ENCEFALOSC OPIO ISTOCK / GRUIZZA Cuando leemos en formato digital, pocas veces nos sumergimos en la lectura. Leer en pantalla pone en marcha otros procesos cognitivos. Cognición Leer en una pantalla dificulta la comprensión abstracta U tilizar el pensamiento abstracto nos resul­ ta más difícil si leemos en formato digital, según han constatado Geoff Kaufman, de la Universidad de Carnegie Mellon, y Mary Flanagan, del Colegio Darmouth. Los investigadores pidieron a más de 300 sujetos que leyesen los mismos textos, pero unos impresos en papel y otros en formato di­ gital. A continuación, los científicos les preguntaron sobre el contenido. Los participantes que habían leído los textos en la pantalla de un ordenador portátil o en una tableta puntuaron peor en la interpretación de la información. En uno de los experimentos se entregó a todos los su­ jetos la descripción de cuatro automóviles japoneses ficticios. A continuación, se les pidió que indicaran cuál de los vehículos descritos era el de gama superior. Alrededor del 66 por ciento de los participantes que MENTE Y CEREBRO habían recibido la información en papel resolvieron la tarea de forma correcta; en cambio, solo el 43 por ciento de los lectores digitales fueron capaces de ello. Sin embargo, sucedía todo lo contrario si se trataba de preguntas concretas sobre el texto: los sujetos que ha­ bían leído en pantalla recordaban más detalles de un texto breve que los individuos que habían obtenido la información en papel. Según Kaufman y Flanagan, este fenómeno se debe a que cuando usamos una tableta, un ordenador por­ tátil o un teléfono inteligente, tratamos diversos textos de forma simultánea, y solo los leemos por encima. De este modo, durante la lectura digital recurrimos a pro­ cesos cognitivos menos costosos y procesamos el con­ tenido de manera menos intensa. Proceedings of the 2016 CHI Conference on Human Factors in ­Computing Systems 10.1145/2858036.2858550, 2016 4 N.O 82 - 2017 Comportamiento animal Canto adaptado a los polluelos L os progenitores de las aves pían en un lenguaje infantil para sus crías. De la misma manera que los humanos acos­ tumbramos a usar un habla más pausada e insistente con los niños pequeños, los pinzones cebra moderan la velocidad de su canto cuando se dirigen a los polluelos. Jon Sakata, de la Universidad McGill, y sus colaboradores ob­ servaron ejemplares jóvenes mientras entrenaban el canto. ­A lgunos practicaban con un con­ génere adulto durante un tiempo; otros lo hacían en solitario: escu­ chaban el canto típico a través de un altavoz. Los pájaros socializa­ dos dominaron las canciones me­ jor y antes que los solitarios, in­ cluso si ensayaban un solo día junto con un animal adulto. El contacto social parece desempe­ ñar un papel decisivo en el apren­ dizaje de las aves jóvenes, conclu­ yen los científicos. Al analizar con mayor detalle las grabaciones, Sakata y su equi­ po descubrieron una posible cau­ sa de este fenómeno. Según halla­ ron con sorpresa, los pinzones cebra adultos no se limitaban a reproducir el canto regular cerca de los polluelos, sino que también cantaban más despacio. En con­ creto, alargaban los intervalos en­ tre los componentes de la canción y repetían las notas. Los jóvenes prestaban mayor atención a este tipo de canto que a las melodías que no parecían ideadas para ellos. De esta manera, aprendían con mayor facilidad. En conclu­ sión, de modo similar a los hu­ manos, las aves utilizan un «len­ guaje para bebés». PNAS USA 10.1073/pnas.1522306113, 2016 Cooperación El trabajo en equipo empieza en el cerebro MENTE Y CEREBRO Es posible que los resultados puedan explicar por qué hombres y mujeres cooperan de manera diferente según la situación, conjeturan los investigadores. El método de hiperscanning (escaneo del cerebro de dis­ tintas personas mientras interactúan), promete arrojar más información sobre las acciones entre humanos que la exploración cerebral en solitario. Scientific Reports 10.1038/srep26492, 2016 «SEX DIFFERENCES IN NEURAL AND BEHAVIORAL SIGNATURES OF COOPERATION REVEALED BY FNIRS HYPERSCANNING». J. M. BAKER ET AL. EN SCIENTIFIC REPORTS, VOL. 6, ART. 26492, 10.1038/SREP26492, 2016, FIG. 1 (W W W.NATURE.COM/ARTICLES/SREP2 6492) / CC BY 4.0 (CREATIVECOMMONS.ORG/LICENSES/ BY/4.0/LEGALCODE) C