Este libro no podrá ser reproducido, ni total, ni parcialmente, sin el permiso del titular de su propiedad intelectual © Pablo Ortiz Nicolás http://elblogdelescritorerrante.blogspot.com Diseño cubierta: Xabier Juez Viana Depósito legal: S.1677-2007-11-01 ISBN: 978-84-612-0532-5 Edición impresa realizada por Signo SL. C./ Sierpes, 1-3, bajo. 37002, Salamanca El texto de la edición impresa ha sido realizado íntegramente en papel reciclado 2 BIOGRAFÍA Pablo Ortiz Nicolás es Licenciado en Sociología por la Universidad de Salamanca y en Investigación y Técnicas de Mercado por la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, donde además posee el título de Master en Cooperación al Desarrollo Sostenible y Ayuda Humanitaria. Colabora profesionalmente y de forma voluntaria con distintas entidades sin ánimo de lucro, desarrollando su actividad tanto en España como en el exterior. Fruto de las inquietudes surgidas en esta trayectoria nacen Las cuatro llaves: marketing de cambio social; un ensayo que pretende ahondar en algunas de las claves fundamentales para comprender el mundo actual. 3 ÍNDICE PRÓLOGO INTRODUCCIÓN PARTE 1: DESEQUILIBRIOS PLANETARIOS 1.1.- Un mundo en la incertidumbre 1.2.- Algunas teorías explicativas sobre las desigualdades norte-sur 1.3.- Retos del desarrollo PARTE 2: EN TORNO A LAS ONGD 2.1.- Las ONGD y la sociedad española 2.2.- Descripción del entorno consumista-irracional dominante 2.3.- La satisfacción de la necesidad de compromiso en un entorno consumista-irracional 2.3.1.- El apadrinamiento 2.3.2.- El marketing con causa 2.3.3.- La Solidaridad como espectáculo 2.3.4.- La ayuda humanitaria 2.4.- Las ONGD y la transformación social 2.4.1.- La presión política y la liberalización comercial. Un ejemplo cuestionable de estrategia de cambio PARTE 3: LA ACTUACIÓN ORIENTADA A LOS PÚBLICOS 3.1.- Una filosofía de actuación orientada a los públicos 3.1.1.- Potencial de crecimiento y posicionamiento en el sector 3.1.2.- El marketing experiencial 3.1.3.- El sistema de las cuatro llaves A MODO DE CONCLUSIÓN BIBLIOGRAFÍA ANEXOS 4 PRÓLOGO La retórica o el arte de persuadir siempre ha estado acompañando el devenir humano. Los grandes cambios sociales, amén de contar con lúcidos analistas sociales y con líderes carismáticos, han sido estimulados por seres persuasivos y comprometidos, que con su humildad y buen hacer han contribuido al progreso humano. Las páginas que nos regala Pablo Ortiz están enmarcadas en el mejor arte de la retórica. Como tal deben ser leídas y como tal nos las debemos apropiar. Las Cuatro llaves del cambio social constituyen toda una apuesta por un mundo más humano y más divino. En nuestros días al buen ciudadano no le basta con estar al día y conocer exactamente el lugar donde cada poco revienta el mundo; tampoco le basta, ante los grandes desastres naturales, con mostrarse generoso, hacerse socio de una ONG, organizar en su barrio una tómbola y movilizar a sus vecinos y parientes. La tierra, nuestra casa y hogar, está cada día más enferma; sus recursos naturales parecen menguar; las soluciones que ingenieros y políticos, analistas sociales y demógrafos, instituciones internacionales y congresos mundiales nos ofrecen con toda su buena voluntad y ciencia, tampoco bastan. Todos, por muy inconscientemente que vivamos, hemos percibido en el curso de los últimos años que los no tan proféticos dictámenes de científicos y observadores sociales se están cumpliendo casi al pie de la letra. Hoy es común hablar del cambio climático; hoy es cada vez más frecuente echarse a temblar ante un futuro que en gran parte se desconoce y se anuncia cuando menos incierto. Ante estas realidades que afectan a la humanidad entera y a todos y cada uno de nosotros no nos basta con aproximarnos a los lugares de desolación y muerte, ni tampoco en constituirnos puros y meros agentes sociales. La realidad cambiante de nuestro mundo nos demanda algo más; nos invita a dar nuevos pasos y a implicarnos en el cambio social de manera muy distinta a la que nos tienen acostumbrados los medios de comunicación y hasta los mismo gobiernos. Ha llegado la hora de la reflexión, ha llegado el momento en el que ante el dolor ajeno, hoy totalmente globalizado, nos pongamos a reflexionar, y nos alejemos de las falsas soluciones de las tómbolas y de las maratones televisivas ante las emergencias naturales y la desgracia humana. La situación en algunas partes de la humanidad es tan cruda que el afecto y la compasión, las primerísimas llaves del cambio social, resultan insuficientes para que nuestro planeta recupere su salud primera y para que los hijos del Creador se sientan como herederos y no como huéspedes que antes o después tendrán que seguir peregrinando para vivir dignamente su vida de humanos. ¿Qué podemos hacer nosotros ante los males de nuestro mundo? ¿Está al alcance de nuestra mano propiciar algún cambio? ¿Vale la pena el que nos pongamos a pensar cuando todo esta más que reflexionado? Nosotros que somos tan limitados y desconocemos nuestras propias realidades ¿Verdaderamente 5 podemos hacer algo? Todo depende de la fe que se tenga y de la capacidad de convicción que nos gobierne: Los cambios sociales, lo que verdaderamente transforma la realidad no es fruto principalmente de las decisiones tomadas en foros internacionales, tan lejanos y dispares de nuestros verdaderos intereses. Lo que cambia la vida de las personas y de las comunidades humanas es lo que cada uno de nosotros ante el dolor ajeno, superando el primer paso de la compasión, decidamos hacer. Si nuestra capacidad de reflexión continúa estando atenazada y domesticada por el ruido y colorido de las tómbolas y de las maratones benéficas, todo seguirá igual. La reflexión inexorablemente nos conducirá a la acción; ésta será tanto más efectiva y resolutiva cuanto más comprometida, solidaria, arriesgada y generosa sea. P. Alfredo Verdoy, SJ 6 INTRODUCCIÓN A menudo me siento profundamente optimista al escuchar a colegas y compañeros de diferentes ONG de Desarrollo (ONGD) hablar sobre la importancia del trabajo que se está llevando a cabo, de los logros obtenidos y de otras innumerables cosas positivas que rodean a este sector y que nos animan a colaborar en su labor. Sin embargo, ese optimismo se ha tornado demasiadas veces en pesimismo. La razón de este súbito cambio ha venido habitualmente precedida de afirmaciones que presentaban nuestro compromiso como difícil, porque los beneficiarios de nuestras acciones están a miles de kilómetros o porque no estamos en contacto directo con ellos. Estos comentarios, que tienen un punto de verdad derivado de nuestras acciones en lo que se denomina el sur, no son del todo acertados y ponen en duda dos realidades fundamentales. La primera, que todos vivimos en el mismo mundo; la segunda, que la superación de las causas estructurales que condenan a millones de personas a la privación de sus derechos se encuentra tanto en lo que se denomina el norte, como en el sur. Partiendo de la convicción de la existencia de un solo mundo interconectado, el objetivo de este libro es doble. Por un lado, consolidar la idea de que todos estamos en el mismo barco, que además está averiado; por el otro, ahondar en la necesidad de una filosofía orientada a los públicos, o de marketing, para trabajar en un contexto global en el que competimos con múltiples estímulos. Nos encontramos ante un auténtico desafío. En palabras del obispo catalán afincado en Brasil, Pere Casaldáliga, sólo en la medida que el Primer Mundo deje de ser Primer Mundo, podrá ayudar al Tercer Mundo. Es decir, si queremos que las causas estructurales de la pobreza desaparezcan, las ONGD tienen un duro camino por delante, tanto en el norte como en el sur; lo que significa que los destinatarios de nuestras acciones están a ambos lados de la línea. El objeto de estudio de esta obra es la estrategia de marketing de las Organizaciones no Gubernamentales de Desarrollo para conseguir cambio social1. El marketing suele definirse como la forma en la que una empresa busca identificar y satisfacer las necesidades del mercado con beneficio para la empresa y el consumidor. Esta definición, de un marcado carácter comercial, puede sernos de gran utilidad si concebimos el compromiso como una necesidad y transformamos los beneficios de las empresas en beneficios para la sociedad; intentaremos desgranar a lo largo del texto sus múltiples implicaciones. Son varios los motivos que me llevan a acercarme al mundo de las ONGD y, además, a hacerlo desde una perspectiva de marketing. En primer lugar, considero que el planeta vive una situación de desequilibrios que deben ser abordados. Dado que las ONGD son organizaciones de cambio 1 Aunque debido a la globalización muchas de las ideas aquí vertidas pueden ser aplicadas al norte en general, vamos a centrarnos en la sociedad española; con ello pretendo conseguir acercar la obra a nuestra realidad y hacerla más útil bajo el principio de pensar globalmente y actuar localmente. 7 social que desempeñan un papel fundamental para todas aquellas personas que quieren un mundo diferente, considero su estudio de gran interés. Además tengo el pleno convencimiento, más allá de la mala prensa de la disciplina dentro del sector, de que el marketing tiene un gran valor para conseguir objetivos de cambio social. Su enfoque y sus herramientas son útiles más allá de la recaudación de fondos. Un uso adecuado de las técnicas de mercado permite adaptar la acción de las organizaciones no gubernamentales a los verdaderos anhelos de la gente y, progresivamente, conseguir una mayor implicación de las personas en el objetivo último de la transformación social. El dinero es necesario, cierto, pero con una estrategia de marketing bien desarrollada podemos conseguir que las donaciones sean consecuencia de la reflexión de las personas sobre lo que ocurre en el mundo y su compromiso para el cambio y no de reacciones emotivas ante imágenes de catástrofes en los medios de comunicación. La reflexión y el compromiso para el cambio y para la acción deben ser el objetivo de un marketing social bien entendido. Para abordar estos temas partiremos de un análisis de la situación actual del mundo, presentando algunas teorías que explican las desigualdades entre norte y sur. A continuación haremos hincapié en la crisis ecológica global que amenaza el planeta y en su relación con la pobreza y el consumismo presente en la sociedad actual. Por último analizaremos cómo se articula la solidaridad en el entorno consumista-irracional en el que nos movemos y plantearemos alternativas para avanzar hacia una satisfacción de la necesidad de compromiso desde una óptica comprometida-racional, utilizando el marketing de las cuatro llaves como instrumento. El marketing de las cuatro llaves marca el camino de la emoción a la razón a través de cuatro herramientas clave (la aproximación, la participación, la reflexión y el cambio) que conjugan la orientación a los públicos, el marketing experiencial y la sensibilización. Su objetivo es contribuir a una necesaria transformación social que desbanque el crecimiento económico como fin último de la sociedad en beneficio de la humanidad. 8 Iª PARTE DESEQUILIBRIOS PLANETARIOS 9 1.1.- Un mundo en la incertidumbre Inicio este capítulo con algunas cifras ilustrativas de la situación de millones de personas en todo el mundo. Cifras que esporádicamente aparecen en los telediarios, que alguna vez, incluso, se cuelan en las portadas de los periódicos y que en ningún caso deberían dejarnos indiferentes. Son las cifras de la pobreza y de la exclusión de un mundo en el que las desigualdades se han multiplicado por cinco en los últimos 40 años. Son las cifras que inspiran este libro. Son las cifras de la vergüenza de 800 millones de personas que pasan hambre en el mundo, de los 30.000 menores de cinco años que mueren cada día a causa de la pobreza, de los 40 millones que están afectadas por el virus del SIDA, de los 100 millones de niños que no tienen acceso a la enseñanza primaria, de los 960 millones de adultos analfabetos, de los 270 millones de menores que no tienen acceso a ningún servicio de salud y de los 2600 millones que carecen de sistemas de saneamiento2. Y, lamentablemente, podríamos seguir presentando cifras similares durante un buen número de líneas más. Todos estos datos nos llevan a reflexionar sobre las causas de esta situación. Analizando diferentes documentos de distintas ONG y algunos escritos de carácter más académico, apreciamos la existencia de cierto consenso a la hora de dar un diagnóstico sobre la situación del mundo. Así por ejemplo, Rosa María Torres, en un reciente informe para el Movimiento de Educación Popular Fe y Alegría,3 escribe: “Crisis”, “alivio” o “mejoría” no parecen términos apropiados para lidiar con situaciones estructurales que exigen cambios de fondo, incluida la deconstrucción del modelo neoliberal que profundiza y amplia hoy las desigualdades a escala mundial. No es por falta de información que, a pesar del fracaso, se continúa haciendo más de lo mismo. Precisamente, el proyecto no es cambiar, sino mantener: Los impulsores mundiales del “alivio de la pobreza” y del “mejoramiento de la calidad de la educación” son los mismos que apuntalan el modelo neoliberal y su globalización. 4 La Coordinadora de ONG de Desarrollo de España (a partir de ahora CONGDE) considera en su página web (www.congde.org): Que la pobreza es fundamentalmente resultado de la explotación de los pueblos y de la naturaleza. Y que la causa de las desigualdades sociales está en el acceso desigual a los recursos y en la exclusión de los pueblos de la toma de decisiones que les atañen. 2 Datos recogidos por la Cruz Roja y la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) en su campaña informativa sobre los Objetivos del Milenio. www.8objetivosenjuego.org 3 Fe y Alegría es un Movimiento de Educación Popular promovido por la Compañía de Jesús en Latinoamérica que es reconocido como una de las obras sociales más relevantes del mundo en el ámbito de la educación, dando cobertura a más de un millón de alumnos. www.feyalegria.org 4 Torres, R. M. (2005): Justicia Económica y Justicia Educativa: 12 tesis por el cambio educativo. Fe y Alegría. 10 Son sólo dos ejemplos de los muchos que se pueden encontrar para explicar las causas y las consecuencias de la privación de derechos de las personas. Pero cabría preguntarse cuáles son los argumentos que llevan a verter tales afirmaciones. Para comprender mejor cuál es la base de textos como los anteriores he analizado algunas de las dinámicas del actual modelo de desarrollo. Una de las características principales de las sociedades modernas es el creciente grado de interdependencia económica. La mayoría de nosotros dependemos de un número inmenso de otras personas para mantener nuestro modo de vida. Con ciertas excepciones, las personas en las sociedades modernas no producen la comida que comen, las casas en las que viven o la ropa con la que se visten. Si nos fijamos bien la próxima vez que vayamos a un supermercado nos daremos cuenta de que el conjunto de productos que se considera natural que estén a disposición de cualquiera con dinero para comprarlos es inmenso. Esta situación depende de unas conexiones mundiales complejas en las que los productos expuestos se han hecho usando ingredientes o componentes de múltiples lugares. Todos ellos se transportan regularmente por el mundo, mientras flujos constantes de información se hacen necesarios para coordinar millones de transacciones diarias. Los intercambios que acabamos de mencionar forman parte de lo que hoy en día denominamos globalización, proceso nada aséptico que no podemos juzgar adecuadamente si no lo contextualizamos. El concepto de globalización se ha convertido en el centro de encendidos debates entre partidarios y detractores. El caso es que, a pesar de todas aquellas cosas buenas que pueda tener el proceso, la mayoría de los indicadores muestran una lacerante y persistente desigualdad5 que en muchos contextos va a más. La distribución de la riqueza del mundo ha dado lugar a una conocida imagen en forma de copa de champán. En la parte superior se sitúa el 20% de la población mundial, que recibe casi el 90% de los recursos totales del mundo. En la parte inferior, el 20% más pobre apenas recibe el 1,4% de los ingresos totales. Estas desigualdades se concretan en lo que algunos autores han denominado efecto archipiélago, que muestra la existencia de islotes cada vez más ricos en los países empobrecidos y más islas, cada vez más grandes de empobrecidos, en los países enriquecidos. Esta realidad nos da pie a reflexionar sobre lo que se denomina popularmente como el sur. Aunque es cierto que hay una serie de países, situados más o menos geográficamente en el sur del planeta, que viven procesos de empobrecimiento derivados de las exigencias del capitalismo global, no debemos olvidar la presencia creciente del cuarto mundo en las ciudades, en los barrios y, en general, en la realidad cotidiana de los denominados países del norte. Tampoco sería bueno pasar por alto la realidad de unas clases oligarcas que, en los países empobrecidos, viven en la sobreabundancia y cuyas actitudes políticas impiden en muchos casos el acceso a los recursos de la gran mayoría de la población. Ambas son dos caras de la misma moneda y deberían llevarnos a pensar el sur desde el 5 El Informe sobre Desarrollo Humano que publica la ONU y otros del mismo estilo como El Informe sobre Desarrollo Mundial editado por el Banco Mundial, parecen respaldar afirmaciones de este tipo. 11 punto de vista de poblaciones excluidas más que desde la óptica de países concretos, poniendo el énfasis en la privación de derechos y oportunidades por encima de magnitudes como el PIB. En todo caso, dado el creciente número de personas privadas de derechos en los países del sur, parece apropiado repasar algunas teorías explicativas sobre los procesos desencadenantes de la situación actual, la cual está ligada, más que probablemente, al proceso expansivo de la cultura occidental por todo el mundo y a su materialización histórica en conquistas y colonizaciones. 