNIDROIT)1 con sede en Roma, es un organismo intergubernamental
independiente que fuera creado en 1926 bajo el amparo de la Liga de las Naciones
como órgano auxiliar; tras la desaparición de ésta fue restablecido en 1940 mediante
un acuerdo conocido como el Estatuto de Unidroit. En la decisión que le da vida se
indica que el objetivo del Instituto será el de promover la armonización y unificación
del Derecho Privado. La labor desplegada que lo identifica, es la de haber creado
una línea de proyección hacia la unificación de la contratación civil dentro de la
Comunidad Económica Europea, hoy Unión Europea.
La Comisión de Naciones Unidas para el Derecho Mercantil2 reconoce seme
jante tenor desarrollando una frondosa misión al punto de ser vinculada de inmediato
1
2
International Institute for the Unification of Private Law.
Conocida por su acrónico CNUDMI en español o UNCITRAL en inglés, fue establecida por la Asamblea
General de las Naciones Unidas en 1966 con el mandato la progresiva armonización y unificación del
Derecho Mercantil Internacional.
18
LILIANA ETEL RAPALLINI
a numerosas convenciones y leyes modelo sobre la materia. Vale como ejemplo, la
conocida como Convención de Viena sobre Contratos de Compra Venta Internacional
de Mercaderías de 1980 sobre la que retornaré en su referencia.
El nacimiento entonces, de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho
Mercantil Internacional significó la aparición de un organismo con representatividad mundial destinado, reitero, a armonizar y a unificar los aspectos jurídicos del
comercio internacional; recordábamos que de ella emana el Convenio de Viena de
1980 sobre compraventa internacional de mercaderías, pero su plexo se compone
con leyes modelo elaboradas minuciosamente inclusive sobre temas ríspidos, como
el de la insolvencia transfronteriza. De su obra frondosa por cierto, se rescata como
trascendente a la Convención de Nueva York de 1958 sobre Reconocimiento y Ejecución de sentencias arbitrales extranjeras que inicia una serie de documentos que
culmina en 2002 con la Ley Modelo sobre Conciliación Comercial Internacional,
el convenio de Viena de 1980 sobre Compraventa Mercantil Internacional, la Guía
Jurídica sobre Operaciones de Comercio Compensatorio Internacional de 1992,
la ley Modelo sobre Insolvencia Transfronteriza de 1997 y su correlativa guía de
2004, las Leyes Modelo sobre Firma Electrónica de 2001 y sobre Utilización de
las Comunicaciones Electrónicas de 2005.
En cuanto a la Cámara de Comercio Internacional (CCI) su sede se encuentra en París. Se presenta a sí misma como una organización empresarial mundial
contando en su seno con el Tribunal Arbitral Internacional. Son de su elaboración
las Reglas y Usos relativos a los Créditos Documentarios y al Sistema Bancario
Internacional. De ella nacen los Incoterms.
Todos los centros se identifican con espíritu de sentar reglas interpretativas
respetuosas de los ordenamientos nacionales bajo la máxima de buena fe y la imposición de criterios de comportamiento razonables como más adelante veremos
se ha volcado a la compraventa internacional de mercaderías.
3. Las reglas de Incoterms
La denominada nueva “lex mercatoria” o nuevo “derecho de los comerciantes”
constituye una realidad formada por los usos y prácticas comerciales de general
aceptación en el comercio internacional, cuyo exacto contenido no siempre tiene
una fácil verificación en la práctica debido a matices que los contratantes acuerdan
modificando su literalidad.
Estos usos y prácticas teñidas de habitualidad se generan a través de la utilización de determinadas cláusulas tipo o de contratos tipo, de la referencia a definiciones
uniformes o decisiones arbitrales consensuadas.
El nuevo “derecho de los comerciantes” así entendido por la permanente
imprimación de actualidad, incide esencialmente en el campo de la contratación
internacional y de los medios de pago que acompañan a estas operaciones.3
3
Consideremos que el pagaré electrónico es hoy una modalidad novedosa que va cobrando espacio en el
tránsito mercantil internacional.
19
LA LEX MERCATORIA APLICADA A LA COMPRAVENTA MERCANTIL ...
Con relación a su naturaleza, se acepta mayoritariamente la imposibilidad de
equiparar este “derecho de los comerciantes” a un derecho estatal.
Es así como los Incoterms –conjunto de cláusulas que identifican las diversas
operaciones del comercio internacional- se presentan como parte del contenido de
este nuevo “derecho de los comerciantes”.
Su primera redacción data de 1936 y le suceden las de 1953, 1976, 1980, 1990,
2000 y la reciente actualización de 2010. Su naturaleza es meramente facultativa
lo que implica que su aplicación dependa de la voluntad de las partes, éstas pueden
además alterar su significado en la forma y sentido que estimen conveniente.
4.Conclusión sobre el aporte a la Compraventa Mercantil
Internacional. Los Incoterms
El listado de Icoterms conforma un plexo de acrónicos o siglas que, de espectro
universal, concretan con claridad el significado de los principales términos utilizados en los contratos de compraventa internacional de mercaderías. Con ello queda
plasmado el vínculo existente entre la “lex mercatoria” de la que forman parte las
reglas de Incoterms, y la aplicación de éstas al contrato de compraventa mercantil
internacional de mercaderías.
Ahora bien, en el entorno del comercio internacional la compraventa mercantil
aparece como el contrato básico bajo cuyas normas se desenvuelve la importación
y la exportación de mercancías; desde la óptica civilista el concepto estricto de
compraventa indica a aquel contrato por el que uno de los contratantes se obliga a
entregar una cosa determinada y el otro a pagar un precio por ella. El aditamento
comercial está estrechamente ligado a la habitualidad y profesionalidad de, por
lo menos, una de las partes del contrato o bien el ánimo de reventa y de lucro la
identifica. El carácter consensual, la bilateralidad y la onerosidad son sus signos
propios y comunes sea el negocio civil o comercial.
Desde la técnica jurídica internacional se la ha definido como aquel contrato
que aparece cuando su sinalagma funcional pone en contacto dos o más mercados
nacionales o donde existe una conexión real de celebración o de cumplimiento en
el extranjero siendo ley aplicable aquella de la prestación más característica siendo ésta, a su vez, la que económicamente prevalece acorde al fin previsible por la
conducta de las partes.
Pero no deja de ser interesante movilizar una relación por cierto enriquecedora,
desde la óptica material o fáctica que ofrece su estructura. Para considerar entonces
a una compraventa como internacional, se organizan diversos matices o juego entre
sus elementos constitutivos:
• el relativo a ser celebrada bajo un ordenamiento jurídico y ejecutada en otro
siendo éste el de menor acatamiento en la actualidad y que solía llevar a multiplicidad de leyes en aquellas operaciones de “tracto” o entregas sucesivas
en puntos intermedios;
20
LILIANA ETEL RAPALLINI
• el relativo al domicilio o residencia habitual de los contratantes en Estados
diferentes, siendo éste propicio para la especie civil;
• el relativo al “situs” de los establecimientos comerciales en Estados diferentes,
obviamente acertado para la especie comercial;
• el relativo a la cuestión de traslación de las mercancías objeto del contrato
de un Estado a otro;
• el matiz mixto que se nutre de domicilio o residencia o establecimiento posicionados en Estados diferentes a lo que debe sumarse la traslación física
de las mercancías;
Empero, la disparidad legislativa existente aún mediando nutridas fuentes,
causó inquietud al punto de ser los organismos internacionales los que tomaron las
riendas del problema.
El nacimiento de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil
Internacional significó la aparición de un organismo con representatividad mundial
destinado a armonizar y a unificar los aspectos jurídicos del comercio internacional, como antes lo hiciera presente y de igual forma recordar que de ella emana el
Convenio de Viena de 1980 sobre compraventa internacional de mercaderías que
Argentina ratificara por ley 22.765.
Y precisamente, un ejemplo tangible de unificación son las reglas de Incoterms
que a través de cláusulas vertidas en idioma inglés han universalizado prácticas
rescatadas y acatadas para el contrato bajo estudio, constituyendo sabias pautas
de interpretación de suma utilidad, sobre todo en los casos en que fuera necesario
determinar el lugar de cumplimiento.
Las distintas reglas o cláusulas Incoterms, no especifican todas las obligaciones
derivadas del contrato de compraventa mercantil internacional de mercaderías, sino
tan sólo los derechos y obligaciones de comprador y vendedor en cada uno de ellos.
También se hace necesario clarificar que su uso es puntual a la relación contractual
específica de compra venta, no siendo extensible al contrato de transporte.
Antes de 2010, las reglas Incoterms de 2000 se agrupaban en cuatro categorías
que resumían trece cláusulas; en el nuevo listado con vigencia a partir del 1 de enero
de 2011, se reducen a once. Es así como desaparecen los componentes del grupo o
categoría “D”4 y se reemplazan por DAT, por DAP y por DDP entendiendo como
“entregado en terminal”, “entregado en plaza” y “entregado con derechos pagados”,
respectivamente. Los grupos “E”, “F” y “C” permanecen sin modificaciones 5.
4
5
Desaparecen las siguientes reglas: DAF (entrega en frontera), DEF (entrega sobre buque), DEQ (entregada
en muelle) y DDU (entregada con derechos no pagados).
Grupo “E”: EXW (en fábrica); Grupo “F”: FCA (franco o libre al transportista)- FAS (franco al costado del
buque)- FOB (franco a bordo); Grupo C: CFR (coste y flete)- CIF (costo, seguro y flete)- CPT (transporte
pagado hasta puerto de destino o convenido)- CIP (transporte y seguro pagados hasta lugar de destino o
convenido).
21
LA LEX MERCATORIA APLICADA A LA COMPRAVENTA MERCANTIL ...
Como síntesis, cabe consignar que los Incoterms se aplican a los contratos
internacionales de compraventa de mercaderías se lleven a cabo por vía marítima,
aérea, terrestre –carretera o ferrocarril- e incluso multimodal; si éstos medios de
transporte se abocan a contratos que tengan otro objeto no cabrá la aplicación de
los Incoterms ni del específico Convenio de Viena de amplio ámbito espacial de
aplicación dado el nutrido número de países que lo han ratificado.
5. Ideas de cierre
La unificación del derecho es un fenómeno complejo que reviste varias modalidades. Una de ellas es la unificación interna que conduce a la armonización
ideológica de un mismo ordenamiento. Le sucede la unificación internacional que
tiende a superar las diferencias legislativas entre los derechos de Estados diferentes
y que a su vez, puede revestir un alcance regional6. Esta última, puede asumir dos
formas básicas y estaremos frente a la unificación del derecho en sentido estricto a
través de la elaboración de un cuerpo único o bien, frente a la armonización internacional del derecho sentando criterios de base o principios vertebrales.
La idea de codificación con vocación de universalidad quedó en el olvido,
siendo la tendencia actual la de unificar ciertas normas de Derecho Internacional
Privado en sectores materiales concretos.
Las nuevas perspectivas ofrecen la presencia de cláusulas generosas que
reduzcan las diferencias legislativas preservando la identidad jurídico- cultural.
Visto así, la “lex mercatoria” en su contenido actual otorga respuesta satisfactoria no sólo de actualización permanente en su temática, sino también de actualización
en las técnicas empleadas al ser codificada. Trasladada a la compraventa mercantil
internacional de mercaderías, si bien las fuentes llevan años suficientes de vigencia
supieron captar las premisas de la modernidad. Véase por ejemplo, que el Convenio
de Viena pionero en la materia y de amplio campo espacial de vigencia está inspirado en un espíritu conciliador por sobre el carácter resolutivo o conflictual; de
igual manera, la presencia de la buena fe así como el de razonabilidad sobreviven
ante cualquier duda o ausencia de concepto.
Consideremos, que el estudio del Derecho Internacional Privado tiene que
partir de la especial situación que como realidad y disciplina jurídica ofrece en un
momento histórico preciso. La noción de “situación de coyuntura” tiene especial
valor y significación tanto para las disciplinas filosóficas como para las estrictamente
sociales y económicas. Toda tentativa de conocer al Derecho Internacional Privado
debe estar referida a una situación histórica y social concreta.
La “lex mercatoria” respondió a las vicisitudes de todos los tiempos, perdurando
en su vigencia. El foco de aplicación fue la compraventa mercantil internacional.
En virtud de ella el abanico se fue ampliando. Lo loable es que pese a su dispersión,
continúa siendo acatada, lo cual hace repensar sobre si es necesaria o no la forma-
6
Como lo es el caso de la Unión Europea e incluso el del Mercado Común del Sur.
22
LILIANA ETEL RAPALLINI
ción de un cuerpo único que la contenga. Condensarla, conlleva el riesgo de atentar
contra la permeabilidad de su actualización y la espontaneidad de su generación.
6. Referencias de Investigación
- BORRAS, Alegría: “La proyección externa de la comunitarización del Derecho
Privado”. En Diario La Ley nº 5611. Madrid, septiembre 13 de 2002.
- BOUTIN, Gilberto: Derecho Internacional Privado. Ed. Maìtre Boutin. Panamá,
2006. Segunda Edición. Páginas 682, 686, 687.
- BOUZA VIDAL, Nuria: Problemas de adaptación en Derecho Internacional
Privado e Interregional. Ed. Tecnos. Madrid, 1977. Página 27.
- BROTÓNS, Remiro Antonio: Derecho Internacional. Ed. McGraw-Hill- Madrid,
1997.
- CALVO CARAVACA, Alfonso Luis- CARRASCOSA GONZÁLEZ, Javier:
Derecho Internacional Privado. Ed. Comares. Granada, 2008. Volumen I, Quinta
Edición. Página 61 a 66.
- CALVO CARAVACA, Alfonso Luis- AREAL LUDUEÑA, Santiago: Cuestiones
Actuales del Derecho Mercantil Internacional. Ed. Colex. Madrid, 2005. Página
349 a 497, 765, 995.
- ESPUGLES MOTA, Carlos (Director)- PALAO MORENO, ESPINOSA CALABUIG, FERNÁNDEZ MASIÁ (Autores): Derecho del Comercio Internacional.
Ed. Tirant Lo Blanch. Madrid, 2004. Página 208 a 237.
- FAIREN GUILLEN, Víctor: Importancia de los Tribunales Consulares: El consulado de Mar de Valencia. Cámara de Comercio, Industria y Navegación de
Valencia. Valencia, 1983.
- FERNANDEZ ROZAS, José Carlos- ARENAS GARCÍA, Rafael- de MIGUEL
ASENSIO, Pedro: Derecho de los Negocios Internacionales. Ed. Iustel. Madrid,
2007.
- FERNÁNDEZ ROSAS, José Carlos- SANCHEZ LORENZO, Sixto: Derecho
Internacional Privado. Ed. Thomson Civitas. Cuarta Edición. Madrid, 2007.
Páginas 33 a 40.
- GONZÁLEZ CAMPOS- FERNÁNDEZ ROZAS- CALVO CARAVACA- VIRGÓS SORIANO- AMORES CONRADI- DOMINGUEZ LOZANO: Derecho
Internacional Privado. Parte Especial. Ed. Eurolex. Sexta Edición. Madrid, 1995.
Página 141 y siguiente.
- ILLESCAS ORTÍZ, Rafael- PERALES VISCASILLAS, Pilar: El Derecho Mercantil Internacional. El Derecho Uniforme. Ed. Ramón Areces. Madrid, 2003.
Páginas 28, 31 y 58.
- MORENO RODRÍGUEZ, José Antonio: Temas de contratación internacional,
inversiones y arbitraje. Ed. Catena. Paraguay, 2006. Páginas 74, 76 ,101 y 106.
- PEREZNIETO CASTRO, Leonel: Derecho Internacional Privado. Ed. Harla.
México, 1991. Quinta Edición. Páginas 14 y siguientes.
23
LA LEX MERCATORIA APLICADA A LA COMPRAVENTA MERCANTIL ...
- SANCHEZ CALERO, Fernando- SANCHEZ- CALERO GUILARTE, Juan: Instituciones del Derecho Mercantil. Ed. Thomson- Aranzadi- 30ª. Edición- Madrid,
2008. Páginas 64 y 97.
- SANTOS BELANDRO, Rubén: Derecho Comercial Internacional. Asociación
de Escribanos del Uruguay. Montevideo, 2008. Páginas 39, 47.
24
UNA PEQUEÑA CUESTIÓN PROCESAL DE INTERÉS
NOTARIAL
Pablo Esteban Sarín *
La decisión de la Cámara Segunda de Apelaciones de La Plata (Sala I) que
comento involucra una pequeña cuestión procesal de interés notarial. De acuerdo
con esta doctrina judicial, el mandato dado para realizar gestiones judiciales sólo
puede tener lugar si el mandatario es abogado. Si el mandatario no es abogado pero
actúa asistido jurídicamente por otro abogado, el mandato tampoco es suficiente.
La solución, a pesar de no ser novedosa y contar con jerarquizados precedentes,
resultó sorpresiva para aquellos notarios con los que compartí la inquietud y ello
justifica estas líneas.
Ni el Código Civil ni el Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia
de Buenos Aires contienen disposiciones que avalen esta doctrina judicial, pero la
Cámara no ha entrado en el análisis de esas leyes. Se ha ocupado sí, de la ley 5177,
de ejercicio de la abogacía, cuyo artículo 92, impediría actuar como mandatario a
quien no es abogado, aún contando con la asistencia jurídica de otro abogado. A
mi modo de ver las cosas, ésto es la creación del derecho paralelo, como lo definía
Alberto D. Molinario 1. Motivan mi posición las siguientes consideraciones:
El Código Civil dispone que existe mandato “cuando una parte da a la otra
el poder, que ésta acepta, para representarla, al efecto de ejecutar en su nombre y
de su cuenta, un acto jurídico, o una serie de actos de esa naturaleza” (art. 1869).
Pueden ser objeto del mandato todos los actos lícitos, susceptibles de producir
alguna adquisición, modificación, o extinción de derechos (art. 1889). Los actos
procesales, son indudablemente una clase particular de actos jurídicos. Asimismo,
en la actuación judicial pueden darse muchos otros actos jurídicos, como el pago,
la transacción, la renuncia de derechos, cesión de derechos, etc., todos actos tales
que pueden ser hechos por medio de un mandatario (arts. 724, 832, 868, 1444, 1881,
1882 y concs. del Cód. Civil).
*
Abogado matriculado en el Colegio de Abogados de La Plata
1
MOLINARIO Alberto D., Del interés lucrativo contractual y cuestiones conexas, ED 43-1155, nota 3.
25
UNA PEQUEÑA CUESTIÓN PROCESAL DE INTERÉS NOTARIAL
La actuación en juicio está indudablemente comprendida en el mandato y el
Código expresamente así lo dispone el artículo 1970 inc. 6°: las disposiciones de
este título, son aplicables [...] a las procuraciones judiciales, en todo lo que no se
opongan las disposiciones del código de procedimientos. La limitación fijada por
D. Vélez Sársfield fue congruente con el artículo 67 inc. 11 de la Constitución de
1960, actual 75, inc. 12.
Ahora bien, el Código Procesal no contiene una prohibición o una restricción
que haga aplicable la limitación mentada por el artículo 1970, inc. 6° del Código
Civil, sino que, por el contrario, su artículo 46 dispone que la persona que se presente
en juicio, por un derecho que no sea propio, aunque le competa ejercerlo en virtud de
una representación legal, deberá acompañar con su primer escrito los documentos
que acrediten el carácter que inviste. Esta norma se refiere a “toda persona” que
ejerza un derecho que no sea propio y no a “todo abogado” que ejercite un derecho
que no sea propio. No contiene siquiera una tácita prohibición o restricción.
El artículo siguiente, menta a los letrados apoderados, es decir cuando los abogados actúan directamente en juicio en representación voluntaria de sus defendidos.
Destaco que tampoco este artículo exige que la representación en juicio deba ser
exclusivamente cubierta por abogados. Deber y poder son categorías deontológicas
bien diversas. Desde ya que si los mandatarios no fueren abogados, necesariamente
deberán contar con patrocinio letrado, puesto que la asistencia jurídica sí está expresamente exigida por los artículos 56 y 57 del mismo Código.
En resumidas cuentas, nuestro Código Procesal contiene una doble exigencia:
por un lado acreditar la legitimación para actuar en nombre de otros, y al mismo
tiempo contar con patrocinio letrado. No encuentro en el mismo cuerpo legal norma
o principio jurídico que determine que necesariamente ambas exigencias deban
concurrir en una misma persona.
Sin embargo en el caso comentado, en ambas instancias se decidió lo contrario,
estableciendo que sólo pueden actuar como apoderados quienes al mismo tiempo
sean abogados. Esa decisión fue esencialmente fundada en el artículo 92 de la ley
5177 y en precedentes de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia, sin consideración de las restantes normas que son aplicables al caso. Desde mi punto de vista,
ni el artículo 92 de la ley 5177, ni la doctrina de la Suprema Corte, constituyen un
fundamento correcto para resolver el caso.
La primera objeción a los fundamentos dados, es que el artículo 92 de la ley
5177 no se encuentra vigente. Se ha resuelto un caso en base a una norma que fue
derogada en 1968. Pero aún suponiéndola no derogada, también es poco convincente que ese artículo 92 contenga la prohibición exigida por el artículo 1970 inc.
6º del Código Civil.
El artículo 92 de la ley 5177 (originalmente art. 189) se encuentra dentro de
un título que regula las intervenciones de las partes en el proceso civil y comercial.
Ello fue así, porque la misma ley 5177 a través de su artículo 274 derogó el capítulo
3º, título I del Código de Procedimientos (arts. 35 a 38) que regulaba “De la defensa
26
PABLO ESTEBAN SARÍN
y representación en juicio. Domicilio” 2. Es decir, la ley 5177 fue modificatoria
del Código de Procedimientos en lo civil y comercial que regía desde 1905 (ley
2958, 1905-1968).
Con la sanción del Código actual (ley 7425, 1968) el anterior Código de Procedimientos y esas disposiciones de la ley 5177 quedaron derogadas. El artículo
835 (hoy art. 862) expresamente dispone: “Al entrar en vigencia este Código,
quedarán derogados el Código de Procedimientos en lo Civil y Comercial (ley
2958) y sus modificaciones, Excepto el 3º apartado del artículo 27, según texto de
la ley 7032, que oportunamente deberá incorporarse a la ley Orgánica del Poder
Judicial); leyes 2183, 3532, 3734 arts. 1º y 3º; art. 6º de la ley 4387; decreto ley
4003/65 y toda otra disposición legal o reglamentaria que se oponga a lo dispuesto
en el presente Código”.
Con lo cual, es evidente que la disposición que la Cámara utilizó para resolver
el asunto carece de vigencia desde que comenzó a regir el actual Código Procesal,
esto es, desde el 1º de febrero de 1969.
Pero aún bajo el hipotético supuesto que ese artículo 92 estuviese vigente,
entiendo que la solución no debería ser distinta. El sentido de este artículo no era
disponer que sólo los abogados pudieran ser apoderados, sino sustituir el artículo
35 del Código anterior que habilitaba la intervención en juicio sin patrocinio. Este
artículo disponía: “Toda persona que litigue por un derecho propio puede o no valerse de la dirección de letrado para defenderse y ejercitar en juicio sus acciones”.
Esa era la finalidad del artículo 189 de la ley 5177 y no, como parecería creerse,
limitar solamente el apoderamiento a los abogados. Este artículo dispone: “Salvo
los casos de representación obligatoria sancionados por las leyes en vigencia, toda
persona puede comparecer por derecho propio, en juicio, siempre que actúe con
patrocinio letrado, sin perjuicio de que conforme a las leyes del mandato pueda
hacerse representar por abogado o procurador de la matrícula”. La norma establece dos supuestos perfectamente claros: el ejercicio de un derecho que es propio,
con debido patrocinio, o en su defecto, la simplificación por medio de la confusión
del mandatario con el abogado o procurador. ¿Pero dispone la ley que sólo pueden
ser apoderados los abogados o los procuradores? No, no lo dispone. ¿Exige que
sólo los abogados o los procuradores sean mandatarios en asuntos judiciales? La
respuesta negativa también se impone.
Esta ley no prohíbe el mandato judicial conferido a quien no es abogado, ni
expresamente dispone que el mandatario deba ser abogado. Simplemente dispone
que quienes actúen en juicio pueden hacerlo personalmente asistidos por un abogado, o si lo desean, pueden hacerse representar por un abogado o un procurador.
Tratándose de este último supuesto, inclusive, el abogado puede ser asistido por
otro letrado patrocinante o no, según lo estime mejor para la defensa3. Nuevamente,
2
3
Artículo 274: Quedan derogadas las leyes núms. 3527 y 4265, capítulo 3º del Título I del Código de
Procedimientos en lo civil y comercial y las disposiciones que se opongan a la presente ley.” (AdLA,
VII-1071).
GOZAÍNI Osvaldo A. distingue claramente entre la representación y la asistencia jurídica “La persona
27
UNA PEQUEÑA CUESTIÓN PROCESAL DE INTERÉS NOTARIAL
pueden no significa deben; y la mención de un supuesto de hecho por la norma,
no lo transforma en obligatorio si no existe una prohibición de los otros posibles 4.
Nuestro sistema legal en materia de representación voluntaria para actuar en
juicio está regido por el Código Civil y por el Código Procesal, pues son los cuerpos
que contienen las únicas disposiciones vigentes. Ninguno de esos códigos exige
que el apoderado deba ser abogado. Sí exige una dirección, asistencia o patrocinio
letrado. De modo que bajo esta legislación pueden darse los siguiente supuestos:
(i) actuación por derecho propio con patrocinio letrado; (ii) actuación en nombre
de otro con patrocinio letrado (iii) actuación en nombre de otro por un letrado; (iv)
actuación en nombre de otro por un letrado, que al mismo tiempo es patrocinado
por otro. Éstos son los supuestos legalmente habilitados por el Código Civil y el
Código de Procedimientos (art. 1970, inc. 6º y arts. 46, 47, 56 y 57, respectivamente).
Sin prohibición legal, los jueces no poseen habilitación constitucional para
exigir conductas determinadas. Ésto es un principio de derecho político, hoy algo
debilitado cuya efectiva vigencia debe ser restaurada. El artículo 19 de la Constitución Nacional dispone que ningún habitante de la Nación será obligado a hacer
lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe. Si no existe una
prohibición expresa en la ley procesal que haga efectiva la disposición del artículo
1970 inc. 6° del Código Civil, debe serle respetado el derecho a los mandantes
de otorgar mandato para asuntos judiciales a sus personas de confianza, para que
asistidos por abogados actúen en el foro.
Cierto es, que la Cámara también fundó su decisión en determinados precedentes de la Suprema Corte de Justicia. Fueron citados cuatro fallos, los que, en
razón del artículo 161, inc. 3º, ap. “a” de la Constitución Provincial, merecen ser
analizados.
4
capaz de hecho y de derecho puede resolver su presentación en juicio a través de otros que lo representen.
La autonomía de la voluntad le permite decidir la intervención directa o la delegación en un tercero,
que a tales fines, estará regido jurídicamente por las disposiciones del contrato de mandato (arts. 1869
y ss. del Código Civil). Otra cosa es la asistencia jurídica por la cual quien pueda ser o constituirse en
parte procesal debe concurrir bajo el patrocinio de abogado, o confiriendo a éste la representación del
proceso” (GOZAÍNI O.A., Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires, comentado
y anotado, t. 1, p. 136. Ed. La Ley, 2003). El tribunal invocó la autoridad de MORELLO Augusto M.
quien en sus “Códigos” sostuvo “en el supuesto de la representación convencional, sólo es posible que
sea ejercida por abogados o procuradores inscriptos en la pertinente matrícula (arts. 1, 80, ley 5177; art.
2, ley 22.192). Por las citas legales, esta opinión parece más vinculada con la exigencia de que el letrado
apoderado esté matriculado, que con la exigencia de que el apoderado deba ser abogado (MORELLO
Augusto Mario, SOSA Gualberto Lucas, BERIZONCE Roberto Omar, Códigos procesales en lo civil y
comercial de la Provincia de Buenos Aires y de la Nación, 2° edición, p. 872).
Además, existe otro factor importante en la interpretación de nuestra ley procesal: el Proyecto de Código
que sirvió de base al Código actual disponía en su artículo 22 lo mismo que la ley 5177, y sin embargo
ese texto no se convirtió en ley. Es evidente que lo suprimido no puede ser lo querido. Por el contrario,
el antecedente directo de los arts. 46 y 47 de nuestra ley procesal, son los arts. 41 y 42 del Código de
1905-1968 (ley 2895). Con lo cual, resulta inevitable arribar a la conclusión que el legislador de 1968 se
apartó de las disposiciones de la ley 5177 (utilizó la versión publicada por MORELLO Augusto M., La
reforma procesal en Buenos Aires, p. 556 y ss. Editora Platense, La Plata, 1967).
28
PABLO ESTEBAN SARÍN
El primero de ellos (B. 41.594, “De Álzaga Unzué, Félix. Demanda de inconstitucionalidad”, sent. del 11 de diciembre de 1956) no guarda relación directa
con el tema tratado, pues la discusión resuelta por el Tribunal versaba sobre la interpretación del mandato, y más concretamente si el mandato dado para “promover
demanda de inconstitucionalidad” y para “cobrar y percibir” significaba también
poder para “repetir”. No había en el caso cuestión sobre la aptitud para actuar en
juicio, sino sobre el alcance del mandato dado.
El segundo caso (B. 42.308, “Cervecería Bieckert S.A. s. Demanda de inconstitucionalidad”, sent. del 26 de febrero de 1957) sí guarda una relación directa. Se
discutió si José Luis Fernández, como apoderado de Cervecería Bieckert S.A. podía
representar a la sociedad en juicio. La Corte entendió que ello no era posible, por
dos motivos: porque no obstante el mandato dado, la representación de la sociedad
recaía en el directorio a través de su presidente y además –y aquí lo importante–
sostuvo la Corte que del mandato surgía que el mandante no era profesional del
derecho y que carecía de significación la circunstancia de que actúe con patrocinio
letrado, porque esta franquicia sólo se acuerda a la actuación por propio derecho
(ambas consideraciones jurídicas carecen de cita legal). Aquí sí se trató la cuestión,
pero lamentablemente la falta de cita legal hace poco valioso el dictum pues es
imposible saber en razón de cuáles normas jurídicas la Corte arribó a esa decisión
(art. 171, Const. Prov. Bs. As.).
En el tercer caso (Ac. 9312 “Cecchini, Narciso vs. Hourcade y Cía S.R.L.,
cumplimiento de contrato”, sent. del 7 de julio de 1966) se juzgó la validez de un
consentimiento dado en juicio en un “otro/sí digo” por un mandatario que no era
abogado. La Corte entendió que esa ratificación era ineficaz, no sólo porque el
poder especial conferido a dicho mandatario era para escriturar y percibir el precio
de la venta, pero no lo autorizaba para comprometer en juicio a su mandante, sino
también porque, salvo el caso de representación legal, nadie puede en los Tribunales
ordinarios de la Provincia, actuar en Justicia en nombre de otro sin ser abogado o
procurador, condición que no invocaba el mandatario en ese caso. Ambas consideraciones estaban fundadas en los artículos 1879, 1884, 1888, 1946 y concordantes del
Código Civil y en el artículo 189 de la ley 5177, como asimismo en los precedentes
de la propia Corte antes mencionados. Aquí sí, al existir un fundamento normativo, se comprende y la doctrina legal (art. 149, inc. 4º, ap. “a” de la Constitución
Provincial de 1934; art. 171 inc. 4º, ap. “a” de la de 1994).
El último caso citado (Ac. 55.246, “Coloma, David Antonio c. Galdeano,
Serafín. Rendición de cuentas”, sent. del 8 de octubre de 1996) se circunscribió al
tratamiento de la validez de la actuación en juicio como gestor de negocios invocada
en los términos del artículo 48 del Código Procesal, por quien no era abogado. La
Corte sostuvo que no era válida pues en la Provincia nadie puede actuar ante los
tribunales en nombre de otro sin ser abogado o procurador inscripto en la matrícula
de abogados o en la de procuradores. Este juicio, se fundó en el artículo 110 de la
ley 5177 y en los precedentes antes comentados.
Los cuatro casos merecen distinto tratamiento y clasificación por diversos
motivos. El primero de ellos (“De Álzaga Unzué”) no guarda ninguna relación con
el caso comentado, de modo que prescindo de su tratamiento. De los dos siguientes
29
UNA PEQUEÑA CUESTIÓN PROCESAL DE INTERÉS NOTARIAL
(“Cervecería Bieckert” y “Cecchini”) son ostensiblemente diferentes y diferente
también es el poder de convicción de las sentencias. En el primer caso, resulta
sumamente dudoso que la sociedad anónima no haya podido conferir poder a un
tercero para que patrocinado actúe en juicio en nombre de la sociedad. Lo contrario
importaría que sólo el director de la sociedad debía intervenir en juicio en defensa
de los intereses de la sociedad, lo que resulta sumamente forzado. Además, no he
encontrado norma jurídica que así lo impusiera, y la Corte tampoco la ha indicado.
Por otra parte, es valedero tener en cuenta que la cuestión principal, no versó sobre la
aptitud legal del mandatario para actuar en juicio, con patrocinio, sino en la aptitud
del mandatario para representar a la sociedad anónima, lo cual es bastante diferente
al caso que motiva este comentario. El tercer caso, goza ya de mayor fundamento,
y entra de lleno en la cuestión que nos interesa. A pesar de que aparentemente en
este caso el mandatario carecía de poder suficiente para actuar en juicio, la Corte
sin lugar a dudas indicó que no podía actuar en juicio a nombre de otro, quien no
era abogado o procurador inscripto en la matrícula. No se desprende de la sentencia
si en este supuesto el mandatario poseía o no poseía patrocinio letrado, pero con
razón o sin ella, este caso fue resuelto sobre la base del Código de Procedimientos
anteriormente vigente, modificado por la ley 5177; lo cual según antes he dicho,
poseía una influencia capital en el asunto. Es decir, podría haber sido un correcto
precedente, hasta 1969. Por el contrario, una suerte completamente diferente tiene
el caso resuelto en 1996 (“Coloma”), donde las disposiciones de la ley 5177 invocadas por la Corte fueron derogadas por la ley 7425. Creo que las primeras tres citas
están mal invocadas como precedentes que avalen la decisión que critico, por las
propias particularidades de cada caso, ya reseñadas y por el cambio legislativo. El
último fallo (“Coloma”) sí es la doctrina legal obligatoria para la Cámara, aunque
desde ya, no por obligatoria debe ser necesariamente correcta. La Suprema Corte
repitió su doctrina derivada de juicios anteriores, sin considerar el cambio normativo
operado en 1968 5. Entiendo que el criterio debe ser revisado y ajustado a la luz de
la legislación actualmente vigente.
Como creo que ha quedado demostrado, este criterio judicial resulta infundado e
inútilmente restrictivo. Es infundado, porque como sostuve, no existe la prohibición
exigida por el Código Civil para que el mandato judicial sólo pueda ser conferido
a abogados. Es inútilmente restrictivo, porque esa prohibición judicial no tutela un
interés concreto que la justifique.
No caben dudas de que es perfectamente legal el apoderamiento dado a quien
no es abogado, para que asistido por un letrado, intervenga en juicio en la representación de los intereses de su mandante. Por ello sostuve, como decía Alberto D.
Molinario, que se trata del derecho paralelo: la creación judicial de una regla de
derecho, sin declaración de inconstitucionalidad del derecho vigente.
5
El decreto 2885/01, como el anterior (dec. 180/87) al ordenar el texto de la ley 5177 debieron tener presente el juego de los artículos 274 de la ley 5177 y 835 de la ley 7425 y consecuentemente indicar como
derogado el Título I, capítulo primero de la ley 5177.
30
PABLO ESTEBAN SARÍN
Pero, en tanto y en cuanto el mismo no sea modificado, conviene que los
notarios lo tengan presente, a fin de un mejor asesoramiento, sea anticipando que
algunos tribunales exigen que el mandatario sea abogado o previendo las facultades
necesarias para que el mandatario que no es abogado pueda sustituir el poder a favor
de un abogado de su confianza.
La Plata, 27 de agosto de 2009.
AUTOS Y VISTOS; CONSIDERANDO:
I) Que se alza la codemandada Julia Raquel Bogado Iglesias contra la resolución de fs. 197, mediante la cual la señora “iudex a-quo” la intima para que en el
término de 10 días subsane la personería invocada respecto de Lydia Constancia
Iglesias.
II) Que en la Provincia de Buenos Aires nadie puede actuar ante los tribunales en nombre de otro sin ser abogado o procurador inscripto en la matrícula
de abogados o en la de procuradores, con la salvedad prevista por el art. 93 de
la ley 5177 (arts. 92 ley cit.; 46 y sigtes. del Código Procesal; SCBA, Ac. y Sent.
1956-VI-326; 1957-I-203; 1966-I-885; Ac. 55.246, del 8-10-96).
Es decir, de conformidad con las distintas normas que regulan lo atinente a
la forma de actuar en juicio y a la acreditación de la personería invocada, no es
posible actuar ante los tribunales de justicia en nombre de otro sin ser abogado o
procurador inscripto en la matrícula respectiva, salvo los casos de representación
legal expresamente contemplados, de modo que habiéndose dado mandato a un
tercero que no alegó y menos demostró tener título e inscripción en la matrícula
que lo faculte para asumir la representación en autos de otra persona, debe suplir
su inhabilidad sustituyendo el poder en un abogado (esta Sala causa 101.392, reg.
Sent. 11/04; esta Cámara, Sala III, causas 89.081, reg. int. 425/02; 99.538, reg. int.
37/03; 101.058, reg. int. 253/03; Cám. 1º Sala I, Mar del Plata, causa 111.395, reg.
int. 1275/99; 129.891, reg. int. 153/05; Cam. San Isidro, Sala III, causa 54.648,
reg. int. 67/91; Cám. San Martín, Sala II, causa 53.763, reg. sent. 356/03; Cám.
Lomas de Zamora, Sala I, causa 58.130, reg. int. 208/04).
Por consiguiente, el poder genera cuya copia obra a fs. 186/190 vta. otorgado
por Lydia Constancia Iglesias a favor de su hija Julia Raquel Bogado Iglesias en
modo alguno faculta a ésta para actuar en juicio en nombre de su poderdante, pues
tratándose de una representación voluntaria, su participación personal –aunque
sea con patrocinio letrado como acontención al iniciar las actuaciones– no se
encuentra permitida (arts. 1, 92 ley 5177, texto ordenado según decreto 2885/01;
46 y 47 Código Procesal; esta Sala, causa 104.587, reg. Int. 02/06).
Por ello, se confirma la apelada resolución de fs. 197, con costas a la recurrente (at. 69 Código Procesal. Reg. Not. Dev. –Jaime Oscar López Muro. Juez.
–Patricia Ferrer. Juez. –Carlos Romero Mc Intosh. Secretario. Registrado bajo nº
213 Lº int. Sala I.
31
REALIDADES Y PERSPECTIVAS DEL DERECHO
AL ACCESO A LA INFORMACIÓN PÚBLICA1
Jorge Luis Bastons
SUMARIO: 1. Preludio. 2. El derecho de acceso a la información pública en el ordenamiento
jurídico argentino. 3. El acceso a la información pública como mecanismo de control y participación ciudadana en nuestra jurisprudencia. 4. El derecho de acceso a la información en el ámbito
del sistema interamericano de protección de los derechos humanos. 4.1 La Corte IDH declara en
“Claude Reyes y otros c/Chile” que el acceso a la información pública está receptado por el Art.
13 del Pacto de San José de Costa Rica. 5. Coda.
1. Preludio
El derecho al acceso a la información pública encuentra su fundamento en las
propias bases del sistema representativo y republicano de gobierno, ya que no hay
sociedad civil libre, ni civilizada, que no se asiente en el primero de los presupuestos
que la viabilizan, el conocimiento de lo que el Estado hace y deja de hacer, para
así poder controlarlo y cambiarlo conforme procedimientos legítimos y legales que
permitan una articulación razonable entre el Estado y esa sociedad que, a partir de
sus actos u omisiones, alentará o desalentará la expansión o retracción tanto del
poder de su Estado, como de sí misma.
Para decirlo muy sintéticamente, este andamiaje, este engranaje razonable entre
la sociedad civil y el Estado mal podrá operar si la ciudadanía careciera o tuviese
manifiestamente restringidas las posibilidades de acceder a la información pública.
1
El presente trabajo es tributario del publicado en coautoría con la Dra. ELIADES Analía en la obra colectiva
“Derecho Público para Administrativistas”, BASTONS, Jorge Luis (Director), bajo el título “El derecho
de acceso a la información pública. Derecho humano y herramienta fundamental para la realización de
un control democrático de la actividad administrativa”, Pp.95-125, Librería Editora Platense, 2008, La
Plata.
33
REALIDADES Y PERSPECTIVAS DEL DERECHO AL ACCESO A LA ...
Y como el tema que aquí nos ocupa, es ni más ni menos que el derecho al acceso
a la información, ejerzamos y potenciemos entonces nuestro poder ciudadano para
descubrir algunas de las herramientas legales que garantizan la continuidad de
nuestra propia y tautológica condición de ciudadanos.
Por ende, el derecho de acceso a la información pública presenta tanto desde
su concepción teórica como en su consecuente ejercicio, múltiples implicancias.
Ello se debe a que su existencia constituye uno de los pilares trascendentales del
funcionamiento de la democracia, ya que ésta mal podría reputarse tal, si no diera
cuenta, por ejemplo, de la publicidad de los actos de gobierno.
El derecho de acceso a la información pública implica la concreción del derecho
humano a la libertad de expresión en toda su amplitud, por lo que comprende tanto
la facultad de solicitar, buscar, dar y recibir información.
A su vez, el derecho de acceso a la información guarda una íntima relación
con otros derechos fundamentales. En tal sentido, la Relatoría para la Libertad de
Expresión en el ámbito de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en
el Informe del año 2002, tiene dicho:
“En un sistema democrático representativo y participativo, la ciudadanía ejerce sus derechos constitucionales de participación política, votación, educación
y asociación, entre otros, a través de una amplia libertad de expresión y de un
libre acceso a la información. La publicidad de la información permite que
el ciudadano pueda controlar (la gestión pública), no sólo por medio de una
constatación de los mismos con la ley, que los gobernantes han jurado cumplir,
sino también ejerciendo el derecho de petición y de obtener una transparente
rendición de cuentas.
El acceso a la información, a la vez de conformarse como un aspecto importante de la libertad de expresión, se conforma como un derecho que fomenta la
autonomía de las personas, y que les permite la realización de un plan de vida que
se ajuste a su libre decisión”2.
Algunas implicancias del derecho de acceso a la información pública:
• Concreción del derecho a buscar y recibir información. La correspondencia
entre el deber de informar de la Administración y el derecho a la información
de los ciudadanos.
• Reconocimiento y garantía de una institución política fundamental: la opinión
pública libre, indisolublemente ligada con el pluralismo político. Permite que
el ciudadano pueda formar libremente sus opiniones e incluso ponderar las
contrapuestas.
2
Informe del Relator Especial para la Libertad de Expresión 2002. Capítulo IV. Libertad de Expresión y
Pobreza. “El acceso a la información pública como ejercicio de la libertad de expresión de los pobres”.
Puntos 16 y 17. Fuente: página web de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. www.cidh.org
34
JORGE LUIS BASTONS
• Instrumento para efectivizar el Principio de Transparencia administrativa,
de gestión y de los actos de gobierno. Instrumento para la realización de un
control democrático sobre la actividad administrativa.
• Fomento y garantía de participación de modo más responsable en los asuntos
públicos. Instrumento necesario para una correcta formación de la voluntad
democrática.
• Afianzamiento del sistema de relaciones democráticas auspiciado por la
Constitución, así como el ejercicio efectivo de otros derechos y libertades.
• Derecho a la igualdad. Tratamiento común de los ciudadanos en sus relaciones con la Administración Pública (no como “administrados” sino como
“ciudadanos”).
• Debilitamiento de la línea divisoria entre gobernantes y gobernados en una
democracia participativa.
Como consecuencia del derecho de acceso a la información pública, surge la
obligación del Estado de evitar establecer restricciones –de cualquier tipo, incluyendo las económicas -, que impliquen discriminación en el acceso a la información.
La Argentina, como Estado parte del Pacto de San José de Costa Rica se ha
obligado, entre otras cosas, a “garantizar “ el pleno y libre ejercicio de los derechos
reconocidos en la Convención, la Corte ha dicho que esta obligación implica: “El
deber de los Estados de organizar todo el aparato gubernamental y, en general, todas
las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de
manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el pleno y libre ejercicio de
los derechos humanos. Como consecuencia de esta obligación los Estados deben
prevenir, investigar y sancionar toda violación de los derechos reconocidos en la
Convención y procurar, además, el restablecimiento, si es posible, del derecho
conculcado y, en su caso, la reparación de los daños producidos por la violación
de los derechos humanos”3.
2. El derecho de acceso a la información pública en el ordenamiento
jurídico argentino
La Constitución Argentina (1853-1860) ya consagraba la libertad de imprenta
en sus artículos 14 y 32. Con la reforma constitucional de 1994, se le otorgó jerarquía
constitucional a los Tratados de Derechos Humanos por intermedio de su artículo
3
Véase, Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Velásquez Rodríguez, Sentencia de 29 de julio
de 1988. Serie C nº 4, párr. 166.
35
REALIDADES Y PERSPECTIVAS DEL DERECHO AL ACCESO A LA ...
75 inciso 22, incorporándose así el Pacto de San José de Costa Rica, el cual por su
artículo 13 consagra el derecho a dar, recibir y difundir información.
Asimismo en el Capítulo II de la Carta Magna Argentina (“Nuevos derechos y
garantías”) se estableció por su artículo 41 el derecho a ser provisto de información
ambiental por las autoridades públicas y el correlativo deber de las mismas.
En el orden normativo específico, a nivel nacional se ha dictado el decreto
1172/03 (B.O.: 4/12/2003) por el cual se aprueban los Reglamentos Generales de
Audiencias Públicas para el Poder Ejecutivo Nacional, para la Publicidad de la
Gestión de Intereses en dicho ámbito. Asimismo se establecen las pautas para la
elaboración participativa de normas, el acceso a la información pública y las reuniones abiertas de los entes reguladores de los servicios públicos.
Por su parte, la ley 25.831 ha establecido el Régimen de Libre Acceso a la
Información Pública Ambiental (B.O.: 7/01/2004), norma que ha marcado un importante logro en la materia. La ley establece los presupuestos mínimos de protección
ambiental para garantizar el derecho de acceso a la información ambiental que se
encontrare en poder del Estado, tanto en el ámbito nacional como provincial, municipal y de la Ciudad de Buenos Aires, como así también de entes autárquicos y
empresas prestadoras de servicios públicos, sean públicas, privadas o mixtas. En el
art. 3º se establece que para acceder a la información ambiental no será necesario
acreditar razones ni interés determinado.
A su vez, y en el caso específico, el Estatuto del Periodista Profesional, ley
12.908, establece en su artículo 13 que el periodista tiene derecho al “acceso libre
a toda fuente de información de interés público”.
3. El acceso a la información pública como mecanismo de control
y participación ciudadana en nuestra jurisprudencia
- Caso “Gantus”: la SCBA autoriza vía habeas data el acceso a la información pública4.
El actor interpuso acción de amparo ante el Juez de grado denunciando la omisión en que incurrió el Servicio Penitenciario –Ministerio de Justicia- con relación
a los pedidos de vista del expediente administrativo así como del suministro de
copias autenticadas respecto de todo lo actuado respecto de su persona, cuando en
su condición de interno de la unidad carcelaria N° 1 de Olmos (en la que se hallaba
cumpliendo una pena privativa de la libertad), sufriera una lesión física fungiendo
como habitual camarero de la misma.
4
Ver nuestro comentario al fallo “Gantus, José L. c/Estado Nacional -Poder Ejecutivo- y otros”, Suprema
Corte Bs. As. (3/12/2008): “La Suprema Corte de Buenos Aires le peina las alas al derecho de acceso a la
información pública” en la revista Abeledo –Perrot // Buenos Aires, Carlos Camps (Director), N° 7, julio
2010, págs. 776-784.
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JORGE LUIS BASTONS
Si bien en primera instancia se le hace lugar a la petición de la actora, la
Cámara de apelaciones en lo Contencioso Administrativo de La Plata le revocó la
sentencia, llegando por vía extraordinaria ante la SCBA, la cual reconoció el derecho del Sr. José Gantus a asirse de la información requerida a pesar de habérsele
hecho parcial entrega de la misma por el Servicio Penitenciario con anterioridad a
su presentación judicial.
En su oportunidad dijimos: “Fallos como éste, que le peinan las alas al Estado de Derecho, evidencian por otra parte la necesidad de seguir bregando por la
profundización de un cambio cultural en las organizaciones públicas para ir desde
la actual concepción del poder (basada en el silencio y el secreto) a una cultura de
la apertura y transparencia. Anhelo que, aunque no exento de candor, esperamos
verlo igualmente concretado en vida”5.
- Caso del diario “La Voz del Interior” contra el Ente de Servicios Públicos
(ERSEP) en Córdoba: acceso a las actas de directorio del organismo en el
marco de una investigación periodística6
El periódico “La Voz del Interior” de la Provincia de Córdoba, en Argentina, en
su cobertura periodística suministró amplia información sobre la contaminación de
aguas con nitrato en 13 barrios de la ciudad de Córdoba. El ERSEP es el organismo
público estatal de contralor del servicio del agua potable, entre otros. Una periodista
del medio solicita acceder a las actas del organismo, en búsqueda de mayores datos
para informar a la ciudadanía. El organismo estatal le negó acceder a esa información
que era relevante y de especial interés para la salud pública.
Finalmente, el medio de comunicación interpuso una acción de amparo ante
la Justicia cordobesa solicitando el acceso a las actas del Directorio del ERSEP, las
que, como sostiene la ley local son “públicas”.
El amparo fue admitido, y la juez interviniente determinó el accionar irrazonable, ilegal, arbitrario e infundado del organismo demandado y en una extensa y
razonada sentencia destacó la importancia del acceso a la información pública, no
sólo para los periodistas sino para los ciudadanos en general. Finalmente, en sede
judicial, y ante el litigio, el organismo puso a disposición de “La Voz del Interior”
las actas requeridas. Después de un denodado esfuerzo del medio y de sus periodistas en defensa del ejercicio del derecho a acceder a la información y de la tarea
periodística, el ocultamiento, el oscurantismo y la impunidad de un organismo
oficial pudieron ser revertidos.
5
6
Idem nota anterior.
Autos “La Voz del Interior S.A. c/Ente Regulador de los Servicios Públicos (ERSEP) s/Amparo”. Argentina.
Expte. Nº 586987/36. Córdoba, 26 de agosto de 2004. Decisiorio de la Juez Provincial de primera instancia
en lo Civil y Comercial de 48ª Nominación de la Ciudad de Córdoba, Dra. Raquel Villagra de Vidal.
Este pronunciamiento de primera instancia fue confirmado por la Cámara Tercera Civil y Comercial de
Apelaciones de la Provincia de Córdoba mediante sentencia Nro. 90, 21-10-04. Integración de la Cámara:
Dres. Julio L. Fontaine, Guillermo E. Barrera Buteler y Beatriz Mansilla de Mosquera.
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REALIDADES Y PERSPECTIVAS DEL DERECHO AL ACCESO A LA ...
- Vecinos que solicitan información a la Municipalidad de Bahía Blanca
(Buenos Aires) sobre beneficiarios de planes sociales que administra la
Comuna.
Este interesante caso, protagonizado por vecinos, tuvo lugar en la ciudad de
Bahía Blanca, al sur de la Provincia de Buenos Aires, y se originó en la petición de
dos vecinos que pidieron al Municipio de su localidad la “información relacionada
con los beneficiarios de planes sociales y/o de empleos y/o subsidios que administra
la Comuna (Programa Jefes de Hogar, entre otros)”.
La Administración municipal respondió que el expediente se había extraviado
y que no podía dar tal información puesto que “se quiere resguardar la identidad
de las personas”. También sostuvo que los peticionantes no tenían legitimación
activa para solicitar tal información puesto que no tenían interés legítimo ni derecho
subjetivo para hacer tal petición.
Los vecinos fueron a la Justicia. Así, el juez que intervino7, dio lugar al reclamo de los vecinos. Para ello, fundamentó su decisión en las leyes existentes en la
Provincia de Buenos Aires, en cuanto sostienen que “la democratización de la Administración Pública, entendida como la realización de todas las acciones necesarias
con el objeto de involucrar a los ciudadanos y organizaciones de la Sociedad Civil
en la formulación, ejecución, control y evaluación de la gestión pública” habilitan
a dar tal información.
También citó a las leyes provinciales en cuanto sostienen la necesidad de “asegurar la transparencia de la función pública, difundiendo el detalle de la utilización
de los recursos y el estado del gasto en el ámbito de su jurisdicción”.
Sobre la legitimación activa de los vecinos, sostuvo que éstos la tienen dado
su carácter de habitantes del distrito y ciudadanos.
Finalmente obligó en su sentencia al Municipio a que dé tal información ya
que como tal Administración tiene a su cargo el manejo operativo de los planes y
demás ayudas sociales, tiene “la correlativa obligación de proveer información en
todos los casos que les fuese requerido y en aras del cumplimiento con el principio
republicano de la publicidad de los actos de gobierno”.
- El debate por las “leyes secretas” del Congreso Argentino, la existencia
de “sobresueldos” de funcionarios públicos y los actos de corrupción. El
Caso “Ricardo Monner Sans contra el Estado Nacional”.
A mediados del año 2005, la Cámara de Diputados de la Nación Argentina se
convirtió en la caja de resonancia del escándalo de la existencia de “sobresueldos”,
7
Juzgado en lo Contencioso Administrativo de Bahía Blanca. Provincia de Buenos Aires. República
Argentina. Causa 2968 “Di Pietro, Marcelo Leónidas y otro/a c/Municipalidad de Bahía Blanca s/amparo”.
27 de septiembre de 2005. Acceso a la información pública. Artículo 12 inc. 4 Constitución de la Provincia
de Buenos Aires. Ley Nº 12.475. Legitimación activa. Interés legítimo. Publicado en la Revista de la
Administración Pública. RAP Provincia de Buenos Aires. Nº 37, pág. 92.
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JORGE LUIS BASTONS
puesto que allí se comenzó a debatir si existían leyes secretas que amparaban tal
tipo de maniobras.
Esto generó una alta discusión política y mediática, porque se informó que
habría unas cien leyes secretas que fueron sancionadas entre 1891 y 1983, y que una
de ellas, pergeñada durante el régimen de facto que lideró Juan Carlos Onganía en
la segunda mitad de la década del 60, es la que ampararía el pago de sobresueldos.
Tales noticias provocaron especialmente el interés del abogado Ricardo Monner
Sans y del Colegio Público de Abogados, quienes presentaron un amparo ante la
Justicia, considerando que la publicidad de los actos de gobierno es el principio
constitucional violado por el carácter secreto de estas leyes. El abogado, también
fundó su legitimación activa, es decir, su reconocimiento como interesado en el
tema, en su doble condición de profesional y ciudadano.
En primera instancia, la juez interviniente consideró que eran inconstitucionales tanto la ley que permitía la existencia de sobresueldos como “cualquier otra
ley vigente que no encuentre su causa en el Estado de Necesidad o que su público
conocimiento ponga en riesgo la subsistencia de la República o la seguridad de la
comunidad”.
Los representantes legales del Estado Nacional recurrieron esa decisión, y
recientemente la Sala V de la Cámara Nacional en lo Contencioso Administrativo8
revocó la sentencia que declarara la inconstitucionalidad de tales normas. Por ende,
las leyes secretas seguirán siendo tales.
Es interesante, de todos modos, rescatar que la sentencia sostiene que “resulta
verdaderamente contradictorio hablar de leyes secretas cuando justamente la ley
es, según nuestra doctrina constitucional clásica, la expresión del pueblo (…) que
a través de sus representantes se dicta normas para regular sus conductas y las propias del Estado. Sin embargo, tal extrañeza o contradicción desaparece cuando se
reconoce que el secreto en determinadas cuestiones hace a la preservación misma
del Estado; como lo han sido desde siempre las cuestiones de seguridad externa
e interna”.
Los jueces de la Cámara invitan a un ejercicio de imaginación y convocan a
pensar qué ocurriría si se publicara en el Boletín Oficial, en Internet y/o en cualquier
otro medio información frente a un ataque externo, “su plan de defensa, la ubicación
de sus tropas, el armamento con que cuenta, día y hora de los ataques que realizará
contra el enemigo o medios presupuestarios específicos para las tareas a desarrollar.
Tal hipótesis, a todas luces sería no sólo imposible, sino –casi seguro– el final de la
propia Nación”. Así, sostiene que las llamadas “leyes secretas” y los decretos de igual
carácter, “son algo no querido pero necesario y deben ser aceptados como tales”.
También se preguntan: “¿es la ley la culpable de la posible corrupción? ¿Es
el carácter secreto de la misma o es el uso que de ella han hecho quienes tenían la
responsabilidad de gobernar y sostener la seguridad tanto interna como externa del
8
“Causa Ricardo Monner Sans y otro s/amparo”. Sentencia de la Sala V de la Cámara Nacional en lo
Contencioso Administrativo. Jueces: Dr. Pablo GALLEGOS FEDRIANI - Dr. Jorge Eduardo MORÁN. 14 de
junio de 2006.
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REALIDADES Y PERSPECTIVAS DEL DERECHO AL ACCESO A LA ...
país? A fuerza de reiterativa, ¿es el puñal que mata el agente del mal o es el que usa
ese instrumento para cortar para un uso distinto al que fue creado? ¿Deberíamos por
ello prohibir la existencia de cuchillos?, o bien enseñar su correcto uso y perseguir
penalmente a quienes lo utilizan indebidamente”.
Y concluyen diciendo: “Si los delitos se han cometido, no es por la existencia
de una ley secreta, que –cabe reiterarlo– debe ser siempre excepcional, sino por el
uso indebido que de tales fondos podrían haberse hecho, materia obviamente ajena
a esta litis y respecto de la cual nada se tiene que decir”.
En fin, el presente panorama de casos, son un claro ejemplo de pedidos concretos de acceder a la información pública, tanto por parte del periodismo, como
los vecinos o la sociedad civil en general. Ellos dan cuenta de la necesidad de los
ciudadanos de acceder a la información procurando evitar la vía judicial, la cual
sólo debería utilizarse en forma extraordinaria y como último recurso.
De este modo, si hay auténticos cambios culturales en las Administraciones
y se cambia la cultura del secreto por la de la transparencia, no sólo se evitarían
conflictos innecesarios, sino que además se favorecería la participación social en pos
del mejor diagnóstico, planificación, implementación y evaluación de las políticas
públicas llevadas a cabo por la Administración.
4. El derecho de acceso a la información en el ámbito del sistema
interamericano de protección de los derechos humanos
El Artículo 13 de la Convención Americana de Derechos Humanos señala que
la libertad de pensamiento y expresión “comprende la libertad de buscar, recibir y
difundir informaciones e ideas de toda índole”. “Esos términos –ha dicho la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en su Opinión Consultiva Nº 5- establecen
literalmente que quienes están bajo la protección de la Convención tienen no sólo
el derecho y la libertad de expresar su propio pensamiento, sino también el derecho
y la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole”.
En el sistema interamericano de protección de los derechos humanos se concibe
así a la libertad de expresión en dos dimensiones: la libertad de cada individuo
de expresar su pensamiento, y al mismo tiempo “un derecho colectivo a recibir
cualquier información”.
Asimismo, la Corte IDH sostiene en dicho documento que el “concepto de
orden público reclama que, dentro de una sociedad democrática, se garanticen las
mayores posibilidades de circulación de noticias, ideas y opiniones, así como el más
amplio acceso a la información por parte de la sociedad en su conjunto. La libertad
de expresión se inserta en el orden público primario y radical de la democracia, que
no es concebible sin el debate libre y sin que la disidencia tenga pleno derecho de
manifestarse. En este sentido, la Corte adhiere a las ideas expuestas por la Comisión
Europea de Derechos Humanos, cuando basándose en el Preámbulo de la Convención Europea, señaló que el propósito de las Altas Partes Contratantes al aprobar
la Convención no fue concederse derechos y obligaciones recíprocos con el fin de
satisfacer sus intereses nacionales sino... establecer un orden público común de las
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JORGE LUIS BASTONS
democracias libres de Europa con el objetivo de salvaguardar su herencia común
de tradiciones políticas, ideales, libertad y régimen de derecho (“Austria v. Italy”,
application Nº 78/60, European Yearbook of Human Rights, 1961, vol. 4, p. 138)”.
“También interesa al orden público democrático, tal como está concebido por
la Convención Americana, que se respete escrupulosamente el derecho de cada
ser humano de expresarse libremente y el de la sociedad en su conjunto de recibir
información”.
“La libertad de expresión es una piedra angular en la existencia misma de una
sociedad democrática. Es indispensable para la formación de la opinión pública.
Es también condictio sine qua non para que los partidos políticos, los sindicatos,
las sociedades científicas y culturales, y en general, quienes deseen influir sobre
la colectividad puedan desarrollarse plenamente. Es, en fin, condición para que
la comunidad, a la hora de ejercer sus opciones, esté suficientemente informada.
Por ende, es posible afirmar que una sociedad que no está bien informada no es
plenamente libre”9.
En este ámbito, es necesario también rescatar lo dicho por la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión en el ámbito de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos en el Informe del año 2002. Hemos destacado, al inicio de
estas líneas que el acceso a la información pública implica el ejercicio de la libertad
de expresión. En el mismo se retoma lo dicho por el PNUD en el informe sobre
desarrollo humano, en el que se ha señalado que “los pobres, en general, son los
que tienen menos posibilidades de obtener información sobre decisiones y políticas
públicas que los afectan directamente, privándolos de información vital para sus
vidas, como ser, entre otros, información sobre la existencia de servicios gratuitos,
conocimiento de sus derechos, acceso a la justicia, etc. A su vez, estos sectores
tienen menor acceso a las fuentes de información tradicionales para expresar sus
opiniones o hacer pública denuncias sobre violaciones a sus derechos básicos”.
“Sin esta información –sostiene el Informe- no puede ejercitarse plenamente
el derecho a la libertad de expresión como un mecanismo efectivo de participación
ciudadana ni de control democrático de la gestión gubernamental. Este control se
hace aún más necesario por cuanto uno de los graves obstáculos para el fortalecimiento de las democracias son los hechos de corrupción que involucran a los
funcionarios públicos. La ausencia de control efectivo implica una actividad reñida
con la esencia del Estado democrático y deja la puerta abierta para transgresiones
y abusos inaceptables. Garantizar el acceso a la información en poder del Estado
contribuye a aumentar la transparencia de los actos de gobierno y la consecuente
disminución de la corrupción en la gestión estatal”.
El Informe de la Relatoría 2002 convoca a los Estados a desarrollar leyes y
reglamentaciones de acceso a la información no discriminatorias y de fácil acceso.
“La falta de acceso a la información coloca indiscutiblemente a los sectores más
carenciados de la sociedad en una situación de vulnerabilidad respecto a posibles
9
CIDH. OC 5/85. Serie A. Nº 5. “La Colegiación Obligatoria de Periodistas”.
41
REALIDADES Y PERSPECTIVAS DEL DERECHO AL ACCESO A LA ...
actos abusivos de particulares y acciones de corrupción por parte de entes estatales
y sus funcionarios.
Como señalara la Relatoría en su informe del año 2001, en el Plan de Acción de la Tercera Cumbre de las Américas se promueve la necesidad de apoyar
iniciativas que permitan una mayor transparencia para asegurar la protección del
interés público e impulsar a que los gobiernos utilicen sus recursos efectivamente
en función del beneficio colectivo. Dentro de este contexto, la Relatoría considera
que la corrupción puede ser adecuadamente combatida a través de una combinación
de esfuerzos dirigidos a elevar el nivel de transparencia de los actos del gobierno.
Cualquier política dirigida a obstaculizar el acceso a información relativa a la
gestión estatal, a la que tienen derecho todas las personas, tiene el riesgo de promover
la corrupción dentro de los órganos del Estado debilitando así las democracias. El
acceso a la información se constituye como forma preventiva contra estas prácticas
ilegales que azotan a los países del hemisferio. La transparencia de los actos del
gobierno puede ser incrementada a través de la creación de un régimen legal en el
cual la sociedad tenga acceso a información. En este contexto, la regla debe ser la
publicidad de los actos de gobierno como bien común y no la manipulación y el
ocultamiento de los actos públicos.
Resumiendo, el derecho de acceso a la información se constituye como herramienta legal para alcanzar la transparencia de los actos del Estado como así
también como medio de fiscalización y participación efectiva de todos los sectores
de la sociedad sin discriminación. Propiciar y promover el acceso a la información
de los sectores más empobrecidos de las sociedades del hemisferio habilitaría su
participación activa e informada sobre el diseño de políticas y medidas públicas
que afectan directamente sus vidas” (los destacados nos pertenecen).
