Nuestra organización ¿ALIADA o ENEMIGA DE LA GRAN COMISIÓN? La trilogía de EL LEGADO ADVENTISTA encuentra su mejor complemento en tres libros de la abundante producción de George R. Knight, publicados por esta misma editorial Conozcamos a Elena de White Caminando con..qlena G. de White Cómo leer a Elena de White 200 1 2006 2004 Titulo original en inglés: Orgaruting 10 Beat the D..,;l The DevelDpment o{ Adornos' Church Structure Copyright © 2005 Review and He:ald Publishing Association. 55 West Oak Ridge Orive. HagetStown, Maryland 21740. EE UU. NuESTI\A ORGANIZACiÓN ¡AuADA O ENEMIGA DE LA GRAN COMISIÓN' es una coproducción de o ARA Asociación Publicadora Interamericana 2905 NW 87 Ave Doral, Florida 331 n, EE UU tel. 305 599 0037 - fax 305 592 8999 [email protected] - www.iadpa.org Presidente Vicepresidente de Producción Vicepresidenta de Finanzas VICepresidenta de Atención al Cliente Director Editorial Pablo Perla Daniel Medina EIhabeth Christian Ana L. Rodríguez Franceoc X. Gelabert a GEMA EDITORES Uxmal431, Colonia Narvatte, México, D.F. 03020 tel. (55) 5687 2100 - fax (55) 5543 9446 [email protected] mx .. www.gemaeditores.com mx Director Gene:al Tomás Torres de Dios Director Financiero hán MoIina A. Director Editorial Alejandro Medina V. Traducción Edición del texto Diagramación Diseño de la portada Ilustración de la portada Raúl Lozano Rivera José L Pacheco Ideyo Alomía EdGuthero I.ars Justinen Cojryright © 2007 de la traducción en espafiol GEMA EDITORES Asociación Publicadora Interamericano ISBN 10. 1-57554-593-4, Serie completa ISBN 9: 1-57554-534-9, tomo 3 ISBN 13 978-1-57554-593-6, Serie completa ISBN 13: 978-1-575H-534-9, tomo 3 Está prohibida Ypenada por la ley la reproducción total o parcial de esta obra (texto, diagramación. imágenes), su tratamiento informático Vsu transmisión, ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia o por cualquier otro medio, sin penníso previo Vpor escrito de los editores. Impreso por OP Gráficas Bogotá, Colombia Printed m CoIomboa 2a impresión: abril 2008 EL AUTOR dedica este libro a Wemer y Nancy Vyhmeister en ocasión de su jubilación, decano del Seminario Teológico de la Universidad Andrews y editora asociada de Andrews University Seminary Studies, respectivamente; amigos muy apreciados y respetados colegas. Contenido 9 Lista de abreviaturas 11 Una palabra al lector 17 CaPítulo 1: "La organización es el diablo" 18 La libertad del Evangelio, contrapuesta a la organización 20 La organización de la iglesia como "Babilonia": la experiencia millerita 26 Resistencia a la organización después del Chasco 33 Capítulo 2: Redefinir Babilonia (1844-1859' 34 El "tiempo de recoger" y las formas conexionistas de organización 39 Problemas entre las filas y llamamiento al "orden evangélico" 46 Desacuerdos persistentes en medio de tensiones crecientes 52 TIempo para la acción y redefinición de Babilonia 57 Capítulo 3: Organizarse para la misión (1860-1863' 57 La posesión legal de las propiedades de la iglesia y la elección de un nombre, 1860 62 Formación de Asociaciones locales, 1861 68 Constitución de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, 1862-1863 72 Perspectivas sobre la organización 79 Capítulo 4: Tensiones dentro de un sistema creciente (1864-1900' 80 Los límites de la autoridad de la Asociación General 88 Expansión denominacional y experimentos organizativos 102 Reinventar Babilonia: modelo alternativo de organización eclesiástica 115 Capítulo 5: Reorganizarse para la misión (1901-1909' 115 117 123 128 Rumbo al desastre Reestructuración de la Iglesia, 1901 Gestación de una lucha por el poder, 1901-1903 La confrontación definitiva, 1903 13 2 Reacciones: Congregacionalismo contra centralización, 1903-1909 141 Perspectivas sobre la reorganización 149 CaPítulo 6: Retocar el sistema (1910- ) 150 158 163 170 El desarrollo de las Divisiones Intentos de fusión y limitación de períodos de servicio El paso hacia las Asociaciones regionales Asuntos organizativos desde la década de 1960 hasta la de 1990 181 La resurrección de Babilonia: otra mirada al congregacionalismo 187 Avanzar con dificultades por la carga: Cuando se abusa de algo bueno 191 Capítulo 7: ¿Derrotará la organización a la misión? 192 Crisis de identidad organizativa 195 Factores que deben considerarse en la reestructuración 204 Una propuesta modesta 209 índice alfabético A no ser que se indique de otra manera, todas las citas de las Sagradas Escrituras han sido tomadas de la versión Reina-Valera, revisión de 1960. Por la propia naturaleza de NUESTRA ORGANIZACIÓN ¿AUADA O ENEMIGA DE LA GRAN COMISiÓN?, en todo lo que se refiere la nomenclatura de organismos, organizaciones e instituciones, los editores han optado por la aplicación, en el uso de las mayúsculas, de un criterio similar al de la última edición del Manual de la Iglesia (ver p. 26, revisión 2005, APIA). Lista de abreviaturas AdHer AG AGD AGM AH AHBA AR AS ATJ ATR Boo Bio CH ECB EDGCMin EGW FMW GAI GCAC i\dventistfferi~e Asociación General Arthur G. Daniells Andrew G. Mustard i\dvent fferald i\dventist ffarbinger and Bible Advocate i\dventist Review i\dventist Sentinel of Religious Liberty Alonzo T. Jones A. T. Robinson Barry David Oliver Biografía de Elena G. de White en inglés en 6 tomos, Arthur L. White Christian fferald European Conference Bulletin (Boletín de la Asociación Europea) European Division of the General Conference Committee minutes (Actas de la Junta de la División Europea de la Asociación General) EIlen G. White / Elena G. de White Francis M. Wilcox George A. Irwin Actions of the Autumn Council of the General Conference Committee (Acuerdos del Concilio Otoñal de la Junta de la Asociación General) GCB General Conference Daily Bulletin GCCMin (Boletín diario de la Asociación General) General Conference Committee Minutes [Actas de la Junta de la Asociación General] 10 Nuestra organizacién I ¿Aliada o enemiga de la gran comisión? GCOCMin GCQB GIB JHK JNL JSW JT JW LRC MC MKW MS Ms MW NB NCW NVI OAO OE PE General Ccmference Officers Council minutes (Actas del Concilio de Dirigentes de la Asociación General) GeneraZ·Conference Quarterly Bulletin (Boletín Trimestral de la Asociación General) George L Butler John Harvey Kellogg John N. Loughborough J. S. Washburn Joyas de los testimonios, 3 tomos, E. G. White James I Jaime White Louis R. Conradi Midnight Cry Mary Kelsey White Mensajes selectos, 3 tomos, E. G. White Manuscrito Moming Watch Notas biográficas de Elena G. de White Neal C. Wilson Nueva Versión Internacional, Sociedad Bíblica Internacional O. A.Olsen Obreros evangélicos, E. G. White Primeros escritos, E. G. White Una palabra al lector E ste libro es el tercero la serie EL LEGADO ADVENTISTA. El primero, Nuestra iglesia: Momentos históricos decisivos, traza el desarrollo general de la iglesia desde sus inicios y establece el contexto para los volúmenes más especializados de la serie. El segundo, Nuestra identidad: Origen y desarrollo, examina el surgimiento histórico de la teología de la denominación. El presente volumen bosqueja la evolución de la estructura organizativa del adventismo del séptimo día. Esta evolución dio tantas vueltas, que los fundadores del movimiento no hubieran sido capaces ni de imaginarlo. Co, menzando con la oposición a la organización formal en la década de 1840, el movimiento de observadores del sábado se Vio forzado a organizarse durante la década de 1850 a fin de protegerse a sí mismo de impostores y de dar un impulso más adecuado a su misión ante la frustración de un "fin del mundo" que, sencillamente, no llegaba. Desde cierta perspectiva, la historia de la organización de la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha sido rítmica. La primera parte de esa cadencia fue sentir una necesidad; la segunda, / 12 Nuestra organización / ¿Aliada o enemiga de la gran comisión? una reestructuración; y la tercera, un período de prueba y per, feccionamiento del nuevo modelo estructural. Históricamen, te, la denominación ha pasado por dos ciclos completos y ha entrado en lo que parece ser el tercero. El primer ciclo fue tes' tigo del desasosiego por el cambio de la década de 1850, de la organización de la iglesia entre 1860 y 1863, y de las adapta, ciones acaecidas entre 1863 y 1900. El segundo ciclo comenzó con los llamamientos en favor del cambio a finales de la déca, da de 1880, la reorganización entre 1901 y 1903, y los retoques que tuvieron lugar entre 1903 y el comienzo del siglo XXI. La década de 1980 vio el principio de un desasosiego sostenido en lo que parece ser el comienzo de un tercer ciclo. La auténtica pregunta que subyace al así llamado "tercer ciclo" es si la denominación es aún lo suficientemente flexible para cambiar, o si la llegada del rigor mortis estructural la hará ceder. En muchos sentidos, la cuestión que yace en el fondo de esta pregunta se refiere a la identidad. Esto es, ¿obtendrá el ad, ventismo del siglo XXI su identidad de sus estructuras (e ins, tituciones), o de su misión? En el pasado, las grandes adapta' ciones estructurales en el adventismo han girado siempre en tomo a una capacitación más eficiente para la misión. Ese fue el principio motor de la organización del movimiento en 1861, 1863 y la motivación fundamental de la reorganización en 1901,1903. Si el adventismo ha de ser coherente con su pasa' do, cualquier reorganización futura ha de centrarse en coordi, nar de modo más eficaz la misión mundial, de manera que gaste menos dinero en el sostén de sus estructuras, liberando así más fondos y personal para proyectos de avanzada. Desde luego, el adventismo podría optar por apartarse de su legado misiológico,escatológico y acomodarse, aunque ello lo con, vertida únicamente en una mediocre denominación más. En armonía con el propósito de la serie EL LEGADO Ao-VENTISTA, he procurado preservar la brevedad en el trata' Una palabra al lector 1 miento de los temas siempre que he podido. La concisión me ha obligado a ceñirme a las líneas principales de desarrollo, evitando la exposición de temas secundarios. Por lo tanto, he escrito una historia a grandes trazos y no en detalle. Al hacer, lo así lo que buscamos es resaltar las líneas principales de de, sarrollo. La desventaja es que tiende a pasar por alto algunos de los puntos y matices más delicados de los temas tratados. La limitación impuesta por la concisión también ha exigido que utilice referencias en el interior del texto y no citas comple, taso Las citas, sin embargo, son adecuadas para quienes tengan el deseo de investigar un tema con mayor profundidad. Como en otros aspectos de la historia de la iglesia, mu, chos adventistas probablemente no han reflexionado mucho acerca de cómo llegó a organizarse la denominación. Algu, nos, indudablemente, creen que siempre ha tenido la misma estructura que en la actualidad. Y, entre aquellos que saben algo del desarrollo histórico, muchos probablemente sostie' nen que el sistema ha recibido sus retoques finales y ahora representa la mejor forma de hacer las cosas. Algunos pueden incluso estar avanzando con el malentendido de que el siste, ma actual es "inspirado". El cambio ha formado parte de cada aspecto de la historia adventista. Este libro es la historia de ese cambio en el terreno de la estructura de la iglesia. La historia adventista demuestra que la denominación siempre ha sido dinámica. Los entes vi, vos y sanos siempre se desarrollan y cambian a fin de realizar mejor su misión y funciones. En este mundo, lo único que no es capaz de cambiar para mejor es lo que está muerto o morí, bundo. NUESlRA ORGANIZACIÓN: ¿ALIADA O ENEMIGA DE LA GRAN COMISIÓN? es la primera tentativa de poner en circulación un estudio abarcante de la historia de la organización adventista del séptimo día. Sus predecesores más destacados son los trabajos 14 Nuestra organización / ¿Aliada o enemiga de la gran comisión? de Andrew C. Mustard, James White and SDA Organization: Historica1 Development, 1844,1881 (1987) [Jaime White y la organización adventista del séptimo día: desarrollo histórico, 1844,1881] y de Barry David Oliver, SDA Organizational Structure: Past, Present and Future (1989) [La estructura orga, nizativa adventista del séptimo día: pasado, presente y futu, ro]. Ambos son estudios doctorales centrados en los desarro, 110s estructurales de 1861,1863 y 1901,1903 Y en la significa, ción de los mismos. También es digna de destacar en el cam, po de la historia de la organización adventista la obra de Bert Haloviak, archivista de la Asociación GeneraL Las compila' ciones de Haloviak de documentos fundamentales sobre or, ganización, sus varios documentos sobre el tema, y su asisten' cia experta sobre el tema nos dejan a todos en deuda con éL Otra fuente de datos destacada en lo referente a la orga, nización adventista y su desarrollo incluye las obras de J. N. Loughborough, The Church: Its Organization, Order and Disci, pline [La iglesia: su organización, orden y disciplina] (1906); C. C. Crisler, Organization: Its Character, Purpose, Place, and Development in the Seventh,day Adventist Church [La organiza' ción: su carácter, propósito, lugar y desarrollo en la Iglesia Adventista del Séptimo Día] (1938); Oliver Montgomery, Principies of Church Organization and Administration [princi, pios de organización y administración de la Iglesia] (1942); Gilbert A. Jorgensen, "Investigation of the Administrative Reorganization of the General Conference of the Seventh, day Adventíst Church Organization as Planned and Carried Out in the General Conferences of 1901 and 1903" [Investí, gación de la reorganización administrativa de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día según se planifi, có y ejecutó en los Congresos de la Asociación General de 1901 y 1903] (tesis de licenciatura con grado, 1949); Cad D. Anderson, "History and Evolution of Seventh,day Adventist Una palabra al lector 15 Church Organization" [Historia y evolución de la organiza~ ción de la Iglesia Adventista del Séptimo Día] (tesis docto~ tal, 1960); Y el libro de Walter Raymond Beach y Bert Beverly Beach, Pattem far Progress: The Role and Function of Church Organization [Modelo para el progreso: papel y función de la organización eclesiástica] (1985). Mi propio libro Fat Lady and. the Kingdom: Adventist Mission Confrants the Challenges af lástitutionalism and Secularization [La gorda y el reino: la mi~ sión adventista frente a los desafíos de la institucionalización y la secularización] (1995) y varios otros artículos publicados desde esa fecha exploran los desafíos de organización que afronta la iglesia en el siglo XXI. Otros posibles libros que se proyecta publicar en la serie de EL LEGAOO ADVENTISTA son: un estudio histórico de la evo~ lUción del programa misionero adventista, el desarrollo del es~ tilo de vida adventista, y el desarrollo de programas adventis' tas en campos tales como educación, salud, y publicaciones. El autor tiene previsto agregar un cuarto título a esta trilogía que, en principio, lo hemos titulado Nuestro estilo de vida: Un pue, blo peculiar. La serie EL LEGAOO ADVENTISTA está muy relacionada con varias obras mias anteriores (ver p. 2). Mi intención es que unas y otras proporcionen, tanto a los adventistas como a aquellos que deseen conocer la comunidad adventista, un vis, tazo general de "todo" lo que es el adventismo del séptimo día. Cada exposición pretende ser breve pero precisa. Si bien he escrito cada volumen con un público adventista en mente, los libros también presentan una sólida introducción de sus res, pectivos temas para una comunidad más amplia. Quisiera expresar mi agradecimiento especial a Bert Haloviak, ~ desaparecido Andrew Mustard, y a Barry Oliver, por su in, vestigación pionera en este terreno; a Paul Evans, por su ayu, da en la recopilación de documentos; a Tim Poirier, del 16 Nuestra organización / ¿Aliada o enemiga de la gran comisión? Patrimonio White, J im Ford, del Centro del Patrimonio Ad, ventista de la Universidad Andrews, y Bert Haloviak de los Archivos de la Asociación General, por ayudarme a localizar las fuentes primarias; a Bonnie Beres por descifrar mis textos manuscritos y digitalizarlos, a Raoul Dederen, Jerry Moon, y Barry Oliver por leer y ofrecer sugerencias para mejorar el ma, nuscrito completo, y a Gregory Allen por hacer lo mismo con una porción del manuscrito; a Gerald Wheeler y Jeannette R. Johnson por llevar el manuscrito a lo largo del proceso de publicación; y a la administración de la Universidad Andrews por facilitarme apoyo financiero y tiempo para investigar y escribir. Confío que NUESTRA ORGANIZACIÓN: ¿ALIADA O ENEMI, GA DE LA GRAN COMISIÓN? resulte útil para sus lectores al pro' curar una mejor comprensión del desarrollo e importancia de la organización en el seno de la Iglesia Adventista del Sép, timo Día. George R. Knight Universidad Andrews CAP "La organization es el diablo" S e dice que no hay nada mas diffcil que conducir una cuadrilla de gatos. Cualquier contemporaneo podrfa haber sostenido to mismo acerca de los miembros de la Conexi6n Cristiana. Uno de los dirigentes del movimiento escribi6 a principios de la de cada de 1830 que la Conexi6n habfa surgido simultaneamente en varios lugares de los Estados Unidos a comienzos del siglo XIX "no tanto para establecer doctrinas peculiares y distintivas, sino para garantizar, en favor de individuos e iglesias, mds libertad e independencia en relaci6n con asuntos de fe y practica, para librarse de la autoridad de credos humanos, y de las cadenas de formas y costumbres establecidas, para hacer de la Biblia la unica gufa de los creyentes, exigiendo para todo individuo el derecho de ser su propio interprete para juzgar por sf mismo cuales son sus doctrinas y requerimientos y, en el terreno de la practica, seguir mas estrictamente la sencillez de los ap6stoles y los cristianos primitivos". El movimiento se oponfa a todo "ataque a la libertad crisdana" (]. N. Brown, Encyc10paedia ofReligious Knowledge, 1836, 362; la cursiva no esta en el original). 18 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? La libertad del Evangelio, contrapuesta a la organizaci6n Uno de los historiadores del movimiento en 1873 resumi6 asfla radical independencia de los conexionistas: "Cuando se les preguntaba 'iA que denominaci6n pertenecen?', su respuesta era, 'A ninguna'. 'iA que denominaci6n se van a unir?' 'A ninguna'. 'iQue nombre le van a poner a su grupo?' 'Ninguno'. 'iQue es to que van a haber?"Vamos a seguir como empezamos: seremos cristianos. Cristo es nuestro lfder, la Biblia es nuestro unido credo, y serviremos a Dios libres de las ataduras del sectarismo'" (N. Summerbell, Historyofthe Christian Church, 1873, 519). Para los cristianos conexionistas primitivos, la, organízací6n era el diablo. A pesar de su individualismo radical, los conexionistas sf reconocfan la necesidad de una estructura en el ambito de la iglesia local, pero consideraban "cada iglesia" o congregaci6n como "un cuerpo independiente, con autoridad exclusiva para regular y gobernar sus propios asuntos". Para la decada de 1830, los conexionistas habfan incluso formado asociaciones en cada Estado que se reunfan una vez al ano. Dichas asociaciones, sin embargo, no contaban con sede permanente. Ademas, "no tenfan autoridad alguna ni control sobre la independencia de las iglesias [locales]". Durante un tiempo, los conexionistas habfan coqueteado con la noci6n de una "Asociaci6n General Cristiana de los Estaos Unidos", pero para 1833 la idea habfa sido "abandonada" aunque esa "Asociaci6n General" no tenfa autoridad ni sobre la Asociaci6n de cada Estado ni sobre las congregaciones locales (Brown, Ency., 363). Si bien es imposible ahora determinar cuan difundida estaba esta practica, algunos de los grupos "cristianos" eran reacios a poner por escrito las actas de sus juntas. Wilber E. MacClenny cuenta que "a veces, cuando se celebraba un congreso general, to ultimo que se habfa era leer y aprobar las actas, y, acto seguido, las quemaban, de manera que no tuvieran "La organizaci6n es el diablo" ningun precedente para el siguiente Congreso" (Liie oi Rev. james O'Kelley, 150). El aglutinante que mantenfa unido al movimiento de la Conexi6n Cristiana parece haber sido sus publicaciones peri6dicas y no sus debiles y mal estructuradas asociaciones. Re sulta apropiado que el movimiento titulara su primer peri6dico Herald oi Cospel Liberty [El heraldo de la libertad evangelical. Para la decada de 1840, ese peri6dico cristiano habfa pasado a llamarse Christian Herald [El heraldo cristiano], y tenfa el cometido de difundir las noticias oficiales de las asociaciones y los puntos que debian ser tratados en tales reuniones. El Herald tambien procuraba "propagar entre las iglesias opiniones correctas, [... ] para promover un espfritu de concordia, y producir una uni6n mas efectiva" (M. T Morrill, A Historyoithe Christian Denomination, 1912, 141; CH, octubre de 1843). Resulta de interes observar que fue el movimiento millerita de la decada de 1840 el que estimu16 a los conexionistas hacia una. otganizaci6n mejor estructurada. En particular, el llamamiento millerita a los adventistas de salir de Babilonia, iniciado en el verano de 1843, provoc6 una profunda crisis en la Conexi6n Cristiana. El Herald se sinti6 obligado a publicar una presentaci6n formal del millerismo en cinco partes entre el 28 de marzo y el 25 de abril de 1844. Cuatro meses antes, uno de los editores habfa escrito un artfculo titulado "iCuando estaremos completamente organizados?" Su interes principal era proteger a la iglesia de los pastores no reconocidos por la Conexi6n (CH, 7 de diciembre de 1843). Finalmente, el mes de septiembre de 1844 fue testigo de un clamor a favor de una organizaci6n mas estructurada. "El regimen liberal, tal vez podrfa decir blandengue, de muchas de las iglesias", escribirfa el editor del Herald, "las ha dejado expuestas a los ataques de los separatistas fanaticos. Aprendamos de esto a desempenar tanto 19 20 Nuestra organizacion I Aliada o enemiga de la gran comisi6n? el papel conservador como el agresivo" (CH,5 de septiembre de 1844). Reflexionando sobre la crisis de la decada de 1840, un historiador del movimiento conexionista cuenta que" algunos de los pastores mas descollante s, y los editores de los peri6dicos, pusieron de manifiesto la falacia del razonamiento de Miller; pero no lograron detener la enorme desbandada que se dio entre sus miembros [...]. En un tiempo increiblemente breve, muchos ministros cristianos que se vieron atraidos por la forma que Miller tenfa de ver las profecfas comenzaron a predicar los puntos de vista de este y los propios caprichos de cada cual. Durante la decada de 1840, esta tendencia continu6 imparable, dando como resultado que los "cristianos" perdieran muchos buenos pastores que, en su intento por 'salir de Babilonia', arrastraron consigo una iglesia tras otra" (Morrill, History, 175). Dentro de la "enorme desbandada" se encontraban Joshua V Himes, quien habia sido secretario del Congreso de la Asociaci6n General de la denominaci6n en 1833, y Joseph Marsh, editor del segundo peri6dico mas importante del movimiento, el Christian Palladium. Con todo to que valian estos dirigentes, sun de mayor importancia para la historia de este libro fue la deserci6n de un joven ministro de nombre Jaime White y de Joseph Bates, laico muy influyente. White y Bates serfan dos de los fundadores del adventismo del septimo dfa. Ellos incorporarfan al nuevo movimiento las ideas sobre organizaci6n que habfan adquirido en la Conexi6n Cristiana. La organizacion de la iglesia como "Babilonia": la experiencia millerita A diferencia de los conexionistas, la mayorfa de los adventistas milleritas no manifestaron actitudes contrarias a la organizacion durante los primeros anos de su movimiento. "La organizaci6n es el diablo" 21 Por otro lado, tampoco tenfan el desdo de formar su propia organizacion. Todo to contrario: to que ellos procuraban era permanecer en las distintas denominaciones mientras testificaban de su fe adventista y esperaban el regreso de Jesus. Sin embargo, el hecho de que los milleritas no contaran con una organizacion denominacional separada, no significaba que careciesen de estructura. Muy al contrario: Joshua V Himes los unific6 en un impresionante movimiento misionero. Sus metodos delataban su procedencia conexionista. Su primers lfnea de actuaci6n fue la creaci6n de un conjunto de peri6dicos y otras publicaciones que no solo mantenfan al movimiento unido mediante to publicaci6n de noticias y argumentos bfblicos a favor del advenimiento, sino que tambi6n hacfan circular tas resoluciones votadas por tas diversas juntas de adventistas milleritas. La segunda contribuci6n de Himes ato diseminacio'n y estabilidad del movimiento tuvo que ver con la realizaci6n de juntas regulares de la "Asociaci6n General". Pero no debe mos confundir tales asociaciones generates con una estructura denominacional permanente. Mas bien, desde una 6ptica conexionista, se trataba de reuniones peri6dicas de creyentes con pensamiento homogeneo donde se sometfan a voto resoluciones para consideraci6n del grupo en general. De esta manera, como ocurri6 en la Conexi6n Cristiana, las reunioties peri6dicas y generates proporcionaron la estructura basica del movimiento millerita. La primera asociaci6n general millerita, cetebrada en octubre de 1840, dej6 muy claro que los lfderes del movimiento deseaban trabajar dentro del marco de las igtesias existentes. "Nosotros no somos", decfa un informe de la asociaci6n, "de aquellos que siembran discordia entre los hermanos, de los que se apartan de la comuni6n de las igtesias". E insistfa que "no tenemos el prop6sito de distraer atas igtesias con 22 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran cornisi6n? nuevas invenciones, ni de hacemos de un nombre dando inicio a otra secta entre los que siguen al Cordero". Mas bien, to que querfan era sencillamente "reavivar y restaurar [... ] los hitos antiguos" dentro de sus iglesias (Report ofthe General Conference, 14y 15de octubre de 1840,22,20). No obstante, con la propia acci6n de organizar una asociaci6n y fundar un peri6dico, los creyentes adventistas ya habian iniciado una existencia independiente, aun cuando permanecidn en sus iglesias. El segundo Congreso de la Asociaci6n General darfa un paso de gigante hacia la crisis que, a la postre, habfa de llevar a los milleritas a separarse de las denominaciones existentes. Esa conferencia incit6 a los creyentes a promover la cuesti6n del advenimiento en sus iglesias, a presionar a sus pastores con el tema, y a formar clases bfblicas especiales para el estudio del advenimiento (Sr, 2 de agosto de 1841, 70). El enfasis en el advenimiento ante un cumplimiento de una profecia crono16gica que se venfa encima rapidamente, a la larga, solo garantizaba la separaci6n de muchos milleritas. Si se hubieran quedado tranquilamente en el seno de sus denominaciones, habrfan permanecido en ellas, pero tal silencio era diametralmente opuesto a la esencia misma del sentido de responsabilidad millerita. Una cosa era predicar el mensaje de Miller cuando su cumplimiento se encontraba a varas anos de distancia, y algo muy distinto era hacerlo cuando el tiempo ya llegaba a su fin. Un mensaje que, a finales de la de cada de 1830, parecfa inocuo, amenazaba con desestabilizar las iglesias al irse cerniendo sobre el horizonte el predicho ano del fin. Segun se iba acercando el momento, la neutralidad en las iglesias devenfa imposible: habfa que aceptar el millerismo o rechazarlo. La firme creencia millerita de que los requerimientos divinos tenfan prioridad sobre las exigencias de la comunidad "La organizaci6n es el diablo" ec1esiastica acentu6 la crisis inminente en varias congregaciones y denominaciones. Asf, los adventistas creyeron que estaban obligados a hacer resonar su mensaje de advertencia aun en iglesias que no querfan escucharlo. Para fines del verano de 1842, la resistencia al adventismo millerita adopt6 por to menos tres formas. En primer lugar, un numero creciente de congregaciones prohibi6 a los milleritas reunirse en los templos para hacer servicios religiosos a medida que el tiempo del fin se aproximaba. En segundo lugar, muchas iglesias ya no permitfan a los creyentes adventistas hablar de sus creencias en sus propias congregaciones. Ello conllev6 que tales miembros tuvieran que lt contra las norma de sus iglesias o bien dejar de asistir por completo debido a la presi6n creciente. Muchos de los que se negaron a permanecer en silencio respecto a su esperanza en la cercanfa del advenimiento fueron excomulgados. En tercer lugar, los pastores que haWan aceptado el millerismo e insistfan en predicar respecto a sus creencias eran expulsados de sus p6lpitos cada vez con mayor frecuencia. Las respuestas milleritas se dieron en dos direcciones. La primes y mas moderada fue una gradual separaci6n que condujo a una identidad millerita aut6noma. En mayo de 1842 se organza6 la Asociaci6n del Segundo Advenimiento de Nueva York, la primera de muchas. Si bien no eran iglesias, las Asociaciones sfrecogfan fondos y elegfan cargos directivos. Tambi6n alquilaban salones para sus reuniones de domingo de tarde. Por aquel entonces, los milleritas no consideraban que su Asociaci6n suplantase la asistencia a la iglesia, sino que la vefan como un complemento. El movimiento alentaba a los creyentes a asistir tanto a sus iglesias regulares como a la reuni6n vespertina de la Asociaci6n. Aunque no se las percibfa como iglesias, muchas Asociaciones locales se convirtieron en iglesias despues de que Cristo no vino en octubre de 1844. 23 24 Nuestra organizaci6n / !Aliada o enemiga de la gran comisi6n? Otro movimiento tendente a la separaci6n adventista fue la construcci6n de tabernaculos milleritas. El primero de esos tabernaculos se inaugur6 en Boston en mayo de 1843. Fue uno de los muchos que se levantaron, ya que las congregaciones adventistas se vefan cada vez mas forzadas a encontrar nuevos lugares de reuni6n. Por todo ello, entre el verano de 1842 y el de 1844, los creyentes adventistas habfan ido adquiriendo todos los atributos de una denominaci6n, incluyendo la ordenaci6n de ministros. Sin embargo, aun entonces, no tenfan deseo alguno de formar un nuevo cuerpo religioso. iPor que habrfan de hacerlo? Jesus vendrfa pronto. Despues de ese acontecimiento no habrfa necesidad de que existiesen denominaciones. En consecuencia, en mayo de 1844, Josiah Litch escribi6: "No se ha hecho ninguna previsi6n para el establecimiento de instituciones permanentes, entre los adventistas [... ]. Si hubiesemos de decir que existe algo que se podrfa llamar organizaci6n, se tratarfa de la forma mas simple, voluntaria y primitiva [... ]. No esperamos ni deseamos ninguna otra organizaci6n, hasta que alcancemos la Nueva Jerusalen, y nos organicemos bajo el Rey de reyes. Aqui, somos peregrinos y extranjeros, sin lugar donde morar" (Advent Shíeld, mayo de 1844,90,91). La segunda y mas radical respuesta millerita al conflicto entre el movimiento y las iglesias fue el mensaje de "Ha caído Babilonia". Enjulio de 1843, Charles Fitch public6 to que llegaría a ser uno de los mas famosos e influyentes sermones milleritas. Basado en Apocalipsis 14: 8 y 18: 1-5, tenfa por tftulo "Salid de ella, pueblo mio". En esencia, ambos pasajes apocalfpticos tienen que ver tanto con la caida de Babilonia como la consiguiente necesidad de que el pueblo de Dios huya del sistema corrupto representado por Babilonia. Fitch identific6 a Babilonia con cualquier iglesia -cat6lica romana o protestante- que se "opusiera [ ... ] al REINO "La organizaci6n es el. diablo" 25 de Cristo Jesus sobre el mundo en el trono de David". Todas esas iglesias eran el "ANTICRISTO" A continuaci6n, Fitch presentaba una invitaci6n: "Si usted es cristiano, isalga de Babilonia! Si usted desea ser hallado cristiano cuando Cristo aparezca, isalga de Babilonia, y salga ahora! f. ..]. Atrevase a creer en la Biblia [... ]. Salga de Babilonia o perezca" ("Come OutofHer, My People': 9,19, 24). El llamamiento realizado por Fitch enconra6 amplia respuesta entre los milleritas, aun cuando el propio Miller jamas to acept6. Con anterioridad en este capftulo hemos visto el desconcierto total que tal llamamiento caus6 en las filas de la Conexi6n Cristiana. El conflicto y la persecuci6n que resultaron del rechazo del mensaje adventista condujo a muchos creyentes a llegar a la conclusi6n de que las iglesias verdaderamente estaban desempenando el papel de Babilonia, opresora del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento. Un predicador millerita que se sinti6 especialmente impulsado a proclamar el mensaje de dejar las iglesias fue George Storrs. Storrs escribi6 que Babilonia "es la madre antigua de todas sus hijas [las denominaciones protestantes], que son re , conocibles por su parecido familiar, y por un espfritu dominante y autoritario; un espfritu que suprime la libre b6squeda de la verdad, la libre expresi6n de nuestra convicci6n de to que es la verdad" (MC, 15 de febrero de 1844,237,238). Las personas necesitaban abandonar las denominaciones porque "no tenemos ningun derecho de permitir que ningun hombre, o grupo de hombres, se ensenoree asf de nosotros. Y permanner en un cuerpo asf organizado [... ] es permanner en Babilonia". Para Storrs, la historia de la religi6n organizada -tanto cat61ica como protestante- era de fanatismo y persecuci6n. Polemizaba contra las iglesias visibles u organizadas, y abogaba por la gran iglesia invisible de Dios, que "el Senor organiza" sobre la base de "lazos de amor". Ante la propia persecuPERSONAL I Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n? ci6n causada por la sincera creencia en el pronto retomo de Jesus, Storrs concluy6 que "ninguna iglesia puede organizarse por invenci6n humana, sino que se convierte en Babilonia en el momento en que se organiza" (ibid.). Si bien no todos los milleritas aceptaron la conclusiones extremas de Storrs, su mensaje, junto con las dolorosas experiencias de los creyentes a manos de las iglesias organizadas, dejaron una impresi6n indeleble sobre el grueso de los creyentes. Fue algo tan fuerte que a los grupos milleritas les fue casi imposible organizarse en alguna medida significativa despues del Gran Chasco del 23 de octubre de 1844. Resistencia a la organizaci6n despues del Chasco En el adventismo posterior al chasco reinaba el caos, especialmente en aquel sector del movimiento que crefa que Cristo habia venido espiritualmente a los corazones de los creyentes el 22 de octubre. Diversos tipos de fanatismo corrfan incontrolados entre los llamados "espiritualizadores". A fin de evitar que la causa adventista acabara en la ruina total, Rimes curs6 una invitaci6n para acudir a un congreso organizativo en Albany, Nueva York, que debfa dar inicio el 29 de abril de 1845. El prop6sito. del congreso, segun se anunci6, no era debatir sobre doctrinas controvertidas sino: 1 ° "fortalecemos mutuamente en la fe de la cercanfa del advenimiento"; 2°_ "asesoramos sobre el mejor modo de llevar adelante unificadamente nuestra obra, dando consuelo y preparando para la pronta venida de nuestro Senor a ias congregacionas adventistas de las que formamos parte"; y 3°_ "unificar nuestros esfuerzos para la conversi6n y salvaci6n de los pecadores" (MW 20 de marzo de 1845, 96). En pocas palabras, el Congreso de Albany intent6 devolver el orden a las filas de un movimiento diezmado, tras el Chasco, pot el fanatismo promovido por los espiritualizadores. "La organizaci6n es el diablo" William Mller explic6 con mucho acierto el objetivo cuando escribi6 que el Congreso de Albany "fue convocado para &liberar respecto a la anarqufa y confusidn de BABILONIA en íts que tan inesperadamente habfamos cafdo, y, en 10 posible, para desenredamos de ellas" (AH, 4 de junio de 1845, 129; la ~ J::a..W estd en el original). Aquf debemos notar que Mller us6la palabra "Babilonia" en su segundo significado. No solo querfa decir "opresi6n", como senalaba Storrs, sino que tambien podfa significar "con fusi6n". Ambas definiciones volverfan a aflorar, segun podremos ver en el siguiente capftulo, en las disputas que se dieron con ocasi6n de la organizaci6n de la Iglesia Adventista del S6ptimo Dia. El Congreso de Albany adopts una declaraci6n de "Verdades Importantes" con diez puntos, orden6 al ministerio a dos personas y estableci6 un modelo congregacional para la organizacidn eclesidstica. "El orden", decfa la declaraci6n sobre organizaci6n, "es la primera ley del cielo [.. .]. El Nuevo Testamento da pautas para el gobierno de la iglesia, y las consideramos perfectamente validas para toda la hermandad de Cristo. Ninguna circunstancia puede justificar que nos apartemos de los usos establecidos por Cristo y sus ap6stoles. "Consideramos a cualquier congregacidn de creyentes que habitualmente se reune para la adoraci6n de Dios y la debida observancia de las ordenanzas del evangelio como una iglesia de Cristo. Como tal, se constituye en un cuerpo independiente, responsable de dar cuentas tinicamente a la Gran Cabeza de la iglesia". La declaraci6n continuaba hablando acerca de los "principios de asociaci6n" por los cuales las diversas congregaciones tenfan comuni6n mutua (MW 8 de mayo de 1845, 150, 151; la cursiva no esta en el original). No todos quedaron satisfechos con los planteamientos de Albany. Joseph Marsh se oponfa especialmente al nombre 28 Nuestra organizaci6nl !Aliada o enemiga de la gran comisi6n? "adventistas" y a la declaraci6n de creencias, algo que consideraba equivalente a un credo (VT 21 de mayo de 1845,61,62). La respuesta de Miller a Marsh destaca tanto la necesidad de establecer un orden como la importancia de una declaraci6n de creencias compartidas. "Tiene que ser evidente", escribi6 Miller, "que, a menos que salgamos de la BABILONIA a la que hemos sido arrojados, Dios no nos bendecita. La pregunta, por to tanto, nos viene bien a cada uno de nosotros. lContinuaremos en la anarqufa en la que hemos estado, o tomaremos medidas evangehcas para restaurar el orden evangelico? [... ]. Tiene que resultar evidente a todos que, sin uni6n, no podemos hacer nada; y si no existen 'verdades importantes' en las que estemos unidos, todos podran ver que no puede haber uni6n entre nosotros" (MW 12 de junio de 1845, 191, 192; la cursiva no esta en et original). Asi las cosas, para el verano de 1845 los adventistas de Albany se habfan unido en una plataforma congregacional que era esencialmente la misma forma de organizaci6n eclesiastica que tenfan los conexionistas y los bautistas. Consistfa en congregaciones independientes en libre asociaci6n mutua. La decada de 1850 serfa testigo tanto de disensiones en las filas de Albany como de intentos posteriores en pro de la organizaci6n. Sin embargo, resulta significativo que ninguna de las facciones en pugna que se pusieron de manifiesto en Albany dentro del mundo millerita logr6 organizarse en una denominaci6n antes de 1858. Los adventistas de Albany continuaron existiendo en una atm6sfera que, por to general, reflejaba el temor a que cualquier estructura mas alla del nivel congregacional pudiera convertirse en un paso hacia el aspecto opresor de Babilonia. No obstante to anterior, acabaron surgiendo cuatro denominaciones de la Asociaci6n no denominacional de Albany. La primera fue la Asociaci6n Adventista Evangelica Estado- "La organizaci6n es el diablo" 29 unidense, organizada entre mayo y noviembre de 1858 para diseminar el adventismo "original", segun se to defini6 en 1845 Albany. La segunda, la Asociaci6n Cristiana Adventista, se form6 enjulio de 1860, aunque intensos sentimientos antidenominacionales entre muchos de sus allegados la llevaron a-denominarse asociaci6n en vez de iglesia. Si bien los adventistas cristianos pudieron haber sido de ideas antidenominacionales, se vieron forzados a constituir to que fue esencialmente una denominaci6n debido a la necesidad de "un sistema de acci6n mas eficaz, por el cual la obra de la verdad pudiera avanzar". Otro factor que influy6 en esta direcci6n fueron los problemas relativos a mantener y apoyar en su labor a pastores que trabajaban entre la gente (WC, 4 de julio de 1860, 71; 1 de agosto de 1860, 86). El tercer cuerpo religioso organizado que surgi6 de los adventistas de Albany fue la cuasidenominacional Uni6n Vida y€Advenimiento. Nacida el 30 de agosto de 1863, contaba, sorprendentemente, con George Storrs como presidente. La e tstencia aut6noma de la Uni6n Vida y Advenimiento se tom6 permanente gracias a una votaci6n de los cristianos adventistas efectuada en 1864 que negaba a los partidarios de la! Uni6n membresfa en la Asociaci6n Cristiana Adventista. Una cuarta facci6n relacionada con el adventismo de Albany fue la de los Adventistas de la Era Venidera, que ensefiaban que los judfos regresarfan a Israel y que las personas tendrfan una segunda oportunidad de salvarse dutante el milenio o "Era Venidera". A los de la Era Venidera les resuta6 pom menos que imposible organizarse. Hubo, sin embargo, varios intentos abortivos de organizaci6n durante la decada de 1850. Cierto dirigente lleg6 a la conc1usi6n de que era como "hablar de organizaci6n con una manada de bisontes o Como tratar de anudar una cuerda de arena". El grupo reflejaba individualismo extremo. Ni siquiera querfan organizaci6n a 30 Nuestra organizaci6n / !Aliada o enemiga de la gran comisi6n? nivel congregacional. Toda persona habfa de ser su propia autoridad suprema (AHBA, 14 de enero de 1854,234). Los adventistas de la Era Venidera no lograrfan ninguna organizaci6n significativa hasta 1921. De estos cuatro grupos, solamente dos han sobrevivido hasta esta fecha, y son numericamente insignificantes. Clyde E. Hewitt, historiador cristiano adventista, se lamentaba en 1990 del hecho de que su denominaci6n no solo era "pequena en numero", sino "pequena en actitud, en suenos, en visi6n. La pequenez da a luz pequenez". Hewitt atribufa la debilidad de su movimiento al hecho de que nunca se habfa organizado significativamente mas alla del nivel congregacional. "La fuente de todo poder se halla precisamente donde se encontraba en 1860 cuando nacimos: en la congregaci6n. Si todas nuestras congregaciones locales, es decir, iglesias, fueran iluminadas con la visi6n de to que ellas podrían hacer por Cristo y su reino mediante la accion unificcula, seríamos capaces de hacer que el sistema se pusiera en marcha y se convirtiese hoy dfa en una denominaci6n creciente y no moribunda n. Es destacable que la ultima secci6n de su historia en tres volumenes del movimiento adventista cristiano Hewitt la titulara "iSe le deberfa decir a una denominaci6n que esta muriendo?" (Devotion and Development, 357,373,367; la cursiva no esta en el original). De todos los grupos adventistas posteriores al chasco, solamente uno se desarrollaria en una organizaci6n significativa por encima del nivel congregacional. Ese grupo es la Iglesia Adventista del Septimo Dfa. Pero esto no se dio con facilidad. Despues de todo, dentro de su bagaje llevaban la creencia de que organizarse equivale a volverse Babilonia, igual que creian los demas milleritas. Algunos de ellos habfan sufrido excomuni6n, y dos de sus dirigentes tenfan un legado co, nexionista. En consecuencia, igual que los grupos de Albany, durante la decada de 1850 procuraron alcanzar una organiza- "La organizaci6n es el diablo" ci6n eficiente. Su lucha, que habfa de alcanzar su punto culminante entre 1861 y 1863, sera el objeto de los siguientes dos capftulos. (Para mayor informaci6n sobre separatismo y organizaci6n dentro del millerismo y las denominaciones de Albany, vease G. R. Knight, Míllenníal Fever and the End of the World: A Study of Mílleríte Adventísm, especialmente las paginas 67-92,141-158, y 245-293.) 