Subido por Yurliana Suarez Rueda

La Galería de la Memoria “Somos Tierra”

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La Galería de la Memoria “Somos Tierra”: Una propuesta pedagógica y estética de
reparación simbólica a partir de la resignificación de las memorias construida con las
víctimas desde los territorios afectados por la violencia.
Por Claudia Girón 1 y Francisco Bustamante2
“A partir de la Ley 1448/11, se da paso a la creación del Centro de Memoria Histórica,
encargado de responder a actividades de reconstrucción de memoria sobre el conflicto,
tales como el mantenimiento de archivos de lo ocurrido, eventos públicos de memoria y
reconocimiento de los hechos que han victimizado a colombianos y colombianas. Se espera
que con tales medidas se favorezca la no repetición de los hechos, la aceptación pública de
lo ocurrido, la solicitud de perdón público y el establecimiento de la dignidad de las
víctimas” (Ley 1448 de 2011, Ministerio de Interior y de Justicia, 2011, p. 76).
Introducción
En el contexto colombiano, al abordar las implicaciones de la reparación simbólica, es
importante comenzar por identificar la dimensión colectiva del daño; establecer cuáles
fueron los impactos ocasionados por la violencia sociopolítica y cuáles son sus
significados al interior del “cuerpo social victimizado” (Jiménez Caballero, 2010). Eso se
logra no sólo a partir de esclarecer la naturaleza de los crímenes cometidos, sino al
comprender la magnitud de la destrucción de lo que fue excluido como posibilidad; es
decir, al valorar cuáles fueron los legados políticos, culturales y sociales de las personas,
comunidades, organizaciones y sectores sociales a quienes se intentó aniquilar o exterminar
física y simbólicamente.
¿Por qué es importante la dimensión simbólica en la reparación integral?
La reparación simbólica, se define en términos de una serie de acciones orientadas a
reconstruir la memoria colectiva, el patrimonio histórico y cultural, a fin de restablecer la
dignidad de la comunidad afectada y de la sociedad en general, restableciendo los lazos de
confianza y solidaridad que existían entre la gente. Este tipo de acciones, que tienen un
carácter político y ético, deben ir acompañadas de medidas jurídicas, psicosociales y
económicas, que, reunidas en un programa de reparación integral, contribuyan, en primer
lugar, a que las víctimas sean reconocidas como tales en su dignidad y derechos, a través
de una compensación de los daños, sufrimientos y perjuicios causados a nivel moral,
emocional, mental y espiritual, que les permita resignificar el dolor y el miedo, restablecer
su derecho al buen nombre y fortalecer su identidad individual y colectiva. Y, en segundo
lugar, contribuyan a que el conjunto de los ciudadanos se reconozcan como parte de una
“sociedad víctima” (Gómez Müller, 2008), en tanto la vulneración masiva y sistemática de
los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario en el marco del conflicto
1
Psicóloga de la Universidad de Los Andes. Docente –Investigadora de la Facultad de Psicología de la
Universidad Javeriana.; Miembro del Grupo “Lazos Sociales y Culturas de Paz”. Defensora de los Derechos
Humanos. Directora de la Fundación Manuel Cepeda Vargas, y miembro del Grupo M de Memoria.
2
Artista plástico y escultor de la Universidad Nacional de Colombia. Defensor de los Derechos Humanos de
la Asociación Minga. Autor de la Galería de la Memoria “Somos Tierra”, entre otras obras que dan cuenta
de su amplia trayectoria como especialista en Arte y Derechos Humanos en Colombia.
sociopolítico, ha sido producida en un contexto histórico y cultural de deshumanización y
degradación moral, que implica asumir que los procesos de victimización dan cuenta de una
grave fractura del vínculo colectivo que afecta e implica a todos los colombianos.