uando se trata de cooperar, hombres y mujeres funcionan de distinta manera. Este fenómeno se refleja en el cerebro, señala un equipo diri­ gido por Joseph Baker de la Universidad Stanford. Los científicos sentaron a más de 100 parejas ante panta­ llas de ordenador enfrentadas. La tarea consistía en presionar una tecla determinada cuando cambiaba la imagen del monitor; los miembros de cada pareja de­ bían presionar el botón de manera simultánea. Si bien les estaba permitido mirarse, no podían hablar entre ellos. Durante la prueba, los investigadores medían la actividad cerebral de ambos sujetos con ayuda de una técnica denominada espectroscopia de infrarrojo cer­ cano, la cual registra los cambios en la concentración de oxígeno de diversas áreas cerebrales. Según observaron Baker y sus colaboradores, los equipos del mismo sexo puntuaban mejor cuanto más sincronizada se encontraba su actividad cerebral; en este contexto, los equipos masculinos iban general­ mente a la cabeza. Pero también existían diferencias respecto a las áreas cerebrales que se activaban con mayor intensidad. Mientras que en los dúos formados por hombres se sincronizaba sobre todo la corteza pre­ frontal (asociada a la planificación de las acciones), los equipos femeninos mostraban patrones de activación similares en el lóbulo temporal, área que se encarga del procesamiento de estímulos auditivos y visuales, entre otras funciones. En el ensayo, los sujetos trataban de presionar una ­tecla del ordenador de manera simultánea. 5 N.O 82 - 2017 Conducta social Lucha de clases en el avión ISTOCK / VICNT E n los vuelos de las líneas aéreas que distinguen entre clase turista o económica y primera clase, los pasajeros se encuentran más enojados o riñen con mayor frecuencia con otros pasajeros o con los miembros de la tripulación. Katherine DeCelles, de la Universidad de Toronto, y Michael Norton, de la Es­ cuela de Negocios de Harvard, analizaron las disputas de este tipo que acontecieron a lo largo de 2015 en una gran compañía aérea internacional. En total, revisaron la información referente a más de un millón de vuelos. Descubrieron que si los vuelos ofrecían una prime­ ra clase separada del resto, se daban cuatro veces más conflictos entre los pasajeros que ocupaban la clase económica, independientemente de otros factores de influencia. Los investigadores calculan que ese resul­ tado se corresponde con el efecto que puede causar un retraso de nueve horas y media en el ánimo de los usuarios. La probabilidad de discutir se duplicaba si, al embarcar, los pasajeros de clase turista desfilaban por la primera clase y observaban cómo sus ocupan­ tes ya había tomado asiento. Esta opción tampoco ­parecía beneficiosa para los viajeros «de primera»: se ­daban 11 veces más conflictos si antes se les había ­enseñado que al otro lado del aparato había pasajeros que recibían un peor servicio y que disponía de me­ nos espacio para las piernas. DeCelles y Norton concluyen que la desigualdad tiene efectos negativos en la conducta social. Para de­ sencadenar estas consecuencias, basta con que experi­ mentemos la falta de igualdad en una situación coti­ diana. Por ese motivo, los científicos abogan por reducir las diferencias entre la primera clase y la clase turista, tanto en los vuelos como en otros aspectos de la vida. PNAS USA 10.1073/pnas.1521727113, 2016 Personalidad Lo que revela la elección de los estudios académicos L as distintas asignaturas de una carrera académica atraen a diferentes persona­ lidades. Anna Vedel, de la Uni­ versidad Aarhus en Dinamarca, analizó una docena de investiga­ ciones que reunían los rasgos de personalidad de más de 13.000 estudiantes de diversas especiali­ dades. Descubrió que los alumnos de arte, humanidades y psicología son, en promedio, más neuróticos y emocionalmente lábiles que los compañeros de otras disciplinas. Pero también están más abier­ tos a las nuevas experiencias, de manera similar a los futuros politólogos. Estos últimos se suelen caracterizar por una gran dosis de extraversión y sociabili­ dad, igual que los matriculados en económicas, derecho y medicina. Dichos grupos son, en general, algo menos afables, excepto los de estudiantes de medicina. Por otro lado, los alumnos de arte y huma­ nidades son menos