Subido por Sofia Bueno

delirio

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LA PRESENCIA DEL MACHISMO EN EL LIBRO DELIRIO DE LAURA
RESTREPO.
Lo más impactante en las novelas de Laura Restrepo es la forma de su literatura, presenta al
lector una combinación de ficción y realidad ya que en ellas compagina la militancia política con
sus actividades como escritora y periodista. Ha trabajado en la revista Cromos, en el diario La
Jornada y en la revista Proceso, estos últimos de México. En 1983 fue nombrada miembro de la
comisión negociadora de la paz entre el gobierno y el grupo guerrillero M-19. La obra de Laura
Restrepo es la fascinación por un mundo y por unos seres y sus circunstancias. Fascinación en el
acto de escuchar a personas dotadas de una extraordinaria capacidad de contar sus tragedias sin
patetismo.
Por lo tanto esta novela que fue galardonada con el Premio de Novela Alfaguara en 2004, el
jurado la calificó como “una obra completa... Un caleidoscopio de la sociedad moderna, centrado
en la realidad compleja y exasperada de Colombia" destaca las problemáticas más vividas en
Colombia, logra relatar la situación por la que pasa un país a finales del siglo XX a través de una
familia y de un personaje central (Agustina). El machismo, la hipocresía, la violencia doméstica,
la oligarquía y el mundo de los narcos son temas que, entre otros, son centrales en la novela.
Desde este panorama, el propósito de este trabajo es tocar una de las tantas problemáticas
vistas, como lo era el machismo en la novela Delirio de Laura Restrepo y demostrar cómo estos
hechos se asemejan a la realidad que día a día viven muchas mujeres en Colombia, a pesar que la
novela tiene aires del siglo XX, dicha problemática tiene azotada a este país en el siglo XXI.
Restrepo formula una crítica dura a la manera de pensar tradicional de las familias “decentes” de
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la clase alta colombiana, resaltando el deseo de guardar las apariencias a toda costa, mientras la
realidad muestra una conducta inmoral e incluso ilícita.
Con el siguiente fragmento Restrepo nos da una entrada a lo que sería una obra con historias
magistralmente contadas en un anacrónico relato que se funde en un final de redenciones y
reencuentros. “A pesar de la recomendación que hacía Henry James a los escritores de que no
pusieran a un loco como personaje central de una narración, porque según lo citara Gore Vidal
"al no ser el loco moralmente responsable, no habría verdadera historia que contar".
En esta novela con varios matices hay un personaje que se esconde tras la máscara de ser un
padre perfecto, Carlos Vicente Londoño, rudo he intolerante, el padre de agustina, se representa
como el poder de una familia casta pudiente bogotana que esconde muchos secretos. Entre los
secretos de esta familia está la infidelidad del padre con su cuñada Sofí, la presencia del
machismo y el comportamiento pasivo de las mujeres ante un marido infiel y violento, y como
sus hijos se ven dóciles y sumisos ante él.
Para agustina la relación con su padre Carlos Vicente es tensa también debido a su temor de
que él se vaya de su lado: “Creo que en eso se me fue la infancia, en hacer fuerza y acumular
poder para impedir que mi padre se fuera de casa”. Aunque también quiere que se vaya para que
su hermano menor “Bichi” no sufra más su tiranía. Y esta es una de las causas del delirio de
Agustina. El padre cierra bien la casa y la hija le dice sin palabras: “(…) tú eres el poder, tú eres
el poder verdadero y ante ti yo me doblego”. (Restrepo, 2004, p 125).
Agustina ama y teme a su padre sin embargo ella nunca dejo que su padre decidiera por ella;
Carlos Vicente nunca estuvo de acuerdo con la relación que mantenía con Aguilar (esposo de
agustina) debido a que este hombre tenía otra familia y era mucho mayor para ella y según la
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ética de los Londoño, el hombre debe ser la cabeza del hogar y respetar esta familia, no se veía
nada bien que la única hija de la prestigiosa familia de Bogotá estuviera con un hombre que no
estuviera a la misma clase social que ella.
Por su padre siente una adoración casi sublime, ella misma confiesa que cuando niña le
parecía que su padre brillaba en la oscuridad y que despedía un “(...) halo de limpieza, de
elegancia y de buen olor” (Restrepo, 2004, p 89). Junto a él Agustina no siente miedo de recorrer
la casa a oscuras porque, en palabras suyas, “(…) la luz que despide mi padre llega hasta los
rincones y dispersa el miedo” (Restrepo, 2004, p 90). Es él quien la protege de todas las
amenazas exteriores, resguardándola a ella y a la familia de cualquier mal que esté al asecho y
frente eso, “(…) la hija le dice sin palabras Tú eres el poder, tú eres el poder verdadero y ante ti
yo me doblego” (Restrepo, 2004, p 91).
