Subido por Alvaro costa nieto

LECCIÓN 1 - INTRODUCCIÓN AL DERECHO PROCESAL PENAL

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LECCIÓN 1 – INTRODUCCIÓN AL DERECHO PROCESAL PENAL
1. PROCESO PENAL. CONCEPTO Y FINALIDADES. DIFERENCIAS CON EL PROCESO CIVIL.
SISTEMAS DEL PROCESO PENAL
2. PRINCIPIOS QUE RIGEN EN EL PROCESO PENAL
3. FUENTES LEGALES DEL PROCESO PENAL
1. PROCESO PENAL: CONCEPTO Y FINALIDADES. DIFERENCIAS CON EL PROCESO CIVIL.
SISTEMAS DEL PROCESO PENAL.
PROCESO PENAL: CONCEPTO Y FINALIDADES.
En primer lugar, es preciso tratar la naturaleza del Derecho Procesal Penal, y para ello, será
necesario hablar del Derecho Penal.
El Derecho Penal es la rama del ordenamiento jurídico que contiene las normas que
tipifican las conductas más lesivas, imponiéndose penas por la autoría de hechos delictivos
recogidos en el Código Penal. Sin embargo, el Derecho Penal es derecho material o derecho
sustantivo, es decir, el Derecho Penal contiene normas que tipifican conductas delictivas, y
señala sus correspondientes penas, pero éstas no bastan para la imposición de dichas penas o
la ejecución de las mismas por la realización de un hecho delictivo. El Derecho Penal necesita
del Derecho Procesal Penal.
Así pues, el Derecho Procesal Penal es la rama del ordenamiento jurídico que se ocupa de la
función jurisdiccional en el ámbito penal, y ofrece la relevante singularidad de constituir un
elemento imprescindible para la efectiva realización del Derecho Penal, de tal forma que si no
existe el proceso penal, el Derecho Penal sería una “mera declaración de intenciones”. Es la
estructura necesaria para la aplicación del Derecho Penal, de tal forma que existe una perfecta
simbiosis entre el Código Penal y la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
Constituye una de las principales diferencias del Derecho Penal respecto del Derecho Civil,
Mercantil o Laboral, pues mientras estos últimos pueden aplicarse mediante los particulares,
cuando contratan, por ejemplo, el Derecho Penal requiere de un proceso en el que los jueces y
tribunales ejerzan la jurisdicción.
La Ley de Enjuiciamiento Criminal es una norma que se ocupa de:
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Normas específicas del proceso penal
Garantías del proceso, respetando los DDFF de las partes
Principios constitucionales que rigen en el proceso penal
En la exposición de motivos de la LECrim se pone de manifiesto la tensión existente entre los
DDFF de las personas y la investigación o búsqueda de la verdad material de lo que ha
sucedido en un hecho delictivo. Por ello existe una contraposición entre éste derecho a
investigar los acontecimientos de un hecho delictivo del órgano jurisdiccional con los derechos
de las personas afectadas por el hecho mencionado. Las normas procesales tienen que tener
unas características muy especiales, y esta especialidad se materializa en las garantías
existentes en todo proceso penal de las partes que intervienen en el proceso, pues nadie es
culpable de un hecho hasta que no se prueba.
El monopolio para la imposición de penas, o lo que se conoce como el “Ius Puniendi”,
corresponde en exclusiva al Estado, siendo el proceso penal el único instrumento a través del
cual puede aplicarse el Derecho Penal. El Estado otorga a los órganos jurisdiccionales la
potestad para la imposición de penas, conocida como la potestad jurisdiccional, que aparece
recogida en los artículos:
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Artículo 117 de la Constitución Española, sobre el Poder Judicial, junto con otros
artículos de la misma, como el artículo 25.1.
Artículo 3.1 del Código Penal, que establece que no podrá ejecutarse pena sin
sentencia firme dictada por el Juez o Tribunal competente, de acuerdo con las leyes
procesales
Artículo 1 de la LECrim, que recoge el principio de legalidad penal. La garantía
jurisdiccional constituye así uno de los pilares básicos del principio de legalidad penal,
que se comprende cuatro facetas:
1. Criminal (nullum crimen sine lege, artículo 1 del CP)
2. Penal (nulla poena sine lege, artículo 2 CP)
3. Jurisdiccional (artículo 3.1 del CP)
4. Ejecución (artículos 3.2 del CP)
Las distintas finalidades del proceso penal son las siguientes:
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Todo proceso penal tiene una finalidad de interés público, es decir, cumplir con un fin
social. Éste es el castigo del responsable penal por ser autor de un hecho delictivo,
restaurando el orden jurídico.
Protección de la acusación injusta, que deriva de la primera finalidad, pues de esta
forma, se evita que todo inocente sea culpable de un hecho que no ha cometido. Con
este cometido se establecen las distintas garantías procesales.