12 1.2.- Algunas teorías explicativas sobre las desigualdades nortesur. Varias son las teorías que han puesto el acento en el proceso colonizador como variable explicativa clave del origen de las desigualdades entre norte y sur. Aquí vamos a explicar dos de ellas por su relevancia científica y su resonancia académica. La primera es la Teoría de la dependencia, desarrollada principalmente por autores latinoamericanos, tiene como máximo exponente a Fernando Henrique Cardoso que, en 1972, publicó Dependency and under-development in Latin America (Cardoso, F.H.1972). En segundo lugar analizaremos la Teoría del sistema mundial de Immanuel Wallerstein (Wallerstein, I.1974) De acuerdo con los teóricos de la dependencia6, el grado y características de las desigualdades dependen del modo en que los países fueron colonizados. Uno de los rasgos más característicos de estos procesos ha sido la dependencia respecto a los países del norte para colocar las materias primas en el mercado. El proceso colonizador hizo depender las economías de los países colonizados de la de los países colonizadores, concentrando el comercio en los productos que a los segundos les interesaba. Esta situación produjo un estancamiento en el desarrollo de economías manufactureras y el progresivo empobrecimiento de las sociedades colonizadas, el cual, se ha mantenido hasta hoy. La Teoría del sistema mundial de Immanuel Wallerstein es considerada como uno de los intentos más elaborados por interpretar los modelos mundiales de desigualdad. Para Wallerstein existen una serie de países, que se corresponden con aquellos en los que surgió la empresa económica capitalista moderna, que forman el núcleo de la economía mundial y controlan el comercio a favor de sus intereses. De forma muy similar a los teóricos anteriores afirma que los países del primer mundo han establecido una posición para explotar los recursos de las sociedades del tercer mundo en su propio interés. En este contexto, la eficiencia económica y la racionalidad capitalista han demostrado ser el sistema más efectivo para imponer el dominio del norte sobre el sur. Una vez que las primigenias sociedades capitalistas tomaron el control sobre el resto del mundo, han sabido perpetuar unos sistemas de dominación que se retroalimentan a través de organizaciones como las anteriores Rondas7 o la actual Organización Mundial del Comercio (OMC). Pero estaríamos abordando sólo una parte del problema si nos fijásemos únicamente en los países del norte a la hora de analizar los desequilibrios. Es cierto que existe un sistema comercial impuesto desde los países desarrollados, pero también ocurren cosas en el sur. Por ejemplo, siguiendo a Anthony Giddens (Giddens, A. 1992), podemos mencionar las elevadas tasas de crecimiento demográfico como factor limitador de un desarrollo económico sostenido puesto que los incrementos en la producción son consumidos por bocas extras que alimentar. Tampoco podemos olvidar la situación de unas oligarquías locales que monopolizan 6 Otros autores relevantes de esta corriente son Juan Francisco Marsal y Cristóbal Kay cuyas obras aparecen referenciadas posteriormente en la bibliografía. 7 Hasta la creación de la OMC en 1995, gran parte del comercio mundial se reguló a través del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT en sus siglas en inglés) que organizaba su actividad en rondas de negociación. 13 el poder y el acceso a la riqueza creada, dificultando su filtración a las capas más pobres de la sociedad. 14 1.3.- Retos del desarrollo Hemos hablado de los posibles orígenes de las desigualdades. Ahora analizaremos las causas de la dificultad para solucionar el problema y las razones de los escasos avances en el establecimiento de unas relaciones internacionales más justas. El problema principal que tiene planteado hoy en día el desarrollo es el ecológico, cuyas consecuencias, que estamos comenzando a padecer, pueden ser catastróficas8. Los orígenes inmediatos de este grave problema están en los profundos cambios acontecidos en las sociedades industriales avanzadas desde mediados del siglo XX que han elevado el impacto humano sobre la biosfera hasta niveles nunca antes conocidos. La nueva sociedad que surgió tras la Segunda Guerra Mundial en los países occidentales, pero también en algunos de la órbita soviética, se caracterizó por la expansión de pautas de consumo masivo a amplias capas de la población que tuvieron acceso, por primera vez en la historia, a innumerables objetos materiales útiles e inútiles. El cénit de esta nueva sociedad se concreta en lo que se ha llamado American Way of Life, cuyos orígenes son descritos con maestría en estos párrafos del americanista Pedro A. Vives. (Vives, P.A. 1985): En realidad, al acabar la década, (Años 50) lo que más empezaba a preocupar a la gran mayoría era cómo y dónde organizar su weekend, sin importar las distancias, ya que se habían acostumbrado en poco tiempo a que el avión las acortara. Se trataba de llevar más allá de la ciudad misma el optimismo del supermercado, del self-service o de la cafetería, llevar más allá la sonrisa de una sociedad capaz de cambiar de vestido varias veces al año, bajo la fascinación del prêt-à-porter. Había nacido en menos de dos décadas una generación de camas separadas y living-room, con nevera eléctrica, lavadora, planchadora y otros cientos de aparatos deslumbrantes. Los plásticos imitaban el lujo y viceversa, la congelación hacía que las nuevas familias –sorprendentemente numerosas gracias a la psicosis de guerra y posguerra- cenaran clam chowder un día si y otro no, y spaghetti y apple pie hasta decir basta. 8 Fenómenos como el efecto invernadero son amenazas reales constatadas por la comunidad científica internacional que ponen en peligro el equilibrio ecológico del planeta. Desde la Revolución Industrial hasta ahora las concentraciones de CO2 en la atmósfera han pasado de 280 partes por millón en volumen a 360 ppmv (aumentos debidos básicamente a la acción humana relacionada con su modo de vida) y pueden llegar a 750 al final del presente siglo. Las estimaciones realizadas por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático indican que la temperatura media puede aumentar entre 1,5 y 6 grados centígrados para el año 2100. (...) Tal vez algunos piensen que la subida de las temperaturas en la superficie terrestre en unos pocos grados derivadas del efecto invernadero (no hay que olvidar que el principal causante del efecto invernadero es la dinámica de funcionamiento de las economías consumistas) no es para tanto. Sin embargo, la variación de la temperatura media es una manifestación de los muchos cambios que tendrían lugar en ámbitos como el aumento del nivel del mar, los patrones de precipitaciones, la actividad agraria, la propagación de enfermedades, el ámbito de vida de las especies animales, la intensidad y frecuencia de condiciones climáticas extremas que pueden dar lugar a mayores desastres humanitarios, etc. Datos recogidos en (Pérez Arriaga, J.I. 2002) 15 La mayoría de los niños norteamericanos (...) se levantaban, desayunaban cornflakes y zumo de bote. Salían a la escuela en desordenada formación como los sobrinos de Donald, mientras una madre rubio platino revlon se descolgaba hasta el shopping center a la caza de más plásticos, más leche y más dicha a plazos. Un 34% de los esposos de las rubias platino meditaba con los pies encima del escritorio cómo había llegado a ser white collar (oficinista) sin sentirlo, cómo que su Chevrolet le aguardase apilado en aquellos prodigios de hormigón clasificadores de símbolos del progreso sobre ruedas. En los momentos más duros de la vida, los norteamericanos habían aprendido a escapar en varias fases. Para los casos menudos estaban los drive-in con sus estrellas de cine al otro lado de la intimidad del volante; si la cosa empeoraba podía soñarse e incluso llegar a Las Vegas, y, en casos extremos, no había que recurrir inmediatamente al psiquiatra, puesto que todo podía solucionarse en Reno, para volver a empezar al día siguiente. Tenía que ser bueno todo aquello, ya que unos vecinos que habían estado el verano anterior en Europa aseguraban que por allí palidecían de envidia. La cita describe con bastante acierto los orígenes de una forma de vivir y de consumir cuyas consecuencias no tardarían en hacerse visibles. En los años 60 del siglo XX suenan las primeras alarmas sobre la crisis ecológica a la que nos referimos. Esta situación puede parecer contradictoria, pues el moderno capitalismo industrial había irrumpido en el mundo dos siglos antes; sin embargo, su capacidad destructiva era aún relativamente pequeña: la contaminación tenía todavía una naturaleza local y la población era bastante inferior a la actual. A la crisis ecológica que se hace patente a finales de los 60 del siglo XX la definen dos elementos básicos: el agotamiento de los recursos naturales no renovables y la contaminación por el exceso de residuos. La constatación de la existencia de un grave desequilibrio ecológico pone de manifiesto dos realidades: la imposibilidad de seguir creciendo de forma indefinida con recursos finitos y la incapacidad de extender el modo de vida occidental al resto del planeta, ya que se sobrepasaría la capacidad de sustentación planetaria. Por lo tanto, el modo de vida occidental sólo puede pervivir a costa de la desigualdad y la exclusión. En este contexto, el mantenimiento de las estructuras de desigualdad se hace fundamental, puesto que los ciudadanos del mundo rico difícilmente van a renunciar a sus comodidades. Aunque cada vez se es más consciente de que mejoras en las condiciones de vida en el sur están supeditadas a cambios en los patrones de consumo en el norte, nuevos comportamientos pueden tener consecuencias económicas negativas a corto plazo y un coste electoral difícilmente asumible por las élites políticas. Un ejemplo claro de esta situación son las aguerridas resistencias que surgen cada vez que se plantea subir la factura de la luz o el precio de la gasolina, uno de los pocos instrumentos eficaces para la contención del consumo, y eso que las críticas provienen de un público que se dice sinceramente preocupado por el medio ambiente y la desigualdad. 16 Con el tiempo, otro claro ejemplo de la situación descrita es la dificultad en la recaudación de fondos para los Objetivos del Milenio, en cuya Declaración, en el año 2000, 189 países asumieron en Asamblea General su “responsabilidad colectiva de respetar y defender los principios de la dignidad humana, la igualdad y la equidad en el plano mundial, lo cual implica un deber que cumplir respecto a todos los habitantes del planeta”. Durante la Cumbre, la comunidad internacional se comprometió a la consecución de 8 objetivos antes de 2015: 1) erradicar la pobreza extrema y el hambre, 2) lograr la enseñanza primaria universal, 3) promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, 4) reducir la mortalidad infantil, 5) mejorar la salud materna, 6) combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades, 7) garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y 8) fomentar una asociación mundial para el desarrollo. Los datos sobre el cumplimiento de los objetivos a mitad de camino no parecen ser muy alentadores. Según proyecciones de Intermon Oxfam, en su Informe sobre la Realidad de la Ayuda 2006-2007 (González, C. (Coord.) 2006), el número de personas que en 2015 vivirán con menos de un dólar al día superarán en 380 millones el objetivo acordado de 420 millones. Según datos del mismo Informe, el esfuerzo de los países donantes fue de 106.367 millones de dólares, de los cuales, un porcentaje muy elevado corresponde al alivio de la deuda o a las supuestas misiones de paz llevadas a cabo por los ejércitos. En todo caso, los fondos de ayuda al desarrollo parecen una cantidad pequeña si la comparamos, por ejemplo, con los cerca de 800.000 millones de gasto militar en el mundo, o con los cientos de miles de millones que se emplean en campañas de marketing dedicadas a consolidar el modelo consumista actual. Este tipo de sociedad se caracteriza además, por desarrollarse en un entorno profundamente competitivo en el que las multinacionales presionan para liberalizar los mercados y poder desarrollar sus actividades en los lugares en los que tengan más ventajas, por encima de los derechos de los trabajadores o el medio ambiente. La situación es grave, y los esfuerzos por mejorarla son pocos y con poca convicción. Esta realidad hace cada vez más necesaria la acción de incidencia política y de sensibilización de las ONG. Ahora bien ¿se encuentra preparado el sector para afrontar los retos de un mundo con tales problemas? 17 IIª PARTE EN TORNO A LAS ONGD 18 2.1.- Las ONGD y la sociedad española Popularmente se suele definir a las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) como entidades de carácter privado sin ánimo de lucro que desarrollan una actividad destinada a mejorar el mundo. Sin embargo, esta idea puede concretarse en diferentes modos de actuar. Hay organizaciones conocidas como de acción social, que luchan contra la exclusión en una determinada sociedad; es el caso, por ejemplo, de Cáritas, que intenta paliar los efectos de la pobreza; de las organizaciones de acogida a los inmigrantes, o de otras muchas entidades que trabajan con discapacitados o personas drogodependientes. También existen organizaciones de denuncia y otras que, teóricamente, promueven el desarrollo de los empobrecidos y la sensibilización de los ricos para alcanzar un modelo sostenible que nos beneficie a todos; son conocidas como ONG de Desarrollo (ONGD) y tienen un papel protagonista en esta obra. Si tomamos como marco de referencia a España, vemos que existen más de 100 ONGD que se agrupan en torno a la CONGDE como organismo coordinador más relevante del sector. Las ONGD tienen unos ingresos de 975.278.693 euros. Sin embargo, más o menos la mitad de esos ingresos no se destinan a actividades de cooperación internacional propiamente dichas, sino que son utilizados fundamentalmente por Cáritas y Cruz Roja para la acción social9. Por lo tanto, los ingresos de las ONGD empleados en cooperación internacional vienen a representar en torno al 0,05% del PIB. Las cifras anteriores no quieren decir que sólo los fondos de cooperación al desarrollo sean fondos de cambio social. El cuarto mundo es también una realidad muy presente consecuencia del mismo modelo de desarrollo que condena a la pobreza y a la exclusión a millones de personas en los países del sur. Es justo tener en cuenta, porque es así, que otras muchas organizaciones hacen un gran trabajo de sensibilización que debe ser reconocido. Sin embargo, dado el tema de nuestro libro las cifras aportadas pueden tener utilidad explicativa. Si volvemos a las ONGD y hacemos un ejercicio de memoria relacionando las veces que aparecen en los medios con el tamaño del sector, vemos que este tipo de organizaciones tienen una presencia pública bastante relevante, la cual puede estar relacionada con el hecho de que los españoles apoyan las acciones de cooperación y tienen una buena imagen de las ONG. Si observamos el II Barómetro, “América Latina y la Cooperación al Desarrollo”, elaborado a finales de 2006 por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y la Fundación Carolina10 (Centro de Investigaciones Sociológicas y Fundación Carolina, 2007), vemos que el 80% de los españoles apoyan las acciones de cooperación al desarrollo, y hasta un 68% de los encuestados está a favor de que España dedique el 0,7% de su Producto Interior Bruto (PIB) a la cooperación con los países empobrecidos. 9 Datos recogidos en (Mataix Aldeanueva, C. y Sánchez Naranjo, M.J. (coords.) 2004) www.congde.org/CONGDE2004.pdf Ficha técnica en anexos 10 www.fundacioncarolina.es/FundacionCarolina/mwcomunicacion/comunicacion/noticias/investigacion/redgobcealci.htm Ficha técnica en anexos 19 En un reciente estudio de la CONGDE sobre la percepción social de las ONGD (Fuentenebro Fernández, F. (coord.) 