estrictos con la responsabilidad. Una parte de tales diferencias se puede atribuir a la distribución de hombres y mujeres en las di­ versas carreras universitarias, se­ ñala Vedel en su trabajo. Las mu­ jeres abundan en los estudios de psicología; además, se ha com­ probado que el sexo femenino ob­ MENTE Y CEREBRO 6 N.O 82 - 2017 tiene valores más altos en ­neuroticismo, sociabilidad y ­responsabilidad, según reflejan en los test de personalidad. Sin embargo, no se pueden describir todas las diferencias de carácter de esa manera. Al inicio del estudio se deter­ minó la personalidad de los par­ ticipantes mediante dos evalua­ ciones. Según esos resultados previos, ni la especialidad acadé­ mica ni los compañeros influyen en la personalidad: determinados caracteres se apasionaban por dis­ tintas ­d isciplinas. Personality and Individual Differences, vol. 92, págs. 1-10, 2016 ENCEFALOSC OPIO Memoria Un gen para asociar experiencias L os científicos dirigidos por Dirk Montag, del Instituto Leibniz de Neurobiología en Magdeburgo, han logrado provo­ car amnesia retrógrada en ratones mediante la desconexión de un determinado gen. Se trata de un trastorno de la memoria por el que los pacientes pierden todos los recuerdos que se formaron antes de un accidente traumático. Con el fin de ahondar en el estu­ dio de este proceso, los investiga­ dores entrenaron a los animales para que cambiasen de lado de la jaula cuando se encendía una luz. A continuación, desactivaron en estos roedores un gen encargado de la codificación de la proteína neu­ roplastina, implicada en la plastici­ dad cerebral. Anteriores estudios ya habían relacionado esta proteína con la inteligencia y con un mayor riesgo de padecer esquizofrenia. Cuando los expertos desconec­ taban el correspondiente gen, los ratones olvidaban el compor­ tamiento que antes exhibían; tam­ poco eran capaces de volverlo a aprender. Montag y su equipo con­ cluyen que la desactivación del gen de la neuroplastina altera el deno­ minado aprendizaje por asociación, en el que se asocian dos eventos si­ multáneos o sucesivos (quedarse parado cuando el semáforo está en rojo, por ejemplo). Según observa­ ron, los múridos no perdían, en cambio, la memoria espacial o la navegación. Biological Psychiatry 10.1016/j.biop­ sych.2016.03.2107, 2016 Psicoterapia Vencer los delirios con ayuda de un avatar MENTE Y CEREBRO mente a la mitad, del 80 al 46 por ciento. Además de sobrellevar mejor las situaciones virtuales que les pro­ ducían miedo, extrapolaron esas experiencias a la rea­ lidad: un lugar (real) en el que antes habrían sentido pánico (un supermercado, por ejemplo) les producía menos estrés tras la experiencia virtual. Hasta ahora se sabía que la exposición virtual ayu­ da en el tratamiento de las personas con miedo a las alturas o aracnofobia. Este procedimiento puede em­ plearse asimismo en el trastorno paranoide, sugieren los autores. The British Journal of Psychiatry, vol. 209, págs. 62-67, 2016 OCAP, UNIVERSIDAD DE OXFORD; CORTESÍA DE DANIEL FREEMAN D emonios, espías y otras figuras ambiguas. Los pacientes con paranoia persecutoria suelen sentirse amenazados cuando se encuentran en lugares públicos. Algunos rehúyen de estas situa­ ciones con el fin de controlar sus paranoias. Pero para liberarse de ellas, es preciso que aborden las situa­ ciones que más angustia les producen. El psicólogo Daniel Freeman y sus colaboradores de la Universidad de Oxford han podido abordar este dilema con el siguiente truco: confrontar a los pacientes con sus con­ vicciones paranoides mediante realidad virtual. Los científicos expusieron a 30 pacientes con esqui­ zofrenia u otro trastorno psicótico a experimentar dos escenas virtuales de manera alterna: un vagón de me­ tro o un ascensor. Los sujetos, ataviados con unas ga­ fas especiales y un traje de contacto virtual, debían moverse por la sala vacía y, más tarde, entre un núme­ ro creciente de avatares. La mitad de los participantes recibían la instrucción de mirar a una figura virtual a los ojos y acercarse a él, de manera que superaba su umbral de bienestar. El segundo grupo podía evitar mantener el contacto, como acostumbraba a hacer en la vida real. Todos los pacientes describían en qué me­ dida se habían sentido perseguidos o amenazados an­ tes y después de cada situación. Una vez finalizados los ejercicios virtuales, las ideas obsesivas habían disminuido de manera notable en to­ dos los participantes. Los que habían buscado el con­ tacto visual de manera activa registraron mayor éxito: sus convicciones paranoides se redujeron práctica­ Los pacientes con manía persecutoria se enfrentan a sus miedos en un ascensor virtual y rodeados de avatares. 