31 Redefmir Babilonia (1844-1859) : E n el primer capftulo vimos que la experiencia millerita habfa dejado a muchos adventistas con un marcado desencanto respecto a la organizacion. Esto fue especial mente cierto entre aquellos que primero aceptaron el llamamiento de Fitch a dejar la Babilonia espiritual y que luego suscribieron la amplificaci6n de Storrs de aquella advertencia con la idea de que aun el primer paso hacia la organizacion fonnal significarfa volver a crear Babilonia. Aquellos que posteriormente se convertirfan en adventistas del septimo dfa pertenecfan a ese sector del adventismo. Los primeros observadores del sabado no se vieron afectados unicamente por los conceptos relativos a Babilonia, sino que algunos de ellos habfan sido expulsados de sus denominaciones por la sola raz6n de negarse a pennanecer en silencio acerca de su creencia en la pronta venida de Jesus. La Iglesia Metodista Episcopal de Portland, Maine, por ejemplo, en aeptiembre de 1843 excomulg6 a la familia de Elena Hannon despues de un proceso ec1esiAstico formal (NB 48-59). Esa expulsi6n afect6 personalmente a la joven Elena, puesto que 'i 34 Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n? tal hecho suscit6 en Lizzie, su hermana gemela, rencor hacia la religi6n para el resto de su vida. Elena habfa sido testigo de primera mano de la injusticia de una denominaci6n altamente centralizada que en el Estado de Maine habfa realizado una depuraci6n sistematica tanto de los laicos como de los ministros (incluyendo su pastor favorito, Levi Stockman) que, pese a todo, no renunciaron a sus creencias milleritas. Por to tanto, tres de los fundadores del adventismo del septimo dfa tenfan razones para tener recelo de la religi6n organizada: Jaime White y Joseph Bates, por su origen conexio nista, y Elena G. de White, por las injusticias de las que habfa sido testigo y que habfa padecido en 1843 y 1844. Y para colmo, tambien pertenecfan a ese sector del adventismo posterior al Chasco que creia que la puerta de la salvaci6n ya habfa sido cerrada y que su misi6n para con el mundo en general habfa finalizado en 1844. Debido a esta creencia, no sentfan ning6n deseo de organizarse con fines de evangelismo o de misi6n. Despues de todo, iba a transcurrir solamente un breve intervalo antes de que Jesus regresara. Fueron los adventistas de la puerta abierta quienes, creyendo que aun tenfan una misi6n en el mundo, se habfan organizado en Albany en 1845. Los adventistas de la puerta cerrada de todas las tendencias se habfan opuesto a las resoluciones de Albany por ser una negaci6n de su fe adventista. Los creyentes de la puerta cerrada no vefan en absoluto raz6n alguna para organizarse. No obstante, lentamente eso habaaa de cambiar. El "tiempo de recoger" y las formas conexionistas de organizaci6n El primer acicate para el cambio fue la necesidad que per , cibieron los dirigentes del grupo de observadores del sabado de compartir las perspectivas teo16gicas que habfan formado entre 1845 y 1847 con otros adventistas de la puerta cerrada. Redefinir Babilonia 35 El primer intento en esa lfnea serfa una colecci6n de articuJos escritos por Bates y el matrimonio White publicados en mayo de 1847 con el tftulo "A Word to the 'Little Flock'" [Una palabra a la "Manada pequena"]. Para el siguiente ano, sin embargo, este empeno en compartir se volverfa mucho mas sistematico. Para 1848, como demostre en Nuestra identidad: Origenydesarmllo, los dirigentes de los observadores del sabado tenfan una teologia mas o menos bien desarrollada que integraba en el marco es cato16gico de Apocalipsis 11: 19-14: 20 sus creencias en el segundo advenimiento, el sabado, el ministerio de Cristo de dos fases en el Santuario celestial, y la inmortalidad condicional del alma humana. Crefan en particular que eran el pueblo del tercer angel de Apocalipsis 14: 9-12. En consecuencia, los dirigentes de los observadores del sabado habfan llegado a creer que tenfan un mensaje que compartir con otros ex milleritas. Tenemos que recordar que en esa fecha tan temprana, los adventistas no sentfan la necesidad de compartir su comprensi6n de la Biblia con el mundo exterior, puesto que todavfa no se habfan ocupado de su err6nea idea de que el tiempo de gracia habfa terminado. Sin embargo, en 1848 no dudaban de su responsabilidad hacia otros ex milleritas que aun estaban perplejos respecto a la experiencia de 1844. Los milleritas concebian su limitada misi6n en terminos de to que denominaban el tiempo de esparcir y de recoger. El tiempo de esparcir habfa comenzado a finales de octubre de 1844 con la escisi6n del movimiento millerita. Como hemos indicado antes, los meses y anos que siguieron al chasco resultaron frustrantes para los descorazonados creyentes que buscaban algun atisbo de esperanza y significado en su experiencia adventista. No obstante, para 1848, los White y Bates estaban absolutamente convencidos de que tenfan la respuesta para los creyentes Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? dispersos. Jaime White to expres6 muy bien en noviembre de 1849: "El tiempo de esparcir que habfamos vivido ha quedado en el pasado, y ahora es tiempo para que los santos sean recogidos en la unidad de la fe, y sean sellados por esa verdad santa y unificadora que ha llegado. Sf, hermano, ha llegado. Es cierto que la obra avanza lentamente, pero, ciertamente, se estd moviendo, y va adquiriendo fuerza con cada paso [... ]. Nuestra experiencia adventista pasada, nuestra posici6n presente y obra futura estdn sefialadas en el capitulo 14 de Apocalipsis tan claramente como la pluma profetica podfa escribirla. Gracias a Dios que la podemos ver [... ]. Creo que la verdad del sdbado debe dun resonar por toda la tierra, como el mensaje del advenimiento nunca to ha hecho [... ]. Jesus viene para recoger a los pobres despreciados y llevarlos al Hogar, HOGAR, HOGAR" (JW al hermano Bowles, 8 de noviembre de 1849). El esfuerzo realizado por los dirigentes observadores del sdbado por alcanzar a sus partidarios se lIev6 adelante de dos maneras. Una consistfa en congresos peri6dicos para contribuir a conseguir la unidad de la fe. Los primeros congresos sobre el sdbado se celebraron en la primavera de 1848. Por to menos se llevaron a cabo cinco congresos mds ese afio, otros seis en 1849, y diez en 1850. El informe de Jaime White acerca del primer congreso ilustra tanto su prop6sito como algunas de las dindmicas involucradas. "Tuvimos reuni6n esa noche [jueves 20 de abril de 1848] con alrededor de quince personas en total", escribi6 White. "El viernes por la mafiana los hermanos llegaron hasta que sumamos aproximadamente cincuenta. No todos estaban completamente en la verdad. Nuestra reuni6n de ese dfa fue muy interesante. El hermano Bates presena6 los mandamientos con claridad, y su importancia fue acentuada mediante poderosos testimonios. La presentaci6n sirvi6 para establecer a aquellos que ya estaban en la verdad Redefinir Babilonia 37 y para despertar a aquellos que no estaban completamente decididos" (en 2SG 93). La importancia de los congresos se ve todavia mds claramente en el informe de Elena G. de White acerca de la segunda conferencia. "Concurrieron unas treinta y cinco personas", dijo ella, "todos los que pudieron reunirse en aquella parte del Estado. Pero de los treinta y cinco apenas habfa dos de la misma opini6n, porque algunos sustentaban graves errores, y cada cual defendfa tenazmente su criterio peculiar diciendo que estaba de acuerdo con la Biblia. Todos estaban deseando tener ocasi6n de presentar su parecer, o de darnos un serm6n. Se les dijo que no habfamos venido de tan l'ffos para escucharlos, sino que habfamos venido para ensefiarles la verdad" (2SG 97,98; la cursiva no estd en el original). N6tese que Bates y los White desempefiaron un energico papel de liderazgo tanto en la convocatoria como en la direcci6n de los congresos. Hacfa falta un liderazgo energico y orientado a la consecuci6n de objetivos para poder formar un cuerpo de creyentes dentro de las ca6ticas condiciones del adventismo posterior al chasco. La segunda via empleada por el liderazgo observador del sdbado para "recoger" un pueblo conllev6la puesta en circulaci6n de diversos peri6dicos. En el congreso sobre el sdbado celebrado en Dorchester, Massachusetts, en noviembre de 1848, Elena G. de White tuvo una visi6n con implicaciones . especiales para su esposo. Despues de salir de la visi6n, ella le dijo: "Debes imprimir un pequeno peri6dico y repartirlo en, tre la gente. Aunque al principio sera pequeno, [...1 de este modesto comienzo brotaran raudales de luz que han de circuir el globo" (NB 137). Pasaron ocho meses antes de que Jaime pudiera cumplir las instrucciones de su esposa. Sin embargo, en julio de 1849 sali6 el primer ejemplar de Present Troth [La verdad presenae]. Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? Su principal prop6sito era plantear to que los dirigentes de los observadores del sabado consideraban que eran los problemas de su tiempo: el sabado, los mensajes de los tres Angeles, y otros temas afines. Durante el verano de 1850, Jaime puso en circulaci6n el primer numero de Advent Revíew [Revista del advenimiento], publicaci6n que reimprimfa muchos de los artfculos mas importantes de inicios de la de cada de 1840, en un intento de convencer a los milleritas esparcidos con el vigor y veracidad de los argumentos que daban fundamento al movimiento de 1844. En noviembre de 1850 se fusionaron Present Tmth y Advent Revíew en The Second Advent Revíew and Sabbath Herald [Revista del segundo advenimiento y heraldo del sabado]. Debe observarse que los dos metodos utilizados por los observadores del sabado para "recoger" un pueblo fueron no solo evangelfsticos sino que fueron ademas el caldo de cultivo para su primera estructura organizativa. Despues de todo, los congresos sobre el sabado llevaron finalmente a la fundaci6n de grupos o congregaciones de creyentes observadores del sabado. La decada de 1850 serfa testigo de una sucesi6n de congresos peri6dicos en la medida en que las diversas congregaciones de adventistas observadores del sabado enviaban delegados a las reuniones generales de los creyentes observadores del sabado. La Revíew and HeraId [Revista y heraldo] (como muchos afectuosamente la llamaban) no solo imprimfa anuncios y resoluciones de esas reuniones, sino que tambien proporcionaba noticias de su "iglesia" y hermanos, sermones, y un sentido de pertenencia, a los esparcidos observadores del sabado. Asf, la Review era probablemente el instrumento mas efectivo tanto en juntar como en unificar al cuerpo de creyentes que se convertirfan en los adventistas del septimo dfa en la decada de 1860. En 1852 otro proyecto original de Jaime White, el Youth's Instructor [El instructor de la juventud], se uniria a la Revíew. Ese peri6dico no solo tenia la intenci6n de hacer que los j6- Redefinir Babilonia 3 9 venes observadores del sabado se mantuvieran en el redil, sino que durante anos cumpli6 una funci6n unificadora al imprimir las lecciones de la Escuela SabAtica para los creyentes. En resumen, tenemos que reconocer que, para principios de la de cada de 1850, los observadores del sabado habfan reproducido en buena medida la estructura organizativa de la Conexi6n Cristiana, de la que procedfan Jaime White y Bates. Durante la de cada de 1850 el movimiento observador del sabado habfa de consistir en una asociaci6n inarticulada de congregaciones e individuos unidos mediante la agencia de revistas peri6dicas y congresos, o reuniones generales de creyentes. Por to tanto, se dieran cuenta o no, los observadores del sdbada actuaban con el mismo tipo de orden ecJesidstico que habfan tenido los conexionistas y los milleritas. Sin embargo, la demora mas alla de las expectativas iniciales, asf como el rapido crecimiento del numero de observadores del sabado y la expansion de su perspectiva de misi6n pronto exigirfan iniciativas adicionales de organizaci6n. Problemas entre las filas y llamamiento al "orden evangelico" Un segundo acicate que impuls6 a los observadores del sAbado a desarrollar un sistema mas amplio de organizaci6n ec1esiastica deriv6 de la necesidad de mantener la unidad etica y doctrinal. Pronto surgirfan problemas relacionados con estas cuestiones al iniciarse el tiempo de recoger que culminarfan cuando ambos esposos White abogaron firmemente en favor del "orden evangelico" hacia finales del ano 1853. Las iniciativas de 1853 no fueron las primeras peticiones de que hubiese una organizaci6n mas amplia. Cabe mencionar que por septiembre de 1849, Jaime White defendfa que los predicadores itinerantes contasen con un apoyo financiero, y exponfa la necesidad de "apartar temporalmente" a cierta 4 O Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? mujer "de la comuni6n" (JW al Hno. y Hna. Collins, 8 de septiembre de 1849). Unos meses despu6s, en el contexto de comentarios relativos a cierto individuo de quien no crefa que Dios to hubiese llamado a ser predicador itinerante, Jaime White escribi6 en una carta a un hermano sobre la necesidad de avanzar hacia el "orden evang61ico" (18 de marzo de 1850). Las inquietudes de su esposa parecen haber sido semejantes a las de Jaime. En diciembre de 1850 escribi6: "Vi que en el cielo todo estaba en orden perfecto. Dijo el angel: 'iMirad! i Cristo es la cabeza; avanzad en orden! Haya sentido en todo'. Dijo el angel: 'iContemplad y conoced cuan perfecto y hermoso es el orden en el cielo! iSeguidlo! '" Ella, ademas, hab16 del fanatismo y de aquellos que habfan sido excomulgados por su conducta inadecuada. Poco antes de concluir, destac6 que "si Israel [es decir, la iglesia] avanzara de forma consecuente hacia delante, caminando segun el orden bfblico, sefia tan temible como un ej6rcito que despliega sus estandartes" (EGW Ms 11,25 de diciembre de 1850). Las primeras inquietudes de Jaime y Elena G. de White respecto a la organizaci6n parecen haber sido esencialmente las mismas. Ambos temfan que surgieran representantes desordenados, €andticos y no autorizados dentro del incipiente movimiento observador del sabado. Durante el inicio de la d6cada de 1850 se advirti6 un crecimiento rdpido en el numero de personas atrafdas por la 16gica de la predicaci6n de los observadores del sabado acerca de los mensajes de los tres angeles. En mayo de 1852, Jaime White calcul6 que el numero de los adventistas observadores del sabado en Nueva York habia crecido de veinte a cerca de mil en tres anos, mientras que los adeptos en los Estados del Oeste habfan pasado de ninguno a "varios cientos". Mas alla de estos datos estadisticos, Jaime White afirm6 que el crecimiento proporcional en algunas zonas de Nueva Inglaterra Redefinir Babilonia habfa sido mayor que en Nueva York, y que el numero en Canada habfa crecido de ninguno a un "numero considerable" (RH, 6 de mayo de 1852,5). Por to tanto, puede concluirse con certeza que ally por 1852 habia unos dos mil adventistas observadores delsdbado. Si bien este crecimiento fue positivo, tambi6n trajo consigo nuevos problemas y desaffos, a la par que agravaba algunos viejos problemas que el nuevo movimiento ya venfa en frentando. Se habfan formado muchas congregaciones nuevas de observadores del sabado, pero no existfa orden entre ellas, ni siquiera al nivel de organizaci6n. Eso las convertfa en facil presa de fanaticos y predicadores no autorizados, tanto del interior como del exterior de su grupo local. En 1851, tai situaci6n llev6 a los White a creer que el movimiento requetfa de su presencia personal de vez en cuando para atenuar y corregir los abusos. Asf, en los siguientes anos se verfan aparecer sus informes en la Review con tftulos como "Nuestro viaje al Este". En aquellos viajes, los White tenfan que tratar repetidamente con casos de fanatismo y orden eclesiastico a nivel congregacional. Por ejemplo, en cierto congreso en Medford, Massachusetts, a finales de 1851, Jaime White declar6 que "el punto de agenda de la reuni6n era el orden eclesiastico, sefialAndose los errores de S. Smith, H. W Allen, y la importancia de que la iglesia actuase en to referente a la conducta de algunos hermanos [expulsandolos de la feligresfa]" (JW a los hermanos, 11 de noviembre de 1851). Durante el mismo viaje, en diversos lugares los White informaron de la expulsi6n de uno e habfa "caido vfctima del hechizante poder del espiritisttio" (en Washington, New Hampshire); de reprensiones al fanatismo y los "espfritus opositores" y de hablar sobre el "orden evang61ico y perfecta uni6n entre los hermanos, especialmente aquellos que predicaron la Palabra" (en Johnson, Vermont); y Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? de la "importancia de la unidad" (en Bethel, Vermont) (RH, 25 de noviembre de 1851,52; vease tambien 1 Bio 216-26). El viaje al Este en 1851 es significativo tambien porque sus resenas proveen nuestra primera informaci6n del nombramiento de cargos directivos a nivel de la iglesia local. Asf, leemos que en la Asociaci6n de Washington, New Hampshire, "fue elegido un comite de siete personas (vease Hechos 6) para atender las necesidades de los peores" (RH, 25 de noviembre de 1851,52). Poco antes ese mismo ano, la Reviewinform6 por primera vez de una ordenaci6n en las filas de los observadores del sabado. Enjulio, "el hermano [Washington] Morse fue apartado por la imposici6n de las menos para la administraci6n de las ordenanzas de la casa de Dios. El Espiritu Santo dio testimonio mediante el don de lenguas y manifestaciones solemnes de la presencia y poder de Dios. El lugar era formidable y, sin embargo, glorioso" (RH, 19 de agosto de 1851,15). Para 1852, los observadores del sabado se iban viendo a sf mismos menos como un "rebano esparcido" y mas como una iglesia. Esa toma de conciencia fue acompanada por una reinterpretaci6n de la doctrina de la puerta cerrada. Gradualmente, el grupo conc1uy6 que el tiempo de gracia para el mundo en general no se habfa acabado en 1844 y que, por to tanto, tenfan una misi6n hacia aquellos que no habfan formado parte del movimiento millerita. Tales convicciones contribuyeron a impulsar a los observadores del sabado hacia una organizaci6n mas sustancial. El mayor problema al que se enfrentaron los observadores del sabado a principios de la decada de 1850 era la carencia de una defensa sistematica contra los impostores. Casi cualquier persona que quisiera podia predicar en las congregaciones observadoras del sabado. Grandes sectores del adventismo no vigilaban la ortodoxia ministerial, ni tan siquiera la morali- Redefinir Babilonia dad de sus pastores, puesto que el movimiento afrontaba la crisis de un ministerio carente de credenciales reconocidas. El problema resultaba endemico para todas las congregaciones ex milleritas antes que se organizaran a finales de la de cada de 1850 y a principios de la de 1860. Por ejemplo, en 1850 alguien envi6 una carta a una revista adventista de Albany expresando la queja de que su congregaci6n habfa sido "atormentada nuevamente con to que consideramos que son falsas ensenanzas [... ]. Hace aproximadamente tres semanas, cierto individuo de nombre Joseph Bates lleg6 en un carruaje profesando ser un predicador adventista, armado con cuadros de graficos y numerosas publicaciones. Tuvimos una entrevista con el, y encontramos que su 'mensaje' era el sabado y la puerta cerrada". Himes, el editor, respondi6: "El capitin Bates es un viejo amigo nuestro y, hasta donde sabemos, es un hombre mejor que la mayorfa de sus asociados; pero no tenemos confianza en su ensenanza. No deberia ser tolerado en ningun momento" (AH, 4 de mayo de 1850, 110, 111). El verdadero problema al que se enfrentaban los cuerpos religiosos ex milleritas tenfa que ver con los lfmites. Si Bates se sinti6 libre de hacer evangelismo entre las congregaciones observadoras del primer dfa de la semana, estas estaban mas que ansiosas de devolver el favor. A6n peores fueron los impostores, carentes del menor atisbo de sinceridad, cuyo objetivo principal era desplumar a los creyentes. El ano 1853 serfa testigo de dos medidas adoptadas por los observadores del sabado para proteger a sus congregaciones de los "falsas" hermanos. En primer lugar, los ministros dirigentes observadores del sabado adoptaron un plan por el cual se aprobaba que los predicadores recibieran una taIjeta "que los recomendaba a la comunidad del pueblo de Dios en cualquier lugar, afirmando sencillamente que estaban aprobados para la obra del ministerio evangelico". Dos pastores reconocidos 44 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? como dirigentes del movimiento de los adventistas observadores del sabado fechaban y firmaban las tarjetas. La que recibi6 J. N. Loughborough en enero de 1853 llevaba las firmas de Jaime White y Joseph Bates (JNL, The Church [La iglesia], 101 j. El segundo metodo utilizado por los observadores del sabado para certificar a sus dirigentes era la ordenaci6n. Para finales de 1853, aquellos creyentes ordenaban regularmente tanto a los predicadores itinerantes (no existfan todavfa los pastores asignados a congregaciones especfficas) como a los diacono s (quienes parecen haber sido los unicos cargos directivos de las iglesias locales en ese perfodo inicial). Si bien los dirigentes observadores del sabado empezaban a perfeccionar su estructura, aun eran muy vulnerables. Esta realidad resu1t6 evidente en el informe presentado por Elena G. de White del viaje al Este que ells y Jaime hicieron en 1853. "Este fue", cont6 ella, "un viaje trabajoso y mas bien desanimador. Muchos habfan abrazado la verdad, pero no habfan sido santificados en su coraz6n y en su vida. Elementos de lucha y rebeli6n se hallaban en acci6n, y era necesario que se realizara un movimiento para purificar la iglesia" (NB 165). Con esta situaci6n en mente, no es diffcil ver por que ella y su esposo realizaron vehementes llamamientos en favor del "orden evangelico" en diciembre de 1853. Jaime dirigi6la campana en pro de una mejor organizaci6n con cuatro articulos en la Revíew titulados "Orden evangelico". Su artfculo del 6 de diciembre redefini6 Babilonia en el contexto de los observadores del sabado. "Es un hecho lamentable", afirmaba, "que muchos de nuestros hermanos adventistas que escaparon a tiempo de la esclavitud de las diferentes iglesias [Babilonia] [... ], desde entonces han estado en una Babilonia mds consumada que antes. El orden evangelico ha sido pasado por alto en demasfa por tales hermanos [ ..1. Muchos, en su celo por salir de Redefinir Babilonia 45 Babilonia, participaron de un espfritu impulsivo y desordenado, y muy pronto se encontraron en una perfecta Babilonia de confusi6n Suponer que la iglesia de Cristo estd libre de restricciones y disciplina es el fanatismo mds audaz" (RH, 6 de diciembre r..]. de 1853, 173; la cursiva no esta en el original). El segundo artfculo propugnaba la unidad de sentimiento y acci6n basada en la Biblia como "regla perfecta de fe y practica". El tercero tenfa que ver con el llamamiento, preparaci6n y ordenaci6n de los pastores, puesto que "en ninguna cosa ha sufrido mas el evangelio que por la influencia de falsos maestros". El cuarto segmento de la serie de White argumentaba que la iglesia como un todo necesitaba sustentar a sus ministros mediante oraciones y recursos (RH, 13 de diciembre de 1853, 180; 20 de diciembre, 188-190; 27 de diciembre, 196,197). Para finales de diciembre de 1853, Elena G. de White hizo su primer llamamiento de gran alcance hacia un mayor orden. Basando sus convicciones en una vision recibida durante su viaje hacia el Este en el otofio de 1852, escribi6: "El Sector ha mostrado que el orden evangelico ha sido temido y descuidado en demasfa. Debe rehuirse el formalismo; pero al hacerlo, no se debe descuidar el orden. Hay orden en el cielo. Habfa orden en la iglesia cuando Cristo estaba en la tierra, y despues de su partida el orden fue estrictamente observado entre sus ap6stoles. Y ahora en estos postreros Ads, mientras Dios esta llevando a sus hijos a la unidad de la fe, hay mds necesidad real de orden que nunca antes ". Buena parte de su artfculo tiene que ver con los problemas suscitados por los "mensajeros enviados por sf mismos", quienes son una "maldici6n para la causa" de l!Os observadores del sabado. Como habfa hecho Jaime, ella abord6 la preparaci6n de los ministros y la ordenaci6n de aquellos aprobados por "hermanos de experiencia y sano criterio" (PE 97, 99, 101; la cursiva no esta en el original). Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? Desacuerdos persistentes en medio de tensiones crecientes A comienzos de 1854 los esposos White estaban convencidos de la necesidad de mds orden y de estructuraci6n entre los observadores del sdbado. Jaime consideraba que el movimiento no verfa mucho progreso sin tales elementos. Por eso, pudo escribir en marzo que Dios "esta esperando que su pueblo se enderece, se alinee segun el orden evangelico, y eche mano de una norma elevada de piedad, antes que pueda anadir muchos mds a nuestro numero" (RH, 28 de matzo de 1854, 76). El hecho de que el adventismo observador del sdbado tambien afront6 en esa epoca sus primeros cismas, indudablemente reforz6 las convicciones de Jaime White sobre el tema del orden evangelico. Para principios de 1854, dos pastores, H. S. Case y C. P Russell, se habfan vuelto contra los White. Durante el otono de ese ano, estos individuos fundaron su propio peri6dico, el Messenger ofTruth [Mensajero de la verdad], para rivalizar con la Review and Herald, y para atraer un n6mero significativo de observadores del sdbado bajo su influencia. Paralela al levantamiento de la facci6n del Messenger fue la deserci6n de dos de cuatro predicadores que habfa en Wisconsin. J. M. Stephenson y D. P Hall comenzaron a promover un milenio temporal y una perspectiva de la era pot venir que proponfa una segunda oportunidad para la conversi6n durante el milenio. Antes de que pasara mucho tiempo, los dos predicadores de Wisconsin habfan unido fuerzas con los del Messenger. Con tantos individuos insubordinados en su medio, no es de extranar que los observadores del sdbado, durante la segunda mitad de la decada de 1850, fueran escribiendo cada vez mds artfculos que reflejaban una comprensi6n creciente de los principios bblicos relacionados con el orden eclesiastico y la ordenaci6n de dirigentes aprobados. Ademas de Redefinir Babilonia 47 Jaime White, que segufa manifestando su oposicion a la "perfecta Babilonia de confusi6n" que habfa entre los adventistas, Joseph Bates tambien entr6 en la refriega. En armonfa con su pasado conexionista, Bates aducfa que el orden eclesidstico bfblico tenfa que restaurarse en la iglesia antes del segundo advenimiento. Bates alegaba que durante la Edad Media los "quebrantadores de la ley" "trastornaron" elementos tan esenciales del cristianismo como el sdbado y el orden eclesiastico bfblico. Dios habfa utilizado a los adventistas observadores del sdbado para restaurar el reposo sabdtico, y era "meridianamente claro" para su mente "que Dios emplearfa guardadores de la ley como instrumentos para restaurar [... ] una 'iglesia gloriosa' que no tenga mancha o arruga [ .. .]. Esta unidad de la fe y el perfecto orden eclesiastico nunca han existido desde los dias de los ap6stoles. Esta muy claro que tiene que existir antes del segundo advenimiento de Jesus, y tiene que completarse para el refrigerio de la presencia del Senor, en la restauraci6n de todas las cosas." (RH, 29 de agosto de 1854,22,23). Bates tenfa muy claro que hacfa falta restaurar el orden apost6lico de la iglesia. No daba pie a ningun elemento de organizaci6n que no apareciera en el Nuevo Testamento. Jaime White, en este perfodo inicial, compartfa una opini6n similar. Pudo asf escribir en 1854 que "pot orden evangelico, o ec1esiastico, queremos referirnos a ese orden en la asociaci6n y disciplina eclesidsticas que ensena el evangelio de Jesucristo mediante los escritores del Nuevo Testamento" (RH, 28 de marzo de 1854, 76). Unos meses despues, Jaime White habl6 del "perfecto sistema de orden establecido en el Nuevo Testamento pot inspiraci6n de Dios [.. .]. Las Escrituras presentan un sistema perfecto, que, si se implementa, salvara a la iglesia de los impostores" y proveerd a los ministros de una plataforma adecuada pararealizar la obra de la iglesia (RH, 23 de enero de 1855, 164). Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n? A mediados de la decada de 1850, J. B. Frisbie, el escritor mas activo en la Review sobre el ordenamiento eclesiastico, estaba de acuerdo con Bates y White en que todos ios aspectos del orden en la iglesia tenfan que estar explfcitamente manifestados en la Biblia. Asf, Frisbie argumentaba contra cualquier nombre eclesiastico excepto aquel dado por Dios en la Biblia. Como 61 to expres6, "LA IGLESIA DE Dios [•••) es el unico nombre que Dios ha visto apropiado dar a su iglesia". Acto seguido, Frisbie referfa a sus lectores a pasajes bfblicos como 2 Corintios 1: 1 ("la iglesia de Dios que esta en Corinto"), destacando que "es muy evidente que Dios nunca se propuso que su iglesia debiera llamarse por otro nombre que aquel que elle dio" . Cualquier otro nombre, como luterana, cat61ica romana y metodista eran invenciones humanas y "dejan un sabor mas a Babilonia, confusion, mezcla, quo a-la iglesia de Dios. Usando la misma 16gica, Frisbie sugerfa, como otros adventistas, que no deberfan mantenerse registros de feligresfa puesto quo los nombres de los hijos de Dios estan registrados en los libros del cielo (RH, 26 de diciembre de 1854,147). Dado su enfoque bi'blico literal hacia el orden eclesiastico, resulta poco sorprendente quo Frisbie y otros pronto comenzaran a hablar de la necesidad de un segundo cargo directivo de la iglesia local: el anciano. En enero de 1855, destac6 que habfa "dos clases de ancianos predicadores" en las iglesias del Nuevo Testamento: los" ancianos itinerantes" y los" ancianos locales". Los ancianos itinerantes desempefiaban un papel supervisor sobre varias iglesias, mientras que los" ancianos locales [...] ejercian el cuidado y supervision pastoral de una iglesia". Frisbie observaba tambien que las iglesias locales debfan contar tanto con ancianos como con diaconos. Los primeros, serialaba, "tienen la supervision de to espiritual; los otros, de los asuntos temporales de la iglesia" (RH,9 de enero de 1855, Redefinir Babilonia 155). Para fin de ano, los observadores del sabado estaban ordenando ancianos locales, asf como diaconos y pastores. Gradualmente, los creyentes fueron reforzando el orden evangelico al nivel de la iglesia local. De hecho, la congregaci6n individual era el unico nivel de organizaci6n al que la mayorfa de los observadores del sabado prestaba atenci6n. Por to tanto, dirigentes como Bates podfan prologar un extenso artfculo sobre "El orden eclesiastico" con la siguiente definici6n: "IGLESIA significa una congregaci6n concreta de creyentes en Cristo, unidos en el orden del evangelio" (RH, 29 de agosto de 1854, 22). En la segunda mitad de la decada de 1850, el debate sobre el orden eclesiastico entre los observadores del sabado se centrarfa en to que significaba para las congregaciones estar "unidos". Por to menos cuatro asuntos forzarfan a dirigentes como Jaime White a tener una visi6n mas global de la organizaci6n de la iglesia. El primero tenfa que ver con la pertenencia legal de las propiedades, en especial los edificios de las casas editoras y los templos. La responsabilidad de ser dueno de todo bajo su propio nombre llev6 a White a dimitir de su puesto de editor de la Revíew a finales de 1855. No estando listo aun para la tramitaci6n de la organizaci6n legal, White sugiri6 que un comite fuera el dueno de la editorial y quo un comite financiero se encargara de gestionar los asuntos relativos al crecimiento de las empresas editoras de los observadores del sabado (RH, 4 de diciembre de 1855, 76; JW al Hno. Dodge, 20 de agosto de 1855). Sugerencias similares aparecieron en relaci6n con la tenencia de propiedades de la iglesia. Un segundo asunto quo impuls6 a White y otros hacia una organizaci6n eclesiastica mas amplia tenfa que ver con la cues, ti6n del salario de los predicadores. Ya hemos apuntado antes que White habfa sido el primero en suscitar el tema en 1849. Pero hablar del asunto sin sistema alguno con el quo enfrentarlo no Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? resulta muy 6til. De hecho, al expandirse la obra de los observadores del sabado, las cosas fueron a peor. Los predicadores observadores del sabado trabajaban de mas y no se les pagaba adecuadamente, f6rmula que garantizaba el desastre. Un ejemplo que viene al caso es el del joven John Nevins Andrews, hombre que posteriormente sirvi6 a la iglesia como el dirigente mas erudito, primer misionero "official" al extranjero, y uno de los presidentes de la Asociaci6n General. Sin embargo, a mitad de la decada de 1850, el cansancio excesivo y la pobreza habfan forzado al joven predicador a apartarse del ministerio solamente con veintitantos anos de edad. En el otono de 1856 se puso a trabajar de dependiente en la tienda de su tfo en Waukon, Iowa. Waukon, de hecho, se estaba convirtiendo rapidamente en una colonia de apaticos adventistas observadores del sabado. Otro pastor dirigente ::¡ue huy6 a Waukon en 1856 fue John N. Loughborough, quien, 5egun cont6 el mismo, se habfa, "desilusionado un tanto respecto a las finanzas" (JNL, Rise and Progress of Seventh-day Adventists [Surgimiento y desarrollo de los adventistas del :;eptimo dfa], 208). Los White evitaron de momento una crisis en el ministerio adventista al realizar un temerario viaje en mitad del infierno hacia Waukon para despertar a la durmiente comunilad adventista y para recuperar a los pastores automarginalos. Tanto Andrews como Loughborough vieron la mano de )ios en esa visita y rededicaron sus visas a la predicaci6n del nensaje del sabado. Pero esa rededicaci6n no cambi6 las realidades financie·as. Por ejemplo, por los tres meses de trabajo posteriores a su ;alida de Waukon, Loughborough recibi6 hospedaje y alinentaci6n, un abrigo de piel de bufalo con un valor aproxinado de diez Mares, y diez d61ares en efectivo como pago )or su labor pastoral. El problema distaba de estar resuelto. Redefinir Babilonia Adelantandose a los problemas financieros, la congregaci6n de Battle Creek, Mfchigan (la mas fuerte e influyente congregaci6n observadora del sabado ) fonn6 un grupo de estudio en la primavera de 1858 para escudrinar las Escrituras en busca de un plan para sostener el ministerio. Bajo la direcci6n de Andrews, el grupo presents un informe aceptado a principios de 1859. El plan de la Benevolencia Sistematica (o de la "hennana Betsy", como algunos to apodaban) alentaba a los hombres a dar de cinco a 25 centavos de d61ar por semana, y, a las muje res, de dos a diez centavos. Ademas, a ambos grupos se les porua un recargo de entre uno y cinco centavos por semana por cada cien d6lares de propiedad que posefan. Jaime White estaba entusiasmado con el plan, pues crefa que librarfa a los ministros de la verguenza financiera y que asftrabajaban de fonna mas eficaz. Su esposa estaba igualmente agradecida. "Vi -escribi6 en 1859- que debe existir orden en su iglesia, y que se necesitaba sistema y organizaci6n para llevar a cabo con exito la proclamaci6n del ultimo gran mensaje de misericordia al mundo. Dios esta guiando a su pueblo en el plan de la dadivosidad sistematica" (1 T 176). Desde luego, una cosa era tener un plan para pagar los salarios de los predicadores y otra muy diferente gestionarlo en un grupo religioso que no tenfa pastores establecidos. L6 gicamente, la correcta recogida y distribuci6n de los Tondos se basaba en planes organizativos que iban mas alla del nivel de congregaci6n. Muy relacionado con el sistema de remuneraci6n de los predicadores estaba el tercer asunto que llev6 a White hacia una fonna mas amplia de organizaci6n eclesiastica: la asignaci6n de los predicadores. En 1859, White escribi6 que mientras que comunidades tales como Battle Creek a menudo tenfan predicadores a mano, otras pennanecfan "indigentes, sin Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? haber escuchado un serm6n durante tres meses". Tras reconocer que la situaci6n era un autentico problema, White puso de relieve que "se necesitarfa un sistema para ubicar a los predicadores en el trabajo, o para ubicar a las familias de los predicadores cerca de sus campos de trabajo", aparte de apoyo financiero. White les pedfa a las iglesias que le enviaran sus peticiones a el personalmente (RH, 16 de junio de 1859,28). Por to tanto, parece que para 1859 Jaime White estaba haciendo las veces de superintendente en to referente a la asigna~i6n y el pago de los predicadores, pero sin ninguna estructura Jficial que reforzara desde abajo sus esfuerzos. Esta diffcil situa~i6n to dejaba expuesto a crfticas por mala administraci6n o malversaci6n de fondos. White se daba cuenta de que los observadores del sabado necesitaban un sistema mds abarcante. Un cuarto elemento que suscit61a necesidad de una ~structura eclesidstica mas adecuada surgi6 de la cuesti6n de la transferencia de feligresfa. Resultaba especialmente diffcil :uando una persona habfa sido expulsada de una congrega:i6n y deseaba hacerse miembro de otra. iC6mo deberfan ~estionar el traslado de feligresfa entre congregaciones? iY :6mo deberfan relacionarse entre sflas congregaciones individuales? (vease RH, 18 de septiembre de 1856, 158; 23 de )ctubre de 1856, 198). liempo para la acci6n y redefinici6n de Babilonia Para mediados de 1859, White estaba listo para poner en narcha la ultima iniciativa hacia la organizaci6n denomina:ional fonnal. En un congreso de creyentes celebrado en Battle :reek, present6 un extenso documento sobre Benevolencia ;istemdtica, puesto que "la brevedad del tiempo y la enonne mportancia de la verdad exigen de nosotros, de la forma mds mperativa, que extendamos la labor misionera". A continuai6n, White dijo a los delegados que la fonna en que el movi- Redefinir Babilonia miento pagaba a los pastores era una "afrenta para la causa". La propuesta para el financiamiento del trabajo ministerial fue "llevado adelante de manera undnime" (RH, 9 de junio de 1859,20-23). Al mes siguiente, Jaime White lanz6 su desaffo en terminos nada inciertos. "Necesitamos un sistema", expres6 e121 de julio. "Muchos de nuestros hermanos estdn esparcidos. Observan el sabado; leen con algun interes la REVIEW; pero, mds alld de eso, estan haciendo muy poco o nada en procura de algiun mitodo de accion unificada entre epos". Para afrontar la situaci6n, White convoc6 a reuniones regulares en cada Estado (anualmente en algunos y cuatro o cinco veces al ano en otros) para dar direcci6n a la obra de los observadores del sabado en esa regi6n (RH, 21 de julio de 1859,68; la cursiva no estd en el original). "Somos conscientes", escribi6 White, "de que estas sugerencias no satisfardn a todos. El hermano Excesivamente Cauteloso se va a asustar, y se aprestard a advertir a sus hermanos que tengan cuidado de no aventurarse demasiado lejos; mientras que el hennano Confusi6n refunfunard: 'iOh, esto es como Babilonia! iEstamos siguiendo a la iglesia cafda!' El hermano No Hace Nada dird: 'La causa es del Senor, y harfamos bien en dejarla en sus manos; el cuidard de ella'. 'Amen', dice la hermana Amor a Este Mundo; el hermano Perezoso, el hermano Egofsta y el hermano Tacano dicen: 'Si Dios llama a hombres a predicar, que vayan y prediquen; el cuidard de ellos y de los que crean su mensaje'; mientras, Core, Datdn y Abirdn estdn listos para rebelarse contra aquellos que sienten el peso de la causa [por ejemplo, Jaime White] y cuidan de las almas como quienes tienen que rendir cuentas, y elevan el clamor, 'iHabeis ido demasiado lejos!', NVI)" (ibfd.). White les comunic6 con un lenguaje perfectamente descriptive que estaba harto y cansado de que mencionaran 54 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? Babilonia cada vez que alguien hablaba de organizaci6n. "El hermano Confusi6n -escribi6- esta cometiendo el mas craso de los errores al llamar Babilonia al sistema, algo que esta en armonfa con la Biblia y el sentido comun. Por cuanto Babilonia significa confusion, nuestro equivocado hermano tiene la palabra 1egitimamente estampada en su frente. Y nos arrevemos a decir que no hay otro pueblo bEljo el cielo mss digno del calificativo de Babilonia que aquellos que profesan la fe adventista y que rechazan el orden biblico. iAcaso no ha llegado el momento de que, como pueblo, abracemos con fervor todo to que es bueno y recto en [as iglesias? iAcaso es una locura ciega, sencillamente porque es observada en las iglesias cafdas, volver a la idea de sistema, que aparece en todas partes de la Biblia?" (ibfd.; la cursiva no figura en el original). Dado que llevaba el "peso de la causa" sobre sf, Jaime White se sinti6 obligado a posicionarse a favor de una mejor organizaci6n entre los observadores del sabado. Fustigando a aquellos que pensaban que "todo to que se necesitaba para hacer correr un tren era usar bien los frenos" (ibid.), White crefa firmemente que para mantener en marcha el movimiento adventista habfa que organizarlo. Esa tarea serfa algo que perseguiria con todo su vigor entre 1860 y 1863. Entre tanto, el lugar estrategico de Jaime en el movimiento de los observadores del sabado le habfa concedido un campo de vision que no solo to distanciaba de los procesos de razonamiento de muchos de sus hermanos creyentes sino que habfa transformado su propio pensamiento. Tres cuestiones que White suscit6 en 1859 resultan de especial importancia de cara a sus actividades organizadoras a inicios de la decada de 1860. En primer lugar, Jaime White habfa avanzado mas alla del literalismo bfblico de sus primeros tiempos, cuando crefa que la Biblia tenfa que especificar cada aspecto de la organizaci6n Redefinir Babilonia ec1esiastica. En 1859, argumentaba que "no deberfamos temer de aquel sistema que no se opone a la Biblia y que es aprobado por el sentido comdn" (ibid'). Asf, lleg6 a concebir una nueva hermeneutica. Habfa avanzado de un principio de interpretacidn biblica que sostenfa que las tinicas cosas que la Biblia permitfa eran aquellos que aprobaba explicitamente, a una hermeneutica que aprobaba cualquier cosa que no contradijera la Biblia. Ese cambio fue especial para los pasos creativos en to que a organizaci6n ec1esiastica se refiere y que White promoverfa en la decada de 1860. Esa hermeneutica revisada, sin embargo, coloc6 a White en oposici6n a aquellos que, como Frisbie y R. F Cottrell, mantenfan un punto de vista literalista que exigfa que la Biblia estableciera explfcitamente algo antes que la iglesia pudiera aceptarlo. Para responder a esa mentalidad, White subray6 que en ningun tugar to Biblia decfa que los cristianos debfan tener una revista peri6dica, una imprenta de vapor, que construyeran lugares de adoraci6n, o que publicaran libros. Ni siquiera, anadi6, que "la iglesia del Dios viviente" necesitara avanzar hacia delante con oracion y sentido comun (ibfd.). El segundo punto de White tenfa que ver con la redefinici6n de Babilonia. Los primeros adventistas habfan abordado ~l concepto desde el angulo de la opresi6n y to habfan aplica do a tas denominaciones existentes. White to reinterprets en termino s de confusi6n y to aplic6 a sus hermanns observadores del sabado. Para 1859, su meta habfa avanzado en su empeno de que la causa adventista soslayase las trampas gemetas de Babilonia como opresora y Babilonia como confusion. El tercer punto de White concernfa a las misiones. Los observadores del sabado tenfan que organizarse si habfan de cumplir su responsabilidad de predicar los mensajes de los tres angeles. Fue asf como, entre 1856 y 1859, White habfa dado un giro de una perspectiva titeralista a una mucho mas pragmatica. 56 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? iPor que -podrfamos preguntarnos- dio ese paso mientras que otros, entre los pastores observadores del sabado, permanecfan arraigados en su literalismo bfblico (o, mas exactamente, no bfblico)? Me gustarfa sugerir que la diferencia tuvo que ver con el hecho de que el fue quien sinti6 la carga de la responsabilidad del movimiento observador del sabado. Ver las cosas en el contexto de un marco mas amplio to oblig6 a pensar en grandes aspiraciones y a set creativo. Sus colegas podfan permitirse el lujo de sus opiniones doctrinarias porque no tenfan visi6n. Estaban dispuestos a pasar su tiempo cavilando buenas ideas adventistas y comunicandose con otros adventistas a traves de las paginas de la Review. Uno se lleva la impresi6n de que habrfan estado encantados quedandose en un estado de pureza mas o menos aislada hasta la venida del Senor. Sin embargo, para entonces Jaime White ya habfa llegado a percatarse de que el pragmatismo tendrfa que entrar en escena si el movimiento adventista habfa de avanzar adecuadamente. Se neg6 a pensar de forma minimalista, se sinti6 forzado a moverse, y en los tres anos siguientes darfa pasos atrevidos para poner el adventismo sobre una base organizativa firme en armonfa con los principios bfblicos y en consonancia con su misi6n en el mundo. CAP 3 • aganlzarse para la mision (1860-1863) tiempo transcurrido entre 1848 y 1859 reve16 varios elementos crfticos a los que tuvo que hacer frente el creciente grupo de adventistas observadores del saba do. Los White promovfan con insistencia la idea del "orden 'evangelico" desde 1853, pero muchos se oponfan a cualquier dpo de organizaci6n al considerarlo un paso hacia Babilonia. Sin embargo, para 1859 Jaime White estaba absolutamente convencido de que tenfa que hacerse algo y de que habfa llegado el momento de actuar. Los anos que mediaron entre 1860 y 1863 serfan testigos de pasos significativos dados para it organizando la Iglesia Adventista del Septimo Dfa, y que cu1minarfan con la formaci6n de la Asociaci6n General de los Adventistas del Septimo Dfa en mayo de 1863. It posesi6n legal de las propiedades de la iglesia 'y la elecci6n de un nombre, 1860 Jaime White plante 6 la cuesti6n de los tramites para la organizaci6n legal de las propiedades de la iglesia en febrero de 860 a fin de que esta pudiera tener posesi6n legal de ellas y 58 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? otorgarles seguridad. Afirm6 con claridad que se oponfa a fir, mar pagares a individuos que deseaban prestar su dinero a la editorial. Por to tanto, el movimiento necesitaba hacer planes para conservar la propiedad de la iglesia de una "forma adecuada" (RH, 23 de febrero de 1860, 108). La sugerencia de White despert6 una energica reacci6n por parte de R. F Cottrell, editor corresponsal de la Review y cabecilla de los que se oponian a la organizaci6n de la iglesia. Pese a admitir que la iglesia no podrfa hacerse de propiedades a menos que tuviera un nombre, Cottrell escribi6 que crefa que "seria un error decir, 'Hagamonos un nombre', siendo que una afirmaci6n tal yace en los cimientos de Babilonia". Su sugerencia era que los adventistas necesitaban confiar en el Senor, quien les restituirfa cualquier perdida injusta al fin del tiempo. "Si algtin individuo resultara un Judas, a6n podemos soportar la perdida y confiar en el Senor" (RH, 22 de marzo de 1860, 140, 141). El siguiente n6mero de la Review incluy6 una energica respuesta de White, quien se manifest6 "no poco sorprendido" de los comentarios de Cottrell. White senald que la editorial por sf sola tenfa miles de d6lares invertidos "sin ningtin propietario legal". "El diablo no esta muerto", afirm6, y, bajo tales circunstancias, sabrfa c6mo acabar con la editorial. White afirm6 a continuaci6n que consideraba "peligroso dejar en manos de Dios to que el habfa dejado en nuestras manos y, luego, sentarse en el banquillo de los que hacen muy poco o no hacen nada. Ahora bien, es perfectamente aceptable dejar el sol, la luna y las estrellas en las manos del Senor; tambien la tierra, con sus revoluciones, el flujo de las corrientes [...]