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Mi Primer Millón
Ana Oliva
Mi Primer Millón
Ana Oliva
Descubre cómo 12 personas comunes y corrientes
ganaron su Primer Millón en un tiempo récord
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Barcelona
Spain
MI PRIMER MILLÓN: Descubre cómo 12 personas comunes y corrientes ganaron
su Primer Millón en un tiempo récord
Copyright © Ana Oliva, 2013
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MI PRIMER MILLÓN: Descubre cómo 12 personas comunes y corrientes ganaron
su Primer Millón en un tiempo récord
Copyright © Ana Oliva, 2013
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ÍNDICE
El éxito siempre deja huella ...........................................................................................
9
Capítulo 1
¡Saquemos a mi madre de mi empresa! Xavier Verdaguer .................... 11
Capítulo 2
Un viaje iniciático al centro de uno mismo. Marc Vidal ........................ 35
Capítulo 3
Gestionar la incertidumbre. Sergio Montoro ................................................... 61
Capítulo 4
El buen líder. Erik Brieva .................................................................................................. 91
Capítulo 5
Cambiar el mundo, ¿lo imposible? Rodolfo Carpintier ........................... 113
Capítulo 6
Leyenda viva del ‘byte’. Emilio Márquez ............................................................... 133
Capítulo 7
El botones parisino. Elena Gómez del Pozuelo ............................................... 153
Capítulo 8
El Objetivo. Darío Reques ................................................................................................ 165
Capítulo 9
¡Si Carlomagno levantara la espada! Ricardo Lop ....................................... 181
Capítulo 10
El hombre tranquilo. Javier Martín .......................................................................... 195
Capítulo 11
El camino del héroe cercano. José Luis Montes ............................................ 213
Capítulo 12
Vivir sin mapa. Isra García ............................................................................................. 235
Las claves del Millón ............................................................................................................ 259
El Backstage ................................................................................................................................. 263
El éxito siempre deja huella
Bienvenido a este libro repleto de conocimiento y sabiduría. Lo que
aquí se relata es la historia de una persona que cumplidos los cuarenta
tiene el único anhelo de querer mejorar, en su oficio y en la vida. Tuvo
un sueño y fue a por él, tuvo una meta y la quiso alcanzar. En los últi­
mos años ha dejado por escrito el éxito personal, artístico o financiero
de relevantes personajes de la vida pública, entre ellos, escribió la pri­
mera y única —hasta el momento— biografía de Antonio Banderas,
artista reconocido a nivel mundial; el testimonio de Aitor Zárate, que
consiguió pasar de 0 a 6 millones de euros gracias a su pericia para
invertir en los mercados financieros; o las conversaciones al calor de
los mercados recogidas en un volumen con doce exitosos traders.
Hoy, esa persona tiene una meta poderosa. Se ha propuesto ganar su
Primer Millón en un tiempo récord, no como fin sino como base para
explorar la condición humana de aquellos seres que rompen su zona
de confort y se lanzan a aventuras imposibles, superando en el camino
sus miedos y sus límites. Darío Reques, mentor y amigo, lo expresa así:
«Hay que ponerse metas que te asusten y te alegren a partes iguales.
Si te provocan miedo vas por el buen camino.» Desde luego, el reto
del millón combina ambas cosas.
¿Pero existe el método para ser millonario? Es difícil contestar a esta
pregunta sin caer en los típicos consejos manidos una y otra vez en
manuales y libros de autoayuda. Esa persona no ha querido caer en esa
trampa, por lo que lo primero que ha hecho ha sido consultar y seguir
9
Mi Primer Millón . Ana Oliva
los pasos de los que ya lo han conseguido, segura de que su inspiración
y motivación servirá para todos los que lean estas páginas. Ha entre­
vistado a doce personas para aprender de ellas los mejores consejos.
Mi Primer Millón nace con la idea de compartir e inspirar historias
empresariales de éxito no ajenas de esfuerzo, dolor y sufrimiento.
El libro demuestra, con ejemplos prácticos y referentes en sus respec­
tivos sectores, que se puede lograr ese Primer Millón gracias a poner
en marcha empresas o proyectos personales. Más allá de los aspectos
puramente empresariales, todos los ejemplos aquí vertidos son autén­
ticas lecciones de vida.
Piensa en este libro como una maleta llena de experiencias prácti­
cas que te ayudarán en el viaje de tus objetivos vitales. Aprenderás
a generar ideas, a dirigir bien a los socios, a evitar errores que otros
cometieron o a identificar las claves de tu propio éxito.
En definitiva, esta es mi historia en busca del Primer Millón. Es el
inicio de una crónica que empieza aquí y acabará en otro punto de la
ruta, un viaje homérico no exento de desafíos, que pretende cuestionar
por qué la abundancia y la riqueza no están al alcance de todos, que
indaga sobre si existe un método comprobado y eficaz para ganar el
Primer Millón y que ofrece pistas hacia el éxito financiero, personal
y vital. Mi logro será la inspiración para conseguir tú tu Primer Millón
también, porque, en suma, ¿quién soy yo?: una mujer normal y corriente
en busca de su Primer Millón.
¡Buen inicio, mejor final!
Ana Oliva
10
Capítulo 1
¡SAQUEMOS A MI MADRE
DE MI EMPRESA!
XAVIER VERDAGUER
Conocí a Xavier Verdaguer en 2010 y su testimonio como empren­
dedor me fascinó desde el primer minuto. Desde entonces, supe
que un día reflejaría esa historia en papel. Hoy, tres años después,
me encuentro nuevamente con él en el Pulitzer, un céntrico hotel de
Barcelona. Viene de ofrecer una temprana charla a jóvenes con ganas
de emprender y en apenas minutos, su entusiasmo y su pasión por
lo que hace impregnan toda la sala. Creo sinceramente que este libro
no existiría sin esa primera entrevista hace tres años. Su objetivo es el
mío y espero que este libro y la persecución de mi meta hagan honor
a lo que aquí se cuenta. Su filosofía de vida queda patente cuando me
cuenta que siempre va calzado con unas deportivas —unas llamativas
amarillas Munich— porque, «con bambas —dice— se corre más, en
los negocios y en la vida.» Hoy, instalado en Silicon Valley, en San
Francisco, sigue emprendiendo, no solo en el ámbito empresarial
también en lo personal, y queriendo humanizar la tecnología, en
recuerdo de sus pinitos como emprendedor cuando de la mano de
su colega de pupitre inventaba cosas, que le valían incluso premios
televisivos, emulando a su ídolo de entonces, el chiflado profesor
Franz de Copenhage.
