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Personas jurídicas

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ESCUELA DE
FORMACIÓN
CONTINUA
ESCUELA DE FORMACIÓN CONTINUA
CÓDIGO DE ASIGNATURA: 0829
NOMBRE DE ASIGNATURA: DERECHO CIVIL
DOCUMENTO DE CLASE
I. Clase N°: 3
II. Mapa Conceptual de la Clase
III. Desarrollo
IV. Bibliográfica
V. Actividad Pedagógica
VI. Material Complementario de la Clase
I. Clase N°: 3
Objetivo/s de la clase: introducir al alumno en la comprensión de la
existencia de entes capaces de adquirir dere chos o contraer obligaciones,
especialmente en lo relativo a la idea de persona jurídica en contraposición a las
personas humanas, esclareciendo los fundamentos y naturaleza de las estructuras
jurídicas y de asociación lícita de personas con objetivos comu nes que dan paso
a la creación de entidades distintas de los miembros que las componen, sean de
carácter público o privado, y analizando su desenvolvimiento, representación y
responsabilidad. Conocer el régimen que regula a las cooperativas, fundaciones,
sociedades, asociaciones y mutuales. Brindar al alumno un panorama claro
respecto de la vigencia, aplicación y utilización de los nuevos derechos
reconocidos a las personas en su carácter de consumidores .
II. Mapa Conceptual de la Clase 3
III. Desarrollo.
LA PERSONALIDAD JURÍDICA
Introducción. Históricamente el concepto de persona era reservado solo para los individuos.
No es sino a partir de la época del Imperio romano que comienza a esbozarse la noción de
persona jurídica como se concibe en la actualidad, cuando a las ciudades sometidas y privadas
de independencia política se les permitía actuar en el campo del derecho privado, quedando
obligadas como entes a comparecer ante los jueces según las reglas del proceso civil. “De esta
manera se atribuyó por primera vez capacidad jurídica a entes que no eran personas físicas”.1
A partir de entonces la situación se extendió a otras agrupaciones de individuos,
observándose un paulatino desarrollo de estas corporaciones que desembocó en el
reconocimiento de una verdadera independencia jurídica respecto de sus miembros, de modo
tal que los derechos y obligaciones de los entes no afectaban a sus integrantes.
Sin embargo es con el capitalismo moderno que la cuestión de la personalidad jurídica
cobró inusitada relevancia pues se adquirió cabal noción de que estas entidades,
especialmente las sociedades anónimas, podían convertirse en eficaces instrumentos para el
desarrollo del comercio y la industria. El gran efecto práctico de esta forma de agrupamiento
que distinguía la entidad de sus miembros componentes, era en primer lugar permitir reunir
grandes masas de capitales que los hombres individualmente no tenían. Además posibilitaba
proyectar emprendimientos riesgosos pues sus integrantes actuaban con la tranquilidad de
saber que el fracaso de la empresa no implicaba la ruina de su propio patrimonio sino solo la
pérdida del aporte societario.
La influencia que las personas jurídicas han tenido en el desarrollo del maquinismo, el
comercio, la industria y la tecnología moderna ha sido y es incalculable. La acumulación de
capitales permitió la formación de poderosas personas jurídicas cuya influencia resultó
decisiva en la producción de bienes y servicios, permitiéndoles el manejo del mercado de
modo de fijar a su arbitrio los precios de las mercancías, incluso de los artículos de primera
necesidad.
Muchas veces el manejo arbitrario de las personas jurídicas atendiendo solo a sus
propios intereses, resulta contrario a los intereses públicos, y en numerosos países (sobre todo
en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo) las entidades financieras e industriales
llegan a tener una incidencia por lo común condicionante y hasta asfixiante en la política y en
el gobierno, con el agravante de que en el caso de empresas con capitales internacionales esa
influencia se destina a servir intereses extranjeros. Ciertas sociedades anónimas llegan a ser
más poderosas que los gobiernos del país en el que actúan y su facturación anual es en
1
Borda, Guillermo A.; Tratado de Derecho Civil. Parte General. T. I, Abeledo Perrot, Bs. As., 1991, p. 556.
algunos casos superior al PBI o a la deuda externa de esos países. Asimismo, la fortaleza
natural de estas entidades condujo inevitablemente a las más extremas e injustas formas de
capitalismo. La riqueza se concentró en manos de unos pocos mientras proliferaban las masas
proletarias.
Estos fenómenos económicos y sociales, y la necesidad de regular la asociación de
esfuerzos de un grupo de personas para el logro de objetivos comunes, despertaron el interés
de los estudiosos del derecho por el problema de las personas jurídicas, discutiéndose su
naturaleza, la necesidad de su control por parte del Estado, su responsabilidad civil e incluso
en algunos casos la penal, ya que con frecuencia se abusa de la personalidad jurídica para
disimular u ocultar patrimonios, eludir el cumplimiento de la ley, burlar los derechos de
terceros, etc.2
PERSONAS JURÍDICAS.
Concepto. El art. 141 dispone: “Son personas jurídicas todos los entes a los cuales el
ordenamiento jurídico les confiere aptitud para adquirir derechos y contraer obligaciones para
el cumplimiento de su objeto y los fines de su creación”.
De esta definición legal surgen sus elementos característicos: a) La persona jurídica es un
ente, un ser, algo que tiene existencia no humana; b) Tiene la aptitud de adquirir derechos y
contraer obligaciones conferida por el ordenamiento jurídico; c) Tal aptitud está orientada el
cumplimiento de su objeto y los fines de su creación.
De este modo, la capacidad otorgada por el ordenamiento a las personas jurídicas está
constreñida al “cumplimiento de su objeto y los fines de su creación”, atendiendo a que, como
surge de los Fundamentos del Proyecto, la personalidad jurídica es conferida por el legislador
“como un recurso técnico según variables circunstancias de conveniencia o necesidad que
inspiran la política legislativa”, ello con el fin de “reconocer la actuación de grupos humanos
dentro de la sociedad”, por lo cual la definición legal de persona jurídica “parte de esta realidad y
se reconoce personalidad sólo en función del objeto y el fin de cada institución”.3
Tal limitación delinea lo que se conoce como principio de especialidad en cuanto a la
capacidad de las personas jurídicas, pues son creadas “con uno o más fines que sus fundadores
se proponen alcanzar y su capacidad está limitada por el fin de la institución”.4 La regla de
especialidad determina que la capacidad de la persona jurídica solo puede ejercerse en orden a
2
Borda, Guillermo A.; op. cit., p. 558.
Crovi, Daniel; “Arts. 141 a 224” en Código Civil y Comercial de la Nación comentado. Ricardo Luis
Lorenzetti (Director). Tomo I, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2015, p. 576.
4
Rivera, Julio César (dir.); Código Civil Comentado. Títulos preliminares. Personas; Rubinzal-Culzoni, Santa
Fe, 2004, p. 140.
3
los fines de su constitución, es decir, de acuerdo a aquellos objetivos que, en su momento, el
Estado valoró y en función de los cuales “reconoció al ente como sujeto de derecho. Al margen de
esos fines, la persona jurídica está privada de toda capacidad porque, en verdad, carece de
personalidad”.5
Naturaleza Jurídica. Hay diversas teorías que procuran explicar la naturaleza jurídica de las
personas jurídicas o de existencia ideal.6
1.- Teoría de la ficción. Esbozada por Sinibaldo Dei Fieschi y sistematizada por Savigny,
parte de la base de que el único sujeto natural de derechos y obligaciones es el hombre; solo él
puede serlo pues solo el ser humano tiene voluntad e intereses, y su personalidad no es
otorgada por la ley sino que esta le reconoce esa condición que es preexistente en él. En
cambio, cuando el derecho otorga capacidad jurídica a un ente que en rigor no tiene
pensamiento ni voluntad, lo hace recurriendo a una ficción que consiste en admitir que ese
ente piensa y quiere, aunque en verdad sea incapaz de hacerlo. Por conveniencia o por interés
social o económico, el derecho considera a estos entes como si fueran personas. La ley puede,
entonces, crear artificialmente una personalidad jurídica y otorgársela a seres ficticios, como
las personas jurídicas. Esta doctrina dominó sin contradicciones hasta la segunda mitad del
siglo XIX.
2.- Teorías Negatorias. Los pandectistas alemanes Brinz y Bekker sostienen que la única persona
real es el hombre, y las personas jurídicas no son otra cosa que patrimonios afectados al
cumplimiento de ciertos fines.
Ihering sostiene que los verdaderos sujetos de los derechos de una persona de existencia
ideal son sus miembros ya que aquella es un mero ente aparente mientras que estos son en
definitiva los reales destinatarios de los beneficios que el patrimonio puede rendir.
Planiol por su lado entiende que las personas jurídicas son una forma de propiedad
colectiva de varias personas, similar al condominio, pero en forma de masas distintas.
Kelsen por su parte niega la dualidad derecho objetivo-derecho subjetivo. Funda su
postura en la negación de los derechos subjetivos y del concepto de persona como sujeto de
derecho. No hay otra realidad jurídica que el derecho objetivo. Los derechos subjetivos no
existen, salvo en cuanto son expresión del derecho objetivo.
3.- Teorías de la Realidad (Teoría organicista). Expuesta por Gierke, combate la teoría de la
ficción, afirmando que las personas jurídicas no son entes artificiales creados por el Estado,
5
Boretto, Mauricio. “Comentario a los arts. 141 a 224” en Código Civil y Comercial de la Nación comentado,
Marisa Herrero, Gustavo Caramelo, Sebastián Picasso (Directores); Ed. Infojus, T. I, Bs. As., 2015, p. 283.
6
En este punto seguimos a Borda, Guillermo A.; op. cit., pp. 562-566.
sino realidades vivas. Los entes colectivos son organismos sociales dotados tanto como el
hombre para ser sujetos de derecho. La idea de considerar a los entes colectivos como
organismos reales y vivientes, con actos de volición semejantes al ser humano, importa una
ficción más grave que la propia teoría de la ficción.
4.- Teorías de la Realidad (Teoría de la Institución). Una institución “es una idea de obra o
empresa que se realiza y dura jurídicamente en un medio social; para la realización de esta
idea se organiza un poder que le procura los órganos necesarios; por otra parte, entre los
miembros del grupo interesados en la realización de la idea, se producen manifestaciones de
comunión dirigidas por órganos de poder y reglamentadas por procedimientos”.7
Mosset Iturraspe señala como elementos de toda institución, los siguientes: a) una idea
fuerza, de obra o de empresa, que encierra los fines de la institución y limita la capacidad de
derecho de la persona jurídica (principio de especialidad); b) la participación de un número
suficiente de individuos, que es lo que acuerda a la idea su fuerza vital; c) una forma en el
tiempo y en el espacio, una organización y un dispositivo u órgano de poder.8
Para Borda, una Institución se caracteriza por estos elementos: a) Idea organizadora, un
fin, un propósito que une a todos los asociados; b) La autoridad, es decir, un poder
organizado; c) Un vínculo espiritual de todos los miembros que nace de la común voluntad de
realizar el fin de la institución. El hombre precisa unirse a otros hombres para realizar sus
fines. Desde que nace pertenece a un grupo: la familia, la Nación. Posteriormente ingresa
voluntariamente en muchas asociaciones, y así para ejercer su profesión se une a otros
individuos que desempeñan iguales actividades; para resguardarse de enfermedades se
incorpora a una obra social; si desea hacer deportes se asocia a un club. La “asociación”
responde a necesidades vitales del hombre. La vida de estas entidades, está por encima de la
de cada uno de sus miembros considerados aisladamente. Puede decirse que la Institución es
un organismo que tiene fines de vida y medios superiores en poder y en duración a los
individuos que lo componen. Se trata entonces de un conjunto de individuos que se unen y
organizan en torno a la consecución de un fin, de una idea común que los mueve. La
institución es así una entidad intermedia entre el Estado y el hombre individualmente
considerado.9
Sistema del Código: La posición general de la doctrina entiende que el adoptó la teoría de la
ficción, del mismo modo que lo había hecho Vélez Sarsfield en el Código anterior.
7
Hariou; Teoría de la institución y de la fundación, pág. 37. Cita en Peñalba Pinto, Gonzalo; Las causas de la
persona jurídica; Rev. Jur. El Derecho; nº 11689, 1-2-07, p. 2.
8
Mosset Iturraspe, Jorge; Responsabilidad por daños; Rubinzal-Culzoni, 1998, t. III; pp. 412 y sigts.
9
Borda, Guillermo A.; op. cit., p. 568.
Comienzo de la existencia de las personas jurídicas. Como principio general la
personalidad jurídica nace con el acuerdo de voluntades que le da origen, a menos que la ley
exija para ello un acto formal de reconocimiento de su existencia como tal por parte del
Estado.
Acto constitutivo. Toda persona jurídica requiere para comenzar a existir un acto fundacional
o constitutivo, o un contrato social, que resultan creadores de su vida jurídica. El art. 142
dispone: “La existencia de la persona jurídica privada comienza desde su constitución...”.
En dicho acto fundacional inicial se establecerán los Estatutos como requisito
indispensable de las personas jurídicas tales como asociaciones, fundaciones y sociedades
anónimas (las sociedades civiles o comerciales -excepto las anónimas- pueden reemplazar el
estatuto por un contrato social).
Estatutos. Los Estatutos constituyen el conjunto de reglas fundamentales que organizan y
estructuran la vida de las personas jurídicas. En ellos se establece el objeto de la entidad, su
nombre, su domicilio, la conformación y destino de su patrimonio, así como también los
órganos de gobierno, sus características, funcionamiento, forma de adoptar las decisiones, los
derechos y obligaciones de los miembros que componen la entidad, los requisitos de su
ingreso, el régimen disciplinario, etc.
Un Estatuto es, por tanto, el instrumento que contiene las reglas básicas sobre las cuales
se estructurará la organización y funcionamiento de las personas jurídicas, conformando su
ley fundamental a cuyas disposiciones deben ajustarse todas las actividades de la entidad. Es
el conjunto de reglas de carácter interno que rige la vida de las personas jurídicas.
Autorización para funcionar. La regla general sentada por el nuevo Código es la de que las
personas jurídicas requieren autorización legal para funcionar solo en los casos en que la ley
así lo establezca. Dispone el citado art. 142 que la persona jurídica “No necesita autorización
legal para funcionar, excepto disposición legal en contrario. En los casos en que se requiere
autorización estatal, la persona jurídica no puede funcionar antes de obtenerla”. Tal
autorización, en todo caso, no implica un acto de creación de la persona jurídica sino un
reconocimiento formal a su existencia.10
Requieren autorización del Estado para funcionar: las asociaciones, fundaciones, las
cooperativas, mutuales, entidades financieras, etc.
No requieren de dicha autorización estatal: las sociedades en general, los consorcios de
propietarios, etc.
10
Borda, Guillermo A.; op. cit., p. 622.
Clasificación. Las personas jurídicas son públicas o privadas (art. 145).
La nota más precisa de distinción entre las personas de derecho público y las privadas,
reside en el origen de la entidad. Las primeras son creadas por una ley especial, en cambio las
segundas nacen de la voluntad de sus miembros. A su vez, una entidad privada puede adquirir
carácter de pública, siendo en tal caso necesario que la entidad sufra una transformación de su
régimen jurídico.
Las personas jurídicas de carácter público persiguen como finalidad la satisfacción de un
interés de ese mismo tipo.
Tienen carácter público (art. 146):
a) el Estado nacional, las Provincias, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, los municipios,
las entidades autárquicas y las demás organizaciones constituidas en la República a las que el
ordenamiento jurídico atribuya ese carácter (Ej. Banco de la Nación Argentina, universidades
nacionales, etc.);
b) los Estados extranjeros, las organizaciones a las que el derecho internacional público
reconozca personalidad jurídica y toda otra persona jurídica constituida en el extranjero cuyo
carácter público resulte de su derecho aplicable;
c) La Iglesia Católica. Sólo la Iglesia Católica es considerada de existencia necesaria y de
derecho público, por ser el culto sostenido por la C.N. y profesado por la mayoría de los
habitantes. Las iglesias pertenecientes a otras religiones son privadas para nuestro derecho.
De acuerdo a la Constitución Nacional, el Gobierno Federal sostiene el culto católico
apostólico romano (CN, art. 2). Sólo a la Iglesia Católica cabe la calificación de persona
jurídica de carácter público, aunque de carácter no estatal.
Las personas jurídicas públicas se rigen en cuanto a su reconocimiento, comienzo,
capacidad, funcionamiento, organización y fin de su existencia, por las leyes y ordenamientos
de su constitución (art. 147).
Tienen carácter privado (art. 148):
a) las sociedades;
b) las asociaciones civiles;
c) las simples asociaciones;
d) las fundaciones;
e) las iglesias, confesiones, comunidades o entidades religiosas;
f) las mutuales;
g) las cooperativas;
h) el consorcio de propiedad horizontal;
i) toda otra contemplada en disposiciones del Código o en otras leyes y cuyo carácter de tal se
establece o resulta de su finalidad y normas de funcionamiento.
La participación del Estado en personas jurídicas privadas no modifica el carácter de éstas.
Sin embargo, la ley o el estatuto pueden prever derechos y obligaciones diferenciados,
considerando el interés público comprometido en dicha participación.
En cuanto a las leyes que les son aplicables, las personas jurídicas privadas que se
constituyen en la República, se rigen: a) por las normas imperativas de la ley especial o, en su
defecto, del Código; b) por las normas del acto constitutivo con sus modificaciones y de los
reglamentos, prevaleciendo las primeras en caso de divergencia; c) por las normas supletorias
de leyes especiales, o en su defecto, por las del Título II del Libro I del Código (art. 150).
Las personas jurídicas privadas que se constituyen en el extranjero se rigen por lo
dispuesto en la Ley General de Sociedades 19.550 (en adelante LGS; B.O. 25-4-72, t.o. Dec.
841/84).
Atributos de las personas jurídicas.
Las personas jurídicas poseen similares atributos que las personas humanas (nombre,
capacidad, domicilio y patrimonio), con excepción del estado civil que es privativo de estas.
Nombre de las personas jurídicas. Al igual que las personas humanas, las personas jurídicas
tienen el derecho y el deber de llevar un nombre para su debida identificación, que en este
caso es su denominación social.
La persona jurídica debe tener un nombre que la identifique como tal, con el aditamento
indicativo de la forma jurídica adoptada. La persona jurídica en liquidación debe aclarar esta
circunstancia en la utilización de su nombre.
El nombre debe satisfacer recaudos de veracidad, novedad y aptitud distintiva, tanto
respecto de otros nombres, como de marcas, nombres de fantasía u otras formas de referencia
a bienes o servicios, se relacionen o no con el objeto de la persona jurídica.
No puede contener términos o expresiones contrarios a la ley, el orden público o las
buenas costumbres ni inducir a error sobre la clase u objeto de la persona jurídica. La
inclusión en el nombre de la persona jurídica del nombre de personas humanas requiere la
conformidad de éstas, que se presume si son miembros. Sus herederos pueden oponerse a la
continuación del uso, si acreditan perjuicios materiales o morales (art. 151).
La Resolución General I.G.J. N° 7/2005 (B.O.25/08/05) regula lo atinente al nombre de
las sociedades comerciales y contratos asociativos en sus arts. 58 a 64, y en lo que respecta a
asociaciones y fundaciones en sus arts. 354 a 360.
Domicilio y sede social de las personas jurídicas. Las personas jurídicas tienen un domicilio,
de similar trascendencia al de las personas humanas. Al respecto el art. 152 sienta como
principio general que “El domicilio de la persona jurídica es el fijado en sus estatutos o en la
autorización que se le dio para funcionar. La persona jurídica que posee muchos
establecimientos o sucursales tiene su domicilio especial en el lugar de dichos
establecimientos sólo para la ejecución de las obligaciones allí contraídas. El cambio de
domicilio requiere modificación del estatuto. El cambio de sede, si no forma parte del
estatuto, puede ser resuelto por el órgano de administración”.
Esta directiva sobre el alcance del domicilio reviste suma importancia en materia de
notificaciones, pues se tendrán por válidas y vinculantes para la persona jurídica todas las
notificaciones efectuadas en la sede inscripta (art. 153). Ello resulta concordante con lo
previsto en el art. 11 inc. 2) de la ley 19.550 de sociedades comerciales, en cuanto dispone
que “el instrumento de constitución de la sociedad debe contener, sin perjuicio de lo
establecido para ciertos tipos de sociedad…2) La razón social o la denominación, y el
domicilio de la sociedad... Se tendrán por válidas y vinculantes para la sociedad todas las
notificaciones efectuadas en la sede inscripta”.
La Resolución General I.G.J. N° 7/2005 regula lo atinente al domicilio y sede social de
las sociedades comerciales y contratos asociativos en su art. 65, y en lo que respecta a
asociaciones y fundaciones en su art. 387.
Patrimonio. Duración. Objeto. La persona jurídica debe tener un patrimonio. La persona
jurídica en formación puede inscribir preventivamente a su nombre los bienes registrables.
La duración de la persona jurídica es ilimitada en el tiempo, excepto que la ley o el
estatuto dispongan lo contrario (art. 155).
El objeto de la persona jurídica debe ser preciso y determinado (art. 156), lo cual surge
de sus propios Estatutos.
Capacidad de las personas jurídicas. Principio de especialidad. A partir del derecho
constitucional de asociarse con fines útiles, las personas jurídicas tienen aptitud para adquirir
todos los derechos y obligaciones acordes con su finalidad, y en general pueden adquirir
aquellos de los que pueden ser titulares las personas humanas, con excepción claro está de los
derechos personalísimos o los que derivan de las relaciones de familia. También se les ha
reconocido la capacidad de ser titulares de numerosos derechos de contenido
extrapatrimonial, y en este sentido tienen derecho a estar en juicio, como demandantes o
demandadas, en sede civil, comercial o penal; tienen la posibilidad de asociarse formando
grupos de empresas, federaciones o cámaras, o de tener participación accionaria en otras
entidades; poseen el derecho de enseñar; pueden crear una fundación, y desde luego tienen
todo el plexo de derechos intrasocietarios respecto de los asociados e integrantes de los
órganos permanentes del ente (régimen disciplinario, aceptación o expulsión de socios,
aplicación e interpretación del estatuto, designación y remoción de autoridades, etc.).
Asimismo, las personas jurídicas tienen amplia capacidad desde el punto de vista patrimonial
y en consecuencia pueden ser titulares de derechos reales, personales e incluso intelectuales.
Por ello puede decirse que en materia patrimonial las personas jurídicas gozan en general de
los mismos derechos que los particulares, y por tanto tienen una capacidad de derecho análoga
a la de las personas humanas.
En contraposición, no se puede hablar de capacidad de ejercicio con referencia a las
personas jurídicas, ya que este es un concepto que solo es aplicable a la persona humana.
Cuando el hombre por circunstancias especiales no puede ejercer por sí mismo sus derechos,
la ley prevé la actuación de un representante; pero lo que sucede con las personas jurídicas es
totalmente distinto; no es una cuestión de incapacidad ya que los administradores son los
órganos normales de ejercicio de los derechos de la persona jurídica, y esa forma de actuación
satisface plenamente para esta el goce de sus derechos.
Por ello la actuación de las personas jurídicas está regida por el principio de
especialidad según el cual solo pueden realizar aquellos actos vinculados a los fines de su
institución, es decir, cumpliendo los fines para los cuales fueron creadas y que están
determinados en sus estatutos, de donde el límite de la capacidad de las personas jurídicas está
dado entonces por su objeto, a diferencia de las personas físicas que tienen todos los campos
de la actividad jurídica a su alcance. En este aspecto, el art. 141 dispone que “Son personas
jurídicas todos los entes a los cuales el ordenamiento jurídico les confiere aptitud para
adquirir derechos y contraer obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los fines de su
creación”. De esta manera un establecimiento vitivinícola no puede al mismo tiempo asegurar
automotores; ni una universidad podrá ofrecer préstamos hipotecarios. Este principio, sin
embargo, debe ser interpretado en forma amplia y no debe tener una aplicación rígida., porque
de ser así las entidades no lucrativas como las asociaciones y fundaciones perderían ese
carácter por desarrollar alguna actividad económica no estrictamente vinculada a sus fines
pero lícitas para hacer llegar fondos a la institución. Por ejemplo, los clubes de fútbol cuyo
principal objeto determinado en el Estatuto es la práctica de deportes y en especial el fútbol,
son asociaciones sin finalidad de lucro y no pierden este carácter por desarrollar actividades
lucrativas como pueden ser la venta de los derechos federativos de sus jugadores
profesionales; lo que no pueden hacer es repartir las ganancias de estas actividades lucrativas
entre sus socios, sino invertir esos fondos en el desarrollo de los objetivos de la Institución.
La persona jurídica y sus miembros. Personalidad diferenciada. Dice el art. 143: “La
persona jurídica tiene una personalidad distinta de la de sus miembros. Los miembros no
responden por las obligaciones de la persona jurídica, excepto en los supuestos que
expresamente se prevén en este Título y lo que disponga la ley especial” (por ejemplo, socios
de una sociedad colectiva; art. 125 de la LGS, 19.550). La persona jurídica tiene una
personalidad diferenciada de la de sus miembros, lo cual significa que, en principio, los actos
que realice la obligarán económicamente hasta los límites de su propio patrimonio, que es
distinto al de cada uno de los miembros que la componen, en la medida del cumplimiento de
sus fines.
La norma enuncia un principio esencial de la personalidad jurídica que, una vez
otorgada, hace que adquiera una identidad jurídica totalmente independiente de los miembros
que la integran. De ello se deriva simultáneamente una independencia patrimonial: los
derechos y obligaciones de la persona de existencia ideal son imputados a esta y no a sus
integrantes. Este fenómeno se conoce como de independencia o separación de personería.
En consecuencia, el reconocimiento de la persona jurídica produce las siguientes
consecuencias jurídicas: a) la entidad es una persona distinta de los miembros que la
componen; b) posee patrimonio propio, distinto e independiente del de los socios, de modo
que los bienes pertenecientes a ella no pertenecen a los individuos que la integran, y
viceversa; c) los deudores o acreedores de la sociedad lo son de ella y no de los socios; d) el
socio que celebra un contrato con la sociedad es considerado como un tercero.
Teoría de la penetración. Inoponibilidad de la persona jurídica. Dado que la sociedad es una
persona distinta de los socios que la componen, y que su patrimonio es independiente del
patrimonio de los socios, los acreedores de la sociedad solo podrán, en principio, accionar
contra esta para hacer efectivo el cobro de sus créditos.
Sin embargo pueden existir casos en los que se utilice a la sociedad como una pantalla o
como un velo, para violar la ley, frustrar derechos de terceros o perseguir fines
extrasocietarios o ajenos a la sociedad. En estas situaciones el juez podrá romper o “descorrer
el velo societario” de esa persona jurídica, dejando a un lado la valla de su personalidad, y
“penetrar” en la realidad, atribuyendo a los socios la responsabilidad por los actos
antijurídicos, lo que implica que estos responderán ante los acreedores con su propio
patrimonio.
De este modo se abrió paso la llamada “teoría de la desestimación de la personalidad
jurídica”, tomada del derecho anglosajón con el “disregard of legal entity”, sistematizada por
el jurista alemán Rolf Serick, quien entiende que sólo podrá prescindirse de la personalidad
jurídica cuando haya abuso de ella, y ello ocurrirá cuando se intente burlar una ley, quebrantar
obligaciones contractuales o perjudicar fraudulentamente a terceros.11
Esta teoría conocida en nuestro país como “teoría de la penetración societaria” ha sido
aplicada por la Corte Suprema en los casos “Parque Davis” y “Swift-Deltec”. En este último
caso dijo la Corte que: “La apariencia de formas jurídicas que asumen distintas fracciones del
mismo grupo de sociedades estructuralmente unificadas con el predominio de una de ellas, no
debe producir el efecto de que una parte sólo formalmente diferenciada sea la única afectada
por la decisión judicial de declaración de quiebra...El régimen de la personalidad jurídica no
puede utilizarse en contra de los intereses superiores de la sociedad ni de los derechos de
terceros... Las formas jurídicas que la ley argentina prevé para actividades lícitas y conformes
a su derecho objetivo, no pueden legitimar políticas económicas y financieras contrarias a las
necesidades de nuestra sociedad”12, agregando luego que “Los tribunales pueden descorrer el
velo societario en el interés de los mismos que lo han creado, haciendo aplicación positiva de
la teoría de la penetración y, asimismo, admitir la invocación de la teoría del conjunto
económico o sus equivalentes, ya que de lo que se trata es de la necesaria prevalencia de la
razón del derecho sobre el ritualismo jurídico formal, sustitutivo de la sustancia que define a
la justicia, aprehendiendo la verdad jurídica objetiva, sea ésta favorable al fisco o al
contribuyente”.13
Por ello, la prescindencia de la personalidad jurídica es excepcional y sólo cuando se ha
buscado o logrado fines contrarios a la ley se configura un abuso que permite equiparar a la
sociedad con el socio y atravesar el velo de la personalidad jurídica para captar la realidad
oculta detrás de ella con la finalidad de corregir el fraude.14
Estas directivas están receptadas en el art. 54 de la LGS 19.550 que establece: “La
actuación de la sociedad que encubra la consecución de fines extrasocietarios, constituya un
mero recurso para violar la ley, el orden público o la buena fe o para frustrar derechos de
terceros, se imputará directamente a los socios o a los controlantes que la hicieron posible,
quienes responderán solidaria e ilimitadamente por los juicios causados”.
La aplicación de la doctrina es, sin embargo, sumamente restringida en nuestro Derecho.
En palabras de la Corte Suprema, “la personalidad diferenciada de la sociedad y sus
administradores constituye el eje sobre el que se asienta la normativa sobre sociedades
anónimas y que ésta conforma un régimen especial que se explica porque aquéllas constituyen
11
Serick, Rolf; Apariencia y realidad en las sociedades mercantiles, ed. Ariel, Barcelona, 1958, trad. J. Puig
Brutau, p. 242. Cita en Dobson, Juan M; El abuso de la personalidad jurídica (en el derecho privado), 2da. ed.,
Depalma, Bs. As., 1991, p. 178.
12
CSJN, setiembre 4-1973; “Cía. Swift de La Plata s/ quiebra”. ED 51-223.
13
CSJN, febrero 26-1985; “Kellog Co. S.A.C.I. y F. s/ impuesto a los réditos”. Fallos, 307:118.
14
CNCom., Sala D, julio 13-2000; “Districóndor S.A. c/ Editorial Coyuntura S.A.”. LL 2000-F-524.
una herramienta que el orden jurídico provee al comercio como uno de los principales
motores de la economía”.15
En materia laboral se ha abierto paso una doctrina más flexible que apunta más a la
inoponibilidad de la personalidad jurídica, que a la desestimación o penetración de la
personalidad societaria. Los frecuentes casos de relaciones laborales no registradas o de pago
en negro de la remuneración, causan notorio perjuicio a una trilogía singular de bienes
jurídicos, a saber: a) al trabajador que se ve privado de protección frente a las contingencias
del propio contrato de trabajo (por ejemplo en caso de despido) y de la seguridad social; b) al
sector pasivo, que es víctima de la evasión; y c) a la comunidad comercial, toda vez que al
disminuir el empleador incumplidor sus costos laborales, pone al autor de la maniobra en
mejor condición para competir en el mercado, que la reservada a otros empleadores
respetuosos de la ley. Por ello, en el derecho del trabajo, la responsabilidad directa que le cabe
a la persona jurídica como empleadora se extiende a los socios y administradores que hicieron
posible, con su actuación individual, la práctica de no registrar el vínculo laboral y abonar los
salarios al margen de los recibos de sueldo. Por su parte la LGS (art. 59) fija pautas a las que
deben ajustar su conducta administradores y representantes; éstas reflejan principios generales
del derecho que imponen no sólo actuar de buena fe, sino ejercer los negocios sociales con el
mismo cuidado y la misma diligencia que en los propios. La omisión de tal diligencia hace
responsable al administrador por los daños y perjuicios generados y ello lo obliga a responder
por los daños y perjuicios causados por la omisión de cuidados elementales, configurando
responsabilidad por culpa grave y, obviamente el dolo. Los fraudes a la ley laboral (art. 59 y
274 de la LGS) hacen responsables a los integrantes de la persona jurídica ante el tercero (en
el caso, el trabajador) quien como consecuencia del incumplimiento sufrió un daño. La
responsabilidad se generó ante la no inscripción de la relación en los respectivos registros,
pagos en negro, etc. La responsabilidad directa que le cabe a la sociedad como empleadora se
extiende al administrador que motivó la comisión del ilícito ya que incurrir en las prácticas de
contratación clandestina contraviene los deberes de conducta que configuran el paradigma que
impone el actuar con buena fe, como un buen hombre de negocios y como un buen empleador
(arts. 62 y 63, L.C.T.). La jurisprudencia en el fuero nacional del trabajo es abundante en este
aspecto.16
15
CSJN, 31/10/02, C. 972. XXXVI. “Carballo, Atilano c/ Kanmar S.A. (en liquidación) y otros”.