. Pero si Dios en su Palabra eterna nos pide cumplir el papel de mayordomos fieles de sus bienes, mas vale que atendamos esos menesteres de una forma legal, que es la tinica forma en que se pueden gestionar las propiedades en este mun- Organizarse para la misi6n do". CottreU respondi6 con una carta conciliatoria, setialando que no querfa estar en desavenencia con el cuerpo de la iglesia (RH, 29 de marzo de 1860, 152; 3 de mayo de 1860, 188). El 26 de abril, Jaime White dio una respuesta mucho mas extensa a Cottrell, argumentando que "puesto que somos mayordomos de los bienes de nuestro Senor aquf, en la tierra del enemigo, es nuestro deber adaptamos a las leyes del pats ne ces arias para el cumplimiento fiel de nuestra mayordomfa, siempre que las leyes humanas no se opongan a las leyes divinas". Resulta significativo que White suscitase otra vez el argumento hermeneutico que habfa usado contra los literalistas bfblicos en 1859. Reconociendo que no podfa encontrar ningun texto de las Escrituras que promoviese con claridad la posesion legal de las propiedades, senal6 que la iglesia hacfa muchas cosas para las cuales no se encontraba un texto bfbliCO. Posteriormente, abord6 el mandamiento de Jesus que dice "Asf alumbre vuestra luz delante de los hombres", senalando que Dios "no dio todos los detalles especfficos de c6mo debiera hacerse eso". En este punto, White escribi6 que "creemos gate es seguro ser gobernados por la siguiente REGLA Deben emplearse todos los medios que, de acuerdo con el sano juicio, promuevan la causa de la verdad y no esten prohibidos por alguna declaraci6n directa de las Escrituras," (RH, 26 de abril de 1860, 180-182). Con esa declaraci6n, White se situ6 en la plataforma de un enfoque pragmatico, basado en el sentido com6n, hacia todos aquellos asuntos no establecidos definidamente en la Biblia. Elena G. de White parece que estaba de acuerdo con su esposo sobre el tema de la organizaci6n eclesiastica. Escribi6 que CottreU habia tomado una "posici6n equivocada" y que "sus artfculos estaban perfectamente calculados para tener una influencia disipadora, para dirigir las mentes hacia conclusiones err6neas". Entonces, atut6 su influencia a la de su esposo cuando hizo 60 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? un llamamiento a la iglesia en favor de un orden eclesiastico que evitara" que su pueblo deje inconclusos los asuntos de la iglesia, y que permita que el enemigo obtenga plena ventaja y control de los asuntos segun le plazca" (1 T 194). Las paginas de la Review muestran durante todo el verano de 1860 que algunos observadores del sabado iban viendo mas las cosas como Jaime White sobre el tema de la organizacidn legal de la editorial y otros aspectos de la organizacidn. Entre tanto, ciertas congregaciones especfficas habfan comenzado a organizarse legalmente a fin de proteger su propiedad. Sin duda, estos hermanos se habfan sentido motivados a rafz de la presentaci6n hecha por Jaime del triste caso de los milleritas de Cincinnati. Los creyentes de ese lugar habfan construido un lugar de reuniones en un solar que pertenecfa a uno de ellos. Siendo que el edificio estaba situado en su propiedad, legalmente pertenecfa a este individuo. Eso no gener6 problemas hasta que el caballero cedi6 a la tentaci6n, se apoder6 de la Have, y "no permiti6 el acceso a la congregaci6n, de manera que el lugar construido y consagrado para la adoraci6n de Dios se convirti6 en una fabrica de vinagre" para la ganancia personal del dueno del sueto. White destac6 tambien que la congregacidn pronto construy6 una segunda capilla en el solar de otro miembro de quien les parecfa que "podfan confiar con toda certidumbre". Pero, "les jugs una pasada similar" (RH, 26 de abril de 1860, 180). Para prevenir problemas similares, varias congregaciones de observadores del sabado comenzaron a organizarse a mediados de 1860. En mayo, la iglesia de Parkville, Mfchigan, adopt6 articulos de asociaci6n, usando el nombre de Iglesia del Segundo Advenimiento de Cristo de Parkville. Unas cuantas semanas despues, la congregacidn de Fairfield, Iowa, se organiz6 "autodenominandose 'La Iglesia del Dios Viviente'" (AdHer, jutio de 1974, 30). Organizarse para la misi6n 61 Los problemas relativos a la propiedad ltegaron a un punto critico en un congreso convocado por Jaime White en Battle Creek para discutir la cuesti6n junto con los asuntos de los tramites para la organizacidn legal y la adopci6n formal de un nombre, que era un requisito para la tramitaci6n. Entre el 29 de septiembre y et 2 de octubre de 1860, delegados de por to menos cinco Estados discutieron detall amente la situaci6n y las posibles soluciones. Todos estuvieron de acuerdo en que, cualquier cosa que hicieran, tendrfa que estar de acuerdo con la Biblia. Sin embargo, como cabfa esperar, estaban divididos sobre el asunto hermeneutico, de si algo necesita estar explfcitamente mencionado en la Biblia. Jaime White, como siempre, argiifa que "todo deber cristiano no esta dado en las Escrituras" (RH, 16 de octubre de 1860, 169). Ese punto esencial tenfa que reconocerse antes de que pudieran avanzar hacia la organizacidn legal. Gradualmente, segun iban aflorando los diversos problemas y opciones, la mayorfa de los candidatos fue aceptando la regla hermeneutica de White. El congreso de octubre de 1860 consigui6 tres metas principales. La primera involucraba la adopci6n de una constituci6n para la tramitaci6n de la organizacidn legal de la asociaci6n publicadora. La segunda fue lograr que "las iglesias individuales se organicen (...) de tat manera que puedan retener su propiedad eclesiastica y sus edificios legalmente". Jaime White, que segufa luchando en la arena hermeneutica con los que querfan textos para probarlo todo, invit6 dos veces a los objetores a presentar "un texto de tas Escrituras que evidenciara que este proceder esta equivocado". Incapaces de encontrar tat pasaje o de igualar su t6gica, tos objetores se rindieron y la propuesta fue aprobada (RH, 16 de octubre de 1860, 170,171). La tercera meta lograda en las reuniones de octubre de 1860 tenfa que ver con la etecci6n de un nombre denominacional, Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran cornisi6n? siendo que los delegados finalmente convinieron que no habfa forma de evitar ser vistos como una denominaci6n por quienes contemplaban et movimiento desde el exterior. Muchos se inclinaban por el nombre_de "Iglesia de Dios", pero el grupo no to acept6 porque otros cuerpos religiosos ya to utilizaban. Jaime White subray6 que el nombre adoptado no deberfa resultar objetable para el mundo en general. Finalmente, David Hewitt propuso "que adoptemos el nombre de adventistas del septimo dfa". Su ropuesta fue aceptada, pues muchos delegados reconocfan que era "elocuente a la hora expresar nuestra fe y posici6n [doctrinal]" (RH, 23 de octubre de 1860, 179). Segiin las detalladas actas del Congreso, Elena G. de White se mantuvo en silencio, pero posteriormente expresarfa su entusiasta opini6n sobre el nombre. "El nombre adventista del septimo dfa -declar6 despues de las reuniones- presenta los verdaderos rasgos de nuestra fe, y convencerd a la mente inquisidora. Como una saeta de la aljaba celestial, herird a los transgresores de la ley de Dios, e inducird al arrepentimiento para con Dios y la fe en nuestro Senor Jesucristo" (1 T 204, 205). Las reuniones de 1860 habfan logrado mucho, pero aun quedaban aspectos pendientes. Los logros de 1861 edificarfan sobre la plataforma establecida en 1860. Formaci6n de Asociaciones locales, 1861 El siguiente paso en el desarrollo de la organizaci6n en el adventismo observador del sdbado tuvo lugar entre el 26 y el 29 de abril de 1861, en un congreso especial convocado en Battle Creek para discutir el asunto. En la reuni6n se suscitaron dos temas de importancia. Primero, se dieron los pasos finales para la completa legalizaci6n de la editorial. Por to tanto, la organizaci6n legal de la Asociaci6n Publicadora Adventista del Septimo Dfa vio la luz el3 de mayo. Organizarse para la misi6n 63 De igual importancia fue el llamamiento de J. N. Loughborough en favor de "una organizaci6n mds completa de la iglesia. Habfamos llegado", destac6 el, "al punto donde la causa de Dios exigfa organizacien, no la organizaci6n que constitufa a Babilonia, sino aquella que garantizard orden en la iglesia". En respuesta al llamamiento de Loughborough, los delegados tomaron el acuerdo de que una comisi6n de nueve pastores elaborara un documento sobre la organizaci6n de la denominaci6n y to publicara en la Review (RH, 30 de abrit de 1861, 189). Ese documento apareci6 elll de junio. En su texto se enunciaban tres asuntos cruciates. En primer lugar, despues de senalar que las asf llamadas "asociaciones generates" (en realidad, reuniones generates) de creyentes sostenidas en el pasado haMan sido desproporcionadas en termino s de representaci6n, la comisi6n instaba a los creyentes a dar pasos para garantizar que las reuniones generates futuras representaran genuinamente las diversas localidades y congregaciones que componfan el movimiento adventista del septimo dfa. En segundo lugar, la comisi6n recomendaba la formaci6n de Asociaciones por Estado o distrito. Tales Asociaciones no solo certificarfan ministros, sino que tambien "serfan de gran beneficio para suplir a las iglesias por doquier con los medios para reunirse en sus diversos Estados o distritos para la adoraci6n publica y social, y para la edificaci6n mutua en la palabra del Senor". Las Asociaciones de cada Estado reatizarfan su cometido mediante "los delegados de las iglesias". La tercera recomendaci6n exigfa una organizaci6n mas completa de las iglesias locales para el servicio efectivo y el crecimiento espiritual. Mds especfficamente, las actas sugerfan que cada iglesia mantuviera un registro actualizado de sus miembros, que se desarrollara un sistema de cartas de traslado para los miembros de buena reputaci6n que se trasladaran de una congregaci6n a otra, y que se conservaran registros escritos tanto de 64 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran cornisi6n? less sesiones administrativas como de las casos de disciplina. El documento daba como raz6n para estas sugerencias el hecho de que los miembros inmorales o ex miembros con mucha frecuencia se establecfan en iglesias que no sospechaban nada sobre su condici6n. Por to tanto, el artfculo recomendaba que la congregaci6n local se constituyera en la agencia de intercambio de informaci6n a nivel individual de miembros de iglesia, y, del mismo modo, que la Asociaci6n local fuera la que diera el visto bueno a los pastores (RH, 11 de junio de 1860,21,22). Las actas del 11 de junio tambien suscitaban el asunto de los cargos directivos de la Iglesia y sus deberes. No obstante, la comisi6n sugiri6 que serfa mejor tratar el tema en un documento por separado. Fueron energicas las reacciones a las recomendaciones de la comisi6n en algunos sectores de la iglesia, especialmente en el Este. Cuando informaba de su viaje anual al Este, White escribid en agosto que dej6 Nueva York "resentido con el pensamiento de que el balance de fuerzas esta o bien en contra, o en silencio, respecto al tema de la organizaci6n". Muchos de los dirigentes del Este aparentemente crefan que White y los del Medic, Oeste habfan apostatado de la verdad en el asunto de la organizaci6n (RH, 3 de septiembre de 1861, 108). Desde luego, White se situ6 en energica oposici6n a la facci6n contraria a la organizaci6n. Tras decir que "los hermanos en Pennsylvania votaron en contra de la organizaci6n, y la causa en Ohio ha sido terriblemente sacudida", White resumi6 sus sentimientos al escribir que "de momento, en nuestro viaje al Este parece que estamos esquivando la influencia de una estiotla incertidumbre sobre el terra de la organizaci6n". Culp6 de esa prevaleciente "est6pida incertidumbre" a los articulo s escritos por Cottrell un ano antes. Aunque Cottrell habfa cambiado de opini6n, el "veneno de la antiorganizaci6n" to, Organizarse para la misi6n 65 davfa corrfa incontroladamente entre las filas de sus lectores. Jaime reprob6 a los pastores prominentes que no habian ma, nifestado abiertamente su opini6n favorable al tema de la organizacidn y considers que tenian la mayor parte de culpa de aqueloa situaci6n. Si hubieran hablado, la mayoria de los creyentes habrfan aceptado la organizaci6n. Pero la realidad era que, "en vez de ser un pueblo unido, que crece vigorosamente, en muchos lugares somos poco mas que fragmentos rotos, esparcidass aun y cada vez mas debiles". "ICudnto mss esperaremos?", pregunt6 a los lectores de la Review (RH, 27 de sgosto de 1861, 100; la cursiva no esta en el original). Elena G. de White estaba tan preocupada como su esposo .por el tema de la organizacidn. Cont6 una visi6n que tuvo el ,3 de agosto de 1861 en la que se le "mostr6 que algunos habian temido que nuestras iglesias se convertirian en Babilonia si se less organizada; pero aquellos de la zones central de Nueva York yes Am sido una perfecta Babilonia, confusion. Y ahora, a menos que las iglesias sean organizadas para continuar su marches y goner en vigencia el orden, no tienen ninguna esperanza para el futuro, y seran esparcidas en fragmentos". Como Jaime, Elena G. de White lamentaba la "falta de valor moral" y la abundancia de "silencio cobarde" de parte de aquellos minis,4ros que crefan en la organizaci6n pero habfan permanecido eh silencio. Sus palabras no dejaban lugar a dudas de que ha -ia llegado "el momento cuando los ministros debieran mantenerse juntos" en cuanto el asunto de la organizaci6n de la lesia (1 T 245, 246; la cursiva no esta en el original). El tiempo de actuar habfa llegado. Los comentarios de Jaime hechos en agosto y septiembre sobre su viaje hacia el Zste.habfan obtenido un diluvio de respuestas de aquellos que o apoyaban. En consecuencia, se convoc6 una convenci6n general en Battle Creek del 4 al 6 de octubre de 1861 para formar la primera Asociaci6n que abarcaba un Estado. 66 Nuestra organizaci6n / Aliada o enemiga de la gran comisi6n? El Congreso de octubre de 1861 es uno de los eventos cumbre en la historia adventista del septimo dfa. El primer punto en la reuni6n administrativa fue "la forma adecuada de organizar las iglesias". Como parte de ese punto, Jaime White recomend6 que los miembros de cada congregaci6n se organizaran formalmente firmando un pacto como iglesia. Su propuesta de pacto comenzaba asf: "Nosotros, los abajo firmantes, nos asociamos como iglesia, tomando el nombre de ad, ventistas del septimo dfa, comprometiendonos a guardar los mandamientos de Dios, y la fe de Jesucristo". Aun Cuando el Congreso adopt6 el pacto, se gener6 una larga discusi6n sobre la diferencia entre un pacto y un credo. Cuando todos quedaron convencidos sobre la pertinencia bfblica de firmar un pacto, la discusi6n avanz6 a la mecanica de organizar una iglesia y nombrar cargos directivos ec1esiasticos. Los delegados acordaron asignar el tema a una comisi6n de pastores para que desarrollara un plan que publicarfan en la Revíew. El punto central de la agenda era la recomendaci6n "a las iglesias en el Estado de Mfchigan de unirse en una Asociaci6n, con el nombre de Asociaci6n de Mfchigan de los Adventistas del Septimo Dfa". Los delegados adoptaron la recomendaci6n junto con una sencilla estructura que consistfa en un Presidente, un Secretario, y una Junta de tres miembros. Durante el primer ano, Joseph Bates y Urfas Smith, presidente y secretario, respectivamente, de la junta organizadora, continuarfan con esas funciones en la Asociaci6n (RH, 8 de octubre de 1861, 148). Al siguiente ano, los delegados escogieron de presidente a William S. Higley, un laico. Nueve dfas despues de la convencdn de Battle Creek, la Revíew public6 las recomendaciones de la comisi6n nombrada pare desarrollar la mecanica de la organizacidn de la iglesia. El meollo del informe tenfa que ver con los cargos direc- Organizarse para la misi6n 67 ticos. La primera clase de cargos directivos eran los evangelistas itinerantes o predicadores, quienes tenfan el deber de presentar la Palabra, organizar iglesias locales y ordenar car, gos directivos de las iglesias locales. Tales individuos, como ya se habfa decidido, serfan nombrados por la Asociaci6n local. La segunda clase eran los cargos directivos de la iglesia local, o sea, los ancianos y diaconos. Los ancianos dirigirfan sus congregaciones locales en los asuntos espirituales, mientras que los deberes de los diaconos se relacionaban con los asuntos temporales de la congregaci6n en cuestiones tales co, mo las finanzas de la iglesia y la preparaci6n de los ritos. El informe de la comisi6n tambien abord6la manera de organii zer una iglesia mediante pacto en una nueva zona, la elecci6n de cargos directivos de iglesia local, y la recepci6n de miembros a traves de cartas de traslado (RH, 15 de octubre de 1861, 156, 157). Como cabrfa esperar, Jaime White se sentfa mas que satisfecho del progreso logrado en Mfchigan. "Nos alegra", exclam6 a finales de octubre, "ver a nuestro pueblo despertar a este tema [la organizacidn]. Para nosotros es una sepal de dfas mejores" (RH, 22 de octubre de 1861, 164). Con la primera Asociaci6n que abarcaba un Estado convertida en realidad, otras aparecieron rapidamente en 1862: la de Iowa del Sur (16 de marzo), Iowa del Norte (10 de mayo), Vermont (15 de junio), Illinois (28 de septiembre), Wisconsin (28 de septiembre), Minnesota (4 de octubre), y Nueva York (25 de octubre). Pero no todos siguieron el ejemplo de Mfchigan. Un examen de la lista de arriba muestra que Nueva Inglaterra (con la excepci6n de Vermont) no estaba representada. Maine, por ejemplo, no se organza6 hasta 1867, mientras que la propia Nueva Inglaterra no acept6 una organizacidn de Asociaci6n hasta 1870, nueve anos despues que Mfchigan. En resumen, ciertos aspectos del problema "oriental" hacia la organizacidn I 68 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? repetidamente senalados por los White no desaparecieron precisamente de improviso. Para 1862, sin embargo, el movimiento hacia la organizaci6n avanzaba a toda velocidad. El ano siguiente verfa la organizaci6n de la Asociacion General de los Adventistas del S6ptimo Dfa a modo de estructura que these cobertura y unidad a las Asociaciones locales. Constituci6n de la Asociacion General de los Adventistas del S6ptimo Dfa, 1862-1863 Al principio de 1862, encontramos a Jaime White de buen talante respecto al tema de la organizaci6n. Incluso manifestaba cierto grado de humor ir6nico sobre el asunto. Mirando en retrospectiva a la reciente batalla sobre la organizaci6n, White podia decir: "Entonces estabamos cash solos. La batalla era diffcil, y necesitabamos ayuda; pero muchos de nuestros hombres, prudentes ellos, se reservaron la munici6n para disparar sobre el tema de la organizaci6n ahora que la batalla esta renida y obtenida la victoria. Casi todos los dfas recibimos un mensaje de alg6n buen hermano sobre el tema de la organizaci6n. Solo algunos de ellos han hallado cabida en la Revíew". White lamentaba el hecho de que aquellos que tenfan alguna responsabilidad en el tema no hubiesen compartido su saber cuando sus artfculos eran "necesarios, en vez de hacerlo ahora, despu6s de haberse peleado la batalla" (RH, 7 de enero de 1862,44). Sin embargo, la batalla a6n no habfa terminado. Si bien es cierto que las Asociaciones por Estados estaban en el proceso de formarse, la denominaci6n emergente no tenfa forma de coordinar ni su obra ni la asignaci6n de pastores a los diferentes campos. J. H. Waggoner trajo ese punto a colaci6n de manera convincente en junio de 1862. "No creo", escribid, "que lleguemos a darnos cuenta plenamente alguna vez de los Organizarse para la misi6n 69 beneficios de la organizaci6n hasta que este asunto" de una Asociacion General "sea implementado". Con esa meta en mente, W aggoner recomend6 que los creyentes celebrasen un Congreso de la Asociacion General cada ano al mismo tiempo que se tuviera la reuni6n anual de la casa editora. Conclufa su artfculo recomendando que "cada Asociacion de adventistas del s6ptimo dfa envfe un delegado o delegados a la Asociaci6n General; y que se nombre una Comisi6n de la Asociaci6n General, con la que puedan estar en contacto las Asociaciones de cada Estado, y por medio de la cual presenten estas sus solicitudes de obreros" (RH, 24 de junio de 1862,29). En el verano de 1862, varios lectores de la Reviewrespondieron a la propuesta de Waggoner dandole su respaldo entusiasta. Sin una Asociacion General que representara al cuerpo total de los creyentes, argumentaba 1. N. Andrews, "nos hundiremos en la confusion cada vez que se necesite un plan de acci6n. La obra de la organizaci6n, doquiera ha sido abordada de forma apropiada, ha dado buenos frutos; y, por consiguiente, deseo que llegue a completarse de tal manera que garantice todas sus ventajas, no solo para cada iglesia, sino para todo el cuerpo de hermanos y para la causa de la verdad, tan querida por todos nosotros" (RH, 15 de julio de 1862,52; la cursiva no esta en el original). Jaime White, como era de esperar, favoreci6 tal propuesta, puesto que aun estaba preocupado por la protecci6n de los creyentes de "predicadores sedicentes, masticadores de tabaco , aborrecedores del don prof6tico" (RH, 30 de septiembre de 1862, 140). B. F Snook compartfa las convicciones de Andrews sobre la necesidad de una organizaci6n mas plena. "A fin de completar la organizaci6n" escribi6, "necesitamos una Asociaci6n General en la cual los pastores o delegados de las Asociaciones de todos los Estados puedan reunirse y dialogar juntos sobre asuntos que tienen que ver con el bien de la causa". Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n? Tambien destac6 que la uni.6a forma de evitar los sentimientos locales que se estaban desarrollando en las iglesias j6venes y traer unidad al movim ento era mediante la formaci6n de una Asociaci6n General. "Los tiempos y la causa demandan nuestra acci6n inmediata sobre este asunto" (RH, 29 de julio de 1862, 72). Pero la "acci6n inmediata" no llegaba. El siguiente paso en esa direcci6n se dio en el Congreso de la Asociaci6n de Mfchigan de octubre de 1862. En esa importante reunian se admitieron 17 congregaciones locales a la confraternidad de iglesias de la Asociaci6n de Mfchigan; ademas, se fijaron los procedimientos operativos. Esto altimo inc1uy6 resoluciones que concedieron a la Asociaci6n la responsabilidad de asignar deberes a sus pastores por todo el Estado, supervisando la obra de los ministros enviados por la Asociaci6n en misiones mas alla de los lfmites del Estado, y certificando y pagando a los pastores bajo su jurisdicci6n basando se en los informes de sus labores semanales enviados a la Asociacidn. Los procedimientos establecidos por la Asociaci6n de Michigan en esa fecha temprana no solamente fueron importantes para ese Estado, sino que resultaron mucho mas significativos al establecer precedentes para las Asociaciones de otros Estados. Mas alla de los procedimientos, sin embargo, la resoluci6n de mayor alcance tomada en aquel Congreso de 1862 en Mfchigan fue una invitaci6n para que "se reunan varias Asociaciones de Estados" con ellos "en Asociaci6n General" en su Congreso anual de 1863 (RH, 14 de octubre de 1862, 157). A instancias de Jaime White, el Congreso se adelant6 de octubre a mayo de 1863. El crefa que era imprescindible que la Asociaci6n General de los Adventistas del Septimo Dfa se formara tan pronto como fuera posible. Anunciando la reunion a finales de abril, White la calific6 como 'la mds importante reunion que alguna vez han tenido los adventistas del septi- Organizarse para la misi6n mo dia ". Segun su punto de vista, la propuesta Asociaci6n General tenfa que ser "el gran regulador" de las Asociaciones de los Estados si habrían de asegurar la "acci6n unida y sistemdtica del cuerpo entero" de creyentes. El deber de la Asociaci6n General serfa "senalar el curso general a seguir por la Asociaci6n de cada Estado". Y White destac6 que si "fuera el deseo de las Asociaciones ejecutar las decisiones de la Asociaci6n General, de esta manera se garantizarfa la unidad". Por to tanto, "si la Asociaci6n General no posee mayor autoridad que las Asociaciones estatales, no vemos mayor utilidad en ella". Su argumento principal en pro de la necesidad de un sistema mas amplio de organizaci6n en su artfculo de abril se centraba en la distribuci6n de predicadores. Mientras que Mfchigan y Vermont tenfan excedente, las demas regiones eran "casi indigentes" en atenci6n pastoral. Si, como afirmaba White, los predicadores querfan que se les apoyara con benevolencia sistemdtica, la iglesia tenfa el derecho de solicitar "trabajo sistematico". En pocas palabras, los creyentes necesitaban una Asociaci6n General para coordinar la obra de la Iglesia en todo el ambito geografico de sus esfuerzos (RH, 28 de abril de 1863, 172; la cursiva no esta en el original). La Asociaci6n General de los Adventistas del Septimo Dfa se organza6 en una reunion convocada para tal prop6sito en Battle Creek del 20 al 23 de mayo de 1863. El voto facultativo dice asf: "Con el prop6sito de asegurar la unidad y eficiencia en el trabajo, promover los intereses generales de la causa de la verdad presente, y perfeccionar la organizaci6n de los adventistas del septimo dfa, nosotros, los delegados de las varias Asociaciones de los diferentes Estados, por este medio procedemos a organizar una Asociaci6n General, y adoptar la siguiente constitucidn para el gobierno de la misma". La constitucidn establece a los aspectos usuales de un documento tal, incluyendo la elecci6n de un presidente, secretario, Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n? tesorero, y junta ejecutiva. Los delegados eligieron por unanimidad a Jaime White como presidente, pero el declin6 la invitaci6n porque algunos interpretarfan su energica campaiia por el establecimiento de una organizaci6n completa como una maniobra calculada para obtener poder en beneficio personal. Despues de cierta discusi6n, el Congreso escogi6 a Jolm Byington en lugar de White (RH, 26 de mayo de 1863,204-206). El Congreso de mayo fue apoyado por representantes de cinco Asociaciones (las de Nueva York, Iowa, Mfchigan, Wisconsin, y Minnesota) y de un Estado (Ohio) que formarfa una Asociaci6n antes de que terminara el mes. Asistieron 19 delegados oficiales (diez de ellos representando a la Asociaci6n de Mfchigan). Ademas de establecer la Asociaci6n General, el Congreso de mayo de 1863 tambien desarro1l6 un modelo de constituci6n que debfa adoptarse por todas las Asociaciones estatales. Perspectivas sobre la organizaci6n La organizaci6n de la Asociaci6n General march el fin de una era en la historia adventista. El adventismo observador del sabado habfa avanzado de un inicio virtualmente carente fue mucho mayor para Jaime que procedfa de la Co~1PV1.."n Cristiana, contraria a la ,v,!,;aH1L.Cl'''''V.U, que para su esposa, que habfa pertenecido a la altamente estructurada Iglesia Metodista. Sin embargo, los esposos \"""hite, en calidad de dirigentes John Byington, primer presidente de la Asociaci6n General Organizarse para la misi6n "no oficiales" de la iglesia, estaban muy complacidos con la nueva organizaci6n. En consecuencia, Jaime pudo escribir en octubre de 1863: "Gracias a Dios, la organizaci6n es un exito; la Asociaci6n General es un exito; y la Asociaci6n Publicadora es un perfecto exito" (RH, 6 de octubre de 1863, 148). Elena estaba de acuerdo. Dos meses despues de la fonnaci6n de la Asociaci6n General, escribi6 que "no hay mayor tribunal sobre la tierra que la iglesia de Dios. Y si los miembros de la iglesia no se someten a su decisi6n, y no se dejan aconsejar e instruir por ella, no pueden recibir ayuda [.. .]. Dios le ha concedido poder a la iglesia y a sus ministros, y no es un asunto de poca monta resistirse a la autoridad y despreciar el juicio de los ministros de Dios" (EGW al Hno. y Hna. Scott, 6 de julio de 1863). Los esposos White habfan experimentado to suficiente las condiciones ca6ticas del adventismo a finales de la decada de 1840 y a comienzos de la de 1850. Nunca cesarfan de apoyar la autoridad eclesidstica ejercida adecuadamente. Elena G. de White expres6 sucintamente su filosoffa sobre la organizaci6n de la iglesia en 1871 cuando escribi6 que "en el cielo hay orden, y ha de ser imitado por los que viven la tierra y son herederos de salvaci6n. Cuanto mas se acercan los mortales al orden y la organizaci6n del cielo, tanto mas cerca llegan a ese estado aceptable a la vista de Dios que los hard s6bditos del reino celestial" (2T 614). Elena escribirfa una de sus mas fuertes declaraciones sobre el valor de la organizaci6n en 1892. Mirando hacia atrds, recordaba: "Tuvimos una dura lucha para establecer la orga nizaci6n. A pesar de que el Senor dio testimonio tras testimonio sobre este punto, la oposici6n era fuerte, y tenfa que ser enfrentada vez tras vez. Pero sabfamos que el Senor Dios de Israel nos estaba dirigiendo y conductendo con su providencia. Nos comprometimos a la obra de la organizaci6n, y una marcada Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? prosperidad acompan6 este movimiento de avance [... ]. El sistema de organizaci6n ha demostrado ser uti gran exito [... ]. Que nadie contemple el pensamiento [...] de que podemos prescindir de la organizaci6n. Erigir esta estructura nos ha costado I mucho estudio, y muchas oraciones pidiendo sabidurfa que sabemos que Dios ha contestado. Ha sido construida por su direcci6n [.. .]. Que ninguno de nuestros hermanos se engane al punto de intentar derribarla, porque asf precipitarfa un estudo de cosas que no podfa ni sonar. En el nombre del Senor, les declaro que [esta estructura] ha de mantenerse, reforzarse, establecerse y asentarse [... ] Sean todos sumamente cuidadosos de no perturbar a nadie respecto a aquellas cosas que Dios ha ordenado para nuestros prosperidad y exíto en el avance de su causa" (EGW a los Hermanos de la Asociacidn General, 19 de diciembre de 1892; la cursiva no esta en el original). Jaime White, como resulta obvio del material anterior, era la persona que estaba detras del desarrollo y forma final del modelo de organizaci6n adventista del septimo dfa. Aunque su esposa apoyaba sus esfuerzos, parece que Andrew Mustard tiene raz6n cuando escribe que "en ning6n momento Elena G. de White expres6 su opini6n antes de 1863 sobre la forma precisa de organizaci6n que debfa adoptarse" Oames Whíte and SDA Organizatíon, 129). Los conceptos de organizaci6n eclesiastica de Jaime se formaron durante los anos en que luch6 por desarrollar una estructura adecuada para el adventismo. En un primer nivel, Jaime modific6 su comprensi6n hermeneutica. Si bien a principios de la decada de 1850 argiifa que la Biblia debfa declarar explfcitamente cualquier estructura que la iglesia adoptara, para finales de la misma decada habfa ampliado su argumento al punto de considerar permisibles aquellas cosas que la Biblia no prohibiera y que no violaran el sentido comun. Ese enfoque estableci6la base hermeneutica para las estructuras orga- Organizarse para la rnisi6n 75 nizativas que posteriormente recomendarfa y dej6 una impronta en la Iglesia Adventista del Septimo Dia sobre una amplia gama de asuntos al convertirse en una iglesia mundial de cara a una multitud de situaciones en una variedad de contextos. Haber permanecido con el criterio mas estrecho habrfa debilitado muchfsimo a la iglesia al it avanzando en el tiempo y las culturas. Un segundo nivel en el que se ampli6 la comprensi6n de Jaime White fue en to tocante a la estructura misma. Ciertamente, cuando comenz6 a abogar por la organizaci6n no tenfa en mente la estructura de tres cargos directivos que comenz6 a impulsar en 1863. Hasta el concepto mismo de Asociacidn se transforms en su mente entre mediados de la de cada de 1850 y 186l. Mas especfficamente, el nombre "asociaci6n" habfa pasado de ser una reuni6n de creyentes que deseaban dialogar entre sf a convertirse en la organizacidn operativa y permanente de un grupo de iglesias, algo mas o menos equivalente a una di6cesis episcopal o una asociaci6n metodista. White acab6 estableciendo un tipo de gobierno eclesiastico del que nunca habfa sonado los primeros anos en que empez6 a hacer campana en favor del tema. La fuerza impulsora detras del cambio en la hermeneutica y los conceptos de estructura eclesiastica de White era un complejo integrado de realidades interrelacionadas. Una de las mas importantes era una comprensi6n creciente, basada en la Biblia, de la misi6n de la iglesia. Para 1861, algunos dirigentes denominacionales habfan concluido que tenfan un mundo al que advertir, y, en 1863, la Revíew comunic6 que la Junta Ejecutiva de la Asociacidn General estaba considerando enviar misioneros al extranjero (RH, 11 de junio de 1861, 21,22; 21 de abril de 1863, 164; 2 de junio de 1863, 8). Una visi6n mas amplia de la misi6n de la iglesia llev6 a un reconocimiento mas amplio de la necesidad de desarrollar una 76 Nuestra organizaci6n / !Aliada o enemiga de la gran comision? organizaci6n adecuada para sostener la misibn. En resumen, White y otros gradualmente llegaron a darse cuenta de que no podrfa existir labor misionera significativa alguna sin una estructura organizativa efectiva y racional. Una segunda realidad que ayud6 a Jaime White y sus companeros creyentes a ampliar sus conceptos de la estructura eclesiastica era la necesidad de mantener la unidad doctrinal. En 1864, White contrastaba los buenos frutos de la organizaci6n Adventista del Septimo Dfa con la "miserablemente confusa condici6n de aquellos que rechazaron la organizaci6n" (RH, 19 de abril de 1864, 164). G. 1. Butler desarro1l6 esa lfnea de pensamiento un poco mas en 1873 cuando escribi6 que "somos un pueblo completamente organizado, y nuestra organizaci6n no esta basada en meras apariencias, sino en un fundamento s61ido. Despues de haber luchado contra toda clase de influencias, de adentro y de afuera, y siendo ahora una unidad, hablando to mismo de un oceano al otro, no es nada sencillo desbaratamos en pedazos" (RH, 15 de abril de 1873, 140). El punto de la unidad doctrinal, desde luego, estaba fntimamente ligado a la misibn. Al estar unidos en su mensaje doctrinal, estaban dispuestos a sostener misiones en varios lugares de Estados Unidos y, posteriormente, del resto del mundo. Asf, la estructura no solo ayud6 a los adventistas a mantener la unidad doctrinal, sino tambien a trasladar ese sistema de creencias a nuevas regiones. Una tercera realidad que expandi6 el concepto de Jaime White de la estructura de la iglesia hue la necesidad de desplegar los pastores adecuadamente, mientras al mismo tiempo se protegfa a las congregaciones de "falsos hermanos". Gradualmente, White avanz6 de la idea de certificar pastores en general a un sistema de Asociaciones que otorgara licencias y les asignase responsabilidades. Finalmente, tuvo que enfrentarse con el hecho de que los adventistas necesitaban una entidad llamada Aso- Organizarse para la misibn 77 ciaci6n General para distribuir adecuadamente los pastores entre las Asociaciones y hacia las nuevas zonas de misibn. En 61 tima instancia, era la misibn de la iglesia la que demandaba una adecuada estructura ec1esiastica que atendiera las diversas necesidades de una denominacidn que crecfa con rapidez. Como repetidamente observ6 Jaime White, "no era la ambici6n de levantar una denominacidn la que sugerfa organizaci6n, sino las mismfsimas necesidades de la situaci6n" (Life Incidents, 299). El estfmulo inmediato detras del desarrolao de la organizaci6n de la iglesia logrado por los primeros adventistas eran las necesidades pragmaticas que sus dirigentes enfrentaban por todos lados. Estos desarrollaron un sistema que les funcionaba en la medida que buscaban cumplir con la misibn de predicar los mensajes de los tres angeles de Apocalipsis 14 que Dios les habfa confiado. El paradigma de un sistema adecuado para White en 1871 era que "la maquinaria funcione bien" (RH, 17 de octubre de 1871, 140). Por otro lado, aun cuando la eficiencia pragmatica pudo haber provisto el estimulo inmediato para la organizaci6n, Jaime White y sus colegas procuraron basar las estructuras organizativas sobre un fundamento que estuviera en armonfa con la ensenanza bfblica respecto a los principios que deberfan sostener la naturaleza y misibn de la iglesia. Por to tanto, aunque los primeros dirigentes adventistas no llegaron a desarrollar una ec1esiologfa o doctrina de la iglesia Madura, el sentido de misibn que habfa impulsado a White y sus colegas hacia la organizaci6n era un subproducto de su comprensi6n bfblica de la iglesia y su papel escato16gico de advertir al mundo antes de la Segunda Venida. En consecuencia, procuraron desarrollar una estructura organizativa que estuviera en armonfa con los principios bfblicos. Esos principios se hicieron evidentes a to largo de toda su discusi6n del tema en la decada de 1860. 78 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? Para el tiempo del establecimiento de la Asociaci6n General, la denominaci6n tenfa unos tres mil quinientos miembros divididos en seis asociaciones y 125 congregaciones, atendidas por treinta pastores. Su campo de labor consistfa en esa zona del norte de Estados Unidos que corrfa de la costa del Atlantico hasta Iowa. De esta manera, el cuerpo de creyentes estaba adecuadamente organizado para su tamano y misi6n. Se encontraba en la situaci6n de extender su misi6n en varias direcciones. La organizaci6n de 1861-1863 permanecerfa esencialmente inalterada hasta 1901-1903. Para ese tiempo, el adventismo serfa una iglesia mundial mucho mas grande que necesitaba reorganizarse drdsticamente para maximizar su labor misionera. Regresaremos a ese tema en el capftulo 5. Pero antes, necesitamos examinar el desarrollo en las organizaciones de la Iglesia Adventista del Septimo Dfa entre 1864 y 1900. e A Tensiones dentro de un sistema creciente (1864-1900) L as ultimas cuatro decadas del siglo XIX verfan al adventismo del septimo dfa expandirse rapidamente, transformandose de un grupo relativamente pequeno de creyentes, restringido a las reccones del noreste y de los Grandes Lagos de los Estados Unidos, en un cuerpo religioso dindmico que se extendfa a to largo del continente norteamericano y que habfa penetrado en cada rinc6n del planeta con su programa misionero. No solo habia crecido la denominaci6n en feligresfa y en numero de Asociaciones y Misiones, sino que tambien habia desarrollado un extenso sistema institucional para respaldar su rnisi6n en el mundo. Si bien en 1860 existfa una. sola instituci6n denominacional (la editorial de Batde Creek), para 1900 se habfan agregado a la causa adventista docenas de instituciones de salud y casas editoras, asf como mds de doscientas escuelas. En resumen, la iglesia de 1900 apenas se parecfa a aquel pequeno grupo de creyentes que habia organizado su Asociaci6n General en 1863. Con todo, segufan manteniendo la misma estructura administrativa. Para entonces, la estructura 80 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? ya resultaba inadecuada para su compleja tarea. En el siguiente capftulo examinaremos la reorganizaci6n de la iglesia en 1901, mientras que en este expondremos las tensiones respecto a la organizacion en la decada de 1870 Y los progresos de las decadas de 1880 Y 1890 que prepararon el camino para la reestructuraci6n al inicio del nuevo siglo. L os limites de la autoridad de la Asociaci6n General No todos estaban contentos con la recien foonada Asociaci6n General de los Adventistas del Septimo Dfa. Los dos objetores mas activos fueron el primer presidente y secretario de la recientemente organizada Asociaci6n de Iowa: B. F Snooky W H. Brinkerhoff. Ambos se oponfan fuertemente a la organizaci6n de la iglesia y dirigfan campanas de crftica y hostilidad contra la direcci6n general de la denominaci6n, especialmente Jaime y Elena G. de White. Enjulio de 1865, la circunscripci6n de la Asociaci6n de Iowa reemplaz6 a Snook con George 1. Butler. Posteriormente, Snook y Brinkerhoff dejaron la denominaci6n, llevdndose consigo algunos miembros para formar el Grupo de Marion. A diferencia de la mayorfa de los brotes que han salido del adventismo del septimo dfa, el Grupo de Marion no desapareci6. Hoy en dfa se ~ ..~ o conoce como la Iglesia Universal de /.~.~ Dios (del Septimo Dfa). ~ .. Si bien no todos estaban contentos (.: ,,:_ cnn la organizaci6n de 1861-1863, esta JI. \ .. parece haber servido bien a su prop6si ~~~ ... ' to en los anos posteriores al establecimiento del sistema. Larebeli6n \ George 1. Butler, presidente de la Asociac6n General con visiones grandiosas respecto a su cargo Tensiones dentro de un sistema creciente 81 de Marion serfa el ultimo cisma significativo en la denominaci6n hasta principios del siglo XX. Diez anos despues de la fundaci6n de la Asociaci6n General, Jaime White continuo alabando los resultados de la organizacion: "Cuando consideramos los modestos inicios, y de que forma tan oscura comenz6 esta obra, la rapidez y sensatez de nuestro crecimiento, la perfecci6n y eficiencia de nuestra organizaci6n. la gran obra que ya ha cumplido [ ... l, cuando miramos todas estas cosas, y vemos c6mo Dios nos ha prosperado, los que estamos directamente relacionados con la obra podemos decir, 'iLo que Dios ha hecho! '" (RR, 20 de mayo de 1873, 184). Con todo, a pesar de estos elogios, no todo iba bien. Existfan tensiones en las filas adventistas sobre la naturaleza y extensi6n de la autoridad de la Asociaci6n General con relaci6n a las Asociaciones de los Estados. Eso se hizo patente en un artfculo que Jaime White public6 en agosto de 1873. Aunque destacaba la creencia de que "expresamos sin vacilar nuestras firmes convicciones de que la organizaci6n en nuestro pueblo surgi6 por la directa providencia de Dios" y que la "mano conductora" de Dios podfa verse encaminandolos a una organizaci6n que despues de un "lapso de mas de diez anos no ha revelado defectos que hayan demandado cambios", White tambien ponfa de manifiesto una acJaime Wbite, energico titud defensiva al discutir el paorganizador del adventismo pet de la Asociaci6n General. del septimo dia 82 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? En particular, White escribi6 que es "sencillamente un insulto para nuestro sistema de organizaci6n" dejar que el presidente (George I. Butler) y los demas miembros de lajunta Ejecutiva de la Asociaci6n General hagan todo el trabajo en las Tnsoiones en cada Estado celebradas al aire libre, y luego "no mostrar la debida consideraci6n por su posici6n y juicio en los importantes asuntos de las Asociaciones de los Estados". De esta manera defensiva, White destac6 que "nuestra Asociaci6n General es la maxima autoridad terrenal entre nuestro pueblo, y esta concebida para hacerse cargo de toda la obra en este y todos los demas pafses". Por to tanto, "se espera que los cargos directivos de nuestras Asociaciones de cada Estado, y, tambien, aqueltos que dirigen nuestras instituciones [... ] respeten la Junta de la Asociaci6n General como hombres sefialados para llevar la supervisi6n general de la causa en todas sus ramas e intereses". Anadi6 tambien que la representaci6n de la Asociaci6n General deberfa estar presente en cada junta administrativa de las Asociaciones estatales. Hacer caso omiso dellegftimo papel de los dirigentes de la Asociaci6n General, decfa White a sus lectores, "es un insulto a la providencia de Dios para con nosotros, y un pecado de magnitud no pequena" (RH, 5 de agosto de 1873, 60). Tal vez estimulado por el artfculo de White, Butler, presidente de la Asociaci6n General desde 1871, tambien decidi6 escribir sobre la autoridad del presidente de la Asociaci6n General. "Nunca existi6 ningun Bran movimiento en este mundo sin un Ifder; y, dada la naturaleza de las cosas, no podrfa existir", afirm6 Butler en su discurso sobre el liderazgo en el Congreso de la Asociaci6n General de noviembre de 1873. Si bien Cristo es la cabeza de la iglesia, argumentaba Butler, no es un asunto "pequeno" estorbar a un individuo cuando Dios to ha llamado al liderazgo de su causa. Butler no tenfa dudas de que Jaime White habfa desempenado un papel simi- Tensiones dentro de un sistema creciente lar al de Moises, y que, en todos los asuntos de mayor calado en la causa adventista, era correcto "darle la preferencia a su juicio". Aun cuando Butler estaba ostensiblemente escribiendo para apoyar a Jaime White como el verdadero dirigente de la Iglesia Adventista, indudablemente Butler buscaba al mismo tiempo reforzar su propia posici6n de liderazgo (GIB, Leadership, 1, 8, 11, 13). En respuesta, los delegados del Congreso de la Asociaci6n General resolvieron "que apoyamos completamente la posici6n tomada en el documento lefdo por el pastor Butler sobre Liderazgo. Al mismo tiempo, expresamos nuestra firme convicci6n de que nuestro yerro al no percibir la mano conductora de Dios en la selecci6n de sus instrumentos para dirigir esta causa ha ocasionado serios danos a la prosperidad de la causa, asi como perdida espiritual de nuestra parte". La resoluci6n concluy6 con un compromiso de los delegados a "considerar fielmente" los principios que Butler habfa establecido (RH, 25 de noviembre de 1873, 190). Butler public6 su discurso, y al ano siguiente elabor6 su posici6n en una serie en ocho partes en la Revíew que se extendi6 del 28 de julio al 13 de octubre de 1874. Las reivindicaciones de fondo respecto al liderazgo individual hechas por Butler incomodaron claramente a los White porque Butler los habfa ubicado en el papel de Moises y porque vefan peligros en la glorificaci6n que hacfa de los dirigentes humanos. Jaime primero se opuso a la posici6n de Butler en la revista Signs of the Times en el verano de 1874. Luego, tan pronto se complet6 la serie de Butler sobre el liderazgo en la Review, Jaime se sinti6 obligado a adaptar sus artfculos del Signs para los lectores de la Review. El quid de su argumentaci6n era que Cristo es la cabeza de la iglesia y que el nunca habfa nombrado a un discfpulo concreto para dirigir los asuntos de su iglesia (RH, 1 de diciembre de 1874, 180). 