IMPRONTAS DEL SER UNA MIRADA A LA OBRA PICTÓRICA DE GRACIELA GONZÁLEZ DUQUE Teresa Beriguistain Cortez 1 IMPRONTAS DEL SER UNA MIRADA A LA OBRA PICTÓRICA DE GRACIELA GONZÁLEZ DUQUE IMPRONTAS DEL SER UNA MIRADA A LA OBRA PICTÓRICA DE GRACIELA GONZÁLEZ DUQUE Teresa Beriguistain Cortez EDICIONES ARTE MORADO Primera edición: 2020 Producción: EDICIONES ARTE MORADO D.R. © Teresa Beriguistain Cortez, 2020 © Ediciones Arte Morado, 2020 Editado en México PRESENTACIÓN En el presente ensayo, hemos de echar un vistazo hacia la pintura actual desde una perspectiva local a través de la obra reciente de Graciela González Duque, quien en un ejercicio de apropiación estilística reitera movimientos pictóricos del siglo XX como un complemento conceptual de la idea de que el drama humano persiste a pesar de la era de la tecnología en la que habitamos. 1 Este acto de apropiación pareciera necesario, incluso inevitable, toda vez que el conocimiento al que recurre la pintora potosina interviene en la optimización de la difusión de las ideas incorporadas a la obra que hemos de presentar. El análisis pretende, pues, saldar una deuda con esta práctica nada inusual, en la que autores actuales, afines a las tradiciones artísticas son dejados de lado por un sistema artístico contemporáneo (museos, crítica, circuitos expositores, ferias de arte) que en una búsqueda por ir más allá -aunque no sepa hacia donde- genera dogmas que cierra la posibilidad de nutrirse del pasado. 2 3 “La fantasía, aislada de la razón, sólo produce monstruos imposibles. Unida a ella, en cambio, es la madre del arte y fuente de sus deseos”. Francisco de Goya y Lucientes 4 Conocer la obra pictórica de Graciela González Duque invita a pensar en otra Graciela, la de Lamartine. La bella y elegante Graziella que da nombre y protagoniza la narrativa romántica de la novela de Alphonse de Lamartine en la que nos provoca una percepción de la naturaleza virgen y salvaje que favorecía el sano progreso del hombre como un tema que ya prefiguraba desde finales del siglo dieciocho, y que tuvo un desarrollo más pleno durante la literatura romántica. Desde las primeras páginas, la novela evoca profundamente paisajes gloriosos que acogen la idea de que los seres humanos somos como los árboles que necesitamos ser sacudidos para soltar nuestros frutos; difícilmente nos conmovemos si no es con la presencia de lágrimas. Y es que la pintura de Graciela suele utilizar ese diálogo entre la naturaleza y sus personajes. En su obra, sin embargo, la pintora mexicana alude a otro entorno menos 5 romántico, el de la vorágine actual a la que hemos sido arrojados los seres humanos en pleno siglo veintiuno, y al torrente de actos infortunados que ocurren a cada momento de nuestras orillándonos a vidas cotidianas, la introspección conmoviéndonos para enfrentar y la incertidumbre. De ese titubeo constante, tan característico de la actualidad, parece hablar Graciela González Duque a través de sus telas impregnadas de un lirismo sincero que nos urge a cavilar en torno a las desventuras personales en el contexto de una posmodernidad que nos impone su impronta, y nos hace preguntar con vehemencia, parafraseando a Leonard Cohen, What happens to the heart. Hay una analogía entre la pintura de González Duque y la novela de Alphonse Lamartine. En ambas coexiste una suerte de ritmo estético con representaciones de tiranía y opresión, además de la falta de libertad del individuo. La pintora potosina nació, por una parte, en una época marcada por el cambio profundo manifestado en las ideas políticas locales, mientras que los personajes de Graziella conviven 6 en un paraíso natural en el que el drama humano ocurre por las acciones y se manifiesta a través de las emociones. Bajo ese tenor, los seres humanos somos representados por los personajes que se revelan tribulados en las telas de González Duque: somos la personificación de esa preocupación constante a la que hemos sido sometidos en el tiempo, más allá del romanticismo y después de la modernidad; hemos sido empujados por el apuro y la urgencia que nos obligan a hacerlo todo y hacerlo ya, obligándonos a dejar atrás ilusiones para dar paso al amor que carcome, a los lamentos desoídos, a la fragilidad del ser, a los hechos dolorosos del pasado… Esa interpretación de la realidad es uno de los méritos de esta autora, quien despierta en nosotros, los espectadores, y a través de su pintura, una imperiosa necesidad de transformar lo que vivimos en códigos y fragmentos mensurables; su obra es una reinterpretación de lo cotidiano y una rebelión total a nuestra circunstancia. 