4.1. La Corte IDH declara en “Claude Reyes y otros c/Chile” que el
acceso a la información pública está receptado por el Art. 13 del
Pacto de San José de Costa Rica
Como sabemos, atento encontrarse nuestro país suscripto al régimen de control
jurisdiccional de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) con
sede en Costa Rica, sus fallos nos son naturalmente aplicables, y por tanto constituyen doctrina judicial obligatoria para todos los tribunales argentinos10.
La demanda contra el Estado de Chile fue presentada por la Comisión Interamericana el 8 de julio de 2005. Los fundamentos de la misma se relacionan con los
hechos ocurridos entre mayo y julio de 1998 y se refieren a la negativa del Estado
10 Así lo atestigua la jurisprudencia de nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación, por caso in re
“Giroldi” (Sentencia del 07/04/95), se dijo: “Que la recordada “jerarquía constitucional” de la Convención
Interamericana sobre Derechos Humanos ha sido establecida por voluntad expresa del constituyente “en
las condiciones de su vigencia” (Art.75 Inc. 22, segundo párrafo), esto es, tal como la Convención citada
efectivamente rige en el ámbito internacional y considerando particularmente su efectiva aplicación
jurisprudencial por los tribunales internacionales competentes para su interpretación y aplicación”. Ver
asimismo “Acosta: A.61 XXXIV” y “Bramajo: Fallos (319:1840). Sent. 12/09/96”.
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JORGE LUIS BASTONS
de brindar a los señores Marcel Claude Reyes, Sebastián Cox Urrejola y Arturo
Longton Guerrero toda la información que requerían del Comité de Inversiones
Extranjeras, en relación con la empresa forestal Trillium y el Proyecto Río Condor,
sin que el Estado “argumentar[a] una justificación válida de acuerdo con la legislación chilena”, así como a que supuestamente “no [les] otorgó un recurso judicial
efectivo para impugnar una violación del derecho al acceso a la información” y
“no [les] aseguró […] los derechos al acceso a la información y a la protección
judicial, ni contó con mecanismos establecidos para garantizar el derecho al acceso
a la información pública”.
La Comisión solicitó a la Corte que declare que el Estado sea declarado responsable por la violación de los derechos consagrados en los artículos 13 (Libertad
de Pensamiento y de Expresión), 25 (Protección Judicial), 1.1 (Obligación de
Respetar los Derechos) y 2 (Deber de Adoptar Disposiciones de Derecho Interno)
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en perjuicio de los tres
demandantes como ciudadanos chilenos.
Asimismo la Comisión solicitó que conforme al Art. 63.1 (Obligación de
Reparar) de la Convención, la Corte IDH ordene al Estado chileno a adoptar determinadas medidas de reparación y que, “una vez oídos los representantes de las
[presuntas] víctimas, se reintegren las costas y costos debidamente sustanciados.
Lo cierto fue que el Gobierno Chileno brindó información parcial, negándose
a ampliar la misma en la inteligencia que no se encontraba legalmente obligado a
ello y además porque entendía haber brindando ya información suficiente (después
surgió de las testimoniales hechas en la Argentina que el funcionario chileno a cargo
del ente público referido adujo que no se podía brindarles más información ya que
ello podría hacer peligrar la inversión de la firma). En resumen, nunca explicaron
en que consistía ese proyecto de inversión.
Como es de notarse el caso presentaba particular atención pues no se trataba
solamente de una solicitud de información sobre la gestión del Comité de Inversiones Extranjeras de Chile, sino que presenta la cuestión del acceso a la información
relacionada con la protección del ambiente, que es lo que aquí nos interesa.
Ante tal estado de situación la Corte IDH, en lo sustancial expresó:
“PUNTO 77. En lo que respecta a los hechos del presente caso, la Corte estima que el artículo 13 de la Convención, al estipular expresamente los derechos a
“buscar” y a “recibir” “informaciones”, protege el derecho que tiene toda persona
a solicitar el acceso a la información bajo el control del Estado, con las salvedades
permitidas bajo el régimen de restricciones de la Convención. Consecuentemente,
dicho artículo ampara el derecho de las personas a recibir dicha información y la
obligación positiva del Estado de suministrarla, de forma tal que la persona pueda
tener acceso a conocer esa información o reciba una respuesta fundamentada cuando
por algún motivo permitido por la Convención el Estado pueda limitar el acceso a
la misma para el caso concreto.
Dicha información debe ser entregada sin necesidad de acreditar un interés
directo para su obtención o una afectación personal, salvo en los casos en que se
aplique una legítima restricción. Su entrega a una persona puede permitir a su vez
que ésta circule en la sociedad de manera que pueda conocerla, acceder a ella y
43
REALIDADES Y PERSPECTIVAS DEL DERECHO AL ACCESO A LA ...
valorarla. De esta forma, el derecho a la libertad de pensamiento y de expresión
contempla la protección del derecho de acceso a la información bajo el control del
Estado, el cual también contiene de manera clara las dos dimensiones, individual
y social, del derecho a la libertad de pensamiento y de expresión, las cuales deben
ser garantizadas por el Estado de forma simultánea.”
“PUNTO 78. Al respecto, es importante destacar que existe un consenso
regional de los Estados que integran la Organización de los Estados Americanos
(en adelante “la OEA”) sobre la importancia del acceso a la información pública
y la necesidad de su protección. Dicho derecho ha sido objeto de resoluciones
específicas emitidas por la Asamblea General de la OEA. En la última Resolución
de 3 de junio de 2006 la Asamblea General de la OEA “inst[ó] a los Estados a que
respeten y hagan respetar el acceso a la información pública a todas las personas y
[a] promover la adopción de disposiciones legislativas o de otro carácter que fueran
necesarias para asegurar su reconocimiento y aplicación efectiva”.
Por lo tanto, con estos fundamentos, la Corte IDH resolvió por unanimidad que:
• El Estado chileno debía entregar la información solicitada en el plazo de seis
meses, o en su caso adoptar una decisión fundamentada al respecto.
• El Estado debía publicar en el Diario Oficial y en otro diario de amplia circulación nacional el capítulo relativo a los Hechos probados en la sentencia,
• El Estado debía adoptar, en un plazo razonable, las medidas necesarias para
garantizar el derecho de acceso a la información bajo el control del Estado,
de acuerdo al deber general de adoptar disposiciones de derecho interno establecido en el Art. 2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
• El Estado debía realizar, en un plazo razonable, la capacitación a los órganos,
autoridades y agentes públicos encargados de atender las solicitudes de acceso a información bajo el control del Estado sobre la normativa que rige este
derecho, que incorpore los parámetros convencionales que deben respetarse
en materia de restricciones al acceso a la información.
• Y asimismo, indemnizar a los afectados. Pago de costas y gastos: 10.000
dólares.
5. Coda
Se dice que cuando Carlos III de España expulsó de sus dominios a los jesuitas,
se le preguntó el motivo de tal medida, siendo su altiva respuesta: “Por razones
que guardo en mi real pecho”.
Es obvio que en el estado actual de nuestras sociedades democráticas, tales
respuestas devienen inadmisibles, aunque si queremos fortalecer la democracia, va
de suyo que la averiguación del porqué de las medidas de gobierno de toda índole,
habrá de estar necesariamente presente, ya que como ciudadanos tenemos derecho
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JORGE LUIS BASTONS
a saber qué y cómo la Administración ejerce (o deja de ejercer) el poder que la
sociedad le brinda a los fines de velar por el bienestar general.
Como hemos visto, el derecho de acceso a la información pública se presenta
como uno de los mecanismos clave para una auténtica contraloría y participación
social en la gestión pública, constituyendo asimismo uno de los pilares trascendentales del funcionamiento de la democracia.
Por otra parte, es dable destacar que algunas provincias argentinas, en el marco
del sistema federal de gobierno han sancionado leyes que son pioneras en el ámbito
del acceso a la información pública, destacándose entre ellas las de Río Negro,
Chubut, Córdoba, La Pampa, Santiago del Estero y Tierra del Fuego.
Y si bien aún hoy en la República Argentina no contamos con una Ley Nacional
de Acceso a la Información Pública (anhelo largamente esperado por la sociedad
civil que ha realizado diversos planteos y peticiones a través de las organizaciones
no gubernamentales implicadas en el logro de una herramienta jurídica que posibilite
obtener información pública para toda persona que lo solicite), cuentan actualmente
con estado parlamentario un proyecto ya aprobado en el Senado de la Nación que
invita a creer en su pronta y feliz sanción.
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ACTUACIÓN DEL CONTADOR FRENTE
A LOS DELITOS DE EVASIÓN
Marcelo Enrique Azzarri - Mauro Fernando Leturia
SUMARIO: 1. Introducción. 2. Breve referencia al Derecho Penal Económico en el sistema jurídico
argentino. 3. Análisis de casos en los que se resolvió judicialmente la situación del profesional de
Ciencias Económicas. 4. Referencia al dolo y la participación, relacionados con la actuación del
profesional. 5. Análisis del art. 15 inc.a) de la Ley 24.769. 6. Reflexión final.
1. Introducción
Analizar la conducta de los contadores en relación a los delitos de evasión,
es un tema complejo que divide tanto a la doctrina como a la jurisprudencia. Estas
discusiones se traducen en incertidumbre para los profesionales de las ciencias
económicas, que deben llevar adelante su tarea día a día, sin conocer exactamente
si, posteriormente, su actuación será cuestionada, primero, por los organismos
recaudadores y, después, por los órganos judiciales.
Las discusiones pasan desde considerar a la actuación profesional del contador
como ajena del alcance de la Ley Penal Tributaria, pasando por una postura que
tiende a analizar caso por caso, y así establecer si la conducta realizada encuentra
encuadre en alguno de los tipos penales establecidos por la ley, hasta llegar a considerar que, en ciertos casos, su participación es esencial para la configuración de
delito de evasión, como en los casos de balances o estados contables falsos.
Esta amplitud de la discusión nos debería dejar la primer reflexión que debería
ser la de entender que el problema resulta sumamente complejo, por lo que requiere
la máxima preocupación e impone la necesidad de un asesoramiento especializado,
para obtener la tranquilidad de que la actuación profesional no será posteriormente
cuestionada.
Si bien lo medular del tema es una cuestión propia del derecho penal, el ámbito
de discusión también se puede desarrollar con intervención de reconocidos profesionales de las ciencias económicas, ya que muchos son muy versados en los temas
47
ACTUACIÓN DEL CONTADOR FRENTE A LOS DELITOS DE EVASIÓN
penales; no obstante, dada la extensión del tema no nos detendremos demasiado en
cuestiones relativas a la Dogmática Penal. Sólo efectuaremos algunas reflexiones
y propondremos casos reales, que funcionen como disparadores dirigidos a los
profesionales de las ciencias económicas para que se interesen e involucren con el
Derecho Penal y las relaciones que esta materia tiene con su ejercicio profesional.
2. Breve referencia al Derecho Penal Económico en el sistema
jurídico argentino.
Si bien los delitos económicos tienen una gran importancia y trascendencia,
conforman un conjunto amplio y con particularidades diferentes que engloban
delitos aduaneros, cambiarios y tributarios, entre otros. En el ámbito de la Justicia
Federal competente para investigar estas materias, existen, en la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, Juzgados y Cámaras de Apelaciones especializados en Materia
Penal Económica y Juzgados de Primera Instancia en Materia Penal Tributaria,
pero en el resto del país la investigación de los delitos relacionados a estas materias, es llevada a cabo por los Juzgados Federales y por las Cámaras Federales de
Apelación, ubicadas en distintas jurisdicciones del interior del país.
Dentro del orden jurídico nacional, el derecho penal tributario es, como subsistema de las disciplinas del derecho penal argentino, quizá la más joven, y en plena
evolución y desarrollo. Las sucesivas legislaciones revelaron la tirante relación
entre las dos ramas o sistemas de derecho involucradas: el Derecho Tributario y el
Derecho Penal. El fin recaudatorio o fiscal de la Ley 23.771 fue dejado de lado y
la Ley 24.769, vino a consolidar definitivamente al Derecho Penal Tributario como
subsistema del Derecho Penal, pese al esfuerzo de grandes autores del Derecho Tributario que lo consideraban como una disciplina de su rama de la ciencia jurídica,
la mayoría de la doctrina apoya la clara esencia penal de esta materia. Pero estas
posturas tienen, indudablemente, elementos vinculados, que en casos extremos o
complejos, generan situaciones que merecen un tratamiento especial que contemple
las características de ambas ramas del derecho.
Según sostiene el Sr. Juez López Biscayart 1, “uno de los temas que deberá tratar
la dogmática propia del subsistema es la tipicidad subjetiva de la participación en
el delito de evasión. Y, en este sentido, no se puede dejar de considerar que, desde
las últimas décadas del siglo XX, en el ámbito de la ciencia penal se produjo una
modificación significativa en cuanto al modo de analizar y considerar las cuestiones
medulares de la imputación penal. Del estudio y análisis del fenómeno jurídico del
delito, a través del discurso causal explicativo, se viró a una consideración fundamentada en datos normativos que -aunque conocidos- no habían sido transitados,
en razón de que los juristas no lograban desprenderse de la causalidad que imperó
hasta ese momento. En ese marco, algunos problemas de la autoría -que parecían
1
LÓPEZ VISCAYART Javier G
48
MARCELO ENRIQUE AZZARRI - MAURO FERNANDO LETURIA
cerrarse con la teoría del dominio del hecho- presentaban lagunas que indefectiblemente conducían a situaciones de inaceptable impunidad. Fue así que vio la luz
en Alemania una novedosa clasificación de delitos, en contraposición a los ahora
denominados “delitos de dominio”, a los que se los denominó “delitos de infracción
de deber”. En esta categoría, el autor es identificado especialmente por el legislador
en función de un deber extra-penal que sobre él pesa. La contradicción entre el hecho
y la posición en la que el sujeto se encuentra (posición de garantía) constituye el
aspecto medular de la imputación, más allá de la causalidad”.
Esta reflexión del distinguido Juez, muestra uno de los aspectos más complejos
que plantean los delitos tributarios, y que influye directamente al analizar la conducta
de los profesionales de las ciencias económicas.
3. Análisis de casos en los que se resolvió judicialmente la situación
del profesional de Ciencias Económicas.
A fin de no realizar disquisiciones meramente teóricas, de valor relativo, y
con la clara intención de poder brindar conocimientos y herramientas para los
profesionales de las ciencias económicas que tengan una profunda aplicación práctica trataremos el tema analizando a través de algunos casos reales que han sido
denunciados por el organismo recaudador e investigados por distintos órganos del
Poder Judicial de la Nación.
El día 06 de febrero de 2009, la Sala A de la Cámara Nacional en lo Penal
Económico2 trató un recurso interpuesto por un contador que había sido citado a
prestar declaración indagatoria por el delito de evasión y que luego fue procesado
por el Juez de Primera Instancia en lo Penal Tributario, por considerarlo “prima
facie” autor del delito de evasión. En dicho fallo se anuló la declaración indagatoria
y el procesamiento del contador que suscribió el balance anual, que se sospecha
falso, de la sociedad anónima para la cual trabajaba. Los jueces hicieron lugar a lo
sostenido por la defensa, quien expresó que “su comportamiento se limitó al cumplimiento de sus obligaciones como contador público”. Conforme al art. 298 del
C.P.P.N. el recibirle declaración indagatoria implica haberle informado al imputado
detalladamente cuál es el hecho que se le atribuye, y que no basta una mención
nominal o referida a hechos de terceros (en este caso, la supuesta realización del
balance por otras personas y la presunta evasión tributaria por parte de la sociedad
anónima), por lo que el incumplimiento de esta circunstancia por el órgano judicial
viola el derecho de defensa en juicio contemplado por el art. 18 de nuestra Constitución Nacional, por lo que la sanción de nulidad se extiende a todo lo actuado.
2
Incidente de apelación contra el auto de procesamiento de FS 1022 a 1033, en causa Nº 551/2006, Caratulada: “Imputado: C.M.A., Contribuyente: I.I.A. S.A. s/ infracción Ley 24.769” Causa Nº 58.812, Folio
164, Nº de orden 25.921, Juzgado Nacional en lo Penal Tributario Nº 1, Sala “A”, del 6 de febrero de
2009.
49
ACTUACIÓN DEL CONTADOR FRENTE A LOS DELITOS DE EVASIÓN
Aquí podemos observar la existencia de la disparidad de criterios señalada,
ya que con los mismos elementos un juez especializado en la materia procesó al
contador y la Cámara de Apelaciones anuló dicho procesamiento, estableciendo
que si se pretende citar al contador a prestar declaración indagatoria por el delito
de evasión, se le debía informar claramente “cuál es el hecho que se le atribuye,
y que no basta una mención nominal o referida a hechos de terceros ”, ésto significa que el órgano judicial deberá contar con elementos serios para suponer que
una conducta concreta del profesional, encuadra en alguno de los tipos penales
descriptos por la ley Penal Tributaria.
En este mismo sentido, con fecha 8 de marzo de 2007, el Titular del Juzgado
Nacional en lo Penal Tributario n°1 de la Capital Federal3 resolvió sobreseer a dos
contadores, en una causa, por la presunta comisión del delito de evasión simple.
En dicho caso la AFIP, denunció a una contribuyente por la presunta comisión
del delito de evasión correspondiente al impuesto a las ganancias con relación al
período fiscal 2000, al declarar como exenta una suma de ingresos de 2.270.662 de
dólares, cuando dichos ingresos correspondían, en realidad, a ingresos provenientes
de dividendos distribuidos por una sociedad extranjera- previstos por el art. 140
inc. a), de la Ley de Impuesto a las Ganancias.
La imputada, manifestó en su declaración indagatoria que heredó hace veinte
años de su madre las acciones correspondientes al “Diario La Nación” y que a
la muerte su marido delegó en su hijo el pago de sus impuestos; que desconoce
muchos temas de la firma y que su hijo es su apoderado y quien “maneja todo”.
En función de ello su hijo fue citado a prestar declaración indagatoria, y reconoció ser apoderado de su madre y haber firmado la declaración jurada, pero
manifestó, entre otras cosas, que la responsabilidad de lo declarado ante la AFIP,
era de sus dos contadores, que él denominó “asesores tributarios”. En función de
lo declarado los dos contadores, fueron citados a prestar declaración indagatoria,
frente a lo cual se negaron a declarar y remitieron a lo que habían expresado por
escrito. En este sentido uno de ellos señaló que no prestó colaboración, consejo ni
participó en manera alguna en la inserción de datos falsos en la declaración jurada
que se presentó ante la AFIP, sin perjuicio de lo cual admitió haber intervenido en
la confección material de diversas declaraciones juradas, pero sobre la base de la
información y documentación que le proporcionó el hijo de la obligada. Agregando
que jamás dudó de la veracidad de los datos aportados, y que el segundo contador
es un colaborador suyo.
El Juez, entendió que el delito imputado (evasión simple art. 1° de la ley 24.769,
al omitir ingresar 822.498,59 pesos en concepto de Impuesto a las Ganancias, por
el período fiscal 2000, mediante una declaración jurada engañosa, ocultaciones
maliciosas o cualquier otro ardid o engaño), es un delito de infracción de deber
(en contraposición a los delitos de dominio, robo, homicidio), en el que se requiere
una especial cualificación en el autor, ésto es, ser “obligado” al pago de tributos al
Fisco Nacional, - conforme art. 1 de la ley Penal Tributaria-.
3
En causa n° 164/ 06- int. 523
50
MARCELO ENRIQUE AZZARRI - MAURO FERNANDO LETURIA
En la resolución el Juez recurre a la opinión de Claus Roxin, citando que los
“delitos de infracción de deber” se relacionan con un deber extra penal, que alcanza
a quienes tienen una determinada posición con relación al bien jurídico penal, y en
estos delitos, el criterio que determina la autoría no está dado tanto por el dominio
del hecho sino por la infracción del deber. El autor podrá delegar el manejo de su
patrimonio pero no su condición de “obligado”. Por lo que se dictó el procesamiento
de la obligada en calidad de autora y a su hijo en calidad de partícipe primario del
delito de evasión simple, dado que si bien éste no era el obligado fue quien realizó
la acción típica, administrando el patrimonio, firmando las declaraciones juradas
en la que declaró como exentas o no gravadas ganancias que sí estaban sujetas al
Impuesto a las Ganancias.
A su vez se dictó el sobreseimiento de los dos contadores, expresando el
Juez que en la causa no existen constancias que prueben que el contador haya
tenido a su alcance todos los elementos de juicio necesarios para omitir una
opinión distinta a la brindada y que la acusación que le dirigió el apoderado,
sólo fue un intento de mejorar su propia situación procesal y la de su madre.
Este segundo fallo tiene muchas cuestiones interesantes y que han sido objeto
de comentarios encontrados de distinguidos autores; pero las diferencias se centraron
en lo resuelto con relación a los procesados, sin discutirse lo acertado de la posición
adoptada con relación a los contadores.
4. Referencia al dolo y la participación, relacionados con la
actuación del profesional.
A esta altura resulta adecuado, precisar muy sintéticamente ciertos conceptos
del derecho penal, dado que la presente ponencia, está dirigida principalmente a
profesionales de las ciencias económicas.
Todos los tipos penales de la Ley Penal Tributaria son dolosos y si bien a primera vista suele parecer bastante nítida la diferenciación entre conductas dolosas
y las que no lo son, en realidad se presentan numerosos casos en los que no resulta
nada fácil determinar la línea que limita ambos supuestos, tema que resulta fundamental, dado que si el contador ha actuado con imprudencia, negligencia o con
impericia en su tarea profesional, ésto podrá ser reprochado por la afectación a las
normas de ejercicio profesional, pero no así como infracción penal.
Un punto intermedio en esta división son los casos de “dolo eventual” que
dividen a la Doctrina y a la Jurisprudencia y constituyen uno de los puntos más
controvertidos en el Derecho Penal, pero esta categoría es una herramienta teórica
de incuestionable utilidad a la hora de explicar determinadas conductas que aparecen
complejas, fronterizas o poco claras. Y lo será, en la medida en que no se estabilice
un concepto unitario de dolo desprendido de los tradicionales elementos cognitivo
y volitivo (conocimiento y voluntad). Puesto que el sujeto quiere ejecutar su acción
incluso al precio de la realización del tipo penal. La producción del resultado, y
51
ACTUACIÓN DEL CONTADOR FRENTE A LOS DELITOS DE EVASIÓN
no el dolo, depende de eventualidades o condiciones inciertas4. De ese modo, para
esta corriente sería más preciso hablar de un dolo sobre la base de hechos de cuya
inseguridad se es consciente.
Respecto de la culpa, entendida como imprudencia, negligencia o falta de
atención, parte de la doctrina entiende que un resultado se considerará dolosamente
producido cuando se corresponda con el plan del sujeto en una valoración objetiva,
lo que sirve de guía para delimitar entre el dolo eventual y la imprudencia consciente.
Según sostiene el Sr. Juez Javier López Biscayart 5, si bien el delito tributario
puede parecer “de laboratorio”, es posible que se le pueda reprochar el hecho a
título de dolo eventual. El caso sería el de quien oculta un negocio jurídico que
representa una utilidad gravada por el impuesto a las ganancias, pero lo hace con
la finalidad de no pagar un impuesto local (el impuesto de sellos de la Prov. de
Buenos Aires). El obligado consideró -circunstancia concomitante- que su acto
tendría impacto en un tributo cuyo pago se debe al Fisco Nacional (impuesto a
las ganancias). Sin embargo, puede que no conozca con precisión -al tiempo de la
celebración del negocio- si el resultado del ejercicio arrojará ganancia o quebranto.
Si, pese a ello, sigue adelante con el ocultamiento y confluyen luego los restantes
elementos de la figura del artículo 1 de la ley 24.769, el obligado deberá responder
por la maniobra -según su criterio- a título de dolo eventual. Adviértase que, pese
a la defectuosa redacción del artículo 1 de la ley 24.769, entre el ardid y la falta de
pago no es concebible nexo causal alguno, lo que adquiere lógica sólo en el esquema
de un delito de infracción de deber.
Con relación a la participación, ésto requiere conocer que el Código Penal
Argentino, estableció en el artículo 45 que “los que tomasen parte en la ejecución
del hecho, o prestasen al autor o a los autores un auxilio o una cooperación sin
los cuales no habría podido cometerse, tendrán la pena establecida para el delito.
En la misma pena incurrirán los que hubiesen determinado directamente a otro a
cometerlo”, aquí se está refiriendo a los cómplices y a los instigadores.
Se refiere a aquellos sujetos que colaboran con el autor de un hecho doloso de
modo tal que, sin su auxilio, el hecho no se hubiera podido cometer. Su intervención tuvo que ser necesaria para que el hecho pueda llevarse a cabo. Es decir que
el “hecho” histórico sería distinto si se suprime cualquiera de sus circunstancias,
aun los aportes no necesarios.
Estas categorías de partícipe o instigador, resultan relevantes al analizar la
actuación de los profesionales, dado que se observó en los casos comentados,
una estrategia defensiva recurrente por parte de los contribuyentes “obligados”,
que son denunciados y sujetos a proceso judicial. Consiste en tratar de transferir
su responsabilidad al profesional actuante, ya sea sosteniendo que lo que hizo lo
realizó porque el contador se lo dijo, o en los casos más extremos, desconociendo
su participación y expresando que delegaron totalmente el manejo de su situación
impositiva en el profesional.
4
5
Cfr. ROXIN, Claus: “Derecho penal. Parte General” - 2a. ed. alemana - T. I y Ed. Cívitas SA - Bs. As. - 1997
Ídem 1
52
MARCELO ENRIQUE AZZARRI - MAURO FERNANDO LETURIA
5. Análisis del art. 15 inc. a) de la Ley 24.769.
Un párrafo aparte merece el art. 15, inc. a) de la Ley Penal Tributaria, ya que
textualmente establece “El que a sabiendas: dictaminare, informare, diere fe, autorizare o certificare actos jurídicos, balances, estados contables o documentación
para facilitar la comisión de los delitos previstos en esta ley, será pasible, además
de las penas correspondientes por su participación criminal en el hecho, de la pena
de inhabilitación especial por el doble del tiempo de la condena”.
Si bien el artículo no lo establece expresamente, los sujetos a los que va dirigido
no pueden ser otros que profesionales de las ciencias económicas o escribanos, en
función de la cual la norma prevé prevenir a dichos expertos o profesionales sobre
las consecuencias que puede ocasionar su accionar.
El artículo es una variante del art. 13 de la Ley 23.771, que textualmente
establecía: “A los funcionarios públicos, escribanos, contadores públicos o apoderados que a sabiendas dictaminen, informen, den fe, autoricen o certifiquen actos
jurídicos, balances, cuadros contables o documentación para cometer los delitos
previstos en esta ley se les aplicará, además de la pena que les corresponda por su
participación criminal en el hecho, la de inhabilitación por el doble de la condena”.
Las corporaciones de los profesionales mencionados por la disposición reaccionaron
contra aquélla airadamente. Éste puede ser el motivo por el cual los legisladores
decidieron en la nueva redacción de la ley no mencionar a las personas por el título
habilitante, sino que se optó por describir los actos que profesionalmente realizan.
La redacción y ubicación del artículo ha generado diferentes interpretaciones,
por un lado se sostiene que se trataría de un agravante genérico de la totalidad de
los delitos previstos por la ley 24.769, y que para que la previsión del artículo 15
se torne operativa, el profesional debe ser declarado autor o partícipe de alguno de
los delitos previstos por la ley.
Por otro lado autores como Jorge Hadad6, sostienen que se trata de un delito
autónomo, esta postura es seguida por la Jurisprudencia7.
Una tercera postura, dando preeminencia al principio de especialidad de la
norma, considerará que en los delitos de la ley 24.769, sería el artículo 15, inciso
a) el que desplazaría las normas de participación de la parte general del Código
Penal. Por esta última tesis, la participación a título de dolo eventual en los delitos
de evasión tributaria y previsional no sería posible, ya que la única participación que
recoge la legislación positiva para profesionales independientes está determinada
por el art. 15, que claramente establece con el término “a sabiendas”, la necesidad
de dolo directo. Esta postura presenta el inconveniente de analizar casos en los
cuales el sujeto no actuara “a sabiendas...”, pero si representándose el resultado
como probable y aun así actúa, lo cual lo colocaría dentro del dolo eventual, caso
6
7
Conf., también entre muchos, HADAD, Jorge E.: “Ley penal tributaria comentada” - 6a. ed. - Ed. LexisNexis - Bs. As
Ver CNPEcon. - Sala B - Reg. 407 - Folios 888/904 - 2005 (Consid. 44 del voto de la mayoría)
53
ACTUACIÓN DEL CONTADOR FRENTE A LOS DELITOS DE EVASIÓN
en el cual, esta tesis, generaría que la pena de inhabilitación especial prevista para
este caso no se aplicara.
Los actos previstos implican necesariamente una actuación profesional ejercida
dentro de las incumbencias profesionales, pero como ya se expresó anteriormente,
esta actuación deberá ser dolosa, teniendo en cuenta la posibilidad de la existencia
del dolo eventual de acuerdo a la tesis a la que se adhiera, pero que en ningún caso
podrá ser negligente o culposa. En consecuencia, no toda certificación, informe o documentación utilizada implicará la automática imputación del profesional actuante.
6. Reflexión final
Una pregunta válida en esta instancia podría ser ¿qué delito se comete realizando la tarea propia de la actuación profesional?
Lógicamente si la actuación del profesional se adecua a las tareas específicas
de su actividad, ésto no puede configurar delito alguno, pero como se ha visto en
los casos expuestos, si bien los profesionales han sido sobreseídos, fueron sometidos a procesos penales, con las complicaciones profesionales y gastos que éstos
generan, sin dejar de señalar los trastornos anímicos y emocionales que implica
afrontar estas circunstancias.
Cabe aclarar que estas reflexiones corresponden a supuestos en los cuales los
contadores, actúan en el marco de su actuación profesional. Ésto no debería llevar
a confusión, ya que por otro lado, claramente pueden existir casos de delitos de
evasión, en los cuales un sujeto – que puede ser un contador- tiene directamente
la calidad de “obligado” del pago de sus tributos o reviste el carácter de partícipe
de éste, y que con conocimiento e intención deciden realizar las acciones previstas
por la Ley Penal Tributaria, en función de lo cual será sujeto a proceso y tendrá el
reproche penal que corresponda.
La problemática tratada, se centra en la redacción de las normas involucradas
que describen acciones típicas como en el caso del artículo 15, inciso a), de la Ley
24.769, conductas o tareas que los profesionales realizan a diario y propias de su
rol en la sociedad.
Algo similar les sucedía a los escribanos, con la redacción anterior del art. 1001
del Código Civil, que los obligaba a dar fe de conocimiento sobre los otorgantes
de las escrituras públicas, situación que la realidad negocial actual demostró como
impracticable, sumado a que cada vez con más asiduidad los escribanos eran citados
por los Juzgados en casos de falsedad ideológica, imputándoseles muchas veces
que introducían datos falsos, al utilizar la fórmula obligatoria de que las partes eran
de su conocimiento cuando en algunos casos eran personas que ocasionalmente
concurrían a su escribanía. Ésto fue solucionado a través de una reforma legislativa,
impulsada por los Colegios Profesionales, que lograron la modificación al artículo
1001 y 1002 del Código Civil, cambiando la fórmula de “fe de conocimiento” por
la de individualización mediante la exhibición del correspondiente documento.
La realidad reflejada por los casos que fueron analizados demuestra, que en
las investigaciones por delitos de evasión por lo general, o en un gran número de
54
MARCELO ENRIQUE AZZARRI - MAURO FERNANDO LETURIA
supuestos, existirá la actuación de algún profesional, que será analizada, ésto se
deberá fundamentalmente a la naturaleza contable de la actividad impositiva, pero
también a la actitud casi generalizada de los sujetos obligados que tratan de descargar
sus responsabilidades en la actuación del profesional.
La tendencia que se acentúa de una creciente presión impositiva y de la consiguiente judicialización de los supuestos casos de evasión que rara vez llegan a
condenas penales, parece funcionar como una amenaza en sí misma, dado que el
estar sometido a una investigación penal genera innumerables perjuicios de distinta
índole, que no se ven para nada mitigados con una posterior y muchas veces tardía
resolución judicial favorable; demuestra que en el futuro evidentemente el interés
de los profesionales de la ciencias económicas, debería estar dirigido a no tener que
soportar continuamente o en forma sistemática estos inconvenientes judiciales. En
función de ello será necesario ocuparse del tema para así trabajar en una propuesta
de modificación legislativa que contemple esta realidad, ya que la conducta de los
contadores que actúan dentro de los límites de su ejercicio profesional no debería
merecer reproche alguno, ésto es no sólo la no imposición de penas, sino que tampoco deberían ser sometidos a procesos judiciales para demostrar lo adecuado de
su actuación o el desconocimiento de su parte de la acción de un tercero.
55
LOS HECHOS NUEVOS EN EL PROCESO CIVIL Y
COMERCIAL, NACIONAL Y PROVINCIAL
Juan Manuel Hitters - Andrés Ferreiro
Sumario: 1. Introducción. 2. Hechos sobrevinientes. 3. Hechos nuevos.a) Concepto y delimitación. Nueva prueba. b) Legitimación para deducirlos. c) Oportunidad para introducirlos. Distintas
instancias y sistemas. d) Imposibilidad de modificar el objeto litigioso. e) Requisitos según las
instancias. f) Puede ofrecerse todo tipo de prueba. Trámite. g) Recursos. 4. Conclusiones.
1.- Introducción.
En los procesos de corte dispositivo, les corresponde a las partes determinar el
alcance del debate en cuanto a los hechos (lícitos) alegados, pudiéndolos reconocer
o controvertir.
En estos tipos rituales predomina la voluntad de los legitimados activo y pasivo, quienes no solamente fijan, delimitan el objeto litigioso y aportan el material
de conocimiento, sino que también tienen el poder de impedir que el juez exceda
los límites fijados a la disputa por la voluntad de los mismos. Los regímenes adjetivos civiles vigentes en el país, si bien son básicamente dispositivos, contienen
regulaciones inherentes al sistema inquisitivo, que se verifica en las normas que
promueven el activismo judicial, tales como los poderes o facultades para esclarecer
los hechos controvertidos1.
Este factum, necesariamente debe ser exhibido en los escritos constitutivos
de la litis, y el judicante lo debe calificar al momento de dictar sentencia, subsumiéndolo en derecho.
1
DE LOS SANTOS, Mabel A., Condiciones para la admisibilidad del hecho sobreviniente en el proceso
civil, LL 2003-F, 1010.
57
LOS HECHOS NUEVOS EN EL PROCESO CIVIL Y COMERCIAL, NACIONAL ...
El escenario fáctico y la postulación probatoria podrían no agotarse con los
relatos insinuados en las presentaciones preliminares, siendo posible darle cabida
a los denominados ‘hechos nuevos’ –nova reperta- y a los ‘hechos sobrevinientes’;
la delimitación entre éstos, a pesar de que en ciertas ocasiones puede ser abstracta
y resultar compleja, es imprescindible a los efectos de la debida (legítima) incorporación al litigio de estos acontecimientos novedosos. Por ello, haremos un breve
análisis preliminar sobre los hechos sobrevinientes, para luego dedicarnos a los
hechos nuevos que configuran el norte del presente ensayo.
2. Hechos sobrevinientes.
El hecho sobreviniente se encuentra normado en el art. 163 inc. 6° ap. 2º del
CPCCN y CPCCBA , y su acontecimiento faculta al juez a considerarlo al momento
de sentenciar, sin necesidad de que haya sido invocado por las partes como hecho
nuevo, aunque el mismo debe surgir del expediente (quod non est in actum, non
est in mundo).
Si bien la norma citada establece que se “podrá hacer mérito” de tales hechos
en la sentencia, ello no excluye el deber de analizarlos (se trata de un ‘poder-deber’).
Además, el art. 34 inc. 5º de dichos cuerpos legales le coloca como imperativo
al judicante, el de fundar las sentencias definitivas e interlocutorias bajo pena de
nulidad, respetando el principio de congruencia. Por su parte, el art. 36 inc. 4º del
CPCCN (según ley 25.488), le impone el deber de ordenar las diligencias necesarias para esclarecer la verdad de los hechos. Estos dos artículos, sumados al 163
inc. 6º ap. 2º ya citado, a nuestro criterio, “obligan” al juez a considerar los hechos
constitutivos modificativos o extintivos de oficio, sin importar que en este último
se mencione la locución “podrá” .
Como sucede con los hechos nuevos, los sobrevinientes también podrían
modificar ligeramente la demanda, pero nunca la contextura del objeto litigioso.
Así, por ejemplo, un pago advertido en la etapa probatoria podría servir de
fundamento para rechazar una demanda; o bien la jubilación de una persona que
reclamaba la reincorporación al cargo que ocupaba, valdrá como argumento para
dictar una sentencia que contenga una obligación de indemnizar y no de hacer. Pero
en ningún supuesto se altera esa base.
Obviamente que el hecho sobreviniente debe guardar vinculación con la materia
en debate, y a diferencia de lo que ocurre con relación al hecho nuevo, se puede
hacer valer o tener en cuenta en cualquier tipo de trámite contencioso o incidente.
Nos referimos a los juicios ordinarios, sumarios y sumarísimos, y también a los
ejecutivos y ejecuciones especiales.
3. Hechos nuevos
a) Concepto y delimitación. Nueva prueba. Los hechos nuevos son el conjunto de sucesos que se conectan con la demanda o contestación y la integran, sin
58
JUAN MANUEL HITTERS - ANDRÉS FERREIRO
transformarla2, llegando a conocimiento de las partes con posterioridad a la traba
de la litis, y además, tienen relación con la cuestión que se ventila en el litigio.
Así, en un juicio de daños y perjuicios derivado de un accidente de tránsito, la
actora denunció el fallecimiento de su hija como hecho nuevo y solicitó el aumento
de los rubros indemnizatorios3. En efecto, la hija de la accionante se encontraba
enferma antes del evento dañoso en el que fuera víctima su madre, y a consecuencia
de éste, su progenitora no le pudo brindar la atención adecuada. En el fallo, que hizo
lugar al hecho nuevo, se destacó –con buen tino- que guardaba relación directa con
la cuestión ventilada y que podía resultar útil para la resolución.
En un antiguo fallo (de 1979) se excluyó de esta categoría el dictado de nuevas
normas legales que no necesiten ser invocadas por las partes. Se dijo allí que, entre
los requisitos exigidos para la admisibilidad de los hechos nuevos, éstos deben
versar precisamente sobre ‘hechos’4.
Otros decisorios han distinguido entre “hechos nuevos” y “nuevas pruebas de
hechos ya alegados” (nueva prueba). En este entendimiento solamente aquél puede
ser invocado en primera o segunda instancia, en las oportunidades que el rito prescribe. La nueva prueba sobre hechos ya alegados en los escritos postulatorios; en
cambio, no puede ofrecerse en primera instancia, una vez vencido el plazo legal (arts.
333 del CPCCN y 332, 365, 484 y ccs. del CPCCBA), ni en la Alzada en aquellos
supuestos que no sean los previstos por el art. 255 CPCCBA5 (260 del CPCCN).
Las normas básicas que regulan el hecho nuevo son los arts. 260 inc. 5º
‘a’, 365 y 366 del CPCCN (arts. 255 inc. 5º ‘a’, 363 y 364 del CPCCBA).
b) Legitimación para deducirlos. Podrán invocar hechos nuevos ambas partes
y cualquier tercero que intervenga en el proceso.
Incluso, está facultado a hacerlo el rebelde, aún en la cámara de apelación6,
siempre que se trate de un evento acontecido o vislumbrado luego del plazo en que
debió contestar la demanda.
Cabe aclarar que, en la alzada, no sólo lo puede hacer el recurrente, sino
también el recurrido7.
c) Oportunidad para introducirlos. Distintas instancias y sistemas.
2
3
4
5
6
7
GOZAÍNI, Osvaldo A., Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires comentado
y anotado, Editorial La Ley, Tomo II año 2003, pág. 14.
Cám. Nac. Civ., Sala C, Capital Federal, Sent. del 07-06-2007, ‘Miguel c/ Empresa de Transporte Pedro
de Mendoza s/ Daños y perjuicios’, DJ del 07-11-07, 675.
Cám. Nac. Civ., Sala A, Capital Federal, Sent. del 29-03-1979, ‘Feito de Vanrell Mortonelli c/ Municipalidad de la Capital’, LL 1979-B, 424.
Cám. Civ. y Com. San Martín, Sala 2ª, causa 56.942, RSI-257-5, Interloc. del 09-08-2005, ‘AADI CAPIF
A.C.R. c/ Essential S.A. s/ Cobro sumario’.
HITTERS, Juan Carlos, Técnica de los recursos ordinarios, Librería Editora Platense, segunda edición
(actualizada con la colaboración de HERNÁNDEZ, Manuel O.), año 2004, pág. 478.
PALACIO, Lino E., op. cit., pág. 279.
59
LOS HECHOS NUEVOS EN EL PROCESO CIVIL Y COMERCIAL, NACIONAL ...
1) Procesos de conocimiento. Diferentes instancias y etapas. Los hechos
nuevos solamente resultan invocables en los procesos de conocimiento, especialmente en el tipo ordinario y sumario. Recordemos que en el código nacional, el
último trámite fue suprimido con la reforma introducida por la ley 25.488.
En los sumarísimos cierta tendencia actual se inclina por la permisibilidad8,
aunque no se pueden alegar en la alzada, dado que los recursos contra la sentencia
se conceden en relación, y además se generaría un inconveniente recursivo si éste
fuese rechazado en primera instancia.
Con respecto a la oportunidad de introducción, en el sistema nacional, y como
reza el art. 365 (según ley 25.488) del cuerpo ritual, es factible hasta cinco días
después de notificada la audiencia del art. 360 del mismo código. De este modo, el
iudex resolverá el planteo al celebrarse este acto9. En los sumarísimos –de estarse
por su admisibilidad-, habrá que hacerlo dentro del tercer día, en razón de la abreviación de los plazos (art. 498 inc. 3º del CPCCN)10.
En el código adjetivo bonaerense (art. 363) se pueden deducir hasta cinco
días después de anoticiada la providencia de apertura a prueba (aquí no existe la
audiencia preliminar). Para el juicio sumarísimo, el plazo será de dos días (art. 496
inc. 2º del CPCCBA).
En ambas leyes, se ha previsto que si los hechos surgieren o se conocieren
posteriormente a la traba de la litis, debe ocurrirse por la vía de los arts. 260 inc.
5° ‘a’ del CPCCN y 255 inc. 5° ‘a’ del CPCCBA. Es decir, dentro de los cinco
días de notificada la providencia del art. 259 del CPCCN (art. 254 del CPCCBA).
La potestad de la cámara para ingresar en el examen de los hechos nuevos,
además, es concordante con lo dispuesto por los arts. 163 inc. 6º y 277 del CPCCN11
(272 CPCCBA). Entendemos que debe tratarse de un proceso sumario u ordinario,
y que además, se haya recurrido la sentencia definitiva12.
8
COLOMBO, Carlos J. - KIPER, Claudio M., Código Procesal Civil y Comercial de la Nación anotado y
comentado, Editorial La Ley, T. IV año 2006, pág. 485.
9 El artículo 365 según ley 24.573 establecía que los hechos nuevos se podían alegar hasta 5 días después de
celebrada la audiencia del art. 360, por lo que el magistrado podía convocar a otra similar al solo efecto de
resolver tal circunstancia, convirtiéndose en un trámite engorroso y antieconómico. Doctrinariamente se
entiende que en dicha audiencia se fija definitivamente el objeto del proceso y se emite pronunciamiento
sobre los medios de prueba admitidos, razón que hace conveniente el tratamiento de los hechos nuevos
en esa oportunidad (MORELLO - SOSA - BERIZONCE, Códigos..., Tomo X-A, año 2004, pág. 750).
Lamentablemente, en el Código Procesal Administrativo de la Provincia de Buenos Aires (ley 12.008)
se ha tomado el modelo del art. 365 anterior del CPCCN (ley 24.573), pero sin permitir celebrar una
segunda audiencia preliminar (HITTERS, Juan Manuel, Medios de impugnación ordinarios en el nuevo
Código Contencioso Administrativo de la Provincia de Buenos Aires, publicado en Revista Jurisprudencia
Argentina, Suplemento de derecho Administrativo, 2004-IV del 03-11-04, pág. 73).
10 SANTIAGO, Alicia N., Hecho nuevo: ¿qué es y cuándo procede?, LL 1996-D, 354.
11 HITTERS, Juan Carlos, ob. cit., pág. 486.
12 Se concede libremente, conforme el art. 243 ap. 2º de ambos cuerpos adjetivos. Reiteramos que en Nación
se derogó el juicio sumario.
60
JUAN MANUEL HITTERS - ANDRÉS FERREIRO
2) Juicios ejecutivos. En los juicios ejecutivos (y ejecuciones especiales) no
se ha autorizado la incorporación de hechos nuevos, teniendo en cuenta que resultan
extraños a su esquema procesal13; aunque se han admitido si se tratare de incidentes
de nulidad emanados de este tipo de litigios, por considerarse una medida probatoria
que podría ser útil para dilucidar dicha cuestión14.
d) Imposibilidad de modificar el objeto litigioso. En cuanto a este asunto,
la Suprema Corte bonaerense ha establecido como frontera del hecho nuevo, la
imposibilidad de modificación del objeto de la pretensión, por cualquiera de sus
elementos: sujetos, causa y objeto15.
Otros tribunales han exteriorizado decisiones similares, indicando que la
invocación de nuevos hechos no entraña la inserción de una nueva pretensión, ni
la alteración objetiva de la ya interpuesta, sino el aporte de circunstancias fácticas
tendientes a confirmar o completar la causa de su pretensión16.
e) Requisitos según las instancias. Los hechos nuevos que se pretendan
introducir deben tener estricta relación con la cuestión planteada17, y es carga del
interesado acreditar tal punto de conexión.
El objetivo del instituto es que la controversia esté lo más actualizada posible
al momento de dictarse el fallo, y en ese sentido, se complementa con los hechos
constitutivos, modificativos o extintivos producidos durante el juicio18.
Estos mismos recaudos deben ser cumplimentados cuando el hecho nuevo se
articula en la alzada, sin perjuicio de observarse los enumerados en el art. 260 inc.
5 ‘a’ del CPCCN19 (255 inc. 5° ‘a’ del CPCCBA). Es preciso tener en consideración que si el hecho fue admitido por la contraria durante el período probatorio, en
principio, ya no resultaría idónea o necesaria la solicitud en esta instancia.
En primera instancia, el plazo máximo de los cinco días desde la notificación
de la audiencia preliminar (Nación) o de la apertura a prueba (Provincia de Buenos
Aires), corre individualmente para cada litigante. Para el sumarísimo nacional es
de tres días, mientras que para el bonaerense es de dos (con las salvedades antes
referidas).
13 Cám. Civ. y Com. II, Sala 1ª La Plata, causa 106.593, RSI-95-6, Interloc. del 23-05-2006, ‘Miranda c/
Llanos s/ Cobro ejecutivo’.
14 Cám. Nac. Com., Sala A, Capital Federal, Sent. del 22-10-1999, ‘San Juan y Solís Alvarez y Di Leva,
S.A. c/ Conti s/ Ejecutivo’, ED 187-293.
15 SCBA, causa L 90.750, Sent. del 07-09-2005, ‘Paéz c/ A.E.M.N.S.A. S.R.L. s/ Despido’.
16 Cám. Civ. y Com. La Matanza, Sala 2ª, causa 215, RSI-39-2, Interloc. del 30-04-2002, ‘Alonso c/ Britos
Baltazar s/ Daños y perjuicios’.
17 Cám. Civ. y Com. I, Sala 1ª Mar del Plata, causa 122.849, RSI-571-7, Interloc. del 17-05-2007, ‘Díaz c/
Ferraris s/ Reivindicación’; Cám. Civ. y Com. I, Sala 2ª La Plata, causa 215.559, RSI-830-93, Interloc.
del 10-12-1993, ‘Gonzalez Zanoni c/ Betti s/ Regulación de honorarios’.
18 Cám. Fed. Civ. y Com., Sala I, Capital Federal, Sent. del 06-06-2000, ‘Lamuraglia c/ Estado nacional y
otros’.
19 Cám. Nac. Com., Sala A, Capital Federal, Sent. del 10-09-1999, ‘Brosman c/ Bel Ray Arg. S.A.’, LL
2000-B, 239.
61
LOS HECHOS NUEVOS EN EL PROCESO CIVIL Y COMERCIAL, NACIONAL ...
Para su incorporación en la cámara, habrá que diferenciar el tipo de proceso.
Si se tratase de sumarios (provincia de Buenos Aires), el plazo para fundar el recurso (concedido libremente) a veces puede coincidir con el establecido para alegar
hechos nuevos. Aunque, dependiendo del criterio del tribunal, la fundamentación
de la apelación generalmente es por su orden, mientras que el plazo de la presentación de los nova reperta se computa individualmente desde la notificación de la
providencia del art. 254 del CPCCBA (símil 259 del CPCCN).
En el ordinario (para ambos), esta facultad también debe concertarse dentro el
quinto día, sin perjuicio de deber expresarse los agravios dentro del plazo de diez
días20 (arts. 259 y 260 primera parte del CPCCN; 254 primera parte y 255 primera
parte del CPCCBA).
Pero cuando la invocación de los hechos nuevos sea rechazada en primera
instancia, esa resolución será apelable con efecto diferido.
f) Puede ofrecerse todo tipo de prueba. Trámite. En la legislación nacional, el
hecho nuevo debe presentarse con el ofrecimiento de toda la prueba que lo abone21,
dándose traslado a la otra parte por el plazo de cinco días, quien podrá también
alegar otros hechos en contraposición, con el respectivo ofrecimiento probatorio
(art. 365 del CPCCN). Este traslado a la contraria y la posibilidad de incorporar
hechos, también se receptó en la Provincia de Buenos Aires22.
Dado que la alegación y sustanciación en primera instancia se debe realizar
siempre antes de la audiencia preliminar (art. 365 ap. 1º del CPCCN), será allí
cuando el juez deba resolver sobre la admisibilidad, y el proveimiento de todas las
pruebas del proceso, incluyendo las del hecho nuevo.
En el estado bonaerense (para todos los tipos procesales), y debido a que no
existe dicha audiencia preliminar, se puede suspender el plazo de prueba hasta la
resolución del hecho nuevo (art. 363 ap. 2º del ritual). De todos modos, es preciso
aclarar algunas circunstancias válidas para este último sistema.
En los litigios sumarios y sumarísimos provinciales, toda la prueba debe
ofrecerse en la demanda y contestación (484 ap. 2º y 496 ap. 2º del CPCCBA), y,
si se alegare un hecho nuevo también deberá ser complementado con su prueba en
el mismo escrito (arts. 363, 484 ap. 2º y 496 ap. 2º del CPCCBA).
Al ordenarse la iniciación de la etapa probatoria, muchos tribunales también
resuelven en el mismo acto sobre la admisibilidad y pertinencia de las ofrecidas.
Pero, el hecho nuevo ya pudo haberse alegado antes, o en su defecto, se podrá
incorporar hasta el quinto día desde la notificación de la apertura (y proveimiento)
de prueba. En este último supuesto habrá que suspender el plazo probatorio hasta la
20 Cám. Civ. y Com. I, Sala 2ª Mar del Plata, causa 135.844, RSI-546-6, Interloc. del 04-07-2006, ‘Gimenez
c/ Sedares s/ Disolución de Sociedad de Hecho’.
21 En el ordinario –y sumarísimo nacional- toda la prueba vinculada a la demanda y contestación debe
ofrecerse en dichas presentaciones, según el art. 333 del CPCCN (según ley 25.488).
22 Cám. Civ. y Com. I, Sala 1ª La Plata, causa 234.294, RSI-199-2, Interloc. del 14-05-2002, ‘G. c/ A. V. s/
Incidente de disminución de cuota alimentaria’.
62
JUAN MANUEL HITTERS - ANDRÉS FERREIRO
resolución, y en su caso, se ampliará el proveimiento incorporándose las probanzas
alegadas con el hecho nuevo y su contestación.
Continuando con esta clase de procedimientos, y si el juez sólo decreta la
apertura a prueba sin proveimiento, de alegarse hechos nuevos en el ínterin, sólo
habrá que diferir el proveimiento (y suspender los plazos) hasta que se sustancien
estas alegaciones, para luego resolver sobre la admisibilidad de todas las pruebas
en el mismo momento.
En el juicio ordinario bonaerense, al alegarse un hecho nuevo, sólo debe
acompañarse la documental con tal postulación. Por otra parte, una vez firme el
auto que decreta la apertura a prueba, comienza a correr el plazo de diez días para la
presentación de los respectivos cuadernos (arts. 369, 378 del CPCCBA), pudiendo
la contraparte manifestar –en la vista consecuente- acerca de la admisibilidad o
pertinencia de los medios ofrecidos23.
Si el hecho nuevo se arguyere por primera vez en la cámara de apelaciones
(en ambos códigos24) por haber ocurrido luego de la etapa permitida en primera
instancia, debe presentarse dentro de los cinco días de notificada la providencia
de los arts. 259 del CPCCN y 254 del CPCCBA, acompañado de toda la prueba25.
De dicha exposición, se dará traslado a la contraria por el plazo de cinco días
(arts. 261 del CPCCN y 256 del CPCCBA), quien también podrá ofrecer prueba
en su defensa; debiendo posteriormente resolverse la admisibilidad del hecho nuevo, y en su caso, el proveimiento de las pruebas en la alzada. A ello le seguirá la
producción de dichas probanzas26, y por último el llamamiento de autos (arts. 268
del CPCCN y 263 del CPCCBA) y la sentencia.
g) Recursos. Los arts. 366 del CPCCN y 364 del CPCCBA establecen que la
providencia que admitiere el hecho nuevo será inapelable, mientras que la que lo
rechazare será apelable en efecto diferido.
En los procesos ordinarios y sumarios, los recursos que se concedan con efecto
diferido deben fundarse en cámara, y en la oportunidad indicada en el inciso 1º
de los arts. 260 del CPCCN y 255 del CPCCBA. Sin importar el tipo de juicio,
el plazo de introducción de este memorial es de cinco días27, al igual que el de su
sustanciación (arts. 261 del CPCCN y 256 del CPCCBA).
23 Dado que ésta es la primera oportunidad en la que se exhiben el resto de las pruebas, porque con la demanda
y contestación sólo se debe agregar la documental (art. 332 ap. 1º del CPCCBA).
24 En la Nación sólo rige para el ordinario, y en la Provincia de Buenos Aires para el ordinario y sumario.
25 Reiteramos que la expresión de agravios del proceso sumario (Provincia de Buenos Aires) debe ser expuesta
dentro de los cinco días (en algunos tribunales es por su orden), pero ese plazo se extiende a diez días en
el ordinario (sólo para la expresión de agravios, dado que el hecho nuevo y las restantes posibilidades del
art. 260 del CPCCN y 255 del CPCCBA vencen a los cinco días sin importar el tipo procesal).
26 Para la producción de pruebas en la alzada, rigen los arts. 262 a 265 del CPCCN, y 257 a 259 del CPCCBA.
27 Estos cinco días corren individualmente y se cuentan desde la notificación del despacho del art. 259 del
CPCCN y 254 del CPCCBA (LOUTAYF RANEA, Roberto G., “Los hechos en el recurso de apelación”,
en: ‘Los Hechos en el proceso civil’, ob. cit., pág. 211).
63
LOS HECHOS NUEVOS EN EL PROCESO CIVIL Y COMERCIAL, NACIONAL ...
La particularidad es que aquí no se ofrece prueba al momento de fundar, en
atención a que la misma debió incorporarse en primera instancia al denunciar el
hecho nuevo, salvo su rechazo in limine en el ordinario bonaerense (donde el requirente sólo debió acompañar la documental).
En los procesos sumarísimos los recursos que se concedan con efecto diferido
también se fundan en la cámara. En estas circunstancias, y de admitirse la tendencia
favorable a la alegación de hechos nuevos, habría que transgredir los parámetros
habituales para abrir a prueba el hecho nuevo28, dado que en estos litigios no se ha
previsto una etapa demostrativa ante la alzada.
Con relación a los sumarios, y en función de la inapelabilidad general de todas
las providencias –art. 494 ap. 2º del CPCCBA-, ha aclarado la jurisprudencia que
el art. 255 inc. 5º ‘a’ del mismo código, permite el recurso expresamente29, criterio
que compartimos.
4. Conclusiones.
En los pasajes anteriores, hemos intentado delinear el contorno del instituto
motivo del presente trabajo, que tiene por finalidad el afianzamiento del principio
de economía procesal y la justicia del caso, es decir, el afianzamiento de la verdad
real sobre la meramente formal.
Resulta de significación para los operadores del derecho familiarizarse con el
concepto, trámite y límites del tópico en análisis, aún con sus fronteras no siempre
bien demarcadas.
Específicamente, en lo que respecta a las partes, el inadecuado aprovechamiento
de las posibilidades que brinda el mismo, puede implicar que cierto hecho quede
excluido del debate. En el mejor de los casos, podrá ventilarse dicha cuestión en otro
proceso; y como esquema más sombrío, no podrá incorporarse con posterioridad
o en otra litis, por haber transcurrido el hito preclusivo, haciendo cosa juzgada al
respecto.
Han sido la doctrina y la jurisprudencia las que han ido moldeando el rostro del
hecho nuevo, de conformidad al tipo de proceso, la instancia en la que se encuentre
el trámite, y –fundamentalmente- las particularidades del caso. Por ello, en ciertas
ocasiones no resulta tan sencillo generalizar, siendo, pues, la casuística la mejor
consejera, partiendo de la base de que en tales casos están siempre en juego dos
pilares del enjuiciamiento que deben ser adecuadamente balanceados: la preclusión
(seguridad), por un lado, y la justicia, por otro.
28 Pero sólo cuando hubiese sido denegado en primera instancia, dado que de ocurrir el hecho nuevo con
posterioridad, no puede alegarse en la alzada porque en los recursos contra sentencias definitivas concedidos
en relación se encuentra vedada esta facultad (ver punto ‘III.B.3’).
29 Cám. Civ. y Com. San Isidro, Sala 2ª, causa 95.350, RSI-84-4, Interloc. del 24-02-2004, ‘Salvador c/
Spotorno s/ Desalojo (Queja)’.
64
JUAN MANUEL HITTERS - ANDRÉS FERREIRO
También aquí, la estrategia procesal se instala en un puesto de privilegio para
que –buena fe mediante- los reclamos de las partes sean debidamente atendidos
por el órgano jurisdiccional. No olvidemos que desde la perspectiva de la teoría de
los valores, lo opuesto al orden no es el desorden, sino el ritualismo exacerbado
(disvalor), al que no debe llegarse con la excusa de la seguridad; una cosa es la
seguridad y la planificación ordenada y otra el ritualismo. Sostenía Bidart Campos
que la mera beatería de las formas perjudica el derecho de defensa del justiciable y
es una causa de inseguridad, pues también genera dilación de los procesos30.
30 DE LOS SANTOS, Mabel, “Los valores...” op., cit., con cita de KEMELMAJER de CARLUCCI, Aída,
“Seguridad y Justicia”, JA, 1993-I-814.
65
LOS OBSTÁCULOS QUE PRESENTA LA INTEGRACIÓN
SUDAMERICANA: LA IMPORTANCIA DE LOS
FACTORES ENDÓGENOS
Mariela S. Comas*
SUMARIO: 1. Introducción. 2. La integración como concepto multidimensional. 3. Los factores
exógenos: Una responsabilidad compartida. 4. Los factores internos: los verdaderos frenos a la
integración en el Cono Sur. 5. Coordinación política: el secreto del éxito o el fracaso en la integración. 6. A modo de conclusión. 7. Biografía.
1. Introducción
Cuando nos referimos a la integración latinoamericana, frecuentemente nos
embarga una sensación de desazón ya que muchas de las experiencias integracionistas en la región no han avanzado o se han diluido a lo largo de los años sin
alcanzar los resultados esperados. En ocasiones, América Latina es caracterizada
como una región heterogénea, y fragmentada por las grandes asimetrías culturales,
políticas y económicas que presenta. Sin embargo, en los últimos tiempos y a nivel
subregional, América del Sur ha demostrado una voluntad mayor de avanzar en
el camino hacia la integración, a diferencia de lo que ocurre en América del Norte.
No obstante, cuando indagamos en el tema, vemos que experiencias netamente
sudamericanas como el Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones (CAN) cayeron en el empantanamiento, el letargo y la ineficacia y que existe una sensación
de incertidumbre hacia el nuevo proceso denominado Comunidad Sudamericana de
Naciones (CSN) que se sustenta en la convergencia de los bloques anteriormente
mencionados, ante la clara posibilidad de que reproduzca los defectos de éstos.
*
Abogada. Mediadora. Miembro del Instituto de Integración Latinoamericana del Colegio de Abogados
de La Plata.
67
LOS OBSTÁCULOS QUE PRESENTA LA INTEGRACIÓN SUDAMERICANA: ...
Partiendo de esta observación de la realidad nos preguntamos por qué no hay avance en la integración subregional. ¿Inciden factores externos exclusivamente o las
causas se deben buscar en el ámbito interno? En este trabajo trataremos de analizar
estas cuestiones a fin de comprender por qué una región que parece querer apostar
a la integración, conforme lo demuestran los numerosos intentos, no ha logrado
avanzar en ese sentido.
2. La integración como concepto multidimensional
A efectos de enmarcar el presente trabajo es necesario definir el término integración. Diversas son las definiciones que se le ha dado al término desde diferentes ópticas y enfoques teóricos, siendo el denominador común en todas ellas la existencia
de un proceso: una concatenación de hechos, de etapas o pasos a seguir1. Partiendo
de esta base, nosotros entendemos que integración es el proceso de creación de un
espacio económico, político y social2. Es decir, cuando hablamos de integración,
nos referimos a un proceso muldimensional que no se acaba exclusivamente en las
vinculaciones económicas.
En la década del ‘90, los procesos de integración regional de América Latina
se construyeron alrededor del “regionalismo abierto”3 propuesto por la CEPAL
(Comisión Económica para América Latina). Conforme esta postura, se entendía
que la vinculación entre los países de la región debía basarse esencialmente en
acuerdos comerciales dirigidos a lograr rebajas arancelarias y la apertura de los
mercados nacionales al exterior. Para la CEPAL, la integración era un proceso
1
2
3
A modo de ejemplo seguidamente daremos algunas definiciones dadas por destacados autores para el
término integración: según DE VREE Johan se trata de un “proceso de formación y desarrollo de instituciones, a través del cual ciertos valores se distribuyen autoritariamente para un cierto grupo de agentes
o unidades políticas” (DE VREE, Johan K.(1972) Political Integration: The Formation of Theory and
Its Problems. Mouton and Co. La Haya-París, 11). Para HAAS Ernst, la integración es “el proceso por el
cual los actores políticos de varios ordenamientos nacionales distintos son persuadidos a desplazar sus
lealtades, expectativas y actividades políticas hacia un nuevo centro cuyas instituciones poseen o reclaman
jurisdicción sobre los Estados nacionales preexistentes” (Haas, Ernst (1966) Partidos Políticos y Grupos
de Presión en la Integración Europea. Instituto para la Integración de América Latina –INTAL–. Banco
Interamericano de Desarrollo –BID–. Buenos Aires, Argentina, 70). Bela Balassa da una definición enfocada en el ámbito económico al afirmar que “la integración económica es la abolición de la discriminación
entre unidades económicas pertenecientes a diferentes Estados nacionales” (Balassa, (1961) Teoría de la
Integración Económica, UTEHA México,1)
MELLADO, Noemí y GAJATE, Rita (1998) “La inclusión de las regiones en el Mercosur”, Aportes para
la Integración Latinoamericana, UNLP, La Plata, 4: 95
Es interesante un trabajo efectuado por BOTTO, Mercedes donde, a partir de comparar el modelo de
integración europea con el latinoamericano, caracteriza al regionalismo cerrado como aquel donde predomina la coordinación de las políticas macroeconómicas y la creación de instituciones supranacionales, y
al abierto como aquel en el cual la coordinación intergubernamental queda limitado a la libre circulación
de bienes entre los Estados sin crear instituciones supranacionales ni buscar compensar las asimetrías
existentes.(BOTTO, Mercedes (2002) Integración Regional en América Latina, trabajo presentado en el
Curso de formación de lideres juveniles en América Latina organizado por la Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales, Argentina, 4-6)
68
MARIELA S. COMAS
netamente comercial, con eje en el mercado, pero carente de propuestas de integración en otras áreas no menos importantes como son las áreas sociales, política,
migración o medioambiental. Estas carencias implicaron que el modelo resultara
insuficiente ya que la realidad demostró que continuaron subsistiendo las barreras
arancelarias, que no se crearon instituciones comunitarias derivando en inseguridad jurídica, y finalmente, no existió coordinación económica y de armonización
de políticas sectoriales ni mecanismos correctores de las asimetrías regionales.
