Subido por Jose Nuñez

El pensamiento indigena en el tiempo

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UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL
“SIMON RODRIGUEZ
NUCLEO CANOABO
PROGRAMA: MAESTRIA EN CIENCIAS ADMINISTRATIVAS
MENCION: GERENCIA ESTRATEGICA
EL PENSAMIENTO INDIGENA LATINOAMERICANO Y SU AMENAZADA
PERMANENCIA EN EL TIEMPO
Facilitador.
Participante
Lcdo. Luis Parra
José Núñez
Introducción
Desde que se conoció la existencia de un Nuevo Mundo, como fue bautizado, mucho se ha
hablado de los primeros pobladores de estos vastos territorios, considerándolos unas veces como
seres inferiores al hombre común de la época, al hombre “civilizado”, debido a las barreras
interculturales existentes, tales como el lenguaje, las creencias y costumbres, las formas de
gobierno y estructura social. En otros casos, se les menciona como seres barbaros, contrarios a las
ideas de civilización, herejes y otras cuantas maneras despectivas que justificarían el
desplazamiento y sometimiento de los mismos.
El indígena latinoamericano ha sido objeto de muchas vejaciones desde que comenzó la
conquista y el reparto de las tierras del nuevo mundo y en muchos casos se han exterminado
pueblos enteros mientras otros han sido subyugados, pero aún quedan en Latinoamérica muchas
etnias que conservan parte de sus costumbres y sus creencias aunque en muchos casos vinculadas
a las culturas de los pueblos foráneos. El pensamiento indígena enmarcado en la cosmovisión y en
el misticismo, asi como en la relación directa con la naturaleza permanece en el tiempo. Pero,
¿Por cuánto tiempo?.
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El pensamiento indígena en el tiempo y por los tiempos.
Al igual que otros pueblos del viejo continente, nuestros pueblos originarios tenían en su
hábitat natural una fuente insondable e inagotable de recursos que lo hacían acreedor de una forma
de vida independiente y libertaria, en comunión plena con la naturaleza, con sus creencias y
costumbres, sus dioses, sus visiones, sus formas de ver la realidad circundante y sus relaciones
interculturales con otros pueblos aledaños.
El pensamiento indígena se configura como el resultado de la historia sociocultural de larga data,
de raíces milenarias y prácticas ancestrales y se encuentra relacionado a lo que el antropólogo
latinoamericano Eduardo Sandoval señala como “la matriz de la decolonialidad” y la muestra de
una praxis liberadora producto de las acciones populares en relación con la tierra, la vida, el
territorio, la autonomía, la justicia y la autodeterminación horizontal entre el sujeto y la naturaleza
(Sandoval, 2012)
Durante y después de la colonización hasta la época actual, se han aplicado toda clase de
artimañas ya sea por la vía política o por la vía de las armas, para dirigir y encauzar al indígena
latinoamericano a adaptarse o integrarse a la vida heredada de nuestros ancestros europeos y
enriquecida por el proceso ulterior del mestizaje. Muchos se resistieron y perecieron en la lucha
por defender su autoctonía, sus costumbres y sus creencias, pero también muchos tomaron el
camino obligado de la sumisión sacrificando sus convicciones y la libertad de pensamiento. En un
discurso realizado ante el foro permanente de las Naciones Unidas, el ponente decía, las siguientes
palabras:
“Despojados, perseguidos, masacrados en trabajos forzados, prohibidos de usar nuestras
vestimentas e idioma, de practicar nuestra espiritualidad, los pueblos indígenas, sin embargo,
resistimos. Conservamos principios y prácticas ancestrales como la reciprocidad y la
complementariedad, nuestra identificación con la Madre Tierra, nuestros sistemas propios de
trabajo y economía colectivos, de organización social, nuestros sistemas de autoridades y de
justicia, nuestra cultura”
“Para invadirnos, someternos, saquearos y diezmarnos, los conquistadores europeos se valieron
de dos instrumentos, la cruz y la espada, para imponer su doctrina: un solo dios, un solo rey.
