Subido por ragdoll.moon

8.- La música coral en el siglo XXI

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8.- Música coral en el siglo XXI
Habiendo ya transcurrido el primer quinto del siglo XXI,
podemos tener ya un panorama concreto de lo que nutre a la
música coral de nuestro tiempo. Y podemos afirmar, para
nuestra alegría, que el movimiento coral está más vivo que
nunca, ofreciendo un sinfín de actividades, programas,
proyectos, conciertos, festivales, concursos, agendas
internacionales y una vasta producción musical. El siglo XXI
está representando una verdadera edad de oro en la historia de
la música coral.
¿Y cuáles son las características de la música coral del siglo
XXI? La música coral de nuestro tiempo está partiendo,
naturalmente, desde un punto muy diferente que el origen de
la música coral de siglos anteriores. Transcurrida toda una
fascinante y amplia historia de desarrollo, madurez y
concreción, la música de nuestro siglo se nutre del pasado y del
presente, así como de un ideal hacia el futuro. En el siglo XXI
encontramos, de nuevo, ese deseo por mantener la
individualidad que caracterizó a los compositores del siglo
XXI, aunque ya no con esa acuciante necesidad de cimentar,
demostrar y fortalecer su postura individualista, sino como una
consecuencia ya asimilada y madurada, en la que se muestra
de forma natural, la propia personalidad del autor, su gusto
personal y la influencia del medio que lo rodea.
En un artículo publicado por la BBC Music Magazine en 2009,
se preguntó a diez compositores de categoría internacional
acerca de las últimas tendencias en la Música Clásica
Occidental, todos concluyeron que no existían preferencias
sobre un estilo en particular y que el mejor camino era alentar
la individualidad del compositor. “La música es demasiado
diversa para clasificarla o limitarla”, dijeron.
En un siglo determinado radicalmente por la influencia de la
tecnología, las redes sociales, la globalización, la inmediatez del
conocimiento y la información, así como el intercambio
instantáneo de las técnicas compositivas y creativas utilizadas
por los compositores del mundo entero, deberíamos concretar
un panorama que nos ofreciera una perspectiva sólida sobre los
medios de los cuales disponer el compositor contemporáneo a
la hora de concebir su propia música coral.
La gran base sobre la que se construye todo el ideal creativo del
artista del siglo XXI es, de manera resumida, el
postmodernismo. Si entendemos el modernismo como el
movimiento del siglo XX que tiene la intención de crear un arte
joven, nuevo, libre y moderno, y que representa una ruptura
con los cánones academicistas y la tradición legada por los
grandes maestros del pasado, asumiendo el concepto del
progreso como estandarte y la conciencia de que el futuro ya
había llegado, e inspirándose en las novedades industriales
como el acero y el cristal, muchas veces sustituyendo a la
inspiración en la naturaleza, el postmodernismo será un
movimiento surgido en Estados Unidos, alrededor de 1970, que
se le opone.
El postmodernismo rechaza el principio del arte de la
vanguardia de principios del siglo XX. El arte postmoderno se
concentra en el arte del arte por el arte y no pretende llevar cabo
un movimiento de reacción social o política.
El arte postmoderno simpatiza con lo popular, y se caracteriza
por la hibridación, la mixtificación y el eclecticismo. Al
contrario de la vanguardia del siglo XX, no se sustenta en la
innovación o la experimentación, sino en la relectura de los
estilos artísticos del pasado, y la mezcla indiscriminada de
temas, épocas y técnicas. Es por ello que el compositor
contemporáneo debería afianzar sus conocimientos en canto
gregoriano y técnicas compositivas arcaicas.
En este sentido, las referencias iconográficas a las técnicas
arcaicas, son de suma importancia para el artista postmoderno,
sobre todo si se realizan de manera fragmentaria; Arvo Pärt,
John Tavener y Alfred Schnittke tomaron esta premisa con gran
seriedad en muchas de sus obras.
La variedad estilística y conceptual que caracteriza al
postmodernismo, ha dado como resultado a artistas, cada uno
con su sello personal, con diversos objetivos, intereses y
peculiaridades y un germen creativo heterodoxo y
diversificado, ofreciendo al gran público una extensa oferta de
estilos y movimientos, en los que se puede mover, buscando y
muchas veces encontrando, el arte con el que más se identifica.
Sin embargo, tal como ocurrió en el siglo XX, cada estilo
tendrá mayor o menor aceptación por el gran público y es
tanto derecho como deber del creador, conocer las
consecuencias de las elecciones de los medios y herramientas
que utiliza a la hora de concebir y manufacturar su trabajo.
