ABDIAS Introducción LUGARES Y PUEBLO La geografía y la historia juegan papeles importantes en esta profecía, con agudas hostilidades evidentes entre Israel y Edom, su vecino del sudeste. Estos malos sentimientos tenían raíces profundas. Esaú, el hijo mayor de Isaac y nieto de Abraham, se sintió engañado por Jacob, su hermano menor, al perder los privilegios que le correspondían como hijo mayor (Gén. 25:27– 34; 27:1–19, véase v. 41), aunque de acuerdo con el escritor de Hebreos, Esaú mismo fue el que hizo mal (Heb. 12:16). Aunque no exonera a Jacob, el episodio muestra que una persona pecaminosa aun puede recibir las bendiciones de Dios (cf.cf. Confer (lat.), compare Heb. 11:9, 21). Durante su vida ambos hermanos recibieron otros nombres; Esaú también fue conocido como “Edom” (Gén. 36:1, 9) y Jacob como “Israel” (Gén. 32:22–32). Esos nombres fueron adoptados por las naciones de las cuales los dos hombres fueron ancestros. El principio de esta animosidad entre estos dos hermanos continuó también entre las dos naciones. Después del éxodo de Egipto los edomitas no permitieron que los israelitas pasaran por su territorio en Transjordania (Núm. 20:14–21; Jue. 11:17, 18). Su propia conquista fue profetizada por Balaam (Núm. 24:18). El rey Saúl peleó contra Edom (1 Sam. 14:47), y David lo conquistó (2 Sam. 8:13, 14; 1 Rey. 11:15, 16). Salomón hizo lo que quiso en Edom (1 Rey. 9:26–28), aunque sin la aprobación de Edom (11:14–22). Durante el reinado de Josafat (siglo IX a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo), Edom, en una alianza militar, invadió Judá (2 Crón. 20:1, 2). Se rebelaron contra Joram, liberándose del yugo de Judá por unos cuarenta años, hasta finales del siglo (2 Rey. 8:20–22; 2 Crón. 21:8–10). (Ver mapa en la pág. 260.) A principios del siglo siguiente, Amasías de Judá recuperó Edom con mucho derramamiento de sangre (2 Rey. 14:7; 2 Crón. 25:11, 12), entrando a su territorio hasta Sela, la capital. Las cosas se invirtieron más tarde en ese siglo cuando Edom invadió Judá, cuando Acaz era rey (2 Crón. 28:17), tomando prisioneros de guerra y liberándose permanentemente del dominio de Judá. Edom se convirtió en vasallo de Asiria, y más tarde cayó bajo el dominio de Babilonia, aunque periódicamente consideró la rebelión (Jer. 27). Las fuentes bíblicas y extrabíblicas guardan relativo silencio respecto a las actividades de Edom durante el tiempo de la destrucción de Judá por los babilonios en 587 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo, pero 1 Esdras 4:45 echa sobre las espaldas de Edom la culpa por quemar el templo. Esto no ha sido confirmado en otro lugar (cf.cf. Confer (lat.), compare Lam. 4:21, 22). En el siglo sexto a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo, Edom mismo se estaba debilitando, según lo revelan fuentes arqueológicas. Los pueblos eran abandonados y los pobladores se mudaban (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Mac. 5:65). Los árabes obtu vieron el control de esta zona geográfica entre los siglos VI y IV a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo (cf.cf. Confer (lat.), compare Neh. 2:19; 4:7; 6:1). Los nabateos, en particular, desplazaron a los edomitas, forzando a algunos a internarse al sur de Judá, que llegó a ser conocida con el nombre helenizado de Idumea (1 Mac. 4:29), basado en “Edom”, que es hebreo. Este prolongado antagonismo entre Judá y Edom se hace evidente en Abdías, sirviendo como marco a la profecía. La geografía también juega un papel en la profecía. La ubicación de Edom al oriente del Jordán estaba entre los despeñaderos rocosos que se eleva ban sobre del mar Muerto. Petra, la famosa ciudad de piedra construida por los nabateos, es un modelo de las defensas naturales de las que Edom podía depender. Su inaccesibilidad a los ataques lo llevó a la arrogancia y a la seguridad egocéntrica de su propia invulnerabilidad, y esto finalmente lo llevó al derrumbe. ABDIAS Y SU LIBRO Abdías no es solamente el libro más corto