De acuerdo con los resultados obtenidos a partir de un estudio de investigación sobre las
expectativas y el grado de satisfacción de las víctimas frente a las medidas de reparación
integral en Colombia, realizado por el equipo del Área de Víctimas del Observatorio
Internacional del Centro de Toledo para la Paz, a cargo del profesor Juan Felipe García
(2012) de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Javeriana3, es importante
destacar que “no existe una relación de homogeneidad entre lo que el Estado ofrece (leyes,
instituciones y programas) y lo que las víctimas demandan. En el prólogo del libro que da
cuenta del estudio mencionado, Claudia Medina Aguilar4, afirma que “las primeras
prioridades de las víctimas, de acuerdo con los hallazgos de esta investigación, tienen que
ver con procesos sociales e institucionales, que además de dignificar las formas de vida más
afectadas por el conflicto, reconozcan las pérdidas individuales como pérdidas de todos, y
eviten memorias unidireccionales que despolitizan a los actores y sus reivindicaciones. En
otras palabras, tienen que ver con la construcción de una esfera pública del duelo (…) lo
cual implica hacer énfasis en la reconstrucción de ciudadanía con base en dos variables: el
reconocimiento y dignificación de las formas de vida victimizadas -y destruidas- por el
conflicto; y la validación en la esfera pública de los duelos individuales y colectivos de esas
poblaciones, desde sus propias narraciones”.
De acuerdo a las leyes producidas en el contexto histórico reciente, enmarcado en la
implementación y aplicación de medidas de Justicia Transicional en Colombia, como la
Ley 957/05, la Ley 1448/11 y la Ley 1592/12, las medidas simbólicas que favorecen la
reparación integral se pueden agrupar en cuatro categorías:
1. Garantías de no repetición y medidas de prevención.
2. Acciones simbólicas y políticas de reconocimiento y encuentro.
3. Construcción de la memoria histórica.
4. Promoción y educación en Derechos Humanos.
A partir de las investigaciones realizadas en el marco de procesos colectivos de
construcción de la memoria en diferentes regiones del país desde la Plataforma M, de
trabajo interinstitucional constituida por la Asociación Minga, la Agenda Caribe y la
Fundación Manuel Cepeda Vargas,
las acciones de reparación simbólica, desde la
perspectiva de las organizaciones víctimas, deben ser las siguientes:
• La implementación de mecanismos y acciones públicas de sanción moral (como las
Audiencias Ciudadanas por la Verdad5) con el respaldo institucional de las autoridades
nacionales, la comunidad internacional, las iglesias y los medios de comunicación.
3
El lugar de las víctimas en Colombia. Análisis sobre las instituciones de verdad, justicia y reparación desde una
perspectiva de víctimas. 4
Directora del Centro Internacional de de Toledo para la Paz
5
En sesión plenaria del Senado de la República del 24 de Febrero de 2007, la Comisión de Derechos Humanos y
Audiencias del Senado, en la necesidad de buscar caminos alternos para contribuir a los procesos de construcción de
•La difusión de copias de los reportes de investigaciones estatales o internacionales y los
pronunciamientos de disculpa y perdón público por lo ocurrido, por parte de representantes
del Estado o los grupos armados involucrados en el conflicto.
• Las visitas periódicas de seguimiento y veeduría por parte tribunales de opinión y
comisiones de verdad de carácter internacional y/o mixto, que contribuyan, de manera
independiente, a hacer realidad las garantías de no repetición de los hechos que vulneran
los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario.
•La recuperación y apropiación de lugares históricos y sistemas ecológicos y ambientales
significativos para las comunidades afectadas, como ríos, lagunas, bosques, montañas,
reservas naturales, etc.
•La exhumación, identificación y sepultura de los cuerpos según los rituales, ceremonias y
creencias de las comunidades afectadas.
•El fortalecimiento de los medios de comunicación alternativos de carácter comunitario y la
implementación de una estrategia de formación en comunicación audiovisual, dirigida a las
comunidades.