Entre muchos otros: CNAT, Sala III, 19-10-04, Sentencia Nº 86212, Causa nº 33.576/2002 “Fattorini, Silvana
c/ Novasystem S.A. y Otros s/ Despido”; CNCom., sala B, junio 17-2003; “Alarcón, Miguel A. c/ Distribuidora
Juárez SRL y otros s/ despido”, TySS, ’04-49; CNAT, Sala III: sent. 73.685 del 11-4-97, “Delgadillo Linares,
Adela c/ Shatell S.A. y otros s/ Despido” (TySS, ‘99-667); “Vidal, Miguel S. c/ Mario Hugo Azulay y Asoc. SA
16
En cambio, la aplicación de la teoría de la desestimación o penetración de la
personalidad societaria exige el cumplimiento de requisitos mucho más severos, ya que la
aplicabilidad del art. 54 de la LGS, en orden a la desestimación y/o inoponibilidad de la
persona jurídica, requiere por cierto que, además del daño a los terceros (en este caso al
trabajador, vgr., por la contratación clandestina), se sume el uso desviado de la personalidad
societaria, es decir, de una conducta que implique un agravio a la justicia, con la demostración
de que la sociedad ha sido interpuesta como “pantalla” para burlar la ley y desbaratar los
derechos de terceros, o sea, que se ha desviado la causa fin del negocio societario. La propia
CSJN ha reiterado este criterio en la causa “Tazzoli”, haciendo suyo el dictamen del
Procurador Felipe D. Obarrio en un caso donde la Cámara Laboral rechazó extender la
condena contra el director de una sociedad comercial a raíz del pago en negro o de maniobras
para desconocer la antigüedad del trabajador, con fundamento en que “la personalidad jurídica
no debe ser desestimada sino cuando se dan circunstancias de gravedad institucional que
permitan presumir fundadamente que la calidad de sujeto de derecho fue obtenida al efecto de
generar el abuso de ella o violar la ley, debiendo ser aplicado restrictivamente y solo en caso
de existir pruebas concluyentes de que la actuación de la sociedad encubre fines
extrasocietarios, lo que -al decir de la alzada- no se da en el sub examine, pues no se ha
demostrado que las figuras societarias fueran creadas con el fin de violar la ley”.17
El nuevo Código recepta aquella tendencia surgida en el ámbito del derecho laboral, y
en consonancia con ello el art. 144 dispone que en caso de que la actuación de la persona
jurídica “esté destinada a la consecución de fines ajenos a la persona jurídica, constituya un
recurso para violar la ley, el orden público o la buena fe o para frustrar derechos de cualquier
persona”, tal actuación se podrá también imputar “a quienes a título de socios, asociados,
miembros o controlantes directos o indirectos, la hicieron posible”, los que responderán
solidaria e ilimitadamente, con su propio patrimonio, por los perjuicios causados,
configurándose así lo que se conoce como “inoponibilidad de la personalidad jurídica”.
y otro s/ Despido” (sent. 23-9-97; TySS, ‘99-670); “Duquelsky, Silvia c/ Fuar S.A. y otro s/ Despido” (sent.
75.790, 19-2-98, TySS, ‘99-675); “Luzardo, Natalia V. c/ Instituto Oftalmológico SRL y otros s/ Despido” (sent.
17-12-98, TySS, ‘99-676); “Cingiale, María C. y otro c/ Polledo Agropecuaria S.A. y otros s/ Despido” (sent. 23-99; TySS, ‘99-678); “Benalal, Moisés L. c/ Limsmeril S.R.L. y otro” (sent. 85047, 18-7-03); “Bevaqua Carlos
O. c/ Frigorífico Avícola Basavilbaso S.A. y Otros s/ Despido” (12-10-05, Sentencia Nº 87.180); Sala X,
“Walter, Nelson E. c/ Masri David y otro s/ Despido” (TySS, ’01-777); Sala VII, sent. 35.671, 18-09-01,
“Nusdeo, Silvina c/ Excelsitas y otro s/ Despido”; “Magatelli, Ariel R. c/ Edintar Constructora S.A. y otro s/
Despido” (3-11-06, sent. 39708); Sala VI, 02-02-01, “Maison María c/ Show del Pollo S.R.L. y otros” (LL,
2001–E- 730); 29-11-04, sent. 57659, “Miranda, Roxana Beatriz c/ Couzy S.R.L. y Otros s/ Despido”; Sala V, 88-2011, “Tomás Darío A. c/ Miguel A. Gallego y Asoc. S.A. y otros s/ despido” (MJ-JU-M-68293-AR).
17
CSJN, 4/7/2003. T. 458. XXXVIII. “Tazzoli, Jorge Alberto c/ Fibracentro S.A. y otros S.A. s/ despido”.
Fallos, 326:2156; “Palomeque, Aldo René c/ Benemeth S.A. y otro”, 03/04/2003, Fallos: 326:1062.
Funcionamiento de la persona jurídica.
Creada la persona jurídica mediante el acto fundacional o constitutivo, o contrato social,
que le da vida jurídica (art. 142), se establecerán allí mismo sus Estatutos que constituyen el
conjunto de reglas fundamentales que organizan y estructuran la vida de las personas
jurídicas. En ellos se establece el objeto de la entidad, su nombre, su domicilio, la
conformación y destino de su patrimonio, así como también los órganos de gobierno, sus
características, funcionamiento, forma de adoptar las decisiones, los derechos y obligaciones
de los miembros que componen la entidad, los requisitos de su ingreso, el régimen
disciplinario, las causales de disolución, etc. El estatuto es, por tanto, la ley fundamental de la
persona jurídica a cuyas disposiciones deben ajustarse todas las actividades de la entidad. Es,
en suma, el conjunto de reglas internas que rige la vida de las personas jurídicas.
El estatuto de las personas jurídicas puede ser modificado en la forma que el mismo o la
ley establezcan. Tal modificación produce efectos desde su otorgamiento. El estatuto debe
asimismo contener normas sobre el gobierno, la administración y representación y, si la ley la
exige, sobre la fiscalización interna de la persona jurídica. En ausencia de previsiones
especiales, el art. 158 sienta algunas reglas de funcionamiento supletorias.
Por otro lado, la ley establece deberes y estándares de conducta para los administradores
de la persona jurídica, a quienes se impone el deber de obrar con lealtad y diligencia,
siéndoles vedado perseguir o favorecer intereses contrarios a los de la persona jurídica. Si en
determinada operación existieran intereses opuestos a los del ente, deben hacerlo saber a los
demás miembros del órgano de administración o en su caso al órgano de gobierno y
abstenerse de cualquier intervención relacionada con dicha operación. Les corresponde
también implementar sistemas y medios preventivos que reduzcan el riesgo de conflictos de
intereses en sus relaciones con la persona jurídica (art. 159).
Los administradores a su vez responden en forma ilimitada y solidaria frente a la
persona jurídica, sus miembros y terceros, por los daños causados por su culpa en el ejercicio
o con ocasión de sus funciones, por acción u omisión.
Representación de las personas jurídicas.
Para desenvolverse en la vida jurídica las personas jurídicas precisan inexorablemente
de personas humanas. Estas, en nombre de aquellas, realizan todo tipo de actividad vinculada
al cumplimiento del objeto de la entidad. La vinculación existente entre unos y otros ha dado
lugar a la formulación de dos teorías que procuran explicar el fenómeno de la representación
de las personas jurídicas.
La teoría de la ficción sostiene que al tratarse la persona jurídica de un ente ficticio que
no tiene vida propia, no puede actuar por si misma sino que solo puede hacerlo por medio de
los representantes que le asigna la ley. Por tanto, entre la persona jurídica y sus
administradores existe una relación de representación donde estos son los representantes de
aquella.
Las teorías de la realidad, en cambio, parten del supuesto de que las personas jurídicas
no son ficticias sino reales, y por ello los administradores deben ser considerados como los
“órganos naturales” de ellas. Desde este ángulo la persona jurídica y sus administradores no
están vinculados por una relación externa como el mandato, sino que los administradores
forman parte de la entidad, integrándola orgánicamente. Entre ellos no existe vínculo
contractual sino una relación institucional derivada de la propia organización interna de la
persona jurídica, de modo que sus administradores están dentro de la entidad y no fuera de
ella. Esta doctrina es conocida como la teoría del órgano. El Código de 1871, hoy derogado,
adoptó la teoría de la ficción adhiriendo, por ende, a la teoría de la representación (arts. 35 a
37). No obstante la LGS receptó la teoría del órgano (arts. 157 y ccts.). De ahí que la sociedad
deba responder por todos los actos que celebren el administrador o el representante mientras
“no sean notoriamente extraños al objeto social” (art. 58, Ley 19.550).
Responsabilidad de las personas jurídicas.
Se entiende por responsabilidad la posibilidad de sancionar a un sujeto por la realización
de un acto antijurídico que le es imputable y que produce determinada consecuencia
perjudicial para otro sujeto. Es necesario distinguir entre la responsabilidad civil (emanada
tanto del incumplimiento de un contrato como de la ejecución de actos ilícitos que pueden ser
o no delitos civiles), y la responsabilidad penal de las personas jurídicas.
Responsabilidad civil de las personas jurídicas.
Conforme al art. 1763 “La persona jurídica responde por los daños que causen quienes
las dirigen o administran en ejercicio o con ocasión de sus funciones”. De este modo las
personas jurídicas quedan equiparadas a las personas humanas en lo que respecta a los hechos
ilícitos.
a) Las personas jurídicas son responsables de los actos de sus representantes legales
mientras estos actúen dentro de los límites del mandato, y ese mandato que contiene las
facultades del representante, así como sus límites, puede surgir directamente del propio
Estatuto de la entidad, o bien indirectamente de las decisiones emanadas de asambleas o actas
de directorio que hubieran otorgado el mandato o el poder.
Las personas jurídicas responden así por la falta de cumplimiento de los contratos que
sus representantes celebraron en nombre y representación de ellas. Responden
contractualmente por los actos jurídicos de sus representantes de acuerdo con el alcance de los
poderes que tengan para obligarlas y hasta ese límite, superado el cual la persona jurídica no
tiene responsabilidad alguna, salvo el caso de enriquecimiento sin causa. En lo que exceda
estos poderes, el representante queda obligado respecto de los terceros en forma personal,
salvo que el tercero supiera de la insuficiencia de esos poderes. Así, si alguien actúa como
representante de otro sin serlo, o en exceso de las facultades conferidas por el representado, es
responsable del daño que la otra parte sufra por haber confiado, sin culpa suya, en la validez
del acto; pero si hace saber al tercero la falta o deficiencia de su poder, está exento de dicha
responsabilidad (art. 376). Los terceros pueden exigir que el representante suscriba y les
entregue copia firmada por él del instrumento del que resulta su representación (art. 374). El
mandato es el poder que la persona jurídica da a sus representantes para que ejecuten un acto
o una serie de actos jurídicos (por ejemplo, se da un poder específicamente para comprar un
inmueble en Mar del Plata; si el representante actúa dentro de los límites del mandato, la
persona jurídica será responsable por el incumplimiento; por el contrario, si se excede de los
límites y compra terrenos en otro lugar, la persona jurídica no será responsable).
Desde ya que si la persona jurídica ratifica el acto celebrado por el representante aun
fuera de los límites de su mandato, será plenamente responsable por sus consecuencias. En
efecto, quien contrata a nombre de un tercero sólo lo obliga si ejerce su representación; a falta
de representación suficiente, el contrato es ineficaz. Sin embargo, la ratificación expresa o
tácita del tercero suple la falta de representación, y la ejecución del contrato implica
ratificación tácita (art. 1025). Lo mismo ocurre si se tratara de una gestión de negocios, es
decir, cuando una persona asume oficiosamente la gestión de un negocio ajeno por un motivo
razonable, sin intención de hacer una liberalidad y sin estar autorizada ni obligada para ello, el
gestor queda personalmente obligado frente a terceros y sólo se libera si el dueño del negocio
ratifica su gestión, o asume sus obligaciones; y siempre que ello no afecte a terceros de buena
fe (art. 1784).
b) La persona jurídica responde también por los hechos ilícitos que cometan sus
representantes, administradores en ejercicio o con ocasión de sus funciones (responsabilidad
directa) e incluso sus dependientes o subordinados (responsabilidad indirecta). Ello sin
perjuicio de la responsabilidad personal que le cabe al representante, administrador o
dependiente. La expresión “en ejercicio de sus funciones” significa que el hecho ilícito se
produce durante el cumplimiento de esas funciones o dentro del campo de las funciones
específicas de la actividad involucrada; mientras que “en ocasión de sus funciones” debe
entenderse que se refiere a aquellos eventos dañosos que se vinculan indirectamente a la
actividad, pero que sin ella no se hubieran producido, es decir, la función no determina el acto
ilícito pero genera la oportunidad que favorece la producción del daño. En palabras de Borda
el daño debe juzgarse hecho “en ocasión de las funciones” cuando entre el daño y las
funciones hay una razonable relación. Si el conductor del camión de una empresa, mientras
ejercita sus funciones, causa daños a un automóvil, la empresa debe responder por tales daños.
Si, en cambio, el daño se produce mientras el conductor del camión utiliza el vehículo para
cuestiones personales, fuera de su horario de trabajo, la persona jurídica no será responsable y
en tal caso responderán el conductor y el titular de dominio del camión, que puede ser o no la
misma empresa, y la compañía de seguros. Ahora bien, si el siniestro se produce cuando el
conductor, aun fuera del horario de trabajo, lleva al camión a un taller para su reparación o
mantenimiento, responderá la persona jurídica porque el hecho se ha producido “en ocasión”
de las funciones del conductor.
Responsabilidad penal de las personas jurídicas.
Este es un tema permanentemente discutido, tanto por la doctrina como por la
jurisprudencia, al punto tal que los autores defensores del derecho penal liberal sostienen que
no es posible responsabilizar penalmente a las personas jurídicas.
El viejo axioma latino “societas delinquere non potest” (la sociedad no puede delinquir),
plantea que para el derecho penal lo relevante es el sujeto que delinque, en la medida que el
delito es una manifestación humana que sólo puede ser atribuido a esta clase de personas,
rigiendo el principio de identidad entre el delincuente y el condenado.
En la doctrina nacional se ha expuesto que “La responsabilidad de las personas jurídicas
puede ser, a lo sumo, de naturaleza civil, pero nunca de carácter penal, porque la pena, si no obra
sobre los individuos, no puede sentirse de toda la comunidad de los mismos, y si obrara sobre
ellos confundiría injustamente a los inocentes. Por eso, la individualidad humana es precisa para
que exista el sujeto de un delito; y las universitas nunca pueden ser consideradas como seres
criminales, como personas punibles ante la ley”.18 Por su parte Soler sostiene que “Es contraria a
este principio de subjetividad toda tendencia a extender formas de responsabilidad penal a
grupos sociales en conjunto (expediciones punitivas) o a afirmar la posibilidad de imponer
penas sobre personas no individuales. La incapacidad penal de las personas colectivas
establecida por el art. 43, no solamente constituye la sanción de un principio sustancialmente
justo, sino también sustancialmente adecuado a la realidad de las relaciones penales: societas
delinquere non potest. Toda vez que la sociedad es una persona distinta de los socios y su
personalidad jurídica consiste en un mero centro imputativo, carente de todo sustrato psíquico,
18
Cordeiro Alvarez, Ernesto; Tratado de los Privilegios, Cia. Argentina de Editores, Bs. As., 1941, pp. 36/37.
resulta indudable que por su naturaleza no es un ente idóneo ni para desplegar acciones que
contengan los elementos indispensables para dar base a un delito, ni para sentir la coacción de la
amenaza penal ni para sufrir ella misma una pena personal, que no afecte a ningún tercero
inocente”.19 Zaffaroni también adhiere a este pensamiento señalando que la conducta humana es
el presupuesto sistemático para la construcción del concepto de delito, en función del postulado
nullum crimen sine conducta, de jerarquía constitucional.20
Así también lo expuso el propio Zaffaroni en el fallo “Fly Machine S.R.L.” donde
expresó que “más allá de lo que pueda establecerse en ciertas leyes de naturaleza penal, el
requerimiento de conducta humana como presupuesto sistemático para la construcción del
concepto de delito responde a una mínima exigencia de racionalidad republicana dentro del
método dogmático jurídico-penal y su definición se halla condicionada por los contenidos que
surgen de ciertos postulados de jerarquía constitucional, entre los cuales se destaca el nullum
crimen sine conducta”, quien ponderó asimismo el principio de materialidad de la acción
(nulla injuria sine actione) según el cual “ningún daño, por grave que sea, puede estimarse
penalmente relevante sino como efecto de una conducta”. En síntesis, “la operatividad de la
máxima constitucional nulla injuria sine actione impone la delimitación del concepto
jurídico-penal de conducta, sobre la base de un hacer u omitir que reconocería como único
sujeto activo al ser humano, respecto del cual puede reaccionar el Estado con las penas
legalmente previstas, excluyendo por ende a las personas jurídicas de acuerdo con el principio
societas delinquere non potest (o universitas delinquere nequit); el cual salva además los
irrenunciables principios de culpabilidad y personalidad de la pena”, agregando luego que
“más allá de lo expresado en torno al concepto de acción, existen otras limitaciones que no
hacen viable la responsabilidad penal de las personas jurídicas. En efecto, una de ellas está
configurada por la imposibilidad de realizar a su respecto el principio de culpabilidad dado
que no resulta factible la alternativa de exigir al ente ideal un comportamiento diferente al
injusto -precisamente por su incapacidad de acción y de autodeterminación-, negando así la
base misma del juicio de reproche”. En este sentido cabe afirmar que reconocer la capacidad
penal de una sociedad implica “la derogación de los principios que rigen la acción, la
imputabilidad, la culpabilidad y la pena”.21
En la doctrina civil, Borda admite la responsabilidad penal de las personas jurídicas y
pone en discusión la postura según la cual esas entidades no podrían cometer delitos. Entiende
19
Cordeiro Alvarez, op. cit., pp. 39/40.
Zaffaroni, Eugenio Raúl; Tratado de Derecho Penal, t. III, Ed. Ediar, 1999, p. 55.
21
CSJN, 30/05/2006, F. 572. XL. “Fly Machine S.R.L. s/ recurso extraordinario”. Disidencia del Dr. Raúl E.
Zaffaroni.
20
que para muchos negocios son los “testaferros ideales”, por la posibilidad de disimular cuál de
sus miembros ha decidido la comisión del delito penal que ha ejecutado un empleado o
tercero. Dice el autor: “Castigar al empleado que ha sido instrumento del delito y que ha
cumplido instrucciones, es dejar intacto el problema; reprimir a los accionistas de los cuales
han partido aquéllas es generalmente imposible porque siendo acciones al portador, su tenedor
es siempre indeterminado; no queda sino castigar a la entidad y con esta solución se llega al
verdadero meollo del problema”. De ahí que, según su opinión, la responsabilidad penal de las
personas jurídicas sea “posible, justo y, a veces, indispensable”.22
Así es que podemos afirmar -conforme los autores clásicos del derecho penal- que solo
las personas humanas pueden ser sujetos activos de los delitos. Esta afirmación se basa no
solo en los principios que rigen la acción antes señalados, por cierto inaplicables a las
personas jurídicas, sino además en los múltiples inconvenientes que se generan a la hora de
abordar la responsabilidad penal de estas, en especial en lo referente a la aplicación de un
sistema pensado para las personas físicas, y ante la inexistencia de uno similar diseñado para
las personas jurídicas. Esta ausencia de normativa específica procesal fue señalada por
Zaffaroni en el caso jurisprudencial citado, sosteniendo que “tampoco cabe soslayar la
circunstancia de que nuestra legislación carece de una regulación procesal específica que
determine el modo en que debería llevarse a cabo el enjuiciamiento criminal de las personas
de existencia ideal, y que permita también individualizar a los sujetos susceptibles de asumir
una concreta representación en tal sentido. En consecuencia, la práctica judicial materializada
al respecto no halla fundamento en texto positivo alguno, afectando de esta forma las
garantías de legalidad, de defensa en juicio y del debido proceso”.
Sin embargo, como señala Piombo, la realidad criminológica empresarial obliga a hacer
un nuevo examen de la dogmática penal tradicional, y evaluar las posibilidades que ofrecería
crear un sistema ad hoc pensado específicamente para las personas jurídicas, a cuyo fin “se
podría ensayar un derecho penal de doble imputación o de dos vías”: a) la acción
institucional, que “se ejerce, en forma conjunta, con la acción individual contra la persona
jurídica, por no haber efectuado el debido control sobre sus empleados”; y b) la acción
individual, que “es la que castiga a las personas físicas o representantes que actúen en nombre
o por cuenta de la persona jurídica”. Es que la sanción a las corporaciones “resulta necesaria
para combatir con eficacia determinados tipos de criminalidad, así como para acabar con la
utilización de empresas pantalla que faciliten la realización de hechos delictivos”. Por eso,
22
Borda, Guillermo A.; op. cit., p. 602.
será conveniente construir “un nuevo régimen teórico que indique cuáles son los requisitos y
condiciones necesarias para imponer sanciones de carácter retributivo y preventivo a las
personas jurídicas”.23
No obstante, aun cuando el principio general en nuestro derecho positivo es que las
personas jurídicas carecen de responsabilidad penal, pues los hechos ilícitos solo pueden ser
cometidos por las personas humanas, deben sin embargo responder por las consecuencias de
ellos respecto de los daños y perjuicios civiles producidos por el accionar de quienes dirijan,
representen o administren la persona jurídica. El hecho ilícito genera dos tipos de acciones: la
penal, en la cual si el hecho es delito se determina una sanción para el autor del mismo, y la
civil que tiene por objeto el resarcimiento de los daños materiales y morales causados y que se
rige por el derecho civil.
Las penas propias del derecho penal, como son las penas privativas de la libertad, no
son de aplicación para las personas jurídicas. Solamente en ciertos casos determinados se les
puede aplicar sanciones penales, como ser infracciones a las leyes cambiarias, de
abastecimiento, impositivas, aduaneras, etc., lo que puede acarrear sanciones consistentes en
multas, clausuras, suspensión o supresión de personería jurídica, decomiso de mercadería, etc.
Hay casos en que la persona jurídica es utilizada como medio para la comisión de delitos, y en
estos casos podemos decir que, en última instancia, toman la decisión y se sirven de la entidad
para cometer el ilícito sus administradores, representantes legales, y controladores.
Algunos delitos previstos en el Código Penal (CP) y en otras normas especiales que
involucran a los administradores de las personas jurídicas, o también a estas, son los
siguientes:
- Concurrencia desleal: el art. 159 CP castiga con multa a la persona “que, por maquinaciones
fraudulentas, sospechas malévolas o cualquier medio de propaganda desleal, tratare de
desviar, en su provecho, la clientela de un establecimiento comercial o industrial”.
- Administración fraudulenta: quizás la figura más emblemática de la responsabilidad penal
de administradores de sociedades es la prevista en el art. 173, inc. 7 CP, que castiga con
prisión a quien “tuviera a su cargo el manejo, la administración o el cuidado de bienes o
intereses pecuniarios ajenos, y con el fin de procurar para sí o para un tercero un lucro
indebido o para causar daño, violando sus deberes perjudicare los intereses confiados u
obligare abusivamente al titular de éstos”.
23
Piombo, Daniela I. M.; “La responsabilidad penal de las personas jurídicas”. Trabajo de Seminario en la
UNLP en Derecho Procesal I-Cátedra II, Titular: Emir Alfredo Caputo Tártara, p. 16. Disponible en el sitio:
http://www.jursoc.unlp.edu.ar/documentos/publicaciones/seminario_daniela_piombo.pdf.
- Estelionato: previsto en el art. 173 inc. 9 del CP por el cual se castiga con prisión a aquel
que “...vendiere o gravare como bienes libres, los que fueren litigiosos o estuvieren
embargados o gravados; y el que vendiere, gravare o arrendare como propios, bienes ajenos”.
- Quiebra fraudulenta: el art. 178 CP pena con prisión a “todo director, síndico, administrador,
miembro de la comisión fiscalizadora o gerente de la sociedad o establecimiento fallido o del
banco o entidad financiera en liquidación sin quiebra, o contador o tenedor de libros de los
mismos, que hubiere cooperado a la ejecución” de alguno de los actos que dan lugar a la
quiebra dolosa o culposa de un comerciante individual. En general, “los tipos de quiebra son
delitos cuyo objeto de ataque es el patrimonio propio. No obstante, en los delitos de quiebra
societaria no es así, ya que los actos de fraude tienden a perjudicar el patrimonio de otra
persona, en este caso jurídica, diferente de los sujetos activos descriptos en el art. 178, CP”.24
- Agiotaje (art. 300, inc. 1 CP). La norma castiga con prisión a quien “hiciere alzar o bajar el
precio de las mercaderías por medio de noticias falsas, negociaciones fingidas o por reunión o
coalición entre los principales tenedores de una mercancía o género, con el fin de no venderla
o de no venderla sino a un precio determinado”.
- Balances falsos (art. 300, inc. 2 CP). Se trata de un delito doloso que pena con prisión al
“fundador, director, administrador, liquidador o síndico de una sociedad anónima o
cooperativa o de otra persona colectiva, que a sabiendas publicare, certificare o autorizare un
inventario, un balance, una cuenta de ganancias y pérdidas o los correspondientes informes,
actas o memorias, falsos o incompletos o informare a la asamblea o reunión de socios, con
falsedad, sobre hechos importantes para apreciar la situación económica de la empresa,
cualquiera que hubiere sido el propósito perseguido al verificarlo”.
- Actos antiestatutarios (art. 301 CP). “Será reprimido con prisión de seis meses a dos años, el
director, gerente, administrador o liquidador de una sociedad anónima, o cooperativa o de otra
persona colectiva que a sabiendas prestare su concurso o consentimiento a actos contrarios a
la ley o a los estatutos, de los cuales pueda derivar algún perjuicio. Si el acto importare
emisión de acciones o de cuotas de capital, el máximo de la pena se elevará a tres años de
prisión, siempre que el hecho no importare un delito más gravemente penado”.
- Infracciones a la Ley N° 19.359 (Régimen Penal Cambiario) art. 2 inc. f): las personas
jurídicas pueden ser sancionadas con multa, suspensión o cancelación de la autorización para
operar o intermediar en cambios, e inhabilitación para actuar como importador, exportador,
corredor de cambio o en instituciones autorizadas para operar en cambios, cuando el hecho
24
Atapuerca, María Belén. “La responsabilidad de los administradores de sociedades”. elDial.com - DC1EEE.
Publicado el 30/04/2015.
hubiese sido ejecutado por los directores, representantes legales, mandatarios, gerentes,
síndicos o miembros del consejo de vigilancia de una persona jurídica, con los medios o
recursos facilitados por la misma u obtenidos de ella con tal fin, de manera que el hecho
resulte cumplido en nombre, con la ayuda o en beneficio de la misma.
- Infracciones a la Ley N° 20.680 (Ley Nacional de Abastecimiento). El art. 8 de la norma
dispone: “Cuando las infracciones que se sancionan en esta ley hubieren sido cometidas en
beneficio de una persona jurídica, asociación o sociedad, se le dará carácter de parte, sin
perjuicio de la responsabilidad personal de los autores. En los casos de condena a una persona
jurídica, asociación o sociedad se podrá imponer como sanción complementaria la pérdida de
la personería y la caducidad de las prerrogativas que se le hubiesen acordado. Los directores,
administradores, gerentes y miembros de tales entidades que hubieren participado en la
comisión de los hechos sancionados obrando con dolo o culpa grave, serán pasibles de la
sanción prevista en el artículo 5° inc. a), disminuyéndose a la cuarta parte los límites mínimos
y máximos a imponer”. La sanción prevista en el art. 5° inc. a), consiste en multa de $500 a
$10.000.000. Este último límite podrá aumentarse hasta alcanzar el triple de la ganancia
obtenida en infracción.
- Infracciones a la Ley N° 22.415 (Código Aduanero), arts. 887 y 888. Las personas jurídicas
son responsables en forma solidaria con sus dependientes por las penas pecuniarias que
correspondieren a éstos por los delitos aduaneros que cometieren en ejercicio o con ocasión
de sus funciones. Cuando una persona jurídica fuere condenada por algún delito aduanero y
no satisficiera el importe de las penas pecuniarias que se le hubieren impuesto, sus directores,
administradores y socios ilimitadamente responsables responderán patrimonialmente y en
forma solidaria con aquélla por el pago del importe de dichas penas, salvo que probaren que a
la fecha de la comisión del hecho no desempeñaban dichas funciones o no revestían tal
condición.
Cabe consignar que la Corte Suprema de Justicia de la Nación desde la causa “De la
Rosa Vallejos”25, sentó desde 1983 una línea de interpretación según la cual las sanciones
aduaneras que aplica la autoridad administrativa son accesorias de la pena privativa de la
libertad que aplican los jueces; en consecuencia, dependen de ésta, mientras que la facultad de
la Aduana de aplicar sanciones no responde a una jurisdicción propia, sino a su facultad
administrativa de imponer ciertas consecuencias accesorias de la condena penal.
- Infracción a la Ley 23.737 (Ley de Estupefacientes), art. 27: “En todos los casos en que el
25
CSJN, 10/03/1983, “De la Rosa Vallejos, Ramón s/ art. 197 de la ley de Aduanas”. Fallos, 305:249.
autor de un delito previsto en esta Ley lo cometa como agente de una persona jurídica y la
característica requerida para el autor no la presente éste sino la persona jurídica, será
reprimido como si el autor presentare esa característica”.
- Infracción a la Ley N° 24.769 (Ley Penal Tributaria):
a) Art. 9: Delito de apropiación indebida de recursos de la seguridad social. Esta norma
castiga con prisión al empleador o al agente de retención “que no depositare total o
parcialmente el importe de los aportes retenidos a sus dependientes, siempre que el monto no
ingresado superase la suma de $20.000 por cada mes”.
b) Art. 10: Insolvencia fiscal fraudulenta. El delito, penado con prisión, consiste en provocar o
agravar la insolvencia propia o ajena, “frustrando en todo o en parte el cumplimiento de
obligaciones tributarias o de aportes y contribuciones de la seguridad social nacional,
provincial o de la CABA, o derivadas de la aplicación de sanciones pecuniarias”.
c) Art. 14: Responsabilidad de los administradores de personas jurídicas. “Cuando alguno de
los hechos previstos en esta ley hubiere sido ejecutado en nombre, con la ayuda o en beneficio
de una persona de existencia ideal, una mera asociación de hecho o un ente que a pesar de no
tener calidad de sujeto de derecho las normas le atribuyan condición de obligado, la pena de
prisión se aplicará a los directores, gerentes, síndicos, miembros del consejo de vigilancia,
administradores, mandatarios, representantes o autorizados que hubiesen intervenido en el
hecho punible inclusive cuando el acto que hubiera servido de fundamento a la representación
sea ineficaz”.
- Infracciones a la Ley N° 25.156 (Ley de Defensa de la competencia): La norma considera
actos anticompetitivos a aquellos que limiten, restrinjan, falseen o distorsionen la competencia
o el acceso al mercado, o que constituyan abuso de una posición dominante en un mercado, de
modo que pueda resultar perjuicio para el interés económico general. En ese orden, el art. 48
dispone que “Cuando las infracciones previstas en esta ley fueren cometidas por una persona
de existencia ideal, la multa también se aplicará solidariamente a los directores, gerentes,
administradores, síndicos o miembros del Consejo de Vigilancia, mandatarios o
representantes legales de dicha persona de existencia ideal que por su acción o por la omisión
de sus deberes de control, supervisión o vigilancia hubiesen contribuido, alentado o permitido
la comisión de la infracción. En tal caso, se podrá imponer sanción complementaria de
inhabilitación para ejercer el comercio de 1 a 10 años a la persona de existencia ideal y a las
personas enumeradas en el párrafo anterior”.