del ATAT Antiguo Testamento, también tiene uno de los títulos más cortos, proveyendo poca información acerca de su autor. No se indican genealogía, lugar de nacimiento o de residencia. Solamente se nos dice que esta es “la visión de Abdías”. Hasta el nombre del profeta podría ser simplemente un título, puesto que su significado, “siervo de Jehovah”, a menudo se usa para describir a los profetas del ATAT Antiguo Testamento (p. ej.p. ej. Por ejemplo 1 Rey, 14:18). Sin embargo, el nombre propio “Abdías“no es raro en heb., de modo que no hay una razón imperiosa para negárselo al autor de esta corta profecía. Puesto que no tenemos más información provista explícitamente acerca de la identidad del autor, es difícil proveer una fecha exacta para las profecías. Cualquier sugerencia debe basarse sobre la evidencia del libro mismo (y véase la gráfica en la p. 656). Parecería que el trasfondo para la profecía es un ataque sobre Israel por Edom (10–14) pero, como lo muestra la breve visión panorámica de la historia de las relaciones entre las dos naciones, éste podría haber sido cualquiera de un número de ocasiones en la vida nacional de Israel. La referencia más probable de estos versículos en Abdías es la caída y destrucción de Jerusalén en 587 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo Este es el evento más claro en que Israel fue derrotado y saqueado (2 Rey. 25; 2 Crón. 36:17–21) y de la cual hay cuando menos alguna evidencia de la participación edomita (1 Esdras 4:45). Si esta reconstrucción es correcta, la profecía sería un cla mor de juicio sobre Edom por sus malas acciones contra Dios y su pueblo, y también un mensaje de esperanza de Dios, de que sus enemigos no quedarían sin castigo. Aunque es el más corto de los libros proféticos, con solamente 21 versículos, Abdías se divide en dos secciones relacionadas entre sí. El primer oráculo se dirige específicamente contra Edom y está formado por tres oráculos más pequeños: los peligros del orgullo (2–4), conducta traicionera (5–7), un juicio que se aproxima (8, 9), y una lista de razones para el castigo de Edom (10 15). El segundo oráculo más importante en el libro describe cómo la suerte se vuelve en contra de las naciones que se opusieron a Judá (15–18), y la restauración final de su reino (19–21). Los dos oráculos se unifican al compartir términos clave tales como “día” (8, 11–15), Jehovah como el que habla y como actor (1, 4, 8, 15, 18, 21) y el concepto del monte, el de Dios (Sion, vv. 17, 21) que finalmente gana superioridad sobre aquellos en los que los edomitas ponían tanta confianza (8, 9, 19, 21). El concepto teológico de “ojo por ojo” también une el breve libro, ocurriendo cuando menos cinco veces: el orgulloso será humillado (2, 3), los observadores pasivos del pillaje sufrirán ellos mismos ese destino (5 9, 11–14); dado que los sobrevivientes del ataque fueron perseguidos, Edom no tendrá sobrevivientes propios (14, 18); y los que desahuciaron a otros enfrentarán el desahucio (7, 14, 19). El concepto es declarado explícitamente en el v. 15, que es transicional. BOSQUEJO DEL CONTENIDO 1a Título 1b-15 Edom: prototipo de los enemigos de Dios 1b-9 Condena inminente 10-15 Las malas acciones de Edom 15-21 Israel y las naciones: juicio y liberación 15-18 La suerte se vuelve en contra de los enemigos de Israel 19-21 La restauración de Israel Comentario 1A TITULO Al principio se identifican el tipo de literatura y su escritor humano. La revelación viene a través de Abdías en una visión. Aquí se muestra un uso de la palabra más amplio que simplemente revelación visual (véase Isa, 29:7; Eze. 12:27), puesto que aquí tiene que ver con comunicación hablada (véase Isa. 1:1; Nah. 1:1). Visión no implica la palabra ordinaria para ver, de modo que lo que aquí se concede es una percepción extraordinaria a aquel cuyo nombre significa “siervo de Jehovah”, sugiriendo ya la fuente final del mensaje. 