2005)11 se recoge que más del 85% de la población confía en su trabajo, afirmando que ayuda a elevar el nivel de desarrollo de los países empobrecidos y consigue mejorar las condiciones de vida de las personas a quienes se dirigen sus proyectos. Además de esta imagen positiva, parece ser que la ciudadanía también está dispuesta a colaborar, al menos económicamente, con las ONGD. En este estudio aparece que el 42,53% de la población manifiesta que ha colaborado económicamente durante el año 2004. Este dato no tiene en cuenta la catástrofe del Tsunami, en la que colaboraron 6 de cada 10 ciudadanos. La forma de colaboración de los que respondieron afirmativamente a esta cuestión fue, en un 91,08%, a través de una aportación económica puntual (en muchos casos vía SMS). Si comparamos los datos referentes al Tsunami con los datos generales, vemos que se mantiene la tendencia, eso sí, a menor escala. La forma más común de colaborar es de nuevo, en los datos generales, la aportación económica puntual que alcanza el 51,14%. En este estudio nos aparece otro dato interesante y alentador, un 71,48% de los que colaboraron afirman que es probable, o bastante probable, que vuelvan a colaborar en el futuro. Sin embargo, a pesar de las esperanzas que puede ofrecernos una primera aproximación, hay cuestiones sobre las que es necesario reflexionar. Según los datos del estudio del CIS y la Fundación Carolina, el 72% de los españoles desconoce la existencia de los Objetivos del Milenio. Han pasado siete años desde que los Jefes de Estado y de Gobierno de 189 países se comprometieran con los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas para 2015; en este tiempo, a pesar del trabajo de difusión de las organizaciones sociales, de las noticias del telediario e incluso del apoyo institucional, sólo una cuarta parte de la población española conoce su existencia. Ante esta situación es lógico preguntarse qué ocurre. ¿Cómo es posible que campañas millonarias sobre aspectos tan importantes, desarrolladas en periodos de tiempo tan largo, no calen en la opinión pública? Podría pensarse que los Objetivos del Milenio son una excepción a la regla de un conocimiento generalizado acerca de los temas cruciales que afectan al planeta. Pero podemos dar algún ejemplo más para que, incluso las personas más optimistas y desconocedoras del tema, se percaten de que algo falla en el conocimiento de la sociedad española sobre los grandes retos globales y en su aportación para resolverlos. Siguiendo con el mismo estudio del CIS y La Fundación Carolina, el 76% responde no sabe, no contesta, a la pregunta de si conoce aproximadamente el porcentaje del PIB que España dedica a la cooperación con los países del tercer mundo. 11 www.congde.org/Docinteres/Informepercepcion.pdf Ficha técnica en anexos. 20 Es cierto que un 67% de la población española dice conocer el objetivo de los países desarrollados de destinar el 0,7% de su PIB para la cooperación con los países empobrecidos, pero temo que estemos ante una isla en un mar de desconocimiento. Así por ejemplo, si comparamos los gastos reales de las ONG que aparecen en el Informe de la CONGDE sobre el sector del año 2004, con la percepción de la ciudadanía que aparece en el estudio sobre la percepción social de las ONGD, observamos una importante diferencia; vemos que la ayuda humanitaria está sobrestimada, los ciudadanos creen que representa el 64,26% del gasto de las ONGD cuando, en realidad, representa sólo un 8,3%. Esta visión no tiene base en una evolución favorable del gasto hacia la ayuda humanitaria pues, aunque el número de recursos crece, este crecimiento es inferior a otras partidas como pueden ser aquellas destinadas a proyectos de desarrollo. Este desfase entre percepción y realidad puede que esté estrechamente ligado a la sobresaturación de imágenes sobre catástrofes que aparecen en los medios de comunicación. Los desastres proporcionan una gran cantidad de imágenes espectaculares muy del agrado de las televisiones que, no debemos olvidar, son básicamente un medio visual. Prueba de la relación entre las imágenes de televisión y la sobrevaloración de la ayuda humanitaria puede ser el hecho de que las ONGD más conocidas son aquellas que tienen un papel protagonista en las crisis humanitarias, tal es el caso de Médicos sin Fronteras (MSF) o Cruz Roja. Pero estaríamos quedándonos a la mitad del camino si sólo analizásemos los datos de conocimiento y percepción a la hora de poner en duda el modelo de colaboración en España. Un indicador muy importante a la hora de conocer el compromiso de una sociedad con los grandes retos planetarios, al margen del conocimiento de los mismos, es el de la participación para el cambio social. Hoy en día en España, muchas de las ONGD tienen redactados en sus misiones objetivos de transformación social hacia un mundo más justo; por lo tanto, la participación en este tipo de organizaciones debería darnos una muestra del estado del compromiso. Según datos del directorio de la CONGDE, en torno a 20.00012 personas colaboraron como voluntarias en temas de cooperación para el desarrollo en España durante el año 2005. Si tenemos en cuenta que el país tiene unos 44 millones de habitantes, no parece una cifra muy elevada. Es cierto, como dijimos antes, que no sólo la colaboración con las ONGD es colaboración para el cambio social y que hay otras muchas personas con un arraigado compromiso de cambio. Entidades como Cáritas o Cruz Roja superan los 50.000 voluntarios. Sin embargo, según un reciente estudio de la Fundación Eroski sobre las ONG,13 sólo 25 organizaciones cuentan con más de 1000 voluntarios y solamente 7 superan los 5000. Cifras muy bajas si tenemos en cuenta el total de la población española y la gravedad de los problemas a los que nos enfrentamos. 12 Datos recogidos en (Mataix Aldeanueva, C., Sánchez Naranjo, Mª www.directorio2006.congde.org/uploads/directorio2006.pdf Ficha técnica en anexos. 13 J. y otros (coords.) 2006) Guía Práctica de ONG 2006. http://www.fundacioneroski.es / http://consumer.es/conclusiones/ Ficha técnica en anexos. 21 Es evidente que hay otras formas de colaboración pero, dado que el voluntariado supone un paso muy importante en el compromiso de una persona con su sociedad, me parecía importante reseñarlo. En síntesis, vivimos en un país donde las ONGD están bien valoradas, donde la gente colabora económicamente y donde tiene perspectivas de seguir haciéndolo. Hasta aquí, todo perfecto. Incluso podríamos aventurarnos a responder afirmativamente a la pregunta anterior sobre la capacidad del sector para afrontar los retos del planeta. Pero, si hilamos un poco más fino, vemos que la gente no conoce muy bien a las ONGD. A los datos aportados anteriormente podríamos añadir el de que un gran porcentaje de ciudadanos responde, NS/NC o no conozco ninguna, a la pregunta de si podría darnos tres nombres de ONGD que conozca, realizada en el estudio de la CONGDE sobre percepción social de las organizaciones de desarrollo. A estas cifras podemos sumar otras también inquietantes. Por ejemplo, según datos del estudio sobre percepción social con el que estamos trabajando, sólo un 1,97% afirma haber tenido conocimiento de las ONGD a través de las actividades que realizan. Tampoco parece muy coherente con la filosofía del cambio de estructuras que defiende la CONGDE que sólo 46 de las 88 ONG analizadas en su Informe sobre el sector de las ONGD en 2004 hayan realizado actividades de incidencia política. Además, un gran porcentaje de las colaboraciones se materializan en aportaciones económicas puntuales que, en caso de acontecimientos concretos, se disparan. Todas estas cuestiones nos llevan a preguntarnos si la colaboración con las ONGD no estará mucho más relacionada con sentimientos de compasión que afloran tras ver una serie de imágenes y testimonios en televisión que con la reflexión de la existencia de un mundo que debería ser cambiado para evitar que vuelvan a aparecer dichas imágenes. Esta pregunta no es banal, pues está estrechamente ligada a la propia razón de ser de las organizaciones y no se refiere sólo a España. Las palabras aparecidas en el editorial de la revista TIME en diciembre de 2005, coincidiendo con el reconocimiento de la labor filantrópica del matrimonio Gates y Bono, nos dan un ejemplo de ello: After the Tsunami $1.6 billion were given (…) Four months after Hurracane Katrina, the donations approach $3 billion. Sudden disasters get the big headlines, but day after day other tragedies of avoidable dimensions unfold. The one child who dies of malaria in Africa every 29 seconds, the one person who is infected with HIV every 6.4 seconds, the 8 million who die every year because they are too poor to stay alive… 22 2.2.- Descripción del entorno consumista-irracional dominante Las siguientes preguntas que nos hacemos giran en torno a cómo es este mundo en el que desempeñan su labor las ONGD y por qué es tan difícil conseguir compromisos estables de participación y cambio social; cuestiones que son la base de los dos siguientes capítulos en los que analizaremos cómo funciona la sociedad de consumo actual y los mecanismos de satisfacción de las necesidades de compromiso en su contexto. Son muchas las teorías que intentan explicar la sociedad de consumo desde diferentes ángulos. Aquí partiremos de las ideas de Max Weber sobre la racionalidad para continuar con las interpretaciones de filósofos críticos de la Escuela de Francfort como Adorno, Horkheimer y, muy especialmente, Herbert Marcuse. Completaremos estas ideas con las aportaciones de teóricos críticos posteriores como George Ritzer. Iniciamos nuestro análisis acerca de la racionalidad partiendo del trabajo realizado por Stephen Kalberg.14 Este autor identifica cuatro tipos básicos de racionalidad en la obra de Max Weber. Racionalidad práctica: se define como toda forma de vida que mira y juzga la actividad humana en relación a los intereses puramente pragmáticos y esencialmente egoístas de los individuos, es decir, se limita a calcular la mejor forma de alcanzar un fin aceptando las realidades dadas. Ha existido a lo largo de toda la historia. Racionalidad teórica: busca más el dominio de la realidad mediante conceptos abstractos que a través de la acción. Ha sido practicada históricamente por hechiceros y sacerdotes y, más tarde, por filósofos y científicos. Dado que no necesita influir en la acción, tiene el poder de introducir nuevas pautas de comportamiento sólo indirectamente. Racionalidad Sustantiva: ordena la acción con arreglo a un conjunto de valores, es decir, la elección de los medios se hace en función de unos fines dentro de ese conjunto de valores. Se ha dado a lo largo de la historia allí donde ha existido un sistema de valores coherente. Racionalidad Formal: al igual que la práctica y la sustantiva, la racionalidad formal también implica el cálculo de medios; pero mientras en la primera, el cálculo está conectado sólo con los intereses pragmáticos de los individuos, ahora se refiere a una serie de normas, leyes y regulaciones, lo cual significa que la búsqueda de medios óptimos para conseguir un fin dado viene establecida por dichas reglas. En el último modelo hablamos de una racionalidad sustantiva adecuada a un sistema de valores específico que son los de una economía capitalista de mercado basada en la eficacia y en la eficiencia, es decir, en la consecución de unos 14 Ideas recogidas en (Ritzer,G. 1993) 23 objetivos (crecimiento económico) con el menor coste económico posible sin necesidad de tener excesivamente en cuenta a las personas o al medio ambiente que, en última instancia, serían meros recursos al servicio del fin último del aumento de la productividad y el consumo. Frente a este modelo tan poco razonable, una filosofía de marketing en el sector de las ONGD debería contribuir a reforzar un sistema de valores que tuviese a las personas como fin último del desarrollo. Para alcanzar este propósito es necesario cambiar unos medios que no son otra cosa que nuestros comportamientos cotidianos. Este tipo de racionalidad formal, que se expande por todo el planeta cada vez con más fuerza, ha sido analizada por diferentes autores. Algunos de los más importantes fueron los teóricos críticos de la Escuela de Francfort. Estos filósofos alemanes partieron de las ideas de Max Weber para elaborar sus teorías sobre la racionalidad moderna. Autores como, Theodor W. Adorno, Max Horkheimer o Herbet Marcuse, que emigraron a Norteamérica con la llegada al poder de los nazis en Alemania, encontraron en los Estados Unidos un ejemplo perfecto de como un sistema de producción basado en la racionalidad formal, podía alcanzar su culminación siendo capaz de dominar a los individuos mediante sus propios deseos. A lo largo del siguiente capítulo nos fijaremos básicamente en la obra de Herbert Marcuse El hombre unidimensional. El propósito es explicar el modelo de sociedad que se empezó a forjar a mediados del siglo XX y que es la base de la crisis de civilización a la que nos enfrentamos. Los teóricos emigrados de la Escuela de Francfort pronto se dieron cuenta de que el mantenimiento de la sociedad de consumo precisa algo más que la dominación económica adelantada por Marx. Es necesaria también una dominación cultural. La siguiente cita extraída de la obra del economista norteamericano J.K. Galbraith, muestra claramente como lo que él denomina Sistema Planificador en su obra El Nuevo Estado Industrial (Galbraith, J.K. 1984), ha conseguido moldear las preferencias de los individuos: El hecho de que uno tenga que detenerse antes de afirmar que la belleza vale el sacrificio de algún aumento en el PIB, muestra hasta qué punto nuestras creencias han sido acomodadas a las necesidades del sistema. Esta visión del profesor Galbraith enlaza muy bien con la opinión de los emigrados de la Escuela de Francfort, para los cuales la libertad queda tan adulterada que lo que uno desea para realizarse y ser feliz es, precisamente, lo que el sistema desea para perpetuarse. En palabras de Javier Hernández-Pacheco interpretando el pensamiento de Marcuse, en su obra Corrientes Actuales de Filosofía (Hernández-Pacheco, J. 1996), vemos como la idea va tomando cuerpo: Si el hombre desea aquello que el sistema fácilmente puede satisfacer de tal modo que precisamente así alcanza su fin de incrementar la productividad, entonces habremos logrado el mundo feliz, el paraíso en la tierra, la reconciliación de las partes con el todo...y la unidimensionalidad 24 anunciada se habrá convertido en el alma misma de la sociedad, de una sociedad que ya sólo pretende una cosa: seguir produciendo. Esto es lo que se ha denominado sociedad de consumo. Según Herbert Marcuse en su obra El Hombre Unidimensional (Marcuse, H. 1994) la sociedad de consumo se caracteriza porque: La gente se reconoce a sí misma en sus mercancías; encuentra su alma en el automóvil, en su equipo de música, en su vivienda unifamiliar, en su equipamiento de cocina. El mismo mecanismo que ata al individuo a su sociedad ha cambiado, y el control social está anclado en las nuevas necesidades que ha producido. De esta forma la racionalidad se pone al servicio de una dinámica de dominio. Así, es racional levantarse temprano para ir al trabajo, para que la fábrica funcione, dé muchos beneficios, y se produzcan muchos coches para que la gente los compre y pueda ir a muchos sitios con ellos, aunque, al final de este proceso racional, el trabajador utilice básicamente el coche para ir a la fábrica donde producirá más coches y más beneficios que, a su vez, se reinvertirán en más coches para la obtención de más beneficios empresariales; dejando al operario con su utilitario para llegar a la fábrica después de su más que probable correspondiente atasco. Incluso cuando queremos evadirnos recurrimos a ir de compras a adquirir las últimas novedades, a dejarnos llevar por las ofertas de las agencias de viajes o a ver la televisión en la cual pueden encontrarse, básicamente, anuncios para que compremos más y más cosas. Según el profesor Galbraith: Todo el mundo supone que estas cosas son connaturales a la personalidad humana. Creerlo así, es en realidad una opinión muy materialista de la especie humana. Ponerlo en duda es arriesgarse a cobrar fama de excéntrico o de asceta. La expansión de este modelo social es una bomba de relojería que no sería tan peligrosa si no contribuyese de manera crucial a la crisis ecológica que amenaza el planeta. Elegir formar parte del sistema y contribuir a su expansión puede ser incluso una opción de vida, pero las consecuencias de esta elección no son nunca una cuestión relativa. La destrucción de las condiciones materiales sobre las que se sustenta la vida en la tierra amenaza incluso la supervivencia de la especie humana. Como vimos anteriormente, la racionalidad formal se ha impuesto en las sociedades capitalistas modernas. Sin embargo, y paradójicamente, una de las características definitorias de la evolución de este tipo de sociedades es la resistencia al discurso racional conjugada con un predominio de las emociones. El sociólogo Javier Elzo apunta que en la juventud española 15: 15 Javier Elzo tiene numerosas publicaciones relativas a los valores de los jóvenes, entre ellas podemos mencionar: “Aspectos de la cultura juvenil” (Elzo, J. 2002) y “El adolescente en la sociedad actual: Una perspectiva de 15 años” (Elzo, J. 2000). 