Subido por Juan Campagne

Compromiso ecosocial y FpN

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Compromiso ecosocial y FpN:
La sociedad de consumo y la publicidad en un Cinefórum.
Juan B. Campagne Aguilera ([email protected])
Profesor de primaria en el colegio Marista Castilla de Palencia, España.
Resumen
Este artículo narra una experiencia deliberativa realizada con niños de 5º y 6º de educación primaria
durante la celebración de una “Semana cultural” dedicada al medioambiente. Siguiendo la
metodología de Filosofía para Niños (FpN) se realizó un cinefórum sobre el documental “Comprar,
tirar, comprar (…)” de Cosima Dannoritzer, y un posterior debate sobre las consecuencias para el
medioambiente de la obsolescencia programada y la sociedad de consumo.
Se intercaló el análisis de los anuncios publicitarios y su intención persuasiva. Como producto final
o colofón de la “Semana cultural” los alumnos prepararon un “contra-anuncio” publicitario.
Summary
This article narrates an inquiry experience done with fifth and sixth primary children during the
celebration of the cultural week dedicated to the environment based on the methodology about
philosophy for children, a cinephorum took place about the documentary «To Buy, To Throw
Away, To Buy; the Secret History of Planned Obsolescence» by Cosima Dannoritzer. Along with
it a debate about the consequences for the environment of the planned obsolescence and the society
of consumerism.
All throughout that cultural week the analysts of advertisements and announcements were included
and also their persuasive intention.
To conclude, the cultural week ended up with the pupils, preparing a double-sided publicity.
Conceptos clave presentes en el documental: sociedad de consumo; obsolescencia programada;
investigación ética vs. instrucción moral; educación ecosocial; contra-publicidad; economía de
crecimiento y decrecimiento.
Key concepts in the documentary: society of consumerism, planned obsolescence, ethical inquiry
and moral instruction; eco-social education; double-sided publicity; growth and degrowth
economy.
Introducción:
“No hace falta irse muy lejos: por la sequía, a mi pueblo llega el agua en camiones cisterna. Mi abuelo
dice que esto nunca ha pasado.”
Víctor, alumno de 6º de primaria.
“(…) el cambio climático es una batalla entre el capitalismo y el planeta (…) y el capitalismo la está
ganando: (…) tenemos que pensar de manera distinta.”
Naomi Klein, del libro “Esto lo cambia todo”.
En 1993 durante un seminario llevado a cabo con motivo de la conferencia internacional del
I.C.P.I.C en Madrid, Laurance Splitter, una referencia en temas de ecología y FpN afirmaba que el
cuidado y el interés por el medio ambiente podían no ser algo exclusivo de nuestra época, pero nos
sugerían un sentimiento de urgencia y una dimensión de complejidad que seguramente no tenían
(ni tienen) precedentes. Entonces como ahora, resultaba difícil encontrar un rincón de la Tierra en
el que no existen conflictos acerca de las políticas que hay que adoptar en relación con la
conservación de los recursos naturales, así como con la preservación de muchos aspectos de la
naturaleza que están amenazados de muerte por la industrialización y el crecimiento de la población
(Splitter, 1998a, pag.168 Me refiero a Splitter en todos los pasajes en los que lo cito por uno de los
capítulos que escribió en García Moriyón, F. (1998). «Crecimiento moral y Filosofía para niños».
Bilbao: Ediciones Descleé de Brouwer, S.A.)
A diferencia de lo que ocurría hace escasos años, estamos comenzando a dejar atrás la época en la
que se miraba a quienes proponían la preservación de las selvas por ser pulmones de la Tierra como
a desaprensivos que amenazaban el medio de vida de los granjeros y los madereros, así como se
miraba, por ejemplo, a los que deseaban proteger a las ballenas por ser valiosas en sí mismos como
una amenaza para los pescadores cuyo medio de vida depende del bacalao que consumen esas
ballenas (Splitter, 1998b, pág.168).
El tema ha ido ganado espacio en los medios de comunicación. Varios periódicos le dedican desde
hace un tiempo secciones especiales. En este sentido se expresan especialistas como el biólogo e
investigador Fernando Valladares (2017), que aseguraba recientemente a “Cambio climático: El
planeta atormentado”, revista monográfica publicada en eldiario.es: “Nos encontramos en el
momento más peligroso de la historia de la humanidad. La renacida amenaza nuclear y el cambio
climático han hecho que el llamado reloj del apocalipsis esté más cerca que nunca del temido
momento”.