La relación de Carlos Vicente con su hijo a quien llama “el Bichi” es de intolerancia, pues lo
considera indigno de su estirpe debido a que simboliza una postura “blanca”, limpia de la
influencia del narcotráfico. El Bichi es blanco, bello y afeminado, lo cual lo opone más a su
padre:
Para colmo el niño era de una belleza irresistible, si tu Agustina es linda, Aguilar, el Bichi lo
es todavía más, y en ese entonces irradiaba una especie de luz angelical que lo dejaba a uno
perplejo, pero eso no hacía sino agravar las cosas para su padre. (Restrepo, 2004, p 125).
Debido a esto el padre golpea a Bichi porque lo considera muy femenino y cree que los golpes
le devuelven su hombría. Ante esta situación y la apatía total de Eugenia, la madre, Agustina se
siente responsable de proteger a su hermano. Siente rabia por la debilidad del Bichi y por su
propia debilidad, que los hace incapaces de enfrentar a su padre. Y es por esta razón que Agustina
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crea todo un ritual que la convierte a ella y a su hermano en “todopoderosos”. Es un ritual secreto
en el que los dos saben que tienen el poder de destruir a Carlos Vicente Londoño, el padre,
porque han descubierto su punto débil, su infidelidad con la tía sofí.
“Otro rasgo de machismo es mostrar falta de emociones blandas y sentimientos y aun de
cierta ternura y amor hacia los familiares más cercanos, exceptuando la madre. Por otra parte
ningún macho debería estar temeroso de nada.” (Lewis, 1967).
El maltrato que este niño recibía era algo digno de un padre que no iba a tolerar un hijo
“maricon”. Para Carlos Vicente mantener el prestigio y buen nombre de su familia era lo
primordial, interpretar la homosexualidad como una ofensa personal debe ser una característica
ancestral de las familias de Bogotá o quizá ese sea el sello específico de su distinción. Para
Carlos Vicente su orgulloso más grande era tener hijos que fueran su espejismo en todos los
sentidos. Sin embargo su hijo mayor, Joaco. La tez morena de Joaco, como la de Carlos Vicente,
viene a ser, más que una marca de parecido entre padre e hijo, un símbolo de hombría y de
complicidad en los negocios. Al Joaco ser el primer hijo que nació de ese matrimonio el deseo
más grande para Carlos Vicente era que su primer primogénito llevara su nombre en honor a él.
“Desde este mismo enfoque se presentan unas características peculiares del machismo, el
macho, el "verdadero hombre" según la cultura. Hispana, debe tener ciertas características para
que se lo considere como tal y no como afeminado u hombre a medias. Por otro lado esta su
potencialidad sexual debe ser ejercitada de hecho en sus relaciones y conquista de mujeres. Y
mientras más mujeres, mejor.” (Lewis, 1967).
Dicho lo anterior cabe resaltar la situación de infidelidad que presenta la novela con la tía sofí
(su cuñada) la superioridad que este hombre sentía al tener a dos mujeres, saber conquistarlas
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sexualmente, tenerlas dóciles y sumisas ante él, alimentaba su ego, hombría, y poder día a día y
no solamente era la actitud de estos dos personajes, cuando se descubre dicha infidelidad Eugenia
(esposa) decide hacerse la “de la vista gorda” ,ella no acepta la realidad de que su familia se
desboroné y que su esposo le fue infiel simplemente por el hecho de no perder la unión de su
hogar y que su esposo continuara con ella, le temía a perderlo y a no sentirse respaldada, estaba
tan acostumbrada a él, que su apego era vital.
Tanto el hombre como la mujer creen firmemente en la superioridad del hombre en muchos
aspectos. (Stycos 1958). Los hombres pueden humillar y golpear a sus mujeres porque "para eso
son los maridos" (Lewis ,1959).La superioridad y la libertad sexual del hombre le dan ciertos
derechos que pertenecen a su "naturaleza" de macho. Se cree que los hombres tienen mayores
necesidades sexuales y por lo tanto las mujeres deben aceptar el hecho de que ellos tengan
muchas aventuras extramaritales (Stycos, 1958).
El ejercicio real de sus poderes sexuales por medio de su fertilidad, es decir, engendrando un
hijo tan pronto como sea posible. Por otra parte, el hombre desea demostrar que es capaz de tener
descendencia masculina y de criar, educar y sostener una familia; o sea de lograr una especie de
acomodo que confiere prestigio cuando se encuentran cerrados otros caminos para destacarse.