Obtuvieron una bula papal que les otorgaba estas tierras con la condición de “evangelizar” a los
indígenas (extirpar idolatrías). E inventaron el racismo, el criminal concepto de razas
“superiores” e “inferiores”, sustento ideológico de ese y posteriores genocidios”.
(Caucus Latinoamericano -2012)
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La historia muestra detalles que reflejan el pensamiento cosmogónico y filosófico de los
indígenas del nuevo mundo plasmados en escritos, esculturas y códices pictóricos que en sus
propios lenguajes narran de alguna manera las vicisitudes
que sufrieron los esos pueblos
indígenas así como el reflejo de las acciones y la forma de pensar, sus tradiciones y los actos de
adoración a sus dioses. Ejemplos de ello es la historia de Quetzalcoalt y los huelwehtlahtolli
(colecciones de enseñanzas y consejos que los ancianos, padres y maestros daban a los jóvenes).
Estos últimos sirven de fundamento al de los ''colegiales"' que las escribieron en náhuatl, la
lengua de los nahuas, (Reyes, 2008).
El sistema moral de la comunidad puede ser considerado como un código de conducta para los
individuos. Abundan los textos reflexivos sobre la belleza de la naturaleza, la amistad y el arte,
sobre la brevedad de la vida, la tristeza de las inminentes separaciones, el incierto más allá y la
enigrnática voluntad de los dioses. La relación simbiótica del indígena con la naturaleza, con la
madre tierra (pacha mama) es la esencia misma de su cultura, bajo el marco referencial de su
historia ancestral, de sus luchas pasadas, es lo que define su forma de vivir y de ver al mundo.
Pero también es la característica más afectada en lo que por décadas se ha denominado
“desarrollo” por los gobiernos de los países americanos e instituciones que forman lo que se
conoce como el foro internacional (ONU, OEA, MPNAL, entre otros).
La idea del “desarrollo” de los pueblos busca en teoría cerrar las brechas de desigualdad
política, económica y social de los países, en especial los del continente americano, para mejorar
la calidad de vida de los habitantes de la región y reducir los índices de pobreza. En ese sentido,
muchos han sido los planes puestos en práctica, algunos con éxitos razonables con referencia a los
objetivos planteados en los mismos, pero los mismos contemplan la visión socio-económica
imperante en lo que se considera el mundo moderno, pero no tienen en consideración los aspectos
culturales, la historia, las creencias de los pueblos originarios, lo cual, desde mi punto de vista, no
es sino otra forma de colonización más refinada, que trata de insertar a esos pueblos a la vida
moderna, asumir otras costumbres y rezagar las propias.
En los Estados Unidos, por ejemplo, un país que tiene una constitución nacional que puede
llamarse “robusta” (creo que la más antigua del continente) y donde se defiende la soberanía y la
democracia con mucho fervor, se atacó durante mucho tiempo a los pueblos originarios,
catalogados como feroces, sanguinarios, destructores, peligrosos para la sociedad yse les llevó al
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exterminio progresivamente o fueron reducidos a confinamientos en áreas especiales llamadas
“reservaciones indias”, sometidos a toda suerte de privaciones. De esas culturas solo quedan
indicios incipientes de su existencia, en un país desarrollado. Cabe preguntarse desde luego, si el
“desarrollo” contempla el exterminio cultural de los pueblos afectados.
Muchos de estos pueblos originarios que habitan en estos países en “vías de desarrollo”,
evidenciaron una resistencia pasiva, otros fueron indiferentes a estos planes de desarrollo y
algunos se adaptaron a la vida urbana, con o sin reservas de su condición cultural, pero también
han sido víctima de una exclusión sistemática que se ha mantenido incluso hasta nuestros días
debido a esas diferencias culturales que contrastan con las predominantes en la sociedad moderna.