Esta finalidad se asocia con el principio rector del Derecho Penal “In dubio pro reo”,
pues toda persona es inocente hasta que no se demuestre lo contrario, con las
pruebas precisas. Se refleja en esta finalidad la tensión resultante de la contraposición
de dos intereses: el Derecho de castigo del Estado frente a los Derechos del sujeto
parte de un proceso.
Por último, debemos tener en cuenta como finalidad de todo proceso penal la
protección del derecho de las víctimas de un hecho delictivo. La víctima suele quedar
al margen del proceso, aunque en la actualidad, y con el paso del tiempo, las víctimas
adquieren relevancia para el Derecho Procesal Penal.
Debemos poner como ejemplos distintos cuerpos legales que nacen, como los
relativos a los Derechos de las víctimas de atentados terroristas; o de las víctimas de
violencia de género. No obstante, será la Ley 4/2015, de 27 de abril, la que regula de
forma completa el Derecho de las víctimas, denominándose “Estatuto de las víctimas”.
Esta ley tiene en cuenta la protección de la víctima tanto en el proceso como fuera del
mismo.
DIFERENCIAS CON EL PROCESO CIVIL
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OBJETO DEL PROCESO
En el Proceso Civil existe un interés privado, consistente en la realización del Derecho privado,
que no precisa irremediablemente la intervención jurisdiccional, pues caben otras vías. En
contra, en el Proceso Penal, existe un interés público. Dicho de otra forma, rige el principio de
necesidad de intervención de la Jurisdicción en la realización del Derecho penal, de tal forma
que siempre que se tenga noticia de la existencia de un hecho delictivo debe abrirse un
proceso penal, con matizaciones de discrecionalidad.
No obstante, el proceso penal conlleva en ocasiones consecuencias de carácter privado, pues
de toda acción penal puede surgir acción civil, como regula el artículo 100 de la LECrim. En el
proceso penal existe la posibilidad del ejercicio conjunto de la acción penal y civil, siendo más
ágil, aunque también cabe la reserva de la acción civil tras ejercitar la acción penal, siendo
poco usual.
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FIGURA DEL MINISTERIO FISCAL
Respecto del proceso civil, se da una escasa intervención del Ministerio Fiscal, salvo en
procesos civiles no dispositivos, regulados en el artículo 4 de la LEC, siendo éstos los procesos
de matrimonio, capacidad y de menores, en los que existe obviamente, un interés público.
En contra, el proceso penal es el reino del Ministerio Fiscal. Esto se debe a la relevancia del
interés público que rige en todo proceso penal por el hecho delictivo cometido, salvo en los
delitos privados, en los que no se da la actuación del Ministerio Fiscal, que son en exclusiva los
delitos de calumnias e injurias, cuyo proceso se inicia a través de querella de particular.
La regulación del Ministerio Fiscal se encuentra en el artículo 124 de la CE:
Artículo 124 CE:
“1. El Ministerio Fiscal, sin perjuicio de las funciones encomendadas a otros órganos, tiene por misión
promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del
interés público tutelado por la ley, de oficio o a petición de los interesados, así como velar por la
independencia de los Tribunales y procurar ante éstos la satisfacción del interés social.
(2. El Ministerio Fiscal ejerce sus funciones por medio de órganos propios conforme a los principios de
unidad de actuación y dependencia jerárquica y con sujeción, en todo caso, a los de legalidad e
imparcialidad.)
3. La ley regulará el estatuto orgánico del Ministerio Fiscal.
4. El Fiscal General del Estado será nombrado por el Rey, a propuesta del Gobierno, oído el Consejo
General del Poder Judicial”.
No obstante, existe una gran polémica que versa sobre la actuación del Ministerio Fiscal en el
proceso penal, pues se pretende que sea éste órgano el encargado de llevar a cabo la fase de
instrucción de los procesos penales. La crítica encuentra sus argumentos en la excesiva
dependencia jerárquica que existe en el Ministerio, donde existe un Fiscal General del Estado
nombrado a propuesta del gobierno, sufriendo una fuerte contaminación. Por el contrario, la
judicatura goza de independencia e inamovilidad.
La clave del asunto está en que son distintos los jueces que llevan a cabo la fase de instrucción
y la fase de enjuiciamiento, estando a salvo el juez de la fase de enjuiciamiento de
contaminación tanto objetiva como subjetiva por la instrucción del proceso.
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PRINCIPIOS QUE RIGEN EN AMBOS PROCESOS
Aunque existen principios comunes a ambos procesos, como son los principios de dualidad de
partes, igualdad de armas o contradicción, es evidente que en el proceso penal rigen principios
específicos distintos del proceso civil. Estos son la oficialidad de la acción y la investigación de
oficio, ya que el ius puniendi es irrenunciable e indisponible. Se contraponen el carácter
dispositivo y la aportación de parte en el proceso civil.