84 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? Mds o menos a la vez, Elena G. de White escribi6 una carta de 18 paginas a Butler que ponfa de manifiesto su armonia esencial con su esposo. Asever6 que Butler, al defender su estilo independiente de liderazgo y modales mds bien desp6ticos, habfa desarrollado sus ideas sobre el liderazgo en "beneficio propio", y, a continuaci6n, la Sra. White neg61a validez del principio de liderazgo de un solo hombre promovido por Butler. Por otro lado, aunque negaba la autoridad de cualquier persona que quisiera actuar individualmente como Ifder, Elena G. de White sostuvo la autoridad de la Asociacidn General como cuerpo: "Usted -le escribi6 a Butler- yerra grandemente al dar a la mente y el juicio de un hombre esa autoridad e influencia con la que Dios ha investido a su iglesia a travas del juicio y la voz de la Asociacidn General. Cuando este poder que Dios ha colocado en la iglesia es acreditado a un hombre y a 61 se to inviste con la autoridad de ser criterio para otras mentes, entonces se cambia el verdadero orden ·biblico. [... ] Su posicion acerca del liderazgo es correcta, si usted le da a la supremo autoridad organizada en la iglesia to que le ha dado a un hombre. Dios nunca plane6 que su obra llevara el sello de la mente de un hombre y el juicio de un individuo" (3T 541; la cur, siva no estd en el original). Tras reconocer que la necesidad habfa impuesto que Jaime dirigiese la obra durante sus primeros dfas, Elena agreg6 que, una vez establecida la organizaci6n, "entonces era el momento apropiado para que mi esposo dejaba de llevar por mds tiempo las responsabilidades y las cargos pesadas." (3T 549). En un folleto que contenia la carta de Elena a Butler, Jaime adjunt6 una secci6n sobre liderazgo en la que volvia a publicar la mayor parte de su artfculo aparecido en la Revíewy destacaba que "nunca habfa profesado ser un dirigente en ningun otro sentido que aquel que convierte en dirigentes a todos Tensiones dentro de un sistema creciente 85 los ministros de Cristo" (en Elena G. de White, Testimony n°· 25, 190). Asf pues, los espoos White se pronunciaron firmemente en favor de la autoridad de la Asociacidn General como cuerpo y contra el tipo de autoridad individualista propuesto por Butler. Por su parte, Butler se arrepinti6 de sus acciones, dimiti6 de la presidencia de la Asociacidn General, compr6 y quem6 todos los ejemplares disponibles (unos novecientos sesenta) de su libro E1liderazgo, yen el Congreso de la Asociaci6n General de 1875 propuso una resoluci6n donde se dejaba sin efecto el apoyo a sus ideas de liderazgo. Sin embargo, en vez de adoptar una resoluci6n inmediata, el Congreso nombr6 una comisio'n para estudiar el asunto (RH, 26 de agosto de 1875, 59). Et Congreso de 1877, basdndose en el informe de la comision, vot6 dejar sin efecto su aprobaci6n de todas aquellas porciones del libro Elliderazgo de Butler que ensenasen "que el liderazgo del cuerpo quede confinado en una persona concreta". Ademds, el Congreso vot6 que '7a mds alta autoridad debéljo de Dios entre los adventistas del sdptimo dia se encuentra en la voluntad del cuerpo de ese pueblo, segun se expresa en las decisiones de la Asociacidn General cuando actua dentro de su propiajurisdicci6n, y que tales decisiones reclaman el sometimiento de todos sin excepcion, a no ser que se muestren en conflicto con la Palabra de Dios y los derechos de la conciencia individual" (RH,4 de octubre de 1877, 106; la cursiva no estd en el original). Por to tanto, para 1877, Butler y Jaime White, quienes se alternaron en la presidencia de la Asociacidn General de 1869 a 1888 (White, 1869-1871, 1874-1880; Butler, 18711874,1880-1888), en general estaban de acuerdo respecto a la autoridad de la Asociacidn General como cuerpo. Desgraciadamente, aunque era inevitable, los delegados de la Asociaci6n General provenientes de las Asociaciones locales se Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? reunfan entre sf en sesi6n 6nicamente durante unas pocas semanas cada ano. El resultado, naturalmente, era que los adventistas acudfan al presidente de la Asociacidn General y a los miembros de la pequena junta Ejecutiva en busca de liderazgo. Esto ocurrfa sobre todo cuando ocupaban la presidencia individuos energicos como Butler y White. Ambos hombres tenfan la tendencia a acaparar mucha autoridad en sus manas y, por to tanto, en la practica se inclinaban mas hacia el estito de liderazgo individualista de Butler, aunque no to hiciesen en teorfa. Elena G. de White aconsej6 repetidamente a ambos caballeros sobre los peligros de sus habitos de gesti6n. La frustraci6n de Elena con Butler lleg6 al colmo alrededor de to epoca del Congreso de la Asociacidn General de 1888. Poco despues de terminado el Congreso, ella escribi6 que "el Pastor Butler [ ... ] lleva en et cargo tres anos mas de to que debia y ahora toda humildad y sencillez de mente to han abandonado. Piensa que su posici6n le concede tal poder que su voz es infalibte" (EGW a MW 4 de noviembre de 1888). En retrospectiva, despues de otros tres anos, Elena afirm6: «Espero que a nuestro pueblo jamas se to estimule en to mas mfnimo a depositar una confianza tan fuera de to comidn en un hombre finito y falible como la que se ha puesto en el pastor Butler, por cuando los pastores no son Dios, y en el pasado se ha depositado demasiada confianza en el pastor Butler [... ]. Los creyentes son ahora tan ineficientes e incapaces de mantenerse en su puesto del deber como fieles centinelas de Dios precisamente porque se les ha animado a acudir a un hombre para que piense por ellos, para que sea su conciencia" (EGW a SNH, 11 de diciembre de 1891). Para Butler resultaba mas sencillo rechazar de palabra sus ideas sobre la teorfa del liderazgo eclesiastico protagonizado por un "gran hombre" que dejar de practicarlas en la realidad. Dada la naturaleza humana, este es un problema permanente Tensiones dentro de un sistema creciente con el que han seguido luchando a to largo de la historia los que ocupan posiciones de liderazgo. Esta desafortunada realidad de la vida tambien llev6 a Elena G. de White a hacer algunas interesantes afirmaciones concernientes a la autoridad de la Asociaci6n General en la decada de 1890. Suscit6 el asunto varias veces durante esa decada. En 1891, por ejemplo, escribi6: "Me vi obfgada a adoptar la posici6n de que to que se escuchaba en la gestion y decisiones de la Asociacidn General no era la voz de Dios. Se trazaban metodos y planes que Dios no sancion6 y, sin embargo, el pastor Olsen [presidente de la Asociacidn General de 1888 a 1897] querfa hacer ver que las decisiones de la Asociacidn General eran la voz de Dios. Muchas de las posiciones adoptadas, so pretexto de ser la. voz de la Asociacidn General, han sido en realidad la voz de uno, dos o tres hombres que estaban descarriando a la Asociacidn" (EGW, Ms 33, 1891; to cursiva no esta en et original). Cinco anos despues, Elena G. de White coment6 que "ya no se percibe el caracter sagrado de la causa de Dios en el centro de la obra. La voz de Battle Creek, que ha sido considerada como autoridad para aconsejar la forma en que debe ser hecha la obra, ya no es la voz de Dios" (EGW a los hombres que ocupan posiciones de responsabilidad, 1 de julio de 1896; la cursiva no esta en el original). Barry Oliver, en su analisis de tales afirmaciones, concluy6 que estas se refieren a ocasiones en que la Asociacidn General no actu6 como cuerpo representativo, cuando su auto ridad para to toma de decisiones estuvo centrada en una Bola o unas pocas personas, o cuando la Asociacidn General no estaba siguiendo principios sensatos (vease SDA Org., 99). Esa conclusion esta en lfnea con las declaraciones de Elena G. de White a to largo del tiempo. De hecho, ellahab16 especfficamente de este asunto en un manuscrito que se ley6 ante los delegados del Congreso de la Asociacidn General de 1909, 87 88 Nuestra organiza cien / tAliada o enemiga de la gran comisi6n? en el cual respondfa a las actividades cisrndticas de A. T Jones y otros. "A veces", dijo ella a los delegados, "cuando un pequet=to grupo de hombres encargados del manejo general de la obra, procure ejecutar en nombre de la Asociacien General planes imprudentes y restringir la obra de Dios, he dicho que ya no podia considerar voz de Dios la de la Asociacien General representada per estos pocos hombres. Pero esto no es decir que no deban respetarse las decisiones de un Congreso de la Asociacien General compuesto de una asamblea de hombres debidamente nombrados come representantes de todas partes del campo. Dios ordeno que tengan auton dad los representantes de su 191es1a de todas partes de la t1erra, cuando estdn reunldos en el Congreso de la Asoclacten General. El error que algunos se hallan en el peligro de cometer estriba en oar a la mente y al juicio de un solo hombre o de un pequeno grupo de hombres la plena medida de autoridad e influencia que Dios ha investido en su iglesia, en el juicio y la voz de la Asociacien General congregada para planear la prosperidad y el progreso de su obra" (3IT 408-409]; la cursiva no estd en el original). Expansion denominacional y experimentos organizativos El perfodo que va de 1863 al inicio del nuevo siglo fue testigo de un crecimiento sin precedentes en la denominacion. El adventismo iniciarfa este perfodo con seis Asociaciones y treinta obreros evangelistas, pero to terminarfa con 45 Asociaciones locales, y 42 misiones en el extranjero con unos mil quinientos obreros evangelicos. Mds alb del crecimiento en to referente a las Asociaciones, el sector institucionel de la denominacion tambien se desarro1l6 r5pidamente. Entre 1888 y 1901, el niimero de instituciones medicas de importancia habfa crecido de dos a 24, con mds o menos dos mil empleados. Para 1903, la denominacion podfa infoDTIar de unas 464 Tensiones dentro de un sistema creciente escuelas de iglesia. desde primarias hasta nivel superior, que daban empleo a 687 maestros y acaparaban una matrfcula de 11.145 estudiantes. Ademds de las instituciones de salud y educacien. un numero siempre creciente de casas publicadoras habfa comenzado a operar alrededor del mundo. Esa expansion sin precedentes en todos los sectores de la iglesia trajo consigo una situacien administrativa que el formato organizativo de 1863 no estaba preparado para manejar. Los dirigentes de la Asociacien General reaccionaron de dos formas. La primera involucraba un control administrativo centralizado. En palabras de B utler en 1888, "la Asociacien General es ese cuerpo representativo que abarca la totaJídad de esta causa. Su supervision comprende todos sus intereses en cada region del mundo. No hay una institucion entre nosotros, Segundo lugar de reunien en Battle Creek, en el memento de la constitucien de la Asociacien General en mayo de 1863. ~ --- .- -_...... .... - 90 Nuestra organization /tAliada o enemiga de la gran comision? no se imprime rtingun peri6dico, no hay rtinguna Asociacion o sociedad, no hay rtingtin campo misionero conectado con nuestra obra, que la Asociacion General no tenga el derecho de asesorar, aconsejar e investigar. La Asociacion General es la mas elevada autoridad de cardcter terrenal entre los Adventistas del Septimo Dia. Ostenta una superintendencia especial sobre todos los campos misioneros que esOn fuera de las Asociaciones organizadas" (SDA Yearbook, 1888, 50). Esa mentalidad llev6 al extremo de administrar toda una iglesia mundial desde la sede de la Asociacion General en Battle Creek. El segundo enfoque relativo a la administration de la creciente obra de la denominacion tenfa elementos tanto de centralization como de descentralizacion. Entre 1874 y 1889, la denominacion estableci6 siete organizaciones auxiliares para atender los diversos sectores del programa de la Iglesia: la Sociedad General Misionera y de Tratados (l874), la Sociedad Educativa Adventista del Septimo Dfa (1874), la Asociacion General de la Escuela Sabatica (l878), la Liga de Salud y Temperancia (l879, denominada Asociacion Medica Misionera y de Benevolencia despues de 1893), la Asociacion General (l881), la Asociacion National de Libertad Religiosa (1889) y lajunta de Misiones Extranjeras (1889). Cada Asociacion, como la Asociacion Publicadora Adventista del Septimo Dfa que las habfa precedido en 1861, era una entidad legalmente organizada e independiente que contaba con sus propios cargos directivos y junta ejecutiva. Aunque todas eran parte de la Iglesia Adventista del Septimo Dfa y cada una rendfa cuentas a la Asociacion General, esta tiltima no las administraba directamente. Debido a esta situation de independencia, la coordination entre ellas y la Asociacion General fue un problema permanente a to largo de la decada de 1890. Tomemos como ejemplo el envfo de misio- Tensiones dentro de un sistema creciente 91 neros al extranjero. La Asociacion Medica Misionera y de Benevolencia, la Junta de Misiones Extranjeras y la Asociacion General, las tres enviaban misioneros, pero no siempre se consultaban entre sf. Por to tanto, el sistema de Asociaciones estaba, en cierto sentido, descentralizado. Por otro lado, habfa una iniciativa para centralizar la autoridad en la mayorfa de estas entidades. Asf, J. H. Kellogg intent6 controlar el programa medico mundial adventista desde B attle Creek. Lo mismo ocuni6 con la Asociacion Publicadora, la cual procur6 gestionar la totalidad de la obra de publicaciones adventista a traves de su editorial principal,la Review and Herald de Battle Creek. Casi de igual manera, W W Prescott no solamente era ellfder de la Asociacion educativa, sino tambien, a la vez, presidente de los colegios de Battle Creek, Union y Walla Walla durante la primera parte de la decada de 1890, con miras a controlar todo el sistema educativo des- ~ de Battle Creek. Siendo que la .;:_ mayorfa de las Asociaciones . tenfan sus respectivas sedes -------!-.~~*, . en Battle Creek y contaban f >.', con consejos directivos im, .>.- . ... bricados, eran unicamente unos pocos individuos los que administraban casi toda la obra de la denominacion en todos sus diversos aspec- \ tos. Por ello, las "descentralizadas" Asociaciones estaban bas, tante centralizadas en cuan1"0 al personal que las dirigfa. William Warner I\'escott, "nos cuantos hombres toque se puso de parte de Daniells en medio 1I1C111an, o procuraban tomar, ~- de la escaramuza 92 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? decisiones para to que se habfa convertido en una iglesia mundial. La principal voz que se oponfa a la centralizaci6n de la adrninistraci6n de la iglesia en Battle Creek era Elena G. de White. En 1883, por ejemplo, ella escribi6 que los administradores principales habfan cometido un error al pensar que "cada uno de ellos era quien debfa llevar todas las responsabilidades" sin dar a los demas "ninguna oportunidad" de desarrollar sus aptitudes dadas por Dios (EGW a WCW y MW 23 de agosto de 1883). Durante las decadas de 1880 y 1890, abog6 repetidamente por una toma de decisiones descentralizada, porque los dirigentes de Battle Creek no podfan entender la situaci6n tan bien como la gente que vivfa en los distintos lugares. Como dijo en 1896, "los hermanos de Battle Creek no estan mas inspirados para dar consejo infalible que los hombres de otros lugares, a quienes Dios ha confiado su obra en su propia localidad" (EGW a WWP y esposa, 1 de septiembre de 1896). Un ano antes, ella habia escrito que la "obra de Dios" se habia "retrasado debido a una incredulidad culpable en el poder [de Dios] para usar a la gente comun para llevar adelante su obra con exito" (RR, 16 de julio de 1895, 450). Desde la perspectiva que ella tenfa, no hacia falta que los dirigentes en Australia se pusiesen en contacto con los administradores en Battle Creek para que tomaran decisiones que era mejor adoptar localmente. A to largo de las decadas de 1880 Y 1890, la Sra. White combatirfa cada vez mfrs la centralizaci6n del poder que venfa ocurriendo en Battle Creek (veas e BDO, SDA Org., 67-131). Elena G. de White, por supuesto, no fue la 6nica en reconocer las debilidades de la estructura organizativa de 18611863, si bien ella fue la que mas hab 16 del terra y la mas influyente. Afortunadamente para la misi6n de la denom.inaci6n, los fundadores de la estructura adventista habfan dejado abier- Tensiones dentro de un sistema crecien$e to la posibilidad de cambiarla. Como dijo Andrew Mustarcd, habfan procurado "conformarse a un patr6n que se percibifa que estaba en armonfa con los principios generales del ordein bíblico mientras que dejaban espacio para et desarrollo y C-1 cambio al afrontar nuevas situaciones" (lames White and SDA Org., 216). Grandes cambios habfan acontecido en la obra y misi6rn adventistas en los ultimo s anos de la decada de 1880 Y duranite la de 1890, Y durante estas decadas se observarfanintento?s por adaptar la estructura organizativa de la denominaci6rn para atender adecuadamente las necesidades. Pero elliderazgco hacia esos cambios no provendrfa de los administradores d(e la Asociacidn General. Los dirigentes denominacionales pa.recfan estar mfrs o menos satisfechos con el sistema que to-nfan. Sin embargo, los requerimientos de los campos misio-neros magnificaban las debilidades del sistema de 1861-1863. Por to tanto, no deberfamos sorprendernos al descubrir que las mayores iniciativas se onginaron en los re cien estableci-dos campos misioneros de Sudaftica y Australia. Uno de los experimentos mfrs importantes en to referente'a la organizaci6n vino de la mano de A. T Robinson hacia finales de 1892, cuando este procuraba organizar la Asociacidn' Sudafricana. Al contemplar la tarea, Robinson se encontr6i con una realidad a la que nadie se habia enfrentado en Battle' Creek: la grave escasez de personal. Poco despues de llevar at Sudafrica en 1891, Robinson reconoci6 que cualquier formal de organizaci6n consistente en un n6mero de organizaciones; auxiliares independientes y aut6nomas resultaba poco practica, dadas las condiciones pioneras en las que se encontraba. Sencillamente, no habfa suficiente gente para proveer un presidente y un conjunto completo de cargos directivos para la Asociacidn,la Sociedad de Tratados, la Asociacidn de Libertad Religiosa, y las diversas asociaciones adicionales. Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? Con ese problema entre manos, Robinson record6 los debates que habian tenido lugar en el Congreso de la Asociaci6n General de 1889 y otros debates similares acaecidos en 1890 en un lugar llamado Camp Comfort y que habfan abordado la idea de que un secretario o director en el equipo de cargos directivos de la Asociacion representara a cada organizaci6n auxiliar. De esa forma no habrfa mas que una organizaci6n compuesta por sus cargos directivos junto con un grupo de individuos que representase uno de los intereses especiales que hasta el momento estaban al cuidado de diversos grupos auxiliares independientes en los Estados Unidos. Con ese estado de cosas en mente, Robinson traz6 una constituci6n para la propuesta Asociacion de Sudafrica y se la envi6 a O. A. Olsen, presidente de la Asociacion General. En septiembre, Olsen escribi6 a W C. White (el hijo mas joven de Jaime y Elena G. de White), que estaba en Australia, diciendole que se alegraba de escuchar que los sudafricanos estaban organizando una Asociacion, pero que estaba un tanto "preocupado de que cometamos algun error". A primera vista, Olsen no se "oponfa" al plan de "tener los diferentes Departamentos de la obra representados por secretarios". En las circunstancias reinantes en Sudafrica, afiadi6, "pienso que esta bien que las diferentes Ifneas de trabajo queden bajo una organizaci6n directiva" (OAO a WCW, 1 de septiembre de 1892). White contest6 que la idea tambien le causaba "mucha preocupaci6n", pero que tambien tenfa sus aspectos favorables (WCW a OAO, 28 de septiembre de 1892; 14 de octubre de 1892). Posteriormente, Olsen escribi6 a Robinson diciendo que, aunque habfa estado "un tanto a favor de la idea", mas temor le suscitaba cuando mas pensaba en ella. En particular, destac6 el hecho de que a algunos les preocupaba que el plan de Robinson contuviera "elementos de peligro en tanta centralizaci6n". Olsen inform6 a Robioson que habfa hecho circular copias de su pro- Tensiones dentro de un sistema creciente puesta entre los miembros de la Junta de Misiones Extranjeras, y que le habfa llegar las sugerencias de ellos tan pronto como las tuviera en mano (OAO a AlR, 25 de octubre de 1892). Fiel a su palabra, Olsen le envi6 a Robinson las criticas de la Junta de Misiones el 13 de noviembre. Para no andarnos con rodeos, desaprobaban el plan departamental de Robinson. Pero era demasiado tarde. Robinson record6 posteriormente que Olsen habfa escrito que cuando llegaran las respuestas de los dirigentes de la iglesia "el me las enviarfa. Esto caus6 tanta tardanza antes de que yo las recibiera que la Asociacion fue organizada antes de que llegaran a mi poder. Y, cuando llegaron, descubrf que casi todas ellas eran opuestas a mi plan" (ATR, Ms, "A New Plan ofOrganization", 1947). Por to tanto, el sistema departamentallleg6 a existir en la Asociacion Sudafricana por "accidente" y por dilaciones. En 1898, Robinson se traslad6 a Australia, donde se convirti6 en el presidente de la Asociacion de Victoria. Antes de mucho tiempo, Robinson ya habfa hablado con los principales dirigentes de la Asociacion respecto al plan departamenal que estaba funcionando "como la cep' i" : en Afriea y que bab fa "simplili,:·odo" el "plan de organizaci6n Cuando present6 el plan ant-.! . --.c. •., \ " el Congr eso de la Asociacic;] !, [ . ~,:c : '1 Robinson inform6 que saco, lió ,'( . a Arthur G. Daniells y W ~ 't ... "'~~; J ~ White Oos maximos dirigeiit! \~. ;~!.:~~ .:;. l de la iglesia en Australia) N.! mo una bomba". No les.gw;r'f la idea en absoluto. Damells 1:3: ¡.. ~' \ . , ',~~;::~ ~ .~f '., \ ~"J1 I~: ~,.\.)." Arthur G. Daniells, que dirigi6 la reestructuraci611 - .' ' ,.,; ----...,¡ Nuestra organizaci6n / !Aliada o enemiga de la gran comisi6n? consider6 una "confusi6n" y White la calific6 de "torbellino", pero los dirigentes locales de la Asociaci6n ya habfan aceptado la idea en principio y acordaron que se realizara. Antes de que diera comienzo el nuevo siglo, ambos hombres adoptarian el concepto de los Departamentos y contribuirfan a encontrarle un lugar a to largo de las diversas Asociaciones del territorio australiano. En 1901, Daniells serfa un instrumento clave en llevar a la Asociaci6n General el sistema departamental (ibid.). La otra iniciativa de importancia en la transformaci6n de la organizaci6n de la Iglesia Adventista tambien se desarrollarfa en Australia durante la decada de 1890. El concepto de Uni6n, ligado a la estructura organizativa por Departamentos, habfa muchisimo por transformar la organizaci6n de la Iglesia Adventista del Septimo Dfa entre 1901 y 1903. Resulta significativo que ambos iniciativas organizativas evolucionaran en respuesta a las necesidades de contextos de misi6n tan apartados de la situaci6n que se vívfa en Battle Creek. Cuando se sinti6 la necesidad de un cuerpo coordinador regional que dirigiese la obra de la iglesia, la idea provino de Europa, donde el adventismo del septimo dfa organizado habfa estado activo desde 1874. Para 1882, las Misiones se habfan agrupado en to que lleg6 a denominarse Consejo Europeo de las Misiones Adventistas del Septimo Dia. El Consejo habfa elegido una "Junta Ejecutiva de tres, que deberfa ocuparse de la supervision general de la obra en todas las Misiones, bajo la direcci6n de la Junta de la Asociaci6n General" (Historical Sketches ofthe Foreign Missions ofthe SDA, 1886,45). El Consejo Europeo, segun insinu6 W. C. White a principios de la decada de 1890, habfa florecido durante unos anos pero habfa muerto "sin ceremonia luctuosa o funeral alguno" (WCW a OAO, 9 de junio de 1893). El siguiente esfuerzo por dispersar parte de la autoridad se dio por causa del Congreso de la Asociaci6n General de 1888. Tensiones dentro de un sistema creciente Mientras W. C. White sali6 de la sala un momento para conversar con su madre respecto a una publicaci6n inminente, laJunta Ejecutiva de la Asociaci6n General to eligi6 presidente interino de la Asociaci6n General hasta que Olsen pudiera volver de Europa. White escribi6 mas tarde a su esposa que eso "fue probablemente la pildora mas amarga" que habfa tenido que tragar (WCW a OAO, 27 de noviembre de 1888; WCW a MW 24 de noviembre de 1888). Aun cuando White no estaba del todo entusiasmado respecto a su nuevo puesto de trabajo, ello no quiere decir que estuviese inactivo. En noviembre de 1888, la Junta Ejecutiva vot6 dividir el territorio de Norteamerica en cuatro distritos: Sur, Este, Oeste y Medio Oeste. Cada regi6n contaria con los servicios de un miembro especialmente nombrado por la Junta Ejecutiva de la Asociaci6n General. W C. White habfa propuesto esta divisi6n de responsabilidades entre los diversos miembros de la junta de tat manera que las diferentes regiones de Norteamerica pudieran tener su propio asesor (WCW a OAO, 27 de noviembre de 1888). Ademas, White no tenfa dudas acerca del origen de su idea de desarrollar el concepto de regi6n. "Mama me ha dicho", le respondi6 a Olsen, "que le ha sido mostrado que serf a mas grato al Senor y favorecerfa mas el avance de la causa si se escogieran hombres para hacerse cargo de la obra en distintas zonas del pats, actuando cada uno libremente en su campo, sin referir todas las cuestiones a un solo hombre, porque el campo es demasiado grande para que un hombre lleve todas las cargas. Dice, ademas, que estos hombres deben reunirse frecuentemente para consultarse y elaborar planes, siempre reunidos como iguales, expresando cada uno libremente sus puntos de vista y escuchando con respeto las opiniones de los demas. Y de verdad parece que debemos adoptar un plan como este para nuestra obra pues, ciertamente, es demasiado abarcante 98 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? para que la conozcan y administren uno o dos hombres en todos sus detalles" (ib(d.; la cursiva no esta en el original). El sistema de regiones fue el primer paso hacia la resoluci6n de un asunto que ocuparfa gran parte de la creatividad de White hasta el ano 1901. Respondiendo a las preocupaciones de su madre, W C. White hizo cuanto estuvo en su mano en la decada de 1890 por descentralizar la autoridad con que se habfa investido al liderazgo de la Asociaci6n General. Para principios de 1890 se habfa especificado que el miembro de la Junta Ejecutiva de la Asociaci6n General a cargo de cada regi6n se denominarfa Superintendente general de esa regi6n de la Asociaci6n General. Como tal, dicha persona acudirfa a todas las juntas o convenciones de las Asociaciones de cada Estado que se celebrasen en su regi6n, supervisaria todas las Asociaciones ministeriales y convenciones anuales realizadas en su regi6n, se relacionaria con todos los cargos directivos de la Asociaci6n y asociaciones auxiliares de su regi6n, informarfa de cualquier ineficiencia o irregularidad que encontrara al secretario de la Asociaci6n General, y cuidaria especialmente de las Asociaciones o Misiones debiles que hubiese en su territorio (GCC Min, 2 de enero de 1890). En 1889, el numero de regiones aument6 de cuatro a seis, todas aun en Norteamerica. En 1893, el sistema de regiones se expandirfa para incluir a Oceanfa como la regi6n numero siete y a Europa como la numero ocho. No debemos confundir tales regiones con las que pronto llegarian a ser llamadas Uniones. Las regiones, en realidad, eran Divisiones de la Asociaci6n General que no contaban con circunscripciones locales o regionales ante las cuales fueran responsables. En cambio, las Uniones tendrfan cargos directivos y una junta ejecutiva elegida por una circunscripci6n regional. W. C. White parece haber tenido en mente algo como una Uni6n en diciembre de 1892, cuando escribi6 a Olsen Tensiones dentro de un sistema creciente desde Australia proponiendo "la organizaci6n de algun cuerpo ec1esiastico que este a mitad de camino entre las Asociaciones estatales y coloniales y la Asociaci6n General". Sugiri6 que se celebrase to que et mismo denomin6 una "Asociaci6n General de Oceanfa" cada dos anos para coordinar las actividades adventistas en esa regi6n del mundo. Tambien pensaba que to mismo serfa de utilidad para Europa (WCW a OAO, 21 de diciembre de 1892). Olsen, sin embargo, no estaba dispuesto a l t tan lejos como deseaba W C. White en cuanto a la descentralizaci6n. Dijo a la Junta Ejecutiva de la Asociaci6n General que "pensaba que nada deberfa planearse al punto de interferir con la supervisi6n general y la tarea que tegftimamente pertenece a la Asociaci6n General, ya que se trata de la mas elevada autoridad organizada sobre la tierra despues de Dios". De esta manera, en lugar de la organizaci6n basada en circunscripciones que habfa solicitado White, Olsen recomendaba la extensi6n del esquema de regiones a Europa y Australia. El Congreso de la Asociaci6n General de 1893 vot6 hacer de su recomendaci6n una realidad (GCC Min, 25 de enero de 1893). Como cabfa esperar, White no sinti6 mucho entusiasmo con la perspectiva de que Oceanfa se convirtiera en una regi6n. "Nos sentimos decepcionados", le escribi6 a Olsen en mayo de 1893, "tras buscar infructuosamente en las actas" del Congreso de la Asociaci6n General de 1893 "alguna votaci6n concerniente al Dist. Federaci6n de Asociaciones, o algun plan de una Uni6n Europea o de Oceanfa". Con todo, White acept6 con elegancia to realidad del compromiso implfcito en un sistema de regiones en el que el superintendente de la Asociaci6n General tendrfa responsabitidades adicionales. Dos meses despues, como superintendente general elegido, invit6 a Olsen a unfrsele en Australia para organizar la nueva Asociacfo'n regional (WCWa OAO, 8 de mayo de 1893; 9 de jutio de 1893). Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? Si bien White podia haberle pedido a Olsen que estableciera la nueva region numero siete, parece que el y Arthur G. Daniells tenfan ideas mas amplias en mente que saldrfan a la luz cuando el presidente de la Asociaci6n General llegara a su territorio. Dichos planes surgirfan a principios de 1894, despues de que W C. White, Daniells, y quizas Elena G. de White tuvieran la oportunidad de trabajar un poco para persuadir al tolerante Olsen. Lo que Olsen necesitaba entender especialmente eran las dificultades que afrontaban en su aislado campo de labor. Daniells, hablando en una fecha posterior, explic6 la situaci6n muy graficamente. Destac6 que, antes de la adopci6n de la Uni6n, cada decisi6n que trascendfa la responsabilidad de toma de decisiones de una Asociaci6n local tenfa que ser referida a la sede central de Battle Creek. El problema era que, en el mejor de los casos, el correo tardaba en llegar cuatro semanas en cada sentido, y, con frecuencia, llegaba solamente para encontrar a los miembros de la Junta Ejecutiva de la Asociaci6n General fuera de su oficina. "Recuerdo -asever6 Daniells- que tenfamos que esperar tres o cuatro meses antes de poder recibir cualquier respuesta a nuestras preguntas". Y, aun entonces, la respuesta podia consistir en una pregunta de solo cinco o seis lineas indicando que los cargos directivos de la Asociaci6n General no habfan terminado de entender el asunto y que necesitaban informaci6n adicional. Y asf segufa hasta "despues de seis o nueve meses, quizas, para que pudieramos dejar el asunto solucionado". A esas alturas en su argumentaci6n, sus oyentes no tenfan dificultades para entender to que queria decir cuando afirm6 que "encontrabamos nuestro trabajo continuamente obstaculizado" (1913 GCB 108). Con esa clase de historias en la cesta, no fue demasiado dificil convencer a Olsen de la necesidad de descentralizar la autoridad a fin de que la mayoria de las decisiones que se Tensiones dentro de un sistema creciente tomaran pudieran tener lugar regionalmente sin referencia a las autoridades de Battle Creek, que, de todos modos, no entendfan la situaci6n. En consecuencia, observ6 Daniells, Olsen y "el pastor W C. White se pusieron de acuerdo y programaron una organizaci6n para una Uni6n" (ibid.). En realidad, no fue asf de sencillo. Una comisi6n desarro116la primera constituci6n para una Uni6n. Esa constituci6n fue aprobada el19 de enero de 1894, y White y Daniells fueron elegidos presidente y secretario, respectivamente. Anos despues, Daniells coment6 que no todos estuvieron contentos con la idea de la Uni6n. "Algunos de nuestros hermanos -dijo- pensaban entonces que la obra iba a arrui narse, que fbamos a hacer pedazos la organizaci6n, y que fbamos a provocar la secesi6n ally en las islas del Mar del Sur". Pero, en realidad, observ6 Daniells, el resultado fue todo to contrario. El nuevo enfoque organizativo facilit6 muchfsimo la misi6n de la iglesia en el Pacffico Sur, a la vez que la nueva Uni6n de Oceania sigui6 formando parte leal e integral del sistema de la Asociaci6n General (ibid.). Por to tanto, para 1894, una nueva entidad habfa sido "inventada" en Australia para descentralizar la autoridad delliderazgo de la Asociaci6n General y facilitar la obra de la denominaci6n en el Pacffico Sur. La Uni6n de Oceania consistfa en las diversas Asociaciones y Misiones locales que habfa en su territorio y servfa de unidad intermediaria entre la Asociaci6n General y las Asociaciones locales. A diferencia de las ineficientes regiones, la Uni6n contaba con su propia constituci6n y circunscripci6n; ademas, tenfa poderes ejecutivos para actuar en asuntos de su zona. Tambien, a diferencia de las regiones, que fueron diseno de la Asociaci6n General, la nueva Uni6n era un desarrollo, segun to describi6 Oliver, de los itniveles de organizaci6n 'por debajo' de la Asociaci6n General". Asf, los cargos directivos de la Uni6n eran responsables 102 Nuestra organizacion / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? ante sus circunscripciones regionales. Por otro lado, a fin de integrar la nueva Union a la Asociacion General, esta ultima tambien senalo a W C. White como superintendente de la region siete (SDA OIg., 130). Ese nombramiento to hizo automdticamente miembro de la Junta Ejecutiva de la Asociacion General. Por to tanto, el nuevo presidente de la Union era responsable ante los que estaban tanto por encima como por debajo de el en el desarrollo del sistema organizativo adventista. Como se indic6 anteriormente, la Union de Oceanía y cada una de sus Asociaciones y Misiones locales constituyentes adoptaron el sistema departamental despues de que A. T Robinson llegase de Suddfrica en 1898. Para entonces, Daniells se habfa convertido en el presidente de la Union. Despues de desempenar ese puesto, Daniells llevaria los conceptos tanto de la Union como de los Departamentos al Congreso de la Asociacion General de 1901. Ese Congreso reorganizarfa la estructura administrativa de la denominacion. Como tal, es uno de ios Congresos mds importantes en la historia del adventismo. Pero antes de examinar la reorganizaci6n, necesitamos echar una mirada a dos enfoques muy diferentes relativos a la naturaleza misma de la iglesia que se desarrollaron hombro con hombro en la decada de 1890. Reinventar Babilonia: modelo alternativo de organízacion ec1esidstica Para 1897, muchos reconocian que era necesario un cambio organizativo significativo. El adventismo, como ya se ha mencionado, habfa estado atravesando un proceso de cambio gradual desde 1888 en una lucha que, a la postre, llegarfa a su climax en 1903. El antiguo modelo de organizacion habfa estado enfocado en la centralizaci6n de la autoridad en unos pocos individuos en Battle Creek. El nuevo enfoque acentuarfa la difusi6n del poder administrativo. Tensiones dentro de un sistema creciente La pregm,ta que la iglesia tenfa que contestar no era si debfa descentralizar la autoridad administrativa sino c6mo lograrlo de la mejor manera. No solo la mision de la iglesia habfa parecido exigir descentralizacion. sino que Elena G. de White la habfa pedido cada vez con mds frecuencia. Sus peticiones se hicieron aun mds insistentes a medida que la denominacion se esparcfa por el mundo y sus instituciones se multiplicaban rdpidamente a to largo de la decada de 1890. El Congreso de la Asociacion General de 1897 serta testigo de un intento importante por lograr una reorganizaci6n denominacional. La coalicion mds vigorosa para efectuar el cambio organizativo en 1897 consisti6 en Alonzo T Jones y Ellet J. Waggoner (dirigentes del reavivamiento de 1888 sobre lajustificacion por la fe), junto con W W Prescott, su colega en esta convicci6n. Estos tres hombres compartfan la vision de una organizacion de la iglesia que se centraba en el sacerdocio de los santos y la noci6n de Cristo como cabeza J ones fue el mds expresivo de los tres en las juntas de 1897, pero todos ellos argumentaban conjuntamente en favor de su modelo de organizacion eclesidstica alld por finales de siglo. En el centro de su perspectiva de organizacion estaba la exaltaci6n de Cristo como autoridad 6nica de la iglesia y la denigraci6n de cualquier forma de autoridad humana. Esa idea no era nueva en 1897. Jones la habfa presentado claramente en el campamento de Ottawa, Kansas, en mayo de 1889;0 donllle predicO onoe AlGllzo T JODeS, que dirigiCi la ovosiciCin 104 Nuestra organizaci6n I !A1iada o enemiga de la gran comisi6n? sermones sobre la organizaci6n de la iglesia. El meollo de la doctrina eclesidastica de Jones en 1889 (y posteriormente) era que "la iglesia es el cuerpo de Cristo" y Cristo es la cabeza de la iglesia. "Cristo es la cabeza -proclamaba- no solo del cuerpo, sino [de] cada miembro del cuerpo, de cada hombre. Ningtiin hombre es la cabeza de ningiin arra hombre, sino que Cristo es la cabeza de cada uno y de todos ellos" (Topeka, Daily Capital, 8 de mayo de 1889,4; 10 de mayo de 1889,4; la cursiva no esta en el original). Indudablemente, Jones fundamentaba su ensenanza en la eclesio10gfa de Pablo y el concepto de Martin Lutero del sacerdocio de cada creyente. No obstante, Jones llevarfa sus conclusiones a un extremo no bib1ico. Jones entendfa correctamente parte de la ana10gfa de Pablo cuando recalcaba que Cristo era la cabeza del cuerpo, pero no lleg6 a entender las diversas funciones interrelacionadas del cuerpo de Cristo, que incluyen a "los que administran" (1 Cor. 12: 28), o sea, a los administradores. El concepto del Nuevo Testamento de la iglesia incorpora cargos directivos que deben cuidar de la iglesia y que deben set obedecidos pot la salud del cuerpo. Jones acab6, pot to tanto, con una distorsi6n de la perspectiva bib1ica de la iglesia (vease 1 Coro 12: 22; 1 Tim. 3: 5; Heb. 13: 17; Hech. 20: 28). Un corolario del enfasis de Jones sobre la responsabilidad directs del individuo ante Cristo en la organizaci6n de la iglesia era su denigraci6n del papel de liderazgo de los pastores. En 1889 pub1ic6 un folleto que contenfa, ademas de otros temas, "un gran numero de [... ] citas de escritores antiguos y eminentes en referencia a la exa1taci6n de los ancianos de la primitiva iglesia cristiana, to que llev6 finalmente al establecimiento del papado" (RH, 2 de abril de 1889,224). De manera creciente, Jones abogarfa pot el tema el resto de su vida. Mientras tanto, es importante observar que Jones no estaba solo en su perspectiva de la organizaci6n de la iglesia. E. J. Tensiones dentro de un sistema creciente Waggoner desarro1l6 temfas similares sobre el tema a principios de la decada de 1890. Escribiendo a Jones en 1894, Elena G. de White asever6 que "El pastor Waggoner [... ] ha hecho campana en favor de algunas teorfas extranas. Ha suscitado ante algunos hermanos ideas con respecto a la organizaci6n que nunca debieron haber sido expresadas. Yo suponfa que la cuesti6n de la organizaci6n qued6 zanjada para siempre entre los que crefan los testimonios [... J. Oh, cuanto se regocijarfa Satanas de introducirse en este pueblo y desorganizar la obra en un tiempo en que resulta imprescindible una organizaci6n concienzuda, que ha de set el poder mss grande en la restricci6n de los levantamientos espurios [... ). Queremos mantener un frente unido, de modo que no haya ruptura de la regulaci6n y el orden del sistema. De esta forma no se otorgara licencia a elementos alborotadores que controlen la obra en este tiempo. Estamos viviendo en un tiempo cuando el orden, sistema y unidad de acci6n son de to mss esencial [... ]. Que ni usted, ni el pastor Waggoner sean incautos en este momento, proponiendo cosas que son inapropiadas, y no conformes con el mismfsimo mensaje que Dios nos ha dado" (EGW a ATJ, 14 de enero de 1894). En su carts, Elena G. de White no entra en detalles en cuanto a los puntos de vista controvertidos de Waggoner sobre la organizaci6n de la iglesia, pero el solfa expresarlos abiertamente entre 1897 y 1901. Acabaría dejando su puesto en Gran Bretana porque "los hermanos [... J ya no podfan seguir amparando" su "ensenanza, que estaba demoliendo todo orden y organizaci6n". Waggoner, como Jones, habfa Ilegado a creer que el adventismo estaba cerca de convertirse en papismo (GAI a AGD, 3 de noviembre de 1903). Durante el Congreso de la Asociaci6n General de 1897, la artillería de Jones se emple6 a favor de una reforms organizativa. Armado con un punado de testimonios de Elena G. de White, en su prímers presentaci6n exigi6 cambios administrativos, 106 Nuestra organizacibn / !Aliada o enemiga de la gran comisi6n? manteniendo la presi6n hasta la ultima de sus presentaciones. 11' Hay que eliminar de rain a muchos de los hombres --dijo en su primer serm6n citando a Elena G de White- que han actuado de asesores en las Tnsoiones de la junta y del consejo'. N6tese -dijo Jones- que aqui dice muchos" (1897 GCB 4). Habia llegado el momento para un cambio radical y el estaba decidido a hacer que se aprobase. Una de sus municiones mas explosivas procedfa de un testimonio escrito por Elena G. de White en agosto de 1896. Lo fascinaba en particular una frase de ese mensaje: "No es prudente escoger a un hombre como presidente de la Asociaci6n General" (EGW a los presidentes de Asociaciones, agosto de1896; la cursiva no esta en el original). Jones continuaria reiterando aquellas palabras durante el resto de su ministerio. flfuhenQofas sacado de- r:-Vitr~Lv y al'g~1!'.?v'1~1f Pv'1" loa f,...!t> ..~", de su intenci6n original, Jones las interpretaba como si significasen que la Asociaci6n General deberfa tener mas de un presidente, o mejor aun, ninguno en absoluto. Jones, Prescott, Waggoner y sus aliados defendieron ambas interpretaciones. Un resultado fue que el Congreso de 1897 decidi6 dividir is Iglesia mundial en "tres grandes Divisiones" o Asociaciones Generates, cada una con su propio presidente de Asociaci6n General. Sin embargo, al final, los campos europeo y australiano vinieron a ser considerados "Uniones", circunstancia que dej6 al presidente del cambo norteamericano con el tftulo de presidente de la Asociaci6n General de Norteamerica (1897 GCB 215,229,255). Por supuesto, eso no llegaba a satisfacer el plan de Jones de tres presidentes iguales entre si (A TJ, The Final Word, 39). Tan pronto acab6 el Congreso de 1897, Jones convenci6 a los dirigentes para que renunciasen por completo al tftulo de presidente. Asflas cosas, la denominaci6n no tuvo dirigente en la Asociaci6n General con ese tftulo durante unos Tensiones dentro de un sistema creciente meses. Jones creia que la vuelta atras de esa posici6n, que acab6 dandose, era apostasfa, y que la iglesia necesitarfa arrepentirse de ella (WCW aAGD, 24 de mayo de 1901). Una segunda vfa de ataque contra el concepto de un presidente de iglesia que de sarro 11 6 Jones en el Congreso de la Asociaci6n General de 1897 se centr6 en la idea de realeza. La pro pia noci6n de realeza, afirmaba el, provenia de la apostasia de Nimrod. El propio gobierno humano era una sepal de la apostasfa en la que incurri6 la humanidad al apartarse de Dios. Cuando Dios estableci6 a Israel, tenfa la intenci6n de que fuese una clase diferente de naci6n: Dios mismo iba a ser su rey. Pero Israel querfa ser como las otras naciones. Al escoger un rey, decfa Jones, habfa apostatado, desdenando el liderazgo de Dios. Su rechazo de Dios como dirigente condujo a la cafda de ISrael (1897 GCB 279-285; 1897 GCQB, 1" trimestre, 14-54). Jones argumentaba que el adventismo estaba siguiendo la senda de Israel. Que si, en cambio, los adventistas no to hubiesen hecho, ya habrfan sido trasladados al reino. El problema, argufa el, era que el adventismo no estaba mas feliz con el reinado de Dios de to que to estuvo Israel. Jones nunca dej6 de repetir que el ideal era que Jesucristo fuera la cabeza de la iglesia y condujera a cada miembro individual en ella. La denominacion no necesita rey (ni presidente). "Si Dios no es un gobernante suficiente para los adventistas del septimo dfa, es porque ellos no Oreen en et de todo coraz6n. Es porque son como los paganns, que necesitan un gobierno pagano y un poder pagano para protegerlos de si mismos, y para gobernarse". El adventismo tiene que salir de Egipto y de Babilonia, y dejar a Dios gobernar la iglesia (1897 GCQB, 1" trimestre, 28,29,34,35,37,40,47). Esas eran palabras fuertes, aun para A. T Jones, pero sus exigencias llegarfan a ser aun mas estridentes en et decenio que sigui6 a 1897. La eliminaci6n de la presidencia se convertirfa 107 108 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? en una pasi6n consumidora para el. Su lfnea de argumentaci6n, sin embargo, se harfa mas evidente en 1903, pero no difiri6 esencialmente de la de 1897. Jones, Waggoner, Prescott y sus simpatizantes no fueron los unicos dirigentes que deseaban cambios en el Congreso de la Asociacien General de 1897. W C. White representaba una perspectiva compartida por Daniells en Australia y A. T Robinson en Sudafrica. Cada uno se habfa afanado con ahfnco por llevar adelante la misi6n de la iglesia en los mas lejanos rincones de este mundo y habian modificado la estructura de la denominaci6n de 1861-1863 para hacerla mas eficiente en el avance de la misi6n de la iglesia al mundo. W C. White y sus asociados acabarian representando una segunda orientaci6n que pugnaba a favor de la reorganizaci6n. Su perspectiva derivaba de la misi6n mas bien que de la ideologia (como ocurrfa con la facci6n de Jones-WaggonerPrescott), pero la diferencia no era clara para White en 1897. Poco antes de la clausura del Congreso, escribi6 a su madre que habfa sido "una reuni6n extrana, y en muchos aspectos la mas desconcertante y, no obstante, la mejor a la que he asistido" (WCW a EGW 8 de marzo de 1897). El Congreso habfa adoptado varias resoluciones relativas a la organizaci6n de la Iglesia. La primera eligi6 a G. A. Irwin para reemplazar a O. A. Olsen como presidente de la Asociaci6n General. La segunda era que "se organicen Uniones en Europa y America tan pronto como se considere aconsejable". En tercer lugar, la Asociacien General se dividiria en tres Asociaciones Generates -Norteamerica, Europa y Oceanfa- con el resto del territorio supervisado por la junta de Misiones. En cuarto lugar, el numero de miembros de la junta de la Asociacien General aument6 (1897 GCB 215). Nadie qued6 completamente satisfecho con los resultados del Congreso de 1897. El hecho de que siguiera existiendo el Tensiones dentro de un sistema creciente cargo de presidente molestaba a Jones. W C. White, mien, tras tanto, sostenfa que muchos se preocuparfan "porque no , sotros no seguimos las lfneas antiguas". Pero a un nivel mas personal, su "mas profundo pesar es que no nos hayamos separado mas completamente de las lfneas antiguas" (WCW a EGW, 8 de marzo de 1897). Su insatisfacci6n se centraba aparentemente en el hecho de que el concepto de Uni6n no habfa sido implementado por completo para Norteamerica. Las actas del Congreso no indican discusi6n alguna del plan. W C. White presumiblemente se temfa que la importancia de la resoluci6n para crear Uniones no habfa sido tomada to suficientemente en serio entre los asistentes a las deliberaciones del Congreso. Desde su perspectiva, la Iglesia no se habfa descentralizado todavfa to suficiente. El inconcluso asunto de la reorganizaci6n se convirti6 en una caracterfstica central del siguiente Congreso de la Asociaci6n General en 1899. Nuevamente, Jones se coloc6 en el centro de la acci6n. El 22 de febrero, Jones exclam6 que la Asociacien General necesitaba ser "revolucionada". Entonces ley6 una declaraci6n (sin su contexto) de Elena G. de White que llev6 al congreso a caer sobre sus rodillas. "'Han pasado ya algunos anos -escribi6 ella en 1898- desde que deje de considerar a la Asociacien General como la voz de Dios"'. (Vease la primera secci6n de este capftulo para una presentaci6n completa del significado y contexto de esta y otras declaraciones similares de Elena G. de White con respecto a la autoridad de la Asociacien General). "Eso -alegaba Jones- requiere un arrepentimiento tat como nunca se ha mostrado". Acto seguido, Jones dirigi6 a los delegados a una prolongada sesi6n de oraci6n" (1899 GCB 74-77). Durante los siguientes dos dfas se observarfa a Waggoner, Prescott y Jones en el debate mas largo del Congreso, procurando reorganizar la Iglesia bajo la conducci6n directa del Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? Espiritu Santo. Waggoner habl6 primero. "La perfecta unidad -concluy6- significa independencia absoluta r ..]. Esta cues66n de la organizaci6n es algo muy sencillo. Todo to que hay que hater es que cada individuo se rinda al Senor, y entonces el Sefior hard con el tal como desea [... ]. 