Con este mismo carácter de inminencia, partidarios de los movimientos por la antiglobalización y
el decrecimiento como Carlos Taibo, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma
de Madrid, han comenzado a hablar del término “Colapso” para referirse a un proceso causado por
la crisis ecológica y el agotamiento de las materias primas que, según el autor, traerá consecuencias
irreversibles y delicadas, en muchas relaciones y profundas alteraciones en lo que se refiere a la
satisfacción de las necesidades básicas en primer término, más las consabidas propias del
calentamiento global, como son una subida del nivel del mar, la extensión de la deforestación y la
desertización y, en consecuencia, problemas crecientes en el despliegue de la agricultura y la
ganadería. Autores como Taibo y otros analistas denominados “peakoilers” advierten de una crisis
demográfica, una delicadísima situación social, la expansión de enfermedades y la quiebra de
muchos estados como consecuencias que acompañen al “Colapso”. “Muchos analistas”, señala
Taibo a kaosenlared.net, “fijan el momento del ‘Colapso’ a los años que separan 2020 y 2050”; es
decir, a la vuelta de la esquina.
Nuestros alumnos, que estaban acostumbrados hasta ahora a saber de estos efectos por los libros
de texto o por los medios de comunicación, comienzan a ser testigos de la proximidad del problema.
En la micro-realidad de un aula en una ciudad de provincias como Palencia escuchamos la
preocupación de los alumnos por esta última y severa sequía cuyas consecuencias todavía
padecemos. Nos llega la campaña de la Diputación para reclamar un “uso responsable del agua que
pueda mitigar los efectos y garantizar el consumo humano”. La falta de lluvias ha afectado, además,
al bolsillo de buena parte de nuestra población que depende de las cosechas. Hay agricultores
locales -padres de alumnos nuestros, en muchos casos- que han visto sus tierras convertidas en
secarrales durante la campaña de 2017 y el 80% de su cereal dañado por la escasez de agua.
1. Profesores y alumnos ante la crisis medioambiental.
“(…) los niños no nacen obsesionados por la velocidad y la productividad, sino que somos nosotros
quienes hacemos que sean así. (…). Los publicistas los estimulan a que se conviertan antes en
consumidores (…). Las escuelas les enseñan a regirse por el reloj y a emplear el tiempo de la manera más
eficaz posible.”
Carl Honoré, del libro “Elogio de la lentitud”.
Ante panoramas como el actual, los niños acaban siendo cómplices, e inmediatas víctimas. Los
vasos de plástico no biodegradables que arrojan a la basura contribuyen a formar las montañas de
desperdicios, cuya gestión se ha convertido en un problema para el que nadie conoce respuesta
(Splitter, 1998c, pág. 170). Al mismo tiempo que van y vienen en coches que generan en nuestras
ciudades problemas de congestión y polución sobre los que hay cada vez más quejas.
En paralelo con lo anterior, los docentes nos encontramos con la paradoja de la sobrecarga de
contenidos medioambientales (Splitter, 1998d, pág.170). La problemática del medio es
contemplada en los currículums de nuestras leyes, las editoriales se esmeran por incluir referencias
en libros de texto que dejen evidencias del problema ecológico apelando por ejemplo, a las
competencias clave y a las inteligencias múltiples.
Además de tener que tratar una masa de información importante, los educadores estamos aceptando
más de lo que en justicia nos corresponde al asumir (Splitter, 1998e, pág.170) que debemos afrontar
o incluso resolver las numerosas cuestiones ideológicas y éticas que nos plantea el asunto del
medioambiente antes de presentárselo a los niños. Por otra parte, este proceder que se supone
correcto nos devuelve a un viejo modelo de educación en el que las respuestas a las cuestiones
importantes son aprendidas por los niños, pero decididas por los adultos.
2. La “comunidad de investigación”: Un aporte desde FpN a la educación ecosocial
“¿Te gustaría vivir de modo que contribuyeras a que el mundo fuera mejor? ¿Podrías ser feliz si no
pudieras entender nada de lo que te pasa? ¿Te importaría vivir de forma que le pareciera mal a los
demás, pero que te pareciera bien a ti?”