En general, los procesos de integración comienzan con una primera etapa en la
que se desarrolla la dimensión económica para luego continuar avanzando sobre
las etapas ulteriores que abarcan las dimensiones sociales, culturales políticas y
ambientales. La integración sustentada sobre la lógica comercial exclusivamente
no puede progresar sin el elemento político necesario para consolidar el proceso.
Muchas veces se toma como referencia a la integración europea, y si bien no es un
modelo para Latinoamérica por las grandes diferencias entre una y otra región, se
señala que la UE tuvo como objetivo principal desde sus comienzos la integración
política, construyendo sólidos lazos mediante la integración económica, objetivo
en el que radica, entonces, el secreto del éxito del modelo.
Señala Roberto Bouzas que en América del Sur, este modelo netamente mercantil, comenzó a reverse luego de una serie de crisis económicas por la que atravesó la
región y, si bien las políticas de apertura no se han revertido en su totalidad, existe
en los estados sudamericanos una actitud de cautela hacia la liberalización que ha
sido expresada mediante distintas estrategias adoptadas por los países4.
3. Los factores exógenos: Una responsabilidad compartida
Se afirma que América del Sur se caracteriza por procesos integracionistas
que se encuentran en crisis o estancados. La incertidumbre y la confusión respecto
al futuro sobrevuelan lo referido a la integración sudamericana, a pesar de la existencia de una importante retórica gubernamental en su favor. Los escasos resultados
obtenidos se encuentran en cuestiones externas pero también internas.
Estados Unidos, a través de su política en Latinoamérica y, específicamente,
en el Cono Sur, suele ser el gran culpable en el imaginario de la sociedad y en ocasiones se lo considera un factor de desintegración en la región. El proyecto ALCA
(Área de Libre Comercio de las Américas) impulsado por EE. UU, que fracasó
en la IV Cumbre Presidencial de las Américas celebrada en el 2005 en Argentina,
ante la férrea oposición de los países del Mercosur y Venezuela – actitud liderada
por Brasil- viene a abonar esta postura. El ALCA es percibido como un proyecto
estratégico y hegemónico de Estados Unidos para consolidar su dominación sobre
América Latina y el Caribe, ampliar sus fronteras económicas, asegurarse un mercado cautivo y reducir de forma indefinida a los países del continente a la condición
4
BOUZAS, Roberto y ot. (2007) “Crisis y perspectivas de la integración sudamericana”, Foreign Affairs
en Español, 4: 1-2
69
LOS OBSTÁCULOS QUE PRESENTA LA INTEGRACIÓN SUDAMERICANA: ...
de meros productores de materias primas y fuentes de mano de obra barata. Sin
embargo, lejos de darse por vencido, ante las reticencias hacia el ALCA, Estados
Unidos, en un giro de su política en la región, adoptó el bilateralismo como instrumento de su política comercial, celebrando de esta forma, negociaciones y acuerdos
con países en forma particular. Es indudable el gran impacto regional que causó
la implementación de esta política, con consecuencias en el seno de los bloques
subregionales. En relación a la CAN5, se están negociando acuerdo preferenciales
con Perú, Colombia y Ecuador, en una estrategia que excluye a Bolivia, hoy
más cerca del Mercosur, y a Venezuela que solicitó su incorporación como socio
pleno del Mercado Común del Sur. Por su parte, la posibilidad de negociación de
acuerdo entre EE. UU con Uruguay y Paraguay ha generado malestar en los socios
mayores, Argentina y Brasil.
La firma de acuerdos de libre comercio por parte de Estados Unidos es un
factor central para el futuro de la integración sudamericana. Su papel en la región
puede contribuir, como factor exógeno, a obstaculizar el avance en la integración
subregional. Sin embargo, nosotros entendemos que este factor, así como cualquier
otro factor externo, sólo puede influir frenando la integración, en la medida en que
la existencia de factores endógenos o intraregionales generen las condiciones necesarias para que esto suceda. Creemos que las verdaderas causas que obstaculizan
el avance de la integración sudamericana, se encuentran en los factores internos.
4. Los factores internos: los verdaderos frenos a la integración
en el Cono Sur
Existe en la actualidad la tendencia a reconocer que las causas que obstaculizan
la integración en América Latina, y por lo tanto en el Cono Sur como subregión
que es, se encuentran principalmente en el seno mismo de la región, y que no
corresponde, por lo tanto, atribuir la culpa única y exclusivamente a factores extra
regionales, como lo han hecho en repetidas ocasiones los Estados en un intento de
deslindar su correspondiente responsabilidad, endilgando de algún modo la culpa a
un contexto internacional poco favorable o a las políticas de las grandes potencias
en la región, en especial a Estados Unidos, entre otros. Nosotros nos centraremos
en aquellos factores endógenos que a nuestro criterio constituyen los principales
obstáculos a la integración sudamericana porque conllevan a la ausencia o falta del
elemento necesario en todo proceso de integración que es la coordinación política
5
Ya anticipaba JAGUARIBE Helio, meses antes de la celebración de la Cumbre de Presidentes celebrada en 2005, que muchos de los países andinos estaban a favor del ALCA y que Brasil y Argentina no
podrían disuadirlos de adherirse al proyecto norteamericano (JAGUARIBE, Helio (2005) “ El proyecto
sudamericano”, Foreign Affairs en español 2: 80-81
70
MARIELA S. COMAS
a- La preeminencia de los intereses nacionales
El predominio de los intereses nacionales sobre los intereses regionales constituye un freno en el avance de los procesos iniciados en el Cono Sur. Una muestra
de ello, es por ejemplo, el impulso que le dio Brasil a la constitución de la CSN.
La causa de esta iniciativa radica en las aspiraciones brasileras de liderazgo6 en
Sudamérica, rol que, a su vez, constituye un trampolín a nivel internacional, ya que,
impulsando la convergencia de la CAN y el Mercosur mediante la CSN, obtendría
el apoyo regional necesario para su mejor inserción internacional. No obstante esta
postura ha generado suspicacias por parte de los países miembros del Mercosur, en
especial con Argentina, y Venezuela, países que no ven con buenos ojos la estrategia
brasilera. A su vez Brasil ha promovido la Infraestructura Regional de Sur América
(IIRSA)7, en varios casos financiando sus obras, para asegurar vías de salida a sus
productos hacia el Pacífico. Pero a pesar de este aparente impulso a la integración,
Brasil, en aras del interés nacional ha insistido en mantener al Mercosur como un
acuerdo intergubernamental, sin aceptar normativas supranacionales y a nivel comercial, prefiere el libre comercio que una integración más profunda. Igual postura
mantuvo ante la constitución del CSN pues entiende que la profundización política
e institucional de la integración desembocaría en una limitación de la soberanía
nacional brasilera. También podemos referirnos a Argentina, país que durante la
década del 90 prefirió mantener “relaciones carnales” con los Estados Unidos pero
que ante la crisis económica del 2001 dio un giro en su política acercándose a Brasil.
Otro ejemplo se encuentra en el acercamiento de Uruguay a Estados Unidos en los
últimos tiempos, tentado por este último, para firmar un tratado de libre comercio,
al sentirse, como socio menor del bloque, en desventaja competitiva y favoreciendo
la situación, la pelea por las pasteras con Argentina.
Los intereses nacionales y los problemas coyunturales intraestatales han predominado a lo largo de los años en el seno de los diferentes intentos integracionistas
en el Cono Sur, dejando de lado a los intereses regionales, los cuales resultan prioritarios cuando se forma parte de un proceso de integración a pesar de la extensa
6
7
Una opinión al respecto sostiene que un liderazgo brasileño exitoso depende de la capacidad del gobierno
para coordinar el nivel interno y regional a fin de construir un conjunto de iniciativas cooperativas, aceptadas
por la sociedad brasileña como por los socios regionales. Asimismo considera que actualmente no están
dadas las condiciones para que Brasil ejerza ese liderazgo debido a la escasa aceptación de la sociedad
brasileña a asumir los costos derivados del ejercicio de ese liderazgo, lo que dificulta la coordinación
interna; así como la existencia de otras alternativas de cooperación, las asimetrías entre Brasil y los demás
países y la poca predisposición a incluir en la agendas domésticas temas regionales y de política exterior
por parte de los países sudamericanos, cuestiones que dificultan la coordinación regional. (SOARES DE
LIMA, Maria Regina, (2007) “ Brasil en América Latina. Liderazgo Regional en América del Sur”, Foreign
affairs en español, 4: 1-3)
En el año 2000 Brasil convocó en Brasilia a la Primera Cumbre de Presidentes sudamericanos donde se
dio origen a la IIRSA para la movilización de recursos y la cooperación para la construcción de ejes multinacionales de integración y desarrollo, facilitando la conexión y la disminución de costos comerciales.
En la misma cumbre se presentó la idea, a instancias de Brasil, de una integración “sudamericana” en
lugar de una integración “latinoamericana”, hasta ese momento, la idea tradicional prevaleciente.
71
LOS OBSTÁCULOS QUE PRESENTA LA INTEGRACIÓN SUDAMERICANA: ...
retórica en su favor. Esto ha ocasionado que no se logren los consensos políticos
necesarios para impulsar la integración y ha llevado a que diferentes experiencias
integracionistas hayan terminado estancadas.
b- La falta de una visión integracionista
La ausencia de una visión integracionista en la región es otra de las causas
a analizar. La podemos definir como aquella noción de unidad, en un marco de
equidad y cooperación mutua, caracterizada por una marcada convicción en ese
sentido, y que constituya el eje principal sobre el cual se asiente cualquier proceso
integracionista, para superar los problemas internos y externos que se presenten.
A nivel intraestatal esta ausencia se observa en la falta de proyectos nacionales
con proyección regional que permitan construir espacios integracionistas desde el
interior hacia el exterior, incorporando a la agenda política interna de los países,
cuestiones regionales de forma tal de asegurar la participación de la sociedad y su
concientización. Y a nivel regional, surge claramente esta falta cuando vemos que
los procesos de integración se intentan construir sobre la base de bilateralismos; y
que son procesos que se caracterizan, a su vez, por una excesiva retórica integracionista pero que en verdad se asientan sobre la base de la simple unión de voluntades
presidencialistas negándoseles la posibilidad de contar con un marco institucional
que fortalezca el proceso y le dé continuidad.
c- El nacionalismo
Según Stéphan Sberro y Jordi Bacaria Colom la diferencia fundamental entre
el modelo de integración europeo y el modelo latinoamericano radica en dos elementos: la institucionalidad fuerte y la sesión de soberanía, elementos inexistentes
en el modelo latinoamericano8 debido principalmente, volviendo a lo que decíamos
al tratar el primer factor, a que no existe un interés común que trascienda los intereses nacionales, que son en general, coyunturales pero también a la existencia de
un excesivo nacionalismo en la región. Entendemos al nacionalismo como aquella
doctrina o práctica política que propugna como valor fundamental, entre otros, la
preservación de los rasgos identitarios y la independencia en todos los órdenes,
y que se sustenta sobre la base del principio de soberanía nacional. En razón del
nacionalismo, subyacente en el inconciente de los Estados de la región, canalizándose a través de la formulación de la política exterior, éstos no han cedido la cuota
mínima de soberanía necesaria a favor de organismos supranacionales, obstaculizando la construcción de instituciones fuertes e independientes que fortalecieran
la integración. Asimismo y en virtud de él, podemos comprender el por qué de
la adopción de determinadas medidas de neto corte nacionalista por parte de los
Estados, que terminan dificultando concesiones y coordinación entre países. En el
8
SBERRO, Stéphan y BACARIA COLOM, Jordi (2002), “La integración de América Latina. Entre la
referencia europea y el modelo estadounidense”, Foreign Affairs en español, 2:1
72
MARIELA S. COMAS
Mercosur este factor permite explicar las razones por las cuales no se construyen
instituciones fuertes, sino que se insiste en mantener un modelo intergubernamental,
sin instituciones supranacionales y sin ceder la cuota necesaria de soberanía para
sostener el proceso. En este caso, Brasil y Argentina son los principales promotores
de este modelo que, en definitiva, resulta insuficiente e ineficiente para profundizar
la integración, postura que también es aceptada por los socios menores del bloque,
Paraguay y Uruguay, que son reticentes a la cesión de soberanía. Este factor subyace, así mismo, en la construcción de la Comunidad Sudamericana de Naciones
al establecerse en la Declaración de Cuzco que se implementará sobre “la base de
la institucionalidad existente”9, manifestación que lleva a preguntarse cómo puede
avanzar un proceso de integración carente de instituciones propias.
5. Coordinación política: el secreto del éxito o el fracaso en la
integración
Al comienzo del presente trabajo hicimos hincapié en la necesidad de que
todo proceso se asiente sobre bases políticas, como elemento determinante del
éxito o fracaso de cualquier proceso de integración. Todos los factores internos a
los cuales nos referimos llevan a dificultar la coordinación política. La ausencia de
coordinación política no es un factor interno más que frena la integración. Nosotros
entendemos que se trata de una consecuencia de la existencia de los factores que
mencionamos anteriormente. Y la definimos como la armonización de los medios y
esfuerzos para desarrollar una acción en común, elemento absolutamente necesario
para el progreso de cualquier experiencia integracionista. Las políticas deben ser
el resultado de un consenso entre los actores involucrados, deben existir acuerdos
sobre el “qué” y el “cómo”, caso contrario las políticas corren el gran riesgo de
quedarse en iniciativas10 y en mera retórica. Estos elementos son decisivos a la hora
de la ejecución, que se traduce en el progreso de cualquier proceso de integración.
En Sudamérica, la preeminencia de los intereses nacionales por sobre los
regionales, a ausencia de una visión integracionista y el nacionalismo existente no
permiten el desarrollo de la coordinación política que se necesita para el avance de
un proceso integracionista y su consolidación. Las experiencias integracionistas
en el Cono Sur carecen de este elemento y se quedan estancadas en el objetivo
comercial que les dio origen. En definitiva, podemos afirmar que la ausencia de
coordinación política en la construcción de los esquemas integracionistas impide
la integración sudamericana.
9
Declaración de Cuzco. II Cumbre Presidencial Sudamericana. 8 de diciembre de 2004. Texto Oficial.
Capitulo I, párrafo 3º. www.comunidadandina.org
10 RAMIREZ, Juan Carlos y PENÁOSLA; María Cristina (2006) La coordinación en las políticas públicas.
Elementos e institucionalidad, trabajo presentado en el marco de la Reunión de Expertos organizada por
la CEPAL, 2-3
73
LOS OBSTÁCULOS QUE PRESENTA LA INTEGRACIÓN SUDAMERICANA: ...
6. A modo de conclusión
Se tiende a no asumir responsabilidades a la hora de analizar los por qué
de los pocos resultados en las diferentes experiencias integracionistas, buscando
excusas en cuestiones externas, ajenas a los Estados y a la región. Es cierto que
existen factores externos que influyen, pero no menos cierto es que la medida de la
influencia está dada por la fortaleza de los procesos. Y esta fortaleza se construye
desde el seno mismo del proceso de integración de que se trate. Los factores internos
son la clave, son los verdaderos obstáculos a superar, y en la medida en que no se
trabaje para superarlos cualquier iniciativa integracionista no encontrará su curso.
La realidad internacional nos muestra que un Estado solo, de forma unilateral, no
puede desarrollarse e insertarse en un mundo globalizado, mucho menos si se trata
de países subdesarrollados: Tenemos que apostar a la integración, convencidos de
que la unión mediante una integración multidimencional con una fuerte coordinación política, es lo que permitirá a Sudamérica emerger y encontrar su lugar en
el plano internacional.
7. Bibliografía
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los modelos regionales y ausencia de certidumbre en La integración latinoamericana. Visiones regionales y subregionales, ROJAS ARAVENA, Francisco y
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Sitios Consultados
Comunidad Andina de Naciones (CAN) www.comunidadandina.org
75
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS
COLECTIVOS
(Requisitos, alcances de la cosa juzgada e impugnación
de acuerdos homologados en acciones de clase)
Leandro J. Giannini *
“El proceso por el que se arriba a un acuerdo … es una caja negra,
estructuralmente impermeable a un análisis ilustrado desde el exterior”
(Geoffrey C. Hazard Jr.)1
SUMARIO: 1. Introducción. 2. Particularidades de la transacción en los procesos colectivos.
3. Transacción colectiva y alcances subjetivos de la cosa juzgada. a. Introducción. b. Cosa juzgada colectiva. Modelos comparados. c. Los regímenes de cosa juzgada colectiva en Argentina.
4. Requisitos para arribar a una transacción en un proceso colectivo. a. Necesidad de un análisis
riguroso de la representatividad adecuada del legitimado colectivo. Quid de la intervención del
Ministerio Público. b. Examen del contenido. Parámetros objetivos para la homologación de
la transacción. c. Posibilidad de notificación del contenido básico del acuerdo a los integrantes
del grupo. d. Posibilidad de consagrar un régimen específico de autoexclusión (‘opt out’) de los
integrantes del grupo. 5. La transacción en los procesos colectivos y los regímenes de mediación
previa obligatoria. 6. Impugnación de acuerdos transaccionales irregulares. 7. Conclusiones.
*
1
Abogado (UNLP), Profesor Adjunto Ordinario de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la
Universidad Nacional de La Plata.
“The settlement process is therefore a black box, structurally impervious to enlightened scrutinization
from without” (HAZARD Jr., Geoffrey C., “The settlement black box”, 75 Boston University Law Review
1257 [1995], esp. p. 1272).
77
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
1. Introducción.
El estudio de los procesos colectivos ha arribado en nuestro país a un grado
de madurez que se distingue claramente respecto del estado de avance parcial que,
en paralelo, evidencian las concreciones legislativas en la materia.
En efecto, desde hace décadas, y especialmente a partir de la feliz introducción
de la categoría de los “derechos de incidencia colectiva” con la reforma constitucional de 19942, la doctrina ha desarrollado progresivamente un corpus calificado
de contenidos fundamentales para el estudio adecuado de la problemática de estos
mecanismos de enjuiciamiento grupal. Sin embargo, la legislación sigue manteniendo una tendencia fragmentaria en la materia, que se exhibe especialmente:
I) al avanzar, sin vocación de sistema, sobre la reglamentación de algunos de sus
aspectos controvertidos (típicamente: la enunciación de los sujetos legitimados
para accionar colectivamente o la previsión de algunas variantes de regulación de
los alcances subjetivos de la cosa juzgada), descuidando otros temas relevantes
(vg., la representatividad adecuada, la litispendencia, la interacción de las acciones
colectivas e individuales, etc.); II) al continuar sancionando normas relativas al
trámite de este tipo de conflictos en cuerpos normativos aislados por materia (vg.,
leyes de Defensa del Consumidor o del Medio Ambiente; leyes de Amparo, etc.),
desconociendo la regla de buena técnica legislativa que impone simplificar, en la
medida de las posibilidades, los instrumentos de tutela, cuando no existen razones
de peso que justifiquen un trato dispar entre controversias que comparten cualidades
análogas, como en gran medida ocurre con los procesos colectivos.
Es hora entonces de avanzar hacia la concreción de cuerpos sistemáticos destinados a la reglamentación de la totalidad de los problemas relevantes que presentan
de los procesos colectivos en cualquiera de sus manifestaciones (defensa de derechos
civiles, económicos, sociales y culturales; del medio ambiente; del consumidor; etc.).
Ahora bien, hasta que dicha aspiración tenga recepción en nuestro medio, corresponde seguir avanzando en el estudio de los diversos aspectos que componen la
rica temática de las controversias de grupo. Una de dichas facetas es precisamente la
que motiva estas líneas, esto es, la problemática de las transacciones en los procesos
colectivos, a la que nos abocaremos a continuación.
2
Se trata de una noción en constante evolución, cuyos alcances precisos no es menester abordar en el
presente, atento a los límites de la exposición, bastando con señalar que comprende todas aquellas prerrogativas que pertenecen divisible o indivisiblemente a una pluralidad relevante de sujetos, desbordando,
por sus especiales cualidades, los tradicionales mecanismos de enjuiciamiento grupal (vg., intervención
de terceros, litisconsorcio). Remitimos a lo expresado en: GIANNINI, Leandro J., La tutela colectiva de
derechos individuales homogéneos, Platense, 2007, pp. 29-65; íd., “Tipología de los derechos de incidencia
colectiva”, en Libro de Ponencias Generales y Trabajos Seleccionados, La Ley, 2005, pp. 40 y ss.; íd.,
“Los procesos colectivos y la tutela de derechos individuales homogéneos Los problemas que suscita la
noción de “derechos de incidencia colectiva”, LL 2008-A-97 y la doctrina sobre el punto, allí citada.
78
LEANDRO J. GIANNINI
2. Particularidades de la transacción en los procesos colectivos.
La necesidad de discutir este modo “anormal” de terminación del proceso (y
de extinción de los derechos y obligaciones debatidos en el mismo), se deriva de
ciertas peculiaridades de los litigios colectivos, que se transfieren a la transacción
y que le imponen algunas modalidades específicas para acordarles plena eficacia.
La principal nota distintiva de los litigios de grupo, que tiene directa repercusión
en el tema al que dedicamos estas líneas, es la “representación” atípica que asume
el legitimado colectivo, quien se encuentra autorizado legalmente a gestionar los
derechos y defensas de personas que no le dieron poder alguno para hacerlo.
Debe, de todos modos, formularse una advertencia liminar en este punto. No
corresponde caer en la tentación de considerar que, la sola circunstancia de que un
proceso adopte esta forma y le asigne protagonismo fundamental a un sujeto que
actúa muchas veces ante el desconocimiento absoluto por parte del afectado, impida
a aquél arribar a un acuerdo transaccional oponible a todo el grupo3.
Así como el proceso colectivo puede concluir con una sentencia de efectos
extensivos a la totalidad de los afectados (con las excepciones que cada ordenamiento impone a dicho impacto pluri-subjetivo), del mismo modo la transacción (que
homologada posee los mismos efectos que una sentencia de mérito, al transformar
a las cláusulas del acuerdo en la norma jurídica particular que regirá la conducta
de las partes) puede lograr válidamente tal virtualidad expansiva.
Las potestades “extraordinarias” de representación que se le confieren al legitimado colectivo, por ende, no son un óbice para la celebración de acuerdos en esta
clase de litigios. Lo que ocurre es que, al igual que en la totalidad del desarrollo del
proceso, debe controlarse que el ejercicio de dicha representatividad sea adecuado,
es decir, que sea vigoroso, probo, propio de quien tiene condiciones personales,
profesionales, financieras, etc., suficientes para garantizar una apropiada defensa de
dichos intereses4. Incluso puede sostenerse que la inspección de dicha adecuación
en el desempeño del litigante grupal, se hace más estricta ante una propuesta de
acuerdo, por tratarse de un acto de disposición procesal de virtualidad concentrada
e inmediata.
3
4
V., a título comparativo, la discusión en torno a la posibilidad de arribar a una transacción en un proceso
colectivo en el derecho brasileño, en el que también se ha replicado dicho debate a propósito de la calidad que asume el representante del grupo en esta clase de litigios, en GOMES JUNIOR, Luis Manoel,
Comentario al art. 11 del Código Modelo de Procesos Colectivos para Iberoamérica, en VVAA [GIDI,
Antonio – FERRER MAC-GREGOR, Eduardo: coord.], Código Modelo de Procesos Colectivos. Un
diálogo iberoamericano, Porrúa, México, 2008, pp. 187-189.
Hemos desarrollado la problemática de la representatividad adecuada en GIANNINI, Leandro J., “La
representatividad adecuada en los procesos colectivos”, en VV.AA., Procesos colectivos (Oteiza, E.:
coord.), Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2006, pp. 179-214; v. asimismo, para el estudio de este recaudo de
los procesos colectivos en nuestro ordenamiento: OTEIZA, Eduardo - VERBIC, Francisco, “La representatividad adecuada como requisito constitucional de los procesos colectivos. ¿Cuáles son los nuevos
estándares que brinda el fallo ‘Halabi’?”, JA 10-III-2010.
79
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
He aquí la nota central que distingue a las transacciones en los procesos colectivos como fenómeno particularizado: la cualidad especial o atípica que reviste
la legitimación grupal hace que, a diferencia de lo que ocurre en los procesos tradicionales (de Ticio, Cayo y Sempronio), no sólo tenga que analizarse en cada caso
la presencia de cuestiones que afecten el orden público (arts. 308, CPCN; 833, 842
a 849 y ccs., Cód. Civ.), sino que, además, deba revestirse al acto de formalidades
y recaudos específicos destinados a verificar que el acuerdo sea justo para el grupo5, por haber sido el fruto de una negociación seria, efectiva, proba y enérgica de
quien se encuentra habilitado legalmente para estar en juicio en representación
del conjunto de los afectados.
Queda entonces claro que existe un dato común entre los recaudos de validez
de los convenios transaccionales que nutren el sistema tradicional de enjuiciamiento
civil y los que pueden celebrarse en los procesos colectivos: en ambos casos debe
verificarse que los derechos sobre los que versa el acuerdo tengan un objeto permitido, sin recaer sobre prerrogativas que se encuentren fuera del comercio ni alterar
el orden público. En los litigios grupales, sin embargo, existe un problema adicional, diverso al anterior y ajeno a las preocupaciones ordinariamente presentes a la
hora de homologar una transacción sobre derechos disponibles a título individual:
la necesidad de verificar la equidad del acuerdo mediante un análisis complejo
de sus cláusulas, de los antecedentes de la contienda y de la representatividad del
legitimado.
Previo a analizar cuáles serían los recaudos necesarios para procurar un acuerdo
equilibrado, justo y efectivo, cabe formular una precisión necesaria en torno a los
alcances de la res judicata en los procesos colectivos, piso de marcha sin el cual
no puede explicarse el régimen vigente en nuestro país en torno a la problemática
en cuestión.
3. Transacción colectiva y alcances subjetivos de la cosa juzgada.
a. Introducción.
Sabido es que de acuerdo con el régimen general aplicable a la transacción,
la homologación del acuerdo extintivo produce efectos de cosa juzgada para las
partes (art. 850, Cód. Civ.).
En los procesos colectivos, la explicada cualidad excepcional del legitimado,
cuyo obrar tiene efectos expansivos sobre el grupo de personas que comparten un
5
La jurisprudencia norteamericana se apoya fundamentalmente en el estándar de la “justicia”, “razonabilidad” y “adecuación” del acuerdo para su aprobación, siguiendo la previsión de la Regla Federal 23(e)
(2) (v. TIDMARSH, Jay, Mass tort settlement. Class actions. Five case studies, Federal Judicial Center,
1998, esp. p. 6, donde señala el autor que todas las Cortes de los casos que fueran el objeto de su trabajo
de campo han usado alguna variante del test aludido: “All the Courts used some variant of the ‘fair,
reasonable and adequate’ test to measure the settlement’s fairness”).
80
LEANDRO J. GIANNINI
interés común, hace necesario re-interpretar aquella previsión. Es que, respecto del
polo de la relación procesal representado colectivamente, la “parte” sobre la que
la transacción produce efectos de cosa juzgada, es el grupo (vg., los usuarios del
servicio telefónico; los portadores de HIV, etc.) y no sólo el litigante que celebra la
transacción (vg., el Defensor del Pueblo; la ONG impulsora de la tutela requerida).
Por lo que, adaptando la letra del art. 850 del Código Civil a las particularidades del
proceso colectivo y al régimen de cosa juzgada al que haremos referencia a continuación, la previsión podría ser reformulada del siguiente modo: “La transacción
homologada tiene para el grupo la autoridad de la cosa juzgada”.
Por consiguiente, el quid a dirimir inmediatamente es el alcance que posee
la res judicata en este tipo de litigios, de modo de terminar de conocer la regla de
vinculatoriedad subjetiva de la sentencia homologatoria, en la variante de acuerdo
transaccional que aquí se examina.
No es éste el lugar de revisar in extenso la totalidad de la problemática de la
cosa juzgada colectiva6, ese verdadero “mecanismo de relojería” al que se refería
Morello7, fundamental en cualquier diseño de enjuiciamiento grupal. Sin embargo,
debemos trazar algunas líneas centrales en la materia, sin las cuales es imposible
explicar adecuadamente el impacto que posee la transacción sobre el grupo, en
una litis de estas características. Siendo que, como fuera adelantado, este modo de
extinción posee efectos de cosa juzgada y que, en su variante colectiva, los alcances de dicha res judicata se expanden al grupo del mismo modo que la sentencia
definitiva, resulta necesario saber la manera en que dicha regla de vinculatoriedad
subjetiva ha sido regulada en nuestro medio.
6
7
La bibliografía sobre el punto es extensa, permitiéndonos remitir a los siguiente sautores para una visión
amplia del tema en el derecho comparado y nacional: BARBOSA MOREIRA, José C., “A ação popular
do direito brasileiro como instrumento de tutela jurisdiccional dos chamados interesses difusos”, en
Temas de Direito Processual, Saravia, 1977, pp. 110-123; GIDI, A., Coisa julgada e litispendência em
ações coletivas, Sao Paulo, Saravia, 1995; íd., Class Actions in Brazil. A model for civil law countries, en
American Journal of Comparative Law, vol. LI, 2003, n° 2, pp. 384 y ss.; íd., “Cosa Juzgada en acciones
colectivas”, en GIDI, A. - FERRER MAC-GREGOR, E. (coord.), La tutela de los derechos difusos colectivos e individuales homogéneos. Hacia un código modelo para Iberoamérica, Porrúa, México, 2003, pp.
261 y ss.; PELLEGRINI GRINNOVER, Ada, Código Brasileiro de defensa do consumidor comentado
pelos autores do anteprojeto, Río de Janeiro, 6º ed., 1999; íd., “Ações coletivas Iberoamericanas: Novas
questões sobre a legitimação e a coisa julgada”, Rev. Iberoamericana de Derecho Procesal, año I, nº 1
(2002), p. 11-27; CASTRO MENDES, Aluisio G., Ações coletivas no direito comparado e nacional, Ed.
Revista dos Tribunais, 2002, pp.262-264; HITTERS, Juan C., Alcances de la cosa juzgada en los procesos
colectivos, en LL del 24 de octubre de 2005, p.1; VERBIC, Francisco, Procesos colectivos, Astrea, 289323; MAURINO, Gustavo - NINO, Ezequiel - SIGAL, Martín, Las acciones colectivas, Lexis Nexis, Bs.
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MORELLO, Augusto M., “Los procesos colectivos (el Anteproyecto para Iberoamérica de los colegas
brasileños)”, en VVAA (Gidi – FERRER MAC GREGOR), La tutela de los derechos difusos colectivos
e individuales homogéneos…, ob. cit., p. 336.
81
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
b. Cosa juzgada colectiva. Modelos comparados (EEUU – Brasil).
La regulación de los alcances de la res judicata en esta clase de litigios importa
siempre la búsqueda de una solución armónica o de equilibrio entre dos objetivos
que tradicionalmente se hallan en tensión en esta materia: por un lado, la necesidad
de concentrar el enjuiciamiento de pleitos colectivos o seriados, a través de la extensión vinculante de la sentencia al grupo afectado por una misma problemática;
y, por el otro, la exigencia de preservar la garantía del debido proceso de los sujetos que no participaron personalmente del pleito, reconociendo –en determinadas
circunstancias- la posibilidad de debatir nuevamente el asunto.
Dicho balance ha sido afrontado en diversas latitudes, imperando, como
modelos de estudio, dos grandes sistemas, en los que se han buscado remediar de
diversa manera las posibles alteraciones de la garantía del debido proceso que se
producirían ante una extensión erga omnes automática e ilimitada de los efectos
de la sentencia colectiva, en perjuicio de los afectados que no formaron parte de la
litis. Nos referimos al modelo de las class actions norteamericanas y a las acciones colectivas brasileñas, receptadas fundamentalmente en el Código Modelo de
Procesos Colectivos para Iberoamérica.
¿Cómo han hecho dichos cuerpos normativos más reconocidos, para compatibilizar aquellos dos objetivos en pugna a los que nos hemos referido supra, es
decir, la aspiración de concentración mediante una sentencia extensiva y vinculante
por un lado, y, por el otro, la preservación del due process of law, reconociendo en
alguna medida la posibilidad de accionar nuevamente el asunto?
1) En el modelo de las class actions norteamericanas, el balance parece inicialmente inclinado hacia la búsqueda de la celeridad, eficiencia y concentración
del proceso colectivo, procurando que, en lo posible, el litigio sobre las cuestiones
comunes se definan por única vez, con carácter inmutable, independientemente del
resultado de la litis.
En efecto, la vinculatoriedad de la decisión final del pleito se extiende en
dicho sistema a favor y en contra de los miembros de la clase, razón por la cual el
legislador ha previsto determinadas herramientas tendientes a evitar que alguien se
vea injustamente privado de sus derechos sin la concurrencia de su voluntad. Entre
ellas, el sistema de notificación de los miembros ausentes del grupo8, el derecho
–en determinado tipo de acciones- al opt out9 y el estudio de la representatividad
adecuada, al que ya nos hemos referido (y sobre el que volveremos más adelante).
Recaudos que se replican sustancialmente en el caso de extinción de la litis por
transacción (Federal Rule 23[e]10).
8
“… best notice practicable under circumstances” –la mejor notificación practicable según las circunstancias - (Regla Federal 23, c.2])
9 “the judgment, whether favorable or not, will include all members who do not request exclusion” –la
sentencia, sea o no favorable, incluirá a todos los miembros que no requieran exclusión- (Regla Federal
23, c.2.B])
10 Para un mejor estudio comparativo del instituto examinado, transcribimos a continuación el texto completo
82
LEANDRO J. GIANNINI
Aun así, recordemos que la jurisprudencia norteamericana se ha encargado de
desarrollar mecanismos destinados a atemperar el rigor de dicha definición legal
que, en principio, impediría a cualquier miembro del grupo reeditar el debate sobre
aspectos que ya han sido tratados en una acción de clase.
En efecto, por regla, una vez agotado el proceso, en el que el juez analizó la
representatividad del litigante grupal (named plaintiff), dispuso los mecanismos
de notificación más adecuados a las circunstancias del caso para anoticiar a los
restantes integrantes de la clase afectada y acordó a quienes quisieran la posibilidad de optar por seguir su propia suerte, nadie podría pretender la revisión de una
sentencia desfavorable al grupo.
Sin embargo, aun frente a este marco aparentemente rígido de vinculatoriedad
plena, se ha admitido pretorianamente el ataque colateral (collateral attack) de la
sentencia dictada en el proceso inicial, mediante la demostración en concreto de la
ausencia de representatividad adecuada del grupo en dicho litigio original, de modo
de obtener una nueva oportunidad de llevar la controversia a los estrados judiciales.
2) El segundo sistema es el adoptado en el CDC brasileño y en el Código
Modelo de Procesos Colectivos para Iberoamérica11.
de la Regla Federal Rule 23(e), que regula la transacción en las class actions norteamercanas (traducción
propia):
“Regla Federal 23(e). Acuerdo, desistimiento o transacción.
Las pretensiones, cuestiones o defensas de una clase certificada pueden ser sometidas a acuerdo, desistimiento o transacción sólo con la aprobación del tribunal.
Los siguientes procedimientos se aplican a una propuesta de acuerdo, desistimiento o transacción:
(1) El Tribunal debe notificar en una forma razonable a todos los miembros de la clase que quedarían
vinculados por la propuesta.
(2) Si la propuesta vinculara a los miembros de la clase, el Tribunal lo podrá aprobar sólo después de
celebrar una audiencia y encontrar que es justo, razonable y adecuado.
(3) Las partes que pretenden la aprobación deben presentar una declaración identificando todo arreglo
concretado junto con la propuesta.
(4) Si la acción de clase hubiera sido previamente certificada bajo la regla 23(b)(3), el tribunal puede
negarse a aprobar un acuerdo a menos que ofrezca una nueva oportunidad para solicitar la exclusión, a los
miembros individuales de la clase que hubieran tenido una oportunidad anterior de solicitar la exclusión,
pero no lo hubieran hecho.
(5) Cualquier miembro de la clase puede oponerse a la propuesta, si ésta requiere la aprobación de la corte
de acuerdo con esta subdivisión (e); la oposición podrá ser retirada sólo con la aprobación de la corte”.
11 “Art. 33.- Cosa juzgada.- En los procesos colectivos de que trata este Código, la sentencia hará cosa
juzgada erga omnes, excepto cuando la pretensión fuere rechazada por insuficiencia de pruebas, caso en
el cual cualquier legitimado podrá intentar otra acción, con idéntico fundamento, si se valiere de nueva
prueba.
Par. 1º. Asimismo, en la hipótesis de rechazo basado en las pruebas producidas, cualquier legitimado podrá
intentar otra acción, con idéntico fundamento, en el plazo de 2 (dos) años contados desde el conocimiento
de nueva prueba superveniente, que no hubiera podido ser producida en el proceso, siempre que ella sea
idónea, por sí sola, para modificar el resultado del proceso.
Par. 2º - Tratándose de intereses o derechos individuales homogéneos, en caso de rechazo de la pretensión,
los interesados podrán deducir la acción de indemnización a título individual.
Par. 3º. Los efectos de la cosa juzgada en los procesos de tutela de intereses o derechos difusos, no perjudicarán las acciones de indemnización por daños personalmente sufridos, propuestas individualmente
o en la forma prevista en este Código, pero si hubiera sido declarado procedente el pedido, tales efectos
83
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
Las líneas directrices de este sistema, en lo que hace a la posibilidad de reedición de lo ya juzgado en otro proceso, serían las siguientes:
(I) La sentencia causa efectos de cosa juzgada erga omnes respecto de la
pretensión colectiva (es decir, la iniciada para la defensa grupal de derechos de
naturaleza divisible -individuales homogéneos- o indivisible –difusos-), salvo que
la misma disponga el rechazo de la pretensión por insuficiencia de pruebas (mecanismo secundum eventum probationem, análogo al de la LGA en Argentina). En
esta última hipótesis, “cualquier legitimado podrá intentar otra acción, con idéntico
fundamento, valiéndose de nueva prueba” (art. 30, Código Modelo).
(II) Respecto de la repercusión de la sentencia dictada en el proceso colectivo
respecto de las acciones individuales, se determina la repercusión “in utilibus” de
la decisión que acoge la pretensión, en favor de los restantes miembros del grupo.
Ello significa que, en caso de acogimiento de la acción colectiva, los integrantes del
grupo podrán valerse de dicho dispositivo, procediendo a la liquidación del decisorio
respecto de su parcela individual de interés. En caso de rechazo de la acción, cada
lesionado podrá perseguir a título individual la satisfacción de su interés, pero no
podrá reeditarse la cuestión colectivamente (por ello es que puede también denominarse a este sistema, como de “extensión de los alcances de la sentencia colectiva
hacia los integrantes del grupo secundum eventum litis”).
En caso de reeditarse la discusión (en los supuestos en que ello fuera posible, según lo explicado en los apartados previos), no es necesario demostrar que
la representación en el juicio original fue inadecuada12. Los particulares pueden
demandar libremente a título colectivo o individual (según se trate del supuesto I)
o II) respectivamente) pese al rechazo de la pretensión grupal.
En la primera hipótesis (v. supra, “(I)”), pese a que –como vimos- las restricciones al replanteo son mayores, tampoco es imprescindible la demostración de la
vulneración del requisito del art. 2, párr. 2° del Código Modelo (representatividad
adecuada). Si bien sólo podrá replantearse la cuestión (por cualquier legitimado)
cuando la demanda fuera rechazada por insuficiencia probatoria, no será necesaria
la demostración especial de la ausencia de representatividad en el pleito anterior.
Puede afirmarse de este modo que el sistema “presume” este defecto ante la mera
existencia de una resolución desfavorable por falta de evidencia.
beneficiarán a las víctimas y a sus sucesores quienes podrán solicitar la liquidación y la ejecución en los
términos de los artículos 22 a 24.
Par. 4º. Lo dispuesto en el parágrafo anterior, es aplicable a la sentencia penal condenatoria.
Par. 5º. La competencia territorial del órgano juzgador no implicará una limitación para la cosa juzgada
erga omnes”.
12 V. GIDI, A., Class actions in Brazil …, cit., p. 391, comparando el sistema limítrofe con el criterio sentado por la Suprema Corte estadounidense in re “Cooper v. Federal Reserve Bank of Richmond” (467
U.S. 867 -1984-) en cuanto a la necesidad de prueba de patrones individuales de discriminación por parte
de miembro ausente, para evadir los efectos vinculantes de la sentencia dictada en una acción de clase
rechazada por ausencia de acreditación de discriminación basada en patrones generales o colectivos.
84
LEANDRO J. GIANNINI
De lo expresado, puede advertirse una diferencia sustancial entre ambos
mecanismos (el de las class actions norteamericanas, por un lado y el brasileño –
iberoamericano por el otro).
En el primero, la sentencia se extiende a todo el grupo (salvo los que hubieran
solicitado exclusión, de ser ella viable), sea que la solución final haya resultado
favorable o desfavorable a la clase y sin que la ley haya determinado excepciones
a la regla. Sin embargo, la jurisprudencia condiciona la claridad de dicha solución,
entendiendo que puede replantearse el asunto si se demostrara que la actuación del
representante en la defensa de los intereses de la clase no fue lo suficientemente
vigorosa.
En el segundo instrumento (CDC brasileño – Código Modelo Iberoamericano), el legislador identificó una hipótesis general de “ausencia de representatividad
adecuada”, como es la insuficiencia probatoria, y la elevó como causal tarifada de
revisión del decisorio colectivo en todos los casos.
Asimismo, restringió con carácter general los alcances de la sentencia colectiva
desestimatoria respecto de las acciones individuales, con independencia de que la
actuación del litigante grupal haya sido o no enérgica. Por lo que, por ejemplo, aun
frente al rechazo de una pretensión de cesación y recomposición ambiental incoada
por una asociación civil, el Defensor del Pueblo o un afectado, cada lesionado puede
incoar directamente un reclamo de resarcimiento de los perjuicios particularmente
sufridos (vg., en su salud, en su propiedad, etc.) por la misma actividad que en el
primer proceso fue considerada lícita.
3) La breve explicación precedente deja en claro que nos encontramos ante el
nudo gordiano de los procesos colectivos, cuya dilucidación, como fuera adelantado,
impacta directamente sobre la valoración de la eficacia de la herramienta y en su
validez a la luz de la garantía del debido proceso.
Una valoración comparativa de ambos sistemas permite extraer ciertas precisiones finales, recordando de todos modos que no es éste el lugar para agotar la
temática en cuestión.
El sistema conocido como “secundum eventum litis”, según el cual la sentencia
colectiva sólo se extiende al grupo cuando su representante triunfa ya era criticada
por la doctrina clásica13. Sin embargo, como fuera explicado, el criterio se mantiene
vigente en Brasil14 y es receptado ahora en el Código Modelo iberoamericano, aunque
13 Ya en 1974, en el marco del congreso que sobre la materia se celebrara en Pavía, Cappelletti censuraba
la solución, que sometía a la contraparte a molestias injustificadas, dado que los ausentes gozaban de
representación adecuada en el juicio (v. Appunti sulla tutela giurisdizionale di interesi coletivi o difusi,
en Formazioni sociali e interessi di grupo davanti alla guistizia civile, Riv. Dir. Proc., 1975). En el mismo
sentido, VIGORITI, Vicenzo, Interessi collettivi e processo (La legittimazione ad agire), Giuffré, Milano,
1979; CASTRO MENDES, Alusio Goncalves, Ações colectivas no direito comparado e nacional, ob.
cit., p. 271. Éste último sostiene que la solución del Código brasileño de defensa del consumidor genera
mayor inseguridad jurídica, aumento del número de causas y tratamiento anti-isonómico para las partes.
14 Véase la defensa que Ada PELLEGRINI GRINNOVER formula respecto del sistema, en réplica de las
posturas clásicas contrarias a la res judicata secundum eventum litis, en Código Brasileiro de Defensa do
Consumidor comentado pelos autores do anteprojeto, Forense Universitaria, Río de Janeiro, 7° ed., 2001,
p. 836 y ss. Asimismo, una defensa del sistema de la cosa juzgada in utilibus, en Gidi, Antonio, Coisa
85
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
limitadamente, ya que -en ambos casos- sólo rige en lo que hace a la incidencia de
la decisión grupal para las acciones individuales.
El principio así acogido, en realidad, supone una tácita desconfianza hacia el
régimen de control de la representatividad adecuada del legitimado extraordinario.
Como dijimos, en el sistema anglosajón de las class actions, la convicción en la
capacidad de los jueces para fiscalizar la adecuada representación de los intereses
de la clase, durante todo el transcurso del proceso, funciona como uno de los fundamentos sustanciales de la oponibilidad erga omnes de los efectos de la sentencia.
De este modo, el due process of law de quienes no han intervenido en el litigio y
sin embargo se ven privados, en el futuro, de interponer una nueva acción (sea a
título individual o colectivo) con idéntico objeto, se encuentra salvaguardado por
la razón de que quien acudió a promover la acción en interés de la clase, actuó en
juicio con la pericia que las circunstancias razonablemente exigían. En definitiva,
el hecho de encontrarse la actuación del “representante” a la altura de los acontecimientos, marca la pauta que el legitimado individual no hubiera podido conseguir
un mejor resultado.
Cabe aspirar a que la consolidación paulatina y prudente de la cultura de las
acciones colectivas permita, en un futuro próximo, arribar a este criterio. Si la calidad y organización del sistema jurisdiccional de un país no puede garantizar que
sus jueces controlen la representatividad adecuada de los litigantes colectivos, no
exhibe, entonces, las condiciones suficientes para receptar en su seno a los procesos
colectivos. Y si, por el contrario, el sistema asegura el adecuado contralor de este
recaudo, no se justificaría una distinción de tratamiento de acuerdo al resultado del
litigio, dado que la salvaguarda del debido proceso se encontraría cumplida con la
actuación idónea, diligente, proba y capaz del “representante” y con la posibilidad
de replantear el asunto en caso de que se demuestre sobrevinientemente la deficiencia de dicha gestión (como en el caso de la desestimación de la primera acción
por falta de pruebas)15.
c. Los regímenes de cosa juzgada colectiva en Argentina
Ahora bien, sin perjuicio de la aspiración general a la que nos referimos en el
párrafo final del apartado precedente, no se nos escapa que, de acuerdo al grado de
desarrollo de la problemática de los procesos colectivos en nuestro país, el avance
en la materia viene siendo progresivo.
julgada e litispendencia em ações coletivas, Sâo Paulo, Saravia, 1995, p. 67 y ss.; íd., A ‘class action’
como instrumento de tutela coletiva dos direitos, ob. cit., pp. 282-291.
15 Hemos desarrollado este argumento en BERIZONCE, Roberto O.- GIANNINI, Leandro J., “La acción
colectiva reparadora de los daños individualmente sufridos en el anteproyecto iberoamericano de procesos
colectivos”, en GIDI – FERRER MAC-GREGOR (coord.), La tutela de los derechos difusos, colectivos
e individuales homogéneos …, cit., ap. 5.2; también en GIANNINI, Leandro, “Los procesos colectivos
en la Ley General Ambiental. Propuestas de reforma”, en VVAA (Coord.: BERIZONCE, Roberto O.),
Aportes para una justicia más transparente, La Plata, Platense, 2009, pp. 105-169 (esp. p. 155-157).
86
LEANDRO J. GIANNINI
El legislador ha consagrado soluciones diversas al respecto, como fruto de la
lamentable dispersión normativa a la que hemos hecho referencia previamente. Ello
impide que podamos dar una respuesta única a un simple interrogante del estilo:
¿cuál es el régimen de cosa juzgada colectiva imperante en la Argentina? Por lo que,
para trazar un panorama suficiente, deberemos hacer referencia a los principales
cuerpos legales que han afrontado el tema, limitando necesariamente el discurso a
un esquema básico, en razón de la finalidad del presente trabajo.
El primer ámbito al que haremos mención, es el de la Ley General del Ambiente (Ley 25.675), cuyo art. 33 establece para los procesos colectivos de
tutela ambiental, el conocido régimen de cosa juzgada secundum eventum
probationem. Lo hace en estos términos:
“La sentencia hará cosa juzgada y tendrá efecto erga omnes, a excepción de
que la acción sea rechazada, aunque sea parcialmente, por cuestiones probatorias”.
El criterio así legislado importa imponer la regla de la vinculatoriedad plena,
pro et contra, salvo en una hipótesis: la del rechazo de demanda por “cuestiones
probatorias” (rectius: insuficiencia de la prueba)16.
Otro de los cuerpos normativos que trata el punto es la Ley de Defensa del
Consumidor (Ley 24.240) que, luego de la modificación introducida por la Ley
26.361 (B.O.: 7/4/2008), regula la cuestión de este modo:
“La sentencia que haga lugar a la pretensión hará cosa juzgada para el demandado y para todos los consumidores o usuarios que se encuentren en similares
16 La expresión “cuestiones probatorias” es imprecisa y puede llevar al equívoco de creer que, por ejemplo,
la inadecuada valoración de la prueba en el primer juicio pueda ser revisada en un proceso posterior, en
el que otro litigante (colectivo o individual), presente la misma prueba y argumente que otro juez debe
apreciarla correctamente.
No es este el sentido que corresponde conferir al sistema de res judicata secundum eventum probationem.
En puridad, la única posibilidad de reeditar el pleito anterior argumentando que el caso está inmerso en
la excepción prevista en el art. 33 de la LGA, implica demostrar que en el primer juicio la prueba fue
insuficiente. Es decir, que no se aportaron elementos de juicio adecuados para probar los hechos alegados, lo que constituye una especie “tarifada” por el legislador de representatividad inadecuada. Si por
negligencia del legitimado grupal o por otro motivo (vg., en un proceso ambiental, la circunstancia de que
el momento de incoar la pretensión no existían los medios técnicos o científicos para justificar el aserto
relativo a la contaminación denunciada), el juez de origen hubiera aplicado las reglas de la carga de la
prueba en perjuicio del litigante colectivo, otro legitimado podría replantear el caso, aportando elementos
novedosos idóneos para torcer el sentido de la decisión.
Es por ello que, en el proyecto de reformas de la LGA propiciado por el Instituto de Derecho Procesal de
la Universidad Nacional de La Plata y la Asociación Argentina de Derecho Procesal, esta imperfección
del art. 33 del citado cuerpo normativo es zanjada: “En los procesos colectivos previstos en esta ley, la
sentencia hará cosa juzgada y tendrá efecto erga omnes, a excepción de que la acción sea rechazada, aunque
sea parcialmente, por insuficiencia probatoria […]” (v. GIANNINI, Leandro, “Los procesos colectivos
en la Ley General Ambiental …”, cit., esp. pp. 147-158; VERBIC, Francisco, “El proyecto de reformas a
la Ley General del Ambiente nº 25.675. En búsqueda de un sistema procesal colectivo para la reparación
del daño ambiental en la República Argentina”, en Revista de Processo, Ed. Revista dos Tribunais, Sao
Paulo, n° 157, 2008, esp. ap. 7.1).
87
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
condiciones, excepto de aquellos que manifiesten su voluntad en contrario previo
a la sentencia en los términos y condiciones que el magistrado disponga” (Art. 54,
2° párrafo, Ley 24.240, texto según Ley 26.361).
Nuevamente la norma establece un sistema expansivo a favor y en contra del
grupo, con la sola excepción del ejercicio de autoexclusión (opt out) por alguno de
los consumidores a título individual.
A nivel provincial, cabe recordar la última reforma de la Ley de Amparo
de la Provincia de Buenos Aires (Ley 13.928, modificada por ley 14.192, B.O.
16/12/2010), que en esta materia articuló también un mecanismo de cosa juzgada
colectiva secundum eventum probationem:
“[…] En los procesos colectivos, la sentencia alcanza a todo el grupo de
afectados, y será oponible al vencido en beneficio de quienes, a pesar de no haber
intervenido en el juicio, compartan la situación jurídica o de hecho con los que
interpusieron la acción. En caso de rechazo de la acción, cualquier legitimado que
no haya intervenido en el proceso podrá intentar la misma acción con idéntico
objeto, si se valiera de nueva prueba y se encontrare dentro del plazo establecido
para interponer la acción” (art. 15, Ley 13.928, conf. reforma Ley 14.14217).
17 La ley 14.142 vino a remediar en buena medida los efectos del sorprendente veto del Poder Ejecutivo
provincial a los efectos expansivos de la cosa juzgada colectiva por ello la reciente utilización de este
argumento de la “alteración del principio de separación de poderes” como ratio para obstaculizar el reconocimiento de los alcances expansivos de la sentencia que pone fin a un proceso colectivo, llevada a cabo
en la Provincia de Buenos Aires a través del Dec. 3344/08, del 29-XII-2008. A través de dicho decreto,
el Poder Ejecutivo Provincial observó el art. 15 de la nueva Ley de Amparo 13.928 (B.O.P.: 11-II-2009),
que regulaba los efectos de la sentencia que pone fin al amparo colectivo.
En los fundamentos del veto se expresaba:
“Que en similar orden de ideas el segundo párrafo del artículo 15 prevé que ‘en los procesos colectivos, la
sentencia alcanza a todo el grupo de afectados, y será oponible al vencido en beneficio de quienes, a pesar
de no haber intervenido en el juicio, compartan la situación jurídica o de hecho con los que interpusieron
la acción. En caso de rechazo de la acción, cualquier legitimado que no haya intervenido en el proceso,
puede intentar otra acción con idéntico objeto, si se valiera de nueva prueba y se encontrare dentro del
plazo establecido para interponer la acción”.
“Que la normativa proyectada implica otorgar efectos ‘erga omnes’ a la sentencia que recaiga en el amparo
colectivo dando de tal modo al pronunciamiento judicial carácter legislativo, conculcando el principio
republicano de división de los poderes” (el resaltado nos pertenece).
Lo expresado en el texto, así como en la obra citada en la nota al pie anterior, es suficiente para descartar
los fundamentos utilizados por el Poder Ejecutivo en la norma aludida (v. asimismo Verbic, Francisco, “El
proceso colectivo en la nueva Ley de Amparo de la Provincia de Buenos Aires. Falta de visión sistémica y
un oportuno veto parcial del Poder Ejecutivo”, inédito, criticando agudamente los argumentos introducidos
en el Dec. 3344/08 para vetar el art. 15 de la Ley 13.928). A lo que cabe añadir la total inoperancia del veto
en cuestión para lograr la finalidad deseada (es decir, impedir que los efectos de la sentencia en esta clase
de procesos se expandan ‘ultra partes’), ya que teniendo el amparo colectivo rango constitucional, los
efectos extensivos de la decisión judicial en esta materia no dependen del reconocimiento del legislador,
aunque puedan ser razonablemente reglamentados los alcances de dicha propagación de la cosa juzgada.
88
LEANDRO J. GIANNINI
Por su parte, el Código de Implementación de los Derechos de Consumidores y
Usuarios bonaerense (Ley 13.133) prevé un mecanismo que, en sus efectos, termina
siendo asimilable al diseñado por CDC brasileño y el Código Modelo de Procesos
Colectivos para Iberoamérica:
“Artículo 28: Cuando se trate de acciones judiciales para la prevención o
solución de conflictos, las sentencias tendrán los siguientes efectos:
1. Si admiten la demanda, beneficiarán a todos los consumidores y usuarios
afectados o amenazados por el mismo hecho que motivó el litigio, quienes podrán
por vía incidental en el mismo proceso acreditar la legitimación, su perjuicio, ejecutar la sentencia, y en su caso liquidar los daños.
2. Si rechazan la demanda, no impedirán la acción de los consumidores y
usuarios titulares de un interés individual, que no hayan intervenido en el proceso.
3. Si el rechazo de la demanda se fundó en la insuficiencia de pruebas, cualquier otro legitimado diferente al actor podrá intentar otra acción valiéndose de
nuevas pruebas.
A tales efectos, la parte resolutiva de la sentencia deberá ser publicada a través del medio de comunicación que el Juez considere más conveniente, a cargo de
quien resulte vencido”.
Se trata de un mecanismo que, como vimos al explicar someramente el régimen del Código Modelo iberoamericano, extiende la cosa juzgada colectiva a las
acciones individuales secundum eventum litis. Es decir, que el dispositivo sentencial
beneficia a los consumidores en caso de triunfo del legitimado grupal, sin perjudicarlos a título particular en la hipótesis de rechazo de la pretensión, caso en el cual,
si bien –por regla- no se podrá iniciar un nuevo reclamo colectivo, cada afectado
podrá tener su “día en la corte” para reclamar por la parcela de interés que le atañe
a título personal. No es necesario, a tal efecto, que este legitimado individual se
autoexcluya de la contienda, al estilo de lo normado en la Ley 24.240. Por ende,
mientras la demanda individual puede ser iniciada libremente aun frente al rechazo
de la pretensión colectiva, ésta última sólo puede ser intentada una vez, salvo que el
rechazo sea por insuficiencia probatoria, supuesto en el que impera la regla secundum eventum probationem, al estilo de la legislación ambiental nacional (v. supra,
Ley 25.675) y provincial (v. art. 38, Ley 11.723 de la Provincia de Buenos Aires).
El somero panorama precedente permite apreciar una vez más las deficiencias
que, en nuestro régimen, ocasiona la regulación aislada de las contiendas de grupo.
Hasta que no se termine de consagrar un cuerpo adjetivo sistemático destinado a la
defensa de los derechos de incidencia colectiva en sus diversas variantes, convivimos
con la necesidad de adaptar el trámite a la norma específica, verificando el régimen
a seguir según los derechos por los que se reclama, y apelando a la analogía para
todas aquellas variantes en las que no hay expresa previsión positiva (vg., la tutela
colectiva de derechos civiles, políticos, sociales y culturales, como el derecho a la
salud, a la condiciones dignas de detención –habeas corpus colectivo-, a la protección de datos personales –habeas data colectivo-, a la prevención y cesación de
actos de discriminación que puedan no quedar protegidos a través del amparo, etc.).
89
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
En lo que aquí interesa, el punto central a tener en cuenta es que la transacción
colectiva posee los mismos efectos expansivos que la sentencia definitiva dictada
en esta clase de procesos. Por lo que el acuerdo impactará favorable o desfavorablemente en el grupo, dependiendo su oponibilidad, de la regla imperante en cada
uno de los marcos legales de referencia acerca de la vinculatoriedad subjetiva del
pronunciamiento de mérito.
4. Requisitos para arribar a una transacción en un proceso
colectivo.
El apartado anterior quedó enfocado en los efectos del acuerdo homologado,
es decir, en los alcances subjetivos de la vinculatoriedad de una sentencia colectiva
especial, como es la que aprueba una transacción en este tipo de pleitos.
Resta sin embargo por analizar qué condiciones son necesarias para proceder a
dicha homologación. En tal sentido, hemos señalado que, en el caso de la transacción
colectiva, a diferencia de lo que sucede en el ámbito del proceso tradicional, cabe
exigir recaudos adicionales a la mera “disponibilidad” de los derechos y ausencia
de afectación del orden público, para avalar un acuerdo extintivo.
¿Cuáles serían entonces estas condiciones idóneas para celebrar válidamente
una transacción en procesos de estas características? ¿Qué recaudos adicionales
deben adoptarse para la homologación de un acuerdo ‘de clase’, a efectos de procurar la justicia del mismo y dotarlo así de eficacia extensiva?
Ya ha sido anticipado que, como toda transacción, la que recae en un proceso
colectivo debe versar sobre derechos disponibles, sin afectación del orden público18.
18 Debe tenerse en cuenta que en situaciones en las que se reclama por la tutela de derechos que están “fuera
del comercio”, como la tutela del equilibrio ambiental desde una perspectiva estrictamente colectiva, ello
no obsta a que las partes puedan arribar a una solución transaccional, en la medida en que las concesiones
formuladas por quien está encargado en el caso de la tutela de dicho bien, no altere elementos esenciales
del bien cuya indisponibilidad se predica. Así, por ejemplo, un convenio transaccional en estas hipótesis
podría aprobarse cuando el legitimado colectivo reconoce a su contraparte (obligada a recomponer el
medio ambiente), un plazo razonable para proceder a las tareas de saneamiento respectivas, o si accede a
ciertas modalidades para llevar adelante la recomposición que sean más económicas o practicables para
el demandado, siempre obviamente que no se resigne indebidamente la defensa del bien comprometido.
Nuestra jurisprudencia registra múltiples casos en los que se ha llegado a esta clase de acuerdos, siendo
los mismos homologados o rechazados por la judicatura teniendo en cuenta la calidad de las concesiones
formuladas por el representante del grupo afectado, cuando se trata de prerrogativas de carácter indivisible
e indisponible.
Pueden recordarse, en tal sentido, los acuerdos por los que concluyera la litis iniciada con relación a la
problemática del depósito final de residuos domiciliarios en uno de los predios del CEAMSE (Ensenada),
proceso que fue cerrado estando en trámite ante la instancia recursiva extraordinaria articulada ante la
Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires (v. SCBA, causa A. 68.857, “Asociación Civil Nuevo
Ambiente – Centro Vecinal Punta Lara c. Ceamse s. Amparo”, sent. del 20-XII-2006), aunque con posterioridad la ejecutoriedad del convenio sufriera diversas peripecias a consecuencia del incumplimiento
de las obligaciones asumidas por el Estado Provincial (v. en tal sentido, las resoluciones adoptadas por la
Suprema Corte provincial A. 68.857, del 14-XI-2007 y del 1-XII-2010, por la que se intimó el Gobernador
90
LEANDRO J. GIANNINI
En este punto, nada de particular hay en los sistemas de enjuiciamiento grupal. La
sola circunstancia de que un cúmulo de derechos disponibles se enjuicie colectivamente (vg., la acción iniciada por una asociación de defensa del consumidor para
solicitar la devolución de sumas mal cobradas por una empresa se servicio público,
o la restitución de tasas y cargos indebidamente aplicados por entidades financieras
en los servicios prestados a sus clientes, etc.), no transforma automáticamente a la
materia en “indisponible”. La calidad de los derechos controvertidos no se modifica
por la sola circunstancia de estar siendo reclamados en juicio a título grupal, por
alguien que carece de poder especial para representar típicamente a los afectados.
En otras palabras: la indisponibilidad de los derechos en juego no se deriva
como consecuencia automática del carácter grupal del pleito. Dicha nota acompaña
a las prerrogativas sobre las que versa la litis, sea ésta colectiva o individual, y no a
su modalidad de enjuiciamiento. Por lo que si un afectado o grupo de afectados que
participan de un clásico proceso litisconsorcial pueden disponer de sus derechos,
también podrá hacerlo por ellos un legitimado colectivo en un proceso grupal,
cumpliendo algunos recaudos adicionales que veremos a continuación. Y si aquellos
litigantes individuales o agrupados mediante los instrumentos tradicionales de acumulación subjetiva (litisconsorcio facultativo o necesario, intervención de terceros,
etc.), no hubieran podido disponer de los derechos involucrados, tampoco podrá,
obviamente, hacerlo el representante del grupo en un litigio colectivo.
Ahora bien, aun cuando se trate de derechos susceptibles de transacción, hemos
también aclarado que dicho acto de disposición debe estar sometido a ciertas condiciones adicionales que garanticen que los integrantes del grupo que no participan
directamente en el pleito (las ‘unnamed parties’ del derecho norteamericano), no
a determinar los nuevos polos de disposición final que reemplazarían al de Ensenada, que debía cerrarse
en cumplimiento del acuerdo celebrado).
Por su parte, la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata se ha hecho explícitamente cargo del problema
de la transacción frente a conflictos grupales indivisibles relativos a derechos indisponibles, autorizando
la aprobación de acuerdos en la medida en que se verifique su seriedad y que cuenten con aval científico
suficiente para considerar que sus cláusulas no comprometen “elementos esenciales” del objeto tutelado.
Se trataba también de una causa ambiental por contaminación de aguas iniciada por un Municipio contra
el Estado Nacional y una empresa de servicios públicos, en la que se arribó a una transacción cuya homologación finalmente fue desestimada por la Alzada, por no haberse dado cumplimiento a los recaudos
necesarios para avalar un acuerdo en esta clase de litigios:
“Establecid[a] … la indisponibilidad del derecho en juego, no menos que la oposición de otra parte
demandante legitimada, conviene prevenir el argumento contrario que podría efectuarse apuntando a que
no existiría, entonces, manera de terminar mediante acuerdos transaccionales, pleitos de esta naturaleza.