'Recibid el Espiritu Santo'. El Espfritu Santo es el organizador" (1899 GCB 86; la cursiva no estd en el original). Jones, Waggoner y Prescott ensefiaban que la iglesia no necesitaba una organizaci6n externa a la conciencia humana. Despues de todo, segun la 16gica de ellos, si el Espiritu Santo le habla a cada individuo, todos estarfan aprendiendo el mismo mensaje, de manera que actuarfan en coordinaci6n sin que ningun ser humano se ocupara de la gesti6n o la autoridad. Para Waggoner y sus amigos, tal doctrina no era anarqufa. Mds bien, era un gobierno eclesidstico directamente bajo Cristo como cabeza de la iglesia. Segun to consideraban ellos, la anarquia se derivaba de la organizaci6n humana. Como consecuencia, seflalaba Waggoner, "el cuerpo mds perfectamente organizado en el mundo -la Iglesia Cat6lica Romana, el papado- es la misma personificaci6n de la anarquia, ino es cierto? Es anarquia. iQue es to que queremos, anarquia o el Espiritu de Dios?" (1899 GCB 87). Al siguiente did, Prescott expres6 su convicci6n de que todos los procedimientos politicos y parlamentarios procedfan del diablo en su intento por controlar a los seres humanos. En una organizaci6n con un presidente de la Asociaci6n General energico, todo to que el diablo tenfa que hater era dominar una mente a fin de controlar toda la organizaci6n. "Si hacemos las cosas bien" , pretendfa Prescott, "no habrd cargos directivos aquf". "Todos ustedes son hermanos", es el ideal bfblico (1899 GCB 90, 91 ). Creyendo que la presentaci6n que estaban realizando estaba bajo la directa conducci6n de Dios, Jones dijo a tos dele- Tensiones dentro de un sistema creciente gados que dejaran de hacerles preguntas a Waggoner y Prescott. Todo to que los delegados necesitaban hacer era pedir la direcci6n del Espiritu Santo y la verdad fluiña de forma natural (1899 GCB 91). No todos estuvieron de acuerdo con 61. L. D. Santee se Ievant6 y ley6 una larga serie de citas de Elena G. de White sobre los principios de organizaci6n, y c6mo Satands querña desorganizar la denominaci6n y crear confusi6n. Jones respondi6 subiendo al estrado otra vez, alegando que las sugerencias hechas por Waggoner y Prescott no eran desorganizaci6n. Mds bien, eran la organizaci6n evangelica genuina (1899 GCB 91-94). Durante su ultima presentaci6n formal en el Congreso de 1899, Jones nuevamente presion6 con fuerza a favor de una reforma completa. Definia al cristianismo como "la republica cristiana de Dios: un gobierno del pueblo, por el pueblo, y para el pueblo. Dios como Gobernante, gobernando el a cada uno por si solo, Yeso por el consentimiento de los gobernados". Una vez mds, Jones apel6 al arrepentimiento y la confesi6n, destacando que Dios estaba suscitando ciertos "hombres elegidos" para transformar la denominaci6n. Sin duda, se vefa a sf mismo, Waggoner y Prescott como tales individuos. Algunos, alegaba Jones, pensarian que la instituci6n de los nuevos principios destruird la organizaci6n, pero to que verdaderamente seria erradicado, sostenfa el, serian "los maleficos principios de Satands en la organizaci6n" (1899 GCB 178,179). El presidente de la Asociaci6n General, G. A. Irwin, no era rival para las energicas personalidades de Jones y sus colegas, a6n cuando alcanzaba a ver la verdadera motivaci6n de los problemas que planteaban. "Nosotros como pueblo" , escribi6 en una carta privada, ,isomos tan dados a 1t a los extremos en todas las cosas! O casi. Cuando, hate dos o tres aflos, Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? salieron los Testimonios que hablaban acerca de la autoridad arbitraria, y se les concedi6 gran publicidad a estos Testimonios en el ultimo Congreso de la Asociaci6n General (de 1897], entonces parece que el pendulo se fue al extremo opuesto, y desde entonces ha habido, en mayor o menor medida, un espfritu de independencia por parte de las instituciones y Asociaciones, que, me parece a mf, generara danos. El punto medio entre estos dos extremms, me parece a m~ es donde estd la verdad. El Senor desea organizací6n y sistema en su obra; pero no quiere que esa organizacion sea arbitraria, dictatorial ni restrictive; por otro lado, tampoco desea el que nuestra obra se rompa en pequenas unidades independientes, y ase darle al diablo la oportunidad de entrar, separar y dividir" (GAI a EGW 20 de enero de 1899; la cursiva no esta en el original). Irwin reconocfa los problemas inherentes en to que proponfan las files de JonesWaggoner-Prescott, pero no tenfa las aptitudes de liderazgo para superar las tacticas del dinamico trfo. (Pare mas informaci6n sobre la ec1esiologfa de Jones, vease G. R. Knight, From 1888 to Apostasy: The Case of A. T Jones, 178-193.) En retrospectiva, debemos notar que los tres sostenfan la misma posici6n: que el Espfritu Santo debe ser el unico coordinador de cada miembro de la iglesia. Cuando todos los miembros de la denominaci6n estuvieran en sintonfa con el Espfritu, el resultado serfa la unidad perfecta. El gobierno ec1esiastico humano necesitaba salir de esa Babilonia representada por la estructura organizativa opresiva. La coalicion de Jones-WaggonerPrescott habfa dado marcha atrds a la posici6n de George Storrs y los primeros observadores del sdbado. Resulta curioso que su posici6n fuese precisamente to contrario al argumento que Jaime y Elena G. de White habfan usado en las decades de 1850 y 1860 durante su intense lucha para proteger la iglesia de los "espiritus fibres" que desestabilizaban el adventismo, y establecer la Iglesia Adventista del Septimo Dfa como una denominaci6n organizada. Tensiones dentro de un sistema creciente Jones y sus colegas no estuvieron solos durante la decada de 1890 en su teologfa de que el Espfritu Santo dirigirfa a cada miembro de la iglesia independientemente de la organizaci6n estructurada. Durante esa misma de cada, las llamadas fuerzas de la santidad que dieron a luz al moderno pentecostalismo a finales del siglo XIX tambien abogaron por la misma ec1esiologia que sostuvieron Jones y sus amigos. Asf, Frank Bartleman, uno de los fundadores principales del pentecostalismo, pudo escribir: "No tenfamos papa ni jerarqufa. Eramos 'hermanos'. No teniamos plan humano alguno. El menor mismo nos dirigfa" (en R. 1. Moore, Religious Outsiders, 140). En una lfnea similar, A. T Pierson pudo observar respecto de las Tnsoiones de santidad de Keswick que el Espfritu Santo era "considerado el dirigente que presidia y el administrador principal en todas las asambleas verdaderamente santas". El era el "verdadero Arzobispo, el Supremo Maestro, el Gufa Divino y Gobernante" (en BDO, SDA Org., 232, 233). Era perfectamente natural que Jones, Waggoner y Prescott llegaran a una perspectiva pentecostal de la autoridad de la iglesia. A to largo de la decada de 1890, estos pastores lefan to que se dio en llamar literatura de la santidad. A 1 principio de la decada, Jones y Prescott habfan participado en manifestaciones extremas de sanidad por fe en Battle Creek que fueron analogas al movimiento de sanidad por la fe de los nacientes grupos de santidad (vease AdHer, verano de 1990,315). Independientemente de to anterior, A. 1: Ballenger y A. T. Jones promovieron el movimiento "Recibid el Espfritu Santo" en et adventismo en la decada de 1890 en el preciso momento en que movimientos similares se difundfan entre las filas del Movimiento por la Santidad al acercarse el desarrollo espontdneo del pentecostalismo a finales de siglo. Los pentecostales, por supuesto, acabaron descubriendo que el gobierno directo del Espfritu Santo no era adecuado para proteger sus Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? congregaciones de los impostores y fanaticos, conc1usi6n con la que Jaime White habrfa estado de acuerdo de todo coraz6n. Los pentecostales llegaron a esta conc1usi6n al volver a sus biblias y descubrir que aun en la iglesia primitiva habia mas organizaci6n que gobierno directo del Espfritu (vease, por ejemplo, Edith 1. Blumhofer, Restoríng the Faíth: The Assemblíes oi Cod, Pentecostalísm, and American Culture). En este capftulo hemos examinado la definici6n del papel y autoridad de la Asociaci6n General, la experiencia respecto a la estructura departamental y a las Uniones, iniciada en Sudafrica y Australia, y dos modelos de organizaci6n ec1esiastica: uno basado en una ideologfa de tipo pentecostal, y otro con la mirada en el cumplimiento efectivo de la misi6n. En el nuevo siglo se verfa el surgimiento de un liderazgo que verdaderamente reorganizaria al adventismo del septimo dfa de tal manera que estaria debidamente equipado para una misi6n en un mundo y una iglesia que habfan cambiado radicalmente desde 1863. Y ahora nos centraremos en ese terra. s Reorgmizarse para la Misio"n (1901-1909) n el capftulo 4 observamos que la reorganizacifln de la Iglesia Adventista del Septimo Dfa habia comenzado en la ultima pane de la decada de 1880. En sf misma, debemos considerar la reorganizacifln como un proceso que tuvo su c1imax en 1901 Y pas6 por un perfodo de reajuste en 1903, ano en que la Iglesia ya habia establecido la estructura organizativa que, con algunos retoques adicionales, la llevarfa hasta el siglo XXI. Rumbo al desastre La reorganizacifln de la denominaci6n ocurrida en los anos 1901-1903 no fue el producto de la reflexi6n te6rica. Al contrario, evolucion6 de las necesidades practicas que la Iglesia enfrentaba en el contexto de la comprensi6n bfblica de su mensaje y misi6n. No constitufan precisamente la menor de esas necesidades las exigencias de un mero crecimiento. Entre 1888 y 1900, la feligresfa aument6 un 290%, y la iglesia se implant6 en una cuarentena de nuevos pafses. Los sectores institucionales del adventismo se habfan expandido proporcionalmente de Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? forma a6n mas rapida que la propia iglesia al convertirse, verdaderamente, en un cuerpo internacional en la decada de 1890. Un crecimiento tan rapido como ese habfa engendrado dos problemas. Primero, que la denominaci6n se acercara al borde de la bancarrota. Acab6 el ano 1900 solamente con 32,93 Mares en la tesorerfa. Es mas, incluso esos 32,93 d61ares representaban dinero prestado. La Asociaci6n General se desenvolvfa con un deficitario programa de gastos. Esto queda ilustrado con una carta circular enviada por el presidente de la Asociaci6n General a los presidentes de las Asociaciones locales en 1897. "'Nuestras finanzas"', decfa, "'estan en una condici6n realmente bochornosa [... ]. Les hemos pagado a nuestros obreros tan poco este ano -desde el mes de enero- como ha sido posible. Muchos no cuentan con to suficiente para vivir, y se encuentran en las circunstancias mas lamentables [... ]. La Asociaci6n General esta gastando mas de to que ingresa a raz6n de 29.000 d61ares o mas al ano'" (GAl a W M. Healy, 6 de mayo de 1897). Aparte del endeudamiento de la Asociaci6n General, l. H. Evans calcu16 en 1901 que las instituciones de la denominaci6n habfan acumutado una deuda adicional de un mi1t6n y cuarto de d61ares, suma fabulosa en esa epoca (1901 GCB 77). Seg6n escribi6 P T Magan, "todos nuestras instituciones se han dedicado a pedir dinero prestado" (RH, 11 de abril de 1899,235). La deuda denominacional era tan pesada que la Iglesia y sus instituciones no podfan siquiera mantenerse al paso del pago de los intereses. Ademas, para empeorar las cosas, la Asociaci6n General era, en cierto sentido, responsable de la deuda de las organizaciones auxiliares aun cuando, debido a la situaci6n de independencia de estas, tenfa poco control sobre su endeudamiento posterior. La indigencia financiera de la Iglesia estaba comenzando a afectar su capacidad de enviar misioneros. Para finales de la Reorganizarse para la Misi6n decada de 1890 eran enviados al extranjero nada mas que la mitad de los que partfan en la primera parte de la decada (vease BDO, SDA Org., 155-158). En 1899, el presidente de la Junta de Misiones Extranjeras infonn6 que "durante los 61timos dos anos no hemos abierto obra nueva en ninguna regi6n del mundo. Ha sido una imposibilidad" (1899 GCB 73). Francamente, si la iglesia habfa de mantener su planteamiento expansivo de la misi6n, tendrfa que gastar su dinero mas sabiamente y mantener mejor control sobre sus finanzas. El segundo problema que enfrent6 el adventismo a finales del siglo XIX tambien estaba relacionado con la misi6n. La estructura de 1863 ya no era adecuada para gobernar una Iglesia mundial. En pocas palabras, el exito misionero de la denominaci6n habfa comenzado a exigir una revisi6n de su estructura administrativa. Por to tanto, igual que durante las decadds de 1850 y 1860, los problemas financieros y administrativos relacionados con la comprensi6n que la Iglesia tenfa de su misi6n bfblica exigfan pensamiento creativo y urgencia de acci6n cuando el adventismo se encaminaba a su Congreso de la Asociaci6n General de 1901. Con esos hechos en mente, no deberfa sorprendemos descubrir que los arquitectos del cambio en ese Congreso (W C. White, E. G. White y A. G. Daniells) habfan tenido todos amplia experiencia en el campo misionero en el extranjero. Reestructuraci6n de la Iglesia, 1901 El tono para el Congreso de la Asociaci6n General de 1901 fue puesto ell de abril, un dfa antes que se iniciase oficialmente el Congreso. En esa fecha, A. G. Daniells presidi6 una reuni6n de dirigentes denominacionales en la biblioteca del Colegio de Battle Creek. Daniells dijo a los allf reunidos que algunos de ellos se habfan reunido la noche anterior, pero Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisibn? que habian querido abrir la discusi6n para incluir personas adicionales y tambien permitir que la "hermana White [... ] este presente y que nos presente cualquier luz que pudiera tener para nosotros". Elena G. de White, sin embargo, no querfa hacerse cargo de la reunion. "Pensaba", le dijo a Daniells, "permitirle a usted dirigir y, si yo tuviera algo que decir, entonces to dirfa". Daniells contest6 que el y sus colegas no querfan discutir mas el asunto de la reorganizaci6n hasta que la hubieran escuchado a ella". La Sra. White se opuso diciendo, "Yo preferiria no hablar hoy, [... ] no porque no tenga que decir, porque to tengo". Despues de esa declaraci6n, ella present6 durante alrededor de una hora a hora y media uno de los discursos mas influyentes de su ministerio. En terminos nada inciertos, exigi6 "sangre joven" y una "organizaci6n nueva por completo" que ampliara la base gobernante de la organizaci6n. Oponiendose a la concentraci6n del poder en unos pocos individuos, no dej6 Elena G. de White en el piilpito del Tabernkulo de Battle Creek en el Congreso clave de la Asociaci6n General de 1901 Reorganizarse para la Misi6n lugar a dudas de que "el poder regio y controlador", asf como cualquier administrador que ostentase algun "pequeno trono", tendrfan que desaparecer. Exigi6 "una renovaci6n sin demora. No permitir que este Congreso termine y se clausure como to han hecho todos los Congresos, con la misma manipulaci6n, con el mismo tono y el mismo orden. DDios no to quiera! Dios no to quiera, hermanos" (EGW Ms 43a, 1901). Para la reunion de apertura del Congreso de la Asociaci6n General se vio a Elena G. de White subir al estrado y demandar reorganizaci6n en tbrminos muy fumes, aun cuando "la forma en que ha de lograrse, no [la podia] decir". Desde su perspectiva, era su deber instar a la reforma, pero era responsabilidad de los delegados desarrollar la forma. G. A. Irwin, el presidente, reconoci6la fuerza de la petici6n hecha por ella, pero no fue mas alla de las generalidades sobre el tema de la reforma. En ese punto, Daniells tomb la iniciativa y propuso que "se suspendan las normas y precedentes usuales para organizar y tramitar los asuntos de la Asociaci6n General" y que se nombrara una comisibn general que desarrollara recomendaciones relacionadas con la reorganizaci6n de la denominaci6n y otros temas de intereso Su propuesta fue aprobada (1901 GCB 23-27, 33). Si bien Daniells y W C. White llevaron la voz cantante en el proceso de reorganizaci6n, las suyas no eran las unicas que vibraban con vigor sobre el tema. Especialmente importante era la voz de A. T Jones, que predic6 un poderoso sermon sobre la organizaci6n eclesiastica la primera noche del Congreso de la Asociaci6n General. Como era de esperar, Jones se fij6 en aquellos aspectos del llamamiento a la reorganizaci6n hecho por Elena G. de White que tenfan que ver con la renovaci6n individual y la dedicaci6n a Cristo, mientras que dej6 de lado aquellas partes que aludfan a factores de organizaci6n mas globales. 12 O Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? Asi, Jones predic6 energicamente que no deberfa haber "senorfo alguno, [... ] dominio alguno, [... ] nada de ese espfritu regio" en la administraci6n de la Asociaci6n. Venfa haciendo hincapie en ese terra desde su conflicto con G.1. Butler y Vrfas Smith en el Congreso de la Asociaci6n General de 1888. Para Jones, el nuevo dirigente de la iglesia no tendria mas autoridad de ninguna otra forma que cualquier otra persona. Despues de todo, Cristo era la cabeza de la iglesia y todos los miembros eran iguales delante de 61. Por to tanto, la organizaci6n es un asunto individual. Segun decia Jones, "una reorganizaci6n de la Asociaci6n General exige una reorganizaci6n de cada miembro Adventista del Septimo Dfa individual a to largo del mundo". La reorganizaci6n consistfa en que cada miembro estuviera bien con Dios bajo la direcci6n del Espiritu Santo (1901 GCB 37-42). Ese argumenao era esencialmente el mismo que E. J. Waggoner habia promovido cuando dijo ante el Congreso de la Asociaci6n General de 1897 que la unica forma de lograr una organizaci6n cristiana era "nacer de nuevo" (1897 GCB 157). Bien podriamos preguntamos,ld6nde esta to que la mayoria de la gente considera organizaci6n de la iglesia? Jones y Waggoner solian argumentar que esa mayorfa tiene ideas equivocadas respecto al tema y que necesita amoldarse al plan de Dios. El plan de la organizaci6n de Jones presentado durante las reuniones de 1901 era un individualismo radical. En ocasiones parecfa aprobar una forma de gobierno ec1esiastico congregacional, pero aun entonces solfa desviarse habta un mdividualismo aut6nomo completo (1901 GCB 69, 70, 89,101-105, 265). Ese era el meollo de su argumenao, y escribirfa mas tarde, como veremos, libros enteros en los que identificaba el individualismo radical con la "libertad religiosa" completa. En su mente, la expresi6n lleg6 a significar que cada miembro individual era responsable dnicamente ante Dios y no ante ningun ser humano. Reorganizarse para la Misi6n En cambio, a Daniells y W C. White les preocupaba, co, mo habia ocurrido con Jaime y Elena G. de White en la decada de 1860, la organizaci6n eclesiastica como estrategia para la administraci6n de los fondos y el personal de la denominaci6n en el afan de esparcir misiol6gicamente su mensaje. En 1901 Daniells no rechaz6 la necesidad de que cada persona fuera "reorganizada" mediante el nuevo nacimiento y la rendici6n a la gufa del Espiritu Santo, pero ese no era el eje de su mensaje. Cuando Daniells hablaba de reorganizar la iglesia, queria decir reestructurar su administracion para una labor misionera mas fructffera. Dej6 muy claro su punto de vista durante la segunda manana del Congreso de 1901 cuando dijo a los delegados que a menos que se hiciera algo definido, "llevara un milenio dar el mensaje al mundo" (1901 GCB 48). Las vastas diferencias filos6ficas entre Daniells y Jones no resultaron completamente evidentes para Daniells y sus colegas en el Congreso de la Asociaci6n General de 1901 porque abordaban el terra desde una direcci6n diferente. Daniells, de hecho, qued6 tan impresionado con el "magnffico serm6n" de Jones de la primera noche que, tan pronto terminaron las reuniones, to hizo imprimir en un librito titulado Church Organization [Organizai6n de la iglesia]. Luego, distribuy6 personalmente quinientos ejemplares (AGD a WCW 12 de junio de 1901). Pero mas tarde Daniells se dio cuenta de que el y Jones tenfan puntos de vista diametralmente opuestos sobre el asunto de la organizaci6n. No le cabfa en la cabeza que alguien pudiese usar el termino organizaci6n de manera que en su mente significara desorganizaci6n. A pesar de tales malentendidos, el Congreso de 1901 Ilevo a cabo algunns de los cambos mas significativos en la historia de la denominaci6n. Los mas importantes fueron cinco: La creaci6n de Uniones de Asociaciones y Uniones de Misiones que supervisaran las Asociaciones y Misiones locales y, 122 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? de esta manera, dispersaran la autoridad administrativa de los cargos directivos de la Asociacidn General. La mayorfa de las organizaciones auxiliares sedan suspendidas y, en su lugar, se convertirfan en Departamentos de la Asociacidn General, de las Uniones, de las Asociaciones locales y de cada iglesia individual. La Junta Ejecutiva de la Asociacidn General aumentarfa sus miembros a 25 personas en un intento adicional de dispersar el poder y la autoridad. La propiedad y administraci6n de las instituciones que habfan estado bajo la jurisdicci6n de la Asociacidn General y las organizaciones auxiliares se transferirfa a las Uniones. La Asociacidn General no tendrfa presidente. En su lugar, la Junta Ejecutiva de la Asociaci6n General escogerfa un presidente que seIVirfa generalmente durante un perfodo corto, y lajunta to quitarfa en cualquier momento si se deseaba un cambio. Por to tanto, la reo:rganizaci6n de 1901 fue una ree structuraci6n considerable que, si bien se apeg6 al patr6n general del plan de 1861-1863, tambien to modific6 para atender las necesidades de una iglesia en permanente cambio. Los cambios de mayor dimensi6n inclufan tanto la centralizaci6n como la descentralizaci6n. Por un lado, se dispersaba la autoridad administrativa del presidente (numero s 1, 3 Y 5 en la lista anterior). Pero, por otro lado, la iglesia official habfa ganado poder mas directo sobre sus diversas ramas (numero s 2 y 4 de arriba). A la vista de casi todos los participantes, la reorganizaci6n fue un paso importante hacia adelante, aun cuando no cuadraba por completo con el plan ideal de Daniells ni con el de Jones. Parece probable que los cambios salieron asfporque los dos lados del debate organizativo no se entendieron completamente entre sf. Las implicaciones mas plenas de las divergencias entre los dirigentes denominacionales se harfan mucho mas evidentes en 1902 y 1903. Reorganizarse para la Misi6n Gestaci6n de una lucha por el poder. 1901-1903 Las reacciones irunediatas al Congreso de la Asociacidn General de 1901 fueron en general positivas. Ws tarde durante ese mismo ano, Elena G. de White escribi6 que "el Senor obr6 poderosamente sobre su pueblo. Cada vez que pienso en esa reunioo. una dulce solemnidad me sobrecoge, y envfa un resplandor de gratitud a mi alma" (RH. 26 de noviembre de 1901, 761). Daniells tambien irradiaba gozo por los resultados. Inclusive antes de que terminaran las reuniones, les dijo a los delegados que "hablamos de la Asociacidn General, pero nunca hemos tenido una Asociacidn General de verdad. Hemos tenido una Asociacidn General N orteamericana. o una Uni6n Norteamericana de Asociaciones, pero no hemos tenido una Asociacidn General mundia1". Baj o la nueva estructura departamental. "me parece que tenemos la junta de la Asociacidn General mas amplia, eficiente y viable que esta denominaci6n ha tenido nunca antes" (1901 GCB 228,229). Al otro lado de la valla ideo16gica, hasta A. T Jones estaba satisfecho del resultado, aunque crefa que se necesitaban mas cambios. Lo alegraba particularmente el hecho de que la denominaci6n no tuviera presidente. El mismo concepto de un presidente, crefa el, denigraba el senorfo de Cristo, cabeza unica de la iglesia. A J ohn Harvey Kellogg, poderoso dirigente del brazo medico del adJobn Harvey KeIlogg, que se vio ventismo, tambien le agradaba abocado a una pugna por el la ausencia de un presidente. poder cou Daniells 124 Nuestra organizaci6n / !Aliada o enemiga de la gran comisi6n? Kellogg menospreciaba a cualquier dirigente de iglesia que intentara bloquear el desarrollo de su programa. Ya por 1895, encontramos a Kellogg refiriendo se a los presidentes de Asociaci6n como "pequenos papas" (JHK a WCW 7 de agosto de 1895). Kellogg, por supuesto, no tenia problemas con los ad, ministrado res humanos en el mismo sentido que Jones, siempre que se mantuvieran lejos de su camino. Como era de prever, Kellogg se convertirfa en la persona alrededor de la cual se centrarfa la creciente tormenta en el mundo adventista en 1902 y 1903. Parte de la agenda inconclusa del Congreso de la Asociaci6n General de 1901 involucraba la incorporaci6n de la rama medica de la obra adventista al sistema departamental. En 1901, la Asociaci6n Medica Misionera y de Benevolencia de Kellogg era una organizaci6n sumamente poderosa. Tenfa dos mil empleados, mientras que la Asociaci6n General no tenfa mas de mil quinientos bajo su direcci6n. La relaci6n entre las dos entidades se fue enturbiando progresivamente segun se abocaba la denominaci6n hacia el Congreso de la Asociaci6n General de 1903. El Congreso de 1901 no habfa logrado incluir la rama medica y sus propiedades en el recien unificado sistema departamental, pero habfa ofrecido un acuerdo a la rama medica de permitir que seis de los 25 miembros de la Junta Ejecutiva de la Asociaci6n General provinieran de la Asociaci6n Medico Misionera y de Benevolencia. Esa acci6n le concedi6 al personal medico una desproporcionada cantidad de poder en la iglesia. Kellogg, por supuesto, no tenia objeciones hacia ello. El 18 de abril de 1901, inmediatamente despues del Congreso de la Asociaci6n General, la Junta Ejecutiva escogi6 .a Daniells para que fuese presidente de esta. En una de las ironfas de la historic adventista, Kellogg hizo la propuesta de nombrar a Daniells, y Jones apoy6la propuesta (GCC Min, 18 de abril de 1901). Ambos se convertirfan pronto en ene- Reorganizarse para la Misi6n migos acerrimos del nuevo dirigente de la denominaci6n. En, tre 1901 y 1903, Jones se alinearfa con Kellogg en una lucha de poder contra Daniells y W. W Prescott (que habfa cambiado de bando respecto a los asuntos organizativos entre 1899 y 1902) que estuvo a punto de dividir a la denominaci6n en dos facciones. Durante un tiempo, Daniells, Kellogg y Jones se llevaron muy bien. Daniells incluso trat6 de implementar algunas de las ideas mas radicalmente individualistas de Jones, hasta que descubri6 que no funcionarfan en el mundo real de la ad, ministraci6n de la iglesia. Uno de los hombres con los que Daniells solfa escribirse le hizo notar que algunas de esas ideas eran "mas apropiadas para el mundo venidero que para este" (E. R. Palmer a AGD, 21 de enero de 1903). La era de los buenos sentimientos, sin embargo, comenz6 a cambiar durante la primera mitad de 1902. Para empezar, el 18 de febrero, el descomunal Sanatorio de Battle Creek de la denominaci6n ardi6 hasta sus cimientos. Reemplazarlo pronto se convirti6 en la manzana de la discordia. Los dirigentes de la Asociaci6n General, apoyados por Elena G. de White, querfan un programa de reconstrucci6n modesto, mientras que Kellogg proyect6 desde el principio una construcci6n mucho mas grande que la anterior. En una iglesia donde los recursos eran escasos, ese problema se convirti6 en un motivo constante de enojo. Atln mas serio fue el conflicto entre Kellogg y Daniells sobre la construcci6n de un sanatorio en Gran Bretana. Ambos querfan una instituci6n tat, pero Daniells insistfa en que no hubiera deficit en los gastos. Todos los nuevos proyectos, sostenfa Daniells, debian funcionar en un sistema de aprobaci6n de pagos acorde a la coyuntura del momento. La con, frontaci6n de ambos hombres enfureci6 a Kellogg, que estaba acostumbrado a salirse con la suya con los dos presidentes 125 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? anteriores de la Asociacidn General. En Daniells, Kellogg habia encontrado finalmente su igual. La soluci6n, segun to decidi6 rapidamente Kellogg, era reemplazar a Daniells con un presidente de la Junta Ejecutiva de la Asociacidn General que estuviera en armonfa con sus planes. Eso se podia lograr facilmente puesto que, seg6n la constituci6n de 1901, el presidente no tenfa un periodo de ejercicio administrativo definido. Ademas, la Junta Ejecutiva podfa cambiarlo en cualquiera de sus reuniones. Por to tanto, un "golpe de estado" por parte de Kellogg no era una imposibilidad. Despues de todo, su organizaci6n medica controlaba casi el 25 por ciento de los votos y contaba con un nivel significativo de apoyo entre los otros miembros de la junta. Como resultado, en noviembre de 1902 se observ6 a las fuerzas de Kellogg impulsar un ataque concertado para elegir a Jones en lugar de Daniells como presidente de la junta Ejecutiva de la denominaci6n (AGD a C. C. Nicola, 30 de julio de 1906). Daniells estuvo a la altura de la situaci6n, declarando, segun Jones, "'Yo no soy una pelota de futbol: que pueda ponerse en juego en la cancha y luego sacarse de ella a patadas otra vez'" (AS, julio de 1922, 6). Aun cuando los intentos por derrocar a Daniells fracasaron, la significaci6n del hecho no se le escap6 a Jones, que habia llegado a ver que su esperanza de influir en la denominaci6n estaba en alinearse con Kellogg. La publicaci6n del libro de Kellogg, The Living Temple [El templo viviente], que habia sido escrito para que los adventistas a to largo de la naci6n to vendieran como medio'para financiar la reconstrucci6n del Sanatorio de Battle Creek, comptic6 todavfa mas la situaci6n del grupo de Jones. Los dirigentes denominacionales condenaron las declaraciones pantefstas dellibro de Kellogg. Por to tanto, la controversia de The Living Temple lleg6 a ser un nuevo asunto divisivo entre 1901 y 1903. Reorganizarse para la Misi6n Otro terra de disputa durante este perfodo era que Daniells habfa comenzado a firmar documentos despues del Congreso de la Asociacidn General de 1901 como "presidente" y no como "presidente de la junta". Daniells explic6 el cambio co , mo una necesidad. Si hubiese de firmar ciertos documentos legales, argumentaba Daniells, tenfa que utilizar un tftuto aceptable a fin de que la gente no se confundiera respecto a su posici6n real. El y la mayorfa de los miembros de la junta estaban de acuerdo en que "el significado de la expresion en el Testimonio no era que la Asociacidn General no deberfa tener presidente, sino que el presidente de la Asociacidn General no deberia ser la 6nica persona a la que debieran referirse los detalles de las diversas partes del cambo" (AGD a WCW, 31 de mayo de 1901). W C. White estaba de acuerdo con la interpretaci6n de Daniells, aduciendo que nunca habfa esperado que tal titulo fuera eliminado (WCW a AGD, 13 de agosto de 1906). Prescott tambien coincidfa con Daniells y White, aun cuando anteriormente se habia opuesto ardientemente al titulo. Cuando Daniells to confront6 abiertamente con los problemas involucrados en el cambio de 1901, Prescott se retract6. Para la primavera de 1902, Prescott estuvo incluso dispuesto a ser elegido vicepresidente de la Junta Ejecutiva de la Asociaci6n General. Por otro lado, Jones permanecfa en irreductible oposici6n tanto al use de Daniells del titulo como al concepto mismo de un presidente de la Asociacidn General, aun cuando, a mediados de 1901, fue "elegido para la presidencia" de la Asociacion de California, en palabras de W. C. White, "sin ninguna protesta al use del titulo" (WCW a AGD, 19 de junio de 1901). La amargura de Jones sobre el terra finalmente alcanzarfa dimensiones may6sculas en 1906. En el periodo entre los Congresos de la Asociaci6n General de 1901 y 1903 tambien hubo otros temas que conspiraron para 128 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? separar las fuerzas de Daniells y Prescott de la creciente alianza entre Kellogg y Jones. Sin embargo, el tema central desde la perspectiva del doctor era el desdo de Daniells de convertir al programa medico en un Departamento de la Iglesia. Mas alla del control administrativo implicado en un cambio tal, Kellogg percibfa que el programa medico trascendfa las distinciones denominacionales. Lo ultimo que querfa era verlo como un Departamento de la iglesia. La confrontaci6n definitiva, 1903 Los dirigentes de la denominacion se aproximaron al Congreso de la Asociaci6n General de 1903 con turbaci6n. A principios de ese ano, Elena G. de White habfa dicho que "el resultado de la ultima Asociaci6n General habfa sido la tristeza mas grande y terrible de mi vida. No se hizo ningun cambio. El espfritu que debi6 haber imbuido a toda la obra como resultado de esa reuni6n no sobrevino porque los hombres no recibieron los testimonios del Espfritu de Dios. Al salir hacia sus diferentes campos de labor, no anduvieron en la luz que el Senor habfa irradiado sobre sus sendas, sino que llevaron consigo a su trabajo los principios err6neos que han estado prevaleciendo en la obra en Battle Creek" (EGW a J. Arthur, 14 de enero de 1903). Los principales contendientes en ambos lados de la lucha organizativa tambien abordaron el Congreso con premoniciones. Hacia finales de enero, Prescott inform6 a Daniells que Kellogg iba pot ahf afirmando que el y sus simpatizantes harfan "todo esfuerzo posible [... ] para derrocar la presente administraci6n" en las reuniones. Prescott asever6 que tenfa muy buenas razones para creer que habrfa "una combinaci6n de todos los otros intereses para haber al hermano A. T: Jones presidente de la Asociaci6n General" (WWP a AGD, 25 y 26 de enero de 1903). Reorganizarse para la Misi6n Daniells tambien esperaba dificultades. "He descubierto", escribi6 a W. C. White inmediatamente antes del Congreso, Itque la corrupci6n que se nos llam6 a limpiar de esta deno minacion dos anos atras era mas grande de to que yo pensaba, y existe dentro de las filas donde no se supone que exista" (AGD a WCW, 11 de matzo de 1903). Unos pocos dfas despues, Kellogg tambien se carte6 con White expresando sus temores: "No tengo esperanzas para el futuro de esta obra a menos que se deshaga el cfrculo formado pot Daniells, Evans y Prescott" (JHK a WCW 18 de marzo de 1903). Todas las partes se aproximaban a la reuni6n con un espfritu conflictivo. El asunto en juego involucraba el control de la denominacion y sus instituciones. El Congreso de 1903 vendrfa a solucionar dos asuntos diffciles. El primero concernfa a la respuesta de una vez pot todas a la pregunta de a quien pertenecfan las instituciones denominacionales, incluyendo las medicas. El 2 de abril se cre6 el marco de actuaci6n cuando la Comisi6n para la Reorganizaci6n de las Instituciones recomend6 que "todas las instituciones [han] de set propiedad directa del pueblo, bien sea de la Asociaci6n General, de la Union, de la Asociaci6n Estatal, o del campo misionero organizado". Al dfa siguiente, los delegados debatieron acaloradamente la resoluci6n. Kellogg la vio como una maniobra no demasiado sutil de la facci6n de Daniells para obtener el control total. Kellogg esperaba, segun anadirfa el, que el Congreso aprobara la propuesta, pero agreg6 que el tenfa objeciones contra ella "y espero no verme 1i mitado pot ella en ninguna cosa en la que yo tenga algo que vet" (1903 GCB 67, 74, 78). Con esa declaraci6n tan desafiante, Kellogg le anadi6 fmpetu a un curso de acci6n que pronto to separarfa de la denominacion. El segundo asunto problematico tenia que vet con al texto revisado que procuraba rectificar las debilidades de la constituci6n 13 O Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? que habfa sido adoptada en 1901. E19 de abril, el debate sobre esta constituci6n se abr6 con la presentaci6n del informe mayoritario sobre la constituci6n propuesta a los delegados. Los aspectos controvertidos del informe eran que el cargo de presidente deberfa ser restablecido y que todos los cargos directivos deberfan ser elegidos por los delegados en asamblea, dandoles asfun mandato de la iglesia y, al mismo tiempo, obstruyendo un "golpe de estado", tat como el que se intents en noviembre de 1902 (1903 GCB 145, 146). Un informe minoritario firmado por E. J. Waggoner, David Paulson y Percy T Magan sigui6 a la lectura de las resoluciones de la mayorfa. El informe minoritario pretendfa que la propuesta de la nueva constituci6n volvfa del reves los pasos de reforma dados en 1897 y 1901 y, acto seguido, argumentaba a favor del mantenimiento de la constituci6n de 1901 (1903 GCB 146,147). Los dos infoomms desataron un debate masivo en el que afloraron de nuevo todos aquellos viejos argumentos en favor del individualismo radical, en el que cada miembro era conducido directamente por el Espiritu Santo. Cualquier cosa encima de eso, sostenfan Jones y sus aliados, era tanto papismo como un regreso al gobierno ec1esiastico anterior a 1901, con su fey presidencial y sus pequenas juntas para la toma de decisiones (ve ase 1903 GCB 147-173). Waggoner destac6 que el habfa llegado a la conclusi6n de que la unica raz6n por la que la iglesia necesitaba organizaci6n era que esta no tenfa confianza en su lealtad al Espiritu Santo. Si la denominaci6n hubiera tenido la clase correcta de confianza, argumentaba el, entonces el Espiritu la conservarfa unificada. Waggoner continu6 diciendo que cuando la iglesia tuviera la calidad apropiada de confianza, "las constituciones podrian . dejarse de lado como si fueran juguetes de la ninez' y la organizaci6n serfa algo set pasado" (Sten 1903, 8 de abril de 1903,27-30, citado en BDO, SDA Org., 289). Reorganizarse para la Misi6n A pesar de los apasionados argumentos contra la constituci6n de 1903, el Congreso la acept6 por un pequeno margen. Jones, que habfa luchado energicamente contra la nueva cons, tituci6n, hizo un fallido esfuerzo final de bloquear su aceptaci6n declarando que se necesitaba una mayorfa de tres cuartas partes para adoptar la constituci6n. Daniells se dio cuenta de que la "cruel" sugerencia de Jones to colocaba en "un momento supremo" de su visa, puesto que no estaba nada seguro de la posici6n de los delegados. El presidente de la Asociaci6n General hacfa bien en preocuparse porque la adopci6n fue aprobada por cuatro votos de diferencia, el 3,7 % de los delegados (AGD a GAL 5 de octubre de 1904; 1903 GCB 173). A la manana siguiente, Jones pidi6 el use de la palabra antes de que se iniciara el programa del dfa. Inform6 que unos cuantos delegados le habfan preguntado si habfa dormido bien despues de la adopci6n de la constituci6n. Respondi6 que no tenfa nada que discutir, que esa era "mi constituci6n ahora. No habfa nadie mas fiel a esa constituci6n que yo [... ]. Tengo convicciones sobre su adopci6n, y las exprese, y ahf acab6 todo [... ]. Quienquiera que sea elegido presidente no tends colaborador mas fiel que yo [... ]. La unidad con mis hermanos es mucho mas importante para mf que cualquier conviccion personal u opiniones que yo pueda haber defendido" (1903 GCB 177). A pesar de esas palabras conciliadoras, Jones nunca lleg6 a aceptar la reinstauraci6n de la presidencia de la Asociaci6n General. En 1906, Jones conden6 publicamente la constitu ci6n de 1903 como un paso hacia la apostasfa al cual siempre se opondrfa (ATJ, Sorne History, 23). Su oposici6n surd, como veremos, hasta su muerte, aumentando su encono contra el asunto con el coffer del tiempo. Tanto su programa como su persona habfan experimentado rechazo publico en 1903, algo siempre dificil de aceptar. Tat fue el caso de A. T Jones. 132 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? La decision constitucional de 1903 to aboc6 definitivamente hacia el bando de Kellogg. Ademas, el hecho de que los delegados hubieran reelegido a Daniells como presidente no ayud6 en nada a cambiar su actitud. Durante los meses que siguieron, Jones y Kellogg solidificarfan su alianza. Su distanciamiento formal de la denominaci6n no tendrfa lugar hasta los anos de 1905 a 1909, pero a partir de la conclusion de las reuniones de 1903, pese a un par de perfodos de arrepentimiento, ambos tomaron un rumbo que tuvo un unico resultado. Kellogg y Jones se habian enfrentado a Daniells y Prescott en una lucha por el poder y habfan perdido. Acabaron uniendo sus fuerzas durante unos anos, si bien tenfan grandes zonas de desacuerdo el uno con el otro. Una de esas zonas de desacuerdo tenfa que ver con los principios de organizaci6n de Jones. Kellogg estaba convencido de que los principios de Jones "seran hermosos cuando lleguemos al cielo, pero necesitamos tener alguna clase de organizaci6n" aquf en la tierra ("Entrevista en el hogar gel Dr. J. H. Kellogg", Ms no publicado, 7 de octubre de 1907). El doctor, por tanto, representaba to opuesto a los ideales de Jones. Como dijo C. H. Parsons, Kellogg desempend "la posici6n de papa por completo" en el programa medico (C. H. Parsons a AGD, 6 de enero de 1903). El punto principal que los unfa era su posici6n contra un presidente de la Asociacidn General energico y la persona especffica de A. G. Daniells. Reacciones: Congregacionalismo contra centralizaci6n, 1903-1909 Si Jones y sus colegas se oponfan al liderazgo energico o a cualquier liderazgo fuera de Cristo y el Espiritu Santo, Daniells se fue hacia el otro extremo. "Toga junta debe tener un presidente, que sera reconocido como la cabeza", le escribi6 a L. R. Conradi inmediatamente despues gel Congreso de 1903. Reorganizarse para la Misi6n 133 "Eso es muy obvio para requerir argumentaci6n. He dicho que una bandada de gansos tiene un Wer. No podemos cumplir tareas, ni llevar adelante nada que parezca esfuerzo organizado sin servidores administrativos, y esto requiere de alguien seleccionado de entre los hermanos que haga las veces de administrador o ejecutor. No puedo armonizar la teorfa gel doctor Waggoner con su practica. Pienso que todo este movimiento contra la organizaci6n que vimos manifestado durante la [reunion de) la Asociacidn es mas bien una tonterfa" (AGD a LRC, 1 de julio de 1903). Si bien la posici6n de Daniells tenfa mucho de verdad, Elena G. de White temfa que llevara esa posicidn demasiado lejos. El dfa en que terming el Congreso de la Asociacidn General de 1903, ella le escribi6 diciendo que "Dios no querrfa que usted suponga que puede ejercer poder sobre sus hermanos como si fuera un rey" (EGW a AGD y sus companeros de trabajo, 12 de abril de 1903). Ella le repetirfa el mismo consejo muchas veces en los anos por venir. Como hombre de voluntad fuerte que era, Daniells indudablemente se sinti6 empujado aun mas hacia el use autoritario de su posici6n debido a la constante lucha con Kellogg y Jones. Su interes principal habfa sido la unidad de la iglesia. Por to tanto, el y quienes argumentaban a favor de formas extremas de diversidad se polarizaban entre sf. Jones, por su parte, nunca se cruz6 tranquilamente de brazos en respuesta a todo to que pasaba. Todo to contrario, en julio publics One-Man Power [El poder de un solo hombre) a traves de la Pacific Press. Con un espfritu un tanto desconfiado y contrario a la monopolizaci6n, algo muy propio de aquellos tiempos, Jones recrimin6 "el espfritu universal gel asociacionismo". "Nunca ha sido de otra manera, y nunca dejara de serlo, que el poder de un solo hombre no se convierta en despotismo" (pp. 1,4). Su sugestivo tftulo y su exposici6n no dejaban 134 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? dudas de que tenfa en mente a Daniells. Jones, Waggoner y sus colegas comenzaron a enmarcar sus comentarios concernientes a la Asociaci6n General en terminos papales y to hacfan cada vez con mas frecuencia. Los asuntos organizativos ardieron a fuego lento durante los anos 1904 y 1905, pero para inicios de 1906 la batalla esta116 abiertamente. El4 de febrero, Kellogg le facilit6 a Jones un foro en la reuni6n mensual de la "familia del Sanatorio de Battle Creek". Su tema basico era la libertad religiosa. "Ningun individuo", afirm6 Jones, "es responsable ante ningun otro hombre o grupo de hombres por su creencia en cuestion alguna". Definfa la libertad como "'la condici6n de estar exento del dominio de otros o de circunstancias restrictivas"'. Nuevamente, Jones argumentaba simultaneamente contra la organizaci6n de la iglesia y a favor del individualismo radical. Pronto publicarfa su sermon como Relígíous Líberty [La libertad religiosal (vease pp. 5, 15). Durante la reuni6n de marzo de la "familia" del sanatorio se produjo la reaparici6n de Jones en un agresivo sermon que mas tarde fue publicado en un libro de 60 paginas. Los peri6dicos de Battle Creek nuevamente aclamaron el logro de Jones. El Daíly Moon proclam6 que "el pastor Jones se ha mostrado a sfmismo como un Moises al reunir a los extraviados seguidores de quienes luchan por el poder temporal, y llevarlos a la senda sencilla del deter" (Daíly Moon, 5 de marzo de 1906). El liderazgo de la Asociaci6n General respondi6 en mayo con un libro de 96 paginas titulado A Statement ReIutmg Charges Made by A. T fones Agaínst the Spírít oIProphecy and the Plan oIOrganízatíon oI the Seventh-day Adventíst Denomínatíon [De- claraci6n en refutaci6n de los argumentos elaborados por A. T. Jones contra el espfritu de profecfa y el plan de organizaci6n de la denominaci6n Adventista del Septimo Dial. Ellibro, junto con la radical argumentaci6n de Jones, hizo mucho Reorganizarse para la Misi6n por quebrantar el control que Jones tenfa en las mentes tanto de pastores como de laicos en toda la denorninaci6n. Como resultado, para finales de ano, Jones habfa salido del centro de la controversia a la periferia. Lo mismo sucedio con Kellogg, que fue borrado de la iglesia en 1907 y poco des pues 10gr6 arrebatar a la denominaci6n el control legal de la reconstrucci6n del sanatorio. Puesto que los elementos descontentos no habfan logrado capturar la estructura denominacional, los tiempos estaban maduros para un movimiento congregacional. En proporci6n al tamano de la iglesia, el adventismo en la primera decada del siglo XX probablemente tuvo mas elementos disidentes que los que ha tenido en cualquier otro momento de su historia, antes o desde entonces. Aparte de la gran division en la denominaci6n respecto a la crisis de Kellogg-Jones-Battle Creek, tambien se deben incluir los casos de A. E Ballenger (colega de Jones en la de cada de 1890), que proclamaba ha , ber sido "expulsado" de la iglesia debido a sus creencias sobre la doctrina del Santuario a comienzos del nuevo siglo; 1. C. Sheafe (pastor afroamericano de la Iglesia Adventista del Septimo Dfa del Pueblo, en Washington, D.C. ), quien en 1907 estaba en proceso de sacar a su congregaci6n de la denominaci6n por supuestas discriminaciones raciales; y E. E. Franke (uno de los evangelistas mas innovadores y exitosos), que se habfa enemistado con los disidentes de la denominaci6n. Ellos fueron los cabecillas de los descontentos. La existencia de un grupo tan grande de adventistas descontentos provey6 a Jones y sus asociados de una base para su esfuerzo hacia una forma congregacional de organizaci6n. La publicaci6n de CospelSimplicity: The Need ofthe Hour [La sencillez del Evangelio, necesidad del momento], de W. 1. Winner, dentista adventista, en diciembre de 1906, ayud6 a Jones en su afan desorganizador. Daniells citaba la tesis de 135 136 Nuestra organizacibn 1iAliada o enemiga de la gran comisi6n? Winner en los siguientes terminos: ", Que cada iglesia sea suprema en su campo, custodia unica de sus intereses y administradora de sus fondos"'. Era un repudio obvio hacia toda la organizacibn de las Asociaciones. Daniells decia que Winner habfa adoptado la doctrina de Jones y la habfa vuelto mils peligrosa porque el folleto de Winner estaba mejor escrito que la obra de Jones sobre el tema (AGD aH. W. Cottrell, 20 de enero de 1907). "El significado de todo esto esta caaro", escribi6 Daniells. "Al principio de nuestra controversia, los lfderes del sanatorio pensaron que Bran to suficientemente fuertes para derrotar a la Asociaci6n General. Pronto descubrieron que estaban equivocados. Lo que no habfan logrado mediante una andanada, procuraban lograrlo ahora poco a poco. Su objetivo es sembrar el descontento entre las iglesias separaras; en cualquier lugar donde puedan encontrar una iglesia que este desconectada del cuerpo, ellos avivariin la llama del descontento y, si fuera posible, los induciran a separarse de la organizacibn general. Estoy seguro que esto era uno de los objetivos que A. T. [Jones] tenfa en su gira de conferencias" (AGD a WWP, 20 de enero de 1907). La predicci6n del presidente de la Asociaci6n General era muy exacta. Durante los meses siguientes, Jones ayud6 tanto