Mathew Lipman y otros. Manual del profesor de Investigación ética, Lisa.
El principal referente de FpN, Matthew Lipman, llamaba a los educadores a “convertir la clase en
una comunidad de investigación, en la que los estudiantes se escuchan los unos a los otros con
respeto, construyen sus ideas sobre las de los demás, se retan (…) para reforzar argumentos de
opiniones poco fundadas, se ayudan en los procesos inferenciales a partir de lo que se afirma y
buscan identificar los supuestos ajenos”. Lipman se remite a Sócrates como el principal responsable
de una nueva orientación de la filosofía donde es entendida como investigación dialógica, siempre
desde un pensamiento riguroso. Para ambos, iniciar al diálogo es también explorar posibilidades,
descubrir alternativas y admitir otros puntos de vista (Pomar, 2001, pág. 30)
Más o menos en paralelo con el inicio de la FpN en los EEUU, se realizaba la reunión de Naciones
Unidas de 1972, en Estocolmo, evento que algunos autores consideran como el punto de partida
del tratamiento de las problemáticas medioambientales. Desde este punto, contamos ya con más de
40 años de instalación del tema en ámbitos políticos y académicos.
En este tiempo la bibliografía sobre educación ambiental ha crecido de manera impresionante.
Existen actualmente diversas iniciativas que proponen una verdadera revolución pedagógica ante
los retos globales que configuran nuestro tiempo, desde el cambio climático hasta toda clase de
malestares y conflictos sociales. Por ejemplo, el Worldwacht Institute y su principal publicación,
“La situación del mundo”, desarrolla, además, soluciones innovadoras a problemas de difícil
solución. Publicaciones recientes como “Educación Ecosocial: cómo educar frente a la crisis
ecológica” exploran las posibilidades de la educación ambiental, el aprendizaje basado en la
naturaleza, el pensamiento sistémico, el aprendizaje socioemocional o las pedagogías que conceden
gran importancia al juego como reconexión con el mundo natural. Algunas otras iniciativas
proceden del campo de la educación no formal e incluso de la informal, propuestas todas ellas que
tienen en común afirmar que ni las familias ni los medios de comunicación ni los compañeros
deben ser ignorados a la hora de educar en este asunto.
Por otra parte, en el campo de la educación formal abundan decálogos de recomendaciones y
prohibiciones acerca de lo correcto y lo no correcto en relación con el medioambiente. Los
profesores nos encontramos, a menudo, recordando a nuestros alumnos y repitiendo, como si de un
mantra se tratara, el significado de las tres “R” (Reducir, Reutilizar y Reciclar) o alertando de la
importancia de cerrar el grifo en el momento de cepillarnos los dientes, por poner dos ejemplos.
Las informaciones que les transmitimos con estos gestos son el resultado de años de investigaciones
y están contrastadas científicamente. No obstante, las posiciones que adoptamos son con frecuencia
confusas e incoherentes y presentan connotaciones morales para nuestros alumnos, por lo que no
siempre son entendidas de manera apropiada. Nos valemos, a veces, de uno de los enfoques
favoritos de la educación moral en nuestros colegios, que es el de la instrucción moral, que consiste
en inculcar reglas como una manera de controlar los juicios y las acciones de los niños.
Las reglas proporcionan a los niños unas razones para actuar conforme a los deseos de los padres
y profesores y pueden ayudar en cierto modo en asuntos como este del medioambiente, como en el
siguiente ejemplo: a raíz de la Semana cultural basada en el medioambiente, la comunidad de mi
colegio se movilizó para incluir más cubos en pasillos y patios con el fin de poder separar de manera
más efectiva la basura que generamos. El niño que acaba su bocadillo durante el recreo sabe desde
entonces que tiene prohibido arrojar el envoltorio de plástico al cubo azul o el de aluminio al cubo
verde, porque los adultos, profesores y familiares se lo han prohibido y le han expuesto una serie
de problemas que origina el saltarse esta norma, que ya ha quedado grabada en su mente.