P: Creo que tus inicios como emprendedor fueron en concursos de
inventos. ¿Soñabas de pequeño con ser inventor?
R: Sí, quería ser como el profesor Franz de Copenhage, que era un
profesor chiflado que salía en el cómic TBO, de la época, lástima
que ya no existe. Mi padre me lo compraba cada semana. Me gus­
taba porque se inventaba cosas muy locas en clave de humor, desde
una cuchara que te ayudaba a detectar si la sopa quemaba antes de
probarla o una máquina de cortar quesos. Me apasionaba este señor
porque pensaba que era alguien que con sus inventos mejoraba su
13
Mi Primer Millón . Ana Oliva
entorno inmediato, sus amigos, su familia… Y creo que esta es una
buena manera de cambiar el mundo. Hacer cosas para mejorar tu
realidad más cercana. Y de pequeño empecé un poco de esa manera.
A los seis años gané mi primer concurso, un concurso de inventos que
hacían en mi pueblo, Vic. Y luego a los 12 años fui a un programa en
TV3, Joc de Ciència, en el que cada semana se presentaba un invento.
Solían premiar a gente mayor, así que con un amigo de clase decidi­
mos presentarnos pero tuvimos que mentir en la edad que teníamos.
Hicimos un Pluviógrafo, una casita de madera que construimos con
un montón de cosas que pillábamos de aquí y de allá de forma poco
ortodoxa. El aparato en sí permitía medir la intensidad de la lluvia.
Una cosa muy divertida. Nos presentamos y ganamos el concurso.
Salimos en la televisión por primera vez a los doce años.
P: ¿Recuerdas qué ganaste?
R: Sí, nos dieron un Commodore 64, estoy hablando del año 84. Fue
una experiencia extraordinaria. Lo considero mis primeros pinitos
como emprendedor, porque si bien mi primera empresa constituida
la monté a los 25 años, en el año 97, considero que estos primeros
inventos, estas primeras cosas que hice para mí son actos de empren­
dimiento muy claros.
P: ¿Qué tipo de estudiante eras?
R: Era un alumno pésimo en todo lo que tenía que ver con cosas que
no me gustaban, más relacionadas con letras. Me acuerdo que estu­
diaba latín y no me daba la gana estudiar latín. No podía, era superior
a mí. Suspendía siempre. En cambio, en aquellas materias que me
motivaban, como física, matemáticas o ciencias naturales, era muy
buen estudiante. Todo lo que tenía que ver con la ciencia era lo que
me apasionaba. En resumen, era muy buen estudiante en lo que me
motivaba y muy malo en lo que no me gustaba. En la universidad, fue
un buen estudiante, cursé dos carreras y luego fui a Stanford.
P: En tu caso, ¿contabas con referentes familiares a la hora de em­
prender un negocio?
14
1. ¡Saquemos a mi madre de mi empresa! Xavier Verdaguer
R: El ejemplo que vi en mi casa, con mis padres, fue muy determinante
en mi desarrollo. Mi familia era muy humilde. A mis padres los he visto
trabajar toda la vida en la fábrica, especializada en el mundo de los jugue­
tes. He visto la cultura del esfuerzo, la idea de que hay que trabajar para
seguir adelante. Mis padres no han sido emprendedores, pero sí que he
visto en ellos habilidades, valores y maneras de hacer las cosas que me
han servido en mi trayectoria emprendedora. Y sobre todo, la humil­
dad. “Somos humildes, tenemos pocas cosas, y hay que trabajar, las
cosas no salen solas”, era algo que me transmitían constantemente.
Tanto mi padre como mi madre son muy trabajadores, especialmen­
te mi padre, para mí han sido referentes en ese sentido.
P: Y el hecho de que montaras una empresa joven, cómo lo recibieron.
Imagino que te animarían a obtener un “trabajo seguro”.
R: Sí, y todavía hoy me pasa. Mi madre aún sueña en el día en que
yo vaya a trabajar un día a La Caixa como empleado y que tenga una
buena nómina. Y es raro viniendo de ella, porque ella se ha beneficiado
muy directamente de algunos de mis éxitos empresariales. Pero aún
así, no entiende que monte negocios.
P: Es una generación diferente, lo que pasaron en la posguerra, la
educación recibida, la falta de ambición…
R: Recuerdo como cuestionaban mi decisión de irme a EE UU.
Decían:
—¿No estás bien aquí, Xavier, por qué tienes que irte tan lejos?
—Quiero hacer cosas más grandes —les decía.
P: Cuéntame esa etapa universitaria
R: Empiezo haciendo arquitectura técnica por una razón muy clara.
Con 17 años me fui a estudiar a Barcelona. Necesitaba hacer algo que
me gustara, pero necesitaba incorporarme al mercado laboral cuanto
antes posible. De hecho, haciendo el primer curso de la carrera ya
consigo trabajo en una consultora de arquitectura e ingeniería civil.
Estudiaba y trabajaba al mismo tiempo. Al estar allí me empezó a
15
Mi Primer Millón . Ana Oliva
interesar mucho la parte tecnológica de la arquitectura, me gustaban
mucho los ordenadores. Y vi que había una oportunidad que además
me entusiasmaba y consistía en utilizar la tecnología para mejorar
cosas de la arquitectura. Era la época en que los arquitectos en lugar de
dibujar con roting empezaban a utilizar Autocad y ordenadores. Para
calcular una estructura en un puente ya se utilizaban programas infor­
máticos. Fui aprendiendo y pasé de entrar siendo arquitecto técnico a
director general de informática con 25 años en una empresa con más
de 50 empleados, entre arquitectos e ingenieros. Luego estudié inge­
niería informática y más tarde me decanté por la tecnología, aunque
siempre he mantenido la sensibilidad por el diseño y la arquitectura.
P: Y creas tu primera empresa, TMT (Technology Media and Tele­
comunications Factory).