1B-15 EDOM: PROTOTIPO DE LOS ENEMIGOS DE DIOS 1b-9 Condena inminente 1b Introduccioón. El autor del mensaje de Abdías, y el que le daba autoridad, es el Señor Jehovah, que se introduce en una fórmula de informe típica (cf.cf. Confer (lat.), compare Eze. 2:4; el título se usa 432 veces para Dios). El Señor es soberano no solamente sobre Israel, sino también sobre todas las naciones, incluyendo a Edom. Jehovah, el nombre personal y del pacto de Dios (Señor), recuerda al pueblo de Dios sus promesas del pacto para ellos, incluyendo la de la tierra en la que morarían (Gén. 12:1; 15:7). Ellos necesitaban especialmente este recordatorio en este tiempo del exilio, por haber sido sometidos recién a serias pérdidas nacionales (10–14; cf.cf. Confer (lat.), compare 19–21). El asunto de este oráculo particular es Edom, el viejo enemigo de Israel (véase la Introducción). Situado en el flanco sudoeste de Israel, Edom no era un extraño para la profecía israelita (véase Isa. 34; 63:1–6; Jer. 49:7–22; Eze. 25:12–14; 35; Amós 1:11, 12; Mal. 1:2–5). En lugar del oráculo esperado de Jehovah, inme-diatamente después de la fórmula del informe, se da información adicional. Esto tiene que ver con un mensaje previo acerca de Edom, que también es apropiado para la situación actual, o con otro mensaje que es comunicado al mismo tiempo que el oráculo de Abdías, solamente que éste es a las na ciones. La sugerencia anterior es sostenida por las numerosas similitudes en el contenido, si no en el orden estructural, entre estos versículos y otro mensaje concerniente a Edom en Jer. 49:7–16. Abdías pudo haber estado refiriéndose a este mensaje de Jeremías del que él sabía, ya fuera por haberlo escuchado en Jerusalén, o por fama. Sin embargo, esto no se puede probar por causa de la dificultad en fijar fechas con exactitud al ministerio de Abdías, y por no poder así establecer las fechas relativas de los dos profetas. El mensaje aparentemente tiene que ver con un mensajero que había sido mandado por Jehovah para instruir a todos los pueblos en derredor para unirse al confrontar a Edom en batalla. Como se verá, Israel, Jehovah y las naciones circunvecinas todos toman parte en su derrota. 2-4 Los peligros del orgullo. El oráculo de Jehovah empieza ahora. Aunque se dirige a Edom como “tú”, es improbable que los edomitas hayan sido realmente confrontados por el profeta de Jehovah. En la mayoría de las profecías contra naciones extranjeras, el profeta hablaba al pueblo de Dios para darles valor, ya que sus enemigos serían derrotados, o para advertirles, puesto que podrían esperar el mismo fin si no seguían sinceramente a su Señor del pacto. Edom, especialmente orgulloso de su posición geográfica aparentemente inexpugnable entre las rocas y despeñaderos de Transjordania, sería humillado. Aunque los edomitas se jactaban en sus corazones llenos de orgullo propio, serían empequeñecidos y menospreciados; habiéndolos engañado sus corazones así como Eva fue engañada y finalmente juzgada en el huerto de Edén (Gén. 3:13). La peña puede traducirse sencillamente co mo “Sela”, la capital edomita (véase la Introducción). El orgullo jactancioso de Edom lo hacía considerar su seguridad hasta como la de las águilas que se remontan, o como la de las estrellas distantes. Los edomitas se habían olvidado de que había otras cosas que temer además del asalto militar de fuerzas terrestres. Serían enfrentados y finalmente derrotados por Dios mismo, el Hacedor del cielo y de la tierra, contra el que ninguna fortaleza de piedra era protección. De sus alturas él los haría descender, y de eso podían estar seguros, puesto que el mismo Jehovah lo declaraba. La arrogancia es una falta en el pueblo de Dios así como lo era en Edom. Ellos habían olvidado su vulnerabilidad a su mirada escrutadora en su arrogancia por su “seguridad” en las colinas. La iglesia también debe vivir no solamente consciente del mundo desdeñoso y constantemente vigilante, sino también consciente de que ni los vicios ni las riñas más secretas pueden ser escondidas de Dios. Edom aprendió una lección que todos nosotros necesitamos tener en mente, ya sea como individuos o como naciones. Es mucho más beneficioso para nosotros y para el reino de Dios el ayudar a algunos cuando están abajo que burlarse o atacarlos en su enfermedad. Tal desprecio es contrario al deseo de Dios de que cuidemos a los oprimidos. También es contrario al buen sentido, puesto que los que están abajo todavía pueden levantarse y tener la última palabra, como lo hizo Judá, que triunfó bajo el gobierno de su Dios. 5–7 Conducta traicionera. 