- Infracciones a la Ley 25.246 (Ley de Encubrimiento y Lavado de Activos de origen
delictivo). El art. 24 de la ley castiga con multas a la persona que actuando como órgano o
ejecutor de una persona jurídica o la persona humana, incumpla alguna de las obligaciones
ante la Unidad de Información Financiera (UIF) creada por la ley. La misma sanción será
aplicable a la persona jurídica en cuyo organismo se desempeñare el sujeto infractor.
Fin de la existencia de las personas jurídicas privadas.
La regla general es que la duración de la persona jurídica es ilimitada en el tiempo,
excepto que la ley o el estatuto dispongan lo contrario (art. 155).
Las personas jurídicas pueden transformarse, fusionarse o escindirse en los casos
previstos por el Código o por la ley especial. En todos los casos es necesaria la conformidad
unánime de los miembros de la persona o personas jurídicas, excepto disposición especial o
estipulación en contrario del estatuto.
El Código en sus arts. 163 y siguientes explicita las causales de extinción de las
personas jurídicas mediante la figura de la “disolución”.
Disolución y liquidación. Son causales de disolución de la persona jurídica (art. 163):
a) la decisión de sus miembros adoptada por unanimidad o por la mayoría establecida por el
estatuto o disposición especial;
b) el cumplimiento de la condición resolutoria a la que el acto constitutivo subordinó su
existencia;
c) la consecución del objeto para el cual la persona jurídica se formó, o la imposibilidad
sobreviviente de cumplirlo;
d) el vencimiento del plazo. Como vimos, el plazo de duración de una persona jurídica es
ilimitado excepto que el estatuto o la ley dispongan lo contrario (art. 155). Si el plazo fuera
limitado puede ser prorrogado, para lo cual se requiere: 1. decisión de sus miembros, adoptada
de acuerdo con la previsión legal o estatutaria; 2. presentación ante la autoridad de contralor
que corresponda, antes del vencimiento del plazo (art. 165).
e) la declaración de quiebra; la disolución queda sin efecto si la quiebra concluye por
avenimiento o se dispone la conversión del trámite en concurso preventivo, o si la ley especial
prevé un régimen distinto;
f) la fusión respecto de las personas jurídicas que se fusionan o la persona o personas jurídicas
cuyo patrimonio es absorbido; y la escisión respecto de la persona jurídica que se divide y
destina todo su patrimonio;
g) la reducción a uno del número de miembros, si la ley especial exige pluralidad de ellos y
ésta no es restablecida dentro de los tres meses;
h) la denegatoria o revocación firmes de la autorización estatal para funcionar, cuando ésta
sea requerida. La revocación de la autorización estatal debe fundarse en la comisión de actos
graves que importen la violación de la ley, el estatuto y el reglamento. La revocación debe
disponerse por resolución fundada y conforme a un procedimiento reglado que garantice el
derecho de defensa de la persona jurídica. La resolución es apelable, pudiendo el juez
disponer la suspensión provisional de sus efectos (art. 164).
i) el agotamiento de los bienes destinados a sostenerla;
j) cualquier otra causa prevista en el estatuto o en otras disposiciones de este Título o de ley
especial.
Reconducción. La persona jurídica puede ser reconducida mientras no haya concluido su
liquidación, por decisión de sus miembros adoptada por unanimidad o la mayoría requerida
por la ley o el estatuto, siempre que la causa de su disolución pueda quedar removida por
decisión de los miembros o en virtud de la ley (art. 166).
Liquidación y responsabilidades. Vencido el plazo de duración, resuelta la disolución u
ocurrida otra causa y declarada en su caso por los miembros, la persona jurídica no puede
realizar operaciones, debiendo en su liquidación concluir las pendientes. La liquidación
consiste en el cumplimiento de las obligaciones pendientes con los bienes del activo del
patrimonio de la persona jurídica o su producido en dinero. Previo pago de los gastos de
liquidación y de las obligaciones fiscales, el remanente, si lo hay, se entrega a sus miembros o
a terceros, conforme lo establece el estatuto o lo exige la ley. En caso de infracción responden
ilimitada y solidariamente sus administradores y aquellos miembros que, conociendo o
debiendo conocer la situación y contando con el poder de decisión necesario para ponerle fin,
omiten adoptar las medidas necesarias al efecto (art. 167).
Extraterritorialidad de las personas jurídicas.
El Código reconoce como tales a las personas jurídicas constituidas en el extranjero que
reúnan las condiciones esenciales que fija nuestro derecho como por ejemplo tener patrimonio
propio, ser capaces de adquirir bienes y que no subsistan del Estado. El art. 146 inc. b) dice
que son personas jurídicas públicas “los Estados extranjeros, las organizaciones a las que el
derecho internacional público reconozca personalidad jurídica y toda otra persona jurídica
constituida en el extranjero cuyo carácter público resulte de su derecho aplicable”.
Con relación a las personas jurídicas extranjeras de carácter privado cabe hacer la
siguiente distinción: 1) Si intentan desarrollar una actividad permanente en nuestro país,
deberán tener autorización previa del Estado. 2) Si realizan actos aislados no requieren
autorización estatal.
La LGS 19.550 establece a partir de su art. 118 el régimen de actuación de las
sociedades extranjeras en la Argentina, y dispone como principio general que “La sociedad
constituida en el extranjero se rige en cuanto a su existencia y formas por las leyes del lugar
de constitución”, agregando, que “se halla habilitada para realizar en el país actos aislados y
estar en juicio”, a cuyo fin no requiere de inscripción previa en el Registro Público de
Comercio.
En cambio, tratándose de la realización de actos habituales como el establecimiento de
sucursales, representaciones u oficinas en nuestro país, la citada norma establece una serie de
requisitos específicos, a saber: “1) Acreditar la existencia de la sociedad con arreglo a las
leyes de su país; 2) Fijar un domicilio en la República, cumpliendo con la publicación e
inscripción exigidas por esta ley para las sociedades que se constituyan en la República; 3)
Justificar la decisión de crear dicha representación y designar la persona a cuyo cargo ella
estará”.
Si la sociedad constituida en el extranjero tuviera un tipo societario desconocido para
nuestro ordenamiento (por ejemplo Inc. o & Co.), el citado art. 118 LGS será igualmente de
aplicación, y en tal caso “corresponde al Juez de la inscripción determinar las formalidades a
cumplirse en cada caso, con sujeción al criterio del máximo rigor previsto en la presente ley”.
Tal criterio es el que corresponde a las sociedades anónimas.
A su vez, el art. 123 de la LGS dispone que para constituir sociedad en la República,
deberán previamente acreditar ante el juez del Registro: 1) que se han constituido de acuerdo
con las leyes de sus países respectivos; y 2) inscribir su contrato social, reformas y demás
documentación habilitante, así como la relativa a sus representantes legales, en el registro
Público de Comercio. En tanto el art. 124 de la LGS regula el régimen aplicable a las
sociedades extranjeras en fraude a la ley argentina, disponiendo que “La sociedad constituida
en el extranjero que tenga su sede en la República o su principal objeto esté destinado a
cumplirse en la misma, será considerada como sociedad local a los efectos del cumplimiento
de las formalidades de constitución o de su reforma y contralor de funcionamiento”.
Por su parte la Inspección General de Justicia ha dictado importantes directivas con
relación a los recaudos que deben cumplirse para inscribir una sociedad extranjera, tanto para
la realización de actos habituales como para la inscripción de una sociedad con el fin de
constituir o participar en una sociedad argentina, estableciendo requisitos adicionales a los
previstos en la LGS, disposiciones que se encuentran compiladas en la Resolución General Nº
7/2005 (B.O. 25-08-05), que entró en vigencia el 21-02-06. Tales requisitos están incluidos en
el Título III, Capítulo I de dicha Resolución General, arts. 188 y siguientes. Asimismo, la
I.G.J. no inscribirá a los fines contemplados en ese Capítulo a sociedades “off shore”
provenientes de jurisdicciones de ese carácter (art. 193). Dichas sociedades, para desarrollar
actividades destinadas al cumplimiento de su objeto y/o para constituir o tomar participación
en otras sociedades, deben con carácter previo adecuarse íntegramente a la legislación
argentina, cumpliendo al efecto con las disposiciones del Capítulo IV de esta Resolución
General.
Asimismo, la I.G.J. apreciará con criterio restrictivo el cumplimiento de los requisitos
del artículo 188, inc. 3, subincisos b) y c) por parte de sociedades que, no siendo “off shore”
ni proviniendo de jurisdicciones de ese carácter, estén constituidas, registradas o incorporadas
en jurisdicciones consideradas de baja o nula tributación y/o categorizadas como no
colaboradoras en la lucha contra el “lavado de dinero” y el crimen transnacional (art. 192).
Además, se prevé la aplicación de las multas establecidas en el art. 302 inc. 3) de la
LGS a los directores de las sociedades locales que permitan en las asambleas de accionistas la
participación de sociedades extranjeras que no cumplan el requisito de inscripción previsto en
el art. 123 de la misma ley (arts. 223 y 226, Res. IGJ Nº 7/05).
Por otra parte y con relación a las sociedades constituidas en el extranjero, la Resolución
General Nº 11/06 establece que la I.G.J. verificará el mantenimiento en términos positivos del
patrimonio neto y, si lo hubiere, el del capital asignado inscripto en el Registro Público de
Comercio, que corresponda a la actuación de dichas sociedades a través de su sucursal o
mediante otra cualquiera de las modalidades que prevé el tercer párrafo del artículo 118 de la
Ley Nº 19.550, en base a los estados contables que deben ser presentados.
Si de los estados contables resultare la existencia de una cifra de patrimonio neto
negativa o en su caso inferior a la del capital asignado, la sociedad deberá recomponer el
patrimonio neto o el capital asignado, según corresponda, mediante certificación contable
extraída de libros rubricados; caso contrario, deberá solicitar la cancelación de la inscripción
de la sucursal en el Registro Público de Comercio, previo procedimiento liquidatorio. En caso
de incumplimiento, se requerirá la cancelación de la inscripción en el Registro Público de
Comercio del capital asignado a la sucursal, o la liquidación y cancelación de la misma, según
proceda conforme al incumplimiento que se haya producido. La falta de presentación de los
últimos estados contables, no será impedimento para llevar a cabo estas medidas.
Personas jurídicas privadas. Enumeración.
A) Sociedades. Según el art. 1 de la LGS, ley cuya denominación fue sustituida por el punto
2.1 del Anexo II de la Ley 26.994, “Habrá sociedad si una o más personas en forma
organizada conforme a uno de los tipos previstos en esta ley, se obligan a realizar aportes para
aplicarlos a la producción o intercambio de bienes o servicios, participando de los beneficios
y soportando las pérdidas. La sociedad unipersonal sólo se podrá constituir como sociedad
anónima. La sociedad unipersonal no puede constituirse por una sociedad unipersonal”.
La palabra asociación se reserva generalmente para aquellas entidades que no tienen
fines de lucro (asociaciones deportivas, profesionales, gremiales, etc.). En cambio a las
entidades con fines lucrativos se las llama sociedades.
Las entidades no lucrativas no pierden ese carácter por la circunstancia de que
desenvuelvan alguna actividad económica para hacer llegar fondos a la institución (un club
puede vender jugadores, explotar un restaurante, cobrar entradas, etc.); lo esencial es que no
se distribuyan dividendos o ganancias entre sus asociados y que el lucro no sea la actividad
principal de la entidad.26
Las sociedades civiles que regulaba el Código anterior tenían una vigencia cada vez más
escasa en la práctica y podían constituirse con el sólo requisito de extenderse el contrato
social (acto constitutivo) en la escritura pública (administración de consorcios, clubes de
campo, etc.). Aquellas no requerían inscripción en registro alguno y no estaban sometidas a
contratos. Tenían personería por la sola adecuación a los requisitos establecidos en el código
hoy derogado.27 Hoy estas sociedades civiles han quedado fundidas en el Código Civil y
Comercial de la Nación unificado y las leyes que lo complementan, habiendo perdido
vigencia la clasificación que las distinguía en sociedades civiles y comerciales, por lo que
actualmente el concepto de sociedad queda incluido en lo que dispone el art. 1 de la LGS
19.550.
La personería jurídica les es otorgada a las sociedades por su inscripción en el Registro
Público de Comercio, previo control de los requisitos de constitución y contrato social (Estatuto)
por la autoridad de aplicación en la materia. La Inspección General de Justicia controla a las
sociedades por acciones y autoriza el funcionamiento de asociaciones civiles y fundaciones (arts.
7, 9 y 10, inc. a) de la ley n° 22.315), respecto de las entidades que se constituyen con domicilio
en la ciudad de Buenos Aires. La Resolución General I.G.J. N° 7/2005 en su art. 35 dispone que
allí se registra la constitución, modificación, alteración, complemento, creación o cierre de
sucursal, reglamento, transformación, fusión, escisión, disolución, prórroga, reactivación,
liquidación y cancelación de la sociedad.
Según el art. 2 LSC “Las sociedades son sujetos de derecho, con el alcance fijado en la ley”,
y en consecuencia se reconoce plena capacidad a las sociedades constituidas regularmente, no
así a las sociedades que no se constituyan con sujeción a los tipos del Capítulo II, que omita
requisitos esenciales o que incumpla con las formalidades exigidas por esta ley, las que se
26
Borda, Guillermo A.; op. cit., p. 591.
Art. 1648 del Código anterior: “Habrá sociedad cuando dos ó más personas se hubiese mutuamente obligado,
cada una con una prestación, con el fin de obtener alguna utilidad apreciable en dinero, que dividirán entre sí, del
empleo que hicieren de lo que cada uno hubiere aportado”.
27
regirán por lo dispuesto por la Sección IV del Cap. I de la LGS (art. 21 LGS) y cuya capacidad es
limitada y precaria.
Las sociedades tienen sin dudas personalidad jurídica. Explica Suárez Anzorena que la
personalidad “es un recurso técnico instrumental que permite a la pluralidad de socios actuar
como unidad en el mundo jurídico y a través de la actividad de la persona societaria y el
mecanismo interno de participar en utilidades y pérdidas, obrar a los efectos del fin común que
los motiva y los lleva a la anulación del vínculo social”. Por su lado Arecha y García Cuerva,
sostienen que la personalidad jurídica “es el recurso técnico legal que posibilita considerar al
ente como una unidad, distinta de cada uno de los socios que la componen, y que cuenta con un
sistema adecuado a fin de desarrollar su actividad o finalidad”.28
Las consecuencias de la personalidad son las siguientes: 1) Reconocimiento de su aptitud
de adquirir derechos y contraer obligaciones y ser un centro de imputación de normas
diferenciadas de los socios que la integran y de otros sujetos de derecho. 2) La sociedad tiene
una voluntad distinta a la de cada uno de sus miembros. Se forma conforme a los sistemas de
reunión y deliberación de los socios (consultas, reunión de socios, asambleas) y se manifiesta
por una persona que obliga a la sociedad, que es el órgano de representación (art. 11 inc. 6, LGS).
3) Requieren una organización, órganos que la han de gobernar, administrar y controlar su
actuación (órganos de administración interna, representación externa o frente a terceros,
deliberación y fiscalización). 4) Reconocimiento de un patrimonio propio de ese sujeto, diferente
al patrimonio de cada uno de los socios. Los socios sólo tienen derecho a percibir su parte de las
utilidades, si las hubiera, en el momento de la liquidación y partición o periódicamente al fin de
cada ejercicio. Sin perjuicio de la responsabilidad que a cada miembro de la sociedad le compete
según el tipo adoptado. 5) Derecho a un nombre que las identifique. 6) Derecho a un domicilio.
7) Capacidad que está determinada por el objeto social (art.11 inc.3, LGS). Conforme al artículo
58 LGS, los administradores sólo la obligan por los actos que no sean extraños a su objeto; sólo
tienen capacidad para la realización de su objeto y están limitados por la finalidad perseguida
por la sociedad. 8) Posibilidad de actuar en juicio como actora y demandada. 9) Tienen
responsabilidad civil y penal propia.
El legislador de la ley 19.550 adhirió plenamente a la teoría ascarelliana mediante la cual
se concebía a la sociedad, al decir de Halperín, no sólo como una regulación del derecho
constitucional de asociarse con fines útiles y una forma de ejercer libremente actividad
económica, sino como una realidad jurídica; esto es, ni una ficción de la ley -reñida con la
titularidad de un patrimonio y demás atributos propios de la sociedad- ni una realidad física en
28
Arecha, Martín y García Cuerva, Héctor M.; “Sociedades comerciales”, 2da. edición actualizada y aumentada,
Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1983, p. 16.
pugna con una ciencia de valores”.29
El art. 2 LGS reconoce esa personalidad, y la autonomía patrimonial otorgada a estos entes
presupone esa misma personalidad. Expone Vítolo que “el solo hecho de la consagración del
carácter de sujeto de derecho a las sociedades comerciales previsto por el art. 2 de la ley 19550 y
su correlación con el resto de la estructuración normativa específica en la materia, señala, o
permite ver, que uno de los imperativos del sistema de sociedades comerciales es el
mantenimiento de la empresa que, en realidad, jurídicamente y en forma estricta debe
traducirse por el mantenimiento del sujeto de derecho mercantil creado por la voluntad de los
socios originales”. Es admitido por la doctrina actual que “la función de las personas jurídicas es
ser utilizadas como una técnica que permite realizar y estructurar actividades económicas: la
organización para el cumplimiento de una determinada actividad se presenta como un dato
fundamental en la atribución o reconocimiento por el orden jurídico de un centro diferencial o,
como lo dijera Girón Tena: la subjetivación colectiva no se apoya en las personas físicas
miembros sino en la organización jurídica”. De la vinculación conceptual que guardan los arts. 1,
2 y 3 de LGS pueden señalarse en las sociedades comerciales los siguientes atributos
fundamentales: a)
Es un sujeto de derecho, aún la asociación que adopte la forma de
sociedad bajo alguno de los tipos previstos. b) Supone pluralidad de individuos que concurren a
su existencia. c) Debe estar organizada. d) Debe adoptar uno de los tipos previstos por la ley. e)
Los socios se obligan a realizar aportes que integran el patrimonio social. f) Este patrimonio
debe destinarse a la producción e intercambio de bienes y servicios. g) Los socios participan, así,
de los beneficios y soportan las pérdidas.30
Asimismo, finaliza la vida de las sociedades por las distintas causales de disolución
societaria previstas en el art. 94 de la LGS. La disolución “es el acto que detiene la existencia
normal del comerciante colectivo; el momento en que pierde la aptitud que le confirieron los
socios al crearla”; o en otros términos “es el acto jurídico, que previa la verificación de alguna de
las causales previstas en la ley o en los estatutos, abre el proceso liquidatorio conducente a la
extinción de la sociedad como contrato y como persona jurídica”.31 Por su lado, el art. 89 de la
LSC establece que: “Los socios pueden prever en el contrato constitutivo causales de resolución
parcial y de disolución no previstas en la ley”. De ello se infiere que la enumeración del art. 94
LSC no es taxativa o excluyente, pudiendo los socios establecer en el contrato constitutivo
causales de disolución ajenas a la enumeración legal siempre y cuando no se opongan a la ley, el
orden público y las buenas costumbres.
La disolución transforma la actividad de producción de la sociedad en estricta actividad de
29
Vitolo, Daniel Roque; “La personalidad jurídica en materia societaria” LL 1990-D- 830, pp. 832/833.
Verón, Alberto Víctor; “Sociedades comerciales. Ley 19.550” Comentada, anotada y concordada. Editorial
Astrea, Buenos Aires, 1982, pp. 28 a 58.
31
Villegas, Carlos G.; “Derecho de las sociedades comerciales”, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1994, p. 224.
30
liquidación, debiendo protegerse los derechos de los socios y los terceros.
Adoptando la tesis de la identidad, Verón enuncia las siguientes consecuencias de la
disolución societaria: a) la sociedad disuelta mantiene su personalidad jurídica hasta su
completa extinción, así como sus atributos esenciales y la vigencia de su estatuto o contrato
social en lo compatible con el estado de liquidación; b) la sociedad disuelta puede no entrar en
liquidación (vgr. en el caso de fusión); c) se modifica el objeto social, ya que sólo puede realizar
aquellas actividades que tiendan a la realización del activo y cancelación del pasivo (lo que viene
a restringir la capacidad del ente); d) se altera el funcionamiento y atribuciones de los órganos
sociales, principalmente el de administración; e) no modifica de ningún modo la posición y los
derechos de los acreedores sociales, respecto de la sociedad”.32
Las normas de la ley en materia de disolución presentan los siguientes caracteres: 1) son
de orden público, aunque no impide que los socios puedan incluir otras causales de disolución;
2) comprende a todos los tipos sociales.
Las causas legales de disolución previstas en el art. 94 de la LSC, son:
1) Por decisión de los socios. Los socios pueden voluntariamente adelantar la disolución de la
sociedad expresando su consentimiento de ponerle fin, en virtud del principio general de la
autonomía de la voluntad (arts. 958 y 962 del Código). La decisión debe ser adoptada en reunión
especial o en asamblea extraordinaria y con el quórum y mayorías necesarias. Las sociedades de
personas o interés requieren unanimidad, salvo que el estatuto previera otra cosa (art. 163
CCyCN); las sociedades de responsabilidad limitada las mayorías indicadas en el art. 160 LGS, y
las sociedades por acciones las mayorías indicadas en el art. 244 LGS (asamblea extraordinaria).
Esta decisión puede ser impugnada por los socios o accionistas.
2) Por expiración del término por el cual se constituyó. A diferencia del régimen genérico que
regula a las personas jurídicas (art. 155 CCyCN), la sociedad debe constituirse por un tiempo
determinado (art. 11, inc. 5, LGS), debiendo incluso hacer constar en sus balances de ejercicio la
fecha en que se cumple el plazo de duración (art. 62 LGS). Cumplido ese plazo “la sociedad se
extingue ipso iure, es decir sin necesidad de declaración o decisión de los socios en tal sentido, ni
tampoco de las autoridades judiciales o administrativas, las cuales se limitarán a tomar nota del
hecho de la expiración del plazo. Ello sin perjuicio del instituto de la reconducción o reactivación
introducido en nuestro régimen societario por la ley 22.903”.33
3) Por cumplimiento de la condición a la que se subordinó su existencia. Se trata de una condición
resolutoria que debe estar expresada en el contrato constitutivo. La condición no debe ser
imposible ni contraria a las buenas costumbres o prohibida por las leyes, ni depender
exclusivamente de la voluntad del obligado, de acuerdo al art. 344 del Código.
32
Villegas, Carlos G.; op. cit., p. 227.
Mascheroni, Fernando H.-Muguillo, Roberto A.; Manual de sociedades civiles y comerciales; Buenos Aires,
Ed. Eudeba, 1994, p. 143.
33
4) Por consecución del objeto para el cual se formó, o por imposibilidad sobreviniente de lograrlo.
La doctrina señala que “para que se opere esta hipótesis es preciso que el logro del objeto -o la
imposibilidad de conseguirlo- sean absolutos, totales y definitivos y posteriores a la formación
de la sociedad”.34 La imposibilidad de lograr el objeto social puede derivar de una causa natural
o legal.
5) Por la pérdida del capital social. El capital es requisito esencial de la sociedad ya que es el
medio que tiene la misma para cumplir con su objeto. La ley no establece el porcentaje de
pérdida de capital que produce la disolución. Garo y Zaldívar sostienen que para que opere la
causal de disolución tiene que existir pérdida total del capital. Esta posición concuerda con el art.
96 LGS que establece: “En el caso de pérdida del capital social, la disolución no se produce si los
socios acuerdan su reintegro total o parcial del mismo o su aumento”.
6) Por declaración de quiebra. La disolución quedará sin efecto si se celebrare avenimiento o se
dispone la conversión. Cuando la declaración judicial de quiebra se encuentra firme, se produce la
disolución de la sociedad fallida. En caso de disponerse la conversión a concurso, queda sin
efecto el estado de quiebra y como lógica consecuencia queda también sin efecto el estado de
disolución de la sociedad. “La quiebra tiende a la realización del activo de la sociedad fallida
para, con su producido, cancelar el pasivo. La disolución no sólo tiende a la realización del activo
para cancelar el pasivo -operaciones que hizo suyas la quiebra- sino que tiende a la distribución
del eventual remanente entre los socios y a la cancelación de la sociedad del registro operaciones que son totalmente ajenas a la quiebra-. En otras palabras mientras la quiebra se
agota con la extinción (hasta donde lo permita el activo) del pasivo, la disolución se agota con la
extinción de la sociedad”.35
7) Por su fusión en los términos del art. 82. Hay fusión cuando dos o más sociedades se disuelven
sin liquidarse, para constituir una nueva; o cuando una ya existente incorpora a otra u otras que,
sin liquidarse son disueltas.
8) Por sanción firme de cancelación de oferta pública o de la cotización de sus acciones; la
disolución podrá quedar sin efecto por resolución de asamblea extraordinaria reunida dentro de
los sesenta (60) días, de acuerdo al artículo 244, cuarto párrafo. Esta causal de disolución es
aplicable a las sociedades mencionadas en el art. 299:1 LGS cuando hagan oferta pública de sus
acciones o debentures. Las sociedades anónimas pueden solicitar ante la Comisión Nacional de
Valores la autorización para hacer oferta pública de los títulos valores que emitan. Obtenida esa
autorización “deben solicitar a una Bolsa que tenga adherido un Mercado de Valores,
autorización para “cotizar” en ese mercado dichos títulos”. De modo que se requiere una doble
autorización: 1) para hacer oferta pública; y 2) para cotizar en un mercado de valores los títulos.
34
35
Villegas, Carlos Gilberto; op. cit., p. 230.
Tonón, Antonio; “La disolución de la sociedad por causa de la declaración de su quiebra”; LL 1987-D-964.
De allí que la norma que comentamos se refiere a esas dos cancelaciones, es decir “el retiro de la
autorización para hacer oferta pública y el retiro de la autorización para cotizar títulos”.36
La cancelación de oferta pública o de la cotización de sus acciones, producirán la
disolución de la sociedad si la asamblea extraordinaria (art. 244, inc.4, LGS) no resuelve la
continuación dentro de los sesenta días siguientes a la fecha en que quedó firme la decisión de la
Comisión Nacional de Valores o de la Bolsa respectiva.
9) Por resolución firme de retiro de la autorización para funcionar si leyes especiales la impusieran
en razón del objeto. La revocación de la autorización estatal debe fundarse en la comisión de
actos graves que importen la violación de la ley, el estatuto y el reglamento (art. 164 CCyCN).
En supuestos especiales referidos a la actividad bancaria, aseguradora, de radiodifusión,
televisiva, etc., que comprometen con prioridad el interés público, un órgano estatal es el
encargado de conferir la autorización para funcionar. Cuando los entes reguladores, retiran esa
autorización, las sociedades se ven impedidas de cumplir su objeto social, y quedan encuadradas
en la causal mencionada en el art. 94:4 LGS (imposibilidad de cumplimiento del objeto).
Debe tratarse de una resolución firme del organismo competente (el Banco Central de la
República Argentina en el caso de entidades financieras; la Superintendencia de Seguros de la
Nación en los supuestos de sociedades que operen en seguros, etc.) no susceptibles de recursos
administrativos ni judiciales.
Otras causales de disolución son:
10) Sociedad de objeto lícito con actividad ilícita. Conforme al art. 19 LSC cuando la sociedad de
objeto lícito realizare actividades ilícitas, se procederá a su disolución y liquidación a pedido de
parte o de oficio.
11) Violación a las participaciones recíprocas. El art. 32 LSC establece que: “Es nula la
constitución de sociedades o el aumento de su capital mediante participaciones recíprocas, aun
por persona interpuesta. La infracción a esta prohibición hará responsables en forma ilimitada y
solidaria a los fundadores, administradores, directores y síndicos. Dentro del término de tres
meses deberá procederse a la reducción del capital indebidamente integrado, quedando la
sociedad, en caso contrario, disuelta de pleno derecho”.
12) Quiebra, muerte o incapacidad del socio comanditado. El art. 140 LSC establece que la
sociedad se disuelve si no se regulariza o transforma en el término de tres meses, en caso de
quiebra, concurso, muerte, incapacidad o inhabilitación de todos los socios comanditados.
13) A pedido de la asamblea de debenturistas. El art. 347 LSC autoriza al fiduciario a convocar la
asamblea de debenturistas, y estos pueden resolver la disolución y liquidación de la sociedad”.37
14) Disolución judicial. Cuando la disolución sea declarada judicialmente la sentencia tendrá
36
37
Villegas, Carlos Gilberto; op. cit., p. 237.
Villegas, Carlos Gilberto; op. cit., p. 239.
efecto retroactivo al día en que tuvo lugar la causa generadora (art. 97 LSC).
Con estas breves consideraciones se entiende cubierto el concepto de sociedad comercial,
el que será profundizado al abordar la asignatura respectiva.
B) Asociaciones civiles. Las asociaciones son entidades creadas generalmente con un fin
altruista o de bien común, de carácter abierto al ingreso y egreso de asociados, que se
sostienen con las cuotas que aportan periódicamente sus integrantes. El art. 168 dispone en
cuanto a su objeto que “La asociación civil debe tener un objeto que no sea contrario al interés
general o al bien común. El interés general se interpreta dentro del respeto a las diversas
identidades, creencias y tradiciones, sean culturales, religiosas, artísticas, literarias, sociales,
políticas o étnicas que no vulneren los valores constitucionales. No puede perseguir el lucro
como fin principal, ni puede tener por fin el lucro para sus miembros o terceros”.
Deben inscribirse a nivel nacional ante la Inspección General de Justicia u órgano
equivalente (en la provincia de Buenos Aires la Dirección Provincial de Personas Jurídicas),
que es quien las dota de personería jurídica mediante la autorización respectiva, y quien ejerce
las facultades de contralor y fiscalización de la entidad: “Las asociaciones civiles requieren
autorización para funcionar y se encuentran sujetas a contralor permanente de la autoridad
competente, nacional o local, según corresponda” (art. 174).
Una vez otorgada la autorización estatal para funcionar, el acto constitutivo de la
asociación civil debe ser otorgado por instrumento público y ser inscripto en el registro
correspondiente. Hasta la inscripción se aplican las normas de la simple asociación.
El acto constitutivo de la asociación, que marca la creación de la misma, debe contener
necesariamente: a) la identificación de los constituyentes; b) el nombre de la asociación con el
aditamento “Asociación Civil” antepuesto o pospuesto; c) el objeto; d) el domicilio social; e)
el plazo de duración o si la asociación es a perpetuidad; f) las causales de disolución; g) las
contribuciones que conforman el patrimonio inicial de la asociación civil y el valor que se les
asigna. Los aportes se consideran transferidos en propiedad, si no consta expresamente su
aporte de uso y goce; h) el régimen de administración y representación; i) la fecha de cierre
del ejercicio económico anual; j) en su caso, las clases o categorías de asociados, y
prerrogativas y deberes de cada una; k) el régimen de ingreso, admisión, renuncia, sanciones
disciplinarias, exclusión de asociados y recursos contra las decisiones; l) los órganos sociales
de gobierno, administración y representación. Deben preverse la comisión directiva, las
asambleas y el órgano de fiscalización interna, regulándose su composición, requisitos de
integración, duración de sus integrantes, competencias, funciones, atribuciones y
funcionamiento en cuanto a convocatoria, constitución, deliberación, decisiones y
documentación; m) el procedimiento de liquidación; n) el destino de los bienes después de la
liquidación, pudiendo atribuirlos a una entidad de bien común, pública o privada, que no
tenga fin de lucro y que esté domiciliada en la República (art. 170).
Ahora bien, puede darse el caso de que se deniegue el pedido de autorización para
funcionar de la persona jurídica. Esta hipótesis es abordada por la Resolución General I.G.J.
