LA ERMITA DE SANTA MARÍA MAGDALENA FICHA TÉCNICA Municipio: Castellón de La Plana Comarca: La Plana Alta Provincia: Castellón Denominación: Castell Vell y Ermitorio de la Magdalena Otra denominación: Fadrell, dels Moros, de la Magdalena, de Sas Localización: Cerro de la Magdalena Época: S.XI, S.XII, S.XIII; S.XV ermita Uso primitivo: Defensivo Uso actual: Estilo: Arquitectura Islámica - Arquitectura Medieval Tipología: Edificios militares – Castillos INTRODUCCIÓN. “No son antigüedades insignes como las de Pompeya o Medina Azahara. Son antigüedades que tienen la modestia propia de un pueblo de labradores y menestrales, hijos de la tierra que pisan.” –Vicente Traver Tomás en Antigüedades de Castellón de la Plana. En la localidad de Castellón de la Plana, siguiendo en dirección norte el trazado del Camino Caminàs, a unos seis kilómetros, rodeada por los restos del antiguo castillo que protegía el primitivo emplazamiento de la ciudad (lugar de ocupación desde el neolítico desde cuya fecha se encuentran restos de asentamientos humanos ininterrumpidos), encontramos la ermita dedicada a Santa María Magdalena, levantada sobre los restos del mismo y excavada en la roca. La provincia de Castellón posee un gran inventario de ermitas y santuarios, cuya construcción a partir del siglo XIV está relacionada con la reconquista y la necesidad de manifestar el fervor religioso. En los primeros tiempos del cristianismo, muchos cristianos, huyendo de las persecuciones, se refugiaban en sitios ocultos o desiertos para poder practicar su religión. Así pues, fueron sus primeros refugios las rocas o las cavernas, dando lugar con el tiempo a la construcción de ermitas, aisladas o agrupadas. Aunque pueden haber otros orígenes. Se trata de ermitas pequeñas, generalmente ubicadas fuera del poblado, caracterizadas por la sencillez de su arquitectura, planta rectangular con la nave central cubierta por bóvedas de cañón, divididas por arcos fajones apuntados que descansan sobre pilares o contrafuertes1 y un altar. La ermita de la Magdalena, antaño consagrada al culto y a la peregrinación, hoy en día, y desde 1375, acoge cada año a los ciudadanos de Castellón, quienes en la Romería de les Canyes, suben a la montaña para conmemorar el traslado del pueblo de Castellón al llano. Mucho se ha escrito en torno a la historia de Castellón, el Castell Vell y por supuesto la Ermita, sin embargo, en este trabajo voy a intentar sintetizar y aunar todos los datos que he podido recopilar en base a las fuentes consultadas. El objetivo de este monográfico es abarcar la historia de la Ermita de la Magdalena partiendo de la construcción del Castell de Fadrell hasta la actualidad. 1 BENEDITO, J. LÓPEZ BRAVO, F. MELCHOR, J. Manuel. LLORENS, J. Manuel. 1999. Pág. 71. ORÍGENES: EL CASTELL VELL O CASTELL DE FADRELL. “Las tierras de la Comunidad Valenciana son, seguramente, la región europea con mayor cantidad y diversidad de castillos. Sin embargo en nuestros días la mayoría yacen derruidos, saqueados, abandonados: arruinados.” – Máximo Sánchez en Castillos, torres y fortalezas de la Comunidad Valenciana. El Castell Vell, también conocido como Castell de Fadrell, es una construcción islámica que data de los siglos XI – XIII. El cronista valenciano Martín de Viciana (Burriana 1502-1582) en su Libro Tercero de la Crónica de la ínclita y coronada Ciudad de Valencia y de su Reyno, publicada en Valencia por Juan Navarro en 1564, se basa en la existencia del Castell Vell para argumentar que el topónimo de la ciudad proviene de haber en la población un castillo o bien a que “tomó el pueblo el nombre de la fuente que le nace al lado, que se llamó Castalia, a imitación de aquella tan celebrada de Grecia, a raíz del monte Parnaso […].” Sin embargo, para comprender el contexto en que se erigió la fortaleza, debemos