R: Sí, la creé en 1997. Empecé solo. Quería ser mi propio jefe y hacer las
cosas que me gustaban. En ese momento me gustaba mucho hacer
animaciones 3D de proyectos arquitectónicos que hacíamos en nues­
tro despacho. Los empezaba a hacer por mi cuenta en casa, hasta que
vi que debía dedicarme a eso. Pero no sabía lo que significaba montar
una empresa. Un día vi un anuncio en la calle, una bombilla que se
encendía. “¿Tienes una idea? Te la enchufamos y brilla.” Aquello re­
sonó en mí, fui a las oficinas de Barcelona Activa y allí me asesoraron
de lo que significaba montar una empresa.
P: ¿No tenías ningún conocimiento?
R: Nada. No tenía ni los 3.000 euros para montar la empresa. En con­
creto, aporté a mi empresa cosas materiales que me pertenecían como
una impresora, un módem y unos ahorros. No tenía ni idea de
empresas, lo tuve que ir aprendiendo a medida que me encontraba
con los problemas. Justo cuando acabé de montar la empresa, salió
un concurso público para hacer una exposición interactiva para el
Museo Marítimo de Barcelona. Debía explicar la historia del puerto
de Barcelona. Pensé: «¡Guau, qué proyecto más chulo!» Se presentaban
empresas muy grandes y yo estaba en casa, no tenía nada. Lo que hice
fue enmascarar un poco la realidad y dije en la oferta que yo tenía un
16
1. ¡Saquemos a mi madre de mi empresa! Xavier Verdaguer
equipo de diseñadores, ingenieros y gente muy buena y que en solo
tres meses era capaz de hacer un vídeo 3D de cómo era el puerto en
la antigüedad. Dije que pondría pantallas táctiles, en el año 98 —eran
de tubo entonces, pero ya empezaban a existir—. Me animé a vender
todo porque no pensaba ganar el concurso, pero lo gané. Y tenía tres
meses para hacer todo lo que había dicho.
P: ¿Qué ocurrió?
R: Pensé: «¿Y ahora qué hago?» Llamé a mis amigos. Uno sabía de
diseño y otro de programación y nos instalamos en mi casa, en el
barrio de Gràcia. Fueron tres meses muy intensos dedicados a hacer
todo lo que habíamos prometido que haríamos. Y lo conseguimos.
Vivimos tres meses de locura, de aprender, de no dormir. Hicimos una
exposición virtual que la acabamos el último día. Estuvo muchos años
montada en el Museo Marítimo. Además ganó el premio Moebius a
la mejor producción multimedia de España y Portugal de aquel año.
Fue una experiencia preciosa. Dos de los amigos que me ayudaron se
incorporaron a la empresa y empezamos a funcionar. Nos dio mucha
visibilidad. Tuvimos que ir a París a presentar este proyecto como
ganadores del Premio. Con 25 años fue espectacular.
P: A partir de ahí, ¿qué pasó?
R: Empezamos a crecer, nos llegaron más encargos. Contraté a más
gente. En el año 2000 empezó la vorágine de Internet. Empezamos a
trabajar mucho en proyectos de Internet, tenía 24 empleados. Nos fue
muy bien durante un tiempo trabajando casi exclusivamente para
un cliente muy importante. Y en 2001 este cliente desapareció de un
día para otro, me dijo que iba a hacer suspensión de pagos. Estalló la
burbuja puntocom. Nos arruinamos completamente.
P: Ese momento, ¿cómo lo recuerdas?
R: Fue como si se me cayera el mundo encima. Tenía que devolver
muchos préstamos al banco. De irnos muy bien, en una céntrica ofici­
na de Barcelona con 24 empleados, estábamos a punto de desaparecer.
17
Mi Primer Millón . Ana Oliva
Todos muy amigos, muy jóvenes, y ya estábamos sufriendo porque
este cliente nos debía mucho dinero. Pensábamos que nos iba a pa­
gar y la cosa iba a ir bien. Pensaba: «¿Cómo les digo que no puedo
pagarles las nóminas? ¿Cómo me escondo de mi familia para que no
se enteren?»
Sabía que muchos de ellos dependían de esa nómina para pagar
su piso y las facturas. Además yo debía mucho dinero al banco. Ahora
no, pero en aquel momento me veía incapaz de decirle a mi familia
que había fracasado. Este es un país malo para fracasar. Fue terrible.
Lo recuerdo como un momento horrible. Al final, tomé una decisión
muy acertada, me ayudó mucho una ex compañera que ya no está en
la empresa, pero de la que guardo un cariño enorme, Anna Simón. Era
la responsable de contabilidad. Nuestros asesores nos decían lo mismo:
«Cerrad la empresa y haced suspensión de pagos.»
—Anna —le decía, cómo voy a cerrar la empresa, si tenemos un
equipo de gente fantástica, cosas muy interesantes por hacer.
No hacíamos mal nuestro trabajo, lo que ocurrió es que el cliente
desapareció. Anna me animaba a tirar para adelante y fuimos muy
transparentes con toda la empresa. Comunicamos la situación. Les
dije:
—No tenemos dinero para pagar esta nómina, la siguiente y tal
vez la siguiente. Tenemos dos alternativas. Una, cerrar y otra, quien
crea en el proyecto, os puedo dar participación a cambio de la nó­
mina. De hecho, luego hice socio a algún compañero. Mucha gente
respondió y se quedó.
P: Esa decisión te ayudó a pasar la travesía del desierto.
R: Sí, tuvimos que cambiar todo, empezando por el modelo de nego­
cio. A todo esto, el banco me puso en el listado de moroso y no me
daba dinero.
P: Creo que fue el mismo banco que luego te hacía la ola, pero no
adelantemos acontecimientos.
R: Exacto, 2001 fue un año muy duro, pero reflotamos la compañía.
18
1. ¡Saquemos a mi madre de mi empresa! Xavier Verdaguer
P: ¿En qué se convirtió esa compañía reflotada?