a Sheafe, en Washington, D.C., como a Franke, en Newark, Nueva Jersey, a sacar a sus congregaciones de la denominaci6n. Lo que esperaban las fuerzas congregacionales, y to que temfan los lfderes denominacionales, era que el exodo congregacional se volviera un movimiento general. La editorial Good Health [Buena salud] de Kellogg habfa producido el Gospel Simplicity, y la mayor parte de la impresi6n inicial de diez mil ejemplares lleg6 a las menos de Jones para distribuci6n masiva en las iglesias. Para finales de enero de 1907, por to menos un tesorero de Asociaci6n habfa informado que "algunos de entre nuestro pueblo ya [estan] reteniendo sus diezmos [... ] Reorganizarse para la Misi6n como resultado de la lectura de este folleto" (AGD a WCW 23 de enero de 1907). Predicando a la iglesia del pueblo en Washington, D.C., en abril, Jones alegaba que la Asociaci6n General no tenfa futuro cierto. "El pensaba", contaba W. A. Colcord, "que esa organizacibn sufrirfa tal descalabro, que no quedaria nada de ella". Despues de que Jones hubiese ridiculizado "la idea de tener 'juntas' y 'presidentes' en la obra religiosa, y de haber realizado algunos declaraciones atrevidas respecto a que cada individuo fuera absolutamente independiente de cualquier otro en todos los asuntos religiosos", Colcord le pidi6 que explicara publicamente Hebreos 13: 17: "Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos". Jones ignor61a pregunta, aun cuando Colcord la formul6 dos veces. Su error en no responder "caus6 un gran desasosiego en la congregaci6n", dijo Colcord, "y pienso que muchas personas vieron de verdad que Jones estaba ensefiando doctrinas espurias, algo que no armonizaba con la Biblia". Colcord tambien le pregunt6 cuando tiempo habia pasado desde que el habfa sido presidente de algo. Esa pregunta tambien puso a Jones en entredicho, puesto que aun era presidente del Colegio de Battle Creek de Kellogg, aun cuando el predicaba regularmente contra el tftu10 y el cargo de presidente (W. A. Colcord a E. W. Farnsworth, 25 de abril de 1907). La batalla por las iglesias, mientras tanto, avanz6 tan rapidamente como Franke, Sheafe, Winner y Jones la pudieron Impulsar. Para la primavera de 1907, sin embargo, las fuerzas de la Asociaci6n General se habfan organizado completamente para combatir esta tendencia hacia el congregacionalismo. Daniells public6 en la Revíew una serie de quince articulo s que se extendi6 desde el31 de enero hasta el16 de mayo de 1907. En ellos traz6 la historia de la organizacibn adventista y de las luchas y consejos de Jaime y Elena G. de White sobre el tema 13 8 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? y tambien enfatiz6 la estructura organizativa ordenada por Dios dada por el Senor a Moises. Aparte de la andanada de Daniells, la denominaci6n tambien hizo circular el libro de J. N. Loughborough, The Church: Its Organization, Order and Discipline [La iglesia: su organizacion, orden y disciplina]. Elena G. de White, que ya tenfa una edad avanzada, tambien se uni6 a la refriega. Ella escribi6 to siguiente el 16 de enero de 1907: "iOh, c6mo se regocijaria Satanas si tuviera exito en sus esfuerzos por infiltrarse en medio de este pueblo y desorganizar la obra en un momento cuando la organizaci6n completa es esencial, puesto que sera el mayor poder para impedir la entrada de movimientos espurios, y para refutar pretensiones que no tienen apoyo en la Palabra de Dios! Necesitamos sujetar las riendas en forma pareja, para que no se destruya el sistema de organizaci6n y orden que se ha levantado gracias a una labor sabia y cuidadosa. No se debe permitir la acci6n de ciertos elementos desordenados que desean manejar la obra en este tiempo. Algunos han adelantado la idea de que, a medida que nos acerquemos al fin del tiempo, cada hijo de Dios actuara independientemente de toda organizaci6n religiosa. Pero he sido instruida por el Senor en el sentido de que en esta obra no existe tal cosa como que cada hombre puede ser independiente" (TM 489). Elena G. de White anadi6 que aun las estrellas en los cielos estan sujetas a la ley. Aquellos que procuraban trabajar de manera independiente eran semejantes a caballos no domados. "Cuando uno tira hacia adelante, el otro tira hacia atras" (TM, 490). Aquf vemos a Elena G. de White remontandose al tema de que "Babilonia equivale a desorganizaci6n" que ella present6 a principios de la decada de 1860. Ella pidi6 que esta y otras declaraciones mas sobre el tema fueran lefdas en el Congreso de la Asociaci6n de California a finales de enero y, poco despues, que fueran publicadas como Testimonies to the Reorganizarse para la Misi6n 139 Church Regarding Individual Responsibility and Christian Unity [Testimonios para la iglesia con relaci6n a la responsabilidad individual y a la unidad cristiana]. La administraci6n de la Asociaci6n General "dispar6" una segunda andanada inmediatamente antes del Congreso de la Asociaci6n General de 1909. W A. Spicer presents una serie de ocho artfculos sobre la organizaci6n de la iglesia en la Review. Tambien se volvi6 a publicar en forma de folleto como Gospel Order [El orden evangelico]. Ese mismo ano, Elena G. de White facilit6 otra presentaci6n del tema en un artfculo titulado "El espfritu de independencia", que fue lefdo ante el Congreso de la Asociaci6n General e130 de mayo. Ella escribi6: "el espfritu de desorganizaci6n esta en el mismo afire que respiramos. Algunos consideran que todos los esfuerzos hechos para establecer el orden son peligrosos, y los tienen por restricci6n de la libertad personal, algo que debe ser temido como el papismo". Ella se refiri6 a tales individuos como "almas enganadas". Y en el resto del texto present6 la esencia de su consejo de 1907 sobre el objetivo de Satanas de desorganizar la denominaci6n (9T 257,258; 3JT 405; la cursiva no esta en el original). Debemos destacar que la posici6n de Elena G. de White no era unilateral. Dejaba lugar a la individualidad y sefial6 que "ningun hombre debe renunciar a su juicio para ser dominado por el de cualquier otro hombre". Tambien se refiri6 a aquellos tiempos cuando ella no consideraba las decisiones de los cargos directivos de la Asociaci6n General como la voz de Dios, puesto que era solamente la voz de unos "pocos hombres". Pero "cuando en una sesi6n de la Asociaci6n General se expresa el juicio de los hermanos congregados de todas partes del campo, la independencia y el juicio particulares no deben sostenerse con terquedad, sino entregarse [... ]. Las decisiones de un Congreso de la Asociaci6n General compuesto de una 140 Nuestra organizaci6n / !Aliada o enemiga de la gran comisi6n? asamblea de hombres debidamente nombrados como representantes de todas partes del campo" deben respetarse. "Dios orden6 que tengan autoridad los representantes de su iglesia de todas partes de la tierra, cuando estan reunidos en el Congreso de la Asociaci6n General" (9T 259-261; 3JT 408, 409). De esta manera, Elena G. de White se puso del lado de Daniells en terminos muy claros, aun cuando ella continuaba amonestandolo sobre los peligros de ejercer demasiada autoridad personal. Su ideal era la unidad en la diversidad. En ese particular, no habfa cambiado desde que ella y Jaime lucharon contra la ideologfa de que "la organizaci6n equivale a Babilonia", alla por las decadas de 1850 y 1860. Para 1909, la denominaci6n habfa ganado la batalla entre una organizaci6n centralizada y el congregacionalismo. Los cabecillas de to que Daniells lleg6 a considerar como el partido de la "desorganizaci6n" ya habfan abandonado la denominaci6n. Ni Kellogg ni Jones se unirfan a otra denominaci6n en to que les quedaba de vida. A Jones le fueron retiradas sus credenciales ministeriales en 1907 y file expulsado en 1909. Habiendose asociado con diversos grupos independientes durante la siguiente decada, su 61 tima asociaci6n fue con un grupo de pentecostales que guardaban el sdbado. Lleg6 a escribir que hablar en lenguas y guardar el sdbado debfan l t juntos. ''Ahora': comunic6 Jones, "en su Providencia y por su buen Espfritu, el Senor estd combinando en un bendito pueblo la verdad pentecostal y la verdad del sabado, que siempre debieron haber estado combinadas, y asf sera de ahora en adelante" (AS, septiembre de 1922, 7, 8). Con el surgimiento de este nuevo grupo, la personalidad carismdtica de Jones, que habfa sido evidente durante toda su vida, vislumbr6 una oportunidad de realizaci6n personal. De hecho, la perspectiva que ellos sostenfan de una organizaci6n eclesidstica dirigida por el Espfritu habfa informado la propia Reorganizarse para la Misi6n visi6n de Jones del terra durante los inicios de la decada de 1890. Predicaba en sus campamentos y convivfa con sus ministros. Sin embargo, esta euforia dur6 poco tiempo porque "cometieron el pecado definitivo": habfan comenzado a organizar una denominaci6n. Lo mismo, exclamaba Jones, que habfa "echado a perder el movimiento observador del sdbado del Senor de los dltimos dfas" estaba "echando a perder el movimiento pentecostal del Senor de los ultimo s dfas". Para Jones, ese era el error final. Equivalia a expulsar al Espfritu (AS, octubre de 1922,3,4). H. M Lawson, la persona que, tras la muerte de Jones en 1923, se hizo cargo de los trabajos editoriales que este atendfa en el American Sentinel of Religious Liberty [El centinela americano de la libertad religiosa], tambien luch6 con la herencia de las perspectivas organizativas de Jones. "Llevo seis anos esforzandome", le escribi6 Lawson a E. S. Ballenger en 1928, "por encontrar tres o cinco buenos hombres fieles a la verdad que se unan a mf para organizamos, pero ellos se echan atr9s y exclaman: El hermano Jones nos aconsej6 que nunca volviesemos a ligamos con nada". Nueve anos despues, Lawson adn no habfa sido capaz de organizar un cuerpo de creyentes. "Desde aquel momento en que A. T. Jones lanz6 a los cuatro vientos el folleto sobre el terra de la organizaci6n eclesidstica", se quejaba Lawson, "sus amigos se han negado a escuchar cualquier cosa que no se atenga a su ensenanza" (H. M. Lawson a E. S. Ballenger, 14 de agosto de 1928; 22 de junio de 1937). Ese fue el fruto duradero de la forma de entender la organizaci6n de la iglesia promovida por Jones, Waggoner y sus colegas. Perspectivas sobre la reorganizaci6n La reorganizacidn, igual que la organizaci6n de la iglesia en la decada de 1860, marc6 el fin de una era en la historia 142 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? adventista. En diversos aspectos podemos establecer un paralelismo entre la reorganizaci6n y la guerra civil norteamericana. La propia naturaleza del adventismo y su misi6n estaban en juego. El resultado final fue que se mantendrfa la unidad mas bien que la fragmentaci6n. La iglesia habfa optado por la centralizaci6n y la unidad en vez del congregacionalismo. Esa unidad, sin embargo, no serfa absoluta. En el mejor de los casos, serfa mas bien unidad en la diversidad. La reorganizaci6n de 1901-1903 procur6 extender la unidad al traer las organizaciones auxiliares bajo la cobertura de la Iglesia mientras que, al mismo tiempo, creaba diversidad mediante la formaci6n de Uniones para supervisar la obra de la denominaci6n en diversas zonas del mundo. La reorganizaci6n logr6 modificar la estructura existente mas bien que crear un nuevo modelo de organizaci6n eclesiastica. La modificaci6n, sin embargo, no era el ideal que algunos de los delegados llevaban consigo a las reuniones de 1901-1903. La facci6n de Jones-Waggoner habia buscado la revoluci6n total. Al final, su apuesta por revolucionar las estructuras de la Iglesia fracas6 por varias razones. Pes6 to suyo que su modelo fuese teol6gicamente inadecuado en el sentido de que se centraba en el miembro de iglesia individual y no dejaba espacio para un enfoque practico de acci6n unificada. Mientras Jones, Waggoner y los otros abogaban por un individualismo extremo que no necesitaba coordinaci6n humana, pasaron por alto el hecho de que, en ambos testamentos, la Biblia sostiene elementos estructurales que establecen marcos y lfmites para la acci6n unificada. Quizas Moises y Pablo son las mejores ilustraciones de este hecho. Te6ricamente, estaba muy bien decir que las personas trabajaran en armonfa mutua si estan todas convertidas, pero la imagen bfblica refleja menos perfeccionismo y una visi6n mas compleja del pecado que la que observaban los aspirantes a "revolucionarios" dentro del ad, Reorganizarse para la Misi6n ventismo. Lo cierto es que aun los individuos convertidos no estan completamente santificados. La perspectiva bfblica es mucho mas realista sobre la naturaleza humana y la necesidad de una estructura que la propuesta hecha por Jones, Waggoner y sus colegas. Fue a ese idealismo individualista desequilibrado al que respondi6 Daniells cuando dijo que crefa que "tenemos que ver las condiciones. Nosotros afrontamos condiciones, no teorfas [... ]. Cuando lleguemos al cielo, no haremos muchas de las cosas que estamos haciendo aquf. Tendremos condiciones muy diferentes, estaremos en un estado ideal, y podremos vivir idealmente; pero mientras estemos aquf en este mundo, y estemos afrontando condicionantes, tenemos que reaccionar a estos condicionantes de la mejor manera posible para llevar adelante la obra que Dios nos ha dado" (Sten 1903,9 de abril de 1903, 70-72, citado en BDO, SDA Org., 296). En pocas palabras, Jones y sus amigos abogaron por una teorfa inadecuada tanto teol6gica como sociol6gicamente. Su hermeneutica tambien era defectuosa. Por ejemplo, sacaban varias de sus citas de Elena G. de White fuera de su contexto literario y las hacfan decir algo que ella no tenfa en mente. Una ilustraci6n evidente es la repetida afirmaci6n de Jones y Waggoner de que "no es sabio elegir a un hombre como presidente de la Asociaci6n General" (EGW a los Presidentes de Asociaci6n, agosto de 1896). Segun se observ6 anteriormente, ella nunca quiso decir que debe haber mas de uno o ninguno, como defendi6 repetidamente el grupo de Jones y Waggoner, sino que "la obra de la Asociaci6n General nunca debiera haber descansado en un solo hombre" (EGW Ms 91, 1899). Elena G. de White no tenfa problemas con el tftulo de "presidente". De hecho, to utilizaba regularmente para referirse al dirigente de la Asociaci6n General. A la larga, la teologfa, sociologfa y hermeneutica equivocadas Nuestra organizaci6n I Aliada o enemiga de la gran cornisi6n? del grupo revolucionario se volvieron contra Jones, Waggoner y sus companeros. Algunas de sus pretensiones resultaron demasiado extremistas y unilaterales para el grueso de los delegados en los Congresos de la Asociaci6n General de 1901 Y 1903. El enfoque adoptado por la facci6n de Daniells y Prescott era mas sensato y practico. En ese sentido, estaba en plena armonia con el enfoque de Jaime White a principios de la decada de 1860, cuando estableci61a perspectiva hermeneutica de que eran apropiadas las estructuras que no estuvieran en conflicto con la Biblia o el sentido comun. Las propuestas de Daniells tambien seguian a White en su orientaci6n misio16gica. El enfoque del presidente de la Asociaci6n General era reorganizar con miras a la funcionalidad. La necesidad de la Iglesia, segun la veia el, era crear estructuras administrativas que completarian la obra de llevar el mensaje adventista a los confines de la tierra en tan corto tiempo como fuera posible a fin de que Cristo pudiera venir. Asi, el, como to habia hecho Jaime White anteriormente, se vali6 de un enfoque pragmatico y no de uno te6rico para la cuesti6n de la reorganizaci6n de la denominaci6n. La eficiencia en la promoci6n y coordinaci6n de la misi6n del adventismo lleg6 a ser el punto central para Daniells y sus colegas. El enfoque hacia la organizaci6n caracterizado por la eficiencia de cara a la misi6n result6 muy aceptable para los delegados a la Asociaci6n General porque estaban acostumbrados a ese formato y llevaban operando sobre esa base desde la decada de 1860. Con todo, seg6n senala Barry Oliver, la denominaci6n perdi6 algo valioso en 1901-1903 debido a la atm6s€era polemica en la que fue discutido el tema de la organizaci6n. El bando de Jones-Waggoner abord6 el tema teol6gicamente a traves de su comprensi6n de la justificaci6n por la fe y el papel de Cristo en la iglesia. Por to tanto, a pesar de Reorganizarse para la Misi6n 145 los extremos, procuraban hacer que la denominaci6n pensara sobre la estructura ec1esiastica teol6gicamente y no solo en el nivel pragmatico. Ciertamente, su enfasis en el sacerdocio de todos los creyentes y el senorfo de Cristo como cabeza serf, an ingredientes esenciales en cualquier comprensi6n de la organizaci6n de la iglesia (vease BDO, SDA Org., 221-240, 333-336). Una consideraci6n seria de las contribuciones positivas del bando de Jones habria enriquecido la comprensi6n de la iglesia por parte del adventismo, pero el sosiego en las deliberaciones no pudo darse en medio de aquella atm6sfera tan polemica. El adventismo aun tenia delante de sf la tarea de desarrollar una noci6n adecuada de la ec1esiologia para reforzar e informar su enfoque de los asuntos organizativos. La atm6sfera polemica de los Congresos de la Asociaci6n General de 1901-1903 tuvo otro efecto discordante. Se escor6 el debido equilibrio entre la unidad, la diversidad, la rigidez y la adaptabilidad, tan necesarios en una iglesia mundial. Oliver senala que mientras que en 1901 y 1902 Daniells estuvo abierto a la diversidad y adaptabilidad, la acalorada batalla con Kellogg y Jones to forz6 hacia el extremo del espectro caracterizado por la rigidez y la unidad. Puede que hubiese deseado la diversidad, pero dificilmente podia permitir las formas promovidas por Jones y otros. Por to tanto, Daniells, en un intento de sobreponerse a los extremos en to relativo a la diversidad, luch6 por mantener la unidad (vease ibid., 296322). El final fue una centralizaci6n de la autoridad que no habria podido surgir en un ambiente mas fraternal. Como resultado, para el ano 1903 encontramos a Elena G. de White reprendiendo a Daniells por su empleo de la autoridad casi en la forma en que ella habia hablado a los presidentes de la Asociaci6n General antes del Congreso de 1901, Congreso que supuestamente habia resuelto el sindrome del "poder regio" de una vez por todos. Desafortunadamente, las administraciones 146 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran cornisi6n? subsiguientes se hen visto tentadas de vez en cuando a adopter el enfoque de la presidencia de la Asociacidn General utilizado por Daniells. Elena G. de White, que desempen6 un papel mas crucial en 1901-1903 que en 1861-1863, sinti6 Bran angustia porlas luchas acaecidas en ocasi6n de la reorganizaci6n. Ella parecfa set de las pocas personas capaces de mantener una perspective equilibrada. Para ella no eran ni la unidad de Daniells ni la diversidad de Jones a to que la iglesia debia apuntar, sino al ideal de la unidad en la diversidad, que ella present6 con tanta claridad ante el Congreso de la Asociacidn General de 1909 tratando de conjugar la necesidad de individualismo y la debida autoridad de la Asociacidn General en asamblea (vease 9T 257-261). De la misma manera, durante el conflicto ella present6 posiciones con relaci6n a la organizaci6n de la Iglesia que se superponfan a las de ambos bandos. En consecuencia, no solo enfatiz6la organizaci6n pragmatica para la misi6n, sino tambien temas bfblicos como el senorfo de Cristo como cabeza de la iglesia y la necesidad de un nuevo nacimiento como fundamentos de la renovaci6n estructural. Aunque Elena G. de White us6 elementos procedentes de los argumentos de ambas partes en la batalla por la reorganizaci6n, las circunstancias la obligaron a inclinarse de parte de Daniells en contra de los extremos de la orientaci6n de JonesWaggoner. Ella vio que el resultado final del enfoque de estos dos ultimos era la desorganizaci6n. En consecuencia, apoy6 los resultados de la reorganizaci6n de los Congresos de 19011903, aun cuando tuvo que advertir a Daniells de vez en cuando respecto a su tendencia a centralizar la autoridad en su propia posici6n. El producto final de los Congresos de 1901 y 1903 fue una organizaci6n eclesiastica basada en la necesidad pragmatica de la misi6n de la denominaci6n mas bien que en una estruc- Reorganizarse para la Misi6n 147 tura rfgida que no puede ser modificada segun cambien las condiciones de la iglesia y del mundo. Lo mismo puede decirse de la organizaci6n de 1861-1863. Cuando el cambio de circunstancias aconsej6 la modificaci6n de su estructura, el camino estaba despejado. En el adventismo del septimo dfa, la forma de gobierno ec1esidstico no estd fraguada como si se tratase de una especie de aglutinante doctrinal, sino que estd abierta al cambio y el desarrollo cuando las necesidades de la mision fructffera de la denomination demanden un cambio de enfoque o proceder. Una iglesia viviente no puede encerrarse en los estertores de una estructura inflexible, incapaz de responder a la alteraci6n de circunstancias. M. C. Wilcox vio esa verdad claramente durante el Congreso de 1903. Hablando de la constituci6n propuesta e19 de abril, Wilcox dijo a sus companeros delegados: "Si hemos de fi jar este asunto muy dentro de nuestras almas [... ], no nos liaremos con el papeleo y sentiremos que todo tiene que hacerse exactamente igual. A veces hay cameos diferentes que demandan organizaciones diferentes, y yo espero que cuando ese campo, tiempo y lugar lleguen, Dios tendrd hombres que estardn dispuestos a prescindir del papeleo, si fuera necesario, y formar la organizaci6n en annonfa con el carneo, de acuerdo con las exigencies del momento" (Sten 1903,9 de abril de 1903,20, 20a, citado en BDO, SDA Org., 302; la cursive no esta en el original). Ese consejo aun sigue siendo necesario en el siglo XXI en una organizaci6n que frecuentemente se ve tentada a caer en el pozo de la rigidez. Y no solamente es un consejo sabio, sino que esta en plena armonfa tanto con los principios bfblicos como con la motivaci6n misio16gica que ha reforzado el enfoque hist6rico del adventismo hacia la organizaci6n eclesiastica. Antes de presentar las necesidades organizativas de la era actual, examinaremos primero los retoques a la organizaci6n de 1901-1903 ocurridos despues de 1910. Retocar el sistema (191a ) urante las decadas que siguieron a la reorganizaci6n de 1901-1903 se vio una expansion denominacional sin precedentes. Daniells, en su mensaje introducto rio al Congreso de la Asociaci6n General de 1909, destac6 que "el crecimiento y extensi6n de nuestra causa demuestran mas claramente cada ano el valor de la organizaci6n total, y el significado de la instruccion que vino a nosotros mediante el Espfritu de Profecfa en el Congreso de 1901 con referencia a la reorganizaci6n. Alli no se nos dijo que nos des-organizaramos, sino que nos re-organizaramos". Mas aun, Daniells hizo notar que los miembros de la junta Ejecutiva de la Asociaci6n General habfan aumentado de trece a cuarenta, el numero de Uniones de dos a 21, y el numero de Asociaciones locales de 45 a 102. Luego hab16 de los siete Departamentos integrados a la Iglesia procedentes de las organizaciones auxiliares. Daniells concluy6 sus comentarios informando que "la reorganizaci6n que ha tenido lugar desde el Congreso de 1901 ha atrafdo al circulo administrativo mas de quinientas personas que no estaban anteriormente, y los 15 O Nuestra organizaci6n I iA1iada o enemiga de la gran comisi6n? resultados demuestran que ese cambio ha aumentado considerablemente la eficiencia de la administraci6n de la obra" (1909 GCB 8). Al presentar tales datos estadfsticos, el presidente de la Asociaci6n General intentaba demostrar que la autoridad ciertamente se habia distribuido a to largo del campo mundial. No solo habia mas personas incluidas en to toma de decisiones, sino que el sistema de Uniones y el departamental habfan transferido gran parte de ese proceso a diversas regiones del mundo. Tambien es importante reconocer que en 1909 el despliegue renovado de personal en papeles de toma de decisiones indudablemente habfa aumentado la eficiencia del funcionamiento de la denominaci6n y habfa incrementado su programa misionero. Desgraciadamente, la multip1icaci6n de los cargos administrativos sigui6 creciendo durante el resto del siglo XX, hasta que, habia finales de este, muchos se preguntaban si el sistema no se habia excedido y, en consecuencia, habia perdido su capacidad de funcionar con la maxima efiCienCia. Ese terra sera abordado en nuestro ultimo capitulo. Mientras tanto, examinemos los retoques fundamentales que se die , ron al modelo reorganizado de la estructura de la Iglesia Ad, ventista del Septimo Dfa. El desarrollo de las Divisiones El cambio mas significativo a la estructura de la iglesia desde 1903 ha sido la creacidn de Divisiones de la Asociaci6n General en 1918. El impulso para la creacidn de Divisiones se origin6 en Europa. Casi desde el principio de la actividad adventista en Europa, las diversas naciones deseaban una organizaci6n general europea. Para 1882, los segmentos nacionales se habian agrupado en to que lleg6 a conocerse Retocar el sistema con el nombre de Consejo Europeo de las Misiones Adventistas del Septimo Dfa. Luego, en 1893, el campo europeo se convirti6 en la regi6n numero ocho de la Asociaci6n General. El Congreso de 1897 de la Asociaci6n General, debido a la consigna de que "un hombre" no fuera el presidente de la Iglesia, dio paso a la creacidn de "tres grandes Divisiones", cada una con su propio presidente de Asociaci6n General. Como finalmente sucedi6, sin embargo, los camps de Europa y Oceanfa llegaron a considerarse como Uniones, dejando asf al presidente de la Asociaci6n General norteamericano como dirigente efectivo en todo el mundo, algo que, desde luego, ni Jones, ni Waggoner ni Prescott habian defendido. El cambio siguiente tuvo lugar e123 de julio de 1901, cuando los dirigentes adventistas europeos formaron la Asociaci6n General Europea. "Todos creyeron", escribi6 Guy Dail, "que habfa llegado el momento" para un movimiento tat. "Todos eran mas conscientes que nunca de la urgente neeesidad de tat organizaci6n" (RH, 3 de septiembre de 1901, 576). El energico L. R. Conradi dirigi6 la junta de la Asociaci6n General Europea, que "asumirfa la misma clase de labor que la Junta de la Asociaci6n General en Norteamerica" (1901 GCB 517). Es muy significativo que A. G. Daniells, dirigente de to que se habia convertido en la otra Asociaci6n General, no era miembro de la Junta Ejecutiva de la Asociad6n General Europea. De hecho, como senal6 mas tarde L. H. Christian, la "denominaci6n tenfa en realidad dos Asociaciones Generates, cada una con su constitucio'n y su circunscripc1t5n" (Pioneers and Buílders ofthe Advent Cause in Europe, 95). Los problemas potenciales de un proceso semejante para la dhnominaci6n indudablemente fueron captados perfectamentt por las mentes de Daniells y Prescott, pero durante todo el alto 1906 estuvieron ocupados en la lucha con Kellogg y Jones por su propia supervivencia. Para 1907, sin embargo, 152 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? Daniells y Prescott estaban listos para acometer el asunto. Ese ano, la reuni6n anual de la junta Ejecutiva de la Asociaci6n General se convoc6 en Gland, Suiza. Los dirigentes europeos esperaban que su organizaci6n se hiciera cargo del Congreso, puesto que la junta se estaba dando en su territorio, pero Daniells ejerci6 su autoridad y la junta actu6 a modo de comisi6n de la Asociaci6n General mundial. Despues de una discusi6n mas bien acalorada de los principios que subyadan a una obra mundial unificada para la Iglesia, la Junta Ejecutiva (dirigentes europeos incluidos) vot6 "que la organizaci6n denominada Asociaci6n General Europea, organizada por el consejo de la Asociaci6n General en 1901, quede suspendida". En lugar de dicha estructura, se eligi6 un vicepresidente de la Asociaci6n General mundial "para hacerse cargo de la supervisi6n general de su obra en la Divisi6n Europea del campo mundial". Aparte del vicepresidente, la estructura administrativa europea habfa de tener un secretario, que tambien servirfa como miembro en la Junta de la Asociaci6n General, y un subtesorero nombrado por la junta de la Asociaci6n General (GCC Min, 16 de mayo de 1907). Tal perdida de rango, como cabrfa esperar, no dej6 al segmento europeo de la denominaci6n en el mejor espfritu. L. H. Christian informa que "cuando fuimos a Europa en 1920, escuchamos mas del Concilio de Gland de 1907 que de ning6n otro" (Píoneers and Buílders, 97). Alguien de importancia entre los insatisfechos era Conradi, ex presidente de la Asociaci6n General Europea y nuevo vicepresidente para Europa. A finales de 1911, Conradi iz6 la bandera de combate en una carta al tesorero de la Asociaci6n General que no dej6 dudas para nadie respecto a sus intenciones futuras. El crefa que las diversas zonas del mundo debfan segmentarse en "Divisiones de sosten propio" , cada una con "derechos constitucionales". Una propuesta tal, argumentaba Conradi, acabaria Retocar el sistema 153 de completar a la organizaci6n adventista. La carta conclufa con la sugerencia de que el tesorero "considerara el asunto", puesto que "de seguro saldra a relucir en el siguiente Congreso de la Asociaci6n General" (LRC a W. T. Knox, 5 de noviembre de 1911). Esa carta puso al presidente de la Asociaci6n General en alerta total. El mismo dfa que lleg6 la carta de Conradi, Daniells le escribi6 a W. C. White, destacando que la propuesta sonaba a reavivamiento de la Asociaci6n General Europea. "En el momento que se de ese paso", escribi6 Daniells, "la unidad mundial que ahora tenemos se rompera". La carta recalcaba que la situaci6n requerfa un estudio cuidadoso y que solamente tenfan dos opciones: "Hacer los mejores planes posibles para una Divisi6n tal" o "preparamos para defender el plan que hasta ahora tenemos" (AGD a WCW 24 de noviembre de 1911). W C. White, que por ese entonces hada las veces de intermediario entre su madre de 83 anos y los lfderes de la Iglesia, le mostr6 la carta de Daniells a Elena G. de White. Ella la ley6 "muy pausadamente" y hab16 "largo y tendido" sobre el tema de una mayor independencia para los grandes sectores de la iglesia mundial. Willie parafrase6 la reacci6n de su madre cuando dijo que "mientras nuestra obra pueda ser administrada con sabidurfa y se pueda mantener el espfritu de armonfa, es mejor que permanezca unida. Las divisiones y las subdivisiones, que pueden parecer deseables, abriran la puerta para que algunos hombres que son lfderes estampen su individualidad sobre la obra". Mientras haya hombres humildes que trabajen juntos en armonfa, "no busquemos separamos en partes independientes a la primera ocasi6n, sino busquenios mantener la unidad existente de la obra tanto como sea posible." Willie agreg6 que este tema estuvo mucho en los pensaWnientos de su madre en los siguientes dfas. Lo que ella temfa Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? en realidad era el "peligro de que algunos hombres con mentes descollantes se propondrfan dejar la marca de su individualidad impresa sobre el conjunto de la obra en todo el mundo". En ese caso, podrfa ser una "necesidad hacer Divisiones". Aparentemente, ella tenfa en mente unidades organizativas que tendrfan un grado importante de independencia respecto de la Asociaci6n General. Ella aun temfa la clase de poder autoritario contra el cual habfa arguido en 1901. Hay que destacar que su mensaje contenfa una leve indicacio'n para Daniells sobre el tema. Ella cerr6 sus comentarios senalando que con el actual enfoque espiritual-evangelico que segufa Daniells, era "mejor mantener la unidad mundial" (WCWa AGD, 4 de diciembre de 1911). Un mes despues, Daniells contest6, agradeciendo a la Sra. White por sus alentadores comentarios. Tambien coment6 que recientemente habfa asistido a unas reuniones en Gran Bretana y habfa hablado del asunto con Conradi y sus asociados. Esas conversaciones no le dejaron dudas respecto a las intenciones de ellos (AGD a WCW 4 de enero de 1912). El 28 de abril de 1912, el liderazgo europeo vot6 unanimemente solicitar al Concilio Anual de la Asociaci6n General que se considerase "la viabilidad de enmendar la Constituci6n de la Asociaci6n General en su Congreso de 1913 a fin de estipular el perfeccionamiento de las organizaciones dependientes de la Divisi6n" (EDGC Min, 28 de abril de 1912). El Concilio Anual recogi6 la petici6n el 25 de septiembre. Los dirigentes europeos no estaban contentos ·de tener como dirigente a un vicepresidente de la Asociaci6n General. Querfan tanto un presidente de Divisi6n como una circunscripci6n europea que eligiera sus cargos directivos. Segun to vefan ellos, el presidente de la Divisi6n tambien sera vicepresidente de la Asociaci6n General. Argumentaban, ademas, que pronto otras Divisiones continentales de la iglesia necesitarfan el Retocar el sistema mismo tipo de trato. No hace falta decir que, salvo en tenninologfa, su recomendacion se asemejaba mucho a una rehabilitaci6n de la Asociaci6n General Europea que los dirigentes generates habfan logrado desarticular en 1907. A pesar de ese amenazante espectro, no obstante, el Concilio Anual de la Junta Ejecutiva vot6 trasladar la recomendacion al Congreso de la Asociaci6n General de 1913. Se fonn6 una. comisi6n de cuatro miembros, encabezada por Conradi, pero que inc1ufa tambien al secretario y tesorero de la Asociaci6n General, para trazar un plan de organizaci6n para la propuesta Divisi6n (GCC Min, 25 de septiembre de 1912). El Congreso de 1913, despues de una larga discusi6n, aprob6 la creaci6n de la Divisi6n Europea con su propia constituci6n y circunscripci6n. Antes de la votaci6n, Daniells expre s6 la opini6n de que dar un paso tat no estaba" de ninguna fonna atentando contra la organizaci6n de esta denominaci6n [.. .]. La Divisi6n sostiene la misma relaci6n organica [con la iglesia mundial], definida por la constituci6n, que la Uni6n" (1913 GCB 109). Dentro de ese marco positivo, el Congreso tambien consider6 la fonnaci6n de Divisiones en los campos norteamericano, sudamericano y asiatico. La nueva organizaci6n europea, sin embargo, casi no tuvo oportunidad de desarrollarse. En unos cuantos meses empez6 la Primera Guerra Mundial, y la Divisi6n Europea ces6 sus fun ciones. Como resultado, fue en Norteamerica y no en Europa donde Daniells comenz6 a ver las debilidades de la estructura de la Divisi6n. El presidente de la Divisi6n era un dirigente energico que tendfa a dominar las cosas. Segun afirm6 T E. Bowen, "el presidente de la Divisi6n Norteamericana que, por asf decirlo, se to echaba todo encima [es decir, las responsabilidades internas de la Divisi6n] debajo del sombrero, y los Zideres de la Uni6n parecfan sentir que estaban en cierto grado restringidos y no se les concedfa espacio en los asuntos 15 5 156 Nuestra organizaci6n I iA1iada o enemiga de la gran comisi6n? administrativos". Afirrn6 despues que era exactamente el problema de la centra1izaci6n del poder que tanto habfan tratado de evitar en 1901 (T E. Bowen a W B. White, 7 de noviembre de 1917). Pero un problema de mayor magnitud sobrepas6 a este. La Divisi6n Norteamericana, con sus propios cargos directivos y tesorerfa, se habfa apoderado por completo la administraci6n de la obra de la Iglesia en Norteamerica, sede de la denominaci6n, y controlaba los fondos y, en mayor grado, el personal del que dependfa la Asociaci6n General para extender su programa misionero. En resumen, la Asociaci6n General no tenfa ya territorio que administrar. Tampoco le quedaba control sobre la fuente de los fondos o las personas para responder a las solicitudes de envfo de misioneros. Daniells describi6 sucintamente la situaci6n cuando escribi6: "Considero que es una situaci6n muy serfa el tener una organizaci6n fuerte , aut6noma y prdcticamente independiente colocada en medio de la Asociaci6n General y sus recursos. En el importante asunto de procurar los obreros y los fondos, y al reubicar los obreros que regresan, la Asociaci6n General queda subordinada a la Divisi6n. Transfiere el control de la base de aprovisionamiento de la Asociaci6n General a la Divisi6n" (AGD a WAS, 9 de octubre de 1917, citado en B. Ha10viak, "Approaches to Church Reorganization", Ms no publicado, febrero de 1993). Esta situaci6n, junto con el hecho de que la estructura de la Divisi6n te6ricamente abrfa la posibilidad para que una personalidad fuerte llevase a un gran segmento de la Iglesia fuera de la denominaci6n, llev6 al Congreso de la Asociaci6n General de 1918 a abolir las Divisiones Asociacidn. El voto estipulaba que las Divisiones ya no serian Asociaciones independientes con sus propias circunscripciones, sino Divisiones o extensiones de la Asociaci6n General en un territorio dado. Retocar el sistema Dentro de ese modelo, la circunscripci6n de la Asociaci6n General senalarfa los dirigentes de cada Divisi6n, y el presidente de cada Divisi6n serfa vicepresidente de la Asociaci6n General. Ademds, la tesorerfa de cada Divisi6n serfa una subtesorerfa de la Asociaci6n General, y los fondos misioneros revertirfan a la Asociaci6n General para su distribuci6n mundial (1918 GCB 39, 40). Mediante este nuevo formato, la denominaci6n busc6 proteger su unidad como movimiento global y, al mismo tiempo, facilitar mds su misi6n a todo el mundo. El Congreso de 1918 estableci6 un plan diferente para Norteamerica del que funcionaba en el resto de las Divisiones mundiales de la Asociaci6n General. Los delegados concluyeron que no habfa necesidad de hacer una Divisi6n en el territorio que contenfa la Asociaci6n General. En consecuencia, los miembros del personal de la Asociaci6n General tambien servirfan como cargos directivos para Norteamerica, y la tesoreria de la Asociaci6n General como tesorerfa para Norteamerica. Esta regla tenfa una excepci6n: se asignarfa un vicepresidente de la Asociaci6n General al campo norteamericano para velar por los intereses del programa de la Iglesia en el pafs sede de la Asociaci6n General. La ausencia de una Divisi6n Norteamericana al mismo nivel que las otras Divisiones de la iglesia permanecerfa hasta la decada de 1980, cuando los cambios experimentados en la Iglesia llevaron a la creaci6n de una Divisi6n genuina. El fraccionamiento de la Asociaci6n General en Divisiones complet6 la estructura del adventismo como la conocemos hoy dfa. En esencia, la denominaci6n tenfa cinco niveles de administraci6n (dos para la Asociaci6n General: general y de divisi6n), pero unicamente cuatro niveles contaban con circunscripciones y una situaci6n legal separada (la Divisi6n, siendo parte de la Asociaci6n General misma, no 157 158 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? tenfa circunscripci6n independiente). Para 1918, la estructura administrativa de la Iglesia se podfa esquematizar de la siguiente manera: • Asociacidn General • Divisiones de la Asociacidn General • Uniones de Asociaciones y Uniones de Misiones dentro de cada Divisi6n • Asociaciones y Misiones locales dentro de cada Unidn • Iglesias individuales dentro de cada Asociacidn o Misi6n local Intentos de fusi6n y limitaci6n de los periodos de servicio La Gran Depresi6n de la decada de 1930 sumi6 a la denominaci6n en una crisis financiera de una magnitud desconocida desde la depresi6n de la de cada de 1890. En octubre de 1930, la Junta Ejecutiva de la Asociacidn General, previendo que la Iglesia afrontarfa una cafda significativa en los ingresos para el ano siguiente, recomend6 una serie de medidas de reducci6n de costos "como medio de evitar el recorte de nuestro proyecto misionero". En el centro de ese programa estaba la recomendaci6n de que "se hiciera un estudio cuidadoso de la viabilidad de unir ciertas Asociaciones para asf liberar para el evangelismo activo obreros y dinero que hasta ahora se usan en labores administrativas". Ademas de eso, el liderazgo inst6 "que las juntas de Asociacidn hagan una cuidadosa evaluaci6n de la fuerza laboral del personal de sus sedes, haciendo ajustes y recortes prudentes que supongan el mayor ahorro que sea coherente con una administraci6n prudente" (GCAC, 28 de octubre a 3 de noviembre de 1930,46-50). Para octubre del siguiente ano, las cosas habfan empeorade. En consecuencia, los cargos directivos de la Asociacidn General se reunieron unas cuantas semanas antes del Concilio Anual de 1931 y escogieron una comisi6n que diera es- Retocar el sistema 159 tudio cuidadoso a la fusi6n de Asociaciones locales y Uniones (GCOC Min, 7 de octubre de 1931). La comisi6n se centr6 especialmente en el sector norteamericano de la Iglesia y recomend6 la reducci6n del n6mero de Uniones de 12 a 8, y del n6mero de Asociaciones locales de 58 a 48 (vease RH, 26 de noviembre de 1931,6-8). En termino s tanto de Uniones como de Asociaciones, la idea fue un exito parcial. En el ano 1932 se vio a las Uniones del Sur y Sureste convertirse en la Unidn del Sur, a las Unio nes del Este y Oeste de Canada fusionarse en la Unidn Canadiense, y a las Uniones del Norte y Central combinarse en la Unidn Central. Todas estas fusiones serfan permanentes, excepto la de la Unidn Central. Para 1937, la circunscripci6n de la Unidn Central pens6 que sus finanzas habfan mejorado to suficiente para volver a formar las dos Uniones. Continuarfan asfhasta 1980, cuando las finanzas de nuevo llevaron a las dos Uniones restauradas a unificarse en la Unidn Central de Norteamerica. La mayorfa de las consolidaciones de Asociaciones locales recomendadas tambien fueron aceptadas por sus circunscripciones. La excepci6n principal a este movimiento financieramente motivado de consolidar las Asociaciones locales y las Uniones se dio en el Este. Allf1a Asociacidn General habfa reco mendado combinar las Uniones de Columbia y del Atlantico, junto con la fusi6n de varias de las Asociaciones de la Unidn de Columbia. Esa sugerencia parecfa tener sentido, dado que ambas Uniones eran pequenas y que las siete Asociaciones de la Unidn de Columbia promediaban menos de 2.000 miembros cada una, teniendo la Asociacidn del Oeste de Virginia una poblaci6n adventista de aproximadamente 490 miembros. Razonable o no, sin embargo, la recomendaci6n desat6 un autentico estallido por toda la Unidn de Columbia. Pero antes de prestarle a esto nuestra atenci6n, hay que fijarse en 160 Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n? una segunda recomendaci6n del Concilio Otonal de 1931 que sencillamente anadi6 mas volatilidad a la batalla subsiguiente. Se limitaron los perfodos de servicio de los cargos directivos de las Asociaciones en todos los niveles basando se en el consejo de Elena G. de White de que "los predicadores no deben ser retenidos en el mismo distrito ano tras ano, y que no debe presidir el mismo hombre durante largo tiempo en una Asociaci6n. Un cambio de dones es para bien de nuestras Asociaciones e iglesias" (OE 434). Una junta especial de cargos directivos de la junta de la Asociaci6n General recomend6 que "la duraci6n del perfodo de servicio para los cargos directivos ejecutivos y los directores de Departamentos (incluyendo las Divisiones) no debera exceder los doce anos consecutivos en cualquier puesto". Ese mismo informe sugiri6 ocho anos para los cargos directivos de las Uniones y seis para los de las Asociaciones locales. La raz6n para la diferencia entre los perfodos de servicio de doce, ocho y seis anos era que "aquellos que trabajan en areas mas restringidas y estan en contacto mas estrecho con las iglesias, dejan su molde personal sobre la obra mas pronto que aquellos que estan mds alejados de dicho contacto" (GCOC Min, 12 de octubre de 1931). El Concilio Otonal acept6 la recomendaci6n de la comisi6n, y poco tiempo despues el Concilio de Cargos Directivos de la Asociaci6n General "resolvi6, que ejecuemos con toda fidelidad el plan de acci6n sobre los lfmites del perfodo de servicio acordado en el Concilio Otonal sin hacer excepciones" (ibfd., 9 de noviembre de 1931). Ahora bien, cada vez que algo afecta el empleo de una persona podemos esperar una reacci6n. Y asf file, especialmente en la Uni6n de Columbia, que tenfa una relaci6n complicada con la Asociaci6n General desde habfa algun tiempo y ya estaba to bastante molesta con la fusion de los cargos directivos. Retocar el sistema 161 El tesorero de la Asociaci6n General, J. 1. Shaw, consider6 que la resistencia contra las recomendaciones sobre el perfodo de servicio y la fusion se habfa generado en muchos casos por la perdida potencial de ventaj as personales entre los cargos directivos que perderfan sus puestos (RH, 21 de enero de 1932,57). Otra cara del problema fue que J. S. Washbum, estrecho aliado de los presidentes de la Uni6n de Columbia, opinaba que las recomendaciones constitufan el "Asombroso Omega" que afligirfa a la iglesia antes del fin del tiempo. Eran una "Apostasfa satanica", y las verdaderas razones detras de ellas no eran econ6micas sino una maniobra impulsada por una pequena camarilla de dirigentes de la Asociaci6n General para controlar la denominaci6n. Estos hombres "desesperados" con su "loca y transparente mentira" eran los "remanentes del plan de Daniells de colocar pequenos tfteres en tomo suyo de modo que, cuando el tire de los hilos, ellos salten al momento diciendo a todo' sf, yo tambien'" (JSW a F H. Robbins, 22 de enero de 1932). La "ley de hierro sobre el perfodo de servicio", puntualizaba Washburn, era un "plan elaborado de antemano" por los que estaban en la cima "para acallar toda protesta contra la apostasia [teo16gica] que se esta desarrollando con alarmante celeridad" entre los dirigentes que desean "aplastar y destruir toda oposici6n". El adventismo, le decfa Washburn al editor de la Review, "todavia no es una monarqufa para ser gobernada por hombres que estan en la cima" (JSW a FMW, 27 de noviembre de 1931). Washbum no dudaba de que tenian que luchar contra "una pequena camarilla de hombres que echaron mano del principio establecido por el libre Espiritu de Dios y, en secreto, to inmovilizaron con una camisa de fuerza humana, atado de pies y manos" (JSW a FMW 22 de diciembre de 1931). Los dirigentes oficiales de la Uni6n de Columbia no manifestaron la rabia de Washbum, pero eran iguahnente sensibles 164 Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n? pueda seguir avanzando". En su mente, la separaci6n estaba lejos del ideal divino, pero era necesaria para la misi6n en una atm6sfera racial atribulada. Para ella, la sugerencia era pragmatica y misio16gica y tendrfa importancia "hasta que el Senor nos muestre un camino mejor [... ]. No hagamos nada que suscite innecesariamente la oposici6n -nada que estorbe la proc1amací6n del mensaje evangelico. Donde sea una exigencia por la costumbre o donde se obtenga una eficiencia mayor, que los creyentes blancos y los de color se reunan en lugares de adoraci6n separados" (9T 206-208; Maranata, 140; la cursiva no esta en el original). En tales condiciones de separaci6n, la Iglesia creci6 entre ambas razas, pero eso no querfa decir que la tensi6n racial no existiera. Al contrario, los primeros anos del siglo XX serfan testigos de la perdida de varios de sus principales pastores negros por parte del adventismo. Uno de los primeros fue L. C. Sheafe, quien habfa