N° 7/2005 cuyo art. 365 prevé diversas causales de denegación, agrupándolas en las
siguientes: 1. La existencia, en la vida interna de la entidad, de irreconciliables núcleos
antagónicos que imposibiliten el cumplimiento de las finalidades de la entidad. 2. La
existencia en los órganos de administración y de fiscalización, de miembros titulares o
suplentes, afectados por inhabilidades o incompatibilidades legales o reglamentarias para
revestir dichas calidades, o que se hallen sometidos a procesos judiciales que por su índole y
estado impidan física o moralmente la permanencia de los afectados en los cargos en que
fueron designados o arrojen objetivamente dudas fundadas sobre su idoneidad para
desempeñarlos. 3. Que el objeto social enunciado no satisfaga el bien común o que la entidad
persiga directa o indirectamente finalidades lucrativas o tienda a reportar ventajas económicas
para el fundado, los asociados o los integrantes de los órganos de administración y/o
fiscalización. 4. Que la entidad se proponga subsistir exclusivamente de recursos económicos
constituidos por aranceles que ingresen a ella por prestaciones de servicios que efectúe o por
subsidios o donaciones del Estado.
Respecto de ciertas situaciones especiales de participación civil organizadas, dispone la
misma norma en su art. 367: I.- Asociaciones vecinales. Las asociaciones vecinales, si bien no
tienen reconocimiento de la autoridad provincial como personas jurídicas, su existencia es
reconocida por ordenanzas municipales, siendo esa autoridad quien fiscaliza su
funcionamiento. Con los recaudos del artículo 46 del Código Civil, son sujetos de derecho y
legitimadas para la afiliación a entidades de segundo y tercer grado. II.- Agrupaciones
políticas de los clubes. Las agrupaciones políticas de los clubes constituyen una asociación de
personas con actividades regladas estatutariamente y que influyen directamente con su
actividad en la vida de la institución a la que pertenecen. Son sujetos de derecho, conforme el
artículo 46 del Código Civil.
A falta de legislación específica, las asociaciones se estructuran sobre la base de la
costumbre y la jurisprudencia, receptadas en sus estatutos, y a propósito de estos
instrumentos, el Anexo XIV de la citada Resolución General contiene el estatuto tipo para las
asociaciones. Allí se prevén los distintos órganos de gobierno de las asociaciones que por lo
regular son los siguientes: la Asamblea, que es el órgano deliberativo y la autoridad suprema
del ente; la Comisión Directiva, que es el órgano ejecutivo, y la Sindicatura o Comisión
Revisora de Cuentas, que es el órgano de control interno de la entidad.
Funcionamiento de las asociaciones. El funcionamiento interno de las asociaciones queda
regulado en sus Estatutos, los que deben observar las siguientes reglas.
Los integrantes de la comisión directiva deben ser asociados, cuyos derechos a
participar en la comisión directiva no pueden ser restringidos abusivamente. El estatuto debe
prever los siguientes cargos y, sin perjuicio de la actuación colegiada en el órgano, definir las
funciones de cada uno de ellos: presidente, secretario y tesorero. Los demás miembros de la
comisión directiva tienen carácter de vocales. Se denomina “directivos” a todos los miembros
titulares de la comisión directiva. En el acto constitutivo se debe designar a los integrantes de
la primera comisión directiva. Los directivos cesan en sus cargos por muerte, declaración de
incapacidad o capacidad restringida, inhabilitación, vencimiento del lapso para el cual fueron
designados, renuncia, remoción y cualquier otra causal establecida en el estatuto. El estatuto
no puede restringir la remoción ni la renuncia; la cláusula en contrario es de ningún valor. No
obstante, la renuncia no puede afectar el funcionamiento de la comisión directiva o la
ejecución de actos previamente resueltos por ésta, supuestos en los cuales debe ser rechazada
y el renunciante permanecer en el cargo hasta que la asamblea ordinaria se pronuncie. Si no
concurren tales circunstancias, la renuncia comunicada por escrito al presidente de la
comisión directiva o a quien estatutariamente lo reemplace o a cualquiera de los directivos, se
tiene por aceptada si no es expresamente rechazada dentro de los diez días contados desde su
recepción. El estatuto puede imponer condiciones para que los asociados participen en los
actos de gobierno, tales como antigüedad o pago de cuotas sociales. La cláusula que importe
restricción total del ejercicio de los derechos del asociado es de ningún valor. La
responsabilidad de los directivos se extingue por la aprobación de su gestión, por renuncia o
transacción resueltas por la asamblea ordinaria. No se extingue: a) si la responsabilidad deriva
de la infracción a normas imperativas; b) si en la asamblea hubo oposición expresa y fundada
de asociados con derecho a voto en cantidad no menor al diez por ciento del total. En este
caso quienes se opusieron pueden ejercer la acción social de responsabilidad prevista para las
sociedades en la ley especial.
El órgano de fiscalización puede estar integrado por asociados, pero el estatuto puede
prever que su integración recaiga en personas no asociadas. En el acto constitutivo se debe
consignar a los integrantes del primer órgano de fiscalización. La fiscalización privada de la
asociación está a cargo de uno o más revisores de cuentas. La comisión revisora de cuentas es
obligatoria en las asociaciones con más de 100 asociados. Los integrantes del órgano de
fiscalización no pueden ser al mismo tiempo integrantes de la comisión directiva, ni
certificantes de los estados contables de la asociación. Estas incompatibilidades se extienden a
los cónyuges, convivientes, parientes, aun por afinidad, en línea recta en todos los grados, y
colaterales dentro del cuarto grado. En las asociaciones civiles que establezcan la necesidad
de una profesión u oficio específico para adquirir la calidad de socio, los integrantes del
órgano de fiscalización no necesariamente deben contar con título habilitante. En tales
supuestos la comisión fiscalizadora debe contratar profesionales independientes para su
asesoramiento.
En cuanto a la actuación de los socios en el órgano deliberativo de la asociación, es
necesario el pago de las cuotas y contribuciones correspondientes al mes inmediato anterior
para participar en las asambleas. En ningún caso puede impedirse la participación del
asociado que purgue la mora con antelación al inicio de la asamblea.
Respecto de los socios, el derecho de renunciar a la condición de asociado no puede ser
limitado. El renunciante debe en todos los casos las cuotas y contribuciones devengadas hasta
la fecha de la notificación de su renuncia. Asimismo, los asociados sólo pueden ser excluidos
por causas graves previstas en el estatuto. El procedimiento debe asegurar el derecho de
defensa del afectado. Si la decisión de exclusión es adoptada por la comisión directiva, el
asociado tiene derecho a la revisión de tal decisión por la asamblea, que debe convocarse en el
menor plazo legal o estatutariamente posible. El incumplimiento de estos requisitos
compromete la responsabilidad de la comisión directiva. En cuanto a su responsabilidad, los
asociados no responden en forma directa ni subsidiaria por las deudas de la asociación civil.
Su responsabilidad se limita al cumplimiento de los aportes comprometidos al constituirla o
posteriormente y al de las cuotas y contribuciones a que estén obligados. La calidad de
asociado es intransmisible.
Las asociaciones civiles se disuelven por las causales generales de disolución de las
personas jurídicas privadas (art. 163) y también por la reducción de su cantidad de asociados a
un número inferior al total de miembros titulares y suplentes de su comisión directiva y
órgano de fiscalización, si dentro de los seis meses no se restablece ese mínimo. Decidida la
disolución, se deberá designar un “liquidador” por la asamblea extraordinaria y de acuerdo a
lo establecido en el estatuto, excepto en casos especiales en que procede la designación
judicial o por la autoridad de contralor, pudiendo designarse más de uno. La disolución y el
nombramiento del liquidador deben inscribirse y publicarse. El procedimiento de liquidación
se rige por las disposiciones del estatuto y se lleva a cabo bajo la vigilancia del órgano de
fiscalización. Cualquiera sea la causal de disolución, el patrimonio resultante de la liquidación
no se distribuye entre los asociados. En todos los casos debe darse el destino previsto en el
estatuto y, a falta de previsión, el remanente debe destinarse a otra asociación civil
domiciliada en la República de objeto igual o similar a la liquidada.
En todo aquello que no esté previsto, se aplican supletoriamente a las asociaciones
civiles las disposiciones sobre sociedades, en lo pertinente.
C) Simples asociaciones. Las simples asociaciones se encuentran reguladas en los arts. 187 a
192 del Código que, a diferencia del régimen anterior, les reconoce el carácter de personas
jurídicas privadas.38
El comienzo de su existencia como persona jurídica empieza a partir de la fecha de su acto
constitutivo (art. 189), por lo que no requiere autorización estatal para funcionar. El acto
constitutivo de la simple asociación debe ser otorgado por instrumento público o por
instrumento privado con firma certificada por escribano público. Al nombre debe agregársele,
antepuesto o pospuesto, el aditamento “simple asociación” o “asociación simple”.
Las simples asociaciones se rigen en cuanto a su acto constitutivo, gobierno,
administración, socios, órgano de fiscalización y funcionamiento por lo dispuesto para las
asociaciones civiles. No obstante, las simples asociaciones con menos de 20 asociados pueden
prescindir del órgano de fiscalización, aunque subsiste la obligación de certificación de sus
estados contables. Si se prescinde del órgano de fiscalización, todo miembro, aun excluido de la
gestión, tiene derecho a informarse sobre el estado de los asuntos y de consultar sus libros y
registros. La cláusula en contrario se tiene por no escrita.
En caso de insuficiencia de los bienes de la asociación simple (insolvencia), el
administrador y todo miembro que administra de hecho los asuntos de la asociación es
solidariamente responsable de las obligaciones de la simple asociación que resultan de
decisiones que han suscripto durante su administración. Sin embargo, los bienes personales de
cada una de esas personas no pueden ser afectados al pago de las deudas de la asociación, sino
después de haber satisfecho a sus acreedores individuales. Ahora bien, en cuanto a la
responsabilidad de los miembros, el fundador o asociado que no intervino en la administración
de la simple asociación no está obligado por las deudas de ella, sino hasta la concurrencia de la
contribución prometida o de las cuotas impagas.
38
Contrariamente, el art. 46 del anterior Código expresaba: “Las asociaciones que no tienen existencia legal
como personas jurídicas, serán consideradas como simples asociaciones civiles o religiosas, según el fin de su
instituto. Son sujetos de derecho, siempre que la constitución y designación de autoridades se acredite por
escritura pública o instrumentos privados de autenticidad certificada por escribano público. De lo contrario,
todos los miembros fundadores de la asociación y sus administradores asumen responsabilidad solidaria por los
actos de ésta. Supletoriamente regirán a las asociaciones a que este artículo se refiere las normas de la sociedad
civil”. Bajo la modalidad de simples asociaciones encontrábamos en el régimen legal anterior diversas formas
asociativas tales como los “cementerios privados”, los “clubes de campo”, los “tiempos compartidos
vacacionales”, etc.
La Resolución General I.G.J. Nº 7/2005 dispone en su art. 371 que las simples asociaciones
podrán inscribirse en el Registro Voluntario de Simples Asociaciones (RVSA) que dicho
organismo llevará al efecto, a cuyo fin se adjuntarán los documentos que lo acrediten, con
expresa indicación de la capacidad de los otorgantes, el objeto a cumplir y el domicilio (texto
según art. 2 de la Res. Gral. I.G.J. Nº 4/2008, B.O. 7/11/2008).
D) Fundaciones. Las fundaciones son personas jurídicas que se constituyen con una finalidad
de bien común, sin propósito de lucro, mediante el aporte patrimonial de una o más personas,
destinado a hacer posibles sus fines. Para existir como tales requieren necesariamente
constituirse mediante instrumento público y solicitar y obtener autorización del Estado para
funcionar. Mientras no obtengan tal autorización, los fundadores y administradores de la
fundación serán solidaria e ilimitadamente responsables frente a terceros por las actividades
de la entidad, si bien sus bienes personales pueden ser afectados al pago de esas deudas sólo
después de haber sido satisfechos sus acreedores individuales (art. 200).
Si el fundador es una persona humana, puede disponer su constitución por acto de
última voluntad (art. 193). En tal caso incumbe al Ministerio Público asegurar la efectividad
de su propósito, en forma coadyuvante con los herederos y el albacea testamentario, si lo
hubiera. Si los herederos no se ponen de acuerdo entre sí o con el albacea en la redacción del
estatuto y del acta constitutiva, las diferencias son resueltas por el juez de la sucesión, previa
vista al Ministerio Público y a la autoridad de contralor (art. 220).
Las fundaciones pueden ser constituidas por personas humanas o jurídicas y por lo
regular se crean para beneficio de la comunidad en general con alguna actividad altruista
destinada a mejorar algún aspecto de la sociedad. Es requisito indispensable para obtener la
autorización estatal contar con un patrimonio inicial que posibilite razonablemente el
cumplimiento de los fines propuestos estatutariamente. No obstante ello, la autoridad de
contralor puede resolver favorablemente los pedidos de autorización si de los antecedentes de
los fundadores comprometidos por la entidad a crearse, y de las características del programa a
desarrollar, resulta la aptitud potencial para el cumplimiento de los objetivos previstos en los
estatutos.
El instrumento de constitución incluirá el Acta Constitutiva y el Estatuto de la entidad
que contendrá el objeto, las actividades y las cláusulas básicas de funcionamiento de la
entidad. El Acta Constitutiva debe ser presentada ante la autoridad de contralor para su
aprobación, y contener: a) datos personales completos del o los fundadores; b) nombre y
domicilio de la fundación; c) designación del objeto, que debe ser preciso y determinado; d)
patrimonio inicial, integración y recursos futuros, lo que debe ser expresado en moneda
nacional; e) plazo de duración; f) organización del consejo de administración, duración de los
cargos, régimen de reuniones y procedimiento para la designación de sus miembros; g)
cláusulas atinentes al funcionamiento de la entidad; h) procedimiento y régimen para la
reforma del estatuto; i) fecha del cierre del ejercicio anual; j) cláusulas de disolución y
procedimiento atinentes a la liquidación y destino de los bienes; k) plan trienal de acción. En
el mismo instrumento se deben designar los integrantes del primer consejo de administración
(art.195).
Los fundadores podrán reservarse –por disposición expresa del estatuto- la facultad de
ocupar cargos en el consejo de administración, como también la designación de los
consejeros, a efectos de ejercer el control permanente del gobierno para asegurar los fines
estatutarios (art. 202). Además del patrimonio de constitución, y junto con la solicitud de
otorgamiento de la personería jurídica, deben acompañarse los planes de acción que proyecte
ejecutar la entidad en el primer trienio, con indicación precisa de la naturaleza, características
y desarrollo de las actividades necesarias para su cumplimiento, como también las bases
presupuestarias para su realización. Cumplido el plazo, se debe proponer lo inherente al
trienio subsiguiente, con idénticas exigencias (art. 199).
Es importante destacar que el art. 350 de la Resolución General N° 7/2005 de la I.G.J.,
establece que con carácter previo a resolver sobre la autorización para funcionar, se realizarán
visitas de inspección dirigidas a determinar con precisión las condiciones en que las entidades
se propongan funcionar para el cumplimiento de sus objetivos, con excepción de aquellas
entidades cuyos fundadores tengan antecedentes de cumplimiento de modo que a juicio de la
IGJ hagan innecesaria la visita previa de sus inspectores como condición de aprobación de su
constitución (art. 2°). En cuanto al Estatuto, el Anexo XV de la citada Resolución General
contiene el estatuto tipo (modelo) para las fundaciones.
El único órgano de gobierno obligatorio en las fundaciones es el Consejo de
Administración (art. 201), integrado por un mínimo de tres personas humanas (consejeros)
que pueden ser permanentes o temporarios (art. 204), el que tiene todas las facultades
necesarias para el cumplimiento del objeto de la fundación, dentro de las condiciones que
establezca el estatuto, mientras que el estatuto tipo define sus respectivos cargos: presidente,
secretario y tesorero. Los primeros consejeros son elegidos por el fundador en el acta
constitutiva. El estatuto puede prever la delegación de facultades de administración y
gobierno en favor de un Comité Ejecutivo integrado por miembros del consejo de
administración o por terceros, el cual debe ejercer sus funciones entre los períodos de reunión
del consejo, y con rendición de cuentas a él. Puede también delegar facultades ejecutivas en
una o más personas humanas, sean o no miembros del consejo de administración. De acuerdo
con la entidad de las labores encomendadas, el estatuto puede prever alguna forma de
retribución pecuniaria a favor de los miembros del comité ejecutivo (art. 205). Pero por lo
demás, los miembros del consejo de administración no pueden recibir retribuciones por el
ejercicio de su cargo, excepto el reembolso de gastos, siendo su cometido de carácter
honorario (art. 206). Los miembros del consejo de administración pueden ser removidos con
el voto de por lo menos las dos terceras partes de los integrantes del cuerpo. El estatuto puede
prever la caducidad automática de los mandatos por ausencias injustificadas y reiteradas a las
reuniones del consejo (art. 209).
Las fundaciones deben destinar la mayor parte de sus ingresos al cumplimiento de sus
fines. La acumulación de fondos debe llevarse a cabo únicamente con objetos precisos, tales
como la formación de un capital suficiente para el cumplimiento de programas futuros de
mayor envergadura, siempre relacionados al objeto estatutariamente previsto. En estos casos
debe informarse a la autoridad de contralor, en forma clara y concreta, sobre esos objetivos
buscados y la factibilidad material de su cumplimiento. De igual manera, las fundaciones
deben informar de inmediato a la autoridad de contralor la realización de gastos que importen
una disminución apreciable de su patrimonio (art. 213).
Salvo disposición contraria del estatuto, las reformas del mismo requerirán por lo menos
el voto favorable de la mayoría absoluta de los miembros del consejo de administración y de
los dos tercios en los supuestos de modificación del objeto, fusión con entidades similares y
disolución. La modificación del objeto sólo procede cuando el establecido por el fundador
hubiera llegado a ser de cumplimiento imposible (art. 216). En caso de disolución, el
remanente de los bienes debe destinarse a una entidad de carácter público o a una persona
jurídica de carácter privado cuyo objeto sea de utilidad pública o de bien común, que no tenga
fin de lucro y que esté domiciliada en la República. Esta disposición no se aplica a las
fundaciones extranjeras. Las decisiones que se adopten en lo relativo al traspaso del
remanente de los bienes requieren la previa aprobación de la autoridad de contralor (art. 217).
Diferencias y semejanzas entre asociaciones y fundaciones:
-Las asociaciones nacen por el acuerdo de una pluralidad de miembros; por el contrario
las fundaciones nacen de la voluntad de una persona.
-En las asociaciones sus miembros son los que gobiernan la entidad, y en las
fundaciones el gobierno de la entidad está regulado por la voluntad del fundador y los
administradores no pueden apartarse de ella.
-El patrimonio de las asociaciones tiene un fin propio a cumplir, los miembros son
interesados, en cambio en las fundaciones realizan un fin ajeno al del fundador y los
destinatarios son extraños a la entidad.
-Las fundaciones no tienen miembros sino destinatarios.
-Ambas gozan de importantes beneficios en materia impositiva (Leyes 16.656; 20.628
de impuesto a las ganancias; 23.349 de impuesto al valor agregado; impuesto de sellos,
ingresos brutos, etc.).
-En las fundaciones el beneficio está directamente dirigido a la comunidad; en las
asociaciones el beneficio se dirige en primer término a los asociados.
E) Cooperativas. La Alianza Cooperativa Internacional, en su Declaración sobre Identidad y
Principios Cooperativos, adoptados en Manchester en 1995, define: “Una Cooperativa es una
asociación autónoma de personas que se han unido voluntariamente para hacer frente a sus
necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes por medio de una
empresa de propiedad conjunta y democráticamente controladas”.39
Estas dos características de propiedad y control democrático son las que las diferencia
de otros tipos de organizaciones como las empresas controladas por el capital o por el
gobierno. Cada Cooperativa es una empresa, en el sentido de que es una entidad organizada
que funciona en el mercado, por lo tanto debe esforzarse para servir a sus miembros eficiente
y eficazmente.
Según el Ministerio de Educación de la Nación “Una cooperativa es un medio de ayuda
mutua para beneficio de todos. Es una asociación voluntaria de personas y no de capitales;
con plena personería jurídica; de duración indefinida; de responsabilidad limitada; donde las
personas se unen para trabajar con el fin de buscar beneficios para todos. El principal objetivo
es el servicio y no el lucro o la ganancia fácil. Las cooperativas se rigen por estatutos y por la
ley de asociaciones cooperativas. La consigna es el espíritu de hermandad e igualdad entre sus
miembros, donde todos tienen los mismos deberes y derechos. Sólo puede llamarse
cooperativista a aquel que permanentemente piensa, razona y actúa de acuerdo con la filosofía
y los principios cooperativos”.40
Régimen legal. En nuestro país las cooperativas están reguladas por la Ley 20.337 (B.O.
15/5/73), que las reconoce como sujetos de derecho con el alcance que la propia ley establece,
y gozan del carácter de persona jurídica conforme art. 148 inc. g) del Código.
Conforme a su normativa especial, las cooperativas son entidades fundadas en el
esfuerzo propio y la ayuda mutua para organizar y prestar servicios, y según su art. 2° reúnen
39
40
http://www.inaes.gob.ar/es/articulo.asp?id=39
http://www.me.gov.ar/efeme/cooperacion/principios.html
los siguientes caracteres: 1º. Tienen capital variable y duración ilimitada. 2º. No ponen límite
estatutario al número de asociados ni al capital. 3º. Conceden un solo voto a cada asociado,
cualquiera sea el número de sus cuotas sociales y no otorgan ventaja ni privilegio alguno a los
iniciadores, fundadores y consejeros, ni preferencia a parte alguna del capital. 4º. Reconocen
un interés limitado a las cuotas sociales, si el estatuto autoriza aplicar excedentes a alguna
retribución al capital. 5º. Cuentan con un número mínimo de diez asociados, salvo las
excepciones que expresamente admitiera la autoridad de aplicación y lo previsto para las
cooperativas de grado superior. 6º. Distribuyen los excedentes en proporción al uso de los
servicios sociales, de conformidad con las disposiciones de esta ley, sin perjuicio de lo
establecido por el artículo 42 de la ley para las cooperativas o secciones de crédito. 7º. No
tienen como fin principal ni accesorio la propaganda de ideas políticas, religiosas, de
nacionalidad, región o raza, ni imponen condiciones de admisión vinculadas con ellas. 8º.
Fomentan la educación cooperativa. 9º. Prevén la integración cooperativa. 10. Prestan
servicios a sus asociados y a no asociados en las condiciones que para este último caso
establezca la autoridad de aplicación y con sujeción a lo dispuesto en el último párrafo del
artículo 42 de la ley. 11. Limitan la responsabilidad de los asociados al monto de las cuotas
sociales suscriptas. 12. Establecen la irrepartibilidad de las reservas sociales y el destino
desinteresado del sobrante patrimonial en casos de liquidación.
La denominación social debe incluir los términos “cooperativa” y “limitada” o sus
abreviaturas. Las cooperativas pueden asociarse con personas de otro carácter jurídico a
condición de que sea conveniente para su objeto social y que no desvirtúen su propósito de
servicio, pero no pueden transformarse en sociedades comerciales o asociaciones civiles
siendo nula toda decisión en contrario.
Se constituyen por acto único y por instrumento público o privado, labrándose acta que
debe ser suscripta por todos los fundadores. El estatuto debe contener, como mínimo: 1º La
denominación y el domicilio; 2º La designación precisa del objeto social; 3º El valor de las
cuotas sociales y del derecho de ingreso si lo hubiera, expresado en moneda argentina; 4º La
organización de la administración y la fiscalización y el régimen de las asambleas; 5º Las
reglas para distribuir los excedentes y soportar las pérdidas; 6º Las condiciones de ingreso,
retiro y exclusión de los asociados; 7º Las cláusulas necesarias para establecer los derechos y
obligaciones de los asociados; 8º Las cláusulas atinentes a la disolución y liquidación.
Las cooperativas se consideran regularmente constituidas con la autorización estatal
para funcionar y la inscripción en el registro de la autoridad de aplicación, no requiriéndose
publicación alguna. Tal autorización tendrá lugar dentro de los sesenta días de recibida la
documentación respectiva, si no hubiera observaciones o una vez que estas hayan sido
satisfechas, procediendo a inscribirla en el registro correspondiente. Los fundadores y
consejeros son ilimitada y solidariamente responsables por los actos practicados y los bienes
recibidos hasta que la cooperativa se hallare regularmente constituida.
Pueden ser asociados de una cooperativa las personas humanas mayores de dieciocho
años, los menores de edad por medio de sus representantes legales y los demás sujetos de
derecho, inclusive las sociedades por acciones, siempre que reúnan los requisitos establecidos
por el estatuto. También pueden ser asociados el Estado Nacional, las provincias, los
municipios, los entes descentralizados y las empresas del Estado, salvo que ello estuviera
expresamente prohibido por sus leyes respectivas, pudiendo incluso utilizar sus servicios,
previo su consentimiento, aunque no se asocien a ellas.
Los asociados por su lado tienen libre acceso a las constancias del registro de socios. La
información sobre las constancias de los demás libros debe ser solicitada al síndico.
Asimismo, pueden retirarse voluntariamente en la época establecida en el estatuto, o en su
defecto, al finalizar el ejercicio social dando aviso con treinta días de anticipación. La
exclusión de un asociado puede ser apelada ante la asamblea en todos los casos, debiendo el
estatuto establecer los efectos del recurso. En caso de retiro, exclusión o disolución, los
asociados solo tienen derecho a que se les reembolse el valor nominal de sus cuotas sociales
integradas, deducidas las pérdidas que proporcionalmente les correspondiera soportar.
El capital se constituye por cuotas sociales indivisibles y de igual valor. Las cuotas
sociales deben constar en acciones representativas de una o más, que revisten el carácter de
nominativas. Pueden transferirse sólo entre asociados y con acuerdo del consejo de
administración en las condiciones que determine el estatuto. Las cuotas sociales deben
integrarse al ser suscritas, con un mínimo de un cinco por ciento (5%) y completarse la
integración dentro del plazo de cinco (5) años de la suscripción. Pueden aportarse bienes
determinados y susceptibles de ejecución forzada.
Desde el punto de vista de la contabilidad, las cooperativas deben llevar, además de los
libros prescriptos por el Código de Comercio, los siguientes: 1º Registro de asociados; 2º
Actas de asambleas; 3º Actas de reuniones del consejo de administración; 4º Informes de
auditoría. La autoridad local competente puede autorizar por resolución fundada, en cada
caso, el empleo de medios mecánicos y libros de hojas movibles en reemplazo o complemento
de los indicados. La rubricación de los libros estará a cargo del órgano local competente, si
existiera, y será comunicada a la autoridad de aplicación con individualización de los libros
respectivos.
Anualmente se confeccionará inventario, balance general, estado de resultados y demás
cuadros anexos. Asimismo, la memoria anual del consejo de administración debe contener
una descripción del estado de la cooperativa con mención de las diferentes secciones en que
opera, actividad registrada y los proyectos en curso de ejecución, haciendo especial referencia
a: 1º Los gastos e ingresos cuando no estuvieran discriminados en estado de resultados u otros
cuadros anexos; 2º La relación económico social con la cooperativa de grado superior a que
estuviera asociada, con mención del porcentaje de operaciones en su caso; 3º Las sumas
invertidas en educación y capacitación cooperativas, con indicación de la labor desarrollada o
mención de la cooperativa de grado superior o institución especializada a la cual se remitieron
los fondos respectivos para tales fines.
Conforme art. 42 de la ley se consideran excedentes repartibles sólo aquellos que
provengan de la diferencia entre el costo y el precio del servicio prestado a los asociados. De
los excedentes repartibles se destinará: 1º El 5% a reserva legal; 2º El 5% al fondo de acción
asistencial y laboral o para estímulo del personal; 3º El 5% al fondo de educación y
capacitación cooperativas; 4º Una suma indeterminada para pagar un interés a las cuotas
sociales si lo autoriza el estatuto, el cual no puede exceder en más de un punto al que cobra el
Banco de la Nación Argentina en sus operaciones de descuento; 5º El resto para su
distribución entre los asociados en concepto de “retorno”.
Los órganos de las cooperativas, al igual que en las asociaciones civiles, son: la
Asamblea, que es el órgano deliberativo y la autoridad suprema del ente; el Consejo de
Administración, que es el órgano ejecutivo que ejerce la representación de la entidad, y la
Sindicatura, que es el órgano de control interno de la entidad. El consejo de administración es
elegido por la asamblea con la periodicidad, forma y número previstos en el estatuto. Los
consejeros deben ser asociados y no menos de tres. La duración del cargo de consejero no
puede exceder de tres ejercicios y son reelegibles, salvo prohibición expresa del estatuto. Es
importante señalar que las cooperativas deben contar desde su constitución y hasta que
finalice su liquidación con un servicio de auditoría externa a cargo de contador público
nacional inscripto en la matrícula respectiva (art. 81 de la ley).
La existencia de las cooperativas finaliza con su disolución. El art. 86 de la ley prevé
que procede la disolución: 1º Por decisión de la Asamblea; 2º Por reducción del número de
asociados por debajo del mínimo legal o del admitido por la autoridad de aplicación. La
disolución procederá siempre que la reducción se prolongue durante un lapso superior a seis
meses; 3º Por declaración en quiebra. La disolución quedará sin efecto si se celebrara
avenimiento o concordato resolutorio; 4º Por fusión o incorporación en los términos del art.
83 de la ley; 5º Por retiro de la autorización para funcionar, previsto por el art. 101 inciso 4 de
la ley; 6º Cuando corresponda en virtud de otras disposiciones legales.
Disuelta la cooperativa se procederá inmediatamente a su liquidación, salvo en los casos
previstos por el art. 83 (fusión o incorporación a otra cooperativa). La cooperativa en
liquidación conserva su personalidad a ese solo efecto. La liquidación está a cargo del consejo
de administración, salvo disposición en contrario del estatuto. En su defecto, los liquidadores
serán designados por la asamblea dentro de los treinta días de haber entrado la cooperativa en
estado de liquidación. No designados los liquidadores, o si estos no desempeñaran el cargo,
cualquier asociado podrá solicitar al juez competente el nombramiento omitido o una nueva
elección, según corresponda.
Es deber de los liquidadores confeccionar, dentro de los treinta días de asumido el
cargo, un inventario y balance del patrimonio social, que someterán a la asamblea dentro de
los treinta días subsiguientes. También deben informar al síndico, por lo menos
trimestralmente, sobre el estado de la liquidación. Si la liquidación se prolongara, se
confeccionarán además balances anuales. Los liquidadores ejercen la representación de la
cooperativa y están facultados para efectuar todos los actos necesarios para la realización del
activo y cancelación del pasivo con arreglo a las instrucciones de la asamblea, bajo pena de
incurrir en responsabilidad por los daños y perjuicios causados por su incumplimiento.
Actuarán empleando la denominación social con el aditamento “en liquidación”, cuya
omisión los hará ilimitada solidariamente responsables por los daños y perjuicios.
Extinguido el pasivo social los liquidadores confeccionarán el balance final, el cual será
sometido a la asamblea con informes del síndico y del auditor. Los asociados disidentes o
ausentes podrán impugnarlo judicialmente dentro de los sesenta días contados desde la
aprobación por la asamblea. Del mismo se remitirán copias a la autoridad de aplicación y al
órgano local competente dentro de los treinta días de su aprobación.
Una vez aprobado el balance final, se reembolsará el valor nominal de las cuotas
sociales a los asociados, deducida la parte proporcional de los quebrantos, si los hubiera. El
sobrante patrimonial que resultara de la liquidación tendrá el destino previsto en el último
párrafo del art. 101 de la ley. Se entiende por sobrante patrimonial el remanente total de los
bienes sociales una vez pagadas las deudas y devuelto el valor nominal de las cuotas sociales.
Los importes no reclamados dentro de los noventa días de finalizada la liquidación se
depositarán en un banco oficial o cooperativo a disposición de sus titulares. Transcurridos tres
años sin ser retirados tendrán el destino previsto en el último párrafo del art. 101.
Terminada la liquidación se cancelará la inscripción prevista por la ley.
La ley prevé un régimen sancionatorio, determinando en su art. 101 que en caso de
infracción a la ley o a su reglamentación, hará a las cooperativas pasibles de las siguientes
sanciones: 1. Apercibimiento. 2. Multa. 3. Retiro de autorización para funcionar. El importe
de las multas ingresará a los recursos del organismo instituido en el capítulo XII (“INAC Instituto Nacional de Acción Cooperativa”, hoy INAES) o del Fisco Provincial, según el
domicilio de la cooperativa, con destino a promoción del cooperativismo.