5, 6 El autor vuelve a sus oyentes a su experiencia cotidiana, después de las figuras de los últimos versículos. Ellos se preocupaban solamente de ladrones y asaltantes que venían subrepticiamente a saquear y destruir. Esos criminales que solamente eran capaces de robar lo que podían llevarse con ellos, son comparados a vendimiadores, a los que la ley les requería (Deut. 24:21) que dejaran algo de la co secha para los pobres. Por comparación, el pillaje y saqueo de Edom será aun más devastador. Esaú, el padre de los edomitas (Gén. 36:1, 9), cuyo nombre se usa en ocasiones para identificar al pueblo, verá que hasta sus tesoros escondidos le son llevados; nada quedará. 7 Edom, al que enfáticamente se le habla de “tú” seis veces en este versículo, se verá traicionado aun por sus aliados y confidentes, llamados “hombres de paz” en heb. Otro grupo paralelo de antiguos compinches es identificado en heb. solamente como “tu pan”, probablemente para que se entienda como [los que comían de] tu pan (véase Sal. 41:9, donde esta frase aparece en paralelo a “hombres de paz”, traducido como “amigo íntimo” por la RVARVA Reina-Valera Actualizada). Puesto que comer juntos después de ratificar una relación de pacto era usual en Israel (Gén. 31:54; Exo. 24:11; cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Cor. 11:23–26), éstos eran aparentemente socios de pacto que habían renunciado a su relación. Esta trampa puesta por sus antiguos amigos tomará tan de sorpresa a Edom que ni siquiera la discerniría o detectaría. 8, 9 El juicio inminente. Edom perdería todo el apoyo humano que tenía: sus sabios, que eran bien conocidos (Elifaz, el consejero de Job, era de Temán, Job. 2:11; Jer. 49:7; cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Rey. 4:30), y también su ejército. Esos poderes, supuestamente intrépidos, serán destrozados y enfrentarán la destrucción. Esto culmina la progresión de las pérdidas de cosas materiales (5, 6), pasando por el consejo y el entendimiento (7, 8), hasta la capacidad militar (9). Todas las estructuras de la sociedad caerán. 10-15 Las malas acciones de Edom Con una forma estructural relativamente regular, y una constante y creciente violencia y brutal empeño en hacer daño a Israel, Edom es condenado con gran vehemencia emocional. 10–11 La inesperada inclusión de violencia y hermano resalta la impresionante traición de Edom contra Israel, aquí llamada Jacob (cf.cf. Confer (lat.), compare Núm. 20:14; Deut. 23:7; Amós 1:11). Este es un recordatorio del conflicto previo de Esaú con su hermano de sangre (Gén. 25:19–34; 27:1–28:9; 33), un conflicto continuado por sus descendientes. Esta vergonzosa violencia se detalla en los siguientes versículos. La primera etapa fue la de observar pasivamente el saqueo que hacían los enemigos. Aunque Edom podía decir: “Nosotros no hicimos esto. Más bien fueron sus enemigos, extraños … extranjeros”, pues to que ellos no ayudaron, se comportaron como uno de ellos. 12–14 La oposición a Israel se volvió más dolorosa y crecientemente directa. De observación pasiva, Edom avanzó a “refocilarse” o alegrarse por los problemas de Judá, entrando hasta la misma puerta (cf.cf. Confer (lat.), compare Lam. 4:12, 13) para ver más de cerca, y luego hasta saqueando sus posesiones abandonadas. Finalmente, se rebajaron a atacar a los refugiados de Judá (2 Rey. 25:4, 5) entregando a los ya oprimidos sobrevivientes a sus opresores. Por haber destrozado a los indefensos, ellos sufrirían la misma suerte (9 10), y serían dejados sin sobrevivientes (18). 