Subido por Pamela Cardenas

Guía brujas

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“Instrucciones para descubrir a una bruja”,
de Jorge Accame
“Si ustedes alguna vez quieren descubrir a una bruja, les aconsejo tener en cuenta
lo siguiente:
Yo trabajo de boyero, es decir que soy el chico que lleva a las vacas a pastar y las
junta al atardecer.
Una noche, volvía al rancho después de una larga jornada. Mi mamá me esperaba
con la cena lista.
Iba cruzando el bosque de nogales y, ya cerca del río, me salió al paso un
atajacaminos que chocó contra mi cabeza. Sentí en la cara una pelusa húmeda y
asquerosa.
Eso debería haberme bastado para tomar por otra senda, porque el atajacaminos
es un pájaro que además de tener esa humedad asquerosienta de pelusa, es de mal
agüero.
Estaba por reanudar la marcha, cuando escuché un murmullo de hojarasca algunos
metros más abajo. Me puse en cuclillas y entre las sombras vi a una muchacha
joven que daba vueltas alrededor de un gran lapacho.
Si ustedes se encuentran en una circunstancia parecida, yo les sugiero que salgan
corriendo. Es decir, deberían haber salido corriendo un rato antes, en cuanto
sintieron en su piel esa asquerosidad pelusienta y húmeda del atajacaminos. Pero
en fin, si son medio salames y han decidido quedarse y hacerse los héroes como yo,
aquí van las instrucciones:
Atención: Muchacha joven dando vueltas alrededor de un lapacho o cualquier otro
árbol en el monte puede estar indicando que se hallan en presencia de una bruja.
Por lo tanto, hay que ocultarse y esperar hasta que se defina la situación.
Eso hice: me escondí entre los pastizales y escuché el crujido de mis propias
vértebras que se me ponían de punta, como el lomo de un perro.
La muchacha se recostó sobre la arena y se pasó en el cuello una especie de grasa
con las manos. Esto es casi la confirmación de que se trata de una bruja. ¿Quién si
no va a estar untándose grasa en medio del monte a esas horas de la noche? Peor:
la cabeza se desprendió del cuerpo. Se elevó sola unos metros y luego se alejó
volando, seguida por su larga y oscura cabellera que flameaba como una anguila
bajo el mar. En este punto ustedes deben decirse: basta para mí. Primero una
atajacaminos, después muchacha joven dando vueltas alrededor de un árbol, de
pronto untamiento de grasa en el cuello y por fin cabeza se separa y sale volando.
Es definitivamente una bruja. Si no salen volando ustedes también, es que les falta
un tornillo. Ese me falta a mí, porque en vez de huir gritando como un chancho, fui
hacia el cuerpo y me quedé mirándolo. Con mucho esfuerzo lo di vuelta, para que la
cabeza se colocara al revés cuando regresara. Si la bruja vivía en el pueblo, al otro
día todos podríamos reconocerla fácilmente porque tendría la cucuza mal puesta.
Eso deben hacer ustedes en un caso similar. Pero yo insisto en que lo mejor es
cortar la aventura en cuanto los choque el atajacaminos.
Si han llegado hasta aquí, aún queda algo. Yo corrí, tropezando con piedras y raíces
de árboles, en la misma dirección de la cabeza.
La encontré un poco más adelante, revoloteando sobre las aguas del río.
Corté de una tusca la rama más espinosa y larga. Me aproximé sigilosamente y le
enredé en ella los cabellos. La cabeza se vio prisionera y comenzó a chillar y a
insultarme, pero yo saqué mi cuchillo de monte y le marqué la frente de un
planazo. Esto se lleva a cabo para mayor seguridad: supongamos que al día
siguiente la bruja, quien anda con la cabeza dada vuelta, se pone una túnica larga
que le tape los pies y se las ingenia para caminar hacia atrás, sonriendo, fingiendo
que no pasa nada…¿Cómo nos arreglamos para reconocerla?
Sencillo: por la cicatriz en la frente que hemos tenido la precaución de marcarle.
Repasemos hasta aquí: ustedes son boyeros, vuelven a sus casas por el monte, los
choca un atajacaminos, oyen murmullos, descubren muchacha girando en torno a
un árbol, muchacha se unta cuello con grasa, cuello se corta, cabeza sale volando,
ustedes siguen cabeza, enredan pelo con rama, cabeza empieza a insultarlos,
ustedes no le contestan, marcan frente con cuchillo de monte que siempre llevan a
la cintura. Y listo. Hay que esperar hasta la mañana para ver los resultados.
Ahora, si han llegado hasta el final, hagan lo que yo hice y lo que desde el principio
tenemos ganas de hacer todos: peguen un buen grito y escápense lo más rápido
que puedan.”
Bruja, de Pablo Bernasconi
Este texto fue publicado junto con otros 14 recopilados por Ema Wolf en la
maravillosa antología “15 de brujas”, Editorial Sudamericana, 1ra. edición año
2000 en Bs. As.
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