NOVENA DE LA NATIVIDAD DE MARÍA SANTÍSIMA (Empieza el 30 de Agosto) Oh María Santísima, escogida por Dios y destinada desde toda la eternidad para ser la madre del Hijo unigénito del Padre, anunciada por los profetas, esperada por los patriarcas y deseada de todas las gentes, nosotros humildemente postrados nos alegramos del aniversario solemne de tu feliz nacimiento, y con nueve salutaciones distintas te ensalzamos con el mayor afecto: 1. Saludámoste, niña celestial, paloma limpísima de pureza, que a pesar del dragón infernal, fuiste concebida sin mancha de pecado original. Ave María 2. Saludámoste , aurora brillantísima, pregonera del sol divino, que trajiste la primera luz al mundo al nacer. Ave María 3. Saludámoste, escogida como el sol, que, sin padecer mancha alguna, tuviste el ser en la noche más oscura del pecado. Ave María 4. Saludámoste, luna clarísima, que iluminaste el mundo envuelto en las espesas nieblas del paganismo. Ave María 5. Saludámoste, guerrera gloriosa, que sola cual ejército victorioso pusiste en fuga a todo el infierno. Ave María 6. Saludámoste, alma hermosísima, que desde toda la eternidad fuiste poseída de Dios y de Él tiernamente amada. Ave María 7. Saludámoste, amabilísima niña, y veneramos tu santísimo cuerpecito, las sagradas fajas que te cubrieron, la sagrada cuna en que descansaste, y bendecimos el punto y el momento en el que naciste. Ave María 8. Saludámoste, amabilísima niña, a quien adornan todas las virtudes en grado inmensamente más sublime que a todos los demás santos, y de consiguiente digna Madre del Salvador, que por virtud del Divino Espíritu tuviste a vuestro divino Hijo Jesús. Ave María 9. Saludámoste, por último, amabilísima niña puesto que con tu feliz nacimiento has consolado al mundo, has alegrado a los cielos, espantado el infierno, alegrado a los caídos, regocijado a los tristes, sanado a los enfermos, vivificado a todos; y te suplicamos con los más encendidos afectos que vuelvas a nacer espiritualmente en nuestra alma con tu santo amor. Renueva nuestro espíritu para que te sirva, reanima nuestro corazón para que te ame, y haz que florezcan en nosotros aquellas virtudes que nos harán siempre más gratos a tus ojos bondadosos. Ea, María Madre nuestra, sé para nosotros María, haciéndonos gustar los suaves afectos de tu santísimo nombre; y que el invocarlo nos sirva de aliento en las penas, de esperanza en los peligros, de escudo en las tentaciones, de prenda de salvación en la muerte: Sinobis nomen Mariae mel in ore, melos in aure, et iubilus in corde. Ave María, Gloria Patri. Sub tuum praesidium, Letanías de la Virgen V. Nativitas tua, Dei Genitrix Virgo R. Gaudium annuntiavit universo mundo OREMUS Famulis tuis, quaesumus Dómine, coelestis gratiae munus impertire ut quibus beatae Virginis partus extitit salutis exordium, Nativitatis ejus votiva solemnitas pacis tribuat incrementum. Per Christum Dóminum nostrum. Amen. Nos cum prole pia benedicat Virgo María. CONSIDERACIONES PARA EL DÍA DE LA FIESTA 1- La niña celestial- Rebosando de fe el corazón, acércate a la cuna en la que descansa la niña María; examina su celestial belleza… los ángeles mismos extasiados contemplan su corazón sin mancha original, sin inclinaciones al mal, antes bien adornado con las gracias más selectas. María es la obra maestra de la omnipotencia de Dios; admírala, ámala, invócala, pues es vuestra madre… 2- ¿Qué será de esta niña? -Los vecinos miraban a María sin darse cuenta de que era la aurora del sol, Jesús, ya próximo a aparecer en el horizonte; quizás Santa Ana lo comprendió así; y es de suponer con cuánto amor y respeto la criara. Esta niña es la predilecta de Dios Padre, es la madre amada de Jesús, es la esposa del Espíritu Santo, es María Santísima, la reina de los ángeles y de todos los Santos; Oh amada y celestial criatura; ¡eres tú la reina de mi corazón, te lo entrego para siempre! 3- ¿Cómo se ha de honrar el nacimiento de María? – A los pies de esta niña meditad estas palabras de Jesús: Si no os hacéis como párvulos, no entraréis en el reino de los cielos… Niños, esto es, pequeños por la inocencia, y más aún por la humildad; y fue precisamente la humildad de María la que agradó al Señor, según San Bernardo. ¿No serán quizás tu altanería, el fausto, los modales orgullosos los que te privan de tantas gracias de parte de Jesús y de María?... Pide y practica la humildad. Tradición y arte católico