R: Cambiamos un poco el modelo. En lugar de hacer tantos servicios
externos para clientes, trabajamos más nuestros propios desarrollos. Es
decir, una parte del tiempo facturábamos a nuestros clientes que nos
encargaban cosas y el resto lo dedicábamos a hacer producto propio,
que empezamos a vender bajo licencia. En 2003 fiché a Luigi Ceccaroni
como director de investigación de TMT Factory. Era un investigador
muy prestigioso. Nos ayudó mucho a establecer relaciones con uni­
versidades. Había estado en Silicon Valley. Gracias a estas decisiones
la compañía se hizo más escalable y se fueron creando spin-offs de esa
primera compañía. Creamos productos de cartelería digital, paneles
informativos en aeropuertos o la vía pública, sistemas de televisión in­
teractiva… objetos que combinaban mucho software y multimedia
y con ello la compañía creció.
P: Y con el éxito, las rondas de inversión.
R: Sí, la empresa comenzó a crecer. Creé otras empresas que salían
de la empresa principal. Hice una primera ronda de inversión de
1,5 millones de euros en el año 2005.
P: ¿Contaste en esa época con alguna figura parecida a la del mentor?
R: Sí, Jaume Casas fue un mentor. Me ayudó mucho en esa etapa de
reinvención. Le guardo un recuerdo inolvidable. Murió hace unos
años. A Daniel Giralt-Miracle lo considero un “mentor en valores”.
Es muy importante saber hacia dónde vas. Tiene que ver mucho con
el liderazgo.
P: En esta historia del millón, tu madre juega un papel fundamental,
que cuando me lo contaste me conmovió. ¿Qué pinta tu madre en
esta historia?
R: Coloqué a mi madre como socia cuando constituí mi primera em­
presa para no montarla como sociedad unipersonal, sino limitada, en
el año 1997. Ella ni lo sabía ni había aportado ningún dinero. Yo lo
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Mi Primer Millón . Ana Oliva
hice en su lugar. En todos esos años, mi madre no sabía nada. La cosa
más divertida era que cuando yo me arruiné, ella ni se enteró, no lo
supo, nunca se lo dije. Yo firmaba las actas por mi madre. Cada fin de
año tenía que firmar las actas de la auditoría y yo lo hacía por ella. Ella
estaba trabajando en la fábrica y yo no la quería molestar. Pero era socia
de esta empresa. Lo interesante es que en el año 2008 conseguí que un
grupo de inversores, AIG a través de su vehículo Sequoia, invirtieran
7,4 millones de euros en mi empresa. Cuando negocié esto puse tres
condiciones al inversor.
P: ¿Cuáles fueron esas tres condiciones?
R: La primera era que la compañía, en la medida de lo posible, si­
guiera teniendo la visión que yo había imaginado para ella. Que no
hicieran de TMT algo que no me gustara, seguramente más rentable,
pero yo quería mucha innovación, quería hacer cosas pensando en
el futuro.
La segunda condición era recompensar a los empleados que ha­
bían creído en mí en los momentos duros. Y la última y más impor­
tante para mí era conseguir que mi madre como «socia» pudiera hacer
un cash out importante, es decir, les dije que compraran las acciones
que mi madre tenía. Por dos motivos, para que mi madre no estuviera
vinculada a una empresa que iba a ser mucho más grande y cada dos
meses iba a ver un consejo de administración, juntas de accionistas…
hubiera sido una movida importante para ella. Y les dije que compra­
ran las acciones a muy buen precio para que ella pudiera retirarse de
la fábrica. Lo negocié durante muchos meses, desde febrero hasta
después del verano. Fue muy duro.
P: ¿Por qué te costó tanto?
R: Al inversor le gustaba la compañía, pero no entendía porqué tenía
que dar dinero a mi madre. A un inversor le gusta invertir en la com­
pañía pero que el dinero se quede en ella. Costó, era 2008, empezaba
la crisis. Hice el acuerdo inicial pero cuando lo cerré el mercado no
estaba igual. Finalmente, conseguí el acuerdo y que los inversores
compraran la participación de mi madre por 1,5 millones de euros.
20
1. ¡Saquemos a mi madre de mi empresa! Xavier Verdaguer
P: Curiosamente, ese fue tu primer millón.
R: Sí, era mucho dinero, pero no fue para mí. De hecho, yo no cobré nada.
P: ¿Cómo se lo tomó tu madre?
R: No se lo dije hasta el día antes de firmar la operación. Tenía mu­
cho miedo de que la operación se cayera. Una operación de este tipo
hasta que no está firmada por el notario no la puedes dar por hecha.
Cuando ya estaba todo preparado y no había vuelta atrás, quedamos
un lunes por la mañana para firmar la operación. Ahí sí tenía que estar
presente ella. El viernes anterior a la firma el abogado me preguntaba:
—Oye, tu madre va a venir el lunes a firmar.
—Sí, sí… ningún problema —le decía.
Mi madre todavía no sabía nada de nada, muchos menos que estaba
negociando con inversores. La llamé:
—Mamá, hace mucho tiempo que no nos vemos, porque no que­
damos para comer, que te quiero explicar una cosa de la empresa.
—Me va mal, no me encuentro muy bien.
—Ostras, qué hago —pensé.
Al final, la convencí, vino de Vic en tren con mi padre. Les preparé la
comida. Estuve comiendo con ellos.
—Mamá, te acuerdas que hace años te hice socia de una empresa
que creé —le dije.
—Sí, ya te debes haber metido en algún lío —fue la primera reac­
ción de una madre preocupada por el devenir profesional de su hijo.
—No, no te preocupes. Al contrario. Esta empresa está creciendo
muchísimo, han entrado unos inversores que han apostado por la
compañía. He conseguido que compren tu parte de las acciones y te
den el dinero.
—Ah, qué bien.
—Te van a dar 1,5 millones.
— Ah, muy bien. Fíjate, en lugar de darte cosas nosotros eres tú
el que lo hace —convino su madre.
A todo esto, yo los veía contentos, pero tampoco daban saltos
de alegría.
21
Mi Primer Millón . Ana Oliva
—Y ahora qué vais a hacer, ¿vais a dejar de trabajar en la fábrica?
—Bueno, no sé. No creo —contestaron ellos.
Yo pensaba que 1,5 millones daban para mucho. Después de un buen
rato cavilando y hablando con ellos, llegué a la conclusión de que pen­
saban que me estaba refiriendo a 1,5 millones de las antiguas pesetas.