7 N.O 82 - 2017 ENCEFALOSC OPIO Antropología La cultura influye en los juicios morales L a persona que acomete un perjuicio de manera no intencionada o que tiene motivos de peso para actuar de esa forma suele recibir una condena menos dura. Sin embargo, esto no sucede en la misma medida en todas las culturas, tal y como muestra un estudio dirigido por H. Clark Barrett, de la Universidad de California en Los Ángeles. Los antropólogos propusieron a más de 300 sujetos provenientes de dos sociedades occidentales y de ocho tradicionales no industrializadas que realizaran juicios morales. En una de las situaciones, los partici­ pantes debían imaginar que una persona había contaminado la red de agua comunitaria de un pueblo, lo que había causado daños a doce­ nas de lugareños. Los participantes de países occidentales mitigaban su juicio moral en caso de que se tratase de una negligencia involun­ taria; en cambio, esta circunstancia no parecía influir en la decisión de los participantes de países no industrializados. Todos los sujetos consideraron condenable la acción de intoxicar el agua y sugerían apli­ car la pena máxima, independien­ temente de que el suceso se produ­ jera de manera intencionada o por error. Barrett explica: «A pesar de que los probandos reconocían que en el segundo caso se trataba de un accidente, opinaban que cada uno debería ser convenientemente cuidadoso cuando existía el peligro de ocasionar grandes males». Los países industrializados tie­ nen más en cuenta las circunstan­ cias atenuantes que las sociedades tradicionales, concluyen los investi­ gadores. Ello podría estar relaciona­ do con que las personas procedentes de naciones occidentales crecen con un conjunto complejo de reglas, en las que los jueces y las leyes repre­ sentan la punta del iceberg. «En so­ ciedades menos extensas puede que la jurisprudencia sea igual de exi­ gente, pero sin una configuración tan compleja», señala Barett. PNAS, vol. 113, págs. 4688-4693, 2016 Psicoterapia Dar las gracias beneficia la psique U ISTOCK / NELOSA nas palabras de agradecimiento no solo alegran a quien las recibe; plasmarlas sobre el papel también mejora el estado psíquico del emisor, incluso si se encuentra en tratamiento psicote­ rapéutico. El psicólogo Joel Wong y sus colaboradores de la Universidad de Indiana en Bloomington han llegado a esta conclusión tras modificar una psicotera­ pia convencional mediante un sencillo ejercicio. Los científicos distribuyeron en tres grupos a cerca de 300 pacientes de un consultorio universitario que padecían di­ versos problemas psicológicos. Uno de los grupos no debía lle­ var a cabo ninguna tarea com­ plementaria a la terapia; los participantes de los otros dos, en cambio, debían practicar un ejercicio por escrito en casa tres veces durante 20 minutos. En concreto, debían anotar re­ cuerdos y sentimientos negati­ vos o escribir cartas de agrade­ cimiento a personas que se habían portado bien con ellos. MENTE Y CEREBRO Como segundo paso, evaluaron los textos compi­ lados mediante un análisis lingüístico. Además, pre­ guntaron a los sujetos por su estado psicológico. Transcurridas entre cuatro y doce semanas tras fina­ lizar la actividad, los probandos que escribieron las cartas se encontraban, en promedio, mejor que los participantes de los otros dos grupos. Wong y su equipo atribuyeron esa diferencia a que los pacientes que se sentían mejor aními­ camente habían empleado menos palabras negativas («enfadado» y «triste») en sus textos, lo cual coincidía con los participantes que habían expresado gratitud. Los investigadores animan a los psicoterapeutas a que ­incluyan ejercicios de agrade­ cimiento, por ejemplo, como tarea para casa. De ese modo, se desplazaría el foco de los pensamientos perjudiciales hacia otros curativos. Psychotherapy Research 10.1080/10503307.2016.1169332, 2016 8 N.O 82 - 2017