Pero ello no es así. Aunque el derecho al medio ambiente sano no sea disponible, las modalidades de
su protección, mientras no toquen elementos esenciales, por ejemplo, el de la salud pública, podrían
ser objeto de un convenio apoyado en dictámenes técnicos de absoluta seriedad controlados por todas
las partes y sometidos a un riguroso escrutinio judicial. Mas no es éste el caso, pues la simple lectura
del convenio sometido a homologación, indica que en él se postergan por muy largo plazo obras que la
misma Municipalidad de Berazategui consideró, con total aval científico, indispensables a fin de preservar
la salud de una enorme población y poder ofrecerle aguas no contaminadas” (Cám. Fed. La Plata, sala
II, “Municipalidad de Berazategui c/ Aguas Argentinas S.A. s/ ordinario”, sent. del 3-X-2006, consid.
XI –énfasis agregado-).
91
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
queden vinculados por un acuerdo que refleje una protección inadecuada de sus
intereses.
Varias son dichas garantías adicionales que pueden adoptarse con la referida
finalidad, y que configuran la particularidad más relevante del régimen de transacciones propio de los procesos colectivos.
a. Necesidad de un análisis riguroso de la representatividad adecuada
del legitimado colectivo. Quid de la intervención del Ministerio Público.
La primera condición que debe satisfacer un acuerdo regular, es la idoneidad
del obrar del representante del grupo (representatividad adecuada).
La máxima según la cual la voluntad –expresa o tácita- crea y extingue derechos
y obligaciones no sólo en el ámbito extraprocesal sino también en el procesal, es
uno de los principales postulados del derecho liberal y el primordial fundamento
del sistema dispositivo que rige casi universalmente en el proceso civil19.
Es en virtud de tal enunciado que en el proceso tradicional resulta una obviedad que el hecho de que una persona confiera la representación de sus derechos a
un incompetente, no excusa al mandante de las consecuencias que su desatino in
eligiendo le ocasionará (sin perjuicio, claro está, de las responsabilidades en las
que el mandatario podrá incurrir por ejercicio irregular del encargo). Tampoco, por
supuesto, el poderdante puede quedar eximido de dar cumplimiento a los compromisos asumidos en una transacción celebrada por su apoderado, con sustento en
la debilidad o incompetencia con la que llevó a cabo la negociación respectiva.
Sin embargo, como fuera anticipado, esta lógica no pertenece al campo del
litigio colectivo. En este ámbito, repetimos, las consecuencias del obrar del legitimado “extraordinario” (activo o pasivo) son capaces de repercutir favorable o
desfavorablemente en la esfera de interés de múltiples sujetos, sin que éstos necesariamente hayan prestado su voluntad expresa o tácita20.
Es así que la salvaguarda de la garantía del debido proceso (art. 18, Constitución
Nacional; art. 8, Convención Americana de Derechos Humanos) hace necesaria la
19 V. CALAMENDREI, P., Instituciones de Derecho Procesal Civil (trad.: SENTÍS MELENDO, S.), ed. El
Foro, Bs. As., 1996, t. I., pp. 403 y ss; Palacio, L.E., Derecho Procesal Civil, Abeledo Perrot, Bs. As., 2°
ed., t. I., pp. 253 y ss.
La Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires ha dicho en este sentido que: “La actividad de los
sujetos procesales es fundamental para la suerte de sus pretensiones y defensas, lo que se agudiza cuando
el trámite ritual se rige por el principio dispositivo” (Ac. 81.746, sent. del 5-III-2003, “Bisarccia, Emilia
c/ Compañía de Transportes La Argentina S.A. - Línea 87 - y otros s/ Daños y perjuicios”).
20 La ausencia de ejercicio del opt out, en un sistema que lo prevea (como ocurre en nuestro país en el
ámbito de la Ley de Defensa del Consumidor –art. Ley 24.240, texto según Ley 26.361-), no puede
ser interpretado como una manifestación tácita de conformidad con el actuar del legitimado, porque
los sistemas de notificación de las partes ausentes en los procesos colectivos no siempre garantizan el
conocimiento efectivo de la existencia del proceso en trámite por los miembros de la clase. Falla así -en
muchos casos- un presupuesto esencial de la manifestación tácita de la voluntad, que es el conocimiento
de la existencia del hecho sobre el cual los actos de las personas pueden permitir dar por manifestada la
voluntad en determinado sentido (v. art. 918, Código Civil).
92
LEANDRO J. GIANNINI
existencia de mecanismos que aseguren que quien va a actuar gestionando y hasta
disponiendo de intereses que no le pertenecen21, lo haga apropiadamente.
Y ello es así independientemente del sistema de cosa juzgada colectiva adoptado por cada ordenamiento, es decir, sea que se prevea un sistema de vinculatoriedad
“pro et contra” (vg., Class actions norteamericanas, Regla Federal 23 c.2.B] y
c.322; art. 54, 2° párrafo, Ley 24.240), “secundum eventum probationem” (art. 33,
Ley 25.675; art. 33, primera parte, Código Modelo de Procesos Colectivos para
Iberoamérica), o de extensión subjetiva para las acciones individuales de los efectos
de la sentencia colectiva “secundum eventum litis” (vg., art. 28, Ley 13.133 de la
Provincia de Buenos Aires –Código de Implementación de Derechos de Consumidores y Usuarios-; art. 103.I, Código de Defesa do Consumidor [Brasil]; íd. art. 33,
par. 2°, Código Modelo iberoamericano, reglamentación de la res judicata para las
hipótesis de tutela de derechos individuales homogéneos).
21 La falta de titularidad o “ajenidad” del legitimado colectivo respecto de los intereses debatidos, varía
en las diferentes especies de derechos grupales. En los de naturaleza indivisible (difusos), cuando quien
actúa forma parte del grupo de afectados, el interés no le pertenece exclusivamente, pero tampoco es un
alio a su respecto. Sí hay gestión de intereses totalmente ajenos en los casos de acciones en defensa de
derechos individuales homogéneos. Pero la afirmación del texto se mantiene, el legitimado colectivo puede
influir en derechos que no son propios (sea porque terceros concurren con él en su titularidad o porque
directamente no le pertenecen).
22 El valor de la representatividad adecuada como garante del debido proceso ha sido resaltado reiteradamente
y desde tiempo atrás por la Suprema Corte de los Estados Unidos:
“Es un principio de aplicación general en la jurisprudencia anglo-americana que uno no está ligado personalmente por una sentencia en un pleito en el cual no es designado como parte […]. Una sentencia dictada
en tales circunstancias no está calificada por la plena fe y crédito que prescribe la Constitución y la ley de
los Estados Unidos […] y una acción judicial que la haga ejecutoria contra la persona o propiedad de la
parte ausente no se ajusta a ese debido proceso que la quinta y décimo cuarta enmienda requieren […]”.
“Para estas reglas generales existe una reconocida excepción que, con un alcance no definido precisamente por la jurisprudencia, la sentencia en una demanda “de clase” o “representativa”, en la que algunos
miembros de la clase son partes, puede vincular a miembros de la clase o aquellos representados que no
fueron citados como parte en ella […]”.
“Es una doctrina familiar en las cortes federales que los miembros de una clase no presentados como partes
en el juicio […] pueden quedar vinculados por la sentencia de un juicio en el que son de hecho adecuadamente representados por las partes presentes […]” (Suprema Corte de los Estados Unidos, “Hansberry
v. Lee”, 311 U.S. 32, sent. del 12-XI-1940).
En el ámbito de las transacciones, la incidencia de este recaudo se hace también patente. En tal sentido, la
necesidad de analizar aspectos relativos a la representatividad adecuada del legitimado colectivo a efectos de
evaluar la aprobación judicial de una transacción grupal ha sido cuidadosamente examinada en los Estados
Unidos, cuyo conocido y desarrollado sistema de class actions se basa especialmente en este recaudo a
la hora de evaluar la procedencia de esta modalidad procesal. Así, por ejemplo, ocurre con tradicionales
estándares de apreciación de la justicia y adecuación de la transacción, como ocurre con el especial cuidado
que debe prestarse para detectar cualquier indicio de colusión entre las partes o de conflicto de interés, en
perjuicio de los miembros ausentes de la clase. V. al respecto, Federal Judicial Center, Manual for complex
litigation, 4° ed., 2004, § 21.641 y 642, pp. 323-325; Wright, Charles – Miller, Arthur – Kane, Mary Kay,
Federal Practice and Procedure, West Group, 2° ed., v. 7-B, p. §1791.1, p. 393; Gidi, Antonio, A ‘class
action’ como instrumento …, ob. cit., pp. 308-309; Kim, Susanna M., “Conflicting ideologies of group
litigation: who may challenge settlements in class actions and derivative suits?”, Tenesse Law Review,
vol. 66, pp. 81-135 [1998].
93
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
En cualquier caso, para que un sistema de procesos colectivos sea respetuoso
de la garantía del debido proceso de los integrantes del grupo que no participan de
la litis, debe exigirse que quien represente sus intereses sin tener mandato explícito
para ello, deba ser un adecuado gestor de la clase.
Hemos desarrollado los argumentos que justifican esta premisa con anterioridad23, indagando en los alcances de cada una de las variantes normativas aludidas,
explicando que ninguna de ellas asegura que la negligente actuación en juicio del
“representante” deje indemne al “representado”. Por ello, existiendo en todos los
sistemas un riesgo concreto de indefensión para el caso de que el litigante colectivo
no ejerza su misión adecuadamente, consideramos imprescindible imponer a la
judicatura este control de calidad de los legitimados grupales, recaudo que, de tal
modo, se transforma en una verdadera exigencia constitucional de la herramienta
de enjuiciamiento analizada24.
En el caso de la transacción, la exigencia de representatividad se hace presente
en toda su intensidad, ya que se trata de un acto dispositivo susceptible de poner fin
al pleito con autoridad de cosa juzgada. Nótese que, en líneas generales, la ausencia
de esta calidad podría producirse sobrevinientemente, en cualquier momento de
la litis y la consecuencia de dicha verificación sería el reemplazo del litigante por
otro más probo, de mayor experiencia, solvencia, etc., que continúe con el reclamo
o defensa. Sin embargo, en el caso de la transacción, como, al ser homologada,
la contienda quedaría definitivamente concluida y sería imposible –por regla- su
reedición ulterior, debe concentrarse especialmente en este momento un estudio
integral de la calidad y vigor con que los derechos de los afectados ausentes han
sido representados por el legitimado grupal.
Es por ello que, al pronunciarse sobre la homologación de una transacción
colectiva, el tribunal debe analizar detenidamente la representatividad adecuada
el litigante grupal, a efectos de lo cual, examinando el contenido del acuerdo, la
calidad de los derechos en juego, y los antecedentes de la contienda, debe evaluar
factores como:
1. la credibilidad, capacidad, prestigio y experiencia del legitimado;
2. sus antecedentes en la protección judicial y extrajudicial de los intereses o
derechos de los miembros del grupo, categoría o clase;
3. su conducta vigorosa y proba en el proceso, así como en otros litigios grupales;
4. la coincidencia entre los intereses de los miembros del grupo, categoría o
clase y el contenido del acuerdo, preservando especialmente a quienes no
intervinieron personalmente en la litis, respecto de actuales o potenciales
conflictos de interés entre ellos y los legitimados colectivos (o sus letrados)25.
23 GIANNINI, Leandro J., “La representatividad adecuada ...”, cit , cap. III, esp. pp. 184-194; íd. “La legitimación en las acciones de clase”, cit., cap. III.
24 Conf. asimismo OTEIZA, Eduardo - VERBIC, Francisco, “La representatividad adecuada como requisito
constitucional de los procesos colectivos. ¿Cuáles son los nuevos estándares que brinda el fallo ‘Halabi’?”,
cit.
25 Un acuerdo puede producir un desequilibrio entre diversos subgrupos de afectados, dentro de la misma
clase representada en juicio. Así, por ejemplo, puede privilegiar sin razón suficiente a un determinado
94
LEANDRO J. GIANNINI
5. la capacidad financiera del legitimado colectivo, para verificar que no haya
sido su “falta de resto” lo que lo forzó a arribar a una transacción depreciada26.
En ciertos ordenamientos (vg., art. 54, Ley 24.240 –conf. Ley 26.36127-), se
exige al juez dar intervención del Ministerio Público para que coadyuve en el
estudio relativo a la idoneidad del obrar del legitimado colectivo, lo que –si bien
no constituye una condición necesaria para llevar adelante dicho contralor- puede
resultar conveniente para preservar la regularidad de la actuación en juicio de aquél.
Es por ello que, en algunas jurisdicciones, dicha intervención ha sido exigida
incluso en ausencia de previsión normativa expresa28. Cabe dudar, de todos modos,
grupo de vecinos respecto de la totalidad de los afectados por el obrar contaminante de una empresa; o a
una subcategoría de usuarios de servicios públicos (vg., usuarios residenciales/comerciales del servicio
de agua; usuarios del interior del país o de Capital Federal y zonas aledañas del servicio de telefonía fija,
respecto de la totalidad de los alcanzados por la modificación de un cuadro tarifario, etc.). En tales casos,
podría suceder que determinado subgrupo, que hubiera tenido mayor protagonismo en la contienda,
logre un acuerdo que beneficie más a dicha categoría que a las restantes que integran la clase alcanzada
por el reclamo.
Como se señala en el texto, el conflicto de intereses no se limita sólo a los diversos componentes del
grupo, sino que también puede apreciarse frente a la actuación profesional, cuando el abogado asume un
rol central en la contienda (transformándose en el promotor fundamental de la controversia, un verdadero
‘dominus litis’, como lo denomina Gidi, Antonio, A ‘class action’ como instrumento de tutela coletiva dos
direitos, ob. cit., p. 105).
Cabe asimismo recordar los conceptos de Verbic sobre este punto, al señalar que “las prestaciones involucradas en una transacción pueden afectar de manera diferente a los interesados, lo cual obliga al tribunal
a seguir de cerca las negociaciones, ya que (además de las complejidades intrínsecas que presentan los
acuerdos) existe siempre latente el potencial conflicto entre los miembros de la clase y entre éstos y el
abogado que ha prestado sus servicios profesionales al representante en base a un pacto de cuota litis”
(Verbic, Francisco, Procesos colectivos, ob. cit., p. 352)
26 Es materia debatida la inclusión de la capacidad financiera, dentro de los estándares que permiten evaluar
la representatividad adecuada del legitimado colectivo.
Por nuestra parte, nos hemos pronunciado afirmativamente sobre el punto, por considerar que dicha condición no constituye un “retaceo elitista”, ni tampoco impone automáticamente que los representantes de
cualquier acción de grupo deban ser económicamente solventes, ya que lo que en definitiva interesa es
solamente que –de acuerdo con las circunstancias de cada caso- el estado patrimonial del legitimado no
sea un obstáculo para la adecuada defensa de intereses ajenos o colectivamente titularizados. Remitimos
sobre el punto a GIANNINI, Leandro, “La representatividad adecuada …”, cit. esp. pp. 202-205 (en contra:
CALVO MARCILESE, E. J. y ROSBACO F. G.: “La representatividad adecuada en el Anteproyecto
de Código Modelo de Procesos Colectivos para Iberoamérica” [cap. III.B.], ponencia presentada en X°
Jornadas Bonaerenses de Derecho Civil, Comercial, Procesal, Laboral, Constitucional y Administrativo,
Junín, Argentina, 2003, en la que los autores critican el parámetro de la capacidad financiera).
27 Reza en su parte pertinente el actual art. 54 de la Ley de Defensa del Consumidor: “Para arribar a un
acuerdo conciliatorio o transacción, deberá correrse vista previa al Ministerio Público Fiscal, salvo que
éste sea el propio actor de la acción de incidencia colectiva, con el objeto de que se expida respecto de la
adecuada consideración de los intereses de los consumidores o usuarios afectados”.
28 En Salta, por ejemplo, se ha consagrado jurisprudencialmente la regla de participación del Ministerio
Público en los procesos colectivos al considerar que dicha intervención permite un “cotejo objetivo de la
idoneidad y regularidad técnica de los planteos colectivos, así como el análisis subjetivo vinculado a las
aptitudes del legitimado para la gestión, lo que conforma el presupuesto de la representatividad adecuada”
(Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Salta, sala V, causa “Sisnero, Mirtha Graciela y otros
vs. Tadelva S.R.L.”, expte. 261.463/09, sent. del 15-X-2009; hemos comentado esta experiencia salteña
en GIANNINI, Leandro, “Legitimación y representatividad adecuada en los procesos colectivos. Una
95
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
que siempre sea el Ministerio Público el mejor dotado para cotejar la adecuación
de la actuación del representante. Ello así, dado que en muchas jurisdicciones de
nuestro país, el ejercicio de la legitimación grupal por parte de organismos públicos,
ha sido más frecuentemente impulsada por instituciones como el Defensor del Pueblo, que por agentes del Ministerio Público Fiscal29. Por lo que, cuando en el caso
no estuviera en juego el orden público, sino la evaluación de la representatividad
adecuada para aprobar un acuerdo, quizás no sea en todas las jurisdicciones el Ministerio Público el órgano con más experiencia y aptitudes técnicas para valorar la
calidad de parámetros que deben ser tenidos en cuenta a tal efecto (vg., experiencia,
capacidad, prestigio, probidad, vigor de la defensa, etc.).
b. Examen del contenido. Parámetros objetivos para la homologación
de la transacción.
Por fuera del estricto análisis de idoneidad del legitimado colectivo, como vimos, el juez debe examinar en esta variante transaccional si el acuerdo es adecuado,
justo y equilibrado para el grupo.
Se trata no ya de verificar las condiciones del representante (tema analizado
en el apartado anterior), sino más bien de avanzar sobre las calidades mismas del
negocio concertado. Obviamente estamos ante dos fases de análisis que no son
del todo independientes, ya que la representatividad del legitimado colectivo se
mide en buena medida por la calidad de compromiso que logró de la contraparte y,
viceversa, la ecuanimidad de la transacción puede presumirse frente al prestigio,
experiencia y vigor del encargado de la negociación.
Sin embargo, por tratarse de un examen objetivo, apoyado más en los antecedentes del caso y las cláusulas del acuerdo que en las calidades de quienes arribaron
al mismo, consideramos adecuado identificar separadamente estas notas adicionales
a tener en cuenta a la hora de homologar una transacción en este tipo de litigios.
Así, para aprobar esta clase de acuerdos y justificar su fuerza expansiva respecto
de las partes que no fueron parte en su celebración, debe encontrarse un equilibrio
entre las concesiones formuladas y los beneficios obtenidos por el acuerdo, procurando inferir si los miembros ausentes del grupo hubieran razonablemente aceptado
los términos de la transacción, en caso de haber participado personalmente en las
experiencia local [Salta]: el rol del Ministerio Público en el control de representatividad adecuada”, en
Temas Judiciales, Revista del Ministerio Público de Salta, 2010).
29 Esta realidad (ausencia de recursos humanos e infraestructura suficiente del Ministerio Público para ejercitar
esta clase de misiones) ha sido abiertamente reconocida por el Estado en algunas oportunidades. Así, por
ejemplo, el art. art. 26, inc. c), de la Ley 13.133 (Código de Defensa del Consumidor de la Provincia de
Buenos Aires), preveía en su texto original la legitimación del Ministerio Público para promover judicialmente la defensa de este tipo de prerrogativas. Esta previsión inicial fue vetada por el Poder Ejecutivo (art.
1°, dec. 64/2003), alegándose en los considerandos del decreto aspectos relacionados con la sobrecarga de
tareas que afronta el órgano encargado de la persecución penal en la Provincia, justificación que demuestra
un gran realismo por parte del Poder Ejecutivo, a la vez que una patológica ausencia de compromiso con
la modificación de dicho contexto.
96
LEANDRO J. GIANNINI
negociaciones respectivas en defensa de sus propios intereses. A tales efectos, es
dable tener en cuenta elementos como:
1. la expectativa de éxito de la pretensión deducida;
2. la dificultad probatoria y complejidad jurídica del caso;
3. el tiempo y costos que insumiría demostrar la razón en juicio, asumiendo que el
reclamo prosperara, aspecto directamente asociado con los incisos anteriores;
4. la adecuada distinción entre sub-categorías de afectados, cuando ello fuera
relevante, y razonabilidad de la diferencia de trato eventualmente dada a
cada una de ellas;
5. la claridad de los parámetros para liquidar créditos individuales (de resultar necesario dicho trámite), y para ejecutar el convenio en caso de incumplimiento;
6. asociado con esto último, la garantía de concreción efectiva de las prestaciones comprometidas a favor del grupo, evaluando el riesgo de insolvencia
o modificación de las condiciones de cobrabilidad futura (factor que puede
incluso ser tenido en cuenta comparativamente, para verificar si dicho peligro
se potencia en caso de no arribarse a una transacción);
7. etc. 30
No se nos oculta que se trata de un estudio cargado de parámetros indeterminados, en el que el juez debe ser especialmente sensible para evaluar la presencia
de indicios que le permitan valorar adecuadamente los factores referidos. De
todos modos, el análisis del derecho comparado confirma que muy difícilmente
la indeterminación pueda ser desterrada en este campo, ya que tanto el legislador
como el intérprete tienen generalmente conciencia de que una pretendida rigidez
terminológica puede terminar conspirando contra la fórmula proyectada, la que
podría rápidamente verse desbordada por la inasible dinámica de la realidad31.
Otra dificultad que el juez puede encontrar en la tarea referida, es que las
partes no siempre aportarán voluntariamente la totalidad de los elementos de juicio
necesarios32, conducta que podrá ser tenida en cuenta como dato tendencialmente
contrario a la aprobación de la propuesta, ya que el aporte de los elementos sufi-
30 V., a título comparativo, los criterios homólogos utilizados en EEUU para la identificación de los parámetros
a considerar por el juez, a la hora de aprobar un acuerdo colectivo en: FEDERAL JUDICIAL CENTER,
Manual for complex litigation, 4° ed., 2004, § 21.62, pp. 315-318; WRIGHT – MILLER – KANE, Federal
Practice and Procedure, ob. cit.., v. 7-B, § 1797.1, pp. 379-416; GIDI, Antonio, A ‘class action’ como
instrumento …, ob. cit., pp. 320-327; HAZARD Jr., Geoffrey C., “The settlement black box”, 75 Boston
University Law Review 1257 [1995].
31 V. ., Leandro, La tutela colectiva de derechos individuales homogéneos, 2007, p. 104; conceptos compartidos por Falcón, Enrique, “Principios procesales del proceso colectivo”, ponencia general presentada en
el XXVI Congreso Nacional de Derecho Procesal, celebrado en la ciudad de Santa Fe, Argentina, entre
el 8 y 10 de junio de 2011, nota 31, pp. 21-22.
32 Es esta falencia de información, derivada muchas veces de la confidencialidad en la que se desarrollan las
negociaciones respectivas, la que lleva a HAZARD Jr. a calificar al proceso en cuestión como una caja
negra “impermeable al escrutinio judicial” (HAZARD Jr., Geoffrey C., “The settlement black box”, cit.,
nota al pie n° 1).
97
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
cientes para valorar la justicia del acuerdo constituye una carga para las partes que
pretenden la homologación.
c. Posibilidad de notificación del contenido básico de la propuesta de
acuerdo a los integrantes del grupo.
Si bien no impera en nuestro medio una disposición como la establecida en la
Regla Federal 23(c)(2) y 23(e)(1) de los Estados Unidos33, nada impide que el juez,
en ejercicio de sus potestades de dirección y saneamiento del proceso (art. 34, inc. 5,
CPCN), disponga la notificación al grupo de los aspectos fundamentales del acuerdo
propuesto (es decir, de aquellos contenidos sin los cuales no es posible tomar una
decisión informada sobre su aceptación), con carácter previo a la homologación.
Dicha comunicación favorece la regularidad y posterior eficacia colectiva del
convenio, al permitir a los restantes interesados intervenir en el pleito, controlar la
representatividad adecuada del legitimado que arribó a la transacción para ponerle
fin o, en su caso, autoexcluirse de sus alcances para seguir su propia suerte en juicio
(v. apartado siguiente “3]”).
Como fuera anticipado, no se nos oculta que, a diferencia del sistema norteamericano, nuestro ordenamiento no ha recalado en el recaudo de la notificación
personal de los integrantes del grupo acerca de la existencia del litigio (‘notice’),
para la admisión de un proceso en clave colectiva. Los elevados costos y serias
complicaciones que ello conllevaría en la práctica, han sido los argumentos tradicionalmente utilizados para eludir la incorporación de dicho trámite en nuestro medio34.
33 El régimen norteamericano establece un sistema de notificación dual, dependiendo del tipo de acción de
clase incoada. Si se trata de una de las hipótesis previstas en la regla 23(b)(1) y (b)(2) (esto es, las denominadas “incompatible standard class actions” y las “limited fund class actions”), la norma establece que
el tribunal puede disponer “mecanismos de notificación apropiados” (‘appropriate notice to the class’),
mientras que en los supuestos previstos en la regla 23(b)(3) (típicamente ejemplificadas con las “class
actions for damages”), la regla 23(c)(2)(B) es más exigente en el modo de comunicar la existencia del
proceso a los miembros del grupo, imponiendo llevar adelante “la mejor notificación practicable según
las circunstancias” (‘best notice practicable under circumstances’).
Para el caso de la transacción, el cuerpo normativo de marras determina, con carácter general, que el juez
debe disponer la notificación “en una forma razonable a todos los miembros de la clase que quedarían
vinculados por la propuesta de acuerdo” (Regla 23(e)(1): ‘The court must direct notice in a reasonable
manner to all class members who would be bound by the proposal’).
34 No es este el lugar de desarrollar con detenimiento esta delicada cuestión, que impacta seriamente en la
eficiencia del mecanismo de tutela analizado. Baste con remitir a la discusión que generara el punto al
momento de redactarse el Código Modelo de Procesos Colectivos del Instituto Iberoamericano de Derecho
Procesal. El art. 21 del Código Modelo aludido, dispone que la citación a los miembros del grupo se hará
mediante edictos (al estilo del CDC brasileño, fuente directa del cuerpo de marras), agregando la comunicación a otras entidades que tienen por objeto la defensa de los derechos involucrados en la litis (vg., en
nuestro país, el Defensor del Pueblo, asociaciones de defensa del consumidor, del medio ambiente, etc.).
La crítica a esta previsión, por constituir un mecanismo insuficiente para anoticiar al grupo interesado de
la existencia de la litis, puede verse en Gidi, Antonio, “Notas críticas al anteproyecto de Código Modelo de
Procesos Colectivos para Iberoamérica”, en VVAA (Gidi, A. - Ferrer Mac-Gregor, E. [coord.]), La tutela
de los derechos difusos colectivos e individuales homogéneos. Hacia un código modelo para Iberoamé-
98
LEANDRO J. GIANNINI
Sin embargo, en ciertos casos, es posible acudir a medios de comunicación
masivos u otros mecanismos de anoticiamiento más personales como para mejorar
la performance de este tipo de litigios y expandir razonablemente el conocimiento
de las fases más relevantes del proceso a los miembros del grupo en cuestión,
sin que –en paralelo- se haga incurrir al representante del grupo en erogaciones
mayúsculas que condicionen materialmente la garantía de acceso a la justicia. No
se trata entonces de exigir indefectiblemente el envío de una cédula al domicilio
real de cada uno de los integrantes del grupo (vg., a los nueve millones de usuarios
de telefonía fija afectados por la modificación del acuerdo tarifario; o a los otros
tantos millones de usuarios del servicio de transporte público; o de alumnos de
establecimientos públicos o privados, etc.), sino de encontrar el mejor instrumento
disponible según las circunstancias del caso (vg., incluir una referencia a las características principales del caso y del contenido del acuerdo, en la factura del servicio
respectivo35, etc.) para informar a los miembros del grupo de la existencia de una
propuesta de acuerdo sobre un conflicto que involucra sus intereses.
rica, ob. cit., p. Porrúa, México, 2003, PP. 416-418; en el mismo sentido: MARTÍNEZ MUÑOZ, Martín,
Comentario al art. 21 del Código Modelo de Procesos Colectivos, en VVAA [Gidi, Antonio – FERRER
MAC-GREGOR, Eduardo: coord.], Código Modelo de Procesos Colectivos. Un diálogo iberoamericano,
ob. cit., p. 269.
Sabido es que en los EEUU el problema de los costos de las notificaciones personales también ha sido
apreciado como un condicionamiento a las posibilidades materiales de accionar colectivamente, sin que
la traslación de dichos costos a la demandada o al Estado se muestren como opciones definitivamente
superadoras en la materia. Es de destacar, en tal sentido la opinión de Fiss, quien considera que el dilema
puede ser atemperado mediante la práctica de notificaciones colectivas que atenúen el costo que debe
asumir el representante del grupo:
“Aparte de dejar que el demandante cubra los costos o de reasignarlos al demandado, otra alternativa sería
que el gobierno pague los costos de la notificación. En tal caso, los costos de la notificación serían tratados
como uno de los tantos gastos afrontados por el estado para mantener el sistema de justicia, comparable,
por ejemplo, con los gastos del tribunal o salarios del juez. Un esquema financiero semejante, sin embargo,
produciría un resultado complejo. Le daría a los particulares un poder sobre el erario público, similar al
del procurador general, pero sin su responsabilidad ante la comunidad respecto de sus gastos.
Por ello, hasta cierto punto, se puede entender la dificultad de asignar siempre el costo de la notificación al
representante de la clase, al demandado o al gobierno. En efecto, dejándolo en los hombros del representante
de la clase acarrea sus problemas, porque hace que la prosecución del reclamo sea menos atractiva para
los abogados emprendedores -él o ella deben poner el dinero al inicio de la demanda y, en muchos casos,
esto puede ser un obstáculo decisivo para iniciar el proceso. Sin embargo, las otras alternativas también
tienen sus inconvenientes. En general, parece que la forma más sensata de este solucionar el problema sería
optar en favor de la notificación colectiva, porque nos permite ser algo indiferentes respecto del modo de
asignación de los costos, ya que las sumas son lo suficientemente reducidas. Incluso si se los deja en los
hombros de la demandante, la carga probablemente no sea decisiva” (FISS, Owen, “The political theory
of the class action”, 53 Washington and Lee Law Review 21, esp. p. 28 [1996].
35 En el caso de la transacción, la cuestión relativa a quién se hace cargo de los costos de la notificación
respectiva, tiene menor entidad que en el caso de la comunicación de la existencia de la acción colectiva.
En este último supuesto, el actor grupal carece frecuentemente en nuestro país de los recursos materiales
suficientes como para afrontar el pago de una notificación personal a cada integrante del grupo afectado
(piénsese en una Asociación Civil que debe comunicar personalmente a todos los enfermos de HIV del país
o a todos los consumidores de determinado producto o servicio dispersos en dicho territorio, etc.). Por lo
99
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
Claro que las ventajas de este criterio se hacen más evidentes en regímenes en
los que –como vimos- la cosa juzgada colectiva se extiende a favor y en contra del
grupo (es decir, tanto para el caso de acogimiento de la pretensión, como de rechazo),
con derecho de autoexclusión. Así, por ejemplo, en el sistema de la Ley 24.240, en
el que –de acuerdo a lo explicado- la res judicata alcanza tanto al demandado como
a “todos los consumidores o usuarios que se encuentren en similares condiciones”
(regla aplicable a la transacción colectiva), salvo los que manifiesten su voluntad
de apartarse de las resultas de la controversia. La implementación de un mecanismo
de comunicación a los integrantes del grupo se hace en estos casos más evidente, ya
que el ejercicio de este opt out (único supuesto previsto en aquella norma por el cual
el afectado individual podría excluirse de la autoridad colectiva del decisorio -en
este caso: de la homologación-), demanda obviamente un conocimiento suficiente
de la existencia de la contienda y de los alcances del acuerdo. De lo contrario, la
posibilidad de requerir ese “apartamiento de la solución general” a su respecto, se
transformaría en un resorte estéril, dado que, en ausencia de información adecuada,
es difícil adoptar una decisión meditada sobre la conveniencia de dicha decisión.
d. Posibilidad de consagrar un régimen específico de autoexclusión
(‘opt out’) de los integrantes del grupo.
Atado a lo expuesto en el apartado anterior se encuentra la problemática del
derecho de autoexclusión de los integrantes individuales del grupo, respecto de la
solución a la que se arriba en el acuerdo transaccional.
Como fuera adelantado, en la órbita nacional, dicha prerrogativa del legitimado
individual sólo está prevista en el ámbito de las acciones colectivas de defensa del
consumidor (art. 54, Ley 24.240, conf. Ley 26.361), lo que no obsta a su aplicación
analógica en los ordenamientos que, pese a carecer de una previsión semejante,
adoptan un régimen de cosa juzgada compatible con dicha norma (art. 16, Cód. Civ.):
“El acuerdo deberá dejar a salvo la posibilidad de que los consumidores o
usuarios individuales que así lo deseen puedan apartarse de la solución general
adoptada para el caso”.
El dispositivo tiene que ser armonizado con lo establecido en el párrafo siguiente del mismo precepto, relativo a los alcances generales de la res judicata en
que, de imponerse en el futuro un régimen de notificación al estilo norteamericano, debería contemplarse
la problemática que ocasiona el considerable costo de dicha diligencia en este tipo de trámites.
Ahora bien, decíamos que en el caso de la transacción el problema no es tan agudo, ya que la asunción
de los costos de notificación pueden ser pactados en el mismo acuerdo, como condición para arribar al
mismo. Por lo que es posible que la parte fuerte de la relación procesal acepte asumir el costo de la notificación, a cambio de obtener un acuerdo más sólido respecto de la clase afectada (v., respecto del derecho
norteamericano, lo expresado en tal sentido por Gidi, Antonio, A ‘class action’ como instrumento …, ob.
cit., esp. pp. 327-328).
100
LEANDRO J. GIANNINI
este tipo de litigios, que le da al juez un amplio margen para definir las condiciones
bajo las cuales tendrá lugar dicho derecho a separarse de la suerte general del pleito:
“La sentencia que haga lugar a la pretensión hará cosa juzgada para el demandado
y para todos los consumidores o usuarios que se encuentren en similares condiciones,
excepto de aquellos que manifiesten su voluntad en contrario previo a la sentencia en
los términos y condiciones que el magistrado disponga” (art. 54, 2° párrafo, ley 24.240,
conf. ley 26.361).
Si bien es claro, en el texto de la norma, que el poder del juez de imponer las
modalidades para el ejercicio del opt out rige para el caso de las sentencias definitivas
que ponen fin a la litis (por ello es que determina un solo recaudo temporal: que
sea anterior al fallo respectivo), entendemos que, por analogía, la misma atribución
debe ser reconocida al judicante en el ámbito de la transacción. Dos diferencias
de todos modos se imponen en esta última disciplina, respecto de la regla general
vigente para las sentencias definitivas:
En primer lugar, que la limitación temporal establecida en el art. 54, 2° párrafo
no rige para el caso de la homologación de las transacciones, ya que el apartamiento
de los alcances del convenio puede perfectamente darse con posterioridad a su
homologación, sin que por ello se afecte en modo alguno la eficacia del mismo.
En efecto, la previsión de un plazo generoso para que los miembros del grupo
puedan evaluar el contenido del acuerdo para adherir o alejarse del mismo, puede
ser un indicador de la seriedad con la que se propone que los integrantes del grupo
sean adecuadamente informados de los alcances del convenio y puedan tomar una
decisión apropiada a la gravedad del acto. Es por ello que, a diferencia de lo que
ocurre con el derecho de auto-exclusión vigente respecto de la sentencia definitiva,
que debe ser ejercido (según las modalidades fijadas por el juez) antes de su dictado, en el caso del acuerdo transaccional, el apartamiento de sus cláusulas puede
tener lugar, según las modalidades del caso, luego de su homologación, en el plazo
prudencial que se fije para que los integrantes del grupo puedan tomar una decisión
informada sobre el mismo.
La otra diferencia entre ambos regímenes de opt out, recae en la obvia circunstancia de que, en el acuerdo sometido a homologación, las partes pueden adelantarse
a la definición del juez en la materia, previendo las modalidades específicas de
conformidad con las cuales sería viable el ejercicio de esta facultad del miembro
de la clase. De hecho, una cláusula de ese tenor sería por demás importante, para
evitar discusiones respecto de la razonabilidad con la que el juez defina las condiciones pertinentes en ausencia de acuerdo de partes, teniendo presente que una
situación semejante podría importar una modificación de la esencia del convenio
que finalmente lo frustre (doct. art. 834, Cód. Civ.).
Lo que no puede hacerse por vía convencional, es suprimir el derecho de autoexclusión, dado que allí opera el límite establecido en la norma, que dispone, en
definitiva, que “algún” modo de ejercicio de dicha prerrogativa debe estar disponible
para los interesados que no han intervenido en la litis.
101
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
La previsión es relevante y limita (aunque no extingue) la posibilidad de que,
en nuestro medio, se intenten acciones colectivas exclusivamente transaccionales
sin derecho de autoexclusión (o, como se las denomina en los EEUU, ‘non opt
out’ settlement class actions), para colocar un techo definitivo a la responsabilidad
futura de un agente masivo de daños. En efecto, ha sido arduamente debatido en
el país del norte la posibilidad de certificar una acción de clase al sólo efecto de
hacer extensivo al grupo de afectados, un acuerdo articulado entre el demandado
y el legitimado colectivo antes de la admisión del trámite como una acción de
clase. Así, frente a la condena recibida en diversas oportunidades por un hecho
de esa magnitud, y a la vista de una cadena numerosa de juicios sobre la misma
cuestión, es a veces la demandada la que, desde hace ya décadas, se ha interesado
en lograr la certificación del conflicto en clave colectiva, de modo de protegerse
de los elevadísimos costos que acarrearía una judicialización masiva futura sobre
el punto. A tal fin, se ha intentado en más de una oportunidad remediar los daños
producidos a centenas de miles de afectados (vg., consumidores de un producto o
sustancia dañina –implantes mamarios en mal estado, asbestos, etc.-), a través de
negociaciones previas a la iniciación de la litis, que terminaron en un acuerdo celebrado para ser presentado en juicio, mediante la iniciación de una settlement class
action. De obtener certificación la clase y ser homologado el acuerdo, ello importará remediar globalmente los daños producidos, de conformidad con las cláusulas
convenidas. Por lo que el grupo obtiene alguna forma rápida de resarcimiento y el
demandado queda asegurado de que, en principio, no responderá más allá de las
sumas allí comprometidas, para hacer lugar a las indemnizaciones respectivas por
daños actuales o futuros derivados del evento dañoso. Los serios reparos opuestos
hacia esta modalidad transaccional en los EEUU, que permite dar alcances erga
omnes a un acuerdo adoptado en la fase liminar del proceso36, provocan un escrutinio estricto a la hora de examinar la certificación de una clase y homologación
de la transacción en tales condiciones. Incluso la Suprema Corte norteamericana
ha intervenido en la problemática, limitando el uso de las settlement class actions
como herramienta para acotar la responsabilidad de las empresas en casos de daños
masivos extendidos en el tiempo37.
36 Adviértase que la interposición de una acción de clase al sólo efecto de certificar la misma y dar efectos
expansivos a la solución acordada, puede impedir que el tribunal y los miembros ausentes del grupo,
tengan información adecuada sobre aspectos importantes de la litis, que recién se adquieren durante su
desarrollo o, al menos, con posterioridad a la certificación de la acción y la incorporación de los elementos
recabables a través del discovery. La ausencia de dichos elementos otorga a los representantes del grupo
una primacía que suele ser vista con resquemor, teniendo presente la posibilidad de entrar en colusión,
conflictos de intereses, etc., en perjuicio de los miembros ausentes en la litis, o que el demandado elija a
los abogados menos vigorosos o más presionables, para llegar a un acuerdo con ellos (‘attorney shopping’,
en la gráfica expresión extractada de la jurisprudencia norteamericana por WRIGHT, Charles – MILLER,
Arthur – KANE, Mary Kay, Federal Practice and Procedure, West Group, 2° ed., v. 7-B, § 1797.1, p.
413).
37 Son especialmente relevantes las decisiones adoptadas por la Suprema Corte norteamericana en los casos
Amchem Products, Inc. v. Windsor, 521 U.S. 591 (1997) y Ortiz v. Fibreboard Corp., 527 U.S. 815 (1999).
El primero de los fallos citados condicionó la posibilidad de certificar acciones colectivas al sólo efecto de
102
LEANDRO J. GIANNINI
No es éste el lugar de profundizar en la práctica de esta variante de acciones
de clase en los EEUU38. Nos basta con lo expresado previamente para comparar
dicha experiencia con la previsión del art. 54, 2° párrafo de la LDC, al consagrar en
nuestro país la necesidad de que los integrantes del grupo tengan siempre la posibilidad de optar por apartarse de la solución transaccional y seguir su propia suerte
en un reclamo individual. Dicha pauta condiciona especialmente la utilización de la
variante más gravosa de dicho tipo de acuerdos, como son convenios transaccionales
“de fondo cerrado o limitado” sin derecho de autoexclusión (‘non-opt-out limited
fund class action settlement’39).
Ahora bien, como fuera anticipado, la norma mencionada no cercena la posibilidad de modalidades similares a las settlement class actions en nuestro país, en la
arribar a una transacción, a que se encuentre presente la totalidad de las exigencias previstas en la regla
federal 23(a) y 23(b)(3) (a excepción de la “manejabilidad” del caso en juicio -manageability for trial-),
recaudos que no advirtió acreditados en la especie.
El precedente Ortiz restringió especialmente la posibilidad de certificar settlement class actions estructuradas sobre fondos de afectación limitados, lo que dio lugar a precisos estudios sobre la posibilidad de
acudir en estos casos directamente al proceso de quiebra, para dar respuesta al problema de la ausencia
de financiación suficiente del autor del evento masivo, para responder a la litigiosidad esperable por los
daños ocasionados (v. en tal sentido GIBSON, Elisabeth, Case studies of Mass Tort Limited Fund Class
Action Settlements & Banckrupcy Reorganizations, Federal Judicial Center, 2000, pássim, concluyendo
que la solución basada en el régimen falencial es en varios aspectos más apropiada para dar respuesta
a esta clase de conflictos, que las settlement class actions). Otros consideran que a partir de las restricciones impuestas por la Suprema Corte en los citados precedentes, “Amchem” y “Ortiz”, los litigantes
se han paulatinamente inclinado por evitar el fuero federal (‘venue shopping’), buscando sortear dichos
obstáculos en los tribunales locales, a través de los mecanismos estaduales de enjuiciamiento colectivo
(V. LITWILLER, Lisa, “Why Amendments to Rule 23 are not enough”, 7 Chapman Law Review 201,
esp. p. 203).
38 Cabe remitir sobre el punto a WRIGHT – MILLER – KANE, Federal Practice and Procedure, ob. cit. §
1797-1797.1, pp. 340-416; TIDMARSH, Jay, Mass Tort Settlement Class Actions, Federal Judicial Center,
1998, pássim; FEDERAL JUDICIAL CENTER, Manual for complex litigation, ob. cit., § 21.132, pp.
250-252; SCHWARZER, William, “Settlement of mass torts class actions: order out of caos”, 80 Cornell
Law Review 837 (1995); Coffe, John C., “Class Wars: The Dilemma of Mass Tort Class Action”, 95
Columbia Law Review 1343 (1995); HAZARD Jr., Geoffrey C., “The settlement black box”, 75 Boston
University Law Review 1257 [1995]; GIBSON, Elisabeth, Case studies of Mass Tort Limited Fund Class
Action Settlements & Banckrupcy Reorganizations, Federal Judicial Center, 2000, pássim; GIDI, A class
action como instrumento …, ob. cit., pp. 348-358.
39 La variante aludida en el texto, importa básicamente crear un fondo de afectación para hacerse cargo de
las indemnizaciones actuales o futuras derivadas del ilícito denunciado. Al fijarse un monto determinado
e impedirse el ejercicio del opt out, todos los afectados tendrán que cobrarse del fondo en cuestión, el que
deberá ser prorrateado entre los miembros del grupo, según las pautas que razonablemente se determinen.
La ausencia de posibilidades de autoexclusión y la incorporación en el fondo de futuros afectados (vg.,
quienes todavía no han desarrollado la patología derivada del contacto con un producto cancerígeno), hace
de estos acuerdos la variante más segura para los demandados y la más riesgosa para la clase, lo que ha
incluso llevado a declararlos inoponibles respecto de sujetos que no quedaran adecuadamente protegidos
por sus cláusulas.
Es dicha variante de settlement class action (de fondo limitado y sin posibilidad de autoexclusión) la que
quedó definitivamente enervada en su virtualidad a partir del fallo de la Suprema Corte norteamericana
en el citado fallo Ortiz v. Fibreboard Corp. 527 U.S. 815, 842 (1999).
103
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
medida en que se cumplan las condiciones analizadas para permitir la homologación
de un acuerdo en tales circunstancias.
Una aclaración final es relevante para evaluar los alcances de la posibilidad
de optar por desligarse de las resultas de la transacción en el régimen nacional de
defensa del consumidor. Dicha facultad sólo es posible en los procesos colectivos,
con el objeto de ser eximido individualmente de las resultas del acuerdo global, de
modo que el miembro del grupo pueda seguir adelante con su pretensión particular.
La precisión no es menor, ya que en el caso de procesos grupales de objeto
indivisible (derechos difusos propiamente dichos40, vg., la acción de recomposición ambiental de un curso de agua contaminado, la de remoción de cartelería que
contiene publicidad engañosa, etc.), en los que la tutela requerida es insusceptible
de fragmentación material en parcelas pertenecientes a cada individuo, el opt out
no puede ser ejercitado a efectos de promover con posterioridad un nuevo proceso
colectivo. El derecho de autoexclusión tendrá entonces el efecto de permitir a cada
afectado reclamar por su derecho a título personal (vg., accionar por los daños y
perjuicios sufridos individualmente por la contaminación; o reclamar la anulación
de cláusulas del propio contrato, al que se prestara conformidad inducido por publicidad engañosa, etc.) y no el de autorizar automáticamente la promoción de un
nuevo proceso grupal, alegando que la cosa juzgada colectiva que ha adquirido la
transacción es inoponible a su respecto.
5. La transacción en los procesos colectivos y los regímenes de
mediación previa obligatoria.
Un aspecto interesante asociado a la problemática en estudio, es el impacto
de las leyes de mediación obligatoria, dictadas tanto en el ámbito nacional (Ley
26.589) como en la Provincia de Buenos Aires (Ley 13.951), cuando la pretensión
deducida versa sobre derechos de incidencia colectiva.
Como el contenido final del acuerdo que se instrumenta como resultado de un
proceso exitoso de mediación, se asimila a una verdadera transacción, mucho de lo
que hemos dicho respecto de los requisitos y límites de este modo de extinción de
las obligaciones, tiene directa repercusión en el tema examinado en este apartado.
El primer interrogante a dirimir en este campo, surge casi espontáneamente de
los desarrollos precedentes: ¿están los procesos colectivos incluidos en el régimen
40 La doctrina se ha esforzado tradicionalmente por distinguir las diversas modalidades que pueda adquirir
el enjuiciamiento grupal, según la clase de interés en juego, especialmente a partir de la divisibilidad
del objeto tutelado. Por nuestra parte, hemos desarrollado la distinción entre las distintas variables de
derechos de incidencia colectiva, entre otras publicaciones, en GIANNINI, Leandro J., La tutela colectiva
de derechos individuales homogéneos, ob. cit., pp. 29-65; íd., “Tipología de los derechos de incidencia
colectiva”, en Libro de Ponencias Generales y Trabajos Seleccionados, XXIII Congreso Nacional de
Derecho Procesal, La Ley, 2005, pp. 40-63, lugar al que remitimos, junto con la importante serie de autores
que se han dedicado al tema, a la que allí se hace referencia.
104
LEANDRO J. GIANNINI
de mediación previa obligatoria o, por sus particularidades, deberían considerarse
exceptuados de la necesidad de transitar dicho paso previo a la promoción de la
acción?
Ni el art. 5 de la Ley 26.58941, ni el art. 4 de la Ley Provincial 13.95142 contemplan a los litigios grupales dentro del elenco de pretensiones excluidas del régimen
de mediación previa obligatoria. Algunas variantes procesales allí previstas pueden
ser propuestas en clave colectiva, quedando en tales casos obviamente descartadas
del régimen de mediación compulsiva, del mismo modo que lo está la variante
individual del proceso especial en cuestión (vg.: el amparo colectivo; o la acción
grupal en la que el Estado es demandado). Pero, ocioso es decirlo, esta última salvedad no responde al dilema anticipado, dado que lo que nos interesa saber es si,
en atención a sus particularidades, todas las variantes de enjuiciamiento colectivo
están exceptuadas del mecanismo de autocomposición aludido.
Hemos señalado en los apartados precedentes que la concreción de un acuerdo
colectivo demanda de ciertos recaudos especiales (análisis riguroso de la representatividad adecuada del legitimado grupal; examen de la justicia de su contenido
respecto de los miembros ausentes de la clase afectada, etc.). Tales condiciones
son examinadas por el juez de la causa, en el caso de transacciones sobre derechos
“litigiosos” (es decir, sometidos a juicio, según el entendimiento habitual asignado
al art. 838 del Cód. Civ.43).
Sabido es que las formalidades exigidas por dicha norma para celebrar una transacción extrajudicial (es decir, sobre derechos “dudosos”) y judicial (sobre derechos
“litigiosos”) difieren. En el primer caso no se requiere solemnidad alguna, quedando
41 Art. 5, Ley 26.589: “Controversias excluidas del procedimiento de mediación prejudicial obligatoria. El
procedimiento de mediación prejudicial obligatoria no será aplicable en los siguientes casos: a) Acciones
penales; b) Acciones de separación personal y divorcio, nulidad de matrimonio, filiación, patria potestad
y adopción, con excepción de las cuestiones patrimoniales derivadas de éstas. El juez deberá dividir los
procesos, derivando la parte patrimonial al mediador; c) Causas en que el Estado nacional, las provincias,
los municipios o la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o sus entidades descentralizadas sean parte, salvo en
el caso que medie autorización expresa y no se trate de ninguno de los supuestos a que se refiere el artículo
841 del Código Civil; d) Procesos de inhabilitación, de declaración de incapacidad y de rehabilitación; e)
Amparos, hábeas corpus, hábeas data e interdictos; f) Medidas cautelares; g) Diligencias preliminares y
prueba anticipada; h) Juicios sucesorios; i) Concursos preventivos y quiebras; j) Convocatoria a asamblea
de copropietarios prevista por el artículo 10 de la ley 13.512; k) Conflictos de competencia de la justicia
del trabajo; l) Procesos voluntarios.
42 El elenco vigente en el ámbito provincial es similar al establecido en el régimen federal. Art. 4, Ley 13.951:
“Quedan exceptuados de la Mediación: 1. Causas Penales, excepto las sometidas a Mediación voluntaria
de acuerdo a lo establecido en la Ley 13.433; 2. Acciones de separación personal y divorcio, nulidad de
matrimonio, filiación y patria potestad, alimentos, guardas y adopciones. 3. Procesos de declaración de
incapacidad y de rehabilitación. 4. Causas en las que el Estado Nacional, Provincial, Municipal o los
Entes Descentralizados sean parte. 5. Amparo, Habeas Corpus e interdictos. 6. Medidas cautelares hasta
que se encuentren firmes. 7. Las diligencias preliminares y prueba anticipada. 8. Juicios sucesorios y voluntarios. 9. Concursos preventivos y quiebras. 10. Las acciones promovidas por menores que requieran
la intervención del Ministerio Público. 11. Causas que tramiten ante los Tribunales Laborales. 12. Causas
que tramiten ante los Juzgados de Paz Letrados”.
43 V. CAZEAX Pedro, – TRIGO REPRESAS, Félix, Derecho de las obligaciones, Platense, 3° ed., 1991, t.
III, §1687, p. 501.
105
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
sometido el acuerdo a las reglas generales sobre la prueba de los contratos (art. 837,
Cód. Civ.); en el segundo, la transacción sólo se tendrá por concluida desde que se
presente ante el juez de la causa, pudiendo ser desistida antes de ese momento (art.
838, ord. cit.), adquiriendo firmeza y ejecutoriedad a partir de su homologación44.
El convenio extintivo al que se arriba durante el procedimiento de mediación,
entra dentro de la primera categoría, dado que no se encuentra enmarcado en una
“litis”, sino que tiene lugar con antelación a su promoción. Es por ello que los
derechos sobre los que se acuerda cuando este mecanismo de autocomposición
prejudicial resulta exitoso, son meramente “dudosos”. Por consiguiente, no rigen
en la materia las exigencias propias de la transacción celebrada sobre derechos sometidos a juicio (presentación ante el juez de la causa, necesidad de homologación
para fortalecer la convención con la autoridad de la res judicata).
Es de advertir que, en este punto, los regímenes vigentes en el ámbito nacional
y provincial contrastan abiertamente. Mientras el primero no impone la homologación judicial de los acuerdos celebrados ante el mediador45, que se transforman en
títulos ejecutivos sin necesidad de aprobación alguna por parte de la judicatura46,
en el segundo se adopta una posición diversa, ya que se contempla la inspección
judicial de todos y cada uno de los convenios de mediación47. No es este el lugar
de analizar la conveniencia de cada uno de los regímenes, ni la discutible validez
del régimen provincial que, además de imponer la intervención judicial respecto
de derechos que no son litigiosos48 (apartándose así del sistema ideado en los arts.
44 V. MORELLO, Augusto M., “La transacción desde la perspectiva procesal”, en Revista del Colegio de
Abogados de La Plata, nº 11, julio-diciembre 1963, pp. 383 y ss.; LLAMBÍAS, Jorge J., Tratado de
Derecho Civil. Obligaciones, t. III, pp. 76 y 83-90; CAZEAX – TRIGO REPRESAS, Derecho de las
obligaciones, ob. cit., § 1697-1699, pp. 517-526.
45 Excepción hecha de los supuestos en los que estén en juego derechos de menores o incapaces (art. 26,
Ley 26, Ley 26.589, que se transcribe en la siguiente nota al pie).
46 Art. 26, Ley 26.58: “Conclusión con acuerdo. Cuando durante el procedimiento de mediación prejudicial
obligatoria se arribara al acuerdo de las partes, se labrará acta en la que constarán sus términos. El acta
deberá ser firmada por el mediador, las partes, los terceros si los hubiere, los letrados intervinientes, y los
profesionales asistentes si hubieran intervenido.
Cuando en el procedimiento de mediación estuvieren involucrados intereses de incapaces y se arribare a
un acuerdo, éste deberá ser posteriormente sometido a la homologación judicial […]”.
47 De conformidad con lo normado en los arts. 6 y 7 de la ley 13.951, al iniciarse el trámite de mediación
previa en la Provincia de Buenos Aires, se debe sortear, junto con el mediador que intervendrá en el reclamo,
el Juzgado que entenderá en la homologación del acuerdo (si se perfeccionara la autocomposición), o en
la litis (en caso contrario).
Finalmente, el art. 17 del cuerpo legal aludido impone la homologación judicial de cada acuerdo celebrado:
“El acuerdo se someterá a la homologación del Juzgado sorteado según el artículo 7º de la presente Ley,
el que la otorgará cuando entienda que el mismo representa una justa composición de los intereses de las
partes”.
48 Consideramos que, hasta que la pretensión no haya sido efectivamente deducida, los derechos no están
sometidos a una litis. Y, atento a que no es necesario promover la demanda para iniciar el trámite de mediación provincial (arg. arts. 6 y 18, ley 13.951), cabe concluir que los conflictos articulados en esta fase
previa no son “litigiosos”, sino meramente “dudosos”, siguiendo la distinción de Vélez Sarsfield referida
en el texto. Es por ello que, en el régimen de fondo, no necesitarían de homologación judicial, sin perjuicio
106
LEANDRO J. GIANNINI
837 y 838 del Código Civil), fija un estándar de valoración de la regularidad del
acuerdo (su “justicia”) más exigente que el previsto en el ordenamiento fondal49.
Creemos, de todos modos, que en ambos casos (es decir, tanto en la Nación
como en la Provincia de Buenos Aires), los procesos colectivos deben quedar fuera
del sistema de mediación.
En el primer régimen (Ley 26.589), en el que -como vimos- la intervención de
la judicatura no es condición necesaria para la ejecutoriedad del acuerdo, la solución
adelantada se impone por la circunstancia de que el mecanismo de autocomposición aludido no asegura la regularidad ni la eficacia grupal del acuerdo celebrado
por el representante de la clase. En efecto, según fuera explicado previamente, en
esta clase de contiendas se torna necesario verificar ciertos recaudos específicos
para que el acuerdo posea efectos expansivos y que dichos alcances subjetivos
no impliquen una alteración de la garantía del debido proceso de los miembros
ausentes. Si recordamos el elenco de requisitos que el convenio extintivo debe
satisfacer para lograr dichos cometidos, queda claro que no es el mediador quien
tiene atribuciones para llevar a cabo valoraciones de esa índole, sino que –por el
de que los contratantes pudieran luego reclamar la nulidad de la transacción, por ejemplo, al haber sido
concluida respecto de derechos indisponibles.
49 La homologación constituye una actividad judicial por la que el juez da firmeza a ciertos actos de las partes,
a través de un examen de cumplimiento de sus condiciones extrínsecas e intrínsecas (conf. FALCÓN,
Enrique, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, Abeledo Perrot, t. II, p. 124, comentario al art.
162 del ordenamiento citado). Siendo que la “justa composición” de la contienda no es una condición
exigida por el Código Civil para aprobar, con carácter general, un acuerdo sobre derechos disponibles (sí
lo es, como vimos, en el caso de procesos colectivos), la exigencia de la ley 13.951 de la Provincia de
Buenos Aires viene a instituir un examen novedoso, no previsto en la norma sustancial, lo que se encuentra
vedado al legislador local.
Cabe aclarar que la observación anterior no debe ser entendida como un posicionamiento en favor de
mecanismos alternativos de solución de controversias a través de los cuales el estado se desentienda de
su imperativo constitucional de afianzar la justicia y asegurar la tutela judicial efectiva de los derechos
(Preámbulo y art. 18, Const. Nac.; art. 8, Convención Americana sobre Derechos Humanos). Muy por el
contrario, entendemos que tanto la mediación como otros instrumentos de descongestión, no tienen razón
de ser si tales remedios sólo son pensados como alternativas frente a un servicio de justicia que no responde
a las necesidades de un proceso justo y eficiente. Es decir, que la preocupación principal del Estado no es
la de asegurar que el ciudadano tenga un mecanismo de “escape” o “fuga” a un proceso lento y oneroso,
sino la de garantizar la tutela judicial efectiva, para que, sabiendo que tiene en el servicio jurisdiccional
una forma adecuada de remediar sus conflictos, el interesado pueda además contar con instrumentos de
autocomposición eficientes, a los que acuda voluntariamente (y no huyendo de un sistema de Justicia que
no lo satisface).
Ello no implica, de todos modos, confundir las características propias de ambos sistemas de solución de
controversias, ni permite al legislador local exigir mayores recaudos que los impuestos por el parlamento
nacional para homologar una transacción. Menos aún cuando el resorte utilizado (el examen de la “justa
composición de la litis”) demandaría un rol activo del judicante que difícilmente rinda frutos adecuados
en la praxis de nuestros tribunales. Consideramos que, para lograr transacciones más equilibradas, sería
mucho más atractivo y útil prever instrumentos idóneos para que las partes puedan acudir a la mediación
dotados de información suficiente para negociar adecuadamente (vg., profundizar el impacto del principio
de colaboración en la fase liminar del proceso, imponiendo a las partes el deber de intercambiar información
útil para estimar las probabilidades de éxito futuro de la pretensión, etc.), que imponer una inspección
judicial ex post facto de difícil concreción y discutible validez constitucional.
107
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
contrario- resulta necesaria la participación (incluso: activa) del juez. Sólo éste
puede determinar que, por ejemplo: I) quien actúa gestionando prerrogativas total
o parcialmente ajenas (vg., el afectado, el Defensor del Pueblo, la asociación civil,
etc.), representa adecuadamente al grupo (de acuerdo con los diversos parámetros
que –como fuera estudiado- juegan en esta definición); II) de los antecedentes de la
negociación y de las cláusulas del convenio se evidencia que el mismo construye una
composición adecuada de la litis; III) en ciertos casos, que se preserve el derecho
de los interesados de autoexcluirse de los alcances de la transacción.
La jurisprudencia se ha pronunciado en alguna oportunidad sobre esta problemática. Es interesante en tal sentido traer a colación el criterio sustentado por
la Cámara Nacional en lo Comercial, sala A, de la Ciudad de Buenos Aires, en la
causa “Consumidores Financieros Asociación Civil Para su Defensa c/ Banco de
San Juan S.A.”, que transcribimos a continuación en lo pertinente:
“[…] Buenos Aires, 19 de diciembre de 2008.Y VISTOS:
1) Apeló la parte actora en forma subsidiaria el decreto […] por el que se
suspendió el trámite de estos obrados, hasta tanto que se cumplimente el trámite
de mediación previa obligatoria regulado por la Ley 24.573, con sustento en que
el sub lite no se encuentra previsto entre los supuestos que ese ordenamiento legal
excluye de dicho procedimiento previo. […]
2) La recurrente se quejó de la decisión adoptada en la anterior instancia,
alegando que la Sra. Juez de Grado no habría ponderado que en virtud de lo normado por el art. 54 de la Ley 24.240 -TO por la Ley 26.361-, la actora se encuentra
imposibilitada de arribar a acuerdo alguno fuera del ámbito judicial, por lo que la
confirmación de la solución apelada sólo provocaría una dilación innecesaria y
superflua del trámite de este proceso.
3) La norma invocada por la quejosa -luego de la forma introducida por la Ley
26.361-, dispone, con relación a las acciones judiciales que tramiten en defensa
de intereses de incidencia colectiva, que ‘para arribar a un acuerdo conciliatorio
o transacción, deberá correrse vista previa al Ministerio Público Fiscal, salvo que
éste sea el propio actor de la acción de incidencia colectiva, con el objeto de que se
expida respecto de la adecuada consideración de los intereses de los consumidores o
usuarios afectados. La homologación requerirá de auto fundado. El acuerdo deberá
dejar a salvo la posibilidad de que los consumidores o usuarios individuales que así
lo deseen puedan apartarse de la solución adoptada para el caso ...’.
Despréndese de los términos del texto legal transcripto que asiste razón a la
recurrente en punto a que, por encontrarse representando derechos ajenos a los
suyos propios, en tanto entabló la demanda en defensa de los derechos de cierto
grupo de usuarios, no puede celebrar un acuerdo con la demandada que sea vinculante y ejecutable como sentencia con la simple firma del mediador y las partes, tal
como lo prevé el art. 12, párrafo tercero, de la Ley 24.573. En efecto, para arribar
a un convenio conciliatorio, resulta recaudo insoslayable la previa intervención
del Ministerio Público Fiscal y una decisión judicial debidamente fundada que lo
108
LEANDRO J. GIANNINI
homologue, extremos, que obviamente, no podrían ser satisfechos en el marco del
trámite de la mediación previa obligatoria.
Desde este ángulo, y si bien es cierto que el presente proceso no se encuentra
contemplado dentro de los supuestos excluidos por la Ley 24.573, estímase que una
interpretación integradora de las normas en juego justifica, en la especie, la decisión
de imponer la prosecu[c]ión del juicio a fin de no afectar indebidamente los principios de celeridad y economía procesal. Máxime si, -como en el caso-, surge que
se encuentra pendiente la audiencia prevista por el CPCC: 360, instancia procesal
que otorga la oportunidad de proponer fórmulas conciliatorias para componer los
intereses litigiosos en la ocasión precedentemente señalada en igual forma que en la
instancia de mediación previa extrajudicial, y con el cumplimiento de los recaudos
previstos por el art. 54 de la Ley 24.240 (TO por la Ley 26.361).
Frente a estas circunstancias, ha de admitirse el agravio ensayado sobre el
particular.
4) Por todo ello, esta Sala RESUELVE: Estimar el recurso interpuesto y, por
ende, revocar el decreto dictado” (énfasis agregado)50.
50 Aplicando dichos parámetros, otros organismos han seguido el criterio de excluir a los procesos colectivos
del paso por el sistema de mediación previa. Puede recordarse en tal sentido lo resuelto por el Juzgado
de Primera Instancia en lo Comercial n° 16 de Capital Federal, frente al planteo del demandado en el
sentido que la prosecución de la causa debía detenerse, ya que no había sido sometida al régimen de
autocomposición aludido:
“El art. 54 de la Ley 24.240 -luego de la reforma introducida por la Ley 26.361- dispone, con relación a
las acciones judiciales que tramiten en defensa de intereses de incidencia colectiva, que ‘para arribar a un
acuerdo conciliatorio o transacción, deberá correrse vista previa al Ministerio Público Fiscal, salvo que
éste sea el propio actor de la acción de incidencia colectiva, con el objeto de que se expida respecto de
la adecuada consideración de los intereses de los consumidores o usuarios afectados. La homologación
requerirá de auto fundado. El acuerdo deberá dejar a salvo al posibilidad de que los consumidores o
usuarios individuales que así lo deseen puedan apartarse de la solución adoptada para el caso ...’.