SISTEMAS DEL PROCESO PENAL
El proceso penal es el único instrumento admisible para ejercer el ius puniendi.
Tradicionalmente han existido dos grandes sistemas a la hora de diseñar el proceso penal: el
sistema acusatorio, que se caracteriza por una configuración tripartita del proceso, con
acusador, acusado y tribunal imparcial que juzga; y sistema inquisitivo, que aúna la función
acusadora y enjuiciadora en un solo sujeto. Finalmente, una síntesis de ambos sistemas es el
llamado sistema mixto o acusatorio formal. Vamos a tratarlos detenidamente:
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INQUISITIVO
Se trata de un sistema primitivo donde el órgano jurisdiccional actúa de oficio desde el inicio
hasta el final del proceso. El Estado, a través de la figura del Juez, asume la función acusadora.
Se caracteriza por lo siguiente:
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El Estado procede de oficio a la hora de abrir el proceso penal, sin necesidad de que
deba solicitarlo un particular.
El propio órgano desarrolla la función de acusar y de juzgar, desapareciendo la figura
del ciudadano-acusador.
El propio Juez investiga, delimita el ámbito de lo que ha de ser enjuiciado y marca los
límites de su propia congruencia.
El proceso no es dual ni contradictorio, eliminando las posibilidades de defensa.
La prueba tiende a determinar la verdad material y su valoración se establece por Ley,
de forma reglada.
Se trata de un sistema arcaico, en el que la pena de privación de libertad es la pena
que se aplica a la totalidad de los procesos, es secreto y escrito, resulta ser un sistema
carente de garantías para las partes procesales, e incluso cabe la tortura.
La quiebra fundamental en este sistema es la ausencia de contradicción.
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ACUSATORIO
El sistema acusatorio, en su concepción originaria, supone una total asimilación entre el
Derecho penal y el Derecho civil. A tenor de esta concepción:
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Configuración tripartita del proceso: acusador y defensa, y por encima de ellos, la
figura del Juez, estableciéndose de forma escalonada.
El Juez no puede proceder ex officio a la hora de abrir el proceso, necesita de una
acusación para actuar. Hay una distinción entre la acusación, el órgano jurisdiccional y
la defensa en el proceso penal. Es la principal diferencia.
El acusador investiga, determina el hecho delictivo y el sujeto que lo comete,
aportando el material probatorio sobre el que se enjuiciará, marcando los límites del
proceso.
Rigen los principios de dualidad, contradicción e igualdad. Se observa, por tanto, una
serie de garantías con respecto al acusado, junto con el reconocimiento del derecho a
defensa.
La prueba es de libre valoración, y tiende a determinar la verdad formal. Cabe la
excepción de documentos públicos, como regula el artículo 741 de la LECrim.
Impera la instancia única y la justicia popular
Adolece de importantes defectos, pero su quiebra fundamentalmente se debe a las claras
diferencias del Derecho penal con el Derecho civil, dándose una falta de realización de un
Derecho, que es asumido por el Estado (ius puniendi)
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ACUSATORIO FORMAL O MIXTO
Es el sistema de proceso penal vigente en el Estado español, cuyo objetivo es aunar las
ventajas de los dos sistemas anteriores, desechando sus defectos. Existen elementos propios
del sistema inquisitivo, pues se entiende que la investigación y la persecución de los delitos
representa una función pública, pero al mismo tiempo se recogen ideas del sistema acusatorio,
como son las garantías de las partes procesales y la idea de diferenciar en todo proceso penal
dos fases o etapas, una fase de instrucción y una fase de enjuiciamiento, de tal forma que la
fase de instrucción es llevada a cabo por un Juez instructor, mientras que la fase de
enjuiciamiento es llevada a cabo por un Juez distinto, existiendo una barrera entre ambos. Esto
se debe básicamente a que el Juez instructor está contaminado, tiene prejuicios tanto
subjetivos como objetivos por llevar a cabo la fase de instrucción. De esta forma, no puede
dictar sentencia en dicho proceso, salvo en casos excepcionales. Por lo tanto, existe una
división orgánica en cuanto a la fase de instrucción y de enjuiciamiento, pues son llevadas a
cabo por distintos órganos. Será necesaria una correlación entre la acusación y la sentencia,
pues el Juez que dicte la misma no puede hacerlo de forma distinta a lo indicado en la fase de
instrucción. Este sistema es característico por los recursos, siendo un derecho de las partes
para recurrir a la sentencia.
Para coordinar esto resulta esencial la incorporación al proceso penal de la figura del
Ministerio Fiscal, al que se le encomienda el ejercicio de la acción penal, que la ejercita
formalmente la acción penal, cuya titularidad sigue ostentando el Estado.
Especial mención merecen los procesos de menores, regulados por la LO de responsabilidad
penal del menor, del 2000. Estos procesos son relativos a los menores de edad que cometen
hechos delictivos entre los 14 y los 18 años. En estos procesos, la fase de instrucción la lleva a
cabo el Ministerio Fiscal, mientras que será el Juez de menores quien se encargue de enjuiciar.