•La creación de un fondo editorial para la producción y publicación de textos, fotografías,
videos y canciones, en los que se reconstruyan los testimonios, las historias y los relatos
que las comunidades elaboran, no sólo en torno a los sucesos violentos que las han afectado
y continúan afectándolas, sino en torno a los procesos históricos de resistencia contra el
olvido y la impunidad.
•El establecimiento de fechas especiales para conmemorar colectivamente y realizar actos
de homenaje a las víctimas desde la perspectiva cultural de las comunidades afectadas.
•El diseño y la puesta en marcha de programas educativos que velen por la formación
ciudadana y la formación de valores y actitudes que permitan a las personas conocer sus
derechos, integrarse a la sociedad y participar activamente en la construcción de
ciudadanía.
•La creación de un fondo permanente para proyectos de investigación en materia de
Derechos Humanos.
•La construcción de monumentos, esculturas, mausoleos, murales, placas y obras de arte
donde se tenga en cuenta la perspectiva estética, los símbolos y significados culturales de
las comunidades afectadas.
•El bautizo de calles, parques, puentes, bibliotecas, y otros lugares públicos con los
nombres de las víctimas.
• La creación a nivel local y regional de centros de documentación histórica y de museos
de la memoria que den cuenta del legado de las víctimas en tanto patrimonio cultural y
social de la nación.
Teniendo en cuenta lo anterior, y dada la magnitud de la tarea que implica pensar en llevar
a cabo las propuestas de reparación simbólica que plantean las organizaciones sociales con
quienes venimos trabajando en diversos territorios afectados por la violencia sociopolítica,
es importante partir de una serie de preguntas reflexivas que nos permiten abordar una
serie de problemas:
Verdad, Justicia y Reparación, habilitó espacios para escuchar y recoger las denuncias de las víctimas y organizaciones
sociales en lo que se ha venido a denominar Audiencias Ciudadanas por la Verdad.
¿De qué manera actúan los símbolos en una sociedad fragmentada por la polarización
política y social?, o, en otras palabras: ¿De qué manera actúan los símbolos en una sociedad
donde la fragmentación del tejido social y la polarización extrema dificultan el
reconocimiento pleno de todas las víctimas del conflicto sociopolítico como sujetos plenos
de derechos?; ¿De qué manera actúan los símbolos en las comunidades victimizadas?;
¿Qué tipo de símbolos contribuyen o podrían contribuir a crear un nuevo sentido y una
nueva consciencia histórica colectiva?; ¿Qué mecanismos pueden desplegarse en el
espacio público por parte de la sociedad civil colombiana para vencer la impunidad y el
olvido en el terreno de lo simbólico?; ¿Cuáles son los factores de mediación cultural que
podrían contribuir a que la recuperación histórica del pasado generara cambios
significativos en la reconfiguración de las relaciones sociales en nuestro país?; ¿Cómo y en
qué se expresa el control del uso del espacio público y del patrimonio estético y simbólico
en Colombia?; ¿Cómo articular las diferentes iniciativas y propuestas de construcción de la
memoria histórica de la violencia desde una perspectiva estética con el fin de ampliar el
ámbito de representaciones simbólicas?; ¿Cómo potenciar la participación ciudadana en
acciones colectivas orientadas a evidenciar la dimensión colectiva del daño infligido a la
sociedad colombiana en su conjunto, recogiendo las producciones de memoria no
institucionales promovidas por diferentes sectores de la sociedad?
Intentando responder de alguna manera a estas preguntas, cuya complejidad implica una
reflexión permanente sobre nuestra manera de pensar el problema del deber de memoria
como correlato del derecho a la verdad que tiene toda sociedad, las organizaciones de la
Plataforma M, diseñamos un proyecto de pedagogía social desde la perspectiva de la
reparación simbólica, con el fin de contribuir a construir un sentido ético, estético y
transformador, alrededor de los procesos de construcción de la memoria colectiva.