Como consecuencia del estado de sospecha y de hostilidad que reina entre marido y mujer,
parece acusarse la tendencia, de parte del hombre, a considerar el embarazo de aquélla y la
presencia de los hijos como una manera de tener a la mujer más segura en casa y, a veces, esto
tiene la significación de una actitud hostil o de venganza contra la compañera.
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Agustina ama a su padre, pero no entiende la violencia que éste ejerce contra su hermano ni la
frialdad de su trato hacia ella, su única hija. Sin embargo, el terror que más la agobia es que su
padre los abandone y por eso:
Mirando hacia atrás, dice, creo que se me fue la infancia, en hacer fuerza y acumular poder
para impedir que mi padre se fuera de casa […] casi siempre lo oye pelear con su madre y
amenazarla con las mismas palabras, que si tal cosa, me largo, que si tal otra me largo, y ante
todo Agustina no quiere que su padre se largue porque cuando está aquí y está alegre es lo mejor
del mundo… (Restrepo, 2004, p 88).
Ella lo idolatra “aunque a mí mucha atención no me presta porque sus favoritos son Joaco,
para mimarlo, y el Bichi para atormentarlo” (Restrepo, 2004, p 89). Agustina siempre había
deseado llamar la atención de su padre, lo había intentado todo, “había sido desobediente, grosera
o mala estudiante” (Restrepo, 2004, p 212) y si bien había recibido las reprimendas del caso, ella
sentía que lo hacía “desde una como ausencia” (Restrepo, 2004, Delirio 213), sólo hasta su
adolescencia, cuando fue invitada al cine por un muchacho logró captar la atención y el celo de
su padre. Es así como ella descubre la forma de sentir el afecto vigilante que siempre ha añorado
en su padre, es decir, a través de la prohibición de salir con este o con aquel muchacho,
prohibición que ella cumplía con gusto y por eso siempre los buscó nuevos para sentir el orgullo
de “ser el objeto del disgusto del padre” (Restrepo, 2004, p 215).
Adicionalmente, dentro del misticismo de Agustina existe un ser supremo, un ser objeto de
adoración y obediencia, representado por la figura del padre. Al igual que a un dios, Agustina
adora y teme a su padre, es él quien imparte su justo castigo cuando no se siguen sus designios.
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Esto se puede ver claramente en el texto cuando, en momentos de tensión, el padre es escrito con
mayúscula inicial, dando la sensación de que se refiere a un ser supremo:
Entonces llegó el día de la gran ira del Padre, dice Agustina, y el hermano menor era el chivo
expiatorio, Por su culpa, por su culpa, por su grandísima culpa está tirado en el suelo y sobre él
llueven las patadas del Padre, cuántas veces te lo advertí, mi dulce hermano pálido, mi niño
derrotado, que no contrariaras la voluntad del Padre, ¡Hable como un hombre!, te ordenó…
(Restrepo, 2004, p 249).
En la novela, se ve cómo el personaje de Carlos Vicente Londoño, el padre, es quien sustenta
el poder y quien ejerce toda su violencia contra los más débiles y/o contra aquellos que no siguen
su mandato. La indiferencia, que también viene a ser una forma de violencia, está representada
por los personajes de Eugenia y los demás miembros de la familia, quienes no actúan ante los
constantes acosos y maltratos que el padre ejerce contra el hijo menor. Agustina, es la única que
no es indiferente ante el hecho, sin embargo, toda la tensión recae sobre ella haciéndola más
vulnerable a desarrollar una enfermedad mental.
En concusión la situación de Agustina puede fácilmente compararse con la situación de una
sociedad en la que el machismo impera en todas las clases sociales. Al hombre de la casa no se le
puede permitir la más mínima muestra de debilidad, incluso las muestras de cariño son
consideradas cosas de mujeres o de hombres afeminados. A los hombres se les permite engañar y
mentir y la infidelidad de estos es aceptada por las mujeres, bien como norma o bien por el miedo
de ser agredidas. En la novela se ve claramente esta situación al interior de la familia de Agustina
y, más concretamente, en el papel del padre. El personaje de Carlos Vicente Londoño representa
la figura patriarcal dominante; es él quien ejerce toda su fuerza y poder sobre los más débiles,
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maltratándolos tanto física como mentalmente. La evidente homosexualidad del hijo menor
desata frecuentes ataques, los cuales se van haciendo cada vez más y más violentos. Su
infidelidad no sólo es tolerada y aceptada por la madre sino que es negada y ocultada ante los
demás para mantener las apariencias y no perder el soporte económico. Así mismo, la pasividad
de ella frente a los constantes maltratos se puede equiparar a la pasividad e indiferencia de toda
una sociedad que se ha acostumbrado a que la violencia sea el único medio que se puede usar
para dirimir conflicto.
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Referencias.
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https://www.redalyc.org/pdf/701/70100725.pdf
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