Tardé mucho tiempo en darme cuenta.
—No, mamá, no lo has entendido. Es un millón y medio de euros.
—¿Y esto en pesetas cuánto son? —preguntó la madre.
—Pues son 250 millones de pesetas.
A partir de ahí sí, todo fueron lloros y emoción contenida. Para mis
padres, unas personas muy humildes, aquello representaba un fortunón. Fue muy bonito. Al día siguiente fuimos al notario. Estaba
nerviosa.
—¿Qué tengo que hacer?
—Nada, no te preocupes. Te sentarás en una mesa y tienes que
firmar la venta de tus acciones.
—No lo voy a hacer bien.
—No tienes que hacer nada. Sólo tienes que firmar.
Fue el día más emotivo de mi carrera. Me levanté temprano, la fui a
buscar a Vic, la bajé a Barcelona, me reuní con ella y mi abogada de
confianza, Blanca Boixeda. Entramos juntos, pero yo estaba de oyente,
porque no firmaba nada. Entramos en una notaría, un ambiente im­
pactante. Por un lado, los inversores, el notario, mis abogados y, por
otro, mi madre que era la protagonista. Me acuerdo además de que le
pusieron tres cheques de 500.000 euros cada uno encima de la mesa.
Y no los cogía. Son pequeñas anécdotas, pero fue muy impactante.
Ese fue mi primer millón.
P: Volviste a hacer el millón después de esta acción en 2008.
R: Realmente todo lo que he hecho después, incluidas varias ron­
das de inversión, en las que conseguí bastante dinero, siempre las fui
reinvirtiendo en la compañía. Hasta el día no he sacado nada de la
compañía. Lo he ido reinvirtiendo. Sí que he tenido buenos sueldos y
siempre he procurado que la compañía me pagara bien.
22
1. ¡Saquemos a mi madre de mi empresa! Xavier Verdaguer
P: ¿Dejaron de trabajar tus padres?
R: Sí, dejaron de ir a la fábrica.
P: ¿Qué hizo con esos cheques tu madre?
R: Fue gracioso, con los cheques se fue a la ventanilla del banco.
—Actualiza la libreta, por favor.
—No perdone, para esto mejor pase por el despacho —le respon­
dió el incrédulo empleado de la ventanilla del banco.
De repente, recibí un montón de atenciones del banco. Y yo
pensaba: «Cuando me llamabas en 2001 era para decirme que debía
dinero, y ahora cuando vengo con dinero, mil atenciones.» A mi me
daba igual, pero que le hicieran la pelota a mi madre ya me gustaba,
para que se sintiera bien.
P: ¿Crees que les cambió la vida?
R: Tampoco he sabido muy bien qué han hecho. El dinero era suyo
y no quería meterme. Si ahora lo hubiera hecho, les hubiera obligado
a disfrutarlo más. Una cláusula para que cada año hicieran un viaje,
por ejemplo.
P: Justo un mes después de este gran acontecimiento, estás en Berlín
y pasa lo que pasa.
R: Fue algo muy simbólico y con mucho sentido. Ocurrió un mes
después de firmar toda la operación con los inversores. Había llega­
do a un acuerdo con ellos al final de 2007. Mi compañía se valoró en
19’5 millones de euros. Había creado algo desde cero y cuando los
inversores pusieron 7,4 se quedaron el 40% de la compañía. Para mí
era un gran éxito, había creado algo desde cero que ahora valía casi
20 millones de euros.
Nos pusimos de acuerdo en toda esta operación en febrero de
2008, pero el dinero no entró hasta finales de 2008. Estuvimos casi un
año negociando. Mi mente estaba ocupada en todo este trajín al mis­
mo tiempo que la empresa seguía su curso. Ese año abrimos también
23
Mi Primer Millón . Ana Oliva
oficina en Dubai, con el consiguiente estrés añadido. Nos hicieron
una due diligence, es un proceso por el cual el inversor valida que
todo lo que tienes en la empresa está bien para ser socio. Luego, te
manda doce abogados durante dos semanas a ver todos los contratos,
se entrevistan con los empleados. Fue un proceso muy largo y muy
estresante. Viví un año muy intenso a nivel profesional. Cuando por
fin pude relajarme, me fui un fin de semana a Berlín con la que en­
tonces era mi novia.
—Si no paras te va a dar algo —me decía con mucha preocu­
pación.
Nos fuimos a Berlín para desconectar. Lo último que recuerdo es
que estaba cenando con ella, me empecé a sentir mal, una sensación
rara. Lo siguiente fue encontrarme en un hospital de Alemania, sin
saber qué me había pasado.
P: ¿Qué te sucedió?
R: Tuve un pequeño derrame cerebral. Por suerte, no me afectó, pero
pudo hacerlo. Podría haber muerto o la opción más probable, quedar­
me con secuelas físicas. De hecho, ese fue el primer susto que me llevé.
Recuerdo despertarme en el hospital, estar medio dormido, médicos
que hablaban en alemán, lo primero que pensé: «He tenido un
accidente.»
Vi a mi novia delante, desencajada, llorando, no entendía nada
de lo que decían los médicos. Estuve cuatro horas sin conocimiento
en el hospital. Cuando desperté no notaba las piernas. Veía cómo me
clavaban algo en las uñas, me hacían daño a propósito para que reaccio­
nara y a mí no me dolía. Pensé que me quedaba en silla de ruedas.
Recuerdo muy bien la cara de terror de ella. Afortunadamente, poco
a poco fui recuperando la movilidad. Luego me hicieron más pruebas
y me encontraron una pequeña lesión en el cerebro.
P: Este percance gravísimo que te pudo costar la vida, te cambió
la vida.
R: Ante este problema de salud, me reuní con mis inversores, con los
que habíamos detallado un plan de crecimiento muy fuerte. Ellos mis­
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1. ¡Saquemos a mi madre de mi empresa! Xavier Verdaguer
mos me dijeron: «Tienes que bajar el ritmo. Tómate unas vacaciones.»
Me di cuenta de que en once años había hecho solo una semana de
vacaciones. Pacté que durante unos meses iba a viajar un poco, tomár­
melo con más calma, trabajar a distancia. Un problema que yo tenía
en mi compañía es que dirigía toda la empresa. Había empezado solo
pero había crecido mucho. Al final, era una empresa muy unipersonal.