El proyecto, que se denominó Galería de la Memoria "Somos Tierra", fue financiado por
Lutherans World Relief y USIP (United States Institute of Peace), y consistió en el
acompañamiento a comunidades, organizaciones y movimientos sociales de regiones
particularmente afectadas por las violencias, como el Catatumbo y los Montes de María.
Su objetivo fue diseñar de manera conjunta con las comunidades una exposición artística
de carácter itinerante, donde fue posible plasmar en una serie de objetos (muebles, enseres,
utensilios, fotografías, pinturas y esculturas) los impactos individuales y colectivos de las
dinámicas que se desprenden de la violencia sociopolítica, el conflicto armado y los
megaproyectos económicos en el territorio, la subjetividad y la cultura. Así mismo, se
buscó reflejar cuáles han sido las apuestas organizativas (ético-políticas y culturales) y los
procesos de afrontamiento y memoria colectiva para fortalecer los lazos sociales y la
dignidad humana en las regiones afectadas. La metodología se desarrolló alrededor de
preguntas como las siguientes: ¿Qué significa para nuestra comunidad la reparación
simbólica?; Como comunidad ¿Qué otros mecanismos consideramos, son los más
apropiados para reparar simbólicamente los daños causados por los hechos violentos?;
¿Qué recursos tenemos como comunidad para preservar la memoria de las víctimas, nuestra
cultura y nuestra identidad?
La primera etapa del proyecto se llamó Galería de la Memoria "Recuérdame”, y se centró
en los impactos de la violencia en los Departamentos de Sucre y Putumayo. Su primer
producto fue una exposición interactiva que se movió por varias ciudades de los Estados
Unidos, principalmente en Universidades, con el fin de sensibilizar a los ciudadanos
norteamericanos acerca de los efectos del Plan Colombia y la Política de "Seguridad
Democrática" en estos territorios, situados, respectivamente al norte y al sur del país.
Gracias a estos recorridos, nos ganamos un premio internacional con el proyecto, y la
USIP nos financió la segunda parte, que es la Galería "Somos Tierra".
Esta última, hasta el momento, se ha movido en varias ciudades del país: Cúcuta,
Cartagena, Carmen de Bolívar, Mocoa y Bogotá, a partir de una apuesta interinstitucional
con autoridades locales, la agencia de cooperación española y el Centro Nacional de
Memoria Histórica, entre otros, con la idea de legitimar las versiones de las víctimas en
escenarios que acompañan la exposición, como conversatorios, visitas guiadas y foros
temáticos, en los que participan líderes sociales de las comunidades victimizadas,
académicos, periodistas, gestores culturales, docentes, estudiantes de colegios y
universidades y ciudadanos del común.
Actualmente, a partir de un convenio interinstitucional con el Centro de Memoria, Paz y
Reconciliación del Distrito, hemos diseñado una serie de recorridos de la Galería “Somos
Tierra” en diversas localidades en Bogotá. Los recorridos comenzaron el 9 de abril del
presente año6, en las instalaciones de la Biblioteca de El Tunal, y continuaron en el Centro
comunitario de Arborizadora Alta, y en el Centro Comunitario de La Victoria, donde
estará expuesta hasta principios del mes de Agosto.
Esta apuesta pedagógica de reparación simbólica, es parte de un proyecto macro de
“Laboratorio de la Memoria”, al interior del cual consideramos que, de acuerdo a los
presupuestos de la Justicia Transicional que definen las medidas de reparación integral para
las víctimas, cuando se habla de “Enfoque Diferencial” y “Acción sin Daño”, desde las
diversas instituciones gubernamentales y no gubernamentales, incluyendo, por supuesto a
la academia, es fundamental analizar críticamente desde dónde se construyen los criterios,
conceptos y presupuestos que determinan cuáles deben ser las medidas de reparación
simbólica para los diferentes actores y sectores sociales afectados.