Naturalmente, los lenguajes más abstractos y complejos,
requerirán de un mayor esfuerzo por parte del público a la hora
de escuchar, descifrar y apreciar las obras compuestas con estos
lenguajes, lo que podría alejar y asustar a las grandes
audiencias. Por otro lado, los lenguajes directos, sencillos y
apegados a lo tradicional, podrían tener más inmediata
aceptación del público general, sin embargo, una obra sencilla
y barata en medios y contenido, posiblemente guste de forma
más fácil, pero se olvidará con esa misma rapidez, ya que su
contenido podría no ser lo suficientemente potente para
permanecer en la memoria colectiva, como ocurrió con la
música coral de salón del siglo XIX.
Podemos entonces, ofrecer un listado más o menos completo
de las corrientes estilísticas vivas en este siglo XXI. El
compositor podría ya entrever en esta lista, con que corriente
se siente más identificado y para cual se autopercibe más
cualificado.
Corrientes estilísticas en la música del siglo XXI:
Nueva Complejidad:
Nacida alrededor de 1980, esta corriente estética busca una
interacción compleja entre los procesos que ocurren en todas
las dimensiones del material musical. Se caracteriza por su uso
del atonalismo y su contenido altamente abstracto y disonante.
Incluye técnicas extendidas, microtonalismo, texturas
complejas e inestables, diseño melódico disruptivo, ritmos
complejos en capas y cambios abruptos de textura. Sus
mayores exponentes son Brian Ferneyhough, Ianis Xenakis,
Morton Feldman y Heinz Holliger.
Nueva simplicidad:
Nació a finales de los 70’s y principios de los 80’s y busca una
mayor inmediatez y cercanía entre el impulso creativo y su
resultado musical, eliminando largos períodos de composición
o en preparativos precompositivos. Esto fue pensado como una
manera de acercarse más al público, ofreciéndole obras más
accesibles. Se caracteriza por su retorno al lenguaje tonal y
modal, al igual que por su uso de formas estructurales
tradicionales. Wolfgang Rhim, Samuel Barber, Astor Piazzola,
y ciertos trabajos de Karlheinz Stockhausen y John Cage, son
representativos de esta corriente musical.
Minimalismo:
Es una corriente musical que se propone crear con elementos
limitados o mínimos. Se originó en Nueva York en 1960. El
minimalismo está marcado por una concepción no narrativa y
se centra en los procesos internos de la música. Se caracteriza
por el uso de armonía consonante, pulsos rítmicos hipnóticos,
reiteración de motivos, temas o frases musicales, y
transformación gradual. Philip Glass, Steve Reich, Terry Riley,
Arvö Pärt y Henryk Górecki, son los más importantes
representantes del minimalismo.
Postminimalismo:
Corriente musical nacida entre 1980 y 1990. Surgida
directamente del minimalismo, se caracteriza por pulsos
constantes que se mantienen durante toda una obra o durante
una de sus partes; lenguaje diatónico, modal o tonal, pero sin
usar las funciones de la armonía tradicional; uniformidad en la
dinámica, evitando clímax fuertes; además, y contrario al
minimalismo, evita los diseños estructurales obvios o
predecibles. El postminimalismo también asimila e incorpora
estilos musicales populares e internacionales.
Minimalismo sacro:
También llamado minimalismo espiritual, minimalismo
sagrado, minimalismo santo o minimalismo místico, esta
corriente musical nació en el último cuarto del siglo XX. Se
caracteriza por el uso de materiales compositivos radicalmente
simplificados, uso de armonía tonal o modal, uso de melodías
simples y repetitivas, y una orientación explícitamente
religiosa y espiritual. Busca inspiración en la música de la Edad
Media y del Renacimiento. Sus mayores representantes son:
John Tavener, Henryk Górecki, Arvo Pärt, Alan Hovhaness y
Pēteris Vasks. El minimalismo sacro ha impactado
profundamente a la sociedad desde su nacimiento, colocando
su música grabada como grandes éxitos de ventas.
Poliestilismo:
Es el uso de diferentes técnicas y estilos en un mismo cuerpo
de obra o dentro de una misma obra, fusionando las fuentes de
un modo coherente, deliberado y propio. Inició a finales del
siglo XX. Sus mayores representantes son Alfred Schnittke,
Luciano Berio y Sofia Gubaidulina.
Eclectisismo:
Es el uso consciente de estilos ajenos al compositor, o de una
época pasada. En contraste con el Poliestilismo, el Eclectisismo
asimila e incorpora los elementos anacrónicos o extraños, como
si le pertenecieran de origen y no como si los integrara de forma
artificial y deliberada.
Formalismo:
Esta postura estipula que la forma determina completamente
el significado de una composición, preocupándose por la
unidad estructural y la autonomía de cada una de las piezas.
Afirma, además, que el significado de la música radica en una
percepción y comprensión puramente intelectual. Esta
corriente otorga preferencia a los principios formales claros de
una obra por encima de su capacidad de expresión emocional
y descriptiva.