Empecé a delegar un poco más, me quedé con la parte creativa, pero
para el día a día, la parte ejecutiva, se incorporó como director general
un amigo mío, Daniel Urruchua, que sabe mucho de gestión de nego­
cios. Durante unos meses estuve trabajando remotamente. Pretendía
viajar un poco por el mundo, reflexionar sobre lo que me había pasado
y refrescarme un poco a nivel profesional.
P: Y emprendes camino.
R: Sí, mi reto era dar la vuelta al mundo sin pagar una sola noche
de hotel. Lo conseguí mediante CouchSurfing (ofrecer el sofá de tu
casa de manera gratuita para alojar a viajeros). Lo empecé muy bien,
estuve en África, India, Nepal y Tailandia. Conocí mucha gente.
El mejor año de mi vida, conociendo otras culturas. Fue un viaje muy
emotivo, lo único que tenía planificado eran las vacunas y los visados
que podría utilizar.
P: Y el viaje lo cancelaste antes de tiempo.
R: Previo al viaje había formalizado un pre-ingreso en la universidad
de Stanford y de hecho mis inversores me animaron a que aprovechara
este tiempo para estudiar un poco más el tema business. Realicé el
Executive Program en Stanford y estuve allí todo el verano de 2009.
Me gustó tanto que di por acabada la vuelta al mundo y sigo allí. Lle­
gué a California desde Nepal con un visado de estudiante. Cuando
vi ese ecosistema emprendedor y tanta gente queriendo montar sus
empresas, me dije: «Guau!, aquí hay que intentar emprender algo.»
Agoté mi visado hasta las navidades. Y cuando volví a España ya lo
hice con la idea de montar una empresa de diseño de ropa inteligente.
Pedí a mis inversores seguir como socio pero desvincularme del día
a día de la compañía.
25
Mi Primer Millón . Ana Oliva
P: Al estar allí, in situ. ¿Qué te has encontrado? ¿Qué diferencias ves
respecto a España?
R: Es un entorno muy competitivo. Es muy difícil emprender. La gente
trabaja mucho y es muy buena. Curiosamente, es muy fácil montar
una empresa pero lo realmente difícil es estar de forma legal en el país,
tener un visado. Lo conseguí.
P: ¿Cómo lo hiciste?
R: Al principio con una visa de estudiante. Después, invirtiendo mis
ahorros en esta nueva compañía, que facilitó que la embajada ame­
ricana me diera el visado inversor para cinco años. Con este visado
ahora estoy solicitando la Green Card, que es un visado de diez años
de residencia permanente. A los diez años, si quiero, podría tener el
pasaporte norteamericano. Con este visado de inversor yo he podido
tramitar otros visados para gente de España que me he llevado a Cali­
fornia. Sin duda, es lo más complicado. En EE UU lo más difícil es
estar legalizado. Igualmente pasa si un americano quiere estar aquí.
Todo el tema de los visados es lo más complejo. La política de inmi­
gración es muy dura allí. Por lo demás, es el país de las oportunidades.
Es parecido a como nos lo venden en las películas, sobre todo, en la
zona de Silicon Valley, que es muy agresiva en cuanto a emprendi­
miento, la gente va allí por el sueño americano. Muchos fracasan y lo
vuelven a intentar.
P: Aquí nos quejamos mucho de lo que cuesta montar una empresa y
del tiempo que se tarda.
R: Estoy harto de escuchar que aquí no se puede montar una empresa
en 24 horas y en EE UU sí. ¿Para qué quieres montar una empresa en
24 horas? Lo que hay que mejorar son los trámites burocráticos, pero
no nos quejemos constantemente de esto, que resta energía en donde
tenemos que ponerla de verdad.
P: ¿Qué te consideras más: emprendedor o empresario?
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1. ¡Saquemos a mi madre de mi empresa! Xavier Verdaguer
R: Sin duda emprendedor. Para mí un empresario es un empren­
dedor que tiene una empresa. Pero un emprendedor es aquel que
tiene actitud emprendedora en todo. En mi vida personal, también
me considero un emprendedor. Cuando decidí dar la vuelta al mundo
sin pagar una noche de hotel también era un acto de emprender. «Voy
a hacer eso, lo lucho, lo intento y lo hago —me digo— y si sale mal a
la primera, me levanto y lo vuelvo a intentar.»
Después de lo que me pasó en Berlín y de sufrir por no saber si
volvería a caminar, me hizo querer no solo caminar, sino correr. Fue
un reto que me puse. Correr una maratón un año después del acciden­
te. Ahora corro maratones cada año. He finalizado ya cinco. Es una
actitud emprendedora. Me considero un emprendedor y animo a la
gente a serlo. No significa que tengas que montar empresas. Puedes ser
emprendedor dentro de una compañía, intraemprendedor. O puedes
ser un emprendedor en la administración pública, por qué no. Proponer
proyectos y tirarlos para adelante.
P: ¿Recomiéndame una película que te haya impactado?
R: En busca de la felicidad (The Pursuit of Happyness) con Will Smith.
Para mí es el ejemplo perfecto de emprendedor. El protagonista no
monta ninguna empresa, pero lucha por su sueño y lo consigue. Si
no lo hubiera conseguido, igualmente hubiera sido un emprendedor.
También recomiendo Hacia rutas salvajes (Into the Wild), basa­
da en una historia real como la anterior. Trata de un chico que tras
graduarse en la universidad decide ver mundo y desprenderse de lo
material. Al final tiene un accidente y acaba muriendo en busca de
la felicidad. La gente lo criticó porque se había apartado de la sociedad,
pero si lees su diario, que he estudiado mucho, ves que llegó a la gran
conclusión de que la felicidad es real cuando la compartes. Es una
película que aunque no sea estrictamente de emprender, me gusta
mucho porque asocia felicidad a emprendimiento.
P: Normalmente, historias de éxito como las de este libro son las que
salen a la luz, pero cuánta gente queda en el camino y nunca se va
a saber nada de ellos.