El INAC -Instituto Nacional de Acción Cooperativa- es la autoridad de aplicación del
régimen legal de las cooperativas creado por la ley 20.337 y tiene por fin principal concurrir a
su promoción y desarrollo. Funciona como organismo descentralizado del Ministerio de
Desarrollo Social de la Nación, con ámbito de actuación nacional, de conformidad con los
términos de la ley. Es órgano local competente en la Capital Federal y demás lugares de
jurisdicción nacional. El INAC fue disuelto por Decreto N° 420/96 (B.O. 22/4/96) que creó el
Instituto Nacional de Acción Cooperativa y Mutual (INACyM) en el ámbito de la Secretaria
de Desarrollo Social de la Presidencia de la Nación, que se erigió en la autoridad de
aplicación en materia cooperativa hasta que el Decreto N° 721/00 (B.O. 1/9/00) modificó la
denominación de la entidad pasando a llamarse desde entonces Instituto Nacional de
Asociativismo y Economía Social (INAES).
Entre las principales funciones de este organismo se cuentan: 1º Autorizar a funcionar a
las cooperativas en todo el territorio de la Nación, llevando el registro correspondiente. 2º
Ejercer con el mismo alcance la fiscalización pública, por sí o a través de convenio con el
órgano local competente; 3º Asistir y asesorar técnicamente a las cooperativas y a las
instituciones públicas y privadas en general, en los aspectos económico, social, jurídico,
educativo, organizativo, financiero y contable, vinculados con la materia de su competencia;
4º Apoyar económica y financieramente a las cooperativas y a las instituciones culturales que
realicen actividades afines, por vía de préstamos de fomento o subsidios, y ejercer el control
pertinente en relación con los apoyos acordados; 5º Promover el perfeccionamiento de la
legislación sobre cooperativas. 6º Realizar estudios e investigaciones de carácter jurídico,
económico, social, organizativo y contable sobre la materia de su competencia, organizando
cursos, conferencias y publicaciones y colaborando con otros organismos públicos y privados;
7º Prestar especial apoyo técnico y financiero a los sectores menos desarrollados del
movimiento cooperativo, considerando prioritariamente las limitaciones socioeconómicas de
los asociados, las necesidades regionales a que respondan los proyectos cooperativos y la
gravitación sectorial de estos.
Una cooperativa genuina se basa en los siguientes valores: Ayuda mutua –
Responsabilidad – Democracia – Igualdad – Equidad – Solidaridad.
Tipos de Cooperativas.
Toda entidad cooperativa nace y se origina con el propósito de satisfacer necesidades y
es así que existen diversos tipos de cooperativas, como necesidades a satisfacer. De acuerdo al
objeto social por el cual fueron creadas pueden clasificarse en:
Cooperativas Agropecuarias. Son organizadas por productores agropecuarios para abaratar
sus costos y tener mejor inserción en el mercado, así compran insumos, comparten la
asistencia técnica y profesional, comercializan la producción en conjunto, aumentando el
volumen y mejorando el precio, inician procesos de transformación de la producción primaria,
etc.
Cooperativas de Trabajo. La forman trabajadores, que ponen en común su fuerza laboral para
llevar adelante una empresa de producción tanto de bienes como de servicios.
Cooperativas de Provisión. La integran asociados que pertenecen a una profesión u oficio
determinado (médicos, taxistas, comerciantes, transportistas, farmacéuticos, etc.).
Cooperativas de Provisión de Servicios Públicos. Los asociados son los usuarios de los
servicios que prestará la cooperativa. Podrán ser beneficiarios de servicios tales como
provisión de energía eléctrica, agua potable, teléfono, gas, etc.
Cooperativas de Vivienda. Los asociados serán aquellos que necesitan una vivienda, a la cual
pueden acceder en forma asociada, tanto por autoconstrucción, como por administración.
Cooperativas de Consumo. Son aquellas en las que se asocian los consumidores, para
conseguir mejores precios en los bienes y artículos de consumo masivo.
Cooperativas de Crédito. Otorgan préstamos a sus asociados con capital propio.
Cooperativas de Seguros. Prestan a sus asociados servicios de seguros de todo tipo.
Bancos Cooperativos. Operan financieramente con todos los servicios propios de un Banco.
F) Mutuales. La respuesta natural que los hombres y mujeres encuentran ante los diversos
desafíos y necesidades es la ayuda mutua. Así, desde tiempos remotos, la colaboración ha sido
una constante en la historia humana. De la práctica de unirse y ayudarse entre iguales para
hacer frente a los problemas comunes, surge el mutualismo.
En la Argentina, las mutuales se rigen por la ley Nº 20.321 y por diversas resoluciones
que dicta el órgano competente en la materia: el Instituto Nacional de Asociativismo y
Economía Social, INAES.
Las mutuales tienen gran importancia en el campo de la salud, los servicios sociales, así
como también constituyen una red de apoyo económico para las pequeñas y medianas
empresas. En este sentido, concurre también a equilibrar las desigualdades provocadas por el
sistema económico del libre mercado. Los siete principios sobre los que se basa el mutualismo
son: adhesión voluntaria, organización democrática, neutralidad institucional, contribución
acorde a los beneficios a recibir, capitalización social de excedentes, educación y capacitación
mutual e integración para el desarrollo.
Las mutuales son entidades sin fines de lucro, prestadoras de servicios, sostenidas por el
aporte de sus asociados, donde un grupo de personas asociadas libremente, bajo una forma
legal específica, se reúne para solucionar problemas comunes, teniendo por guía la solidaridad
y por finalidad contribuir al logro del bienestar material y espiritual de sus miembros.
Régimen legal. En nuestro país las mutuales están reguladas por la Ley 20.321 (B.O. 10/5/73),
que las reconoce como sujetos de derecho con el alcance que la propia ley establece, y como
personas jurídicas, reconociéndose tal carácter en el art. 148 inc. f) del Código.
Son asociaciones mutuales las constituidas libremente sin fines de lucro por personas
inspiradas en la solidaridad, con el objeto de brindarse ayuda recíproca frente a riesgos
eventuales o de concurrir a su bienestar material y espiritual, mediante una contribución
periódica (art. 2), que deben inscribirse en el Registro Nacional de Mutualidades previo
cumplimiento de los recaudos que establezca el Instituto Nacional de Acción Mutual creado
por Ley 19.331 (B.O. 9/11/1971) organismo que actuara como autoridad de aplicación del
régimen legal de las asociaciones mutuales, cuyo fin principal es concurrir a la promoción y
desarrollo de las mutualidades, ejerciendo entre otras las siguientes funciones: a) reconocer a
las asociaciones mutuales y conceder, denegar o retirar la autorización para actuar como tales
en todo el territorio de la Nación; b) llevar el Registro Nacional de Mutualidades; c) ejercer el
control público y la superintendencia de esas asociaciones, fiscalizando su organización,
funcionamiento, solvencia, calidad y naturaleza de las prestaciones y su disolución y
liquidación; d) prestar asistencia técnica y asesoramiento a las mutuales y a las instituciones
públicas y privadas en general en los aspectos social, educativo, económico, organizativo,
jurídico, financiero y contable, vinculados al funcionamiento y desarrollo de las mismas
asociaciones; e) apoyar económica y financieramente a las mutuales, por vía de préstamos de
fomento o subsidios y ejercer los controles y acciones pertinentes en relación al apoyo
acordado, etc. (art.2 Ley 19.331).
El Decreto 420/96 (B.O. 15/04/96) dispuso en su art. 2 disolver el Instituto Nacional de
Acción Mutual (INAM) creado por la Ley N°19.331 y sus modificatorias, mientras que por su
art. 3 asignó al Instituto Nacional de Acción Cooperativa y Mutual (hoy INAES) el
cumplimiento de los objetivos y la responsabilidad de la aplicación de lo establecido en las
Leyes N° 19331, N° 20.321, N° 20.337, N° 23.427 y N° 23566, y las demás obligaciones y
derechos emergentes de las normas que actualmente rigen los Institutos Nacional de Acción
Cooperativa y de Acción Mutual, y de toda otra norma referida a la actividad cooperativa y/o
mutual que pudiera dictarse en el futuro.
Son prestaciones mutuales aquellas que, mediante la contribución o ahorro de sus
asociados o cualquier otro recurso lícito, tiene por objeto la satisfacción de necesidades de los
socios ya sea mediante asistencia médica, farmacéutica, otorgamiento de subsidios,
préstamos, seguros, construcción y compraventa de viviendas, promoción cultural, educativa,
deportiva y turística, prestación de servicios fúnebres, como así también cualquiera otra que
tenga por objeto alcanzarles bienestar material y espiritual. A tales fines, las mutualidades
podrán celebrar convenios entre sí y con las otras entidades que tengan fines solidarios.
El Estatuto social será redactado en idioma nacional y deberá contener: a) El nombre de
la entidad, debiendo incorporarse a él alguno de los siguientes términos: Mutual, Socorros
Mutuos, Mutualidad, Protección Recíproca u otro similar. b) Domicilio, fines y objetivos
sociales. c) Los recursos con que contará para el desenvolvimiento de sus actividades. d) Las
categorías de socios, sus derechos y obligaciones. e) La forma de establecer las cuotas y
demás aportes sociales. f) La composición de los Organismos Directivos y de Fiscalización,
sus atribuciones, deberes, duración de sus mandatos y forma de elección. g) Las condiciones
de convocatoria, funcionamiento y facultades de las Asambleas Ordinarias y Extraordinarias.
h) Fecha de clausura de los ejercicios sociales, los que no podrán exceder de un año.
En cuanto a los socios, el estatuto también determinará las condiciones que deben reunir
las personas para ingresar a la asociación, relacionadas con su profesión, oficio, empleo,
nacionalidad, edad, sexo u otras circunstancias que no afecten los principios básicos del
mutualismo. No podrán establecerse diferencias de credos, razas o ideologías.
La ley establece tres categorías de socios por las asociaciones mutuales: a) Activos:
personas humanas, mayores de 21 años que cumplan los requisitos exigidos por los estatutos
sociales para esta categoría, las que tendrán derecho a elegir e integrar los órganos directivos.
b) Adherentes: personas humanas, mayores de 21 años que cumplan los requisitos exigidos
por los estatutos sociales para esta categoría y las personas jurídicas, no pudiendo elegir o
integrar los órganos directivos. c) Participantes: El padre, madre, cónyuge, hijas solteras, hijos
menores de 21 años y hermanas solteras del socio activo, quienes gozarán de los servicios
sociales en la forma que determine el estatuto, sin derecho a participar en las Asambleas ni a
elegir ni ser elegidos (art. 8). Cualquiera fuera su categoría, deberán aportar con destino al
Instituto Nacional de Acción Mutual el 1% de la cuota societaria. Las entidades mutualistas
serán agentes de retención debiendo ingresar los fondos el mes siguiente de su percepción.
Las mutuales se administrarán por un Órgano Directivo compuesto por cinco o más
miembros, y por un Órgano de Fiscalización formado por tres o más miembros, sin perjuicio
de otros órganos sociales que los estatutos establezcan determinando sus atribuciones,
actuaciones, elección o designación. El término de cada mandato no podrá exceder de cuatro
años, pudiendo ser reelectos. Los miembros de los órganos directivos, así como de los
órganos de fiscalización, serán solidariamente responsables del manejo e inversión de los
fondos sociales y de la gestión administrativa durante el término de su mandato y ejercicio de
sus funciones, salvo que existiera constancia fehaciente de su oposición al acto que perjudique
los intereses de la asociación. Serán personalmente responsables asimismo de las multas que
se apliquen a la asociación, por cualquier infracción a la Ley o a las resoluciones dictadas por
el Instituto Nacional de Acción Mutual (art. 15).
Las resoluciones de las Asambleas se adoptarán por la mayoría de la mitad más uno de
los socios presentes, salvo los casos de revocaciones de mandatos de los miembros de los
órganos directivo o fiscalizador que será de dos tercios de los socios asistentes a la misma, o
en los que el estatuto social fije una mayoría especial superior. Ninguna Asamblea de
asociados, sea cual fuere el número de presentes, podrá considerar asuntos no incluidos en la
convocatoria y en el orden del día. Las Asambleas ordinarias se realizarán una vez por año,
dentro de los cuatro meses posteriores a la clausura de cada ejercicio y en ellas se deberá: a)
Considerar el Inventario, Balance General, Cuenta de Gastos y Recursos, así como la
Memoria presentada por el Órgano Directivo y el Informe del Órgano de Fiscalización. b)
Elegir a los integrantes de los órganos sociales electivos que reemplacen a los que finalizan su
mandato. c) Aprobar o ratificar toda retribución fijada a los miembros de los órganos
Directivo y de Fiscalización. d) Tratar cualquier otro asunto incluido en la convocatoria. Las
Asambleas Extraordinarias serán convocadas siempre que el Órgano Directivo lo juzgue
conveniente, o cuando lo solicite el Órgano de Fiscalización, o el 10% de los asociados con
derecho a voto.
El patrimonio de las asociaciones mutuales estará constituido: a) Por las cuotas y demás
aportes sociales. b) Por los bienes adquiridos y sus frutos. c) Por las contribuciones, legados y
subsidios. d) Por todo otro recurso lícito. Los fondos sociales se depositarán en entidades
bancarias a la orden de la asociación y en cuenta conjunta de dos o más miembros del Órgano
Directivo. Estas entidades una vez reconocidas quedan exentas en el orden nacional de todo
impuesto, tasa o contribución de mejoras, en relación a sus bienes y por sus actos. Este
beneficio alcanza a todos los inmuebles que tengan las asociaciones, y las rentas que estos
generen cuando las mismas ingresen al fondo social para cumplir los fines estatutarios.
Asimismo quedan también liberadas de derechos aduaneros por importación de aparatos,
instrumental, drogas y específicos cuando los mismos sean pedidos por asociaciones
mutualistas y destinados a la prestación de sus servicios sociales (art. 29).
El Decreto 721/2000 (B.O. 30/08/2000) que modificó la denominación de la autoridad
de aplicación de las cooperativas y mutuales por el de “Instituto Nacional de Asociativismo y
Economía Social” (INAES), estableció entre sus objetivos “Reconocer a las Asociaciones
Mutuales y Cooperativas efectuando el otorgamiento, denegatoria o retiro de la personería
jurídica para su funcionamiento, como así también su superintendencia y control público, y
ejercer, con el mismo alcance, el control público y la superintendencia de Asociaciones
Mutuales y Cooperativas, fiscalizando su organización, funcionamiento, solvencia, calidad y
naturaleza de las prestaciones y servicios, así como su disolución y/o liquidación. Es decir que
el INAES es el órgano competente para proceder a la disolución y liquidación de las
cooperativas y mutuales, ello en concordancia con el art. 37 de la Ley 20.321 que excluye a
las mutuales de los procesos universales de concursos y quiebras. De igual modo, el art. 2 in
fine de la Ley 24.522 de concursos y quiebras (B.O.
9/08/95), establece que “no son
susceptibles de ser declaradas en concurso, las personas reguladas por Leyes Nros. 20.091,
20.321 y 24.241, así como las excluidas por leyes especiales”. Las cooperativas, en cambio,
son alcanzadas por la ley concursal, aunque son sujetos susceptibles de la figura del
“cramdown” (también llamado “oferta por terceros”, “salvataje”, o “segunda vuelta
concursal”) una vez que haya fracasado durante el período de exclusividad la propuesta de
acuerdo ofrecida por el deudor, junto con las sociedades de responsabilidad limitada,
sociedades anónimas y comanditas por acciones, y aquellas en que el Estado nacional,
provincial o municipal sea parte (art. 48 Ley 24.522).
G) Consorcios de propiedad horizontal. Conforme al art. 2044, el conjunto de los
propietarios de las unidades funcionales constituye la persona jurídica “consorcio”. Tiene su
domicilio en el inmueble. Sus órganos son la asamblea, el consejo de propietarios y el
administrador. La personalidad del consorcio se extingue por la desafectación del inmueble
del régimen de propiedad horizontal, sea por acuerdo unánime de los propietarios
instrumentado en escritura pública o por resolución judicial, inscripta en el registro
inmobiliario.
El derecho de propiedad horizontal se determina en la unidad funcional, que consiste en
pisos, departamentos, locales u otros espacios susceptibles de aprovechamiento por su
naturaleza o destino, que tengan independencia funcional, y comunicación con la vía pública,
directamente o por un pasaje común. La propiedad de la unidad funcional comprende la parte
indivisa del terreno, de las cosas y partes de uso común del inmueble o indispensables para
mantener su seguridad, y puede abarcar una o más unidades complementarias destinadas a
servirla (art. 2039).
Sobre este punto se volverá en la Unidad correspondiente a Derechos Reales.
Otras Personas Jurídicas. Existen otros tipos de personas jurídicas que conforme a la ley
tienen capacidad para adquirir derechos o contraer obligaciones, tales como las Asociaciones
Sindicales, regidas por la ley 23.551. Tiene carácter gremial y su control lo ejerce la
Dirección Nacional de Asociaciones Sindicales del Ministerio de Trabajo, Empleo y
Seguridad Social de la Nación. Funcionan plenamente mediante el otorgamiento de
“personería gremial”. Caso contrario, pueden funcionar como asociaciones sindicales
simplemente inscriptas, pero no pueden ejercer algunos derechos fundamentales consagrados
en la ley 23.551 (declarar huelgas; celebrar convenios colectivos de trabajo, etc.).
La Inspección General de Justicia.
La Inspección General de Justicia (IGJ), cuyo funcionamiento orgánico se encuentra
regulado por la Ley 22.315 (B.O. 7-11-80), es el organismo oficial encargado de registrar,
fiscalizar e inspeccionar a las sociedades en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires. De allí derivan sus funciones principales de carácter registral, de fiscalización y
administrativas que veremos a continuación.
Tiene a su cargo las funciones del Registro Público de Comercio, y la fiscalización de
las sociedades por acciones (excepto la de las sometidas a la Comisión Nacional de Valores);
de las constituidas en el extranjero que hagan ejercicio habitual en el país de actos
comprendidos en su objeto social, establezcan sucursales, asiento o cualquier otra especie de
representación permanente; de las sociedades que realizan operaciones de capitalización y
ahorro; de las asociaciones civiles y de las fundaciones (art. 3º).
Son sus facultades registrar la inscripción de las sociedades que se constituyen en el
ámbito de la Capital Federal, así como también otorgar personería jurídica a las entidades que
así lo soliciten.
En ejercicio de sus funciones registrales, conforme art. 4º, la IGJ: a) organiza y lleva el
Registro Público de Comercio; b) inscribe en la matrícula a los comerciantes y auxiliares de
comercio y toma razón de los actos y documentos que corresponda según la legislación
comercial; c) inscribe los contratos de las sociedades comerciales y sus modificaciones, y la
disolución y liquidación de éstas; d) lleva el Registro Nacional de Sociedades por Acciones;
e) lleva el Registro Nacional de Sociedades Extranjeras; f) lleva los registros nacionales de
asociaciones y de fundaciones.
Para el ejercicio de la función fiscalizadora, a tenor del art. 6º, la IGJ tiene las facultades
de requerir información y todo documento que estime necesario; realizar investigaciones e
inspecciones en las sociedades; recibir y sustanciar denuncias de los interesados que
promuevan el ejercicio de sus funciones de fiscalización; formular denuncias ante las
autoridades judiciales, administrativas y policiales, cuando los hechos en que conociera
puedan dar lugar al ejercicio de la acción pública; hacer cumplir sus decisiones, a cuyo efecto
puede requerir al juez civil o comercial competente el auxilio de la fuerza pública, el
allanamiento de domicilios y la clausura de locales y el secuestro de libros y documentación;
etc. Estas facultades no excluyen las que el ordenamiento jurídico atribuye a otros
organismos.
Con respecto a las sociedades por acciones, la IGJ ejerce las siguientes funciones: a)
conformar el contrato constitutivo y sus reformas; b) controlar las variaciones del capital, la
disolución y liquidación de las sociedades; c) controlar y, en su caso, aprobar la emisión de
debentures; d) fiscalizar permanentemente el funcionamiento, disolución y liquidación en los
supuestos de los artículos 299 y 301 de la Ley de Sociedades Comerciales; e) conformar y
registrar los reglamentos previstos en el artículo 5 de la ley citada; f) solicitar al juez
competente en materia comercial del domicilio de la sociedad, las medidas previstas en el
artículo 303 de la ley de sociedades comerciales.
Con relación a las sociedades constituidas en el extranjero, que hagan en el país
ejercicio habitual de actos comprendidos en su objeto social, establezcan sucursal, asiento o
cualquier otra especie de representación permanente, la IGJ tiene las funciones siguientes: a)
controlar y conformar el cumplimiento de los requisitos establecidos en el artículo 18 de la ley
de sociedades comerciales y determinar las formalidades a cumplir en el caso del artículo 119
de la misma ley; b) fiscalizar permanentemente el funcionamiento, la disolución y la
liquidación de las agencias y sucursales de sociedades constituidas en el extranjero y ejercer
las facultades y funciones enunciadas en el artículo 7, incisos a), b), c), e) y f) de la ley
22.315.
Y con respecto a las asociaciones civiles y fundaciones, la IGJ tiene las funciones
siguientes: a) autorizar su funcionamiento, aprobar sus estatutos y reformas; b) fiscalizar
permanentemente su funcionamiento, disolución y liquidación; c) autorizar y fiscalizar
permanentemente el funcionamiento en el país de las constituidas en el extranjero, cuando
pidan su reconocimiento o pretendan actuar en la República; d) autorizar y controlar la fusión
o disolución resueltas por la entidad; e) intervenir, con facultades arbitrales, en los conflictos
entre las asociaciones y sus asociados, a petición de parte y con el consentimiento de la otra.
En este caso, el procedimiento y los efectos se regirán en lo pertinente por el Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación. Esta intervención no enerva el ejercicio de las atribuciones
establecidas por el artículo 6; f) considerar, investigar y resolver las denuncias de los
asociados o de terceros con interés legítimo; g) dictaminar sobre consultas formuladas por las
entidades; h) asistir a las asambleas; i) convocar a asambleas en las asociaciones y al consejo
de administración en las fundaciones, a pedido de cualquier miembro, cuando estime que la
solicitud es pertinente, y si los peticionarios lo han requerido infructuosamente a sus
autoridades, transcurridos treinta (30) días de formulada la solicitud.
LEY 24.240. LOS DERECHOS DEL CONSUMIDOR.
La Ley 24.240 (B.O. 15/10/93) de defensa del consumidor (en adelante LDC) tiene por
finalidad la defensa de los derechos de los consumidores y usuarios. Su estructura básica se
complementa con su decreto reglamentario 1798/94 (B.O. 18/10/94) y sus posteriores
modificaciones parciales por medio de las leyes 24.568, 24.787, 24.999, 26.361 y 26.993.
Si bien la ley es anterior a la reforma constitucional de 1994, la Carta Magna consagra
en su art. 42 los derechos del consumidor: “Los consumidores y usuarios de bienes y servicios
tienen derecho, en la relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses
económicos; a una información adecuada y veraz; a la libertad de elección y a condiciones de
trato equitativo y digno. Las autoridades proveerán a la protección de esos derechos, a la
educación para el consumo, a la defensa de la competencia contra toda forma de distorsión de
los mercados, al control de los monopolios naturales y legales, al de la calidad y eficiencia de
los servicios públicos, y a la constitución de asociaciones de consumidores y de usuarios. La
legislación establecerá procedimientos eficaces para la prevención y solución de conflictos, y
los marcos regulatorios de los servicios públicos de competencia nacional, previendo la
necesaria participación de las asociaciones de consumidores y usuarios y de las provincias
interesadas, en los organismos de control”.
La Ley 24.240 es de orden público, rige en todo el territorio nacional (art. 65), e integra
el derecho común toda vez que resulta complementaria del Códigos Civil y Comercial.
Objeto. Concepto de consumidor. Sujetos alcanzados.
La ley tiene por objeto la defensa del consumidor o usuario. Se entiende por consumidor
a la persona física o jurídica que adquiere o utiliza, en forma gratuita u onerosa, bienes o
servicios como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social. Queda
equiparado al consumidor quien, sin ser parte de una relación de consumo como consecuencia
o en ocasión de ella, adquiere o utiliza bienes o servicios, en forma gratuita u onerosa, como
destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social (arts. 1 LDC y 1092
CCCN).
Este último supuesto introduce en nuestro derecho la figura del “bystander” (transeúnte
o persona presente), es decir, “aquella persona que se encuentra presente en un evento
determinado pero sin tener participación en él”. La figura tiene origen en el derecho
comparado, ya que las legislaciones más modernas contemplan como destinatarios de la tutela
legal no solo a los consumidores y usuarios sino también “a toda otra víctima”.
41
De este
modo “nos encontramos por primera vez en nuestro derecho positivo con la figura del
bystander, nacida del derecho anglosajón, que podría traducirse como 'aquel que está al lado
de', representándose con ese vocablo a todas aquellas personas que, en grado potencial,
podrían encontrarse afectadas de alguna forma por las consecuencias de una relación que les
resulta absolutamente extraña”.42
Por su parte “Proveedor” es la persona física o jurídica de naturaleza pública o privada,
que desarrolla de manera profesional, aun ocasionalmente, actividades de producción,
montaje, creación, construcción, transformación, importación, concesión de marca,
distribución y comercialización de bienes y servicios, destinados a consumidores o usuarios.
Todo proveedor está obligado al cumplimiento de la presente ley (art. 2 LDC).
Quedan excluidos de la aplicación de la ley los servicios de profesionales liberales que
requieran para su ejercicio título universitario y matrícula otorgada por colegios profesionales,
pero no la publicidad que se haga del ofrecimiento de sus servicios (contadores, abogados,
médicos, etc.), casos en los que la ley será aplicable.
Relación de consumo. Integración normativa. Preeminencia.
Se entiende por relación de consumo el vínculo jurídico entre el proveedor y el
consumidor o usuario (arts. 3 LDC y 1092 CCCN). Las relaciones de consumo se rigen por la
LDC, sin perjuicio de que el proveedor esté alcanzado asimismo por otra normativa
específica. La relación de consumo, como concepción más amplia que el contrato de
consumo, “abarca todas las situaciones en que el sujeto -consumidor o usuario- es protegido
antes, durante y después de contratar, cuando es dañado por un ilícito extracontractual, o
cuando es sometido a una práctica de mercado, cuando actúa individual o colectivamente.43
Las disposiciones de la LDC se integran con las normas generales y especiales
41
Resqui Pizarro, Jorge C.; El 'bystander': una nueva figura en la ampliación de sujetos consumidores; MJDOC-5242-AR | MJD5242.
42
Rusconi, Dante D.; “La noción de consumidor en la nueva Ley de Defensa del Consumidor”, JA 2008-II-1231.
43
CNCiv, 26/02/2009, “Lezcano, Yolanda c/ Metrovías S.A. s/ daños y perjuicios”. Conf. Lorenzetti, Ricardo L.
“Consumidores”, Ed. Rubinzal Culzoni, Santa F, 2003, p. 74.
aplicables a las relaciones de consumo, en particular la Ley Nº 25.156 de Defensa de la
Competencia y la Ley Nº 22.802 de Lealtad Comercial o las que en el futuro las reemplacen.
La LDC establece asimismo el principio “in dubio pro consumidor” al disponer que “en
caso de duda sobre la interpretación de los principios que establece la ley, prevalecerá la más
favorable al consumidor” (art. 3 LDC). Esa preferencia dada en la ley al consumidor, tiene en
cuenta por lo general al co-contratante quien establece las pautas del contrato y es el eventual
responsable de las oscuridades de su texto. De tal manera, cualquier duda que surja en la
interpretación del convenio celebrado se presumirá a favor del consumidor, pero ello siempre
que no haya mediado prueba suficiente que diluya aquella oscuridad y establezca claramente
los términos del contrato”.44
La Ley de Defensa del Consumidor regula lo que la propia constitución nacional en su
art. 42 denomina relación de consumo, y sus disposiciones afectan no solo normas de derecho
civil, sino también comercial, procesal, administrativo, penal, etc., “...para comprenderlas e
integrarlas sistemáticamente”45; así, esta norma, al regular un tipo de relación especifica,
incide en el sistema de responsabilidad del código civil, al dictar reglas particulares aplicables
a este tipo de vinculo que prevalecen frente a las generales del código de fondo; y, al tratarse
de una ley de orden público, cabe aplicar sus especificas disposiciones dirigidas, en términos
generales, a restablecer el equilibrio entre las partes en una relación que por su naturaleza
muestra al consumidor como su parte débil; máxime, considerando que esta "relación de
consumo" habitualmente se concreta
por vía de formas de contratación masiva,
instrumentadas mediante cláusulas predispuestas en donde el
consumidor solo puede
limitarse a aceptarlas o, en su defecto, rechazar el convite; en tal contexto, la ley establece un
régimen que la doctrina mayoritariamente ha calificado como de responsabilidad objetiva de
la contraparte del consumidor (fabricante, vendedor, prestador de servicio, etc.)”.46
Leyes de Defensa de la Competencia y de Lealtad Comercial.
La Ley de Defensa de la Competencia Nº 25.156 (B.O. 20/9/99), modificada por la ley
26.993 (B.O. 19/09/14), trata sobre los acuerdos y prácticas prohibidas, posición dominante,
concentraciones y fusiones societarias, etc., y establece en su artículo 1º que “Están
prohibidos y serán sancionados de conformidad con las normas de la presente ley, los actos o
conductas, de cualquier forma manifestados, relacionados con la producción e intercambio de
44
Mosset Iturraspe, J. y Lorenzetti, Ricardo L.; Defensa del Consumidor. Ley 24.240, Santa Fe, RubinzalCulzoni, 1994, pp. 74/75.
45
Kemelmajer de Carlucci, Aída - Tavano de Aredes, María Josefina; “La protección del consumidor en el
derecho privado”, Derecho del consumidor, 1991, Nº 1 p. 1; citado por Farina, Juan M.; Defensa del consumidor
y del usuario, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1995, p. 13.
46
CNCom, Sala D, 15/05/08, “Bieniauskas, Carlos c/ Banco de la Ciudad de Buenos Aires s/ Ordinario”.
bienes o servicios, que tengan por objeto o efecto limitar, restringir, falsear o distorsionar la
competencia o el acceso al mercado o que constituyan abuso de una posición dominante en un
mercado, de modo que pueda resultar perjuicio para el interés económico general. Queda
comprendida en este artículo, en tanto se den los supuestos del párrafo anterior, la obtención
de ventajas competitivas significativas mediante la infracción de otras normas declarada por
acto administrativo o sentencia firme”, en tanto su art. 2° enuncia algunas conductas que
constituyen prácticas restrictivas de la competencia, tales como: a) Fijar, concertar o
manipular en forma directa o indirecta el precio de venta, o compra de bienes o servicios al
que se ofrecen o demanden en el mercado, así como intercambiar información con el mismo
objeto o efecto; b) Establecer obligaciones de producir, distribuir, comprar o comercializar
sólo una cantidad restringida o limitada de bienes o de servicios; c) Concertar o coordinar
posturas en las licitaciones o concursos; d) Impedir, dificultar u obstaculizar a terceras
personas la entrada o permanencia en un mercado o excluirlas de éste; e) Fijar o imponer,
directa o indirectamente, en acuerdo con competidores o individualmente, precios y
condiciones de compra o de venta de bienes, de prestación de servicios o de producción; f)
Regular mercados de bienes o servicios, mediante acuerdos para limitar o controlar la
investigación y el desarrollo tecnológico, la producción de bienes o prestación de servicios, o
para dificultar inversiones destinadas a la producción de bienes o servicios o su distribución;
g) Imponer condiciones discriminatorias para la adquisición o enajenación de bienes o
servicios sin razones fundadas en los usos y costumbres comerciales; h) Negarse
injustificadamente a satisfacer pedidos concretos, para la compra o venta de bienes o
servicios, efectuados en las condiciones vigentes en el mercado de que se trate; i) Suspender
la provisión de un servicio monopólico dominante en el mercado a un prestatario de servicios
públicos o de interés público; j) Enajenar bienes o prestar servicios a precios inferiores a su
costo, sin razones fundadas en los usos y costumbres comerciales con la finalidad de
desplazar la competencia en el mercado o de producir daños en la imagen o en el patrimonio o
en el valor de las marcas de sus proveedores de bienes o servicios.