introducir, al menos ligeramente, la estructura organizativa de estas tierras bajo el dominio islámico entre los años 718 - 1103. Aunque no hay un convencimiento claro de lo que era la sociedad musulmana en estas tierras antes de la conquista, podemos decir que estaba caracterizada por la dispersión de pequeños núcleos de población conocidos como alquerías y asentamientos consistentes en casas aisladas llamados rahales. El origen del castillo responde a la necesidad de vigilar desde las alturas, defender el territorio en caso de peligro y amparar a los habitantes de estas formas básicas de asentamiento. A su vez sostén de la frontera y dominio vial de comunicación 2. Cada conjunto de castillos dependía a su vez de una ciudad, siendo en esta época Burriana, único núcleo urbano existente en la Plana. El castillo, probablemente tributario del Cid, se edificó en torno al siglo XI. En el siglo XII el castillo pasó a poder almorávide. Alfonso II donó el castillo, junto al de Almazora, al obispo de Tortosa en Ponç de Munells y Cabildo en 1178, quedando confirmada tal donación por Jaume I el año 1224, antes de la conquista del mismo en 1233. Sin embargo finalmente quedó adherido a la Corona porque “no fueron las huestes del entonces prelado de Tortosa […] las que llevaron a efecto la toma del citado castillo tanto respecto al de Castelló como al de Almazora, si no las reales salidas de Borriana, lo cual hizo que el de Tortosa se sintiera agraviado y plantease correspondiente pleito a la Corona, el cual quedó resuelto años después mediante laudo arbitral por el cual el Castell de Castelló se incorporaba al poder de la Corona […].”3 De este modo, ocupado por la hueste real, permaneció con escasa guarnición hasta que fue donado finalmente a Nuño Sancho, tío del rey, quien se encargó de repoblarlo en 2 3 FORCADA MARTÍ, Vicente. MCMXCII. Pág. 64. FORCADA MARTÍ, Vicente. MCMXCII. Pág. 64. 12394, perteneciendo finalmente junto a otros castillos de la región (Montornés, Miravet, Oropesa, etc.) al infante Pedro I de Portugal. Tras la expulsión de los musulmanes, el llano quedó despoblado y en 1251 el rey Jaume I, autorizó mediante un privilegio a los habitantes de Castellón a trasladar la villa al llano, efectuándose dicho acto en masa un año después y provocando el abandono y posterior arruinamiento del castillo. Tuvo pocas intervenciones cristianas. Sin embargo su antigua capilla, dedicada ya posiblemente a Santa María Magdalena, quedó en pie, y más tarde empezaron a llegar las procesiones de penitencia y rogativas desde la población. Apenas se sabe nada al respecto de esta primera ermita, ya que de nada se ha conservado, ni el recuerdo de donde fue su ubicación exacta. Tan solo en 1375 encontramos la primera referencia documental sobre una procesión de penitencia que llegaba hasta la ermita del Castell Vell con motivo de la peste que afectó a la ciudad en esa época. El castillo, de tipología montana5, posee una forma irregular: disponía antiguamente de cuatro recintos fortificados que se adaptaban al terreno de manera escalonada. En el recinto superior se localizaba la Alcazaba con tres torres semicirculares, conservándose también restos de murallas y varios aljibes. El recinto intermedio, el Albacar cuenta con otras tres torres y un gran aljibe donde se situó la Ermita de la Magdalena, excavada en la roca. Su fábrica es de tapial y mampostería al modo de las técnicas de construcción árabes. Hubo pocas aportaciones constructivas catalano-aragonesas. Entre los años 1988-1989 se consolidaron parcialmente las ruinas del castillo y se restauraron los muros exteriores del edificio. LA ERMITA. La ermita es un santuario, generalmente pequeño a modo de capilla con su altar. En su mayoría ubicada fuera del poblado. La ermita de la Magdalena primitiva, de la