Sin embargo, esta posición no es la más adecuada si queremos que los niños se impliquen en
problemas morales más complejos, como ocurre en el caso siguiente:
Durante el cinefórum sobre el documental “Comprar, tirar, comprar”, de la mencionada Semana
cultural, una niña de la clase de 6º, ante la pregunta de referencia del audiovisual “¿Es posible un
mundo sin obsolescencia programada (OP)?”, respondió: “Me siento culpable por lo que pasa en
África, pero mi padre trabaja en una tienda de informática, sin OP la gente no
compraría…entonces ¿de qué viviría mi familia?”. La respuesta puso de manifiesto lo confuso e
incoherente que mencionábamos más arriba acerca de las posiciones que concurren en el
tratamiento de lo medioambiental, con este ejemplo en el que se oponen el miedo a corto plazo por
el paro y el miedo a largo plazo por el desastre ecológico.
El enfoque pedagógico de esta experiencia había procurado ser el de la investigación ética (propio
de una “comunidad de investigación”) y no el señalado antes de la instrucción moral,con la cual
observamos que los niños no consiguen habitualmente comprender los temas en debate, bien
porque están alejados del problema física o temporalmente, o bien porque se sienten literalmente
asediados por él.
Sabemos que en muy pocos años los niños de hoy serán los custodios y administradores de la Tierra
(o ya lo son) y no podemos esperar que se embarquen en estas labores si antes no les hemos dado
la oportunidad de que hagan juicios bien razonados y reflexivos. Participar en una “comunidad de
investigación” ayudará a los niños a tener una mayor conciencia no solo de los problemas que
hemos mencionado antes, sino también del tipo de argumentación que conviene utilizar para tratar
de resolverlos y, en definitiva, propiciará el cultivo del razonamiento y el juicio que deben darse
en un diálogo abierto y estructurado, que presente un abanico de puntos de vista para la deliberación
y el examen.
3. Uso didáctico del documental “Comprar, tirar, comprar”
“Cuando decidimos preparar la propuesta Pensar con el cine nos propusimos un doble objetivo: llevar el
cine a la escuela y llevar la escuela al cine, con la finalidad de introducir como texto alguna película que
puede informar, ilustrar o motivar algún aspecto temático que se esté tratando…”
Irene de Puig, GrupIREF: Pensar con el cine.
“(…) Afeitarse más rápido con el fin de tener más tiempo para trabajar en la concepción de un aparato
que afeite más rápido aún…”.
Serge Latouche, del libro “La hora del decrecimiento”.
Una “comunidad de investigación” sobre el medioambiente incluirá los conceptos, problemas y
cuestiones que surgen naturalmente de reflexionar sobre ello. Para llevarla a cabo debemos
presentar la información en un contexto que ofrezca a los niños la oportunidad de pensar por sí
mismos, así como debemos dotar de sentido a los temas y opciones escogidos.
Nos comenta Irene de Puig desde el GrupIREF de Cataluña: “El programa de FpN parte
fundamentalmente de la literatura como fuente para la reflexión filosófica, con el tiempo se han
ido introduciendo nuevos lenguajes”. El cine, y en este caso el género documental, “nos hace de
espejo de realidades que de otra forma no veríamos y nos ofrece perspectivas menos
convencionales y más críticas”.
En “El uso didáctico del documental” Ramón Breu y Alba Ambrós afirman: “El documental ha
dado la palabra a hombres y mujeres de la calle (eternos ausentes de la pantalla), ha combatido
la alienación y ha dado a los espectadores la posibilidad de llevar a cabo una reflexión crítica
sobre la sociedad en donde viven”.
En esta experiencia, a la hora de analizar un documental hemos seguido precisamente el método
para análisis de documentales que se nos muestra en las publicaciones “Pensar con el cine” y “El
uso didáctico del documental” citadas en los párrafos anteriores, con adaptaciones a los últimos
cursos de primaria:
a. Antes de visionar la primera parte del documental. Responde a las siguientes preguntas y luego
comentadlo en grupo.
a.
b.
c.
d.
e.
¿Cuántos relojes tienes?
¿Cada cuánto cambias de móvil?
¿Qué haces cuando se te rompe la impresora o el ordenador?
¿Sabes qué significa el concepto de obsolescencia?
Si un producto te sale defectuoso, ¿acostumbras a realizar una reclamación? ¿sabes cómo
y dónde hay que gestionarla?
b. Presentación del documental. Sinopsis y ficha técnica.
-
Sinopsis.