25 Hay resistencia al discurso racionalizado, construido intelectualmente y con cierto grado de conceptualización (...) Es claramente la supervaloración de la emoción sobre la mera razón, la percepción sobre la racionalización. El triunfo de las emociones tiene un claro reflejo en la evolución de la comunicación comercial, que pasa de los mensajes racionales a aquellos en los que predominan los sentimientos. Hasta los años 70 del siglo XX, había verdaderas diferencias de producto en casi todas las marcas. Era la época de la USP, (Unique Selling Proposition o Propuesta Exclusiva de Venta). Entonces la publicidad tenía un fuerte componente informativo que buscaba marcar las diferencias entre productos. En los años 80, las diferencias se van haciendo cada vez menores y es necesario dar un salto cualitativo en el tipo de publicidad. Entonces comienza el reinado de las emociones. Ya no compensa darle al vientre para llegar a la cartera, ahora interesa pegarle al corazón. Un ejemplo claro de lo que describimos es el hecho de que los niños aparezcan en uno de cada tres anuncios de televisión. Según un estudio de la Asociación Española de Pediatría,16 la figura infantil se manifiesta en el 27% de las materias publicitarias. La presencia de menores en la publicidad televisiva no se justifica en la mitad de los anuncios en los que salen, ni por ser consumidores, ni por ser destinatarios del mensaje. Según los autores del estudio, el atractivo de los niños está en el papel que tienen dentro del presupuesto familiar, en el interés por incorporarlos cuanto antes a la sociedad de consumo y en su importancia como valor añadido para enriquecer simbólicamente los productos anunciados. Con su aparición se busca aprovechar las connotaciones positivas que tiene la infancia en el mundo de los adultos y crear una corriente de simpatía hacia el producto anunciado. En resumen, despertar las emociones del consumidor. Curiosamente, las dos evoluciones mencionadas son paralelas. Partiendo de esta constatación, podría aventurarse la hipótesis de que, dado el tiempo que las personas se hallan expuestas a los mensajes de los medios de comunicación, existe relación causal entre los cambios de la publicidad y el cambio de estatus de las emociones en nuestra visión del mundo. Aunque esta relación existiese, no parece razonable negarle una parte irracional al ser humano. Hay muchos estudios psicológicos que la consideran como preponderante y los anuncios no harían más que despertar una parte muy importante de nuestro ser. El triunfo de las emociones se conjuga con otras características típicas de nuestro modelo social. Un individualismo extremo, ligado en muchas ocasiones a un hedonismo exagerado y a un sentido del éxito darwinista, se une a la búsqueda, a veces enfermiza, de la felicidad personal. Esta felicidad es entendida muchas veces como la satisfacción inmediata de los deseos con aquellas cosas que el sistema puede proveer para vivir el presente “a tope” y se corresponde con una cultura de lo efímero que se mueve al ritmo de continuas innovaciones tecnológicas que tienen la finalidad de que la gente compre más y más. 16 Datos recogidos en una noticia de el diario EL País sobre el evento publicada el 12 de Junio de 2007. 26 En este contexto, los intentos por lograr una educación transformadora que contribuya a formar ciudadanos con una conciencia global que puedan construir un mundo más justo se estrellan, una y otra vez, con los modelos sociales predominantes transmitidos a través de los medios de comunicación. Estos modelos venden el individualismo, la victoria en un entorno competitivo, el hedonismo y la posesión de bienes materiales, como ejemplos de éxito en la vida. Analizando algunos datos vemos como los niños españoles pasan unas tres horas al día delante de la televisión, lo que suman 37 horas más al año de las que destinan a estar en clase. Es de suponer que gran parte de ese tiempo están expuestos a programas que transmiten los valores característicos de la sociedad de consumo. Si a este tiempo delante del televisor, le sumamos el que están conectados a Internet recibiendo estímulos comerciales, los anuncios que ven por otros medios y el tiempo que se dedican con su grupo de iguales a comentar dichos estímulos, vemos como el tiempo que se pueda dedicar en la escuela a promover una educación transformadora se queda ineludiblemente corto. Ni siquiera los medios informativos parecen ofrecer una alternativa didáctica promotora de la reflexión. Los deportes concebidos como espectáculo ocupan la mayor parte de los telediarios y típicos estereotipos de la sociedad de consumo como son las estrellas del fútbol son modelos que imitar. Siguiendo al sociólogo francés Pierre Bourdieu en su obra Sobre la televisión (Bourdieu, P. 1997), los medios valoran como importante lo que no tiene relevancia social, otorgan prioridad al combate sobre el debate, a la polémica sobre la dialéctica y al enfrentamiento antes que a la confrontación de argumentos. Son, en definitiva, especialistas del pensamiento basura y de la inteligencia desechable. Los intereses económicos de los grandes grupos de comunicación interconectados con el resto de la economía global, unidos a una fe dogmática en el actual modelo de desarrollo por un gran porcentaje de ciudadanos, sujetan este fenómeno llamado sociedad de consumo. Las bases teóricas que lo legitiman son varias, aunque sólo vamos a citar tres que por su relevancia pueden ayudarnos a comprender mejor los fenómenos aquí descritos. Estas bases son; el individualismo metodológico, la Teoría del fin de la historia y el darwinismo social. El individualismo metodológico está en la base del pensamiento preponderante. Considera que la sociedad no es otra cosa que la suma de las voluntades de los individuos y que los únicos intereses reales existentes son los suyos; por lo tanto, los diferentes acontecimientos son mera consecuencia de las decisiones individuales. En este mundo, el bien común llega gracias a una mano invisible que guía la acción individual hacia el interés general y las situaciones desfavorables son responsabilidad de los propios individuos que han errado en la toma de algunas de sus decisiones. De esta manera es muy fácil juzgar las situaciones de pobreza, paro y exclusión, puesto que no serían nada más que el reflejo de la toma de decisiones equivocadas. La Teoría del fin de la historia de Francis Fukuyama concibe el liberalismo democrático como el punto de llegada del gobierno humano y final de la evolución 27 ideológica de la humanidad. Llegados a este punto, carece de sentido buscar alternativas. El darwinismo social traslada la Teoría de la selección natural al medio social. Por lo tanto, es una ley natural que unos individuos tengan éxito y otros fracasen y que los que fracasen puedan llegar a desaparecer incluso físicamente. Estas teorías impregnan la mayoría de los mensajes que nos llegan a través de los medios de comunicación de masas. Como podemos apreciar, transmiten la idea de un mundo sin alternativas, profundamente competitivo, en el que la llave del éxito o del fracaso está en manos de los propios individuos. El éxito, en definitiva, suele estar identificado con lo que uno tiene, más que con lo que uno es realmente. En muchas ocasiones, el sacralizado éxito se concreta en ser como los modelos sociales que aparecen en televisión, es decir, en tener lo que ellos tienen. No es de extrañar, dadas estas circunstancias, que el prototipo a imitar por la mayoría de nuestros jóvenes sean productos de marketing como muchas de las estrellas del mundo del espectáculo. Lamentablemente, para muchos jóvenes ser una celebridad no está al alcance de cualquiera, o sí... El consumismo es un elemento ideal para que podamos expresar simbólicamente lo que pretendemos ser en esta vida. De esta forma, el consumo se convierte en el centro de la vida cotidiana. A través de él se manifiestan la posición social, la ideología o los valores. Por lo tanto, es lógico pensar que muchos de los aspectos que vamos a tratar en el siguiente capítulo sobre la solidaridad en un ambiente consumista-irracional giren en torno a él. 28 2.3.- La satisfacción de la necesidad de compromiso en un entorno consumista-irracional ¿Qué tipo de solidaridad se puede dar en una sociedad como la descrita en el capítulo anterior? Según vimos en el capítulo 2.1, en torno a un 60% de la población española dice en las encuestas que colabora con las ONGD, la mayoría con aportaciones económicas puntuales que se producen en muchas ocasiones vía SMS. En este trabajo defendemos la tesis de que esta forma de solidaridad es un reflejo de la sociedad en la que vivimos y que existe una conexión entre las imágenes de televisión, el predominio de las emociones y el número de colaboraciones. En este contexto muchas veces se comercia con los sentimientos de culpa como medio de intercambiar dinero, sin reflexión ni compromiso, por alivio moral, lo cual convierte a muchas organizaciones en un icono de consumo más. La tendencia descrita cuadra muy bien con la realidad que expone un estudio de la Asociación de Organizaciones no Gubernamentales y no Lucrativas Usuarias del Marketing Directo17 (AOMD-FECEMD) sobre la colaboración de los españoles con las ONG y el perfil del donante. Según este estudio, la razón prioritaria por la que los españoles hacen o harán aportaciones económicas a las ONG es la satisfacción personal. La mitad, un 23%, dice que lo hace para conseguir un cambio en el mundo. Esta idea de la satisfacción personal encaja perfectamente con el tipo de sociedad descrita que coloca el bienestar de uno mismo por encima de cualquier otra consideración. Si puedo sentirme bien colaborando y, además, no me supone gran esfuerzo y, además,... pues sí, hay un además. Según un estudio de la Fundación la Caixa,18 para la sociedad española tiene más valor preocuparse por lo que pasa en otros lugares del mundo que hacer cosas por mejorar la propia ciudad o el propio barrio. Si además, por lo tanto, puedo colaborar en un sitio lejano, habremos conseguido cuadrar el círculo del consumo-solidaridad porque, como es bien sabido, todo aquello que hace más cómoda la vida del consumidor tiene papeletas de éxito. Lamentablemente, el cambio social exige un compromiso más profundo que darle al pulgar para enviar un mensaje de móvil y, desde luego, desterrar la diferencia entre cerca y lejos. El viejo eslogan de los ecologistas de pensar globalmente y actuar localmente tiene hoy más vigencia que nunca. 17 I Estudio sobre la Colaboración de los Españoles con las ONG´s y el Perfil del Donante. Ficha técnica en anexos 18 Estudio citado en la obra de Ferrán Polo: Hacia un currículum para una ciudadanía Global (Polo, F. 2004) 29 Veamos ahora algunos de los medios más frecuentes para expresar nuestra solidaridad en un contexto social consumista como son el apadrinamiento, el marketing con causa, la solidaridad como espectáculo y la ayuda humanitaria. 2.3.1.- El apadrinamiento Observando algunas cifras vemos que este mecanismo de solidaridad es una máquina de hacer dinero. Según datos de la CONGDE sobre fondos privados en el año 2005, y sólo teniendo en cuenta a sus organizaciones asociadas, las cuotas de apadrinamiento movieron una cantidad de 36,48 millones de euros, lo cual supone un 11,85% de todos los fondos privados que recibieron las ONG de la Coordinadora19. Si tuviésemos en cuenta las cantidades que manejan otras organizaciones muy conocidas por su labor de apadrinamiento que no están en la CONGDE, las cifras serían muy superiores. El apadrinamiento es un modelo de colaboración por el cual se promete una compensación afectiva virtual a cambio de una donación real. Es cierto que cada vez las cosas se explican más y ya casi nadie piensa que su dinero va a parar al niño de la foto que da las gracias por Navidad, pero la cuestión fundamental es otra. Lo importante es señalar que las acciones que promueven el apadrinamiento pretenden paliar las situaciones de empobrecimiento desde la compasión y no revertirlas desde el compromiso con el cambio social. Para conseguir donaciones se recurre a diferentes acciones que van desde telemaratones televisivos que apelan a los sentimientos más compasivos de las personas, hasta acciones de marketing directo en las que jóvenes vendedores con distintivos bien visibles de las organizaciones para las que trabajan y contratos precarios, abordan a los peatones en busca de su aportación. Los anteriores son sólo dos ejemplos de lo que se está haciendo. La tecnología permite inventar nuevos métodos para captar la atención de los consumidores. Un mensaje de móvil, un click con el ratón en una página web, una llamada de teléfono, todo vale para conseguir fondos. Es indudable que alguna situación se puede paliar con los fondos conseguidos de esta manera; pero, si sólo nos quedamos aquí, la labor de las ONGD como promotoras de reflexión y cambio social estará, más que probablemente, condenada al fracaso. Para conseguir la compasión necesaria que lleve a la donación, muchas veces se utilizan imágenes catastrofistas que no respetan los códigos éticos y de conducta20, se muestran personas desesperanzadas que sufridamente esperan la compasión ajena, se descontextualizan los mensajes y se presenta una visión occidental de las relaciones norte-sur. 19 Datos recogidos en (Mataix Aldeanueva, C., Sánchez Naranjo, Mª J. y otros (coords.) 2006) 20 El Código de conducta de las ONG europeas busca evitar los mensajes que esconden la complejidad, los idílicos que rechazan la realidad tal cual es, los prejuiciosos, los que dan la superioridad al norte y los patéticos. Además promueve los procesos a largo plazo, la educación para el desarrollo, dar voz al sur al elaborar mensajes e imágenes, etc. 30 2.3.2.- El marketing con causa Pero, hoy en día, no sólo el apadrinamiento es un exitoso mecanismo de solidaridad; otra forma muy común es el marketing con causa21. Esta estrategia consiste en impulsar la venta de un producto ligándola a algún tipo de campaña social. Así, cuanto más se compra de un producto, más dinero se destina a la causa social. Podemos ilustrar el éxito de estas campañas mostrando una de las primeras que se llevaron a cabo y que posteriormente dieron lugar a otras muchas. A principios de los años 80 del siglo XX el uso de la tarjeta de crédito American Express había caído preocupantemente. En 1983 la compañía decidió lanzar una campaña que prometía donar un centavo de cada operación que se realizase con la tarjeta a una Fundación que trabajaba en la restauración de la Estatua de la Libertad. El resultado fue un impresionante éxito: aumentaron un 28% las compras con la tarjeta y se generó una enorme identificación del consumidor con la empresa. El marketing con causa, sin embargo, genera algunos problemas relacionados con su valor solidario ya que no educa para el desarrollo sino que espera la compra del consumidor sin más. Es, por lo tanto, un tipo de solidaridad muy cómoda para el consumidor que, simplemente comprando más, puede colaborar. Sin embargo, la secuencia descrita entra en un perverso círculo vicioso. Sólo se consiguen fondos si se compra más y más, pero da la casualidad que precisamente el consumismo es una de las principales causas de los graves problemas planetarios. 2.3.3.- La solidaridad como espectáculo Actualmente también tiene una gran aceptación lo que Luis Alfonso Aranguren denomina la solidaridad como espectáculo (Aranguren, L.A. 1998). A través de este mecanismo la solidaridad se vuelve a convertir en objeto de consumo: Es la idea de solidaridad , por ejemplo, de los conciertos de rock en los que decibelios de euros se unen a favor de la causa. Se trata de hacer mucho ruido y participar en él porque de esta manera soy solidario y además me siento bien conmigo mismo. Con frecuencia se busca la participación de famosos, dando a entender que son auténticos solidarios porque convocan a la gente a ser solidarios. Pero la verdad es que no se es solidario sino que tan sólo se consume solidaridad (...) Buscamos, en definitiva, lo que nos de placer y nos satisfaga, pero sin que nos veamos implicados en ningún tipo de obligación, de sacrificio, ni de responsabilidad personal. A costa de la solidaridad hemos conseguido la cuadratura del círculo. El mercado especula con la solidaridad de manera que a la sociedad civil ya no le es necesario 21 En la obra de Carlos Ballesteros Marketing con causa, marketing sin efecto, podemos encontrar innumerables ejemplos de este tipo de solidaridad. (Ballesteros, C. 2001) 31 salir a la calle a expresarse; le es suficiente asistir placenteramente a los espectáculos que se le ofrecen a cambio de nada. Volvemos a encontrarnos lugares comunes de hedonismo, comodidad, falta de reflexión, etc... 2.3.4.