La Ley 22.802 de Lealtad Comercial (B.O. 11/5/83), y sus posteriores modificaciones,
es más aplicada que la precedente en relación a la LCD dado que prevé la protección del
consumidor al establecer normas referentes a la identificación de mercaderías y la publicidad
de bienes y servicios. En sí, reúne en ese cuerpo las normas vigentes respecto a la
identificación de las mercaderías, denominaciones de origen y a la publicidad de bienes
muebles, inmuebles y servicios.
Principales derechos y deberes del consumidor.
Por derechos del consumidor se entiende “el conjunto orgánico de normas –capaces de
constituir una rama del derecho- que tiene por objeto la tutela de quienes contratan para la
adquisición de bienes y servicios destinados, en principio, a las necesidades personales”.47
De las relaciones del consumo derivan, para ambas partes contratantes, una serie de
derechos y deberes que interactúan y que generan obligaciones para los oferentes,
proveedores o prestadores. Frente a las actuales relaciones de consumo, los derechos del
consumidor deben interpretarse en forma amplia, con la idea de aportar al equilibrio de los
mecanismos del mercado. La actividad del consumidor es un concepto dinámico formado por
actos en continua renovación que a su vez merecen protección legal adecuada, consolidándose
así un sinnúmero de derechos, de los cuales los más importantes son los siguientes:
1.) Derechos Primarios Fundamentales:
a) Derecho de acceso al consumo (que involucra a la libertad de elección y la no
discriminación ni arbitrariedad, trato equitativo y digno en el acceso al consumo). El derecho
de acceso al consumo es el derecho a no ser discriminado arbitrariamente en la relación de
consumo por parte de proveedores de bienes y servicios, como una extensión de los derechos
ciudadanos al ámbito específico del consumo. Se consagró inicialmente en el art. 42 de la CN
un trato equitativo y digno y ahora con plenitud normado ampliamente en el art. 8 bis,
introducido por la Ley 26.361.
El Estado así asegura a todos los usuarios consumidores un trato igualitario en el
mercado, de manera que no puedan ser menoscabados en sus atributos esenciales como seres
humanos. Es decir, no pueden ser excluidos u objeto de tratos inadecuados en razón de su
edad, credo religioso, sexo, condición económica o social, tipo racial, etc. Estas violaciones
ahora con sanción especifica, las encontramos a diario, por ejemplo, en la discriminación por
edad que se predispone en pólizas de seguros para las garantías hipotecarias o prendarías; en
los contratos de medicina prepaga por limite de edad; en las tarifas diferenciales aéreas, o en
hoteles para extranjeros, etc. Estas discriminaciones antes de la reforma habían generado la
respuesta de pleno amparo en el art. 43 CN. Hoy, ante la nueva regulación prevista en el art. 8
bis, son severamente sancionadas.
Sólo la ley o normas habituales de comercio pueden establecer algunas limitaciones de
carácter lícito; como por ejemplo, no admitir ebrios o menores de edad en determinados
establecimientos, o no atender fuera del horario debidamente anunciado.
El art. 8 bis de la LDC dispone: “Trato digno. Prácticas abusivas. Los proveedores
47
Farina, Juan M.; Contratos Comerciales Modernos, Editorial Astrea, Bs. As., 1999, p. 259.
deberán garantizar condiciones de atención y trato digno y equitativo a los consumidores y
usuarios. Deberán abstenerse de desplegar conductas que coloquen a los consumidores en
situaciones vergonzantes, vejatorias o intimidatorias. No podrán ejercer sobre los
consumidores extranjeros diferenciación alguna sobre precios, calidades técnicas o
comerciales o cualquier otro aspecto relevante sobre los bienes y servicios que comercialice.
Cualquier excepción a lo señalado deberá ser autorizada por la autoridad de aplicación en
razones de interés general debidamente fundadas. En los reclamos extrajudiciales de deudas,
deberán abstenerse de utilizar cualquier medio que le otorgue la apariencia de reclamo
judicial. Tales conductas, además de las sanciones previstas en la presente ley, podrán ser
pasibles de la multa civil establecida en el artículo 52 bis de la presente norma, sin perjuicio
de otros resarcimientos que correspondieren al consumidor, siendo ambas penalidades
extensivas solidariamente a quien actuare en nombre del proveedor”. En el mismo sentido el
CCyCN establece que “Los proveedores deben garantizar condiciones de atención y trato
digno a los consumidores y usuarios. La dignidad de la persona debe ser respetada conforme a
los criterios generales que surgen de los tratados de derechos humanos. Los proveedores
deben abstenerse de desplegar conductas que coloquen a los consumidores en situaciones
vergonzantes, vejatorias o intimidatorias” (art. 1097), al tiempo que “deben dar a los
consumidores un trato equitativo y no discriminatorio. No pueden establecer diferencias
basadas en pautas contrarias a la garantía constitucional de igualdad, en especial, la de la
nacionalidad de los consumidores” (art. 1098).
El derecho de elección, declarado específicamente en el art. 42 CN, consiste en la
libertad individual del consumidor de acceder a una amplia variedad de productos o servicios
para elegir aquel que más le convenga a sus deseos y necesidades, a precios competitivos.
Para ello es necesario asegurar la existencia de una libre competencia que permita una oferta
variada a precios competitivos. En el caso de encontrarnos con un oferente monopólico,
debemos ampararnos en la seguridad de poder exigir calidad, servicio satisfactorio y precio
justo.48
b) Derecho a la educación al consumo. La Reforma Constitucional de 1994, advirtió que
entre las líneas de acción necesarias para proteger los derechos fundamentales del consumidor
reseñados en el primer párrafo del artículo 42 CN, las autoridades deben proveer “a la
educación para el consumo” y también “a la constitución de asociaciones de consumidores y
de usuarios”.
48
http://www.proconsumer.org.ar/consultas/capitulo2.htm
El art. 60 de la LDC establece la instauración de planes educativos, y al respecto
dispone que “Incumbe al Estado nacional, a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a las
provincias y a los Municipios, la formulación de planes generales de educación para el
consumo y su difusión pública, arbitrando las medidas necesarias para incluir dentro de los
planes oficiales de educación inicial, primaria, media, terciaria y universitaria los preceptos y
alcances de esta ley, así como también fomentar la creación y el funcionamiento de las
asociaciones de consumidores y usuarios y la participación de la comunidad en ellas,
garantizando la implementación de programas destinados a aquellos consumidores y usuarios
que se encuentren en situación desventajosa, tanto en zonas rurales como urbanas”, agregando
el artículo siguiente que “La formación del consumidor debe facilitar la comprensión y
utilización de la información sobre temas inherentes al consumidor, orientarlo a prevenir los
riesgos que puedan derivarse del consumo de productos o de la utilización de los servicios”,
incluyendo, entre otros, los siguientes contenidos: a) Sanidad, nutrición, prevención de las
enfermedades transmitidas por los alimentos y adulteración de los mismos; b) Los peligros y
el rotulado de los productos; c) Legislación vigente, formas de compensación y los
organismos de protección al consumidor; d) Información sobre pesas y medidas, precios,
calidad y disponibilidad de los artículos de primera necesidad. e) Protección del medio
ambiente y utilización eficiente de materiales.
La LDC faculta al Estado nacional a efectuar contribuciones financieras a favor de las
asociaciones de consumidores debidamente reconocidas para cumplimentar con los objetivos
mencionados en los artículos anteriores (art. 62).
Expresa Enrique Suárez que “una de las condiciones o situaciones que resulta necesaria
para que las relaciones de consumo se logren desarrollar en condiciones de justicia y equidad,
es que sea el propio consumidor quien, conciente de sus derechos, los haga valer en las
situaciones cotidianas del día a día en el mercado”. Desde ya que esta “toma de conciencia”
del consumidor tanto sobre su rol en la dinámica de mercado como de sus derechos y
obligaciones en el marco de las diversas relaciones de consumo, “presupone que ha sido
educado e ilustrado sobre dichas temáticas, al cual se le han proporcionado las herramientas
del conocimiento que lo llevan a apreciar la conveniencia de contar con la debida
información, de proteger adecuadamente su salud, de exigir ser tratado por el oferente de un
modo que se respete su dignidad y la equidad a la que tiene derecho por naturaleza, etc., entre
otros aspectos”.49
49
Suárez, Enrique Luis; “La Educación del Consumidor en la Reforma a la Ley de Consumidor”; elDial.com,
28/04/08.
Por ello la educación para el consumo se plantea como el desarrollo de aquellas
capacidades y actitudes que promueven un consumo más equilibrado y racional, buscando
responder a necesidades reales frente a las ofertas y estrategias que utiliza la sociedad y
potenciar el ejercicio de los deberes y derechos del consumidor. Como señala Farina, “educar
significa ayudar a que la capacidad de discernir oriente a los sujetos hacia una meta de
superación a cuyo objetivo debe contribuir la información que se brinde al individuo”, de
donde se sigue que la información no es un fin en si mismo sino un medio para educar y
contribuir al proceso formativo de la persona. Educar al consumidor significa “orientarlo para
que logre independizarse del sometimiento a que lo tiene atado el consumismo, así como
descubrir que es lo más conveniente para su posibilidades económicas, para su salud, para su
integridad física, para su desarrollo cultural”. Por ello, si el tema de la educación del
consumidor se “toma en serio”, las regulaciones que traten sobre él estarán destinadas a tener
una gran trascendencia social, siempre que los gobiernos (nacional y provinciales) den debido
cumplimiento a las mismas.50
Debido a la enorme cantidad de productos disponibles y la variación en la calidad de los
mismos, los consumidores no pueden satisfacer sus necesidades personales de forma eficaz, y
el desarrollo comercial crea constantemente necesidades artificiales. No todos los
consumidores serán capaces de filtrar las influencias de la industria y del sector de la
publicidad. Los ciudadanos necesitan información y educación y la conciencia de la diferencia
existente entre las necesidades reales y la percibidas y como ser selectivo para satisfacer
realmente sus necesidades. Los rápidos cambios y los riesgos potenciales en el consumo
hacen que sea indispensable para el consumidor considerar las consecuencias de su
consumo.51
El objetivo entonces es desarrollar en el consumidor actitudes conscientes, solidarias y
críticas, que lo hagan sentirse satisfecho de actuar en forma responsable ante los hechos de
consumo, y los objetivos que la educación para el consumo pretende lograr en el contexto
actual son, entre otros: hacer reflexionar a la persona sobre las necesidades básicas para vivir;
desarrollar una actitud prudente y crítica ante los mensajes publicitarios; aprovechar y
respetar al máximo los bienes que poseemos tanto individuales como colectivos; saber
interpretar las etiquetas y leyendas de los productos; evaluar y proyectar las posibles
consecuencias de la contratación del bien o del servicio; participar en organismos de defensa
de los derechos de los consumidores, etc.
50
51
Farina, Juan M.; “Defensa del Consumidor y del Usuario”, Buenos Aires, Ed. Astrea, 1995, p. 469.
Ver http://www.dolceta.eu/espana/Mod4/spip.php?article2.
2.) Derechos sustanciales:
a) Derecho a la seguridad (derecho a la salud, integridad, protección del medio ambiente y
prevención de daños). La LDC establece en su art. 5º “Protección al consumidor. Las cosas y
servicios deben ser suministrados o prestados en forma tal que, utilizados en condiciones
previsibles o normales de uso, no presenten peligro alguno para la salud o integridad física de
los consumidores o usuarios”. La norma intenta evitar la elaboración de productos que,
utilizados en condiciones previsibles o normales de uso, presenten peligro para la salud o
integridad física o puedan generar situaciones de riesgo en los consumidores.
Por su lado son “cosas y servicios riesgosos” las cosas y servicios, incluidos los
servicios públicos domiciliarios, cuya utilización pueda suponer un riesgo para la salud o la
integridad física de los consumidores o usuarios, los que deben comercializarse observando
los mecanismos, instrucciones y normas establecidas o razonables para garantizar la seguridad
de los mismos. En tales casos debe entregarse un manual en idioma nacional sobre el uso, la
instalación y mantenimiento de la cosa o servicio de que se trate y brindarle adecuado
asesoramiento. Igual obligación regirá en todos los casos en que se trate de artículos
importados, siendo los proveedores responsables del contenido de la traducción (art. 6).
La noción de seguridad en materia de consumo procura que el usuario no sea avasallado
por el proveedor, quien si impusiera su superioridad cognitiva, económica, profesional,
teórica y probatoria, no haría más que aumentar la indefensión de quien se encuentra en una
posición de manifiesta debilidad, como lo es el usuario. La Corte Suprema de Justicia de la
Nación ha considerado que: “La noción de seguridad trata de impedir que el poder de
dominación de una parte en dicha relación afecte los derechos de quienes se encuentran en
situación de debilidad; es decir, el consumidor y el usuario”.52
Por ello, los usuarios son acreedores del deber de seguridad que recae sobre el prestador
de brindar el servicio o sobre el proveedor de un bien. Y, consecuentemente, los proveedores
están obligados a brindar la prestación en condiciones que garanticen la seguridad de los
usuarios de bienes y servicios.
El derecho a la seguridad no es un fin en si mismo, sino que es el medio que permite
que los usuarios puedan ser protegidos en su derecho a la vida, su derecho a la salud (tanto
física como psíquica), y sus derechos patrimoniales. Entonces, se advierte la importancia de la
seguridad en materia de derecho del consumidor, ya que es el instrumento que facilita que el
usuario pueda acceder a un servicio o adquirir un bien, o transitar por las dependencias del
52
CSJN, 09/03/2010, autos “U. M. H. c/Transportes Metropolitanos Gral. Roca”, elDial - AA5CA1.
proveedor, minimizando los riesgos que le puede ocasionar la relación jurídica. De ello se
desprende que la seguridad es una carga para el proveedor, un deber que sobre él recae; es un
derecho inescindible a la categoría de usuario; es un medio que permite que los usuarios sean
protegidos en su derecho a la vida, a la salud, en su dignidad, en su patrimonio. Debe ser
brindada por el proveedor con relación al objeto del servicio que se presta, con respecto al
bien que es objeto de la relación de consumo, en las instalaciones donde se vende el bien o el
servicio, con alcance también en las adyacencias a las instalaciones donde se presta.53
La disminución de seguridad en los bienes y servicios se adquiere a partir de una
irregularidad en la prestación del servicio o defecto en el caso de los productos. Y así como
los productos deben ser elaborados bajo normas de seguridad y siguiendo las reglas
tecnológicas y científicas apropiadas, los servicios de cualquier naturaleza deben garantizar la
seguridad del usuario, tanto en la prestación en sí misma como en el ámbito donde ella se
realiza o desarrolla. Este es el lineamiento trazado por el art. 42 CN que expresamente
reconoce a la seguridad económica y extraeconómica, como un derecho inalienable de los
consumidores y usuarios en las relaciones de consumo.
La organización productiva o de comercialización de bienes y servicios es en sí misma
generadora y potenciadora de riesgos, siendo absolutamente equitativo que quien con su
actividad genera riesgos y además obtiene un aprovechamiento económico de ellos asuma la
responsabilidad frente a esos riesgos que genera. Esta responsabilidad es objetiva en tanto el
deudor no se libera demostrando su obrar diligente; sino que sólo lo hará destruyendo el nexo
causal; y su aplicación al ámbito de las relaciones de consumo se ha visto facilitada a partir de
su inclusión expresa en los arts. 5 y 6 de la LDC.54
La actividad bancaria o financiera, por ejemplo, es claramente generadora de riesgos,
pues la seguridad cumple un rol determinante, razón por la cual el Banco Central como
autoridad de aplicación establece directivas específicas para fortalecerla. Asimismo, las
entidades bancarias deben otorgar plena seguridad a sus clientes en lo que refiere a su propia
actividad como intermediaria de capitales, y en cuanto a la seguridad que debería brindar
frente a hechos delictivos tanto a sus clientes como a quienes no lo son. De ahí que el ingreso
de cualquier persona a la entidad bancaria determina que se encuentre dentro de su esfera de
custodia, es decir que esta obligación o garantía de seguridad se extiende tanto a los clientes
de la entidad como a quienes no lo son, ya sea que se acerquen a efectuar alguna consulta o
53
Lowenrosen, Flavio I.; Algunas reflexiones sobre el concepto “deber de seguridad del proveedor”, El Dial
Express, 07/05/2010.
54
Lovece, Graciela Isabel; “Las relaciones de Consumo. La seguridad como nuevo principio general del
derecho”. 16/05/07. Microjuris.com. MJ-DOC-3144-AR | MJD3144.
bien se encuentren en calidad de acompañantes, efectúen un depósito como tercero en la
cuenta de un cliente del banco, etc. Es por ello que el banco debe extremar los recursos
técnicos y humanos de seguridad tendientes a prevenir situaciones de riesgo, no solo dentro de
la entidad sino también en sus inmediaciones, habida cuenta de la modalidad de robo
denominada “salidera” en la cual al retirarse con el dinero la persona es atacada en la calle,
hipótesis en la que consideramos también existe un incumplimiento del deber de seguridad
por parte del banco, pues el damnificado es detectado e identificado dentro de la entidad
(génesis delictual) tornando defectuosa la prestación obligacional y generando la correlativa
obligación de reparar.55
b) Derecho a la información. El art. 4 LDC, y de modo concordante el art. 1100 del CCyCN,
disponen: “Información. El proveedor está obligado a suministrar al consumidor en forma
cierta, clara y detallada todo lo relacionado con las características esenciales de los bienes y
servicios que provee, y las condiciones de su comercialización. La información debe ser
siempre gratuita para el consumidor y proporcionada con claridad necesaria que permita su
comprensión”. Por ley 27.250 se agregó a continuación el siguiente párrafo: “Solo se podrá
suplantar la comunicación en soporte físico si el consumidor o usuario optase de forma
expresa por utilizar cualquier otro medio alternativo de comunicación que el proveedor ponga
a disposición”.56 El derecho a la información es un derecho esencial del consumidor, que
integra
el
contenido
del
contrato,
presuponiendo
que
una
de
las
partes
(proveedor/predisponente) posee mayor fortaleza que la otra (consumidor/ no predisponente),
en virtud del conocimiento técnico -sobre los productos que ofrece- y jurídico, ya que redacta
unilateralmente las cláusulas del contrato y generalmente no permite su modificación en los
puntos sustanciales.57 El derecho a la información gratuita es un derecho primordial y la ley
asegura al consumidor la obtención de datos, características y demás conocimientos reales al
momento de adquirir un bien o contratar un servicio. De la información adecuada y veraz
depende en gran medida la decisión de concretar o no el acto de consumo.
El art. 42 CN establece que la información que reciba el consumidor debe ser “veraz y
adecuada”. El vocablo veraz tiene relación con la inexistencia de falsedad del contenido de la
información que se transmite. El vocablo adecuada tiene relación con los elementos técnicos
del producto, bien o servicio ofrecido y la calidad del interlocutor que recibe la información
suministrada, según el nivel de instrucción del consumidor, aunque debe tenerse en cuenta un
55
Lovece, Graciela Isabel; op. cit.
B.O. 14/06/2016.
57
Arias Cáu, Esteban Javier; La violación del derecho de información como falta formal y sus consecuencias;
MJ-DOC-4124-AR | MJD4124.
56
nivel medio o promedio de este. Cualquier omisión o deficiencia en el contenido de la
información implica su violación y el consiguiente nacimiento de responsabilidad para el
infractor. Así, el derecho a una información adecuada y veraz “resguarda -como la seguridadtanto los derechos patrimoniales como los personales, a la vida y a la salud”.58
La carga de la prueba sobre si efectivamente se cumplimentó acabadamente con el deber
de información en los términos y alcances del art. 4 de la LDC recae sobre el proveedor.59
Especializada doctrina señala que, en materia de consumo, “la información resulta
sumamente trascendente, ya que permite que los potenciales usuarios conozcan las
características de la relación, las ‘bondades’ de un bien o servicio, los derechos que adquieren
y las obligaciones que asumen y en base a ello decidan, o no, vincularse con el proveedor”.
De ello se sigue que la información es el vehículo que permite que los usuarios puedan
reflexionar y analizar si les conviene ser o no parte de una relación jurídica. Para Lowenrosen,
la información que el proveedor deba brindar al usuario tiene que ser: a) Suficiente, reuniendo
los elementos y condiciones básicas que permitan al potencial usuario poder elegir si quiere, o
no, participar de la relación de consumo, para lo cual se le debe informar de modo previo,
claro, detallado, sencillo, veraz y gratuito sobre todas las condiciones de la relación, alcances
y efectos de la relación de consumo, posibilitando que el usuario pueda saber sin limitaciones
las causas que fundan las obligaciones que se le imponen; y b) Absoluta, es decir, la
información debe alcanzar todas y cada una de las etapas de la relación de consumo, desde la
etapa precontractual, hasta la extinción de la misma, y aún continuarse cuando el usuario
adquirió un bien o servicio que luego se descubre puede resultar riesgoso para la salud. “La
información, no es una obligación del proveedor que sólo tiene vigencia durante el período
precontractual. Por el contrario se extiende a toda variación de las condiciones del vínculo, o a
toda obligación que se produzca durante la ejecución de la relación”.60
Vinculado con la manda constitucional de brindar al consumidor una información
“veraz y adecuada”, se encuentra la cuestión de la publicidad dirigida a los consumidores, y
en ese sentido el CCyCN prohíbe toda publicidad que: “a) contenga indicaciones falsas o de
tal naturaleza que induzcan o puedan inducir a error al consumidor, cuando recaigan sobre
elementos esenciales del producto o servicio; b) efectúe comparaciones de bienes o servicios
cuando sean de naturaleza tal que conduzcan a error al consumidor; c) sea abusiva,
58
Gelli, María Angélica, “Constitución de la Nación Argentina. Comentada y concordada. Segunda edición
ampliada y actualizada”. La Ley, Buenos Aires, 2003, p. 373. Cita en Arias Cáu, Esteban, op. cit.
59
Schvartz, Liliana, “Defensa de los derechos de los consumidores y usuarios: Manual teórico-práctico”, García
Alonso, Buenos Aires, 2005, p. 67.
60
Lowenrosen, Flavio I.; Breve análisis sobre la importancia del derecho a la información en las relaciones de
consumo; elDial.com - DC13DE, 06/08/2010.
discriminatoria o induzca al consumidor a comportarse de forma perjudicial o peligrosa para
su salud o seguridad” (art. 1101). Los consumidores afectados pueden solicitar al juez: la
cesación de la publicidad ilícita, la publicación, a cargo del demandado, de anuncios
rectificatorios y, en su caso, de la sentencia condenatoria (art. 1102).
En opinión de Arias Cáu61, en consonancia con Mosset Iturraspe, el incumplimiento del
deber de información posee naturaleza objetiva y se acredita con la simple constatación de la
omisión o deficiencia en la transmisión del conocimiento a cargo del proveedor, siempre
proporcionado a la calidad de su interlocutor, ya sea consumidor determinado o potencial.
Pero además, la infracción es meramente formal, es decir, que una vez violado el derecho de
información no interesa su dispensa posterior originando la obligación de responder del
proveedor, de manera automática, tanto frente al consumidor como frente a la Secretaría de
Comercio Interior o las autoridades locales correspondientes.
Finalmente, el art. 4 de la Resolución N° 915/201762 de la Secretaría de Comercio de la
Nación establece los requisitos legales para las publicidades de bienes y servicios incluidas en
la ley 22.802 y en los arts. 4 y 36 de la LDC. Ellos son: a) No contendrá inexactitudes u
ocultamientos en los términos del Artículo 9º de la Ley Nº 22.082; b) Las leyendas y/o
advertencias establecidas como obligatorias por leyes nacionales o provinciales así como
también por sus reglamentaciones, deberán ser incluidas en la mencionada publicidad; c) La
información requerida para las publicidades establecida por los Artículos 4º y 36 de la Ley Nº
24240 relativa a las características esenciales de los bienes y servicios que se publicitan, así
como también las condiciones de su comercialización, será proporcionada a los consumidores
través de una página web y/o línea telefónica gratuita, debiendo consignarse dicha
circunstancia en la publicidad correspondiente. La información referida al sitio de Internet
será brindada a través de la siguiente frase: “Para más información consulte en…”, en tanto
que la mención a la línea telefónica será: “Para más información comuníquese gratuitamente
al teléfono...”. En ningún caso dichas frases podrán superponerse con otras, ni con música, ni
otros sonidos que pudieran dificultar su escucha. La información contenida en la página web
y/o la proporcionada telefónicamente no podrá desnaturalizar el objeto o contenido de la
publicidad. De optarse por la opción de una línea telefónica, la misma deberá estar disponible,
como mínimo, en los días y horas en los que el proveedor comercialice sus bienes y servicios;
d) Adicionalmente, se deberán cumplir con los siguientes requisitos, dependiendo del medio
por el cual la publicidad sea difundida: i. Medio gráfico: La referencia a la página web y/o
61
62
Arias Cáu, Esteban; op. cit.
B.O.: 4/12/2017.
línea telefónica deberá ser proporcionada con caracteres tipográficos no inferiores a dos
milímetros (2 mm) de altura o, si ésta estuviera destinada a ser exhibida en la vía pública, el
dos por ciento (2%) de la altura de la pieza publicitaria. La letra será legible, clara y no deberá
confundir al lector. ii. Medio televisivo y cinematográfico: La referencia a la página web y/o
línea telefónica deberá consignarse con caracteres tipográficos de altura igual o mayor al dos
por ciento (2%) de la pantalla. iii. Medio radial: La referencia a la página web y/o línea
telefónica deberá proporcionarse en forma clara y audible. iv. Medio digital (Internet): La
referencia a la página web y/o línea telefónica deberá proporcionarse con caracteres
tipográficos que sean fácilmente legibles, acorde con el dispositivo utilizado.
c) Derecho a la protección de los intereses económicos (calidad de productos y servicios,
justicia contractual y reparación de daños). Se trata de la protección de los legítimos
intereses económicos y sociales del consumidor. Su contenido alcanza desde la exigencia de
calidad y eficiencia de los productos y servicios, hasta la existencia de organismos
administrativos y judiciales que apliquen, sin demora, una verdadera justicia contractual y,
además, a mecanismos de compensación idónea en casos de reparación de daños. La reforma
a la ley de defensa del consumidor ha introducido figuras para contrarrestar el castigo a los
intereses económicos sufridos por el consumidor .Entre ellas el daño directo y el daño
punitivo.
En este sentido el art. 9 de la LDC establece: “Cosas Deficientes Usadas o
Reconstituidas. Cuando se ofrezcan en forma pública a consumidores potenciales
indeterminados cosas que presenten alguna deficiencia, que sean usadas o reconstituidas debe
indicarse la circunstancia en forma precisa y notoria”.
Asimismo la LDC introduce el derecho a la retractación disponiendo de manera
específica, aunque restringidamente, el derecho que todo consumidor puede ejercer a efectos
de reflexionar si desea aceptar o cancelar su compra. Este derecho es poco difundido en
nuestro país y su aplicación está actualmente circunscripta a los casos contemplados en el art.
34 de la LDC (texto según Ley 26.361), que expresa: “Revocación de aceptación. En los
casos previstos en los artículos 32 y 33 de la ley (ventas domiciliarias, por correspondencia y
otras), el consumidor tiene derecho a revocar la aceptación durante el plazo de diez (10) días
corridos contados a partir de la fecha en que se entregue el bien o se celebre el contrato, lo
último que ocurra, sin responsabilidad alguna. Esta facultad no puede ser dispensada ni
renunciada. El vendedor debe informar por escrito al consumidor de esta facultad de
revocación en todo documento que con motivo de venta le sea presentado al consumidor. Tal
información debe ser incluida en forma clara y notoria. El consumidor debe poner el bien a
disposición del vendedor y los gastos de devolución son por cuenta de este último”.
Este nuevo derecho era conocido en el derecho romano como el “pactum displicentiae”
(pacto de desagrado). Era la compra sujeta a la aprobación por el adquirente, quien, con sólo
manifestar su disconformidad con respecto a la cosa vendida condicionalmente, recuperaba el
precio. El Código Civil en su art. 1160 prevé como caso de compraventa sujeta a condición
suspensiva la que se conviene “a satisfacción del comprador”, en cuyo caso el plazo para
aceptar la cosa es de 10 días. La cosa se considera aceptada y el contrato se juzga concluido
cuando el comprador paga el precio sin reserva o deja transcurrir el plazo sin pronunciarse.
La facultad de retractación o revocación de una operación de consumo también está
prevista en el CCyCN para los casos de contratos: a) celebrados fuera de los establecimientos
comerciales (art. 1104); b) celebrados a distancia (art. 1105). En ambos casos el consumidor
tiene el derecho irrenunciable de revocar la aceptación dentro de los 10 días computados a
partir de la celebración del contrato. Si la aceptación es posterior a la entrega del bien, el
plazo debe comenzar a correr desde que esta última se produce. Si el plazo vence en día
inhábil, se prorroga hasta el primer día hábil siguiente. Las cláusulas, pactos o cualquier
modalidad aceptada por el consumidor durante este período que tengan por resultado la
imposibilidad de ejercer el derecho de revocación se tienen por no escritos (art. 1110). El
proveedor debe informar al consumidor sobre la facultad de revocación mediante caracteres
destacados en todo documento que presenta al consumidor, ubicada como disposición
inmediatamente anterior a la firma del consumidor o usuario. El derecho de revocación no se
extingue si el consumidor no ha sido informado debidamente sobre su derecho (art. 1111). La
revocación debe ser notificada al proveedor por escrito o medios electrónicos o similares, o
mediante la devolución de la cosa dentro del plazo de 10 días computados de acuerdo a lo
previsto en el art. 1110. Revocada la aceptación en tiempo y forma por el consumidor, las
partes quedan liberadas de sus obligaciones respectivas y deben restituirse recíproca y
simultáneamente las prestaciones que han cumplido. El ejercicio del derecho de revocación no
debe implicar gasto alguno para el consumidor. En particular, el consumidor no tiene que
reembolsar cantidad alguna por la disminución del valor de la cosa que sea consecuencia de
su uso conforme a lo pactado o a su propia naturaleza, y tiene derecho al reembolso de los
gastos necesarios y útiles que realizó en ella.
3.) Derechos instrumentales:
a) Derecho a la organización. Los consumidores pueden organizarse en defensa de sus
derechos, conforme al derecho básico de asociarse con fines útiles que emana de nuestra CN.
Todos sabemos la enorme importancia que exhibe el accionar de las asociaciones de
consumidores, orientando, asesorando, informando a la población sobre los diversos aspectos
que, en relación al consumo, la realidad va presentando a diario como temas a resolver. Su
aporte es un elemento muy valioso como componente de los planes estatales relativos a la
educación del consumidor.
La LDC reconoce legitimación a las asociaciones de consumidores y al efecto dispone
el art. 55 que “las asociaciones de consumidores y usuarios constituidas como personas
jurídicas reconocidas por la autoridad de aplicación, están legitimadas para accionar cuando
resulten objetivamente afectados o amenazados intereses de los consumidores o usuarios”, sin
perjuicio de la intervención de éstos para dar inicio formal al reclamo. “Las acciones
judiciales iniciadas en defensa de intereses de incidencia colectiva cuentan con el beneficio de
justicia gratuita”.
Las organizaciones que tengan como finalidad la defensa, información y educación del
consumidor, deberán requerir autorización a la autoridad de aplicación para funcionar como
tales. Se entenderá que cumplen con dicho objetivo, cuando sus fines sean los siguientes: a)
Velar por el fiel cumplimiento de las normas dictadas para proteger al consumidor; b)
Proponer a los organismos competentes el dictado de normas jurídicas o medidas
administrativas o legales, para proteger o educar a los consumidores; c) Colaborar con los
organismos oficiales o privados para el perfeccionamiento de la legislación del consumidor;
d) Recibir reclamos de consumidores y promover soluciones amigables entre ellos y los
responsables del reclamo; e) Defender y representar los intereses de los consumidores, ante la
justicia y/u otros organismos oficiales o privados; f) Asesorar a los consumidores sobre el
consumo y/o de bienes, servicios, precios, condiciones de compra, calidad, etc.; g) Realizar y
divulgar estudios de mercado, de control de calidad, estadísticas de precios y suministrar toda
otra información de interés para los consumidores; h) Promover la educación del consumidor;
i) Realizar cualquier otra actividad tendiente a la defensa o protección de los intereses del
consumidor (art. 56).