Basándose en una cuidadosa investigación de más de tres años, y utilizando imágenes de archivo casi
inéditas, el documental de Cosima Dannoritzer, relata la historia de la obsolescencia programada desde sus
orígenes hacia 1920 – cuando se formó el primer cártel para limitar la vida útil de las bombillas eléctricas
– hasta nuestros días en los que las baterías de nuestros aparatos dejan de funcionar a los 18 meses de su
compra o en que las impresoras se bloquean al llegar a un número determinado de impresiones… Porque a
pesar del progreso tecnológico, los productos de consumo cada vez duran menos.
-
Ficha técnica.
Título: Comprar, tirar, comprar. La historia secreta de la
obsolescencia programada.
Guión y dirección: Cosima Dannoritzer
Producción ejecutiva: Joan Úbeda y Patrice Barrat Cámara:
Marc Martínez Sarrado Montaje: Georgia Wyss Sonido: Ray
Day Música: Marta Andrés y Joan Gil Producción: Davina
Breillet para Arte France, TVE y TVC Género: Documental
Año: 2010 Duración: 53 minutos Países: Francia y España.
c. Actividades de comprensión y reflexión. Las rutinas
de pensamiento; el cinefórum con sus ideas principales,
ejercicios y planes de discusión.
-
Las rutinas de pensamiento.
El uso de las rutinas de pensamiento se ha extendido y popularizado en el último tiempo en las distintas etapas
de la educación formal. Desde el “Project Zero” nos dicen que estas pueden ser una excelente manera de
lograr una mayor implicación de los alumnos en el contenido a explorar, una ayuda para desarrollar sus
capacidades para la comprensión y hacer más visible el pensamiento. Los investigadores del mencionado
proyecto han creado este mapa de comprensión que muestra seis maneras de crear y construir la comprensión,
cada una de ellas ayudada por una pregunta guía:
En el caso de esta experiencia, nos hemos valido de la rutina “Veo – Pienso – Me pregunto”. Hemos realizado
el visionado de la versión acortada del documental en dos partes, al final de las cuales los alumnos han ido
completando el organizador gráfico de la rutina que viene a continuación. El proceso consiste sencillamente
en pedirles a los alumnos que, de manera individual, apunten en él todo lo que observen, piensen y se
pregunten sobre aquello del documental que les haya llamado la atención.
Una vez finalizado el visionado del documental y completado el organizador, hemos puesto en común las
preguntas para conformar nuestra agenda de investigación, seleccionar una e iniciar el proceso de debate sobre
ella.
-
Las ideas principales, ejercicios y planes de discusión.
Hemos utilizado como apoyo diferentes materiales extraídos de distintos manuales de FpN, así como las
recomendaciones habituales de Lipman; “Deje siempre que el debate siga la secuencia de las sugerencias de
la clase”. En esta línea hemos procurado seguir “el propósito de trabajar con lo que los alumnos mismos
encuentren interesante”. Aún así, somos conscientes de que el contenido del documental está lejos de ser
imparcial y que los detalles más impactantes para quienes lo miran y reflexionan sobre él apuntan a lo
medioambiental, en especial el pasaje en el que se exponen las consecuencias de la obsolescencia programada
y el traslado constante de residuos electrónicos hacia África y el impacto que esto tiene en un país como
Ghana, tal como nos relata el activista medioambiental Mike Anane.
Teniendo en cuenta estas premisas, algunos de los recursos utilizados han sido:
El descubrimiento de Harry:
Capítulo XI
Idea principal Nº 11: ¿Es este el mejor mundo posible?
Plan de discusión: ¿Es este el mejor mundo posible?
Capítulo XIII
Idea principal Nº 8: Actuar descuidadamente.
Plan de discusión: Ofendiendo al otro.
Nous:
Capítulo III:
Idea principal: Ser feliz.
Plan de discusión: Ser feliz.
Ejercicio: Felicidad e infelicidad.
Capítulo V
Idea principal 3: Preservar.
Plan de discusión: Preservar.
Capítulo IX
Idea principal Nº 7: La naturaleza.
Ejercicio: Opiniones sobre la naturaleza.
Plan de discusión: La naturaleza.
d. Actividad de síntesis. Elaboración de un “contra-anuncio”.