- La ayuda humanitaria Por último me gustaría comentar el fenómeno de la ayuda humanitaria. Es evidente que ante una catástrofe natural es necesaria ayuda inmediata para paliar los efectos más dañinos sobre la población, pero la dinámica de este mecanismo de solidaridad tiene también mucho que ver con el tipo de sociedad en la que vivimos. Como vimos en el capítulo 2.1, la ayuda humanitaria está sobreestimada en la percepción de los ciudadanos. Podemos recordar que los españoles creen que representa el 64,26% de los fondos, cuando en realidad es sólo un 8,3%. Además, las ONGD más conocidas son las que tienen un papel relevante en las catástrofes humanitarias. Parece existir un momento dorado de la ayuda humanitaria. Según el Informe Mundial 2006 sobre Desastres de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja22, los particulares donaron más de 5.500 millones de dólares sólo para los damnificados por el Tsunami del Océano Índico23, más de lo que las ONG del mundo entero, según el mismo estudio24, jamás habían recaudado en un año. Pero el Tsunami, por desgracia, no ha estado solo en la lista de catástrofes recientes. El Huracán Katrina sacudió las costas de Luisiana llevándose la vida de 1300 personas en agosto de 2005. Según los datos de la revista Time vistos anteriormente, cuatro meses después del desastre se habían recaudado 3000 millones de dólares en donaciones para paliar la situación. Siguiendo los datos del informe que estamos manejando, el Katrina tuvo una cobertura mediática 40 veces mayor que la del Huracán Stan, que poco después se cobró la vida de 1600 personas en Guatemala. Parece que ni la cobertura mediática ni la distribución de los recursos están bien repartidas. Un desastre televisivo acaecido en Navidad, en un lugar plagado de turistas occidentales, como fue el Tsunami, consiguió fondos por valor de 1241 dólares, como mínimo, por beneficiario, 50 veces más que el desastre para el que se recibieron menos fondos. En los llamamientos de emergencia para el Chad, Guyana, Malawi y Níger se recibieron una media inferior a los 27 dólares por necesitado. 22 Se puede encontrar información ampliada sobre el estudio en la página Web de Cruz Roja Española www.cruzroja.es/portal/page?_pageid=538,12338851&_dad=portal30&_schema=PORTAL30 23 El 26 de Diciembre de 2004, un maremoto con una magnitud de 9,2 grados afectó a las costas de 8 países del sudeste asiático causando la muerte de más de un cuarto de millón de personas y la pérdida de su hogar para otros cientos de miles. 24 Según el mismo estudio de la Cruz Roja, la ayuda gubernamental para ayuda humanitaria superó los 12.000 millones de dólares. La ayuda total para los damnificados del Tsunami fue de 14.000 millones de dólares. 32 Algo ocurre cuando existen estas oscilaciones tan marcadas entre la cantidad de fondos recaudados para desastres acaecidos en lugares y momentos del año diferentes. La hipótesis explicativa más creíble que se nos ocurre es la existencia de una relación muy marcada entre la repercusión en los medios de una catástrofe y la cantidad de fondos obtenidos. Dos crisis humanitarias muy mediáticas como la del Katrina, acontecida en los Estados Unidos y con miles de imágenes a disposición de un medio esencialmente visual como la televisión, y el Tsunami del sudeste asiático, que tuvo lugar en Navidad (con todo lo emotivo que tienen estas fechas y las pocas noticias relevantes que producen), han conseguido cantidades ingentes de donaciones. En cambio, crisis acontecidas en otros lugares con menos imágenes, en otras épocas del año y con causas más complejas que un desastre natural, como puede ser una guerra, han recaudado mucho menos dinero. Como dijimos antes, la ayuda humanitaria es una herramienta fundamental para hacer frente a crisis puntuales. Sin embargo, la cantidad y calidad de la misma parece estar mediatizada. La repercusión mediática ha hecho que goce de mucha popularidad entre la población, tanta, que en muchas ocasiones se ha llegado a convertir en una herramienta de marketing para que, incluso los ejércitos, puedan aumentar su credibilidad ante la sociedad25. En cualquier caso, la ayuda debe limitarse a momentos especiales y su utilización debe servir como trampolín para conseguir un desarrollo sostenible que reduzca las vulnerabilidades de las sociedades con mayores riesgos de afrontar este tipo de situaciones. Es evidente que un desastre natural, como por ejemplo un terremoto, puede ocurrir en cualquier zona de riesgo del mundo, pero si reflexionamos, nos daremos cuenta de que las posibilidades de crisis humanitaria por los efectos del seísmo son menores en Tokio o en San Francisco, que en poblaciones que hayan tenido que construir casas endebles por falta de recursos. A lo largo de este capítulo hemos visto modos de satisfacer la necesidad de compromiso en un entorno consumista-irracional. En el siguiente nos centraremos en analizar un poco más de cerca la labor de las ONGD que, como parte de la sociedad, tienen que desenvolverse también en el entorno descrito. 25 Alejandro Pozo nos habla de este fenómeno en su artículo, “El humanitarismo se asemeja cada vez menos al altruismo y más a una estrategia de marketing”, en la revista la Magalla, publicado en Marzo de 2007 y recogido en www.canalsolidario.org/web/noticias/noticia/?id_noticia=8568 33 2.4.- Las ONGD y la transformación social En este apartado veremos los tipos de ONGD existentes, analizaremos su relación con los diferentes públicos objetivo y abordaremos algunos de los riesgos de su actuación. No podemos aventurarnos a dar una definición de ONGD real que sea atemporal y válida para todas las entidades, pues tanto la percepción del mundo y de sus problemas, como la forma de afrontarlos, varían según organizaciones y momentos históricos. A pesar de todo, podemos dibujar una línea por la que han pasado un gran porcentaje de organizaciones desde sus comienzos. Esta línea se articula en una tipología que reconoce cuatro generaciones de ONGD: Modelo asistencial: busca básicamente paliar las consecuencias de la pobreza. Se trata de darles pescado para que puedan comer. Modelo de desarrollo: su objetivo final es el crecimiento económico. Darles la caña para que ellos mismos puedan pescar. Modelo Crítico: ante la doble constatación de la existencia de una crisis ecológica global y de que el crecimiento por sí solo no soluciona los problemas, se empieza a plantear la cuestión del reparto de los peces. Modelo de presión política y reclamación de derechos: si la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los acuerdos internacionales y las legislaciones nacionales, reconocen derechos a las personas, hay que reclamarlos para que todos tengamos acceso a los peces. Hoy en día hay organizaciones que se mueven en los diferentes modelos, aunque el último se va imponiendo cada vez con más fuerza; al hacerse cada día más patente que la pobreza y la crisis ambiental no son casualidades o producto de una biología que convierte a unos seres humanos en listos, trabajadores y exitosos y a otros en vagos, estúpidos y fracasados por áreas geográficas y grupos raciales, sino que son resultado de estructuras de explotación y de falta de voluntad para cambiarlas. Por lo tanto, dado que muchas de las ONGD españolas se sitúan en el último modelo, vamos a dedicar nuestros esfuerzos al análisis de este tipo de organizaciones. Teniendo en cuenta las apreciaciones anteriores, podemos decir que las ONGD son espacios de reflexión y acción en los cuales se analizan las causas de los desequilibrios mundiales y se ponen en marcha mecanismos de cambio que permitan poner fin a dichos desequilibrios. La actuación de este tipo de organizaciones se articula en torno a dos ejes principales. La elaboración de proyectos de desarrollo en el sur y las acciones de sensibilización en el norte. En los proyectos del sur se busca la mejora de las condiciones de vida de los grupos con los que se trabaja y la articulación de un tejido social que reclame los derechos de las personas. En el norte, la acción se 34 centra básicamente en la sensibilización y movilización de la sociedad y en la consecución de fondos con los que sufragar la estructura operativa en el norte y los proyectos en el sur. Por lo tanto, la organización tiene dos grandes públicos objetivo, a saber, los beneficiarios de sus proyectos en el sur y las fuentes de financiación y colaboración en el norte. Entre estas fuentes de colaboración nos encontramos socios y donantes particulares, voluntarios, empresas y administraciones públicas en sus distintos ámbitos. Estos grupos pueden tener intereses diversos, pero la organización no debe perder de vista su misión de transformación social a la hora de trabajar con unos u otros. Junto a estos dos grandes públicos, la ONGD se relaciona también con otros colectivos que tienen sus propios intereses. El esquema de relaciones de una organización de este tipo es el siguiente. Socios y donantes Admón. pública Población beneficiaria Empresas Organismos internacionales ONGD Personal en terreno Medios de comunicación Voluntarios Personal en España Opinión pública Otras instituciones: escuelas, universidades... Cuadro 1 35 ONG del sur (contrapartes) Como hemos visto, las ONGD tienen dos grandes públicos objetivo cuyos intereses pueden entrar en conflictos que es necesario resolver con la misión como referente. Así por ejemplo, no sería muy coherente con la misión de transformar el mundo y promover una vida digna de las personas, colaborar con una compañía que explota sistemáticamente a sus trabajadores en talleres sin las más mínimas condiciones de salubridad. En ese caso, la organización debería plantearse su relación con dicha empresa que, seguramente, sólo busca sacar ventaja de la buena imagen de las ONGD en la sociedad26. Para facilitar la toma de decisiones sobre este tipo de cuestiones, la CONGDE tiene elaborado un código de conducta que deben seguir sus asociadas. Sin embargo, es posible que la postura más correcta no sea rechazar siempre los acuerdos, pues cuando se produce acercamiento se puede llegar a alcanzar un consenso y lograr cambios de actitud en la empresa. En porcentajes, la mayor parte de los ingresos de las ONGD se destinan a proyectos de cooperación en países empobrecidos. Según datos de la CONGDE,27 este porcentaje ronda el 70%. Otras partidas corresponden a la ayuda de emergencia, estructura o sensibilización. La forma habitual de trabajar en los proyectos de cooperación es a través de una contraparte en el sur que lleva a cabo la acción con el dinero que consigue la ONG del norte. La lógica que sigue esta forma de actuar es coherente con la visión de muchas organizaciones que consideran que intentar, de forma unilateral, ofrecer una propuesta inflexible y finalista, sería una actitud que paralizaría la dinámica de generación de ideas y frenaría el deseable proceso participativo, según el cual, los habitantes de una comunidad tienen derecho a plasmar sus anhelos de futuro. Por lo tanto, se suele trabajar con modelos de desarrollo endógeno que han demostrado tener efectos más positivos que aquéllos en los que no se tiene en cuenta a la población local. Esta dinámica nos plantea una cuestión de gran interés relacionada con las estructuras de gasto de las ONGD en el norte, la misión de las organizaciones y la ventaja competitiva de las mismas. Uno de los principales riesgos que tiene una ONG de Desarrollo es caer en el proyectismo, es decir, dedicar todos sus esfuerzos a contratar proyectos de desarrollo en el Sur sin realizar, o haciéndolo simbólicamente, labores de sensibilización en el norte; seguir las directrices de los organismos de los que consiguen financiación, y no realizar labores de reclamación de derechos en las poblaciones del sur. El fenómeno que acabamos de describir tiene importantes implicaciones que pueden llegar a afectar a la supervivencia de la propia organización. Puede darse el 26 Son varios los ejemplos de empresas que han intentado sacar provecho de la buena imagen de las ONGD sin ninguna intención de cambio más allá del aumento de sus ventas o mejoras de imagen. Carlos Ballesteros recoge algunos ejemplos en su libro Marketing con causa, marketing sin efecto. (Ballesteros, C. 2001) 27 Datos recogidos en (Sánchez Naranjo, Mª J. y Mataix Aldeanueva, C. y otros (coords.) 2006) 36 caso de que un donante particular, o que la administración pública, piense: si hay ONGD en el sur haciendo su trabajo de forma eficaz, ¿por qué no trabajo directamente con ellas y me ahorro al intermediario que no me ofrece nada diferente y encima se queda con parte del dinero para mantener sus estructuras? En términos de marketing, la ventaja competitiva es una característica diferenciadora de una organización que le proporciona cierta superioridad frente a la competencia. Si las ONGD del norte no ofrecen nada diferente de lo que ofrecen las organizaciones del sur, lo más eficiente es establecer lazos directamente con las entidades de los países receptores de la cooperación. Hay, por lo tanto, un alto riesgo de infraposicionamiento en las políticas de proyectismo, es decir, que no se asigne ningún tipo de valor añadido a la organización en cuestión. Frente a esta situación hay dos alternativas. La primera sería replantearse la estrategia y cuadrar la actividad de acuerdo a la misión, actuando como una verdadera agencia de cambio social; la segunda consistiría en convertir la ONG en una lavandería de conciencias que busca fondos mostrando los efectos descontextualizados de las catástrofes sobre los grupos más débiles como los niños y las mujeres. Esta segunda alternativa se presenta como poco ética, pues no hace hincapié en la razón como punto de partida para una acción transformadora y, probablemente, no se adapte a la misión. Sin embargo, desde un punto de vista de supervivencia organizacional e, incluso de crecimiento, puede ser una estrategia impecable. En mi opinión, la acción de las ONGD necesita, para ser efectiva, hacer hincapié en estas tres ideas fuerza que mencionamos a continuación. La primera es considerar el planeta como un todo interconectado, eliminando las líneas geográfico-nacionales entre norte y sur. La constatación de la existencia de clases opulentas en la realidad cotidiana de los países del sur y de un cuarto mundo en los países del norte, pone de manifiesto la inexactitud de hablar de una dicotomía entre países ricos y pobres. En términos de PIB es evidente que existen diferencias, y también que las situaciones de pobreza y exclusión son en los países del sur mucho más lacerantes que en los países del norte, sin embargo, ambas situaciones son dos caras de la misma moneda. El norte se encuentra tanto en el norte como en el sur y el sur se encuentra tanto en el sur como en el norte. La segunda es considerar el modelo de desarrollo consumista-occidental como un punto imposible de alcanzar. Su expansión superaría los recursos finitos de los que dispone nuestro planeta y colapsaría su capacidad de carga por el exceso de residuos. La tercera idea fuerza gira en torno a la necesidad de conseguir una solidaridad comprometida de los ciudadanos con nuestro tiempo y con el futuro, con unas próximas generaciones que tendrán que habitar el solar que hoy en día se saquea alegremente. Si realmente queremos transformar el mundo, es necesario cambiar el fin de nuestro sistema de valores, desplazándolo desde el crecimiento económico al desarrollo humano. En este sentido, el sur se encuentra en todo lugar en el que las 37 personas no pueden desarrollar su proyecto vital con autonomía por la negación de sus derechos o falta de oportunidades. 2.4.1.