adquirido prominencia en los cfrculos adventistas a finales de la decada de 1890, y que fue orador frecuente en los Congresos de la Asociaci6n General durante buena parte de la de cada siguiente. Para 1907, sin embargo, Sheafe estaba en el proceso de sacar su congregaci6n fuera de la denominaci6n. Parte de la raz6n tenia que ver con asuntos de discriminaci6n racial. Aprovechando esa situaci6n, A. T Jones acudi6 desde Batde Creek a avivar la llama del descontento. Posterionnente, Sheafe, en asociaci6n con Jones, procur6 separar de la denominaci6n a las iglesias negras de otras zonas del pats (AGD a H. W Cottrell, 20 de enero de 1907). Asflas cosas, para inicios de 1907, Daniells estaba en medio de la primera batalla racial en la historia de la denominaci6n. Escribiendo a W C. White a mediados de 1908, el presidente de la Asociaci6n General destac6 que el habfa crefdo que el Congreso de la Asociaci6n General de 1905 debfa ha- Retocar el sistema ber establecido un Departamento para negros, pero que su sugerencia no fue "recibida muy favorablemente". Daniells basaba su argumento en el hecho de que muchos de los adventistas alemanes, suecos y de otras regiones de Escandinavia que habfan emigrado a los Estados Unidos tenfan la sensaci6n de que estaban siendo descuidados y querfan una Asociaci6n separada que respaldara sus intereses. "Ese desasosiego", notaba Daniells, "trajo como consecuencia la organizaci6n de to que llamamos el Departamento para extranjeros". Aunque un simple Departamento no satisfizo el elemento m is "radical" entre los europeos del Norte, detuvo las demandas de Asociaciones, pero to mas importante fue que "la obra en, tre estos extranjeros ha progresado con mucha mayor saris. facci6n que antes". En su carta, Daniells argumentaba a favor de un Departamento similar para los negros norteamericanos y contra la organizaci6n de una Asociaci6n "de color" (AGD a WCW 22 de junio de 1908). Al siguiente afio, se producirfan dos sucesos de importancia en la crisis racial de la denominaci6n. Uno fue la publicaci6n del volumen nueve de Testimonies for the Church [Testimonios Para la iglesia] de Elena G. de White, el cual dedicaba una de sus ocho secciones totalmente a la obra "entre las personas de color" (9T 199-226). El segundo hecho ocurri6 en el Congreso de la Asociaci6n General de 1909, donde 1. K. Humphrey, pastor de la Primera Iglesia de Harlem de Nueva York, defendi6 un Departamento para negros entre los asistentes al Congreso, haciendo enfasis en los esfuerzos iniciales de la denominaci6n a favor de las personas de raza blanca. "Al estudiar la situaci6n", decfa, "he descubierto que las otras nacionalidades estaban recibiendo atenci6n de primer orden [... ]. Se nos anima a escuchar los informes de c6mo la obra esta avanzando entre alemanes, daneses, escandinavos, y otros; pero, cuando se trata de los negros, iacaso se escucha algo?" 165 162 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? a cualquier reavivamiento potencial del "poder regio" en los acuerdos de la Asociaci6n General, y, en el espfritu de A. T Jones, afirmaron que se ergufan sobre la plataforma de la libertad evangelica. Si, como escribi6 uno de los dirigentes de la Uni6n, "la unica condici6n por la cual la Uni6n de Columbia puede pertenecer a la Asociaci6n General es que la gente tenga que renunciar a sus derechos otorgados por Dios de designar la combinaci6n territorial bajo la cual escojan actuar sin recibir indicaciones procedentes de otra organizaci6n de que no pueden hacerlo, entonces presentamos aviso de que no estamos dispuestos a forzar al pueblo a renunciar a su derecho inalienable de votar y elegir; no se nos puede aterrorizar con semejante temor o pavor" ("Relation of Higher and Lower Bodies in Our Organization" , Ms no publicado, ca. diciembre de 1931). Ni que decir tiene que no se llev6 a cabo ninguna fusi6n entre la Uni6n de Columbia ni entre las uniones de Columbia y del Atlantico. Despues de la reuni6n de la circunscripcion que vot6 contra la fusi6n, un pastor escribi6 que "los hermatnos de la Uni6n de Columbia se sienten mas fuertemente afianzados que nunca antes. Consiguieron casi todos sus objetivos en la reuni6n de la Uni6n, y han coronado su trabajo eligiendo como presidente del Oeste de Pennsylvania [con una feligresfa cercana a las 1.000 personas] a un hombre que era parte de la oposici6n mas virulenta a la recomendaci6n de la Asociaci6n General" (C. J. Coon a FMW 25 de abril de 1932). Por to tanto, el tribalismo no hacia muerto, ni mucho menos. A to largo de la historia adventista, ese espfritu ha seguido resistiendose a los intentos de fusi6n, aun cuando (y, a veces, especialmente cuando) las Asociaciones han sido muy pequenas para ser efectivas o siquiera necesarias. Como naturalmente se podrfa esperar, la legislaci6n sobre el perfodo de servicio ha tenido una historia vacilante. Sen- Retocar el sistema cillamente, va contra la naturaleza humana que las personas que ocupan posiciones de liderazgo apoyen una norma que acabara sacandolos de su puesto. La denominaci6n finalmente archiv6 el asunto de la reglamentaci6n sobre el perfodo de servicio en 1942. Las luchas de la decada de 1930 proporcionan ilustraciones del papel que los intereses personales pueden desempenar con ocasi6n de las tentativas de reestructuraci6n organizativa. El paso hacia las Asociaciones regionales Si el desarrollo de las Divisiones de la Asociaci6n General resolvi6 el problema de la unidad en la diversidad a nivel mundial, la creaci6n de las Asociaciones regionales tuvo la inten ci6n de hacer to mismo para la Division Norteamericana. Comenzando en la decada de 1890 y continuando en el siglo XX, un resurgimiento del racismo blanco produjo una cantidad creciente de segregaci6n racial. El movimiento hacia la segregaci6n en la cultura general afect6 al adventismo en el sentido de que la denominaci6n comenz6 a desarrollar congregaciones separadas para negros en zonas donde las iglesias previamente habfan estado en cierta medida racialmente integradas. Elena G. de White, cuyo hijo Edson colabor6 como precursor del adventismo entre los negros del Sur, era muy consciente del terreno movedizo de las relaciones raciales. Si bien en 1891 ella aconsej6 con firmeza respecto a la realizaci6n de cultos integrados en los que las razas se sentaran lado a lado (SW 14, 15), unos cuantos anos despues, debido a los crecientes niveles de racismo blanco, se dio cuenta del cambio de la situaci6n y aconsej6 que "serfa mejor proveer a los hermanos de color [... ] de lugares en los que puedan continuar con sus servicios por si mismos". El prop6sito de un consejo tal era "no excluirlos de la adoraci6n con la gente blanca, por cuanto ellos son negros, sino para que el progreso de la obra 163 166 Nuestra organizacion ¡lAliada o nemiga de la gran comi6n? (RH, 17 de jtmio de 1909, 7). lara la clausura del Cngreso de 1909, los dirigentes habfan (reado et Departamem Norteamericano paraNegros con el ccidido apoyo de Daniils. Los primeros tres dirigentes departanentales fueron, com podia esperarse, blancos. Eso, sin emlargo, cambi6 en 191, cuando un talentoso abogado moamtricano de nombre Wüam H. Oreen se convirti6 en el prime pastor en dirigir urDepartamento de la Asociaci6n Genital. La siguiente crisis racial tuv) lugar a fmales de 1d6cada de 1920. Para ese entonces era widente para ellidergo denorninacional de color que la dscriminaci6n racial e el adventismo no estaba disminuyeido, y algunos crefatque el mejor camino era proceder al t;tablecimiento de Asciaciones "de color". El liderazgo blarco, que mantenfa el pder de los votos, no estaba de acuerdo.En esa coyuntura, Htuphrey, llegando a la conclusi6n deque la denominaci6n no tenfa irer6s en sts miembros de color, ac6 de a denominaci6n a 1; Iglesia Adventista del S6ptao Dfa de Harlem que 61 dir;ia, con sus 600 miembros (v6ase AdHer, enero de 174, 3441,53,54). En lugade Asociaciones separadas,:l Concilio Otonal simpleante re. rz6 el Departamento ,ara negns y le concedi6 una lesencia mdsvisible en el Sur nortenericaio al crear la "Comi6n de WiI6am H. Oreen, prüDer Jegros en cada Uni6del Sur. dirigente afroameritano de 1 -a comisi6n "tendrfa:ontrol Departamento Norteamericano 1dministrativo total d la obra de Gente de Color Retocar el sistema ee gente de color" en su ierritorio. Las comisiones tendrfaniembros tanto blancos --omo negros, ejerciendo de pre, sitte el presidente de la Lni6n. Las Union es fu era del Sur tan una estructura meno; elaborada para gente de color, acuando cada Uni6n quetuvierapor to menos quinientos tmbros de color debfa elcir un secretario para coordinar la,ra entre ellos en esa Uri6n. Tal secretario habrfa de ser mlbro de lajuntade la U..ii6n (GCC Min,12 de junio de IS; RH,9 de junio de 1930,154). as tensiones raciales coatinuaron durante la d6cada de IS. Un ejemplo tuvo lugat en el Concilio Anual de 1936, efuado en Fort Worth, Te:cas. Muchos de los delegados de cc se negaron a asistir ah. s reunione s porque, siendo una citd del Sur, las reglas de 1a localidad les prohibfan utilizar lucensores normales, por _o que tenfan que usar los montagas. Para empeorar las cosas, cuando un pastor de color le,gunt6 p6blicamente a to dirigente adventista blanco si se Isentarfa "alguna expresi6n de pesar o de disculpa por la fot en que se trat6 a los hetmanos de color en Fort Worth", esttltim o respondi6 que "si acaso se debfa alguna disculpa, sector parte de los hennanos de color [... ], puesto que fuerotFort Worth con los gastos pagados por la Asociaci6n y rehron asistir a la reuni6n'''. No fue ninguna sorpresa que lostmanos afroamericanos se sintieran ofendidos ante un tratan insensible. Sin embargo, para algunos de los diriger, de la Asociaci6n General, el incidente de Fort Worth halmarcado "en alguna medida una lfnea entre los obreros de or leales y desleales" (CCOC Min, 8 de noviembre de 19:2 de diciembre de 1936;. Desde su perspectiva, los dirigen de color que se compcrtaron "debidamente" eran los leal ras manzanas de la mscordia racial en la d6cada de 1930 y prinios de la de 1940 fueron el hecho de que los adventistas 168 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? de color de Washington, D. C., incluidos los que trabajaban en la Asociaci6n General, no podfan comer en el comedor denominacional, ni enviar a sus hijos al cercano Washington Missionary College, ni ser pacientes en el Sanatorio de Washington. Las cosas llegaron al colmo en el otono de 1943 cuando el Sanatorio Adventista de Washington orden6 que Lucy Virad, mujer de raza negra pero de tez clara, fuera transferida a otras instalaciones despues de que el hospital se enterara de su identidad racial. Debido a una serie de retrasos al trasladarla al Hospital Freedman, muri6 de pulmonfa. La encolerizada comunidad adventista de color consider6 con acierto que la muerte de Virad fue un martirio a manos de la norma de exclusi6n racial. Su muerte y el obvio racismo que estaba en el fondo de ese trato lleg6 a ser un estfmulo para la reforma. La reforma ideal, por supuesto, habria sido la plena igualdad racial. Ese era ciertamente el deseo de la mayorfa de los adventistas de color. Pero ni el adventismo blanco ni la naci6n que albergaba a la denominaci6n estaban listos para esa soluci6n. El racismo a6n proliferaba en las escuelas, las fuerzas armadas y, lamentablemente, en la Iglesia Adventista del Septimo Dfa. En ese contexto tan cargado, mas y mads dirigentes negros comenzaron a acariciar la posibilidad de Asociaciones separadas como la mejor solucion a to que parecia una situaci6n imposible. Un resultado de las tensiones que se desarrollaban en la Iglesia fue que el Concilio Otonal de la Iglesia de 1943 vot6 que se programara una reuni6n con los principales dirigentes adventistas de color, que habfa de celebrarse antes de la junta de primavera de 1944 de la Asociaci6n General, para estudiar "el desarrollo futuro de nuestra obra entre gente de color en Norteamerica" (GCAC,28 de octubre a 4 de no, viembre de 1943, 32). El presidente de la Asociaci6n Gene- Retocar el sistema ral, J. L. McElhany, abri6la reunion especial de primavera reconociendo la necesidad de un cambio. Segun dijo, "la Asociaci6n General no ha llegado aquf con respuestas predefinidas [...]. Deseamos ardientemente que el Senor nos dirija en la elaboraci6n de un plan que redunde en beneficio del desarrollo de la obra". Sin embargo, en vez de sugerir la igualdad total de tas razas, McElhany dio a entender que la solucion podfa estar en la creaci6n de Asociaciones para gente de color ("Report of Pre-Spring Council", 8-10 de abril de 1944,2). Varios de los Weres de color se opusieron a la sugerencia de Asociaciones separadas. Segdn dijo T M Fountain, "la mayorfa de los laicos de nuestras iglesias no estan a favor de las Aso ciaciones de color [... ]. Nosotros no queremos Asociaciones de color". T. H. Coopwood expres6 el ideal que muchos deseaban cuando destac6 que" en mi opinion, to que necesitamos no es Asociaciones" de color". Necesitamos unimos mas y tener un espfritu mas cooperativo" entre las raas &bid., 4, 6). Desde otra perspectiva, G. E. Peters (dirigente del Departamento para Negros de la Asociaci6n General), si bien no tenfa mucho entusiasmo por las Asociaciones separadas, argumentaba que mantener to establecido no era una solucion satisfactoria. Hablando de la sugerencia de crear Asociaciones de color, recalc6 que "cualquier cosa que se necesite para traer a todas las clases de personas de color a este mensaje, eso es to que yo ando buscando". Como resultado de su deliberaci6n, la reunion especial recomend6 to creaci6n de Asociaciones para gente de color en aquellas Uniones donde se justificara su existencia y fueran de utilidad &bid., 7, 14). Esa recomendaci6n fue aceptada por to Asociaci6n General en su reuni6n de primavera. Si bien no todos estaban contentos con esa solucion, puede que fuese la mejor solucion de compromiso en una situaci6n en la que la total igualdad racial no iba a poderse alcanzar. 170 Nuestra organizacion I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? Antes del fin de 1944, naci6 la Asociacibn de la Region de los Lagos. Para finales de 1946 existían cinco Asociaciones de color o regionales. La Iglesia se referia a ellas como Asociaciones regionales porque en sus inicios su territorio ocupaba la misma extension que las Uniones de las que fonnaban parte. No obstante, no todas las Uniones foonaron Asociaciones regionales. Los miembros de color en las Uniones del Pacifico, Pacifico Norte, y Norte pennanecieron en Asociaciones predominantemente blancas. Aunque las Asociaciones "de color", ciertamente, no eran el ideal, su creaci6n parece haber estimulado la obra de la denominaci6n entre ciertos segmentos de la poblaci6n de color de Norteamerica. Subsiste la pregunta en las mentes de algunos hennanos blancas y de color del siglo XXI de si todavfa la Iglesia deberfa tener Asociaciones separadas basadas en la raza. Calvin Rock, vicepresidente afroamericano de la Asociacibn General, senala que no todas las Uniones tienen Asociaciones separadas, yen aquellas que las tienen no hay segregaci6n. De hecho, algunas Asociaciones regionales tienen pastores blancos, y algunas Asociaciones "blancas" tienen administradores y pastores afroamericanos. El argumento general de Rock es que las Asociaciones regionales de berfan seguir siendo una opci6n si facilitan la misi6n de la denominaci6n hacia el mundo (AR, 26 de septiembre de 1991, 12). Algunos estan de acuerdo con la valoraci6n de Rock, mientras que otros se oponen vigorosamente, sosteniendo que el ideal de la " unidad en la diversidad" no se alcanza bien al mantener Asociaciones separadas. Asuntos organizativos desde la decada de 1960 hasta la de 1990 Durante las ultimas cuatro decadas del siglo XX se observaron varios retoques en la organizaci6njunto con varios lla- Retocar el sistema mamientos hacia una reestructuraci6n organizativa y/o reforma. Cierto ajuste al que haremos referencia signific6 una in, ternacionalizaci6n mas genuina del liderazgo de la denominaci6n. Los desplazamientos causados por la Segunda Guerra Mundial estimularon en cierta medida la redistribuci6n de los papeles de liderazgo. Sin embargo, el espfritu de nacionaliSmo que se esparci6 por todo el mundo entre 1945 y finales de la decada de 1960 aceler6 inmensamente este proceso. Si bien misioneros de Norteamerica, Europa, Australia y Sudafrica desempeiiaban papeles de liderazgo en pafses menos desarrollados, durante las ultimas decadas del siglo se vio c6mo dirigentes aut6ctonos volvieron a hacerse cargo de la obra de estos campos misioneros hasta el nivel de Divisi6n de la Asociacibn General. Asf, pam los anos de la decada de 1990, los asiaticos estaban dirigiendo el programa de la Iglesia en Asia, los africanos en Africa, y los hispanoamericanos hacfan to propio en Sudamerica y America Central. Puesto que el presidente de cada Divisi6n mundial es i..;.epn.:.'siden· to de la Asociacibn General. y I los presidenes de Uniones de A",", ciaciones y Uniones de Nfisiones son miembros de la Junta Ejecutiva de la Aso~ ciacibn General, la redistribuci6n de la autoridad ~ .. " administrativa fue un gran paso hacia la intemacionalizaci6n. .. Mattbew Bediako y Robert Rawson, cargos directivos de la Asociacibn General elegidos en el Congreso de 2000 en Toronto 172 Nuestra organizaci6n / tAliada o enemiga de la gran comisi6n? Ws alld del liderazgo aut6ctono en las diversas regiones donde la Iglesia tenfa presencia, personas de lugares del mundo que apenas hacfa poco tiempo eran dependientes delliderazgo norteamericano o europeo ahora ostentaban algunos de los puestos mds importantes en la administraci6n central de la Asociacidn General. Asf, el Congreso de la Asociacidn General de 2000 eligi6 a Matthew Bediako We Ghana) como secretario de la Asociacidn General (uno de sus tres cargos directivos). Bediako reemplaz6 aG. Ralph Thompson (de las islas del Caribe), que llevaba en la secretaria desde 1980. Para el ano 2000, el presidente de la Asociacidn General (Jan Paulsen) provenfa de Europa, el secretario de Africa, yel tesorero (Robert Rawson) de los Estados Unidos. Los vicepresidentes, secretarios asociados, y tesoreros asociados tambien provenfan de distintas zonas del mundo. A esta fecha, todos los presidentes de la Asociaci6n General han sido norteamericanos, australianos o europeos. Pero ese patr6n probablemente cambiard en un futuro cercano. Casi ocurri6 en el ConI greso de la Asociacidn Gene.< I ¡ ral de 1990, cuando la primera elecci6n de la comisi6n de nombramientos fue George Brown, un jamaicano. Brown, sin embargo, rechaz6 el nombramiento y se jubi16 en 1994 como presidente de la Division Interamericana. De alguna manera, elliderazgo de las personas de raza neJan Paulsen, presidente de la gra en la Division NorteameriAsociaci6n General elegido en el Congreso de 2000 cana ha estado relacionado con ¡ I . ¡ en Toronto Retocar el sistema la intemacionalizaci6n del liderazgo en el adventismo mundial. La creaci6n de las Asociaciones regionales a mediados de la decada de 1940 fue considerada por algunos un paso en esa direcci6n, pero el liderazgo por encima del nivel de Asociaci6n local aun permanecfa vedado para Weres de color en Norteamerica. Eso comenz6 a cambiar en la decada de 1960, impulsado fundamentalmente por el movimiento de los derechos civiles en la cultura general mds bien que por el interes en la igualdad racial desde el interior de la denominaci6n. En 1962, Frank L. Peterson se convirti6 en et primer afroamericano elegido vicepresidente de la Asociacidn General. Tres anos despues, la junta de primavera de la Asociacidn General vot6 una dec1araci6n de derechos hemanos estipulando que "la admisi6n dentro de la feligresfa y el acceso a los cargos en todas las iglesias yen todos los niveles tiene que estar disponible a cualquiera que cumpla los requisitos, sin importar la raza". El mismo documento ordenaba el fin de la segregaci6n y discriminaci6n racial en las escuelas y hospitales adventistas tanto para usuarios como para empleados (RH, 29 de abril de 1965,8). La Division Norteamericana, sin embrugo, pronto descubri6 que es mds fdcil crear normas que ponerlas en prdctica. Como resultado, los dirigentes de color segufan aun limitados fundamentalmente a las Asociaciones regionales en los anos de la de cada de 1960. Esta situacion, junto con la aparente incapacidad o indisposici6n por parte de la denominaci6n a borrar la lfuea del color, traj o como consecuencia una iniciativa en favor de las Uniones de hermanos de color. W W Fordham, secretario asociado del Departamento Regional Norteamericano, informs al presidente de la Division y de la Asociacidn General en 1969 que la mayorfa de los pastores afroamericanos deseaba la creaci6n de Uniones separadas. Fordham personalmente sostenfa que "no podemos continuar teniendo las puertas cerradas" al liderazgo "a nivel de 173 174 Nuestra organizaci6n IiAliada o enemiga de la gran comision? Uni6n", y que si las puertas permanecfan cerradas, tal vez "no quedarfa otra alternativa" que las Uniones regionales. Por otro lado, 61 no crefa que la iglesia debiera avanzar en esa direcci6n. "Yo preferirfa", escribi6 el, "ver las puertas abiertas en los niveles de la Uni6n para que se les conceda a nuestros hombres de experiencia una oportunidad de servir en Departamentos grandes o en niveles administrativos. Me parece que esto podrfa hacerse si nuestros hermanos en las Uniones vieran la sabidurfa de esta sugerencia" (W W Fordham a RHP y NCW 19 de agosto de 1969). Fordham estaba compartiendo to que la mayoria de los Ifderes de color de la denominaci6n consideraba probablemente la posici6n ideal sobre el asunto. El ideal segufa siendo la "unidad en la diversidad", no una mayor segregaci6n. Pero tal unidad no podria alcanzarse mediante la vieja practica de mantener a los Weres afroamericanos "en su sitio". Para entonces, al liderazgo de la Iglesia no le qued6 mas remedio que reconocer la seriedad del asunto. En abril de 1970, la Asociaci6n General, en el Congreso de primavera de su Junta Ej ecutiva, vot6 una resoluci6n de 16 puntos relacionada con los asunos raciales. De especial importancia era el punto nilmero ocho, que dice: "A nivel de Uni6n, deben tomarse pasos positivos para abrir las puertas en el campo del liderazgo administrativo y departamental para aquellos que han demostrado su capacidad y preparaci6n para servir a todos los segmentos de la Iglesia. En las Uniones donde hay Asociaciones regionales o donde hay un Deparramento regional organizado, el nivel administrativo para cargos directivos debe incluir el liderazgo de personas de color". Ademas, el punto numero doce estipulaba la creaci6n de un consejo de presidentes regionales que se reunirfa dos veces al ano bajo el liderazgo de la Division Norteamericana para tratar los problemas particulares de la obra entre personas de color (RH, 4 de junio de 1970, 10, 15). Retocar el sistema Al ano siguiente, Charles C. Bradford se convirti6 en el primer secretario de color (la segunda posici6n administrativa mas alta) de la Division Norteamericana. Varias Uniones a to largo de la Division eligieron secretarios afroamericanos. Algunas personas de ambas razas consideraron que los cambios suponian un progreso, mientras que otros los vieran como una "fachada polftica". El asunto estaba lejos de estar resuelto. Para mediados de la decada de 1970 se reaviv6la reivindicaci6n a favor de la creaci6n de dos Uniones de color. El asunto Ileg6 a un punto crftico en agosto de 1976, cuando el Comitn Consultivo Ejecutivo del Presidente de la Asociaci6n General (General Conference President's ExecutiVe Advisory Committee, PREXAD) escuch6los pros y contras respecto al tema en forma de varios documentos de posicionamiento procedentes de una comision establecida para estudiar el caso. Despues de escuchar ambos lados del asunto, el PREXAD "decidi6 que la formaci6n de Uniones de color no serfa juiciosa ni sabia". El informe del PREXAD a la Iglesia, sin embargo, iba mas aIla de su postura negativa al ~ incidir en recomendaciones ~ positivas para lograr "mayor unidad en nuestra diversi.l \ {' _:.a.c-.......... ;: dad" (RH, 27 de octubre de 1977,32). :-. 1! .~. La recomendaci6n del PREXAD contra la formaci6n de Uniones "afroamerica nas" y su promesa de demostrar que la Iglesia "esta dis- puesta a recorrer 'toda la distancia' y 'pagar el precio' de Charles E. Bradford (Brad), presidente de la Division Norteamericana, 1979-1990 176 Nuestra organizaci6n I Aliada o enemiga de la gran comisi6n? la unidad y camaraderfa, y por la gracia de Dios trab~ar a favor del ideal Y acercarse a el tanto como sea humanamente posible" lleg6 a la re1ll1Íon anual de la Asociaci6n General en octubre de 1977 (''Black Uníons", Ms no publicado, ca. 13 de octubre de 1977). Pero "pagar el precio" y alcanzar el "ideal" siempre es mas fdcil en el disCUlSO que en los hechos. En consecuencia, durante la primera mitad de 1978 se vio un continuo desasosiego por el asunto de las Uniones de color. Al ano siguiente se vio un considerable giro de los acontecimientos cuando Charles Bradford sucedi6 a Neal Wilson, convirtiendose en el primer presidente de raza negra de la Division Norteamericana. Despues, en 1980, la Uníon de los Lagos eligi6 a Robert Carter primer presidente de raza negra de una Union norteamericana. En la siguiente decada se eligi6 a Calvin Rock como vicepresidente general de la Iglesia mundial. Paraladecada de 1990, comenzaron a elegirse lideres de color de tiempo en tiempo para presidir to que habfan sido Asociaciones tradicionalmente "blancas". Mds alld de los pasos formales hacia la internacionalizaci6n e integraci6n del liderazgo de la Iglesia, durante la decada de 1980 se vieron otros retoques. Uno de ellos conlleI \ Neal C. Wilson, presidente ele la Asociad.6n General, 1979-1990 vaba facilitar mayor representaci6n para los laicos en las j untas ejecutivas de las Asociaciones. Esa propuesta, por supuesto, rest6 voz al cuerpo pastoral. Pero su efecto general fue ampliar la base para la toma de decisiones Retocar el sistema de la Iglet Si bien estos cambios pueden considerable de gran dime;i6n o, incluso, revolucionarios, la denominaci6n tiene todaa un largo camino por recorrer para avanzar mas alla del aslto racial hacia el ideal de la plenitud de la unidad de losreyentes mientras procura completar su misi6n "a toda nacic, tribu, lengua y pueblo" (Apocalipsis 14: 6). Un segido retoque de importancia llev6 a la separaci6n de la Divi6n Norteamericana de la administraci6n de la Asociaci6 General. Debe recordarse que ya habia existido una Divisin aparte de 1913 a 1918, pero desde ese entonces la Divisi6 Norteamericana habia estado integrada la sede central sea Asociacion General, dirigida por un vicepresidente par Norteamerica. El inicio de la creaci6n de una autentica ,ivisi6n ocurri6 en 1980, cuando la Iglesia decidi6 que un dictor asociado de cada Departamento de la Asociaci6n Gteral fuera asignado a la Division Norteamericana. Luego, en 985, la Division form6 su propia junta de la Division Noeamericana y logr6 el reconocimiento como una entidad arrte de la Asociacion General. Finalmente, en 1990, los irectores departamentales de la Divisi6n Norteamericanse separaron de la Asociaci6n General. Para finales de la dada, la Divisi6n tenfa un presupuesto aparte del de la Asoaci6n General. Con ese ultimo paso, Norteamerica se corirti6 en una Divisi6n en el mismo sentido que las otras Diviones de la Iglesia. Las decdas de 1970 y 1980 demostraron tambien el desdo de muchode consolidar el numero de niveles de administraci6n eclesstica. En particular, varios dirigentes promovfan el fortalecniento de las Asociaciones locales y la abolici6n de las Unines. Nada results de estas discusiones, pero a principios de Idecada de 1980 sf se observ6 cierta consolidaci6n cuando la,Uniones Central y del Norte, en Norteamerica, se combinara para formar la Union Central de Norteamerica. 17, 178 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comision? De esta maner~ el numero de Asociaciones en su territorio combinado se redujo de diez a seis. Algunos consideraron tales acciones como un paso en la direcci6n correct~ pero ciertamente no llegaron hasta el punto que habfa recomendado la "Junta de Consolidaci6n" que presidib R. R. Bietz en 1969. La junta de Bietz descubrio que "gran parte de los fondos de la Asociaci6n se dedican al sosten del funcionamiento de las sedes" de diversos niveles de la Iglesia "en vez de dedicarse al funcionamiento de la misidn". La junta tambien descubrio cierta" desproporci6n en to referente a los cargos directivos y a los nombramientos en comparaci6n con las actividades pastorales y evangelfsticas" (vease B. Haloviak, "Approaches to Church Reorganization", Ms no publicado, febrero de 1993, 5). Para el siguiente ano, una comision de la Asociaci6n General asignada a la tarea "recomendo la reduccidn del numero total de Uniones [en Norteamerica]". En realidad, se preferfa una reduccidn de diez a cuatro, pero la negociaci6n qued6 en seis (ibfd., 6). La denominacidn patrocin6 varios estudios relacionados con la estructura de la Iglesia durante la segunda mitad del siglo XX, pero el mas significativo fue el de la Comisi6n sobre la Organizaci6n Mundial de la Iglesia, establecida en 1991 en el Concilio Anual de la Asociaci6n General, reunido en Perth. Australia. Al inicio de su tarea, la comision estableci6 nueve principios o gufas que deberfan informar su trabaj o. Es digno de menci6n que el primer punto de la lista era la necesidad "de preservar el compromiso hist6rico de la Iglesia con la identidad y ¡midad globales". Ese principio parece estar muy en armonfa con los ideales establecidos por Jaime White en la ddcada de 1860 Y fomentados por la denominacidn a to largo de su historia. El segundo principio reflej a la comprensi6n bfblica y el pragmatismo hist6rico que dan sustento a la organizaci6n de la Iglesia Adventista. Su esencia es que la de- Retocar el sistema nominaci6n debe mantener "unicamente aquellas estructuras apropiadas para oar cumplimiento a la misidn de la Iglesia en cada nivel organizativo". El principio mas innovador fue aquel que permitfa "flexibilidad para la diversidad regional y cultural en los papeles organizativos". La flexibilidad en el modelo organizativo tradicionabnente no habfa recibido mucha atenci6n en las discusiones adventistas del tema ("Restructuring the Church", suplemento de AR, junio de 1995,3; la cursiva no esta en el original). Entre las recomendaciones de importancia de la Comisi6n sobre la Organizaci6n Mundial de la Iglesia estaban: 1 2 la reafinnaci6n del lugar esencial de las Uniones "como cir cunscripci6n de la Asociaci6n General", 2_° flexibilidad en el > --.. •• • • •• > 1Sede de la Asociaci6n General en Silver Spring, ~ • Mmylond, " " _ U",,,,,, 180 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? papel y funciones de las Uniones y en no duplicar innecesariamente todos los Departamentos de la Asociacifln General en los niveles de Uni6n y Asociacifln local, 3Q. reestructurar la Junta Ejecutiva de la Asociacifln General de manera que refleje de la mej or manera posible el equilibrio de la Iglesia a to largo del mundo, y 4 1• fijar un tope al tamano de las delegaciones a los Congresos quinquenales de la Asociacifln General (ibid., 4-6). La comisi6n., que present6 su informe ante el Congreso de la Asociacifln General de 1995, emprendi6 su tarea de una manera abierta y eficiente, pero parece haber sido estorbada por to menos de dos maneras. En primer lugar, le falt6 equilibrio en su conformaci6n. Segun su informe de 1995, la comisi6n consistfa en 43 personas de la Asociacifln General y las Divisiones de la Asociacifln General, asf como en ocho miembros laicos (ibid., 3). Asf, la comisi6n tendfa a ver las cosas con una cierta 6ptica. Puede suponerse que si la composici6n hubiera incluido menos personas de la Asociacitln General y sus Divisiones y mds de las filas de los presidentes de Asociaciones locales, pastores y laicos, habrfa logrado una perspectiva mds amplia. Una segunda debilidad que surge a medida que se lee el informe impreso es que la comisi6n tendfa a centrarse principalmente en las necesidades de la Asociacifln General como organizaci6n mundial. Eso es util, pero habrfa sido de mayor beneficio si el grupo hubiera visto la obra de la Iglesia como un todo desde la perspectiva de las necesidades y retos de cada nivel de su estructura. La comisi6n hizo eso hasta cierto punto, segun podemos ver en sus recomendaciones sobre la flexibilidad, pero, una vez que todo bubo terminado, el informe tiende a reflej ar los intereses de la Asociacifln General segun los vefan los oj os de los cargos directivos de la Asociacifln General. Aunque una perspectiva tal resulta util, no es la unica, ni tampoco necesariamente la adecuada. Retocar el sistema 18.1 La resurrecc%6n de Babilonia: Otra mirada al congregacionalismo Durante las decadas de 1980 y 1990 se observ6 una creciente y abierta crftica a la organizacidn de la Iglesia Adventista del Septimo Dfa por ser "excesivamente buena". Algunos, de he, cho, en el espfritu de George Storrs y A. T Jones, llegaron a la conclusion de que la organizacidn ni siquiera es "buena". Mds bien obstaculiza la misi6n de la iglesia. L os que llevaban la voz cantante entre quienes veían a la organizaci6n de la Iglesia Adventista como "algo malo" optaban por el congregacionalismo e intentaron iniciar un movimiento adventista congregacional en la decada de 1990. El congregacionalismo, segun vimos en los capftulos 1, 2 Y 5, tiene profundas rafces en el pasado adventista. Es una forma de gobierno ec1esidstico que descansa en la independencia y autonomfa de cada iglesia local. Ciertos aspectos del congregacionalismo ofrecen cosas muy positivas. En primerfsimo lugar estd el hecho de que la congregaci6n local es donde los miembros "hacen" iglesia. Es crucial que las congregaciones se mantengan sanas y vibrantes. Un segundo elemento de valor respecto a una congregaci6n saludable es que nadie puede detenerla. Si los miembros estdn emocionados con su misi6n, habed iniciativa y extenderdn su esfera de influencia. Un sentido local de responsabilidad no tiene precio. Aparte de estas ventajas, una congregaci6n local conoce las necesidades de su comunidad de forma fntima y puede crear una diversidad de programas para satisfacer esas necesidades. El reciente movimiento congregacional en el adventismo, el cual es muy diverso en sfmismo, ha suscitado varias inquietudes acerca del adventismo tradicional y su estructura. Debemos notar desde el principio que no todos los partidarios del congregacionalismo de la denominaci6n encontrarfan cada inquietud igual de vdlida. 182 Nuestra organizacion I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? Una preocupacion i iene que ver con abusos de poder que son reales y han sido percibidos por los hermanos. Muchos se preguntan adonde ha ido a parar el sentido de servicio en el liderazgo. Son muchos los que perciben un modelo de ministerio en dos niveles, mds o menos como en la iglesia medieval, con los jefes "arriba" viviendo a cuerpo de rey, y los siervos "abajo" en las iglesias locales. Una segunda preocupacion, muy difundida, es la falta de recursos en las congregaciones. Las congregaciones, que recogen el dinero para todos los niveles de la denominacion, parecen tener unos fondos exiguos para sus propias gastos. Muchos estdn cansados de escuchar que una gran parte de los fondos regresa a la iglesia local mediante asignaciones procedentes de los niveles superiores. Tales personas no quieren fondos que ya vienen destinados para un programa particular desarrollado por un nivel "superior" en la estructura. Lo que quieren son fondos que puedan utilizar en su entorno local para implementar programas que promuevan oportunidades de mision y que resulten especialmente atractivos en su comunidad local. Otro aspecto del atractivo financiero del congregacionalismo es que muchos personas ya no ven la necesidad de apoyar una estructura eclesidstica con cuatro niveles por encima de la congregacion. Hay quienes demandan una instituci6n aligerada, que asigne mds recursos y personal en primera lfnea, donde de verdad "se hace iglesia". Tales personas senalan que ninguna otra iglesia en el mundo, incluyendo la Iglesia Catolica (la coal unicamente tiene dos niveles por encima de la congregacion local), tiene tantos niveles administrativos que sostener. Una cuarta preocupacion se centre en el declive de la confianza en la organizacion por parte de muchos laicos y pastures. Esto es parte de una situacion mds amplia que comernz6 a desarrollarse en la cultura general norteamericana Retocar el sistema con el caso Watergate y la resistencia a la Guerra de Vietnam. La Iglesia ha tenido acontecimientos paralelos causados por crisis como las de Davenport, Walter Rea y Desmond Ford, a finales de la decade de 1970 y principios de la de 1980. En la cultura general, el resultado ha sido el posmodernismo y el posinstitucionalismo. El mundo cristiano ha visto la llegada de to que algunos han llamado "posdenominacionalismo". La "lealtad ciega" estd desapareciendo. Las generaciones mds j6venes tienden a no apoyar una organizacion solo porque alguien diga que estd bien hacerlo. Una quinta preocupacion de algunos es que les inquieta que nadie de la "jerarqufa" este escuchando las necesidades de las congregaciones locales, mientras que sf parecen estar persiguiendo sus propias metas a costa de las congregaciones. Una sexta preocupacion surge del hecho de que algunos pastures sienten que su primer cometido es producir miembros para la Asociaci6n, numeros en terminus de dinero y bautismos. Cierto ministro de renombre, pastor de una iglesia con muchos pastores, destaco que el era, de hecho, el administrador de la franquicia local Adventista del Septimo Dfa, casi igual que su hom610go de una famosa red mundial de comida rdpida. Otras inquietudes que han llevado a algunos adventistas hacia el congregacionalismo son teol6gicas. Para ellos, doctrines tales como el Santuario y las implicaciones escatologi cas del sdbado se han welto un problema, y tales individuos ven al congregacionalismo como una forma de alcanzar mayor libertad para predicar el Evangelio mientras subestiman las doctrines distintivas del adventismo. Aun otros proeuran mediante el congregacionalismo la consecucion de fondos adicionales para utilizar a nivel local y tambien mds libertad para crear estilos contempordneos de adoraci6n. La mayorfa de los separatistas congregacionales adventistas de la 184 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n? decada de los noventa indicaron que su motivaci6n inicial era su deseo de una misi6n mas fructffera. Muchos creyeron que eran buenas razones para tal renovaci6n. Despues de todo, apuntaban, el adventismo tiene muchas congregaciones agonizantes y muertas que han perdido la capacidad de atraer e inspirar ni a los miembros ni a los que no to son. Una preocupaci6n final es una percepci6n de resistencia al cambio por parte de los dirigentes de la Iglesia. Muchos miembros y pastores se sienten ofendidos con aquellos dirigentes que parecen creer que la forma actual de hacer las cosas es la 6nica manera de hacerlas. Tales individuos temen que la denominaci6n haya confundido su estructura con su misi6n. La obvie dad de que la denominaci6n puede estar sana solamente si to esta en el nivel congregacionallos atrae al congregacionalismo. Si bien muchas de las inquietudes anteriores son asuntos genuinos que la Iglesia necesita abordar, tambien debemos darnos cuenta que, aparte de las objeciones bfblicas, la historia ec1esiastica y la historia adventista en particular tambien indican el lado negativo del congregacionalismo como forma de gobierno ec1esiastico. En otras palabras, el congregacionalismo tiene su propio conjunto de problemas. Una de sus mayores debilidades es su incapacidad de mantener una visi6n global. La historia de la denominaci6n ha demostrado repetidamente que es muy facil para las congregaciones centrarse solamente en su comunidad local y olvidarse de la misi6n mas amplia que tiene la Iglesia. Una de las ventajas de los modelos jerarquicos de la Iglesia es que proveen el marco esencial para la acci6n concertada. Una iglesia mundial puede dirigir recursos y personal a muchas regiones del planets mas alla del potential de las congregaciones locales. Asf, una estructura grande proveera tanto acci6n concertada como tambien una visi6n global. Retocar el sistema Otro problema del congregacionalismo es que, una vez que se desvanece la autoridad central con sus controles y contra , pesos, es muy facil para una congregaci6n apartarse de sus amarras teol6gicas. Ese fue el caso de algunos separatistas congregacionales adventistas en la decada de 1990. En Denver y Maryland, por ejemplo, Grace Place [El lugar de la gracia] (bajo el liderazgo de Clay Peck) y la iglesia Damascus Road Community [Comunidad del camino de Damasco] (con Richard Fredericks al tim6n) han comenzado a celebrar sus servicios religiosos en domingo despues de haber renunciado previamente a las implicaciones escatol6gicas del sabado (vease, por ejemplo, AR, 17 de febrero de 2000, 5). Un tercer problems relacionado con el congregacionalismo es la tendencia de los lideres carismaticos a dominar sus congregaciones casi igual que han abusado de sus posiciones algunos pastores protestantes. El abuso es tambien un factor que debe tenerse en cuenta en el establecimiento de corporaciones congregacionales legalmente independientes. La historia del cristianismo ha visto muchas veces c6mo las minorfas teol6gicas luchan por arrebatar el control de la mayorfa y llevar sus propiedades y movimiento por caminos decadentes. Un ultimo temor relacionado con el congregacionalismo en el adventismo es la desintegraci6n estructural. La historia adventista repetidamente ha sido testigo de ese fen6meno en las denominaciones posmilleritas, en la obra de A. T Jones y A. E Ballenger a principios del siglo XX, y en la separaci6n de iglesias durante la decada de 1990. Las congregaciones que han dejado el adventismo han tenido tendencias hacia uno de dos patrones: o sencillamente desaparecen como una corriente de agua que se seca en el desierto, o bien entran a formar parte de otra orientaci6n religiosa con sus propias afiliaciones. Despues de observar el lado negativo del congregacionalismo, es importante tambien reconocer que las iglesias jerarquicas 185 186 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? tienen su propio grupo de problemas. William johnsson capt6 los puntos fuertes y los debiles de una iglesia estructurada cuando escribi6 que "las estructuras no son necesariamente algo bueno o malo: pueden volverse burocrdticas, un fin en sf mismas, y un obstdculo a la innovaci6n; pero tambien proveen el marco esencial para la continuidad y la acci6n concertada" (AR, noviembre de 1997, 17). Jaime y Elena G. de White observaron desde un principio que el congregacionalismo no era la respuesta que podia conducir a una Babilonia de confusi6n y desintegraci6n. Ellos dirigieron conscientemente la Iglesia en la de cada de 1860 hacia una forma estructurada de gobierno eclesiastico. Para ellos, "la organizaci6n era esencial" tanto para la unidad como para la misi6n. Tat como manifest6 Elena G. de White mas tarde, "Que nadie albergue el pensamiento de que podemos prescindir de la organizaci6n [...]. Que ninguno de nuestros hermanos este tan enganado como para intentar derribarla, porque asi creariais una situaci6n que ni siquiera sondis [••• ]. Sea, pues, cada uno de nosotros sumamente cuidadoso para no confundir las mentes con respecto a las cosas que Dios ha ordenado para que tengamos prosperidad y exito en hacer avanzar su causa [...]. Satanas sabe bien que el exito puede 6nicamente coronar el orden y la acci6n armoniosa" (TM 28-29). Los White eran perfectamente conscientes del hecho de que el peso de toda una denominaci6n proveerfa un factor estabilizador fuera del alcance de una congregaci6n aislada, o incluso de un grupo de congregaciones locales. Por otro lado, Elena G. de White se dio cuenta de los aspectos problematicos de la organizaci6n de la iglesia y la tendencia de algunos individuos y grupos a abusar de sus prerrogativas y de optar por to que ella lIam6 "poder regio". Como en la mayorfa de las cosas de esta vida, el modelo ideal de denominaci6n no se encuentra en ning6n extremo. Retocar el sistema La organization ec1esiastica mas saludable es aqueUa que se vale de la iniciativa congregational, la responsabifdad y la diversidad en su nuixima expresi6n mientras, al mismo tiempo, echa mano de las ventajas de una estructura que pueda acumular y concentrar sus activos mundiales para el prop6sito de la misi6n. Avanzar con dificultades por la carga: Cuando se abusa de algo bueno Durante la decada de 1990 se vieron varios experimentos 6tiles encaminados a la reestructuraci6n de la Iglesia. La Divisi6n del Pacifico Sur, por ejemplo, bajo el liderazgo de Laurie Evans y Barry Oliver, dedic6 un considerable esfuerzo al asunto. Despues de descubrir que la Divisi6n tenfa mayor organizaci6n que la que estaba dispuesta a pagar, la primera tentativa incluy6 una propuesta de combinar algunas Asociaciones Locales. Pero en ese extremo el Pacifico Sur no es diferente a otras regiones del mundo. Aun las circunscripciones de las Asociaciones mds debiles luchan por mantener su independencia. En cualquier parte, el "tribalismo" o localismo atrincherado se interpone en la ruta de la fusi6n. Todos los individuos estan a favor de la reducci6n y la reforma siempre que la reforma no les afecte a ellos, a sus Asociaciones o a sus mas preciados intereses. El "tribalismo" ha llevado al adventismo, a veces, a debilitarse cuando podrfa ser fuerte. Uno se lleva la impresi6n de que 6nicamente la bancarrota forzard a la fusi6n en algunas regiones. Al set incapaces de fusionar Asociaciones locales, los hermanos de la Divisi6n del Pacifico Sur consideraron otras opciones, incluyendo la desaparici6n de las Uniones. Pero esa posibilidad todavfa no aparecta en la agenda de la Iglesia mundial. Despues de todo, a estas alturas las Uniones habfan sido consideradas como los "bloques de construcci6n" de la Iglesia mundial, seg6n el informe de 1995 de la Comisi6n de Organizaci6n Mundial de la Iglesia. 