A partir de la experiencia de trabajo colectivo con la Galería de la Memoria “Somos Tierra”
sabemos que es importante resignificar, no sólo los conceptos y los contenidos subyacentes
a las medidas que se han construido en torno al tema de la reparación, sino las actitudes y
prejuicios que configuran las mentalidades desde las cuales se establecen relaciones de
dominación con las personas y comunidades victimizadas; relaciones donde, de manera
tácita o explícita, se asume de antemano que hay “saberes expertos y saberes subalternos”,
lo cual repercute en la escasa participación de las propias víctimas en la elaboración y
diseño de las medidas orientadas a reparar los daños de los que han sido objeto. Por ello,
es importante que nos estemos preguntando permanentemente, no sólo qué necesitan, o
más bien, con qué se conforman las víctimas para sobrevivir en medio de la precariedad
6
El 9 de abril fue escogido como “Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas” como parte de las
medidas de reparación simbólica que se desprenden de la Ley 1448 de 2011, la primera ley de reparación de víctimas del
conflicto interno en el país, que tiene en cuenta la importancia de la reconstrucción de la memoria histórica.
institucional y social del contexto colombiano, sino qué podemos hacer conjuntamente
para transformar esas condiciones estructurales de precariedad (política, socio-económica,
jurídica, cultural) que legitiman la impunidad, y terminan reduciendo a las víctimas al papel
de dolientes que se ven obligados a recibir lo que otros decidan darles, a manera de
“reparación”, y terminan por decir: “algo es algo, peor es nada, prefiero que al menos me
paguen mi muerto, o por lo menos, que pongan su nombre en una placa…”
Desde esta perspectiva, la articulación de los procesos de construcción de la memoria
colectiva y la memoria histórica con los procesos de reparación simbólica debe emerger
de la comprensión de las diversas funciones socioculturales y políticas que desempeña la
memoria con relación al sentido ético de la justicia: la memoria como fuente de verdad
sobre lo acontecido con relación a los crímenes de lesa humanidad y a las graves
violaciones de Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario; la memoria
como posibilidad para realizar el duelo colectivo ante la muerte y las pérdidas violentas,
cuya elaboración contribuye a la reconstrucción o creación del tejido social destruido; la
memoria como camino hacia la paz. “La búsqueda de la reparación simbólica supone la
democratización de la sociedad y sus instituciones, y la adopción de medidas preventivas
para que no vuelvan a repetirse jamás hechos que provoquen la muerte y la destrucción.” 7
La elaboración de las apuestas institucionales de dignificación, reconocimiento de las
víctimas y reconstrucción del tejido social, tiene que pensarse de manera estratégica,
incluyente y participativa; es decir, tiene que pensarse como el resultado de un proceso
serio de articulación de las diferentes iniciativas gubernamentales y no gubernamentales de
construcción de la memoria histórica y las memorias colectivas, incorporando, además, la
perspectiva intercultural.
Según la antropóloga Ángela Cañón (2013)8, la interculturalidad como perspectiva
conceptual del abordaje metodológico en el marco de las políticas públicas de reparación
integral, permite ampliar el marco de conocimientos acerca de las relaciones entre el
territorio y la naturaleza en los territorios ancestrales y los sistemas lógicos y
epistemológicos-otros subyacentes a la manera de conocer y vivir el territorio; la
organización comunitaria y la gobernabilidad de las comunidades vulneradas por el
conflicto y la construcción de metodologías híbridas que posibiliten la construcción de
modelos de pedagogía social orientados a la reconstrucción del tejido social en los
escenarios del postconflicto. En estos términos, la articulación de una red nacional de
7
En: “Voces de Memoria y Dignidad” Grupo pro Reparación Integral (2006). El Grupo Pro Reparación Integral es una
plataforma interinstitucional de carácter interdisciplinario
-conformada por organizaciones como el Instituto
Latinoamericano de Servicios Alternativos ILSA, la Corporación AVRE, el Banco de Datos del CINEP, la Corporación
Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo y la Fundación Manuel Cepeda Vargas- cuya labor se centra en la
elaboración y difusión de materiales pedagógicos sobre las diferentes dimensiones de la reparación integral y la búsqueda
de espacios de incidencia política que contribuyan a posicionar las problemáticas concretas en torno a este tema en el
actual contexto, evidenciando las falencias de las políticas implementadas por el Estado en esta materia.
