UN PUEBLO SANTO PARA JEHOVA Un nuevo tiempo, una nueva temporada se aproxima, una temporada de cosecha, pero para la cual deberemos estar preparados para discernir la hora, y para ser participes de un nuevo avivamiento. La palabra de Dios declara que somos pueblo suyo, pueblo adquirido, comprado por la sangre de Jesús, el cual por medio de su sacrificio nos ha santificado para ser Reyes y Sacerdotes, y es ese llamamiento con el que debemos cumplir como iglesia, el de ser Sacerdotes en nuestra familia, en nuestro barrio, en nuestro trabajo, en nuestra escuela y por cada lugar que anduviéramos. Así mismo, para cumplir correctamente con los planes y designios de Dios debemos llevar una vida conforme a sus estatutos y enseñanzas, tal pensamiento lo hayamos en los libros de la ley cuando Jehová instruye a su pueblo, revelándoles el plan divino para el cual fueron llamados, las bendiciones y maldiciones de la obediencia. Particularmente quiero hacer hincapié en el pasaje que se encuentra en el libro de Deuteronomio 7 verso del 6 al 8 y se titula UN PUEBLO SANTO PARA JEHOVA, “6Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. 7 No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; 8 sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto.” Un pueblo santo para Jehová, un pueblo que ha sido separado del resto, un pueblo que ha sido apartado, para un llamamiento de santidad, no por quienes somos o hayamos sido sino porque en su infinita gracia y misericordia él nos amó, nos tuvo de gran estima, vio en nosotros lo que nadie había visto. Ese pueblo apartado es lo que hoy llamamos su iglesia, su novia, no refiriéndome a un templo y edificio sino a los hijos e hijas que han sido apartados para vivir una vida en santidad. Apartado se define por diccionario a lo que se encuentra alejado o separado. Separados del resto. Seguramente muchos han intentando hablar alguna vez con alguien en alguna reunión multitudinaria, en una fiesta, en un lugar muy concurrido, y han experimentado lo difícil que es poder escuchar la voz de la otra persona. En medio del ruido, en medio del bullicio, es imposible oír a otra persona. Así también en medio de nuestras ocupaciones, de nuestras tareas, de nuestra rutina también nos es difícil oír la voz de Dios. Para poder tener una conversación clara y audible con alguien debemos apartarnos del ruido, de las interferencias de los entornos, de las voces de los demás. De la misma forma para oír la voz de Dios debemos apartarnos a un lugar de intimidad con su persona, lejos de la muchedumbre. Así como aquel día en que Jesús se encontraba atribulado, angustiado, o quizás desorientado, y necesito apartarse de la multitud, incluso de sus amigos, de su familia, para poder entrar en medio del huerto de los olivos, el cual casualmente es el símbolo de la paz, y hablar a solas con Dios, hablar cara a cara con su creador, con su Padre, en intimidad. De ese encuentro no salió como entro. Salió transformado, con su fe renovada, con su vista enfocada, con el espíritu vivificado. Muchos padres de la fe, han escuchado la voz de Dios, la voz del llamamiento, la voz de la corrección en lo aislado, en lo apartado. Abraham en el rio Éufrates, Moisés en la soledad del desierto desde una zarza ardiente, Gedeón en la quietud del campo, Pablo en la oscuridad de una ceguera. Así mismo, hoy nos toca vivir un tiempo de apartamiento, de separación del resto de la sociedad. Apartados de la rutina que destruye el amor, apartado de la cotidianidad de este mundo vertiginoso, apartado de los servicios eclesiásticos, los cuales a veces terminan convirtiéndose en una religiosidad para nosotros. Hoy volvemos a los tiempos de la fundación de la Iglesia de Jesucristo. Las reuniones hogareñas, las reuniones en intimidad, el altar familiar, la confraternidad entre hermanos en lo secreto, antes por cartas, o por medio digitales; Sin reunirnos en esos lugares físicos llamados iglesias, los cuales no aparecieron hasta mediados del año 300 después de Cristo. Hoy volvemos a las bases de la iglesia. Para una refundación de la Iglesia evangélica. Una Iglesia renovada, llena de su espíritu, un pueblo santificado. Tenemos el privilegio de vivir un tiempo nunca antes vivido por las iglesias desde su constitución. Hemos sido llevado a un tiempo de intimidad con Dios, para oír la voz de Dios como aquellos patriarcas de la Fe, para oír su llamamiento, sus propósitos, sus planes. Un tiempo en que su iglesia será saneada, limpiada, transformada, renovada, refundada. Seremos parte de una nueva historia de la iglesia. Una iglesia nacida de la intimidad, santa, preparada para toda nueva obra, sembrando en estos tiempos de reclusión semillas de Fe, semillas de oración, semillas de paciencia, de mansedumbre, de templanza, de benignidad, de amor, para lograr una cosecha exitosa en los tiempos venideros, para no quedar fuera del avivamiento que vendrá, para ser participantes del llamamiento celestial. Jesucristo anhela y esta buscado un pueblo santo, una novia preparada, responsable con sus depósitos de aceite llenos, para entrar el nuevo tiempo que nos espera. Dejemos de lado toda pereza, toda tibieza, enderecemos nuestros pasos como pueblo escogido, entremos en la intimidad de una relación con Cristo, en lo secreto, en nuestras recamaras, y el nos recompensara en público, la tierra vera la gloria de Dios, y la manifestación de los Hijos e Hijas de Dios. ¡Dios los bendiga! Oración Nuevo tiempo Por las familias Llamamiento santo La iglesia de Cristo Sanación de las naciones, de tu nación Tibieza espiritual Aprovechar esta hora Entrar al huerto como jesus y salir cambiados El tiempo esta cerca Una nueva temporada Buscadme y viviréis, clama a mi y yo respodere. Es la hora de un despertamiento Llamado de los hijos prodigos La tierra gime y aguarda