15 Este versículo es el puente entre las dos secciones del libro, que une el oráculo más particular contra Edom (2–15) con el más general relativo a Israel y las naciones (16–21; véase la Introducción). El día de Jehovah es la meta final hacia la que se dirige la historia. En él, Dios castigará a los que se le oponen y traerá alivio a su propio pueblo. Israel entendió estar incluido en la última categoría, pero encontró que más bien estaba en la primera, debido a su rebelión y rompimiento del pacto (Joel 1:15; 3:14; Amós 5:18–24). El estará entre las naciones castigadas (Deut. 32:35, 36; Zac. 14:1–3), aquí ejemplificada por Edom. Edom será castigado en maneras relacionadas con sus propias malas acciones, un ejemplo de “ojo por ojo” o, más técnicamente, de lex talionis (cf.cf. Confer (lat.), compare Lev. 24:19; Jer. 50:15, 29). La justicia de Dios está siendo vindicada al no dejar sin castigo al culpable. 15-21 ISRAEL Y LAS NACIONES: JUICIO Y LIBERACION 15-18 La suerte se vuelve en contra de los enemigos de Israel 15, 16 Edom, al que todavía se le habla de “tú” (cf.cf. Confer (lat.), compare v. 7), es el ejemplo principal de todas las naciones que también serán juzgadas. En lugar de regocijarse por la caída de Israel por la juerga alcoholizada en Jerusalén, el santo monte de Dios, ellos ahora beberán totalmente la copa de la ira de Dios (cf.cf. Confer (lat.), compare Isa. 51:17; Jer. 25; Hab. 2:15, 16; Mar. 14:36). Su ruina completa les dejará como si nunca hubiesen existido. 17 Pero, en contraste no solamente para Edom (1–15) sino también para las naciones (16), en el monte Sion, el “santo monte” de Dios (16), habrá libertados en lugar de fugitivos (14). (Este es un juego de palabras, ya que la raíz heb. es la misma para las dos palabras.) La gracia final de Dios para su pueblo se muestra por su restauración final a sus posesiones del pacto, la tierra prometida, una promesa que fue suspendida debido al pecado de ellos (cf.cf. Confer (lat.), compare Deut. 30). Esta cláusula de liberación, la misma palabra de Dios, se cita en Joel 2:32, lo que sugiere que Abdías fue anterior a Joel. Aquí se reviven dos aspectos del pacto davídico: la presencia de Dios en su lugar santo, y la presencia del pueblo en la persona de un remanente en la tierra prometida. 18 Edom, identificado como la casa de Esaú, se había propuesto destruir a Israel, o cuando menos beneficiarse de su caída (10–14). Será destruido por el fuego de la ira de Dios (cf.cf. Confer (lat.), compare Sal. 18:8; Amós 5:6) por medio de su pueblo, identificado como la casa de Jacob (ya fuera toda la nación de Israel [cf.cf. Confer (lat.), compare Sal. 22:23], o solamente Judá en el sur) y la casa de José (la coalición de diez tribus; cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Rey. 11:28; Amós 5:6). De esta manera, toda la nación de doce tribus sería finalmente restaurada, para detrimento de los que la habían perseguido (cf.cf. Confer (lat.), compare Eze. 37:15–28). La nación que traicionó a los fugitivos de Israel (14; cf.cf. Confer (lat.), compare v. 17) quedaría ella misma sin sobreviviente (cf.cf. Confer (lat.), compare Lam. 2:22). Por el contrario, los pocos israelitas restantes, el remanente, resurgirían como una nación, mientras que para Edom la destrucción sería total. La garantía de estas palabras se muestra porque Jehovah lo ha dicho. 19-21 La restauración de Israel Los siguientes tres versículos son prosa, no poesía como los oráculos anteriores. Algunos han sugerido, en base a este cambio, que esos versículos fueron añadidos posteriormente por otra persona. Sin embargo, el argumento para esto no es convincente, puesto que todos los escritores, antiguos o contemporáneos, son capaces de escribir en más de un estilo. El cambio entre formas literarias no prueba la paternidad literaria múltiple. El hebreo en esta sección es obscuro en varios puntos, pero el mensaje general se capta. 