- La presión política y la liberalización comercial. Un ejemplo cuestionable de estrategia de cambio. Ahora me gustaría poner el ejemplo de una estrategia de cooperación muy de moda en el sector de las ONGD, como es la presión política para conseguir una mayor liberalización comercial internacional que, en mi opinión, no trabaja suficientemente las tres ideas anteriores. Según los defensores de esta estrategia, la liberalización comercial de los productos agrícolas haría fluir capitales hacia los países del sur. Estos capitales permitirían a miles de campesinos vivir dignamente y sentar las bases de lo que debería ser un desarrollo sostenible. Hasta aquí, sobre el papel, todo perfecto. Sin embargo, pronto empiezan a surgir dudas sobre la eficacia de esta acción. Recientemente me encontraba leyendo el periódico cuando el titular de una noticia sobre la intención de los Estados Unidos de demandar a la UE por el régimen de cuotas a la importación del plátano me sorprendió. ¿Cómo? Me pregunté. Según tenía entendido los norteamericanos no son exportadores de plátanos. ¿Podría haber acontecido que de la noche a la mañana una catarsis purificadora hubiese asolado los Estados Unidos y los hubiera transformado en activistas de las organizaciones más reivindicativas en este tema? No me parecía una explicación muy racional. Efectivamente, seguí leyendo y descubrí que no estaba equivocado. La verdadera razón de esta acción era que Washington consideraba que las cuotas con las que Europa favorece a los países de la ACP (África, Caribe, Pacífico) violan las reglas del libre comercio. Por esta razón se había unido a Colombia y a Ecuador en una demanda contra la Unión Europea. Siguiendo con el artículo descubrí que potentes multinacionales norteamericanas con intereses en el sector de la fruta están ubicadas en Latinoamérica, donde obtienen grandes beneficios con la exportación de plátanos. Curiosa esta situación en la que países del sur como Colombia y Ecuador se enfrentan, con el patrocinio de los Estados Unidos, a la UE por cuotas preferenciales a otros países del sur como los de la ACP. La única explicación racional que encuentro es que los intereses de las grandes multinacionales están detrás del apoyo norteamericano a la demanda. Este conflicto es sólo un ejemplo de como la liberalización comercial favorece principalmente a multinacionales ávidas de conseguir la mayor libertad comercial posible para llevar a cabo su actividad donde más beneficios obtengan, por encima del medio ambiente o de los derechos laborales. Muchas ONGD acusan a las políticas agrarias de la Unión Europea y de los Estados Unidos de ser un freno al desarrollo de los países del sur por oponerse al libre comercio. Esta idea es en gran medida cierta si la apoyamos en el punto de vista clásico del crecimiento económico y la división internacional del trabajo. Sin embargo, si pensamos que debemos analizar las cosas desde una óptica nueva 38 basada en las personas, creo que merece la pena profundizar un poco más en el tema; así no caeremos en el tópico de pensar que los agricultores europeos son responsables del empobrecimiento de los países del sur. No todos los agricultores son iguales y, en algunas ocasiones, conviene trabajar más el mensaje para no rebajar su credibilidad con afirmaciones simplistas. Cierto es que muchos de los subsidios agrarios distorsionan el mercado, pero también lo es que hay otros muchos factores que influyen en las condiciones de vida de los productores del Sur. Uno de los más decisivos es poner al servicio del capitalismo global las economías agrarias de los países empobrecidos y, en muchos casos también, las acciones de cooperación. Una consecuencia muy importante de esta subordinación de las economías del sur a la globalización capitalista es la excesiva dependencia de algunos países a la exportación de uno o dos productos. Esta situación da lugar a ciertas paradojas, como aquellas que derivan del poder de negociación entre grandes y pequeños y cuya lógica se ilustra por sí sola. Tomemos un producto: el cacao. Imaginemos que se levantan todas las restricciones a la importación de este producto en los países desarrollados. ¿Qué ocurriría con todos los agricultores que se dedican al cultivo de cacao si de repente este producto deja de estar de moda y de su producción y venta siguen dependiendo un gran número de personas? No es difícil pensar que estarían en peores condiciones que las actuales. Los agricultores ya no sabrían conseguir producciones diversificadas y sólo podrían cultivar un producto sin valor en el mercado. Esta hipótesis que puede parecer absurda, probablemente no nos lo parecería tanto si ojeásemos el famoso artículo de Theodore Levitt, La Miopía en el Marketing28. En este trabajo, al que volveremos más adelante, el autor defiende que no hay que caer en la ilusión de que hay productos para toda la vida ya que, sobre todos ellos, puede caer la sombra de la obsolescencia. Hay personas que pueden pensar que en el caso del cacao esta situación no llegará a ocurrir, pero puede que sean las mismas que no comprendan cómo un famoso millonario de Boston: Condenó inconscientemente (a principios del siglo XX) a sus herederos a la miseria al estipular en su testamento que toda su fortuna permaneciera invertida para siempre en acciones de las compañías de tranvías eléctricos urbanos. Su declaración póstuma de que “siempre habrá una gran demanda de transporte urbano eficiente” no consolaría gran cosa a sus herederos obligados a ganarse la vida vendiendo gasolina en una estación de servicio. Vayamos un paso hacia adelante. Pensemos que también se levantan las restricciones a la importación de productos ya elaborados con lo que, supuestamente, se potenciaría la industria de los países menos desarrollados. Probablemente, la industria que pudiera surgir sería aplastada por las multinacionales, dada la casi segura incapacidad de las industrias locales para competir en costes. Lo que podría llegar a darse es un proceso de deslocalización 28 www.monografias.com/trabajos15/miopia-marketing/miopia-marketig.shtml. Texto original: (Levitt, T. 1960) 39 de las empresas multinacionales del norte hacia el sur, en perjuicio de los trabajadores de la industria del norte. Por lo tanto, vuelve a perder el sur, esta vez, el que está en el norte. Las acciones de cooperación también han servido para poner la estructura productiva de los países empobrecidos al servicio del capitalismo global. Se han implantado soluciones técnicas que son meras copias de las utilizadas en el norte, muchas veces inapropiadas y que suelen requerir gastos energéticos y de insumos inabordables para muchos campesinos. En otras ocasiones, al menos, las poblaciones beneficiarias de la ayuda salen mejor paradas y la incorporación al mercado global se fomenta mediante proyectos impecables en el uso de tecnologías locales. Pero si las acciones de cooperación técnica y de presión política no van más allá de buscar los supuestos beneficios de la globalización, no avanzaremos mucho. La liberalización comercial favorece básicamente a unas multinacionales deseosas de poder desarrollar su actividad sin ningún tipo de control, poniendo todas las energías planetarias al servicio de una economía que, supuestamente, ofrece más y mejores productos y servicios a precios más bajos. Una economía que se extiende vía consumo y que tiene como principal consecuencia la crisis de civilización a la que se enfrenta el planeta. En este contexto, incluso productos que son considerados ejemplo de consumo responsable como pueden ser los ecológicos, plantean incógnitas. Sólo hay que pararse a pensar la cantidad de petróleo asociado al transporte de un kiwi ecológico producido en Nueva Zelanda y consumido en España. En teoría, el kiwi es de producción ecológica, pero ¿se podría decir lo mismo si calculásemos la cantidad de combustibles fósiles utilizados en su distribución? El consumo responsable es un concepto muy importante para cambiar el mundo, pero exige un esfuerzo de reflexión que muchas veces no se lleva a la práctica. Por añadidura, los gobiernos de los países del sur parecen estar más preocupados de abastecerse de divisas que de sus propios ciudadanos. Para conseguir su objetivo fomentan los monocultivos para la exportación cuya expansión consigue divisas, pero también en muchas ocasiones hace subir los precios de los productos básicos alimenticios por escasez en la oferta, perjudicando con ello a las clases populares a las que se pretende beneficiar. Parece existir una coalición entre multinacionales, terratenientes locales y gobiernos del sur que, sorprendentemente, no tiene mucho eco en los mensajes que se lanzan para explicar las relaciones comerciales. Por otro lado, la economía globalizada tiene un referente cultural claro en lo que se denomina american way of life. Esta forma de vida se concreta en una serie de modelos transmitidos básicamente a través de los medios de comunicación. En mi opinión, la cada vez mayor integración de los campesinos en la economía global tiene unas implicaciones que van más allá de lo meramente económico y alcanzan también lo cultural. Una cultura que construye los significados de lo rural desde su propia funcionalidad. 40 Así es muy difícil conseguir desarrollo endógeno. Pretender que la liberalización comercial en el marco de una economía capitalista-consumista vaya a mejorar la situación de los campesinos y no alterar los modelos culturales autóctonos, es una suposición muy arriesgada. Los modelos culturales tradicionales sólo sobrevivirán en cuanto funcionales al crecimiento económico, como folklore que se puede vender a los turistas. Lo que se impondrá será la cultura transmitida por los medios o por los mismos turistas que viajen en busca de autenticidad en un ambiente en el que la población local aspirará, como en todo el mundo, a ser (tener) como las estrellas del deporte o el espectáculo. En definitiva, aspirará a ser feliz. Por lo tanto, el modelo de presión política ejemplificado aquí basado en mensajes en defensa de la liberalización comercial es muy cuestionable. Habla demasiado de países y gobiernos, lanzando mensajes de blanco y negro y dando la impresión de que en el norte son todos ricos y en el sur, todos pobres. Transmite la idea de que la causa de esta situación está, sólo, en los países del norte. Parece que busca la incorporación de los campesinos del sur, entre los que no hace distinción, en el sistema capitalista global mediante una liberalización comercial que considera positiva y que, como hemos visto, puede tener consecuencias muy negativas. Por último, se centra demasiado en la economía dejando la dominación cultural en un segundo plano. Frente a un modelo de liberalización de los mercados agrarios podemos plantear otro que potencie los mercados locales, la autonomía y el concepto de soberanía alimenticia. La alternativa puede hacer caer las cifras del comercio mundial, los beneficios de las empresas y el ritmo de crecimiento de las magnitudes macroeconómicas pero supone, en todo caso, otra manera de hacer las cosas más acorde con un mundo que necesita otras formas de producción, distribución y consumo. 41 IIIª PARTE LA ACTUACIÓN ORIENTADA A LOS PÚBLICOS 42 3.1.- Una filosofía de actuación orientada a los públicos Como hemos visto hasta aquí, son varios los obstáculos a los que las ONGD se enfrentan para llevar a cabo su misión. Desconocimiento de la labor que realizan y de su misión transformadora; colaboraciones puntuales, probablemente más producto de reacciones emotivas que de la reflexión; competencia poco ética por parte de organizaciones que utilizan comunicaciones sensibleras con fuerte impacto en la sociedad actual; conflictos de intereses entre los distintos públicos objetivo; riesgo de caer en el proyectismo con todos sus problemas derivados, etc. Una posible solución para hacer frente a estos problemas puede ser la puesta en marcha de una filosofía de actuación más orientada a los públicos objetivo en las poblaciones del norte. Una orientación al producto (entendido como el conjunto de acciones y productos que realizan y ofrecen las ONGD) se queda corta en una realidad tan compleja como la del desarrollo; por eso es necesario abrirse al mundo y a la sociedad, estableciendo estrategias relacionales que nos permitan un contacto continuo con nuestros públicos. En definitiva, aplicar una filosofía de marketing a las organizaciones no lucrativas. Se trata de crear un camino de reflexión que lleve a tomar partido por la acción. En este proceso distinguiremos cuatro fases, llaves que pueden ayudarnos a conseguir la transformación social. En un primer momento debemos conseguir que las personas se acerquen a las organizaciones (aproximación). Una vez hecho el contacto, debe mantenerse ofreciendo actividades atractivas (participación), que nos lleven a pensar sobre la situación en el mundo (reflexión). Por último hay que ofrecer los medios para fomentar esa reflexión, concretándola en cambios de nuestra vida diaria (cambio). El proceso es largo, complejo y, lo que es más complicado, se enfrenta a la competencia de miles de estímulos que empujan al individuo precisamente en la dirección opuesta a la del compromiso y la solidaridad. Estímulos que empujan al individualismo, al hedonismo y al consumismo compulsivo. Para hacer frente a este bombardeo sensorial necesitamos herramientas potentes; el marketing puede ofrecérnoslas. ¿Por qué no utilizarlas? Marketing, la palabra en sí no es muy querida en las organizaciones no lucrativas y, si analizásemos algunas de las más representativas, veríamos que ninguna tiene un departamento de marketing propiamente dicho. Sin embargo, las ONGD realizan marketing por partida triple. Por un lado, marketing particular con el fin de posicionar a la organización en un sector de gran competencia y conseguir colaboradores. Por otro lado se llevan a cabo actividades de marketing social29 con el fin de cambiar la sociedad. Es fundamental hacer lo primero sin perder de vista lo segundo, pues sería deseable que los fondos llegasen como consecuencia de la reflexión y el acuerdo con los fines de la organización. Además, se lleva a cabo un tercer tipo de marketing relacional que busca mover los diferentes públicos objetivo 29 Olga Bocigas y Carmelina Vela defienden en su obra, Fundamentos de Marketing, (Bocigas, O y Vela, C. 1996) que el marketing, en función del objetivo que pretenda alcanzar, se puede clasificar entre marketing particular o individual y marketing social. Así, se denomina marketing particular a aquel cuyos objetivos no pretenden conseguir un bien social, sino solamente para el individuo o la organización que lo realiza. Por el contrario, el marketing social es aquel que tiene como objetivo mejorar la sociedad en algún aspecto concreto. En la misma línea podemos encontrar la definición de marketing social recogida en (Kotler, P. y Roberto, E.L. 1991) que entiende el marketing social como la tecnología de gestión del cambio social que incluye el diseño, la puesta en práctica y el control de programas orientados a aumentar la aceptabilidad de una idea o una práctica social. 43 en la misma dirección. Por lo tanto, como podemos apreciar, la gestión de marketing es mucho más que todo aquello relacionado con los fondos. La utilización de herramientas orientadas a conseguir la participación de los públicos puede ayudarnos también a evitar caer en la trampa descrita por Theodore Levitt (Levitt, T. 1960) de la miopía del marketing, una estrategia de actuación centrada en el producto que puede dejar de lado las necesidades reales de las personas. Cuando se peca de este tipo de dolencia, se cae en la ilusión de que una buena campaña tiene éxito por sí misma y de que su continuidad y crecimiento, depende más de su innovación y mejora, que de las personas a las que va destinada. Si ocurre algo así en el mundo comercial los directivos violan las dos primeras reglas del método científico: Conocer y definir los problemas de sus empresas y, a continuación, establecer hipótesis comprobables para su resolución. Estas personas (los directivos) son científicas sólo en lo que concierne a los aspectos secundarios, como los laboratorios y la experimentación de los productos. Si se considera que el cliente (y la satisfacción de sus necesidades más profundas) no es “el problema”, no es porque se crea que este problema no existe, sino porque la organización ha obligado siempre a la dirección a mirar en sentido opuesto. El marketing es la cenicienta del cuento. Partiendo de estas consideraciones iniciales, soy de la opinión de que en el sector de las Organizaciones No Gubernamentales de Desarrollo se ha pecado, con mucha frecuencia, de miopía del marketing. No quiero decir que no se tenga en cuenta a los distintos grupos con los que se relaciona la organización a la hora de diseñar las acciones que se llevan a cabo; simplemente considero que éstas se han pensado en muchas ocasiones desde la óptica de la organización, sin provocar una participación directa de los destinatarios. La última afirmación es cada vez menos cierta en el ámbito de los proyectos de desarrollo, cuyo diseño y puesta en marcha se hace cada vez más en colaboración con las organizaciones de los países del sur; pero en el norte es una realidad. En el ya citado informe de la CONDGE de 2006 se afirma lo siguiente sobre los proyectos de desarrollo: Para acometer estos proyectos, las ONGD deben tener un diálogo fluido y constante con las organizaciones del Sur, tener en cuenta las prioridades y el protagonismo de las personas beneficiarias… Un poco más adelante, en la parte relativa a la ayuda humanitaria podemos leer: La ayuda humanitaria debe estar enfocada hacia el desarrollo y potenciar la utilización de los recursos locales. Más abajo nos encontramos con esta recapitulación: 44 Las ONGD deben trabajar en colaboración y en estrecha relación con sus contrapartes en el sur. Con ellas deben compartir objetivos comunes y una misma visión del trabajo de desarrollo. Por eso deben promover relaciones no paternalistas sino de asociación basando la relación en principios de compromiso mutuo, corresponsabilidad e igualdad. Como podemos apreciar, se realiza un constante esfuerzo