Y paradójicamente, gracias a esa exclusión es que se logró mantener de alguna forma, la mayor
parte del pensamiento indigenista, que se diluye de manera sustancial cuando el indígena se
integra a la sociedad moderna, tal como sucede en Perú y en Bolivia, donde luna proporción
significativa de los jóvenes no hablan su idioma nativo, sustituyéndolo por el español..
Por otro lado, existen movimientos, instituciones y/o asociaciones de grupos indigenistas y
pro-indigenistas que luchan por las reivindicaciones político.socio-economicas y culturales de los
pueblos originarios, que vienen actuando desde las últimas décadas del siglo pasado y que han
logrado numerosos avances en este siglo. En Venezuela, por ejemplo, se le ha dado carácter
constitucional a la autodeterminación de los pueblos indígenas, respetando sus derechos sociopolíticos y económicos, sus creencias y sus costumbres.
En el informe del Banco Mundial, titulado Latinoamérica Indígena en el Siglo XXI 2015, se
señala: que la primera década del milenio dejó a los pueblos indígenas de la región con dos
historias contrastantes: una de obtención de beneficios importantes, como la ampliación sin
precedentes de su capacidad para expresar y decidir qué tipo de futuro desean colectivamente, y
otra de persistente exclusión, que todavía limita su capacidad para contribuir y beneficiarse del
Estado sin renunciar a sus culturas e identidades.
En la actualidad, haciendo una proyección acorde con los datos recopilados de los últimos
censos en la región, hay alrededor de 50 millones de indígenas en América Latina, que
representaban cerca del 8% de la población total. México, Guatemala, Perú y Bolivia tenían las
poblaciones más extensas, tanto en términos absolutos como proporcionales, (alrededor del 80 %
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de la población total). En Venezuela, de acuerdo al censo de 2011, la población indígena del país
ascendía a 725 128 personas, lo que representa el 2,7% del total nacional. (INE, Venezuela. 2011).
Según esta publicación, cohabitaban en Venezuela, 52 poblaciones indígenas distribuidas en todo
el país, con solo un 37% en la ida rural y el resto en las zonas urbanas.
La lucha de los pueblos indígenas por conservar su pensamiento, su cultura, sus tradiciones y a
la vez mejorar el estilo de vida, ha dado pie a un nuevo paradigma de desarrollo pero desde la
perspectiva de los mismos. Esta nueva concepción es lo que se ha denominado “el buen vivir” e
incluyen principios de vida como reciprocidad, solidaridad, respeto, complementariedad,
dignidad, participación colectiva, justicia social, armonía con la madre naturaleza y con la
comunidad, bienestar colectivo y familiar, y su referente es la memoria del pasado histórico,
conocido como el tiempo de la libertad, que es la forma permanente desde los inicios de la lucha,
a lo largo del proceso que se extiende a partir de la ocupación por otras culturas hasta el presente.
Se fundamenta en la memoria histórica de lucha, en el respeto a sus territorios, en la identidad, en
el idioma, en la soberanía alimentaria y en los derechos que interesan y afectan a los pueblos
indígenas. (Informe de la CEPAL: Los pueblos indígenas en América Latina – 2014. P. 82)
La integración del pueblo indígena al mundo moderno, por así llamarlo, y la cohabitación con la
sociedad moderna en sus espacios naturales ha sido factor clave en la transmisión del pensamiento
indígena a la cultura venezolana en mayor o menor grado, de acuerdo a la zona y al contacto
existente entre ambas culturas. Una de las facetas más destacadas es la medicina natural, que en
los últimos años ha tenido un auge significativo debido a los altos precios de las medicinas y
fármacos sintéticos.
La visión cosmogónica de la naturaleza que nos implora cuidar al planeta y sus recursos no
renovables, la necesidad de vivir en armonía con el resto de las comunidades, el pensamiento
colectivo sobre lo individual, el desapego por las cosas materiales innecesarias (lujos) son algunos
de los elementos del pensamiento indígena que el venezolano común adapta a la vida cotidiana,
aunque en forma incipiente y de acuerdo a las necesidades del momento. La concepción del
mundo moderno, viciada y corrompida, hace mella en la mente del ciudadano común y amenaza
con desplazar a la vez a culturas más independientes como la cultura indígena.