19 Este versículo y el siguiente tienen que ver con la ocupación territorial. Israel ahora puede tomar su “posesión” (17). El Néguev, el desierto al sur de Beerseba, es la ubicación de la gente que parece haber despojado a los edomitas. Esto podría haber incluido a algunos de sus residentes moviéndose a Transjordania, la patria de los edomitas (la región montañosa de Esaú), pero tenemos poca evidencia de esto. Más probablemente, este versículo se refiere a los israelitas retrocediendo a la zona de Judá usurpada por Edom cuando perdieron su territorio ante los árabes nabateos en los siglos sexto a cuarto a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo (véase la Introducción). La Sefela o las tierras bajas entre la costa del mar y las tierras altas es identificada por sus habitantes más famosos, los filisteos, que también perderán su tierra. Israel obtuvo el control de esta zona bajo los Macabeos (1 Macabeos 10:84–89; 11:60–62), como también de Samaria, la antigua capital del reino norteño de Israel (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Rey. 16:24; 21:1), bajo Juan Hircano en 106 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo (Ant. 13:5.2, 3). La zona en derredor de Samaria (llamada los campos de Efraín, la principal tribu del norte) llegó a ser controlada por Judá ya para 153 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo (1 Macabeos 10:38). Más incierto es el significado de Benjamín, una pequeña tribu del sur, que poseía Galaad, situada directamente a su oriente en Transjordania. Esta zona también cayó ante los macabeos en 164 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo (1 Macabeos 5:9–54). 20 Es difícil entender este versículo por causa de su hebreo obscuro. Esta situación es auxiliada, sin embargo, por el paralelismo de las dos mitades del versículo. Esta parece incluir dos grupos de cautivos de los hijos de Israel. El segundo grupo, los de Jerusalén, son los que fueron llevados a Babilonia en 587 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo Ellos están actualmente en Sefarad, pero regresarán a poseer de nuevo su tie rra del sur. El lugar de su exilio no es claro, con sugerencias que van desde España hasta Asia Menor. Un lugar en Media, Saparda, mencionada en una inscripción de Saigón II, el rey asirio (a finales del siglo octavo a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo), se ajusta bien a la situación histórica del exilio. La otra tropa de cautivos es probable que pertenezca a Israel, la nación del norte, que cayó ante Asiria en 722 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo En vez de tropa una versión sugiere leer “Halah”, un cambio en el heb. que consiste en el reordenamiento de una sola letra. Este lugar en Asiria era el hogar de algunos exiliados del norte (cf.cf. Confer (lat.), compare 2 Rey. 17:6; 18:11; 1 Crón. 5:26). Ellos regresarán a su te rritorio original y más allá, hasta Sarepta, un pueblo costero al norte de Israel, entre Tiro y Sidón (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Rey. 17:9). En el día final del Señor toda la nación de Israel, desde lo último del sur hasta lo último del norte, será restaurada, hasta sobrepasar el territorio que tenía durante la monarquía. 21 Victoriosos (lit.lit. Literalmente “salvadores”), unos que traen salvación (Neh. 9:27), que vendrán a Jerusalén (monte Sion), desde donde gobernarán sobre las otras montañas de esta profecía, la región montañosa de Esaú (eso es, Edom). Esto será un indicio para el mundo de quién es el rey verdadero y universal. El no es otro que Jehovah, el que es “Rey de reyes y Señor de señores”, que ha reinado, que reina y que “reinará por los siglos de los siglos” (Apoc. 11:15; cf.cf. Confer (lat.), compare Sal. 22:28; 47:7–9). La importancia y la autoridad de Dios se muestra por el uso de su nombre para sostener el libro (1, 21), y porque es verdaderamente soberano, no solamente sobre Edom, sino sobre todas las naciones de la tierra. David W. Baker