por resaltar la importancia de la población local, de las contrapartes, de sus opiniones y de sus utopías. En la misma parte del documento, cuando se habla de las acciones de sensibilización y educación para el desarrollo en el norte leemos lo siguiente: Esta actividad es un proceso educativo que informa sobre las causas de la pobreza, facilita una comprensión de la interdependencia y favorece la comprensión sobre las interrelaciones económicas, políticas, sociales y culturales entre el norte y el sur, promueve valores y actitudes relacionados con la solidaridad, la justicia social y busca vías de acción para alcanzar un desarrollo humano y sostenible a través del compromiso concreto con los países establecidos. Es sólo un extracto del informe, pero en seguida nos damos cuenta de que las cosas cambian cuando se habla del norte y del sur. En el sur se participa, en el norte se informa. En el sur se dialoga, en el norte se facilita la comprensión. Parece como que el sujeto cambiase. Mientras en el sur los lugareños son los actores principales, en el norte son las organizaciones y sus propuestas. Se volatilizan del texto términos como beneficiario, usuario, destinatario, contraparte o como se quiera llamar. Desaparece, en resumen, la orientación a los públicos. La pregunta que me planteo es la siguiente: ¿por qué, si en los países del sur funcionan los proyectos endógenos guiados por una filosofía de orientación a los públicos, claramente de marketing, no se pone aquí en marcha, de una manera decidida y sin complejos, la misma filosofía y, sin embargo, se sigue apostando en muchas ocasiones por la concepción, el diseño y la puesta en marcha de acciones desde la óptica principal de la organización? Es cierto que en algunas áreas como la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), el contacto con las empresas está obligando a las ONG a tener en cuenta a los públicos a la hora de diseñar sus acciones, sin embargo, en la mayoría de los casos tengo la impresión de que ocurren cosas como las que nos describe Theodore Levitt respecto a las empresas comerciales: En aquellos casos en los que se estudia el consumidor (y nunca se dedica a ello mucho esfuerzo) se trata siempre de obtener una información que ayude a las empresas a mejorar lo que ya están haciendo. Se trata de descubrir unos mensajes publicitarios más convincentes, unas motivaciones más eficaces para la promoción de las ventas, cuál es la cuota de participación en el mercado de las diferentes empresas, qué gusta o disgusta a la gente respecto a los distribuidores de gasolina y compañías petroleras, etc. Nadie parece interesado en profundizar en las necesidades humanas básicas que la industria debiera tratar de satisfacer o en las propiedades 45 básicas de las materias primas con las que trabajan las empresas con el fin de satisfacer a sus clientes. En mi opinión, se está perdiendo un gran potencial humano y creador por no implicar más a los distintos públicos. Muchas veces se escucha que la gente no se involucra. Esta afirmación puede ser cierta, pero puede serlo también el hecho de que una persona no sienta el proyecto como propio porque no ha sido tenida en cuenta para desarrollarlo. También es muy común escuchar sobre el sur que si los beneficiarios no se involucran, no hay nada que hacer, pero, si hay participación, salen proyectos muy bien hechos. Si esta afirmación es cierta en el sur, por qué no habría de serlo en el norte. En mi opinión, una actuación orientada a los públicos puede ser eficaz en ambos contextos y las herramientas que ofrece el marketing son las más adecuadas para llevarla a la práctica. Si asumimos la orientación a los públicos como una estrategia válida, podemos comenzar a analizar posibles cauces de implantación. Para su estudio comenzaremos abordando los mecanismos psicológicos que impulsan la satisfacción de la necesidad de compromiso. Podemos considerar que las necesidades ocupan un lugar fundamental en las explicaciones sobre la conducta del ser humano, pues es fácil pensar que si cualquiera de nosotros estuviese completamente satisfecho no llevaría a cabo ningún tipo de actividad. Para el profesor Alonso Rivas, en su obra Comportamiento del consumidor, (Alonso Rivas, J. 1999): Una necesidad es una tensión, es una carencia de algo, constituye un desequilibrio en el estado normal del individuo, es una intranquilidad que provoca un problema, ante el que el ser humano busca recuperar el equilibrio, eliminar sus carencias, aliviar sus tensiones e intranquilidades y, en definitiva, solucionar sus problemas. Todo esto a menudo lo realiza con actos de compra. Si el marketing consigue estimular la toma de conciencia de nuestras necesidades y sugerir su satisfacción mediante la compra o, en el caso que nos ocupa, mediante una aportación económica sin excesiva reflexión, poniendo fin a nuestra intranquilidad y restaurando nuestro equilibrio emocional, por qué no habría de conseguir, salvando las distancias30, concienciarnos de los problemas globales existentes y empujarnos hacia una acción comprometida. En esta labor nos enfrentamos a la dura competencia de miles de estímulos comerciales que empujan en dirección opuesta a nuestras pretensiones. Para los psicólogos existen dos niveles de atención. Uno consciente y otro inconsciente. Ambos están muy relacionados con el hecho de que si estuviésemos 30 Según los expertos, es más fácil seducir para comprar que convencer para cambiar una actitud o comportamiento, puesto que cambiar supone reconocer primero una conducta equivocada y hacer un esfuerzo posterior de cambio. 46 atentos a todo nos colapsaríamos. En un contexto de múltiples estímulos31 la publicidad tiene problemas para captar la atención de los usuarios; por este motivo se busca desarrollar experiencias completas en las que participe más de un sentido con las que activar el nivel de atención consciente. El mecanismo descrito se conoce como marketing experiencial. Una potente y exitosa estrategia que, conjugada con mecanismos de aprendizaje, puede servirnos para iniciar el camino de reflexión mencionado. Pero antes de entrar a analizar este tipo de acción, vamos a abordar algunos otros elementos relacionados con la orientación a los públicos que nos ayuden a identificarlos, a analizar sus pensamientos, propuestas, deseos y necesidades; que contribuyan a segmentarlos, para satisfacerlos mejor y para facilitar nuestra labor de posicionamiento, y que aporten para la mejora de nuestro sistema relacional. 3.1.1.- Potencial de crecimiento y posicionamiento en el sector Partimos del concepto de demanda global del sector entendida como la estructura actual de colaboraciones. Este concepto es básico porque nos ofrece una foto del sector y nos permite introducir el concepto de demanda potencial, que es el límite de demanda en un espacio dado, es decir, el máximo de colaboraciones que se podrían conseguir, por ejemplo, en España. Este segundo concepto es tan relevante como el primero, ya que nos marca el objetivo al que debemos aspirar, que no es otro que conseguir una reflexión lo más amplia posible en la sociedad. El siguiente cuadro utilizado en las investigaciones de mercado nos ayudará a comprender los pasos que deben seguirse para llegar a la demanda potencial. Público objetivo Segmento actual de no colaboradores Segmento de no colaboradores relativo Segmento de no colaboradores absoluto Otras ONGD Segmento indirecto Segmento de sustitución Segmento potencial de desarrollo del sector Segmento actual de colaboradores Segmento directo Segmento de una ONGD determinada Cuadro 2 Podemos notar la existencia de un grupo de personas que no colaboran con las ONGD y que no se espera que colaboren porque no les interesa nada, por los motivos que sean, la labor que llevan a cabo. Este colectivo forma el segmento de los no colaboradores absoluto. Dentro de los no colaboradores hay dos importantes segmentos que podríamos sumar. El segmento indirecto y el segmento de sustitución. Ambos grupos están compuestos por personas susceptibles de ser captadas con acciones de marketing. 31 Hay estudios que indican que un norteamericano medio recibe más de 1000 estímulos publicitarios diarios, procesa entre 70 y 80 y al cabo de dos días se recuerda menos de 5. 47 En el segmento indirecto incluimos a un cierto tipo de personas con algún grado de conciencia social, preocupadas por el mundo en el que viven; pero que todavía no han tenido la oportunidad de desarrollar más a fondo sus inquietudes, sistematizarlas y convertirlas en motor de transformación social. Dentro del segmento de sustitución se encuentran aquellas personas interesadas por propuestas alejadas del mundo de la solidaridad y que, teóricamente, no son sustitutivas. Sin embargo, puede darse el caso de que seamos capaces de convertir unas vacaciones en una auténtica experiencia de reflexión y sentar las bases para una verdadera actuación de cambio. Un ejemplo respecto a este último tipo de segmento. Una persona puede preferir gastar su tiempo y dinero en el cine que colaborando con una ONGD porque es una apasionada del séptimo arte. Sin embargo, si ofrecemos a esa persona (llave de la aproximación) la oportunidad de colaborar en algún evento relacionado con el cine y la solidaridad (llave de la participación) podemos impulsar su proceso reflexivo y estimular sus actitudes de transformación social (reflexión y cambio) completando el ciclo de las cuatro llaves. Una estrategia fundamental para captar a los diferentes segmentos que se muestran en el cuadro dos es la de posicionamiento. Entendemos por posicionamiento la forma en la que se coloca una marca, producto o servicio en la cabeza del consumidor (podemos entender ciudadano en el caso que nos ocupa). La estrategia es relevante por dos razones. La primera, por su importancia en un sector de gran competencia como el de las organizaciones no lucrativas, en el que buscar elementos distintivos se está convirtiendo en fundamental para conseguir apoyos frente a otras organizaciones. La segunda y, quizá más importante, tiene que ver con la importancia de relacionar a las organizaciones con conceptos de transformación, de modo que el propio mensaje promocional se convierta en mensaje de cambio social y pueda servir de enganche para todas aquellas personas con las que es necesario utilizar la llave de la aproximación. Veamos ahora algunas de las claves para un buen posicionamiento en la sociedad española. Partiendo del estudio que estamos utilizando sobre la colaboración de los españoles con las ONG y el perfil del donante, podemos establecer diferentes mapas de posicionamiento. Para aquellas personas no versadas en la materia podemos definir un mapa de posicionamiento como la representación gráfica del lugar que ocupan diferentes organizaciones respecto a los atributos fundamentales que hacen que los individuos se decanten por una u otra elección. Según los datos ofrecidos, constatamos la existencia de ciertos atributos fundamentales a partir de los cuales construir el posicionamiento. Los atributos determinantes son los que influyen de una manera más decisiva a la hora de hacer una elección. Así, vemos que un 43% de los ciudadanos prefieren ONG grandes, de carácter internacional, profesionales, con capacidad de compromiso para hacer presión política y denunciar las desigualdades y que usan la publicidad para dar a conocer su trabajo. Del mismo modo, un 29% simpatiza con ONG vinculadas a la Iglesia, preferentemente con una estructura grande e internacional. Por lo tanto, 48 podemos decir que en torno a un 72% de la población española simpatiza con ONG que tienen un ámbito de actuación global. Teniendo en cuenta estos datos podemos construir los siguientes mapas de posicionamiento: • Mapa de posicionamiento 1 – ámbito de actuación / grado de compromiso • Mapa de posicionamiento 2 – relación con la Iglesia / ámbito de actuación • Mapa de posicionamiento 3 – relación con la Iglesia / grado de compromiso Como ejemplo mostramos una representación del mapa de posicionamiento 1, incluyendo en él a una serie de supuestas organizaciones que, con distinto tamaño, representado este por el menor o mayor área de sus círculos, se posicionan en el espacio en función de los atributos fundamentales. Mapa de posicionamiento 1: ámbito de actuación / ámbito de compromiso Global - Grado de compromiso Gráfico 1 + Grado de compromiso Local Del mismo modo, un 87% del universo objeto de estudio considera como causas fundamentales para colaborar con una ONG, la lucha contra el hambre y la ayuda a la infancia. Por lo tanto, podemos cruzar estos atributos con los anteriores y construir los siguientes mapas: • Mapa de posicionamiento 4 – ámbito de actuación / tipo de causa • Mapa de posicionamiento 5 – grado de compromiso / tipo de causa • Mapa de posicionamiento 6 – relación con la Iglesia / tipo de causa Las organizaciones pueden usar este tipo de herramientas para determinar sus públicos objetivo y posicionarse ante ellos siempre teniendo en cuenta la importancia, para conseguir un cambio social verdadero, de establecer relaciones duraderas con los colaboradores y desarrollar una línea de actuación coherente con 49 la misión. Esta línea debe ser la base de las acciones de marketing que llevemos a cabo, incluidas aquellas que vamos a ver a continuación. 3.1.2.- El marketing experiencial Como mencionábamos anteriormente, la gran cantidad de estímulos de marketing a los que nos vemos sometidos a diario hace que se tengan que buscar nuevas formas de captar la atención. En este empeño se encuentran numerosas agencias que desarrollan campañas de marketing experiencial con el propósito de activar nuestro nivel de atención consciente. Según el profesor Bernd H. Schmitt32 en su artículo El auge del marketing experiencial (Schmitt, B. H. 2001): Hoy en día los consumidores dan por descontadas cosas tales como las características y ventajas funcionales, la calidad del producto y una imagen de marca positiva. Lo que desean son productos, comunicaciones y campañas de marketing que encandilen sus sentidos, les lleguen al corazón y estimulen su mente (…) Desean productos, comunicaciones y campañas de marketing que generen una experiencia. Si nos detenemos un momento a analizar diferentes campañas de marketing, vemos que la tendencia descrita por el profesor Schmitt tiene cada vez más aceptación. Son innumerables las propuestas que buscan relacionar un producto o un servicio con una aventura. Así vemos como los héroes de películas de aventuras se meten en los restaurantes de comida rápida creando la ilusión de que el consumo de una hamburguesa te hará sentir las mismas emociones que vive el protagonista de la película cuando se tira en paracaídas desde un avión o lucha contra los malos en mares lejanos. Los mensajes de estos anuncios están llenos de alusiones a la aventura, a la emoción y a otra serie de sensaciones que hacen al ser humano sentirse bien. Parece difícil creer que se pueda convertir un paseo en coche a un centro comercial para comerse una hamburguesa en una experiencia emocionante llena de aventuras. Pues bien, conjugando la publicidad con la estética del producto y algún pequeño regalo, se consigue. ¿Magia? Parece que no, simplemente marketing experiencial. Con esta estrategia se busca que el consumo se identifique con una experiencia positiva. Por este motivo, los productos se colocan en situaciones que nos recuerden experiencias placenteras. No es extraño ver los utensilios de camping en un ambiente que nos evoque una merienda en el campo con los amigos, o los productos deportivos recreando situaciones de deportes de riesgo que apelan a sensaciones como la libertad. El consumo se convierte en un medio para realizar esas experiencias en las que nos sentimos bien. No es de extrañar por lo tanto, que en una sociedad en la que la satisfacción personal tiene tanta relevancia, tengan éxito estas campañas de marketing. 32 Bernd H. Schmitt, es profesor de marketing en la Escuela Superior de Empresariales de la Universidad de Columbia y autor de varios libros de referencia sobre el tema. 50 Los productos son algo más que meros objetos tangibles, son también una serie de experiencias, símbolos y servicios intangibles que generan reacciones emocionales y que afianzan la fidelidad a un determinado grupo. El último caso se da claramente en nuestro consumo de productos asociados, por ejemplo, a un equipo de fútbol, en el que la camiseta se convierte en un auténtico símbolo de pertenencia. Los conceptos de símbolo, experiencia y pertenencia son, por lo tanto, fundamentales para elaborar una estrategia de marketing experiencial adecuada. Tenemos que ver ahora cómo los conjugamos para adecuarlos a la acción de las ONGD. Un elemento fundamental que forma parte de cualquier experiencia y que puede servirnos para aglutinar los elementos anteriores es el del aprendizaje; contribuye a racionalizar la experiencia y nos sirve muy bien para pasar de las primeras llaves de la aproximación y la participación a la de la reflexión. Su uso es una herramienta clave de la fase participativa, que es en la que se viven las experiencias fundamentales para sentirnos bien y continuar en el camino de la reflexión. Una vez que nos hemos aproximado al marketing experiencial, abordaremos el sistema de las cuatro llaves. Podemos describirlo como un camino que avanza del corazón a la razón en busca del cambio social. 