187 188 Nuestra organizaci6n / Aliada o enemiga de la gran comisi6n? Asf las cosas, el localismo a nivel de Asociaci6n y la inflexibilidad hist6rica a nivel de Uni6n frustraron a la Divisi6n. Su situaci6n suscita una interesante paradoja: la misma Division mundial que le dio al adventismo su actual estructura organizativa mediante la expenmentaci6n con el sistema de las Uniones en ¡a decada de 1890, un siglo despues se vio inhibida en su desdo de modernizar, actualizar y mejorar el sistema. Lo tmico que pudo hacer la Divisi6n fue recomponer y reducir el numero de sus Uniones como primer paso en to que sus dirigentes consideraban la direcci6n correcta. Una tentativa innovadora para solucionar el problema de algo que se ha pasado de bueno es el "Plan de Noruega", implementado en 1992. Confrontados con una crisis financiera muy seria despues de la perdida de varias instituciones, los dirigentes en Noruega desarrollaron conscientemente una estructura que ellos pudieran sostener y que, no obstante, pudiera suplir las necesidades de la poblaci6n adventista de la naci6n. Muchos miembros no querían sacrificar sus Asociaciones locales. En consecuencia, la denominaci6n en Noruega se apart6 de la estructura del tipo "Uni6n de iglesias" que ya habfa sido adoptada en naciones tales como Italia, Espana y Vista panoramica del Congreso de la Asmiací6n General en Toronto, en el verano de 2000 Retocar el sistema Portugal. El formato organizativo de la Uni6n de iglesias no contaba con Asociaciones locales. Mas bien, todas las iglesias en las diversas naciones que habfan adoptado el programa for, maban la circunscripci6n de una uni6n nacional de iglesias. Los noruegos, poco dispuestos a abandonar sus Asociaciones, decidieron modificar la estructura de estas a fin de re , cortar gastos innecesarios mientras, al mismo tiempo, manteruan una presencia local fuerte. El Plan de Noruega reduce la Asociaci6n local a un presidente, una circunscripci6n de Asociaci6n, y una junta ejecutiva de Asociaci6n. La Uni6n gestiona todas las funciones departamentales. El presidente, como empleado unico de la Asociaci6n, trabaja fuera de su hogar y hace de coordinador de los pastores y del evangelismo en su territorio. Mientras tanto, puesto que la Asociaci6n tiene reuniones regulares con la circunscripci6n, los miembros de cada regi6n tienen un foro official en el que peri6dicamente expresan sus deseos a los dirigentes de la Uni6n. Asf, el plan recorta los gastos de las propiedades y de personal de la a un mfnimo y tambien deja un canal de comunicaci6n abierto con los dirigentes nacionales de la Uni6n Noruega. Jap6n adopt6 un plan similar. Cabe setialar que la Uni6n Noruega ha resucitado el asunto de los lfmites en los perfodos de servicio. Los cargos directivos de la Uni6n no pueden servir mas de ocho anos en cualquier puesto. En resumen, el perfodo de 1910 al presente vivi6 algunos reajustes de la estructura de la Iglesia de 1901-1903. Esa reorganizaci6n para la misi6n aparentemente ha servido bien a la denominaci6n. Pero ahora, ya en el siglo XXI, muchos adventistas se preguntan en voz alta si la misi6n de la iglesia no se cumplirfa mejor mediante una reorganizaci6n de la estructura que pudiera tener en cuenta los cambios que han ocurrido en el mundo desde el siglo pasado. A ese terra le dedicaremos ahora nuestra atenci6n. 189 e A P t ,{ti i o 7 zDerrotara la organizaci6n a la misi6n? M uchos adventistas del septimo dfa sinceros se preguntan si su iglesia no se ha vuelto mas papista que et papa en el terreno de la organizaci6n ec1esiastica. Habiendose apartado de un ambito radicalmente contrario a la organizaci6n a finales de la decada de 1840 y principios de la de 1850, el adventismo del siglo XXI puede considerarse la organizaci6n ec1esiastica mundial mas intrincada en la historia del cristianismo. Ciertamente, es la mas inestable, aunque muchas personas todavfa no hayan visto la magnitud del problema. El proceso editorial de la version publicada de mi presentaci6n ante el Concilio Anual de 1998, titulada "El congregacionalismo adventista: iLlamada de despertador o repique funebre?" (AR, 28 de enero de 1999, 12-18), ilustra mi argumento. En mi manuscrito original, yo habfa escrito que ninguna denominaci6n en el mundo tenfa tantos niveles administrativos que sostener. Los editores, procurando echarme una mano, agregaron las palabras "exceptuando la Iglesia Cat6lica Romana" . Yo me opuse al cambio y escribf a lapiz 192 Nuestra organizaci6n / Aliada o enemiga de la gran comisi6n? "incluyendo la Iglesia Cat61ica Romana". Esa rama del cristianismo tiene unicamente dos niveles por encima de la iglesia local, mientras que el adventismo tiene cuatro. Crisis de identidad organizativa Ahora cuatro puede sonar como un numero magico o incluso "inspirado" de unidades administrativas para algunos adventistas, siendo que es todo to que han conocido durante su vida. Pero una cantidad cada vez mayor de miembros esta cansada de sostener una estructura tan inmensa. En consecuencia muchos ya no estan enviando la totalidad de sus con, tribuciones (y a veces nada) mediante los canales denominacionales prescritos. En pocas palabras, estas personas estan votando silenciosamente contra el statu quo con sus talonarios de cheques cuando deciden poner su dinero en proyectos especfficos (ya sea locales o de otra naturaleza) y no en to que perciben que es "el gran agujero negro" de la maquinaria denominacional. Aunque algunos adventistas (segun notamos en el capftulo 6) se sienten atraidos hacia una forma congregacional de organizaci6n eclesiastica, muchos mas han adoptado una "mentalidad congregacional" en la que ellos, como individuos (mas bien que las congregacionas enteras), deciden c6mo dedicar su tiempo y su dinero. Hace falta que los dirigentes denominacionales y los laicos reconozcan y aborden esa realidad. Ahora bien, una posible opci6n de cara al futuro en terminos de organizaci6n eclesiastica es procurar mantener la situaci6n actual. Si bien esa opci6n representa una posibilidad y la vfa de menor resistencia, no parece set una opci6n saludable por una. raz6n: segun notamos arriba, la presente estructura, ademas de costosa, esta perdiendo el apoyo personal y financiero de un porcentaje cada vez mas grande de miembros de iglesia. Esto es especialmente cierto en el caso iDerrotara la organizaci6n a la misidn? de una generaci6n que ha crecido en la era posdenominacional. Dada la erosion de la "lealtad ciega", es probable que la opci6n de mantener el statu quo en la organizaci6n ec1esiastica se volvera cada vez mas econ6micamente inviable. Atin mas seria es la pregunta de si la organizaci6n adventista actual continua siendo misio16gicamente viable. O sea, ies la forma mejor y mas eficiente de cumplir la misidn escato16gica de la iglesia? Mas y mas miembros laicos y pastores estan contestando esa pregunta negativamente. Expresan su preocupaci6n respecto a una estructura que, vista a escala mundial, puede que tenga tantos pastores ordenados detras de escritorios como "ejerciendo el ministerio". Las batallas se ganan, senalan ellos, en las trincheras donde tiene lugar la acci6n, no en retaguardia, donde se trazan y aprueban los planes de batalla. Si bien es cierto que necesitamos desarrollar planes de batalla estrategicos, tambien es cierto que ninguna organizaci6n puede danarse a sf misma mediante la proliferaci6n ilimitada de la administracian y la administracian intennedia. En pocas palabras, demasiada organizaci6n podrfa en realidad frustrar la misi6n de la iglesia en vez de facilitarla. La esencia del adventismo consiste en la misidn de predicar el mensaje de los tres angeles de Apocalipsis 14: 6-12, no en la misidn de crear la estructura burocratica perfecta. El meollo del problema de la identidad en la Iglesia Adventista del Septimo Dfa to encontramos precisamente en este punto. He planteado en otros escritos que la denominaci6n ha ido adquiriendo su identidad de manera creciente a partir del tamano y numero de sus estructuras e instituciones ma's que de su misidn (AR, 14 de febrero de 1991,8-10; Fat Lady and the Kingdom, 16-20). Encontramos una cruel paradoja en esa crisis de identidad, puesto que la unica funci6n de la estructura e instituciones de la Iglesia deberfa ser facilitar el cumplimiento de la misidn. 193 194 Nuestra organizacidn I Wiada o enemiga de la gran comisi6n? En otras palabras, las estructuras e instituciones no son fines en si mismas, sino medios para un rm. Por to tanto, debedan mantenerse solo aquellas estructuras e instituciones que contribuyan al cumplimiento de la misidn de la denominaci6n de la manera mds eficiente y efecava. En armonfa con el deseo de permanecer fiel a las doctrinas btblicas de la iglesia y a la comisi6n mundial que le fue encomendada, el cambio progresivo hacia una misidn mas efectiva se halla en el centro mismo de la organizacidn del adventismo de 1861-1863 y de su reorganizaci6n en 1901-1903. El cambio hacia la funcionalidad dentro de ese contexto es una virtud mas bien que un pecado. Pero en la base de la decisi6n de reorganizarse para la misidn, en el contexto del siglo XXI, hay una cuesti6n de valores. Barry Oliver to expone muy bien cuando aduce que" es prerrogativa de la iglesia [•••] decidir si esta dispuesta a mantener su dedicaci6n a la misidn global y a encontrar estructuras que faciliten mas tanto el cumplimiento de su mandato como el regreso de Cristo, o centrarse en otro principio" (BDO, SDA Org., 357). El adventismo en el momento de su ultima reorganizaci6n importante 78.000 miembros. Existfa en un mundo sin aviones ni computadoras, y ni siquiera un sistema funcional de telefonfa. La reorganizaci6n creada en 1901-1903 fue muy efectiva dentro del contexto de su epoca. Sin embargo, como otras organizaciones, el adventismo ha multiplicado el numero de sus Departamentos y funcionarios hasta tal punto que para el ultimo cuarto del siglo XX tenfa un exceso de altos cargos. Si bien algunos poddan defender que to unico que hace falta es quitarle unos kilos de mas a la denominaci6n, otros recalcarian que una reestructuraci6n significativa seda mucho mejor para facilitar su misidn. Se ha sugerido que en vez de remodelar un sistema desarrollado en la era de los carruajes tirados por caballos, la mejor opci6n para el siglo XXI seda iDerrotara la organizaci6n a la misidn? reorganizarse para la misidn segun lfneas que tengan en cuenta los medios de transporte y de comunicaci6n modernos, asf como aprovechar la gran diversidad de la iglesia en la misidn de extenderse a un mundo diverso. Las personas y negocios que se adaptan mejor a los masivos cambios internos y externos son los que estdn dispuestos a pensar creativamente al aplicar principios eternos a situaciones alteradas drdsticamente. Uno de los escenarios mas problematicos que el adventismo podrfa crear para sf mismo serfa confundir las estructuras y formas actuales con la unica forma de hacer las cosas, o, peor aun, con la forma divina de hacer las cosas. Afortunadamente, el adventismo no esta atado a sus estructuras actuales. Las importantes investigaciones doctorales de Andrew Mustard y Barry Oliver han demostrado ampliamente que las estructuras organizativas actuales del adventismo no deben considerarse piezas rfgidas. Por el contrario, las estructuras hist6ricamente han dejado lugar para el desarrollo y la modificaci6n al afrontar nuevas situaciones, siempre que se perciba que esos cambios estdn en armonfa con los principios generales del orden bfblico. Tanto la organizacidn de 1861-1863 como la reorganizaci6n de 1901-1903 tuvieron como meta primordial la funcionalidad para la misidn. Eso significa que no es correcto considerar las estructuras establecidas en aquellos momentos hist6ricos como si fuesen aplicables necesariamente a todos los lugares y todos los tiem pos. Por otro lado, es importante reconocer que aun cuando las estructuras en la superficie pueden alterarse, los principios subyacentes tienen validez permanente. A esos principios dedicaremos ahora nuestra atenci6n. Factores que deben considerarse en la reestructuraci6n Es relativamente facil hablar elocuentemente de los problemas de la Iglesia y de la necesidad de reestructuraci6n, 196 Nuestra orgauizaci6n I iAliada o enemiga de la grau comisi6n? pero es infinitamente mas dificil desarrollar un plau viable que resulte mas efectivo que el que tiene en la actualidad. Ademas, la implementaci6n de un modelo reestructurado de la denominaci6n en un cuerpo multinacional con muchas capas sera infinitamente mas dificil que crear un nuevo plan sobre el papel. A pesar de las dificultades, sin embargo, los adventistas necesitan afrontar la tarea de seleccionar la mejor opci6n orgauizativa mientras la iglesia avauza hacia el futuro. Es preciso que los plauteamientos sobre el tema de la reestructuraci6n tomen en cuenta varios factores. El primero es que la reorganizacidn es una posibilidad valida. Es vital reconocer eso, puesto que muchos han concebido el presente modelo organizativo como si se hubiese establecido por mandato divino. Dos declaraciones de Elena G. de White sacadas de contexto han favorecido este malentendido. Algunos, por ejemplo, han utilizado esa declaraci6n donde dice que ninguno deberia derribar la estructura orgauizativa de la denominaci6n que "ha sido levautada bajo la direcci6n [de Dios]" como un mandato contra cualquier reorganizacidn. Ese argumento parece especialmente persuasivo cuando ella anade: "En el nombre del Senor, os declaro que ha de mautenerse, reforzarse, establecerse y asentarse" (EGW a los hermanos de la AG, 19 de diciembre de 1892). Lo primero que debemos notar es que esta declaraci6n no se esta refiriendo a la estructura de 1901-1903, puesto que la frase fue escrita una decada antes de la reorgauizaci6n. A to que ella estaba haciendo alusi6n era al principio de la necesidad de orgauizaci6n, el cual habfa sido afirmado y establecido, y no tanto a alguna estructura administrativa en particular (vease BDO, SDA Org., 207-209). Con eso en mente, ella no tuvo problemas en dirigir a la denominaci6n hacia una reestructuraci6n mayor en 1901. Otra cita de Elena G. de White tiene la ventaja de haber sido escrita varios anos despues de la reorganizaci6n de 1901. iDerrotara la organizaci6n a la misi6n? 197 En 1905, ella escribi6: "No podemos entrar en ninguna nueva organizaci6n" (EGW, Ms 129, 1905). Esta declaraci6n aparece en MensEljes Selectos bajo el subtftulo de "Ninguna nueva organizaci6n" (2MS 448, 449). Desgraciadamente, ese subtftulo distorsiona el significado original de la aurora. La declaraci6n en su contexto (cortado a mitad de parrafo en la versi6n publicada) era una advertencia a aquellos que estaban siendo tentados a unirse al cisma que J. H. Kellogg y A. T. Jones estaban fomentando en ese preciso momento. En resumen, una lectura contextual de estas y otras declaraciones de Elena G. de White indica que ella nunca vio la estructura de 1901-1903 como algo inalterable. Un segundo factor de suprema importancia en cualquier discusi6n sobre la reorganizaci6n es el prop6sito de la organizacJ6n de la iglesia desde la perspectiva hist6rica de los adventistas del septimo dfa. No exageramos cuando decimos que tanto Jaime como Elena G. de White consideraban que la meta esencial de la organizaci6n era facilitar la misi6n de la iglesia. Eso fue asf, segün qued6 demostrado en los capftulos 3 y 5, tanto en 1861-1863 como 1901-1903. Es la misto'n y no una estructura exacta to que esta en la base de cualquier "ortodoxia" adventista sobre el tema de la organizaci6n. Una afirmaci6n tal, sin embargo, no significa que los adventistas puedan descuidar la ecJesio1ogfa bfblica. Tal vez la doctrina de la iglesia sea uno de los conceptos que peor se entienden en el adventismo. Cualquier planteamiento sobre el tema de la reorganizaci6n en el adventismo debe estar fundamentado en la misi6n escatol6gica y la naturaleza de la iglesia desde la perspectiva bfblica. En otras palabras, la de, nominaci6n tiene que tomar la doctrina de la iglesia mas en serio en el futuro de to que to ha hecho en el pasado. Un tercer factor que requiere consideraci6n en cualquier discusi6n de la reestructuraci6n es la importancia de una 198 Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n? estructura organizativa asequible. Si la actual estructura de cuatro niveles con unidades administrativas relativamente pequenas ha sido dificil de sostener en los pafses desarrollados, sin duda ha sido casi imposible de financiar en las naciones en vfas de desarrollo. En 1995, por ejemplo, el 56 por ciento de la feligresfa adventista mundial vivfa en Uniones de Misiones y no en Uniones de Asociaciones. La distinci6n entre Uni6n y Miss6n depende de si son unidades autosuficientes en el terreno financiero. Por to tanto, la mayorfa de los adventistas pertenecen a unidades administrativas que son incapaces de pagar sus propios gastos. Seg6n senate Jon Dybdahl, "muchos campos, inclusive en lugares donde el mensaje adventista fue plantado hace mas de un siglo, aiun son dependientes. iEsto raya en el escandato!" (Adventist Mission in fue 21 st Century, 99, 103). Tal situaci6n coloca a los campos dependientes en una posici6n nada envidiable, generando tensiones en aquellos sectores de la denominaci6n que tienen que responder ante el desequilibrio financiero mediante fondos que deberfan dedicarse a la apertura de nuevos campos. Una de las sugerencias de Dybdahl para remediar esa situaci6n es que "las superestructuras administrativas de corte occidental deberfan desmantelarse parcialmente o volverse aut6ctonas" (ibfd., 103). Un cuarto factor que debe considerarse es la necesidad de lograr el equilibrio 6ptimo entre la unidad y la diversidad. Elena G. de White y Daniells procuraron ese equilibrio en 19011903, pero Daniells lleg6 a preocuparse tanto con to necesidad de mantener la unidad frente al cisma de Jones-Kellogg que se fue hacia el extremo del espectro. Como resultado, vemos a Elena G. de White para 1903 dirigiendo el mismo tipo de lenguaje de "poder regio" hacia Daniells que antes habfa utilizado con los presidentes anteriores a 1901. Es una pena que los sucesores de Daniells con mucha frecuencia hayan ¡Derrotara la organizaci6n a la rnisi6n? seguido sus huellas al primar la unidad en detrimento de la diversidad. Con todo, el adventismo del siglo XXI representa uno de los grupos mas diversos del mundo etnica y culturalmente. Oliver plantea que "la diversidad necesita adaptaci6n estruc tural" para que, a la larga, "la unidad dependa del reconocimiento de la diversidad", y asf se pueda ver la diversidad de la denominaci6n como una herramienta que ayude a la iglesia a alcanzar a un mundo enormemente diverso (SDA Org" 355, 346, 338, 339). El aspecto de la unidad de una organizaci6n eclesiastica centralizada es importante para ayudar a la denorninacien a mantener una doctrina compartida, coordinar el alcance mi sionero, y proveer un sentido de identidad mundial. Por otro lado, incluso una estructura centralizada deberfa dar cabida a la diversidad requerida por los diferentes sectores culturales de la denominaci6n para cumplir su misi6n mas efectivamente en su regi6n particular del mundo. Cualquier soluci6n estructural a la que finalmente llegue la Iglesia Adventista del Septimo Dfa debera tener en cuenta el hecho de que no existen estructuras mundiales monolf ticas. En el mundo politico, se ha demostrado que la uniformidad de control, como se destaca en Daniel 2, es una imposibilidad, aun cuando ciertos personajes hist6ricos energicos han procurado crear reinos universales. Lo mismo pasa en el mundo religioso. Aunque las diversas iglesias cristianas han procurado mantener alguna forma de unidad, esa unidad invariablemente ha tenido que abrir paso a la diversidad. Hasta el dfa de hoy, el mundo ha visto dos modelos principales. El primero es el modelo de organizaci6n eclesiastica cat6lico. Ha resuelto el problema de mantener la unidad ante la diversidad cultural al permitir una amplia gama de variaci6n bajo estricto control jerarquico. El 200 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? segundo es la soluci6n protestante y ortodoxa, que alienta la formaci6n de iglesias nacionales. Ninguno de los dos modelos parece satisfacer las necesidades del adventismo como movimiento mundial. Con el primer modelo, aquellas personas con un vivo legado protestante nunca se someterdn a un Ifder humano que trata de mantenerlos unidos a fuerza de decretos. La debilidad del segundo es que las iglesias nacionales, aun compartiendo el mismo nombre denominacional, tienden a seguir su propio camino. El adventismo del septimo dfa, como iglesia mundial que ha leegado a madurar, necesita reconocer que to que pudo haber funcionado para una iglesia relativamente pequena mayormente controlada por Norteamerica probablemente no funcionard para un extenso cuerpo religioso multinacional que puede llegar a contar con mds de veinte millones de miembros para el ano la segunda decada del siglo XXI. C6mo mantener la unidad en medio de la diversidad sigue siendo uno de los mayores desaffos de la denominaci6n, un desaffo para cuya atenci6n el adventismo tiene que disenar estructuras organizativas. Cualquier estructura creada para la misi6n en este siglo XXI tiene que ser to suficientemente centralizada para emplear sus recursos financieros y humanos para penetrar en los rincones y recovecos del mundo mds resistentes al cristianismo mientras que, al mismo tiempo, sea to suficientemente flexible para satisfacer las necesidades locales y utilizar metodologias, enfoques, e incluso argumentos que sintonicen con poblaciones tremendamente diferentes. La iglesia tiene que darse cuenta que "una talla no les viene a todos", y debe tener la libertad de adaptar aun sus estructuras a las necesidades y capacidades financieras de los diversos campos en ios que trabaja. Despues de todo, la meta es concluir la misi6n y no una perfecta uniformidad en los mds de 230 pafses del mundo. iDerrotara la organizaci6n a la misi6n? Por to tanto, la necesidad de ser flexibles es otro factor que el adventismo tiene que considerar en cualquier planteamiento sobre la reorganizaci6n. Daniells tenfa en mente ese con cepto cuando afirmaba, a principios del siglo XX, que 6nicamente "porque algo se hace de cierta manera no es razon por la que deberfa hacerse de la misma forma en otro lugar, o incluso en el mismo lugar al mismo tiempo" (ECB, 2, citado en BDO, SDA Org., 320). En una lfnea similar, seg6n vimos en el capftulo 5, en 1903 M. C. Wilcox expres6 la esperanza de que "no nos liaremos con el papeleo y sentiremos que todo tiene que hacerse exactamente igual. A veces hay campos diferentes que demandan organizaciones diferentes". Tambien anadi6la idea de que, a veces, puede que los lfderes "estardn dispuestos a prescindir del papeleo [... ] y formar la organizacion en armonfa con el campo, de acuerdo con las exigencias del momento" (Sten 1903, 9 de abril de 1903, 20, 20a, citado en BDO, SDA Org., 302). Esos lfderes vieron la necesidad de una organizaci6n centralizada, pero no una. que fuera rfgida. Elena G. de White parece haber estado de acuerdo con el concepto de flexibilidad establecido por Wilcox y Daniells. En realidad, estuvo mucho mds que dispuesta a apoyar el de sarrollo experimental de Departamentos y Uniones en Australia en la decada de 1890. Los experimentos australianos nos llevan a otro factor importante: la libertad de innovar. Tenemos que recordar que el desarrollo del sistema "departamental" aplicado por A. T Robinson en Suddfrica en la de cada de 1890 no estaba en armonfa con los deseos de los dirigentes de la Asociaci6n General. Robinson sigui6 adelante sin esperar el permiso. Cuando lleg6 la carta de la sede, le prohibieron probar cualquier cosa nueva. Pero para ese tiempo el plan parecfa estar funcionando, asf que el liderazgo denominacional to dej6 seguir. Una libertad similar para experimentar, a pesar de los temores 202 Nuestra organiati6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? de los dirigentes de la Asociaci6n General, dio pie al desarrollo de la estructura de la Uni6n (vease el capitulo 4; vease tambien AR, 13 de junio de 1985, 14, 15). Sin la libertad para experimentar, el adventismo no tendrfa su actual sistema de orga- nizacibn. En esa 6ptica cobran significado las recientes dificultades experimentadas por la Divisi6n del Pacffico Sur. iSe estd secando la flexibilidad? iSera posible que la misi6n de la iglesia se asfixie en su propio papeleo? Otro concepto importante que debe considerarse en los planteamientos sobre la reorganizaci6n es la necesidad de controles y contrapesos. Andrew Mustard ha senalado que "en aras de la eficiencia, bien puede existir la tentaci6n de recortar los procesos de consulta y toma de decisiones y concentrar la autoridad en unos cuantos lfderes" (James White and SDA Organization, 281). Otros reaccionan ante tales arbitrariedades optando por la autoridad congregational. El problema de ambos extremos es que se necesitan las contribuciones tanto de dirigentes con visi6n mundial como de individuos con su dedo en el pulso de las congregaciones locales para llegar a decisiones equilibradas. De nada servira derribar las estructuras del adventismo para deshacerse de la jerarquizaci6n e introducir la autoridad congregational. Lo que la denominaci6n necesita es un sistema que manifieste autoridad significativa en ambas esferas. Hasta la iglesia necesita controles y contrapesos. La Edad Media demostr6 que el gobierno eclesiastico mediante "obispos (presidentes de Asociaci6n) y mas arriba" no resolvfa todos los problemas. Tampoco to hate el gobierno mediante congregaciones locales. Se requieren ambas perspectivas. Esa es una raz6n por la que en el Concilio Anual de la Asociaci6n General de 1998 sugeri que la junta Ejecutiva de la Asociaci6n General se reconstituyese para incluir un tercio de cargos directivos de todos los niveles, un tercio de pasto- iDerrotara la organizaci6n a la misi6n? res de iglesia (la mayorfa de ellos procedentes de iglesias tfpicas mas bien que superiglesias), y un tercio de laicos (la ma yorfa de ellos de clase media, no pudientes). Para una salud equilibrio 6ptimos, la denominaci6n necesita escuchar a todos sus sectores y no solo a unos cuantos. Antes de dejar el tema de la representaci6n plural y los controles y contrapesos, debemos destacar que la representaci6n plural a nivel de la Junta Ejecutiva de la Asociaci6n Ge neral es mas crucial que en las delegaciones a los Congresos de la Asociaci6n General, puesto que los asuntos que vota el Congreso de la Asociaci6n General primero son formulados por la junta en su asamblea anual. En otras palabras, en el Concilio Anual de la junta Ejecutiva se toman las decisiones mas importantes y se dan las discusiones mas significativas. El Congreso de la Asociaci6n General sencillamente discute y vota aquellos puntos que ya aparecen en la agenda. Otro factor que debe considerarse al discutir la organizaci6n de la iglesia es la continuidad con el pasado. Es cierto que la estructura de 1901-1903 se ha vuelto dificil de manej ar y no siempre encaja bien mas de un siglo despues, pero contiene principios, conceptos y enfoques que resultan utiles aun e, incluso, esenciales. El hecho es que la reorganizaci6n de 19011903 es un sistema de gobierno 6nico para una iglesia mundial que ha servido bien a la denominaci6n para impulsar su labor misionera hasta los confines de la tierra. El problema no es la estructura basica en sf misma. Mas bien, la cuesti6n es si la estructura actual es la mas efectiva que el adventismo puede desarrollar para el use eficiente de los recursos financieros y de personal en procura de su misi6n. Parece que la mfjor option no y es el rechazo total de to pasado, sino una combinacidn de to mfjor de to pasado con to mas tiitil de to nuevo a medida que la denominaci6n, sobre la base de los principios biblicos, modifica el meollo esencial de su organization actual para la maxima eficiencia 203 204 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? misio16gica. En esencia, eso es to que ocurti6 en 1901-1903. No fue una revoluci6n sino una reestructuraci6n del sistema de 1861-1863, a fin de atender mejor las necesidades de una iglesia y un mundo cambiantes. Se requiere el mismo enfoque ahora que la denominaci6n atraviesa et siglo XXI. Una propuesta modesta Con todos estos comentarios en mente, voy a aventurarme a hacer algunas sugerencias sobre una posible forma de estructurar la Iglesia Adventista para el siglo XXI. Mientras usted considera estas sugerencias, por favor mantenga en mente estas presuposiciones clave: 1. la raz6n para la organizaci6n de la iglesia es facilitar to misidn mundial; 2. cualquier organizaci6n viable tiene que set capaz de trascender el localismo del congregacionalismo y, al mismo tiempo, evitar el peso aplastante de la sobreinstitucionalizaci6n; 3. una organizaci6n efectiva tiene que estar to suficientemente unificada para concentrar sus activos en "cumptir la misidn" de la iglesia, pero tambien set to suficientemente flexible para dejar que cada sector de la Iglesia mundial emplee aquellos medios que le resulten mas efectivos en su campo de responsabilidad. Un posible enfoque hacia la estructura de la Iglesia Adventista es un modelo que consistirfa en tres niveles. Uniendo a la denominaci6n estarfa la Asociaci6n General de los Adventistas del Septimo Dia con una configuraci6n simplificada. Aunque la Asociaci6n General se convertirfa en un cuerpo coordinador, consultivo y moderador, tambien tendria un papel en to elaboraci6n de directrices generates que procurasen aglutinar al maximo las ventajas tanto de la unidad como de la diversidad. El segundo nivel de la estructura podrfa consistir en Divisiones regionales, en cierto modo equivalentes a las actuales Divisiones mundiales. Este segundo nivel de administra- i.Derrotara la organizaci6n a la misi6rh ci6n cumplirla la funci6n de las Divisiones actuates, y ademl s asumirfa muchas de las tareas de coordinaci6n y apoyo qu e hoy dfa se gestionan en las Uniones. El namero de Division . . es podrf a etevarse a unas vemte a partir de las trece actuates, a fin de dar mejor servicio a las unidades de la Iglesia mundi al en sus necesidades particulares. El tercer nivel de la estructura de la denominaci6n serla to que podrfamos considerar Asociaciones administrativas re, gionales. Aquf es donde es necesaria la reconstrucci6n máS radical. Permftame el lector itustrarlo citando la experienci a norteamericana. Los norteamericanos llevan anos discutie- _ do si serla mejor deshacerse de sus 58 Asociaciones locales o combinar algunas de ellas, o disolver sus nueve Uniones. La mejor soluci6n podria ser acabar con ambos niveles, creando en su lugar unas veinte unidades administrativas regional es en un nivel que pueda servir a circunscripciones que hate dejado atras la era de los carruajes y tienen ahora acceso a modernos medios de transporte y comunicaci6n. Escenarios similares podrlan ser validos para otras Divisiones mundiale s. Una propuesta asf supondrla un mayor retorno del diner o de los diezmos adventistas para la obra del "verdadero mini" terio" y redistribuirla muchfsimo personal. Muchos creen glie los diezmos llevan ya demasiado tiempo subsidiando una de" comunal "estructura burocratica". En realidad, la Iglesia podrfa ser rods efectiva en el cumplimiento de su misidn si co-_ sumiera no mas del veinte al treinta por ciento de su actual gasto administrativo en burocracia, bienes rafees burocratic os y estructuras de apoyo. Solamente piense usted en to qve tales cambios significañan para el ministerio y la misidn. S e lograrla mas que con todos los planes desarrollados por pers onas que estan detras de escritorios en los pr6ximos cien anos. iPor que, podrfa usted estar pensando al sopesar la presea_ to propuesta, hay tres niveles y no dos o cuatro? Cuatro es Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? mucho, en el sentido de que un modelo tal es tanto innecesariamente caro como redundante. Por otra parte, dos niveles es poco, en el sentido de que un sistema tal nos dirigirfa al dilema del poder unipersonal o del "poder regio" que amenaz6 al adventismo durante la decada de 1890 y se ha venido reflejando en el Catolicismo Romano a to largo de los siglos. El tercer nivelo intermedio (es decir, las Divisiones) da lugar tanto al reparto de autoridad como a un cuerpo coordinador para cada uno de los sectores principales de la denominaci6n. Por otra parte, parece que las Divisiones serfa mejor que fueran Divisiones de la Asociaci6n General y no Divisiones asociaci6n. El caso de Conradi a principios del siglo XX resalta la posibilidad de que una personalidad energica saque a toda una Division fuera de la denominaci6n. El sistema de Division en su proceso de elecciones proporcionarfa importantes controles y contrapesos que tendrfan implicaciones tanto para la unidad mundial como para la flexibilidad regional, por cuanto los cargos directivos de las Divisiones serfan nombrados por una comisi6n de naturaleza fundamentalmente regional, mientras que, por otra parte, los delegados de todos los sectores de la Iglesia mundial tendrfan que aprobar el nombramiento. Despues de haber hecho esta propuesta, debo senalar que es solamente una sugerencia con fines de estudio. Nadie sabe de cierto que es to mejor o que serfa mas eficiente y efectivo misiol6gicamente hablando. Cualquier reestructuraci6n futura se beneficiary en primer lugar del saber colectivo de la Iglesia mundial, en segurjolugar,de una comprension de los principios inspirados de. fa---eclesiologfa, y'en tercer lugar de s6Iidas nociones de la historia organizativa adventista del septimo dia. Para terminar, debemos recordar que ni la organizaci6n en 1861-1863 ni la reorganizacion en 1901-1903 fueron faciles. La organizaci6n inicial ocurri6 despues de una de cada de iDerrotara la organizaci6n a la misi6n? luchas, y la reorganizacion tuvo lugar despues de quince anos de desasosiego. Estudiar esas epocas hist6ricamente me ha llevado a plantear la hip6tesis de que el adventismo realiza cambios estructurales significativos solamente cuando esta al horde del de sastre financiero y la inoperancia organizativa. Hay quienes creep que nos estamos aproximando a una crisis asi. Sin embargo, la pr6xima reestructuraci6n organizativa sera mas diffcil de to que fue en 1901-1903, con su feligresfa, mayormente norteamericana, de 78.000 miembros. Los riesgos son mayores y las complicaciones son mas grandes en una iglesia internacional de casi quince millones de miembros que, ademas, sigue creciendo rapidamente. Por otro lado, si bien los desaffos que tendrfa que afrontar cualquier reorganizacion son de proporciones pasmosas, to mismo ocurre con la necesidad. El dempo de sonar y realizar cambios significativos es ahora. El cambio vendrd. Las unícas preguntas son quien controlard ese cambio y si ese cambio se orientard hacia una mayor o menor funcionalidad en terminas de la mision adventista. Es mds sabio hacerse cargo del proceso de transformacion que simplemente d~ar1o ocurrir. Tal vez la pregunta mds importante que afrontard el adventismo en la proxima decada es si el cambio significativo se dard por accidents o gracias a la planificaci6n cristiana y la acci6n santificada. ./ Indice alfabetico A Advent Review, 38 Adventista Evang6lica Estadounidense, Asociaci6n, 28, 29 Adventistas de Albany, Nueva York, 26-31,34,43 Adventistas de la Era Venidera, 29, 46 Adventistas del Sdptimo Dfa, dnico grupo ex millerita en organizarse por encima del nivel congregacional, 30 elecci6n del nombre, 61, 62 Adventistas sabatistas, 33-56 primera organizaci6n, 38, 39 Mroamericanos, 165, 166, 173-175 Albany, Asociaci6n de, 28 Congreso de, 26-28 Anderson, Carl D, 12 Andrews, Jolm Nevins, 50, 51, 69 Ancianos (funci6n ec1esiastica), 48, 67 Asociaci6n, local, formaci6n de la primera, 62-68 nuevo significado para, 75 Asociaci6n de la Regi6n de los Lagos, 170 Asociaci6n de Michigan, fundaci6n de la, 66, 70 Asociaci6n del Segundo Advenimiento de Nueva York, 23 Asociaci6n General, autoridad de la, 73,80-88,139,140 bancarrota, 116 formaci6n, 68-72 papel de la, 71 propuestas de redistribuci6n de la presidencia, 106, 150, 151 pugna entre la Uni6n de Columbia y la, 158-163 Asociaci6n General Europea, 150-155 Asociaci6n Mddica Misionera y de Benevolencia, 124 Asociaci6n Publicadora Incorporada, 61,62 Asociaci6n Sudafricana, 93-95 Asociaciones regionales, 163-170 Australia, 93, 95, 98, 99 Autoridad, centralizaci6n de la, 90-92, 100,101 B Babilonia, conflicto mili erita acerca de, 20-26 identificaci6n de, 24, 25, 27, 28, 44,45,48, 52-56, 58, 63, 65, 112,186 llamado a salir de, 19,24-26,33 reinventar, 102-114 "Salid de ella, pueblo mio" (decisivo serm6n millerita de Charles Fitch), 24, 25 Ballenger, A F ,113,135, 185 Ballenger, E S ,141 Bart1eman, Frank, 113 Bates, Joseph, 20, 34, 35, 37, 43 orden evangdlico, 47, 49 Battle Creek, Sanatorio de, 125, 126 Bautistas, 28 210 Nuestra organizaci6n I Aliada o enemiga de la gran comisi6n? Beach, Beverly B , 13 Beach, Walter R, 13 Bediako, Matthew, 172 Benevolencia Sistematica, plan de, 51,71 Bietz, R R, 178 Brwen, TE, 155, 156 Bradford, Charles, 175, 176 Brinkerhoff, W H, 80 Brown, George, 172 Brown, J N, 17, 18 Bntler, G 1, 76, 80, 82, 120 su opini6n sobre la autoridad del presidente de la Asociaci6n General, 82-87, 89, 90 Byard, Lucy, 168 Byington, John, 72 e Carter, Robert, 176 Case, H S, 46 Chasco, Gran, 26 Chrístían Herald, 19 Christian, L H, 151, 152 Chrístían Palladíum, 20 Church Organízatíon, 121 Church, The Its Organízatíon, Order and Dísdpline, 138 Cisma (disidencia), primer entre los adventistas, 46 Colcord, W A, 137 Conexi6n Cristiana, 25, 28, 30, 34 organizaci6n eclesiiastica en la, 18-20,34,39,72 Consejo Europeo de las Misiones Adventistas del Septimo Dfa, 96, 151 Congregacionalista, mentalidad, 192 Congregacionalismo, 18, 27, 28, 49, 102-114,120,132-142 aspectos negativos, 185-187 aspectos positivos, 181, 182 decada de 1990, 181-187 Conradi, L R, 132, 151-155,206 Consolidaci6n, decada de 1930, 158-163 decada de 1980,177-179 decada de 1990, 187-189 en el fnturo, 204-207 Controles y contrapesos, necesidad de, 202,204,205 Coopwood, T H, 169 Cottrell, R F , 55, 58, 59, 64 Credos, 17, 18,27,28,66 Crisler, C C, 12 Cristianos adventistas, Asociaci6n de los, 28 organizaci6n de los, 28-30 D Dail, Guy, 151 Daniells, Arthur G , 95, 100-102 cree necesaria la flexibilidad, 201 en pugna por el poder con Kelloggy Jones, 125-140 encabezala reorganizaci6n de 1901,117-124 favorece la creaci6n de un Departamento para afroamericanos, 164, 165 partidario de una antoridad centralizada fuerte, 132, 133, 140, 145, pugna con Conradi, 151-156 Davenport, crisis de, 183 Departamental, sistema, 93-96,102 adoptado por la Asociaci6n General, 122 rama medica dejada fuera en 1901, 124 Departamento Regional Norteamericano, 173 Depresi6n, decada de la Gran (1930-1940), 158, 159 Diaconos, 42, 44, 48, 49, 67 Disciplina, necesidad de, 39-41 Discriminaci6n racial, ver Racismo Disidentes, primeros, 46 Distritos, sistema de, 97-99 Divisi6n del Pacffico Sur, 187, 202 Divisi6n Norteamericana, 163, 172-178 Divisiones, 154-156, 158,206 de la Asociaci6n General, 156, 157,206 Indice alfabetico desarrollo de las, 150-158 Dorchester, visi6n de, 37 Dybdahl, Jon, 198 E Eclesiologfa, adventistas descuidan la, 197, 198,207 Espiritu Santo, como 6nico organizador de la iglesia, 110, 113, 114, 130 ec1esiologfa basada en el, 112-114 movimiento Recibid el, 113 Espiritualizadores, 26 Evans, 1 H, 116, 129 Evans, Laurie, 187 F Fairfield, Iowa, 60 Fanatismo, 26, 40, 41 Feligresfa, transferencia de, 52, 63, 64 Hexibilidad, necesaria en la organlZaci6n, 146, 147, 179, 180, 195,196,199-202,204,206 Fitch, Charles, 24, 33 Ford, Desmond, 183 Fordham, W W, 173 Fountain, T M, 169 Franke, E E, 135-137 Fredericks, Richard, 185 Frisbie, J B, 48, 55 G Gland, Suiza, Concilio de 1907, 152 Cospel Order, 139 Cospel Simplicity, 135-136 Gracia, el lugar de la gracia en la IASD,185 Gran Chasco, 26 Green, William H, 166 congregaci6n metodista episcopal, 33, 34 Herald of Cospel Liberty, 19 Hermeneutica, evoluci6n en la, 54-56, 59-62,74-77, 144, 145 interpretaci6n incorrecta de la de Elena G de White, 195-197\ la de A T Jones y E J Waggoner, defectuosa, 142-144 limitada, 47-49, 54, 55, 71 Hewitt, Clyde E , 30 Hewitt, David, 52 Higley, William S , 66 Himes, Joshua V, 20, 21, 43 Humphrey, J K, 165, 166 1 Identidad adventista, 192-195 Iglesia Adventista del Septimo Dfa del Pueblo, 135 Iglesia Adventista del Septimo Dfa, tres ciclos de su orgaruzaci6n, 9, 10 Comisi6n sobre la Organizaci6n Mundial de la, 178-179 Comunidad del Cami o de Damasco, 185 Cristo como cabeza de la, 103, 107, 11 O, 120, 123, 144, 145 doctrina de la (eclesiologfa), 77, 78,197,206,207 mundial, modelos de, 199,200 pacto de, 66, 67 un nombre para la, 58, 60, 61, 48,49 Iglesia Metodista Episcopal, 33, 34, 72,75 Iglesia Universal de Dios (del Septimo Dfa),80 Instituciones, propiedad de las, 122, 129 Intemacionalizaci6n, 171, 172, 176, 177 Irwin, G A, 108, 111, 112, 119 H Hall, D P,46 Haloviak, Bert, 12 Harlem, Primera iglesia del, 166 Harmon, Elizabeth (Lizzie), 33, 34 Harmon, familia, expulsados de su J Johnsson, William, 186 Jones, A T, 87, 88, 124, 125 busca erradicar la presidencia de la iglesia, 10 5-108 212 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n? clama por un individualismo radical en 1901, 119-122 conden6 la constituci6n de 1903, 131 contentamiento momentAneo con la reorganizaci6n de 190 1, 123 encabeza el movimiento para la descentralizaci6n radical (desorganizaci6n), 103-113, 140, 141 evaluaci6n de su teoria organizacional, 143, 144 expulsado de la iglesia, 140 inclinaciones pentecostales, 113, 114,140,141 intentos de hacerlo presidente de la Asociaci6n General, 126, 128 nueva definici6n de libertad religiosa, 134 opuesto al cargo y al trulo de presidente, 127, 137 presidente de la Asociaci6n de California, 127 presidente del Colegio de Battle Creek de Kellogg, 137 procura bloquear la constituci6n de 1903, 130, 131 propone congregacionalismo, 132-141 coma partido con Kellogg, 126 Jorgensen, Gilbert A , 12 K Kellogg, J H, 91,124-126 actitud beligerante, 129 expulsado de la iglesia, 134, 135 insatisfecho con los principios de organizaci6n de Jones, 132 pugna por el poder con Daniells, 124-140 L Lawson, H M, 141 Leadership, 82-85 Litch, Josiah (Josias), 24 Literalismo biblico, mss ally del, 54-56 Living Temple, 126 Loughborough, J N, 12, 44, 50, 63, 138 Lutero, 104 M MacClenny, Wilbur E, 18 MacElhany, J L, 168, 169 Magan, P T , 116, 130 Maine, adopci6n tardia de la idea de Asociaci6n, 67 Marion, Grupo de, 80 Marsh, Joseph, 20, 27, 28 MessengerofTruth, 46 facci6n del, 46 Miller, William,25-28 Milleritas, 19, 20, 35, 60 Asociaciones, 23 asociaci6n general 21 organizaci6n de la iglesia, 20-31 Ministros (pastores), necesitan apoyo econ6mico, 45, 49, 53, 69 necesitan aprobaci6n, 42, 43, 63, 76 supervisi6n de los, 50, 51, 68-70, 76, 77 Misi6n, eficiencia de la, estimula la reforma, 96, 97, 100, 116-118, 203-205,207, modelo para la organizaci6n de la iglesia, 144, 145 relacionada con la organizaci6n, 52, 53, 55, 71, 75-78, 92, 93, 121, 144-147, 192, 193, 196, 197, 199,200 signe siendo on estimulo para la reorganizaci6n, 192-195 Montgomery, Oliver, 12 Morril, M T, 19,20 Morse, Washington, 42 Mustard, Andrew, 11, 12, 74, 93, 195, 202 N Negros, ver Mroamericanos "Noruega, Plan de", 188, 189 Nuestra identidad Origen y desarrollo, 35 Nueva Inglaterra, adopci6n tardia de la idea de Asociaci6n, 67 o Oceania (Australia), Uni6n de, 101 Indice alfabetico 213 Oliver, Barry, 12,87, 144, 145, 187, 194, 195, 199 Olsen, O A, 87, 94, 95, 97-101, 108 Dne Man Power, 133 Orden Evang6lico, llamamiento al, 39-45 Ordenaciones al ministerio pastoral, primeras, 42, 44, 45 Organizaci6n, pragmatismo y, 56, 59, 77,144-146,178 flexibilidad, necesaria en la, 146,147, 179, 180, 195, 196, 199-202, 204, 206 principios biblicos, 77, 93 Organizaciones auxiliares de la IASD, 90,93,94, 116 p Parkviile, Michigan, 60 Parsons, C H ,132 Paulsen, Jan, 172 Paulson, David, 130 Peck, Clay, 185 Pentecostal, eclesiologia, 113, 114 Periodos de servicio, limitaci6n de Ins, 158-163 Peters, G E, 169 Peterson, Frank L , 173 Pierson, A T , 113 Posdenominacionalismo, 183, 193 Preseott, W W , 91, 103, 106, 109, 110, consideraba incorrecto todo pnocedimiento parlamentario, 110 retira su apoyo a Waggoner y Jones, 125, 127 Present Truth, 37, 38 Presidente, cargo de, 122, 127, 130,137 opini6n de Elena G de White, 143 trtulo de, 106, 107, 122, 127 Propiedades, pertenencia legal, 49, 57-61 Publicaciones, sobre el sibado, 38, 39 visi6n sobre, 37, 38 ver tambidn Asociaci6n Publicadora Pueblo, Iglesia Adventista del Sdptimo Dfa del, 135 Puerta abierta, 34 cerrada, 34, 35, 42 R Racismo, 163, 166, 167, 173 Rawson, Robert, 172 Rea, Walter, 183 Religious Libert}'. 134 Reorganizaci6n de 1901, la rods amplia y profunda, 121, 122 Review and Herald, 38 Robinson, A T, 93, 95, 102, 108,201 Rock, Calvin, 170, 176 Russell, C P, 46 s Sibado, congresos sobre el, 36, 37 Santee, L D, 111 Second Advent Review and Sabbath Herald,38 Sentido comtin, 55, 56, 59, 144 Shaw, J L, 161 Sheafe, L C, 135-137, 164 Smith, Uriah (Urias), 66, 120 Snook, B F ,69,80 Spicer, W A, 139 Statement Refuting Changes Made by A T jones, 134, 135 Stephenson, J M, 46 Stockman, Levi, 34 Storrs, George, 25-27, 29, 33, 112,181 Surnmerbell, N ,18 T Testimonies to the Church Regarding Individual Responsibility and Christian Unity, 138, 139 Thompson, G Ralph, 172 Tiempo de esparcir (sembrar), 35 de recoger (cosechar), 35 Tribalismo eclesidstico, 162, 187 U Unidad en la diversidad, ideal, 140, 145,146,198,199 214 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comision? Unidad,relacionada con organizaci6n, 71,76 Uni6n Central Norteamericana, 159, 177 Uni6n de iglesias, 188, 189 Uni6n Vida y Adviento, 29 Uniones, concepto de, 96-102 como circunscripci6n de la Asociaci6n General, 179, 187 V Vi;yes de los esposos White al Este de EE UU, 41, 42, 44, 45, 64 W Waggoner, E J, encabeza un movimiento de descentralizaci6n radical (desorganizaci6n), 103, 104 clama por un individualismo radical en 1901, 120 lucha contra la constítuci6n de 1903,130 reprendido por Elena G de White por sus teorfas de organizaci6n, 105 sus teorfas de organizací6n relacionadas al pentecostalismo, 113 Waggoner, J H, 68 Washburn, J S, 161, 162 Waukon, Iowa, 50 White, Elena G de, clama por la descentralizaci6n, 103 deflende la unidad en la diversidad, 140, 198 expulsada junto a su familia de la Ig1esiaMetodista Episcopal, 33, 34 flexible ante futura reestructuraci6n, 196, 197 fUnciones y papel de la Asociaci6n General, 72, 73, 8388,139,140 nunca recomend6 una forma precisa de organizaci6n, 74 prepara el camino para la reorganizecí6n de 1901, 117, 118 refleXÍona sobre la reorganizaci6n de 1901,123 relaci6n con aspectos raciales, 163,164 reprende a E J Waggoner por sus ideas en organizaci6n eclesiastica, 105 su opini6n de "orden evangdlico ", 39, 40, 45, 59, 60, 73,74 tarda en aprobar la organizaci6n, 138,186 teme una exagerada centralizaci6n de la autoridad, 84, 86, 87, 92,97, 98, 105, 133, 139, 140, 153, 154, 198 White, J Edson, 163 White, James, 20, 34-36, 67, 71, 72 fUnciones y papel en la Asociaci6n General, 81-87 hermendutíca de, 47, 54-56, 6062, 74-77, 144 primer superintendente de ministros, 52 primeros movimientos hacia la organizací6n, 39-45 promueve el "orden evangdlico", 43-47, 53, 54 publicador, 38 puntos de vista sobre la organizaci6n eclesiAstica, 74, 75 White, W C, 108, 109 153 aliado de Daniells a comienzos de la ddcada de 1900, 127 la misi6n como base para reorganizaci6n, 108 uno de to lfderes de la reorganizaci6n de 1901,119-122 Wilcox, M C, 147, 201 Wílson, Neal, 176 Wínner, W L, 135-137 Word to the 'Tittle Flock", A, 35 y Youth's Instructor, The, 38,39 Las creencias adventistas al alcance de todos los n1fios La mejor herramienta en manos de los padres, de los pastores y de los educadores cristanos para llevar a los ninos a los pies de Jesus.