Música progresiva:
Es la corriente de la música académica que intenta expandir los
límites estilísticos asociados con géneros musicales específicos,
sintetizando influencias de varias fuentes culturales. Su medio
de acción está en el punto medio entre el formalismo y el
eclecticismo.
Escucha tímbrica:
Es la postura que da más importancia a las características
tímbricas del sonido o al color sonoro, que a las ideas y
desarrollos musicales. En esta postura, la altura del sonido está
subordinada al timbre. Los pedales, masas sonoras, texturas y
el espectro de armónicos, son los elementos más importantes
de esta corriente estética y filosófica. La música espectral y el
paisaje sonoro, son las muestras más significativas de este
enfoque compositivo, con antecedentes en la música de Tuva,
Burundi y Japón.
Música y tecnología:
El uso de ordenadores para modificar las cualidades de la voz
humana, así como para extender y potenciar sus características,
son algunas de las herramientas a las que echan manos algunos
de los más recientes compositores. Estas herramientas también
son usadas a la par de intervenciones acústicas y en tiempo real
de conjuntos corales y vocales.
Nueva tonalidad
No confundir con la neotonalidad del siglo XX. Son obras
musicales con una fuerte referencia tonal o modal y con un
discurso sencillo y accesible, destinadas para el inmediato
disfrute tanto de los intérpretes como de su público. Se
concentra en obras de relativa fácil interpretación por parte de
coros amateurs y universitarios, y resultan en obras de gran
popularidad en conciertos y festivales, pero con una dudosa
calidad intrínseca por su carácter dulzón, apelando a lo
sentimental y a los efectismos. Los compositores más populares
de esta corriente son Eric Whitacre, Ola Gjeilo y Morten
Lauridsen. A este género puede añadirse la Nueva Era, una
corriente musical que se centra en música tonal con un brillante
uso de melodías directas e hipnóticas, uso de sintetizadores y
efectos electrónicos, y con un fuerte sesgo comercial; esta
corriente está encabezada por Karl Jenkins y Enya.
Es importante hacer notar, cómo una obra de Eric Whitacre
puede ser valorada como atractiva, potente y conmovedora por
muchos intérpretes y el gran público, y suponer en realidad,
una propuesta de contenido más bien superficial y efectista, en
contraposición con el hermetismo que les supondrá una obra
de Wolfgang Rihm, compuesta en años similares y, sin
embargo, constituir una propuesta más profunda y nutrida,
con un cimiento teórico, técnico y estético de trascendentales
proporciones.
El compositor debe ser tan consciente como sea posible de las
consecuencias del uso de determinadas herramientas y
corrientes estilísticas en el proceso de concepción y creación de
su material sonoro, y aceptar con ecuanimidad el resultado que
se derive de estas decisiones.
El compositor no compone para agradar a los demás, compone
lo que su alma necesita poner de manifiesto. Sus elecciones no
serán producto de vanas decisiones, sino que su intelecto, su
historia, su medio socioeconómico y cultural, su configuración
mental y espiritual, su educación musical y general, así como
sus más profundos deseos, serán los que moldeen su perfil y
tomen realmente las decisiones por él. Es por ello que el
compositor debe ser plenamente consciente de todo esto y
darse cuenta del papel que juegan todas estas variables en el
producto artístico que está gestando. ¿Está de acuerdo con ello?
¿Hay algo que puede cambiar o mejorar? En realidad, hay
muchas cosas que el compositor no puede cambiar de sí mismo,
como sus raíces culturales, la historia de su vida y su
configuración mental y espiritual al momento de este estudio,
pero habrán muchas variables que sí puede mejorar e incluso
cambiar, como su nivel educativo, su preparación académica,
su experiencia como compositor, su bagaje cultural, los medios
formativos e informativos que están a su alcance y que no han
sido aprovechados, como enciclopedias online, bibliotecas
físicas o digitales, intercambios culturales y académicos,
investigación, y por otro lado, cuidado de la salud mental,
fortalecimiento de su condición espiritual, saneamiento de las
relaciones sociales y familiares, experiencias vividas, etc.
Fomentar el crecimiento del compositor como individuo y
como parte de esta sociedad, también resultará en un cuerpo
de obra más coherente, un mensaje más lúcido y un manejo de
la técnica más eficiente.
Papel de la música coral en el siglo XXI
Para tomar las mejores decisiones y dirigir, de una forma
consciente, nuestro trabajo hacia una dirección reflexionada y
sopesada, es conveniente recordar cuál es el papel de la música
coral en la sociedad del siglo XXI.