Sirve como elemento de prueba para la intervención del Ministerio Fiscal como instructor del
proceso penal.
2. PRINCIPIOS QUE RIGEN EN EL PROCESO PENAL
El proceso penal está configurado de acuerdo con una serie de principios que conforman su
estructura. Son fundamentos que informan el contenido de las normas que rigen en el mismo
y garantizan los derechos fundamentales de las partes en el proceso
a) Constitucionales
Los principios constitucionales que rigen en el proceso penal derivan del artículo 24 de la CE,
de la tutela judicial efectiva. No obstante, algunos de estos principios no aparecen
expresamente en el artículo 24 de la CE, pero es el Tribunal Constitucional el que los dota de
este carácter de constitucionales en base a la relación existente con la tutela judicial efectiva.
Y, aunque su mayoría nacen del artículo 24, tienen su verdadero origen en distintos tratados
internacionales que se recogen en nuestro Ordenamiento Jurídico con la CE de 1978 y la
entrada de la democracia en nuestro país. Hablamos de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, aunque también son importantes el Convenio Europeo de Roma o el
Pacto Internacional de Nueva York, ambos sobre Derechos Fundamentales de las personas.
Conforme al artículo 10 de la CE, estas normas internacionales constituyen pautas para la
interpretación de los DDFF que se recogen en la CE.
Estos principios son:
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Acusatorio
Este principio es una invención de la propia jurisprudencia y la doctrina procesal, cuyo
contenido abarca derechos fundamentales instrumentales recogidos en el artículo 24 de la CE.
Básicamente, este principio se basa en la necesidad de acusación en todo proceso penal, es
decir, la necesaria existencia en todo proceso penal de una parte acusadora distinta e
independiente del Juez, que ejerce la acción penal. Esto comprende que quien juzga no puede
juzgar, tratándose de la imparcialidad del Juez, de tal forma que el derecho a un proceso con
todas las garantías se inserta en el artículo 24 CE.
Correlativo a este principio es el derecho de defensa, pilar básico del proceso penal, que
consiste en la prohibición de la indefensión, en su formulación negativa. El derecho de defensa
comprende otros derechos fundamentales cuyo respeto resulta ineludible para salvaguardar el
derecho de defensa sin generar indefensión. Estos son el derecho a conocer de la acusación
formulada; derecho a no declarar contra sí mismo y a no declararse culpable; derecho a la
defensa y a la asistencia de letrado, y derecho a utilizar todos los medios pertinentes para la
defensa.
Tenemos que relacionar el derecho de defensa con el artículo 24.2 de la CE, pues éste engloba
el derecho de ser informado de la imputación y de la acusación, derecho a un juez
predeterminado por la ley e imparcial: “… derecho al Juez ordinario predeterminado por la
ley, a la defensa y a la asistencia de letrado, a ser informados de la acusación
formulada contra ellos, a un proceso público sin dilaciones indebidas y con todas las
garantías, a utilizar los medios de prueba pertinentes para su defensa, a no declarar
contra sí mismos, a no confesarse culpables y a la presunción de inocencia” . Aparece,
además, regulado en el artículo 520 de la LECrim. También debemos destacar la Directiva
2013/48/ UE, que recoge los mismos derechos en el ámbito del Derecho Comunitario. Será
preciso, además, hacer referencia al Tribunal Constitucional, que al respecto, sobre el principio
acusatorio establece lo siguiente en la STC 79/2012 (sentencia que inhabilitó al Juez Garzón, de
alto revuelo social, por la violación del derecho de defensa): “Este principio conlleva otros
derechos fundamentales instrumentales, como son los relativos al derecho de defensa”.
Por último, es preciso destacar al artículo 118 de la LECrim, que recoge el derecho de defensa,
introduciendo novedades en una reciente modificación en virtud de distintas directivas de la
UE, tendientes a la unificación de estos derechos instrumentales al derecho de defensa.
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Presunción de inocencia
Este principio se concreta, en sentido amplio, en el principio que afirma que toda persona es
inocente hasta que no se demuestre su culpabilidad, o hasta que se demuestre lo contrario.
Aparece regulado en el artículo 24.2 de la CE, como la presunción de inocencia.
Su contenido se ha ido perfeccionando en distintas sentencias del TC, que establecen que sólo
a través de las pruebas de cargo llevadas a cabo en el juicio oral se puede enervar la
presunción de inocencia, o lo que es lo mismo, “toda persona acusada entra en el juicio oral
inocente”, y sólo a través de la prueba de carga puede demostrarse lo contrario.
Podemos hacer referencia, por ejemplo, a la STC 3091/2014, que expone que el derecho a la
presunción de inocencia prohíbe una condena sin el soporte de pruebas con las siguientes
características:
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De cargo o incriminatoria, y de gran consistencia y convicción para el Juez que
evidencien la culpabilidad de la parte acusada.