27
Mi Primer Millón . Ana Oliva
R: Exacto, mucha gente va a quedar en el camino y va a fracasar, es
normal. Pero creo que mucha más gente no se atreve a tirar adelante
sus ideas y esa es otra manera de quedarse en el camino, es decir, de
no empezar. Para mí este es el auténtico problema que tenemos en
este país a diferencia de Silicon Valley, donde estoy ahora. Muchos
lo intentan, muchos fracasan. Por estadística pura, cuantos más lo
intenten más gente lo conseguirá. Aquí, por desgracia, mucha gente
tiene ideas, tiene sueños, pero no hacen nada. De hecho, en Imagine,
la nueva compañía, hemos colaborado con Coca-Cola en un estudio
sobre la felicidad de la gente. Ellos han trabajado mucho ese aspecto
y preguntaron a gente cuando ya estaba cerca de la muerte, de qué
se arrepentían en su vida. El estudio reveló que una de las cosas
que más salía era no haber intentado aquel sueño que tenían cuando
eran más jóvenes. Yo te digo: «Sal de dudas, inténtalo.»
P: ¿Y qué ocurre con las personas que no tienen sueños?
R: Sí, no es obligatorio que todos nos pongamos a emprender. Es po­
sible que a mucha gente les falte descubrir sus sueños, sus pasiones.
En Imagine intentamos despertar el sueño de las personas. Hay buenos
libros para ello, como los de Álex Rovira, La Buena Crisis es fantástico.
También, El libro negro del emprendedor de Fernando Trías de Bes,
The Lean Startup de Eric Ries o El arte de empezar, de Guy Kawasaki,
un poco técnico, pero es el manual de cabecera del emprendedor. El
Elemento de Ken Robinson, te ayuda a descubrir cuál es tu pasión.
Y demuestra claramente que la pasión en la vida es lo que mueve todo.
Películas, libros, música… son cosas que te animan y personalmente
utilizo mucho estos recursos. Son elementos motivadores.
P: ¿Qué empresas has creado estando en Silicon Valley?
R: Innovalley, Inc. es la principal, cuenta con cuatro socios españoles.
Hemos orientado mucho el proyecto para trabajar para Puma, Prada,
etc. Grandes marcas de ropa nos encargan tecnología y la venden
con su ropa y su color. Hemos hecho desde zapatos con GPS, cascos con
tecnología en la visera, bolsos que se iluminan por dentro, zapatillas
inteligentes… muchas innovaciones que pronto vamos a ver en el
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1. ¡Saquemos a mi madre de mi empresa! Xavier Verdaguer
mercado. Luego, monté Seven4Seven. Tenemos bastantes ingenieros
aquí muy buenos, y trabajamos remotamente. Hemos trabajado para
el Barça, para fundaciones, hemos hecho nuestras propias aplicacio­
nes. Tenemos clientes que nos encargan aplicaciones y otras las de­
sarrollamos por iniciativa nuestra. Nos va muy bien. Todo lo que sea
humanizar la tecnología es bienvenido. La mayoría de la gente lo ve
como algo muy geek, pero yo lo veo como algo que te permite tener
servicios sin tener que estar manejando un móvil.
P: ¿No existe el problema de deshumanizarnos?
R: Al revés, la tecnología se está humanizando muchísimo, se está
haciendo más accesible para todos. Desde 2008 hay más cosas conec­
tadas a Internet que personas, hace que todo tenga más inteligencia.
Estamos en un futuro cada vez mejor. Para mí la tecnología es una
de las grandes herramientas para hacer un mundo mejor. Será más
accesible, más transparente, y va a resolver grandes problemas que
tenemos en el mundo, como la falta de energía, de educación, de
agua, de comunicación… la tecnología va a aportar grandes cosas en
esos campos.
P: ¿De dónde proceden generalmente tus ideas?
R: En cualquier momento. Por ejemplo, y esto es real, en San Francisco
tengo una pantalla sumergible en la ducha. Muchas veces me fuerzo a
generar una idea en la ducha. No significa que esté media hora, a los
cinco minutos estoy fuera. Toda idea viene de identificar un problema,
con la convicción de que hay que mejorar ese problema. Replantear
bien el problema y plantear ideas y luego dibujarlas.
P: ¿Dibujarlas?
R: El dibujo es muy bueno, hace que tu subconsciente empiece a tra­
bajar. Si se te ocurre una idea intenta hacer una ilustración, un dibujo.
Otro día se te puede ocurrir algo que tiene relación con aquella primera
idea y dibujo. Identificar problemas y forzar a generar ideas, esa es la
clave. Luego, hay muchos métodos para el desarrollo de ideas creativas
29
Mi Primer Millón . Ana Oliva
como brainstorming. En Imagine hacemos todo tipo de técnicas. Todos
podemos ser creativos. Una buena idea si no se comunica bien no es
una buena idea. Hay que comunicar muy bien. En Imagine les forma­
mos muy bien en esta disciplina y traemos a una experta en storytelling
de Stanford. Las conferencias TEDx, por ejemplo, son geniales para
aprender a comunicar las ideas.
P: ¿Alguna extravagancia creativa que quieras desvelar?
R: No sé si puede ser una extravagancia, pero sí una curiosidad. Toda
la vida he calzado deportivas. Jamás he utilizado unos zapatos.
P: Podría ser un signo de rebeldía.
R: Hay un poco de rebeldía, pero lo importante es que con bambas y
zapatillas deportivas se corre más. Es simbólico. El hecho es que corres
más en todo, en los negocios y en la vida.
P: ¿Cuáles son tus prioridades a día de hoy?
R: Lo que he ido aprendiendo con el tiempo y con el problema de
salud que tuve. Emprender requiere de mucho tiempo y de mucho
trabajo, pero también es muy importante saber que las cosas realmente
importantes de la vida son la salud, la familia, los amigos… hay que
priorizar las cosas importantes. Y a mí me ha costado mucho verlo.
Antes no pensaba así, antes de mi percance en Berlín, pensaba que la
empresa era lo más importante en la vida. Y así me fue, que casi me
quedo en el camino.
P: Hablabas antes del liderazgo, ¿cómo es tu papel como jefe?