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Conclusiones.
Para resistir a las amenazas proveniente del mundo occidental y de la globalización, es necesario
que desde las políticas de estado se asuma el compromiso directamente con las comunidades
indígenas en un proyectos macro que permita la preservación del pensamiento del indígena sin
menoscabar su hábitat, su cultura, sus creencias religiosas, sus formas de pensar y de ver al
mundo, su relación con la naturaleza, sus valores espirituales, su idioma y su condición humana.
Esta materia tiene carácter constitucional en varios países de la región como Venezuela,
Ecuador y Bolivia, e inclusive amparada en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas (2007), pero no se ha asumido un verdadero compromiso para
darle continuidad a los proyectos que se han planificado y se han implantado en la región.
Para los pueblos indígenas, la autonomía es un componente fundamental del bienestar. Es
decir, el derecho a organizar su vida social, económica y política a partir de sus propias formas de
organización y de herencia de su cultura ancestral, dentro de los estados nacionales en los cuales
viven. Necesario es considerar que esa orientación social y consolidación de identidad está en
proceso de planificación y ejecución en algunos países, aunque con poca fuerza, pero hay
disposición y está reglamentada por la vía legal como un derecho de los pueblos originarios, pero
hace falta compromiso de las partes. El corazón de este fenómeno es esencialmente la educación
básica con un acercamiento hacia la diversidad como un todo, a partir de la cual la inteligencia
indígena se volvió al mundo. (Valencia Bolaños - 2016).
En materia educativa, donde el principal promotor deben ser los pueblos originarios, se han
llevado a cabo muchas iniciativas, pero los resultados no han sido los deseados. En 2009, el
Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas
llevó a cabo un estudio sobre los derechos a la educación donde destaca que los problemas a los
cuales había que asignarle prioridad eran los siguientes: la falta de control de las iniciativas
educativas para los niños indígenas, la falta de consultas acerca del desarrollo y la aplicación de
los servicios educativos que se prestan a los pueblos indígenas, la limitada atención que se asigna
a la autonomía y la participación de los pueblos indígenas en la prestación de servicios educativos
y, en términos más generales, la imposición de la educación general a los niños indígenas.
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Indudablemente, si no se toman conscientemente las medidas necesarias para preservar el
conocimiento, la cultura, las tradiciones, y a la vez mejorar las condiciones de vida sin perjudicar
el habita y las costumbres de los pueblos indígenas, posiblemente la sociedad moderna se
impondrá y sustituirá toda esa concepción, llevado al indígena a la extinción como cultura, como
ha pasado en varios lugares de la región.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.
Reyes. Luis Alberto, El pensamiento Indígena en América. Los antiguos Andinos, Mayas y
Nahuas. Editorial Bihfos I DESDE AMÉRICA.. 2008. p . 189-190
Sandoval, E. (2012). Estudios para la paz, la interculturalidad y la democracia. Ra Ximhai, 8(2),
17-37.
Informe del Banco Mundial: Latinoamérica Indígena en el Siglo XXI- Primera década. 2015.
Pp 86Caucus Latinoamericano ante el Foro Permanente (9 de mayo de 2012), Declaración acerca
de la Doctrina del Descubrimiento, [en línea] http://alainet.org/active/54689)
Informe de la CEPAL: Los pueblos indígenas en América Latina – 2014. P. 82
Censo 2011.. http://www.ine.gob.ve/documentos/Demografia/CensodePoblacionyVivienda/pdf/
ResultadosBasicos.pdf. (recuperado el 22/11/2019
Mónica Valencia Bolaños. El paradigma abya-yalista, cuna del pensamiento indígena y la
educación intercultural, otra visión de la orientación humana. 2016.
[en linea].
https://www.redalyc.org/jatsRepo/104/10452159002/html/index.html. Recuperado el 26/11/2019.
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