8
Texto inédito (2013) Escuela Intercultural Agenda Caribe. Una apuesta en pedagogía social para el postconflicto en
Bolívar.
iniciativas de memoria colectiva, implica, primero, rescatar el legado ético-político,
estético, simbólico y cultural de los pueblos étnicos y las comunidades campesinas de
Colombia, con el fin de desarrollar procesos más complejos de esclarecimiento de la verdad
histórica; que, como todos sabemos, es la principal condición que se requiere para hacer
posible el tránsito hacia la democratización de la sociedad, y por ende, para viabilizar la
reconciliación y la paz que deseamos la mayoría de los colombianos.
Conclusiones
A manera de conclusión, consideramos que para que la sociedad sea más plural, hay que
ampliar y enriquecer los repertorios simbólicos que constituyen el ámbito comunicativo que
genera una serie de acuerdos narrativos al interior de la misma (Mendoza, citado por
Vidales, 2012). En una sociedad polarizada como la colombiana, los acuerdos narrativos,
elaborados por diferentes sectores, están profundamente marcados por una dinámica de
ruptura y negación de la alteridad, que se expresa en la ideologización de las memorias;
entendida ésta como una dinámica de choque entre los discursos hegemónicos y los
discursos Otros. Esta dinámica polarizante captura los significados y destruye la potencia
de los símbolos, promoviendo, por un lado, la enajenación y el fanatismo, y por otro lado,
la parálisis colectiva –la apatía, el miedo y la desesperanza- que se consolida como
mecanismo de defensa ante las prácticas brutales de represión que intentan acallar las
voces de las víctimas, negando su legítimo reclamo de verdad, justicia, reparación integral
y garantías de no repetición de los hechos de barbarie.
La ideologización de las memorias debilita la capacidad de asombro de la sociedad, que es
el resorte que impulsa a los individuos y las colectividades a movilizarse contra la
impunidad que rodea los crímenes atroces cometidos contra amplios sectores de la
población, estigmatizados, marginados e invisibilizados. Parafraseando a Fernández
Christlieb (1987), “Uno de los recursos del asombro es la memoria colectiva, mediante la
cual se rescata la historia de la sociedad y se reinterpreta bajo la mirada de un futuro
deseable. Otro de sus recursos, es el de los canales alternativos de expresión, en donde el
arte, la vida diaria y el sueño, se encuentran para comunicar algo. (…) Al igual que la
poesía, la psicología política reconstruye la comunicación. Y al igual que el asombro, la
psicología política se encarga de generar una posibilidad de inserción en la vida pública,
combinando de esta manera, símbolos y significados en uso, con símbolos o significados
inéditos”
Por ello, quienes asumimos la opción de contribuir a visibilizar las voces de las víctimas,
fortalecer y legitimar sus procesos de exigibilidad de derechos, disminuir sus sufrimientos
y dignificar sus existencias, debemos situarnos a la altura moral de sus expectativas, sus
esperanzas y sus sueños, con la plena consciencia de que los daños de los que han sido
objeto, son la expresión de la fractura en el cuerpo social en el que todos nos hemos
configurado como sujetos políticos. El reto para los defensores de los derechos humanos,
los artistas, los profesionales de la psicología y de otras disciplinas de las ciencias sociales
en Colombia, está entonces en promover la construcción de nuevas subjetividades políticas
y la politización de los símbolos, que permite construir lenguajes orientados a movilizar la
consciencia ética de la sociedad, en tanto contribuyen a nombrar de manera incluyente las
experiencias dolorosas que dan cuenta del trauma transgeneracional9, que es el correlato
psicosocial de la violencia sociopolítica.10
Bibliografía
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Mayor de Bogotá. Bogotá.