R: Intentando no serlo. No me gusta, de hecho, en la mayoría de
iniciativas que monto actualmente no soy el jefe, intento ser el fun­
dador, ayudo en la iniciativa, pero no dirijo. Durante los últimos años
de TMT no tenía despacho propio, no tenía secretaria, siempre me
sentaba en sitios distintos. Creía que no era bueno tener un estatus en
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1. ¡Saquemos a mi madre de mi empresa! Xavier Verdaguer
la compañía. Más que jefes lo que hay tener es líderes, y no siempre
son los que mandan más. Lo que tiene que hacer el alma máter de un
proyecto es liderar bien. Cumplir bien la misión, ser muy transparente
hacia donde se va, ser muy honesto. Él tiene que ver que sus valores
son los que va a tener la empresa.
P: Y eres consciente de que no eres bueno en todo.
R: Sí, claro, claro, pero también me costó un poco, hasta que enten­
dí que debía delegar un poco. Después del problema de salud, lo
primero que hice fue colocar a un director general en mi lugar y yo
quedarme en otro plano. Y he entendido que donde yo puedo aportar
más a una empresa es en la parte creativa, la creación de equipos, la
estrategia, no tanto la gestión. En gestión hay gente muy buena.
Lo que hay que saber es en qué eres bueno, qué te gusta y enfocarte
ahí. Y poner a gente mejor que tú en áreas que no dominas. Comple­
mentarte y crear equipos.
P: ¿Cómo organizas tu día a día?
R: En esto también he aprendido mucho desde que estoy en los EE UU
y en un entorno en el que todo es muy organizado. Antes era bastante
desastre y poco eficiente. He aprendido que puedes hacer muchas más
cosas organizándote bien. Por ejemplo, no tengo secretaría, quiero
gestionarme mi tiempo, evidentemente uso la tecnología para gestio­
nar mi agenda. La reviso varias veces por semana, cada día antes de
dormir y cuando me levanto.
P: ¿A qué hora te levantas?
R: Muy temprano. Hoy, por ejemplo, a las 6:27, he ido a correr hasta
las 7:30, he visto la salida del sol, he ido a una charla y ahora estamos
aquí desayunando. Si te organizas puedes hacer muchas cosas. Me gus­
ta poner hora de inicio y final a las cosas. Paro 20 minutos para comer.
El problema que tengo es que como vivo en San Francisco y trabajo
mucho con España, muchas tareas las realizo de noche. Tenemos nue­
vas horas de diferencia y a las once de allí son las ocho de la mañana
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Mi Primer Millón . Ana Oliva
de aquí. Muchas veces durante la semana voy a dormir a las dos o las
tres de la madrugada, con lo que es imposible levantarse a las seis y
media. En San Francisco, intento levantarme lo antes posible, y tra­
bajar mucho por la mañana, porque estoy en conexión constante con
Barcelona, luego aquí se van a dormir, tengo una tarde más relajada,
hago deporte, voy a algún evento de networking, trabajo un rato desde
casa, antes de que se despierte la gente. Pero bien, duermo muy poco,
porque tengo problemas de insomnio. No es recomendable, por eso.
P: ¿Cómo ves la evolución de Internet?
R: Hay una gran oportunidad para exportar. Aprovechar las oportuni­
dades que hay en el mundo. El comercio electrónico tiene que explotar.
Los servicios de mensajería tienen que explotar como en EE UU. Allí
están Fedex, UPS, servicios eficientes y económicos. La distribución está
mucho más desarrollada, por eso hay muchos negocios que funcio­
nan por Internet. Hay que estar muy alerta. De un micronegocio de
unos chicos con talento, utilizando bien las redes sociales y el comercio
electrónico pueden salir negocios muy rentables.
P: ¿Cómo te imaginas en 10 años?
R: Demasiado tiempo para mí.
P: ¿Lo dejamos en 5?
R: Quiero pensar que el mundo va a cambiar muchísimo. Y además
me apasiona pensar eso, que vamos a vivir en un mundo que ni tan
siquiera podemos imaginar. Más que dónde me imagino dónde me
gustaría estar.
Me gustaría realmente mantener el espíritu emprendedor y hacer
cosas en lo personal y en lo profesional. Tengo muchas inquietudes en
hacer algo social. Imagine es algo así, una organización no lucrativa
que tiene como objetivo cambiar las personas. Tengo ganas de hacer
algo social que tenga gran impacto. Hacer algo de emprendimiento
social. Como tengo bastante experiencia en tecnología, me gustaría
meterme en algo que resuelva algún problema social. Tal vez, puede
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1. ¡Saquemos a mi madre de mi empresa! Xavier Verdaguer
ser la felicidad de la gente, que es algo que me interesa mucho. ¿Puedo
yo como emprendedor hacer algo que mejore la felicidad de la gente?
Me sentiría muy bien de aquí a unos años si hubiera podido contribuir
a que más gente fuera feliz. Esto para mí sería un objetivo.
P: Este libro cuenta experiencias de emprendedores que han conse­
guido su primer millón, pero me gustaría para acabar que me contaras
qué significa el dinero para ti.
R: Para mí el dinero es algo necesario para poder hacer algo que te
apetece. Evidentemente, hay que hacer cosas que generen beneficio,
para poder vivir de ello. Ahora estoy muy diversificado, y si alguna
de las compañías en las que tengo participación se vendiera, ganaría
bastante dinero. Y ojalá fuera así porque eso me daría tranquilidad
para poder dedicarme a lo que me gusta. Por otro lado, otra cosa que
me motiva es conseguir que funcionen algunas cosas que estoy ha­
ciendo para poder invertir. Y me gustaría invertir en otros proyectos
de emprendedores. Me gustaría convertirme un inversor tipo business angel para ayudar a nuevos emprendedores. De hecho, ahora ya
invierto a través del fondo Lanta Digital Ventures, que lidera Ángel
García, fundador de Fractus, una compañía de referencia. También
están como socios Tomás Diago, de Softonic o Mauricio Prieto de
eDreams, fundadores de dos de las empresas tecnológicas más exitosas
de nuestro país. Vamos a tratar de ayudar a nuevos emprendedores
con recursos económicos y con nuestro tiempo.
En definitiva, espero seguir emprendiendo, ayudar a nuevos em­
prendedores y a seguir con actitud emprendedora ante cualquier cosa
en la vida, creo que este es un buen camino a la felicidad.
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