Tal como se ha anotado en la introducción de este estudio, el
canto coral es considerado como una de las actividades más
importantes a nivel social en el mundo. Sus beneficios físicos,
sociales y mentales lo colocan en la cima de las actividades más
recomendadas por médicos, psicólogos y educadores. La
capacidad que muestra la música coral para unir comunidades,
sanear heridas sociales, crear vínculos poderosos entre
individuos, motivar el desarrollo interior tanto de intérpretes
como de su público y construir puentes entre los seres
humanos con el universo espiritual, debería ser un potente
motivador para el compositor y estimularlo a crear música de
gran calidad.
Las funciones de la música coral en nuestro tiempo son
variadas y vitales. Los resultados de su práctica, en todas sus
facetas, son eficaces y productivos, constituyendo uno de los
núcleos más fuertes, consistentes y trascendentales de la
humanidad, desde el principio de los tiempos.
La música coral hoy tiene su lugar en aulas y festivales
escolares, donde se requieren obras frescas, directas,
ingeniosas, motivantes y comunicativas, piezas concretas de
gran calidad, porque estas serán, muchas veces, los primeros
acercamientos de los pequeños y los jóvenes, a la música culta.
No deberían ser nunca condescendientes ni subestimar la
capacidad crítica, sensitiva o de apreciación estética de niños y
jóvenes, sino una manera de conducirlos sabiamente, a través
de la música con un nutrido contenido en varios niveles.
La música coral tiene también su lugar en los conciertos y
festivales de coros amateur y coros universitarios. Son
agrupaciones numerosas y llenas de entusiasmo, con una
postura abierta a nuevas obras de buena factura. Estos coros
requieren de un elevado conocimiento de las técnicas de
composición coral, excelente manejo de conducción de voces,
experimentado uso de modulaciones y cromatismos en la
música coral, estructuras claras y definidas, así como
fundamentos filosóficos estéticos firmes y concretos. Grandes e
icónicas obras se han compuesto para estas conformaciones,
desde los inicios de la música coral occidental hasta nuestros
días.
Otro lugar muy importante de la música coral está con los coros
profesionales de nivel internacional, ya sean conformados por
niños y jóvenes, coros femeninos, coros masculinos o coros
mixtos. Estos son los menos numerosos, ya que requieren de
músicos con mucha disciplina, dotados de gran talento, con
elevados conocimientos y extensa experiencia. Estos coros
requieren de obras que justifiquen plenamente la complejidad
que exige su interpretación. Son capaces de resolver e
interpretar repertorio de un nivel de dificultad extraordinario
a varios niveles, por lo que se encargan de dar vida a las
cúspides de la música culta occidental para coro y, muchas
veces, ayudando a dar el siguiente paso en la historia de la
música.
Otro de los territorios absolutos de la música coral en nuestro
tiempo es en los oficios religiosos. La pasmosa capacidad de la
música coral para propiciar atmósferas de meditación y de
motivar a la trascendencia espiritual a través de la experiencia
estética, la convierte en el medio predilecto para acompañar las
ceremonias religiosas de diverso carácter. La música litúrgica
destinada meramente a los oficios religiosos, así como la
música sacra que muchas veces es sacada de su contexto
religioso y llevada a las salas de concierto con un propósito más
universal, tienen un papel determinante en nuestra sociedad
actual. Para adentrarse en esta valiosa forma de arte, se
requiere de una gran maestría técnica, además de un
conocimiento profundo de la música sacra y litúrgica, así como
su lugar y funciones en las ceremonias litúrgicas. Por ello
dedicaremos un capítulo a analizar este subgénero de la música
coral.
Se pone de manifiesto que la música coral ofrece al compositor
una serie de retos y de horizontes que pueden estremecer por
su magnitud. Es por ello, que el compositor debe tener muy
claro cuál es su propósito al hacer música coral, si desea
proveer de música cálida y brillante destinada a fomentar la
cohesión social, fortalecer el amor y valoración de las raíces
vernáculas; brindar música fresca y de calidad a los coros
juveniles y escolares; crear piezas de cuidada factura y que
ofrezcan música profunda y emotiva, sin caer en el
sentimentalismo y los efectismos; crear música sacra de
elevada trascendencia espiritual y mística; o ir más allá en la
complejidad técnica como único medio para expresar
cuestiones filosóficas apremiantes, profundas y laberínticas.
Cada uno de estos propósitos requiere de herramientas
específicas y medios muy particulares, que muchas veces no
son intercambiables. Estos medios e instrumentos deberían ser
elegidos de manera reflexiva y consciente, evitando con ello,
incoherencia y ambigüedad en el discurso y en la construcción
formal del material musical, así como en su base estética y
filosófica.
Cuál es el propósito de nuestra música coral y cuál es su lugar
en nuestro tiempo, deberían ser las cuestiones que deberíamos
resolver mucho antes de siquiera decidir escribir cualquier
boceto. Resolviendo estas determinantes preguntas, se
resolverán, de forma prácticamente automática, todas las
particularidades y características que debería poseer nuestra
música destinada a los ensambles vocales.
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