Para ser reconocidas como organizaciones de consumidores, las asociaciones deberán
acreditar, además de los requisitos generales, las siguientes condiciones especiales: a) No
podrán participar en actividades políticas partidarias; b) Deberán ser independientes de toda
forma de actividad profesional, comercial y productiva; c) No podrán recibir donaciones,
aportes o contribuciones de empresas comerciales, industriales o proveedoras de servicios,
privadas o estatales, nacionales o extranjeras; d) Sus publicaciones no podrán contener avisos
publicitarios (art. 57).
Las organizaciones protegen además los intereses colectivos y los intereses difusos. Se
entiende por intereses colectivos aquellas acciones que se promueven en defensa de derechos
comunes a un conjunto determinado o determinable de consumidores, vinculados a un
proveedor; en tanto que los intereses difusos son aquellas acciones que se promueven en
defensa de un conjunto indeterminado de consumidores afectados en sus derechos.
b) Derecho de participación, representación, consulta y expresión (ser oído). Existen en
nuestra legislación diversos mecanismos de participación de las asociaciones de
consumidores.
En cuanto a la posibilidad de acceso a la justicia de estas asociaciones nos encontramos
con tres grupos a saber: a) Procedimientos de Denuncias: 1) Ante la autoridad de aplicación.
2) Ante el Defensor del Pueblo; b) Procedimientos Judiciales: 1) Acciones previstas en la Ley
de Defensa del Consumidor. 2) Amparo colectivo del artículo 43 C.N.; c) Procedimientos
Extrajudiciales: 1) Negociaciones directas. 2) Tribunales Arbitrales.
También ha se ha implementado un sistema de consulta a las organizaciones de
consumidores que se reflejan en dos mecanismos: 1) Consejo de los Consumidores; 2)
Participación en los entes reguladores de servicios públicos.
Fuera de estas situaciones y vinculado al proceso de privatización de servicios públicos
encarados por el gobierno nacional al principio de los noventa y la consiguiente necesidad de
fijar las tarifas de los mismos, nos encontramos con la Audiencia Pública.63
c) Derecho de acceso a la solución de conflictos (asesoramiento y asistencia; acceso a la
justicia). Cuando un consumidor sufre la afectación de sus derechos, tiene la posibilidad cierta
y efectiva de ser resarcido por los perjuicios económicos y morales sufridos.
Conforme al art. 52 LDC, y sin perjuicio de lo dispuesto en la ley, el consumidor y
usuario podrán iniciar acciones judiciales cuando sus intereses resulten afectados o
amenazados.
La acción corresponderá al consumidor o usuario por su propio derecho, a las
asociaciones autorizadas de consumidores o usuarios en los términos del artículo 56 de la ley,
a la autoridad de aplicación nacional o local, al Defensor del Pueblo y al Ministerio Público
Fiscal. Dicho Ministerio, cuando no intervenga en el proceso como parte, actuará
obligatoriamente como fiscal de la ley.
El art. 58 de la LDC, prevé que las asociaciones de consumidores podrán sustanciar los
reclamos de los consumidores de bienes y servicios ante los fabricantes, productores,
comerciantes, intermediarios o prestadores de servicios que correspondan, que se deriven del
63
Medina, Marcos; “Los nuevos mecanismo de Participación de las Asociaciones de Consumidores en
Argentina”; ver: http://www.aaeap.org.ar/ponencias/Data/medina_marcos.pdf.
incumplimiento de la ley. Para ello, el consumidor deberá suscribir la petición ante la
asociación correspondiente, adjuntando la documentación e información que obre en su poder,
a fin de que la entidad promueva todas las acciones necesarias para acercar a las partes.
Formalizado el reclamo, la entidad invitará a las partes a las reuniones que considere
oportunas, con el objetivo de intentar una solución al conflicto planteado a través de un
acuerdo satisfactorio. En esta instancia, la función de las asociaciones de consumidores es
estrictamente conciliatoria y extrajudicial, y su función se limita a facilitar el acercamiento
entre las partes.
La acción del consumidor es un proceso judicial a través del cual se tramita el reclamo
que inicia un consumidor por sí o una asociación de consumidores, a nivel colectivo, ello a los
fines de proteger los derechos constitucionales de los usuarios y consumidores. Los principios
procesales especiales que concurren en la acción del consumidor, son: a) Beneficio de justicia
gratuita; b) Plazos de prescripción especial de 3 años (art. 50 LDC); c) Aplicación del
régimen procesal más breve de la jurisdicción (art. 53 LDC); d) Carga dinámica de la prueba
(art. 53:3 LDC); e) Principio “in dubio pro consumidor” (art. 3 LDC); f) Principio de
aplicación de la norma mas benigna y de la interpretación más favorable al consumidor o
usuario, razón por la que el juez, en caso de duda, debe estar a favor del consumidor, y tiene
que aplicar la norma que resulte más favorable al usuario.
Debemos tener presente que este tipo de acciones pueden ser iniciadas: a) Por los
usuarios directamente afectados. Excepcionalmente se le confirió a la sentencia que se dictó
efectos erga omnes, ello como consecuencia que se consideró que todos los consumidores
afectados por la actividad ilegal del proveedor demandado también pretenderían que cese la
conducta ilícita que impactaba negativamente en sus derechos; b) Por las personas jurídicas
que están facultadas a actuar en representación de intereses colectivos, a saber: Defensor del
Pueblo; Autoridad de aplicación; Ministerio Público; Asociaciones de defensa de los
consumidores.64
Asimismo, el juez podrá disponer en su sentencia una multa civil que deberá soportar el
proveedor (art. 52 bis LDC). La inclusión de esa multa en la sentencia depende de la voluntad
del usuario accionante, quien la debe requerir en la demanda. Si el usuario la requiere
expresamente, el juez debe evaluar si incluye, o no, en la sentencia una suma de dinero en
concepto de “multa civil” o “daño punitivo” y valuar el quantum de la misma.
Los Daños Punitivos (DP).
64
Lowenrosen, Flavio I.; Análisis sobre la denominada Acción del Consumidor; 1/10/10, elDial.com, DC146A.
La Ley 26.361 incorporó a la LDC institutos inéditos para nuestro ordenamiento
jurídico; entre ellos, los daños punitivos. Dispone el art. 52 bis LDC que “Al proveedor que
no cumpla sus obligaciones legales o contractuales con el consumidor, a instancia del
damnificado, el juez podrá aplicar una multa civil a favor del consumidor, la que se graduará
en función de la gravedad del hecho y demás circunstancias del caso, independientemente de
otras indemnizaciones que correspondan. Cuando más de un proveedor sea responsable del
incumplimiento responderán todos solidariamente ante el consumidor, sin perjuicio de las
acciones de regreso que les correspondan. La multa civil que se imponga no podrá superar el
máximo de la sanción de multa prevista en el artículo 47, inciso b) de esta ley” (El monto de
la sanción punitiva tiene un tope de cinco millones de pesos).
Para Celayez, partiendo del conocimiento que sobre el instituto tiene el derecho ingles y
americano, esta multa civil “consiste en determinadas sumas de dinero que se condena a pagar
por parte de los jueces, a un sujeto que ha incurrido en una grave conducta y se tornan
procedentes básicamente en casos de particular gravedad, que denotan –por parte del dañadoruna gran indiferencia o menosprecio por los derechos ajenos, priorizando netamente aspectos
económicos”. Advierte la autora que “si bien el sentido ontológico de la multa civil es
sancionatorio, tal como se presenta en la ley, corresponde atribuir a su misma existencia una
función preventiva, que consiste en desalentar la ejemplaridad de la conducta reprochada
(prevención general) y disuadir al agente de incurrir en la misma conducta (prevención
especial)”. Por su lado Kemelmajer de Carlucci, expresa que “los punitive damages se
conceden para sancionar al demandado (el sujeto dañador) por haber cometido un hecho
particularmente grave y reprobable con el fin de disuadir o desanimar a acciones del mismo
tipo”.65
Sostiene Shina que los daños punitivos consisten “en un plus indemnizatorio que se
impone al agente dañador, a favor del damnificado. La finalidad que tienen los DP no es
solamente indemnizatoria, sino que procuran disuadir al dañador evitando la repetición de
conductas similares. Es decir, los DP cumplen un doble propósito: uno, de carácter netamente
individual, al reparar la violación de un derecho subjetivo; el otro social, al intentar que la
ocurrencia de daños disminuya y no se repita. La desvinculación del daño de la multa
impuesta es la clave para entender el funcionamiento de los DP. Esta duplicidad entre el daño
sufrido y la pena impuesta permite que el Derecho intervenga sobre la conducta del sujeto
dañador para prevenir la ocurrencia de daños. El monto elevado de la penalidad busca
65
Celayez, Nancy; “Daño punitivo: conveniencia de su aplicación”. elDial.com - DC14E7.
disuadir al sujeto, evitando que emprenda conductas ilícitas por temor a una multa que sea
mucho más elevada que el valor económico del daño que ha ocasionado. La finalidad
preventiva de los DP es más importante que la referida a la reparación concreta del daño”.
Sabido es que las indemnizaciones tradicionales compensan a la víctima de un daño y
procuran reponer exactamente lo que perdió a causa del mismo. “Pero si se admite que el
daño desaparece por efecto de su reparación, también se anula la idea de víctima luego de ser
compensada, y la de dañador luego de remediar el daño”. Esta lógica, según Shina, “induce a
reflexionar que un daño causado deliberadamente es aceptable si luego es reparado. Sin
embargo, esta idea se apoya en un pragmatismo economicista antagónico con la ética. Si se
aprueba la idea de que la reparación de los daños vuelve las cosas al estado anterior al
perjuicio, el ‘daño reparado’ equivale al ‘no daño’. Entonces, ¿por qué no permitir la
ocurrencia de todo daño que luego pueda ser compensado?”, reflexionando así que “Si se
acepta que una indemnización es capaz volver las cosas al estado anterior al suceso dañoso,
no existiría el concepto de daño, ni el de víctima, ni el de agente dañador. Los DP, en su
formulación teórica, cumplen objetivos más ambiciosos en términos filosóficos; pues al
tiempo que reparan un daño concreto, tienen un efecto disuasivo sobre el agente dañador,
evitando que repita en el futuro la conducta reprochable”. Recapitulando en torno a los DP,
Shina concluye que “a) En principio la mayor parte de la doctrina coincide en que los DP son
una multa de carácter civil; b) La finalidad de los DP es disuasoria y preventiva, y tienen una
naturaleza jurídica doble: reparan a la víctima del suceso ilícito y previenen la repetición de
las conductas ilícitas; c) Los DP castigan conductas indeseables; y su cuantía no debe,
necesariamente, guardar una relación de proporciones con el daño padecido por el consumidor
afectado. Tasar con prudencia y ajustado criterio las sumas dinerarias contenidas en las
sentencias es una tarea fundamental que les corresponde a los jueces. Si los magistrados no
ponderan adecuadamente los montos de sus veredictos pueden ocurrir dos situaciones
igualmente graves: 1) que la pena sea exigua, privando de esta forma que los DP cumplan su
finalidad disuasoria; 2) que la sanción sea excesiva, determinando la quiebra de una
compañía; d) En los últimos años, la Corte Suprema de Estados Unidos fue reduciendo los
montos de su aplicación; e) En la Argentina aún no hay una jurisprudencia consolidada que
permita sacar conclusiones firmes acerca de su aplicación ni de los criterios que los jueces
utilizarán para cuantificarlos; f) Para lograr una mejor cuantificación de los DP es necesario
realizar proyecciones económicas que permitan demostrar la tasa de rentabilidad que
usualmente se sigue de una infracción menor que se repite muchas veces. También se debe
hacer una evaluación de la probabilidad estadística de ocurrencia de un daño; g) Es necesario
prestar atención a los aspectos constitucionales derivados de la aplicación de DP; h) La
prudente aplicación de los DP no constituye un enriquecimiento sin causa del sujeto que con
ellos se beneficia. El lucro de la víctima, en todo caso, puede asignarse a que su acción
individual beneficia a otros consumidores; i) La aplicación de los DP puede incentivar la
promoción de juicios; pero también estimula a los consumidores a que ejerzan un control más
severo sobre los proveedores de bienes y servicios, y desalienta a estos a reiterar conductas
semejantes; j) El artículo 52 bis LDC establece una nueva penalidad civil; por tanto, su
aplicación no es retroactiva a los hechos ocurridos con anterioridad a la sanción de la Ley
26.361”.66
Instancia de conciliación obligatoria previa al reclamo judicial (COPREC). Destacamos que
mediante Ley 26.993 (B.O. 19/09/14), se creó el Servicio de Conciliación Previa en las
Relaciones de Consumo (COPREC) que funcionará en el ámbito de la autoridad de
aplicación, y que actuará a nivel nacional mediante su sede en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y en las dependencias, delegaciones u oficinas fijas o móviles que se
establezcan en el resto del país. El COPREC intervendrá en los reclamos de derechos
individuales de consumidores o usuarios, regidas por la LDC y sus modificatorias, que versen
sobre conflictos en las relaciones de consumo, cuyo monto no exceda de un valor equivalente
al de 55 Salarios Mínimos, Vitales y Móviles. La intervención del COPREC tendrá carácter
previo y obligatorio al reclamo ante la Auditoría en las Relaciones de Consumo o, en su caso,
a la demanda ante la Justicia Nacional en las Relaciones de Consumo de conformidad con lo
establecido en dicha ley. En los supuestos de relaciones de consumo reguladas por otras
normas, el consumidor o usuario podrá presentar su reclamo indistintamente ante el COPREC
o ante la autoridad instituida por la legislación específica.
El consumidor o usuario deberá formalizar el reclamo ante el COPREC consignando
sintéticamente su petición en el formulario que la reglamentación apruebe. Asimismo la
mencionada reglamentación establecerá los medios informáticos o electrónicos mediante los
cuales el consumidor o usuario podrá también dirigir el reclamo ante aquél. La autoridad a
cargo del COPREC evaluará si el reclamo cumple con los requisitos de admisibilidad que
establezca la reglamentación. La interposición del reclamo interrumpirá la prescripción de las
acciones judiciales y las administrativas, y de las sanciones emergentes de la ley 24.240 y sus
modificatorias, cuya aplicación corresponda en virtud de los hechos que sean objeto del
reclamo. El consumidor o usuario no podrá iniciar un nuevo reclamo cuyo objeto sea idéntico
66
Shina, Fernando; “Los Daños Punitivos en el Derecho Argentino. Experiencia en el Derecho comparado”.
elDial.com - DC1537.
al de otro reclamo que haya iniciado con anterioridad y que se encuentre pendiente de
resolución ante el COPREC, o que haya concluido con o sin acuerdo, o por incomparecencia
injustificada del proveedor o prestador. El procedimiento de conciliación tendrá un plazo de
duración máximo de 30 días prorrogables por otros 15 días, a requerimiento de las partes por
ante el conciliador.
Admitido el reclamo por el COPREC, se nombrará un conciliador cuya designación
podrá realizarse: a) Por sorteo que efectuará el COPREC de entre los inscriptos en el Registro
Nacional de Conciliadores en las Relaciones de Consumo. En este caso el procedimiento ante
el COPREC será gratuito para el consumidor o usuario; b) Por acuerdo de partes mediante
convenio escrito, en el cual se elija entre aquellos conciliadores inscriptos y habilitados en
dicho Registro; c) Por propuesta del consumidor o usuario al proveedor o prestador, a fin de
que éste seleccione un conciliador de consumo inscripto en el referido Registro. El sorteo
previsto en el primer caso deberá efectuarse dentro de los 3 días de la presentación del
reclamo.
El conciliador designado citará a audiencia al consumidor o usuario y al proveedor o
prestador, la que deberá celebrarse dentro de los 10 días de la fecha de su designación. Las
partes deberán concurrir a las audiencias en forma personal. Las personas jurídicas deberán
serán representadas por sus representantes legales o apoderados con facultades suficientes
para acordar transacciones. Excepcionalmente, se admitirá la representación de las personas
físicas que se hallaren impedidas de asistir a la audiencia. Si en ausencia de la persona física
afectada por el impedimento se arribare a un acuerdo conciliatorio, será imprescindible la
ratificación personal de aquélla ante el Conciliador previamente al trámite de homologación.
En caso contrario, se considerará fracasado el procedimiento y el Conciliador extenderá un
acta en la que hará constar su resultado. Las audiencias serán confidenciales salvo acuerdo de
partes en contrario. El proveedor o prestador debidamente citado que no compareciera a una
audiencia, y no justificara su inasistencia ante el Conciliador, importará dar por concluida la
conciliación y el Conciliador dispondrá la aplicación de una multa equivalente un (1) Salario
Mínimo, Vital y Móvil. Se destinará al consumidor o usuario un importe equivalente a la
tercera parte de la multa percibida, siempre que tal importe no supere el valor de su reclamo.
El saldo restante será destinado al Fondo de Financiamiento del sistema COPREC. Si la
incomparecencia fuera justificada, el Conciliador convocará a una nueva audiencia dentro de
los 10 días de la fecha de tal justificación. Si el proveedor o prestador no compareciere a la
segunda audiencia, se dará por concluida la conciliación y se aplicará, de corresponder, la
multa antes referida. Si la incomparecencia injustificada fuera del consumidor o usuario
debidamente notificado, el Conciliador dará por concluido el trámite conciliatorio. En tal
caso, el consumidor o usuario podrá iniciar nuevamente su trámite de reclamo ante el
COPREC.
Si se arribare a un acuerdo, se lo someterá a la homologación de la autoridad de
aplicación en un plazo de 5 días, la que la otorgará siempre que entienda que el acuerdo
implica una justa composición del derecho y los intereses de las partes. Será requisito
indispensable para homologar el acuerdo, que el mismo establezca un plazo para su
cumplimiento. La autoridad de aplicación emitirá resolución fundada mediante la cual
homologará o rechazará el acuerdo conciliatorio, dentro del plazo de 3 días de su elevación. Si
el acuerdo fuera homologado, le será comunicado al Conciliador y a las partes por correo
electrónico o, en su defecto, al domicilio constituido. Los acuerdos celebrados en el COPREC
y homologados por la autoridad de aplicación serán ejecutables ante la Justicia Nacional en
las Relaciones de Consumo, conforme al art. 500, inciso 1, del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación. Ante el incumplimiento de un acuerdo celebrado en el COPREC y
homologado por la autoridad de aplicación, serán aplicables al proveedor o prestador
incumplidor las disposiciones establecidas por los arts. 46 y 47 de la ley 24.240 y sus
modificatorias (régimen de sanciones).
Si el proceso de conciliación concluyera sin acuerdo de partes, el Conciliador labrará un
acta que deberá suscribir junto a todos los comparecientes, en la que se hará constar el
resultado del procedimiento, y de la que deberá remitir una copia a la autoridad de aplicación.
El consumidor o usuario quedará entonces habilitado para reclamar ante la Auditoría en las
Relaciones de Consumo o, en su caso, demandar ante la Justicia Nacional en las Relaciones
de Consumo, de acuerdo con lo establecido en los Títulos II y III de la Ley 26.993,
respectivamente, o ante la jurisdicción con competencia específica que establezca la ley.
La Auditoría en las Relaciones de Consumo creada por la misma norma tendrá asiento
en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en las dependencias, delegaciones u oficinas fijas
o móviles que se establezcan en el resto del país. Será ejercida por los Auditores en las
Relaciones de Consumo, los cuales se constituirán como autoridad independiente, con
carácter de instancia administrativa, respecto de las controversias suscitadas entre
consumidores o usuarios y proveedores o prestadores. Entenderá en las controversias que
versen sobre la responsabilidad por los daños regulados en el Capítulo X del Título I de la ley
24.240 (“responsabilidad por daños”, arts. 40 y 40 bis LDC) promovidas por los
consumidores o usuarios, hasta la suma equivalente al valor de 15 Salarios Mínimos, Vitales y
Móviles.
El procedimiento se iniciará mediante reclamo formulado por el consumidor o usuario,
una vez cumplido el requisito obligatorio de la conciliación previa ante el COPREC concluida
sin acuerdo o por incomparecencia del proveedor o prestador requerido, en el que ofrecerá las
pruebas de las que intente valerse. Dentro de los 3 días de recibido el reclamo, se citará al
consumidor o usuario y al proveedor o prestador para que comparezcan a la audiencia que fije
el Auditor en las Relaciones de Consumo. En dicha audiencia, el proveedor o prestador
formulará su defensa y ofrecerá la prueba de que intente valerse para ser producida en ese
acto. La audiencia será pública, el procedimiento oral y deberá dejarse constancia de la misma
mediante grabación fílmica, de la cual podrán obtener copia las partes; se celebrará con la
presencia personal del Auditor en las Relaciones de Consumo, bajo sanción de nulidad. El
Auditor en las Relaciones de Consumo dictará resolución definitiva en el mismo acto de la
audiencia. En caso de no ser ello posible, deberá hacerlo dentro del plazo de 5 días contados
desde la fecha de la audiencia o de la producción de la prueba que estuviera pendiente.
La resolución dictada por el Auditor en las Relaciones de Consumo podrá ser
impugnada por medio de recurso judicial directo ante la Cámara Nacional de Apelaciones en
las Relaciones de Consumo o ante la Cámara de Apelaciones correspondiente.
Finalmente la Ley 26.993 establece la creación de la Justicia Nacional en las Relaciones
de Consumo. En el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se ejercerá por ocho
Juzgados Nacionales de Primera Instancia en las Relaciones de Consumo y una Cámara
Nacional de Apelaciones en las Relaciones de Consumo que contará con dos Salas. La
Justicia Nacional en las Relaciones de Consumo será competente en las causas referidas a
relaciones de consumo regidas por la ley 24.240, sus modificatorias y toda otra normativa que
regule relaciones de consumo y no establezca una jurisdicción con competencia específica, en
aquellas causas en las cuales el monto de la demanda, al tiempo de incoar la acción, no supere
el valor equivalente a cincuenta y cinco (55) Salarios Mínimos, Vitales y Móviles (art. 42). La
Cámara Nacional de Apelaciones en las Relaciones de Consumo actuará: a) Como Tribunal
de Alzada de los Juzgados Nacionales de Primera Instancia en las Relaciones de Consumo; b)
Como Tribunal competente en el recurso directo contra las resoluciones dictadas por el
Auditor en las Relaciones de Consumo (art. 39 ley 26.993); c) Como instancia judicial
revisora de las sanciones administrativas aplicadas en el marco de las leyes 22.802, 24.240 y
25.156, y sus respectivas modificatorias, o las que en el futuro las sustituyan. A tal efecto, no
se encontrará limitada por el monto establecido en el artículo 42 de la presente ley. En el resto
del país, para los casos previstos en los incisos b) y c) precedentes, la función será ejercida
por las Cámaras de Apelaciones que correspondan.
Condiciones de la oferta y venta de bienes y servicios (Cap. III LDC).
Oferta. La oferta dirigida a consumidores potenciales indeterminados, obliga a quien la emite
durante el tiempo en que se realice, debiendo contener la fecha precisa de comienzo y de
finalización, así como también sus modalidades, condiciones o limitaciones. La revocación de
la oferta hecha pública solo es eficaz una vez que haya sido difundida por medios similares a
los empleados para hacerla conocer. La no efectivización de la oferta será considerada
negativa o restricción injustificada de venta, pasible de las sanciones que prevé el art. 47 de la
LDC.
Efectos de la Publicidad. Las precisiones formuladas en la publicidad o en anuncios,
prospectos, circulares u otros medios de difusión se tienen por incluidas en el contrato con el
consumidor y obligan al oferente. En los casos en que las ofertas de bienes y servicios se
realicen mediante el sistema de compras telefónicas, por catálogos o por correos, publicados
por cualquier medio de comunicación, deberá figurar el nombre, domicilio y número de CUIT
del oferente (art. 8 LDC, texto según punto 3.2 del Anexo II, Ley 26.994).
Cosas Deficientes Usadas o Reconstituidas. Cuando se ofrezcan en forma pública a
consumidores potenciales indeterminados cosas que presenten alguna deficiencia, que sean
usadas o reconstituidas debe indicarse las circunstancias en forma precisa y notoria (art. 9).
Contenido del documento de venta. Asimismo, en el documento que se extienda por la venta
de cosas muebles o inmuebles, sin perjuicio de la información exigida por otras leyes o
normas, deberá constar: a) La descripción y especificación del bien; b) Nombre y domicilio
del vendedor; c) Nombre y domicilio del fabricante, distribuidor o importador cuando
correspondiere; d) La mención de las características de la garantía conforme a lo establecido
en esta ley; e) Plazos y condiciones de entrega; f) El precio y condiciones de pago; g) Los
costos adicionales, especificando precio final a pagar por el adquirente.
La redacción debe ser hecha en idioma castellano, en forma completa, clara y fácilmente
legible, sin reenvíos a textos o documentos que no se entreguen previa o simultáneamente.
Cuando se incluyan cláusulas adicionales a las aquí indicadas o exigibles en virtud de lo
previsto en esta ley, aquellas deberán ser escritas en letra destacada y suscritas por ambas
partes. Deben redactarse tantos ejemplares como partes integren la relación contractual y
suscribirse a un solo efecto. Un ejemplar original debe ser entregado al consumidor (art. 10
LDC).
Incumplimiento de la obligación. El incumplimiento de la oferta o del contrato por el
proveedor, salvo caso fortuito o fuerza mayor, faculta al consumidor, a su libre elección a: a)
Exigir el cumplimiento forzado de la obligación, siempre que ello fuera posible; b) Aceptar
otro producto o prestación de servicio equivalente; c) Rescindir el contrato con derecho a la
restitución de lo pagado, sin perjuicio de los efectos producidos, considerando la integridad
del contrato. Todo ello sin perjuicio de las acciones de daños y perjuicios que correspondan
(art. 10 bis LDC).
Modos de Rescisión. Cuando la contratación de un servicio, incluidos los servicios públicos
domiciliarios, haya sido realizada en forma telefónica, electrónica o similar, podrá ser
rescindida a elección del consumidor o usuario mediante el mismo medio utilizado en la
contratación. La empresa receptora del pedido de rescisión del servicio deberá enviar sin
cargo al domicilio del consumidor o usuario una constancia fehaciente dentro de las 72 horas
posteriores a la recepción del pedido de rescisión. Esta disposición debe ser publicada en la
factura o documento equivalente que la empresa enviare regularmente al domicilio del
consumidor o usuario (art. 10 ter LDC).
En estos casos queda prohibido “el cobro de preaviso, mes adelantado y/o cualquier otro
concepto, por parte de los prestadores de servicios, incluidos los servicios públicos
domiciliarios, en los casos de solicitud de baja del mismo realizado por el consumidor
ya
sea
en
forma
personal, telefónica, electrónica o similar” (art. 10 quáter LDC,
incorporado por Ley 27.265, BO 17/08/16).
Productos elaborados. Cosas muebles no consumibles. Garantías.
El Capítulo IV de la LDC se refiere a las cosas muebles no consumibles y reglamenta el
funcionamiento de las garantías por productos elaborados (arts. 11 a 18, LDC).
Garantías. Cuando se comercialicen cosas muebles no consumibles (art. 231 CCyCN), el
consumidor y los sucesivos adquirentes gozarán de garantía legal por los defectos o vicios de
cualquier índole, aunque hayan sido ostensibles o manifiestos al tiempo del contrato, cuando
afecten la identidad entre lo ofrecido y lo entregado, o su correcto funcionamiento. La
garantía legal tendrá vigencia por tres (3) meses cuando se trate de bienes muebles usados y
por seis (6) meses en los demás casos a partir de la entrega, pudiendo las partes convenir un
plazo mayor. En caso de que la cosa deba trasladarse a fábrica o taller habilitado el transporte
será realizado por el responsable de la garantía, y serán a su cargo los gastos de flete y seguros
y cualquier otro que deba realizarse para la ejecución del mismo.
Servicio Técnico. Los fabricantes, importadores y vendedores de las cosas muebles no
consumibles deben asegurar un servicio técnico adecuado y el suministro de partes y
repuestos.
Responsabilidad solidaria. Son solidariamente responsables del otorgamiento y cumplimiento
de la garantía legal, los productores, importadores, distribuidores y vendedores de las cosas
muebles no consumibles.
Certificado de Garantía. El certificado de garantía deberá constar por escrito en idioma
nacional, con redacción de fácil comprensión en letra legible, y contendrá como mínimo: a)
La identificación del vendedor, fabricante, importador o distribuidor; b) La identificación de
la cosa con las especificaciones técnicas necesarias para su correcta individualización; c) Las
condiciones de uso, instalación y mantenimiento necesarias para su funcionamiento; d) Las
condiciones de validez de la garantía y su plazo de extensión; e) Las condiciones de
reparación de la cosa con especificación del lugar donde se hará efectiva. En caso de ser
necesaria la notificación al fabricante o importador de la entrada en vigencia de la garantía,
dicho acto estará a cargo del vendedor. La falta de notificación no libera al fabricante o
importador de la responsabilidad solidaria establecida en la ley. Cualquier cláusula cuya
redacción o interpretación contraríen estas normas es nula y se tendrá por no escrita.
Constancia de Reparación. Cuando la cosa hubiese sido reparada bajo los términos de una
garantía legal, el garante estará obligado a entregar al consumidor una constancia de
reparación en donde se indique: a) La naturaleza de la reparación; b) Las piezas reemplazadas
o reparadas; c) La fecha en que el consumidor le hizo entrega de la cosa; d) La fecha de
devolución de la cosa al consumidor. El tiempo durante el cual el consumidor está privado del
uso de la cosa en garantía, por cualquier causa relacionada con su reparación, debe
computarse como prolongación del plazo de garantía legal.
Reparación no Satisfactoria. En los supuestos en que la reparación efectuada no resulte
satisfactoria por no reunir la cosa reparada, las condiciones óptimas para cumplir con el uso al
que está destinada, el consumidor puede: a) Pedir la sustitución de la cosa adquirida por otra
de idénticas características. En tal caso el plazo de la garantía legal se computa a partir de la
fecha de la entrega de la nueva cosa; b) Devolver la cosa en el estado en que se encuentre a
cambio de recibir el importe equivalente a las sumas pagadas, conforme el precio actual en
plaza de la cosa, al momento de abonarse dicha suma o parte proporcional, si hubiere
efectuado pagos parciales; c) Obtener una quita proporcional del precio. En todos los casos, la
opción por parte del consumidor no impide la reclamación de los eventuales daños y
perjuicios que pudieren corresponder.
Vicios Redhibitorios. La aplicación de las disposiciones precedentes, no obsta a la
subsistencia de la garantía legal por vicios redhibitorios. En caso de vicio redhibitorio: a) A
instancia del consumidor se aplicará de pleno derecho el art. 1051 C.C.; b) El artículo 1053
inc. a) del Código Civil no podrá ser opuesto al consumidor. El reclamo por vicios
redhibitorios en el Código Civil tiene una prescripción de un (1) año (art.2564).
Prestación de los servicios. Los sujetos prestadores de los servicios en general están
comprendidos en el Capítulo V de la LDC (arts. 19 a 24).
Modalidades de Prestación. Quienes presten servicios de cualquier naturaleza están obligados
a respetar los términos, plazos, condiciones, modalidades, reservas y demás circunstancias
conforme a las cuales hayan sido ofrecidos, publicitados o convenidos.
Materiales a Utilizar en la Reparación. En los contratos de prestación de servicios cuyo objeto
sea la reparación, mantenimiento, acondicionamiento, limpieza o cualquier otro similar, se
entiende implícita la obligación a cargo del prestador del servicio de emplear materiales o
productos nuevos o adecuados a la cosa de que se trate, salvo pacto escrito en contrario.
Presupuesto. En los supuestos precedentemente mencionados, el prestador del servicio debe
extender un presupuesto que contenga como mínimo los siguientes datos: a) Nombre,
domicilio y otros datos de identificación del prestador del servicio; b) La descripción del
trabajo a realizar; c) Una descripción detallada de los materiales a emplear; d) Los precios de
éstos y la mano de obra; e) El tiempo en que se realizará el trabajo; f) Si otorga o no garantía
y en su caso, el alcance y duración de ésta; g) El plazo para la aceptación del presupuesto; h)
Los números de inscripción en la Dirección General Impositiva y en el Sistema Previsional.