cual apenas existe información, tenía la función de acoger una procesión penitencial, al menos desde el año 1375, fecha en que encontramos la primera referencia documental. Pero no es hasta el siglo XV el momento en que consta documentalmente la preocupación del municipio de Castellón por la conservación y mejora del santuario. Es en 1451 cuando, según el cronista Revest, un fraile del monasterio cisterciense de Santes Creus llamado Antoni pero conocido popularmente por los castellonenses como Frare Barbut, quiso construir una nueva capilla dedicada a Santa María Magdalena, ubicada en un sitio distinto a la anterior. Para ello aprovechó un aljibe o cisterna de agua excavado en la roca, adosado a la muralla del castillo, y contó con el apoyo popular gracias a al Consell de la Vila y el arzobispo de Tarragona, que concedió indulgencias a todo aquel que ayudara en las obras. Consecuencia del aprovechamiento de varios elementos del castillo como el aljibe, el baluarte de entrada, y la torre circular, la planta es irregular. 4 5 RUIBAL, Amador. 1998. Pág. 36-37. FORCADA MARTÍ, Vicente. MCMXCII. Pág. 64. Entre 1455 comenzó la construcción del pórtico, cuando era sacristán o administrador Jaume Alquecer6, y en 1456 se realizó la capilla. Según Montesinos en su Crónica de la Magdalena, es en esta fecha cuando la obra se da por finalizada. Sin embargo, hasta el 1490, la ermita experimentó obras de reforma y ampliación: en 1476 se llevó a cabo la obra de un establo para caballerías, se construyó un albergue para peregrinos y se reparó la celda del ermitaño. También fue diseñado un proyecto de retablo que al parecer no llegó a materializarse hasta que en 1480 se realizó un retablo de pintura sobre madera para el altar mayor. El interior de esta segunda fábrica, estrecho y prolongado, estaba estructurado en dos naves paralelas separadas por arcos fajones y cubierta por bóveda de cañón. Las paredes estaban encaladas y el altar, desprovisto de imágenes. El exterior, encalado, contaba con un tejado a dos aguas y un torreón cilíndrico del castillo, adosado a la iglesia, hacía las veces de campanario. Más cercano en el tiempo, en 1605 el ermitaño Pascual Cebriá construyó un aljibe y trece años más tarde, en 1618 las cocinas. De este modo, la ermita, como meta de rogativas y peregrinaciones o romerías, contaba con un porche, alberguería, cocinas, un aljibe de agua y un comedor que el Consejo Municipal iba reconstruyendo y reformando, propietario de la <<casa y hermita Sencta Magdalena>>.7 Ya en pleno siglo XVIII la ermita estaba en un lamentable estado y en 1745 el Ayuntamiento decidió suspender temporalmente la romería. No es hasta el año 1758 cuando se contrató al maestro Vicente Pellicer para llevar a cabo una restauración total, dotando a la ermita de su actual aspecto y configuración. Mide la iglesia 13 metros de largo por 9 de ancho y unos 6 de altura. El complejo comprende una ermita con dos naves irregulares, la hospedería y un torreón de planta circular sobre el que se eleva la espadaña. Un atrio de 4 metros sirve de cobijo ante la misma puerta de entrada y en él leemos la siguiente inscripción en piedra, realizada con motivo del VII Centenario de la muerte de Jaume I en 1952: “Des d’on les primiceres arrels del lloc de Castelló donaren branques de vigoría, s’albiren variades flors de rendida admiració a la memòria de Jaume I, el gran rei, en el VII Centenari de la seua mort, que li ofrena la avui Ciutat de Castelló de La Plana - 10-X-1976.” Al exterior presenta un pórtico de entrada con un arco rebajado, en el que se encuentra la portada de acceso, se trata de un arco de medio punto con dovelas regulares. Desde el pórtico se accede a la hospedería, en la que hay un patio a modo de zaguán, por el que se pasa a una sala que precede a la cocina; por el otro lado hay una sala que tiene tres balcones exteriores y uno interior abierto al templo. Su altar mayor contiene una pintura sobre tabla, realizada por el pintor local Juan Bautista Porcar Ripollés, en 1940 con el fin de sustituir el antiguo. La obra simula un cuadro de cerámica de Alcora, y tan perfecta es su imitación que sobrevivió a un expolio por parte de unos asaltantes, quienes se llevaron de la ermita cuanto quisieron 6 7 MONTESINOS CERVERA, Jesús (dir.) PÉREZ PONZ, Ángel (pte.). 