De los términos de la normativa transcripta se desprende que por encontrarse representados derechos
ajenos a los propios de la actora, en tanto entabló demanda en defensa de los derechos de ciertos grupos de
usuarios, no puede celebrar un acuerdo con la demandada que sea vinculante y ejecutable como sentencia
con la simple firma del mediador y las partes, como lo prevé la Ley 24.573. En efecto, para arribar a un
convenio conciliatorio, resulta recaudo insoslayable la previa intervención del Ministerio Público Fiscal
y una decisión judicial debidamente fundada que lo homologue, extremos, que obviamente, no podrían
ser satisfechos en el marco del trámite de la mediación previa obligatoria (conf. arg. CNCom., Sala A, en
autos ‘Consumidores Financieros Asociación Civil Para su Defensa c/ Banco de San Juan SA s/ ordinario’,
del 19-12-2008).
En consecuencia de lo expuesto, el planteo efectuado por la accionada será rechazado, máxime teniendo
en cuenta que se encuentra pendiente de celebración la audiencia prevista por el art. 360 Cód. Procesal,
oportunidad en la cual las partes serán instadas a los fines de poder arribar, en su caso, a un acuerdo
conciliatorio de conformidad con el trámite que corresponde […]” (Juzgado Nacional de 1° Instancia en
lo Civil n° 16, Sec. n° 32, “Consumidores Financieros Asociación Civil para su Defensa c/ BBVA Banco
Francés S.A. s/ Ordinario”, sent. del 3-VII-2009.
Es de señalar que la sentencia fue apelada, aunque el tema de la mediación quedó desplazado en su
tratamiento ante la alzada, dado que la sala que receptó la causa consideró innecesario expedirse sobre
el punto, al decidir directamente el rechazo de la acción deducida, por ausencia de legitimación de la
asociación civil que la había interpuesto (CNCom., sala B, Expte. N° 56564/2008, sent. del 30-IV-2010).
Dados los límites de esta trabajo, no corresponde aquí desarrollar las razones por las que no compartimos
109
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
En el caso de la Provincia de Buenos Aires, el dilema se agudiza, ya que –como
vimos- en dicha jurisdicción toda mediación deberá ser sometida al juez para su
aprobación e, incluso, se contempla con carácter general lo que -a nuestro juicio- sólo
debería ser una condición exigible para ciertos procesos de características especiales
(como, en lo que aquí interesa, aquellos en los que se debaten derechos de incidencia colectiva): el examen de la “justa composición de los intereses de las partes”.
Por lo que la pregunta a formularse en ese punto es si dicha intervención judicial ex post facto (art. 19, Ley 13.951) resulta suficiente para dotar de regularidad,
eficacia y autoridad expansiva a una transacción colectiva.
El interrogante puede recibir respuesta afirmativa, en la medida en que se
asegure que el análisis perfeccionado a la hora de recibir el acuerdo para su homologación, no se ciña estrictamente a un mero análisis “documental” del acuerdo.
Ello es así, dado que –como fuera explicado- el examen necesario para aprobar una
transacción colectiva demanda un estudio que penetre más allá de sus cláusulas,
indagando en aspectos como la representatividad adecuada del litigante (capacidad y experiencia del mismo; ausencia de conflictos de interés, etc.), la justicia
del acuerdo para el grupo (valoración de la expectativa de éxito de la pretensión51,
del tratamiento adecuado de las subcategorías de interesados, de la claridad de las
pautas de liquidación y ejecución del convenio, garantías brindadas, etc.), lo que
puede llevar al judicante a convocar a audiencia para que las partes se expidan sobre
tales extremos, incluso con participación de auxiliares técnicos. Es claro que el
trámite estatuido en el art. 19 de la Ley 13.951, no estuvo ideado para este tipo de
análisis por parte de la judicatura, para lo cual, entre otras razones, basta con tener
en cuenta el plazo dentro del cual el órgano jurisdiccional debe pronunciarse por la
homologación (10 días desde la elevación del acuerdo). Por otra parte, la actividad
que debe desplegarse en esta fase homologatoria importaría, en buena medida,
reeditar ante la judicatura los pasos desarrollados en la instancia de mediación, lo
que conllevaría a una duplicación indebida de esfuerzos, tanto de las partes, como
del servicio de justicia (lato sensu).
Por otra parte, es de recordar que aun aprobado en tales condiciones un acuerdo
colectivo, la actividad del tribunal no quedará agotada, dado que existen incidencias
futuras derivadas del acuerdo, diversas a la ejecución propiamente dicha (como,
por ejemplo, las motivadas por el ejercicio del derecho de autoexclusión, los problemas de liquidación de la parcela individual de un resarcimiento pautado a título
colectivo, etc.) que deberían ser dirimidas por el órgano a cargo de la aprobación.
este criterio de la Cámara capitalina, tema al que nos hemos dedicado en más de una oportunidad, considerando que los derechos individuales homogéneos (patrimoniales o extra-patrimoniales) se encuentran
comprendidos en el género “derechos de incidencia colectiva” al que alude el art. 43 de la Const. Nac. (v.
GIANNINI, Leandro J., La tutela colectiva de derechos individuales homogéneos, ob. cit., pp. 29-65; íd.,
“Los procesos colectivos y la tutela de derechos individuales homogéneos Los problemas que suscita la
noción de “derechos de incidencia colectiva”, LL 2008-A-97, pássim).
51 Pretensión que, cabe recordarlo, todavía no ha sido deducida al iniciarse el trámite de mediación y que,
por ello, deberá ser en todo caso identificada con precisión en el acuerdo al que eventualmente se arribe.
110
LEANDRO J. GIANNINI
Es decir, que pese a que en la Provincia de Buenos Aires, el régimen de mediación asegura la participación de la jurisdicción en el control de la regularidad
del acuerdo, consideramos que las modalidades que demanda dicho examen en el
ámbito de los procesos colectivos torna inconveniente hacer transitar esta clase
de asuntos por el trámite de autocomposición aludido. En litigios de esta índole,
es ante el juez (art. 36, inc. 4, CPCBA), una vez deducida la pretensión y con un
panorama más amplio de los antecedentes de la litis y de las condiciones subjetivas
y objetivas de la negociación, donde pueden desplegarse con más tino fórmulas
eficientes y equilibradas de autocomposición.
6. Impugnación de acuerdos transaccionales irregulares.
Hemos analizado hasta aquí los recaudos necesarios para homologar un acuerdo
transaccional, en procesos en los que se debaten derechos de incidencia colectiva.
Resta ahora por examinar las vías posibles de impugnación de la transacción, en
caso de incumplirse con las condiciones allí previstas o concretarse convenios írritos, afectados de vicios sustanciales que el tribunal no pudo verificar al momento
de aprobarlos.
Al igual que la sentencia definitiva, que puede ser impugnada por defectos
formales anteriores a su dictado, a través del incidente de nulidad (arts. 169 y ss.,
CPCN) o por acción de revisión de cosa juzgada, frente a vicios sustanciales (dolo,
violencia, colusión, error, etc.) de actos trascendentes de la litis52, la transacción
homologada en los procesos colectivos (que –como vimos- tiene igual autoridad
de res judicata), se rige por idénticas premisas, adaptadas a la condición del acto
que se ataca.
En virtud de ello, será posible atacar un acuerdo aprobado judicialmente,
alegando y demostrando irregularidades como: la ausencia de representatividad
adecuada del legitimado que arribó al mismo, la falta de oportunidad brindada al
integrante del grupo para el ejercicio del derecho de autoexclusión (cuando procediera), la presencia de vicios de la voluntad en el acuerdo (simulación, fraude,
dolo, lesión, violencia), etc.
52 Sobre el tema de la revisión de la cosa juzgada o impugnación de la cosa juzgada írrita en general, ver:
HITTERS, Juan Carlos, Revisión de la cosa juzgada, Platense, 2° edición (colaboración: HERNÁNDEZ,
Manuel O.), 2001, pássim; COUTURE, Eduardo J., “La acción revocatoria de la cosa juzgada fraudulenta”,
LL, t. 16, p. 104 (secc. doct.); MORELLO, Augusto M., “Pretensión autónoma de sentencia declarativa
revocatoria de la cosa juzgada írrita”, en ED, t. 36, p. 239; Berizonce, Roberto O., La nulidad en el proceso,
La Plata, LEP, 1967, p. cap. II y cap. X, pto. 48; MAURINO, Alberto, L., Nulidades procesales, Astrea,
2° ed., pp. 289-311; VVAA (Dir.: PEYRANO, Jorge – Coord.: CARBONE, Carlos), Impugnación de la
sentencia firme, Rubinzal Culzoni, 2006, pássim; ARAZI, Roland, “Acción de revisión de la cosa juzgada
írrita”, en Revista de Derecho Procesal (Medios de impugnación. Recursos-I), Rubinzal Culzoni, Santa
Fe, 1999, pp. 377-390; GIL DOMÍNGUEZ, Andrés, “La acción de nulidad por cosa juzgada írrita”, LL
2006-B-808; GIANNINI, Leandro J., “La revisión de la cosa juzgada. Cuestiones actuales”, LL 2001-E1259.
111
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
Dependiendo de las características del vicio alegado como ratio de la impugnación requerida, el camino a utilizar será el incidente de nulidad o la acción
de revisión, vías que –como es sabido- poseen distintos recaudos formales y sustanciales de procedencia. Entre los aspectos adjetivos, cabe enfatizar la marcada
diferencia relativa al plazo de deducción del remedio nulificante, ya que, mientras
el incidente debe ser articulado a los cinco días de conocido el vicio de marras, la
acción autónoma (destinada a cuestionar defectos sustanciales del acto) se rige por
el plazo de prescripción de la acción de anulación de los actos jurídicos, previsto
en la legislación fondal (vg., art. 4030, Cód. Civ.).
La circunstancia de que dichos plazos comiencen a correr desde el conocimiento efectivo del acuerdo por parte de los miembros de la clase ausentes en la
litis, trae nuevamente a colación la problemática de la notificación de la propuesta
transaccional a los sujetos que potencialmente quedarán vinculados por sus cláusulas (v. supra, ap. IV.3).
En caso de haberse establecido un mecanismo de notificación personal suficiente (cédula, correo, incorporación de información relevante en la factura de servicios,
etc.), este acto podría, según las circunstancias del caso, ser considerado como dies
a quo del plazo respectivo, en la medida en que lo que se haya comunicado sea la
homologación del acuerdo. De haberse anoticiado por esta vía la existencia de una
propuesta (y no la aprobación definitiva), a efectos de permitir que los interesados
presenten objeciones con carácter previo a su homologación, la comunicación respectiva no podrá ser tenida como día de inicio para el cómputo de la caducidad o
prescripción, aunque sí será un elemento de juicio relevante a la hora de verificar la
procedencia de la nulidad, teniendo presente la posibilidad que tuvo el afectado de
presentarse a ejercer sus derechos, cuestionando –por ejemplo- la representatividad
del litigante colectivo, la validez de las cláusulas propuestas, etc.
Una variante especial de revisión en el caso de los procesos colectivos, tiene
lugar frente a la aparición de elementos de prueba indisponibles para las partes al
momento de concluirse el proceso inicial. Siendo que en diversos regímenes vigentes, se reconoce expresamente la posibilidad de reeditar el debate si la sentencia
previa terminó desestimando la pretensión por “insuficiencia de pruebas”, es posible
interrogarse acerca de la posibilidad de revisar el contenido de un acuerdo colectivo,
frente a la aparición de nuevos elementos de convicción que demuestren que el
mismo fue celebrado sin contar con la información adecuada para componer la litis.
Consideramos que la respuesta a dar a este último interrogante es afirmativa.
Cuando la normativa pertinente suprime el efecto extensivo de la cosa juzgada
colectiva en los casos de insuficiencia probatoria (vg., art. 33, Ley General del
Ambiente; 28, inc. c], Código de Implementación de los Derechos de Consumidores y Usuarios de la Provincia de Buenos Aires; 15, Ley de Amparo de la Pcia.
Bs. As. –Ley 13.928, conf. reforma Ley 14.142-; v. supra, ap. III.3]), ello implica
que la aparición de elementos de convicción indisponibles al momento de cerrar el
acuerdo podrían permitir la reedición del pleito, si la transacción original hubiera
implicado la renuncia de derechos disponibles a título colectivo.
No se nos escapa que se trata de una interpretación extensiva de la solución
propiciada en los citados preceptos, que en general sólo se refieren a la hipótesis de
112
LEANDRO J. GIANNINI
“rechazo” de la pretensión (y no de “autocomposición” de la misma). Sin embargo,
nos parece que es la que mejor condice con la ratio del sistema de vinculatoriedad
así sancionado. La redacción de preceptos como los citados en el párrafo anterior
(al regular modelos de cosa juzgada secundum eventum probationem), impide saber
si el único supuesto de excepción contemplado en la norma para sortear los efectos
de la res judicata grupal, es el de la desestimación total de la demanda. Parece correcto considerar comprendida en sus previsiones a las hipótesis de rechazo parcial
de la misma, ya que el precepto no distingue ambas modalidades de rechazo por
falencias de prueba.
En cuanto a la transacción, en la medida que puede importar una renuncia
al reclamo de origen con sustento en la imposibilidad de acreditar los extremos
invocados como causa de la pretensión, también puede entenderse comprendida
analógicamente en dichas disposiciones, habilitando por ello la revisión del contenido del acuerdo53. Sin embargo, en este caso, la indivisibilidad de las cláusulas
del convenio (art. 834, Cód. Civ.) hace que deba tenerse especial cuidado en la
solución a adoptarse cuando se revisa una transacción homologada. A consecuencia
de dicho principio general, en el caso de haberse aprobado las diversas concesiones
recíprocas asumidas para auto-componer la litis, no será posible dejar sin efecto
exclusivamente aquéllas que perjudicaron al grupo (por tener nuevas probanzas tendientes a revisar el mérito de dicha renuncia), manteniendo las que lo beneficiaron.
Los acuerdos de estas características, deben mantenerse o caer en bloque. Razón
por la cual la revisión de un acuerdo transaccional por aparición de elementos de
juicio novedosos y fundamentales, a diferencia del supuesto de rechazo parcial de
la demanda, importará la reedición de toda la controversia.
7. Conclusiones.
De lo expuesto precedentemente pueden extraerse las siguientes conclusiones:
1. Es posible en los procesos colectivos arribar a soluciones auto-compuestas
como la transacción.
53 Es claro, de todos modos, que en el caso de la transacción, será más difícil verificar en cada caso si fue
la insuficiencia de la prueba disponible lo que terminó forzando al accionante a moderar su pretensión.
Nótese que, en el caso de la sentencia de mérito, la reedición de la contienda alegando que el rechazo de
la demanda en el juicio original obedeció a dicho tipo de deficiencias, se hace relativamente más sencillo,
ya que basta con verificar el contenido del fallo y verificar si el juez, por ejemplo, aplicó las reglas de la
carga de la prueba en ausencia de medios de convicción suficientes o manifestó en el decisorio que los
elementos aportados no llegaron a persuadirlo, etc.
Quien se propone cuestionar la homologación de una transacción sobre la base de este argumento, tendrá
que afrontar una tarea más compleja, ya que deberá penetrar en los antecedentes de la negociación y
verificar que el acuerdo pareció justo frente a las evidencias que hasta ese momento estaban disponibles,
pero que ha perdido dicha cualidad frente a los nuevos elementos aportados en la litis.
113
TRANSACCIÓN Y MEDIACIÓN EN LOS PROCESOS COLECTIVOS
2. La circunstancia de que el legitimado colectivo asuma una representación
atípica del grupo (estando así autorizado legalmente a gestionar los derechos
y defensas de personas que no le dieron poder alguno para hacerlo), no es
óbice para la conclusión de dicho tipo de acuerdos.
3. Sin embargo esa cualidad especial que reviste la legitimación grupal hace
que, a diferencia de lo que ocurre en los procesos tradicionales, no sólo tenga
que analizarse en cada caso la presencia de cuestiones que afecten el orden
público (arts. 308, CPCN; 833, 842 a 849 y ccs., Cód. Civ.), sino que, además,
deba revestirse al acto de formalidades y recaudos específicos destinados a
verificar que el acuerdo sea justo para el grupo, por haber sido el fruto de una
negociación seria, efectiva, proba y enérgica de quien se encuentra habilitado
legalmente para estar en juicio en representación del conjunto de los afectados.
4. En los procesos colectivos, la transacción homologada tiene para el grupo
autoridad de cosa juzgada, de acuerdo con el régimen de res judicata previsto en cada ordenamiento respecto de la sentencia definitiva (vg., arts.
33 Ley General del Ambiente –Ley 25.675–; Art. 54, Ley de Defensa del
Consumidor –Ley 24.240–; 15, Ley de Amparo de la Provincia de Buenos
Aires –Ley 13.928–, etc.).
5. Como toda transacción, la que recae en un proceso colectivo debe versar sobre
derechos disponibles, sin afectación del orden público. En este punto, nada de
particular hay en los sistemas de enjuiciamiento grupal. La sola circunstancia
de enjuiciarse colectivamente un conflicto, no transforma automáticamente
a la materia en “indisponible”.
6. Sin perjuicio de ello, por las especiales características de la representación
que asume el legitimado colectivo en esta clase de procesos, la homologación
de la transacción debe estar sometida a ciertas condiciones adicionales que
garanticen que los integrantes del grupo que no participan directamente en
el pleito, no queden vinculados por un acuerdo que refleje una protección
inadecuada de sus intereses.
7. Tales recaudos adicionales propios de los acuerdos extintivos celebrados en
el marco de procesos de este tipo, son:
a) la necesidad de analizar rigurosamente la representatividad adecuada del
representante del grupo (evaluando factores como la credibilidad, capacidad, prestigio y experiencia del legitimado; sus antecedentes en la protección judicial y extrajudicial de los intereses o derechos de los miembros
del grupo, categoría o clase; su conducta vigorosa y proba en el proceso,
así como en otros litigios grupales; la coincidencia entre los intereses de
los miembros del grupo, categoría o clase y el contenido del acuerdo,
preservando especialmente a quienes no intervinieron personalmente en
la litis, respecto de actuales o potenciales conflictos de interés entre ellos
y los legitimados colectivos o sus letrados; la capacidad financiera del
legitimado colectivo);
b) la exigencia de verificar que el acuerdo sea adecuado, justo y equilibrado
para el grupo, a efectos de lo cual cabe tener en cuenta parámetros como:
114
LEANDRO J. GIANNINI
I) la expectativa de éxito de la pretensión deducida; II) la dificultad probatoria y complejidad jurídica del caso; III) el tiempo y costos que insumiría
demostrar la razón en juicio, asumiendo que el reclamo prosperara, aspecto
directamente asociado con los incisos anteriores; IV) la adecuada distinción entre subcategorías de afectados, cuando ello fuera relevante; V) la
claridad de los parámetros para liquidar créditos individuales, cuando ello
fuera necesario, y para ejecutar el convenio en caso de incumplimiento;
VI) la garantía de concreción efectiva de las prestaciones comprometidas
a favor del grupo, evaluando el riesgo de insolvencia o modificación de
las condiciones de cobrabilidad futura (factor que puede incluso ser tenido
en cuenta comparativamente, para verificar si dicho peligro se potencia
en caso de no arribarse a una transacción).
c) la posibilidad de notificar el contenido básico de la propuesta de acuerdo
a los integrantes del grupo.
d) la posibilidad (o necesidad según el régimen aplicable) de contemplar un
régimen específico de autoexclusión (‘opt out’) de los miembros del grupo
que no desean formar parte de la solución general convenida, siguiendo
su propia suerte a título individual, cuando ello fuera posible de acuerdo
a las circunstancias del caso.
8. No corresponde exigir el tránsito de un proceso colectivo ante los regímenes
de mediación previa obligatoria vigentes en el ámbito nacional (Ley 26.589)
y de la Provincia de Buenos Aires (Ley 13.951).
9. Los acuerdos homologados pueden ser impugnados por defectos formales
anteriores a su dictado, a través del incidente de nulidad (arts. 169 y ss.,
CPCN) o por acción de revisión de cosa juzgada, frente a vicios sustanciales que los descalifican. En virtud de ello, será posible atacar un acuerdo
aprobado judicialmente, alegando y demostrando irregularidades como: la
ausencia de representatividad adecuada del legitimado que arribó al mismo,
la falta de oportunidad brindada al integrante del grupo para el ejercicio del
derecho de autoexclusión (cuando procediera), la presencia de vicios de la
voluntad en el acuerdo (simulación, fraude o colusión, dolo, lesión, violencia,
error), etc.
10. También podrá ser reeditado el debate fondal, dejando de lado la autoridad de
cosa juzgada que adquiere el acuerdo homologado, en caso que se demuestre
que la concesiones hechas en él por el litigante colectivo, fueron producto de
la insuficiencia de pruebas con las que éste contaba al momento de concluirlo.
115
CUESTIONES DE COMPETENCIA EN LOS
PROCESOS DE INSANÍA
María Donato - Jaquelina Ariccia Vincent - Mabel Herrera
SUMARIO: 1. Juez Competente. Reseña de Casos. 2. Jurisprudencia Extranjera. 3. Marco Normativo. Salud mental. 4. Domicilio. Residencia. 5. Conclusión.
1. Juez Competente. Reseña de Casos
El objetivo de este trabajo es abordar la problemática en materia de competencia en los procesos de insania, dado que muchas veces sucede que se interpone
demanda de insania en un Departamento Judicial; luego, por diversas circunstancias,
las personas se mudan, cambiando de esta manera su domicilio. ¿Quién es el juez
competente en estos casos? ¿El primero, que es el que previno o, por una cuestión
de cercanía, el del nuevo domicilio? ¿Qué dice el CPCC? ¿Qué ha dicho la Corte,
en casos similares?
Según lo que establece el art. 5 inc. 8 del CPPCC “será juez competente: si
en los procesos por declaración de incapacidad por demencia o sordomudez, el
del domicilio del presunto incapaz o, en su defecto, el de su residencia. En los de
rehabilitación, el que declaró la interdicción”.
Es decir que la regla general es que el juez competente es aquel del domicilio
real del presunto insano o inhabilitado, entendiendo por tal a aquel del lugar donde
tiene establecido el asiento principal de su residencia y de sus negocios (art. 89 CC.).
La postura de la Corte Federal1, ha sido, desde siempre, que subsiste la competencia del juez que previno, al declarar la interdicción, sin perjuicio de la mudanza
del domicilio o residencia del interdicto.
1
CSJN, 22/12/1992, “G. ,C. y otros s/ Protección de persona”, CSJN-Fallos, 315: 2963; ídem, 12/11/1998,
“L.R. s/ Insania”, competencia n°366.XXXIV; ídem, 9/11/2000, “M., F.A” Competencia Nº 1146.XXXVI;
117
CUESTIONES DE COMPETENCIA EN LOS PROCESOS DE INSANÍA
Cabe mencionar, como excepción a esta postura, el voto en minoría del Dr.
Gustavo Bossert 2, en el que ya se advierte un cambio de criterio legal por medio
del cual se provee una solución al problema humano por encima de la rigidez de la
norma. Cabe referenciar los argumentos que, ya desde entonces, se abren camino en
la doctrina de la Corte Nacional, a saber: 1- la aplicación del principio interpretativo de atender a lo que resulte más conveniente al insano, permite sostener que en
determinados supuestos excepcionales (tiempo de permanencia, deseo de residir en
ese lugar en forma estable, haber hallado contención, entre otros) cabe dejar de lado
la regla de “perpetuatio juridictionis” si ésta se torna notoriamente inconveniente
para el insano; 2- mantener la jurisdicción que previno importará, en los hechos,
obstaculizar el control y asistencia que periódicamente debe ejercer la justicia en
lo personal y patrimonial del insano y crearle perjuicios económicos por los gastos
en que deberá incurrir para acceder al Tribunal, en definitiva, acceder a la justicia .
En materia de competencia territorial en procesos de insania se observa un
cambio de doctrina en la Corte Nacional, el hecho de que el juez que conoce en
el trámite de internación de una persona se encuentre en el mismo lugar que el
establecimiento donde aquél habita coadyuva al contacto directo y personal con
el afectado, favorece la concentración de las diligencias médicas destinadas a determinar su estado de salud y, finalmente, propende a eliminar trámites procesales
superfluos u onerosos y la prolongación excesiva de los plazos en la adopción de
decisiones relativas a la libertad ambulatoria, aspectos todos ellos vinculados a los
principios de inmediatez y economía procesal3.
Sostuvo la Corte en el caso mencionado ut supra, “Tufano”, que, en los procesos en los que se plantea una internación psiquiátrica involuntaria o coactiva, es
esencial el respeto a la regla del debido proceso en resguardo de los derechos fundamentales de las personas sometidas a aquélla. Concretamente, ha afirmado que en
dicha clase de procesos, la mencionada regla debe ser, con mayor razón, observada
“en virtud del estado de vulnerabilidad, fragilidad, impotencia y abandono en el
cual se encuentran frecuentemente quienes son sometidos a tratamientos de esta
índole, erigiéndose, por ende, como esencial el control por parte de los magistrados
de las condiciones en que aquélla se desarrolla”
La cuestión primordial que se plantea en este “caso T.” es la determinación de
la competencia jurisdiccional. La decisión de la Corte Suprema es consistente y merecedora de todo aprecio porque: a) aborda y resuelve un conflicto que se planteaba
en términos de incertidumbre —y, en consecuencia, de inseguridad jurídica— en
la República Argentina, b) afirma, con rotundidad extrema, —pero necesaria— el
2
3
ídem, 25/11/2000, “L.,L.E. s/insania y curatela”, competencia n°1103.XLI; ídem, 7/03/2006, “L.L.B.M.E.
s /Insania-Proceso especial”, competencia n°1581.XLI.L., publicado en www.csjn.gov.ar. Los conflictos
de competencia entre magistrados de diferentes jurisdicciones los debe resolver nuestra Corte Suprema,
conf., art. 24, inc. 7 dec.- ley 1285/58.
(CSJN, 13/03/2001, “F.A.S.”, LL on line luego acompañado por otros jueces (Ver CSJN 5/9/2002, “G.,
V:”, LL , 2003-B-10; DJ, 2003-1-531; CSJN-Fallos , 325 :2240)
Corte Suprema de Justicia de la Nación. Fecha: 27/12/2005. Partes: T., R. A. Y Ver CSJN, 27/12/2005,
“C.M.A. s /Insania” , competencia n° 1524.XLI.C, www.csjn.gov.arhttp://www.csjn.gov.ar/).
118
MARÍA DONATO - JAQUELINA ARICCIA VINCENT - MABEL HERRERA
ineludible deber de prestar las debidas garantías procesales al paciente mental internado (si bien en este caso que estamos comentando la persona no se encuentra
internada) y c) en fin, de entre las soluciones posibles opta por la más favorable
para garantizar la inmediación judicial4.
Manifiesta el autor, Barrio Flores, que la sentencia del “caso T.”, opta por atribuir la competencia al juzgado del lugar donde se encuentre el centro de internación.
Para llegar a tal conclusión parte del dictamen elaborado por el Procurador en los
autos del caso “Caimi, José Antonio s/ Internación” (Competencia Nº 619.XXII Fallos: 312-1373) y con fundamento en lo dispuesto en los arts. 5° incs. 8°, 12 y
235 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación (…) la Corte Suprema en
el “caso T.” lleva a cabo una inteligente y acertada interpretación de este precepto,
al resolver que es competente en materia de internaciones “el juez del lugar donde
se encuentre el centro de internación”, ya que éste “es el más indicado para adoptar
las medidas urgentes necesarias para dar legalidad y controlar las condiciones en que
el tratamiento de internación se desarrolla”. Dicho lo cual, la Corte añade que ello
es “sin perjuicio de que resuelva —el órgano judicial citado— declarar su incompetencia o, en su caso, requiera la intervención del juez del domicilio del causante
a los fines previstos en el art. 5°, inc. 8°, segundo párrafo, del código de rito”.
La Corte Suprema invoca —en el Considerando 7°, del caso “T”— el argumento nuclear para llegar a tal conclusión, que se puede describir con las siguientes afirmaciones: a) No puede existir un limbo jurídico en el que permanezca el
internado; es inconcebible una “situación irregular sin control periódico alguno”;
b) un conflicto de competencias no puede amparar la falta de “tutela judicial efectiva y del debido proceso” y c) “en consecuencia, en el supuesto de suscitarse una
contienda de competencia entre magistrados, el deber de aquél no cesa hasta tanto
el conflicto no sea resuelto, o bien —según sea el caso— hasta que el juez del domicilio del causante asuma su competencia, si ello correspondiese”. Se entiende
en el contexto de estas afirmaciones la cita del art. 235 del Código Civil que en su
segundo párrafo señala que “cuando existiese urgencia o circunstancias graves, se
resolverá provisionalmente sin más trámite”.
Consiguientemente, la Corte Suprema5 —asumiendo el dictamen de la Procuración en el caso Caimi— se inclina por reconocer la competencia del órgano
jurisdiccional del lugar del establecimiento en el que el paciente habita, lo que
tiene indudables ventajas:”coadyuva al contacto directo y personal del órgano
judicial con el afectado por la medida. Además, favorece la concentración en ese
marco de todas las diligencias médicas destinadas a determinar su estado de salud,
y finalmente propende a eliminar trámites procesales superfluos u onerosos y la
prolongación excesiva de los plazos en la adopción de decisiones vinculadas a la
libertad ambulatoria del individuo, aspectos todos ellos vinculados a los principios
de inmediatez y economía procesal”.
4
5
BARRIOS FLORES, Luis Fernando. El órgano judicial competente en casos de internación. Publicado
en: LA LEY 2006-F, 33.
CSJN “Caimi, José Antonio s/internación” (Competencia N° 619.XXII - Fallos: 312-1373).
119
CUESTIONES DE COMPETENCIA EN LOS PROCESOS DE INSANÍA
Esta mirada diferente de la Corte6, en la que se logró superar el obstáculo ritual
y proveer una solución al problema humano por encima de la rigidez de la norma,
dirimiendo conflictos de competencia, inclinándose, por encima de la pauta del
juez que previno y que dictó sentencia, por el principio de inmediatez en procura
de una eficaz protección del causante, no fue tal, dado que se volvió a insistir con
el principio del juez que previno.
En otro precedente jurisprudencial7, la titular del Juzgado Nacional de Primera
Instancia en lo Civil Nº 81, se declaró incompetente para entender en las presentes
actuaciones, con fundamento en que el lugar de internación del presunto incapaz
se encontraría fuera de su jurisdicción, remitiendo la misma al Tribunal Colegiado
de Instancia Única del Fuero de Familia Nº 1 del departamento Judicial de Lomas
de Zamora, Provincia de Buenos Aires, por su parte, dicho Tribunal resistió la
radicación de la causa, con fundamento en que el magistrado nacional había prevenido en la internación del causante, por lo que debía seguir entendiendo en las
presentes actuaciones
En tales condiciones, quedó trabado un conflicto que corresponde dirimir a la
Corte. Y por voto de la mayoría, ésta estimó que las presentes actuaciones deben
seguir su trámite ante la Justicia Nacional en lo Civil, dado que no se ha podido
determinar fehacientemente el lugar actual del establecimiento asistencial en donde
se encontraría el presunto incapaz ni su última residencia, por razones de economía
y celeridad procesal, y la urgente actividad de control sobre el presunto incapaz
por parte del juez, aconsejaban que fuera el tribunal de origen quien siguiera entendiendo y decidiera respecto a las medidas a adoptar, de ser necesarias, para su
más efectiva protección.
En dicho fallo existen tres votos en disidencia: dos de ellos son de los doctores
Lorenzetti y Zaffaroni, quienes, en un voto unificado, entendieron que a los efectos de dar solución al conflicto de competencia planteado, resulta de aplicación lo
normado por el art. 5 inc. 8 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
en virtud del cual en los procesos por declaración de incapacidad como en los derivados de los supuestos contemplados en el art. 152 bis del Código Civil es juez
competente el del domicilio del presunto incapaz o inhabilitado, y en su defecto,
el de su residencia.
En base al examen de las actuaciones consideraron que el domicilio real de H,
estaba ubicado en la provincia de Buenos Aires. Resultaba, por ende, competente el
Tribunal Colegiado Único de Familia Nº 1 de Lomas de Zamora, sin que mediara
motivo que justifique la intervención del tribunal nacional civil, lo que supondría
desconocer la solución prevista por el legislador en el código ritual en materia de
competencia en procesos como el de autos, máxime cuando transcurrió más de
un año, en el que el señor juez nacional de ejecución penal dispuso el cese de la
6
7
Salud Mental en el Derecho de Familia de FAMA, María Victoria, HERRERA, Marisa, PAGANO, Luz
María. Ed. Hammurabi. Bs. As. 2008. Página 366.
Corte Suprema de Justicia de la Nación. Hermosa, Luis Alberto s/ insania - proceso especial. Fecha:
12/08/2007.
120
MARÍA DONATO - JAQUELINA ARICCIA VINCENT - MABEL HERRERA
medida de seguridad de internación cumplida en la mencionada unidad psiquiátrica
penal ubicada en la Capital sin que existiera constancia alguna en el expediente que
hiciera suponer que la externación de H. no se hubiera concretado.
Se apartaron de la regla de la perpetuatio jurisdictionis con fundamento en
que el juez nacional civil designó Curador Oficial de Alienados, en tanto la única
intervención consistió en solicitar que se le corriera vista de las actuaciones una
vez que se realizara el primer informe de evolución en el lugar de internación, pedido que el juez sólo tuvo por presente sin que se hubiese finalmente ordenado su
realización, no habiéndose producido, según se desprende del estudio de la causa,
contacto alguno entre aquél y H.
El otro voto en disidencia es de la Dra. Argibay, en el cual consideró necesario
enfatizar, incluso, durante la tramitación del conflicto de competencia, que es deber
del juez que previno adoptar las medidas urgentes y que este deber - que implica
supervisar la legalidad de la internación así como la oportunidad de la externación,
sin perjuicio del contingente tratamiento ambulatorio, en caso de resultar conveniente, entre otras cuestiones- no cesa hasta que la contienda sea resuelta o bien
hasta que el juez del domicilio del causante asuma su competencia a los fines de
iniciarse o proseguirse un eventual proceso de insania o de inhabilitación o simplemente como control de un internamiento compulsivo. Pues “de lo contrario se
configura una violación del estatuto básico de los derechos fundamentales de las
personas con padecimientos como los enunciados en el art. 482, párrafos 2 y 3 del
Código Civil al tornarse ilusorio el contenido de los principios constitucionales de
la tutela judicial efectiva y del debido proceso” (considerando 7° del precedente
de la Corte, caso: Tufano).
Estos votos en disidencia, han puesto el acento en las circunstancias particulares
que rodean al caso, privilegiando la inmediatez del juez y restantes operadores con
la persona a quien se le sigue un proceso en el que se cuestiona su capacidad, aun
cuando desde el marco teórico no se observa unanimidad en la determinación sobre
si hay o no un orden de prelación entre los vocablos “domicilio” y “residencia”8.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, vuelve a mantener la jurisprudencia
de Tufano, en un fallo en donde las materias9 tratadas son: Cuestión de competencia Internación de personas - Enfermedad mental - Principio de inmediatez. En este caso
una persona se encuentra internada desde hace un año y medio en una clínica de la
provincia de Buenos Aires. Anteriormente, se había promovido proceso de insania
ante la Justicia Nacional en lo Civil. En ese contexto se suscitó una contienda de
competencia entre un juzgado civil y el Tribunal de Familia Nº 3 del Departamento
Judicial de la Matanza, Provincia de Buenos Aires para entender en el proceso. La
Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró competente a la justicia provincial.
En dicha oportunidad, el más alto Tribunal, privilegió, en resguardo de una
eficaz protección del causante, la salvaguarda del principio de inmediatez del juez
8
9
FAMA María Victoria, HERRERA Marisa, PAGANO Luz María. Op. cit. La Salud Mental en el …
Página 368.
Corte Suprema de Justicia de la Nación. Fecha: 18/12/2007. Partes: A., M. J.
121
CUESTIONES DE COMPETENCIA EN LOS PROCESOS DE INSANÍA
del lugar donde aquél permanece actualmente internado sobre el de radicación que
emana del dictado de una sentencia de interdicción o internación anterior. Jerarquizando el principio constitucional de la tutela judicial efectiva como fundamental
y básico para la protección de los derechos de los pacientes con padecimientos
mentales. Frente a tales consideraciones, el juez del lugar donde se encuentra el
centro de internación es quien debe adoptar las medidas urgentes necesarias para
dar legalidad y controlar las condiciones en que el tratamiento de internación se
desarrolla. Sin perjuicio de ello, mientras se dirime la cuestión de competencia, el
tribunal que esté conociendo en el caso —aun si resolviere inhibirse—, debe seguir
interviniendo en la causa a fin de no dejar a la persona en un estado de desamparo.
La Corte vuelve a expedirse10, manteniendo la jurisprudencia de Tufano, en
un fallo donde las cuestiones tratadas son: Cuestión de competencia- Internación
psiquiátrica forzosa - Derechos fundamentales de las personas con enfermedad
mental - Debido proceso. En dicho caso se planteó un conflicto negativo de competencia entre un Juzgado Nacional en lo Civil y un Juzgado en lo Civil y Comercial
del Departamento Judicial de Morón, Provincia de Buenos Aires, con motivo de las
actuaciones seguidas respecto de una persona que fue sometida a una internación
psiquiátrica prolongada —la cual viene cumpliendo en la actualidad en la mencionada provincia—, originada en una medida de seguridad que le fue impuesta
por haber sido declarada inimputable en el juicio penal seguido en su contra por el
delito de homicidio agravado. La Corte Suprema de Justicia de la Nación, antes de
pronunciarse sobre los principios que rigen la internación psiquiátrica involuntaria,
declaró la competencia del juez provincial.
Sostuvo, además de la garantía del debido proceso, que se encuentran comprometidos principios constitucionales que también deben imperar en todo procedimiento de tipo psiquiátrico, que, ante conflictos de competencia como el planteado
en el sub lite, se impone como regla general el análisis en particular de la conveniencia de la actuación judicial, teniendo en miras que la solución que al respecto
se adopte debe estar al servicio de los derechos e intereses de los justiciables. Más
aún, no pueden perderse de vista dichas premisas en causas como la de autos, en
las cuales la consideración de las circunstancias fácticas tiene especial significación
en virtud del caracter de los intereses que se hallan comprometidos, como lo son la
preservación de la salud física y mental y el derecho a la libertad de las personas en
los supuestos de internación sobre las cuales el juzgador debe disponer las medidas
necesarias a tal fin. A fin de resolver la contienda de competencia, es menester
recordar que en los supuestos en los cuales existe una medida de internación de
larga data resulta imperioso extremar la salvaguarda del principio de inmediatez en
procura de una eficaz protección del causante11. Declaró competente para entender
en estas actuaciones al Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial Nº 4
del Departamento Judicial de Morón, toda vez que -según se desprende de la causa-,
10
11
Corte Suprema de Justicia de la Nación. Fecha: 19/02/2008. Partes: R., M. J.
Ídem. Fallos: 328:4832 y Competencia Nº 1524.XLI “Cano, Miguel Ángel s/ insania”, del 27 de diciembre
de 2005.
122
MARÍA DONATO - JAQUELINA ARICCIA VINCENT - MABEL HERRERA
es el tribunal del lugar donde se encuentra la entidad asistencial. Dicho magistrado,
por esa razón, es el “más indicado para adoptar las medidas urgentes necesarias
para dar legalidad y controlar las condiciones en que el tratamiento de internación
se desarrolla”, máxime cuando, en el caso, ya ha intervenido habiéndose llevado
a cabo acciones puntuales tales como la formación del cuadernillo de control de
internación con el objeto de velar por el estado psicofísico de M.
Manifestó, además, que al momento de plantearse la contienda de competencia
entre la justicia nacional y la provincial – año 1992- no existían los juzgados de
familia provinciales. Hoy en día los Tribunales Colegiados de Instancia Única del
Fuero de Familia12, son los competentes en todo lo que hace a la “declaración de
incapacidad e inhabilitaciones, sus rehabilitaciones y curatela”13. Además, dichos
tribunales son los más idóneos para entender en la problemática del causante por
contar con un equipo interdisciplinario y técnico-auxiliar (dos consejeros de familia,
un médico psiquiatra, un psicólogo y tres asistentes sociales).
En la cuestión de competencia, como en los diferentes casos analizados, —en
donde la legislación procesal no da una respuesta concreta, única y uniforme—, la
inmediación del juez está íntimamente relacionada con la protección de los derechos
fundamentales de los pacientes con problema de salud mental.
Mantener la competencia del órgano judicial previniente14 en los casos de
internación o cuando ésta se conjuga con una declaración de insania o inhabilitación, aunque se hayan modificado los presupuestos fácticos que motivaron su
intervención, no resulta tuitivo de los derechos esenciales de las personas sujetas
a esos procesos. Razones de orden práctico refuerzan la intervención del órgano
del lugar de internación. En algunos de los casos que han llegado a conocimiento
de la CS, el criterio adoptado por varios magistrados al declararse incompetentes
fue el de atribuir competencia al juez que previno, invocando razones de seguridad
jurídica y de desgaste jurisdiccional, aplicando estos criterios se amparan en que el
juez previniente podrá recurrir al auxilio judicial para realizar el control periódico
de las condiciones de internación. Sin embargo, este recurso puede prolongarse por
períodos largos en los cuales el control de internación no se realiza y se reiteran
varias veces oficios ley 22.172, solicitando el auxilio judicial pero que pocas veces
son contestados. En muchos casos, por el largo tiempo que transcurre durante la
tramitación del conflicto de competencia, las cuestiones que motivaron las actuaciones pudieron ya tornarse abstractas al momento en el cual la Corte Suprema es
llamada a intervenir.
Los intereses comprometidos en el litigio de familia tornan imperioso el contacto directo con el juez, de las personas que intervienen en el proceso.
12
Creados por la ley de la Provincia de Buenos Aires Nº 11.453 (B.O. 29 de noviembre de 1993, texto
según ley 12.318).
13 Art. 827, inc. n, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires.
14 RICART, Luciana T.;WNUCZKO, Carolina. Personas con sufrimiento mental: La Corte Suprema reitera
la importancia de su protección. Publicado en: LA LEY 2008-B, 407.
123
CUESTIONES DE COMPETENCIA EN LOS PROCESOS DE INSANÍA
Se diría que en estos procesos es imprescindible que el juez vea y escuche a las
partes, peticionantes y terceros, y que lo haga con sus propios ojos y oídos, pues,
como decía Radbruch con insuperable elocuencia, “se puede aventurar la paradoja de
que siendo los poetas los únicos que saben decir por escrito la verdad, este carisma
no suele ser propio de cualquier redactor de actas judiciales15.
Continúa el autor diciendo que la inmediación se propone a partir del contacto
del juez alcanzado en audiencias conciliatorias- así en los juicios de divorcio, separación personal, nulidad de matrimonio, alimentos y sobre medidas cautelares- y
en audiencias probatorias propiamente dichas; e informalmente –así por ejemplo,
en el proceso de adopción o cuando debe oírse al menor-, inmediación que aparece impuesta muchas veces como inexcusable deber para evitar en todos los casos
las “normales” distorsiones que genera la intermediación entre la percepción del
juez y los hechos que éste está llamado a apreciar, para decidir el conflicto o para
reconocer eficacia a la relación o situación jurídica propuesta.
La Dra. Kemelmajer16 manifiesta que el juez debe tener frente a sí a los autores del drama; nada de papelería, nada de entrar a conocer el asunto cuando el
expediente está en estado de sentencia y que sólo la cercanía del juez respecto de
los litigantes permite la correcta solución del litigio.
La Dra. Bíscaro17 señala que si, bien el proceso civil continúa inscripto en el
principio escriturario, a través del sistema de audiencias conciliatorias y preliminares, se gana no sólo en inmediación sino también en la celeridad procesal a la
que, desesperadamente, se aspira.
Nos encontramos, entonces18, ante la hipótesis de infracción o errónea aplicación de las normas de Derecho en el fondo, que surge del error en la deducción
de las consecuencias de la norma, cuando, siendo correctas la interpretación y la
subsunción del hecho en la hipótesis prevista en la norma, se extraen consecuencias
que no corresponden con la norma interpretada19.
Con respecto al régimen legal aplicable a las personas menores de edad y el
que comprende a los afectados por una enfermedad mental son similares (art. 475,
Cód. Civil), la Convención sobre los Derechos del Niño y todo el cuerpo legal que
los protege le son aplicables a los niños, niñas y adolescentes. Así, desde la jurisprudencia, los jueces otorgan primacía al juez del lugar donde residen los niños20.
15 KIELMANOVICH, Jorge L. Derecho Procesal de Familia. Segunda Edición. Abeledo Perrot. 2008. Página
15/16.
16 KEMELMAJER de CARLUCCI, Aída. Principios Procesales y Tribunales de Familia. JA 1993-IV- 676.
17 BÍSCARO, Beatriz. Las Cuestiones de Competencia frente a los temas de urgentes resolución. Comentando
el caso Tufano. En Derecho de Familia 2006 III.
18 Ver: BERIZONCE, HITTERS, OTEIZA, “El Papel de los Tribunales Superiores”, Estudios en honor del
Dr. Augusto Mario Morello, 2da Parte, Rubinzal Culzoni, Editores, p. 174, año 2008.
19 Ver CARRANZA CASARES, Carlos A. en Aportes de la Ley de Salud Mental y su reglamentación, en
Derecho de Familia. Revista Interdisciplinaria de Doctrina y Jurisprudencia Nº 31 - 2005, Pag. 30.
20 CSJN, 2/8/2005, “M.O”, competencia Nº 488.XLI.A; ídem, 25/11/2005, “S., M. Y. y otros s/ Procedimiento asistencial”, competencia n°484.XLI, publicados en www.csjn.gov.arhttp://www.csjn.gov.ar/; ídem
3/05/2005, “G.,I.E. c. C.,R.”, LL On Line.
124
MARÍA DONATO - JAQUELINA ARICCIA VINCENT - MABEL HERRERA
Los antecedentes de la Cámara21 de nuestro departamento judicial, La Plata,
privilegian la idea de que el Juez que debe conocer en este tipo de proceso es el
que se encuentre en el mismo lugar donde habita el eventual incapaz. La Excma.
Cámara ha dicho “ en primer término coadyuva al contacto directo y personal del
órgano judicial con el afectado por la medida; además favorece a la concentración
en ese marco de todas las diligencias médicas destinadas a determinar su estado de
salud; y finalmente, propende a eliminar trámites procesales superfluos u onerosos
y la prolongación excesiva de los plazos (...) Resultan evidentes las ventajas que
significan para el presunto insano, residenciar las actuaciones ante el juez de su
domicilio, donde se deberán llevar a cabo las visitas periódicas por parte del magistrado interviniente, y facilitar el control de la judicatura en cuanto a su persona
y sus bienes”.
Por su parte, la jueza de grado recepta la jurisprudencia de la Corte Nacional
(fallo 328:4832/4839) al inhibirse y ha dicho: “que el Juez que debe conocer en
este tipo de trámites es el que se encuentre en el mismo lugar que el establecimiento
donde habita el eventual incapaz, ya que coadyuva al contacto directo y personal
del órgano judicial con el afectado por la medida. Además de favorecer la concentración de todas las diligencias médicas destinadas a determinar su estado de salud
y a eliminar trámites procesales superfluos u onerosos y la prolongación excesiva
de los plazos en la adopción de decisiones vinculadas a medidas urgentes tanto de
libertad ambulatoria del individuo como de las condiciones en que el tratamiento
de internación se debe desarrollar”.
2. Jurisprudencia extranjera
En el caso “Víctor Rosario Congo c. Ecuador”22, la Comisión Ecuménica
de Derechos Humanos (CEDHU) presentó una petición contra la República del
Ecuador por la violación de la Convención Americana sobre Derechos Humanos en
perjuicio del señor Víctor Rosario Congo. Este señor era un ecuatoriano, de 48 años
de edad, que fue acusado por robo y asalto, y recluido en un centro de detención
para presos comunes, existiendo indicios que hacían presumir que era víctima de
trastornos mentales. El Sr. Congo fue agredido por uno de los guías del centro de
rehabilitación, que le dio un garrotazo en el cuero cabelludo, ocasionándole una herida de importancia. La Secretaria Ejecutiva de la Comisión Diocesana de Derechos
Humanos, solicitó al Juez de la causa que ordenara una evaluación psiquiátrica del
sindicado. En su opinión, el Sr. Congo debía ser declarado inimputable y trasladado a un centro psiquiátrico. Un Centro de Rehabilitación recibió a Víctor Rosario
21 “Barros, Miguel Angel s/ Insania” registrada N°172, Cám. Civil y Comercial Primera, Sala 1º, La Plata
y de la primera instancia departamental “Gómez, Sergio Antonio s/ Curatela” Exp. N° 131743, reg. Nº
478, Juzgado Civil y Comercial N° 9 La Plata - estos últimos ante los respectivos recursos y dictamen de
la Asesoría de Incapaces.
22 Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Víctor Rosario Congo c. Ecuador. Informe 63/99 de la
Comisión IDH, Caso 11.427, Ecuador, del 13 de abril de 1999.
125
CUESTIONES DE COMPETENCIA EN LOS PROCESOS DE INSANÍA
Congo “...en estado de salud crítico...”, por lo que tiene que ser trasladado a un
Hospital, llegando en condiciones deplorables debido al grado de deshidratación y
falleciendo a las pocas horas de haber sido internado.
El informe de la Comisión, en el párrafo 54, dice que: en este caso la persona
que, según se alega, fue víctima de violaciones a la integridad física, psíquica y
moral, padecía de una discapacidad mental. Por lo tanto, considera que, en el presente
caso las garantías establecidas en el artículo 5 de la Convención Americana deben ser
interpretadas a la luz de los Principios para la Protección de los Enfermos Mentales
y para el Mejoramiento de la Atención de la Salud Mental. Estos principios fueron
adoptados por la Asamblea General de la ONU como guía interpretativa en lo que
se refiere a la protección de los derechos humanos de las personas con discapacidad
mental, consideradas por este órgano como un grupo especialmente vulnerable.
Los Principios de la ONU para la Protección de los Enfermos Mentales son
considerados el estándar más completo sobre la protección de los derechos de las
personas con discapacidad mental a nivel internacional. Estos principios constituyen
una guía para los Estados en la tarea de delinear y/o reformar los sistemas de salud
mental y son de suma utilidad al momento de evaluar las prácticas en los sistemas
vigentes. Según establece el Principio de Salud Mental 23 cada Estado debe “adoptar
las medidas [..] de carácter legislativo, judicial, administrativo, educativo o de otra
índole..” que sean necesarias para hacerlos efectivos.
Por su parte, en el caso “Ximenes Lopes c. Brasil23”, la Comisión presentó una
demanda con el objeto de que la Corte decidiera si el Estado Brasileño, es responsable por la violación de los derechos consagrados en los artículos 4 (Derecho a la
Vida), 5 (Derecho a la Integridad Personal), 8 (Derecho a las Garantías Judiciales) y
25 (Derecho a la Protección Judicial) de la Convención Americana, en relación con
la obligación establecida en el artículo 1.1 (Obligación de Respetar los Derechos)
de la misma, en perjuicio del señor Damião Ximenes Lopes, por las supuestas condiciones inhumanas y degradantes de su hospitalización. El señor Ximenes Lopes,
una persona con discapacidad mental, fue víctima por parte de los funcionarios
de una casa de reposo, recibiendo golpes y ataques contra su integridad personal,
falleciendo mientras se encontraba sometido a tratamiento psiquiátrico. La demanda
estuvo dirigida a investigar, asimismo, la supuesta falta de investigación y garantías
judiciales que caracterizan al caso y lo mantienen en la impunidad.
La Corte Interamericana es competente, en los términos del artículo 62.3 de
la Convención, para conocer el presente caso, en razón de que Brasil es Estado
Parte en la Convención Americana desde el 25 de septiembre de 1992 y reconoció
la competencia contenciosa de la Corte el 10 de diciembre de 1998.
La Corte manifiesta, en el párrafo 128, que los Estados tienen el deber de
asegurar una prestación de atención médica eficaz a las personas con discapacidad
mental. La anterior obligación se traduce en el deber estatal de asegurar el acceso
de las personas a servicios de salud básicos; la promoción de la salud mental; la
prestación de servicios de esa naturaleza que sean lo menos restrictivos posible,
23 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Ximenes Lopes vs. Brasil. Sentencia de 4 de julio de 2006.
126
MARÍA DONATO - JAQUELINA ARICCIA VINCENT - MABEL HERRERA
y la prevención de las discapacidades mentales; y, en el párrafo 132, la Corte
considera que las precarias condiciones de funcionamiento de la casa de reposo,
tanto en cuanto a las condiciones generales del lugar como a la atención médica,
se distanciaban de forma significativa de las adecuadas para ofrecer un tratamiento
de salud digno, particularmente en razón de que afectaban a personas con una gran
vulnerabilidad por su discapacidad mental, y eran per se incompatibles con una
protección adecuada de la integridad personal y de la vida.
En estos casos se detallan las normas aplicables para el tratamiento y las condiciones de vida dentro de las instituciones psiquiátricas, y se prevén protecciones
contra la detención arbitraria en dichas instituciones (Principios 15 y 18 de los
“Principios para la Protección de los Enfermos Mentales y el Mejoramiento de la
Atención de la Salud Mental”.
3. Marco Normativo. Salud Mental.
La normativa constitucional e infraconstitucional es la siguiente:
- Constitución Nacional artículo 75 incisos 22° y 23°.
- Declaración Universal de Derechos Humanos; Art. 25, derecho a la protección judicial.
- Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; Art XI
- Convención Americana sobre Derechos Humanos; Arts. 7, 8 y 25.
- Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; y su Protocolo Facultativo Arts. 7, 9, 10 y 14.
- Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Art. 12 y
otros convenios en vigor para el Estado Nacional (Convención Interamericana para
la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad, aprobada por ley 25.280 y en vigor desde el 14 de septiembre de 2001).
- Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (ONU,
ratificada por ley 26.378, B:O: 9/6/2008): artículo 3° incisos e) (la igualdad de
oportunidades) y f) artículo 13 (acceso a la justicia) ; artículo 4° (obligación de los
Estados Partes de adoptar las medidas pertinentes para hacer efectivos los derechos) ;
artículo 13 (acceso a la justicia); artículo 19 (derecho a vivir de forma independiente
y a ser incluido en la comunidad) .
- “Principios para la Protección de los Enfermos Mentales y el Mejoramiento de la Atención de la Salud Mental”. Asamblea General de la Organización
de las Naciones Unidas, en su resolución 46/119, del 17 de noviembre de 1991
(Documentos Oficiales de la Asamblea General, cuadragésimo sexto período de
sesiones, Suplemento No. 49, p. 189, ONU Doc. A/46/49 -1991- ) ha adoptado
este documento -conocido como los “Principios de Salud Mental” y considerado
como el estándar más completo a nivel internacional sobre la protección de los
derechos de las personas con padecimientos mentales las cuales “deben recibir la
mejor atención disponible en materia de salud mental” (Principio 20.2)-, principio
1, acápite 6 y 7 (audiencia equitativa con presencia de representante personal ante
el tribunal independiente; asegurar la protección de los intereses de persona con
127
CUESTIONES DE COMPETENCIA EN LOS PROCESOS DE INSANÍA
padecimiento mental ); Principio 7 (derecho a ser tratado en la comunidad en la
que vive); Principio 18 (garantías procesales) y en especial el acápite 5) que prevé
el derecho a asistir personalmente a la audiencia y a participar y ser oídos en ella.
En nuestro país, corresponde destacar que diferentes normas reconocen y
protegen los derechos de las personas con discapacidad (vgr: Código Civil; Ley
22.914 Internación y Egreso de Establecimientos de Salud Mental, leyes 22.431,
24.901 y 23.592; art. 36, inc. 5º, Constitución de la Provincia de Buenos Aires
artículo 15 (tutela judicial efectiva y continua); artículo 36 inciso 5° (derecho de la
persona discapacitada a la protección integral del Estado); inciso 8° (derecho a la
salud) ; art. 65, Constitución de la Provincia de Catamarca; art. 27, Constitución de
la Provincia de Córdoba; art. 72, Constitución de la Provincia de Formosa; art. 48,
Constitución de la Provincia de Jujuy; art. 42, Constitución de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires; ley 448, Ciudad Autónoma de Buenos Aires).
Este marco normativo -tanto nacional como supranacional-, permite fijar un
catálogo de derechos mínimos específicos para quienes padezcan trastornos psíquicos que deben ser respetados rigurosamente. Entre ellos cabe mencionar a los
siguientes: a) derecho a ser informado sobre su diagnóstico y sobre el tratamiento
más adecuado y menos riesgoso, b) derecho a un examen médico practicado con
arreglo a un procedimiento autorizado por el derecho nacional, c) derecho a negarse
a recibir un determinado tratamiento o formatos terapéuticos, d) derecho a recibir los
medios adecuados tendientes a la cura o mejoría donde las negligencias o retardos
en la prestación de un tratamiento pueden restar justificación a la internación, y
volverla ilegítima, e) derecho a la continuidad del tratamiento, f) derecho a la terapia
farmacológica adecuada, del que se deriva que la medicación no debe ser suministrada al paciente como castigo o para conveniencia de terceros, sino para atender
las necesidades de aquél y con estrictos fines terapéuticos, g) derecho a un registro
preciso del proceso terapéutico y acceso a éste, h) derecho a la confidencialidad del
tratamiento, incluso después del alta o la externación, i) derecho a la reinserción
comunitaria como un eje de la instancia terapéutica, j) derecho al tratamiento menos
represivo y limitativo posible, k) derecho a no ser discriminado por su condición.
Por su parte cabe recordar que con respecto a la competencia el artículo aplicable es el 5° inciso 8° del CPCC.
4. Domicilio. Residencia
Etimológicamente la palabra domicilio tiene un significado análogo al de
residencia, por su derivación del latín “domus” que significa casa. Sin embargo
jurídicamente domicilio no coincide necesariamente con residencia.
El domicilio es el lugar que la ley fija como asiento o sede de la persona, para
la producción de efectos jurídicos. Se distingue entre el concepto de residencia, el
lugar de la morada efectiva y el de domicilio que exige, además del hecho material
de la residencia el ánimo de permanecer en ese lugar. Por último encontramos la
128
MARÍA DONATO - JAQUELINA ARICCIA VINCENT - MABEL HERRERA
habitación, lugar donde la persona se encuentra viviendo por cierto tiempo determinado, también llamado domicilio accidental24.
La persona vive y opera en el espacio, por lo tanto, no puede ser indiferente
al derecho la consideración de sus relaciones con un lugar determinado. Pero estas
relaciones pueden ser varias, de allí que se distinga, domicilio, residencia y permanencia accidental. Con estos términos no sólo se designan las relaciones con el
lugar, sino el lugar mismo en el que las relaciones se tienen. El domicilio es una
relación legal, la residencia y permanencia son relaciones materiales con un lugar
determinado.
El domicilio puede definirse como el lugar en que la persona, para ciertos fines,
se reputa presente por ley, sobre la base de una relación material que existe entre
ella y el lugar. La residencia es el lugar en que la persona habita de ordinario y la
permanencia accidental, el lugar en que temporalmente se encuentra.
5. Conclusión.
Estamos convencidas de que, en los conflictos de competencia, los jueces
deberán dirimir las contiendas inclinándose por encima de la pauta del juez que
previno y dictar sentencia, por el principio de inmediatez, “en procura de una eficaz protección del insano”, favoreciendo la concentración de todas las diligencias
médicas destinadas a determinar el estado de salud de una persona, descartando
trámites procesales superfluos u onerosos y la prolongación excesiva de los plazos
en la adopción de decisiones vinculadas a la libertad ambulatoria del individuo,
aspectos vinculados a los principios de inmediatez y economía procesal.
Esperamos que tanto los tribunales inferiores, la Suprema Corte y la propia
Corte en caso de corresponder, se hagan eco de la doctrina, que tiene en cuenta la
inmediatez con el juez, tanto en lo que hace a la resolución del conflicto de competencia para evitar, así, dilaciones innecesarias, como en lo relativo al reconocimiento
y efectividad de los derechos fundamentales de las personas con sufrimiento mental. Los intereses en juego en los conflictos de familia hacen necesario el contacto
directo del juez con las partes que intervienen en la causa.
24 OSORIO Manuel. Diccionario de Ciencias Jurídicas y Sociales. Editorial Heliasta. Año 1995.
129
51º ENCUENTRO DE INSTITUTOS DE DERECHO
COMERCIAL DE COLEGIOS DE ABOGADOS DE LA
PROVINCIA DE BUENOS AIRES
La Plata - Mayo 2010
Ponencias del Instituto de Derecho Comercial
del Colegio de Abogados de La Plata
131
DR. MANUEL BELGRANO
ABOGADO COMERCIALISTA
Fernando J.J. Varela
Sinopsis
La figura de Manuel Joaquín José del Sagrado Corazón de Jesús Belgrano ha
sido estudiada y analizada desde muchos de los distintos aspectos de su polifacética
y ejemplar existencia.
Sus altos valores morales, intelectuales, su acendrado patriotismo, constituyen
las notas más destacadas que adornan su personalidad.
Sin pretender emular a quienes, con alta autoridad científica, han realizado
encumbradas investigaciones históricas sobre él, la presente ponencia, consustanciada con el espíritu cívico de celebrar el segundo centenario patrio, bajo
cuya augusta memoración se enmarca este nuevo Encuentro de Institutos de
Derecho Comercial, sólo aspira a destacar un solo perfil de tan destacado e ilustre
prócer: El de su calidad de abogado y magistrado especializado en Derecho
Comercial, propiciando se ponga este Encuentro bajo su advocación.
¿“General Belgrano” o “Doctor Belgrano”?
Escasamente se menta en nuestra historiografía al “Dr. Manuel Belgrano”,
salvo cuando se alude a su intervención en la Primera Junta, o a sus antecedentes
en la Secretaría del Consulado de Buenos Aires.
No conoce el autor de la presente un solo monumento (de los tantos e innumerables que existen sobre el territorio nacional) del Abogado Manuel Belgrano.
Plaza, paseos y parques abundan –felizmente, empero- en monumentos al
“Gral. Belgrano”. Y hasta una línea de ferrocarril fue bautizada en la década del
40 con esa designación.
133
DR. MANUEL BELGRANO ABOGADO COMERCIALISTA
La historia argentina, clásicamente, alude a su derrotero militar, y, esencialmente, a ese acto de sublime inspiración que dio origen a la bandera nacional.
Aquella que al decir de Joaquín V. González es “guía de la victoria en la guerra, y
del trabajo y la cultura en la paz”.
Pero aún con tal referencia, ni siquiera hay acuerdo sobre cuáles fueron los
motivos de su inspiración. Y ni siquiera se tiene en cuenta que el impulso de identificar a las tropas patriotas y darles un símbolo necesario para guiarlos en las arduas
marchas y en los fragores del combate, respondió a conocimientos esencialmente
psicológicos y sociológicos que sólo podían anidarse en la mente de un ilustrado
abogado de sólida e íntegra formación universitaria. (¡Estamos hablando de una
decisión adoptada en 1812, cuando su antigüedad en la “carrera militar” era menor
a veinticuatro meses!!).
No menos puede decirse de las sugerencias que dio al mismísimo Gral. San
Martín, para afirmar su liderazgo y la adhesión de las tropas criollas a la causa
revolucionaria, cuando le recomendó erigir una virgen en generala del Ejercito
Libertador, siguiendo su propio ejemplo con el Ejército del Norte, encomendando
así al ejército luego del triunfo de Tucumán en el mismo campo de batalla, antes
de dirigirse a la victoria en Salta.
No lo hacía el Dr. Belgrano (devenido en “General”) sólo por su sincero y
probado catolicismo, sino, también, por el preciso conocimiento que tenía de las
implicancias psicológicas y sociológicas que tales actos públicos tenían en el pueblo
llano, con sectores, probablemente, no necesariamente comprometido –en aquellas
horas inaugurales- con la causa independentista.
Son estos rasgos objeto de este esquicio, algunos de los que permiten avizorar los multifacéticos aspectos positivos del Dr. Belgrano, rasgos, ciertamente, no
advertibles en los militares de carrera de esos tiempos.
No hubo, en aquellas épocas, ningún general capaz de abogar o resolver un
tema jurídico. Sí hubo, por lo contrario, uno y más abogados (No olvidemos al Dr.
Castelli, primo hermano del Dr. Belgrano) capaces de liderar un ejército y llevarlo
a la victoria o soportar las penurias de una derrota sin rendir el pabellón.