Brinkmann, Beatriz (CINTRAS); Lagos, Mariana (EATIP); Vital, Vera (Brasil,
GTNM/RJ); Scapucio, Miguel (SERSOC) (2009) Daño transgeneracional:
Consecuencias de la Represión política en el Cono Sur. Editorial Impresión Gráfica LOM,
Santiago, Chile.
Cañón Cárdenas, Ángela María (Texto inédito, 2013) Escuela Intercultural Agenda Caribe.
Una apuesta en pedagogía social para el postconflicto en Bolívar.
Fernández Christlieb, Pablo. (1987). Consideraciones teórico-metodológicas sobre la
psicología política. En Montero, Maritza (Coord.) Psicología Política Latinoamericana.
Caracas, Venezuela: Panapo.
García Arboleda, Juan Felipe (2012) El lugar de las víctimas en Colombia. Análisis sobre
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Editorial Temis S.A. Bogotá, 2012.
Gómez Müller, Alfredo, (2008). La reconstrucción de Colombia, escritos políticos.
Colombia: La carreta editores E.U.
Grupo de Memoria Histórica (2009) Memorias en Tiempo de Guerra. Repertorio de
Iniciativas. Colombia: Puntoaparte Editores.
Grupo Pro-Reparación Integral, (2006). La Dimensión Simbólica y Cultural de la
Reparación Integral. En: Voces de Memoria y Dignidad: Material Pedagógico sobre
Reparación Integral. ARFO Editores, Bogotá, Colombia.
9
El concepto de daño transgeneracional ha sido trabajado desde un campo multidisciplinar, donde
predominan la psicología y la psiquiatría, en diferentes países del Cono Sur, que como Chile, Argentina,
Uruguay y Brasil, estuvieron sometidos a dictaduras militares, e hicieron procesos transicionales hacia la
democratización social. En Colombia, dada la dificultad de tomar distancia frente a “un pasado que no ha
pasado porque sigue pasando”, aún estamos en mora de trabajar la dimensión transgeneracional de los
múltiples daños ocasionados por la violencia y la guerra.
10
En su artículo “Guerra y deshumanización: Una perspectiva psicosocial”, Joaquín Samayoa (1990),
define el correlato psicosocial de la guerra como el conjunto de patrones aberrantes de pensamiento y
conducta colectiva que configuran la deshumanización de las relaciones sociales. En: Martín, Baro, I. (1990)
Psicología Social de la Guerra. Trauma y terapia. UCA Editores, San Salvador, El Salvador.
Grupo Pro-Reparación Integral, (2008), La Dimensión Política de la Reparación
Colectiva. Cuaderno de trabajo. En: Voces de Memoria y Dignidad: Material Pedagógico
sobre Reparación Integral. ARFO Editores, Bogotá, Colombia.
Jiménez Caballero, Carlos (2010). El campo psicosocial: conceptos e implicaciones. En:
Centro internacional para la justicia Transicional. Tareas Pendientes: Propuestas para la
formulación de políticas públicas de reparación en Colombia. Colombia. Centro
Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ).
Martín-Baró, Ignacio (1990) Psicología social de la Guerra. Trauma y terapia. UCA
Editores. San Salvador, El Salvador.
Vidales, Raúl (2012) Peace Building in a Country under War Condition. (Working tittle).
En: R Vidales, Peace Building in a Country under War Condition. (Working tittle) Stella
Sacipa.