Válidas
Lícitas (no contrarias al Derecho)
Revestidas de las necesarias garantías procesales (sometidas a contradicción, que no
se hayan obtenido con la vulneración de DDFF, y que se practique con inmediación,
oralidad, concentración y publicidad).
Congruentes o referidas a los elementos esenciales del delito y de las que quepa diferir
razonablemente los hechos y la participación del acusado
Se violará dicho principio cuando no concurran pruebas con estas características. El TC exige
una mínima actividad probatoria de carga, practicada con todas las garantías y suficiente
motivación de todo ello en la sentencia. Tenemos que tener en cuenta el artículo 11.1 de la
LOPJ: “En todo tipo de procedimiento se respetarán las reglas de la buena fe. No surtirán
efecto las pruebas obtenidas, directa o indirectamente, violentando los derechos o
libertades fundamentales.”
Contrario sensu, la prueba de cargo insuficiente impide provoca que surja la duda,
imposibilitando una sentencia con certeza de conocimiento, en conclusión, no existe
resolución en un proceso penal. Dicho de otra forma, en el momento de valorar las pruebas en
el juicio oral, el Juez puede plantear una duda razonable sobre la culpabilidad o inocencia de
una persona en un hecho delictivo, ante esa duda no se podrá dictar sentencia de culpabilidad,
sino que ante la duda se favorece a la persona acusada, y resultaría absuelto de los cargos
imputados.
El principio “in dubio pro reo” se confunde con el derecho de presunción de inocencia, ya que
el primero se establece como regla de valoración de la prueba. No obstante, habrá que ir más
allá de toda duda razonable para considerar culpable a la persona.
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Audiencia y contradicción
Los principios de audiencia y contradicción se encuentran formulados en el aforismo “nadie
puede ser condenado sin ser odio y vencido en juicio”. Es un principio básico y constitucional
del proceso penal. La tutela judicial efectiva implica no solo la participación en el proceso, sino
también el ejercicio del derecho de audiencia bilateral, para que las partes puedan hacer valer
sus derechos e intereses legítimos, es decir, hay que dar la oportunidad de defensa al acusado
para que rebata las acusaciones. Así pues, audiencia y contradicción van unidas.
El proceso penal tiene que ser simétrico para las partes. De aquí se deriva la necesidad de
normas que aseguren esto.
El principio de audiencia rige esencialmente en la fase de enjuiciamiento, o juicio oral. Se
necesita la presencia física del acusado para su defensa. Así pues, el juicio oral se suspenderá
si la parte acusada no acude, es decir, no cabe el juicio en ausencia del imputado, por ello
existen las medidas cautelares personales como la prisión preventiva, para asegurar la
presencia del imputado/acusado en el juicio oral.
No obstante, existen excepciones, tratándose de delitos leves y con la presencia de la defensa
de la parte acusada, con el objetivo de que se pueda celebrar el juicio en ausencia de la parte
acusada.
Además, añadir que en la fase de preparación del juicio oral, el art. 780.2 LECrim refuerza la
necesidad de contradicción y el derecho de defensa al exigir de forma expresa el traslado de
las actuaciones al imputado.
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Igualdad
Este principio no aparece mencionado expresamente en el art. 24 CE, ni el Tribunal
Constitucional lo entiende incluido en el art. 14 CE, sino que sostiene que debe conectarse con
el derecho a la tutela efectiva, el derecho de defensa e incluso el derecho a un proceso con
todas las garantías. Así mismo, es un principio correlativo al principio de audiencia y
contradicción. Determina que las partes de un proceso penal deben disfrutar de igualdad de
medios procesales para ejercitar sus derechos, es decir, para formular la acusación y la
defensa. De tal forma, cualquier desequilibrio implica la indefensión de una de las partes
Esta igualdad debe darse en todas las fases del proceso. No obstante cabe cierta desigualdad
en el proceso penal en la fase de instrucción, aunque se han ido superando esto. En la
exposición de motivos de la LECrim se justifica esa desigualdad argumentando que cuando se
comete el delito, ya se está produciendo una desigualdad manifiesta entre el que comete el
delito y el que lo está sufriendo.
Además los arts 780.2 y 780.3 LECrim otorgan facultades bien distintas al Ministerio Fiscal
respecto de los particulares, por lo que está justificando dicha desigualdad.
b) Técnicos
Se trata de un conjunto de principios cuya observancia y aplicación a un concreto proceso
depende del modo de configurar el desarrollo del mismo para la tutela y protección de los
sometidos a enjuiciamiento. Con estos se concreta la elaboración en el tiempo que define el
proceso penal. Son los siguientes:
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Iniciación e investigación de oficio
Los principios que rigen en el proceso penal son opuestos a los que rigen el proceso civil, por
tanto, la estructura del proceso penal se basa en unos principios técnicos distintos a los que
estructuran el proceso civil. De tal forma, la iniciación del proceso penal se puede llevar a cabo
de oficio por parte del Juez, poniéndolo de manera inmediata en conocimiento del Ministerio
Fiscal, aunque se trata de una facultad muy residual; o a solicitud de parte, poniéndolo de
forma inmediata ante el conocimiento del Ministerio Fiscal por medio de atestado policial,
denuncia o querella, poniendo de manifiesto la comisión de un hecho delictivo.