7 Graciela González Duque nació en una época singular (San Luis Potosí, SLP., México, 1957), marcada por la efervescencia política ante la proximidad de las elecciones federales para la presidencia de la república -en las que triunfaría Adolfo López Mateos- y las elecciones locales para las presidencias municipales en San Luis Potosí, al tiempo en que diversos grupos políticos locales comenzaron a congregarse para distanciarse de Gonzalo N. Santos y desmantelar su cacicazgo, en un movimiento inspirado en el respeto a la autonomía universitaria y que, en perspectiva, puede considerarse precursor del Navismo, con la figura principal de Salvador Nava Martínez 1. Otro hecho que ocurrió en el entorno en el que creció la artista potosina fue la modernización urbana en su ciudad natal, iniciada a finales de los años cincuenta y que tuvo su mayor auge durante las siguientes dos décadas, debido a las crecientes necesidades de desarrollos habitacionales, hacia el norte y el oriente de la urbe, así como la descentralización 1 María Isabel Monroy Castillo y Tomás Calvillo Unna, Historia Breve de San Luis Potosí. México. Fondo de Cultura Económica, 1997. ISBN 96816-5324-6. 8 del comercio desde el centro hacia varios puntos de la misma, entre ellos el poniente de la capital, con la correspondiente renovación de la estructura vial. El progreso resultante propició un renovado perfil en la urbe de la capital potosina, que, como todo cambio, aligeró hasta cierto punto las tensiones sociales y políticas vigentes. Obviamente, una nueva percepción estética -que correspondió al nuevo rostro de la ciudad- fue el rasgo más evidente durante esas décadas, que: “quedaron marcadas por la producción de obra arquitectónica pública y privada de corte moderno y funcional. El gobierno fue el principal promotor, y aun bajo la consigna del nacionalismo, se promovió un urbanismo y arquitectura con cierta identidad. La urbe prehispánica, los materiales de la región y la idealización del fenotipo mexicano les otorgaron acento propio a la arquitectura y al urbanismo de ese momento”2. 2 Angélica Castrejón Paniagua. Urbanismo moderno en México: el Plan Regulador de San Luis Potosí en los años sesenta y la creación de lugares en los años setenta. Revista de Arquitectura. Universidad de Los Andes, Colombia. 2013. ISSN: 2011-3188 9 El drama político de su ciudad natal y el desarrollo urbanizador concurrente indujeron a Graciela a la observación detallada del entorno en el que creció y en el que desarrolló para sí misma una suerte de conciencia social que más tarde aplicaría en su pintura, esbozando temas existencialistas en torno a la vida interior de los seres humanos que, aun cuando ignoramos de manera consciente, la experimentamos de manera cotidiana. En consecuencia, la pintora logra sus representaciones mediante una paleta cromática de atributos umbrosos y trazos gestuales que moldean el desconsuelo de los rostros y cuerpos que habitan su obra, definiendo el sentido conceptual de su trabajo pictórico que se apropia del expresionismo a través de las pinceladas que configuran entornos impresionistas con un cierto halo surrealista. Tal es el caso de la obra titulada Hombre pulpo realizada al óleo sobre tela de lino, de 115 centímetros de altura por 180 centímetros de anchura. En esta pieza, realizada en el año 2019, Graciela González prescinde de hermosismos: los rasgos preciosistas como cualidades de la pintura de caballete ceden su lugar a la exaltación anímica 10 de siete rostros cuya expresividad resulta del caminar opresivo y avasallador de un personaje que se alza por encima de ellos. Es ese personaje, el hombre pulpo, la personificación del desasosiego