Anexos: Textos Poiéticos11 que acompañan las obras en la exposición:
Imagen 1: “Somos Tierra”
Texto 1: “Le han destinado la restitución de las tierras al INCODER. Dicen que su
director es un conservador progresista. Dicen lo mismo del Ministro. Otros creen que ellos
dos no saben de fincas ni de caballos…. menos de arroz, de sorgo o de palma…. no
conocen la geografía de la muerte, plasmada en las paredes de las casas abandonadas,
donde sólo quedó una mesa vacía y una silla sin patas, abandonada en un rincón...
¿Qué es eso? Una mesa, o una hectárea de mesa, o una casa que se ha caído de la mesa, o
una mesa que al mismo tiempo es casa, y tiene muchos dueños, o una casa que ya no tiene
dueños, porque su jardín fue sembrado de muerte, cuando los asesinos asaltaron la mesa,
robándose los panes, las semillas y los sueños, o una casa sepultada bajo la tierra fría,
donde algún día floreciera la vida que hoy se ausenta, como aquellos que nunca volverán a
ocupar esta mesa vacía…
En los Montes de María y en Tibú, 7 años después de las desmovilizaciones - a un año de
que se cumplan las penas de la Ley de los paras - hoy en día existen grandes plantaciones
de palma.
“Hemos ganado la guerra”, dicen los de la Corporación de “Amigos de los Montes de
María”…. “Tenemos Presidente del Congreso” dicen los palmeros de “Campo Dos”, allí,
donde durante 6 años, se mantuvo el retén del Bloque Catatumbo. ¿Cómo explicar que en
estas regiones los negocios llegaron primero que la Ley de víctimas?... ¿Cómo explicar
que el motivo real no era sacar a la insurgencia sino sacar a los campesinos de la zona
para tener las tierras?... ¿Nos vamos a sentar ante esta mesa sembrada de engaños y
mentiras para comernos la miseria cruda de manos de los miserables que intentan
convertirnos en mendigos?.... ¿Nos van a dibujar sobre esta mesa el camino que marca
para siempre la ruta de todas nuestras vidas?.... ¿Nos van a obligar a escribir y a firmar la
escritura de la muerte de la esperanza ante un notario que recibe su parte del botín por
debajo de esta mesa?
Para nosotros no es justo este intercambio. Queremos sembrar lo que siempre sembramos,
y adornar nuestras casas, y surtir nuestras mesas, saboreando el sabor de nuestras tierras,
mirando con esperanza el horizonte, rodeados por jardines colgantes y palacios
babilónicos en toda la mitad de La Gabarra, en el centro del centro de la vida”.
Imagen 2: “El río de las tumbas” (Instalación elaborada con prendas y objetos de
víctimas cuyos cuerpos han sido encontradas en los ríos)
11
Poiesis: Según Aristóteles, "poiesis" es la actividad conducente a un resultado, la actividad que tiene como
objeto un producto distinto de la actividad misma (un ergón). Se opone a "praxis", la actividad en acto, que
tiene como finalidad la actividad en sí misma (la en-ergeia)
Texto 2: “Es este un fragmento del río robado a los meandros. Allí donde se acomodan las
tumbas de otros muertos; son los muertos del agua, derretidos al fondo de la nada; son y
serán los desaparecidos de siempre. Nadie los llama porque no existen; nadie los llora,
porque se humedecen como el papel efímero que se diluye en el charco del olvido que
borra para siempre las historias escritas con sangre; nadie los busca, porque fueron
arrastrados por la corriente de la historia, que jamás será contada, ni cantada….
Allí, entre las matas de cieno, se amontonan los fragmentos, las pequeñas cosas que
permiten nombrarlos, que permiten dibujar los trazos de un mapa de memoria que conduce
a la ruta señalada por una arqueología de la muerte. Se han desaparecido con los peces,
en un jardín profundo y maniatado; se han desintegrado entre los dedos inermes, como el
agua vestida de nostalgias. Es como una película que se repite siempre, en el teatro de las
aguamarinas, con telones de fondo y cascos de barcos sumergidos. Lo que estuvo teñido de
rojo hoy se congela en los acuarios…”
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