Por el contrario, un proceso civil jamás podrá ser iniciado por un Juez. Es la principal diferencia
con el proceso penal, que si puede ser iniciado por conocimiento privado del Juez o del
Ministerio Fiscal.
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Legalidad
Aparece regulado en el artículo 25 de la CE. La reserva de la regulación de los delitos por parte
del Estado conlleva la obligatoriedad de persecución del mismo. En los procesos penales, el
principio de legalidad se concreta en la figura del Ministerio Fiscal, pues el artículo 785 bis de
la LECrim establece “la obligatoriedad que tiene el Ministerio Fiscal de iniciar el proceso
penal”, es decir, de ejercitar la acción penal de manera obligatoria. Así pues, el Ministerio
Fiscal, en cuanto conoce la producción de un hecho delictivo debe iniciar obligatoriamente la
acción penal. En cambio, para las partes o para la víctima del delito no es una obligación la de
iniciar la acción penal, sino una facultad.
En conclusión, este principio supone la obligación de perseguir e investigar por parte del Juez y
del Ministerio Fiscal, dado que el objeto del proceso penal es indisponible para las partes.
El principio de legalidad, además, opera como garantía instrumental del derecho a la igualdad
de todos los ciudadanos ante la Ley Penal, de ahí que deba responder a exigencias de
generalidad y abstracción en sus previsiones y no pueda supeditarse a determinaciones
extranormativas. Esta es la razón principal por la cual el principio de legalidad penal implica
necesariamente la obligación de ejercicio de la acción, cuando concurran los presupuestos
necesarios al efecto.
Debemos tratar una excepción, la de los juicios rápidos, en los que se permite que el acusado
se conforme con la pena más grave que pide la acusación, conocido como la conformidad en el
proceso penal con la pena más grave de la parte acusadora. En realidad se trata de una
negociación que conlleva una rebaja en la pena, resultado del principio de oportunidad, que
no se opone al principio de legalidad, sino que lo complementa. A parte de esos casos de
conformidad, queda claro que el objeto del proceso es indisponible.
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Oralidad y escritura
Se entiende por oralidad la forma procedimental que implica la resolución judicial en el
material aportado por las partes por medio de la palabra hablada y sobre todo en la prueba
desarrollada oralmente ante el órgano judicial. El principio de escritura por el contrario,
informa un proceso en el que la resolución se fundamenta en los datos deducidos o alegados
por las partes por escrito.
En el proceso penal predomina la escritura en la fase de instrucción y en la fase intermedia tal
y como se recoge en los arts. 321 y 789.2 LECrim., entre la instrucción y el enjuiciamiento,
aunque existen multitud de fases orales, como por ejemplo las declaraciones de las partes, que
tienen un carácter oral.
Para que quede constancia documental, es necesario que las pruebas gravadas sean claras y
precisas. Puede ser excesiva la utilización del recurso escrito porque las pruebas gravadas
pueden servir por sí solas como pruebas.
Respecto del juicio oral público, según el art. 120.2 CE las actuaciones judiciales serán
predominantemente orales, como su nombre indica, y sobre todo en materia criminal. Se
refiere a nivel técnico, a que la fase del juicio oral ha de ser siempre oral, con el material
adecuado de la fase de instrucción y queda constancia en un vídeo que se grabará durante
dicho juicio con el objetivo de que todo esté bien documentado. A esta regla general le cabe
una excepción y es la celebración de sesiones de juicio a puerta cerrada, por razones de
seguridad u orden público, o la protección de los DDFF de los intervinientes (derecho a la
intimidad de la víctima, por ejemplo). Con anterioridad, no se gravaban los juicios y el
Secretario Judicial tomaba nota en el acta del juicio de todo lo que sucedía en él, ahora con la
firma digital se da fe de todo lo sucedido.
La oralidad facilita mucho el cumplimiento de dos principios:
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Principio de inmediación: quien va a juzgar debe de estar presente en las sesiones del
juicio oral, si no está presente después no podrá dictar sentencia porque se habrá
conculcado este principio.
Principio de contradicción.
Publicidad
Es la consecuencia de la oralidad del proceso penal. Los procesos serán públicos,
especialmente los penales, a menos que el juez declare que un juicio debe celebrarse a puerta
cerrada, por razones de moralidad, de orden público o de respeto a la persona ofendida por el
delito y a su familia. Pero en su gran mayoría, los procesos penales deben ser públicos, pues si
fuesen a puerta cerrada conllevaría un carácter de oscurantismo y un secretismo.