Todos los educadores sabemos que los jóvenes de hoy tienen una percepción visual muy desarrollada, pues
se mueven en la cultura de la imagen. Desde algunas ramas de la psicología se nos alerta del poder sugestivo
de esta y de su capacidad para operar cambios profundos en nuestras mentes.
En el libro “NO LOGO, el poder de las marcas” Naomi Klein hace un largo recorrido de cómo las empresas
multinacionales mediante sus agencias publicitarias se han valido de la influencia de imágenes y símbolos
para informarnos “con orgullo de que la marca X no es un producto sino un estilo de vida, una actitud, un
conjunto de valores, una apariencia persona y una idea”. Es decir, las marcas con sus logos, eslóganes y
anuncios se han introducido hasta ocupar el centro de la escena. Y es que existe un ritmo frenético de
marketing que nos bombardea a diario desde que somos pequeños diciéndonos qué aparato electrónico
debemos utilizar, qué vaqueros son los más cool gracias a la fuerza persuasiva de la publicidad.
Esta situación nos lleva a aquello que denuncia el documental “Comprar – tirar – comprar”, sobre nuestro
estilo de vida en la sociedad de consumo y su impacto en el medioambiente.
-
La Contrapublicidad.
Volvemos a Naomi Klein para hacer una breve reseña del “culture jamming”, movimiento surgido en los años
80 en EEUU para alterar con habilidad la publicidad callejera con la idea de hacer que transeúntes y/o
espectadores se planteen la estrategia original de las empresas. Según los “rompe-anuncios” consultados por
Klein “la contrapublicidad correcta es una visión de rayos X del inconsciente de la campaña publicitaria
que [valiéndose de la sátira y la ironía] no revela un pensamiento opuesto a ella, sino la verdad profunda que
se esconde tras las capas de eufemismos”.
En nuestro caso, se propuso a los alumnos que utilizaran esta técnica para alertar y concienciar al resto de la
comunidad del colegio sobre algo que todos hemos sufrido con nuestros aparatos electrónicos, como es la
obsolescencia programada. Ahora sabemos que estos aparatos están “hechos para tirar” (como reza el título
del libro de Serge Latouche, “Hecho para tirar”), y que esta práctica de los fabricantes que nos resulta tan
desagradable y costosa como consumidores es a la par desastrosa para nuestros ecosistemas.
Conclusiones.
“Muchos de nosotros nos preguntamos qué planeta estamos dejando a nuestros niños. Sin embargo,
pocos se preguntan lo contrario: ¿Qué clase de niños estamos dejando a nuestro planeta?”
Simeón Ogonga, líder juvenil keniano.
Nos preguntábamos más arriba si la “comunidad de investigación” podía ser un aporte desde FpN
a la educación ecosocial. Nos gustaría cerrar diciendo que estamos convencidos de que sí lo
creemos, y que consideramos que muchos, si no la mayoría de los temas discutibles sobre el
medioambiente que atañen a los niños son principalmente de naturaleza ética. Pensamos que desde
la “comunidad de investigación” se pueden compartir y evaluar diferentes perspectivas, a pesar de
toda la complejidad que el tema encierra, y a pesar de la delicadeza y también de la urgencia que
merece.
Sabemos, no obstante, que una visión idealizada de la investigación puede ser un lujo que nadie en
la actualidad puede permitirse. Y es que nos hemos visto, durante la Semana cultural, sin respuesta
al diálogo interno en forma de pregunta, como aquella que se hacía Laurance Splitter: “¿No
sabemos ya lo suficiente sobre la delicada naturaleza de la vida y sus interrelaciones como para
urgir no ya la discusión y la investigación, sino, sin lugar a duda, la acción?”.
Es verdad que sólo con el diálogo y la investigación hacemos poco por detener la destrucción que
está causando nuestra sociedad de consumo en la naturaleza, o por frenar la expulsión de muchos
pueblos de sus territorios a causa del cambio climático, por nombrar sólo dos aspectos del sombrío
futuro de la humanidad. Pero quizás sí podamos, en cambio, valernos de ellos para “cambiar las
gafas para mirar el mundo”, y plantearnos construir, como dicen Fernández Durán y González
Reyes, “sociedades más justas, democráticas y sostenibles sobre las ruinas de esta civilización”.
Fuentes consultadas
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