El primer método se basa en la copia. Este primer métodos está muy dirigido a los educadores y básicamente se trata de un ejercicio de copia, es decir que el niño tiene que copiar el dibujo de una figura humana convencional. Los educadores deben pedirle al niño que observen mientras ello dibujan una cabeza en un papel. Después, el educador dibuja el cuerpo y el niño debe copiar eso mismo. Esto se repite con todas las partes del cuerpo que se quieren incluir. Es conveniente, explica Hargreaves, que la persona que lidera la actividad, haga una figura muy sencilla, una figura que el niño pueda comprender. Por ejemplo, la cabeza, las partes de la cara, cuerpo, brazos y piernas. También se sugiere que se nombren las partes y se hable sobre cada una de las partes del dibujo. En esta dinámica es esencial que los niños puedan observar cómo se dibujan las partes e inmediatamente ellos dibujen las suyas. “Este procedimiento por etapas es eficaz, mientras que pedirle al niño que copie una figura convencional ya dibujada o decirle que observe a la profesora cuando dibuja la figura completa antes de que él empiece a copiarla, no produce efectos duraderos”, afirma el autor. El segundo método se centra en indicaciones o claves respecto al cuerpo que se debe dibujar. El autor explica esto con un ejercicio que se hizo con un grupo de niños. A estos niños se les pidió que dibujaran una persona que tenía una cabeza morada y un cuerpo verde. Además se les dio una pintura morada y otra verde. También se les mostró una figura humana que estaba hecha con pasta de modelar y tenía las partes del cuerpo y la cabeza debidamente coloreadas. Esto significa que se le dio a los niños dos claves: una visual y otra verbal. ¿Qué pasó? El 70% de ellos dibujó una versión mejorada de un renacuajo (figuras que presentan una superficie cerrada que contiene rasgos faciales y que muchas veces omite extremidades. Los renacuajos no tiene torso); el 24% dibujó figuras de transición (figuras con rasgos corporales como brazos, ombligo y botones que se ubican debajo de la cabeza) y el 76% de ellos, dibujó figuras convencionales. Para saber cuál de las claves fue más relevante, pusieron a prueba a otro grupo de niños (dibujantes de renacuajos) y se le pidió a la mitad de ellos (grupo visual) que dibujara el modelo que tenía al frente; a la otra mitad (grupo verbal), no se le dio un modelo, pero si se le dio una instrucción verbal (la de dibujar un cuerpo con cabeza morada y cuerpo verde). ¿Los resultados? Los niños que siguieron la instrucción verbal desarrollaron mejor la tarea, haciendo dibujos de cuerpos humanos más perfectos. Los niños que siguieron la instrucción visual dibujaron el clásico renacuajo.