Formación Profesional
El Dr. Belgrano, natural de Buenos Aires, era hijo de una familia acaudalada,
cuyo padre había hecho fortuna ejerciendo el comercio al amparo del Monopolio.
Tal situación familiar le permitió seguir sus estudios universitarios en España, y
probablemente, interesarlo, desde joven, por la problemática económico-comercial.
A tal punto, deducimos que debe haber influído en él este factor de su vida juvenil, que la concurrencia a los claustros salmantinos y vallolitenses no agotaban
sus ansias de saber, las que abrevaba, también, asistiendo a reuniones y tertulias
académicas protagonizadas por encumbrados pensadores hispanos de la época,
(Jovellanos, Campomanes, etc.) según lo refiere él mismo en sus “Memorias”, así
como sus confesas lecturas de Adam Smith, Locke, Condillac y otros, incluyendo
hasta “peligrosos autores”, como Voltaire y Rousseau.
134
FERNANDO J.J. VARELA
Es así como, recién graduado, y conociendo que una Real Cédula de fecha 30
de enero de 1794 disponía la erección del Real Consulado de Buenos Aires, en su
carácter ya de “Abogado de los Reales Consejos” (pretérito antecedente de nuestra
moderna colegiación profesional), obtiene del Rey la designación de “Secretario
Perpetuo a nombre de S.M.” del Consulado, regresando con tal motivo a Buenos
Aires el día 7 de mayo de 1794, para asumir sus funciones el día 2 de junio del
mismo año, cuando queda formalmente establecido el referido Consulado.
El Consulado
Esta institución ya estaba vigente en América cuando es creado el de Buenos
Aires (contemporáneamente con el de La Habana), y responde, en general, a iniciativas de los comerciantes hispanos deseosos de contar con los servicios rápidos,
expeditos y especializados, de organismos, en principio, con funciones sólo jurisdiccionales, para resolver sus eventuales cuestiones o litigios.
Citemos que los más comunes, por las condiciones de la infraestructura
portuaria y la calidad de los medios de navegación disponibles, eran los derivados
de la avería y la echazón, aunque posteriormente se incorporó el corso y, naturalmente, los procedimientos de liquidación de las presas. Sobre su especialización
jurídico-técnica (y valga como remoto antecedente del añejo pero siempre vigente
reclamo de los comercialistas bonaerenses por contar con un fuero especializado),
debe destacarse que en todos los pedimentos dirigidos al rey se enfatizaba esa
necesidad de soluciones prontas, así como la demostrable falta de conocimientos
de los magistrados ordinarios en materia de Derecho Comercial y Derecho de la
Navegación, especialmente.
De allí que los llamados “cónsules”, los “conciliarios” y su “Prior” fueren
comerciantes, requiriéndose, necesariamente, la participación de un letrado para
actuar como Secretario y encargado de resguardar los aspectos jurídicos formales
y/o sustanciales de y en todos los procedimientos.
Ello, por cuanto, si bien el modelo utilizado para la institucionalización de
los “Consulados” en América – y aún en España- durante los siglos XVII y XVIII
eran los del antiguo Consulado de Aragón, (establecido en plena Edad Media),
estos “modernos” tenían otras funciones –como se dijo más arriba- que excedían
las puramente jurisdiccionales.
Esto era así a influjo de las nuevas condiciones imperantes en el Mundo en
materia de tráfico marítimo y comercial, destacándose en ello las nuevas teorías
económicas, receptadas –a veces parcial o tardíamente- por la dinastía borbónica
española que, amén de eliminar el sistema del Monopolio, instaba al desarrollo
económico de sus colonias, especialmente las llamadas “periféricas” como el caso
del Virreinato de Buenos Aires o aún más lejanas como las Islas Filipinas. De esta
manera, el Consulado de Buenos Aires vino a tener en el Dr. Manuel Belgrano ya
no tan sólo un secretario letrado comercialista, sino un economista que delineó,
fomentó y propulsó distintas iniciativas en ese sentido.
135
DR. MANUEL BELGRANO ABOGADO COMERCIALISTA
Tan hondo ha calado esa circunstancia en ciertos círculos, que el Consejo
Profesional de Ciencias Económicas de nuestro país, ha fijado como “Día Nacional
del Graduado en Ciencias Económicas” al día 2 de junio, fecha (de 1794) en la que
el Dr. Manuel Belgrano asumió la Secretaría del Consulado.
Por esos, estas líneas también alientan una suerte de reivindicación de la condición de Abogado Comercialista del Dr. Manuel Belgrano, sin desmedro de la apropiación ya consumada de su estela, por parte de los militares y de los economistas.
Síntesis de su tarea profesional
Una somera revista a lo actuado en esa época pone de relieve los conocimientos
e intereses intelectuales del Dr. Manuel Belgrano:
Traducción de las “Máximas Generales de Gobierno Económico de un Reino
Agricultor” de Francois Quesnay y de “Los Principios de la ciencia económicopolítica” antología de diversos autores europeos.
Autoría de algunos artículos cuyos títulos son suficientemente elocuentes:
“Medios Generales de fomentar la agricultura, animar la industria, proteger el
comercio en un país agricultor” (1796); “Utilidades que resultarían a esta provincia y a la península del cultivo del lino y cáñamo; modo de hacerlo, la tierra más
conveniente para él, modo de cosechar esos dos ramos y por último se proponen
los medios de enseñar a nuestros labradores para que se dediquen con constancia a
este ramo de agricultura” (1797); “Utilidad necesidad y medios de erigir una Aula
de Comercio en general, donde se enseñe metódicamente y por Maestría la ciencia
del Comercio en todos sus ramos”.(1800); “Sobre poner boyas en los Bancos de
Ortix (hoy:”Ortiz”) y de esta ciudad para la fácil navegación del Río de La Plata”
(1803); “Viaje científico por las Provincias del Virreynato y levantar los planos
topográficos” (1804); “Necesidad del Comercio Interior” (1808),etc.
Obviamente, por su cercanía geográfica, no podemos dejar de destacar el
“Plan” que elaboró para impulsar la región de la Ensenada de Barragán, ofreciendo
recompensas monetarias a quienes plantaran especies forestales y frutales en su
zona, la que así comenzó a prosperar, compitiendo exitosamente con Buenos Aires, y
mereciendo el apoyo de Belgrano desde las columnas de su “Correo de Comercio”;
siendo deducible que él también proporcionó al Virrey Marqués de Avilés el ingenioso argumento jurídico que éste empleó para “legalizar” formalmente al puerto
de la Ensenada, considerándolo “una extensión del de Buenos Aires” y sorteando,
así, la reticencia del rey y la oposición del Consejo de Indias a permitir la libre
operación comercial desde la Ensenada (pese a que ya era considerado “fondeadero
de las naves de guerra del rey”).
Los afanes de política económica del Dr. Belgrano son las propias de un
abogado, de un jurista, y condicen con la formación de un abogado de aquellas y
de estas épocas. No se trataban sino de propuestas e iniciativas jurídico-políticas
de contenido económico.
De allí que no debe tergiversarse el contenido de su obra profesional e intelectual, esencialmente impregnada del saber de un abogado comercialista, cuya orien136
FERNANDO J.J. VARELA
tación hoy persiste invariable en quienes transitan el ancho y venturoso –también,
a veces, anfractuoso- campo de esta especialidad.
En materia de efectividades, y como colofón de esta prieta reseña, es ineludible
citar la creación de la Escuela de Náutica, de la cátedra de Dibujo, la fundación de
la Compañía Aseguradora “La Confianza”, o la fundación y dirección del periódico
“Correo de Comercio”, entre tantas otras, algunas de las cuales se frustraron por
falta de recursos económicos del Consulado, o por que podían afectar los intereses
económicos de España y/o los españoles.
Con tales antecedentes, no es de extrañar que integrase la Primera Junta Gubernativa nacida el 25 de mayo de 1810.
Y tres años después, este docto abogado y jurista, agudo economista, emprendedor empresarial, periodista, también diplomático, estaba al frente del Ejército en
operaciones ante un enemigo externo.
Al concluir su etapa jurídico-económica este gran hombre, inicia una carrera
militar con victorias y derrotas, pero en las que siempre brilló su fuerte carácter
que impuso a los amigos y enemigos (ordenanzas militares que disciplinaron e
higienizaron las prácticas cuarteleras del ejército de esa época y terribles castigos
a los soldados enemigos perjuros).
En todas sus decisiones y actos de servicio civil o militar, inclusive en los
más temibles, sacrificados o penosos, empero, guardó el equilibrio y la objetividad
propia de un abogado de raza, y al morir, el 20 de junio de 1820, no sólo la Nación
había adquirido con él obligaciones nunca satisfechas que le hicieron padecer la
indigencia, sino que la posteridad argentina adquirió un ejemplo de virtudes republicanas nunca superadas y, lamentablemente, poco emuladas.
Ponencia
Que la Abogacía colegiada rinda permanente homenaje a la personalidad del
Abogado Dr. Manuel Belgrano en pie de igualdad con juristas de la talla y obra
de Mariano Moreno o Juan B. Alberdi; y, en los ámbitos académicos, como este
Encuentro de Institutos de Derecho Comercial, se promueva su figura, destacándose
sus relevantes condiciones plasmadas en la obra especializada que realizó como
pionero de la Justicia Comercial en la amplia acepción de ese concepto, poniéndose
bajo su advocación esta celebración y dándole la difusión pública acorde a los altos
valores morales, intelectuales, profesionales y republicanos encarnados en el prócer.
137
LA RESPONSABILIDAD BANCARIA POR LA OMISIÓN
DE ADOPTAR MEDIDAS DE SEGURIDAD EN LOS
ESTABLECIMIENTOS DONDE DESEMPEÑAN SU FUNCIÓN
Estela Alicia Marmonti - Orfilia Di Leo
La entidad bancaria al celebrar el contrato de depósito de bienes particulares
del depositante asume la responsabilidad de custodiar los mismos.
En el caso de los depósitos en cajas de seguridad de los bancos, el B.C.R.A
implementa una disposición en materia de construcción y, asimismo, establece que
los depositarios de los bancos deben cuidar los bienes de los clientes con la misma
eficiencia y empeño que realizan para proteger los bienes depositados en su Tesoro.
Los clientes pagan para que sus bienes personales sean custodiados con celo
y con elementos tecnológicos adecuados, alarmas y contratación de personal de
seguridad permanente que lleve a cabo turnos rotativos, si bien en las normas
sobre construcción de los lugares donde funcionan las cajas de seguridad tienen
las mismas normativas que las de construcción de las bóvedas , esto no es así en
razón de que las veces que fueron violentadas, no ocurrió lo mismo con los bienes
depositados en la bóveda del banco.
La locación de servicios de cajas de seguridad implica que el banco cede un
espacio al cliente, al recinto puede acceder el cliente en cualquier momento del
horario de atención al público, y asegurar al mismo el recinto se encuentra asegurado
como el contenido de las cajas. Esta obligación que caracteriza principalmente el
contrato fue prevista en el art. 2238 del Proyecto de Unificación Legislativa Civil
y Comercial, que incorporaba al servicio de caja de seguridad entre los contratos
típicos.
En los formularios que debe firmar el cliente para llevar a cabo la formalización
del contrato es frecuente leer las cláusulas que eximen al banco de toda responsabilidad; por ejemplo, en los casos en que el banco deba responder por la pérdida o
deterioro de las cosas, no podrá superar la cantidad que el banco determine aunque
los daños reales superen el límite.
Si bien en la legislación positiva actual hay un vacío legal sobre la responsabilidad que le compete a los bancos por no haber cumplido con lo pautado, habrá
que considerar, en una nueva reglamentación de la materia, tener como nulas a las
139
LA RESPONSABILIDAD BANCARIA POR LA OMISIÓN DE ADOPTAR ...
cláusulas limitativas de responsabilidad, en razón de que la custodia es la principal
razón que tuvieron en cuenta las partes al contratar, y la seguridad que debe reinar
en toda materia jurídica, como tal, debe ser tutelada en orden a la diligencia que se
debe observar en la parte contractual y precontractual.
Estas convenciones, pactadas entre los particulares y los bancos en particular,
se alinean en el contrato que permite al cliente trasladar sus valores de empresas
o casas particulares a lugares más seguros para llevar a cabo su custodia, por lo
cual efectivizan el acuerdo pagando al banco la comisión correspondiente por este
servicio.
Es en el momento previo a la contratación, en que el banco debe llevar a cabo
la diligencia necesaria para que el cliente sea informado debidamente de los medios
de seguridad adoptados por él, para la preservación de sus bienes confiados en
custodia a la entidad que adquiere la figura tutelar del buen hombre de negocios.
En este momento no podemos dejar de mencionar que nos encontramos ante
este tipo de contratos que han sido denominados por la doctrina como contratos
coactivos, contratos impuestos, contratos tipo, contratos Ad-Hoc, contratos en formularios, con condiciones generales de contratación preestablecida, estandarización
contractual y estandarización industrial, tal como el maestro Zavala Rodriguez hace
en las páginas 381 y siguientes de su tratado, luego que en la página 380, número
426, se refiriera a la modificación, para estos casos, de la autonomía de la voluntad,
desde el punto de vista jurídico, como lo regla el principio de fondo que establece
sus condiciones para poder declararla válida.
No podemos perder de vista al analizar esta cuestión de los contratos que
dichas condiciones están y aparecen hoy modificadas por esos contratos especiales o particulares que la actualidad nos ha presentado en razón de los profundos
cambios acaecidos.
Por otra parte, es importante poner de manifiesto que la fundamentación de
la obligación resarcitoria por los daños patrimoniales causados a raíz de la omisión del cumplimiento de los deberes de información y adopción de medidas de
seguridad adecuadas para salvaguardar los bienes dados en custodia, reside en
que, cuando el banco firma el contrato con el cliente, a pesar de salvaguardar lo
expresado anteriormente sobre la restricción de la autonomía de la voluntad en
razón de las cláusulas predispuestas de los contratos, está obligado a tomar todas
aquellas medidas adecuadas y necesarias para mantener bajo control el daño que
se pudiere producir.
Entre las medidas que se podrían implementar está la de la contratación de un
seguro que se hiciera cargo de situaciones extraordinarias, como es el caso de los
robos cometidos en las cajas de seguridad a través del obrar de boqueteros que burlan
todas las medidas de seguridad del banco. En orden al sistema constructivo tambien
se podría adoptar el sistema de las bóvedas que nunca han podido ser violentadas.
140
ESTELA ALICIA MARMONTI Y ORFILIA DI LEO
Conclusiones
Las entidades bancarias deben sujetarse a las responsabilidades que les fijan las
normativas del B.C.R.A. y la legislación vigente, debiéndoseles prohibir que en sus
contratos predispuestos tengan cláusulas por las que delimitan su responsabilidad
ante determinados casos, amparándose en que, cuando sus sedes son violentadas, se
exime de toda responsabilidad al banco ante el cliente por ser casos de fuerza mayor.
Los clientes no sólo deben ser respetados como propietarios de sus bienes, sino
también debidamente indemnizados por los daños materiales y morales causados
por el incumplimiento contractual de los bancos. El Estado no puede quedarse ajeno
a estas cuestiones. Debe intervenir a través de políticas de estado sustentables que
aseguren estas situaciones y debe siempre tener en cuenta lograr el bienestar de
la sociedad, lo cual logrará cuando tome las medidas adecuadas que permitan una
mayor equivalencia entre sus ciudadanos.
Las entidades financieras no pueden obrar de forma irresponsable, en razón
de que fueron ellas las que permitieron que se produjera el daño. (. Arts. 512 902,
904, 909 del C.C. Argentino).
141
CONTRATO DE HOSPEDAJE Y SU VISIÓN EN LA
ACTUALIDAD
Carlos Javier Ontivero
Concepto
El contrato de alojamiento también se ha definido como “el acuerdo que se
celebra entre el empresario hotelero que, actuando profesionalmente en esa cualidad, presta, habitualmente y de manera organizada, a otro, denominado huésped
o viajero, que paga un precio , el servicio de uso de habitación y demás servicios
complementarios ( ropa de cama, radio, televisor, luz, teléfono, baño, distribución
de correspondencia, etc.) incluida la utilización de lugares y comodidades comunes,
con o sin prestación del servicio de comidas”.
El Dr. Marcelo J. López Mesa, en su obra Hotelería y Responsabilidad Civil,
expresa que el contrato que nos atañe es un contrato innominado, o atípico, por el
cual una persona se compromete a dar alojamiento y prestar determinados servicios
a otra a cambio de una suma de dinero estipulado, exigible periódicamente.
Se coincide con el Dr. Gustavo Néstor Fernández, su obra Manual de Derecho Hotelero y Turístico Vol.1, en que se trata de un contrato comercial -al que,
subsidiariamente, se le aplican las reglas del Código Civil-. ; oneroso; bilateral;
innominado; consensual y no formal.
El contrato de hospedaje lo encontramos en el Código Civil en los artículos
2229 al 2295 . También está regulado en normativas específicas del sector, por
ejemplo, el decreto 659/07 de la Provincia de Buenos Aires, la Ordenanza de la
Ciudad de Buenos Aires 36.136 y la anacrónica Ley de Hotelería Nacional, 18.828,
por citar algunas.
El Dr .Gonzalo Casanova Ferro en su obra Derecho y Turismo de Ed. Turística,
en el capítulo de contrato de hospedaje hace alusión a la responsabilidad sosteniendo
que hay una responsabilidad subjetiva y otra objetiva; la primera se relaciona con
las características de la persona, tiempo y lugar, en función de su culpabilidad o de
sus hechos , es decir ( en caso de los profesionales) negligencia o impericia, como
143
CONTRATO DE HOSPEDAJE Y SU VISIÓN EN LA ACTUALIDAD
es el ejemplo de overbooking en los hoteles, que no es más, en definitiva, que un
incumplimiento contractual, como lo enseña un fallo sobre overbooking en transporte
aéreo. El Dr. Adolfo Roberto Vazquez, vocal de la sala III de la Cámara Nacional en
lo Civil y Comercial Federal, en su voto en la causa 5483/92 del 22.11.92. ha dicho
“... dicha imposibilidad de viajar, con los pasajes ya previamente reconfirmados ... en
el día y hora estipulados se debió a que el pasaje estaba colmado por la existencia de
sobreventa de pasajes o de ‘overbooking’ ... lo expuesto lleva a definir la conducta de
la empresa transportadora como incumplimiento contractual, siendo irrelevante, a
este solo efecto, el análisis de la determinación de la ocurrencia de “overbooking” o
sobreventa, en la medida en que, no habiéndose demostrado una causal eximente de
la inejecución del contrato de transporte aéreo de pasajeros, sus consecuencias patrimoniales pesan sobre la obligada en forma ineludible (CNFC y Com., abril 23-1969,
ed., 28-429; idem. sala III, 11.11.81, ed., 98-216 y, muy recientemente, esta misma
sala en la causa “Rodriguez Santorum c/Tap” del 21.12.92) ... Lo expuesto autoriza
a presumir un supuesto de “overbooking” o sobreventa de pasajes, circunstancia
que cabe señalar como un agravante del incumplimiento contractual verificado. La
jurisprudencia internacional ha juzgado severamente esta práctica estructurando su
criterio sobre la base del llamado “bumping” o rebote, situación ésta que consiste
en impedir embarcarse a una persona con pasaje; Actor: Capon, Carlos A. y Otro
Demandado: Aerolineas Argentinas S.A.; Causa 7241/92.
Este fallo también se puede aplicar al overbooking en los hoteles haciendo
responsable directa a la dirección del establecimiento turístico.
En cambio, la responsabilidad objetiva surge del riesgo creado por algún objeto
útil para la obtención de una mayor tasa de rentabilidad (rodado o instalaciones)
que pudieran causar daño al pasajero. Arts. 1118, 2230, 2238 y 1120 del Código
Civil.
Desde la década de los 90 se ha producido un notable incremento de las plazas
de alojamiento turístico, tanto en la ciudad como en la provincia Buenos Aires. Al
tiempo, se ha diversificado la tipología de alojamientos de acuerdo a la variación
y especialización en la segmentación de la demanda, dado el surgimiento de nuevas motivaciones de los turistas, que se caracterizan por su nivel de información,
conocimiento y un alto grado de exigencia.
Tal es el caso de los albergues, hostales, bed & breakfast, hoteles boutique, etc.,
que han surgido con fuerza en la ciudad en respuesta a nuevas formas de turismo.
En el nuevo escenario que se presenta, no sólo se debe priorizar la promoción
del destino, sino la fidelización de los visitantes por medio de reglas claras en
cuanto a las expectativas que traen. Por ello es que se deben concebir estrategias
basadas en la generación de oferta de productos y servicios de calidad, además
de la potenciación del sector en torno a criterios de respeto ambiental y cultural.
El sector de alojamientos turísticos presenta unos rasgos propios, ya que se
considera un producto-servicio que está altamente influido por las opiniones y
valoraciones hechas por los clientes. Este hecho implica la necesidad de establecer
unos criterios específicos que incluyen, entre otros, aspectos relacionados con la
calidad de servicio.
144
CARLOS JAVIER ONTIVERO
En la C.A.B.A. los alojamientos turísticos son regulados por la Ordenanza
36.136 que, desde el año 1980, regula todo lo concerniente a los alojamientos turísticos hoteleros y extra hoteleros. Es así que, en el momento de la sanción de la
legislación vigente, sólo se tenía en cuenta para la categorización de los establecimientos cuestiones inherentes a la infraestructura, omitiendo aspectos relevantes
como la calidad del servicio prestado, de acuerdo a la tendencia internacional. Por
consiguiente, esta normativa resulta anacrónica de acuerdo a los nuevos estándares
que deben regir para esta actividad.
Conclusión
El cambio en el escenario turístico internacional que repercute en nuestro país
obliga a adaptar la normativa sobre la base de criterios más flexibles, dinámicos y
modernos, en pos de un crecimiento sostenido y planificado de la actividad turística.
Bibliografía
- CASANOVA FERRO Gonzalo.”Derecho y turismo”. Ed. Turísticas
- LOPEZ MESA Marcelo J. “Hotelería y responsabilidad civil”
145
CONTRATOS DE COOPERACIÓN, CONSIDERACIONES
ACERCA DE LA OPERATIVIDAD ACTUAL DE LOS MISMOS
Orfilia Di Leo - Estela Alicia Marmonti
Nuestra ponencia tiene por objeto confrontar la Ley 26.005 con lo fácticoes decir- que más allá de las adhesiones o las críticas a la misma, consideramos
que es bueno para nuestro ejercicio profesional y para el propio Derecho Positivo
de Argentina analizar- en este Encuentro- la aplicación que en el ámbito real del
comercio ha tenido dicha Ley.
Desarrollo
Nos referiremos brevemente a las opiniones que generaron la Ley 26.005.
Richard en un trabajo de enero de 2005 (publicación de Abeledo Perrot del
17 de enero de 2005 titulado “Un nuevo contrato de colaboración empresaria: El
consorcio de cooperación”) expresa textualmente…“La nueva figura similar a la del
agrupamiento de colaboración (AC art. 367 LS) permitirá no sólo la organización
para facilitar internamente la propia actividad de cada partícipe, sino también su
expansión externa (para compras, ventas, exportación, etc. conjuntas), no necesariamente definidas a consorciarse, sino abiertas a las necesidades futuras, como forma
de apoyar la organización empresaria (“compartir para competir”)”.
No obstante realiza una serie de críticas referidas-por ejemplo- a la sanción
impuesta ante la no inscripción del contrato en los pertinentes órganos de registración, sanción que los convierte en una sociedad de hecho, conforme art.6.
En lo atinente a dicho artículo 6 de la citada ley, encontramos –también- un
trabajo de la Dra. Sara P. Llorente que lo denomina:”El fatídico art.6 de la ley de
consorcios de cooperación”. Asimismo, en el 48º Encuentro de Azul pudimos
apreciar un comentario minucioso de la Ley 26.005 del Dr. Ramiro Ortiz Massey.
Todo ello nos exime de juicios valorativos de tipo doctrinarios, pues los años
transcurridos desde su vigencia, en enero de 2005 a la fecha, nos permiten realizar
una apreciación concreta y solamente en un tono risueño podemos afirmar, que por
147
CONTRATOS DE COOPERACIÓN, CONSIDERACIONES ACERCA ...
la magia de ciertas erráticas técnicas legislativas se produce –como dice alguien…
-que lo que no es puede llegar a ser.
Entendemos conducente recordar los orígenes de la ley citada. La misma se
aprobó a instancias de la Subsecretaría Pyme de la Secretaría de Industria y de las
fundaciones Exportar y Bank Boston –después Standard Bank- pero increíblemente
fueron precisamente las pymes las que optaron por formar sociedades anónimas o
cooperativas para poder exportar. Nos detenemos en el tema de las exportaciones
porque nos interesa develar la extraña situación que se ha producido referente a
que un instrumento que se legisló a instancias de la Subsecretaría Pyme no ha sido
adoptado por las pymes y la “realidad estadística” demuestra que sólo pequeños
grupos exportadores se acogieron a la ley avanzando la idea de utilizar el sistema
cooperativo para exportar en grupo.
En tal sentido podemos aseverar que, desde mediados de la década de los 80,
se debate en la Argentina un modelo para que las pequeñas y medianas empresas
puedan agruparse y exportar con un IVA desgravado; es en este punto que radica
el mayor obstáculo para que la Ley 26.005 sea un mecanismo apto para las pymes.
Recordaremos que, desde el comienzo de la discusión del proyecto de la Ley
26.005, la AFIP se opuso a que los grupos pudieran desgravar el IVA aduciendo
que, si así se hiciera, se posibilitarían fraudes y, entonces, las ya citadas fundaciones- impulsoras del sistema- dejaron de insistir con el tema.
En febrero de 2009 la AFIP emitió la Resolución 2551 que, en sus considerandos, señala que los fideicomisos, las uniones transitorias de empresas y los consorcios
de cooperación, al ser sujetos económicos, actúan como exportadores e importadores; y, en el art. 3, determina que los grupos deberán designar un representante
e inscribirse en la Inspección General de Justicia, agregando que el representante
y los partícipes asumen responsabilidad solidaria e ilimitada por las obligaciones
tributarias correspondientes a las operaciones realizadas por la unión transitoria de
empresas, consorcio de cooperación o el contrato asociativo no societario de que se
trate, así como por el pago de los intereses y penas aplicables por las infracciones
o delitos aduaneros que se constaten.
Creemos que es oportuno preguntarnos ¿Qué resultado tuvo esta normativa?
La respuesta es obvia: Se adoptaron formatos societarios tales como S.A. o SRL.
Pero debemos advertir que en el caso de entidades no exportadoras, alguna de
ellas aprovecharon la Ley 26.005, tal el caso de un grupo de Puerto Deseado que
une a varios pueblos para el trazado del ferrocarril… Pero –en resumen- el gran
problema actual es que ni la Ley 26.005 ni la resolución AFIP nº 2551 consideran
a los consorcios de cooperación dedicados a la exportación como personas jurídicas. Pero, al mismo tiempo, se produce la extraña situación de que si se forman
consorcios de cooperación con objeto de exportar no pueden desgravar el IVA,
que, precisamente, no se aplica en las exportaciones y, más aún, vemos que los
exportadores pueden reclamar devolución del IVA por sus compras.
Se ha producido –por obra de las resoluciones de AFIP- la antinomia de que
la Fundación Standard Bank, que fue promotora de la ley 26.005, hoy día aconseja
la formación de cooperativas para exportar.
148
ORFILIA DI LEO - ESTELA ALICIA MARMONTI
La idea original que dio origen a dicha ley fue armar un tipo de contrato que
permitiera a las Pymes integrantes de un consorcio tener claros sus derechos y
obligaciones y también las de un gerente administrador y se quería establecer un
marco respecto del IVA, que permitiera a los consorcios tener un régimen especial;
en este punto cabe aclarar que en el gobierno de De la Rúa se derogaron las facultades que el Ejecutivo Nacional tenía para otorgar regímenes especiales.
Apartándonos de los consorcios con objeto de exportación y yendo a los consorcios de cooperación en general encontramos una nueva dicotomía en el sistema
general del comercio argentino.
Va de suyo que todo consorcio necesita financiación y en caso de solicitar un
crédito los Bancos no se los conceden ¿Por qué? Sencillamente porque los Bancos
se rigen por las características de las empresas y no por las del consorcio y al no
ser entidades jurídicas las consideran meros acuerdos empresariales.
No pretendemos ser reiterativas pero el problema IVA es central, el mismo
sigue en la cabeza de cada empresario.
Conclusión
Se podrán seguir haciendo contratos de cooperación, el problema será que si
se factura por medio del consorcio, tendrán los empresarios que pedir la devolución del IVA y consecuentemente prefieren exportar individualmente, mas aún, si
se tiene en cuenta que dicho pedido de devolución insume un trámite realmente
confuso. Así llegamos a la realidad de que es más fácil reunirse para exportar bajo
la forma cooperativa, no obstante los consorcios de cooperación se aplican para los
que tengan por objeto la promoción, y entonces advertimos:
Llegados al Bicentenario de la Revolución de Mayo, cuán limitada aplicabilidad tiene la Ley 26.005.
149
ARTÍCULO 54 DE LA LEY 19.550. SOCIEDADES
COMERCIALES. DOLO O CULPA DEL SOCIO O DEL
CONTROLANTE
Estela Alicia Marmonti
Introducción
El daño ocurrido a la sociedad por dolo o culpa de socios o de quienes, no
siéndolo, la controlen, constituye a sus autores en la obligación solidaria de indemnizar, sin que puedan alegar compensación con el lucro que su actuación haya
proporcionado en otros negocios.
El socio o controlante que aplicara los fondos o efectos de la sociedad a uso o
negocio de cuenta propia o de tercero está obligado a traer a la sociedad la ganancia
resultante, siendo las pérdidas de su cuenta exclusiva.
La inoponibilidad de la personalidad jurídica, la facturación de la sociedad que
encubra la consecución de fines extrasocietarios constituye un mero recurso para
violar la ley, el orden público o la buena fe, o para frustrar derechos de terceros.
Se imputará directamente a los socios o a los controlantes que la hicieron posible,
quienes responderán solidariamente e ilimitadamente por los perjuicios causados.
Desarrollo
Las empresas que actuaren con respecto a terceros, utilizando los servicios de
los mismos en forma conjunta e indistinta son responsables ante ellos de todos los
efectos emanados del contrato. Resultan solidariamente responsables de las obligaciones derivadas de ese vínculo; no resulta factible extender la responsabilidad
a una persona jurídica y a sus integrantes cuando no se acredita que haya mediado
un uso abusivo de la figura societaria, pero sí corresponde extenderla cuando ellos
incurrieron en maniobras ilícitas tendientes a defraudar a terceros de buena fe.
151
ARTÍCULO 54 DE LA LEY 19.550. SOCIEDADES COMERCIALES. DOLO ...
Los casos en los que la Ley de Sociedades Comerciales prevé la responsabilidad directa y personal de los directores o gerentes, tienen relación directa con la
comisión de ciertos ilícitos que van más allá del incumplimiento de las obligaciones
legales o contractuales y para cuya concreción se utiliza la figura societaria.
En estos casos sus directivos no sólo hacen que la entidad incumpla sus obligaciones, sino que, además, incurren en actos o maniobras dirigidas a defraudar
a terceros.
Si bien reiteradamente se ha sostenido que los grupos de empresas ensambladas
o vinculadas, o no, a través de contratos de colaboración empresaria no son sujeto
de derecho porque así lo dispone el art. 367 de la Ley de Sociedades Comerciales,
lo cierto es que puede responsabilizarse a ambas empresas cuando queda demostrada su vinculación y el daño a terceros, aplicando la teoría del descorrimiento
del velo, conocida como dis regard, ver la realidad, lo que realmente ocurrió y no
lo que pretenden aparentar.
Se trata, en definitiva, del tema de la vinculación entre empresas, que a través
de sus propias organizaciones se vinculan con el objeto de establecer un sistema
de comercialización de bienes y servicios para el mercado.
Se ha dicho que en este caso, ante un contrato de cooperación empresaria o de
un vínculo de cooperación entre empresas, es perfectamente lícito, en la compleja
actualidad del comercio, llevar a cabo este tipo de vinculación, pero también deben
tener en cuenta que sus acuerdos no pueden ser oponibles a terceros de buena fe
que contraten con ellas para delimitar su responsabilidad.
No se trata de dos contratos diferentes, sino de uno solo de carácter plural,
pues está integrado por dos personas, en el caso de dos personas jurídicas y como
la totalidad del objeto de las obligaciones emergentes de ese único vínculo puede
ser reclamado por terceros in solidum a cualquiera de ellos, es indudable que las
dos deben responder en forma solidaria por las obligaciones emergentes del contrato.- art. 690 y 699 del Código Civil de la Nación.
En el art. 54 de la Ley de Sociedades Comerciales, Ley 19.550, se aplica una
solución similar a la del art. 1725 del Código Civil, cuyo texto dice: TODO SOCIO
DEBE RESPONDER A LA SOCIEDAD DE LOS DAÑOS Y PERJUICIOS QUE
POR SU CULPA SE LE HUBIERE CAUSADO , Y NO PUEDE COMPENSARLOS
CON LOS BENEFICIOS QUE POR SU INDUSTRIA O CUIDADO LE HUBIESE
PROPORCIONADO EN OTROS NEGOCIOS.
El socio autorizado para administrar, debe prestar el mismo cuidado y atención
a los negocios sociales como a los propios encontrándose en colisión ambos, deben
conciliar los dos.
Ahora bien, no nos tenemos que olvidar que en la contratación moderna,
es muy usual el ensamble en la producción de bienes y servicios entre distintas
empresas, cabe mencionar como dato de interés el sistema japonés que adopta el
concepto de Kanban, que contiene dos tarjetas de información y de producción, la
primera individualiza los productos producidos por cada una de las empresas en
sus distintas calidades, por ejemplo, subcontratistas, y la segunda determina los
servicios proveídos por cada uno.
152
ESTELA ALICIA MARMONTI
Este sistema de producción es interesante porque a través de la colaboración
empresaria se puede llegar a buenos resultados, siempre y cuando cada una de las
integrantes cumpla con sus obligaciones en tiempo y forma. Es también una manera
de la delimitación de su responsabilidad ante un eventual fraude por alguna otra;
a pesar de que es solidariamente responsable Ab initio, puede luego delimitar su
responsabilidad.
Dentro del sistema japonés resulta interesante conocer algunas obligaciones
entre las sociedades vinculadas. En primer lugar, la debida información; contar
con la real información es esencial para la producción; la otra apunta propiamente
a la tarjeta Kankan, ya comentada, y, por último, el área geográfica donde se va a
desarrollar la dinámica.
Es importante destacar que para garantizar el buen funcionamiento de estos
modos de contratación moderna, la función que debe asumir el Estado es de un contralor blando , es decir, imponer pautas razonables de seguimiento, pero de ninguna
manera pretender atomizar la autonomía de la voluntad de las sociedades, porque
traería como consecuencia su desplazamiento hacia otros países con legislaciones
más razonables. No nos olvidemos que en países a desarrollarse, como el nuestro, es
muy importante la adopción de políticas económicas que se sustenten en el tiempo,
que sean viables y aplicables, pero bajo la medida de buena fe y razonabilidad.
Asimismo y para transparentar el status de esas sociedades, constituye un método valedero que las autoridades de contralor contribuyan a trabar la operatividad
de legitimación de activos ilícitos, como así también las maniobras de evasión e
incumplimiento de las leyes fiscales del país en el que desarrollan su actividad, la
limitación de la responsabilidad de sus socios de orden patrimonial , o controlantes,
sean personas físicas o jurídicas en hipótesis de desestimación de la personalidad
jurídica de sociedades por aquéllos o por interpósitas personas, se debe llevar a cabo
el control fiscal si las sociedades deben regirse por el derecho argentino conforme
al art. 1205 del Código Civil de la Nación y 124 de la Ley 19.550, y someterse al
régimen tributario del establecimiento permanente.
Conclusión
Para concluir, también, es necesaria la presencia del estado tutelar, la aplicación
de la legislación vigente. Cuando estas empresas a las que se les da la oportunidad
de desarrollar sus negocios y obtener beneficios se apartan del objeto social, realizan
negocios ilícitos, hay que aplicar la ley lisa y llanamente, no podemos permitir que
los extranjeros pongan en duda nuestra credibilidad , nuestra seguridad jurídica.
Es realmente penoso dar lugar a que la conducta de algunos acusados de lavado
de dinero, a través de sociedades fantasmas creadas para ese fin, no sea juzgada
y penada como la misma ley de lavado de dinero establece. Allí sí hay que aplicar
la teoría del Disregard, el descorrimiento del velo societario, ver la realidad de lo
ocurrido y sancionar de acuerdo a la ley a los responsables del ilícito.
153
ASPECTOS PRÁCTICOS DE UN “DUE DILIGENCE”
(AUDITORÍA DE COMPRA) EN EL PROCEDIMIENTO DE
TRANSFERENCIA ACCIONARIA.
Germán D. Villano
Sumario: 1. Introducción. 2. Etapas del procedimiento de transferencia de acciones. 3. “Due
Diligence”. Concepto. 4. Objetivos. 5. Alcances. 6. Información requerida. 7. Informe del Due
Diligence. 8. Due Diligence en el concurso preventivo.
1. Introducción
El presente trabajo tiene por objeto destacar los aspectos más significativos del
proceso de transferencia accionaria de una empresa, poniendo especial énfasis en
la etapa del “Due diligence” (Auditoría de compra). Asimismo, deseamos brindar
algunas herramientas útiles a los profesionales que deban intervenir en las transferencias de paquetes accionarios de control y/o fusiones de empresas.
2. Etapas del procedimiento de transferencia de acciones
Un eficaz procedimiento de transferencia de acciones requiere de una serie de
etapas, las cuales deben cumplimentarse antes, durante y aún en forma posterior a
la firma del contrato definitivo de transferencia de acciones.
Generalmente el procedimiento de adquisición de una empresa in bonis se
ejecuta por medio de las siguientes etapas: 1) “contactos preliminares” entre el
vendedor y el comprador, en donde ambas partes manifiestan su interés en una
posible operación. 2) Firma de una “carta de intención”, en donde las partes determinan los términos principales de la operación. Asimismo, este documento puede
ser sustituido por una “carta oferta” del comprador al vendedor y/o una “opción de
compra” concedida por el vendedor al comprador. 3) Celebración del “contrato
155
ASPECTOS PRÁCTICOS DE UN “DUE DILIGENCE” (AUDITORÍA DE ...
de confidencialidad”, en donde las partes se obligan a no divulgar a terceros la
información que se suministren mutuamente en el transcurso de la negociación. 4)
“Due diligence”, la que será objeto de especial estudio en la presente ponencia.
5) En quinto lugar se ubican una serie de actos, por ej., (i) aclaraciones de temas
surgidos del “Due diligence”, (ii) reuniones entre los asesores , (iii) intercambio
de borradores del contrato de transferencia de acciones, (vi) fecha de cierre de la
transacción (closing), etc., 6) Firma del “contrato definitivo de transferencia de
acciones” y el “pago” del precio de adquisición. 7) Finalmente, en la última etapa se
realizan seguimientos por eventuales ajustes de precio ante la aparición de pasivos
ocultos o contingencias en la empresa.
3. “Due Diligence”. Concepto.
El “Due Diligence”1 es el procedimiento de auditoría que se utiliza, generalmente, para la toma de control, adquisición y/o fusión de una empresa. Puede
conceptualizarse como el conjunto de investigaciones realizadas en diversas áreas
de la empresa (jurídicas, contables, financieras, comerciales, medioambientales,
procesos productivos, recursos humanos, etc.,) cuya finalidad principal finca en
estudiar el estado patrimonial y precisar el valor de la compañía que se desea adquirir.
4. Objetivos
Como lo adelantáramos en el párrafo anterior, el objetivo principal del “Due
Diligence” es valorar la compañía que se desea adquirir. Conforme ello, se pretende
examinar e identificar entre otras cosas, (i) la existencia de pasivos no declarados
u ocultos, (ii) las incidencias que pudieren alterar el desarrollo ordinario de los
negocios, (iii) la rentabilidad proyectada de la compañía. Por lo cual, el examen no
se limita solamente al análisis de los estados contables, sino que se proyecta a la
evaluación de contingencias futuras que puedan afectar a la empresa (regulaciones
ambientales, conflictos laborales, habilitaciones de establecimientos, perspectivas
del negocio, etc.).
5. Alcances
Es conveniente que el due diligence sea lo más amplio posible, abarcando
los más variados temas implicados en la empresa, participando en él profesionales
de diferentes ciencias (abogados, contadores, economistas, ingenieros, etc.). Sin
embargo, en la práctica, quedará limitado a las estipulaciones acordadas por las
1
El término “Due Diligence” es de origen inglés, cuya traducción al castellano indica “Debida Diligencia”.
156
GERMÁN D. VILLANO
partes en función de sus intereses y presupuestos, teniendo especial importancia,
también, las sugerencias vertidas por los asesores que fueran a intervenir.
Consideramos útil que los asesores jurídicos realicen un “índice”2 enumerando
diferentes secciones, a efectos de que su cliente indique cuáles son las secciones que
desea evaluar en el due diligence. Las secciones más relevantes a tener en consideración son (i) Organización, Negocios y Finanzas; (ii) Dirección; (iii) Instalaciones;
(iv) Contratos y Juicios; (v) Estados Contables; (vi) Productos y Marketing; (vii)
Compras y Fabricación; (viii) Recursos Humanos; (ix) Sistemas; (xi) Planificación
y Presupuesto; (xii) Impuestos; (xiii) Propiedad Industrial e intelectual; (xiv) Cuestiones ambientales; (xv) Otros.
6. Información requerida
La información a solicitar dependerá de la complejidad de la transacción y de
las especialidades del negocio a transferir, teniendo suma importancia, también, el
interés del comprador en conocer el verdadero estado patrimonial de la compañía.
En la práctica los asesores suelen realizar una “guía general”3 de pedidos de
información, a los efectos de organizar adecuadamente su trabajo. Asimismo, más
2
3
Este índice, llamado generalmente “engagement letter”, tiene como objetivo delimitar los alcances del
trabajo, establecer el plazo de entrega del informe del due diligence, fijar los equipos de trabajos y sus
honorarios, limitar la responsabilidad de los auditores, etc.
A continuación un modelo de “guía general” y/o “Check List”, el que, obviamente, deberá modificarse
según las exigencias de cada comprador: (i) Organización, Negocios y Finanzas: En esta sección se debe
investigar y solicitar principalmente la documentación societaria, a) Organigrama de los accionistas; b)
Indicación de la fecha de inicio de actividades de la empresa; c) Evaluación y enumeración de las principales disposiciones del estatuto constitutivo y sus reformas; d) Evaluar y sacar copias de los libros de
Acta de Asamblea, Directorio y Registro de Accionistas; e) Obtener un estado de subsidiarias, matrices y
filiales, incluyendo, en cada caso, la fecha de comienzo de actividades, ubicación, porcentaje de titularidad
de la sociedad matriz, Estados o provincias en los que la empresa está habilitada para operar; f) Resumir
las características del capital accionario y los derechos de los titulares de cada clase, si las hubiera; g)
Obtener un detalle de la cobertura de los seguros en vigencia; h) Resumir los acuerdos bancarios de la
empresa, las cláusulas restrictivas en acuerdos de préstamos, plazo para el repago de deudas, línea de
créditos y requisitos de compensación de saldos. (ii) Dirección: En esta sección es necesario a) Obtener el
organigrama de la compañía; b) Obtener un listado del personal directivo (ejecutivos, directores y otros),
incluyendo información respecto del nombre, edad, obligaciones, antecedentes educativos y antigüedad en
la empresa; c) Resumir remuneraciones de los funcionarios por categorías (por ej. remuneración habitual,
bonus, planes jubilatorios, etc.); d) Indicar cualquier relación de parentesco y/o relaciones con empresas
controladas o controlantes, proveedores, clientes, etc; e) Describir las evaluaciones de desempeño de los
directivos, mandos medios y otros empleados claves; f) Describir las líneas de sucesión de los puestos
claves; g) Resumir las principales disposiciones de los planes de incentivo (bonus, opciones de compra
de acciones, etc.). (iii) Instalaciones: Para esta sección se recomienda: a) Describir la naturaleza y
condición de las instalaciones e indicar la ubicación, si son propias o alquiladas (indicando condiciones y
plazos); b) Averiguar acerca de restricciones por zonificación, si las hubiere; c) Indicar si otras empresas se
instalaron o abandonaron la zona durante los últimos años; d) Obtener un listado de los principales bienes
y equipos, incluyendo costo, número de serie, antigüedad y método de armotización; e) Indicar los montos
gastados en reparaciones y mantenimiento durante los últimos tres años; f) Investigar los requerimientos
e inspecciones realizados por entes de contralor estatal al establecimiento, así como las medidas tomadas
157
ASPECTOS PRÁCTICOS DE UN “DUE DILIGENCE” (AUDITORÍA DE ...
allá de la información solicitada al vendedor, es recomendable que los asesores
efectúen una profunda investigación de la información pública disponible en bancos
de datos oficiales y privados, toda vez que el vendedor, generalmente, otorgará la
información más conveniente para sus intereses y omitirá entregar la que pudiere
perjudicarlo.
El plazo para la realización del due diligence es acordado de común acuerdo
entre las partes; la extensión dependerá de la complejidad y particularidades de la
transacción.
por la empresa para solucionar las observaciones denunciadas. (iv) Contratos y Juicios: Aquí los asesores
deben procurar: a) Obtener copias de todos los contratos, compromisos, convenios y/o acuerdos en los que
la compañía sea parte o por la que pueda verse obligada; b) Determinar la situación de las renegociaciones
de deuda, si las hubiere; c) Obtener copia y detalle de todos los juicios finalizados y en trámite en donde
la compañía sea actora o demandada; d) Evaluar las posibilidades de éxito de los juicios pendientes.
(v) Estados Contables: Esta sección es considerada de suma importancia, dado que de su correcta evaluación surgirá el estado patrimonial de la compañía. Aquí deberán: a) Analizar y obtener copias de los
últimos tres estados contables de la compañía (certificado por el Consejo de Ciencias Económicas); b)
Explicar los procedimientos utilizados en las cuentas a cobrar (por ej., agencias de cobranza, abogados,
etc.); c) Describir la política de capitalización de la compañía y comentar su razonabilidad. (vi) Productos
y Marketing: Aquí se deberá: a) Describir los principales productos de la empresa; b) Indicar el porcentaje
de participación en el mercado de cada producto; c) Enumerar los principales clientes, sus calificaciones
crediticias y monto de las ventas totales a cada uno durante los últimos años; d) Obtener lista de precios;
e) Explicar los factores económicos que pueden influenciar los precios de venta; f) Describir el sistema
de comisiones; g) Indicar las zonas geográficas cubiertas por los territorios de venta; h) Enumerar los
principales competidores y describir sus productos. (vii) Compras y Fabricación: En esta sección se debe:
a) Enumerar los principales materiales comprados; b) Indicar los principales proveedores y las fuentes
alternativas; c) Indicar los procedimientos de calidad de la empresa; d) Indicar la capacidad estimativa
de la planta. (viii) “Recursos Humanos: Entre otras cosas se deberá indicar los siguiente: a) Cantidad de
empleados y su categorización; b) horas de trabajos normales y extras; c) Describir los beneficios de los
empleados (por ej. Pensión, distribución de utilidades, opción de compra y planes de gratificación, etc.);
d) Enumerar las normas y convenios laborales aplicables; e) Informar estadística de siniestros laborales.
(ix) Sistemas: En esta sección se debe procurar: a) Obtener un organigrama de los sectores de contabilidad
y procesamiento electrónico de datos; b) Descripción de los sistemas contables; c) Obtener manuales de
procedimientos. (xi) Planificación y Presupuesto: Se debe indicar: a) Si se utilizan presupuestos; b) Obtener
los presupuestos de los últimos años; d) Obtener proyecciones de los próximos años (si los hubiera). (xii)
Impuestos: Esta sección también es de importancia, por lo cual se debe: a) Revisar y obtener copias de las
declaraciones juradas de los últimos seis (6) años; b) Controlar que las declaraciones impositivas hayan
sido presentadas en tiempo y forma a las autoridades impositivas; c) Informar la situación de la compañía
frente al fisco con relación a impuestos, tasas y contribuciones nacionales, provinciales y municipales; d)
Informar la existencia de determinaciones, sumarios y/o fiscalizaciones de la autoridad impositiva. (xiii)
Propiedad industrial e intelectual: En esta sección se debe: a) Obtener un listado de todas las marcas de
titularidad de la empresa, indicando el Nº de registro, fecha de presentación o concesión, protección y
usos otorgados, vencimientos, etc; b) Obtener un listado de las patentes, indicando los mismos datos del
punto anterior; c) Determinar si hay oposiciones y/o juicios pendientes respecto de las marcas, patentes,
derecho de autor, etc; d) Obtener copias de contratos relacionados con propiedad intelectual e industrial
en los que la compañía sea parte o por los que pueda verse obligada. (xiv) Cuestiones ambientales: a)
Informar obligaciones y responsabilidades medioambientales; (xv) Otros: Esta sección debe utilizarse
para requisitos adicionales solicitados por el comprador.
158
GERMÁN D. VILLANO
7. Informe del Due Diligence
Una vez finalizado el due diligence los asesores deben realizar un informe
(due diligence report) emitiendo su opinión legal sobre el resultado final de la
auditoría, informando, además, el alcance del trabajo y fuentes de información
utilizada. Como generalmente el informe es extenso, es recomendable que éste
sea estructurado con un “resumen” en donde se informa las cuestiones de mayor
relevancia, seguido luego de “anexos” en donde se realizan pequeños informes de
cada una de las secciones analizadas en la guía general.
8. Due Diligence en el concurso preventivo
Consideramos que la etapa del due diligence no sólo debe efectuarse en la
transferencia de acciones de empresas in bonis sino que también debe realizarse en la
transferencia forzosa de la empresa insolvente instrumentada en el art. 48 de la LCQ.
Cuando la compañía entra en un proceso falencial el primer due diligence lo
practica el síndico con la presentación del informe general (art. 39 LCQ), dado
que éste es una suerte de radiografía de la empresa o actividad del concursado, en
donde, entre otras cosas, se detalla la composición del activo y pasivo, se enumeran
los libros contables, se emiten dictámenes sobre ellos y se evalúan los intangibles
(marcas, licencias, patentes, nombres comerciales, valor llave, etc.).
A su vez, puede llegar a realizarse un segundo y más profundo due diligence
cuando la empresa está sujeta al procedimiento del instituto del art. 48 de la LCQ
(cramdown). Aquí, el due diligence lo debe efectuar el evaluador que fuere designado
(art. 262 LCQ). Si bien la ley establece algunos parámetros para evaluar el “real
valor de mercado” (art. 48 inc. 3 y 7.b. de la LCQ) creemos que el evaluador debería
efectuar un due diligence amplio para determinar si la compañía posee un valor
positivo o negativo. Asimismo, cuando la envergadura de la empresa lo amerite, es
conveniente que el propio cramdista (tercero) efectúe un due diligence en paralelo,
toda vez que es del máximo interés de los cramdistas el íntegro conocimiento de
la situación económica real de la empresa cuya adquisición pretende y contra cuya
pretensión de certeza conspiran “los pasivos ocultos”.
159
RENUNCIA NO INSCRIPTA EN LA DIRECCIÓN
PROVINCIAL DE PERSONAS JURÍDICAS DE UN DIRECTOR
DE SOCIEDAD ANÓNIMA Y RESPONSABILIDAD
SOLIDARIA POR DEUDAS TRIBUTARIAS PROVINCIALES
DE PERÍODOS POSTERIORES A ELLA
Agustín Mario Trevisiol
SUMARIO: 1. Introducción. 2. Efectos de la renuncia. 3. Principios relacionados que rigen el
procedimiento administrativo de determinación. 4. Finalidad de la solución societaria. 5. El Fisco
como tercero y la aplicación conjunta de los ordenamientos. 6. Conclusiones.
1. Introducción
La presente ponencia tiene como finalidad el examen sucinto de una cuestión
que se encuadra dentro de una problemática generalizada, cual es el abordaje de
los conflictos que se generan por la convergencia –en un supuesto puntual – de la
legislación pública y la privada.
Ello porque cuando se tiene que aplicar la normativa a una relación entre
particulares no surgen dudas sobre qué ley aplicar, su alcance, la prelación entre
las disposiciones y demás; ahora, si se trata de una situación en la que actúa la
administración la cuestión se torna notoriamente más compleja.
Aquí nos abocaremos –por la brevedad del desarrollo – a analizar lo que sucede cuando el fisco –ante la determinación4 de una deuda impositiva de la sociedad
anónima – extiende la responsabilidad5 por tales montos a un administrador a quien
–previamente a la generación de tal débito – el directorio le aceptó la renuncia.
4
5
Cfr. Arts. 35 y 37 Código Fiscal de la Provincia de Buenos Aires –T.O. 2004
Cfr. Art. 18 Código Fiscal de la Provincia de Buenos Aires –T.O. 2004
161
RENUNCIA NO INSCRIPTA EN LA DIRECCIÓN PROVINCIAL DE ...
Efectos de la renuncia
La ley desdobla el momento en el cual la renuncia de un director comienza a
tener vigencia, según se trate de relaciones intrasocietarias o intersocietarias –que
son las que aquí nos interesan.
En las primeras, rigen6 a partir de la aceptación por el directorio7 de la misma,
ya que no se puede –sin más – abandonar el cargo, con el consiguiente resultado
de poner en peligro el funcionamiento societario.
En cambio, a los terceros contratantes y, aún a aquellos que se relacionan
en forma involuntaria con la sociedad, y que no tienen acceso, por lo común, a la
información interna, la solución es distinta.
Del conjunto interpretativo8 de la ley surge que, frente a ellos, la dimisión sólo
va a ser oponible a partir de la inscripción en el Registro Público de Comercio9,
siendo que la legitimada para requerir tal anotación es la sociedad misma10.
Al respecto –vale añadir – nuestro Superior Tribunal Provincial ha entendido,
recientemente,11 que los actos pueden ser oponibles a los terceros cuando fueran
publicados debidamente o cuando pudieran ser conocidos por otros medios, adoptando las medidas propias de una conducta medianamente diligente sin que sea
necesario una investigación previa.
3. Principios relacionados que rigen el procedimiento administrativo
de determinación
Dentro de los múltiples principios que operan en todo procedimiento administrativo y particularmente12 en el de determinación, cabe mencionar –brevemente – a
los que se relacionan íntimamente con el tema en estudio, tales como el de juridicidad, el de formalismo atenuado y – principalmente – el de la verdad objetiva.
Así, se ha entendido que el principio de juridicidad13 implica que todo el accionar de la administración pública debe encuadrarse en un marco procesal de respeto
prioritario al ordenamiento jurídico, pudiendo sólo hacer lo que la legislación le
6
7
8
9
10
11
12
13
Cfr. Art. 259 Ley de Sociedades Comerciales.
Cfr. Mazzucco Barthe, Edith, “La representación de la sociedad y el artículo 60 de la ley de sociedades”,
en Revista Notarial del Colegio de Escribanos de la Provincia de Córdoba, 1985, 44/45.
Cfr. Arts. 12 y 60 Ley de Sociedades Comerciales.
Cfr. C. Civ. y Com. II, Sala I, La Plata, “Fisco de la Provincia c/ Honda Automóviles de Argentina”,
01/06/2006.
Cfr. C. Civ. y Com. II, Sala I, La Plata, “Tencar”, 18/10/2007.
Cfr. S.C.B.A. “Laguna Las Toscas”, 27/02/2008, C. 94.324.
Cfr. art. 4 Código Fiscal.de la Pcia. de Bs. As.T. O. 2004.
Cfr. Comadira, Julio R. “Derecho Administrativo”. Ed. Nexis -Abeledo Perrot- 2da. edición. Bs. As. 2003131/132.
162
AGUSTÍN MARIO TREVISIOL
permite o lo que le indica que haga, a contrario de la cláusula constitucional14 para
los particulares.
El formalismo atenuado se relaciona con la morigeración de las formas en
beneficio inmediato de los administrados siempre y cuando ellas no sean esenciales15, en razón de su posición ante el procedimiento, ya que no son partes sino
colaboradores de la administración.
Por último –pero muy vinculado a lo que analizamos – podemos decir que la
verdad objetiva16 es un principio que está cercano a la finalidad de toda actuación
de la administración: el bien común, puesto que, para lograr tal objetivo, necesita
arribar a la verdad material; no se trata, ya, de la verdad formal que se exige en el
proceso civil, porque en el procedimiento no se resuelve un conflicto entre partes,
al contrario; como fuera dicho, la administración y el particular son colaboradores
a tal fin.
A tales efectos el Fisco se sirve de múltiples herramientas17, entre los requerimientos que puede hacer, podemos destacar la exhibición de libros de comercio y
sus respaldos; la conservación de éstos por el término de diez años; el suministro
de información relativa a terceros; las fechas y lugares de los cambios de domicilio,
inicio de la actividad y la transferencia del fondo de comercio; inspeccionar los libros
societarios; inspeccionar los bienes; requerir el auxilio de la fuerza pública; y demás.
4. Finalidad de la solución societaria
Cabe reflexionar –por un instante – sobre cuál es la finalidad de la disposición
societaria que difiere la oponibilidad de la renuncia a las relaciones intersocietarias.
Por nuestra parte creemos que el fundamento de tal solución es la protección
de aquellos que se vinculan con la sociedad y que no pueden tener acceso a la
información interna, además de facilitar la velocidad en el tráfico comercial y la
seguridad de los negocios, porque, de otro modo, el examen en cada caso particular de la situación con la que se relaciona – haría inviable la actividad comercial.
El fallo de la Suprema Corte18 – que citamos anteriormente – señala como
razón de ello la celeridad, seguridad y buena fe contractual expresadas en la teoría
de la apariencia.
14 Cfr. Art. 19 Constitución Nacional.
15 Cfr. Comadira, Julio R., “Derecho Administrativo”, Ed. Lexis Nexis Abeledo Perrot, 2ª Edición, Buenos
Aires, 2003, 138/139.
16 Cfr. Comadira, Julio R., “Derecho Administrativo”, Ed. Lexis Nexis Abeledo Perrot, 2ª Edición, Buenos
Aires, 2003, 134/136.
17 Cfr. Art. 42 Código Fiscal de la Provincia de Buenos Aires –T.O. 2004.
18 Cfr. SCBA, “Laguna Las Toscas”, 27/02/2008, C. 94.324.
163
RENUNCIA NO INSCRIPTA EN LA DIRECCIÓN PROVINCIAL DE ...
5. El Fisco como tercero y la aplicación conjunta de los
ordenamientos
Aquí es donde se mezclan los ordenamientos, donde lo público y lo privado
se aplican conjuntamente.
Tenemos para nosotros que el Fisco cuenta con amplias facultades para llegar
a la verdad material –lo que es un deber para él –, por lo tanto, tiene herramientas
para poder saber cuál es la situación interna de la sociedad, su configuración y su
funcionamiento.
Por otra parte, consideramos que la solución que adopta la normativa societaria
es tuitiva de los derechos de los terceros, pero de ninguna manera es para provecho
de aquéllos; en tal caso una aplicación así19 vendría a configurar un ejercicio abusivo
de un derecho, ya que contraría los fines que la ley tuvo en miras al reconocerlo y
quebranta la buena fe.
Por esta razón, en los casos en que la autoridad de aplicación debe examinar
si corresponde extender la responsabilidad a los administradores por los períodos
que se fiscalizan, es necesario –si pretende actuar con diligencia – que se atenga a
los dispuesto en los libros societarios, porque ella sí –necesariamente e indefectiblemente– debe investigar cuál es la realidad.
El Fisco no se puede amparar en una disposición destinada a regir las relaciones
entre particulares, cuando las propias normas que rigen su proceder lo obliga a que
llegue a la verdad material. Postular lo contrario sería habilitar la posibilidad de
que la administración pública viole el principio de juridicidad.
6. Conclusiones
Es toda una obviedad que el presente no agota la problemática en análisis
ni mucho menos la de la vinculación entre el derecho público y el privado, pero,
sin dudas, es un puntapié inicial para que –sin desconocer ninguna normativa – se
proceda a aplicar todo el ordenamiento en su conjunto.
Creemos que la aplicación en forma exegética de una solución, sin considerar
lo anterior, derivaría en un resultado por demás injusto.
Nunca debemos olvidar –como operadores jurídicos – que además de saber
la ley debemos conocer el contexto y –a su vez – como ambos interactúan, porque
si bien el Derecho regula las conductas humanas en las relaciones sociales, usualmente, la realidad le antecede en cuanto a fenómeno jurídico, tornándose nuestra
disciplina en un móvil de ello.
Aquí, en la práctica, podemos decir que el Fisco sabe o tiene todas las herramientas para saber quiénes son o fueron, efectivamente, los administradores socie-
19 Cfr. TFABA, Sala II, “TVC”, 21/03/2006.
164
AGUSTÍN MARIO TREVISIOL
tarios de los períodos que investiga, razón por la cual su pasividad o negligencia
no puede habilitar soluciones injustas.
165
166
REORGANIZACIONES SOCIETARIAS E INCAPACIDADES
DE DERECHO
Ariel F. Giménez
Introducción
Se denominan genéricamente “Reorganizaciones Societarias” a los procedimientos de transformación, fusión y escisión previstos en las Secciones X y XI del
Capítulo I de la Ley de Sociedades20.
Estos procesos comprenden la sustitución del tipo social adoptado inicialmente
por una entidad (transformación); la disolución sin liquidación de dos o más sociedades para constituir una nueva, o la incorporación de una o más sociedades por
otra ya existente, siendo las incorporadas liquidadas, pero no disueltas (fusión, en
sus variantes “propiamente dicha” y “por absorción”); o la decisión de una sociedad de destinar parte de su patrimonio para fusionarse con sociedades existentes
o para participar con ellas en la creación de una nueva sociedad, o para constituir
una o varias sociedades nuevas, o de disolverse sin liquidarse para constituir nuevas
sociedades con la totalidad de su patrimonio (escisión, en sus variantes “escisiónfusión”, “propiamente dicha” y “división”).
Estos actos se encuentran alcanzados por el examen de legalidad que compete
a la autoridad de policía societaria, a efectos de asegurar la protección de los socios
y de terceros frente a tales situaciones.
Ahora bien, se entiende por capacidad jurídica, en sentido genérico “…la aptitud
de la persona para ser titular de derechos o deberes jurídicos y para ejercer las
potestades que dimanan de esos derechos, o cumplir las obligaciones que derivan
de los mencionados deberes”21. Dentro de ese concepto general, la capacidad
20
RICHARD, Efraín Hugo y MUIÑO, Orlando Manuel. Derecho Societario, 1ra. Ed. 3ra Reimp., 2000,
Ed. Astrea.
21 BUERES, Alberto J. (Dirección) y HIGHTON, Elena I. (Coordinación), Código Civil y Normas Comple-
167
REORGANIZACIONES SOCIETARIAS E INCAPACIDADES DE DERECHO
de derecho “…es el grado de aptitud de cada clase de personas para adquirir
derechos, o ejercer actos por sí, o por otros, que no le sean prohibidos”22. La
noción de “grado” importa considerar que no existen capacidades ni incapacidades
de derecho que revistan el carácter de absolutas. Así, no existe el incapaz de
derecho absoluto (perimido concepto de “muerte civil”), como tampoco existe
la capacidad de derecho absoluta (ya que ninguna persona, física o jurídica, está
exenta de prohibiciones para contratar en razón de ciertas cosas o de ciertos actos).
En consecuencia, las incapacidades de derecho surgen a partir de prohibiciones
legales. La vinculación de la idea de capacidad a la de “clase de personas” contempla
que las limitaciones legales constituyen restricciones para ser titular de determinados
bienes, o para contratar sobre determinados bienes, o para celebrar ciertos actos.
El fundamento jurídico de la incapacidad de derecho se encuentra en razones
de orden ético, relacionadas con el orden público.
Una diferencia fundamental es que, a diferencia de las incapacidades de hecho, cuya finalidad es proteger al incapaz, las incapacidades de derecho, en tanto
prohibiciones, tienden a proteger a los terceros y al ya referido orden público.
Como ejemplos de estas incapacidades encontramos, en la ley societaria, la
prohibición del artículo 20, objeto prohibido en razón del tipo, o la del artículo 30,
incapacidad de las sociedades por acciones para participar en sociedades que no
sean por acciones.
Desarrollo
El desarrollo de la presente ponencia apunta a evaluar qué sucede cuando una
reorganización impacta sobre uno o más entes societarios, haciéndolos incurrir en
una incapacidad de derecho.
El primer caso citado supra, parece de difícil concreción, ya que –a modo de
ejemplo- “…cuando una sociedad anónima desarrolle una actividad sólo permitida
a entes constituidos bajo esa forma (actividades financieras, de seguros, administradoras de fondos comunes de inversión), no podría transformarse en otro tipo
de sociedad, al cual el desarrollo de estas actividades le estuviese prohibido…”23.