1994. Pág. 1. FRANCÉS CAMÚS, Josep Miquel. Pág. 15. excepto la obra creyéndola cerámica incrustada en la pared. Representa a la santa María Magdalena dentro de una cueva en actitud penitente. La ermita poseía, además de la obra de Porcar, algunas piezas como son un cáliz de plata datado en el siglo XVIII hecho por un artista anónimo y el relicario de plata de Santa Maria Magdalena, ue cada año, desde su creación en 1952, se traslada a la ermita en la tradicional romería. La obra se encargó al joyero de la Font de Castelló, mientras que la pintura sobre cobre la realizó el miniaturista Alvaro Folch. ACTUALMENTE La zona en que se erigió el castillo se halla en condición de parque público, rodeado de pinos. Aunque en ruinas, es fácil distinguir la estructura de los recintos del Castell Vell: los principales restos se encuentran en el norte y al oeste del cerro y son mayormente musulmanes, ya que los cristianos se trasladaron al llano al poco tiempo y apenas intervinieron arquitectónicamente. El conjunto de los restos parecen formar una estructura escalonada, y en algunos puntos podemos apreciar los dos recintos de la fortaleza, ya que en ellos se distinguen restos de antemuro o recinto externo de tapial, tras el cual sobresale la muralla principal de argamasa muy rica en piedra 8. Destacan dos torres: una redonda y otra rectangular, además de muros de tapial, apareciendo de este modo la antigua fortaleza musulmana y las escasas transformaciones cristianas, que posiblemente se limitaron a la consolidación de algunos sectores tal vez dañados o deteriorados durante la ocupación.9 La ermita está cerrada todo el año, excepto el día de su fiesta el tercer sábado de Cuaresma en que se celebra una misa, y el día de San Cristóbal, en Julio, en que se celebran recitales y conciertos. 8 9 RUIBAL, Amador. 1998. Pág. 36-37. RUIBAL, Amador, 1998. Pág. 36-37. BIBLIOGRAFIA BENEDITO, Josep. LÓPEZ BRAVO, Fernando. MELCHOR, Jose Manuel. LLORENS, Jose Manuel. La arquitectura tradicional en el medio rural castellonense. Ayuntamiento de Castellón, 1999. BOIX, Eva, Ribés, Berta. Recorrido por las ermitas de Castellón. Diputació de Castelló. Edición: José Vicente Felip Forcada. Mediterráneo. FORCADA MARTÍ, Vicente. Torres y castillos de la provincia de Castellón. Síntesis históricocultural. Almazora: Sociedad Castellonense de Cultura, MCMXCII. FRANCÉS CAMÚS, Josep Miquel. Les ermites del Caminàs. Castelló: Museu Municipal d’Etnología. Litografías Castellón SA. LLOP VIDAL, Enric. Guia d’arquitectura de Castelló. Diputació de Castelló, 1996. MONTESINOS CERVERA, Jesús (dir.) PÉREZ PONZ, Ángel (Presidente). Crónica de la Magdalena. Historia de las fiestas de Castellón 1945-1994. Castellón: Editorial PECSA, 1994. PASCUAL MOLINER, Vicente. Tresors amagats. Les ermites de Castelló. Castellón: Diputació de Castelló. Faenza Editrica Ibérica SL, 1997. RUIBAL, Amador. Castillos de Castellón. Madrid: Ediciones Lancia SA, 1998. SÁNCHEZ ADELL, José. MONFERRER MONFORT, Álvaro. Magdalena, historia y leyenda de un pueblo. Valencia: Federico Doménech, 2002. SÁNCHEZ JIMÉMEZ, Máximo (dir.). Castillos, torres y fortalezas de la Comunidad Valenciana. Valencia: Editorial Prensa Valenciana SA, 1995. TRAVER TOMÁS, Vicente. Antigüedades de Castellón de La Plana. 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