Actualmente nos encontramos ante recientes cierres de rotativos tan noveles como El Sol o El Independiente, ante la primera bajada de El País, la lenta, pero constante, subida de ABC, la lucha por el tercer puesto entre Diario 16 y El Mundo y el descenso continuo del Ya. Esta situación de los diarios de Madrid viene marcada por una serie de acontecimientos cuyo punto de partida podemos situar en el año 1966, fecha de aprobación de la nueva Ley de Prensa e Imprenta. Esta ley, conocida popularmente como Ley Fraga, supuso un atisbo para la recuperación de la libertad de prensa, pisoteada hasta entonces por la ley precedente, fechada en 1938. Esta prohibía la creación de empresas periodísticas, anulaba la capacidad de decisión del director, nombrado por el Gobierno, decretaba la censura previa e imponía la doctrina oficial del Gobierno. A ésto hay que añadir la depuración profesional y la imposición de la ideología estatal, actividades, claro está, "extraoficiales". Con esta situación como marco, la venta de diarios en la España de los 50 era de 1.500.000 ejemplares, venta que asciende hasta los 2.215.000 ejemplares en 1964. Madrid era la ciudada más lectora con 768.000 ejemplares, lo que significa un 35% sobre el total de las ventas. La Ley Fraga trajo la ilusión a España, aunque la prometida libertad de prensa no llegaría hasta el año 75. 1976 fue un año fundamental para el periodismo español por la aparición de nuevos periódicos, debida principalmente al cambio en la política y en el panorama empresarial de la prensa. El País y Diario 16 provocaron un cambio en el periodismo de la época, marcado hasta entonces por la censura. Esta nueva situación provocó asimismo la desaparición de diarios imprescindibles en la época anterior, como Pueblo, Informaciones, El Alcázar, etc...Otra consecuencia de la nueva época fue la privatización de la cadena de medios del Estado,aunque fue tardía e insatisfactoria para muchos. A partir de este año podemos destacar el intento de institucionalizar el delito de difamación del año 1992, que pretendía coartar la libre circulación de ideas. Como podemos comprobar, los intentos de limitar la libertad de expresión se producen hasta en sociedades democráticas. El catedrático J.L. Martínez Albertos condiciona la libertad del hombre al desarrollo de la información, con lo cual nos da una idea de la importancia que otorga a la informacíón, que debe guiarse por criterios de libertad y responsabilidad e integrarse en una sociedad que la dote de autosuficiencia económica, pero evite los monopolios informativos. 1.1 La Ley de Prensa de 1966 La Ley de Prensa de 1966 supuso el reconocimiento de que la información no es propiedad del estado, ni instrumento exclusivo para sus fines políticos. La fraudulenta aplicación de la ley frustró las esperanzas de la prensa Posteriormente se pudo comprobar que la realidad era bien distinta y que la libertad era menos libre de lo previsto y no satisfacía los deseos de la profesión. A pesar de todo, no se puede negar la importancia de la ley y su posterior trascendencia en el periodismo, la política y la sociedad español. La transición se vio favorecida por el aumento de conocimientos de la población, posibles gracias a este ley. La ley decretaba la supresión de la censura y la libertad de elección del director por parte de la empresa, como puntos fundamentales. Pero el artículo 2º con su ambigüedad permitía al gobierno la aplicación discrecional de la Ley, lo que impidió un efectivo y real cumplimiento de la misma. De este modo el Gobierno mantuvo el control sobre los medios mediante obligaciones, como la inscripción en el Registro de Empresas Periodísticas o en el de periodistas, el espacio reservado a la Administración, condiciones exigidas a la empresa para el director, y mediante los continuos expedientes que provocaron la autocensura de los periodistas. A pesar de todo la ley favoreció el conocimiento de asuntos públicos por parte de la población: en los medios aparecieron opiniones políticas divergentes, que favorecían la posterior aparición de un sistema político pluralista. La prensa se convirtió en un poder, a pesar del dominio de la Administración, lo que la preparó para la llegada de la democracia. La supuesta libertad para crear empresas informativas fue recortada por el Art.16 de la Ley que imponía unas normas propias y más rígidas que las mercantiles a las empresas informativas. En estas condiciones la situación de la prensa en España era en 1970 la siguiente: 110 periódicos y 71,3 ejemplares por cada 1000 habitantes. 1.2 Cierres a golpe de poder La nueva situación creada por la Ley fraga supuso la aparición de títulos diferentes y trajo consigo conflictos entre la Administración y una prensa que pretendía ser libre. Esta libertad fue recortada por numerosos expedientes, sanciones y cierres. Las sanciones continuaron hasta pasado el año75. Una de las sanciones más duras fue la sufrida por Destino, publicación que fue cerrada durante dos meses, sanciones de este y otros tipos sufrieron numerosas publicaciones. Como se puede comprobar el cambio de imagen no acarreó un cambio en la realidad. Esto provocó que los periodistas se impusieran una autocensura generalizada, pese a lo cual muchos periodistas asumieron el riesgo de expresarse libremente y ahí están los expedientes para corroborarlo. 1969 fue el año más duro en cuanto a sanciones se refiere debido a varios acontecimientos informativos, como son: El decreto del "Estado de Excepción", el Reglamento de los Tribunales de ëtica Profesional Periodística, la designación como sucesor del Príncipe Juan Carlos, la explosión del Caso Matesa. La realidad diaria contradecía la nueva ley, cada publicación tenía que presentar cada número en el Ministerio de Información y Turismo antes de distribuir la totalidad de la edición. Si el número no pasaba los pertinentes controles el número era secuestrado, con los consiguientes trastornos para el empresario. Así el gobierno mantenía el poder sobre la prensa. A pesar de todo la Prensa fue testigo vivo de los hechos y abanderó acontecimientos que posteriormente llevarían a la democracia. 1.3 Libertad de empresa condicionada. Desde el poder se dificultó la creación de empresas periodísticas de cualquier tipo, para ello se establecieron restricciones y complicaciones constantes. Según el Art. 69 de la ley se podía sancionar al periodista económicamente y mediante suspensión y al empresario económicamente y mediante el cierre de la publicación. Las infracciones fueron aumentando paralelamente a la conflictividad. En un primer momento las cuestiones morales fueron las más perseguidas, posteriormente la política pasó a un primer plano y a ella se sumaron cuestiones regionales y eclesiáticas, reivindicaciones sindicales, universitarias y de reforma parlamentaria. Los grandes periódicos fueron los menos sancionados, otros como Madrid y El Alcázar, más críticos con el poder, sufrieron numerosas sanciones. Desde 1969 descendió el número de expedientes, que volvió a aumentar en 1975. La suma total de sanciones entre 1970-75 es de 195. En los años 80 desaparecieron varios periódicos que durante la dictadura habían tenido gran influencia, ejemplo de ello son: Pueblo, Informaciones o El Alcázar y otros, como el Ya, sufrirán importantes descensos en las ventas, desplazados por periódicos más modernos. La Ley de Prensa e Imprenta supuso cierta liberalización, pero los costes humanos y económicos fueron altos y tardaron en generar frutos. El cambio en la Prensa fue esencialmente de actitud, empezó a desarrollar una labor crítica y difundió nuevas opciones políticas e ideológicas que permitieron con los años desembocar en una democracia.