Este principio hace referencia a la posibilidad de que las actuaciones sean presenciadas por la
sociedad en general, y por el público asistente en particular, a través de la audiencia pública.
Se consagra en el art. 120 CE, y se concreta en el artículo 680 LECrim, los cuales recogen que
en la fase de investigación prevalece el secreto de las actuaciones, y que en el juicio oral las
actuaciones serán públicas bajo pena de nulidad.
Existen una serie de medidas en el artículo 301 LECrim por las que las diligencias de
investigación en la fase de instrucción son secretas para terceros, hasta que se abra el juicio
oral, con las excepciones determinadas por la ley.
Además, existe otra excepción, el artículo 302 LECrim, que establece la posibilidad de decretar
el secreto de sumario no solo respecto a terceros, sino también respecto a las partes del
proceso sobre las actuaciones que se están desarrollando, de forma que sólo el Juez y el
Ministerio Fiscal conocen del proceso, así como la policía judicial que actúe, pues tendrán
conocimiento de las actuaciones para evitar la frustración de las medidas que se adopten. El
secreto sumarial tiene un plazo máximo de un mes, aunque caben prórrogas en determinados
casos.
Tal es el principio de publicidad que el TC ha aceptado la posibilidad de que los medios de
comunicación proyecten al exterior los juicios, más allá del círculo de personas presentes en
los mismos por el derecho de información.
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Libre valoración de la prueba
Por este principio el Juez valorará según su conciencia la prueba, y en base a ello, dictará
sentencia. La prueba del proceso penal, por tanto, no es un elemento tasado en la Ley, como
sucede respecto de la prueba del proceso civil. Esto aparece regulado en el artículo 741 de la
LECrim. En base a esto, la libre valoración de la prueba supone una diferencia clara entre el
sistema inquisitivo y el sistema acusatorio.
Esto no significa que exista discrecionalidad a la hora de juzgar. La sentencia tiene que marcar
un nexo lógico y jurídico para poder destruir la presunción de inocencia, y esto se consigue a
través de la prueba, que además supone la motivación necesaria para dictar una sentencia
resolutoria de un conflicto jurídico.
Este principio está fuertemente unido con el principio de inmediación, por el cual el Juez que
preside el juicio oral tiene que percibir con sus sentidos lo que ocurre, y sólo él es competente
para dictar sentencia, y no otro que se ausente durante el juicio oral.
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Otros
Se han de incluir otra serie de principios procesales que se corresponden con derechos
fundamentales instrumentales de todo proceso. Estos son por ejemplo el derecho a la doble
instancia o a recurrir una sentencia gravosa para los intereses de las partes, que se incluye
dentro del Derecho a la Tutela Judicial Efectiva, del artículo 24 de la CE. Este principio se ve
acotado en el proceso civil, pues no se puede recurrir si el objeto del proceso no supera los
2000 de valor. Otros principios son el principio de celeridad y proscripción, principio de buena
fe procesal, etc.
c) Derecho a la tutela judicial efectiva
El derecho a la tutela judicial efectiva enmarca todos estos principios, tanto constitucionales
como técnicos, conteniéndose de forma genérica en el artículo 24 de la CE.
Exige el estricto cumplimiento de los principios rectores del proceso que están establecidos
tanto de forma implícita como de forma explícita.
Artículo 24
1.
2.
Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y
tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún
caso, pueda producirse indefensión.
Asimismo, todos tienen derecho al Juez ordinario predeterminado por la ley, a la
defensa y a la asistencia de letrado, a ser informados de la acusación formulada
contra ellos, a un proceso público sin dilaciones indebidas y con todas las garantías, a
utilizar los medios de prueba pertinentes para su defensa, a no declarar contra sí
mismos, a no confesarse culpables y a la presunción de inocencia.
La ley regulará los casos en que, por razón de parentesco o de secreto profesional, no
se estará obligado a declarar sobre hechos presuntamente delictivos.
3. FUENTES DEL PROCESO PENAL
Por fuente de Derecho Procesal entendemos aquel cuerpo legal del cual derivan las normas
aplicables a todo proceso penal.
La fuente legal por antonomasia del proceso penal es la Ley de Enjuiciamiento Criminal,
vigente desde 1882. Se trata de una ley anticuada en comparación con la Ley de
Enjuiciamiento Civil, sometida a constantes reformas y elaborada de nuevo en el año 2000 (Ley
1/2000). No obstante, la LECrim, aunque se trata de una norma casi obsoleta, ha sido
reformada durante toda su trayectoria en multitud de ocasiones, y sobre todo con la
Constitución de 1978 y la aparición del Estado de Derecho, adaptándose esta ley a las nuevas
exigencias, pero se hace necesaria una elaboración más acorde con nuestros tiempos. Operan
como principales conflictos el papel del Ministerio Fiscal en el proceso penal.