psíquico y emocional que apresa tentacularmente a la septena de semblantes desencajados (representación de la humanidad) que se muestran impotentes ante un presente y un devenir plagado de peligros que nos exaltan emocionalmente de manera cotidiana. Esos rostros, representados en el horizonte inferior del cuadro, es decir, bajo la opresión amenazante, carecen de torso como una forma de enfatizar el agobio en las expresiones faciales de los personajes que adquieren su experiencia de manera inconsciente dentro de los límites de su habitus, en el sentido expresado por Pierre Bourdieu. Para ello, González Duque infunde un rictus de angustia a sus personajes cuya contemplación nos permite conocer su mundo interior para replicarlo en el nuestro, en el de todos nosotros que aún nos atrevemos a echar un vistazo a una pintura heredera del expresionismo de principios del 11 siglo XX, y que se circunscribe en la actualidad contemporánea por su carácter trágico y existencialista. El estilo expresionista de la obra de Graciela es complementada con el tratamiento pleinarista (en el mismo sentido que se aplicaría a los pintores impresionistas) con el que aborda el paisaje que sirve de fondo a la escena y en el que el cielo de tonos rojizos, acentúa el simbolismo del Hombre pulpo, anunciando tiempos borrascosos. Soñando es otra de las obras de González Duque. La pieza, de 100 x 145 cm, realizada en óleo sobre tela de lino, contiene un paisaje que enmarca la presencia de cinco personajes con los que logra una composición triangular equilibrada. En la estructura destaca, en primer plano, uno de los personajes en actitud desfalleciente mientras tres más lo observan impasibles, a corta distancia y en actitud contemplativa. El quinto personaje, casi imperceptible, permanece ajeno a lo que ocurre con las cuatro figuras más cercanas al primer plano, aunque es útil dentro de la composición para lograr el equilibrio. 12 Los cinco personajes se encuentran dentro de un sendero sinuoso que se aleja en perspectiva central, bordeado por un océano azulado y tranquilo. Al fondo del cuadro se percibe una masa de tierra firme, a la que eventualmente se dirigen las ondulaciones del sendero. En Soñando, González Duque hace prevalecer las tonalidades frías para reforzar, seguramente, la idea de la ensoñación tranquila, la búsqueda de la libertad, los obstáculos del espíritu aventurero que va tras la promesa de prosperidad y plenitud. En comparación con las dos obras anteriores, Mariposa negra es un ejemplo atípico del gusto pleinarista de la autora. Es una pieza de 75 x 49 cm, también realizada al óleo sobre tela de lino, en la que observamos a un personaje, cuyo género no nos es posible conocer; su cuerpo es arropado completamente por una capa oscura de la que únicamente asoma una mano robusta y tensa que reposa sobre la rodilla izquierda en tanto la postura del personaje 13 sugiere que está en posición de sentado, posición propicia para la reflexión. Una mariposa, representación del alma en proceso de transformación y la evolución vital, permanece en el hombro derecho de nuestro personaje, integrándose a la oscuridad de la capa dada la similitud de los valores cromáticos que encontramos en ambos elementos. La totalidad del conjunto, capa, mariposa y mano, destacan en un plano diferenciado del fondo, de color violáceo que simboliza la dualidad masculino-femenino y sensualidad-espiritualidad. Tal diferenciación viene dada por los valores tonales de la capa y el fondo, aunque también ocurre una integración entre ambos elementos cuando un cierto resplandor violeta baña las áreas luminosas de la capa, logradas a base de pinceladas cremosas, largas y continuas, con aire gestual que confiesan el carácter sosegado de la autora en el momento de ejecutar esta pieza. Mariposa negra es una pieza en la que los elementos de su estructura compositiva y su paleta cromática son economizados para referirnos rápidamente, desde una 14 interpretación simbólica, al proceso de transformación como una necesidad vital y como resultado de la reflexión, proceso ineludible frente a los retos de la vida cotidiana. La obra de Graciela