Sería impensado –independientemente de los actos que pudiera otorgar la sociedadque los organismos de registro societario conformaran tal situación. Esto es así,
ya que resultaría evidente, de la documentación que necesariamente debe formar
el expediente de registración, la incursión de la entidad en la prohibición legal.
mentarias. Análisis doctrinal y jurisprudencial. Tomo 1ª, pág 489. 1ra. Edición, Ed. Hammurabi, Buenos
Aires, 2007.
22 BUERES, Alberto J. (Dirección) y HIGHTON, Elena I. (Coordinación), Código Civil y Normas
complementarias. Análisis doctrinal y jurisprudencial. Tomo 1ª, pág. 490 1ra. Edición, Ed. Hammurabi,
Buenos Aires, 2007.
23 NISSEN, Ricardo A. Ley de Sociedades Comerciales, Comentada anotada y concordada. 2ª edición.
Pág.117, Editorial Ábaco de Rodolfo Depalma. Buenos Aires.
168
ARIEL F. GIMÉNEZ
El referido control también resguarda el cumplimiento de la limitación impuesta
por el artículo 30 de la LSC, ya que todas las participaciones societarias de carácter
no accionario deben ser inscriptas ante los organismos de registro societario.
Ahora bien, ¿qué sucede, en cambio, cuando la prohibición legal que resulta
infringida a partir de un acto de reorganización societaria no aparece visible en la
documentación necesaria para la inscripción de ésta, y –en consecuencia- el examen
de legalidad por parte del organismo registral no puede alcanzarla?.
La primera respuesta que viene a la mente está dada por los actos de publicidad requeridos por los artículos 77, 83, 88 y concordantes de la Ley Nº 19.550,
así como las oposiciones que acuerdan los dos artículos citados en último término.
Si bien esto es cierto, pueden presentarse situaciones complejas. En primer
lugar, las oposiciones en los procedimientos de fusión y escisión no tienen como
finalidad detener los respectivos procedimientos, sino garantizar a los terceros acreedores que así lo requieran, como una de las condiciones para finalizar los mismos.
En estos casos, las reorganizaciones societarias pueden importar la incursión
en nulidades sobrevinientes.
El artículo 1052 del Código Civil prevé como efecto de la declaración de la
nulidad del acto, la obligación de las partes de restituirse mutuamente lo que han
recibido o percibido en virtud o por consecuencia del acto anulado. Vale decir,
retrotraer los hechos al momento anterior a la celebración del acto. Sin embargo,
en estos casos el vicio nulificante no es –como suele ocurrir- concomitante con la
celebración del acto, sino que surge con posterioridad. Cabe preguntarse, entonces, si corresponde retrotraer los efectos al momento anterior a la celebración del
acto, o sólo al momento a partir del cual se verifica la causal de nulidad, o sea, la
inscripción registral.
Pensemos, como ejemplo, el caso de una entidad inscripta como proveedora o
contratista del Estado. Es sabido que las personas, físicas o jurídicas, se encuentran
inhabilitadas para contratar con el Estado si no cuentan con la previa inscripción
en el registro pertinente.
En el supuesto, siguiendo con el ejemplo, de una fusión por absorción en la
que la entidad inscripta resulta absorbida por otra, la desaparición del sujeto importa
la cancelación de la inscripción, en tanto acto administrativo habilitante dirigido
a persona determinada en razón de sus especiales calidades técnico-patrimoniales
que ha acreditado al efecto. Ello sin perjuicio de la trasmisión a título universal
de los derechos y obligaciones de la sociedad absorbida a la absorbente. Entre los
derechos y obligaciones transmitidos de esa forma podríamos encontrar uno o más
contratos celebrados entre la sociedad absorbida y el Estado, habilitados a partir de
la inscripción referida anteriormente, pendientes de ejecución.
En consecuencia, si el Estado (acreedor) no ejerce su derecho de oposición, la
trasmisión del contrato a la sociedad absorbente importará la nulidad del mismo, ya
que esta última carece de la aptitud para ser titular de un contrato de esa naturaleza
por no contar con la inscripción necesaria al efecto.
Situaciones como el ejemplo indicado parecen –cuanto menos- inusuales, pero,
ciertamente, no son de ocurrencia imposible. La forma de resolver los interrogantes
que esto plantea nos obligará a repensar los mecanismos del derecho civil y del
derecho societario.
169
LAS VERIFICACIONES DE CRÉDITOS POR MULTAS
FISCALES: ¿SON VERDADEROS “CRÉDITOS” O
“SANCIONES”?
Carlos Ezequiel Garobbio
El Estado- nacional, provincial y municipal -tiene la facultad legal de imponer
“multas” de distinto tipo y origen ante diversas situaciones antijurídicas (infracciones
de distinta naturaleza, omisión a cumplimientos de deberes formales, no pago de
impuestos y contribuciones, etc.) en que incurra el contribuyente y el administrado,
reguladas en una diversa gama de normas jurídicas. Se entiende, mayoritariamente,
que la “multa” tiene naturaleza jurídica penal, por ser de raíz “sancionatoria” ante
el incumplimiento del acto respectivo. Tiene por objeto producir un detrimento en
el patrimonio del sancionado.
A la hora de “ejecutarlas” por falta de pago (luego de tramitado el pertinente
sumario administrativo y posterior resolución condenatoria), se aplican regímenes especiales de ejecución fiscal (regulados en los códigos procesales y leyes
especiales). Ante el proceso concursal del “deudor” (ejecutado, sancionado), que
produce efectos sobre el mismo patrimonio ¿puede calificarse la multa como un
crédito verificable? ¿le son aplicables todas las cuestiones y reglas concursales, por
sobre las normas fiscales?, o, por el contrario, ¿la especialidad de la materia fiscal
prevalece sobre la concursal?
La multa impaga se transforma en un crédito para el Fisco, que debe cumplir
con la carga de peticionar la verificación, invocando monto, causa y privilegio, y
acreditarlo, como cualquier acreedor. Se discute si al tener naturaleza sancionatoria,
puede verificarse y cobrarse en el concurso, o debe quedar condicionado su pago
a la existencia de remanente, luego de canceladas todas las obligaciones. Por otra
parte, se le reconocen a los jueces las facultades de morigerar las tasas de interés
aplicables.
171
LAS VERIFICACIONES DE CRÉDITOS POR MULTAS FISCALES: ¿SON ...
Entendemos que el deudor concursado, puede incorporar a este tipo de créditos
en alguna categoría y ofrecer alternativas de pago, en tanto abone con bienes o en
dinero efectivo.
Concepto y contenido
1.- El Estado nacional, provincial y municipal, tiene la facultad legal de imponer “multas” de distinto tipo y origen, ante diversas situaciones antijurídicas
(infracciones de distinta naturaleza, omisión a cumplimientos de deberes formales,
no pago de impuestos y contribuciones, etc.) en que incurra el contribuyente y el
administrado, reguladas en una diversa gama de normas jurídicas nacionales y
provinciales. Se entiende, mayoritariamente, en doctrina, que la “multa” tiene
naturaleza jurídica penal, por ser de raíz “sancionatoria” ante el incumplimiento
del acto respectivo. A la hora de “ejecutarlas” por falta de pago (luego de tramitado
el pertinente sumario administrativo y posterior resolución condenatoria firme), se
aplican regímenes especiales de ejecución fiscal (regulados en los códigos procesales y leyes especiales como la nacional 11.683). Ante el proceso concursal del
“deudor” (ejecutado, sancionado), ¿Cómo debe calificarse la naturaleza jurídica
de la multa? ¿Como un crédito del Fisco, o como una sanción verificable? ¿Le
son aplicables todas las cuestiones y reglas concursales, con prevalencia sobre las
normas fiscales?, o, por el contrario, ¿La especialidad de la materia fiscal prevalece
sobre la concursal?
2.- Debemos, entonces, analizar, en primer término: ¿Qué son las multas?
Según el diccionario jurídico, “La multa es la sanción económica impuesta por los
tribunales o los órganos de la administración a causa de una infracción a la ley”.
Se trata de una pena pecuniaria que afecta el patrimonio del condenado pues impone la obligación de pagar la suma de dinero indicada por el juez –habitualmente
administrativo- en su resolución (acto administrativo), conforme a las reglas que
la ley respectiva indica. Según el derecho administrativo “la multa consiste en una
obligación de pagar una suma de dinero impuesta por el juez administrativo como
sanción, y tiene por objeto producir un detrimento en el patrimonio del sancionado. En
síntesis: la multa es una obligación de dar una suma de dinero a título de sanción.
Se entiende que “Las sanciones de naturaleza represiva (y la multa lo es) configuran un castigo, más allá de la forma en que se liquide, y como tal, constituye
una pena de derecho punitivo. Por lo tanto, y como sanción, reviste el caracter de
intransferibilidad propio de las sanciones penales que afectan sólo a la persona del
infractor aunque se las haga repercutir patrimonialmente. Dicha intransferibilidad
evita, por lo demás, otro efecto colateral, cual es que las penas repercutan indirectamente en los acreedores, perdiendo así sus efectos preventivos y represivos para
con el infractor. Luego, sólo pueden cobrarse sobre el remanente de sus bienes
concluida la liquidación; aquellos sobre los que el fallido conserva su vocación
como titular de dominio de conformidad con las normas falimentarias. De este
modo, no se grava indebidamente a la masa de acreedores, y no se atribuye
172
CARLOS EZEQUIEL GAROBBIO
tampoco a la quiebra el caracter de modo de extinción de la pena, desde que ésta
sigue vigente y gravando el patrimonio remanente del infractor” (Voto del Dr.
Cervini en fallo Mussoto Orlando A. s/ Concurso Preventivo24). De la propia ley
11.683, surge claramente la naturaleza “penal” o “sancionatoria” de varias de las
multas reguladas en dicha norma, toda vez que en el art. 54 in fine, aplicando los
preceptos del derecho penal sobre la extinción de la pena o condena en caso de
muerte del imputado/condenado, determina que ...
“Las sanciones previstas en los artículos 39, 40, 45, 46 y 48, no serán de
aplicación en los casos en que ocurra el fallecimiento del infractor, aún cuando la
resolución respectiva haya quedado firme y pasado en autoridad de cosa juzgada.”
Desde hace mucho tiempo, la Corte Suprema viene afirmando la naturaleza
“sancionatoria” de las multas, requiriendo una conducta “culpable” del individuo
sancionado, siendo aplicables los preceptos del derecho penal. Así, en autos “Parafina del Plata S.A.C.I. s/recurso de apelación – impuesto a los réditos (multa)”
25
Allí el superior tribunal sostuvo, ya en 1968, que “…con lo que se consagra
el criterio de la personalidad de la pena que, en esencia, responde al principio
fundamental de que sólo puede ser reprimido quien sea culpable, es decir aquél a
quien la acción punible le pueda ser atribuida tanto objetiva como subjetivamente”
3.- Pero si la multa “tiene por objeto producir un detrimento en el patrimonio
del sancionado” ¿Qué efectos produce la apertura de un proceso concursal,
que afecta también a todo ese patrimonio? Parecería razonable distinguir según
el deudor esté tramitando su quiebra o un concurso preventivo (o alguna variante),
habida cuenta de la posibilidad de liquidarse sus bienes, o mantener la administración
y cancelar sus deudas con alternativas de acuerdos. El Fisco, titular del crédito por
la multa impaga, se convierte en “acreedor” del infractor, y como todo acreedor, si
pretende cobrar, debe tramitar el pertinente pedido de verificación ante el síndico
(concurso o quiebra) siguiendo la pautas concursales (arts. 32 ó 200 L.C.Q.)
La verificación del crédito por multas
1.- Como todo acreedor concursal, el Fisco tiene la carga de presentarse a
verificar sus créditos, si pretende cobrarlos; la multa, de cualquier tipo, no está
exenta de esta condición. En numerosos fallos, se ha sostenido que:
“El Fisco -como cualquier otro acreedor- está obligado a demostrar la causa de
su obligación. No es materia discutible que los incidentes de verificación y revisión
de créditos en el concurso del deudor son procesos de conocimiento, con amplitud
de debate y prueba, en los que se debe invocar -y, en su caso, demostrar- la causa
del crédito que se insinúa (arts. 32, 126 y 200 L.C.Q.); los organismos públicos
se encuentran en este aspecto en un total pie de igualdad con aquéllos, sin que sea
24
25
C.A.Civ.Com., 1º, Bahía Blanca, Sala I, 20-04-99, Mussoto, Orlando A. s/ Conc. prev. -hoy quiebra-.
en sentencia 2/9/68 – publicado en “Fallos de la Corte Suprema” año 1968 – pags. 297 y sgtes.
173
LAS VERIFICACIONES DE CRÉDITOS POR MULTAS FISCALES: ¿SON ...
dable reconocer en su beneficio distinciones o prerrogativas que la ley no establece
y que - a todo evento- no harían más que conculcar el principio de la par conditio
creditorum (cfr. Sala C, 27.4.99, “El Dorado Constructora Inmobiliaria s. concurso
preventivo s. incidente de revisión por D.G.I.”, (Tribunal: Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Comercial, sala A).
2.- A los fines de verificar el crédito del Fisco: ¿Cuál es la “causa”? la causa
está referida al “origen” de la multa, es entonces la “infracción” (acto u omisión).
Es la conducta del contribuyente o ciudadano tipificada en alguna norma, (ingresar
las sumas retenidas en término, abonar los impuestos aduaneros en término, tener
sus empleados registrados, etc., etc.) la que le impone una determinada forma de
conducirse, y, al no respetar esa pauta, es pasible de una “sanción” que se traduce en
una multa. Según el caso, puede requerirse el labrado de un acta por inspector competente, sustanciación de un sumario, con derecho de defensa y pruebas, y posterior
resolución administrativa sancionatoria (acto administrativo que goza de todas las
presunciones legales). La multa es la consecuencia de la “infracción” y no la causa.
Por ello, lo que importa para el derecho concursal, con miras a acreditar la “causa”
y la “fecha anterior a la presentación de la demanda o de la sentencia de quiebra”
(arts. 32 y 200), no es la “fecha del acto administrativo que impone la multa, sino la
“fecha de la constatación de la infracción”.- En el mismo sentido, la Sala B de la
Cámara Nacional en lo Comercial, ha resuelto que : “Resulta procedente verificar el
crédito derivado de la imposición de multas fiscales impuesta a la concursada pues,
si bien las resoluciones de la AFIP fueron dictadas con posterioridad a la fecha
de presentación en concurso, las infracciones fueron cometidas con antelación a
tal oportunidad.”26 Importa, entonces, para determinar si el crédito por “multas” es
concursal o post concursal, conocer la fecha de la infracción, o de su constatación.
Así se ha expedido la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala A, en
autos Frigorífico Regional San Antonio de Areco S.A.C.I. s/ Conc. Prev. s/ inc. de
rev. por AFIP – DGI”, (30/11/09):“aún cuando las resoluciones de la AFIP fueron
dictadas con posterioridad a la fecha de presentación en concurso preventivo, se
encuentra fuera de discusión que las referidas infracciones fueron cometidas con
antelación a tal oportunidad.”
3.- El pedido de verificación: Nuestra doctrina y jurisprudencia están divididas sobre la viabilidad del pedido de verificación de multas fiscales; A) tesis que
no admite la verificación de ningún tipo de multas al concursado; B) tesis que
admiten la verificación, aún por resoluciones administrativas dictadas en fecha
posterior a la apertura del concurso, siempre y cuando la infracción sea anterior.
En un interesante fallo de la Suprema Corte de Mendoza27, con el voto de la presti-
26
C.Nac.Com. - sala B, de fecha 30/11/2009, autos “Frigorífico Regional San Antonio de Areco S.A.C.I.
s/conc. prev. s/inc. de rev. por AFIP-DGI” - Publicado en: La Ley Online;
27 Bodegas y Viñedos La Vid S.R.L. S.C.Mendoza – Sala I 4/9/98 – publicado en La Ley Tº 1998 – F. pgs.
641 y sgtes.
174
CARLOS EZEQUIEL GAROBBIO
giosa jurista Aída Kemelmajer, se alude a esta doble posibilidad, citando fallos de
la Corte Suprema nacional y doctrina y jurisprudencia italiana. Refiere a la postura
negativa, de quienes sostienen que las multas, por ser de naturaleza punitoria, son
“personalísimas” y no pueden recaer sobre un patrimonio distinto al del sancionado;
sólo podrían ser verificadas y cobradas después de pagados a todos los acreedores.
En la otra postura, están quienes admiten la verificación, si la multa corresponde a
infracciones cometidas antes de la apertura (mejor dicho, de la presentación de la
demanda de concurso, conf. art. 32 L.C.Q.)
Esta última postura, la de admitir la verificación, es la seguida por nuestra
Corte Suprema (fallo citado por la SC Mendoza Fisco DGI s/ incte. Verificación en
Cosimati Gregorio – fallos 310:787– y en particular; en el fallo “Estado Nacional
v. Sebastián Maronese e Hijos S.A.” del 12/12/2002), que consideró procedente el
recurso extraordinario incoado contra la sentencia dictada por un juzgado federal
que ordenó llevar adelante la ejecución fiscal contra el concursado, por multas
provenientes de incumplimiento de aportes de la seguridad social anteriores al
concurso, fundándose en que, mediante tal decisión, el a quo privó al deudor y a
los restantes acreedores de la intervención que les cabe en el proceso y al juez del
concurso de determinar, en última instancia, si se trata de una deuda pre o post concursal, y, en su caso, hacer lugar a la prosecución de la causa por la vía obligatoria
de la verificación de créditos.
4.- ¿Tienen privilegio los créditos por multas? Casi no hay dudas que estos
créditos carecen de cualquier privilegio, habida cuenta que no tienen reconocido
ese derecho por la ley concursal (arts. 241 y 246) ni tampoco por leyes especiales,
siendo aplicables, entonces, todos los principios generales en materia de privilegios
(legalidad, número cerrado, prohibición de analogía, etc.)
Los intereses aplicados a las multas
Habitualmente, el Fisco adiciona a los montos de las multas impagas, intereses sancionatorios por mora en el pago de dichas multas; generalmente, las tasas
aplicadas están determinadas en resoluciones administrativas, decretos o, también,
en algunas leyes fiscales. Casi siempre resultan altas tasas, que incrementan notablemente el valor de las multas exigidas.
Estando el deudor de la multa en concurso o quiebra: ¿pueden rebajarse o reducirse por los jueces? Con relación a la facultad de los jueces de morigerar la tasa
de interés cuando éstos resultan abusivos o contrarios a las buenas costumbres, la
Sala B de la Cámara Comercial,28 determinó que tal posibilidad también alcanza a
los aplicados por el Fisco con apoyo en la ley 11.683 y las resoluciones pertinentes
en la Secretaría de Hacienda, dependiente del Ministerio de Economía y Obras y
Servicios Públicos de la Nación. De acuerdo a lo explicado en la sentencia del 30
28
“Frigorífico Regional San Antonio de Areco S.A.C.I. s/ conc. Prev. s/ inc. de rev. por AFIP – DGI” C.Nac.
Com-Sala “B”.
175
LAS VERIFICACIONES DE CRÉDITOS POR MULTAS FISCALES: ¿SON ...
de noviembre de 2009, ello no supone controvertir la constitucionalidad de la ley
tributaria o de la atribución delegada al fisco, sino de compatibilizarla con la normativa de que se trata y sus principios, el régimen concursal y el tratamiento
igualitario de los acreedores. “Sin embargo, la facultad morigeradora no deberá
desatender, por un lado, que las elevadas tasas de interés que fija el organismo
recaudador operan como mecanismo compulsivo para asegurar la recaudación
a efectos de que el Estado cumpla sus actividades fundamentales y, por otro, que
frente a la situación de insolvencia del deudor esa finalidad disuasiva pierde
significación y es susceptible de afectar el derecho de los terceros acreedores
en orden a la percepción de sus créditos”, agrega el fallo.
5.- En el caso de concurso preventivo del infractor/sancionado: ¿Es viable
incorporar a esta clase de créditos en una categoría? ¿Y hacer propuestas diferenciadas? ¿Podría pagarse una multa con una propuesta de “quita” o en cuotas (espera)? Nada dice la ley concursal al respecto, por lo que no aparecen impedimentos
jurídicos que lo restrinjan. Sí, en cambio, existen fundamentos jurisprudenciales
sobre el tema, pero aplicables a los procesos de quiebra:
Por lo tanto, y como sanción, reviste el carácter de intransferibilidad propio
de las sanciones penales que afectan sólo a la persona del infractor, aunque se lo
haga repercutir patrimonialmente. Dicha intransferibilidad evita, por lo demás, otro
efecto colateral, cual es que las penas repercutan indirectamente en los acreedores,
perdiendo así sus efectos preventivos y represivos para con el infractor. Luego,
sólo pueden cobrarse sobre el remanente de sus bienes concluida la liquidación;
de aquellos sobre los que el fallido conserva su vocación como titular de dominio
de conformidad con las normas falimentarias. De este modo, no se grava indebidamente a la masa de acreedores, y no se atribuye, tampoco, a la quiebra el
carácter de modo de extinción de la pena, desde que ésta sigue vigente y gravando
el patrimonio remanente del infractor”
El crédito por multas ya verificado: ¿Puede ser incluido en alguna categoría y ofrecerse quitas, esperas u otras formas de pago?
1.- Como todo acreedor declarado verificado o admisible (concurrente, entonces) , el deudor concursado tiene la facultad de ofrecer categorizarlos y al Fisco
también; es uso y costumbre concursal, constituir categorías para acreedores fiscales, por diversas clases de impuestos, contribuciones y multas. Es cierto, también,
que el Fisco, nacional y provincial, determina, de oficio, diversos planes de pago
para deudores en concurso y en quiebra (recordemos la última “moratoria” de la
AFIP por la ley 26.476, donde se eximen de multas y sanciones a los deudores que
regularicen la situación).
En esta línea de posibilidades, parecería admisible legalmente que el deudor
infractor ofrezca una propuesta de acuerdo a su acreedor fiscal por el pago de “las
multas” debidas y verificadas, tanto solicitando reducción (quitas) como abonarla en
plazos (esperas), o por dación de bienes en pago. No aparece como viable cancelar
176
CARLOS EZEQUIEL GAROBBIO
obligaciones por multa utilizando otras de las variables de propuestas de acuerdo
reguladas en la ley, que no sean de pago en moneda (por ej. Capitalizar las deudas,
u ofrecer al Fisco integrar una sociedad con el infractor, etc.).
En definitiva, si el deudor está en quiebra, el crédito por multas no puede perjudicar a los otros acreedores, y el Fisco sólo puede cobrarlas si existe remanente,
una vez satisfechos todos los acreedores concursales; en cambio, si el deudor está
en concurso, cabe la posibilidad de categorizar y cancelar las multas por distintas
vías de acuerdo.
177
.
EL DERECHO QUE OTORGA EL ARTÍCULO 146
L.C.Q. AL ADQUIRENTE MEDIANTE UN BOLETO
DE COMPRA VENTA INMOBILIARIA DEBE SER DE
APLICACIÓN RESTRICTIVA, DEBIÉNDOSE VALORAR
CON RIGUROSIDAD LAS CIRCUNSTANCIAS FÁCTICAS
ARRIMADAS, PARA QUE NO SE CONSTITUYA EN UNA
FORMA SENCILLA DE SUSTRAER BIENES DEL ACTIVO
CONCURSAL
José María Cruset
El boleto de compra venta inmobiliaria frente al concurso o la quiebra del
vendedor ha sido uno de los contratos al que mayor atención se le ha prestado, y
el que registra mayor cantidad de aportes doctrinarios y decisiones jurisprudenciales, habida cuenta de que las controversias judiciales relacionadas con este tipo de
instrumento con destino a vivienda y su oponibilidad son de vieja data.
Tuvo por causa la insolvencia de empresas constructoras que iniciaban la construcción de unidades de vivienda, sujetas al régimen establecido por la ley 13.512, y
procedían, por razones financieras, a su enajenación en plena etapa de construcción.
Decretados el concurso preventivo o la quiebra de estas empresas, ante la
imposibilidad de su concreción por parte de los adquirentes, se originó un grave
problema social.
Nos encontrábamos con adquirentes que habían realizado una operación de
compra, obrando en su poder un simple boleto de compra venta, sin fecha cierta
y sin ningún tipo de registración, que se encontraban ante la circunstancia cierta
de perder no solamente su vivienda, sino también las sumas entregadas, que, sin
179
EL DERECHO QUE OTORGA EL ARTÍCULO 146...
ningún tipo de privilegio, ingresaban al pasivo concursal, en el carácter de créditos
quirografarios.
Ante esta situación, surge un régimen tuitivo, de particulares características, que
tiene sustento en lo dispuesto en los artículos 1187 bis del Código Civil y 146 L.C.Q.
El primero de ellos establece “Los boletos de compra venta de inmuebles otorgados a favor de adquirentes de buena fe, serán oponibles al concurso o quiebra
del vendedor, si se hubiera abonado el veinticinco por ciento del precio. El juez
podrá disponer en estos casos que se otorgue al comprador la escritura traslativa
de dominio”. Esta norma omitió consignar el destino de vivienda del bien, a pesar
de que el motivo de su sanción fue precisamente la protección de los compradores
de vivienda familiar.
Posteriormente, el articulo 150 de la ley 19.551 se hace cargo de esta falta y
establece: “Boletos de compra venta. El artículo 1185 bis del Código Civil sólo se
aplica a los casos de inmuebles destinados a vivienda”, Así, se subsanó la omisión
de la norma civil, imponiendo la protección de la cosa adquirida, cuando tenga por
destino la vivienda familiar.
Posteriormente, con el dictado de la ley 24.522, se modifica el criterio sostenido por la anterior legislación, y se establece que “Los boletos de compra venta de
inmuebles otorgados a favor de adquirentes de buen fe serán oponibles al concurso
o quiebra si el comprador hubiera abonado el 25% (veinticinco por ciento) del precio. El juez deberá disponer, en estos casos, cualquiera sea el destino del inmueble,
que se otorgue al comprador la escritura de dominio contra el cumplimiento de la
prestación correspondiente al adquirente . . .”
Esta norma elimina el requisito de que el destino de la unidad deberá ser
“vivienda familiar”, extendiendo su ámbito de aplicación de manera irrestricta
“cualquiera sea el destino del inmueble”, confiriéndoles, a partir de su sanción, el
derecho a exigir la escritura a cualquier adquirente de un campo, un establecimiento
industrial, un comercio, etc., otorgándoles un derecho a quienes originalmente no
eran los destinatarios de esta modificación legislativa.
Conforme a la última parte del articulo 1187 bis, el Juez “podrá” ordenar el
otorgamiento de la escritura, por lo que se ha dicho que el derecho del adquirente
no es absoluto, siendo facultativo del juez ordenar o no la escrituración. Dicha
facultad no es discrecional, sino que debe sujetarse a las circunstancias de la causa
y a la minuciosa constatación del cumplimiento de los recaudos y finalidad de la
norma dictada, a fin de no resultar instrumento de una maniobra elusiva de bienes
del patrimonio del concursado o quebrado, que configuraría un verdadero abuso
de derecho.
Esta norma legal, conforme a autorizada opinión doctrinaria, (29) continúa regulando la situación de la adquisición de propiedades inmuebles mediante boletos
de compra-venta en el concurso preventivo, dado que el artículo 146 L.C.Q. regla
un efecto de la quiebra, aún cuando se aluda al “concurso o quiebra” del vendedor.
29
GARAGUSO, Horacio P. “Verificación de créditos”, Depalma, 1997, p.180
180
JOSÉ MARÍA CRUSET
Y ante el supuesto de quiebra del vendedor: El término “deberá”, que contiene
el articulo 146 L.C.Q ¿Resulta imperativo para el juez con la sola presentación del
boleto de compra venta por parte del adquirente, cuya buena fe se presume, (articulo 2362 Código Civil) y pago del veinticinco por ciento del precio, o bien tiene
facultad de interpretar las normas legales correspondientes y las circunstancias
fácticas arrimadas?
Tengo para mí, y constituye el sentido de la ponencia, que la admisión de una
solicitud de escrituración, tanto en los casos de encontrarse el vendedor en concurso
preventivo o en quiebra, que detrae del activo concursal un bien, eximiéndolo de
incorporarse al proceso, debe ser de aplicación restrictiva, motivo de un análisis
estricto, meritando con todo cuidado las circunstancias de la causa, pues sostener
de manera irrestricta su oponibilidad, sin exigir ningún tipo de publicidad, ni posesoria ni registral, configuraría una ruptura ilógica de todo el ordenamiento legal.
“Tratándose de un negocio jurídico cuyas resultas pueden aparejar detrimento
en perjuicio de la masa de acreedores, que dentro de ciertos limites resulta extraña a
la persona de los cesantes, la valoración y mérito de la legitimidad de la operación
debe ser perfilada en armonía con las constancias de autos y la prueba aportada” (30)
El derecho que otorga la ley al titular de un boleto de compra venta, establece
una regla de excepción para los acreedores que reúnan las condiciones exigidas, al
permitir extraer del patrimonio del deudor un bien inmueble, en algunos supuestos de
considerable valor o único bien y obliga al juez a un profundo análisis y valoración
de las pruebas que justifiquen la verosimilitud del acto negocial, en resguardo de
los principios de igualdad, concurrencia de los acreedores e integralidad del activo
concursal, y no constituya una forma sencilla de sustraer activos de la quiebra (31)
30
31
C.N.Com., Sala C, reg. En E.D. T.60-386
ROITMAN, Horacio “Efectos de la quiebra sobre los contratos preexistentes”, 2º ed., Rubinzal-Culzoni,
2005, p.216
181
LA CONTINUACIÓN DE LA EXPLOTACIÓN DE LA
EMPRESA QUEBRADA ¿EXCEPCIÓN O REGLA? ANÁLISIS
DE LA ACTUALIDAD, EN TORNO A LOS NUEVOS TIEMPOS
Pablo Damián Martinez Buzzoni
Continuación de la explotación de la empresa quebrada.
¿Excepción o regla?
Sin duda, el fin último del legislador de mantener los puestos de trabajo de
aquellas empresas quebradas, se ha visto concretado, en los últimos años. Hoy en
día son más de sesenta las empresas recuperadas por sus trabajadores en el marco
de la reforma introducida por la ley 25.589 del año 2002.
Es en este contexto que me pregunto si la continuación de la explotación de
la empresa quebrada ha dejado de ser la excepción para pasar a ser la regla
del proceso falencial.
Recuérdese que el art. 189 LCQ dispone que el síndico puede continuar de
inmediato con la explotación de la empresa o alguno de sus establecimientos sólo
excepcionalmente, si de la interrupción pudiera resultar con evidencia un daño grave
al interés de los acreedores y a la conservación del patrimonio, debiendo ponerlo
en conocimiento del Juez dentro de las veinticuatro (24) horas, quien podrá adoptar
las medidas que estime pertinentes, incluso la cesación de la explotación.
Por su parte el art. 190 LCQ establece que en toda quiebra el síndico debe
informar al Juez dentro de los veinte (20) días corridos contados a partir de la aceptación del cargo, sobre la posibilidad excepcional de continuar con la explotación
de la empresa del fallido o de alguno de sus establecimientos y la conveniencia de
enajenarlos en marcha. En la continuidad de la empresa se tomará en consideración
el pedido formal de los trabajadores en relación de dependencia que representen las
dos terceras partes del personal en actividad o de los acreedores laborales quienes
deberán actuar en el período de continuidad bajo la forma de una cooperativa de
trabajo.
183
LA CONTINUACIÓN DE LA EXPLOTACIÓN DE LA EMPRESA QUEBRADA ...
Especialmente la ley prevé dos formas en que se dispondrá la continuación
de la explotación de la empresa: la continuación mediata (art. 189 LCQ) y la
continuación inmediata (art. 190 LCQ). Ambas tienen carácter de excepción en
la ley concursal vigente. Luego se introducen pautas especiales para los casos de
empresas que explotan servicios públicos donde la continuación de la explotación
es la regla y, especialmente, la ley 25.589 incorpora la posibilidad de explotación
de la empresa por una cooperativa de trabajo32.
En estos casos, y a la luz del proyecto de ley que se avecina, es dable replantearnos algunas cuestiones. En primer término, como dijimos, la continuidad de la
explotación de la empresa quebrada es excepcional. Ella procede en alguna de las
siguientes situaciones: I) si la interrupción de la actividad pudiera provocar, con
evidencia, un daño grave al interés de los acreedores y a la conservación del patrimonio, II) si de la interrupción pudiera emanar una grave disminución del valor de
realización, III) cuando se interrumpa un ciclo de producción que puede concluirse.
Ahora bien, la realidad económica y la situación social demuestran que, en los
últimos años, los trabajadores han recurrido a la forma establecida en el art. 190
de la LCQ para mantener su fuente de trabajo. Para ello, han debido agruparse en
cooperativas y haber alcanzado las mayorías legales (art. 190, párr. 2° LCQ). A lo
que el síndico deberá presentar un informe más que detallado referido a la viabilidad
de continuar con dicha explotación (art. 190, párr. 4° LCQ). En este caso, será el
juez, quien, finalmente, autorice o no la continuación (art. 191 LCQ).
Obviamente, esto, así planteado, ha dado lugar a una larga discusión. Como
la experiencia nos demuestra, son muchos los trabajadores que van quedando en
el camino, desde los primeros momentos de crisis empresaria hasta el definitivo
decreto de quiebra, los que eventualmente podrán presentarse a verificar sus créditos
o bien insinuarse a través del régimen del pronto pago. Luego, una vez decretada la
quiebra, el resto de los trabajadores podrán solicitar formalmente la continuación
de la explotación, siempre que alcancen las mayorías legales y que se agrupen en
cooperativas. Desde ya, hay trabajadores que podrán no estar de acuerdo con esto y
votar en contra. De los que votaron a favor, sólo continuarán manteniendo la fuente
de trabajo aquéllos que el síndico considere necesarios luego de presentar el plan
de explotación (art 190, párr 4°, inc. 4° LCQ). Es decir, a duras penas, continuarán
manteniendo su fuente de empleo un sector reducido de los trabajadores.
Con esto quiero remarcar el claro choque de intereses que hay entre los mismos
acreedores laborales que continuaron en su puesto de trabajo y los que no; los que
simplemente pudieron insinuar su crédito en la quiebra. Por otro lado, es notable,
también, la puja de intereses que se genera entre estos acreedores laborales y el resto
de la masa, ya que los hipotecarios y prendarios, por ejemplo, no podrán ejecutar
32 Cfr. GRACIABILE, Darío J. “La continuación de le explotación de la empresa en quiebra” – Revista
Jurídica Argentina La Ley, Vol. B (2007) Buenos Aires, p. 933.
184
PABLO DAMIÁN MARTINEZ BUZZONI
sus garantías mientras la cooperativa continúe con la explotación, o bien hasta ser
eventualmente desinteresados de sus créditos.
Respecto de la forma en que debe hacerse cargo de la empresa la misma
cooperativa, ya se han pronunciado, tanto la doctrina33 como la jurisprudencia34,
en el sentido de permitir encuadrar la figura del art. 186 de la LCQ, que otorga la
posibilidad al síndico de convenir locación o cualquier otro contrato sobre los bienes, siempre que no importen su disposición total o parcial, ni exceder los plazos
previstos en el art. 205, sin perjuicio de lo dispuesto en los arts. 192 a 199 y de
requerir la previa autorización judicial.
Esto último es importante destacarlo, toda vez que ha sido materia de discusión
la responsabilidad del síndico en el caso de que la cooperativa continuara con la
explotación de la empresa, lo cual ha quedado zanjado de esta manera: el síndico
continúa con la labor de control y vigilancia (art. 192 LCQ), mientras que, ahora,
la administración de la empresa estará en manos de la cooperativa35.
A pesar de estos contratiempos y de muchos más, el legislador ha propiciado
que los trabajadores continúen manteniendo sus fuentes de empleo, pero ¿hasta
qué punto?, ¿Se le está dando primacía a la protección de la fuente de trabajo por
sobre los créditos del resto de la masa?
33 Las formas en las cuales la cooperativa de trabajo podría hacerse cargo de la explotación de la empresa
o establecimiento que continúa a pesar del estado de falencia serían las siguientes: a) Arrendamiento o
locación de la empresa o del establecimiento cuya continuación se ha dispuesto, por parte de la fallida,
a la cooperativa de trabajo constituida por los trabajadores.; b) La celebración de un contrato de prestación de servicios por parte de la cooperativa de trabajo a la quiebra – representada por el síndico y los
coadministradores -, autorizada la modalidad por parte del juez en el plan de explotación presentado. No
puede ser de otra manera, ya que si no se diera el supuesto mencionado (a) – locación . y se dispusiera
que la cooperativa de trabajo continuara con la explotación, en realidad, el empresario no sería más el
fallido desapoderado, sino la misma cooperativa, sin que hubiera título jurídico alguno que permitiera la
transferencia de la posesión o utilización de los activos, y las consecuencias patrimoniales del accionar
se transferirían a un nuevo deudor. Sin embargo, no consideramos que éste haya sido el espíritu del legislador. Por el contrario, parecería que el segundo supuesto - (b) - es el más razonable en la medida en que
no hay transferencia alguna de responsabilidad en la explotación, se respetan los principios del proceso
falencial, y se permite la utilización de la figura cooperativa sin alterar el sistema económico, financiero
y jurídico de la quiebra.(Cfr. VITOLO, Daniel Roque “La Continuación de la Explotación de la Empresa
en Quiebra y el Ejercicio del Poder Disciplinario y de Imperio. Dos Cuestiones Conflictivas” Revista de
Derecho Laboral – Antonio Vazquez Vialard - Vol. 2003-1 (2003); Bs. As., Santa Fe: Rubinzal Culzoni,
p. 121-162.
34 Si bien el art. 190 LCQ nada dice al respecto, lo cierto es que, en diversos casos, los jueces han dispuesto
la continuación de la empresa mediante la locación de fondos de comercio de la empresa fallida, a la
cual se les pueden agregar otros medios de colaboración empresaria (véase la enunciación efectuada por
JUNYENT BAS, Francisco en “Las cooperativas de trabajo en el proceso concursal. Sobre espejos de
colores y argucias legales: la necesidad de una interpretación solidaria”, LL 2003-E-1046). De este modo
la conducción de los negocios sociales se otorga a la cooperativa y se deja a la sindicatura la labor de
contralor y vigilancia (art. 192 LCQ). Esta figura -locación del fondo de comercio-, se caracteriza por
eximir al síndico de la responsabilidad de conducción de la explotación que quedan a cargo del locatario
(Cfr. JUNYENT BAS, ob. cit).
35 (Cfr. JUNYENT BAS, ob. cit). Poder Judicial de la Nación 018396/2008 Frigorífico Yaguane´s/ quiebra s/
incidente de informes (explotación de la empresa) Juz.19 Sec.37. Buenos Aires, 6 de noviembre de 2008.
185
LA CONTINUACIÓN DE LA EXPLOTACIÓN DE LA EMPRESA QUEBRADA ...
Rivera, Roitman y Vítolo consideran que los legisladores sólo han apuntado a
la continuidad del trabajo sin importarles nada lo que sucede con los acreedores, a
los que, virtualmente, se les expropian los activos que, al constituir el patrimonio
del deudor, eran su garantía común. Pero no sólo eso, sino que, tal como ha quedado instrumentado el sistema de continuidad, la cooperativa de trabajo no asume
responsabilidades propias (que de todos modos serían líricas, pues no tiene activos
que le pertenezcan)36.
Cabe puntualizar sólo una cuestión más que gira en torno a la continuación de
los contratos laborales. Como lo expresa el art. 199 de la LCQ “El adquirente de la
empresa cuya explotación haya continuado, no es considerado sucesor del fallido
y del concurso respecto de todos los contratos laborales existentes a la fecha de la
transferencia...37”
Conclusión
El malestar socioeconómico, producto de la salida de la convertibilidad, ha
llevado al legislador a introducir reformas meramente circunstanciales. Una vez
más, se ha echado mano a la normativa concursal incorporando, en esta oportunidad, la posibilidad de que los trabajadores se agrupen en cooperativas con el fin de
mantener su fuente de trabajo. En este sentido, la alternativa de continuar con la
explotación de la empresa quebrada ha dejado de ser excepcional.
Pero la realidad nos muestra que lejos se está de asegurar aquello que ha
pretendido el legislador. En principio, porque no todos los acreedores laborales
formarán parte de la Cooperativa. De continuar ésta, el Juez podrá ponerle fin al poco
36
RIVERA, - ROITMAN – VÍTOLO “Ley de Concursos y Quiebras” (Tercera Edición Actualizada), Edición
Rubinzal-Culzoni Editores, año 2005, t. II , p.217.
37 Sin duda, la solución de la nueva Ley de Concursos y Quiebras es un paso hacia adelante en la posibilidad
de recuperar empresas productivas y, para quienes no alcanzan a ver en el instituto esta ventaja, hubiera
resultado de gran utilidad asistir a la Conferencia Magistral dictada por el profesor Kartsen Schmidt, de
la Universidad de Bonn, en la ciudad de La Cumbre, Provincia de Córdoba, en oportunidad de celebrarse
el II Congreso Iberoamericano de la Insolvencia y IV Congreso Nacional de Derecho Concursal, en la
cual refirió el debate suscitado en Alemania cuando se discutía la nueva Ley de Quiebras actualmente
en vigencia, en lo relativo a si las obligaciones laborales del fallido o de su establecimiento debían trasladarse al nuevo adquirente. Como ocurrió entre nosotros, y en otros países que han abordado el tema,
el enfrentamiento doctrinario –señalaba el profesor alemán- fijó dos posiciones: (i) los que postulaban
que las obligaciones se trasladasen, y (ii) los que se inclinaban por liberar al nuevo adquirente –haciendo
segura y atractiva una eventual oferta por parte de terceros- y permitir que los trabajadores satisficieran
sus créditos privilegiados contra el precio a percibirse por la enajenación de la empresa o establecimiento.
A diferencia de lo que ocurrió en Argentina, en Alemania triunfó la tesis de que las obligaciones laborales
fueran transferidas al nuevo adquirente. El resultado fue simple, según el distinguido profesor visitante:
“... lamentablemente, nunca más pudo venderse una empresa en quiebra [...] ni apareció ningún interesado
en comprar (Cfr. VÍTOLO, Daniel Roque “La Continuación de la Explotación de la Empresa En Quiebra
y Solidaridad Laboral en su Transferencia”, Revista de Derecho Laboral / Antonio Vazquez Vialard, Vol.
2001-1 (2001). Bs. As.; Santa Fe : Rubinzal-Culzoni, p. 271).
186
PABLO DAMIÁN MARTINEZ BUZZONI
tiempo si ella resultare deficitaria (art. 192 in fine LCQ). Sin mencionar que quien
la adquiera no estará obligado a mantener los contratos laborales (art 199 LCQ).
Vemos que lo excepcional, en realidad, ha sido que estas cooperativas puedan
comprar el patrimonio del fallido. Entre los casos más emblemáticos, como lo
fueron Frigorífico Yaguané o Cerámicos Zanón38 -por nombrar algunos-, el Estado
ha pretendido adquirir los bienes del quebrado mediante una ley de expropiación,
con la idea de transferir posteriormente la titularidad de los mismos a la Cooperativa. Todo esto no ha causado más que un grave daño al interés del resto de los
acreedores, violándose, sin más, el principio norte de este proceso, cual es la “par
conditio creditorum”.
Es en este contexto y en el marco de la reforma que se avecina que considero
oportuno traer estos temas nuevamente a colación.
38 Cfr. Cerámica Zanon SACIyM s/quiebra” (Expte. 048.634) Juzgado Nacional de 1ra. Instancia Comercial
Nº 18, Secretaría 35.
187
LOS LIBROS INDISPENSABLES DE LOS MARTILLEROS
EN EL DESARROLLO DE LAS SUBASTAS DE BIENES EN EL
MARCO DE LA QUIEBRA
Marcelo Alejandro David
Sumario
La liquidación del activo falencial requiere de la impronta del Juez director
del proceso, del acompañamiento y contralor de la sindicatura y de la intervención
de auxiliares enajenadores en quienes suele recaer materialmente la tarea de realización propiamente dicha. Dichos auxiliares deben cumplir en el desarrollo de
sus tareas con las leyes provinciales y nacionales en lo que respecta a sus cargas y
obligaciones, especialmente en lo que se refiere a la confección y presentación de
los Libros Comerciales indispensables exigidos, so perjuicio de afectar la legalidad
del proceso liquidativo.
Introducción
La ley de Concursos y Quiebras dispone en su art. 261 que la tarea de realización del activo falencial puede recaer en los martilleros. En dichos supuestos
se activa la intervención de los auxiliares que se encuentran regulados por la Ley
Nacional 20.266 (modificada por la Ley 25.028) y en la Provincia de Buenos Aires por la Ley 10.793 y normas reglamentarias. Resultando legal y necesario que
dichos auxiliares de la justicia al momento de tomar intervención en un proceso de
liquidación falencial procedan necesariamente a dar cumplimiento con las cargas y
189
LOS LIBROS INDISPENSABLES DE LOS MARTILLEROS EN EL ...
obligaciones que sus propias normas rectoras les indican, so perjuicio de generarse
una peligrosa costumbre que redundará en exclusivo perjuicio del proceso liquidativo en la quiebra. Principalmente se mociona el cumplimiento de la obligación de
llevar los libros legales e indispensables en legal forma.
El presente trabajo surge a raíz de un fallo dictado, con fecha 9 de Agosto de
2009, por los Señores Jueces de la Sala II de la Excelentísima Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de Bahía Blanca, Doctores
Leopoldo L. Peralta y Abelardo A. Pilotti, en los autos caratulados “Grandes Almacenes el ABC SA s/ Quiebra s/ incidente de remoción de martillero” (Expediente
N° 132.090 Número de orden 129).
La causa es originada en primera instancia por una petición de remoción de
martillero enderezada por los directivos de la sociedad fallida, quienes en los términos del art. 110 y ccdtes. de la LCQ proceden a denunciar sendas irregularidades
en el marco de las subastas de bienes muebles no registrables, lo que, a su criterio,
justifica la máxima sanción sobre el auxiliar –su remoción sin derecho al cobro
de honorarios-. Aclarando que, al tratarse, el comercio en quiebra, de un almacén
de ramos generales que estaba a punto de transformarse en un hipermercado en la
década del 90, demás está decir que poseía millares de bienes muebles no registrables –como así lo categorizó el Juez de la quiebra al momento de ordenar los
distintos bienes para su liquidación.
Para decidir del modo en que lo hiciera, el a quo ponderó etapas concretas
en las tareas del martillero a saber: 1) etapa preparatoria de la subasta, 2) remate
propiamente dicho, 3) facturación, 4) Rendición de cuentas, 5) incumplimiento de
obligaciones tributarias.
Una de las principales falencias desplegadas por el martillero y consentida
por el Juez director del proceso, había sido el hecho de que el martillero tomara
posesión de los bienes sin realizar un debido inventario de los efectos que se encontraban en la firma al desplegar el mentado acto procesal (al menos debió cotejarse
el inventario que, a esa fecha, ya obraba en autos). Dicha cuestión fue criticada por
los representantes legales de la fallida, quienes entendieron que dicha conducta, en
caso de faltante, dista de un control necesario y, al menos, posible en el marco del
proceso legal liquidativo. Lo cierto es que este hecho desencadenó, al momento de
la rendición de cuentas final, un faltante más que considerable de mercadería que,
a la postre, aún a la fecha continúa sin responsable alguno, por la sencilla razón de
que no se compulsó qué se tomaba a cargo para subastar por parte del Sr. martillero.
Lo expuesto no es menos grave y, a mi criterio, dista de la legalidad y claridad
que debe impregnar la subasta liquidativa, por cuanto estoy convencido de que la
liquidación de un patrimonio falencial no puede llevarse a cabo de cualquier forma,
so perjuicio de dañar al propio patrimonio, y, en su caso, a los acreedores que tienen
puesto su interés en el producido de la subasta y consiguiente moneda de quiebra.
También se criticó el accionar del martillero en lo que correspondía a la conformación de los lotes de subasta, donde no primó ni la lógica, ni la relación de
productos, ni la razonabilidad en su armado. Para la confección de lotes el martillero
designado utilizó cuadernos particulares –carentes, por ende, de rúbricas- y talones
190
MARCELO ALEJANDRO DAVID
de subasta –en tickets improvisados-, sin volcar dicha información en los Libros que
obligatoriamente requieren las leyes nacionales y provinciales (Entradas y Salidas).
En lo que hace a la etapa del desarrollo de la subasta, el juez del proceso falencial había autorizado a un martillero jubilado a que colaborara con el martillero
desinsaculado, pero esa colaboración, en gran parte de los días de subastas dispuestos
para los días martes y viernes, se transformó en una delegación total en un martillero no habilitado para realizar personalmente las subastas. En definitiva, lo que
se le criticó al martillero fue delegar íntegramente sus funciones en un colaborador,
desvirtuando, así, la función originaria asignada para el mismo.
De esta forma y, más allá de otras importantes irregularidades, lo cierto es que,
al finalizar las subastas y pretender el martillero esbozar una rendición de cuentas
final, surgió de la misma que existían faltantes de lotes –comprobadas por medio
de una pericia contable desarrollada por perito contador dependiente de la Asesoría Pericial de la SCBA-, falta de coincidencia entre los talones de subasta con el
nombre de la persona a quien se había facturado, carencia de ventas facturadas y
resubastas efectivizadas sin reparos legales ni constancias suficientes. Todo ello,
claro está, llevado en registros informales, carentes absolutamente de registración
y sin cumplimiento de las formalidades intrínsecas y extrínsecas que exige el Código de Comercio39 (para detallar algunas fallas: el libro carecía de correlatividad
de fojas, le faltaban fojas, poseía tachaduras sin contra asientos; en fin, gozaba de
la más absoluta irregularidad).
La totalidad de las faltas y actuaciones negligentes cometidas por el Sr. martillero dieron lugar, en primera instancia, a que el Juez director del proceso falencial
impusiera al martillero tan solo la sanción de apercibimiento –la sanción más leve,
de acuerdo a la aplicación analógica de lo normado por el art. 255 LCQ-. De dicho
fallo se agravió la parte incidentista, accediendo, así, a la instancia precitada.
La Cámara de Apelaciones hizo caso omiso del hecho de que el Sr. martillero
no llevara en legal forma sus libros obligatorios e indispensables, los que, incluso,
hubieran sido necesarios a los efectos de dilucidar gran parte de las faltas denunciadas. Por cuanto no se puede perder de vista lo resuelto por el propio Legislador en
el art. 63 del Código de Comercio, donde se trata y legisla sobre el valor probatorio
de los Libros de los Comerciantes.
Asimismo, la alzada departamental confirmó, a criterio de esta parte, de una
manera arbitraria, la escala de sanciones previstas analógicamente por el art. 255
de la LCQ, en directa relación con lo normado por el art. 902 del Código Civil.
Teniendo en cuenta que el martillero facturó seis meses más tarde de suspendidas
las subastas, omitió llevar los libros obligatorios de acuerdo a derecho –cuestión que
incluso reconoció al momento de prestar formal declaración confesional frente al
juez de grado-, facturó a nombre de personas distintas de las que surgen de los deficientes libros de subasta, al momento de rendir cuentas, seis meses más tarde, hizo
39 FERNÁNDEZ, Raymundo L.; “Los libros de comercio en el derecho argentino”, publicado en LA LEY
1985-A, 728
191
LOS LIBROS INDISPENSABLES DE LOS MARTILLEROS EN EL ...
facturas a nombre de personas inventadas y, lo que es peor, las facturas realizadas
seis meses después fueron confeccionadas por correlación en la numeración y por
abecedario- lo que da cuenta de su absoluta invención, a espaldas de la realidad- se
reputa que la sanción impuesta, más que una sanción constituye un premio a su
deficiente y negligente accionar.
Conclusión
Somos contestes con que el proceso liquidativo debe estar impregnado de
legalidad so perjuicio de comenzar a admitirse que la liquidación de bienes en
un proceso de quiebra puede hacerse de cualquier forma o justificando cualquier
negligencia en el propio Juez director del proceso o en sus auxiliares. Mocionamos
que los magistrados a cargo de procesos liquidativos en el marco de procesos de
quiebras, exijan con fuerza de ley que los auxiliares enajenadores lleven y confeccionen los libros que en forma indispensable y obligatoria le exige su propia
normativa (art. 52 inc. b.1 de la ley 10.973, art. 8 y 15 de la Ley 20.266, arts. 43,
44 y 63 del Código de Comercio. De esta forma, las rendiciones de cuentas de los
enajenadores en tratamiento, deberían estar acompañadas de copias –certificadas,
en su caso- de los libros indispensables, de las cuentas arrojadas por la subasta, de
las facturas expedidas con detalle concreto de lotes/bienes y sus adquirentes y de
un detalle documentado de los gastos incurridos, so perjuicio de no tener por acreditadas y cumplidas en legal forma las funciones encomendadas. Ello a los fines de
arribar, sin dificultades, a un informe final ajustado a derecho y no a un pretendido
informe final que se vea impregnado de faltantes de bienes sin responsable alguno.
192
REHABILITACIÓN DEL FALLIDO
Javier Rahman
Sumario
El proceso de quiebra, con las gravosas consecuencias personales y patrimoniales que acarrea en la figura del fallido, no puede ni debe ser extendido in eternum, debiendo, necesariamente, cesar dichos efectos en un determinado momento,
liberando al deudor de la pesada carga a que lo llevó su estado de insolvencia. A
dichos fines, la ley concursal prevé la figura de la rehabilitación del fallido, la que
debe ser analizada a la luz de las distintas posibilidades fácticas que se presentan
y de los aspectos que la ley no aclara y plantean numerosos interrogantes en la
práctica profesional. Nos limitaremos a analizar la situación de las personas físicas,
toda vez que, por imperio del art. 237 de la LCQ, la inhabilitación de las personas
jurídicas resulta definitiva, salvo que medie conversión en los términos del art. 90,
o bien, en caso de conclusión no liquidativa.
Introducción
El artículo 234 de la LCQ estipula que el fallido quedará inhabilitado a partir
de la fecha del decreto de quiebra. El artículo 235 establece que, en el caso de personas jurídicas, la inhabilitación será extendida a las personas físicas que hubieren
integrado sus órganos de administración, desde la fecha de la cesación de pagos.
Mediante la mentada inhabilitación, se le prohíbe al fallido la realización de
una serie de actos, tales como el ejercicio del comercio, por sí o por interpósita
persona, ser administrador, gerente, síndico, liquidador, o fundador de sociedades,
asociaciones, mutuales y fundaciones. El fallido inhabilitado tampoco podrá integrar sociedades o ser factor o apoderado con facultades generales de ellas (conf.
art. 238 LCQ).
Asimismo, en su artículo 236, la ley prevé el mecanismo de cese de dicha
inhabilitación y el momento procesal en que dicho cese debe producirse:
193
REHABILITACIÓN DEL FALLIDO
Ello así, la ley establece que: “…La inhabilitación del fallido y la de los integrantes de los órganos de administración o administradores de la persona jurídica,
cesará de pleno derecho al año de la fecha de la sentencia de quiebra, o de que
fuere fijada la fecha de la cesación de pagos…”, conforme el art. 235 de la LCQ,
segundo párrafo, salvo supuestos de extensión o prórroga.
En tal sentido, lo que la ley no prevé es si el cese de la inhabilitación reviste
carácter declarativo, y, en su caso, la forma en que se debe “declarar” dicho cese.
Si nos atenemos a la fría letra de la ley, no debería ser necesaria “declaración”
alguna por parte del juez, toda vez que la restricción cesa “de pleno derecho al año
de la fecha de la sentencia de quiebra o de que fuere fijada la fecha de la cesación
de pagos”.
Ahora bien, no escapa a quienes diariamente ejercemos el derecho concursal,
que esta declaración “de pleno derecho”, no se produce en forma automática, sino
que debe ser instada por el deudor, máxime cuando la misma resulta operativa, en
los hechos, cuando el cese es comunicado, vía oficio judicial, a los distintos organismos, donde oportunamente se anotó la medida.
Ahora bien, sentado que será el juez quien deba declarar el cese de la inhabilitación, la fecha a partir de la cual resulta operativa no resulta una cuestión menor.
Existen dos posturas al respecto: una que propone que sea la fecha en la que se
cumple el año calendario desde el dictado de la sentencia de quiebra y otra que
propone la de la fecha de la declaración judicial de cese de la inhabilitación. El
dato no es menor, porque marca un antes y un después en cuanto a las facultades
del fallido, en cuanto a su posibilidad de adquisición de bienes (a título gratuito u
oneroso), y al levantamiento de medidas cautelares que puedan pesar sobre haberes
del fallido o rentas de devengamiento periódico.
En tal sentido, y a fin de ilustrar la orientación jurisprudencial actual, cabe
hacer referencia a un dictamen de la Procuración General de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, receptado luego por nuestro máximo Tribunal Nacional, en el
cual se revocó una sentencia dictada por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Comercial, Sala A, que entendía que: “el cese de la inhabilitación no opera de pleno
derecho al año de la fecha del decreto de quiebra, sino a partir de una declaración
judicial obtenida mediante un trámite previo”. El más alto tribunal falló revocando
la decisión de la Excma. Cámara, al entender que: “la interpretación dada por los
jueces de Cámara vinculada con el requisito de un procedimiento previo no surge
del texto de la ley 24.522. En efecto, su artículo 236 dispone que la inhabilitación
del fallido, cesa “de pleno derecho” al año de la fecha de la sentencia de quiebra, o
en que quede firme la resolución que fija el momento inicial del estado de cesación
de pagos”.40- Esta postura es compartida por el ponente.
40 Del Dictamen de la Procuradora Fiscal, Dra. Marta A. Beiró de Goncalvez, de fecha 17 de junio de 2009, en
autos “Barreiro Angel s/Quiebra”, Expte. 548/2008, Tomo 44 Letra B, receptado por la CSJN en sentencia
del 2/02/2010 en autos “Recurso de Hecho deducido por Angel Barreiro en la causa “Barreiro Angel s/
Quiebra”
194
JAVIER RAHMAN
Debe tenerse presente que, raramente, al año de la declaración de quiebra,
un proceso falencial pueda estar concluido, ya sea por liquidación de bienes o por
declaración de clausura por falta de activo. Sin perjuicio de ello, la ley no distingue
el estadio procesal del expediente, a los fines de determinar si el fallido puede o no
ser rehabilitado. Tampoco establece si el fallido debe contar o no con activo suficiente para cancelar sus deudas, sino que establece, como causal objetiva, el mero
transcurso del tiempo y la existencia o no de sometimiento efectivo del quebrado
a proceso de índole penal.
Y aquí nos encontramos con otro inconveniente. La clausura del proceso por
falta de activo, importa presunción de fraude, y la consecuente comunicación a la
justicia penal, para la instrucción del sumario correspondiente. Pero muchas veces,
la determinación de la falta de activo, se da mucho después de transcurrido un año
desde la sentencia de quiebra. Entendemos que para el supuesto de verificarse la
existencia de conducta penal reprochable, una vez superado el año de la sentencia
de quiebra, y decretado el cese de la inhabilitación, nada obstaría a que el juez
resuelva su reestablecimiento.
En orden a esta cuestión, es necesario aclarar que, el supuesto de clausura por
falta de activo, no puede asimilarse sin más al supuesto de existencia de proceso
penal, sino que sólo significa “una presunción de obrar fraudulento que únicamente
tendrá virtualidad si el juez penal halla mérito para abrir el proceso por existencia
de delito”41.
Nada debería impedir que, ante la inexistencia de prórroga decretada por el juez,
el fallido pueda solicitar su inmediata rehabilitación una vez cumplido el término
legal, dado que el presupuesto de hecho ya se habría configurado.
Es decir, el fallido, acompañando certificación que acredite la inexistencia
de proceso penal en su contra, sumado ello al mero transcurso del tiempo, debería
estar en condiciones de ser rehabilitado.
Debe ponerse de resalto que la ley concursal no distingue cuáles tipos penales
se encuentran alcanzados, por lo que, en principio, el precepto debería aplicarse a
todo tipo de participación en conductas delictivas. Sin embargo, entendemos que
debe efectuarse una interpretación restrictiva, toda vez que del espíritu de la ley se
desprende que sólo deberían incluirse aquellos delitos que involucren conductas
reprochables susceptibles de generar un peligro para el ejercicio del comercio.
En definitiva, en los hechos, y ante la ausencia de denuncia por parte de síndico, acreedor y/o cualquier otro legitimado, resulta ser el fallido quien demuestra
no estar sometido a proceso penal, merituando el juez, al momento de la petición
si corresponde o no someterlo a proceso.
En su caso, será el juez penal quien deba decidir si corresponde investigar
la eventual comisión de delitos, y “hasta tanto el juez penal no halle mérito para
41 Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Mar del Plata, Sala I, Reg. Nro. 1380 (r) F. Nro. 2452/55
Expte. Nro. 134242 “SOUSA, LAURA C. S/ QUIEBRA”
195
REHABILITACIÓN DEL FALLIDO
abrir el proceso por existencia de delito, la presunción de obrar fraudulento no
tiene operatividad alguna en los hechos”.42
La ley, tal como está redactada en la actualidad, no permite mayores interpretaciones, y plantea una extraña paradoja. Muchas veces, un deudor que ha
incumplido sus obligaciones y no ha honrado sus deudas, gracias al instituto de la
rehabilitación, y por el mero transcurso del tiempo, se encuentra en mejor posición
que doce meses atrás, e incluso en mejor posición que muchos particulares que se
encuentran in bonis, y con medidas cautelares trabadas, toda vez que ha logrado,
de alguna manera, eliminar su responsabilidad en relación a las deudas contraídas
con anterioridad al decreto de quiebra.
Esta paradójica consecuencia, tal vez no haya sido querida por el legislador,
sin embargo, nada debería obstar a un reestablecimiento de la inhabilitación si las
circunstancias lo demuestran necesario.
No es intención del autor juzgar las conductas del deudor, ni analizar las
causales que han llevado al mismo a ser declarado en quiebra. Pero sí es necesario
reflexionar, dada la deficiente redacción del artículo 232, acerca de las posibles
derivaciones que acarrea el pedido de cese de la inhabilitación por parte del fallido.
En tal sentido, reitero, la ley no distingue si el deudor que solicita rehabilitación
cuenta con bienes suficientes para cancelar el pasivo, o, al menos, los gastos, razón
por la cual, hoy por hoy, los jueces no podrían realizar una interpretación contraria
al espíritu de la ley, salvo presunción de conducta delictual por parte del fallido.
Como conclusión, dado que no es tarea de los jueces juzgar el mérito, oportunidad o conveniencia de las normas jurídicas que dirimen un caso, sino solo aplicarlas
de acuerdo con los principios que correspondan a los supuestos de hecho juzgados,
controlando en su caso su constitucionalidad, entendemos que una futura reforma
de la ley de quiebras debería reelaborar el concepto del cese de la inhabilitación,
aclarando cuestiones oscuras que dan lugar a interpretaciones dispares que sólo
siembran dudas en los justiciables y en aquellos que involuntariamente se ven
involucrados en un proceso de carácter universal como es el proceso de quiebra.
42
FASSI-GEBHARDT, “Concursos y quiebras”, ed. Astrea, 6ta. Edición, p. 461.
196
EL ARTÍCULO 3.575 DEL CÓDIGO CIVIL A LA LUZ Y EN
CONCORDANCIA CON LA LEY 23.515
Comentario al fallo: V., V. B. c. C., M. G - Cámara de Apelaciones en lo Civil
y Comercial de Santa Fe, sala I, 09/08/2007.*
María Alicia Donato
SUMARIO: 1. El caso. 2. Evolución Legislativa, Doctrina y Jurisprudencia del art. 3.575 CC:
a. La norma de Vélez. b. La tesis subjetiva fue receptada por la Ley 17.711. b.1. Elemento
constitutivo de la causal. b. 2. Régimen de la prueba. c. La Ley 23.515. 3. Conclusión. 4. Fallo.
1. El caso.
La actora, en calidad de heredera de su padre, inició incidente de cesación
de vocación hereditaria contra la segunda esposa del mismo, sosteniendo que, al
momento de su fallecimiento, los cónyuges estaban separados de hecho, dado que
no habitaban en el mismo domicilio. La demandada había iniciado una acción de
exclusión del hogar por lo que el causante estaba viviendo en el domicilio de su
hermana hasta que la situación se resolviera. En primera instancia se hizo lugar a la
demanda fundamentando su posición en los dichos de los testigos y en el artículo 5
de la ley de Violencia Familiar de la Provincia de Santa Fe. La demandada interpuso
recurso de apelación. La Cámara confirmó la sentencia apelada.