Está compuesta por 998 artículos y los siguientes libros:
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Libro I: disposiciones generales
Libro II: del sumario (fase de instrucción en general)
Libro III: del juicio oral
Libro IV: de los procedimientos especiales
Libro V: de los recursos de apelación, casación y revisión
Libro VI: del procedimiento para el juicio sobre delitos leves (antes faltas)
Libro VII: de la ejecución de las sentencias
Los tres primeros libros se refieren al proceso ordinario por delitos graves, el cual, a efectos
procesales es aquel que enjuicia delitos cuya pena supera los 9 años de privación de libertad
en el CP. La LECrim se enfoca en exceso a este proceso, aunque en la práctica es el menos
utilizado, dado que estos delitos que enjuicia son menos usuales en nuestro Estado, siendo
uno de los principales motivos por los cuales se hace necesario una nueva elaboración.
Junto con la LECrim, existen un conjunto de normas que hay que tener en cuenta respecto del
proceso penal. Son las siguientes:
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El propio CP, que tiene normas procesales para determinados procesos
Ley del Indulto, de 1870
Ley de protección de testigos y peritos
Otras leyes que afectan al proceso penal, como son la Ley de expropiación pasiva; la
Ley de asistencia jurídica gratuita; la Ley de filmaciones en lugares públicos, etc.
LO 6/84, del procedimiento de Habeas Corpus, en la que se establece un proceso
especial.
LO 5/95, sobre el Tribunal del Jurado.
LO 5/2000, y reformada posteriormente por la LO 8/2006), reguladora de la
responsabilidad de los menores (se establece un proceso penal de menores, en el que
el Ministerio Fiscal actúa como instructor)
Será también importante el Derecho Comunitario o Derecho de la UE como fuente principal
del Derecho Procesal Penal, pues supone la introducción de cambios significativos en el
proceso penal, aunque se trata de un acto contrario a la manifestación de la soberanía del
Estado en materia penal o “ius puniendi”. Esto se produce a raíz del Tratado de Lisboa
La competencia de la UE para dictar normas en materia de derechos y garantías procesales
penales deriva del artículo 82 del TFUE que establece la competencia compartida de la UE y los
EEMM para dictar normas mínimas relativas a la cooperación judicial en materia penal.
Básicamente debemos destacar:
Regulación para las garantías para los investigados e imputados
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Directiva 2010/64 UE, relativa a los Derechos a la traducción e interpretación de
sospechosos y acusados.
Directiva 2012/13 de UE, relativa al derecho de información en los procesos penales,
que incluye distintos derechos
Directiva 2013/48 de la UE sobre el Derecho a asistencia de letrado en los procesos
penales. Procedimiento de la ODE al derecho a que se informe a un terceo en el
momento de la privación de libertad y a comunicarse con terceros y autoridades
consulares. Se mejora la relación, pues ya estaba previsto en nuestro ordenamiento
Directiva 2016/243, por la que se refuerzan en el proceso penal determinados
aspectos de la presunción de inocencia y el derecho a estar presente en juicio. Estaba
regulado en nuestro ordenamiento, pero no en otros Estados.
Directiva 2016/680, sobre protección de datos en el ámbito de infracciones penales
LO 13/2015, de modificación de la LECrim para el fortalecimiento de las garantías
procesales y la regulación de las medidas de investigación tecnológica
Directiva 2016/800 relativa a las garantías de los menores sospechosos o acusados en
los procesos penales
Regulación del Derecho de las víctimas:
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Directiva 2004 sobre indemnización a las víctimas de los delitos
Directiva 2012/29, por la que se establecen normas mínimas sobre los derechos, el
apoyo y protección de las víctimas de delitos
Trasposición al ordenamiento jurídica español de la Ley 4/2015, del Estatuto de la
víctima del delito
Por último, diferenciar la existencia de los siguientes procesos:
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Proceso ordinario por delitos graves (delitos de más de 9 años de privación de libertad)
Procedimiento abreviado (se van a enjuiciar delitos que tengan una pena asignada en
el CP de menos de 9 años de privación de libertad, siendo la mayoría de los delitos)
El procedimiento para el enjuiciamiento rápido o juicios rápidos. Se inician por
atestado de la policía judicial, tratándose de delitos de fácil probación. Tienen su
germen en el año 92, aunque se materializa en el año 2002.
Juicios por delitos leves (LO 1/2015 de modificación del CP, reforma del juicio de
faltas)
Proceso por decomiso autónomo (art. 127 CP y 803 LECrim)
Proceso por aceptación de decreto del MF (art. 803 bis a 803 bis j) El objeto del
proceso penal es indisponible. El MF puede anticipar por decreto la sentencia del
Tribunal, tratándose de una especie de borrador de sentencia.
Proceso ante el Tribunal del Jurado
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