González Duque es, pues, una muestra que evoca las vanguardias del siglo XX para reiterar la persistencia del drama humano y ofrecernos a los espectadores una sensación voyerista que nos hace percatarnos que -como en el mini cuento de Gabriel García Márquez, El drama del desencantado- nadie es ajeno a las circunstancias trágicas de la cotidianeidad: “…el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida.” 15 16 Hombre pulpo Óleo sobre tela de lino 115 x 180 cm 2019 17 Soñando Óleo sobre tela de lino 100 x 145 cm 2019 18 Soñando Óleo sobre tela de lino 100 x 145 cm 2019 19 Graciela González Duque es originaria de la Ciudad de San Luis Potosí (San Luis Potosí, México, el 22 de septiembre de 1957) donde vivió su infancia y su adolescencia. Durante su educación secundaria tuvo uno de sus primeros contactos con el quehacer artístico, en el taller de pintura del maestro Fernando Domínguez. Esos primeros acercamientos a las artes visuales le permitieron, más tarde, a los dieciséis años, descubrir la posibilidad de expresarse a través del color y del pincel, y la impulsaron a estudiar en el Instituto Potosino de Bellas Artes de la ciudad de San Luis Potosí, bajo la tutela de la maestra Cristina Newman. Eventualmente realizó estudios de Odontología en la Escuela de Estomatología de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí donde el estudio de la Anatomía del cuerpo humano, la Fisiología, la Histología y la Embriología entre otras áreas de estudio la acercaron al dibujo del cuerpo humano y sus diferentes elementos, realizando ilustraciones con diferentes técnicas a lápiz y a color. Su gusto por la representación pictórica la estimuló para profundizar sus estudios en pintura, al lado de diversos maestros con los que ha realizado estudios de pintura y grabado, principalmente; entre ellos: 2007 Taller de pintura al óleo. Maestro Armando Belmontes Ruiz. Instituto Potosino de Bellas Artes. San Luis Potosí, SLP., México. 2011 Taller de Tipografía en Linóleo. Maestro Artemio Rodríguez. Centro de las Artes de San Luis Potosí Centenario. San Luis Potosí, SLP., México. 2015 Taller de Pintura. Maestro José Ángel Robles. Instituto Potosino de Bellas Artes. San Luis Potosí, SLP., México. 20 2016-2017 Taller de pintura al óleo. Maestro Jesús Ramos Frías. Centro de las Artes de San Luis Potosí Centenario. San Luis Potosí, SLP., México. 2018 Taller de pintura al óleo. Maestro Jorge Cabrera. Centro de las Artes de San Luis Potosí Centenario. San Luis Potosí, SLP., México. 2019 Taller de grabado. Maestra Verónica Gómez. Centro de las Artes de San Luis Potosí Centenario. San Luis Potosí, SLP., México. Graciela González Duque ha presentado su obra de manera colectiva e individual en varias exposiciones en diversos espacios expositivos de la ciudad de San Luis Potosí; entre ellas (selección): 2016 Séptima Muestra Colectiva Anual de Artes Visuales del Centro de las Artes. Galería del Centro de las Artes de San Luis Potosí Centenario. San Luis Potosí, SLP., México. 2017 Octava Muestra Colectiva Anual de Artes Visuales del Centro de las Artes. Galería del Centro de las Artes de San Luis Potosí Centenario. San Luis Potosí, SLP., México. 2018 Novena Muestra Colectiva Anual de Artes Visuales del Centro de las Artes. Galería del Centro de las Artes de San Luis Potosí Centenario. San Luis Potosí, SLP., México. 2019 Décima Muestra Colectiva Anual de Artes Visuales del Centro de las Artes. Galería del Centro de las Artes de San Luis Potosí Centenario. San Luis Potosí, SLP., México. 2019 Improntas del Ser. Muestra individual de Pintura. Caja Blanca del Centro de las Artes de San Luis Potosí Centenario. San Luis Potosí, SLP., México. 2020 Psicopatologías de la Expresión. Muestra colectiva de Pintura. Instituto Temazcalli. San Luis Potosí, SLP., México. Actualmente vive en su ciudad natal, donde se desempeña como profesional de la Odontología y se dedica a la práctica artística, con énfasis en la pintura. 21 Obra editada para su distribución digital Diseño de portada: Cristina Lugo Hernández Diseño editorial: María Elena y Juan José Olea Wong Cuidado de la edición: Ediciones Arte Morado 22 23