*
Publicado en la Ley 24/10/2007
197
EL ARTÍCULO 3.575 DEL CÓDIGO CIVIL A LA LUZ Y EN CONCORDANCIA ...
2. Evolución legislativa, doctrina y jurisprudencia del art. 3575 CC.
a. La norma originaria de Vélez generó tres teorías interpretativas:
1. Teoría Objetiva: sostenían que la exclusión prosperaba ante el hecho objetivo
de la separación entre los esposos, pues lo que la norma sancionaba era la violación al deber de cohabitación. Por ende, no importaba detectar quién había sido el
culpable de tal ruptura1. Esta postura fue seguida por varios fallos2.
2. Teoría Subjetiva: otro sector de los juristas3 entendió que la exclusión hereditaria sólo procedía contra el consorte culpable de la separación de hecho, es
decir, que mantenía la vocación hereditaria el cónyuge inocente, aunque careciera
posteriormente de voluntad de unirse, interpretación que fue adoptada por la jurisprudencia mayoritaria4.
3. Una tercera postura fue construida por el doctor Barraquero. Afirmaba que
la exclusión es viable contra el supérstite separado que no tuvo voluntad de reiniciar
la vida conyugal, o sea, culpable en mantener esa separación, prescindiendo de su
inocencia o culpabilidad en la causa de la separación (variante de la teoría objetiva)5.
1
2
3
4
5
Son sus expositores: SEGOVIA: El Código Civil de La República Argentina. Bs As. 1881, T II, nota 16
al art. 3577. MARTINEZ PAZ: Introducción al Derecho de la Sucesión Hereditaria. Bs As. 1953. p. 230.
BELLUSCIO, Augusto C., “Vocación sucesoria. Sus fuentes en la reforma del Código Civil”, p. 30, Ed.
Depalma, Buenos Aires, 1975; MAFFIA, Jorge O., “Manual de derecho sucesorio”, t. II, p. 96, 3ra. ed.,
Ed. Depalma, Buenos Aires, 1987, ZANNONI, Eduardo A., “Derecho civil. Derecho de las sucesiones”,
t. II, p. 96, 4ta. ed., Ed. Astrea, Buenos Aires, 1997.
C. Civ Cap, 3/12/04, Fallos 169-111; C. Civ 1º Cap, 26/7/19, JA 3-641, idem, 17/5/26, JA 20-205; idem,
8/9/47, LL 48-494 y JA 1947-III- 716, Cám. Civ. 2º Cap., 7/5/20, JA 4-274, Cám. Civ. 2º, 10/7/34, JA
47-180. SC de Buenos Aires, 24/11/44, LL 37-16, idem, 26/2/46, JA 1946-I-586 y LL 42-920. Cám. 1º
Civ. y Com. La Plata, 27/3/25, JA 15-434.
PRAYONES, Derecho de sucesión, Bs. As., 1957, n. 57, ps. 186/187. RÉBORA, Derecho de las sucesiones,
2º ed. Bs As. 1952, T II, parág. 429, LAFAILLE, Sucesiones, Bs. As. 1930, T II, ns. 101 a 103. FORNIELES,
Tratado de las sucesiones, 3º ed, B.s As. 1950, T II n. 48. DÍAZ DE GUIJARRO, Efectos de la separación
de hecho entre cónyuges, JA 20-205. SPOTA, Separación de hecho entre cónyuges: sus efectos en materia
sucesoria, JA 1942-I- 174. FARSI, Sucesión del cónyuge. La prueba de la separación de hecho sin voluntad
de unirse, LL 126-646. BORDA, Sucesiones, Bs. As. 1958, T II n. 865. MORELLO, Separación de hecho
entre cónyuges, Bs. As. 1961, ns. 206 a 210. GUASTAVINO, Aspectos Procesales de la Separación de
hecho. Sus efectos en materia sucesoria, JA 1968- II-3.
CCiv. 1º Cap., 15/7/40, LA LEY, 19-232, Cciv. 2º Cap., 3/10/50, JA 1951-I-431; ídem 23/6/37, LA LEY,
7-167; CNCiv., sala A, 22/4/55, LA LEY, 8-140. C Nac. Civ. Sala B 20/6/92, JA 1963-IV-24, C. Civ. Y
Com, sala 2º Sta Fe 5/6/52, Juris 2-33, C 2º Civ y Com La Plata 10/6/53, LL 71-224, C Nac Civ sala B
20/10/62, ED 4-751, C 1º Civ y Com Mercedes, 19/12/47, LL 50-89, S T. Río Negro 21/5/64, ED 9-766, etc.
CCiv. 1°Cap., 14/5/47, LL 46-716, ídem, 8/9/47, LA LEY, 48-493 y JA 1947-III-716. Fue también la
postura adoptada por la CNCiv., sala E, 14/7/61, (Voto Dr. Villar) LA LEY 104-126. SCBA 26/9/67, LL
Rep T XXVIII, p. 2856, sum. 141, CNac Civ sala C, 27/12/66, LL 126-647 y JA 1968-II-3, C2º Civ y
Com. Tucumán, 23/8/67, LL 129-843.
198
MARÍA ALICIA DONATO
b. La tesis subjetiva fue receptada por la Ley 17.711.
La reforma estaba destinada a zanjar las discordancias que se venían planteando, pues, expresamente, el precepto establece que sólo el culpable pierde la vocación
hereditaria. Ésto no sucedió así y la polémica siguió instalada6, tanto en relación a
los hechos que configuraban la causal como en lo atinente a la carga probatoria7.
b. 1. Elemento constitutivo de la causal
Quedaron delineadas tres corrientes interpretativas en lo que se refiere a cuál
es el elemento constitutivo definitorio de la causal de exclusión hereditaria8:
1. La tesis subjetiva, que continúa y profundiza la elaboración ya hecha antes
de la reforma: la ley sanciona al culpable en la ruptura de la separación, por ser una
conducta violatoria de los deberes conyugales; el inocente conserva la vocación
sucesoria aún cuando posteriormente no haya tenido voluntad de unirse. Lo que
importa es la culpabilidad en la causa de la separación.
Esta problemática fue debatida en las VIII Jornadas Nacionales de Derecho
Civil que tuvieron lugar en el año 1981 en La Plata y en las cuales se llegó, por
mayoría, a las siguientes conclusiones:
1.1. “Incurre en la causal de exclusión que prevé el artículo 3.575 del Código
Civil, el cónyuge culpable de la separación, o ambos, cuando ésta se ha operado
de común acuerdo”.
1.2. “La mera falta de voluntad de unirse no hace perder la vocación en el
cónyuge inocente de la separación si no incurre en los supuestos de culpa posterior
conforme menciona la última parte del art. 3.575 CC”.
Ésta fue la solución adoptada por el plenario Mauri de la CNCiv., que en febrero
de 1986 afirmó: “La exclusión sucesoria del cónyuge supérstite por su culpabilidad
en la separación de hecho a que se refiere el art. 3.575 del Código Civil se funda
en las causas que determinaron dicha separación”9.
2. La tesis objetiva, según la cual la ley sanciona al culpable de persistir en
la separación.
Defendida ahora por el Dr. Santos Cifuentes quien fundaba sus razonamientos en una interpretación gramatical de la norma. La imputabilidad que expresa el
segundo párrafo de dicha norma agregado por la Ley 17.711, (que no modifica en
nada la interpretación anterior) se refiere a la separación sin voluntad de unirse, es
decir, la culpa en la falta de voluntad de unirse. La permanencia imputable de ese
distanciamiento. No es lo mismo la indagación y culpabilidad en la falta de voluntad
de unirse, que la de la culpa en la vida matrimonial anterior a la separación. La nor-
6
7
8
9
CHECHILE, Ana María, Exclusión de la vocación hereditaria entre cónyuges separados de hecho. LL-C
2000, 914.
CHECHILE, Ana María en La Separación de Hecho entre Cónyuges en el Derecho Civil Argentino. Lexis
Nexis. 2006. p. 245.
FERRER Francisco, La Exclusión Hereditaria Conyugal por Separación de Hecho. JA. 1995-I 879.
CNCiv., en pleno 12/2/86, La Ley 1986-B-134; J A 1986-II-36.
199
EL ARTÍCULO 3.575 DEL CÓDIGO CIVIL A LA LUZ Y EN CONCORDANCIA ...
ma va dirigida al tramo posterior; al trecho de separación en el cual se mantiene el
distanciamiento de los cónyuges. Y por esta interpretación del art. 3.575 CC, queda
evitado el escandaloso, espurio y ficticio juicio de divorcio ‘post mortem’, que no
sería otra cosa, si se admite, que la investigación de culpas matrimoniales. Aceptar
que el cónyuge supérstite encuentre interés patrimonial para alegar y demostrar la
culpabilidad del muerto, cuando éste ya no puede defenderse ni atacar, al efecto de
heredarlo, es un resultado materialista y disvalioso, pues lanza a la batalla hereditaria
a los hijos, padres y hermanos contra el viudo, o a la inversa10.
3. Las teorías intermedias, que sostienen que la causal de exclusión queda
configurada por la situación objetiva de separación de hecho y por los extremos
que la califican: falta de voluntad de unirse y culpa en la separación11.
Otra propuesta intermedia ha sido formulada por Pérez Lasala, quien considera en forma conjunta los dos párrafos del art. 3.575 CC y afirma que el cónyuge
culpable de la separación, al que se refiere el primer párrafo, no pierde la vocación
hereditaria si rectifica posteriormente su conducta y demuestra que tuvo voluntad de
reiniciar la vida conyugal. El cónyuge inocente, al que se refiere el segundo párrafo,
conserva la vocación sucesoria sin necesidad de probar la voluntad de unirse12.
b. 2. Régimen de la prueba
1. En la jurisprudencia predominaba el criterio de que, acreditada la separación de hecho, la misma era imputable a ambos cónyuges, dado que habían violado
uno de los deberes matrimoniales a saber: la cohabitación. El cónyuge supérstite,
si quisiera conservar su derecho hereditario, debería acreditar su inocencia. Esta
solución se fundaba en un principio de equidad procesal, dado que el supérstite
estaba en mejores condiciones de acreditar su calidad que los demás de probar su
culpabilidad. Se trata de hechos que le incumben en forma personal, por lo que
normalmente contará con medios de prueba que no están al alcance de terceros.
Puesto que la acreditación de la inocencia podría tornarse diabólica, se entiende
que la misma podría derivarse de la prueba de la culpabilidad del causante. Esta
jurisprudencia se mantuvo después de la reforma de la 17.711 y la sostienen aún
quienes admiten la tesis subjetiva13.
10 Voto del Dr. CIFUENTES en el fallo de la CNCiv., sala C, 11/3/77, LL 1977-C-204, ídem, 18/7/78, LA
LEY 1978-D, 606 y en Rev. Del Notariado n. 762, ps 2329 y ss, ídem 21/8/80, LL 1981-C-416.
11 MÉNDEZ COSTA, Sobre la culpa en el incumplimiento de los deberes conyugales. Algunas precisiones.
JA 1974-22-669. De nuevo sobre la exclusión hereditaria conyugal por separación de hecho. JA 1980-I477. Interpretación del art. 3575 CC. LL 1981-C-413. La exclusión hereditaria conyugal. Sta Fe. 1981.
Cáp. V. MORELLO, La carga de la prueba en la separación de hecho, JA 1968-I-691. MAZZINGHI,
Derecho de Familia, Bs. As. 1981 T III n. 488. KEMELMAJER DE CARLUCCI, Separación de hecho
entre cónyuges, Bs. As. 1978, ps. 201/202.
12 PEREZ LASALA, Derecho de Sucesiones, Bs. As., Depalma, 1978, T II n. 50, ps 121/122.
13 C. Civ. 1º Cap, 8/7/49, LL 52-296; CNac Civ sala E, 20/4/59, LL 94-729, ídem, LL 104-126; ídem 21/9/73,
ED 58-144; CNac Civ sala D, 22/5/63, ED 5-64; ídem, 28/2/77, LL 1977-D-282; CNac Civ sala E, 28/12/67,
LL 131-1024 (18.303-S); C 1º Civ y Com. Mercedes, 26/4/78, LL 1978-B-672 (34.640-S); CNac Civ sala
C, 18/7/78 (con disidencia de Alterini), Rev del Notariado, n. 762, ps 2323 y ss, y en LL 1978-D-606; C.
200
MARÍA ALICIA DONATO
2. Otro criterio sustentaban los partidarios de la concepción objetiva. Sostenían
que quien pretende la exclusión debe demostrar la separación de hecho sin voluntad
de unirse; probada esta situación, el supérstite que quisiera heredar debería acreditar
su voluntad de unirse, de reanudar la vida en común14.
3. Pero ya antes de la 17.711 se manifestó otro criterio según el cual quien
pretendía la exclusión debía probar la separación de hecho sin voluntad de unirse
y, además, la culpa del supérstite en la separación, pues ninguna culpabilidad es
presumible. Esta opinión la sustenta otro sector de autores y jueces que comparten
la tesis de la configuración subjetiva de la causal de exclusión15. Desde luego,
aconsejan, conviene que el cónyuge demandado también aporte prueba conducente
a demostrar su inocencia, admitiéndose que pueda demostrarla a través de la culpabilidad del causante16.
En las VIII Jornadas Nacionales de Derecho Civil celebradas en 1981 en La
Plata17, predominó la tesis subjetiva y se aprobó, por mayoría, que: 1- Incurre en la
causal de exclusión de la vocación sucesoria el cónyuge culpable de la separación de
hecho, o ambos, cuando ésta se ha operado de común acuerdo. 2- La mera falta de
voluntad de unirse no hace perder la vocación del cónyuge inocente de la separación.
3- La carga de la prueba pesa sobre quien pretende excluir al cónyuge supérstite.
A esa misma tesitura se arribó en el plenario Mauri18, obligatorio para las salas de
la Cámara Nacional Civil de Buenos Aires, que sólo puede ser dejado sin efecto
por una nueva sentencia plenaria (art. 303 in fine CPN), el cual sentó la siguiente
doctrina legal: “La carga de la prueba de las causales de exclusión sucesoria
del cónyuge supérstite por su culpabilidad en la separación de hecho a que se
refiere el art. 3575 del Código Civil recae sobre quienes cuestionaren la vocación
hereditaria del cónyuge supérstite”. Es decir, son quienes pretenden excluir al
consorte sobreviviente quienes deben probar que es culpable.
14
15
16
17
18
Apel Morón, sala II, 12/3/85, LL 1986-B-600 (37.158-S); Etc. En doctrina: BORDA, Tratado de Derecho
Civil, Sucesiones, 5º ed. Bs. As. 1980, T II, n. 868. MORELLO, La carga de la prueba en la separación de
hecho, JA 1968-I-691. KEMELMAJER DE CARLUCCI, Separación de hecho entre cónyuges, Bs. As.
1978, ps. 200 y ss; MAZZINGHI, Derecho de Familia, Bs. As. 1981 T III n. 488; POVIÑA, Sucesión de
los cónyuges y los parientes colaterales, Bs. As., 1973 n. 188.
CIFUENTES, votos citados en nota 10 y también LÓPEZ DEL CARRIL, Derecho de las sucesiones, Bs.
As., 1991, n. 664.
Conf. FERRER Francisco, La Exclusión Hereditaria Conyugal por Separación de Hecho. JA. 1995-I 879.
C Civ. 2º, Cap, 8/6/48, LL 51-424 y JA 1948-II.629; CNac Civ sala A, 28//2/75, ED 61-445-; CNac Civ
sala C, 11/3/77, JA 1977- IV-489; CNac Civ sala A14/4/70, LL 140-196 y ED 34-372. En doctrina: Zannoni,
Resolución de la vocación hereditaria entre cónyuges separados de hecho, LL 1977-C-205 y en Rev del
Notariado, n. 762, ps 2349 y ss. MAFFÍA, Separación de hecho y vocación hereditaria, JA 1977-IV-500.
MÉNDEZ COSTA, La exclusión hereditaria conyugal, cit, ns 65 y ss. LLOVERAS Nora, Exclusión de
la vocación sucesoria entre cónyuges, Córdoba, 1989, ps. 140/141.
Conclusiones de las Jornadas de La Plata en JA 1981-IV-776.
CNCiv., en pleno 12/2/86, La Ley 1986-B-134; J. A. 1986-II-36. Ver nota 9 acerca del otro punto que se
resolvió en dicho plenario.
201
EL ARTÍCULO 3.575 DEL CÓDIGO CIVIL A LA LUZ Y EN CONCORDANCIA ...
c. La Ley 23.515
La cuestión sigue generando interrogantes con la sanción de la ley 23.515, que
no modificó en lo sustancial el artículo en estudio sino sólo parte de su redacción
para armonizarlo con el art. 3.574 CC19, sólo le hizo unos retoques cosméticos
dejándolo con su controvertida redacción20.
Esta ley introdujo una gran reforma al régimen legal del matrimonio: Prevé
la causal objetiva autónoma de separación personal y de divorcio vincular, la separación de hecho sin voluntad de unirse por un término mayor de dos o tres años
respectivamente (artículos 204 y 214 inc. 2 ° Código Civil). Ahora bien, la segunda
parte del art. 204 permite subjetivizar la causal pudiendo el esposo que no dio lugar
a la separación, alegar y probar esa circunstancia, en cuyo caso dejará a salvo los
derechos acordados al cónyuge inocente.
Concordando esta norma con el nuevo art. 3.574 CC, deviene entonces que
ninguno de los cónyuges conservará derechos hereditarios en la sucesión del otro,
cuando estén separados personalmente por la causal de separación de hecho, salvo
que uno de ellos, pruebe no haber dado causa a la separación, en cuyo caso mantendrá su vocación hereditaria en la sucesión del otro.
Entonces, si en vida el consorte debe probar su inocencia para obtener los derechos que esa calidad otorga, entre ellos, la vocación sucesoria, no se ve la razón
para que no ocurra lo mismo cuando se alegue la separación de hecho después de
fallecido uno de ellos. Por lo tanto, al supérstite le incumbe acreditar su inocencia
si pretende derechos en la sucesión de su consorte. Por otro lado, sostener que el
viudo, por el solo hecho de subsistir, es inocente implica presumir la culpabilidad
del muerto21.
En la provincia de Buenos Aires es la postura asumida por la Suprema Corte22,
que ya en el año 1993 consideró que debía realizarse una interpretación integradora
de los artículos 3.575, 204 y 214 inc. 2 del CC. La Corte de la Provincia, sostuvo
que para la Ley 23.515 la separación de hecho es una causal objetiva de separación
19 CHECHILE, Ana María, Exclusión de la vocación hereditaria entre cónyuges separados de hecho. LLC
2000, 914. Misma autora en La Separación de Hecho entre Cónyuges en el Derecho Civil Argentino. Lexis
Nexis. 2006. p. 251.
20 Conf. FERRER Francisco, La Exclusión Hereditaria Conyugal por Separación de Hecho. JA. 1995-I 879.
21 CNCiv. , sala C., septiembre 11-990, E D 140-408; íd., octubre 2-990, LA LEY 1991-D, 417. íd.,7/3/95, ED
diario del 6/3/96, p. 4. En doctrina GOWLAND, Alberto J., “La vocación sucesoria del separado de hecho
sin voluntad de unirse y la ley 23.515”, LA LEY 1991-D, 118; FERRER, Francisco A. M., “La exclusión
hereditaria conyugal por separación de hecho”, JA 1995-I-878; ARIANNA, Carlos A., “La exclusión
hereditaria conyugal por separación de hecho. ¿Hacia una reformulación del plenario ‘Mauri’?”, en Rev.
de Derecho de Familia. Rev. interdisciplinaria de doctrina y jurisprudencia, Nº 7, p. 111, Ed. AbeledoPerrot, Buenos Aires, 1992; WAGMAISTER, Adriana M., LEVY, Lea M., “Propuestas para una futura
legislación”, JA 1994-III-911. Probablemente Zannoni haya sido el primero en ensayar esta interpretación
integradora, sin embargo destaca que “no obstante conserva vigencia aun el fallo plenario de la Cámara
Nacional Civil del 12 de febrero de 1986”, en “Manual de derecho de las sucesiones”, ps. 433/434, 2da.
ed., Ed. Astrea, Buenos Aires, 1994. Sin embargo no reitera esta interpretación en la posterior edición de
su “Derecho civil. Derecho de las sucesiones”, ps. 104/105, 4ta. ed., Ed. Astrea, Buenos Aires, 1997.
22 SC Buenos Aires, noviembre 9-993, LA LEY, 1994-B, 256
202
MARÍA ALICIA DONATO
personal y confiere legitimación activa a cualquiera de los esposos para demandar
por divorcio; consecuentemente, ambos perderán su vocación hereditaria, dado que
se supone la culpa de ambos, y quien pretendiera lo contrario tendrá sobre sí la
carga de demostrar su falta de culpabilidad en la separación. El espíritu de la ley no
puede ser disímil para el supuesto del art. 3.575 CC. Deberá, entonces, el cónyuge
supérstite que se encontraba separado de hecho acreditar que era inocente, que no
dio causa a la separación, o, al menos, que fue su cónyuge el exclusivo responsable
de la ruptura en esa separación, si pretende derechos hereditarios en la sucesión del
cónyuge fallecido.
Si bien la cuestión dista mucho de ser unánime, pues se encuentran argumentos
tanto doctrinarios23, como judiciales24 que avalan la tesis que entiende que quien debe
acreditar la culpa del esposo supérstite es aquel que pretende excluirlo de la sucesión.
Esta cuestión fue debatida en las XII Jornadas Nacionales de Derecho Civil
celebradas en el año 1989 en las cuales se concluyó de “lege lata” que: “Aun después de la sanción de la ley 23.515, a los efectos de la exclusión prevista en el art.
3.575 del Código Civil, la carga de la prueba recae sobre quienes cuestionen la
vocación hereditaria del cónyuge supérstite25” y, en disidencia, se afirmó que: “en
el caso del art. 3.575 del Código Civil, después de la sanción de la ley 23.515, el
cónyuge supérstite queda privado de la vocación hereditaria, salvo que alegue y
pruebe no haber dado causa a la separación de hecho”26.
En la jurisdicción nacional se planteó la cuestión de la vigencia del plenario
Mauri, sobre la base de la reforma de la 23.515. Zannoni consideró que las conclusiones del plenario siguen vigentes. Cifuentes sostuvo que ha quedado parcialmente
sin efecto, en cuanto establece que la carga de la prueba del supérstite en la separación recae sobre quienes pretenden su exclusión sucesoria, pues ello significa que
se presume la inocencia del cónyuge sobreviviente. Kemelmajer sostiene que la ley
23.515 ha brindado un fuerte argumento a favor de la tesis contraria a la sostenida
23 LLOVERAS, Nora; ASSANDI, Mónica,” Exclusión de la vocación hereditaria entre cónyuges”, p. 133 y
sigtes., Ed. Lerner, Córdoba, 1989; BELLUSCIO, Augusto C.; VIDAL TAQUINI, Carlos H., su intervención en el ciclo de mesas redondas desarrolladas en el departamento de Derecho Privado de la Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, en Temas de Derecho Privado, p. 125
y sigtes, Buenos Aires, 1989.
24 CNCiv., sala L, 19/10/1998, JA Semanario N° 6164 del 20/10/99, p. 54 (1999-IV), que afirmó al respecto
que: “Quienes pretenden accionar por la exclusión prevista en el art. 3.575 del Cód. Civil deben acreditar
no sólo la separación de hecho sin voluntad de unirse, sino también la culpa que originó esa separación
como presupuesto fundamental para admitir la procedencia de la pretensión...” “...No es correcto sostener
que al cónyuge supérstite le corresponde acreditar su inocencia, aludiéndose a los términos introducidos
por la ley 23.515, ya que es prudente señalar que es distinto el supuesto de la culpabilidad de la separación
de hecho sin voluntad de unirse como causal de exclusión de la vocación sucesoria, donde no existe juicio
en vida de los cónyuges y donde ninguno de ellos ha optado por demandar por la causal objetiva del art.
204 CC, aceptando aquella presunción legal”.
25 Conclusiones de las XII Jornadas Nacionales de Derecho Civil, JA 1989-II-895. Suscripto por MÉNDEZ
COSTA, ROLONDO, NATALE Y FERRER.
26 Mismas jornadas, suscripto por WAGMAISTER, LEVY, IÑIGO, MEZA.
203
EL ARTÍCULO 3.575 DEL CÓDIGO CIVIL A LA LUZ Y EN CONCORDANCIA ...
en el plenario citado, por lo que la Cámara Nacional Civil debería convocarse a
dictar un nuevo plenario.
En las mismas Jornadas mencionadas ut supra un sector de los participantes
sostuvo un doble régimen probatorio27 a los efectos de armonizarlo con el art. 204
CC, es decir, si la separación de hecho es superior a dos años, a los interesados
en la exclusión del supérstite les bastará probar la misma; éste, si quiere evitar su
exclusión, debe demostrar su inocencia. En caso de ser inferior a dos años de separación de hecho, quienes demandan la exclusión deberán acreditar la separación
de hecho y también la culpa del supérstite28.
Kemelmajer de Carlucci29 sienta su opinión negativa a la exigencia de una
duración mínima de dos años de separación para configurar la causal de exclusión
hereditaria.
En las V Jornadas Rosarinas de Derecho Civil (Rosario, 2006) se resolvió
mayoritariamente en contra del requisito de que la ruptura de la cohabitación haya
durado al menos dos años, entendiéndose que no corresponde, pues el artículo 3.575
CC no establece plazo alguno.
Méndez Costa30 prefiere prescindir del plazo establecido en el artículo 204
CC, no impuesto legalmente, como no lo está cuando la separación de hecho es
esgrimida como causal de exclusión sucesoria del cónyuge sobreviviente, dejando
al juzgador la apreciación del factum de múltiples facetas en que se manifiesta y
conforme a los criterios que informan la apreciación de la voluntad de no unirse.
Esta autora modifica su posición que ponía la prueba de la culpabilidad del consorte
sobreviviente a cargo de quienes cuestionaban su llamamiento. Es incuestionable,
dice, que la norma del art. 204 influye en materia de prueba de la separación de
hecho. Al tradicional axioma de que el hecho constitutivo debe ser probado por
quien lo alega, (ergo, tanto la separación fáctica como su culpa por quien pretende
apoyarse en ellas para excluir al cónyuge sobreviviente) ha de imponerse el aporte
prestado por la doctrina de las pruebas dinámicas haciendo recaer sobre el sobreviviente la demostración de su inocencia porque se halla en mejores condiciones
para hacerlo que los otros herederos.
Kemelmajer de Carlucci 31 sostiene que carga de la prueba pesa sobre quien
alega la inocencia y responde a los modernos principios procesales relativos a la
materia. En nuestros días, la categorización de los hechos constitutivos e impeditivos está desdibujada; no se trata de que no rija, sino que hay situaciones límites
en las que es menester acudir al sistema de las cargas probatorias dinámicas. En
27 Originalmente propuesto por ZANNONI en La separación de hecho como causal de divorcio, en Estudios
en homenaje al Dr. Borda. Bs. As.1985. p. 377.
28 Mismas Jornadas suscripto por WAGMAISTER, LEVY, IÑIGO, MEZA, PEREZ LASALA, BOSSERT,
LLOVERAS.
29 KEMELMAJER DE CARLUCCI, La Exclusión del separado de hecho en la sucesión del cónyuge. Carga
de la pueba. Rev. de Derecho Privado y Comunitario. 2000-2. Sucesiones. Rubinzal Culzoni. 2000. p 37.
30 MÉNDEZ COSTA, María Josefa La exclusión hereditaria conyugal por separación de hecho LA LEY
2007F, 164.
31 KEMELMAJER DE CARLUCCI, op. cit. ps. 41/42.
204
MARÍA ALICIA DONATO
efecto, normalmente se trata de hechos acaecidos en la intimidad y en tiempos
lejanos; ¿Cómo convertir al heredero, que pretende la exclusión, en una especie
de investigador privado? ¿Quién está en mejor situación de probar? ¿El heredero,
que puede estar privado de todo acceso a la información relativa a lo que ocurrió
en esa pareja, o el cónyuge, que sabe lo acontecido, por haberlo vivido y ser uno
de los protagonistas del drama?: el cónyuge supérstite, responde, sin hesitación, la
moderna doctrina procesal.
3. Conclusión.
Coincidimos con la sentencia del tribunal santafesino que, precedida de prueba
fehaciente de los hechos invocados, adquirió el convencimiento de la separación
fáctica de los esposos anterior al deceso del causante.
No puede desconocerse que la separación de hecho es un trayecto por el que
pasan muchas parejas antes de iniciar una separación personal o un divorcio. Durante este período los esposos han quebrantado voluntariamente uno de los deberes
matrimoniales: la cohabitación.
Ya no existe la comunidad de vida; se pierden, entonces, los presupuestos
objetivos que dan sentido al llamamiento de la ley, desaparecen los fundamentos
para reclamar ese derecho, que se basan en el afecto que el causante tenía por sus
herederos, y sólo se reduce a una mera especulación patrimonial.
Siempre el inocente podrá pretender derechos en la sucesión de su consorte, probando su inocencia en la separación o bien acreditando la culpabilidad del causante.
No creemos necesario establecer plazos para la separación de hecho, habrá
que estar a las constancias del caso en particular.
4. Fallo.
Santa Fe, agosto 9 de 2007.
Considerando: Que V. B. V. inicia incidente de cesación de vocación hereditaria
contra M. G. C. en el marco de los autos ”V. A. O. s/ Declaratoria de Herederos
M. Precautorias” (Expte. N° 413 Año 1999). Sostiene que al momento del fallecimiento del Sr. V., el matrimonio V.-C. de hecho ya no existía y los cónyuges ni
siquiera habitaban el mismo domicilio. Agrega que la Sra. C. había iniciado una
acción de exclusión del hogar contra V. y éste estaba viviendo en el domicilio de
su hermana hasta que esta situación se resolviera. Sólo concurría al originario
domicilio del hogar conyugal para atender su consultorio médico, teniendo sólo
acceso al sector del inmueble donde estaba instalado el mismo a tenor de una medida judicial que así lo establecía. Agrega que en varias ocasiones la Sra. C. hizo
abandono del hogar conyugal, situación denunciada policialmente. Expresa que
durante la última enfermedad del Sr. V., la Sra. C. no concurrió para su asistencia
ni tampoco al velorio o al sepelio. Ofrece como prueba: testimonial, informativa y
205
EL ARTÍCULO 3.575 DEL CÓDIGO CIVIL A LA LUZ Y EN CONCORDANCIA ...
los autos tramitados ante el Tribunal Colegiado de Familia N° 2 2da. Secretaría,
caratulados: “C., M. G. c/ V. A. O. s/ Exclusión del Hogar Conyugal” (Expte. N°
168/99) y ”C. M. G. c/ V. A. O. s/ Alimentos y Litis Expensas” (Expte. N° 199/99).
Que al contestar la demanda el apoderado de la Sra. C. sostiene que la misma
no es culpable de dicha separación y que en los autos ”C. c/ V. s/ Exclusión del
hogar conyugal” (Expte. N° 168/99) del Tribunal Colegiado de Familia N° 2 - 2da.
Secretaría- consta certificación policial de las lesiones que sufriera su representada
con un tiempo de curación de quince días, habiéndose dado intervención al Juzgado
Correccional de la 6ta. Nominación. Destaca la importancia del expediente ”V.
c/ C. s/ Alimentos y litis expensas” (Expte. N° 199/99), ya que si bien existía una
separación de hecho ante juez competente, su representada conservó la vocación
hereditaria por no ser culpable de dicha separación.
Que al momento de producir prueba, la parte demandada acompaña copia
de resolución N° 38929 del 15/08/00 de la Caja de Seguridad Social para los
profesionales del arte de curar de la Pcia. de Santa Fe, en la que se le otorga el
beneficio de pensión en forma compartida a B. L. V. (25%) y M. G. C. de V. (25%)
y de su hijo menor S. O. V. (50%).
Que de las pruebas producidas por la actora surge la testimonial de la Sra. A.
V. (fs. 39/40). A fs. 41/43 obra testimonial de T. D. V. y a fs. 54 se adjunta informe
de la Seccional Cuarta de la Policía de la Provincia.
Que a fs. 72/72 vto. alega la parte actora, haciéndolo la parte demandada a
fs. 73/73 vto.
Que a fs. 89/91 obra sentencia de fecha 26/12/05 por la que el a quo resuelve
excluir a M. G. C. como heredera de A. O. V. con costas a la demandada. Fundamenta su decisión en los dichos de los testigos y en el art. 5° de la Ley Provincial
N° 11.529, el que dispone que en caso de dictarse las medidas autosatisfactivas
allí previstas entre las que se encuentra la exclusión (inc. a), debe establecerse el
tiempo de duración de las mismas y posteriormente el juez debe dar intervención
al Ministerio Público y oír al presunto autor de la agresión a los fines de resolver
el procedimiento definitivo a seguir. Agrega que del informe policial surge que hay
tres denuncias en las que sería la víctima V. y la imputada C. (fecha 10/03/99 y
24/03/99) y víctimas V. y C. e imputados los mismos (fecha 18/03/99), concluyendo
que atento no haberse aportado otro elemento de convicción es de aplicarse lo
estatuido en el art. 3575 primer párrafo del C.Civil.
Que interpuesto recurso de nulidad y apelación y radicados los presentes en
esta sede, expresa agravios la demandada (a fs. 125/126 vto.). Sostiene que no
puede fundamentarse el decisorio del juez a quo en las testimoniales vertidas en
autos, ya que son de las hermanas del Sr. V., como así también que de la certificación policial acompañada en autos surge la existencia de lesiones de la Sra. C..
Argumenta que el hecho de la separación dispuesta por ley de violencia familiar
no amerita el cese de la vocación hereditaria. Asimismo expresa que las denuncias
formuladas por V. nunca prosperaron y que por resolución de la Caja de Seguridad
Social de los Profesionales del Arte de Curar se le otorgó el beneficio de pensión
a su representada.
206
MARÍA ALICIA DONATO
Que en la contestación de agravios (v. fs. 129/131 vto.) se señala que en autos
no se expresaron agravios, sino una reiteración de argumentos repetidos en el escrito de conteste de demanda y en los alegatos. Que al no haber aparecido nunca
el expediente de la exclusión por violencia, no se probó la misma de parte del Sr.
V. y que, lo que si fue acreditado es la violencia ejercida por C. contra V., según
informes policiales. Destaca el carácter de las pruebas testimoniales aportadas
por las hermanas de V. atento la relación que los unía y el grado de conocimiento
de la misma. Asimismo se agravia de la causa de la muerte del Sr. V. referida por
C. (Pancreatitis) cuando en realidad murió de un infarto provocado por la angustia y la tensión que le hacía vivir. Agrega en relación a las testimoniales vertidas
en autos, que las hermanas de V. carecen de interés económico porque no son
herederas forzosas del mismo, y en caso de disconformidad con sus testimonios se
debería haber impugnado en la etapa procesal oportuna. En relación al expediente
de la pensión señala que la Caja de Seguridad Social no pueden excluir ”per se”,
únicamente lo hacen en caso de interposición de impugnación y hasta ahora la
misma no se ha producido.
Que a fs. 135 como medida para mejor proveer se requiere del Juzgado de
Primera Instancia de Distrito en lo Civil y Comercial de la 3era. Nominación la
remisión de los autos Expte. 199/99 ”C. c/ V. s/ alimentos y litis expensas” y Expte.
413/99 ”V. s/ Declaratoria de Herederos y Precautorias”.
Que una primaria cuestión a evaluar -que si bien no ha sido singularmente
tratada en el fallo a quo ni controvertida, es inexorable mencionar en su necesaria conformación- tiene que ver con la legitimación activa de la accionante para
sostener la pretensión que postula en el escrito introductivo de la instancia. En
tal sentido, V. B. V. es heredera declarada en el sucesorio de su padre, A. O. V.,
según consta a fojas 59 del mismo (expediente cuya remisión a esta Sala, según se
mencionara supra, fue requerida ”ad effectum videndi” como medida para mejor
proveer). Y como tal, está habilitada para controvertir la vocación sucesoria de
la coheredera M. G. C., segunda esposa de su padre, en los términos del artículo
3304 del C.Civil (conf. Graciela Medina, comentario al artículo 3575 en la obra
”Código Civil comentado - doctrina, jurisprudencia-bibliografía”, Editorial
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2003, Sucesiones, tomo II, pag. 122).
Que hecha esta necesaria salvedad -en la medida en que la legitimación
sustancial de las partes es controlable aún de oficio-, puede admitirse metodológicamente que el análisis de la cuestión traída a decisión requiere un doble orden de
evaluación. En primer lugar, cabe afrontar un enfoque de rango legal-dogmático,
relacionado a los perfiles técnicos del instituto (la solicitud judicial de exclusión
del separado de hecho en la sucesión del cónyuge, en los términos del artículo
3575 del Código Civil), y a los matices que las sucesivas reformas que a la norma
originaria del codificador le fueran impuestas primeramente por la ley 17.711
y luego por la ley 23.515, con los consecuentes debates doctrinarios y jurisprudenciales que ello determinara. En segundo lugar, y ya en pos de un laboreo de
subsunción, cabe analizar el resultado de los aportes probatorios que en función
de la culpabilidad de la pretensa excluida (si se asume que tal carga incumbe al
requirente de la exclusión) o la propia inocencia de la primera (si se opta por la
207
EL ARTÍCULO 3.575 DEL CÓDIGO CIVIL A LA LUZ Y EN CONCORDANCIA ...
postura que estima que la mera separación de hecho sin voluntad de unirse extingue la vocación sucesoria y es el inocente quien debe probar su carácter de tal) se
hayan materializado en el sub lite.
Que respecto de lo primero, aun cuando las calificadas opiniones que profusamente se han vertido sobre el tema abundan en matices que no intentamos reiterar en
honor a la brevedad (y, además, por cuanto los aspectos fácticos en orden probatorio
en la presente causa hacen que ello resultaría más bien un ”obiter dictum” que un
fundamento imprescindible de la decisión), simplemente cabría recordar que en su
texto originario el mencionado artículo 3575 del Código Civil sentaba el principio
de que la vocación sucesoria de los cónyuges cesaba si viviesen de hecho separados
sin voluntad de unirse, o cuando estuvieran provisoriamente separados por una
decisión judicial. La ley 17711, a su turno, agregó un segundo párrafo conforme al
cual si tal separación de hecho fuere imputable sólo a uno de los cónyuges, el otro,
inocente, conservaría tal vocación sucesoria salvo que incurriera -luego- en alguna
causal de exclusión de las previstas en el artículo 3574 (adulterio o grave acto de
inconducta moral). Más acá en el tiempo, en los años ’80, la ley 23.515 que tan
drásticamente modificara el régimen matrimonial argentino básicamente mantuvo
el régimen de la 17.711, realizando alguna modificación terminológica menor que
con razón fue calificada como meramente cosmética, pero incorporando un segundo
párrafo al texto del artículo 204 que tiene correlación con el tema aquí debatido.
Que en tal estado de cosas, existe consenso en admitir que el instituto de la
exclusión hereditaria del separado de hecho en la sucesión del cónyuge ya fallecido
tiene dos elementos configurativos: la acreditación de la efectiva separación de
hecho, con sus calificantes (”sin voluntad de unirse”), medie o no decisión judicial
que así lo declare, lo que integra lo que se admite de consuno en llamar elemento
objetivo; y la culpabilidad o inocencia del supérstite (elemento subjetivo) que debe
ser acreditada ”post mortem” en relación al causante agraviado o agraviante, y
que usualmente es puesta en debate judicial por los hijos del primer matrimonio
de aquél que, como sucede en estos obrados, pretenden excluir a la viuda o viudo
en segundas nupcias de su padre o madre (conf. Aída Kemelmajer de Carlucci,
”La exclusión del separado de hecho en la sucesión del cónyuge”, en ”Revista de
Derecho Privado y Comunitario”, Editorial Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2000-2,
pag. 35).
Que en lo concerniente al elemento objetivo -la separación de hecho sin voluntad de unirse- no sólo no hay controversia por parte de la demandada en punto
a su existencia al tiempo del fallecimiento de su esposo, sino que incluso está expresamente admitida en la contestación de la demanda (vide fojas 10), con lo cual
huelga abundar en consideraciones relativas a su existencia como dato de hecho.
Que analizando entonces el elemento subjetivo (la eventual inocencia o culpabilidad de la supérstite en la gestación de esa separación), básicamente la doctrina
nacional -y la jurisprudencia que sobre el tema es también prolífica- en términos
generales se nuclean en dos puntos de vista, mas allá de un tercero que propone
algún matiz singular. A su vez, hay también debates de rango procesal, vinculados a
si es menester probar esa culpabilidad o esa inocencia y a quién incumbe la carga
de esa prueba (labor ingrata, que como apunta con razón Francisco Magín Ferrer,
208
MARÍA ALICIA DONATO
ver ”La exclusión hereditaria conyugal por separación de hecho”, JA 1995-I-878,
genera al juez graves inconvenientes de orden moral vinculados al juzgamiento de
culpas matrimoniales una vez fallecido uno de los cónyuges, pero que igualmente
es un precio que la justicia debe pagar para dar a cada uno lo suyo).
Que muy sucintamente, no se discute respecto a que tanto el texto originario
del art. 3575 del C.Civil como sus ulteriores modificaciones parten de un prius
objetivo, cual es que el hecho de la separación personal de los cónyuges (al igual
que el divorcio, como regla) es una causal de la extinción de la vocación sucesoria.
La cuestión es si a partir de ese principio, el aporte del componente subjetivo (la
voluntad o no de unirse, y la culpabilidad o inocencia en la determinación de la
separación de hecho) incide en el mantenimiento de esa vocación sucesoria o no.
La cuestión ha sido tratada, además de por prácticamente todos los estudiosos del
derecho sucesorio en el país, por al menos dos Jornadas Nacionales de Derecho
Civil (las VIII de La Plata en el año 1981, vide sus conclusiones en JA 1981-IV776; y las XII, de Bariloche en 1989, ver JA 1989-II-895), generando además un
conocido plenario de la Cámara Nacional Civil (”Mauri”, del 12 de febrero de
1986, vide JA 1986-II-36). Para algún punto de vista, lo que produce la pérdida de
la vocación sucesoria no es sólo el hecho mismo de la separación, sino la voluntad
de no volver a unirse, con lo cual si ambos cónyuges estuvieron de acuerdo en hacer
cesar la convivencia, ambos perderán la vocación sucesoria, manteniéndola sólo
aquel que, no habiendo dado causa a dicha separación, mantenga la intención
explicitada de volver a convivir. En punto a ello, coincidimos con Kemelmajer de
Carlucci (”La exclusión del separado...”, op. cit., pag. 38) en que lo que determina
-excepcionalmente- el mantenimiento de la vocación sucesoria (que, como regla,
se pierde con la separación) no es la voluntad o no de unirse, sino la inocencia
o culpabilidad en la génesis de esa separación, lo que se adecua al texto que la
ley 17.711 incorporara al texto originario del art. 3575, y que fuera básicamente
mantenido por la ley 23.515. A partir de allí se desgrana el segundo nivel de debate, que es cómo juega la distribución de la carga de la prueba de esa inocencia
o de esa culpabilidad. ¿Es el supérstite al que se pretende excluir de la sucesión
de su cónyuge fallecido quien debe probar su inocencia para que esa exclusión no
prospere? ¿O es el heredero que pretende excluir al viudo o viuda separado quien
debe probar su culpabilidad para viabilizar su pretensión?. En otras palabras, ¿qué
debe probarse? ¿la culpabilidad o la inocencia? El debate ha sido y sigue siendo
todavía arduo, en la medida en que la solución no surge claramente del texto de
las normas legales comprometidas.
Que en punto a ello, para un sector importante de la doctrina autoral y judicial, quien pretenda la exclusión de la vocación sucesoria del cónyuge supérstite
separado de hecho debe asumir la carga de la prueba de su culpabilidad en dicha
separación. En esa línea se ha expedido el mencionado plenario in re ”Mauri”, y
ambas Jornadas Nacionales de Derecho Civil de 1981 y 1989. Es también el punto
de vista de Mendez Costa (”Interpretación del artículo 3575 del Código Civil”,
nota a fallo en LA LEY, 1981-C, 413); Alberto Gowland (”La vocación sucesoria
del separado de hecho sin voluntad de unirse y la ley 23.515”, LA LEY, 1991D,418); Eduardo Zannoni (LA LEY, 1977-C, 205); Osvaldo Maffia (”Separación
209
EL ARTÍCULO 3.575 DEL CÓDIGO CIVIL A LA LUZ Y EN CONCORDANCIA ...
de hecho y vocación hereditaria”, JA 1977-C-205); etc. Desde otro punto de vista,
se sostiene que probada la separación de hecho debe presumirse que la culpa de
la misma es imputable a ambos cónyuges, con lo cual quien debe asumir la carga
de la prueba de su inocencia es el supérstite demandado por exclusión, punto
de vista que aparecería sustentado, luego de la sanción de la ley 23.515, por la
incorporación que ella hiciera de un segundo párrafo al artículo 204 del C.Civil,
conforme al cual si alguno de los cónyuges alega y prueba no haber dado causa a
la separación, la sentencia que la declare dejará a salvo los derechos acordados
al cónyuge inocente (conf. Kemelmajer de Carlucci, ”La exclusión..”, op. cit., pag.
40; Adriana Wagmaister, ”Vocación sucesoria del cónyuge separado de hecho sin
voluntad de unirse”, JA 2001-IV-986; Guillermo Borda, ”Tratado de Derecho
Civil Argentino - sucesiones”, 6° Edición, Abeledo-Perrot, Bs.As., 1987, tomo II,
n° 868; Francisco Magin Ferrer, ”La exclusión...”, op. cit., pag. 884; Cam.Apel.
Civ. y Com. Rosario, Sala 3°, 15.2.88, ”G., M. c/G. M. s/exclusión de heredero”,
Zeus 50-J-92; igual Sala, 31.7.97, ”K., I. E. c/L. C. y otra”, LA LEY, 1999-C, 747;
Cam.Apel.Civ, y Com. Paraná, Sala 1, 3.6.79, ”E., A. R. y otra c/ J., J.”; CSJBsAs,
9.11.93, DJ, 1994-I-409; etc.). Hay incluso una tercera posición (postulada en las
Jornadas Nacionales de Bariloche de 1989 en minoría y como propuesta de lege
ferenda, suscripta por Lloveras, Bossert, Perez Lasala, Levy, Mesa, Wagmaister e
Iñigo), según la cual la carga de la prueba varía según que la separación de hecho
date de menos o más de dos años. Si es mayor, el pretenso excluido deberá probar
su inocencia, si es menor, será quien pretenda excluir al viudo o viuda probar
dicha separación y la culpa del pretenso excluido. Tal postulación tuvo correlato
en un fallo de la Sala A de la Cámara Nacional Civil del 22.2.94 publicado en El
Derecho con nota de Osvaldo O. Alvarez titulada ”Separación de hecho y vocación hereditaria”, y contaría también con la adhesión de Eduardo Zannoni (”La
separación de hecho como causal de divorcio”, en la obra ”Estudios en homenaje
al Dr. Guillermo A. Borda”, Bs.As. 1985 pag. 377) y Francisco Magin Ferrer (”La
exclusión...”, op. cit., pag. 885).
Que sin perjuicio de cuál de esos puntos de vista se adopte, lo cierto es que
el trasvasamiento de tales pautas a las constancias de la presente causa evidencia
que si se entiende que la demandada era quien, ante la admisión de la separación
de hecho previa al óbito del causante, debía acreditar su inocencia, nada ha arrimado como elemento corroborante de tal situación subjetiva. Las argumentaciones
relacionadas con lo actuado ante la Caja de Previsión Social de los Agentes Civiles
del Estado y ante la Caja del Arte de Curar nada ofrecen en tal sentido, toda vez
que la determinación de los beneficiarios de los seguros se vinculan exclusivamente
con la nómina de herederos ab intestato contenida en la declaratoria de herederos
expedida en el juicio sucesorio, habiendo incluso dispuesto el juez a cargo de este
último que la entrega de esos fondos estará supeditada a lo que se resuelva en estos
actuados. La demandada no sólo no trajo como prueba las constancias contenidas
en la causa vinculada al incidente de exclusión del hogar del occiso por supuestos
episodios de violencia familiar, sino que desistió expresamente del mismo como
medio de prueba (fojas 63), constando asimismo -y esto es relevante- que en dicho
proceso no se dictó resolución alguna (vide informe de fojas 88). Y si se enten210
MARÍA ALICIA DONATO
diera que, por lo contrario, es la actora quien debía probar la culpabilidad de la
demandada en la separación de hecho, los informes sobre las denuncias policiales
obrante a fojas 54 y los testimonios de A. V. (fojas 39) y T. V. (fojas 43) asumen
entidad suficiente de convicción como para tener por cierta tal imputación (los
pormenores de las mismas han sido iteradas por el sentenciante a quo, y a ello nos
remitimos brevitatis causae), no habiendo sido tales aportes testimoniales tachados
oportunamente, y siendo además razonable que se trate de familiares directos (no
herederos forzosos, y que por ende no tienen interés alguno en engrosar su haber
hereditario por vía de la exclusión) en relación con la naturaleza singular de los
hechos controvertidos.
Que siendo ello así, y por las razones de tal modo expuestas, cuanto cabe
en el caso es desestimar, con costas (art. 251, CPCyC), el recurso de apelación,
confirmando el fallo de anterior instancia en cuanto hiciera lugar al reclamo de
exclusión de la vocación sucesoria de M. G. C. en el juicio sucesorio de su ex
cónyuge, A. O. V..
Por ser ello así, la sala primera de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Santa Fe, resuelve: Rechazar el recurso de apelación interpuesto por la
demandada, con costas, confirmando por ende la sentencia de anterior instancia.
—Edgardo I. Saux. —Raúl Juan Cordini. —Juan Carlos M. Genesio.
211
HOMENAJE AL DOCTOR CARLOS SANTIAGO FAYT
MINISTRO DECANO DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
DE LA NACIÓN
En ocasión de conmemorarse el 90º Aniversario de la
Federación Argentina de Colegios de Abogados
Palabras del Dr. Enrique Pedro Basla
30 de junio de 2011
“Señor Presidente de la CSJN, Dr. Ricardo Lorenzetti; Señor Ministro Decano de
la CSJN, Dr. Carlos Santiago Fayt; Señor Ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, Dr. Julio Alak; Señor Presidente de la Federación Argentina de
Colegios de Abogados, Dr. Carlos Alberto Andreucci; Señor Presidente de UIBA,
Dr. Luis Martí Mingarro; Autoridades y Representantes de Colegios y Agrupaciones de Abogados de Brasil, Uruguay, Paraguay y España; Antiguos Presidentes de
FACA; Autoridades, Magistrados, Académicos; Autoridades y Representantes de
los Colegios de Abogados, Procuradores y Cajas de Previsión Social; Abogadas
y abogados; Señoras y Señores
Estimado Doctor Fayt:
La Federación Argentina de Colegios de Abogados me ha encomendado dedicarle este homenaje, este reconocimiento.
El intento anonada porque ¿cómo resumir en unos breves minutos, una vida tan
rica, tan extensa, tan llena de matices y de tanta incidencia en la vida de la Nación?.
He meditado mucho acerca de la tonalidad que tendrían estas palabras, porque
se trata de un abogado que se dirige al Ministro Decano de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación.
213
HOMENAJE AL DOCTOR CARLOS SANTIAGO FAYT...
Finalmente, he optado por el andarivel que la motiva y que se genera en los
sentimientos que se han acuñado a través de los años, teñidos- necesariamente- por
el rigor en la consideración de los hechos y las circunstancias, invocando el espíritu
de Piero Calamadrei en “El Elogio de los Jueces escrito por un Abogado”.
El Doctor Fayt, oriundo de Salta, inició su educación primaria en diferentes
escuelas rurales. En 1931, viviendo ya en la ciudad de Buenos Aires, ingresó al
Colegio Nacional Nicolás Avellaneda. A poco, era el orador que hablaba en los
actos patrióticos y se convirtió en el co-director y fundador de la Revista Voluntad,
trabajando activamente en el centro de estudiantes.
Fayt es una personalidad multifacética.
Como Maestro, con sus enseñanzas, en la cátedra, en la acción académica en
los Colegios de Abogados, (particularmente en las épocas más duras, pensando la
República, el Estado de Derecho, la Democracia, los Derechos Humanos), y con
la profusa literatura siempre vinculada a los temas institucionales.
Como Abogado impulsor de causas nobles, dirigente de las entidades profesionales, con una conducta ética y una aptitud técnica de infrecuente encuentro, y
de un nivel superlativo.
Como Magistrado, siempre independiente, con un pensamiento propio y
enjundioso, escribiendo páginas señeras en la Historia Judicial de la Argentina.
Hoy queremos celebrar, a sus 93 años, que un abogado, luego de más de cuatro décadas en el ejercicio de la profesión, haya excedido largamente el cuarto de
siglo en la judicatura, habiendo logrado, en muchos casos, atravesar el barro sin
enlodarse, haciendo escuela de vida y doctrina jurídica.
Desde ese emplazamiento y con estos antecedentes, Fayt fue convocado por
el gobierno constitucional en el retorno a la democracia para integrar la CSJN.
Contemporáneamente, me tocaba en diciembre de 1983 asumir la Presidencia
de FACA, y por tanto, pude ser un testigo de primera fila de estos acontecimientos.
El Doctor Fayt era un hombre que surgía desde la abogacía en su más alto linaje:
el de la enseñanza, el del compromiso institucional, el de la militancia democrática
y republicana, el de la solidaridad, el del trabajo cotidiano.
Un gran orgullo para todos nosotros, los abogados, que miramos siempre con
esperanza a los Jueces, del rango que sean.
Fayt ha conservado la esencia de la abogacía en el ejercicio de la magistratura:
la independencia, el valor, la dedicación, el rigor intelectual y ético. Ha tenido una
prudente firmeza. No se ha dejado atropellar y, lo que es más importante, ha bregado
(y lo sigue haciendo a razón de catorce horas por día) para sostener los principios
del estado de Derecho y la República.
Es el hombre de mayor edad que ha integrado por más tiempo un Tribunal
Superior en las Américas. Abogado desde hace más de 70 años.
El primer libro que publicó el Doctor Fayt el 15 de junio de 1940, titulado
“Por una nueva Argentina” desarrolló los siguientes puntos: Por la redención de
la juventud; Por la libertad económica; Por la reforma educativa argentina; Por
la reforma sanitaria; Por la solución de la cuestión social; Por la democracia; Por
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ENRIQUE PEDRO BASLA
la libertad del sufragio; Porque el lector quiera ser el ciudadano. Lo notable es la
coherencia y la persistencia de esas ideas liminares a través de toda su vida.
El Doctor Fayt ha escrito unos 38 libros a lo largo de su carrera, dedicados
al Pensamiento Político, que abarca desde la antigüedad hasta nuestros días, a la
Teoría General del Estado, a la Supremacía Constitucional y la Independencia de
los Jueces, a las Sentencias de la CSJN sobre Opìnión y Periodismo, a la Abogacía
y la Colegiación legal, a la Ética Judicial, entre muchos otros temas.
Fue el fundador de la Campaña de Educación Cívica, que a lo largo de 25 años
de actividad realizó una intensa tarea de difusión de los principios básicos del orden
político y constitucional y la educación cívica del pueblo. Fueron sus principios, el
respeto a la opinión ajena, esto es, el disenso; y el uso consciente de esa herramienta
de trabajo cívico, que es el voto.
Durante años ejerció la docencia en diversas universidades. Allí lo conocí por
1960, en la Facultad de Ciencias Jurídicas de La Plata, enseñando Derecho Político
con una visión ética y republicana que nos marcó a fuego.
Nos introdujo al pensamiento de Burdeau; Rafael Bielsa; Carré De Malberg;
Duverger; Silvio Frondizi; Joaquín V. González; Hauriou; Hegel; Jellinek; Mario
Justo López; Kelsen; Linares Quintana; Montesquieu; Sánchez Agesta; Carlos
Sánchez Viamonte; Carl Schmit y Max Weber. Tengo entre mis preferidos un libro
que me recomendara hace unos 50 años. “El Poder” de Bertrand de Jouvenel.
Hoy se piensa en Fayt como Magistrado, pero debemos reinvindicar que sus
años de ejercicio como abogado exceden ampliamente los de la actividad judicial,
y -si ambos se suman- seguramente deberán inscribirse en alguno de los libros que
registran los récords de la actividad humana.
Luego, en la actividad colegial, su aporte fue permanente a las entidades de los
abogados. Fayt fue, además, un líder de la profesión jurídica. Recordemos que en el
centro de su corazón siempre estuvo la histórica Asociación de Abogados de Buenos
Aires, a la que ingresó el 15 de diciembre del año 1944, para luego presidirla entre
1963 y 1965. “La gran bandera que nosotros tuvimos siempre en la Asociación,
-sostenía- fue la bandera de la colegiación legal”.
Ya en ese entonces el Presidente de la Nación, Arturo Illia, le ofreció la presidencia de la Corte Suprema, que no aceptó por fundadas razones. En junio de 1971
fue elegido, nuevamente, Presidente de la Asociación.
El 21 de diciembre de 1983, con el retorno de la democracia, fue finalmente
nombrado miembro de la Corte. Hoy cumple 28 años, 6 meses y 7 días en esa
función.
Éste, obviamente, es uno de tantos reconocimientos. El primero, fue el Diploma de Honor del Colegio de Abogados de Buenos Aires, conferido al trabajo
sobre “Fuentes de la Constitución Argentina”, en 1943. Académico Honorario de
la Academia Argentina de la Historia, Miembro Honorario de la Asociación Argentina de Derecho Político; Profesor Emérito de la Universidad Nacional de Buenos
Aires. Miembro Honorario del Instituto de Estudios Legislativos de la Federación
Argentina de Colegios de Abogados. En 2008 recibió el máximo galardón ofrecido
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HOMENAJE AL DOCTOR CARLOS SANTIAGO FAYT...
por la Fundación Konex, el Premio Konex de Brillante por su trabajo como Juez.
En 2009 fue distinguido por la fundación Internacional de Jóvenes Líderes, con el
premio “Referente de la Humanidad”.
Recibió numerosas distinciones, entre las que se destacan el Premio Maestro
del Derecho otorgado por la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de
Córdoba (2008), el Premio Derechos Humanos del Congreso Judío Latinoamericano (1983) y el Primer Premio Nacional a la Producción Científica en el Derecho
y en las Ciencias Políticas otorgado por la Secretaría de Cultura del Ministerio de
Cultura y Educación (1997).
Veamos ahora cuáles han sido los aspectos relevantes de su concepción del
derecho, de los abogados, de la relación de éstos con la administración de justicia
y algunos de sus tantos aportes como juez en el Estado de Derecho.
El Derecho
Su concepción del “derecho” como una realidad, producto y resultado de la
vida de los pueblos en continua evolución y del abogado como “el Juez primario de
todo asunto”, “como un elemento integrante de la organización judicial, “un órgano
intermedio entre el juez y la parte, en el cual el interés privado de alcanzar una sentencia favorable se concilia con el interés público de alcanzar una sentencia justa”.
El Abogado
Remiso a las invitaciones, en 1995, aceptó nuestra convocatoria y concurrió
al Congreso de Incumbencias Profesionales que celebró FACA en el Colegio de
Abogados de Santa Fe. A ese episodio debemos sus más claras reflexiones sobre
la abogacía.
Su visión de la función del abogado como necesaria para el Estado, tan necesaria como la del juez, porque ambos actúan como servidores del derecho. La
actividad del abogado y la del juez generan, espontáneamente, un recíproco control
que resulta beneficioso para la administración de justicia.
La independencia de la abogacía en relación al problema de la ética, de las
normas y de los valores conducentes a que el abogado, en cuanto hombre, alcance
la realización de sí mismo y de sus potencialidades.
En esencia, actitud del abogado frente a la fuerza y el poder y su deber de ser
libre, de resistir a la fuerza y oponerse al poder. El abogado ha incorporado una escala
de valores que induce su conducta y sus acciones con la intensidad de reflejos: el
de la indignación ante la inhumanidad, la injusticia y la arbitrariedad; y el respeto
para reverenciar la rectitud, la equidad y la justicia, como ejes de la civilización y
de los avances del espíritu humano.
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ENRIQUE PEDRO BASLA
Función de la Profesión
La consideración de la función de la profesión dirigida a la consolidación del
estado de derecho, como así también de función de agente de mejoramiento de las
instituciones y, en la medida de sus posibilidades, de agente de la transformación
jurídica, social, económica y política del país.
De ahí la complejidad, trascendencia y necesidad de resguardar a la abogacía
en su ministerio frente a los grupos económicos y los poderes de hecho que luchan
entre sí, dentro del marco del pluralismo y del feudalismo que caracteriza a la
sociedad contemporánea.
Dimensión de los derechos sociales. El derecho de trabajar y de libertad
sindical como derechos humanos fundamentales
Los derechos sociales como derechos fundamentales que deben ser considerados por el Estado como fines centrales de su acción política. No se requiere un
Estado benefactor, sino un Estado inteligente que cumpla su deber con la sociedad,
un Estado social inteligente que utilice los fondos para hacer realidad los derechos
sociales, absteniéndose de usarlos en prácticas viciosas de clientelismo político o
gastos suntuarios. La justicia social vista como el motor del progreso, asegurando
la vida, la salud, la vivienda, el medio ambiente y cuanto más signifique enaltecer
la dignidad humana.
La Corte Suprema, por su parte, siguió una línea jurisprudencial en sintonía con
tales cambios, al efectuar una interpretación dinámica de las nuevas disposiciones
en contexto con aquéllas del texto histórico. Así, bregó por una exégesis armónica
tendiente al mejor éxito de la expansión económica y de la justicia social que pueden
ser obstruidos por un excesivo apego al tradicionalismo jurídico.
En este sentido se expidió la Corte, al calificar al derecho de trabajar y al de
libertad sindical, como derechos humanos fundamentales. En otro pronunciamiento,
se definió a la justicia social como la justicia en su más alta expresión; poniendo,
así, de manifiesto la enorme relevancia de la cuestión.
El caso “Fayt”
En el emblemático caso que lleva su nombre, quedó clara su condición de abogado, su concepción jurídica, su apego a la noción de “defensa”, y -en el fondo- un
rechazo a la discriminación por razones de edad, a los que ha dado razón no sólo
la solución judicial, sino también la magnífica lozanía que durante todos estos años
ha demostrado el pensamiento y la acción judicial del Doctor Fayt.
En 1999 la Corte -obviamente, sin su voto, porque él estaba excusado en su
propia causa- declaró inconstitucional una cláusula que se había introducido en la
Reforma de 1994: el art. 99 inc. 4º, que establecía que los jueces que llegaran a
75 años debían tener, para seguir en el cargo, nuevo nombramiento por acuerdo
del Senado, que se daría por cinco años, con eventuales ulteriores renovaciones al
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HOMENAJE AL DOCTOR CARLOS SANTIAGO FAYT...
cumplimiento de cada quinquenio. El Poder Constituyente derivado no es soberano, sino que está limitado a los temas habilitados para la reforma y, como razonó
la Corte, no había en la ley de convocatoria a la Convención de Santa Fe/ Paraná
previsión alguna que habilitase “Una modificación de significativa trascendencia
a la garantía de la inamovilidad de los magistrados judiciales federales a partir del
cumplimiento de una edad determinada”.
La visión filosófica de Fayt en el caso “Halabi”
Ha sido trascendente la visión y construcción de carácter filosófico con la que
el Doctor Fayt fundó su voto en la causa “Halabi”, para delimitar el ámbito de
aplicación de la solución del caso.
La noción “pueblo” como sustancia del Estado y basamento humano de la
sociedad, reconocida en la condición de ciudadano que invocaba el actor, con la dimensión comunicacional que el nuevo orden mundial -determinado por la tecnología
y globalización- imponía, resultó el fundamento filosófico político para extender
la solución dada a quienes no habían intervenido en el pleito, al entrar en juego el
derecho a la privacidad en el ámbito de las telecomunicaciones. Así, advirtió sobre la
inserción del ciudadano/actor en una realidad social que no era “sino acción social,
tanto individual como colectiva, en unidad dialéctica inseparable que, por lo tanto,
no puede ser construida partiendo de individualidades insularmente separadas”.
No puedo menos, al finalizar, que hacer unas referencias, que si bien rozan lo
personal, no son meramente historiográficas. Es muy difícil explicarnos a nosotros
mismos sin la presencia e influencia de los otros.
Nuestra vida profesional, nuestra actividad institucional y nuestras luchas por
la consolidación del Estado de Derecho, la Democracia y la República difícilmente
podrían explicarse -tal como estamos conformados-, sin la significación que ha
tenido y tiene la vida y el pensamiento de Carlos Fayt”.
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Se terminó de imprimir en talleres gráficos
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