Supuestos no Incluidos en el Presupuesto. Todo servicio, tarea o empleo, material o costo
adicional, que se evidencie como necesario durante la prestación del servicio y que por su
naturaleza o características no pudo ser incluido en el presupuesto original, deberá ser
comunicado al consumidor antes de su realización o utilización. Queda exceptuado de esta
obligación el prestador del servicio que, por la naturaleza del mismo, no pueda interrumpirlo
sin afectar su calidad o sin daño para las cosas del consumidor.
Deficiencias en la Prestación del Servicio. Salvo previsión expresa y por escrito en contrario,
si dentro de los treinta (30) días siguientes a la fecha en que concluyó el servicio se
evidenciaren deficiencias o defectos en el trabajo realizado, el prestador del servicio estará
obligado a corregir todas las deficiencias o defectos o a reformar o a reemplazar los materiales
y productos utilizados sin costo adicional de ningún tipo para el consumidor.
Garantía. La garantía sobre un contrato de prestación de servicios deberá documentarse por
escrito haciendo constar: a) La correcta individualización del trabajo realizado; b) El tiempo
de vigencia de la garantía, la fecha de iniciación de dicho período y las condiciones de validez
de la misma; c) La correcta individualización de la persona, empresa o entidad que la hará
efectiva.
Usuarios de servicios públicos domiciliarios. El Capítulo VI de la LDC establece el régimen
específico aplicable a los usuarios de servicios públicos domiciliarios (arts. 25 a 31, LDC).
Constancia escrita. Información al usuario. Las empresas prestadoras de servicios públicos a
domicilio deben entregar al usuario constancia escrita de las condiciones de la prestación y de
los derechos y obligaciones de ambas partes contratantes. Sin perjuicio de ello, deben
mantener tal información a disposición de los usuarios en todas las oficinas de atención al
público. Asimismo deberán colocar en toda facturación que se extienda al usuario y en las
oficinas de atención al público carteles con la leyenda: “Usted tiene derecho a reclamar una
indemnización si le facturamos sumas o conceptos indebidos o reclamamos el pago de
facturas ya abonadas, Ley Nº 24.240”.
Los servicios públicos domiciliarios con legislación específica y cuya actuación sea
controlada por los organismos que ella contempla serán regidos por esas normas y por la
presente ley. En caso de duda sobre la normativa aplicable, resultará la más favorable para el
consumidor. Los usuarios de los servicios podrán presentar sus reclamos ante la autoridad
instituida por legislación específica (por ej., entes reguladores de servicios públicos) o ante la
autoridad de aplicación de la LDC (art. 25).
Reciprocidad en el Trato. Las empresas servicios públicos domiciliarios con legislación
específica deben otorgar a los usuarios reciprocidad de trato, aplicando para los reintegros o
devoluciones los mismos criterios que establezcan para los cargos por mora.
Registro de reclamos. Atención personalizada. Las empresas prestadoras deben habilitar un
registro de reclamos donde quedarán asentadas las presentaciones de los usuarios. Los
mismos podrán efectuarse por nota, teléfono, fax, correo o correo electrónico, o por otro
medio disponible, debiendo extenderse constancia con la identificación del reclamo. Dichos
reclamos deben ser satisfechos en plazos perentorios, conforme la reglamentación de la
presente ley. Las empresas prestadoras de servicios públicos deberán garantizar la atención
personalizada a los usuarios.
Seguridad de las Instalaciones. Información. Los usuarios de servicios públicos que se prestan
a domicilio y requieren instalaciones específicas, deben ser convenientemente informados
sobre las condiciones de seguridad de las instalaciones y de los artefactos.
Instrumentos y Unidades de Medición. La autoridad competente queda facultada para
intervenir en la verificación del buen funcionamiento de los instrumentos y unidades de
medición de energía, combustibles, comunicaciones, agua potable o cualquier otro similar,
cuando existan dudas sobre las lecturas efectuadas por las empresas prestadoras de los
respectivos servicios. Tanto los instrumentos como las unidades de medición, deberán ser los
reconocidos y legalmente autorizados. Las empresas prestatarias garantizarán a los usuarios el
control individual de los consumos. Las facturas deberán ser entregadas al usuario con no
menos de diez (10) días de anticipación a la fecha de su vencimiento.
Interrupción de la Prestación del Servicio. Cuando la prestación del servicio público
domiciliario se interrumpa o sufra alteraciones, se presume que es por causa imputable a la
empresa prestadora. Efectuado el reclamo por el usuario, la empresa dispone de un plazo
máximo de treinta (30) días para demostrar que la interrupción o alteración no le es
imputable. En caso contrario, la empresa deberá reintegrar el importe total del servicio no
prestado dentro del plazo establecido precedentemente. Esta disposición no es aplicable
cuando el valor del servicio no prestado sea deducido de la factura correspondiente. El usuario
puede interponer el reclamo desde la interrupción o alteración del servicio y hasta los quince
(15) días posteriores al vencimiento de la factura.
Las constancias que las empresas prestatarias de servicios públicos entreguen a sus
usuarios para el cobro de los servicios prestados, deberán expresar si existen períodos u otras
deudas pendientes, en su caso fechas, concepto e intereses si correspondiera, todo ello escrito
en forma clara y con caracteres destacados. En caso que no existan deudas pendientes se
expresará: “no existen deudas pendientes”. La falta de esta manifestación hace presumir que
el usuario se encuentra al día con sus pagos y que no mantiene deudas con la prestataria. En
caso que existan deudas y a los efectos del pago, los conceptos reclamados deben facturarse
por documento separado, con el detalle antes consignado (art. 30 bis).
Variaciones en el consumo. Cuando una empresa de servicio público domiciliario con
variaciones regulares estacionales facture en un período consumos que exceden en un setenta
y cinco por ciento (75%) el promedio de los consumos correspondientes al mismo período de
los dos (2) años anteriores se presume que existe error en la facturación. Para el caso de
servicios de consumos no estacionales se tomará en cuenta el consumo promedio de los
últimos doce (12) meses anteriores a la facturación. En ambos casos, el usuario abonará
únicamente el valor de dicho consumo promedio (art. 31).
Venta domiciliaria, por correspondencia y otras (Cap. VII LDC).
Venta domiciliaria: es la oferta o propuesta de venta de un bien o prestación de un servicio
efectuada al consumidor fuera del establecimiento del proveedor. También se entenderá
comprendida dentro de la venta domiciliaria o directa aquella contratación que resulte de una
convocatoria al consumidor o usuario al establecimiento del proveedor o a otro sitio, cuando
el objetivo de dicha convocatoria sea total o parcialmente distinto al de la contratación, o se
trate de un premio u obsequio.
El contrato debe ser instrumentado por escrito y con las precisiones establecidas en los
artículos 10 y 34 de la LDC. Lo dispuesto precedentemente no es aplicable a la compraventa
de bienes perecederos recibidos por el consumidor y abonados al contado.
Venta por correspondencia y otras: es aquella en que la propuesta se efectúa por medio postal,
telecomunicaciones, electrónico o similar y la respuesta a la misma se realiza por iguales
medios. No se permitirá la publicación del número postal como domicilio.
Revocación de aceptación. En los casos anteriores, el consumidor tiene derecho a revocar la
aceptación durante el plazo de diez (10) días corridos contados a partir de la fecha en que se
entregue el bien o se celebre el contrato, lo último que ocurra, sin responsabilidad alguna.
Esta facultad no puede ser dispensada ni renunciada. El vendedor debe informar por escrito al
consumidor de esta facultad de revocación en todo documento que con motivo de venta le sea
presentado al consumidor. Tal información debe ser incluida en forma clara y notoria. El
consumidor debe poner el bien a disposición del vendedor y los gastos de devolución son por
cuenta de este último (art. 34 LDC).
Prohibición de la oferta sin requerimiento previo. Queda prohibida la realización de propuesta
al consumidor, por cualquier tipo de medio, sobre una cosa o servicio que no haya sido
requerido previamente y que genere un cargo automático en cualquier sistema de débito, que
obligue al consumidor a manifestarse por la negativa para que dicho cargo no se efectivice. Si
con la oferta se envió una cosa, el receptor no está obligado a conservarla ni a restituirla al
remitente aunque la restitución pueda ser realizada libre de gastos (art. 35 LDC).
Términos abusivos y cláusulas ineficaces.
Interpretación. Conforme al art. 37 LDC, y sin perjuicio de la validez del contrato, se tendrán
por no convenidas: a) Las cláusulas que desnaturalicen las obligaciones o limiten la
responsabilidad por daños; b) Las cláusulas que importen renuncia o restricción de los
derechos del consumidor o amplíen los derechos de la otra parte; c) Las cláusulas que
contengan cualquier precepto que imponga la inversión de la carga de la prueba en perjuicio
del consumidor.
La interpretación del contrato se hará en el sentido más favorable para el consumidor.
Cuando existan dudas sobre los alcances de su obligación, se estará a la que sea menos
gravosa. En caso en que el oferente viole el deber de buena fe en la etapa previa a la
conclusión del contrato o en su celebración o transgreda el deber de información o la
legislación de defensa de la competencia o de lealtad comercial, el consumidor tendrá derecho
a demandar la nulidad del contrato o la de una o más cláusulas. Cuando el juez declare la
nulidad parcial, simultáneamente integrará el contrato, si ello fuera necesario.
Contratos de “adhesión” o en “formularios”. El art. 38 LDC se refiere a los contratos con
cláusulas predispuestas, y faculta a la autoridad de aplicación a vigilar que los contratos de
adhesión o similares no contengan cláusulas como las previstas en el art. 37. La misma
atribución se ejercerá respecto de las cláusulas uniformes, generales o estandarizadas de los
contratos hechos en formularios, reproducidos en serie y en general, cuando dichas cláusulas
hayan sido redactadas unilateralmente por el proveedor de la cosa o servicio, sin que la
contraparte tuviere posibilidades de discutir su contenido. Esta norma, en su nueva redacción,
dispone además que “Todas las personas físicas o jurídicas, de naturaleza pública y
privada, que presten servicios o comercialicen bienes a consumidores o usuarios mediante
la celebración de contratos de adhesión, deben publicar en su sitio web un ejemplar del
modelo de contrato a suscribir. Asimismo deben entregar sin cargo y con antelación a la
contratación, en sus locales comerciales, un ejemplar del modelo del contrato a suscribir a
todo consumidor o usuario que así lo solicite. En dichos locales se exhibirá un cartel en lugar
visible con la siguiente leyenda: “Se encuentra a su disposición un ejemplar del modelo de
contrato que propone la empresa a suscribir al momento de la contratación” (art. 38 LDC,
texto según Ley 27.266, B.O. 17/08/16).
Son aplicables a las relaciones y contratos de consumo las reglas previstas en los arts.
985, 986, 987 y 988 del CCyCN (contratos celebrados por adhesión a cláusulas generales
predispuestas), existan o no cláusulas generales predispuestas por una de las partes. Se
consideran cláusulas abusivas, debiendo tenerse por no escritas: a) las cláusulas que
desnaturalizan las obligaciones del predisponente; b) las que importan renuncia o restricción a
los derechos del adherente, o amplían derechos del predisponente que resultan de normas
supletorias; c) las que por su contenido, redacción o presentación, no son razonablemente
previsibles.
Responsabilidad por daños.
El art. 40 LDC establece la responsabilidad solidaria de los proveedores, al establecer
que si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del
servicio, responderán el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor,
el vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa o servicio. El transportista responderá
por los daños ocasionados a la cosa con motivo o en ocasión del servicio. La responsabilidad
es solidaria, sin perjuicio de las acciones de repetición que correspondan. Sólo se liberará total
o parcialmente quien demuestre que la causa del daño le ha sido ajena.
En cuanto a la responsabilidad del productor o fabricante, Farina considera que tanto en
el derecho comparado como en la doctrina y jurisprudencia nacionales, “se entiende por
responsabilidad del productor, fabricante, o elaborador no solo la de quien produce o fabrica,
sino la de toda persona física o jurídica, pública o privada, nacional o extranjera, que
desarrolla actividades de producción, montaje, creación, construcción, transformación,
clasificación, elaboración, envase, acondicionamiento, etc, de bienes o que presta cualquier
servicio”.67
Mac Donald destaca las diferentes visiones que se plantean en la doctrina nacional
respecto a si la responsabilidad del fabricante es contractual o extracontractual, citando a
Pinese y Corbalán que señalan “existen tres posturas que tratan de resolver la cuestión: la que
sostiene que la responsabilidad es extracontractual, pues el fabricante se sirve de las cosas
comercializándolas y obteniendo un beneficio; la de los que sitúan la responsabilidad en el
ámbito contractual, que encuentran diversos fundamentos para responsabilizar al fabricante, y
la tercera postura está representada por Farina para quien la respuesta adecuada a esta
cuestión se encuentra en la relación de consumo”, concluyendo en la plena recepción y
aplicación en el derecho argentino de la teoría del riesgo creado y la responsabilidad objetiva
en materia de daños y perjuicios en el consumidor.68
El art. 40 bis de la LDC, por su lado, instaura el denominado “daño directo”,
entendiéndose por tal “todo perjuicio o menoscabo al derecho del usuario o consumidor,
susceptible de apreciación pecuniaria, ocasionado de manera inmediata sobre sus bienes o
sobre su persona, como consecuencia de la acción u omisión del proveedor de bienes o del
prestador de servicios”. Su aplicación es facultad de la autoridad de aplicación la que podrá
determinar la existencia de daño directo al usuario o consumidor resultante de la infracción
del proveedor o del prestador de servicios y obligar a éste a resarcirlo, fijando las
indemnizaciones para reparar los daños materiales sufridos por el consumidor en los bienes
objeto de la relación de consumo. Esta facultad sancionatoria sólo puede ser ejercida por
organismos de la administración que reúnan los siguientes requisitos: a) la norma de creación
les haya concedido facultades para resolver conflictos entre particulares y la razonabilidad del
objetivo económico tenido en cuenta para otorgarles esa facultad es manifiesta; b) estén
dotados de especialización técnica, independencia e imparcialidad indubitadas; c) sus
decisiones estén sujetas a control judicial amplio y suficiente.
No obstante, este artículo no se aplica a las consecuencias de la violación de los
derechos personalísimos del consumidor, su integridad personal, su salud psicofísica, sus
afecciones espirituales legítimas, las que resultan de la interferencia en su proyecto de vida ni,
67
Farina, Juan M. Defensa del consumidor y del usuario. Buenos Aires, Editorial Astrea, 2004.
Mac Donald, Andrea F.; “La responsabilidad del fabricante en materia de consumo”. elDial.com, DC1536.
Cita a Pinese, Graciela y Corbalán, Pablo; “Ley de Defensa del Consumidor”. Cathedra Jurídica, 2009. La
referida tesis de la responsabilidad extracontractual se fundaba en el art. 1113, 2do. párr., del anterior Código
Civil.
68
en general, a las consecuencias no patrimoniales (texto según punto 3.3 del Anexo II de la
Ley 26.994).
En consecuencia, el daño directo ha quedado restringido al perjuicio o menoscabo
patrimonial causado a la persona del consumidor o usuario o en sus bienes, cuya cuantía es
dispuesta por la autoridad administrativa, al margen de la intervención judicial. Si bien ya no
rige el tope reparatorio de “cinco (5) canastas básicas total para el hogar 3, que publica el
INDEC” como lo disponía la Ley 26.361 al incorporar a la LDC el art. 40 bis, la cuantía del
daño directo deja fuera de consideración el resarcimiento de las consecuencias no
patrimoniales de la acción u omisión dañosa del proveedor de bienes o del prestador de
servicios.
Autoridad de aplicación.
Conforme al art. 41 LDC, la Secretaría de Comercio Interior dependiente del Ministerio
de Economía y Producción, será la autoridad nacional de aplicación de esta ley. La Ciudad
Autónoma de Buenos Aires y las provincias actuarán como autoridades locales de aplicación
ejerciendo el control, vigilancia y juzgamiento en el cumplimiento de esta ley y de sus normas
reglamentarias respecto de las presuntas infracciones cometidas en sus respectivas
jurisdicciones. La autoridad nacional de aplicación podrá actuar en forma concurrente con las
autoridades locales en el control y vigilancia del cumplimiento de la ley.
La Secretaría de Comercio Interior tiene como atribución mantener un registro nacional
de asociaciones de consumidores y usuarios, recibir y dar curso a las denuncias de los
consumidores o usuarios, disponer la realización de inspecciones vinculadas con la aplicación
de la ley, así como la celebración de audiencias con la participación de denunciantes
damnificados, presuntos infractores, testigos y peritos. En estos dos últimos casos la autoridad
de aplicación podrá solicitar el auxilio de la fuerza pública.
En caso de presuntas infracciones a las disposiciones normativas o reglamentarias de la
LDC, la autoridad nacional de aplicación iniciará actuaciones administrativas, y si en ellas
recayeran sanciones, estas únicamente serán impugnables mediante recurso directo ante la
Cámara Nacional de Apelaciones en las Relaciones de Consumo, o ante las Cámaras de
Apelaciones con asiento en las provincias, según corresponda.
Verificada la existencia de la infracción, quienes la hayan cometido serán pasibles de las
sanciones previstas en el artículo 47 LDC, a saber: a) Apercibimiento; b) Multa de hasta cinco
millones de pesos; c) Decomiso de las mercaderías y productos objeto de la infracción; d)
Clausura del establecimiento o suspensión del servicio por un plazo de hasta treinta (30) días;
e) Suspensión de hasta cinco (5) años en los registros de proveedores que posibilitan contratar
con el Estado; f) Pérdida de concesiones, privilegios, regímenes impositivos o crediticios
especiales de que gozare el infractor. En la aplicación y graduación de las sanciones, las que
se podrán imponer independiente o conjuntamente, se tendrá en cuenta el perjuicio resultante
de la infracción para el consumidor o usuario, la posición en el mercado del infractor, la
cuantía del beneficio obtenido, el grado de intencionalidad, la gravedad de los riesgos o de los
perjuicios sociales derivados de la infracción y su generalización, la reincidencia y las demás
circunstancias relevantes del hecho. Se considerará reincidente a quien, habiendo sido
sancionado por una infracción a esta ley, incurra en otra dentro del término de cinco (5) años
(art. 49 LDC).
Prescripción.
El art. 50 de la LDC dispone que las acciones judiciales, las administrativas y las
sanciones emergentes de la LDC “prescribirán en el término de tres (3) años. La prescripción
se interrumpirá por la comisión de nuevas infracciones o por el inicio de las actuaciones
administrativas o judiciales” (texto según punto 3.4 del Anexo II de la Ley 26.994).
En este sentido la Cámara Nacional Civil en pleno69 con fecha 12/03/12 resolvió como
doctrina obligatoria que resulta aplicable a las acciones de daños y perjuicios originadas en un
contrato de transporte terrestre de pasajeros el plazo de prescripción de tres años establecido
por el artículo 50 de la LDC modificada por la ley 26.361. Para así decidirlo, el voto
mayoritario dijo que no cabían dudas en la actualidad de que en las acciones de daños y
perjuicios originadas en el contrato de transporte terrestre de personas resultaba de aplicación
la ley 24.240, integrada con la obligación de seguridad legalmente asumida por el
transportador en virtud de lo dispuesto por el art. 184 del Código de Comercio entonces
vigente.
Desde tal perspectiva, la mayoría resolvió que ante la clara colisión del art. 855 del
Código de Comercio (que establecía la prescripción de un año para las acciones derivadas del
contrato de transporte de personas o cosas, en los transportes realizados en el interior de la
República) y del art. 50 de la ley 24.240 -según ley 26361- (que estableció el plazo de
prescripción de tres años para las acciones judiciales emergentes de la dicha ley) debía
prevalecer el plazo más favorable para el consumidor.
Esta doctrina puede resultar de mucha utilidad en la actualidad para el mantenimiento
del principio “in dubio pro consumidor”, teniendo en cuenta que el nuevo Código Civil y
Comercial de la Nación dispone en su art. 2562 inc. d) que prescribe a los dos (2) años el
69
CNCiv. en pleno, in re: “Sáez González, Julia del Carmen c/ Astrada, Armando Valentín y otros s/ daños y
perjuicios” (MJJ70925).
reclamo de los daños derivados del contrato de transporte de personas o cosas, más aun si se
atiende a que el art. 1094 del CCyCN establece expresamente que “Las normas que regulan
las relaciones de consumo deben ser aplicadas e interpretadas conforme con el principio de
protección del consumidor” y que “en caso de duda sobre la interpretación de este Código o
las leyes especiales, prevalece la más favorable al consumidor”.
IV. Bibliografía: Código Civil y Comercial de la Nación (Ley 26994 y modificatorias)
Disponible en: www.infoleg.gob.ar
V. Actividad pedagógica:
Cuestionario/guía de preguntas de la presente Clase/Unidad:
¿Qué es una persona jurídica?
¿Qué teorías explican su naturaleza jurídica?
¿Cuándo comienza la existencia de la persona jurídica?
¿Cómo se clasifican las personas jurídicas?
¿Qué diferencias sustanciales existen entre las personas jurídicas de carácter público y
privado?
¿Qué atributos poseen las personas jurídicas?
¿En qué consiste el principio de especialidad?
¿Cuál es la relación entre las personas jurídicas y los miembros que las componen?
¿En qué consiste la teoría de la penetración de la personalidad?
¿En qué consiste la doctrina de la inoponibilidad de la persona jurídica?
¿Cómo funcionan las personas jurídicas? ¿Cuáles son sus órganos internos?
¿Cómo se desenvuelven las personas jurídicas? ¿Quién ejerce su representación?
¿Qué previsiones y regulaciones debe tener el estatuto de una persona jurídica?
¿Qué responsabilidad civil poseen las personas jurídicas de carácter privado?
¿Tienen responsabilidad penal las personas jurídicas?
¿Cuándo finaliza la existencia de las personas jurídicas de carácter privado?
¿Cuáles son las causales de disolución de las personas jurídicas de carácter privado?
¿Cuándo hablamos de extraterritorialidad de las personas jurídicas?
¿Cuál es el concepto y la finalidad de las sociedades?
¿Cuál es el concepto y la finalidad de las asociaciones civiles?
¿Cuál es el concepto y la finalidad de las simples asociaciones?
¿Cuál es el concepto y la finalidad de las sociedades?
¿Cuál es el concepto y la finalidad de las fundaciones?
¿Qué diferencias existen entre las asociaciones y las fundaciones?
¿Cuál es el concepto y la finalidad de las mutuales?
¿Cuál es el concepto y la finalidad de las cooperativas?
¿Cuál es el concepto y la finalidad de los consorcios de propiedad horizontal?
¿Qué tipo de cooperativas se pueden constituir?
¿Cuál es la autoridad que controla y regula a las mutuales?
¿Cuál es la autoridad que controla y regula a las cooperativas?
¿Cuál es la autoridad que controla y regula a las sociedades en el ámbito nacional y en la
provincia de Buenos Aires?
¿Qué se entiende por consumidor y por proveedor?
¿Cuál es el concepto de relación de consumo?
¿Cuáles son los derechos primarios fundamentales del consumidor?
¿Cuáles son los derechos esenciales del consumidor?
¿Cuáles son los derechos instrumentales de los consumidores?
¿Qué se entiende por “daño punitivo” y en qué hipótesis y con qué finalidad se aplican?
¿Qué instancias ofrece el Estado para resguardar los derechos del consumidor?
¿Qué condiciones debe cumplir la oferta de bienes o servicios?
¿Qué contenido debe tener el documento de venta de cosas muebles o inmuebles?
¿Cómo debe rescindirse el contrato de consumo celebrada de modo no presencial?
¿Qué garantía tiene el consumidor que adquirió una cosa mueble? ¿Cuál es el plazo de la
garantía y a partir de cuándo rige?
¿Qué requisitos debe contener la constancia de reparación de una cosa en período de
garantía?
¿Qué contenido debe tener el presupuesto de la prestación de un servicio?
¿Cómo se procede si se presentan tareas o costos adicionales no incluidos en el
presupuesto del servicio?
¿Cómo y cuándo debe proceder el consumidor ante deficiencias o defectos en la
prestación del servicio o en el trabajo realizado?
¿Dónde deben constar y por qué medios se pueden efectuar las quejas o reclamos de los
usuarios de servicios públicos domiciliarios?
¿Qué ocurre en caso de interrupción de la prestación de un servicio público domiciliario?
Actividades pedagógicas:
Los contenidos conceptuales prevalecen en el programa y parten de conceptos generales,
más trascendentes, para arribar a conocimientos especiales (criterio de ordenación del
conocimiento seleccionado) con secuencias alternativas de presentación de conceptos. Los
conceptos básicos más importantes se presentan al principio de cada clase a fin de facilitar el
aprendizaje significativo tanto del conjunto de la información, como de conceptos
subordinados nuevos (ordenación jerárquica de conceptos). De este modo, el alumno asiste a
la clase con información sustancial y puede preformar un criterio que le permite efectuar las
críticas que considere apropiadas a las soluciones adoptadas por las normas en estudio,
favoreciendo el proceso de apropiación de los contenidos. Este dato es relevante porque el
alumno aprende mejor aquello que comprende en forma adecuada y que, por tanto, le sirve
para resolver los “problemas significativos” (objetos de conocimiento que el sujeto puede
aprender por haber tenido conocimientos previos que le dan significado). A la vez, facilita al
docente la enseñanza del “aprender a pensar” para la posterior solución de problemas y
provee al alumno de información útil para avanzar en nuevos aprendizajes. La “enseñanza a
pensar”, tiende a que el alumno sepa resolver no solo los problemas propios de una actividad
determinada, sino cualquier otra cuestión aun cuando exceda a ese ámbito, potenciando sus
capacidades cognoscitivas, cooperativas y creativas.
Las estrategias didácticas para facilitar el aprendizaje son, entre otras: 1. respetar los
tiempos de desarrollo de los contenidos; 2. no asumir una actitud directivista o enciclopedista;
3. entender la enseñanza como medio de ayuda a otra persona; 4. crear un espacio grupal; 5.
llevar a cabo actividades de análisis y crítica; 6. motivar al alumno con recompensas o
estímulos para crear su propia expectativa, como pieza motor del aprendizaje para que este
cumpla con su destino. Tendemos a que el alumnado conciba que el conocimiento no se
origine exclusivamente en el docente y que se desenvuelva con su asistencia y su orientación.
El trabajo grupal, que requiere la previa lectura del material por los alumnos y la
coordinación de su exposición con sus integrantes, aspira a generar alternativas en la
modalidad de aprendizaje y la estrategia metodológica en el aula. La participación de los
alumnos apunta a que el grupo asuma responsabilidades, comprenda el contenido asignado de
la materia y sea capaz de transmitirlo a sus pares en lenguaje corriente y llano, compartiendo
con la audiencia sus conclusiones, bajo el control y supervisión del docente para aclarar
conceptos y conectarlos con la realidad cotidiana mediante ejemplos pertinentes, procurando
una mirada “situacional” en clave de Bleger (BLEGER J., 1971, Psicología de la conducta.
Psicología. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires) que implica incorporar lo
histórico dialécticamente como activo y presente.
La idea es que el alumnado se despoje del miedo escénico, debata entre sí y con el
docente, expongan frente a un auditorio adquiriendo mayor solvencia y se familiaricen con el
uso del lenguaje jurídico, consolidando sus conocimientos y enriqueciendo su léxico. Ello
permite una evaluación diaria que coadyuva a la construcción de la calificación definitiva sin
que esta dependa exclusivamente de las dos evaluaciones parciales obligatorias
reglamentarias, generándose así evaluaciones alternativas y complementarias con aquellas al
incorporar contenidos actitudinales y de responsabilidad grupal como objeto de evaluación, lo
que evidencia una estrategia tendiente a que el/la estudiante sea sujeto de su propio
aprendizaje.
En tal contexto, se propende al logro de dos objetivos incluidos en el programa de la
asignatura. El primero consiste en relacionar los conceptos volcados en clase con situaciones
de la vida real con el fin de facilitar la comprensión del problema y permitir que los/las
alumnos/as lleguen a compartir en el aula, frente al grupo y al docente, situaciones personales
que iluminan la didáctica del curso, conectando la teoría con la realidad. El segundo, tiende a
hacer del debate una herramienta importante como estrategia de enseñanza. El debate ayuda a
ejercitar el pensamiento, a generar críticas, a formar criterios de opinión y a obtener
conclusiones partiendo del aporte de los conocimientos previamente adquiridos, lo que
permite superar la rigidez de la praxis repetitiva que ha cedido paso a la praxis inventiva y
creativa en procura de la producción de algo nuevo dentro del campo del pensamiento. Así, se
ofrece al alumnado diversas alternativas para que analice las situaciones conflictivas y
extraiga, para su solución, las conclusiones más adecuadas y razonables, proponiendo para
ello procesos inductivos o deductivos de aprendizaje que forjan más fuertemente el
conocimiento a largo plazo.
Pretendemos para ello desterrar el aprendizaje memorístico sustituyéndolo por el
aprendizaje significativo e interrelacionado, en la búsqueda de un equilibrio que vincule
saberes pedagógicos con los problemas sociales y con otras disciplinas (contenido transversal
e interdisciplinario). Algunas técnicas que favorecen el desarrollo de tales procesos son: 1. la
exposición dialogada, 2. la presentación de interrogantes o problemas, 3. el trabajo grupal
(pequeño grupo de discusión, torbellino de ideas, grupos de trabajo, debate, etc.), 4. la
unicidad bibliográfica, 5. la indagación bibliográfica, 6. la elaboración de mapas conceptuales
y de trabajos específicos. Interpretamos que estos factores permitirán una mejor organización
del tiempo y del espacio para la enseñanza y el aprendizaje.
Asimismo, la enseñanza focalizada en la práctica profesional estimula la integración de
los conocimientos, la reflexión sobre la realidad profesional y la toma de decisiones con
fundamentación suficiente. Técnicas adecuadas para este tipo de aprendizajes son, entre otras,
la problematización, el estudio de casos, el análisis de incidentes críticos, ejercicios de
simulación, trabajos en equipo, etc.
Ante la escasez de textos bibliográficos que abordaran el estudio del nuevo Código Civil
y el precio exorbitante de las pocas obras que surgieron en forma contemporánea al mismo y
aun con posterioridad, la cátedra se abocó a la elaboración de un trabajo integral y
sistematizado que desarrolló íntegramente el Programa a partir del nuevo cuerpo normativo, y
que se dividió y sistematizó según las unidades didácticas del Programa vigente de la
asignatura, el que se revisa en forma permanente simplificando conceptos o incorporando
doctrina y jurisprudencia relevante y actualizada.
La elaboración por la cátedra de un material de estudio completo que aborda el programa
de la asignatura en su totalidad es muy importante para los alumnos, quienes históricamente
han señalado a la dispersión bibliográfica como una de las razones más poderosas para
justificar su falta de estímulo a la consulta de los textos tradicionales. Ese material se vuelca
íntegramente en el acápite 3 “desarrollo”.
Creemos que se trata de una herramienta sumamente útil y eficaz para el abordaje integral
de la asignatura, que marca una ruptura innovativa respecto del método de enseñanza que se
venía utilizando, al erigirse el nuevo Código Civil como un recurso esencial para el
aprendizaje. Así, el material elaborado por la cátedra, basado en dicho Código, acerca a los
alumnos directamente a la fuente de las normas, entendiendo que así se estimula el espíritu de
investigación, reflexión, análisis crítico y superación permanente del conocimiento, a partir de
premisas vinculadas con la asignatura, alentando los procesos inductivos y deductivos,
mejorando la comunicación y las relaciones entre los sujetos de la enseñanza, permitiendo
establecer nuevas relaciones entre lo teórico y lo práctico, así como en la forma de autoridad y
las relaciones de poder, en la convicción de que el docente debe abstenerse de imponer abierta
o veladamente su concepción propia, pudiendo sin embargo dejar a salvo su opinión personal
en forma honesta y clara, sin condicionar la opinión de los alumnos.
VI. Material Complementario de la Clase: podrá indicarse en cada clase/reunión.
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