3.1.3.- El sistema de las cuatro llaves El camino se inicia con la llave de la aproximación. Es el momento de analizar la sociedad, los públicos con los que se relacionan las organizaciones y los diferentes objetivos que queremos alcanzar. Se establece el posicionamiento y se diseñan acciones encaminadas a captar los públicos objetivo; su elección es muy importante, puesto que se convertirán en correa de transmisión de nuestras ideas y organizaciones. Continuamos con la llave de la participación que, como las otras tres, debe utilizarse de forma constante, aunque es en el segundo momento cuando tiene más importancia. Una vez que se ha establecido la aproximación a los públicos objetivo, es muy importante ofrecer experiencias de participación que, al modo del marketing experiencial comercial, encandilen los sentidos, lleguen al corazón y estimulen la mente. Estas acciones se pueden pensar, diseñar y poner en marcha sin necesidad de tener que recurrir a estímulos consumistas o a acciones como las que vimos en el capítulo 2.3; pero sí es fundamental que sean fáciles de asimilar. Como dijimos anteriormente, todo aquello que facilite la vida del consumidor tiene papeletas de éxito. En este punto, la acción de las personas más concienciadas es fundamental, puesto que van a tener que trabajar más preparando las acciones para que las personas que se acerquen sólo tengan que vivir la experiencia participativa suave y placenteramente. Sin embargo, una vez que aumente el número de personas y grupos que utilicen las llaves de la reflexión y la acción, el trabajo se podrá organizar mejor y la carga por colaborador disminuirá, lo cual no significa que un colaborador se implique menos, puesto que, si se han abierto las llaves de la 51 reflexión y la acción correctamente, los efectos del comportamiento cotidiano serán muy superiores a los que se puedan conseguir simplemente como activista. Como colofón de esta segunda llave se pueden colocar las experiencias solidarias en países del sur que para muchas personas han supuesto un antes y un después. Aunque también son recomendables en las fases de reflexión y cambio, ya que pueden afianzar tendencias y actitudes. Utilizar esta herramienta en la fase de aproximación, sin una fase previa, quizá sea desaconsejable, ya que puede quedarse en una mera satisfacción consumista-irracional más de la necesidad de compromiso; un riesgo importante, puesto que el sentimiento de sentirse bien con uno mismo puede dispararse y ocultar lo que no ha sido otra cosa sino un acto de consumo. Las vacaciones solidarias le posicionan a uno positivamente como una persona con iniciativa, comprometida, aventurera y rebelde, pero la percepción no siempre se corresponde con la realidad y unas vacaciones solidarias no son la llave que abre la puerta del cambio social. Puede darse el caso de que una persona divida sus vacaciones anuales en dos periodos. En el primero viaja a un país del sur, colabora con un proyecto y tiene fuertes emociones acerca de la realidad que está viviendo. Una vez que regresa de su periplo solidario, hace las maletas y se marcha a la playa, donde alquila un coche, se entrega al consumismo compulsivo y pasa de gastar 200 litros de agua por día a cerca de 3000, cantidad que, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, puede llegar a gastar un turista en sus vacaciones. Finalmente, cuando termina su descanso, vuelve a su estilo de vida consumista. Por muy bien vistas que estén las vacaciones solidarias de esta persona, su actitud cotidiana le condenará a repetirlas hasta que el planeta estalle, ya que sus actitudes durante el resto del año alimentan el círculo vicioso de la pobreza, la exclusión y la degradación ambiental. La llave de la reflexión es crítica. Hay muchas personas y grupos que se habrán aproximado a la organización y colaborado como voluntarios, socios o donantes; puede, incluso, que disfruten participando de las acciones que se diseñan desde la filosofía de marketing mencionada. Sin embargo, el paso a la reflexión exige un esfuerzo racional superior; pero es decisivo porque, si no lo damos, nuestras acciones servirán de muy poco. En consecuencia, hay que intentar llevar a los colaboradores hacia la reflexión de una manera cómoda. En este sentido es fundamental crear materiales explicativos fácilmente comprensibles que muestren los distintos desequilibrios planetarios, los interrelacionen y ofrezcan respuestas cotidianas a la pregunta de qué podemos hacer. Esta fase refuerza el aprendizaje anterior y en ella es fundamental que las acciones que llevemos a cabo se relacionen con unas causas. Es la hora de poner al alcance de los interesados lecturas y materiales digeribles sobre cada una de las acciones que se llevan a cabo para, lentamente, despertar una auténtica conciencia de cambio social. 52 La utilización de la llave del cambio es la más difícil. Como explicamos en un capítulo anterior, es más fácil seducir para comprar que convencer para cambiar una actitud o comportamiento, porque cambiar supone reconocer una conducta equivocada y hacer un esfuerzo de cambio. Hay muchas personas que utilizan las dos primeras llaves habitualmente, que incluso han alcanzado razonables cotas de reflexión, que no se deciden a utilizar la llave definitiva del cambio social. Esta paradójica situación es similar a la que nos describe uno de los últimos estudios de la Fundación la Caixa sobre la sociedad española recogida por Ferran Polo en su obra Hacia un currículum para una ciudadanía global (Polo, F. 2004): La solidaridad, el altruismo y la preocupación por el ambiente comunitario destacan como valores ideales y claramente deseables. El contraste aparece cuando los ciudadanos que postulan estos ideales los encuentran, al mismo tiempo, irrealizables. Los españoles creen vivir en una sociedad competitiva, en cierta medida despiadada, que justifica la renuncia al ideal de los beneficios colectivos y que obliga a poner el énfasis en las posiciones de defensa individualista: sería bueno ser solidario, pero el ambiente nos obliga a ser competitivos. Y es necesario enseñarles esto a nuestros hijos para no situarlos en una situación de indefensión. Además, sin ningún tipo de sentimiento de culpa, pese a que represente la negación del ideal… Como vemos, el embrujo que ejerce la sociedad de consumo es tan grande, que ni siquiera tenemos sentimientos de culpa por ir en contra de nuestras ideas, porque en el fondo, nos movemos dentro de los límites de la racionalidad formal. Sin embargo, no debemos desanimarnos ya que hay pequeños márgenes para el cambio. Una importante corriente de pensamiento que incluye a los filósofos críticos que hemos tratado aquí, pero también a otros muchos como Antonio Gramsci o Immanuel Wallerstein, sostiene que la sociedad consumista como fase superior del capitalismo se mantiene gracias a un consenso social que la hace viable. Nuestra labor, por lo tanto, debe ir creando las condiciones necesarias para cambiar ese consenso. Las cuatro llaves, no son sino un intento para facilitar que cada vez haya más personas reflexivas dispuestas a actuar y a cambiar de modo de vida en beneficio de la humanidad. No se trata de cambiar grandes estructuras de un plumazo. Es algo más personal. Se trata de actuar cotidianamente de forma solidaria, cambiar nuestras pautas de consumo, involucrarnos en movimientos de participación social, pensar colectivamente. Hablamos, en definitiva, de hacer pequeños cambios en nuestra vida diaria que transformen el global. El trabajo es ingente, porque exige cambiar los modelos de referencia de la sociedad, lo cual no es nada fácil, menos cuando muchas organizaciones, en lugar de fomentar una reflexión profunda, recurren a las herramientas que ofrece el sistema consumista-irracional para obtener fondos e influencia. El camino se allanaría profundamente si consiguiésemos captar referentes sociales para el proceso. Pero sumar famosos no significa llegar a acuerdos con ellos para poner en marcha acciones dentro del sistema. Ganar personajes relevantes, que son un ejemplo para muchas personas, exigiría un cambio real de 53 valores y actitudes de los propios famosos, aunque eso repercutiese en sus beneficios. Conseguir cambios en los medios de comunicación también es relevante, puesto que son el principal instrumento de transmisión de los mensajes propios de la sociedad consumista en la que vivimos. En resumen, debemos buscar elementos que desgasten el sistema y favorezcan un nuevo consenso en favor de una sociedad más justa y humana en la que desplacemos el fin de la racionalidad desde el crecimiento económico al desarrollo humano sostenible. Pero la búsqueda de esos elementos y su análisis es ya motivo de estudio de otra obra. 54 A MODO DE CONCLUSIÓN A lo largo de estas páginas hemos reflexionado sobre la situación actual del planeta, hemos analizado algunas de las estrategias de las ONGD para afrontar los retos que plantea un mundo en la incertidumbre y hemos intentado aportar nuestro granito de arena para hacer esa acción más eficaz. Según hemos visto, vivimos en un mundo dominado por un modelo social y económico insostenible. La primacía de una racionalidad que tiene como fin el crecimiento económico, fomenta la productividad y el consumismo como medios para retroalimentarse en un modelo en el que las personas son meros instrumentos para conseguir un desarrollo que, en muchas ocasiones, utiliza el calificativo de sostenible para legitimarse. Pero, para que el medio individuo alcance su máximo grado de eficacia y eficiencia, necesita estar en competencia con los demás y desear aquello que sólo el sistema puede ofrecerle a través del consumo. En este punto, los medios de comunicación se encargan de transmitir los mensajes propios del modelo actual. Las consignas tienen su base ideológica en teorías como el individualismo metodológico, el fin de la historia o el darwinismo social. En este contexto muchas ONGD acaban mercantilizando la solidaridad, liberándola de pesados lastres como la reflexión, porque está demostrado que el recurso a las emociones, la comodidad y el hedonismo consiguen más fondos que un compromiso serio con el cambio social. Las consecuencias de un modelo de desarrollo como el actual están llevando al planeta a un abismo cuyo ejemplo más claro es la crisis ecológica que padecemos. La constatación de que el modo de vida occidental no es extensible al resto del planeta y el hecho de que el progreso técnico va más lento que la destrucción de la tierra, nos sitúan ante una crisis de civilización que no augura nada bueno. Actualmente vivimos casi 7.000 millones de habitantes en la tierra y las previsiones son que esta cifra aumente a velocidad vertiginosa en los próximos años. Si la situación actual es grave, no es difícil imaginar lo que puede ocurrir en un plazo relativamente corto de tiempo con 10.000 o 12.000 millones de habitantes. Es necesario actuar y las dificultades son enormes. Los gobiernos nacionales juegan en un tablero global en el que gigantescas multinacionales presionan para poder hacer sus negocios sin restricciones en aquellos lugares en los que tengan más ventajas y menos controles laborales o medioambientales. Estas grandes empresas se han hecho grandes vendiendo básicamente lo mismo en todo el mundo, y son grandes impulsoras de la homogeneización social que se da en todo el planeta. Se pide a los gobiernos responsabilidad para arreglar los problemas globales, pero se olvida que su primera responsabilidad es ante sus votantes nacionales, los cuales votan, mayoritariamente, opciones que gestionen adecuadamente el modelo actual para conseguir mayor crecimiento económico. En una Sociedad de mercado como la que vivimos no debemos olvidar que los consumidores y las empresas son los responsables últimos de los logros o los fracasos en la tarea de salvar el planeta. Por esta razón hemos intentado elaborar 55 un modelo que contribuya a un cambio desde la acción diaria de los individuos como consumidores. En este empeño, hemos partido de una filosofía de marketing con un cambio de sentido. Si el marketing comercial ha descubierto que las emociones venden, y hace esfuerzos por desplazar a las personas de la razón al mundo de las emociones, esta obra plantea hacer el camino contrario, es decir, llevar a las personas del corazón a la razón. Para lograrlo se propone un sistema de cuatro llaves que busca la aproximación a los públicos objetivo, su participación, estimular su reflexión y promover un cambio en sus valores y actitudes diarias. El camino es difícil, pero si este libro sirve para que alguna persona reflexione sobre el mundo que nos rodea y se plantee que hay un modo diferente de pensar, de consumir y de relacionarse con los demás, habremos cumplido parte de su objetivo. 56 BIBLIOGRAFÍA 57 Libros: Alonso Rivas, J. 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Muestra: Se llevaron a cabo 1963 entrevistas (error muestral del +/- 2,21% para P=Q=50% con un 95% de intervalo de confianza) estratificadas por sexo, edad (1824; 25-34; 35-44; 45-54; 55-70), comunidad autónoma y tipo de donante (actual, alto potencial, bajo potencial, no donante). Recogida de información: Entrevistas telefónicas con cuestionarios estructurados con una duración de entre 25 y 30 minutos. Las entrevistas se realizaron del 5 de Noviembre al 7 de Diciembre de 2004. Informe de la CONGDE sobre el sector de las ONGD 2004. Ficha técnica: Información recogida a partir de la información suministrada, a través de cuestionario, por 88 ONGD pertenecientes a la CONGDE. La Coordinadora de ONG para el Desarrollo de España (CONGDE) aglutina a cerca de 100 Organizaciones de cooperación al desarrollo y ayuda humanitaria y a 14 coordinadoras autonómicas. Guía práctica de ONG 2006 de la Fundación Eroski Ficha técnica Estudio que recoge información de 346 ONG (172 de desarrollo, emergencia, derechos humanos y educación; 29 de medio ambiente, ecologistas y conservacionistas; 69 de ayuda a colectivos marginados y 76 de otros ámbitos). 63 Informe de la CONGDE sobre la percepción social de las ONGD: así nos ven. Ficha técnica: Información recogida mediante una metodología que integra técnicas cualitativas y cuantitativas. Fase cuantitativa: Encuesta telefónica a población de 18 y más años (según datos del INE la población española mayor de edad es de 28.660.947 habitantes) en todo el territorio nacional. El tamaño muestral es de 800 casos, representantes de la población en términos territoriales (tamaño de hábitat y zona territorial) y por cuotas de sexo y edad. Este tamaño muestral, con un muestreo aleatorio simple, lleva aparejado un margen de error de +/- 3,5% para un nivel de confianza del 95,5%. Las encuestas se realizaron entre el 8 y el 31 de Marzo de 2005. Fase cualitativa: Esta fase se configura mediante cuatro grupos de discusión. Los perfiles establecidos, cuya única característica común es su carácter mixto, es decir, la participación de hombres y mujeres, son los siguientes: Jóvenes entre los 25 y los 35 años con estudios universitarios y empleos técnicos y profesionales. Mayores de 55 años. Inactivos por jubilación o prejubilación. Adultos entre 35 y 45 años, empleados de tipo medio (administrativos, etc.) con cargas familiares Voluntarios en diversos tramos de edad, vinculados a organizaciones con programas de desarrollo. 64 II Barómetro: América Latina y cooperación al desarrollo realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas y la Fundación Carolina. Ficha técnica: Estudio realizado entre españoles de ambos sexos de 18 años y más años con un tamaño de la muestra de 2500 entrevistas diseñadas y 2475 realizadas. Afijación proporcional y puntos de muestreo en 235 municipios y 48 provincias. El procedimiento de muestreo ha sido polietápico, estratificado por conglomerados, con selección de las unidades primarias de muestreo (municipios) y de las unidades secundarias (secciones) de forma aleatoria proporcional y de las unidades últimas (individuos) por rutas aleatorias y cuotas de sexo y edad. Los estratos se han formado por el cruce de las 17 comunidades autónomas con el tamaño de hábitat, dividido en 7 categorías: menor o igual a 2000 habitantes; de 2001 a 10.000; de 10.001 a 50.000; de 50.001 a 100.000; de100.001 a 400.000; de 400.001 a 1.000.000, y más de 1.000.000 de habitantes. Los cuestionarios se han aplicado mediante entrevista personal en los domicilios. Para un nivel de confianza del 95,5% (dos sigmas) y P=Q, el error real es de +/2,0% para el conjunto de la muestra y en el supuesto de muestreo aleatorio simple. La fecha de realización de las encuestas fue del 9 al 15 de Septiembre de 2006. 65 66